Sunteți pe pagina 1din 3

El título de este conversatorio es cómo hacer cosas con palabras.

El nombre se
inspira en el libro de Austin, filósofo del lenguaje, quien explico por medio del
concepto de “Actos de habla” la capacidad que tenía el lenguaje no solo de decir
y comunicar, sino también de hacer cosas, transformar realidades.

Para qué se escribe, para qué sirven las palabras. Es posible hacer cosas con
palabras.

Las palabras sirven para juntar nuestros pedazos, existir significa estar hechos
de palabras, de verbos y vértigos. Cómo hace un filósofo cosas con palabras. El
Cratilo, la primera obra de la historia sobre la naturaleza del lenguaje despierta
un vivo interés sobre la capacidad de los nombres para designar y conocer todo
aquella a lo que hemos coincidido en llamar: la realidad.

Borges nos recordaba en El Golem que:

el nombre es arquetipo de la cosa

en las letras de “rosa” está la rosa

y todo el Nilo en la palabra “Nilo”.

¿Para qué sirven las palabras? Se escribe para dejar rastros para que otros los
encuentren y al encontrarlos, afecten la historia, tejan tramas y desplieguen las
figuras posibles de nuestra sociedad.

¿Para qué sirven las palabras?, insisto, quien aquí escribe sólo desea develar su
lugar de enunciación, aquello que trasciende la bibliografía académica y se
mezcla con la biografía vital para sostener esta frágil palabra: Yo; tal vez los
“yoes” que he sido, como escribía Héctor Abad Faciolince en “Asuntos de un
Hidalgo Disoluto”.

¿Para qué sirven las palabras? Después de cursar la carrera de Filosofía y Letras
en la Universidad de Caldas, Las palabras sirven para escribir y hacer cosas,
decir cosas. Yo encontré en la crónica periodística un lugar de enunciación, una
forma de hacer cosas con discursos. ¿Qué relación puede haber entre la filosofía
y la crónica?. En la palabra crónica se esconde el tiempo, Cronos, ese antiguo
dios que devoraba a sus hijos, como lo narra la mitología griega. Parece que toda
ficción esconde un principio de realidad y escribir es entrar en esa batalla, una
tensión por habitar el tiempo y, más aún, por cartografiarlo en ese devenir de la
vida que adquiere sentido, entre muchas otras cosas, por las historias de las que
estamos hechos.

Acaso no podríamos decir que Platón fue el gran cronista de la antigüedad


griega? No sé si a ustedes le ha pasado pero recuerdo en los años que estudié
filosofía y letras en la universidad de caldas el Fedon, o del alma. Un dialogo en
el que Platón reconstruye con una minuciosidad asombrosa las últimas horas de
su maestro Sócrates antes de beber el veneno de la cicuta. También fue la
manera de expresar su teoría sobre la inmortalidad del alma.

Paltón hace uso del recurso estilístico del narrador en tercera persona. Fedón
era otro de los discípulos de Sócrates. En el inicio del dialogo se encuentra con
el pitagórico Equécrates, a quien le narra lo sucedido.

“Verdaderamente este espectáculo hizo sobre mí una impresión extraordinaria.


Yo no experimentaba la compasión que era natural que experimentase
asistiendo a la muerte de un amigo. Por el contrario, Equecrates, al verle y
escucharle, me parecía un hombre dichoso; tanta fue la firmeza y dignidad con
que murió. Creía yo que no dejaba este mundo sino bajo la protección de los
dioses, que le tenían reservada una felicidad tan grande, que ningún otro mortal
ha gozado jamás; y así, no me vi sobrecogido de esa penosa compasión que
parece debía inspirarme esta escena de duelo. Tampoco sentía mi alma el placer
que se mezclaba ordinariamente en nuestras pláticas sobre la filosofía; yo no sé
qué extraordinario pasaba en mí; sentía como una mezcla, hasta entonces
desconocida, de placer y dolor, cuando me ponía a considerar que dentro de un
momento este hombre admirable iba a abandonarnos para siempre; y cuantos
estaban presentes, se hallaban, poco más o menos, en la misma disposición. Se
nos veía tan pronto sonreír como derramar lágrimas; sobre todo a Apolodoro; tú
conoces a este hombre y su carácter”.

Platón logro narrar por medio de una crónica, cuando el género, apenas narra
que pueda presentar al lector no solo el diálogo mismo, sino también la escena
y las acciones de los protagonistas, presentes en aquel suceso acontecimental
de la filosofía ocurrido en la Atenas del año 399 a. C. La crónica es la novela de
la realidad, escribió Gabriel García Marquez.

Después de todo, los periodistas tienen mucho que ver con la labor filosófica
originaria, comprendida desde los Diálogos Socráticos. Palabra fundada como
un ejercicio argumentativo y oral, con implicaciones éticas dado en el lugar
público por excelencia (el “ágora”), espacio de discusión de la sociedad
Ateniense. Las palabras del pensador español José Ortega y Gasset también
confirman esta hipótesis porque para él la filosofía era: “traer a la superficie,
declarar, descubrir lo oculto o velado. En Grecia la filosofía comenzó por
buscar la verdad, Alétehia, que significa desocultamiento, revelación; en suma,
manifestación. Y manifestar no es sino hablar, lógos, palabra y pensamiento
construir palabra que nos acerquen al Ser de las cosas.

S-ar putea să vă placă și