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Consecuencias Actuales del Terrorismo de Estado en la salud mental

Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación Argentina - 2006

Presentación
En la década del ´70, metodologías represivas en Latinoamérica, por parte del Estado,
tenían como objetivo la eliminación del disenso social, implementando el terrorismo de
Estado fundamentado en la llamada “Doctrina de la Seguridad Nacional”.

El campo de la Salud Mental se vio afectado con el desmantelamiento de los servicios


hospitalarios y de investigación, cierres de carreras universitarias, el secuestro y exilio
de profesionales, y el alejamiento de los profesionales del campo de lo social.

Algunos profesionales, en función de dar respuestas a las diversas consecuencias,


generaron un campo inédito en sus prácticas, llamado Salud Mental y Derechos
Humanos (entre otros nombres), con equipos psicoasistenciales dedicados a la clínica
asistencial, comunitaria, social, de investigación y producción teórica, junto con los
Organismos de Derechos Humanos, a partir de 1981.

Hubo que redefinir conceptos, debatir acerca del modo de denominar patologías o hablar
de padecimientos psíquicos, teniendo en cuenta que se trataba de una situación
traumática con especificidades individuales.

Luego se gestaron las condiciones de impunidad, propiciando la desmemoria, a partir de


los indultos y las leyes. La demanda quedó de parte de las víctimas y sus familiares, sin
un cuerpo social que la reivindique como propia, como reclamo colectivo.

Los familiares lograron salir de la encerrona trágica a partir de su lucha, recreando el


lazo social solidario dañado por el terror.

Para el Dr. Eduardo Luis Duhalde, los DDHH deben ser el eje que debe atravesar toda
política pública para la recuperación ética del país. Así se crea el Programa sobre
Consecuencias Actuales sociales y subjetivas del Terrorismo de Estado, desde la
Dirección Nacional de Derechos de Grupos Vulnerados de la Secretaría de Derechos
Humanos de la Nación, que retoma el debate desde la memoria colectiva y la reflexión.

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En la actividad por la recuperación de las libertades democráticas se produjo también el
gesto ético de una sociedad paralizada por el miedo y la renegación ante el horror.

A 30 años…
“Si hay olvido es que hay memoria, aunque te hagas el tonto y no la quieras ver ni
mostrar”.

En tanto profesionales del campo de la salud mental no estamos ajenos a esas


consecuencias, además nos compete un compromiso: asistir responsablemente a los
pacientes.

Es responsable aquella persona de la que se espera una respuesta.

El contexto histórico que significó la implantación del terror por parte del Estado no es un
hecho ajeno a la práctica clínica. Se deben reconocer los significantes que marcaron esa
época y que formaron parte del discurso social produciendo un modo particular de
inscripción en lo inconciente.

Es necesario resaltar que el terror no solo produjo consecuencias en los afectados


directos, sino en toda la sociedad.

Sobrevivientes y familiares portan en sus cuerpos esa historia que debemos repensar en
el campo clínico.

La violación de los DDHH hoy es parte de lo que deben analizar los profesionales de la
salud mental, realizando una tarea de recuperación de la memoria, no solo en el sentido
historiográfico, sino más que nada en la memoria inconsciente.

Es nuestra obligación ética asistir de la manera más adecuada y acorde a las


necesidades de aquellos que han sido víctimas del terror impuesto desde el mismo
Estado, para conmover ese lugar paralizante que produce la categoría eternizada de la
“víctima”.

Mal servicio le damos a nuestros pacientes colocándolos en la categoría de héroes o


victimas que el discurso social ya les ha asignado. Pensamos que al ubicarlos en alguno
de estos dos lugares contribuye a perpetuar en ellos el lugar de “objetos”.

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Hablar de obligaciones éticas en el campo de la psicología nos lleva a plantear dos
cuestiones importantes: la posición ética de los profesionales frente a lo siniestro y el
problema de los tratamientos especiales para afectados del terrorismo de estado.

Frente a la posición del analista ante lo siniestro, el mismo no podrá dejar de hacer
justicia desde la promoción de la verdad como antídoto frente al ocultamiento de lo
siniestro. (Ulloa)

En cuanto a los tratamientos especiales, no hay tratamientos especiales para los


torturados, lo que hay (o no hay) es sensibilidad y disposición del terapeuta. En la clínica
el relato es siempre singular y específico.

Cuando aplicamos nuestra función de analista, somos allí representantes del Estado en
tanto estamos atravesados por una responsabilidad y la respuesta que propiciamos a
esa demanda, se inscribe en una lógica reparatoria.

Ulloa habla de encerrona trágica en tanto figura que tiende a infiltrarse en cualquier
proyecto de carácter institucional, nos hace pensar en nuestra práctica en tanto
propiciadores de un lugar de “tercero de apelación”, lugar de la ley, que rompe con la
situación dramática y que preserva al sujeto de la arbitrariedad de solo dos lugares,
situación intrínseca a la lógica de los campos de concentración (represor-reprimido).

Se entenderá por VÍCTIMA a toda persona que haya sufrido daños individual o
colectivamente, incluidas lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdidas
económicas o menoscabo sustancial de sus derechos fundamentales, como
consecuencias de acciones u omisiones que constituyan una violación manifiesta de los
derechos humanos. Una persona será considerada víctima con independencia de si el
autor de la violación ha sido identificado, aprehendido, juzgado o condenado y de las
relaciones que puedan existir entre el autor y la víctima. (ONU 2003).

Como agentes de salud, nos toca escuchar el trauma que provoca la violencia y
dimensión del crimen organizado desde el Estado, sin perder de vista que escuchamos
a un sujeto singular.

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Estos crímenes (como fue proclamado por Massera, 1976) tenían un claro objetivo,
provocar efectos perdurables en el tiempo. Esa dictadura no solo consiguió exterminar a
sus opositores, sino que además consiguió la destrucción de los lazos sociales y sus
consecuencias sobre las generaciones posteriores en tanto se transmite más allá de lo
dicho.

Desconocer estas historias, tiene consecuencias directas en la clínica, en la lectura de


los síntomas del sujeto que escuchamos y en los preconceptos de los cuales partimos.

El Terrorismo de Estado fue una metodología precisa y sistemática, producto de un plan


político para la región que estaba inmersa en luchas populares de liberación, con el
objetivo de destruir todas las estructuras sociales, culturales, civiles y políticas. Esto
permitió instalar un proyecto político económico que asumió a la Argentina en la pobreza
y el endeudamiento. Para poder implementar un modelo de estas características se
necesita tener el control de toda la población civil. Este conlleva algún grado de
legitimación por parte de la sociedad civil.

Para poder implementar el terror como practica y método sistemático para reconvertir al
país, no alcanza con un Estado Autoritario legitimado, es necesario un Estado Terrorista,
que combine además la modalidad clandestina, donde se muestran actos que ocultan la
verdad de lo ocurrido y allí reside la eficacia política del terror.

De este tipo fue la significación emblemática que cobró la ESMA, esencial para sostener
la clandestinidad del crimen, a condición de “dar a ver” ese terror.

El terrorismo de Estado asesinó y mutiló a 2 generaciones de jóvenes en el transcurso


de los 8 años que estuvo en el poder.

El terrorismo de Estado no es algo que ocurrió sino algo que ocurre a través de sus
consecuencias, en la medida en que sigue pulsando en lo actual.

En relación a los DDHH, es importante tener en cuenta que pertenecen a todos los seres
humanos solo por el hecho de serlo. Luego de la 2° guerra mundial se vio la necesidad
de proteger a las siguientes generaciones.

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En 1945, se creó un organismo, ONU, capaz de velar por la paz y la seguridad
internacionales, comprometiéndose a respetar los DDHH.

En 1948 se aprobó la Declaración Universal de DDHH. (DUDH)

En 1968, 84 estados los proclamaron como obligación para la comunidad internacional.

Desde allí comienza el desarrollo del derecho internacional de los DDHH, con distintos
tratados internacionales:

- Pacto internacional de derechos civiles y políticos


- Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales
- Carta internacional de los DDHH.

Luego los Estados parte asumen la obligación de hacer efectivos dichos derechos hasta
el máximo de sus recursos disponibles.

La denuncia internacional de exiliados y organizaciones de DDHH, acerca de la falta de


vigencia del Estado de Derecho desde 1976, permitieron sacar a luz el plan sistemático
criminal del poder estatal.

Luego, por ser el Estado el garante de los DDHH, es también el responsable de


implementar políticas reparatorias.

En américa Latina, las dictaduras militares represivas estuvieron coordinadas por el Plan
Cóndor.

Se incorporó, en el marco de los derechos humanos, la lucha anti dictaduras. Antes las
luchas por los DDHH eran interpretadas en términos de lucha de clases o revoluciones
nacionales. La incorporación de la clave “violaciones a los derechos humanos” fue una
revolución paradigmática que implicó concebir al ser humano como portador de derechos
inalienables, al tiempo que asigna la responsabilidad a las instituciones estatales de
garantizar su vigencia y cumplimiento.

Los trabajadores de la salud, debieron recurrir a múltiples marcos teóricos y técnicas


para comprender la complejidad del fenómeno que se producía a nivel individual, familiar
y social, e intentar dar respuesta.

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Durante la dictadura, la respuesta ética estuvo a cargo de los organismos de derechos
humanos, integrados por familiares y compañeros solidarios a su lucha. Entre ellos se
mencionan 8 históricos: Madres de Plaza de Mayo, Familiares de detenidos-
desaparecidos por razones políticas, Abuelas de Plaza de mayo, Centro de estudios
legales y sociales (CELS), Asamblea permanente por los derechos humanos (APDH),
Liga argentina por los derechos del hombre (LADH), Servicio de paz y justicia (SERPAJ),
Movimiento ecuménico por los DDHH (MEDH).

Conformaron equipos asistenciales, realizaron atención directa, investigaciones,


docencia, difusión, búsqueda de nietos desaparecidos, se aportaron nuevos conceptos
a nivel teórico.

En 1987, por Ley nacional 23.551, se crea el Banco Nacional de Datos Genéticos, que
posibilita aplicar la prueba genética del “índice de abuelidad”. El material genético será
guardado hasta el año 2050.

En una supervisión, la psicoanalista francesa François Dolto, expresó “Si el niño reclama
que fue abandonado y que a él la lucha no le importa, hay que escuchar y coincidir con
su reclamo… Hay que trabajar en al recuperación de la historia, reconstruirla”

Diversas expresiones de la metodología represiva

Desaparición y duelo
“No están muertos, ni vivos, están desaparecidos” Videla

La desaparición forzada es un crimen contra la humanidad. Se trata de un delito


imprescriptible dado que en la medida que la persona sigue desaparecida, el delito
continúa produciéndose.

La incertidumbre, es la forma de angustia de lo siniestro, que se instala como efecto de


la política de la desaparición.

Desaparecido es un significante que produce las pérdidas de las categorías fundantes


de la identidad: tiempo y espacio. El derecho a la muerte quedó abolido y se instauró la

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lógica que hace imposible la muerte de un cuerpo sin sepulcro, anulándose los modos
de ritualización de la muerte, cancelando la producción de un acto simbólico.

Vida y muerte son desprovistas de lo estrictamente humano. La desaparición de


personas, impulsó a la construcción de un duelo por fuera de la ley (duelo clandestino)

Tal como plantea Freud en “Duelo y Melancolía”, hay un duelo que no logra realizarse.
Se trata de un duelo en una posición tercera respecto de la diada freudiana
normal/patológico, que se ha denominado duelo suspendido o coagulado.

El lugar vivo-muerto del desaparecido y la incertidumbre es lo que produce el efecto de


lo siniestro.

Es necesaria la existencia de un entramado público donde estos duelos se inscriban. Es


nuestro trabajo, introducir los significantes que han quedado reprimidos, para poder
realizar un trabajo de reinscripción de la historia cancelada y construir un legado del que
puedan apropiarse las nuevas generaciones.

“Una comunidad que recuerda implica un pasado efectivamente transmitido”

Sobre la tortura:

La tortura se define como: todo acto por el cual se inflija en una persona dolores o
sufrimientos graves, físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero,
información, o de castigarla.

Al respecto Ulloa, plantea que el paradigma de lo que él denomina “encerrona trágica”


es la mesa de torturas. En la tortura se organiza una situación de dos lugares sin tercero
de apelación. Debe interpretarse como encerrona trágica toda situación donde un sujeto
depende de alguien que le maltrate sin tomar en consideración la situación asimétrica e
incluso de desamparo.

La apropiación de niños:

Se trata de un delito que aún continua produciéndose, en tanto estos niños/as no han
sido hallados/as. A esto alude el término de imprescriptibilidad del delito de apropiación.
Estos delitos quedaron por fuera de las leyes de impunidad.

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Sin precedentes en la historia, se montaban maternidades clandestinas en los Centros
Clandestinos de Detención (CCD) para apropiarse de los bebes nacidos en cautiverio.
Luego las madres eran asesinadas, y muchos niños quedaron en manos de esos
asesinos.

Las embarazadas además eran torturadas, considerando que el padecimiento era sufrido
también por sus bebes.

Hubo complicidad de médicos y jueces para facilitar la inscripción con documentos


falsos.

Luego se manifestó en los nietos recuperados, una certeza inexplicable que proviene de
un lugar muy íntimo, donde la palabra no ha operado, pero si la transmisión inconciente
de lo no dicho.

Exilio/Insilio

El exilio se considera la suspensión o expulsión de un individuo o grupo de su historia.

En el exilio, también los niños sufrieron sucesivos desarraigos.

El insilio, se refiere a la situación de las personas que debieron esconderse en su propio


país para salvar sus vidas y las de sus hijos, siendo un exilio interno que conllevó
situaciones de exclusión y abandono.

La memoria de lo actual

Para Marcelo Viñar, hay que escoger las buenas maneras de recordar.

Recuperar la memoria implica un encuentro con la huella inscripta en el cuerpo social,


que se ha perdido, no sin antes inscribirse como marca, ya que lo que se intenta olvidar,
retorna como síntoma.

Uno de los pilares básicos de la destrucción del entramado social consiste en la


instalación del olvido.

El Juicio a las Juntas tuvo un alto impacto simbólico, pero seguido de las 3 leyes: de
Obediencia debida, Punto final y los decretos de indultos, terminaron por legalizar la
impunidad.
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Se propone entonces generar espacios que reconstruyan la huella histórica.

Una consulta terapéutica pone en marcha, reactualiza un trabajo de historización del


sujeto, que al presentarse a dar testimonio de su condición de víctima del terrorismo de
Estado, volverá a enfrentarse con estos episodios traumáticos.

En el inconciente no se trata de un tiempo cronológico, sino lógico, siendo lo actual


aquello que retorna de un tiempo futuro-anterior, implica lo traumático, aquello que
retorna y está ligado a la repetición. El ocultamiento de una verdad se torna actual en
generaciones futuras. Se trata de la transmisión de lo no dicho, pero inscripto en el
cuerpo social.

Lo que se recuerda no es del orden de lo olvidado, sino de lo imposible de olvidar.

En algunos casos, el terror produjo parálisis, dejando a los sujetos “sujetados” a ese
terror y a la impunidad.

Es importante, y además una obligación ética, contar con dispositivos que permitan alojar
lo ocurrido, facilitando la construcción de vías de elaboración de estos episodios. Es
necesario el fortalecimiento de dispositivos comunitarios y sociales.

El Estado debe promover, respetar y garantizar los derechos humanos incluidos


los derechos a la verdad, la justicia y la reparación, como así también el de
“rehabilitar” a las víctimas, asegurando los beneficios del estado democrático de
derecho para las generaciones actuales y futuras.

Transitar el significante, hasta asfixiarlo de sentido, para dar lugar a otra cosa. Hacer
del nombre “hijo/a de desaparecido/a” uno entre otros, que no aprisione, sino que surja
a propósito del margen de libertad que conlleva.

Acciones de la Secretaría de DDHH de Nación


Se propone tener en cuenta 2 consignas fundamentales:

- Tener cuidado a la hora del diagnóstico de no convertir a éste en un rótulo


- Hacer lugar a la palabra de cada paciente, alojando lo que cada uno tiene para
decir, antes de establecer compulsivamente un dispositivo medicalizado.

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Dentro de las acciones se encuentran:

a) Programa consecuencias actuales del terrorismo de estado


b) Archivo CONADEP y fuentes complementarias
c) Comisión nacional por el derecho a la identidad (CONADI)
d) Creación del archivo nacional de la memoria (ANM)
e) Leyes reparatorias: 24.411 (beneficios a familiares), 24.043 (beneficios a
víctimas), 25.914 (nacidos en cautiverio), Ley del exilio argentino (en
anteproyecto)
f) Acciones contra la impunidad

La función reparatoria de la Ley


En la medida en que el Estado reconoce el valor de la palabra de los sobrevivientes,
dignificándola, distancia lo reparatorio de la dimensión meramente indemnizatoria.

Lo monetario debe estar acompañado de acciones que subjetiven el daño producido


tanto por acción como por omisión, en este caso, de funcionarios del estado.

Con respecto al ejercicio profesional de la psicología, la ley nacional 23.277 de 1985,


establece que:

- se debe prestar colaboración con las autoridades sanitarias en caso de


emergencias
- se debe guardar secreto profesional sobre acciones o datos que se le
comunicaran en razón de su actividad profesional
- realizar acciones tendientes a promover la vigencia de los DDHH y efectuar
estudios, asesorar y operar sobre las repercusiones psicológicas derivadas de la
violación de los mismos.

Nuestra práctica profesional implica la dimensión social y el compromiso con los


principios éticos.

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El terrorismo de Estado es considerado una forma de traumatismo social, por eso nuestro
saber hacer allí, es una respuesta desde un lugar responsable como integrantes de un
sistema social de salud (es la respuesta que se espera de nosotros).

El impacto que lo jurídico tiene sobre la subjetividad es importante. Cuando un sujeto se


presenta a dar testimonio, reactualiza un trabajo de historización a partir del cual volverá
a enfrentarse con los episodios traumáticos.

Lo reparatorio está en relación a lo que significa reconocer los testimonios y denuncias


como valor de prueba, como valedero. Es fundamental otorgar valor a esa palabra
dignificándola.

El daño psíquico es una categoría propia del campo jurídico que intenta medir la
magnitud de lo ocasionado a un sujeto traduciéndolo en “cantidad” de daño provocado.
Desde la psicología ese daño no es medible ni anticipable. Sin embargo, los 2 discursos
se entrecruzan, y el reconocimiento de la categoría de “victima” se convierte en el
instrumento legal a través del cual el estado se responsabiliza por las acciones cometidas
contra esa persona.

No se deben confundir esas dimensiones sino trabajar sobre ellas, alojando la palabra
del sujeto en los dispositivos de atención psicológica.

(La implementación de la dictadura desmanteló las experiencias de psicología social y


comunitaria que se encontraban en desarrollo, e implicó el exilio o desaparición física de
los profesionales responsables, como parte del disciplinamiento social.)

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