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EL VUELO DE ASTREA
CONFIGURACIÓN JURÍDICO-POLÍTICA
DE LA MONARQUÍA CATÓLICA
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FACULTAD DE DERECHO
EL VUELO DE ASTREA
CONFIGURACIÓN JURÍDICO-POLÍTICA
DE LA MONARQUÍA CATÓLICA
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Derechos reseIVados
ISBN 970-07-5105-8
IMPRESO EN MÉXICO
PRINTED IN MEXICO
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La Justicia, desacomodada, anduvo por la tierra rogando á todos;
)' viendo que no hacían caso della y que le usurpaban su nombre
para honrar tiranías, determinó volverse huyendo al cielo.
Salióse de las grandes ciudades y cortes, y fuese á las aldeas
de villanos, donde por algunos días, escondida en su pobreza, fue
. hospedada de la simp.licidad hasta que envió contra ella requisi-
torias la malicia. Huyó entonces de todo punto, y fue de casa en
casa pidiendo que la recogiesen ..Preguntaban todos quién era; y
ella, que no sabe mentir, decía que la Justicia. Respondíanle
II todos: "Justicia, y no por mi casa; vaya por otra"; y así no entraba
,
¡ .en ninguna: subióse al cielo, y apenas dejó acá pisadas
1
I
I
:
IX
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AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer a Fernando Escalante Gonzalbo, que dirigió este trabajo
en su forma original: como tesis doctoral terminada, leída y defendida en
el Instituto Universitario Ortega y Gasset, Madrid (España, 2001). Escrito
que en su forma publicable fue partido en dos, y aumentado. Conservo los
comentarios de Dalmacio Negro Pavón: su obra escrita, sus cursos y semi-
narios en la Universidad Complutense fueron guía en mis afanes. La emi-
nente generosidad de! Dr. Ernesto Azuela Bernal expresada en apuntes a
mi trabajo -y no sólo-, su mirada crítica, rigurosa, pero siempre amable,
fidedigna, esclarecida, fueron el impulso permanente en e! proceso de
redacción.
Con gratitud recuerdo al tribunal que primero juzgó mi intento, los
profesores: Ma Victoria López-Cordón, Rosa Ma Martínez de Codes, Lu-
dolfo Paramio, Carlos Malamud y Marta Elena Casaus Arzú; igualmente a
Pedro Pérez Herrero. Me acompañaron durante este tiempo con su amis-
tad: Alejandro Araujo -siempre y con mucho-, también Luis Alcaraz y
los criticones Juan M. Martínez, Alberto Ve!ásquez, Juan Wink.ler, Gui-
llermo Puente. En Tepepan, la familia Toscana-Aparicio. Mi agradeci-
miento para la familia Hesles-Azuela, por su biblioteca jurídica, y más
todavía. En.la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma
de México, agradezco especialmente al profesor Fernando Serrano Miga-
llón, por su confianza.
La realización de este trabajo fi.le posible gracias al apoyo de! Consejo
Nacional de' Ciencia y Tecnología (México).
XI
XIV PRESENTACIÓN
I
PRESENTACIÓN
Enclavada en el corazón de España hay una parrilla. Así, una parrilla colo-
sal, símil de aquella donde San Lorenzo fue martirizado; enorme en sus
dimensiones y en su significado, resume mucho de lo que podemos consi-
derar los orígenes de la hispanidad derramada en cuatro continentes.
Resulta casi un misterio saber qué hay en el espíritu de un pueblo que
puede dedicar recursos sin límite, un caudal de vidas y haciendas para
reproducir, en dimensiones a punto de ser demenciales, un instrumento
de tortura, retrato fiel de la monarquía española. El Real Monasterio de
San Lorenzo del Escorial, es eso y es mucho más. Refugio de Felipe II, es
también el mapa de un dilatado imperio en el que el monarca guardó,
como Ulises, los tesoros recogidos de entre muchos pueblos. Con recursos
provenientes de Asia,. de América, de África y de muchas regiones de
Europa; la variedad de sus materiales y la sobriedad de su estilo son un
contraste de todo ese ámbito cultural, nacido entonces y que hoyes el orbe
hispano.
Tal vez lo más interesante de esta construcción sea su multiplicidad de
usos; por un lado, un cementerio real, modelo plástico de las clases que
aun entre la nobleza existían; por el otro, una biblioteca que no sólo
retrata el sentimiento y el saber de los monarcas católicos, sino que al
mismo tiempo, es una buena muestra del pensamiento heterodoxo de los
siglos XV al XVII, pues sus poseedores, a fin de mantener la fe católica y la
salud de la Iglesia con la cual se identificaban, no dudaron en conocer a
fondo las obscuridades del pensamiento libre; monasterio, osario, pudri-
dero, habitación real, granja, colegio. Todo eso es San Lorenzo del Esco-
rial, y es más, es la muestra del esplendor de una cultura cuyos brillos
siguen percibiéndose, moderados y deformados por efecto del tiempo y la
distancia aún en nuestros días.
Pensar lo hispano, su historia y, por lo tanto nuestra historia, significa
adentrarse en un complicado mundo en el que lo barroco no es un estilo
sino una forma de ser. Un universo completo que contiene las claves de la
identidad de muchos países y de un pueblo que se manifiesta, a: través de
la lengua española, con muchos acentos, con muchas peculiaridades pero
con un innegable espíritu de pertenencia.
XIII
xv
PRESENTACIÓN
) A lo largo de la Introducción y los capítulos siguientes, las referencias a las fuentes pri-
marias están dadas en forma de autor, título y sección de la obra cntre paréntesis; las obras
secundarias se dan al pie. con referencia cornpleta: autor, título, edición y página. lnforma-
ción sobre las ediciones consultadas, en la Bibliografía.
XVII
_111.
XVIII INTRODUCCIÓ;\'
, Del año 1624, citado por Miguel Artola, La Monarquía de España, Madrid: Alian-
za, 1999, pp. 37-38.
4 !ura pmpria y ius proprium: Derecho formado por fueros, costumbres, privilegios, facul-
tades subjetivas y ordenamientos objetivos, que prevalece y se acopla al 1us comunne, )' normal-
mente entra en conflicto con el Derecho real. V. Bartolomé Clavero, l>lStitucián hist6rica del
Derecho, Madrid: Marcial Pons, 1992, pp. 45 )' ss.
5 "España invertebrada", Obras, Tomo n, Madrid: Espasa-Calpe, 1936, p. 780.
xx INTRODUCCIÓN
naba cierto tipo de orden; por ponerlo en las palabras que se usaron, era
el vínculo entre Dios y los hombres, definiendo su condición intermedia la
idea de que el príncipe es Vicario de O-isto en la Tierra, para fazer justicia en
lo temporal (Las Siete Partidas: n, I, 1). La principal función de! príncipe
católico fue esa precisamente, la Justicia, y este ensayo privilegia e! estudio
de su proyección política.
n. FORMA POLÍTICA
En una de sus cartas eruditas, fechada en 1535, Antonio de Cuevara
dice que Rex Catholicus hay en España desde la Reconquista, y original-
mente lo fue Alfonso el Casto, el primero que desde Navarra entró en
Calicia para dar batalla a los moros: "Fué e! primero que fundó iglesias en
España, fué el primero rey en cuya muerte lloraron los ángeles, fué e! pri-
mero rey que se llamó Católico" (Epístolasfamiliares: "Letra para D. Alonso
Fonseca, obispo de Búrgos, presidente de las Indias; en la cual se declara
por qué los reyes de España se llaman reyes Católicos"). Sin embargo es
mucho más común aceptar que e! Papa Alejandro VI dio e! título de Reges
Catholici a Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, hasta 1494 y como
premio por sus servicios a la Iglesia, en la defensa de los Estados Pontifi-
cios contra Francia. El título se conservó en sus herederos, y todavía los
diputados doceañistas (1812) lo respetaron, según e! Artículo 169 de la
Constitución de Cádiz: El Rey tendrá el tratamiento de Majestad Católica.
Ahora bien, la forma política de la Monarquía Católica adquiere la
configuración que se le conoce en un largo desarrollo histórico, y su ori-
gen no se reduce a una fecha, ni tampoco a un rey. Si bien tiene un
momento certero de su desarrollo en la unión de Fernando e Isabel, y más
aún en e! matrimonio de Juana de Castilla, hija de Fernando, con el hijo
de! Emperador Maximiliano de Austria, Fe!ipe el Hermoso, y también en
los tiempos de Carlos V y Fe!ipe n, &c., responde su devenir histórico y su
peculiar organización a supuestos propiamente medievales, centrados en
la función judicial.
La iu'risdictio, la facultad' de declarar e! Derecho con arreglo a cierta
racionalidad jurídica -o ratio iuris- se orientó en la Monarquía Católica a
asegurar los equilibrios establecidos a lo largo de la tradición al interior de
las figuraciones políticas que la componían y, por tanto, a la conservación
de! orden: no siendo tal función una summa iurisdictionis, entendida como
la facuItad de crear e! Derecho, sino propiamente armonizar e! orden juris-
diccional en su diferentes nive!es.6 Y si la iurisdictio es limitada, también e!
6 V. sobre la idea del Derecho en el Antiguo Régimen, Antonio Manuel Hespanha, Pano-
rama histórico da cultura jurídica eUTopeia, Lisboa: Europa-América.
1997, passim.
INTRODUCCIÓN XXI
I
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XXII INTRODuccróx
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Escrituras, la Lex naturalis o ius natumle, manifiesta en el orden natural de las cosas, y final-
mente la Lex humana (Lex civilis o ius positivum, y ius gentium), subordinada al Derecho natural.
Doctrina que los padres dominicos de la Contrarreforma admiten, en su revaloración de II
Tomás de Aquino: F. de Vitoria (circa 1485-1546), Domingo de Soto (1494-1560) ... , lógica e
que fue adoptada por los padres jesuitas, quienes la propalan en la enseñanza teológica y jurí-
dica: Luis de Malina (1535-1600), Francisco Suárez (1548-1617), &c. V. Quentin Skinner, Los
d
fundamentos del pensamiento político moderno, JI. La Reforma, México: Fondo de Cultura Econó- n
mica, 1993, pp. 141-172. Orden o jerarquía dominante en el Seiscientos, y aún bien entrado d
el Setecientos: Vg., en el tratado de Pér~z Valiente, Apparatus fuás Publici Hispanici (1776):
Libro I, Capítulo IV, en el que se indican lospTincipios y fundamentos de todo el derecho universal,
de los que, como los a1TOYOSde sus fuentes deTivan las obligaciones y preceptos que los hombres deben
guardar en el régimen civil. Son cuatro, a saber, la Ley Eterna, el Derecho Natural, el Divino y el de
gentes, expl.testos en su propio y cabal orden. . .. ra
10 La comunidad política, según doctrina cOlTiente de la escolástica, debe ser guiada con- (s(
forme a la Ley divina, en el sentido que el Señor dice en Ezequiel (37:24): Mi siemo David será di
su rey_.. y caminarán por las sendas de mis mandamientos. El príncipe es legib7L\solutus con respecto e.
a la vis coactiva, dice de Tovar, pero vinculado a la vis directiva del Derecho natural. V. tam-
bién: Tomás de Aquino, La monarquw: I, 1. D,
11 Obra que comenzó antes de la circunstancia de su prisión en Nápoles, encarcelado con
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motivo de la insurrección de Calabria (1599), en la que aparece la Monarquía Católica como
cuarta y última j\1onarqu[a Universal: venida de Oriente a Occidente, destinada a durar hasta Xl
el fin de los tiempos (Dan 2:40), hasta la batalla de Gag y Magog y el Juicio Final, y en la que el T~
príncipe católico figura como Ciro prefigurado. Ciro aparece en la Biblia como liberador de nc
Israel, cumpliendo la profecía deJeremías (Esd 1:2), y Emperador (Is 45:1). El motivo escato-
lógico de Ciro, vg., en Girolamo Savonarola (1452-1498): símbolo milenarista; también, el ea
advenimiento de la cuarta monarquía, en Gerolamo Cardano (1501-1576) v. g ... de
INTRODUCCIÓN. XXIII
12 El príncipe tiene cierta facultad jurídica extraordinaria, ea el ámbito del Derecho natu-
ral, de utilizar un poder excepcional y necesario en situaciones de auténtica salvación pública
(salus p(jpuli suprema lex esto); también ius dominationis O ins eX(jrbitante, pero sujeto al Derecho
divino y a la recta-ratio. Vid., Antonio Manuel Hespanha, História Ms institucoes. Epocas 11lediI!!Jal
e moderna, Coimbra: Almedina, 1982, pp. 311-328, en esp. 325-326.
13 Sobre universalismo y localismo jurídico, v., Manuel CarCÍa Pelayo, "La idea medieval del
Derecho", Del 11litoy de ÚL razón en el pensamiento político, Madrid: Revista de Occidente, 1968,
pp. 72-82.
14 v., Antonio Manuel Hespanha, As vespems do Leviathan. !nstitucoes e poder ¡)olitico, séc.
XVII, Lisboa: Ed. Do Autor, 1987. (Hay edición en castellano: Vísperas del Leviatán, Madrid:
Taurus, 1989). También, del mismo: "O Estado Absoluto. Problemas de interpretado histó-
rica", Boletín da Facultade de Direito de Coimbra, Coimbra: FDUC, 1979.
15 Alumno en París de el Doctor Angélico, de quien escribió una pequeña 'biografía: Historia
ecclesiastica, y obispo de Torceilo; su principal obra política (circo 1300-1305) fue continuación
de la obra inconclusa del aquinatense, Del gobiemo de los príncipes (De regimine principu1ll).
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INTRODUCCIÓN
I
nómica, I993, p. 73; Y también, Laureano Robles y A. Chueca, Estudio Preliminar, en Santo
Tomás de Aquino, La Monarquía, Madrid: Temas, ]995.
c:
16 ":Monarquía, cortes y cuestión constitucional en Castilla", Fragmentos de Monarquia. Tra-
(j
bajos de historia politica, Madrid: Alianza, I993, p. 289.
17 Diferentes aproximaciones: Luis Sánchez Agesta, Alfonso García Gallo, J. Lalinde, et.
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j
Al., El pactismo en la historia de Espmja, Madrid: Instituto de España, I980.
I
II INTRODUCCiÓN xxv
1
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II\TRODUCCIÓN
que juzga necesario, esto es importante, sino lo que es justo ("No es pode-
río el que puede lo que quiere, dice Juan de Palafox, sino el que quiere lo
que justamente puede", Manual de estadosy profesiones: V, 17). De modo que
la balanza de AslTea es instrumento del príncipe, con la espada, y tiene
como objeto conservar el orden.
Sin embargo el príncipe es un juez intensamente político. En la forma
política de tipo judicialista de la Monarquía, el gl.lbernaculmn y la iurisdictio
se apoyan en cierta racionalidad jurídica,25 en el consejo jurídico, para
ponderar su afinidad con el Derecho vigente: siempre en. tensión con la
decisión ejecutiva ("¿Podrá [el príncipe] ser superior y soberano -pre-
gunta Quevedo- y subordinarse a consejo?" [El Entremetido y la Dueña yel
Soplón]). Pero además, el Derecho administrativo (en su forma de ius Pl.lbli-
mm) regula sobre todo las instancias de tipo procesal superiores, Consejos,
. Chancillerías y Reales Audiencias, que se limitan a fallar .determinadas
controversias judiciales. Llama la atención de Martínez Marina, al comen-
tar la Novísima recopilación de Leyes de España (1805), la abundante, repeti-
tiva cantidad de disposiciones existentes sobre el ejercicio de la real juris-
dicción ordinaria: "abraza treinta títulos con 292 leyes ... y se reducen casi
todas a reglamentos y disposiciones particulares, reglas económicas, provi-
dencias gubernativas, ordenanzas que establecen deberes, oficios y sueldos
de los miembros y dependientes, y la economía y orden interior de los juz-
gados" (juicio critico de la Novísima recopilación: Artículo IX). El ius publi-
cum ahí se condensa.
Las instancias superiores de apelación de justicia se erigen como ejes
del orden institucional. De tal modo además que el juez procederá activa-
mente en el orden político, convertido en su factor dominante.26 Desde
luego, ha de modelar ese orden, pero no a voluntad, sl!Íeto en todo
momento a las relaciones jurídicas configuradas en las manifestaciones
varias que integran el ius.
La serie de conflictos multiplicados en las diversas figuraciones que
integran el conjunto monárquico se manifiestan de manera especialmente
vigorosa en la estructura jurisdiccional de la Monarquía. La voluntad polí-
tica, por así decir, la pronuncia el juez, en nombre de la Justicia y el Dere-
ého, siguiendo una serie de procedimientos (mtio iuris) que se desarrollan
en los Consejos Reales y Supremos, en las Chancillerías, Reales Audiencias
y en los tribunales especiales y de república, instituciones que garantizan la
reproducción del orden político mediante prácticas que se rigen por una
XXVIlI
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN XX1X
iubetuT alji facere, quod sibi uult fieri, et prohibetur alii' ¡~felTe,quod sibi nolit fieri. Unde
Christlls in eUa'ngelio: "Omnia quccunque uult~s ut faciant uo:bis homines, el UDSeadem facite
iBis. Haee est enim lexet prophetae." Se entiende por /ege el Antiguo Testamento ínIegro (como
en ln 10: 34; ln 15:25), y también: ¡ex et pmphetae (como en Mt 7: 12; Mt 11: 13; Mt 22:40; Le
16:16).
2 Un comentario en George Steiner, Granuíticas de la creari6n, Madrid: Simela, 2001, p. 24.
:3 El texto latino dice: Quis e'rgo efTugere poterit a ventura ira? Miuet enjrn filius hominis
angelos suos, qui c,oIligent de regno dej omnia scandala el eas qui faeiunt iniquitatem, el ex
eis alljgabunt fasCiculos ad comburendurn, et minent eos in caminum ignis, ubi erit fletus
et stridor dentium, gemitus et ulula tuS, eiulatus, luctús e~ Cl1.1eiatus,stridor et clamor, timol' el
tremol', dolor et labor, ardor et feelor, obscuritas el anxietas, acerbitas et asperitas, calamilas
et egestas, angustia et tristitja, oblivio et confusio, tortiones el punctiones, amaritudines el
terrores, fames et sitis, frigus el cauma, sulphur el ignis ardens in srecu]a sceculorum.
1
(Signos que aparecerán antes delJuicio Final: 76). De modo que no sólo define
el juicio de Dios la historicidad del hombre sino la posibilidad cierta de
castigo, induciendo en el ánimo evitar el pecado ... la conducta punible.
Pero en el camino hay también los juicios medios que decía Agustín: los que
Dios -qui est iustitia sempiterna- da al presente temporal según las obras
que cada quien hace mediante el libre albedrío de su voluntad (La ciudad
de Dios: XX, 1). Dios juzga con dos balanzas,' como dice Alfonso el Sabio,
en el Septenario (1252):
Que ha dos balan~as con que se pesa la justicia conplidamientre: la vna es que
alea arriba contra el cielo a los buenos e a los que sson aliuyados de peccados
e de males; la otra, que abaxa ffasta los ¡nffiemos a los que sson peccadores e
gruesos e pesados en mallat. Et las balan~as que sson.en medio, que nin sse
alean ffasta lo más alto nin sse abaxan ffasta el ffondón, éstos sson los que uan
a purgatorio, que están .esperando la mercet de Dios £fasta el día del juicio.
En este dualismo se cifra la Justicia divina o, mejor: las expectativas de
los hombres respecto a ella;; pero si bien los Evangelios dicen: "eres inex-
cusable, ¡oh hombre!, quienquiera que seas, tú que juzgas" (Rom 2: 1), o
bien: "uno sólo es el legislador y el juez, que puede salvar y perder. Pero
tú, ¿quién eres para juzgar?" (Sant 4: 12), hay además los juicios humanos,
en los que persona de autoridad bastante determina lo justo en caso de
litigio, la culpabilidad o inocencia: premia a los buenos y castiga a los
malos. Esta función jurisdiccional (de ius decire y ius dare) es cardinal .en el
proceso de configuración de Castilla. Pero en la España medieval no existe
una, ni dos, sino muchas jurisdicciones, diversas y rivales. En la España
visigótica la multitud de jurisdicciones dan forma a una Monarquía limi-
tada por el Derecho, orientada a la utilitas publica. 6
y también después de la invasión musulmana. Durante la Recon-
quista se reproducen y amplían los límites concretos de la jurisdicción
e debe tener derecho, )' egualdad, e debe ser honesta, e digna e provechosa, e
necesaria ... (Fllero juzgo: 1, n, 2-4).11
La le)' es j)or de11l0stmTlas cosas de Dios: en el Derecho
natural se veía el
reflejo del orden universal establecido por Dios. Las costumbres no sólo
son parte integral del Derecho (cons'lletudo et usus iustissimi ti/.uli szmt), son
además su medida: consuetudo, oj)tima legwll inte¡pres, y de ellas se deriva el
orden de la comunidad, de ellas nasce la concordia del pueblo (F'llemjuzgo: 1,
n, 6). La Concordia es el orden político ideal: la vinculación civil funda-
mental, el lazo de la comunidad; valor superior que define la unión de la
comunidad por el consenso, como indica San Isidoro: Pop'lllus est hZ¿11lanae
?llzdti/.'lldinis,i1l1?sconsensu et conco¡'di com71mnúme sociatus (EtY11lologiaTum:IX,
IV, 5). Se identifica así la relación entre política y Derecho, según la idea
agustiniana de que "la paz de los hombres es la ordenada concordia", y a
ese objeto se refieren y enderezan las leyes divinas y humanas (La ciudad de
Dios: XIX, 13-14). Idea tomada de los Salmos: "Se han dado el abrazo la
justicia y la paz; brota de la tierra la fidelidad ... Va delante lajusticia ... , y
la paz seguirá sus pasos" (Sal 85: 11-14); sintéticamente formulada: ubi est
illStitia ibi concordia. Ideal primordial, que adquirirá un significado político
concreto en Las Siete Pa1tidas (iniciadas en 1256, concluidas en 1263). La
Concordia dériva ahí de la moral y se asienta en la fidelidad o amor en
uno, conse,'vando (cristianizado) su sentido grecorromano:12
Los que han amistad en uno, por fuerza conviene que a}'an entre si concor-
dia ... si los ames oviessen entre si verdadera amistad non avrian menester Jus-
ticia, nin Alcaldes que los judgasen: porque aquella amistad les farie cumplir, e
guardar aquello mismo, que quiere e manda la Justicia (Las Siete Partitk1s:IV,
XXVII, 1).
Y aquello que manda la justicia es la Ley natural expresada en las cos-
tumbres. Tal sería la doctrina, pero su realización es problemática: suscita
1I Isidoro: Erit autern !ex honesta, justa, possibilis, secundum natura m, secundum COI1-
sueludinem patriae. loco tempprique conveniens, nccessaria. utilis, manifesta quoque. ne ali-
quid per obscurit3tcm in captionem cootilleat, Bullo priv'aLO commodo, sed pro cortlffiuni
civium utilitate conscripta (E/ymologiantm: V, XXI, 1). V. también: Santo Tomás, Tmlodo de la
Ley, VI, 3. .
12 Aristóteles, Moral a Eudemo: VII, 7. José Ortega y Gasset se interesó por la idea de Con-
cordia, interpretada por Cicerón, conviene ver por eso su ensayo Del imperio romano, Madrid:
Revista de Occidente, 1942. Por ou'a parte, es sustantivo de la teología política medieval el
referente político del "Uno" como centro del orden, según el principio aristotélico, cristiani-
zado: "Si el arte imita a la naturaleza necesariamente en la sociedad humana lo mejor será lo
que está dirigido por uno" (Tomás, De ¡"egno: 1, JI). El sentido trascendente de "Uno" debió de
ser importante, además, en las escuelas alfonsíes, identificado con los coIJceptosde la filosofía
neoplatónica, bien conocida dentro del Islam ("Uno": al-Ahad y "El Unico", al-Wahid), en
donde la relación con el "Uno" se efectúa por medio del amor. V., Fernando Cisneros, "Intro.
ducción", El libro del viaje 1I0c/umo, México: COLMEX, 1998, pp. 58-59.
-
6 EL VUELO DE ASTREA
Lex animata O Lex viva, encarnación de la Justicia.IB Pero aun como tal, es
sólo juez, debe tan sólo procurar el orden; los jueces, según Santo Tomás,
han de Testitu.iTel oTden destn.údo POTla culjla (Suma contra los gentiles: IIJ,
CXLVI). Se trata del orden querido por Dios, no un orden creado artifi-
cialmente par el hombre, sino el orden del Derecho natural y divino, está-
tico, por así decir, y en todo caso modelado por la costumbre, por el deve-
nir histórico de la comunidad; por eso, el príncipe, si justo, debe
conservarlo tan solo, guardarlo y defenderlo, sin alteración. "Peso justo y
balanza justa son de Dios" (Prov 16: 11).
Pero el príncipe adquirirá en el curso de la Edad Media alguna pree-
minencia sobre la comunidad política, como defensor de la Justicia. Para
ello, sin embargo, no le basta la polestas de que esta dotado por las armas,
requiere además la au.etoTitas,19lo que le ha de permitir purgar de algún
modo el origen pecaminoso del poder temporapo De este supuesto deri-
van lógicamente las teorías de supremacía de la Iglesia, afirmándose no
sólo que de ella reciben los príncipes derecho a gobernar -la auetoritas-,
sino que todo poder temporal es parte subordinada del orden eclesiás-
tico,21le debe obediencia, y esta limitado por el Derecho divino y natural,22
e incluso por los cánones de la Iglesia. Pero los obispos, en una ingeniosa
dico-política: Manuel Garda Pelayo, "Federico JI y el nacimiento del Estado moderno", Det
mito?, de toorazón en el pensamienlo político, Madrid: Revista de Occidente, 1968, pp. 141-223.
B Desde el ángulo romano, en Cicerón: las leyes son SUfJerioresa tos 11wgistrados, [yI éstos son
sup"iores at pueblo, y p'/Rde decine con verdad que et magistrado es.Úl Ley que habÚl, y Úl Ley el magis-
lrado mudo (De legibus: J1I).
. 19 Distinguiendo aquí audorilas y poeleslas. Tiene aucloritas quien sin disponer de medios
coactivos para allanar la resistencia a sus mandatos, e imponer su voluntad, condiciona la con-
ducta de los demás en virtud de que le reconocen superior dignidad o cualidad valiosa,
logrando la obediencia por adhesión interna: por un deber moral de obediencia, obligación.
20 A diferencia de la Iglesia, el poder temporal es de origen terrenal: producto de la .
naturaleza humana viciada por el Pecado, producto de un acto de violencia tolerado por Dios,
carece de autoridad en sí, participa de la iniquidad del hombre, de la superbia mpinis perfidia
homiciidiis, en fin, de la CivilflS Diaboli que imaginó Agustín, producto de la ambición y el inte-
rés mundano, fundada por el primer homicida: Caín, a diferencia de la Civitas Dei, dirigida
por el amor de Dios. Pero la Civilas Dei y la Civilas Diaboti -hasta el día del Juicio Final-
viven entremezcladas en el mundo, )' ambas companen, aunque con diferente propósiLO. el
deseo de lograr la Con£ordia, la paz (Civitas Dei: XIX, XVII). En este objeto primordial coinci-
den, y a ese efecto existe el poder temporal, que, sin embargo, debe purgar su mancha partici-
pando de la sanción divina, debe ser santificado por la autoridad de la Iglesia. v., Gtto van
Gierke, Teorías políticas de la Edad Media, Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1995,
pp. 86-88 n.
21 Es una idea que ya tiene Gelasio (494), en una epístola al Emperador Anastasio: Existe¡¡
priTlCipatme11ledos cosas, AugztSto emperador, a través de las cuales es gobernado esle mundo: la aulori-
dad sagrada de los pontífices y el poder ,-eol. De eslas dos, los sacerdotes llevan lt1W carga la11to más
gra!!de cuanto que han de dar cuenla de tos reyes ante et ",ismo Señor en et juicio divino ... Debe incli-
narse sumisamente ante los ministros de las cosas divinas y ... 4ebe recibir de ellos los medios pa.ra su sal-
vación. Cfr.: J H. Robinson, Readillgs in European Hist01)", Boston: Ginn, 1905, pp. i2-i3.
22 Es una idea que proviene de la Patrística: el exegeta Orígenés de Alejandría (circa.
I
I
8 EL VUELO DE ASTREA
185-252), en su epístola Contra Cels",/! dice: El [se refiere al Apóstol Pablol dice: "No hay más
poder que el de Dios". Entonces alguien podría alegar: ¿Cómo? ¿También ese poder que peTsigue a los
seTVidoTes de Dios... es de Dios? Responderemos brevemente a esto. El don de Dios, las leyes, son paTa el
uso, no para el abuso. Cito en Louis Dumont, op. cit.,.p. 50. De ahí la máxima: Legis iniustae honor
nullus. .
23 En su propio beneficio, pues requieren también de la Espada, amenazados por el dia-
bolica fraliS en cualquiera de sus formas. Conviene ver al respecto: Charles Guignebert, El Oris-
tianismo medieval y rnOdel7l0, México: FCE, 1957. En la España visigótica, antes de la elevatio al
Trono, se realizará -a imitación de ritos tomados de las Sagradas Escrituras (vg.: 1 Sam 10:1;
JI Sam 5: 3)- la ceremonia de unción del nuevo monarca, haciéndolo jurar ante la Virgen y la
Corte Celestial la protección de la Justicia, y la defensa de la religión y el Reino; recibiendo,
en el mismo pactum, el juramento de fidelidad del pueblo.
24 Cfr.: EtJ1llolgiarum: IX, III, 4-5: De Regnis MIlitiaeqve Vocabvlis. Reges a regendo vocati.
Sicut enim sacerd<?s a sacrificando, ita et rex -a regendo. Non autem regit, qui non corrigit.
- Recte igitur fadendo regis nomen tenetur, peccando amittitur. Vnde et apud veteres tale erat
proverbium: Rex eris, si Tectelacias: si no-nlacias, non el'is.; Regiae virtutes praecipuae duae: iusti-
tia et piefas. Plus autero in regibus laudatur pietas;' nam iustitia per se severa esto
LOS SUPüESTOS DE LA AljTORIDAD REAL 9
25 QIIARE FACTA EST LEX.: Factae sunt autem leges ut ea11L7n metu hu.mana cocreealUf audll.cia J
tutaque sit inter inprobos innocentia, el in ipsis inpiis fo"nidato s1lPIJlicio,.efrenetur nocendi facultas.
26 La médula de.la l\'!onarquía medieval se finca en la jurisdicción, y su símbolo es el juez:
Carl Schmitt, La defensa de ¡" Constitución, Madrid: Tecnos, 1998, p. 131. V. también, A.
Marongiu, "Un momento ti pico deBa monarchia medievale: il re giudicc", DotlJine e islituzio71i
politiehe 1Iledievali e modeme, Roma: Giulfre, 1979, p. 138. Hay versión en castellano en el Anua-
rio de Historia del Derecho Español, 1953, pp. 677-715.
27 "JI., Emil BlUnner, La justicia. Doctrina de llls leJes fundamentales del ordel1 social, México:
defensa del Derecho, independientes del príncipe. Los obispos, por ame-
naza de penas tales como excomunión e interdictio, suplen las deficiencias
del poder temporal excluyendo la violencia por treguas y paces de Dios en
ciertos lugares y fechas.28
En León se registran los decretos de la curia plena de 1017, a los que
siguen los de 1050, 1109, 1188, Y en ese mismo siglo, en Navarra y Ara-
gón, se promulgan varias paces territoriales, que forman Ley escrita. La
Ley escrita corresponde en este sentido a pactos o compromisos de los
señores de la guerra entre sí, de estos con los eclesiásticos de un monaste-
rio o de una parroquia; de estos eclesiásticos con el pueblo de un lugar, y
entre cualquiera de ellos -las villas, los eclesiásticos y el brazo armado-
con el príncipe. Y de todo el reino en los parlamentos o Cortes. Hay así
una relación íntima entre la política y el Derecho, de la que no puede
escapar el príncipe; al quedar sujeto a semejante realidad, se conforma
con un aumento relativo de su poder.
La Reconquista da la ocasión a los príncipes cristianos de la Península
de aumentar su prestigio, especialmente tras las invasiones almorávides
(1090-ll10).29 Entre la Cruz y la Media Luna se abre el camino al fortale-
cimiento del poder real, pero siempre de manera limitada. Lo que se
expresa en diversas cartas forales por las que el rey, a cambio de lealtades,
conviene en el respeto de las costumbres de los pueblos, de las franquicias
y los privilegios eclesiásticos y señoriales de cierto territorio; jura respetar
el Derecho existente, limitando su radio de acción a condiciones y com-
promisos adquiridos. No impone su Derecho, esto. es lo realmente deci-
sivo, sino que consigna las libertades de cada cual respecto a los demás,
conforme al Derecho antiguo, la costumbre usada o las hazañas guerreras.
Aún cuando el príncipe de León adquiere el reconocimiento de Emperador,
no crea Derecho nuevo.
El Fuero de Nájem, por ejemplo, elaborado alrededor del año Mil, y
confirmado sucesivamente por los reyes de Castilla, aparece como trasunto
de las costumbres de Navarra, Aragón, Rioja, Álava, y poco o nada tiene de
castellano.30 Tal localismo se halla en tantos fÍJeras como villas impor-
"
12
EL VUELO DE ASTREA.
36 Cit. en: M. Carcía-Pelayo, "La idea medieval del derecho", Del mito y de la Tazón en el
pensamiento politico, Madrid: Revista de Occidente, 1968, p. 67. Las hermandades: asociaciones
parciales de los estamentos para defensa del Derecho, de origen germánico (v., P. Vinogra-
doff, "Foundations of Society (Origins of Feudalism)'", Medieval History, Cambridge, Vol. n,
pp. 630-654). La tradición literaria registra la idea de resistencia,' vg., en el Caballero Zifar
(área 1300): la historia del rey de Efeso muy rico y poderoso que trataba a los de su reino con
malicia y soberbia, con maestrías de engaño, hasta que un día- en medio del consejo reunido,
alguno que venía con los condes levantase e dixo: ''Amigos, matemos a quien nos quiere malar e nues-
tro enemigo es"... E sobre esto, levantose uno de los del pueblo e dixo: "¿Non ay que le dé la primera
pedrada a qui nos quiere matar?" E abaxose e lomó una piedra e tirata contra el rey. E todos los otros se
movieron luego e jezieron eso mesmo, de guisa que cubriéTonlo de j}iedras e matáronlo.
37 J. Huizinga, en The Wa;ning of the Middle Ages. A Study 01 the lorms of lijé, t/wught, and art
in France and the Neteherlands in the XIVth and XVth Centuries, Londres: Penguin, 1955, p. 94.
38 Que viene siendo: la ley eterna es la razón divina, o voluntad de Dios, que exige que se jJreserue
el orden na.tural)' pTOhíbeque se altere. Louis Dumont ofrece un breve comentario sobre la proce-
dencia ciceroniana de la fórmula, y su reelaboración cristiana, por el apologista Lactancio
(área 260-325). Dumont, op. cit., pp. 54-55.
LOS SUPUESTOS DE LA AUTORIDAD REAL
13
remo, ¡Vlentón [De cómo Rages rescebió a Tabor, qjo del rey Fares, con los ot.ros
~ Her- del regno por rey e por señor ... J). El Caballero liJaT, escrito en la B'tia
1justi- Edad Media, condensa la didáctica de otras obras morales medievales, cas-
'icio de t.ellanas unas, otra~ también pero de influencia oriental (FLoTesde fiLosofia,
justo, Bocados de OTO,P011dat de pOTidades, Castigos e documentos, Siete jJartidas, Ba1'-
Laom )' Josaphat ... ), recogiendo cabalmente los supuestos convencionales en
.olítica que se funda la autoridad regia; el principal, la justicia:
;; mtio E así que todos los reys e príncipes del mundo deven mucho amar justicia e
!tans,SS verdat entre todas las otras buenas costumbres. E los que así fazen son onrados
nie el e poderosos e ricos e amados de Dios e de los ames, e biven vida folgada, ca
¡ordia, todos los de su regno se asegurarán en el rey justiciero e verdadero (Castigos
~pero del rey de Mentón [De cómo Rages...])
:sobre Para el autor del liJa1', la justicia proviene de Dios, por eso "los reys
,t oTdi- deven aver consejo con los sacerdotes de la fe", pero no se reduce a ello,
ios en pues la justicia tiene expresión en la Ley: "la Ley e el rey son dos cosas
;uidad que han hermandat en una, e por ende el rey se debe ayudar de la ley e la
011/ah ley del poder e del esfuerzo del rey. Ca t.res cosas mantienen el regno: la una
~t non es la ley, la otra es el rey, la otra es la justicia. Pues la leyes guarda del rey
;1.0 es e el reyes guarda de la ley, e la justicia guarda de todo"(Castigos del rey de
opem Mentón [De cómo Rages ... J).
anous En el mismo sentido Bracton; la Leyes el freno del poder del prín-
:lOnes cipe, y debe vivir según las leyes: tempe1'et igitu1' potentiam suam peT Legem qlue
.la, frenum est jJotentil1!,qlwd seclt7ldllm Leges vivat (De Legib1lS... .'Ad quid C1'eatussit
1I1 los 1'ex, et oTdinaria iU11sdictione). Y el liJa1': "Onde el rey debe usar de la ley
leden más que del su poder, ca si quiere usar de su poder más que de la ley, fará
irtud, muchos tuertos non. escogiendo el derecho".
ey de El príncipe tiene así un compromiso con el reino, identificado concre-
tamente con guardar la justicia en vistas al logro de la Concordia, y en esa
n en el medida el reino tiene mi compromiso con el rey, puesto que "el rey e su
lciones
!logra- regno son dos personas, así como una cosa ayuda a la otra, dos en uno. E
101. n, bien así como el. cuerpo e el alma non son una cosa después que son
o Zifm' departidos, así el rey e su pueblo ... E por ende, la cosa que más debe
JO con
unido, punar el reyes aver amor verdadero" (Castigos del rey de Mentón [De
e ?l'lles-
cómo Rages ... J). Rompe ese aTl101'-cuya expresión es la fidelidad, que
mmera
'Jtros se determina entre otras cosas la obligación política, el deber moral de obe-
decer también- el quebrantamiento de los pactos, El príncipe, alzándose
l1ldart
p.94.
como referencia de la Concordia, no se podrá emancipar de la esfera del
Teserve Derecho, manteniéndose vinculado a la Ley humana, en' medio de jurisdic-
proce-
tancio
ciones rivales, y st~eto al Derecho natural y divino.
14 EL VUELO DE ASTREA
Fuero de España antigtlamente en tiempos de los godos fue todo uno. Mas
cuando los moros ganaron la tierra perdiéronse aquellos libros en que eran
escritos los fueros. Y después que los cristianos la fueron cobrando así como la
iban conquistando, tomaban de aquellos fueros algunas cosas según se acorda-
ban, los 'unos de una guisa y los otros de otra. Y por esta razón vino el departi-
miento de los fueros de la tierra (Especulo: V, V, 1)40
I t
l'
I
¡
39 Idea tomada del Deuteronomio: En cuanto se siente en el trono de su 1"ealeza escribirá para
sí en un libro una copia de esta Ley, que se halla en poder de los sacerdotes levIticos. La tendrá consigo y
la leerá lodos los días de su vida, para que aprenda a lemer a Dios, )' a guardar lodas las palabras de
n
c.
1I
esta le} ' .. para que no se alce su corazán sobre el de sus hermanos y no se aparte ni a la derecha ni a la
" L
11 izquierda, y asi prolongue los días de su Teinada, él y sus hijos, en medio de Israe! (Dt 17:18-19).
Noción especialmente significativa porque se entiende por ello que la Ley mantiene al prÍn*
I cipe en el centro de la comunidadpolítica,en e! medio, definiendoal Rey legibus alligatus.
Talnbién hay una referoencia.importante a Samuel, que ,luego de exaltar a Saúl como Rey de
C
I
1
ASTRE.-'. LOS SUPUESTOS DE L-'. AUTORIDAD RFAL 15
41 Como acenadamente observó Maravall: "En la Parlida primera, Alfonso X nos afimla
nayor que los 'lomes naturalmente codician oir e saber cosas lluevas" ... por esta razón, Alfonso el
'os: el 1 Sabio no está... conU"a las leyes nuev.as, y encuentra que muchas veces éstas son preferibles a
la viejas, porque las leyes que de anúguo rigen sobre un pueblo ".han las usado tan luengo
,uesto , tiempo que son como envejecidas e por e1us.o de cada día reciben enojo de ellas". Ha}' curio-
ra de , , sas anticipaciones del m,undo rnode.nlo en la obra, de Alfonso X, represental1:te al mismo
tiempo de la plenitud del Medioevo en la Sum",a jurídica de las Partidas y en la Summa histo-
riográfica de sus C,'ón;cas". J. Ao Maravall, Anliguos y modernoso'Madrid: Alianza, 1998, p. 31.
rá para 42 El Especulo al parecer se concluyó en 1255. Se compone de 5 libros (los libros 6 y 7 se
'llSigo y mencionan, pero no se conocen). El Libro l trata de la Ley, la Trinidad y los artículos de la Fe
bras de católica; el 2 Yel 3 tratan del Rey y del Reino; el 4 y el o:;de la Justicia. Espewlo es espejo de la
ni a la Ley.
18-19). 43 Cil. en Manuel Femández Martín, Derech" par/amen/m;o español (1884), Tomo 1, Madrid:
I prín- Cantesa de los Diputados, 1992, p. 28.
ligalus. " Ira que ilusu"a la anécdota del I.ibro del Caballero del ZiJar sobre lo que hizo el rey de
<el' de Mentón a un conde que lo insultó: mandó que le sacaran la lengua por et pescueco, que le cariasen la
cabeca, que le quemasen, le jeziesen polvos, que los cogiesen e que los echasen en el lago
o que le dicen
••
l
16 EL VUELO DE ASTREA
posición del Codex de Justiniano: Nec solos militare credimus illos, qui gladiis nituntw~ sed etiam a es
;TREA LOS SUPUESTOS DE L>\ AUTORIDAD REAL 17
ardar Los doce savias de los Teynos que dan consejo en los espi71tual)' en lo tempoml
a Fernando el Santo son tales juristas, y también los sabidores del derecho
que participarán en la composición del Fuero Real y Las Paltidas: De ines-
Jués,
crutable, la Justicia se transforma en iustitia mediatrix: mediadom entre Dios y
pero
el mundo, originada en Cristo, Sol de Justicia (Las Paltidas: JI, 1, 28). El arte
ristas
del Derecho y el conocimiento jurídico fortalece la función jurisdiccional de!
e los
rey, su auct011tas: indispensable para la realización de la obra jurídico-polí-
reli- tica alfonsí, comenzando por el FueTo Real, o támbién llamado Fuero de las
0,46 y
Leyes y, o Flores de las Leyes, pues pretende ser, de ahí su nombre, e! pro-
la las ducto más apreciado del Derecho.
:mpo Además de las nociones romanistas que pudieran hallarse en los 4
\idad libros de que se compone, su fuente inmediata parece ser el Fuem juzgo,
)a de en sus actualizaciones forales, además de los ensayos legislativos del
res ti- Especulo. En lo que corresponde a la condición histórica que Jo motiva
~ción habría que contar el depaTtimiento de losjueTos de la tierra, que se manifiesta
~n la desde el Preámbulo del Libro Primero: "Por que los corazones de los ames
son departidos, por ende natural cosa es que los entendimientos e las
~ ser obras non acuerden en uno, et por esta razon vienen muchas discordias e
!is, e! muchas contiendas entre los ames". Quiere este libro suprimir la incerti-
juris- dumbre producto de la confusión de las leyes que impide la Concordia,
,ticia, pues la depalticion de los fueros -en el sentido: separados, apartados,
1uum extraños, ahuyentados enb-e sí- incide' directamente en la depaTticiorz de
noti- los corazones: Onde conviene al rey teneT sus pueblos en justicia e en del-echo,que
?s. El jaga leys POTque los pueblos sepan como han de beviT, e las desavenencias e los
agra- pleitos que nascieren entre ellos, sean depaltidos [en el sentido: determinar
lean. separadamente, especificar con diversidad, dirimir), de manera que los que
ristas mal jlScieren resciban pena, e los buenos vivan seguramente (Fuero Real: Libro 1,
, y la Preámbulo).
abio: En lo más notable de esta construcción jurídica, manifiesta la parte
: todo criininal el empeño por desalTollarse en teITeno más extenso y uniforme
que la anterior legislación foral en los asuntos tocantes al control de la vio-
lencia.50
Intenta el Sabio ubicarse en el centro de los conflictos, dirimir las c6n-
1228),
Id Y el
.nes al. advocatos: mililanl narnque causarum patroni, qui gloriosae vocis confisi munimine laboralo-
de A.' rium spem, vitam et posteros defendunt (I!, X, 1), que es como decir: "No creemos que mili-
tan solamente los que se esfuerzan con la espada, sino también los abogados; pues quienes
129. patrocinan las causas confiados en la fuerza de su elocuencia defienden la esperanza, la vida y
,elde la posteridad de Jos afortunados".
,/ sobre 50 En el sentido de que asume el deber de no permitir que, dentro del horizonte de su
~)' de acción, ejerza una persona prepotencia sobre otra, y no consentir que una reclamación relativa
se haga valer de otra manera sino la establecida al efecto, y dentro de los límites trazados de
n pro- antemano para eSle género de asuntos. !mroduce el Rey Sabio diversas disposiciones dirigidas
~ elifl,11l
a este objeto b<tio los epígrafes: de los dl!lllleslos)' deshonras; de las JuenfJs )' de los dmios: de los q/le
18 EL VUELO DE ASTREA
l
den/{;
imposibilitan los caminos, los ejidos y los ríos; de los adulterios, de los incestos, de los sodomitas, de
los que hurtan, Toban y engallan a las mujeres; de los homicidios; de los ¡.etos o desafios, &c. Mad
51 En el Trescientos hay u.na tendencia general hacia ~a centralidad del rey en el proceso
judicial, v.: Kenneth Pennington, "Due Process, Cornmunity, and the Prince in the Evolution los i;
of the Ordo iudiciarius", Revista intemalionale di diritto commune, 9, 1998, pp. 9.47. paso
52 v: en general sobre la Edad Media: Norbert Elias, El proceso de la civilización. investiga. doml
ciones sociogenéticas y psicogenéticas, México: FCE, 1987, pp. 229.242. arde]
53 Sobre la Fe/ule, ver: Marc Bloch, La sociedad feudal, Madrid: Akal, 1986, pp. 143 Y ss. seguí
54 "El rey [en la Edad Media] -comenta Carda Pelayo- era uno de los defensores de la (sÍm[
paz, pero no el único, ni siempre el más importante". "Federico 11 de Suabia y el nacimien~o [Mire
del estado moderno", Del mito y de la razón en el pensamiento político, Madrid: Revista de Occi. judici
dente, 1968, p. 195. raciOl
55 En las Cortes de Zamora de 1274: Estas son las cosas que fueTOn siempre usadas de librar por pleitc
C01te del Te)': muerte segura, mujer forzada, tregua quebrantada, salvo quebrado, casa quemada, camino siend,
quebrantado, traición, aleve, riepto. Citado en Fernández :rvfartín, Derecho parlamenta"rio, op. cit., perclt
p. 14. cura (
.'
~STREA LOS SUPUESTOS DE LA AUTORlDAD REAL 19
¡duce. Se ha venido construyendo en León y Castilla una red judicial que fun-
1 pro- ciona de modo continuo tanto en el ámbito local como en el central, pro-
:tos y duciéndose la distinción entre una esfera de protección del Derecho res-
~ del u'ingida, y una más amplia que ocupan los estamentos de la nobleza, el
Ipero clero y las municipalidades. 56 Alfonso X, sin embargo, quiso construir una
< •
¡DIOS, jurisdicción real más potente. Tal fue presumiblemente, con el intento de
)rmas arreglar el Derecho, su principal objeto.
bn de La imagen salomónica: "El Tey sentado en su tribunal, con su mirar
¡paces disipa el mal" (Prov 20:8), inspira en Las Partidas, en el Prólogo, el sentido
Iz del de su reinado: segund dixo el Rey Salomón que fue Sabio y muy justiciero, que
todas cuando el rey estuviese en su Cadira [de cadí, que entre los musulmanes es
juez] de justicia, que ante el su acatamiento se desatan todos los males. Y esta
~ega- es una declaración de principio que impulsa al Sabio en el fortalecimiento
~na y de la real jurisdicción, como explica en el Especulo:
ita les
l.
Por que] usticia es cosa que da a cada uno su derecho, tenemos que debe seer
i255), muy guardada e muy tenuda señaladamente de los Reyes. Ca a ellos es dada
idrid, mas que a otros ames, e ellos la deven mas amar e fazer. Pero que los Reyes
no. pueden seer en sus castiellos en cada lugar para fazer esta justicia, conviene
~, su
I que ponga y otro de su mano que la faga, asi como alcalles o juezes, o otros de
qual manera quier que sean, e a qui es dado poder de judgar. Otrosi merinos,
tlifica e alguaciles, o otras justicias de qual guisa quier que sean, que an a comprir lo
mera que ellos judgaren.'7 .
l272,
El Sabio piensa que la real Justicia debe ser omnipresente: desde el
la en
corazón de la Monarquía, la Corte del rey, o Curia regia ordinaria, 58 hasta
se ve
los ámbitos territoriales del reino; y trabaja para ello: Instituyó en la Corte
fijos-
un Adelantado Mayor que funcionaba como sobrejuez y que sustituía al rey
!nora
cuando no podía asistir a los procesos; juzgaba por delegación y entendía
l ms-
56 Lo explica en términos generales, para Europa: Otto Bmner, Estructura interna de Occi-
dente, Madrid: Alianza, 1991, p. 114. .
ÚlS, de 57 Cil. en Manuel Fernández Martín, DerecM parlamenlaTÚJ español (1884), Tomo J,
Madrid: Congreso de Jos Diputados, 1992, p. 26.
:oceso 58 Formada tradicionalmente por los miembros de la Casa del Rey, o Palatium, la Reina y
lution los infantes, los magnates y condes (oplimales el Curiae comítibus), los obispos que se hallaban de
paso (per oppoT/una occosio), los oficialesmayores del Palacio, el Alférez, el Canciller, el Mayor-
estiga- domo Real, &c. Como tribunal de justicia tradicionalmente se consideraba un lugar sagrado:
ordenado: axis mundi, y ejemplar: imago mundi. Podía reunirse en el Palacio, pero también
y ss. seguía al Rey a donde se desplazara, y se reunía lo mismo en una iglesia, o debajo de un árbol
de la (símbolo cósmico: cenU'o o eje enU'e el submundo, el mundo y el cielo; sostén del universo
liento [Mircea Eliade, Le saeré elle profene, París: Gallimard, 1957, pp. 43-47). En la Corte el pleito
Occi- judicial se sometía a la ponderación de las más altas dignidades reunidas en asamblea, y se
racionalizaba además, según ciertas reglas; la lucha por el Derecho no pierde su carácter de
arpar pleito, de porfía (v., Johan Huizinga, Hamo Ludens; Madrid: Alianza, 1999, pp. 96.97), sigue
amino siendo una contienda de naturaleza agonal, una pelea riesgosa, azarosa: la suerte de ganar o
J. cit., perder es sagrada, pertenece a Dios, pero ya se organiza según ciertas reglas, que el Rey pro.
cura que se observen.
20 EL VUELO DE ASTREA
L(
Otras medidas alfonsíes, casi todas, fueron consideradas mucho más tarde, la lu
hasta e! Ordenamiento sobre Administración de Justicia de las Cortes de Toro calló;
de 1371. st:Jo t
{;
De modo que las jurisdicciones señoriales, eclesiásticas y municipales pens(l
¡;
afirmaron sus posiciones al tiempo que el Sabio pretendía fortalecer la real
jurisdicción. pero
el prÍ
Se trata de una tensión que se manifiesta directamente en la relación se I¡ri.
1;
polémica rex-regnum, definida por e! enfrentamiento de 2 derechos subjeti-
domi'
vos: las prerrogativas o regalías de! rex y los privilegios (franquezas, dere- políti,
de Pri
(1777
59 Una breve revisión sobre la reforma judicial alfonsí, en Valdeavellano, Curso de Historia
de las Instituciones españolas, Madrid: Alianza, 1982, pp. 562-563. zio'tl d,
d'impl,
, ASTREA LOS SUPl!ESTO~ DE LA AUTORIDAD REAL 21
Tyrano tanto quiere decir, como Señor, que es apoderado en algund Reyno, o
tierra, por fuerza, o por engaño, o por traición. E estos atales son de tal
natura, que después que son bien apoderados en la tierra, aman mas de fazer
su pro, maguer sea daño de la tierra que la pro comun de todos, porque siem-
pre biven a mala sospecha de la perder. .. punan [pugnan] siempre, que los de
su Señorío sean necios, e medrosos ... que los del pueblo ayan desamor entre
i;
sí. .. de los fazer pobres ... estragar los poderosos, e de matar los sabidores, e
vedaron siempre en sus tierras, cofradías, e ayuntamientos de los ames, e pro-
,
¥
curaron todavía, de saber, lo que se dize, o se faze en la tierra, e fian mas su f,,
Consejo, e guarda de su cuerpo, en los estraños, porque les sirvan a su volun-
tad, que en los de la tierra.
¡
~
También el rey que se comporta de semejante modo -tomando el
Señorío, que era derecho, en torticero- pueden dezir las gentes Tyranno (Las Siete 1
Partidas: II, 1, 10). Es una definición convencional,64 apoyada en Aristóte-
les, que recorre la literatura política medieval, pero no como fórmula
meramente retórica: estar sujeto a un tirano equivale -dice Santo Tomás- a
ser presa de una bestia voraz (De regno 1, 3), Y como tal, habTía que huir de ella,
defendeTSeo matada.
Así, el Sabio, sujeto a las limitaciones que le impone el ordenalismo
jurídico por una parte y, por la otra, el reino a través de los estamentos,
¡;ada vez que intenta fortalecer y ampliar la jurisdicción real o imponer un
nuevo Derecho se aproxima peligrosamente a aquel extremo. Debe mante-
nerse en ciertos límites: Vicarios de Dios son los Reyes, cada uno en su Reyno,
puestos sobTe las gentes, para mantenerlas en Justicia, e en verdad, quanto en lo
temporal (Las Siete Partidas: II, 1, 5), pero el Sabio progresivamente intenta
remontar esta función meramente judicial.
En principio, reconoce el vínculo omnipotente de la Ley: el rey non ha
de mandaT cosa que se contra mandamiento de ley en ninguna cosa; e aun vedado
es al pueblo de obedeceral rey en cosa que sea contra ley, pero también dice:
Todo omne que viniere contra rey o contra su mandamiento, dado es al Tey de
matar le sy quisiere... e dado es al rey de matar muchos omnes para enderezar la
tierra, segunt filere menester a la .lazan (General Estoria: II, 1 Reyes, XXXVIII).
Merece la pena revisar esta más alta valoración del mandamiento real.
En el pensamiento político medieval existe la tensión entre la sumisión
64 Recuerda la desconfianza del tirano (biven a mala sospecha), el Hieran de ]enofonte, pero
también el libro de Job (15: 20 25): están contados los años resenJados al tirano. Suenan a sus oídos
R
gritos de espanto ... No confia escapar de las tinieblas y se considem destinado a la espada ... sabe que su
ruina es inminente, ... la ansiedad J la angustia le acometen .... Massinissa se fiaba más de sus perros
que de sus hijos, por la misma razón que Alejandro Fereo hacía registrar a su mujer y, con
igual pretexto, Dionisia no se dejaba cortar la barba (Giovani Pontano, De pn"ncipe liber, en:
Eugenio Garin [ed.], Prosatori lalini del Q"altrocenlo, Nápoles: Riccardo Ricciardi, 1952,
p. 1042). También que los de S/l. SeiioTío sean necios, e medrosos, podría recordar un testimonio
moderno, el de Leopardi (1820): la tiranía esta fundada sopm l'assoluta barbarie, superslizione, e
intem bestialitú de' sudditi (Zibaldone di pensie,.;: 252).
LOS SUPUESTOS DE lA AUTORIDAD REAL 23
: ASTREA
teyno, o
del príncipe al Derecho, y la exaltación de su poderío, expresada en la
¡ de tal paradoja: Tex irifm et supm legem. La idea del Sabio se parece en este sen-
de fazer tido a la de Salisbury (1159): "el príncipe derrama sangre sin culpa [inno-
le siem- center sanguinem fimdit]. Su espada es como la de una paloma, contiende
:e los de sin rencor, golpea sin cólera, y aún cuando pelea, no concibe amargura".
pr entre "No en vano lleva la espada", pero la debe usar siempre tan sólo para
pares, e defender la Justicia: "David fue llamado sanguinario no por sus guerras,
1, e pro- sino por Urías [marido de Betsabé, por la que propició su muerte]";
i mas su "Samuel, en ningún lado es descrito como homicida, a pesar de que dego-
f volun- lló a Agag, rey de Amalech [pueblo que cerró el camino a Israel en su
,
¡
salida de Egipto]" (Polycmticus: IV, 2).
b,ndo el De manera que el príncipe tiene un poder absoluto, pero a la vez reco-
!as Siete noce una total sumisión a la Ley, como sin'iente de la equidad y de! Dere-
cho; esta obligado ex ofJJicio a venerar y amar la Justicia.65
!ristóte-
,
e:
, :
'de ella,
ul
Al comienzo del Libro IV de! Polycmticus, Salisbury recurre a Justi-
, niano para afirmar la idea de sujeción de! príncipe a la Ley, siendo que su
autoridad proviene de la Justicia (de auctoritete iuris pendet nostm auctoritas
[Codicis: 1, XIV, 4]), pero hacia el Libro VIII alcanza su máxima expresión,
lalismo para justificar e! tiranicidio. Por obvias razones, el Sabio no llega tan lejos,
\lentos, pero le interesa el género de la argumentación, sobre todo, claro, la ino-
mer un cencia del príncipe sanguinario, siempre que es justo.
mante- Esto ubica al príncipe, en el control de la violencia legítima, digámoslo
Reyno, así, por encima de todos los del reino, afirmando su posición regalista. Y
to en lo protegiéndola además. Talhbién podrían compararse los tratamientos del
intenta Sabio y de Salisbury respecto al crimen de Use Majesté. Cualquier atentado
contra la cabeza del reino es un crimen de máxima gravedad, cercano al
'non ha sacrilegio, porque, precisamente, en la prosecución de la Justicia el príncipe
, vedado es imago Christi. No son enemigas la exigencia de sumisión al Derecho del
n dice:' poder real y la fórmula paulina: Quien resiste a la autoridad, resiste la disposi-
¡ rey de ción de Dios, y se atrae la condenación (Rom 13:2); tal cosa permite calificar
rezar la como casi sacrílego el atrevimiento contra e! rey (Polycmticus, VI, 25), exi-
XVIII). giendo honda e intensa adhesión a favor de sus mandatos,66 siempre que
~al. sean justos. En la obra alfonsí, cualquier atentado contra la cabeza del reino
Imisión resulta también algo más que criminal.' Al igual que el Libro V del Polycra-
65 Sobre el Libro IV del Polyeraticus, un comentario en Kantorowicz, op. cit., pp. 100-102.
nte. pero
También el estudio introductorio de John Dickinson: The Statesman's Book o/fohn o/ Salisbury,
, SllSoldns
Nueva York: AlfTed A. Knopf, 1927.
,be qlle Sll
66 Federico n, en sus liber Augustalis, invocando la Providencia como constitutivo de la
LIS pen"os
autoridad real, habría de asimilar la rebelión al sacrilegio y, aún más: consideraría al rebelde
er y, con
como hereje al que se aplica, en consecuencia, la pena del fuego; y como la Leyes también
liber, en:
obra de la razón no dudaría en equiparar rebeldía y superstitio, entendiendo el retorno a la
Ji, 1952,
lealtad como conersw. V., Manuel Carda Pelayo, "Federico II de Suabia y el nacimiento del
:stimonio
estado moderno.', op. cit., p. 171. También habrla que recordar a Bartolo de Sassoferato: Et
-stizio71e, e
f01te si quis diceret d.ominium imperatrem. non esse dominium el monarcham' totitlS orbis, esset haereticus.
I
I¡
I
24 EL VUELO DE ASTREA
r L
¡erpo, toS, como los encuentra en la tradición castellana, pero añade los elemen-
epen- tos que le permiten equipararse al Emperador, asumiendo todos Jos
atributos imperiales en el ámbito del reino. En consecuencia, no se limita a
ídicos ejercer la función judicial que le corresponde, sino que puede formar
leyes, y autorizarlas, y nadie más en lo temporal.
como Se refiere a ello la Segunda Partida; que contiene el ius publicu17!, por
os del así ponerlo (la dignidad imperial, sus obligaciones, &e.): El poderío que el
:abeza Empemdor ha, es... que puede laza ¡Ítero, e fuero nuevo, e mudar el antiguo, si
con el entendieTe que es PTOcomunal de su. gente; e otTOsiquando fuesse eSCUTO,ha podeT
"alma, de los eSclaTeCeT.E puede otrosi toller [quitar] la costúmbTe usada, quando enten-
dieTe que em. dañosa, elazeT nueva, que ju.esse buena (Las Siete PaTtidas: II, II, 1).
)re el Tal cosa por supuesto es novedosa.69 Se convierte el príncipe en auténtico
g¡usa, soberano, legislador, sin otro rival temporal:
logaT Al su mandamiento [de el "Emperador] deven obedecer todos los del Imperio,
a slg- e el non es tenudo de obedescer a ninguno, fueras ende al Papa, en las cosas
¡tenta espirituales ... por taller desacuerdo entre las gentes, e ayuntarlas en uno ...
fazer fueros nuevos, e leyes porque se judguen derechamente las gentes de su
uevos Señorío ... quebrantar los soberbios, tOrtizaeros, e los mal fechares, que por su
maldad o por su poderio se atreven a fazer mal o tuertos... E otrosi... el
. ue se Emperador es Vicario de Dios... para fazer Justicia en Jo temporal, bien assi
como lo es el Papa en lo espiritual (Las Siete PaT/idas: JI, 1, 1).
tradi-
en los Sólo en lo espiritual el príncipe reconoce superior: obedece al Obispo
¡dOTes de Roma, pero a nadie' en lo temporal. Esto tiene alguna significación con-
ello. creta en la Baja Edad Media, en el contexto de la lucha de las Dos Espa-
iicho dasJo El Obispo de Roma es vicario de Cristo en lo espiritual, sin embargo
¡poco reclama cierto poderío temporal: el poder de ataT y desataT, prohibir y per-
~lsub mitir, decir lo lícito y Jo iJícito (especie de poteslas ligandi in coelo el in terra);
; res- y desde luego también reclama la jurisdicción superior, pues si el Señor
pues- dUo a Pedro: "a ti te daré las llaves del reino de los cielos" [Me J6, 19],
puede perdonar o no los pecados.71
midad Ejerciendo todo ello tensiones que modelan los procesos de configura-
's es La- ción del poder temporal, en oposición a la jurisdicción ecleSiástica. Las
n una
de sus
:1Rey; 69 Tanto que recuerda la opinión de .J ean Bodin (1576): el principal atributo del principe
soberano es el jJoder de dar leyes a. todos en general )' a cada uno en particular ... sin consentimiento de
lira el superior, igual o inferior; y más adelante ai\ade: bajo este poder de dar y anular la ley, se comprende
de los tambi¡!n su interpretación y enmienda, &c. (Los seis libros de la República: 1,X). Y Thomas Hobbes
'-egio .... (1651): es inherente a la soberanía el pleno fJoder de preSC7ibir no,.,nas ... de propiedad (o meum o
r cuan tuum)y de lo bueno y lo malo, de lo legítimoe ilegítimoen las acciones de los súbditos ... (Leviatán:
uraron 11, XVIII;también The Elemenls of Lalll: 11, XX, 10 Y De Cive: VI, 9).
:¡uienJ 70 Una Espada Espiritualy otra Temporal,una esgrimidapor la Iglesia y otra para ella,
ISotros según interpretaciónde las palabrasde losapóstolesy de Cristoen la UltimaCena: Dijéronle
12-15, eUos: aquí hay dos espadas. Respondióles: es bastante (Le 22:38).
71 Según palabras de Cristo para Pedro: en verdad os digo, cuanto atm'eis en la tinTa será
p
26 EL VUELO DE ASTREA
1: quien
72 Es el juicio de Juan de Mariana, Historia general de Espa>¡a, en Obras, 1, Madrid: Rh'ade-
W:23).
Roma, neyra, 1854, p. 385.
73 En los exempla puede verse. En el Libro del Caballero del lifar, el Rey de Mentón reco-
5. &c.),
,ará la "mendaba a los príncipes futuros: devedes seT justicieros en las tierras que ovieredes a nmandn.r, e non
ero 19 dexaredes de Jaur justicia. por codicia nin por amor nin por desamor ... E así seredes amados de Dios e de
ancta111 los omes, )' en estO especialmente recomendaba que 110: les echaredes ¡Jecho más de que/lto debe da •.
'o"l!fice segun! su fuero, salvo qllando los "lmestTos enemigos quieren entrar a correr la vuestra. liena e la
conqueriT.
28 EL VUELO DE ASTRE."
;í no
,rias.
V no
¡jen-
pre-
Pero
CAPíTULO SECUNDO
: del
m al
:asti- DOMINIUM REGALE ET POLITICUM.
'atem UNA INTERPRETACIÓN DE LA FORMA POLÍTICA
Lsión
side- I. EL ORDENAMIENTO DE ALCALÁ (1348).
, por UN ARREGLO POLÍTICO MEDIEVAL.
con-
SU PROYECCIÓN HISTÓRICA
; szve
nan- En su momento, en el siglo XIII, un Derecho real de inspiración romanista
tulo: como el de Las Partidas amenazaba las libertades de las ciudades y de la
mtes nobleza, y era objeto de unánime réplica por parte del reino, por la mu-
,
'isla- danza que implicaba de leyes y costumbres usadas y probadas de antiguo.
tuvo La resistencia al Derecho romano no fue exclusiva de León y Castilla, tam-
para bién en Cataluña, por ejemplo: las Cortes de Barcelona de 1251 prohíben
~lno, en causas seculares la admisión de las leyes romanas así como decretos o
ió su Decretales, afirmando que todo se haga conforme a los usatges de Barcelona
o por las leyes aprobadas en las Cortes y, en su defecto, secundum sensum
egu- naturalem. El Privilegio General de Aragón de 1265, se opone duramente
enos contra todo precepto romanista y afirma que todo se haga por fueros,
mte. usos, costumbres, privilegios y cartas.l ,
~ los La pretensión del Rey Sabio de legislar contra fuero e imponer un
. ecle- poder más firme exasperó a las municipalidades, tanto como su interven-
tula-
ción en materia fiscal. También a la nobleza. Además, la suspensión de la
Reconquista no sólo propició el auge de las letras y los juristas como se
~nde
dijo, sino que provocó también la inquietud de la nobleza: privados los
le le
señores de la expectativa de enriquecimiento por la guerra, se mostraron
lian-
:uer- siempre prestos al bullicio provechoso.
La política jurisdiccional alfonsí sería admitida hasta pasadas varias
ente
décadas. Cuando el reino regresó a la calma, tras los levantamientos de el
Bravo y las luchas de sucesión que volcaron a Castilla, hasta tiempos de
Alfonso XI (1312-1350): en que se logró un arreglo más o menos estable
1 V., Manuel Carda Pelayo, "La idea .medieval del Derecho", Del mito )' de la .-az6n en el
pensamil!1lto polltico, Madrid: Revista de Occidente, 1958, p. 133.
29
30 EL VUELO DE ASTREA
tratar sobre las libel.tades que pertenecen al rey (De Legibus ... : De libeTtatibus
lrcial-
:le la
et ql1is concedeTejJossit libeltates et qwe sint Tegis), el jurista inglés dice: "El rey
tiene jurisdicción ordinaria y poder sobre todos los de su reino. Tiene en
lar el su mano todos los derechos que pertenecen a la corona y el poder secular
linios y la espada material pertenecientes al gobierno del reino" (oTdinaTiam habet
Ites y iUTisdictionem et dignitate17l et pótestatem super 017lnisqui in Tegno suo sunt. Babet
legis- enim olnnia ium in 17lanu Slla qUa!ad COTOnamet laicalem peltinent potestatem et
)ficia- 11Iaterialemgladiwn qui jJe1tinet ad Tegni gubernaculum). Pero en los actos rela-
ional- tivos a la jurisdicción (illStitiam et iudici1l1n qWE sunt iUTisdictionis), debe man-
tenerse dentro de lo que es justo, conforme al Derecho del reino (item habet
a su in potestate sua ut leges et constitutiones et assisas in Tegno suo pTOvisas et appTO- .
echos batas et iumtas, ipse inpTOjJTia jm'sona Slla observet et a subditis mis Jaciet obser-
parti- vmi). En Castilla esto se concibe también, y esto es decisivo, aunque no por'
n dis- una fórmula tan clara quizá. El príncipe jura guardar el Derecho del reino
:iones sin duda, y reconoce que debe ser justo en el ejercicio de la jurisdicción.
Fuem De lo contrario, es posible -tal expectativa no se suprime- resistir. De ello
m las depende su autoridad, en tanto juez: "Amad la justicia los que gobernáis la
~ñorío tierra" (Sab 1: 1). De ello depende la obligación moral -interna- de obe-
!as, el decer, la obligación política. Por eso dice el Sabio:
mente Mas non le es dado [al rey] de matar a ninguno nin tomar de ninguno ningunt
en su aver sin derecho. E si lo r.omare, es tanto commo que lo forcase. E el omne a .
te las quien acaesciere de andar en mandamientos de la ley, si pospusiere por aque-
de la llo el mandamiento del rey, quito es de pena por que el rey non ha de maridar
:ción. cosa que sea contra mandamiento de ley en ninguna cosa; e aun vedado es al
:iene) pueblo de obedecer al rey en cosa que sea <:entra ley (General J::Storia: 11Reyes,
11Ian- XXXVIII).
nción Afirmación que en parte es similar a la famosa cláusula 39 de la Cmta
-, es Magna inglesa,S pero hay más: el mandato del rey, si injusto, no debe ser
.stitu- obedecido. La Ley no parece ser Ley, según expresión de San Agustín, si
no es justa (Del libTe albedrío: r, V). Por eso la legislación alfonsí tiene lími-
tictio- tes, al igual que su gobierno: el rey non ha de manda¡' cosa que sea contm man-
ual el damiento de ley; así, la paradoja Tex inJm et mjna legem. ti.ende a disolverse.
abso- Pero no sólo el Derecho limita (estructura) el oficio real, sino también las
IZ. Al relaciones al interior del reino.
Si declara el Sabio: Ningun ame sea osado de judgar pleitos si non júere
alcaUe puesto por el Tey (FueTOReal: r, VII, 2), los señores reclamarán su ju-
lianza,
yanta-
risdicción señorial -y ser juzgados por sus pares-, los eclesiásticos su juris-
l1nente,
'res... ). una identickld, vg.: "del impedimento)' ocupación de la nuesu'a Jurisdicción o Señorío ninguno
XVII",
puede conocer sino Nos". Novlsima Recopilación de Leyes de Espm1a: IV, 1, 3.
s Cito por la versión inglesa: No Feemen shall be taken o)' imprisoned or disseised o)' exited or
odem). in any way deslroyed, '>lor witl we go u/Jon him 110rsend upon hiln, excepl by Ihe lawful judgmel1l of his
1 veces
peers or by the [aw of the tand.
32 EL VCELO DE ASTREA
regno, o la tierra sobre que fuere puesto, de robo e de fuerzas e de otras malfe- en
trías... [y] ha de guardar las iglesias que ninguno non las quebrante... et que los nc
caminos del rey sean seguros ... e que en todo su poder non sea muger forzada, y
todo lo que se lee en la ley 5 del reglamento alfonsí sobre Las Cosas que cu;
Deven Facer los Adelantados JWayores, debería entonces contar con un tre- mi
mendo poderío para realizar su mandato; pero, a la verdad, carecía de re~
recursos, fuerza, aparato para enfrentar a unos concejos municipales cerra- cm
dos y una nobleza frecuentemente abierta a la pelea, exactamente como pal
ocurrió tras la muerte de Alfonso X. int
Durante las tres décadas siguientes, el reino de León y Castilla se vio aJ1l
AJial
6Cito en Julio Valdeón Baruque -que aporta varios ejemplos más, interesantes todos-
en "Revueltas en la Edad Media castellana", Revueltas J revoluciones en la historia, Salamanca: U.
poli!
de Salamanca, 1994, p. 10. (M~(
¡;¡-;A INTERPRETACIÓN DE U\ FORMA POLÍTICA 33
7 Marie Claude Gerbert, Las noblews españolas en la Edad Media. Siglos XI-XV, Madrid:
Alianza, 1997, p. 131. .
8 Ian R. Macpherson y Robert Brian Tate ilustran este interesante proceso con la suerte
política de donjuan Manuel en la Corte castellana, en su "Introducción" a El libro de los estados
(Madrid: Castalia, 1991).
34 EL VUELO DE ASTRE"
9 Don Alonso XI, en virtud de la petición primera de las Cortes de Madrid de 1329,
declara "que tiene á bien asentarse dos veces á la semana en lugar público do me puedan ver é
allegarse los querellosos é los otras que hubieren á dar cartas é peticiones; é que los días sean
lunes é viernes". para oír con sus alcaldes de Corte un día las peticiones, y otro los pTesos é los
rieptos. Cit. en Martínez Marina, Juicio eTílico de la Novísima Tecopilación, Art. VII. N o es nada
definitivo, al final del siglo XIV: don Juan l, a consecuencia de la petición primera de las Cor-
tes de Burgos de 1379, dice: '.Nos place porque los de los nuestros reinos y señoríos alcancen
mejor cumplimiento de Derecho, asentarnos en audiencia dos días en la semana para oir y
librar las peticiones. E lo faremos asi de aqui adelante cada que hobieremos lugar de lo facer
y no estando ocupados de otros negocios". El mismo Juan en las Cortes de Valladolid, en
1385, determinará: "Nos place asentamos en la nuestra audiencia un ciia cada semana porque ¡
nuestros naturales nos puedan querellar é mostrar los agravios que [asta aquí hayan recibido ó
recibieren en adelante; y asi haber y alcanzar de nos cumplimiento, de derecho"; en respuesta ,
a la petición cuarta de las Cortes de Bribiesca de 1387, hizo el propio Rey don Juan otro 1
/'
acuerdo: "Ordenamos que tres días en la semana, conviene á saber, lunes é miercoles é vier- J
nes, nos asentemos públicamente en nuestro palacio, é alli vengan á nos todos los que quisie- 1,
ren librar para nos dar peticiones, é decir las cosas que nos quisieron decir de boca". (Martí-
.,
nez Marina, Juicio crítico de la Novísima recopilación, artÍCuloVII). 1
.~
j
1
ASTRE~ UNA INTERPRETACIÓN DE lA FORMA POLÍllCA 35
regla, Muchas veces... mandamos dar algunas cartas contra Derecho: y porque nues-
I Casti- tra voluntad es que la nuestra justicia florezca, j' aquella no sea contrariada,.
eSClen- establecemos, que si nuestras cartas mandáremos algunas cosas en peljuicio de
manJ- partes, que sean contra ley ó fuero ó Derecho, que la tal carta sea obedecicla y
les, así no cumplida (Novísima Recopilación: I1I, IV, 4).
) cor,s- Desde luego, se trata de un principio del Derecho romano -altem.m
'ibuna- non laedere-'- pero adopta en su contexto un significado político concreto,
os más como garantía jurídica y compromiso que templa la jurisdicción real, ante
la Ley vigente (principio que se afirma en las Cortes de Burgos de 1379 y
n esta- en las de Palenzuela de 1425). En definitiva, modera el rey su actividad
Cortes legislativa ante la 1lniversitas del reino; pero no es una graciosa concesión:
le ade- según quedó sancionado en las Cortes de Briviesca (1327), el reino logra
'denes, establecer que el rey no puede derogar los fueros, leyes y ordenamientos
:es del hechos (pactados) en Cortes.
Jado' y También, en tiempo de Alfonso XI se introduce una garantía funda-
a ordi- mental para la persona, en Valladolid (1325) y Madrid (1329), por peti-
¡ Temas ción de las Cortes (3 y 77 respectivamente): Mandarnos, que si alguna carta
decua- emanare desa/omda de la nuestm Chancillería, ó de qualquier Alcaldes ójueces, en
~ndose que ma.nden lisia.r ó matar, ó prender alguna ó algunas personas, ó les tOl11a.r
sus
IIII: al bienes, ó desterrar, ó desheredar á alguna ó á algunas personas, ó otra cosa d~sa-
'.amTlas guisada, que tales cartas no sean cumplidas hasta que nos las envien mostrar
mpone (Novísima recopilación: 1lI, IV, 3). De modo que el príncipe fortalece' su
lceptar capacidad jurisdiccional y la amplía, pero hasta cierto punto. Deteniéndose
Itrodu- en el Derecho vigente y limitado por las diversas jurisdicciones.
i Dere- Toda afirmación supone una negación, pero en una figuración multi-
4): polar como sería la del reino de Castilla, las afirmaciones del poder regio,
no suponen la negación de todas las fuerzas políticas: al introducir límites
a ciertas jurisdicciones, las demás jurisdiccionales existentes se fortalecen.
le 1329, Veamos algún ejemplo.
tan ver é
Detiene la expansión de las jurisdicciones señoriales y eclesiásticas,
lías sean
-esos é los pero se fortalecen dentro de' sus propios términos. Una disposición de
es nada Alfonso XI, dada en Valladolid (1325), a petición (número 9) de las Cor-
las Cor- .
alcancen
tes, se refiere a ello. Comienza por explicitar las. condiciones que la moti-
Ira OU: y van: algunas ciudades, villas y lugares de nuestros Re)mos ... que son .beheteríasy
lo facer solariegos y Abadengos, en que dichas ciudades y lugares tienen jurisdicción civil
lolid, en
1 porque
y criminal, y vienen á sus llamamientos, y contribuyen con ellos en los pechos y
:cibido ó deTTamas,y algunos Ricos homes, Caballeros, Cabildos, Perlados y Eclesiásticos tie-
eSJluesta nen en ellas vasallos... )' ju.eros y señorío por los suelos en que 17!OTan,sin tener
Jan oU.o
:s é vier- jurisdicción alguna, )' por ocasión de lo que tienen, ponen Alcaldes, y otros oficiales
e qlllS1C- que impiden la jurisdicción [del rey], y los"repartimientos y jJagas que POTnuest1'O
. (Martí-
mandato se echan, y los Eclesiasticos, dan las dichas aldeas en encomienda. a los
caba.lleros... de que se sigue, que la nuestra jUlisdicción se pierde y tnrba. Todo
36 EL VUELO DE ASTREA
esto pide freno, desde luego, pero no supone la supresión de las jurisdic-
ciones existeütes y legalmente constituidas. Estas, al contrario, se
fortalecen:
y [en] las dichas nuestras ciudades)' lugares, no se pagan ni los pedidos ni
pechos, ni se puede cumplir lo que es nuestro servicio: por ende mandamos,
que las dichas aldeas )' lugares vayan á fuero y juicio á aquellas ciudades y
villas y lugares que suelen ir; y que ninguno turbe ni embargue 'la nuestra
jurisdiccion real, ni á dichos lugares la jurisdicción que les pertenesce; y que
solamente tomen lo que por razón de lo suso dicho les pertenezca, y no mas;
ni por razón de ello se embarguen los nuestros pechos y derechos, ni se pon-
gan entredichos por los Eclesiasticos; ni seari osados de' ponér en las tales
aldeas y alhoces oficiales, ni personas que puedan impedir la jurisdicción de
las dichas nuestras villas, por razon del señorío que en los tales lugares tengan,
salvo mostrando privliegio en contrario (Novísima l'ecopilación: IV, 1, 6).
De modo que el OTdenamiento de Alcalá pone límites, salvo -el condi-
cional es decisivo- mostmndo privilegio en contmrio; lo que supone un arre-
glo en que el príncipe no afirma su poderío suprimiendo las otras fuerzas
del reino, sino aceptando cada una de ellas. Un arreglo, pues, con las
villas y ciudades, con los eclesiásticos )' con los Grandes, Títulos y los nobles
Hijosdalgos de Castilla. Así se procura una organización del espacio jurisdic-
cional sin suprimir el Derecho vigente, por antiguo que fuese. Esto
importa: el OTdenamiento de Alcalá recoge, en su Título 32, el Fuero de los'
f¡jodalgos.
De modo que éstos conservan el cumplimiento de lo pactado por los Seño- )-
Tesde lugares de encaTtaciones, beheterias, solariegos, realengos y abadengos, desa- C
I
rrollándose en la Corte y posteriormente en las Chancillerías y Audiencias
I
reales un método diferenciado en los procedimientos judiciales de los J
Grandes y demás Titulas del Reyno (Título 32, leyes 12-18, 22-26, 40). Intac- g
a
tos quedan, pues, los plivilegios de los Hijosdalgo para no seT prendadas sus el
casas, caballos, mulas ni aTmas por deudas, y para no pechar... a lo que se
añade el privilegio del Hijodalgo pam no ser pTeso jJor deuda, ni jmesto á tor-
mentó, En posteriores' legislaciones -Toro (1505).- se introducirán algu-
nas modificaciones, pero en general se mantendrá el conjunto completo 11
d
de franquezas y exenciones para la nobleza, que el príncipe Alfonso Xl e
admite siendo su voluntad hacer meTced a los caballeros p01'que puedan estar p
vi
mejoT aguisados para nuestm sen;icio (Título XVIII, Ley IV, del Ordenamiento J.
de Alcalá). Una estructura ele siglos,1O que corresponde a un orden que
y los tales Jueces deben de ser personas leales y de buena fama, y sin
codicia, además:
que hayan sabiduría para juzgar los pleytos derechamente por su saber y por
su seso; y que sean mansos, y de buena palabra ... y sobre todo, que teman á
Dios, porque si á Dios temieren, guardarse han de pecar, y harán justicia con
piedad; y si temieren á Nos, habrán miedo y vergüenza de errar, pues que tie-
nen sus lugares para juzgar derecho.
Dice Alfonso XI en el mismo lugar: aquello que fueTe judgado POTlos mis
alca1lesque anduvieTen con los mis adelantados o con los merinos mayoTesPOTjus-
ticia [El reino de León y Castilla, desde el Cantábrico hasta el Duero,
incluía en la Baja Edad Media 18 merindades]' .. que lo cumplan assí mismo
los meTinos [menores], e que no passen contra ellos en otra manera ninguna
(Recopilación de Castilla: III, IV, 2), de manera que se integran los diferen-
tes niveles de la jurisdicción real, aunque no de manera automática (lo
mismo se pide .en Cortes posteriores). Donde pudo, el príncipe impulsó la
política de intervención regia sobre la administración municipal.
Suplantó legalmente la corporación del concejo, compuesto por los
magistrados de la localidad, por el sistema de Regimiento de nombra-
miento real. En Burgos (1345), vg., mediante Real OTdenanza ordenó que
se constituyera una junta formada por hombTes buenos que, en compañía de
los Alcaldes y el Merino, asumiese las funciones que hasta entonces habían
conespondido a la asamblea vecinal o concejo y, al mismo tiempo, nom-
bró los tales hombTes buenos o Regidol'es, disponiendo que ellos designasen a
los magistrados y oficiales municipales que también antes elegía el concejo.
Dictó preceptos análogos para León, Segovia y Madrid.
No todas las villas perdieron la facultad de elegir sus propios magis-
trados y oficiales.13 En todo caso, sobre la jurisdicción municipal se eleva
paulatinamente la del rey, que va construyendo su propio aparato. Acom-
pañan a las justicias reales ames sabidoTes de fUem e deTecho que le ayuden a
librar los pleitos (alcaldes), escogidos por el rey (Enrique II [1371]: Burgos
[1377]; Briviesca [1387]; Guadalajara [1390]; Valladolid [1442]). La ten-
dencia apunta a que las alzadas de los jueces forales, de realengo y de seño-
río, se dirijan sin más a la Corte dd Rey, confirmando la proyección hacia
la construcción de la SupTema jurisdicción perteneciente al Rey en todos los pue-
blos del Reyno; y prohibición de impediT las apelaciones de jueces inferioTes á las
Audiencias Reales (Novísima Recopilación: IV, 1, 1).14 Se trata de un lento pro-
ceso, en el que han de quedar vigentes -por siglos- las jurisdicciones
última impr. 1777) y Novisima recopilación (1805) (juicio critico de la Novísima l-ecopílación:
art. VII).
13 V., Valdeavellano,
o/J. cit., p. 549.
14 Nota Martinez Marina el desliz de los recopiladores-desde Alonso Diaz de Mon-
ASTREA
\J1\A INTERPRETACiÓN DE LA FORMA POLÍTICA 39
Los justicias reales derraman sangre sin culpa, aunque el autor, Juan
Manuel, comenta en seguida que son oficios muy peligrosos para salva-
miento de almas, pero que las pueden muy bien salvar obrando de sus ofi-
cios commo deven. Cosa rara, sobre todo, porque cualquier decisión era opi-
nable, discutible, dudosa, polémica siempre.
N o se reduce a la ponderación de lo justo por la Ley tan sólo, sino
según el caso sobre todo. Se trata de un orden jurídico casuístico, en que
lo yenos abundan: el oficio de Justicia es una condición de riesgo. Cerrar la
incertidumbre es uno de los empeños del fortalecimiento de la real juris-
dicción, y a esto responde aclarar la forma en que se ha de juzgar según el
Derecho vigente. Tal cosa pretende el OTdenamiento de Alcalá, definiendo
el orden de prelación de las fuentes jurídicas. Merece por eso atención la P
h
ley 1, del Título 28:
q
n
Nuestra intensión y voluntad es que los nuestros naturales y moradores de los e.
nuestros Reynos sean mantenidos en paz y justicia, y como para esto sea b
menester dar leyes ciertas por do se librasen los pleytos, y las contiendas que y
acaecen entre ellos, é maguer que en la nuestra corte usan del fuero de las ¡\1
Si
leyes [de AJfonso X, el Fuero Real], y algunas villas del nuestro Señorío lo han
d,
El
18 Lo COlllenta José lvIanuel Blecua en su "Introducción" a El Conde Lllcanor, de don Juan
Manuel (Madrid: Castalia, 2000).
UNA JNTERPRETACIÓ~ DE L-I FORMA POLÍTICA 41
ASTREA
por fuero, y otras ciudades y villas han ou'os fueros departidos: por los quaJes
ran la se pueden librar algunos de los pleytos.
de la
Aquí, Alfonso XI, hace notar que si bien debe dar leyes ciertas para
e Gali-
librar los pleitos, existen otros fueros por lo que se pueden librar algunos,
1hen e reconociendo el departimiento del Derecho .al interior del reino, para
natare fijarlo, contra la legislación del Sabio: .
lanta-
Pero porque muchas son las contiendas, y los pleytos que entre los homes aces-
'ITa dos
cen )' se mueven de cada día, que no se pueden librar por los fueros: por ende
zadas
queriendo poner remedio convenible a esto, establecemos)' mandamos que los
Ides y dichos fueros sean guardados en aquellas cosas que se usaron: salvo' en aquello
ti pri- que nos hallaremos que se deben enmendar)' mejorar, en lo que son contra
:Janos Dios, )' contra razón, y contra leyes que en este libros se contienen.
so en
Si la obra jurídica alfonsí tenía como leitmotiv frenar el departimiento de
los fueros, reducir lo más posible el Derecho heterogéneo y abierto del
otras reino a un Código de Ley (el FueTO Real expresa esa idea, y Las Partidas), en
O sed el Ordenamiento la idea jurídica que se alcanza a apreciar es otra muy
:isión: distinta .
.10 po Entiende XI que mu.chas son las contiendas, y los pleytos que entre
Alfonso
here- los homes a.cescen y se mu.even de cada día y que no son suficientes los fueros
pala- existentes para comprender y procesar p'areja complejidad judicial, por
105; J,
eso: que los dichos [ueTOs sean guardados en aquellas cosas que se usaTOn, y que
se enmienden, pero no de manera progresiva, sino quizá todo lo contra-
Juan rio: tan sólo en aquello que es contra Dios y contra Tazón, y contra el propio
;alva- Ordenamiento, que es, además de breve y específico, decididamente conser-
s ofi- vador. El Orden de las leyes y fueros, en materia civil y criminal, sería en pri-
.0pI- mer lugar el propio Ordenamiento; si insuficiente, como lo era, se debía
recurrir al Fuero Real y a los fueroS municipales. JO Las Siete Partidas se acep-
silla
taron como queda dicho en lo que sigue. Nótese bien: enmendadas y con-
1 que certadas: 20.
'ar la
¡uns-
ín el
19 Aún antes de) Ordenamiento, cuando Alfonso XI pretende introducir el Fuero Real de
~ndo preferencia a algún fuero local, procura adecuar el primero al segundo; por ejemplo: en 1339,
Jn la h~llándose en Madrid, hizo llamar a los caballeros y hombres buenos, y luego de manifestar
que era gran mengua de justicia regirse por las disposiciones del Fuero Viejo de Mad,-¡d,
mandó que juzgasen por el Fuero Real, pero los matritenses si bien acataron lo ordenado por
le los el rey, le pidieron por merced que modificase las disposiciones del Fuero Real relativas al nomo
) sea bramiento de oficiales de justicia, pidiéndole que les otorgase que su concejo pusiese alcaldes
y alguaciles. Sobre ello puede verse: Antonio CavaniJles y Centi, Mem01-¡a sobre el Fuero de
; que lv[ad'-¡d del mia 1202. Separata de las Memorias de la Real Academia de la Historia, Tomo VIII.
.e ¡as Sin fecha.
I han 20 :Martínez Marina entra en la discusión qe qué L:'1nLOfueron enmendadas, vs. la opinión
de Gregorio López (edición de 1555); lo que interesa es la intención de Alfonso XI. Véase el
E-nsaJo históiico.crílico sobre1a legislación)' p,-¡ncijJOlescllerpos legales de los reinos de león y Caslilln: X.
Juan
42
EL VUELO DE ASTREA
los pIel'tos é contiendas que se non pudieren librar por las leyes de este nuevo
libro [O,-denamiento de Alcalá] é por los dichos fueros [El Fue,-o Real y los muni-
cipales], mandamos que se libren por las leyes contenidas en los libros de las
siete partidas que el Rey D. Alfonso nuestro bisabuelo mandó ordenar, como
que hasta aquí no se halla que fuesen publicadas por mandato del Rey, ni fue-
ron avidas ni recibidas por leyes. Pero nos mandamos las requerir y concertar
y enmendar algunas cosas que cumplia, )' así concertadas y enmendadas por-
que fueron sacadas y tomadas de los dichos de los Sanctas, )' de los dichos )'
derechos, e dichos de muchos sabios antiguos, )' de fueros, y costumbres anti-
guas de España, démoslas por nuestras leyes... Et tenemos por bien que sean
guardadas é valederas de aquí adelante, en los pleytos é en los juicios é en
todas las otras cosas que se en ellas contienen, en aqueyo que non fueren con-
trarias á las leyes de este nuestro libro é á los fueros sobre dichos (Ley 1,
Título 28, del OTlienamiento de Alcalá; Ley 1, de TaTO;Novísima Recopilación: HI,
H, 3).
21 Novísima -recopilación, libro VI, títulos XX-XXII. Para Indias, sobre la rogación: Alfonso
CarcÍa Gallo, "Panorama actual de los estudios de historia del derecho indiano", Estudios e his-
tOlia del de1'eeho indiano, Madrid, Instituto de EstudiosJurídicos, 1972, pp. 53-55. Victor Tau
Anzoátegui:"La ley "se obedecepero no se cumple". En torno a la suplicaciónde leyes en el
Derecho Indiano", La le} en América Hispana. Del DescubTl'JJUentQ a la EmanclpaclOn, Buenos
Aires:AcademiaNacionalde la Historia, 1992, pp. 69-143, en espee., 79-82.
U1\A INllcRPRETACIÓN DE LA FOR~lA POLl-nCA 43
ASTREA
22 v., sobre este principio: Victor Tau Anzoátegui: "Leyes y sociedad: ¿Dos mundos sepa-
rados?", La Ley en América Hispana ... , pp. 3-65, en espec. 46-48.
: ASTREA UNA INTERPRETACiÓN DE LA. FORMA POLíTICA 45
2:) Por ejelnplo, desde la segunda mitad del XIV, se registran varios puntos de conflicto
entre los seílores dueii.os de los pueblos, por donación Tegia, y los mismos pueblos, que termi-
nan en violencia, en Sepúlveda, Benavente, Trujillo y más. En Paredes de Nava los del lugar
dan muerte a su sefior don Felipe de Castro (1371); en Agreda, villa que dio el Rey a Juan
Hurtado de ~1endoza, en el año de 1395, los vecinos se arman, y dixemn que en ninguna manera
del mu.ndo nO'lZ le resivirian ijar Sellor. Los de Agreda logran anular la donación real. (Julio Val-
deón Baruque, "Revueltas en la Edad Media Castellana", Revueltas )' revoluciones en la Historia,
Salamanca: U. de Salamanca, 1994, p. 17).
26 Una perspectiva en este sentido: Niklas Luhmann, Poder, Barcelona: Anthropos, 1995,
p.34.
ASTREA ü"A Ji\IERI'RETACIÓ" DE LA FOR,\IA 1'0l..Í11CA 47
28 La expresión: e pues a todos taiie, lodos sean llamados, corresponde a la típica: quod omnes
similiteT langit ab olllnibllS comprobetuT, o ah omnibus app'robatur; o a la francesa: lVOUS le voulons,
1IDUS i'ajJprollvo77S,que cela soil! (Agustín Thiery: COl1siderotions sur l'histoire de France, Capítulo 1).
29 Niklas Luhmann, El poder, op. cit., p. 93. .
UNA INTERPRETACIÓN DE L~FORI\IA POLíTICA 49
rREA
luchas que contra el rey de Aragón (Pedro IV)" había emprendido Pedro.
nCla
El pleito entre ambos bandos fue la nota de los últimos ai'los del reinado
esta
de Pedro 1, a los que se sumaron diferentes clanes de la nobleza, así como
que
las villas de Castilla, condicionando su alianza según las fluctuaciones de
,ndo
las batallas, unas veces con los petristas (o emperejilados, para sus enemigos),
~nso
otras con el Trastámara.
res e
Después de sangrientas refriegas, en Burgos, en el monasterio de
taiie,
Huelgas, Enrique II se cii'ló él mismo la Corona, proclamando -a manera
de justificación de las violentas empresas que lo llevaron al Trono-- la res-
~res-
cicio tauración del orden jurídico de Castilla, atropellado por las crueldades de
su hermanastro. Esto significó devolver a la nobleza y a los municipios
a en
.OS.28
aquellos privilegios arrebatados por Pedro, y aún conceder nuevos, a nue-
a la vos y necesarios aliados. Desde luego, la repartición de Enrique II fue
pue- selectiva, en la medida que procuró eliminar a sus rivales más recalcitran-
pro- tes, excluyéndolos de los beneficios reales, pero a la vez extendió su per-
¡dad dón a aquellos que con ocasión de la guerras le opusieron resistencia, y
ultá- que, ya como rey, le mostraban adhesión. De este proceder se aprovecha-
~nCla ron los concejos de las villas y ciudades, que procuraron que el Trastámara
más les confirmara todas sus libertades. Pero a la vez el príncipe vio por la
ue la nobleza, a quien concedió derechos sei'loriales que iban contra los de las
29 ciudades, lo que suscitó nuevas tensiones.
lo se En las Cortes de Toro de 1371, Enrique II, prácticamente al inicio de
dice su reinado, inspirado en Alfonso XI,30 propuso una serie de disposiciones
r eso tendientes a afirmar las instituciones de la real jurisdicción. Creó la Real
Audiencia, como tribunal superior separado de la Corte, y reordenó la
2S de Chancillería; sin embargo, para no disgustar e inquietar más a las munici-
Ipor- palidades, detuvo el proceso de extensión territorial de la real jurisdicción.
ema- El mismo proceso de institucionalización lo continuó su sucesor, Juan 1,
Enri- mediante la convocatoria de Cortes, en 1385, en Valladolid, en que, tras
elII varias peticiones de las Cortes (1367, 1369), presentó la primera Ol"de-
Cas- nanza del Consejo Real, que adquirió forma permanente y duradera. Un
'edro Consejo compuesto por personas conocedoras del Derecho sobre todo,
acla- como dice Pero 'López: omes onrradosIancianos eaballeTOs e notables pl"elados,/
:Real, bu.enos omnes maduros, dotares e letrados (Rimado. de Palacio: 627).
Concedió además, como sus antecesores, beneficios a las municipalida-
o fue des --en tanto que, llegado el momento, requirió de recursos extraordina-
:le la rios para enfrentar tropas inglesas y portuguesas-, pero impulsó la exten-
:evlas
30 Hayal fondo de los primeros reinados de la Casa de Trastámara el recuerdo de la
política de Alfonso XI, quizá por ser un perlado de gobierno efectivo, esto es, libre de las treo
1 om1les
mendas luchas interiores que azotaron Castilla antes r después 'de su reinado. Un aproxima-
loltlons,
ción general para los primeros Trastámara: Marie Claude Gerben, Las "Iloblews eS/Jaliolas en la
ulo I). Edad Media. Siglos x/-xv, Madrid: Alianza, 1997, pp. 160-193.
¥
I
¡
EL \'\-'ELO DE ASTRL\
50
acias pasiones que pudieran atormentarle. " ... Nunca le dan vagar [reposo); /
por porque cada uno tiene Jos sus fechas [pleitos] de librar. .. ".
.an 1
Antes que aya comido nin mesa levantada,
.enor
llégaJe un mensajero, u'áele una carta cerrada;
a la ... nuevas le vinieron que una villa les es aleada.
¡rte.
~ntes Después que ha comido, viene el tesorero;
... diz'; "Señor, ¿qué faremos?, que ya no ay.dinero
la en
"para pagar el sueldo de aqueste mes primero" ...
I rey
~nCIa Saliendo de la cámara, está luego un concejo [municipal]
ciller diciendo a grandes bozes; "Señor, ponet consejo,
que nos roban del todo, non nos dexan pellejo ... ".
ora- Anda el rrey en esto en derredor callando;
;obre paresce que es un toro que andan agarrochando;
la de "amigos -dize a todos-, yo lo veré de grado".
lente Dios sabe cómmo non tiene su corazón folgado.
le los
.,. Es Veo un rrey muy grande o un enperador,
mpre . que es de muy grant tierra, príncipe e señor,
buen e toda su vida bive con grant dolor;
(Rimado de Palacio; 478,485-486,489, 491, 496).
,able, No tiene descanso el príncipe, no puede desprenderse de la investi-
1 "los
dura de juez, ni para comer; a toda hora le vIenen noticias sobre la
::;orte pobreza de su tesoro, siempre insuficiente, y sobre los conflictos de las
m en vilJas y la nobleza: paresce que es un toro que andan agarrochando.
vido- y a tal condición no puede escapar. El príncipe se ubica en un entra-
:lacio: mado de interdependencias respecto a las municipalidades, la nobleza, el
~ esos clero'y el entorno del reino; la estructura de esta posición fija su campo de
.bra.n- acción, de modo que la orientación de su conducta produce tensiones, y
.le los constantemente pone a prueba la rigidez o elasticidad de sus límites. No
denas puede imponer sus decisiones libremente. El oficio de príncipes supone
.~arán una actividad política en. la que el poderío, la fuerza, se reserva para la
como defensa del reiño, y se subordina a la Justicia: "Del rrey. David sabemos
ipum. que ovo grant poder, / e otros grandes príncipes, que solemos leer; / pero
cultas en la justicia sopieron componer / de rregir bien sus regnos, e bien los
. defender" (Rimado de Palacio: 596).
VII en
Hay que reparar en ello brevemente: el modelo es David, pero tam-
~vjñ6n, bién Salomón (que fue Rrico e j)oderoso... mas en sus juicios ovo buena entinción
'dativa [Rimado de Palacio: 597), ideal judeocristiano del príncipe juez. Conside-
IOnesa.
rado por el autor no para alabanza de jos castellanos, sino a manera de
Intro- espejo en que deben mirarse: para su instrucción.
--
52 EL VUELO DE ASTREA
La intención de! poema tiene algo de los specula princeps, si bien las
ideas políticas que expresa son, en parte, proyección de la historia caste-
llana del Trescientos, en que se observa un reino dividido por diversas
fuerzas que se manifiestan intemperantes y feroces, con las que el rey debe
negociar en todo momento. No puede reducir por la fuerza e! reino, sino
dando concesiones, llegando a acuerdos, y esperando que se cumplan no
sólo en e! momento, sino también después,33 logrando arreglos más o
menos duraderos, estables. Desde el horizonte ético ideal, e! buen regir lo
representa quien: "bien a su pueblo gobierna e defiende, este es rrey ver-
dadero" (Rimado de Palacio: 236), que procura sobre todo la Justicia desde
luego: "virtud atán noble eJoada ... ! dévenla guardar los reyes ... ! seyendo
piedra preciosa de su corona onrrada" (Rimado de Palacio: 343).
El contenido doctrinal proviene de! repertorio tomista, de! propio
DoCtor Angélico y sus discípulos de la Universidad de París: "Quál regi-
miento deven los príncipes tener! es escripto en los libros que solemos
leer, ! Egidio romano, omne de grant saber, ! en regimine principum, lo
fue bien componer" (Rimado de Palacio: 638). "Los libros que solemos
leer", se refiere a las obras de! regimiento de príncipes de procedencia
tomista: e! opúsculo De regno, Ad regem Cypri escrito por Tomás, hacia
1265, para el futuro rey de Chipre, pero que abandonó sin terminarlo
avanzado e! Libro III, a la muerte de Hugo II de Lusignan (1267), a quien
dedicaba e! texto.
Inconcluso, 'al inicio de! Trescientos (1300-1305), retomó su redacción
Tolomeo de Lucca -del Libro III al IV- bajo e! título De regimine
principum.
"Egidio romano, omne de grant saber", es e! agustino fray Gil de
Roma -o Egidio Colana (de las tres formas es conocido)- que compuso
un libro igualmente titulado De remine principum hacia 1285, para e! futuro
rey de Francia, Felipe e! Hermoso, de quien fue tutOr.34
El De regimine de Egidio contiene tres libros. El Primero trata sobre la
persona de! príncipe: las virtudes que debe cultivar para elegir prudente-
mente, evitar lo malo, imitar y perseguir lo bueno. El Libro Segundo se
33 "Faze el rrey sus cortes: vienen sus cabaIieros, / e vienen de cibdades e villas mensaje-
ros; / todos dan grandes bozes, quieren ser justicieros; / ... / Las cortes son ya fechas, las leyes
ordenadas, ... / e [asta los tres meses, serán muy bien guardadas. / e dende adelante, rrobe
quien pudier' aosadas [sin miedol (Rimado de Palacio: 504-505).
34 Pese a ello, Egidio, prior general de los agustinos, Arzobispo de Bourges, fue cercano a
la curia papal en tiempos de Bonifacio VIII; escribió el Tmctatus de eclessiástica poteslate
(circaI30I), y probablemente la bula Unam Sanetmn. El De Remine Princip",n de fTater Aegidius
fue ampliamente difundido en Europa, y de allí entresaca el Rimado la idea del buen regir (v.
la nota de Germán Orduna, Rimado de Palacio, op. Cil., p. 165 n). Las obras del regimiento de
príncipes tomista pudo haberlas conocido el Canciller en París (1378 y 1384). No obstante, el
texto de Egida Romano fue introducido en España hacia 1345, en la selección y comentarios
de Juan GarcÍa de Castrogeriz.
ASTR£A
UNA INTERPRETAcIÓN DE LA FORMA POLÍTICA 53
,ien las
divide, como el Primero, en tres partes: sobre el régimen matrimonial del
l caste-
li\'ersas príncipe (nupcias, vida conyugal), p,itemal (trato)' educación de los hijos)
:y debe y doméstico (el palacio, la corte, consejo, &e.); el Libro Tercero trata sobre
o, Sll10 la comunidad civil, los tipos de principados y su gobierno, dejando para el
,lan no final la guerra,
más o Conserva Egidio el ideal de buen regir tomista (gobierno dirigido rec-
'egir ]0 tamente hacia el bien común, para alcanzar ante todo la pax et tranquilitas
ey ver- [De regno: 1, 1; 1, 8; JI, 4J), añadiendo la tesis de que el príncipe no sólo es
'desde guardián de la Justicia, sino también Lex animata o Justicia viviente.35 De
~yendo modo que melius regatur optimo regem quam optima legem, o sea: "mejor ser
regido por un buen rey que por una buena Ley" (De ngimine jJ1incipum:
propIO nI, n, 29). Para eso, como quiera, el rey debe ser justo y sólo puede serlo
.1 regi- sujeto a la Ley natural, tanto como a sus manifestaciones temporales,
)lemos expresadas en el Derecho vigente.
um, lo La reflexión de Egidio no pareciera extraña a la tradición jurídico-
)Iemos política castellana, por eso podía servir muy bien como referencia al Can-
dencia ciller. No sólo la docu-ina, desde luego, sino también el tratamiento mora-
hacia lizado que le ocupa sobre el régimen de Palacio, tema del Rimado. Pero
linaria hay en el De regimine de Egidio un interesante desarrollo sobre los diferen-
qUIen tes tipos de principados y aquel que considera mejor que los demás. En
cierto modo su argumento tiende a separarse ligeramente del ideal poJ)-
acción tico tomista. Dirá que la Monarquía es buena, como el Doctor Angélico,
gimine
pero mucho mejor (optimusprincipatus) si tiene verdaderamente en cuenta
la pluralidad de la comunidad política que rige, mezclando sus virtudes
::;il de
con lo que llama pollicia: considerando el consejo y las opiniones de caba-
npuso
lleros sabios, prudentes, experimentados, manteniéndose b'lio el Derecho
futuro
,bre la
y enderezándose hacia el bien común. Si uno solo gobierna sin otra consie
deración que su propio provecho y sin otro "freno que su poderío sería
I
,
dente- deplorable: Si enirn ille unus d0rT!inansnon intendit comunne bonurn sed per
Ido se civilem potentiam opprimens alios ornnia ordinanit in bonum propium & privatum !
non est rex: sed tirannu-s (De regimine principum: nI; rr, 2). 1
lensaJe-
as leyes
" ITobe
Cuando Tolomeo de Lucca retoma la redacción del De regno fortalece
esta interpretación, valorando cierta idea republicana,36 tomada de la defi-
nición de República que recoge Agustín (de Escipión Emiliano, el Afri-
I
rcano a
potestate
4egidius
'egir (v.
ento de
ante, el
cano, en De repúlllica de Cicerón): cosa del pueblo, unido por el consenso,
el Derecho y la participación en la utilidad común (La ciudad de Dios: XIX,
21). Tolomeo exalta sus valores, equiparando el dominiurn o regimcn regale
35 Un comentario en Kantorowicz: Los dos cuerpos del rey, Madrid: Alianza. 1985. pp. 135.
¡
I
r
I
Y ss. I
:ntarios
36 v., Quentin Skinner, Losjimdalllentos del pensamiento político lIlodenlO. l. Et Renaci7lliento,
México: FCE, 1993, pp. 74-87.
I
EL VUELO DE ASTREA
r
1
54
-el gobierno regido por uno, en que el rey lleva la Ley en su pecho, y es
Ley lo que le place- a la tiranía.
Por el contrario, en el dominium o Tegimen politicum, el rey, restringido
por las leyes, no puede introducir novedad alguna no prevista por ellas ni
mucho menos contraria al bien común. Distinción que fue un recurso crí-
tico frecuente en el Trescientos: Marsilio de Padua así separa el gobierno
"templado" del "viciado" en su DefensoT pacis (1324). También Bartolo Sas-
soferrato, en el Tmctatus Regimine (ciTca 1330), acepta y propone su propia
fórmula de la distinción dominium Tegale y politicum, siguiendo la idea aris-
totélica mediada por Egidio' y Lucca.
Tales desarrollos derivarán en la idealización de una forma mixta de
gobierno. Quizá el ejemplo más conocido es la interpretación constitucio-
nal que elaboró Sir John Fortescue, que en De Laudibus Legem Angliae (ciTca
1468-1470), escrita durante la Guerra de las Dos Rosas, en la circunstancia
de la lucha entre la Casa de York y la de Lancaster, identifica a Inglaterra
con un dominium Tegale et politicum.3i Su idea, sin embargo, sugiere una
reforma, por la que el rey suprima la violencia interna del reino, sin des-
truir el Derecho.38
Esta solución la expone limpiamente en lo tres primeros capítulos de
The Govemance o/ England (ciTca 1471), escrito en inglés vulgar a su regreso
a Inglaterra:39 El rey manda, según esta explicación, ejerciendo sus prerro-
gativas y teniendo la Espada en mano, pero su potestas no es mera fuerza,
37 Sigue una reflexión que venía preparando desde 1461, en Edimburgo, donde compuso
el Opusculum de Natura Legis Naturae que ya introduce -en el Libro 1, Capítulo XVI- la dis-
tinción regale! politicum. Escrito en Francia, redactada en latín, tiene la forma de diálogo entre
el Príncipe (Eduardo, hijo de Enrique VI) y el Canciller (el autor, Fortescue), que intenta con-
vencer al futuro rey inglés de que, adquiriendo el saber jurídico, podrá regir el Reino adecua-
damente ~no sólo por la Espada, sino también por la Ley-, conforme un régimen mixto:
republicano y monárquico a la vez, mediante la combinación de los méritos de ambos gobier-
nos (De Laudibus: XXXVI-XXXVIl).El Canciller recomienda al príncipe boras de estudio del
Derecho, en las Sagradas Escrituras y las leyes del Reino, igualmente sagradas (De Laudibus: I-
IV): la Ley natural, los estatutos y las costumbres inglesas, que no sólo son buenas, sino mejo-
res leyes que las romanas o de cualquier reino cristiano (De Laudibus: XVIl-XVIIl). El príncipe
debe saber el Derecho, sobre todo, porque no puede cambiarlo a placer: a él esta sujeto, en
tanto que reina en un dominium politicum (De Laudibus: IX).
38 Es el comentario, plausible, de Shelley Lockwood en la Introducción y al final del Capí-
tulo XXXVIlI de De Laudibu.s: Sir J. Fortescue, The Laws & Gove17lOnce of J:.ngland, Cambridge:
Cambridge U. P., 1997, p. XXXVI Y 54 n. Por otra parte, como observa Kantorowicz, que
sigue a Passerin de d'Entreves: "Tolomeo de Lucca encontró los prototipos de aquella forma de
gobierno en la Roma imperial (la cual constituye el centro entre un gobierno político y uno mo-
nárquico: médium tenet InteL Politicum et Tegale), y en el gobierno de los Jueces de Israel. .. For-
teseue, especialmente en sus primeros escritos, se aventuró a probar que este dominium regale el
politicllnl ideal se había materializado por tercera vez, esto es, en Inglaterra. Por tanto, Inglate-
rra se alineaba con los modelos santificados de Israel y Roma" (Kantorowicz, op. cit., p. 218).
39 The Govcrnance of England, tuvo mejor difusión. Libre del latín, tuvo un sentido prác-
tico: luego de los primeros 3 capítulos teóricos, abunda en recomendaciones la conservación
Ui'\'A Ii'\'TERPRETACIÓN DE LA FORMA POLÍTICA 55
: ASTREA
56 EL \'UEL9 DE ASTRE."
jurisdic-
(110jJroveeT de aquí delante de C01TegidoT), después, privándose de importan-
ón ordi-
tes recursos, toda vez que podía negociar los corregimientos con quien
'Jicas. El
fuera capaz de adquirirlos: las aristocracias que amenazaban con retirar su
>.
apoya al rey, fraguar intrigas, levantamientos, &c. Beneficiaba sobre todo a
o 1406-
las municipalidades, en algo que es decisivo para la afirmación delugimen
gente al
ldamen-
regale et politicw/l castellano: el control territorial del reino se configura con
participación de las ciudades, de preferencia a la de la nobleza. Del mismo
'1Re)' no
peticio- Juan II (O caña, 1422):
. 1431 Y Tenemos por bien, que los Corregimientos y Alcaldías y Alguacilazgos no sean
emprés- dados ni encomendados á caballeros, hombres poderosos, ni privados nues-
por los tros, por quanto de los tales oficios de Juzgados á hombres de Palacio, que
al rey: saben mejor usar de las armas que no leer libros de los Fueros y Derechos, han
de poner otros en su lugar. .. por lo qual entendemos de aquí adelante deputar
s iglesias para tales oficios, en caso que conviniere, enviar personas que sean idóneas y
das para sin sospecha, llanos y abonados, ciudadanos de las ciudades, villas }' lugares de
~stituir á nuestros Reynos, entendidos y pertenecientes para ello, que teman á Dios y á
I para se Nos, y á sus conciencias; y que sirvan los oficios por sí mesmos y por sus oficia-
:lo á los les, seyendo ellos presentes (Novísima RecojJilaúón: VII, V, 4). .
; senti-
40 Cit. por Julio Valdeón Baruque en, "Revueltas en la Edad Media castellana", Rl!l1l1eltas)'
:licción
re-uoluciolles en la histm;a, Salamanca: U. de Salamanca, 1994, p. 11.
EL VUELO DE ASTRE.A
58
41Igualmente bulliciosos.El Bachiller,en 1432: Al Rey le han dicho homes de vasallaje que el
conde de Haro, é el obispo de Palencia, é su sobrino el señor de ValdemcoTneja azumban al re)' de NaVil-
. na é al de Aragon de entrar en Castilla, 'mientras el Rey demoraba en la guerra de Granada. El rey fue
a coger al tal eclesiástico bullicioso, é e.l obispo de Zamora ha dicho al Rey, que á el le toca conocer
del obisjJOjde Placencia}, ca en su obispado fue preso, é que son excomulgados los que le han prision. El
Rey le repuso, que á todo obispo que será revolvedor de sus Teinos é mal obispo, el Rey le fará emprisionar
la persona, é doblar é limpiar m hábilo para lo inviar al Sanlo Padre. E el obispo hubo po,' bien de no
parlar mas (Centon ej,islolario: LIl).
42 Defendiendo su autonomía, en Burgos (1429), a través de la representación en Cortes:
los pmcuradoTes que Nos enviáTemos á llamar para las nuestras Córles, ordenamos, que sean enviados
tales quales las ciudades y villas de nuestros Re'J'nos entendieren que cumple á nuestro se'f'vicio, )1 al bien )1
PTO C01Jl.Ull de las dichas ciudades y villas; y que los puedan elegir en sus Concejos, tanto que sean perso-
nas honradas, y no sean labradores ni sesmeros, y sean dos procuradores, y no mas, de cada ciudad "ó
villa (Novísima recopilación de las Leyes: 111, VIII, 1). Impone límitesa los señores,pero además,
muy señaladamente, al propio poder real (Valladolid,1442): "Ninguno sea osado de ganar de
ruego ni mandamiento [Nuestro] [... ], ni de otro Señor ni persona alguna, para que personas
señaladasvengan por Procuradoresá las nuestras Cortes [...] porque las dichasciudades libre-
mente elijany envien los dichosProcuradores"(Novísima Tecapilación de las Leyes: 111, VIII, 3).
, ASTREA t.:i\'A INTERPRETAC¡Ó" DE L~FORMA POL!TICA 59
lI1zade llegar a acuerdos con el rey, y reducir la violencia; como se lee en alguna
erecho, carta que escribe Fernando de Pulgar (1473): las infantes y las abispas j)Ta-
mueven mueTtes, Tabas,quemas, injurias, asanadas, desafíos, júel'zas, juntomientas
de gentes, rotUTOSque cada dio. se lacen abundanter en diversas partes del Teina;
.1, e des-
mientras que las prowTOdares [de las villas y ciudades] muchas é muchas veces se
ró la ley
el casti- trabajaTan en entendeT é dar órden en alguna Tela17naciandel reino, é paTO esta
a él... é jicieran juntas genemles (LetTOs,XXV). Aún así, la estructuración de expecta-
'istolo'l'io; tivas políticas no dependerá del príncipe. El modelo de una Monarquía
absoluta, tiránica -un Tegimen Tegale-, resulta por eso inapropiada para
caracterizar a. Castilla, pero tampoco le va el título de República perfecta.
srolario Habría que inclinarse por algo intermedio, o mixto. Un régimen regale et
ia de la paliticw/l, en que el príncipe, sin comprometer del todo sus prerrogativas,
) 1430, regalías, poderío... debe negociar la obediencia, actuar con arreglo a
contra Derecho de preferencia, reunir Cortes o al menos servirse del consejo de
é tres, é jurisperitos para tomar decisiones.
mpam En 1470, Sir John Fortescue recomendaba al Conde de WaJwick esta-
el rey blecer en Inglaterra un Consejo del Rey. separado de la Cámara, com-
con los puesto no por los grandes señores y magnate.s, sino por 12 sabios espiri-
decidi- tuales y 12 sabios temporales, dedicados a asistir al rey en deliberar y
~sisten- resolver los negocios del reino (Anides ta the EaTI al WaT'<lJick:2-3). Por
bilidad entonces, el Real Consejo de Castilla estaba muy próximo a su centenario
)líticas, y había reformado su régimen interno al menos tres veces (1406, 1440,
chiller, 1459), dando entrada creciente a los juristas de preferencia a la nobleza
espeTO- guerrera, orgullosa e insolente (cedant aTma tagae, cancedeat lauTea lingl.lae
agüem [Cicerón, De afficis: 1, XXII]). Para el Quinientos, el daminium Tegale et paliti-
cwn se multiplica con el crecimiento fulminante de la iVIonarquía Católica.
,rdena- El príncipe no tendrá uno, sino 14 Consejos.
:lad de En la unión de las coronas de Aragón y Castilla (1469) se conformó la.
costumbre de respetar el pluralismo jurídico de los reinps que integraron
,je que el la Monarquía, como afirma el dicho: El Rey Católica decía que canceTtaTa
de Nava- Castilla y descancertar a AmgóneTO perdeTlas a entmmbas (FlaTestaEspaiiala: J,
,1re)' fue 8); el príncipe católico procuró respetar los cuerpos jurídicos antiguos de
~ conocer
rision. El los reinos de la Península:. el Privilegia Geneml del Reina de Amgón; los usa-
jJrisionar jes, canstitucianes, cajlítulas a actas de CaTtes de Cataluiia; los Privilegios, Fmn-
len de no quezas y LibeTtades de las caballeTashija-dalgas del muy nable y muy leal señaTíode
1 Cortes; Viuaya; los juel"QSy jlTivilegias, leyes y aTdenomientas de la pTOvincia de Guij)'Úz-
enviados caa; &c. Desde luego, hay una tensión permanente propia del ordena-
al bien y miento paliticum et Tegale, entre el ius jlrojlium y el Derecho real. Fernando
2n persa-
ciudad 6 el Católico, en los juramentos ante los representantes de Navarra -luego
además, de lograr su conquista, con autoridad de la Yglesia y pe1'1/lisiónde deTecha
¡anal' de (según el De Bella NavaTl'iensi)-, se compromete a guardar los privilegios
)ersonas
es libre- del dicho m.i Teyna de Novana, lo que no impidió su agregación a la corona
n, 3). de Castilla (Burgos, 1515), con el fin de evitar que suspirasen por mayores
y •
60 EL VUELO DE ASTRL\
I
excenciones y libertades;.•3 pero fueron bastantes las que les dejó, tantas
como para disfrutar de notable autonomía. La Monarquía Católica se ele-
vará, pues, sobre una multitud de arreglos jurídico-políticos, de tiempos
medievales.
Algo similar sucedió en Indias: se desarrolló un alucinante pluralismo
jurídico. La Ley de carácter general dictada para Castilla tuvo valor en In-
dias hasta 1614. Desde entonces la Ley dictada en Castilla sólo rigió en los
reinos indianos con pase expreso de! Consejo de Indias (Recopilación de las
Leyes de Indias, 11, 1, 39), sin embargo, y conforme disponen las mismas
leyes castellanas -por e! orden de prelación del Ordenamiento de Alcalá-,
las instituciones del Derecho castellano (especialmente Las Partidas, por
ausencia del Derecho foral) alcanzaron vigencia como ius commune tan
sólo: como guía de la decisión judicial en la solución de casos concretos, y
supletorio del Derecho municipal formado de diversas fuentes, especial-
mente por normas que las autoridades locales consideraban pertinentes
para e! gobierno. A falta de Ley escrita, se observaba lo introducido por
los usos y la costumbre: De quibus causis scTiptislegibus non utimur, id custodiri
oportet, quod nwribus et consuetudine inductum est (Digesto: 1, III, 32). Así, las
costumbres indígenas adelantaron a las leyes castellanas,44 en 'tanto que no
fueran contrarias al Derecho natural v, al Derecho real.
Por lo demás, las normas legales provenientes de Castilla, aún después
de 1614, eran procesadas según fueran aplicables, o no, al contacto con .la
realidad indiana. Igualmente, las autoridades que ejercieron su poder de
decisión por instrumentos jurídicos, crearon un conjunto normativo proce-
sado según fuera conveniente, o no, al orden de la comunidad. El virrey
del Perú, en el Quinientos y Seiscientos, así mandaba para un territorio
vastísimo y realmente incontrolable, desde Panamá hasta Tierra de Fuego.
Infinidad de filtros mediaban la aplicación de la Ley. Las Audiencias de
Lima, Charcas, Quito, Santiago de Chile y Panamá desarrollaron, dentro
del virreinato, durante e! Seiscientos, un stylus cuTiae propio, para oír y
librar los pleitos. Dentro de sus amplias jurisdicciones, había además las
leyes y costumbres que regían la vida cotidiana de cientos de comunida-
des;43 otro tanto puede observarse en Nueva España .
. Paá la práctica judicial de la Monarquía Católica, el referente inme-
diato es el ordenalismo dominante en la doctrina jurídico-política. Dice el
¡
~\
::.
UNA INTERPRETACIÓN DE L~ FORMA POLfTICA 61
ASTREA
nás las
.unida-
lI1me-
Dice el
43.
:n impo-
,lina que
empresa
¡S.
46 v.. Martin Van Gelderen, "Introduction", en la selección de textos sobre la guerra de
mfígura- Flandes editada por el propio Van Gelderen: The Dulch Revolt, Cambridge: Cambridge U. P.,
rid, Unj- 1993, p. XXI.
CAPíTULO TERCERO
1 Vicerex. y como tal tiene la jurisdicción real, pero lambién sus mismas "limitaciones,
dentro del Derecho, careciendo además de las regalías de la corona. Para las Indias, V., Jaime
Vicens Vives, "Precedentes MediteiTáneos del Vineinato Colombino", Anuario de ES/l/dios Ame-
,ical/os V, Sevilla: 1948, pp. 571-614. V. también: A: Carda Callo, "los Orígenes de la Adminis-
tración Territorial de las Indias", Al/l/mio de His/01ia del del.echo Español, XV, Madrid: Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, 1944, pp. 16-106.
63
------,. - •
EL "VELO DE ASTRE.\
64
¡ dir del consenso (conciliare sibi animas hominum, el ad usus .mas adiungere,
como deCÍa Cicerón en De oficiis: n, 5). Fernando poseía una habilidad
observada por Guicciardini:
I
Cada vez que pretendía llevar a cabo una nueva empresa, o tomar una deci-
¡, sión de gran importancia, procedía a menudo de tal suerte que ya antes de dar
a conocer sus intenciones toda la corte y el pueblo las deseaban y exclamaban:
el rey debiera hacer esto. Así... resulta increíble con cuántajustificación y favor
Il actuaba ante sus súbditos y en sus reinos (Ricordi: 77).
También tuvo la suerte de que sus empresas, "hechas para su seguri-
dad y grandeza, fueran sin embargo consideradas a menudo como realiza-
das con el fin de aumentar la fe cristiana o de defender a la Iglesia": pro-
yectadas en beneficio propio, parecía que las movía el "bien público"
(Ricordi: 142). Esto servía al "potentísimo" Fernando para formar los debi-
dos consensos, aún antes de proponerlos. Sobre todo, en situaciones de
debilidad sabía simular el interés público, como dice Maquiavelo de los
prudentes: "que extraen mérito de las cosas siempre y en todos sus actos,
incluso si han sido constreñidos ... por la necesidad" (Discursos sobre la pri-
mera década de Tilo Livio: I, 51). Y Gracián: "Sutileza de tahur saberse dejar
con ganancia, donde lá prosperidad es de juego y la desdicha tan de
veras" (El Héroe, primor XI). Esto se vio pronto en Castilla.
2 "Es de creer -comenta en alguna carta- que sus engaños sean conocidos y que le
hayan empezado a granjear molestia y odio en los ánimos de los amigos y enemigos." CiL en
FedericoChabod,Escritos sobre Maquiavelo, México:FCE, 1987, p. 187.
3 El retratode Fernandoapareceen El p,'íncipe, capítuloXXI. V también:LuisDiezdel
Corral, "Fernando el Católico, 'príncipe nuevo' " y "Fernando el Católico y la COlllposición de
'El Príncipe'", en El pensamiento político europeo y la monarqnía de España, Madrid:Alianza,
1983.
1-
) DE ASTREA LOS RAYOS DE JÚPITER
65
se amplía,
A la muerte de Isabel (1504) se reunieron las 18 ciudades con voto
>n de figu- (Cortes de Toro, 1505) para aprobar la permanente "gobernación" de Fer-
nando de Aragón -confirmando de paso el Ordenamiento de Alcalá-, pero
, la confu-
la nobleza se sintió excluida, provocó tensiones que al final obligaron al
/ituperada
Católico a renunciar, para salvación del reino, al gobierno de Castilla (con-
l, lo llamó
cOl'dias de Salamanca [1505) y VilIafáfila [1506)). Se aceptó la incapacidad
~. Pero las
de Juana la Loca, quedando a la cabeza su marido, Felipe el Hermoso, que
.e rUaba la murió poco después (1506) .
arto com-
Fernando se marchó como quiera a Aragón, y luego a Nápoles. La
tensIones
orientación política del Católico, luego de las empresas del Gran Capitán,
recho, los
fue el respeto de la autonomía y de las instituciones locales, bajo la fór-
lVilización
mula Plaat Regiae maiestas seroari constitutiones, capitula et pragmaticas Tegni,
particula-
afirmando el dominium regale et politicUT/!napolitano. En la corona de Cas-
tilla simplemente dejó correr las cosas, quedando a cargo del gobierno el
] presclll-
confesor de Isabel, Cardenal ]iménez de Cisneros -franciscano, elegido
adiungere,
Cardenal e Inquisidor (1507)-, como Regente. Lidió duramente con la
habilidad
nobleza y las oligarquías urbanas, ostentando un poder prácticamente de
facto. La Floresta españolp, Jo recuerda así: "Cuando el conde de Pliego el
una deci- gordo vino a hablar al susodicho cardenal [Cisneros) de parte del duque
'tes de dar del Jnfantazgo y del condestable y del duque de Benavente, &c. [miembros
clamaban: de la resistencia nobiliaria) para saber con qué poderes gobernaba, sacóle
6n y favor
a un antepecho de la casa, donde tenía el artillería, y mandándola cargar y
pegar fuego ... dijole que los poderes que tenía eran aquellos" (FloTesta
u segun- Española: J, JI, 3). Cisneros tenía alguna fama por haber impulsado refor-
) realiza- mas en el régimen de los monasterios y el clero secular, pero no podría
¡ia"; pro-
público" 4 Trató de equilibrar la posición del virrey frente al Parlamento, y quiso introducir el
los debi- Santo Oficio para oponer una potente instituci91l a los baroni e incluso a intnlsiones pontificias
iones de (Nápoles era feudo de la Santa Sede). Pero la medida no quedó libre de resistencia, ¡¡'acasó y,
al final, los barones fortalecieron sus privilegios (en 1507 Fernando rechazó la petición de
o de los equiparar los VOtosde los representantes municipale's freme a los de la nobleza en el Consiglio
us actos, detli Etleti), si bien los populares recibieron algunas concesiones bajo la máxima: divide et
re la,pri- impera. Al se,. recibido parlas represemantes del reino, el Católico aceptó varias de sus peti-
ciones (por los Capítulos de Segovia [1505], yel día de los ho'mem~es en el Parlamento), y
~sedejar confirmó sus antiguas Jibertades. tajes Como que los cargos debían conferirse a Jos regnícolas
tan de (tres años más tarde se hizo explícito que el privilegio alcanzaba las más altas magistraturas de
justicia y hacienda; décadas después [1536] los regnícolas reclamaron para sí los Setle Orandi
UjJici, y lograron [pragmática De ojJicio",m pmvisione y capitulaciones de Bruselas, 15501 su
lugar en el orden conciliar del reino). Se aceptó que el virrey tuviera jurisdicción alta y b'ti ,
a
.s )' que le mero y mixto imperium, pero siempre según los copitutis, legiblls et conslitionibllS del reino, intro-
duciendo paulatinamente Otras restricciones que los napolitanos idearon. El Parlamento, que
s." Cil. en
regularmente celebró reuniones (hasta mediar del Seiscientos), consen'ó amplios poderes,
repartiendo las exacciones tribut.1rias y orientando la legislación del reino. Sobre los alTeglos
s Díez del
osición de napolitanos de Fernando, véase: Pablo Fernández Albaladejo, Fragmentos de Monm'quía. Traba-
jos de [¡istOliapolítica, Madrid: Alianza, 1993, pp. 32-35. También, el capítulo "El "irreinato y la
: Alianza,
monarquía", de Rosario Villari, f.o n?vuelta onti-española en Nápotes. Los Oligenes (/585-1647),
Madrid: Alianza, 1979, pp. l 3-39.
EL VUELO DE ASTRL-\
66
5 "El actual rey de España -observó Maquiave1o-, si hubiera tenido fama de liberal, no
habría acometido ni superado tantas empresas" (El príncipe: XVI). En Castilla, procedió con
seleeti\"a liberalidad: concedió mercedes reales a los que se Dlantuvieron fieles, pero también a
los adversarios, siempre que mostraron subordinación a su llegada, obrando de manera fulmi-
nante contra los recalcitrantes.
6 Maquiavelo hacia suya la reflexión: "Los hombres, como deCÍa el rey Fernando, a
menudo se comportan como las pequei1as rapaces, que están tan ansiosas de conseguir su
. presa, incitadas por su naturaleza, que no se percatan de que un pájaro mayor se ha colocado
encima de ellas para matarlas" (Discursos sobre la p1'iurem década de Tito Livio: l, 40).
ASTREA LOS RAYOS DE JÚPITER
. 67
íncipe. esperamos en Dios que este tan bueno e santo proposyto hará muy bueno
ró. La e santo fruto; e por quel deseo destos sus subditos e naturales destos sus Rey-
Espera nos es de conoscer por obra lo que por vuestra Alteza nos es mandado decir,
,res de syguiendo e syruiendo a vuestra Alteza como a su Rey e sennor natural, acor-
'Ibre de damos de mirar e platicar entre nosotros para alean,ar el huta de tan santos
bIe, el deseos sobre que cosas debieramos suplicar a vuestra Alteza proveiese, cons-
;electi- yderando que vuestra Alteza, como sancto, justo, catholico Rey, primero deve e
ñas de es obligado a socorrer e proveer en las cosas tocante a sus pueblos, universyda-
des e subditos e naturales vasallos, que alas cosas suias propias.
aballe-
recu- Nótese bien, paresa fue escogido como rey:
;-rnos,6
E, muy Poderoso Sennor, ante todas cosas, queremos traer a la memoria a
procu-
vuestra Alteza, se acuerde que fue escojido e llamado por Rey, ruja .interpreta-
berna- cion es regir bien, y por que de otra manera non seria regir bien, mas desypar,
y a su e ansy non se podria decir ni llamar Rey.
otentí-
onsen- La última línea recuerda a Isidoro: Tex eris si Teclefacies, si non facias,
inven- non ens. Lo que sigue sitúa el discurso de la Cortes en la línea del para-
digma judicialista de la Monarquía:
OS, no
El buen regir es facer justicia, que es dar a cada uno lo que' es suyo, a este tal
de sus es verdadero Rey porque aunque en los Rey se halle y tenga otras muchas
.doras. fuer,as, como son linaje, dignidad, potencia, honra, rriquezas, deleites, pero
nte la ninguna de estas es propia del Rey, segund los decretos e auctoridades de doc-
Sicilia tores dicen, sy non solo facer justicia e juicio, e por esta e en nonbre delJa dixo
Barba- el Sabio: "Por mí los Reyes rreynan, &". Pues, muy poderoso sennor, sy esto es
verdad, vuestra Alteza, por hacer esta reynar, la qual tyene propiedad que
::arIos.
quando los subditos duermen elJa vela, e ansy vuestra Alteza lo deve hacer. ..
e Fer-
por esta causa asaz sus subditos le dan parte de sus frutos e ganancias suias e le
de la syrven con sus personas todas las veces que son lJamados; pues mire vuestra
id. Lo Alteza sy es obligado por Contrato calJado a los tener e guardar justicia, lo qual
jurado es de tanta excelencia e dignidad que Dios se quiso en la sagrada escriptura
des, la intitular de elJa quando dixo: "Yo soy Juez justo", e sola esta fue parte para
niento libertar de pena al Trajano, pues sy la justicia es tan amiga de Dios, mire vues-
tra Alteza quan grand amigo será suio el que .Ia sygue e guarda.
EL VUELO DE ASTRL\
68
.a de la lona que de Rey de los Romanos; a los castellanos decía que el uso del título de Emperador no
como se debía a un desaire a los reinos de la corona de Castilla. Lo registra J. M. Batista i Roca, en
el Prólogo a: Helmut G. Koenigsberger, La prdctica del hnlJC/io, Madrid: Alianza, 1989, p. 17.
sober- 8 Bien sabedes ... fui elegido por EnlJemdOl; e como ofebte la eleccion de m)' jecha, guardondn a
de res- esos Reynos sus onlTas, e livertades, e prehemynen,yas, e esenciones, segnnd todo 1)01'las dichas cm.tas que
.ría JIa- vos ma.ndamos enbiar habreJs visto, desjJlleS de lo qual vos haumos saber C01110 )'0 el Rey continuamente
he seydo e soy con mucha ),utancia requlI1ido e suplicado, asy IJor los dichos eletnres, como IJor los otros
ran Sll1 p,infipes, e perlados, e feudatmios, e f'Íudades e villas del dicho )71Plilio, que guardando los estatutos y
inade- establefimientos ynpenales e el tellO!'de la Bula aurea que elltre otras cosas especialmellte dislJone que el
genCla, eleto ellperador, luego como fuere elegido, ha de )T en la fiudad de Aquisgran a sse consagrar e ITef'Íbir
ell ella la p,imera coralla imperial ... (L/amiento de Cortes del alio de DXX que se hicieron en La
Coruila).
~.
¡
t
70 EL VUELO DE ASTREA
de las pedir, ni aún las osáredes suplicar. Ya, señores, es llegada ia hora en
onaste-
que se conoce si es bueno lo que decis y es Ot1'0 lo que quereis (loplstolas familia-
Tes: XLVlIJ).
corona
e R,eyes y dirigiéndose a un individuo de la Junta:
Izan de
Esa gente que traeis de la comunidad, es tan vana y tan liviana, que ... ni con
y puede poco se contentan, ni con dádivas se aplacan ... Una diferencia hay de nosotros
ue otro; a vosotros, y es, que de los que seguimos al Rey esperamos mercedes, mas
. solo en vosotros no las esperais, sino que os las tomais (Epístolas jamiliaTes: XLIV).
o Rey e
Reynos El conflicto pronto se propaló. No fue exclusivo de las ciudades: "En
.1'0, e la. este reino [de Castilla] uva dos partes; la una fue de comunidad, la otra de
1e San- grandes y caballeros".1O También hubo los eclesiásticos, los curas armados.
ida del Fray Antonio escribía al obispo de Zamora en 1521: "hacer de soldados
menos, clérigos, aun pasa; mas de clérigos hacer soldados, esto es cosa escanda-
:astilla losa", y más adelante: "vi con mis ojos propios a un vuestro clérigo derro-
car a once hombres ... al tiempo que los asestaba para tirarles, los santi-
:ipe los guaba con la escopeta y los matabas con la bola" (Epístolas familiares:
~riales, XLIII); en otra cana: "tomar de los soldados para dar a la Iglesia, aun
en las pasa; mas tomar de la Iglesia para dar a los soldados, es cosa tan escanda-
:ipe en losa y descomulgada" (Epístolas familiares: XLVII). Las dignidades que no
estuvieron del lado de las Comunidades, se las vieron malamente con ellas.
lila. El Según una Silva Palentina, que registra algo de lo sucedido:
futuro Hicieron así mesrno [los comuneros] otra novedad ... el pueblo ... quito los
procu- regidores puestos por el obispo, y hizo otros por su propia autoridad, los qua-
Avila, les gobernaron todo el tiempo que duraron las alteraciones. Asi mesmo, jun-
.tre las tandose un dia todo el pueblo a campana tañida, inducidos por algunos hom-
Traba- bres revoltosos y amigos del escandalo, fueron con mano armada a VillamurieJ,
dos en que es la casa y fortaleza del obispo, donde habia muy buenos aposentamien-
Ira for- tos, y la quemaron toda."
Idades,
Las Comunidades expresan vigorosamente el orden complejo de la
Jientos
corona de Castilla. También de Aragón: en Valencia, simultáneamente
os rea-
(1520-1521), se suscita¡'on las gennanías que obligaron al virrey a huir del
e Gue-
reino; los levantamientos se extendieron hacia Mallorca, donde duraron
lsión a
todavía más (1521-1523). Hasta aquí, el poder real delegado en los valedo-
~go de
res de Carlos se ve reducido a ejercer una política fuertemente limitada,
controlando unas cuantas alternativas. En abril de 1521 los realistas se
es de la impusieron en Villalar; Toledo resistió hasta febrero del siguiente año. Las
~surrec-
járedes
10 Carta fechada en 1522, citada por Julio.Valdeón Bamque, "Revueltasen la Edad
Media Castellana",Revueltas)' -revotuciones en la Historia, Salamanca:U. de Salamanca,1994,
I'all, l.J1S p. 19.
lICitada por Baruque, ibid., p. I J.
I
j
72 EL "VELO DE ASTRE,\
T
I
Comunidades fueron reducidas, y el triunfo inspiró juicios tan entusiastas
como el siguiente de Pedro Mejía:
acabaron los vanos pensamientos destos caballeros con título y nombre de trai-
dores, por haberse puesto en armas contra su rey, que no puede ser mayor
afrenta ni deshonra, Perdieron, juntamente con la vida, la nobleza y hidalguía
que heredaron de sus padres, ganada por ser leales, en lo cual pueden tomar
ejemplo [.. ,] para nunca apartarse del servicio de su rey por ninguna cosa que
acontezca, pues no solamente lo mandan así las leyes humanas, pero las di\'i-
nas y santas lo disponen también; y tanto, que dice san Pablo que aun á los
malos reyes y príncipes debemos ser leales (Relación de las comunidades de
Castilla ),
l
1
Abusa Mejía de las palabras del Apóstol,12 se engaña, Las ciudades no
se contentarían con ello, es más: "La vida silenciosa que sigue a los moti-
nes -tal vez hubiera dicho Tácito- cumplió con la esperanza de largos
premios" (Anales: I),
Siguió una represión selectiva contra los irreductibles, pero también
una política de atracción de aliados; para empezar: los grandes fortalecie-
ron sus privilegios.13 Pero también el clero miró por los suyos. El rey los
necesitaba aliados, en su trato con Roma.14 Cierto que hay un regalismo
efectivo sobre la Iglesia castellana por el Real Patronato,15 pero Carlos
amplía y fortalece los beneficios e inmunidades del clero regular y secular en
vistas a la Contrarreforma, si bien exige alineamiento político. Tras el epi-
sodio de las Comunidades hay, pues, un reacomodo estamental, en el
encontraron también su lugar, con la nobleza y el clero, las ciudades
derrotadas. Don Carlos y doña Juana la Loca, en Toledo, 1525:
12 Pablo: "Todos han de estar sometidos a las aut.oridades superiores, pues no hay autori-
dad sino b~jo Dios; y las que hay, por dios han sido establecidas, de suerte que quien resiste a
la autoridad, resiste a la disposición de Dios, y los que la resisten se atraen sobre sí la conde-
nación" (Rom 13: 1-2),
13 "La victorio de Villalar -observa J A Maravall-, obtenida por parte del rey y de los
grandes, y la consiguiente gerrota del _programa de los comuneros, inicia la fase ascendente
de la marea señorial en Espai1a". Las Comunidades ... , op. cit., p. 210.
14 Carlos lograría para Adriano el Papado (1522) y, a su Illuerte, no reparó, sirviéndose
de los lansquenetes, ell"encarcelar a Clemente VII en Castel Sant' A.ngelo (el saco de Ronw). Sin
embargo, las relaciones no serán dóciles con el Obispo de Roma, aunque sí vent~josas. Lo
t.enÍa claro Baldassare Castiglione (nuncio apostólico en la corte de Carlos): el interés de la
Iglesia, se cifra en una paz estable con el príncipe católico (R. Castiglione, I--ettere, JI, Paclua:'
Comino, 1771, pp, 141-145).
15 Por este medio, el príncipe tenía un control directo sobre la jerarquía eclesiástica, pre-
sentaba candidatos para las sedes episcopales vacantes que el Papa se liInitaba a confirmar,
además otorgaba permisos de fundación pilra iglesias y conventos y cobraba tercias sobre los
diezmos que recolectaba la Iglesia, en fin, la Santa Sede no podía hacer yaler en los ámbitOs
de las coronas de Aragón y Castilla sus bulas ni sus breves sin pase reaL Hay un ordenamiento
que pone límites a la intervención pontificia, pero hay una tensión permanente al interior de
la Monarquía entre el regalismo y las libertades de la Iglesia, las jurisdicciones eclesiásticas,
sus privilegios, exenciones, &c., que definen relaciones polémicas que lTIodelan el régimen
regale el politic1l1Jl. castellano y aragonés.
ASTRE/\. LOS RAYOS DE JÚPITER 73
lsiastas Porque los procuradores de Cortes, que vienen por nuestro mandado, procu-
ran nuestro servióo y bien de nuestros Reynos, somos tenudos de Jos oir
benignamente, y rescebir sus peticiones, así generales como especiales, y les
de trai- responder á ellas, y los cumplir de justióa; lo qual estamos prestos de lo facer,
. ll1ayor
según fue ordenado por los Reyes nuestros progenitores: )' mandamos, que
dalguía-
ántes que las Cortes se acaben, se responda á todos los capítulos generales )'
1 tomar
osa que especiales que por parte del Reyno se dieren; y se den ele ello las provisiones
as divi- necesarias, como convenga á nuestro servicio, y al pro)' utilidad ele nuestros
.n á los Re)'nos (Novfsima Tecopilación: III, VIII, 8).
'ades de
En futuras Cortes (1538-1539), Carlos no puede obtener a causa de
pertinaz resistencia de 'Ia nobleza de Castilla el establecimiento de un
des no. impuesto general sobre el consumo,IG poniendo el ejemplo a las ciudades.
, moti-
Merece la pena detenerse aquí brevemente.
largos Regresaba Carlos a Barcelona en el verano de 1538 de una expedición
a Niza, Génova y Marsella; en Valladolid fue informado de la situación de
mbién
las Rentas Reales: el servicio ordinario de Castilla no bastaba a satisfacer las
alecie-
'evI los necesidades. del gobierno. El príncipe pensó que mediante una sisa gene-
alismo ral podía ponerse remedio, y para introducirla creyó conveniente consultar
Carlos antes a los Grandes, los prelados y procuradores de las ciudades y villas
¡lar en con voto en Cortes. El llamado se hizo por una Real Cédula fechada en
~J epi- septiembre, citando a los representantes para octubre, en la ciudad de
en el Toledo. Reunido el reino en el monasterio de S.an Juan de los Reyes, el
!dades rey formuló sus proposiciones, relatando las treguas con Francia, la pacifi-
cación de 1talia, la liberación de Viena de manos del Turco, la liga concer-
tada con Venecia, y todos los dispendios que esto había representado.
auwri-
'esiste a
Rogó, en suma, la ayuda del reino.
conde- La sisa sería temporal y moderada, y sólo en tales condiciones aceptó
la carga el brazo eclesiástico, ejerciendo en ello alguna presión el Arzo-
¡ de los
:ndenlc bispo de Toledo, presidente de aquellas Cortes.
Pero el brazo armado fue reunido aparte, en número de 12 represen-
éndose tantes, .Yno para pedir su consejo sino ayuda en las circunstancias expresa-
"a). Sin
sas. Lo das. Sin embargo pidieron los nobles que no se u-atará de sisas,17 y que se
.s de la
Padua:
IG LodestacaFemandBraudel,El Medilenimeo y el mundo mediterráneo el! la época de Felipe lJ,
:a, pre- Tomo 11, Madrid:'FCE, 1993, p. 79.
firmar, )7 El Duquede Bejarexplicaba:me IJaTece que esle nomhre de sissa es lenido en esllJs Reynos, á
bre los lo q"e yo alcanzo, por tan odioso, que no hallo que pueda haver ganancia igual á la perdida de vol"nla-
.mbitOs des que en el ira/m' della ca.'llsaria; los qtros once votaron en el mismo senLido, y Juan de Vega
miento aiíadió que sin embargo debía el príncipe atender las cosasde interés del reino y especial-
rior de mente de S11 estamento: me parece que 110 se debe .hablar en sissa, sino en entenderse con mucho cui-
ásticas, dado en semir á su Mageslad)' suplicarle IJor cosas que i1ll1Jo,ta11al bien deslos Rey"os, )' jJfIltiCIIlar-
~güllen mente á este brazo, ¡JOrque no nos guardan 11liU.:has libertades que tenemos, )' resumiendo me suplico de la
sissa. (Cortesde Toledo de 1538-39).
74 EL VUELO DE ASTREA
18 El Conde de Siruela: Parece me que con buena conciencia 'J'W soy parte para otorgar la sissa, y
por esto la niego; y en la demás me jJQrecese debe todabia platicar sobre medios pm"a servir á su. Mages-
tad, tiniendo por importmue y muí necessario la co11lunicacion con Procuradores. Pronto se formó una
posición en este sentido: Los Grandes J' Cavalleros, que por mandado de su jWagestad aqui estan jun-
tos vieron lo que ultima mente de pmte de Vuestra J\ilagestad les dixo el Cardenal de Toledo, é pOTque les
parece combenir al servicio de Vuestra iVlagestad y á la más bre7)eexpedicion, y mejor deste negocio, que
tmtan de comunicarse con los Procuradores, le suplican, que para hc.ceTlo lodas las veces que fuere nece-
1
sario, dé licencia jJara que con esto Ji con aiudarse V'llestTa iVlagestad para ello como de tan excelente
Prindpe muflan, )1 esperan, que la resaludan se tomará mejor, JI mas bTevemente como al servicio de
Vuestra ¡vlagestad J' bien destos Re)"llos cambenga, lo qual ellos desean, como es Tazon, é para esto les ha.
acrecentado la obligacion delAIIlO1~.Y cuidado que Vuestra l\1agestad ha mostrada tener á la conserbacion
de la nobleza destos ReJ'llOslJara lo qual humildemente besamos las m,anos el V'lus/m ¡Hajes/arl. (Cones
de Toledo, 1538-39).
ASTREA LOS RAYOS DE JÚPITER 75
:¡ue se cipis: VI), tiene Erasmo la precaución de seüalar objetivamente, pero tam-
a reu- bién conforme al ordenalismo medieval:
IÍ jJam
debe huir [el príncipe] de cualquier innovación siempre que le sea posible.
las
'1110 Pues incluso si se cambia para mejor, la novedad en sí misma crea cierto
'sen en malestar. Las más de las veces no se ha cambiado sin alboroto la organización
: Vues- de una república o la costumbre pública de una ciudad o las les leyesvigentes
tubiere desde hace mucho.
lleras,
El apunte es político, como en Maquiavelo: "no hay cosa más difícil de
tratar, ni más dudosa de conseguir, ni más peligrosa de conducir, que
earon
hacerse promotor de la implantación de nuevas instituciones" (El Príncipe:
VI), pero en Erasmo no hay la advertencia: "quien pasa a ser seüor de una
Idas y
:ncipe ciudad acostumbrada a vivir libre y no la destruye, que espere ser des-
)rmar truido por ella" (El Príncipe: V); ni la recomendación: "cuando alguien
acep- llega a ser príncipe de una ciudad o de un estado, sobre todo si sus
lOrdi- cimientos san débiles y no se inclina a la vida civil. .. el mejor medio que
:)11 en podrá emplear para mantener su principado es que, siendo él un príncipe
rVIClO nuevo, lo organice todo de nuevo" (Discursos sobre la primera década de Tito
Livio: 1, 26), Carlos ni organizó todo de nuevo en Castilla, ni las Comunida-
o por des destmyeron al príncipe: quedó al poder real algún recurso para recom-
): un pensar a Jos leales y perseguir' insumisos, pero -signo de su debilidad tal
diri- vez- se vio impedido a actuar cabalmente como dice el Evangelio: "Des-
s que plegó el poder de su brazo ... derribó a los potentados ... y ensalzó a los
icato- humildes" (Lc 1: 51-53); menos pudo introducir novedades.
, pro- En definitiva, procedió como sugiere ingeniosamente Erasmo: "Si el
JOnes pueblo fuese intratable y mostrase rechazo hacia el propio bien, entonces
tam- deberá favorecérsele ocasionalmente y conducirlo paulatinamente a tu pro-
OJO e
pósito con alguna artimaüa ,o con cualquier saludable inducción; del
no es
mismo modo que el vino cuando se bebe, al principio no se nota su efecto,
:no y
lica" , pero luego sin sentirlo pasa a la sangre y hacer perder al hombre la cabeza
Prin- arrastrándolo con su fuerza" (Institutio Principis: IJI). Pero marearlos fue
más difícil.
Antes Carlos t.endría que emplearse en at.ender los múltiples conflictos
~lssa,y
v/ages- que se suscit.aban en sus dominios.19 Y como apunta Art.ola: "el empeüo en
.ó una cada momento' por acudir al último conflicto planteado no le dejó tiempo
n jU71-
¡ue les
'O, que 19 Hay que recordar que en el tiempo de las comunidades, Lutero entusiasmaba con su
~ llece- prédica a los prósperos ciudadanos alemanes, persuadía al príncipe de S~onia y a otros. Se
"lente animaban innumerables revueltas, la Liga de los Caballeros de Franconia (1522), la lucha de
'ciD de los campesinos alemanes en la Selva Negra (1525), que atrajo al obispado de Bamberg)' a la
les ha ciudad imperial de Rothenburg, Las dietas imperiales de Spira (1526) )' Augsburgo (1530)
~acion anunciaron, de algún modo, la Liga de Smalkalda (Turingia, 1531), rebelde a ROn,a )' hostil al
~ones Emperador. Entre tanto, el Rey Cristianísimo}' el Turco revolvían el 'Mediterráneo. También,
~.
I
,
EL VUELO DE ASTREA
76
lado imperio. Hay que verlo con algún detenimiento. i\'luchas veces, al cho-
.arquía
car las prerrogativas regias contra las libertades, los tribunales y las institu-
ón del
ciones representativas de cada figuración política, los límites operativos del
proce-
PlUdente tienden a fortalecerse, reduciendo al máximo sus opciones de
u-quía,
gobierno efectivo (vg., en los Países Bajos); otras veces (como en Aragón),
te cen-
puede allanar algunas instituciones incómodas, pero no ejercer un domi-
nio sin resistencia. En otros casos (como en Castilla o en Portugal) la for-
.Ios en
tuna y la plUdencia le obligan a comprometer sus posibilidades regalistas )'
sional-
las de sus sucesores. Veamos.
~gOCla-
presar
-zadas, 11. EL DESENGAÑO DE FLANDES
JS fue
Braudel ha dicho que Felipe JI no se sintió nunca a gusto en los Países
Bajos, que desde 1555, luego de recibir aquellos dominios, expresaba su
:Mühl-
deseo de marcharse de regreso para Castilla.24 Entre las cosas incómodas,
s elec-
tenía que comunicarse con las Provincias por su consejero, Antonio Perre-
los no
not -Seüor de Granvela, Obispo de Arras, Arzobispo de Malina (1560),
tcepta-
Cardenal (1561)-, para los asuntos más arduos: le urgía aliviar el agota-
~ arre-
miento financiero de la Monarquía y por ello se hizo crecientemente
1531),
impopular, detestable después. Las asambleas representativas le exigieron
res en
observar las constituciones existentes, atender el consejo de los represen-
1 Hun-
tantes de las ciudades, del clero y la nobleza, y procurar su consentimiento
aro La
en todos las decisiones que les concernían, introduciendo a la vez un .obs-
s. Sin
tlUccionismo sistemático al gobierno.
El descontento se intensificó aún más con la penetración del lutera-
IraclO-
nismo, anabaptismo y sobre todo el calvinismo alejando definitivamente a
: limi-
los Países Bajos de la obediencia al Papa y -por extensión- al príncipe
l dila-
católico. La Bula Supe¡- UniveTSQs (1559), por la que el Pontífice mandaba
la reestmcturación diocesana de aquellos lugares, fue el punto de ruptura.
neficios
En estas condiciones, de vigorosa oposición, en 1559, Felipe escribía a
, de las
Granvela: "Nada conseguiré .permaneciendo aquí excepto perderme yo
mismo y a mis estados ... lo mejor que se puede hacer es que todos busque-
ermano
mos e.l remedio como lo haré yo en la medida de lo posible, y si el reme-
os occi-
dio no se halla aquí iré a buscarlo a Espaüa".23
Ese mismo aüo se marchó de BlUselas, para no volver. La afortunada
a la vez
victoria de San Quintín y la paz con Francia dio ocasión al príncipe para
:erminó
les y el regresar a Espaüa,26 dejando en manos de la Duquesa de Panna -Marga-
"a y las rita, hermana de Felipe, hija bastarda de Carlos- el gobierno de los Paí-
'gue de ses Bajos. Granvela se ocupó de la política eclesiástica, sumando con
;Lamen-
dias, el
los rei-
24 Fernand Braudel, El MedileJTálleo ... , op. ~il., p. 400.
Sicilia.
23 Citado por John Lynch, La Espm¡a de Felipe 11, Barcelona: Crítica, 199i, p. 20.
5), y se
26 1559: por los Tratados de Caleau-Cabrésis, franceses y españoles, sin decisión en el
¥
78 EL H'ELO DE A.STRL\
I
su proceder aún más poderosos adversarios: muchos de! clero, y los más
de la nobleza, encabezados por el comandante militar Conde de Egmont y
el luterano Guillermo de Nassau, Príncipe de Orange, quienes reunieron a
otros descontentos y ambiciosos para formar la vigorosa Liga de los Gran-
des (1562), dirigida en lo inmediato a oponer resistencia a Granvela, for-
zando su retiro (1564). Mientras pretendían mayores cosas, el Prudente
prestaba atención al avance turco sobre Orán (1563), Malta (1565), igno-
rando deliberadamente lo que en los Países Bajos sucedía. Eso sí, mandó
apretar el rigor contra los herejes; pero la Inquisición lo agravó todo: vio-
lentó las jurisdicciones y libertades urbanas, provocando revueltas en
Holanda. En 1565, en representación de los Grandes, se trasladó a Castilla
I
I
el Conde de Egmont. Negociar la obediencia fue su intento, pero resultó
inaceptable: implicaba tolerar la herejía. El Prudente lo entretuvo, sin
embargo. Simuló acceder a sus inadmisibles peticiones, sin compromiso:
"ya tendréis entendida mi intención -escribe a su secretario-,... no
resolver agora estas cosas que e! Conde pretende, ni desengañarle de ellas,
porque nos mataría y nunca acabaríamos con él".27 Pronto se descubrió
la sutileza; arreció el malestar. De Flandes, se propagó tumultuosamente la
Furia Iconoclasta (1566).
La muerte de Solimán e! Magnífico produjo guerras intestinas en e!
Islam que amainaron brevemente la amenaza turca sobre el Mediterráneo,
dando respiro a Felipe para volver la mil ada a los Países Bajos. Consultó
la opinión de Fernández Álvarez de Toledo, Duque de Alba, sobre los últi-
mos desacatos protestantes:
El Duque -comenta don Bernardino de Menoza- le respondió que las nove-
dades de los Países Bajos habían llegado a término, que obligaban a que su
i. Majestad tomase las armas para castigar los... rebeldes y acaballas de todo
l' punto; pues por otro ningún medio que este no se podría hacerjusticia dellos,
según convenía al serviciode Dios y reputación de su Majestad,aunque se rin-
diesen todos, sino haciéndose con grandísima sujeción, y conformándose con
lo que su J\L~estadfuese servido ordenarles... y que por este camino de casti-
. gallos su Majestad... pondría temor, freno y miedo a los demás vasallosde sus
reinos y seüoríos para no conjurarse ni levantarse (Comentarios de las guerras de
los Países Bajos desde el mIo 1567 hasta el de 1577: l, 9). .
campo de batalla, exhaustos, empobrecidos, firmaban la paz y una alianza, confirmada por las
terceras nupcias de Felipe, con Isabel de Valois.
27 Cit. por Geofrey Parker, Felipe JI, lvIadrid: Alianza, 1984, p. 94).
ASTREA LOS RAYOS DE JÚPITER 79
.estan-
de la 28 Una aproximación a la justificación luterana y calvinista de la resistencia: Quentin
;, que Skinner, Los fundamentos deL pensamiento politico moderno JI. La Reforl1Ul, México: FeE, 1993,
'en el pp. 195-245.
29 Cit. por Parker, O/,. cit., p. 152.
: para so Don Bernardino de Mendoza, comentando las penurias en filas españolas: "Y así .eSte
)01' el motín como los de antes escritos han de ser ejemplo a lodos los generales, .reyes y príncipes ...
¡ento, para esforzarse a no dilatar mucho tiempo el pagar los soldados .que siguen sus banderas... y
esto para no darles lugar a que la pura necesidad ... se las haga pedir, amotinándose". Dice
Cla se
EL YUELO DE ASTREA
82
esta muy aventurado [Flandes] con tanta gente y sin dináo, y así es menester
socorrerlo con gran brevedad, y sin él se imposibilitan más los conciertos, y no
puede tener remedio lo de allí si Dios no hace milagro.'1
La banca rota se declaró, y las condiciones para una solución interme-
dia -el regreso al ordenamiento j'egale et politucmn- no sólo eran posi-
bles, sino deseables para el Prudente:
Si las cosas estuviesen tan apretadas -escribe a don Juan de Austria- que lo
pidiesen todo absolutamente, y que de otra manera no quisiesen recibirle
parece que ... se debe conceder lo que fuere menester para acabar y salvar lo
que se pudiere ... con toda la aventura que se corre."
En 1576 llegó un proyecto a los Estados Generales de los Países Bajos
por vía de suplicación -de autor desconocido, que dice representar a las
entristecidas y oprimidas comunidades de estos países-, en que se proponía
lograr una paz por la que se regresaría a la situación ex ante, con un
gobierno moderado por el Derecho, por los tribunales y las instituciones
representativas de cada uno de los dominios:
Haciendo esto no sólo nos librarían [se dirige a los representantes reunidos en
los Estados Generales] de esta guerra sangrienta y alboroto. Más que eso,
poniendo todo en buen y apropiado orden, harán resurgir nuestros viejos pri-
vilegios y las laudables costumbres y derechos del país ... restableciéndolos. en
su antiguo estado, tal como fueron heredados por nuestros ancestros (Vertoog
ende Openinghe... [Adress and Opening to make a good, blessed and general peace in
the N etherlands, and to bring them under the obedience o/ the king, in her' old pTOspe-
rity, bloom and welfaTe J).
Además de las citas bíblicas obligatorias y su interpretación acorde al
alegato, el autor retrocede a las leyes antiguas -refiriendo diversos monu-
mentos jurídicos medievales, de significación concreta, local, que estable-
cen libertades, alianzas, pactos, cartas otorgadas, instituciones representati-
vas, &c.- para hallar la original constitución que regula el gobierl10 de los
Países Bajos, caracterizado como un gobierno "republicano. o racional
cívico político", en que el príncipe se ve obligado a respetar y seguir fiel-
mente los preceptos jurídicos existentes y vigentes. No haciendo "nada por
que los motines son muy inconvenientes, pues traen de suyo insolencias que los oficiales no
pueden reprimir, pero además: "no sólo [acarrean] el tomar el dinero con grandes intereses,
pero vender villas y ciudades para satisfacelles de su sueldo" (Comentario de las guenas de los
Países Bajos desde el mjo 1567 hasta el de 1577: XV, 5).
31 Cito por Parker, op. cit., p. 155. En 1575Requesens escribe a su hermano: "aunque el
rey se hallase con 10 millones de oro, y los quisiere enviar todos aquí, no tiene forma cónlO
hacerlo ... si lo enyoÍade contado por mar, "iene perdido; por cédulas ... ni aquí ni allá queda
mercader que pueda darlas, ni aquí hay quien las acepte ni cumpla". Cit, en ibidelll, p. 158.
32 Cit., en ibidem, p. 159.
.:r
ASTREA LOS R-\YOS DE JÚP1TER 83
¡enester voluntad, sino todo por la Ley y el orden". Defiende así la conveniencia de
os, )' no regresar al ordenamiento antiguo: 1'egale et politucum:
La palabra de Dios, así como todas las leyes, privilegios, hábitos viejos, usos y
,terme- costumbres, y todos los contratos mutuos, u'atados, y alianzas de los Países
n POSl-
Bajos, validados y confirmados por el Señor del país y por los Estados, con la
palabra de Dios y el sagrado juramento, hace claro y público que estos Países
Bajos, que han caído por la Ley de sucesión de la Casa de Borgoña en el Rey
, que lo de España, Serlor natural del país, nunca han sido gobernados como un reino
'ecibirle o ¡¡lonarquía absoluta, en que el Serlor del país puede llevar los asuntos del
alvar lo país a su voluntad y placer, sin importarle las leyes o derechos. Por el contra-
rio, el país siempre ha sido gobernado por derecho y justicia, a u'avés de una
política republicana o cívica racional, de tal modo que el Serlor del país ha
; Bajos sido como un sirviente de los derechos del país, leyes y regulaciones ... (Veltoog
lr a las ende Openinghe ... ).
oponía
También del lado espai10l hay sugerencias similares. Fadrique Furió
:on un
Ceriol, natural de Valencia, educado en Lovaina, al. servicio de Felipe,
\ClOnes
recomendaba en 1575 una vía intermedia de solución, pensando en forta-
lecer la auetoritas del príncipe mediante el respeto del orden constitucional
idos en anterior a la guerra, identificado con un régimen regale et politieum. Lo pri-
ue eso, mero es resolver la guerra, y no por las armas. "En dos modos se puede
jos pri- tan solamente: es a saber o por armas o por buen gobierno ... Las armas a
olas en provado y Vuestra Magestad hasta agol'a valerosísimamente ... pero los
(Ve1toog gastos han sido grandes, muchos los muertos ... Suplico, por amor de Dios,
beaeein a Vuestra Majestad sea servido de bolverse a la otra parte de las dos sobre
j!rospe- dichas". Recomienda esto, porque así debe ser, a su entender, el gobierno:
"De aquí que los poetas figuraron antiguamente el principado con la efigie
del minotauro de medio arriba hombre, que es el buen gobierno, que a de
,rde al
ser superior y primero, y de medio avajo ves tia, que es la potencia con las
monu-
armas, que ha de ser la ymferiror y postrera" (Rem.edios da.dos... a .m Majes-
stable-
tad pam el sosiego de lns altemciones de los jJaíses Vajos de los Estados de Flandes).
entati- La metáfora del minotauro -mitad hombre y medio bestia- parece
de los tomada de Maquiavelo (en El pTíneipe [cap. XVIII] se refiere al centauro
lcional Quirón en 1m sentido similar), pero no lo'demás. Propone una solución en
ir fiel- que la bestia debe usarse moderadamente, economizando la violencia en las
:la por penas de los rebeldes, repartiendo también premios, y sobre todo "confir-
marles de nuevo todas sus leyes, fueros, privilegios, inmunidades, usos y
iales no loables costumbres que usaban antes de los alborotos ... quitar como cosa
ltereses, nueva las nuebas imposiciones" (Remedios... ). El documento es breve, con-
's de IDS
ciso, pero se parece mucho en su contenido al más extenso dirigido a los
.nque el Estados Generales en 1576 .
la cómo Pero tampoco por la vía intermedia 'se logró mucho. Don Juan de Aus-
á queda
p. 158. tria murió pronto, y entró en su lugar el príncipe de Parma, Alejandro
Farnesio (1578), que se dio a la tarea de recuperar ("reconquistar") lo per-
f' . ---_ ..
84 EL VUELO DE ASTREA
88 EL VUELO DE ASTREA
España. En el Tratado de Estambul (1547), Carlos V tuvo que admitir tal título, y firmar así los
capítulos del pacto con los representantes austriacos, franceses y venecianos. El título de
Emperador sólo podría ser utilizado por el Sultán de los Turcos, puesto que era emperador del
A1undo, sultán de sultanes, corona de los monarcas terrestres, S01l1bTa de Alá en dos mundos, &c. Ozlem
Kumrular, "Carlos V y Solimán el Jvfagnífico: dos soberanos en lucha por un poder universal",
Universidad del Bósforo. S. f. .
43 La Bula de Oro de 1356 había definido el derecho exclusivo de los electores alemanes,
sin intervención papal, a la elección del Enlperador. Desde 1438 se habían reservado los
Habsburgo el título imperial, asociándolo con la misma dinast.ía. El Sacro Romano Imperio
germánico era una colección de 300 y tantos seií.oríos, ducados, principados, arzobispados,
marquesados, ciudades de diverso tamaño, antigüedad y estatutos, que gozaban de diferente
grado de autonomía conquistada o negociada; todos ellos con atribuciones electorales. Los
electores protestantes prefirieron la rama austriaca ~no la espai'lola- de la Casa de Austria
en la sucesión imperial. Todavía en el siglo xx alguien podía pensar que la auténtica heredera
y continuadora del Sacro Inlperio ROlllano era Austria (v., Claudia Magris, El mito habsbúrgico
en la literatura austriaca moderna, México: UNAM, 1998, p. 37).
44 Es más: la estrategia turca consistente en apoyar toda oposición contra Carlos, bien de
Fran.cia, de los príncipes alema~les o de los corsarios lnediterráneos, provocaron la ruptura
de la unidad cristiana. Se ha dicho por eso que la escisión entre la Alemania protestante y la
España católica fue, en parte, obra de Solimán.
45 En el sentido de "fuerza histórica que es capaz de detener la aparición del anticristo".
Cad Schmitt, "El nomos de la tierra", Carl Schmitt. Teólogo de la política, México: FCE, 2001,
p. 478. Véase, vg.: Tratado de hec1úcerias y s01tilegios (1553), de fray Andrés de Olmos.
46 atto van Gierke, Teorias politicas de la Edad Media, Madrid: Centro de Estudios Consti-
tucionales, 1995, p. 2.')7.
47 En una carta fechada en 1558, dirigida al embajador de Felipe, Fernando dice:
Habiendo entendido lo que 'uos... traxisteis en vuestra instrucción para tractar conmigo de parte [de]. ..
Nuestro 11l'll)l caro y muy amado sobrino, cerca del cargo de nuestro Lugarteniente en Italia ... Debe Su.
Alteza tener en memoria que ... les representamos los incon:uenientes, las alteraciones)' tumultos que
j,odían suceder de ello en el Imperio, y que no se so/dría con el/o. Citado por Braudel, El NIediterrá-
neo ... , op. cit., T. n, p. 383.
LOS RAYOS DE JÚPITER 89
ASTREA
sobre todo por los autores políticos castellanos48 Desde Castilla el príncipe
.IglO se
rsalista ... católico juzgó necesario gobernar la Monarquía.
En las Cortes de Córdoba de 1570, en la cesión de apertura, se escu-
), y en
chaba. el siguiente discurso: "Como sabéis, el Rey ha residido durante
con el
todos estos aí'Jos en Espaí'Ja, aunque tuviese urgentes y graves razones para
repre-
ausentarse de ella y trasladarse en persona a otros de sus Estados ... Pero
¡andad
S. M. sabe bien cuán necesaria es su presencia en estos reinos ... no sólo
la uni-
por el bien y el particular beneficio de ellos, sino también para proveer ...
la cris-
a las necesidades de los otros Estados, pues estos reinos son, entre todos,
:forma
el asiento esencial, la cabeza y la principal parte" .49 Castilla será la cabeza
isional
de la Monarquía Católica, pero cada una de las figuraciones que la inte-
. sobre
gran conservará su relativa autonomía, orden jurídico, tribunales e institu-
diluye ciones representativas. Las Cortes castellanas no ¡-epresentan la Monarquía
totalmente; pero consideran que representan lo principal de ella, y a esa
:ner el
importancia añaden una peculiar imaginería imperial.
nperio Desde tiempos visigóticos existe en el pensamiento hispánico la noción
,ricada
del exemptio ab imperi,50 lo que en la Edad Media suponía librarse de!
supuesto de que vivere secundum legem ronwnum es signo de pertenencia al
Imperio, expresado en la fórmula universalista: imwn esse ius, cum unum sit
.r así los imperium.51 Respecto al exterior, se afirma el sentido de exención imperial,
:lUlo de
'ado,. del pero además, al interior de la Península, tras la invasión musulmana, la
.Ozlem construcción del reino astur en torno a la corte de Oviedo fue acompa-
¡versal",
í'Jada por una renovación de los valorés góticos, especialmente aquellos
::manes, que permitían restaurar la imagen de unidad hispánica; estos valores per-
ado Jos duraron hasta la formación del reino de León, adoptando e! príncipe e!
Imperio
título de imperator, en el que estaba implícita la aspiración de superioridad
.spados,
¡ferente sobre los reinos cristianos que se venían formando en la Península, y el
les. Los anhelo de unidad de cara al proceso de islamización. La "idea imperial
Austria
eredera
leonesa" inspiró expresiones tales como magnus imperator, rex imjJemtor,
,blÍ1giCO
48 Una primera constnlCción, en' las Cortes de Santiago de 1520, en voz del obispo de
bien de
Badajoz, refiriéndose a Carlos: "Agora es vuelto a Espaiia la gloria de Spa;;a ... dicen los que
ruptura
escribieron. en loor dcHa, que cuando. las DU"aS naciones enviaba~l tributos a Roma, Espaii.a.
nte y la'
enviaba enperadores; envió a Trajano. a Adriano y Teodosio, de quyen subcedieron Arcadio y
Onorio, y agora vino el inperio a buscar el Enperador a España, y nuestro Rey de Espaiia es
¡cristo".
fecho par la gracia de Dios, Rey de Romanos y Enperador del mundo" .
.,2001,
49 Cil. en: Brauelel, El Mediterráneo ... , o/J. cit., 1'. 11, pp. 421-422.
50 El mismo Fuero Juzgo manifiesta la exención del Imperio en lo jurídico. Libro 11, Título
Consti-
1, Ley 8: "Bien sofrimos, et bien queremos que cada omne sepa las leyes de los estrannos por
su pro; mas quanto es de los pleytos iudgar, e1erendemoslo, e contradecimos que las no usen ...
o dice:
nin queremos que daqui adelante sean usadas las leyes romanas, ni las estrannas". Dice en
, [del ...
seguida, en la Ley 9 del mismo lugar: E si el iuez, Imes ue lomare el aIro libro defendudo [de leyes
Debe Su
romanas o exu'anjeras] si non lo rompiere, 9 lo non.despedam1'e, reciba la pena de aquel que recu-
1I0s que
~diterrá- rre a las leyes romanas.
51 M. Garda-Pelaya, "La ielea medie,'al del Derecho", Del milo )' de la 1'<Iz6n en el pensa-
miento polílico, Madrid: Revista de Occidente, 1968, p. 79.
90 EL VUELO DE ASTREA
52 Sobre la idea imperial leonesa, véase: Luis G. De Valdeavellano, Curso de historia de las ins-
tituciones e;pmjolas, Madrid: Alianza, 1982, pp. 228-232,
53 v., Pablo Fernández Albaladejo, "Los Austrias mayores", Fragmentos de monarquía"" op, cit.,
pp. 60-72. También, de! mismo autor: "Imperio de por sí": La reformulación de! poder uni-
versal en la temprana Edad Moderna", en ibidem, pp, 168-183,
54 Lo destaca David Brading: Orbe indiano, De la monarquía católica a la ,-epública criolla,
1492-1867, México: FCE, 1998, p_ 12,
,
ASTREA LOS RAYOS DE JÚPITER 91
'as 111.5-
55 Sobre la idea de centro sagrado que estllJctura el orden espacial véase Mircea Eliade,
I
'p. cit.,
T Unt-
;rioIÚl,
l..e saC1'éet le profene, París: Gallimard, 1957. Y también, en un semido político: Dalmacio
Negro, Metajísica del centro, s. f. .
56 Gil. por John Lynch, 1.0 EsjJmia de Felipe l/, op. cit., p. 21.
57 Braudel, op. cit., T. 11,p. 411.
58 J. Lynch, op. cit., p. 32.
I
1
~.
I
II
¡
92 EL VUELO DE ~~TREA
nas de las ciudades con sus privilegios ... pero el poder de! gobierno cen-
tral sufría además otras limitaciones. Cuando ... intentó compartir los cos-
tes crecientes de la guerra... tuvo que cOlnpartir también funciones
públicas con grupos de interés privados o provinciales ... se produjo enton-
ces [con la distribución de las cargas] un proceso en e! curso del cual la
administración militar pasó del control directo ... al de una serie de contra-
tistas privados y autoridades locales ... La financiación de las operaciones
militares quedó cada vez más en manos de financieros independientes",
&c. Este proceso es mucho más exteI1so, pues no sólo toca al orden mili-
tar, sino que incluye la venalidad de los cargos públicos, tanto de Justicia
como de Hacienda, así como la existencia de inmunidades regionales. 59 El
rey no es absoluto, ni podría serlo en semejantes condiciones.
Acaso lo intenta, pero no puede. Un dato, logra subir el techo de la
alcabala, pero a la vuelta de la fortuna -el desastre de la Armada Invenci-
ble- se ve en situación de componer un arreglo por e! que compromete
todas las posibilidades futuras de intervención fiscal directa. Después de so-
licitar a las Cortes un préstamo extraordinario: e! auxilio o servicio de
millones, pudo salir de apuros el Prudente, pero a cambio sentó las bases
de un régimen en e! cual las ciudades con representación en Cortes toman
el control de la fiscalidad impuesta sobre el consumo. Se afirma así un
poderío irrenunciable de la municipalidades en perjuicio del regalismo
hacendario, de Felipe y los felipes (Felipe III, Fe!ipe IV) que le siguieron.
Brevemente expuesto: las 18 ciudades con voto en Cortes, en la Comi-
sión de Millones (1601) y después en la Sala de Millones, forman un
pequeño comité por vía de diputación que administra y distribuye el dicho
servicio de millones; en 1603 logran por escrituras con fuerza legal la
jurisdicción civil y criminal en las causas tocantes a su administración, for-
mando juzgados en las ciudades cabeza de distrito; en sucesivos documen-
tos, de 1611 y 1618, se formaliza con precisión el sistema, y por reales
cédulas se reconoce la autonomía de sus procedimientos frente a las
Audiencias, Chancillerías y demás justicias: con propia "Autoridad, sin
dependencia de otro Tribunal ni Consejo", como se declara en 1639.
Esta pequeña y poderosa diputación formará sala aparte en el Consejo
de Hacienda desde 1658, y se permite votar servicios prescindiendo de
reuniones en Cortes, controla la recaudación.50
Al debilitamiento del rex, corresponde el fortalecimiento de! regnurn,
pero en el caso castellano ocurre la proeza que e! universo de! regnurn
59 ¡b'd -3 ~"
1. em, pp. " -5 ~
60 Pablo Fernández Albaladejo observa "que la implantación de los millones constituía un
serio obstáculo para el establecimiento de una monarquía absoluta parece claro. Quizá por
ello las ciudades no sintieron la necesidad de iniciar, como en otras partes del continente, una
dinámica de confrontación con la monarquía. Antes al contrario: todo parece indicar que
independientemente de algún otro enfrentamiento, el acuerdo suscrito cumplía sus intereses".
1
ASTREA LOS RAYOS DE JÚPITER 93
:Ía un "Monarquía, cortes y cuestión constitucional en Castilla", Fragmentos de monarquÍLl ... , op. cit.,
, por p.296.
" una 51 V, José Antonio Maravall, Las Comunidades ... , op. cit., pa.ssim.
: que 62 Otra cosa que ha estudiado admirablemente Pablo Fernández A1baladejo: "La resisten-
~ses". cia en las cortes", Fragmentas de monarquía ... , op. cit., pp. 325-349.
•••• 11.1
94 EL VUELO DE ASTREA
r
Clan: III, VIII, leyes 4 y 12). Sin embargo, ya para entonces, los que solían
comprar aquellas procuraciones para gestionar sus propios asuntos se
desinteresan de ello; las ciudades tienen su representación permanente
para la fiscalidad en el Consejo de Castilla, pero ni los señores ni los curas
aspiran a conseguir beneficios por la representación en Cortes.
El brazo armado defiende y fortalece sus preeminencias, asentados
desde el Ordenamiento de Alcalá, a su modo. Cierto, disminuye su control
jurisdiccional,63 pero el príncipe, proporcionalmente, no podrá obtener
nada de ellos. No es cosa nueva: en el año 1640 lÍama el príncipe a los
Grandes para ir en demostración a Cataluña, y "la gente conoce la mala
disposición de los nobles para ir a la guerra y se comenta -según refiere
un jesuita, en carta privada- que ya se conformará el rey con que cada
uno le dé doscientos o trescientos escudos".64 Observa Elliot, para el
mismo año, que la Corona quedó inmovilizada "por el peso muerto de los
poderosos. Ellos, a su vez, dependían hasta tal punto de la Corona para
cargos, favores y concesiones que les protegieran de los tiempos económi-
camente difíciles, que no tuvieron ni el deseo ni la capacidad de empren-
der nuevos caminos" .65 Dependencia, sí, pero sin concesiones fiscales ni
militares. Esto pesa gravemente sobre el poder real. Además la nobleza
castellana defiende sus prerrogativas en el Consejo de Castilla, y también,
sobre todo, directamente en la corte.
Lo digo con Atienza Hernández: convenía a esta dócil nobleza tratar
sus asuntos de provecho con el príncipe personalmente: "No sólo para
obtener oficios y sueldos para ellos y sus familiares, sino también para ase-
gurarse efectivos para poder explotar sus propias tierras". 66 Y esto suponía
una etiqueta, una cierta afectación cortesana, una conducta manifiesta-
.~.
E ASTREA LOS RAYOS DE JÚPITER 95
e solían mente sumisa, pero muy redituable: "Ser buen vasallo del rey, podía
mtos se repre~entar pingues beneficios, no necesaria y directamente económicos y
nanente monetarios, como cargos de gobierno, aunque también de esta índole".
JS curas Desde luego, el pdncipe podía construir selectivamente expectativas más o
menos desfavorables: "para garantizar la adhes!ón y el consenso no existe
entados nada mejor que una bien planificada y cuidada política de gratificaciones,
control mercedes y sen'icios para quien actúa de acuerdo a los intereses buscados,
obtener negándoselos al resto".6i Y esta política de favores impide el desarrollo de
le a los la representación corporativa de la nobleza, sin necesidad de lesiona¡- su
la mala Derecho.58
refiere Pero a ello no se reducen toclas las posibilidades de los seii.ores. Habrá
le cada siempre el hidalgo de aldea, el caballero pobre y buscón, pero también el
para el mal acondicionado, que domina un cierto territorio: las rutas comerciales
) de los de Zaragoza-Cataluii.a, Madrid-Burgos, las de Sevilla, las anchas franjas
la para jurisdiccionales, las montaii.as, &c. Un bandolerismo ubicno, como lo llama
:onómi- Braudel, múltiple)' jJolivalente, se pone al servicio de la nobleza territorial.69
mpren- Es de antes.
:ales ni Un bandoleTismo erigido en sistema, como explicará Zugástegui,i° que se
origina en la industria de Caballeros, Infanzones e Hidalgos conu:a el rey
10bleza
al final de la Edad Media, y que en la Moderna se manifiesta de diversas
tmbién,
maneras (aunque se repiten).il Se empeii.a a veces en limpiar deshonras,
en guerras de bandos y Jinajes;i2 pero hay el 'bandido generoso que
1 tratar
reparte su botín, santificado por los vecinos de alguna villa excluida de. sús
o para
pillajes: les vende protección. Ni los incendia úi los saquea. Otros se
Ira ase- ponen a disposición del príncipe73 Detrás de! bandido existe una nume-
uponía rosa clientela formada de forajidos sobre todo, no sólo en Castilla -en
tifiesta- Andalucía fueron famosos-, también en Cataluii.a, Nápoles, Nueva
Espaii.a... entretejida con las autoridades locales, con los que de vez en
: Castilla
,el' de la
.bogado, dad real )' poder sefiorial: El secuestro de los bienes de la Casa de Osuna", Hispania, 156,
o en las Enero-Abril 1984. pp. 78-79.
registra: 67 l. Atienza Hernández, "El sei101~avisado: pl"0hTramas paternalistas y control social en ]a
.te ¡¡milfl- Castilla del siglo XVII". Re"istfl d,HislOria Nlodenlfl Manuscrils. 9. enero J 991,' pp. 165-168 .
68 Dirá Martínez. Marina' se respetó el Derecho de la nobleza iJar la buena volunlad de
ulo a sus
s de Ara- nuestros soberanos, que tuvieran a bien conservar es/.a.imagen [de'servicio en liem/Jo de paz JI de guen'aj
Id Brau- de In anligua 1/obleZllJ dispensarle los hon01'es debidos anles solamente en que se OClliJanen semir al
público (juicio crflico de la Novísima ,'ecopilación: artículo IV). y ganar el fa\'or del rey.
69 F. Braudel, El Mediten.áneo ...• t. 1I, oiJ. cil.. pp. 123-13i.
~, Barce-
iO Julián Zugástegui, El bandoleris11Io, Madrid: Alianza, 1982.
mpuesta
) facilita 71 ,El bandolerismo se manifiesta de ciertas formas limitadas, "se copia a sí mismo". JI,
s con el Julio Caro Bal'Oja: Ensayo sobre In litemlum de Cordel. Madrid: Istmo, 1990, pp. 409 Y ss.
72 Julio Caro Baraja, "Honor y vergüenza (Examen histórico de varios conflictos popula-
)' 11lemo-
Antonio res)". La ciudad )' el campo, Madrid: Alfaguara, 1966, pp. 79-80 Y 8S-89.
73 Es algo con tradición. Las riquezas de un juglar caminante, en el s, XII, podían excitar
96 EL VUELO DE ASTREA
Veo todo este reino muy afligido y con muy poca gana de cualquier acerca-
miento de Su Majestad, y menos de éste, por parecerles que ... es dañoso o J\
muy poco provechoso ... veo los corazones muy trocados de los que solían en e!
1I
amor y afición y deseo de la gloria y honra de su rey ... y esto en todos los esta-
S
dos; porque los pueblos por las alcabalas; los Grandes por parecerles que ya
g
no lo son ni se hace caso de ellos; lo caballeros por las cortas y pocas mercedes h
,
)E ASTRF..A LOS RAYOS DE JÚPITER 97
:lidos de que reciben; los clérigos por el subsidio}' el Excusado}' otras cargas que pade-
idad con cen; los perlados, por eso ... hasta los frailes ... están amargos, desgustados }'
rISCOS y alterados contra Su I\'Jajestad. De suerte que este re)' tan poderoso, no es tan
;on due- bien quisto como solía, ni tan amado, ni tan dueño de las voluntadesH
Hay un avance del regalismo. Pero el rey no es tan dueño de las volunta-
lero esto.
des. Eso le preocupa a Rivadeneira: con qué animo pelearán los castellanos
-poraCIo- por la Monarquía, con qué favor le prestarán al príncipe los recursos que
.jbunales
necesita. A la verdad, mal y de malas: por las fechas de la carta, las Provin-
sobre la cias Unidas desautorizan al Prudente. Tras la Armada Invencible, ya se
todo eso dijo, el re)' compromete todas las posibilidades de intervención fiscal
directa. Todo se periclita en el Siglo de Oro, pero aún sin las Cortes, los
'ell1o en castellanos se preservan en sus remilgos, desgustados y alterados contm Su
ca y a la Majestad, fortaleciendo el orden corporativo: impidiendo el absolutismo
;obierno que por entonces triunfa en Francia, vg., que avanza decididamente en la
VIII). y
concentración sistemática de los poderes públicos en peljuicio de los pode-
la inca-
res indirectos, estamentales, corporativos.
onstante,
Los reinos vinculados a la corona de Aragón también procuraron con-
eral del servar su Derecho. El reino de Navarra y las comunidades de Vizcaya, Cui-
. destru-
púzcoa y Álava mantuvieron sus fueros, instituciones representativas y
1, aplas-
leyes. Igualmente los reinos de Nápoles y Sicilia. Así como los Países Bajos,
,'és, fue-
por la fuerza. También en Portugal, donde Felipe II confirma antiguos
privilegios, y ¡-econoce nuevos, políticos y económicos; siendo un reino
lego que incorporado a la Monarquía Católica en todo álOmento, pero con sus insti-
Idas, sin tuciones jurídicas y políticas propias, que los príncipes católicos no se atre-
ilo trata- ven a tocar.75 Claro, se producen infinidad de tensiones entre las prerroga-
;'par sus tivas del príncipe y Jos derechos y libertades de cada una de las
rras des- figuraciones políticas. El regalismo ocasiona, como en los Países Bajos en
1S conse-
tiempos de Felipe 1I, conflictos extremos, pero en otras panes, sin llegar a
Iblecerle
tanto, pertenecen a la normalidad de las cosas: al orden político. Dentro
ld nacio-
.1 autori-
de esa regularidad, el príncipe puede aumentar su potencia, pero siempre
s prepa- moderadamente. Un ejemplo obligado es el de Felipe JI y el ruidoso caso
:ionales: en Aragón.
Los antecedentes: bajo la vigencia. de los Privilegios de la Unión Amgo-
nesa (1337) los doce ricos homes que representan al reino de Aragón, entre-
Como gan la corona al rey, pronunciando la fórmula: Nos que somos tanto como vos,
:ritud y os lacemos rey, á condicion que nos hayades de guardar los nuestros fueros; é si
. acerca- 74 Cit. por Téofanes Egido, en su "Introducción" a las Sátiras políticas de la EslJa'ía
añoso o Modema, Madrid: Alianza, 1973, pp. 19-21.
an en el 75 Tampoco a los notables portugueses: "El sellor re)' don Felipe 11-dice Quevedo en
un panOeto relativo a la guerra de Portugal, en el.Seiscientos- cuando en Portugal conquistó
Jos esta-
su herencia legítima, pudiendo traerse consigo á Castilla toda la casa del duque de Ber-
: que )'a gama ... la dejó en el preferida ... Aquella clemencia respectiva del pmdellle desde entónces
,ercedes ha. ocasionado este humo á narices en esta casa" (Descifrase el alevoso manifiesto).
98 EL \'l'ELO DE .",STRL",
7G Citado por "Manuel García~Pelayo, "Idea medieval del derecho", De/mito} de la razón ... ;
o/J. cit., p. 137.
77 El hecho es conocido, y por que no interesan los detalles, no entro en los avatares cor-
tesanos de Pérez, ni en las guerras del Langüedoc mediterráneo que obligan al traslado de
tropas castellanas por suelo aragonés, otro motivo ele descontento del reino.
íS Fernand Braudel, El i\1editerráneo y el mundo mediterráneo en lu época de felipe 11, t. lI,
, o/J. cit., p. 55.
1e
I
, ASTREA LOS RAYOS DE JÚpn-ER 99
ve per- con que libró sus mayores vencimientos, triunfando de los rebelados
JOS. La gigantes" (Gracián, El discreto. Tener buenos repentes). Algo más temperado j
in a las ¡
tladejo: ;9 P. Fernández AJbaladejo, "Los Austrias mayores", Fragmentos de mO'Ia"quía ...• p. cit.,
Jto del p. 155.
80 Hay que insistir, no se trata de un triunfo total de Felipe, como se ha pensado, desde
Gabriel Naudé (1629): "las tropas reales avanzaron, entraron en Zaragoza, donde levantaron j
razón ... , una ciudadela, echaron abajo las casa principales, mate'lron a unos, desterraron a otros y nada í
les detuvo hasta no haber destruido y domeiiado la provincia entera, qu", hoy está más Sujetay
ares (or- sumisa al rey que ninguna otra" (Considerations politiqlUS mr les coups d'Etat: JIl). ¡
slado de 81 Relación rex-regnum conflictiva, a la que corresponde el tópico de las Vísperas sicilianas
I
(1282): "amable era por sus reales prendas Carlos de Anjou aborrecido fué por la iniquidad de
l/, t. n, sus Minisu'os, hasta perder el fertil Reyno de Sicilia en aquella memmorable tarde'" (Baltasar
Gracián, El político don Femando el Católico).
I
.----.-~
,
100 EL VUELO DE ASTREA
que eso, quizá no tanto -aunque también- por una sujeción convencida
al ordenamiento regale et politicum, sino ala necesidad.
La más difícil de la proezas amorosas, apunta Roberto Calasso, es sedu-
I
Gil' la necesidad,82 y acaso también de las empresas políticas: consistente en
I
cierta condición que conforma las situaciones de manera tal que pareciera
que no pueden ser de otro modo, atando y sujetando a los hombres con
una especie de lazo o red indisoluble, obligándolos a una solución prácti-
camente obligatoria, como prefIjada, limitando la acción posible; pero
seducir la necesidad siempre fue difícil para el príncipe católico, como
para cualquiera, por eso Maquiavelo advertía: "Un príncipe debe aparen-
tar que hace liberalmente aquello a que le obliga la necesidad". (Discursos
sobre la primem década de Tito Livio: 1, 51).
¡,
82 Las bodas de CadnlO y Harmonía, Barcelona: Anagrama, 1994, pp. 119 Y ss.
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I¡ qÍJe eso, qUIzá no tanto -aunque también-o por una sujeción convencida
al ordenamiento Tegale el politicwn, sino a lanecesidad.
I ' .. La más difícil de'la' proezas amorosas, apunta Roberto Calasso, es sedu-
cir la necesidad,82 y acaso también de las empresas políticas: consistente en
I cierta condición que conforma las situaciones de manera tal que pareciera
que no pueden ser de otro modo, atando y sujetando a los hombres con
UJ1aespecie de lazo o red indisOluble, obligándolos a una solución prácti-
c~mente obligatoria, como prefij~da, limitando la acción posible; pero
seducir la necesidad siempre fue difíCil para el príncipe católico, como
para 'cualquiera, por eso MaquiaveJo advertía: "Un príncipe debe aparen-
tar que hace liberalmente aquello a que le obliga la necesidad'" (DiscUTSOS
sobTe la primem década de Tito Livio: 1, 51). .-:' ,
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I
acti- CAPÍTULO CUARTO
I
pero
pmo UNA CONFIGURACIÓN
ren-
~rsos DE OPOSICIONES COMPLEJAS
I
i
I. CATOLICISMO Y MONARQUÍA CATÓLICA
I
I
ment), en el uso de su poder, por su mera voluntad (Les Six Livres ... : l,
VIII). Los atributos del poder soberano son incomunicables, indivisibles,
¡ sobre todo el poder de dar leyes a todos en general y a cada uno en parti-
a
cular (ti tous en général et chacun en particulier) sin consentimiento de supe-
rior, igualo inferior. La marca de la soberanía (seule marque de souveraineté)
I es dar (donner) y anular la Ley, interpretarla y enmendarla s,egún la necesi-
dad (Les Six Livres de la République: l, X). Esta definición, que aspira a tener
su propia entidad teórica, debe sin embargo relacionarse con las condicio-
nes históricas del reino de Francia en la segunda mitad del Quinientos.
Se percibe para entonces un incremento del regalismo que se expresa
sin reservas. Por ejemplo en el Mirroirpolitique (1567) de Guillaume de la
Prerriere. Par2 él, los Parlamentos "no frenan a nuestros Reyes, antes
nuestros Reyes los frenan, reforman y en caso de culpa, los castigan, rom-
101
102 EL "VELO DE ASTREA
pen y anulan cuando bien les parece, y por sus edictos y ordenanzas los
regulan". En el mismo lugar, al tratar sobre la forma política mejor (la
hóne & droicte RejJ1lblique), dice que, "considerando. que los Parlamentos,
con todos los asientos de la judicatura de Francia, son como arroyos proce-
dentes de la fuente de la Realeza y el reyes jefe único sobre todos y que
sólo de él procede toda autoridad, como todas las arterias del corazón,
todas las venas del hígado (toutes veilles du foye], y todos los nen'ios de del
cerebro: concluyo que vivimos en un Reino floreciente, sobre una sola
especie de República, sobre la Monarquía de un cristanísmo y poderosí-
simo Rey" (MirroiT politique). Pero además del regalismo que se intensifica,
habría que tener en cuenta las guerras religiosas que arrastran 'al Rey Cris-
tianísimo.1 Bodin sugiere una solución. en que el príncipe se eleva sobre
los conflictos internos como instancia neutral -independiente de parciali-
dades, facciones y banderías-,2 despolitizando las causas de lucha, some-
tiéndolas al ámbito de la soberanía: la Ley de institución regia.
Su concepto de soberanía sería expresión de las condiciones políticas (
de Francia en su tendencia decisiva hacia el absolutismo: la concentración de (
las funciones públicas, cuya expresión más enérgica sería la creación de un
Derecho público nuevo (sin reparar en antiguas costumbres, libertades, 1:
privilegios ... ), como ius imperatl:vum; o más.aún, la creación de un Derecho T
legal, racionalmente calculado para ordenar el reino de una determinada 1:
manera: privilegiando la pacificación interna, el príncipe soberano. tiend.e J
a legislar en vistas a la unidad, por encima de provincias, ciudades, esta- l'
mentos, corporaciones, iglesias; &c., instituyendo progresivamente una h
Monarquía regalista, absoluta, que consolidará hacia la primera mitad del S'
Seiscientos, Armand J ean du Plessis, Cardenal Richelieu, y Giulio Rai- );
mondo, Cardenal Mazarino. e
La evolución política de la Monarquía Católica sería como quiera muy li
otra. No existía, para empezar, una identidad entre Monarquía y reino, b
como en el caso francés en que el Rey Cristianísimo lo era directamente b
del ROYQwne de France. Ell la Católica, "al componerSe de territorios geo- e
g
I Como dice Bodin en el Proemio de su obra máxima: "Después que la tormenta ha cas- s(
tigado al navío de nuestra república con tal violencia que hasta el propio capitán y los pilotos
están cansados y agotados por el continuo trabajo, se hace preciso que los pas~eros echen una
mano, quien a .las velas, quien a las jarcias, quien al ancla, y quienes carezcan de fuerzas den
un buen consejo o eleven 'sus votos y plegarias ...."
2 Conviene. sugiere Bodin, prevenir las luchas civiles, usar si es posible dulces palabras o 111,
amenazar si hace falta, )' sino dar árbitros intachables, sin mostrar más afección por alguno de 1"
los bandos en disputa y, en última instancia, proceder mediante la fuerza para apaciguar toda
contienda. "No trataré aquÍ -dice Bodin-. de qué religión es la mejor, si bien es cierto que ní
sólo ha)' una religión, una verdad, una le)' divina publicada por la palabra de Dios... " pero ce
también es cierto que: "si el príncipe soberano toma partido, dejará de ser juez soberano, para pí
convertirse en jefe de partido y correrá riesgo de perder su \'ida, en especial cuando la causa pi
de la sedición no es política" (Les Six Lim'es de la République: IV, VII). B,
L'0;A CO"FICLR""CIÓ:--; DE OPOSICIONES CO,IPLEJ.""S 103
los gráficamente muy dispersos, escribe don Dalmacio Negro, resultaba impo-
(la sible la unificación espacial, quedándose en una caleidoscópica yuxtaposi-
.tos, ción' siempre abierta, de países y territorios ... El obstáculo era aquí de
xe- manera muy principal, por decirlo sintéticamente, físico geográfico, no
que político-jurídico".3 Sin embargo, las consecuencias de tal imposibilidad
~ón, fueron jurídico-políticas, porque el príncipe católico era sin duda sobe-
del rano, y se le llamó Majestad SUjJrema, y hasta se le comparó con e! fabuloso
>ola Júpiter, pero no fue ni remotamente el soberano que imaginó e! teórico
osí- francés.
"lea, Bodin consideró "corrompidas" aquellas repúblicas en que la sobera-
;ris- nía estaba repartida (Les Six LiV)'es de la République: n, 1). Pero el príncipe
,bre católico era verdaderamente soberano hacia el exterior, pero al interior
iali- compartía en cierto modo la soberanía al admitir instituciones representa-
rne- tivas, en Sicilia, Nápoles, Portugal, los Países Bajos ... que participaban en
la orientación particular de la legalidad y la fiscalidad. También al admitir
Icas otras jurisdicciones, la eclesiástica por ejemplo, y en términos rigurosos al
, de estar sltieto -aquí y allá- al Derecho.
un No porque obrara conforme a preceptos imaginarios de bondad, como
les, burlonamente dice Hugo Grotius (1625), sino porque las prerrogativas de!
i:ho TeX y los privilegios de! regnu11! -multiplicados en la Monarquía- queda-
lda ban fijos por sendos pactos, juramentos y homenajes (De iure belli ac pacis:
lde 1, nl).4 Además, careciendo de fllerza y recursos suficientes no podía alte-
sta- rar los ordenamientos por su mera voluntad, y también: "para que la Ley
lna humana sea justa -sentencia Francisco de Vitoria- y pueda obligar, no es
del suficiente la vQluntad de! legislador, sino que es necesario que sea útil a la
) . República y mesurada para los demás" (De potestate civili: Fragmento sobre
\"al-
el Reino de Cristo, n, 16). Los mandatos reales debían adecuarse a la re a- .
my lidad jurídica, de lo contrario -otra vez Vitoria- "haría injuria a la Repú-
no, blica y a los demás ciudadanos". No era e! príncipe legislador incontesta-
nte ble, y además: "las leyes dadas por el rey tienen la misma fuerza que si
eo- estuvieran dadas por la República ... : las leyes dad~s por la república obli-
gan a todos. Luego ... obligan al rey mismo" (De potestate civili: Fragmento
ca s-
sobre el Reino de Cristo, n, 21). .
~tos El tomismo, renaciente en la orden de Santo Domingo y la Compañía
una
den
3 "Introducción. Las ideas y el pensamiento político español en el. siglo XIX", El j)el1..sa~
"'o miento /)olítico es/)aljol en el siglo XIX: Textos, Madrid: Fundación Histórica de Tavera, 1999. Sin
, de pagmación.
oda 4 Se ha seüalado generalmente la indefinición de Gracia respecto al concepto de sobera-
que nía (vg., George Sabine, Historia de la teoría política, México: FCE, 1998, p. 327); sin embargo,
,ero como anota Carlyle, en los Prolegomena estaba claro para el holandés que si el rey tiene una
lara parte de la autoridad soberana, y trata de apoderarse de aquella otra parte que no le corres-
'Usa ponde, es posible resistirlo. En ello basaba su ine\'itabJejustificación de la guerra de los Países
Bajos (A. J. Carl)'le, La libe>tad política, México: FeE, 1982, p. 131).
104 EL VVELO DE ASTRF_~
5 11., Dalmacio Negro, "Introducción. Las ideas y el pensamiento polítko esnañol ... ",
op, cito s/p. ,'
G V, Quentin Skinner, Los fil'l1damentos del pensamiento político moderno, 11. La Re/omln,
.,1
México: FCE, 1993, pp, 141-180, También véase la perspectiva, más general, de A, .J. CarJ)'Je,
La libertad .. " op, cito, pp, 109.126,
TREA UNA CO'\FJG¡;R~CIÓN DE OPOSICIO'\ES CO'IlPLEJAS 105
9 Véase: L. Von Ranke. "La Monarquía Espai\ola en Jos siglos XVI y XVII", en Pueblos ,l'
Eslatlos e1/ la hislOlia 7Ilotlel7la, México: FCE, J 979, p, 276,
l'','.'\ C00JFIGl:RACIÓ',' DE OPOSICro','ES cm,IPLEJAS 107
) (vg., a veces en sus más altos mandos" (Essa)'s. Of the true greatness of Kingdoms
and Estates). Una multiplicidad cultural, jurídica, política, militar también,
de la que participan las diversas figuraciones que la componen.
1 Quí-
Su singular constitución comprende en su estructura interna una mul-
, de la
bien y
titud de oposiciones complejas, en definitiva: una complexio oppositomm. en
:ces se que la pluralidad no fue negada, ni destruida, ni silenciada, ni excluida
cobrir totalmente. El modelo ideal de forma similar es la Santa Iglesia, Católica,
Apostólica y Romana -heredera del Imperio-: una estructura de asom-
brosa ambigüedad, adaptación, flexibilidad y de una rígida y resistente
intransigencia extrañamente mezcladas; 10 pero la Monarquía Católica
, colu- absorbió las condiciones de esa Iglesia en su propio conjunto de oposicio-
,no se nes complejas. Defiende el príncipe al catolicismo y, a la vez, se sirve de
, de
iea sus formas de organización para gobernar, estrechando la relación del
Altar y e! Trono, sin mediación de! Papa.11
laber Introduce la Monarquía -lenta y progresivamente- un cierto orden
rque. tendiente a poner límites a la jurisdicción eclesiástica, en todos sus domi-
los y. nios.12 Cristaliza el control eclesiástico por medio de! Real Patronato,
Ulll- quinta sutileza de! príncipe católico, al tiempo que ofrece al Obispo de
'tI de Roma una protección cierta, frente a la herejía y e! Turco ... "Qué seguro
tam- camino de reinar -dice Juan Blázquez en su Perfecta Tazón de Estado
uns- (1646)- poner toda el alma en conservar la religión. Qué dichoso acierto
ruar- obligar a Dios mirando por su honra". Este probable acierto lo capitaliza
en el Concilio de Trento, que no sólo pretepde defender a la Iglesia con-
tosa, tra las heréticas blasfemias por la espada del anatema, sino también por
ñeza los poderes seculares, recomendando a los príncipes su protección (Sesión
Gra- XXV, 1563, Pío IV, Decreto de reforma XX).
;rras "Y hase de advertir -celebra Qu,evedo- que la primera batalla, que
erra fue la de los ángeles, fue contra hereges. ¡Santa batalla!" (Política de Dios y
• los gobierno de Cristo: n, XXIII, 2). En este aspecto político la Monarquía Cató-
n el
.Iros 10 Véase: Cad Schmitt, Catolicismo y formo j)olitica, TVladrid: Teenos, 2000. También, en su
formulación agustiniana (Civi/as Dei: XIX, 17), Donoso Cortés: "Esa ll1Ística ciudad de Dios
11 la
tiene puertas que miran a todas panes, para significar el universal llalnamiento: Unam,
fen- omniu11l Rempublicam agnoscimus mundul11, dice Tertuliano. Para ella no hay bárbaros ni
;pe- griegos,judíos ni gentiles. En ella caben el escita y el romano, el persa y el macedonio, los que
acuden del Oriente y del Occidente, los que vienen de la banda del Septentrión)' de las partes
con del Mediodía" (Ensa,l'Osobre et catoticismo, el liberalismo y socialismo: Capítulo llI).
'en- II En Nápoles, Indias, Castilla, &c., quedan suspensas y no se predican ni publican bulas
Hu-
ni questas de la Corte de Roma, sin examen real (". ¡as leyes del título lII, libro l, de laNovísima
recopilación de leyes de Españ<1); como dice Quevedo, la jurisdicción "Cristo no se la disminuyó al
casI César, ni se la quiso nunca desautorizar", mucho menos el Obispo de ROlua (Comentario de-la
$; y carta del Rey al primer Vine)' de Nápoles).
12 Derivándose de las instituciones castellanas el precepto de que los VhTe)'eS jJmcuTen la
paz)' conformidad entre los Perlados y Eclesiásticos y, en todo caso: pasando las discordias entre Reli-
los J giosos a t[('multo o alboroto, se inte7jJOngan los Virre)'es y Presidentes [de las Audiencias] (Recopilación
de las teyes de Indias, IlI, Y, XLIX).
108 EL vUtLO DE ASTREA
ayor cales, sus leyes y costllmbres, sus minorías aristocráticas y su administración 'de
!¡'itas justicia tan diferentes?"
No sólo eso. Habiendo pluralidad de jurisdicciones, no existe un polo
lClO- homogéneo de la real jurisdicción. El príncipe católico gobierna con 13
¡irir, Consejos con asiento en e! Palacio Real de Madrid desde 1561 -y uno
Gil' más en Pamplona, e! Consejo de Navarra-, cada uno de ellos con una
ocas esfera de competencia muy propia, fiel reflejo de la complexio ojJpositoTlull
! las de la Monarquía.
foe-
ifes- JI. POLISINODIA
~eIi-
La forma política de la Monarquía se define plenamente judicialista,
. SIn
teniendo como instituciones superiores tribunales derivados de la autori-
,ag-
, . dad del príncipe. Un rey-juez que, sin embargo, como apunta Pérez de
lUS-
I Mesa en su Política o Razón de Estado:
,be-
¡
porque el supremo príncipe no es jurista y Jos consejos de justicia resuelven
nte suficientemente lo que es derecho, el príncipe les concede autoridad de decre-
, tar y mandar sin que á él se le dé razón del derecho por la cual decretan los
¡CoS
consejeros absolviendo o condenando. Y así las provisiones y edictos de las
;ar-
chancillerías salen mandando con autoridad real.
,ida
,
;
15 Luis Díez del Con'al, El pensamiento político europeo y la Monnrqllfa de Espmia: Madrid:
Alianza, 1983, p. 547.
--"
.....".
llO
EL VUELO DE-\STRL\
Consejeros del Rey, que sepan catar las cosas, e conocerlas, ~nte que den con- j
I
sejo. E otro si deyen ser bien amigos del Rey ... e quando tales los ¡'lllare, deye- i
j
Jos amar, e fiarse mucho de ellos ... E quien de otra guisa 10 fiziesse, faria trai- I
ción conocida, porque merecería pena, segund el mal que viniesse del consejo,
que le oviesse dado (Los Siete Partidas: n, IX, 5).
16 La creación del Consejo Real fue iniciati\-a de Juan 1 (Valladolid, 1385): institución
representativa integrada por 12 individuos: 4 prelados, 4 caballeros y 4 de las ciudades que
darían consejo al rey en todo momento (ordenamos un CO?lSf'jo en qlle continuadamente andoviesen
connusco) en los asuntos de importancia de gobernación del reino (a los qua/es mandamos que
libren todos los Jfxhos del reino), por acuerdo secreto y con mayoría. Enrique II~modificó el régi-
men interno del Consejo Real por ordenanzas (1406) y disposiciones testqmentarias, aumen-
tando a 16 el número de consejeros y sustituyendo a los representantes urbanos por doctores en
leyes, sin ernbargo, en tiempos de Juan Il se registran más de 65 miembros del Consejo; se
intentó (Valladolid, 1440) se intentó una nueva reforma, y slIcesivas ordenanzas procuraron su
arreglo (1459). V.: Luis G. de Valdeayellano, Clmo de historia de las instituciones espmjo/as,
Madrid: Alianza, 1982, pp. 457-458.
17 Véase: Ernst H. Kantorowicz, Los dos CIIerpos del rey. Un, estudio de teología política medie-
val, Madrid: Alianza, 1957, pp. 19-52.
rREA l.'1\A C01\FIG(jRACI61\ DE OPOSICIO;\ES CO~IPLEJAS 111
con- ron los Reyes Católicos (Toledo, 1480) la forma institucional dd Real Con-
eve- sejo de Castilla: jJara la administración de la justicia Ji gobernación de los re)'nos
tra;- [de CastilJa) esten )' residan un Presidente y diez y seis Letrados, ¡Jara que conti-
jeja, nuamente se ayunten )' LibTen)' despachen los negocios del Real)' SujJremo Consejo
de Castilla (Novísima Recopilación: IV, IJI, 1). Ahora bien, la institución del
Ima Consejo tiene un desarrollo histórico concreto en las monarquías euro-
! su peas, con diferencias notables.
;ue- En el caso de la Monarquía Católica ocurre un proceso en que, por
: JI" una parte, los Consejos se multiplican y, por la otra, fortalecen su estruc-
tura institucional, aportando al gobierno de la Monarquía un conoci-
101'- miento jurídico especializado, estable, duradero, pero no total ni ente sub-
:sa- ordinado al príncipe, antes el príncipe debe adecuarse a la racionalidad
I, jurídica de los Consejos. Por eso los Consejos no fueron siempre el instru-
101' mento especialmente adecuado para la toma de decisiones regias, como
I '
~e1 por ejemplo en Inglaterra el Priv)' Council de los Tudors. Tampoco la
,
tl1l- forma conciliar de la Monarquía Católica tiende a una concentración uni-
¡ica taria de funciones, como en Francia, en que además, como obsen'ó Toc-
h-e-
l.
quevilJe, el Consejo se reservó la justicia administrativa, por vía de advoca-
CIO ción primero, y luego, progresivamente, como competencia exclusiva
I (L'ancien régi17leet la Révolution: JI, IV).
~to El Real y Supremo Consejo de Castilla, en tiempo de los Católicos, se
I
tra constituyó por una mayoría de letrados que entendía cuestiones relativas al
[ro
,
gobierno (interno, y relaciones exteriores, incluidas las de Roma), así como
by tocantes a la Hacienda (rentas, patrimonio, administración financiera,
del &c.), y oía, además, las peticíones de justicia (siendo competente para
~a- fallar en determinadas apelaciones), acentuándose rápidamente su carácter
I .
¡j¡- de tribunal superior (Ordenanzas de Medina del Campo, 1489), si bien
permanecieron confundidas eri él funciones de gobierno, despachándolas
~n con el rey en persona, mediante consultas o en su nombre según los asun-
re- tos y las circunstancias. Tuvo desdoblamientos funcionales en oficinas
I especiales -vg., la Cámara de CastilJa, dedicada a proveer los oficios-, o
en la formación de otros Consejos organizados sobre su base, como el
I Consejo de las Órdenes (área 1494), destinado a regular las Órdenes 'Mili-
,6n
~Ie tares de Santiago, Calatrava y Alcántara.
¡en El Consejo Real de Aragón tuvo una evolución propia: con mayor par-
me
,. ticipación representativa de los reinos de la corona, pero igualmente for-
gl-
;n- mado como institución consultiva. is Por pragmática de 1494 el. Católico
ell extendió sus competencias sobre las causas y negocios exclusivos de los rei-
,se
.u
2S, 18 1'u\'O sus variaciones, claro; como cosa pro'pia, las ordenanzas de Pedro IV (1344) defi-
nen como parte de él reólogos ClldTCcadoTS de la. conciencia real que advenían al rey si su
ie- proceder podía reaJizarse con buena conciencia, o no. Luis G. de Valdeavcllano, Dj}. cil.,
pp. 460-462.
112 EL VUELO DE ASTREA
19 Carlos creó el Consejo Secreto de Estado' (1523), que tal vez tuvo COl110 modelo el Con-
sejo Prind que había sido absorbido por el aparato de gobierno de! gran canciller de Borgoña,
a la sazón 'tvIercurino Gattinara, integrado por flamencos, y que acompaíi.ó al futuro Empera-
dor en sus primeros episodios castellanos; su diseño respondía a un plan de organización cen-
tral que comprendía la formación de los Consejos de Hacienda, de Indias y de Guerra (1523),
que remitirían sus consultas al de Estado al igual que los de A.ragón y de Castilla. Gattinara
llegó a proponer, sin éxito, que se escribieran ious les li-ores de la maison tan! de la coronne de
J
Caslille que de la coronne d'ATllgoll el de la 1Ilaison de B01l'lgongne en un seullivre. (Cit. por Pablo'
Fernández Albalad.ejo, "Los Austrias mayores", Fragmentos de iHonarquía. Trabajos de historia
política, Madrid: Alianza, 1993, p. 92). El Consejo de Estado fue en su mejor momento la reu-
nión de los oficiales de confianza del rey, pero careció de la fortaleza estluctura] de los demás
Consejos instituidos (muo órganos colegiados, siendo vulnerable frente al privado de mayor
influencia en e! ánimo del rey. v., en general: Miguel A.nola, La Monarquía de Espa'lia, Madrid:
Alianza, 1999, pp. 300 Y ss.
~EA UNA CONFIGURACiÓN DE OPOSICIONES COMPLEJAS 113
sejo). Para lograr los votos favorables, el secretario debe concertar, intuir
la orientación de las opiniones, construir los éonsensos, preparar la
entrada al rey. En esa medida, los Consejos tienen una cierta autonomía
funcional.
Si como dice Antonio de Guevara: "No ha de ir la Ley á do quiere el
rey, sino que vaya el rey á do quiere la Ley" (Epístolas familiares: VII), los
Consejos iluminaban al príncipe en su camino.
"¿Qué debe, pues, hacer un príncipe -pregunta Lutero- si no es tan
sabio que ha de dejarse gobernar por los juristas y por los libros de Dere-
cho?" (Sobre la autoridad secular. Hasta dónde se le debe obediencia: III). Esta
ignorancia jurídica (Taro princeps iurista inventur) se intensifica aún más en
la Monarquía Católica conforme se produce la enorme acumulación
normativa de leyes, ordenanzas, derechos, privilegios, sanciones hechas
y establecidas por los Consejos, o por las autoridades locales de reinos y
virreinatos, ciudades y villas de la Monarquía. Disposiciones jurídicas anti-
quísimas y nuevas que se conservan como parte de los ordenamientos de
cada una de las figuraciones que integran e! complejo monárquico, produ-
ciendo una prodiga confusión de leyes diversas, contrarias, entendidas y
usadas según los diversos intentos de los jueces y abogados.
Además, dominando una jurisprudencia casuista, las leyes no proveían
cumplidamente en todos los casos que acaeCÍan en las figuraciones de la
Monarquía, ocurriendo necesariamente tremendas dudas sobre su aplica-
ción. Donde hay un punto por la Ley e! príncipe se reserva y no entra, ni
puede entrar, sin ayuda de sus Consejos. Las consecuencias se saben. Lo
deCÍa Maquiave!o: "un príncipe que no sea prudente no recibirá jamás
consejos coherentes, ni sabrá unificarlos" (El príncipe: XXIII).
En cambio en Francia el Consejo Real es un instrumento de unifica-
ción de criterios de gobierno y de concentración de poder de decisión en
manos de! rey. En Inglaterra también, en época de los Tudor, en que la
Monarquía avanza hacia la centralización, que terminará aprovechando el
Parlamento después de subordinar al monarca, y reservarse incluso el ius
in sacra."4 En la Católica nada de esto sucede, no avanza el proceso de con-
centración. La relación rex-regnurn, multiplicada, prevalece en su tensión
polémica, reproduciendo el dualismo regale et politicurn: la oposición esta-
mental de los diferentes reinos frente a las prerrogativas del rey; impi- {
','
: ¡;::'
lIS EL VUELO DE ASTREA
poder cambió, por eso en la primera pagma del Behemouth Thomas Hob-
bes escribió: antes de las revueltas "ej gobierno de Inglaterra era monár-
quico". Después fue otra cosa, parlamentario y, sobre todo, cromwelliano:
el interregno resultó en el triunfo de Cromwell que se dio a la tarea de
depurar el Parlamento, hacerlo incondicional, para descabezar a Carlos 1
(1649), abolir la institución regia,28 establecer la Commonwealth y excluir del
gobierno la representación de los estamentos privilegiados,29 derrotando
en el camino a la Irlanda católica y a los seguidores de los Estuardo en
Escocia (1649-1651).
Bajo el título de Lord Protector y con asistencia de! Consejo de
Estado, el caudillo asumió la autoridad soberana y un poder supremo,
absoluto.30 La restauración monárquica significó una repulsa por seme-
jante poder arbitrario. Si la disputa por la titularidad de la soberanía pro-
dujo la lucha,sl su solución se cifraría en un arreglo tendiente a regular las
tensiones rey-Parlamento. Precisamente, los episodios venideros -Clorious
Revolution (1688), con sus derivaciones: Bill of Rights (1689)- se orienta-
ron hacia la configuración de límites al gobierno, que de suyo concentraba
un inmenso poderío.
Nada de esto existió en la Monarquía Católica. Nunca logró la concen-
tración que indica e! título: United Kingdom of Creat Britain. Simplemente,
ros en que el Parlamento triunfa: desde la polémica sobre los legítimos poderes en los proce-
dimientos parlamentarios (1606-1611 y 1621-1629), pasando por la Petilion 01 Righls (1628)
que impone al rey el Statutul1I de Tallngio non Gonadendo (de tiempos de Eduardo 1 [s. XIII],
por el que no puede establecer impuestos sin consentimiento de los representantes del reino),
hasta el aúo 1641, en que el Parlamento pl~actÍca el juicio de algún ministro por alta traición
(Strattford), amenazando a los demás (en 1643 manda ejecutar al arzobispo de Cantenburry);
en el mismo año suprime los tribunales de prerrogativa (o reales) por arbitrarios (desaparece
la Star Chamba y la Coun. ~fHigh Comisión,); en 1642 las llamadas Nineteen Propositions definen
la subordinación del Consejo Privadb: el Parlamento provee los más altos oficios; y somete a
los consejeros a juramento y aprobación de las dos Cámaras de representantes del reino.
28 Act Abolisiling Ihe Kingslti]) (1649): ....Wltereas it is and Italh beenIound by experience IllOt tite
ojji.ce of a Iril1g in, (!lis nation O/uZ freland ... is u.n:necessaJ)I, bll'rdenwme, and dangerous to the liber!)',
saJety, aJ1(1jJ1lblic interest of Ihe people ...
29 Act Estnblishing the Comlllonwealth (1649): An oet decloring and consli/uling the people 01
England lO be a cmnmonwealth ond free sta te... and sltall frOIlZhe'11ceforthbe governed as a COJ/lJIlOn-
wealth and Fee slate by tite supreme nutltori/)' 01 this nation-the re]msentaÜCles 01 the people in parlio-
m.ent, and b)J such as lhey shall appoinf and constitute as offieers and 1l/.i1l1~)ter.s
under them for fhe good of
the people, and Ihal wi/holll a'll)' king or honse oIlorels.
30 Tlle Instnl'Jllent ofGovermnent (1653): Tlle goven/1I1ent o/tlle C01Jl'll101wJealth
of England, Scot-
lalld, {[}'}(l [reland, and fhe dominions thereunio belonging. 1. Tila! the sllpreme legislative Q'llilw1"ity...
shall be and reside in one pelSon and tite peo])le assembled in porliaJlIent;lhe st}le 0I1Ohich personsitall
be tite Lord ProteCtor DI the Gommonwealth ...
31 Interpretación de Hobbes por ejemplo" que elaboró su teoría de la soberanía en lo más
animado ele este período (De Gi7Je[1642], Leviathan [1651]): un reino intrínsecamente dividido
no puede subsistir (Leviolhan: II, XVIII); según el Diálogo Tercero del Behemoulh (1668). la
pretensión de un poder mixto entre el rey y las dos Cámaras parlament.arias fue causa de la gue~
rra civil. Todavía David Hume, al mediar el Setecientos, ensaya sobre la cuestión: Si el gobierno
británico se inclina más a la monarquía absoluta o a ww Tepública.
~EA UNA CONFIGURACiÓN DE OPOSICIONES COMPLEJAS 119
f~
El poder del príncipe cat.ólico era muchas veces impercept.ible, por dis-
tante. En Sicilia había el dicho fuert.ement.e arraigado en el sent.ir popular:
"lejos el rey justo y bueno, y cerca el pot.ente virrey". 32 Pero aún más pró-
ximos: el barón, el señor, el cacique y el cura también ... Había quien afir-
m-
I maba -como en Perú Guaman Poma-, aquí: "no ay Dios y no ay rey.
te
I' Está en Roma y en Castilla". 33
! Aunque arrojadamente dixo Nizetas -explica don Juan de Solórzano y
~~; Pereyra-, que no hay cosa, que no puedan corregir, y enmendar los Reyes,
ÍlI, y Emperadores, ni que se sobrepuje sus fuerzas, y autoridad; mucho mas
lo), cierto, y llano es el aforismo del Tacita, que no puede haber vicios y pecados,
ión
donde, y mientras huviere hombres, y principalmente en Provincias tan remo-
~);
ece tas, y apartadas de sus Reyes: en las quales, como lo advierten, y reconocen
len Varones de grande experiencia, hablando de nuestro mismo caso, los nlanda-
b a tos de los Príncipes suelen ser vanos, o llegan floxos, y se descubre ancho
¡ campo a los que habitan, 6 goviernan, para juzgar, y tener por licito, todo lo
~he
¡ty, que les pide o persuade su antojo; porque la temeridad humana menosprecia
facilmente lo que esta muy distante ... asi también la distancia del Supremo
l:!
fa-
Poder (Política. India.na: 1, XII, 25).
Todavía en ];is puertas del Ochocientos, según fray Sen'ando Teresa
lo/ . de Miel', el Arzobispo de Cuba se quejaba con el apotegma: "Dios está muy
lot. alto, el Re}; en Madrid y yo aquí" (Manifiesto Apologético). En fin, si algún
español hizo suyas las tesis de Bodin -no digamos las de'Hobbes, intensa-
tii mente decisionistas- sobre la soberanía, fue, más que formalismo, entu-
I)ás siasmo adulatorio.
lio Así, en la República. mixta (1602) de Fernández de Medrano se lee que
Ila
~e-
~1O 32 Cit.por LeonardoSciascia,Las Pa17'oquias de Regoipetra, Madrid:Alianza,1990, p. 36.
33 Cit. por DavidBrading, Orbe indiano, México:.FCE, 1998, p. 171.
I
1
•
~
T
':; '-< l
las regalías del príncipe son: "Dar y quitar leyes; determinar la guerra o
hacer la paz; conocer en última apelación los juicios y sentencias de todos
los consejos y magistrados; instituir y destituir los mayores oficiales; impo-
ner o eximir los súbditos de cargas, tributos y subsidios, conceder gracias y
dispensas contra el rigor de las leyes; alzar o rebajar e! valor y liga de las
monedas; hacer jurar sus vasallos de obsen'ar fidelidad". Efectivamente
las regalías se refieren a los derechos del soberano, como muchos siglos
después decía Canovas, en e! Ochocientos: Cuestión de regalía y cuestión de
soberanía son sinónimos; quien dijo cuestión de regalía en los siglos XVII y XVII!,
ése tiene hoy que decir cuestión de soberanía (Discursos Parlamentarios, 3 de mayo
de 1876). Pero excepto el muy importante ius belli, las demás regalías
están repartidas en una complexio oppositorurn.
ier- que gozan de la mayor confianza del príncipe, como individuos diligentes,
1 lo competentes, que actúan de manera paralela a los Consejos, y de manear
allí distinta a éstos: órganos colegiados sujetos a rigurosos procedimientos,
ués deliberaciones, votaciones, que el privado -favorito, valido o secretario-
;Ja pasa por alto. Además, la acumulación de trabajo se acompaiíaba de consi-
lno derables cuotas de poder; no sólo porque se trata de tareas políticas de
l111-
distinta magnitud, que tocan intereses de personas y corporaciones sino
:sta
porque para librar y despachar acertada y prontamente requiere, no
), y
teniendo otra, facultades extraordinarias: disponía el privado de abundan-
len tes recursos provenientes del favor real que comunicaba a través de una
1 el
Itas red clientelar,39 para garantizar el control sobre el gobierno.
, El poder del valimiento, en términos de capacidad efectiva para deter-
no,
I minar, resolver, ejecutar, se traducían en capacidad para dar y repartir.
I Esto fue normalmente un serio problema.
:na
, La dedicación que exigía el gobierno de la Monarquía, las limitaciones
I la del príncipe, su incapacidad para atender y ocuparse de todo, dieron al
rol
valimiento y la privanza su razón de existir, pero su condición fue siempre
pe, doble, contradictoria y quebradiza: dependía de la entera, firme, confianza
? o del príncipe, y a la vez estaba sometido a la hostilidad de aquellos que no
lu-
t participaban de los beneficios de su clientela. En cierto modo, el príncipe
delegaba en el valido atribuciones soberanas, en el sentido que dice Que-
.en
vedo: "El poder soberano de los príncipes es dar las honras, y las merce-
pe
des, y las rentas", y en esto debía observarse alguna medida: "Si las dan sin
la
la otra causa á quien ellos quieren, no es poder, sino no poder mas consigo;
si 'las dan á los que las quieren, no es poder suyo sino de los que se las
~s,
arrebatan" (Política de Dios y Gobierno de Cristo: r, XIV). La pregunta es de
Antonio Pérez:
~el ¿Aplicaría muy mal el que dijese que el lilego es la Justicia que alumbra)' puri-
ión fica un reino, )' que si se desconcierta le abrasa todo; que el aire son los cargos,
ilía
~d,
las mercedes, los favores bien disu'ibuidos, que refrescan y sustentan á unos
en- con el premio, y animan á los demás con el ejemplo? (Segundas cal'/as: LXVI).
'es
~ra~
:1"a. los que los franceses llaman miniSterial y los espafloles vali11lióllo". F. Benigno, La sombra del re)l.
~n- Validos)' lucha /Jolílica en la Espmia del siglo Madrid: Alianza, 1994, p. 9.
XVI/,
~ios 39 En tiempos de Felipe 111, vg., Francisco Gómez de Sandoval, marqués de Denia, futuro
t
mo duque de Lerma, logra organizar un Consejo de Estado más amplio por el que desplegará una
de red de influencia articulada por el marqués de Villamizar (su hennano), el conde de Lemos
das (su cuñado), el duque de Medinaceli (su cuüado), el marqués de Saniá (su remo), el comenda-
ue- dor mayor de Montesa (su primo), el conde de Altamira (su cuüado), a u"avésde los cuales los
de amigos)' criados eran catapultados a los Consejos y áreas estratégicas de la administración de
la Monarquía, Sluetas al valido. El embajador de Venecia observó: esle duque fcIe Lerma] se
ma puede decir que hace cOl"denales, que dispensa las dignidades, que dislri&u)'e los ingresos, lanlo los ecle-
las siáslicos coma los seCIIlares... y a esle Duque se puede decir que se ha ,'educido la suma de lodo el
iti- go&ienlO, la dispensa de las gracias)' lodo el bien)' el mal de quien prelende alguna cosa en aquella e01te.
to, Cit. por Francesco Benigno: La .10111&1'0 del reJ, op. cit., p, 45.
•••• 1111
~
!
1
¡,
I
I 124 EL VUELO DE ASTREA
I
I
I y en esto se eXlgla economía, para evitar conflictos en la corte, como
II observa el mismo Pérez: "las gracias de 105 príncipes, como de todo poder
, humano, siempre fueron menos que los pretensores; y así es fuerza que
haya de mal contentos y mal despachados gran número en todos 105 rei-
nos" (Primeras cartas: XLIII).
Quedando delegada la ingrata tarea de prodigar las gracias reales, las
posibilidades políticas que desde luego había en ello, con su muchas venta-
jas, comportaba sus riesgos: "Un desesperado, que tal nombre se le puede
poner al despechado, siempre echó la culpa al privado, [que] paga lo que
no pecó muchas veces" (PTimems cartas: XLIII). Los privados tenían cierto
poderío, pero siempre amenazado por la mirada vigilante, hasta resentida,
de rivales excluidos. Esto hacía que e! valido -por muy destemplado y
feroz- fuese vulnerable a las asechanzas e invectivas de la oposición
cortesana.
Pero e! valimiento fue indispensable en e! funcionamiento de la
Monarquía. Por eso, al caer un valido -tal fue siempre su suerte- no
tarda el rey en elevar a otro, hincharlo de honras y riqueza, y embarazarlo
de responsabilidades. En tiempos de Felipe III, a la ascensión del Duque
de Lerma, le seguiría su estrepitosa caída, y así sucesivamente durante el
Seiscientos (durante e! Setecientos: a ello quedaron expuestos la Ursinos,
Alberroni, Patiño, Ensenada, Esqilache, Floridablanca, Godoy, aún cuando,
para entonces, se fue formando un andamiaje institucional formal para el
valimiento:, poderosas secretarías de Estado). Uno de los factores proble-
máticos del oficio del valimiento fue siempre que sus facultades e influen-
cia, en su expansión, chocaban con los Consejos, porque eran capacidades
extraordinarias, en el sentido que excedían lo que debían ser:
Sirva el criado -dice Quevedo-, y merezca;no mande, no sea árbitro entre
el rey y los Consejos;traiga al rey las consultasy los papeles, y alivieal rey el
trabajo del mudar las bolsasde los Consejosde una parte á la otra, y de abrir
los pliegos, de disponerse á los aciertos con su parecer (Politica de Dios y
gobierno de CTi.,to, r, XVII).
Jmo En casa de los príncipes no deyen estar, ni menos privar, hombres embidio-
)der sos ... yracundos ... avaros ni cobdiciosos ... En casa de los príncipes no deven
que estar, ni privar, hombres carnales ... voraces ni glotonos no deven estar, ni
rel- privar, hombres blasphemos ... perezosos ni regalados infames ... ycliotas )'
simples ... ¡Hay, hay, hay de la tierra do ... el criado cobdicioso y el que da Jos
, las consejos es simple y malicioso!; porque entonces se acaba de perder la repú-
nta- blica (Relox de jn1ncipes: r, XLIV).
iede De modo que el privado debe mostrar en el ámbito de la corte cierta
:que virtud exigente, plena, quizá como la pide Castiglionne: "que todas sus
erto
buenas calidades compongan un solo cuerpo, de tal arte que cualquier
¡da,
obra suya salga hecha y compuesta de todas las virtudes juntas, conforme
[o y
I. al oficio (según dicen los estoicos) del hombre sabio" (El cOltesano: JI, VII).
:1ó n
Pero tal sabiduría debía ir acompafiada en el privado de tacto y cautela;
¡ la precaución indispensable para no producir en la vida de la corte temor o
: no amenaza, como dice Pérez, por experiencia:
3rlO Si [la privanza) está fundada en el gran entendimiento y valor de la persona,
I
que aquí es el mayor pe!igro ... porque no hay príncipe, ¿qué digo, príncipe? No
e el hay hombre (que es enfermedad natural á todos) que dure en sufrir mayor
~os, entendimiento. Pero si sabe el privado templar el uso dél, deste género de pri-
I
.do, vados son los más durables, y con razón, pues nascen del entendimiento ...
~e1 Esconded y templad, privados, e! entendimiento, por el dafio de! celo y de la
!¡le- invidia, y usad dél para el acercamiento y servicio de vuestro príncipe, y para
,
.en- vuestro mérito (Primeras cartas: XLI) .
des
También Gracián: "Más triunfos le consiguió a Hércules su discreción
que su valor. Más plausible le hicieron las brillantes cadenillas de su boca que
Jtre la formidable clava de su mano: con ésta rendía monstruos, con aquéllas
ye! aprisionaba entendidos" (El Discreto: HombTe de pla.usibles notidas. Razona-
brir miento académico). Evitar, pues, la ostentación y la hazañería y escabullirse
)s y en lo posible de los prodigiosos ojos de la envidia.41 Interesa reconocer en
qué consiste el discreto entendimiento que conviene a la privanza. No se
LIra trata del saber político que generalmente se identifica con la mgione di
~ue stato,. ampiiamente rechazada por la doctrina política que, dominada por la
;de escolástica, la negó enfáticamente.42
co-
i la
,de 4' Donjuan Manuel (cirea 1335) comienza el libro de consejos de Patmnio COl) el cuento
ue- del privado asechado en la carie: "Et porque non puede 'eer que Josomnes que alguna buena
andanca an, que algunos OU'05 non ayan envidia dellos, por la privanca en bien andanca que
aquel su privado avía, otros privados claque] rey avian muy gra!1t envidia el trabajávanse del
buscar mal con el rey, su señor. .." (El Conde Lucanor: l, Exemplo ¡).
42 Razones no de Estado -dice Gracián-, sino de establo (El Criticán: l, VII); la matelia de
Estado -dice Quevedo- hizo al serafín demonio, y al hombre semejante a las bestias (Política de Dios
y gobierno de C,isto: n, VI).
126 EL \TELO DE ASTREA
¡
~
arcanis Rerwnpllblicanl1n [1605]) que supuestamente convienen al verda-
dero príncipe cristiano: combinándose las máximas más o menos puntua-
les que enseñó Giovanni Botero en Della mgione di Slato (1589), para
adquirir, conservar y acrecentar el dominio (la mgione di stato si i! noticia de'-
mezzi aui a fimdare, conservare e ampliare lln dominio), y todo lo necesario a la
defensa de la religión Católica Apostólica Romana.
La Contrarreforma ofreció así una reflexión altamente moralizada de
la acción política, manteniéndose en los límites dogmáticos de la escolás-
tica; resultando que no se consideró objetivamente la materia de Estado.'i
Por eso Antonio Pérez reñía con los que "quieren vender por ciencia
infusa esta: que estado es alguna quimera, alguna metafísica incomprehen-
sible, alguna quinta esencia de aquellas tan subidas, que se van todas en
humo meneándolas" (Segundas cartas: LXVI). No se pretendió entonces
reducirla a un conocimiento neutral, de reglas aplicables en las distintas
situaciones concretas que suscita el gobierno: la moderna inspiración racio-
nalista fue rechazada, negando la aspiración tecnicista, administrativa, de
la razón de Estado.
Se conservó en cambio la intuición maquiavelana:46 el príncipe se
enfrenta a la necesidad y a lo contingente con la virtü de que es capaz.
Hicieron traducción de la Fortuna, diosa pagana de que hablan los histo-
Ido, ;riadores romanos,47 por la Providencia; pero al igual que el florentino con-
Esa- :sideraron una solución por la cual no quedara anulada ]a li1;>revoluntad:
Into ;en que pudiera organizarse la virtud. A pesar de la pregunta de Lipsio:
S10, !'¿Hay por ventura alguien que tanto de sí presuma, que pueda más que la
providencia divina?" (PaliticaTU'I11: J, 4), cabe la elección humana, la ded-
~ión entre hacer o decir alguna cosa de preferencia a otl'a, y calcular sus
f••
¡SZO- . consecuencias. Pero en el tratamiento de la virtud que conviene al príncipe
¡De hay un aparente abismo. Los autores de ]a Contrarreforma mantienen la
¡da- tradición de los regimientos de jJríncipes medievales en que se valoran' alta-
rua- mente las virtudes cardinales (morales) y teologales (cristianas),48 como
jara fundamento ético del ejercicio clel gobierno, e. incluso se equiparan
I ,_
de -. entrelazadas- a las virtudes prácticas del quehacer político.
i
~ ~ Egidio Romano deCÍa las virtudes teologales y la prudencia están uni-
, la
i, das: virtul.es & jmalenlia. sunt cannexae (De regillline jJrincijJUm: J, JI, 31); con-
¡de trastando con la escandalosa originalidad de Maquiavelo,49 que tiene bien'
lás- claro: "un hombre. que quiera hacer en todos Jos puntos 'profesión de
I
0.45 bueno labrará su mina ... es necesario a un pdncipe ... que aprenda a ser
1 . no bueno )' a usar o no usar de esta capacidad en función de la necesidad"
loa
,Ien- . (El príncipe: XV).
¡en El florentino utiliza el concepto de virtu para referir cualesquiel'a cuali-
,
¡:es ~lades necesarias para que el príncipe conserve. su stata según las circuns-
,
Itas .r;mcias.50 En cambio, los autores de la Contrarreforma toman la precaiJ-
!. c~ón de conservar, el concepto de virtu.d en su alineamie!lto con. valores
¡1O-
...I
IICO
48 Alfonso el Sabio: E es dado at rey que sea jJiadoso e misericordioso, e guarde la o"na de todo
sú pueblo -'tan bien det grande comll/o del/Jeque"no, e aya voluntad di levar tos tados a bien e de ende-
l. la rescar todas SllS cosas (Geneml Estmia: !l, XXXJll). Describe un ethos de la m<ljestad regia, con-
nue farmacia a valores fincados en Ia~ "irtudes teologales en su afinidad con el Derecho.natural)'
así, divino. Dirá mucho tiempo después San Juan de la Cruz (1.584) que Moisés conoció 'en el
j¡"al, monte del Sinaí las virtudes del pdncipe: omnipotencia., señOJio, deidad, misericordia, justicia, ver-.
! dad y rectitud de Dios (Uama de 011/01' viva, canción J1I). .
rno
, 49 Véase, Isalah Berlin, "La originalidad de Maquiavelo", Contra la coniente. Ensayos sobre
,m-, h,~tor!a de las ideos, Madrid: FCE, J992, pp. 85-143. . .
Icr- ::10 Quentin Skinner, l...os.fimda.mentos del opensamienlo político 1JZOdel1lO l. .In Rel1f1ci1lliento,
hii- Méx~co: FCE, 1993, p. 163.
pel '01 I)ividida en /Jiedad )' bondad: la primera es sentil' J creer bien de Dios)' semirle, )' com-
prende los principios religiosós' de reverencia)' servicio a Dios, el
conocimiento y temor de Ja
divina Providenc.ia; la bondad, inseparable de la primera, es una vida. rer.tn~ así cmllO en las C05-
f 128 EL \'VELO DE ASTREA
1 maquiavélicas,
La prudencia -considerada genéricamente Tectom de la viTtud- la
'
tumbres como en todas las acciones (PQliticorurn: 1, 1-6). La virtud en sus dos formas es indis-
pensable también a la conducta del príncipe (Politicorwn: n, 8- 9), Y la primera virtud que es
necesaria tanto a la República como al gobernante es la Justicia (Politicorwn: !l, 10-11),
52 En el capítulo XV!l de Et principe se lee: "en general, se puede decir de los hombres lo
siguiente: son ingratos, volubles, simulan lo que no son y disimulan lo que son, huyen del peli-
gro, están ávidos de ganancia", y con muy similar antropología, se pregunta Lipsio: "¿entre
quiénes vivimos? Es a saber, entre agudos y maliciosos, y que parecen estar enteralnente com-
puestos de fraudes, mentiras y engaños" (Politiconun: IV, 13).
53 Como explica un comentarista del Seiscientos, erudito y libertino, Gabriel Naudé: esta
última [la prudencia compuesta] ni es tan PUTa, ni tan sana e íntegra ... pues participa en alguna
!STREA UNA CONFIGURACIÓN DE OPOSICIONES COMPLEJAS 129
. ,
;
ras y promiscuidad en que conviven valores ético-religiosos y políticos, sino. en
I la constelación de cosas tocantes a la acción política; el mismo Lipsio lo
¡-la reconoce:
¡por- ¿Qué es [la prudencia), sino una elección de cosas de una u otra manera suce-
iente
I den? Las cuales siendo inciertas, ella lo ha de ser así mismo; y aún mucho más,
?oliti-
I pues está obligada a considerar las cosas en sÍ, sino juntamente Con todo 10
IIsen- que de ellas depende; teniendo en cuenta con los tiempos, lugares y hombres;
alterándose por poco que estas circunstancias se alteran y mudan; y aSÍ, está
~ose tan lejos de ser siempre la misma, y de un mismo temple en todas partes ... Lo
bda cual no cabe en la ciencia ... Tampoco nadie es capaz de reducir y atar a pre-
bpú- ceptos ciertos y limitados lo que en sí mismo es tan confuso j' dudoso (Politico-
brín-
I mm: IV, 1).
ar la
~tico- Lipsio no es el umC0 en renunciar al racionalismo. Un aspecto de la
Irece oposición pmdencia política/ racionalismo político se expresa en la condena de
~ido los arbibistas, especie de economistas políticos, objeto de los humoristas del
I¿Me Quinientos y Seiscientos.
hga- "Yo, señores --dice un perro sabio-, soy arbitrista, y he dado a Su
Ime-
I .
Majestad en diferentes tiempos muchos y diferentes arbitrios, todos en pro-
ga a vecho suyo y sin daño del reino", es la imagen que ofrece Cervantes, en el
que coloquio de Cipión y Berganza, sobre los consejeros espontáneos, frecuente-
mente no deseados -como los describe. Mauricio Tenorio- que imagina-
,
rno-
ron posibles remedios para la ruina de la Monarquía, en especial durante
\:ido
I., el Siglo de Oro: explicar la decadencia y promover la recuperación fue su
[IOn
tema;54 proyectaron soluciones a las dificultades económicas de la Monar-
~rso 55
quía, recibiendo ponzoñosos ataques. El desprecio por los arbitristas
1 de
no termina hasta bien entradq el Setecientos, con el racionalismo
por-
rios
bsa- medida de los fraudes y las estratagemas que, de ordinario, se infringen en las cortes de los
príncipes en el manejo de los más importantes asuntos de gobierno. Sin embargo, procura
bul- mostrar Lipsio, con su elocuencia, que tal clase de prudencia debe ser tenida por honesta, y
I
I su que puede ser practicada como legítima y aceptable. Después de lo cual la define hano juicio-
In te samente "argutum consiliuni a vinote, aut legibus deviulll, Regni Regisque bono" [consejo
agudo que se 'iesvía de la virtud o leyes, por bien del rey o su reino) (Consitierátio-ns politiques
sur les CDUPS d'Etat: JI).
dis- 54 M. Tenorio, "A la cacería de sentidos comunes", De c6mo ignorar, México: FCE, 2000,
le es p. 133.
I;s lo . 55 Quevedo: "Arbitrio para tener inmensa cantidad de oro y plata sin pedirla ni tomarla á
nadie; para tener inmensas riquezas en un dia, quitando á todos cuanto tienen, yenriquecién-
,ntre.
beli- dolos con quitárselo; arbitrio fácil y gustoso yjustificado para tener gran suma de millones, en
que los que los han de pagar no lo han de sentir; ántes han de creer que se los dan"; arbitrios
bm- útiles para consuelo de la República, o su ruina: El Anlicristo, concluye Quevedo, ha de ser arbi-
trista (La Hora de todos y la Fortuna con seso: XVJI).
¡,sta
una.
ISO
59 Hespanha: "La estructura sinodal -Consejos, con atribuciones determinadas por ley y
garantizadas por eficaces mecanismos jurídicos contra cualquier usurpación, incluso por parte
del rey-, constituía un soporte organizativo adecuado a la decisión judicial, garantizando la
expresión de todos los puntos de vista)' respetando, por eso, la naturaleza tópica y argumen-
tativa del proceso jurídico de decisión. Sin embargo, se revelaba pesado y dificultoso en el
dominio de la adlninistración activa, que requería prontitud e inequivocidad en la decisión,
típicas de órganos individuales, pero no de los Consejos, acéfalos, de constitución heterogé-
nea, y plagados de rivalidades personales y estatutarias". A. M. Hespanha, "Portugal y la polí-
tica de Olivares", Revueltas 'Yrevoluciones en la lnstoria, Salamanca: EdICIOnes de la UnIverSIdad
de Salamanca, 1994, pp. 67-68. .
60 Manuel Carda Pelaya, "Sobre las razones históricas de la razón de Estado", en Del mito
y de la Tazón ... , 0i). cit., p. 299.
UNA CONFIGUR>\CIÓN DE OPOSICIONES CO~IPLEJAS 133
61 hasta su prác-
mayor intensidad de las relaciones polémicas TeX-TegnU'lll.,
ipal-
Icias. tico colapso, como lo percibe Camelia Spinola, en 1645, al comentar la
lista entrada de un nuevo viITey: "todos lo aclaman como a un gran goberna-
dor, pero tendría que ser un ángel del paraíso capaz de realizar cosas
ega- sobrenaturales, pues encontrará el Reino destruido." (LetteTe Consoli
iuris NajJoli).62 Para entonces las tensiones habían llegado a su punto de rup-
;du- tura, en la revuelta de Masaniello (1647).
¡der Cuando fue restaurada la autoridad virreinal, el Conde-Duque ya
había caído de la gracia del príncipe (1643), que prefirió negociar con el
, baronaje, dándole el triunfo como estamento privilegiado en el control del
:par
ptiJ- reino (en sus señoríos, y en la composición del parlamento y las magistra-
)-, turas). Un arreglo político que se basa en las antiguas instituciones del
-pl'i- Derecho napolitano, afirmando la permanei1Cia del ordenamiento regale et
¡las politicu.17l.
¡da- Cataluña, ] 640-1652
nes
1
:ITa En el COTjJUSde Sangre de ] 640 se levanta Cataluña, por más de' una
,el y década. Un conflicto antes que nada por el Derecho. Las leyes del princi-
pado de Cataluña eran pactadas entre el príncipe y' la tieTra, introduciendo
una confusión inequívoca de libertades y privilegios de la nobleza y la bure
guesía catalana pactados en forma Ú1S omnimodae Tepl'esentationis, como
i Derecho del principado en su conjunto, ante el re)'. Pero la Tebeliónde Bai.-
do,
i
sus
celona -como dedo. Qu.evedo- ni es por el giievo ni eSPOTel ¡ueTo, es co1üm la
MonaTquía, y también contm la mistocTacia catalana.
i
,
á
No es un repente de] ánimo popular,63 ni es fortuitá la participación
va-
del rey francés,64 todo ello cuenta, pero también la presión regalista del
lles
1 Oonde-Duque al extender la Unión de Armas al principado. Como en
:de
Nápoles, interesa el desenlace. La restauración, la victoria de las armas de
,ori
, Felipe IV, llamado el Grande, en Barcelona (1652), pasó por los pactes hon-
,
~as 1'0.105 que significaron el reconocimicnto de los estamcntos, respetando el
Lna
statu qu.o ante bellum. Tal como fue la promesa del príncipe a la Junta
Gmnde catalana (164l): mas no se debe alteTaT lo que se ha pactado,. vuelva
n
¡rte
i la 1 61 Una aproximación: Anna María Rao y St.einar Supphellen, l<Las élites del poder y los
~n- terrilodos dependientes", en Wolfgang Reinhard (coord.), Las eliles del/Joder y la eOllslmeción del
I el Eslado, México: FCE, 1997, pp. 107-13J.
5n, 62 Citado por Rosario Villari, La 1'I,uueltaallliespmiola en NojlOles. Los orígenes (1585-1647),
gé- Madrid: Alianza, 1979, 1'.. 193.
llí- 63 V. los antecedentes en J. H. Elliot, La ,'ebetión de los calalanes (1598-1640). Vn esludio
:ad sobre la decadencia de Espmia, Madrid, Siglo XXI, 1977, p. 477. .
I 64 Las intervenciones hjst6ricas de Francia sobre Cataluña (y la simpatía catalana por Jos
!ilo franceses) las tienen en cuenta los historiadores, desde Manuel de Mela en su Hisloria de los
movimienlos y sejlaración de Cal/mia, y de la gnerra enlre ta lIlajestad ealólica de D. Fetijle IV, rey de
Caslilla)' de Aragóll, y la Diputación geneml de aquel PdncijJado.
-,...-
11
65 Relación verdadera de las jiesta.fi que hecho la. nobilL5sima GÚldad de Barcelona ... , cit. en Fer-
nando Rodríguez de la Flor y Esther Calindo B1asco, Politica y fiesta en el Barroco, 1652. Descrip.
ción, Oración y Relación de Fiestas en Salamanca con motivo de la conquista de Barcelona, Introduc-
ción, Salamanca: U. De Salamnca, 1994, p. 59.
66 Ha dicho Claudia Lomnitz que a nivel de las imágenes se dan acomodos pragmáticos
sin necesidad de pronunciamientos políticos formales ni de normas jurídicas. "Ritual, rumor y
corrupción en la formación de los 'Sentimientos de la Nación' ", Modernidad indiana. Nueve
ensayos sobre nación, )' mediación en AJéxico, .México: Planeta, 1999, p. 205.
67 Cil. en Francesco Benigno, La sombra del Tey... , op. cit., p. 216 n.
;TREA UNA CONFIGURACIÓN DE OPOSICIONES COMPLEJAS 135
fer-
:r;IJ-
luc-
,
ICOS
)1" y
leve
CAPÍTULO QUINTO
BALANZA DE ASTREA.
NOTAS SOBRE LA PRÁCTICA JUDICIAL
1. ENTRE ABOGADOS
.~-)
138
EL VUELO DE ASTREA
cias que impiden a ciertas personas tomar parcial o totalmente oficios rela-
cionados con la Justicia. Conforme las legislaciones propenden en su parte
forense hacia el Derecho civil romano, el juí-isconsulto no sólo ocupa un
lugar preponderante en los tribunales: se hace persona necesaria en todo
acto jurídico, y especialmente adecuada para representar los intereses aje-
nos. Desplazando al cura," y al caballero de la nobleza. La polémica entre
las armas y las letras -típicamente medieval- indica esta exclusión, de la
que hay un eco en el Quijote:
Quítense delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a las armas ... y
no hablo ahora de las [letras] divinas, que tiene por blanco encaminar las
almas al cielo; que un fin tan sin fin como éste ninguno otro se le puede igua-
lar: hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su punto la justicia dis-
tributiva y dar a cada uno lo que es suyo, entender y hacer que las buenas leyes
se guarden. Fin, por cierto, generoso y alto y digno de grande alabanza, pero
no de tanta como merece aquel a que las armas atienden (El ingenioso hidalgo
don Quijote de la Mancha: Primera Parte, rv, XXXVIII).
4 El proceso de exclusión se configura de antes, pero hay una ley de 1329 que ya impide
abogar a los clérigos y religiosos ante jueces seglares. salvo en sus mismos pleitos (o de la igle-
sia donde fuere Beneficiado, o por su vasallo, o por su paniagudo, o por su padre y madre, u
hombre a quien haya de heredar, o por personas pobres y miserables, &0.). Recopilación de las
leyes de España, Ley 15, Tírulo XVI, Libro II; incorporada de la Ordenanw de los Abogados, capí-
tulo 18 (año de 1495). También hay cédulas para los reinos de Indias en el mismo sentido:
estrecha prohibición para los curas y clérigos en el ejercicio de la abogacía.
s Sobre. el propio interés del ahogado en lograr la confianza: David]. Brewer, 'The
Ideal Lmvyer", 711eAtta))t;c Month!y, Noviembre, 1906.
BAU\NZA DE ASTRF-A
141
. ,
I mir y obviar á la malicia y tiranía de algunos Abogados que usan mal de sus
rela- oficios; mandamos, que agora y de aquí adelante ninguno sea ni pueda ser
I
rrte Abogado en el nuestro Consejo ni en la nuestra Corte ni Chancillería, ni ante
! un las Justicias de nuestros Reynos, sin que primeramente sea examinado y apro-
pdo bado por los del nuestro Consejo y Oidores de las nuestras Audiencias, y por
¡aje- las dichas Justicias, y escrito en la matrícula de los Abogados ... (Ordenanzas de
ptre los Abogados, 1495: cap. 1).
e la
La malicia y timnía de algunas Abogados es un tópico popularmente
extendido en la Monarquía Católica; como dice Mateo Luján de Sayave-
" y dra: "Los letrados, escribanos y procuradores, que toda su vida emplean
las en las ajenas ... qué dirán de los pleitos injustos que defendieron, usando
[Ua-
de dilaciones contra los pobres, recibiendo precios desordenados contra la
(1l,' s-
tasa de los aranceles, las acusaciones y embelesamientos en que viven, no
iyes
con celo de justicia, que con cautelas sofísticas van intrincando; mas con
~ro
I fin desordenado de adquirir mas de lo honesto" (Avatares y vida de Guzmán
t
~to
I
k-
de Alfamche, atalaya de vida humana: Parte Segunda, lII, 2). Un intento por
contener la malicia y timnía de algunos Abogados, es que estén graduados y
examinados en los estudios que presumen y su control mediante registro.6
Se U-ata de ¡-eprimiry obvia¡-la malicia y timnía" induciendo al abogado a
cultivar su talento, observar las virtudes, y a sujetarse al control de la cor-
bl poración;7 sin embargo el oficio de la abogacía tiene por su naturaleza
1y proyecciones políticas, en la medida que su realización contribuye a proce-
t-(,
I
sar las relaciones conflictivas que se suscitan en la comunidad política. Esta
sería además su máxima utilidad, como reconoce después de todo el autor
del Guzmán de Alfamche:
[ pero no os tragueis lo que tengo dicho, de manera que creais que es mejor que
I no haya letrados, abogados ni procuradores; porque, por el conu'ario, es muy
,
to
D-
necesario para la republica que los haya ... hay algunos hombres tan arrimados
I á su parecer, y tan duros de creer, que no pueden persuadirse lo contrario de
r-~s lo que ellos imaginan si no ven evidentes señales, Ó si son convencidos por
fuertes y eficaces razones. y esto es lo que hacen los abogados, que con persua-
~s
6 Que el nombre quede escrito en la matrú:ula de los Abogados, formalizando el ordo de la
¡s Justicia, que les obliga a aceptar un cOlnpromisode servicio y restaUrarloperiódicamente. For- .
roan los abogados una congregación sujeto a la protección real, con estatutos propios (1596).
[
1-
Para el año 1617, por Auto Acordado: queda prohibido que ejerzan el oficio, con penas deter-
minadas y fuertes, los no inscritos en la corporación. Significativamente su insignia fue el
escudo Maria Santísima: los valores de la eharitas c"ristiana debían inspirar su espíritu de servi-
cio. Los Abogados legos sean tenudos [obligados] de ayudar en las cal/sas de los pobres dE grada J' por
~ amor dE Dios (Ordenan= de los Abogad"s, cap. 18 y 19).
s, 7 Se castigaba con'la privación del oficio a aquel que descubre el secreto de su parte a la
contraria (Ordenan= de 1M Abogados: cap. 20). Debía procurar guardar una cierta mesura, no
poner tachas, ni objetos maliciosos, ni improbables, ni testigos sin menester (Ordenanza dE los
Abogados: cap. 3). Debía mostrar una probidad tersa y limpia; de lo contrario inculTía en res-
ponsabilidades: el capítulo 4 de las citadas Ordenan= obligaba a los abogados al pago de
daños y peljuicios causados a las partes por su culpa, negligencia o impericia.
142
EL VUELO DE ASTREA.
siones eficaces convencen las partes y jueces, insinúan la verdad ... Pues ¿quién
dirá que en la república no son necesarios hombres que tengan por oficio
apartar lo verdadero de lo falso, lo justo de lo injusto? Luego loable ejercicio y
necesario oficio es, y muy honroso, el que declara la verdad, defiende la justi-
cia, interpreta las leyes, da el verdadero sentido á los estatutos, patrocina á los
miserables y redime los opresos: el derecho faltaria si faltasen (Avatares)' vida
de Guzmán de Alfarache ... : Parte Segunda, lII, 2).
Los abogados que logran en todo caso alcanzar una situación profesio- 1
(
nal ventajosa, la aprovechan al máximo. En parte, e! empeño en reprimir y
\
obviar la malicia y tiranía de los abogados tiene e! propósito genuino diri~
(
a
Roger Chartier, "Espacio social e imaginarios. Los intelectuales frustrados en el
8 fI.,
siglo XVII", El mundo como Tejmsentación, Barcelona: Gedisa, 1995, pp. 165-180. "Hay plaga de a
letrados -escribe Quevedc>---. No hay otra cosa sino letrados, porque unos lo son por oficio, e
otros lo son por oficio, otros lo son por persuasión, otros por estudio (y destos pocos), y otros r
(estos son los más) son letrados porque tratan con otros más ignorantes que ellos .. _y todos se ];
gradúan de doctores y bachilleres, licenciados y maestros, más que por los mentecatos con
quien tratan que por las universidades, y valiera más a España langosta perpetua que licencia- c
dos al guitar" (Visita de los chistes). e
9 Las plazas de oficial de.J usticia son las más codiciados para Jos letrados, toda vez que
potencialmente ofrecían más: en las India"s al menos, la toga)' judicatura fueron el instru-
mento que llevó a muchos a posiciones más destacadas: obispos, arzobispos, capitanes genera-
les y gobernadores.
1 Cada vez gue alguno de ellos lograba una plaza en algún Consejo, Cámara o Audien-
)'
cia, prefería a un compañero generacional. Dice un Informe sobre los Colegios Nla}ores: "Se hace
la
bien manifiesto a todo el mundo la coligación que hay entre las seis comunidades mayores y
le-
todos sus alumnos, perjudialicísima en sí y nociva a la juventud estudiosa, al Estado, a las Uni- d,
versidades, ya muchas provincias. Porque la causa, el negocio, el agravio y aun la soüada inju-
ria de cualquier de ellos y de cada uno de sus individuos se hacen causa común de todas ellas, p'
7-
y de todos los gue visten y han vestido la beca y se hallan ya en los tribunales". En 160 I decía tr.
el conde de Lemas: Dios nos libre de que acierten a ser Consejeros de Cámara (de Indias) dos colegia- d,
les de un mismo Colegio, )i de que otro Tespecto de amistad o ambición los confedere. Cjt. por Javier
Barrientos Grandon, "La selección de ministros togados para Indias", Xl Congreso de Historia p'
la:
dellnstituto InteTllacional de perecho Indiano, Buenos Aires: Instituto de In\'estigaciones de His-
toria del Derecho, T. IlI, pp. 327-329. tes
F,
es
,
1fi!1f
;1.,
,
l
quién
oficio J gido a reglamentar la práctica judicial, 11 pero para sacar adelante los plei-
tos les era necesario lo que les estaba prohibido, sobre todo introducir
J
ieia y puntos de certidumbre por regalos y propinas, que sufragaba el pJeitante.
justi- . Decía Quevedo: "los letrados defienden a los litigantes en los pleitos
á Jos como los pilotos en las borrascas sus navíos, sacándoles cuanto tienen en el
. vida cuerpo, para que si Dios fuere servido, lleguen vacíos y despojados a la
orilla" (La hora de todos y la fortuna con seso: XIX). Ocurría que en los tribu-
,lHes
.
nales reales había relatores, secretarios, oficiales, archiveros, porteros,
,
aJes mozos, procuradores, escribanos ... que participaban en la petición de Jus-
Dro~ ticia formando una jerarquía, y un circuito también por el que corrían los
f de recursos de los litigantes: para apurar los negocios, se entiende, o para
i. dilatarlos si desventajosos, mediante imercambios que, al fin, 'daban cer-
¡Ha-
I
V el
teza al proceso, pese a las disposiciones encaminadas a apremiar á los Abo-
bdo gados al cumplimiento de las leyes y oTdenanzas que tralaban del órden de losjui-
I
ren
cios (Ol'denanzas de los Abogados: cap. 21).
I Esto hacía del pleito mucho más gravoso al litigante. Pero los aboga-
;on
dos procuraban regular la certidumbre del litigio, o al menos no propiciar
,'de una solución desfavorable, cerrando toda expectativa. Mateo LlUán de
in-
, Sa)'avedra veía que los abogados, en su beneficio, no concluían los pleitos:
',. los gestionaban. "No me meto en los pleitos, que se ven en tantas salas )'
10-
consejos, adonde muchos porfiadamente gastan sus haciendas, )' muchas
TY veces fraudes)' engaiios, ó autos falsos; quieren ganar sus pretensiones )'
J"I-
despojar de su estado al contrario ... Mas bien entiendo que la avariciá de
abogados)' procuradores inmortaliza los pleitos" (Avatares y vida de Guzmá.n
I el de Alfamche, alala)'a de vida humana: Parte Segunda, nI, 2). Mas seguro, sin
'de
~io, embargo, era mantenerlos en situación indefinida, por apelaciones )'
"OS recursos, que la decisión última. Pero los gastos y el tiempo indefinido en
.se la duración del proceso intensificaba -pues de ello dependía su causa- la
Dn
ia- confianza que el pleitante debía depositar en el abogado, especialista,
experto en un Derecho altamente heterogéneo.
,e Aquí el lugar común de los utopistas, que sigue el Pro MU1'ena. Decía
u-
a-
11 Para CI)lpeZar, limitar la ganancia de Jos abogados, que se contenten con llevar honestos
l-
y temfllados salarios flor su lrabajo ... y que uo fJ1wlan llevar ni lIeveu sala rio alguno, que suba ui exceda
¡e la veintena parte de lo que ualiere y montare eljJ/ey/.o en que ayudaren ... )' 1ll0ndllmOs que la dicha vein-
y lena no pueda subir la suma de treinta lllil1naravedfs aniba. Y también: que los dichos Abogados demas
i- de los dichos sa/mios no lleven ni puedan llevar en fraude de estas nuestras onlenn.nws otros dádivas 11i
,- presentes, salvo cosas de come¡')' de beber en peque>ia canlidad (Ordenanzas de los Abogados, capítulos
1,
7-9). De tal modo que en los pleitOs criminales tampoco excedan su salario arriba de Jos
a treinta mil maravedís. Estaban prohibidas las igualas y concienos de los salarios entre aboga-
dos'conu'incantes(cap. 13 de las dichas Ordenanzas). Disposicionesque reproduce Felipe Il
r para losreinosy provinciasde Indias:Recopilación de Indias, Libro Il, Título XXIV. Respectoa
lasigualas,se introduceuna variación,en la ley6: Que los Abogados hagan sus igualas con las fmr-
les al jJl7ncipio de los pleylos, y 110 despues, fmw del salario)' susjJensión. En una Pragmática de 1590,
FelipeJI prohibióque los abogadosy procuradoreshicieranpactos y convenienciassobre los
estipendios o intereses de Jos pleitos.
144 EL VUELO DE ASTREA
Lipsio: "De ahí [por las demasiadas leyes] nace el arte e industria de plei-
tar... De ahí procede no haber hoy dia mercancía tan vendible como la
perfidia de éstos [de los abogados]. Mas, ¿Por qué lo tengo de disimular?
Este emperrado estudio es la peste de Europa: y no sin fundamento lo
llamó alguno latrocinio permitido ... Harto dichosas han sido antigua-
mente las villas, y lo serán en adelante, sin abogados" (Políticas: II, XI). Es
el anhelo de los autores políticos que imaginaron utopías: no sólo suprimir
los conflictos (como frecuentemente se propone: igualando educación,
propiedad, dignidad por los méritos, &c.), sino dando leyes sencillas, y no
demasiadas. En la Ciudad del Sol, escribe Campanella (1623):
[Las leyes] son pocas, breves, claras y están escritas en una tabla de bronce ...
Cada una de ellas contiene en estilo metafísico y breve definiciones de las
esencias de las cosas, o sea, qué es Dios, los ángeles, el mundo, las estrellas, el
hombre, la fatalidad, la virtud, &c., todo ello con un gran sentido. Están tam-
bién indicadas las definiciones de todas las virtudes (La imaginaria Ciudad del
Sol. Idea de una ,.epública filosófica).
y basta con ello para juzgar. 12 Pero las leyes siempre fueron demasia-
das. No cumplían los requisitos de la Ley en los términos exigentes que
pide Bruno: "Por mediación de ella quiere obrar la sabiduría y por media-
ción de ella quiere ser empleada; por medio de ella reinan los príncipes y
se mantienen los reinos y las repúblicas. La Ley, adaptándose a la com-
plexión y costumbres de los pueblos y naciones, reprime la audacia con el
temor y hace que la bondad este segura entre los malvados" (Expulsión de
la bestia triunfante: II, 1). En realidad, la Ley por sí misma poco podía sin la
intervención de los letrados. Por eso Quevedo afirmaba:
¿Queréis ver qué tan malos son los letrados? Que si no hubiera letrados no
hubiera porfías, y si no hubiera porfías no hubiera pleitos, y si no hubiera plei-
tos no habría procuradores y si no hubiera procuradores no hubiera enredos, y
si no hubiera enredos no hubiera delictos, y si no hubiera delictos no hubiera
alguaciles, y si no hubiera alguaciles no hubiera cárcel, y si no hubiera cárcel
no hubiera jueces, y si no hubiera jueces no habría pasión, y si no hubiera
pasión no hubiera cohecho: mirad la retahíla de sabandijas que se producen
de un licenciadito (Sue>lo de la muerte).
a,
12 En Utopía, escribe Moro (1516), "todos conocen las leyes, pues ... son muy pocas y su
p
interpretación más simple pasa por ser la más equitatiya ... si se la interpretase demasiado e
sutilmente sólo serviría, en realidad, para unos pocos capaces de entenderla, mientras que n;
siendo clara y sencilla, estará al alcance de cualquiera" (Utúpia: 1I). Demócrito el .laven de
Tit
Robert Burton (1621) se conmovió al ver en el mundo "tantos juristas y abogados, tantos tri-
bunales y tan poca justicia; tantos magistrados y tan poca preocupación por el bien público, tI'
tantas leyes y sin embargo no menos desórdenes; un tribunal, un campo sembrado de litigios; d(
un tribunal, un laberinto; tantos miles de pleitos en un solo tribunaL .. " por eso imaginó su
República ideal "con pocas leyes, pero 111antenidas severamente, escritas en un estilo llano ... gr
para que todo el mundo las pueda entender" (Tl1e Anatl1om] oJ iVlelallc1wly: Al lector). lo
1
'j
1.
BALANZA DE ASTRF_o\. . 145
l'
el- Sin embargo, los letrados se empenan en reducir las contingencias
Ila judiciales, aunque no en eliminarlas por completo. En parte, porque era
lr? preferible una situación 'abierta que cerrada, adversa. Estaba en su interés
'lo (como recomienda Gracián: "Cebar la expectación, pero nunca desenga-
:
la- üarla del todo" [El Héme, Primor ID, pero además: la estructura del ale-
lEs gato judicial era por sí mismo abierto a contingencias, sobre todo, por la
:.
Hr concepción casuista del Derecho, que no ¡'econocía una determinación
IIn,
enfáticamente selectiva a la letra de la Ley escrita, lo que producía varias
ho expectativas probables, plausibles, razonables en la formulación de un ale-
I, gato y su defensa.
I¡... ". De modo que el abogado adquiría una posición altamente valorada
las 'por su habilidad en el uso de los diversos materiales jurídicos de que
lel disponía.
01- La diversidad de fuentes jurídicas, su diferente interpretación,' en fin,
Uel todo lo que constituía la materia de los letrados, exigía un saber experto.
¡ La base de la formación' del jurista fue el Derecho romano, pero no se
la-
I
reducía a él, sino que pasaba por los comentaristas y glosadores, la consi-
lIe deración de las costumbres y las leyes escritas vigentes, pertinentes al caso.
la- Por eso Diego de Torres VilJaroel (1725) afirmaba, englobando en un
!y lamento los vicios de la práctica judicial:
h- Al que litiga le abren los sentidos para que enrede más. Entre todos discurre el
iel modo de huir, adelantar e interpretar la Ley. Se ClUzanlas opiniones y'las 'glo-
~e sas'en Jos pleitos. Uno.lo detiene, otro lo adelanta, otro se agan"a de un lapsus
calami del escribano, otro dice que se tragó el relator medio procéso, otro que
~a
el procurador mintió en la petición. Cuantas son las personas de un pleito,
1 tantas son a mentir, opinar, detener las dos partes, buscando etilpeflos a
:
?o canoera tendida y dando regalos. El escribano escudriña bolsas en que vaciar la
r:1- realidad de las partes; el relator se echa a dormir esperando las 'propinas; 'los
:y
I
abogados, revolviéndose los sesos por oscurecer verdades ... el procurador se
ra esconde; losjueces se confUllden (Caneo d£1 airo mundo: Respuesta del Piscalm' de
!el Salamanca al gran JuTisconsulto PajJiano).
~'a
~n
Quizá exagera, pero interesa la idea que ofrece del cuadro judicial,
la percepción genei-al, el aspecto' desordenado de los juicios, sin contar la
actuación del juez, o siquiera el Derecho. De modo tal que en conjunto se
,,
su pronuncia la sensación de incertidumbre: "Toda esta quimera, desasosiego
~o
, e inquietud tiene lo falible y conjeturable de su profesión ... yo no creo
Ue nada de lo que veo y no entiendo palabra de lo escrito" (Caneo del alTO
~e
ti- lilundo: ResjJUesta del Pisca/O?"de Salanú:l11ca al gran Jurisconsulto Papiano). Se
I
trata de una condición permanente, que en las puertas del Ochocientos
.l~~
. ' denuncia el sabio MartíJ)ez Marina: "Los negocios; intereses y causas más
Su
L. graves de la nación y del ciudadano quedaron pendientes del capricho de
lo's letrados, quehaJlaban' ley y opinión para todo, y los litigios se con-
~
i
j
y los oficiales de justicia a los que se dirige; moviliza una serie de recursos r
retóricos para expresar adecuadamente lo que desea transmitir, como
forma expresiva de una cierta imagen pública sólidamente construida. Hay A
también una circunspección dramática que fija un cierto tipo de comporta- l'
n
miento correcto, acorde a las expectativas que en los demás suscita su )(
desempeíi.o profesional,13 que no sólo informa las palabras que debe pro-
nunciar, sino incluso su atuendo,14 formando una totalidad.
cr.
Lleva mucho de ostentación tal vez, pero no carente de significado; O
aunque OJ-acular casi -análogo al comportamiento ritual de los brujos por m
01
~.és" ejemplo-,IS mediante el cual se produce en los tribunales: centro del orden
~ los institucional de la Monarquía, entre lo profano y lo sagrado, entre la per-
I sona particular y el príncipe; en el que de preferencia se median -inter-
ils y pretan, traducen, gestionan, solucionan- los conflictos que eri ella se
bve- suscitan.
;Zón Muchos abogados, eso hay en la Monarquía al final del Setecientos,
,
erar como expresión del desarrollo evolutivo de la forma política de tipo judi-
cialista. Al mediar el siglo,. hay en Nápoles 26.000 letrados.16 José del
\he-
Campillo, ministro de Felipe V, se preocupa al notar que en España "Hay
ÍJrÍ-
I . de menos letrados buenos, habiendo tantos malísimos de más ... El buen
ISIS-
t letrado, así como el oráculo, es el archivo de la confianza del pueblo de su
Irse
domicilio, )' el malo no otra cosa que influjo tan pernicioso como nocivo
~ro
I ' para que se pierdan muchos a fin de ganarse él" (Lo que ha)' de más )' de
caz.
menos en España, pam que sea lo que debe ser)' .no lo que es: Letra L). Y en otro
i
lugar, desespera:
loro Nos dicta a gritos la razón que su excesivo número [de los letrados] más sirve
~ue de desolación que de provecho a la monarquía. Con él padece un destrozo
blra grande la justicia y el público, porque mal puede distinguirse el nervio, la
I no identidad)' vigor de la ley, donde hay tantos que por mantener su fasto, o
I
~
, es la desfiguran o la desubstancian con sofisticas contradicciones o con diversos
ene
; sentidos, pues amontonando disputas llenas de fárrago y delirios, con una con-
)10;
fusa máquina de ilegítimos textos y bastardas opiniones, no sin'en de más pro-
;da'
I ' vecho a sus conciudadanos que de aumentarles pleitos, enemistades y rencores,
s, á . poniendo en riesgo a sus patrimonios, trastornando la justicia y los intereses
s, y de la causa pública (Espmla, CÚispielta: Letrados y leyes).
I
Muchos abogados hay 'a la entrada del Ochocientos en España,17 y en
'¡ue .la Nueva España: el ilustre don Carlos María de Bustamante presenta por
aa :entonces al Consejo de Indias un menlorial en que trata El lastimoso esta.do
I
,.su
I
,en que se halla reducida la.profesi6n de los abogados (1807), por ser demasia-
no ,dos, )' propone reducir su número: "recobraríamos nuestro esplendor, y
kos
, no veríamos envilecida más nuestra profesión, causada por la multitud".
[no
,
lay
'ta-
Antonio Perez; }' creo que quien dijo lugares, entendió también oficios}' cargos; que aquel
ponerse un hombre la capa sobre los hombros cuando iba á salir de casa, .no era sino adveni-
¡su
I
miento que habia de llevar en público concertados}' cubiertos los afectos" (Segundas cmtas:
XXXV). La capa de los letrados -imprescindible, como en 1l Dolt01'e de la Commcdia dell'A,te-
ro- era j,mte sustancial del oficio en el fOTO.
I IS Es más o menos Jo que Edmund Leach llamaba "hechicería política": C1útura)' comlmi-
I
cación. La lógica de la c01iexión d£ los símbolos, Madrid, Siglo XXI, 1993, p. 43. V. también: Karl
'o; Olivercrona, Lenguaje jUlidico )' realidad, México: Fontamara, 1999. Respecto al comporta-
101' miento ritual, para producir certidumbre, confianza: E. E. Evans-Pritchard, 1311tje1ía, magia y
I, oniculos enlre los azonde, Barcelona: Anagrama, 1997.
I 16 Christopher Duggan, Historia de l/alia, Madrid, Cambridge University Press, J 996,
00- pp. j 10-111.
17 Carlos IV, en Zaragoza, en 1802, intenta moderar el número de aquellos con privilegio
Ion para ejercer la Abogacía en EspOlia (Novísima Recopilación: V, XXII, 2).
148 EL VUELO DE ASTREA
n. EL TOGADO PRUDENTE
(NECESSITAS NON HABET LEGEM)
Decía e! muy sabio Fernando del Pulgar (cina 1480): "Administrase
justicia é la justicia engendra miedo, y e! miedo excusa escesos, y do no
hay escesos hay sosiego, é do hay sosiego no hay escándalos, que crian la
guerra" (Letras: XII). Los jueces están en el mero centro de! orden institu-
cional de la Monarquía Católica.
La distinción entre e! abogado y el juez, la incompatibilidad de ambos ,
,
oficios, tiene una larga y venerable tradición, que se resuelve en distancia- ,
miento.IB Cuestión de honor, en el fondo: los ministros togados son repre- 1
sentantes de la más alta autoridad, y han de estar libres de las molestias de f
1
G
fe los abogados; éstos deben mantener una comunicación franca con oficiales
'i- subalternos, recibir honorarios por su servicio y sujetarse a apremios a que
il. ,
¡
suelen dar lugar los litigantes, que no corresponden a la dignidad de!
j magistrado.
Desde el Quinientos, e! jurista constituye la parte más importante de
~- la capa superior del estamento profesional de los fu.ncionaTios, por así lla-
~, marlos, y desde entonces se introduce un ajuste notable en el ejercicio del
gobierno: e! rey seguirá siendo el centro ideal de imputación de los juicios
1- y fundamento de su legitimidad, pero se tiene que ayudar de los jurisperi-
I
tos. Lo mismo los virreyes de la Monarquía; en Indias, siendo presidentes
F
JS de Audiencia: "sin e! consejo de un letrado, los virreyes, que solían ser
!
l- gente de espada y no gente de toga, no podrían desempeñarse como jue-
Is ces. En la práctica, e! asesor era e! juez, y el virrey se limitaba a firmar los
hI hallazgos y las decisiones preparadas por el".19Además, e! Emperador
,-, Carlos (Valladolid, 1553) manda que cuando a los oidores les paTecieTe qu.e
is [los virreyes] hacen alguna PTOvisión que no sea tan ajustada como conviene,
I
pueden advertirles en forma (Recopüación de Indias: III, III, 34). Al virrey
s correspondía la parte ejecutiva, por así decir, de la gobernación, pero
"aunque todas las materias del gobierno las puede arbitrar y resolver e!
virrey sin la Real Audiencia ni e! acuerdo -escribe el Obispo Palafox- ...
cuando contienen en sí tanta gravedad y peso que de ellas pueden resultar
inconvenientes o escándalos, será muy conforme a toda buena razón y a
las cédulas de su majestad conferirlas con los ministros, así para que le
aconsejen lo que pareciere más conveniente, como para mayor satisfacción
de lo que resolviere; y así lo han hecho todos los virreyes prudentes y
entendidos" (Instrucciones y MemoTias de los Vúnyes Novohispanos. InfoTme del
IlustTÍsimo SeñoT Don Juan de Palafox al Excelentísímo SeñoT Conde de Salvatie-
cion dellos con los pleytantes, y con los Abogados y Procuradores dellos, porque cesen las sospe-
chas, y que ningun Abogado, ni Relator, ni Escribano de la Audiencia viva con ellos, ni los ple)'tan-
tes los sirvan ni acompaiien ni continuen en 'sus casas, 1/1los consientan (Novísima recopilación, V, XI,
J
4). Estas disposiciones aparecen insistentemente durante los siglos, como si se tratase de una
práctica que se repite y que no se puede evitar. La reiteración literal aparece siglos después,
con Carlos III (1770): prohibición de que tengan [los Ministros de las Chancillerías y Audien-
cias y Jueces] frequente comunicación ni trato con los litigantes, ni se dexen acompañar de ellos: que no
les admitan visita alguna de cumplimiento ó de ceremonia, aun con pretexto de pedir la venia para supli-
car: que en este caso se reciban en las oficinas los pedimentos de las IJartes [. ..] y negada la súplica, 110 se
admitirá mas pedimento sobre el asunto (Novisima recopilación, libro V, título XI, ley XI). Enrique N
en Toledo (1492), Carlos I)' Juana en Toledo (1526) y en Valladolid, en 1527 (Novi,ima recopi-
lación: V, XI, VI). Hay desde luego algunas variaciones a estas providencias son muchas, en
forma de amonestaciones, recuerdos, encargos, dec!amciones y p1"Ovidenciasparticulares, &c., pero se
resumen en la idea de que los jueces no hagan causa privada en los pleitos: Absoluta prohibicion
de aboga.r Oidor alguno en pleyto de la Audiencia, aunque tenga Real cédula para ello. Enrique N en
Toledo (1492), Carlos I y Juana en Toledo (1526) y en Valladolid, en 1527 (Novisi1l1aTecopila-
ción: V, XI, VI).
19 Woodrow Borah, Eljuzgado general de Indios de la Nueva España, México, FCE, 1996,
p. 107.
150 EL '"VELO DE ASTRL"
dad secular: hasta dónde se le debe obediencia: UI). Idea semejante la ilustra
socarronamente Rabelais (Pantagruel: U, X- XIU), y también Cervantes en
S.
su relación del extraordinario gobierno de Sancho Panza en Barataria (El Sl
Que ningún Letrado pueda haber ni haya oficio ni cargo de justicia, ni Pesqui-
I
sidor, ni Relator en el nuestro Consejo, ni en las nuestras Audiencias ni Chan- I
cillerias, ni en ninguna ciudad, villa ni lugar de nuestros Reynos, si no constare
por fe de los Notarios de los Estudios, haber estudiado en los estudios de qual-
quier Universidad de estos nuestros Reynos ó de fuera de ellos, y residido en
ellos, estudiando Derecho Canónico ó Civil, á lo menos por espacio de diez
I
años ... Y mandamos á los del nuestro Consejo, y á los Oidores de las nuestras
Audiencias, y á los Alcaldes de Nuestra Casa y Corte y Chancillerías, )' á los
Concejos y Corregidores, y Asistentes, Alcaldes y Alguaciles, y otras justicias
qualesquier de todas las ciudades, villas y lugares de nuestros Reynos y Seño-
ríos, que no den oficio de Corregimiento, ni de Asistencia, ni Alcaldía, ni otro
oficio de juzgado, ni de Relator á ningun Letrado, salvo á aquellos que hubie-
ren estudiado el tiempo suso dicho, mostrándolo por fe, como dicho es (D.
Fernando y Da. Isabel en Barcelona por Pragmática de 1493; Novísima Recopi-
lación: XI, I, 6).
22 Además, Felipe Il, en las Ordenanzas del Consejo de Indias, y Felipe IIl, en el año 1636,
mandaron al Consejo de Indias que con grandes diligencias y cuidado busquen siempre para Minis-
tros de justicia tales personas, y de tanta vi1tud, ciencia y experiencia, quates convengan al servicio de
Dios musiTO S"j01- y nuesiro (Recopilación de Indias: Il; Il, XXXIII). En el dicho año de 1636 se
pide al Consejo de Int;liasque acierte a elegir ministros en las Presidencias, Plazas de asiento, y
los demás oficios de justicia a personas de las calidades, letras, virtud, entendúniento, suficiencia, expe-
rienda)' aprobación (Recopilación de Indias: n, n, XXX).
i\ BAL~NZA DE ASTREA 153
,
,
,.
1- perecho antiguo, proveniente de divei-sas fuentes y autoridades, modelado
í- por la actividad de los tribunales.
I
lO
, ¡. El itls c01llunne adquirió cierta relevancia en Indias a falta de una tradi-
1-, ción realnlente vigorosa de i'lls pmjJrium,' difundiéndose especialmente a
h. través de su reelaboración medieval castellana, Las Partidas. 23' Sirvió sobre
I
:z1 todo como base di: los razonamientos jurídicos en busca de decisiones ade-
1s tuadas,peninentes, al caso ..
i
IS ~ '. Prevalecía. una concepción casuista del Derecho.2• Si los juristas. acu-
I
IS dían al Cm'pus Juris, a los autores, comentaristas y glosadores del Derecho
1- romanoo no fue por la Ley en sí, sino por la guía y el sentido que pudiera
i
O proporcionarles en la reconstrucción jurí<;lica del caso. En lo más estricto
!-I de la práctica judicial, se entendía que la Ley omnicomprensiva (general,
1. Üniversal, abstracta: omnes definitio periculosa est) entorpece la correcta
!
l-
o
decisión.' . .
I Primero era el caso (la percepción del problema concreto, examinando
t
i
e
las circunstancias que determinan al sujeto, objeto, lugar, tiempo, modo,
&c., que informan la construceÍón jurídica de la causa, pleito o negocio),
k
I
luego los precedentes, la solución antúior dada a caso similar, la costum-
~ bre ... al final la Ley. 25 Existía la convicción generalizada de que las leyes
I!- no podían abarcar tocios los casos ocurrentes, ya sea por su riúmero infi-
¡,¡ito ya se;¡. por sus accidentes de tierilpo, lugar, 'sltieto, modo, motivo,
! objeto.
h , Esto infundía desconfianza hacia la Ley general, e inspiraba rnismo al
I t;iempo la oposición a expedirlas: Especialmente en Indias, como apunta
a
!.,. ~n su. Política indiana don Juan de Solórzano y Pereyra, al tratar de.la natu~
j- ialeza de las leyes del Consejo, que debían' ser "las que fuere pidiendo el'
I tiempo, y la utilidad y conveniencia de aquellas Provincias y Repúblicas"; .
r
1-: poniendo "en cúestión si puede haver ley que en tódo se ajuste y sea uni-
[) forme a todo. el génercJ'l1Umano": .
~ No -se responde $olórzano-: porque cada PrO\;incialas requiere 'diversas...
!
's En las de lhdias es esto mucho mas ,cierto.... porque todo ó lo mas es Iluévo en
I1-
ellas, ó digno' de inovarsecada dia, sin que ningun derecho, fuera del natural,
i!, pueda tener firmeza, y consistencia, ni. las costumbres,' y exemplQs que halla-
mos introducidos sean dign'os de cQntinuarse, Jii las leyes de Roma, óEspaña;
r
l'
se adapten á lo que pide la variedad de sus natuI'ales, de más de otras niudan-
zas, y variedades, que cada dia ocasionar los .inopinados sucesos)' repentinos
1;
accidentes que sobrevienen (Política indiana: V, XVI, 3-4).. ' . .
I
¡
t
'0
23 V., Javier Ban"ientos, Ln. ~ultura jll1jdi~fl en la ,NUEva EsjJafia. ~:léxico: UNAM, .1993: .
24 Un ensayo brillal~te, como pocos, en la materia: Ví~tor Tau Anzoátegui, Casuisino j' sis-
k1
kI tema .. Indagación histórica sobre el espílitu del Derecho'/ndiano, BuenosAires:Institutode Investi-
!l' gacionesde Historiadel Derecho,1992. .
:- .25 V., AlfonsoGarda.Gallo:"Génesisy desarrollodel derechoindiano",en Estudios de His-
I, toria del Derecito /ndimw, Madrid.InstitutoNacionalde EstudiosJurídicos, J 972, pp. 134- I 38..
¡ ."";\)
¡
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1 ...::t
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154 EL VUELO DE ASTREA
t
I.
a
ao,
ca
La Leyes tan sólo una especie del Derecho, que es en todo caso lo que
pretende el juez para lograr la Justicia, resolver rectamente; sus dictáme-
nes no eran forzosamente el resultado de la aplicación esu'icta de la Ley.
¡ri- El Derecho se realiza entonces en la decisión de casos, tal como se
I presentan.
~o, La solución reposa en una intuición que se guía por ciertos principios
,lOS rectores: aequitas, bona fides, ani17l1.ls,uti/itas, que apoyan el análisis casuista,
)S-
, tanto como la interpretación de la Ley (la reconstrucción del pensamiento
,lel del legislador) por métodos jurídicos (jurisprudencia, doctrina), en vista a
'I:1' ' la valoración de las circunstancias concurrentes al caso. De modo que en
sus dictámenes, el juez no puede prescindir de los libros, pero tampoco de
,OS cierta virtud intelectual exigente: "El que juzga con prudencia, juzga bien"
IY (Tomás, Tmtado de la Justicia: IV, 1).28 La apreciación del jurista cobra
,tle entonCes relevancia. Representa una fuerza vigorosa y determinante, que
as
, se expresa en la modelación del Derecho.
¡el
as
, 26 Vg.: No mtgan ni se cmllj,lan las Reales cmtas dadas conlra Derecho, ley, o fuero usado (Enri-
.y que 11,Canes de Toro, 1369); lambién del Trescientos: Las Caltas desaforadas 1,ara malar o pren-
u- der a alguno J' lomarle bienes, no se cu.mplan (Alfonso XI en las Canes de Valladolid, 1325); igual.
\
mente de la misma época: Se obedezcan J no cumjJ/an las carlas con/ro. Derecho en jJe1jllicio de
,le parles, aunque conlengan cláusulas demgatorias (disposición de Valladolid, 1325, confirmada
,a por Enrique II en las Cortes de Toro, 1371, Y en las de Burgos, 1373, y sucesivameme por
la Juan 1, Enrique IV, y'ampliada por Juan JI en las 'Cortes de Valladolid, 1442); así también, del
Cuatrocientos: No se r.umplan las Reales cmtas para desnjioderar a alguno de sus bienes. sin ser antes
:Y oído)' vencido enjziicio Quan JI, Caries de Valladolid, 1448). Hay otras, recogidas todas ellas en
Q' la Novísima Recopilaci6n de 1805 (Libro IJI, Título IV, leyes 2-6 y ss.).
~j
- 27 Sobre ello debe \'erse: Victor Tau Anzoátegui, "La ley se obedece pero no se mmple".
En torno a la suplicación de las leyes en el Derecho indiano", V Congreso del Instituto Interna-
es . cional de Historía del Derecho Indiano, Quito: Corporación de ESIUdios )' Publicaciones, 1980,
pp. 55-110.
28 Denuncian los senllones )' elogios fúnebres de abogados>, jueces este valor como at.ri-
bUlOinseparable del buen juez. v., Alejandro Mayagoitia, "Los abogados y jueces en la Nueva
Espaila vistos a través de sermones )' elogio~fúnebres", Xl Congreso del instituto Internacional de
Hisloria del Derecho I'ndiano, IlI, Buenos Aires: Instituto ele Investigaciones de Historia del
Derecho, 1997, p. 98.
r
156 EL VUELO DE ASTREA
¡ue 37 Javier Barriemos Grandón, "L,a selección de ministros togados para Indias", IX Con-
greso del Instituto Internacional del Derecho IndiQ1w, tomo IlI, Buenos Aires: Instiluto de Investi-
ay gaciones de Historia del Derecho Indiano, 1997, pp. 303-304.
:IOS 38 l..a siguiente legislación recopilada Martínez Marina la' encontró redundante y anti-
de cuada, falta de todo concierto, sin embargo ilustra el panorama general. de la venta y arriendo
)01'
de oficios. Juan ][ (roledo, 1436): "Prohibición de recibir dinero ú otra cosa pOI' dar su voto
16s concejales [de los pueblos] para la elección de oficios", el mismo príncipe (Guadalajara,
las, 1436). y pOI' Pragmática de los Reyes Católicos: "Prohibición de vender, trocar y dar pOI' precio
l/.z- ni otro respecto los oficios que deben proveerse pOI' voto de los Concejos" (Novísima Recopila-
't.a- ción: VIJ, IV, leyes 7 y S). Carlos I y do,;aJuana (Valladolid, 1525): "Prohibición de comprar y
vender los oficios de jurisdicción" (Novísima Recopilación: VII, V, IX). Juan I (Valladolid, 1385):
:dic Prohibición de Q1,-endQ1'los oficios de Justicia de los Imeblos, y de la Real Casa y COlte y Clu",cilleríos.
:10. Don Juan I también (Valladolid, 1380): Los Alguaciles de las Justicias ordinarias "O IJ11edenarren-
igo dll1' sus oficios. Fernando e Isabel (Sevilla, 1500): Prohibició" á los COI1'CgidOl'esde alTendm-los ofi-
cios de Alguacilazgo, Ai£aldías y otros respectivos á SIIS COl,-egimient.os. Don Felipe JI (l588): Prohibi-
't.a- ción de O1,-endar los oficios de Procuradores; y en ] 590: Declaración de la le)' IJrecedente, con exte"sión
¡ue á las EsC'Jibanfasde Provincia)' Ayunt1l111.ienlos de los pueblos. Novísimfl1"ecojJilación: Libro V11, Títu.lo
ion VI. Véase el Libro JI, Tílulo VlI, de la No¡¡ísima recopilación. Reducción de los oficiosacI'ecentados; )'
d,,'echo de los pueblos para tantearlos)' consumirlos; Extincíó" de los oficios de Regidores y otms acrec"'-
:ue tamientos en los pueblos donde hubiere ci"to n'Úmem de ellos; en las Reales provisiones de Regimientos se
pongan las c!Ausulas de que los agraciados "O tenga" otm, ui el oficio exceda delllúmem antiguo; Revo-
cación de los oficios de los Concejos acrecentados desde el mío 1440 hasta el de 480; Provisión de los ofi-
Wl-
cios acrecentados a favor de las personas que se expresan, sin embargo de la ley j)Tecedente; Consumo de
, la
los oficios de Merindad y Alguacilazgo P"lJetuos, ó de por vida, por muerte de los que los tengan; Reduc-
ción al número antiguo de los oficios acrecentados, no siendo de los Tenunciables, Ó ha teniendo sus
: la
poseedores facultad liara disponer de ellos. . _
'Deo
39 V., Rosario Villari, La ,'evuella antiesjJOIiolo en Nápoles. Los oríg"les (1585-1647), Madrid:
Alianza, J 979. -
S7,
40 11., Helmul G. Koenigsbergel', La práctica de/. Imperio, Madrid, Alianza, 1989.
41 En Castilla, Juan I (Soria, 1380), Juan J[ (Valladolid, 1442), hasta don Fernando r
160
EL VUELO DE ASTREA
i
I
t der
lICIOS
ficia-
III. EL PODER DE LOS ESCRIBANOS
Y LOS OJOS DE ARGOS
1 Una tradición tebana transmitida por Plutarco ftió la imagen del prín-
t del
reces cipe ciego, sentado al lado de sus consejeros, sin manos: "el hecho de estar
•
¡sólo sentados, comenta Erasmo de Rótterdam, manifiesta que los magistrados y
los jueces deben tener el ánimo sosegado y no perturbado por pasión
¡plu-
lleos alguna. El hecho de carecer de manos significa. que deben mantenerse
¡taba puros e íntegros, lejos de toda corruptela de sobornos. Además, el hecho
I de que el príncipe carezca también de ojos significa q"ue el rey no debe
e las
I sepa¡-arse de lo honesto por dádivas, hasta el punto de quedar condicio-
p de
nado por miramientos hacia otras personas, y que debe tener información
ir el
de primera mano en asuntos tan importantes" (Instituto Principis Christia-
trac-
i ni: 1). Andreae AIciati -o AIciato- en su libro de emblemas (1531), insiste:
¡tru-
f
I
están sin manos para que no tomen sobornos ni esperen regalos, y el prín-
Iues- cipe no tiene ojos, porque debe resolver sólo escuchando (Emblematum
liber: Emblema CXLV, In Senatum boni Principis). Los tribunales reales
debían ordenarse a este ideal, los Consejos, las Chancillerías y Audiencias.
;ecta-
I .
UPrl-
fans- 45 V., Mark A. Burkholder y D. S. Chandler, De la impotencia a la autoridad, México: FeE,
1984.
lein-
I
46 "En general, según Robert Descimon, puede decirse que las formas legales de venali-
dad satisfacían a las diferentes burguesías, mientras que las formas consuetudinarias garantiza-
le 1m ban las prerrogativas de las noblezas y la total dominación por la aristocracia de las redes de
onó- clientela". Op. cit., p. 153.
I 47 El barón de Montesquieu observa que: "hay'un arte y unas invenciones para prevenir
Tica, los fraudes, que el interés sugiere a los an"endadores y que los administradores no sabrían
imaginar" (véase: El espíritu de las leyes, parte 11, libro XlI1, capítulos XIX y XX).
48 Citado por Robert Descimon: op. cit., pp. 136 Y 140.
162 EL VUELO DE ASTRL\
Quevedo tenía algo contra los escribanos, en su Sueño del juicio Final
dice que vio un "escribano que no le venía bien el alma y quiso decir que
no era suya por descartarse della". Hasta en el Juicio Último, mienten. En
los poemas hay muchos otros, y el mismo: "el escribano recibe/ cuanto le
dan sin estruendo,! y, con hurtar escribiendo,! lo que hurta no se escribe".
Su oficio consiste en dar fe de las escrituras y los procesos legales, tiene
título legítimo para ello, pero tiene además una cierta disposición a distor-
sionar los papeles, por soborno, y tiene amparo para ello: "Invisible viene
a ser/ por su pluma y por su mano/ cualquier maldito escribano,/ pues
nadie lo puede ver". Se guarda en el silencio de la escritura: "Que el escri-
bano en las salas/ quiera encubrirnos su tiña,! siendo ave de rapiña,! con
las plumas de sus alas". 53
Las burlas dicen mucho de su poderío, "officio tan principal y cauda-
loso", según el Grotalón.54 El escribano da fe de los actos jurídicos, practica
diligencias, redacta y autoriza con su firma los procedimientos judiciales;
también los contratos para que tengan su efecto, admite además los pode-
res de los representantes: recibe pruebas, interroga, transcribe los testimo-
nios ... Debe conservar a buen recaudo las escrituras originales, los poderes
de los representantes y las sentencias definitivas (Recopilación de Indias: II,
XXIII, 8). Pero con malicia podía menguar o añadir los papeles, y con
poco más hasta decidir: "y noté -escribe Quevedo- que no hay cosa que
crezca tanto en tan. poco tiempo como culpa en poder de escribano" (El
mundo por de dentro). Da fe de la propiedad que se presume -redacta las
escrituras y las hace válidas por su firma-, así como de los pretendidos
testamentos (véase Novísima Recopilación, Libro X, Título XXIII, De las
53 Los versos de Quev~do los recoge Ignacio -Are1Iano al pie de página en su edición de
Los Sueños d~ Franciscode Quevedo:.Madrid: Cátedra, 1999, p. 95 n.
54 Loc. Cit.
ffiEA
BAL~;,\ZA DE ASTREA 165
.
;'
.1
,¡
" B.~LANZA DE ASTRL~ 165
D hay
a su Escrituras Públicas, sus Notas y Registros). En su mano está la peleada
posesión, o al menos la custodia de sus registros, los de propiedad.
Los escribanos cruzan todos los tribunales de la Monarquía, superiores
o por e inferiores. La condición de su oficio se funda en la lealtad: Lealtanza
n ino-
-dice Alfonso X- es una bondad que esta bien en todo ame, e se?1aladamente en
o aUil-
los EscTivanos, que son puestos para fazel' las coTtas de los Reyes, o las otras que
¡están
¡drán llaman públicos", Ca en ellos se fian también los Seiiores como toda la gente del
ificia- Pueblo, de todos los fechas, e los pleytos, e las posturas, que han fazer, o a dec-lTen
¡ue es juicio (Las Siete PaTtidas: III, XIX, 1), En caso de desviar la conducta: False-
~chos dad faziendo Escribano de la Cm'te del Rey, en carta o en pTevilegio, debe mOT-lT
l" COn POTello, " e si el Escribano de Ciudad o de Villa fizieTe alguna caTta falsa, o fizieTe
!a (El alguna falsedad en juyzio, en los pleytos que le mandaren escribir, devenle cortar la
i
mano con que la fizo, e darle POTmalo, de manera que non pueda", aver ninguna
final honrra mientras bivieTe (Las Siete Partidas: UI, XIX, 16).
¡que Pero además de esa bondad exigente, desde luego es necesario que
f En domine la escritura, sobre todo: pTOvados debe ser los Escrivanos ... sin son
,o le sabidoTes de escreviT (Las Siete PaTtidas: III, XIX, 4), lo que en una sociedad
be".
, iletrada, analfabeta debía ser algo raro, N o se les pide sabiduría jurídica,
:ene aunque por práctica, por la permanencia prolongada en un mismo tribu-
tor- nal, como se recomienda que la tengan, alguna van adquiriendo, y llegan
ene a ser imprescindibles: por eso Enrique IV (1458) manda que los Con'egido-
!ues Tes y jueces que Nos enviáTemos,., usen los dichos oficios con los Escribanos del
,cn- nlÍmero de las dichas ciudades, villas y lugares donde así fileren deputados, ante los
con quales pasen todos los instrumentos, pTOcesosy escrituras según sus pTivilegios, fue-
ros y costumbres disponen (Novísima Recopilación: VII, XV, 14), Siendo tan
tIa- necesarios, se les quiere controlar: se les imponen exámenes de aptitud e
:Jea idoneidad, juramentos previos, registro,., (véase la Novísima Recopilación:
les', Libro VU, Título XV, De los Escribanos Públicos y del Número de los
de- Pueblos), Se les somete a seria vigilancia:
lO- Por quanto de la fidelidad y legalidad de los escribanos depende en la mayor
l"eS
parte no sólo la recta administración de justicia, sino también la quietud y
'u, tranquilidad de los pueblos, la vida, honras y haciendas de los vasallos, debe-
pn
, rán ser por consiguiente una de las más principales obligaciones de los Corre-
pe gidores el velar incesantemente por sí, y por medio de las Justicias, sobre la
'El conducta de todos los Escribanos de su distrito, para evitar que susciten y
~:
\1s
fomenten pleytos y criminalidades, como sucede muy frecuentemente,
jas conU"a a.lcaldes mayores}' Olros funcionarios por emplear a los indios en sus empresas pri-
B.~L~NZA DE ASTREA ]67
sabe cuál fuese su idea de aquello que Celso o Ulpiano, Isidoro o Graciano
: las llamaban Derecho-, aunque Jo tuviesen naturalmente, sino cierta protec-
e su ,
.1
.¡
ción necesaria en un ambiente que cabe imaginar, por decir lo menos, vio-
27). J:
lento. Don Antonio de Mendoza, antes de salir del cargo de virrey de la
j lo Nueva Espafla (1550), recomienda a sus sucesor: "Los indios naturales de
,
esa- esta tierra son de calidad que muchas veces por cosas muy livianas que les
hacen, se vienen a quejar y las encarecen grandemente, y otros padecen
?ra, muy graves cosas y callan. Ha de estar advertido ... que es necesario por
, de- livianas que sean las palabras, entender lo que es y averiguarlo, porque de
gue lo poco se saca mucho, y también que no crea lo contrario aunque mucho
:los se encarezca, porque hallará ser como lo digo" (Instrucciones y Memorias de
lno
, los Virreyes Novohispanos. Relación, Apuntamientos y Avisos que dí [Antonio de
ti0- Mendoza] al Sr. D. Luis de Velasco). Entonces el virrey, siendo imagen en la
uía Nueva Espafla de! príncipe, debía actuar en consecuencia; como buen juez,
atendiendo los pleitos y averiguando la verdad:
tér-
: Yo he tenido por costumbre de oír siempre los indios, y aunque muchas veces
mo
me mienten, no me enojo por ello, porque no los creo ni proveo nada hasta
del
averiguar ]a verdad ... En la orden que en esto he tenido es que los lunes y los
,tos
jueves en la mañana es que los nahuatlatos de la Audiencia me traen todos
¡31 los indios que viene a negocios, óigolos a todos en las cosas que luego puedo
despachar (Instrucciones y Memorias de los Virreyes NovohisjJanos. Relación, Apunta-
lOS,
rnientos y Avisos que di [Antonio de Mendoza] al Sr. D. Luis de Velasco).
.s e Estos nahuatlatos son los intérpretes. El diálogo entre castellanos y
ml-
naturales indígenas era por entonces mínimo, o nulo casi (imaginar e!
aas famoso Requerimiento por el que, antes de cualquier combate, sitio o
Te-
entrada durante la conquista se notificaba a los indios en castellano la atri-
: la
bución del príncipe católico del dominio de las Indias como derivado de
Len
una Bula pontificia)5S La comunicación sólo era concebible por intérpre-
; SI
ira
tes. Hay desde luego intentos de los castellanos, principalmente de los
:
la-
vadas; muchos casos de elecciones disputadas, en su mayor parte para gobernadores; quejas
'os contra la residencia de españoles, mestizos, negros)' mulatos en pueblos de indios ... Algunos
casos de disputas entre pueblos por conflictos de límites y. derechos .de aguas" (Lesley Byrd
pe Simpson, Field andArchive Notebooks, 1931-1940, citado por WoodrowBorah,juzgado Genem del
¡ndioL., op. cit., pp. 136-137). La consolidación de la propiedad se convirtió en asunto de liti-
én gio constante. "El paso era decisivo, escribe F. Chevalier, en un país gobernado por legistas"
(La !oTmación de los latifundios en JVIéxico. Haciendas JI sociedad en los siglos XVI, XVII )' XVIII,
México, FCE, 1999, p. 429). Pero en la Nueva España: "la lucha competidora de los conquista-
dores españoles con los nobles indígenas por los tributos, las prestaciones de servicios, el
la. dominio político y las oportunidades económicas prosiguió a nivel local como conflicto entre
20, las comunidades indígenas y las haciendas" (I-Ierbert Nickel, Morfología social de la hacienda
mexicana, México: FCE, 1996, p. 57).
58 Redactado por el Dr. Palacios Rubios, utilizado por primera vez en 1313,10 reproduce
"as Antonio Muro de Orejón en sus Lecciones de Historia del Derecho Indiano, México: Porrúa, 1989,
te-
pp. 54-56.
ri-
168 EL VUELO DE ASTRr:~
Más difícil aún, cómo explicar a los natLirales de Indias los contenidos
del C01pUS IuTis o Las Partidas ... Todo podría prestarse a confusión y
malentendido. Pero non Iza mala fialabm, si non es mal entendida.62 Felipe Il
manda en 1583:
Muchos son los daños, e inconvenientes que pueden resultar de que los Intér-
pretes de la lengua de Jos Indios no sean de la fidelidad, Christianidad )' bon-
dad, que se requiere, por ser el instrumento por donde se ha de hacer justi-
cia .... Mandamos que los Presidentes )' Oidores de nuestras Audiencias cuiden
mucho de que los Interpretes [de la lengua de los Indios'] tengan las partes,
calidades y suficiencia que tanto importan, y los honren como lo merecieren
(Recopilaci6n de las leyes de Indias: n, XXIX, 1).
Ruiz ren, sin seT paTCiales á ninguna de las paTtes, ni favorecer mas á uno, que á otro, y
le en
qtle por ello no levarán interés algzmo, mas del salario (Recopilación de Indias, lI,
hoy XXIX, lI). Difícil sería calcular sus significación en la integración de Indias
nbTes a la complexio opposito1"Zl1nde la Monarquía Católica.
El Emperador y la princesa Dofía Juana la Loca mandan (1555): que
lI1ta: las leyes y buenas costumbTes que antiguamente tenían los Indios para su gobiemo y
:qui- policia, y sus usos)' costumbres obseTlJadasy guardadas después que son cristirinos,
!oca_ 1 y que no se encuentmn con mustm Sagrada Religión ... se guaTden y executen y
que 1,
j siendo necesario, por la presente las aprobamos y confiTmamos (Recopilación de
'Inar Indias: II, 1, 4). Y el Prudente en la OTdenanza de Audiencias (1563): que los
juicios de los indios swnaTiamente sean determinados, guaTdando sus usos)' cos-
idos ! tumbres, no siendo claramente injustos, y que tengan las Audiencias cuidado, que
,~
I!l assi se guarde por los otros jueces inferiores (Recopilación de las leyes de Indias: II,
Y
,e II : XV, 83). El Intérprete es decisivo en la realización de estas disposiciones .
•,,
, En un litigio del pueblo de Coyoacán, los indios exhiben pinturas para
¡
Hér- J mostrar al juez castellano el orden tributario, a modo de testimonio y
j
)011-
1 prueba de descargo. "En este mismo proceso además los principales de la
[¡sti-
den
¡ villa traen pinturas que acreditan sus posesiones de tierras y el número de
terrazgueros que les deben servicio, documentos que también se aceptan
1,
:'tes, , como prueba para acreditar derechos adquiridos y situaciones de reparto
:ren de propiedad".63 Desde luego tales documentos podían ser falsos, como los
títulos primordiales. 54 En todo caso, como comenta Vasco de Quiroga, con
afi- entusiasmo: "tan bien dicho y alegado por sus pinturas como lo supieran
lOy hacer Bartulo y Baldo en sus tiempos por escrito" (Información en Derecho:
'OSa III, 186).
rza- Ahí entraba el Intérprete también. No para descifrar los códices, sino
para traducir al que los sabía entender. Si bien los manuscritos antiguos
-apunta Pablo Escalante-: "contenían una serie de figuras y signos sus-
~ión
ceptibles de interpretación sin otro auxilio que el conocimiento del código
leia correspondiente, también es cierto que no podían entenderse de manera
\v]n
[id: completa sin recurrir a un saber que formaba parte de la tradición oral".65
'Pre comprenderlos era un ejercicio complicado, que requería de los memorio-
ñor sos naturales; su sentido, de voz del sabedor de la antigua iconología -por
an- así decir-, lo transmitía al juez el Intérprete. Pero no sólo eso, proyectaba
de
res 63 El caso lo refieren Pedro CalTasco y Jesús Monjarás-Ruiz (Colección de documentos sobre
os, Coyoacán, México, INAH, 1976-1978), Y lo comenta Horst Pietschmann, "Consideraciones
los entorno al problema del estudio del derecho indígena colonial", IX Congreso del Instituto de
,se Historia del derecho Indiano, Madrid: Universidad Complutense, 1991, Tomo n, p. 17.
64 En que se consignaban los confines de óerta tierra y el Derecho de la comunidad que
da
,1'a en ella vivía: expediente que contiene actas de donación, venta, otorgamiento de jurisdicción y
1 )' que sanciona la posesión, según lo consigna y autentifica la autoridad; a veces fabricados para
suplir títulos auténticos destruidos, extraviados o vendidos por los pueblos.
65 Pablo Escalante Gonzalbo, Los códices, México: CNCA, 1999, p. 6.
i70 EL VUELO DE ASTREA
~
69 Citado por Herbert Nickel,en MOlfología socia!. .. , op. cit., p. 62.
70 La princesaJuana sugería alguno, en 1530: "Así se ha hecho relación que en la inter-
pretación de las lenguasde los naturales de aquellasprovinciasha habido algunos fraudes por
culpa de los intérpretes de ella: parece que será remedio ... que .cuando se hubiese de hacer
alguna interpretación de lenguas, fuese por dos intérpretes, y estos no concurriesen juntos a la
172 EL VUELO DE ASTREA
declaración del indio, sino que cada uno por su parte declarase lo que dijese, y que de esta
manera Jos intérpretes no tendría lugar de trocar las palabras, sino que cada uno declarase lo
que dijese; y oU'os son de parecer que más verdad se podía saber estando presente ambos:
vedlo allá vosotros y proveedle en ello lo que más convenga" (hislrucciones y Mem01ias de los
ViTT,?es Novohispanos. Inslrucciones para Úl Segunda Audiencia).
1 :'Cuidar de los súbditos y abatir a los soberbios", cit. en Dalmacio Negro: La tradición
liberal y el Estado, Madrid: Editorial Nacional, 1995, p. 116. Juan de Mariana: "La mayor preo-
cupación del rey debe ser defender la inocencia y castigar el crimen, deber que ha sido siem-
pre muy recomendable a nuestros príncipes, que por su amor a la justicia han podido elevar el
reino en que hoy nos vemos" (De Rege el Regis Institutione: 111,XII).
72 Los alcaldes, corregidores y subalternos, al salir de sus oficios, tenían que cumplir con
el juicio de residencia y cumplir de Derecho á los querellosos, y pagar los daños que han hecho. Fer-
nando y Juana (Burgos, 1515) y Carlos 1 (Valladolid, 1523): Mandamos, que los Asistenles y Corre-
gidores de nuestros Re;7los, cumplido el tiempo de los dos años que hubieren tenido los oficios, hagan "es-
sidencia, y antes, si vieremos que cumple á nuestro servicio, y al biJ!1lde la ciudad á VilÚl doade esluviere
Úll Asistente á Corregidor (Novísima recopilacián: VII, XII, 1).
73 f~, Carmen PUIToyy Turrillas, "Una Pesquisa a la Audiencia de Panamá", IX Congreso
del Instituto Inlenzacional de Historia del Derecho Indiano, t0l11011, Madrid: Universidad Complu-
tense, 1991, pp. 329-344.
BALANL" DE ASTREA 173
r
" la
áS cosa cuando se presentaban acusaciones contra los oficiales de Justicia de
l. A ser parciales, ó que no executaban la justicia, ó que cohechaban, ó que eran negli-
lfis- gentes en administrar, ó no castigaban los pecados públicos, ó otras semejantes
le! cosas, preguntando y realizando las pertinentes diligencias para indagar la
k la verdad, y condenar en lo que se hallare probado: preguntando á todas las personas
kn-
I
que dello puedan saber, de uno en uno hasta saber la verdad (Novísima Tecopilación:
¡er- VII, XIII, leyes 6-7).
~ue Igualmente se publicaba ampliamente la residencia de los virreyes.
[m- Desde cierta perspectiva, se trata de un método de control ministerial,
¡de
I
dad Real, consiste en que las Ordenoncas se guarden),76 pero al interior de los
tribunales se producían grupos, facciones, que utilizaban el recurso para
desacreditar, obstaculizar, eliminar ad,'ersarios. Las visitas v, las residencias
fueron aprovechadas por los poderes .locales, pai-a deshacerse de oficiales
reales incómodos, que los hubo. Nacida de la preocupación del príncipe
por conocer la marcha del gobierno en sus dominios, la visita tiene un ori-
gen remoto, medieval:
porque conviene al Rey, dice Enrique Il en 1371, saber como las justicias y
Alcaldes de las ciudades y villas y luga¡;es de sus Reynos hacen )' cumplen la
JLls¡icia... porque sepamos como usan los Adelamados y Merinos, y los otros.
jueces y Alcaldes y Oficiales de nuestros Reynos ... )' de cómo guardan la tie-
ITa, y hacen derecho á las partes; es nuestra merced de ordenar, y ordenamos I
de dar )' deputar hombres buenos de las nuestras ciudades y viIJas, quamos )'
quales nuestra merced fuere, para que anden por las provincias de nuestros
Reynos, y por los otros lugares, á ver é se informar como usan los dichos Ade-
lantados )' Merinos, y jueces)' Alcaldes y justicias)' los otros Oficiales ... los
quales hayan poder de punir y castigar á los dichos Oficiales que así hobieren
menguado la justicia ... en manera que los nuestros pueblos sean bien regidos,
guardados)' gobernados en justicia (Novísima recojJilaci6n: VII, XIV, 1).
mIS J: prouillcias que les fuerell dadas en cOIgo (Nouísimo recopilación: VII, XIV, 2).
l
,9 Principalmente sobre su aislamiento. Fe.lipe IV (Madrid, 1627)' 1628): Que los Presidell-
I
tes¡ Oidores, Alcaldes J' Fiscales no sean padrinos de m~trimonios¡ ni baptismos, ni los vecinos lo sean
?TR}~~ BAL!\NZA DE ASTRF_" 175
i
i
e los dencia y la imparcialidad que pide la magistratura, pero a la vez eran un
1
¡para impedimento para el desarrollo vital, privado; constantemente vigilados, a
, ..
~Clas los virreyes se les manda averiguar si los ministros contratan o se relacio-
lales
¡ nan del modo que tienen prohibido. Siendo el cumplimiento difícil, las
ícipe relaciones entre las vistas y las autoridades reales destinadas en los domi-
I .
¡on- nios de la Monarquía fue más bien polémica, pudiendo ser atizada la dis-
, cordia por los particulares.
!
¡as }'" La resistencia a la visita comenzaba por el virrey. No por nada, Felipe II
;n la dio órdenes específicas para regular las relaciones entre el visitador y las
~tros autoridades virreinales (San Lorenzo, 1588), todas ellas a favor del pri-
I .
I t¡e- mero,80pero la historia de la visita en Indias está llena de evasiones y plei-
/nos
tos.Sl Ciertamente el visitador tenía facultades extraordinarias, pero nunca,
bs y
tros o casi nunca, sus amplísimos poderes fueron más que los de la clase polí-
tica indiana.
Eran frecuentes las disputas por competencia y facultades entre las
l~~
tos
I ' suyoS,)' los Ministros lo pueden ser 1/.110.1 de otros; Felipe !l (Madrid, 1583): Que los Presidentes, Oido-
!,
¡.
Tes, Alcaldes)I Fiscales no visiten á persona alguna, ni vQ):an á desposrios, ni entierros (Recopilación de
Indias: !l, XVI, 49); Felipe IV (Madrid, 1634): Que los Presidentes, Oidores, Aleades, Fiscales.v Con-
ns- tadores de Cuentas, no puedan asistir en las Iglesias á fiestas, honras, ó entierros, JI en que caso )1 forma
1
~1l1 jmeden asistir; Carlos I en el Ordenamiento de las Audiencias (1530): Que los Abogados, Relatores.v
EscrivGnos no viva-n con losjueces, ni est.os consientan á los pleytantes que los sirvan, ni frequenten sus
lar
j casas; Felipe n en Madrid (1580): Que los NIí'rústros no se dexen aco1llpaIía:rde negociantes, ni dén
;en lugar á que ac017lpmjená sus mugaes; Carlos I (ValIadolid, 1549):. Que los Presidentes y Ministros de
I
:n- las Audiencias no traten, ni contraten, ni se siroan, de los Indios, ni tengan g1'angerias; Carlos V (Valla-
I
dolid, 1550): Que los Oidores, Alcaldes y Fiscales no tengan casas, charcas, estancias, huertas, ni tie-
rras; y si las tuvieren, que: incurran en pena del precio de las estancias, huertas, casa, ó tie1Tas, que
¡n-
, compraren, aU.nque las hayan vendido, y en otro tanto las personas en cuya cabeza huvieren estado gm,7'I-
jedas; Felipe !l en (Valladolid, 1565): Que los Ministros no puedan sembrar trigo, ni 17laiz; Felipe
III (San Lorenzo, 1610) y Felipe IV (Maelrid, 1629): Que la prohibicion de tratar y contratar se
entienda paro no tener canoas de perlas; Carlos I (Barcelona, 1542) y Felipe II en la Ordenanza de
de Audiencias (1563): Que los NIinist1'oS no entiendan en Armadas, descubrimientos, ni minas (Recopüa-
en ción de Indias: 11, XVI, 48-50, 52-57, 59-60). Otras disposiciones se refieren a la prohibición de
l:Ja que se contraten los ministros, así como sus mujeres e hijos estando bajo su potestad (Recopila-
las ción de Indias: 11, XVI, 64 Y 66). Las familias ele los jueces quedaban también sujetas a la disci-
en plina magisterial: que no hagan paTtido con abogados ni recej;tores ni reciban dádivas; Felipe n
(Badajoz, 1580) y Felipe III (San Lorenzo, 1620): Que los Presidentes y Oidores 110 nciban dineros
rn jJrestados, ni otras cosas, dádivas, ni presentes, y no' tengaN fmniliaTidades estrechas, ni las jJermitan á
n- sus familiares; Que ningún Virre}, Presidente, Oidor, Alcalde del Crimen, ni Fiscal, ni sus hijos ó hijas,
oS se casen en sus distritos, pena de j;erder los oficios; Que por solo tratar, ó concertar de casarse los i\1inis-
T-
tras prolúhidos, j;ierdan los oficios; y además: Que no se admita memorial en el Consejo sobre pedir
'r~
,- licencia pam. casarse los A1inistros, ni 51/S hij'os en sus distritos {Recopilación de Indias: JI, XVI, 68- 69,
82 )' 84-85).
n 80 El cOlnentario de estas disposiciones reunidas en la Recopilación de Indias (Libro n,
Ir
TItulo XXXIV): José Ignacio Rubio Mañé, El Virreinato. Origenes y jurisdicciones, )' dinámica social
le de los virreyes, t. 1, México: FCE, 1983, p. 89.
!-
81 v., Ismael Sánchez Bella: "Eficacia de la Visita en Indias", Estudios de Derecho Indiano.
Las vistas generales en la AméTica espGll.ola (siglos XVI-XVII), Pamplona: Universidad de Navarra,
1991.
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autoridades virreinales y el visitador; muchas veces fingidas,S2 pero, sea
como hayan sido, debían resolverse en el Consejo, en Madrid: las dudas
interrumpían el curso del prbceso y de la administración, siéndo esto
último insostenible. .
No se trata de cerrar los cien ojos de Algas, sino de dirigirlos hacia un
punto, iluminado por cierta luz.. Algo similár ocurría en Italia. Inspeccio-
naba la visita tanto a los gobernadores (en Milán) y a los virreyes (en
Nápoles y Sicilia) como a los magistrados reales, y era la ocasión para que
las elites locales apelaran al soberano contra sus oficiales. "El virrey era
acusado a menudo de gobernar de manera personal y de corrupción, de
ganancias ilícitas con la venta de cargos o de participar en la especulaciÓ!i
en suministros a la capital, gracias a sus tratos con miembros del gobierilO
municipal napolitano y con mercaderes del país, de aceptar regalos
cuando los impuestos eran aprobados por el Parlamento Generala por los
elelti de Nápoles, de dar a su vez regalos a miembros de la corte española
a cambio de su protección".s3 La forma política de la Monarquía Católica
produce estas tensiones; expresión a la vez del régimen Tegale et politicu11l
que permanece vinculado al ordenalismo medieval, y centrado en torno a
la función de Justicia: flexible, como se dijo, para poder procesar la com-
plejidad de las figuraciones en que opera, e intensamente política. Como
la entiende José Joaquín Granados y Gálvez, en 1778:
Aunque las virtudes tan maravillosamente se traban entre sí, que de los eslabo-
nes de la unas se forma .la dorada cadena de las otras; las que más estrecha-
mente se hermanan son la Prudencia)' la Justicia, porque no puede sostenerse
la hermosura de aquella, sin el valeroso arrimo, )' constante perseverancia de
esta...
... pesa y mide las negociaciones, coloca en el Trono á las Majestades, hacien-
dolas árbitras de las Coronas; da firmeza á las Monarquías, )' dominación a
los Imperios; da Jueces a las causas, resolución á las dudas, fé )' constancia á los
reos, verdad á los inocentes, premio á Jos buenos, )' castigo á los malos. A la
Justicia deben los Cetros, los. DoceJes, las Púrpuras, las Togas, las Vengálas,
Dignidades)' Prelacías la estabilidad, permanencia }' duración de sus Provin-
cias, Cortes, Pueblos, Gentes, )' Comunidades, réditos, tributos, donativos,
omenage )' obediencia (Tardes ame11canas: Tarde Decimocuarta, Gobierno Ca/ó-
lico y fus/o). . .
'rREA
BAL~NZA DE ASTREA
177
. sea
udas los Borbones, hacendaria, militar; especialmente el gobierno de Carlos IlI,
esto acaso el más particularista y antiespaüol -Ortega dixit- que o[l'ece la his-
toria de la Monarquía:84 el menos flexible, y acaso el más inadecuado para
l un 1 procesar las oposiciones complejas que produce la Monarquía. Merece la
:[ pena detenerse aquí.
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j 84 José Ortega y Gasset, "España invertebrada", Obras, Tomo !I, Madrid, Espasa-Calpe,
1936, p. 783 n.
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CAPÍTULO SEXTO
ORIENTACIÓN HACENDARIA
y MILITAR DE LA MONARQUÍA CATÓLICA.
I. EL PRÍNCIPE ANIMOSO
El 29 de junio de 1707 manda Felipe V con toda solemnidad para los rei-
nos de Aragón y Valencia: por el justo derecho de la conquista que de ellos han
hecho últimamente mis Armas, con el motivo de su rebelión,! y considemndo tam-
bién que uno de los principales atributos de la Sobemnía es la imposición y deroga-
ción de leyes, las quales con la variedad de los tiempos y mudanza de costumbres
podria yo alterar, aun sin los graves y fundados motivos y circunstancias que hoy
concurren ... he juzgado por conveniente (así por esto como por mi deseo de reducir
todos mis Reynos de España á la uniformidad de unas mismas leyes, usos, costum-
bres y Tribunales, gobernándose igualmente todos.por las leyes de Castilla tan loables
y plausibles en todo el Universo) abolir y derogar entemmente, como desde luego
doy por abolidos y derogados, todos los referidos fueros, privilegios, práctica y cos-
tumbre hasta aquí observadas en los referidos Reynos de Aragón y Valencia (Noví-
sima Recopilación: III, III, 1). Las tensiones de! régimen regale et politicum
cobran así renovado vigor, pero no se trata precisamente de! regalismo
tradicional castellano e! que se pronuncia en esta declaración; se percibe la
doctrina francesa de la autoridad real, en que e! Derecho divino de sobera-
nía del príncipe no es propiamente Derecho, sino dogma.
La majestad real -dirá Bousset, preceptor del Delfín, en su Politique
tirée des propres paroles l'Écriture sainte (circa 1679)- es sagrada, absoluta.
"El trono regio no es e! trono de un hombre, sino del mismo Dios" (Politi-
179
•••
1
i
i
.I 180 EL VUELO DE ASTREA
que filie ... : JIl, JI, 1). Felipe empleó desde el primer momento la fórmula que
así es mi voluntad (trad. de caT tel est nofTe jJlaisiT),2afirmando el decisionismo
político francés. Pero su preceptor había sido el arzobispo de Cambrai,
Fénelon, quien, sin discutir el principio de Derecho divino, había introdu-
¿¡do en Les AventuTes de Télémaque (1699) la crítica especulativa al gobierno
autocrático' Rey Sol-Luis XIV, abuelo de Felipe.3 De ella se derivó en otros
autores la defensa de las instituciones tradicionales de Francia oprimidas
bajo el absolutismo monárquico, como en. Boulainvilliers (HistoiTe de l'an-
cien gouvernement de la Fmnce [1727]), sugiriendo como correctivo la restau-
ración de los estados generales, la independencia de los parlamentos, la
fortaleza de los cuerpos intermedios. El modelo de Fenelón era el prín-.
cipe sabio que procura la felicidad del pueblo (Télémaque: U): sujeto a
Derecho, obligado a hacer el bien.5
En 1701 la duquesa de Orleáns comentaba que Felipe toma a Teléc
maco como modelo,6 sin embargo el príncipe se debatía ehtre las enseñan-
zas de su tutor y las recomendaciones del Rey Sol, que escribía a su emba-
jador en Madrid, Amelot: "siempre he estado convencido de que el mejor
procedimiento para el rey de España, después dé reducir los reinos de
Aragón y de Valencia a su obediencia, era suprimir los privilegios que han
sido un obstáculo perpetuo a la autoridad real, y un pretexto por el cual
estos pueblos han estado siempre exentos de contribuir a los gastos del'
2 Ver sobre la doctrina francesa de la autoridad real: Dalmacio Negro, La tradición liberal
)' el Estada, Madrid: Editorial Nacional, 1995, pp .. 153-159.
3 V., P. Hazard, La erise de la eonscienee ertmpéene. 1680-1715,
pp. 264-266.
p.418.
París: Fa)'ard, 1961,
4 Sobre ello véase George H. Sabine, Historia de la teorfa política, México: FCE, 1998,
I
..
5 fe tui demandai en quoi eousistait l'aulorité du roi; et ilme répondil: "11peul loul sur les peu-
jlles; mais les lois jltuve,,1 tout sm'lui. 11a une puissanee absolue pour faire le bien, et les mains liées des
qu'il veut faire le mal. Les lois lui eonjiei)t les Iltuples eamme le plus précieux de lous les dépáls, a eondi-
tion qu'il sera le páe de ses sujels. Elles v!?ulenl qu'un seullzomme serve, par so sagesse et /,0>' sa modéra-
iion, ti: lafélicité de tan! d'ho11l11les; el1wn pas que tant d'hommes Se11Jimt par/CUT 11lisere el IJar ¡CUT ser-
J
vilude láche, a flaller l'orgu¿il el la mollesse d'un s¡ful Izomme. Le ,'oi ne dail rien 'avoir au-desSlls des
out res, exeepté ce qui eslnéeessaire ou po,,,. le soulager dans ses j,énibles jonetions, ou pour imprimer aux
j,enples le ,'espeel de celui qui d"il soulenir les lois. D'ailleurs, le mi doil élre jlfttS sobre, pfttS ennemi de la
mollesse, plus exempl de faste el de hauleur qn'auC1ln autre. 1Ine doit poinl avoir j,l1tS de riehesses el de
p¡aisirs, mais plus de sagesse, de ver/u et de gloire que le reste des Izommes. 11,Wil étre au-delzors le dé/en-
. seur de In pal,ie, en eommandant les années, el, au-dedans, le juge des l)Cuples, pour les rendre bons,
sages et heureux. Ce n'esl poinl llOu1'lui-méme que les dieu.< /'o"t jiút ,'oi; il "e l'esl que pou,' él1'e
l'homme des peuj,les: c'esl aux I,euj,les qll.'il doit lou1 son lemps, lous ses soi"s, toule son affeclio", et il
n'esl digne de la m)'aulé qu'autant qu'il s'oublie lui-méme pour se sac'ifier au bien public ...•.
(Télémaque: V).
6 Cil. por Henr)' Kamen, Felipe JI. El re)'que mino dós veces, Madrid: Temas de Ha)', 2000,
p.268.
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Estado".' Y esto significaba en rigor suprimir el dominium regale et politicwn
de la Monarquía Católica. Insistía en ello el mismo Luis XIV, al mismo
Felipe V: les rois son seigneurs abollis et "ont naturellement la disposition pleine et
1,
l-
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,
I libre de t01l5 les biens, tant de sécliliers que de ecclesiastiques. s
El mandato del 29 de junio de 1707 llevaba mucho de las circunstan-
cias: reclamar el derecho de conquista ya define una situación singular, y tam-
bién la referencia a las loables leyes de Castilla. En el verano de 1706 las
iS tropas portuguesas ocupaban Madrid, y la resistencia triunfal había sido
t- del clero y del pueblo. "Ha sido obvio en esta ocasión -escribía María
,
1-
, Luisa, la reina, a Luis XIV- que, después de Dios, es al pueblo a quien
la
debemos la Corona. ¡Sólo contábamos con ellos, pero gracias a Dios ellos
~- contaban por todo!".9 En todo caso, atendiendo a las contingencias de los
'a tiempos, por un Decreto quiere corregir:
>
Porque muchos de ellos, y de las ciudades, villas y lugares, y demás Comunes y
f1- particulares, así eclesiásticos como seculares, y en todos los mas de los Nobles,
Caballeros, Infanzones, Hidalgos y Ciudadanos honrados han sido muy finos y
l-,, leales, padeciendo la pérdida de sus haciendas, y otras persecuciones y trabajos
>1'
que ha sufrido su constante y acrisolada fidelidad; y siendo esto notorio, en
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ningun caso puede haberse entendido con razon fuese mi Real ánimo notar, ni
n castigar como delincuentes á los que conozco por leales: pero para que mas
il, claramente conste de esta distincion, no sólo declaro, que la mayor parte de la
;1 Nobleza, y otros buenos vasallos del estado general, y muchos pueblos enteros
han conservado en ambos Reynos pura é indemne su fidelidad, rindiéndose
solo á la fuerza incontrastable de los enemigos los que no han podido defen-
derse, pero también les concedo la manutencion de todos sus privilegios, exen-
'Ji
! ciones, franquezas y libertades concedidas á favor de los referidos Jugares,
1, casas, familias y personas, de cuya fidelidad estoy enterado (Novísima Recopila-
ción: III, III, 2).
3, ' 11 Se contradice, pero -como anota Vicente Boix- el golpe estaba dado
I
J- contra los fueros particulares (Apuntes históricos solnE los fueros del antiguo
es
l- reino de Valencia: XLI); la tendencia es inequívoca en la transformación
,- monárquica; confi.rmando su voluntad primera: Por decreto de 29 de junio
r-
es I próximo júi se?-uido mandar, que los Reynos de Amgon y Valencia se Teduxesená
tx
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! las leyes de Castilla, y al uso, práctica y forma de gobierno que se ha tenido y tiene
en sus Tribu,nales sin diferencia a.lguna (Novísima Recopila.ción: IV, V, 9),
Quiere homogeneizar, alterando el orden poli sinodal también: extin-
s, guiendo el Consejo de Aragón, Medidas semejantes las sugiere desde 1701
,-e
iI
7 CiL por Henry Kamen, ibidem, p. 85.
S Ci t. por Luis Sánchez Agesta, en la Introducción de La dignidad real)' la educación del rey
D, de Juan de lVIariana: "El padre Juan de Mariana, un humanista precursor del constituciona-
lismo", Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1981, p. XXI.
I 9 CiL por Kamen, Felipe V"' W cir, p. 76.
I
1
I
i
182 EL VUELO DE ASTREA
I,
Pero la forma institucional se extiende progresivamente hacia los reinos de
la corona de Aragón.1O La presidencia de las audiencias quedó en un
Comandante General, indicando el carácter de la institución: de Justicia y
Gobierno.
15 Don Juan de Soria se había exiliado en Viena tras la Guerra de Sucesión, y desde luego nia
tenía sus motivos de enfureciIniento y tristeza. v., Virginia León Sanz, "Una concepción aU$-
tracista del Estado a mediados del siglo XVIII", Coloquio Internacional Carlos III J su Siglo, T. 11, Mé
Madrid: Universidad Complutense, 1990, pp. 213-224.
ORIENTACIÓN I-JACENDARL~ y MIUTAR DE I.JI MONARQUíA CATÓLICA 187
,lEA
••
188 EL \'VELO DE ASTREA
política hacendaria. (
r
18 Sobre la separación de la categoría económica: véase Louis Dumont, Horno aequalis. ~
Génesis y apogeo de la ideologÚl económica, Madrid: TaulUs, 1999, en especial: pp. 45-52. t
19 Una aproximación interesante, en que se discute la interpretación de J. G. A. Pocock,
en J. C. Davis, "La Oceana de] ames Harrington", Utopía y la sociedad ideal. Estudio de la litem-
tum utópica inglesa. 1516-1700, México: FCE,1985, pp. 204-237. Destaca certeramente la base t
económica del republicanismo de Harrington el manual de Sabine, Historia de la teoría ... ,
op. cit., pp. 383-391.
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j ORIENTACIÓN HACENDARIA y MILITAR DE LA MONARQUÍA CATÓLICA
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hace por manos de ellos, lo cual da a todo un aspecto maravilloso ele con-
fusión y desorden". Y el mismo: "no pueelo adelantar gran cosa con él,
pero sin él nada es posible absolutamente hacer. Me jura Alberoni que
F-
ilS todo lo que hace es porque no está en su poder hacerlo, que estos señores
Iv del Consejo lo hacen todo, con objeto tan sólo de destruir los planes de
L Alberoni, y en esto yo lo doy crédito" .20 Pero al final de la Guerra de Suce-
l~
lo
, sión, e! Cardenal se hizo indispensable. El valimiento se afirma formal-
mente en e! diseño institucional que construye Felipe V y cristaliza en la
personalid,ad de José Patiño, que llegaría a elominar las Sec,-etanas del Des-
ls pacho, y se empeiiaba mucho más: "Patiiio es un hombre -según e! emba-
jador veneciano, en una carta de! año 1735- que se ha hecho imprescin-
fa dible para la reina, para el progreso de sus hijos, y para e! reino. Es
(í
• 1
perspicaz, ingenioso, trabajador, y desinteresado, Se le puede bien llamar
primer ministro (aunque no ha sido nombrado oficialmente), ya que da
i- órdenes y toma decisiones sobre cualquier clase de asunto, con la máxima
le 1 autoridad, y sólo comunica a la reina aquello que cree más necesario" .21
~
t-
I
José Patiño murió el 3 de noviembre de 1736, pero para entonces la
le forma de administración central podía estructurar el desempeiio eficiente,
k 1 óptimo, riguroso de su sucesor: José elel Campillo, encargado primero de
1- ,la Real Hacienda, y Juego de los negocios de Guerra y de Marina. El
a nuevo ministro publicó sus proyectos de reforma. En 1741 escribió su
opúsculo Lo que hay de más y de menos en España, pam que sea lo que debe SeTy
no lo que es. Trata de las materias que a su entender sobran y faltan en la
Monarquía, ofreciendo la idea de una jerarquía de valores en la adminis-
rk. tración del gobierno, unas prioridades enfáticamente selectivas. Veamos.
"Hay de más", dice Campillo, un abandono en todas las tareas produc-
,-
i
le tivas. Hay de más pobres y ociosos, por eso. sobran los tributos y las contri-
[. 20 CiL por Henry Kamen. Felipe /1...• 1JjJ. cit .• pp. 138-139.
21 CiL por Kamen. ibide",. p. 245.
190 EL VUELO DE ASTREA
I
productiva. Esto supone un ejercicio del gobierno más intenso, que genere
condiciones para el aprovechamiento económico. "Hay de menos", en opi-
nión del ministro, gobierno: las instituciones y los funcionarios de la
I
Monarquía deben proveer instrumentos para los aumentos productivos; así
como para la mayor seguridad militar: faltan "baluartes", fortalezas milita-
res, y "quintas", tropas que contribuyan al mayor poderío militar, y sobran
"bastones", oficiales que' reciben sin mérito ni instrucción su grado. El
Antiguo Régimen pareciera lo que sobra para el moderno ministro: la
nobleza ociosa, pero también los "frailes", que son muchos, y los tribuna-
les. Hay de más jueces, hay de menos Justicia.
En el mismo sentido, contra la tradición monárquica -objeto de
reforma-, denuncia que hay demasiadas "Indias". Los dominios indianos
son una carga para la Monarquía, siendo tan vulnerables, amenazados por
las potencias extranjeras: son los piratas los que mayores beneficios tienen
del comercio de Ultramar:
De aquí nace, que conociendo los americanos estos cortos esfuerzos de
España ... procuran sacudir el que ellos llaman yugo español. .. Lo que en estos
actos principia en pensamiento... concluyen en rebelaciones y motines.
I
i
I,
España, que las sabe, echa mano del rigor como es justo para el castigo:
embarca parte de sus tropas y queriendo éstas poner freno a los rebeldes obsti-
I
nados ... sucede que unos a otros se acometen y cuando el rey logra más es
cuando consigue la pacificación, pero esto ¿cómo? A costa de daños tan irre-
mediables como sensibles, porque dar estas batallas no es más que perder vasa-
llos, pues tanto lo son los que se rebelaron como los que se remitieron. Sola-
mente saca España por lo regular de estos casos las quiebras ya referidas por la
subsistencia de las Indias y sus legítimos derechos a la dominación de ellas...
¿que interés no llevará y con cuánto de'shonor quedamos? Y créase que todo lo
hasta aquí relacionado no es pintar lo que puede suceder, sino decir lo mismo
que ha pasado (Lo que hay de más y de menos en España: Letra 1, ll-l3).
b Pero desde esta perspectiva, ocun-e, como decía Montesquieu, que las
)s Indias son lo principal de la Monarquía, España sólo accesoria. La relación
le se invierte.
loe- A la muerte de Campillo, ocupó su lugar Zenón de Somodevilla y BerÍ-
goechea, Marqués de Ensenada, con plenos poderes sobre las secretarías
l u
e- del Despacho. Para entonces, la estructura del valimiento se integró al
I
le proceso de transformación administrativa, que continuó a la muerte de
It- Felipe V (1746). Fernando VI habría de profundizar en la definición de com-
~s petencias de las Secretm'Ías del Despacho de Estado (1754-1755) (así como
el Carlos III y Carlos IV [Novísima recopilación: I1I, VI, 12-19]). Las reformas
I
a- impulsadas desde el corazón de la Monarquía tendrían sus frutos. Ense-
laI nada pudo aumentar los recursos de la Monarquía, especialmente los cau-
s- dales provenientes de Indias, que fueron duplicados y hasta triplicados
I
r
durante su gestión.
Su interés se centró en el fomento de la Marina para desarrollar el
comercio y garantizar mayor ingresos a la Real Hacienda, sin embargo,
I'
le reconociendo la vulnerabilidad naval de la Monarquía, ante la amenaza
!
inglesa, holandesa ... y considerando el carácter contingente de los envíos
~ de los recursos de Indias hacia la Península, procuró que las rentas gene-
i
es radas permanecieran y circularan en los virreinatos indianos: que se consu-
la mieran en mejorar su defensa y administración, la recaudación, y fomen-
~e tando a la vez la agricultura, las manufacturas, promoviendo el comercio ...
~e Esto rendiría frutos, fortaleciendo las economías indianas, y con ello
kl' potenciando las posibilidades políticas d~ los grupos de comerciantes,
hacendados, mineros indianos que irradiaban su influencia en el nivel
local y regional de los virreinatos. .
Ensenada y los ministros que le antecedieron y le siguieron, impulsa-
~
la ron la expansión de la reforma de la administración territorial,especial-
'o
~-
mente por las intendencias que se introducen en la Península durante la
segunda década del Setecientos (1711 y 1718), integrándose por acopla-
lo mientos, adecuaciones, más o menos forzadas, a la estructura del ordena-
kl miento regale et politicum de la Monarquía.
~l Más allá de su modelo francés -el intendant- o castellano -el corre-
I
I
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1
I
194 EL VUELO DE ASTREA -
Confeccionaba el Catastro, cuyo importe debía sufragar Jos gastos que generara el abasteci-
miento del ejército, el resguardo del asiento militar, la organización de expediciones medite-
rráneas, r el reclutamiento de ,'o]untarios. No obstante, se ignoraba hasta' tal punto el método
para hacer los cálculos con exactimd que el Intendente solía proceder a discreción en Ja e;va-
luación, el establecirniento de cuotas, r la distribución de apremios militares. Con todo, se
1
recaudó Jo suficiente para levantar una flota que se empleó en la recuperación de las Dos Sici-
I Has, pei-o también los intendente~ abrieron la puerta a negociar condonaciones y moratorias
I, entre los notables locales, produciendo un orden de exención informal, bajo su regulación: la"
esU'uctura impositiva en Cataluila comenzó siendo dura, pero ya en la segunda mitad del Sete-
! cientos era aceptada, con a'lgo más que resignación, como que muchas cuotas habían sido con-
I1 geladas, al tiempo que aumentaba la población)' riqueza. Además, los intendentes tuvieron
que vérselas con los propiet<'l'ios de los oficios de hacienda así como los demás oficios subal-
I ternos destinados en las ciudadeS, villas)' lugares para su gobierno político no suprimidos )'
I extintos en la Nueva Planta. JI, Eduardo EscanÍn, "Las instituciones de "Cataluila en el siglo
I
1 xvm", Coloquio h,ternaciollal Carlos JI! y su. Siglo, T. 1, op. cit., pp. 925,940.
196 EL VUELO DE .~STREA
Para el puesto se exigió, según dice la Ordenanza del año 1749: perso-
nas de grado, autoridad, Tepresentación y zelo, qual cOTTesponde al desempe?10 de
esta impoTtante confianza (Novísma Recopilación: VII, XI, 24). Pero la indisci-
plina fue otro obstáculo.
Además, el Intendente tenía prácticamente las manos atadas, inscrito
en un espacio dominado por fuerzas políticas locales. No era un funciona-
rio con todos los poderes: Las jurisdicciones, se dice en la dicha Ordenanza
de Intendentes, se experimentan] entTe ellas de estar sepamdas, y exceTCersePOT
divenas manos (Novísma Recopilación: VII, XI, 24), Y las existentes se encar-
garían de entorpecer el desempeño del intendente, si afectaba intereses,
competencias y facultades.
En 1766, Carlos III modificó otra vez el sistema: separar los corregi- I
mientos, encargados de las causas de justicia y policía, de las intendencias,
,
)' quitar el contrabando. Establecer nuevos ramos qtie hasta ahora no .se han
emprendido, de muchos millones de indios incultos h~cer vasallos útiles,
!
1; aumentar el benefi'cio de las minas ino'oduciendo las economías, ingenios e
¡
t) j inventos que hemos visto en las de Hungría, Sajonia)' Suecia, "donde florecen
1- , i
mucho estas maniobras; extender más la producción de aquellos preciosos fru-
tos )' su consumo en Europa.29 .
i
dish )', después, .los Pichilingues trabajaban para el control de los mercantes ingleses sobre las
rutas d~ comercio, hasta lograr la t.omade Manila, al final de la Guerra de tos Siete Arios. Desde
l el Sept.emrión, desde la Provincia de Quebec, tropas)' explorado'res franceses, descendiendo 1
\ l, por.jos ríos Michigan, JIIinoisy Mississippi,habían lIegad.oal Golfo de México (l685), fonifi-
\ 1 caqdo, tomando posesión y,rraguando avanzadas sobre la Nueva Vizcaya, cumplidas. en 1693.)'
( 1719. En el Meridión, en 1770, el Gobemador de Buenos Aires, Francisco Bucai-eli,enviaría.
I .l
\
¡
198 EL VUELO DE ASTREA
cuatro fragatas y un jebeque en asistencia del Gobernador de las Islas Malvinas, para tomar el
fuerte Egmont, y expulsar a los ingleses de las islas Falkland, que poseían desde 1765.
32 Sobre ello debe verse: Juan Basca Amores Carredano, "La Intendencia de Ejército y
Hacienda de Cuba: origen y primera organización (1765-1775)", XI Congreso del instituto Inter-
nacional de Historio del Derf'Cho Indiano, Buenos Aires, Instituto de investigaciones de historia
del Derecho Indiano, 1997, pp. 9-30.
E.~ ORIENTACIÓi\i HACENDARLA. y MILITAR DE LA MONARQUÍA CATÓLICA 199
le los demás excesos... Que la Audiencia les dará esta seguridad con juramento, que
to ha de hacer en el Sagrario de la Catedral delante del Santísimo Sacramento y en
11, manos de aquel Obispo.33 Pese a los firmes criterios administrativos, se
le impone la política flexible: el perdón misericordioso, clemente.
s, El motín de Madrid, que estalló el domingo de Ramos de 1766, con
,n réplicas en Zaragoza, Cuenca, Barcelona, Valencia, Elche, Sevilla, Guipúz-
!o coa,34ocurriendo arranques furiosos contra las autoridades reales, también
'0
resultó en indulto para los alborotadores, especialmente los de la Corte, y
:s el castigo para el Marqués de Esquilache, ministro de la Real Hacienda a
quien se atribuyó el descontento,35 quedando con ello satisfecha la turba.
Hay los recursos tradicionales de Derecho, o la resistencia. Por la
misma época, el ayuntamiento de la Ciudad de México dirigía al rey un
r indignado memorial -como lo califica el historiador Brading-, quejándose
y
del sistema del despotico absolutas procederes de Juan de VilIalba, Inspector
:s,
General de Tropas, encargado de formar una potente 'fuerza militar en la
Nueva España, y que por tanto quería hacer una leva de fuerzas militares
js
j-
sin distinción de rango ni de casta, contra las ordenanzas, contra la constitu-
I
e ción, creyendo que en esta tierra no hay nobles, ni limpieza ni valor.36 Pero
p pudo más la prudencia: como la recomendó el talentoso Baltasar Ladrón
de Guevara: cuando el mismo Villalba pretendía usurpar el cargo de Capi-
~
tán General, el virrey mandó suspender los pagos de la tropa,37 para
F
,- demostrar quién mandaba. Sigue siendo necesario, como quiera, recor-
,
'-
!
33 "Noticia feliz de los tumultuarios de Quito", cit. en María del Carmen Velásquez, J....a
España de Cartos lI!. De 1764 a 1776 según los emba¡adores austriacos (documentos), México: UNAlvI,
1963, p. 56.
e
34 La tesis clásica, economicista, sobre los motivos: Pieue Vilar, "El motín de Esquilache y
~l la crisis del antiguo régimen", en Revista de Occidente, Madrid, 36 (1972), pp. 233- 246. Una de
r las causas: sobre el Libre comercio de los granos, con derogación de su tasa ver: Novísima Recopila-
ción: VII, XIX, 11-17. V. también: Jacinta Macías Delgado, "Ideario político-económico del
)
motín contra Esquilache", Coloquio lntemacional Carlos JIl y su Siglo, T. 1, op. cit., p. 127.
35 "Este ministro [Esquilache] -escribe un diplomático francés- se había hecho odioso a
toda la nación por sus principios arbitrários, por sus empresas quizá legítimas, pero a menudo
inconsideradas, contra el clero y contra la nobleza. En fin por un rigor excesivo y destructivo
en la percepción de los derechos reales" (cit. en: A. Ferrer B~nimeli, "Los jesuitas y los ~oti-
nes eri la España del siglo XVIII", Coloquio lntemacional Carlos lJI y su siglo, T. I1, op. cit.,
p. 465). Otro diplomático, que reporta el escándalo a Viena: "Ayer [23 de marzo de 1766], a
las cuatro de la tarde se reunió el pueblo por miles, se armó y, llevando un letrero en el que
estaba escrito con grandes letras que el rey debía abaratar el pan, permitirles llevar los anti-
guos vestidos y entregar al marqués de Esquilache vivo o muerto, cruzó toda la ciudad hasta la
casa del ministro, a la cual rompieron todas las ventanas, y, cuando se convencieron de que el
ministro se había escapado felizmente con su mujer e hijos por una puerta secreta, irrumpie-
ron en la casa y destrozaron todo lo que allí encontraron". Von Lebzeltern, cit. en María del
Carmen Velásquez, La España de Cm'los JI!. De 1764 a 1776 según los embajadores austriacos
(documentos), México: UNAl\1, 1963,.p. 51.
36 CiL por David Brading, Orbe indiano, De la Monarquía Católica a la Tepública e>iolla,
1492-1867, México, FCE, 1998, p. 503.
37 David Brading, El ocaso novohispano: testimonios dowmentales, México: CNCA, 1996, p. 154.
200 EL I'l'ELO DE rlSTREA.
r'
itán,
el
es el caso sin duda de Nueva España, pero también de Guatemala, Nueva
Granada, Quito y hasta del Alto Perú. Nueva Galicia, Chile y la Plata desa-
rrollaron economías agrícolas y mineras pujantes, Cuba, Puerto Rico,
~1g0,
:LIces Caracas, y las regiones costeras de Nueva Granada, Guayaquil y Perú
onio expandieron la agricultura de plantación y prosperaron con el comercio
e de
; los
.libre. Dentro de las regiones más adelantadas, se fortalecieron los notables
. ~nte locales. Las oligarquías indianas se encontraron entonces en mejores posi-
I ciones para negociar ayuda, prestaciones, asistencia, auxilios al príncipe
r las
azar
católico que, simultáneamente, complicaba su existencia en Europa.
las y
e las
47 Citado por Horst Pietschmann en: Las reformas b01-b6nicasy el sistema de intendencias en
eran
Nueva España. Un estudio político administrativo. México, FeE, 1996, p. 256.
iado
48 Ruggi.ero Romano y MarceHo Carmagnani. "Componentes sociales", Para l/na hist01ia
brar.
de AméJica l. IJ1.S estructuras, México, FeE, 1999, p. 363.
'que 49 ¡bidem, p. 369.
¡iera
50 lbidem, p. 371.
ios).
r
204 EL VUELO DE ASTREA
lla
I .
iClar
España puesto que los fondos que se tomaban, no se gastarían en el viJTei-
nato, sino en Europa, donde se trasladan los caudales.
Después de muchas aportaciones, finalmente, las comunidades indíge-
lena nas se vieron obligadas a entregar también a laJunta de Supelior de Consoli-
¡.
uvas dllúón las dos terceras partes de las resen'as de sus cajas municipales.
I
i1es, Tanto en la Consolidación dI! Vales Reales de España (1798-1808) como de
itar, Nueva España, no quedó lugar a examen judicial ni súplica (si bien se
: los multiplicaron las representaciones en contrario), lastimando seriamente la
i
>vo- forma política judicialista.54 De modo significativo, el ayuntamiento de
Santiago de Chile se rehusó a hacer la contribución, alegando: "en todo el
b, la reino no hay dinero suficiente para los propósitos de cambio interno día a
idos día; no hay ciudadanos ricos que tengan suficiente dinero disponible para
~ la liquidar hipotecas; las minas no son productivas y ahora rendirán aún
i
ida- menos, porque se han solicitado menos concesiones; el mobiliario y las
¡yor
alhajas han sido convertidas en efectivo ¿Cómo será posible conseguir todo
¡raí- el dinero que se intenta enviar a España?" .55 Pero los pretextos no sirvie-
\eto ron, y mucho menos los recursos jurídicos de apelación.
I
56 Véase e! planteamiento del problema en Migue! Artola, La HacieruIadel siglo XIX. Pro-
gresistas y moderados, Madrid: Alianzal986, pp. 27-50.
!"REA ORIENTACIÓN HACENDARIA y MILITAR DE LA MONARQUÍA CATÓLICA 207
cultivarlaque en disfrutarla, por cuyo medio será mayor y más seguro el fruto.
El cultivoconsiste en el fomento de la población con el de la agricultura, el de
las artes e industria y el dél comercio (Historia del reinado de Carlos IJI en
Espmla: VI, 4).
58 Véase el comentario de Louis Dumont, Hamo aequalis. Génesis J apogeo de -la ideología eco-
nómica, Madrid:Taurus, 1999. p. 53-70.
59Eslo quelvEchael Oakeshottllamabala "políticade la fe",convienever su argumento h,
en: Ú1 política de la fe y la política del escepticismo, México:FCE, 1998.
y.
CH
'REA ORIENTAC¡Ó" HACENDARIA y MILITAR DE L-\ MONARQUÍA CATÓLICA 209
,
~1tO hon, El Estado europeo ",odemo, Barcelona: Paidós, 200l, p. l62.
: 62 Carta de Campomanes a Jo\'ellanos (1777) citada por José Miguel Caso, en: "Alabanza
y crítica en los elogios de Carlos 111",Actas del Congreso Internacional sobre Carlos IJl)' la Ilustra-
ción. El,'ey y la l1wnarquía, Tomo 1, Madrid: Ministerio de Cultura, 1989, p. 332.
210 EL VUELO DE ASTREA
63 Los principios son medievales, del príncipe Sabio: E estas son las dos espadas, porque se
mantiene el mundo. La p'rimera, espiritual. E la otra} tempon'll ... estos dos poderes se ayuntan a la fe de
nuestro Señ,or jesu Christo, por dar justicia cumplidamente al alma, e al ClU1PO. Onde conviene por
Tazon derecha, que estos dos podaes sean siempres acordados, assi que cada uno deltos, ayude de su poder
al otro: ca el que desacordase, venúa contra el mandamiento de Dios, e amia por fuena de menguar la
Fe, e la justicia, e non podTia luengamente durar la tierm en buen estado, ni en paz, si esto se jiziesse
(Las Siete Pmtidas: 11, Prólogo; ver también supra, capítulos Primero y Cuarto).
64 Véase N. M, Farris, La Corona y el clero en el México colonial. 1579-1821. La Crisis del pri-
vilegio eclesiástico, México: FCE, 1995, pp. 87 Y ss.
65 Fue precisamente en las leyes góticas y en la legislación medieval donde Campomanes
encontró las razones regalistas de su Tratado de la regalía de amortización (I765), dirigidas a res- J
tringir la propiedad del clero y a definir los amplios derechos del príncipe sobre el régimen J
eclesiástico. Es un razonamiento jurídico de precedentes altamente selectivo, por el que se
destacan las manifestaciones más enérgicas del ejercicio de las regalías y prerrogativas de la
corona (véase especialmente, Concepción de Castro, Carnpornanes. Estado y Teformismo ilustrado,
Madrid: Alianza, 1996, pp. 216 Y ss). Este tipo de análisis derivaba en una posición crítica de
la tradición jurídica: como en el Informe sobre la Ley agraTia (1795) de J avellanos, al tratar sobre
los vicios de la estructura de la propiedad que había f~ado durante siglos la antigua legisla-
ción; de igual modo en las influyentes Cartas sobre los obstáClllos que la naturaleza, la opinión.'Y las
leyes ojJonen a la felicidad pública (1795) del Conde de Cabarrús, dirigidas a Jovellanos. t
TREA ORIENTACIÓN HACEJ'.:DARIA y MILITAR DE L4. MONARQUíA CATÓLICA 211
quedarían bajo el control directo del virrey. Tenía autoridad sobre los delitos de hurto, vio-
lencia f1sica,despojo, rapto, incendio premeditado y bandidaje. La jurisdicción territorial del
Tribunal abarcó, a excepción del Marquesado del Valle, la Nueva España, así como a Nueva
Galicia, Nueva Vizcayay Nuevo León. Más tarde, al Tribunal se agregó la Guarda Mayor de
Caminos (1747) encargada de combatir el bandidaje, y el Juzgado de Bebidas Prohibidas
(1772) autorizado para aprehender a todos aquellos que fabricaran, transportaran o consu-
mieran licores prohibidos (licor de carla, vino de coco, tepache, guarapo, cinticata odolique,
sangre de conejo y pulque amarillo).
ORIEND\.CIÓN HACENDARIA y MILITAR DE LA. MONARQUíA CATÓLICA 213
t:~
} la
pués de todo, como dice el Segundo Conde de Revillagigedo, Juan Vicente
de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas, hacia el final del Setecientos:
"La presidencia de la Audiencia, constituye al virrey a la cabeza de ella;
~I os: pero no para mandarla, antes bien, sus providencias en materia de justicia
Ua-
están sujetas a aquel cuerpo: y aunque asista a él... no tiene voto en los
¡de puntos que allí regularmente se tratan; que son los de Justicia", pero el
ero
I
mismo virrey opina, más adelante:
ior-
r la Los virreyes están como he dicho ya, prohibidos de conocer y aun de votar en
¡de materias de justicia; pero vienen tales casos y circunstancias, que es imposible
que dejen de hacerlo y así lo han estado practicando. Muchas veces unidos
íntimamente los puntos de gobierno con los de justicia, o nacen algunos de
hfi- aquellos, otros de esta clase, de modo que no es fácil el que corran con separa-
I
Ice- ción (Instrucciones y Memorias...: Relación reservada que el Conde de Revillagigedo
, .
pa, dio a Sll Sllcesor en el mando, Marqllés de Branciforte sob,-e el gobierno de este conti-
¡las nente en el tiempo qlle fue Sll Virrey, puntos 20 y 84).
Icu-
II~s
¡ton
Las controversias de apelación se resolvían por precedentes, por casos
y no por reglas fJjas, firmes que aclararan las competencias;67 pero se hizo
¡
53).
, costumbre que lo virreyes, con pretexto de atender la administración,
,
I
políticas más allá de los límites institucionales. Una manifestación del con-
flicto virrey Audiencia será sin duda -aún en la situación extraordinaria en
que ocurre- el coup d'Etat contra el virrey José Iturrigaray (1808), a quien
destituyen, arrestan, ponen a disposición de la Inquisición y después
en prisión, en San Juan de Ulúa, no la Audiencia,sino los oidores, los comer-
ciantes y dignidades eclesiásticas que se conjuran. En el año 1715, los oido-
res de la Audiencia del Nuevo Reino de Granada destituyen y arrestan a su
Presidente, Gobernador y Capitán General, Francisco de Meneses Bravo
de Sarabia.68
De momento, lo que interesa indicar es la intromisión, incómoda, con-
flictiva de! virrey en los tribunales, y la introducción de instituciones de
gobierno como la Acordada, inhibida de todos los tribunales, con toda la liber-
tad de castigar, que desplaza a las instituciones de Justicia, y desvirtúa el
ordenamiento jurídico: "El juzgado de la Acordada -dice un secretario al
futuro virrey, en 1760- es tan odioso como útil... él Y su jefe se hallan
sujetos a repetidas controversias y cuestiones con los jueces ordinarios; y
sin la autoridad de V. E. único superior que aquí conoce, sería, y sus
ministros, oprimidos y forzados a ceder en e! tesón y constancia que tienen
en freno a los malhechores y en quietud el reino" (Instrucciones y Memo-
rias ... : Noticias instructivas que por muerte del señor Amarillas dio su secretario D.
jacinto Marfil al Excmo. D. Francisco Cajigal). Prácticamente lo que reco-
mienda e! secretario es ignorar los recursos de Derecho, y fortalecer la
potencia de la Acordada, ciertamente efectiva para lograr mayor seguridad
-la protección de los comerciantes particularmente, en los caminos-,
pero rigurosamente atrabiliaria. Se impone la fuerza virreinal sobre lo jurí-
dico, y a la vez se recortan las formas periféricas de control de la violencia,
reguladas jurídicamente: las reemplaza el poder central, antes limitado no
sólo por e! Derecho, sino también por la incapacidad de mantener y per-
trechar de manera constante un cuerpo de servidores armados -un Ejér-
cito-, y por la insuficiencia técnica de la información, las comunicaciones
y los transportes;69 pero la tendencia hacendaria, la concentración de
recursos para fortalecer el virreinato, y la actividad de los intendentes en
la administración ten;itorial introducen condiciones especialmente
adecuadas para fortalecer e! poder virreina!.
Se reducen entonces las libertades punitivas que conceden los fueros y
privilegios, entre ellas la autodefensa individual -e! duelo, la vindicta, los
68 Véase sobre el suceso: Luis Navarro Carda, "El manifiesto de la Audiencia de Santa Fe
en 1716 sobre la destitución del Presidente Meneses", IX Congreso del Instituto Internacional de
Historia del Derecho Indiano, tomo n, Madrid: Universidad Complutense, 1991, p. 346. .
69 Sobre la formación del Estado moderno y el bandidaje: Eric Hobsbawm, "Bandidos,
Estados y Poder", en Bandidos, Barcelona: Crítica, 2001, pp. 19-31.
ORIENTACIÓN HACENDARI.~ y ~lIL1TAR DE L~MONARQuiA CATÓLICA 215
las Potestades Supremas, sin las cuales, ni la sociedad podría subsistir, ni gozar
en ella el hombre de su verdadera libertad, la cual precisamente consiste en
una perfecta obediencia y entera sujeción a las leyes dictadas con equidad y
con justicia (Discurso sobre las penas: Introducción).
ordenó las jerarquías de todos los Estados del inundo. No sólo hace lo que
basta para agradar al hombre que ve, sino lo que es necesario para contentar a
Dios que no ve: por fin y motivo de su obediencia se propone la gloria del
supremo Señor, antes que el servicio de la potestad que a él está subordinada.
En el estado de subordinación y de vasallaje ama la voluntad y el orden. de
Dios (Catecismo del Estado ... : Capítulo X).
73 Emil Bhmner, La Justicia. Doc/,ina de las leyesfUndamentales del ol'llen social, México:
UNAM, 1961,.p. 243.
218 EL VUELO DE ASTREA
hallaremos que se deben enmendar y mejorar, y en lo que son contra dios y contra razón, y
contra las leyes que en este nuestro libro se contienen. Sin poderse distinbJUira qué cosa se
refería el pronombre demostrativo "este nuestro libro", si al cuaderno de la recopilación o al
Ordenamiento citado, como acertadamente anotó el padre Andrés Marcos turiel. Véase el
comentario al pie de Juan N. Rodríguez de San Miguel: Pandeetas hispano-mexicanas, 1vléxico:
Imprenta de Arbieu, 1852, Tomo 1, p. 643 n.
2 Vg., Juan Il (Madrid, 1433) se quejaba: "Que en los ordenamientos hechos por los
reyes pasados lnis antecesores, é asÍmismo en los ordenamientos hechos por mí después que
yo torné el regimiento de mis reguos hay algunas leyes que no tienen en sí misterio de dere-
cho ... E otrosí hay otras leyes, algunas que. fueron temporales ó fechas para lugares ciertos, é
otras algunas que parecen repunar é ser contrarias unas á otras, en que sería necesaria alguna
declaración é interpretación". También las Cortes de Valladolid en el mismo reinado: "las
leyes, é ordenanzas, é derechos, é privillegios é sanciones fechas é establecidas por el rey nues-
tro señor é por los reyes sus antecesores en estos sus regnos han grande proligidat é confu~
sión, é las mas son diversas é aun contrarias á las otras; é otras son obscuras é non se pueden
bien entender, é son interpretadas, é entendidas é aun usadas en diversas maneras segunt los
diversos intentos de los jueces é abogados; é otras non proveen, cumplidamente en todos los
casos que acaescen sobre que fueron establecidas, d.e lo qual ocurren muy grandes dudas en
los juicios; é por las diversas opiniones de los doctores las partes que contienden son nluy fati-
gadas, é los pleytos son alongados é dilatados, é los litigantes gastan muchas quantías; é
muchas sentencias injustas por las dichas causas son dadas, é otras que parescen justas por la
contrariedad é diversidad algunas veces son reyocadas, é los abogados é jueces se ufuscan é
intrincan, é los procuradores é los que maliciosamente lo quieren fecer tienen color de dilatar
los pleytos é defender sus errores, e los jueces non pueden saber ni saben los juicios ciertos
que han de dar en los dichos pleytos" (v. Martínez Marina en su Ensayo histórico-crítico sobre la
tegislación y p,~incipales cuerpos legales de los Reinos de León y Castilla: Libro XI)~
A ~L~!\ERADE CO:'\CLUSIÓ" 223
A lo que dice Barbosa, contradice Sánchez; lo que los dos produjeron, corrige
Ojea y lo que los tres pensaron, refuta Bovadilla. A cada uno de éstos (y sirva
por símil constante esta bien formada paradoja), siguen infinitos dando cada
cual sus razones ... sin conseguirse la razón de la razón ... cada uno defiende su
opinión ... )' por lo mismo con aptitud para que cada uno siga o se adopte la
que convenga más o a su justicia o a su maldad (Lo que hay de más)' de mel10S el1
Espalia, para que sea lo que debe ser y 110 lo que es: Letra L).
Otra cosa hay novedosa en el argumento de Campillo, que no está en
los siglos anteriores: "Es indispensable que si se formalizara un cuerpo de
las leyes sólido, nervioso, inalterable y que sin la admisión de ridículas
cuestiones terminase y dispusiese los inviolables preceptos correspondien-
.tes a cada clase de asuntos, siguiendo para esto los autores más rígidos y
veraces, quedaría este respetable cuerpo libre de fárrago y ripio de tantos
controvertibles puntos, de tantos opinables y nada evidentes caminos" (Lo
qu.e hay de más y de menos ... : Letra L). Los Borbones impulsan la tendencia
legalista, pero lo que consiguen es 'desarreglar el ordenamiento.
Hacia el final de Setecientos no sólo se pretende remediar por un
cuerpo de la. ll!)'es, ni de un código, sino una Consti tución racional norma-
tiva, moderna'. León de Arroyal decía en sus CaTtas económico-políticas: "Yo
comparo nuestra Monarquía al presente a una casa vieja, sostenida a
fuerza de remiendos, que los mismos materiales con los que se pretende
componer un lado, derriban el otro, y s610 se puede enmendar echándolos
a tierra y reedificándolos de nuevo, lo cual en la nuestra es moralmente
imposible, pues como me dijo un día el conde de Floridablanca, para
hacer cada cosa buena es necesario destruir cuatrocientas malas".3 Son
palabras dirigidas a Pedro López de Lerena, encargado de la Real Hacienda
como superintendente y secretario del Despacho Universal (1785-1792), y
una crítica al desarrollo hacendario de los Borbones.
Cierto, dice León de Arroyal, "el modo de exigir las contribuciones de
los pueblos y el de aprovecharlas en beneficio del Estado son .Ias dos más
finas operaciones de la política y de quien depende la felicidad o la infeli.
cidad de una nación", pero a 1«vez notaba que ni lamejor adminisu'acióll.
ni un reglamento económico eran suficientes para rescatar la Monarquía;
el problema era la forma política y el ordenamiento jurídico: "nuestra
constitución está muy viciada; nuestros tribunales apenas sirven para lo
que fueron creados",' Las Cortes de Cádiz pretenderán restituir, a la
entrada del Ochocientos, la virtudes de la Constitución, formando una
nueva; pero para entonces la Monarquía se derrumba de hecho: con el
3 Cil. por Marcelo Bitar Letarf, Los ecol/omistas espanoles del siglo XVlll J sus ideos sobre el
comercio con las Indias, rvIéxico: Instituto lvlexicano de Comercio Exterior, 1975, p. 39.
4 Cil. en ibidelll, p. 254 ..
r
224 A MANER.~ DE CO'\CLUSrÓN
secuestro del rey en Bayona, como resume Luis Díez del Corral, sale a flor
de agua la EsjJaija de Taifas.' Quitada la clave suprema del edificio de la
Monarquía, se viene abajo.
Los primeros Borbones extendieron la administración, pero no logra-
ron hacer de la Monarquía un Estado moderno; fortaleciendo el rega-
lismo: irritaron las tendencias centrífugas de las figuraciones que compo-
nían la configuración más amplia, iniciando el proceso de diferenciación y
distanciamiento definitivo de los reinos y provincias de Indias, estructura-
das en torno'a los tribunales superiores.
La base terri torial de las repúblicas hispanoamericanas que surgen en
el Ochociento~ se organiza, en principio, sobre la de las jurisdicciones de
las audiencias,6 produciéndose acoplamientos entre las audiencias vineina-
les, las SllbOTdinadas y las pTetoTiales. Algunas de ellas pueden consolidarse
exitosamente como forma histórico-política: hacia el exterior, como Tegn1l1n
particular sustraído de la influencia de las demás audiencias y, hacia el
interior, cancelando o absorbiendo el localismo jurídico -por encima
de las figuraciones municipales, o de las divisiones territoriales internas de
tipo eclesiástico o administrativo-, procesando las apelaciones que se pro-
movían en su ámbito jurisdiccional. Algunas .producen condiciones favora-
bles a la proyección estatal, asumiendo en su ámbito de acción poderes,
representaciones corporativas, pretensiones e intereses vinculados a la
Monarquía, pero separados, diferenciados en tanto que se define cierta
unidad pública objetiva: una Tespublica distinta del resto de unidades políti-
cas del mismo género.
Contribuye a la ruptura definitiva el inteTTegno extraoTdinaTio abierto
por la renuncia de los Borbones a sus derecbos a la Corona, pero: TeXpeTiit
Tegnum Ternansit. No existiendo la idea ni la forma de un status de la
Monarquía, o cosa semejante, el stato del rey -o status pnncipis- se desva-
nece, sobre todo ante el reclamo autonómico de los reinos indianos: del
status Tegni particular de las figuraciones indianas. Seda esto la continua-
ción del proceso de configuración jurídico-político de la Monarquía Cató-
lica, pero conviene .tratarlo en otra parte.
TOMASO CAMPANELLA,
Le Monarchie delle nationi: VII, 10
225
".
,
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242 BIBLlOGR"'.FÍA
.
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I
,
I
I
•
ÍNDICE
Pág..
; AGRADECIMIENTOS XI
~PRESENTACIÓN. . XIII
INTRODUCCIÓN... XVII
1. Un monstruo de muchas .cabezas XVII
n. Forma política .. . . . . . XX
JII. La monarquía católica y las indias. XXIX
CAPÍTULOPRIMERO
EL PRÍNCIPE JUSTICIERO.
LOS SUPUESTOS DE LA AUTORIDAD REAL
1. justicia y concordia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . I
I
n. Rex infra el supra legem. Orientación y límites de la obra jurídica alfonsí 14
I
I CAPÍTULOSEGUNDO
I DOMINIUM REGALE E1' POLlTJCUM.
j ,.
!, UNA INTERPRETACiÓN DE LA FORMA POLÍTICA
,,
I
I
, I'
n.
In.
El desengaño de Flandes
Seducir la necesidad :
77
87 .
CAPÍTULOCUARTO
UNA CONFIGURACIÓN DE OPOSICIONES .COMPLEjAS
¡
! I. Catolicismo y monarqu'ía católica. . 101
j
I . 243
I
244 ÍNDICE
n. Polisinodia. . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
IIl. La privanza virtuosa (and with necessit)', the t)'rant's plea) 120
Nápoles, CÍrea 1645 .. 132
Catalufia, 1640-1652. . . . . . . . . . . . . . 133
CAPÍTULO QUINTO
BALANZA DE ASTREA.
NOTAS SOBRE LA PRÁCTICA JUDICIAL
CAPÍTULO SEXTO
ORIENTACIÓN HACENDARIA y MILITAR
DE LA MONARQUÍA CATÓLICA
I .. j,.