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Pirobloc|10/01/2019|
La pérdida de carga que tiene lugar en una conducción es la pérdida de energía dinámica
del fluido debido a la fricción de las partículas del fluido entre sí y contra las paredes del
conducto que las contiene. Las pérdidas pueden ser continuas, a lo largo de conductos
regulares, o accidentales o localizadas, debido a circunstancias particulares, como un
estrechamiento, un cambio de dirección, la presencia de una válvula, etc.
Podemos pues distinguir entre dos tipos de pérdidas de carga, pérdidas primarias y
pérdidas secundarias.
Pérdidas primarias
Se producen cuando el fluido se pone contacto con la superficie del conducto. Esto
provoca que se rocen unas capas con otras – flujo laminar – o de partículas de fluidos
entre sí – flujo turbulento -.
Dentro de este apartado, debemos considerar también las pérdidas de carga que se
producen en los propios puntos consumidores – intercambiadores, reactores – o en la
caldera.
Finalmente, y también con los gases de combustión como fluido a considerar, debemos
calcular las pérdidas de carga que se producen en el conducto de evacuación de humos –
chimenea -, a fin de determinar el diámetro más satisfactorio de la misma y su altura, y si
las pérdidas de carga halladas pueden ser soportadas por el propio tiro de la chimenea o
deben serlo parcialmente por el ventilador del quemador.
Todos estos cálculos, dada su especificidad, deben ser realizados por técnicos
especialistas, ya sea de la ingeniería responsable del proyecto, del fabricante de los
equipos o del instalador.
Esperamos que sirvan por un lado para dar a entender la complejidad de dichos cálculos
y su importancia en el correcto funcionamiento de una instalación de fluidos, y por otro,
como compendio o recordatorio a quienes ya están familiarizados con este tema.
Fórmulas
Gracias a la informática, el cálculo de la pérdida de carga en instalaciones, es hoy en día
bastante asequible, basándose todos los softwares y hojas de cálculo, en las fórmulas
empíricas que vemos a continuación y que son las más conocidas, empleadas y exactas
en la ingeniería hidráulica.
En todas ellas podemos ver que hay dos factores que son siempre necesarios e
importantes. Por un lado, el tipo de tubería del conducto, material, acabado y por tanto su
rugosidad. La velocidad del fluido, ya sea expresado directamente como tal o a través del
número de Reynolds es el otro factor determinante en todas las expresiones.
Pérdidas primarias
Para las pérdidas primarias, las fórmulas más conocidas y empleadas son:
Darcy-Weisbach
Manning
Hazen-Williams
Scimeni
Scobey
En todas estas fórmulas, se supone que la tubería es de sección circular. Sin embargo,
pueden ser utilizados para tuberías de secciones no circulares, mediante el empleo del
llamado diámetro hidráulico. Utilizando éste término se puede estudiar el
comportamiento del flujo de la misma forma como si fuera una tubería de sección
circular.
El diámetro hidráulico, Dh ,
π×D4π×D4 π×Dπ×D DD
a2a2 4×a4×a aa
π×(D21–D22)4π×D12–D224π×(D1+D2)π×D1+D2D1–D2D1–D2
v: velocidad (m/s)
D: diámetro (l)
ρ : densidad del fluido (kg/m3)
μ : viscosidad del fluido (N·s/m2)
ε : rugosidad absoluta (l)
εr, rugosidad relativa de las paredes de la tubería, adimensional es εr = ε / D
Como ya hemos indicado anteriormente, las características del material del conducto, y
su estado son determinantes en la resistencia que el fluido encuentra y por tanto en la
pérdida de carga que se produce.
Colebrook-White
Blasius
Prandtl y Von-Karman
Nikuradse
Moody
Churchill
Swamee-Jain
Blasius
Propone una expresión en la que el coeficiente de fricción f, viene dado en función del
número de Reynolds, y es válida para tubos lisos, en los que la rugosidad relativa εr no
afecta al flujo en donde la subcapa laminar elimina las irregularidades.
Para números de Reynolds muy grandes el segundo sumando situado dentro del paréntesis
de la ecuación de Colebrook-White es despreciable. En este caso la viscosidad no influye
en la práctica a la hora de determinar el coeficiente de fricción, este únicamente depende
de la rugosidad relativa de la tubería. Esto se manifiesta en el diagrama de Moody – ver
Fig.1 – en que en la curva para valores elevados de Reynolds se convierte en una recta
horizontal.
Moody
Moody consiguió representar la expresión de Colebrook-White en un ábaco de fácil
manejo – Fig. 1 -. para calcular “f” en función del número de Reynolds (Re) y actuando
la rugosidad relativa (εr) como parámetro diferenciador de las curvas.
Churchill
1f√=–2×log((εr3.71)+(7Re)0.9) (8)1f=–2×logεr3.71+7Re0.9 (8)
Swamee-Jain
El cálculo realizado es directo, sin iteraciones. Se puede catalogar como una ecuación
explícita para el cálculo del factor de fricción. La ecuación ofrece resultados muy
parecidos a la de Colebrook-White.
Material ε (mm)
Fundición 0,12-0,60
Madera 0,18-0,90
Hormigón 0,3-3,0
Manning
Las ecuaciones de Manning se suelen utilizar para el cálculo de pérdidas de carga en
canales. Para el caso de las tuberías son válidas cuando el canal es circular y está parcial
o totalmente lleno, o cuando el diámetro de la tubería es muy grande.
Uno de los inconvenientes de la fórmula es que sólo tiene en cuenta un coeficiente de
rugosidad (n) obtenido empíricamente, y no las variaciones de viscosidad con la
temperatura.
La expresión es la siguiente:
Material n
Fundición 0,012-0,015
Hormigón 0,012-0,017
Acero 0,010-0,011
Hazen-Williams
El método de Hazen-Williams es uno de los más conocidos y empleados, ya que la
fórmula a emplear es sencilla y su cálculo es simple debido a que el coeficiente de
rugosidad “C” no es función de la velocidad ni del diámetro de la tubería.
Sin embargo, sólo es válido para tuberías de fundición y de acero, siendo el fluido
circulante agua, y con temperaturas entre 5 ºC y 25 ºC.
h=10.674×Q1.852C1.852×D4.78×L (12)h=10.674×Q1.852C1.852×D4.78×L 12
En donde:
Material C
Latón 130-140
Vidrio 140
Plomo 130-140
Acero 130
Concreto 120-140
Lata 130
Cobre 130-140
Madera 120
Hormigón 120-140
Hagen-Poiseuille
Es una fórmula válida para el cálculo de pérdidas de carga de fluidos a velocidades muy
bajas – flujo laminar -, en conductos cilíndricos. Ello es debido a que el perfil de
velocidades en una tubería tiene una forma parecida a una parábola, en donde la velocidad
máxima se halla en el eje del tubo y la velocidad es cero en la pared del tubo, pudiéndose
despreciar las pérdidas por rozamiento con la pared, minimizando la rugosidad del
conducto y por tanto las características del material del mismo.
Recordamos que se considera flujo laminar cuando el número de Reynolds – fórmula (14)
es inferior a 2040 -. Para números de Reynolds superiores, se considera el flujo turbulento
. Sin embargo, el número de Reynolds crítico que delimita flujo turbulento y laminar
depende de la geometría del sistema.
La fórmula es la siguiente:
Scobey
Se emplea fundamentalmente en tuberías de aluminio con flujos en la zona de transición
a régimen turbulento – ver en el diagrama de Moody, Fig 1, las diferentes zonas de flujo
según el número de Reynolds -.
Al igual que en la fórmula de Scimeni, la expresión sólo es válida para tuberías del
material especificado.
La ecuación es:
Material K
Acero 0,3
Aluminio 0,4
Factor K
Salvo casos excepcionales, las pérdidas de carga localizadas sólo se pueden determinar
de forma experimental, y puesto que son debidas a una disipación de energía motivada
por las turbulencias, pueden expresarse en función de la altura cinética corregida mediante
un coeficiente empírico, llamado factor K.
Este coeficiente depende pues del tipo de singularidad y de su forma geométrica
básicamente y es parecido al coeficiente de caudal facilitado por los fabricantes de
válvulas, aunque mucho más generalista y aproximado.
La ecuación fundamental de las pérdidas secundarias por medio del factor K, tiene por
expresión
Singularidad Facto
Longitud equivalente
Este método, sin duda el más antiguo, consiste en asignar una longitud de tubería
cilíndrica que se supone produce en el sistema una pérdida de carga de valores similares.
Sin embargo, no tiene por ejemplo, en consideración el estado de una válvula. Si se halla
totalmente abierta, parcialmente cerrada, etc., por lo que no es en la actualidad un método
excesivamente empleado.