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La calidad de vida es a la vez un proyecto (una imagen de futuro) y un proceso (una praxis social y política) que
implica simultáneamente la aplicación de sistemas de valores a la acción cotidiana, y por tanto, implica también
la consideración de desarrollos cualitativos (subjetivos) que tienen también sus implicaciones en función de sus
objetivos, y que precisan, en consecuencia, de estrategias objetivadas.
Hablar del concepto de participación significa siempre adentrarse en un terreno pantanoso ya que su significado
da pie a múltiples lecturas. Sobreutilizado como ningún otro concepto, se puede interpretar desde muy distintas
miradas, desde diferentes posiciones, desde, incluso, intereses contrapuestos o al menos ambivalentes.
La participación no es solo un medio para conseguir calidad de vida, sino que participar es en sí calidad de vida,
es decir, la participación es una dimensión de la calidad de vida que atraviesa, que interacciona, que a la vez
se alimenta y aporta a la optimización de las otras dimensiones de la calidad de vida. Desde esta perspectiva
compleja y relacional, la participación significa, inclusión, implicación, integración e identidad.
(CALIDAD Y PARTICIPACIÓN CIUDADANA, Julio Alguacil Gómez: Universidad Carlos III de Madrid)
Tomado de: http://www.uclm.es/bits/sumario/20.asp