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conclusiones.
En la Historia confluyen otras ciencias y, a su vez, la Historia se apoya en el estudio de estos
saberes.
Los hechos históricos son el resultado de la vida en sociedad de los diversos grupos
humanos. Los hechos aparecen interconexionados en un momento temporal de la realidad histórica
-sincronía- y en interdependencia con lo ocurrido antes y después de ese momento histórico
-diacronía-.
La historia, pues, es una ciencia del cambio (movimiento y devenir) de las sociedades
humanas, en continua construcción.
3- La investigación histórica.
La investigación histórica constituye el procedimiento básico para construir la Historia. Se
efectúa por medio de unos métodos y técnicas que operan sobre una fuentes. Con todo ello, el
historiador construye un modelo o construcción simplificada, destinada a explicar cómo evolucionó
una determinada realidad histórica.
El camino intelectual primario e ineludible que sigue el historiador es el método científico.
Constituye un procedimiento regular, explícito y objetivo, un conjunto de operaciones intelectuales
de ordenación y evaluación de la materia prima de la Historia (las fuentes), en las que se aplican
unas técnicas para permitir el conocimiento propuesto mediante la formulación de unas hipótesis.
Las hipótesis son una suposición sobre algo que tenga posibilidad de resolverse: una anticipación a
la experiencia, una idea preconcebida, un aserto teórico mediante el cual se interpretan y explican
los sucesos pasados. Cuando mayor claridad y calidad presenten las hipótesis, más acertadas y
significativas serán las respuestas halladas.
El método científico constaría de las siguientes fases:
1- Disponer de datos
2- Formular el problema: suprimir aspectos no esenciales; convertirlo en significativo y solucionable.
3- Efectuar las hipótesis: examinar y clasificar los datos disponibles; efectuar relaciones.
4- Verificar las hipótesis: recopilar, ordenar, analizar las fuerzas.
5- Establecer una conclusión: encontrar esquemas significativos o relaciones.
6- Extender la conclusión: probarla frente a nuevas pruebas; generalizar resultados y establecer
teorías.
7- Presentar y difundir las conclusiones.
El método científico aplicado por el historiador es a la vez hipotético y deductivo. A partir
de unos hechos significativos, particulares, se sientan unas hipótesis que los expliquen
satisfactoriamente (inducción) Las hipótesis se pone a prueba mediante la observación de nuevos
datos, para adoptarlos como verdaderos (deducción). Si la experiencia no confirma la hipótesis,
deberá modificarse hasta que así ocurra, para, finalmente, adoptar las conclusiones oportunas.
Las conclusiones, además de ser probadas, debe ser aceptadas como válidas por los
historiadores -independientemente de que sean provisionales-, pues están sometidas a cualquier
nuevo aporte de datos empíricos y teorías que las invalidan.
Con el método científico, describimos, comprendemos y explicamos los hechos. La
descripción define y enumera los caracteres de los acontecimientos. La compresión interpreta el
significado de esos caracteres dentro de su respectivo contexto.
Para ello, tiene también que explicarlos, contestar a la pregunta: ¿por qué se produjeron? La
explicación puede ser de diferente tipo: casual (por causas o antecedentes), teleológica (por fines u
objetivos consecuentes), genética (cadena de hechos imbricados unos en otros), etc.
Las ciencias colaboran una con otra para la consecución de sus fines particulares. La
Historia, dado su objeto, ostenta un marcado carácter interdisciplinar y, por tanto, maneja conceptos
teóricos, nociones, métodos y resultados de otras disciplinas, denominadas ciencias auxiliares.
Por ejemplo, pueden interpretar una realidad histórica siguiendo un método o modelo
estructural -sistema cuyos elementos son solidarios: si uno cambia, repercute en los demás-,
funcional -sistema autorregulador en sí mismo, las contradicciones ayudan a mantener el sistema-,
dialéctico -sistema que evoluciona mediante las contradicciones o luchas entre contrarios, surgidos
dentro de él.
previamente seleccionada por el fotógrafo. Una información de prensa está determinada por
intereses particulares (el criterio de autoría sería extensivo al colectivo que sustenta, desde
posiciones ideológicas determinas, dicho periódico) del diario en cuestión. El autor de unas
memorias tiende a presentar los sucesos de forma que le resulten más favorables (frecuentemente
tiende a otorgarse un protagonismo que no suele corresponder con la realidad), cargándolos de
subjetividad. Los textos literarios pueden reflejar las costumbres y la vida cotidiana, pero la
imaginación del autor a veces juega un papel predominante.
La confrontación y comparación de todo tipo de fuentes primarias sobre los hechos que se
traten de dilucidar es la forma de contrarrestar las respectivas subjetividades y alcanzar así cierta
objetividad.
La utilización, estudio y consideración de las fuentes históricas primarias y secundarias de la
Historia nos lleva a hablar del método del historiador, que consiste esencialmente en formularse
preguntas sobre el paso a partir de problemas que su presente le plantea:
- Selección del tema objeto de la investigación: información general sobre el tema de investigación.
- Delimitación del campo de campo de investigación: lo que debe ser conocido.
- Formulación de hipótesis: punto de referencia que se puede ir modificando.
- Tratamiento de las fuentes primarias y secundarias. Comparación de hipótesis.
- Conclusiones: presentación de resultados y reconstrucción histórica.
Los procedimientos propios del trabajo del historiador serían:
1- Identificación, uso y proceso de fuentes históricas primarias y secundarias a fin de obtiene
información relevante de naturaleza histórica.
2- Aplicación de categorías temporales y de tiempo histórico (sucesión, simultaneidad, duración y
ritmo) en el marco de las convenciones establecidas en la teoría previa.
3- Uso y aplicación de vocabulario específico de la Historia.
4- Identificación, proceso y explicación de causas y consecuencias.
5- Uso de la empatía para explicar fenómenos propios del pasado.
6- Identificación de similitudes y diferencias en el marco de una explicación (explicación de
estructuras)
7- Identificación de similitudes y diferencias en el marco de una explicación (explicación de
estructuras).
8- Comunicación de resultados del conocimiento histórico.
Para procesar hechos y conceptos, que obtiene del tratamiento y estudio de las fuentes, el
historiador sitúa y ordena los hechos históricos en el tiempo y espacio histórico concreto. A partir
de la selección y fiabilidad de los testimonios, y mientras procesa, reconstruye, aplica y clasifica los
hechos de acuerdo con su naturaleza, con un vocabulario conceptual propio de la Historia, evalúa e
interpreta los hechos históricos estudiados en el marco de una explicación.
6- La explicación en la Historia.
La forma en que se muestran los hechos del paso es, por regla general, la narración o
descripción. Pero esta narración puede limitarse a "contar" lo que sucedió sin emitir juicios o valores
personales (al modo con que se concibe la historiografía neopositivista) o puede intentar una
respuesta a las causas, los motivos, las circunstancias que rodearon esos hechos. En este último
caso, esa narración se ha vuelto explicativa. Los cronistas antiguos y modernos solían quedarse en el
plano de la descripción. El historiador va más allá y trata de explicar las causas, las circunstancias, la
influencia de la personalidad de los protagonistas en los fenómenos históricos, sean seres
individuales o colectivos.
Cuando tratamos de explicar los hechos y las conductas del pasado solemos hacerlos desde
dos perspectivas,l que derivan den dos tipos de explicaciones fundamentales: la explicación causal y
la explicación intencional:
- La explicación causal es la más usual en Historia y, posiblemente, la más propiamente histórica.
Siempre que queremos saber algo de un determinado acontecimiento o proceso histórico, nos
planteamos la pregunta de por qué sucedió tal hecho. Toda explicación casual establece dos tipos de
condiciones:
. Las condiciones necesarias, que son aquellas sin las cuales los hechos no hubieran
acontecido de la manera que lo hicieron. Por ejemplo, la llegada de Napoleón al consulado en 1799,
después del golpe del 18 Brumario, sólo se explicas en el contexto de la revolución iniciada en
Francia en 1789; se puede decir que Napoleón es "hijo" de la Revolución francesa y, por tanto, su
consecuencia.
. Las condiciones suficientes son aquellas que favorecen que un hecho histórico se
produzca de una manera que lo hizo, pero no siempre que existe esa condición, los hechos se
producirán de la misma manera. Es decir, no podemos establecer una "ley explicativa", que se
aplicaría mecánicamente en todos los casos en los que se diera esa condición. Por ejemplo, el
desarrollo industrial de Alemania en el siglo XIX se produjo por una serie de factores, entre los que
se encontraba el crecimiento demográfico (condición suficiente pero no necesaria), junto a otros
como el desarrollo agrario, de la banca, de la técnica, de los mercados, etc. Hubo otros países con
un gran incremento demográfico en el siglo XIX, como los de la Europa oriental (Rusia, por
ejemplo), o mediterránea, donde no se dieron o lo hicieron de una forma muy incompleta e
imperfecta los elementos de una "revolución" industrial.
Estamos, pues ante una explicación multicausal, en la que se combinan condiciones
suficientes y necesarias que favorecen que los hechos o procesos históricos tengan unas
determinadas características y no otras. En realidad, dada la complejidad de las relaciones sociales,
todos los hechos históricos obedecen a causas múltiples, cuya combinación puede variar en función
de las circunstancia de cada momento o de la actitud de los protagonistas.
La explicación intencional o motivacional es aquella que no remite al pasado, sino al futuro
de la acción analizada Con ella se trata de establecer las razones que tuvieron los protagonistas para
actuar de esa manera y no de otra, así como cuáles han sido las consecuencias de sus acciones. Los
hechos históricos se intentan explicar no por las causas que los desencadenaron sino por los
motivos, o sea, las intenciones con respecto al futuro, de quienes los realizaron. Tiene, pues, una
naturaleza psicológica.
Por ello, su análisis puede hacerse a través de la empatía, que es la actitud o estado mental
que podemos adoptar al identificarnos o ponernos en el lugar de los protagonistas de la Historia. Un
problema que presenta la comprensión histórica estriba en la proyección, frecuentemente operada,
de categorías ideológicas, estéticas, paradigmas sociales vigentes del presente sobre el pasado, lo
que resulta incompatible.
En realidad es perfectamente posible combinar ambas explicaciones (causal e intencional) y
llegar a una explicación "integrada". En ese modelo, deberíamos discernir aquella causas que
determinan un hecho o proceso histórico y, al mismo tiempo, el papel jugado por los protagonistas y
sus intereses que les hicieron actuar de un determinado modo. La realidad histórica s la propia
existencia humana careada por acciones en seres humanos en determinadas condiciones físicas; es
decir, la acciones humanas son el resultado de la combinación o intersección del mundo material y el
mundo de la consciencia. Todas las acciones humanas van dirigidas a un fin material o "espiritual",
pero no siempre los efectos conseguidos se corresponden con las metas previamente señaladas. Hay
efectos indeseados en esas acciones, que escapan al control del ser humano. Puede servir de ejemplo
la investigación científica relacionada con la energía atómica: algunos de los investigadores de los
años treinta de nuestro siglo como Openheimer o Einstein no pensaban que sus hallazgos científicos
iban a acabar en armas de gran poder destructor.
7- Funcionalidad de la historia.
¿Para qué sirve la historia? La historia, como disciplina, como ideología, como fuente de
conocimientos estructurados del mundo, tiene una repercusión evidente, una proyección sobre la
sociedad crucial a partir del siglo XIX especialmente: corrientes como el materialismo histórico o el
presentismo americano inciden profundamente en la concepción social vigente.
Desde un principio, con la mitificación histórica de los griegos, la historia se ha convertido
en un tipo de conocimiento con capacidad de arrastre. Para la historiografía conservadora, la
historia es la maestra del pasado, que sirve para no romper con la tradición: tiene una función
legitimadora. Su proyección abarca también al presente, en la escuela presentista norteamericana
(Turner...). Para el historicismo reaccionario, el hombre es un prisionero de la historia, mientras que
Vito Culan, desde un punto de vista marxista sostiene que la historia da legitimidad a algunos
hechos, convirtiéndose en un medio de apropiación del futuro ce ciertos grupos, siendo un elemento
de perpetuación de la sociedad, una ciencia conservadora, reaccionaria ente cualquier cambio.
Por su parte, desde la Escuela de los Annales se defiende el papel de motor social de futuro
de la historia: Febvre escribió Combates por la Historia, en la que refiere tres funciones
fundamentales de la historia: descripción, explicación y valoración.
Desde un punto de vista marxista, Fontana da a la historia una gran importancia, como
elemento que ayuda a desenmascarar la lucha de clases en el pasado, denunciar el esquema social y
la historia sobre la que asienta el presente, para crear un nuevo orden social. También la Escuela de
los Annales y el presentismo americano aspiran a que el proyecto social se base en el conocimiento
del pasado.
La historia es frecuentemente manipuladora de las formas de concebir el presente: basta
comprobar cómo los libros de historia académicos de cada momento constituyen una reivindicación
de las clases dominantes del momento, proyectando sus valores sobre el pasado, atribuyendo a
dichas clases sociales protagonismo positivo en el pasado. Para Nieztche y Adomar, la historia no es
auténtica, sino la gran manipuladora. Este planteamiento, a partir de la Segunda Guerra Mundial se
plasmará en un debate entre la subjetividad-objetividad de la historia.
La Escuela presentista norteamericana admite la subjetividad de la historia, admite que se
trata de un relato con una función social e ideológica determinada (reivindicar en el presente un
modelo de vida y valores, mediante el análisis del pasado), no renunciando a apropiarse de la
disciplina como forma de defender la democracia y estilo de vida americanos: "Todo se explica
desde el presente", el pasado debe apoyar al presente, reivindicarlo (y de ahí que historiadores como
Turner dediquen sus estudios a analizar cómo el sentido de la Historia de EE.U. es el de la
conquista progresiva de la democracia, en medio de la lucha por la supervivencia en la frontera,
momento en el que se definen las características liberales peculiares del país), y desde esta
reivindicación defender un futuro análogo. Beard, Becker y otros presentistas de los años 30 a los
50 defienden que la historia se escribe desde posiciones de clase y espíritu de partido, que la historia
es un acto de fe y como tal depende de su creador. Randall defiende, desde este punto de vista, un
estatus de "relativismo objetivo" para la historia: el historiador debe llevar a cabo una elección entre
las numerosas referencias del pasado, elección que desde luego es parcial e interesada: buscar los
modelos que justifican el pasado. Dice: "nuestro pasado no se encuentra en el pasado, sino en el
presente". La única condición que pone a esa manipulación intencionada del pasado es que se base
en hechos ciertos. Becker habla de dos realidades: la del devenir histórico, y la de los
acontecimientos. La historia sería, para él, un patrimonio individual modelado según la experiencia
ideológica afecta del historiador, que debe reinterpretar el pasado : "el pasado es una pantalla sobre
la cual cada generación proyecta su visión del porvenir y mientras la esperanza vida en el corazón de
los hombres, las "Historias nuevas" se sucederán en ella.
Otro presentista, Read, defiende el carácter del necesario "relativismo histórico": la historia
es abierta, pero relativa, y no duda en afirmar el fin de la historia (en ese momento álgido de la
guerra fría): sostener, justificar la historia burguesa frente a la marxista, la "libertad frente a la
tiranía".
Para el marxismo la historia es objetiva, pero no en el sentido de la objetividad aséptica de
los positivistas, y por supuesto contraria a la manipulación ideológica que con franqueza admite el
presentismo. En 1847 escribió Marx La miseria de la Filosofía, en la que parte del hecho de que la
historia es una ciencia, de la que se puede extraer una lección: pero a condición de que se
abandonen puntos de vista burgueses y se establezca una lectura con un punto de vista
predeterminado: poner de manifiesto las contradicciones sociales, el esquema de lucha de clases,
como una forma de prever el futuro (y, desde la óptica marxista, anticiparlo, apropiarse de él). Para
Scahff, no hay oposición entre verdad y espíritu de clase, pues el marxismo parte de la consideración
de que cada historiador aplica un espíritu de clase e ideología implícita necesariamente. En el fondo,
se niega el carácter objetivo de la historia, pero al tiempo se valida su apropiación como una
operación legítima. Lenin parte de que el objetivismo positivista es imposible, es pura descripción
sin sentido; y de que la historia es una "literatura de combate": es pues, una ciencia objetiva pero al
tiempo relativa. En el marxismo, huelga decirlo, una teoría de fondo preexiste a la construcción de
la historia: ésta está predeterminada por la finalidad que se impone.
conocer la claves de este progreso, se está en mejor posición para acelerarlos o estimularlo. Esta
tendencia, considerada la más progresista, ha tenido mucho éxito en España. La tantas veces citada
frase de Josep Fontana, "La historia es un arma para los combate de hoy una herramienta para la
construcción del futuro", resume el papel que, desde este punto de vista, debe tener la enseñanza de
la historia. Según esta visión, el tipo de enseñanza de la historia y la propia historia que hay que
llevara alas aulas debería potenciar los aspectos relacionados con una concepción de la materia
como disciplina científica, rigurosa en el análisis social, y con un fuerte potencial transformador de
la sociedad.
Desde esta perspectiva, la selección de los contenidos históricos deberá tener como principal
objetivo, no el estudio de una determinada historia universal, nacional o regional, sino los elementos
que configuran un determinado modelo de progreso, la caracterización de las sociedades y el papel
que dentro de ella han realizado los diversos grupos y clases sociales. La historia nacional podrá ser
un buen banco de pruebas, pero el objetivo no será tanto el cultivo de un determinado sentimiento
de adhesión a una colectividad, sino el aprendizaje del funcionamiento de las sociedades y las
fuerzas que las transforman con el fin de situarse desde una determinada perspectiva ante los
problemas sociales, culturales y políticos de la actualidad.
Pese a que esta orientación no ha sido propuesta de manera explicíta por las
administraciones educativas de los países occidentales, sí que tuvo una gran presencia efectiva. En
los últimos tiempos, como consecuencia de la crisis de la historia en tanto disciplina científica, este
enfoque está en franco retroceso.
- La historia como instrumento para el desarrollo personal y para la difusión de ideas y actitudes
sociales.
La historia es, sin duda, una de las disciplinas más proclives a la manipulación desde las
diversas posiciones ideológicas. La calidad del conocimiento histórico, si este es considerado como
un tipo de saber científico, es ajeno a juicios de valor moral o ideológico, pero lo cierto es que
constituye un buen campo que propone sugerentes situaciones para trata sobre las ideas, actitudes y
valores. Ello ha provocado que su enseñanza se haya utilizado, en ocasiones, como demostración de
posiciones ideológicas y morales contrapuestas: belicismo-pacifismo; autoritarismo-liberalismo;
bondad-maldad, etc. Hay incluso teorías recientes, como la de Roehte, que propugna que se deben
seleccionar los contenidos históricos en recuerdo de la opresión vivida por el hombre, las injusticias
y los sufrimientos, así como el esfuerzo para superarlos. Desde esta postura la historia es un
excelente medio para captar al alumnado para posiciones muy definidas, que no incorporan el grado
de consenso general que es propios de las democracia, sino visiones determinadas que entran en
contraposiciones con otras.
El criterio de selección de contenidos que más se ha planteado últimamente, sobre todo por
las prescripciones de la administración educativa española, es la de considerar la enseñanza de la
historia como un instrumento para el desarrollo de las capacidades de carácter intelectual, de
maduración personal y orienta la actitud social del alumnado. sin negar que los objetivos que
propongan esta perspectiva son inherentes a cualquier actividad educadora, por lo que son dignos
de señalarse, es evidente que son opciones que no pueden presidir los principales criterios de
selección de los contenidos educativos en la enseñanza de la historia, a no se que se pierda de visa la
referencia epistemológica de este tipo de conocimiento, sin el cual es imposible decir qué se enseña
y qué se aprende en historia.
Frente a estas formas de enseñanza de la historia, podrían señalarse, precisamente al hilo de
sus carencias, otros criterios en la selección de los contenidos concretos:
1- Temas que incorporen elementos para el estudio de la cronología y el tiempo histórico. Se trata
de trabajar sobre uno de los elementos definidores y específicos de la historia: el tiempo y los
"tempus" o ritmos de cambio. Los estudiantes deben darse cuenta del carácter convenci0onal de las
unidades de medida del tiempo, y acercarse a la compresión de problema tan complejos como los
referidos a la noción de tiempo/causalidad en la historia, la adquisición del sentido de continuidad
temporal, y la comprensión de los distintos ritmos de crecimiento histórico y desarrollo histórico
que, como es sabido, son conceptos distintos.
2- Estudios de acontecimientos, personajes y hechos significativos de la historia: centrar el trabajo
9- Conclusiones.
De lo dicho, podemos deducir algunas premisas:
1- El historiador, su huella personal, su ideología, es un todo inseparable con la construcción de la
historia que él crea: es preciso conocer la autoría de un texto histórico, desde un punto de vista
ideológico. Por ejemplo, la historia escrita en los momentos más duros y tensos de la guerra fría
tiene un carácter incomparablemente más extremista que las visiones (incluso neomarxistas) de
nuestro presente espúreo ideológicamente, relativista y distendido socialmente.
2- La peculiaridad de la historia es que versa sobre seres subjetivos. No están sometidos a una leyes
fijas de características naturales. Con el devenir histórico se producen cambios, no se pueden
establecer leyes deterministas. Podemos hablar de "leyes de la historia" en el sentido que hay una
relación causa-efecto, pero no en sentido determinista.
3- Es posible un conocimiento objetivo, pese a que existan interpretaciones equivocadas. El
conocimiento será parcial y acumulativa, cualitativo, penetrando cada vez más en la esencia de la
realidad. Se avanza parcialmente, perfeccionando la verdad de las anteriores afirmaciones. Lo
contrario, tomar como excusa para invalidar la historia el carácter de verdad dinámica, equivale a
tanto como querer negar la posibilidad de un conocimiento posibilita en el campo de lo humano: en
el fondo, es una posición sumamente conservadora, que aspira a no ver en la historia un instrumento
de progreso individual y colectivo.
4- El error del historiador es pensar que el objetivo de su trabajo es la reconstrucción del hecho
aislado, como centro de la investigación: se trata de una visión próxima a la historia erudita,
supuestamente objetiva. La historia no debe reconstruir sin más hechos, ni tampoco inventarlos, sino
su talante fundamental es la interpretación, el estudio de contextos históricos, de los que los hechos
son partes esenciales en un primer momento, pero cuya validez es la de ser parte de un contexto que
el historiador debe aprehender, tomar.
5- Pretender que se haga una historia total es en sí una idea positiva, pero siempre que no se pierda
de vista el talante de selección de aquello fundamental que pasa o afecta a una gran parte de la
sociedad que debe presidir la historia.
6- Una ciencia debe partir de la razón y solo de la razón, por lo que hay que descartar los elementos
intencionales en la medida en que seamos capaces. El estudio de la historia no puede basarse en
apriorismos, en intenciones reivindicativas previas.
10- BIBLIOGRAFÍA
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