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RESISTENCIAS, IDENTIDADES Y

AGENCIAS EN LAS MUJERES SAHARAUIS


REFUGIADAS
RESISTANCES, IDENTITIES AND AGENCIES OF THE
SAHARAWI REFUGEE WOMEN
Rocío Medina Martín Recibido: noviembre de 2014
Aceptado: diciembre de 2014
Universidad Pablo de Olavide
rmedmar@upo.es

Palabras claves: Agencia, Feminismo, Resistencia, Identidad, Subjetividad, Mujeres Saharauis.


Keywords: Agency, Feminism, Resistance, Identity, Subjectivity, Sahrawi women.

Resumen: Teniendo como referente la genealogía de los feminismos des-


coloniales y apostando por colocar como centro del análisis feminista la
agencia localizada y contextualizada de las mujeres saharauis refugiadas
en relación con sus estrategias de resistencia, de acomodación y la noción
de vulnerabilidad, este texto pretende indagar los vínculos entre las expe-
riencias de violaciones de derechos humanos vividas por el pueblo saharaui
de manera transgeneracional, las experiencias específicas de las mujeres
en la lucha anticolonial y las diversas subjetividades femeninas generadas
en las tres generaciones de mujeres. De este modo, la interacción entre ex-
periencias, identidades colectivas y subjetividades, nos ofrece nuevos mar-
cos interpretativos para comprender mejor la diversidad de identidades de
género y de comprensiones que sobre los derechos de las mujeres existe
entre las mujeres saharauis.

Abstract: Having as a reference the genealogy of decolonial feminisms,


we intend to focus the feminist analysis on the localized and contextuali-
zed agency of Sahrawi refugee women in relation to their resistance and
adaptation strategies, as well as their notion of vulnerability. Considering
this, this paper aims at investigating the links between the human rights
violations suffered by the Sahrawi people through generations, the specific
experiences of women in the anticolonial struggle and the different female
subjectivities throughout the three generations of women. Thereby, the in-
teraction between experiences, collective identities and subjectivities pro-
vides new interpretive frameworks that enable us to better understand the
diversity within gender identities and perceptions that the Sahrawi women
have about women’s rights.

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1. Feminismos descoloniales: explicativa2. Argumentaba Avtar Brah que
parece “imperativo que no separemos las
antecedentes y propuestas opresiones en compartimentos, sino que
formulemos estrategias para desafiarlas
A partir de los años 70 emergían los an- conjuntamente, a partir de comprender
tecedentes de una genealogía feminista cómo se articulan y se conectan entre sí
crítica conocida posteriormente como fe- […] Es una perspectiva que exige cues-
minismos descolonial (Lugones, 2011), tionar constantemente el esencialismo en
poscoloniales (Bidaseca, 2010), periféri- todas sus variantes” (2011: 156).
cos (Rodríguez, 2006), antirracista (Curiel,
2007), no occidentales o de la tercera ola En la actualidad sigue siendo muy clarifi-
(Meloni, 2012)1. Fundamentalmente, de- cador realizar el cruce entre la epistemolo-
nunciaron cómo cierta feminidad occiden- gía de(s)colonial3 y la epistemología femi-
tal, la de la mujer blanca, de clase media y nista. Como sostiene la teórica argentina
heterosexual, se erigió como representati- Karina Bidaseca: “Hay una inquietante
va de “la mujer” en el seno de los feminis- cercanía entre, por un lado, los discursos
mos eurocéntricos. Los privilegios de esta coloniales y los de algunas representantes
mujer -y los de sus compañeros-, sin em- del feminismo occidental, que se expre-
bargo, se sostenían sobre la explotación y san en términos “salvacionistas” por el
subordinación de otros grupos humanos camino del modelo occidental…” (2010:
en razón de variables que trascendían la 21). Para comprender la diversidad de
diferencia sexual, biológica o sociologiza- feminismos existentes hay que atender
da. Aparecían así nuevas lecturas feminis- a la construcción relacional de la subje-
tas que interpretaban “raza”, clase o etnia tividad política. Ahí donde hay un privi-
como variables constitutivas de las diver- legio, un derecho está siendo negado,
sas subordinaciones de género, concep- precisamente porque los privilegios no
tualizando el género como siempre etniza- son universales, como son pensados los
do y racializado, y la raza como siempre derechos (Gargallo, 2014: 19). Estos pri-
generizada. Estas tesis conformaron una vilegios son construidos desde el sexo, el
propuesta de análisis basada en la inter- “color”, la edad, la clase o la sexualidad,
seccionalidad de las diversas variables entre otras variables, y pensarlos en una
que participaban en las subordinaciones sola puede desembocar en análisis re-
de las mujeres, complementando así la duccionistas. Tal y como afirma Curiel,
categoría sexo-género como única variable las feministas racializadas, afrodescen-
dientes e indígenas, aún sin hacer re-
ferencia al concepto de decolonialidad,
han profundizado desde los años setenta
1. Todos estos diversos nombres son utilizados
en la literatura política feminista para hacer re-
en esta imbricación de diversos sistemas
ferencia a un denominador común en todas estas
propuestas, a pesar de los matices genealógicos y 2. Para un desarrollo posterior de la interseccio-
epistémicos que puedan contener: la necesidad nalidad, ver Anthias (2006: 49-68).
de descolonizar el feminismo. Por eso, aunque 3. Usaremos las denominaciones descolonial y
respetaremos la nomenclatura usada por cada decolonial según la terminología usada por los
autora, en el texto nos referiremos de manera ge- autores y autoras correspondientes sin que esto
neralizada a feminismos descoloniales y/o desco- implique matices sustanciales para nuestro tra-
lonización del feminismo. bajo, que podemos definir como de(s)colonial.

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de dominación (racismo, sexismo, hete- 2. Acercándonos a las
ronormatividad, clasismo) desde donde
han definido sus proyectos políticos, a mujeres saharauis desde los
partir de una crítica poscolonial (2007: feminismos descoloniales
93). Emergieron así los antecedentes del
feminismo poscolonial. No se trata de atender únicamente a “las
Por su parte, las feministas lesbianas des- dominaciones patriarcales sobre las muje-
velaron la heterosexualidad como régimen res saharauis”, sino de comprender cómo
político (Rich, 2001), las feministas ne- las violaciones de los derechos humanos
gras teorizaron la interseccionalidad entre en la lucha anticolonial y nacionalista, la
raza, sexo y clase, (Hill Collins, 2012); y resistencia armada, el refugio prolonga-
las “mujeres de color” (lesbianas, chica- do o la islamofobia contemporánea4 son
nas, afrocaribeñas, negras, etc.) hicieron también variables constitutivas tanto de
de sus diferencias una fusión estratégica las subordinaciones de las mujeres como
de resistencia frente a un sistema cate- de su agencia. Mujeres saharauis implica
gorial que clasificaba y fragmentaba sis- un colectivo de mujeres conformado ma-
temáticamente. En cuanto al feminismo yoritariamente por (valga la redundancia,
chicano, estableció la potencialidad crí- nada inocua): mujeres, saharauis, afri-
tica del “ser de frontera” bajo la episte- canas, árabes, musulmanas y, en con-
mología de frontera de Gloria Anzaldúa creto, refugiadas. Teniendo en cuenta la
(2004), mientras que el feminismo del relevancia geopolítica, religiosa, cultural
tercer mundo denunció la “mujer prome- y económica que presentan estos ítems,
dio del tercer mundo”, comprendida por advierto en ellas una considerable sub-
las feministas occidentales de izquierdas jetividad epistemológica que me invitó a
como víctimas esenciales de sus contex- tratar de comprender sus experiencias,
tos históricos y desprovistas de cualquier resistencias y agencias frente a una fusión
tipo de agencia (Mohanty, 2008). Actual- compleja de estructuras de dominación.
mente, desde Abya Yala, los feminismos El análisis feminista de estas experien-
indígenas (Hernández Castillo, 2003, cias, estrategias e identidades de las
2004 y 2008; Gargallo, 2014) comple- mujeres saharauis requiere atender a la
jizan aún más el análisis descolonial del lucha anticolonial del pueblo saharaui:
feminismo con categorías como “territorio a la constitución del Frente POLISARIO
cuerpo-tierra” (Cabnal, 2010). De otro como Movimiento de Liberación Nacio-
lado, las feministas islámicas reformulan nal en 19735, a la resistencia armada
la hermeneútica coránica de manera que
sea recuperada su dimensión liberadora 4. Entendida como nueva configuración del
para las mujeres musulmanas (Bradan, racismo epistémico, ver Martín Muñoz y Gros-
2012). Todas estas corrientes, a su vez, foguel, 2012.
se nutren de propuestas epistemológicas 5. No obstante, las reivindicaciones saharauis
como la política de la localización (Rich, frente a la colonia española y la propia lucha por
2001), o el conocimiento situado Haraway la autogestión política, social y territorial, co-
(1995), apostando, en definitiva, por el re- menzaron mucho antes. Suele situarse en los co-
conocimiento de la agencia política en las mienzos de los años 60 el germen del movimiento
embrionario nacionalista que, en 1973, sería ca-
“otras” mujeres.
nalizado internacionalmente con la creación del

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durante 16 años (1975-1991), a la firma la tensión –propia de las ciencias socia-
del alto el fuego en 1991, a un refugio de les– entre estructura y agencia. En este
40 años que implica hoy una estrategia marco se han cuestionado nociones como
de “desarrollo en el refugio”, así como, no “sujeto sujetado”, o “mujeres” –que aun-
menos importante, a las especificidades que era conceptualmente heterogénea,
culturales y religiosas de este pueblo, con semánticamente continuaba marcando
orígenes bereber, negro y árabe, además una colectividad– (Casado, 2003: 53-57).
de su tradición beduina y religión islámi- Como resultado de este debate, se prefirió
ca. Sólo desde este entramado podemos el término de “agencia”, más vinculado a
comprender en profundidad cómo entien- la realidad y a los contextos en razón de
den las mujeres saharauis sus propias lu- “la necesidad de una mayor responsabi-
chas6. Con base en la revisión bibliográfica lidad y conocimiento del propio lugar de
y en el trabajo de campo que implicó varias enunciación” (Ibid., 1999: 82). Se des-
decenas de entrevistas en profundidad a compuso así la relación de ligazón entre
mujeres saharauis de diversas generacio- ser mujer, tener experiencias de mujeres
nes, este texto pretende indagar en las ex- y ser, por tanto, feminista. Sin duda, estos
periencias y prácticas de resistencia que planteamientos vinieron a alterar profun-
fundamentan su agencia política, así como damente tanto el sujeto ortodoxo del fe-
en la relación que esta agencia mantiene minismo, como la forma de entender el
con el devenir feminista en parte de las feminismo.
mujeres de los campamentos. Para ello,
En este debate nuclear sobre lo que se
nos adentraremos en tales experiencias y
puede entender o no como feminista,
prácticas de resistencia, para comprender
Molyneux (1984) diferenció entre intere-
así los diversos discursos que sobre las
ses prácticos e intereses estratégicos de
identidades de género se han generando.
las mujeres, otorgando a los últimos el
Con estos aportes se persigue ofrecer he-
verdadero status de “feministas”, mien-
rramientas para reforzar las alianzas inter-
tras vinculaba los primeros a las mujeres
nacionales entre mujeres.
pobres y a la falsa conciencia. Sobre la
falsa conciencia, hoy es asumido que ni
3. El debate teórico sobre la la conciencia ni la experiencia “llegan al
sujeto”. Con otras palabras, las mujeres
“Agencia” y sus efectos sobre no tendrían experiencias, sino que son las
el feminismo experiencias compartidas las que cons-
truyen a los sujetos, en este caso a “las
El debate teórico sobre el sujeto del fe- mujeres”. Es decir, los sujetos son cons-
minismo se ha mantenido enmarcado en tituidos a través de “… las experiencias
compartidas; experiencia y conciencia,
Frente Popular de Liberación por la Liberación por tanto, no pueden preceder a las prác-
de Saguía el Hamra y Río de Oro, el Frente PO- ticas que las articulan y posibilitan, sino
LISARIO. que emergen como construcciones inten-
6. Este es el propósito final de la tesis doctoral en cionales, como artefactos de primer or-
la cual se enmarca el texto que ahora se presenta, den, no por artefactos meros simulacros
y no de este texto, donde por razones de espacio o frágiles símbolos desencarnados, sino
serán articuladas algunas de las reflexiones del
lugares de articulación de nuevas identi-
trabajo más general.

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dades y topografías socio-cognitivas” (Ca- recuperar estos aportes que, contextuali-
sado, 2003: 59 y 60). zados como estrategias en determinados
momentos históricos, puedan dar una vi-
Para Hernández Castillo, tesis como las
sión entre las tensiones entre los distintos
de Molyneux son análisis feministas euro-
actores sociales. Así las mujeres pueden
centrados porque subestiman “las contri-
entenderse como parte integrante, no de
buciones críticas que las mujeres pobres
una cultura estática y autosuficiente, sino
organizadas […] pueden hacer a la des-
de una subcultura en interrelación con la
estabilización del orden social, al no dis-
dominante” (2001: 14).
cutir cómo estas mujeres –en el marco de
sus estrategias de supervivencia y en el Si entendemos el feminismo desde estos
marco de sus organizaciones religiosas– giros reflexivos y epistémicos, “… deja
negocian el poder o reconstruyen sus de ser expresión mecánica de una inter-
identidades colectivas” (2004: 323). En pretación objetivada compartida y ha de
este sentido, nos advierte la antropóloga asumirse como práctica socio-discursiva
mexicana, es urgente pensar el multicul- que contribuye a la construcción de la
turalismo desde una perspectiva de géne- experiencia misma […] en las diferentes
ro, lo que implica necesariamente “… vin- definiciones e interpretaciones del femi-
cular el concepto de cultura al concepto nismo, es la relación de la experiencia con
de poder; desde este posicionamiento, las el discurso lo que está en juego” (Casado,
políticas del reconocimiento cultural no 2003: 60). Considero que es en este sen-
se contraponen a las visiones feministas, tido que la feminista comunitaria boliviana
sino que localizan las estrategias de lucha Julieta Paredes afirma que “Toda acción
en contextos particulares” (Ibid., 2003: organizada por las mujeres indígenas en
33). beneficio de una buena vida para todas
En definitiva, “la consecuencia del desafío las mujeres, se traduce al castellano como
de las cartografías modernas es la com- feminismo” (cit. en Gargallo, 2014: 21).
plejización de las relaciones entre identi-
dad y acción, cuerpos y lenguajes”, lo que 3.1. Resistencias, Vulnerabilidades
no supone negar la política y los cuerpos,
y Acomodaciones como
sino que por el contrario “profundiza en los
términos sobre los que se articulan” (Ca- elementos de la Agencia
sado, 2003: 65). Así, este texto acoge la
propuesta de Haraway sobre la represen- Según Judith Butler, la resistencia consis-
tación del objeto del conocimiento como te en acciones y estrategias que emergen
actor y agente, “no con un pantalla o un a partir de y con las vulnerabilidades, y
terreno o un recurso, nunca como esclavo no contra o a pesar de ellas. Sobre las
del amo que cierra la dialéctica en su au- relaciones entre las nociones de agencia,
toría del conocimiento “objetivo” (1995: resistencia y vulnerabilidad, la filósofa nos
341). En la misma dirección afirma la an- invita a repensar la resistencia en relación
tropóloga Dolores Juliano que, frente a las con la vulnerabilidad, la cual “entendida
tesis que entienden a las mujeres y sus como exposición deliberada ante el poder,
estrategias como colectivos ahistóricos y es parte del mismo significado de la resis-
sin agencia política, “… partiendo de una tencia política como acto corporal” (2014:
visión dinámica de la sociedad se pueden 11). Esta vulnerabilidad a la que ella se

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refiere, nos advierte, no es la vulnerabili- mujeres entre ellos) encuentran espacios
dad que se utiliza para negar o eliminar la para llevar adelante sus reivindicaciones”
agentividad política –y que nace dentro de (Ibid.:16). Por tanto, es necesario pensar
poblaciones vulnerables desde cierto pa- las resistencias entendiendo el importante
ternalismo–, sino que más bien, “para en- papel en ellas de las vulnerabilidades per-
tender estos modos de resistencia extra- sonales, así como de las crisis sociales y
jurídicos, tendríamos que pensar en cómo políticas. Son precisamente estos elemen-
la resistencia y la vulnerabilidad operan tos, los más propicios para que las muje-
juntas, algo que el modelo paternalista no res activen estrategias de reivindicación.
puede hacer” (Ibid.: 15). De este modo, De hecho, en el caso de las mujeres sa-
“… la resistencia política se basa, funda- harauis, como será desarrollado, la propia
mentalmente, en la movilización de la vul- historia de vulneración de derechos del
nerabilidad y las formas plurales o colecti- pueblo saharaui ha posibilitado, en cierta
vas de resistencia están estructuradas de medida, lo que ellas denominan como “la
forma muy distinta a la idea de un sujeto especial situación de las mujeres saha-
político que establece su agentividad ven- rauis”.
ciendo su vulnerabilidad” (2014: 14). En
En este mismo sentido otorgado a las
definitiva, no es posible pensar la agencia
vulnerabilidades, en tanto elementos co-
de las mujeres saharauis como supera-
constitutivos de las propias estrategias de
dora de sus vulnerabilidades, sino como
resistencias, pueden comprenderse las
estrategias de resistencia que contienen
acomodaciones. Para el antropólogo Juan
estas últimas y emergen de ellas.
Carlos Gimeno, la colonización española
Considerando que toda sociedad puede en el Sáhara “fue una obra que conllevó
entenderse como un campo de fuerzas la colaboración de las élites locales con
donde interactúan diversos sectores en los protagonistas de las gestas y de la ges-
oposición, donde la distribución de re- tión imperial, pero también y sobre todo
cursos económicos y de poder desigual de resistencia. Acomodación y resisten-
genera grupos dominantes y subalternos cia no son dos caras de la misma mone-
según diversos criterios, y cada grupo da, a veces conforman una misma cara
intenta mantener su dominio, si es do- simplemente” (2007: 9). La tensión en-
minante, o renegociar o impugnar su si- tre “modernidad” y “tradición”, entre un
tuación, si es subalterno, nos dice Juliano pasado “remoto” y un futuro “anhelado”
que “se puede postular que cada grupo que acompaña al pueblo saharaui, está
desarrolla estrategias para mejorar su po- relacionada con una rápida sucesión de
sición” (2001: 15). Y, sobre las mujeres transformaciones sociales y políticas en el
como sector subalterno añade: “… las período que va de los años 60 y 70 del si-
mujeres actúan de acuerdo a esta lógica glo XX a la actualidad, aproximadamente
y que, por consiguiente, son sujetos ac- 50 años. En efecto, este mismo trabajo de
tivos en el campo de las relaciones so- investigación dialoga con mujeres saha-
ciales. Como consecuencia postulo que, rauis refugiadas que vivieron su infancia y
en situaciones de estabilidad social, los adolescencia como nómadas en el desier-
grupos dominantes pueden dar una ima- to –pues hasta finales de los años 50 no
gen consensuada, pero en las situaciones se dan las estrategias de sedentarización
de crisis, los sectores subalternos (y las de la población saharaui por parte de la

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metrópoli española (Bengochea, 2013)–, condiciones materiales y el significado”, y
y con mujeres jóvenes saharauis que ha- en concreto, un espacio discursivo donde
blan varios idiomas y navegan a diario por “se inscriben, reiteran o repudian subjeti-
internet desde los mismos campamen- vidades y posiciones de sujetos diferentes
tos. Por consiguiente, hablar de agencia y diferenciales” (Ibid.: 144 y 145). Para
implica adentrarse en las estrategias de comprender la formación de sujetos dife-
resistencias contando con las vulnerabi- rentes es necesario conocer las matrices
lidades y las acomodaciones que las po- ideológicas o campos de significación
sibilitan y constituyen, y no en la compro- y representación en juego, así como los
bación aséptica de la superación de estas procesos económicos, políticos y cultura-
últimas. Para ello, considero necesario les que determinan experiencias históri-
adentrarnos en las próximas páginas en camente variables. Pensar sujeto y expe-
los conceptos de experiencia y diferen- riencia como procesos supone reformular
cia, antes de acudir a su utilización en la cuestión de la agencia, donde tanto el
la comprensión del caso de las mujeres “yo” como el “nosotros” serán “modalida-
saharauis. des de multi-posicionamiento marcadas
de forma continua por las prácticas políti-
cas y culturales del día a día” (Ibid.). A su
3.2. Experiencias, Relaciones vez, al articular las prácticas culturales de
Sociales, Subjetividades e los sujetos constituidos de este modo, las
Identidades: las distintas historias colectivas contingentes quedan
dimensiones de la “Diferencia” marcadas con nuevos y variables signifi-
cados” (Ibid.: 146).
En segundo lugar, Brah considera la di-
En su libro Cartografías de la diáspora.
ferencia como relación social y se refie-
Identidades en cuestión (2011), Avtar
re, especialmente, a las formas en que
Brah afirma que la “experiencia” no refle-
la diferencia se constituye y se organiza
ja una “realidad” ya dada, sino el efecto
en relaciones sistémicas a través de dis-
discursivo de los procesos que constru-
cursos económicos, culturales y políticos
yen lo que llamamos realidad. Partiendo
y prácticas institucionales, destacando la
de este supuesto, Brah distingue cuatro
sistematicidad de las contingencias y la
maneras de comprender la diferencia: 1.
articulación, históricamente variable, de
La diferencia como experiencia cotidiana
los macrorregímenes y microrregímenes
y específica, 2. La diferencia como rela-
de poder, dentro de los cuales las formas
ción social, 3. La diferencia como subjeti-
de diferenciación como el género, la cla-
vidad, y 4. La diferencia como identidad.
se o el racismo se instituyen en términos
Comenzando por la diferencia como ex- de formaciones estructuradas. Se trata de
periencia cotidiana y específica, sostie- “… las trayectorias históricas y contem-
ne la autora que la experiencia es “… poráneas de circunstancias materiales
un proceso de significación, condición y prácticas culturales que producen las
principal para la constitución de lo que condiciones para la construcción de las
llamamos realidad […] una práctica de identidades de grupo” (Ibid.: 146 y 147).
dar sentido, tanto simbólica como na- Sin embargo, debemos tener en cuenta
rrativamente; como una lucha entre las que los efectos de las relaciones también

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están en los espacios cotidianos y en la Así, a pesar de que las identidades se
intersubjetividad, es decir, “la experiencia articulen siempre con la experiencia co-
como relación social y la cotidianidad de lectiva, la experiencia concreta de una
la experiencia vivida no habitan espacios persona produce trayectorias que no re-
mutuamente excluyentes” (Ibid.: 147). fleja únicamente la experiencia colectiva,
Así, la diferencia como relación social, en sino que va más allá. Por eso, sería más
vez de priorizar lo “estructural”, propone apropiado hablar, en vez de identidades
una perspectiva que destaca la articula- ya existentes como si siempre estuviesen
ción de los diferentes elementos: inter- constituidas, de “discursos, matrices de
subjetividad y estructura (Ibid.: 148). significados, memorias históricas que,
una vez en circulación, pueden formar
En tercer lugar, se atiende a la diferencia
las bases de cierta identificación en un
como subjetividad. Partiendo de la apro-
contexto económico, cultural y político
piación postestructuralista y feminista de
concreto” (Ibid.: 153). Veamos entonces
Freud, la subjetividad “no estará unifica-
cómo opera esta tipología, junto a los
da ni fija, sino fragmentada y en constante
proceso” (Ibid.: 150). Sin embargo, como aportes y soportes conceptuales anterio-
es sabido, usar únicamente la perspectiva res, en el caso de las mujeres saharauis
psicoanalítica también puede resultar re- refugiadas.
duccionista, ya que, como escribe Brah,
“necesitamos marcos conceptuales que 4. Mujeres saharauis: la
puedan tratar en profundidad la cuestión
de que los procesos de formación de la vulneración de derechos
subjetividad son a la vez sociales y subje- humanos y el refugio como
tivos; lo cual puede ayudarnos a entender
las inversiones psíquicas que hacemos al
fuente de agencia
asumir posiciones de sujetos específicas
producidas socialmente” (Ibid.: 152). Para poder adentrarnos en las configu-
raciones de identidades de las mujeres
Por último, se alude a la diferencia como saharauis, es necesario partir de las ex-
identidad colectiva en tanto proceso in- periencias cotidianas y transgeneraciona-
acabado que otorga la estabilidad y co- les de violaciones de derechos humanos
herencia a la multiplicidad objetiva. Las sufridas por el pueblo saharaui colectiva-
identidades implican luchas por el signi- mente. En “El Oasis de la Memoria. Me-
ficado, por modos de existir ligados a su moria Histórica y Violaciones de Derechos
vez a las cuestiones de experiencias, sub- Humanos en el Sáhara Occidental” (Mar-
jetividad y relaciones sociales. Según Brah tín Beristain y González, 2012) se entre-
“puede entenderse la identidad como ese vistó a 261 víctimas sometidas por parte
mismo proceso por el cual la multiplici- de las autoridades marroquíes a múltiples
dad, la contradicción y la inestabilidad de y graves formas de violaciones de dere-
la subjetividad se significa como dotada
chos humanos por reivindicar del derecho
de coherencia, continuidad y estabilidad;
de autodeterminación como población
como poseedora de un núcleo– un núcleo
civil7. Sobre la diversidad de violaciones
en constante cambio pero un núcleo al fin
y al cabo– que se enuncia en un momen- 7. La mayoría de las personas entrevistadas hacen
to dado como el “Yo”” (Ibid.: 152) referencia a violaciones producidas entre 1975 y

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de derechos humanos denunciadas, el sufrieron más bombardeos, pillajes y des-
siguiente extracto del Tomo I del resumen plazamientos forzados, principalmente
del informe nos ofrece un amplio pano- durante el exilio (1975-76), además de la
rama de la magnitud de las violaciones propia situación de refugio prolongado ca-
sufridas: lificada como “la prisión del tiempo” por
Caratini (2006); las víctimas directas en
“Un 93% refirió haber sufrido atentados
contra el derecho a la vida, que incluyen
el Sáhara Occidental ocupado han sufrido
desapariciones forzadas, desapariciones mayoritariamente detenciones, atropellos
temporales, bombardeos y torturas funda- físicos, torturas, amenazas y/o allana-
mentalmente. Un 59,5% ser víctima de de- mientos (Ibid.: 20). Como es sabido, es
tenciones arbitrarias o desapariciones forza- normal que cualquier familia saharaui
das. De ellas, un 70% se refiere a víctimas tenga al menos un familiar muerto, tortu-
directas que sufrieron detenciones arbitra- rado o desparecido. Si a eso sumamos las
rias o desaparición temporal y fueron poste- actuales prácticas de tortura en los territo-
riormente liberadas, mientras un 30% eran rios ocupados y la situación de refugio en
víctimas indirectas o familiares de personas la inhóspita hammada argelina, es posible
desaparecidas hasta la actualidad. Asimis- hablar de violaciones transgeneracionales
mo, del total de personas entrevistadas, el de derechos humanos como clave funda-
54,2% denunció tortura física, un 47,3% mental para comprender la cotidianidad
desplazamiento forzado y un 45.8% tortu- saharaui. También nos referimos a las vi-
ra psicológica. Un tercio de las personas vencias en el caso de los campamentos,
declarantes (33,6%) denunció destrucción pues, después de todo, son sus hermanos/
de bienes, un 28,6% que fueron objeto de as, padres, madres y familiares cercanos
seguimiento y vigilancia sobre su persona y quienes reciben las amenazas, torturas
el 24,8% de la muestra fue víctima de los y son desaparecidos/as en los territorios
bombardeos, es decir una de cada cuatro
ocupados militarmente por Marruecos. La
personas entrevistadas. Por su parte, un
investigación hace referencia, además,
23% denunció prácticas de violencia sexual
al elevado número de mujeres deteni-
en el marco de detenciones arbitrarias o
das desaparecidas, cerca de un 30%, y
desapariciones temporales en centros clan-
un 24.8% entre las víctimas liberadas en
destinos de detención, una de cada cinco
(21,4%) recibieron amenazas y en una pro-
1991. Concretamente, entre la población
porción similar del (19,5%) soportó atrope- refugiada, al menos entre 1976 y 1991,
llos físicos, especialmente golpizas durante fecha en la que se firmó el alto el fuego,
la celebración de manifestaciones o en la la mayoría eran mujeres, quienes llegaron
huida. Estos datos señalan la gravedad de a los campamentos tras la persecución y
las violaciones de derechos humanos contra los bombardeos en el exilio, a través del
la población civil, y la existencia de varias desierto.
violaciones en cada una de las víctimas en- El tomo II del informe desarrolla las con-
trevistadas” (Ibid.: 20).
secuencias psicosociales y familiares de
Es destacable que mientras entre la po- las violaciones de los derechos humanos
blación de los campamentos las víctimas y repara en las estrategias de adaptación,
resistencia y transformación frente a las
1979 (61%), el 11% en la década de los 80, el 4% violaciones de los derechos humanos. Las
entre 1990 y 1999 y el 24% después del año 2000
víctimas, lejos de ser pasivas, “han hecho
(Ibid.: 19).

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muchas cosas para tratar de enfrentar la que un 24.36% aludió a “Familia y Re-
violencia, proteger su identidad o manejar ligión”, un 15.14% a “Compartir social-
las consecuencias emocionales y sociales mente y transformación del rol familiar”, y
de las violaciones. Dichas formas de re- un 14.38% aludió a la “Denuncia y defen-
sistencia incluyen también aprendizajes y sa de los derechos humanos”. La prácti-
desafíos para el futuro” (2012: 96). ca totalidad de las víctimas señalaron “la
legitimidad de su causa y su convicción
Se distinguen varias formas de afronta-
en el derecho del pueblo saharaui a su
miento, según el contexto y frente a qué
tierra y su libre determinación como el
diversas experiencias. De un lado, las
elemento clave de su resistencia. Al sen-
formas de resistencia de las personas en-
tido de legitimidad de su causa se añade
carceladas en los centros de detención,
también la injusticia por el trato sufrido”
donde destacan las redes de apoyo y
(2012: 97). Como explica el propio infor-
alfabetización y la creación de grupo de
me, “Hay dos cosas que describen en ge-
trabajo con tareas específicas: “las celdas
neral el impacto en las víctimas saharauis:
se convirtieron en una pequeña sociedad
la vivencia de pérdida y el sentimiento de
embrionaria de lo que los saharauis que-
injusticia” (Ibid.: 81).
rían ser por ellos y ellas mismas” (Ibid.:
99). De otro, las formas de organizarse y En mi opinión, la importancia política pero
resistir en el refugio, donde el papel de las también terapeútica que –en el contexto
mujeres en la construcción y gestión de los de violencia transgeneracional saharaui–
campamentos fue determinante al cuidar han implicado las experiencias en torno
de las familias e iniciar importantes proce- de la familia, la religión, la colectividad
sos de formación. Finalmente, las defensa y la defensa de los derechos humanos,
de sus reivindicaciones sobre el territorio donde a su vez las nociones de Territorio
y los recursos naturales, y el respeto a los y Justicia han sido claves, es decisiva en
derechos humanos como contribución a la la comprensión y la sistematización de las
paz. Todo ello implicó formas de afronta- estrategias de resistencia de las mujeres
miento individual, otras relativas al apoyo saharauis, y por lo tanto, también para
familiar y acciones más colectivas. comprender su subjetividad política indi-
El texto destaca cómo la estrategia más vidual, su identidad colectiva y, en defini-
frecuente fue la atribución de sentido. En tiva, sus agencias.
concreto, un 36% refirió esfuerzos dirigi-
dos a un otorgar un sentido político a lo 4.1. Relaciones sociales desde
vivido, un 25.3% a denunciar lo ocurri- la perspectiva de género: las
do, mientras que el 18% declaró que se mujeres como constructoras y
centró en su familia como forma de hacer
frente a la situación. Un 13,4% señaló un
gestoras de los campamentos y
afrontamiento de tipo religioso y el 12%, su participación política
esgrimió como estrategia de afrontamien-
to hacerse cargo del sostenimiento afecti- Es conocido el papel nuclear de las mu-
vo y económico la familia. En una tabla de jeres saharauis en la historia saharaui.
resultados cuyas categorías se realizaron Fueron agentes políticos y sociales esen-
a posteriori, ya que no se preguntaba por ciales en la organización revolucionaria,
ninguna categoría específica, se señala participaron de las labores militares en el

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frente y de las tareas de concienciación social como mujeres en el Frente POLI-
y retaguardia en la resistencia armada SARIO. La primera de ellas es la etapa del
(Balaguer, 1975; Wirth y Balaguer, 1976 y Ala Femenina (1973-1976) donde fueron
Bengochea, 2013). Construyeron y gestio- fundamentales las labores de enlace y de
naron los campos de refugiados/as, de tal concienciación política. La segunda eta-
extraordinaria manera que fue reconocida pa fue la de la Unión Femenina (1976-
como un “compendio de buenas prácti- 1985). Lo que comenzó a vivirse en los
cas” por los organismos internacionales campamentos a partir de 1976, es deno-
(Juliano, 1998 y Caratini, 2006). Fruto de minado por la UNMS como un “desafío
todo ello, han ido aumentando paulatina- histórico para la mujer saharaui en su pro-
mente su presencia en instituciones polí- pia existencia”, pues ellas se encargaron
ticas como la República Arabe Saharaui, de la organización de los campamentos y
la RASD (Lippert, 1992 y UNMS, 2011). la distribución de aprovisionamientos, así
De hecho, hoy en día hay un 40% de mu- como de todas las tareas de gestión y ad-
jeres en el Parlamento y 4 Ministerios son ministración del ámbito familiar y público,
dirigidos por mujeres, además de la pre- a nivel local, dado que casi la totalidad de
sencia, más reducida, en el Frente POLI- los hombres estaban en el frente8. La ter-
SARIO. Asimismo, son parte de redes in- cera es la etapa de la UNMS (1985-actua-
ternacionales que conforman los nuevos lidad). En 1985 se inició su configuración
movimientos por la emancipación social como frente de masas del POLISARIO con
internacionales como los Foros Sociales la intención de velar por los logros conse-
Mundiales, Vía Campesina, La Marcha guidos por parte de las mujeres, y para
Mundial de Mujeres, etc. entre otros foros ello se celebró el Congreso Constitutivo de
de corte más institucional, donde también la UNMS, en 1985, puesto que las muje-
son representantes diplomáticas. Por su res saharauis tienen bastante conciencia
parte, las mujeres en los territorios ocu- de lo ocurrido con las mujeres en otros
pados también son activistas internacio- procesos revolucionarios.
nalmente reconocidas en la resistencia
En mi opinión, si colocamos el punto de
pacífica de las zonas ocupadas, como
mira en la labor que las mujeres saharauis
el caso de Aminetou Haidar, encarcela-
han venido realizando en la construcción,
da durante años en las cárceles secretas
gestión y organización de los campamen-
como presa política o de conciencia, Galia
tos, además de su papel previo en el Fren-
Djimi o Sultana Hayat, a quien un policía
te, podemos hablar de un claro ejemplo
extirpó un ojo mientras se encontraba en
de la “política de la resistencia”, donde el
una manifestación pacífica de la resisten-
énfasis político y epistémico coloca en los
cia saharaui.
“movimientos de retaguardia” la centrali-
La histórica participación de las muje- dad y la agencia de los colectivos, y no
res en el Frente POLISARIO (Bengo- ya en los clásicos “movimientos de van-
chea, 2013) se ha extendido hasta hoy, guardia” (Grosfoguel, 2007: 76). Hasta
siendo posible diferenciar varias etapas hoy la UNMS ha realizado seis congresos
al respecto según la Unión Nacional de
Mujeres Saharauis (UNMS en adelante). ��������������������������������������������
. UNMS, 2011: 77-103. Para ver datos concre-
Se diferencia tres etapas a través de las tos sobre participación política de las mujeres
en cargos representativos en la RASD y el Frente
cuales clasifica la participación política y
POLISARIO, ver además Lippert, 1992.

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de base cuyas sistematizaciones permiten Desde el punto de vista generacional, la
identificar la transformación feminista de profunda diversidad de las experiencias
su discurso9, que evidencia la doble lucha históricas vividas por las diferentes ge-
de las mujeres saharauis. Así, “la UNMS neraciones de mujeres refugiadas y la
se centra en la formación de las mujeres importancia del principio gerontocrático
tanto a nivel profesional como político, en en la sociedad saharaui (Caratini, 2006),
la toma de conciencia sobre sus derechos hacen también de la edad una variable
y en la generación de capacidades perso- irrenunciable a la hora de comprender
nales y de grupo que les permite ocupar las subjetividades e identidades políticas
su lugar en la sociedad, tanto en el ámbito individuales. Como escribe Gimeno para
local como a nivel internacional” (Chacón el caso del Sáhara: “… se ha desarrollado
y López, 2012: 123 y 124). En definitiva, un proceso de reproducción socio-cul-
las mujeres saharauis poseen sus propias tural que combina de manera original, y
experiencias en la lucha anticolonial, lo no sin tensiones, el presente y el pasado
que les ha permitido, una construcción nómada, la cultura de movimiento de un
identitaria con elementos que vinculan la pueblo ganadero y la vida asentada de los
lucha anticolonial nacionalista y el género, campamentos de refugiados, la lucha por
indisolublemente. Ahora bien, como ex- la liberación como horizonte y una cotidia-
plicaba Brah, las experiencias individua- nidad anclada en el duro e inhóspito suelo
les, aun conformando las experiencias de los campamentos” (2007: 5). Al me-
colectivas e identitarias, siempre van más nos debemos diferenciar tres generacio-
allá de estas, las trascienden. nes de mujeres en los campamentos, que
en términos muy aproximados se corres-
ponderían con las siguientes: a. La prime-
4.2. Las diversas generaciones ra generación, mujeres de edades más
de mujeres saharauis y avanzadas, quienes mayoritariamente vi-
la fragmentación de las vieron la revolución saharaui, la invasión
subjetividades marroquí, el exilio a Tindouf y la situación
de resistencia armada durante 16 años,
así como la situación de refugio hasta
La política de la localización nos presentó hoy; comprendería a aquellas desde los
el cuerpo como metáfora de nuestro ca- 45-50 años en adelante. b. La segunda
rácter situado en el tiempo y el espacio, y generación, mujeres de generaciones me-
de las limitaciones de nuestras percepcio- dias, quienes mayoritariamente nacieron
nes y conocimientos; como “locus de in- en los campamentos, pero vivieron, de
terpretaciones culturales” y como “campo alguna manera, la situación de resistencia
de posibilidades interpretativas” (Casado, armada hasta 1991 y la situación de re-
1999 y 2003; Rich, 2001 y Brah, 2011). fugio hasta hoy. Muchas de ellas estudia-
Así, implícita en las políticas de la localiza- ron durante años en las universidades de
ción está la reconceptualización del con- Cuba, Argelia o Libia y son profesionales,
cepto de experiencia, que usamos ahora con o sin empleo. Comprenden, aproxi-
para comprender las experiencias de las madamente, a las mujeres desde los 30
mujeres saharauis. años hasta los 45 años, y c. La tercera
9. Para un acercamiento a las transformaciones generación, mujeres adultas más jóvenes,
de los discursos, ver Medina (2014a). quienes mayoritariamente, como niñas,

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llegaron a conocer la resistencia armada cos respecto de la diferencia–, una abier-
y realizaron estudios universitarios en el ta actitud hacia las diferencias culturales
extranjero en menor medida que la gene- provenientes a menudo de los diversos
ración anterior. Nacieron en los campa- colectivos humanos que se iban solida-
mentos y, salvo excepciones, no conocen rizando y acercando al pueblo saharaui.
el territorio de origen; aproximadamente, Ahora bien, también es innegable que en
nos referimos a las mujeres que actual- no pocas ocasiones, esta actitud de aper-
mente comprenden la franja de edad que tura tensiona con el deseo de mantener
va desde los 18 hasta los 30 años. “su propia cultura”, sobre todo teniendo
en cuenta que esta “cultura propia”, si la
Experiencias como la movilidad interna-
entendemos en su dimensión creadora
cional en razón de los estudios universi-
de identidad colectiva, en el sentido ex-
tarios10, o del programa de Vacaciones en
puesto por Brah, posee una elevadísima
Paz, que desplaza a España e Italia miles
carga política, dado el contexto del con-
de niños y niñas anualmente a otros paí-
flicto saharaui. La articulación entre una
ses, así como en razón de la representa-
identidad colectiva saharaui profunda-
ción política o actividades de formación
mente vinculada a la lucha nacionalista y
en el ámbito de la cooperación, han in-
anticolonial, y las demandas de las nue-
fluido profundamente en las construccio-
vas generaciones de mujeres y hombres
nes subjetivas de las mujeres saharauis.
también vinculadas al reconocimiento de
Sin embargo, también hay que tener en
su existencia y proyectos subjetivos e in-
cuenta que una gran mayoría de las mu-
dividuales (que no individualistas), es uno
jeres de más edad nunca han salido de
de los retos actuales del pueblo saharaui.
los campamentos, aunque suelan acoger
En mi opinión, es en el reconocimiento de
en sus jaimas a decenas de extranjeros/as
estas entretelas que el pueblo saharaui
que visitan los campamentos cada año.
debiera acompañar sus propias transfor-
Todo ello ha contribuido a mantener en
maciones identitarias, como estrategia
el pueblo saharaui, ya hospitalario y aco-
que alimente una futura identidad colec-
gedor desde su tradición nómada –con lo
tiva capaz de articular la diversidad de
que esto implica aun en términos simbóli-
subjetividades internas que exponemos a
�������������������������������������������������
. Desde el punto de vista formativo, como es sa- continuación, en el caso de las mujeres.
bido, la educación fue un principio esencial para
la revolución saharaui (Wirth y Balaguer, 1979; Las entrevistas han arrojado datos sig-
Lippert, 1992; Caratini, 2006 y Sobero, 2010). La nificativos sobre los tres grupos etarios.
recepción de miles de estudiantes saharauis en Mientras las primeras se identifican cla-
los años 80 y 90, en plena situación de resistencia ramente –casi en su totalidad–, con el
armada, por parte de países como Cuba, Argelia,
proyecto nacionalista y la participación en
Libia o Siria, supuso el traslado durante años de
un alto porcentaje de mujeres y hombres saha-
el mismo de las mujeres, es distinguible
rauis por razones de estudio. A quienes regresa- entre ellas quienes, debido a su capital
ron después de años en Cuba, se les denomina cultural político, correlacionan el discurso
cubarauis. Esta experiencia de “segundo exilio” de los derechos de las mujeres y el dis-
(Gimeno, 2007), sumada a la resistencia armada curso nacionalista11, de quienes priorizan
que duró 16 años, ha tenido efectos relevantes en
el devenir político y social de los campamentos, �����������������������������������������������
. En algunos casos, esta imbricación se funda-
así como en las construcciones de los roles de gé- menta en la compatibilidad y mutua necesidad
nero. de ambas perspectivas, pero esta afirmación se

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la lucha nacionalista y “la necesidad de lucha previa que las mujeres saharauis
descansar de las mujeres”, reconociendo hayan realizado en estas direcciones, sino
la labor de las mujeres en la lucha anti- más bien poner en evidencia quién está
colonial. enunciando las luchas feministas de las
“otras mujeres” y desde qué categorías.
Con otras palabras, entre las mujeres de
En este sentido, es urgente adentrarse en
la primera generación, aún cuando todas
investigaciones que visibilicen las luchas
se identifican con la lucha nacionalista,
de las “otras mujeres” en sus propios có-
unas reconocen inserta en ella la lucha
digos, asumiendo la innegable occidenta-
de las mujeres por sus derechos o la re-
lización de casi cualquier sociedad, pero
ciprocidad de ambas (teniendo en cuen-
poniendo en evidencia otras formas de
ta el contexto de revolución y resistencia
nombrar, actuar y negociar más acordes a
armada, principalmente), mientras otras
los propios contextos de lucha y contextos
hacen referencia a la participación de las
culturales. ¿Cómo han pensado, cuidado
mujeres en la lucha nacionalista desde la
y defendido sus “derechos” al cuerpo, a
“necesidad” del contexto, sin hacer la re-
sexualidades disidentes, al acceso autó-
lación entre los derechos de las mujeres y
nomo a recursos las mujeres saharauis
el nacionalismo, dando por hecho que la
antes de que los feminismos eurocéntri-
lucha por la autodeterminación del territo-
cos y la cooperación pusieran nombres
rio implica la de las mujeres.
a todas estas prácticas? Teniendo en
En cuanto al segundo grupo de edad, cuenta todos los aportes conceptuales
caracterizado por una masiva formación adelantados en este texto, en especial las
universitaria, claramente encontramos ya referencias de Dolores Juliano, considero
abiertas reflexiones al cuerpo de las mu- necesario repensar las agencias “en los
jeres y a sus derechos, así como la crítica términos” propios, y no en términos colo-
a la división sexual del trabajo en el con- niales. De lo contrario, podemos caer en la
texto del refugio. Se combinan discursos tentación de considerar que las cooperati-
más rupturistas en torno a sexualidad y vas de mujeres saharauis son un elemen-
reproducción, normalmente de las “cuba- to central de su agencia en tanto mujeres,
rauis”, con discursos más centrados en ya que les permitiría, siguiendo la retórica
la autonomía económica de las mujeres, desarrollista, acceso a sus propios recur-
bajo la forma de cooperativas, y la preocu- sos; mientras se infravaloriza el derecho
pación por el respaldo legal de la sharía. de autodeterminación del territorio, al no
Es de anotar como sexualidades, cuerpos, vincularse en exclusiva con las mujeres y
derechos y autonomía económica de las “sus” necesidades colectivas. No obstan-
mujeres, entendidas tal cual, son cate- te, es imposible construir la emancipación
gorías claves del imaginario eurocéntrico de las mujeres saharauis, en un sentido
feminista, y cómo no, del ámbito de la profundo, en tanto no sea implementado
cooperación internacional. Con esta afir- su derecho colectivo al territorio y a la au-
mación no pretendo invisibilizar cualquier todeterminación política como pueblo.
Retomando ahora a la segunda gene-
realiza desde el reconocimiento de derechos de ración, de la mano de las mujeres más
las mujeres que el Frente plasmara en 1975, y no críticas de la primera, emergieron las pri-
respecto de las nuevas demandas de las mujeres
meras demandas de agenda y espacios
más jóvenes.

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propios para las mujeres, principalmen- pueblo, también se encuentran inmer-
te, tras la experiencia de alto el fuego de sas en la reflexión y reivindicación por
1991, cuando las mujeres creyeron inmi- sus derechos como mujeres refugiadas y
nente la vuelta al territorio y comenzó una musulmanas. Las mujeres de la segunda
importante reflexión colectiva entre ellas y tercera generación, actualmente, expe-
de cara a garantizar los derechos adqui- rimentan en mayor medida lo que Brah
ridos. denomina “una disyunción psíquica y
emocional en el mundo de la subjetividad,
Por último, en la tercera generación es
incluso si resulta potenciador en términos
apreciable una interesante brecha entre
de políticas de grupo” (Ibid.: 153).
las mujeres que considerándose feminis-
tas o no, están involucradas con la UNMS
y con un discurso de derechos de las mu- 4.3. La construcción de la
jeres, y aquellas que se presentan como identidad feminista de las
poco interesadas por las problemáticas
políticas de las mujeres como colectivo
mujeres saharauis
subalterno y sienten la UNMS como un
organismo ajeno. En el primer caso, se La identidad colectiva no es la suma de
trata de un discurso que abarca más o las experiencias de los individuos, sino
menos abiertamente, según los casos, que es “el proceso de significación por el
temáticas relativas a las cuotas, derechos cual lo común de la experiencia en torno
reproductivos, sexualidades, violencia de a un eje específico de diferenciación, di-
género, la defensa de ciertas tradiciones gamos la clase, la casta o la religión, se
positivas para las mujeres, el derecho is- inviste de un significado particular” (Ibid.:
lámico y los derechos económicos. En el 152). Esto implica la supresión parcial de
segundo, se trata de mujeres cuya subje- la memoria o sentido subjetivo de la he-
tividad está más articulada al matrimonio, terogeneidad interna de un grupo, lo que
en mi opinión, como estrategia emancipa- no supone que desaparezcan sus res-
toria consciente frente al clan familiar, en pectivas relaciones de poder. Sin lugar a
algunos casos, y/o como medio de mejo- dudas, en este sentido, la identidad saha-
ramiento de la vida en otros. En los dos raui mantiene un peso principal, fruto de
grupos de esta tercera generación encon- la propia historia de este pueblo.
tramos tanto mujeres universitarias como
El debate sobre la agencia “feminista” de
mujeres no universitarias.
las mujeres saharauis gira en torno a la
En referencia a los jóvenes como colecti- existencia de bases materiales políticas,
vo, advierte Gimeno que “los extremos a sociales o antropológicas que sustenten
los que puede llegar esta tensión entre la la “especial situación o positiva identidad
identidad común y compartida que exige de las mujeres saharauis” en los cam-
el proyecto revolucionario y la decisión de pamentos, o si más bien, esta “especial
los jóvenes saharauis de construirse ple- situación” responde a lógicas discursivas
namente como sujeto individual” (2007: “que instrumentalizan las políticas de gé-
38). Me parece una reflexión bastante ho- nero para dar una imagen progresista y
mologable a la situación de las mujeres feminista que permita recabar apoyos en-
en los campamentos que sin renunciar a tre la izquierda internacional” (Mohamed
la lucha por la autodeterminación de su Dafa, 2014). Este debate, en mi opinión,

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se sitúa justo en la intersección entre las en clave de género, pretendí evidenciar la
experiencias y diferencias de las mujeres necesidad de conocer las implicaciones
en tanto cotidianas, de relación social, de género del discurso del Frente para
subjetivas e identitarias explicadas. De comprender la participación masiva de
hecho, hay mujeres saharauis activistas las mujeres en el mismo, y viceversa (Me-
por los derechos de las mujeres que no dina, 2014b), lo que nos ayuda a com-
se identifican con el término feminismo, prender las experiencias que continúan
como una manera de distanciarse de la fundamentando las identidades de géne-
carga eurocéntrica del término. Otras, en ro de la primera generación de mujeres.
cambio, no tienen mayor problema en de-
Espero que añadiendo a estos aportes
finirse como tales12.
las reflexiones que este texto presen-
En otro lugar desarrollé las reivindicacio- ta sobre agencia, experiencias, identi-
nes de género de las mujeres saharauis dades y subjetividades respecto de las
como fruto de las experiencias vincu- mujeres saharauis refugiadas, estemos
ladas a las tradiciones saharauis, a las enriqueciendo, en lo posible, los marcos
transformaciones sociales ocurridas en categoriales con los que las feministas
los campamentos y a las experiencias de entrenadas eurocéntricamente, con más
participación política en el Frente (Medi- o menos conciencia de ello, nos acerca-
na, 2014a). De hecho, elementos como mos a las experiencias y discursos lejanos
la religión, la edad, la experiencia política y culturalmente diversos a nuestros pro-
o la disponibilidad de unos u otros discur- pios recorridos históricos. De esta mane-
sos sobre los derechos de las mujeres, ra podemos comprender un poco más la
generan diferentes interpretaciones de complejidad de las luchas feministas des-
los acontecimientos, pues “las interpreta- coloniales, donde la lucha de las mujeres
ciones personales de un acontecimiento por sus derechos, frente a sus pueblos
varían en función de la construcción cul- sometidos –pero con ellos–, trasciende
tural de la persona, así como del abanico una ortodoxia política feminista occidental
de discursos políticos a su disposición” pensada desde sí misma. Si bien es cier-
(Brah, 2011: 145). De ahí los diversos to que la participación social y política de
discursos que sobre el rol y los derechos las mujeres saharauis en la lucha por la
de las mujeres las propias mujeres man- liberación nacional fue y es estandarte del
tienen, en directa conexión con sus ex- discurso nacionalista saharaui del Frente
periencias subjetivas y sociales. En otro POLISARIO, no lo es menos que habla-
trabajo, aplicando el concepto de colonia- mos de un complejo proceso de transfor-
lidad del género (Segato, 2011) al caso mación social donde las mujeres, en su
saharaui y las respuestas nacionalistas diversidad interna, han sido y son agentes
12. Es el caso, por ejemplo, de quienes ubican
de cambio, no sólo en la lucha por la libe-
sus luchas dentro del feminismo islámico y de ración nacional, sino también en lo con-
quienes se definen desde un perfil más laico. Sin cerniente a su liberación como mujeres.
embargo, en la práctica, en la mayoría de las en-
trevistas realizadas se alude a un discurso mixto
donde el lenguaje de los derechos en la sharia y
el discurso “CEDAW” de los derechos humanos
de las mujeres se muestran compatibles constan-
temente.

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