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Mito.

Características

Un mito (del griego mythos, «relato», «cuento») es un relato tradicional que se refiere a
acontecimientos prodigiosos, protagonizados por seres sobrenaturales o extraordinarios, tales
como dioses, semidioses, héroes, monstruos o personajes fantásticos.
Los mitos forman parte del sistema de creencias de una cultura o de una comunidad, la
cual los considera historias verdaderas. Al conjunto de los mitos de una cultura se le
denomina mitología. Cuanto mayor número de mitos y mayor complejidad tiene una
mitología, mayor es el desarrollo de las creencias de una comunidad. La mitología sustenta
la cosmovisión de un pueblo.
Desde que en la Antigüedad grecolatina las explicaciones filosóficas y científicas entraron
en competencia con las míticas, la palabra mito se cargó en ciertos contextos de un valor
peyorativo, llegando a utilizarse de forma laxa como sinónimo de patraña, creencia extendida
pero falsa, por ejemplo, la sociedad sin clases es un mito comunista, o la mano invisible del
mercado es un mito liberal. También es común el uso un tanto laxo de mito y mítico (o
leyenda y legendario) para referirse a personajes históricos o contemporáneos (o incluso a
productos comerciales) cargados de prestigio y glamour: Chaplin es un mito del cine mudo;
los Beatles son un grupo mítico.
Como los demás géneros narrativos tradicionales, el mito es un texto de origen oral, cuyos
detalles varían en el curso de su transmisión, dando lugar a diferentes versiones. En las
sociedades que conocen la escritura, el mito ha sido objeto de reelaboración literaria,
ampliando así su arco de versiones y variantes. Por ello, los mitos no han desaparecido en la
época actual, solo se muestran y transmiten a través de diferentes medios.

Características

Según Mircea Eliade, el mito es una historia sagrada que narra un acontecimiento
sucedido durante un tiempo primigenio, en el que el mundo no tenía aún su forma actual. Los
acontecimientos de la naturaleza que se repiten periódicamente se explican como
consecuencia de los sucesos narrados en el mito (por ejemplo, en la mitología griega el ciclo
de las estaciones se explica a partir del rapto de Perséfone). Sin embargo, no todos los mitos
se refieren a un tiempo "primero", también pueden abordar sucesos acontecidos después del
origen, pero que destacan por su importancia y por los cambios que trajeron.
Según la visión de Claude Lévi-Strauss, antropólogo estructuralista, todo mito tiene tres
características:
 trata de una pregunta existencial, referente a la creación de la Tierra, la muerte, el nacimiento
y similares.
 está constituido por contrarios irreconciliables: creación contra destrucción, vida frente a
muerte, dioses contra hombres, bien contra mal.
 proporciona la reconciliación de esos polos a fin de conjurar nuestra angustia.
Por su parte, el antropólogo Bronislaw Malinowski afirmaba que no hay aspecto
importante de la vida que sea ajeno al mito. Por ello, existen mitos religiosos (como el
nacimiento de los dioses), políticos (como la fundación de Roma) o sobre temas particulares
(por qué el maíz se convirtió en el principal alimento de un pueblo, como sucedió con los
pueblos prehispánicos de México). Para Malinowski los mitos son narraciones
fundamentales, en tanto que responden a las preguntas básicas de la existencia humana: razón
para existir, razón de lo que lo rodea, entre otras. Malinowski también aclaró que el mito
pertenece al orden de las creencias y que si bien es una explicación, no es una explicación
racional, sino cultural.

Función del mito

Las funciones de los mitos son múltiples. No obstante, en general, se puede aceptar tres
funciones esenciales: explicativa, de significado y pragmática. La función explicativa se
refiere a que los mitos explican, justifican o desarrollan el origen, razón de ser y causa de
algún aspecto de la vida social o individual, por ejemplo, el mito griego que narra cómo se
originó el mundo del "Caos" o el Génesis que comenta el nacimiento de la mujer de la costilla
de un hombre. La función pragmática del mito implica que los mitos son la base de ciertas
estructuras sociales y acciones, así, un mito puede marcar una línea genealógica y determinar
quiénes pueden gobernar o no. Gracias a esta función, los mitos especifican y justifican por
qué una situación es de una manera determinada y no de otra. La función de significado se
refiere a que los mitos no son sólo historias que brindan explicaciones o justificaciones
políticas, también otorgan un consuelo, objetivo de vida o calma a los individuos, así sucede
con mitos que hablan de la muerte, el sufrimiento o la victoria, por lo tanto, los mitos no son
historias alejadas de la persona, sino que funcionan como un asidero existencial, un motivo,
de acuerdo al psicoanalista estadounidense, Rollo May. Las tres funciones se suelen
combinar de manera constante.

Tipos de mitos

Se distinguen varias clases de mitos:


 Mitos cosmogónicos: intentan explicar la creación del mundo. Son los más universalmente
extendidos y de los que existe mayor cantidad. A menudo, se sitúa el origen de la tierra en
un océano primigenio. A veces, una raza de gigantes, como los titanes, desempeña una
función determinante en esta creación; en este caso, tales gigantes, que suelen ser semidioses,
constituyen la primera población de la tierra.
 Mitos teogónicos: relatan el origen de los dioses. Por ejemplo, Atenea surge armada de la
cabeza de Zeus.
 Mitos antropogénicos: narran la aparición del ser humano, quien puede ser creado a partir de
cualquier materia, viva (una planta, un animal) o inerte (polvo, lodo, arcilla, etc.). Los dioses
le enseñan a vivir sobre la tierra. Normalmente están vinculados a los mitos cosmogónicos.
 Mitos etiológicos: explican el origen de los seres, las cosas, las técnicas y las instituciones.
 Mitos morales: explican la existencia del bien y del mal.
 Mitos fundacionales: cuentan cómo se fundaron las ciudades por voluntad de dioses. Un
ejemplo es el de la fundación de Roma por dos gemelos, Rómulo y Remo, que fueron
amamantados por una loba.
 Mitos escatológicos: anuncian el futuro, el fin del mundo. Siguen teniendo amplia audiencia.
Estos mitos comprenden dos clases principales, según el elemento que provoque la
destrucción del mundo: el agua o el fuego. A menudo están vinculados a la astrología. La
inminencia del fin se anuncia por una mayor frecuencia de eclipses, terremotos, y toda clase
de catástrofes naturales que aterrorizan a los humanos.

Mitos antropogénicos o antropogónicos


La generalidad de los mitos se refiere a los relatos en los que se explica algún suceso
significativo en forma divina, de modo tal de al mismo tiempo saciar alguna inquietud
existencial de un pueblo y poder encontrar una historia que sea tentadora de ser reproducida
por la vía oral al interior de una comunidad.

Los mitos más importantes son los que se refieren a las cuestiones filosóficas más
importantes que acecharon al ser humano desde que está en la Tierra: la creación de la
Tierra (mitos cosmogónicos) y el origen del ser humano como especie, en lo que se conoce
como mitos antropogónicos.

En ocasiones los dos mitos constituyen una unidad, ya que se interpreta la creación del
hombre como una consecuencia o bien una parte de la creación de la Tierra: esto viene de
la mano con la interpretación de que en la cosmovisión del mundo, el hombre tiene una
figura central.

Transmisión

Al ser siempre narrado en forma oral, los detalles del mito varían a medida que es
transmitido entre las diferentes generaciones, dando lugar a distintas versiones. Cuando las
sociedades tuvieron la capacidad de expresarse por medio de la escritura o cualquier forma
gráfica, comenzaron a reelaborarse constituyéndose ya como una versión elaborada y
constituida.

Más cerca de nuestro tiempo, fueron muchos los antropólogos que tuvieron acceso a formas
gráficas que constituían mitos de este tipo, siendo capaces de codificarlos a partir de sus
técnicas.

Características

La vinculación entre los mitos cosmogónicos y los antropogónicos se pone de manifiesto


más aun en que ambos suelen estar relacionados con la intervención de Dioses: en el
primer caso son los dioses los responsables de crear el mundo, mientras que en el segundo
los dioses son los que enseñan a los hombres a vivir sobre la tierra. El origen del ser
humano como especie se explica como una extensión de alguna materia viva o inerte.

Sin embargo, el mito antropogónico incluye necesariamente la presencia de seres humanos,


y en particular de mostrar a los primeros seres humanos que habitan en el mundo. Esto
implicaba, para las personas receptoras del mito, una valoración altamente positiva de las
características de esos primeros hombres (en algunos casos, inclusive del primer hombre
como construcción única) siendo este primer humano el mejor de todos por la interacción
directa que tuvo con los dioses. En ocasiones, como en el relato bíblico de Adán y Eva, los
primeros humanos son a la vez los primeros en conocer el pecado.

Ejemplos de Mitos Antropogónicos


A continuación, algunos ejemplos de mitos antropogónicos sobre la creación del hombre
como especie.

1. El origen de los hombres según el Génesis, con el Relato de Adán y Eva, y la


expulsión del jardín del Edén.
2. El mito de Prometeo y Pandora, que explica por qué a partir de un momento la
existencia de los hombres se volvió angustiosa.
3. La creación del hombre según el Corán, donde Alá creó al hombre (y a la mujer) a
partir de una gota de esperma.
4. En la mitología china, el hombre es creado por el Pangu, el mismo creador de todo
el universo.
5. En la mitología hinduista, Manu es el primer ser humano hijo del dios del Sol.
6. Una variación del origen bíblico del hombre dice que antes de Eva existió una mujer
denominada Lilit, la primera esposa de Adán que abandonó el Edén por propia
iniciativa.
7. El mito nórdico en el que los dioses Odín, Vili y Ve dan vida a bloques de madera
con forma humana.
8. La mitología hawaiana considera que el primer hombre es el Kumu-Honua: su mito
tiene bastantes lazos con la historia de Adán, se puede considerar que fue
transformada en la época de la conquista.
9. La mitología griega de Hesíodo: los hombres tienen igual principio que los
inmortales, pero su raza fue degradándose hasta la actual.
10. El mito del Poopol Vuh, con los animales enseñando el camino y dando lugar a la
existencia de los hombres.

EL MITO DE LAS EDADES

Ahora si quieres te contaré brevemente otro relato, aunque sabiendo bien –y tú


grábatelo en tu corazón- cómo los dioses y los hombres mortales tuvieron un mismo origen.
Al principio los Inmortales que habitan mansiones olímpicas crearon una dorada
estirpe de hombres mortales. Existieron aquellos en tiempos de Cronos, cuando reinaba en el
cielo; vivían como dioses, con el corazón libre de preocupaciones, sin fatiga ni miseria y no
se cernía sobre ellos la vejez despreciable, sino que, siempre con igual vitalidad en piernas y
brazos, se recreaban con fiestas ajenos a todo tipo de males. Morían como sumidos en un
sueño; poseían toda clase de alegrías, y el campo fértil producía espontáneamente abundantes
y excelentes frutos. Ellos contentos y tranquilos alternaban sus faenas con numerosos
deleites. Eran ricos en rebaños y entrañables a los dioses bienaventurados.
Y ya luego, desde que la tierra sepultó a esta raza, aquellos son por voluntad de Zeus
démones benignos, terrenales, protectores de los mortales que vigilan las sentencias y malas
acciones yendo y viviendo envueltos en niebla, por todos los rincones de la tierra y
dispensadores de riqueza; pues también obtuvieron esta prerrogativa real.
En su lugar una segunda estirpe mucho peor, de plata, crearon después los que habitan
las mansiones olímpicas, no comparable a la de oro ni en aspecto ni en inteligencia. Durante
cien años el niño se criaba junto a su solícita madre pasando la flor de la vida, muy infantil,
en su casa; y cuando ya se hacía hombre y alcanzaba la edad de la juventud, vivían poco
tiempo, llenos de sufrimientos, a causa de su ignorancia; pues no podían apartar de entre ellos
una violencia desorbitada, ni querían dar culto a los Inmortales, ni hacer sacrificios en los
sagrados altares de los Bienaventurados, como es norma para los hombres por tradición. A
éstos más tarde los hundió Zeus Crónida irritado porque no daban las honras debidas a los
dioses bienaventurados que habitan el Olimpo.
Y ya luego, desde que la tierra sepultó también a esta estirpe, estos genios
subterráneos se llaman mortales bienaventurados, de rango inferior, no obstante también
gozan de cierta consideración.
Otra tercera estirpe de hombres de voz articulada creó Zeus Padre, de bronce, en nada
semejante a la de plata, nacida de los fresnos, terrible y vigorosa. Sólo les interesaban las
luctuosas obras de Ares y los actos de soberbia; no comían pan y en cambio tenían un
aguerrido corazón de metal. Eran terribles; una gran fuerza y unas manos invencibles nacían
de sus hombros sobre robustos miembros. De bronce eran sus armas, de bronce sus casas y
con bronce trabajaban; no existía el negro hierro. También éstos, víctimas de sus propias
manos, marcharon a la vasta mansión del cruento Hades, en el anonimato. Se apoderó de
ellos la negra muerte aunque eran tremendos, y dejaron la brillante luz del sol.
Y ya luego, desde que la tierra sepultó también esta estirpe, en su lugar todavía creó
Zeus Crónida sobre el suelo fecundo otra cuarta más justa y virtuosa, la estirpe divina de los
héroes que se llaman semidioses, raza que nos precedió sobre la tierra sin límites.
A unos la guerra funesta y el temible combate los aniquiló bien al pie de Tebas la de
siete puertas, en el país cadmeo, peleando por los rebaños de Edipo, bien después de
conducirles a Troya en sus naves, sobre el inmenso abismo del mar, a causa de Helena de
hermosos cabellos.
A los otros el padre Zeus Crónida determinó concederles vida y resistencia lejos de
los hombres, hacia los confines de la tierra. Éstos viven con un corazón exento de dolores en
las Islas de los Afortunados, junto al Océano de profundas corrientes, héroes felices a los que
el campo fértil les produce frutos que germinan tres veces al año, dulces como la miel.
Zeus, a su vez, otra estirpe creó de hombres de voz articulada, los que ahora existen
sobre la tierra fecunda. Y luego, ya no hubiera querido estar yo entre los hombres de la quinta
generación sino haber muerto antes o haber nacido después; pues ahora existe una estirpe de
hierro. Nunca durante el día se verán libres de fatigas y miserias ni dejarán de consumirse
durante la noche, y los dioses les procurarán ásperas inquietudes; pero no obstante, también
se mezclaran alegrías con sus males.
Zeus destruirá igualmente esta estirpe de hombres de voz articulada, cuando al nacer
sean de blancas sienes. El padre no se parecerá a los hijos ni los hijos al padre; el anfitrión
no apreciará a su huésped ni el amigo a su amigo y no se querrá al hermano como antes.
Despreciarán a sus padres apenas se hagan viejos y les insultarán con duras palabras,
cruelmente, sin advertir la vigilancia de los dioses - no podrían dar el sustento debido a sus
padres ancianos aquellos -cuya justicia es la violencia-, y unos saquearán las ciudades de los
otros. Ningún reconocimiento habrá para el que cumpla su palabra ni para el justo ni el
honrado, sino que tendrán en más consideración al malhechor y al hombre violento. La
justicia estará en la fuerza de las manos y no existirá pudor; el malvado tratará de perjudicar
al varón más virtuoso con retorcidos discursos y además se valdrá del juramento. La envidia
murmuradora, gustosa del mal y repugnante, acompañará a todos los hombres miserables.

Los primeros hombres (mito maya)

Los dioses quisieron crear nuevos seres capaces


de hablar y de recolectar lo que la tierra podría
ofrecerles. Pero estas nuevas criaturas debían ser
capaces de rendir homenaje a sus creadores.
Es así que formaron el cuerpo del primer hombre
con lodo. Lo modelaron con minuciosidad, sin
olvidar ningún detalle.
Desgraciadamente, el resultado fue deplorable:
sin dientes, los ojos vacíos, sin ninguna gracia,
estos muñecos no podían mantenerse de pie y se
desintegraban bajo el agua.
Sin embargo, el nuevo ser tenía el don de la palabra, una voz armoniosa, jamás oída en este
mundo. Pero no tenía conciencia de lo que decía.

A pesar de todo, los dioses decidieron que estos seres frágiles vivirían. Deberían luchar
para sobrevivir, multiplicarse y mejorar su especie, esperando que unos seres superiores los
reemplazaran.
Las nuevas criaturas fueron fabricadas en madera para que ellas pudieran marchar bien
derechas sobre la tierra.
Se unieron entre ellas y tuvieron hijos. Pero estos seres no tenían sentimientos. No podían
comprender que debían su presencia sobre la tierra solo a la voluntad de los dioses.
Deambularon sin saber adónde iban, como muertos vivientes. Cuando hablaban no había
ninguna emoción en sus voces.
Vivieron muchos años hasta que los dioses decidieron condenarles a muerte: una lluvia de
cenizas se abatió sobre estos seres imperfectos. Después el agua fluyó tanto que alcanzó las
cimas de las montañas más elevadas. Todo fue destruido.

Los dioses crearon entonces nuevos seres. Pero ellos no correspondieron tampoco a sus
esperanzas. El pájaro Xecot Covah les reventaba los ojos, mientras que el felino Cotzbalam
los destripaba. Los sobrevivientes afrontaron las acusaciones de todos los seres y objetos
que se creían sin alma: las piedras de moler, las marmitas, los cántaros, los perros, todos se
quejaban de los malos tratos que habían recibido y amenazaban ahora a los hombres.
Éstos tuvieron miedo, huyeron, subieron sobre los techos que se desplomaron. Entonces se
refugiaron en los árboles. Pero las ramas se rompieron. Intentaron encontrar refugio en las
grutas; pero las paredes se derrumbaron.
Los pocos sobrevivientes se transformaron en monos. Es por eso que los monos son los
únicos animales que evocan la forma de los primeros seres humanos de la tierra Quiché.

Entonces los dioses se reunieron una vez más a fin de crear un nuevo ser hecho de carne y
hueso, y dotado de inteligencia. Esta vez se sirvieron del maíz; modelaron su cuerpo con
esta pasta blanca y amarilla y les introdujeron pedazos de madera para que sean más
rígidos.
Rápidamente, los nuevos seres humanos hicieron prueba de inteligencia: comprendieron el
mundo que los rodeaba. Estos seres se llamaban Balam Quitzé, Balam Acab, Ma Hucutah e
Iqui Balam.
Entonces los dioses interrogaron al primero de ellos:
- Habla en tu nombre y de los otros, y dinos cuáles son tus sentimientos. Eres consciente de
tus poderes?
Balam Quitzé les respondió:
- Ustedes nos han dado la vida y gracias a eso sabemos lo que sabemos, somos lo que
somos; hablamos, marchamos y comprendemos lo que nos rodea. Sabemos ya dónde
reposan los cuatro rincones del mundo, los cuales marcan los límites de todo lo que nos
rodea.
Pero los dioses no apreciaron que los nuevos seres sepan tantas cosas. Faltaba que
conocieran sólo una parte del mundo que los rodeaba. Sólo una parte de lo que existía les
sería revelada y no deberían comprender todo. Faltaba limitar el campo de sus
conocimientos a fin de reducir su orgullo. Sino sus hijos percibirían aún mejor las
realidades del mundo hasta saber tanto como los dioses, y creerse dioses ellos mismos.
Faltaba remediar este peligro que sería fatal para el orden fecundo de la creación.
Entonces los dioses limitaron el campo de sus conocimientos.
A fin de que estos seres no estuviesen solos, los dioses crearon las mujeres. Durmieron a
los hombres y ubicaron cerca de ellos a las mujeres, desnudas y apacibles.
Cuando se despertaron, vieron con alegría lo bellas que eran. Para distinguirlas les dieron
nombres que evocaban la lluvia según las estaciones.

Las parejas se formaron y tuvieron hijos que comenzaron a poblar la tierra.


Algunos entre ellos eran más dotados que otros. Por esta razón los dioses los eligieron para
que fueran Adoradores y Sacrificadores, sacerdotes en las funciones más elevadas.
Los primeros seres engendrados eran tan bellos como su madre, tan fuertes como su padre y
supieron adivinar el misterio de sus orígenes.
Es así que Balam Quitzé y los otros ancianos fueron los generadores de los seres humanos
que vivieron, se desarrollaron y formaron las tribus del Quiché. Estos primeros hombres se
propagaron sobre la tierra, en la región del oriente.

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