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Separación de la
Iglesia y del Estado
Church and State

Sábado 4 de noviembre Un estudio bíblico dado


de 2017 por Andreas Dura

A menos que se declare lo contrario, todas las escrituras han sido tomadas
de la versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina ©
renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso.
Separación de la Iglesia y del Estado

Separación de la Iglesia y del


Estado
Sean bienvenidos a nuestro estudio. Nuestro tema de hoy es la separación de la Iglesia y del
Estado, y, como ustedes saben, existen dos textos principales para este tema.
“Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores
pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.” Juan 18:36.
Aquí Jesús establece muy claramente que existen dos reinos, uno es de este mundo, y el otro es
Su reino. Él presenta una clara distinción cuando dice que Su reino no es de este mundo. Incluso
describe en más detalle lo que esto significa, porque si Su reino fuera de este mundo, Sus seguidores
pelearían. Y es significativo que justo antes de esto, en el versículo 11, Jesús habló a Sus discípulos
al respecto. “Jesús entonces dijo a Pedro: Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha
dado, ¿no la he de beber?” Juan 18:11
Cuando Jesús habló de dos reinos diferentes, también mencionó dos diferentes espadas. Existe
una espada en el reino de Dios, y existe una espada en el reino de este mundo. La espada de este
mundo la conocemos muy bien. Es la espada que está en la vaina, la cual Jesús le pidió a Pedro que
guardara. Pero la espada que Dios usa en Su reino es la espada de la verdad, que es la palabra de
Dios. Esto también lo podemos leer en la Biblia.
“Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios…” Es
también muy claro y es una espada completamente diferente de la que se usa en el reino de este
mundo.
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra
hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón.” Hebreos 4:12. En este versículo Jesús hace muy evidente que existen dos
reinos muy diferentes.
Existe también otro texto donde Cristo describe estos dos diferentes reinos. El contexto es que los
judíos le preguntaron a quién debían pagarles sus impuestos, y Él les dio una clara respuesta. La
pregunta tenía la intención de entrampar a Jesús. De haber dicho, “Dadlo a César”, ellos habrían
dicho “Él no es fiel a Dios”; pero si hubiera dicho, “Dadlo a Dios”, como los judíos esperaban que
dijera, habrían dicho, “Está comenzando una rebelión contra el César”, lo cual habría sido muy
peligroso para Él. Así que, ¿qué respondió? ““Mostradme la moneda del tributo.” Y ellos le
presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? Le dijeron:
De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Oyendo esto,
se maravillaron, y dejándole, se fueron.” Mateo 22:19-22.
Al decir esto, Jesús aclara que existen dos reinos diferentes y no se han de mezclar. No debes dar
a César las cosas que pertenecen a Dios, y no debes dar a Dios las cosas que pertenecen a César. Con
esta respuesta no solamente escapó de la trampa que ellos trataban de ponerle, sino que estableció la
verdad que es tan importante para todos los tiempos; que existen dos reinos separados: el de Dios y
el de César.
Hay por supuesto muchos más textos que hablan sobre la separación de la iglesia y el Estado,
cuando realmente entendemos lo que quiere decir, pero estos son los que se presentan generalmente
y por esa razón inicié con ellos.
Vayamos ahora al Antiguo Testamento y leamos una declaración sobre la separación de ambos,
que se encuentra en el libro de Daniel. Trata sobre la imagen que Nabucodonosor vio en su sueño, la
cual Daniel le explicó. “La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su
vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro
cocido.” Daniel 2:32, 33. La explicación de los pies se encuentra en el versículo 43. “Así como viste

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el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno
con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. Y en los días de estos reyes el Dios del cielo
levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo...” Daniel 2:43,
44.
Sabemos qué representan estos diferentes metales. Daniel mismo explicó a la cabeza de oro, que
es Babilonia. Luego viene Medo-Persia, Grecia, Roma, y finalmente los pies. Daniel no especifica lo
que ellos simbolizan, y muchos han especulado respecto al significado del barro mezclado con hierro,
pero tenemos una clara explicación para esto.
“Hemos llegado al tiempo cuando la sagrada obra de Dios es representada por los pies de la imagen
en la cual el hierro estaba mezclado con el barro cocido. Dios tiene un pueblo, un pueblo escogido,
cuyo discernimiento debe ser santificado, el cual no se ha de profanar colocando sobre el fundamento
madera, heno y hojarasca. Cada alma que sea leal a los mandamientos de Dios verá que la señal
distintiva de nuestra fe es el sábado del séptimo día. Si el gobierno honrara el sábado como Dios ha
ordenado, permanecería en la fortaleza de Dios y en defensa de la fe una vez dada a los santos. Pero
los hombres de estado enarbolarán el sábado espurio, y mezclarán su fe religiosa con la observancia
de este hijo del papado, colocándolo por encima del sábado que el Señor ha santificado y bendecido
poniéndolo aparte para que el hombre lo guarde en santidad como una señal entre Él y Su pueblo por
mil generaciones [A propósito, este es el tiempo. La obra de Dios es representada por los pies en este
tiempo. Esto es algo que deberíamos recordar. Continuemos leyendo ahora]. La mezcla del poder de
la Iglesia y el poder del Estado es representada por el hierro y el barro. Esta unión está debilitando
todo el poder de las iglesias. Esta investidura de la Iglesia con el poder del Estado traerá malos
resultados. Los hombres casi han colmado la paciencia de Dios. Se han fortalecido en la política, y
se han unido con el papado. Pero el tiempo viene cuando Dios castigará a aquellos que han invalidado
Su ley, y sus malas obras recaerán sobre ellos.” Comentario bíblico, tomo 4, página 1168.8.
[Traducido literalmente del inglés original.]
¿Qué representan el hierro y el barro? El poder de la Iglesia y el poder del Estado. Hay un esfuerzo
para mezclarlos, pero no se unirán. Ese es el mensaje de Daniel capítulo 2. En otras palabras, la gente
tratará de unirlos.
Ahora entendamos cuáles son estos poderes realmente. Pienso que tenemos una idea general. El
poder de la iglesia está conectado con el evangelio. Tiene que ver con los instrumentos y vasos que
Dios está usando. Es la habilidad, el arte, la capacidad que viene de Dios. Ese es el poder de la iglesia.
El poder es una habilidad. El arte de los artesanos es una habilidad. Y existe cierta habilidad que es
necesaria a fin de hacer la obra de la iglesia, pero ¿cuál es la base de esa habilidad? La fe, el amor y
la verdad. Podríamos sólo decir la verdad y el amor. Estas son las principales cualidades que son
necesarias a fin de ser expertos en el poder de la iglesia, y el efecto es que la gente será ganada por
el amor.
El poder del Estado, por otro lado, no trabaja mediante la verdad y el amor. El poder del Estado
funciona con política y con la fuerza. La política, o la estrategia, como ustedes saben, requiere que
algunas veces no se sea tan exacto con la verdad. La estrategia es donde tú obtienes ventajas con
tácticas ingeniosas, que requieren que algunas veces se diga algo menos que la verdad; algunas veces
aun mentiras descaradas. Esta es la tendencia en el presente y es sorprendente cómo la gente miente
abiertamente. Es sorprendente cómo lo hace sin avergonzarse. ¡Es sorprendente! El mentir se ha
vuelto la ciencia de la política en nuestro día. No ha sido siempre tan abierto y desafiante como es
hoy. Pero es así ahora.
El poder del Estado también opera con la fuerza. Por tanto, se necesitan armas, se necesita la
policía, tanques, prisiones, y así sucesivamente. Estos son los dos poderes. También se necesita un
poder o un arte para el Estado. Es también una habilidad que es necesaria. La política es una habilidad
que tú puedes aun estudiar en la universidad. Puedes volverte muy hábil en políticas. De igual manera
en el asunto de cómo aplicar la fuerza, necesitas ser hábil a fin de aplicarla sabia e
indiscriminadamente. Por tanto, el poder del Estado es una gran habilidad.

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Separación de la Iglesia y del Estado

La diferencia entre los dos es clara en esta declaración. “Los seguidores de Cristo han de trabajar
como él obró. Hemos de alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos y consolar a los dolientes
y afligidos. Hemos de ministrar a los que desesperan e inspirar esperanza a los descorazonados. Y
para nosotros se cumplirá también la promesa: “Irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será
tu retaguardia.” El amor de Cristo, manifestado en un ministerio abnegado, será más eficaz para
reformar al que yerra que la espada o el tribunal [“El amor de Cristo” es el poder de la iglesia;
“manifestado en un ministerio abnegado” es el poder de la iglesia. Y estas cosas “serán más eficaces
para reformar al que yerra que la espada o el tribunal,” el cual es el poder del Estado. Es necesario
que lo entendamos. Y continúa diciendo:] Estas cosas son necesarias para infundir terror al violador
de la ley, pero el amante misionero puede hacer más que esto. Con frecuencia, el corazón se
endurecerá bajo la reprensión; pero se enternecerá bajo el amor de Cristo. El misionero puede no sólo
aliviar las enfermedades físicas, sino que puede conducir al pecador al gran Médico, quien es capaz
de limpiar el alma de la lepra del pecado. Por medio de sus siervos, Dios quiere que los enfermos,
los infortunados, los poseídos de espíritus malos, oigan su voz. Mediante sus agentes humanos, desea
ser un “Consolador” cuyo igual el mundo no conoce.” El Deseado de todas las gentes, 316.4.
El punto principal aquí es que el poder de la iglesia puede en verdad hacer más que el poder del
Estado. Ambos son bien descritos en esta declaración. El poder del Estado es la espada, la aplicación
de la fuerza, y la corte de justicia. El poder de la iglesia es el amor de Cristo, manifestado en un
ministerio abnegado. Estos están representados por el barro y el hierro en el sueño de Nabucodonosor,
como se describe en Daniel.
Pero existe un esfuerzo de mezclar estas dos formas. Leímos que “se mezclarán por medio de
alianzas humanas” Daniel 2:43. Una mejor traducción podría ser que ellos se mezclarán mediante la
simiente de los hombres. En algunas traducciones dice que esto ocurrirá mediante matrimonios.
“…Esos reinos procurarán fortalecerse al hacer alianzas matrimoniales…” Daniel 2:43.
Encontramos los primeros ejemplos negativos de alianzas matrimoniales en el Antiguo
Testamento. “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra,
y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron
para sí mujeres, escogiendo entre todas.” Génesis 6:1, 2. Las siguientes generaciones fueron aquellas
que trajeron sobre sí el diluvio.
Vez tras vez en el Antiguo Testamento vemos el problema de mezclarse con los paganos. El
mismo problema ocurre con la mezcla de la iglesia y el Estado. Es algo que Dios ha prohibido y no
conducirá a buenos resultados. Estos dos elementos no se unirán de ninguna manera. Ellos tratan de
mezclarse, pero no se unirán.
¿Qué significa que estos dos elementos se unan? Todo comienza con la iglesia de Dios, que es
hábil en el poder de la iglesia, y que olvida que su obra puede ser hecha solamente a través del poder
de la iglesia. Por tanto, el poder del Estado comienza a ser aplicado a la obra. Cuando esto sucede, la
iglesia se dedica a mezclar estas dos formas. Tan pronto como ocurre, la habilidad para usar el poder
de la iglesia se pierde más. Hemos leído que un misionero amoroso puede hacer más que la espada o
la corte de justicia. Pero esa habilidad se pierde. Eso hace que la iglesia se vuelva al poder del Estado
aún más, a fin de continuar su trabajo. De manera que todo comienza cuando la iglesia aplica el poder
del Estado.
La semana pasada estudiamos acerca del sacerdocio. Vimos que existe un sacerdocio falso, que
se coloca entre Dios y el hombre. Ese sacerdocio puede también ser llamado el poder sacerdotal. Es
ese poder específico que se coloca a sí mismo entre Dios y el pueblo. La verdadera unión que se
encontraba en la iglesia romana de la Edad Media era entre el poder sacerdotal y el poder del Estado.
No era el poder de la iglesia y el poder del Estado, sino más bien, el poder sacerdotal y el poder del
Estado. Esos son los elementos que se mezclaron el uno con el otro. El poder de la iglesia nunca
puede verdaderamente unirse con el poder del Estado. Eso es simplemente imposible. Se desharán y
no se adherirán el uno al otro. Pero una iglesia caída sí se puede adherir al Estado, porque tiene la
misma mente. La iglesia apostata ve las cosas tales como el Estado las ve.

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Cuando hablamos sobre la Iglesia y el Estado, estamos hablando sobre la espada del Estado y la
espada de Dios. Podemos considerar la relación de estas dos espadas. No es posible que la iglesia
permanezca siendo la verdadera iglesia de Dios y a la vez practique el poder del Estado. Simplemente
es imposible. Cuando la iglesia practica el poder del Estado, pierde su identidad como la verdadera
iglesia de Dios. La verdadera iglesia no debe hacer ninguna obra aparte de la que lleve el poder de la
iglesia.
El Estado tiene su lugar en el mundo. Pablo presenta ese punto muy claramente diciendo que el
Estado es el siervo de Dios para castigar al malo. Leámoslo. “Sométase toda persona a las autoridades
superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido
establecidas.” Romanos 13:1.
Estas autoridades practican el poder del Estado. Lo hicieron en la época de Pablo y lo hacen
todavía hoy. Pablo describe exactamente cuál es su tarea en el plan de Dios. “Porque los magistrados
no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad?
Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella.” Romanos 13:3.
¿Cuál es la tarea de los magistrados que practican el poder del Estado? Su tarea es infundir temor
al malo. Eso es también lo que leímos en El Deseado de todas las gentes. El Estado infunde temor al
malo. Continuemos leyendo. “Porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme;
porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo
malo. Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por
causa de la conciencia.” Romanos 13:4, 5.
Los cristianos no tienen temor al Estado, porque están en armonía con la ley de Dios. Mientras
que el malo tiene que temer a la espada de la justicia.
El Estado juega un papel y la iglesia juega un papel. ¿Cuál es la relación entre estos dos? ¿Qué
tenemos que hacer en relación con el Estado?
Hubo una forma de tratar con el Estado que vino de los anabaptistas durante la Reforma. El
pensamiento era permanecer completamente separados del Estado, al grado de no tener nada que ver
con él. Algunas personas llegan al punto de decir que no son ciudadanas del Estado. Piensan que son
un ente completamente separado. Pero ese no era el mensaje de Jesús. Él claramente se mezclaba con
la gente. Era parte de la sociedad y participaba en sus bodas y sistema legal. Envió a la gente que
sanó a los sacerdotes, lo cual era un requisito legal en aquellos días. Hizo comentarios sobre la
práctica romana de pedir a la gente que llevara cargas por una milla; dijo que, si a alguien se le pedía
ir una milla, debía ir una segunda milla también. Jesús se involucró en lo que estaba sucediendo en
el Estado, aun cuando no practicó el poder del Estado. Practicó únicamente el poder de la iglesia.
Como cristianos, estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Esto significa que la iglesia
necesita influir en el estado. Ese es el papel de la iglesia. Nuestro papel no es de estar tan separados
que no tengamos nada que ver con el Estado. Estamos en medio del Estado y hemos de participar en
él. Pero no hemos de practicar el poder del Estado como método para adelantar el evangelio. Sino
más bien, hemos de ser una buena influencia en el Estado donde estamos.
Rogelio Williams dijo en una ocasión que la tarea de la iglesia es darle una descarga de vida al
Estado. En otras palabras, su tarea es imputar vida al Estado con el espíritu que tiene. Quizás no nos
sintamos muy cómodos con eso. Pensamos que la iglesia y el Estado están separados y que por lo
tanto no tenemos nada que ver con él. Pero, por supuesto, en verdad, tenemos que ver.
Echemos un vistazo a cómo Esdras y Nehemías trataron con el Estado. Primero leeremos sobre
Nehemías. “Vine luego a los gobernadores del otro lado del río, y les di las cartas del rey. Y el rey
envió conmigo capitanes del ejército y gente de a caballo. Pero oyéndolo Sanbalat horonita y Tobías
el siervo amonita, les disgustó en extremo que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de
Israel.” Nehemías 2:9, 10.
Nehemías era un oficial del estado. Estaba llevando a cabo las órdenes del rey Artajerjes. Llevó
soldados y muchas cosas consigo. Él era muy hábil en ese trabajo. Leeremos más sobre su habilidad
en Profetas y reyes. “La petición que dirigió al rey tuvo acogida tan favorable que Nehemías se sintió
alentado a pedir aun más ayuda. A fin de dar dignidad y autoridad a su misión, así como para estar

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protegido durante el viaje, solicitó y obtuvo una escolta militar. Consiguió cartas reales dirigidas a
los gobernadores de las provincias de allende el Eufrates, por cuyo territorio debía cruzar en viaje a
Judea; y obtuvo también una carta en la cual se ordenaba al guarda del bosque real en las montañas
del Líbano que le proveyese la madera que necesitara. A fin de que nadie tuviese motivo para quejarse
de que se había excedido, Nehemías tuvo cuidado de que la autoridad y los privilegios que se le
otorgaban se definiesen claramente.” Patriarcas y profetas, 467.3.
Nehemías era muy hábil para manejar los asuntos de estado, a lo que podríamos llamar el poder
del Estado. El poder del Estado no es necesariamente engañoso. Nehemías no era engañoso en ningún
sentido. Él era abierto y directo, pero tenía una escolta militar. Como hombre de Dios no necesitaba
tal escolta, pero como oficial del Estado la necesitaba. Ese es el trabajo del Estado, infundir temor al
malo. Había muchos maleantes en el camino, que hubieran dañado la causa. A fin de infundirles
temor, Nehemías usó una escolta militar. Él uso el poder del Estado, no como un oficial de la iglesia,
sino como un hombre de Estado.
Veamos cómo el contemporáneo de Nehemías, Esdras, manejó el asunto. “Y publiqué ayuno allí
junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para
nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes. Porque tuve vergüenza de pedir al rey
tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado
al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder
y su furor contra todos los que le abandonan. Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto,
y él nos fue propicio.” Esdras 8:21-23.
Esdras fue allá como miembro de la iglesia. Él practicó el poder de la iglesia. En el poder de la
iglesia no hay lugar para una escolta militar, porque estaría conectado con la fuerza. Eso es
obviamente el poder del Estado, no el poder de la iglesia. Leamos un comentario al respecto.
“En este asunto, Esdras y sus compañeros vieron una oportunidad de ensalzar el nombre de Dios
delante de los paganos. Quedaría fortalecida la fe en el poder del Dios viviente si los israelitas mismos
revelaban una fe implícita en su Caudillo divino. Resolvieron por lo tanto poner toda su confianza en
él. No quisieron pedir guardia de soldados, para no dar a los paganos ocasión de asignar a la fuerza
del hombre la gloria que pertenece a Dios solo. No podían correr el riesgo de despertar en la mente
de sus amigos paganos una duda en cuanto a la sinceridad de su confianza en Dios como pueblo suyo.
Adquirirían fuerza, no por las riquezas, ni por el poder ni la influencia de hombres idólatras, sino por
el favor de Dios. Serían protegidos tan sólo por la observancia de la ley de Dios y por sus esfuerzos
para acatarla.” Profetas y reyes, 452.2.
Este es el poder de la iglesia. Es muy importante hacer esta diferencia. Tanto Nehemías como
Esdras hicieron la voluntad de Dios. Ellos vivieron y trabajaron juntos muy bien, pero tenían tareas
diferentes. Uno era un estadista, el otro era un eclesiástico. Esdras era un sacerdote y estaba allí para
establecer el santuario. Ese era su trabajo.
Nuestro error es pensar que las influencias espirituales no tienen nada que ver con el Estado. Este
es un error muy común que probablemente comenzó con los anabaptistas. Puede que lo tengamos
también, en algún grado. La separación de la iglesia y el Estado fue un tema muy controversial en la
época del movimiento adventista. A.T. Jones fue un campeón en eso. En su días, existían varios
estados en los Estados Unidos que propusieron que la Biblia debía leerse en las escuelas. Este tema
es fuertemente debatido hoy también. Aquellos que se pronuncian por la separación de iglesia y
Estado no quieren que la Biblia sea leída en las escuelas públicas. Dicen que es una mezcla de los
dos elementos. Leamos lo que escribió Elena White a A.T. Jones al respecto.
“Querido hermano:
“Existe un tema que perturba grandemente mi mente. Mientras no veo ni la justicia ni el derecho
de aplicar la ley de hacer que sea leída la Biblia en las escuelas públicas: no obstante, hay algunas
cosas que pesan en mi mente en relación con nuestro pueblo al hacer prominentes sus ideas sobre
este asunto. Estoy segura de que estas cosas nos colocarán en una luz incorrecta ante el mundo. Me
fueron dadas advertencias sobre este punto. Hubo cosas que se me mostraron en referencia a las
palabras de Cristo, “Dad por tanto a César lo que es de César; y a Dios, lo que es de Dios”, colocando

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el asunto donde la iglesia no tiene el derecho de implementar nada que sea de carácter religioso al
mundo.
“No obstante, en conexión con esto fueron dadas palabras de advertencia. Si tal ley fuera a entrar
en vigor el Señor prevalecería sobre ella para el bien, siendo que un argumento sería colocado en las
manos de aquellos que guardan el sábado, a favor de ellos, para permanecer sobre el fundamento
bíblico en referencia al sábado del cuarto mandamiento. Y el libro que el Estado y el mundo cristiano
han legislado poner a la vista de la gente para que se lea en las escuelas, ¿no hablará por sí mismo, y
no serán interpretadas las palabras como se leen?
“Mi hermano, esta objeción, en relación con pasar una ley que lleve la Biblia a las escuelas obrará
en contra nuestra; a aquellos de nuestra fe que están haciendo algo grande de esto. Hace un año hubo
algo que me fue presentado con relación a estas cosas, y tendremos que usar la Biblia como nuestra
evidencia para mostrar el fundamento de nuestra fe. Hemos de ser extremadamente cuidadosos en
cada aspecto, no sea que apaguemos el único rayo de luz de aquellos que están en tinieblas. Recuerdo
particularmente este punto: “Que nada que traiga el conocimiento de Dios y de Jesucristo a quien Él
ha enviado, sea obstaculizado en lo más mínimo.” Algunas cosas no puedo presentarlas en líneas
claras, pero es bastante claro para mí que quiero que sea muy cuidadoso en ver en qué terreno pisa,
ya que nuestros enemigos presentarán un argumento decidido en contra nuestra, si les damos la menor
oportunidad. Creo que los poderes que ejecutan las leyes llevarán a cabo sus propósitos en particular,
si no ahora, dentro de un corto tiempo. Y es muy esencial, como pueblo, que tengamos el mayor
cuidado de no dar motivo de provocación a nuestros enemigos que lo magnifiquen en nuestra contra,
en una crisis futura, en el asunto de oponerse a tan buena obra como la de introducir la Biblia en las
escuelas públicas.” Materiales de Elena G. de White de 1888, 1164.1-3 [Traducido literalmente del
original en inglés].
En otras palabras, en principio no es correcto legislar la lectura de la Biblia en las escuelas. Eso
es mezclar claramente el poder de la iglesia con el poder del Estado. No obstante, si esa mezcla
sucede, el pueblo de Dios debería aprovecharla, antes que oponerse a ella. Ese es el punto.
Aprovecharla significa ver que la verdad está siendo presentada. ¿Por qué la verdad no debe ser
oída? Por supuesto, tenemos muchos argumentos en contra de que tal ley sea hecha y para no querer
que sea forzada. No sería correcto. Sin embargo, al mismo tiempo, no deberíamos de oponernos a
que la Biblia sea llevada a las escuelas. Eso es lo que Elena White está diciendo aquí.
Cuando consideramos la relación entre el poder de la iglesia y el poder del Estado, podemos
también considerar la relación entre la revelación y la ciencia. Su relación es similar al poder de la
iglesia y al poder del Estado. Algunas personas dicen que la ciencia y la revelación no tienen nada
que ver la una con la otra. Ellas pueden tener una fe personal, pero la mantienen desconectada de su
ciencia.
¿Es esa la posición de ustedes? Esa no es mi posición, y no es la posición que tenía Elena White.
Ella escribió claramente que la ciencia puede ser entendida correctamente solamente a la luz de la
revelación. Lo que Dios ha revelado proporciona luz a la ciencia. Pero la ciencia nunca puede juzgar
la revelación.
Existen dos problemas en el mundo hoy. Primeramente, la ciencia se ha vuelto el juez de la
revelación. Eso es cuando la gente comienza a cuestionar la Biblia. Y finalmente, los teólogos
terminan cuestionando la misma existencia de Dios. Eso sucede porque aplican las leyes de la ciencia
a la revelación. Eso no debe hacerse. No funcionará. Destruirá toda la religión en la mente de la
persona que lo haga. Realmente, nunca puede destruir la religión como tal, pero destruye la fe de la
persona que lo practica. Es poner la razón por encima de la revelación. No funcionará.
Por otro lado, es importante que a la revelación se le permita tener una influencia sobre la ciencia.
De igual manera, debería estar claro que a la iglesia se le permite y debiera tener una influencia sobre
el Estado. Pero los principios del Estado, el poder del Estado, nunca debe tener una influencia sobre
la iglesia.
Estos son los dos problemas. El Estado es un agente de Dios para la conducta de los humanos. El
pecado de la iglesia en el período del Oscurantismo fue que el Estado corrompió sus prácticas. La

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iglesia comenzó a practicar el poder del Estado y entonces perdió la habilidad de practicar el poder
de la iglesia.
¿Cuál es nuestro trabajo? ¿Qué significa la separación de la iglesia y del Estado? No es
simplemente una comprensión de que la iglesia y el Estado no pueden mezclarse y que es malo que
traten de hacerlo. Eso no es suficiente. La separación de la iglesia y del Estado que debemos practicar
es tener muy claro la distinción entre los dos. Esa distinción debe ser hecha mediante la revelación
del poder de la iglesia en un mundo que está en tinieblas. Jesús vino a este mundo a revelar el carácter
de Dios en la hora más oscura. Él trajo luz en medio de la mayor oscuridad. Esto causó el más grande
contraste, la máxima separación entre la luz y las tinieblas. De igual manera, el poder de la iglesia
debe ser revelado en un mundo en tinieblas. Entonces la distinción entre el poder de la iglesia y el
poder del Estado se verá muy clara. Esa es la mayor hacha de la verdad.
La separación del poder de la iglesia y del Estado no significa condenar al Estado. Ni aun significa
condenar al poder del Estado. En cambio, quiere decir que no se mezclen los dos elementos. La
separación ha de hacer la distinción muy clara, mostrar la diferencia entre el poder de la iglesia y el
poder del Estado en palabra y en acción. Si hacemos esto, entonces verdaderamente separamos la
iglesia y el Estado.
Leamos nuevamente cómo Jesús separó el poder de la iglesia del poder del Estado. “Respondió
Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para
que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.”
Está clarísimo. Esa es la separación de iglesia y Estado. Cristo no dependió de la espada de Pedro,
de la multitud de Sus seguidores, o de la opinión popular. Su reino no es de este mundo. Sus soldados
son Sus ángeles; Su espada es la palabra. Esos son más efectivos que los soldados y las espadas del
poder del Estado. Cristo fue bastante claro en que Su reino no es de este mundo.
Leamos otra declaración sobre esto. “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia,
paz y gozo en el Espíritu Santo.” Romanos 14:17.
Pueden haber notado que muchas de las declaraciones sobre el hacha de la verdad hacen referencia
a comer y a beber. Aún en esa área existe una poderosa hacha de la verdad que nos separa del mundo.
Lean las declaraciones. Es muy interesante. De nuevo, “...porque el reino de Dios no es comida ni
bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.” Romanos 14:17.
El poder de la iglesia se describe aquí muy claramente. Es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
La separación de la iglesia y del Estado es practicar esto. Nosotros verdaderamente separamos la
iglesia y el Estado cuando recibimos la paz de Cristo en nuestros corazones.
Podemos considerar el tema de la paz más de cerca leyendo en el Sermón del Monte.
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” Mateo 5:9.
Bienaventurados los que practican el poder de la iglesia, quienes claramente separan la iglesia del
Estado.
¿Cuándo nos falta paz? Nos falta cuando tenemos luchas, desacuerdos, o peleas con nuestros
semejantes. Entonces flaqueamos, nos enojamos, tenemos presión alta, y así sucesivamente. Ese es
un problema. Debemos llegar al punto donde tengamos paz con nuestros semejantes a fin de tener
paz en nuestros propios corazones, y necesitamos tener paz en nuestros propios corazones a fin de
tener paz con nuestros semejantes. La separación del poder de la iglesia y del poder del Estado es
tener esta paz. Comenzamos a practicar el poder del Estado en el mismo momento que comenzamos
a pelear por nuestros derechos, a pelear en contra de ser maltratados, o cualquier cosa semejante. El
poder del Estado tiene que ver con pelear por nuestros derechos.
Existe un excelente comentario para los pacificadores en la siguiente declaración. “Cristo es el
“Príncipe de paz”, y su misión es devolver al cielo y a la tierra la paz destruida por el pecado [Esta
es una declaración muy interesante, porque identifica lo que roba la paz, que es el pecado].
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”.
Quien consienta en renunciar al pecado y abra el corazón al amor de Cristo participará de esta paz
celestial.

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Separación de la Iglesia y del Estado

“No hay otro fundamento para la paz. La gracia de Cristo, aceptada en el corazón, vence la
enemistad, apacigua la lucha y llena el alma de amor. El que está en armonía con Dios y con su
prójimo no sabrá lo que es la desdicha. No habrá envidia en su corazón ni su imaginación albergará
el mal; allí no podrá existir el odio. El corazón que está de acuerdo con Dios participa de la paz del
cielo y esparcirá a su alrededor una influencia bendita. El espíritu de paz se asentará como rocío sobre
los corazones cansados y turbados por la lucha del mundo.” El discurso maestro de Jesucristo, 27.3,
4.
Por ejemplo, ¿cómo ustedes reaccionan cuando hay un congestionamiento de tránsito, cuando la
gente les está tocando bocina? ¿Contestan de la misma forma? ¿Qué clase de sentimientos surgen?
Esta es la pregunta. No pueden volverse miserables si la paz de Dios mora en su interior. ¡Es
imposible!
“Los seguidores de Cristo son enviados al mundo con el mensaje de paz. Quienquiera que revele
el amor de Cristo por la influencia inconsciente y silenciosa de una vida santa; quienquiera que incite
a los demás, por palabra o por hechos, a renunciar al pecado y entregarse a Dios, es un pacificador.
“Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” [Regresaremos a
esto, pero es un punto muy importante. Serán llamados hijos de Dios. Esto significa que el mundo
reconocerá quién eres, por esa paz]. “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados
hijos de Dios.” El espíritu de paz es prueba de su relación con el cielo. El dulce sabor de Cristo los
envuelve. La fragancia de la vida y la belleza del carácter revelan al mundo que son hijos de Dios.
Sus semejantes reconocen que han estado con Jesús. “Todo aquel que ama, es nacido de Dios”. “Y
si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”, pero “todos los que son guiados por el Espíritu
de Dios, éstos son hijos de Dios”. 1 Juan 4:7; Romanos 8:9, 14.
“El remanente de Jacob será en medio de muchos pueblos como el rocío de Jehová, como las
lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan a varón, ni aguardan a hijos de hombres”. Miqueas 5:7.”
El discurso maestro de Jesucristo, 28:1, 2, 3.
Primeramente, hay un acuerdo con Dios. Renunciar al pecado significa que hay unidad con Dios.
Eso trae paz al corazón. Cuando hay paz en el corazón, después de estar de acuerdo con Dios,
entonces hay paz a nuestro derredor también. Nuestra paz se esparce hacia otros. Ese es el poder de
la iglesia. Por eso, la verdadera paz con los hombres no se obtiene mediante la política ni el poder
del Estado.
¿Quién es el que recibe el Premio Nobel de la Paz? A menudo son los políticos y activistas.
Muchos de los que lo reciben han forjado tratados de paz; después de una guerra, por ejemplo.
Algunos que lo han recibido recientemente son Henry Kissinger, Barak Obama, Nelson Mandela, y
Gandhi. Estas personas ciertamente hicieron un buen trabajo. Pero ¿era la paz que Dios da? No, era
la paz que el mundo da y reconoce. ¿Cómo Jesús trajo paz al mundo? No fue mostrándole al mundo
cómo Él sufrió para hacer que otros dejaran de pelear por simpatía hacia Él. No, Él les dio un ejemplo.
Él mostró cómo funciona. Vivió para ellos y dio Su vida por ellos.
Leamos sobre esta paz. “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los
hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque
escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre,
dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre
su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.” Romanos 12:18-21.
Esta es la paz que Dios quiere darnos, practicando el poder de la iglesia. Es el poder de la iglesia
que se describe aquí muy claramente. Eso significa que no peleamos por nuestros derechos, así como
Jesús no peleó por los Suyos. Quiere decir que nos sometemos completamente al cuidado de Dios.
No necesitamos pelear por nuestros derechos cuando nos sometemos al cuidado de Dios, ese es el
punto. No necesitamos contestar si somos tratados injustamente. No necesitamos defendernos; no
necesitamos aplastar a la otra persona diciendo, “Él me habló así.”, o algo parecido. Podemos hacerle
frente a lo que hicimos y podemos aceptar la reprensión cuando es dada. Sea que la reprensión es
correcta o equivocada, no importa, porque estamos seguros en las manos de Dios, muy seguros.
Leamos esto.

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Separación de la Iglesia y del Estado

“Los que aceptan la palabra de Cristo al pie de la letra, y entregan su alma a su custodia, y su vida
para que él la ordene, hallarán paz y quietud. Ninguna cosa del mundo puede entristecerlos cuando
Jesús los alegra con su presencia. En la perfecta aquiescencia hay descanso perfecto. El Señor dice:
“Tú le guardarás en completa paz, cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti se ha confiado.”
Nuestra vida puede parecer enredada, pero al confiarnos al sabio Artífice Maestro, él desentrañará el
modelo de vida y carácter que sea para su propia gloria. Y ese carácter que expresa la gloria—o
carácter—de Cristo, será recibido en el Paraíso de Dios. Los miembros de una raza renovada andarán
con él en vestiduras blancas porque son dignos.” El Deseado de todas las gentes, 298.3.
Piensen en esto. Es un tema extremadamente interesante. “En perfecta aquiescencia hay descanso
perfecto.” Cuando verdaderamente nos entregamos al cuidado de Dios, entonces no hay nada que
pueda perturbar nuestra paz, absolutamente nada. Y si practicamos esto bajo la tentación, si
practicamos esto en una situación donde verdaderamente somos desafiados, entonces tenemos una
clara separación de iglesia y Estado, y esto es lo que Dios quiere darnos. Esto es una poderosa hacha
de la verdad, cuando hay perfecta paz bajo la provocación. No es cuando no somos provocados,
cuando todo es amigable y agradable a nuestro alrededor. Esa es una cosa, pero cuando somos
provocados y aun así todavía tenemos paz, entonces esa es la verdadera distinción, y Dios quiere
hacer tal separación de iglesia y Estado muy clara.
Más tarde, veremos el hecho de que la paz que Dios nos ha prometido es el amor que los creyentes
se tienen los unos a los otros. Cuando consideramos nuestra historia, puedo decir lo siguiente: Hubo
un tiempo cuando visitaba iglesia tras iglesia, iglesia tras iglesia, y teníamos campamento tras
campamento, y estábamos bastante frustrados por el hecho de que los mensajes parecían no funcionar
tan bien, porque todo lo que ganábamos al final del campamento parecía haberse perdido un año más
tarde. Luego trabajábamos hasta que el tono espiritual volvía a crecer de nuevo. Entonces nos íbamos
de esa reunión de campamento con la esperanza de que mucho ocurriría, pero tales resultados no eran
muy visibles. Quizás no pueda juzgarlo tan bien, pero no podíamos verlo. Y así continuamos año tras
año, hasta que el Señor nos instruyó muy claramente de que era hora de volvernos al mundo, a trabajar
por el mundo, a hacer obra misionera. Y al comenzar a hacerlo, nos concentramos en nuestra obra
misionera personal e individual. Pero ahora necesitamos aprender algo más, y es que nuestra obra
misionera debe ser hecha como iglesia, no como individuos. En otras palabras, por nuestra paz el
mundo conocerá que somos hijos de Dios. Por la paz que hay entre nosotros. Por el amor que nos
tenemos los unos con los otros el mundo conocerá que Dios ha enviado a Su Hijo al mundo, como
leemos en Juan 17 y también en Juan 13:35, y en otros lugares.
Es demasiado claro que Dios quiere mostrar la separación de la iglesia y del Estado mediante una
iglesia que practique el poder de la iglesia, y que esta sea nuestra experiencia esta tarde aquí en este
lugar y en todas partes del mundo.
Así que ahora concluiremos la reunión. Pero si están interesados en esto, pueden ver la Confesión
de Augsburgo que los protestantes hicieron en Augsburgo. Habla acerca de los poderes eclesiásticos
de la iglesia y aclara muy bien el punto allí de la separación de las dos espadas.

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