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TEMA: PREÁMBULO

En el Preámbulo, el autor vuelve a las ideas de fondo de su obra: la relación del


objeto de la percepción con el mundo, la necesidad de recuperar al objeto en el
origen de nuestra experiencia. Mirar el objeto, nos dice, es hundirse en él y a la vez,
hundir el horizonte. No podemos mirar el objeto desde ninguna parte, esto supondría
un obstáculo para poder captar todos los aspectos que nos presenta; la percepción
consiste, más que en "mirar el objeto" en "habitarlo “.

El objetivo de la obra se replantea, pues, al inicio de esta primera parte: volver a


encontrar "el origen del objeto en el corazón mismo de nuestra experiencia". En los
dos primeros capítulos, Merleau-Ponty critica el modo como la fisiología mecanicista
y la psicología clásica han entendido el cuerpo: como un objeto; según los estudios
realizados por la psicología moderna el propio cuerpo rehúye ser tratado como un
objeto. La palabra objeto tiene, como se ve, un sentido peculiar en la fenomenología,
normalmente despreciativo.

Objeto es cosa, realidad en sí, sin "significado" para mí o independiente de mi


conocer; el conocimiento de objetos ("objetivo") sería típico de las ciencias, o de la
filosofía clásica. El método fenomenológico, al rechazar un conocimiento "objetivo",
en la práctica termina por reducirse a una descripción siempre difuminada, poco
acabada, que rehúye toda definición y raciocinio, que no se deja atrapar en ninguna
fórmula precisa. Por esto, se presta a una interpretación muy subjetiva de lo real,
en la que lo único constante es la presencia de la conciencia en un mundo "vivido",
incorporado a ella.

“Desde el punto de vista de mi cuerpo, nunca veo iguales las seis caras de un cubo,
aunque fuese de cristal, y no obstante el vocablo “cubo” tiene un sentido, el mismo
cubo, el cubo de verdad, más allá de sus apariencias sensibles, tiene sus seis lados
iguales: A medida que voy dándole la vuelta, veo como el lado frontal, que era un
cuadrado, se deforma para luego desaparecer, mientras que los demás lados
aparecen y se vuelven, cada uno a su tiempo, unos cuadrados. Pero el desarrollo
de esta experiencia solo es la ocasión de pensar el cubo total con sus seis lados
iguales y simultáneos, la estructura inteligible que da razón del mismo.”
El Sujeto pasa siempre por un estado de sueño, de ensueño o de Angustia, y la
imagen de su mismo que aparece al exterior no es más que el reverso de esta
despersonalización.

El enfermo se siente en el doble que esta fuera de el como, en un ascensor que


sube y se para en seco. En su propio cuerpo que el enfermo siente la aproximación
de este otro que nunca ha visto con sus propios ojos, como el sujeto normal
reconoce por cierta quemazón de su nunca que alguien detrás de el está mirando.

Muchos enfermos hablan de un sexto sentido que les proporcionaría alucinaciones.


Si un sujeto se adapta a la visión de larga distancia, tiene de su propio dedo, como
de todos los objetos próximos, una imagen doble. Si le tocan o le pinchan, percibe
un contacto o una picadura doble. Toda percepción exterior es inmediatamente
sinónima de cierta percepción de mi cuerpo.

Pero al tomar así nuevo contacto con el cuerpo y el mundo, también nos volveremos
a encontrar nosotros mismos, puesto que, si percibimos con nuestro cuerpo, el
cuerpo es un yo natural y como sujeto de la percepción.

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