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I)’,nace J. Gelb
Historia
de la
escritura
Versión española de
Alberto Adell
Alianza
Editorial
Título original:
A Study o f Writing (con autorización de The University of Chica
Press, Chicago, Illinois, U. S. A.).
Prefacio............................................................................................. 9
Prefacio a la segunda edición..................................................... 13
Capítulo 1
La escritura como un sistema de signos.............................. 17
Capítulo 2
Precedentes de la escritura....................................................... 47
Capítulo 3
Sistemas logo-silábicos............................................................... 90
Capítulo 4
Escrituras silábicas..................................................................... 161
Capítulo 5
El alfabeto................................................................................... 217
Capítulo 6
Evolución de la escritura......................................................... 246
Capítulo 7
Escrituras modernas de los primitivos.................................. 265
7
8 Indice
Capítulo 8
Monogénesis o poligénesis de la escritura........................... 275
Capítulo 9
Escritura y civilización.............................................................. 285
Capítulo 10
El futuro de la escritura.......................................................... 302
Capítulo 11
Terminología de la escritura................................................... 316
Capítulo 12
Bibliografía................................................................................... 325
Indice alfabético............................................................................. 339
PREFACIO
9
10 Prefacio
Chicago, Illinois.
Junio, 1951. í. J. G.
PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION
Chicago, Illinois.
Noviembre, 1962. I. J. G.
13
PICTOGRAFICO PROTO-SUMERIO 3100
CO EGIPCIO PICTOGRAFICO 3 0 0 0
PROTO-ELAMITA
2900
2800
2700
2600
2500
2400
2300
PICTOGRAFICO
PROTO-INDICO 2 2 0 0
2100
2000
1900
1800
170 0
1 60 0
1500
PICTOGRAFICO 140 0
CHINO
1300
SOO
700
600
500
400
300
200
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O
IOO
200
300
400
SILABARIO 500
JAPONES
600
700
800
¡7
18 H istoria de la escritura
I
22 H istoria de la escritura
9 West African Studies (2.a ed., Londres, 1901), págs. 126 y sig.
10 C. A. G ollm er, «On A frican Symbolic Messages», The Journal o f the (Royal)
Anthropological institute o f Great Britain and Ireland, XIV (1885), 169-181.
11 Según me ha inform ado el profesor John Lotz,
1. La escritura com o un sistema de signos
15 Para todas estas expresiones y m uchas más, ver el artículo «Schreiben und
Lesen» en O. Schräder, Reallexikon der Indogermanischen Altertumskunde, II (Berlín
y Leipzig, 1929).
26 H istoria de la escritura
Por recepción G esto; m ím ica; expresión del ros a) Objetos: cruz o ancla; rosa
visual. tro o de los ojos; lectura de la rio; lenguaje de las flores o
bios; danza mimètica, señas por de las piedras; palos para
medio del fuego, el hum o, la co ntar; guijarros; quipu; ci~
luz, o los sem áforos. preas.
b) Señales en objetos: pintura y
escultura; e s c r i t u r a .
Por recepción A pretón de manos, abrazo o cari Lectura con los dedos de inscrip
táctil cia; presiones de m anos de los ciones en relieve o grabadas;
sordom udos ciegos. Braille.
16 Cf., por ej., Alan H. G ardiner, The Theory o f Speech and Language (Oxford,
1932); R udolf C arnap, Introduction to Semantics (Cambridge, M ass., 1942), pág. 3;
Charles M orris, Signs, Language, and Behavior (New York, Í946), págs. 36 y sigs.
Sobre sistem as de com unicación, aparte del lenguaje hablado, cf. el artículo progra
m ático de G eorge L. Trager, «Paralanguage: A First A pproxim ation», Studies in
Linguistic, X III (1958), 1-12, con am plia bibliografía.
17 Para otra term inología, cf. Allen W. Read, «An Account o f the W ord ‘Se
m antic’», Word, IV (1948), 78-97.
18 Por ej., Leonard Bloomfield, Language (Nueva York, 1933), capítulos 9 y 17;
idem, «Language or Ideas?» Language, XII (1936), 89-95; idem, Linguistic Aspects
28 H istoria de Ja escritura
22 C arnap, loe. cit., cree que el lenguaje hablado es el sistema de signos más
im portante, pero reconoce que existen otros sistemas que pueden ser aprendidos
y em pleados con independencia del lenguaje.
23 Por ej., Peter A. Boodberg en Harvard Journal o f Asiatic Studies, II (1937),
pág. 332, n. 5; y en T'oung Pao, XXXV (1940), pág. 269, n. 1.
24 Idem en Harvard Journal o f Asiatic Studies, loe. cit.
30 H istoria de la escritura
25 Por ej., Bloomfield. Language, loc. cit.; idem, Linguistic Aspects o f Science,
loc. cit.
20 Sapir, loc. cit.
27 Por ej., William F. Edgerton, «Ideogram s in English W riting», Language,
XVII (1941), 148 y sigs.; Herrlee G. Creel, «On the N ature of Chinese Ideography»,
T'oung Pao, X X X II (1936), 85-161; idemy «On the Ideographic Elem ent in Ancient
Chinese», op. cit., X X XIV (1938), 265-294.
1. La escritura com o un sistema de signos 31
Definición de la escritura
29 Incluso para un sabio chino, que vivió hace unos seiscientos años, «la c sm linn
es el habla pintada y el habla es el aliento con vocales». Cf. Tai T ’ung, 7'/«* S'i\
Or the Principies o f Chínese Writing. Traducción por L. C. H opkins ( ( 'xmilit
1954), pág. 31.
2
34 H istoria de la escritura
y (X) = K £ eaij + Xb
i- 1 j = 1
see the meaí [«ver la carne»], o entre a nice box [«una caja bonita»)
o an icebox [«un refrigerador»].
A la par con el principio de posición va el principio de contexto
de situación, para emplear un término introducido recientemente
por B. Malinowski en su estudio sobre el problema del significado en
las lenguas primitivas39. Así, la pregunta «¿Dónde está la pluma?»
suele ser entendida perfectamente por el interlocutor, aun cuando
la palabra «pluma» pueda tener diversos significados, tan solo
porque la pregunta fue hecha durante ciertas condiciones que con
vierten la interpretación en inequívoca. Igualmente, del contexto
puede interpretarse sin dificultad que la abreviación PG se refiere
a Parteigenosse si se encuentra en un informe acerca del partido
nazi, pero significa Panzergrenadier en un documento acerca del
ejército alemán, y post-graduate en términos universitarios40, igual
que AO será interpretado como abreviatura de Der Alte Orient en
una publicación orientalista y de Auslandsorganisation si se menciona
en un informe acerca de las actividades nazis fuera de Alemania.
El principio del contexto de situación se aplica también en otros
sistemas de signos, por ejemplo, en los que emplean gestos: un
hombre que señale la puerta con el dedo puede pretender indicar
en ciertas circunstancias algo como «¡Afuera!», mientras en otras
el mismo gesto puede representar sencillamente «allí» o «en aquella
dirección». La importancia del contexto de situación queda per
fectamente demostrada mediante las modernas caricaturas: una
caricatura política de hace cincuenta años es poco menos que in
comprensible para un joven que no se encuentre familiarizado
con la situación y las circunstancias que sirvieron de antecedentes
a la caricatura41.
Fuentes de información
güística general. Exposiciones generales del tem a pueden encontrarse en los ca
pítulos respectivos de los m anuales de introducción a la lingüística de Leonard
Bloomfield, Language (Nueva York, 1933), capítulo 17; H. A. Gleason, Jr., An
Introduction to Descriptive Linguistics (New York, 1955), capítulos 21 y 22; W. Nelson
Francis, The Structure o f American English (Nueva York, 1958), capítulo 8; Archibald
A. Hill, Introduction to Linguistic Structures (Nueva York, 1958), págs. 442 y sig.;
Charles E. H ockett, A Course in Modern Linguistics (Nueva York, 1958), capítulo 62;
H. M. Hoenigswald, Language Change and Linguistic Reconstruction (Chicago,
1960), págs. 4-12. U na exposición más detallada se encuentra en los artículos de
Josef Vachek, «Zum Problem der geschriebenen Sprache», Travaux du Circle Lin-
guistique de Prague, VIH (1939), 99-104; ídem, «Some R em arks on W riting and
Phonetic Transcription», Acta lingüistica, V (1945-1949). 86-93; idem, «W ritten
Language and Printed Language» en Melanges, J. M. Kofinek (Bratislava, 1948?,
que no he podido utilizar); H. J. Uldall, «Speech and W riting», A cta lingüistica, IV
(1944), 11-16; Ernst Pulgram , «Phonem e and G raphem e: A Parallel», World, VII
(1951), 15-20; y Angus M cIntosh, «The Analysis of W ritten Middle English», Tran
sactions o f the Philological Society, 1956, págs. 26-55; idem, «‘G raphology’ and
M eaning», Archivum linguisticum, XIII (1961), 107-120. M ientras Uldall y Pulgram
describen la m utua relación y dependencia de la escritura y la lengua, Vachek y
M cIntosh resallan el carácter básicam ente independiente de la escritura. La carac
terística com ún de todas estas investigaciones es que han sido hechas sobre escrituras
m odernas y que apenas tienen en cuenta, caso de que lo hagan, los sistemas pre-
alfabéticos. Es de suma precisión realizar un estudio a fondo de las m utuas relaciones
entre la escritura y el habla.
1. La escritura como un sistema de signos 43
las instituciones sociales, para citar tan sólo unos pocos de los
aspectos importantes de nuestra cultura.
Cuando la antigüedad deja de darnos la clave de cierto des
arrollo, hemos de buscar en otra parte iluminación para nuestro
tema. Suponemos que existen hoy, o han vivido durante los últimos
siglos, sociedades primitivas42 con un nivel cultural que en ciertos
aspectos se asemeja al de las antiguas culturas desaparecidas hace
mucho. Los restos escritos de pueblos primitivos como los indios
americanos, los bosquimanos de Africa, o los aborígenes austra
lianos, aunque disten mucho de lo que hoy llamamos escritura,
constituyen un valioso campo para comprender cómo los hombres
aprendieron a comunicarse entre sí por medio de signos visuales.
En nuestra investigación no debemos olvidar las escrituras artificiales
desarrolladas por los nativos bajo la influencia de los hombres
blancos, con frecuencia misioneros. La historia de estas escrituras
—de las que las más interesantes son los sistemas de los esquimales
de Alaska, de los Bamum africanos y de los indios Cherokee—
nos señalan las diversas etapas recorridas antes de alcanzar la forma
definitiva. El conjunto de estas etapas se asemeja estrechamente a
la historia de la escritura en su natural desarrollo.
Otra vía fructífera la proporciona el estudio de la psicología
infantil. Con frecuencia se ha observado que las actitudes mentales
de los bebés y de los niños se parecen a veces a las de las sociedades
en estado más primitivo. Uno de los puntos de simiiaridad más
importante es la tendencia hacia la especificación concreta43. Igual
que un niño dibuja una línea vertical y la explica como el árbol
que crece enfrente de la casa, los hombres primitivos suelen asociar
sus dibujos con cosas y hechos concretos del mundo en torno. Esta
tendencia en la escritura y en el dibujo es consecuencia del carácter
44 K urt G oldstein, «On N am ing and Pseudonam ing, from Experiences in Psy
chopathology», Word, II (1946), 1-7; ídem, «L ’analysede l’aphasie et l’étude de Pessence
du langage», en Psychologie du langage par H. Delacroix, etc. (Paris, 1933), páginas
430-496; A dhem ar Gelb, «R em arques genérales sur 1’utilisation des données patho-
logiques pour la psychologie et la philosophie du langage», op. c i t págs. 403-420;
Rom an Jakobson, Kindersprache, Aphasie und algemeine Lautgesetze (Uppsala Uni-
versitets Arsakrift, 1942, núm. 9, págs. 1-83); K urt Goldstein, Language and Language
Disturbances. Aphasie Sym ptom Complexes and Their Significance fo r Medicine
and Theory o f Language (Nueva Y ork, 1948); Rom an Jakobson y M orris Halle,
Fundamentals o f Language (’s-G ravenhage, 1956), Parte 2: «Two Aspects of Language
and Two Types o f Aphasic D isturbances»; A. R. Luria, «Differences between Dis
turbances o f Speech and W riting in Russian and in French», International Journal
o f Slavic Linguistics and Poetics, III (1960), 13-22.
1. La escritura com o un sistema de signos
El estudio de la escritura
Dibujos primitivos
1 Cf. H enri Breuil, Four Hundred Centuries o f Cave Art. T raducido del francés
(M ontignac, 1952); H erbert K iihn, Die Felsbilder Europas (Stuttgart, 1952); André
Varagnac et al., L'hom m e avant Tecriture (Paris, 1959).
2 Cf. esp. G arrick Mallery, Pictographs o f the North American Indians. A Pre
lim inary Paper (Fourth A nnual R eport of the Bureau o f Ethnology, Sm ithsonian
Institution; W ashington, 1886, págs. 1-256), e idem, Picture-Writing o f the American
Indians (Tenth Annual R eport; W ashington, 1893, págs. 1-822). Entre otras pu
blicaciones con extensas bibliografías, cf. Julian H. Steward, «Petroglyphs of Cali
fornia and A djoining States», University o f California Publications in American
Archaeology and Ethnology, XXIV (1929), 47-239; L. S. Cressm an, Petroglyphs o f
Oregon (Eugene, 1937); A. T. Jackson, Picture-Writing o f Texas Indians (Austin,
1938); T heodor K och-G rünberg, Siidamerikanische Felszeichnungen (Berlin, 1907).
2. Precedentes de la escritura 49
Más adelante afirma que «los fanáticos del tema han escrito volu
minosamente, discutido furiosamente, e incluso reñido en duelo»3.
En realidad el objeto de los dibujos es algo mucho más sencillo.
En muchos casos es, por supuesto, muy difícil, si no imposible,
averiguar la intención o el impulso que movieron al hombre a di
bujar o grabar una imagen, ya que no tenemos conocimiento de
las circunstancias que presidieron su ejecución. ¿Es la pintura una
manifestación de la expresión mágica, religiosa o estética? ¿Fue
trazada con la intención de asegurar una buena caza o fue resultado
del impulso artístico? No es improbable que impulsos diversos
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Figura 7. Dibujos lineales procedentes de
España y Francia
De Ebert. Reallexikon der Vorgeschichte,
VII, láms. 114 y sig.
Sistema representativo-descriptivo
La figura 10 es una carta enviada por correo por un Cheyenne del Sur, llam ado
«Tortuga-que-sigue-a-su-esposa», de la Agencia Cheyenne y A rapaho, en territorio
indio, a su hijo. Hom brecito, de la Agencia Pine Ridge, D akota. Fue dibujada en
m edia hoja de papel de escribir corriente, sin una sola palabra escrita, y bajo sobre
dirigido a «H om brecito, Cheyenne, Agencia ‘Pine Ridge’» en forma usual, escrito
por algún habitante de la prim era Agencia. La carta fue evidentem ente com prendi
da por H om brecito, ya que inm ediatam ente visitó al Dr. V. T. M cGíllycudd, agente
indio en la Agencia Pine Ridge y estaba enterado de que había sido puesta a su d e
posición la cantidad de 53 dólares con el fin de perm itirle pagar los gastos del hu j'n
viaje a casa de su padre en el territorio indio. El Dr. M cGiilycudd había recibido
por el mismo correo una carta del agente Dyer, que incluía 53 dólares y explicaba
la razón de su envío, lo que le perm itió entender tam bién la carta pictográfica. < <nt
la explicación anterior, es fácil ver, sobre la cabeza de la figura a la izquierda, la lo<
tuga que sigue a su esposa unida por una línea a la cabeza de la figura, y sobre la «a
beza de la otra, igualmente unida por una línea, hay un hom brecito. Tamlm'ii nubi*
el brazo derecho de la figura últim am ente m encionada aparece o lio lum ilim illu
56 H istoria de la escritura
X T X O<o
a b c d e f g h i j k i
a, el que habla, con la m ano derecha se apunta a si mismo y con la izquierda se
ñala la dirección tom ada; b, que sostiene un remo, viaja en barca; c, el que habla,
m antiene la m ano derecha a un lado de la cabeza, para indicar sueño, y eleva la izquier
da con un solo dedo en alto para significar una noche; d, un círculo con dos marcas
9 James Bonwick, The Last o f the Tasmanians (Londres, 1870), págs. 83 y sigs.
10 Mallery, Picture-W riíing, pág. 332 = ídem, Pictographs, págs. 147 y siguien
tes = W alter James H ofím an, «The G raphic Arts of the Eskimos», Annual Report
o f the Board o f Regents of the Smithsonian Institution f'or the Year 1895 (W ashington,
1897), 904 y sig.
2. Precedentes de la escritura 59
en el medio, significa una isla con cabañas; e, lo mismo que a\ f , un círculo para
expresar otra isla donde tocaron; g, lo m ismo que c, con un segundo dedo en alto,
significa dos noches; h, el que habla, con su arp ó n ; representa una foca que el ca
zador, j , cobró disparando con flecha y arco; k , el bote, con dos personas, con los
remos hacia abajo; /, la vivienda invernal del que habla.
11 Mallery. Picture-W riting, págs. 352 y sig. = idem, Pictogruphs, págs. 154 y
siguiente = Hoffm an, op. cit., pág. 907.
60 H istoria de la escritura
13 K arl Weule, Vom Kerbstock zum Alphabel (20 ed.; Stuttgart, 1926?), pag. 13;
Alfred Schm itt, Die Erfindung der Schrift (Erlangen, 1938), pag. 4.
62 H istoria de la escritura
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66 H istoria de la escritura
Probablem ente con el consejo de los ancianos y tas autoridades de su tribu, Perro-
Solitario [el indio D akota autor de la sistem atización del registro de los cóm putos
invernales] ha tenido la costum bre desde su juventud de elegir el hecho o la circuns
tancia que debía distinguir a cada año en cuanto éste pasaba y tras tom ar tal deci
sión, señalaba to que consideraba ser su sím bolo o seña apropiada en un m anto de
búfalo que se conservaba con este fin. La piel era m ostrada en determ inadas oca
siones a oíros indios del pueblo [D a k o ta], que de esta form a aprendían el significado
y uso tic los signos para designar los distintos años, con el fin de que al m orir el cro-
nisla tu» se perdiese el significado... Varios indios tam bién afirm aron que se conocía
la existencia de otros ejemplares más del registro en diversos estados previos, entre
las diversas iribus, que se conservarían probablem ente p a ra referencia, ya que
Perro-Solitario y su piel eran con frecuencia inaccesibles.
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70 H istoria de la escritura
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72 H istoria de la escritura
por medio del número «2» más el símbolo para «día» (junto al
ángulo superior izquierdo), en vez de repetir dos veces el símbolo
de «día»24, despierta la sospecha de que el autor puede haber in
ventado libremente las ilustraciones. Abona esta sospecha el tono
de despreocupación con que está escrito el libro para el uso «de
nuestros jóvenes amigos, los boy scouts» y debió haber servido
como advertencia a Jacques van Ginneken para no tomar estas
inscripciones demasiado en serio en sus estudios sobre las escrituras
de los indios americanos25.
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|4 t§ Jn <Tí№
Francia, m uestra escenas que describen en orden consecutivo una danza ceremonial
de caza, la m archa de los cazadores, el ojeo de la presa, el asedio y muerte de ésta
y el regreso de los cazadores. Solamente las muestras citadas en el libro de Ogg (en
la pág. 23, por ej.) contradicen la existencia de pinturas rupestres ordenadas tan
cuidadosam ente. La verdad es que el hom bre prehistórico pintó escenas com plicadas
sin sentir la necesidad o tener la capacidad de representarlas en el orden consecutivo
de los hechos reales.
26 De Carl M einhof, «Zur E ntstehung der Schrift». Zeitschrift fü r ägyptische
Sprache, X LIX (1911), págs. 1-14, pl. I b.
2. Precedentes de la escritura
Entre los indios americanos, los signos dibujados por una persona
de la tribu son entendidos por lo general por otros miembros de la
misma. En los africanos, los signos son comprensibles tan sólo
por la persona que los trazó, o a lo sumo, por algunos de sus amigos
más íntimos conocedores del sentido de los signos.
Además de los sistemas de identificación mnemótica tratados
en páginas anteriores, hay otros que han gozado de un uso limitado
en varias partes del mundo. Entre ellos debemos mencionar el
sistema de los indios Cunas en Panam á29, de los indios Aymará
en Bolivia y Perú30, las inscripciones descubiertas en Sicasica en
27 R. E. D ennett, A t thè Back o f the Black M an's M ind (Londres, 1906), págs. 71
y sigs.
28 Pictographs, pág. 17.
29 Erland N ordenskióld, Picture-Writings and Other Documents by Néle and
Rubén Pérez Kan tule (G oteborg, 1928); David Diringer, L'alfabeto nella storia della
civiltà (Firenze, 1937), pág. 605.
30 Diringer, op. cit., págs. 600 y sigs.; C. F. L ehm ann-H aupt en Zeitschrift dcr
Deutschen Morgenlandischen Gesellschaft, LX X III (1919), 58 y sigs.; Johannes Frir
drich, op. cit., XC1 (1937), 333 y sig. La bibliografia sobre estos sistemas sudam ena*
nos va en aum ento, cf., entre otros Dick Edgar Ibarra Grasso, La escritura indignili
Andina (La Paz, 1953); Porfirio M iranda Rivera, «Quipus y jeroglíficos», Z.cit.uhrilt
fù r Etimologie, L X X X III (1958), 118-132. Estas escrituras, empleadas pani iq iu t
ducir canciones m odernas, himnos y catecismos, derivan, bajo la influi'tii i« o*
cidental, a sistem as logográficos con fuertes tendencias hacía la foncti/iidón.
78 H istoria de la escritura
Sistemas limitados
39 De acuerdo con mi idea de la situación, esto es cierto de los ensayos más serios
hechos recientemente por el lingüista norteam ericano Benjamín L. W horf y el etnólogo
ruso Yuriy V. Knorozov. La obra de W horf, «M aya W riting and Its Decipherment»,
M aya Research, II (1 c)35), 367-382, y «Decipherm ent of the Linguistic Portion of the
M aya Hieroglyphs», Annual Report o f the Smithsonian Institution, 1941, págs. 479-502,
fue criticado por J, Eric S. T hom pson, M aye Hieroglyphic Writing (W ashington,
D. C., 1950), págs. 31! y sigs., pero recibida favorablem ente por A rchibald A. Hill
en International Journal o/ American Linguistics. XVIU (1952), 184 y sigs. La obra
de Knorozov, «Drevnyaya pis’m ennosi’ Centrainoy Ameriki», Sovetskaya Etno-
grafiya, 1952, Parte 3, págs. 100-118; «Pis'm cnnost’ drevnikh M aiya, Opyt rasshifrov-
ki», op. c i t 1955, Parte J, págs. 94-125; «The Problem o f the Study of the Maya
Hieroglyphic W riting», American Antiquity, XXIII (1958), 284-291; y «New D ata
on the M aya W ritten Language», Journal de la Socicté des Américanistes, n. s. XLV
(1956), 209-216 (Proceedings o f the Thirty-second International Congress o f Americanists
[Copenhague, 1958], págs. 467-475), fue recibida favorablem ente por T or Ulving
en «Russian D ecipherm ent o f the M aya Giyphs», International Journal o f American
Linguistics, X X II (1956), 184 y sigs., y «A New Decipherm ent o f the M aya Glyphs»,
Ethnos, XX (1955), 152-158, pero criticada por T. S. Barthel en «Die gegenwärtige
Situation in der Erforschung der M aya-Schrift». Journal de la Société des América-
n is tes, n. s. XLV (1956), 219-22.7, y J. Eric S. T hom pson en Yan, II (1953), 174-178,
y «Systems of Hieroglyphic W riting in M iddle A m erican and M ethods of Deciphering
Them», American A ntiquity, XX IV (1959), 349-364. No he podido conocer los informes
prelim inares por Evreynov, Kosarev y U stinov acerca del descifrado «siberiano»
de la escritura maya con la ayuda de m áquinas com putadoras. Para una crítica de
su obra ver K norozov, «M ashinnaya deshifrovka pis’ma Maiya», Voprosy yazykoz-
naniya, XI/1 (1962), 91-99.
2. Precedentes de la escritura 85
41 J. Leslie Mitchell, «The End o f the M aya Old Empire», A ntiquity, IV |l'» n i|
285-302.
42 Paul Schellhas, «Problem e der M ayaforschung», h'orschuny.vn und
XVI (1940), 122.
H istoria de la escritura
43 Cf.. por ejemplo, la escritura de «3 días» con tres signos para «día» en nuestra
figura 9 y de «5 m artas» con 5 signos para «m arta» en un gráfico de A laska publicado
en M aliery, Picture-W riting, págs. 581 y sig. En el mismo sentido debe considerarse
la escritura de «51 hom bres» en nuestra figura 9 y de «$ 53» en la figura 10.
2. Precedentes de la escritura
I
Capítulo 3
SI STB MAS LOGO-SI LABICOS
1 El au to r publicará próxim am ente una nota sobre estas inscripciones. Cf., pro
visionalm ente, R. D. B arnett and N. Gókce, «The Find of U rartian Bronzes at Altin-
tepe, N ear Erzincan», Anatolian Studies, III (1953), 121-129.
2 Las «inscripciones» de la Isla de Pascua fueron consideradas seriam ente como
escritura por H. Jensen, Die Schrift (2.a ed.; Berlín, 1958), págs. 334-338; James
G. Février, H istoirede l'écriture (novena e d .; París, 1959), págs. 147-149; y D. Diringer,
The Alphabet (Londres, 1948), págs. 136-40. M. Cohén, en La grande invention
de l'écriture el son évolution (París, 1958), págs. 31-33, situó prim ero las «inscripciones»
de la Isla de Pascua bajo los precedentes de la escritura; después, bajo la influencia
de obras por especialistas com o Thom as Barthel, Grundlagen zur Entzifferung der
Osterinselschrift (Ham burgo, 1958), y N. A. Butinov y Y. V. K norozov, «Preliminary
R eport on the Study o f the W ritten Language o f Easter Island», The Journal o f the
Polynesian Society, LXVI (1957), 5-17, cam bió de opinión y en su Documentation,
págs. 49 y sigs., las adscribió a la «etapa picto-ideográfica», junto con las escrituras
azteca y maya. D e hecho, si las «inscripciones» de la Isla de Pascua han de adscribirse
a una etapa de la escritura, aunque se trate de una primitiva, hemos de suponer la
existencia de un tipo de escritura absolutam ente único desde el punto de vista de
la form a y de la composición de su signario. AI ser la com unicación el objetivo de
la escritura, las formas de los signos en las escrituras aceptadas se construyen ñor
m alm ente de m anera que perm ita un reconocim iento fácil y rápido de los dislinloN
signos. P or el contrario, la gran m ayoría de los signos de la Isla de Pascua son lutt
parecidos y se distinguen por detalles tan insignificantes, que pueden rccomuriHi'
con suma dificultad. Obsérvese adem ás, que los especialistas en el tema tic ln Inlti
de Pascua no han logrado form ar una lista definitiva de los distintos signos qur n|nt
recen en los textos. Barthel, p o r ej.; habla de unos «120 G rundbestandteilo» y «i’lwi*
1500-2000 verschiedene K om positionen» (op. c//., pág. 314), y después pnmi n iijími
92 H istoria de ia escritura
Sistema sumerio
l>¡ulir» iu «7‘>0 Kennziffern» en sus Form entafeln 1-8. Cf. tam bién J. Imbellioni,
«I ir, 'iithli ins ¡cu hinttís' de Pascua» m onum entos de un sistema gráfico indo-oceánico»,
Ktiihi, IV ( I *>“>I I, W) 177; Alfred M étraux, Easter Island, trad u a d o del francés (Oxford,
IVY/), i“>|>. | >; >. IKi-,><)7.
3. Sistemas logo-silábicos 93
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28,7 resulta claro que los signos no pueden representar más que obje
tos y personas. Más desarrollada y de más fácil interpretación es la
figura 29,8 una tableta de contabilidad con multitud de minúsculos
cuadros en el anverso, cada una con un número en forma de semi
círculo y un nombre de persona expresado por uno o más signos.
Lo que se envía o asienta está expresado en el reverso, donde se lee
claramente ‘54 buey vaca’, es decir: «54 bueyes (y) vacas» o «54 reses».
Es evidente que no importaba nada al asentador que los bueyes o
las vacas perteneciesen a personas determinadas y no hay nada
que indique si el ganado era traído por diferentes personas o enviado
a ellas.
Al decir que la sustitución de los sellos por nombres personales
escritos constituyó un factor de importancia en el desarrollo de
la escritura sumeria, es preciso dejar claro que discrepo totalmente
de la idea de que los sumerios llegasen a la concepción de la escritura
gracias al empleo del sello cilindrico, o que el antecesor inmediato
figuras com o objetos hay para contar, m ientras los súm enos em plean solam ente dos
signos, uno p ara el núm ero y otro por las cosas contadas.
12 C. K. Ogden y I. A. Richards, The Meaning o f Meaning (2.a ed.; Nueva York,
1927}, Supplem ent I, págs. 306 y sig.
3. Sistemas logo-silábicos 99
13 U na com pleta transferencia fonética, tam bién llam ada principio jeroglifico,
puede observarse en los sím bolos heráldicos como en la representación del escmlo
de arm as de O xford, con un buey (ox) cruzando un vado (ford ), o de la familia Gril'fin.
que exhibe un dragón mítico (Criffon). Cf. A. C. M oorhouse, The Triumph of thv
Álphabet (Nueva York, 1953), pág. 18.
100 H istoria de la escritura
17 Op. cit., pág. 43, citando núms. 340, 539. 594 y sig., etc.
102 H istoria de la escritura
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Figura 32. Los dos m étodos m esopotám icos de crear signos silábicos
Sistema egipcio
De J. E. Quibell en Zeitschrift für ägyptische Sprache, XXXVI (1898), läms. XII y sig.
3. Sistemas logo-silábicos 107
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quiera, igual que el signo txmx con el valor f n f , tlm \ teme, tumu,
fm \ /‘m f), t{a)ní\ etc. (fig. 37).
El nombre «silabario» dado aquí a los signos fonéticos y no
semánticos egipcios, debe entenderse en su sentido más sencillo,
es decir, como de un sistema que consiste en signos silábicos. Esta
simple terminología no tiene relación alguna con la opinión de ciertos
egiptólogos que clasifican los signos «fonéticos» egipcios en dos
clases: signos alfabéticos del tipo m y signos silábicos del tipo tm 19.
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19 A dolf Erm an, Ägyptische Grammatik (2.a ed.; Berlín, 1902), §§ 11 y sigs.,
revisado más tarde en las ediciones 3.a y 4.a. La vieja term inología de Erm an se sigue
em pleando aún por algunos egiptólogos.
.í. Sistemas logo-silábicos 311
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21 Op. cit., págs. 37 y sig.; tam bién méne, mine, mno, no indicado claram ente
por Sethe.
22 Por razones prácticas, puede ser aconsejable continuar con las translitera
ciones consonanticas en el cam po de la egiptología, pero semejantes transliteraciones,
si se acepta mi teoría, llevarían a falsas interpretaciones en un tratado general sobre
la escritura.
23 W. F. Ldgcrton en Journal o f Near Eastern Studics, XI (1952), 288, expresó
dudas acerca do lo correcto de mi afirm ación respecto a la existencia de docenas
de escrituras silábicas que evolucionaron finalmente desde una etapa logográfica.
Mi cifra se basa en la evaluación de los siguientes sistemas: sum erio y sistemas si
3. Sistemas logo-silábicos 113
Sistema hitita
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28 Para más ejemplos de este tipo cf. O. Franke, «Grundsätzliches zur W iedergabe
frem der Länder-und O rtsnam en im Chinesischen», Sitzungsberichte der Preussischen
Akademie der Wissenschaften, Philos.-hist. Kl., 1934, págs. 244-280, y O tto Maen-
chen-Helfen, «History in Linguistics», Journal o f the American Oriental Society,
LXVIII (1948), 120-124. Según una historia citada por Abel Rém usat, «Rem arques
sur quelques écritures syllabiques tirées des caractéres chinois, et sur le passage de
l’écriture figurative á l’écriture alphabétique», Mémoircs de ¡'Institut Royal de France,
Académie des Inscriptions et Belles-Lettres, VIII (1827), 43, un chino (trasladado a
Francia) escribió el nom bre de su país fonéticam ente con un signo que significa
Thang, «dulce» y lo justificaba diciendo que China era el país más dulce del mundo.
Yuen Ren C hao inform a en el Journal o f the American Oriental Sociey, LXXX1
(1961), 175, que ciertos escritores chinos llam aban a Chicago Shyjiagun, «Valle do
los poetas». D urante las primeras décadas de este siglo tuvieron lugar varias propues
tas para simplificar la escritura chma o reem plazarla por un alfabeto fonético basado
124 H istoria de la escritura
en el latín, pero ninguna de ellas tuvo éxito. En 1956 la comisión para la reforma
de la escritura china publicó un plan de sustitución de la vieja escritura por caracteres
alfabéticos latinos, que p: reció tener más posibilidades de éxito. La reform a de la
escritura va en China pareja con la «reform a del idioma», concretam ente con la
sustitución de los diversos dialectos chinos por un soio dialecto, el llam ado de Peiping.
Cf. W ou Yu-Tchang, «La reform e de l’écriture chinoise». Recherches internationales
á la lumiére du marxisme, núm. 7. Linguistíque (3958), págs. 127-135, y Lo Tchang-Pei
y Liu Chou-Shiang, «Vers la unification de la langue chinoise», op. cit., págs. 94-126.
29 A. Forke, «Neuere Versuche mit chinesischer Buchstabenschrift», Mitteilungen
des Seminars für Orientalische Sprachen. vol. IX, Abt. 1 (1906), págs. 401-408.
30 Muy poco espacio puede dedicarse aquí a la discusión de las escrituras desarro
lladas por pueblos de origen no chino, com o las de los Lo-lo, Mo-so (o N a-khi o
N a-hsi) y Yao, de la familia de lenguas tibeto-birm anas, habladas en el sudoeste
de China y más allá, en Birmania e Indochina, y las escrituras de ios pueblos Choitan,
Niu-chih (o Jou Chen) y Tangut (o Si-hia o Hsi-hsia), de la familia de lenguas turca
o mongol, habladas en la C hina central o del norte. Aunque algunos de los sistemas
muestran form as que recuerdan el chino, otros, como el lo-lo y mo-so, han desarro
llado form as independientes basadas en caracteres enteram ente pictográficos. Otra
característica de estos sistemas es un desarrollo muy m arcado de la silabografía.
Estas escrituras son muy poco conocidas y se necesita en gran m anera un extenso
estudio, tanto desde el punto de vista form al com o del estructural. Cf. Hans Jensen,
Die Schrift (G lückstadt y H am burgo, 1935), págs. 144-í 52; David Diringer, The
Alphabet (Londres y N ueva York, 1949), págs. 141-148; y James G. Février, Histoire
3. Sistemas logo-silábicos , *>s
de l'écriture (París, 1948), págs. 82-85. Estas escrituras, algunas p ro m lrn lri de ln
época medieval, no tienen nada en com ún con la¿ escrituras d d sislemn IVIIhuI
desarrolladas por los m isioneros en tiempos recientes para uso de los |iin (ilitn un
chinos de C hina, citados en la pág. 301, núm. 18.
126 H istoria de la escritura
11 Snlm- el raiíK ler de la escritura proto-elam ita cf. provisionalm ente el artículo
<!<■ <\ l unik n i M;ix líhert, Reallexikon der Vorgeschichte, III (1925), 83 y sig.
3. Sistemas logo-silábicos 127
Orcomenos, Pylos, Tebas, Tirinto, etc.) y en las islas del Egeo, han
proporcionado material epigráfico de gran utilidad para rellenar
huecos en nuestros conocimientos, basados en el material de Knossos.
Aunque la escritura cretense se encuentra todavía sólo descifrada
en parte, podemos seguir bastante bien su línea principal de desarro
llo. Sellos con representaciones de objetos y seres vivos aparecen
en las etapas más tempranas del período minoico arcaico. A co
mienzos del minoico medio ] (hacia 2000-1900 a. C.) aparece gra
dualmente la primera forma pictórica de la escritura. Es la que
Evans llama «Clase A» de la escritura jeroglífica (fig. 48), que en
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130 H istoria de la escritura
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Figura 52. Evolución de algunos signos jeroglíficos cretenses en form as lineales
De Evans, The Palace o f M inos, I, pág. 643
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34 M ichael Ventris y John Chadwick, «Evidence for (ircck I)m lrt (>< in IIn' Mv
cenaean Archives», Journal o f Hellenic Studies, LXXIII (MIM), H<) 111 %. V n d ih
«King N estor’s Four-H andled Cups», Archaeology, VII I *> I, t |i*nlwi«lt t
134 H istoria de la escritura
Signos en general
Ventris, «Greek Records in the M inoan Script», Aniiquily, XXVII (1953), 196-206;
Ventris y Chadwick, Documents in Mycenaean Greek (Cambridge, 1956); Chadwick,
The Decipherment o f Linear B (Cambridge, 1958); Michel Lejeune, M emoir es de phi-
lologie mycénienne, Prim era serie (Paris, 1958), esp. págs. 321-330.
35 G. Pugliese Carratelli, Le iscrizioni preelleniche di Haghia Triada in Creta e
delia Grecia peninsulare en M onumenti Antichi, XI, 4.a (1945), págs. 422-610; ídem,
«La decifrazione dei testi micenei e il problem a della lineare A», Annuario della Scuola
Archeologica di Atene, XIV-XV1 (1952-1954), 7-21; G. P. Gould y M. Pope, Pre
liminary investigations into the Cretan Linear A Script (ciclostil, University of Cape
Town, 1955); Arne F urum ark, Linear A und die altkretische Sprache. Entzifferung
und Deutung (2 partes, m ulticopista; Berlín, 1956); P. Meriggi, Primi elementi di
Minoico A (Salam anca, 1956); W. C. Brice, Inscriptions in the Minoan Linear Script
o f Class A (Oxford, 1961).
Figura 54. Signos pictóricos de las escrituras sumeria, egipcia, hitita y chimi
136 H istoria de la escritura
'*■ 1 (i (|u<* oslo significa en el caso de las cuatro escrituras exam inadas antes,
i|*n- cu miiiutío y en chino, los signos de las form as, tanto m onum entales como
t u i’iivir.. mui cu Hum parte lineales, m ientras que en egipcio y en hitita los signos de
lii (mimui ilnciiiucniíii son principalm ente pictóricos, pero en la forma cursiva son
n o I u i ' i n d i » Itnralcs.
3. Sistemas logo-silábicos 137
Signos léxicos
31 Tai T ’ung, The Six Scripts, Or the Principles o f Chinese Writing, traducción
por L. C. H opkins (Cambridge, 1954), y Tchang Tcheng-M ing, L'écriture chinoi.se
el le geste humain (Shanghai y Paris, s. a.), págs. 5 y sigs. Para una discusión dc In
clasificación de los signos verbales según se proponen en este libro, cf. Tai Chiiti-.Fcn,
«M r. G elb’s Six Principles o f W riting», Academic Review Quarterly, IV/1 ( W H
37-42, en chino.
Sumerio Egipcio Hitita Chino
2. Asociativo Sol «blanco; día» Sol «día» Cabeza «jefe» Sol «día»
Estrella «divinidad» Estrella «hora» H acha «cortar» Torre «alto»
M ontaña «país extranjero» Vaca mirando a becerro Hom bre.Hom bre «estar de SoIX una «brillante»
V a ró n .M o n ta ñ a « e sclav o «regocijarse» acuerdo» o análogo M ujer.Niño «am or, bueno»
varón» / Mujer.Escoba «esposa»
M ujer.M ujer «disputa»
M ujer.M ujer.M ujer «false
dad»
3. D iagram ático Semicírculo «uno» Línea vertical «uno» Línea vertical «uno» Línea horizontal «uno»
Círculo «diez» Cruz de San Andrés «rom Línea horizontal «diez» Cruz latina «diez»
Círculo «totalidad; todo» per» Línea vertical.Sem ícírculo Línea vertical.Línea hori
Línea horizontal.Línea hori Línea vertical.Sem ícírculo «volver» zontal «arriba»
zontal «sum ar» «cortar» Línea horizontal.Línea ver
Cruz griega «rom per» Circulo «dar vuelta» tical «abajo»
S e m ic ír c u lo .S e m ic ír c u lo
«dividir»
4. Indicador Ciudad./ísiwr «(ciudad)As- Señor.H om bre «señor (hu D eidad.Palom a «K upapas Cuadrado.M adera «tabla»
sem ántico sur» y Deidad. Assur «(dei m ano)» y Señor.Deídad (deidad)» y Cuadrado.Tierra «dis
dad) Assur» «señor (divino)» Colmena. Ciudad «M alat- trito» (am bos, fa n g )
M adera.Arado «arado» y rf*ffr*5x/x.Pueblo «pueblo» ya?(ciudad)» Dedo Pulgar.M adera «al
H o m b re.A ra d o « la b ra y c/xmx,xíx.M ano «al d e a» c o m p a ra d o con
dor» canzar» Pulgar «pulgar» (am bos
ts'ung)
5. Transferencia Flecha «flecha; vida» (ti) P ato «pato; hijo» (sx'x) Asiento «asiento; com ple Trigo «trigo; venir» (Jai)
fonética Cebolla «cebolla; dar» (surri) C esto «cesto» (nxbxt x)\ tar?» (asa-) Escorpión «escorpión; diez
«señor» (mx¿>x) mil» (wari)
ó. Indicador Corona.«?« «corona» (men) j x.H om bre «hom bre» (.sx) Señor.ni-s(a) o Señor.na- O jo .ku «ciego» (ku)
fonético Oreja.gw.taí: «sabio; sabi n x. C e s t o . b x t x « c e s to » ni-s(a) «señor» (nanis) Mano.ftw «llevar» (kang)
duría» (gestuk) (nxbxt x) Ágaz.kung «río» (kiang)
rxc*.H om bre «persona»
(rxm xcx)
cual el ojo del dios halcón Horus fue roto en pedazos por el per
verso dios Seth38. No es que los fragmentos del ojo de Horus con
dujesen a la creación de los signos fraccionarios, sino más bien
que estos signos, de probable origen geométrico, puede haberlos
dispuesto más tarde algún escriba ingenioso de manera que formasen
el ojo sagrado del dios39. Ciertos signos de forma geométrica quizá
deban su origen a la imitación de signos en el lenguaje de los gestos,
como el grafismo para «todo», dibujado en forma de un círculo,
quizás derive de un signo gestual hecho por un movimiento circular
de la m ano40.
41 Alan H. G ardiner, The Theory o f Speech and Language (Oxford, 1932), pag. 122.
42 R. O. Faulkner en A ntiquity, XVII (1943), 207.
3. Sistemas logo-silá bicos 143
43 El térm ino «sum erogram a» fue introducido hace algunos años por los asirió-
logos de Chicago, pero resulta ahora im posible investigar su paternidad.
3. Sistemas logo-silábicos 145
44 Cf. abajo, págs. 207 y sig., y Johannes Friedrich en Zeitschrift der Deutschen
Morgenländischen Gesellschaft, XCV (1941), 381 y sig.
146 H istoria de la escritura
4A lista observación queda perfectam ente clara por Siegfried Schott en Hiero
glyphen. Um er.such ungen zum Ursprung der Schrift (Akademie der Wissenschaften
und der Literatur in M ain 2 , Abhandlungen der Geistes-und Sozialwissenschaftlichen
Klasse, Jahrgang 1950, nmn. 24), píígs. 1 15 y sig., donde afirma que los «muss lernen»
y «er muss wissen» egipcios son signos que están asociados convencionalm ente con
palabras determ inadas y no con ideas o significados vagos.
3. Sistemas logo-silábicos 147
Signos silábicos
46Pero cf. los certeros com entarios en el libro de Schott citado antes.
47I. J. Gelb, Hittite Hieroglyphs, II (Chicago, 1935), 3.
48 Idem, Hurrians and Subarians (Chicago, 1944).
49 Cf. Yuen Ren Chao en Harvard Journal o f Asiatic Studies, V (1940), 189-191;
y Franklin E dgerton en Proceedings o f the American Philosophical Society, LXXXV1I
(1944), 29.
50 En T oung Pao, XXXII (1936), 85-161, y XXXIV (1938), 265-294.
51 En Harvard Journal o f Asiatic Studies, II (1937), 329-372, y en Toung Pun,
XXXV (1940), 266-288. Acerca de la historia de los térm inos «logografía» coiil ru
«ideografía» y su empleo actual, ver el análisis por Gelb en Language, XXXVIII
(1962), 208-211.
Historia de la escritura
Claro está que todas estas palabras podrían seguir siendo ex
presadas por un signo léxico, si existía en el sistema, pero silábica
mente podían escribirse tan sólo con signos tomados de un silaba
rio empicado convencionalmente.
No existe ningún silabario sumerio, egipcio, hitita o chino que
pueda ser considerado como típico. Lo que en realidad disponemos
es de diversos silabarios sumerios, egipcios, hititas y chinos, todos
limitados a ciertos períodos y regiones. Así, en sumerio, de un
total aproximado de 22 signos diferentes, todos leídos como du,
pero cada uno correspondiente a una palabra distinta del idioma,
fue elegido en cierto momento un signo para ser empleado como
sílaba du en todos los casos de escritura no semántica. Los signos
silábicos así elegidos formaban parte de un silabario que pudo
haber tenido un uso limitado a una determinada época o a cierta
región. En otro lugar y en diferente ocasión, un distinto signo du
puede haber sido elegido para representar esta sílaba. A veces,
la mezcla de influencias puede haber sido origen de más de un signo
para la misma sílaba. Pero tales ocasiones son relativamente raras
antes de los últimos períodos en los que la escritura comenzó a caer
en su proceso de degeneración (v. págs. 259 y sig.).
Esta rotunda afirmación podrá parecer caprichosa a cuantos se
encuentren familiarizados, aunque sea superficialmente, con las lis
tas de signos mesopotámicos y que recuerden el gran número de
signos homófonos que figuran en ellas. La existencia de una ho-
mofonía casi sin límites sería cierta, por supuesto, para la totalidad
del silabario mesopotámico, pero no lo es concretamente en el caso
de silabarios particularizados de una determinada época o región.
Cuantos se tomen la molestia de contar los signos determinados
con valores silábicos de una región o período limitados —como
yo he hecho en varias ocasiones— podrán llegar fácilmente a la
conclusión de que sílabas idénticas se encuentran expresadas nor
malmente por un solo signo. Prueba de ello son los mismos silaba
rios de los antiguos asirios y babilonios. Este.último, tomado del
código de Hammurapi, está representado aquí en transliteración
en forma de un cuadro que muestra solamente los valores monocon-
sonánlieos (íig. 57). Los valores pluriconsonánticos son, por su
puesto, rara vez homófonos. El empleo de más de un signo para
un solo sonido, como en el caso de los sibilantes, es debido a la
3, Sistemas logo-silábicos 149
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ma mi me mu am im em = im um
na ni ne nu an in en un
pa pi — bi pé = bi pu ~ bu ap = ab ip = ib ep = eb up = ub
qá = ga qi = k i qé = ke qú = ku aq — ag iq = ig eq — eg uq = ug
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fa = d a ti = di te 4 = te tú — til a X = ad it - - id et —=ed u t — ud
tì — ti
wa wi = wa we — wa vvu — wa — —
za zi zé zu az iz ez — iz uz
Com o acertó a observar Siegf'ried Schott apuelSethe, op. cit., págs. 78 y siguiente.
( T. tam bién el magistral estudio de H. W. Fairm an, «An Introduction to the Study
o f l’tolcm aic Signs and Their Valúes», Bultetin de l'Institut Franfuis d'Archéologie
Oriciittilr dn Caire, XLII1 (1945), 51-138, quien al calificar de «com pletam ente di-
Umla» ;i la acrofonía (pág. 52) m uestra evidentes dudas acerca de la existencia del
principio acrofónico incluso en los últimos tiempos dei antiguo Egipto (época pto-
lemaica).
* ’ (T. tam bién el examen de la supuesta acrofonía en el hitita jeroglífico de Gelb,
en ¡.angutigc XXXV!I I (1962). 199, con referencias al egipcio y al cretense.
Monosílabos abier-
Signos auxiliares
Escritura logo-silábica
■,H Las excepciones son aquellos signos (rasgos, puntos o espacios), empleados
para indicar las divisiones entre las palabras. Estas indicaciones de pausas o uniones,
llamadas a veces «fonemas suprasegm entales», han de ser consideradas como carac
terísticas prosódicas del idioma.
5y Cf. J. Fricdrich. «Die Paraltel-L ntw icklungder drei alten Schrift-Erfindungen»,
Analecta Bíblica, XII (1959), 95-101.
3. Sistemas logo-silábicos 155
Hsin-mu i>n ¡i ti\ que no conocía. Esto no prueba, claro está, que
d proceso ilc transliteración de una frase extranjera en caracteres
elim os sea tan fácil como en las restantes escrituras logo-silábicas.
Lo que significa es que la escritura china, a pesar de su extremado
earáeler logográfico, tiene un número limitado de signos verbales
que pueden utilizarse con una precisa función silábica para expresar
palabras y nombres extranjeros (cf. pág. 151 )61.
Silabarios cuneiformes
4 «The I'l’. yplmn Origin of the Semitic A lphabet», Journal o f Egyptian Archaeology,
111 (1916), M 6 .
4. Escrituras silábicas 165
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9 Finalm ente, el fragm ento de Tell es-Sárem y las puntas de jabalinas, de gran
im portancia epigráfica, descubiertas por un cam pesino en El-H adr, aldea en las pro
ximidades de Belén, están fechadas hacia 1100 a. C. Cf. R uth B. Kallner, «Two
Inscribed Sherds», Kedem, II (1945), 11-14 y VII, y E. L. Sukeník, «N ote on the Sherd
from Tell es-§5rem», op. cit., págs. 15 y V II; J. T. Milik y Frank M. Cross, Jr., «In
scribed Javelin-Heads from the Period of the Judges: A Recent Discovery in Palestine»,
Bulletin o f the American Schools o f Oriental Research, núm . 134 (Í 954), 5-15, y Cross,
op.cit., págs. 15-24.
10 Para opiniones opuestas acerca de fechas y lecturas de las distintas inscripcio
nes proto-palestinas, cf. las obras de autores citados en las notas 8 y sigs., y también
I rank M. Cross, Jr., y David N. Friedm an, Early Hebrew Orthography (New Haven,
Coimcclicut, 1952), págs. 8 y sig., y G. R. Driver, Semitic Writing fro m Pictograph
to Alphabet (rev. ed.; Londres, 1954), págs. 98-103 y 198 y sig.
11 W. M. Minders Petrie, «The A lphabet in the X llth Dynasty», Ancient E gypt,
VI (1921), págs. 1-3.
13 G. Morsíicld et L. H. Vincent, «Une stéle Égypto-M oabite au B alou’a», Revue
BiblU¡iu\ XLI (1932), 417-444.
4.
Escrituras silábicas
en Fayyüm (Egipto)
De W. M. Flinders Petrie en Ancient Egypt, VI (1921), 1
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16 La discusión general en H ans Bauer, Das Alphabet von Ras Schamra (Halle,
(1932).
17 Cf. la discusión p or A. H erdner, «A-t-il existé une variété palestinienne de
l’écriture cuneiform e alphabetique?», Syria, XXV (1946-1948), 165-168. Uno de
los descubrim ientos más im portantes hechos en Ras Sham rah en los últim os tiem
pos es el hallazgo de un viejo abecedario, que prueba que el orden de los signos
es el mismo que en las escrituras semíticas occidentales posteriores (fenicia, he
brea, etc.), con las diferencias siguientes: entre los 27 prim eros signos del abece
dario ugarítico figuran cinco signos [H, S, D, 2 , G ), que desaparecieron en el semítico
occidental posterior; los signos núm eros 28 y 29 (5¿, ’w, que representan una evolu
ción estructural del núm ero 1, originariam ente 3), así com o el núm ero 30 (especial
mente en el uso del hurrita), constituyen una evolución local y fueron situados al
final del abecedario. Cf. Cyrus H. G o rdon, «The U garitic ‘A B C ’», Orientalia, n. s. XIX
(1950), 374 y sigs.; W, F, A lbright, «Some Im p o rtan t Recent Discoveries: Alphabetic
Origins and the Idrimi Statue», Bulletin o f the American Schools o f Oriental Research,
m'mi. 118 (1950), 11-20; ídem, op. cit., núm . 119 (1950). 23 y sig.; E. A. Speiser,
op. cii., núm. 121 (1951), 17-21; Frank M. Cross y Thom as O. Lam bdin, op. cit., nú
mero 160 (1960), 21-26; W illiam W. H allo, «Isaiah 28:7-13 y The U garitic Abe-
ccdaries», Journal o f Biblical L itera tw e , LXXVI1 (1958), 324-338; G clb in Bibliotheca
Orientalis, XV (1958), 6 y sig.
4. Escrituras silábicas 175
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Figura 70. Inscripción de A hirám , procedente de Byblos
De R. Dussaud en Syria, V (1924), pág. 137, fig. 2. y pág. 143, fig. 4
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Figura 74. Inscripción árabe m eridional
De K.. C onti Rossini, Chrestomathia
Arabica Meridionalis Epigraphica (Rom a,
1931), pág. 46, núm. 29
ìdem, recens. de Diringer, L'alfabeto nella storia della civiltà, op. cit., Vi (1937),
371-376.
4. Escrituras silábicas 185
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39 Algunos nom bres de signos pueden agruparse juntos, sirviendo i:omo prueba
de que fueron creados según determ inados módulos fonéticos más que de formas
pictóricas. Puede citarse el grupo que incluye los nom bres uv7«\ t<)u\ e incluso säw,
qäw, que se encuentran en Isa. 28:9-10 (cf. D river, op. rit„ págs. 89 y sig., 155, 167
y sig., 230).Y el grupo que com prende héth, téth, y posiblemente incluso béth (si no
béth, «casa») y zeth (de acuerdo con el griego zeta). La estructura de los nom bres
de los signos semíticos occidentales con una consonante linal nos resulta conocida
del georgiano, donde encontram os nom bres de letras term inados norm al, pero no
exclusivamente, en -n, como an, ban, gan, don , en, etc.
40 Las dificultades relativas a la interpretación de los nom bres de los signos
semíticos se encuentran am pliam ente tratadas en Th. Nöldeke, Beiträge zur semitischen
Sprachwissenschaft (Estrasburgo, 1904), págs. 124-136, y Mark Lidzbarski, Ephemeris
für semitische Epigraphik, II (Giessen, 1908), 125-139.
188 H istoria de la escritura
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Figura 77. Com paración formal de signos de escritura sem ítica occidental
con siete escrituras diferentes
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4. Escrituras silábicas 193
critura, por ejemplo, de ba, por medio del signo béíh, más un diacrí
tico, parece natural considerar el signo béth como la consonante b
y el signo diacrítico como la vocal a. El resultado de este análisis
de los modernos alfabetos semíticos, por lo tanto, es construir las
escrituras semíticas más antiguas, que no utilizan signos diacríticos
para indicar las vocales, como exclusivamente consonánticas. Lo
que no parece habérseles ocurrido a los especialistas es la posibili
dad de que los modernos alfabetos semíticos puedan no ser idénticos
en su estructura a sus antecesores semíticos y egipcios.
Si las vocales se dejan por lo general sin indicación en las escri
turas semíticas más antiguas, existen además casos en los que la
calidad de la vocal está expresada por medio de las llamadas conso
nantes «débiles». Esto es lo que generalmente se llama scriptio
plena o escritura plene, que será analizada detalladamente más
adelante (v. págs. 218 y sigs.)- En esta escritura la sílaba za, por
ejemplo, puede escribirse con zayin más ’áleph, igual que la sílaba
ti, puede ser escrita con taw más yodh. Los especialistas que creen
en el carácter consonántico de la escritura semítica, no dudan en
transliterar los dos signos básicos de los ejemplos anteriores como
las consonantes z y í, respectivamente. Lo que no observan, sin
embargo, es el hecho de que la scriptio plena no está limitada a las
escrituras semíticas, sino que ocurre también en muchos otros sis
temas, clara y rotundamente silábicos. Nos hemos referido antes
a un corto número de signos en el cuneiforme mesopotámico que
expresan una consonante sin indicar la vocal y, por lo tanto, son
estructuralmente idénticos con el egipcio y semítico normales (v. pá
ginas 104 y 113 y sig.). Entre estos signos figura, por ejemplo, uno
que contiene w más cualquier vocal. Este signo no se translitera
como w, como seria normalmente en egipcio o semítico, sino como
ivay wi, ive, wu, dependiendo de la situación lingüística. Esta dis
crepancia aparece incluso con mayor claridad en casos en los que
un signo que contiene una vocal está agregado al signo wa, ivi, ux\ un
para expresar la vocal correcta, como, por ejemplo, en la Italia
de wa-a, para wa, wi-i, para wi, etc., que es corriente encnnlnii rn
textos haticos, hurritasy palaicos procedentes de Bogazkóy ,V-I}
Análogamente, en las transliteraciones de ia-u por va o de tu u
por yu, etc., que ocurren en el cuneiforme mesopotámico, *.e mlmiii
generalmente que el signo cuneiforme es ia, ii, ii\ iu y no ln • niino
1% H istoria de la escritura
Sihiluirins ORCOS
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Figura 81. Silabario chipriota
De H. Jensen, Die Schrift (G lückstadt y H am burgo, 1935), pág. 97
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Figura 82. Inscripción chipriota procedente de Edalion
De Fossey, Notices sur les caracteres étrangers, pág. 57
Silabarios japoneses
el signo verbal chino nan ‘sur’, fue leído en japonés como minami
con el mismo sentido. La escritura china se prestaba a una lengua
monosilábica e isolante, en que las formas gramaticales se expresan
normalmente por la posición sintáctica más bien que por formativos
especiales. Pero semejante escritura no se adaptaba al japonés,
idioma polisilábico y aglutinante, que expresa las formas gramati
cales por medio de formativos especiales. Por lo tanto, pronto se
puso en práctica la costumbre de emplear algunos de los signos
k'ai-shu k
kaan
taa k‘ai-»hu k
kaan
taa- k‘ai-shu k
ku taa-
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Figura 85. Escritura japonesa katakana com parada con la china k ‘ai~shu
De Jensen, Die Schrifi, pág. 156
210 H istoria de la escritura
Katakana
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e ke se te ne he me ye re we (e) ge ze de be pe
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A, (u)
Observaciones
S. K:iu;tz;iwa, Ober den Einfluss des Sanskrits auf das japanische und korea
nische Sclirifisvstcin ( Tokio, 1907).
4. Escrituras silábicas 215
75 E ntre otras escrituras menos conocidas del grupo egeo, encontram os que
la chipro-m inoica contiene unas 63; Phaistos cerca de 60 y Byblos de 80 a 90 signos
silábicos, m ientras las cifras correspondientes a los silabarios Lineal A y I) {cxiimi
nados entre las escrituras logo-silábicas) son 80 y 88 respectivamente.
216 H istoria de la escritura
Precedentes orientales
217
218 H istoria de la escritura
3 Cf. la discusión en Frank M oore Cross, Jr., y David Noel Friedm an, Early
Hebrevo Orthography. A Study o f the Epigraphic Evidence (New Haven, Connecticut,
1952).
4 T odos Sos ejemplos están tom ados de M ark Lidzbarski, Handbuch der nord
semitischen Epigraphik (W eimar, 1898).
5 La indicación de la vocal o por m edio de !'aiin, que se encuentra en grafías neo-
púnicas com o B x(xmxlxqxrxtx ( = e n latín, Bomilcar), es sum am ente instructiva, ya
que m uestra que en algunos dialectos semíticos esta consonante influyó en un cambio
de a en o que puede haber sido la causa de la evolución final de la vocal o desde ‘ayin
en la escritura griega.
220 H istoria de ia escritura
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Alfabeto griego
CERDEÑA
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Figura 89. C uadro com parativo de las escrituras griega y sem ítica occidental
^ >7) V i
.1 oh a iiiic's F iialrich en los dos estudios citados en la pág. 223, nota 13, da por
Mipin-Mo i|no d d e sa rr o llo de la vocalización en la escritura neo-púnica se debe a la
m undicia del latín.
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Etiope
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Arabe
Figura 94.
Hebreo
/
242 H istoria de la escritura
-’ 5 En Archiv Jur Schreib- und Buchwesen, n. F. 11 (1935), 17 y sig. A dolf G rohm an,
><( Hier den U rsprung und die Entw icklung der äthiopischen Schrift». Archiv fü r
S« hrifikunde, Í (1915), 57-87, esp. págs. 80 y sigs., rechazó la derivación del sistema
vi» . dúo olíope a partir del indio a causa de diferencias en ia form a externa de varios
•OMii► >. vocálicos, olvidando p o r com pleto las conexiones entre los dos sistemas ba-
■■iidti*, en la estructura com ún.
> h;diremos de concluir que en los sistemas taquigráficos hasta el signo para
L i i“ , .ill,il>rl i e n y analizarlo como el signo básico para k más la form a fuerte para
ln indi, .n iún dr la vocal a l Asimismo en el caso del etíope, podríam os analizar se-
mt’iiinli- uulu ai-ión vocálica com o el signo básico m ás alguna indicación form al.
I I uiM* de lo?, signos básicos del etíope y del indio en lugar de una consonante más a,
podría annli/iii ,<■ como el signo básico más cero para indicar la vocal a.
*i. El alfabeto 245
Pinturas
246
(>. Evolución de la escritura 247
No escritura: Pinturas
1, Recurso representativo-descriptivo
3. A Ifabética: Griego
A ram eo (vocalizado)
Hebreo (vocalizado)
Latín
Indio
etc.
Precedentes de la escritura
Sistemas logo-silábicos
Sistemas silábicos
De los cuatro sistemas logo-silábicos han ido surgiendo con el
lninscuiso del tiempo cuatro silabarios que muestran diversos gra
dos de simplificación:
' Paul ln dril ilición de un signo silábico, ver nota 31 del cap. 1, pág. 34.
6. Evolución de !a escritura 253
Sistemas alfabéticos
Ahora podemos hacer con todo fundamento la pregunta siguien
te: Si estas escrituras semíticas primitivas no son alfabetos, ¿qué es,
entonces, el alfabeto? La contestación es clara. Si por el término
«alfabeto» entendemos una escritura que expresa los sonidos in
dividuales de un idioma, entonces el primer alfabeto fue formado
por los griegos. Aunque a lo largo del segundo milenio a. C. se
intentasen diversos recursos para indicar las vocales en los silaba
rios del tipo semítico egipcio, ninguno de ellos consiguió desarro
llar un sistema vocálico completo. La forma corriente era añadir
indicadores fonéticos para auxiliar la lectura de las vocales, que
normalmente quedaban sin indicación en los sistemas semíticos de
escritura. Pero mientras los semitas emplearon las llamadas matres
lectiones (v. págs. 218 y sigs.) esporádicamente, como en el caso
de ma-la-k{a)-t'-y' para malakti, ‘yo reinaré’, los griegos las emplearon
sistemáticamente después de cada sílaba. Así, de acuerdo con el
principio de reducción (v. págs. 238 y sigs.), pronto llegaron a la
conclusión de que puesto que en la grafía t‘-yl el segundo signo
no es la sílaba y \ sino la vocal i, el primer signo debe representar
la consonante t y no la sílaba t \
Por lo tanto, fueron los griegos los que, habiendo aceptado
en su totalidad las formas del silabario semítico occidental, desarro
llaron un sistema de vocales que, añadidas a los signos silábicos,
reducían el valor de estas sílabas al de simples signos consonanticos,
creando de esta forma por primera vez un completo sistema alfa
bético de escritura. Y fue de los griegos de quienes, a su vez, apren
dieron los semitas el uso de los signos vocálicos y por lo tanto, a
desarrollar sus propios alfabetos.
Existen en uso tres tipos de alfabetos, caracterizados por tres
métodos diferentes de indicar las vocales:
Tipo I. Griego, latín, etc. Vocales indicadas por signos se
parados: t-a, í-i, t-e, t-u, t-o.
Tipo II. Arameo, hebreo, árabe, etc* Vocales señaladas por
signos diacríticos separados: i, í, t, t, t \ o análogo.
Tipo III. Indio, etíope, etc. Vocales indicadas por marcas
diacríticas añadidas al signo o mediante modificación in-
Ici na.
<>. Evolución de la escritura 255
Observaciones
3 El alfabeto copto, im itado principalm ente del griego, tiene un signo, tom ado
■id egipcio dem òtico, con el valor silábico ti.
)
258 H istoria de la escritura
3 Obsérvese la evolución del chino, idiom a isolante en origen, hoy casi agluti
nante y la tendencia del inglés, en sus comienzos lengua flexiva, que evoluciona actual
mente en la dirección de los idiom as isolantes.
6 Obsérvese el indoeuropeo *pster (latín pater): escandinavo arcaico faúir (inglés
¡itlher),sajón antiguo y gótico fadar: alem án Vater, o indoeuropeo *dheu-: inglés
260 H istoria de la escritura
( 19V1), 225, F.gerton R. Young, The Apostle o f the North— Rev. James Evans (Nueva
York, 1899), págs. 181 y sigs.; Louis-Philippe V aillancourt, «L ’origine des caracteres
.sylliibii|ues», Anthropologica, V (1957), 127 y sig.; K . L. Pike, Phonemies (Ann A rbor,
Michigan, 1947), cap. 16; J. Berry, «The M akíng o f Alphabets», Proceedings o f the
VIH International Congress o f Linguistic (Oslo, 1957), 752-764.
<. Involución de la escritura 263
' J Ofi. <■(/., pág. 8 8 ; D iringer emplea el térm ino «silábico» en el sentido «multi-
eonsonaitlico», que lia sido criticado en las págs. 76 y sigs. de este estudio,
lín Antiquity, X V I1 (1943), 8 8 .
Capítulo 7
ESCRITURAS MODERNAS DE LOS PRIMITIVOS
Presentación descriptiva
265
266 H istoria de la escritura
1 Hans Jensen, Die Schrift (G lükstadt y H am burgo, 1935), pägs. 166; David
I >n inner, l 'alfabeto nella storia della civiltà (Firenze, 1937), pägs. 602 y sig. ; C. F. Leh
mann lliiupt cn Zeitschrift der Deutschen Morgenländischen Gesellschaft (refendo
vii lo snccsivo conio Zeitschrift), LXXII1 (1919), 60-65; Johannes Friedrich, Zeitschrift,
XCI (1937), l i ! y sig.
‘ J r u s c i i , op. d i., pags. 168 y sig.; Diringer, op. cit., pag. 604; Louis-Philippe
(I ondres, 1954), que sistemas análogos a ios empleados por los indios Cree son co
tí u-ntes entre los esquimales de la T ierra de Baffin (Núm. 199) y los Slave o Tinne
i ii la región del rio M ackenzie (Núm. 708). Cf. tam bién el artículo «Eskimo in Print»
>ii la revista Time, 29 junio 1959, pág. 37.
•' Diringer, op. cit., págs. 601 y sig.; G arrick M allery. Picture-W riting o f the
huerican Indians (Tenth Annual R eport of the Bureau of Ethnology, Sm ithsonian
Institution; W ashington, 1886), págs. 666-671. Los m anuales existentes no aclaran
mucho sobre el empleo efectivo de la escritura Micmac. N o obstante, en un artículo
tic Wilhelm Schlag, «Austrian M issionaries to American Indians», Aus trían Infor
mation, publicado por el Servicio A ustríaco de Inform ación de Nueva York, vol. XV,
mi m. 2 (31 enero, 1962), pág. 5, tom ado de Österreich und die angelsächsische Weh,
ed. O tto Hietzsch (Viena-Stuttgart, 1961, que no me ha sido posible utilizar), se
liv lo siguiente; «En la Biblioteca Nacional de Austria se encuentran dos ejemplares
dedicados de un curioso volumen que com prende catecismo, devocionario y una
>oncísa historia bíblica, impreso en pictografías. Fue escrito por C hristian K auder
ju ra su congregación de indios M icmac en Nueva Escocia. Los dos ejem plares es
m an to se conserva de la edición completa impresa gratuitam ente por la Im prenta
Ural de Viena. El barco que transportaba los libros al Nuevo M undo naufragó.»
Hu fragm ento de dos líneas de un m anuscrito Micmac conservado en la Biblioteca
Nacional de París, reproducido en M. Cohén, La grande invention de l'écriture, Plan-
ihes 86 A, y exam inado en su Documental ion, págs. 123 y sigs., está escrito al parecer
en una escritura Micmac de origen desconocido.
'* William Jones, «An A lgonquin Syllabary», en Boas Anniversary Volume (Nueva
York, 1906), págs. 88-93. Jones considera com o silabario, no alfabeto la escritura
.dj1,(inquina. Lo justifica diciendo que «resulta corriente asociar las consonantes en
268 H istoria de la escritura
combinación con vocales, y al aprender el silabario, las vocales se enum eran prim ero,
y después las consonantes en com binación con las vocales. El orden seguido no es
la vocal y después cada consonante respectivam ente con esa vocal, sino prim ero
todas las vocales y después una consonante por turno en conexión con las cuatro
vocales». Este concepto del silabario recibe una nueva confirm ación al observar que
en una form a evolucionada del silabario algonquino la fila de signos para una con
sonante más la vocal u ( = ’ u o tra por el estilo) está expresada por un sím bolo sin nin
guna indicación vocálica, en contraste con otras filas silábicas en ias que se indican
perfectamente las vocales.
5 Alice C. Fletcher, «A Phonetic A lphabet Used by the W innebago Tribe of
Indians», The Journal o f American Folk-Lore, III (1890), 299-301 (referencia del
Dr. Thom as Sebeok, de la Universidad de Indiana). Se dice de otro sistema silábico
de Fox que «utiliza nuestros núm eros arábigos corrientes en lugar de letras o símbolos».
Ver T ram an M ichelson, «Fox Linguislic Notes. An U nknow n Fox Syllabary», en
Feslschrift M einhof (H am burgo, 1927), págs. 405-406.
6 Alfred S dim itt, Untersuchungen zur Geschichfe der Schrift. Eine Schrifterfundung
mu ¡901) in Alaska (3 vols.; Leipzig, 1940); Friedrich, Zeilschrift, XCV (1941), 374-414;
H. Dewey Anderson y W alter Crosby Eells, Alaska Natives (Stanford University,
I1) VS), págs. 191 y sigs.; W. J. H offm an, «The G raphic A rt o f the Eskimos», Annual
Rcpui i ttf ilii’ Roard o f Regenís o f the Smithsonian Institution fo r the Year 1895 (W ash
ington, IX‘>7 ), págs. 739-968. M ucha inform ación nueva e im portante sobre la es
critura do Alaska puede encontrarse en Alfred Schmitt, Die Alaska- Schrift und ihre
schriftr,i■vi hiclitlirlic Redeutung (M ünstersche Forschungen, H eft 4; M arburg, 1951);
l'ria liu li, / . citschrift, CIV (1954), 325-329; ídem, Archiv Orientálnu XIX (1951),
252-.W , Dohiilo a In insuficiencia de una pura escritura nom inal, al cabo del tiempo
la escritura do Alaska adquirió ciertas características de fonetización aplicadas a
/. Escrituras m odernas de los primitivos 269
palabras que resultaba difícil de expresar en imágenes, como la grafía del nom bre
l’cter (pronunciado p ila ) m ediante un signo gráfico que norm alm ente representó
pitá, «lo agarra». El empleo de los signos silábico-fonéticos aum entó progresiva
mente, sustituyendo p or completo en las últimas etapas de la evolución las grullas
logográficas. Ai mismo tiem po, la escritura perdió su carácter pictórico y adquirió
formas lineales. Los silabarios últim os consisten de unos 70 a SO signos, algunos tic
ellos utilizados alfabéticam ente en form a muy parecida a la conseguida en la escritura
bamum (pág. 271). Así la palábra qánertoq «él habla», expresada oiiy.malmcnic por
medio de un signo pictórico, está expresada prim ero silábicam ente r u m o <¡aner-tuq,
después como qa-n-ner-tuq. qa-n-ncr-r-tuq, qd-d-n-ncr-itit-q y q n u n tw r-ri-t-tu-q.
7 Jensen, op. cit., págs. 115 y sigs.; Diringer, op. cii.. págs, 2?.?. y sigs.; A. Klin-
genheben, «The Vai Script», Africa, VI (1933), 158-171; Friedrich, Zeitschrift, XC1
(1937), 328 y sig.
8 Jensen, op. cit., pág. 118; Friedrich, Zeitschrift, XC’I (1937), 329 y sigs. y 505;
idem, op. cit., XCII (1938), 189-208.
9 Friedrich, Zeitschrift, XCI (1937), pág. 328, núm. 2, y pág. 508; Joseph Joffre,
Man, XL1I1 (1943), 112, citando H. Baum ann, D. W estermann, R. Thurnwald,
Vólkerkunde von Afrika (Essen, 1940). pág. 380, que no he podido consultar.
10 Cf, Friedrich, Zeitschrift, XCI (1937), 331, y op. cit., XCIÍ (1938), pág. 185,
núm. 1 ,
270 H istoria de la escritura
págs. 17 y sigs. y 33-36, pero no analizada en la por lo demás adm irable obra de
Dugast y Jeffreys citada en la noia anterior.
15 Se tienen noticias de una nueva lengua y escritura arlilicialcs utilizadas desde
1936 en el extrem o sudeste de Nigeria p or un grupo de cristianos practicantes llam ados
O beriD kaim e. Según R. F. G. Adam s, «O b eri.) kaime, a New A trican Language
and Scripl», Africa, XVII (1947), 24-34, «parece haber 32 sím bolos principales,
la m ayor parte de ellos de form as muy extrañas, aunque se encuentran tam bién signos
diacríticos y letras especiales. Los 32 símbolos tienen form as mayúsculas y minúsculas».
La descripción de Adam s no es suficiente para hacerse una clara idea del carácter
del silabario. D os form as ligeram ente diferentes de un alfabeto nubio, aparente
mente basado en el árabe, se reproducen y analizan en H. A. M acM ichael, A History
o f ihe Arabs in the Sudan (Cambridge, 1922), II, 328; M. Delafosse en Revuc d'ethno-
graphie el des tradilions populaires, IV (1923), 106 y sig.; M. Cohén, «Inscriptions
arabes en caracteres séparés recueillies en M auritanie par P. Boéry», Hespéris, XIV
272 H istoria de la escritura
Observaciones
Incluso este breve resumen muestra claramente lo difícil que
resulta enumerar todas las escrituras creadas en los últimos tiempos
para su uso por las sociedades primitivas. Se conocen algunas tic
ellas muy imperfectamente, otras sólo de oídas, y puede que aún
existan otras en oscuros rincones del globo desconocidas todavía
por los investigadores. Se trata de un terreno fértil para la investi
gación, hasta ahora lamentablemente desatendido en los estudios
sobre la escritura. Un notable impulso para el estudio de estas
importantes escrituras ha sido dado recientemente por el conocido
orientalista Johannes Friednch.
' 1 J'i>m !(i/i/c .uní liuchstaben (Leipzig, 1939), págs. 44 y 52, apoyado p or J. Frie-
dridi cu / eitsehrift <h’i Deutschen Morgenlándischen Gesellschaft, XCV (1941), 405,
y G. K. D nvci, Snn i/tc Wriling (Londres, 1948), pág. 138.
Capítulo 8
MONOGENESIS O POLIGENESIS DE
LA ESCRITURA
275
276 H istoria de la escritura
Importancia de la escritura
285
286 H istoria de ia escritura
prescindir con mayor facilidad del dinero, los metales, las radios,
!;is máquinas de vapor o la electricidad, que de la escritura.
Podemos, sin embargo, hacer una observación negativa. Como
resultado del difundido empleo de la escritura, la importancia de
la tradición oral ha sufrido un perjuicio irreparable. Sólo tenemos
que comparar lo que sabemos de los antepasados anteriores a nues-
(ros abuelos, con lo que conoce un beduino analfabeto respecto
a los suyos, para observar la gran diferencia. El beduino corriente
carece del auxilio de documentos escritos para saber antecedentes
de su familia o su tribu; tiene que conservar en la memoria el cono
cimiento de los hechos pasados y tan sólo le es dable comunicar
este conocimiento de modo oral. El extendido empleo de la tradición
oral es un factor importante para aguzar y desarrollar los poderes
de la memoria. Es sabido que los sabios de la antigua India apren
dían los Vedas de memoria, igual que los griegos de la antigüedad
confiaban a la memoria la Iliada y la Odisea. Nosotros no tenemos
que aprendernos de memoria los grandes clásicos. Podemos leerlos
en libros. La frase «ex libro doctus» se nos podría aplicar a casi
lodos. El saber moderno consiste no sólo en el saber en sí, sino tam
bién en ser capaz de encontrar los datos en libros y bibliotecas. En
este respecto, la distinción de Bacon en estos dos tipos de saberes
tiene mayor aplicación hoy que en su tiempo.
Kscritura y lenguaje
más arcijico que las cartas, sino que incluso podemos observar
análogas tendencias arcaizantes en el idioma de las cartas reales y
protocolarias, si se las compara con el de las cartas privadas escritas
en idioma vernáculo. La escritura se resiste obstinadamente a todo
cambio lingüístico, considerado frecuentemente como «corrupción»,
lis probable que expresiones populares en inglés como airít (por
/.y not) o no good (por not good) hubieran sido desde hace tiempo
aceptadas como inglés «correcto» a no ser por la oposición de la
tradición escrita.
Buen ejemplo de la fuerza restrictiva de la escritura sobre el
habla puede encontrarse al observar el desarrollo fonético y morfo
lógico del inglés, o para el caso, de cualquier otro idioma. El hecho
de que el inglés haya cambiado relativamente poco durante los últi
mos cuatro o cinco siglos, en comparación con los profundos cambios
lingüísticos que tuvieron lugar anteriormente, puede ser atribuido
en cierta medida al extenso conocimiento de la escritura en los
últimos siglos. Por otra parte, podemos observar los rápidos cambios
lingüísticos que tienen lugar en la época moderna en sociedades
primitivas, carentes de una auténtica escritura fonética. Algunas
lenguas de los indios americanos cambian con tanta rapidez que
con frecuencia resulta difícil, si no imposible, para miembros de la
generación presente el conversar con miembros de tres o cuatro
generaciones anteriores. Los continuos cambios lingüísticos tienen
como resultado la fragmentación de las lenguas en nuevos idiomas y
dialectos. La existencia de centenares de lenguas y de dialectos entre
los indios americanos o los Bantu de Africa, constituye un buen
ejemplo.
La escritura suele conservar grafías anticuadas e históricas, como
demuestra la grafía francesa moderna. La ortografía de sain, saíne
nos indica que en cierta época esta palabra francesa fue pronun
ciada en realidad algo como sain, sainé, si lo leemos en la forma
latina convencional. La ortografía histórica, si se encuentra siste
matizada como en el caso del francés, resulta, por supuesto, de gran
valor para los lingüistas, porque sirve para la reconstrucción de
las más antiguas formas del idioma. La ortografía del inglés moderno
es sólo parcialmente histórica, como en el caso de night o knight,
indicadora de que la pronunciación primitiva fue análoga a las
de las correspondientes palabras alemanas Ñachi o Knechí. Pero
*». Escritura y civilización 289
10
290 H istoria de la escritura
' I.cmi;lid llloomfield, Language (New York, 1933), págs 292 y sigs.
■' (>/>. fit., págs. 448 y 494.
I
9. E scritura y civilización 29 í
Escritura y arte
5 Cf. las secciones sobre e! valor artístico de la escritura por F. W. von Bissing,
Albert Rehm, y Helm ut A rntz en W alter O tto, Handbuch der Archäologie, I (Munich,
1939), 174 y sigs., 213 y sigs. y 348 y sig.; tam bién «Schrift als O rnam ent» en Buch
und Schrift, Jahrbuch des D eutschen Vereins für Buchwesen und Schrifttum , II
(1928),
6 Cf., por ej., Samuel Flury, «Le décor épigraphique des m onum ents fatimides
du Caire», Syria, XVII (1936), 365-376; E m st K ühnei, Islamische Schriftkunst (Berlin-
Leipzig, 1942), págs. 77 y sigs.; K urt E rdm ann, Arabische Schriftzeichen als Or
namente in der abendländischen Kunst des M ittelalters (W iesbaden, 1953).
9. E scritura y civilización 295
1 B. L. U llm an, Ancient Writing and Its Influence (Nueva Y ork, 1932), páginas
118 y sigs.
296 H istoria de la escritura
Escritura y religión
K (X la docum entación com pleta en A. Bertholet, Die Macht der Schrift in Glauben
und Aberglauben (Abhandlungen der Deutschen Akademie der Wissenschaften zu
Herün. Philos.-hist. Klasse, Jahrgang 1948, núm . 1; Berlin, 1949); para testim onios
en la tradición m ahom etana, ver H. A. W inkler, Siegel und Charaktere in der mu-
hammedanischen Zauberei (Berlín y Leipzig, 1930).
9. Escritura y civilización 297
¿«N o se apiada Dios de los T om a? O tras razas saben escribir. Solos los Toma
siguen en su ignorancia. Dios le contestó: “ Temo que cuando seáis capaces de ex
presaros, dejéis de tener respeto a las creencias y costumbres de vuestra raza.” “ N ada
de eso” , contestó Wido, “continuarem os viviendo como en el pasado. Lo prom eto.”
“ Si es así” , dijo Dios, “ estoy dispuesto a transm itiros el conocim iento, pero cuidad
de enseñárselo jam ás a una m ujer.” »
9 Para más ejemplos, cf. Franz Dornseiff, Das Alphabet in M ystik und Magie
(2.a ed.; Berlin, 1925), págs. 2-10.
10 Joseph Joffre and T héodore M onod, «A New West-African A lphabet: Used
by the Tom a, French G uinea and Liberia», Man, XL11I (1943), 108-112.
11 Según observó Dornseiff, op. cit., pág. 5.
298 H istoria de la escritura
12 Lucien Levy-Briihl, La mentaiite prim itive (4.a e d .; Paris, 1925), pags. 424-433.
13 Annual Report o f the Smithsonian Institution for the Year 1864, pag. 379.
14 Baldwin Spencer, Native Tribes o f the Northen Territory o f Australia (Lon-
dres, 1914), pag. 36.
9. E scritura y civilización 299
lestase en a p u n ta r con pinturas los cantos y los conjuros cuando lo podía haber hecho
con m ucha más facilidad con las letras latinas. Esto prueba que la escritura pictórica
per se posee una im portancia m ágica, o que, p or decir así, las virtudes de los con
juros medicinales se encuentran aum entados por el hecho de encontrarse expresa
dos en escritura pictó rica15.
' 1 1>csmto en The Times de 29 de junio 1910 y referido por S. H. H ooke en An-
ti</uit\\ XI (1937), 261. Esta costum bre se conoce tam bién en otras partes; cf. G uido
tipud David Diringer, L'alfabeto nella storia della civiltà (Firenze, 1937),
píij'v X 1,1 II y sig.
1,1 Lucimi Lcvy-HrtihI, How Naiives Think (London, 1926), pàg. 179.
9. E scritura y civilización 301
302
10. El futuro de la escritura 303
1 M arion L. Starkey, The Cherokee Nation {Nueva York, 1946), pag. 85.
304 H istoria de la escritura
2 Ver L'adoption universelle des caracteres latins, editado por la Societe des
N ations. Institut International de C ooperation Intellectuelle (Paris, 1934).
3 (Otto Jespersen and Holger Pedersen), Phonetic Transcription and Translitera
tion. Suplem ento M aitre phonetique (Oxford, 1926).
4 What Is M an ? and Other Essays (Nueva Y ork y Londres, 1917), päg. 262.
308 H istoria de la escritura
5 El profesor Giorgio Levi Della Vida me señala que «habla visible» es una
expresión del D ante; Cf. «visible parlare» en Purgatorio 10, 95, donde se anticipa
el cinem atógrafo.
6 Henry Sweet, A Primer o f Phonetics (3.a ed.; Oxford, 1906), pág. 1.
7 Sweet, op. cit., y W ilhelm Vietor, Elemente der Phonetik (6.a ed.; Leipzig, 1915),
págs. 16 y sig.
8 Ralph K. Potter, «Visible Patterns o f Sound», Science, CU (1945), 463-470;
R. K. Potter, G. A. K opp y H. C. Green, Visible Speech (Nueva York, 1947).
310 H istoria de la escritura
9 O tto Jespersen, Lehrbuch der Phonetik (2.a ed.; Leipzig y Berlin, 1913), y Vietor,
op. eit., pägs. 17 y sig.
10 Phonetics (Ann A rbor, 1943), pag. 155.
10. El futuro de la escritura 311
11 Th. W. Danzel, Die Anfänge der Schrift (Leipzig, 1912), pägs. 212-218.
12 O tto N eurath, International Picture Language (Londres, 1936), e idem, Basic
by Isotype (Londres, 1937).
312 H istoria de la escritura
* A c r o fo n ía , ver * P r in c ip io de a c r o fo n ia ,
316
11. T erm inología de la escritura 317
critura tom ada prestada. Por ejemplo, la grafía sumeria i n - l á - e ‘él pesará',
empleada para ei acadio i s a q q a l ‘él pesará’; la grafía aramea m a l k á ‘rey’,
empleada para el persa s á h ‘rey’.
C la s if ic a d o r , ver I n d ic a d o r s e m á n tic o .
exige la lectura b a n d a y no d u m u ni t u r .
C o n v e r g e n c ia , ver P r in c ip io de c o n v e rg e n c ia .
D iv e rg e n c ia , ver P r in c ip io de d iv e r g e n c ia .
E c o n o m ía , ver P r in c ip io de E c o n o m ía .
* E s c r itu r a
c o n s o n á n tic a . Los llamados signos consonánticos de las escri
turas egipcia y semítica occidental, están explicados en este libro como
signos silábicos en los que las vocales quedan sin determinar.
E s c r itu r a
c u r s iv a . Form a rápida y somera de escritura, empleada con fines
diarios y prácticos. A veces, una escritura cursiva se transform a en mo-
318 H istoria de la escritura
E s c r itu r a
m e c á n ic a . Escritura realizada con la ayuda de un medio mecáni
co, como imprenta o máquina de escribir. Opuesto a E s c r i t u r a m a n u a l .
E s c r itu r a
m o n u m e n ta l. Form a esmerada de escritura que se encuentra nor
malmente en los monumentos y se emplea con fines de declaración oficial.
Opuesto a E s c r i t u r a c u r s i v a .
o b j e t i v a , o id io m a o b je tiv o .
E s c r itu r a Sistema que utiliza objetos como sig
nos, como la escritura de nudos q u i p u o el lenguaje de las flores.
E s c r itu r a
p ic tó r ic a . Form a de escritura que emplea dibujos identificables
como signos. Opuesto a E s c r i t u r a l i n e a l .
E v o lu c ió n m o n o d ir e c tr iz , ver P r in c ip io de e v o lu c ió n m o n o d ir e c tr iz .
*P rincipio de acrofonía. Principio por el cual se supone que los signos si
lábicos y alfabéticos se originaron utilizando la primera parte de una
palabra más extensa y eliminando el resto. U n ejemplo se daría eligiendo
la imagen de una casa para representar el signo alfabético c, debido a que
la palabra casa comienza con él. Aparte excepciones esporádicas, la acro
fonía, com o tal principio, no parece que haya tenido la menor impor
tancia en la historia de la escritura.
Principio de econom ía. Principio por el que una escritura intenta conseguir
la máxima eficiencia con el menor número posible de signos. Por ejemplo,
ciertos silabarios no distinguen entre consonantes sonoras, sordas y en
fáticas, mientras otros no indican las diferencias entre distintas vocales.
11
322 H istoria de la escritura
R e d u c c ió n , ver P r in c ip io de r e d u c c ió n .
S ig n o v e rb a l, ver L ogogram a.
malmente una o más sílabas del idioma. Así, en sumerio, un signo tiene
el valor silábico b a , otro r i o d a l , y aun otro b a l a . Ver también L o g o g r a f í a ,
A lfa b e to .
T r a n s fe r e n c ia
lin g ü is tic a . Identificación de los signos de un sistema con los
signos del idioma, con el resultado de que los primeros se convierten en
instrumentos del segundo. Así, cuando los signos de la escritura están
asociados convencionalmente con elementos lingüísticos, la escritura se
convierte en una transferencia secundaria del idioma.
H ísto ria ja escritura
324
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<Abda‘a, 176 254, 260, 292
Abercrom bie, David, IB aram eogram a, 145
A bíba'al, 176, 231 Aristóteles, 17, 33
abreviaturas, 41, 123, 136, 290, 291, 314 Arm enia, 91, 101, 163, 188
Adam s, R. F. G., 271 A rntz, Helm ut, 294
acadio, arcaico, 103, 126, 155, 161, 216, arte, 25, 60. 136, 246, 275, 294
260; cuneiforme, 93, 101, 238, 247 asirio, 93. 103. 148, 155, 161. 216, 253,
acadiogram a. 145 260
acrofonía, 151, 152, 182, 188, 189, 316 Asoka, 242
afasia amnésica, 44, 45 astronom ía, 80, 82, 284
Africa del Sur, 48 Atenas, 233, 236
africanas, escrituras, 21, 22, 43, 48, 75-77, australianos, 19, 43, 298
113, 257, 269 avestan, escritura, 292
Ahlram , 175-176, 184, 193, 231, 234 avocalidad. 113, 182, 264
Alaska, 43, 58-59, 145, 250, 268, 274 Aym ara, 77
Albright, W. F „ 165, 174, 220, 235 ‘ A zarba'al, 175, 208, 231
alem án, 288, 291 azteca, 32, 39, 80. 85-86, 91-92, 99, 101,
alfabeto, 33, 36, 82, 182, 193, 217-245, 107, 151, 251, 301
247, 254, 257, 266-267, 271. 305, 316
algonquinos, 266, 267 babilónico. 93. 148, 253, 260, 292
alogram a, 144, 316 Bacon. Roger, 287
anaptixis, 199, 222 Bachofer, Ludwig, 278
A natolia, 64, 90, 101, 116, 150, 163, B a'lat, 165, 193
252, 280 Ball, C. J„ 278
Anderson, H. Dewey, 268 Ballhorn, Friedrich, 46
árabe, 164, 179, 182, 198, 241, 244, 254, Baiti, escritura, 190
272, 292, 303, 312; m eridional, 178, Balü'ah, 168, 177
182, 190, 196, 243 Bam bara, 78
339
340 Indice a lfa b é tic o
Bamum, 43, 113, 229, 239, 261, 270 Byblos, 91, 161, 171, 175, 207, 215, 247,
B arnett, R. D., 91 280
Bar-Räkib, 180
Barthel, Thom as S., 84 cálculos de inviernos, 67
Basa, escritura, 269 calendario, 67-70, 87
Bauer, H ans, 173, 174, 183, 184, 191, 218 Cam eron, George C., 162
Baum ann, H., 269 Cam erún, 270
beduinos, 287 Canadá, 266
behavioristas, 27-29 cananeo, 179, 187, 200, 293
Behistun, 292 cantos, 21, 70-73
Bell, Melville, 309 capad ocio, ver asirio
Bennett, Em m ett L., 131 carácter funcional de la escritura, 35-39
Bennigon, J. J., 273 C aria, 257
Bergsträser, G ., 197 caricatura política, 41
Berry, J., 262 Carlyle, Thom as, 285
Bertholet, A., 296 C arnap, Rudolf, 27
Bété, escritura, 270 Carolina, escritura, 295
Beth Shemesh, 165, 174 C arolina del N orte, 266
Biblia policrom a, 40 Carolinas, islas, 273
bibliografia de la escritura, 265 Carpenter, Rhys, 233, 234
Birdwhistell, Ray L., 18 C arrington, J. F., 19
Bishop, Carl W., 278 carro de guerra, 277
Bissing, F. W. von, 294 catecismo, 85-86
Blake, Frank R., 218 celtíbero, 190
Biegen, Carl W.. 234 Cerdeña, 231, 235
Biommfieid, L eonard, 27, 290 Cerulli, E., 272
Boery, P., 271 cifra de sustitución, 190
Bogazköy, 117, 163, 195. 224. 293, 296 cipreas, 22-23, 26
Bogoraz, V. G ., 272 clasificador, 132, 137, 141, 154, 317
Bolinger, Dwight L., 35 Cocchiara, Giuseppe, 18
Bolivia, 77 Codex Boturini, 79-81
Bonfante, Giuliano, 12, 258 Cohén, M arcel, 20, 91, 201, 245, 267, 273
Bonwich, Jam es, 57, 58 color, 21, 39-40, 68
Boodberg, Peter A.. 29, 147 com plem ento fonético, ver indicador fo
Bossert, Helm uth T., 116, 281 nético
Bowman, Elizabeth, 201 com unicación, 17, 60, 246, 294; auditiva,
Brahm a, 297 19, 26; m om entánea, 20, 26; perma
Brähml, escritura, 189, 241, 242 nente, 20; por objetos, 20-24; táctil,
Braille, 26 20, 26; visual, 18
braquigrafia, 308 Congo, 76-77
Brasil, 51 consonantes, 110-116, 194, 240, 263, 317
Breasted, Jam es H., 285 contenido, escritura de, 61
Brébeuf, Georges de, 33 contexto de situación, 41, 145, 317
Breuil, Henri, 48 C on ti Rossini, C., 67, 181
Brice, W illiam C., 134 convención estética, 101, 295, 317
Brown, J. M acm illan, 273, 277 convencionalización, 78, 88, 147, 150,
Bruly-Bonabré, Frédéric, 270 262, 317
Buchm an, H., 177 convergencia, 156-157, 317
Bukele, 269 Copan, 83
Burrows, E., 177 copto, 112, 188, 260, 293
bustrófedon, 232 C ook, R. M ., 235
Butinov, N. A., 91 coreano, 189, 190
In d ic e a lfa b é tic o 341
Egipto, 64, 90 fenicio, 161, 176, 186, 189, 191, 200, 219,
ejército, 188, 291 230, 247, 253
Élam, 90, 125 Février, Jam es G ., 11, 91, 124, 245
elamita cuneiforme, 101, 161, 214, 216, filólogos, 30, 33, 146-147, 150
247, 253, 257, 276, 292 finlandés, 307
elementos lingüísticos, 33-34 Fletcher, Alice C., 268
El-H adr, 165 ñores, lenguaje de las, 20, 26, 40
E líba'al, 176, 231 Flury, Samuel, 294
Eme-sal, escritura, 154, 161 Fohi, 296
Emirgazi, 280, 300 fonetización, 22, 31, 80, 82, 84-86. 88,
emisión de la com unicación. 18, 29 99-100, 108, 143, 145, 250, 262. 268,
Enkomi, 202 275-276, 318
epigrafía, 30, 45, 176 fonografía, 30-31, 33, 35, 246, 318
epistem ología, 46 Forke, A., 122, 124
Erdm ann, K urt, 294 Forrer, Emil O., 116, 224
Erech, ver Uruk Fossey, Charles, 110, 205, 211, 245
Erkilet, 155 fotografía, 294
Erm an, Adolf, 110, 112 Fox, D ouglas C., 49
escandinavos, 19, 286 Fox, 190, 267, 268
escuelas de escribas, 101, 296 fracciones. 140
escultura, 26 francés, 288, 292
eslavas, escrituras, 240, 289 Francia, 52
España, 51 Francis, W. Nelson, 42
español, 289 F rank, C., 126
esquimales, ver Alaska Franke. O., 123
Estam bul, 300 Frankfort, H. A. Groenewegen, 12
estudio de la escritura, 45-46 F rankfort, Henri, 12, 277
etim ología de «escritura», 24-25 fraseografia, 34-35, 78, 314, 318
etíope, 179, 185, 187, 196, 201, 241, 244, Friedm an, David Noel, 168, 219
254, 259, 272 Friedrich, Johannes, 77, 97, 145, 146,
etiquetas, 95 183, 223, 228, 243, 261, 268, 273
etrusco, 200 Frobcnius, Leo, 49
Evans, Sir A rthur J., 127, 128, 132, 133, fuentes de inform ación, 42
202 F urum ark, Arne, 134
Evans, J., 266 futuro de la escritura, 259, 302
evolución de la escritura, 43, 45-46, 112,
216, 226, 257, 274, 282, 302 G abriel, A., 62
evolución form al, ver desarrollo externo; G alla, escritura, 272
m onodirectriz, 258, 318 G ardiner, Alan H., 27, 108, 115, 140,
Ewe, negros, 21, 76 164, 220
expresión, 17 Gelb, A dhem ar, 44
georgiano, 187
Gerze, escritura, 270
Fairm an, H. W ., 152 gesto, 18, 26, 30, 41, 66, 140, 248, 311
Falkenstein, Adam , 91, 93, 96, 98, 100, G ezer, 165, 168, 177
146 G inneken, Jacques van, 75, 141
Falkner, M argit, 235 G lagolitsa, escritura, 188, 190
Fan-ch' ieh, escritura, 122, 124 G leason, H. A., Jr., 42
Fara, periodo, 156 G ökce, N., 9i
Farwell, Byron E., 12 G oldstein, K urt, 44
Faulkner, R, O., 142 G ollm er. C. A., 22
Fayyöm , 168 G ordon, Cyrus H., 174
I n d ic e a lfa b é tic o 343
gótica, escritura, 295 Hoffm an, W alter Jam es, 58, 268
G ould, G . P., 134 «H om bre de la aleluya», 52
grafías simplificadas, 311 hom ofonía, 148, 307, 318
gráficos estadísticos, 39 H onduras, 80
gram atología, 9, 46, 318 H ooke, S. H., 300
G recia, 90, 127, 279, 297 Hopei, 124
Green, H. C„ 309 Hopkins, L. C., 33, 137
G riaule, M arcel, 78 horror vacui, 296
griego, 113, 133, 184, 187, 188, 190, 196, Horsfield, G., 168, 170
200, 201, 217, 220, 230-238, 247, 254, H orus, 107, 140
257, 262, 292, 303, 312 H ow ard, Jam es H ., 67
Grim m e, H., 171 Hrozny, Bedíich, 116
G rohm an, Adolf, 244 «hum ana», escritura, 297
G root, Johannes de, 191 húngaro, 189, 190
G rotefend, George Friedrich, 92 H unter, G . R „ 127
grupo, escritura de, 220 hurrita cuneiforme, 161, 184, 195, 214,
G uatem ala, 80 216, 224, 247, 253, 292
Guiges, P.-É., 176 H yatt, James Philip, 199
guijarros, 21, 26 Hym eto, m onte, 234
G uinea francesa, 270
G unn, Battiscombe, 155 Ibarra Grasso, Dick Elgar, 77
ibérica, escritura, 390, 200
H aab, Francois, 299 ideografía, 33, 53, 60, 97, 146, 150, 263
H agia Triada, 127 ideógrafos sublingüísticos, 38
Halle, M orris, 44 idiom as artificiales, 308
Hallo, William W., 174, 200 ilustración continua, 57
Hallock, E rna S., 12 Im belloni, J., 91
Hallock, Richard T., 12 im portancia de la escritura, 285
H am m urapi, Código de, 148 incas, 21
H am p, Eric P., 273 indicación vocálica, 104-105, 109, 195,
H arappa, 126 217, 236, 254, 262, 271
H athor, 107, 165 indicador fonético, 100, 104, 139, 157,
hattico cuneiforme, 162, 195, 224 254, 317; sem ántico, 137, 139, 154,
hebreo, 103, 185, 198, 217, 241, 244, 247, 294, 319
253, 292 indias, escrituras, 196, 242-243, 247, 254,
hebreos, 87 305
Herdner, A., 174 indios am ericanos. 19, 21, 32, 39, 43,
H erodoto, 23 48, 60, 70. 72-75. 77-78. 85, 97-98, 101,
Hertz, A., 183 107-108, 113. 142, 250. 257, 565
Herzog, George, 19 indoeuropeos, 32, 114
Hieraconpolis, 107 Indo, valle del, 90, 126, 251, 276
hierática, escritura, 109, 182 ingleses, 19
Hietzsch, O tto, 267 inglés, 33, 16?. 255. 2.57, 266, 288, 303
Hill, Archibald A., 42, 84 Inquisición, 301
Hinz, W alther, 228 inscripciones, 45, 80, 300; proto-arm e-
hiragana, escritura, 210, 211 nias, 91
hitita cuneiforme, 101, 145, 163, 224, Insignias militares, 62
293; jeroglífico, 28, 51, 90, 105, 113, International Phonetic Association, 307,
116-119, 134, 182, 214, 222, 229, 239, 312
247, 250, 252, 257, 260, 275, 296, 300 inventos, 31, 95, 185. 190, 218, 237, 255,
Hockett, Charles E., 42 262, 282, 296
Hoenigswald, H . M., 42 ‘ ism án Yüsuf, 272
344 In d ic e a lfa b é tic o
/
346 ìn d ic e a lfa b è tic o
números, 33, 75, 88, 126, 162, 232, 249 piedra de M oab, 174, 179, 235
num ídico, 189, 190 piedras preciosas, lenguaje de las, 20,
26, 40
Oberi Okaime. escritura, 271
Pike, K enneth L., 262, 310
O bennaier, Hugo, 52 Pisani, Vittore, 183
objeto, escritura de, 26. 76-78
Poebel, A., 102, 146, 197, 200
Odin, 297
polaco, 290
Ogden, C. K „ 28, 41, 98 polacos, 67
Ogg, Oscar, 75
polifonía, 104, 320
Ogham , escritura, 190
poligénesis de la escritura, 90-91, 275
Oglala, 63-65
Pollard, sistema, 125
Ogmios, 297
Pope, M ., 134
Ojibwa, 56, 70-72
posición, 41, 145, 320
Okurigana, escritura, 212
Potter, Ralph, K ., 309
Oleai, escritura, 273
Praetorius, Franz, 200
Olm stead, A. T., 177
precedentes de la escritura, 47-89, 240,
Orchom enos, 128
248, 257, 265, 320
orden de los signos, 231, 249, 295
prim itivas, escrituras, 24, 32, 43-45, 47-
Oregon, 50
89, 183, 215, 240, 261, 265, 282
orientalistas, 60
prosodografía, 34-35
ortografía, 288; silábica, 220
proto-elam ita, 90, 125-126, 362, 251, 275,
O tten, H „ 224
283
O tto, W alter, 232, 294
proto-indico, 90, 125, 126-127, 242, 252,
palaíco cuneiforme, 162-163, 195, 224 275, 283
paleografía, 30, 45 proto-palestino, 161, 165, 177
Palestina, 165, 178, 193, 253 proto-sinaitico, 161, 164, 176, 182, 193
palos para contar, 21. 26 proverbios, 21, 76
Panam á, 77 psicología, 27-28, 113, 261, 312; infantil,
Panñlov, V., 28 43-44, 48, 261
Paper, H erbert H., 201, 228 ptolem aico, período, 260
pars pro tolo, 136 publicidad, 295
Pascua, isla de, 91 Pugliese C arratelli, G., 130, 134
pasigrafía, 40, 311, 319 Pulgram , Ernst, 42
Pau Chin H au, 272 Pylos, 128
Pedersen, Holger, 201. 307
Peet, E. T„ 140 Quibell, J. E , 106
Pehlevi, 145, 257, 292 Quim hi, David, 218
pensamientos, 27 Q uipu, 21, 26, 40
Pérez Kantule, Rubén, 298
Perro solitario, 67-68 Ramsés lì, 39
persa cuneiforme, 101, 225-229, 239, 292 Ras Sham rah, 171, 219 292
Petrie, W illiam M. Flinders, 364, 168, Rawlinson, Henry, 92
170, 191 R ead, Alien W „ 27
petroglifo, 48, 319 recepción de com unicación, 18, 27-29
petrogram a, 48, 319 recurso m nem ónico-identificador, 61-78,
Perú, 21, 78 248, 321 ; representativo-descriptivo,
Phaistos, 91, 161, 202, 204, 215, 247, 21, 39, 53-61, 88, 101, 107, 248, 322
279 reducción, 104, 144, 229, 238, 254, 263,
pictografía, 25, 31, 47-89. 93, 103, 116- 322
117, 121, 134-136, 176, 186, 193, 205, reform a de ía escritura, 306
246-247, 265, 269, 275, 280, 294, 303, religión, 296
311, 319 R ém usat, Abel, 123, 160
In d ic e a lfa b è tic o 347
sumerio, 32, 39, 51, 60, 78, 90, 108, 113, Turquestan oriental, 24
134, 145, 238, 247, 253, 262, 275, 292, Turquia, ver A natolia
296, 310 T usratta, 163
supersticiones, 300 Twain, M ark, 307, 312
Susa, 125, 276
Swanson, D onald C., 201
ugaritica, escritura, 101, 172-174, 177,
Sweet, Henry. 309 219, 226, 22
Uldall, H. J„ 42
la b o r, m onte, 174 Ullendorff, Edward, 198
Tai Chün-Jén, 137 Ulim an, B. L., 233, 234, 295
Tai T ’ung, 33. 137 Ulving, Tor, 84
Tangut, escritura, 124 Ungnad, A rthur, 60, 275
taquigrafía, 34, 244, ;308, 313
urartiano cuneiforme, 101, 214, 216, 162
Tasm ania, 57-58 253, 293
tatuaje, 40 U r-N anse, 104
Taylor, Isaac, 245 U ruk, 93-101, 156
Tchang Tcheng-M ing, 137
Tebas (Grecia), 128
«tebeos», 38, 57 Vachek, Josef, 42
Teil el-'Ajjül, 165 Vai, escritura, 269, 274
Teil el-HesT, 165, 193 Vaillancourt, Louis-Philippe, 262, 266
Teil es-$arem, 165 vanica, ver urartiano
tendencia hacia la especificación concre Varagnac, Andre, 48
ta, 43-45 Vendryes, J., 18
Tenevil, 272 Ventris, 132-134
Téng Ssü-yü, 12, 157 Vietor, Wilhelm, 309
term inología de la escritura, 257 Vincent, L. H., 168, 170
textos de las pirám ides, 155, 221, 260; Virolleaud, Charles, 172-173
execratorios, 220 visible, lenguaje, 309, .312
T hera, 233, 234 Voltaire, 33
Thom pson, J. Eric S., 84
Thurnwald, R., 269 W achtsm uth, F., 94
tipología de la escritura, 26, 34-35. 36- W am pum , 21
37, 46, 78, 90-92, 134-136, 146-147,’ 161, W ard, Lynd, 57
214, 238, 246, 303 W aterm an, Leroy, 224
tipos móviles, 207 W att, James, 31
Tirinto, 128 W eissbach, F. H , 162
Togo, 75-76 W esterm ann, Dietrich, 19, 269
Toma, escritura, 270, 297 W estm inster, catedral de, 299
Tomkins, William, 72, 74 Weule, K arl, 24, 61
Träger, George L., 27 W'horf, Benjamin L., 28, 84
transcripción, 12, 157, 323 W ido, 297
transferencia fonética, 100, 139; lingüís W ilson, John A., 12
tica, 25-26, 323; secundaria, 26 W inkler, H. A., 296
Transjordania, 168, 170 W innebago, escritura, 267-268
transliteración, 12, 155, 157, 181, 236, W oodhead, A. G., 23
3?/l W ou Yu-Tchang, 124
tiap i-nses, m o n jes, 19
Ir ¡bus, 6 5 -7 0 Yam agiwa, Joseph K., 212
I V uiik C liie n , 296 Y am atogana, escritura, 210
l.'.'no ,lin, escritura, 210 Yao, escritura, 124
liu r o . 293, 303. 306 Yehimiik, 175, 231
I n d ic e a ifa b é tic o
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