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CAPÍTULO I
Pero para no ampliar demasiado las citas, bastará recordar lo que claramente
quien Cristo venció primero, para que también nosotros, permaneciendo en Él,
quien fueron creadas todas las cosas, el Hijo Unigénito de Dios, que
incluso la que no pecó 2, ¿cuánto más lo estará toda criatura pecadora? Si bajo
Él están los santos ángeles, mucho más los estarán los ángeles prevaricadores
Hijo único de Dios se dignó tomar esa misma naturaleza, para que, por ella
misma, el diablo fuera vencido. Así, Él, que tuvo siempre sometido al diablo, le
mundo ha sido arrojado fuera 3. No porque fuera expulsado del mundo, como
dicen algunos herejes, sino que fue arrojado del alma de los que viven unidos
al Verbo de Dios y no aman al mundo del que él es el príncipe porque domina a
los que aman los bienes temporales que se poseen en este mundo visible. No
quiero decir que él sea el dueño de este mundo, sino que es el príncipe de las
concupiscencias con las que se codicia todo lo pasajero. Así, somete a los que
aman los bienes caducos y mudables y se olvidan del Dios eterno. Pues: raíz
el diablo en el hombre y posee su corazón. Esos son los que aman este
se renuncia a las corruptelas, a las pompas y a los ángeles malos. Por eso, el
al mundo 5.
CAPÍTULO II
mismo alimento se hace aquello mismo que somos por el cuerpo, así también,
uno, como el diablo, esto es, igual a él, y se somete a él, como nuestro cuerpo
nos está sometido. Y esto es lo que significa ser devorados por la serpiente.
Así pues, todo el que tema aquel fuego que está preparado para el diablo y sus
ángeles 8, trabaje para triunfar de aquél en sí mismo. Pues a los que nos
combaten desde fuera, los vencemos desde dentro cuando vencemos las
concupiscencias por las que ellos nos dominan. Porque únicamente a los que
CAPÍTULO III
exteriores. Dice así: No peleamos contra la carne y la sangre, sino contra los
contra los malvados espíritus que habitan en el cielo 9. Con el término "cielo" se
designa el aire, en el que se forman los vientos y las nubes, las borrascas y
cielo el Señor 10, y las aves del cielo 11, y los pájaros del cielo 12, pues es
nuboso, unas veces decimos: ¿Cómo está el aire?, y otras: ¿Cómo está el
cielo? Digo esto para que nadie piense que los demonios habitan donde Dios
colocó el sol, la luna y las estrellas. A estos demonios malos el Apóstol los
los ángeles malos. Y se dice que son gobernadores de estas tinieblas, porque
llama tinieblas a los pecadores, a quienes los demonios dominan. Por eso, en
otro lugar dice: en otro tiempo fuisteis tinieblas, mas ahora sois luz en el
Señor 13, pues los que eran pecadores ya habían sido justificados. No
CAPÍTULO IV
4. Erraron, pues, los maniqueos cuando dijeron que antes de la creación del
mundo había un linaje de las tinieblas que se rebeló contra Dios. Creen los
ellos de otro modo que arrojando una parte de su sustancia divina. Los
ellos. Explican así que Dios logró la victoria con grandes calamidades,
divinos tuvieron que ser asimilados por las entrañas tenebrosas de aquellos
sacrílega que presenta al Dios omnipotente luchando con las tinieblas, no por
medio de las criaturas que Él creó, sino con su propia sustancia, lo que es
realmente sacrílego. Y no solo esto, sino que añaden que los vencidos se
hicieron así mejores, pues quedó mitigado su furor, aunque la sustancia divina,
que venció, se envileció. Más aún, dicen que, al mezclarse con las entrañas
fin, toda la sustancia divina quedará purificada, afirman una gran impiedad
castigos sin culpa alguna. Incluso, los infelices se atreven a decir que no toda
Esto dicen los maniqueos para seducir a las almas sencillas. Pero ¿quién será
tan ingenuo que no vea que todo esto es un sacrilegio, pues se afirma que el
Dios omnipotente, vencido por la fatalidad, tuvo que entregar una parte propia,
tanta inmundicia, de modo que no pueda libertarse del todo y, así, sin poder
captan a alguien, no comienzan por decirle esto, puesto que, si así lo hicieran,
seleccionar los pasajes de la Escritura que los sencillos no entienden, y así les
Así lo hacen, por ejemplo, con este pasaje en el que dice el Apóstol: Los
gobernadores de estas tinieblas y los espíritus malos que habitan en el cielo 14.
pues toda alma ignorante es curiosa. Mas quien conoce bien la fe católica y
que ella vive segura, bajo el gobierno de Dios, frente a los impíos y pecadores
CAPÍTULO V
5. Decíamos que el apóstol San Pablo afirma que estamos en combate contra
los gobernadores de las tinieblas y los espíritus malos que habitan en el cielo.
Ahora, es preciso creer que nosotros luchamos contra el diablo y sus ángeles
lugar, llama al diablo príncipe del poder del aire 15. Aunque este pasaje, en que
dice: los espíritus malos del cielo, pueda entenderse de otro modo, para que no
preceptos espirituales de Dios, luchemos contra los espíritus malos que tratan
vencer a los enemigos que no vemos, para que no piensen los necios que
CAPÍTULO VI
Para vencer al diablo y al mundo hay que someter el cuerpo
6. El mismo Apóstol nos enseña cuando dice: No peleo como quien azota el
imitadores míos, como yo lo soy de Cristo 18. Por lo que hemos de entender
con sus placeres ilícitos, con sus pompas y curiosidad malsana. Puesto que los
cuerpo.
CAPÍTULO VII
7. Pero quizá alguien pregunte cómo hacer para reducir nuestro cuerpo a
nos sometemos a Dios con buena voluntad y sincera caridad. Verdad es que
toda criatura, quiera o no, está sometida a su único Dios y Señor. Pero se nos
amonesta que sirvamos al Señor nuestro Dios con plena voluntad. Porque el
Providencia. Unos obedecen como hijos y hacen así lo que es bueno, otros
trabajan encadenados, como esclavos, y se hace con ellos lo que es justo. Así,
todas las cosas muy buenas 20, las ordenó de tal modo que hacen el bien por
las buenas o por las malas. En efecto, lo que se hace con justicia, bien se
suplicio los malos. Dios hace el bien a los buenos y a los malos porque todo lo
hace con justicia. Buenos son los que con toda su voluntad sirven a Dios, y
malos los que sirven por necesidad, pero nadie se sustrae a la ley del
Omnipotente. Con todo, una cosa es hacer lo que la ley ordena y otra padecer
lo que la ley impone. Por eso, los buenos actúan según las leyes, y los malos
8. No nos impresione el que los justos toleren muchos sufrimientos graves y
ásperos en esta vida que llevan en su carne mortal. Pues ningún mal padecen
los que pueden decir lo que pregona y alaba aquel varón espiritual que fue el
en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado 21. Luego, en
esta vida, donde hay tantas tormentas, los hombres justos y buenos no solo
pueden tolerarlas con ánimo tranquilo cuando las sufren, sino que también
seremos transformados 23. Todos los malos que hay han sido ordenados así:
cada uno es dañino para sí, y todos son dañinos para todos. Apetecen lo que
no puede amarse sin la propia ruina y lo que fácilmente se les puede quitar, y
aman los bienes temporales, sufren aquellos a los que se les quitan, pero los
regocija el pez cuando, sin ver el anzuelo, se lanza a la carnaza, pero cuando
y, luego, pasa del regocijo a la muerte con el mismo cebo que le entusiasmó.
Así, todos los que se sienten felices con los bienes temporales, se han tragado
el anzuelo y con él viven la zozobra, pero vendrá un tiempo en que sentirán los
graves tormentos que, con tanta avidez, han devorado. Y, por eso, en nada se
daña a los buenos cuando les quitan lo que no aman, ya que aquello que aman
y por lo que son felices, nadie se lo puede quitar. Pues los dolores corporales
las buenas. Así acontece que el hombre malo y el ángel malo luchan a favor de
la Providencia divina, aunque no saben el bien que Dios realiza por medio de
ellos. Por tanto, no se les pagará con el mérito del servicio, sino con el salario
de la malicia.
CAPÍTULO VIII
para pensar, están ordenadas por la ley divina, para que nadie padezca
injustamente, del mismo modo, todas las cosas, animales y corporales, cada
y son gobernadas por ella. Por eso dice el Señor: ¿No se venden dos pájaros
Padre? 24 Pues esto lo dijo para mostrar que la omnipotencia divina gobierna
incluso lo que los hombres consideran muy vil. Así, atestigua la Verdad que
Dios alimenta las aves del cielo, viste a los lirios del campo y tiene incluso
contados los cabellos de nuestra cabeza 25. Pero como Dios cuida, por sí
gobierna por medio de ellos, con toda verdad se pudo decir también lo del
Apóstol: ¿acaso se cuida Dios de los bueyes? 26 En las santas Escrituras, Dios
enseña a los hombres cómo han de comportarse con los otros hombres y servir
al mismo Dios. Ya saben ellos, por sí mismos, cómo tratar a sus animales, esto
unas dotes que han recibido de los grandes tesoros de su Creador. Así pues, el
que pueda, entienda cómo Dios su Creador gobierna a todas sus criaturas por
medio de las almas santas, que son sus ministros en el cielo y en la tierra. Esas
Señor 27.
CAPÍTULO IX
Señor 29, que nos dio las arras del Espíritu 30, con el que podamos experimentar
la corriente de agua 31, que da fruto a su tiempo y sus hojas nunca caen. Pues
quita el sentido, sino que lo arrebata hacia lo alto y produce el olvido de las
CAPÍTULO X
El libre albedrío
las enfermedades que el alma contrajo por el amor de este mundo, creamos a
la autoridad divina que en las Escrituras santas habló acerca de su Hijo, que
como dice el Apóstol: vino a ser del linaje de David según la carne 34. Como
está escrito en el Evangelio: todo fue creado por Él y sin Él nada se hizo 35. Él
hemos merecido por nuestra voluntad. Pues Dios hizo al hombre inmortal y le
dotó de libre albedrío 36, ya que no sería perfecto si hubiese tenido que cumplir
debilita sino pecando. Por lo tanto, no podemos creer que nuestra alma sea
voluntad ni por ninguna necesidad imperiosa. Pues es bien sabido que Dios es
Dios se dignó asumir esta nuestra flaqueza: y el Verbo se hizo carne y habitó
entre nosotros 38. No porque su eternidad fuera suplantada, sino porque mostró
majestad.
CAPÍTULO XI
12. Realmente son unos necios los que dicen: ¿No podía la Sabiduría divina
mirada interior pero invisible a las mentes corruptibles. Pero ahora, al dignarse
los avaros porque no tuvo un cuerpo de oro, disgusta a los impuros porque
nació de mujer, y los impuros odian muchísimo el que las mujeres conciban y
den a luz, disgusta a los altivos porque sufrió con paciencia las injurias,
porque padeció la muerte. Y para que no parezca que defienden sus vicios,
dicen que eso no les disgusta en los hombres, sino en el Hijo de Dios. Pues no
qué consiste esa misma criatura humana, que con esas mutaciones fue
divina, que la enfermedad contraída por el pecado se cura con la virtud. Así,
humanos. Esta medicina del género humano es tan alta que no podemos ni
del Hijo de Dios? ¿Qué avaricia podrá curarse si no se cura con la pobreza del
Hijo de Dios? ¿Qué ira podrá curarse si no se cura con la paciencia del Hijo de
Dios? ¿Qué impiedad podrá curarse si no se cura con la caridad del Hijo de
reconozca su naturaleza y vea qué alto lugar ocupa entre las obras de Dios. No
las hubiese amado el hombre asumido por el Hijo de Dios. No temáis las
afrentas ni la cruz ni la muerte, porque si dañasen al hombre no las hubiera
padecido el hombre que asumió el Hijo de Dios. Toda esta exhortación que,
ahora, por doquier se pregona y venera, que cura a toda alma obediente, no
quien se dijo, antes de nacer, que será llamado Hijo del Altísimo, y que de
hecho así es ya llamado por todo los pueblos, cosa que nadie puede negar?
Si tan alta estima tenemos de nosotros mismos, dignémonos imitar a aquel que
se llama Hijo del Altísimo. Si nos tenemos en poco, osemos imitar a los
aprovecha: reduce todos los tumores, purifica todas las podredumbres, suprime
desesperará de sí, cuando el Hijo de Dios quiso ser tan débil por él? ¿Quién
pondrá la vida feliz en aquellas cosas que el Hijo de Dios enseñó a despreciar?
que tiene cerrado el reino de los cielos, cuando sabe que los publicanos y las
contempla, ama e imita los hechos y dichos de aquel hombre en el que el Hijo
CAPÍTULO XII
temporales, vuelan a los divinos. Otros se humillan ante las virtudes de los que
eso hacen, y alaban lo que no se atreven a imitar. Unos pocos aún murmuran y
se retuercen de vana envidia, son los que buscan sus cosas en la Iglesia
aunque parezcan católicos, son los herejes que pretenden gloriarse con el
insidiosos que ellos presentan, con diligencia los discute, con inteligencia los
Corrige a los que denuncian su grano y a los que yerran, o cuenta entre las
CAPÍTULO XIII
somete el alma a Dios. Después, los preceptos para vivir bien, cuya
mucho lo que nace y pasa, así como desearlo y trabajar para conseguirlo,
Una vida tal no puede contemplar aquella verdad pura, auténtica e inalterable,
ni adherirse a ella ni permanecer con ella para siempre. Por tanto, antes de que
15. La Iglesia nos transmite, en pocas palabras, la fe con la que se nos confían
las cosas eternas, que los carnales no pueden todavía entender, y también las
es, un solo Dios, Trinidad eterna en una única sustancia, Dios del que todo, por
CAPÍTULO XIV
Afirmemos la Trinidad
16. Hagamos oídos sordos a los que dicen que solo existe el Padre, que no
tiene Hijo, ni tiene consigo al Espíritu Santo, sino que el mismo Padre, a veces,
del que todo procede, ni a su Imagen, por quien todo se forma, ni su Santidad,
CAPÍTULO XV
Trinidad no significa tres dioses
decimos que hay que adorar a tres dioses. Pues ignoran lo que es una y la
misma sustancia, y les engañan sus fantasías porque suelen ver corporalmente
creer.
CAPÍTULO XVI
18. Ni escuchemos a los que dicen que solo el Padre es Dios verdadero y
eterno, que el Hijo no fue engendrado por Él, sino hecho por Él de la nada; que
hubo un tiempo en el que el Hijo no existía, aunque ocupa el primer lugar entre
todas las criaturas, y que el Espíritu Santo es de menor majestad que el Hijo y
que fue hecho después del Hijo y que la sustancia de los tres es diferente como
cosas con los ojos corporales, se empeñan en transferir sus vanas imágenes a
la mente, aunque esté sosegada y tranquila. Pero no es posible que vean esto
rezuman humedad, de los que el fuego no logra sacar sino humo y no pueden
producir llama limpia. Y esto se puede decir, con razón, de todos los herejes.
CAPÍTULO XVII
La fe en la encarnación de Cristo
que dicen que el Hijo de Dios, Jesucristo, no es más que un simple hombre,
aunque tan justo que mereció ser llamado Hijo de Dios. A éstos también la
Verbo, por quien fueron hechas todos las cosas, y cómo el Verbo se hizo carne
CAPÍTULO XVIII
20. Ni oigamos tampoco a los que dicen que el Hijo de Dios no se hizo
verdadero hombre, ni nació de mujer, sino que mostró a los que lo vieron una
carne falsa y una figura simulada de cuerpo humano. Ignoran que la sustancia
absoluto, y, en cambio, ellos mismos confiesan que este sol visible esparce sus
puro e íntegro en todas partes. Si, pues, las cosas visibles y limpias pueden ser
tocadas por cosas visibles y sucias sin mancharse, ¿cuánto más la Verdad,
en vuestros labios: Sí, sí, No, no 44, y el Apóstol clame: No había en Él Sí y No,
tan sólo había Sí 45, estos pretenden que su cuerpo fue una carne falsa, de
CAPÍTULO XIX
sustancia eterna, pero se atreven a decir que el mismo hombre que fue
cuerpo. Esto es como decir: no fue hombre, aunque tenía miembros humanos.
entendimiento, que es lo propio del espíritu. Pero si hay que anatematizar a los
que niegan que Cristo tuviera cuerpo humano, que es lo ínfimo en el hombre,
me maravilla que éstos no se sonrojen al negarle que tuviera lo mejor que tiene
humano recibió la dignidad de una forma celestial. Pero Dios nos libre de creer
tal cosa, inventada por una ceguera temeraria y una locuacidad soberbia.
CAPÍTULO XX
El Verbo asumió al hombre en Cristo de otro modo que en los santos
22. Hagamos oídos sordos también a los que dicen que la Sabiduría divina
asumió al hombre, nacido de la Virgen, igual que cuando hace sabios a unos
hombres que así son sabios perfectos. Desconocen el misterio propio de ese
hombre asumido y piensan que solo tuvo de especial, respecto a los demás
quizá creyeran que, si tuvo una dignidad sobre todos los demás, fue porque tal
encarnación fue algo muy especial que no lo ha sido en los otros. En efecto,
una cosa es hacerse sabio por la Sabiduría de Dios y otra asumir la persona
misma de la Sabiduría de Dios. Pues ¿quién hay que no entienda que, aunque
la naturaleza del cuerpo de la Iglesia es única, existe una gran diferencia entre
unión el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros 46, sus miembros son
todos los santos con los que se completa y perfecciona la Iglesia. Pues, así
como el alma anima y vivifica todo nuestro cuerpo, pero en la cabeza siente
con la vista, el oído, el gusto, el olfato y el tacto, y, en los otros miembros, solo
siente con el tacto, y, por eso, todos los sentidos están sujetos a la cabeza para
obrar, pues ella fue colocada arriba para dirigir. Y, así, en cierto modo, la
cabeza hace la veces del alma que dirige el cuerpo, y la cabeza es como la
sede de la persona y, por eso, están en ella todos los sentidos, del mismo
modo el Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, es para
todo el pueblo de los santos como la cabeza para el cuerpo. Y, por tanto, la
hechas todas las cosas, no asumió, así, a aquel hombre como a los demás
santos, sino de modo mucho más excelente y sublime como a él solo convino
asumirlo para que la Sabiduría apareciese en él como convenía que se
único Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús 47, que no
hombres, sino que él mismo lo es en persona. Pues de las demás almas sabias
o espirituales, con razón, puede decirse que tienen en sí al Verbo de Dios, por
quien fueron hechas todas las cosas, pero de nadie puede decirse, con razón,
que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, pues eso solo se puede
CAPÍTULO XXI
23. Ni escuchemos a los que dicen que el Verbo de Dios tomó solamente el
cuerpo, y así interpretan lo que se dijo: el Verbo se hizo carne, negando que
que se dijo: el Verbo se hizo carne, porque a los ojos de los hombres, por los
indigno que aquel hombre no tuviera espíritu humano, como ya hemos dicho
antes, más absurdo aún será que no tenga espíritu ni alma, y sólo tenga lo que,
incluso en los animales, es lo más ínfimo y vil, esto es, el cuerpo. Excluyamos,
CAPÍTULO XXII
Cristo nació de mujer
24. No escuchemos tampoco a los que dicen que nuestro Señor tuvo un cuerpo
semejante a la paloma que vio Juan Bautista descender del cielo y posarse
sobre Jesús como símbolo del Espíritu Santo. Así, pretenden hacer creer que
el Hijo de Dios no nació de mujer, porque dicen que, si convenía mostrarlo a los
ojos de la carne, pudo asumir un cuerpo como el Espíritu Santo, pues aquella
ante los ojos humanos. A éstos hay que contestarles, en primer lugar, que
allí también leemos que Cristo nació de mujer 49, y no podemos creer una parte
del Evangelio y rechazar la otra. ¿Por qué crees que el Espíritu Santo apareció
Evangelio. ¿Por qué el Espíritu Santo no nació de una paloma como Cristo
nació de una mujer? La razón es que el Espíritu Santo no vino a libertar a los
Jesucristo que vino a liberar a los hombres, tanto varones como mujeres,
varón, ni tampoco a las mujeres, pues nació de mujer. A esto se añade un gran
misterio: ya que por la mujer nos vino la muerte, por la mujer se nos dio la vida,
para que el diablo fuera vencido y atormentado por ambos géneros, femenino y
masculino, ya que cantaba victoria por la ruina de los dos. Pequeño hubiera
hubiese aparecido, falazmente, a los ojos de los hombres, sino que a esos dos
Dios engañase a los hombres, tampoco era apropiado que los engañase el
Espíritu Santo. Pero al Dios omnipotente que hizo todas las criaturas de la
padres, como no le fue difícil, aun sin el semen viril, hacer un verdadero cuerpo
hombre, como en el mismo mundo para hacer una paloma. Pero los hombres
CAPÍTULO XXIII
admite mutación y que la criatura es mudable. Pero una cosa es ser criatura y
lo que padeció, sino que la mejoró y la trasformó por su resurrección. Por eso,
no hemos de negar que el Verbo del Padre, el Hijo único de Dios por el que se
hizo todo, nació y padeció por nosotros. Pues también decimos que los
esa pasión y muerte no perecieron sus almas. Por esto dice el Señor: No
temáis a los que matan el cuerpo, pero nada pueden hacer al alma 50. Pues así
como decimos que los mártires padecieron y murieron en el cuerpo que tenían,
sin destrucción ni muerte del alma, así el Hijo de Dios decimos que padeció y
Divinidad.
CAPÍTULO XXIV
26. No escuchemos tampoco a los que niegan que el Señor resucitase con el
porque el espíritu no tiene huesos y carne, como veis que tengo yo 51. Es un
sacrilegio creer que nuestro Señor, que es la misma Verdad, haya mentido en
apareciese a los discípulos, como está escrito 52, y por eso neguemos que tenía
entrar con las puertas cerradas. Todo es posible para Dios 53. Así, caminar
resurrección hizo lo que quiso de su cuerpo. Si, pues, pudo glorificarlo, antes
de su pasión, con un esplendor como el del sol 55, ¿por qué no pudo, también,
CAPÍTULO XXV
27. Ni oigamos a los que niegan que nuestro Señor llevase al cielo su cuerpo, y
sino quien descendió del cielo 56. Y dicen: dado que el cuerpo no descendió del
cielo, no podía subir al cielo. No entienden que el cuerpo no subió al cielo, pues
el Señor ascendió, pero el cuerpo no ascendió, sino que fue llevado al cielo al
llevarlo el que ascendió. Es como si, por ejemplo, alguien desciende desnudo
tenemos en cuenta el vestido que consigo se llevó, sino que decimos tan solo
CAPÍTULO XXVI
28. Ni escuchemos a los que niegan que el Hijo esté sentado a la derecha del
Padre. Y dicen: ¿Es que acaso el Padre tiene costado derecho e izquierdo
nos hizo sentar en los cielos 57. Y aunque nuestro cuerpo aún no esté allí,
red a la derecha. Y cuando lo hicieron, cogieron unos peces que eran todos
derecha. Esto mismo quiso dar a entender cuando dijo que en el juicio iba a
CAPÍTULO XXVII
29. Ni oigamos a los que niegan el día del juicio futuro, y recuerdan que en el
Evangelio está escrito que el que cree en Cristo no será juzgado y que el que
el que no cree ya está juzgado, ¿dónde están los que han de ser juzgados el
día del juicio? No entienden que las Escrituras hablan así para presentar el
tiempo pasado como futuro, según arriba dijimos que el Apóstol dice, de
tengo aún que deciros, pero no podéis llevarlas ahora 62. ¿Cómo ha dicho,
pues: todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer, sino al dar por
realizado lo que sin duda, un día, había de realizar por el Espíritu Santo? Del
come 63, es decir, no piense mal de él. Y el Señor dice: no juzguéis y no seréis
juzgados 64. Pero no nos quita la inteligencia para juzgar, pues el profeta
mismo Señor nos dice: no juzguéis según las personas, sino haced un juicio
justo 66. En esto, en que nos prohíbe juzgar, nos advierte que no condenemos
ser más tarde. Del mismo modo, al decir que no vendrá a juicio, quiso decir que
no sufrirá condena. Y, con: el que no cree ya ha sido juzgado 67, quiso decir
CAPÍTULO XXVIII
30. No escuchemos tampoco a los que dicen que el Espíritu Santo que
Maniqueo, como dicen los maniqueos. Éstos están tan ciegos que no entienden
las Escrituras más claras o viven tan olvidados de su salvación que no las leen
ciudad, como les había aconsejado, los llenó a todos de modo que hablaron
cada uno de los oyentes les entendía en su propia lengua. Pero estos hombres
herejes.
CAPÍTULO XXIX
31. Ni escuchemos a los que niegan que la santa Iglesia, que es la única
católica, esté difundida por todo el mundo, sino que piensan que solo es válida
en África, esto es, en el partido de Donato. Éstos hacen oídos sordos al profeta
que dice: tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy, pídeme y te daré todas las
gentes como herencia tuya y como posesión tuya hasta los confines de la
tierra 70. Y otros muchos pasajes, que están escritos tanto en el Antiguo como
está difundida por todo el orbe de la tierra. Cuando les objetamos esto, dicen
que eso se realizó ya antes de surgir el partido de Donato, pero que después
pereció toda la Iglesia, y pretenden que solo quedaron sus restos en la parte de
Donato. ¡Oh, lengua orgullosa y abominable!, ¡ojalá al menos viviesen de modo
que entre ellos se mantuviese la paz! Pero ahora no se dan cuenta que ya ha
medidos 71.
Pues como Donato intentó dividir a Cristo, así él es dividido por los suyos con
divisiones diarias. A esto también pertenece aquello que el Señor dice: el que a
espada hiere, a espada morirá 72. En este pasaje, la espada, que tiene un
es hoy dividido, por ella, hasta que se disgregue y muera definitivamente. Pues,
aunque el apóstol Pedro, que no había obrado por propio orgullo sino por amor,
aunque fuera carnal, al Señor, cuando fue amonestado guardó la espada, pero
tribunal, ante los obispos de Roma que él había pedido; no pudo probar nada
claramente está escrito que la Iglesia de Cristo está difundida entre todas las
y así manifiesta con claridad que es un esclavo, no un hombre libre, que tiene
cortada la oreja derecha. Pues Pedro, equivocado por amor al Señor, cortó la
oreja derecha a un siervo, no a un hombre libre, y eso significa que los que son
heridos por la espada del cisma, son siervos de los deseos carnales y aún no
recto, esto es, la gloria del Señor muy ampliamente proclamada por la Iglesia
los países, vendrá el fin 73, ¿cómo dicen éstos que todas las demás gentes
nuevas gentes, y todavía quedan algunas sin recibir la fe, por lo que se les
gloria de Cristo, que osare decir que todos aquellos pueblos que actualmente
CAPÍTULO XXX
habían recibido de la vid antes que fueran cortados. Estos son, pues, de
sino que reciben la virtud de la piedad que no tienen. Pues claramente enseña
el que hayan preferido ser desarraigados? Máxime, porque lo que más les
Iglesia católica, para que, como auténtica madre, no insulte con orgullo a los
causa, Pedro hace las veces de esta Iglesia católica entre todos los apóstoles.
A esta Iglesia se le dieron las llaves del reino de los cielos cuando se las dieron
mis ovejas 77. Debe, pues, la Iglesia católica, por la firmeza de su piedad,
perdonar con liberalidad a sus hijos, pues vemos que se le concedió perdón a
Pedro, que hacía sus veces, cuando titubeó en el mar 78, cuando quería apartar
paz, que ella tiene siempre en el Señor, muchos obispos, que habían
consentido en la perfidia de los arrianos durante aquella persecución,
creído o lo que habían simulado creer. A éstos, la Iglesia católica los recibió en
su seno maternal como se recibió a Pedro, amonestado por el canto del gallo,
canto del gallo 82, merecieron caer con Lucifer que se rebelaba a la aurora 83.
CAPÍTULO XXXI
33. No escuchemos tampoco a los que niegan que la Iglesia de Dios pueda
perdonar todos los pecados. Así, estos miserables como no vieron en Pedro la
piedra, y por negarse a creer que a la Iglesia le han sido dadas las llaves del
reino de los cielos, ellos las han perdido entre sus manos. Estos son los que
que son más puros que la doctrina apostólica. Estos cátaros, si quisieran
elegido otra cosa que ser condenados con el mundo. Porque a los pecadores
les niegan el perdón, pero no es para curarlos en salud, sino que le quitan la
CAPÍTULO XXXII
reino de Dios 86. No entienden lo que dice el mismo Apóstol: es preciso que
tomarán esposa, sino que serán como los ángeles de Dios 88. Pues ya no
vivirán para los hombres, sino para Dios, cuando sean hechos iguales a los
transformados 89. Y así será verdad que resucitará la carne, aun siendo verdad
CAPÍTULO XXXIII
Conclusión
los adultos, sino que crezcamos en Cristo, con estos alimentos salubérrimos,
perfecciona y confirma la caridad de Dios y del prójimo, para que cada uno de
nosotros triunfe en sí mismo y por Cristo, de quien ya se ha revestido, del
temor del mundo, esto es, la codicia de adquirir bienes temporales y el temor a
perderlos. Por esas dos puertas entra y reina el enemigo, que debe ser
arrojado primero con el temor de Dios y después por la caridad. Pues tanto
porque ellos verán a Dios 90. Para que, arraigados y apoyados en la caridad,