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La historia de la enfermería se remonta a las primeras épocas de la humanidad, pero hace
unos pocos siglos empezó a institucionalizarse la atención al enfermo. Antes se
consideraba que las enfermedades se producían por influencia de espíritus malignos.
Posteriormente se reflexionó acerca de la necesidad de atender a las personas enfermas en
un sitio adecuado, lo cual dio origen a la organización de establecimientos para el cuidado
de la salud.
Comenzó como un período empírico de los cuidados iniciado con los cuidados propios de
los pueblos indígenas, pasando por una atención a los enfermos en el hogar, acompañado
de sentimientos cristianos, vocación, afecto, observación, conocimiento y habilidades, hasta
un período científico y técnico que permitió la creación de los primeros programas de
formación de enfermeras y el surgimiento de una educación formal y sistemática hasta la
actualidad.
A finales del siglo XIX, la enfermería en Venezuela estaba en manos de las religiosas que
atendían en centros de salud. En los años treinta era evidente que requería un nuevo
modelo para formar enfermeras profesionales que elevaran los estándares de la profesión.
Sin embargo, el precario nivel educativo con que llegaban las aspirantes y las exigencias de
los servicios hospitalarios, que buscaban una manera económica de llenar sus demandas
con personal adiestrado pero sin mejoras educativas, impidió que se cumpliera tal
aspiración. La enfermería se centró en la dimensión técnica y en la subordinación médica,
aunados a la resistencia de la medicina curativa de la época que impidió una visión integral
de la salud.
Los estudios de enfermería se iniciaron entre 1837 y 1900 con la formación de enfermeras
obstétricas, y luego, de forma discontinua hasta 1937. En 1940 nace formalmente la
Escuela Nacional de Enfermeras (ENE), y entre los años 1944 y 1959, por decretos
presidenciales publicados en gacetas, se establecen reglamentos y parámetros a seguir por
las distintas escuelas de enfermería en Venezuela. Pero es sólo a mediados del año 1959
cuando se modifica el currículo relacionado con la formación de enfermeras en base a dos
pensa de estudios otorgándose el título de Enfermera Profesional.
Período precolombino
El concepto de cuidado y ayuda a los demás está presente desde el inicio de las
civilizaciones, lo que se ha dado en llamar actualmente “cuidados de enfermería” ha estado
presente de manera intrínseca en los cuidados de la vida del hombre en su esencia, en su
mundo, en fin, en su vida cotidiana.
Es así como la mayor preocupación del indígena primitivo fue combatir las agresiones
externas y las enfermedades, así como cuidar sus necesidades y su entorno para
sobrevivir. De su relación con la naturaleza, nuestros indígenas no solamente observaron su
ecosistema, los elementos naturales y animales salvajes, que les proporcionaron alimentos,
abrigo y medios para la elaboración de objetos y herramientas, sino también el uso de
plantas, raíces y hojas con propiedades terapéuticas que les permitieron sobrevivir en un
ambiente primitivo y hostil.
Esta época se basó en el animismo, por eso la magia, los ritos y las creencias primitivas
(exorcismos, utilización de hierbas, amuletos, cantos, uso de maracas y tabaco), aunado
todo al uso de baños en ríos (abluciones), el arropamiento húmedo (arcilla mojada) y la
sangría, que constituyeron asuntos íntimamente relacionados con los procesos de salud –
enfermedad, tanto en lo que concierne al propio concepto y a su evolución en el tiempo
como a las prácticas de las distintas civilizaciones no sólo para mantener la salud, sino
también para curar las enfermedades.
Período Colonial
La segunda parte del período colonial corresponde al desarrollo y población del territorio por
los españoles, negros y mestizos.
En cuanto a la medicina de la época, al arribar los españoles e iniciar la colonización
guiados por la codicia, imbuidos por el misticismo cristiano y provistos de una “mejor
tecnología”, trajeron también su medicina, que no era otra cosa que una medicina medieval
aún, galénica o hipocrática, una medicina de examinar el pulso y la orina prescribiendo
purgas y sangrías.
Es importante destacar que las diversas culturas prehispánicas se vieron afectadas por una
serie de enfermedades infecciosas endémicas de características regionales, pero con el
arribo de los colonizadores españoles surgieron nuevas enfermedades que produjeron
estragos en la población local, entre ellas el sarampión, la varicela, la tos convulsiva, la
difteria, la malaria, la fiebre amarilla, la peste bubónica, el tifus exantemático y la lepra,
traídas de Europa y África principalmente con los grupos de esclavos africanos o los
navegantes españoles.
Los doctores en medicina eran los togados o facultativos (a partir de 1777 mediante el
Protomedicato de la capitanía General de Venezuela), los que se habían graduado en una
facultad o colegio de medicina, y eran españoles o descendientes “legítimos” por ambas
ramas paternas. Como en el siglo XVI aún no había ocurrido la fusión entre la medicina y la
cirugía en Europa, la parte manual la ejercían los cirujanos, quienes también tenían que
haber cursado estudios en un colegio o facultad y debido a su conocimiento del latín eran
conocidos como cirujanos latinos, a diferencia de los cirujanos romancistas, quienes habían
cursado y rendido exámenes en español.
Por su parte, los flebotomistas eran practicantes menores cuya principal labor era hacer
sangrías por orden de los doctores. La boticaria o farmacopea, era parte de la medicina en
ese entonces, y la labor de los boticarios consistía en preparar y expender las recetas
ordenadas por los doctores.
En esa época, las damas de la nobleza criolla contribuyeron a organizar los primeros
servicios elementales de asistencia pública en Caracas y Maracaibo utilizando sus
conocimientos domésticos. Se da la apertura del Hospital de San Pablo a cargo de
practicantes de la escuela de medicina y enfermeros empíricos (Jamieson, Sewall y Suhrie,
1968).
Asimismo, la lepra vino a constituir un problema en aquel momento (conocida como mal de
Lázaro), por lo que fue fundada, según Jamieson por Real Orden del 21 de marzo de 1752,
el Hospital de Lazarinos “Esquina de San Lázaro”. Posteriormente, los “leprosos” fueron
enviados a las colonias de cabo Blanco, Distrito Federal y Providencia en el estado Zulia.
Durante la Colonia hubo otro tipo de cuidados de la salud y medicina no tradicionales: las
prácticas curanderas tanto de indígenas como de africanos, quizás de mayor arraigo y
extensión que la misma medicina tradicional. Los curanderos, fieles a la tradición oral de
sus antepasados, siguieron haciendo uso del rico herbario medicinal, las prácticas curativas
y los ritos míticos que venían haciendo desde la época precolombina y que son aún parte
de nuestra cultura.
La República
Este período se caracterizó por una práctica empírica de la enfermería, cuya prestación de
cuidados se llevaba a cabo principalmente en el hogar, siendo su marco referencial el
ejercicio del cuidado a los enfermos. Este cuidado exigía un sentimiento cristiano, vocación
y servicio, así como observación, conocimiento y habilidades para curar.
En 1837, el Dr. José María Vargas autorizó al Dr. Santos Gásperi para dictar cursos a las
mujeres que quisieran dedicarse a la atención de partos.
El 24 de julio de 1874, en el convento de las Dominicas de Caracas se crea la casa de
beneficencia para los pobres de la solemnidad con un apartamento separado para los
enfermos mentales, reglamentándose por decreto el 20 de febrero de 1877 la
administración y servicio de esta casa, en donde también se crea una sala de maternidad.
Entre 1865 y 1889 aparecieron los primeros reglamentos, en los cuales se describieron las
funciones del personal de enfermería en instituciones sanitarias. Durante esta época, el
grueso de la población estaba ubicado en áreas rurales y los cuidados de enfermería eran
llevados a cabo en las distintas localidades por practicantes empíricos con escasa
formación o por asistentes médicos.
Los cuidados de salud relacionados con la enfermería fueron llevados a cabo sobre todo por
mujeres, y se caracterizaron por el uso de plantas en infusiones, cataplasmas, vigilancia de
la alimentación, abrigo, masajes, cuidado de los enfermos en el hogar y asistencia como
parteras.
Por otro lado, los curanderos, “brujos o brujas”, eran personas a las que la población
atribuía poderes especiales, puesto que combinaban ritos mágicos con conocimientos
propios de los cuidados de la salud, uso de hierbas, rezos y amuletos.
Ahora bien, las cuidadoras religiosas tenían un modo de vida basado en la estricta
disciplina, la obediencia, la humildad y la sumisión. Las hermanas daban énfasis a la ayuda
y asistencia al enfermo, pero sus conocimientos empíricos no cubrían los requerimientos
médicos de los pacientes. La enfermería, desde esta perspectiva, no requería ningún tipo
de formación profesional especializada, a no ser su dedicación religiosa. Lo antes señalado
se relaciona significativamente con la influencia de la etapa vocacional descrita por algunos
autores como Martín Caro, para quien “…las actividades de cuidar se basan en el consuelo,
con un enfoque humanitario y en estrecha relación con la religión”.
Para 1916, se recibió en Venezuela la primera visita de una comisión de higienistas de los
Estados Unidos, de carácter cívico-militar, para asesorar la lucha contra la fiebre amarilla,
dirigida por el mayor general William C. Gorgas. Según la Fundación Rockefeller, la
apertura del Canal de Panamá podía favorecer que la fiebre amarilla se propagase al
oriente, y considerando que era posible extinguir totalmente los focos de endemicidad de las
regiones en donde existían, resolvió constituir, como en efecto hizo, una comisión destinada
a erradicar dichos focos y a cooperar con los gobiernos respectivos en su eliminación
(Machado 1982).