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Este número está ilustrado con

obras de Roberto Cancrini,


Buenos Aires, 1946.

Consejo de dirección:
Revista de cultura

78
Carlos Altamirano
Año XXVII • Número 78 José Aricó (1931-1991)
Buenos Aires, Abril de 2004 Adrián Gorelik
ISSN 0326-3061 / RNPI 159207 María Teresa Gramuglio
Hilda Sabato
Sumario Beatriz Sarlo
Hugo Vezzetti
La modernidad en cuestión
Consejo asesor:
Raúl Beceyro
1 Jorge E. Dotti, La guerra y la paz
Jorge Dotti
Rafael Filippelli
7 Carlos Altamirano, Todo comenzó con Locke Federico Monjeau
Ana Porrúa
12 Beatriz Sarlo, La extensión Oscar Terán

19 Silvia Schwarzböck, Como la vida misma. Notas Directora:


sobre la televisión Beatriz Sarlo

24 Martín Kohan, La apariencia celebrada Diseño:


Estudio Vesc y Josefina Darriba
31 Federico Monjeau, Concepto y serie. Un debate
Difusión y representación comercial:
Darío Brenman
33 Adrián Gorelik, Nota al pie
Distribución: Siglo XXI Argentina
34 Sergio Chejfec, Fragmento de “Los incompletos”,
inédito Composición, armado e impresión:
Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos Aires.
38 Barbara Hahn, En el espacio de la soledad. El
“Denktagebuch” de Hannah Arendt Suscripción anual
Personal Institucional
44 Odilio Alves Aguiar, Pensamiento y narración en Argentina 24 $ 50 $
Países limítrofes 20 U$S 40 U$S
Hannah Arendt
Resto del mundo 30 U$S 50 U$S

Punto de Vista recibe toda su


correspondencia, giros y cheques a nombre de
Beatriz Sarlo, Casilla de Correo 39,
Sucursal 49, Buenos Aires, Argentina.

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La modernidad en cuestión

1
se conformen a la ordenación del mun-
do que el liberalismo impone a través
de la superpotencia autoungida a vi-
caria de la razón y la verdad.
Esta contraposición es particular-
mente evidente en los niveles tanto
vulgarmediáticos como académicos,
donde se ensayan legitimaciones de las
intervenciones planetarias de Estados
Unidos y sus acólitos, las cuales son
tanto más violentas y crueles, cuanto
más estentóreamente son invocados los
ideales de la razón, la humanidad y la
paz. A su modo, no está totalmente
alejado de la verdad el lugar común
de tanto análisis en boga, según el cual
las batallas en la guerra contemporá-
nea se ganan en el imaginario mass-
mediático. O por lo menos explica por
qué en la primera línea del combate
visual-cibernético y cartáceo se apre-
tujan estadistas y militares, políticos y
politólogos, publicistas y formadores
La posmodernidad globalizada es la estación final del liberalismo, escribe de opinión pública, intelectuales bien-
Jorge Dotti, y señala las responsabilidades de la modernidad en la “desventura pensantes y vecinos ilustres.
funesta” de la guerra contemporánea. Con este juicio sobre el liberalismo, Pero la cuestión no es tan simple.
que habría conducido a la disolución de lo político, Dotti traza su “paisaje La verdad última de la guerra sigue
epocal”. Carlos Altamirano le responde articulando las líneas de esta filosofía siendo la muerte violenta: en ella re-
política, inscripta en la estela de Hobbes y Carl Schmitt, con la realidad socio- side la dignidad de la resistencia que
histórica del presente que se adapta mal a una descripción que no tome en todo enfrentamiento bélico ofrece a las
cuenta su complejidad extrema. manipulaciones comunicacionales a las
que sea sometido; de ella nace tam-
bién la responsabilidad que debe asu-
La guerra y la paz
mir cualquier planteo sobre el sentido
de la ultima ratio. Asimismo, ante la
Jorge E. Dotti dificultad, si no imposibilidad, del dis-
tanciamiento (con las ventajas y des-
1. Viciada de oquedad e ideologismo voceros de la libertad nordatlántica y ventajas que ello acarrea), las refle-
es la contraposición entre un ideal ra- la archidenunciada irracionalidad de xiones en torno al ¿qué pasa? –como
cional y humanitario encarnado por los toda doctrina y de toda praxis que no pregunta sobre la onto-polemología ac-
tual– no pueden ser sino tentativas e sentido. to. Algo así como plata en el bolsillo.
inciertas, limitadas inicialmente al re- Dadas las peculiaridades de lo hu- Todo fluye por todo el planeta. Es-
gistro de ciertos elementos asumidos mano, hacer justicia equivale, enton- ta fluidez es la única marca identitaria
como definitorios de manera pruden- ces, a distribuir espacialidad, y, para que define la ontología contemporá-
temente provisoria. tal fin, la guerra es el elemento opera- nea: ser es aparecer, sin nada apare-
Por último, al ensayar algunas ob- tivo si no privilegiado, al menos ine- ciente atrás; o sea, circular en confor-
servaciones cabe tomar ciertas precau- vitable cuando fracasa la dikelogiza- midad a la dinámica ininterrumpible
ciones críticas y el recaudo primero y ción pacífica –política en sentido es- que la globalización impone a los mó-
fundamental es que no debemos mo- tricto– del espacio. En estos casos viles desustancializados, a las másca-
vernos en el plano de las conceptuali- extremos, lo político también se con- ras en movimiento infinito por un es-
zaciones abstractas, contraponiendo la figura como decisión por la confron- pacio infinito. No participar en la cir-
sensatez de la paz a los horrores de la tación bélica para cumplir con la fun- culación global es perder el último
guerra. Va de suyo que en un dilema ción de orden en la que radica su sen- residuo ontológico que parece (con to-
así planteado sólo una mentalidad psi- tido existencial. da la ambigüedad de este término) sub-
cótica optaría por el segundo de los Pese a los esfuerzos de moralistas sistir.
términos. Más allá de los sentimien- e irenistas bien intencionados, la gue- Ahora bien, ¿hay un espacio para-
tos que inevitablemente entran en jue- rra resulta ser una práctica inevitable- digmático equivalente para los encuen-
2 go, plantear de este modo las cosas, mente presente (como violencia ya de- tros extremadamente conflictivos, be-
de una manera casi banal, equivale a sencadenada o a la espera de serlo) en licosos, que siguen teniendo lugar?
renunciar al pensamiento, o sea a la todo gesto de asignación de posicio- ¿Es sensato señalar un escenario de
política como acción fundacional de nes, competencias y funciones en el guerra determinado y excluyente?
Occidente, con lo cual el problema se espacio normativizado por una deci- No parece posible encontrarlo, da-
elimina sin resolverlo. sión política como realización de un do que estamos ante, o vivimos en,
principio de justicia a la luz del crite- una ontología en flujo donde nada tie-
2. Nos motiva la relación entre espa- rio que ese mismo gesto fundacional ne una localización fija. Tanto es así,
cio, justicia y guerra, tal como se pre- instaura. Decisión política, entonces, que el aeropuerto es también un cam-
senta en su articulación contemporá- que cuando no puede ya más contener po de batalla por excelencia de la tác-
nea, la cual constituye el pleno cum- y retardar la guerra, la afronta en cum- tica posmoderna de combate, un sitio
plimiento de un proceso cuadrisecular: plimiento de los imperativos básicos privilegiado del choque entre comba-
el del nihilismo abierto por la subjeti- de la forma constitucional que instau- tientes asimétricos (fuerzas regulares
vidad moderna. ra y protege. y terroristas); un espacio simultánea-
La guerra forma parte de las con- En consecuencia, pensar específi- mente pacífico y bélico, sin posibili-
ductas humanas que ordenan espacial- camente la guerra desde la filosofía dad de que pueda legitimarse una fron-
mente la existencia a la luz de un prin- política es reflexionar sobre la capaci- tera entre ambos lados de este El Pa-
cipio de justicia, del cual se infiere un dad que tendría, o no, el proceso de so tecnologizado y architransitado.
criterio rector del modo como se con- totalización en curso, la globalización, Esto significa que la identidad epo-
figuran los ámbitos y dimensiones para parir un nomos planetario inédi- cal debe buscarse entre los escombros
donde alcanzan efectividad concreta to, que cumpliera con funciones de or- del derrumbe de toda distinción níti-
las connotaciones de tal principio. den análogas a las cumplidas por el da, definida o sea decidida, entre paz
En rigor, podríamos decir que las de la modernidad clásica. y guerra, civiles y combatientes, or-
adjetivaciones dikelógicas le caben de den y desorden.
manera directa solamente al espacio, 3. Partamos de una pregunta básica:
pues las conductas son calificadas co- ¿qué tipo de encuentro interpersonal 4. La primera enseñanza de la filoso-
mo justas o injustas (ética, política y tiene lugar en la espacialidad posmo- fía polemológica de nuestro presente
jurídicamente) sólo en virtud de la lo- derna? es que la posmodernidad es la esta-
calización concreta que las especifica Si nos imaginamos ese encuentro ción terminal del camino trazado en
y concretiza; es decir, exclusivamente como pacífico, el aeropuerto ha sido el acta fundacional del liberalismo: la
porque acontecen en un espacio deter- canonizado cual lugar por excelencia naturalización de la justicia. La idea
minado desde la decisión política. Una para esos momentos de efímera de- generadora de la visión liberal del
misma conducta puede configurarse tención y frágil contacto de todo aque- mundo ha sido la de dikelogizar ese
según una variedad de posibilidades llo (seres humanos y objetos) que está habitat de la nueva subjetividad indi-
distintivas de su condición de acción, en circulación permanente y sin res- vidualista ficcionalizado como estado
y estas posibilidades remiten al espa- tricciones sustanciales. Es el ahí del de naturaleza, con la consecuente ele-
cio en que tienen lugar. Ejemplo para- instante en que una entidad dinámica vación de tal presunta justicia natural
digmático de ello es la acción de ma- se detiene, como para destacar –me- a principio a priori de lo político. Su
tar, cuya plurivocidad obedece a la diante esta negación fugaz– que su validez, definida a partir del criterio
pluralidad de localizaciones posibles, identidad consiste en ser mero circu- de propiedad que Locke inmortaliza,
en las que se define concretamente su lante, y luego proseguir su movimien- alcanza –con la misma coherencia ra-
cionalista– una extensión omniabarca- global contemporánea. estatal (pacificado por la soberanía) y
tiva. La acción política queda, así, dog- un afuera natural (imperio de la liber-
máticamente circunscripta a ser la pe- 5. En el contexto actual, no hay espa- tad más pura); y de este dualismo bá-
nalización (preventiva o correctiva) de cio ni sujeto moviéndose en él que sico infirieron las antítesis rectoras de
las violaciones irracionales de tal jus- escape a la indefinición y la desustan- su visión del mundo y de la conviven-
ticia natural/racional y espontánea (las cialización. cia: a) la de inclusión y exclusión a
normas eternas de la génesis laborati- El espacio liberal-capitalista y el partir de una dialéctica de la identidad
va y del intercambio horizontal de pro- tecnológico son infinitos. La espacia- y la diferencia expresada como amis-
piedad privada), y se deslegitima toda lidad connatural a las mercancías y a tad-enemistad políticas; la de paz (en
intervención vertical de la voluntad so- los artefactos tecnológicos es ilimita- el Estado) y guerra (potencial o en ac-
berana que invoque una visión alter- ble conceptualmente y, hoy, también to) fuera de él; c) la de funciones so-
nativa de lo justo y lo injusto. ilimitada de hecho. Ni el mercado ni beranas y funciones ciudadanas, en
De esta matriz se desprende que la la técnica reconocen restricciones in- conformidad a la correlación (para
guerra en defensa de lo que la natura- trínsecas: sus dinámicas son absolu- Hobbes “eterna”) entre protección y
leza muestra y la razón enseña como tas, sin contenciones o trabas internas obediencia. Es sobre esta articulación
consustancial a la humanidad es siem- que no sean superables por el movi- doctrinaria que la práctica efectiva da
pre justa; y, consecuentemente, que el miento mismo de expansión irrestric- lugar al nomos moderno (teorizado co-
enemigo injusto es quien agrede al gé- 3
nero humano; por ende, también se si-
gue rigurosamente que contra el otro,
contra el agresor que se ha vuelto un
animal inhumano, literalmente de-ge-
nerado, todo vale. Cualquier acción es
lícita contra el irracional que se ha au-
to-excluido del universo de la liber-
tad. (Debe ser aniquilado como una
bestia salvaje, docuit Locke).
La reducción liberal del enemigo
político a criminal de lesa humanidad,
para destruir el cual todo medio es jus-
to y toda conducta es legítima, esta
justificación exquisitamente racionalis-
ta de una idea y una práctica de gue-
rra que deviene entonces total, caren-
te de toda contención ética e iusinter-
nacionalista, confirma la paradoja del
formalismo inherente a la modernidad.
La fundamentación de lo universal me-
diante su vaciamiento de contenidos ta que las ha generado. Este espacio mo lo que Schmitt –es sabido– llama
tiene como contraparte inevitable la total no tolera confines, rechaza un or- ius publicum Europaeum), que con-
preponderancia de cualquier conteni- den político que sea fiel a su tarea forma la espacialidad planetaria de ma-
do como si fuera la adecuada realiza- originaria: definir, delimitar un aden- nera triádica: el espacio intraestatal de
ción de semejante universalidad va- tro y un afuera, con vistas a instaurar la paz; el espacio de la guerra interes-
cua y genérica. Cuanto más abstracto o defender la paz mediante institucio- tatal acotada, limitada por el ius in be-
y vago (esto es: despolitizado) sea el nes estables asentadas en un territorio llo, en Europa; el espacio libre, donde
principio invocado como rector de una fijo y protegido. la praxis bélica es la de una guerra
conducta, más particularista, arbitra- Los modernos de la edad heroica protototal, irrestricta, en los océanos y
rio y pretendidamente justo será el de la burguesía supieron articular es- en América, es decir, donde no hay
contenido concreto y efectivo del in- pacio y violencia bélica operando una orden estatal y reina la libertad sin
terés prevaleciente gracias a la fuerza suerte de finitización interna al uni- más trabas que las que cada concien-
y violencia con que los interesados lo verso infinito que –desde la nueva cia decida imponerse.
imponen. ciencia y las nuevas experiencias exis- Aunque ambivalente y discutible
La neutralización de la enemistad tenciales (la navegación transoceáni- incluso desde sus mismas premisas, y
política y su descalificación en nom- ca)– derrumba el cosmos cerrado de no obstante conviviera con dinamis-
bre de la guerra justa del liberalismo las metafísicas tradicionales. Para ello, mos antitéticos a su finalidad, este dis-
moderno conduce a la guerra total de para delimitar un vacío que todavía positivo ordenador fue igualmente efi-
la era de masas y encuentra su con- provocaba horror a la subjetividad ne- caz para regular el enfrentamiento bé-
clusión coherente en la guerra posmo- onata, distinguieron entre un adentro lico en Occidente, hasta que estallaron
los conflictos del siglo XX. Hoy care- ficación de la guerra total, discrimina- cluso como ayuda humanitaria.
ce de vigencia y no se percibe con toria y criminalizadora, contra un ene- El escenario sin paredes de la gue-
nitidez cómo ensayar una resemanti- migo también total y carente de dere- rra posmoderna, con esta pluralidad de
zación fructífera de al menos algunas cho alguno. Todos luchan contra to- actores con las apariencias más diver-
de sus pautas básicas. Una dificultad dos, pero esta conflictividad tiene un sas, en continua deconstrucción de sus
maciza es la inactualidad de un rasgo sentido antitético a la proclamada por identidades y carentes de sustanciali-
axial de la guerra moderna clásica, a el benemérito autor de Leviathan, cu- dad por detrás sus máscaras cambian-
saber: que sus sujetos eran los Esta- yo propósito era antitético: eliminar tes, no deja de tener su sinécdoque
dos. Al ser exclusivamente las perso- toda posibilidad de dikelogizar la gue- paródica en el cuadrilátero del catch-
nas públicas soberanas los titulares del rra, para así poder delimitarla mediante as-catch-can, aunque la muerte y atro-
derecho a guerra, al ser distintivo de su exclusión del único espacio donde cidades que ocurren en aquél remiten
cada ordenamiento estatal poseer el ius cabe juzgar según justicia: el Estado. a una onto-polemología más cruda que
belli, y –en este sentido– al ser tam- Se abrió, así, la evolución hacia la los agonismos teatralizados en éste.
bién cada uno de los contendientes un situación presente. Hoy se desarrollan Cuando el ring se dilata a espacio pla-
enemigo justo jerárquicamente igual a con la máxima irrestricción espacial y netario, la tuerca de la violencia gira
su adversario, la equivalencia resul- actoral los conflictos más variados, cu- en falso. Vivimos en una belicosidad
tante volvía insensato (desde una con- yos antagonistas –en una amplia ga- infinita, plenamente conforme a la es-
4 cepción de la política extraña al libe- ma de entrecruzamientos, alianzas, so- pacialidad infinita en la que vivimos.
ralismo) que la guerra misma fuera ca- lidaridades y traiciones– son Estados
lificada como justa. De lo cual se (o los que se presentan como tales), 6. En el último cuarto de siglo, el li-
seguía también la insensatez de adje- pseudo-Estados o ejes-del-mal (cate- beralismo se expande como sistema
tivar como justo a solamente uno de gorizados de esta manera por quienes total, un perpetuum mobile capaz de
los participantes, pues ello conllevaba intentan monopolizar la interpretación producirse a sí mismo ininterrumpi-
la contradictoria criminalización de su de la justicia), organizaciones interna- damente mediante la superación de los
enemigo como agresor injusto, y po- cionales de todo tipo, grupos terroris- obstáculos que surgen de su propio
nía en crisis la soberanía estatal mis- tas neblinosos, milicias de estructuras funcionamiento. Conoce solamente
ma, esto es, la premisa tanto de la pa- políticas en formación, individuos acu- disfunciones orgánicamente integradas
cificación de la convivencia en el es- sados sobre quienes pesa el famoso al movimiento sistémico, instrumen-
pacio interior, como de la acotación dead-or-alive, y entidades de dudosas tales a la dinámica de la circulación
de la guerra en el espacio exterior. tareas. La guerra ya no se presenta en irrefrenable. Toda otra restricción –par-
El socavamiento liberal de la so- su forma clásica, sino más bien como ticularmente las provenientes de los
beranía (como principio de ordena- misión disuasiva consensuada por la dispositivos estructurales impuestos
miento espacial) en nombre de la va- comunidad internacional (u occiden- por la soberanía– queda deslegitimi-
lidez absoluta de esa espacialidad na- tal, o racional); o también como gue- dada.
tural de la libertad, donde moran los rrilla de liberación; represión antite- Sólo que el formalismo sistémico
propietarios-productores que participan rrorista; atentados aterrorizantes, de- y la conexa neutralización de lo polí-
sin obstáculos artificiales, político-vo- vastadores e imprevisibles; cacería tico no encuentran una subrogación de
luntaristas, en la conmutación horizon- humana; expedición punitiva; táctica la capacidad morfológica demostrada
tal de objetos e ideas (mercado y de ataques preventivos; sabotaje infor- por la estatalidad clásica. La globali-
Öffentlichkeit), lleva consigo la justi- mático, estrategias financieras; e in- zación es estéril, no puede producir

SAUL SOSNOWSKI

5 Pueblo Court Gaithersburgh


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(Excepción Año 1 Nºs 1, 2 y 3 U$S 25)
un eidos formativo de orden en su mis- de trágica memoria, aparecen como tarse como normal (no obstante las ob-
ma espacialidad. De aquí la actual in- una suerte de reformulación paródica vias proclamaciones en contrario) el
distinción entre paz y guerra, como de las legitimaciones de otrora, pues carácter total de la multifacética gue-
dos caras de una misma actividad que se vuelven a proponer fundamentos cu- rra en curso, que no respeta ningún
se desarrolla en una dimensión totali- ya performatividad originaria respon- límite de estructura política o sobera-
zante, dentro de la cual no cabe man- día a otros momentos históricos, hoy nía territorial.
tener las distinciones sustanciales –dis- perimidos. O que parecen así, en el El amorfismo político va acompa-
tintivas de la modernidad clásica– en- sentido de que la metafísica de la de- ñado por la coexistencia entre distin-
tre lo público y lo privado, lo nacional licuescencia posmoderna y los impla- tos grados de una violencia omniabar-
y lo internacional, los lugares de la cables parámetros de la globalización, cadora, ya sea que se trate de la com-
paz y los lugares de la guerra. al encuadrar esas justificaciones arcai- petencia incontrolable entre
Todo espacio es campo del bellum cas dentro de su lógica, las reciclan corporaciones por hegemonizar la dis-
posmoglobal, sin que ninguna delimi- como declamaciones paródicas, onto- tribución de beneficios económicos; o
tación interna pueda operar –no sólo lógicamente vacuas. bien de la confrontaciones más hete-
desde la perspectiva de los principios, La pregunta es si esta parodización rogéneas entre los distintos actores del
sino tampoco de las prácticas efecti- posmoderna se armoniza con la vio- ejercicio armado de la violencia (ejér-
vas– como barrera de exclusión de la lencia de cada acción de guerra plane- citos, organizaciones guerrilleras, gru-
violencia o perímetro de un ámbito pa- taria o, por el contrario, si no enmas- pos terroristas, bandas mercenarias, 5
cificado. cara la persistencia de una guerra du- tropas privadas, cúpulas financistas,
Pero entonces, si lo político se di- ra y pura que, por debajo de su saboteadores informáticos, mafias,
suelve en administrativismo pautado aparecer posmoderno, atestiguaría la pandillas de alienados, vengadores so-
desde la economía, o se desvirtúa en más recóndita y obstinada perviven- litarios).
regímenes sustentados en teologías an- cia de la gramática básica de das Po- La esencia de una época que se
tipolíticas, y si la indistinción es para- litische. cree liberada de las esencias, es que
dójicamente el rasgo distintivo de la Por el momento, constatemos que no cabe –porque imposible conceptual
espacialidad donde acontece la licue- esta presencia paródica de los relatos y fácticamente– distinguir entre paz y
facción de las onto-teo-logías otrora fundacionales no hace sino confirmar guerra. Tolstoi est mort y un Marte
sustanciales, ¿por qué no habría de va- la correlación entre formalismo e hi- polifónico se pasea por todas las con-
ler –o sea aparecer y circular– como perviolencia: vivimos en un contexto tradas.
racional, justo y santo bombardear pre- global de guerra justa en nombre de la En segundo lugar, si guerra y paz
ventivamente, torturar legalmente o de- libertad, de una guerra santa en nom- son un continuum espacial y actoral-
rrumbar nuevas babeles con atentados bre de teología extremas (no políti- mente indiferenciado (en consonancia
sublimes? cas), y/o de la más peligrosa mezcla con una espacialidad cuyas determi-
Una segunda enseñanza es que, no dosificada de ambas; un contexto que naciones internas son meros lugares
obstante las cosas estén así (a pesar también cobija conflictos motivados de tránsito o pasaje), tampoco corres-
de que cualquier atrocidad sea racio- por reclamos nacionalistas y/o etno- ponde distinguir entre combatientes y
nal, justa y santa), igualmente cabe di- culturales en general, en la variedad no combatientes o población civil. To-
ferenciar entre la guerra justa del ra- de sus entrecruzamientos y clonacio- do ser humano, por ser tal, desempe-
cionalismo liberal de la primera mo- nes discursivas. Su retórica suele ser, ña ambos roles a la vez.
dernidad (previa a la era de masas), o evocar, la de sus enunciaciones ori- Sólo que lo hace de un modo idio-
junto a la guerra santa islámica o la ginales, pero su semántica responde a sincráticamente contemporáneo, distin-
véterotestamentaria o la cristiana clá- la lógica del nihilismo en su conclu- to a lo que era su participación tradi-
sica, por un lado, y las invocaciones sión paroxística: la condición posmo- cional de uno u otro lado del límite,
revitalizadoras de las mismas en el global. cuando era posible diferenciar las zo-
mundo posmoderno, por otro. Aque- nas de guerra de las de paz. Hoy sim-
llas tenían como fundamento la meta- 7. El tercer motivo pedagógico con- plemente se está en el espacio de la
física de la conciencia individual y del siste en los corolarios archiposmoder- violencia globalizada, indistintamente
sujeto autónomo y/o teologías creyen- nos inferibles de las observaciones pre- pacífico y bélico a la vez; y esta in-
tes en su destino histórico; éstas lle- cedentes. distinción existencial es crecientemen-
gan cuando todos los magnos relatos Ante todo, el de que la guerra apa- te vivenciada como tal por todos sus
han colapsado en los imaginarios im- rece y fluye por todos los ámbitos de participantes voluntarios o involunta-
perantes. la existencia. Esto significa que al or- rios, que experimentan tan sólo la va-
A su modo, las actuales invoca- den hoy vigente en los espacios que riación de la intensidad con que se pre-
ciones teocrático-racionalistas a una pretenden seguir llamándose estatales senta uno u otro componente.
guerra justa liberal, o a una guerra san- no le caben las connotaciones de se- En tercer término, el correlato de
ta islámica, o también a una guerra guridad y estabilidad inherentes a la este mero estar-en la violencia global
justa y santa a la vez, la que empren- noción misma de Estado (status) en es que una guerra posmoderna no
de Israel reivindicando un Lebensraum su acepción tradicional, y debe acep- acontece, sino que meramente ocurre;
es algo que simplemente pasa (como pacidad de destrucción. Un par de cu- tales) es la posmodernísima plurivoci-
los hechos en Kakania), pero que ca- chillitos lorqueanos sirvieron para de- dad del objeto arma, la polifonía de
rece de sentido, pues ha quedado de- rrumbar las mellizas babélicas. los ruidos de la guerra. Digamos: el
sactivada la serialidad etio- y teleoló- Esta asimetría, lejos de permitir au- triunfo del funcionalismo.
gica. La guerra posmoglobal se sus- gurar un cierre del enfrentamiento, los El otro factor es el extraño triunfo
trae, así, en su desnudo ocurrir, a la posiciona en conformidad a una espe- de la voluntad en la agudización paro-
maraña de perspectivas que invocan cularidad en la no equivalencia, la cual xística de una perseverancia bartleia-
factores determinantes, motivaciones confirma la superación de las distin- na, y del cuerpo fácticamente decons-
complejas y aspiraciones contrapues- ciones tradicionales (adentro/afuera, truido en el gesto expresivo extremo,
tas, tal como suele encontrárselas en paz/guerra, civil/combatiente) y siste- en la era de la muerte de las sustan-
la oferta mediática de razones. matiza, por así decir, la violencia sin cias y las subjetividades. La superio-
De todo lo cual se concluye que el llegar a ese punto absoluto y terminal ridad numérica y armamentista puede
conflicto en curso es, entonces, simul- buscado por las guerras occidentales quedar desequilibrada y volverse inú-
táneamente paz y guerra, sin que que- modernas, desde las del derecho pú- til ante la debilidad bulética de sus
pa pensarlo en términos de situacio- blico europeo hasta las totales del si- actores; correlativamente, la fuerza de
nes distinguibles una de otra; es una glo XX, incluidas la confrontación bi- la voluntad eleva a quien está en infe-
actividad sin origen ni fin/finalidad; polar y la guerrilla clásica. La guerra rioridad de condiciones tradicionales
6 es un rasgo más del paisaje epocal. El posmoderna, en cambio, no conoce a la figura de enemigo incontrolable
último corolario es que una tan pecu- choques decisivos, batallas finales, en su capacidad de daño.
liar naturalidad de la guerra la vuelve campañas aniquilatorias. La inmolación es el caso extremo
un fenómeno endémico: está aquí pa- La disparidad se recicla y reequi- de esta lógica. El nervio del sacrificio
ra quedarse. libra en aras de la permanencia del como fuerza superior del débil, si por
enfrentamiento. Y la guerra deviene un lado demuestra que la muerte vio-
8. Pero esto no significa que no pre- un fenómeno permanente porque todo lenta sigue siendo la verdad de la gue-
sente un rasgo más novedoso aún (y es potencialmente armamento eficaz. rra, por otro no es sino el correlato
aquí se nos presenta un cuarto aspecto Todo vale, todo sirve en la nueva on- especular y espectacular de la eleva-
ilustrativo del polemos contemporáneo, tología polemológica, abismal e irres- ción posmoderna del hedonismo cor-
a saber): un tipo de asimetría entre tricta en sus mutaciones aparenciales.1 poral –en su inmediatez autosuficien-
los contendientes que ahora se presenta El arma posmoderna es una mera te– a única verdad de la convivencia
de una manera diversa a como lo fue- función incapaz de bautizar un tipo de contemporánea, asentada en el inma-
ra en cualquiera de las anteriores si- práctica combativa y, menos aún, de nentismo absoluto del intercambio y
tuaciones más o menos análogas. someterse a una categorización dike- la circulación. El cuerpo mercancía y
La naturalización de la violencia lógica que responde a un propósito tan- consumidor de la sociabilidad desus-
ilimitada en la confrontación asimé- to autojustificatorio (armas prohibidas tancializada en Occidente encuentra su
trica tiene a sus espaldas la desactiva- son las del otro) como ilocucionario reflejo simétrico y co-epocal en el mis-
ción funcionalista de la ontología, lle- (¡humanidad, intervenimos por la li- mo cuerpo sacrificado como arma por
vada a cumplimiento por la posmo- bertad y la justicia!) de dubitable efi- los marginales de la globalización.
dernísima muerte de la sustancia. Ser cacia doxológica, no obstante los es- La espectacularidad mediática que
es servir-para (nada circula mejor que fuerzos de Estados Unidos y sus alia- alcanza un gesto heroico por excelen-
lo polifuncional). Si nada es y todo dos. Resulta absurdo, casi surrealista, cia lo vuelve, a su manera, posheroico
simplemente sirve, entonces todo es distinguir las “armas de destrucción y diluye el soporte metafísico de los
arma. masiva” (como serían ciertos gases, antiguos sacrificios en aras de princi-
La racionalidad instrumental en la aplicables de hecho sólo en determi- pios intransigentes. El combatiente is-
que los modernos depositaban tantas nadas circunstancias geográficas) de lámico es más posmoderno que el sol-
esperanzas civilizatorias se plenifica aquellas (como bombas, misiles, etc.) dado yanqui.
como sofisticación tecnológica, pero que no lo serían, pese a los muchos Este es un aspecto fundamental de
el hundimiento de las series causa/ miles de muertos que éstas provocan la violencia bélica en curso. Que la
efecto y medio/fin estructuradas a par- en cualquier terreno. misma noción de guerra mantenga al-
tir de los grandes relatos ya perimidos gún significado para un tipo de com-
tiene una correlación bien específica 9. Señalemos una quinta marca iden-
en la dimensión del armamento: en la titaria, también inherente a la asime-
1. Un desarrollo teórico clave, en este aspecto,
guerra posmoderna, ni el mayor ade- tría, pero como la contracara del as- es el de los coroneles chinos Quiao Liang y
lanto tecnológico garantiza la obten- pecto anterior. Wang Xiangsui, con su noción del nuevo con-
ción de resultados que suelen ser pre- Uno de los factores clave para que cepto de arma y, con él, la de operaciones bé-
sentados en términos arcaicos (del ti- la especularidad asimétrica no se re- licas no militares, corolarios coherentes de una
situación que resignifica, si no directamente anu-
po: implantar la democracia y el suelva en el inevitable y descontado la, las distinciones categoriales que habían ve-
progreso, etc.), ni la extrema sencillez triunfo del más fuerte sobre el más nido articulando la comprensión occidental del
del objeto devenido arma limita su ca- débil (es decir, de los aparentemente fenómeno guerra.
bate ilimitado, discriminatorio, crimi- tecer, del que cada uno de ellos debe tividad sustancial y de verticalidad (co-
nalizador e irresoluble parece, enton- dar cuenta. ¿Interpretan satisfactoria- mo lo exige el combate), y sobre to-
ces, obedecer exclusivamente a la for- mente la belicosidad del presente las do, no obstante la eficacia tecnológica
mas peculiares en que los adversarios pos(mo)metafísicas de la desustancia- alcanzada por las operaciones bélicas
se equilibran en el mismo contexto de lización, el deconstruccionismo, el ne- particularizadas (bombardeos selecti-
época, pese a la notable asimetría y ovitalismo populista, en sus diferentes vos, misilística “inteligente”, etc.), des-
disparidad entre ambos, si juzgadas – formulaciones y combinaciones, hoy de y con los elementos agua, fuego y
cabe insistir– con criterios tradiciona- hegemónicas? Las connotaciones de la aire, la necesidad de estar (no mera-
les. guerra actual no lo desmienten. Pero, mente aparecer/circular) en el espacio
Concluyamos volviendo a formu- ¿agotan el sentido de la muerte vio- telúrico del enemigo lejos está de ha-
lar las dudas iniciales, y sin resolver lenta en un enfrentamiento que sigue ber desaparecido. La acción final de
ninguna. siendo guerra? la ocupación de tierra como asenta-
Cualquier esfuerzo de comprensión Una premisa, algo más vieja que miento ordenador es una exigencia
de la pluralidad de fenómenos epoca- la globalización, puede también alen- persistente, con su ineluctable recla-
les no es sino un ensayo hermenéuti- tar una hermeneusis alternativa. La lu- mo de decisiones radicales que dan
co-político, en conflicto con otros si- cha recompone identidades, la amis- sentido a lo humano. Mientras sea nece-
milares por la definición de ese acon- tad-enemistad es generadora de subje- saria la infantería, perdura lo político.
7

Todo comenzó con Locke guerra preventiva, el bombardeo de


Afganistán para aniquilar a Al Qaeda
Carlos Altamirano y capturar a Ben Laden, la guerra de-
vastadora contra Irak, las divergencias
entre la “vieja Europa” y la adminis-
tración Bush, con su equipo de ideó-
logos, la ineficacia de las Naciones
Unidas, las movilizaciones multitudi-
narias contra la agresión norteameri-
cana– parecían indicar que algo nue-
vo comenzaba.
Ante el nuevo curso, los años trans-
curridos entre el fin de la Unión So-
viética y la destrucción de las torres
se resignificaron: no habían constitui-
do más que un interregno, y ya nadie
pensó que ese libro típico de comien-
zos de los noventa, El fin de la histo-
ria, de Francis Fukuyama, podía ilu-
minar lo que estaba acaeciendo. ¿La
globalización? Vista predominante-
mente hasta entonces en sus dimen-
siones económica, tecnológica y cul-
El ataque del 11 de septiembre del juzgaran la naturaleza de la guerra, sus tural, ella también requería ser repen-
2001 a las torres gemelas de Manhat- causas verdaderas o las responsabili- sada. Ya se había advertido que la idea
tan suscitó, además de estupor y repu- dades de las partes, la muerte del fu- de sociedad global desafiaba la tradi-
dio, la observación de que se estaba turo emperador a manos de un estu- ción sociológica, edificada sobre la re-
frente a un suceso equivalente al de diante serbio asumió valor periodizan- alidad y la experiencia de la nación
1914 en Sarajevo, donde el heredero te: con ella se señalaba no sólo el fin industrial. “‘Clases sociales’, ‘estado’,
del imperio austro-húngaro había caí- de la “paz armada” sino el fin de una ‘territorio’, ‘cultura’, ‘identidad’ son,
do víctima de un atentado. Obviamen- época y el comienzo de otra –la del por cierto, categorías abstractas, pero
te, no era la magnitud de los hechos “siglo corto” de Eric Hobsbawm. El se aplican sobre todo a realidades na-
lo que se ponía en paralelo, sino su ataque terrorista del 11 de septiembre, cionales” (Renato Ortiz, Otro territo-
sentido de marca simbólica. El asesi- ¿no desataba también una guerra sin rio). La teoría y la práctica de una
nato del archiduque Francisco Fernan- precedentes, anunciando el pasaje a guerra “desterritorializada” se añadí-
do el 28 de junio de 1914 precipitó otro ciclo de la historia? Todos los an a ese reto del entendimiento socio-
pocas semanas después una guerra sin hechos que siguieron al estrago y que lógico clásico, al mostrar que mundo
precedentes, la primera guerra mun- conmovieron la vida occidental en los global significaba también la amplifi-
dial. Independientemente de cómo se dos últimos años –la doctrina de la cación del teatro de la violencia béli-
8

ca, un espacio abierto a conflictos de su consumación en la actualidad “pos- cias plenas? Tal vez Dotti ha compri-
nuevo tipo, en que los antagonistas no moglobal”. Así, en un tiempo en que mido al máximo sus argumentos en
eran identificables de acuerdo con las los grandes relatos sobre el sentido de “La guerra y la paz” y en una exposi-
distinciones tradicionales. A la guerra la historia aparecen en crisis, “La gue- ción más extensa hubiera dejado ver
global del terrorismo replicaba la cru- rra y la paz” nos proporciona uno. No mejor sus razones y sus pruebas. Pe-
zada global de la superpotencia norte- es, por supuesto, la narración del pro- ro, como quiera hubiera sido ese hi-
americana. En síntesis: se hacía nece- greso imparable o del avance dialécti- potético otro artículo, el que tenemos
sario elaborar la comprensión de lo co, a través de conflictos y contradic- a la vista transmite la ambición de dar
que estaba acaeciendo, incluida la glo- ciones. El relato es más bien el de una sentido a una infinidad de fenómenos
balización, reformando o reinventan- dominación que se ha extendido sin diversos adicionándolos en un esque-
do, al mismo tiempo, las categorías desmayo a lo largo de cuatro siglos. ma unilateral, en el que no hay espa-
con que se elabora esa comprensión. En otras palabras, a Dotti el mun- cio para lo contingente y que se edi-
El artículo del amigo Jorge Dotti do de hoy no parece ofrecerle dema- fica sobre una serie de proposiciones
que se edita en este número de Punto siados desafíos y lo lee a libro abier- que funcionan como axiomas.
de vista tiene su disparador en este to, como suele decirse. Es verdad que Para salir de lo abstracto, tome-
nuevo curso. Pero, aunque sean aludi- al comienzo de su escrito nos precave mos la primera de esas proposiciones
dos, no son el 11 de septiembre, la sobre el carácter apenas tentativo de de base. El motivo de su indagación,
guerra de Irak o las doctrinas que pre- su ensayo hermenéutico. Las “refle- explica Dotti, es “la relación entre es-
tendieron darle validez, ni, en gene- xiones en torno al ¿qué pasa? –dice– pacio, justicia y guerra, tal como se
ral, los acontecimientos que precedie- no pueden ser sino tentativas e incier- presenta en su articulación contempo-
ron o siguieron a la acción bélica mis- tas, limitadas inicialmente al registro ránea […]”. Y poco más adelante for-
ma, los que están en el foco de su de ciertos elementos asumidos como mula su tesis: no hay justicia –ni dis-
texto. El discurso apunta más allá: su definitorios de manera prudentemente tinción entre justo e injusto– sino den-
objeto es la esencia que tiene su ma- provisoria”. Dado el discurso que si- tro de un orden político, orden que no
nifestación, o su cumplimiento, en esos gue, sin embargo, este paso de cautela es un hecho natural, sino un fruto de
hechos. De acuerdo con la lente her- se muestra sólo como un tributo a la la decisión política. Ahora bien, todo
menéutica de Dotti, la verdad última precaución oratoria, como se llama en orden político es ante todo un orden
de la realidad contemporánea se halla la retórica. ¿Qué pregunta que no sea espacial y la guerra es uno de los me-
en su origen, en el liberalismo, que no meramente concesiva podría abrirse dios de delimitar el territorio en que
sólo aparece como el hecho generador paso en medio de ese despliegue de se especifican, se vuelven concretos,
de la modernidad, sino que encuentra afirmaciones ofrecidas como eviden- los principios y los actos de justicia
propios del ámbito así delimitado. mano”, advierte Dotti para precaver- ca: “es reflexionar sobre la capacidad
“Una conducta puede configurarse se- nos de que se está ante determinacio- que tendría, o no, el proceso de tota-
gún una variedad de posibilidades dis- nes de orden ontológico, por lo cual lización en curso, la globalización, pa-
tintivas de su condición de acción, y es necesario hacer a un lado los argu- ra parir un nomos planetario inédito,
estas posibilidades remiten al espacio mentos de moralistas y pacifistas, cu- que cumpliera con funciones de orden
en que tienen lugar. Ejemplo paradig- yos sentimientos comprende (¿quién análogas a las cumplidas por el de la
mático de ello es la acción de matar, que no sea un loco puede preferir la modernidad clásica”. Al planteo no si-
cuya plurivocidad obedece a la plura- guerra a la paz?), pero que eluden la gue en verdad un análisis de la situa-
lidad de localizaciones posibles, en las verdad de este mundo. ¿Cuáles son ción contemporánea sino un símbolo
que se define concretamente su senti- esas peculiaridades de lo humano? de lo que el antropólogo francés Marc
do.” Impartir justicia implica distribuir Dotti se muestra parco en ese terreno, Augé ha llamado “no-lugares”. La hi-
espacialidad y “para tal fin, la guerra pero la tradición en que inscribe sus permodernidad es productora de no-
es el elemento operativo si no privile- razonamientos está asociada con lo que lugares, dice Augé, sitios de configu-
giado, al menos inevitable cuando fra- el propio Schmitt llama una “antropo- ración estándar, como los hoteles o las
casa la dikelogización pacífica –polí- logía pesimista”. En efecto, la doctri- estaciones ferroviarias, previstos para
tica en sentido estricto– del espacio”. na hobbesiana del Estado, de su esta- la concurrencia de muchos y los en-
Hay al menos dos conjuntos doc- blecimiento necesario y de su funcio- cuentros transitorios, espacios que son
trinarios implicados y condensados en nes básicas (dar seguridad y protección desde el punto de vista simbólico, 9
este breve pasaje. Por un lado la doc- a sus ciudadanos), reposa sobre un identitario e histórico, sitios pobres.
trina de Hobbes sobre el origen del análisis de la naturaleza humana que Uno de esos no-lugares es el aeropuer-
Estado y el orden civil, según la cual muestra al hombre como un ser beli- to, el lugar emblemático elegido por
no hay justicia, ni propiedad, ni cien- coso, inclinado a la discordia antes que Dotti. El aeropuerto, escribe, es “el lu-
cia ni arte, en estado de naturaleza. Es a la cooperación. El discurso de gar del instante en que una entidad
decir, sin un poder soberano capaz de Schmitt es más sinuoso. “Toda idea dinámica se detiene, como para desta-
obligar a todos a la obediencia, poder política adopta una actitud determina- car –mediante esa negación fugaz– que
que es invención humana y que se ins- da frente a la ‘naturaleza’ del hombre su identidad consiste en ser mero cir-
tituye por obra del pacto que los hom- y presupone que el hombre es ‘bueno culante, y luego proseguir su movi-
bres establecen para escapar del esta- o malo por naturaleza’” –señala a pro- miento”. El aeropuerto simboliza lo
do de naturaleza, un estado en que vi- pósito de Donoso Cortés, en su Teolo- general y que todo tiende a la homo-
vían en continuo peligro de muerte gía política. En El concepto de lo po- logación completa. “La fluidez es la
violenta. Por el otro, la doctrina histó- lítico retoma la cuestión: “Se podrían única marca identitaria de la ontolo-
rico-filosófica de Carl Schmitt sobre analizar todas las teorías del estado y gía contemporánea…”
la genealogía del Estado moderno – las ideas políticas basándose en su an- Podría objetarse, aun con argumen-
que reelabora la concepción hobbesia- tropología, subdividiéndolas según tos del propio Augé, que un lugar pue-
na– y su notoria tesis sobre lo político presupongan, consciente o inconscien- de ser un no-lugar para otras personas
como dominio fundado en la antítesis temente, un hombre ‘malo por natura- y viceversa, y que la experiencia del
amigo-enemigo. La discriminación de leza’ o ‘bueno por naturaleza’. ” Da aeropuerto no es igual para quien via-
amigo y enemigo, y con ello la posi- vueltas a lo largo del parágrafo siete ja y para quien trabaja allí. Más: que
bilidad de la guerra y de la muerte en torno al tema, citando o comentan- cada vez nos resulta más difícil forjar
violenta, constituye el criterio de la do el juicio de los otros sin entregar el una representación unitaria del mun-
existencia política. El enemigo políti- suyo. Pero no deja duda de que con- do en que vivimos porque, en su con-
co, el hostis, no es el enemigo perso- sidera pensadores políticos dignos de junto, este mundo es mucho más di-
nal ni el competidor económico, dice ese nombre sólo a quienes, como Hob- verso y complejo que el sistema glo-
Schmitt, ni cualquier otra clase de con- bes, juzgan que el hombre es natural- bal. “Lo que debemos reivindicar para
trincante privado. “Los conceptos de mente peligroso para el hombre. Los tratar de comprenderlo es el hecho de
amigo, enemigo y lucha adquieren su demás son liberales o anarquistas. (En- que el mundo contemporáneo está ya
significado real por el hecho de que tre paréntesis: casi ni es necesario de- unificado y continúa siendo plural, el
se refieren de modo específico a la cir que el pesimismo u optimismo an- hecho de que los mundos que lo cons-
posibilidad real de la eliminación físi- tropológicos de los que habla Schmitt tituyen son heterogéneos aunque es-
ca.” La política es, pues, indisociable no deben nada a la modesta ciencia tán relacionados entre sí” (Marc Au-
de la hostilidad y tiene en su horizon- empírica que conocemos como antro- gé, Hacia una antropología de los
te la guerra, así sea como virtualidad. pología o etnología, de cuyas investi- mundos contemporáneos). Pero el afán
“La guerra deriva de la hostilidad gaciones sería imposible extraer la res- que anima el discurso de Dotti no es
puesto que ésta es la negación absolu- puesta a la pregunta de si el hombre analítico sino normativo y no quiere
ta de todo otro ser. La guerra es sólo es malo o bueno por naturaleza.) que nada lo desvíe del punto adonde
la realización extrema de la hostili- Sobre la base de estas premisas, quiere ir. Su planteo respecto de la
dad” (El concepto de lo político). Dotti define lo que significa hoy pen- materia sobre la que debía reflexionar
“Dadas las peculiaridades de lo hu- sar la guerra desde la filosofía políti- la filosofía política tiene las trazas de
una pregunta: ¿puede la globalización rente, se está moviendo más allá del justicia”. Esto es que, según Locke, el
engendrar un gobierno planetario que poder para entrar en un mundo de le- “estado de naturaleza” no es esa si-
cumpla con funciones de orden análo- yes y reglas y negociaciones y coope- tuación incierta e imprevisible, previa
gas a las cumplidas por el de la mo- ración transnacionales que los auto- al pacto social, sin reglas ni derecho
dernidad clásica? Ahora bien, cono- contienen. Está entrando en un paraí- alguno y dominada por el miedo a la
ciendo las premisas establecidas pre- so de paz y relativa prosperidad; la muerte violenta, que aparecía en la fic-
viamente sobre las relaciones entre realización de la Paz Perpetua, de ción teórica de Hobbes, sino una for-
espacio, justicia y guerra, la respuesta Kant.” Frente a ella, en cambio, los ma de existencia en que se daba ya
es previsible y no puede ser más que Estados Unidos siguen comprometidos reconocimiento a derechos básicos, de-
negativa. El aeropuerto funciona en el con la historia, “ejerciendo el poder rechos naturales, el de la libertad y el
discurso como sinécdoque de la circu- en el mundo anárquico de Hobbes, de propiedad, por ejemplo, cuyos titu-
lación global, realidad que, a su vez, donde las leyes y reglas internaciona- lares son los individuos. El orden po-
disloca territorialmente la guerra. ¿Po- les son poco fiables y donde la verda- lítico, que también para Locke es fru-
dría indicarse hoy un escenario de gue- dera seguridad y la defensa y promo- to del pacto entre los hombres, no
rra territorialmente definido? –se pre- ción del orden liberal todavía depen- constituye entonces el ámbito de in-
gunta Dotti. “No parece posible en- den de la posesión y el uso del poderío vención de esos derechos, sino la es-
contrarlo, dado que estamos ante, o militar”. fera que se instituye para protegerlos.
10 vivimos en, una ontología en flujo ¿Cómo ignorar definiciones influ- La ley civil y la justicia que se impar-
donde nada tiene localización fija.” yentes como estas, que indican pers- te de acuerdo con ella no pueden, pues,
¿No enseña acaso el 11 de septiembre pectivas divergentes acerca del poder contrariar los derechos que obraban ya
que aun “el aeropuerto es también un y de su ejercicio en el mundo global en el estado natural o pre-civil. “La
campo de batalla por excelencia de la entre quienes se reivindican liberales? acción política –comenta Dotti– que-
táctica posmoderna de combate, un si- No menos elocuente es el siguiente da, así, dogmáticamente circunscripta
tio privilegiado del choque entre com- razonamiento de Robert Cooper, ase- a ser penalización (preventiva o co-
batientes asimétricos (fuerzas regula- sor de Tony Blair, también por lo que rrectiva) de las violaciones irraciona-
res y terroristas)”? Es decir, un espa- evoca respecto del alcance del orden les de tal justicia natural/racional y es-
cio a la vez pacífico y bélico, sin de la “modernidad clásica”, que era pontánea (las normas eternas de la gé-
delimitación legítima de lo que es el un orden para la “familia” europea: nesis laborativa y del intercambio
frente de combate, pues la guerra glo- “El mundo posmoderno (Europa y Es- horizontal de propiedad privada), y se
bal es ubicua, se libra en todos los fren- tados Unidos principalmente) tiene que deslegitima toda intervención vertical
tes. conseguir que sea utilizado un doble de la voluntad soberana que invoque
En su artículo Dotti no le concede estándar. Entre nosotros, operamos so- una visión alternativa de lo justo o de
una línea a hechos de envergadura que bre la base de leyes y seguridad coo- lo injusto.”
se produjeron tras el 11 de septiem- perativa abierta. Pero, cuando tratamos Todo se desencadena a partir de
bre. Por ejemplo, a la nueva doctrina, con Estados a la vieja usanza, fuera esa acta fundacional y aun la “guerra
la doctrina de la guerra preventiva, del continente posmoderno de Euro- posmoglobal contemporánea” tiene allí
anunciada por el presidente norteame- pa, necesitamos volver a los métodos su matriz. “De esta matriz se despren-
ricano después del atentado, que sus- rudos de una era más temprana: la de que la guerra en defensa de lo que
citó una fuerte oposición fuera y aun fuerza, el ataque preventivo, el enga- la naturaleza muestra y la razón ense-
dentro de los Estados Unidos (“So- ño, cualquier cosa es necesaria para ña como consustancial a la humani-
mos el factor esencial de la estabili- tratar con aquellos que todavía viven dad es siempre justa; y, consecuente-
dad global –diría Zbigniew Brzezins- en el mundo del siglo XIX. Entre no- mente, que el enemigo injusto es quien
ki. Pero nuestro poder no es tan in- sotros mantenemos la ley, pero cuando agrede al género humano; por ende,
menso como para darnos el lujo de estamos operando en la selva también también se sigue rigurosamente que
perder la legitimidad de ese poder”). debemos usar las leyes de la selva”. contra el otro, contra el agresor que
Tampoco parece haber despertado su Pero estos y otros datos, cuyo solo se ha vuelto un animal inhumano, li-
interés la división entre los Estados registro hubiera mostrado que aun el teralmente de-generado, todo vale.” A
Unidos y la “vieja Europa” respecto globalizado mundo actual es demasia- la luz de esta lógica, la guerra de Irak
de la guerra y la paz en el nuevo con- do complejo y plural como para inter- pasa a ser, como los no-lugares o el
texto global. Pese a que los ideólogos pretarlo según una lógica única, lo ha- predominio de los mass media, reali-
de la hiperpotencia norteamericana han brían apartado a Dotti de su meta: dar zación que da cumplimiento a la fu-
tocado temas que le son caros. Había con la esencia de la época o, como la nesta desventura comenzada cuatro si-
que dejar de fingir, diría por ejemplo llama, con la “identidad epocal”. La glos atrás.
uno de ellos, Robert Kagan, que los primera lección de la filosofía pole- Hace ya muchos años, en Huma-
europeos y los norteamericanos com- mológica, escribe, es que “la posmo- nismo y terror, Maurice Merleau-
parten una visión común del mundo. dernidad es la estación terminal del Ponty definió lo que era a sus ojos la
“Europa le está dando la espalda al camino trazado en el acta fundacional fórmula de la crítica marxista al libe-
poder o, para ponerlo de manera dife- del liberalismo: la naturalización de la ralismo: “La cuestión no es solamente
saber qué piensan los liberales, sino El artículo “La guerra y la paz” liberal, con lo que se deslegitima, co-
qué hace en realidad el Estado liberal transmite deseo de orden. Da a enten- menta Dotti, “toda intervención verti-
dentro de sus fronteras y fuera de ellas. der que ese nomos no podría ser ya el cal de la voluntad soberana que invo-
La pureza de sus principios no lo ab- de la “modernidad clásica”, que se des- que una visión alternativa de lo justo
suelve; por el contrario, lo condena si plomó con la primera guerra mundial o de lo injusto”. Hay evidentemente
se comprueba que no existe en la y que, dadas las características del una imagen espacial del orden políti-
práctica”. La fórmula sintética de mundo contemporáneo, es inimagina- co en estas líneas, cuyo eje es vertical
Merleau-Ponty suponía no sólo la po- ble que pueda restaurarse. Sin embar- (contra la horizontalidad liberal de in-
sibilidad, sino aun la necesidad de vol- go, Dotti no nos dice cuál es su idea dividuos libres e iguales) y en cuyo
ver contra los liberales sus propios de ese otro orden, ni de cómo los hom- extremo superior se halla el soberano.
principios, demostrando la distancia o bres podrían salir del estado actual y ¿Cómo interpretar esa imagen cesa-
aun la contradicción entre esos princi- producir formas sociales alternativas rista de la autoridad política, capaz de
pios y los actos, entre las declaracio- de convivencia. ¿Cuáles serían los ac- decidir por sí sobre lo justo y lo injus-
nes inscriptas en las cartas constitu- tores reales o potenciales del cambio? to? Aunque el siglo XX ha sido rico
cionales y las relaciones sociales Lo que dejan entrever sus continuas en regímenes que apelaron a esta re-
efectivamente existentes. Pero esa pers- referencias e invocaciones a “identi- presentación del soberano, Dotti no los
pectiva suponía asimismo que era po- dades sustantivas”, que el flujo cons- considera en su gran narrativa.
sible diferenciar un Estado liberal de tante de la era posmoglobal tendería a Este comentario se ha hecho ya de- 11
otro (no todos eran iguales) y aun de- licuar y a hacer imposibles, hace pen- masiado largo. Para concluir sólo quie-
fender contra el mismo Estado liberal sar que está hablando de identidades ro añadir que estamos obligados a vi-
las libertades que proclamaba, pero nacionales. No sabemos si se trata de vir y actuar en un mundo que desafía
que violaba ocasional o sistemática- eso, pero si así fuera, ¿cómo concebir nuestros empeños por darle inteligibi-
mente. La lente crítica de Dotti es otra, hoy el cultivo y la construcción de esas lidad y que se muestra menos racional
es la de Carl Schmitt, quien le dio identidades que, obviamente, no nos y transparente de lo que se creyó en el
continuidad y traducción al pensamien- remiten a sustancia alguna, sino al pro- pasado. El nuevo siglo se ha revelado,
to contrarrevolucionario católico en el ceso de producción estatal, escolar, al menos en sus comienzos, tan san-
siglo XX. Para esta tradición intelec- cultural, de esas “comunidades imagi- griento como el anterior. Pero, aun-
tual conservadora, que Schmitt hizo su- nadas”? ¿Mediante el nacionalismo? que nuestros temores, como dijera Paul
ya, el mal radica en los principios libe- ¿Cuál sería su versión actual, cuando Valéry, sean “infinitamente más pre-
rales mismos. Son estos los generado- ya no vivimos en el mundo de los vein- cisos que nuestras esperanzas”, no po-
res del desorden moderno y de esa te y los treinta? ¿Qué talibanes prote- demos desistir del esfuerzo por des-
cadena de consecuencias que de la na- gerían las fronteras de los productos cribir e interpretar esta realidad agita-
turalización de la justicia llevó a la con- de una cultura ubicua que viajan sin da y confusa en que estamos, en
cepción de la guerra justa, premisa de respetar las fronteras? prosecución de un orden que resulte
la guerra total y la diabolización del No es más explícito Dotti en lo rela- más afín con la justicia. Esa descrip-
enemigo, que debe ser criminalizado, tivo a su idea del “buen régimen”, don- ción no podría omitir las ambivalen-
y así sucesivamente, hasta la situación de también somos llevados a interpre- cias y las contradicciones de un pro-
actual. El gran relato de Dotti, con sus tar alusiones. Sea, por ejemplo, la que ceso que tiene más de un foco de his-
etapas heroicas y su decadencia impa- aparece al criticar la naturalización de toricidad y más de una fuente de
rable, obedece a esa perspectiva. la justicia por obra del pensamiento sentido.
La extensión

Beatriz Sarlo

12
ca en un tiempo alargado más allá de
lo conocido hipnotizaba, hacía vaci-
lar, confundía; o, de pronto, transcu-
rridas algunas horas, volvía a capturar
una atención que se creía adormilada.
La duración de ese cuarteto de Mor-
ton Feldman era su gran principio
constructivo, o, por lo menos, así se
manifestaba en la experiencia de la es-
cucha en vivo.
La presencia de los músicos, que
no podían abandonar el escenario has-
ta la última nota, obligaba a una fra-
ternidad estética, porque quienes es-
cuchábamos y quienes tocaban está-
bamos soldados, sostenidos por la
voluntad de llegar hasta un fin y acep-
tando que ese fin implicaba un cami-
no desacostumbrado, opuesto a todo
lo que se considera el lapso de una
experiencia habitual incluso en sus for-
mas experimentales. Ir a escuchar el
cuarteto de Morton Feldman implica-
Quisiera presentar algunas ideas so- vención y esa ruptura es estética. ba aceptar un compromiso, del que se
bre la extensión como cualidad de la conocían todas las dificultades pero del
forma y de la experiencia estética, es- Morton Feldman, cuarteto nº 2 que se ignoraban los efectos.
pecialmente significativa en el caso de La duración del cuarteto exige una
la música y el teatro, pero que tam- En noviembre de 2001 unas cien per- resolución, que no sólo captura admi-
bién es un rasgo al que puede respon- sonas escuchamos durante más de rablemente a los músicos, sino a quie-
der la particularidad de algunos textos cinco horas el cuarteto de cuerdas nº 2 nes entran a la sala sin estar demasia-
literarios contemporáneos (excluidos de Morton Feldman.1 La experiencia do seguros de cómo soportarán la ex-
los best-sellers cuya extensión respon- del tiempo nos colocó en una suerte periencia. Y digo soportar en un
de al contrato de mercado). En músi- de estado suspendido, donde la dura-
ca y en teatro, la duración comprome- ción modificaba los sonidos y la ca- 1. El cuarteto de cuerdas nº 2 fue interpretado
por el Cuarteto Pellegrini, en el Teatro San
te a la audiencia y le plantea condicio- pacidad para escucharlos. Las mismas Martín, de la ciudad de Buenos Aires, en el
nes especiales; no ocurre exactamente notas parecían otras, las mismas célu- ciclo de música contemporánea organizado por
lo mismo con la literatura, por razo- las de sonidos sonaban de modo dife- Martín Brauer. La duración, en el programa de
nes bien evidentes. Pero, siempre, la rente o, por el contrario, lo diferente mano, era de 5 horas y 20 minutos. El cuarteto
de Morton Feldman fue estrenado por el Kronos
duración desacostumbrada es una rup- daba la impresión de haber sido escu- Quartet en 1983; luego fue presentado en
tura respecto de los formatos de la con- chado poco antes. El fluir de la músi- Londres, Darmstad y Nueva York.
sentido fuerte: sentir sobre sí el paso el sonido de Morton Feldman, sino una dimensión no sólo lineal sino su-
de un tiempo inusual, fuera de toda porque se desconoce la experiencia de perpuesta del tiempo, que toda la mú-
pauta, como si se tratara de sumergir- escucharlo durante más de cinco ho- sica conoce pero que el cuarteto lleva
se para ver qué sucede cuando capas ras. En el corazón del cuarteto, está el a un limite. La duración produce es-
de líquido pesan sobre el cuerpo. Na- tiempo de un modo diferente de como pesor, y la experiencia de la duración,
die que se dispusiera a escuchar el está en la música de duración “me- recuerdos que comienzan a jugar co-
cuarteto podía pasar por alto, incluso dia”, porque la inusitada duración al- mo piezas inesperadas de esa expe-
antes de que sonara la primera nota, tera por completo la posibilidad mis- riencia.
que lo que iba a suceder no era del ma de escuchar. El cuarteto revela el
orden de la cotidianidad estética, y que tiempo como sustancia; muestra el ca- “Moby Dick”, lectura y performance
se apartaba de ese orden no sólo por la rácter temporal inevitable de la músi-
calidad de la música ni de sus intérpre- ca, señalándolo por exceso. Requiere Evoqué la audición del cuarteto de
tes, sino básicamente por una duración del tiempo una experiencia fuera de Morton Feldman en relación con un
que afectaba todos los sentidos, en pri- medida que se revela como radical- acontecimiento reciente: Moby Dick en
mer lugar el sentido del tiempo. Como mente diferente a cualquier otra expe- Buenos Aires.
escribió Kyle Gann, “Las ideas musi- riencia del tiempo (y no me refiero Pero antes, para establecer diferen-
cales se repiten, pero no hay manera sólo a una experiencia musical). cias imprescindibles, podría recordar
de establecer una cronología”.2 El cuarteto compromete el cuerpo una lectura continuada del Quijote, en 13
El cuarteto de Morton Feldman pi- en su materialidad, por el cansancio, el Círculo de Bellas Artes de Madrid,
de fuerzas extraordinarias en los mú- por los espejismos auditivos, por una en abril de 2003: en la calle, los po-
sicos, pero también las requiere de especie de inseguridad: ¿dónde esta- tenciales lectores, hacían una fila que
quienes escuchan. La resolución de los mos? ¿estamos como si estuviéramos ascendía por las escaleras y desembo-
músicos, como en pocas obras, debe en el principio? ¿me estoy confundien- caba en la mesa donde se leía. El he-
encontrarse con la de su audiencia en do? ¿me he ausentado?. Perdidas las cho de que cualquiera pudiera hacer-
una especie de desafío a la medida referencias habituales del tiempo, el lo, con todos los acentos del español,
acostumbrada, es decir a la duración desconcierto (la excitación, el hastío, daba la impresión de ser una especie
“media”, aquella que no altera sustan- la irritación, la sorpresa, la desorien- de afirmación programática de la uni-
cialmente la experiencia porque se co- tación o el cansancio que el descon- dad cultural hispánica (a la que se su-
nocen sus efectos de principio a fin. cierto produce) es un rasgo de la ex- maban algunas voces claramente lati-
Justamente, el cuarteto trabaja en periencia, pero no porque algo deje de noamericanas), que imponía precisa-
contra de la duración “media”, con la entenderse, sino porque alguien duda mente ese programa demostrativo al
hipótesis de que desbordarla no en de que entienda lo que ya creía haber texto, literalmente destrozado ya que
unas decenas de minutos sino en va- entendido. Bajo las napas de sonido, ofrecía todas las dificultades imagina-
rias horas produciría una reverberación bajo el agua feldmaniana, la escucha bles a los cientos de lectores que par-
de la música que no está solamente en es radicalmente nueva por un procedi- ticiparon del acontecimiento. La cele-
los sonidos que pueden repetirse y miento de sencillez conmovedora que bración del Quijote destruía la novela
cambiar casi imperceptiblemente (so- ya Tiniánov había señalado como prin- de la que no quedaban sino sombras
nidos familiares para quien haya es- cipio estético: la extensión. irreconocibles; abrumada por el entu-
cuchado antes a Morton Feldman), si- La experiencia de escuchar el cuar- siasmo amateur, la abundancia de te-
no también en la variación que el pa- teto se sostiene en este sometimiento levisores, pantallas y conexiones radia-
so del tiempo produce sobre los físico a la extensión: una aceptación les, y la administración burocrática del
mismos sonidos. Quien escucha entra que no proviene simplemente del de- texto, no hubo espacio para algo más
en zonas desconcertantes, cuyo des- seo del escucha, sino de algo exterior significativo.
concierto proviene de las capas de cuya señal ha decidido seguir. Algo Podría recordar también una lectu-
tiempo transcurrido y de las capas de del orden estético duro y no del ple- ra completa de Finnegans Wake, rea-
tiempo por venir, de esa duración que gadizo orden del gusto. Morton Feld-
se sabe que todavía está allí, en la es- man exige un abandono que está muy
2. Kyle Gann, “Almost Too Beautiful”, a pro-
critura, acechando y poniendo en pe- lejos de la entrega blanda que es el pósito de la audición del cuarteto de Morton
ligro la idea de un final. El tiempo es umbral de la indiferencia. Exige la Feldman, en el Carnegie Hall de Nueva York,
vivido como sustancia estética. práctica de una contradicción: aban- el 25 de octubre de 2003, interpretado por el
Se sabe de antemano cuánto dura donarse dificultosamente, dejarse lle- Flux Quartet, que en marzo de 2001 lo había
tocado en el Norton Arts Center de Kentucky
aproximadamente, según la partitura, var y, al mismo tiempo, soportar, por- (www.cnvill.demon.con.uk/mfkgann2.htm, al
el cuarteto de Morton Feldman; lo que que todo pesa en el tiempo y es extra- que se accede desde Morton Feldman Page).
no puede saberse es cómo será la ex- ño lo que sucede debajo de las capas Antes de comenzar la presentación en el Carne-
periencia de esa duración. La solidari- de sonidos que se suceden o más bien gie Hall, el cellista del Flux Quartet respondió
a un miembro de la audiencia que le deseaba
dad previa con la música apuesta cie- que, al sucederse, se van superponien- buena suerte:“También para ustedes, que tienen
gamente a lo desconocido que puede do porque en la duración está el re- que trabajar tanto como nosotros, porque, en
producirse, no porque se desconozca cuerdo de lo que ya ha pasado, que es caso contrario, sería injusto”.
lizada un 31 de diciembre, mediados res. Las instrucciones sencillas propor- taciones y comentarios, envuelta en to-
los noventa, en una galería de Nueva cionadas por el texto se referían al sos- dos los pliegues de la tradición crítica
York. Quienes la hicieron se alterna- tenimiento del cuerpo durante las vein- y filosófica, que incluso había tenido,
ban, marcando una discontinuidad que te o veinticuatro horas que empezaron hace cuarenta años, su inserción ar-
legitimaba todas las discontinuidades. a las nueve de la noche: se podía co- gentina a través de una traducción que
Era, en efecto, todo Finnegans Wake, mer, beber, fumar, dormir, irse y re- se convirtió, ella misma, en un mito?
aunque el cambio de muchas voces, gresar. Los únicos que no podían aban- El texto desmesurado de Melville de-
los movimientos de quienes se senta- donar el espacio de representación eran bía ser conducido a una nueva desme-
ban y se pasaban el libro, los cuerpos García Wehbi y Cano: sobre su per- sura. Reproducir el viaje del “Pequod”
que se alejaban de la mesa a la que se manencia ininterrumpida se construía podría ser una especie de millonario
sentaban los que leían o volvían a ella, la continuidad; visibles todo el tiem- happening del que resultara un docu-
los murmullos un poco distraídos de po, incluso cuando se echaban sobre mental de aventuras o un gigantesco
la audiencia, fragmentaban la exten- un colchón a descansar, ellos eran la escenario de land-art, algo irrisorio.
sión. Decenas de personas leyeron Fin- guardia permanente de la lectura y la Leer Moby Dick, en castellano, pala-
negans Wake y precisamente el hecho garantía de que la continuidad no es- bra por palabra, incluidas las notas del
de que fueran decenas trazaba fisuras taba construida con el artificio de pre- traductor, afecta menos al texto que a
por donde fugaban quienes escucha- sencias alternadas. Sus cuerpos irían los lectores y a su audiencia, que se
14 ban, casi siempre durante unos minu- cambiando con el paso de las horas, someten a la novela de Melville, en
tos. El ritmo del cambio era demasia- trabajados por el cansancio, y eso tam- lugar de “hacer algo” con ella. Ningu-
do rápido para el efecto de flujo que bién debía mostrarse sin cortes. na adaptación le cuadra a Moby Dick,
se había buscado; y el número de lec- Es evidente que Moby Dick es una excepto el traslado de lengua a lengua
tores demasiado elevado para soldar a novela-mito que desbordó su fascina- en la traducción de Enrique Pezzoni.
cada uno de ellos con el texto y con la ción hasta la cultura de masas (film Un ejercicio de fuerza realizado sobre
audiencia. Agrietada por esas intermi- de John Huston, canción de Led Zep- otro, porque someterse a la novela de
tencias, la experiencia de la duración pelin, una iconografía turbulenta y su- Melville es mucho más duro que adap-
no sostenía el carácter solemne que blime que llega hasta Tiburón de Spiel- tarla. Lo que propusieron Wehbi y Ca-
habían buscado quienes leían la obra. berg) y que, hasta hoy, conserva su no es algo del orden de la más incan-
Por lo demás, leer Finnegans Wake magnetismo para los intelectuales (al descente literalidad, pero con un rele-
compromete una dicción musical, es mismo tiempo, prácticamente, de la vo, el del cambio de lengua.
decir una entrega de la voz a la sono- lectura en el Espacio Callejón, Jorge Sin embargo, ese sometimiento al
ridad y el timbre; sin esa dicción, que Dotti, en la estela de Carl Schmidt, texto estuvo rodeado, desde el princi-
surgiría del encuentro de la entona- publicó en Deus mortalis, un artículo pio, por el suspenso: ¿cómo puede ter-
ción que el texto pide si se lo lee en que también es un desafío por su ex- minar esto si efectivamente logra ter-
voz alta, la experiencia fragmentada tensión). La traducción de Pezzoni, por minar?; mejor dicho: ¿en qué condi-
permite sólo jirones de lo que, progra- lo demás, fue un acontecimiento en la ciones se llegará a un final?; y, sobre
máticamente, fue pensado como una cultura argentina, una especie de tour todo, ¿cómo serán más de veinte ho-
audición total. La idea de la duración de force cuya bravura reafirmaba la ras, para dos hombres que deben per-
ininterrumpida (es decir, el programa potencia de traducir en los márgenes.3 manecer despiertos, leyendo, percudi-
de la lectura en un solo día de toda la Como en la última página del Ulises y dos por la fatiga y, eventualmente, por
obra) era socavada por la sucesión de en Lolita, hay una marca de Pezzoni el desaliento?
variaciones aleatorias de cuerpos y de que prolonga y supera la línea de Sur,
voces. colocando a Moby Dick en el espacio Regreso al teatro, donde había pasado
rioplatense, del modo en que las tra- toda la noche, el domingo a las cinco
El acontecimiento reciente al que quie- ducciones difíciles ocupan su lugar en de la tarde, cuando han transcurrido
ro referirme tuvo lugar en el Espacio la lengua de destino. También es evi- más o menos quince horas de lectura.
Callejón de Buenos Aires, desde el sá- dente que la dimensión alegórica de Afuera hace 35 grados; adentro, pro-
bado 20 de diciembre de 2003 a las la novela es afín, como pocas, a una bablemente más. García Wehbi se ha
21 horas hasta el domingo 21 a la no- experimentalidad donde el cuerpo se afeitado. Este hecho me sobresalta,
che. De manera ininterrumpida, Emi- juegue en una aventura metafísica mo-
lio García Wehbi y Luis Cano se al- derna. En síntesis, no era necesario 3. Publicado en 1970 en la colección “Obras
ternaron en la lectura completa de buscar demasiado para encontrar las Maestras” del Fondo Nacional de las Artes, Bue-
nos Aires. La traducción de Enrique Pezzoni es
Moby Dick, traducida hace décadas por razones de la elección de Moby Dick,
la que se ha reeditado en España. El circuito de
Enrique Pezzoni. El texto que se en- que Melville llamó “libro perverso” y traducción y reediciones, además del patrocinio
tregaba con el programa de mano ex- “libro de extraña especie”. del Fondo, es todo un diagnóstico de estados
ponía las condiciones de la represen- ¿Qué agregarle a Moby Dick, en- culturales. Como lo señala Jaime Rest en el
prólogo a la primera edición, en los años que
tación, porque fue, en efecto, una lec- tonces, si todo le había sido añadido
van entre su publicación en 1851 y la muerte de
tura-representación y eso estaba claro durante un siglo y medio? ¿Qué hacer Melville en 1891, Moby Dick tuvo sólo una
desde el comienzo para los dos acto- con una novela cubierta por interpre- edición posterior a la primera.
escuchan con los ojos entrecerrados,
un hombre sigue, con la edición en
sus manos, la lectura de Moby Dick.
Hay restos de comida, botellas, ceni-
ceros, que con su desorden moderado,
marcan también el paso del tiempo.
Todo el espacio, excepto el gran cua-
drilátero ocupado por la representa-
ción, se ha desorganizado levemente,
como en un depósito donde cincuenta
personas se movieron en silencio, pe-
ro dejando sus huellas involuntarias.
Más que durante la noche, se oye, de
vez en cuando, el timbre. Alguien es-
tá entrando. Las interrupciones, las
partidas o las llegadas son parte de las
condiciones de lectura, que marcan di-
ferencias para los actores y su públi- 15
co: ellos, como si fueran marinos del
“Pequod”, no pueden dejar la escena;
durante un día vivirán en el teatro co-
porque lo había dejado, a las ocho de ocupaban mostraban algunos cambios: mo si fuera un barco. Nosotros tene-
la mañana, con su barba algo rala, tal García Wehbi sin barba, el paso del mos licencia para practicar una forma
como se mostró en el comienzo de la tiempo en las arrugas de la ropa y en de la inconstancia. Pero queda claro,
lectura. No puedo dejar de pensar en la cara marcada, pálida, de Cano; por desde el comienzo, que esa inconstan-
ese cambio, ocurrido a media mañana momentos, era un poco más débil la cia sólo rinde algún significado si es
o al comienzo de la tarde. El asisten- voz. Por el suelo y en las gradas, co- un corte que separa una permanencia
te, que me abrió la puerta (que estuvo mo durante la noche, unas veinte per- de larga duración (horas, varias horas).
cerrada con llave desde la noche), me sonas, algunas chicas muy jóvenes dor-
dice que “hace un rato” temieron que midas sobre almohadones. La luz es Cuando está próximo el final, mien-
algo pasara, pero que alguno de los la misma y la claridad que entra desde tras lee el capítulo “La sinfonía”, en
dos, o los dos (no me lo dice), lo “ha- una claraboya cerca del techo, enfren- que un marino recuerda el hogar y le
bía superado”. Me cuenta una escena tada a la audiencia, ya no tiene esa suplica a Ahab que abandone la bús-
de riesgo, callando cuál había sido. Un vibración del amanecer, cuando, de queda, García Wehbi llora. El calor es
peligro reciente, una debilidad de los pronto, esos vidrios se iluminaron de intolerable, como el cansancio. Llora,
dos cuerpos, o de las voces. La escena un celeste virado por el sol. A la de- leyendo la súplica en la que el puerto
era la misma pero los hombres que la recha de las chicas que duermen, o familiar, el hogar, los hijos no logran
convencer al capitán del “Pequod”.
Minutos después, Cano, con la voz
cansada pero sin titubear, retoma la
parte que le corresponde. Del pedazo
de carne y hueso, que colgaba sobre
el centro del escenario el día anterior,
como un péndulo cuyo movimiento los
actores iban impulsando, ya casi no
queda ni rastro, sólo la soga, de la que
cuelga un muñón de carne deshilacha-
da. El hueso ahora forma parte del de-
forme esqueleto de un monstruo ma-
rino, que se ha ido construyendo en
un ángulo. Con una mezcla de furia y
desdén, los actores han ido tirando allí
esos huesos. Tampoco en el fuentón
de hojalata, donde un chorro vertical
recordaba el de la ballena, el agua si-
gue moviéndose. A su lado, sigue la
jarra, con la que García Wehbi y Ca-
no se sirven agua o se mojan la cabe-
za y las manos; cerca, un escurridor, mente claras después de muchas ho- que se pide un esfuerzo intelectual y
como el que podría usar un marinero ras. Como performance, lo que vemos sensible, porque la obra que la provo-
sobre cubierta, usado de vez en cuan- es el paso del tiempo sobre dos cuer- ca está bien lejos de ser ella misma un
do por los actores para enjugar el agua pos sometidos a un ejercicio duro. Ma- desorden. Por el contrario, su orden
que se derrama. Sobre el fondo del rineros del “Pequod”, García Wehbi y es evidente pero, prolongado en la du-
espacio rectangular, limitado por cuer- Cano cumplen los pasos obstinados ración extrema y desacostumbrada, da
das, una escalera conduce al puente que se fijaron al embarcar. Lejos del la impresión de que en cualquier mo-
del gobernalle. En las primeras diez o énfasis y de la acumulación, están allí mento el que escucha está a punto de
doce horas, García Wehbi y Cano so- porque deben llegar al final de Moby perderlo. La acumulación en el tiem-
lían subir, llevando un farol, y empu- Dick cruzando la línea que separa la po de capas sucesivas es sutil, muchas
ñar el timón; el domingo a la tarde, ya ficción de la vida, en un sentido ma- veces casi inapreciable, de modo que
no lo hacen. Es evidente que, incluso terial: al someter sus cuerpos a la lec- la atención, trabajada por la fatiga, es-
en esta puesta en escena severa, los tura, sobre ellos opera la longitud des- tá obligada a concentrarse sobre dife-
movimientos, posibles en la primera mesurada de la novela de Melville. Es- rencias dudosas y, como se trata de
mitad de la lectura, dejan de serlo. To- to es inevitable y también incalculable obras en el tiempo, irrecuperables sal-
do está concentrado en dos puntos del de antemano. Han querido actuar la vo para la memoria, que no deja de
espacio. Por un lado, la mesa, a la que cualidad sin medida de ese texto y ver interrogarse para establecer líneas en-
16 se sientan para leer, junto a la que cuel- qué resulta a lo largo de esa experien- tre lo ya visto, lo ya escuchado, el
ga una campana, que cada uno de los cia. presente y lo que vendrá. La duración
actores toca cada vez que termina su Todos los vientos de las vanguar- es un principio constructivo básico; sin
turno y debe avisar que comienza el dias son convocados a escena: rituali- la extensión más allá de todo límite
siguiente; y, en la pared opuesta, el dad y distancia, proximidad y fusión, conocido, la obra se alinearía con otras
libro de bitácora, una pizarra donde programa intelectual y riesgo físico, experiencias menos perturbadoras. La
cada uno de ellos anota, con tiza, las separación de la vida por la lectura de extensión juega de este modo cuando
páginas leídas una vez que su turno un texto radicalmente extraño y so- cruza un umbral de tiempo, porque,
ha terminado. El tocadiscos, bajo la breimpresión del texto con la propia precisamente en ese cruce, comienza
pizarra, se oye de vez en cuando, mal, voz, con aquello de más íntimo, usada una exigencia que presiona sobre los
débilmente, como una música que vie- esa voz sin el artificio de la “interpre- cuerpos (de actores, de músicos, de la
ne de otra parte o que recuerda que tación” (es cierto, sin embargo, que audiencia); y entonces se cruza otro
existe otra parte. Sobre la mesa, en un sólo dos actores entrenados habrían umbral: el de la separación de la obra
vaso, nada un pez pequeño, atravesa- podido leer durante todo un día). Moby respecto del mundo. Por la extensión,
do por un rayo de luz; como en una Dick se ha convertido en una fantasía la obra ocupa mundo y provoca ac-
linterna mágica, la figura borrosa del vanguardista, un tejido de todos los ciones (adormecerse, moverse, beber,
pez se proyecta sobre la pared del fon- hilos que atravesaron el siglo XX, tren- etc.) que, salvo en estos raros casos,
do, que es rugosa. El domingo a la zados, una vez más, a comienzos del no se mezclan con la experiencia de
tarde, ya no hay haz de luz, ni puedo XXI. Se ha querido revivir una ritua- escuchar una música o presenciar una
ver si el pez sigue girando contra las lidad que comunique, en un más allá puesta en escena. Hay algo transgresi-
paredes del vaso. Los trajes negros, escénico que tiene algo de utopía es- vo en la duración extrema, una espe-
las camisas blancas y los moños ne- tética, a los actores con quienes los cie de ofensa vanguardista al sentido
gros de los actores llevan las marcas observan, y sobre todo que, de un mo- común estético que sostiene los for-
inevitables del trabajo realizado. Las do no fingido, haga visibles, junto a la matos convencionales o las rupturas
luces amarillentas iluminan también a representación, los resultados acumu- convencionales de formato. Como
los que seguimos escuchando, en el lados del hecho mismo de represen- ciertas obras musicales que consisten
vapor caliente del atardecer. tar.4 En el Moby Dick de García Weh- en silencio o duraciones mínimas, la
bi y Cano acontece una suerte de ex- extensión extrema es aurática y recuer-
La monotonía desorienta, pero también traña acumulación no enfática, y en da aquello que, detrás del arte, lo sos-
permite pensar. Esta performance no este punto se podría volver a Morton tuvo durante siglos.
se propone avanzar sumando efectos: Feldman.
todo lo que los actores hacen lo están Contra los módulos temporales es- Pauls, “El pasado”
repitiendo desde el comienzo y, por lo tándar, a veces, se dan experiencias
tanto, lo nuevo es, en cada momento, que confían en que la destrucción del Sobre mi mesa está El pasado, la úl-
sólo el texto de Melville. Pero esa no- módulo produzca una percepción des- tima novela de Alan Pauls, publicada
vedad es conocida, porque se sabe que plazada, incluso desquiciada. La de-
el orden de lectura es estricto y que, a sorientación es exactamente lo opues- 4. Sobre las tendencias al extremo en el arte
lo sumo, a medida que avanza el tiem- to a la certeza de que se está escu- moderno, véase: David Oubiña, El silencio y
sus bordes; Discursos extremos en la literatura
po, lo inesperado son los tropiezos y chando bien, o se está viendo bien. La y el cine argentinos (entre los 60 y los’70),
las equivocaciones de voces que, de desorientación potencia un principio tesis de doctorado, Facultad de Filosofía y Le-
todos modos, siguen siendo perfecta- de incertidumbre en la audiencia de la tras, Universidad de Buenos Aires, 2004.
en noviembre de 2003 después de re- juntos. Las tres relaciones son sucesi- porque hay elipsis. Se trata, en cam-
cibir el Premio Herralde.5 Son 551 pá- vas y aclaro esto porque esa cualidad bio, de que, una vez que se ha decidi-
ginas. Obviamente la longitud no es tiene que ver con la extensión. De las do contar esto o aquello, lo elegido es
extraña a la literatura del siglo XX; tres relaciones conocemos la forma en tratado siempre como si estuviera en
sin embargo, excepto algunos libros que comienzan, se desarrollan y ter- la misma relación de proximidad hi-
como La historia de Martín Caparrós minan. No son esbozos de historias perreal con el foco del relato. El efec-
con sus mil páginas o Las islas de que se bifurcan de la línea principal to es fantasmagórico; la minuciosidad
Carlos Gamerro, hoy la novela argen- constituida por la pareja de Rímini y de la obsesión es siempre, en algún
tina no sorprende por la extensión que Sofía, aventuras en paralelo, salidas y momento, temible, incluso cuando pa-
tuvieron Rayuela y Adán Buenosay- entradas de los personajes, sino histo- rece más pintoresca. Toca el punto cie-
res. Entonces, hay algo allí que obliga rias completas, que empiezan por el go de la representación, que no es la
a pensar. coup de foudre en dos casos o por la ausencia de representación sino su
Afirmar que Pauls no quiso renun- primera relación sexual en el tercero, abundancia, el peligro de la página
ciar a nada es irrelevante porque ¿có- y luego expanden todos los pormeno- completamente cubierta de escritura
mo saber cuánto fue descartado, si, en res de la vida de la pareja, sus depar- que suscita la pregunta ¿hasta cuándo
efecto, hubo descarte? No tiene senti- tamentos, sus trabajos, sus amigos, sus este catálogo del mundo y su carica-
do abrir un juicio sobre lo más larga familiares, sus diversiones, sus viajes. tura? Contra lo que pudiera pensarse,
que pudo haber sido su novela, y to- Detalladas con la misma precisión que la mala literatura es desprolija con el 17
davía es menos interesante señalar la gran historia de Rímini y Sofía, só- detalle, y el costumbrismo es perezo-
tranquilamente que algo más debió lo una de estas relaciones termina so porque confía en media docena de
quedar afuera. Hay quien piensa, el abruptamente, sin preparar su fin y esto clichés. Pauls, al saturar, marca una
crítico español Ignacio Echevarría por porque ese fin es un accidente mortal. diferencia respecto de aquello con que
ejemplo,6 que la novela es “excesiva” Las tres historias que germinan de una lectura distraída o malévola pue-
o “hipertrofiada”. No seguiré esa lí- la separación de la pareja son recons- de confundirlo.
nea de análisis, en primer lugar por- truidas de modo microscópico. Cada La extensión es indispensable tam-
que la novela no me pareció ni hiper- una de las peripecias recibe toda la bién al tenor intelectual de El pasa-
trofiada ni excesiva. Se podría afir- atención, como si se tratara siempre do.7 Rímini, el personaje al que sigue
mar con suspicacia que, lejos de de un episodio principal. Un hiperre- el narrador, comprende sólo muy va-
necesitar el Premio Herralde para po- alismo narrativo establece que no hay gamente lo que sucede en el mundo
der imprimirse y circular (como lo su- planos lejanos y planos cercanos, ni de los afectos, los deseos y las pasio-
giere ese crítico), ya que su extensión esbozos y desarrollos; como en el hi- nes. El narrador, en cambio, como un
la amenazaría, de otro modo, con un perrealismo plástico, todo está conta- narrador clásico (o más que un narra-
destino de dificultades, El pasado fue do con el mismo detalle, como si no dor clásico) posee un extenso reperto-
larga porque eso le daba una visibili- hubiera borramiento por perspectiva; rio de saberes, teorías, hipótesis, ocu-
dad mayor en la competencia del pre- o también, todo está contado con el rrencias, y no duda en exponerlos. El
mio. Ambas afirmaciones son perfec- efecto minucioso de la miniatura. Es- ejercicio incesante de una reflexión no
tamente extra-literarias y, para leer la ta es una opción estratégica que es ne- es adjudicado a personajes (para crear
novela, carecen de todo interés. La pre- cesario reconocer como tal. Pauls op- la ilusión de que ellos son inteligentes
gunta es, más bien, por qué un autor ta por una perspectiva desde la que y, de rebote, generar la certeza de que
de tres breves novelas anteriores (El todo es presentado con la misma acu- el inteligente es el autor), sino que,
pudor del pornógrafo, El coloquio y mulación de rasgos, como si la distan- sin disimulos, es prerrogativa del na-
Wasabi), alguien que parecía instala- cia narrativa fuera invariable (una co- rrador: aforismos y fragmentos ensa-
do en una extensión acostumbrada, es- cina, una cancha de tennis, una cama, yísticos sobre la infancia, la vejez, la
cribe una novela de más de quinientas un hotel por horas, un hospital, la me-
páginas, y qué las vuelve, como creo, sa de dulces de una fiesta, un vestido, 5. El pasado, Barcelona-Buenos Aires, Ana-
necesarias; por qué Pauls, un escritor una cara, un peinado, etc.). Esta op- grama, 2003.
con notable inteligencia crítica, creyó ción estratégica, es obvio, requiere una 6. En la reseña “El amor después del amor”,
publicada en Clarín, Buenos Aires, 24 de enero
necesarias las quinientas y pico de pá- extensión excepcional, porque la op- de 2004. El hecho de que sea un crítico español
ginas. ción misma es extraña a las costum- quien reseñe la novela para un diario de Bue-
El pasado es un folletín sentimen- bres de la narrativa. Pauls se ocupa de nos Aires, el hecho de que esa reseña haya sido
tal y, como algunos folletines, necesi- todos los detalles con la intensidad con publicada antes en el diario madrileño El País
(debo a Nora Catelli el señalamiento un poco
ta extensión. Abarca más de veinte que se ocupa de las grandes articula- sorprendido que, por otra parte Clarín no ocul-
años en la vida de un hombre, Rímini, ciones y de las grandes escenas. Nada ta en los créditos), indica un extraño desgano
y una mujer, Sofía, que vivieron trece merece menos atención que la que ob- periodístico.
años juntos, se separaron y, después tiene. 7. Soledad Quereilhac, en su reseña publica-
da durante enero de 2003 en el suplemento cul-
de innumerables peripecias que inclu- No se trata, como podría pensarse, tural de La Nación, de Buenos Aires, sostiene
yen tres relaciones del hombre con mu- de la ausencia de elipsis. El pasado, que la novela incluye tratados sobre el amor y
jeres bien diferentes, vuelven a vivir como todo relato, sólo puede existir las pasiones.
enfermedad, el tennis, la pintura, los recho. También convendría pensar por res de El carapálida de Luis Chitarro-
viajes, la adolescencia, las mujeres, las qué, en una literatura que pasó veinte ni. No hay nada en la literatura más
terapias alternativas, en fin todo lo que años mordiendo lo político de diver- reciente que pueda igualarse a la vio-
no concierna a la esfera pública ni a sos modos, un escritor construye un lencia sexual de algunos encuentros
la política son materiales sobre los que espacio ficcional independiente y una de El pasado, como si Pauls hubiera
se ejerce una reflexión a veces aforís- sociedad de personajes que logran sos- decidido que eso podía hacerse, en al-
tica y a veces extensamente expositi- tener esa independencia. La distancia gunas frases, sin convertirlo en recur-
va. En El pasado están los abstracts de lo político es de una extranjería so único, sino, por el contrario, engar-
de múltiples proyectos ensayísticos. La radical, una decisión en contra. Para zando la obscenidad, como una joya,
habilidad del narrador es que, por lo mantener esa distancia era preciso lle- en un relato hiperculto. Y, por supues-
menos a esta lectora, nunca resultan nar completa y extensamente otro es- to, Aira: contar las historias más ba-
petulantes, aunque, a veces, exhiben pacio, el de la microsociedad que ro- nales, con la confianza de que lo ba-
la crispación de una inteligencia apli- dea a Rímini y Sofía. nal está en los materiales y no en su
cada a la búsqueda sistemática de la Pero si no hay política, El pasado incorporación a la novela; demostrar
originalidad. nos trae otra historia, que es también que es posible encadenar historias por
La ausencia de lo público y de la otro motivo para la extensión de la la lógica de una proliferación que pa-
política es simplemente asombrosa. Rí- novela. El pasado es una summa de la rece ir a ninguna parte, pero que, en
18 mini, nacido en 1959 como Pauls, es literatura argentina de los últimos cin- el caso de Pauls, luego se somete a un
hijo de la revolución cubana. El na- cuenta años. Quiero decir: Pauls ha cierre. Bioy Casares es la figura (no
rrador lo dice de un modo tan explíci- leído esa historia y elige entre quiénes digo simplemente figura de escritor)
to como quien está cumpliendo una han escrito qué cosas del mejor modo emblemática del enamoramiento. Rí-
periodización, a la que adjudica un ti- en ella; en consecuencia, la desarma y mini es un personaje de Bioy (un ta-
po de personalidad. Pero, de allí en la reorganiza, a veces de modo difícil rambana, para decirlo con una palabra
más, no se produce lo que fácilmente de reconocer, otras de manera bien ex- de época) que ha sido tomado a su
podría juzgarse un vaciamiento sino plícita y quizás a pesar suyo. El se- cargo por un narrador que aprendió,
la fijación de la novela en un espacio gundo capítulo de la primera parte, pá- con Borges, que las ideas no pertur-
individual y grupal que corre en para- gina 18, comienza con una pregunta: ban la ficción sino que pueden forta-
lelo con la dictadura y la transición “¿Qué lo sorprendía tanto?”. Cualquier lecerla.
democrática. El pasado prescinde de lector de Rayuela escucha una reso- Por supuesto, la extensión de la no-
la historia reciente con una radicali- nancia inevitable. Pero, además, toda vela permite intercalar un capítulo, de
dad que obliga a pensar. Renuncia a la excursión europea de Rímini y So- 50 páginas, que contiene, entre otras
cualquier “ambientación” que, de ma- fía es una variación cortazariana tan aventuras del arte, un ensayo estético-
nera banal, cumpla con el reconoci- evidente como que puede ser incluso biográfico sobre un pintor imaginario:
miento de que hay un afuera de la pe- una sorpresa inesperada y quizás no vida, obra y desventuras en el merca-
queña sociedad de sus personajes. No bienvenida. Sofía (es decir: el saber) do de arte de una especie de Bacon
hace, en este sentido, los gestos de tiene una antecesora en la Maga (es llevado al extremo. Para todo esto, se
una narración que, con buena o mala decir: otro saber, intuitivo, más allá imponía la forma larga. De lo contra-
conciencia, prevé que sus lectores es- de la razón); Rímini es un traductor e rio, esta summa (extrañamente frater-
tarán calculando qué sucedía en el pa- intérprete, oficio de Cortázar y del pro- nal) de la literatura argentina habría
ís cuando esas cosas que leemos le tagonista de 62. No es necesario que sido sólo un conjunto de contraseñas
estaban sucediendo a Rímini, sus mu- haya más, sobre todo en un narrador y guiños para lectores avisados. Pero
jeres y conocidos (hay dos o tres men- que se mueve dentro de la tradición la extensión convierte a lo que de otro
ciones fugaces, innecesarias). Pauls, de como pez en el agua. En el otro extre- modo sería “cita” en un trabajo más
modo programático, explora cómo mo: Fogwill, el escritor de la preci- secreto, menos señalizado (nada que
puede ser una ficción sin política y sión material, del perfecto dominio de ver con el cartel donde se avisa: mi-
sin historia, que prescinda de sus ale- los vocabularios específicos (todo afi- ren, esto es lo que hago con la tradi-
gorías o de sus representaciones. Cla- cionado al tennis encuentra en El pa- ción), y más libre de los automatis-
ro está, no lo hace para suscribir una sado una fuente de diversión, de nos- mos de la parodia.
versión banal de que todo es político talgia y de crítica, así como quien ha- La extensión de El pasado es, co-
(y en consecuencia esa historia del po- ya conocido una terapia psicofísica, mo quise señalar, su presupuesto. La
der del deseo y del amor también lo que estuvo de moda tanto entre pia- novela no “salió” larga, como resulta-
es). Diría, en cambio, que lo hace por- nistas como entre amas de casa de ba- do de una impericia, sino que, para
que no encuentra en lo político algo rrio norte, reconocerá a la gurú con ser lo que es, necesitó ser larga. Sería
que le resulte narrativamente intere- quien trabaja Sofía). En una extensión un error pensar que algo “está de más”,
sante: no hay una afinidad intelectual irreconocible a primera vista, están los cuando, en realidad, esa demasía sos-
entre este narrador y lo político. Quien desencuentros sentimentales y la ob- tiene el carácter mismo del texto. La
quiera pensar que esa distancia es ra- sesión erótica de Daniel Guebel en extensión fue un programa, no una
dicalmente posmoderna, está en su de- Matilde o Nina; y también los escola- consecuencia.
Como la vida misma
Notas sobre la televisión

Silvia Schwarzböck

19
la reproductibilidad.
En segundo lugar, hizo falta que
la fotografía y el cine demostraran
cierta autonomía respecto de sus con-
diciones de origen, para lo cual nece-
sitaron entrar en la dialéctica de la mo-
dernidad artística. En el siglo XX no
puede decirse que un arte sea autóno-
ma sin que se hayan desarrollado en
ella programas modernos. El moder-
nismo es, a largo plazo, la prueba de
autonomía de cualquier arte, mucho
más si es reciente.
Sólo por haber sido revoluciona-
rias para el sistema decimonónico de
las artes es que la fotografía y el cine
pudieron alcanzar su propio estatuto
artístico. La revolución que provoca-
ron, para haber llegado al punto de
permitirles la condición de artes, no
podía restringirse a revelar el aura co-
mo una verdad acerca del pasado. Pa-
ra que hayan entrado en la dialéctica
La TV es, antes que nada, un hito en ese momento, la reproductibilidad téc- de la modernidad artística tiene que
la historia de la técnica, igual que la nica era una propiedad extrínseca de haberse producido una transformación
fotografía y el cine. A partir de esa las obras pictóricas. Quien reproducía general de la percepción humana. Que
semejanza, uno podría preguntarse si una pintura confirmaba indirectamen- el ojo de la cámara pudiera captar la
realmente es tan distinta de los otros te la autenticidad del original. Que la realidad de acuerdo con el principio
dos inventos como para que nunca lle- fotografía y el cine tuvieran a la re- de la serie debe haber necesitado co-
gara a ser un arte o como para que su productibilidad técnica como una pro- mo contraparte que el ojo del que mi-
novedad no haya modificado lo que piedad intrínseca significaba que sus ra renunciara a esperar –o a exigir–
hasta su aparición se entendía por ar- producciones eran inevitablemente se- algo original, tanto dentro como fuera
te. La fotografía y el cine tampoco na- riadas. Esa diferencia cualitativa con de los límites del cuadro. Como sínto-
cieron como artes. Que llegaran a ser- el resto de las artes hizo que la esté- ma de la sociedad de masas, la repro-
lo dependió de dos condiciones que tica empezara a pensar que la unici- ductibilidad técnica tuvo la extraña vir-
no se repitieron para el caso de la TV. dad que a ellas les faltaba –eso que tud de revelar el mundo tal como se
En primer lugar, la aparición de la Benjamin llamó el aura– había sido había vuelto, es decir, como un mun-
fotografía y del cine revolucionó el hasta entonces un atributo irrenuncia- do falsificado, donde nada podía su-
sistema de las artes tal como se lo co- ble de la obra de arte. El aura –junto ceder por primera vez.
nocía hacia fines del siglo XIX. Hasta con su aplicación retroactiva– la creó A diferencia de lo que había ocu-
rrido con la fotografía y el cine, la Después del fin de la segunda gue- terrible) que la vida misma. Esas ca-
aparición de la TV, desde el punto de rra, muchos cineastas ya tenían una tegorías (bello / feo, sublime / terri-
vista estético, no fue un acontecimien- conciencia epocal del estado del len- ble) son categorías estéticas precisa-
to revolucionario. No es que haya lle- guaje artístico. La negatividad y las mente porque operan por contraste con
gado tarde al sistema ampliado de las formas abiertas del arte moderno per- la vida cotidiana. Dan cuenta de una
artes –de hecho, su invención es casi mitían suponer que los límites del su- experiencia que en la sociedad no es
simultánea a la de la fotografía y el jeto receptor se habían ampliado, con posible –o es demasiado infrecuente.
cine, aunque recién a fines de los años lo cual era perfectamente previsible La TV, en cambio, no tiene nada que
20 estuvo en condiciones de ser pa- que los cineastas con esa conciencia pueda medirse con la vara de la esté-
tentada–, pero el tipo de función so- epocal elaboraran programas en fun- tica, porque no establece un límite en-
cial que iba a cumplir dentro de la ción de un nuevo espectador. El pro- tre ella y la vida cotidiana. No existe
industria cultural no le permitiría en- blema de Adorno para aceptar que el un principio de demarcación firme en-
trar en la misma dialéctica que ellas. estatuto del cine podía cambiar (mien- tre lo televisivo y lo no televisivo. To-
De todos modos, no hay que pensar tras que el de la TV estaba bien que do lo que está afuera en algún mo-
que, en la medida en que las artes se pensara que no) es que él le concede mento podría estar adentro de ella, y
radicalizaban en una dirección contra- al arte moderno tanta verdad como la viceversa. La TV, en última instancia,
ria a la de la representación figurativa que la sociedad debería tener y no tie- es la vida cotidiana propia de la socie-
20 y la narratividad lineal, la TV venía a ne. Al defender tan radicalmente la es- dad de masas convertida en espectácu-
relevar en sus funciones al cine, en la cisión entre arte (verdadero) y socie- lo de masas. Y lo que la vida cotidia-
medida en que el cine –hacia media- dad (falsa), debe negarse a reconocer na tiene de específicamente extraesté-
dos de los 50– también había entrado cualquier beneficio que hubiera llega- tico es su falta de tragicidad.
en la dialéctica de la modernidad ar- do al mundo de la mano de la racio- Si uno quiere determinar qué es lo
tística. La TV nunca pretendió entre- nalización social, aun cuando entre específico de la vida cotidiana necesi-
tener a las grandes audiencias de la esos beneficios se encontrara un nue- ta contraponerla a la tragedia. Lo que
misma manera que el cine. Adorno se vo sujeto receptor, que estaba en con- la vida cotidiana tiene de contingente
equivocaba al decir prematuramente diciones de emanciparse de la ortope- es lo que la tragedia lo representa co-
que el “cinematógrafo doméstico” era dia del modelo de representación clá- mo necesario. Cuando en la tragedia
un engranaje más de la industria de la sico. Ese receptor es el que ya no moderna los personajes son movidos
cultura y que si, como expresión su- espera que el cine le restituya en un por sus pasiones, las pasiones que los
ya, llegaba a volverse más eficiente lenguaje afirmativo las cosas bellas y mueven operan como si pudieran exis-
que el cine mismo era porque, al estar sublimes que desaparecieron de la re- tir en estado puro. No hay contingen-
instalado en el hogar, reunía a la fa- alidad. Liberado de la función com- cia, sino necesidad, porque las pasio-
milia y a los amigos, ya sin nada que pensatoria que lo encerraba en la in- nes –en tanto motores de la acción–
decirse, en un confortable círculo de dustria cultural, el cine es libre de sin- no quedan neutralizadas por el intrin-
sordos. cronizarse con la vida cotidiana, pero camiento de la sociedad y pueden ope-
Es obvio que se trata de una bou- después de saber de Auschwitz, sólo rar entonces de acuerdo con una lógi-
tade, aunque hay que reconocer que le queda hacerlo desde una actitud crí- ca causal. La sociedad interna a la tra-
una parte de este juicio sigue siendo tica: lo que le falta a la realidad los gedia no puede pensarse como un
acertada, en la medida en que el po- cineastas modernos ya no pueden res- sistema, donde todos dependen hori-
der maléfico que Adorno le atribuye a tituirlo. La compensación es el traba- zontal y verticalmente de todos, por-
la TV no trasciende las tendencias so- jo de la ideología y a quien le toca que allí sería imposible discriminar
ciales que garantizan su éxito. La real cumplirlo por tiempo indeterminado es cuál ha sido la causa de una acción.
extrañeza que reina entre los hombres a la industria cultural. La causa, en ese caso, sería el intrin-
ella la disimula, en lugar de crearla. Pero no va ser la TV quien resti- camiento mismo.
Antes que desunir a la familia, la TV tuya gratuitamente la belleza y la in- En la vida cotidiana, al contrario
se encarga de reunirla, pero la reúne tensidad que la vida cotidiana no tie- que en la tragedia, las pasiones sólo
precisamente en el momento histórico ne, sino el cine comercial. La indus- sobreviven –cuando sobreviven– inser-
en que esa reunión ya no puede so- tria cinematográfica nunca se va a tadas dentro de concatenaciones ce-
portarse sin su ayuda. Es en ese sen- liberar de esa obligación con la que rradas, que nadie sabe dónde se ini-
tido en el que sus servicios para el nació. Por eso la TV no necesita res- cian ni cómo se articulan internamen-
statu quo son invalorables. tituirle al espectador las satisfaccio- te. La categoría de causalidad es
No obstante, hay otra parte del jui- nes a las que lo había acostumbrado desplazada y absorbida por la de sis-
cio, la parte en la que Adorno identi- el modelo de representación clásico. tema. Todas las acciones dependen ho-
fica a la TV con un “cinematógrafo La TV no requiere ser vista en los rizontal y verticalmente de las demás,
doméstico”, que hace que toda su re- mismos términos referencialistas que con lo cual nadie puede jerarquizar-
flexión sobre el tema se vuelva insos- el cine. No se trata de que el televi- las. La suerte o la desgracia no entran
tenible, incluso para la época en que dente disfrute de algo que es más be- dentro de la lógica de la motivación.
fue publicada (1953). llo (o más feo) o más sublime (o más De ahí que la vida cotidiana no pueda
representarse tal como es: sólo puede mentir busca contraponerse a ella. mas o de personajes que se incorpo-
representarse de ella aquello que es Dada su capacidad de transmitir ran a la trama sin muchas justificacio-
conmensurable con las pasiones hu- imágenes en el mismo momento en nes argumentales) responde a un prin-
manas. Lo inhumano no es suscepti- que las está produciendo, el ideal de cipio extraestético, el de que en la so-
ble de representación, por lo menos la TV sólo pudo ser la autenticidad, ciedad de masas todo lo cuantitativo
en términos realistas. no la verdad. De ahí que su creciente se vuelve cualitativo. De ahí que tam-
Lo que la TV capta de la vida co- tendencia a superar el límite entre fic- bién tengan ese mismo grado de in-
tidiana, al mismo tiempo que lo con- ción y no ficción pueda deberse, en trincamiento las telecomedias, cuando
vierte en espectáculo, es precisamente buena parte, a un deseo de llevar has- pasan de semanales a diarias, o las se-
esa falta de dimensión humana que tie- ta sus últimas consecuencias una mar- ries de la década del 90 que desarro-
ne cualquier acontecimiento en el mo- ca de origen: en materia televisiva, el llaron la vida del elenco estable a lo
mento mismo en que sucede, es decir, hecho de que lo transmitido estuviera largo nueve temporadas (como
cuando todavía es instantáneo y no ha sucediendo en vivo y en directo siem- Friends, Mad About You o Seinfeld).
sufrido las censuras y alteraciones pro- pre fue más importante que la posibi- En TV hay más semejanza entre lo
pias de una narración. Cuando alguien lidad nada remota de que el suceso que dura lo mismo que entre lo que
le cuenta a otra persona un suceso, transmitido fuera un simulacro. Que trata de lo mismo. Incluso los noticie-
aunque lo haya vivido como inhuma- en un talk-show alguien rompa en llan- ros incorporan noticias de color e his-
no –como exterior a su voluntad–, ine- to para contar un secreto inventado, torias sentimentales –a las que jerar- 21
vitablemente lo humaniza, porque lo que dos enemigos mortales se hayan quizan como “lecciones de vida”– pa-
refiere a su yo como un yo narrativo. puesto de acuerdo con el conductor ra poder cumplir con el ritual de la
Al proponerse como ideal mostrar la de un programa para pelearse a gol- hora diaria que pagan sus anuncian-
vida en directo, la TV intenta romper pes delante de las cámaras, que el ga- tes. Aun cuando no suceda nada tras-
con el hechizo de la narrativización. nador de un concurso millonario co- cendente, el tiempo de las tandas pu-
Pero la instantaneidad, llevada a la di- nociera de antemano las respuestas que blicitarias ya está vendido.
mensión de espectáculo de masas, le- lo llevaron al triunfo, o que la víctima
jos de equipararse con la inhumani- de una cámara oculta sepa desde el El cine resultó capaz de pertenecer a
dad de la vida y enseñar el escaso po- principio que la están filmando, son la esfera del arte y a la de la industria
der que tienen los hombres sobre su circunstancias que no rompen la pro- cultural. De ese modo confirmó que
suerte y su desgracia, se convierte en mesa de autenticidad televisiva, siem- en el siglo XX ninguna de las dos es-
una apología de la superación de lo pre y cuando las personas que partici- feras podía existir en forma aislada,
trágico. La TV presenta o como un pan del simulacro sean efectivamente sin entrar en dialéctica con la contra-
milagro o como una catástrofe todo lo las personas que se dice que son y ria. La TV, en cambio, no pudo ni
que le sucede a los hombres, sean co- que lo simulado suceda mientras se le puede salir de la esfera donde nació.
munes o extraordinarios –de hecho, la dice al público que está sucediendo (o Y hay razones suficientes como para
falta de tragicidad rompe con esta dis- que sucedió, si se trata de una graba- pensar que no estaría en condiciones
tinción y los iguala–. Lo que celebra ción). Los e–mails y los llamados te- de repetir la historia del cine, a pesar
como espectáculo –lo que espectacu- lefónicos que piden recibir los progra- de que, con el paso del tiempo, ha
lariza– es la flexibilidad del espíritu mas en vivo son pruebas de autentici- demostrado una mayor capacidad de
humano, la capacidad de adaptarse y dad para el televidente y, en ese experimentación que la industria ci-
sobrevivir, de seguir adelante sin sentido, nada que tenga que ver con la nematográfica (incluso, si alguien
arrancarse los ojos, cuando la suerte verdad. quisiera comparar las películas holly-
es funesta, o de mantener la calma y Al no poder establecer un princi- woodenses más taquilleras de los últi-
no perder la cabeza, cuando se acaban pio de demarcación estético entre ella mos años con las series más exitosas
de ganar la casa, el auto, y unas vaca- y la vida cotidiana, la TV tiende a di- que han producido las principales ca-
ciones en el Caribe, con sólo haber solver cualquier posible parecido de denas norteamericanas durante el mis-
girado varias veces la rueda de la For- familia –que no sea una mera imita- mo período podría llegar a conclusio-
tuna, colgada del decorado de un es- ción ocasional– con cualquiera de las nes exageradamente optimistas). Pero
tudio. artes. Es demasiado ingenuo creer que, el hecho de que la TV pueda experi-
La TV, igual que el cine, constru- por ejemplo, una telenovela –pensada mentar no significa que en algún mo-
ye su gracia a partir del reconocimien- como una tira diaria que debe durar mento vaya a alcanzar ni la condición
to de que la vida cotidiana –por lo por lo menos un año– puede mantener de moderna ni la condición de arte.
menos en su mayor parte– no es in- el interés con la misma estructura na- Además de que el atributo de experi-
tensa (pasional y humana), sino ano- rrativa que el folletín decimonónico1. mental no es sinónimo de moderno, la
dina (apática e inhumana), pero a esa En TV la proliferación casi exponen- experimentación no le augura a la TV
falta de atributos ficcionales no la cial de subtramas y de personajes se- ni siquiera una mayor familiaridad con
compensa agregándoselos. En el fon- cundarios (sumado a la presencia de las artes del siglo XX.
do, a la TV no le importa en absoluto estrellas invitadas para actuar en un La experimentación es un princi-
la verdad. Ni siquiera en su forma de par de capítulos, haciendo de sí mis- pio extraartístico. Originalmente, per-
tenece a las ciencias naturales. En su gra superar del todo el carácter subsi- priori nuevas reglas para su campo pa-
contexto de origen, el experimento es diario que tiene la experimentación sa a ser el modo en que la industria
un momento subsidiario de la teoría. científica. El experimento les sirve a cultural interpreta las innovaciones en
Los físicos experimentan para poner a los artistas para poner a prueba los la historia de las artes). Pero, al mis-
prueba una hipótesis. La experimenta- materiales, pero nada les garantiza que mo tiempo, la aceptación de que el
ción los obliga a actuar por un rato de allí surjan los objetivos. Sólo cuan- artista pueda ser sorprendido por su
como si estuvieran haciendo un traba- do se le añade la idea de que las obras propia obra revela que lo que el expe-
jo escolar y suelen delegarla en un ayu- de arte deben tener rasgos que no es- rimento trae como nuevo a la realidad
dante de laboratorio. Al fin y al cabo, tén previstos en el proceso de su pro- no depende exclusivamente de cuán
lo que esperan saber es si vale la pena ducción, el experimento puede incor- revolucionaria haya querido ser la vo-
seguir adelante con la misma hipóte- porarse a la dialéctica de la moderni- luntad que lo programó.
sis. La experimentación, si falla, po- dad artística. Que el artista experimente, La TV experimenta como también
dría confirmar que se tiene una mala interrogando a los materiales, signifi- experimentan la ciencia, la tecnología,
teoría, pero, si tiene éxito, sólo garan- ca que el arte moderno ya no puede el diseño, la publicidad, el marketing,
tiza que se puede seguir adelante, no interpretarse kantianamente como pro- la política, la economía, la industria y
que se ha llegado a la verdad. ducto del genio (de hecho, la idea de el comercio. Por eso uno puede pre-
Cuando el arte experimenta no lo- un talento extraordinario que dicta a guntarse por qué la TV actual experi-
22 menta más que la industria cinemato-
gráfica (y responderse incluso en tér-
minos puramente sociológicos,
analizando tendencias de mercado y
nuevos hábitos de consumo), pero ca-
rece de todo sentido establecer com-
paraciones entre su experimentación
y la que hacen o han hecho las artes.
Sirve de muy poco querer legitimar
cualquier audacia, talento, desparpa-
jo, o innovación, tratándola de hacer
pasar por una vanguardia artística, co-
mo si la experimentación fuera patri-
monio del arte y pretender hacer arte
siempre fuera una actividad trascen-
dente y desinteresada.
La experimentación responde a la
dialéctica de lo nuevo. Todo lo que
entra en la dialéctica de lo nuevo nace
para morir y envejece pronto. Si los
programas de cualquier vanguardia es-
tán destinados a una vida breve es por-
que responden en parte a ciertos crite-
rios extraartísticos, propios de la ra-
zón instrumental. Por ese aspecto
calculístico, que las obliga a producir
obras aplicando –hasta agotarlas– las
variantes de una serie de principios
revolucionarios, las vanguardias cum-
plen el destino de todo lo que entra en
la dialéctica de lo nuevo. De ahí que
las vanguardias sean la parte del mo-
dernismo que menos les gusta a los
defensores acérrimos del modernismo
(Adorno sería el caso más notorio).
Pero la TV es tan capaz de expe-
rimentación como incapaz de cualquier
modernismo, porque en ella no puede
permitirse ningún lenguaje que no sea
comunicativo. La negatividad le está
terminantemente prohibida. Lo más
que la TV puede acercarse al sinsen- siempre está más abierta a las varian- desarrolle un lenguaje negativo –pero
tido es a través del humor absurdo. tes del realismo que a las posibilida- sin llevarlo al límite de sus posibilida-
Los casos límite, que muestran cuán des del absurdo. des– demuestra sin querer una verdad
lejos se puede llegar en TV exploran- Por eso, aun quien celebre su ca- sobre sí misma que es al mismo tiem-
do un lenguaje negativo, serían los pacidad de experimentación no debe- po una verdad sobre este mundo: que
shows del grupo británico Monthy ría olvidarse de que todas sus innova- lo que hace reír no tiene los mismos
Python y los programas producidos por ciones estuvieron orientadas, cuanto efectos morales que lo que hace llo-
Lorne Michaels, como Saturday Night mucho, a una ampliación de los lími- rar. Cuanto más negativo sea el len-
Live –en sus mejores temporadas, en- tes del lenguaje comunicativo. Una te- guaje del humor, menor será su poder
tre 1975 y fines de la década del 80– lenovela puede terminar con la muer- catártico. La misma negatividad que
o Kids in the Hall. Cuando Michaels te de los tres integrantes del triángulo podría acercarlo peligrosamente al mo-
tuvo que hacer votar a los televiden- amoroso (como la recordada Piel na- dernismo –peligrosamente porque lo
tes de Saturday Night Live, para deci- ranja, de Alberto Migré). Una mini- hace menos comunicativo– es la que
dir si el cómico Andy Kaufman debía serie de treinta capítulos, cuyo enig- lo vuelve inocuo en su capacidad de
seguir o debía irse del show, quedó al ma de partida era un asesinato, puede cambiar a los hombres. En la medida
descubierto cuáles eran los límites de desarrollar subtramas oníricas, meta- en que el humor absurdo no le exige
la negatividad en TV. Como Kaufman físicas, sociológicas, terroríficas y ab- al televidente ni que se identifique con
se quedaba cada vez más tiempo en surdas, además de revelar la identidad los personajes ni que descargue sus 23
silencio, mirando fijo al público que del asesino en el capítulo quince (co- pasiones básicas –el miedo y la pie-
presenciaba el show en vivo, los tele- mo Twin Peaks, producida por David dad– poniéndose en el lugar de ellos,
videntes pensaron que finalmente era Lynch). Una serie policial puede te- tampoco puede pretender una compli-
cierto lo que sospechaban desde un ner como atractivo, en lugar de la re- cidad que tenga otros alcances que los
principio: que estaba loco. Aunque solución de los casos semanales, el se- puramente intelectuales. Nadie mejo-
Kaufman –en la cumbre de su fama– guimiento de la neurosis obsesiva de ra –pero tampoco empeora– por la ca-
perdió la votación por un margen re- su protagonista, con la expectativa de lidad de aquello que lo hace reír. Por
lativamente bajo, Michaels tuvo que ver si logra cambiar alguna de sus ma- las mismas razones que en la vida co-
echarlo, porque una buena parte de los nías (como El señor Monk). O un tidiana alguien puede reírse de un chis-
televidentes dudaba de qué era lo que sketch puede parecer en principio una te machista o antisemita sin necesa-
estaba haciendo. típica parodia de los programas culi- riamente ser machista o antisemita (si
Si las grandes cadenas de TV narios, pero girar repentinamente al de- se ríe, en principio, es porque ha en-
apuestan a tener éxito con esta clase lirio, cuando el cocinero resulta inca- tendido el chiste: la relación con el
de humor, a pesar de que saben que el paz de avanzar en los pasos de la re- inconsciente se decide en otro nivel),
absurdo, al seguir su propia ley for- ceta, porque se pierde en digresiones un machista o un antisemita podrían
mal, pone en riesgo la comprensión infinitas, explicando la forma de no reírse de un sketch donde el mundo
inmediata, es porque confían en que ensuciar la cocina (me refiero a Phil en el que esos chistes hacen sentido
también en la vida cotidiana la lógica Hartman, en Saturday Night Live, está puesto entre paréntesis. En cual-
de la diversión pura consiste en la li- cuando interpretaba a The Analreten- quiera de los dos casos (el del sujeto
bertad absoluta de hacer asociaciones tive Chef). Se podría seguir citando políticamente correcto que se ríe de
libres, pero de hacerlas con la compli- ejemplos, incluso sin voluntad de ha- algo políticamente incorrecto y el del
cidad de otras personas, no de manera cerlos valer como excepciones a la re- sujeto políticamente incorrecto que se
solitaria. El humor absurdo emula el gla, sino como hitos realmente signi- ríe con algo políticamente correcto),
placer de hablar en un código hermé- ficativos, pero que marcan precedente la risa no logra alterar ni las creencias
tico, pero al mismo tiempo, comparti- dentro una historia que no progresa ni los sentimientos personales, sólo de-
do. Eso hace que la TV se arriesgue en dirección al arte. muestra que el intelecto –que razona
con lo absurdo por las mismas razo- Si aunque por naturaleza la TV pre- abstractamente, de acuerdo con una ló-
nes que suele ser tan permeable a lo fiere el realismo –y gusta de las inno- gica que es social, no individual– ha
políticamente incorrecto: porque espe- vaciones dentro del realismo–, igual comprendido la operación hecha con
ra que esos códigos se popularicen y le da cabida al absurdo, es porque es- el lenguaje. De ahí que sea en el cam-
generen rápidamente complicidad. Si pera que toda porción de la vida coti- po del humor donde la TV resulte más
lo absurdo no genera esa complicidad, diana que deje pasar de su lado se con- permisiva con lo absurdo, pero, al mis-
porque su lenguaje no resulta lo sufi- vierta en un código compartido y cree mo tiempo, donde deba hacer respetar
cientemente comunicativo, el que lo lazos sociales entre los televidentes. a rajatabla el límite estándar de la co-
practica se vuelve sospechoso de ser Si hay algo que la TV no puede tole- municatividad. El absurdo televisivo,
un psicótico, como le pasó a Andy rar de ningún modo es que exista una entonces, siempre resulta modera-
Kaufman. escisión tajante entre ella y la socie- do. Y –aquí sí hay que terminar dán-
dad (precisamente esa escisión es la dole la razón a Adorno– no se pue-
Al preferir los experimentos que no que sí pueden tolerar las artes). Por de ser moderno y moderado al mis-
vulneran la comunicatividad, la TV eso, al permitirle sólo al humor que mo tiempo.
La apariencia celebrada

Martín Kohan

24
distingue por su mezcla particular de
disposición y reparo. Esta vecina acce-
de a contestar pero no sale de su casa,
habla con el grupo de filmación (y con
la propia Albertina Carri, sobre todo)
guarecida detrás de una doble barrera:
la reja que da a la calle y la estrecha
ventana entreabierta por la que ella se
asoma (los otros, los que la interrogan,
los que la filman, tampoco se franque-
an: no le dicen la verdad sobre la pe-
lícula que están haciendo, fraguan una
excusa sobre un ejercicio para una es-
cuela de cine). Esta vecina no quiere
negarse a hablar, y de hecho habla; pe-
ro en más de un momento parece estar
queriendo que la entrevista termine de
una vez para poder callar.
En el borde de la imagen, mien-
tras tanto, junto a la puerta de entrada,
consta el cartel que indica la direc-
ción de la casa: “Húsares 473”. Y jus-
to al lado, una aclaración somera: “ex
I la cámara (una compañera de cautive- 375”, que alude al pasado, a las cosas
rio de la madre se niega a ser filmada que han cambiado con el paso del
El primero de los testimonios que apa- y compara la cámara con una picana; tiempo, agregando a la dirección ac-
recen en Los rubios está tiznado de la Paula Carri, la hermana mayor de Al- tual la dirección que fue, para una ca-
más pura reticencia. Se trata de una bertina, habla pero no para la película. sa que es la misma, para una vecina
vecina del barrio donde los padres de Otros compañeros de militancia, por el que es la misma (una vecina que per-
Albertina Carri fueron secuestrados en contrario, se extienden con detalle, ge- maneció en el barrio de siempre; allí
1977; ella los conoció, conoció a sus nerosos en la evocación; y otros veci- de donde Albertina Carri se fue y
hijas y conoció los hechos. Hasta ese nos del barrio, por su parte, invitan a adonde ahora regresa, allí donde los
momento, en la película, no hemos visto pasar, dedican su tiempo, se explayan padres de Albertina Carri fueron se-
mucho: unas imágenes del campo, unos por demás, se ven entusiasmados por cuestrados y desaparecieron).
Playmobil, una escena de lectura he- la sola presencia de la cámara, por la El mal disimulado retaceo que per-
cha en voz alta. En adelante, los testi- incierta pero no necesariamente módi- cibimos en este testimonio recubre, an-
monios probables o efectivos transita- ca fama que promete toda filmación). te todo, dos cuestiones fundamenta-
rán dos variantes bien resueltas: o se Ese primer testimonio, en cambio, les: una, en clave de presente, es que
niegan del todo o acceden del todo a el que da comienzo a la serie de entre- esta mujer finge no haber reconocido
decir lo que tienen para decir frente a vistas que tendremos en Los rubios, se a Albertina Carri; la otra, en clave de
pasado, es que finge no recordarla olvido (en esa raíz donde se tocan, eti- por lo demás tan decidido, cuando se lo
(después de haberle dicho: “Ahora me mológicamente, la amnistía y la am- considera en relación con el testimonio
acuerdo de vos”). Eludiendo estas dos nesia)3 derivó en la certeza de que to- inicial de la vecina renuente? Porque esa
certezas, la del reconocimiento y la da memoria implicaría, por definición vecina desliza sus aportes desde un más
del recuerdo, está obturando, o por lo y por necesidad, una forma de resis- franco “Ahora me acuerdo de vos”, en
menos torciendo, dos de los andarive- tencia, la garantía de que el olvido po- un principio, hacia el más cauteloso y
les que es dable esperar de una pelí- día y debía contrarrestarse por medio avaro “Yo la verdad no me acuerdo de
cula como Los rubios: el de la identi- de su exacto antagonista. El enfoque nada”, del que ya ninguna persuasión
dad y el de la memoria. Un documen- propuesto por Hugo Vezzetti para ana- habrá de moverla. Posteriormente, el
tal relacionado con dos desaparecidos lizar las representaciones sociales de los grupo replica en ausencia: “No quiere
de la dictadura militar, realizado por años de la represión ajustó precisamente contarnos lo que se acuerda”. Y este
una de sus hijas, supone casi inexora- este aspecto, porque, partiendo de la reproche (la réplica grupal en ausencia
blemente que se pongan en juego la base de que “no hay ni memoria plena es un recurso que vuelve a aparecer en
cuestión de la identidad y la cuestión ni olvido logrado, sino más bien diver- la película) implica admitir que no siem-
de la memoria. Y si bien Los rubios sas formaciones que suponen un com- pre ni necesariamente las omisiones son
no deja de plantear estas dos cuestio- promiso de la memoria y el olvido”,4 un engranaje del “mecanismo de la me-
nes, lo hace por medio de una infle- consiguió evidenciar que no era una moria”, a menudo son tan sólo un esca-
xión auspiciosa, con una legítima am- lucha entre la memoria y el olvido lo moteo; que el olvido, aun para entrela- 25
bición de originalidad, distinta de la que tenía que encararse, sino una lucha zarse dialécticamente con la memoria,
secuencia que anudaría, linealmente, –más difícil, más lúcida, más crucial– debe ser entendido antes que nada co-
el testimonio, la memoria, la verdad y entre memorias diversas. mo su negación; y que a la memoria,
la identidad. Los rubios aspira a una Entre las frases que Albertina Carri por más que se le apliquen las nociones
concepción más compleja de lo que recoge y da a leer a lo largo de su de la ficción, no se le deja de pedir, o de
es la memoria, y elige un recorrido película, hay una que toca concretamen- exigir, que entregue una verdad.
más complicado para llegar hasta ese te este problema, el de los mecanismos El testimonio que Los rubios ofre-
punto cierto en el que alguien (para el de la memoria. Dice: “Exponer a la me- ce en primer lugar (y si hay algo que
caso, Albertina Carri) puede tomar la moria en su propio mecanismo. Al omi- se cuida en la película es cómo se ad-
palabra y decir “yo”. tir, recuerda” (Analía Couceyro, copro- ministran los testimonios: el lugar que
La mera oposición entre la memo- tagonista de Los rubios, anota esta fra- se les da, el lugar que les quita) cons-
ria y el olvido hoy por hoy tan sólo se desoyendo –vale decir, omitiendo– tituye, no por voluntad de la testimo-
perdura en el fervor de las consignas uno de los testimonios grabados que niante desde luego, una advertencia,
(consignas del tipo: “Por la memoria, mientras tanto sigue siendo proferido que no necesariamente la película
contra el olvido”), ya que por serlo, y por una compañera de militancia de los atiende, acerca de la coartada de una
para serlo, las consignas precisan jus- padres de Carri, desde la pantalla de memoria que, definida, en nombre de
tamente de esa clase de simplificacio- un televisor al que Couceyro ha prefe- la ficción, por la omisión y por el ol-
nes. Toda consideración más detenida rido dar la espalda). “Al omitir, recuer- vido, tenga menos de memoria que de
sobre este mismo asunto no dejará, en da”, anotan Couceyro y Carri (Coucey- omisión y olvido.
cambio, de subrayar hasta qué punto ro en una ficha de trabajo, Carri en la
la memoria, antes que oponerse al ol- película), con un criterio que bien pue- II
vido, se entrelaza con él. Así, por de ponerse en correspondencia con
ejemplo, entre las prevenciones que aquella “dialéctica del olvido” que al- No acaban en eso las objeciones que
Tzvetan Todorov manifiesta respecto guna vez Theodor Adorno definió a con razón se le dirigen, en las conver-
de los “abusos de la memoria”, figura propósito de los textos autobiográficos
la advertencia de que “la memoria no de Walter Benjamin.5 1. Tzvetan Todorov, Los abusos de la memo-
se opone en absoluto al olvido”;1 así Esta sería entonces, o desearía ser, ria, Barcelona, Paidós, 2000, pág.15.
como, entre las prevenciones que An- la memoria de Los rubios: una memoria 2. Andreas Huyssen, En busca del futuro per-
dreas Huyssen manifiesta respecto de entreverada con el olvido, o en relación dido, México, Fondo de Cultura Económica,
2002, pág.23.
un “exceso de memoria”, figura la de dialéctica con él, que funciona por sus 3. Para una revisión crítica de la asociación en-
que “Freud ya nos ha enseñado que la omisiones tanto como por sus afirma- tre amnistía y amnesia, ver Nicole Loraux, “De
memoria y el olvido están indisolu- ciones. A esta memoria la opuso Carri, la amnistía y su contrario”, en VV.AA., Usos
blemente ligados uno a otro, que la en declaraciones periodísticas, a una des- del olvido, Buenos Aires, Nueva Visión, 1998.
4. Hugo Vezzeti, Pasado y presente. Guerra,
memoria no es sino otra forma del ol- merecida “memoria de supermercado”;6 dictadura y sociedad en la Argentina, Buenos
vido y que el olvido es una forma de a esta memoria por otra parte la ha con- Aires, Siglo XXI, 2002, pág.33.
memoria oculta”.2 En lo que hace es- cebido, repetidas veces, como una “fic- 5. Ver Theodor W. Adorno y Walter Benjamin,
pecíficamente a la última dictadura mi- ción”, por la imposibilidad radical que Correspondencia (1928-1940), Madrid, Trotta,
1998, pág.307.
litar argentina (y a su prehistoria in- tendría para reponer una verdad o para 6. Ver “Esa rubia debilidad”, por María More-
mediata), la idea de que se quería im- reparar una ausencia. ¿Qué es lo que no, en el suplemento “Radar” del diario Página
plementar una lisa y llana política de acontece, sin embargo, con este criterio, 12 del domingo 19 de octubre de 2003.
saciones posteriores que mantiene el jetivo. Por eso el libro elimina la pri- Carri no incluye una actriz que la re-
grupo de filmación en la película, a la mera persona y elige la tercera, hasta presente para dejar de estar en Los ru-
vecina que habló en primer término. el punto de que Calveiro llega a poner bios, lo hace para estar dos veces. Y
Alguien dice también: “No se hizo car- su nombre entre otros nombres sin, ni esta duplicación (es una duplicación,
go en ningún momento. Te reconoció siquiera en ese caso, decir “yo”. más que un desdoblamiento) permite
pero después habló en primera perso- Los rubios no asume en ningún que, en más de un momento, poda-
na” (dice primera, queriendo decir ter- sentido un propósito semejante al de mos ver a Carri por dos, permite ade-
cera; y el error no es baladí). En efec- Calveiro al pasar de la primera perso- más, y sobre todo, que Carri pueda
to, esta mujer de sonrisa equívoca na a la tercera. Tal vez porque, para mirarse y verse a sí misma. En la di-
(¿son nervios? ¿es hipocresía? ¿es ci- ser del todo precisos, es necesario de- rectora que filma a su actriz (siendo,
nismo?) primero ha dicho: “Ahora me cir que lo que se hace en la película es a su vez, filmada) vemos a Carri mi-
acuerdo de vos”, y después lo ha ne- algo más que poner a Analía Coucey- rándose y viéndose (además le habla:
gado, disimulando el hecho de haber ro haciendo de Albertina Carri. Y esto la película entonces no está en prime-
reconocido a Albertina Carri. Decide porque la actriz aparece declarando ra o en tercera, está en segunda perso-
relegar así esa segunda persona y que es una actriz y que va a efectuar na). De no mediar la impronta brech-
adoptar la distancia de una tercera, pa- una representación, de manera que, an- tiana, podría pensarse en un mero ejer-
ra hablar de la niña a la que supo cui- tes de representar a Carri (como prime- cicio de narcisismo; pero no es así,
26 dar de muy pequeña: habla como si ra persona ficcional) se está represen- porque Brecht de hecho ha sido invo-
ella no fuese ella, sino otra (a pesar de tando a sí misma como actriz (una ter- cado: Couceyro existe, y existe dicién-
que al cabo de más de veinte años la cera persona respecto de esa primera). dose actriz, explicitando la teatralidad,
tiene delante de sí otra vez, o justa- La actriz que se designa como ac- explicitando lo representacional, para
mente por eso). triz, la representación que se designa asegurar en Los rubios un efecto de
La lejanía que adopta por medio como representación, la película que distanciamiento –sólo que dirigido, no
de esta treta pronominal (y que con- (ante los espectadores, aunque no an- al espectador, sino a Albertina Carri.
firma la lejanía que adopta al atender te sus entrevistados) se designa como Carri quiere conseguir, por medio de
a las preguntas sin salir de su casa) película: todo esto pone a Los rubios Couceyro, lo que la vecina del princi-
acaba de justificar el cuestionamiento en la esfera evidente de las técnicas pio consiguió por medio del recelo:
que esta vecina recibe en la película del distanciamiento brechtiano.8 Cla- verse y ya no reconocerse, tal como
por medio de la réplica grupal en au- ro que dichas técnicas, a las que por ella la vio y ya no la reconoció.
sencia de parte de aquellos que antes cierto se hace referencia en los apun- Supongamos que el presunto ca-
la han filmado. Correr a Albertina Ca- tes ocasionales que Los rubios deja rácter ficcional de la memoria sea lo
rri de la segunda persona a la tercera ver, procuran, como se sabe, suprimir que justifica la decisión de Carri de
y hablar de ella como si ella no fuese todo efecto de identificación en los es- aparecer actuada por otra: si la me-
ella, resulta, sin embargo, un recurso pectadores y, en consecuencia, la ali- moria es una ficción, habría que ad-
para nada disímil del que la propia viadora descarga catártica. En Los ru- mitir que uno bien puede recordar por
directora determina para dar forma a bios, sin embargo, antes que alguna otro, tener los recuerdos de otro. De
Los rubios: que la actriz Analía Cou- clase de identificación, lo que se pone hecho, los tramos que corresponden a
ceyro haga de Albertina Carri en el en juego es una determinada identi- Couceyro son designados como “fic-
film. La primera persona de un even- dad: la de Albertina Carri. Y antes que ción” en las tablas de indicaciones de
tual testimonio se corre así a una ter- quebrar la eventual identificación de la filmación. Sólo que, junto con esta
cera, por lo que veremos a Albertina un eventual espectador, es al espesor determinación, Los rubios responde a
Carri en la película como si ella no de esa identidad a lo que parece apun- otra: la de filmar la filmación. Y en
fuese ella sino otra. Quedamos, como tarse; no necesariamente con un sen- esta zona de autorreferencialidad ci-
espectadores, casi en el lugar de esta tido de anti catarsis, y muy probable- nematográfica, la ficción de la memo-
vecina a la que, al mismo tiempo, y mente en un sentido opuesto al de la ria encuentra su verdad (porque, si la
con toda razón, la película nos invita anti catarsis. ficción de la memoria no tuviera su
convincentemente a repudiar. Cuando Couceyro anuncia que ella verdad, ¿desde qué lugar cabría obje-
Cuando una operación discursiva va a hacer de Albertina Carri en Los tarle a la vecina fingidora su crasa fic-
análoga es efectuada por Pilar Calvei- rubios, da a pensar que entonces la ción de olvido?). En la ficción de la
ro en su libro Poder y desaparición,7 propia Albertina Carri, que dirige la
donde analiza la lógica imperante en película, no va a aparecer en ella. Y 7. Pilar Calveiro, Poder y desaparición. Los
campos de concentración en Argentina, Bue-
los centros clandestinos de detención sin embargo no es así: Carri aparece,
nos Aires, Colihue, 2001.
durante la dictadura y sus lazos de con- y profusamente, a la par incluso que 8. Vale agregar que, en la escena de lectura en
tinuidad con la sociedad argentina de la actriz; Analía Couceyro entonces no voz alta donde Analía Couceyro recita un tra-
entonces, se comprende lo que busca: tanto aparece en lugar de Albertina mo del libro Isidro Velázquez de Roberto Carri,
puede distinguirse, sobre el fondo de paisaje
relegar las tonalidades emotivas o tes- Carri (lo que se ajustaría a la noción
urbano, un cartel que dice: “Teatro”. Antes, en
timoniales de la subjetividad, para an- estricta de lo que es la representación) las escenas de campo, vemos un cartel que di-
teponer el rigor crítico del análisis ob- como además de ella: duplicándola. ce: “El campito”.
memoria, que existe porque Carri de- Se trata de un monólogo, tal vez el personales como un parlamento que
cide no filmar un simple documental segmento más emotivo de toda la pe- alguien dijera en una lengua que no
que dé cuenta de sus padres, Coucey- lícula, sobre el pedido de los tres de- comprende).
ro es Carri; en la verdad de esa fic- seos en el momento de soplar las ve- Couceyro, actriz de Los rubios,
ción, que existe porque Carri decide litas en los cumpleaños; un pedido que consigue decir este monólogo como si
filmar su filmación, Couceyro es Cou- triplica, para reforzarlo, un mismo de- fuera propio; Carri, guionista y direc-
ceyro y Carri es Carri. seo siempre: la aparición con vida, la tora de Los rubios, consigue decirlo
Si estos dos planos se combinan vuelta de los padres. Analía Couceyro como si fuera de otro. Y con ese mis-
en Los rubios, no se debe a que la pronuncia este monólogo en nombre mo talante, el de la total indolencia, lo
ficción y la verdad no puedan distin- de Albertina Carri;10 Carri, mientras registra y lo escucha: como si fuera
guirse, porque la ficción y la verdad tanto, filma la escena, y entre las dis- de otro. Después de haber visto a Cou-
sí pueden distinguirse; se debe a que tintas tomas le dirige algunas indica- ceyro haciendo de Carri, vemos a Ca-
es el procedimiento que habilita la du- ciones a su actriz (una de ellas es cru- rri: está sonriendo, más que satisfe-
plicación de Carri.9 Tiene que haber cial para las disposiciones pronomi- cha, porque la escena por fin ha que-
dos Carri en la película, para que una nales de la película: le sugiere que no dado bien. Sonríe mientras Couceyro
pueda mirar a la otra; y tiene que ha- diga tantas veces “yo”). En este punto habla; y sonríe cuando termina, hasta
ber una película sobre la película, den- decisivo, la duplicación funciona ya que dice feliz: “Buenísimo... corte”.
tro de la película, para que los espec- como bifurcación: el texto dicho por Lo consiguió: distancia absoluta. 27
tadores podamos verla mirar. La pre- Couceyro es intenso, logra de veras Ya no hay nada más remoto de estas
ceptiva brechtiana del distanciamiento, conmover en una película como ésta, palabras que Albertina Carri.
convenientemente adaptada, preside que quiere escasamente conmover; pe-
todo este mecanismo, hasta conseguir ro ese mismo texto, dicho por Carri
lo que en verdad se busca: que la iden- bajo la forma mecánica y expeditiva III
tidad se convierta en desidentificación. de las indicaciones de filmación, se
Este intento late o se manifiesta a lo neutraliza hasta volverse inquietante- Concebida en términos de un intento
largo de Los rubios, hasta que por fin mente impersonal (los deseos que se de aproximación, Los rubios funcio-
se consuma como logro pleno en una piden al soplar las velitas de cumple- naría como un ejercicio de la imposi-
escena paradigmática, que tiene a Cou- años son, no solamente personales, si- bilidad: ese algo a lo que querría acer-
ceyro actuando y a Carri filmándola. no secretos; aquí llegan a ser tan im- carse (el pasado, la verdad de los he-
chos, la historia política de los padres
desaparecidos, la historia personal de
los padres ausentes) resultaría inalcan-
zable o irreparable, y este intento no
haría sino evidenciar los límites inhe-
rentes a los instrumentos de aproxi-
mación de que puede valerse: los lí-
mites de la memoria, de la representa-
ción, de los testimonios, de los
documentos, de los documentales.
Concebida, entonces, como intento de
aproximación, Los rubios se detendría
en la mostración de esa imposibilidad

9. En pocos tramos de la película esta instancia


es tan notoria como en el episodio de la extrac-
ción de sangre para el examen genético en el
centro de antropología forense: ese pinchazo en
la yema de un dedo, ese momento de verdad y
de identidad que les pertenece al cuerpo y a la
sangre, sólo le cabe a Albertina Carri, es una de
esas cosas que no admiten una representante,
que no puede hacer uno por otro. Pero vemos
esa escena dos veces: primero con la actriz Ana-
lía Couceyro haciendo de Albertina Carri (en
color), después con Albertina Carri haciendo de
ella misma (en blanco y negro).
10. La ficción de la memoria hace que uno pue-
da recordar en lugar de otro, la ficción del cine
hace que uno pueda dar sangre en lugar de otro;
¿qué clase de ficción hace que uno pueda dese-
ar en lugar de otro?
y de ese vacío. Si se la piensa, en cam- de la historia, para recuperar y privi- pleno campo, en un barrido de la mi-
bio, desde un punto de vista diferente, legiar una dimensión más ligada con rada que una y otra vez parece dejarla
como el resultado de una práctica del lo humano, con lo cotidiano, con lo atrás para después volver a encontrar-
distanciamiento, y no de la aproxima- más personal de la historia de Rober- la); pero a los materiales que portan
ción, ya no puede decirse que alcance to Carri y Ana María Caruso. De ser de por sí su propia densidad de tiem-
o deje de alcanzar su objeto: lo que así, sin embargo, Los rubios no esta- po pasado, se los sofoca con la pres-
hace es apartarlo. Apartarlo: ponerlo ría, en todo caso, yendo más allá del teza de los actos reflejos.13
lejos, hacerlo a un lado; no excluirlo, discutible lugar común, hoy especial- Esta operación se aplica, a un mis-
porque el apartamiento es distinto que mente divulgado, según el cual los hé- mo tiempo, con buen sentido de la am-
la exclusión, sino correrlo. Si lo ex- roes de la historia deben ser recobra- plitud y con buen sentido de la minu-
cluyera y lo dejase fuera del film, no dos en el perfil humano más ordinario ciosidad: desde el nivel más pleno don-
lo veríamos; como lo aparta, como lo de su cotidianeidad. Y aun así, no obs- de el pasado ingresa con la intensidad
desplaza, vemos la manera en que ese tante, es notorio que, en Los rubios, de las vivencias de época (otra vez en
corrimiento se aplica. los momentos en los que los testimo- los relegados testimonios de los com-
Concretamente: si los testimonios nios de los compañeros de militancia pañeros de militancia) hasta el nivel
de los compañeros de militancia que rozan o transitan el registro de la “sem- ya casi microscópico donde el pasado
Albertina Carri recogió para su pelí- blanza humana”, no resultan mucho se aloja, como una huella, en los de-
28 cula la hubiesen dejado insatisfecha, menos desconsiderados que el resto de talles en apariencia más nimios: el
podría haberlos suprimido (y limitar- lo que dicen (la mueca incierta que frente de la casa que habitaron los Ca-
se a dar las gracias a los que colabo- hace Couceyro en uno de esos tramos rri, por ejemplo, exhibe, al igual que
raron con ella). Lejos de eso, los in- de evocación más personal, ¿qué es: el de la vecina del comienzo, su doble
cluye, les da un cierto espacio, les da una sonrisa? Y si es una sonrisa, ¿qué numeración: la actual y la que fue; lo
su tiempo; y a la vez que los exhibe expresa? Emoción, seguramente no. que alcanzamos a ver esta vez, sin em-
los somete, a través de las actitudes Tal vez escepticismo, tal vez cansan- bargo, es el nombre de la calle (“Hú-
que la actriz asume mientras transcu- cio). No puede decirse, por lo tanto, sares”), el número actual (“387”) y la
rren, a un régimen de descortesía cier- que Carri relegue el género del testi- palabra “ex”; pero no el número co-
tamente significativo. La actuación de monio político para inclinarse en fa- rrespondiente al pasado de la familia
Couceyro es en estos casos el desplie- vor del género del retrato personal; su en ese lugar, porque en esta toma un
gue de un vasto muestrario de modos gesto de apartamiento es tan decidido barrote de la reja lo tapa y lo elimina
de la desconsideración: da la espalda que, haciendo a un costado a uno, (Analía Couceyro mientras tanto ac-
a la imagen grabada de quienes ha- arrastra al otro a un mismo rincón de túa el monólogo donde se cuenta el
blan, desoye, desatiende, ensaya ges- los descartes. secuestro de los padres de Albertina.
tos o se pone a hacer otra cosa.11 Toda representación del pasado También aquí vemos, intercalada, la
Toda esta zona de los testimonios histórico lucha contra sus propias im- filmación de la filmación: Analía Cou-
de militancia es incluida en Los ru- posibilidades, pero Albertina Carri se ceyro se sobresalta con una indicación
bios, pero se diría que tan sólo para da por vencida con sospechosa pron- y suelta una carcajada).
que veamos de qué manera se los apar- titud (la bandera blanca de su rendi- Algo menos nimio, pero semejan-
ta. Las posibles razones que habría pa- ción lleva inscripta esta frase: “una pe- te, ocurre con los ejemplares de Isidro
ra proceder de esta forma aparecen en lícula sobre la ausencia, sobre la fic- Velázquez, el libro de Roberto Carri.
la película, a veces con la fórmula de ción de la memoria”).12 Entendiendo En la película aparecen dos ediciones
la réplica grupal en ausencia, a veces que en Los rubios el pasado, antes aun distintas: una, la original, la del pasa-
dichas por Carri: los compañeros de de resultar más o menos alcanzable o
los padres, se argumenta, entregan una inalcanzable, es puesto aparte, se ad- 11. La vemos hacer otras cosas mientras, cerca
de ella, la video sigue reproduciendo los testi-
visión demasiado política de las cosas vierte por qué razones, en la película, monios con docilidad, o vemos imágenes de
(“arman todo políticamente”); el testi- la ausencia queda como ausencia, y la ella haciendo otras cosas en otros lugares, mien-
monio donde se admite que en aquel memoria como ficción. Porque la me- tras en la película la voz (ahora doblemente en
tiempo lo político lo invadía todo sí moria, lo mismo que la representación off) de quien da testimonio continúa, como pa-
ra que el destrato no recaiga exclusivamente en
tiene cabida, pero se lo admite como de lo que pasó, lo mismo que la per- la actuación, sino también en la decisión de
quien admite la confesión de una cul- sistencia de una identidad, requieren editar tales imágenes con tales sonidos.
pa. La sensación de una demasía po- cierto volverse del presente sobre el 12. Definición que da Carri en la entrevista que
lítica, que es claramente un signo de pasado; sólo que Los rubios procede le hacen Nazareno Brega, Agustín Campero y
Javier Porta Fouz en El amante, año 12, nº138,
estos tiempos, podría llevar a suponer de otro modo: si se vale del presente octubre de 2003.
que Los rubios –a esta altura, vale in- es para mitigar el pasado. Produce oca- 13. Para una puesta en relación del déjà vu con
sistir: la película que una hija de dos sionalmente, a lo sumo, su propio ar- la experiencia del tiempo histórico, ver la pri-
militantes políticos desaparecidos ha- tificio de pasado, fabricando algún mera parte de Paolo Virno, El recuerdo del pre-
sente, Buenos Aires, Paidós, 2003; donde se
ce a partir de lo que ha pasado con efecto circunstancial de ilusorio déjà afirma: “El estado de ánimo asociado al déjà vu
sus padres– prefiere postergar la di- vu (así, por ejemplo, al presentar a es el típico de quien se prepara para mirarse
mensión más específicamente política Analía Couceyro, parada de perfil en vivir” (pág.16).
do, de portada roja y los signos pro- Los rubios ha clausurado, a todas cuestro, sin embargo, en Los rubios,
pios del ajetreo y del uso, se ve fugaz- luces, cualquier vestigio de “museo de con los Playmobil, no es contado así,
mente en la pantalla, tomada al pasar las larvas”. Del “país de los juguetes”, sino muy de otra manera: de nuevo es
en una mano o en una mesa de traba- sin embargo, se colocó tan cerca, que de noche, de nuevo hay un auto desca-
jo; la otra, la flamante, la reciente, la lo ha llevado a cabo poco menos que potado, armas ahora no se ven; de re-
reedición de Colihue del año 2001, es en términos de una aplicación directa y pente, desde el cielo, de la nada, baja
la elegida en la escena de lectura de literal. La idea de representar el secues- un OVNI. Y el OVNI es quien se lleva
Analía Couceyro en un balcón de la tro de sus propios padres empleando al hombre y a la mujer, a los dos Play-
ciudad. El momento sin dudas desta- para eso escenas de animación con mu- mobil que venían en el auto. El grupo
cado en el film respecto del libro, pe- ñecos de Playmobil fue sin dudas, de que irrumpía con agresividad en la no-
ro también respecto del propio Rober- parte de Albertina Carri, una apuesta che, y el arma que le vimos, han sido
to Carri, transcurre así con el libro del arriesgada; pero que no tendría por qué eliminados, y suplidos por esta versión
presente: la hija va a leer en voz alta parecer fallida o cuestionable de por sí. que remite más bien a una escena em-
un fragmento del libro que su padre, Carri sabe el potencial que tienen las blemática de Encuentros cercanos del
hoy desaparecido, ha publicado hace representaciones con muñecos de ju- tercer tipo. Lo que iba a ser o pudo ser
más de treinta años. En esta escena, guete, pues ha filmado una variación causa política, ahora pertenece al más
que como ya fue dicho incluye un car- de película pornográfica empleando pa- allá.
tel donde se lee “Teatro”, hay así dos ra ello muñecas Barbie. Es cierto que Los ojos de este “niño” despoliti- 29
corrimientos: uno, que la hija es re- la neutralidad insulsa de las Barbies re- zan el secuestro, y no por inocencia
presentada por una actriz; el otro, que sulta notoriamente afín a la estética con- (porque con plena inocencia no habría
se posterga la edición original del li- vencional del género pornográfico, en habido nunca un arma en el relato) ni
bro para destacar su reedición actual. tanto que el recurso de los Playmobil por el hecho en sí de haberse valido
Hay algo más, sin embargo, un tercer ha hecho, por empezar, que en el relato de los Playmobil; sino por lo que ha
corrimiento, que ya más que un corri- del secuestro las víctimas y los victi- hecho y dejado de hacer con los Play-
miento es un desvío: el texto que lee marios resulten imposibles de distin- mobil. Suprimió una realidad, la de la
Analía Couceyro no es de Roberto Ca- guir; pero de cualquier forma nada im- violencia política, no sólo en su jue-
rri. El fragmento escogido correspon- pide, a priori, que el rígido ir y venir go, sino también en Los rubios, tal
de a un párrafo de la Historia de las de esas figuritas algo siniestras pueda como antes en la película se había su-
agitaciones campesinas andaluzas de servir para representar un hecho que, primido el pasado, o el ejercicio de la
Juan Díaz del Moral, que Roberto Ca- en definitiva, es igualmente atroz. La memoria, o los posibles lazos de una
rri incluyó como epígrafe en su libro, frivolización es en esto un riesgo, pero posible identidad. Los rastros de lo su-
y no a un fragmento de su propia es- no una fatalidad.15 primido quedaron, sin embargo, una
critura, de su propio texto. A fuerza Carri dice haberse propuesto “con- vez más, como detalle, en algún lugar
de distancia y de apartamiento del pa- tar el secuestro desde los ojos de un de las imágenes del film.
sado, en la escena de lectura de la hija niño” con el empleo de los Playmo- Hay otra perspectiva infantil regis-
sobre el padre, falta nada menos que bil.16 Ese imaginario de infancia lleva- trada, indirectamente, en Los rubios.
la escritura del padre. ría a preguntarse, entonces, qué es lo Pertenece a una sobrina de seis años
que estos “ojos de niño” ven y dan a
ver: cuál es el juego que juega con sus 14. Ver Giorgio Agamben, “El país de los ju-
guetes. Reflexiones sobre la historia y el jue-
IV parcos Playmobil de sonrisa incierta. go”, en Infancia e historia, Buenos Aires, Adria-
Y el juego es el siguiente: cae la noche na Hidalgo, 2001.
Giorgio Agamben manifestó, no me- en un lugar donde antes, cuando toda- 15. No es seguro, de todas maneras, que Carri
nos que Todorov o que Huyssen, sus vía era de día, vimos gente bailando o quiera evitar a ultranza todo efecto de frivoli-
dad. Sobre la inclusión de una canción de Virus
propias precauciones acerca de una practicando voley (una versión acaso en la película, por ejemplo, explicó: “Esa can-
“obsesión por el pasado”. A esa obse- demasiado playera de lo que fue un ción siempre me gustó mucho por su tono frí-
sión la llamó “museo de las larvas” y relato sobre la vida del grupo de mili- volo. Y me servía para aflojar los momentos de
explicó de qué manera, en ese “mu- tantes en una quinta del Gran Buenos la película en los que el equipo de rodaje volvía
de momentos de tensión” (“Esa extraña influen-
seo”, el juego de la historia se supri- Aires); llegan unos autos, la cosa se cia. Albertina Carri convocó a Charly García y
me, porque allí todo juego se convier- pone amenazante. La amenaza parece a Virus para relatar una historia casi imposible
te en rito: pura estructura. Pero las pre- deberse a la misma noche, o a la mú- de contar”, suplemento “Vía libre” del diario
venciones de Agamben tienen dos sica que oímos; pero no, no es eso, no La Nación, viernes 26 de diciembre de 2003).
¿Habrá que suponer que puso el tema en la
caras, y si en una está el “museo de es principalmente eso: en uno de esos película, así como lo puso para sus compañeros
las larvas”, en la otra está “el país de autos, que son descapotados, si mira- de rodaje, para aflojar con un toque frívolo los
los juguetes”: como allí hay juego sin mos con atención, vemos un arma lar- momentos de tensión? ¿Y habrá que pensar que
rito, vale decir acontecimientos sin es- ga. Esos que llegan bruscamente, esos fue ésa la única instancia en la que decidió ape-
lar a un recurso de anticlímax para hacer que la
tructuras, la historia (que transcurre en- Playmobil, vienen armados. Se trata de frivolidad distendiera un poco?
tre el juego y el rito) también desapa- una escena de violencia armada: ahora 16. Ver la citada entrevista en El amante nº138,
rece inexorablemente.14 debería producirse el secuestro. El se- octubre de 2003.
de Albertina Carri. Dice la niña (lo bios”, dice haber dicho una; “eran tres timas más de la represión de la dicta-
cuenta Albertina) que quiere matar a chicas rubias”, dice la otra. Esta iden- dura militar. Y significa –lo ha dicho
los que mataron a los papás de su ma- tificación es evidentemente falsa: Al- Albertina Carri– el fracaso del pro-
má. La autenticidad de esta fantasía de bertina ya vemos que no es rubia, y yecto político de sus padres, que qui-
infancia dialoga con la de otra niña de que nunca lo fue; su tía por otra parte sieron integrarse a la vida de un ba-
esa edad, que está fuera de la película: aclara –mientras vemos a Analía Cou- rrio humilde pero no pudieron impe-
“Yo tenía seis años, Mariano cinco, y ceyro poniéndose la peluca por pri- dir que los del barrio siguieran
Anita nos sacaba a pasear. Mi herma- mera vez– que la hermana “nunca fue percibiéndolos como personas ajenas
no se explayaba en las mil y una ma- flaca y nunca fue rubia”. a su mundo social. Eso significa ser
neras de matar a Videla”.17 La sobrina Falsas identificaciones que, no obs- rubios, por lo tanto. O mejor dicho,
hace (y es una niña) lo que la película tante, en esta película basada en la de- eso significa ser vistos como rubios
de su tía casi nunca hace: tocar algo sidentificación y las apariencias falsas, (porque rubios no eran) para Roberto
que está más allá de ella misma. pueden hallar, eventualmente por ca- Carri y Ana María Caruso: su fracaso
minos tortuosos, algún inesperado pun- político y su perdición personal. Y si
to de encuentro con una verdad incon- es así, entonces, ¿qué significa ese fes-
V testable. Una de las vecinas que ahora tivo ponerse pelucas rubias por parte
da su testimonio para la cámara es la de Albertina y su grupo de amigos?
30 A la pericia para adoptar apariencias le que en su momento –ella misma lo re- ¿Qué clase de apariencia están adop-
debe Los rubios buena parte de su efi- vela, se diría que sin advertirlo– delató tando? ¿Qué clase de identidad están
cacia: parece una búsqueda original de a los Carri a las fuerzas militares. Los eligiendo? Ninguna de estas dos veci-
la identidad, parece un ejercicio origi- militares entraron de prepo a su casa nas, las que testimonian generosamen-
nal de la memoria, parece una evoca- (ella muestra ahora, con la misma im- te, las que hablan de “los rubios”, pa-
ción original de la historia de los pa- prudente locuacidad que habrá tenido rece haber reconocido a Albertina Ca-
dres, parece un testimonio original de aquel día de 1977, la pared por la que rri. Sí lo hizo, en cambio, lo sabemos
una hija de desaparecidos, parece un saltaron, la pileta donde cayeron) y la bien, y luego lo disimuló, aquella ve-
documental original de lo que pasó en interrogaron acerca de personas sospe- cina del principio. Ella la vio y le di-
los años setenta (¿qué podría caberle, chosas en el barrio. Hasta que en un jo: “Ahora me acuerdo de vos”. ¿Po-
con tanta originalidad, si no la incom- momento ella dijo de unos: “son todos dría reconocerla acaso, podría acordar-
prensión? Así se presenta Albertina Ca- rubios”. Ahora cuenta, con escalofriante se de ella, si la viese volver como
rri: incomprendida por los amigos de soltura: “Cuando yo di ese dato, dije- ahora se va, luciendo su rubia cabeza,
los padres o por los integrantes de la ron: ‘Uh, nos equivocamos’. Rajaron sus raros peinados nuevos?
comisión del INCAA que pretenden para allá”. La falsa identificación de Las pelucas rubias son, a la iden-
que haga la película que ella no quiere los Carri como rubios sirvió, sin em- tidad, lo que Los rubios es a la memo-
hacer. Y así buscó, no sin éxito, la com- bargo, como identificación verdadera, ria, al pasado, a la historia: un juego
prensión del público. Esta figura, la de o por lo menos como identificación de poses y un ensayo de levedad; don-
la artista a la que, por ser tal, los con- efectiva, para las fuerzas represivas que de las poses consiguen pasar por pos-
temporáneos no entienden, puede que- venían a buscarlos, y que así se los tura, y la levedad por gesto grave.
dar, sin embargo, peligrosamente cerca llevaron. En la falsa identificación de
de otra figura, menos prestigiosa: la de estas vecinas (nada reticentes por cier-
la adolescente a la que, por ser tal, no to) late entonces una verdad: la más
entienden los mayores). Experta en apa- profunda verdad de esta historia, la que Este artículo surgió en el marco de las
riencias, la película debía, acaso inde- costó el secuestro y la desaparición de discusiones sobre cine del grupo que integran:
Rafael Filippelli, Hernán Hevia, Raúl Illescas,
fectiblemente, culminar como celebra- Roberto Carri y Ana María Caruso.18
Alejo Moguillansky, Jorge Myers, David
ción de las apariencias: los integrantes ¿Qué significa, entonces, en Los Oubiña, Santiago Palavecino, Beatriz Sarlo,
del equipo de filmación se van cami- rubios, la atribución de rubiedad? Un Silvia Schwarzböck y Graciela Silvestri, a
nando juntos; todos llevan puestas ya error, tal vez, pero también un perver- quienes agradezco el estímulo de sus ideas en
sus respectivas pelucas rubias. Esas pe- so acierto. Significa aquello que ha he- las sucesivas reuniones de trabajo, en especial
lucas que antes, desde un rato antes, cho de los padres de Albertina dos víc- en la dedicada a Los Rubios.
vimos aparecer, ser probadas, ser luci-
das, terminan convertidas en emblema 17. Testimonio recogido en Juan Gelman y Mara Los rubios. Ficha técnica: dirección y guión:
y conclusión de Los rubios. La Madrid, Ni el flaco perdón de Dios. Hijos Albertina Carri; producción: Barry
de desaparecidos, Buenos Aires, Planeta, 1997, Ellsworth; asistentes de dirección: Santiago
A las pelucas rubias (y al título pág.198. Giralt y Marcelo Zanelli; fotografía: Catalina
“Los rubios”) conducen, con sus tes- 18. Algo tienen estos vecinos, cuando se equivocan Fernández; cámara: Carmen Torres;
timonios, sin saberlo, otras dos veci- con las identidades. El hijo de la vecina entregado-
montaje: Alejandra Almirón; música:
nas del barrio: dos vecinas curiosa- ra, un hombre nervioso al que una cámara también
nerviosa tiene que buscar para que aparezca al ha-
Ryuichi Sakamoto, Charly García y Virus;
mente teñidas de un negro imperioso. blar, se equivoca con el nombre de Albertina Carri. sonido: Jésica Suárez; diseño de producción:
Ambas identifican así, por la rubie- Pero no comete un error cualquiera: le dice “Ro- Paola Pelzmajer; diseño de títulos: Nicolás
dad, a la familia Carri: “son todos ru- bertina”, la entrevera con el padre. Kasakoff; intérprete: Anallía Couceyro.
Concepto y serie. Un debate

Federico Monjeau

31
Kuitca –a quien Gorelik considera “el
primer artista argentino en haber mos-
trado que la producción de la figura
del artista es previa a la producción
de la obra”– dentro de las líneas gene-
rales del primero. Comparto todas las
consideraciones de Gorelik sobre el
mamarracho lingüístico que gira en tor-
no del arte moderno en general y, even-
tualmente, de la pintura de Kuitca en
particular, pero creo que el artículo es
discutible en algunos puntos de su diag-
nóstico general y que falla en la articu-
lación de un plano con el otro.
Con la desaparición del pintor to-
do el arte se habría vuelto conceptual,
sostiene Gorelik. Puede pensarse que
lo conceptual, además de un género
rápidamente reconocible, es una ten-
dencia que acompaña al arte desde mu-
cho tiempo atrás, y en la medida en
que lo conceptual se asimila con un
principio de autorreflexión o de iro-
Con el artículo de Adrián Gorelik pu- Hay dos planos en el artículo de nía, es difícil que la actividad artística
blicado en el número anterior de Pun- Gorelik, y uno sirve como soporte del quede completamente libre de eso. El
to de Vista, “Un estado del arte: el otro. El primero parte de la constata- reconocimiento teórico de esta condi-
fenómeno Kuitca”, me siento interpe- ción de un paisaje proliferante, y a la ción del arte se remonta probablemente
lado, al menos, por dos motivos, sin vez monótono, disperso y sin direc- al tratado de Schiller sobre “poesía in-
contar los lazos intelectuales y afecti- ción de las artes visuales contemporá- genua” (clásica) y “poesía sentimen-
vos que me unen con el autor del ar- neas, dentro del cual se inscribiría el tal” (romántica). Pero lo que hacia
tículo: por un lado, formo parte del predominio del conceptualismo, la sus- 1800 podía verse como el progreso
grupo de críticos que acompañaron la titución de la figura del pintor por la franco de una forma sobre otra, hoy
muestra de Kuitca; por el otro, com- figura del artista y, en cierta forma, la podemos verlo como una fuerza que
parto especialmente –en cierta forma, realización del antiguo presagio sobre habita en el arte moderno en general.
vivo de eso– el intento de Gorelik por la muerte del arte, presagio que a mi Esto no diría nada definitivo sobre la
establecer ciertos principios generales juicio el artículo retoma de manera am- calidad de las obras, ya que así como
de crítica y valoración estéticas, que bivalente, ya que por momentos apa- hay distintos niveles de artesanías tam-
él realiza en un campo discursivamente rece como un postulado propio y por bién hay distintos niveles de concep-
tan sospechoso como el de las artes otros como un postulado del adversa- tos, y además lo conceptual puede ser
visuales. rio. El segundo plano sitúa la obra de un punto de inflexión significativo en
un artista tan artesanal como Ligeti, pintura, ya que el fetiche tiene su ori- ma largo de Sergio Chejfec que trans-
cuyo poema sinfónico para cien me- gen en la imagen. Como nota el ar- curre sobre la superficie de un mapa y
trónomos no es sólo una ocurrencia tículo, las servilletas de Picasso no tie- se llama, precisamente, “Mapa”.
divertida sino una especulación rítmi- nen paralelo en música o literatura, y Los mapas de Kuitca, sostiene el
ca de importantes consecuencias, así tal vez el pintor podía pensar que sus artículo, son repeticiones literales, no
como la sonata inaudita de Cage, servilletas eran una prolongación iró- plantean problemas pictóricos entre
4’33”, no es sólo un manifiesto en fa- nica o perversa de las máscaras afri- uno y otro. Se podría pintar un solo
vor de una forma no intencional sino canas. Admito que los Diarios de Kuit- cuadro y acompañarlo con un manual
la postulación radical acerca de la du- ca tienen un efecto chocante, pero a la de instrucciones que enumere todas las
ración como única ley estructural po- vez creo que esos Diarios tocan una posibilidades de reproducción y trans-
sible de la música. Tampoco puede ne- vieja cuerda de la pintura. formación, se agrega. Pero esto es jus-
garse cierta fuerza conceptual en las Sea como fuere, no creo que esos tamente lo que Kuitca no hace. Kuitca
tardías piezas numerarias cageanas co- Diarios signifiquen un vuelco comple- –él o sus asistentes, poco importa—
mo One, Two... Five... Fifty-Eight, cu- to al fetichismo ciego, como antes la pinta los cuadros, y no se puede me-
yos títulos simplemente contabilizan serie de los mapas no había significa- nospreciar la importancia que el con-
el número de ejecutantes, o en el Cuar- do un vuelco completo hacia la forma cepto mismo de serie tiene en la obra
teto para helicópteros de Stockhausen, conceptual. Según el artículo, la obra de este pintor, como ocurre en tantos
32 que conserva más significado y tal vez de Kuitca habría dado un giro hacia otros pintores. El conceptualismo de
más belleza en su metáfora histórica los “temas interesantes” en la etapa los mapas no significa la adhesión a
que en su sonido. Hay piezas de mú- de los mapas; o, tal vez antes, como un género sino la condensación de, me
sica que son bellas por su sonido y parece sugerirse, en la serie de las Siete parece, por lo menos dos elementos
hay algunas otras que son bellas por últimas canciones, donde la “rustici- centrales en la estética de Kuitca: uno
otros motivos. dad” de las superficies de madera (en tiene que ver con el principio cons-
El artículo pasa por unos tópicos Nadie olvida nada) es abandonada en tructivo de la escala, el otro con la
que también vivió la música moderna, favor de nuevas escenas pobladas de forma de un paisaje abstracto. La crí-
y que los vivió mucho antes de la era alusiones literarias, citas y metáforas. tica de la obra de Kuitca debería co-
abiertamente conceptual. La idea de En apariencia, el crítico habría prefe- locarse ella misma en una escala ade-
“fraude” existe en la pintura desde que rido que el artista permaneciese fran- cuada. Los problemas tal vez no se
ella abandonó la figuración y en la ciscanamente en ese mundo de camas plantean de un cuadro a otro, pero sí
música desde la pérdida de la tonali- y superficies de madera, aunque de de una a otra serie. En ellas es posible
dad y, con ello, la pérdida de un “án- cualquier forma es posible establecer ver una progresión y el largo desarro-
gulo de audición a priori” (Boulez). algún tipo de continuidad entre ese llo de una idea. El artículo sostiene
La sonata inaudita de Cage es una mundo y el de las Siete últimas can- que no se puede reconocer las preocu-
“ocurrencia”, para tomar una expre- ciones. En principio, por la sola idea paciones que llevan de las proyeccio-
sión de Gorelik que yo mismo he usa- de serie, como también por la situa- nes de slides de los mapas al pseudo
do muchas veces, pero lo que distin- ción de desolación que ambas series hiperrealismo de las cintas transporta-
gue unas ocurrencias de otras es la comparten. La referencia de esta se- doras. Modestamente, propongo una
profundidad de sus implicancias. Las gunda serie al ciclo lírico de Strauss interpretación. La abstracción paisajís-
ocurrencias de Cage son las de una (Cuatro últimas canciones) es pertinen- tica que tiene su condensación con-
mente especialmente preparada para te por la conexión con la intimidad de ceptual en la serie de los mapas asu-
eso (más que ocurrencias, deberíamos la canción romántica y por su alusión me diversas representaciones en las se-
llamarlas virtuosas composiciones al género tardío: el pintor llega tarde ries de las plantas, de los cementerios
mentales), y también por esto resulta a una escena liquidada, a una escena (La Tablada Suite) y de los teatros.
muy difícil separar ocurrencias, obras ya completamente desolada. Los teatros están invariablemente va-
y valores de la figura del artista. El Antes de seguir me gustaría poder cíos, generalmente con la perspectiva
trabajo del crítico se debate perma- decir algo acerca de los “temas intere- invertida, del escenario hacia las bu-
nentemente con esta situación, y no santes”. No se me escapa que Gorelik tacas. Los cuadros de los teatros están
hay ningún catálogo que nos libre de usa el término irónicamente, pero creo vaciados de toda representación, in-
esta incertidumbre fundamental. que los temas interesantes existen pa- cluso de público. Dentro de esta serie,
El artículo de Gorelik toma lo con- ra los artistas, los críticos, los intelec- es interesante notar un conjunto de pe-
ceptual como un vuelco prácticamen- tuales y los escritores. Kagel dijo en queñas pinturas de teatros, una secuen-
te completo de las artes visuales con- una ocasión que el artista es una vele- cia de variaciones o improvisaciones
temporáneas. Habría una sustitución ta bien aceitada, y esta frase no debe- sobre teatros de ópera; de la represen-
radical. Si el artista reemplaza al pin- ría chocar a nadie. No creo que los tación esquemática del teatro se pasa
tor y la figura del artista reemplaza a temas interesantes de Kuitca sean una a la improvisación fulgurante, como
la obra de arte, todo el arte se vuelve receta de galeristas perspicaces sino si en ese conjunto efectivamente pal-
un fetiche. El fetichismo no es una un descubrimiento del propio Kuitca. pitase la forma lírica suprimida de la
calle de mano única en el arte de la Acabo de leer un extraordinario poe- escena (sólo este conjunto bastaría para
demostrar que Kuitca no ha abando- piel, literalmente pieza luctuosa, es el de desaparición del pintor que describe
nado la forma más elemental de la pin- término que nombra el drama barroco la primera parte del artículo. La noción
tura). Quien haya recorrido la muestra alemán del siglo XVII y es además, de época histórica es indispensable pa-
habrá podido comprobar cómo los mo- desde Benjamin, una idea lingüística: ra la crítica, pero a veces los críticos
tivos de los equipajes sin reclamar apa- la idea de que todos los objetos, tam- abusamos de ella y la empleamos co-
recen en medio de unos bocetos de bién los de la naturaleza, poseen una mo una trama muy cerrada, a la que
teatros. Son los motivos de la cinta lengua que espera ser descifrada. todo se adhiere: pensamos histórica-
transportadora, pero vistos en planta, El artículo describe este último es- mente, pero no siempre materialmente.
desde arriba, en una representación es- cenario como la representación banal Y además deberíamos examinar de qué
quemática y abstracta. Es como si en de una forma banal. Me gustaría poder manera la idea de la muerte del arte
ese motivo Kuitca viese otro escena- convencer a mi amigo Gorelik de lo que impuso Hegel sobrevive todavía en-
rio de un drama ausente. La cinta apa- contrario, pero al menos me conforma- tre nosotros, aunque la defunción ya
recerá también en su forma “hiperre- ré con señalar que sea cual fuere la no vendría por la vía de una realiza-
alista”, bajo la denominación de valoración que uno haga de la obra de ción última del espíritu absoluto sino
Trauerspiel, aunque el realismo de la Kuitca, que dialoga tan profundamente por la de una confabulación de críticos
imagen se choca con unos cortinados consigo misma, ella no se integra en la charlatanes, galeristas en ascenso y
rojos a cada lado de la cinta. Trauers- situación de dispersión generalizada y agentes inmobiliarios.
33
Nota al pie

Adrián Gorelik

Me gustaría hacer una brevísima italianos con la cabeza” se sostenía ya mapas de Kuitca como una novela de
intervención en la fraternal polémica en el Renacimiento para mostrar la Sebald sobre el memorialismo de la
que inicia Federico Monjeau, apenas diferencia de una pintura más atenta a mayoría de las obras visuales
para precisar el terreno donde intenté la idea y a la construcción que a la contemporáneas. ¿Ha implicado
colocar el problema de la valoración representación naturalista. Pero servi- alguna ocurrencia de Kuitca una
de la obra de Kuitca. ría de poco acudir a Piero della novedad, una ruptura, la inclusión de
La crítica principal de Monjeau es Francesca para entender la extensión algo del orden de lo impensado en las
que la obra de Kuitca no se integra en actual del procedimiento conceptual, artes visuales, como las que señala
el panorama de las artes visuales por el cual toda obra se convierte en Monjeau en los casos de Cage, Ligeti
contemporáneas que traza mi artículo. ilustración de una idea externa a ella, o Stockhausen? Me temo que no; me
Para sostener ese juicio, la integra a sostenida más allá de sus recursos temo que es un plano de debate incluso
otro panorama, el de la música o la específicos por un artista autorizado. injusto con la obra de Kuitca y que
literatura modernas. Pero lo que mi Mi artículo buscó diferenciar esta seguramente él sería el primero en
artículo buscó fue, justamente, extensión tanto de la necesaria impugnar, ya que es un artista que se
entender las limitaciones específicas presencia de ideas en el arte como de mueve muy cómodo en la escena de
que las artes visuales (y dentro de ellas, lo que propiamente se llama “arte un arte post-histórico. Lo que quizás
la obra de Kuitca) presentan hoy frente conceptual”. pueda resultar difícil de entender desde
al resto de las artes, teniendo “Lo que distingue unas ocurrencias otras artes es el grado de academización
especialmente en la mira el tipo de de otras es la profundidad de sus y conformismo con que las artes
argumentación circular con que viene implicancias”, dice Monjeau luego de visuales tiñeron en las últimas décadas
procediendo la crítica de arte, que explicar magistralmente las implican- toda la experiencia moderna, preser-
elude esas limitaciones a partir de cias de las ocurrencias de Cage, Ligeti vando curiosamente su autorrepresen-
explicaciones ya demasiado clásicas en o Stockhausen. Creo encontrar en esa tación transgresora. Es como si
el debate sobre el arte moderno. Más afirmación un acuerdo profundo con después de la sonata 4’33’’ toda la
que responder a mis cuestionamientos, Monjeau frente a la idea de la “muerte música que se enseña, se ejecuta y se
tengo la sensación de que el artículo del arte”, ya que sus defensores compone tuviera como horizonte
los normaliza, disolviéndolos en la proponen que el arte no puede medirse conceptual exclusivo la inaudibilidad
existencia de problemas análogos en más por esos valores. Pero si decidi- (y se la siguiera defendiendo a conve-
otras artes y en otros momentos del mos que el juicio es necesario para niencia tanto por su carácter innovador
arte. distinguir unas ocurrencias de otras, como por la ausencia de toda
Así, por ejemplo, mi objeción tenemos que intentar explicar cuáles posibilidad de innovación). Creo que
sobre la extensión del conceptualismo son las especificas implicancias de la coincidiremos con Monjeau en que la
en las artes visuales contemporáneas obra de Kuitca, más allá de toda profundidad de las implicancias de una
es remitida a Schiller. En verdad, si se analogía en los procedimientos o los ocurrencia en el arte moderno está muy
toma un criterio tan amplio, el temas. Que Chejfec escriba un centralmente asociada a disciplinas y
conceptualismo es muy anterior: “los magnífico poema sobre la superficie momentos específicos, y que eso es
flamencos pintan con las manos y los de un mapa me dice tan poco de los decisivo en una discusión sobre valores.
Fragmento de “Los incompletos”, inédito

Sergio Chejfec

34
brada a sentir desde los pisos altos), y
alcanzaba así un estadio ajeno y desa-
pasionado, como si fuera el residuo
de alguna circunstancia inverificable,
al contrario de los ruidos provenientes
de la calle, que cuando se oían, pese
al efecto atenuador del frío, o más aún
de la nieve, se imponían por sí mis-
mos enteros y llenos de energía.

Por su parte, resignado a haber perdi-


do el rastro de Masha, Félix había co-
menzado a caminar alejándose del
mercado. Debía avanzar despacio a
causa del hielo; por eso, y también
por la gran extensión, atravesar la pla-
za le demandó mucho tiempo. A ve-
ces, interrumpiendo sus abstracciones,
al mirar hacia las calles circundantes
veía la gente concentrada en las es-
quinas para darse calor. Esa incon-
gruencia entre los espacios abiertos y
tan dilatados que ofrecía Moscú, cir-
Cuando Masha volvió en sí, Félix es- facción, por la temperatura de los sis- cunstancia que la convertía en una ciu-
taba de regreso en el hotel desde ha- temas o por la incierta resistencia de dad sencillamente interminable, y el
cía rato. Abrió los ojos sin tener idea los cimientos. Aislada de todo, Masha espíritu concentracionario de sus ha-
del tiempo que había pasado en el só- sentía que el ruido, aunque irregular, bitantes, que buscaban congregarse co-
tano, donde se originaban los ruidos a veces ralentado acumulando presión mo si ese territorio fuera un desierto
más espeluznantes del edificio. Los hasta parecer a punto de silenciarse o en donde nadie se sentía seguro, lla-
golpes secos que normalmente llega- estallar en una explosión, o sonando mó todo el tiempo su atención. Cuan-
ban amortiguados por pisos de distan- como una bocina incomprensiblemen- do después de mucho caminar llegó al
cia, pero que hacían pensar en gran- te gutural; sentía que ese ruido tras- extremo opuesto de la plaza, el mer-
des masas de metal empujadas por un tornaba su propia noción del tiempo, cado era un recuerdo cierto pero difí-
brazo mecánico demasiado lento, o los si es que había algo llamado así, con- cilmente comprobable: desde la dis-
chirridos lánguidos y constantes, que virtiendo su avance en una experien- tancia las sombras de la tarde y la luz
parecían el viaje incansable de apara- cia puramente auditiva. Cada sonido opaca disolvían su gran volumen, mos-
tosas cadenas a través de poleas y su- llegaba amortiguado por ese fondo de trando en su lugar una temblorosa ma-
perficies de piedra, eran en realidad ecos y reverberaciones (no solo las que sa blanca que podía tomarse como el
un mecanismo casi invisible, regido oía en ese momento, sino sobre todo efecto atmosférico de la lenta disolu-
por las válvulas y conductos de cale- las traducidas, las que estaba acostum- ción de un día demasiado claro y frío.
En cambio, si ahora se ponía de es- era muchas veces similar. con las mismas ventanas corroídas y
paldas a la plaza y miraba hacia el apagadas, como si desde hace tiempo
frente, Félix distinguía el extraño per- Era una cadena de edificios iguales, estuvieran preparados para desplomar-
fil de un conjunto habitacional cuya de unos diez pisos de altura, que se se pero que merced a una concesión
altura, al estar edificado sobre una ele- comunicaban entre sí por los costa- graciosa hubieran decidido esperar y
vación, hacía aún más destacada su dos, en ángulos a veces rectos y a ve- permitir que las personas se pusieran
presencia. Empezó a caminar hacia ces no, formando una especie de va- a salvo, y después se reunieran a
allí. Recordó otras caminatas también lla, fila o guirnalda de trayectoria si- aguardar el derrumbe. Pero se sentía
interminables. En Buenos Aires, cuan- nuosa que recorría centenares de el espectador único. Por un momento
do solía recorrer los suburbios duran- metros. Imaginó que visto desde arri- se imaginó a sí mismo como el hom-
te la madrugada y todo ello parecía un ba el conjunto parecería un reguero bre mutilado que pide auxilio en me-
mundo agonizante, o los antiguos ca- en busca de su propia forma, empla- dio del naufragio, y quizá por ser ese
nales de Manchester, que dibujaban la zado en una tierra sin color. Pero si se juguete lo más parecido a una persona
melancólica red de un laberinto fuera observaba de lejos daba la impresión que pudiera encontrar en aquel entor-
de circulación. En muy pocos sitios de ser una muralla trunca, y al acer- no, si bien un tipo de persona particu-
había tenido esa sensación de superfi- carse, por los numerosos reflejos de lar y hacía mucho tiempo olvidada,
cie estirada, de atravesar una geogra- las ondulaciones, parecía una gigan- tuvo hacia el muñeco un sentimiento
fía que se prolonga a medida que es tesca serpiente dormida o a punto de de simpatía y de confusa e inexplica- 35
recorrida. Para muchos era una expe- echarse a morir. Había unas caminerí- ble nostalgia. Quizá el juguete no solo
riencia que se encuentra en la natura- as rectas, hechas con losas de cemen- quería salvarse (la salvación era un de-
leza, o mejor dicho en los espacios to ahora desniveladas y rajadas por el seo demasiado básico, que no garanti-
abiertos del aire libre (el mar, las tie- frío, que Félix recorrió hasta acercar- zaba mejores resultados luego de tan-
rras llanas, incluso los fondos de los se al pie de los edificios. En la parte tos esfuerzos), sino recuperar alguna
valles encadenados), pero Félix lo sen- baja, en las galerías, recibos y áreas vida prestada. La sonrisa afable y me-
tía como algo propio de la condición comunes en general, se respiraba un dida, que quizá en su etapa de ídolo
de las ciudades. Le parecía evidente aire de abandono, de cosa concluida de niños quería inspirar buenos senti-
que cuanto más construido, el mundo hace mucho tiempo, instalado de tal mientos, como templanza, optimismo
estaba más cerca de desmoronarse, y manera que por un instante pensó si o ecuanimidad, ahora en el trance por
que el efecto de estiramiento era sim- en realidad no estaría contemplando el que pasaba se convertía en una mue-
plemente un correlato más o menos una ciudad evacuada durante algún ca fuera de lugar. Félix pensó en la
desviado, como si uno dijera distrac- punto ya impreciso de su larga histo- gente que se derrumba y está conten-
tivo, pero en todo caso pesadillesco, ria. Sobre un costado, enterrado hasta ta, en los momentos de apreciación que
de esa destrucción. Las caminatas por la cintura en la tierra congelada de un uno puede vivir en medio de la deba-
las ciudades y los suburbios se des- antiguo jardín, vio el cuerpo incom- cle. Esclavo de su sonrisa, el muñeco
plegaban escalonadamente (esquinas, pleto de un héroe de plástico; el mu- no tenía forma de expresar la deses-
canales, plazas, luces, puentes, semá- ñeco levantaba el único brazo que le peración, recibiendo entonces la ca-
foros, etc.), mientras tanto uno se ol- quedaba, como si antes de desapare- tástrofe imbuido de un fatalismo feliz,
vidaba de sí mismo de tal modo que cer pidiera un inútil auxilio final; y que sin embargo se ponía en eviden-
surgían dos personajes, ignorantes de sin embargo como hecho inconcluso cia como una impostura. Quién sabe
su existencia recíproca: el estiramien- era obviamente una escena que no ter- la fuerza que le había arrancado el otro
to del paisaje (la proliferación) y la minaba. Más allá, volcada contra un brazo, pensó Félix, en cuyo lugar ahora
destrucción (la detención o inmovili- muro, vio una antena de televisión se veía un muñón con forma de mues-
dad mineral de lo construido). Ambos maltrecha y oxidada, con la carcasa ca.
asumían sus papeles de seres permu- rota de una vieja radio de madera a
tables, se solapaban y así continuaban sus pies. En el sector del edificio don- La luz de esa región, que un poeta
quizá sin ponerse de manifiesto, to- de quizá en otro tiempo, pensó Félix, llamó viscosa, quizá por la humedad
mando prestados sus atributos. Nunca los vecinos de los pisos bajos se reu- del aire siempre a punto de cristali-
como en ciertas ciudades Félix tuvo nían a tender la ropa en los días de zarse, se proyectaba desde el poniente
la sensación de recorrer un cuerpo sol, esperando que el frío no la conge- y daba al conjunto de torres un aspec-
muerto hecho de repetición y cansan- le antes, por los bordes desgastados to fantasmagórico, con zonas de pe-
cio, de postergación forzada y decre- del suelo de cemento salía un vapor numbra donde uno presentía el frío aún
pitud. El efecto desastroso que en liviano apenas visible, que de inme- más glacial y otras zonas iluminadas
Moscú tenía la lluvia, el deshielo y el diato se esfumaba en el aire, y que que formaban sombras, por el declive
frío sobre la apariencia de las cons- por otra parte enseguida se extinguió. del día, horizontales y deformadas. Las
trucciones, en otro lugar lo podía te- Ese fue el único signo de vida o acti- superficies de tierra entre los edificios,
ner la humedad, el calor o el viento. vidad. Félix levantaba la mirada y ve- acaso reservadas en otro momento al
Ello si hablaba de las condiciones fí- ía los edificios entrelazados y desnu- recreo de los pobladores o a la propia
sicas, porque el sentimiento inspirado dos, sin adornos ni agregados, todos ornamentación, ahora estaban comple-
vacío todavía mayor se cernía a sus
espaldas sobre la ciudad que dejaba,
pese a las complejidad de las cons-
trucciones, el número de pobladores y
la extensión de las calles. Sigue en-
tonces caminando por la zona oculta
del conjunto habitacional, con los edi-
ficios detrás, imbuido de reminiscen-
cias, hasta que lo estremece el pano-
rama al que se enfrenta al levantar la
mirada y le inspira un sugestivo mo-
mento de contemplación: como si se
tratara de un amplio mar extinguido,
o de ese río que acaba de recordar,
pocos metros más adelante nace una
inmensa hondonada cuyos límites se
pierden fuera del horizonte.
36
Félix observa en silencio. No sabe muy
bien, pero precisa unos momentos pa-
ra reponerse y recapitular (dónde está,
qué hace, etc.). Busca sin éxito algún
sentimiento que este paisaje pueda ins-
pirarle, pero siempre han sido las vis-
tas mudas, las que no dicen nada, ca-
lladas o invisibles, las despojadas, au-
sentes y vacías, las que tiene más en
consideración. No atiende nada fuera
de la extensa y solitaria depresión,
donde la vida no es capaz de nacer, y
si lo hiciera, piensa, demasiado pron-
tamente yermas y a Félix le recorda- diera por lo menos unos pocos pasos. to estaría condenada a extinguirse sin
ron la tundra, la taiga, esa vaga pero dejar rastros. Él mismo, que siempre
en general sólida idea de territorio sal- En un momento Félix se aleja de los tuvo la impresión de ser el último (no
vaje y abatido por la inclemencia del edificios, se siente habitado por la des- de ocupar el último lugar, sino de ser
Ártico. Siguió dando vueltas sin nada trucción y el abandono. Después pien- el último en asistir a las cosas), ahora
mejor que hacer, aunque vagamente sa en el puerto de Buenos Aires como tiene la intolerable sospecha de ser el
atraído por el silencio y la desolación. lo recuerda del día cuando partió, lu- primer testigo de esa vastedad. Algo
Detrás de las edificaciones, en una gares dormidos que parecían usarse de parecido a un sueño, pero a la inversa,
franja baldía de pocas decenas de me- cuando en cuando, adoptar una activi- porque no rescata ningún rastro de re-
tros, donde en apariencia el conjunto dad febril durante pocas horas al lle- cuerdo o afinidad, le dicta que ahora
habitacional había decidido tener una gar su turno, para volver a sumirse está ocupando, al borde del cráter, un
“parte de atrás”, quizá como tributo al enseguida en el desamparo. Esa ma- lugar no solo vacío sino también ig-
pasado del lugar, o acto de vergüenza ñana, después de caminar conmigo noto, y que con toda probabilidad aca-
por lo ocurrido, o sea la misma cons- hasta unos depósitos abandonados, y so sea el primero de una serie de vi-
trucción de las torres, crecía una ma- de conversar poca cosa mirando los sitantes silenciosos. Curiosamente,
leza de baja estatura y de raro color adoquines de la calle tal cual lo hici- frente al paisaje desolado y de algún
gris, que tendía a agruparse formando mos, se detuvo a contemplar el ancho modo final, porque sería difícil pensar
macizos de claridad sobre la tierra río, como es conocido ese estuario ca- que representa el comienzo de algo,
asombrosamente oscura. Félix se dis- rente de tierras apenas altas, sin lado Félix advierte que en Moscú le ocu-
trajo con las islas que dibujaba esta opuesto y también sin corrientes visi- rren situaciones semejantes: las cosas
vegetación, repartidas en un orden sin bles, como tampoco casi sin traza de se presentan como repetidas, enveje-
embargo improbable e imposible de navegación; y pese a todo aquel vacío cidas o hasta caducas, pero siempre
definir. Luego caminó entre los claros representado por el gran volumen de las percibe como si el único sentido o
mirando el suelo, cuya fría dureza no agua dormida, que golpeaba pesada- justificación de su presencia física, o
derivaba solamente de las bajas tempe- mente contra las escolleras y esclusas sea su mismo cuerpo en ese momento
raturas sino del largo tiempo transcu- como si muy lejos un gigante torpe y lugar, respirando y ocupando un bue-
rrido sin que nadie apoyara sus pies y chapoteara con lentitud, sintió que un na porción de espacio, fuera descu-
brirlas. Desde su llegada a la ciudad chos dentada, que se proyectaba des- elemental, las huellas de una comuni-
se ha sumergido a cada instante en un de la cima del costado opuesto. dad abolida. Podía ver desde donde
escenario demasiado habitual y com- estaba la suave inclinación del terreno
plejo como para no ser impostado. Aquel desierto le hizo ver a Félix que, que descendía y formaba la depresión,
Piensa que de todas las cosas vistas sin querer ni esperarlo, había encon- semejando la insólita y morosa falda
debe haber pocas menos naturales que trado un confín. Por lo menos bajo la de una montaña de grandes propor-
esa hondonada, con su suelo en apa- única forma conocida por él, el mun- ciones. Una piedra había detenido su
riencia artificial y casi sin sombras; do terminaba y comenzaba otro terri- rodada ante el obstáculo más previsi-
pero a la vez nada le parece más au- torio con una nueva y oscura regula- ble, otra piedra, y Félix pensó que am-
téntico que este paisaje de quietud, cer- ción. Félix se dejó llevar por la pro- bas podían llevar siglos en esa situa-
cano al olvido y la muerte. La pátina fundidad de las estepas, el aire filoso ción, intactas pese a las temporadas
lustrosa de la superficie no es más que y el silencio abismal, la extensión ina- de congelamiento y los periodos de
la acción del tiempo siempre igual. A barcable, y se extrañó de no tener nin- sol y de penumbra. Fue ante esta sim-
veces Félix distingue unos cúmulos de gún sentimiento parecido a la exalta- ple idea de era cíclica que finalmente
tierra esparcidos como si alguien, o ción. Ese paisaje misterioso, demasia- se conmovió, y de nuevo, impresiona-
un ejército organizado pero poco nu- do literal en la medida en que era do por el espectáculo y la soledad cre-
meroso, o en todo caso sin demasia- demasiado mudo, le pareció el rever- yó ser la primera persona en descubrir
das fuerzas, hubiera hecho excavacio- so complementario del otro, la reali- aquel teatro del abandono. Pensó que 37
nes improvisadas que no llegaron a dad que habitaba a sus espaldas, la en el sitio donde estaba parado termi-
nada, dejando unas pequeñas monta- ciudad de Moscú, pero también toda naba el mundo, y quien pudiera atra-
ñas de terreno repartidas por todo lo la red de ciudades y lugares que allí vesar esa tierra desplegada, si alguna
ancho de la inmensidad. Ese rastro de comenzaba y se extendía saltando los vez lo lograba después de largos años
actividad manual, tan reconocible e mares. El mundo le pareció plano, ex- dedicados a ello, seguramente en va-
imaginable para Félix como los traba- tinguido y hueco como el mar vacío no, se encontraría frente a una desola-
jos con que un niño excava la arena que ahora miraba. Dio unos pasos en- ción todavía mayor. A medida que ca-
en el borde del mar, era sin embargo tre la rala vegetación, a cuyos pies la ía la noche la superficie de aquel pa-
lo que le daba al paisaje su carácter tierra se veía pulverizada como si un raje cambiaba de color sin abandonar
poco humano; el trabajo de los hom- ejército de organismos invisibles la hu- sus matices metálicos. Aunque no tu-
bres, una vez traducido a su nueva for- biera digerido hasta convertirla en un viera nada de particular, cada cosa que
ma, se revertía en lo contrario, la an- polvo indefinido y oscuro. De cuando observaba le parecía única; y su ex-
títesis era la condición de su nueva en cuando se descubría algún resto me- cepcionalidad le confirmaba a Félix
existencia, combinando, en ese pano- nor de actividad humana, por ejemplo que estaba siendo protagonista de un
rama tenebrosamente lunar, olvido, un trozo de alambre delgado, bollos descubrimiento. Ello bastó para deci-
amenaza y advertencia. No hay aban- de antiguo papel o pedazos de vidrio. dirlo a mantener en secreto ese mo-
dono capaz de subrayarlo ni melanco- Estas cosas, como si a través de lo mento; había hallado un desierto gran-
lía que pueda describirlo, pensó Félix mínimo admitieran su definitiva im- de como un continente con el que sin
acerca de la vista ofrecida por la hon- potencia, no alcanzaban para aludir a embargo se había topado de casualidad.
donada. El atardecer iluminaba una so- un clima o a un pasado, digamos, de
la pared del cráter, dibujando a sus comunidad; sin embargo tampoco de Fragmento de la novela de Sergio Chejfec
pies la sombra irregular, por largos tre- olvido o abandono: era un desamparo que Alfaguara publicará próximamente.

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En el espacio de la soledad
El “Denktagebuch” de Hannah Arendt

Barbara Hahn

38
escritas en inglés. La más larga entre
éstas, de abril de 1970, se titula: “So-
bre las dificultades que tengo con mis
lectores ingleses [angloparlantes.
N.T.]”. Se podría leer esta frase como
el lema que preside el Denktagebuch.
Dice allí: “Los ‘filósofos’ del lenguaje
les han enseñado a analizar el habla
cotidiana, no a clarificarla. Si el habla
cotidiana convierte en sinónimos pa-
labras cuyo significado original es muy
diferente, las aceptan como sinónimos.
Todo pensamiento se inicia en el ha-
bla cotidiana y se aparta de ella. La
necesidad de pensar surge cuando en-
contramos palabras que, tomadas en
su sentido ordinario, oscurecen en lu-
gar de revelar. El proceso de clarifica-
ción que tiene lugar al pensar resulta
de establecer diferenciaciones” (II,
770).
Para Hannah Arendt, el pensar es
un proceso en el cual los resultados
Este libro llega en el momento justo.1 nunca por día, y si bien los diarios no son decisivos; lo es, en cambio, el
En los últimos años, Hannah Arendt tienen una larga tradición, es difícil establecer diferencias, desde el co-
se ha acercado peligrosamente a no- definir un “mensuario”. Este dato ini- mienzo, una y otra vez. “Unterschie-
sotros. Sus libros han caído en manos cial ya nos indica que estamos frente denes ist gut”, escribió una vez Frie-
de los académicos y, cuando se men- a un texto peculiar. drich Hölderlin, “Lo que difiere es
ciona su nombre, el público piensa en Denktagebuch es un libro extraño, bueno”: una frase que subyace en to-
Eichmann o en Heidegger. Su Denk- único. Si bien desde fines de la déca- das las notas de Hannah Arendt. Es
tagebuch recientemente publicado pue- da de 1940, Hannah Arendt escribía y cuestión de diferenciar y de mantener
de generar la distancia necesaria co- publicaba cada vez más en inglés, ca- viva la sospecha hacia los sinónimos.
mo para permitir una aproximación si todas las entradas de este libro son Identificar sinónimos es producir un
nueva a sus textos. Pero ¿qué es un en alemán. A lo largo del texto se en- efecto de reconocimiento por asocia-
Denktagebuch, un “Diario del pensar”? cuentran citas en griego, latín y fran- ción, distante del pensar a través de la
Entre 1950 y 1973 Hannah Arendt lle- cés, y en un punto nos topamos con diferenciación, y se funda sobre una
nó veintiocho cuadernos y un “cua- las letras angulosas del alfabeto he- noción que Arendt encuentra en su au-
derno Kant”, a veces de manera con- breo. Pero la lengua en que piensa si-
1. Hannah Arendt: Denktagebuch. 1950 bis
sistente, otras veces dejando grandes gue siendo su idioma materno, y solo 1973, München-Zurich, Piper, 2002. 2 tomos.
huecos. Fechaba sus entradas por mes, en los años 70 aparecen reflexiones Todas las citas corresponden a esta edición.
diencia angloparlante: la noción de que to como el archivo de un gran proyec- vir de guía para transitar por un cami-
“las palabras ‘expresan’ ideas”, ideas to, un proyecto sin nombre. Se pre- no de lectura que posibilite un acerca-
que preexisten a las palabras. Noción gunta cómo, después de las catástro- miento a ese quiebre en la tradición:
incorrecta, dice, pues “Es más que du- fes del siglo XX, todavía son posibles “Ad las interpretaciones de Heidegger:
doso que sin el lenguaje tendríamos la acción y el pensamiento políticos. Lo Nuevo consiste en lo siguiente:
ideas. Pero no es para nada dudoso En una entrada de enero de 1953 se Heidegger no solo acepta (lo que ya
que en el desarrollo del animal huma- lee: “La ruptura estuvo prefigurada por otros habían hecho antes) que todo tra-
no las palabras preceden a las ideas” el quiebre generacional después de la bajo tiene para él algún mensaje espe-
(II, 771). Primera Guerra Mundial, pero no se cífico no expreso, sino que lo no ex-
Y concluye estas consideraciones: concretó en la medida en que la con- presado constituye su verdadero nú-
“Todo esto termina en que la noción ciencia de la ruptura presuponía una cleo (hablando en términos psicológicos,
de thinking a matter through es ajena memoria de la tradición que hacía re- la razón del trabajo está en lo siguien-
a la ‘filosofía’ inglesa”. Este pensar a parable, en principio, esa ruptura. La te: porque una cuestión es inexpresa-
fondo es exactamente la materia del ruptura solo tuvo lugar después de la ble se escribe todo el resto), el espa-
Denktagebuch. Se trata de una empre- Segunda Guerra Mundial, cuando su cio central vacío alrededor del cual to-
sa solitaria, como lo indica claramen- carácter de ruptura ya ni siquiera po- do lo demás rota y se organiza” (I,
te la actitud de escritura que preside día ser percibido” (I, 300). 353). Este centro, continúa Arendt, es
estas entradas. ¿Quién lo escribió? No, Un pensamiento difícil. Habla de “el espacio reservado para el lector y 39
por cierto, la autora de los grandes li- una ruptura que interrumpió una ca- el oyente. Desde ese lugar el trabajo
bros políticos Los orígenes del totali- dena milenaria, que se anunció cuan- se transforma retrospectivamente de un
tarismo y Sobre la revolución, pues do ya no podía ser pensada y que, objeto-impreso-muerto en un discurso
ambos revelan una actitud de escritu- cuando ocurrió, no pudo ser percibi- vivo que puede ser respondido. De ello
ra apasionada.2 Tampoco la escritora da. Leamos lentamente cómo sucedió resulta una conversación en la cual el
que participó del debate público a tra- esa ruptura que sencillamente no po- lector no se incorpora desde afuera si-
vés de incisivos textos políticos. El día hacerse consciente. “La ruptura fue no que participa desde dentro” (354).
texto no surge de la pluma de la co- prefigurada por el quiebre generacio- Busquemos el centro vacío en el
rresponsal a quien hemos descubierto nal después de la Primera Guerra Mun- trabajo de Hannah Arendt. El hilo con-
en los últimos años en conversación dial” – así comienza la reflexión. Al- ductor lo encontramos en una lectura
con Karl Jaspers, Kurt Blumenfeld, go determinó que las generaciones que improbable, casual. A principios de la
Mary McCarthy, Heinrich Blücher, se habían mantenido “tomadas de la década de 1950, leyó un texto que no
Hermann Broch y Martin Heidegger. mano” de pronto se soltaran, dejaran estaba necesariamente en su camino.
Se acerca, mas bien, a las notas de La para siempre de apoyarse mutuamen- En una nota al pie de La condición
condición humana y a trabajos que se te. Sin embargo, ese quiebre genera- humana, casi escondida, se encuentra
encuentran en sus papeles póstumos.3 cional no implicó, todavía, una ruptu- la siguiente aclaración: “Sigo la tra-
Aunque tampoco: ésos eran textos dis- ra de la tradición. Algo faltaba, algo ducción de Martin Buber y Franz Ro-
cursivos, mientras que aquí estamos que tenía lugar en el plano de la refle- senzweig, Die Schrift [las Escrituras]”.
frente a una mezcla de lecturas y de xión. Para percibir ese quiebre, se re- En la edición alemana, la mención es
reflexiones, de aforismos y de muchos, quería una “memoria de la tradición”. más clara: dice que usa esa traducción
muchos poemas. Faltan, en cambio, re- Pero mientras esa memoria existió, la “aquí, como en todas partes”. Una
ferencias a la vida cotidiana, personal, ruptura permaneció “en principio re- mención casual es fácil de obviar. Sin
profesional y política de la escritora. parable”. ¿Qué la hizo irreparable? Na- embargo, si leemos el gesto hacia Bu-
No hay un Yo psíquicamente consti- da nuevo, más bien una repetición. El ber y Rosenzweig desde la perspecti-
tuido por encima de cuyo hombro po- pasaje habla dos veces de fechas, que va de su Denktagebuch, vemos allí una
damos mirar. El Denktagebuch fue es- se repiten en su construcción verbal: huella de ese centro inexpresable del
crito en un único espacio familiar, el “después de la Primera Guerra Mun- trabajo de Hannah Arendt, alrededor
espacio sin tiempo del pensar. “El Yo dial”, “después de la Segunda Guerra del cual escribió no únicamente La
pensante sin edad: para la experiencia Mundial”. Un tiempo impreciso: des- condición humana.
del pensar no existe el tiempo”, dice pués. En ese después, la secuencia de No sabemos cuándo comenzó
en algún lugar. Un espacio dialógico, las generaciones se interrumpió, pero Arendt su lectura de la Biblia hebrea,
ya que al pensar el Yo habla consigo no en la conciencia, donde era, toda- lectura que le permitió alcanzar una
mismo. Como lo pensado, el pensar vía, “en principio reparable”. Entonces perspectiva totalmente novedosa de la
es siempre lingüístico. El Denktage- ¿dónde se quebró? O, dicho de otra ma-
buch no es, por lo tanto, un campo de nera, ¿cómo fue que la memoria de la 2. The Origins of Totalitarianism (1951); edi-
experimentación de ideas, donde se en- tradición se perdió de manera tal que ción en alemán: Elemente und Ursprünge tota-
sayen formulaciones y pensamientos. “ya ni siquiera se podía percibir” que ler Herrschaft (1955); On Revolution (1963);
edición en alemán: Über die Revolution (1965).
Encontramos oraciones completas, pre- algo, en efecto, se había roto? 3. The Human Condition (1958); edición en
cisas, sin adornos, terminadas. Una entrada posterior en el Denk- alemán: Vita activa oder Vom tätigen Leben
Se podría, quizá, considerar el tex- tagebuch, de abril de 1952, puede ser- (1960).
tradición y la ruptura. Las primeras simplemente igual), que se expresa en punto. No hay ninguna referencia se-
notas sobre el Génesis en el Denkta- el lenguaje bíblico como ‘a imagen mejante en la Biblia hebrea. La muer-
gebuch se remontan a febrero de 1952 de’. Aplicar esta noción de ‘a imagen te es algo ya dado en la pluralidad
(I, 189s.). Allí ya lee el Génesis como de’ a la creación del ser humano a original de los seres humanos. Cada
un libro hebreo, judío, lo que le per- través de Dios es el antropomorfismo tercer ser humano, generado a través
mite distanciarse de la reescritura cris- más profundo y por lo tanto más per- del primero y del segundo, puede a su
tiana, de manera tal que ese libro le judicial en la concepción occidental vez transformarse en otro primero bus-
provee las categorías centrales para to- de lo divino. Engendramos nuestros cando un segundo y por lo tanto, re-
do su pensamiento posterior. La lec- hijos ‘a imagen de nosotros’: no lo emplazando al uno original. La muer-
tura se concentra en los dos primeros ‘igual’ a nosotros sino lo idéntico, lo te es, por lo tanto, un eslabón de la
capítulos: la creación del ser humano. mismo que nosotros. Dios, sin embar- cadena, no el efecto de una concate-
El ser humano: para Hannah go, es el absoluto no-‘idéntico’. A tra- nación pecaminosa. Ser humano, Ser,
Arendt una categoría que siempre de- vés de este antropomorfismo, ingresó Muerte: todas las categorías fundamen-
be entenderse como pluralidad, inclu- a la metafísica el absurdo funesto acer- tales cambian de significado entre ju-
so en singular. “Ad pluralidad: ya pre- ca del hombre” (I, 219). daísmo y cristianismo. Los compañe-
figurada en lengua hebrea para el ser Un ser humano único en confron- ros de ruta de Hannah Arendt son con-
humano. ¡Adán [aquí sigue la palabra tación con un Dios concebido a su vez cientes de esta reescritura. Algunos la
40 hebrea] no tiene plural! En la historia como ese mismo ser humano, como el atacan: Nietzsche, furiosamente, y Jas-
de la Creación, Dios crea a todos los único Uno que no necesita un segun- pers, a través de un análisis profundo.
animales en plural, menos al ser hu- do: esta construcción funesta se ha de- Heidegger, en cambio, según Arendt,
mano, para quien debe crear explíci- rrumbado junto con la ruptura de la acompaña la crítica solo en parte. “La
tamente una [ishah] o a quien crea co- tradición. Y entonces, concluye Han- ‘Geworfenheit’ de Heidegger interpre-
mo Uno masculino y femenino” (I, nah Arendt, no nos damos cuenta de ta ya al nacimiento desde la perspec-
190). Este texto difiere del de Lutero, que ya no “sabemos” quien es Dios; tiva de la muerte, porque busca la ca-
según el cual Dios creó “un hombre y solo percibimos que “no sabemos y tegoría-muerte del abandono en el he-
una mujer”. En la segunda versión de nunca hemos sabido cómo pensar a cho de haber nacido. Pero yo he sido
la historia de la Creación, Lutero no Dios”. engendrada por seres humanos, como
llama al opuesto del hombre “ishah” Consideremos la crítica de Arendt un ser humano entre seres humanos,
o mujer, sino Männin (el femenino de desde otra perspectiva: su punto de etc.”. En tanto Heidegger concibe la
hombre). Mientras “un hombre y una partida fue la lectura de un texto he- irreversibilidad del tiempo desde la
mujer” implica un orden jerárquico, que breo, traducido al alemán, pero no re- perspectiva de la muerte y el abando-
lleva a la opresión y la esclavitud, la ferido a la tradición judeo-cristiana no de la muerte echa sombra sobre la
definición de Uno, masculino, femeni- (una tradición mencionada con fre- vida hasta el nacimiento, la soledad se
no, puede generar literalmente orden, cuencia en el Denktagebuch pero nun- convierte en abandono. Entre parénte-
sociabilidad, procreación infinita. ca definida con precisión). Esta últi- sis, Arendt escribe: “(Esta es la solu-
“Ad pluralidad: La pluralidad, que ma formulación coloca ya lo cristiano ción del problema de Heidegger. Con-
encuentra su presentación más pura en en primer lugar y por lo tanto implica vierte el abandono, no la soledad, en
la secuencia numérica autogenerada e que el judaísmo se preservó en el cris- productivo. De allí su increíble atrac-
infinita, no se funda originariamente tianismo. La traducción de Buber y ción.)”.
en la multiplicidad de las cosas sino Rosenzweig, en cambio, se remonta Resulta sorprendente, pero solo en
en la necesidad del ser humano, naci- al texto hebreo, anterior a la reescritu- una primera aproximación, que Han-
do uno pero que necesita de un segun- ra cristiana de Lutero. ¿Una versión nah Arendt también reclute a Marx co-
do para asegurar su continuidad en un judía? Hannah Arendt evita tanto el mo compañero de ruta. Lee su con-
tercero y un cuarto, etc.” (I, 218). adjetivo como el sustantivo, y no so- cepto de trabajo como si también se
Con este descubrimiento de la plu- lamente en el Denktagebuch, como si derivara de la traducción Buber/Ro-
ralidad del Uno, masculino, femeni- pudiera caer en una trampa. sezweig del Génesis. De acuerdo con
no, para Hannah Arendt toda la tradi- Y sin embargo, su definición del esa lectura, considera el trabajo origi-
ción de la metafísica occidental se de- ser humano, masculino, femenino, re- nariamente como un servicio a la tie-
rrumba. Al develar el antropomorfismo sulta de la lectura de un texto funda- rra. La tierra, adamah, palabra feme-
de lo más abstracto, la secuencia nu- cional para el judaísmo. También lo nina; Adán, el ser humano, terreno,
mérica, priva a otro antropomorfismo ha sido para el cristianismo, pero solo sirve a la tierra.
de su fundamento. “Lo que es conta- después de su adaptación estructural Con la expulsión del paraíso, esa
do y se cuenta… en el origen de la en las traducciones posteriores. Ser hu- relación fundamental no cambia. “La
procreación no es nunca lo totalmente mano, Ser, Muerte: todas las categorí- maldición que causó al hombre la ex-
diferente que los números juntan en as cambiaron su significado. “La muer- pulsión del paraíso no consistió en cas-
una unidad abstracta…, sino lo esen- te es el salario del pecado”: Hannah tigarlo a través del trabajar y del dar
cialmente ‘idéntico’ (como lo expresa Arendt cita del griego, del llamado a luz; solo hizo que el trabajo fuera
Heidegger, en contraposición con lo Nuevo Testamento, para refutar este difícil y el dar a luz doloroso. De
acuerdo con la historia de la Creación,
el hombre, Adán, fue creado ‘para tra-
bajar la tierra, adamah’, como su nom-
bre (el masculino de adamah) lo indi-
ca”.4 Marx sugiere una lectura del tra-
bajo difícil y el dar a luz doloroso que
descarta cualquier conexión simple en-
tre esas dos actividades, que pertene-
cen a dos instancias diferentes; haber-
las conectado en el modelo de la fa-
milia fue un hecho lamentable, fatal.
Lo fue también el explicar el trabajo a
través de la familia, y el dar a luz para
la familia. “El logro más grande de
Marx, monstruosamente grande y com-
pletamente ignorado: fundar la vida y
el ser públicos de los humanos en el
trabajo y no en la familia. La libera- 41
ción de la maldición del trabajo y de
la tiranía de la familia. La emancipa-
ción de la propiedad en tanto funda-
mento de la vida política es solo una
consecuencia de la emancipación de lo
político respecto de la familia” (I, 71).
Combinar el Génesis en la traduc-
ción de Buber y Rosenzweig con
Marx, le permite a Hannah Arendt no
solo generar categorías existenciales
sino también aquellas sobre las que se
apoya su análisis político. El Denkta-
gebuch, lugar del pensar y de la sole-
dad, no es un espacio para retirarse
del mundo. Pero es riesgoso dirigirse
allí donde el tiempo y el mundo no
están sincronizados; es exponerse: las no sea tiránica?”. Esa pregunta tam- ajeno) y se presenta a sí mismo como
diferencias con otros pensamientos y bién está en el centro del pensamiento extraño. Solo podemos reconciliarnos
con los pensamientos de otros adquie- de Hannah Arendt. con lo extraño porque esconde lo pró-
ren una agudeza que no podrían al- En el análisis de la relación inte- ximo, anuncia lo que nos es común”
canzarse en otra sede. Se trata, sin em- lectual entre Arendt y Heidegger po- (I, 65). Una lectura sorprendente: Ser
bargo, de un espacio comunicativo: demos, afortunadamente, comenzar y tiempo es el punto de partida para
“Interpretar, citar, pero solo para te- por el principio. “Este es el error de una interpretación nueva de un con-
ner testigos, también amigos”. Sein und Zeit” escribe apodícticamente cepto político que podría resultar vá-
¿Quiénes son los testigos, los ami- y, en otro lugar, “Heidegger se equi- lido después de la ruptura de la tradi-
gos del proyecto de Hannah Arendt? voca”. Pero la lectura de sus textos no ción. Ciertos conceptos alcanzan ma-
Lee los textos de los comienzos de la constituye una contención; le sirven, yor nitidez en nuevos contextos, para
historia europea, sobre todo Platón y por el contrario, como estímulo, como los que no estaban pensados original-
Aristóteles. Consulta a Cicerón y tam- se ve en el siguiente pasaje de abril de mente. Este pasaje muestra las lectu-
bién a Montesquieu. A través de Kant 1951: “Heidegger, recorrido por Sein ras de Hannah Arendt como a través
y Hegel llega a Marx y Nietzsche, que und Zeit: ‘Lo idéntico no es lo indife- de una lupa. En el espacio del pensar,
con frecuencia parecen entablar un diá- renciado de lo igual sino lo único en la crítica no tiene derecho de perma-
logo sobre cómo debe concebirse la lo diferente y la oculta proximidad en nencia; solo el diálogo opera allí. Los
sociedad civil fracturada. Mientras los lo extraño’. De aquí podría derivarse textos se admiten solo cuando están
textos de Heidegger son extensamen- un nuevo concepto de igualdad que abiertos a las preguntas de la época,
te citados y comentados, Jaspers apa- preservara el terror, la angustia origi- cuando estimulan. Todo lo demás se
rece como un amigo en su mismo ni- naria ante la humanidad así como su mantiene entre paréntesis, como en el
vel: “Sin saberlo del todo”, él siempre necesidad. Solo podemos reconciliar-
4. The Human Condition. Chicago, The Uni-
se ha hecho una misma pregunta: nos con lo próximo (lo común) por- versity of Chicago Press, 1998. 2a. edición, pag.
“¿existe alguna forma de pensar que que está escondido en lo extraño (lo 107, nota 53.
pasaje citado más arriba: “(Esta es la es un acontecimiento del cual puede derno experimental de un científico
solución del problema de Heidegger. surgir una historia o un destino… político: para fundar una ciencia de la
Convierte el abandono, no la soledad, Mientras tanto, el matrimonio se ha política, uno debe, en primer lugar,
en productivo. De allí su increíble convertido en la institución del amor, considerar todas las afirmaciones filo-
atracción)”. y como tal, está un poco más decaída sóficas acerca del Hombre bajo la pre-
Soledad, abandono, diálogo. Tam- que la mayor parte de las institucio- misa de que los hombres, y no el Hom-
poco en sus reflexiones sobre el amor, nes de nuestro tiempo. Desde su ins- bre, habitan la Tierra. El estableci-
el matrimonio, la amistad, Arendt en- titucionalización, por su parte, el amor miento de la ciencia política requiere
tra en un terreno privado que carezca ha quedado indefenso y sin hogar”. una filosofía según la cual los hom-
de vínculos con la teoría política. Por Hannah Arendt advierte acerca de bres existen solo en plural. Su campo
el contrario, como explica repetida- un peligro adicional, sobre todo en los es la pluralidad humana. Su fuente re-
mente, quienes residen en la esfera de- Estados Unidos, su nuevo hogar. Allí ligiosa es el segundo mito de la crea-
mocrática dependen de la amistad. En el amor no remite solamente a las emo- ción; no Adán y la costilla sino: mas-
todos los niveles: los gobernantes ne- ciones y es, por lo tanto, arrojado al culino y femenino los creó Él a ellos.5
cesitan amigos que les digan cuándo espacio del “entre”. Allí “la familia se En esta esfera plural que es la esfera
violan los principios democráticos; los considera la forma originaria de la co- política, uno debe formularse todas las
demás necesitan amigos para contro- munidad política humana… Y de ello viejas preguntas: qué es el amor, qué
42 lar conjuntamente si esos principios surge el espectáculo infernal, esto es, es la amistad, qué es la soledad, qué
son respetados o ignorados. Todos vi- la perversión simultánea de las rela- es actuar, pensar, etc., pero no la pre-
ven, al mismo tiempo, en un mundo ciones políticas y de las relaciones del gunta propia de la filosofía: ¿Qué es
muy diferente, el mundo del amor. Es- ‘amor’ y la familia”. La frase de el Hombre? o Was kann ich wissen,
te se asemeja al mundo del pensar por- Nietzsche “die Wüste wächst [el de- was darf ich hoffen, was soll ich tun?”
que en él tampoco existe el tiempo: sierto crece]” de pronto adquiere una (I, 295). Esta entrada resulta llamati-
“Una limitación: poseo sentimientos; nueva significación: “A través de nues- va. Ya su título es ambiguo: “Cuader-
el amor me posee. La amistad depen- tra fuga de la política llevamos el de- no experimental de un científico polí-
de esencialmente de su duración: una sierto a todas partes, la religión, la fi- tico”. ¿Se trata del programa de la es-
amistad de dos semanas no existe; el losofía, el arte. ¡Estamos arruinando critora? ¿su programa para el año que
amor siempre es un coup de foudre”. los oasis!” acababa de iniciarse? ¿qué es un “cua-
El amor no es, por lo tanto, un “tema” En contraste con el resto de las re- derno experimental”? ¿otra forma de
del Denktagebuch, que sin embargo flexiones del Denktagebuch, las que diario? ¿o sucede que la teoría políti-
exhibe una inusual heterogeneidad en conciernen al amor y a la amistad no ca debe escribirse ahora en cuadernos?
sus reflexiones sobre el mundo y so- se basan nunca en otros textos, como Habría evidencia para sostener esta úl-
bre la política. Por el contrario: “En si nadie más tuviera nada que decir al tima sugerencia. Es bien conocido que
general nos entendemos mutuamente respecto. ¿Por qué sobre esas cuestio- en la década de 1950 Hannah Arendt
solo por intermedio de un ‘entre’ [in nes Hannah Arendt no encuentra tra- trató de escribir un libro semejante,
einem Zwischen], a través del mundo dición alguna con la cual confrontar pero que no pudo completarlo. En su
y por causa del mundo. Cuando nos sus lecturas, sus citas, su escritura? No lugar, escribió Sobre la revolución, La
entendemos directamente, de manera investiga el antiguo culto a la amistad condición humana y Between Past and
inmediata, sin referencia a cosa algu- en la filosofía griega ni toma en cuen- Future.6 Todas las viejas preguntas
na en común, estamos enamorados”. ta su propio trabajo anterior (por ejem- mencionadas en la citada entrada se
Junto con el trabajo y el pensar, el plo, su tratamiento del concepto de discuten en estos libros. Salvo dos:
amor es una modalidad sin un “en- amor en San Agustín, el tema central “Qué es el amor, qué es la amistad”.
tre”, “pura vida, hostil al mundo, an- de su tesis). Nada de esto encontra- Aparentemente, el “cuaderno” no po-
tipolítica”. De acuerdo con esta defi- mos en el Denktagebuch, donde el Yo día incorporar estas cuestiones. Pero
nición, la vida es un ir y venir, que no pensante parece estar solo. O casi. ¿por qué?
puede prescindir del mundo ni de la Pues al reflexionar sobre el amor, re- Leamos nuevamente el pasaje de
otredad del mundo. La diferencia en- curre a Sófocles, Goethe, Rilke: tex- atrás para adelante. Empecemos ana-
tre ambos dominios debe ser protegi- tos literarios, nunca escritos teóricos. lizando el súbito salto del inglés al
da y defendida; su anulación resulta Sin embargo, hay un texto que ayu- alemán. Las viejas preguntas, dice, de-
peligrosa. En muchas notas, la distin- da, un texto cuyo estatuto es poco cla- ben volver a formularse, salvo “la pre-
ción se ilumina desde ambos lados. El ro, pues no es ni literario ni teórico: gunta propia de la filosofía: ¿Qué es
amor incinera el “entre”, es el lado nuevamente el Génesis en la traduc-
“más humano”: “quien no haya pade- ción de Buber y Rosenzweig. En ene-
cido su poder no ha vivido, no perte- ro de 1953, un año después de que 5. En el original: “Male and female created
nece a los vivos”. Incinerar y padecer registró su lectura del libro, Hannah He them” (I, 295). [N.T.]
6. Between Past and Future (1961, 1968); edi-
son verbos muy fuertes; separan con Arendt comienza un nuevo cuaderno ción en alemán: Zwischen Vergangenheit und
énfasis el amor de su determinación en cuya primera página encontramos Zukunft: Übungen im politischen Denken (1994,
burguesa como sentimiento: “el amor la siguiente entrada en inglés: “Cua- 2000).
el Hombre? o Was kann ich wissen, quiera haya sido planteada. Quizá es- poema puede imaginar como simulta-
was darf ich hoffen, was soll ich tun?” ta pregunta solo habría podido encon- neidad en la que pasado y presente se
Qué puedo saber, qué me es permiti- trar su lugar en el Denktagebuch y en entrecruzan. Comprometido por cua-
do esperar, qué debo hacer: las tres el Cuaderno Experimental que nunca tro líneas de ritmo dudoso, el Yo tam-
motivaciones que orientan la Crítica se escribió; en textos fragmentarios, bién articula su miedo al extrañamien-
de la razón pura de Kant. Pero en la reunidos a partir de citas y reflexio- to que lo amenaza en el pensamiento,
reflexión de Arendt éstas no se iden- nes. Quizá no fuera un tema para po- su miedo de estar formado y cultiva-
tifican como citas. Se cita, escribió en ner en discusión; quizá representara do por algo externo a sí mismo. El
otro lugar, “para tener testigos, tam- solo una manera de escribir. Citas de Denktagebuch: no es sitio de retiro ni
bién amigos”. Aparentemente Arendt textos familiares: un acto de amistad. espacio de protección.
no encontró en Kant ni un testigo ni Citas de poemas: un acto de amor. Si, Las entradas de Hannah Arendt ce-
un amigo. El camino de la filosofía a como escribe Arendt, el lenguaje del san en 1970 y, lejos de su práctica
la ciencia política es solitario; hay otro amor se acerca al lenguaje poético, tal habitual, incluye una fecha precisa:
que también lo parece. En el medio vez la cuestión del amor no pueda tra- “25 de noviembre. El 31 de octubre
del citado pasaje, leemos “el estable- tarse discursivamente. En efecto, dis- murió Heinrich, de pronto, muy rápi-
cimiento de la ciencia política requie- persos entre sus teorizaciones, el Denk- damente, en siete horas y media. El 4
re una filosofía […]. Su fuente reli- tagebuch incluye numerosos poemas, de noviembre hubo un funeral y el 15
giosa es el segundo mito de la crea- poemas de amor. la urna fue enterrada en Bard”. La 43
ción”. Con referencia a la figura de Dado que la autora no distingue muerte de Heinrich Blücher, con quien
Kant, la filosofía parecía preocupada entre este y otros formatos de escritu- había vivido desde 1936, destruye una
por una sola pregunta. La ciencia po- ra que ella copia y preserva en su dia- constelación de escritura. La autora co-
lítica requeriría, en cambio, una filo- rio, se sostiene el desafío de leer los mienza un nuevo cuaderno: “1971. Sin
sofía de índole diferente, a la que poemas. No serviría juzgar precipita- Heinrich”. Pero a diferencia de los de-
Arendt dota de una “fuente religiosa”. damente su calidad. En junio de 1951 más cuadernos, éste contiene apenas
Pero ¿es el Génesis un texto religio- Arendt escribe como es habitual sin unos itinerarios de viaje. El Yo dialó-
so? En la lectura de Arendt, esta sig- título alguno: “Die Gedanken kommen gico del Denktagebuch dependía de un
nificación anterior resulta irrelevante; zu mir/ich bin ihnen nicht mehr fremd./ Tú, de una conversación no sólo con
el Génesis adquiere aquí un nuevo es- Ich wachse ihnen als Stätte zu/wie ein la voz interior sino con la de otro ser
tatuto. A través de ese texto se intro- bebautes Feld.” [Los pensamientos humano. Si la dualidad con la voz del
ducen las referencias al amor y tam- vienen hacia mí/ ya no soy extraña a otro calla, si se pierde el dos, ya no
bién a la amistad. “Qué es el amor, ellos. /Crezco para ellos como un si- hay un Uno. Un ser humano no es una
qué es la amistad”: estas son las pri- tio/como un campo cultivado]. La fun- instancia del pensar. O, como tantas
meras preguntas que le sugiere su lec- ción de la escritura lírica como diálo- veces citara Hannah Arendt del Géne-
tura del Génesis, precisamente las pre- go entre un Yo y un Uno mismo con- sis: Y Dios creó al hombre, masculi-
guntas que Hannah Arendt no plantea vierte el poema en una metáfora: el no, femenino.
públicamente. Yo es como un “campo cultivado” con
Esto significa, inversamente, que pensamientos que vienen de otro la-
toda la “ciencia política” conocida do, pero que están simultáneamente
omite esa cuestión central, que per- presentes en el campo del Yo. Lo que Artículo escrito para Punto de Vista,
manece abierta y que tal vez ni si- el diálogo convierte en secuencia, el traducido por H.S.

DIARIO DE
VARIACIONES BORGES
REVISTA DE FILOSOFÍA, SEMIÓTICA Y LITERATURA
EDITADA POR EL CENTRO DE ESTUDIOS Y DOCU-
Nº 67 / Abril, Mayo y Junio de 2004 MENTACIÓN J. L. BORGES
Poesía en el cine
Habana, por Raymond Roussel
Poemas de W.G. Sebald
El archivo de “El lagrimal trifurca”

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Pensamiento y narración en Hannah Arendt

Odilio Alves Aguiar

44
estilo no es algo desvinculado de los
problemas que pone en cuestión. Lisa
Disch, en Hannah Arendt and the Li-
mits of Philosophy, explora un insight
presente en un pequeño gran artículo
de Seyla Benhabib, titulado “Hannah
Arendt and the Redemptive Power of
Narrative”, en el cual argumenta que
la narrativa resulta un método adecua-
do para tratar la cuestión de la historia
en Arendt. Lo que pretendemos reali-
zar aquí es una ampliación de las pro-
puestas de Benhabib y Disch y mos-
trar cómo el propio pensamiento, esto
es, la filosofía, posee una dimensión
“narracional” en Arendt.
El totalitarismo, en las palabras de
Bruehl, provocó una verdadera “diás-
pora mental”, una quiebra completa de
los conceptos, doctrinas y verdades de
la tradición. En una situación como la
de los gobiernos totalitarios el pasado
no tiene autoridad sobre el presente y
Nuestra hipótesis de trabajo se puede Destaco que son solo imágenes, metá- los fundamentos tradicionales de com-
enunciar fácilmente: pensamos que foras, pistas, para no incurrir en el ries- prensión se han despedazado. Ante es-
Arendt elaboró, además de la pregun- go de entender la filosofía, en Arendt, ta quiebra general de los hilos que con-
ta “¿qué es la política?”, y tal vez a de forma sustancialista. Como metá- ducían la comprensión de los aconte-
causa de ella, también la pregunta foras, solo insinúan e indican el filo- cimientos, Arendt entenderá que la
“¿qué es la filosofía, o qué es el pen- sofar como una especie de lugar vacío única salida para quien persiste en el
sar?”. Si para responder la pregunta que cualquier ser humano podrá ocu- ejercicio de la comprensión del mun-
sobre la política Arendt se enfrenta con par de acuerdo con la posición y el do, en su caótica contingencia, es tor-
el tradicional conflicto entre filosofía modo de interesarse por la vida. Tra- narse storyteller. Cuando el pensa-
y política, las pistas en dirección a la taremos aquí solo la figura del story- miento y la realidad se separan, según
pregunta sobre el filosofar también teller. Arendt, contar “historias” (stories) es
parten, en la autora, de ese conflicto. La exploración del tema del filó- el medio más apropiado de referirse a
Pensamos que tres de las imágenes que sofo como storyteller nos remite al una realidad que nuestros conceptos
usa Arendt pueden ser entendidas co- modo en que Arendt escribió y pre- abstractos ya no pueden ni penetrar ni
mo metáforas que permiten compren- sentó las grandes cuestiones en sus iluminar. La vulnerabilidad de los uni-
der qué es la filosofía. Son estas: el obras. Lo que está en juego es la pro- versales en el contexto totalitario acen-
espectador, el storyteller y el paria. pia escritura arendtiana, su estilo. Ese túa los trazos de una situación cuya
salida para la reflexión consiste en ali- la pretensión de dominio total. Como podemos decir que todo el pensamien-
nearse con la narrativa. En una situa- dice Arendt, en una polémica con Voe- to de Arendt está motivado, en el fon-
ción de completa “ideologización” de gelin sobre el método del libro recién do, por la tentativa de descifrar, com-
la ciencia y de la filosofía, los con- mencionado: “No escribí una historia prender las masacres administrativas,
ceptos dejan de manifestar el sentido del totalitarismo, sino un análisis en cómo fue posible la aparición en el
inherente a lo real y se transforman en términos históricos de los elementos interior de la cultura occidental de ese
un medio para protegerse y fabricar la que se cristalizaron en el totalitaris- tipo de realidad y cuál es su antídoto.
realidad. Ante eso, no sirve buscar el mo”.1 El totalitarismo no posee una En ese aspecto, podríamos decir que
sentido en el hilo proveniente de la historia, no estaba contenido potencial- Arendt es una storyteller del mundo
tradición. El pensamiento se ve, así, mente en un acontecimiento del pasa- contemporáneo. En todos sus escritos
ante la difícil tarea de encontrar el sen- do, pero cristalizó elementos de varias se puede percibir que está persiguien-
tido sin poder contar con los patrones procedencias, como el imperialismo, el do una luz que ilumine lo que el hom-
universales establecidos como tales por antisemitismo, la crisis de los estados bre está haciendo en la actualidad, lo
el pasado. El filósofo tiene que pasar nacionales y del eurocentrismo. que pretende con sus instituciones y
a ser un storyteller, pues ya no es po- En Understanding and Politics, un sus modos de vida.
sible partir de una universalidad dada artículo que publicó poco después del La posición de la acción, con la
apriorísticamente, una vez que el sen- libro sobre el totalitarismo, Arendt se pluralidad humana como su condición,
tido solo surgirá en la medida en que enfrenta con el “problema epistemo- no concebida por Arendt a partir de 45
el pensamiento se vuelque sobre los lógico” que este plantea y señala la un patrón, llevó a la autora a com-
acontecimientos. Reconstituir, en la narrativa como salida. La narrativa prender su trabajo como una narrativa
imaginación, los acontecimientos pa- presente en Los orígenes del totalita- del “gran juego del mundo”. Contar la
sa a ser la condición para que el pen- rismo muestra que no se trata de una “historia” es la única manera de que
samiento aprehenda el sentido que mera descripción de los hechos, sino la acción permanezca en la memoria
ellos encierran. La “herencia sin tes- de un modo de pensarlos. Tal vez eso de los hombres y de que los hechos y
tamento” como la situación del pensa- haya dado lugar a varias incompren- palabras humanos adquieran dignidad
miento en el mundo contemporáneo, siones. Se exigía del libro algo que la por parte del pensamiento. Al trans-
como dice Arendt en Entre el pasado autora no pretendía: que fuese un li- formarse en una storyteller, Arendt re-
y el futuro, obliga a la filosofía a re- bro de ciencia histórica. Isaiah Berlin chaza la posición de un punto de vista
conciliarse con la existencia y a bus- y Voegelin, entre otros, impugnan el arquimediano como una postura apro-
car su significación en su propio ám- procedimiento arendtiano. El primero piada para el filosofar y nos inserta en
bito, y no en otro mundo o en una objeta varias inexactitudes fácticas y el enredo de un pensamiento “narra-
legalidad o conocimiento del curso his- el segundo cuestiona el amplio uso de cional” como su modus philosophan-
tórico en su totalidad. metáforas. Ellos no entendían que di. En la figura del filósofo como
Al menos, eso es lo que sucedió Arendt en realidad estaba realizando storyteller hay un crecimiento de la
con Arendt. El totalitarismo la llevó a un “ejercicio de pensamiento” que importancia del juicio para compren-
convertirse en una storyteller. Esto es, apuntaba antes que nada a incitar la der la filosofía en Arendt. El pensa-
al intentar escribir sobre la experien- comprensión, y que eso exige muchas miento entendido como juicio, ligado
cia totalitaria, Arendt se vio frente a veces el recurso de la metáfora. Esto a las circunstancias mundanas, libera
un “problema epistemológico”, pues es, lo que cuenta no es la reproduc- al filósofo de la tarea de tematizar lo
esa experiencia no podía ser explica- ción, el reflejo descriptivo de lo que absoluto, los principios constitutivos
da, no se encuadraba en los conceptos ocurrió, sino la fidelidad total a las de todo (ser, punto de vista arquime-
tradicionales, no podía ser entendida experiencias que generaron los pensa- diano), y abre el camino para la com-
como culminación de un proceso, co- mientos tratados, y eso era algo que prensión de los caóticos acontecimien-
mo el desarrollo de una única causa ellos no podían cuestionar en la obra tos mundanos, esto es, torna viable la
reconocible en el pasado. No era el arendtiana. Lo que no entendieron es transformación del filósofo en story-
pasado el que podría iluminar y expli- que Los orígenes del totalitarismo no teller.
car su aparición. No se trataba de una puede ser leído como un libro de cien- El pensamiento “narracional” es el
evolución, de algo que se podía dedu- cia, sino de filosofía. Allí, la autora medio que el pensador encuentra para
cir de una causa antecedente. La sali- está pensando y no simplemente re- lidiar con los acontecimientos cuando
da que encontró Arendt fue narrar la constituyendo los hechos. No se trata los cánones de la historiografía, de la
experiencia. En esa práctica verificó de un pensamiento que piensa los uni- metafísica y del pensamiento político
que, al contrario, el propio aconteci- versales, sino que busca encontrar en han perdido la capacidad de iluminar
miento ilumina lo que en el pasado los trágicos acontecimientos de la pri- lo que está sucediendo. Ante la ausen-
puede estar relacionado con él. Los orí- mera mitad del siglo algún sentido, al-
genes del totalitarismo encierra la na- go que pueda iluminarlos.
1. Hannah Arendt, “A Reply to Eric Voege-
rrativa de movimientos políticos con- Si es verdad, como dice Heideg- lin”, en Essays in Understanding, editado por
temporáneos que se levantaron en el ger, que todo gran pensador pasa la Jeromy Kohn, Nueva York, HB&C, 1993, p.
escenario del poder y que mantenían vida pensando un único pensamiento, 403.
cia de patrones confiables, se pasa a de pensar, en el cual los dilemas, pa- el hecho de que nunca permitió que la
invocar las propias experiencias como radojas y conflictos de la existencia objetividad supuesta le hiciera perder
base del análisis. Podríamos decir que humana son sometidos a un criterio la visión de la verdadera relación con
Arendt desarrolla una concepción de único, abstracto y externo, visto como el mundo de las cosas o los hombres
la filosofía como storytelling, la habi- medida eficaz para la solución de ta- que él atacaba o alababa”.3 El pensa-
lidad de retener las experiencias hace les problemas en función de su com- miento “narracional” no trata una si-
del pensador un storyteller. Es esa pleto distanciamiento respecto de ellos. tuación compleja reduciéndola a un
apertura del pensamiento hacia las ex- La perspectiva arquimediana está concepto, disolviendo y sacrificando
periencias la que está en la idea de un conducida por el interés en mover los sus componentes, sus “voces” inter-
“pensar apasionado”, en el cual la vi- asuntos humanos a partir del punto fi- nas, sino que apuesta a su reconstitu-
da del espíritu expresa sus realizacio- jo de la teoría. La perspectiva concep- ción mediante la imaginación como
nes más importantes no al dedicarse a tual, denuncia Arendt, pretende el con- forma de encontrar significación pro-
las cuestiones últimas, metafísicas, co- trol sobre la existencia. En ella la fi- pia. La imaginación desempeña un pa-
mo en el caso de los antiguos, sino en losofía dejó de ser interrogación, de pel central en la concepción arendtia-
el desinteresado placer de juzgar los incitar a cada uno a pensar por su pro- na de imparcialidad situada.
acontecimientos. En ese sentido, el fi- pia cuenta, para ofrecer patrones ca- Al contrario de la imparcialidad
lósofo no está en compañía de los dio- paces de legitimar comportamientos. abstracta, en la cual se recurre a la
46 ses, sigue un recorrido ampliamente El interés normativista en este tipo de facultad de la razón para encontrar un
transitado por los historiadores, poe- filosofía es fuerte.2 La filosofía, así patrón normativo legitimador, la im-
tas y narradores. entendida, no está interesada en des- parcialidad situada intenta reconstituir
Hay una estrecha relación entre la pertar a las personas para el pensa- la experiencia como forma de encon-
actividad de narrar una historia y el miento, como en la mayéutica, sino trar su significación. En ese sentido,
proceso circular del pensamiento. El para un determinado tipo de acción, la el pensamiento “narracional” posee
storyteller invita al oyente o lector a cual estaría basada en un patrón ra- una dimensión poética, pues no parte
penetrar en las varias facetas de un cional universal. En esa perspectiva de una verdad universal y manifiesta
acontecimiento, deja libre, no cierra. parecería que hay apenas una solución el sentido inherente a las experiencias
Le corresponde al oyente/lector tomar y un camino para los conflictos hu- particulares. No hay una verdad o le-
la decisión respecto de la posición que manos. La teoría es concebida como galidad universal que presida las ex-
adoptará. Como el pensamiento, la na- solución y no como cuestionamiento. periencias particulares de los hombres,
rración no es rectilínea y convida a Al contrario, el pensamiento “na- y por eso, para Arendt, solo su re-
cada uno a contar de nuevo la histo- rracional” tiene como modelo la im- constitución imaginativa permite que
ria. Además, Arendt siempre decía que parcialidad de Tucídides, pues se trata su razón de ser aparezca. La base de
cada generación tiene que contar de de una imparcialidad situada y no abs- ese pensamiento es la experiencia y
nuevo el pasado. Lo mismo ocurre con tracta. El storyteller presenta los dile- no el razonamiento acerca de lo uni-
el pensamiento. Pensar no es, para mas y paradojas y lleva a los otros a versal. Esto no equivale a decir, sin
Arendt, una herencia, es un proceso tomar posición por su propia cuenta. embargo, que hay en Arendt una es-
sin fin, remite siempre a un repensar. Desde esa perspectiva, los problemas pecie de Ursprungphilosophie, como
Una nueva perspectiva vislumbrada éticos, por ejemplo, no pueden ser sub- si ella defendiese la idea de un origen
puede traer consigo el repensamiento sumidos en un valor único. Los dile- puro, intacto, para el pensar, libre de
en torno de algo. El filósofo no es el mas son mejor presentados cuando se incrustaciones conceptuales, ideológi-
guardián de turno de la verdad. Él in- cuenta una historia acerca de ellos que cas, etcétera. No se trata de eso, y sí
cita a cada uno a buscarla por cuenta cuando son sometidos a un criterio de de la reconciliación entre significación
propia. estilo arquimediano. El pensamiento y apariencia, generalidad y particula-
Al concebir al filósofo como un “narracional” no pretende llevar a un ridad, filosofía y política, pensamien-
storyteller, Arendt encuentra el modo comportamiento x, proponerse como to y contingencia.
de superar el abismo entre filosofía y autoridad legitimadora de un determi- La valoración de la memoria en el
política, el modelo abstracto de im- nado comportamiento, sino simple- pensamiento “narracional” torna via-
parcialidad que predominó en la tradi- mente provocar el pensamiento de las ble esa reconciliación. En ese punto
ción filosófica occidental, pautado por personas. vemos que la fuerte influencia de
la exigencia del retiro absoluto, por la Esa imparcialidad situada se en- Agustín se hace sentir más de una vez
asunción de un punto de vista com- cuentra expuesta de manera bastante en el pensamiento arendtiano, así co-
pletamente externo a los asuntos hu- comprensible cuando Arendt se refie- mo la de su amigo Walter Benjamin.
manos como condición para el filoso- re a Lessing, en un discurso que la A través de esos pensadores, Arendt
far, lo que implicaba el sacrificio de autora dio en la ciudad de Hamburgo
los asuntos humanos en su dimensión al recibir un premio y que fue editado 2. Cf. Eduardo Jardim Moraes, “Filosofia e
política em Hannah Arendt”, en Perspectiva,
de contingencia. En realidad, el pen- en Hombres en tiempos de oscuridad.
San Pablo, Unesp, 1993, v. 16, pp. 111-118.
samiento “narracional” es una forma Escribe Arendt: “Uno de los compo- 3. Hannah Arendt, Men in Dark Times, Nue-
de contraponerse al modo fundacional nentes de la grandeza de Lessing fue va York, HBJ, 1983, p. 5.
vislumbra un modo de que el pensa- política”. No se trata de defender una lo de crítica el distanciamiento com-
miento se reconcilie con la contingen- pureza interpretativa o descriptiva, pe- pleto de la sensibilidad, y la tradición
cia, con el initium (Agustín) y con los ro sí de llamar la atención con intran- asimiló eso como la exigencia básica
fragmentos (Benjamin). Esto es, a tra- sigencia hacia el hecho de que los para que un pensamiento fuera consi-
vés de ellos, Arendt aprendió la posi- asuntos humanos son contingentes, frá- derado crítico. Debido a la hegemonía
bilidad de encarar los asuntos huma- giles, y que pretender darles una sus- de ese racionalismo exacerbado, el ar-
nos sin el recurso a la causalidad o a tentación completamente segura, sea te, la literatura, la poesía y todas las
una teleología universal. El pensa- esta teórica o político-ideológica, es formas de expresión del pensamiento
miento “narracional” encuentra la sig- un peligro. Eso significa eliminar la relacionadas a situaciones particulares
nificación de los acontecimientos en dimensión mundana del mundo y cre- fueron consideradas acríticas. Solo el
ellos mismos, sin necesidad de recu- er que los hombres son incapaces, por anclaje conceptual, en la filosofía tra-
rrir a un flujo continuo y metafísico sí mismos, de dotar a su vida de sig- dicional, es capaz de liberar al pensa-
para la vida. nificación. Por el hecho de proceder miento del dogmatismo y de la inge-
Por medio de la imaginación, el así, las teorías encuadran; en ellas los nuidad.
storyteller logra mantener lo que la sentidos no pueden provenir de las pa- ¿Cómo conjugar, entonces, expe-
teoría quiere disolver, una vez que su labras y acciones humanas, sino de los riencia y crítica? Esto es, ¿es posible
pretensión no es determinar un cami- pensamientos y posiciones arquimedia- afirmar que el pensamiento “narracio-
no, presentar la solución única, ni con- nos. nal”, storytelling, es capaz de conci- 47
trolar el curso histórico, sino retener, Para Arendt, la filosofía tradicio- liar las dos dimensiones? Siguiendo
formar y contar una historia a partir nal, ontológica y sistemática, intere- las huellas arendtianas, desde el texto
de los indeterminados acontecimien- sada en el ser en su universalidad, de- Understanding and Politics hasta La
tos humanos. Es eso lo que posibilita ducía la política del sistema. Eso lle- vida del espíritu, sin olvidarnos de
una reconciliación efectiva entre el vó a que nuestra autora se distanciase mencionar el precioso artículo sobre
pensamiento y las cosas humanas. Al y encontrase otra forma de pensar la historia de Entre el pasado y el futu-
pensamiento “narracional” no le preo- política en su contingencia, que inclu- ro, en donde la autora diferencia la
cupa la historia del ser, pero sí encon- so así permanece como un “pensa- objetividad de la imparcialidad, sin du-
trar significación en las contingentes miento pensante”, no cognitivo. Arendt da alguna es posible y necesario rei-
acciones humanas. Vale decir, el hom- resuelve la dificultad del filósofo tra- vindicar el criticismo para el pensa-
bre, sus circunstancias y acciones, no dicional para lidiar con la acción con miento experiencial. La filosofía co-
es sometido a un patrón externo, con- la figura del filósofo-storyteller. En La mo storytelling está más allá del
ceptual, ideológico o científico. El pen- condición humana, en la que prevale- fundacionalismo y del subjetivismo,
samiento “narracional” encuentra sen- ce como tono general una compren- del objetivismo y del relativismo. Pa-
tido en la discontinuidad, en los frag- sión de la acción y de la política co- ra que eso ocurra es necesario, en pri-
mentos, en la apariencia (existencia) mo esferas completamente frágiles, mer lugar, diferenciar la comprensión
y se contrapone a la solución teórico- contingentes, Arendt defiende el ar- de Arendt del pensamiento como
causal-teleológica que solo encuentra gumento de que solo la historia (story) storytelling de las concepciones clási-
sentido en la continuidad y en lo uni- y, por lo tanto, el storyteller, puede cas de storytelling como narrativas
versal. El fuerte de la postura narrati- remediar la futilidad de la acción y comprometidas con la idea de tradi-
va es justamente la valoración que ha- del discurso.4 Es esa capacidad del ción, como vehículo de transmisión de
ce de las palabras, acciones y hechos storyteller de retener la acción en su la historia y de la identidad de los pue-
humanos en su particularidad. Solo la contingencia la que lo vuelve central blos, las cuales poseerían efectos dis-
imaginación puede socorrer al pensa- para solucionar la escisión entre pen- ciplinadores. Arendt también se dife-
miento en su reconciliación con esas samiento y acción en la tradición filo- rencia de la comprensión de la story
dimensiones, sin ella el pensamiento sófica occidental.5 En las Conferen- como voz de los marginados (margi-
queda vacío. Al retenerlas, se llena de cias sobre Kant, cuyo tema central es nal voice) en contraposición a la story
vida. la relación entre filosofía y política, el oficial, universal, consensuada, etcé-
Solo esa apertura hacia la contin- espectador es presentado como la so- tera. En esas concepciones los produc-
gencia puede reconciliar a la filosofía lución para ese conflicto, justamente tos de la storytelling servirían como
y la política, una vez que la política y porque al tornarse un storyteller reúne apoyo a la autoridad o prescribirían
el mundo humano como tal es una es- y preserva, por medio de la imagina- comportamientos.
fera en la que no existe ninguna deter- ción (go visiting), la acción humana
minación a priori. Cualquier tentativa en su dimensión mundano-contingen- 4. Arendt, The Human Condition, Chicago,
de concebirlo en términos de determi- te. Chicago University Press, 1989, en especial los
nación implica querer controlarlo, bu- Por último, es interesante referirse capítulos “The web of relationships and the
rocratizarlo. Ese es el sentido que pen- al pensamiento “narracional” y a la enacted stories” y “The frailty of human af-
fairs”, pp. 181-192.
samos que está presente cuando Arendt posición del storyteller como una pos- 5. Cf. Paul Ricœur, “Action et histoire”, en
hace la defensa intransigente de la ver- tura crítica. La filosofía de filiación Condition de l’homme moderne (Lectures 1),
dad fáctica en el artículo “Verdad y arquimediana construyó como mode- París, Seuil, 1991, pp. 60-66.
Si observamos con atención, inclu- una tradición, sino con la comunica- implicaría la pérdida de sus patrones
so el mayor inspirador de Arendt en ción entre las generaciones. Así se ve- inherentes, sus propios sentidos. En ese
este aspecto, Walter Benjamin, no es- rifica una reconciliación efectiva de aspecto, la imparcialidad situada se
capó de esa comprensión. Para él, la los hombres con sus experiencias. Sin muestra superior a la imparcialidad
narración posee una dimensión utili- eso, el hombre permanece heteróno- abstracta, externa, porque está más ca-
taria, siempre propone “una enseñan- mo, apenas comportándose, repitien- pacitada para recuperar la singulari-
za moral, una sugerencia práctica”, do el pasado. 9 La storytelling, en dad de las experiencias sin caer en el
“consejos”, y la gran mayoría de sus Arendt, no estimula por tanto una con- “calvario de las abstracciones” y en la
intérpretes entiende la narrativa como ducta, sino un pensamiento autónomo, “alegorización universal” que desma-
la voz de los marginados.6 En Arendt, el ejercicio del juicio crítico. terializan las cosas y las personas, don-
el pensamiento “narracional” no está ¿Cuál es el sentido, entonces, de de cada persona y cada relación pue-
comprometido con la defensa de una la imparcialidad situada crítica? Una den significar, en cualquier momento,
tradición o de un grupo específico, no vez más, la imaginación cumple un otra cosa.
intenta conducir o legitimar una ac- papel fundamental. Sin ella, la expe- El criticismo, así entendido, no pre-
ción. Storytelling es, sobre todo, en- riencia pierde su decibilidad, queda supone la abstracción, un fundamento
contrar y traer a luz el sentido en las perdida en el torbellino de las viven- universal –que, aun cuando pueda ser-
indeterminadas y “caóticas” experien- cias y los hábitos rutinarios. En la “his- vir para legitimar una acción, no ins-
48 cias humanas. A partir de allí pode- toria” la imaginación “sale de visita”, tiga a pensar por cuenta propia–, sino
mos comprender su elogio a Dinesen, de tal modo que el oyente/lector es que se realiza efectivamente en la me-
quien afirma que todos los sufrimien- llevado a situarse en varias posiciones dida en que, por medio de un distan-
tos humanos pueden ser soportados y estimulado a escoger él mismo su ciamiento no absoluto, pone en circu-
cuando hacemos con ellos una histo- propia posición. El storyteller no ofre- lación las diversas perspectivas e “his-
ria (story) o contamos una historia ce la posición verdadera, no resuelve torias” y, por eso, no puede funcionar
acerca de ellos, una frase que Arendt las ambigüedades y dilemas de las si- como fundamento absoluto para ac-
toma como epígrafe en el capítulo so- tuaciones, sino que intenta poner al tuar o pensar, sino apenas estimular
bre la acción de La condición humana. lector/oyente junto a la experiencia fermenta cognitiones.
El pensamiento “narracional” es “historiada” para que logre parir sus
crítico porque busca (cree Arendt ins- propios pensamientos. La imparciali- “Pensamento e narração en Hannah Arendt” fue
pirada en Benjamin), sobre todo, el dad de Tucídides no se sustenta en un traducido por Ada Solari. Apareció en: Eduardo
Jardim de Moraes y Newton Bignotto (eds.),
intercambio de experiencias; el story- patrón externo (Arquímedes), sino en
Hannah Arendt; Diálogos, reflexões, memórias,
teller transforma las experiencias bru- la actividad dialogante del yo consigo Belo Horizonte, Editora UFMG, 2001, con cuya
tas en un producto sólido y único: la mismo, en el pensar incesante sobre autorización lo reproducimos.
“historia”, y para eso se exige aten- lo que está ocurriendo. La naturaleza
ción, postura de espectador y el cues- crítica de esa posición surge justamen- 6. Cf. Walter Benjamin, “O narrador”, en:
tionamiento de los hábitos que llevan te en el movimiento de la imagina- Obras escolhidas, traducción de Sérgio Roua-
siempre a la exclusión de los procesos ción de posición en posición, y solo net et al., San Pablo, Brasiliense, 1993, v. 1, en
especial p. 200.
reflexivos.7 La storytelling, la inmer- quien tiene interés en contar una his- 7. Cf. Hannah Arendt, “Walter Benjamin”, en
sión en la espesura de la experiencia, toria puede abrirse a las diversas po- Men in Dark Times, op. cit., pp. 153-206.
solo es posible mediante la activación siciones, aun cuando no logre jamás 8. Paulo Sérgio Rouanet, Édipo e o anjo, Río
de la capacidad de asociar y rememo- “visitar” todas ellas, y es eso lo que de Janeiro, Tempo Brasileiro, 1990, pp. 62-65.
9. Olgária Matos, “História e repetição”, en
rar, esto es, de pensar.8 El storyteller, hace que la historia (history) nunca Os arcanos do inteiramente outro, San Pablo,
como el flâneur, se distancia del tran- tenga un fin, pues jamás podremos co- Brasiliense, 1989, pp. 31-58.
seúnte masificado por la capacidad de locarnos totalmente fuera de ella y ver- 10. “Pensar con la mentalidad extendida signi-
narrar que aún mantiene viva. La me- la en su totalidad.10 Las varias “histo- fica entrenar la propia imaginación para salir de
visita”, dice Arendt en Lectures on Kant’s Po-
moria recuperada por el storyteller no rias” (stories) no pueden ser someti- litical Philosophy, editado por Ronald Beiner,
está relacionada con la transmisión de das a un patrón único, porque eso Chicago, Chicago University Press, 1982, p. 43.

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