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ALCANCES Y LIMITACIONES; INSTRUMENTOS DE

EVALUACIÓN PSICOLÓGICA EN LITIGIOS POR GUARDA Y


CUSTODIA DE MENORES.
LAURA ESPERANZA ALCÁNTARA DÍAZ
SANTIAGO AMAYA NASSAR
Introducción-Justificación
Es común, que ante los procesos de separación o divorcio se
pueda presentar un conflicto dentro de la disputa por guarda y
custodia de los niños, niñas y adolescentes (NNA), quienes
muchas veces son expuestos a un detrimento de su bienestar a
nivel psíquico, emocional, físico y sociocultural, lo que hace
necesaria la intervención del sistema de justicia y de
profesionales especializados, como abogados, jueces y
psicólogos, entre otros (Major, 2002; Bala, Mitnick, Trocmé y
Houston, 2007).
De acuerdo a esto, una preocupación generalizada desde la
perspectiva de Arch, (2008), dentro del gremio de operadores
jurídicos, ha sido la de favorecer la adaptación de los NNA a las
nuevas dinámicas familiares y de igual forma, “prevenir la
aparición de dificultades o trastornos psicopatológicos que
interfieran en su correcto desarrollo y evolución” (Arch, 2008, p.
22) Dado que, desde la teoría del apego, la formación del vínculo
confiable y seguro depende de un cuidador constante y atento,
que pueda establecer una comunicación pertinente con el NNA
desde sus primeros meses de vida y no solo se preocupe por
cubrir sus necesidades básicas (Moneta, 2014).
Estadísticamente, se puede evidenciar que durante los últimos
tres años en Colombia, ha existido un incremento progresivo de
divorcios y una disminución en las tasas de matrimonios
(Superintendencia de Notariado y Registro, 2014, 2015 y 2016).
Sin embargo, no se encuentran estadísticas sobre procesos de
guarda y custodia, lo que resulta ser un limitante a la hora de
comprender este fenómeno dentro del contexto nacional.
No obstante, desde la  American Academy of Child and
Adolescent Psychiatry (AACAP), (1997), Luftman, Vetkamp,
Clark, Lannacone y Snooks (2005); Melton, Petrila, Poythress y
Slobogin (2007) y la APA, (2010) se plantea que la mayoría de las
decisiones sobre custodia entre padres, se logra con un acuerdo
mutuo después de la separación o divorcio, en donde solo el 10%
de estos casos va litigio (Patel y Choate, 2014).
De ahí que, dentro de los litigios por guarda y custodia, resulta
pertinente la intervención de la psicología forense y
concretamente, el ejercicio profesional del psicólogo forense en
calidad de perito, haciendo alusión al profesional que posee
conocimientos científicos y especializados requeridos al proceso
judicial, para aportar aquellos conocimientos técnicos que el
juez no tiene la facultad de poseer (Rodríguez et.al, 2015; Arch,
2008).
La labor del psicólogo forense dentro de este contexto, responde
a la construcción de un informe pericial a partir de una
evaluación psicológica. La evaluación psicológica, hace
referencia al procedimiento utilizado para medir algunos
aspectos del comportamiento humano, por medio del uso de
instrumentos de evaluación como los test y pruebas
psicométricas y otros métodos o técnicas como la entrevista, la
observación, los auto-informes, entre otros (Aragón, 2004;
González, 2007; Fuertes, et al. 2009).
La evaluación psicológica en el ámbito de familia, ha sido
considerada por Otto, (2000) y Otto, Edens y Barcus, (2000)
compleja en su ejecución, teniendo en cuenta su naturaleza
multifacética, la cual consume mucho tiempo, implica la
realización de diversas entrevistas a diferentes partes y el
ambiente dentro de la evaluación tiende a ser muy emocional
(Archer y Wygant, 2012).
Para Tejedor y Jiménez, (2001), Ramírez, (2003),  Rodríguez,
(2004) y Cepeda, (2011), el objetivo principal del psicólogo
forense en la evaluación psicológica en los litigios por guarda y
custodia, debería ser brindar su criterio profesional, pertinente y
esclarecedor como herramienta que facilite las decisiones
judiciales; realizando una evaluación de las capacidades
parentales, que contemplen los niveles de congruencia y
compatibilidad entre las características y habilidades
educacionales de forma que respondan a las necesidades y
características del NNA.
Ahora bien, para la APA, (1994), los conocimientos que el
psicólogo forense debe poseer para la realización de este tipo de
evaluación psicológica, estarían relacionados con los ciclos del
desarrollo de los NNA, de la familia y el impacto que el divorcio
puede generar en los miembros del sistema familiar;
desempeñando su labor bajo principios éticos (Cepeda, 2011).
También, es importante que el psicólogo forense incluya dentro
de la evaluación psicológica la valoración del desajuste
psicológico parental, es decir, tener en cuenta antecedentes a
nivel personal y familiar de trastornos psicológicos, trastornos
asociados a la crisis matrimonial, incidencia en el plano familiar
y laboral y abordaje psicofarmacológico, para que, de esta
manera se pueda establecer una posible influencia sobre las
habilidades parentales de cada uno de los progenitores (Ramírez,
2003).
Asimismo, como lo establecen “Las directrices de la APA sobre
evaluación por custodia dentro de procesos legales de familia”,
el ejercicio profesional del psicólogo forense, debe tener como
prioridad el bienestar del NNA y la aplicación de múltiples
métodos de recolección de información, que reflejen estándares
de confiabilidad y validez (APA, 2010).
Estos estándares, deben reflejarse en la aplicación de test y
pruebas psicológicas, para que permitan a los resultados poder
ser replicados por otro perito. Esta aplicación, para Brodzinsky,
(1993), debe brindarse de forma limitada, dado que la
información obtenida a partir de estos instrumentos tiende a ser
muy específica, razón por la cual debería ser tratada como una
parte de un proceso de evaluación más amplio, evitando
generalizarla de forma inadecuada (Gómez, 2013).
Sin embargo, la bibliografía científica “cuenta con un amplio
debate respecto al adecuado uso de los mismos dentro de la
evaluación por guarda y custodia”, los cuales no siempre
reflejan, estándares de validez y confiabilidad (Fariña y Vilariño;
2014; Bricklin 1992, 1999; Brodzinsky, 1993, Grisso, 1986, 1990;
Quinell y Bow, 2001; Ramírez, 2006; citados en Arch y Jarne,
2010, p. 60). En especial, porque los instrumentos de evaluación
psicológica que generalmente utilizan los psicólogos forenses en
esta área, tienen validez y confiabilidad desde el ámbito clínico
(Klein y Bloom, 1986; Ackerman y Ackerman, 1997; Bow y
Quinnel, 2001; Bow, 2006)
Dentro de la aplicación de instrumentos de evaluación
psicológica a padres en los litigios por custodia, se reconoce que
“existe algún nivel de relación entre la presencia de
psicopatología o los rasgos de personalidad y las capacidades
parentales”. (Taylor y cols, 1991; Erickson, Lilienfeld y Vitacco,
2007, citado en Arch y Jarne, 2010, p. 61). Aun así, se plantea
que existe una sobre-dependencia de los instrumentos que
evalúan estos constructos dentro de la labor pericial en custodia,
lo cual impacta en los resultados y conclusiones del mismo que a
nivel general no se perciben pertinentes para la petición del
tribunal (Arch y Jarne, 2010;  Archer y Wygant, 2012).
Por lo tanto, en este ensayo se pretende abordar desde una
perspectiva crítica, los alcances y limitaciones del uso de
instrumentos de evaluación psicológica a padres más utilizados,
dentro la evaluación psicológica forense, en litigios por guarda y
custodia de NNA; haciendo referencia al uso de test o pruebas
psicológicas. Teniendo en cuenta que desde el artículo 18 de La
Convención de los derechos de los NNA;  aspectos como la
crianza y el desarrollo del niño, a nivel legal es responsabilidad
primordial de los padres, quienes deben garantizar su bienestar
integral a través del cumplimiento del principio de interés
superior del menor (Torrecuadrada, 2016).
El esquema del siguiente ensayo, comenzará haciendo un
recorrido por los antecedentes históricos, que permitan una
comprensión más amplia del papel de la psicología forense y
especialmente del ejercicio profesional del psicólogo forense
dentro de los litigios por guarda y custodia de NNA;  aludiendo a
los términos validez y confiabilidad, que dentro de los
instrumentos se sustentan mediante; hallazgos de investigación
que han sido sometidos a revisiones por pares en revistas
profesionales, técnicas que tienen tasas de error cuantificables y
que han obtenido aceptación general en el campo de la
psicología (Archer y Wygant, 2012).
Así pues, el desarrollo de esta revisión resulta pertinente ya que
desde la investigación científica se han identificado fuertes
críticas, que enfatizan en; a) la ausencia de evaluación de
constructos pertinentes al objetivo de la pericia en cuestión
como; la capacidad de crianza, la naturaleza y calidad de la
relación padre-hijo, b) la baja fiabilidad desencadenada por la
elevada distorsión motivacional que comúnmente presentan los
padres inmersos en un proceso contencioso y c) la ausencia de
instrumentos y protocolos especializados en la evaluación
psicológica forense en custodia (Bow, 2006; Chacón, et.al, 2009;
Arch y Jarne, 2010; Gómez, 2013).
En relación con todo lo dicho previamente, es una realidad desde
la literatura científica que el uso de instrumentos de evaluación
psicológica dentro de la evaluación psicológica forense en litigios
por guarda y custodia, presenta un panorama amplio de críticas
y que el ejercicio del psicólogo forense en calidad de perito
dentro de este tipo de evaluaciones, debe responder a unos
objetivos y/o requerimientos específicos (Tejedor y Jiménez,
(2001); Ramírez, 2003; Rodríguez, 2004; Bow, 2006; Chacón,
et.al, 2009; Arch y Jarne, 2010; APA, 2010; Gómez, 2013;
Cepeda, 2011). Por lo tanto, se pone en cuestión si en el gremio
de los psicólogos forenses y operadores jurídicos, existe poca
atención respecto a la incorporación del conocimiento que
brinda la investigación científica actualizada, dentro de su praxis
profesional.
Marco Teórico
Custodia
La separación o divorcio de una pareja, es una decisión difícil de
tomar que supone componentes emocionales complejos de
sobrellevar tanto a nivel familiar como personal (Fernández y
Godoy, 2002; Ramírez, 2003). Aun así, uno de los focos más
importantes dentro de la dinámica de separación y divorcio, es
el tema de garantizar el bienestar y cuidado de los Niños, Niñas y
Adolescentes (NNA); alimentación, seguridad, educación y
planificación de bienestar emocional, lo que hoy en día
llamamos “custodia”.
La custodia, establecida en la ley 1098 del 2006 en Colombia, se
define como la obligación de que los padres “en forma
permanente y solidaria asuman directa y oportunamente su
custodia para su desarrollo integral. La obligación del cuidado
personal se extiende además a quienes convivan con ellos en los
ámbitos familiar, social o institucional, o a sus representantes
legales” (Ley 1098 del 2006, art 23).
Por esta razón, se consideran diferentes alternativas para
garantizar este derecho del NNA, entendiendo que los padres y
el sistema familiar se conciben como las fuentes principales que
permiten la transmisión y construcción de creencias, valores,
normas, actitudes y comportamientos, jugando un papel
fundamental dentro del proceso de socialización y construcción
de identidad (Musitu, Román y García, 1988).
Dentro de este primer apartado, se desarrollarán los siguientes
ejes temáticos; antecedentes históricos de la custodia, interés
superior del menor y teoría del apego, y tipos de custodia.
Evolución histórica de la guarda y custodia de menores
El Derecho Romano, como origen de la práctica judicial, impactó
durante siglos en el ejercicio de la patria potestad y custodia de
los NNA. Atribuyendo una autoridad y poder exclusivo a los
padres sobre los hijos y la esposa. Dicha exclusividad, fue
reconocida como el “pater familias” ya que, dentro del sistema
familiar, en caso de repudio o divorcio, era el padre quien poseía
el control absoluto sobre los hijos (Arch, 2008).
Posteriormente, surge una doctrina denominada “Tender Year”
apoyada por la “British Act”, la cual hace alusión al supuesto
social y cultural de que “los hijos pequeños deben permanecer
bajo el cuidado de la madre, en base a la creencia que esta
atiende más eficazmente las necesidades emocionales de los
niños” (Arch, 2008, p. 23).
No obstante, acontecimientos como la modificación del código
civil en el 2005, aparición de leyes como la 11/81 y 30/81 en
España y la Guardianship of Infants Act. 1925 en Inglaterra, surge
una postura más inclusiva dentro de las decisiones en custodia,
permitiendo que tanto padres como madres pudieran tener la
custodia del NNA, surgiendo la custodia compartida (Fariña y
Arce, 2006; Arch, 2008; Hayden, 2011).
Existen diferentes listas de criterios para la recomendación de la
custodia compartida (Arch, 2008). No obstante, desde la
perspectiva de Hayden (2011), las jurisdicciones de Francia,
Inglaterra y Estados Unidos han servido de inspiración sugiriendo
los siguientes criterios:

1. Aptitudes personales de los padres y relación previa con los


hijos.
2. Los deseos de los niños competentes
3. El número de hijos
4. El desempeño de las obligaciones parentales y el respeto
mutuo en las relaciones personales
5. Los resultados de los informes jurídicos
6. Cualquier otro criterio que permita a los niños vivir
adecuadamente.

El bienestar del niño, comúnmente conocido como el “Interés


Superior del menor” (ISM) como derecho subjetivo y principio
inspirador, se tuvo en cuenta en la sentencia Blissets, a finales
del siglo XVII (1774) y actualmente se asume como un criterio
importante al momento de brindar una orden de custodia
compartida (Hayden, 2011; Torrecuadrada, 2016). Desde la
aparición de la “Uniform Marriage and Divorce Act” en 1970, las
decisiones dentro de los tribunales acerca de custodia, empezó a
tener en cuenta este principio para la decisión en custodia.
Consagrando al NNA como sujeto de protección especial, gracias
a la Convención de las Naciones Unidas relativa a los derechos
del niño, en 1989 (Arch, 2008).
Interés Superior del Menor y Teoría del Apego en Custodia
El principio del Interés Superior del Menor (ISM) dentro de la
Declaración sobre los Derechos del Niño en la Asamblea General
de Naciones Unidas de 1959, establece que este “debe ser un
principio rector de quienes tienen la responsabilidad de su
educación y orientación: dicha responsabilidad incumbe, en
primer término, a sus padres” (Torrecuadrada, 2016, p. 135).
Por lo tanto, se debe recurrir a este principio siempre y cuando
se vaya a aplicar una ley en una situación que pueda afectar real
y/o potencialmente a un NNA (Grisso, 1986; Kelly, 1994;
Torrecuadrada, 2016). En este caso, debe ser tenido en cuenta
dentro de procesos contenciosos en custodia.
Desde Arch (2008), una de las variables significativas que
establece los criterios para determinar la custodia de los hijos,
es la Michigan Custody Act de 1970:
Tabla 1. Criterios para determinar la Custodia.
Criterios para determinar la Custodia
1. El amor afecto y otros lazos emocionales que existen entre
las partes implicadas y el niño.
2. La capacidad y la disposición de las partes implicadas para
dar amor al niño, afecto y guía y para continuar la
educación y educar al niño en su religión o credo, si lo hay.
3. La capacidad y la disposición de las partes implicadas para
proveer al niño, alimento, ropa, asistencia médica u otro
cuidado sanitario reconocido y permitido bajo leyes de este
estado en lugar de asistencia médica y otras necesidades
materiales.
4. El espacio de tiempo que el niño ha vivido en un ambiente
estable, satisfactorio y la deseabilidad de la continuidad
que mantiene.
5. La permanencia como unidad familiar, que supone el hogar
y hogares custodios propuestos o existentes.
6. La aptitud moral de las partes implicadas.
7. La salud mental y física de las partes implicadas.
8. El ajuste de los niños a sus hogares y escuelas y su
continuidad.
9. La preferencia razonable del niño, si el juzgador considera
que el niño tiene suficiente edad para expresar
preferencia.
10. La buena voluntad y la capacidad de cada una de las
partes para facilitar y animar la continuidad de la relación
paterno-filial entre el niño y el otro progenitor.
11. Violencia doméstica, sin importar si la violencia fue
dirigida o presenciada por el niño.
12. Cualquier otro factor que el juzgador considere
relevante en un conflicto particular de la custodia del niño.

Estos criterios, evalúan desde diferentes ángulos la aplicación


del ISM, la idoneidad parental de los progenitores para obtener
la custodia de sus hijos y la deseabilidad y preferencia de los
NNA frente a la custodia.
Para la comprensión de estos tres aspectos, resulta pertinente
hacer alusión a la teoría del apego, la cual sitúa la relación entre
padres e hijos desde un marco etiológico y cognitivo,
permitiendo valorar los sistemas de control y el marco general
de desarrollo (Rodríguez-Domínguez, et al., 2015). Pues la teoría
sustenta, que la calidad de las experiencias y el marco relacional
entre estos dos subsistemas familiares, desempeñan un rol
fundamental en la construcción de personalidad y en el
desarrollo social del NNA. (Lópe, 1998; Moneta, 2014).
Así pues, desde la perspectiva de Goldstein, Freud y Solnit,
(1973) surge el concepto de “Padre Psicológico”, haciendo
referencia a la figura de cuidado y apego que presta atención
cotidiana a las necesidades del niño; a nivel físico, alimenticio,
afectivo y de estimulación. Desde esta perspectiva, se considera
que la satisfacción de estas necesidades en el NNA, permiten
facilitar la construcción de una relación psicológica entre padre
e hijo, sobre las bases biológicas, permitiendo que el niño se
sienta valorado y querido (Arch, 2008).
Así mismo, la parentalidad competente es un eje importante
dentro de los criterios para otorgar la custodia (Gómez, 2014),
esta se define como la capacidad de todas aquellas personas que
puedan ser potenciales cuidadores de niños, respondiendo
eficazmente ante situaciones parentales problemáticas y
maximizando las consecuencia positivas, permitiendo que en el
futuro, los NNA puedan llegar a ser adultos competentes y
humanitarios, capaces de funcional socialmente (Marafiote,
1985; Maccoby, 1997).
Tipos de Custodia
De manera clásica se han señalado tres (o cuatro) tipos de
custodia (Ávila y Rodríguez-Sutil, 1995; Ramírez, 2003; Fariña y
Arce, 2006; Arch 2008):
Custodia Exclusiva (CE): Un progenitor ejerce la custodia, esto
quiere decir que se le otorga el ejercicio del cuidado cotidiano
de los NNA, estableciendo un régimen de visitas para el otro
progenitor.
Custodia Partida (CP): Se asigna el cuidado de una cantidad de
hijos a un progenitor y del resto, al otro progenitor.
Custodia Compartida (CC): Se le asigna a ambos progenitores la
custodia de los hijos, durante periodos establecidos permitiendo
que participen activamente y cotidianamente en el cuidado de
los NNA.
Custodia Repartida (CR): Cada uno de los progenitores ejerce la
custodia exclusiva o compartida de cierta cantidad de hijos.
De acuerdo a esta categorización de la custodia, han surgido
diferentes opiniones y críticas respecto a cada una de ellas; 1)
La custodia exclusiva sugiere como elemento negativo la
designación legal de un padre adecuado y otro inadecuado; 2) La
custodia partida se percibe como la división del subsistema
familiar de hermanos, lo que se considera psicológicamente no
deseable (Tejeiro y Gómez, 2011); 3) La custodia compartida,
implica la necesidad de los menores a adaptarse a los cambios de
estilo educacional, de domicilio, para pasar de una casa a otra. 
(Fariña, Seijo, Arce y Novo, 2002); y 4) La custodia repartida
“podría inducir a confusión en los niños por los cambios de
entorno y rupturas relacionales (Ávila y Rodríguez-Sutil, 1995).
No obstante, existe una opinión positiva dentro de la literatura
científica acerca de CC en comparación a los otros tipos de
custodia. En primer lugar, porque como lo afirma Tripero,
(2007), este tipo de custodia permite que los NNA se adapten
con mayor facilidad al divorcio, en comparación a los NNA con
otro tipo de custodias (Tejeiro y Gómez, 2011).  En segunda
instancia, ya que resulta “beneficiosa para los niños en una
amplia variedad de dominios; familiar, emocional, conductual y
académico” (Bauserman, 2002, citado en Tejeiro y Gómez, 2011,
p. 427).
Así mismo, dentro del ejercicio de la CC existen ventajas como;
la posibilidad de que el NNA mantenga el vínculo afectivo con los
dos padres y que se elimine la dualidad “padre que educa vs.
padre que divierte” (Fariña, Seijo, Arce y Novo, 2002, citado en
Fariña y Arce, 2006, p. 10).
Ahora bien, para determinar la recomendación de la CC dentro
de litigios por custodia se debe garantizar la existencia de las
siguientes variables desde la perspectiva de Fariña y Arce,
(2006):

1. El compromiso de ambos progenitores de ser custodios.


2. La salud psicológica.
3. Cooperación y comunicación parental.
4. La percepción del otro progenitor como persona importante
y necesaria para su hijo.
5. Competencia y habilidad para ocuparse de los niños.
6. La existencia de conflicto parental o episodios de maltrato
o abuso.
7. La aceptación de separación por ambo cónyuges.
8. La presencia de esperanza de reconciliación.
9. La distancia entre ambos hogares y el cumplimiento de las
responsabilidades económicas.

Psicología Forense
Se puede entender por Psicología forense (PF), la ciencia que
concentra todos los ámbitos de la psicología con el objetivo de
aplicarlos como respuesta a la solicitud de los administradores
de la justicia, en referencia a los problemas que surgen con la
Ley y el Sistema Legal, contribuyendo así a una mejor labor del
derecho (Urra, 2002 citado en Cepeda, 2011; APA, 2008, citado
en Colorado, 2011). A través, de una labor investigativa que
refleja su compromiso con la construcción de conocimiento en
psicología, a nivel científico.
En este sentido, la psicología y el derecho son ciencias que
convergen como ciencias humanas y sociales del comportamiento
(Munné. 1987 citado en Arch, 2008). En donde, como lo
menciona Sabaté, (1980), la PF en esencia, cumple un papel
importante, contributivo y de soporte, a partir de sus fines
propios; aplicación de técnicas psicológicas a la prueba de los
hechos (Arch, 2008, p. 4).
Asimismo, un área del derecho importante para la PF es el
derecho de familia; el cual interviene en esa para equilibrar las
relaciones entre sus miembros y brindar protección especial al
Niño, Niña o Adolescente (NNA) por ser el que a priori presenta
una posición más débil (Arch, 2008; Torres, 2011, citado en
Rodríguez, Jarne y Cabonell, 2015).
Psicólogo Forense y Evaluación Psicológica Forense en
Custodia
La intervención del psicólogo en calidad de perito dentro del
derecho de familia, responde a temas de divorcio, nulidad y
separación, adopción, patria potestad, custodia, entre otros
(Arch, 2008, p.9). En litigios por guarda y custodia, las funciones
del psicólogo forense dentro del ámbito de familia y más
concretamente, en la evaluación pericial de la guarda y custodia
de los niños, son un hecho constatado, tanto en el contexto
norteamericano (Erickson, Lilienfield y Vitacco, 2007) como en
España (Arch, 2008; Arch y Jarne, 2010).
Por lo tanto, este debe poseer conocimientos especializados
requeridos al proceso judicial con el fin de aportar al juez,
aquellos conocimiento técnicos pertinentes que en general
refieren a la psicología infantil y a otras ramas del conocimiento,
relativas a las relaciones interpersonales y a la psicopatología de
la infancia y la familia, así como el impacto del divorcio en los
niños (Montero, 2001, citado en Arch, 2008; APA, 1994, citado en
Cepeda, 2011; Rodríguez, Jarne y Cabonell, 2015).
No obstante, uno de los temas de mayor inquietud hace
referencia a la formación académica específica de los psicólogos
que trabajan en el área de custodia (Bow y Quinnel, 2001; Bow,
2006). Teniendo en cuenta que, a nivel general, los psicólogos
que intervienen en esta área no cuentan con la formación
académica específica pertinente, usando medios alternativos de
capacitación como: seminarios, libros, revistas, artículos
(Gourley y Stolberg, 2000; Bow y Quinnell, 2001; Bow, 2006).Y
medios más formales como la experiencia práctica durante la
formación universitaria de pregrado (LaFortune y Carpenter,
1998; Bow, 2006).
Por otro lado, investigaciones realizadas por LaFortune (1998);
Bow y Quinnell, (2001), hallaron información importante desde
la perspectiva de los operadores jurídicos, respecto a las
características que debería tener un psicólogo experto en
custodia, la confiabilidad del origen de la orden o petición del
informe pericial y sus motivaciones principales para otorgar una.
En cuanto a las características del experto en custodia, los
operadores jurídicos enfatizan en la importancia de contar con
altos estándares éticos y científicos; formación académica,
buenas credenciales, años de experiencia, habilidades de
comunicación, flexibilidad y publicaciones, entre otras (Bow,
2006).
A nivel general, se reconocen que dentro  del proceso de
evaluación psicológica en custodia, normalmente se incluye la
realización de entrevistas, observación y pruebas del
funcionamiento intelectual y de la personalidad, entre otras;
entrevistas colaterales y visitas domiciliariaS (Archer y Wygant,
2012). Con el objetivo, de evaluar principalmente los sistemas y
patrones de relación entre progenitor e hijos, el ejercicio de los
cuidados y atenciones básicas, la percepción y el lugar que
ocupa cada uno en el conflicto, alternativas y actitudes que se
cruzan entre padres e hijos (Martin, 1992). Asimismo, aspectos
de personalidad y psicopatológicos que posiblemente puedan
presentarse dentro del sistema familiar y a nivel individual (Arch
y Jarne 2010).
No obstante, se plantean algunas dificultades desde Arch y
Jarne, (2010); Archer y Wygant, (2012), respecto a la realización
de este tipo de evaluaciones: 1) Exploración a diversas personas
y un gran número de variables 2) Altos niveles de emotividad
asociados a los procesos de ruptura familiar 3) Estadísticas de
quejas recibidas en las Comisiones Deontológicas de las
asociaciones y colegios profesionales (Cayuela, Jarne y Molina,
2004; Montgomery, Cupit y Wimberly, 1999), 4) El uso de
instrumentos clínicos dentro del ámbito forense (aspecto de
validez); uso de instrumentos clínicos y de personalidad que no
evalúan aspectos correspondientes a la custodia (capacidad
parental, vínculos familiares, entre otros), lo que impacta en los
resultados que no se perciben pertinentes respecto a los
objetivos de la pericia (Arch y Jarne, 2010). Y una fuerte crítica,
que enfatiza en la carencia del uso de teorías del desarrollo de
los NNA, como la Teoría del Apego de Bowlby (1980) y Ainsworth
(1989) (Rodríguez-Domínguez, Carbonell y Jarne 2015).
Directrices de evaluación en custodia
Se comprende por “directriz” aquellas afirmaciones que sugieren
o recomiendan el comportamiento específico y la labor de los
profesionales, con la finalidad de facilitar el desarrollo
sistemático de la profesión y ayudar a mejorar la praxis
profesional, en este caso de la psicología forense dentro de
litigios por custodia (APA, 2010).
En estas últimas tres décadas, se han elaborado una serie de
directrices en la evaluación de custodias por parte
organizaciones como la American Academy of Child and
Adolescent Psychiatry (1997); APA, (2010); (AAML, (2013), y
AFCC (1994) (Gómez, 2014), con la intención principal de
determinar los intereses psicológicos de los NNA. (Fariña,
Redondo, Seijo, Novo y Arce, 2017).
Para efectos de esta revisión y pertinencia del área de estudio,
se tomará como modelo principal la propuesta de la APA, (2010),
“Guidelines for child custody evaluations in family low
proceedings. Tabla 2. Directrices para las evaluaciones en
custodia de los hijos en procesos de familia.
Guidelines for child custody evaluations in family low
proceedings
1. La finalidad de la evaluación es ayudar a determinar el
interés psicológico superior del niño (importante; la
dinámica familiar, la cultura y las interacciones).
2. El bienestar del niño es primordial.
3. La evaluación se centra en las habilidades de crianza, las
necesidades psicológicas del niño y el ajuste resultante.
( estos aspectos son los más valiosos para el tribunal)
Generales (preparación).
4. Los psicólogos se esfuerzan por adquirir y mantener
competencias especializadas.
5. Los psicólogos se esfuerzan por funcionar como evaluadores
imparciales (objetivos).
6. Los psicólogos se esfuerzan por involucrarse en prácticas de
evaluaciones culturalmente informadas y no
discriminatorias.
7. Los psicólogos se esfuerzan por evitar conflictos de
intereses y relaciones múltiples dentro de la realización de
evaluaciones. Procedimiento (realización).
8. Los psicólogos se esfuerzan por establecer el alcance de la
evaluación de forma oportuna, de acuerdo con la
naturaleza de la pregunta de referencia (petición).
9. Los psicólogos se esfuerzan por obtener el consentimiento
informado de forma adecuada.
10. Los psicólogos se empeñan en emplear múltiples
métodos de recolección de información. (Mayor
confiabilidad y validez de conclusiones, opiniones y
recomendaciones; estos métodos deben ser óptimos y
diversos).
11. Los psicólogos se esfuerzan por interpretar los datos
de evaluación de una manera consistente con el contexto
de la evaluación.
12. Los psicólogos se esfuerzan por complementar la
evaluación con la combinación adecuada de exámenes.
13. Los psicólogos se esfuerzan por basar sus
recomendaciones, si las hay, en los intereses psicológicos
del niño.
14. Los psicólogos crean y mantienen registros
profesionales de acuerdo con las obligaciones éticas y
legales.

Instrumentos de Evaluación Psicológica


La evaluación psicológica (EP) como disciplina científica dentro
de la psicología, se desarrolla dentro de un periodo que
comprende los años de 1890 a 1910 (Gonzales 2007).
Interviniendo tanto en la psicología básica como aplicada dentro
de las diferentes ramas de la psicológica (Casullo, 1996).
Permitiendo determinar la eficacia de diversos programas de
intervención y “la exploración y análisis de la individualidad, por
medio de la medición de aptitudes y características de la
personalidad, para lo cual utiliza instrumentos de medición que
adoptan el nombre de “test mental” (Gonzales, 2007, p. 7).
Los test o pruebas psicológicas, constituyen una herramienta
fundamental para la psicología, permitiendo inferencias
relevantes sobre las conductas de las personas (Muñiz, 2010).  No
obstante, para entender de manera amplia esta exploración y
análisis de la individualidad por medio de la medición psicológica
a nivel histórico, resulta pertinente abordar el concepto de
psicometría. Para ello, dentro de este primer apartado se hará
una aproximación de su definición y el desarrollo de la misma, a
través de los autores y hechos más relevantes. Posteriormente,
se desarrollara el tema de la validez y confiabilidad, para dar
paso a los instrumentos de evaluación más comunes aplicados a
padres dentro de la evaluación psicológica forense en custodia.
La psicometría
La psicometría ha sido definida desde diferentes perspectivas
como; la disciplina de la psicología que se ocupa de todas las
medidas en el campo psicológico a través de métodos, técnicas y
teorías implicadas en la medición de variables psicológicas, con
el objetivo de construir y utilizar adecuadamente los tests y las
escalas, de tal modo que se garantice su fiabilidad, validez y
aplicación adecuada (Yela, 1968; Nunnally, 1973; Muñiz, 1998
citados en Instituto Superior de Computación, S.C., 2007). En
general, la psicometría es un conjunto de conceptos teóricos y
metodológicos para la construcción, elaboración y evaluación de
instrumentos de medida en psicología, con la finalidad de
garantizar que los mismos, sean debidamente estandarizados y
posean validez (Nava y Vega, 2004; Mikulic, 2013).
Desde la perspectiva de Nava y Vega (2004), las ideas de Darwin
sobre el origen de las especies y del hombre, contribuyeron al
desarrollo de la psicología en general y en particular a la
psicometría. Postulando, que para autores como Galton, Darwin
fue un ejemplo a seguir respecto a la manera de cómo “ser un
observador sistemático de la naturaleza, el hombre y su
comportamiento” (Nava y Vega, 2004, p. 21). Y al mismo tiempo
destacando, que uno de sus aportes más valiosos a la psicometría
y a la psicología; fue la ubicación del ser humano como un ser
desmitificado de lo divino y extraterrenal, perteneciente al
plano de la naturaleza que responde a las leyes de la misma y
haciéndolo permeable a su estudio como cualquier otra especie
(Nava y Vega, 2004).
De ahí que, las ideas de Darwin respecto al hombre, la mente y
la herencia sirvieron de referencia a Galton, en cuanto a su
objetivo de “demostrar que las habilidades naturales del hombre
proceden de la herencia, y están sometidas exactamente a las
mismas limitaciones que la forma y características físicas de
todo el mundo orgánico” (Galton, 1869, citado en Nava y Vega,
2004, p. 17).
Galton, es considerado como uno de los primeros psicólogos
experimentales a favor de los test; a quien se le atribuye el uso
de “métodos estadísticos de la distribución normal y correlación
y su interés por las facultades intelectuales humanas para crear
el test mental” (Nava y Vega, 2004, p. 18). Posteriormente los
trabajos de Catell y Wissler sobre las diferencias individuales y el
desempeño académico, tuvieron impacto significativo en el
desarrollo de la escala de inteligencia de Alfred Binet (Nava y
Vega, 2004; Muñiz, 2010).
Por su parte, Binet 1857-1911 propone un enfoque más
cualitativo dentro de la Evaluación Psicológica de las funciones
psíquicas superiores; consolidando el concepto de edad mental y
contribuyendo como lo expone Fernández y Ballesteros, (1993)
junto a los autores anteriores y posteriores como, Pearson,
Spearman y Witmer, a uno de los paradigmas del conocimiento
humano; el científico (Mikulic, 2013).
No obstante, para Silva, (1985) hasta la primera guerra mundial
existieron tres corrientes respecto al desarrollo de la
psicometría; 1) La construcción de la escala Binet-Simon,
posteriormente perfeccionada por Goddard y adaptada por
Terman y Stern; 2) El desarrollo de la evaluación psicológica en
el campo educativo, con la introducción de los procedimientos
psicométricos y los test, en donde se destacan autores como
Claparéde en Francia y Thordike en EEUU; y 3) Avance
significativo en la teoría de los test, gracias a los aportes de
Pearson y Spearman acerca de la psicología correlacional, lo que
contribuyó principalmente al psicodiagnóstico.
De ahí que, a partir de la primera guerra mundial y a nivel
general durante la primera mitad del siglo XX, surgen y se
consolidan tanto a nivel teórico como de instrumentos; los
modelos psicométricos y proyectivos. Es en este periodo, es
donde se evidencia la mayor expansión de la evaluación
psicológica a través de la producción bibliográfica y uso de
instrumentos psicométricos y técnicas proyectivas (Silva, 1985).
Siendo la segunda guerra mundial, un contexto de apoyo
importante para la psicología experimental, plasmando un
interés especial por la diferencias individuales; a través de la
medición cuantitativa de los fenómenos psicológicos, apoyada
por Fechner, Wundt y Ebbinghaus (Aiken, 1996).
Validez y Confiabilidad
Dentro de la evaluación psicológica, normalmente se hace uso de
tests, como recursos estandarizados con la finalidad de obtener
muestras de la conducta de una persona (Aragón, 2004;
Echeburúa, Muñoz y Lionaz, 2011). Los tests permiten llevar a
cabo diferentes propósitos; estimar el nivel de las personas en
un constructo (ansiedad, inteligencia, calidad de vida…), evaluar
la competencia tras un periodo de aprendizaje, clasificar a los
pacientes en categorías diagnósticas o seleccionar a los
aspirantes más aptos para un puesto de trabajo. La legitimidad y
eficiencia de estas prácticas depende de su fiabilidad y validez
(Prieto y Degaldo, 2010).
Fiabilidad
La fiabilidad es definida como la consistencia o estabilidad
hallada en las medidas, cuando el procedimiento de medición se
repite en otro momento (Prieto y Delgado, 2010).
“Por ejemplo, si las lecturas del peso de una cesta de manzanas
varían mucho en sucesivas mediciones efectuadas en las mismas
condiciones, se considerará que las medidas son inestables,
inconsistentes y poco fiables. La carencia de precisión podría
tener consecuencias indeseables en el coste de ese producto en
una ocasión determinada” (Prieto y Delgado, 2010, p. 67).
Es así, como los indicadores de fiabilidad, consistencia y
precisión de las medidas se establecen a partir de la variabilidad
de las puntuaciones que se obtienen las mediciones realizadas en
diferentes momentos; lo que sucede con la aplicación de test
psicológicos dentro de la evaluación psicológica forense (Prieto y
Delgado, 2010).
Validez
Para estimar la validez, es necesario identificar qué constructos,
rasgos o características son los objetivos de estudio o
evaluación, pues a nivel general, la validez de un instrumento
corresponde a un adjetivo de autenticidad, donde el instrumento
debe responder a la medición de los constructos de objetivo
principal (Corral, 2009). Esto quiere decir que, la validez de
determinado instrumento debe responder a las siguientes
preguntas: ¿qué miden los puntajes del test? y ¿qué predicen
dichas puntuaciones? (Guilford, 1954; Nunnally, 1967; Anastasi,
1976; Magnusson, 1982). Existen tres tipos de validez desde
Corral, (2009):
Validez de Contenido: Se refiere al grado en que un
instrumento refleja un dominio específico del contenido de lo
que se quiere medir, se trata de determinar hasta dónde los
ítems o reactivos de un instrumento son representativos del
universo de contenido de la característica o rasgo que se quiere
medir.
Validez de Constructo: El término constructo se usa en
psicología para referirse a algo que no es observable, pero que
literalmente es construido por el investigador para resumir o
explicar las regularidades o relaciones que él observa en la
conducta. Este tipo de validez intenta responder la pregunta
¿hasta dónde el instrumento mide realmente un rasgo
determinado y con cuánta eficiencia lo hace?
Validez Predictiva o de Criterio Externo o Empírica: Este
tipo de validez, enfatiza en determinar hasta dónde se puede
anticipar el desempeño futuro de una persona en una actividad
determinada. La validez predictiva se estudia comparando los
puntajes de un instrumento con una o más variables externas
denominadas variables de criterio. Se establece una correlación,
la cual se interpreta como índice de validez.
Ahora bien, desde la perspectiva de Kerlinger, (2002), fiabilidad
y validez divergen entre sí, en tanto la primera puede llegar a
ser reducida básicamente a una cuestión técnica.
Mientras que la validez, se podría relacionar con un aspecto
sustantivo de la ciencia misma, la epistemología y los
paradigmas científicos; teniendo en cuenta que tiene que ver
con la naturaleza de la “realidad” a las propiedades del objeto
que está midiendo, especialmente en referencia a la validez de
constructo.
Instrumentos de Evaluación Psicológica en Custodia
Para Gould, Martindale y Flens, (2009), dentro de la evaluación
psicológica en Custodia, se distinguen dos tipos de instrumentos
psicológicos; 1) Aquellos que miden constructos psicológicos que
aplican a la evaluación en custodia (IT1); y 2) Los instrumentos
específicamente creados para evaluar guarda y custodia (IT2).
Así mismo, se ha encontrado que dentro de este tipo de
evaluaciones, usualmente se utilizan tanto pruebas
psicométricas como proyectivas; las primeras, proporcionan una
comparación del evaluado con un grupo normativo y las segundas
se asocian a una teoría psicológica subyacente y su
interpretación tiende a basarse en el criterio del evaluador
(Gonzales, 2007).
Para empezar, es importante resaltar que desde la literatura
científica se han expuesto diferentes críticas hacia el uso de
instrumentos de evaluación psicológica en custodia, estas son: a)
Estos no reflejan la evaluación de constructos o cuestiones
pertinentes al objetivo de la pericia; capacidad de crianza, la
naturaleza y calidad de la relación padre-hijo y la disponibilidad
de cada padre de relacionarse cordial y positivamente (Bricklin,
1995, 1999; Brodzinsky, 1993);  b)  Existe un uso excesivo de
instrumentos de la práctica clínica,  que no reflejan
características psicométricas de validez y confiabilidad
originarias del área en cuestión.  (Brodzinsky, 1993) c) Debido a
la elevada distorsión motivacional que habitualmente presentan
los padres, se presenta baja fiabilidad en las pruebas y d) Existe
una escasa capacidad predictiva respecto a las competencias y
capacidades parentales (Gómez, 2014).
Como se ha podido observar, las principales críticas a los
instrumentos de evaluación psicológica en custodia, van dirigidos
especialmente a la dificultad de la evaluación psicológica a
padres y a los constructos pertinentes que estos instrumentos
deberían medir.
A continuación, se describirán los principales instrumentos de
evaluación que generalmente se les aplican a padres dentro de
los litigios por custodia:
Tabla 3. Instrumentos Psicométricos.
Instrumentos Psicométricos

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