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Psicología Forense
Se puede entender por Psicología forense (PF), la ciencia que
concentra todos los ámbitos de la psicología con el objetivo de
aplicarlos como respuesta a la solicitud de los administradores
de la justicia, en referencia a los problemas que surgen con la
Ley y el Sistema Legal, contribuyendo así a una mejor labor del
derecho (Urra, 2002 citado en Cepeda, 2011; APA, 2008, citado
en Colorado, 2011). A través, de una labor investigativa que
refleja su compromiso con la construcción de conocimiento en
psicología, a nivel científico.
En este sentido, la psicología y el derecho son ciencias que
convergen como ciencias humanas y sociales del comportamiento
(Munné. 1987 citado en Arch, 2008). En donde, como lo
menciona Sabaté, (1980), la PF en esencia, cumple un papel
importante, contributivo y de soporte, a partir de sus fines
propios; aplicación de técnicas psicológicas a la prueba de los
hechos (Arch, 2008, p. 4).
Asimismo, un área del derecho importante para la PF es el
derecho de familia; el cual interviene en esa para equilibrar las
relaciones entre sus miembros y brindar protección especial al
Niño, Niña o Adolescente (NNA) por ser el que a priori presenta
una posición más débil (Arch, 2008; Torres, 2011, citado en
Rodríguez, Jarne y Cabonell, 2015).
Psicólogo Forense y Evaluación Psicológica Forense en
Custodia
La intervención del psicólogo en calidad de perito dentro del
derecho de familia, responde a temas de divorcio, nulidad y
separación, adopción, patria potestad, custodia, entre otros
(Arch, 2008, p.9). En litigios por guarda y custodia, las funciones
del psicólogo forense dentro del ámbito de familia y más
concretamente, en la evaluación pericial de la guarda y custodia
de los niños, son un hecho constatado, tanto en el contexto
norteamericano (Erickson, Lilienfield y Vitacco, 2007) como en
España (Arch, 2008; Arch y Jarne, 2010).
Por lo tanto, este debe poseer conocimientos especializados
requeridos al proceso judicial con el fin de aportar al juez,
aquellos conocimiento técnicos pertinentes que en general
refieren a la psicología infantil y a otras ramas del conocimiento,
relativas a las relaciones interpersonales y a la psicopatología de
la infancia y la familia, así como el impacto del divorcio en los
niños (Montero, 2001, citado en Arch, 2008; APA, 1994, citado en
Cepeda, 2011; Rodríguez, Jarne y Cabonell, 2015).
No obstante, uno de los temas de mayor inquietud hace
referencia a la formación académica específica de los psicólogos
que trabajan en el área de custodia (Bow y Quinnel, 2001; Bow,
2006). Teniendo en cuenta que, a nivel general, los psicólogos
que intervienen en esta área no cuentan con la formación
académica específica pertinente, usando medios alternativos de
capacitación como: seminarios, libros, revistas, artículos
(Gourley y Stolberg, 2000; Bow y Quinnell, 2001; Bow, 2006).Y
medios más formales como la experiencia práctica durante la
formación universitaria de pregrado (LaFortune y Carpenter,
1998; Bow, 2006).
Por otro lado, investigaciones realizadas por LaFortune (1998);
Bow y Quinnell, (2001), hallaron información importante desde
la perspectiva de los operadores jurídicos, respecto a las
características que debería tener un psicólogo experto en
custodia, la confiabilidad del origen de la orden o petición del
informe pericial y sus motivaciones principales para otorgar una.
En cuanto a las características del experto en custodia, los
operadores jurídicos enfatizan en la importancia de contar con
altos estándares éticos y científicos; formación académica,
buenas credenciales, años de experiencia, habilidades de
comunicación, flexibilidad y publicaciones, entre otras (Bow,
2006).
A nivel general, se reconocen que dentro del proceso de
evaluación psicológica en custodia, normalmente se incluye la
realización de entrevistas, observación y pruebas del
funcionamiento intelectual y de la personalidad, entre otras;
entrevistas colaterales y visitas domiciliariaS (Archer y Wygant,
2012). Con el objetivo, de evaluar principalmente los sistemas y
patrones de relación entre progenitor e hijos, el ejercicio de los
cuidados y atenciones básicas, la percepción y el lugar que
ocupa cada uno en el conflicto, alternativas y actitudes que se
cruzan entre padres e hijos (Martin, 1992). Asimismo, aspectos
de personalidad y psicopatológicos que posiblemente puedan
presentarse dentro del sistema familiar y a nivel individual (Arch
y Jarne 2010).
No obstante, se plantean algunas dificultades desde Arch y
Jarne, (2010); Archer y Wygant, (2012), respecto a la realización
de este tipo de evaluaciones: 1) Exploración a diversas personas
y un gran número de variables 2) Altos niveles de emotividad
asociados a los procesos de ruptura familiar 3) Estadísticas de
quejas recibidas en las Comisiones Deontológicas de las
asociaciones y colegios profesionales (Cayuela, Jarne y Molina,
2004; Montgomery, Cupit y Wimberly, 1999), 4) El uso de
instrumentos clínicos dentro del ámbito forense (aspecto de
validez); uso de instrumentos clínicos y de personalidad que no
evalúan aspectos correspondientes a la custodia (capacidad
parental, vínculos familiares, entre otros), lo que impacta en los
resultados que no se perciben pertinentes respecto a los
objetivos de la pericia (Arch y Jarne, 2010). Y una fuerte crítica,
que enfatiza en la carencia del uso de teorías del desarrollo de
los NNA, como la Teoría del Apego de Bowlby (1980) y Ainsworth
(1989) (Rodríguez-Domínguez, Carbonell y Jarne 2015).
Directrices de evaluación en custodia
Se comprende por “directriz” aquellas afirmaciones que sugieren
o recomiendan el comportamiento específico y la labor de los
profesionales, con la finalidad de facilitar el desarrollo
sistemático de la profesión y ayudar a mejorar la praxis
profesional, en este caso de la psicología forense dentro de
litigios por custodia (APA, 2010).
En estas últimas tres décadas, se han elaborado una serie de
directrices en la evaluación de custodias por parte
organizaciones como la American Academy of Child and
Adolescent Psychiatry (1997); APA, (2010); (AAML, (2013), y
AFCC (1994) (Gómez, 2014), con la intención principal de
determinar los intereses psicológicos de los NNA. (Fariña,
Redondo, Seijo, Novo y Arce, 2017).
Para efectos de esta revisión y pertinencia del área de estudio,
se tomará como modelo principal la propuesta de la APA, (2010),
“Guidelines for child custody evaluations in family low
proceedings. Tabla 2. Directrices para las evaluaciones en
custodia de los hijos en procesos de familia.
Guidelines for child custody evaluations in family low
proceedings
1. La finalidad de la evaluación es ayudar a determinar el
interés psicológico superior del niño (importante; la
dinámica familiar, la cultura y las interacciones).
2. El bienestar del niño es primordial.
3. La evaluación se centra en las habilidades de crianza, las
necesidades psicológicas del niño y el ajuste resultante.
( estos aspectos son los más valiosos para el tribunal)
Generales (preparación).
4. Los psicólogos se esfuerzan por adquirir y mantener
competencias especializadas.
5. Los psicólogos se esfuerzan por funcionar como evaluadores
imparciales (objetivos).
6. Los psicólogos se esfuerzan por involucrarse en prácticas de
evaluaciones culturalmente informadas y no
discriminatorias.
7. Los psicólogos se esfuerzan por evitar conflictos de
intereses y relaciones múltiples dentro de la realización de
evaluaciones. Procedimiento (realización).
8. Los psicólogos se esfuerzan por establecer el alcance de la
evaluación de forma oportuna, de acuerdo con la
naturaleza de la pregunta de referencia (petición).
9. Los psicólogos se esfuerzan por obtener el consentimiento
informado de forma adecuada.
10. Los psicólogos se empeñan en emplear múltiples
métodos de recolección de información. (Mayor
confiabilidad y validez de conclusiones, opiniones y
recomendaciones; estos métodos deben ser óptimos y
diversos).
11. Los psicólogos se esfuerzan por interpretar los datos
de evaluación de una manera consistente con el contexto
de la evaluación.
12. Los psicólogos se esfuerzan por complementar la
evaluación con la combinación adecuada de exámenes.
13. Los psicólogos se esfuerzan por basar sus
recomendaciones, si las hay, en los intereses psicológicos
del niño.
14. Los psicólogos crean y mantienen registros
profesionales de acuerdo con las obligaciones éticas y
legales.