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Tema 26: Orígenes y desarrollo del feudalismo. La economía señorial.

El debate historiográfico

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TEMA 26: ORÍGENES Y DESARROLLO DEL FEUDALISMO.
LA ECONOMÍA SEÑORIAL. EL DEBATE
HISTORIOGRÁFICO.

1– EL DEBATE HISTORIOGRÁFICO.
A) INTERPRETACIÓN INSTITUCIONALISTA.
B) VISIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA MARXISTA
C) VISIÓN SINCRÉTICA.
2–ORÍGENES Y DESARROLLO DEL FEUDALISMO.
3– LA ECONOMÍA RURAL MEDIEVAL.
4. BIBLIOGRAFÍA.

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Tema 26: Orígenes y desarrollo del feudalismo. La economía señorial. El debate historiográfico

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1– El debate historiográfico.
El Feudalismo puede ser definido como el sistema contractual de relaciones políticas y
militares entre los miembros de la nobleza de Europa occidental durante la alta edad media. S
caracterizó por la concesión de feudos (generalmente en forma de tierras y trabajo) a cambio de
una prestación política y militar, contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad. El
señor y el vasallo eran hombres libres, por lo que no debe ser confundido con el régimen
señorial, sistema contemporáneo de aquél, que regulaba las relaciones entre los señores y sus
campesinos. El feudalismo unía la prestación política y militar a la posesión de tierras con el
propósito de preservar a la Europa medieval de su desintegración en innumerables señoríos
independientes tras el hundimiento del Imperio Carolingio. Sus orígenes pueden cifrarse cuando
los pueblos germanos conquistaron en el siglo V el Imperio romano de Occidente, poniendo al
paso término al ejército profesional romano, que fue sustituido por los suyos propios, formados
con guerreros que servían a sus caudillos por razones de honor y obtención de un botín. Los
germanos viven de la tierra y combatían a pie ya que, como luchaban cuerpo a cuerpo, no
necesitaban emplear la caballería. Pero cuando los musulmanes, vikingos y magiares invadieron
Europa en los siglos VIII al X, los germanos se vieron incapaces de enfrentarse con unos
ejércitos que se desplazaban con suma rapidez.
Por una pate, los caballos de guerra eran costosos y su adiestramiento para emplearlos
militarmente exigía años de práctica y una dedicación casi exclusiva. Carlos Martel, para ayudar
a su tropa de caballería, le otorgó fincas (provistas con sus correspondientes braceros: la tierra
sin brazos que la cultiven no es una riqueza en esta época), arrebatadas inicialmente de las
posesiones de la Iglesia, y denominadas ‘beneficios’, siendo cedidas mientras durara la
prestación de los soldados. Sin embargo, los vasallos (como fueron llamados dichos caballeros),
soldados selectos de los que los gobernantes Carolingios se rodeaban, se convirtieron en
modelos para aquellos nobles que seguían a la corte. Con la desintegración del Imperio
Carolingio en el siglo IX muchos personajes poderosos se esforzaron por constituir sus propios
grupos de vasallos dotados de montura, a los que ofrecían beneficios a cambio de su servicio.
Algunos de los hacendados más pobres se vieron obligados a aceptar el vasallaje y ceder sus
tierras al señorío de los más poderosos, recibiendo a cambio los beneficios feudales. Esta
relación de carácter militar que se estableció en los siglos VIII y IX a veces es denominada
feudalismo carolingio. Pero la misma carece todavía heredabilidad, lo que se consolidará
aproximadamente hacia el siglo XI. El vasallo no sólo prestaba juramento de fidelidad a su
señor, sino también un juramento especial de homenaje al señor feudal, el cual, a su vez, le
investía con un feudo. De este modo, el feudalismo se convirtió en una institución tanto política
como militar, basada en una relación contractual.
La desaparición del Imperio Carolingio amenazó con sumir a Europa en una situación de
anarquía: innumerables señores individuales gobernaban a sus pueblos de forma independiente
respecto de cualquier autoridad soberana. Los vínculos feudales devolvieron cierta unidad, dentro
de la cual los señores renunciaban a parte de su libertad, lo que era necesario para lograr una
cooperación en bien de la nación. Bajo la dirección de sus señores feudales, los vasallos pudieron
defenderse de sus enemigos, y más tarde crear principados feudales de cierta importancia y
complejidad.
De esta forma, el feudalismo alcanzó su madurez en el siglo XI y tuvo su máximo apogeo
en los siglos XII y XIII. Su cuna fue la región comprendida entre los ríos Rin y Loira, dominada
por el ducado de Normandía. Al conquistar sus soberanos, a fines del siglo XI, el sur de Italia,
Sicilia e Inglaterra y ocupar Tierra Santa en la primera Cruzada, establecieron en todas estas
zonas las instituciones feudales. España también adoptó un cierto tipo de feudalismo en el siglo
XII, al igual que el sur de Francia, el norte de Italia y los territorios alemanes. Incluso Europa
central y oriental conoció el sistema feudal durante un cierto tiempo y en grado limitado, sobre
todo cuando el Imperio bizantino se feudalizó tras la cuarta Cruzada.
El feudalismo occidental asumía que casi toda la tierra pertenecía al príncipe soberano —

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bien el rey, el duque, el marqués o el conde— que la recibía “de nadie sino de Dios”. Los nobles
podían ceder parte de sus feudos a caballeros que le rindieran, a su vez, homenaje y fidelidad y les
sirvieran de acuerdo a la extensión de las tierras concedidas. Un noble podía conservar la totalidad
de sus feudos bajo su dominio personal y mantener a sus caballeros en su señorío, alimentados y
armados, todo ello a costa de sufragar las prestaciones debidas a su señor a partir de su propio
patrimonio y sin establecer relaciones feudales con inferiores, pero esto era raro que sucediera ya
que los caballeros deseaban tener sus propios señoríos. Los caballeros podían adquirir dos o más
feudos y eran proclives a ceder, a su vez, parte de esas posesiones en la medida necesaria para
obtener el servicio al que estaban obligados con su superior. Así se creó una pirámide feudal, con
el monarca en la cúspide, unos señores intermedios por debajo y un grupo de caballeros feudales
para servir a la convocatoria real.
La prestación militar era fundamental en el feudalismo, pero no era la única obligación
del vasallo para con su señor. Cuando el señor era propietario de un castillo, podía exigirle una
prestación denominada ‘custodia del castillo’. También le presta “consilium” o consejo, y
“auxilium” en caso de necesitar dinero para un rescate. El hecho de actuar como consejeros
condujo a los vasallos a exigir que se obtuviera su beneplácito en las decisiones del señor que
les afectaran en cuestiones militares, alianzas matrimoniales, creación de impuestos o juicios
legales.
Otro aspecto del feudalismo que requirió una regulación fue la sucesión de los feudos.
Cuando éstos se hicieron hereditarios, el señor estableció un impuesto de herencia llamado
‘socorro’. Los señores se reservaron el derecho de asegurarse que el propietario del feudo fuese
leal y cumplidor de sus obligaciones. Si un vasallo moría y dejaba a un heredero mayor de edad
y buen caballero, el señor no tenía por qué objetar su sucesión. Sin embargo, si el hijo era menor
de edad o si el heredero era mujer, el señor podía asumir el control del feudo hasta que el
heredero alcanzara la mayoría de edad o la heredera se casara con un hombre que tuviera su
aprobación. De este modo surgió el derecho señorial de tutela de los herederos menores de edad
o de las herederas y el derecho de vigilar sobre el matrimonio de éstas, lo que en ciertos casos
supuso que el señor se eligiera a sí mismo como marido. La viuda de un vasallo tenía derecho a
una pensión de por vida sobre el feudo de su marido (por lo general un tercio de su valor) lo
que también llevaba a provocar el interés del señor por que la viuda contrajera nuevas nupcias.
En algunos feudos el señor tenía pleno derecho para controlar estas segundas nupcias.
El concepto de feudalismo es uno de los campos temáticos de la epistemología histórica
más claramente conflictivo tanto por la carga ideológica que conlleva, como por la multitud de
interpretaciones que ha recibido desde la segunda mitad del siglo XIX. Así, dependiendo de la
escuela historiográfica que hablemos el significado del término feudalismo será uno u otro,
abarcará unos lugares u otros, y una cronología diferente.
Podemos señalar dos grandes interpretaciones: la interpretación institucionalista y la
marxista, a la que se suma una vía intermedia:

A) INTERPRETACIÓN INSTITUCIONALISTA.
Arranca de la escuela institucionalista alemana que se desarrollo, desde mediados del siglo
XIX, en el área de influencia germánica con una concepción jurídico–institucional del feudalismo, es
decir, “el estudio del feudalismo como una institución que conforma un tipo de estado basado en
una serie de vinculaciones personales. "Los autores más interesantes de esta corriente serían F. L.
Ganshof y J. R. Strayer; y para el caso español destaca Sánchez Albornoz y todas sus discípulas de
la Escuela de España de Buenos Aires (N. Guglielm, H. Grassoti, R. Hormet...) y Luis García de
Valdeavellano, que desarrolló este tema dentro de las cátedras de derecho. El historiador belga
Ganshof en 1914, en su obra El Feudalismo, lo define como "Un conjunto de instituciones que se
crean en un momento de la historia y que rigen obligaciones de obediencia y servicio de carácter
fundamentalmente militar, de parte de un hombre libre llamado vasallo hacia otro hombre libre
llamado señor, y a la vez el conjunto de obligaciones de protección y mantenimiento del señor al

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vasallo y que incluían la concesión de un feudo donde proteger al vasallo".
A las conclusiones que se llegan sobre el feudalismo con esta definición sería:
– El feudalismo afecta a personas jurídicamente libres
– Esas relaciones tienen contraprestaciones que dan como origen al feudo
– Considerable desarrollo de los vínculos de dependencia entre las personas que situaría en la
cúspides a los grupos nobiliarios
– Gran fraccionamiento de los derechos de propiedad
– Gran jerarquía sobre los derechos de la tierra
– Fragmentación del poder político (cadena de instituciones autónomas o semiautónomas que
ejercen entre todas ellas el poder del Estado).
Si admitimos esta forma de entender lo feudal, lo entenderemos como algo restringido
porque este tipo de relaciones sólo se dan en una época determinada y en territorios muy señalados.
Sería típico entre los siglos X al XIII y típico de la zona central del Imperio Carolingio (Loira–
Rhin), el resto de Europa o bien presentaba rasgos parciales o bien no existía: Esta definición
también es restrictiva en cuanto al propio concepto de la relación feudal, que queda reducido a
relaciones jurídico–políticas
entre dos personas libres, y que acaban cristalizadas en una serie de rituales y ceremoniales que
alcanzaran el cenit en la ceremonia de pleito homenaje
Otro autor que trató de ampliar esta visión, pero siempre dentro de este sistema de
relaciones sociales, fue el americano J. R. Strayer. Para él la esencia del feudalismo no está tanto en
las relaciones feudo–vasalláticas, como en una forma de gobierno que se caracteriza por la
fragmentación de la autoridad política, por el traspaso del poder político a manos privadas, y por la
existencia de un sistema militar en el que la mayor parte de las fuerzas armadas vendrán por
contratos privados.
De esta forma el feudalismo se ampliaría a otras fechas y lugares de Europa: desde el
Imperio Carolingio (siglo VIII) hasta las monarquías nacionales (XIV–XV) y sería la mayor parte de
Europa Occidental, excepto de la Península Ibérica. (Hoy nadie defiende que en España no existió
feudalismo)

B) VISIÓN DE LA HISTORIOGRAFÍA MARXISTA.


El materialismo histórico de Marx y Engels dio origen a esta corriente al señalar que el
feudalismo era un "modo de producción" (Formaciones económicas pre–capitalistas, 1857).
Destaca esta corriente por su interés hacia los argumentos económicos, por que ha sido criticada
como una explicación economicista. El inconveniente se encuentra que ni Marx ni Engels, definieron
de forma concreta que era un modo de producción, lo que ha significado que el concepto naciera
con una cierta indefinición que ha originado que existan varias formas de entenderlo, según la
corriente marxista.
Para la tipología clásica (Marta Harnecker, Vocabulario clásico del materialismo histórico)
se entiende por modo de producción: "un concepto teórico que nos permite pensar en una totalidad
social orgánica en la que el nivel económico es determinante en última instancia "existen tres niveles
dentro de este concepto que forman una estructura unica: Económico, Jurídico–político e
Ideológico:
–Los tres están constantemente interrelacionados entre sí, y son esenciales para explicar un modo de
producción, pero el nivel económico es determinante en última instancia porque se identifica con
relaciones sociales de producción que son las que determinan el desarrollo de la sociedad.
–Uno de los tres tiene la primacía en un modo de producción (en este caso la ideológica)
–Es un concepto en constante evolución, se reproduce en el tiempo, pero no de forma ilimitada,
sino que su limite se produce cuando las relaciones sociales de producción entran en contradicción
con la evolución de las fuerzas productivas lo que genera una revolución social que da lugar a un
nuevo modo de producción.
Pier Vilar (Vocabulario medieval) propone una definición más sencilla, práctica y más
acorde a la historia: "Una estructura que expresa una realidad social total en la que se incluyen las

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relaciones cualitativas y cuantitativas de los siguientes elementos:
–Las reglas que presiden la obtención por el hombre de los productos de la naturaleza y la
distribución social de esos productos: estructura económica.
–Las reglas que presiden las relaciones de los hombres entre sí, tanto si son de carácter espontaneo
como si están institucionalizadas: estructura jurídico –política.
–Justificaciones intelectuales o místicas que se dan de las dos relaciones anteriores los grupos que
las organizan y que se aprovechan de ellos (grupos dominantes) manipulando esas justificaciones:
estructura ideológica. Como ejemplo puede indicarse la denominada "Teoría de los tres ordenes":
como el clero reza por la salvación de los otros dos estados, y los nobles defienden la vida de
clérigos y pueblo llano, es coherente (pretende justificarse) que el tercer estado trabaje para los
otros dos.
También señala que un modo de producción no es eterno, ni engloba a toda la realidad
social, y por supuesto que este esquema no hay que aplicarlo de forma dogmática o mecanicista,
porque al margen de un modo dominante existen modos de producción secundarios.
Esta segunda corriente intenta abarcar por feudalismo una realidad social total: comprende
tanto a señores como a campesinos, como a otros grupos sociales que quieren cambiar el tipo de
relaciones. Cronológicamente es más amplio pues abarcaría desde el fin del esclavismo hasta la
aparición del capitalismo, aunque a la hora de fijar las fechas se producen diferencias (siglo III –IV
al siglo XVII–XVIII; IX–X–XI con la desaparición del Imperio Carolingio hasta el siglo XV).
Espacialmente abarcaría a la totalidad del continente Europeo, e incluso territorios extraeuropeos
como Japón o América postcolombina.
Más allá de estos elementos las diferencias entre los historiadores al analizar un método de
producción son enormes. Así para Vilar el feudalismo sería "una sociedad agraria de lenta evolución
técnica e intercambios limitados, pero el excedente de trabajo de la mayoría de la población,
constituida por pequeños productores, es acaparado mediante sistemas de coacción extraeconómica
por los grupos dominantes" (relaciones jurídico–políticas); mientras que para Witold Kula sería "un
sistema socioeconómico de base agraria con fuerzas productivas mediocres, con débil
comercialización y de carácter corporativo, en el que la unidad básica de producción sería la gran
propiedad territorial feudal [el señorío]"; mientras que otros como G. Bois matizan esta idea
afirmando que esta unidad básica sería la pequeña explotación campesina y no el señorío (estructura
económica).
Los defectos más importantes que se podrían señalar a esta corriente serían su visión
excesivamente economicista de la historia y el no conceder demasiada importancia a los factores
supraestructurales (papel de la ideología).

C) VISIÓN SINCRÉTICA.
March Bloch fue un historiador que trató de unificar criterios utilizando la palabra feudal
para referirse a toda la sociedad, tanto en su aspecto económico como institucional. Pero quien se
planteó una teoría intermedia de forma más consciente fue el francés Rober Boutruche (Señorío y
feudalismo, 1959 y1970). Para este autor existen dos grandes ámbitos: por una parte estaría el
"Régimen feudal" que genera relaciones feudales y por otro un "Régimen señorial" y genera
relaciones señoriales. El 1º aspecto sería "el conjunto de relaciones de carácter feudo –vasallático
que se establece entre los grupos de las clases dominantes "(se identificaría con lo que los
institucionalistas llamarían feudalismo; mientras que el Régimen señorial es aquel que comprende las
relaciones que se establecen entre señores y campesinos. Se generan en torno al gran señoría o
propiedad nobiliaria, que estaría dividido en dos zonas (reserva y mansos) y dentro de los mansos
hay diferencias entre ocupados por personas libres y por personas jurídicamente serviles.
Otra interpretación, pero muy diferente, es la que realizó Yves Baset (La ciudad medieval.
Sistema social, sistema urbano, 1975) supone un intento por aplicar la teoría general de sistemas
Bertalanffy al ámbito de la historia utilizando todo el aparato conceptual de esa teoría. Así, el
feudalismo sería un "sistema (conjunto articulado de elementos que conforman una totalidad)
social", dentro del cual hay subsistemas que son pequeños sistemas embrionarios. Uno de ellos es el

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subsistema urbano, que poco a poco ira creciendo y erosionando al sistema feudal, hasta el punto de
que el subsistema urbano reemplace al feudal a partir del siglo XIV.
Otra forma de ampliar el concepto de lo feudal es el intento de G. Duby de ampliarlo hacia
el mundo de las mentalidades ("El feudalismo, una mentalidad medieval", artículo de 1958). De esta
manera el feudalismo sería una mentalidad nacida del pequeño grupo de caballeros que poco a poco
se convertirán en nobles, de tal manera que lo feudal tiene interpretaciones mentales que tendrán su
reflejo por el desarrollo de la caballería." Esta idea la desarrollaría posteriormente ("Los tres ordenes
o lo imaginario del feudalismo"), señalando como se impone esta visión de los tres ordenes, no por
la iglesia (la creó) sino por los caballeros que toman esa división de valores en una época que la
sociedad ya no refleja esa división tripartita, ya que por debajo de los caballeros están surgiendo los
hombres de negocio y comerciante que podían quitarles su superioridad social.
Al igual que existe un debate sobre qué es el feudalismo, también existe un debate
historiográfico de cómo acaba el feudalismo. La interpretación más clásica es la que dio M. Dobb
(Estudios sobre el desarrollo del capitalismo) conforme a las interpretaciones más clásicas de
Marx, que hacia como responsables últimos no a los grandes productores sino a la pequeña y
mediana empresa que emergieron desde el siglo XIV (crisis del siglo XIV) y se fueron desarrollando
hasta el siglo XVII. Son los que tienen más interés en establecer las relaciones sociales de
producción capitalista que se basa en la mano de obra asalariada, desean también acabar con las
prestaciones feudales que originaban su inmovilismo y sustituidas por la libre circulación de materias
primas, es decir, que las tierras se convirtieran en mercancías y las personas en fuerza de trabajo.
De aquí arranca el debate con dos líneas para explicar el fin del feudalismo y el paso al
capitalismo: a contradicciones internas del mundo feudal, causas endógenas (M. Dobb, K
Takahashi...) o a causas exógenas al mundo feudal (Paul Sweezy). Este autor americano replicó a
Dobb, y señaló que la causa de su fin fue la aparición de nuevas relaciones sociales de producción
que se articularon en torno a las ciudades y a las actividades comerciales que darán lugar a un
"sistema de producción para el mercado". Ambos sistemas se enfrentan, predominando a partir del
siglo XIV (la crisis supone la ruina del sistema feudal) este último que destruye al sistema feudal.
Recientemente se ha agitado esta polémica con el trabajo de R. Brenner (Estructura en
clases agrarias y desarrollo económico en la Europa preindustrial, en 1976) que dio lugar a un
debate historiográfico entre 1976 –1982 de replicas y contrarreplicas a cargo de historiadores (G.
Bois, M. Postan, E. Le Roy Ladune, R. Hilton...) en la revista Past and Present que dio origen al
famoso "Debate Brenner" (Publicado por Crítica dónde se recogen los artículos entre 1976–1982).

2- El desarrollo del feudalismo.


A la pregunta cómo surge el feudalismo nos encontramos principalmente con dos corrientes:
los "germanistas" y los "romanistas". Ambas coinciden en que el feudalismo nace de la fusión de dos
grandes elementos: la sociedad esclavista en disolución y elementos que aportan las sociedades
germánicas, lo que ocurre es que cada uno da mayor importancia a uno u otro aspecto. Así,
mientras los "germanistas" hablan de feudalismo ya en el siglo V–VI, los autores como G. Bois o P.
Bonnassie, no dan tanta importancia al elemento germánico y hablan de feudalismo para el siglo X–
XI, con el fin del I. Caronligo y con los cambios sociales (fin de la sociedad esclavista entre otros)
que se producen a finales del primer milenio. De esta forma la combinación de estos dos elementos
daría lugar a los diferentes modelos de transición:
– transición representada por la síntesis ponderada del mundo romano y germánico: Se
producirá en dos zonas de Europa: Galia del Norte (encima del reino visigodo de Toulosse) y el SE
de Europa (actual Servia y Croacia donde está el modelo feudal típico.
–transición representada por la síntesis con predominio de los elementos tardorromanos:
Dará lugar a un tipo de feudalismo peculiar, menos definido que el anterior y que geográficamente
se localiza en el Sur de Europa: Península Ibérica, Galia del Sur (Provenza). P. Italiana y el
prefeudalismo bizantino
–transición representada por la síntesis con predominio de los elementos germánicos: Da
lugar a un feudalismo donde son muy importantes las propiedades comunales y las comunidades de

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aldea. Geográficamente estaría en lugares donde la romanización fue menos profunda: Inglaterra,
Alemania y Países Escandinavos.
Perry Anderson rompe con este modelo tripartito y desarrolla otro que representaría 4
evoluciones distintas del mundo antiguo a la sociedad feudal, con diferencias tanto espaciales como
cronológicas: Europa Occidental, Europa del Norte, Europa del Este, Europa Bizantina. Nosotros
nos centraremos en la explicación del autor para Europa Occidental por ser la que más nos nos
afectó. Para P. Anderson existen diferencias sensibles entre las dos oleadas de invasiones germánicas
(siglo V – VI). Las del 406 (suevos, vándalos, alanos, visigodos, ostrogodos y burgundios)
pertenecen a pueblos que habían permanecido en contacto con el Bajo Imperio Romano por lo que
su estructura social, económica y política es similar a la romana y muy diferente a la que tenían
originalmente, de esta forma su incidencia en estos campos fue débil. El modelo socioeconómico
tardorromano se mantiene: existencia del gran latifundio (villa), como modelo de organización de la
tierra, controlado por grupos oligárquicos y que se explota por el concurso de colonos y esclavos.
Modelo que se vio favorecido por el proceso de acaparamiento de los grupos más poderosos de las
tierras campesinas a cambio de protección, aprovechando ese ambiente de irregularidades en
beneficio propio.
Por contra las invasiones del siglo VI producen importantes cambios, son pueblos que han
tenido un contacto muy tangencial con Roma (Francos, Anglos, Sajones...) por lo que su estructura
social, económica y política estaba poco modificada y respondía de forma más directa a la
organización originaría de estos pueblos (además se asentarán de manera más rápida y estable).
Estas invasiones rompen con el sistema de "hospitalitas" e introducen un modelo, del reparto de la
tierra, basado en las costumbres germánicas; las propiedades tardorromanas son confiscadas y
repartidas de forma tradicional: una parte de los territorios conquistados pasan al monarca y el resto
se reparte entre los miembros de los principales clanes tribales que a su vez los subdividen entre los
miembros del clan. La consecuencia económica es la disolución de la villa como modelo de
explotación de la tierra, y la aparición de un nuevo modelo basado en la comunidad de aldea en
donde están representados los diferentes componentes de la tribu con una diferenciación social no
muy acentuada. Vinculada a la comunidad de aldea sobreviven por un lado las propiedades
comunales (explotación ganadera principalmente) y por otra los alodios (pequeñas explotaciones en
que se divide el territorio de la aldea de carácter libre donde se asientan las familias). Pero
políticamente (desaparece el derecho romano y aparece la costumbre como fuente fundamental que
será legado a la época medieval), religiosamente (conversión al cristianismo sin pasar por el
arrianismo) y socialmente (la estructura social tardorromana queda diluida y domina la germánica:
monarquía electiva o semielectiva y una aristocracia con los jefes de los clanes y por debajo la
población con un estatuto jurídico diferenciado) se producen también los cambios importantes que
serán la base sobre los que nacerá el sistema feudal.
A partir de aquí hay una lenta evolución de este modelo que finalmente cristalizará con el
intento de recontruir la unidad imperial en el occidente europeo con los carolingios. El primer paso
lo constituye la implantación del reino franco con Clovis (Clodoveo) a finales del siglo VI; a partir
de aquí se produce una evolución que tiene como rasgos más importantes dos procesos paralelos:
por un lado la fragmentación del poder político del monarca y por otro la formación de una nobleza
territorial, que se va "independizando" del poder monárquico. Así el Reino Franco daría lugar a tres
territorios independientes (Austrasia, Neustria y Borgoña) y en torno a ellos una serie de territorios
periféricos que a veces están inmersos en el sistema y a veces son independientes (Frisia, Turingia,
Alemania, Aquitania y Bretaña). Esto dará lugar a la aparición de los mayordomos palatinos que
serán los representantes del monarca en el territorio pero que al final ostentarán realmente el poder
político pasando el monarca a un plano secundario. Un protagonismo que irá aumentando a través
de mecanismos como la patrimonialización de los cargos, que alcanza su expresión más pura cuando
se vuelvan hereditarios. Será con los pipinidas (siglo VII), mayordomos de Austrasia, cuando
comiencen los movimientos típicos de recopilación de tierras (a costa de los otros territorios) que
darán lugar al inicio del Imperio Carolingio. Tras Pipino II de Heristal (679), aparece Carlos Martel
y posteriormente su hijo Pipino III, el Breve, que tuvo como principal acción la vinculación de los

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tres reinos principales con la mitra Papal. Esta asociación tenia un doble interés: por un lado la
necesidad militar del Papa para defenderse de sus enemigos (sobre todo los lombardos); y para el
caso de Pipino III, la legitimación por parte de Esteban III para fraguar la desaparición de la
monarquía franca sustituida por la dinastía merovingia. Su sucesor Carlomagno (tras la muerte de
Carloman en el 771 tiene total autonomía para controlar el territorio de su padre) seguirá
guerreando en diferentes zonas de Europa (sobre todo en la zona germana) que le permiten
completar su territorio.
Los problemas empiezan a partir del 791 con el estallido de una crisis que tendrá su
manifestación política con un enfrentamiento entre Pipino contra su hermano Luis y su padre
Carlomagno. Este hecho dará pie a la exigencia de un juramento de fidelidad de todos sus vasallos
directos(como tal no es un invento carolingo sino que se aplica en época merovingia (siglo VII). La
novedad es la generalización de un juramento que va unido a una serie de contrapartidas por ambas
partes: creciente vinculación del vasallaje con la concesión de un beneficio, y la creciente
transformación del beneficio en una concesión territorial.
Esto permite ir vertebrando a la nobleza de la época en torno a unos vínculos de
dependencia, ya que el sistema se va haciendo cada vez más complejo, afectando a la aristocracia de
segunda fila. Sobre esta base se articula un modelo de relaciones sociales dentro de la nobleza que
va a tener una enorme transcendencia para entender el proceso de jerarquización del poder que se
establece en el sistema feudal); y un acercamiento mayor con la curial papal para la creación de una
serie de mitos e ideas que justifique y "divinicen" el poder de Carlomagno, (la utilización del
anatema será un arma muy utilizada por la Iglesia como medio de coacción política) que tendrá su
cenit en su coronación imperial (la Navidad del 800).
Por circunstancias hereda el Imperio Luis el Piadoso, quien trato de dejar todos los
territorios a su hijo Lotario, lo que originará una guerra civil entre los tres hermanos (Carlos el
Calvo, Luis, el Germánico) que dará lugar al Tratado de Verdum (843) que produciría el reparto en
tres partes del Imperio Carolingio. A partir del 843 comienza la desaparición del Imperio tanto por
problemas externos (vikingos, húngaros, musulmanes) como por problemas internos (sentido
patrimonial de los cargos, desaparición de la administración central, aumento de la territorialización
de la nobleza que gobierna directamente sobre los territorios que está asentada, multiplicación de los
juramentos de fidelidad, fragmentación del poder central) que dará lugar al régimen feudal.
Desde el punto de vista económico ha aumentado el carácter autárquico del sistema
económico. Esa autarquía económica permite la construcción de un sistema señorial especifico: el
sistema del gran dominio carolingio o señorío dominical. Lo característico es que este modelo se
amplía hasta el conjunto de la aristocracia al mismo ritmo que las relaciones señoriales. Pero no
todas las tierras están ocupadas por grandes dominios, junto a estos subsisten (a ese proceso de
acaparación territorial aristocrático)la pequeña explotación campesina de condición jurídica libre y
que va unida al establecimiento de comunidades de aldea.
Desde el punto de vista social la situación a finales del siglo IX es también diferente a la
situación de partida del s VI. A la cabeza está un grupo de grandes aristocracias carolingias (vassi
dominici) vinculados directamente con el emperador. Por debajo están las figuras condales y según
se desciende vizcondes y pequeños grupos nobiliarios que paulatinamente van entrando en
relaciones de dependencia con los grupos superiores formando un sistema jerarquizado. Al lado nos
encontramos con grupos de campesinos muy heterogéneos separados por una gran barrera de la
nobleza. Las diferencias internas se deben a la subsistencia de diferentes regímenes jurídicos que se
diferencian en el pago de rentas. Con el tiempo se igualan y sobre todo cuando se intercambian en
los mansos:
–siervos con diferentes nominaciones que son campesinos adscritos a la tierra y que ocupan
los mansos serviles a cambio de una renta (trabajo, especie y dinero)
–campesinos arrendatarios libres ocupando mansos libres.
–campesinos libres que ocupan los alodios
–aparición esporádica de jornaleros eventuales contratados por los grandes dominios, para
obtener unas ayudas complementarias

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–esclavos (10% 20% de la población del dominio). El problema es saber si este porcentaje
se puede generalizar a las comunidades de aldea. Será a finales del siglo X cuando aparezca el
esclavismo.
Lo que hay en este periodo es una creciente polarización entre ambos mundos por la
generalización de la guerra y l a continua sucesión de acontecimientos bélicos que contribuyen a
degradar el régimen de libertad de los campesinos libres. La guerra se convierte en el instrumento de
dominación esencial de las clases nobiliarias para dominar al resto de la sociedad.
Cuando los musulmanes llegaron en el año 711 a la Península Ibérica los duques(división
territorial similar a los condados del Imperio Carolingio) fueron considerados virreyes, prueba del
alcance de su poder y de que el camino hacia la feudalización ya estaba abierto en la P. Ibérica a
principios del siglo VIII. Según Claudio Sánchez Albornoz (España un enigma histórico) la
conquista musulmana habría constituido el desencadenante del proceso de desarticulación del reino
visigodo, cuya historia se habría caracterizado, en los últimos decenios, por la constante presión de
la nobleza sobre una monarquía debilitada, ocasionando un resquebrajamiento de las estructuras
estatales del derecho público romano y del proceso de protofeudalización de la organización
política, acompañada por el desarrollo de la gran propiedad donde lo importante es el elemento
servil y dependiente. Sin embargo, la desaparición del reino visigodo no había supuesto su
desvanecimiento, ya que algunas de las prácticas de su ordenamiento militar, judicial y fiscal
sobrevivieron en el Norte de la Cordillera Cantábrica, implantadas allí por los refugiados de la
invasión musulmana. Un entramado institucional que se vería modificado tanto por las instituciones
de los pueblos ya asentados, como por las nuevas circunstancias, la forma de ocupación del
territorio con el inicio de la Reconquista. Los repobladores, en su mayoría casi absoluta, fueron
hombres libres, vinculados por lazos de parentesco o vecindad. Por esta vía se fue constituyendo
una capa social mayoritaria de pequeños propietarios rurales, pero siempre de condición jurídica y
social libre y sin dependencia a ningún sistema señorial. Será el pequeño campesino libre, quien a
través de su propiedad familiar, garantice la reproducción económica de la sociedad y quien la
vertebre social y políticamente, al proporcionar a la mayoría del apoyo militar que necesitaba.
Muchos de estos pequeños propietarios se encontrarán agrupados, en un segundo escalón, en
comunidades rurales o de aldea, dotados de independencia e indudable personalidad jurídica que les
capacitaba para poseer y contratar. Según Sánchez Albornoz no hubo feudalismo en la península, de
ahí su famosa frase: "Castilla tierra de hombres libres, rodeada de un mar feudal".
Quienes se enfrentaron a Sánchez Albornoz en esta concepción del feudalismo (fuera del
mítico enfrentamiento entre Claudio y Menéndez Pidal por la despoblación del Valle del Duero)
fueron Abilio Barbero y Marcelo Vigil (La formación del feudalismo en la Península Ibérica).
Según estos autores en las regiones septentrionales de la Península, existían unas organizaciones
gentilicias que no habían sido eliminadas por la sociedad esclavista romana. A través de un proceso
general a lo largo de los siglos IX–XI estas sociedades fueron evolucionando y transformándose en
comunidades de aldea, cuya consecuencia dio lugar a la formación del feudalismo en la Península.
En definitiva, afirman, que el paso hacia la constitución del feudalismo se daría de forma coetánea a
este proceso de desarticulación de las comunidades gentilicias y su transformación en comunidades
de aldea con una progresiva división en clases dentro de las mismas; cuyos miembros más ricos
acapararían los solares.
Otra forma de extensión del feudalismo fue la transmisión de tierras y la entrada en
relaciones de dependencia personal por medio de la "profiliación" que en su origen era una adopción
dentro del linaje y que después se hizo equivalente a una donación. La importancia de las
profiliaciones estaba en su originalidad como un procedimiento para extender el señorío feudal a
partir de costumbres de adopción gentilicias.
Así, en las profiliaciones estudiadas, el adoptado se convertirá en el señor o patrono del
adoptante, cuyos bienes recibirá y al que según los deseos de encomendación feudal, debían
protección y ayuda. La ceremonia de profiliación constaba de ritos que se conservaban en los
pueblos del Norte de la Península, sobre todo, en los linajes aristocráticos. Este rito consistía
fundamentalmente en una simulación del nacimiento, en él la mujer hacía pasar al adoptado entre sus

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vestidos haciéndole aparecer como si lo hubiera parido.
Tras estos autores de desarrollaron toda una serie de trabajos (J. Mª Mínguez Fernández y J.
A. García de Cortázar para la zona de la meseta; P. Bonnassie o Carlos Laliena Corbera para la zona
nororiental de la Península) que vienen a remarcar estas ideas: el desarrollo de formas sociales y
económicas definidas como feudales se produce a partir de la desintegración de "comunidades
primitivas" pero con algunas peculiaridades:
–no existe una misma evolución y profundización de lo feudal a lo largo de la Península.
–la cronología con respecto al resto de Europa Occidental se atrasa, así hasta el siglo XI no
se puede hablar de una consolidación del sistema feudal
– al igual que la invasión musulmana afectó a esta cronología también afecto a esas
comunidades de frontera, que gozaron de una mayor libertad inicial, como contraprestación a su
situación defensiva pero que paulatinamente fueron homogeneizándose con el resto del territorio,
perdiendo su carácter inicial.

3- La economía rural medieval.


A pesar de las diferencias que nos encontramos entre distintas regiones europeas, en todas
observamos un carácter marcadamente rural; la casi totalidad de los vecinos viven de y para las
actividades agropecuarias. No es de extrañar por tanto, que estas actividades influyan tanto en la
organización económica de estas regiones, como en su propia estructura social. Estas actividades
están en manos de los "laboratores" que serían los grupos encargados de la producción material de
bienes. Pero ésto indica que sean los "laboratores" que serían los grupos encargados de la
producción material de bienes. Pero ésto no indica que sean los "laboratores" quienes dirijan
plenamente estas actividades; puesto que la nobleza, caracterizada como grupo no productivo, al
vivir de las rentas (que por diferentes mecanismos extraen de la clase productiva) estará sumamente
interesado en estas actividades. Agricultura y ganadería a lo largo de toda la Edad Media son las
columnas maestras en las que se sujeta la economía aunque no podemos olvidar la existencia de una
artesanía y comercio que paulatinamente irán desarrollándose como actividades productivas.
En la Europa medieval, las "anchas espaldas" del campesino debieron soportar el peso de
toda la estructura jerárquica política y feudal. Pagaba impuestos por su hogar y su persona y
también el diezmo de sus cosechas en beneficio de su parroquia. Podía ser llamado a trabajar en la
reserva señorial y pagaba el arrendamiento en dinero o en especie, o tal vez de ambas maneras.
Todo eso no procedía de un contrato negociado libremente , sino que era posible debido a la
tremenda indefinición del campesinado: de la necesidad de protección y de su incapacidad para
resistirse a las crecientes exigencias, en unos tiempos de crecimiento demográfico y de aumento del
hambre de tierras.
El campesinado constituía un 90% de la población de la Europa altomedieval. Tal
proporción descendió en los siglos posteriores, con la ascensión de las ciudades y la absorción de un
buen número de campesinos en el comercio y la artesanía. Sin embargo, no bajaría en ningún
momento del 80%, excepto en áreas muy urbanizadas como Italia septentrional y los Países Bajos
(se dispone de cifras globales para la Baja Edad Media de regiones concretas como Brabante,
Toscana, Borgoña. Una proporción menor no hubiera podido sostener, en absoluto, a la población
no campesina, teniendo en cuenta las condiciones de la agricultura medieval.
Es muy difícil señalar un único modelo que sirva de explicación para toda la época medieval
pero sí podemos señalar unas características generales de la agricultura y la ganadería:
– Existencia de un policultivo con predominio del cereal y el viñedo. Según nos acercamos a la
modernidad se va hacia la creciente supremacía del trigo(hombre) y la cebada (animales) mientras
que el centeno dada su resistencia será importante para la media montaña. A cierta distancia pero de
forma creciente, siguen los productos hortofrutícolas, pastos, frutales, cultivos de carácter
especializado como plantas tintóreas. Evidentemente esta situación y sus cambios tienen que ver con
el carácter autárquico de las regiones y el posterior desarrollo de las rutas comerciales.
– Mantenimiento de los sistemas de cultivo tradicionales y estancamiento de la base técnica hasta
finales del siglo XI–XII. El prototipo es el "sistema de año y vez" (relacionado con la importancia

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del ganado), aunque al lado tenemos otros sistemas más avanzados como el trienal asociado a
roturaciones de nuevas tierras y con la reorganización del terrazgo en hojas. También nos
encontramos sistemas de carácter intensivo asociado al regadío, pero que son minoritarios. En el
utillaje las novedades más importantes son el desarrollo del arado pesado (para un tipo determinado
de suelo), la mayor presencia del hierro en los aperos agrícolas (hachas, guadañas. ..) y la
generalización del molino.
– El paisaje agrario se va definiendo, así tenemos tres aureolas diferentes en estas comunidades. En
la primera prevalece un paisaje agrario de campos cerrados (huertos, pastos, plantas especializadas,
frutales...) por setos o tapias de adobe, piedra. Una segunda aureola estaría formada por los pagos
del viñedo, cereal y pastizales más amplios, dando lugar a unos campos semipesados ("semi–
bocage") a lo largo de los grandes caminos de circulación. Finalmente nos encontramos con el área
formada por montes o bosques con un derecho más o menos comunal.
– En la Edad Media, salvo lugares puntuales (Países Bajos, zonas de Alemania) el aumento de la
producción se consigue ampliando la superficie de cultivo. Pero esta extensión del sistema es
limitada porque obliga a redefinir el equilibrio entre ganadería y agricultura, suponiendo un peligro
para la reproducción ganadera. Esta ampliación tiene diferentes fases: en primer lugar ocupando
tierras de peor calidad, luego roturando bosque que a la larga se traduce en una disminución del
espacio para la alimentación ganadera, y finalmente roturando espacios comunales. Así, todo el
abono, fuerza de tiro, alimentación secundaria... pierde su eficacia; lo que al principio suponía un
aumento de la producción, a la larga se traduce en una disminución del espacio para la alimentación
secundaria... pierde su eficacia; lo que al principio suponía un aumento de la producción, a la larga
conduce a la "ley de caída del rendimiento de la tierra", de tal forma que el fenómeno de expansión
conduce a una crisis (siglo XIV). Pero esta lucha agricultura–ganadería generará también una
lucha por los cada vez menores pastos que supondrá la paulatina usurpación de los comunales por
parte de la nobleza y la obligación de que los "pecheros" redujeran sus cabezas de ganado.
– En cuanto a la ganadería hay que hablar de un desarrollo generalizado de ganado ovino
(importancia según avanzamos del comercio de lana), pero hay que destacar la importancia que
tenia la ganadería doméstica para la subsistencia: cerdos, gallinas, pollos, ánsares. Aunque existen
diferencias entre los campesinos, dependiendo de su estatus económico; podemos marcar como un
equipamiento mínimo (para después del siglo X) una pareja de animales de labor, uno o dos cerdos,
aves de corral, algunas ovejas y cabras y ya en la época bajo medieval, bestias menores (mulas,
asnos, burros)aumentando la rapidez de desplazamientos de los campesinos.
Dentro el señorío nos encontramos una estructura escalonada de la propiedad de la tierra:
observamos una parte controlada y gestionada por el señor que explota a través de sus esclavos y
colonos (reserva) y otra parte controlada por el señor pero explotada por los campesinos en
unidades familiares (mansos). Junto a ésto nos encontramos la supervivencia de comunales y tierras
alodiales como reflejo de formas de propiedad prefeudales y que subsisten gracias a la parcelación
del poder. Dentro de esos mansos es la "unidad económica campesina" (familia de carácter
conyugal) la que básicamente decide cuando trabajar la tierra, cómo.... pero el señor determina la
autonomía del campesino a través de la renta; ya que por medio de dicha renta en especie determina
qué plantar, por la renta en dinero los productos que tiene que comercializar u condiciona su trabajo
al marcar la renta en trabajo (corveas). Aún así existe diferencia entre el dominio y las parcelas
campesinas, y las diferencias entre las rentas serían tan variadas, como la propia tipología de los
señoríos.
Cada familia produce independientemente, aunque hay que diferenciar lo que son
actividades productivas esenciales (el cultivo extensivo de cereales asociados siempre a la
producción ganadera) y actividades productivas no esenciales (cultivo intensivos de huerta, cría de
ganado menor...) A pesar de esa independencia, las condiciones de trabajo feudales obligan a las
familias a diversas formas de cooperación, tanto de carácter simple como de naturaleza compleja.
Las simples vienen impuestas por: la necesidad de combinar los trabajos de siembra y labranza,
regular los senderos de paso para que transite el ganado, o explotar conjuntamente los rastrojos;
explotación colectiva de los comunales; explotación colectiva de determinadas instalaciones

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(cervecerías, molinos...). La consecuencia de estas relaciones son la integración de las familias en
unidades de mayor envergadura: la aldea. La cooperación compleja viene impuesta por la división
local del trabajo esto hace posible que se abandonen determinadas actividades económicas en manos
de un artesanado más o menos elemental; es decir, permite a algunas personas desvincularse de la
explotación exclusiva de la tierra por una actividad artesanal rudimentaria (molineros, carniceros,
herreros...). Al lado de la producción rural orgánica ya encontramos una producción rural de
materias inorgánicas, destacando la extracción del hierro o la fabricación de cerámica.
La existencia de estas formas de cooperación obliga a fijar unas relaciones de intercambio
entre las diferentes unidades familiares que se pueden presentar de formas diversas: trabajo por
trabajo, trabajo por producto, producto por trabajo, producto por producto (será en la Baja Edad
Media cuando la moneda deje de ser un instrumento de cuenta y vuelva a ser un instrumento
contable). Necesariamente en la producción campesina aparece el intercambio.
Profundizando un poco más en la relación señor–campesino habría que decir que la
apropiación de los excedentes, por parte del señor, se realiza a través de la coacción extraeconómica
(de la forma ajena al proceso de producción) mediante tres mecanismos básicos: la propiedad
superior del suelo o titularidad superior del suelo (la tierra es del señor); la sujeción del campesino a
la tierra; y la guerra. Lo importante es que la estructura de apropiación de rentas es individualizada,
adaptada a cada familia campesina. Esto permite una gran parcelación y jerarquización de derechos
de apropiación feudales. Los tres tipos de rentas feudales coexisten, lo que permite una enorme
versatilidad que origina su adaptación en función de los intereses de las clases feudales que cambian
y evolucionan con el tiempo.

4. BIBLIOGRAFÍA
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A. BARBERO: La formación del feudalismo en la península Ibérica. Barcelona, Crítica, 1979.
R.BOUTRUCHE: Señorío y feudalismo. Primera época: los vínculos de dependencia. Siglo XXI,
Madrid, 1975.
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J. DHONT: La Alta Edad Media. Madrid, Siglo XXI, 1971.
G. DUBY: Economía rural y vida campesina en el Occidente medieval. Barcelona, Península,
1973.
J.A. CORTÁZAR: La época medieval. Historia de España. Madrid, Alfaguara II, Alianza, 1973.
LATOUCHE, L.: Los orígenes de la economía occidental. México, UTEHA, 1967.
L. GENICOT: Europa en el siglo XIII. Barcelona, Nueva Clío, Labor, 1970.
L. GARCÍA DE VALDEAVELLANO: El mercado. Apuntes para su estudio en León y Castilla
durante la Edad Media. Sevilla, 1975.

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