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Sermones y Serminarios
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Sin embargo, no podemos esperar que el Señor haga todo y nosotros nada. Hay mucho que
podemos hacer para que más personas sean salvas y pasen la eternidad con Dios. Hay
principios que podemos seguir que tanto harán la vida de los demás más gozosa (al entregarse
con Cristo), como la de nosotros al saber que estamos participando de la gran comisión
instituida por Jesucristo. He aquí algunos principios que podemos probar en nuestras
respectivas congregaciones:
Sin embargo, problemas financieros, problemas con el liderazgo, y aun en algunos de los
ministerios, hacen con que se dediquen solo a los miembros existentes. Ya no buscan a los
perdidos. Y como resultado, la iglesia no crece. Este principio dice que los líderes deben quitar
el enfoque de los miembros y ponerlo en el método de Cristo, que es hacer discípulos. Eso
acontece a través de la oración, estudios bíblicos, presupuesto, para que todo lo que hace la
iglesia sea con el propósito de aumentar el número de discípulos. La iglesia puede y debe
hacer cosas de suma importancia. Pero hay solo una cosa esencial que la iglesia debe hacer:
entrenar a todos a llevar el evangelio a los perdidos.
Amigos cristianos y parientes llevan dos veces más personas al reino que todos los otros
métodos combinados. Para aplicar ese principio necesitamos animar a cada persona en la
iglesia a que haga una lista de las personas no conversas entre amigos y parientes en la
comunidad. El cristiano promedio puede listar pelo menos a cuatro o cinco personas. Luego,
anima a los miembros a que oren específicamente por las personas en su lista.
Hay iglesias que piden a que los miembros oren un minuto al día por cada persona en la lista
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Lou Seckler
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durante un mes. Luego estimula a los miembros a que en los próximos seis meses inviten una
de las personas de la lista a un convivio de la iglesia. Además, hay que recordar a los
miembros que ellos son la única persona entre Dios y las personas que están intentando
alcanzar. Repasando: Hay que listar, orar e invitar.
• Personas se sienten solas y aisladas. Están buscando un lugar donde pertenecer, de hacer
parte de una familia espiritual o comunidad.
• Personas sienten la presión de un mundo ocupado y estresado. Están buscando un sentido
más profundo de equilibrio y maneras de cómo conocer lo que son las cosas más importantes
en la vida.
• Personas sienten la superficialidad de las citas formales. Están buscando amistades
autenticas. Buscan a alguien en quien confiar sus inquietudes.
• Personas se sienten vacías y están agobiadas por intentar llenar su vida con su trabajo,
posesiones, entretenimiento, etc. Están buscando respuestas espirituales a su hambre
insaciable. Pero la buscan en lugares equivocados.
• Personas se sienten engolfadas por la velocidad de los cambios en todos los aspectos del
mundo. Están buscando auxilio cuando haya cambios en su vida.
Cuando los miembros de la iglesia hablan a las personas que no van a la iglesia acerca de las
necesidades más urgentes, les van a escuchar, porque ahora el mensaje es desde su punto de
vista, algo muy relevante para ellos.
Formar amistades y ayudar a que se formen amistades entre visitantes y miembros aun antes
que se conviertan, aumenta la posibilidad de que permanecerán por mucho tiempo.
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Personas que no van a la iglesia, no son todas receptivas en hacerse cristianas o miembros de
la iglesia de Cristo. Hay las que reaccionan bien y otras no. Cristo habló acerca de ese principio
al exhortarnos a mirar los campos blancos hacia la cosecha (Juan 4:35), para que plantemos
semillas del evangelio en el buen terreno (receptivo). También habló acerca de predicar en los
lugares también receptivos (Mat. 13:1-9), y dejar a los que nos resisten (Luc. 9:1-6).
Por lo tanto, necesitamos saber cómo identificar el pueblo receptivo entre los círculos de
amistades de nuestros miembros en sus respectivas colonias. Las transiciones de la vida son
épocas oportunas de identificarles. Cambios significativos en la vida de las personas las hacen
más receptivas. Esos cambios pueden ser eventos controlables (problemas matrimoniales,
divorcios, cambios de domicilio, jubilación), y los no controlables (muerte de un cónyuge, crisis
de salud, pérdida de empleo). Hay que abrir los ojos a los miembros para que estén al tanto de
esos eventos transitorios en la vida de las personas en su comunidad y ayudarles con amor
cristiano genuino. Desarrollar ministerios especializados que enfoquen las transiciones, y un
plan de compartir el amor de Dios incondicional con personas que se encuentren en esas
situaciones. Aprovechar la oportunidad para demostrarles el amor cristiano incondicional. No es
solo para “llevarlas a la decisión de bautizarse”, sino para quitarlas de las tinieblas, como lo
hacía Jesucristo.
Pocas son las iglesias en nuestro país que crecen en número. Yo diría unas 15% crecen
porque están involucradas en ayudar a sus vecinos y parientes en sus crisis y necesidades.
Los cinco principios que expusimos arriba funcionan. Han sido probados en la realidad en
iglesias de varias partes del mundo. Pero la razón que los debemos aplicar no es solo para
tener una iglesia numerosa o para encontrar más personas para ayudarnos con el presupuesto
de la iglesia. Tampoco es para que tengamos más brazos para ayudarnos como voluntarios en
la construcción del templo. Aunque todo eso sea importante, nuestra meta debe ser la de llegar
a las personas amadas por Dios, sencillamente porque Jesucristo nos dijo que lo hiciéramos.
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