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La construcción de

una nueva
hegemonía
Cá tedra: Crisis, reestructuració n capitalista
y auge de la mundializació n neoliberal. La
trama socio-histó rico-econó mica del
mundo actual.

Docente a cargo: Juan Luis Carnagui

Alumno: Pedro, Juan Manuel

N° de legajo: 97484/9

Mail: pedrojuanmanuel@yahoo.es
La construcción de una nueva hegemonía
Introducción:
Este escrito pretende analizar los principales factores que actuaron de catalizadores de la
crisis del Estado de Bienestar y la reconfiguración hacia un nuevo modelo denominado neoliberal
basado en la valorización financiera en detrimento del patrón de acumulación industrial. Es a
partir de este análisis que se intentará responder a la siguiente pregunta: ¿Cómo se construyó la
hegemonía neoliberal? Aunque se tendrán en cuenta factores diversos mi hipótesis está centrada
en lo ideológico como un mecanismo generador de consenso a partir de la reconfiguración de
demandas sociales surgidas en el interior del Estado de Bienestar en beneficio de la conformación
de un patrón de acumulación neoliberal.
Desarrollo:
El Estado de Bienestar es un modelo de organización socioeconómica implantando en
Europa tras la Segunda Guerra Mundial que tiene como referente las tesis económicas
Keynesianas y el Informe Beveridge. Este modelo supo dar respuesta a la crisis de la demanda de
los años 30’ al proporcionarle al Estado una serie de instrumentos, para realizar intervenciones en
el ámbito económico, de forma que pudiera enfrentarse a situaciones de crisis o fallos del
mercado, a la vez que se creaba un sistema de protección que asegurara y cubriera algunas
necesidades socioeconómicas de la población, así como una cierta igualdad de oportunidades.
Sin embargo, el Estado de Bienestar no pudo dar respuesta a la crisis de oferta acaecida en
1973, profundizada por la crisis del petróleo, donde los factores que intervinieron fueron de
diversa índole. Según lo expresado por Frieden (2007), la subida del precio del petróleo tuvo
efectos contradictorios en los precios ya que, al ser un recurso ampliamente utilizado en la
economía, presionó el alza de los precios de muchos productos y servicios. Sin embargo, esta
subida de precios afectó los salarios reales generando un descenso de la demanda y con ello
muchos precios terminaron disminuyendo. Esto último sumado al techo productivo al que llegó el
fordismo significó un fuerte proceso de estanflación. Además, el desarrollo económico de Europa
Occidental y Japón había puesto en tensión el comercio internacional significando una clara
pérdida de rentabilidad empresarial, sobre todo en Estados Unidos. Es en este contexto donde
Nixon en 1971 toma la decisión de devaluar el dólar, a partir del fin de Bretton Woods, con el
objetivo de mejorar la competitividad internacional de los Estados Unidos y facilitar el ingreso de
productos norteamericanos a Europa Occidental y Japón.

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Por otro lado, esta pérdida de competitividad tuvo un trasfondo político ya que el Estado
de Bienestar supuso la introducción de mecanismos reguladores en el ámbito laboral como los
pactos entre el capital y el trabajo que se tradujo en una mejora de las condiciones laborales, en
un aumento continuado de salarios y en un fortalecimiento político de los trabajadores. Sin
embargo para las empresas esto significó costes laborales muy elevados de forma que
comenzaron a replantearse nuevas formas de producción basadas en los avances tecnológicos así
como en el cierre de empresas y su marcha de los países en los que el factor trabajo es más cara
hacia países en los que los costes laborales sean más bajos. Es por ello que las críticas
neoliberales hacia el mercado laboral se dirigieron a señalar como causa fundamental del nivel de
paro a la alta regulación estatal, lo que denominan, rigidez del mercado de trabajo, situación
conseguida a partir de los pactos que han existido entre el capital y el trabajo. Además, siguiendo
lo expresado por Crouch (2012), los ideólogos neoliberales sostenían que el impulso de la
demanda agregada tenía consecuencias inflacionarias. Es decir, el gobierno debería abstenerse de
intervenir para que sea el mercado quien regule los precios y los salarios ya que a largo plazo se
alcanzaría un nivel de empleo mayor. Por ello la tendencia fue flexibilizar el mercado de trabajo
en aras de la competitividad a través de la adopción del “toyotismo” que permitió la
incorporación de mano de obra barata al mercado laboral a partir del supuesto que todos los
obreros tienen que poder hacer todo, algo que diverge con el modelo fordista basado en obreros
especializados. De esta manera, el gran capital tendrá tendencias a la expansión global
conformando una nueva división internacional del trabajo donde el peso del capital financiero,
favorecido por los avances tecnológicos, será preponderante.
Desde una perspectiva social y familiar, el Estado de Bienestar concibe al mercado de
trabajo como un ámbito en el cual lo frecuente era tener un trabajo estable y posiblemente para
toda la vida, al cual le seguiría la jubilación. Pero la realidad mostraba a trabajadores en situación
de precariedad que presentan situaciones de riesgo social y ante los cuales el modelo tradicional
del Estado de Bienestar no tenía suficientemente contemplada su protección ya que focalizaba su
ayuda en los sectores etarios considerados más vulnerables como eran los niños y los ancianos.
De esta manera, el Estado de Bienestar se ve presionado para dar una mayor cobertura a aquellos
grupos con peores situaciones socioeconómicas mientras que a su vez aquellas clases más
acomodadas también lo presionan para obtener prestaciones y servicios de más alta calidad que la
que se venía ofreciendo tradicionalmente. Esta conjunción de demandas sociales también actuará

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de catalizador de la crisis del Estado de Bienestar al concebirse a éste como ineficiente e ineficaz
para resolver las problemáticas sociales.
Por otra parte, una cuestión primordial fue la creación de un consenso social alrededor de
estas “nuevas” ideas. En este sentido fueron fundamentales las universidades, las ONG, los
llamados “Think Thank” y los medios de comunicación para que las ideas neoliberales se
vuelvan hegemónicas. La tesis principal que se presenta es la de un Estado que interfiere en la
vida privada de las personas y por ello es necesario un cambio multifacético que permita
construir una relación “nueva” entre la sociedad y ese Estado. Sin embargo, la puesta en práctica
de estas ideas no significó prosperidad en base a normas igualitarias sino un profundo “shock
estructural” que tuvo como consecuencia el incremento de la pobreza y la desigualdad. Aunque,
más allá de la habilidad de las distintas "usinas" propagandísticas del neoliberalismo, considero
que en este caso la coyuntura de crisis también coadyuvó a que ese consenso sea más amplio y
efectivo. Es decir, en tiempos de bonanza económica, o simplemente de cierta normalidad
socioeconómica, tal vez estos axiomas no hubiesen logrado instalarse en el “sentido común” de la
gente como finalmente lo hicieron. Por ello aprovecharon un momento de confusión y
deslegitimación de una parte de la sociedad con respecto al modelo vigente para instalarse en la
agenda pública y transformarse con el tiempo en un modelo hegemónico. Por otro lado, al
convertirse paulatinamente en una doctrina con hegemonía a nivel global su aplicación fue
diversa ya que osciló entre los medios democráticos y militares. En relación a la primera opción,
en los países del capitalismo central como Estados Unidos y Gran Bretaña, fueron líderes
democráticos como Margaret Thatcher y Ronald Reagan quienes aplicaron estas ideas
neoliberales en sus respectivos países pero también con consecuencias socioeconómicas
negativas, aunque al tratarse de “países desarrollados” el impacto no fue tan nocivo como en
nuestro país, por ejemplo. En cambio, serán en los países del “Tercer Mundo” donde la
aplicación de políticas neoliberales estará acompañada de forma recurrente por gobiernos
autoritarios.
De lo antedicho surge una pregunta: ¿Fueron ideas universalmente aceptadas por todos,
como la libertad, las que favorecieron este consenso? En respuesta a esta pregunta Harvey (2007)
sostiene que el neoliberalismo fue hábil para dar respuesta a muchas consignas que simbolizaban
el mayo francés del 68’ con respecto a la libertad individual y a la justicia social. De esta manera,
sostiene el autor, pudieron hacer causa común frente a lo que muchos percibían como un enemigo

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común que era nada más ni nada menos que aquel Estado intervencionista que había dejado de
ser sinónimo de bienestar social para transformarse en ícono de desigualdad y opresión hacia los
individuos. Un ejemplo paradigmático en este sentido lo señala Judt (2006) para el caso de
Inglaterra donde Margaret Thatcher no sólo destruyó el consenso de postguerra con respecto a la
viabilidad del Estado de Bienestar sino que forjó otro nuevo enmarcado en la iniciativa privada
en detrimento del intervencionismo estatal. Por otro lado, es en este contexto en donde se
reestructura el funcionamiento del Estado de Bienestar caracterizado fundamentalmente por la
reducción en los niveles de gasto social y una mayor tendencia hacia la responsabilidad
individual frente a los problemas o necesidades sociales, aunque si bien esto no será igual de
pronunciado en todos los países. De igual forma, se irá produciendo una parcial privatización del
Estado de Bienestar, generalmente de los servicios más rentables como la sanidad o las
pensiones. Sin embargo, Judt (2006) sostiene que en Inglaterra los bienes sociales como la salud
y la educación pública, a pesar de su ineficacia y bajo rendimiento, seguían siendo políticamente
intocables.
Conclusión:
La progresiva construcción de la hegemonía neoliberal tuvo como correlato la crisis del
Estado de Bienestar. Fue en el marco de estas dificultades donde se fue establecimiento de forma
violenta o consensuada una nueva forma de concebir la organización de la sociedad desde una
óptica neoliberal. Sin embargo esta época no debe entenderse como un cambio abrupto y total de
la situación anterior ya que esto dependió de los diversos contextos nacionales donde se aplicó la
doctrina neoliberal. Los países escandinavos, con una sólida tradición socialdemócrata, no
llevaron a cabo fuertes modificaciones de sesgo neoliberal sino que mantuvieron un sistema
socioeconómico más equitativo que el desarrollado, a partir de las dictaduras militares, en
Latinoamérica. En resumidas cuentas, el neoliberalismo debe ser concebido como un proyecto
político formulado para restablecer las condiciones para la acumulación del capital y restaurar el
poder de las elites económicas. Es decir, que el neoliberalismo significó la libertad de los más
poderosos para enriquecerse en base a la explotación de los sectores más vulnerables y es por ello
que el concepto de libertad debe pensárselo junto al de igualdad si se quiere construir una
sociedad más justa y solidaria.

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