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LEYENDAS

Kevin Có rdoba Rosas

pc-jhons
Contenido
El árbol del vampiro...........................................................................................................................2
El fantasma de la monja.....................................................................................................................3
La múlata de Córdoba........................................................................................................................6
La Leyenda del Callejón del Beso.......................................................................................................7
La isla de las muñecas........................................................................................................................8
La Llorona...........................................................................................................................................9
La leyenda de la mano en la reja......................................................................................................11
La leyenda de la Piedra Negra..........................................................................................................12
El Jinete sin Cabeza..........................................................................................................................13
La leyenda del Charro Negro............................................................................................................13
La Leyenda de Popocatépetl e Iztaccíhuatl......................................................................................15
Leyenda de "La Planchada".............................................................................................................17
La Calle de la Quemada....................................................................................................................19
La leyenda del autobús fantasma de Toluca....................................................................................22
Leyenda de la mano peluda.............................................................................................................23
Leyenda "El Columpio del Diablo”....................................................................................................24
Brujas de Praga................................................................................................................................25
Vampiros de Celákovice...................................................................................................................26
Conclusión........................................................................................................................................27

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El árbol del vampiro
La historia cuenta que en la Guadalajara colonial llegó un hombre muy rico
llamado Jorge, proveniente de Europa, quien todas las noches salía vestido de
negro y con una actitud misteriosa.

Cada que salía aparecían animales muertos, pero éstos se empezaron a convertir
en humanos. La gente asustada decidió salir en busca del causante, cuando,
cerca del Panteón de Belén, escucharon gritos. Era Don Jorge, atacando con la
boca el cuello de un hombre.

La gente lo persiguió, pero él logró huir, así que el cura de Guadalajara lo fue a
buscar a su hacienda, para hacerle un exorcismo.

El Vampiro juró vengarse de todos, pero alguien le clavó una estaca en el pecho y
murió.

Al morir, lo enterraron en el mismo Panteón de Belén. Pero lo extraño sucedió


cuando un árbol empezó a crecer justo por encima de la lápida de Don
Jorge, misma que se rompió.

La leyenda dice que el día que el árbol sea derrumbado o que las raíces rompan
por completo la lápida, Don Jorge, el vampiro, regresará a llevar a cabo su
venganza.

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El fantasma de la monja

Cuenta la leyenda que, allá por el siglo XVI, vivían los hermanos Ávila en lo que
hoy serían las calles de Argentina y Guatemala del Centro Histórico de la Ciudad
de México. Los hermanos se llamaban María, Gil y Alfonso, los cuales tenían una
buena posición social y una fortuna considerable.

La hermana menor, María, era una jovencita muy bonita e ingenua. Todavía no
conocía las maldades del mundo y consideraba a todas las personas dignas de su
confianza. Fue así como conoció a Arrutia, un mestizo que provenía de una familia
muy humilde. Éste trabajaba para los Ávila desde hacía unos cuantos meses y ya
se había enamorado de la riqueza de los hermanos y de su buena vida.

Como las aspiraciones de Arrutia estaban fuera de su alcance, se le hizo fácil


enamorar a la ingenua e inexperta María. Ella era una dulce jovencita de buenos
modales y muy bonita, pero también era muy impresionable. En menos de dos
semanas, María estaba completamente enamorada y dispuesta a hacer cualquier
sacrificio por él.

El plan avanzaba a la perfección, pronto Arrutia y María se casarían, y la fortuna


de ella pasaría a manos del mestizo ambicioso. Pero cuál fue su sorpresa que por
boca floja sus planes se fueron a pique. En el bar que frecuentaba se le ocurrió
presumir un día a sus amigos que pronto sería tan rico como los hermanos Ávila, y
que María era tan tonta e ingenua, que no sería un estorbo para seguir disfrutando
de los placeres de las mujeres ni de las parrandas.

Pronto el chisme se corrió en toda la colonia y llegó a oídos de Alfonso Ávila. De


inmediato se dirigió a su casa y despidió a Arrutia, no sin antes llamarlo altanero,
mestizo e irrespetuoso; luego le prohibió tajantemente volver a ver a su hermana y
mucho menos poner un pie en su casa. A lo que Arrutia le contestó:

–No puedes hacer nada si ella me ama –dijo cínicamente el tal Arrutia–, pues el
corazón de tu hermana desde hace tiempo que es mío. Puedes oponerte cuanto
quieras, pero nada conseguirás.

Con todo el dolor de su corazón, Alfonso sabía que Arrutia tenía razón, pues María
estaba tan enamorada, que si no conseguía el permiso de sus hermanos para
comprometerse, buscaría una solución fácil, aceptando huir con ese criminal.

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Cuando Gil, el otro hermano, se enteró del peligro que corría María, quiso matar al
villano en un duelo. Pero Alfonso ya tenía otros planes en mente. No permitiría
manchar sus manos ni las de su hermano con un cretino como ése. Así que entre
ambos reunieron una cantidad bastante considerable y se la ofrecieron a Arrutia,
con la condición de que éste se fuera para siempre de la Nueva España; pues el
dinero le bastaba de sobra como para poner un negocio lucrativo y vivir
decentemente el resto de su vida.

Se dice que el mestizo aceptó el dinero y se fue a vivir a Veracruz sin decirle adiós
a María, quien lo esperó por dos años. La desdichada María cayó enferma de
depresión y ya no tenía fuerzas ni para salir a eventos o recibir visitas, sólo
deambulaba como una sombra por la casa, gimiendo y llorando.

Los hermanos Ávila, al verla en ese estado, decidieron meterla al Convento de la


Concepción, el primer convento construido en la Capital de la Nueva España, el
cuál era famoso por recibir como novicias a las hijas, familiares o conocidas de los
conquistadores españoles.

Para convencerla, Gil y Alfonso le contaron a María que su mestizo jamás


regresaría, pues sabían de buena fuente que había muerto. Sin otra razón para
seguir viviendo, María se entregó en cuerpo y alma a la religión. Solía distraerse
con rezos, ángelus y maitines; pero en las noches le dedicaba llantos lastimeros a
su amante, olvidándose completamente de Dios.

Un día, María se enteró por buena fuente que Arrutia seguía vivo, pero no sólo
eso, sino que había regresado a la Capital para pedirles más dinero a los
hermanos Ávila. Esta noticia destrozó el corazón de María, y como su pasión era
más fuerte que la religión, una noche no pudo más y decidió matarse.

Cogió un cordón y lo trenzó con otro para hacerlo más fuerte, luego se hincó ante
un crucifijo y pidió perdón a Dios por no haberse podido desposar con la religión.
Ya en la huerta del convento, donde había una fuente, ató la cuerda a una de las
ramas del durazno y volvió a rezar pidiendo perdón a Dios por lo que iba a hacer.
Por último se lanzó hacia abajo… sus pies golpearon el brocal de la fuente… Y ahí
quedó balanceándose como un péndulo blanco, frágil, movido por el viento.

El cuerpo de María fue bajado hasta el día siguiente y fue sepultado esa misma
tarde en el cementerio interior del convento. No obstante, un mes después, una de
las novicias salió al huerto para dar un paseo, pero cuál fue su sorpresa que al
mirar su reflejo en la fuente podía ver en el agua el reflejo de la monja colgada en
uno de los árboles de durazno; balaceándose al soplo de la brisa, con los ojos
salidos de las órbitas y con su lengua como un palmo fuera de los labios retorcidos
y resecos. Sus manos juntas y sus pies con las puntas de las chinelas apuntando
hacia abajo.

No fue la única, noche tras noche y monja tras monja, el fantasma de la monja
colgada del durazno fue motivo de espanto durante muchos años y de nada
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valieron rezos ni misas ni duras penitencias ni golpes de cilicio para que la terrible
visión se alejara de la santa casa.

Tiempo después, los hermanos Ávila se vieron envueltos en una revuelta


encabezada por don Martín Cortés, hijo del conquistador Hernán Cortés, los
cuales fueron encarcelados, juzgados y sentenciados a muerte.

El 16 de julio de 1566, los hermanos Ávila fueron avergonzados, humillados y


golpeados, y posteriormente fueron degollados. Por órdenes de la Real Audiencia
y en mayor castigo a la osadía de los dos Ávila, su casa fue destruida y su tierra
fue sembrada con sal

La múlata de Córdoba
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La leyenda corta que veremos el día de hoy proviene de México y habla acerca de
una mujer, que era tan bella como enigmática. Todos la conocían bajo el
sobrenombre de “la mulata de Córdoba”, por vivir en la villa que llevaba el mismo
nombre, ubicada cerca del puerto de Veracruz, en los tiempos de la Inquisición.

La mulata era famosa por curar todo tipo de afecciones a base de hierbas, así
como hacer amarres de amor y favorecer la salud de todo aquel que iba a
buscarla. Sin embargo, su belleza también provocaba muchos escandálos puesto
que los hombres la buscaban constantemente, siendo todos rechazados.

Uno de ellos era Don Martín de Ocaña, alcalde de Córdoba, quién al verse
despechado comenzó a correr el rumor de que la mulata era una bruja, y le había
dado un brebaje que era el culpable de su pasión.

Pronto la gente comenzó a espiarla y muchos aseguraron que la escuchaban reír


a media noche, volar por encima de los tejados y además, conocer que tenía un
pacto con el diablo para prolongar su hermosura. Sin embargo la mulata seguía
acudiendo a misa, tal vez para intentar dar fin a las cosas que se decían sobre
ella.

Poco le sirvió cuando la Inquisición la mando arrestar acusándola de practicar


hechicería. La mulata fue sentenciada a ser quemada viva en la hoguera y
encerrada en una mazmorra, antes de que se llevara a cabo su castigo. Fue ahí
en donde ella habló con su carcelero y lo convenció de llevarle un poco de gis, con
el que dibujó un espléndido navío en una de las paredes, impresionando al
hombre por el realismo con el que estaba plasmado.

-¿Qué le falta a este barco?-le preguntó ella.

-Navegar.

-Pues mira como navega-respondió la mulata y sin más, saltó a la embarcación


que comenzó a alejarse hasta desaparecer.

La Leyenda
del Callejón del Beso
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El Callejón del Beso para todo el que llega a Guanajuato con la pareja es un lugar
que no se debe dejar de visitar.
Este debe su nombre ya que sus paredes entre sí son muy estrellas, y las paredes
y los balcones están a menos de un metro de distancia.
Existe una leyenda que a través del tiempo ha viajado de boca en boca. Esta
leyenda trata sobre dos personas enamoradas: Carmen y Don Carlos, aquí la
historia:
Carmen era la hija única de un padre celoso, estricto y violento que la tenía
alejada y aislada de la sociedad para que el amor de otro hombre no se la
arrebatara de su lado.
Pero como toda mujer inteligente, Carmen de vez en cuando se daba sus ?
escapadas?, en una de ellas fue que conoció a Don Carlos, un humilde minero,
con el que se veía en una de las tantas iglesias de Guanajuato cerca de su casa.
Pero un día fue descubierta por su padre, quien sin pensarlo mucho la encerró y la
amenazo con enviarla a un convento  para después casarla con un rico y viejo
noble Español, quien de paso haría un favor al padre pues este aumentaría su
fortuna.
En aquellos tiempos, la mayoría de las doncellas tenían como fiel sirviente a una
dama de compañía. Así que Carmen le pidió a su dama de compañía que le
hiciera llegar una carta a Don Carlos en la cual le advertía sobre los planes de su
padre.
Don Carlos, como todo enamorado, estuvo pensando sobre lo que tenía  que
hacer. Fue entonces que se dio cuenta que una de las ventanas de la casa de
Carmen daba a un angosto callejón. Este era tan estrecho que con tan solo
asomarse y estirarse un poco bien podía tocar la pared de la casa de enfrente. Así
que si el lograba entrar a la casa de enfrente, podría hablar con su amada desde
los balcones y así entre los dos poder encontrar una solución a su problema.

La isla de las muñecas

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La isla de las muñecas un sitio con cientos de muñecas decapitadas,
desmembradas y colgadas, este lugar se volvió muy visitado en la CDMX, por la
historia que hay detrás de ella.

Aquí te compartimos la leyenda de este lugar.

El dueño de esta macabra chinampa fue Julián Santa Ana por 50 años, hasta que
falleció.

Julián tenía el corazón roto después de que su novia lo abandono por otro
hombre, él se mudó a esta zona y se dedicó a cultivar cereales, hortalizas y flores,
que todos los días vendía en el pueblo más cercano. Se convirtió en un ermitaño;
sin embargo, llamaba la atención porque recogía muñecas de la basura y después
las usaba para decorar la isla con ellas.

Su sobrino Anastasio Santa Ana, fue quien reveló la historia real detrás del
macabro hecho.

Cuando Julián recién llegaba a la isla, una joven se ahogó en sus orillas. Desde
entonces oyó voces, pasos y lamentos de mujer, por lo que decidió protegerse con
muñecas.

Existe una muñeca en especial que era la favorita de Don Julián, se llama “La
Moneca”, a ella se le piden deseos y se le realizan ofrendas, porque dicen, es
milagrosa.

Don Julián nunca dejó de escuchar las voces, de igual forma se dice que cuando
salía a pescar con su sobrino le hablaba una sirena, ella se lo quería llevar, incluso
predijo el lugar de su muerte.

Un día Anastasio dejo solo a su tío y cuando regreso había caído víctima de una
insuficiencia cardíaca, justo en el mismo lugar que la supuesta sirena dijo lo iría a
buscar.

La Llorona

En las altas horas de la noche, cuando todo parece dormido y sólo se escuchan
los gritos rudos con que los boyeros avivan la marcha lenta de sus animales, dicen
los campesinos que allá, por el río, alejándose y acercándose con intervalos,

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deteniéndose en los frescos remansos que sirven de aguada a los bueyes y
caballos de las cercanías, una voz lastimera llama la atención de los viajeros.

Es una voz de mujer que solloza, que vaga por las márgenes del río buscando
algo, algo que ha perdido y que no hallará jamás. Atemoriza a los chicuelos que
han oído, contada por los labios marchitos de la abuela, la historia enternecedora
de aquella mujer que vive en los potreros, interrumpiendo el silencio de la noche
con su gemido eterno.

Era una pobre campesina cuya adolescencia se había deslizado en medio de la


tranquilidad escuchando con agrado los pajarillos que se columpiaban alegres en
las ramas de los higuerones. Abandonaba su lecho cuando el canto del gallo
anunciaba la aurora, y se dirigía hacia el río a traer agua con sus tinajas de barro,
despertando, al pasar, a las vacas que descansaban en el camino.

Era feliz amando la naturaleza; pero una vez que llegó a la hacienda de la familia
del patrón en la época de verano, la hermosa campesina pudo observar el lujo y la
coquetería de las señoritas que venían de San José. Hizo la comparación entre los
encantos de aquellas mujeres y los suyos; vio que su cuerpo era tan cimbreante
como el de ellas, que poseían una bonita cara, una sonrisa trastornadora, y se
dedicó a imitarías.

Como era hacendosa, la patrona la tomó a su servicio y la trajo a la capital donde,


al poco tiempo, fue corrompida por sus compañeras y los grandes vicios que se
tienen en las capitales, y el grado de libertinaje en el que son absorbidas por las
metrópolis. Fue seducida por un jovencito de esos que en los salones se dan tono
con su cultura y que, con frecuencia, amanecen completamente ebrios en las
casas de tolerancia. Cuando sintió que iba a ser madre, se retiró “de la capital y
volvió a la casa paterna. A escondidas de su familia dio a luz a una preciosa niñita
que arrojó enseguida al sitio en donde el río era mas profundo, en un momento de
incapacidad y temor a enfrentar a un padre o una sociedad que actuó de esa
forma. Después se volvió loca y, según los campesinos, el arrepentimiento la hace
vagar ahora por las orillas de los riachuelos buscando siempre el cadáver de su
hija que no volverá a encontrar.

Esta triste leyenda que, día a día la vemos con más frecuencia que ayer, debido al
crecimiento de la sociedad, de que ya no son los ríos, sino las letrinas y tanques
sépticos donde el respeto por la vida ha pasado a otro plano, nos lleva a pensar
que estamos obligados a educar más a nuestros hijos e hijas, para evitar
lamentarnos y ser más consecuentes con lo que nos rodea. De entonces acá, oye
el viajero a la orilla de los ríos, cuando en callada noche atraviesa el bosque, aves
quejumbrosos, desgarradores y terribles que paralizan la sangre. Es la Llorona
que busca a su hija

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La leyenda de la mano en la reja
Don Juan murió y Doña Margarita no iba a permitir que Leonor disfrutara de la
fortuna heredada, motivo por el cuál decidió encerrarla en el sótano bloqueando

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todas las puertas y ventanas; la prisa por esconderla fue tanta que no se percató
que un pequeño agujero quedaba en una de las ventanas.

La pobre Leonor gritaba y sacaba su mano por el estrecho espacio para que la
sacaran de ahí y le llevaran comida… un día sus gritos fueron escuchados por un
oficial del virreinato, Don Manrique de la Serna, quien logró que las autoridades
acudieran al domicilio para revisarlo.

La ayuda llegó demasiado tarde, pues Leonor había muerto de hambre y Doña
Margarita fue llevada a la cárcel.

Don Manrique enterró a Leonor cerca de una iglesia cercana para que pudiera
descansar en paz, sin embargo, muchas son las personas que relatan que en
ocasiones, cuando pasan cerca de la veja casona, aún pueden escuchar los gritos
de la muchacha pidiendo ayuda y lo más escabroso de esto es que hay gente que
ha podido observar una pálida y huesuda mano saliendo de una ventana del
sótano

La leyenda de la Piedra Negra

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Cuenta la leyenda que allá por los años 80´s un par de jóvenes ambiciosos de
nombre Misael Galán y Gildardo Higinio salieron en búsqueda de riquezas y
tesoros, pues sabían que entre los montes del estado de Zacatecas había muchas
minas, y pensaban que en alguna de ellas encontrarían el oro que los haría
millonarios.

Muchos fueron los días que pasaron buscando lo que los sacaría de pobres, y fue
hasta que llegaron a un monte en las limitaciones entre Vetagrande y la capital de
Zacatecas que se adentraron en una cueva en donde encontraron una gran piedra
negra brillosa la cual pensaron era muy valiosa.

Los amigos escarbaron hasta lograr sacarla de la tierra en donde se encontraba


enterrada y habían acordado llevarla con ellos para después romperla, repartirla y
venderla.

Los rumores de lo que habían encontrado se propagaron rápidamente y ya la


gente los esperaba para saber qué era lo que habían encontrado.

El Jinete sin Cabeza


Cuenta la leyenda, que una noche común y corriente, en un pueblo, un cliente
habitual de una cantina llegó   pidiendo a sus amigos unos pesos, para llevar a su
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hijo enfermo con el doctor. Aquellos bribones encontraron en la desgracia de su
compañero un motivo para divertirse en la aburrida noche. -No tenemos ni un
peso- le dijeron. Pero que si lograba montar el caballo negro que montaba por la
loma, y lograba domarlo, el animal lo llevaría a la cueva de su antiguo amo, que
estaba llena de oro. -Y puedes tomar de allí lo que necesitas para tu hijo

Aquel hombre andaba tan desesperado que se montó en una rama de un árbol por
donde galopaba el caballo y se dejo caer sobre él. Con tanto relinchido y
movimiento, que la cabeza del hombre quedo en la rama y el cuerpo sobre el
caballo. Su sangre bañaba los ojos del animal. El caballo emprendió carrera con el
cuerpo, y ambos cayeron juntos por el despeñadero. Ambos habían muerto. Sus
cuerpos, entonces, estaban juntos, unidos por un lazo de muerte.

Se dice que los cuerpos fueron tragados por la tierra. Los impertinentes sujetos de
la cantina no comentaban nada sobre lo ocurrido. Pero la séptima noche después
de la tragedia,  personas del pueblo divisaron a lo lejos una bola de fuego que
bajaba lentamente por la colina. Algunos, vieron un inmenso caballo negro cuyas
patas eran solamente llamas, y exhalaba fuego por la boca. La bestia, obedecía
las ordenes de un jinete. Un jinete sin cabeza.

El jinete bajo a toda velocidad, arrebatando las cabezas de los 6 bromistas, que
estaban marcadas. Desde entonces en aquel pueblo, se dice que quien no tenga
intención de ayudar a un alma en desgracia, será decapitado por el jinete sin
cabeza, y su cuerpo convertido en cenizas por los fuegos del infierno.

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La

leyenda del Charro Negro


Cuenta la leyenda que una bella chica de nombre Adela, vivía en un pequeño
poblado, y su madre constantemente la reprendía por lo coqueta que llegaba a ser
con los hombres.

Al no estudiar ni trabajar, Adela aprovechaba sus tiempos libres para andar de cita
rompiendo corazones, por ese motivo muchas personas no la veían con buenos
ojos.

Una noche, la bella campesina se quedó de ver con uno de sus tantos
pretendientes, pero en el camino, de repente a lo lejos vio el andar de un caballo
con un charro montado que iba hacía ella

Al llegar, el caballo se postró a su lado y la chica quedó deslumbrada, pues el


charro que lo montaba era muy apuesto y lucía un hermoso traje de charro negro
con unas elegantes botas negras y unas espuelas de oro.

El guapo hombre de inmediato invitó a la bella doncella a subir a su caballo  y ella


no se pudo resistir, incluso olvidó la cita que ya tenía pactada.

En cuanto se subió, el jinete tomó su camino rápidamente y unas llamas los


envolvieron, Adela gritaba fuertemente para tratar de descender pero no tuvo
éxito. Solo algunas personas lograron ver lo que estaba sucediendo.

Aquél hombre era nada más y nada menos que el mismísimo Diablo, que vino por
una bella dama para llevarla con él al infierno.

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Nunca más se supo nada de Adela y para muchas personas, ella solo se había ido
con uno de sus tantos pretendientes para no regresar jamás.

La Leyenda de Popocatépetl e
Iztaccíhuatl
La vista que engalana a la ciudad más grande del mundo: la Ciudad de México,
está realzada por la majestuosidad de dos de los volcanes más altos del
hemisferio, se trata del Popocatépetl y del Iztaccíhuatl.
La presencia milenaria de estos enormes volcanes ha sido de gran importancia en
las diferentes sociedades que los han admirado y venerado, siendo fuente de
inspiración de múltiples leyendas sobre su origen y creación. Entre ellas las más
conocidas son dos que a continuación relataremos.
Hace ya miles de años, cuando el Imperio Azteca estaba en su esplendor y
dominaba el Valle de México, como práctica común sometían a los pueblos
vecinos, requiriéndoles un tributo obligatorio. Fue entonces cuando el cacique de
los Tlaxcaltecas, acérrimos enemigos de los Aztecas, cansado de esta terrible
opresión, decidió luchar por la libertad de su pueblo.
El cacique tenía una hija, llamada Iztaccíhuatl, era la princesa más bella y depositó
su amor en el joven Popocatépetl, uno de los más apuestos guerreros de su
pueblo.
Ambos se profesaban un inmenso amor, por lo que antes de partir a la
guerra, Popocatépetl pidió al cacique la mano de la princesa Iztaccíhuatl. El padre
accedió gustoso y prometió recibirlo con una gran celebración para darle la mano
de su hija si regresaba victorioso de la batalla.

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El valiente guerrero aceptó, se preparó para partir y guardó en su corazón la
promesa de que la princesa lo esperaría para consumar su amor.
Al poco tiempo, un rival de amores de Popocatépetl, celoso del amor de ambos se
profesaban, le dijo a la princesa Iztaccíhuatl que su amado había muerto durante
el combate.
Abatida por la tristeza y sin saber que todo era mentira, la princesa murió.
Tiempo después, Popocatépetl regresó victorioso a su pueblo, con la esperanza
de ver a su amada. A su llegada, recibió la terrible noticia sobre el fallecimiento de
la princesa Iztaccíhuatl.
Entristecido con la noticia, vagó por las calles durante varios días y noches, hasta
que decidió hacer algo para honrar su amor y que el recuerdo de la princesa
permaneciera en la memoria de los pueblos.
Mandó construir una gran tumba ante el Sol, amontonando 10 cerros para formar
una enorme montaña.

Tomó entre sus brazos el cuerpo de su princesa, lo llevó a la cima y lo recostó


inerte sobre la gran montaña.  El joven guerrero le dio un beso póstumo, tomó una
antorcha humeante y se arrodilló frente a su amada, para velar así, su sueño
eterno.
Desde aquel entonces permanecen juntos, uno frente a otro. Con el tiempo la
nieve cubrió sus cuerpos, convirtiéndose en dos enormes volcanes que seguirán
así hasta el final del mundo.
La leyenda añade, que cuando el guerrero Popocatépetl se acuerda de su amada,
su corazón que guarda el fuego de la pasión eterna, tiembla y su antorcha echa
humo.   Por ello hasta hoy en día, el volcán Popocatépetl continúa arrojando
fumarolas.

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Leyenda de "La Planchada"

Su nombre: Eulalia, la enfermera que murió en servicio atendiendo a los enfermos


del Hospital Juárez. Como en todas las leyendas, existen muchas versiones que
se han ido creando de boca en boca a lo largo del tiempo: Se dice que Eulalia,
mejor conocida como ""La Planchada"", fue una devota y pulcra enfermera qu
murió sepultada en el temblor del '85; otra historia habla de su existencia desde la
Invasión Norteamericana donde misteriosamente amanecían miles enfermos ya
atendidos; una última historia, la más contada, presenta a esta enfermera como
una mujer que vivió un gran desamor, lo que la llevó a convertirse en un alma en
pena.
La leyenda de La Planchada es probablemente una de las más populares de
México. Siguiendo la versión más trágica y famosa de esta leyenda, la historia
narra que el fantasmal personaje vaga por los pasillos del hospital Juárez pero
sobre todo, atiende a los enfermos.
Eulalia era una chica guapa, rubia y de ojos claros que siempre demostró gran
profesionalismo y diligencia. Profesaba una dedicación que a veces iba más allá
del mero deber y ni hablar de su inigualable apariencia siempre muy limpia y con
el uniforme blanco perfectamente planchado.
Como es costumbre en los hospitales, un nuevo médico ingresó al cuerpo de
personal. Cuando Eulalia lo conoció quedó inmediatamente enamorada de él y a
partir de ese momento no descansó hasta conquistarlo y hacerlo su novio a pesar

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de fuertes rumores respecto a las costumbres que tenía este doctor de coquetear
con otras enfermeras.
Sin hacer caso de los consejos y el qué dirán, Eulalia se sentía la mujer más
dichosa del mundo y al pasar un tiempo el doctor le pidió matrimonio. Antes de la
boda, el doctor debía partir a un seminario de 15 días, prometiéndole que a su
regreso se casarían de inmediato.
A los pocos días de la partida del doctor, un enfermero se acercó a ella para
confesarle algo que ya todos sabían: que el doctor renunció a su cargo y en
realidad había partido de Luna de Miel con su ahora esposa. Eulalia quedó
convencida cuando pasó más del tiempo pactado de su regreso y no habían
señales de su amado.
A partir de esta decepción amorosa, Eulalia jamás volvió a ser la misma.
Malhumorada y llena de amargura etendía con desprecio e indiferencia a los
enfermos al grado de cometer negligencias. Con el paso de los años también cayó
enferma, lo que le sirvió para arrepentirse del mal trato que por décadas le dio a
los pacientes. En lo profundo de su soledad, la reflexión le ablandó el corazón, se
arrepintió de haber sido tan mal enfermera y falleció con el profundo anhelo de
enmendar de alguna forma sus errores (otra versión dice que se suicidó por aquel
desamor).
Tras la muerte de Eulalia, surgieron cientos de testimonios de gente hospitalizada
quien dijo haber sido atendida por una mujer con las características inconfundibles
de Eulalia, La Planchada. Personal del hospital también dicen haberla visto entrar
o salir de la habitación de un paciente e incluso haber sido despertados por el
espíritu de Eulalia cuando dormían en sus turnos, tocándoles el hombro.
Es casi seguro que esta leyenda surgió en la Ciudad de México, aunque por el
contexto, las historias se han repetido en varios hospitales del país y de otras
partes del mundo: Una enfermera fantasma que atiende y cura a los enfermos. Así
que ya sabes, si conoces alguna enfermera, no estaría de más preguntarle si ha
escuchado o visto a ""La Planchada"".

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La Calle de la Quemada

Muchas de las calles, puentes y callejones de la capital de la Nueva España


tomaron sus nombres debido a sucesos ocurridos en las mismas, a los templos o
conventos que en ellas se establecieron o por haber vivido y tenido sus casas
personajes y caballeros famosos, capitanes y gentes de alcurnia. La calle de La
Quemada, que hoy lleva el nombre de 5a. Calle de Jesús María y según nos
cuenta esta dramática leyenda, tomó precisamente ese nombre en virtud a lo que
ocurrió a mediados del Siglo XVI.

Cuéntase que en esos días regía los destinos de la Nueva España don Luis de
Velasco I., (después fue virrey su hijo del mismo nombre, 40 años más tarde), que
vino a reemplazar al virrey don Antonio de Mendoza enviado al Perú con el mismo
cargo. Por esa misma fecha vivían en una amplia y bien fabricada casona don
Gonzalo Espinosa de Guevara con su hija Beatriz, ambos españoles llegados de
la Villa de Illescas, trayendo gran fortuna que el caballero hispano acrecentó aquí
con negocios, minas y encomiendas. Y dícese en viejas crónicas desleídas por los
siglos, que si grande era la riqueza de don Gonzalo, mucho mayor era la

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hermosura de su hija. Veinte años de edad, cuerpo de graciosas formas, ojos
glaucos, rostro hermoso y de una blancura de azucena, enmarcado en abundante
y sedosa cabellera bruna que le caía por los hombros y formaba una cascada
hasta la espalda de fina curvadura.

Asegurábase en ese entonces que su grandiosa hermosura corría pareja con su


alma toda bondad y toda dulzura, pues gustaba de amparar a los enfermos, curar
a los apestados y socorrer a los humildes por los cuales llegó a despojarse de sus
valiosas joyas en plena calle, para dejarlas en esas manos temblorosas y
cloróticas.

Con todas estas cualidades, de belleza, alma generosa y noble cuna a lo cual se
sumaba la inmensa fortuna de su padre, lógico es pensar que no le faltaron
galanes que comenzaron a requerirla en amores para posteriormente solicitarla
como esposa. Muchos caballeros y nobles galanes desfilaron ante la casa de doña
Beatríz, sin que esta aceptara a ninguno de ellos, por más que todos ellos eran
buenos partidos para efectuar un ventajoso matrimonio.

Por fin llegó aquel caballero a quien el destino le había deparado como esposo, en
la persona de don Martín de Scópoli, Marqués de Piamonte y Franteschelo,
apuesto caballero italiano que se prendó de inmediato de la hispana y comenzó a
amarla no con tiento y discreción, sino con abierta locura.

Y fue tal el enamoramiento del marqués de Piamonte, que plantado en mitad de la


calleja en donde estaba la casa de doña Beatríz o cerca del convento de Jesús
María, se oponía al paso de cualquier caballero que tratara de transitar cerca de la
casa de su amada. Por este motivo no faltaron altivos caballeros que contestaron
con hombría la impertinencia del italiano, saliendo a relucir las espadas. Muchas
veces bajo la luz de la luna y frente al balcón de doña Beatriz, se cruzaron los
aceros del Marqués de Piamonte y los demás enamorados, habiendo resultado
vencedor el italiano.

Doña Beatriz, que amaba ya intensamente a don Martín, por su presencia y


galanura, por las frases ardientes de amor que le había dirigido y las esquelas
respetuosas que le hizo llegar por manos y conducto de su ama, supo lo de tanta
sangre corrida por su culpa y se llenó de pena y de angustia y de dolor por los
hombres muertos y por la conducta celosa que observaba el de Piamonte.

Una noche, después de rezar ante la imagen de Santa Lucía, vírgen mártir que se
sacó los ojos, tomó una terrible decisión tendiente a lograr que don Martín de
Scúpoli marqués de Piamonte y Franteschelo dejara de amarla para siempre.

Al dia siguiente, después de arreglar ciertos asuntos que no quiso dejar


pendientes, como su ayuda a los pobres y medicinas y alimentos que debían
entregarse periódicamente a los pobres y conventos, despidió a toda la
servidumbre, después de ver que su padre salía con rumbo a la Casa del Factor.

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LLevó hasta su alcoba un brasero, colocó carbón y le puso fuego. Las brasas
pronto reverberaron en la estancia, el calor en el anafre se hizo intenso y
entonces, sin dejar de invocar a Santa Lucía y pronunciando entre lloros el nombre
de don Martín, se puso de rodillas y clavó con decisión, su hermoso rostro sobre el
brasero.

Encontró a doña Beatriz aún en el piso, la levantó con gran cuidado y quiso
colocarle hierbas y vinagre sobre el rostro quemado, al mismo tiempo que le
preguntaba qué le había ocurrido.

Y doña Beatriz que no mentía y menos a Fray Marcos de Jesús y Gracia que era
su confesor, le explicó los motivos que tuvo para llevar al cabo tan horrendo
castigo. Terminando por decirle al mercedario que esperaba que ya con el rostro
horrible, don Martín el de Piamonte no la celaría, dejar&iacuta; de amarla y los
duelos en la calleja terminarían para siempre.

El religioso fue en busca de don Martín y le explicó lo sucedido, esperando


también que la reacción del italiano fuera en el sentido en que doña Beatriz había
pensado, pero no fue así. El caballero italiano se fue de prisa a la casa de doña
Beatriz su amada, a quien halló sentada en un sillón sobre un cojín de terciopelo
carmesí, su rostro cubierto con un velo negro que ya estaba manchado de sangre
y carne negra.

Con sumo cuidado le descubrió el rostro a su amada y al hacerlo no retrocedió


horrorizado, se quedó atónito, apenado, mirando la cara hermosa y blanca de
doña Beatriz, horriblemente quemada. Bajo sus antes arqueadas y pobladas
cejas, había dos agujeros con los párpados chamuscados, sus mejillas
sonrosadas, eran cráteres abiertos por donde escurría sanguaza y los labios antes
bellos, carnosos, dignos de un beso apasionado, eran una rendija que formaban
una mueca horrible.

Con este sacrificio, doña Beatriz pensó que don Martín iba a rechazarla, a
despreciarla como esposa, pero no fue así. El marqués de Piamonte se arrodilló
ante ella y le dijo con frases en las que campeaba la ternura:

-Ah, doña Beatriz, yo os amo no por vuestra belleza física, sino por vuestras
cualidades morales, sóis buena y generosa, sóis noble y vuestra alma es grande…

El llanto cortó estas palabras y ambos lloraron de amor y de ternura.

-En cuanto regrese vuestro padre, os pediré para esposa, si es que vos me amáis.
Terminó diciendo el caballero.

La boda de doña Beatriz y el marqués de Piamonte se celebró en el templo de La


Profesa y fue el acontecimiento más sensacional de aquellos tiempos. Don
Gonzalo de Espinosa y Guevara gastó gran fortuna en los festejos y por su parte
el marqués de Piamonte regaló a la novia vestidos, alhajas y mobiliario traídos
desde Italia.

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Claro está que doña Beatriz al llegar ante el altar se cubría el rostro con un tupido
velo blanco, para evitar la insana curiosidad de la gente y cada vez que salía a la
calle, sola al cercano templo a escuchar misa o acompañada del esposo, lo hacía
con el rostro cubierto por un velo negro.

A partir de entonces, la calle se llamó Calle de la Quemada, en memoria de este


acontecimiento que ya en cuento o en leyenda, han repetido varios autores,
siendo estos datos los auténticos y que obran en polvosos documentos.

La leyenda del autobús fantasma


de Toluca

Un camión de pasajeros viajaba por una carretera cuando un accidente finalizó


con la vida de todos los que en el viajaban. Ahora un autobús fantasma es el que
podría llevarte desde Ixtapan de la Sal hasta Toluca si viajas por la noche.

Cuenta le leyenda que hace muchos años la carretera de Ixtapan de la Sal hacia
Toluca estaba llena de curvas, además de que el los carriles eran muy estrechos y
los barrancos muy hondos.

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Una noche, el famoso autobús con el número 40 inició su viaje hacia Toluca, la
gente dormía tranquilamente mientras el chofer hacía el recorrido que en otras
ocasiones ya había realizado.

La fuerte lluvia, las famosas curvas peligrosas de Calderón y los empinados


senderos hicieron que el autobús tomara gran velocidad. Los pasajeros al
percatarse de esto reclamaron al chofer… lo que ellos no sabían es que el viejo
camión se había quedado sin frenos.

Una curva muy pronunciada hizo que a los pocos segundos cayeran en uno de los
profundos barrancos; la mayoría de los pasajeros perdieron la vida al instante y los
pocos que quedaban vivos murieron al incendiarse la unidad.

Nadie alrededor se percató de lo acontecido, fueron muchas horas después que la


policía dio parte del accidente a las familias involucradas.

Leyenda de la mano peluda


Allá por el año de 1908 abundaban en la ciudad de Puebla los llamados Montepíos
(casas de empeño). Manejadas por usureros, entre ellos el señor Villa, conocido
como «Horta». Un hombre calvo, bajo y rechoncho con mucho vello en el cuerpo y
extremidades. Adoraba llevar las manos repletas de gruesos anillos engarzados
de piedras preciosas. Y junto a su esposa «La gangosa», se encargaba de un
Montepío.
Jamás se le conoció alguna obra piadosa por lo que frecuentemente se escuchaba
a los transeúntes decir: –«¡Qué Dios te seque la mano!»- al pasar frente a su
negocio.
La historia comienza cuando Horta muere y, al parecer, Dios le secó la mano para
darle un castigo aunque sea después de muerto.
La noticia de la Mano Negra y Peluda se publicó en el periódico poblano «El
Duende», relacionada con la mano de Horta, pues en la entrevista el sepulturero
dijo que la mano salía del sepulcro luciendo un gran número de anillos lujosos
engarzados con gemas…

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Cada noche, siempre a eso de las 11, una mano negra trepaba por los gruesos
muros del cementerio de San Francisco. De forma espectral y siniestra, ascendía
cual tarántula, empujada por un poder maligno. Deseosa de saltar sobre su
víctima, trepar hasta su cara para arrancarle los ojos y descender al cuello,
ahorcando al pobre individuo. Y después volver a descansar junto a los demás
difuntos.

La Mano Peluda siguió viéndose durante un tiempo hasta que finalmente


desapareció.

Hoy en día hay personas que describen encuentros con estas famosas «Manos
Peludas». Viéndolas atravesar pastizales, asemejando enormes y deformes
arañas, o siendo jalados por una mano negra y velluda que se esconde bajo la
cama. La describen como una entidad poseedora de fuerza sobrehumana, y más
similar a la de un primate, cubierta de grueso pelo negro y perfectamente cortada
en el punto en que empieza la muñeca.

Leyenda "El Columpio del


Diablo”
En un lugar de Tecozautla, Hgo. llamado “El columpio del diablo”, hace muchos
años en plena oscuridad y justo a la media noche, entre las dos peñas que
componen ese lugar se escuchaban los funestos quejidos de un hombre que
parecía estar agonizando. La gente que pasaba por ahí, al escuchar los
fantasmales quejidos vivían una experiencia muy rara, quedándose sin habla y
hasta mucho tiempo después reaccionaban para salir despavoridos de ese terrible
lugar.
Cuenta la leyenda que una noche dos personas que transitaban por aquel lugar no
resistieron la tentación al escuchar los quejidos y decidieron internarse en el lugar
para ver de qué se trataba. Al llegar al lugar, los dos personajes no daban crédito
al darse cuenta que un hacendado que había muerto tiempo atrás se columpiaba
en una cuerda que pendía de los dos cerros. Su rostro pálido dejaba ver su
condición calavérica, lo que provocó en las personas un terrible miedo que los
heló hasta los huesos y crispó sus cabellos.

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Paralizados no daban crédito a lo que sucedía, de pronto una luz rojiza e intensa
abrazó al hacendado prendiéndolo en llamas y carbonizándolo por completo.
Mudos con los dientes riscados y los cabellos erizos salieron despavoridos de
aquel lugar, pero cuando lo hicieron fueron sorprendidos por la muerte. Los dos
hombres cayeron muertos por haber presenciado un encuentro con el diablo al
que no los habían invitado.
Se dice que aquel hacendado le vendió en vida su alma al diablo y que esa noche
el mismo diablo vino por el alma del hacendado que durante mucho tiempo
anduvo en pena en el mundo de los vivos.

Brujas de Praga
¿Has escuchado hablar sobre las leyendas de terror de  las Brujas de Praga?
Algunos dicen identificarlas por su forma de vestir, otros por su cara y unos más
hasta por la “vibra” que emanan cuando cruzan alguna mirada con una bruja…

Las Brujas de Praga forman parte de una leyenda de terror entre los pobladores
de la República Checa y cuenta la leyenda que las brujas celebran su sabbat en la
cima de las montañas, en la cual se abre la tierra y estas ofrecen sus tesoros. De
hecho, los antiguos eslavos les tenían miedo y se protegían con un helecho o una
hostia, y como para algunos esta protección no era suficiente, optaban por el ritual
más poderoso que era prender una fogata y quemarlas hasta eliminarlas.

Ante la creencia en las Brujas de Praga, los checos realizan una fiesta el 30 de


abril en la tradicional noche de la quema de brujas. Se dice que este día andan las

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brujas por las cimas de la montañas, por lo que todo el país hace un festejo y
prenden hogueras en las que queman brujas de trapo y paja para demostrar que
no les tienen miedo. Esta velada se le conoce como la noche de San Felipe y de
Santiago.

La realidad es que la leyenda de las brujas de Praga se remonta a los siglos XVI y
XVII con la Inquisición, particularmente en una ciudad llamada Velké Losiny. Se
dice que entre 1678 y 1696 tuvo lugar aquí la mayor cacería de brujas con
un inquisidor de nombre Boblig. Y dicen que muchas de sus víctimas, después de
muertas, realizaban actos aterradores… Lee la historia completa. 

Vampiros
de Celákovice
Todos sabemos que los vampiros son espectros nocturnos y comen sangre de
humanos, y que para eliminarlos tienen que clavar una estaca en el corazón o
cortarles la cabeza. Pero, ¿realmente estos seres existieron? Conoce esta
leyenda de terror

En la República Checa, a solo 25 kilómetros de Praga se encuentra Celákovice.


En esta pequeña ciudad amurallada descubrieron en 1997 un cementerio con
tumbas de vampiros. Hoy se les conoce como los Vampiros de Celákovice y es
una leyenda que ha tomado fuerza porque estas tumbas podrían ser una prueba
de que los vampiros sí existieron.

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Hasta el siglo XIX el mito de los vampiros se convirtió en leyenda con dos
escritos. El primero fue un relato publicado en 1800 “Wake not the Dead” del
alemán Johann Ludwig Tieck; y el segundo, la novela más famosa de la historia:
“Drácula” de Bram Stoker publicada en 1887.

¿Mito o realidad?, los pueblos eslavos comenzaron con el mito de los vampiros
por el siglo XIV y se extendió por toda Europa hasta el siglo XVIII. Y lo que hoy es
República Checa también tiene su leyenda con los Vampiros de Célakovice.

Celákovice es una pequeña ciudad medieval amurallada ubicada a 25 kilómetros


de Praga. Y en 1997 un arqueólogo de nombre Jaroslav Spacek descubrió un
cementerio exclusivo de vampiros. 

Conclusión
Algunas ya son conocidas pues me las habían contado y otras no las conozco y
las lei y me gustaron y para dárselas a conocer a mis compañeros y maestros
espero les agrade

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