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EL CATOLICO COLOMBIANO, CONTRADICCION POR EXCELENCIA.

La religión se define como el conjunto de normas o comportamientos que un grupo de personas establece
para entablar una relación con lo divino, lo sobrenatural, con uno o varios dioses. En Colombia, antes de la
llegada de los españoles, teníamos un profundo apego por lo natural, por las cosas que la misma tierra nos
había otorgado tan generosamente. Ya después de su llegada, los españoles instalan a la brava la religión
católica a través de sus misioneros, a punta de enredos y engaños poco a poco nos despojan de nuestras
significativas raíces y nos siembran en la tierra del enredo, nos riegan con el agua del engaño y como si
fuese esto poco, nos arrancan nuestras propias raíces.

En Colombia, la religión siempre ha planteado una relación unidireccional, es decir, la iglesia tiene la
supremacía sobre lo que se hace y lo que no, dicta aquello que está bien, aquello que no lo está tanto, y lo
que definitivamente carcome el espíritu. El 89% de los colombianos son católicos, esta práctica ha estado
ligada fuertemente a la tradición, es decir, si se nace en el seno de una familia católica, será casi que una
norma practicar esta religión en la adultez. Y es este el punto central de la discusión, que no se limita a si
se es católico o no, quiero plantear la contradicción marcada en el arraigo colombiana a la religión, en
especial a la católica.

La religión católica profesa en su biblia a través de diversas escrituras, el amor, la tolerancia, la humildad y
un sinfín de valores, o maneras de obrar bien, pero a la vez plantea una serie de contradicciones diversas.
El creyente colombiano no ha sido ajeno a estas contradicciones, el creyente colombiano asiste a misa
creyendo que el perdón le será otorgado, pero saldrá a hacer el mal. El creyente colombiano adorará
estatuas de mármol, de madera, o figuras plasmadas en el papel, les rezará día y noche pidiendo por algo,
lo que sea, pero no hará nada para conseguirlo si no sentarse o arrodillarse a rezar otro tiempo en espera
de lo que con tanto afán pide. Guardará en sus bolsillos figuras de santos, de niños, de vírgenes de todo
tipo y cada vez que en un peligro se encuentre o necesite sanar su alma, vital será acudir a ellos, pero no
acudirá a sus propios esfuerzos o propias convicciones para que le saquen de aquellos pormenores. El
colombiano creyente recitará larguísimos sermones buscando la asistencia divina, porque siempre
resultará más fácil pedir y no hacer nada, que hacer y no solicitar. El creyente adorará a su dios creyendo
que este es único y despreciará al resto, se la pasará la vida pensando en su dios, pero morirá sin saber que
todos son la imagen de uno solo que ya desde tiempos remotos los griegos dispusieron.

Sencillo, aunque un poco tedioso, resultará ir a la iglesia los domingos a solicitar el perdón de todo lo hecho
en la semana, porque la religión priva de un sin número de placeres o de simples prácticas que para el
humano son naturales.

La religión católica planteará la idea de la vida en santidad, la vida se tiene que vivir de aquella o de esta
otra manera y el creyente orgulloso se pavonea de esta vida santa, pero desea el mal, obra mal, daña la
tierra, no se cuida y mucho menos se quiere a sí mismo y del prójimo, mejor ni hablar.

Los colombianos somos personas totalmente contradictorias, como la religión que profesamos. Elegimos
gobernantes basados en su imagen, en su afecto religioso, para luego quejarnos sin hacer conciencia de las
decisiones tontas que hemos tomado. Aun nuestra constitución plantea una libertad religiosa, pero esa
libertad religiosa se ve borrada por los señalamientos a lo diferente, a lo que parece ser una mejor
alternativa.
Mi intención no es que el colombiano deje de creer, mas faltaba yo creerme dios para andarme con esas
órdenes. Mi intención es que, si usted colombiano planea seguir una religión, una filosofía, sin importar
cual fuese hágalo bien, si planea imitar modelos santos; hágalo bien, conozca. Sobre todo, y antes de todo
viva la vida como mejor le parezca, eso sí, sin dañar a nadie, aplique lo que cree saber y por favor no deje
en manos divinas y de santos las cosas que usted mismo puede hacer.

Oscar Ronney Moreno Alonso.

Producción y comprensión de textos

Artes Escénicas 2019.

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