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El dilema del prisionero

La gente es irracional. Merrill Flood, contratado por RAND, no fue el primero en


darse cuenta de esto, Pero sería el primero que analizó esta irracionalidad
desde el punto de vista de la teoría de juegos. Desde 1949, Flood buscaba
juegos curiosos, dilemas y regateos que aparecen en la vida cotidiana. Le
preguntaba a las personas implicadas como habían decidido actuar de una
forma determinada.

Flood reunió datos sobre la manera en que el personal que dejaba RAND
vendía o regalaba sus posesiones. Un consejero regalo lo que quedaba tras su
estancia en Santa Mónica: “la quinta parte de un quinto de whisky escocés,
media caja de ciruelas pasas, 7 huevos, una maleta muy desgastada, algunos
utensilios de cocina y varios objetos inclasificables”, para realizar un
experimento usando la teoría matemática del “reparto justo”.

La venta de un Buick

En junio de 1949, Flood le quiso comprar un automóvil marca Buick de


segunda mano a un empleado de RAND. El comprador y El vendedor eran
amigos. No trataban de engañar al otro, sólo querían ponerse de acuerdo en un
precio adecuado para el coche.

Flood y el vendedor conocí en un comprador de coches usados. Le llevaron el


coche y le preguntaron el precio que daba tanto para la compra como para la
venta.

Supóngase para concretar el precio de compra del agente fuera $500, el


comprador podría comprarle a la gente un coche tan bueno como el Buick al
precio de venta que es te dijera, por ejemplo $800, si el agente llevará la
transición ganaría $300.

Tanto el comprador como el vendedor pueden vetar cualquier precio si alguna


de las partes se empeñara podría exigir un reparto diferente.

El comprador puede ponerse testarudo y sostener que no pagará más de $600


o $550, o $225, o incluso $501. El dueño puede replicar diciendo que haga
auto Stop; pero aún tras acudir a la gente sólo tendría $500 y se estaría
perjudicando al no aceptar la oferta del comprador.
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Lo que tienen en común muchas observaciones y experimentos de Flood es lo
de “repartirse el beneficio” Flood preparó un experimento bastante eficiente.

 Ofreció a dos secretarias un negocio: daría la primera secretaria una


recompensa en efectivo de $100 o bien daría para ambas secretarias
una cantidad de $150, con tal que se pusieran de acuerdo en el modo de
repartir se la entre las 2.
 La única privilegiada es la primera secretaria ya que pude conseguir los
$100 sin la necesidad de que la ayude la otra secretaria. A la segunda
secretaria no le garantiza nada a no ser que la otra coopere. La cuestión
se centra en repartir los $50 adicionales, de esta manera la secretaria
favorecida percibiría $125 y la otra $25. Sin embargo las secretarias no
lo vieron así. ¡Estuvieron de acuerdo en repartirse a partes iguales el
total de los $150! Flood llegó a la conclusión que las relaciones sociales
existentes entre las partes influyen mucho en su manera de actuar.

El honor de los ladrones

Entre los dilemas más estudiados de Flood el más importante era el llamado “2
personas que no cooperan”, fue el primer estudio científico del dilema del
prisionero realizado en enero de 1950. El experimento originario probablemente
no permite comprender de la mejor manera El dilema Así que será contado con
una historia o una versión moderna.

 Suponga que usted ha robado el diamante más grande del mundo, y qué
trata de venderlo. Sabe que hay un posible comprador, llamado el señor
malo es sumamente inteligente, tiene la fama de ser codicioso y de
embaucar a los demás. Se han puesto de acuerdo para darle el
diamante a cambio de un maletín lleno de billetes de $100. El señor
malo Le sugiere que el punto de reunión sea en un campo de trigo en
una zona despoblada así no habría testigos.
 Por suerte sabemos que ha habido muchas otras ocasiones en las
cuales el señor malo ha negociado con otros vendedores de
contrabando y en cada uno de estos casos propuso que la cita fuera en
un sitio despoblado. En todas las ocasiones el señor malo compareció y
mostró el contenido del maletín para demostrar su buena fe, luego sacó

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una subametralladora y tras matar a la otra persona se marchó,
llevándose el dinero y el objeto que quería comprar.
 Usted propone el plan de los dos trigales: el señor malo esconder a su
maletín lleno de dinero en un campo de trigo situado en Dakota del
Norte, y usted esconderá el diamante en un trigal de Dakota del Sur.
Cada parte llamada desde el teléfono público más próximo y se dirán
Cómo encontrar lo que está escondido. El señor malo acepta el plan de
los dos campos de trigo. Cuando usted está apunto de esconder el
maletín con el diamante se le ocurre una idea ¿Porque no quedarse con
el diamante? , Pero se le ocurre otra idea más siniestra. ¡El señor malo
debe estar pensando exactamente lo mismo! El dilema tiene el siguiente
aspecto:

El señor malo respeta el El señor malo


acuerdo. Le traiciona

El negocio sale bien y el El vendedor no se lleva

Usted respeta vendedor obtiene el nada y el señor malo se


el acuerdo dinero, el señor malo va con el dinero y el
obtiene el diamante. diamante.
El vendedor se va con El vendedor se queda el
Usted el dinero y el diamante. diamante y el señor
Traiciona al El señor malo no se malo con el dinero.
Señor malo
lleva nada.

Usted preferiría obtener el dinero sin tener que desprenderse del diamante. El
señor malo querría conseguir el diamante Sin dar nada a cambio. El mejor
resultado para todos es el correspondiente a la casilla superior izquierda, como
consecuencia de ajustarse ambos a lo acordado. Pero el mejor resultado para
cada individuo por separado es ser el único que engaña al otro. La peor
situación es ser tan ingenuo que se atenga a lo establecido y que el otro no
cumpla su parte. Haga lo que haga el señor malo lo mejor es que usted se
quede con el diamante. Si el señor malo ha dejado el dinero tiene Entonces el
diamante y el dinero. Si el señor malo no ha dejado nada, podrá por lo menos

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vender el diamante a otra persona. Si el señor malo sigue el mismo
razonamiento racional de jugar sucio nadie obtendría nada a pesar de tantos
esfuerzos ambos son lo bastante sensatos para darse cuenta de que engañar
al otro impide el beneficio mutuo.

La anécdota de Tucker

Albert Tucker era un distinguido Matemático de Princeton. El departamento de


psicología de la Universidad de Stamford pidió a Tucker que diera una
conferencia sobre la teoría de juegos en 1950, el público estaba conformado
por psicólogos Quiénes tenían poca idea de la teoría de juegos Tucker decidió
que necesitaba presentar el juego inmerso en una historia y se inventó un
relato con dilema incluido, actualmente muy conocido, y acuñó el nombre “El
dilema del prisionero”.

Dos hombres, acusados de infringir conjuntamente la ley, y han sido confinados


por la policía en habitaciones separadas. Se dice cada uno que:

 Si uno de ellos confiesa culpable, pero el otro no, el primero recibirá una
recompensa, y el segundo será castigado.
 Si ambos confiesan, se castigará a los dos al mismo tiempo, cada uno
tiene sus buenas razones para creer que
 Si ninguno confiesa ambos quedarán libres.

Se detiene a dos componentes de una banda criminal, Qué son encarcelados.


Cada prisionero está aislado, sin poder hablar o intercambiar mensajes con el
otro. La policía reconoce que carecen de las pruebas suficientes para
condenarlos por la acusación principal. Por tanto, piensan sentenciarlos a los 2
a un año de prisión, bajo un cargo menor. Pero a la vez, el jefe de la policía
ofrece a cada prisionero un pacto digno. Si testifica contra su compañero, será
libre, Mientras que el otro será condenado a 3 años de prisión, acusado por el
cargo principal. Pero hay trampa…. Si los dos prisioneros testifican el uno
contra el otro, se condenará a ambos a 2 años de prisión.

Se concede a los prisioneros un corto plazo de tiempo para que me dit en la


cuestión; sin embargo en ningún caso podrá cada uno conocer la decisión del
otro, hasta que él mismo se haya decidido irrevocablemente. Ambos son

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informados de que al otro se le está haciendo la misma propuesta. A cada
prisionero le preocupa sólo su propio bienestar, además de tratar de disminuir
lo más posible su propia condena.

B rechaza la B aporta la
propuesta prueba

A rechazar la 1 año, 1 año 3 años, 0 años


propuesta

0 años, 3 años 2 años, 2 años


A aportar las
pruebas

 Los prisioneros podrían razonar del modo siguiente: “si testificó, pero el
otro prisionero no lo hace, me libro de la cárcel en lugar de sufrir un año
de condena. Si testificó, y el otro prisionero también, me condenan a 2
años en vez de 3. En ambos casos me sale mejor darle las pruebas del
delito a la justicia. Si testificó, se reduce en un año me condena haga lo
que haga el otro tipo”
 El problema es que el otro prisionero puede llegar, y desde luego
llegará, a la misma conclusión. Si ambas partes exhiben un
comportamiento racional las dos testificaran, y serán condenados a 2
años de prisión. Si se hubieran negado a declarar, sólo habrían sido
condenados a un año cada uno.

Sentido común

El dilema del prisionero es difícil porque desafía al sentido común veamos a


qué se debe. El argumento de sentido común para desertar es el siguiente “un
dilema del prisionero es una decisión tomada a la vez por dos personas. No
existe ningún modo de influir con su decisión en la del otro jugador. Por lo tanto
la solución es sencilla. Haga lo que haga el otro jugador, la mejor para usted es
que abandone. Así pues debe desertar”.

Los partidarios de desertar incluso tienen a mano una refutación de lo primero


que van a decir los partidarios de cooperar; estos preguntarán: ¿Qué sucedería
Si todos actuaran de esa manera? Los desertores y replicarían: ¿ Acaso

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piensas que sería una lástima Si ambos jugadores desertaran en vez de haber
cooperado?. Siempre que haya una deserción por ambas partes pensaré que
he tenido la suerte de haber desertado, si hubiera cooperado me habría tocado
el resultado de “hacer el primo”.

El argumento que aporta el sentido común para cooperar es como sigue: la


situación es de ambos jugadores son idénticas. No es realista que uno de ellos
piense aprovecharse del otro mediante la deserción. Si se supone que los dos
jugadores son racionales, deberán optar por la misma estrategia. Las dos
soluciones realistas son la cooperación mutua y la deserción de ambos.
Preferirían el resultado de la cooperación. Por esta razón tienen que cooperar.

En la vida real, no se garantiza que los jugadores vayan a tomar la misma


decisión. Hay prisioneros que dejan tirados a sus compañeros, y los hay qué
no; algunas personas engañan mediante pretextos no permitidos, otras se
mantienen fieles a las reglas, por lo tanto lo práctico es admitir que los 4
resultados son posibles.

Los dilemas del prisionero en la literatura

Darse cuenta del dilema del prisionero es parecido a descubrir que el aire
existe. Siempre nos ha acompañado y la gente siempre lo ha notado en mayor
o menor grado.

Es bastante habitual que haya recomendaciones éticas basadas en conflictos


del tipo del dilema del prisionero. En el Evangelio según San Mateo (. 70 al 80
d.c.), se atribuye a Jesús la “regla de oro” <todo lo que queráis que hagan los
hombres con vosotros, hacerlo así vosotros con ellos>. Probablemente no es
una interpretación demasiado tergiversada afirmar que la regla de oro se refiere
a conflictos basados en el dilema del prisionero.

Se aproxima mucho al dilema del prisionero la obra leviatán de Thomas


Hobbes, 1651. En la época de Hobbes Los Reyes invocaban a Dios para
justificar sus derechos a gobernar. Los que no poseían tan alta cuna debían
aceptar su mandato porque así se lo decretaba Dios. El punto de vista de
Hobbes El leviatán es que el gobierno tiene una función social y puede por
tanto justificarse incluso frente a los desposeídos, sin necesidad de recurrir a la

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teología. Hobbes argumentaba que en una sociedad sin leyes, cada hombre
estaría en guerra contra todos los demás, y nadie se libraría de la posibilidad
de caer bajo la explotación de los demás. Se podrían robar las cosechas al
granjero, y por tanto este tendría pocos motivos para ni siquiera haberlas
sembrado antes. Los miembros de la sociedad están en mejor situación si
someten su derecho al pillaje es decir a desertar, a cambio de tener la
seguridad de que no sean víctimas es decir un resultado que les recompensa.

En la literatura se encuentran símiles mucho más parecidos al dilema del


prisionero por ejemplo en el relato “el misterio de Marie Roget” de Edgar Allan
Poe. C. Auguste Dupin, personaje detective de Poe, menciona que se ofreció
una recompensa y la garantía de inmunidad al primero de un grupo de
criminales que confesé su delito. En esta situación, cada uno de los miembros
de la banda no codicia la recompensa, ni ansía escapar, tanto como teme que
le traicionan los demás. Trata desesperadamente de traiciona a los otros lo
más pronto posible, para que así no se ha traicionado por ellos. El cuento de
Poe se basa en gran parte en un caso de asesinato en Nueva York en 1842.
Nadie optó por aceptar la recompensa; según Poe, esto demostraba que el
asesinato no fue realizado por la banda.

La carrera de armamentos nucleares

Puede que se haya hablado demasiado sobre el dilema del prisionero. Para el
caso de los juegos de dos participantes con dos estrategias existen 78
modalidades distintas El dilema del prisionero es una de ellas. Es seguro que
casi todas deben surgir en la vida real. La mayoría de los 78 juegos tienen
solución. Los expertos en teoría de juegos se han centrado en El dilema del
prisionero Por qué se trata precisamente de un caso que plantea problemas.
Sin embargo la mayor parte de los conflictos no son dilemas del prisionero.

No existe otro ejemplo más popular del dilema del prisionero que el caso de la
carrera de armamentos nucleares tanto es así que se piensa a veces que la
expresión dilema del prisionero forma parte de la jerga propia de la estrategia
nuclear.

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Flood comenta que no se pensaba en particular en la situación estratégica
nuclear cuando él y Dresher formularon su juego. Dice que estaban pensando
sobre todo en la teoría de los puntos de equilibrio de Nash.

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