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ANHELO POR LA PRESENCIA DE DIOS

SALMOS 42: 1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. 2 Mi alma tiene sed de Dios, del
Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? 3 Fueron
mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los
días: ¿Dónde está tu Dios? 4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi
alma dentro de mí; De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la
casa de Dios, Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
DESEO: Interés o apetencia que una persona tiene por conseguir la
posesión o la realización de algo.
Aspiración, ansia, afán, anhelo, apetito, pretensión, empeño, antojo,
pasión, ambición, interés.
Las motivaciones del deseo pueden ser muy variadas. En ocasiones, el
deseo surge por el recuerdo de vivencias pasadas que resultaron
placenteras.
O se da porque nunca se ha tenido la experiencia ya se quiere saber lo
que se siente

EL CIERVO
El Ciervo, mamífero rumiante de tamaño mediano, es elogiado por su
agilidad y se cuenta entre los animales limpios y tiene carne sabrosa. El
ciervo es un animal astuto y ágil, esa agilidad se pone de manifiesto
cuando es perseguido por sus depredadores.
Cuando se ve a un ciervo bramar es porque está en la necesidad de
conseguir agua. Es un animal con la agilidad de caminar por las
montañas; su dificultad no es caer, sino tener profunda sed. Al bramar,
un ciervo lo hace desde sus entrañas, su gemir es interno, sale de lo
más profundo de su estómago, necesita saciarse en las aguas del
profundo vacío que siente.
El ciervo tiene dos enemigos: el primero es externo, las fieras que lo
están cazando para comérselo, pero eso lo podía resolver con la
agilidad para caminar en las montañas; pero el segundo problema no
es externo, es interno. El enemigo interno es su sudor, su aroma, que
lo delata, lo encuentran fácil, es presa fácil y la única forma de limpiarse
de su hedor de ciervo es metiéndose en la profundidad del agua, porque
la única manera que el lobo y el león pueden seguir cazando a su presa,
es por el olor.
Hay gente que ya se le está perdiendo el olor de cristo, y está
empezando a tener olor de muerto.
Hay gente que espiritualmente ya no huele bien; y ese olor a muerte lo
está delatando. Hay un enemigo, un depredador que anda alrededor
como león rugiente, buscando a quien devorar y ya ese enemigo te está
encontrando por tu olor.
Ya con tus acciones, con tus palabras, estas dejando que el diablo te
vea y estas quedando desprotegido.
La única forma de quitarte ese mal olor es meterte en las profundidades
de la presencia de Dios. Meterte en las corrientes de agua que te
limpian.
¿Por qué el siervo ha llegado al punto del agotamiento total? ¿Por qué
el ciervo anda en esa condición? La respuesta puede ser muy sencilla.
Puede ser que el ciervo haya tenido que correr a toda velocidad de algún
peligro inminente. Quizás había alguna fiera que quisiera devorarlo. Tal
vez había algún cazador en el panorama. Lo cierto es que ese ciervo
que vio el salmista, sobre el cual se inspiró para escribir estas palabras,
estaba a punto de desmayar y necesitaba urgentemente las corrientes
de las aguas.
¿Alguna vez has estado en una situación semejante? Hay experiencias
de la vida que nos sorprenden y que fácilmente nos pueden robar hasta
el aliento.
Hay eventos que por lo intenso y constante pueden amenazar con
hacernos desmayar.
Hay hermanos que empezamos corriendo bien pero ya mermamos la
carrera nivel mental, anímico y espiritual podemos sentir la misma
fatiga.
Es ahí que se convierte en indispensable ir a las corrientes de las aguas
del cielo. Solo la presencia del Señor puede calmar esa clase de sed.
Solo la presencia del Señor puede darnos descanso en medio de
esas circunstancias.
Lo hermoso es que esa presencia está disponible. El agua que salta
para vida eterna NO es un mero espejismo en el desierto, es una
realidad. Esas corrientes de Dios, su presencia, su Santo Espíritu, se
pueden convertir en una experiencia real si así lo anhelas.
LA SED
SALMOS 63: 1 Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi
alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, En tierra seca y árida donde no
hay aguas, 2 Para ver tu poder y tu gloria, Así como te he mirado en el
santuario.
Uno podría pasar muchos días sin comida, pero la sed muestra una
necesidad mucho más urgente. “Qué es más que el tener hambre; el
hambre la puedes mitigar, pero la sed es horrible, insaciable, clamorosa,
mortal.”
David era un hombre desesperado por la presencia de Dios, este es el
cuadro que nos presenta el Salmo 63. Cuando David escribió este
salmo pasaba por uno de los momentos más dolorosos de su vida, se
encontraba en el desierto, lejos de su casa, de su palacio, de su trono
de rey, con la dignidad por el piso, huyendo de su propio hijo Absalón
quien le perseguía para quitarle la vida.
Sin embargo, en vez de mirar a su situación, su mirada estaba puesta
en el Señor. Él sabía que le podía faltar todo, pero no podía vivir sin su
comunión con Dios.
Aunque a David le dolió que su hijo se rebelara contra él, en esos
momentos de sufrimiento, lo que más extrañaba y anhelaba era la gloria
de Dios. Él supo valorar más a Dios que su reino y sus posesiones.
En su oración David declaró “Dios, Dios mío eres tú.” A pesar de que
sentía una gran necesidad de Dios, David quería proclamar que no
había otro dios en su vida; nadie más ocupaba ese lugar.
Uno tiene que saber que no hay nada ni nadie que pueda reemplazar la
presencia de Dios en su vida. No hay otro que ocupe el lugar de Dios
Por eso el hombre busca desesperadamente llenar ese vacío de una o
de Otra manera pero no puede.
David deseaba tanto la presencia de Dios en su vida que aun en su
cuerpo sentía necesidad del Señor. Al decir, “mi carne te anhela”, él
expresaba que su necesidad abarcaba su interior y exterior. Todo su ser
clamaba a Jehová por las aguas refrescantes de su Espíritu.
Esa sed debe llevarme a mí a buscar a Dios a como de lugar
Es que me estoy muriendo de sed, no me puedo quedar de brazos
cruzados
No hay esfuerzo que sea demasiado grande, no hay oración que sea
demasiado larga, no hay vigilia que me quede grande, con tal de
encontrar la presencia de Dios
Hasta lo último de la tierra yo voy a buscarlo, hasta el último suspiro yo
voy a gastar
Con todas las fuerzas de mi corazón lo voy a hacer
Lo busco con insistencia. Si hoy no lo encuentro, mañana lo sigo
buscando. Si no me bendices no te vas
MI DESEO SOLO ES DIOS
SALMOS 73: 25 ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti
nada deseo en la tierra. 26 Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la
roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.
No voy a buscar otra cosa que no sea Dios, no voy a poner la mirada
en nada que no sea Dios
Para qué quiero un título de profesional, si voy a estar lejos de mi Dios
Para qué quiero el mejor trabajo del mundo si Dios no va a estar ahí
¿De qué me sirve estar yendo a una iglesia, si no lo estoy sintiendo a
él? No quiero tener nada si a cambio de eso, Dios se va a ir. Mi sed es
de Dios
SI ALGUNO TIENE SED VENGA A MI Y BEBA
En Juan 7:2 se nos dice que “Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de
LOS TABERNÁCULOS…”, y Jesús “…también subió a la fiesta…”
(V10), por esta razón leemos: “En el último y gran DIA DE LA FIESTA,
Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga
a mí y beba” (v37), es decir, era el momento en el cual el pueblo judío
estaba recordando que habían habitado en tiendas en el desierto.
En el desierto de Shur anduvieron tres días sin encontrar agua, y
cuando encontraron, eran amargas; pero a Moisés “…Jehová le mostró
un árbol; y lo echó en las aguas, y LAS AGUAS SE ENDULZARON…”
hasta llegar a Elim “… donde había doce fuentes de agua, y setenta
palmeras; y acamparon allí JUNTO A LAS AGUAS” (Éxodo 15:22-27)
Ríos de agua viva
Juan 7:37-39 (RVR1960)
37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la
voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. 38 El que cree
en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Si hay uno que crea en él, de su interior correrán rios

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