CAPÍTULO DECIMOTERCERO

LA ENERGÍA F R E N T E A LA EVOLUCIÓN D E LA CULTURA

"El grado de civilización de cualquier época, pueblo o grupo

de gente, es medido por la capacidad de utilizar energía para el
progreso del hombre o la satisfacción de sus necesidades..."
GEORGE G R A N T MACCURDY, Human Origins i.
"...la historia de la civilización se convierte en la historia de
los progresos del hombre para dominar la energía..." — WILHKLM
OSTWALD, The Modern Theory of Energeticsi.

Luego de haber examinado el proceso cultural en un cierto número

de sus aspectos, pasamos ahora a una consideración del mismo tomado
como un todo.
T a l como ya hemos visto, "cultura" es el nombre de u n diferente
orden, o clase, de fenómenos, a saber, aquellas cosas y hechos que
dependen del ejercicio de una facultad mental, peculiar de la raza
humana, a la que hemos llamado "simbolización." De modo más espe-
cífico, la cultura consiste en objetos_materiales —herramientas, uten-
silios, ornamentos, amuletos, etc.—, actos, creencias y actitudes q u g j f m ^
d o n a n dentró de cqntextos ra el uso de símbolos. Es
un mecanismo complicado, una organización de medios y modos exo-
somáticos empleada por una particular especie animal, el hombre, en
la lucha para existir y sobrevivir.
U n o de los atributos significativos de la cultura es su transmisibi-
lidad con ayuda de medios no biológico^. La cultura en todos sus
aspectos, material, social e ideológico, puede ser fácil y directamente
transmitida desde un individuo, una generación, una época, una región
o un pueblo, a otro, por medio de mecanismos sociales. La cultura,
por así decirlo, es una f o r m a j l e herencia social. Vemos así a la cul-
tura como un éontinuúm, un orden de cosas y hechos .supraMológico_y
extrasomático, que" fluye a través del tiempo de una época a la otra.
En capítulos precedentes hemos visto también que, por el hecho de
constituir un orden distinto de fenómenos, la cultura puede ser des-
cripta e interpretada en términos dg principios-.y. leyes_ que les son
propios. Los elementos culturales actuan- y reaccionan uno sobre otro
según su propio modo. Podemos descubrir los principios d e compor-
tamiento de varias subclases de elementos culturales y de sistemas cul-
turales considerados como u n todo; y podemos formular las leyes de
los fenómenos y sistemas culturales.
Nos proponemos esbozar a continuación la evolución de l a c u l t u r a
apartirde^ a -ÍQ3Üempospresentes.
Podemos considerar la raza h u m a n a —el hombre—^como u n a sola. Del
mismo modo nos p o d e m o s j m a g i n á r todas las varias" culturas, ó tradi-
ciones culturales, cóffioconstituyendo u n a sola entidad la cultura de
l a ^ ü m a n l d a d . E i r coñsecuerktánnós podemos entregar a la tarea de
Trazar el curso del desarrollo de esta cultura, desde sus orígenes hasta
los tiempos presentes.
Volvamos por u n momento a u n a consideración adicional de la.
estructura y función de la organización de cosas y procesos, el sistema,
q u e denominamos cultura. La cultura es u n sistema organizado, inte-
grado. Pero dentro de tal sistema "podemos distinguir subdivisiones o
aspectos. Para nuestros fines distinguiremos tres subsistemas culturales,
a saber, los socioIógiccTe ideológico. El sistema
tecnológico está compuesto por los instrumemo^
fí¡ÍTOs~y~qúímicos, j u n t o con las técnicas de su uso, con cuya ayuda el
hombre, como una especie animal, es articulado con su habitat natu-
ral. Encontramos aquí las herramientas de producción, los medios de
subsistencia, los materiales de refugio, los instrumentos de ofensa y de-
fensa. El sistema socjológkp está compuesto por_relaciones ínter perso-
nales expresadas por pautas de conducta, tanto colectiva ~como indivi-
dual. Encontramos en esta categoría sistemas sociales, familiares, eco-
nómicos, éticos, políticos, militares, eclesiásticos, ocupacionales y pro-
fesionales, recreativos, etc. El sistema ideológico está compuesto por
ideas, creencias, conocimientos, expresados en lenguaje articulado u
qtra forma simbólica. Caben en esta categoría las mitologías y teolo-
gías, leyendas, literatura, filosofía, ciencia, saber popular y conoci-
mientos de sentido común.
Las tres categorías mencionadas comprenden el sistema de cultura
considerado como un todo. Se hallan, por supuesto, relacionadas entre
si; cada una _d& ellas reacciona sobre las otras y es a su vez afectada
por ellas. Pero la influencia de esta interacción m u t u a n o es igual en
todas las direcciones. Los papeles desempeñados por los varios sub-
sistemas que componen el proceso cült ur al considerado como u n todo,
n o son dejoSTgun modo iguales. El papel principal está a cargo del
sistema tecnológico. T a l cosa es, por supuestóT^e esperar; no_podija
ser de otra manera. El hombre como especie animal, y por lo tanto la
cyltura como u n todo,""depende de los medios materiales y mecánico^
de ajuste que emplea para adaptarse al medio natural circundante. El
hombre debe tener alimentos. Debe estar protegido de los elementos
Y debe defenderse de sus enemigos. Son tres exigencias que debe satis-
facer si desea seguir viviendo, y la única forma de conseguirlo es con
ayuda de los medios tecnológicos. pl-sisLejna. tecnológico tiene así una
importancia tanto primaria como básica: toda vida humana y toda
cultura se apoyan sobre dicho sistema y d ^ ' n d e n de é r ~~ •
í_
Los sistemas sociales son, en u n sentido muy verdadero, secunda-
| rios respecto a los sistemas tecnológicos. U n sistema social puede en
I verdad ser definido^ efectivamente como el esfuerzo organizado hecho
1 P g r j o s seres humanos en el uso de los instrumentos de subsistencia,
\ ° | £ Q S a ^ d é f e n s a , y protección. Un^sistéma"Social es u n a función dé
V n s i s t e m a tecnológico. U n buque, dice 'ChTlde, "y las herramientas em-
pleadas en su construcción, simbolizan todo u n sistema económico."
La tecnología es la variable independiente, el sistema social la variable
dependiente. Los sistemas sociales son en consecuencia determinados
por sistemas tecnológicos; u n cambio en éstos se traduce en u n cam-
bio de aquéllos. "El hacha de bronce que r e e m p l a z a . . . (al hacha de
p i e d r a ) , " para citar nuevamente a Childe, "es no sólo una herramienta
superior, sino que también presupone u n a estructura social y econó-
mica más compleja." 2
' Los i>isternas ideológicos, o filosóficos, son organizaciones de creen-
t i a v en Tas que la experiencia h u m a n a encuentra su interpretación.
Pero la experiencia y sus interpretaciones están poderosamente condi-
cionadas por las tecnologías. Hay u n tipo de filosofía propio de cada
tipo de tecnología. La interpretación de u n sistema de' experiencia en
el cual u n coup de poing es u n rasgo característico, debe, pues no
puede ser de otro modo, reflejar esta clase de experiencia. N o sería
impropio hablar de una filosofía y también de u n a tecnología de tipo
coup de poing. U n a tecnología pastoril, agrícola, metalúrgica, indus-
trial o militar hallarán cada u n a su correspondiente expresión en
sendas filosofías. U n tipo de tecnología tendrá expresión en la filoso-
fía del totemismo, otra en la astrología o la mecánica de los quanta.
Pero la experiencia del m u n d o externo no es sentida e interpretada
meramente en el p u n t o de la articulación tecnológica; es también fil-
trada a través del prisma del sistema social. Las cualidades y caracte-
rísticas de sistemas sociales, políticos, eclesiásticos, económicos, milita-
ra, etc., resultan, por lo tanto, reflejadas en el sistema filosófico.
U n sistema cultural lo podemos imaginar como formado por una.
serie dé tres estratos horizontales: la capa tecnológica en el fondo, la
filosófica"arriba y el estrato sociológico en la~"po«iagñ^édi¥.T ; Bias~"
prafeftffltarropígSgir' eTpapeT q u e "cada u n o de ellos' desempeña" en el
proceso cultural. El sistema tecnológico es básico y primario. Los sis-
temas sociales son función de las tecnologías; y las filosofías manifiestan
 fuerzas tecnológicas ^ r e f l e j a n .sistemas sociales. j ^ J a c t o r tecnológico_
l ¿ 7 ^ T l o " t a n t o ; e/'^Te terminan te! de un sis tema cul tural considerado
como un todo. Determínala forma cíe los sistemas sociales, ^tecnología
y sociedad determinan juntas el contenido y la orientación de la filo-
Sofía. I N a l á f i ^ a á r e , d k T ñ o ^ u í v a i e a decir que los sistemas sociales
noTcoíidicionen el funcionamiento de las tecnologías, o que los siste-
mas sociales y tecnológicos no sean influidos por las filosofías. Es una
suerte de dependencia claramente manifiesta. Pero condicionarjesjuna
cosa; determinar, algo completamente diferente.
poseemos ahora una cíave para comprender el crecimiento y des-
arrollo de la cultura: la tecnología. Un ser humano es u n cuerpo
material; la especie- un sistema material. El planeta que habitamos es
un cuerpo material; el cosmos, un sistema material. LaJ:ecnología es
el medio'jmecánicq de articulación que une estos dos sistemas mate-
riaíesr hombre y cosmos. Pero se trata de sistemas dinámicos, no está-
tia£TTodan¡L cosas - e l cosmos, el hombre, la c u l t u r a - pueden, ser
descripfás en términos de materia y energía.
La segunda ley de la termodinámica nos dice que el cosmos, como
un todo, se disgrega estructuralmente y se extingue dinámicamente; la
materia se pone cada vez menos organizada y la energía más unifor-
memente difundida. Pero en un minúsculo sector del cosmos, a saber,
en los sistemas materiales vivientes, el sentido del proceso cósmico
aparece invertido: la organización de la materia y la concentración
de la energía se hacen cada vez más elevadas. La vida es un proceso
de construcción, estructuración. Pero para poder ir en contra de la
corriente cósmica, los organismos biológicos deben extraer energía
libre de sistemas no vivientes, capturarla y ponerla a trabajar en la
tarea de mantener el proceso vital. T o d a yida es una l u c h i por obte-
ner energía libre. La evolución biológica es sencillamente una expre-
sión d é í proceso termodinámico que corre en sentido opuesto a aquel
especificado por la segunda ley para el cosmos como u n todo. Es un
movimiento que tiende hacia una mayor organización, una mayor di-
ferenciación de estructuras, una mayor especialización de funciones,
mayores niveles de integración, y más altos grados de concentración de
energía.
D o d e u n p u n t o de vista zoológico, la cultura no es niás que un
medio para^mantener el procesó :delyi4a_de una especie particular,
Hgmo. sapÍms. ts un mecanismo destinado a proveer al hombre con
medios de subsistencia, protección, ofensa y defensa, regulación social,
ajuste cósmico, y recreación. Pero p a r a satisfacer estas necesidades del
hombre se requiere energía, 4)e"allí que la función primordial de la •
^ d t ü S P s e a la de embridar y dominar la. energía a fin de que pueda
ser puesta a trabajar al servicio del hombre. La cultura nos enfrenta
así con un complicado sistema termodinámico, mecánico. Con ayuda
de instrumentos tecnológicos la energía es dominada y puesta a tra-
bajar. Los sistemas sociales y filosóficos son ambos adjuntos de este
proceso tecnológico y expresiones del mismo. El^funcionamiento de la
cultura como un todo halla eri consecuencia base y determinación "en
la^ cantidad de energía dominada y el modo en la cual la misma es
puesta a trabajar.*
Pero "el modo en que es puesta a trabajar" introduce otro factor
aparte la energía. La energía, en sí misma, carece de significado. Pa-
ra que tenga sentido en los sistemas culturales, la energía debe ser
y gobernada. EUo es, naturalmente, neyatETa cabo
con ayuda de medios tecnológicosTpor medio de herramientas de una
u otrajdasé. La eficiencia de los medios tecnológicos varía; algunos son
mejores que otros. La cantidad de alimento, ropas u otros productos
obtenidos mediante el consumo de una determinada cantidad de ener-
gía será proporcional a la eficiencia en los medios tecnológicos usados
para poner a trabajar la energía, quedando constantes los demás
factores.
^ - ^ U a l q u i e r situación o sistema cultural podemos por lo tacto
«Hstitogu"' tres factores: (1) la cantidad de energía aprovechada anual-
mente la eficiencia de los medios tecnológicos con los
cuales la energía es encauzada y puesta a trabajar; y, (3) la magnitud
producción de bienes y servicios que satisfacen necesidades h ü "
manas. Si se supone que el factor del 'habitat sea una constante, el
grado de desarrollo cultural, medido en términos de la producción
per cápita de bienes y servicios que satisfacen necesidades del hombre,
es determinado por la cantidad de energía aprovechada per cápita y
por la eficiencia de los medios tecnológicos con los cuales es puesta a
trabajar. Este concepto puede ser^ expresado sucinta y concisamente
con la fórmula siguiente^! X T en donde C representa el grado
de desarrollo cultural, E*"la cantidad de energía aprovechada anual-
mente per cápita, y T la calidad o eficiencia de las herramientas em-
pleadas en el consumo de la energía. Estamos ahora en condiciones de
formular la ley básica de la evolución cultural. Si se suponen cons-
tantes ios demás.factores, h cultura evoluciona a medida ~que aumenta
l
!L£™*tí?ad de energía aprovechada anualmente per cipüa^'q 'a'rne-
dida( ue
i aumenta ¡d eficiencialIFlñslñe^ usados
para poner a trabajar lajnergia. Ambos factores pueden, por "supuesto, -
El funcionamiento de cualquier cultura particular está acondicionado, por
supuesto, por las características locales del medio ambiente. Pero en una conside-
ración de la cultura como un tode es lícito extraer un promedio general de todo
medio ambiente para formar un factor constante que puede ser excluido de nues-
tra formula del desarrollo cultural.
 A
342 - W H I T E
crecer simultáneamente. Desde este punto de vista podemos esbozar
ahora la historia del desarrollo cultural.
Si la cultura es un mecanismo destinado al aprovechamiento de
energía, el misrho d e b e encontrar tal energía en alguna parte; debe
"echar mano de fuerzas naturales en una u otra forma a fin de que
las mismas puedan ser puestas a trabajar al servicio de las necesidades
del hombre. La primera fuente de energía explotada por los más antir
guos sistemas culturales fue naturalmente la energía del mismo orga-
nismo humano. "Las culturas originales fueron activadas con energía
hmñaHa" y únicamente por medio de esta fuente y de este modo. ^La_
cantidad de potencia que puede generar un hombre adulto es pequeña,
algtraisf como u n décimo de caballo" d é fuerza. Si se tienen eri cuenta
mujeres y niños, enfermos, ancianos y débiles, el valor promedio de los
recursos de potencia de los más primitivos sistemas de cultura debe
haber sido aproximadamente de un vigésimo de caballo de fuerza per
cápita. Dado_ que el grado de desarrollo cultural —la cantidad de
bienes y servicios que satisfacen necesidades humanas, producida per
cápita— es proporcional a la cantidad de energía aprovechada y pugsta
a^trabajar anualmente per cápita, permaneciendo constantes los demás
factores, estas "muy tempranas culturas de la humanidad, dependientes
como eran de los magros recursos del cuerpo humano, eran sencillas,
escasa« y crudas, ya que mal, podían ser de otra forma. Ningún sistema
cultural, activado únicamente por la energía humana, puede alcanzar
un mayor grado de 'desarrollo. Se puede lograr, por supuesto, un cierto
progreso haciendo mayor la eficiencia de los medios tecnológicos usa-
dos para poner a trabajar la energía, pero el grado de progreso cul-
tural obtenible a partir de esta base es limitado. Nos podemos formar
una vivida imagen del desarrollo cultural obtenible dentro de los lí-
mites de los recursos de la energía humana si observamos culturas
modernas tales como las de los tasmanios, fueguinos o andamanes
o las culturas paleolíticas de Europa.
Para poder superar los límites del máximo de eficiencia tecnoló-
gica y los recursos de energía del cuerpo humano, la cultura debe
arbitrar nuevos medios capaces de proveer cantidades adicionales de
energía, apeíando para ello a recursos naturales de alguna forma nue-
va. En algunos sistemas culturales previos a la escritura, fuego, viento
o agua eran explotados como fuentes de energía, pero sólo ocasional-
mente y en un grado por demás insignificante. La conquista del fuego
fue un logro cultural muy temprano, pero fue sólo después del invento
un práctico motor de. vapor que el fuego adquirió importancia como
una forma de energía. En las culturas primitivas el fuego era de mu-
cho valor para cocinar, proveer de calor, ahuyentar bestias salvajes, y
como símbolo, pero no como forma de energía. En culturas más avan-
zadas el fuego fue importante o esencial en las artes cerámicas y me-
talúrgicas, pero tampoco aquí funcionaba como forma de energía: es
decir que en ninguno de estos contextos podemos considerar el fuego
como igualando o substituyendo la fuerza muscular. Hay sin embargo
un contexto en donde el fuego obra como energía en^aérTar-culturas
primitivas: para ahuecar troncos de árboles en la fabricación de cierta
cíase de canoas o piraguas. En este caso la fuerza muscular es substi-
tuida por el fuego. Y puede haber'unos pocos más usos similares del
fuego. Pero, en suma, antes del invento del motor de vapor ocurrido
en,iiem'pbs' modernos. ,í<>s. sistemas culturales hacían poco uso del fuego
como forma y fuente de energía que pudiera substituir la fuerza
muscular humana.
Los pueblos primitivos podían trasladar cargas haciéndolas flotar
aguas abajo; pero hasta que se inventó la rueda de agua poco antes
del comienzo de la era cristiana, no se conocía otra manera en la cual
una masa de agua en movimiento pudiera ser aprovechada como fuente
dff^enérgía para hacer progresar la cultura. El viento no fue empleado,
Como fuente de energía hasta tiempos relativamente recientes, y como
tal nunca ha sido importante.
Ve inuo a.01 que fuego, agua y viento fueron utilizados como fuente
de energía sólo hasta un punto muy limitado e insignificante durante
los primeros centenares de millares de años de la historia de la cul-
tura. Pero hay todavía otra fuente de energía que estaba a disposición
del hombre primitivo, y eventualmente hallamos sus sistemas de cul-
tura sacando provecho de ella: la energía de plantas y animales.
Las plantas son, naturalmente, formas y magnitudes de energía.
La energía solar es captada por procesos de fotosíntesis y almacenada
bajo la forma de tejidos vegetales. Toda vida animal depende, en
última instancia, de esta energía solar almacenada en las plantas. i YJM
ií. como toda vida depende de la fotosíntesis.
Los primeros hombres subsistían de plantas y animales, tal, por
supuesto, como lo habían hecho sus antepasados pre-humanos. Los
más antiguos sistemas culturales desarrollaron técnicas de cacería,
pesca', trampas;^recolección, cosecha, etc., como medio para explotar
I5S recursos vegetales y animales de la naturaleza. Pero- la mera
apropiación de los recursos naturales es una cosa: encauzarlos y
dominarlos, algo j n u y distinto. Luego de algo así como 985.000 años
de desarrollo cultural, ciertas plantas fueron puestas bajo el control
de la domesticación y el cultivo, y varias especies animales fueron
sometidas mediante la domesticación. Los recursos de energía para
hacer progresar la cultura resultaron notablemente acrecentados merced
a este aumento de dominio sobre las fuerzas de la naturaleza. El rendi-
miento de alimento vegetal y otros provechosos materiales derivados
 de las ¡llantas, por unidad de labor humana, ^experimentó un
aumento enorme cuando la cosecha de plantas salvajes fue sülisfitíiidá
por el cultivo de plantas. El cultivo selectivo permitió la obtención
de'"cepas mejoradas. Métodos de cultivo, fertilización e irrigación
sirvieron para aumentar el rendimiento por unidad de energía hu-
mana o labor hecha por el hombre. Entre las plantas sometidas al
I cultivo, los cereales han sido especialmente importantes. Tylor los
i ha llamado "la gran fuerza motriz de la civilización." Todas las
grandes civilizaciones de la antigüedad entraron en existencia gracias
al cultivo de cereales; ninguna cultura de importancia ha podido
ser alcanzada jamás independientemente del cultivo de cereales.
La domesticación de animales aumentó también los recursos de
energía para hacer progresar la cultura, como resultado del mayor
dominio logrado sobre estas formas de energía. El rendimiento en
alimento y otros útiles productos animales, por unidad de labor hu-
mana, se qlevó considerablemente cuando la caza fue reemplazada
por la domesticación. En una economía basada sobre la caza, los
animales debían ser muertos antes de poder ser utilizados, y una vez
consumidos, era menester buscar más y matarlos. Con a x u d a _ d e j &
domesticación, un pueblo podía vivir de sus rebañós y manadas sin
disminuir para nada el número de las cabezas; hasta lo podían
atfmentar. Los animales, al igual que las plantas, fueron mejorados
mediante la crianza selectiva, y, aparte suministrar lecheábanle, lana
y pieles, algunas especies podían ser usadas como tuerza motriz, ya
sea para transportar cargas o arrastrar arados o vehículos. De ese
modo la domesticación de los animales aumentó en grado sumo la
cantidad de energía que estaba bajo dominio cultural y disponible
para hacer progresar la cultura.
Se podía esperar por lo tanto un gran progreso en el desarollo
cultural como consecuencia del enorme aumento producido en la
cantidad de energía aprovechada y manejada anualmente per capita
merced a las artes agrícolas y pastoriles. Y tal fue exactamente lo que
ocurrió. Los testimonios arqueológicos dan plena fe de nuestra teoría
sobre este punto. Unos^ pocos millares de años luego de la inaugura-
ción de las artes de domesticación y cultivo, las grandes civilizaciones"
de la antigüedad, de Egipto, la Mesopotamia, India, China, y, en el
lluevo mundo en Méjico, América Central y los altiplanos andinos,
enu^iioa Tapidamente en existencia. Luego de centenares de millares
de años de un desarrollo relativamente lento y escaso, ocurrido du-
rante los tiempos paleolíticos, la cultura dio un gran salto adelante
bajo el ímpetu de las aumentadas luen tes de energía ofrecidas por
la agnciOJrini y Tá gan idei i ¡ Grandes ciudades, naciones e imperios
ocuparon el lugar de ildeis tribus y confederaciones como conse-
cueneia de la revolución agrícola, Se hicieron rápidos progresós,
especialmente en el viejo mundo, én todas las artes —industriales,
estéticas e intelectuales. Se emprendieron y ejecutaron grandes tra-
bajos de ingeniería, se erigieron enormes edificios arquitectónicos.
Las artes cerámicas, textiles y metalúrgicas se expandieron y flore-
cieron. Crecieron la astronomía, la escultura y las matemáticas. Se
trazaron los comienzos de una ciencia racional de la medicina. Fueron
producidas impresionantes obras de arte, en relieve, escultura y
hasta en la pintura. Desarrollo y progreso aparecieron en todos losf
aspectos de la cultura. j
Pero la cultura no avanzó continua o indefinidamente como
resultado de los aumentados recursos de energía obtenidos por las
técnicas agrícolas y ganaderas. Luego de un período de crecimiento
rápido, la curva ascendente de progreso se desvió horizontalmente
para formar una meseta. Las crestas de desarrollo cultural fueron
alcanzadas en Egipto, la Mesopotamia, India y China antes del año
lG^cTantes de J. C., y en algunos casos en épocas todavía más tem-
p a n a s , y a partir de aquel momento y hasta comienzos ele la época
del combustible, aproximadamente en el año 1800 después ele J. C.,
ninguna'cultura del viejo mundo sobrepasó, de algún modo profun-
do y extenso, los niveles más elevados alcanzados en la Edad de
Bronce. Naturalmente, ello no debe ser interpretado como signifi-
cando que no hubo ninguna ríase de progreso entre los años 1000
antes de J. C. y 1789 después de J. C. Aquí y allá se produjeron
innovaciones, y características ya existentes fueron objeto de refina-
mientos. Pero considerando las culturas en forma global, y midién-
dolas con varas tales como tamaño de la unidad política, tamaño
de las ciudades, magnitud de los edificios arquitectónicos y de las
obras de ingeniería, densidad de la población, producción y acumu-
lación ele riquezas, etc., las culturas europeas del período comprendido
entre la caída del Imperio Romano y el advenimiento de la época ele
la. fuerza motriz, eran en general inferiores a aquellas de las antiguas
civilizaciones orientales. L¡i razón por la cual las culturas no siguie-
ron progresando indefinidamente ílevadas por el ímpetu de una
tecnología agrícola-ganadera es un asunto que consideraremos de
inmediato.
Parece entonces que la cultura basada sobre la agricultura y la
ganadería había casi alcanzado el apogeo de su desarrollo antes del
comienzo de la era cristiana, al menos en el Viejo Mundo: el Nuevo
Mundo seguía la misma línea, pero con un cierto rezago. Y es ra-
zonable suponer que la cultura no habría excedido jamás las cimas
ya alcanzadas por esa época si no se hubiera ideado alguna manera
de obtener cantidades adicionales de energía, por año y per capita,
surtiéndose de las fuerzas de la naturaleza en u n a nueva forma. ,Se
encontró empero la forma de hacerlo: la energía con la forma de
caijrán, y, más tarde, como petróleo y g ^ p u d o ser aprovechada con
ayu¿ia .de las maquinas de vapor y los motores de combustión interna.
Apelando a los vas tos depósitos de carbón, petróleo y gas na,tura] se
logró rápidamente u n a u m e n t o ' t r e m e n d o en la cantidad de energía
disponible para hacer progresar la cultura. Las consecuencias de la
revolución del combustible fueron en general muy semejantes a
aquellas dé la revolución agrícola: u n aumento de población, mayo-
res"'Unidades políticas, ciudades más extensas, u n a acumulación ele
riquezas, u n rápido desarrollo de las artes y las ciencias, en suma,
un r á p i d o y extendido progreso de la cultura en su totalidad.
Pero también en este caso, luego de u n crecimiento muy acelera-
d o , 1 c u l t u r a l comenzó a mostrar signos de de-
caimiento. N o deseamos insinuar que la cultura ya haya alcanzado
uíi apogeo propio ele la época clel combustible, no creemos tal cosa;
suponemos sencillamente que es posible descubrir señales de demora
en el jivance,.__£ero antes de que el asunto referente a cuánto podría
avanzar el desarrollo cultural sobre una base de energía humana,
agricultura, ganadería y combustible, pudiera convertirse en algo
semejante a u n tema de interés inmediato, tuvo lugar u n hecho
tecnológico de importancia tremenda: se h a b í r l ó g r a d o poner mano
sobre Tos recursos energéticos de los núcleos atómicos. Por primeia
vez en la historia cultural se había logrado obtener energía de üria
fuente ajena al Sol. T o d a v í a no se ha producido n i n g ú n avance
cultural mediante la utilización de esta nueva forma de energía como
fuente de fuerza motriz industrial. Y antes de que cobre significa-
ción en este sentido, hay otra funesta pregunta que debe ser enfren-
tada y respondida, a saber, q u é consgcuencias t e n d r á , el. usfl^dp^Ja
CMiergía atómica en las actividades bélicas.
Trazamos así eTdésáHolío cultural, a partir de niveles antropoideos
y hasta llegar a los tiempos presentes, obtenido como consecuencia
de los periódicos aumentos ocurridos en la cantidad de energía
aprovechada anualmente per capita y debidos al descubrimiento de
nuevas fuentes de fuerza. Hay^-sin__gmbargo, implícito otro factor
tecnológico q u e hasta el momento hemos mencionado en forma me-
ramente incidental; se trata del papel desempeñado por las herra-
mientas en el proceso cultural y corresponde ahora tratarlo más
plenamente..
l¿__energiaJiQ_js<=ligrj>upuesto, ni creada ni aniquilada, por lo
menos no ocurre así dentro de lóssistémas culturales; és^sencillamente
transformada. Es encauzada v p u e s t a a trabajar o consumida. JLero
ello requiere :-lierramientas y máquinas. , La cantidad de energía
aprovechada puede depender de la eficiencia de las herramientas
empleadas, y la cantidad de bienes q u e sirven necesidades humanas
producida por u n i d a d de energía es función directa de dicha eficiencia.
Hasta el momento hemos mantenido constante el factor herramienta
y jaecilQ .variable^el factor energía. Ahora consideraremos constante
el factor energía y variaremos el de l a r liérramíentas. Obtenemos
entonces-la siguiente generalización: el grado de desarrollo cultural
varía en proporción directa con la eficiencia de las herramientas
eíyjileadas, permaneciendo constantes los demás factores.. Si u n o
<sta, por^mptoTTdtedi'caab a cortar madera, la cantidad cortada por
unidad de energía gastada variará de acuerdo con la eficiencia del
hacha; la cantidad aumentará a medida q u e las hachas sean más
perfectas, desde "aquellas d e épocas paleolíticas y pasando por las d e
las Edades Neolítica, de Bronce y de Hierro, hasta llegar a la más
filosa hacha de acero de aleación usada en nuestros días. Y lo mismo
ocurre con otros medios instrumentales, tales como sierras, telares,
arados, arneses, vehículos con ruedas, embarcaciones, etc. El p r o -
greso ^cultural es efectuado, en consecuencia, tanto merced a u n
jlerfeccionamiento de las herramientas como a aumentos de la can-
tidad de energía aprovechada.
Pero la eficiencia de u n a herramienta no puede crecer indefini-
damente; existe u n p u n t o luego del cual no es posible ninguna me-
jora de cualquier herramienta dada. Es así como el remo de u n a
canoa puede ser demasiado largo o demasiado corto, muy estrecho o
muy ancho, de mucho peso o demasiado liviano, etc. Podemos por
lo tanto imaginar y fabricar u n remo de u n tamaño y u n a forma
tales como para hacer que cualquier alteración se traduzca en u n a
pérdida de eficiencia. Del mismo modo podemos perfeccionar arcos
y flechas, azadas, arados, sierras, etc., pero sin exceder de u n cierto
punto. Como cosa práctica, la perfección es algo que se logra o a
la cual al menos se llega muy cerca. Durante décadas no se ha hecho
ninguna mejora significativa en violines. La locomotora de vapor
ha llegado aparentemente a sus límites de tamaño y velocidad. Las
mejoras pueden en realidad ser continuadas durante u n tiempo
mediante el uso de nuevos materiales o aleaciones y con la aplica-
ción de nuevos principios mecánicos. Pero a u n así, el perfecciona-
miento de cualquier herramienta o máquina llega muy cerca de u n
límite o directamente lo alcanza. N o podemos esperar que se cons-
truyan locomotoras o trasatlánticos de u n kilómetro de longitud, o
rascacielos de medio millar de pisos; la impracticabilidad de los mis-
mos es evidente y categórica.
Hallamos así en el proceso cultural que el progreso y desarrollo
son efectuados por el m e j o r a m i e n t o de los medios mecánicos con IQS

cuales la energía es encauzada y puesta a trabajar y también por el
áuiñiñto de las cantidades de energía empleadas. Pero ello ño
significa que los factores de herramienta y energía sean de igual peso
y "significado. El factor de energía es el primario y básico; es eL_
motor, el agente activo. Las herramientas son sencillamente los
medios ¡Jara servir a esta luerza. El factor de energía puede ser
aumentado indefinidamente: la 'eficiencia de la herramienta sólo
dgntro de ciertos límites. ,Con una dada cantidad de energía, el desarro-
llo cultural puede avanzar únicamente hasta u n punto: el límite de la
eficiencia de las herramientas. Una vez alcanzados estos límites,
ningún aumento adicional de la eficiencia podrá compensar una falta
de aumento en la cantidad de energía aprovechada. Pero los au-
mentos de la cantidad de energía aprovechada se traducen en progre-
sos tecnológicos a lo largo de toda la línea, en el invento de nuevas
herramientas y en la mejora de las ya conocidas, en el caso de ser
posible tal mejora. Vemos, en consecuencia, que, con todo lo impor-
tante que puede ser el factor herramienta, el mismo es meramente
secundario respectó al factor de la energía, que es primordial y
básico. Y dado que los aumentos de energía favorecen el perfeccio-
namiento de las herramientas, podría decirse que, en última instan-:
cia, es la energía la que lleva el proceso cultural hacia adelante y
haciS arriba. La afirmación general de que siendo constante el factor
ambiental, él grado de desarrollo cultural es proporcional a la can-
tidad de energía aprovechada anualmente per capita, resulta por lo
tanto atinada y esclarececlora.
Pasamos ahora a una consideración de los sistemas sociales dentro
del p'rocéso del desarrollo cultural. Un sistema social se encuentra,
tal como hemos visto que debe ser, íntimamente relacionado con su
sis(¿na tecnológico que le presta base. Si un pueblo está formado por
cazadores nómades —es decir, qué usan ciertos instrumentos tecnoló-
gicos según cierta manera para la finalidad de obtener alimento,
pieles, cueros y otros materiales que satisfacen necesidades— tal
pueblo tendrá un tipo de sistema social. Si son pueblos de vida
sedentaria, que se alimentan de abundantes bancos de mariscos, o si
son pastores o activos labradores, o comerciantes marítimos, o indus-
triales, etc., cada uno de ellos tendrá otros tipos de sistema social.
El proceso del ataque y defensa militares y los medios tecnológicos
con los que es ejercido obra también a manera de determinante de
la organización social, convirtiéndose a veces en un factor de suma
importancia. Vemos así que el sistema social de un pueblo es deter-
minado en su base por el uso de medios tecnológicos de subsistencia
y de ataque y defensa. ^Aquellas instituciones sociales que no depen-
den directamente de la tecnología están relacionadas con ella de modo
indirecto; sirven para coordinar entre sí los varios sectores de la
sociedad y para integrarlos dentro de un todo coherente.
Los sistemas sociales de los pueblos primitivos varían tremenda-
mente en lo que a detalles se refiere debido a que hay variaciones
en las circunstancias específicas del habitat natural y la tecnología.
Pero^los sistemas sociales fundados sobre una base de energía hu-
mana (es decir, pre-pastorales y pre-agrícojas)' pertenecen todos a. un
tipo común. Son relativamente pequeños y exhiben un mínimo de
diferenciación estructural y especialización de funciones. No encon-
tramos un alto grado de desarrollo en las sociedades basadas sobre el
primitivo cimiento de una tecnología cuya única fuente de energía
era la fuerza muscular humana.
Los sociedades pastoriles y agrícolas de las primeras etapas de estos
desarrollos tecnológicos muestran análogamente sistemas relativamente,"
sencillos y faltos de diferenciación. Todos los sistemas sociales huma-
nos, hasta un cierto punto dentro del desarrollo de la tecnología
-agrícola, o sea la de labranza y ganadería, pueden en realidad ser
caracterizados como sociedades primitivas: tribus basadas sobre lazos de
parentesco, libre acceso para todos a los recursos naturales, relativa-
mente escasa diferenciación social y especialización, y u n elevado grado
de igualdad social. Sin embargo, luego de alcanzado un cierto punto
en el desarrollo de k agricultura, en los sistemas sociales se produjo
un...cambio profundo. Esto fue el aspecto social de la Revolución
Agrícola. Trazaremos a continuación el cursó de tal revolución social,
aT menos en sus rasgos principales.
La agricultura y la ganadería son medios para producir, por unidad
de energía humana, más alimentos y otros materiales útiles que aquellos
obtenibles con la caza, pesca, o la mera recolección. Cuando la agri-
cultura es combinada con la crianza de animales, los recursos de
energía para la construcción de la cultura son, por supuesto, mayores
que en el caso en que sólo se practica el cultivo de plantas. Las
rffanádas y rebaños no suministran únicamente carne, leche, lana o
cueros, pues su fuerza muscular puede ser usada también para trans-
portar cargas, arrastrar arados y carretas, etc. Todas las grandes
civilizaciones del Viejo Mundo tuvieron como base la agricultura y la
ganadería. Sin embargo, dado el hecho que el cultivo de cereales
constituye el factor básico en la nueva tecnología agrícola ganadera,
podemos, para mayor brevedad, hablar de "las consecuencias sociales
de una tecnología agrícola en vías de desarrollo."
A medida que las ártes agrícolas progresaban y maduraban, a
medida que las plantas eran mejoradas mediante cultivos selectivos, a
medida que se introducían y perfeccionaban nuevas técnicas de cultivo,
irrisración, desagries, rotación de los sembrados, fertilización, etc., lai .
O • O
cantidad de alimentos producida crecía propoicionalmente. Las mayo-
res di'sf>oniBSltdades de alimentos significaron aumentos de población.
Las pequeñas tribus crecieron para convertirse en tribus numerosas,^v
qs tas en naciones e imperios; las aldeas crecieron hasta ser pueblos, y
los pueblos ciudades.
- Aparte de producir mayores cantidades de alimento que la caza, la
pesca y la recolección,' las técnicas_jtg£fgplas permitían más alimento
per capita, más producción por unidad de labor humana invertida
en el trabajo. Y conforme se desarrollaban las artes agrícolas, la
productividad de la labor humana se hacía mayor en este campo. De
manera gradual se hizo posible que una parte de la población produ-
j e ^ alimentos para toHoSTEÍIo significó que parte de la población podía
ser retirada de la agricultura y llevada hacia" otras actividades, como,
pór ejemplo, las artes industriales y estéticas A medida que progre-
saba la tecnología agrícola, mayor número de gente podía j e r sacaida
de.los campos y puesta a trabajar en otras tareas y ocupaciones. De
ese modo la sociedad resultó dividida a lo largo de líneas ocupacíona-
les, con diferenciaciones en su estructura y una especialización de
funciones. Ello condujo a otros desarrollos sociales, tal como veremos
más adelante.
EJ mero aumento de población tuvo también consecuencias im-
portanles en otra dirección. Las tribus y clanes estaban organizados
sobre una base de lazos de parentesco; en ese plano se producían
la mayor parte de las relaciones sociales. Tratábase de un mecanismo
que funcionó perfectamente mientras las unidades sociales eran rela-
tivamente pequeñas; un clan o tribu podía funcionar eficazmente
como mecanismo de trato y organización sociales mientras sus miem-
bros no fueran sumamente numerosos, mientras las relaciones sociales
pudieran ser personales. Pero cuando, b a j o el ímpetu de una creciente
tecnología agrícola y una cada vez mayor producción de alimentos, las
úhídades de clan y tribu adquirieron dimensiones enormes, las mismas
tendieron a desmoronarse por efecto de su propio peso. La sociedad
primitiva tendió, por lo tanto, a disgregarse como consecuencia de un
puro aumento numérico. Se requirió así un nuevo tipo de organización
social, pues de lo contrario se terminaría en un caos. Esta nuev?
organización fue hallada en el/Estado) Era otro resultado de la Re-
voluciónAgrícola. ' _así poderosamente a dividir la sociedad en dos principales clases. \
La tecnología agrícola en vías de desarrollo trajo*4;ambién grandes
cambios.,en„la organización económica. Ei^Ja sociedad tribal,- la pro-
ducción, intercambio y consumo de riquezas se produjeron sobre una
base personal y de parentesco; la organización económica estaba vir-
tualmente identificada con el sistema del parentesco. Este tipo de
organización económica resultaba apto en una sociedad pequeña, con
un mínimo de división del trabajo y una escasa diferenciación de la
estructura social a lo largo de líneas ocupacionales. Pero a medida que
la. sociedad se hacía fuertemente diferenciada,, como consecuencia del
aumento de la productividad de la labor humana en las actividades
agrícolas, | e requirió un nuevo tipo de sistema económico; fii^-menesíer f
arbitrar una nueva manera de relacionar las clases económicamente
entre sí. E l l o p u e d e s e r l o g r a d o con i n í sistema ya sea feudal o "de ¡
mercado monetario. En cualquier caso tenemos sin embargo un sistema
\ en_ el cual la base de las reIacÍQH£s._sojciaks está formarla^ por las
^ relaciones de p r o p i ^ j i . ^ j m - a J a J o i í i ^ o c u r r í a en la sociedad
tribal y de lazos de parentesco.
En los niveles culturales previos a la invención de la escritura
había naturalmente ciertas luchas entre los grupos tribales. La com-
petencia por lugares favorecidos de caza o pesca u otros recursos ^
naturales, la venganza por injurias verdaderas o imaginadas jo_sea * ^ 1 '
i mágicas), traía aparejada una cierta cantidad de conflictos intertribales. ^
j Pero no estaban presentes los factores necesarios para guerras en gran ^
>" eseala^3Ís(^iti^a&.^_sostenidasr''Tárés Tactores" aparecieron sin embaí- <o ?
go como resultado de la Revolución Agrícola. Un alto gradó cíe
desarrollo de la agricultura, la metalurgia, la cerámica y otras artes se
tradujo en la producción y acumulación de grandes cantidades de
riquezas., Las ricas posesiones de una nación junto con los recursos
naturales y humanos que hacían posible tal riqueza, constituían un
rico botín para cualquier pueblo que se propusiera conquistarla^La
guerra se convirtió en una ocupación provechosa. Hallamos así, parti-
tíiíarmehte en la Mesopotamia, u n estado de guerra casi crónico:
ñaciones peleando entre ellas por cuencas ricas y fértdes, los tesoros
de palacios y templos; una nación conquistando y saqueando a otra,
nuevos imperios nacidos sobre las ruinas de otros.
Las consecuencias sociales de estados de guerra sistemáticos y cró-
nicos son significativas: la formación de una clase militar profesional,
que en colaboración con dirigentes políticos y a veces hasta autóno-
mamente, puede llegar a ser una poderosa fuerza política; la reducción
del pueblo de las naciones conquistadas al estado de esclavitud o
servidumbre; y la subordinación de las masas del mismo país vencedor
a los imperativos de prolongados conflictos militares. La_gjigrrjL„teJldió ,
sociales: un grupo dominante y relativamente reducido que organizaba <
y dirigía las campañas y a cuyas manos iba una proporción conside- í
rgblemente grande de las riquezas tomadas como botín, y una clase
numerosa que suministraba lo que hoy llamaríamos "la carne de
cañón" —los campesinos, siervos, los soldados rasos, etc. Muchas veces
había una diferencia escasa o nula entre la suerte de la masa de'
pueblo vencedor y aquella de la masa de la nación derrotada una vez
terminada la conquista y sojuzgamiento.
La guerra no era sin embargo el único agente, o proceso social,
causante de la división de las sociedades de la era siguiente a la
Revolución Agrícola, en una pequeña clase dominante, poderosa y
rica, por una parte, y por la otra una clase numerosa de campesinos,
"Siervos o esclavos. El-proceso pacífico del comercio, y en especial él
uso de dinero, también tuvo influencia para traer el mismo resultado.
Industria: y comercio son medios para concentrar riquezas. En este
proceso competitivo, los grandes comerciantes prosperaron a costa
de los pequeños. La riqueza tendió a gravitar en unas pocas manos.
E r p r é s t a m o de dinero es una manera particularmente rápida y efec-
tiva para empobrecerse el pobre y enriquecerse el rico. Guando las
tasas de interés varían, por ejemplo, desde treinta a cien por ciento
o aún más, tal como ocurría en tiempos antiguos, loL.pe_qye-
ños prestatarios se hunden rápidamente en una servidumbre econó-
mica respecto a los usureros. N o era nada raro en Grecia, antes de
las reformas de Solón o Glístenes, que un pequeño labrador ven-
diera sus hijos como esclavos para poder pagar no más que los inte-
reses del préstamo, pues nada tan remoto como amortizar el total
de la deuda. Los tributos impuestos por la clase gobernante a
través del mecanismo estatal y las rentas exorbitantes que los gran-
des terratenientes hacían pesar sobre pequeños arrendatarios, tendían
también a reducir las masas a una condición de impotencia y escla-
vitud económica.
Vemos así que entre los efectos sociales, económicos y políticos dé
la revolución tecnológica sobrevenida en la agricultura figuran los
siguientes: la disolución del antiguo sistema social de la sociedad
i Revolución Agrícola. T a l como ya hemos señalado, todo sistema so-
primitiva, la desaparición de tribus y clanes; la división de la socie-
dad en varios grupos ocupacionales —hermandades de obreros y
'artesanos; la d i m i t a horíz^^ en "dos clases "princi-
pales: una pequgía dase, dirigente, poderosa, y rica, y una clase
numerosa, gobernada y explotada por la clase dirigente, que de u n mo-
do u otro la tenía sometida. La sociedad civil basada en las relacio-
nes de propiedad ocupó el J u g a r de la sodedad primitiva basada «n
lazos de parentesco; .el Estado reemplazó a la tribu y al clan. La
revolución tecnológica de la agricultura precipitó y dio curso a una
revolución en los sectores social, político y económico de la cultura.
A medida que la cantidad de energía aprovechada y puesta a traba-
jar, anualmente y per capita, era aumentada por el desarrollo de la
tecnología agrícola, la estructura de la sociedad se diferenciaba cada
vez más, en tanto que se acentuaba la especialización de sus funcio-
nes. Este giro era acompañado por la emergencia de un mecanismo
• dirigente. Por otra parte eran pocas las probabilidades de que la clase
social- especial de coordinación de funciones y correlación de estruc-
turas» un mecanismo d e ' integración y regulatión. Este mecanismo
político tenía d5s aspectos, uno.,secular y otro * ecl^5saco7"'ciertas
Veces intimamente relacionados y distintos en otras, pero que estaban
siempre presentes. A tal mecanismo' especial de coordinación, inte-
g r a c i ó n y regulación íe damos el nombre de Ijpesia-Éstado. La
evolución de la sociedad civil, a partir de la temprana era metalúr-
gica' y hasta los tiempos presentes, pasando por toda una variedad
de formas en las relaciones de Estado y clase, es una historia a la
que volveremos un poco más adelante. Deseamos retomar ahora un
asunto que tocamos en un párrafo anterior.
Si la cultura evoluciona cada vez que aumenta la cantidad de
energía aprovechada anualmente per capita, ¿gor^qué no continuó la
cultura avanzando indefinidamente como consecuencia de la revo-
lución tecnológica ocurrida en la agricultura? T a l como ya hemos
visto, no fue asi. Por el contrario, luego dé haber alcanzado ciertos
niyeles ceso en su avance y á continuación permaneció estacionaria
hasta recibir nuevos y poderosos ímpetus de la Revolución del Com-
bustible. La agricultura, como proceso tecnológico, como mecanismo*
para aprovechar la energía solar, no estaba empero desarrollada en
modo alguno hasta sus límites tecnológicos; no ha alcanzado todavía
tales límites, y, según opinión de los agrónomos, ni siquiera se ha
acercado mucho a ellos. ¿Cómo explicar entonces esa eventual pér-
dida de brío en el progreso tecnológico de la agricultura y su virtual
estancamiento luego de un crecimiento tan rápido?
- La respuesta parece residir en la relación existente entre el sis-
tema socioeconómico y el sistema, tecnológico establecido por la
cía 1 se apoya sobre un^sistema tecnológico y es detéfníinado por este_
último. Pero todo sistema tecnológico funciona dentro de un sistema
social y es en consecuencia condicionado por él.,. El sistema social
creado por la Revolución Agrícola influyó sobre el proceso tecnológicá-..
hasta eventualmente llegar a "contenerlo" y virtualmente inmovilizar
todo otro progreso de la cultura considerada en su totalidad. Las cosás
ocurrieron tal como se explica a continuación.
El sistema social de la sociedad civil, tal como ya hemos visto, se
hallaba dividido en una clase dirigente y una clase explotadíi. Esta
última producía las riquezas; la primera s e a p o d e r a b a de una tan
grande proporción de ellas como para dejar a aquella con no más que
un mínimo de medios de subsistencia. Acrecentar la producción mer-
cedla una mayor eficiencia no habría tHi3ó~ñinguna ventaja para
la clase productora; el incremento sería sólo aprovechado por la clase

dirigente recurriera a planes de largo plazo destinados a mejorar las
técnicas d e la producción agrícola. Si necesitaban más de lo q u e esta-
ban obteniendo en un momento daclo, tal carencia era inmediata y de
nada habría servido ú n plan d e largo plazo. La medida adoptada
habría sido la de imponer mayores exacciones a la clase productora.
Pero parecería que en la mayoría de los casos, si no* en todos, la clase
dirigente disponía de todo cuanto necesitara. E n realidad, gran parte
de las pruebas indica que u n o de los problemas con los que debían
lidiar~enr¿Tdel exceso de producción antes q u e el de la insuficiencia.
Vemos ásírespecialménte en Egipto pero también en l a ^ í e s o p g t g m Ü | y
otras partes, a p e l a s e dirigente entregada a u n "consumo y derroche
manifiestos" y efectuados en gran escala. Templos y palacios eran
colmados de riquezas y los muertos eran depositados en sus tumbas
acompañados de grandes tesoros. Además de ello se llevaban continua-
mente a cabo programas de grandes obras públicas —pirámides, mo-
numentos, templos, tumbas y palacios. P a c e r í a que la clase dirigente
se hallaba frecuentemente enfrentada con el problema del- exceso
de producción, en tanto que la amenaza de u n a desocupación tecnoló-
gica o u n excedente de población pesaba sobre las clases inferiores.
Los programas de grandes obras públicas, la fabulosa disposición de
riquezas en las costumbres mortuorias, etc., permitían que los podero-
sos resolvieran dichos problemas de u n solo golpe. El sistema social
tendió así a obrar a manera de freno sobre todo otro aumento del
progreso tecnológico u n a vez alcanzada u n a cierta etapa de desarrollo.
Aparte los factores mencionados más arriba, Qhilde ha destacado q u e
el, sistema social funcionaba no sólo para concentrar las riquezas en
manos de la minoría dirigente, sino para impedir de mañera éfecHva
que los frutos del progreso tecnológico fueran distribuidos entre la
m a s a j e población. No había por lo tanto ninguna posibilidittLde que
la tecnología de la producción se expandiera cuantitativamente o méjo-
rara cualitativamente.
Observamos entonces que la nueva tecnología agrícola se tradujo
en u n considerable crecinjienta. de..Ia.j:iiÍianaL_en-^us~etapas iniciales
Pero al ser efectuado este avance fue creado u n sistema social q u e
eventualmente refrenó y contuvo el sistema tecnológico de una manera
tal como para virtualmente hacer cesar todo progreso, no obstante el
hecho de que los límites tecnológicos del desarrollo agrícola no habían
sido alcanzados ni siquiera de modo aproximado. Podemos entonces lle-
gar razonablemente a la conclusión q u e la cultura h u m a n a no habría lle-
gado jamás substancialmente más alia"de los niveles conquistados antes
4 ^ t 0 m i e ñ z o de la era cristiana si la cantidad de energía aprovechada
anualmente per capita no hubiera sido aumentada considerablemente
m e r c e r a nuevas formas de aprovechar las fuerzas de la naturaleza.
La Revolución del Combustible fue la culminación y síntesis de u n
número de corrientes de elementos culturales que hablan estado en
vías de desarrollo durante u n cierto tiempo, así como la Revolución
Agrícola fue el florecimiento organizado de tendencias de épocas ante-
riores. Y, del mismo modo que su predecesora, ¡a Revolución del Com-
bustible trajo aparejados grandes cambios económicos, políticos _y•
Tocialés coino consecuencia de aumentar grandemente los recursos
energéticos para el progreso de la cultura mediante el aprovechamiento
dé la energía solar en una nueva forma, esta vez como carbón, petróleo
y_ gas natural.
T a l como en el caso de la Revolución Agrícola, la nueva tecnolo-
gía del combustible p r o d u j o u n enorme aumento de población. El
número de habitantes de Europa creció, en el período comprendido
entre los años 1650 y 1800, únicamente de cien a ciento ochenta y siete
millones. Pero de 1800 a 1900 aumentó sin embargo a más de cuatro-
cientos millones. La población de Gran Bretaña, para citar el país
en el" cual la Revolución Industrial tuvo comienzo y en el cual al-
canzó un muy alto grado de desarrollo, aumentó en un cincuenta
por ciento entre los años 1700 y 1800. Pero durante el siglo xix expe-
rimentó un crecimiento del doscientos sesenta por ciento. En las dos
centurias que precedieron aT año 1850,, Ja pobíición del J a p ó n no
aumentó más que un cuarenta y u n o por ciento. Sin embargo, en los
cincuenta años que siguieron a 1872 —época en que comenzó aproxi-
madamente la industrialización— el número de habitantes aumentó
en más del ochenta por ciento. El desarrollo urbano fue poderosa-
mente estimulado y acelerado por~Ta~"mieva tecnología, tal como lo
había sido por la creciente tecnología agrícola ele la Edad de Bronce.,
EPsistéma feudal europeo —lina economía rural, aristocrática, agrí-
cola, donde se producía lo que era necesitado— cayó en desuso y f u e
reemplazado por una economía u r b a n a ^ parlamentaria, industrial,
donde se producía para vender con ganancia. La estructura sociable
tornó cada vez más diferenciada y las funciones se hicieron más
especializadas. La productividad de la labor humana aumentó con-
f ó r m e l a vanzafiíTIa tecnología. Las poblaciones campesinas disminu-
yeron relativamente y en algunos casos desaparecieron completamente.
T a m b i é n se produjeron cambios en la estructura de clases de la
sociedad. ,La dicotomía básica —una m i n o m ~ f ó r m á d á por la clase
dirigente, y la mayoría de la población en una condición de subordi-
nación y explotación— persistió, pero la composición de estas clases
experimentó u n cambio radical. Señores industriales y barones de las
finanzas desplazaron a la aristocracia terrateniente para c o n s u u i r el
elemento dominante en la clase dirigente, a la vez í|U6 u n pzuictdí i^idp
urbano e industrial ocupó el lugar de los siervos, campesinos o esclavos

para constituir el elemento básico en la clase subordinada. La puja
industrial tomó el lugar de las revueltas campesinas y levantamientos
de siervos y esclavos de épocas anteriores. Y, bajo una nueva forma,
el mecanismo Iglesia-Estado desempeñó funciones de coordinación y
reguláción para mantener la integridad de la sociedad mediante la
contención de estos antagonismos de clases y la movilización de Jos
recursos ofensivos y defensivos de la sociedad.
Podemos en este punto hacer una pausa para tomar nota de una
interesante característica del proceso de evolución cultural: a medida
que evoluciona la cultura, el régimen de crecimiento es' acelerado.
T a l como ya hemos visto, a fines de la segunda edad de piedra y
comienzos de la Edad de Bronce, el régimen de crecimiento fue mu-
cho mayor que en las. edades Paleolítica y Eolítica. La Revolución
Agrícola requirió no más que unos pocos millares de años para cum-
plir su curso. Pero la Revolución del Combustible tiene siglo y medio
o a lo sumo dos siglos, y en su transcurso ya ha efectuado cambios
más grandes que los provocados por todas las otras eras consideradas
juntas. El. cambio es tan rápido y estamos tan sumergidos en su torbe-
llino que resulta difícil captar la situación y comprender la naturaleza
profunda y radical de la revolución, social y política a la vez que _
tecnológica, por la que estambs pasando. Hace casi tres décadas, en
su libro New Viewpoints in American History, el profesor A. M.
Schlesinger tomó la cultura de los EE.UU. de N.A. de los tiempos de
Lincoln y la comparó, por una parte, con aquella de los tiempos de
Benjamín Franklin, y, por otra,' con la cultura del año 1922. Señaló
que la vida cotidiana con la que estaba familiarizado Lincoln era en
muchos sentidos similar a la conocida por George Washington y
Franklin. Pero nuestra cultura de 1922 habría sido extraña y descon-
certante para Lincoln si la hubiera podido conocer:
Los edificios con una altura de más de tres o cuatro pisos
serían nuevos. Los escaparates de cristal de las tiendas, el alum-
brado eléctrico de las calles, los cinematógrafos, los ascensores
eléctricos de los edificios, y en especial las grandes tiendas dedi-
cadas a la venta de toda clase de artículos, habrían sido cosas
desconocidas en su tiempo. Las calles cubiertas por lisos pavi-
mentos y aceras embaldosadas serían nuevas para él. Los veloces
tranvías eléctricos y vehículos automotores le habrían llenado de
asombro. Hasta un muchacho sobre una bicicleta habría sido
una curiosidad. Al penetrar en la Casa Blanca, alguien habría
de explicarle lugares tan comunes de la vida moderna como las
instalaciones sanitarias, la calefacción de vapor, los fósforos que
se encienden raspándolos, los teléfonos, las luces eléctricas, el
fonógrafo, y hasta la pluma estilográfica. En tiempos de Lincoln
las instalaciones sanitarias estaban en sus comienzos, las lámparas
de kerosene y los mecheros de gas apenas se empezaban a usar,
y no hacía mucho que la pluma de ave había sido sustituida
por la pluma de acero. Los rieles de acero, los puentes me-
tálicos, las locomotoras de elevada potencia, los vagones ferro-
viarios refrigerados, el hielo artificial, la máquina desnatadora,
la atadora de gavillas, el tractor oruga, los giros postales, las
encomiendas postales, la distribución gratuita del correo en re-
giones rurales, el telegrama, la radiotelefonía, los motores de
nafta, los rifles de repetición, la dinamita, los submarinos, los
aeroplanos, estos y centenares de otros inventos, de uso común
en la actualidad, eran todos igualmente desconocidos. 3
¡Pero consideremos los cambios que han tenido lugar —en trans-
portes, medicina, comunicaciones, y en la tecnología en g e n e r a l -
desde que Schlesinger escribiera aquellas páginas en 1922! Más que
en otros sectores de la cultura, es probablemente en las artes bélicas
en donde el vertiginoso régimen de progreso tecnológico es puesto
dramáticamente en evidencia. La tecnología de la primera Guerra
Mundial nos parece hoy anticuada y romántica, y algunas de las armas
y técnicas introducidas por primera vez en la segunda Guerra Mundial
ya han caído en desuso actualmente. U n o casi no se atreve a imaginarse
el próximo gran conflicto militar venidero; novedades que ya han sido
reveladas y otras que han sido sólo insinuadas ponen vividamente de
manifiesto la distancia recorrida por el progreso tecnológico desde
los días de Pearl Harbor. Y entre bastidores en el teatro de Marte
se hallan los grandes laboratorios de investigaciones y campos de
experimentación, que trabajan a todo vapor para desarrollar y perfec-
cionar nuevas herramientas y técnicas en todas las fases de nuestra
tecnología, ^ r é g i m e n de progreso cultural no fue jamás tan rápido
cymo ahora. "Nuestra vida," escribió en 1940 el distinguido físico
Arthur Holly Compton, "difiere de la de dos generaciones atrás
más de lo que la vida estadounidense de aquel entonces difirió de
k L v l t ' a civilizada existente en los albores de la historia escrita." 4
Y, desde que Compton escribiera esas palabras, se ha producido una
. p í 3 l l c l a y terrible revolución, tal vez la más importante de toda
la-historia humana. Se trata de la conquista de la energía atómicajsj
Pero así como <_n el caso de la Revolución Agrícola y sus conse-
cuencias, también en la Edad de la Fuerza Motriz el sistema social
creado por la nueva tecnología del combustible terminó por obrar
como freno sobre todo otro progreso cultural. El sistema de precios
y ganancias estimuló la producción y el progreso tecnológico mientras
hubo mercado para los productos. Pero al igual que el sistema socio-
económico de la Edad de Bronce, eL_nuevo_cqmercialismo de la era
del Combustible tenía limitaciones inherentes. Ninguna nación in-
cjustrial tenía-o-podía tener.-suficiente poder adquisitivo para mante-
neiT y absorber su propia producción; la base misma de las ganancias
deparadas por el sistema industrial era un exceso de valor del produc-
to respecto al costo de producción en términos de salario pagado al
obrero industrial. Exportar los excedentes era por lo tanto esencial;
"debemos exportar o pereceremos" es un grito desesperado lanzado
por más de una nación en los últimos años. D u r a n t e u n tiempo se
pudieron hallar nuevos mercados en el extranjero. Pero conforme
los progresos de la tecnología hacían aumentar la producción de las
naciones industriales, y a medida que naciones no europeas, como
por ejemplo el Japón, sé industrializaban, convirtiéndose así en com-
petidoras dentro de los mercados extranjeros, las ganancias derivadas
del comercio internacional comenzaron a mermar. El mercado mun-
dial disminuía según aumentaba la producción industrial. Cuando
las ventas en el exterior dejaron de dar beneficio los países» indus-
triales redujeron su producción. Los fabricantes estáñ poco dispuestos
a producir artículos cuya venta no sea provechosa. Se cerraron fáljri-
cas, talleres y minas. Millones de obreros quedaron desocupados.
Sobrantes de Tábficacióri fueron destruidos, disminuyó la producción
agrícola. Entonces sobrevino la terrible plaga del exceso de produc-
cióji_xJa falta de trabajo, "hambre y miseria en medio de la abun-
d a n c i a ^ El sistema social estaba estrangulando la gran máquina
tecnológica de la industria y paralizando la vida de todo el Estado.
Las alternativas eran: estancamiento y muerte o guerra y revolución.
Si el sistema social era capaz de contener la tecnología del Combus-
tible y las rivalidades comerciales y conflictos de clases engendrados
por tal tecnología, la sociedad terminaría estabilizada en una -forma
más o menos estancada del feudalismo industrial. S^jsm embargo
las fuerzas propias de la nueva tecnología fueran capaces de vencer
y superar las restricciones del sistema parlamentario y de precios, la.
cultura podría avanzar entonces a niveles más elevados.
Jíay abundantes pruebas de que la cultura, impulsada por las
poderosas fuerzas de la tecnología del Combustible, se está encaminan-
do por_el_curso^mencionado en último término. La* primera fase de
la gran Revolución Cultural —la Revolución Industrial— ha cumplido
su ciclo y hemos entrado ahora en la segunda fase, aquella de la
revolución social, política y económica. Y, como en todos los tiempos,
la guerra demuestra ser un medio efectivo para provocar profundos
cambios políticos. El sistema de la empresa libre e individual en la
industria y el comercio se halla en la actualidad virtualmente caduco.
El patrón oro 110 es más que el recuerdo de una era que ya terminó.
El sistema parlamentario de gobierno, un dispositivo destinado a
permitir la libertad más amplia para el crecimiento de la empresa
industrial y financiera, • también ha caído prácticamente en desuso.
El derecho privado ya no tiene la importancia, principalmente como
medio administrador de libertad para el crecimiento, que tuvo en los
comienzos del comercialismo. En la actualidad conduce hacia la
rivalidad competidora, las pugnas intestinas, el caos y la parálisis.
Las concentraciones de poder sin responsabilidad pública entre quie-
nes poseen o manejan grandes riquezas, o en las filas de las organiza-
ciones obreras, ya no son compatibles con el grado de unidad,
integridad y fuerza que debe tener una nación para poder competir
satisfactoriamente con sus rivales en la arena internacional. Las
exigencias de la supervivencia nacional requieren la subordinación
del derecho privado al bienestar general, de la parte al todo. En
suma, el Estado, en su carácter de mecanismo integrador y regulador
de la sociedad civil, está llamado a adquirir un poder cada yez
ma,yor y a ejercer más y más controles. La evolución social se mueve
inexorablemente hacia más elevados niveles de integración, hacia
"mayores concentraciones de poder político y control.-
En el nivel internacional es también posible discernir una in-
teresante tendencia de evolución social: el movimiento hacia unidades
políticas cada vez mayores. La tecnología agrícola reemplazó las
aldeas por ciudades, las tribus por naciones e imperios. La moderna
tecnología del Combustible pugna también por agrupaciones políticas
inás„numerosas y menor concentración del poder político. La relati-
vamente reciente tendencia hacia la amalgamación puede ser vista
en la unificación de Alemania e Italia ocurrida en el siglo pasado.
El tratado de Versalles, con la "balcanización de Europa," intentó
oponerse a la vieja tendencia de la evolución social al dividir el
continente en pequeños trozos. Uno de los aspectos significativos de
la segunda Guerra Mundial en su fase inicial fue un movimiento hacia
la unificación europea. La primera Guerra Mundial envolvió a algo
así como media docena de grandes potencias; de la segunda sólo emer-
gieron dos de tales potencias. La competencia por el poder se estrecha
a medida que son eliminados los contendientes. La conclusión lógica no
es sin embargo sencillamente la dominación del inuncío por una única
naciórf —esto sería sólo una etapa dé transición— sino una sola orga-
nización política que abarcaría a todo el planeta y a toda la raza liu-
ínana. Hacia uTT "desenlace así nos está llevando rápidamente nuestra
poderosa teCTÓlogia de la Fuerza Motriz.
Pero en los últimos tiempos ha hecho su aparición un elemento •
nuevo y ominoso: k u energía atómica. para finalidades militares.
TáTñbtéñ~áquí la importancia de este nuevo factor deriva del hecho
de que una nueva fuente d_e energía ha sido puesta al servicio del

hombre y de una manera terrible. Una vez más estamos en los
umbrales de una revolución tecnológica. Pero es posible que las
consecuencias de tal nuevo progreso tecnológico difieran radicalmente
de aquellas de las revoluciones Agrícola y del Combustible. En el
pasado las nuevas tecnologías hacían caer en desuso los viejos sistemas
sociales, pero los sustituían por sistemas nuevos. La' nueva' tecnología
nuclear amenaza sin embargo destruir la civilización misma, o al
menos estropearla hasta un punto tal cómo para requerir el trans-
fcurso de un siglo o mil o diez mil años antes de que pueda recuperan,
su ^estado presente. T a l es al menos lo que nos dicen eminentes
hombres de ciencia y militares; como legos, nos hallamos en un
mundo infantil de ignorancia, en el que casi todos los hechos im-
portantes son mantenidos fuera de nuestro alcance. La destrucción
de unas pocas veintenas de centros científicos e industriales europeos
y norteamericanos es más o menos todo lo que se requiere para
aniquilar la civilización occidental, y los expertos nos aseguran que
tal cosa es perfectamente posible, por no decir probable. La espe-
ranza del futuro, y la salvación de la humanidad y la civilización,
parece, por lo tanto, residir en el hecho de que de la siguiente guerra
emerja un vencedor —no un mero sobreviviente— y que sea uno con
suficiente poder y recursos como para organizar a todo el planeta
y a la especie humana en pleno dentro de un único sistema social.
Hemos presentado así un esbozo de la evolución de la cultura
humana, desde el horizonte de nuestros antepasados prehumanos
hasta llegar a los tiempos presentes. Es un fascinante relato de
aventura y progreso; de una especie que, usando como punto de
apoyo su cultura, se elevó del estado de un mero animal hasta pasar
a un modo de vida radicalmente nuevo, un modo destinado a ganar
dominio sobre la mayoría de las otras especies y a ejercer un control
poderoso y amplio sobre el habitat natural. El origen de la cultura
hizo que el proceso evolutivo se elevara a un nuevo plano. Ya no
era menester que el animal humano adquiriera fuerzas y'técnicas
nuevas merced al lento proceso del cambio biológico; ahora contaba
coh un mecanismo extrasoinático de ajuste y control que podía
crecer libremente por sí solo. Por otra parte, los progresos obtenidos
en una corriente de desarrollo cultural podían difundirse fácilmente
a otras tradiciones, de modo que el progreso de cada una era com-
partido por todas. La historia del hombre se convierte así en un
relato de su cultura.
La tecnología es el ^protagonista ele nuestra pieza teatral. Este
es un múñelo ~cle rocas y ríos, ele bosques y hierro, aire y luz ele
estrellas, de galaxias, átomos y moléculas. El hombre no es más que
una clase particular ele cuerpo material que está obligado a hacer
ciertas cosas para mantener su status en un sistema material cósmico.
Los- medios ele ajuste y control, de seguridad y supervivencia, son,
pdr supuesto, tecnológicos. La jcultura se convierte así primaria-
mente en un mecanismo para sojuzgar energía y ponerla a trabajar i
„al3eryicio del hombre, y, secundariamente, para encauzar y regjilar i
aquella parte de su conducta que no está relacionada directamente^
con la subsistencia y la ofensiva y defensa. Lps sistemas„ Jsaciales-soiw
i en consecuencia determinados por sistemas tecnológicos, y las filosó/l
I fías y las~artés expresan la experiencia tal como la misma es definid^!
por la tecnología y refractada por los sistemas sociales. Los sistemas?
culturales, al igual que aquellos de nivel biológico, son capaces ele
crecimiento. Es decir, el poder ele capturar cualquier energía es
también la aptitud para valerse más y más de ella. De ese modo los
sistemas culturales, cual si fueran organismos biológicos, se desarro-
llar multiplican y extienden. El Sol es la fuente primera de energía;
la cultura, un sistema termodinámico impulsado desde tal fuente.
Por lo menos, la energía solar ha activado todos los sistemas cultura-
les de la historia hasta el présente, y lo continuará haciendo luego
que los suministros terrestres de combustible fisionable se hayan
agotado —en el caso de que la civilización sobreviva y llegue hasta
este punto—, Pero la tecnología sigue desempeñando el papel predo-
minante, aun cuando resulte ser el villano en vez del héroe, J^a,
tecnología construye, pero también puede .destruir. La creencia y fe
en que la civilización, ganada a costa de tanto dolor y esfuerzo,
sencillamente no puede hundirse en la destrucción, pues tal final
sería demasiado mostruoso y absurdo, no es más que un plañido
ingenuo y antropocéntrico. Poco sabe el cosmos, y ese poco lo olvi-
dará muy pronto, de lo que el hombre ha hecho aquí en este
minúsculo planeta. La eventual extinción de la raza humana —pues
la extinción acaecerá alguna vez— 110 representará la primera vez que
haya desaparecido una especie. Ni será tampoco un hecho de gran
importancia terrestre.
J ^ o j J u e d e que el hombre sobreviva al venidero holocausto de
radiactividad, aun cuando su cultura se haya desplomado hasta el
nivel cíe los tiempos neolíticos, sólo para comenzar a trepar de nuevo
la larga cuesta, tal vez ahora por una senda algo diferente; puede,
que también la cultura saque algún provecho ele la experiencia-,
Pero la cultura no puede destruirse o siquiera herirse críticamente
con sus nuevos poderes. La destrucción no es más inevitable que la
salvación. Por grande que sea la devastación —y no hay duda que será
tremenda— en la siguiente prueba de fuerza que se produzca en la
arena internacional, las fuerzas creadoras de la nueva tecnología
pueden ser suficientemente grandes como para elevarse desde las
 la ciencia ha vuelto por fin al más inmediato y poderoso determi-
ruinas y abrazar todo el mundo con un único sistema político. En
nante de la conducta humana del hombre: su cultura. Luego de
tal momento y sólo entonces desaparecerá la maldición de la guerra
repetidas pruebas y otros tantos fracasos se descubrió que la cultura
í y se habrá dejado libre y abierto el camino hacia una vida más
no puede ser explicada psicológicamente; tales interpretaciones no
, plena y más rica.
son más que antropomorfismos con ropaje científico. La explicación
"f T a l corno se podrá notar, nuestro boceto de la evolución de la
de la cultura es y debe ser culturológica. La ciencia de la cultura
J cultura es completamente culturológico. No recurre a raza, tipo
es joven aún, pero ésta llena de promesas. Está llamada a hacer
físico, inteligencia, un sentido moral, la dignidad del hombre, el
grandes cosas —siempre que el sujeto de su estudio continúe por su
espíritu de progreso o de democracia, el individuo —genio o cualquier
antiguo curso: hacia adelante y hacia arriba.
otro—, el rechazo del padre, la conciencia de clase, un conjunto de
instintos o "impulsos", la interacción social, una estructura básica de
la personalidad, hábitos higiénicos inculcados en la infancia, o ali-
mentación de pecho en contraste con el método de la mamadera y el
destete, para dar cuenta del comportamiento y crecimiento de esta
í gran tradición extrasomática. j^a explicamos en términos de la cul-
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t u j a misma. Se da cuenta de una" tormenta de rayos y truenos o un
tornado~en~términos de hechos meteorológicos antecedentes y conco-
mitantes; un clan o una constitución son análogamente explicados
con referencia a sus concomitantes y antecedentes culturales.
La cultura, tal como hemos señalado repetidamente, es una co-
rriente de elementos interactuantes; un rasgo gravita sobre los
otros y es a su vez afectado por ellos. Ciertos elementos caen en
/rfesüso y son eliminados de la corriente; nuevos elementos son in-
corporados a ella. Nuevas permutaciones, combinaciones y síntesis
soñ^íormácfas^continuamente. Ya sea que nos refiramos a un sector
restringido del (onlinunm cultural, como, por ejemplo, la evolución
de las matemáticas o la genealogía de la máquina de vapor, o que
abarquemos la cultura en su totalidad, el principio de interpretación
es el mismo: la cultura crece de la cultura. En nuestro boceto de
la evolución de" la cultura'"Considerada en conjunto nos manejamos
con grandes categorías: tecnología, sistemas sociales y filosofías. Des-
compongmos la tecnología. en_ factores energéticos y de herramienta.
Observamos la_aooión de rada clase de_£Ígmentos, su influencia sobre
las~6tras¡3íjL-fifecto de-la—tecnología sobre los sistemas sociales,~y~ia
IñHuencia de jas..instituciones jpoliticas y~económícas sobre la agncul-
tura y las f^bricas tme .trabajan, con vapor. Hotamos el papel <¡ue la
fierra,., como proceso de cultura, lia desempeñado en el curso del
cambio político. Y, finalmente, vemos el destino de la civilización
delicadamente en equilibrio sobre una balanza cuyos platillos pueden
ser movidos en uno u otro sentido, no sabemos cuál, por los modernos
milagros de la energía nuclear.
La culturología es la aventura más nueva de la ciencia. Luego
ile siglos de labor en los campos de la astronomía, la física y la
química; y veintenas de años de cultivo en la fisiología y la psicología,