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LA IDEOLOGÍA Y EL ROL DEL PSICÓLOGO

Arraiz, R.; García, L.; Guevara, S.; Neto, M.; Olivo, R. y Vásquez, L.
Universidad Central de Venezuela
Julio de 2016.

Todo individuo, en tanto es parte de la sociedad y sus construcciones culturales, se inserta


en un intercambio de preguntas con el mundo social donde las respuestas le vienen
prescritas, están dadas, y que generalmente son asimiladas y creídas como propias,
haciéndose invisible su procedencia. La ideología se refiere a este conjunto de ideas que
conforman la concepción del mundo, que le explican y organizan desde un punto de vista
particular, respondiendo a los intereses de un grupo dominante con el objetivo de establecer
y mantener un orden social determinado, de obtener y conservar el poder. Tales
enunciados, aunque explicativos, no se fundamentan teóricamente y son transmitidos de
forma natural a través de los mecanismos de socialización, legitimados por el discurso de la
clase dominante, que termina por convertirse en letanía de los grupos dominados (Benedito,
1975 y Gutiérrez, 1996).
La ideología cohesiona al grupo dominado, en una sociedad de clases, y asegura
que estos se mantengan dentro de tal grupo; tal hazaña es lograda mediante una estructura
de posiciones que organiza el hacer de tales personas de acuerdo a los intereses y
preferencias propios del grupo social dominante, que lo disfrazan como intereses y valores
universales. Así pues, el conjunto de comportamientos y funciones que manifiestan las
personas dentro de la sociedad están en alguna medida determinada por ese conjunto de
reglas implícitas que dan por sentado el modo de actuar en un lugar determinado, por los
roles que le han sido asignados en tanto individuos en una posición particular (Benedito,
1975 y Gutiérrez, 1996).
Los roles van desde los procedentes de instituciones como la familia (el rol de
madre, padre e hijo), la escuela y academia (docente y discente) hasta las distintas esferas
del actuar laboral y profesional en una sociedad de la especialización (el rol de abogado,
artista, médico, entre muchos otros). El rol desempeñado por el psicólogo no resulta una
excepción. El hecho de pertenecer a una cultura, a la ciencia, al área de la salud o de las
humanidades, hace que actuar en virtud del status de psicólogo haga a este partidario de un
conjunto comportamientos a manifestar y de demandas a satisfacer dentro de la sociedad.
El psicólogo suele tener la tarea asignada de conseguir y garantizar el ajuste del
individuo a su entorno, valiéndose para tal ajuste de las ideas de “normalidad” establecidas
y justificadas por la ideología predominante de la sociedad en que este se encuentre; este
ajuste es logrado a través de un conjunto de instrumentos que, bajo consensos más o
menos implícitos, son valorados como útiles y válidos para tal fin, de esta manera
intervendrá como facilitador y mediador entre el individuo y aquellos conflictos que le
impiden adaptarse e integrarse a la estructura de la sociedad, en otras palabras, que le
impiden ser productivo. Este encargo posee ante todo un sentido implícito, en tanto evita
que entren en acción los mecanismos represivos del Estado para que cada individuo
cumpla con el papel que se le ha asignado en la estructura (Benedito, 1975).
A pesar de ser este el papel que generalmente adopta el psicólogo dentro de la
estructura que le precede, y sin negar que tal labor busca efectivamente reducir el malestar
del individuo, puede este representar, por otro lado, aquel agente de cambio social si asume
la tarea de desprenderse de la reproducción acrítica del conocimiento, cuestionándose y
autoevaluándose respecto a su papel como actor ideológico y a su quehacer como
profesional, puesto que, si bien resulta imposible el dejar de estar inmerso en una ideología,
es necesario hacerla visible, para hacer posible su cuestionamiento y así modificar de forma
crítica su praxis con miras a la mejora de sus aportes a la población objetivo, con miras al
bienestar del individuo y de sí mismo.
En tanto se presenta esta posibilidad se abren las puertas para visibilizar otros
elementos que pueden representar la posibilidad de un cambio social desde la psicología,
asociados al considerar que dentro de esta misma disciplina no hay consenso entre las
diferentes posturas teóricas, y las técnicas que de estas se derivan; así pues el hecho de
reconocer la importancia de cada una de ellas y de poder integrarlas dentro de una misma
labor se hace relevante para poner el énfasis no solo en el individuo, sino también en el
entorno donde se desenvuelve, y quizás el rol del psicólogo puede estar más orientado
desde la complejidad del ser humano, a la comprensión del sí mismo, su forma de actuar y
en la búsqueda de alternativas que orienten el desarrollo de sus potencialidades. De la
misma manera porta relevancia que el psicólogo reconsidere otros contextos de acción, no
solo desde la perspectiva puramente interventora, sino además preventiva y
transformadora.
Desde esta postura, el campo de acción del psicólogo incluye el brindar
herramientas a la población objetivo, el grupo dominado, para que estas puedan tomar
conciencia sobre la ideología en la que se encuentran inmersos, evaluarla y cuestionarla, de
modo que las mismas también hagan críticas que les permitan empoderarse y afrontar
eficazmente los problemas que pudieran aquejarlas, y así, hacer visible la ideología. Esto
último, representaría uno de los pasos que se vislumbra para posibilitar un cambio social
desde la psicología.
Referencias bibliográficas
Benedito, G. (1975). El rol del psicólogo: Rol asignado, rol asumido y rol posible. En N.
Braunstein, M. Pasternac, G. Benedito y F. Saal. (Eds.). ​Psicología: Ideología y
Ciencia.​ (3ª. Ed.). (pp. 403-419). Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI.
Gutiérrez, G. (1996). ​Metodología de las ciencias sociales – I. (2ª Ed.). México, D. F.: Oxford
University Press Harla.

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