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APELLIDOS/NOMBRE ESTUDIANTE:
Donaire Ruitiña, Juan Ángel
APELLIDOS/NOMBRE TUTOR:
Ruiz-Huerta Carbonell, Jesús
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN ............................................................................................................. 4
6. GESTIÓN POLÍTICA...................................................................................................... 19
6.1 El poder político de los sindicatos mineros ...................................................... 19
6.2 Rendición de cuentas ........................................................................................ 20
6.3 La corrupción ................................................................................................... 21
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
9. CONCLUSIONES ........................................................................................................... 37
BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................................... 38
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
1. INTRODUCCIÓN
El colectivo minero ha sido desde finales del siglo XIX un ejemplo de lucha obrera y
sindical. La gran peligrosidad de la mina sirvió y aún sirve para convencer a muchos de que
toda reivindicación laboral que realicen es poca, si bien sus formas son también criticadas: las
huelgas mineras consiguieron una vez tras otra paralizar la actividad en todas las Cuencas,
incluso durante la dictadura. Así, paso a paso, se fueron consiguiendo derechos: desde el salario
mínimo o la jornada máxima, a principios de siglo, hasta las prejubilaciones, ya en el último
tramo.
Pero tras dos siglos de actividad minera, las Cuencas tuvieron que afrontar algo
inevitable: la fecha de caducidad de la mina. El carbón asturiano siempre fue caro y de mala
calidad y para su subsistencia frente al mercado globalizado fueron necesarias cuantiosas
ayudas. Mientras, los mineros consiguieron derechos de gran calado, entre los que destacan las
prejubilaciones.
Durante estas tres últimas décadas las Cuencas Mineras han tenido las herramientas
necesarias para acometer la reconversión de su industria. Pero, tras los literalmente miles de
millones de pesetas y de euros recibidos en subvenciones, tras ganar todas las batallas a nivel
laboral, ¿han conseguido —trabajadores, políticos, sociedad— allanar el camino para el día en
que el que cierre la última mina? ¿Han tenido las subvenciones algún efecto no deseado? ¿Ha
sido transparente la gestión de esos fondos?
Es el propósito de este trabajo tratar de dar respuesta a estas preguntas, y para ello se
hará una valoración del impacto de la minería y de los fondos mineros en la economía y la
sociedad de la región. El análisis histórico y el marco teórico serán un punto de partida para
conocer las razones históricas, políticas y teóricas por las que se adoptaron esas medidas.
Después, los datos estadísticos permitirán ver el efecto que han tenido los Planes del Carbón en
el empleo y la demografía de las Cuencas Mineras, y también valorar el grado de dependencia
que puedan haber generado en la economía de estos municipios. Por último, el análisis de la
gestión política y el impacto social tendrá como fin comprender el esquema de incentivos
generado por estas políticas, así como detectar otras posibles externalidades negativas.
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Asturias es una comunidad rica en recursos minerales: existen yacimientos de oro, hierro
y zinc. Sin embargo, es el carbón el que ha configurado de forma determinante la economía de
la región por encima de los demás.
Los yacimientos se concentran en dos cuencas. Una de ellas es la del río Narcea, donde
se explotan yacimientos de antracita desde mediados del siglo XX. Las explotaciones son de
tamaño pequeño o mediano, y aunque han convertido al concejo de Cangas de Narcea en el
centro económico de la comarca, ha tenido un impacto más limitado y superficial a nivel
regional (Suárez Antuña, 2005).
Es la otra cuenca la que es de interés para este trabajo: la Cuenca Hullera Central. Aquí
es donde se explota la hulla desde el siglo XIX. La hulla es una variedad de antracita menos
calorífica que la antracita, pero la asturiana tiene además otros problemas: aunque las reservas
sean más abundantes, las vetas de carbón son más estrechas y más inclinadas que en
yacimientos de otros países europeos, lo cual dificulta su extracción. Además, la proporción de
gruesos y menudos —indicador de la pureza y la calidad del carbón— es también baja y hace
necesario lavar todo el carbón. Esto provoca un aumento de los costes y una menor
competitividad del carbón asturiano (Díaz-Faes Intriago, 1979). Estos problemas no evitaron,
eso sí, que surgiera en estas cuencas una viva actividad industrial que situó a Asturias en la
vanguardia de la industrialización en España.
Así, podemos identificar a las Cuencas Mineras como el grupo de concejos —
municipios— ubicados en la zona centro, en las cuencas de los ríos Caudal y Nalón, que se
caracterizan por la explotación de la hulla, la consecuente actividad industrial y la pronta
urbanización, y donde la minería ha tenido desde entonces un impacto de gran calado en los
ámbitos económico y laboral, pero también político, social y cultural.
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Elaboración propia.
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Construcción 6%
5% 7% Extractivas 5%
5%
0%
1997 2002 2007 2012
Fuente: SADEI. La línea discontinua entre 2007 y 2012 refleja el cambio metodológico del INE de CNAE-93 a CNAE-09.
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Ante las primeras protestas, en forma de sabotajes al estilo ludita, algunas de las
empresas comenzaron a tomar medidas enmarcadas en lo que se denomina paternalismo
industrial. Los primeros montepíos daban cobertura médica y proveían un seguro por
enfermedad, accidente o fallecimiento (García Piñeiro, 1993). Asimismo, los empresarios
trataron de premiar a sus trabajadores y pacificarles con la provisión de viviendas y el acceso a
economatos. Eso sí, la implantación de estas medidas fue asimétrica: frente a las actuaciones
de la belga Solvay y la Real Compañía Asturiana de Minas, cabe destacar la dejadez de Duro
Felguera respecto a la provisión de viviendas, “pese a los continuos lamentos por falta de mano
de obra” (Suárez Antuña, 2005).
Además, estas prebendas han de ser entendidas también como un mecanismo de control
social, hasta el punto de obligar a los empleados a gastar su salario en los economatos. Los
máximos exponentes del paternalismo industrial en Asturias son el poblado minero de
Bustiello, construido por la Hullera Española en Mieres, y el de Lieres, Siero, impulsado por
Solvay. En ambos enclaves las empresas sustituían a la administración municipal y podían
controlar no solo las vidas de sus empleados, sino también las de sus familias mediante la
provisión de ocio, cultura y educación. Por citar un ejemplo, ese fue el marco en el que los
hermanos de la Salle fundaron varios colegios, los cuales llegaron a formar a más de la mitad
de los jóvenes escolarizados de la comarca (Gudín de la Lama, 1999).
A principios del siglo XX empezó a gestarse el movimiento sindical minero, crucial
para entender el desarrollo de las Cuencas hasta hoy día. En 1910, Manuel Llaneza funda el
Sindicato de Obreros Mineros de Asturias (SOMA, hoy SOMA FITAG-UGT), y pronto
comenzarán las huelgas: primero para ser reconocidos, después para conseguir objetivos
laborales, tales como el salario mínimo, la semana de vacaciones o el vale de carbón como
retribución en especie (UGT-SOMA-FITAG, 2015). Además, el sindicato impulsó proyectos
como el orfanato minero o el pozo San Vicente, primera mina autogestionada de España que
cae de forma circunstancial en manos del sindicato, hoy convertida en museo (Gutiérrez, 2010).
Durante la Primera Guerra Mundial, el aumento de las exportaciones españolas provocó
escasez de productos básicos y un consecuente aumento de la inflación, no reflejado en los
salarios (García Ruiz, 2000). Como respuesta a la pérdida de bienestar de los trabajadores, la
UGT socialista y la CNT anarquista convocaron en 1917 su primera huelga general, adjetivada
como “revolucionaria”. En 1924, otra huelga general desafió al régimen de Primo de Rivera.
Durante la Segunda República, serán protagonistas en la revolución de 1934: el rechazo a la
participación de los conservadores de la CEDA —“enemigos de la República”— en el gobierno
de Lerroux terminará provocando la toma de toda la región por parte de los mineros y, en
respuesta, la severa represión por parte del Estado. Es con esta revolución con la que los mineros
llevan a cabo su más contundente acción política, ambiciosa pero quizá temeraria. Ha sido
tildada por algunos de irresponsable al contribuir a la desestabilización de un país que al mismo
tiempo presenciaba cómo Lluís Companys proclamaba el Estado catalán y, en definitiva, al
borde de la guerra civil (García de Tuñón Aza, 2004).
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Una vez estalló el conflicto, Asturias hizo honor a su carácter rebelde resistiéndose al
avance de los sublevados. Salvo por Oviedo, primera ciudad del norte en caer en manos
nacionales, la región fue el último reducto republicano en el litoral cantábrico. Pero la
resistencia tendrá un precio: tras la caída del norte en 1937, los trabajadores mineros serán
militarizados, hasta el punto de que “el abandono del trabajo sería interpretado como deserción,
la falta de disciplina como insubordinación y la huelga como rebelión militar” (García Piñeiro,
1993). Estas medidas se mantienen durante la posguerra. Como ocurría antes de la llegada del
movimiento obrero en el siglo XIX, los trabajadores ven en acciones individuales, como el
sabotaje, la única manera de visibilizar su disconformidad.
En la década de los 50, pasados ya los peores años de posguerra, el régimen habilitó
algunos canales de participación obrera que se enmarcaban, eso sí, en la concepción fascista y
franquista del sindicato vertical. De forma paralela, el cada vez mayor descontento favoreció la
removilización obrera, organizada en la clandestinidad pero adaptándose a las estructuras
construidas por el régimen (García Piñeiro, 1993). Tras modestas huelgas a finales de la década
tanto en Vizcaya como en Asturias (Argüelles, 2012) y ya de lleno en el desarrollismo, en 1962
tendrá lugar la “huelgona”, crucial por su alcance, incluso internacional. La protesta comienza
con la negativa de siete picadores a descender a la mina, en protesta por la mínima remuneración
de su trabajo a destajo congelada desde hacía tres años (Arenas, 2012; Palacios, 2012). Al día
siguiente, ciento cuarenta de los ciento setenta compañeros del Pozo Nicolasa se unirán a sus
siete compañeros, que habían sido fulminantemente despedidos («Documentos TV: La huelga
del silencio», 2012).
Pese a los intentos por reprimir la huelga, dos meses después se había propagado ya por
toda España, con hasta cien mil trabajadores movilizados y muestras de solidaridad de
intelectuales de la época, como Ramón Menéndez Pidal. Los mineros obtuvieron así parte de
las mejoras laborales demandadas al gobierno franquista, llegando incluso a doblar sus salarios
(Maestre, 2013).
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
FITAG y CCOO Industria, 2015). Como resultado se adoptará el Plan del Carbón 1998-2005 y
aparecerán los fondos mineros: por una parte, ayudas estatales al carbón y las Cuencas Mineras
autorizadas por la Unión Europea, y, por otra, los fondos de desarrollo regional destinados a
infinidad de proyectos. A cambio, las explotaciones mineras deberán cerrar para el año 2018, o
de lo contrario deberán devolverse las ayudas. Como se desarrollará en el punto siguiente, estos
fondos milmillonarios serán una oportunidad de oro para preparar a la Cuencas Mineras para el
cese de la actividad minera.
Todos estos planes fueron precedidos de huelgas, de seguimiento masivo en el sector y
que recibían la solidaridad de más trabajadores de la comarca. La última gran huelga tuvo lugar
en el año 2012, cuando se negociaba con el gobierno popular el que debería ser el último Plan
del Carbón. Una marcha de mineros caminó desde Asturias hasta Madrid, como lo había hecho
en otras ocasiones, para ser recibida en la capital entre aplausos (Martínez, 2014) y, algunos
dicen, poniendo fin a la acción sindical de un sector abocado a su desaparición.
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
4. MARCO TEÓRICO
En las últimas décadas, diversos intentos de reconversión industrial han tenido lugar en
los países desarrollados. Con el fin de encontrar las políticas públicas adecuadas para sacar
adelante esas regiones, se ha recurrido a la teoría del desarrollo regional.
Esta teoría trata de buscar el encaje de la perspectiva regional en el mundo globalizado,
donde el más fácil flujo de capitales, mercancías e información libera a las industrias del
anterior anclaje al terreno. Esto ocurre, además, con el beneplácito de los Estados, que han
asumido a escala global la liberalización de los mercados —proceso que comenzó en España
en los años 60 y culminó con la adhesión a las Comunidades Europeas—. Durante la
industrialización, la proximidad entre los yacimientos minerales, las fábricas y la demanda era
fundamental. Hoy, la mejora de las comunicaciones, junto a un marco institucional que ha
dejado atrás progresivamente el proteccionismo, propicia la búsqueda de los factores de
producción en áreas remotas y la progresiva concentración del capital. De ese modo, la
“presencia generalizada de estructuras oligopólicas [en las industrias] es el resultado de los
esfuerzos por aprovechar economías de escala en la producción, la comercialización y la
investigación y el desarrollo tecnológicos, que superan incluso la dinámica de expansión de los
mercados impulsada por las nuevas tecnologías” (Manet, 2014, p. 28). El resultado es una
creciente polarización de las regiones en cuanto a la actividad económica: en otras palabras,
una creciente desigualdad regional.
Retener y renovar la actividad económica en las regiones es el principal objetivo de la
aplicación de esta teoría, y por eso se inspiran en ella las políticas que acompañan a las
reconversiones industriales en Europa. Es el caso indiscutible de la siderurgia: como se
detallará, lo que queda de la estatal Ensidesa es hoy propiedad de ArcelorMittal, con diferencia
la mayor multinacional acerera del mundo (World Steel Association, 2015). Los altos hornos
de Avilés han conseguido de este modo lograr el encaje deseado mediante la mejora de la
productividad. No obstante, la atracción de nuevas empresas va más allá de la viabilidad de las
industrias tradicionales: también es imprescindible la inversión en infraestructuras, educación
y formación laboral (McGahey y Vey, 2008). Es en este ámbito en el que encajan los Planes de
Desarrollo de las Cuencas del Carbón.
Con el desarrollo regional también conecta la teoría de los polos industriales,
propuesta por Porter y Krugman en los años 90. Esta teoría estudió ciertas regiones,
denominadas polos o clústers de actividad económica, en las que se concentran diversas
empresas de industrias relacionadas, interconectadas entre sí y con instituciones como las
universidades (Szajnowska-Wysocka, 2009). El mejor ejemplo y clúster por antonomasia es el
californiano Silicon Valley, donde tienen sus oficinas centrales las principales compañías
digitales del mundo. En la Universidad de Stanford, ubicada en el valle, estudiaron los
inventores de la radio FM, el láser, el GPS, el ratón y el microprocesador, los fundadores de
Google y Hewlett-Packard y otras personas clave en empresas como Microsoft, Apple y
Facebook. En Europa, el ejemplo clásico es la región alemana Baden-Wurtemberg, donde
multinacionales como Daimler, Porsche y Bosch desarrollan su actividad.
Para incentivar esa agregación de empresas pueden utilizarse herramientas tales como
ayudas fiscales, subvenciones o mecanismos de financiación. También la reducción de la
burocracia puede jugar un papel importante en su desarrollo. Por ejemplo, Irlanda ha adoptado
estas políticas para atraer las delegaciones de las grandes de Silicon Valley en Europa —y con
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
frecuencia para toda la región EMEA1—, como es el caso de Google, Facebook, Twitter, Ebay
y Oracle.
Sin embargo, más interesante que atraer a las grandes corporaciones oligopólicas es
generar iniciativa empresarial con agentes internos. En una solución óptima para las regiones
occidentales desindustrializadas, el objetivo es crear espacios o sistemas locales donde la
proximidad de pequeñas y medianas empresas favorezca —interacciones personales mediante
— la aparición de sinergias y la innovación tecnológica, pudiendo hacer frente incluso a las
multinacionales (Manet, 2014).
Esta visión entronca con la teoría del crecimiento endógeno, la cual relaciona el
crecimiento económico con la innovación tecnológica, y no tanto con la acumulación de capital
(Howitt, 2008). Es decir, el crecimiento tiene un origen interno, por lo que se puede favorecer
mediante políticas que coadyuven el cambio tecnológico. Ya no se trata de que empresas del
exterior se sientan atraídas por el marco legal y la mano de obra cualificada de una región, sino
que esa misma región pueda regenerar su tejido industrial de forma independiente. Las
Administraciones tienen en su mano, por tanto, la posibilidad de influir positivamente en el
crecimiento regional: por un lado, mediante la formación de capital humano —una vez más,
invirtiendo en educación—; y por el otro, incentivando la inversión en I+D, mediante ayudas
fiscales y subvenciones, pero también mediante regulación, como la protección de la propiedad
intelectual y la libre competencia.
1
EMEA son las siglas en inglés de Europa, Oriente Medio y África.
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El Plan de Reordenación del Sector del Carbón 1990-1993 y el Plan de Modernización, Racionalización,
Reestructuración y Reducción de Actividad de la Industria del Carbón de 1994-1997.
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representa menos de un tercio del total: apenas un 22% de la suma del producido e importado
en 2014. Los principales proveedores son Colombia (31%) e Indonesia (21%).
Ese 22% autóctono está además fuertemente subvencionado. A cambio de restringir la
producción, el Estado español paga el diferencial entre el coste de producción y el precio de
mercado del mineral cuyo consumo está garantizado por las centrales térmicas. Cada plan
estipula la progresiva reducción de la producción necesaria para seguir percibiendo estas
ayudas. Como se puede apreciar en la Figura 5, la producción se ha visto reducida en los últimos
diez años en un 80%, y su peso relativo en el consumo de carbón en España a la mitad.
Según los Presupuestos Generales del Estado de 2015, las ayudas públicas a los costes
de explotación ascienden a exactamente 50 millones de euros, repartidos en 6,1 millones para
las empresas públicas (Hunosa) y 43,9 millones para las privadas (PGE 2015). Es necesario
mencionar, no obstante, que las constantes pérdidas de Hunosa son asumidas por la SEPI: en
2014 ascendieron a 16,2 millones de euros (SEPI, 2014).
Otro gran pilar de los planes de la minería es el laboral. Para llevar a cabo las
reducciones de plantilla de forma no traumática, los mineros, acogidos ya en la Seguridad Social
al ventajoso Régimen Especial de los Trabajadores del Carbón desde los ochenta, se
beneficiaron de prejubilaciones. Estas permiten a los mineros dejar de trabajar a edades tan
tempranas como los 42 años. Como requisito, el trabajador debe haber cotizado 8 años o más
al régimen especial del carbón y debe contar con una antigüedad en Hunosa de al menos 4 años.
El cálculo de la edad de prejubilación se realiza con esta fórmula:
Edad de prejubilación = Edad química (54 años) − Años trabajados × Coeficiente reductor
Se parte de la denominada “edad química”, establecida en 54 años, de la que se restan
el número de años trabajados multiplicado por un coeficiente reductor, diferente para cada
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Los coeficientes reductores pueden verse en el Anexo según están recogidos en el Real Decreto 2366/1984,
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Figura 6: Reparto de los fondos del Plan de Desarrollo Alternativo 98-05 por partidas.
Formación
115.740.000 € Carreteras
7% 804.930.000 €
Infraestructuras 50%
Proyectos 1.273.513.000 €
generadores 79%
de empleo Proyectos municipales
214.200.000 € 166.372.000 € 11%
13% Educación 9%
Polígonos ind. 7%
Medio Ambiente 3%
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
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La regulación europea permite una mayor laxitud en el control de las ayudas inferiores a 200.000 euros. http://eur-
lex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/?uri=uriserv:l26121
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
6. GESTIÓN POLÍTICA
80 85 90 95 00 05 10 15
España ?
Asturias
Langreo
Mieres
SMRA
Laviana
Aller
Lena
Morcín
Riosa
Los logros sociales se consiguieron gracias a este dominio de la izquierda, pero no solo
por estar en línea con los idearios de izquierdas —que también—, sino por el enorme poder
político y electoral que los representantes obreros, y más concretamente mineros, han tenido en
la política regional e incluso nacional.
Ya durante las reestructuraciones de los ochenta, Asturias logró inclinar la balanza en
su favor por este motivo. La filiación al PSOE de la UGT, dominante en la siderurgia asturiana,
forzó al gobierno central a hacer concesiones. El ejecutivo de Felipe González desoyó así el
célebre informe Kawasaki y decidió conservar la planta de Ensidesa en Avilés en lugar de los
altos hornos de Sagunto, donde CC.OO. era el sindicato mayoritario (Marín Arce, 2006).
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Lo mismo ocurrió una y otra vez en todo lo relativo a los fondos mineros. Para ilustrar
este poder basta con citar un nombre: José Ángel Fernández Villa. Secretario general del SOMA
durante treinta y cuatro años, este langreano, que trabajó en Hunosa y Ensidesa, fue además
miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE desde 1979 y 1993, senador por Asturias entre 1999
y 2003 y diputado en la Junta General del Principado desde 1983 hasta 2007. Se solía decir de
este líder histórico del movimiento sindical asturiano que era él quien decidía quién iría al frente
de la Federación Socialista Asturiana —casi siempre sinónimo, como se aprecia en el gráfico,
de designar la presidencia autonómica—. El siguiente párrafo publicado por el diario El Mundo
(Manso, 2014) sintetiza, con gran dureza, la magnitud e implicaciones de su poder:
“Su trayectoria es una alegoría de las deficiencias de un sistema que permite a un grupo
de interés específico colonizar la estructura de un partido y, por extensión, de las
instituciones, y someter a uno y a otras a una obediencia ajena y un provecho concreto;
una anomalía democrática cuya principal herramienta de presión -la capacidad para
incendiar la calle con decenas de miles de obreros- sólo podía arrojarse contra la
misma formación a la que parasitaba.”
Sin embargo, el mismo gran poder que permitió obtener las ayudas del Estado es, como
dijo Manso, una “anomalía democrática”. La opacidad y la falta de control del uso eficaz de los
fondos son transversales a cada ámbito de los planes del carbón.
Aunque en los últimos años ha habido un creciente esfuerzo en España por la
transparencia y el libre acceso a la información y los datos de las Administraciones Públicas,
no se ha apreciado un cambio notable en las instituciones encargadas de los fondos mineros. El
Instituto para la Reestructuración de la Minería (IRCM) aprobó en 2013 un plan de medidas
para abrir un catálogo de datos al público ese mismo año: dos años después, aún no se puede
encontrar una sola estadística en su sede electrónica.
En los últimos años, varias instituciones han cuestionado la gestión de los organismos
encargados de los fondos. En el informe citado en un capítulo anterior, la Sindicatura de
Cuentas del Principado de Asturias concluía que la gestión de los fondos mineros es poco
eficiente “tanto desde el punto de vista operativo, como en su reflejo financiero”. Esto impide
conocer la situación de las ayudas recibidas, y culpa de ello a la contabilidad del Principado de
Asturias. También destaca los bajos niveles de ejecución de los proyectos presupuestados entre
2006 y 2009: entre el 50 y el 70% del total. Recomienda finalmente la centralización de la
gestión de las ayudas (Sindicatura de Cuentas, 2012).
Efectivamente, el gran número de agentes implicados —Gobierno, comunidad
autónoma, ayuntamientos, sindicatos, empresas, organismos— impide un seguimiento eficaz
del uso de los fondos. Uno de los casos que se puede analizar de forma más detallada es el de
Fundesfor, la fundación encargada de la gestión de los fondos destinados a formación, también
mencionada. En 2012, estando ya anunciado el cierre del organismo para finales de año, el
Tribunal de Cuentas elevó al Congreso un informe de fiscalización que recogía las numerosas
irregularidades en su gestión. En lo relativo a las becas para el estudio, el tribunal señalaba que
la fundación no monitorizó el cumplimiento de las obligaciones por parte de los becarios ni
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
pidió justificantes de los gastos. En cuanto a las ayudas a proyectos de formación, Fundesfor
no exigió garantías financieras a los receptores, concedió ayudas a proyectos que no cumplían
los requisitos establecidos y no reclamó el reintegro de las ayudas a las nueve empresas que
subcontrataron la ejecución de los proyectos, lo cual estaba prohibido. El informe recoge
incluso cómo no se seguían las recomendaciones que el mismo tribunal había realizado en 2002:
por ejemplo, la fundación seguía sin cruzar información con la totalidad de Administraciones
Públicas para evitar el fraude en las solicitudes (Tribunal de Cuentas, 2012).
Ambas instituciones coinciden en señalar la falta de control en la gestión de las ayudas.
Los objetivos a veces no eran claros; las exigencias, prácticamente inexistentes, y pocas veces
los resultados fueron valorados. Las deficiencias en el empleo de los fondos podrían haberse
subsanado en los veintitrés años que han cubierto los sucesivos planes del carbón. La
ineficiencia, y por supuesto la ineficacia, lleva consigo un elevado coste de oportunidad. Sin
embargo, las agentes implicados —políticos y ciudadanos— no demandaron de forma
contundente rendición de cuentas, quizá cegados ante el volumen de las ayudas.
6.3 La corrupción
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Postigo y su hija regularizaron cientos de miles de euros con la amnistía fiscal del Partido
Popular.
Además de las pruebas documentales, son también relevantes dos intercambios que
ilustran la posible dimensión de la trama y que destapó José Vía, representante del minoritario
sindicato USO en una entrevista a El Comercio (Moriyón, 2014). Según sus palabras, durante
el trascurso de unas negociaciones el secretario de UGT-FITAG para el carbón recriminó al
gerente del Instituto del Carbón su falta de puntualidad, a lo que este respondió: “Vengo del
Tribunal de Cuentas de declarar por los fondos de formación de la minería, que vosotros sabéis
muy bien cómo los gastasteis”.
Asimismo, Vía destaca otro intercambio aún más explícito, esta vez entre Villa y
Victorino Alonso en otra reunión. Al alinearse Alonso a favor de una propuesta de USO y en
contra de UGT, Villa le recrimina de esta manera:
“Pero cómo nos puedes hacer esto tú a nosotros, con todo lo que te hemos ayudado,
que hemos hecho siempre lo que has querido, cada vez que has querido la huelga nos
has tenido de rehenes en las huelgas, hemos hecho siempre esto por ti, y ahora nos
pagas así”. Se pone con voz campanuda Victorino y le dice: “José Ángel, todo lo que
habéis hecho por mí bien que os lo he pagado”
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
7. IMPACTO ECONÓMICO
7.1 Demografía
Las Cuencas Mineras están viviendo una crisis demográfica muy preocupante. Frente al
2% de población que ha perdido Asturias en los dieciocho años comprendidos entre 1998 —
entrada en vigor del primer Plan de la Minería— y 2014, las Cuencas han perdido un 17% de
sus habitantes. La pérdida de población no parece seguir ningún patrón claro: concejos más
urbanos (Langreo, Mieres) y menos (Morcín, Aller) se ubican por encima y por debajo de la
media de la comarca.
105%
100%
Asturias 98%
90%
75%
Aller 74%
70%
1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014
23
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
85 y más
80-84
75-79
70-74
65-69
60-64
55-59
50-54
45-49
40-44
35-39
30-34
25-29
20-24
15-19
10-14
5-9
0-4
10% 8% 6% 4% 2% 0% 2% 4% 6% 8% 10%
Asturias es la región europea con menor índice de fertilidad, y la región con peor
proyección de población entre 2004 y 2030 en Europa occidental tras Alemania del Este y la
región italiana de Liguria (Berlin Institute for Population and Development, 2008; Eurostat,
2013). Si tenemos en cuenta la misma comparación de estas dos pirámides, podríamos concluir
que, también en ese sentido, a las Cuencas Mineras les espera un futuro aún más negro que al
resto de la región en lo que a demografía se refiere.
7.2 Empleo
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Figura 10: Estimación de tasa de paro municipal (%). Segundo trimestre de 2015.
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Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
60%
50%
39%
40%
31%
Asturias 34%
30% 26%
Langreo 26%
20%
Cuencas 23%
20%
0%
1991 1993 1995 1997 1999 2001 2003 2005 2007 2009 2011 2013
De hecho, parte de esa bajada de la tasa de empleo se debe también al desempeño poco
positivo de los mayores proyectos subvencionados. La financiación de proyectos empresariales
generadores de empleo, uno de los pilares de los planes de desarrollo alternativo de las cuentas,
no ha sido un gran éxito.
Destacan los cincuenta y dos proyectos participados por Hunosa a través de su filial
Sadim Inversiones, de los cuales fue también prestamista. En total, estos proyectos recibieron
106 millones de euros en ayudas, no solo de fondos mineros, sino también del Principado de
Asturias y del Instituto de Desarrollo Económico del Principado, el IDEPA. En 2012, uno de
cada cuatro proyectos respaldados por Sadim había fracasado; algunos de ellos de magnitud,
como puede apreciarse en la tabla. Hunosa ha conseguido recuperar las cantidades prestadas,
pero no ha ocurrido lo mismo con las ayudas. Ese año se mantenían 1.369 puestos de los 1.875
pactados entre 1998 y 2010, un 27% menos (Castaño, 2012).
26
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Figura 12: Principales empresas beneficiarias de fondos mineros para proyectos generadores de
empleo en Asturias
Alas Aluminium 13% 13.500.000 € 258 52.326 € 258 Reabierto con nuevo
propietario en 2014, 50
empleados.
Rioglass * 9.318.219 € 165 56.474 € 44
Al cerrar sus puertas después de recibir cientos de millones, algunas de esas empresas
fueron tildadas de cazasubvenciones. Parece que el marco institucional en el que se concedieron
las ayudas estaba dominado por incentivos perversos: la falta de controles adecuados antes y
después de la adjudicación de las ayudas favoreció que compañías cuya viabilidad era, a la luz
de los hechos, muy discutible se beneficiaran de decenas de miles de euros por cada puesto de
trabajo que, en muchos casos, no lograron mantener más allá del tiempo mínimo requerido. Al
margen de las posibles intenciones ilícitas de algunas de esas empresas, es posible que algunos
proyectos salieran adelante ante las optimistas perspectivas de crecimiento a las que puso fin la
crisis de 2008, claro punto de inflexión como se aprecia en la evolución de la tasa de empleo e
incluso en los datos de población. Tampoco consiguieron atraerse industrias punteras —de
tecnologías de la información, por ejemplo— que pudieran acercar a las Cuencas a convertirse
en un polo de innovación.
27
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
7.3.1 Pensiones
Una de las principales justificaciones de las ayudas al carbón y del régimen especial de
pensiones del sector es el sostenimiento de las Cuencas Mineras ante la progresiva desaparición
de la explotación del mineral. No obstante, en las mismas justificaciones de los Planes del
Carbón se señala “el alto nivel de desempleo y dependencia de la Seguridad Social” como uno
de los rasgos de las comarcas (Ministerio de Industria y Energía, 1997). En efecto, cuando se
miran los datos es fácil constatar la dependencia que la economía comarcal y regional tiene de
dichas pensiones.
Según la Seguridad Social, 35.766 asturianos percibieron en 2014 una pensión a través
del Régimen General de la Minería del Carbón, un 11,74% del total. Sin embargo, percibieron
809 millones de euros, o uno de cada cinco euros (18,76%) repartidos en pensiones en la región.
Frente a la jubilación media de 1.220 euros, los mineros asturianos ingresaron 2.115 euros, un
73% más que el resto de jubilados y un 55% más que los jubilados en el régimen general. Estos
datos no incluyen ni tan siquiera a los prejubilados del carbón.
Figura 13: Porcentaje de pensiones vs. transferencias en pensiones en Asturias (por régimen de la
Seguridad Social)
100%
90%
Carbón
Carbón
80% 11,94%
18,76%
70% Trabajadores del Mar
Autónomos Autónomos
24,99% 14,12% SOVI
60%
Enfermedades profesionales
50%
Accidentes de trabajo
40% Carbón
30% General Autónomos
General
57,95%
53,19% General
20%
10%
0%
Número pensiones Euros
Esos 809 millones de euros suponen un 3,77% del PIB de toda Asturias (algo superior
a los 21.000 millones de euros en 2014). Pero para juzgar el impacto de estas pensiones en la
economía comarcal, parece oportuno compararlo con datos agregados de renta: en las Cuencas
Mineras, la renta familiar disponible ajustada neta era en 2012 (dato más reciente) de 2.400
millones de euros (SADEI, 2015). Los 778 millones de euros recibidos en pensiones mineras
en 2012 equivalen, por tanto, una tercera parte de la renta neta de las Comarcas Mineras.
Es evidente que no todo ese dinero se gasta en las Cuencas. Según el Censo de 2011, un
34% de los trabajadores de la minería del carbón vive fuera de las Cuencas Mineras. Un 8%
28
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
vive en Cangas del Narcea, donde hay explotaciones de antracita, pero el otro 24% vive en
municipios sin explotaciones, en especial en Oviedo (12%) y Gijón (8%).
También hay que considerar, por un lado, que parte del dinero se habrá destinado al
ahorro, y, por la otra, la renta de los en torno a 2.300 trabajadores mineros aún en activo y muy
especialmente la de los 7.000 prejubilados, un colectivo que equivale a la tercera parte del de
los pensionistas. En cualquier caso, ante estas comparaciones parece claro que las transferencias
estatales vía pensiones del carbón son cruciales para la economía de los concejos mineros.
Tomando los datos anteriores, podrían suponer una cuarta parte de la renta comarcal.
Un último dato puede ilustrar la peligrosa dependencia de las pensiones: en 2014, la
esperanza de vida al nacer en Asturias se situó en los 79 años para los hombres y en 85 para las
mujeres. En 2014, los mayores de 75 años eran la mitad (48%) de los pensionistas en el régimen
del carbón y percibían cerca del 40% del dinero, lo cual podría equivaler a un 10% de la renta
de las Cuencas.
Las ayudas para el desarrollo regional influyen en las decisiones políticas relacionadas
con el gasto público. Según el efecto del papel matamoscas, el aumento de los ingresos públicos
debido a ayudas exógenas —en este caso del gobierno central— provoca un aumento del gasto
público proporcionalmente mayor que el que causa el aumento de ingresos fiscales, dada la
propensión de los actores políticos a maximizar el presupuesto (Inman, 2008). Algunas de las
infraestructuras acometidas han tenido un elevado coste de oportunidad a cambio de una
utilidad dudosa. Por ejemplo, tres conexiones paralelas de la cuenca del Nalón con Siero están
separadas por apenas dieciocho kilómetros y tuvieron un coste total de unos 620 millones de
euros (Ordóñez, 2010). Probablemente, estas infraestructuras no se hubieran ejecutado de
haberse percibido que esos fondos tienen su origen en el contribuyente-votante local y regional.
Sin embargo, en el caso asturiano, estos incentivos políticos pudieron haberse vuelto
parcialmente en contra de las comarcas mineras. Los fondos para infraestructuras fueron
algunas veces la excusa para reducir el gasto autonómico en los municipios mineros, lo cual
negaba los principios de adicionalidad y complementariedad bajo los que se otorgaron las
ayudas. Los saneamientos en algunos núcleos urbanos de la cuenca del Nalón fueron pagados
con fondos mineros, mientras que en otros municipios se hicieron con cargo de los presupuestos
generales, como denuncian los sindicatos (Alperi, 2015). De hecho, podría considerarse que los
fondos fueron integrados en los presupuestos autonómicos, limitando el beneficio adicional que
los justificaba (Prendes, 2015).
Una administración intermedia —la comunidad autónoma— inhibe así el aumento del
gasto público en las comarcas que las ayudas deberían permitir, al utilizarse esos fondos como
una oportunidad de asignar más recursos a otros municipios. Jugando con la ilusión fiscal que
las ayudas generan, pudo repartirse la percepción de un aumento del gasto público entre los
municipios no mineros —real— y los mineros —engañosa, al no aumentar en la medida que
debería—, con el consecuente rédito político. Esto dificulta la valoración del impacto de parte
de las ayudas y pudo provocar una dependencia de las mismas para las cuentas regionales.
29
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
5.000 habitantes, utilizando microdatos fiscales del año 2007. Según los resultados, los
concejos de las Cuencas Mineras asturianas, o al menos los que tienen más de cinco mil
habitantes, puntúan especialmente bien en cuanto a distribución de la renta.
Nava 0,55
Llanes 0,54
Cangas de Onís 0,52
Llanera 0,49
Grado 0,49
Villaviciosa 0,49
Piloña 0,48
Ribadesella 0,48
Valdés 0,47
Cudillero 0,47
Gijón 0,46
Oviedo 0,46
Castrillón 0,45
Gozón 0,44
Parres 0,44
Siero 0,44
Salas 0,43
Navia 0,43
Cangas del Narcea 0,43
Carreño 0,41
Avilés 0,41
Lena 0,41
Aller 0,41
Pravia 0,40
Tineo 0,40
Laviana 0,39
Mieres 0,39
Langreo 0,39
San Martín del Rey Aurelio 0,38
Noreña 0,38
Corvera de Asturias 0,35 Cuencas Mineras
0,00 0,10 0,20 0,30 0,40 0,50 0,60
Como se puede observar, seis de los diez primeros municipios de entre los treinta y dos
concejos asturianos con más de 5.000 habitantes están, de hecho, en las Cuencas. Si trazamos
la curva de Lorenz, se puede observar que la curva de las Cuencas Mineras está más próxima a
la recta que indica una distribución perfecta de la renta.
30
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
100%
80%
60%
Renta
40%
20%
0%
0% 20% 40% 60% 80% 100%
Población
Datos: Fedea, 2014. Aproximación por media ponderada de quintiles de renta en municipios con más de 5.000 habitantes.
Elaboración propia.
Más allá del caso asturiano, parece existir evidencia empírica del efecto positivo de la
minería en la redistribución de la renta a largo plazo —conforme suben los salarios— (Miranda
Pacheco, 2015), si bien puede provocar el efecto contrario en las regiones adyacentes, difícil de
cuantificar en este caso.
Habría que evaluar, eso sí, el impacto de la crisis en la distribución de la renta de la
comarca. Por un lado, es conocida la incidencia tan negativa que ha tenido a nivel nacional
(Consejo Económico y Social de España, 2013); por el otro, las rentas relacionadas con el
carbón no se han visto tan afectadas: los trabajadores del sector tienen empleos más estables y,
además de cobrar pensiones más elevadas, los jubilados han visto crecer sus pensiones en un
23% desde 2007, un punto más que los trabajadores del régimen general de la Seguridad Social.
31
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
8. IMPACTO SOCIAL
8.1 Salud
Más allá del impacto económico, la actividad minera cambió de forma determinante la
sociedad de las Cuencas Mineras. Aunque el alejamiento del mundo rural ocurriría más tarde o
más temprano en toda la región, los cambios provocados por la reciente terciarización de
Asturias no son los mismos que los de la temprana industrialización de las comarcas. Antes de
empezar a movilizarse, los mineros tuvieron que enfrentarse al duro trabajo de la mina sin tan
siquiera derechos laborales: el absentismo laboral fue una preocupación de la patronal desde un
primer momento. Por un lado, las explosiones de grisú5 y otros accidentes en el interior de la
mina eran constantes, y son recogidas por frecuencia en la cultura popular: el himno de los
mineros, En el pozu María Luisa, quizá sea la mejor muestra de ello6. Por el otro, numerosas
enfermedades laborales han hecho mella en los trabajadores de la mina. La más característica
de ellas es la silicosis, enfermedad pulmonar provocada por la inhalación de partículas de sílice.
Además, los mineros también estaban expuestos a la humedad en el interior de las minas de
forma frecuente y prolongada. Entre 2009 y 2013, la mortalidad derivada de las enfermedades
del sistema respiratorio y del osteomuscular es un 7% y un 13% superior, respectivamente, en
las Cuencas en comparación con Asturias, según los datos de SADEI.
También parece apreciarse en los datos demográficos la elevada siniestralidad y las
enfermedades laborales relacionadas con la mina, dada la mayoría de varones en la minería —
que se analizará en el apartado 8.3—. Si se comparan las pirámides de población de las Cuencas
Mineras y Asturias (Figura 16), puede apreciarse cómo la proporción de mujeres a partir del
tramo 70-74 años es un 10,5% mayor en la comarca que en la comunidad. Puede deducirse que
se debe a la peor salud de los mineros, en especial aquellos que no llegaron a disfrutar de las
prejubilaciones como los actuales. Al fin y al cabo, este caso es un ejemplo extremo de cómo
la mayor esperanza de vida de las mujeres frente a la de los hombres está ligada a un factor
conductual, y no tanto biológico (Hawkes y Buse, 2013). Parece claro que las prejubilaciones
no solo han permitido reducciones de plantilla no traumáticas, sino que también repercutirán
positivamente en la salud de los trabajadores.
5
El grisú es el nombre que recibe el metano que se acumula entre las vetas de carbón. Las bolsas de grisú son
especialmente frecuentes en los yacimientos asturianos.
6
También llamada Santa Bárbara Bendita, la letra de la canción clama a la patrona lo siguiente: “En el pozo María
Luisa murieron cuatro mineros. […] Traigo la camisa roja de sangre de un compañero. […] Traigo la cabeza rota,
que me la rompió un costero. […] Mañana son los entierros de esos pobres compañeros.”
32
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Figura 16: Diferencia entre las Cuencas Mineras y Asturias de la proporción entre mujeres y
hombres para cada tramo de edad, 2014.
85 y más
80-84
75-79
70-74
65-69
60-64
55-59
50-54
45-49
40-44
35-39
30-34
25-29
20-24
15-19
10-14
Más hombres Más mujeres 5-9
proporcionalmente proporcionalmente 0-4
-12% -8% -4% 0% 4% 8% 12%
8.1.1 Alcoholismo
A las múltiples amenazas a la salud de los mineros, hay que añadir una más: el alcohol.
El chigre, el bar, fue desde los primeros tiempos un punto de encuentro para los trabajadores,
de gran relevancia social y cultural al ser el espacio en el que estos acordaban sus
reivindicaciones laborales y organizaban las protestas. Pero más allá de su noble función de
ágora sindical, en los chigres se bebía, y mucho: por aquel entonces, sidra, vino y aguardiente
de dudosa calidad (Sierra Álvarez, 1985). De hecho, la cultura del bar y del alcohol se perpetúa
hasta hoy en día. Según un estudio sobre la mortalidad en las Cuencas desde 1987 hasta 2003,
se percibe una mayor incidencia de la cirrosis hepática como causa de muerte en relación con
la media autonómica (Quirós, Redondo, y Donate, 2005). Parece que la tendencia se mantiene:
según los datos de SADEI, la mortalidad entre 2009 y 2014 por enfermedades del aparato
digestivo —entre las que se cuenta la cirrosis— fue un 13% mayor que en toda Asturias.
Las prejubilaciones, lejos de corregir estos problemas, perpetúan los hábitos generados
durante los años trabajados. A principios del siglo pasado, preocupaba que el tiempo libre del
que los mineros disponían tras la reducción de la jornada a ocho horas se empleara en los
“vicios” (Sierra Álvarez, 1985); hoy, se puede constatar que el desempleo es un factor de riesgo
para el alcoholismo (Mossakowski, 2008), y viceversa.
Se mantienen, por tanto, todos los factores para que el alcoholismo siga estando presente
en la sociedad de las Cuencas. Los prejubilados beben porque llevan toda la vida haciéndolo, y
además cuentan con tiempo y recursos económicos. Sus hijos, que se enfrentan a elevadas tasas
de desempleo, crecen en un entorno familiar y social donde el consumo de alcohol se ve con
normalidad. Esta tolerancia alcanza incluso a la esfera institucional: hasta marzo de 2015,
Asturias era la única comunidad donde la edad mínima para beber alcohol estaba fijada en los
16 años, frente a los 18 años del resto de España. Las estadísticas también reflejan este
desajuste: Asturias está por encima de la media en consumo de alcohol, y uno de cada tres
33
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Las prejubilaciones han mejorado la calidad de vida de los antiguos trabajadores y han
mantenido la demanda de bienes y servicios en las Cuencas Mineras. Como colectivo, los
prejubilados han mantenido también la alta disposición a movilizarse para defender causas
propias y ajenas, habiendo un continuum social entre la etapa laboral y la prejubilación. Sin
embargo, las prejubilaciones tienen una cara b que podría corregirse con iniciativas que no
parecen contemplar los planes mineros.
Muchos mineros se han prejubilado con poco más de cuarenta años, y aunque el desgaste
producido por la mina es una realidad, no necesariamente ha tenido el mismo impacto en todos
los individuos. En otras palabras: pueden estar en perfectas condiciones para seguir trabajando.
A falta de alternativas ocupacionales y de información y formación para llevarlas a cabo
(Martínez Rodríguez, Rodríguez Rodríguez, Díaz Pérez, et al., 2006), existen incentivos para
trabajar pese a estar cobrando la prejubilación. Los prejubilados se convierten así en “activos
encubiertos” de la economía comarcal. Al margen de las tradicionales labores en el campo,
cuyo fruto suele dedicarse solo al consumo propio, es frecuente su participación en el sector de
la construcción, “especialmente con las reparaciones domésticas y las pequeñas obras de
rehabilitación” (Comas Arnau, 2005, p. 33), coloquialmente llamadas “chollos”. Estos trabajos
engrosan la ya abultada economía sumergida de la región: un 26% del PIB en 2012, ligeramente
por encima de la media nacional, que se situaba en el 24,6% (Sardá y Gestha, 2014). Además,
el fenómeno repercute de forma negativa en las perspectivas de empleo de los jóvenes de la
comarca.
Pero también esos jóvenes son beneficiarios indirectos de las prejubilaciones. Las
elevadas prejubilaciones, en especial en los primeros años de los planes del carbón, han
permitido un nivel de vida medio-alto a los hogares de las Cuencas que no es ajeno a los hijos
de los mineros. Los jóvenes pueden percibir que el dinero entra en las casas sin esfuerzo, a lo
que se suman las bajas aspiraciones educativas en las zonas tradicionalmente industriales,
donde encontrar trabajo era fácil (M. Basteiro, 2013). Esta situación es paradójica: un factor
coyuntural —las prejubilaciones— y otro cultural —propio de las áreas industriales— agravan
las consecuencias de un problema estructural —las deficiencias del mercado laboral
comarcal—.
8.3 Género
34
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
las cuales, aun estando destinadas a los puestos en el interior de la mina —en igualdad de
condiciones con los hombres—, solo les permitieron trabajar en puestos de exterior. Dos de
esas mujeres acudieron sin éxito a los tribunales: por aquel entonces, estaba prohibido “el
empleo femenino en trabajos subterráneos de minería”, según recogía la Carta Social Europea
adoptada en 1961 y ratificada por España en 1980 (Bango, 1986a; BOE 1980). Así fue hasta
1996, año en el que será revisada por el Consejo de Europa, si bien el Tribunal Constitucional
ya se había pronunciado en 1992 al respecto7. A partir de entonces, solo se restringirá el trabajo
en la mina durante el embarazo.
Pero la lucha de estas dos mujeres no terminó ahí. Su incorporación en 1986 fue
acompañada del rechazo de los demás trabajadores y sus representantes sindicales, hasta el
punto de llegar a convocar una huelga parcial y manifestaciones en su contra (Bango, 1986b;
Cuartas, 1986). Los medios recogían declaraciones de algún trabajador que se oponía a la
incorporación dado que los maridos de ambas ya trabajaban y había muchos desempleados en
las comarcas, a lo que una de ellas respondió que renunciaría a su puesto si las demás mujeres
de mineros que trabajaban hacían lo propio.
En los años sucesivos más mujeres pasan a formar parte de la plantilla de la empresa,
también desempeñando por fin trabajos en el interior de la mina. En 2013, trabajaban en Hunosa
199 mujeres, un 12% de la plantilla (SEPI, 2013). Además, han entrado por fin a la mina: en
2011, eran 127 las mujeres que trabajaban en el interior, frente a las 85 que trabajaban en
puestos de exterior (de Miguel, 2011). El último hito al respecto fue la designación de María
Teresa Mallada como presidente de Hunosa, en el año 2012, convirtiéndose en la primera mujer
al frente de la empresa pública, y previsiblemente una de las últimas personas que ocupará ese
puesto (Villar, 2012).
No existen datos públicos sobre los salarios de los empleados de Hunosa, pero sí
podemos evaluar las estadísticas sobre pensiones. Si atendemos a los pensionistas en el
Régimen Especial de la Minería del Carbón, de los 20.683 jubilados asturianos en ese régimen,
tan solo 223 eran mujeres: un mínimo 1,1% del total.
7
El Tribunal Constitucional reconoció el derecho de otra mujer, Concepción Rodríguez Valencia, a “ocupar la
plaza de ayudante minero en HUNOSA en igualdad con los varones que superaron al mismo tiempo que ella las
correspondientes pruebas de acceso”. http://hj.tribunalconstitucional.es/HJ/en-
US/Resolucion/Show/SENTENCIA/1992/229
35
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
Figura 17: Jubiladas mujeres en Asturias por régimen de la Seguridad Social (media 2014)
Diferencia con
Número de mujeres % total Pensión media hombres
36
Las Cuencas después del carbón Juan Ángel Donaire Ruitiña
9. CONCLUSIONES
Algún día antes del 31 de diciembre de 2018 el último pozo echará el cierre, poniendo
así fin a casi dos siglos de actividad minera. Por muy pobre que fuera la calidad del carbón
asturiano, los mineros fueron pieza fundamental de la industrialización española, y también
cruciales en la lucha por los derechos laborales y sociales de todo el país que aún hoy se
conservan.
La minería dio empleo durante décadas, atrajo a inmigrantes de toda España, creó
riqueza en la comarca e incluso incidió positivamente en el reparto de la renta regional. Sus
efectos negativos se sufrieron de formas diferentes según el sexo: los hombres se dejaron en las
minas su salud, y en muchos casos también sus vidas; las mujeres no fueron partícipes del
mismo modo de los beneficios laborales de la minería, convirtiéndose esto en un obstáculo para
su entrada en el mercado laboral.
Cuando la baja productividad de la minería asturiana se tuvo que enfrentar a la
globalización, la falta de rentabilidad llevó a abordar el progresivo repliegue del sector. Para
hacerlo de la mejor manera, los mineros utilizaron su importante capital político en las
negociaciones con el Estado, consiguiendo grandes victorias sobre el papel.
Sin embargo, ¿cómo serán las Cuencas esa nochevieja de 2018, veintidós mil millones
de euros después? Con la gran mayoría de los mineros ya prejubilados —afortunadamente, con
mejor salud que sus antepasados—, sus rentas desaparecerán progresivamente con ellos: cabe
recordar que un 40% de las pensiones actuales del carbón es percibido por mayores de 75 años.
Las iniciativas por crear puestos de trabajo parecen, a todas luces, insuficientes para cubrir los
empleos de la minería, por lo que el éxodo hacia las ciudades de la comunidad seguirá
mermando su demografía. La demanda generada por las pensiones sostendrá el nutrido sector
servicios de la comarca solo un par de décadas más. Si las tendencias no consiguieron invertirse
ni con el empleo de las milmillonarias transferencias, no parece probable que se puedan invertir
en los tres años que quedan, cuando el plan del carbón vigente ya parece de cierre.
Algunos se preguntarán entonces qué se pudo haber hecho. Quizá fueran necesarios más
fondos y mejor gestión para impulsar más y mejores proyectos generadores de empleo, frente
a los millones en infraestructuras cuya utilidad nadie discute pero cuyo carácter prioritario es
cuestionable. Quizá los proyectos de I+D+i deberían haber recibido más que una parte marginal
de los fondos. Quizá asumir los flujos migratorios internos habría animado a llevar a cabo
iniciativas de las que se beneficiara toda la región, y no solo la comarca: el eje Oviedo-Gijón-
Avilés, cuyo tejido económico y laboral es más sólido, podría haber atraído talento si se hubiese
planteado seriamente el objetivo de convertirlo en un polo de innovación y crecimiento.
En cualquier caso, el intento de reconversión, que tras ponderar sus resultados podemos
tildar de “fallido”, se lleva su mayor suspenso en un ámbito: la gestión política. El monopolio
del poder político y sindical en Asturias llevó a una gestión irresponsable de los fondos. Si todos
los colectivos afectados hubiesen comprendido el elevado coste de oportunidad de estas malas
prácticas y los agentes implicados en la toma de decisiones hubiesen sido más diversos,
seguramente habrían demandado un mayor control del uso de los fondos y habrían corregido
las deficiencias de los planes del carbón con mayor tino. Incluso podrían haberse discutido otras
vías, quizá complementarias, para que, en el ocaso de la minería asturiana, una comarca pudiera
despedirse con tranquilidad del mineral que tanto la cambió.
37
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