Sunteți pe pagina 1din 4

La justicia va de la mano de la equidad, no de la

igualdad
010
La Igualdad no es la nivelación de los desiguales, no implica que
haya igualdad de resultados. Pedirla es una profunda
contradicción, porque se omite la justicia. Es más importante
que todos tengamos suficiente para vivir y desarrollarnos
dignamente con nuestro esfuerzo personal y no con la dádiva
otorgada por el saqueo al que produce

El concepto de igualdad es difícil de interpretar y aplicar en una


sociedad, especialmente por sus gobernantes. Se asigna a una
repartición del todo en porciones iguales para todos, limitando
sus ámbitos y formas de aplicación, y comprometiendo la
capacidad de crecimiento de la misma.

Desde la Revolución Francesa, es muy común que se reclame


igualdad y justicia para todos, algo aparentemente lógico y
merecido observándolo desde un punto meramente altruista,
con un concepto dicotómico de bueno-malo, dado-creado; pero
que desde un punto de vista moral es irracional y
contraproducente.

En la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de


América, Jefferson expresó: "Sostenemos como evidentes estas
verdades: que los hombres son creados iguales; que son
dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables".

Pero "creados iguales" no significa con iguales habilidades y


cualidades, cuyas diferencias definen nuestra individualidad;
significa con iguales Derechos. La igualdad de derechos conlleva
obligaciones para individuos y grupos humanos, sin distinción de
religión, raza, sexo o nacionalidad.

Lo anteriormente dicho, no implica que se garantice que todos


obtengan lo mismo que el otro, no implica igualdad de
resultados pero sí que cada uno recibirá por lo que se ha
esforzado. La profundidad y altura del progreso del individuo
dependerán de su esfuerzo, perseverancia y compromiso.
Esto garantiza que todos los hombres son iguales ante la ley, la
divina según su profesión de fe y la terrena según el lugar
donde habite. La igualdad proclamada se obtiene por la
aplicación de principios de justicia. Es un reconocimiento de la
capacidad de todos los hombres para el disfrute de los mismos
derechos y también de una responsabilidad equivalente, de
idénticas obligaciones. La igualdad no es la nivelación de
los desiguales.

Si pedimos igualdad de resultados, nos encontramos en


una profunda contradicción.

Reclamando igualdad con justicia entra a jugar un concepto más


amplio y exigente: La equidad, definido según la R.A.E., como:
a) Cualidad que consiste en dar a cada uno lo que se me rece en
función de sus méritos o condiciones. 2) Cualidad que consiste
en no favorecer en el trato a una persona perjudicando a otra.

Según Rand, no es justo quitarle compulsivamente el


producido de su esfuerzo a un individuo, es reducirlo a la
condición de esclavo. Quien dispone de algo ganado sin
esfuerzo debe entender que le ha sido dado quitándoselo a
quien lo produjo y se ha privado de disponerlo. No hay justicia.

Ante esta circunstancia no se logra igualdad, se logra


uniformidad. Resultados uniformemente iguales, quien se
esforzó y quien no, nivelados para abajo, sin posibilidad de
crecimiento. ¿Cómo se siente el miembro de una sociedad
sabiendo que no es necesario ni importante en ella, que
cualquier otro puede ocupar su lugar? ¿Encuentra algún
incentivo para invertir, perfeccionarse, crear riqueza, si su
esfuerzo por superarse no se valora?

Entendiendo la equidad como no favorecer en el trato a una


persona perjudicando a otra, debemos entender que la
igualdad como garantía de iguales resultados para todos
es totalmente injusta, perjudica a quien se ha esforzado y
premia al que no. Se debe aspirar a una igualdad con justicia, a
la equidad entendida como dar a cada quien lo que merece en
mérito a su esfuerzo.

Citando a Walter Williams: "Lo que es justo se ha debatido por


siglos, pero permítame ofrecerle mi definición de justicia social:
Yo me quedo con lo que gano y usted se queda con lo que gana.
¿No está de acuerdo? Bueno, entonces dígame cuanto de lo que
yo gano le pertenece y porqué".

Evidentemente Williams vive en una sociedad injusta, que


privilegia la igualdad antes que la equidad, aun a costa de
aprovecharse de sus integrantes.

Si se pretende que todos reciban una parte igual del todo a


como sea, aparece la figura de un recaudador y un
repartidor, generalmente el Gobierno. Aparece la
discrecionalidad. Los incentivos de crecimiento estarán mal
alineados.

La verdadera justicia social se logra reconociendo el esfuerzo,


perseverancia y compromiso de cada uno de sus integrantes, y
solo si esa sociedad es ecuánime. Cuando prioriza asistencia y
no asistencialismo, lo creado y no lo dado, si la asistencia la
orienta al empleo y no a subsidiar el desempleo, si trata de
conservar y promover la dignidad de sus miembros y no
convertirlos en serviles esclavos, si atiende en la justa y correcta
medida el alcanzar la igualdad ante la ley de quienes no
cuentan con las herramientas necesarias para desarrollarse.

La equidad como llave para el desarrollo sostenido no es solo


cuestión de políticas públicas. Un profundo cambio de
paradigmas institucionales y principalmente personales es
necesario. El individuo debe comprender que no es suficiente
igualar la desigualdad, es imprescindible que la justicia esté
presente en el proceso.

Debemos ser responsables de nuestra propia existencia y de


esta manera contribuir a la más importante aportación que hace
la equidad al crecimiento y desarrollo de una sociedad: que es
más importante que lograr que seamos iguales el que todos
tengamos lo suficiente para vivir y desarrollarnos dignamente a
partir de nuestro esfuerzo personal y no de la dádiva otorgada
por el saqueo al que produce, y del cual, consciente o no, somos
responsables.

S-ar putea să vă placă și