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En respuesta a la carta-invitación al diálogo ASAMBLEA 25/02

En tanto compañerxs organizadas en Asamblea Autónoma del Instituto de Ciencias Sociales y


Humanidades, queremos reconocer su capacidad de movilización y empatía ante los terribles
acontecimientos donde tres estudiantes de medicina y un conductor de plataforma fueron
brutalmente asesinados. Agradecemos profundamente que hayan roto el silencio. Acompañamos
su dolor, su rabia y hacemos eco de su llamado a organizarnos.

Este gesto hace que volvamos a preguntamos ¿Qué hacemos para detener la violencia antes de
que seamos una cifra más? Una pregunta que lanzamos ahora.

Es importante considerar que estos y los recientes acontecimientos no son hechos aislados ni fruto
de la decisión de individuos equivocados, sino que están vinculados a órdenes sociales más
amplios de desigualdad que desembocan en ciclos de violencia. Esta violencia nos toca a todas y
todos de diversas maneras e intensidades, de acuerdo con nuestra condición en tanto jóvenes,
mujeres, indígenas, empobrecidos, desplazados, migrantes y una lista larga.

Nos hemos dado cuenta que en los últimos dos sexenios, los presupuestos se han incrementado
en materia de seguridad, las políticas públicas se han enfocado en la vigilancia y el control de la
sociedad. El dolor y la impunidad son parte del contexto nacional y estatal, a éstos, el Estado
responde con más militarización y apertura de cárceles. Sólo este año, de acuerdo con el Plan
Estatal de Desarrollo se presupuesta construir seis cárceles más en vinculación con la Iniciativa
privada y aumentar la policía estatal preventiva.

La violencia se intensifica y se expande cada vez más, al punto que ante nuestros ojos pareciera
normalizarse. No podemos olvidar que en dos décadas fueron asesinadxs 54 estudiantes en
Puebla; tampoco dejamos de ver, los incontables casos de acoso al interior de la Universidad en
Ingeniería Química, Comunicación, Antropología Social, Psicología, Filosofía, Derecho y Ciencias
Sociales, Contabilidad, la Escuela de Artes o la prepa 2 de Octubre. Nos encontramos en el dolor
de la herida abierta por Ayotzinapa y las 14 compañeras universitarias de la BUAP.

Entonces, nos preguntamos si las respuestas están en pedir más seguridad, patrullaje, tecnologías
de vigilancia, o es momento de encontrarnos y reflexionar otros caminos. Consideramos que NO
podemos concentrar nuestros esfuerzos y confiar nuestra integridad en manos de las políticas
ineficientes y además ostentosas presupuestalmente, que en lugar de garantizar nuestra libre
movilidad nos limita a la constante persecución y observación militar.

Las respuestas institucionales al lamentable asesinato de lxs compañerxs estudiantes manejan un


doble discurso de simulación e instrumentalización de las preocupaciones y rabia estudiantil: por
un lado, se ha permitido e incluso fomentado la manifestación de lxs estudiantes en relación al
paro de actividades; por otro, se han acaparado los espacios de diálogo y discusión a través de
tratar de imponer una solución ya planeada desde arriba, sin escuchar las propuestas genuinas del
conjunto de la población universitaria. Así mismo la entrada e injerencia del Consorcio
Universitario en las decisiones, estrategias y acciones ha concertarse con el Gobierno estatal. Lo
anterior ha llevado a desplazar los espacios de discusión y acuerdo estudiantiles, y a presentarse
como estrategias y decisiones de especialistas y expertos.

Nuestro primer llamado es a reconocer nuestra fuerza colectiva, nuestros conocimientos y


experiencias, para, desde ahí, organizarnos a los ritmos del propio movimiento estudiantil.
Hacemos el llamado a ampliar nuestro encuentro, a impedir que nuestro dolor y rabia sea utilizado
por intereses de grupos de poder, no importa si son internos o externos. Nuestro encuentro puede
mantener su carácter autónomo y aportar acciones que no nos fragmenten. Nuestro llamado es
para seguirnos preguntando qué hacer con las violencias, en concreto, a profundizar el análisis de
la violencia de la sociedad en general y de la violencia al interior de nuestros espacios
universitarios.

Denunciemos el acoso sexual, el hostigamiento de las autoridades y sus grupos porriles, las
violaciones sexuales, la simulación de las elecciones internas o todo tipo de violencia que nos
lastima.

Vamos por la democratización más profunda de la Universidad.

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