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P er, sociedad.

religión y to erancia
en e ndo hispánico,
de rnando el Catól ico
al siglo XVIII

El n
eds.

ÍNDICE

COOIlDfNADO!I. DE V. 1IWN'. ('m CIEM1tf!CA.:

Dr. Elisco Sl:rrano lvíanfn

SE:CR'I!'l"AR;O D!: !,t, 1:.!UN10N ('.D!P:-!'!ffCt.:


Dr. Jesús Ga.~ón PéfC"Z

V!a'.l>.!'.C!tET.·~'U.... DF, (..'\ KEUH!()f'/ c¡a.rrim:t..:


Loa. Laura Malo BarrAIlCO

COII.~P. C!1-¡....,-It'ICa DE (..\ :.~ ~! I,·:.i1'l CIENTlí'(G\:


Dr. Eüsco Serrano Mardn (Univt"rsidad de Zarago:-A), Ora.. J\[ónio Bo111fc:r Ibuga (Univc:rsic'lt de VaJ~ncia» Dr.
J Wll Josi: Iglt:sj;u Ruit (Universidad de: Sevill1.), Dr. F:andsco Fernindcz Izquierdo (Consejo Supcriordl: In\'c~t:ig:l­
Presentación, por EUSEO SERRANO M.ARI1N YJESÚS G.~ICÓN P~REZ ' , , . •• . . • • . • • •••• 17
ciollOsCicntífica<), Dra, Virgina u:ón San'- (Universidad Cnmplurensc de Madrid), Dr. Félix Labrulor Anoyo (Uni.
versidad Rey Juan ÚIlos), Dr, Francisro G.u:c1a Gorclkz (Univtrsidad de C ..tilla·La Mancha), Dra. Marra Jo'"
Pén.:·,. ÁIV'~"l. (Uni\'ü"Sid..1d d~ Loon), Dr. Manuel Pcfia Díaz. (UniV'Cr~idad de Córdoba.). Dra. Ángeh ALienza Lópt.~¿
Conferen.cia inallb>ural
(Univorsidad de La moja), Dt. José Luis Bcrcln Moya (Uni<'tlSich.d Auró"oma de Barcelona)
Las otras formas de la tolerancia en la España moderna, por el Dr, Rlc,IRDO GARCiA
COMrr.e ORGANtZlIDOn o!:! l,." !lEUN ION cjEr('rlflc.tl.! CÁRCEL (Universidad Autónoma de Barcelona) , . , ..................... , , , , 25
Arc:a dt: Hi:.coM Mode.rm dd Departamento de HistOria 'Modana y Com(:mpod.nel de: la Uni'JCLSidad de Zaragoza:
Dr. Elisco Serra.no l'vtartín, Dr. Jesús Gdscón Pél'CI, Lda... Lwrl Malo &rr.u!co, Dr. Guillermo Pt':rC'L Sardón, Dr.
José Amonio SWIS Auséns, Dr. J~ Manuel Lamn\'; Círia., Dr. Enrique: Solano CWlón, Dr. José Ignacio GÓmL'"l. PONENCIAS
Zorraquino. Dra. Encuna ]a.rqu.t Ma.rúnc::z., Dr. Francisco José Alr-a:o P¿rez, Dro!. t\...rla Mane Adn, Dr. Gregario
Disponibles en edición digital en lo dirección :
Coli.<: Lar.orrc, Dr, Juan POStigo Vidal, Lda. habd Ex"'travís Hcrn:I.ndcz¡ Ldo. JaJmé Flipt Sonano, Ldo. I\':1.n Jur:.~do
fu.",·~¡tcoc) ldo.l\íarcos Guillé-n Franco, Ld1.. Anrt:l [bftñco.t Medrana, Gdo, fñ¡go Ena Sanjuán, https ://ifc ,dpz,es/ publicociones/ ebooks/ id/3699
S.CCJÓN A
El Rey Fernando el Católico; el u-ánsito a la Modcrnid.~d

Publicación nútnt.ro 3635 de la !hst:ir:ución Fc:rnal'.do e:l Católic:o,


Orga1\is~"Uo :lIJtónomo de la. ExChlJl. DiputaCión de Zaragoza.
Al: FaJtNANDO EL CATÓUCO y CASTIllA
SIlCCIÓN

PI"" de Españl, 2 . 50071 Zarag01.a (España)


Fernando el Católico y Castilla, por la Dra. MARIA !s,'BEl DEl. Vf>J. VAlDl'1ESO
Tels, [31J 97628 8S 78/79
(Univmidad de Valladolid) ................ , , , . , ....... , ....... , . , .. . 51
ifC@d¡>'L,cs

https: /Iifi:,dp'-,c<
SECCIÓN A2,; L. CORONA DE .i\AACÚN
Fernando II y la Corona de Aragón, por el Dr. GRnGOniO COLAs LATORJUl
© Los :lutor('S
(Universiclad de Zaragoza) .............. . , .......................... . 71
© De: L1.. pres:e:ntc edición, lnstirución Fernando el Car..ólico

SECCIÓN A3: L, CORTIl. Los HOMBRES DEL REY


[SIl", 978·84·99lJ·508·5
La evolución yel papel de las ca"" reales en Castilla enuc 1504 y 1517,
por el Dr, FELIX LABRADOR ARROYO (Universidad Rey Juan Carlos) ..... , . II9
Dr.",,,,, "'>AL: Z 1484·2018

SEC'..crÓN A4: LAS REUGüNES INTERl'lAC[ONALES


MI\Qtl:rr.4CIÓN: Ebro Composición, S. L.
El político Fernando. Dinasticismo, diplomacia y proyección exterior del Rey
Católico, por el Dr. MANUEL Rr.'ERD RODRiGu!'z (Universidad Aur.6noma de Madrid) ... 157
lM;>U!ilÓN; Ediciones Digic:ales Antro

IM"'ll.!!.SO eN u r,'iRA . UStÓN ZUROPl:\

7
l~der. Jociedad, .-eligió"), toleri1>U:ú' en el mwuw /¡¡rpánico ..

SECCIÓN B UN CATOLICISMO EN PLURAL: IDENTIDADES,

Religión , Toleranci.~ (s) y sociedad en el mundo hispánico de la Edad Moderna


DISCIPLINAMIENTO y CULTURA RELIGIOSA

SECCIÓN Bl: La dimensión de lo religioso EN LOS MUNDOS IBÉRICOS DE LA EDAD MODERNA *

Un cawlicismo en plural: idemidades, disciplinamiento y cultnra religiosa


F WERlCO PALOMO
en los mundos ibéricos de la Edad Moderna, por Dr. FI!DBRlCO PALOMO Del. B,\RR'o
Uniwrridad CumpL"te1~·P. de /l>Iad;-¡d
(Universidad Complurense de Madrid) ...... ............. .. . .......... . '9,
SecOÓN B2: ExCLUIR, CENSURAR Y RF.SIST1R.: lIE11l:llODOXIAS

El libro, predicador a todas horas: Discursos y prácrica censoria (.siglos XVI-XVII),


por el Dr. MANUEL Pm;¡A DfAz (Universidad de Córdoba) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219

SECCIÓN B3: Mt;¡ERES y HOMBRES DE IGU!SM. EN ORDEN Y DESORDEN


Mujeres)' hombres de iglesia. En orden y de.mrden, por la Dra. ÁNGELA ATIENlALo..z Las sociedades ibéric.1S de los siglos XVl-XV1II tuvieron en el credo catóüco uno
(Universidad de La Rioja) . ....... ........ ...... . .. _................. . Z1 ' de los elementos idencitarios que de un modo más profundo y significativo las
SeCC'óN B4: PODERES LOCAles E ICLESlA: había de deHnir. En el contexto de un conglomerado poüóco tan singular como
Poderes locales e Iglesia en el debare por el derecho de asilo, fue la Monarquía Hispánica (sobre todo, durame el periodo de 1580-1640), el
por la Dra. M'RGAlUT,' TORRf'MOCH,' H EllNÁNDEZ (Universidad de Val ladolid) .. . .. . . 271 elemento que, además del soberano, lograba establecer vínculos entre Jos distintos
territorios y sujetos que.la conformaban, fue cienamente el credo católico, a pesar
Conferencia de clausura de que no todos los súbitos del soberano hispano lo expresasen y reconociesen del
Al morir el Rey Católico, por el Dr. Jos~ ÁNGill. SESMA MuNoz mismo modo. En el ámbito peninsular, la reflexión Iústoriográfica en torno al ca­
(Universidad de Zaragoza) .. .................. ........ ... . . . ...... . . .
30 5 tolicismo moderno ha estado en parte determinada durante los últimos veinticinco
años por los debates que slugieroll eula década de 1990 acerca de las nociones de
Listado de evaluadores de la XIV Reunión Cientffica de la Fundación Española discipl.inamiento y confcsionalización, cuya formulación original-de la mano de
de Historia Moderna .............................................. . 32[ los Iústoriadores alemanes Wolfgang Reinhard y Heinz Sclúlling- no dejó de
poner de relieve, precis,unemc, la importancia que el hecho confesional habría de
tener en la propia conformación de las identidades territoriales durante el periodo
COMUNICACIONES moderno]. No es nuestra intención volver aquí sobre cuestiones que han sido am­
Disponibles en edición digital en la direcc ió n: pliamente discutidas, dentro y ruera de los contextos ibéricos2 • No obstante, cabe
hHps:/ / ifc.dpz.es/ publicociones/ebooks/id/3699

Al

S ECC,ON

Fernando el Católico y Ca.,tilla

Difusión y persistencia de la insaculación como sisrema elecroral de los concejos


* El preseme esmdio se ha elaborado en el marco del proyec[o imp,-r¡os de papel: textos, cul­
hispánicos durante el Antiguo Régimen , por F""NClSCO Jos~ ALFARO PÓRf>Z ..... tura escrita y religiosos en la configuración del imperio portugués de !.tI EdLul moderrl/I (1580­
331

1668). HAR2014-52693-P (Minisrerio de Economía y Comperitividad).

Monarquía moderna e Iglesia: la configuración de la jurisdicción de Cruzada


1 Wolfgang Relohard, «Confessionalizzazione for"ll:a? Pl'Olegomeni ad una reoria dell'eca

desde el reinado de Fernando II ele Arag6n y V de Casrilla,


confessionale», Anllali dell'lstituta Slorico ita/o-germanico in Tren/:(}, 8 (1982), págs. 13·37; y

por MONJO\ F BRNANDllZ AI\M(STO .. .. ....... ............ ... .......... . H eloz Schilling, «Confesionalization in rhe Empirc: Religious and Socie",l Change in Ger­

317

many Between 1555 and 1620", en Id. , Religion, Politietd C1</mre cmd tbe Emergeruy ofEtlrly

Una isla en Ca."illa: la escrirura hurnanísrica en el fondo Daza (1467-.1549),


Modern Soáety. E'5ays in G'erman 411d Duuh Histo/y, Leiden-Nueva York-Colonia, Brill, 1992,

por MARI.;. H E'u\,\!;'l P1NACHO . . . . •. 36 3


páí}'. 205-245.

193
I:N P.<kr, sociedad, religión y tolenzncta ("n ,,1 /Hunda hispdnuo.. UN CATOI.ICISMO "I!N llLURA1,: lDWTIOADES .. , I f'EOEfllCO PALOMO J9 S

recordar que, al margen de las múltiples reservas que generan, ambas nociones los procesos de confesionalización en las iniciativas del soberano y de unas jerar­
han contribuido a transformar radicalmente algunas de las visiones que, desde an­ quías eclesiásticas que éste conuolaba'. Se ha destacado la formación de culturas
tiguo, condicionaban el discurso historiográfico. confesionales en territorios donde no se contó con una autoridad soberana fuene
Profundizando una tendencia que venia ya de la renovación experimentada o en espacios como los Países Bajos, Transilvania, Bohemja o Irlanda, que se sig­
por la historia religiosa desde la década de 1970, la perspectiva confesional, por nificaron por su carácter ITIultkonfesional4 . En este sentido, se he recurrido a ca­
ejemplo, ha permitido situar los fenómenos de naturaleza religiosa más allá de tegorías como la de «disciplinamienro horizontal» o «co nfesio nalizació n desde
sus lógicas estrictamente edesiástic<'lS y/o espirituales, analizándolos e interpre­ abajo),5, por medio de las cuales se ha querido poner el acento en el papel que,
tándolos en función de los contextos pol1ticos, sociales y culturales en los que frente/j unto a los soberanos y sus agentes, desempeúaron tanto las comunidades
tuvieron lugar. Al mism.o tiempo, ha insistido en la necesidad y la importancia como los propios individuos a la horade incorporar pautas de conducta, lograr la
de considerar dichos factores de índole confesional como un elemento ese ncial, conformidad religiosa y, en último término, configurar culturas de signo protes­
imposible de ignorar, a la hora de entender de forma integral los propios fenó­ tante o católico. Las autorid ad es locales surgieron desd e muy pronto como ins­
menos de naturaleza política, social y cultural que caracterizaron una Alta Edad tancias de disciplinamiento en contextos urbanos y comunales en los que, cada
Moderna en la que lo religioso lo impregnaba C<'lSi todo, Por otro lado, ambas vez. más, se hizo necesario regular la relaciones sociales. Pero también las comuni­
nociones han comribuido asimismo a transformar la percepción que tradicio­ dades campesinas y sus tradiciones, así como otras instancias ligadas a las formas
nalmente la historiografía había cOllStruido sobre el catolicismo moderno, Lo de parente.sco (compadrazgo, familia), tuvieron un peso determinante ellla con­
han situado en un plano de igualdad con respecto a las confesiones protesrames, formadón y definición de las formas de devoción locales, de las conductas morales,
tradicionalmente vistas como expresiones de la modernidad y de Wla religiosidad de las pautas de actuación 6• Dentro de estas dinámicas, que asentaban muchas
intimista, racional y alfabetÍ7.ada, frente al carácter su.perflcial, emocional. y ágrafo veces sobre compromisos y consensos establecidos en el. seno de la comunidad o
que a menu.do se atribuyó a la Contrarreforma, En este sentido, el modelo inter­
pretativo que elaboraron Reinhard y Schilling ha desempelÍ ado un papel relevante
a la hora de alejar del discurso historiográfico la posición casi subalterna que la
Ure Lorú H eumann, "The Con<:cp' of "Collfessionalization"", 01'. Lit., pág. 110.
gran narrativa protes tante y norre-europea atribuyó al catolicismo posrridentino Thomas Max Safley (ed.), A CompanÍlm to M"ltit;onjúrionalism in the Early Modero Wor/d,
y, en general, al mundo católico moderno desde finales del siglo XV11I. Leiden-Bostan, Brill, 2011 ; Keith p.l.uria, "Religious Coexiscence», en Alexandra Bamji,
No obstante, el paradigma conJesional-y, con él, la idea de disciplinamiento Geerr H. Janssell y Mary Laven (eds.), The Ashgate Resea>dJ Compllnilm to liJe COlmtcr-&jor­
mtllion, Surrey-Burlington, Ashgate, 2013, págs. 55-72; Marc R. Foscer, Catholic Revival in
social- no ha dejado de ser objeto de crítícas y de impolTantes matiz.aciones. Los
01
Ihe Age the Bllroque. Religio1ls Idmtity in Ihe Sout!noesl Gemumy, 1550-1750, Cambridge,
debates suscitados han permitido, por wllado, corregir la visión que apenas ci&aba Cambridge Universicy Press, 2001; Vte Lotz-H eumann, "Confessionalization in Irelmd: Pe­
riodí7.ation and Character, 1534-1649», en Ajan Ford y John McCaffercy (ods.), The Origins
olSectarianism in Ea,'ly Modern ¡"ela11d, Cam bridge: Cambridge Universicy Press, 2005,
pá{;s.24-53.
Al respecto, véase el análisis realizado recientemente en Federico Palomo, "Confesionali­ 5 Ronnie Po-Chia H sia , «Disciplina social y catolici<mo en la Europa de los siglos XVI y
zación», en José l.uis Betrán, Bernat Hernández y Doris Moreno (eds.), Identidades ,fronteras XVI!.», Manuscrits. Revista d'HistoriaJvIodema, 25 (2007), págs. 34-35.
culturales en el rnu"do ibérico de la Edad Moderna, Barc.elona, UAB, 2016, pp. 69-8 9. Sobre 6 Bruno Restif, La révolution ,les paro;sse.... Culture paroissiale el' réforme catholiqllc t!n Haute­
los debates generados por los conceptos de confesionalización y c1isciplinamiento social en el Bretagne aux XVIe etXVI1e sjhles, Renlles, Prcsses Universitaires de Rennes, 2006. Para véase:
ámbito historiográfico europeo, rem itimos aMare Foster, Bruce Gordon, Joel Harringmn, Joaquim de CaNalho, Comportamentos monús e estrllluras sociais nUma par6quia de Antigo Re­
Thoma., Ka.ufmaun yUte Lot7rH eumann, "Forum: Religious H b tory beyond Confessíona­ gime (So1tre, 1680-1720): recanstitui¡-&s, interpreftl{óes e metodologías, tesis doctoral, Coímbra:
lization», Gerrnan Hist01J" 32/4 (2014), pp. 579-598; Ute Lou-Heumann, "The Concept oI' Faculdade de Lereas, 1 ')97; Tomás Mantecón Mm·ellán, "Formas de disciplinamiellto social.
"Confessionalization": a HístoriographicaJ [>,radigm in Dispute», Memoria, CiviliZllción, 4 Perspectivas his,óricas», Revista de Hist01-ia social, de !.as mentltlidades, 14 (2010), págs. 263­
(2001), pp. 93-114, R ecientemente, véase asimismo Rui l .u(s Rodr.igues, "OS procesos de 295; id., «Cencerrada.~, culmra moral campesina y disciplinamienta social en la Espatia del
contess ionaliza~áo e a sua importancia para a compreensáo da hi,tória do Ocidellre na pri­ Antiguo Régimem, Mttndo agrario, 14/27 (201 3), disponible en h"p://www.memoriaJal1Ce.
meira modernidade (1530·1650), Tempo (Niterói, RJ), 2311 (2017), pp. 2-21. unlp.edu.arlart_revistas/pr.5953/pr.5953.pdf (acceso: 12 de marzo de 2017).
196 Porle;; sociedad, religión)' tolerancia en elm,,,,J,; ¡';,pánico... UN CATOI.ICISMO EN PLURAL: IOF.NTIDADES ... I FWMlr.: O P .·\L.OMO '97

del grupo, el sujeto/individuo no dejó de asWl1ir también una posición activa, nítidamente entre un modelo eclesiástico «oficia!.» de piedad que se habría
gracias a su capacidad para la autorreglllación yel autodiscíplinamiento (es decir, configulado así después de Trento frente a otro comunitario y tradicional. Lo
gracias a Sil disposición, en virtud de su naturaleza social, a conformase a la norma cierto es que, en buena medida, las formas de religiosidad acababan replicán­
y unironnar su conducta con arreglo a los criterios que dictaba el muen en el seno dose de una comunidad a otra, siendo muchas veces complicado dilucidar
de la comunidad en la que se integraba)? dónde empieza la dimensión más local de un fenómeno y dónde acaba su ca­
En realidad, tales aspectos no dej2Jl de remitir al problema que seguramente rácter universal. Pero, sobre todo, ambas esferas -la «oficial» y la «comunita­
ha suscitado mayor debate en la discusión en torno al paradigma confesional: ria>,- fueron altamente permeables y, del mismo modo que las comunidades
la articulación entre las interpretaciones macrohistóricas que éste onece y las re­ de Antiguo Régimen integraron pautas morales y dcvocionales que les venían
al.idades qlle surgen al examinar contextos específicos. En particular, los efectos dictadas desde las instancias eclesiásticas y l'eügiosas, también el catolicismo
que en dichos contextos -y, sobre todo, en los sujetos que los poblaban- tuvie­ tridentino mostró cierta plasticidad, admitiendo muchas de aqueUas modali­
ron los múltiples dispositivos e iniciativas orientados a la construcción de la uni­ dades de religiosidad que, sin entrar en abierta contradicción con la ortodoxia,
formidad y la confomIidad confesionales. La cuestión central a este respecto esta.ba.n enraizadas en las comunidades locales 1o •
tiene que ver con la propia recepción de las normas, prácticas, conductas, doc­ En este sentido, dirimir la eficacia o ineficacia de los procesos confesionales
trinas, etc., que los distintos procesos confesionales trararon de difundir, impo­ se antoja una tarea sujeta muchas veces a Wla casu.ística infinita de resu.ltados
ner y controlar en el. seno de las respect.ivas comunidades de acóllros. En esr.e contradictorios. Sin duda, la indisciplina y la transgresión fueron elementos co­
sentido, se ha subrayado el hecho de que, lejos de la alegada conformidad y ho­ tidianos en el mundo católico peninsular' 1, pero también lo flleron la conform Í­
mogeneidad religiosa, la configuración de las varias confesiones alto modernas dad religiosa y moral, el cumplimiento de los preceptos, la adhesión a una
-y, ciertamente, del catolicismo posnidentino- fue fmto de dinámicas complejas religiosidad ortodoxa. Cuando observamos las trayectorias de algunos individuos
y, a menudo, de soluciones más negociadas que impuestas B• 110 dejarnos de encontrar múltiples formas de subvertir la norma, pero también
En su día, William A. Christian puso de manifiesto la presencia en el. con­ se adivinan realidades en las que los sujetos no se mostraron ajenos a las preten­
junto de los pueblos y ci\J.dades castellanos del siglo XV1 de un catolicismo siones y dictados de la Reforma católica, si bien tuvieron a menudo Wl papel ac­
que no asentaba tanto -como habría pretendido la Iglesia tridentina- en los tivo y, en ocasiones, creativo a la hora de incorporar e interior izar doctrinas,
sacrarnentos, la liturgia y el calendario romano. Por el contrario, habría exis­ prácticas devoras, prescripcÍones morales. Se abría así un amplio espectro de ac­
tido un catolicismo "local», más conservador, que tendría en los votoS, los titudes, en el que cabían formas ajustadas a los dictados doctrinales de la Iglesia
santos patronos, las ermitas y santuarios, las reliquias e imágenes propias, sus y, a su vcr., expresiones particulares de interpretación del dogma, la liturgia, la
formas habituales de expresión del sentir religioso, s.in que además el clero moral que, en ocasiones, fueron consideradas heterodoxas. Los escasos Menocchios
desempeñase necesariamente un papel desracado de intermediario entre Dios,
sus santos y la comunidad9 • No obstante, no siempre resulta fácil distinguir

Igna'i Fernández 1erricabras, «Éxiros y fracasos de la Reforma católica. Francia y Espaúa


ID
(siglos XVI-XVII), ManZlscrits. Revistll d'Hutln iaModoT/{l, 25 (2007), pp. 144-145. Baste pensar
7 Pierangelo $chiera, «Disciplina, disciplina mento», /¡nna{i detl'Istituro sto rico ita{o-genna­
en las propias devociones marianas o crc"ológicas, en las que el e!cmemo local y vorivo -vincu·
nico in Trento, 18 (1992), págs. 315-334 (en parricular, págs. 317-318). Federico Palomo,
lado generalmente a una imagen- se combinaba con el carácter universal y abscraclo que, denero
«Discipline" en RégineAzria y Da niele Hervieu-Uger (eds.), DictiormairedeJfaits rdigieux,
del catolicismo rridemino, rcprcseruaban las formal de culro dirigida., a Cristo o a la Virgen; ef.
París, PUF, 2010, págs. 260-263 (en concreto, pág. 261).
William A. Chri,tim, Jr., op. cit., pá¡,'5. 219-249. Véase asimclmo: Federico Palomo, A Contra­
B Doris Moreno, «De la Reforma Católica a la Contrarreforma. Algunas rdlexiones», en
ReJimna cm Portugal, 1540-1700, Lisboa, Livros Horizonte, 2006, pp. 93-104.
Álvaro Castro $ánchez r:t aL, FralUiscaTlos, mMico.', herejes y a{umbradoJ, Córdoba; Univef5idad
Il Doris Moreno, op. cit., passim. Desde esta perspectiva, cabe destacar asimismo los rrabajos
de Córdoba-Editorial Séneca, 2010, pp. 251-271.
publicado, en Ángela Atiema L6pez (ed.), De /'eacdorw, de tolerancias, de resistmcím y de po­
9 WilliamA. ChIclt",-n, Jr., Refigiosidad tocar m la Espana de Fefipe 11, Madrid, Nerea, 1991,
{¿mica,. Lf/s «grietas" de la Corttrm7'eforma y los {imites det disciplinamiento social, dossier pu­
pp. 11-38.
blicado en Hispania. Re/lirta española de Hirtorirl, 74/248 (2014).
I~3 Poder, sociedad, religión y toürancúz en el mundo húpdnico. .. UN CATOUC15MO EN I'LURJ'l.l..: lDENTIDAD.I!S... 1 FBDEJUCO l),\.LOMO 199

que han sido estudiados para los contextos ibéricos altomodernos ponen de ma­ poder eclesiástico, pero, progresivan1ente, dejaría de ser también el catolicismo
nifiesto trayectorias muy diferentes, aunque todas ellas marcadas por una fuerte nadicional, anterior a la reforma, dando espacio al desarrollo de expresiones de
componente religiosa. Significativo es el caso del cardador castellano Barrolomé un vivir religioso y devoto más personales, en las que la carga de l.a devoción
Sánchez, quien, rayano en la demencia, se presentó a sus vecinos de Cardenete comunitaria, como en su día apuntó Jolm Bossy, sería progresivamente menor l5 .
(Cuenca) como la reencarnación del profeta Elías, articulando toda suerte de En el fondo, frente a una percepción lUliforme del catolicismo moderno, parece
ideas heréticas y profiriendo fuertes críticas a una Inqlúsición que acabó por no delinearse un universo religioso más diverso, de fronteras difuminadas en el seno
saber bien qué hacer con este personaje l2 . Ya el labrador portugués Joáo Pinto, a de sociedades, comunidades, sujetos que, no obstante actitudes más o menos
mediados del siglo XVIII, elaboró W1a particular visión del mlUldo y una singular ortodoxas, más o menos heterodoxas, se definieron a sí mismos en términos
escatología que inel uía el fin del Infierno a través de un agujero por el que la Vir­ confesionales, reconociéndose como católicos. La imagen que surge es la de un
gen de la Misericordia habría de salvar, una a una, todas las almas. Las ideas del catolicismo que se habría declinado en plural o, si se prefiere, la de múltiples
labriego, sus exorcismos y los poderes ql1e se le atribuían hicieron que, en la aldea identidades católicas que, denrro de un universo más o menos compartido, con­
de Mondim de Basto (Norte de Portugal), congregase un grupo de adeptos, co­ jugaron formas diversas y compleja.\ de entender la vida religiosa (como, en
nocido como «apostolado», llegando a participar en algunas procesiones que for­ cierto modo, ya apuntÓ en su día Julio Caro Baroja) 16.
maban parte de la vida religiosa de la comunidad l3 . Frente a estas dos figuras, la Esta dimensiÓn plural del catolicismo se haría particularmente perceprible en
portuguesa Isabel Miranda, tejedora analfabeta y tercera de San Agustín, austra los espacios coloniales ibéricos, donde la conversión religiosa de las sociedades
bien la recepción que determinados modelos de perfección religiosa llegaron a nativas tuvo profundas implicaciones políticas, sirviendo de instrumento de in­
tener entre los grupos más humildes de las sociedades ibéricas. Peto también clusión/incorporación de dichas comunidades al nuevo orden colonial. Al
ejemplifica el itinerario "ortodoxo" de muchas mujeres -y de tantos hombres­ tiempo, no obstallte, los procesos desencadenados obedecieron a complejas di­
que llegaron a ser consideradas santas en vida. A la progresiva (y controlada) in­ námicas de transformación culcural que no cabe reducir a la mera imposición o
troducción en la oración y la meditación, y a las experiencias místicas (incluidos la aceptación pasiva del universo cristiano y de los precepros morales y religiosos
raptos y visiones), Isabel juntó prácticas religiosas (sacramentos, ejercicios, mor­ del catolicismo moderno, pero tampoco a W1a lógica binaria que se limite a dis­
tificaciones) y muestras de humildad y obediencia que parecían corroborar la tinguir entre formas de aceptación o de rechazolresistencia a las formas de cre­
sinceridad de sus aspiraciones. No obstante, su fama de santa y su prestigio como encia y de culto que llevaron consigo portugueses y castellanos. En realidad, se
intercesora despertó la inquietud de las autoridades, que acabaron restringiendo trató de procesos murno más intrincados, en los que indígenas americanos, mes­
la actividad pública de Isabel a comienzos de la década de 1590 14• tizos, afric,mos y asiáticos acabaron moldeando sus propias versiones de lo cris­
Los caminos de estos personajes -y de otros muchos menos singulares- di­ tiano o de lo ca.cólico. Sin duda, desempeñaron un papel «activo» y «creativo» a
bujan una realidad que cruzaba influencias múltiples -desde arriba y desde la hora de apropiarse e integrar los ritos, doctrinas, devociones, objetos sagrados,
abajo- y ejercicios de síntesis, de creatividad, de negociación que acabaron de­ lenguajes y otros elementos que conformaban el universo catÓlico, tal como los
finiendo formas distintas de religiosidad y de conducta. El catolicismo nunca misioneros, confrontados con un extraordinario grado de alteridad, lo difundían.
adoptaría plenamente el perfil definido desde las instancias y los discursos del Como en su dia expuso Serge Gruzinski al anal.izar las transformaciones del
imaginario indígena mesoamericano durante los siglos XVI-XVIII, se asisrió a

12 Sara 1; Nalle, Loco por Dios: Barto[omé Sdnchez, e[ mes/as secreto de Care/ene!'e, Cuenca,

Fundación de Cll]mra Ciudad de Cuenca, 2009.


15 Jolm Bossy, Chrístíanity in the West, 1400-1700, Oxford, Oxford Ulliversity Press, 1985.

13 Amónio Ribeiro, Um buraco no Infenzo. Jodo Pinto, o [aurador heresiarca e a Inq,tisifdo,


Muy significadva, desde es", perspecdva, es la colección de ensayos de eSfe autor briránico

Viseu, PaLlmage, 2006.


que .reunió y tradujo al ir.aliano Adriano Prosperi: John BoS5y, Dalla comunita (d[·individuo.

11 Maria de Lurdes C. Fernande.5, "A constrl,,;:ao <1;, samídade nos finm do século A'VI. O
p,~. una s!'m'ia socíale dei saeramenti n,,[['Europa modema, Turin, Einaudí, 1998.

caso de Isabel de Miranda, tecedeir., viúva e "Santa» (e. 1539-1610»>, en AA vv., Piedade
16 Julio Caro Baroja, Las fo17l1aS complejas de [avüla I~[igiosa: I'Idigión, sociedad y caráctz7' en

popular. Sociabilidades, representt/fóes, espiritualidades, Lisboa, Terramar, 1999, pp. 243-272.


[a ESP(lfM, siglos )(VI-XVII, Madrid, Akal, 1978.

1.00 Poder, socil!dtu/, n:l.igión)' tolem nú/T en el mundo bispirnÚ'o. , UN CKrl)¡IC'SMO FeDERICO >01

un proceso mucho más que la cristianización e del CATOLlCISMO y CUUURA CONFESIONAL


sistema colonial: desde la mutación de los figurativos a la
modificación de sus modos de de conocimiento y de memoria, los de un mLUldo religioso --católlco- de más diversos
cambios en su del y dd o la transformación ~sin a replantear el signifIcado de las nociones de
duda- de sus fomlas de creencia. En todo dl.o, sin embargo, la creatividad in­ miento y al menos de los términos en que fueron descritos
delinear hace ya más de tres décadas. A pesar de los límites y matizaciones que acaban
de ser ambos conceptos conservan un de
vidad a hora de articular determinadas leLl:uras sobre los fenómenos de orden
que marcaron las sociedades occidentales de los XV1
sus elementos sobrenatt XV1IL Pero difícilmente encontraremos de un modo nítido el cuadro
En realidad, todo lo anterior no sólo delinear un catolicismo, como Reinhard delinear. En este sentido, mi, que insistir
apumáb,unos, marcado por cierta capaz de asumir y tolerar encierra el término l<confesionali­
obstante su indiscutible ciertas formas de creencia y rdi~ zación,), cabe recurrir un uso de! mismo, acu.diendo a fórmulas
a la ortodoxia romana. Al mismo confesional", «identidad confesional" o confesio­
en el que las dinámicas que los fenómenos de
sobre sucesivas a las naturaleza mundo occidental altomoderno, sin consrrefiirlos den­
dar en cada momento, así en tro de un demasiado ~
distintos antes en el trál1$ito del siglo )(VIl al XVIII confesional>, no constituir un campo de' ,málísis
o en el ilustrado. Pero, sobre todo, movimiento en el la hora de adivinar muchas de esas dinámica$ y del modo en el
han señalado A1an Greer Kennem Mills- de un cristianismo que a raro n las declinaciones del catolicismo moderno, tJ:iaemmo, comra­
entonces habría de cirenlar a una una rrcformista en ibéricos. Para ello convenga alterar nuestra
de locales en las que, la manera de las micro-cristiandades oue de­ Frente a Wla visión que, a menudo, ba la dimensión po­
finió Peter Brown para la convivirían lo los fenómenos confesionales está en la base del para-
versal; es decir, elementos qllc una dimensión autónoma orros que definieron Reinhard y y que insistido en
que, por el Lontrario, lo conc<.:caban <.:on otras realidades crístianas 1S • aspectos más coercitivos los instrumentos de control ae:¡at.rolladlos,
de las cuestiones que
nermitirá dcsemrafíal' el funcionamiento
ÍIlsttwnentos de naturaleza más sutil y perSUa.51Va
instancias del y la confesíonalí'l.a.ción emDlearon.
17
el cotidiano de los ocupando los •
fll1itíva, delineando comornos que, dentro de
de definir una cultura confesional de
acabarÍ<Ln no obstante por aeclmarJa, como senalábam05, en
diversos, Esta perspectiva más cultural de las vari"" que
el catolicismo moderno en los contextos ibéricos ciertamente a
de forma articulada abanico de cuestiones
que vienen siendo de análisis, analítica.,
aparentemente inconexas: desde las de devoción y la
20'2, Poder, soneMd, religión y tolrralJcia t'n d mlmdJJ hiJpdnico. _ UN CATOLICISMO EN I'1..URAL: IDENTID AOES .. , I FEDErUCO PM.OMO 10J

ción de modelos de perfección y de vida, a las múltiples expresiones que adoptó histOriográfica: por un lado, la santidad contrarreformista y su dimensión iden­
la fiesta reügiosa 19 , los elementos de cultura material que acompañaban el ejer­ ticaria; por otro, las relaciones entre ciencia)' religión o entr.e religión y conoci­
cicio cotidiano y/o extraordinario de la piedad20 o el peso que los sentidos tu­ miento del mundo. Ninguna de ellas agora los posibles interrogantes y ámbitos
vieron en la vivencia de lo religios0 21 • Pero también los usos de la imágenes de investigación que plantea el estudio de la cultura confesional en los mundos
sacras, las formas de producción, circulación y recepción de escritOs de carácter ibéricos almmoclernos. Nuestro análisis -que tampoco se pretende exhauscivo­
devom y doctrinal22 o el papel que la religión y/o los religiosos llegaron a des­ apenas mira a tomarlos como espacios o canlpos qu.e, combinando ópticas di­
empeñar en la definición de las concepciones en tomo al poder o en la forma­ versas, pueden contribuir a entender cómo la cultura religiosa, católica, penetró
ción de opinión y la construcción de una incipiente esfera pública 23 . múltiples ámbitos -algunos insospechados- de la vida política, social y cultural
A modo de ventanas o nichos de observación de este tipo de perspectivas, sir­ del periodo, favoreciendo la conformación de los imaginarios conuarreformistas
van aquí dos cuestiones que, en los últimos años, han conocido particular forruna y, al Lnismo tiempo, determinando los usos)' semidos que los sujetos dieron y
atribuyeron a lo religioso, condicionando la forma en la que las sociedades ibé­
ricas se vieron a sí mismas y a los grupos y slljetoS que las componían.
19 José Jaime Garda Bern~I, Elfasto público en la E<paña de los Austrias, Sevilla, Universidad

de Sevilla, 2006, sobre todo, pp. 263-310; Eliseo Serrano Martín, '(J"\nnus Mirabilis. Fiestas

en el mundo por la canonización de los jesuitas Ignacio y Francisco Javier en .1622", en José
Santidades / idenúdades
Luís Betrán (ed.), La Compañía de ¡mis y su proyeccitin medidlica en el mundo hispánico d"rant.e

La cuestión de la santidad y, en concreto, de la santidad contrarreformista es


la loMA Moderna, Madrid: Sílex, 2010, pp. 297-343.

20 Silvia Evangelisr.i, «lviarerial culr:ure. en Alexandra Bamji y otr05, The Ashgate Resem'ch
objeto desde hace algunos años de particular ate nción por parte de los historia­
Companinn 10 the Counter-Rejimnat"ioll, Farnhan, A,hgate, 2013, pp. 395-416.
dores de la Edad Moderna. Tanto en Francia, como en Italia, el mundo anglosa­
2 1 María Tausiet y James Amelallg (eds.), Los accide"tes del alma. Ltls emociones en la Edad
jón y, en mellor meclida, el ibérico, distintos estudiosos han puesto de manifiesto
Moderna, Madrid, Abada, 2009; Wie~se de Boer, "The Couter-Reformatíon of me
Sense.s)),
la importancia que en ténninos sociales y culturales -pero también, muchas veces,
en Alex. ndra Bamji y otros, op. cil., pp_ 243-260; Wierse de Boer y Christíne Ganler (edo.),

Religíon and Ihe Jemes ir1 early :modem Em'ope, Leiden-Bosron: Brill, 2013; Marcia B. Hall y

políticos- tuvo el fenómeno de la santidad en los contextos católicos de! .Antiguo


Tracy E. Cooper (eili.) , The sensual'" in the C()lmter-RejÍltnlation Church, Cambridge: Cam­
Régimen. Se ha dado así especial relieve al estudio de los procesos de canonización
bridge Up, 2013.
que determinaron el reconocÍllúento, desde e! punto de vista canónico, de la san­
22 Siendo muy abundante la bibliografía al respecto, nos permitimos remitir a Federico Pa­
tidad de lm sujeto (y de su veneración). En este sentido, no se ha dejado de su­
lomo, "Culrura religiosa, comunicación y escritura en el mundo ibérico de la Edad Moderna»,

brayar el peso que tuvieron las propias comunidades locales -pero también
en Elíseo Serrano Martín (ed.), De la tilm"a (ti cielo: Lineas recientes de inveJtigacirín en "istoria

morfema, Zaragoza, 11lsritución "Fernando el Católico", 2012, pp. 53-88; Id_, dnrroduc.ción:
corporaciones y congregacio nes religiosas- en el culto y promoción a los altares
clero y cultura escrita en el mundo ibérico de la Edad Moderna'>, en Federico Palomo (eel.),
de hombres y mujeres que gozaron en vjda de particular fama o que, ya f.dlecidos,
La memoria del mundo: clero, mlturtl escrita y erudición en el mundo ibérico (siglos XVI-XVIII),
obraroll toda suerte de milagros. Pero, al mismo tiempo, se ha significado el papel
Madrid, Universidad Complutense, 2014, pp. 11-26; Fernando Bouza, "Leer para creer. Re­
central que, desde Trento, habría de desempeñar Roma canto en la definición de
ligión y cultur-J del libro en la Edad Moderna», en Historia del Cristiai1ismo, vol. lIT: El "''''Ido

moderrw (coord. de Amonio L Corté. Pefia), Madrid, Trotta, 2006, pp. 637 -679.

la santidad, como en el conaol del propio proceso canónico, cuyos pasos, bien
2.1 Sobre la configu ración de una esfera pública en el mundo ibérico altomodemo, véallSC los definidos, darían particular protagonismo a la clUia romana, a través sobre todo
ensayos de Fernando Bouza, Papelesy opinicí¡¡. Politica.( de publicación en el Siglo de Oro, Madrid: de la Congregación de los Riros 24 • Por otro lado, la historiografía reciente ha
CSIC, 2008; Amonio Ca.stillo Gómez y Jame-, Amelang (dirs.), ('.armen Serrano Sánchez (ed.),
Opinión pública y espacío urbano en la Edad i\1odema, GijólJ, Trea, 2010; Helolse Hermann,
Guem:s de plumfs. Publícíté et ,ultures pOlitíqUfS MrlS I '&paga" duXVIle siecf.e, Madrid: C...asa de 24 Entre la abundan re bibliografía ,obre la santidad en el periodo moderno, cabe remitir,
VeI'ízquez, 2012; MicheJe Olivari, AlJisos, pasquinesy '1m'Or,,.. Lo!" comienZIJs de la opinión pública ent.ee otros, a los trabajos de Peter Burke, dcIow to be a Counrer-Reformatioll Sainr?», en Id.,
ert la &pafJa del siglo XVII, Madrid: Cátedra, 2014. E'pecílicatnmte ccmrado en polémicas de The Hi.storical Amhopolo¡,'Y al' &rly Mollern ltaly, Cambridge: Cambridge UI>, 1987, pp.
caráct:er religioso, veÍse el t[¡¡bajo de Elíseo Serrano Mardll, El Pilar, la historia y la tradición: la 48-62; Simon Ditchfield, Liturg;1 Saru·tity «1ul History in liitlmti1le Imly. Pietm Maria Campi
ob,u erl/dita (le L,ús Diez de /¡/IX (J 562-ctl. 1630), Z=g07.a: Mira, 2014. a"d tbe Pmeruatiart o/Ihe Partiwlar, Cambridge: Cambridge Up, 1995; Miguel Gotor, 1 becHi
20 4 Poder. sociedad. "ügü5n y tolmlocia en el mlmM hispdnico.. U N c.nouCISMO EN l'LUR/Il.: IDf.NTIDADIiS ... I r;fDf.RTCO l)ALOMO 20)

pllesto igualmente de relieve la importancia de los modelos de perfección que tudio de la «falsa santidad» o la «santidad fingida» no sólo ha permitido poner
surgen entonces y se artiOllan e11 infinidad de textOS hagiográficos, pero también de manifiesto los recelos que, en determinadas COyW1turas, mosuaron autoridades
de multitud de imágenes indivídll.ales y ciclos iconográficos, que narran la vida episcopales e inquisitOriales anre la fama beatífica y las expresiones de santidad
y virtudes de quienes alcanzaron la gloria de los altares25 . Singular atención ha. en vida-muchas veces, femenina- que consideraron heterodoxas, pero que, a su
merecido a este propósito, la abundantísima producción biográfica y autObio­ vez, reflejan las profundas ralces sociales que conoció el fenómeno en los con­
gr.ffica que se desarrolló en el seno de los conventos femeninos (y que, en muchos textos a1tomodernos27 .
casos, se vio acompañada de otras modalidades de escritura cultivadas en los con­ No en vano, santos y samas asumieron a menudo dimensiones y significados
textos conventuales femeninos)26. Finalmente, e! interés que ha despertado el es- que iban más allá de lo estrictameme religioso, del papel modélico o imermediario
que la Iglesia les auibuía al definir sus virtudes o al aprobar su culto. En el mlmdo
católico de los siglos XVI-XVIII y, sin duda, en los espacios ibéricos, la santidad
del papa: sar¡tita, Inr¡uisízione e obbedienzo. in eta moderna, Florencia: Leo S. 01schki, 2002; contribuyó a definir idemidades religiosas, pero, a menudo, jugó asimismo un
Jean-Michel Sal/mann, Naples et ses saints'¡ l'áge baroque, París, PUF, 1994. Para el concexto
ibérico, vbse la recieme monografía de María Rosa Alabrús y Ricardo Garda Cárcel, Teresa
papel muy significativo en I.a construcción de identidades políticas y sociales. 1<:­
de jwis: la conslrucció" de la rrmtidadfemenina, Madrid: Cátedra, 2015; Cécile Vincent-Ca,,'Y, rritarios y comunidades, congregaciones y corporaciones, grupos encontraron en
Les saintes "h~ges el' nwrlyres dans l'Espagne d" XVIle s¡¡!Cle, Madrid: Ca.," de Velázquez, 2011; dererminados hombres y mujeres venerables un vehículo de afirmación, de autO­
además de los aabajos reunidos en Elíseo Serrano (ed.), Fábrica de saYltos: Esp"ña, siglos XVI rrepresentación, de reivindicación, de expresión de las propias aspiraciones ... En
y)(VIf, dossier monográfico dt Cuademosde HistoriajmlnimoZw'ÍlZL, 85 (2010), pp. 9-132. este sentido, más allá de! papel que santOs, imágenes y advocaciones locales des­
25 Para el comexw ibérico, véanse, cnae otros, los <rabajos de 1Có!:mes Egido Lópe'l, "Hagio­
grafía y estetcorjpos de santidad contrarreformi.sta (la manipulación de San Juan de la Cntz).>, empeñaron en el seno de las pequeñas comwlidades de Antiguo Régimen23 , cabe
Cuademos de Historia M{}{lema, 25 (2000), págs. 61-86; Allf,'llsdn Redondo, "Un nuevo modelo destacar las funciones que, en los varios contextOs del mundo ibérico, aswnieron
de santidad en la España con<rarrcformi.'ta; el caso del jesuita Franci.sco Javier», en Ign"cio AIe­ o se quiso atribuir a determinadas figuras, cuya promoción a los altares -o, sim­
llano Ayuso y Marc Vi¡¡;e (ed.), Modelor de l1ída en la España del Siglo de Oro, vol. JI: El sabio y plemente, su presencia en los mísmos- sirvió a menudo de cataJ.izador a la hora
el santo, MadIid-FI"dnkfun: Iberoamerícana-Ven'llerc, 2007, págs. 303-326; José Jaime García
de crear adhesiones y elementos de identidad dentro de una comunidad concrera.
Bernal, "Daños de la ociosidad' y san ridad codillana: la ''Vida'' de Fray Pablo de Santa maría",
en FrancL,co Núf¡ez Roldán (ed.), Ocia y /Jida cotidiana en el mundo hispánico, Sevílla: Univer­ En este sentido, los soberanos españoles y portugueses no sólo no se mostraron
sidad de Sevilla, 2007, pp. 71-82; ElLleo Sen-mo Marrln (ed.), Fábrica de santos: E'pafia, siglos ajenos a muchos de los procesos de canonización que emonces se abrieron, como
XVI-XVII, dossier de Jerónimo Zurita Revista de Hiltoria, 85 (2010); Elíseo Serrano Maron, a menudo los promovieron, conscientes del peso que el reconocimiento de la san­
«f-lagiograK~ y milagro: Fabricar sancos cn la Edad Moderna», en José Luis BetIan, Bemat Her­
tidad de algún petsonaje podía tener en términos políticos, pero también dinás­
nández y Doris Moreno (eds.), Itkntúkrdes y fhmk:ras mltumles m el mrmdo ibérico en la Edad
Modema, Bellarerra, Universitar Autbnomade Barcelona, 2016, pp. 193-216. Una buena vi,ión ticos. Junto a una figura como la de Fernando nI el Santo, cuyo particular
de la panoplia de g~neros que adoptó la lüeratura hagiográfica, en Hagiografia litemria. SkI/les reconocimiento canónico se produjo en 1671, la Monarqlúa Hispánica no dudó
XVI-XVII, monográfico de Via spirit1lS, 10 (2003) YLegmdae. vitae, flores: formas e c011terídos da en movilizar durante la primera mitad del siglo XVII agentes y recursos en Roma
hagiografia em Portugal na época moderna, monográfico de Vid spiritlfs, 3 (1996).
26 Isabel Pourrin, Le voile et la plumee autobiograpbie el' saintété fé",enine da"" l'Espagne "'0­
derne, Madrid: Casa de Velázquez, 1995; Sonja Herpoel, A la zaga de Santa Tema: autobio­
graftas por mandato, AInsterdam: Rodopi, 1999; James Amelang, .lAmobiografías femenina,,,, drid: Fírenze UP-UNED, 2011; A",nción Lavdn y Rosalva Loreto (eds.) , Manjas y beatas: la

en Isabel Morant (dir.), Historia dI.' las mujeres en Erpelña y América LatiYla, vol. Ir: Margari ta escriturafemm ina ert la espiritualidad barroca novohispanc/, siglos XVII y XVIII, México: Uni­

OHega, Asunción Lavrín yPilar Pérez CantÓ (ed,.), n mundo moderno, Madrid: CátedIa, versidad do las AméricJ.s-Puebla, Alchivn General de la Nación, 2002; Nieves Baranda Lelurio

2015, pp. 155-168; Anconio Castillo Gómez, «Dios, el confesor y la monja: la aucobiografla y María dd Carmen Marín Pina, eds., Letras m la celda: cultura !scrife/ de los conventos feme­
espírirual fernenina en la Espalia de los siglos XVI y XVII», Syntagma. Revista dd Ins lituto tk "inos en la España m.derna, Madrid-Frankfurt: Iberoamerícana-Vervuert, 2014_

Historia del Libro y de la Lectura, 2 (2008 ), pp. 59-76. De un modo más genérico, sobre las 27 Gabriella Z:uri (ed.), Finzione e santita 1m medioevo ed etci moderna, Tudn: Rosenberg &

prácdcas escricas en los con textos convenruales femenino, véase, entre OtrOS trabajos: Gabriella SeUier, J.991. Maria Laura Giordallo, ,<Al borde del abismo: "f.~lsas sanras" e "ilusas" madri­

Zarri y Nieves Baranda Leturio, eds., Memonrl e commU1útit flrnmirdli. Spagna e Italia . secc. leílas en la vigilia de 1640», Historia social, 57 (2007), pp. 75-97.

J...1I-XVII - l>1nnrrcÍLl y comunidadesfemeniYldS. España e Italia (siglos XV-XV7I), Florenda-Ma- ?8 William A- Christí:m, J r., IMigioJidad loml en la España tk Felipe 11, Madrid: Nerea, 1991.

206 Poder, Jodedad, "ligión), tok",mia "" el rmmdQ hi,pdnico, .. UN C:'U OLIClSMO EN rtUR.'l.J,: lDENTID/\.DES ... I FEDERICO P.. . W.MO Z07

con el fin d.e promover a los alrares a la reina ¡sabe! d.e Ponugal o de Aragón (1271­ de 1600. En realidad, el fenómeno tuvo distintas raíces, aunque no será com­
1336), buscando así reforzar los vínculos de naturaleza dinástica que unía.n a los pletamente ajeno ni a la reivindicación que Tremo hizo de la figura de! prelado
monarcas hispanos con estos dos territorios 29 • diocesano, ni a la defensa que el mundo católico hizo del culro a las reliquias
Pero no sólo e! poder político recurrió a los santos como instlumento a la (frente a los protestantes), ni a las propias dinámic,1S que propició el descubri­
hora de crear adhesiones y reforzar determinadas identidades territoriales/loca­ miento, en último cuarto del siglo XVI, de varias catacumbas paleocristianas
les/de grupo. Sin enaar en el pape! particularmente activo que asumieron las en Roma. F..stas, de hecho, sirvieron de fundamento para que jesuitas y orato­
congregaciones religiosas en los procesos de canonhación de sus fundadores, re­ rianos elaborasen en esos mismos años todo un discurso -acompañado, a su
formadores, misioneros, etc., no faltaron tampoco iniciativas desarrolladas por vez, de una rica iconografía- en romo al martirio, por medio del cual se quiso
otras instancias del poder eclesiástico o, incluso, por sujetos particulares COI) el reivindicar una ascendente Cristiandad «romana», presentada como genuino re­
fin de articular asimismo determinadas expresiones de la santidad que asumieron flejo de aquella cristiandad primitiva que ahora se materializaba en sus primeros
ribetes claramente identitarios. En 1652, por ejemplo, salía de! taller de los mártires y en sus reliquias recién descubiertas3 ). En el contexto de la península
Cracsbeeck en Lisboa el. primero de I.os cuatro volúmenes que comprendería el Ibérica, en esos mismos años, se asiste a un sinfín de iniciativas y campañas,
Agiológio Lusitano. Su autor, Jorge Cardoso, acometió de este modo un extenso promovidas muchas veces por los prelados diocesanos o por iglesias locales. que
ejercicio de erudición sagrada, recopilando y compendiando las <<Vidas), dc todos propiciaron el supuesto descubrimicmo y recuperación de las reliquias de aque­
aquellos hombres y mujeres vinculados al reino de Portugal que antes y/o des­ llos santos y mártires cuyas biografías -muchas de el.las ímaginadas- .remitían
pués de su muerte había tenido fama de santos y habían obrado toda suene de tanto a los tiempos de la cristianización de Hispania y a sus primeros obispos,
milagros. Smgido en el contexto de la Restaul'tlfáo, la obra servía de monumento como al periodo del dominio musulmán. Aunque relacionado esencialmente
erudito con e! que reivindicar una santidad lusitana, siguiendo, en parte, Ul) con la cuestión morisca, el caso que mayores debates ha bía de suscitar es e! del
modelo que, años antes, ya habían ensayado de form a más reducida tanto el je­ pergamino de la lorreTurpiana y los libros plúmbeos del Sacro monte, en Gra­
suita Álvaro Lobo, con su M artirologio dos Santos de Portugal (Lisboa, 1591), nada, asociados a la figma de san Cecilio, mártir y supuesto primer obispo de
como e! agustino Fr. Luís dos Anjos al componer el Jaldim de Portugal (Coim­ la ciudad, pero también a las de la Virgen y el apóstol Santiag032 . Pero no fue
bra, 1625), apenas circunscrito al universo femenin0 3o • ciertamente el único hallazgo de alegados testimonios del pasado cristiano pe­
Una lógica similar parece haber animado la construcción de Wla especie de ninsular. A menudo uasladadas con gran pompa a los altares mayores y Otras
martirologio hispano a finales del siglo XVI y las primeras décadas de la centuria capillas de la catedrales peninsulares, estas rcliq uias -sobre todo cuando se aa­
taba de obispos mártires- no sólo fueron instrumento con el que revindicar pri­
macías o, simplemente, reforzar de modo simbólico la autoridad de unos obispos
29 Eliseo Serrano Marrin, «Entre devoción y política: la canOlúzación de Isabel de Aragón, que 'liemo había situado en el centro de la reforma de la Iglesia 33 . No obstante,
reina de Porruga]", en Eliseo Serrano Martín, Amonio Luis Corté., PeÍla y José Luis Betrán
Moya (eds.) , Diswr50 religioso y OmtranY!forma, Zaragoza: Imtitución Fernando el Ca,óJiro,
2005. pp. 79-100. Sobre la canonización de Fernando III el Samo, véase Amonio Álvarcz­ 31 El fenómeno no dejó de acompañarse además de una norabilfsima producción i.magética,

Ossorio «Sama y rey: la cone de Felipe IV y la canonización de Fernando nI» y Cédle Vin­ plasmada en compleras series de grabados, incluidos en lIatados romo los de Antonio Gallonio,

cem-Cassy, «"Sangre Real, racíillna hermosura ... ": La santidad coronada eula F.<paña de los y en programas iconogr,ffiro, como los que los jesuita., realizaron en varÍos de sus establecimien­

Aumia., Menore"., ambos en Mace ViL,e (ed.), Home1ulje a I-len,.i Gllerreiro: Itl hagiografttl tos romanos. A este propósito, veáse el trabajo de Gauvin AJexander Bailey, Betweert Rcruússance

entre historia y litmltura en la Espalía de la Edad Media y cM Siglo de Oro, Madrid: Iberoame­ and Bnroque. JesuitArtin Rome, 1565-16IO, loronro, University ofToronto Pres" 2003.

ricana, 2006, pp. 243-260 Y 1l.35-1158, respectivamente. 32 Manuel Barrios Aguilera y Mercedes Garda-Arenal (.ds.), Los Plomos delSacromonfe: in­
30 Maria de Lurdes C. Fernandes, «I-Iístóría, santidade e identidade. O Agiologio Lmitano vmción y tesoro, Granada-Valencia, Universidad de Granada-Universirat de Valencia, 2006;

de Jorge Cardoso e o seu contexto», Via Spirítus, 3 (1996), pp. 25-68; Id ., «O Agiológio Luis­ Man ud Barrio Aguilera Y Mercedes Garda-Arenal, ¿La histo;'ia ¡n ventada? Los librosplúmbeoJ

tano: encoueros e compromi$sos da literatura hagiográfica e da his,óúa religiosa», en Jorge y el legado sacromonrano, Granada: Universidad de Granada, 2008.

Cardoso , Agiológio Lusitano (organización, estudio e indces de M.'. de Lurdes C. Fernandes), 33 María T"l1siet, El dedo mbadiJ: reliquias imag¡11at:bls en !.ti Espaila moderna, Madrid: Abada,

Oporto, Faculdade de Le tras, 2002, t. V, pp. 9-38. 2013. De un modo más genfrico, sobre el mito y los LL<OS ele las reliquias en la Edad Moderna,

208 Poder, sociedad, religión y tolemncia en el m1mM hispánicIJ.. U N CA1'OJ.lClSMO EN PLURAL: IDEN'TIDADli S.. I FEDERICO PALO.MO 2°9

el fenómeno, que se generalizó al conjunto de las diócesis peninsulares y que Esta natw:aleza "elegida» no dejaba de tener su corrclaro en los sujetOs que la
no dejó de contar con el apoyo de la corona, fue asimismo un modo de contra­ habitaban, de modo que sus naturales -y, en concreto, los criollos- no podían
rrestar las pretensiones pontificias de erigir W1a Cristiandad romana que sirviese sino ser considerados hombres avisados, industriosos, virtuosos ... 36. Con pare­
de molde y referente a todo el mundo católico. Frente a Roma y sus mártires, cidos intentos, se buscó resignificar el pasado prehispánico, imbricar el conti­
parecía surgir una santidad lúspana que, como la romana, también se veía re­ nente en la historia bíblica y reinventar su lústoria sagrada. Más allá de la aducida
flejada en aquella cristiandad primitiva y en sus mártires34 • presencia del apóstol Santo Tomás en tierras americanas, del descubrimiento de
Santos y reliquias fueron asimismo esenciales en la reivindicación de los es­ sus pisadas y de su eventual identificación con el mito tupinamba de Zumé o,
pacios coloniales ibéricos y de algunos de los grupos que nacieron al calor de incluso, con Quetzalcóatl, como hiciera el novohispano Carlos de Sigüenza y
las experiencias impetiales de ambas monarquías. Esto se hizo particularmente Góngora, el descubrimiento de imágenes y reliquias que aparecían milagrosa­
evidente en la América hispánica, donde los criollos no dejaron de encontrar mente no sólo favoreció el multiplicarse de santuarios y devociones. Se inter­
en el fenómeno de la santidad un modo de construirlreforzar sus respectivas pretó asimismo corno expresión una vez más de la elección divina, corno
identidades, de afirmar -como en los COntextos pellinsulares- un cierto "patrio­ testimonio de la incorporación del espacio americano al Cristianismo y a la his­
tismo» urbano que hiciese valer sus aspiraciones políticas y social.es, y de santi­ toria de la Iglesia, pudiendo así equipararse al Viejo Mundo. En este sentido,
ficar un espacio americano qlle, a menudo, surgía en las perspectivas las reliquias -descubiertas o trasladadas desde Europa- no sólo sirvieron en oca­
metropolitanas corno un mundo inferior y dominado por el diablo, en el. que siones como campo de interlocución entre el mundo mis.ionero yel mW1do in­
mal cabía la civilidad y la policía y en el que ánimas, cuerpos, temperamentos dígena, sino que desempeñaron un papel fundamental de «u.rbanÍ7..ación
se debilitaban y corrompían. A tal efecro, no faltaron los textos que, precisa­ espiritual» de los territorios colonizados de la América ibérica37 •
mente, exaltaron -con intenciones retóricas, pero COIl un enorme despliegue de Dentro de este marco, no dejó de reivindicarse también la santidad de sus habi­
erudición y conocim iento natural-la geografía y la naturaleza de América, atri­ tantes y nauuales. Se difundieron las vidar de aquellos hombres y mujeres que, ha­
buyéndole un carácter edénico y subrayando su salubridad, la fertilidad de sus biendo nacido o actuado en América, se habían significado por su perfección y
tierras, la variedad y calidád de sus frutos, su riqueza metalífera ... Excelencia virtudes, por los milagros que habían obrado en vida y después de muertos. Se lúzo
narural que era interpretado corno indicio del favor de Dios sobre América, con­ acopio de sus reliquias. Se los convirtió muchas veces en objetos de veneración y en
vertida así con frecuencia en una especie de huerto o jardin providencial. Mu­ protectores locales. En este sentido, hubo un particular empeño en promover ante las
chos teólogos y naturalistas dd siglo XVII quisieron ver, por ejemplo, en la insc,'Ulcias romanas los consiguientes procesos de canonización de algw10S de estoS su­
m01fología de la pasiflora las insignias de la Pasión de CristO (corona de espinas, jetos y, en partkular, de aqllc1los que eran criollos. Finalmente, fueron muy pocos los
clavos, lanza, columna, látigo ... ), representándola en modo nítidamente sim­ que realmente ganaron reconocimiento canÓnic0 38. El caso más significativo fue, sin
bólico, interpretándola corno una suerte de emblema eucarístico y, sobre tOdo, duda, el de Rosa de Lima, mujer de origen criollo que profesó corno tercera de la
haciendo de ella la mejor expresión de la presencia divina en el Nuevo Mund0 35 . Orden dorrúni.ca y que, en 1668, fue beatificada por Clemente IX. Su canonización

36 Jorge Caflizarcs-Esguerra, Católicos y pl/ritarlos, op, cit., pp. 192-271; Amonio Rubial Gar­

véase PhiJippe Boutry, Piene-Amoine Fabre y Oominique Julia (eds.), Reliques mocúnzes. Crdtes
cía, El prtrtlíso de los ekgidos. Una lectura de la !;úto,-ia cttltllral de Mteua Esparta (1521-1804),

et ¡«ages ,hrrJro:-m des rorps eles sainlr des R"fomus a/tx réuoltttio1lJ, 2 rub., Paré" EHESS, 2009.
México: Fondo de Cultura Económica-UNAM, 2010, pp. 210-230.

34 Cécilc Viocent-Cassy, Les saintes I/i.ages et martyres dans /'Espagne duXVJIe siécle. Crtlte et
37 Renaco Cymbalisca, «RelíqUÜL' sagradas e a co nsuu~áo do rerritório cristáo na ldade Mo­

imag", Madrid, Casa de Veláz.quez, 2011, pp. 173-237.


derna», A,.ais do Muselt Palllista, n.s. 14/2 (2006), pp. 11-50. Sobre la importancia y signifi­

35 Jorge Cañizares.Esgllerra, Católicos y puritanos en lo. coloniZl1ciórl de América, Madrid:


cado que c.obraron los santuarios en los COlltc'Xcos coloniales ibéricos, véase el trabajo recieme

Marcial Poos, 2008, pp. 202-207; José Ramón Marcaida, Arte y Ciencia en el Barroco españ04
de William B. Taylor, Theater of a Thousand Wondcrs. A Hisrory ofMiraculous Image., and

Sevilla-Madrid: Focus Abengoa-Marcial Pons, 2014, pp. 195-203; Juan Pimentel, "Flores de
Shrines in Ncw Spain, Cambridge: Cambridge University Press, 2016.

la Pasión. Dos alegorías del Nuevo Mundo», en María Taussiet (ed.), Alegorías. Imagen y dis­
38 Amonio RubiaJ Garda, La santidad comravemela. Hagiografta J conriencia criolla de los veru:­
cunO en Io.E'paiJa Modema, Madrid: CSIC, 2014, pp. 109-123.
rabies no canonizados de NUt.'va Espafla, México: UNAN-Fondo de Cultura Económica, J999.

2IO Poder, sociedad, religión J tolerancia en Id munc/" hispá"ico . . . UN C4.TOLlCI SMO EN PLURAL: IDENTIDAl,"lE S••• I FeoERICO P ALOMO 211

se produciría rápidamente, en 1671, habiendo sido declarada pauunade América por y religiosas- cuya perfección y fama beatífica se quiso promover, buscando su
Clememc X. No en vano, su culto no se restringió apenas al mUlldo andino, exten­ elevación a los alta.res o, simplemente, haciendo de ellos modelos a emular.
diéndose POI ámbitos como Nueva España, donde muchas ciudades le otorgaron Ull Como en el mundo peninsular, las órdenes religiosas hicieron particular acopio
lugar destacado en sus templos. A su lado, el franciscano Felipe de Jesús -también de vidas en las que retratar las acciones y virtudes de sus siervos más señalados.
criollo- habría de tener W1 impactO diferente desde el pW1to de vista devocional y ge­ Muchas se trasladaron y compendiaron en las crónicas e histOrias de las respec­
ográfico. Novobispano de origen y misionero en Jap6n, fue uno de los veintiséis már­ tivas provincias, Pero, junto a estos volúmenes de mayor porte y públicos más
tires que murieron en Nagasaló, en 1597. Su beatificaci6n en 1627, rnvoreci61a rápida restringidos, circularon igualmente multitud de oraciones, grabados, sermones
dmlSión, a escala mundial, de W1 culto que comprendía el conjW1to de los religiosos panegíricos, biografías particulares o, incluso, meno!ogia que, centrados asi­
que, con él, habían perecido, Pero, al tiempo, ptopició que el mundo crioHo de Nueva mismo en una «santidad» local, fueron seguramente objeto de consumos más
España lo reivindicase, impulsando su devoción particular y eligiéndolo como patrono amplios, poniendo de manifiesto cómo las instancias eclesiásticas y religiosas ­
de la ciudad de Mé.'Óco, donde, en 1629, se le hicieron grandes festejos39. tanto en los contextos metropolitanos como en el mLilldo colonial-articularon
Martiri7'oo0 también en Nagasaki, juntO al propio Felipc de Jesús, el indo­ determínadas formas de publicación que, en último término, habían de incicür
portugués Gonzalo García había de conocer distinta fortuna en el espacio ame­ sobre la esfera pública, No cabe duda de que los tell.'1:OS, tanto impresos como
ricano. Su naturaleza mestiza (era hijo de un sujeto de origen portugués y de manuscritos, fueron instrumentos esenciales a la hora de articular y difundir el
una m ujer nativa de la India), lo convirti6 a ojos de los franciscanos de Pernam­ universo contrarreformista, lo que, por lo demás, aleja el catolicismo tridentino
buco en idóneo objetO de culto que proponer a los pardos o mulatos que pobla­ de la visión tradicional que, frente al mWldo protestante, lo había reducido a
ban éste y otros territorios de una América portuguesa, en buena medida una religión construida al margen del Lilliverso letrado.
construida sobre la mano de obra esclava de origen africano. Al igual que el do­ En realidad, hoy ya 110 se discute el papel que el mundo clerical y religioso
minico Martín de Porres (1578-1639), estrechamentevinClllado a Lima y al vi­ desempeñó en la conformación de la cultura intelectual altomoderna, especial­
rreinato del Perú, y que otros samos "negros", como san Benedicto de Palermo mente en los espacios ibéricos y, de modo general, en el conjunto de los territorios
o los tradicionales san Elesbón y sama Ifigenia, la naturaleza beatífica de Gonzalo que permanecieron fleles a Roma4L . En este sentido, conviene no olvidar que la
García sirvió para encuadra.r e integrar las comunidades de mestizos, mulatos y teologia y la espiritualidad, en sus diferentes expresiones, fueron Lln ingrediente
ncgros (esclavos y llibertos) en el seno de las sociedades coloniales americanas, habitual en el ámbito de la erucüción y en la configuración de muchos de los sa­
deflllicndo y muchas veces reforzando sus respectivos elementos identitarios, beres altomodernos (más aHá del propiamente teológico), desde la retórica, la
dentro de universos sociales étnica y culml'almente mixtos40 • historia o la culwra emblemática, a la filosofía y las concepciones en tOrno al
poder y la poUtica42 • Clérigos y religiosos, de hecho, siguieron ocupando una po­
sición central en los contextos de producción de un saber institucionalizado,
Ciencia, religión y saberes del mundo
como colegios y universidades. Pero, además, integraron asimismo academias y
la celebración de esta santidad americana pasó por la composición de un círculos eruditos (que, muchas veces, se erigieron como espacios de Wl saber al­
sinfín de textos hagiográficos en torno a aquellos sujetos -en particular, religiosos ternativo), adoptando las formas propias de la comunicación savante 43 •

39 Ibidem , pp. 65.66.

40 Larissa Viana, "Gon~a1o Garda : identidades e rela<;Óe. raciais na história de um sanro


41 Anronella Romano, _(D)escribír la China en la experiencia misionera del siglo XV!: el

pardo na América pOrtuguesa», eu Myriam Cottias ct Hebe Matros (eds,), Esc/'tlvidiio e sub­ laboratorio ibérico», en Federico Palomo (ed.) , La memoria del mundo, op, cit" p. 244.

j etividades no Addntíco ¡uso-b/'tl.ri!eiro efran ch (Séculos XVII-XX), Marsella: OpcnEdition Press, 42 Fernando R de la Flor, La pmíns1tla m etafísica. Arte, litertftum y pmsarniento en la Esparza

2016. Sobre la figura y el culro a Martín de Porres, véase el reciente ensayo de Celia Cussen, de la Co7ttran-cforma, Madrid: Biblioteca Nueva, .1999,

Black Sai"t olthe A mericas: ¡he lijé aru! aftl71ift of¡lyfartirt de Porres, Nueva York: Cambirdge 43 Stéphane Van Damme, Le temple de la !rlgesse, Savoirs, écritul'e et sociabilil:é urbtJine (Lyan,

UP. 2014. XVIIe-XV/l1e siec!es), París, EHESS, 2005.

2IL POde,~ sociedad, ,.Iigión y to/e",ncía en <1 mlmd" hispdnico.. UN CATOLICISMO EN PLURJo..L: IDENTIDADES.. I FP.01!IUCO PALO MO 2IJ

Esta participación en el campo de la erudición barroca supuso también la americana, como la ya mencionada flor de la pasión, no dejaba de asentar sobre
inserción del mlmdo religioso en el campo del conocimiento científico, de! que un modo de entender el mundo natural que no era ajeno a muchos autores del
hasta hace no mucho la historiografía lo había excluido 44 • En este sentido, son Barroco. Se trataba de una especie de conocimiento preternatural, en cuya base
numerosos los trabajos que, centrándose prulCipalmente en las instituciones co­ había lilla forma neoplatónica de percibir el mundo, articulado en dos planos
legiales jesuitas, han puesto de relieve la importancia que el sistema educativo -uno visible y orro invisible- que se correspondían entre sÍ. Pero, al mismo
de la Compañía, por medio del estudio de la nsica aristotélica, de la astronomía tiempo, asentaba sobre una imerpretación agustiniana de la naturaleza que hacía
y de la matemática, ruvo para el desarrollo de determinadas fOffilas de conoci­ de ella expresión de la sabiduría y omnipotencia divinas, de tal modo que co­
miento empírico y experimental, haciendo de los colegios de la Orden ignaciana nocer el universo no era sino una forma de acerc.1ISC al Creador. El mundo na­
piezas significativas dentro de los engranajes que propiciaron una «ciencia tural no era sino un libro o un texto escrito por Dios. Al igual que las Sagradas
nueva» en Europa45 • A esta percepción del papel que los jesuitas desempeñaron Escrituras, su conocimiento y com prens.Íón requería de todo un ejercicio de exé­
en el ámbito científico no hall dejado de contribuir las propias transformaciones gesis, mediallte el cual observ,u los elemelltos y especies que lo componían más
que ha experimentado un campo como el de la historia de la ciencia moderna, allá de su apariencia externa, tratando de descifrar el oculto sentido moral y es­
que, menos anclado en viejos parámetros de racionalidad y de progreso, no sólo piritual que encerraban plantas y animales 46 . No fue sino esta percepción de la
ha puesto de manifiesto el desarrollo en contextos clericales de determinadas naturaleza la que permitió al francisGallO portugués Fr. António do Rosário com­
práctic.'lS científicas. Ha señalado asimismo la elaboración durante el Barroco poner un escrito singular como las Frutas do Brasil (Lisboa, 1702). En un ejer­
de lecturas en torno al mundo natural que, en ocasiones, se vieron profunda­ cicio similar al realizado por otros autores en e! contexto de la América hispana,
mente penetradas de pensamiento teológico. La interpretación metafórica o ale­ Rosário se sirvió de una interpretación en clave moral y teológica del universo
górica que, por ejemplo, se atribuyó a determinados elementos de la naruralC"L.a horwfrutícula lusoamericano para al"ticular una compleja alegoría política del
imperio portugués en la que defendería el lugar preeminente qlle en el mismo
debía ocupar el Brasil azucarero' l.
44 Luce Giard, «Le devoir d'incelugence, ou l'inserrion des jésllÍtcs dam le monde du 5avoin>, No obstante, e! conocimiento que clérigos y religiosos tenían del mundo na­
en Luce Giard (ed.), Lesjésuites!t La Rerlaissance. Systl:nU! éducatifetprodul:tion du savoir, París, tural no asentaba apenas sobre estas premisas. Frente a ellas, una visión relativa­
PUF, 1995, págs. XI-LXXIX.
mente pragmática de la naturaleza, prestando particular· atención a las
45 Una vhión de conjunto en Níck Wilding, «5cience and me Counter-Reformarion», en

Alexalldra Bamji y oeros, The Ashgate Research Companúm ro the Counter Rejómlation, op.

cit., pp. 319-335. Sobre la práctica cientÍfica en el mundo jesuítico, véase, entre otros, Rivka

Feldhay, Galileo and the Chruch: PoliticalInquiJitioll 01· Critical Dialogue>, Cambridge: Clln­
4(, Fernando R. de la Flor, «Mundus est fabula. La lectura de la naturaleza como documenro
bridge Up, 1995; Mordechai Fengold (ed.), jesuir SderlCe and ¡he Repttblic ofLettLm, Cam­
pol.ídco-moral en la literatura simbólica», t!Il Id., La península metafoíca. A,./E, literatura y
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pensamiento en la E'paf¡a de !tI Contrttrrefomw, Madrid, Biblioteca Nueva, 1999, pp . .59-83;
Centltry Pcrspectives, Dordreche KIllwer Academic Publíshers, 2003; An roneHa Romallo, Úl
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contre-riforme matbématique. Constitution el dijfi,sion dime cttltw·e ma/himatique jésuite !t la
maxime peregrinae del jesuita Juan Eusebio Nieremberg,), en Lui..l Millone,\ y Domingo l.e­
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240 (en esre mÍsmo volumen, cabe rderir lo., ardculos de Rivka Feldhay, Michel J. Gorman,
Arte y Ciencia en el Bal1"OCu español, Sevilla-Madrid, FocusAbengoa-Marcíal Pons, 2014.
Florence Hsía, Alison Símmons y Marcus Hellyer). Sobre la actividad científica de los colegios 17 Federico Palomo, ,<Ascetíc eropies: Francisca05, missionary knowledge and visions ofem­
jesuitaS cn el mundo pcninsular, véase Henri.que I.eiráo, A ciencia na Aula da Esfera do Co/Lgio pife in me PorrugueseAtlantic", the turn of the eighteenm·cenrury», Culture & Hist01y Di­
de San/o JJntáo de Lisboa (1530-1759), Lisboa: Comissariado Geral das Comemorayóes do V gito.ljoztmal, 5/2 (2016), e013 - doi: http://dx.doi.org/lO.3989/ ehdj.2016.013 (consultado:
Cenrenário do Nasómemo de S. Francisco Xavier, 2007. 16/(4/2017).
21+ Pode,; socierlul, ,.e!igú5n y tolemncia "" d mundJJ hispinu:o.. U N CATOLICISMO E.N PL.URA.L: IOtiNTID.WF.S... I FWF.IUCO PJ..LOMO 7..[5

características y cualidades externas de las especies incluidas en sus respectivos tóváo de Jesús (konkani) o Pedro Dias (kimbundll), este saber lingüístico significó
escritos y, en buena medida también, a las aplicaciones -medicinales, económ icas, la elaboración -y, con frecuencia, también la traducción- en lenguas indígenas
etc.- de que podían ser objeto. En realidad, el vínculo de clérigos y religiosos de un sinfín de catecismos, confesionarios y otros textos doctrin ales y devotos,
con el. universo científico no sería ajeno a la actividad misionera que desarroUaron destinados a servir de instrumento para la evangelización.
en los contextos imperiales ibéricos. La experiencia de los mundos asiáticos y La actividad misionera propició asimismo la formación de un saber -de ri­
atlánticos ruzo de ellos-como de otros actores- una especie de «prácticos» o «ex­ betes etllográficos- sobre las sociedades que eran objeto de conversión. A tal
pertos» del imperi0 4s • Las funciones que desempeñaron en el campo misionero efecto, la producción franciscana en torno al mundo meso-american.o del. siglo
les permitió sin duda acumular un conocimiento notable de las «cosas del XV1 (Motolinia, Sahagún , Mendieta., Torquemada) es particularmente elocuente
mundo)), de los espacios y entornos naturales que les tocaba habitar, de las múl­ dd interés --estratégico , misionero- por conocer díchas sociedades, pero también
tiples realidades nativ-dS -políticas, sociales, religiosas, culturales- que confron­ de los métodos emple<tdos a la hora de aprehender y describir su orden social y
taban. Jesuiras, agustinos, franc..iscanos, dominicos, capuchi.nos, etc., participaron político, sus formas de creencia, su cultura material. .. Lejos de lectlLras que,
activamente en la elaboración escrita y/o visual de estos (nuevos) saberes del descomextualiza.ndo este tipo de escritos, han visto en ellos expresiones de una
mundo; saberes misioneros, coloniales, construidos muchas veces sobre un com­ antropología y una etnografía avant~la-¡ett7"e, cabe interpretarlos esencialmente
plejo intercambio entre el universo referencial europeo y un conocimiento indí­ como formas de «traducción cultural», necesariamente condicionadas por fac­
gena o local que los religiosos reunían y acomodaban a sus propias lógicas con el tores ideológicos, por particulares esquemas de conocimiento y de creencia., por
fin de comprenderlos y controlarlos49 • En este sentido, el domini.o de las lenguas expectativas concretas, por intenciones definidas. Todos estos elementos inevi­
indígenas fue paradigmático. Esencial para la propia tarea evangelizadora, conocer tablemente determinaron la visión que los misioneros construyeron en torno a
tales lenguas supuso «coloniz,arlas», inscribirlas en modelos gramatical.es (latinos) las poblaciones n ativas del Atlántico y del Índico, fijando las categorías que em­
que les eran extraños, configurar muchas veces «lenguas generales» y, en ciertos pleaban p<tra idemific<ulas y para identificar sus ritos, «idolauías», costumbres,
casos, darles además mat~rialidad escrita5°. JWltO a gramáticas y vocabularios, gobierno, jerarquías sociales ... 51. No obstante, por esta vía, el mundo europeo,
como los que compusieron Alonso de Molina (nábualt), José de Anchieta (tuPl), occidental, fue acumulando un conocimiento de los otros mundos y, al mismo
Domingo de Santo Tomás (quechua), Antonio Ruiz de Montoya (guaranO, Cris­ tiempo, forjando determinadas visiones de los mismos y -jerarqlJ.izándolas- de
las sociedades que los habitaban. El jesuita José de Acosta., como es bien cono­
cido, distinguió entre los «salvajes» que, como los caribes o los tupís, carecían
de leyes y gobierno político, adoptando formas de vida que los asemejaban a
48 Serge Gruzinski, Las cuatro partes del mundo. fIistmia de una mllndialÍzttción, México,

Fondo de Cultura Económk.a, 2010, pp. 185-205.


fieras; quienes, como los méxicas y los peruanos, contaban con formas de go­
"9 Ángela Barreto Xavier e [nes G. Zupanov, Catholir Orientaliml. Portuguese Empirp.,lndian
bierno, ciudades, ejércitos y expresiones solemnes de clllto, pero carecían de es­
Knowledge (J6th-J8th Gen/uries), Nueva Delhi, Oxford Unive.rsiry Press, 20 15; Charlotte de
critura y filosofía; y quienes, como los crunos, los japoneses o algunos habitantes
ClStclnau-r F.'toiJe, Marie-Luci. Copete, AJiocha MaldavsJry cInes G. Zupanov (eds.), Mis­
de la India, tenían república estable, leyes, ciudades fortificadas, magistrados y,
Si0115 devangéli.l'atior¡ et círcuúztion de salloirs, XVIe-A'VIIIe si"eles, Madrid, Casa de Velázquez,

adem ás, uso y conocimiento de las letras, apenas careciendo de la Revelación 52 .


2011; Guillermo WiJde (ed), Sab,'res de úz cor¡vlmi6r¡: jesuitas indfgcnas e imperios coloniales

en lm-jronter"flJ de la crístialJtlad, Buenos Aires, Editorial SB, 2011; Anconell;¡ Romano (dir.),

Sáences etmisJÍon: le rasjt!suite, monográfico de Archives Interrultianales d'Hístoire des Scicnces,

148 (2002).
51 Victoria Ríos Cas lat'io, lhmslation 11.S Conquest: S{!haglÍn and «lJnív,,~a! History of the

50 Siendo abu.ndantisimos los trabajos en torno a la produaión lingüística misione.ra, remi­


Tlling' ofN ew SpaiT¿¡¡, Madrid-Frankfurr, Iberoamericana-Vervllen, 2014; Joan-Pau Rubies,

dmos apellas a Jllan Carlos Estenssoro y César [tier (coords.), Larlgutls indien",-s el" empire
-¡¡'lVel and Ethnology in the RmaúSflnce. So"lh India through EW'opean Eyes, 1250-1625, Cam­

dllm l'AmériqUJ! du Sud colorúalR, dossier monográfico de M¿la"ges da !ti Casa ,IR Veldu¡uez,
bridge: Cambridge UP, 2000; Anthony PagdclI, La mide, del hombre natural. El ¡"dio ameri­
45/1 (2015), pp. 9·131 ; C1áudio COSta Pin.heiro, ,,\'(Tords of COllqUe.sr: Porruguese Colonial
cano y llls orfgenes de la etnografia comparativa, Madrid, Alianza Editorial, 1988.

Experience and me Conques t ofEpistemological Terricories", India" Historical Review, 36/1


52 José de Acosra, De Prorllulgatiorte E1)angelum (ipud B(lrharoJ, sive De Procurando [ndorum

(200 9), pp.37-53. Salute, Salamanca: Guillelmo Foquel, 1588, "Proemiu.nl» (preliminares sin foli ar) .

1.16 Porkr, JOr.iedad.. religión Ji tolerancia en el mundo hispdnico. _. U N CATOLIC ISMO EN PLURAL: IOENTIDAD f S... I FeDeRICO P ALOMO 217

En este sentido, la visión que se proyectó sobre China fue particularmente ex­ bettus de medicinalibus indol'urn herbis, inicialmente destinado a Carlos V. Su
presiva. El conocimiento ciemífico (astronómico, matemático, geográfico) fue contenido, probablemente, sirvió a Bernardillo de Sahagún junto a otras fuentes
un elemento cemral en el desarrollo de la misión jesuítica, caracterizada no sólo nativas (orates) para componer aquellos capítulos de su Historia General (Libro
por sus estrategias de acomodación, sino por el marcado cariz erudito de las re­ X, caps. 27 y 28) que dedicó al conocimiento medicinal 56. Corno ya se ha seña­
laciones entre los misioneros europeos y las elites políticas e intelectuales chi­ lado, este conocimiento natural asumía a menudo un carácte r esencialmente
nas53 . El papel de los religiosos -y, en especial, de los jesilltaS- fue igualmente pragmático, centrado en las cualidades y características de los elementos que
determinante a lo largo del siglo XVII en la construcción de un saber europeo d escribía, llegándose a articular en forma de representaciones visuales en textos
sobre el mundo chino y en la percepción que, desde Europa, se configuró en como el ya citado de Martín de la Cruz, que incluía 185 dibujos, o la Histól'ia
romo a China, antes de que el siglo XVUI y, sobre todo, el colonialismo del dos animacs e 4rvores do M4ranháo que compuso el franciscano portugués Fr.
siglo XIX, alterasen negativamente dicha percepción 51 . Cristóváo de Lisboa en torno a 1630. Los 259 dibujos que reunió, acompañados
Buena parte de los condicionantes de naturaleza epistemológica que marca­ de los correspondientes textos, represe ntaban de forma individual Lll1 largo
ron esta literatura no dejaron de intervenir también en el desarroll.o de un saber elenco de especies marinas, de a nimales, de aves y de varias plamas y fmtos de
n atural. Sobre la base de la propia experiencia de los religiosos y de saberes au­ M aranháo y Gráo Pará57 . En otras ocasiones, sin embargo, dicho conocimiento
tóctonos que integraban, este conocimiento de las cosas natllrales se materializó de la flora o la fauna de los espacios imperiales, se vio condicionado, corno veía­
en descripciones de los espacios 55 , pero también en la acumulación de informa­ mos, por una percepción del mundo de raíz teotógica, abriendo la~ posibilidades
ciones sobre la tauna y la flora locales, sobre los usos y aplicaciones de que po­ para, a partir de ellos, elaborar determinadas visiones de los espacios coloniales
dían ser objeto frutos, plantas, aves, etc. A tal efecro, no faltó qLlÍen elaboras e y de quienes los habitaban.
una verdadera farmacopea y un saber y una práctica medicinales que asentaban En definitiva, los dos campos de la investigación que hemos evocado de forma
general mente so bre tradiciones indígenas. El colegio de Santa Cruz de Tlate­ sumaria, no dejan de poner de man.ifiesto la pertinencia de combinar perspectivas
lolco, fundado y dirigido por los religiosos fi:anciscanos, fue el espacio donde que, conjugando variables y dimensiones distintaS, remit.an al ámbito de la his­
Martín de la Cruz, indio princí pal form ado en esta institución , elaboró su Li­ toria cultural, permitiéndonos seguramente trazar una lectura del hecho confe­
sional dentro de tos espacios ibéricos (metropolitanos y cotoniales) de tos siglos
XV1 y XVII, distint.1. de la que surge cuando se consideran otras formas de inter­
vención, más orientadas al control y al castigo, que desplegaron tos agentes ecle­
53 Horenee C. H sia, Sojoumers in a Strange Land. j esuits and their scier¡tifo: missiom in the

siásticos y religiosos. Permite dibuj ar un universo que, a menudo , se vio


late impaial Chi111Z, Chicago: The lJniversity of Chicago Pre&s, 2009; Amonella Romano,

«Observer, vénérer, scrvir. lJne polémic¡ue jésu iee auwur du Tribun,J des mathématique.s de
penetrado de ideales comrarreformistas, pero en el que no faltaron ni las expre­
Pekin », Armaú, lISS, 2004, pp. 729-758; Id. , ,<Les j("ui.ees entre aposcolae mLssionnaire et ac­
siones de disidencia e indisciplina, ni -sobre todo-Ias fOffilas originales (creativas,
tiviré sciemwque», Archivum Hütorieum Societatis Iesu, 74 (2005), págs. 213-236; Elisabena
negociadas) de apropiación de dichos ideales, de las doctrinas, devociones y mo­
Corsi, La !db,.¡ctl de ItlS ilusiones. Los j cmietlS y la difwiórJ de la perspelüva lineal erJ China,
delos de vida que proponíaJl, mostrándonos un catolicismo en transformación
1698-1766, México: Colegio de México, 2004. De un modo gelleral, sobre las araculaciones

que, dorado de un grado importante de plasticidad, se conjugaría en plural .


entre ciencia y misión , véase Antonclla Romano (eel.), M issi01' ee difft,sio rJ des sciences europé­

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