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El neoliberalismo —también llamado nuevo liberalismo— es la corriente económica

y política capitalista, inspirada y responsable del resurgimiento de las ideas asociadas


al liberalismo clásico o primer liberalismo desde las décadas de 1970 y 1980.12 Los
defensores del neoliberalismo apoyan una amplia liberalización de la economía, el libre
comercio en general y una drástica reducción del gasto público y de la intervención
del Estado en la economía en favor del sector privado, que pasaría a desempeñar las
competencias tradicionalmente asumidas por el Estado.345 Sin embargo, el uso y
definición del término ha ido evolucionando en las últimas décadas6 y no hay un criterio
unificado para determinar qué es «neoliberalismo».
Originalmente el neoliberalismo era una filosofía económica surgida entre los eruditos
liberales europeos en la década de 1930 que trataban de encontrar un «tercer camino» o
un «camino entre medias» de la disputa que en ese momento se libraba entre
el liberalismo clásico y la planificación económica.7 El impulso de desarrollar esta nueva
doctrina surgió del deseo de evitar nuevos fracasos económicos tras la Gran Depresión y
el hundimiento económico vivido en los primeros años de la década de 1930, fracasos
atribuidos en su mayoría al liberalismo clásico. En las décadas siguientes la teoría
neoliberal tendió a estar en contra de la doctrina laissez-faire del liberalismo, promoviendo
una economía de mercado tutelada por un Estado fuerte, modelo que llegó a ser conocido
como la economía social de mercado. Sin embargo, el neoliberalismo con las variantes
por las que en la actualidad se le reconoce tiene su origen en la llamada sociedad Mont
Pélerin formada en Suiza a fines de la década de los 40. En ella se reunían algunos de
sus principales pensadores, entre los que destaca Friedrich Hayek. Su objetivo
fundamental era «reducir la intervención estatal en el control de la economía» —tanto de
corte socialista como capitalista keynesiana—, «frenar el poder económico y político del
sindicalismo», y reemplazar el imaginario colaborativo y de comunidad por uno
individualista y de competencia.8
En la década de 1960, el uso del término disminuyó en gran medida. El término se
introdujo de nuevo en la década de 1980, debido a las reformas económicas realizadas
en Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet y que fueron impulsadas y
supervisadas por economistas de la llamada Escuela de Chicago, los Chicago Boys. A
partir de aquí, el término empezó a adoptar connotaciones peyorativas y a ser empleado
por los críticos de estas reformas, al tiempo que el neoliberalismo pasó de defender una
postura liberal moderada a una más radical que incluía la defensa a ultranza del laissez-
faire y el capitalismo en general. El término es a menudo asociado a los trabajos de los
economistas liberales Friedrich Hayek y Milton Friedman.6 También representa y se
asocia al conjunto de políticas económicas introducidas por Margaret Thatcher en
el Reino Unido y Ronald Reagan en los Estados Unidos.1 Una vez que se estableció el
nuevo significado del término entre los estudiosos de habla hispana, pronto empezó a ser
habitual en los estudios económicos de autores anglosajones.6
En la actualidad el término mantiene sus connotaciones negativas y es utilizado por
sus críticos como una condena general al liberalismo económico y sus políticas, esto es,
la privatización de empresas estatales y la apertura y desregularización de los mercados.4
6

NEOLIBERALISMO EN COLOMBIA
En América Latina y desde luego en Colombia, a partir de la crisis de 1929, primó un
modelo de desarrollo mixto, es decir, sistema capitalista o de mercado con dosis variadas
de intervencionismo del Estado. Desde luego, con la excepción de Cuba y el período de
Allende en Chile.
Sin embargo, es bien importante resaltar, que los países latinoamericanos también
aportaron su modelo propio, engendrado en la Comisión Económica para América Latina
(Cepal) bajo la dirección de Raúl Prebisech, dando origen a la escuela Estructuralista,
conocida por su célebre política industrial de sustitución de importaciones. Esta escuela,
influyó decididamente en la economía colombiana hasta la aparición del neoliberalismo.
Sostiene que el subdesarrollo de los países se debe a sus condiciones internas y
estructurales. Los países desarrollados crean condiciones de dependencia a los
proveedores de materia prima, y los beneficios de las exportaciones, no se reinvierten,
sino se transfieren a los primeros .
Entonces son necesarias reformas estructurales, que conlleven a la industrialización,
mediante sustitución de importaciones con visión de protección hacia la industria naciente.
Lo anterior significa una política de crecimiento hacia adentro , que difiere frontalmente de
la neoliberal de expandir la economía hacia afuera buscando la plena libertad de
mercados.
Para los estructuralistas, la lucha contra la inflación no es con herramientas
monetarias, reducción del déficit fiscal, de subsidios y liberación de precios como lo afirma
Friedman, sino con profundas reformas que rompan la rigidez de la oferta, la estructura
tributaria, la técnica de la tierra y la distribución del ingreso.
Pese a algunos éxitos relativos que se pueden conceder al estructuralismo, nunca se
llegó al tan esperado desarrollo, y fue la misma Cepal quien recomendó rectificaciones, al
reconocer que su modelo desestimulaba las exportaciones, propiciaba los monopolios y la
falta de competencia internacional, reducía la calidad de la producción nacional
conduciendo de paso al estancamiento.
El neoliberalismo propulsor del gran desarrollo alcanzado en Chile, y en otras regiones
del mundo como el Reino Unido y USA, llega a Colombia y es César Gaviria quien le da
máxima aplicación, no solo como ministro de Barco, sino como primer mandatario de la
Nación. Su vigencia continúa en este gobierno, aunque con algunas pésimas variantes
que junto a circunstancias políticas conocidas tienen sumido al país en una grave
recesión.

En su surgimiento el modelo neoliberal traía promesas atrayentes. Antes de todo,


contener los gastos excesivos del Estado, diagnosticado con la fuente de la inflación. Por
otra parte, imponer a la economía el dinamismo centrado en las empresas privadas y en
el mercado. Por el discurso liberal que lo acompañaba, se fortalecería la sociedad civil y la
ciudadanía, libres de las trabas y de la opresión del Estado.
 
No fue lo que pasó pero, por lo menos, en algunos casos, y por algún tiempo, hubo
control de la inflación, aunque multiplicando la deuda pública. Cuando sus efectos
positivos se habían agotado, vino el discurso de que, si era el mejor modelo, era el único
posible en la era de la globalización.
 
Hoy, cuando la crisis recesiva se perpetúa en Europa, ya desde 2008, mientras que ese
efecto se extiende por toda la economía internacional, ya no se ven rasgos positivos y
tampoco, es obligatorio mantener el modelo neoliberal, eje de la crisis a nivel nacional e
internacional. Los partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas, que han
asumido la política de austeridad –la forma que asume el neoliberalismo en ese
continente – se ven castigados por los electores y cada elección se vuelve una
desesperación para esos partidos.
 
En ningún lado la aplicación de los duros ajustes fiscales –eje de los modelos
neoliberales– cumplió con sus promesas. Ni control de las cuentas públicas y de la
inflación, menos todavía retomar el desarrollo económico. Su desempeño es globalmente
considerado un fracaso, responsable por la perpetuación de la recesión en la economía
mundial.
 
En América Latina ello es igualmente evidente. Compárese las economías de Argentina y
de Brasil en los gobiernos anti neoliberales y en el retorno del modelo neoliberal, y el
resultado es escandalosamente claro a favor de los primeros. Mírese todo lo que han
mejorado países como Ecuador, Bolivia, Brasil, en comparación con la situación de
México, de Perú.
 
Pero, ¿por qué, a pesar del espectacular fracaso del neoliberalismo, ese modelo sigue
vigente en gran parte del mundo, incluyendo EEUU, Europa, Japón, la mayoría de los
países de América Latina, de Asia y de África?
 
En primer lugar, porque ese modelo refleja los intereses del capital financiero, que es el
hegemónico a nivel económico, en el estadio actual del proceso de acumulación del
capital. Hay fuertes intereses económicos en la preservación de ese modelo, que solo
incrementa la riqueza y el poder del capital financiero.
 
En segundo lugar, porque el propio capitalismo no posee alternativas. Llegado a su etapa
actual, no lograría retornar a formas de regulación económica, que le permitirán no estar
sometido a las presiones recesivas del capital financiero.
 
En tercer lugar, porque las fuerzas que se oponen al neoliberalismo no han logrado, hasta
ahora, en la gran mayoría de los países, comprender que la lucha fundamental en el
período histórico actual es por la superación del modelo neoliberal y lograr así construir
una alternativa concreta a ese modelo, congregando a las fuerzas sociales y políticas
necesarias.
 
Después de su surgimiento con fuerza, el modelo neoliberal pasó a su fase de
sobrevivencia, una fase marcada por la recesión económica y por una gigantesca crisis
social, así como por una inmensa crisis hegemónica que apunta hacia su agotamiento y la
búsqueda de alternativas de su superación.
 
- Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de
Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

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