Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
No son muchas las cosas que nos dice de la Eucaristía, pero son
de tal calado que es muchísimo lo que se encierra en las pocas
frases sobre la misma. Algunos, al hablar de la Eucaristía en el
Nuevo Testamento, dicen que no hay que proyectar en los relatos
bíblicos que hablan de ella todas las certezas teológicas de hoy, que
al exégeta le basta refrendar una realidad histórica, sin pretender
recrearla enteramente.
De hecho, para entender correctamente lo que el Nuevo Testa-
mento nos dice de la Eucaristía tenemos que desprendernos, en al-
gún sentido, de todo el bagaje teológico, espiritual que en la larga
vida de los 20 siglos de la Iglesia ha ido descubriendo el Espíritu
Santo acerca de ella. Tenemos que insertarnos en los primeros años
de aquella comunidad o Iglesia fundada por Jesús, formada por
hombres de cultura y religión judía, algunos de los cuales no aca-
baron de liberarse totalmente de ellas. Recordemos el Concilio de
Jerusalén (Act 15). Son ellos los que nos trasmiten las enseñanzas
de Jesús, y concretamente las relativas a la Eucaristía en su institu-
ción y vida primera. Son hombres que están vinculados a las estruc-
turas sociales y religiosas judías y a los intereses de sus propias
comunidades y tiempos.
Tenemos que ceñirnos a lo que dicen los textos, no hacerles
decir ni menos de lo que dicen, ni más de lo que afirman, aunque
no hay que perder de vista que en estos textos eucarísticos, como
depósito de la fe, están encerradas riquezas inmensas e inagotables
que luego el Espíritu Santo ha ido descubriendo por la voz de los
pastores de la Iglesia, por la experiencia de los místicos y por el
sentido de la fe de los simples fieles y estudiosos, a lo largo de la
historia de la Iglesia. Ya que Jesús, al prometer a los apóstoles el
Espíritu Santo, les dice que se lo dará para que les introduzca en la
plenitud de la verdad que es él mismo (Jn 16,13-14): la Eucaristía
es Cristo Jesús; todo cuanto la Iglesia ha ido descubriendo y ahon-
los distintos Comentarios a los lugares del Nuevo Testamento que hablan de la
Eucaristía.
Como libros más recientes: J. L. ESPINEL, La Eucaristía del Nuevo Testa-
mento, San Esteban, Salamanca, Madrid, 2005. Se trata de una reedición. No
aduce ninguna nota bibliográfica. Equipo «Facultad teológica de Toulouse», La
Eucaristía en la Biblia, Verbo divino, Estella, 2002, Cuadernos bíblicos, 37, p.
30-60.
44 ROMÁN LLAMAS MARTÍNEZ
LA INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA
Jesús, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin (Jn 13,1).
Y la expresión de este amor supremo es la Eucaristía, memorial de su
muerte y resurrección, instituida en su última Cena con sus discípu-
los, horas antes de morir. De la institución de la Eucaristía tenemos
cuatro relatos (Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,15-20; 1Cor 11,23-
25). Y, habiendo nacido todos de una fuente original, han ido toman-
do matices y aspectos particulares en las distintas comunidades cris-
tianas. Cronológicamente, el primero que se redacta es el de Pablo
hacia el año 55-57, pocos años después de la institución de la Euca-
ristía. Para algunos, el de Marcos, unos veinte más tardío, representa
una tradición más antigua, como lo probaría el número de semitismos
que se encuentran en él. Aunque, si tenemos en cuenta que un texto
litúrgico estilísticamente es más conciso y simétrico y es posterior al
relato histórico, por ser más libre y rico de elementos que pertenecen
al contexto primitivo, podemos decir que el de Pablo es más antiguo.
A través de estos textos, según los autores, dada las pocas variantes
entre ellos, estaríamos a un paso del relato original de la cena y, con-
siguientemente, de las mismísimas palabras de Jesús.
El hecho es que cada evangelista, al igual que Pablo, al describir
la institución de la Eucaristía por Jesús, recoge y redacta cuanto
considera útil para la vida de los fieles, como es natural, y cada uno
lo hace a su manera, de ahí esa diferencia material en la redacción,
aunque es idéntica en la sustancia (y aun materialmente se diferen-
cian poco).
Pablo dice expresamente que va a explicar lo que ha recibido
del Señor a través de la tradición viviente de la Iglesia (1Cor
2
C 37,4.
LA EUCARISTÍA EN EL NUEVO TESTAMENTO 45
Aspecto sacrificial
La nueva alianza
La Eucaristía convite
EL TESTIMONIO DE PABLO
La Eucaristía y la Iglesia
Nos enseña, además, que por ser un solo pan, los cristianos, aun
siendo muchos, por participar todos de un mismo y único pan for-
man un solo cuerpo, (v. 17) es decir, una sola Iglesia. La Eucaristía
crea una única Iglesia, en la que todos están estrechamente unidos
a Cristo y entre sí hasta formar un solo cuerpo. Una Iglesia como
cuerpo articulado, formado de diversos miembros con sus funciones
ministeriales y carismáticas, del que habla en el capítulo 12 de la
primera carta.
La comunión real y pneumática con Cristo que se da en la
Eucaristía es el fundamento y la causa de la comunión social y
espiritual del único cuerpo de la comunidad, de todos los miembros
que la componen. La Iglesia antigua hasta San Agustín empleaba la
expresión cuerpo místico para designar unitariamente y sin separa-
ción alguna el cuerpo eucarístico y el cuerpo eclesiológico.
El cuerpo sacramentalmente presente del Señor crucificado y
glorificado es el medio corporal de los que se reúnen en comunidad
para participar de un solo pan. El c uerpo de Jesús es el que funda-
menta la unión, la unidad, y da cohesión a todos haciéndolos uno.
Y si bien el apóstol atribuye la incorporación a Cristo especial-
mente al bautismo (1Cor 12,12.27), pero no olvida la virtud de la
Eucaristía en orden a crear y mantener la koinonía, la comunión con
él. Si el v. 13, en conexión con el bautismo, habla de que todos
«hemos bebido de un solo Espíritu» hay que tener en cuenta que
junto a los demás ritos de la incorporación está la Eucaristía. El
apóstol lo da por supuesto, dado lo que dice en el capítulo 10,16s.
Vosotros sois cuerpo de Cristo, miembros cada uno por su parte
LA EUCARISTÍA EN EL NUEVO TESTAMENTO 57
«De hecho, cada vez que coméis de ese pan y bebéis de ese
cáliz proclamáis la muerte del Señor, hasta que él vuelva» (1Cor
11,26).
Son las palabras con que Pablo explica un aspecto de la Euca-
ristía. Pone a la Eucaristía en relación estrecha con la muerte de
Jesucristo. El discernimiento de la presencia de Jesús en la Eucaris-
tía va ligado, además, esencialmente a la cruz, a la muerte de cruz.
No se trata sólo de creer en la presencia de Jesús en el pan y en el
vino sino de discernir que su presencia está estrechamente unida a
la muerte en cruz. La atención de Pablo recae sobre el hecho de su
presencia y el modo de la misma.
La cruz constituye para el apóstol la medida de la verdad de la
presencia y encuentro con Cristo tanto para el bautismo (Rom 6,4),
como para la Eucaristía o cena del Señor. «La unión tangible con el
Resucitado no es auténtica sino en la medida de una continua anám-
nesis de su crucifixión» 6.
Pablo ante la tentación de los corintios y otros de relegar la
muerte de cruz de Jesús al olvido, insiste en ella. La dificultad por
antonomasia de judíos y gentiles es la cruz (1Cor 1,17.18.23; 2,2.8).
Por eso recalca que la piedra de toque de una auténtica celebración
6
CHARLES PERROT, La Eucaristía en el Nuevo Testamento, en Enciclopedia
de la Eucaristía, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2004, p. 113
60 ROMÁN LLAMAS MARTÍNEZ
gelista que más habla de ella. Además del relato del lavatorio de los
pies (Jn 13,1-15), se refiere a ella, sin duda, en el relato de la boda
de Caná (Jn 2,1-12), en el que es difícil no ver una referencia a la
práctica eucarística de la Iglesia de Juan, como lo vieron algunos
santos Padres y en el relato de la lanzada en el costado (Jn 19,34),
al que el evangelista concede una importancia especial (19,35), del
que manó agua y sangre, y que además de significar la muerte física
—entregó el espíritu—, expresa la donación del Espíritu Santo que
se comunica, como don supremo, en el bautismo, agua y en la
Eucaristía sangre, los dos sacramentos por los que el creyente entra
en la comunidad de los salvados y participa plenamente de ella; y,
de manera más abundosa, habla de la Eucaristía en el discurso del
Pan de vida.
El discurso del pan de la vida (Jn 6,22-66), tal como lo tenemos,
es un discurso de Jesús en el que el evangelista ha explicitado de
una manera clara y terminante la presencia eucarística de Jesús de
la que sin duda no habló en la sinagoga de Cafarnaún, sino velada-
mente 7. No olvidemos que los evangelios no son libros de historia
en nuestro sentido crítico, sino testimonios de la fe de la Iglesia, de
la vivencia de Jesús en las comunidades cristianas primitivas para
alimento de esa misma fe de sus lectores.
Algunos ven en este discurso una doble perspectiva. Con rela-
ción a los escuchadores inmediatos de Jesús el discurso mira sólo a
la fe en la persona de Jesús, verdadero pan bajado del cielo, verda-
dero maná. Los términos comer la carne y beber la sangre designan
la persona completa de Jesús encarnado, entregado a la muerte, si
los leemos a la luz el verso 35: venid a mí, que significa sencilla-
mente la adhesión desde la fe a la persona de Jesús.
Perspectiva que de hecho nunca existió, porque el evangelio se
redactó desde el principio tal como hoy lo tenemos, en su definitiva
redacción, la que hoy leemos. La única perspectiva es la de los
lectores inmediatos del evangelio y en esta perspectiva la primera
parte del discurso (35-47) se refiere claramente a la fe en la persona
7
Para todo el discurso del pan de vida puede verse JOSÉ CABA, Cristo, Pan
de vida. Teología eucarística del IV Evangelio, BAC Madrid, 1993, p. 671, con
amplia bibliografía
62 ROMÁN LLAMAS MARTÍNEZ
¿Fórmula de la institución?
9
Cfr A. MARCHADOUR, La Eucaristía en la Biblia, Cuadernos bíblicos 37,
Verbo divino, Estella, p. 57-58.
10
X LEON DUFOUR, Lectura del Evangelio de Juan, Sígueme, Salamanca,
1992, TII, p. 140
64 ROMÁN LLAMAS MARTÍNEZ
Fe en Jesús Eucaristía
11
J. GIBLET, La Eucaristía en el evangelio de Juan, Concilium, 40 (1969)
576
LA EUCARISTÍA EN EL NUEVO TESTAMENTO 65
alimento del hombre, que hay que comer, sí, pero con fe, acogerle
con fe viva, como dice poco después: el que me come.
Parte del contacto corporal para llegar a una presencia espiri-
tual, lo más profunda que pueda existir. Lo real no es, ante todo, lo
corporal que en Cristo muerto y resucitado es ya espiritual —se
siembra un cuerpo animal y se levanta un cuerpo espiritual (1Cor
15,44)— lo real es, sobre todo, la presencia real de Jesús que se
realiza esencialmente en un encuentro real del creyente con su Se-
ñor Resucitado y esto es fruto de la fe viva. Lo que vale no es la
carne sino el Espíritu que da vida, la carne no vale nada (Jn 6,63).
Por la fe inhabita Cristo en vuestros corazones (Ef 3,17). Por la fe
permanece Cristo en nosotros. El que cuenta es Cristo, el Hijo de
Dios al que nos unimos íntimamente por la fe.
La teología eucarística posterior ha desarrollado, sobre todo, la
fuerza santificadora y transformadora del sacramento. Los teólogos
hablan del valor santificativo del sacramento ex opere operato, por sí
mismo, pero lo cierto es que, en la práctica, toda la fuerza santifica-
dora del sacramento en la persona que lo recibe no se realiza sino en
la medida en que lo acoge y hace suyo por la fe, ex opere operantis.
San Juan acentúa, sobre todo, la fe del que come a Cristo, del que
comulga. San Juan destaca que el que come a Cristo no recibe real-
mente la vida que dan el cuerpo y la sangre de Cristo más que cuando
experimenta por el Espíritu Santo quién es Jesús. Sin la fe personal,
animada por el Espíritu, no puede haber vida sacramental que actua-
lice el encuentro vital con el Señor Jesús vivo y vivificante.
San Pablo decía ya en su tiempo que hasta se puede recibir a
Cristo en el sacramento indignamente ¿Qué encuentro puede haber
con Cristo resucitado en una comunión indigna?
Una de las realidades que más destaca San Juan en este discurso
del Pan de vida es que Jesús y Jesús Eucaristía es una fuente de
vida.
Lo que Jesús dice de sí mismo es que el que no cree en él no
tiene la vida (Jn 11,25-26), que el que cree en él tiene la vida eterna
66 ROMÁN LLAMAS MARTÍNEZ
(Jn 3,15), que esta es la vida eterna que te conozcan a ti, Padre, y
a tu enviado Jesucristo (Jn 17,3); que él es la Vida (Jn 14, 6) es el
tema de la primera parte del discurso, en la segunda parte se lo
aplica a sí mismo en la Eucaristía.
Si en la primera parte del discurso Jesús ha dicho: Yo soy el Pan
de vida (Jn 6,35) para que todos crean en él, en la segunda parte re-
pite las mismas palabras: Yo soy el Pan de vida (Jn 6,48), yo soy el
Pan vivo, bajado del cielo (Jn 6,51), Pan que hay que comer, que es
el tema de esta parte del discurso. La fe en Jesús, en la persona de
Jesús de la primera parte se convierte en comida, fe en la persona de
Jesús en la Eucaristía. Si en la primera parte es Dios Padre quien da
el pan del cielo, en la segunda es el mismo Jesús, Pan vivo, quien se
da. Y la fe del cristiano se hace permanencia en Jesús y vida de este
en él. Su vida se comunica a los suyos, a los que lo reciben con fe.
Bajo diversas fórmulas nos enseña que recibir a Jesús con fe en
la Eucaristía es tener la vida: «Yo soy el pan de la vida, vuestros
padres comieron el maná en el desierto y murieron. Este es el pan
para que el que me coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del
cielo, si alguno come de este pan vivirá para siempre y el pan que
yo le daré es mi carne, vida del mundo» (Jn 6,48-51). «En verdad,
en verdad os digo que si no coméis la carne del Hijo del hombre y
no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi
carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo lo resucitaré en el
último día… El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y
yo en él. Así como me envió mi Padre viviente y vivo yo por mi
Padre, así también el que come mi carne vivirá por mí» (Jn 6,53-57)
La palabra vida aparece trece veces en Juan 6.
Juan presenta la Eucaristía fuertemente ligada a la vida. El que
come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él (Jn
6,56). La Eucaristía nos pone en intimidad de vida con Jesús, él
permanece en el que lo recibe, con toda la carga de intimidad que
encierra este verbo característico de Juan. Realiza la alianza nueva,
de que hablan los sinópticos, del fiel con Jesús. Juan, dejando un
poco aparte el aspecto cultual, destaca la incidencia que tiene Jesús
en la Eucaristía en la vida de los cristianos.
En este discurso del Pan de la vida aparece claramente que la
Eucaristía es pan que da vida, pan que transforma, alimento del
LA EUCARISTÍA EN EL NUEVO TESTAMENTO 67
Camino de Roma
CONCLUSIÓN
18
C 34,5; cfr CC 1,30.