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Análisis Intensamente

Desde el nacimiento los seres humanos cuentan con disposiciones neuralmente

establecidas que facilitan apropiadas reacciones a eventos biológicamente significativos en

otras palabras, la emoción es el resultado de reacciones a vivencias en las cuales se genera

un estado afectivo acompañado de cambios orgánicos de origen innato o influidos por la

experiencia y a partir de los cuales se forman recuerdos que van asociados a ellas.

Con lo anteriormente dicho se debe tener en cuenta que diversos autores definen seis

emociones básicas (ira, alegría, asco, tristeza, sorpresa y miedo) y que asumen que se trata

de procesos directamente relacionados con la adaptación y la evolución, que tienen un

sustrato neural innato, universal y un estado afectivo asociado único. Para Izard (1977), así

como para Plutchik (1980), las emociones son fenómenos neuropsicológicos específicos

fruto de la selección natural, que organizan y motivan comportamientos fisiológicos y

cognitivos que facilitan la adaptación por lo cual son muy importantes ya que se almacenan

en nuestra mente junto con nuestros recuerdos y van formando quienes somos debido a que

ellas nos permiten potenciar la personalidad.

Por otro lado desde el punto de vista psicoanalítico podemos observar que los cambios

pueden generar ciertos mecanismos de defensa. El sujeto en cuestión, se enfrenta a cambios

y evoluciones de la vida que pueden desencadenar dos maneras de actuar; una, en la que él

puede transformar una emoción en otra y adaptarse a la situación, u otra en la cual huye de

situaciones insoportables refugiándose en pensamientos, sentimientos y modos de conducta

primitivos, aunque cree que con su modo de pensar, sentir y actuar no elude las dificultades

y problemas que tiene delante. Esto causa que se modifique el estilo de vida que se tenía,
hacer que se extrañe aquello que ya no se tiene, causando que la matriz de los pensamientos

y recuerdos centrales se vean alterados.

Lo anteriormente explicado, se evidencia en el cambio de ciudad que el personaje

principal, Riley, debe afrontar. Ella debe adaptarse a las nuevas situaciones en su vida,

además de enfrentarse a un nuevo hogar, un nuevo colegio, amigos y equipo de hockey.

Debido a esta pérdida, vive las fases del duelo que son negación, ira, negociación,

depresión, para finalmente llegar a la aceptación. Sin embargo, este camino no fue fácil ya

que se sentía enojada por tener que modificar drásticamente su vida, dejar atrás a su mejor

amiga y ver qué, aunque ha pasado poco tiempo, ella ya tiene nuevas amigas, es en este

momento en el cual ella intentar negociar con sus expectativas acerca de la nueva vida y

cae en la fase de la depresión, donde se pierde así misma y comete acciones que van en

contra de si como lo es perder la isla de la honestidad, al tomar dinero de la cartera de su

madre.

Adicionalmente, la película nos muestra mecanismos de defensa, cuando el amigo

imaginario de Riley pierde su cohete, este momento simboliza ser olvidado y lo que

inmediatamente dice el personaje es “no es posible que esto esté pasando”, un pensamiento

claro de negación y lo más llamativo de esta escena es que la única que comprende y actúa

con empatía ante su situación es tristeza.

Más adelante, en otras escenas nos muestra cómo los acontecimientos que ocurren en el

día a día se guardan, causando sueños relacionados con las emociones que tuvimos en

aquellos momentos y también plasman como aquello con lo que la mente tiene conflicto se

va directamente al subconsciente.

Finalmente, se puede concluir que la alegría no se puede forzar, vivir es sentir cada una

de las emociones que nos generan los acontecimientos que compartimos con los demás.
También, no se puede reír, hasta que se llore lo que se deba llorar, esto lo entendió alegría

cuando vio el recuerdo de Riley perdiendo el último juego de la temporada de hockey, ella

se sintió muy triste y esa misma tristeza fue la que atrajo al equipo y a sus padres, dándole

el apoyo que la hizo sentir tranquila y con la alegría de contar con ellos. Esto demuestra que

se pueden vivir estás dos emociones tan opuestas como la tristeza y la alegría en una mismo

vivencia y que si no se vive una emoción vamos a entrar en un caos que solo se libera al

expresar lo que sentimos y llegar a la aceptación.

Natalia Galvis Leal


ID: U00113962

Referencias

Izard, C. E. (1977). Human Emotions. New York: Plenum Press.

Plutchik, R. (1982). A psychoevolutionary theory of emotions. Social Science


Information, 21(4–5), 529–553.

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