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Sociología de la Comunicación de Masas.

TEMA II.
COMUNICACIÓN Y OPINIÓN PÚBLICA.

Sobre el concepto de opinión pública.


Platón ya trabajaba en su época con la noción de opinión pública
aunque no la denominaba con el mismo término. Maquiavelo definía
el concepto como “el afecto del público, el que importa merecer
porque es el más fuerte y el más poderoso”. Ortega, sin embargo,
opinaba al respecto “jamás ha mandado nadie en la tierra nutriendo
su mando esencialmente de otra cosa que de opinión pública”.
Rousseau decía que “sólo la voluntad general puede dirigir las
fuerzas del Estado según el fin de su institución”.
“Como el funcionamiento del poder reside en la opinión popular
es ésta la que importa buscar y conocer”, Control Social.
Con el Liberalismo y el voto masivo, la opinión pública se hizo
muy importante.
Marx y Engels hablaban de la clase dominante, es decir, de los
llamados público burgués e ilustrado, que sólo representan los
intereses de su clase.
No hay acuerdo sobre la naturaleza de este concepto, ni tampoco
una definición unánimemente aceptada. Lo que se observa es
precisamente todo lo contrario. Es un concepto complejo, polisémico
y muy condicionado por las diferentes perspectivas en las que se han
situado los estudiosos del tema.
Park afirma que “el fenómeno de la opinión pública es más
complicado de lo que muchas veces han pensado los analistas que
han intentado diseccionarla y medirla. No existe, en efecto, una
definición unívoca acerca del concepto, sino diferentes marcos de
referencia, intereses o posiciones desde los cuales se ha abordado el
fenómeno. No es fácil identificar la opinión pública.
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El concepto de opinión pública.


Hasta principio del siglo XX la opinión pública es solo opinión
política. Pero este siglo supone muchos cambios sociales como la
incorporación de la mujer al mundo, el desarrollo económico e
industrial, etc.

WALTER LIPPMAN.
La obra cumbre de Walter Lippman es “Public Opinión”, del
primer cuarto del siglo XX. Una de las conclusiones de su obra es que
los ciudadanos no tienen tiempo para pararse a pensar en la sociedad
que les rodea, de modo que la responsabilidad en la toma de
decisiones debería caer en los gobernantes y representantes electos
porque son ellos los que están cualificados para analizar la
información relevante.
“Hacerse una imagen de la realidad es una tarea imposible para
el ciudadano, pues el medio real es demasiado grande, complejo y
fugaz como para ser conocido directamente. No estamos preparados
para afrontar tanta sutileza, tanta variedad... y aunque tengamos que
actuar en este medio, debemos reconstruirlo en un modelo más
sencillo antes de poder aceptarlo”, Lippman, 1965.
La influencia de los medios en los ciudadanos es en gran medida
inconsciente. No hay diferencias entre las experiencias directas e
indirectas.
La piedra angular de la opinión publica era para el autor: “La
cristalización de las concepciones y las opiniones en “estereotipos”
con carga emocional. Los estereotipos favorecen la eficacia de los
procesos de opinión pública”. Todos tenemos una imagen de alguien
a través de los estereotipos.

La opinión pública en la sociedad de masas.


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La opinión pública para los teóricos de la sociedad de masas


representa el espíritu de las nuevas clases medias urbanas, no es
tanto un fenómeno de imágenes cuanto un fenómeno de minorías
cualificadas que arrastran tras sí a multitudes en sí, poder, autoridad,
racionalidad, prestigio, liderazgo o capacidad de manipulación.
La opinión pública es lo que piensan y deciden los líderes
políticos, económicos y religiosos y, sobretodo, de aquellas personas
que controlan o tienen acceso a los medios de comunicación.
Así, nos encontramos con dos concepciones de la opinión pública:
- Concepción individualista y empírica de la opinión pública:
Gallup, Lazarsfeld. La opinión pública como adición de las
opiniones individuales. Fundamentalmente americana.
- Lawert crítica aquellos planteamientos que tratan a la opinión
pública como un conjunto de porcentajes proyectados sobre la
población. “ Además de los hábitos mentales de los
investigadores de los medios, el simultaneo ( pero no
enteramente coincidente) desarrollo del negocio de las
encuestas ayudó a promover un simple modelo reduccionista
que ahora también se amplía más allá de resultados
electorales, a problemas y tendencias no electorales.

HABERMAS: “TEORÍA DE LA ACCIÓN COMUNICATIVA”.

La opinión pública interesa, pragmáticamente, como una técnica


eficaz de gobierno, pero ya no es la protagonista de la vida política y
ni siquiera ha de ocuparse de problemas políticos. Por eso, cuando
hoy en día se habla de opinión pública la gente tiende a identificarse
con la opinión de la mayoría de los individuos, que para más
comodidad llamamos Opinión Pública, y ello a pesar de que, como
reconoce el autor, es evidente, que en sentido estricto, esa “opinión
media” no existe. Es solo una medida artificial.
Para Habermas, la opinión pública puede significar dos cosas
muy diferentes. En primer lugar, hace referencia a una instancia
crítica, de los ciudadanos particulares en comunicación racional con
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los representantes de las diferentes instituciones y con una


posibilidad real de deporte público, abierto y democrático, o bien a
una instancia receptiva de los ciudadanos aislados y particularizados,
sin posibilidad de comunicación real con los gobernantes instalados
en la notoriedad pública, ante lo que sólo se puede reaccionar con
aclamación ya que los miembros de la notoriedad pública sólo usan
una divulgación manipulativa del mensaje.

NUEVAS ORIENTACIONES EN EL ESTUDIO DE LA OPINIÓN PÚBLICA.

Sartori crítica la seudo dependencia de los políticos y concluye


que “ los sondeos no son un instrumento del demo poder, un
instrumento que revela vox-populi, sino sobretodo una expresión del
poder de los medios de comunicación sobre el pueblo y su influencia
bloquea frecuentemente decisiones útiles y necesarias, o bien lleva a
tomar decisiones equivocadas, sostenidas por simples rumores, por
opiniones débiles, deformadas, manipuladas e incluso desinformadas.
En definitiva por opiniones “ciegas”. No hay comunicación directa
entre políticos y ciudadanos sino entre imágenes y expectativas
representadas en el escenario de los medios.

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