Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Calle César Aníbal Vallejo #5, esq. San Lucas; San Pedro de Macorís, Rep. Dom.
“Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron
a una. Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo:
Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el
primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.”
(Mateo 22:34-40; RVR1960)
1 de 4
La observancia correcta del Primer Gran Mandamiento nos permite desvincular nuestro
ánimo de las luchas y rebatiñas partidistas, pues nos hace conscientes de que nuestro
compromiso y pasión no es por este sistema de cosas, pero por y para nuestro Buen Dios
y su obra. Crear divisiones, y como consecuencia enfrascarnos en discusiones a causa de
candidatos y partidos políticos es un sin sentido, un anacronismo, algo incompatible con
la fe en el Señor, pues nuestra confianza y dependencia no puede ser depositada en cosas
ni en otras personas, debe reposar primaria y exclusivamente en Dios. Igualmente,
entender esto nos capacita para reconocer el control que el Señor tiene sobre su creación,
y cómo incluso los que consideramos ser los peores gobernantes son permitidos por Él
para cumplir con su Santa Agenda (v.g. Isaías 44:24 – 45:1-7):
De la manera que el Primer Gran Mandamiento nos libra de ser idólatras y coloca nuestra
esperanza donde corresponde, el Segundo Gran Mandamiento nos libra del egoísmo y la
soberbia. Es muy común anteponer nuestro beneficio o el de nuestros familiares y amigos
en cuanto a regalos, prebendas, promesas y compromisos personales asumidos y
ofrecidos por algún candidato, antes que el bien común, lo que realmente es mejor para
todos. Elegir por razones egoístas como las mencionadas aquí no muestran un carácter
cristiano, una convicción y fe como la que debe vivir un discípulo de Cristo.
De acuerdo con la Palabra de Dios, ¿cuáles son las características que deben distinguir
a los servidores públicos y a las autoridades en general?
Antes que nada, es necesario decir que, aunque pudiera ser lo preferible, como discípulos
de Cristo no debemos confundir el estado con la Iglesia. No podemos enfocarnos en elegir
candidatos cristianos si estos no reúnen las condiciones adecuadas y las características
que la Palabra de Dios establece para los gobernantes y autoridades. En otras palabras:
el hecho de que algunos candidatos digan ser o sean reconocidos como cristianos no es
una evidente razón para que votemos por ellos.
La Palabra de Dios no nos habla de alcaldes y regidores, sin embargo, podemos extraer
principios bíblicos que aplican a todos los que en nuestros tiempos ocupan cargos
públicos, altos funcionarios. El mejor o más idóneo ejemplo es el de los jueces
establecidos por Moisés para ayudarle en la tarea de cuidar y administrar el pueblo de
Israel en su peregrinar en el desierto:
“En aquel tiempo yo os hablé diciendo: Yo solo no puedo llevaros. Jehová vuestro
Dios os ha multiplicado, y he aquí hoy vosotros sois como las estrellas del cielo en
multitud. ¡Jehová Dios de vuestros padres os haga mil veces más de lo que ahora
sois, y os bendiga, como os ha prometido! ¿Cómo llevaré yo solo vuestras
molestias, vuestras cargas y vuestros pleitos? Dadme de entre vosotros, de
vuestras tribus, varones sabios y entendidos y expertos, para que yo los ponga por
2 de 4
vuestros jefes. Y me respondisteis y dijisteis: Bueno es hacer lo que has dicho. Y
tomé a los principales de vuestras tribus, varones sabios y expertos, y los puse por
jefes sobre vosotros, jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez, y
gobernadores de vuestras tribus. Y entonces mandé a vuestros jueces, diciendo:
Oíd entre vuestros hermanos, y juzgad justamente entre el hombre y su hermano,
y el extranjero. No hagáis distinción de persona en el juicio; así al pequeño como
al grande oiréis; no tendréis temor de ninguno, porque el juicio es de Dios; y la
causa que os fuere difícil, la traeréis a mí, y yo la oiré. Os mandé, pues, en aquel
tiempo, todo lo que habíais de hacer.” (Deuteronomio 1:9-18)
Del pasaje presentado aquí podemos apreciar que de las autoridades se requiere que
sean sabias, entendidas y expertas en la materia para la que se postulan. Estas
características implican conocimientos, habilidades, experiencias de vida que se
correspondan con las responsabilidades de las funciones que aspiran a desempeñar; esto
es muy importante en nuestro país y para estas elecciones municipales, en las que los
alcaldes y regidores a ser electos tienen como únicos requisitos (de acuerdo con el artículo
37 de la ley 176-07) el ser dominicanos, mayores de edad, en pleno ejercicio de sus
derechos civiles y políticos, domiciliados por al menos un año en el municipio que habrán
de representar, y saber leer y escribir. Es evidente que nuestro Dios espera más de
nuestras autoridades que nosotros mismos. Por lo mismo, elegir a quienes no pueden
mostrar los conocimientos, habilidades y experiencias correctas para los cargos a los que
aspiran es obviamente contrario a los principios que Dios establece. Para lograr cumplir
con este primer principio se hace necesario el conocer a los candidatos y también sus
propuestas.
De este texto, en segundo lugar, podemos también entender que se requiere de estas
autoridades el que sean capaces de:
3 de 4
• Ser humildes, entendiendo sus limitaciones y procurando el someterse siempre a
aquellos que están dispuestos para evaluarles y a la vez asistirles en sus
responsabilidades (v. 17).
• La justicia como fin es el objetivo principal que todas las autoridades y
funcionarios públicos deben procurar; el hacer distinción entre personas como
respuesta, como pago a favores recibidos (materiales o no) es negar la
oportunidad a los demás de ser gobernados con justicia:
“Jueces y oficiales pondrás en todas tus ciudades que Jehová tu Dios te dará en
tus tribus, los cuales juzgarán al pueblo con justo juicio. No tuerzas el derecho; no
hagas acepción de personas, ni tomes soborno; porque el soborno ciega los ojos
de los sabios, y pervierte las palabras de los justos. La justicia, la justicia seguirás,
para que vivas y heredes la tierra que Jehová tu Dios te da.” (Deuteronomio 16.18-
20)
Como discípulos de Cristo haremos bien en esforzarnos por conocer, en cuanto nos sea
posible, la vida, experiencia y propuestas de los diferentes aspirantes a alcaldes y
regidores, y evaluar estas informaciones a la luz de los principios bíblicos, siempre
considerando el bien común.
Finalmente, es necesario insistir que nuestro buen Dios sigue a cargo, no los políticos ni
las autoridades. Nuestro deber no es promover cambios de gobiernos, pero más bien
cambios en el alma de los perdidos, somos los agentes designados por Dios para esta
hermosa labor que tiene importancia eternal. Nuestra intención no es motivarles a votar
por candidatos específicos (¡Dios nos libre!) pero sí motivarles a votar con fe.
4 de 4