Sunteți pe pagina 1din 5

Como ya es bien sabido, la ética es un tratado práctico,

porque se refiere a las acciones humanas y a la vida moral, no

solo para conocerlas, sino principalmente para dirigirlas.

Podemos decir entonces que el ámbito de la realidad estudiado

por la ética, está constituido, por la persona humana. Se sabe,

también, que proviene etimológicamente del término (ethos,

que se traduce por “hábito” o “costumbre”. Esto nos permite

precisar, de que el carácter o modo de ser no es el

temperamento o constitución psicobiológica innata, sino la

forma de ser que la persona adquiere para sí misma a lo largo

de su vida, emparentando con el hábito, que es bueno o malo.

Según varios autores, la ética es pues, una disciplina

filosófica, esto es una investigación racional y sistemática que

estudia su objeto propio (la vida moral) desde una perspectiva

de totalidad, y con el propósito de sacar a la luz, sus aspectos

más profundos y universales. Todo esto implica que la ética se


distingue, por una parte, del conocimiento moral espontáneo y

por otra, de las disciplinas teológicas y de las ciencias positivas.

Es por ello, que el punto de partida de la reflexión ética, es

la experiencia moral, y la experiencia de la moral. Como todo

ser humano, la ética tiene como punto de partida y fuente de

sus datos, la experiencia, entendida como un contacto del

hombre, con el ser (con el mundo, consigo mismo, con los demás

hombres) que tiene lugar gracias a la colaboración entre los

sentidos y la inteligencia. El fenómeno moral, antes de ser

objeto de la reflexión filosófica, es una realidad

conscientemente vivida por el hombre.

El problema moral se plantea por sí solo o, mejor, surge

porque el hombre es un ser moral, y lo es antes de ser un

estudioso de ética o de cualquier otra disciplina científica. La

ética goza por tanto de un punto de partida experimental

propio y específico.
Se habla entonces, de una experiencia de la moral, y de una

experiencia moral. La primera de ellas, se refiere al

conocimiento de realidades morales o que tienen que ver con la

moral (costumbres, fenómenos espirituales exteriorizados,

instituciones, razonamientos morales), alcanzado por

observación externa. La experiencia moral consiste, en la

actividad espontánea con que nuestra razón práctica, dirige las

operaciones voluntarias desde el punto de vista del bien

absoluto. Es la experiencia de la deliberación moral, en la que

intervienen convicciones éticas precientíficas de carácter

universal y de carácter particular, conocimientos acerca de las

virtudes y conocimientos acerca de las acciones y de sus

consecuencias; es también la experiencia del sentido del deber

y la conciencia de la satisfacción o de la culpa.

Sobre la actividad espontánea de la razón práctica, que

constituye la moral vivida, reflexiona la ética filosófica, tanto

para comprender su sentido y su fundamento, como para

esclarecer, purificar, precisar y desarrollar, sus criterios de

juicio y sus motivaciones.


El objeto de la experiencia moral somos nosotros mismos y

nuestra vida, circunstancia por la que no siempre es posible la

necesaria objetividad y rectitud de juicio: nadie es buen juez

de sí mismo. El conocimiento moral común está además sujeto a

condiciones históricas, sociales, educativas, ideológicas y

filosóficas que pueden deformar sus contenidos y su sentido

mismo. El papel de la experiencia moral en la metodología ética,

es extremadamente complejo. Si la experiencia moral es la

fuente irrenunciable de la reflexión ética, la experiencia es

también fuente de ilusiones y errores, no porque sea engañosa

en sí misma, sino por las pretensiones personales que a veces la

fuerzan y la distorsionan. Tales errores han de ser corregidos

por la ética, pero ésta no dispone de otros medios, para operar

esas correcciones que una mejor lectura de la experiencia

misma a la luz de los primeros principios prácticos, que son

internos a la experiencia moral misma. Entre la experiencia

moral y la reflexión ética se establece un continuo ir y venir

que a la larga funciona bien, y permite superar los errores y

jerarquizar los diferentes los diversos puntos de vista.

S-ar putea să vă placă și