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III.

LA iNSUFRiBLE ATROCiDAD:
“LO TERRiBLE DE LAS PENAS
81
DEL iNFiERNO”186
Durando, pues, la pena del infierno horas
infinitas, días infinitos y siglos infinitos,
será una pena y mal infinito que sobrepuje
a todo discurso y pensamiento nuestro.
[…] Confieso llanamente que con esto se
me acaba todo el entendimiento y senti-
dos, ni sé qué hablar y quedo pasmado y
confuso. 187

En este capítulo analizaré la relación que exis- 186


Pablo Señeri, op.
cit., p. 139.
te entre la obra Las penas del infierno los escritos de 187
Ibídem, p. 122,
126.
Señeri con los grabados de Villavicencio. Conside-
raré tres apartados que agrupan de acuerdo a su
contenido los siete capítulos del tratado de Señeri
y las mismas cuevas de Las penas del infierno. En el
primero referiré el ambiente y las penas de senti-
do, en el segundo abordaré la caracterización de
los demonios y de los condenados y en el tercero
me referiré a los tormentos de la psique.

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el infierno abierto al
novohispano

82

Fig. 56. Las penas


del infierno: la
caída de los conde-
nados. ►

1. El ambiente y las penas y lo muestra como un conjunto de


de sentido compartimentos, donde parece que
los tormentos se aplican de manera
especializada en cada uno de ellos.
(Fig. 1)
188
“[…] he repar- La estructura iconográfica de la
tido en estas con- pintura Las penas del infierno se
sideraciones cuan- fincó en la división del libro El in- En la parte superior, los con-
tos son los días de fierno abierto, ya que en el lienzo
la semana; y cada
denados que caen hacia las gru-
una de ellas he
las siete reflexiones devinieron en tas hacen evidente la condición
dividido en tres siete cavernas, de las cuales cada subterránea del infierno. (Fig. 56)
puntos, para que una simboliza uno de los tormen- Esta caída también evoca cómo los
la distinción y el tos referidos y conservó el título y hombres sucumbirían ante las ten-
orden ayuden a la la cita bíblica que el mismo Señeri
claridad”, ibídem,
taciones del mal, causa de su eterna
p. 3.
dispuso. Esta primera semejanza aprehensión, ya que en la tradición
189
Ibídem, p. 116. no obstante también es la prime- cristiana se dice asimismo “caer”
Caso contrario, la ra dicotomía texto-imagen, ya que para referir el desapego a los man-
puerta del cielo se mientras el libro describe siete datos morales. Ancha y espaciosa
creía más pequeña instancias distintas sólo para re-
que el ojo de una
era la puerta del infierno, muchos
aguja.
flexionar a lo largo de los días de llegarían por ella al sufrimiento sin
la semana y hacer comprensible la fin.189 Ya decía Señeri que este des-
magnitud del sufrimiento de los tino era
condenados,188 la pintura rompe la
unidad tácita del infierno de Señeri

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la insufrible atrocidad
Fuego eterno, eterno llanto, che en un averno donde se sabe que
nada de bien, todo de mal, privan las llamas? ¿Cómo conciliar
rabias, gusano inmortal,
ideas aparentemente antagónicas 83
cárcel, tinieblas, espanto.190
como lago e incendio? En el dis-
El mismo teólogo consideró que curso teológico sí se podía plantear
los deleites terrenales eran amena- estas disyuntivas y exponerlas de
zas continuas de caer en el infierno, manera retórica, en las imágenes
ya que entregarse a ellos equivalía resultaba imposible.
a poner un pie en la boca del in-
fierno, de tal manera que “un lige-
Texto y pintura coinciden en
ro vaivén”, como un accidente en 190
Ibídem, p. 94.
un panorama abrumador. Señeri 191
Ibídem, p. 165.
vida, arrojaría a los individuos en
compara el cielo con el averno a 192
Ibídem, p. 10.
las profundidades del abismo.191
fin de crear una idea pesimista en 193
Ibídem, p. 98.
el lector: el condenado miraría “so-
194
Ibídem, p. 136.
195
A propósito de
¿Quién de vosotros, quien tendrá bre sí cerrado el cielo; debajo de sí,
esta dicotomía es
ánimo para vivir dentro de seme- un fuego abrasador que nunca se prudente recor-
jante fuego, y sufrir los ardores apagará; alrededor de sí, insufri- dar la disyuntiva
eternos? ¿Habrá, por ventura, al-
guien que tenga tanto valor? No
bles demonios, y dentro de sí, una “la pintura es una
suma pena.”193 Ésta sería la cloaca poesía muda y la
por cierto, y con mucha razón.
poesía una pintura
¿Pues cómo en cada paso de vues- donde los pecadores vivirían en el
parlante”. Gothold
tra vida, pecadores, os exponéis error eterno de creer que Dios, por Ephraim Lessing,
con pecar a caer en ellos?192 su misericordia, algún día los per- Laocoonte o de los
donase, sin comprender que para él límites de la pintura
los pecados eran “la suma fealdad” y de la poesía. Méxi-
A lo largo de su obra y con las escri- co, introducción
turas bíblicas como sustento, Señe- y “dignos de aborrecimiento”.194
de Justino Fernán-
ri utilizó distintos apelativos como dez. México, Uni-
sinónimo de infierno. Algunos re- versidad Nacio-
Con la misma intención des- nal Autónoma de
saltaban sus características físicas, alentadora y consternante, el pintor México: Instituto
como despeñadero, horrible lago, retomó la fealdad en Las penas del de Investigaciones
pozo infernal, cueva, crujía, cárcel, infierno y la representó como sinies- Estéticas, 1960, p.
calabozo de fuego, incendio, horno tros monstruos que acechan a los 2. Este libro desa-
y noche eterna. Otros subrayaban rrolló una serie de
condenados, afilados colmillos que divergencias y co-
sus atributos psicológicos; a éstos desgarran la carne humana, mu- incidencias entre
corresponden los nombres abis- tilación de miembros corporales, la plástica y la li-
mo de penas, congojas y lamentos; cuerpos que yacen cual cadáveres teratura, mediante
eterna desesperación, lugar de tor- y la ira y el sadismo de los diablos, las cuales propuso
mentos, centro de todos los males, una conciliación a
entre otros. la antigua dispu-
condena perenne y muerte eterna. ta entre poesía y
pintura, entendida
El pintor tuvo que elegir los esta última como
La pintura Las penas del infier- recursos más eficaces para causar cualquier mani-
no evoca muchos de estos epítetos: impacto y conmoción en los espec- festación plástico-
resultan evidentes aquéllos que tadores del lienzo. La riqueza des- visual y aquélla,
describen la constitución material, como cualquier
criptiva de Señeri quedó en mu- tropo literario.
se deducen los de tipo emocional, chas ocasiones disuelta en el mar Aunque Lessing
y algunos como “lago” y “noche de figuras pintadas, no obstante sólo mostraba inte-
eterna” fueron omitidos, probable- fue también gracias a las imágenes rés por el arte laico,
mente a causa de la complejidad que las meditaciones cobraron una especialmente el
para representarlos de manera fi- griego y romano,
dimensión humana y visualmente a lo largo de este
gurativa. ¿Cómo representar la no- aprehensible.195 capítulo recurriré
a él constantemen-
te, no como línea
metodológica pero
sí como fuente
estético-histórica,
por tratarse de un
autor que trató te-
mas muy cercanos
a las relaciones
texto-imagen que
se establecen entre
El infierno abierto y
Las penas del infier-
no.

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el infierno abierto al
novohispano

84

Fig. 57. Las penas


del infierno: la
cárcel. ►

196
Pablo Señeri,
op. cit., p. 26. Estas
consideraciones Señeri dedicó las primeras dos obstante estuviera llena de fuego.
todavía se fincaban meditaciones de su libro, “La cárcel La penumbra eterna del ambiente
en el rancio siste- del infierno” y “El fuego”, a descri- era el primer mal que asolaría a los
ma ptolemaico- bir el ambiente infernal. Argumen- cautivos. Este abismo sería como
aristotélico, a pe-
sar que hacía casi
tó que este espacio fue construido una noche horrenda sin vacío y sin
dos siglos de las por Dios en el centro de la Tierra: esperanza; la poca luz que irradia-
tesis copernicanas conforme la silueta de ésta, era una ban las llamas quedaría ensombre-
y una cincuentena cueva redonda “de muchas leguas cida por el humo de la misma com-
de las galileanas. en su circunferencia, en lo profun- bustión.200
Como en toda la
teología cristiana,
do y en lo alto”.196 Dijo que el in-
los acentos plató- fierno se hallaba en el punto más
nicos pesaron en distante al cielo,197 y que se aparta- Señeri nunca abandonó el re-
este “tratadillo”, ba del plano terrenal 4 000 millas, gistro simbólico de la palabra “cár-
tal como se percibe longitud que equivalía al grosor de cel”, sin embargo el pintor de Las
en las oposiciones
sus muros.198 penas del infierno dispuso una infra-
y corresponden- estructura que parece materializar
cias entre cielo e
infierno: arriba y
esta idea en una serie de entes físi-
abajo, bien y mal, El mismo autor decía que esta cos. Cuando uno contempla la pin-
respectivamente. caverna era una “cárcel” ocupada tura se tiene la impresión de una
Más aún, el autor por los cuerpos de todos los conde- mazmorra subterránea, donde las
declaró que el in- nados, quienes no podrían mover- piedras del primer plano parecen
fierno era una pri-
sión oscura, donde
se y deberían permanecer amonto- definir celdas y pasillos; mientras
se vivía en ausen- nados y sin espacio entre ellos.199 en los planos posteriores se dibujan
cia de luz, es decir Pese a su gran tamaño no tendría pasadizos arquitectónicos como si
lejos de la manifes- cupo suficiente y su aspecto sería el fueran muros de calicanto. Incluso
tación divina; ibí- de una crujía estrecha y oscura, no se aprecia un edificio íntegro en el
dem, p. 10.

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la insufrible atrocidad

85

◄ Fig. 58. Las


penas del infier-
no: herramientas
punitivas.

197
Ibídem, p. 11.
198
Ibídem, p. 13.
fondo de una de las cavernas pinta- A diferencia de las representa- 199
Ibídem, p. 12-13.
das. (Fig. 69) ciones infernales que provinieron 200
Ibídem, p. 14-15.
de la tradición medieval, en Las 201
Caso contrario,
penas del infierno no hay instru- por ejemplo, la
Con base en el segundo graba- mentos de tortura sofisticados, ta-
pintura ya citada
do de Villavicencio, el pintor reali- Infierno, del tem-
les como camas de clavos, calderos plo de Zimatlán
zó la primera de sus cuevas. En ella hirvientes y ruedas dentadas.201 En de Juárez, Oaxaca,
dispuso barrotes como si se tratara esta pintura sólo aparecen algunas también del siglo
de una celda, en la cual padecen los herramientas punitivas como ca- XVIII, sí luce un
condenados sujetos por cadenas. denas y grilletes que sujetan a los
complejo aparto
Al centro de esta sección de la obra, punitivo con el
condenados; hachas, pinzas, saetas, que los demonios
se aprecia un personaje semejante lanzas, tridentes y hoces utilizadas castigan a los con-
al representado en la ilustración por múltiples demonios para ame- denados.
del libro: esposado de las manos, drentar, desgarrar, y mutilarlos, así
el individuo está rodeado por los como mazas, escarpias y yunques
anillos de una serpiente, su rostro para golpear y atravesarles la cabe-
demuestra el terror y el sufrimiento za. (Fig. 58) Esta multiplicidad de
causados por la mordedura que el tormentos contrasta con la inten-
ofidio está por darle. En esta misma ción simbólica, no real ni física, que
cueva, unos malditos sufren enca- Señeri tuvo al mencionar algunos
denados a las piedras, otros portan de estos instrumentos en su libro.
collares con candados y uno más Por ejemplo apunta
sufre porque un demonio le cerce-
na la lengua con unas pinzas. (Fig.
57) La lóbrega oscuridad
de esta cárcel, sus prisiones

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y sus grillos son pensiones intitulada “El gusano de la concien-
que forja la libertad.202 cia”. El resto de la obra gana calidez
86 gracias a la imprimatura roja, lo
Dado que teológicamente el hom-
cual hizo visualmente prescindible
bre poseía libre albedrío, es clara la
la figuración de llamas y permitió
intención de Señeri por alegorizar
al pintor dedicar mayor interés al
su condena voluntaria mediante
dolor por instrumentos. Así como
los grilletes. Por otra parte las ca-
para san Agustín el fuego de la tie-
denas y los cepos que menciona
rra era sólo un reflejo del que ardía
sólo fueron un recurso verbal para
en el infierno, el óleo ofrece una
explicar cómo el fuego detendría a
202
Pablo Señeri, op. idea implícita de éste, un destello.
los condenados y evitaría su esca-
cit., p. 10. (Fig. 59)
203
Ibídem, p. 12. patoria.203
204
Ibídem, p. 30- 31
cf. Apocalipsis, 20, El tratado precisa que todo el
9. Esta idea ha- El castigo por fuego caracte-
espacio sería inhóspito porque pri-
bía sido plasma- rizó al infierno desde sus orígenes
da por Giotto en varían las llamas y el humo,208 pro-
bíblicos. Con base en el Apocalipsis
el Juicio final de la ducidos por la quema constante de
de san Juan se creía que estas lla-
Capilla Scroveg- azufre y alquitrán.209 A este respec-
ni, anteriormente mas provenían del trono de Dios
to el pintor incluyó dos columnas
ya citado. Al cen- en el cielo y que Él les ordenaba
de humo que emergen desde ho-
tro de esta obra se la intensidad con que deberían ar-
aprecia un Cristo gueras donde arden condenados.
der.204 Señeri lo consideraba “golpe
apocalíptico entro- (Fig. 60)
nizado en un nim-
del brazo de Dios”; afirmó que este
bo con forma de suplicio era invento de la mente y
mandorla del cual sabiduría de Dios y que la divina El dolor que causaba este in-
surgen las llamas justicia lo había elegido como el cendio fue comparado con la sal:
que descienden al mayor azote contra los infieles.205 causaría ardores pero manten-
infierno, pintado
en el extremo infe-
Además, para su peor sufrimien- dría vivos y con gran amargura a
rior derecho. to, los condenados permanecerían los condenados.210 Les quemará el
205
Ibídem, p. 23. plenos en todos sus sentidos, para cuerpo exterior y las vísceras hasta
206
Ibídem, p. 105- que experimentasen la magnitud los huesos, por lo que cada uno de
106. del tormento.206 ellos sería como un horno o como
207
Ibídem, p. 24.
208
Ibídem, p. 27. una olla, dado que les hervirían
209
Ibídem, p. 15, 24 las entrañas y el corazón.211 Como
Tanto el segundo capítulo de
cf. Apocalipsis, 11, se creía que en dicho órgano mo-
8. El infierno abierto como la cueva co-
raba el alma, ésta sería asimismo
210
Ibídem, p. 25. rrespondiente en Las penas del in-
achicharrada,212 por lo que el fuego
211
Ibídem, p. 28-29. fierno fueron consagrados al fuego
212
Ibídem, p. 31. también era un castigo anímico.
infernal. La relación literatura-pin-
tura que de este asunto encuentro
queda cabalmente expresada por En la pintura no aparecen
una cita de san Agustín utilizada cuerpos calcinados, los existentes
por el mismo Señeri: “[pareciera] están íntegros en medio de las fla-
ser como pintado el fuego de este mas. Cromáticamente algunos con-
mundo en comparación del fuego denados se funden con los tonos
del infierno”.207 Contrario a la ico- ígneos, sus carnaciones se tornan
nografía tradicional en este lienzo rojas, anaranjadas y amarillas. En el
aparecen pocas representaciones centro de la cueva correspondiente
de flamas y sólo dos cuevas fueron fue asimismo plasmada la interpre-
plenamente “incendiadas”, la que tación hecha por Manuel Villavi-
corresponde a esta meditación y la cencio en el grabado El fuego. Como

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87

◄ Fig. 59. Las


penas del infierno:
el fuego.
▼ Fig. 60. Las
penas del infierno:
el humo.

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el infierno abierto al
novohispano
en la placa de metal, en el óleo se uno de ellos bastaría para apestar
aprecia un individuo enredado por el mundo entero.218
88 una serpiente, sin embargo se omi-
tió el demonio simiesco y la saeta
que perfora el pecho del condena- Salvo algunos cuerpos de pie-
do. (Cuadro 2, II. El fuego.) les verdosas que probablemente se
relacionen con la corrupción de la
materia, en la pintura no existen
Señeri afirmó que por natura- alusiones consistentes a la pestilen-
leza el fuego infernal era diverso al cia del ambiente. Si bien es cierto
que conocía el hombre en la tierra: que los olores no tienen una forma
213
Ibídem, p. 24.
214
Ibídem, p. 27. no era benéfico sino vengativo,213 visible para representarlos como
215
Ibídem, p. 22. su calor sería tan intenso que fun- tales, también lo es que otros pinto-
216
Dice Goldman diría montañas;214 ardería mas no res, aunque en contextos distintos,
“Esperar significa alumbraría y sería eterno. Ante tan se valieron de gestos y actitudes
la posibilidad de
devastador castigo un condenado humanos para sugerir la existencia
desarrollar la es-
peranza, que es el preferiría ser en una ocasión con- de aires turbios y viciados.219
elemento que se sumido a permanecer en este seno
opone al infierno.”de brasas por los siglos de los si-
Apud Fernandoglos.215 El fuego que nunca merma En la descripción formal de Las
Savater, Los siete
era sinónimo de nula esperanza, penas del infierno dije cómo ésta era
pecados capitales. una obra notable por el dinamismo
México, Sudame- el futuro sería tan terrible como el
presente, nada lo extinguiría.216 Su que le imprimió el pintor. Los cau-
ricana, 2008 (Filo-
antítesis era el agua redentora del
sofía, 182), p. 152. tivos parecen huir de sus verdugos,
217
Pablo Señeri, op.
bautismo, la cual les hubiera permi- gritan, extienden sus miembros y
cit., p. 31.
tido ingresar a la gloria, sin embar- luchan contra los instrumentos y la
218
Ibídem, p. 17 cf. multitud de serpientes que los ate-
Isaías 34, 3. go sus faltas cometidas les valdría
para siempre el odio de Dios.217 morizan. Empero El infierno abier-
219
Por ejemplo
Cristóbal de Vi- to reza que uno de los primeros
llalpando, en su suplicios que enfrentarían los con-
lienzo Cristo en el La combustión infinita pro- denados es la eterna inmovilidad,
aposentillo, pintó vocaría que el aire se impregnara ya que su amontonamiento les im-
hombres que ta-
con un olor de azufre quemado, sin pediría moverse.220 Estáticos darían
pan boca y nariz
para dar a enten- embargo ésta no era la única pes- cuenta de lamentos, gritos y clamo-
der que la mazmo- te, era sólo la primera de muchas res, atentados contra el sentido de
rra donde estuvo inmundicias que deberían aspirar oído y que volverían intolerable y
preso Jesús poseía los condenados. El olfato era por lo desesperante su permanencia.221
olores desagra-
tanto otro sentido castigado. Como Como se ha visto, la estruendosa
dables. Cf. Juana
Gutiérrez Haces, sumidero del mundo, el infierno sonoridad del infierno sí fue plas-
Clara Bargelli- habría de recibir los desperdicios mada en la pintura.
ni, Rogelio Ruiz de la tierra, una vez celebrada la
Gomar y Pedro purificación del juicio final, lo cual
Ángeles. Cristóbal
aumentaría el aire maloliente. Los Si el ambiente físico, confor-
de Villalpando, ca. me al libro y al lienzo, era por sí
1649-1714. Méxi- diablos poseerían un desagradable
mismo ya doloroso, el psicológico
co, Consejo Nacio- hedor, el cual aumentaría en canti-
nal para la Cultura dad proporcional a la multitud que sería peor: siempre se escucharían
y las Artes, Grupo de ellos allí poblaba. Por último se abominaciones,222 los diablos pro-
Modelo México
sumaría el aroma ponzoñoso de los ferirían mortificaciones y escarnios,
S.A. de C.V., Fo- los condenados se reencontrarían
mento Cultural cuerpos condenados; según Señeri
con los cómplices de sus pecados
BANAMEX A.C., despedirán la fetidez como de un
Universidad Na- cadáver en putrefacción y tan sólo y vivirían eternamente atormenta-
cional Autónoma dos por las dolencias que azotarían
de México: Insti- a sus almas.
tuto de Investiga-
ciones Estéticas, 1997, p. 290-292.
220
Pablo Señeri, op. cit., p. 12-13.
221
Ibídem, p. 39.
222
Ibídem, p. 44.

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la insufrible atrocidad

2. Los habitantes del Las penas del infierno, ya que si un


infierno ejercitante espiritual contemplaba
las crueldades que experimenta- 89
ban los prisioneros a manos de sus
¿Quién querrá pintarte, si nadie quiere
tan sólo verte?223 inclementes celadores, con mayor
seguridad rectificaría su camino en
vida para ganar la salvación y la
belleza del cielo.
De acuerdo con la concepción clá-
sica, y cómo se expresa en este pro-
verbio griego, la mimesis debía es- Además, los desagradables se-
Epigrama grie-
223

tar constreñida idealmente por los res tuvieron un espacio privilegia- go apud Gothold
límites de la belleza. En el pensa- do de reflexión en “La compañía de Ephraim Lessing,
miento cristiano, ésta se vinculó a la los condenados”, título del tercer op. cit., p. 11.
apartado del libro de Señeri, y de la 224
“La vista de un
idea del bien, uno de los principios
tercera cueva de Las penas del infier- demonio es tan
trascendentales de Dios y de los en- horrible que san
tes. Numerosas obras de la plástica no. Mientras la meditación se encar- Francisco, después
religiosa novohispana exaltaban a gó de la descripción física y psico- de haberla teni-
los seres hermosos de la creación y, lógica de diablos y condenados, el do, declaró a su
detalle de la pintura hizo especial compañero, fray
en el más alto de los casos, la be-
hincapié en la naturaleza física de Egidio, que sin
lleza de Dios. Se consideraban be- particular auxi-
llos y dignos de representación la los demonios y el terror que causa- lio de Dios no era
majestad divina, la virgen María, la rían a sus víctimas. A continuación posible mirar un
gloria de los cielos, los ángeles o las expondré la caracterización de los tal monstruo por
habitantes del infierno tanto en el pocos momentos,
ejemplares vidas de los santos. Sin
libro como en la pintura, así como sin morirse. San
embargo ¿quién y cómo pintaría Antonio refiere de
los horrorosos habitantes del infier- el modo en que se relacionan. (Fig. un religioso que
no, si se creían tan feos que nadie 61) habiendo visto a
querría verlos?224 un demonio, de-
cía que de mejor
gana entraría en
un horno ardiente,
En este marco Las penas del in-
que volverle a ver.
fierno aparece como un vasto catá- Santa Catarina de
a. Los demonios
logo de diablos y condenados. Ya Sena afirmaba mu-
que esta obra buscaba revelar a cho más (hablan-
sus espectadores los crueles miste- Según las creencias de la época, en do con el Señor),
que por no vol-
rios de la vida de ultratumba que el infierno los demonios actuarían ver a ver a aquel
esperaban a todo aquel infiel a los como ministros de la justicia divi- monstruo infernal
mandatos de Dios y de la Iglesia, na y verdugos de los condenados, que vio, hubiera
podía valerse de recursos icono- a quienes afligirán de dos maneras: escogido caminar
gráficos ajenos a la tradición de la la primera sería con su horroroso por un camino de
fuego hasta el día
belleza y del decoro.225 Los senti- aspecto, y la segunda, con grandes último del juicio.”
mientos, especialmente de dolor, oprobios.227 Ambas contribuirían Pablo Señeri, op.
y las pasiones, sobre todo de rabia a las penas sensoriales, la primera cit., p. 41.
e ira, afloraron en los personajes atentaba contra la vista y la segun- 225 El decoro fue un
de este lienzo, licencias que pocas da, contra los demás sentidos. canon formal pic-
tórico de origen
veces aparecieron en la pintura vi-
renacentista que
rreinal. La repugnancia, criticada alejó la figura hu-
por los estetas europeos y evitada Pablo Señeri escribió que mi- mana de cualquier
por los pintores novohispanos,226 se rar un solo demonio, por su espe- arrebato pasional
convirtió en el principal recurso de luznante apariencia, era ya un in- y anárquico. Bus-
caba someter la
expresión de las
emociones a la
censura de formas fijas, abstractas e impersonales para dar paso a una realidad sublimada, ennoblecida, exenta de lo
efímero y cotidiano. Vid. Arnold Hauser, op. cit., p. 409-411.
226
Para ensalzar el arte griego, del cual era admirador y difusor, Lessing consignaba que “Ni la rabia ni la desesperación
profanaron ninguna de sus obras”, ya que prefirió “disimular” los sentimientos humanos, por ejemplo la desesperación
la convertía en tristeza, y la ira, en severidad. Él afirmaba que los sentimientos y las pasiones causarían repugnancia en
cualquier espectador, quien experimentaría un profundo desagrado que lo forzaría a desviar la mirada de la obra. Go-
thold Ephraim Lessing, op. cit., p. 20.
227
Pablo Señeri, op. cit., p. 14, 41.

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el infierno abierto al
novohispano

90

Fig. 61. Las penas


del infierno: la
compañía de los
condenados. ►

228
Ibídem, p. 41. fierno e invitaba a reflexionar sobre Por su parte el pintor de Las
229
Ibídem, p. 18, lo atroz que sería observar la multi- penas del infierno si bien se nutrió
128.
230
Ibídem, p. 42,
plicidad de diablos en el averno.228 de las descripciones que ofreció
122. Aunque no precisa con exactitud la Señeri para personificar a los en-
fisonomía de los mismos, sí men- tes malignos, bebió también de las
ciona que eran seres crueles, fuer- fuentes visuales consagradas en la
tes, malévolos y pestilentes.229 tradición y construyó una pléyade
diabólica, quizá una de las más am-
plias y diversas en la pintura novo-
Como era ya tradición, los ani- hispana, pese al reducido límite del
males preferidos para representar lienzo.
a los agentes del mal fueron cu-
lebras y reptiles fantásticos como
dragones. Ellos serían carniceros La obra se convierte en un
monstruosos con ojos deformes cu- nido de pérfidas serpientes, anó-
yos cuerpos podrían tomar figuras malas, crueles. Ellas caen como
“horribles” para semejar osos, leo- lluvia desde las alturas hacia el in-
nes, tigres, lobos y sapos. También terior de la hoguera eterna. A su
podrían manifestarse como arác- paso arrastran a hombres malditos
nidos, alacranes, gusanos y otras que serán lanzados a las llamas que
alimañas. Todos asustarían a los no consumen y sólo queman. Los
miserables, les darían crueles mor- retan, los muerden, los desgarran
deduras y fieros piquetes.230 y los desangran. Delgadas y grue-
sas reptan por las cuevas, sus cuer-
pos escamosos ondean mientras se

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la insufrible atrocidad

91

◄ Fig. 62. Las


penas del infierno:
serpientes y conde-
nados.

yerguen, al momento de lanzarse a de reptiles, escamas y pelo les cu-


provocar una herida o cuando so- bren los cuerpos, poseen barbas de
meten y retienen a los condenados cabra, hocicos que podrían perte-
en su desesperado movimiento. Se necer a un cochino y alas quizá de
enredan en sus brazos, alrededor murciélago que se extienden desde
de sus caderas o entre sus piernas. sus lomos parecidos a espaldas hu-
Las cabezas de tan fatídicas sierpes manas. (Fig. 61)
adoptan rasgos aguileños, siluetas
de dragón y hocicos de cerdo. Sus
fauces abiertas dejan ver dentadas Los demonios antropomorfos
mandíbulas y enrojecidas lenguas. son otra variante. En ellos la es-
(Fig. 62) tructura y posición misma de los
cuerpos son los elementos que re-
miten a la silueta del hombre. Seres
Toca el turno a los dragones, bípedos, con piernas y brazos, sus
seres que oscilan entre la natura- pieles son negras, en ocasiones con
leza de un ofidio, un lagarto, un reflejos carmín. Aparecen algunos
quiróptero y un ave. Los antiguos con largos rabos negros y con pa-
monstruos mitológicos transfigu- tas de macho cabrío, estas últimas
rados por el velo moral cristiano probablemente sean herencia in-
en espantosas caras del mal y del consciente del numen griego Pan.
pecado. Dos robustas bestias do- Las cabezas de todos han sido des-
minan la tercera cueva, precisa- figuradas o alternadas por rostros
mente la dedicada a los pobladores que recuerdan felinos, roedores o
del averno. Sus miembros como cabras. Todos expresan un sem-

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el infierno abierto al
novohispano

92

Fig. 63. Las penas


del infierno: diablos
antropomorfos. ►

blante malicioso, destructivo, que El último género demoniaco


goza con el mal que confieren a los que se encuentra en el óleo son las
reos. Ocho diablos de esta “espe- sabandijas, tanto las reales como las
cie” extienden sus alas, mientras ficticias. A las primeras correspon-
sobrevuelan esta infernal crujía o den escorpiones y escarabajos que
al momento de torturar a sus vícti- merodean la tercera cueva del lien-
mas. (Fig. 63) zo, y que se vinculan con el escrito
de Señeri y con el cuarto grabado
de Villavicencio. A las segundas
Atención especial merece una atañen cuadrúpedos híbridos, pa-
serie de rostros alados que se ele- recidos a felinos y cánidos, que me-
van por los registros altos del óleo o rodean la primera cueva, “La cárcel
que detienen su vuelo en las caver- del infierno”. (Fig. 57 y 61)
nas inferiores, como para contem-
plar impávidos las puniciones. En
el primer capítulo había ya dicho Acerca de los diablos se podría
que algunos teólogos establecieron concluir brevemente que las imáge-
un paralelismo antagónico entre la nes del óleo por mucho superaron
estructura cortesana del cielo y el la letra del teólogo italiano, ya que
infierno; por ejemplo, mientras en no sólo interpretaron sus palabras
las alturas empíreas existían jerar- para crear una prolífica taxonomía
quías angélicas simbólicas de las del mal, sino que motivadas por la
virtudes, en el abismo se hallaban fantasía habrán también contribui-
diablos que personificaban los vi- do a que el espectador imaginase
cios. Podría ser, con fundamento en un sinfín de aspectos malignos.
la semejanza iconográfica, que los
diablos conformados sólo por una
cabeza flanqueada por alas sean los
adversarios de los serafines y los
querubines. (Fig. 64)

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la insufrible atrocidad

93

◄ Fig. 64. Las


penas del infierno:
rostros alados.

b. Los condenados tos con anatomías idealizadas. Tal 231


Ibídem, p. 8, 14.
como marcaba el gusto de la épo-
232
Ibídem, p. 11.
233
Ibídem, p. 129.
ca, sus cuerpos desnudos lucen 234
Ibídem, p. 94.
Los condenados, según Señeri, fue- musculaturas corpulentas, sobre 235
Ibídem, p. 13.
ron quienes por amar los deleites todo aquellos que caen desde el 236
Ibídem, p. 15.
y las sensualidades de la tierra no plano superior. La debilidad que 237
Ibídem, p. 38-39,
se preocuparon por la eternidad,231 los aquejaría quedó nulificada ante 46, 58.
no pensaron ni miraron el cielo en la fuerza que imprimen los presos
238
“[…] después de
vida,232 y mediante sus pecados se muchos siglos, pa-
para luchar, aunque inútilmente, deciendo muy gra-
convirtieron en esclavos de los de- contra las cadenas, los pinchos y los ves tormentos, no
monios.233 En el infierno subsistirían demonios. En la cueva que incum- les tenga lástima su
atados de pies y manos, padecerían be a la meditación “El fuego”, un divina majestad, ni
hambre y sed,234 serían tan escuá- sujeto sostiene entre sus manos una
siquiera con darles
lidos y débiles que no podrían si- una gota de agua
botella plena de un oscuro líquido. para su alivio y
quiera sacudirse un gusano que les Difícil es vincularla con la sed que refrigerio, del mis-
carcomiese un ojo, mucho menos sufrirían los condenados o cavilar mo modo que se le
liberarse,235 y su vista sería impedi- sobre su posible relación con el pe- negó al rico codi-
da por densos nubarrones, sin que cado de gula y embriaguez, incluso
cioso y avariento;
pudieran distinguir cosa alguna.236 y lo que es más, no
de avaricia.238 (Fig. 65) se les dará gracia
Vivirían rabiosos en compañía de ninguna para reco-
sus semejantes y de sus verdugos. nocer su pertinacia
Su estancia sería intolerable a cau- Psicológicamente un condena- y obstinación en la
sa de los lamentos, clamores, blas- do sentiría gran desesperación con- maldad.” Ibídem, p.
femias, injurias y maldiciones que tra sí mismo al verse sumergido en 101.
239
Ibídem, p. 25, 50.
unos a otros se proferirían eterna- tal desgracia, subsistiría desconso-
mente.237 lado por el fuego que no consume
y su existencia sería más amarga
que mil muertes.239 Eternamente se
Caso contrario a la literatura, lamentaría sin cesar:
el pintor representó a los maldi-

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el infierno abierto al
novohispano

94

Fig. 65. Las penas


del infierno:
condenado con una
botella. ►

240
Ibídem, p. 87-88. ¡Oh qué miserable y sin juicio, ¡Oh si pudiese siquiera conseguir
241
Esta es una dife- pues compré por un momento de el que con mi muerte (aunque se
rencia que Señeri sucio deleite esta eternidad de pe- juntasen en ella los tormentos de
marca entre las áni- nas! ¡Cuántas veces me lo dijeron todos los condenados) se acabasen
mas del purgatorio los confesores! ¡Cuántas lo conocí todos mis males! Pero aún esto no
y los malditos del y lo temí por lo que leí en los libros se puede, por ser eterna la pena de
infierno: las pri- espirituales y oí a los predicado- mi condenación, y así no me que-
meras mitigarían res! Y sobre todo, ¡cuántos remor- da otra cosa sino tormentos para
su dolor gracias a dimientos no tuve por la fe que siempre.240
que se humillan profesaba, la cual me decía y amo-
ante Dios. Ibídem, nestaba ser el único paradero del
p. 100. pecado el infierno! ¡Y yo insensato, Estas quejas le provocarían deses-
242
Ibídem. yo bestia indómita, y maldito, no peración, y la convivencia con sus
me quise abrir los ojos a mi bien,
sino que por mi rebeldía quise iguales, sensaciones de enemistad
condenarme! ¿Cuántos años tuve y odio. En lugar de arrepentirse,
para volverme a Dios? Todos los desarrollaría la idea de vengan-
de mi vida me estuvo llamando su za.241 Los condenados persistirían
inmensa bondad con santas inspi- eternamente en inconformidad con
raciones, me ablandaba con suaves
y amorosas voces, me atraía con los designios divinos, obstinados
grandes promesas y me amedren- en el mal y coléricos “como un sapo
taba con terribles amenazas, pero venenoso y herido”.242 Iracundos,
yo a todo me hice sordo. Y ahora odiarían mortalmente a Dios, pues-
que conozco mi maldad, y estoy to que ahora él les daría la espalda.
sumergido en un mar de lágrimas
y confusiones, no podré conseguir Blasfemarían contra él, maldeci-
lo que consiguiera en vida con rían a los demonios, por haberlos
una sola lágrima de contrición. engañado en vida a través de los
¡Ah infeliz! ¡Ah miserable de mí! deleites, así como a sus cómplices

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la insufrible atrocidad

y amigos. Incluso se insultarían a sí de ver sus cuerpos deformados


mismos por haberse dejado caer en tras continuas mutilaciones, golpes
el abismo.243 y pinchos, infelices sufrirían los 95
embistes demoniacos. Sus pieles,
algunas enrojecidas por el fuego y
Ellos querrían aislarse para otras verdosas, denotan un estado
expiar sus penas, sin embargo esta patológico.
concesión les sería negada y se
consumirían en medio de su rabia;
todos se aborrecerían mutuamen-
te, su convivencia sería dolorosa 243
Ibídem, p. 86.
como espinas en el corazón, no pa- 244
Ibídem, p. 38-39,
rarían de proferirse maldiciones e c. La espantosa relación
45-46.
injurias, desearían destruirse unos 245
Ibídem, p. 46.
a otros, tragarse vivos y comerse
246
Ibídem, p. 63.
La relación entre demonios y con- 247
Ibídem, p. 47.
las entrañas, más aún si se trataba denados quizá sea el tema que Se- 248
Ibídem, p. 43.
de viejos amigos o de cómplices de ñeri planteó con mayor sadismo, 249
Ibídem, p. 42-43.
pecado, porque éstos serían la peor ya que explicó que los verdugos
de las compañías.244 habrían de proferir burlas contra
los torturados para mofarse de su
El autor lanzó una crítica a deplorable situación, puesto que
quienes sentían mayor afecto por los odiarían.248
un semejante que por la divinidad.
Los que se estimaron en vida serían ¿Y qué diremos de los continuos
tan molestos como pértigas clava- oprobios con que a cada uno de
das en los ojos, se despreciarían.245 los condenados irán atormentan-
Los amores idolátricos se converti- do los demonios, juntando todo
género de mofas y escarnios? Ya
rían en terribles espectros que apli- has caído (dirán) maldito en la red,
carían tormentos peores que los y estás en nuestras manos, sin po-
diabólicos a sus antiguos admira- derte jamás escapar. ¡Qué bien lo
dores.246 entendiste en dejarte llevar de tu
deshonestidad!249

[…] no habrá demonio que tanto


te atormente cuanto te atormente Por su parte, la pintura Las penas
aquella persona a quien torpemen- del infierno concretó la descripción
te contra Dios amas ahora. Aquel literaria en fuertes y probablemen-
rostro que tanto miras y casi ado-
ras te parecerá tan horrible y feo, te más convincentes imágenes,
que ni el del mismo Lucifer te será cargadas de un inherente senti-
tan espantoso y abominable.247 do descriptivo-visual de cuerpos,
objetos y acciones, que pretenden
causar repulsión en el espectador.
El odio que los condenados debe- En esta cueva más que en otras se
rían sentir por sí mismo y por sus aprecia el espanto y la sorpresa que
semejantes no fue representado en habrían de experimentar los conde-
Las penas del infierno. El pintor pre- nados ante visiones atemorizantes
firió legar los rencores y azotes a la y antinaturales, como el ataque de
responsabilidad de los diablos, mas sabandijas. (Fig. 61)
no por ello la estadía de los presos
sería más liviana en el plano figu-
rativo. Abandonados a la fealdad

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el infierno abierto al
novohispano
Estéticamente se llama sinies- vocar desagrado y miedo en el es-
tro a lo feo de situación, a todo aque- pectador. (Fig. 71)
96 llo que “nos espanta o nos causa
horror, algo que no es como debiera
ser.”250 Sin embargo esa imposibili-
dad de ser en la realidad humana
constituía la naturaleza en el infier- 3. Las torturas de la psique
no. Allí los espíritus demoniacos,
de quienes sólo se escuchaban y
leían historias, serían materiales, De acuerdo con la teología, el alma
250
Umberto Eco, tangibles, reales. En “La compañía de los hombres tenía diferentes
Historia de la feal- de los condenados” de Las penas del características y capacidades. Era
dad, traducción de infierno, siniestra es la relación entre eterna e indestructible, por tratarse
María Pons Iraza-
los demonios y los presos, el instan- del vínculo que emparentaba a los
zábal. Borgaro, Tu-
rín; Lumen, 2007, te en que la fantasía abandona su humanos con la divinidad;251 poseía
p. 312. estado espectral y se hace presente libertad de albedrío y acción; ella
251
Pablo Señeri, op. mediante fisonomías híbridas que permitía que los individuos expe-
cit., p. 77. conjugan siluetas humanas, cuer- rimentaran sensaciones corporales
nos de macho cabrío y pelambres, y les concedía facultades psíquicas
todas existentes en la tierra pero como la memoria, el razonamiento
fantasmagóricamente articuladas. y el conocimiento, entre otras.
También lo es aquel momento en
que los pecados aparecen ante los
condenados encarnados en mons- A través de las cualidades aní-
truos. micas (es decir, del alma, por su eti-
mología en latín anima), los conde-
nados serían víctimas de otra serie
Pareciera que el rencor y el des- de torturas conforme a El infierno
precio con que los verdugos habrían abierto. Esta categoría de penas,
de atacar a los cautivos del infierno, que bien podrían llamarse psicoló-
así como las expresiones de angus- gicas (por psique, alma en griego),
tia de los condenados, quedaron le mereció especial atención, hecho
manifiestos de modo más explícito que lo distingue y aleja de los escri-
en la pintura que en el texto. El pin- tos medievales acerca del infierno
tor trató de causar repugnancia en y que hasta cierto punto muestra
el espectador mediante la represen- una visión moderna de este aciago
tación de momentos pregnantes, destino: mientras los resabios esco-
aquellos que dan a entender la con- lásticos y algunos escritos místicos
secuencia de ciertas acciones con el aún remitían a los infiernos plaga-
uso de la imaginación. Por ejemplo dos de castigos físicos, el “tratadi-
la serpiente que abre el hocico para llo” de Señeri dio mayor peso a los
morder la cara del condenado en la psíquicos. Quizá esta misma razón
gruta “La cárcel del infierno” sin motivó a que el autor no describie-
que se concrete la acción, el maldi- ra elaborados mecanismos ni arte-
to que con angustia ve cómo el filo factos punitivos, salvo las parcas
de un hacha, empuñada por un de- menciones a los instrumentos me-
monio, vuela hacia su cabeza para tafóricos anteriormente ya citados.
destazarlo en “La compañía de los
condenados” o los martillazos que
están por caer sobre los clavos en La imaginación, la fantasía y
los ojos humanos, en “La eternidad los recuerdos, entre otras capacida-
de las penas”. La intención era pro- des psíquicas, serían azotados con

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la insufrible atrocidad

97

◄ Fig. 66. Las


penas del infierno:
la pena de daño.

tormentos muy superiores a las completar las siete meditaciones 252


Ibídem, p. 98.
penas de sentido.252 Por ejemplo, de El infierno abierto. Esta zona del
253
Ibídem, p. 20, 81.
254
Ibídem, p. 60-61.
los condenados verían sus pecados lienzo es la que condensa un mayor
transfigurarse en los más mons- contenido simbólico, ya que si bien
truosos seres,253 o el pensamiento todo el infierno era en sí una reali-
cavaría en la memoria para flage- dad ajena a la humana, las cuevas
larla con nefastos recuerdos.254 In- superiores expresaron sus carac-
cluso las penas de sentido les pro- terísticas físicas y materialmente
ducirían malestares emocionales: “constatables”, mientras que las
vivirían asolados por la tristeza de últimas se encargan de problemas
verse inmersos en la desolación y metafísicos.
exasperados por sus padecimien-
tos.
Al no contar con palabras que
describiesen en qué consistían los
Para Señeri, tres males resu- castigos de la psique, el autor de Las
mían los padecimientos psicoló- penas del infierno y Manuel Villavi-
gicos: el abandono de Dios, el re- cencio utilizaron para representar-
mordimiento de conciencia y la los figuras humanas provistas de
desesperación. Estas penas y las símbolos que sugieren dichos tor-
de sentido poseerían además como mentos. Pese a que el recurso fue
propiedad común e inmanente la semejante, las imágenes difieren en
eternidad de duración. El regis- que el grabador plasmó hombres
tro inferior de Las penas del infier- aislados, mientras el pintor dispu-
no expone estos males, dentro de so grupos de condenados.
las cuatro cavernas restantes, para

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el infierno abierto al
novohispano

98

Fig. 67. Las penas


del infierno: el gu-
sano de la concien-
cia. ►

255
Ibídem, p. 64. Así como el gusto por los delei- rebelión del alma humana, la cual
256
Ibídem, p. 56-57, tes “prohibidos” originaría la pena en lugar de mantener su “inclina-
59.
257
Ibídem, p. 58, 82.
de sentido, haberse alejado de Dios ción natural” al bien, dio la espalda
258
Ibídem, p. 54. en vida causaría la pena de daño,255 voluntariamente a Dios, el mayor
quizá el castigo más inteligible por de los bienes.
tratarse del mal definitivo a raíz
de la ausencia eterna de Dios en el
abismo. Señeri decía que éste sería Retóricamente el teólogo ex-
un mal superior a los conceptos y al presó tal condena mediante la me-
entendimiento humano, inexpresa- táfora de una venda que privaría a
ble a través de la palabra y ajena a los infieles de contemplar a Dios.258
los sentidos. La llamaba “el infierno Ésta pasó al lienzo donde ciega
del infierno”,256 ya que sería la ma- numerosos cautivos, mientras un
nera como Dios “se convertiría a sí conjunto de diablos los atacan con
mismo en el mayor suplicio”.257 lanzas y agreden físicamente. No
obstante si un iletrado se guiara
únicamente por las imágenes, pare-
Tras la muerte del cuerpo, las ciera que la pena de daño consistía
almas de los hombres, libres de su en que los demonios aprovechasen
prisión material, buscaban instinti- la limitante de sus prisioneros para
vamente volver a Dios, ya que se- violentarlos. (Fig. 66)
gún la teología él era centro, fin y
“corazón” de todas ellas. Por lo tan-
to un alma infernal sufriría infinita- “La tremenda, amarga y gi-
mente por estar separada de Dios. gante” pérdida de Dios se suma-
Esta condena era una respuesta a la ba a la angustia que significaba,

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la insufrible atrocidad

según Señeri, el conocimiento que la única alusión a dicha tortura: un


los castigados poseerían acerca de gusano de menor tamaño se dispo-
la bienaventuranza. Permanecerían ne a efectuar lo correspondiente a 99
frustrados por no alcanzar el sumo otro “maldito”, un dragón ofídico
bien, envidiarían la dichosa visión se disputa con un diablo antropo-
beatífica de los bienaventurados, morfo para roer el busto de otro
mayor premio en el cielo, y la culpa sujeto, mientras que un demonio
se volvería sufrimiento.259 más clava su trinche en el pecho de
un tercero. Las embestidas contra
el tórax que implican estas agresio-
Si la pena de daño era el ma- nes quizá pretendieron simbolizar 259
Ibídem, p. 56, 59-
yor castigo, el estado de conciencia el descuartizamiento del corazón, 60.
de los condenados sería su peor y por consecuencia el de la psique. 260
Inocencio III,
verdugo, ya que como un crudelí- (Fig. 67) Desprecio del mun-
simo áspid atacaría su corazón y, do (De contemptu
por ende, su psique, para propinar- mundi sive de mi-
seriis humanae con-
les tres heridas: los afligiría con la El paralelismo entre la des- ditionis o Del des-
memoria de los deleites pasados, composición material y anímica precio del mundo o
con remordimientos tardíos e in- que planteó Señeri quedó manifies- de las miserias de la
fructuosos y con el pesar de las oca- ta en la séptima cueva de Las penas condición humana),
siones de penitencia perdidas.260 Es del infierno, donde aparece un con- c. 2 apud ibídem, p.
73-74.
decir, mientras en la pena de daño denado al que una serpiente le des- 261
Ibídem, p. 73.
Dios se convertía en sumo flagelo, garra las entrañas y se atraganta 262
“En cuanto al
el castigo de la conciencia era una con ellas.263 (Fig. 71) Una intención gusano que le roe
punición reflexiva, donde los con- y solución formal semejante se ha- el corazón viene a
denados se verían a sí mismos en lla en la pintura Pudridero, conser- ser el gusano de la
conciencia que es
su presente, contemplarían el “ho- vada asimismo en la Pinacoteca de en definitiva dicha
rroroso aspecto de sus acciones pa- la Profesa.264 (Fig.68) conciencia en sí
sadas” y lamentarían nunca haber misma; pues dicen
“corregido” su vida. Mientras en de ella los teólogos
la tierra, el cadáver de un infiel se El “gusano” mantendría en que remordiéndo-
conciencia la desdicha de los pre- la estimula el alma
corrompería y sería devorado por de los pecadores,
sabandijas, de modo análogo, en sos aunque les nublaría con “tinie-
manteniéndose
el infierno, su psique sería corroí- blas interiores” el entendimiento activa y vigilante
da por la conciencia, oculta bajo la y la memoria. Ellos olvidarían su mientras absorbe
metáfora de un gusano:261 sería la vida pero les sería permitido re- los pulsos y san-
cordar los placeres por los que se gre del pecado,
podredumbre del alma por el peca- del que se nutre
do.262 condenaron,265 para que los compa-
y toma su vigor y
rasen con los azotes infernales y su- entereza.” Cesare
friesen por añoranza.266 La fantasía Ripa, Iconología,
Manuel Villavicencio grabó un evocaría imágenes deleitosas del tomos I y II. Tra-
gusano con afilados dientes para pasado y las transfiguraría en ho- ducción del ita-
desgarrar el pecho de un conde- rrorosas visiones: lo bello de la tie- liano, Juan Barja
y Yago Barja; tra-
nado, el cual fue trasladado a Las rra mutaría en espanto, cada culpa ducción del latín
penas del infierno mediante la efigie se transformaría en un “infierno”,267 y griego, Rosa Ma.
de una sanguinaria víbora que dis- y adquiriría la apariencia de un Mariño Sánchez-
fruta sonriente el instante cuando ominoso monstruo más feo que Elvira, Fernando
brota el chorro bermejo de un torso cualquier diablo.268 Además por García Romero. 3ª
ed. Madrid, Akal,
masculino. Esta imagen se aprecia magnífica que fuese cualquier re- 2002 (Arte y estéti-
en la cueva que alude al suplicio membranza de placeres, quedaría ca 8); t. II, p. 188.
de la conciencia, sin embargo no es disminuida por la enorme y eterna 263
¡Ay gusano, /
que así repastas
tirano, / en mis
entrañas tu diente!
Pablo Señeri, op. cit., p. 72.
264
Este óleo representa un cadáver putrefacto y con los intestinos visibles, cuyo fin era reflexionar sobre lo efímero,
despreciable y negativo de la materia. Probablemente también expresa el espejo cuerpo-alma, donde la fealdad física
corresponde a lo grotesco del alma.
265
Pablo Señeri, op. cit., p. 72-73.
266
Ibídem, p. 76, 99.
267
Ibídem, p. 66.
268
Ibídem, p. 81.

Neevia docConverter 5.1


el infierno abierto al
novohispano

100

Fig. 68. Pudridero.


269
Ibídem, p. 77. realidad de los castigos menciona- el último, un legajo abierto. Los tres
270
Ibídem, p. 78-79. dos.269 objetos quizá se relacionen con la
271
Ibídem, p. 85.
272
La bolsa cerrada
avaricia, el pecado capital más re-
es un atributo que probado por la teología.272 Además
desde la Antigüe-
No pararían ahí los horrores el tercero también se podría decir
dad ya se había por recuerdo, ya que también se que lleva el libro de malas acciones,
dado a las perso- volverían lastres los momentos recurso iconográfico frecuente en
nificaciones de la desaprovechados para arrepentirse escenas de juicios finales e indivi-
avaricia, dado que y redimirse. Los cautivos sólo pen-
representaba la ob- duales que tal vez aparece en esta
sesión por retener
sarían en pedir perdón, pero para obra por relacionarse con la memo-
bienes materia- su desgracia no tendría ya sentido ria de los hechos vividos. (Fig. 67
les. Cesare Ripa, alguno.270 Para Señeri “la víbora” y 26)
op. cit., t. I, p. 123. que más crudamente emponzoña-
Mientras tanto, el ría el corazón de los condenados
documento enro-
llado como el lega-
sería la del “tiempo perdido”: las Todas las torturas hasta aho-
jo podrían simbo- almas no cesarían de llorar por ha- ra descritas atacarían simultánea-
lizar la propiedad ber desperdiciado las oportunida- mente a los condenados; éstos
de tierras, tal como des de su salvación.271 “cargarían sobre sus espaldas”
interpretó Jaime los castigos del cuerpo y de la psi-
Morera en una
personificación del
que, unidos por Dios “como en un
Los únicos tres malditos con mazo”.273 La divina justicia los he-
lienzo Juicio final
de Zimatlán de
atributos identificables en Las pe- riría con sus flechas, los golpearía y
Juárez, Oaxaca. Jai- nas del infierno se alojan en la cue- sumiría en “un continuo naufragio
me Morera, Eterni- va correspondiente al gusano de la de molestias, de agonías, de rabias
dad novohispana… conciencia. Probablemente simbo- y de angustias”.274 Este diluvio de
op. cit., p. 138-139. lizan pecados: uno parece sostener
273
Pablo Señeri, op. males sería causa de su desespe-
cit., p. 95-96.
un documento enrollado, otro, un ranza, ante la pérdida de cualquier
274
Ibídem, p. 98. saco cerrado quizá de monedas, y ilusión y anhelo de mejor futuro, y

Neevia docConverter 5.1


la insufrible atrocidad

desesperación, dado que en el in- de su capacidad de discernimiento


fierno no habría descanso para tan entre el bien y el mal,285 querrían
infelices reos.275 “arrebatar a los santos del cielo” 101
para hacerlos partícipes del infier-
no.286 Sin embargo, su malestar psi-
No es de los males la alianza
el más triste desconsuelo, cológico aumentaría cuando viesen
porque puede haber consuelo su venganza frustrada y permane-
como haya alguna esperanza. ciesen impotentes en su castigo, sin
poder huir.287
Ésta el infierno no alcanza
en su padecer eterno,
antes el furor intenso La cueva que ilustra el capítu-
de la desesperación
que abriga en el corazón, lo sobre “La desesperación” en Las
le fragua mayor infierno.276 penas del infierno muestra a una mu-
jer agredida por cuatro demonios:
dos ofídicos y dos antropomorfos.
Para Señeri, la desesperación de los Uno de ellos le corta el seno dere- 275
Ibídem, p. 105.
condenados tenía una triple raíz. La cho, ayudado por dos hoces, mien- 276
Ibídem, p. 94.
primera era el tedio causado por la tras otro le muerde el codo diestro. 277
Ibídem, p. 101,
eterna duración e invariabilidad de La infortunada profiere un grito de 108.
las penas que los lastimarían como dolor, de su boca emerge la lengua
278
Ibídem, p. 107.
“numerosas y atroces muertes”.277
279
Ibídem, p. 100.
y los ojos se le desorbitan. Sus ca- 280
Ibídem, p. 113-
La segunda, la intensidad colosal bellos vuelan a la vez que con una 114.
de las mismas, ya que el mal que mano los jala para denotar el sen- 281
Ibídem, p. 110-
azotase a un sólo condenado bas- timiento que la embarga. Por la 111.
taría para que todos los vivos en posición que esta fémina ocupa en
282
Ibídem, p. 95.
la tierra murieran en el peor sufri-
283
Ibídem, p. 114.
la gruta y su protagonismo icono- 284
Ibídem, p. 99,
miento.278 Por último, el recelo y la gráfico podría decirse que se trata 113.
rabia que les traería la noticia de la de la desesperación personificada. 285
Ibídem, p. 101.
gloria de los santos.279 (Fig. 69) 286
Ibídem, p. 111.
287
Ibídem, p. 100.
288
Estos dibujos
Ante su realidad de gemidos El pintor retomó los gestos fa- aparecieron edi-
y dolores, el gozo de los bienaven- tados como gra-
ciales y el tirón de cabellos del gra- bados, de manera
turados les heriría el alma.280 Los bado análogo de Manuel Villavicen- póstuma, en 1698
condenados tendrían claro en la cio. Ambas obras también guardan bajo el título Trata-
mente tal estado de dicha, y la en- similitud con los diseños que hizo do de pasiones (Mé-
vidia que sentirían de ese feliz des- el ya referido Charles le Brun acer- thode pour appren-
tino se convertiría para ellos en un dre à dessiner les
ca de las pasiones humanas,288 es- passions).
nuevo infierno, más aún porque el pecialmente con las representacio- 289
El grabado titu-
cumplimiento de la desesperación nes del pavor y la desesperación. El lado El pavor tam-
de los condenados sería el anuncio pintor galo plasmó esta última me- bién guarda una
de la gloria de los elegidos.281 Los diante una figura masculina, cuyos estrecho parecido
presos, tenidos como “vasos de la con el grabado La
cabellos se erizan y su rostro expre- cárcel del infierno
ira y venganza de Dios”,282 serían sa una dolorosa tensión, patrón se- que hizo Villavi-
contemplados en su agonía eterna mejante al que siguió Villavicencio cencio: en ambas
por los bienaventurados, los santos y, aunque en versión femenina, el láminas aparecen
y los ángeles, quienes gozarían con pintor de Las penas del infierno. (Fig. personajes que
su languidez.283 Entonces los infeli- abren los ojos más
53) Del grabado alusivo al pavor de lo habitual, sus
ces sentirían rabia y miseria, su co- parece que Villavicencio retomó la bocas profieren
razón aullaría y generarían odio y solución de los ojos, la cual también gritos y sus cabe-
soberbia contra Dios;284 despojados se aprecia en el óleo.289 (Fig. 70) llos vuelan.

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el infierno abierto al
novohispano

102

Fig. 69. Las penas


del infierno: la
desesperación. ►

290
Pablo Señeri, op. Horror especial pretende evo- que compensaran estos agravios
cit., p. 133, 135. car un conjunto de cinco cabezas deberían ser igualmente enormes.
291
Ibídem, p. 134.
292
Ibídem, p. 131.
que yacen al pie de la misma cueva. Ignorantes, los condenados no se
Sus carnaciones son oscuras inclu- percatarían que “sus penas serían
so verdosas, todas aparentan excla- incluso menores a lo que por justi-
mar gritos y una serpiente ataca a cia les correspondería”.
una de ellas. (Fig. 69)
El texto informa que el hom-
La reflexión final de El infierno bre podría resarcir daños tan mo-
abierto se intitula “La eternidad de numentales sólo con puniciones
las penas”. Este capítulo describe sempiternas por su intensidad o
el sufrimiento que resultaría para por su extensión, pero al ser inca-
los condenados permanecer por paz de cumplir los primeros, al me-
siempre en el infierno, con penas nos lo serían por duración, es decir
crudelísimas. Como eternas se con- eternos,291 “de suerte que en cada
sideraban la majestad y la justicia momento habrá una eternidad de
de Dios, infinitas devendrían las penas”.292 Aunque los tormentos
ofensas que profirieron los conde- fuesen livianos, su dolor crecería
nados al ultrajarlas, dado que la inimaginablemente por nunca te-
malicia de un pecado mortal su- ner fin. Un condenado preferiría
peraría cualquier acción u obra de sufrir espeluznantes tormentos por
bien.290 Por consiguiente las penas innumerables siglos con tal de que

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la insufrible atrocidad

103

Fig. 70. Diseños de


Charles le Brun:
◄ a. El pavor.
▼ b. La desespe-
ración.

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el infierno abierto al
novohispano

104

Fig. 71. Las penas


del infierno: la
eternidad de las
penas. ►

293
Ibídem, p. 122. algún día acabasen, en lugar de dad, por lo que dada esta magni-
294
Ibídem, p. 120. sentir molestias menos dolorosas tud, los condenados querrían morir
295
Ibídem, p. 126.
por toda la eternidad:293 “Nada el nuevamente con tal de evadir tan
296
Ibídem, p. 123.
297
Ibídem, p. 204- dolor, todo es nada, el todo es la grandes sufrimientos: “porque du-
205. eternidad”.294 rará el infierno mientras que Dios
298
Ibídem, p. 120. fuere Dios”.298
299
Ibídem.
Señeri reconoció que la idea de
eternidad supera el entendimiento “La eternidad de las penas”
y los sentidos humanos; él mismo quedó plasmada en la séptima y
se confiesa pasmado, confuso y última cueva de Las penas del infier-
constreñido por las palabras para no, una de las más crueles de toda
expresarla;295 incluso escribió que la pintura. Para realizarla, el pin-
era ininteligible para los ángeles.296 tor siguió el grabado respectivo de
Ante dichas limitantes, una vez Villavicencio. Éste a su vez había
más recurrió a metáforas: por ejem- partido de la metáfora escrita por
plo comparó la eternidad con los Señeri, donde afirmó que hasta el
granitos de arena de una montaña inclemente tormento de una aguja
gigantesca, la cual además aumen- clavada en el cuello quedaría redu-
tase geométricamente su tamaño al cido a nada junto al dolor causado
punto que llegase al cielo y supera- por la eternidad.299 Tal como en el
se la creación.297 Sólo la inmensidad grabado, en la pintura aparecen
de Dios correspondía a la eterni- hombres con las sienes trepanadas

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la insufrible atrocidad

por un clavo, sin embargo el detalle mutables tanto en intensidad como


más violento es aquel donde figu- en variedad, y si un bien o placer
ran dos diablos blandiendo grue- provoca hastío cuando no varía, 105
sos mazos para taladrar con toscas cuánto fastidio causaría un dolor
puntas las cabezas de dos reos. En- continuo, constante y eterno.302
cadenados a una roca, los malditos Para garantizar que los condena-
aguardan el fatídico golpe de los dos mantuviesen sus pensamien-
martillos que hunda los clavos en tos concentrados en la sentencia
el ojo de uno y en la sien del otro. imperecedera que les fue otorgada,
El primero de ellos abre la boca la llevarían escrita ante sus ojos.303
en gesto de sufrimiento y grito y, Por lo tanto, la perpetuidad era el 300 Pierre Grimal,
como dije en los párrafos dedicados modo inconmensurable, sublime, op. cit., p. 455.
al gusano de la conciencia, aparece de enajenar la psique.
301
“Pero si me
arrojáredes, Señor,
desgarrado por una serpiente que
al infierno, como
le devora las entrañas. La manera bien lo merezco,
cómo está inmovilizado, la posición De este modo quedó alego-
tendré yo muerte
arqueada de su cuerpo y el dramá- rizado el infierno en Las penas del eterna, […] pero
tico destino que encara recuerdan infierno. Todos y cada uno de sus mi maldad y pe-
el mito de Prometo, titán de la mi- símbolos, con base en la doctrina cado vivirá para
de Señeri, quedaron concatenados, siempre en aquella
tología griega condenado por Zeus cárcel. Represen-
a permanecer por siempre sujeto cual sucesión de metáforas, en esta
taos, Dios Todo-
con cadenas a la roca del Cáucaso, obra descriptiva de su ambiente y poderoso, que soy
en espera de que un águila le car- pobladores y narrativa de los tor- criatura vuestra,
comiera diariamente el hígado, el mentos que allí se administraban. y que vuestras
Pero si bien la pintura conservó soberanas manos
cual para su desgracia se regenera- me han formado a
ba.300 (Fig. 71) elementos de sus dos premisas, el
vuestra imagen y
libro y los grabados, también se semejanza.” Pablo
distanció de ambas, sobre todo del Señeri, op. cit., p.
Por su parte, el segundo de- tratado. 20-21. “¿Pues qué
muestra mayor pasividad ante los será el que por go-
zar tan breve y su-
azotes; su cuerpo ofrece menos re-
La cercanía con las ilustracio- cios deleites escoge
sistencia y tensión que la del otro la muerte eterna de
cautivo. No obstante su gesto de ho- nes de Villavicencio se debió a que
tal lugar?” Ibídem,
rror y sufrimiento, manifiesta cier- tanto éstas como la pintura compar- p. 78.
to dejo de agonía. Finalmente apa- tían el mismo medio comunicativo: 302
Ibídem, p. 128.
rece un tercer condenado asimismo la imagen. Pero cuando el pintor 303
Ibídem, p. 130-
trasladó los personajes de dichas 131.
encadenado, en primer plano y con
un cuidado trabajo de escorzo, ten- láminas a su lienzo, transformó su
dido sobre el suelo y con aspecto aspecto gracias al color y la ambien-
cadavérico. Aunque teológicamen- tación. Sin embargo no se entienda
te se decía que los condenados se que el pincel superó al buril: si bien
hallaban en “la muerte eterna” del las figuras al óleo ganaron natura-
infierno, como Señeri consignaba,301 lismo, también perdieron el carác-
no tengo la certeza de que este con- ter etéreo que tenían las estampas,
cepto haya sido alegorizado en di- el cual estaba más próximo a las in-
chas imágenes fúnebres. tenciones e intereses que perseguía
el escrito de Pablo Señeri.

La eternidad del infierno, amén


de inconmensurable y justa, sería Como arriba expuse, si bien
monótona. Los castigos serían in- dicho teólogo no dejó de lado el ca-
rácter sensible de los tormentos del

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el infierno abierto al
novohispano
infierno, italiano se avocó princi- balmente el contenido del libro, el
palmente a los castigos de la psique. peso de la tradición todavía latente
106 No obstante la diferencia de me- en el imaginario religioso novohis-
dios y recursos entre la lengua y la pano que prescribía penas físicas,
imagen derivó resultados distintos. o el hecho que éstas fueran más
Ambas obras buscaron una clari- comprensibles y efectivas ante la
dad didáctica en su discurso, pero complejidad que implicaban los
mientras el escritor se valió de pa- tormentos metafísicos.
labras que abundaran sobre la na-
turaleza del infierno, el artífice sólo
pudo acudir, como era de esperar- La dicotomía texto-imagen
se, a la imagen fija: los contenidos pudo quedar subsanada si los es-
del tratado quedaron circunscritos pectadores a quienes estaba dirigi-
al universo de las acciones suspen- da la pintura, hombres que acudían
didas, los símbolos y la materia. a realizar ejercicios espirituales,
acompañaban la visión del lienzo
con la lectura de El infierno abierto.
A través del diálogo entablado No se olvide que tanto la pluma
entre El infierno abierto y Las penas como el pincel pretendían iluminar
del infierno se constata que el natu- las penumbras del averno para que
ralismo de las imágenes pintadas los cristianos contemplaran tan es-
abandonó el sentido psíquico que pantosa realidad postrera, amena-
pretendía el escrito al transfigurar- zante y latente, con el objetivo de
se en imágenes sensibles, dolorosas, que transformaran sus vidas en
que aluden más al sufrimiento físi- aras de la redención eterna y así
co que al espiritual. En ocasiones el fueran aceptados en la corte celes-
discurso visual parece incluso con- tial. La fealdad de estas imágenes
trariar los predicados de Señeri, lo coadyuvaría a ganar la eterna be-
cual posiblemente se debió a razo- lleza de la gloria. Al fin y al cabo,
nes tan distintas como las siguien- para Señeri y sus lectores, la total
tes: la diferencia entre el lenguaje y enmienda de los actos era la única
los recursos verbales y figurativos; llave que cerrara definitivamente la
que el pintor no comprendiera ca- monstruosa boca del infierno.

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