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LA iNSUFRiBLE ATROCiDAD:
“LO TERRiBLE DE LAS PENAS
81
DEL iNFiERNO”186
Durando, pues, la pena del infierno horas
infinitas, días infinitos y siglos infinitos,
será una pena y mal infinito que sobrepuje
a todo discurso y pensamiento nuestro.
[…] Confieso llanamente que con esto se
me acaba todo el entendimiento y senti-
dos, ni sé qué hablar y quedo pasmado y
confuso. 187
82
84
196
Pablo Señeri,
op. cit., p. 26. Estas
consideraciones Señeri dedicó las primeras dos obstante estuviera llena de fuego.
todavía se fincaban meditaciones de su libro, “La cárcel La penumbra eterna del ambiente
en el rancio siste- del infierno” y “El fuego”, a descri- era el primer mal que asolaría a los
ma ptolemaico- bir el ambiente infernal. Argumen- cautivos. Este abismo sería como
aristotélico, a pe-
sar que hacía casi
tó que este espacio fue construido una noche horrenda sin vacío y sin
dos siglos de las por Dios en el centro de la Tierra: esperanza; la poca luz que irradia-
tesis copernicanas conforme la silueta de ésta, era una ban las llamas quedaría ensombre-
y una cincuentena cueva redonda “de muchas leguas cida por el humo de la misma com-
de las galileanas. en su circunferencia, en lo profun- bustión.200
Como en toda la
teología cristiana,
do y en lo alto”.196 Dijo que el in-
los acentos plató- fierno se hallaba en el punto más
nicos pesaron en distante al cielo,197 y que se aparta- Señeri nunca abandonó el re-
este “tratadillo”, ba del plano terrenal 4 000 millas, gistro simbólico de la palabra “cár-
tal como se percibe longitud que equivalía al grosor de cel”, sin embargo el pintor de Las
en las oposiciones
sus muros.198 penas del infierno dispuso una infra-
y corresponden- estructura que parece materializar
cias entre cielo e
infierno: arriba y
esta idea en una serie de entes físi-
abajo, bien y mal, El mismo autor decía que esta cos. Cuando uno contempla la pin-
respectivamente. caverna era una “cárcel” ocupada tura se tiene la impresión de una
Más aún, el autor por los cuerpos de todos los conde- mazmorra subterránea, donde las
declaró que el in- nados, quienes no podrían mover- piedras del primer plano parecen
fierno era una pri-
sión oscura, donde
se y deberían permanecer amonto- definir celdas y pasillos; mientras
se vivía en ausen- nados y sin espacio entre ellos.199 en los planos posteriores se dibujan
cia de luz, es decir Pese a su gran tamaño no tendría pasadizos arquitectónicos como si
lejos de la manifes- cupo suficiente y su aspecto sería el fueran muros de calicanto. Incluso
tación divina; ibí- de una crujía estrecha y oscura, no se aprecia un edificio íntegro en el
dem, p. 10.
85
197
Ibídem, p. 11.
198
Ibídem, p. 13.
fondo de una de las cavernas pinta- A diferencia de las representa- 199
Ibídem, p. 12-13.
das. (Fig. 69) ciones infernales que provinieron 200
Ibídem, p. 14-15.
de la tradición medieval, en Las 201
Caso contrario,
penas del infierno no hay instru- por ejemplo, la
Con base en el segundo graba- mentos de tortura sofisticados, ta-
pintura ya citada
do de Villavicencio, el pintor reali- Infierno, del tem-
les como camas de clavos, calderos plo de Zimatlán
zó la primera de sus cuevas. En ella hirvientes y ruedas dentadas.201 En de Juárez, Oaxaca,
dispuso barrotes como si se tratara esta pintura sólo aparecen algunas también del siglo
de una celda, en la cual padecen los herramientas punitivas como ca- XVIII, sí luce un
condenados sujetos por cadenas. denas y grilletes que sujetan a los
complejo aparto
Al centro de esta sección de la obra, punitivo con el
condenados; hachas, pinzas, saetas, que los demonios
se aprecia un personaje semejante lanzas, tridentes y hoces utilizadas castigan a los con-
al representado en la ilustración por múltiples demonios para ame- denados.
del libro: esposado de las manos, drentar, desgarrar, y mutilarlos, así
el individuo está rodeado por los como mazas, escarpias y yunques
anillos de una serpiente, su rostro para golpear y atravesarles la cabe-
demuestra el terror y el sufrimiento za. (Fig. 58) Esta multiplicidad de
causados por la mordedura que el tormentos contrasta con la inten-
ofidio está por darle. En esta misma ción simbólica, no real ni física, que
cueva, unos malditos sufren enca- Señeri tuvo al mencionar algunos
denados a las piedras, otros portan de estos instrumentos en su libro.
collares con candados y uno más Por ejemplo apunta
sufre porque un demonio le cerce-
na la lengua con unas pinzas. (Fig.
57) La lóbrega oscuridad
de esta cárcel, sus prisiones
87
tar constreñida idealmente por los res tuvieron un espacio privilegia- go apud Gothold
límites de la belleza. En el pensa- do de reflexión en “La compañía de Ephraim Lessing,
miento cristiano, ésta se vinculó a la los condenados”, título del tercer op. cit., p. 11.
apartado del libro de Señeri, y de la 224
“La vista de un
idea del bien, uno de los principios
tercera cueva de Las penas del infier- demonio es tan
trascendentales de Dios y de los en- horrible que san
tes. Numerosas obras de la plástica no. Mientras la meditación se encar- Francisco, después
religiosa novohispana exaltaban a gó de la descripción física y psico- de haberla teni-
los seres hermosos de la creación y, lógica de diablos y condenados, el do, declaró a su
detalle de la pintura hizo especial compañero, fray
en el más alto de los casos, la be-
hincapié en la naturaleza física de Egidio, que sin
lleza de Dios. Se consideraban be- particular auxi-
llos y dignos de representación la los demonios y el terror que causa- lio de Dios no era
majestad divina, la virgen María, la rían a sus víctimas. A continuación posible mirar un
gloria de los cielos, los ángeles o las expondré la caracterización de los tal monstruo por
habitantes del infierno tanto en el pocos momentos,
ejemplares vidas de los santos. Sin
libro como en la pintura, así como sin morirse. San
embargo ¿quién y cómo pintaría Antonio refiere de
los horrorosos habitantes del infier- el modo en que se relacionan. (Fig. un religioso que
no, si se creían tan feos que nadie 61) habiendo visto a
querría verlos?224 un demonio, de-
cía que de mejor
gana entraría en
un horno ardiente,
En este marco Las penas del in-
que volverle a ver.
fierno aparece como un vasto catá- Santa Catarina de
a. Los demonios
logo de diablos y condenados. Ya Sena afirmaba mu-
que esta obra buscaba revelar a cho más (hablan-
sus espectadores los crueles miste- Según las creencias de la época, en do con el Señor),
que por no vol-
rios de la vida de ultratumba que el infierno los demonios actuarían ver a ver a aquel
esperaban a todo aquel infiel a los como ministros de la justicia divi- monstruo infernal
mandatos de Dios y de la Iglesia, na y verdugos de los condenados, que vio, hubiera
podía valerse de recursos icono- a quienes afligirán de dos maneras: escogido caminar
gráficos ajenos a la tradición de la la primera sería con su horroroso por un camino de
fuego hasta el día
belleza y del decoro.225 Los senti- aspecto, y la segunda, con grandes último del juicio.”
mientos, especialmente de dolor, oprobios.227 Ambas contribuirían Pablo Señeri, op.
y las pasiones, sobre todo de rabia a las penas sensoriales, la primera cit., p. 41.
e ira, afloraron en los personajes atentaba contra la vista y la segun- 225 El decoro fue un
de este lienzo, licencias que pocas da, contra los demás sentidos. canon formal pic-
tórico de origen
veces aparecieron en la pintura vi-
renacentista que
rreinal. La repugnancia, criticada alejó la figura hu-
por los estetas europeos y evitada Pablo Señeri escribió que mi- mana de cualquier
por los pintores novohispanos,226 se rar un solo demonio, por su espe- arrebato pasional
convirtió en el principal recurso de luznante apariencia, era ya un in- y anárquico. Bus-
caba someter la
expresión de las
emociones a la
censura de formas fijas, abstractas e impersonales para dar paso a una realidad sublimada, ennoblecida, exenta de lo
efímero y cotidiano. Vid. Arnold Hauser, op. cit., p. 409-411.
226
Para ensalzar el arte griego, del cual era admirador y difusor, Lessing consignaba que “Ni la rabia ni la desesperación
profanaron ninguna de sus obras”, ya que prefirió “disimular” los sentimientos humanos, por ejemplo la desesperación
la convertía en tristeza, y la ira, en severidad. Él afirmaba que los sentimientos y las pasiones causarían repugnancia en
cualquier espectador, quien experimentaría un profundo desagrado que lo forzaría a desviar la mirada de la obra. Go-
thold Ephraim Lessing, op. cit., p. 20.
227
Pablo Señeri, op. cit., p. 14, 41.
90
228
Ibídem, p. 41. fierno e invitaba a reflexionar sobre Por su parte el pintor de Las
229
Ibídem, p. 18, lo atroz que sería observar la multi- penas del infierno si bien se nutrió
128.
230
Ibídem, p. 42,
plicidad de diablos en el averno.228 de las descripciones que ofreció
122. Aunque no precisa con exactitud la Señeri para personificar a los en-
fisonomía de los mismos, sí men- tes malignos, bebió también de las
ciona que eran seres crueles, fuer- fuentes visuales consagradas en la
tes, malévolos y pestilentes.229 tradición y construyó una pléyade
diabólica, quizá una de las más am-
plias y diversas en la pintura novo-
Como era ya tradición, los ani- hispana, pese al reducido límite del
males preferidos para representar lienzo.
a los agentes del mal fueron cu-
lebras y reptiles fantásticos como
dragones. Ellos serían carniceros La obra se convierte en un
monstruosos con ojos deformes cu- nido de pérfidas serpientes, anó-
yos cuerpos podrían tomar figuras malas, crueles. Ellas caen como
“horribles” para semejar osos, leo- lluvia desde las alturas hacia el in-
nes, tigres, lobos y sapos. También terior de la hoguera eterna. A su
podrían manifestarse como arác- paso arrastran a hombres malditos
nidos, alacranes, gusanos y otras que serán lanzados a las llamas que
alimañas. Todos asustarían a los no consumen y sólo queman. Los
miserables, les darían crueles mor- retan, los muerden, los desgarran
deduras y fieros piquetes.230 y los desangran. Delgadas y grue-
sas reptan por las cuevas, sus cuer-
pos escamosos ondean mientras se
91
92
93
94
240
Ibídem, p. 87-88. ¡Oh qué miserable y sin juicio, ¡Oh si pudiese siquiera conseguir
241
Esta es una dife- pues compré por un momento de el que con mi muerte (aunque se
rencia que Señeri sucio deleite esta eternidad de pe- juntasen en ella los tormentos de
marca entre las áni- nas! ¡Cuántas veces me lo dijeron todos los condenados) se acabasen
mas del purgatorio los confesores! ¡Cuántas lo conocí todos mis males! Pero aún esto no
y los malditos del y lo temí por lo que leí en los libros se puede, por ser eterna la pena de
infierno: las pri- espirituales y oí a los predicado- mi condenación, y así no me que-
meras mitigarían res! Y sobre todo, ¡cuántos remor- da otra cosa sino tormentos para
su dolor gracias a dimientos no tuve por la fe que siempre.240
que se humillan profesaba, la cual me decía y amo-
ante Dios. Ibídem, nestaba ser el único paradero del
p. 100. pecado el infierno! ¡Y yo insensato, Estas quejas le provocarían deses-
242
Ibídem. yo bestia indómita, y maldito, no peración, y la convivencia con sus
me quise abrir los ojos a mi bien,
sino que por mi rebeldía quise iguales, sensaciones de enemistad
condenarme! ¿Cuántos años tuve y odio. En lugar de arrepentirse,
para volverme a Dios? Todos los desarrollaría la idea de vengan-
de mi vida me estuvo llamando su za.241 Los condenados persistirían
inmensa bondad con santas inspi- eternamente en inconformidad con
raciones, me ablandaba con suaves
y amorosas voces, me atraía con los designios divinos, obstinados
grandes promesas y me amedren- en el mal y coléricos “como un sapo
taba con terribles amenazas, pero venenoso y herido”.242 Iracundos,
yo a todo me hice sordo. Y ahora odiarían mortalmente a Dios, pues-
que conozco mi maldad, y estoy to que ahora él les daría la espalda.
sumergido en un mar de lágrimas
y confusiones, no podré conseguir Blasfemarían contra él, maldeci-
lo que consiguiera en vida con rían a los demonios, por haberlos
una sola lágrima de contrición. engañado en vida a través de los
¡Ah infeliz! ¡Ah miserable de mí! deleites, así como a sus cómplices
97
98
255
Ibídem, p. 64. Así como el gusto por los delei- rebelión del alma humana, la cual
256
Ibídem, p. 56-57, tes “prohibidos” originaría la pena en lugar de mantener su “inclina-
59.
257
Ibídem, p. 58, 82.
de sentido, haberse alejado de Dios ción natural” al bien, dio la espalda
258
Ibídem, p. 54. en vida causaría la pena de daño,255 voluntariamente a Dios, el mayor
quizá el castigo más inteligible por de los bienes.
tratarse del mal definitivo a raíz
de la ausencia eterna de Dios en el
abismo. Señeri decía que éste sería Retóricamente el teólogo ex-
un mal superior a los conceptos y al presó tal condena mediante la me-
entendimiento humano, inexpresa- táfora de una venda que privaría a
ble a través de la palabra y ajena a los infieles de contemplar a Dios.258
los sentidos. La llamaba “el infierno Ésta pasó al lienzo donde ciega
del infierno”,256 ya que sería la ma- numerosos cautivos, mientras un
nera como Dios “se convertiría a sí conjunto de diablos los atacan con
mismo en el mayor suplicio”.257 lanzas y agreden físicamente. No
obstante si un iletrado se guiara
únicamente por las imágenes, pare-
Tras la muerte del cuerpo, las ciera que la pena de daño consistía
almas de los hombres, libres de su en que los demonios aprovechasen
prisión material, buscaban instinti- la limitante de sus prisioneros para
vamente volver a Dios, ya que se- violentarlos. (Fig. 66)
gún la teología él era centro, fin y
“corazón” de todas ellas. Por lo tan-
to un alma infernal sufriría infinita- “La tremenda, amarga y gi-
mente por estar separada de Dios. gante” pérdida de Dios se suma-
Esta condena era una respuesta a la ba a la angustia que significaba,
100
269
Ibídem, p. 77. realidad de los castigos menciona- el último, un legajo abierto. Los tres
270
Ibídem, p. 78-79. dos.269 objetos quizá se relacionen con la
271
Ibídem, p. 85.
272
La bolsa cerrada
avaricia, el pecado capital más re-
es un atributo que probado por la teología.272 Además
desde la Antigüe-
No pararían ahí los horrores el tercero también se podría decir
dad ya se había por recuerdo, ya que también se que lleva el libro de malas acciones,
dado a las perso- volverían lastres los momentos recurso iconográfico frecuente en
nificaciones de la desaprovechados para arrepentirse escenas de juicios finales e indivi-
avaricia, dado que y redimirse. Los cautivos sólo pen-
representaba la ob- duales que tal vez aparece en esta
sesión por retener
sarían en pedir perdón, pero para obra por relacionarse con la memo-
bienes materia- su desgracia no tendría ya sentido ria de los hechos vividos. (Fig. 67
les. Cesare Ripa, alguno.270 Para Señeri “la víbora” y 26)
op. cit., t. I, p. 123. que más crudamente emponzoña-
Mientras tanto, el ría el corazón de los condenados
documento enro-
llado como el lega-
sería la del “tiempo perdido”: las Todas las torturas hasta aho-
jo podrían simbo- almas no cesarían de llorar por ha- ra descritas atacarían simultánea-
lizar la propiedad ber desperdiciado las oportunida- mente a los condenados; éstos
de tierras, tal como des de su salvación.271 “cargarían sobre sus espaldas”
interpretó Jaime los castigos del cuerpo y de la psi-
Morera en una
personificación del
que, unidos por Dios “como en un
Los únicos tres malditos con mazo”.273 La divina justicia los he-
lienzo Juicio final
de Zimatlán de
atributos identificables en Las pe- riría con sus flechas, los golpearía y
Juárez, Oaxaca. Jai- nas del infierno se alojan en la cue- sumiría en “un continuo naufragio
me Morera, Eterni- va correspondiente al gusano de la de molestias, de agonías, de rabias
dad novohispana… conciencia. Probablemente simbo- y de angustias”.274 Este diluvio de
op. cit., p. 138-139. lizan pecados: uno parece sostener
273
Pablo Señeri, op. males sería causa de su desespe-
cit., p. 95-96.
un documento enrollado, otro, un ranza, ante la pérdida de cualquier
274
Ibídem, p. 98. saco cerrado quizá de monedas, y ilusión y anhelo de mejor futuro, y
102
290
Pablo Señeri, op. Horror especial pretende evo- que compensaran estos agravios
cit., p. 133, 135. car un conjunto de cinco cabezas deberían ser igualmente enormes.
291
Ibídem, p. 134.
292
Ibídem, p. 131.
que yacen al pie de la misma cueva. Ignorantes, los condenados no se
Sus carnaciones son oscuras inclu- percatarían que “sus penas serían
so verdosas, todas aparentan excla- incluso menores a lo que por justi-
mar gritos y una serpiente ataca a cia les correspondería”.
una de ellas. (Fig. 69)
El texto informa que el hom-
La reflexión final de El infierno bre podría resarcir daños tan mo-
abierto se intitula “La eternidad de numentales sólo con puniciones
las penas”. Este capítulo describe sempiternas por su intensidad o
el sufrimiento que resultaría para por su extensión, pero al ser inca-
los condenados permanecer por paz de cumplir los primeros, al me-
siempre en el infierno, con penas nos lo serían por duración, es decir
crudelísimas. Como eternas se con- eternos,291 “de suerte que en cada
sideraban la majestad y la justicia momento habrá una eternidad de
de Dios, infinitas devendrían las penas”.292 Aunque los tormentos
ofensas que profirieron los conde- fuesen livianos, su dolor crecería
nados al ultrajarlas, dado que la inimaginablemente por nunca te-
malicia de un pecado mortal su- ner fin. Un condenado preferiría
peraría cualquier acción u obra de sufrir espeluznantes tormentos por
bien.290 Por consiguiente las penas innumerables siglos con tal de que
103
104
293
Ibídem, p. 122. algún día acabasen, en lugar de dad, por lo que dada esta magni-
294
Ibídem, p. 120. sentir molestias menos dolorosas tud, los condenados querrían morir
295
Ibídem, p. 126.
por toda la eternidad:293 “Nada el nuevamente con tal de evadir tan
296
Ibídem, p. 123.
297
Ibídem, p. 204- dolor, todo es nada, el todo es la grandes sufrimientos: “porque du-
205. eternidad”.294 rará el infierno mientras que Dios
298
Ibídem, p. 120. fuere Dios”.298
299
Ibídem.
Señeri reconoció que la idea de
eternidad supera el entendimiento “La eternidad de las penas”
y los sentidos humanos; él mismo quedó plasmada en la séptima y
se confiesa pasmado, confuso y última cueva de Las penas del infier-
constreñido por las palabras para no, una de las más crueles de toda
expresarla;295 incluso escribió que la pintura. Para realizarla, el pin-
era ininteligible para los ángeles.296 tor siguió el grabado respectivo de
Ante dichas limitantes, una vez Villavicencio. Éste a su vez había
más recurrió a metáforas: por ejem- partido de la metáfora escrita por
plo comparó la eternidad con los Señeri, donde afirmó que hasta el
granitos de arena de una montaña inclemente tormento de una aguja
gigantesca, la cual además aumen- clavada en el cuello quedaría redu-
tase geométricamente su tamaño al cido a nada junto al dolor causado
punto que llegase al cielo y supera- por la eternidad.299 Tal como en el
se la creación.297 Sólo la inmensidad grabado, en la pintura aparecen
de Dios correspondía a la eterni- hombres con las sienes trepanadas