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HISTÓRICO
PROFÉTICO:
El
Remanente
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«Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y
preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen
camino, y andad por él, y hallaréis descanso para
vuestra alma» (Jer. 6:16).Sal 119:29-30 Tim 3:15
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LECCIONES DEL SEMINARIO: Himno 372
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3. FORMACIÓN DEL MOVIMIENTO ADVENTISTA.
7. UN LLAMADO AL ARREPENTIMIENTO.
9. EL CRISTIANO Y LA GUERRA.
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Introducción:
ACERCA DE LA
INVESTIGACIÓN
DE LA VERDAD
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I. Actitud de búsqueda: requisito esencial
3. Jesús invita a «escudriñar» las Escrituras a los que creemos que en ellas
tenemos la revelación de la vida eterna (Jn. 5:39).
5. Debemos escudriñar las Escrituras porque ellas son las que dan testimonio
de Jesús, autor y consumador de la fe. No basta con lo que nos dice el
pastor el sábado en el culto, necesitamos tomar diariamente por nosotros
mismos la porción de alimento espiritual par a nutrir nuestra vida de fe.
8. «"Así dice el Señor" ha de ser nuestra regla en todas las cosas...» (CRA,
34).
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dada una vez a los santos. La fe no ha perdido nada de su sagrado y santo
carácter, por objetable que sus opositores piensen que es» (E, 265).
10. «La Palabra de Dios debe ser reconocida sobre toda otra legislación
humana. Un "Así dice Jehová" no ha de ser puesto a un lado por un "Así
dice la iglesia" o un "Así dice el estado". La corona de Cristo ha de ser
elevada por sobre las diademas de los potentados terrenales» (HA, 56).
11. «En mis libros se, presenta la verdad robustecida por un "Así dice el
Señor". El Espíritu Santo grabó estas verdades en mi corazón y mi mente
en forma tan indeleble como la ley fue grabada por el dedo de Dios en las
tablas de piedra que están ahora en el arca, para ser puestas de manifiesto
en el gran día cuando se pronuncie sentencia contra toda ciencia mala y
seductora producida por el padre de la mentira» (CE, 175-176).
13. «¡A la ley y al testimonio!». Esta debe ser nuestra norma, nuestro santo y
seña. Veamos lo que dice el Espíritu de Profecía al respecto: «Nuestros
hermanos deben estar dispuestos a investigar con sinceridad todo punto de
controversia. Si un hermano está enseñando un error, los que ocupan
puestos de responsabilidad deben saberlo. Y si él enseña la verdad, deben
tomar posición a su lado. Todos deberíamos saber lo que se enseña entre
nosotros; porque si es verdad, lo necesitamos. Nos hallamos todos bajo
obligación para con Dios de conocer lo que él nos envía. El ha dado
indicaciones por las cuales podemos probar toda doctrina: "¡A la ley y al
testimonio! si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido".
Si la luz presentada soporta esa prueba, no debemos negarnos a aceptarla
porque no concuerde con nuestras ideas... No importa por medio de quién
sea enviada la verdad, debemos abrir nuestros corazones para recibirla con
la mansedumbre de Cristo. Pero muchos no obran así. Cuando se presenta
un punto controvertido, formulan objeción tras objeción, sin admitir un punto
que esté bien sostenido. ¡Ojalá obremos como hombres que desean la luz!
¡Ojalá nos dé Dios su Espíritu Santo día tras día, y haga resplandecer
sobre nosotros la luz de su rostro, para que aprendamos en la escuela de
Cristo!
«Cuando se presenta una doctrina que no concuerde con nuestras
opiniones, debemos acudir a la Palabra de Dios, buscar al Señor en
oración, y no permitir al enemigo que se presente con sospechas y
prejuicios. Nunca debemos permitir que se manifieste en nosotros el es pí
ritu que alistó a los sacerdotes y príncipes contra el Redentor del mundo.
Ellos se quejaban de que él perturbaba al pueblo, y deseaban que lo
hubiese dejado en paz; porque causaba perplejidad y disensión. El Señor
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nos envía luz para probar qué clase de espíritu tenemos. No debemos
engañarnos a nosotros mismos» (OE, 315-317).
14. La ley de Dios, pues, debe ser la regla infalible de los cristianos: «"¡A la ley
y al testimonio!" Aunque abundan las doctrinas y teorías contradictorias, la
ley de Dios es la regla infalible por la cual debe probarse toda opinión,
doctrina y teoría. El profeta dice: "Si no hablaren conforme a esta palabra,
son aquellos para quienes no ha amanecido" (Isa. 8:20)» (CS, 505).
4. Es decir, que todas las almas fieles, a través de la historia, han constituido
la iglesia de Dios. Eso es lo que dice el espíritu de profecía: «Desde el
principio las almas fieles han constituido la iglesia de Dios en la tierra» (HA,
10).
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7. También Daniel desobedeció el edicto del rey que ordenaba no demandar
ninguna petición a cualquier dios u hombre fuera del rey Darío, so pena de
muerte. (Dan. 6). Daniel era fiel a su rey, tanto es así que los que inspiraron
este decreto y consiguieron del rey su promulgación, no habían podido
encontrar ningún motivo para acusar a Daniel (Dan. 6:3, 4).
8. Pero llegado este momento de prueba ¿cuál fue la actitud del fiel Daniel?
«entró en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia
Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante
de su Dios, como lo solía hacer antes» (Dan. 6:10).
11. Pedro y Juan también fueron instados por las autoridades a que no
siguieran predicando el Evangelio de salvación; sin embargo, los apóstoles,
valientemente contestaron: «Juzgad si es justo delante de Dios, obedecer a
vosotros antes que a Dios... Es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres» (Hech. 4:19; 5:29).
12. El gran reformador Lutero, ardiente defensor de la verdad Bíblica, tuvo que
experimentar en carne propia cuán difícil es enfrentarse a los concilios de
los hombres que no están guiados por un «así dice el Señor». Pero él se
mantuvo firme en medio del proceloso mar del desprecio, de la ignominia y
del escarnio.
13. «El reformador contestó: "Ya que su serenísima majestad y sus altezas
exigen de mí una respuesta sencilla, clara y precisa, voy a darla, y es ésta:
Yo no puedo someter mi fe ni al Papa ni a los concilios, porque es tan claro
como la luz del día que ellos han caído muchas veces en el error así como
en muchas contradicciones consigo mismos. Por lo cual, si no se me
convence con testimonios bíblicos, o con razones evidentes, y si no se me
persuade con los mismos texto que yo he citado, y si no sujetan mi
conciencia a la Palabra de Dios, yo no puedo ni quiero retractar nada, por
no ser digno de un cristiano hablar contra su conciencia. Heme aquí; no me
es dable hacerlo de otro modo. ¡Que Dios me ayude! ¡Amén!" ...Así se
mantuvo este hombre recto en el firme fundamento de la Palabra de Dios.
La luz del cielo iluminaba su rostro...» (CS, 170-171).
CONCLUSIÓN
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1. Vemos, pues, como en todos los tiempos hubo hombres fieles que fueron
tenidos por Dios en alta estima, eran su especial tesoro.
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