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El ser humano: Sujeto de la ética.

Notas organizadas por Ernesto Estrada Araque

“Qué obra maestra es el hombre! –dicen al comienzo de la obra los labios de Hamlet– Cuán noble
por su razón! Cuán infinito en facultades! En su forma y movimientos, cuán expresivo y maravilloso!
En sus acciones, qué parecido a un ángel! En su inteligencia, qué semejante a un dios! La maravilla del
mundo! El arquetipo de los seres!” . Ese siglo logró cumplir la gran sustitución histórica: el
cosmopolitismo, el debate, la crítica y la pasión por la instrucción eran las puntas de lanza de la
burguesía comercial e industrial expansiva, en ascenso, combativa e innovadora, contra el localismo, el
dogmatismo, el autoritarismo y la pasión por el adoctrinamiento que caracterizaban a la nobleza
agrícola arraigada, imperiosa, tradicionalista y repetitiva. (William Ospina, El ser humano , una obra
maestra).

Pero, no obstante lo que afirma el párrafo anterior, “durante buena parte del día vivimos como si nos
hubieran dado cuerda: nos levantamos, hacemos cosas porque se las hemos visto hacer a los
demás, porque nos lo enseñaron así, porque eso es lo que se espera de nosotros. No hay demasiados
momentos conscientes en nuestro día a día, pero de vez en cuando, algo ocurre e interrumpe nuestra
somnolencia, nos obliga a pensar: «¿Y ahora qué hago? ¿Le digo que sí o le digo que no? ¿Voy o no
voy?». Estas preguntas señalan distintas opciones éticas, nos exigen una buena preparación
mental, nos interpelan para que razonemos hasta alcanzar una respuesta deliberada. Tenemos que estar
preparados para ser protagonistas de nuestra vida y no comparsas.

De pronto, sin previo aviso, una mano nos empuja y nos sorprendemos en el centro del escenario, nos
obligan a intervenir en una trama que no conocemos demasiado bien porque hemos llegado con la obra
comenzada, y tenemos que enterarnos a toda prisa de quiénes son los buenos y los malos, de qué sería
conveniente decir, de cuál sería la acción correcta.

Los hombres venimos al mundo con un buen hardware, del que nos ha provisto la naturaleza, pero no
tenemos el programa establecido, tenemos que procurarnos un software para orientar nuestras acciones
sociales, los proyectos creativos, nuestras aventuras intelectuales. Los humanos no estamos
especializados en nada, y esta característica tiene su reflejo en el diseño anatómico: el brazo
humano sirve para trepar, pero mal; puede dar algún golpe, pero nada comparable con los del león.
Gracias a que no estamos circunscritos a una sola tarea, los humanos podemos elegir entre cosas
distintas, y hemos desarrollado estrategias y culturas que nos permiten habitar el desierto, reproducirnos
en el polo. Ese campo abierto de elección tan amplio es una extraordinaria ventaja evolutiva.

Por contrapartida, esta indefinición conlleva una serie de responsabilidades. La principal es que
tengo que elegir qué voy a hacer con mi vida, qué voy a aceptar y qué voy a rechazar. Tengo que
escribir mi papel en la función de la vida. Tengo que elegir lo que hago y justificar mi decisión; si
quiero vivir humanamente y no como un animalito es bueno que sepa por qué creo que me vendrá mejor
hacer una cosa y no otra. El filósofo Jean-Paul Sartre lo dijo en el siglo pasado con una frase
contundente: «Estamos condenados a la libertad». Es decir, somos libres pero no disfrutamos de
libertad para renunciar a la libertad. Esta necesidad de elegir es característica del ser humano, y no
podemos desdecirnos de ser humanos. Estamos destinados a inventar nuestro destino, sin segundas
oportunidades. Por eso los hombres nos equivocamos y nos defraudamos, y cometemos atrocidades,
pero también, gracias a eso, podemos transformar nuestra vida, inventar sus contenidos. Y reflexionar
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sobre esta naturaleza y buscar los motivos adecuados y las mejores explicaciones por las que
hacemos una cosa en lugar de otra es parte de la tarea de la ética.

La segunda razón es muy sencilla de entender. Los humanos somos una especie vulnerable, nos
rompemos y morimos, es muy fácil hacernos daños físicos, morales y sentimentales, no podemos
hacer lo que se nos antoje con los demás, debemos tener cuidado con ellos. La deliberación ética se
impone porque somos mortales. Si fuésemos inmortales podríamos hacer lo que nos diese la gana.

La libertad de elección y la vulnerabilidad de nuestra condición son las bases de la ética, y nos imponen
unas obligaciones. La reflexión ética pretende ayudarnos a entender cómo podemos ayudarnos los
unos a los otros a convivir mejor, a disfrutar de la mejor vida posible. Y aunque no exista un
código, podemos acudir a unas ideas útiles y consolidadas, emplearlas como instrumentos que nos
ayuden a pensar qué clase de vida preferimos. Y como los problemas se renuevan casi a diario, debemos
reflexionar constantemente, la vida razonada no termina nunca, y dura lo que dura la existencia”. (El ser
humano y F. Savater 2013. Ética de urgencia. Ariel)

El hombre no se limita a estar viviendo (Aristóteles): Su ergón (energía) forma parte de un bios
indeterminado, que el hombre tiene que determinar por decisión y deliberación. El logos (LA RAZÓN) hace
posible su existencia, regula sus acciones cotidianas con la intención de hacerlas bien. El logos pone en
contacto al hombre con lo íntimo de las cosas.

Entonces, la pregunta obligada que se plantea es la siguiente: ¿qué pasa con el ser humano en esta
modernidad líquida e individualista? ¿Por qué no hace posible su existencia?,¿ por qué no regula sus
apetitos y busca lo bueno personal, social y ambiental, sabiendo que por ser un ser humano está dotado de
razón? ¿Qué pasa con él?¿Por qué se ha dejado atrapar por la racionalidad instrumental y cientificista,
a partir de la revolución industrial y del capitalismo, que especializó la razón como razón utilitaria,
pragmática y económica?¿Por qué “miró” a la tierra, a la naturaleza y al hombre como objetos de mercado,
de utilidad y de renta?, como lo denuncia William Ospina en el texto: “Del ser humano como obra maestra”
: “El hombre ha sido capaz de llevar su tremendo poder científico y tecnológico hasta el diminuto
corazón de las semillas, donde está oculto el secreto, ha sido capaz de alterarlas con el fin de potenciar la
productividad y de mejorar, desde su perspectiva parcial, las especies, pero en el fondo lo que quiere es
hacerse dueño del secreto de la reproducción y la multiplicación de los bienes de la tierra, ponerles un precio,
y para poder traficar con ellos amparado en los derechos ilimitados del conocimiento y escudado por la
lógica de las patentes. El debate sobre la modificación del patrimonio genético de las especies nos compete a
todos y debería ser más amplio, pero lo que aquí nos encontramos es una dramática disparidad en el acceso a
la información y al conocimiento, que hace que las conquistas de la ciencia y de la industria caigan en manos
de los traficantes mucho antes de ser debatidas por la humanidad. La privatización de los tesoros de la
naturaleza, la oposición de un cálculo mezquino a la divina prodigalidad del mundo, es lo más
parecido a un pecado que yo puedo concebir en nuestra época. Y tendría que encontrar alguna oposición
y algún límite, incluso en términos jurídicos”. Y continúa: “…..El capitalismo, y todos los sistemas
análogos, industrialistas, mercantiles, consumistas, saqueadores de la naturaleza, aunque a veces se llamen
socialistas o comunistas, todos los sistemas que al mismo tiempo anulan la individualidad y desprecian a la
comunidad, han pretendido convertir a la sociedad humana en un hormiguero. … El siglo XIX nos dejó
sembrado el ideal del progreso, pero el siglo XX, casi desde sus inicios, nos puso a dudar de las
virtudes de ese progreso científico y tecnológico”.

Y agrega William Ospina: “Donde quiera que miremos hace crisis la civilización. La destrucción de la
naturaleza por obra del lucro, por obra de la tecnología, por obra de la industria, el modo como nuestros
méritos se vuelven contra el mundo, hace que parezca acuñada para nosotros la gran sentencia “Perecerás por
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tus virtudes”. Vemos el fenómeno del calentamiento global, de la degradación de la atmósfera, de la


contaminación de los aires y de los mares, de las basuras letales, de la muerte de los glaciares, de la creciente
peligrosidad de los rayos del sol, y entendemos que tenía razón Neruda cuando escribió “La tierra hizo del
hombre su castigo”. Vemos la perdida gradual de una valoración compleja del mundo, la sustitución de todos
los valores por el omnipresente valor comercial, y sentimos que un gran saqueo se está obrando sobre nuestra
riqueza del afecto y de la imaginación. Los bosques no son ya los bosques de la memoria y de la fábula sino
recursos madereros” (William Ospina).

Entonces, de nuevo nos preguntamos: ¿Quién es el sujeto, hoy, en el seno del neoliberalismo, de la
globalización y del consumismo? ¿Quién es este sujeto que, capturado e interceptado por los lenguajes
atractivos y fascinadores de la sociedad de mercado, de consumo, y de la tecnocultura lo mantienen
perturbado, deslumbrado, extraviado y hasta equivocado en su historicidad contemporánea, y
deambulando de tumbo en tumbo frente a los fines de las racionalidades economicistas, desarrollistas,
utilitaristas y pragmáticas de la época?

¿Quién es el ser humano, pese a esta situación contemporánea en la modernidad líquida?: El ser
humano es un sujeto que, como ser racional y constitutivamente portador de la palabra, se hace
libre cuando es capaz de pensar lo correcto, hablar lo correcto obrar lo correcto, porque no se
deja manipular por lo atractivo de los intereses privados y egoístas.

El ser humano es consciente del poder de la palabra y de la lengua sobre la vida en su afán de
asegurarse y de perseverar como libre y como autónomo, y puede hacer uso de ella, pese a las
influencias de la economía de mercado, pero, sobre todo, sabe que, igualmente la lengua y el habla, son
la posibilidad de resistir y de combatir los embates de las instancias que la controlan y (la palabra) se
constituye en la oportunidad para discurrir y para devenir como sujeto histórico e independiente, que,
lejos de procurarse fines políticos, avanza por la sociedad defendiendo la libertad y la vida ante los
peligros de la identidad hedonista, individualista y relativista que se propaga por entre los medios de
comunicación y por la publicidad. (ej. Combativos con la palabra: Copérnico, galileo, Nietzsche, Marx,
Fernando Gonzalez, Neruda, García Márquez, y Cada uno de nosotros cuando buscamos ser Libres).

El ser humano es un sujeto que se sabe finito, singular, contextual y con facultades espirituales
que le recuerdan permanentemente la condición de encontrarse solo y en actitud de búsqueda de
sentido. Es un sujeto que se subjetiva y que se hace histórico perentoria y provisionalmente, es decir, no
tiene ínfulas universalistas. Un sujeto así, es una puesta en marcha de sí en el hablar para
desenmascarar los regímenes de poder, de saber y de verdad que se le aplican Hoy en la
modernidad líquida, y, por el contrario, el ser humano es apto para combatirlos con la palabra, desde la
cual el ser humano puede plantear su libertad, tanto en lo personal, como en lo social y en lo ambiental,
porque todo ser humano se manifiesta pensando y piensa manifestándose, como intérprete y
conversador vital con la cultura.
El ser humano, de esta manera, no se deja asombrar ni maravillar por la presentación impactante de la
seducción a través de la publicidad tecnológica, ni por la investigación por la investigación, así como
por los atractivos que ofrece para encantar a los consumidores idealizados por las experiencias y las
satisfacciones puntuales que produce el contacto con ella.
Entonces, la estrategia ÉTICA, estética y formativa que se plantea, se orienta hacia el desmonte de
la sensibilidad estructurada sólo en clave de individualismo, relativismo, hedonismo y de mercado, y
con ello recuperar la sensibilidad para el ser humano, que la integrará para sí. George Gadamer
expresa: “Llamamos a eso la formación del gusto que incluye la formación de la capacidad de juicio”. 1
Con ello se reclamará la sensibilidad para gustar, para querer, para desear, para la emoción, para la
sensibilización por el mundo, por la historia y por el hombre, para captar desde la «entraña» humana la

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GADAMER, H-G. Elogio de la teoría. P. 129
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voluntad de sentir, para crecer en medio de una época de claro dominio mercantil y técnico-científico,
para combatir las promesas del mundo feliz que ofrece la sociedad de mercado, que lo que originan es
mas violencia entre los sujetos, como sucede en los pueblos de América Latina” (Ernesto Estrada
Araque).
El ser humano es un ser racional, lo que supone que es deseo de saber sobre sí mismo, sobre los otros, sobre
el mundo y sobre la historia. Se sabe inserto en sí mismo, en los otros, en el mundo y en la historia: en las
representaciones colectivas.
Como ser racional es pura potencia: Supone: Ser portador de la capacidad lingüística. Es por antonomasia
un ser que dialoga. Se constituye a través del lenguaje. Puede afectar y ser afectado por el lenguaje y por los
gestos. Porque, como dice Spinoza: “Un ser humano no se define por sus órganos, por sus funciones, por la
razón, sino por los afectos de que es capaz”.
Para Spinoza el ser humamo es aptus: (Conatus): entendido como esfuerzo por perseverar en el ser. El
conatus es una fuerza interna a todo individuo que le impele a continuar existiendo.
Si el conatus se debilita por el error, se fortifica en cambio por la vía del pensamiento correcto. El
conocimiento verdadero libera a los individuos del error y de vivir atados a lo inmediato. El pensamiento es
la única forma de llevar a actualidad lo verdaderamente humano.
El ser humano se sabe inserto en sí mismo, en los otros, en el mundo y en la historia: en las
representaciones colectivas.
Para Erich Fromm: El hombre: Es viva conciencia de sí mismo, surge del conflicto entre avanzar o retroceder, entre
elegir la vida o la muerte, el desarrollo o la destrucción, lo que aumenta la vida o lo que disminuye la vida, entre lo que
son vitaminas para la vida o lo que son tóxicos, porque el fin del hombre en la vida es ser atraído por todo lo vivo y
apartarse de todo lo que es muerto y mecánico.
Todo ser humano, como dotado que está del don de la palabra, se constituye en un interlocutor activo de su
tiempo y con su tiempo. Reconoce los logros de la racionalidad técnica, política y económica, así como su
pertenencia al llamado paradigma hedonista, y a la modernidad líquida, pero al mismo tiempo advierte la
ambivalencia de estos productos y estas propuestas sociales, cuando se aplican sobre la pluralidad de los sujetos y
sobre la totalidad del mundo.

Colofón. En la película “Mente brillante”, cuando Nash recibe el premio Novel en 1994, expresa:

“Yo siempre he creído en los números, en las ecuaciones y en la lógica que lleva a la razón. Pero tras una vida de tales
actividades, pregunto ¿qué es verdaderamente la lógica?¿quién decide qué es la razón?. Mi búsqueda me ha llevado a
través de lo físico, lo metafísico, lo alucinatorio. Y de regreso he hecho el descubrimiento más grande de mi vida. Solo
en las misteriosas ecuaciones del amor puede uno encontrar lógica o razón”.
Taller.
1. A partir de este documento y del video de Alberto Cortez, Cite y plantee Quién es el ser humano,, cuáles son sus
características, por qué es una obra maestra. Qué es lo maravilloso de los seres humanos. ¿Por qué el ser humano
es pura potencia, analice desde la historia de la ciencia.
2. Analice cuál es el riesgo de “esta obra maestra” frente a los poderes políticos, económicos, científicos y
tecnológicos que evidencian cómo se ha doblegado el hombre a los intereses que le han convertido en un medio y
en un objeto. Sustente con dos citas del texto. ¿qué pasa con el ser humano en esta modernidad líquida e
individualista? ¿Por qué se ha dejado atrapar por la racionalidad instrumental y cientificista, a partir de la
revolución industrial y del capitalismo, que especializó la razón como razón utilitaria, pragmática y económica?.
3. ¿Quién es el ser humano, pese a esta situación contemporánea en la modernidad líquida?¿Cuales son sus
características, cuáles son sus facultades y cuál es su recurso para resistir los regímenes de poder, de saber y de
verdad que le mantienen sumiso? ¿qué dicen los pensadores: Savater, Sartre, Aristótelers, Spinoza, Erich Fromm
y Georg Gadamer?
4. Analice qué le falta a los colombianos en relación con “el poder de la palabra para resistir y combatir” la
indiferencia frente a sí mismos, frente a los Otros y frente a los recursos ambientales de nuestro país?, ¿Qué sujeto
ético ha de ser un Ingeniero para hacer lo bueno en Colombia? Explique.

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