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dieciseis años de su vida ha vivido encerrado en un sótano, sin ventanas; sin conocer
absolútamente a nadie y sin saber nada del mundo exterior; sin conocer siquiera la
existencia de ese mundo exterior.
Cuando Gaspar Hauser es liberado se encuentra bruscamente con ese mundo exterior.
Su mente es virgen, lógica, pura, sin prejuicios. Aprende las cosas de una forma natural y
manifiesta abierta e inocentemente todas sus dudas, incongruencias e incomprensiones.
En el fondo es un ejemplo para todos ya que al estar totalmente abierto al aprendizaje
natural, entiende y detecta cosas (hechos, actitudes, aspectos y matices de la vida y de los
que le rodean) que los demás no son capaces de captar debido a toda su carga de
prejuicios.
Es apasionante el mundo de los sueños. Manifiesta que en los 16 años de encerramiento
no ha soñado nada (obviamente la génesis de los sueños necesita estímulos externos) y
en sus primeros años de libertad es incapaz de distinguir entre sueños y hechos reales.
Es reseñable el personaje del "redactor de actas" que repite en voz alta y escribe lo que le
dicen los demás. No cuestiona ni aporta nada. Pero él se considera un gran "redactor de
actas". Sin duda, es el personaje antagónico de Gaspar Hauser.
Apasionante también la escena de la autopsia en la que se pone de manifiesto (y se ve) la
deformación de los órganos del protagonista (cerebro, higado..). El efecto de las
experiencias traumáticas (y quizá no tan traumáticas) sobre el cuerpo físico (Una de las
constantes del genial director canadiense David Cronenberg).
Todo ello está narrado por W. Herzog de una forma sencilla, natural, minuciosa, poética,
brillante. La película conmueve y apasiona. Transmite exactamente lo que pretende; la
evolución de una mente humana que ha vivido una experiencia extraordinaria.