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Conceptos fundamentales de la fenomenología de Edmund Husserl

En un artículo de la Enciclopedia Británica en 1930, Husserl expresó: “Fenomenología


designa un nuevo método descriptivo […] y una ciencia a priórica que se desprende de él y
que está destinada a suministrar el órgano fundamental para una filosofía rigurosamente
científica”. Según esta definición, el objeto de la fenomenología es algún fenómeno que
será estudiado mediante la descripción; descripción que es posible de los fenómenos que
pueden ser percibidos en intuiciones sensibles; finalmente, la ciencia “a priórica” designa
un tipo de fenómeno que no puede ser percibido por los sentidos, sino intuido de un modo
categorial. En este ensayo, mediante la explicación de algunos conceptos fundamentales,
se explica en líneas generales la fenomenología como método descriptivo.

La importancia de la intuición sensible y la percepción

La importancia de la intuición y la percepción sensible tiene su origen en lo que Husserl


llamó su intuición señera, aquella que establecía una correlación entre hombre y mundo;
es decir, que no se puede comprender al hombre sin referencia al mundo ni este sin
referencia al hombre (como se cita en Herrera, s/f, p. 250). Como matemático, intentó
explicar esta intuición en su primera obra, Philosophie der Arithmetik1. El objetivo de la
obra fue analizar el desarrollo lógico y psicológico del concepto de número (Canela, 2013,
p. 122). El problema para resolver fue ¿Cómo se tiene intuición del concepto de número?
En efecto, se puede intuir el número “5”, pero no es lo mismo que intuir el “número”. Él
creyó que los conceptos categoriales como número, relación, cantidad, etc., eran producto
de la psicología. Sin embargo, en Investigaciones lógicas (1900-1901) desechó aquel
psicologismo, es decir, la pretensión de fundamentar las vivencias de la conciencia
(digamos: lo que ocurre en tu conciencia mientras estas percibiendo) a bases psicológicas
(Lambert, 2006, p. 519). El concepto de número, entonces, fue tratado en esta segunda
obra como un concepto categorial objetivo, lo que significa que “no está en la mente de
ninguna persona” como si fuera parte de su psicología; sino que tenía una existencia
ontológica en sí. La pregunta seguía siendo difícil de contestar también ahora: ¿cómo se
tiene intuición de un concepto que no es una cosa en el mundo, es decir, que no se puede
percibir por medio de los sentidos?

1
En español, Filosofía de la aritmética
La percepción y la intuición son importantes, porque permiten comprender que además de
las cosas en el mundo, existen fenómenos que no son cosas, sino que tienen existencia
ideal en nuestra conciencia; y existencia ideal es el nombre que usa Husserl para evitar
que sus lectores piensen que tales fenómenos son creaciones suyas. Los conceptos como
el número, relación o cantidad, dice Husserl, no se crean en la conciencia, sino que se
descubren, se alcanzan, se llega a ellos. Para explicar esto, Husserl emprende una tarea
que ya había hecho Kant de otro modo:

En primer lugar menciono la tarea general que tengo que resolver para mí, si quiero
poder llamarme filósofo. Me refiero a una crítica de la razón. Una crítica de la razón
lógica y práctica, de la razón que valora como tal. (Ideas relativas a una
fenomenología pura y a una filosofía fenomenológica, como se cita en Lambert,
2006, p. 519)

La reducción fenomenológica

Para comprender este concepto, iniciemos con un ejemplo de intuición sensible, digamos
que hay una “cosa” delante de nosotros ahora que estamos escribiendo. Así comienza la
intuición sensible de la materia: vemos la forma, el color, su tamaño, la disposición de los
elementos, etc., de modo que el conjunto de estos elementos sensibles nos permite
distinguir esta “cosa” de otras “cosas” que también puedo distinguir. Aquí, entonces,
distinguir lo usamos como la capacidad de poner límites a lo que estamos viendo. Resulta
que la “cosa” que hemos ido viendo por partes se llama “retrato”, en este momento, con el
nombre ya dado, se tiene una intuición sensible. Entonces, una intuición es la captación de
un objeto delimitado. En el ejemplo, delimitar el “retrato” es diferenciarlo del “diploma” que
tengo a su lado, al mismo tiempo que los diferencio de la computadora, etc. Se podría decir
que tener una “intuición” de retrato es lo mismo que ser capaces de “ver” dónde comienza
y dónde termina un “retrato”.

Pero como ya vimos en el apartado anterior, no se puede hacer lo mismo con conceptos
como número, relación, cantidad ¿dónde están los límites sensibles de estos conceptos? Y
no tienen que ser conceptos extraños para fijarnos que utilizamos intuiciones no sensibles.
Por ejemplo, algunos como padres sabemos pensar qué sería la “paternidad” y la
diferenciamos de la “profesionalidad”, y decimos oraciones como “mi responsabilidad como
padre, me impidió asistir a tiempo a clase”. ¿Dónde están los limites sensibles de
“paternidad” y de “profesionalidad”? simplemente no existen.

Husserl explicaba que la costumbre o actitud natural lleva a las personas a pensar que
todo concepto se refiere a una “cosa en el mundo”, cuando en realidad no es así. Para
poder acceder a los conceptos eidéticos, a esas intuiciones no sensibles, Husserl propone
el método de la epojé. Este es un método mental que consiste en pensar como si el mundo
no existiera para quedarnos simplemente con la vivencia de la conciencia. En el ejemplo
del “retrato”, sería dejar de creer [por un momento, que tampoco Husserl andaba loco] que
el retrato existe y solo prestar atención al proceso cómo desde la percepción de elementos
se ha ido produciendo una intuición acabada, ¿qué pasaba en la conciencia mientras aquel
proceso sucedía? Aquello con lo que nos quedamos luego de la epojé es el residuo o
reducción fenomenológica. Aunque suene extraño, recién en este momento estamos frente
a “cosas” evidentes en la intuición, según Husserl. Al parecer, esto es así porque todas las
“cosas” como el “retrato” de nuestro ejemplo son producciones ya logradas, no son
consistentes en sí mismas, son momentos temporales del parecer de algo cambiará dentro
de poco, no permanecerá. En cambio, el residuo con el que nos quedamos luego de la
epojé es algo subsistente, solo que falta saber qué es y qué nombre tiene.

La fenomenología trascendental

La percepción de un objeto, por ejemplo “esta botella”, permite al sujeto asumir la


existencia de “cosas” en el mundo; a esta actitud se llama “natural”. La fenomenología
trascendental inicia con la pretensión de acceder a la percepción de “las cosas mismas”,
pero resulta que tales cosas son construcciones, por lo tanto, en el proceso de percepción
fenomenológica se pone atención no al contenido de ella, sino a la estructura de la
percepción. Resulta que la vivencia de la conciencia, el proceso mismo de la percepción,
pero no los objetos percibidos, son fenómenos evidentes (Reale y Antiseri, 1988, p.495). Al
proceso de dejar de prestar atención al contenido externo de la percepción, es decir, al
proceso de pensar “como si no existiera un mundo de cosas”, Husserl lo llama epojé. Con
esto, según Villanueva (s/f), la fenomenología, además de los hechos, reconoce

El mundo del Eidos y del a priori, superando el naturalismo. Precisamente esta


distinción le permitirá a Husserl dejar clara la diferencia de abordar la subjetividad
que tienen tanto la psicología naturalista como la eidética, y la fenomenología
trascendental (Villanueva, s/f)

Mientras que la piscología naturalista y la eidética, para funcionar, requieren un objeto


físico en el mundo y, por tanto, la conciencia es un objeto para ellos; la fenomenología
trascendental, luego de la epojé, se queda con el residuo llamado mundo de la vida.

El mundo de la vida es “el mundo de la experiencia sensible que viene dado siempre de
antemano como evidencia incuestionable” (como se cita en Herrera, s/f, p. 256). El mundo
de la vida es una relación entre personas y mundo en que la acción de la vida no supone
ningún concepto científico ni de ningún otro conocimiento. Por ejemplo, en una simple
conversación entre amigo, esta sería imposible si ellos no dieran por sentado, como parte
de su “mundo de la vida” que ambos conocen el mismo idioma. Normalmente esta no es
una preocupación entre amigos, se asume. Por esta razón, el mundo de la vida es un
concepto que indica que en la experiencia siempre hay más contenido que el recibido. Por
ejemplo, si asistimos a una fiesta en nuestra sierra peruana, solo recibimos la música, el
baile y la comida, pero sabemos que eso no es todo, que la “fiesta” significa y tiene
sentidos que van más allá de lo percibido: compadrazgos, camaradería, compartir
expectativas de vida, etc.

A modo de conclusión

La fenomenología trascendental de E. Husserl es un método y una corriente filosófica que


todas las fuentes insisten en decir que tuvo varias etapas. Sin embargo, si algo hay de
fundamental en este método es pretensión de investigar mediante la descripción del
mundo de la vida. Como teoría, la fenomenología sustenta los estudios etnográficos, por
ejemplo, pues resulta que los grupos humanos pueden vivir en “diferentes mundos de la
vida” y para comprender la vida de esos grupos diferentes no solo se requiere observarlos,
sino que es menester “vivir” lo que ellos y encontrar el sentido.

Bibliografía

Canales, L. A. (2013). La Philosophie der Arithmetik,de Edmund Husserl: sobre la


fundamentación de la aritmética, del concepto de número al concepto de espacio.
Valenciana, 6(11), 121-136
Reale, G. y Antiseri, D. (1988). Historia del pensamiento filosófico y científico. T. III. Del
Romanticismo hasta hoy. Barcelona: Herder

Lambert, C. (2006). Edmund Husserl: la idea de la fenomenología. Teología y vida, 47,


517-529

Villanueva, J. (s/f). La epojé y la reducción como acceso a la vida trascendental.


Recuperado de http://textos.pucp.edu.pe/pdf/3823.pdf

Herrera, D. (s/f). Husserl y el mundo de la vida. Recuperado de


https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/3703031.pdf;Husserl

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