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Por su parte, los principios en la teoría del derecho son ideas fundamentales de un sistema
jurídico determinado que se presenta en la forma concreta del aforismo y cuya eficacia
como norma supletoria de la ley depende del reconocimiento expreso del legislador.
Ahora bien, la regla es más precisa, debido a que contienen disposiciones especificas en
las que tipifican supuestos de hecho, con sus correspondientes consecuencias jurídicas.
Aunque hemos partido de la idea de que los principios constituyen una clase de normas,
existe otra postura que no es partidaria de considerarlos como normas, sino como el primer
paso para obtener éstas. Es decir, a partir de ellos se determinan los siguientes escalones
hasta que lleguemos a crear la norma que se aplique en la sociedad.
Según esta postura, el principio constituye la base, el criterio o la justificación del
mandato susceptible de aplicación. Es el fundamento inicial de una regulación. La norma es
el mandato propiamente dicho, que se puede aplicar de un modo inmediato; es la
concreción del principio.
Los principios jurídicos son esas conductas consideradas como valiosas y a su vez
alternativas, las cuales debemos realizar conscientemente, así sabremos si debemos realizar
o no, un comportamiento o una acción. En otras palabras, es nuestra manera de proceder,
una especie de norma que regula nuestra conducta o nuestro comportamiento en la vida.
Según, https://es.scribd.com/document/323494958/Que-Es-Un-Principio-Juridico,
plantea que, desde un punto de vista etimológico, principio jurídico es la relación razonada
que correlaciona un estándar establecido como relevante para el derecho con aquello que se
deba relacionar, siendo la relación razonada el elemento determinante del principio
jurídico, y el estándar, su esencia. Su existencia depende de que los juristas lo hayan
querido y hecho. Tiene una función determinante y se aplica para resolver casos, y una
función regulatoria por la que limita la obtención del resultado. En los diferentes casos
sometidos a consideración de los juzgadores participan ciertos contenidos normativos que
regulan la aplicación de las normas.
Así, en caso igual exigen de la ley su exacto cumplimiento, en el caso diferente buscan
equilibrio con la ley, y en el caso distinto su plena realización. Respecto de la Constitución
determinan contenido.
La diferencia más importante está en el distinto “tratamiento” que la ciencia del derecho
otorga a reglas y principios. Sólo a las reglas se aplican los variados y virtuosistas métodos
de la interpretación jurídica que tiene por objeto el lenguaje del legislador. En las
formulaciones de los principios hay poco que interpretar de este modo. Por lo general, su
significado lingüístico es autoevidente y no hay nada que deba ser sacado a la luz
razonando sobre las palabras.
Las fórmulas “de principio” suelen ser expresiones banales “producto de una recepción
jurídica de tercera o cuarta mano”, pero no por ello menos venerables, que remiten a
tradiciones históricas, contextos de significado. Más que “interpretadas” a través del
análisis del lenguaje, deben ser entendidas en su ethos.
Las reglas “se obedecen” he ahí la importancia de determinar con precisión los
preceptos que el legislador establece por medio de las formulaciones que contienen las
reglas; a los principios, en cambio, “se presta adhesión” y, por ello, es importante
comprender el mundo de valores, las grandes opciones de cultura jurídica de las que forman
parte y a las que las palabras no hacen sino una simple alusión.
Los principios son normas que ordenan realizar algo en la medida de lo posible, en
relación con las posibilidades en el terreno de los hechos. Los principios son mandatos de
optimización caracterizados por ser cumplidos en diversos grados. La forma característica
de aplicación de los principios es la ponderación.
Los principios constituyen una parte fundamental en nuestra vida, mientras que las
reglas son un instrumento que se impone en nuestras vidas para regular nuestra conducta de
acuerdo a lo correcto o a lo incorrecto, es decir; las reglas están para ser obedecidas pero
depende de nuestros principios si acatamos una regla o no.
Debe señalarse, que para las reglas se aplica todo, mientras que los principios se aplican
según su importancia.
Los principios son menos que las reglas en estos dos sentidos. Por un lado, no presentan
las ventajas de las reglas, pues no permiten ahorrar tiempo a la hora de decidir un curso de
acción. Si una regla es aceptada, entonces se evita tener que entrar en un proceso de
ponderación de razones en pro y en contra; la regla opera, por tanto, como un elemento que
reduce la complejidad de los procesos de argumentación. Sin embargo, los principios como
se ha visto no eximen de la tarea de efectuar esa ponderación.
Por otro lado, los principios, en cuanto premisas a utilizar en los argumentos prácticos,
tienen menos fuerza (son menos concluyentes) que las reglas. Si alguien acepta como
premisa de su razonamiento la regla “si se da X, entonces se debe hacer Y” y acepta
también que “X ha tenido lugar”, de ahí tiene que inferir necesariamente “se debe hacer Y”.
Sin embargo, de la premisa “F es un fin a alcanzar” y “G (aun cuando se trate de un
comportamiento no prohibido por el ordenamiento jurídico) conduce a F”. Manuel Atienza
y Juan Ruiz Manero no puede pasarse a la conclusión “se debe hacer G”, sino simplemente
a la de “existe una razón para efectuar G”; lo mismo cabe decir en relación con las premisas
“C es un tipo de comportamiento valioso” y “c es una acción del tipo C” que no permiten ir
más allá de la conclusión “hay una razón para efectuar c”. Pero los principios son también
más que las reglas, y en otros dos sentidos. Por un lado, porque al estar enunciados o poder
enunciarse en términos más generales, entran también en juego en un mayor número de
situaciones; esto es, al tener un mayor poder explicativo que las reglas, tienen también un
mayor alcance justificatorio.
Por otro lado, la menor fuerza de los principios en cuanto premisas del razonamiento
práctico va aparejada a una mayor fuerza expansiva. Así, por ejemplo, a partir de las
premisas “todos los varones físicamente aptos deberán hacer el servicio militar” y “si te
intervienen quirúrgicamente pasarás a ser considerado físicamente apto” no se concluye
“debes intervenirte quirúrgicamente” y ni siquiera “existe una razón para que te intervengan
quirúrgicamente” (pues es posible que uno no desee hacer el servicio militar, de manera
que, para él, ello no cuenta como razón). En cambio, a partir del principio de que “los
españoles tienen derecho a una vivienda digna” junto con el enunciado “abaratar los
créditos para viviendas facilita que un mayor número de personas acceda a una vivienda
digna” sí que se concluye, cuando menos, que “hay una razón para que el Estado abarate
los créditos para la compra de viviendas”.
Y la diferencia como ya antes se apuntó es que para los primeros los principios no
constituyen generalmente más que sobre principios y reglas guías para la acción, mientras
que para los órganos jurisdiccionales (y para los abogados y dogmáticos) los principios
como el resto de las pautas del ordenamiento jurídico deben servirles no solamente para
resolver el problema de qué hacer, sino también el de cómo justificar lo que se ha hecho o
se va a hacer, esto es, la toma de decisiones jurídicas. A veces se supone que los principios
sólo entran en juego en el razonamiento justificatorio de los órganos jurisdiccionales
cuando éstos tienen que hacer frente a casos difíciles, pues en los casos fáciles las reglas
son elementos necesarios y suficientes para justificar la decisión.
Esta forma de ver las cosas no nos parece, sin embargo, aceptable, por lo siguiente. Un
caso es fácil precisamente cuando la subsunción de unos determinados hechos bajo una
determinada regla no resulta controvertible a la luz del sistema de principios que dotan de
sentido a la institución o sector normativo de que se trate. Y “que dotan de sentido” puede
tener, a su vez como ya se ha indicado, un doble sentido: puede tratarse de los valores cuya
realización viene asegurada por el cumplimiento de la regla, o bien de los objetivos sociales
para cuya consecución el cumplimiento de la regla aparece como medio. Pero, en uno u
otro de los sentidos de “dotar de sentido”, es a la luz de los principios explícitos o
implícitos del sector normativo de que se trata como cabe determinar si un caso es fácil o
difícil.
Lo anterior tiene importantes consecuencias, porque invalida una imagen muy extendida
acerca de la manera como el Derecho guía la conducta de los órganos jurisdiccionales.
Dicha imagen podría resumirse así: el Derecho guía primaria y centralmente tal conducta
mediante reglas, esto es, mediante razones perentorias (razones repetimos para dictar una
resolución cuyo contenido esté basado en el de la regla y para excluir que opere ninguna
otra razón como base del contenido de la resolución) y sólo requiere de la deliberación de
los órganos jurisdiccionales en zonas periféricas: zonas periféricas originadas, bien por los
déficits del lenguaje ordinario (casos que caen dentro del área de penumbra del significado
de los términos empleados en la formulación de la regla), bien en el relativo
desconocimiento de los hechos futuros y la relativa indeterminación de propósitos del
legislador (supuestos de lagunas y antinomias normativas y también de atribución a los
órganos jurisdiccionales de potestades discrecionales en la resolución de determinados
casos).
En un primer sentido y en un primer nivel por cuanto que impone a tales órganos
jurisdiccionales el deber de componer un balance de razones integrado únicamente por las
constituidas por las pautas jurídicas, siendo admisible la toma en consideración de otras
razones únicamente en la medida en que las propias pautas jurídicas lo permitan. En un
segundo sentido y en un segundo nivel por cuanto que tal balance de razones remite, no en
todos los casos pero sí en la mayoría, a adoptar como base de la resolución una regla
jurídica, esto es, una razón perentoria.
Cabría así dividir a los casos en dos grupos: aquellos cuya resolución se fundamenta en
el balance de razones jurídicas que se integran en la deliberación del órgano jurisdiccional,
y aquellos otros en los que tal balance de razones exige el abandono de la deliberación y la
adopción como base de la resolución de una razón perentoria. Por lo que se refiere a la
distinción entre el uso argumentativo de principios en sentido estricto, y de directrices, lo
fundamental ya ha quedado dicho con anterioridad, cuando contrapusimos las razones de
corrección a las razones de carácter instrumental o estratégico.
Ahora podemos añadir nuestro acuerdo con la afirmación de Summers (1978) de que las
rightness reasons y las goal reasons constituyen los principales tipos de razones
substantivas (que él contrapone a las razones autoritativas), las cuales, a su vez, vienen a ser
el núcleo de la argumentación jurídica en los casos difíciles. Sobre principios y reglas.
Finalmente, en lo que concierne a la distinción entre principios explícitos e implícitos, no
cabe duda de que los segundos suponen una mayor complejidad que los primeros, pues en
relación con ellos no se plantea únicamente el problema de cómo deben ser usados en
cuanto premisas de una argumentación jurídica, sino también el de cómo se justifica
adoptarlos como tales premisas.
En este sentido, nos parece que afirmar que “X es un principio implícito” de una
determinada institución, sector normativo, o sistema jurídico es lo mismo que afirmar que
las reglas y principios explícitos correspondientes son coherentes con X y que a tales reglas
y principios explícitos, entendidos como formulaciones lingüísticas, debe adscribírseles un
contenido proposicional que resulte coherente con X. Pero el requisito de “coherencia” con
el material normativo, como es sabido, puede en muchas ocasiones ser satisfecho tanto por
el principio X como por otros principios. En este sentido, el problema de la identificación
de principios jurídicos implícitos viene a coincidir con el problema general de la
interpretación jurídica.
Sin duda, el razonamiento jurídico intenta encontrar una solución a un problema surgido
de manera argumentativa, para así evitar desacuerdos e inconvenientes. Es por esto, que
debemos hacer uso de nuestros principios de manera que nos ajustemos a las normas y a las
leyes.
Toda norma jurídica no es más, que las reglas que dirige el comportamiento humano
dentro de la sociedad, y que nos concede derechos, pero también nos impone deberes; ya
que si los incumplimos nos podría generar una sanción. Por su parte, la doctrina de la
norma jurídica interpreta las normas señalando su aplicación, aunque cabe destacar, que
solo el Estado puede aplicar dicha sanción.
Según, https://es.scribd.com/doc/67092406/La-Estructura-Logica-de-La-Norma-
Juridica, plantea que: como a la sociedad le interesa que se cumplan las normas del
Derecho que permiten precisamente su existencia, no solo prevé como debe comportarse la
persona, sino que al propio tiempo se establece a través de la norma que la falta de
cumplimiento de la conducta que impone será castigada con una sanción.
Por eso se dice que la estructura lógica de la norma jurídica consiste en enlazar
determinados "supuesto de hecho o hipótesis", con determinadas "consecuencias jurídicas".
El artículo 1185 del Código Civil vigente dice: "el que con intención o por negligencia o
por imprudencia ha causado un daño a otro, está obligado a repararlo"
Supuesto de Hecho: "El que con intención o por negligencia o, por imprudencia ha
causado un daño a otro".
Por ejemplo: la persona que comete un hurto. El supuesto de hecho seria el hurto cometido
(si se llega a comprobar) y la consecuencia jurídica (seria la cárcel) por haber cometido el
delito.
Según, https://sites.google.com/site/sitioweberikachisag/derecho-penal/5-estructura-
logica/5-1-normas-penales-completas/5-2-normas-penales-incompletas, Establece que, son
incompletas aquellas normas penales cuya estructura, gramaticalmente acabada, no
contiene supuesto de hecho y consecuencias jurídicas por estar destinadas a concretar el
supuesto de hecho o la consecuencia jurídica o restringir el ámbito de aplicación de otra
norma.
Ejemplo de norma jurídica incompleta la tenemos en la parte general del Código Penal,
particularmente las que establecen causas de justificación o de inculpabilidad. Las normas
jurídicas penales incompletas pueden ser, según Larenz, de tres órdenes:
1. Aclaratorias;
2. Restrictivas y,
3. Remisivas.
Según,file:///C:/Users/perrito/AppData/Local/Microsoft/Windows/Temporary
%20Internet%20Files/Content.IE5/LBBBKTCQ/TEMA%202%20RJB%20-%20Las
%20normas%20jur%C3%ADdicas.pdf, plantea que: Una norma jurídica es una regulación
abstracta de conductas que se corresponde con el siguiente esquema: supuesto de hecho,
consecuencia jurídica. (Por ejemplo: si matas (Supuesto de Hecho), vas a la cárcel
(Consecuencia Jurídica). La norma jurídica como parte de una regulación trata de ordenar
las conductas obligando al individuo a actuar o a no actuar de una forma determinada.
Esto, aunque los destinatarios de la norma son libres de someterse a ella o no, pero si no
lo hacen, han de atenerse a las consecuencias. (por ejemplo: se puede matar, pero si se mata
se va a la cárcel) Por otro lado, la norma puede ser directamente aplicable sin que se realice
conducta alguna, si se produce una circunstancia determinada que puede no depender del
individuo. (por ejemplo: la norma por la que se establece la mayoría de edad a los 18 años).
Pero la norma no siempre expresa obligaciones. También puede dispensar de las mismas
(por ejemplo: la norma que establece que a partir de los 30 años ya no es exigible el
servicio militar).
Según,https://www.clubensayos.com/Temas-Variados/Aplicacion-E-Interpretacion-De-
La-Ley/338845.html, establece que, el Derecho regula la vida en sociedad aplicándose a los
hechos producidos o derivados de las relaciones intersubjetivas con trascendencia jurídica.
Esta regulación se realiza a través de la aplicación del conjunto de normas jurídicas que
constituyen el derecho objetivo y positivo. La aplicación del Derecho debe consistir
entonces en la culminación de un proceso lógico mental que se da desde una regla general
hasta la adopción de una decisión particular.
Así como el lenguaje muchas veces puede no ser claro, las normas jurídicas, por tener
que valerse del elemento lingüístico para expresarse, no escapan a esta posibilidad, a lo que
contribuye la diversidad de los hechos. La doctrina, sin embargo, es casi unánime en
considerar que al interpretar no estamos solamente ante una mera posibilidad de falta de
claridad en el texto de la norma, puesto que la interpretación de las normas siempre está
presente al momento de aplicar el derecho; por más que la norma que va ser objeto de
interpretación no revista mayor complicación para desentrañar su significación y sentido.
El sistema jurídico funciona y tiene validez solo cuando se aplican las leyes y estas son
obedecidas. Hay también una aplicación temporal de la ley, que inicia cuando se entra en
vigor y termina cuando es abrogada o derogada.
Los principios generales del derecho son utilizados por los jueces, los legisladores,
los creadores de doctrina y por los juristas en general, sea para integrar derechos legales o
para interpretar normas jurídicas cuya aplicación resulta dudosa.
Debe señalarse, que los principios desempeñan un papel “constitutivo” del orden
jurídico. Las reglas, aunque estén escritas en la Constitución, no son más que leyes
reforzadas por su forma especial. Las reglas no tienen ninguna fuerza constitutiva fuera de
lo que ellas mismas significan.
Con base a los principios en el razonamiento jurídico, se puede decir, que razonamiento
es la razón que se establece entre el resultado de una acción, y jurídico que emana del
Derecho. Razonar es parte esencial de nuestra mente que nos permite actuar lógicamente y
de manera justa y correcta.
En cuanto a las normas incompletas se pueden definir como aquellas normas penales
cuya estructura, gramaticalmente acabada, no contiene supuesto de hecho y consecuencias
jurídicas por estar destinadas a concretar el supuesto de hecho o la consecuencia jurídica o
restringir el ámbito de aplicación de otra norma.
Es importante señalar, que la norma jurídica como parte de la regulación busca regular
la conducta humana de manera que los individuos actúen de forma correcta y en caso de
desacato incurre una consecuencia jurídica.