Sunteți pe pagina 1din 44

Diario de John Roberton

Blanca Strepponi

Primera edición: Fondo Editorial Pequeña Venecia, Caracas, 1990


Segunda edición: Ediciones El Tucán de Virginia, México, 1996

A la memoria de J.H. Roberton


A José Rafael Fortique
EL doctor J. H. Roberton, escocés de nacimiento, llegó a Angostura, hoy Ciudad Bolívar, en 1818
como integrante de la Legión Británica a favor de la independencia; y murió en 1820, en la misma
ciudad.

Las expectativas de los legionarios, muchos de ellos veteranos de las guerras napoleónicas dejados
de lado por su propia sociedad, se vieron por lo general frustradas pues las promesas de
compensaciones económicas y de honores militares por participar en la lucha heroica de un
pueblo contra un imperio, no se ajustaban a la cruel realidad imperante. El ejército venezolano
sólo tenía deudas y las pagaba con carne: cueros, mulas, caballos y carne salada, pues los animales
que poblaban los llanos eran la única riqueza en un país arruinado por la guerra. Y en cuanto a la
lucha heroica, se trataba en verdad de una guerra de exterminio.

Por otra parte, las personas eran víctimas de severas epidemias -fiebre amarilla, tifus, malaria…- y
más aún los extranjeros, muchos de los cuales morían antes de pisar tierra. Para mayor extrañeza,
el paisaje de esta masiva desgracia era desmesuradamente bello: ríos majestuosos, selvas
intrincadas, llanos inmensos y una fauna espléndida y voraz que poblaba aire, tierra y agua.

John Roberton, hombre sensible, de sólida formación científica y cultural y heredero, al fin, de una
tradición de conquistadores y aventureros proclives a la literatura, dejó un testimonio escrito:
Journal of an Expedition 1400 miles up the Orinoco and 300 up the Arauca. (Londres, 1822).

Firmado bajo el seudónimo de J. H. Robinson, el libro pasó desapercibido tanto en Inglaterra como
en Venezuela. Sin embargo, gracias a la incesante labor investigativa del doctor José Rafael
Fortique en el campo de la historia médica, fue rescatado del anonimato. El doctor Fortique no
sólo estableció la verdadera identidad de Robinson, sino que realizó una cuidadosa traducción y
publicó una versión reducida en modesta pero bella edición: John Roberton, Cirujano del Ejército
de Bolívar. (Maracaibo, 1972). Curioso destino marginal el sufrido por este texto, ya que pasaron
150 años entre ambas ediciones, igualmente restringidas.
Tomé literalmente del diario de Roberton algunos pasajes, mientras que numerosos detalles
fueron extraídos de crónicas de la época. Las cartas son de mi entera invención. En cuanto a la
idea del exilio de Dios como origen del mal, proviene de los cabalistas judíos del siglo XVI.

B.S.
El demonio es un ángel y, pese a su caída, conserva los privilegios de su naturaleza intacta, en la
que siempre se transparente la grandeza original (…) es ese ser libre que, antes que ningún otro,
eligió alejarse de la fuente de todo ser y acercarse a la nada de la que había sido sacado.
Henri Irénée Marrou

Eres tú tú el ángel caído


La caída eterna sobre la muerte
La caída sin fin de muerte en muerte
Vicente Huidobro

¡Tan-Tan! ¿Quién es? Es el Diablo


Es una muerte de hormigas,
Incansables, que pululan
¡Oh Dios! Sobre tus astillas
José Gorostiza
Puerto España, Trinidad, marzo de 1818

Adivino, madre, tu corazón lleno de reproches. Es verdad, fue falta de valor la causa que me
impidió ir a Escocia y despedirnos. Me faltó coraje para enfrentar tu angustia y, sobre todo, tu
amor.

Te equivocas si crees que mi decisión de partir a Venezuela fue una decisión de carácter frívolo,
que estoy aquí impulsado por el deseo de experimentar aventuras exóticas- Nada más lejos de la
verdad. Debes comprender que no solo soy médico, sino también militar y que como tal fui
educado por la ciencia y para la piedad y formado bajo el rigor y estoicismo del soldado.

Así como cientos de compañeros, veteranos de las guerras napoleónicas, he decidido yo también
sumarme a la empresa más sustancial para la evolución del hombre: la libertad. La esperanza de la
civilización futura radica ahora en estos jóvenes pueblos que luchan por su independencia. Es mi
deber como cristiano, como médico y como guerrero, ser solidario con causa tan noble.

¿Contaré con tu bendición? Escucha por favor el impulso de tu alma generosa y perdóname.
¡Hubieras visto madre la elegancia esplendida de las fragatas en el puerto, el colorido de la
multitud agitando sus pañuelos! Y luego, la magnífica ciudad, Londres, se redujo lentamente en el
horizonte, fue solo una silueta diminuta en la bruma. Un punto oscuro.

Ruega por mí y por mis compañeros. Nuestros espíritus confían en la justicia de Dios y en su
protección.

Tu hijo amantísimo,
John
Río Orinoco. Agosto

Nunca antes había visto


un río de tal majestad
Tomé una copa y bebí
de sus aguas

Rumbo a Trinidad, pasó a nuestro lado una flechera, lucían hermosos bajo el sol los uniformes de
la tropa. Un emblema en el pecho brillaba:
“Morir o Vencer. Venezuela”

El Capitán nos comunica que las provisiones se han acabado.

Bajé a la orilla y maté un mono.


Lo asé y lo comí.
Recuerdo el terror en su mirada antes de morir.

El calor es sofocante.

Muere a bordo un hombre de vómito negro.


Un señor Towsend
de Dublin
enferma y muere.

Su cuerpo se hundió veloz


en las aguas del río
Angostura. 20 de Septiembre

¡Al fin tierra firme!

Próxima a nuestra embarcación


una bestia antigua y voraz
el caimán
tomó a una niña en sus fauces
y la llevó
a las profundidades del río
Octubre

El Jefe Supremo, Simón Bolívar, me ha nombrado Director General de los Hospitales de la Nueva
Granada.
Tengo firmes esperanzas de llevar a buen término mi trabajo.

Esta es una guerra de exterminio:

atravesando la llanura
galopando por la maleza
escalando la montaña
el espectáculo es monótono:

pila sobre pila


de huesos humanos
de ambos sexos
y de todas las edades

Enceguece bajo este sol


inclemente la luz
de la muerte
Noviembre

Observé el sacrificio del buey:

los naturales atan


la cabeza del animal
a una estaca
y hunden un cuchillo grande
entre las dos primeras vértebras
cervicales

la muerte es instantánea
Los esclavos liberados
han huido a las montañas

Unidos a bandas de zambos


son ahora ladrones y asesinos
y las mujeres
prostitutas
Diciembre

El Jefe Supremo me ha invitado a participar con su ejército de una expedición decisiva contra los
españoles. Me ha entregado medicinas y dinero.
Vamos Orinoco arriba, hacia Apure.

Con dos oficiales ingleses embarqué en “La Bombarda”,


una cañonera sin cañones.

¡En Boca el Pao descubrieron que el ejército ha partido sin municiones!


Debemos esperar. Los rumores son contradictorios e incesantes.
Nochebuena

Hemos sido favorecidos


por el más espléndido espectáculo:

un gigantesco incendio en la selva

no imagino nada parecido


a no ser un incendio total
de Londres
teniendo el espectador
situado en Hampstead
o en las colinas de Highgate
una completa vista de la ciudad

estremecían el aire
los aullidos de los animales
apresados por el fuego
1 de enero de 1819

Las tropas que esperamos no están aquí sino en El Palmar.


Damos marcha atrás.

Las tropas no llegan.


Ya es de noche.

No son 1.200 los hombres del general Monagas, sino 400 soldados desnudos y 50 ingleses bajo el
mando de Rooke.

Descienden las aguas del río


y aparecen bancos de arena
con miles de tortugas y sus huevos
de los cuales comimos

Para capturar a las tortugas


basta esperar a que salgan del agua
y avancen en la arena

Tomándolas por el borde


del caparazón
y tirándolas de espaldas
pierden todos sus poderes
así derribadas
y sin poder escapar
son llevadas donde uno quiera
Anclamos frente a los restos de un pueblo llamado Las Piedras. Su Comandante yacía con las
piernas destrozadas por los bandidos. Se negó a la amputación y se condenó de este modo a una
muerte segura.

De regreso al río, el general Urdaneta me tomó del brazo y me invitó a cenar. Caminamos juntos
hasta llegar a una roca prominente y lisa, cubierta con un mantel. La comida fue servida con gran
estilo y nosotros la compartimos sentados alrededor, sobre las piedras.

Anclamos cerca de Caicara.


Llegó un emisario herido: el general Páez ha destruido san Fernando de Apure para que no cayera
en manos de los realistas. Ya no viajaremos Apure arriba, ni sabemos de nuestro futuro destino.

Durante días navegamos por un río subsidiario: el Cabullari.

Anoche dormí en la playa y soñé.


Chinches, piojos y mosquitos se han cebado en nuestros cuerpos.

Llevo días sin dormir a causa de una nueva clase de mosquitos. Subí a la copa de un árbol, amarré
mi propio cuerpo a las ramas y dormí sentado, fuera del alcance de estos insectos insaciables.

Nunca imaginé que se pudiera soportar tanto calor.


Río Arauca. 21 de enero

Llega un bote expreso con una noticia extraordinaria: ¡4.500 soldados ingleses están pasando las
Bocas del Orinoco!
Emocionado hasta las lágrimas, el Jefe Supremo abraza al mensajero.
¡La victoria está asegurada!

Bolívar parte hacia Angostura a recibir los refuerzos.


Nos asegura que hay provisiones para todos hasta su regreso.

Han pasado dos días y nos anuncian que ya sólo hay carne fresca para comer. Sin sal. Para beber:
agua amarga del río.
El tasajo se hace así:
muerto el buey
cortan los músculos
de sus inserciones

separadas las partes musculares


se envuelven en sal
y se cuelgan bajo el sol
hasta que secan

se vuelven duras
como cuerdas

terminado el proceso
de hacer el tasajo
los restos de la res
son devorados por un animal
llamado “Zamuro”
perteneciente a la raza
de los buitres
del tamaño de una corneja
de color negro
excepto las puntas
de las últimas plumas
de cada ala
que son blancas
y negro es su cuero
en la cabeza y el cuello

dicen que en las bandadas


de zamuros
siempre hay un rey
y una reina

aquellos afortunados
que han logrado verlos
aseguran que los soberanos
son blancos
Los españoles han sido informados de nuestra débil posición y atacaron a tres millas de San Juan
de Pierre. Sus habitantes buscaron refugio entre nosotros.

Oímos algunos disparos.


¿Será Páez rechazando al enemigo en los puestos de avanzada?
Hoy capturaron a un espía español cuando intentaba huir.
El procedimiento es sencillo:

el prisionero está de pie


se aproxima un individuo
con una espada
y un cigarro en los labios
y le asesta una tajada
certera en la nuca
que separa enteramente
la cabeza
del cuerpo

produjo un sonido extraño


el chocar de la cabeza
contra la tierra

quedó rápidamente
cubierta de hormigas
Si Páez tiene éxito, permaneceremos aquí durante un mes esperando a Bolívar. Se dará entonces
la batalla decisiva, ya que la despoblación del país es tan acentuada que dicha batalla producirá la
casi exterminación de uno u otro bando.

Para evitar que cayeran en manos del enemigo, durante el día de hoy estuvimos ocupados en
pasar mulas, caballos y bueyes a través del Arauca.
Creo que han cruzado 30.000 animales.

El temor, la confusión y el desorden se acrecientan. Todos los peones fueron empleados en


levantar terraplenes de barro y ramas y en abrir trincheras, pues el grito constante era:
“Ellos vienen”
Pero nadie vino.

Los mosquitos aquí no son tan agresivos como río abajo


pero los jejenes
garrapatas
hormigas
ciempiés
y niguas
nos atormentan
Estoy extenuado y aún así no logro dormir

el mugir de miles de reses


el relinchar de tantos caballos
el rebuzno de cientos de mulas
el chocar de las armas
el santo y seña que pasa
de una a otra partida de soldados
el ulular extraño
melancólico de los indios
que cantan reunidos
alrededor de sus fuegos

el cielo oscuro sobre el río


oprime el aire
Cuelgo mi hamaca bajo los árboles
y cierro los ojos. Sueño:

Como tempestad
que pasa por el Neguev
vienen del desierto
del país espantoso

Logro huir y estoy a salvo


en Edimburgo
la ciudad helada

Camino por el borde


de abruptos peñascos
estremecidos por los vientos
del mar del Norte

¡Ah, días inocentes de mi amada Escocia!


frías lluvias de Highlands
blancos, monótonos hielos
nieves de mi infancia

Ah, Príncipe del Mal


Ángel Caído
¿Dónde conservas tu grandeza original?

Algo me golpea y despierto con el rostro cubierto de sangre.


Un indio me da a entender por señas que el golpe fue causado por un murciélago.

Siento lo insustancial de todas las cosas, salvo mi desgracia.


Febrero

Morillo, el temido general español, se ha unido en San Fernando a su ejército compuesto por
6.000 hombres. Comienzan a cruzar el río Apure. El coronel Figararo huye sin dar pelea.
La retirada es emprendida por los nuestros en la mayor confusión. Gracias al desorden, logro que
me entreguen una tajada de queso y un poco de ron.

Dos hombres se disputan una ración de tasajo:

blanden sus cuchillos


y arremeten
el uno contra el otro

observé que el objetivo de ambos


era apuñalear al oponente
en la zona inferior
del abdomen
con el puñal sostenido hacia arriba
ocasionando de este modo
la salida del intestino
Sueños llenos de horror me impiden descansar

cada animal de este país


desde el más pequeño insecto
hasta el más grande cuadrúpedo
es carnívoro

no hay vegetales
pan
leche ni granos

en realidad no hay nada


excepto carne
Marzo

Vi a los españoles al otro lado del río.


Todos vestían de blanco.

Dada la orden general de retirada, los soldados aprovecharon la confusión —creada por ellos
mismos- para robar aguardiente y provisiones.

Un oficial inglés y yo decidimos explorar en la espesura. Nos mantendremos cerca del ejército, aun
cuando la mayoría ha seguido la retirada río abajo.

El fuego del enemigo está muy cerca.

Ahora no podemos volver al río y no hay agua.


De todos los sufrimientos, la sed es el peor.

Encontramos un pozo estancado donde beben los animales


y nosotros.

Estoy enfermo. Siento una gran debilidad.


Llegó un mensajero informando que debíamos salir de inmediato pues, durante la noche, el
enemigo había cruzado el río y avanzaba con toda rapidez. ¡Se trata de una fuerza de 8.000
españoles y cuatro piezas de campaña!

Después de mucho insistir, me entregaron dos mulas que casi no se tienen en pie.
Vamos con lentitud sobre estos macilentos animales.

Páez incendia las sabanas para dejar a los españoles sin forraje.
Sufrimos de este modo cruelmente el calor.

Nubes de cenizas dificultan la respiración


y cubren nuestros cuerpos con una pátina oscura.
Cientos de pobladores
mujeres, ancianos y niños
huyen con el ejército

Como tempestad
que pasa por el Neguev
vienen del desierto
del país espantoso

No podrán continuar
esta fatigosa marcha
serán hechos prisioneros
y ejecutados por los españoles
o morirán simplemente
de hambre y hastío
sobre la hierba quemada

Observo la noche

las espesas nubes


parecen estar muy próximas
a la tierra
es ominoso el peso
del cielo y sus estrellas
el centelleo del relámpago bifurcado
el estallido de los truenos
sobre la descomunal hoguera

Resuenan los alaridos


de las bestias en la espesura
3 de la madrugada

Debido a la oscuridad y a la humareda constante, nos hemos perdido.


Afortunadamente encontramos a unos fugitivos que nos han servido de guías.

A cambio de una camisa obtuve una mula


y así llegamos adonde acampan los nuestros.

Me aquejan ataques febriles, mi pulso es débil


y siento violentos dolores en la espalda.
Venezuela, 28 de marzo de 1819

Querida Anne:

La Providencia ha sido generosa con estas tierras. Me resulta difícil describir un paisaje de belleza
tan insólita. ¿Recuerdas nuestra colección de mariposas? ¿Aquella que con tanta paciencia
formamos durante nuestras vacaciones en Irlanda? Pues si vieras las de aquí, te sorprenderías.
¡Qué variedad y violencia en sus colores! Prometo enviarte algún ejemplar en cuanta pueda. Estoy
seguro de que será un placer también para nuestra madre. ¿Cómo está la pequeña Alice?
Dile que recuerdo con ternura sus ojos asombrados.

En cuanto a mí, debo decirte que la conquista de la Libertad resulta una ardua tarea, más confusa
y compleja de lo que esperaba.

A veces tengo la clara impresión de haber traspasado la última puerta del sueño y transitar el
incomprensible camino del dolor.

Pero ya sabemos que los designios de Dios son tan inescrutables como el destino humano.

Un abrazo de quien siempre te quiere, tu hermano,

John
Acabo de conocer el triste final de mi querido colega John Dewey.
Algo oscuro forzó su destino:

días antes del ataque


Dewey soñó que eran derrotados
y que él salvaba la vida
refugiándose bajo el tonel de provisiones

cuando, en realidad, el enemigo


asaltó el barco
Dewey se negó a abandonarlo
y corrió hacia abajo
por detrás de la escotilla

al día siguiente
reconquistada la nave
encontraron su cuerpo mutilado
por veinte y cuatro grandes
heridas de sable
la cabeza desprendida
del cuello

Dios se apiade de él
Desperté con el cuerpo completamente cubierto de garrapatas.
Mis manos están hinchadas y doloridas, duras como cascos.
He perdido dos uñas al intentar cargar el equipaje.

ahora atravesamos llanos desiertos


levantamos al caminar
nubes ardientes de arena y polvo

los jejenes
pequeñísimos y numerosos
se fijan y llagan la piel

siento una sed extrema

tras un día de marcha


expuestos al sol abrasador
encontramos una mísera charca
espesa por el cieno
y las sabandijas

fue una bendición

Ha comenzado a escasear nuestro único alimento: carne fresca sin sal.


¿Quién eres?
¿Qué delirios me acosan?
¿Por qué vistes forma humana?
¿Acaso eres tú el Adversario
el enviado de la sombra
el contrario de la luz?

Sí, soy yo
el Angel Libre
idéntico a la Nada

¿Vienes a buscarme?

Ya eres mío

¡No te acerques!

Estoy en ti
mi abrazo es eterno

¡No entiendo! ¿Quién eres?

Soy el exilio de Dios


el exceso de su justicia
Aunque al fin logramos quitarnos las garrapatas, ahora padecemos las “malditas”: una erupción
con fétidas pústulas, úlceras e hinchazón en los pies y tobillos.
Sólo podemos caminar muy lentamente y montar con gran dificultad.
Nos detuvimos porque domarán caballos y mulas salvajes para poder acelerar la marcha con
bestias frescas.

La doma se hace así:

enlazado el caballo
lo tumban

sujeto con fuerza


le colocan el freno
y la silla de montar

el domador sube a la silla


toma el freno
y junto a varios más
armados de garrotes
golpean al animal
en la cabeza
hasta que se levanta

una vez en pie


lo vuelven a golpear
y el caballo cae

luego lo colocan
entre dos caballos frescos
y los tres se lanzan al galope
hasta que el domado
cae
exhausto

ya está así amansado para siempre


pues su espíritu
ha sido destruido
Abril

Estoy seguro de que el acelerado empeoramiento de mi salud se debe a la falta de alimentos


vegetales. Como observé que algunos monos comían libremente de una planta, recogí algunas
ramas y las cociné.
Fue un bocado amargo pero beneficioso.

Cruzamos el río Arauca. Las escasas fuerzas que había recuperado desaparecieron.
Ya no logro encontrar la planta que comían los monos.

Nos retiramos hacia una isla en la desembocadura del Orinoco donde aguardaremos turno para
embarcar.

Páez continúa guardando nuestra retaguardia. Aún no tenemos noticias de Bolívar ni de los
refuerzos que ya casi nadie espera.
Ansío llegar a Angostura y reposar.
¿Qué fuegos arrasan mi cuerpo?
¿Qué incendio devora mi casa?
¿Quiénes sois?

Soy John Dewey


el que creyó en la verdad de su sueño
y fue engañado por la verdad de la muerte

Soy Towsend, de Dublin


el que ha vertido
las aguas negras de su cuerpo
en las aguas del río
y ahora bebe del destino

Soy George Cooley


mi cuerpo aún se debate
en las fauces del caimán
presiono con fuerza
la válvula que cubre su gargüero
pero la bestia insiste
no logro que abra las quijadas
y continuamos unidos
infatigables lidiando
en el fondo del río

¿Dónde estoy? ¿Qué lugar es éste?

No sabemos:
todo está en otra parte
fracturado e imperfecto

¡John!
¿Quién me llama?

Aquí no hay nadie

¿Qué queréis?

Nada
carecemos de deseos:
hemos traspasado la puerta
del país en sombras

¿Venís a buscarme?

Ya sois nuestro

¿Por qué, Dios mío?

No preguntes, pues nadie sabe:


Dios ha partido
se ha exiliado de sí mismo
Ahora ya sabemos que los refuerzos ingleses sólo alcanzan a 300 hombres en vez de 4.500 y que el
Jefe Supremo permanecerá en Angostura a la espera de otras provisiones enviadas por Inglaterra.
Entonces, ya es clara la inutilidad de nuestra empresa: hemos perdido gran parte de la tropa sin
habernos enfrentado al enemigo.

La estepa rusa venció a Napoleón, la selva inclemente a nosotros y el infierno a todos.


Venezuela, mayo de 1819

Lawrence, amigo mío, pienso en ti en nuestras apasionadas discusiones políticas.


¡Si supieras qué ingenuos me parecen ahora! ¡Cuán lejanos aquellos plácidos momentos!

Nos separa algo inmensamente superior a la extensión misma del océano que media entre
nosotros: he visto el destello bestial en los ojos del hombre.

Deba reconocer que en algo tenías razón: las ideas, los conceptos, el espíritu especulativo, son
insuficientes a la hora de explicar la condición humana.

El amor es un anhelo; el odio es nuestro.

¿Veré la luz?

John
Poco antes del atardecer
navegamos cerca de inmensas masas de rocas
apiladas unas sobre otras
tan altas que se perdían en las nubes

Hay algo horroroso


en la profunda soledad del paisaje
Al fin, tras sufrir nuevos e intensos ataques febriles, la naturaleza pareció asumir un peculiar
carácter, como si se contrajera y redujera, y en absoluta quietud, con helada indiferencia, hizo
caer el sueño sobre mí.
Índice

El doctor J. H. Roberton
Puerto España, Trinidad, marzo de 1818
Río Orinoco. Agosto
Angostura. 20 de Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
Nochebuena
1 de enero de 1819
Río Arauca, 21 de Enero
Febrero
Marzo
3 de la madrugada
Venezuela, 28 de marzo de 1819
Abril
Venezuela, mayo de 1819

S-ar putea să vă placă și