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Blanca Strepponi
Las expectativas de los legionarios, muchos de ellos veteranos de las guerras napoleónicas dejados
de lado por su propia sociedad, se vieron por lo general frustradas pues las promesas de
compensaciones económicas y de honores militares por participar en la lucha heroica de un
pueblo contra un imperio, no se ajustaban a la cruel realidad imperante. El ejército venezolano
sólo tenía deudas y las pagaba con carne: cueros, mulas, caballos y carne salada, pues los animales
que poblaban los llanos eran la única riqueza en un país arruinado por la guerra. Y en cuanto a la
lucha heroica, se trataba en verdad de una guerra de exterminio.
Por otra parte, las personas eran víctimas de severas epidemias -fiebre amarilla, tifus, malaria…- y
más aún los extranjeros, muchos de los cuales morían antes de pisar tierra. Para mayor extrañeza,
el paisaje de esta masiva desgracia era desmesuradamente bello: ríos majestuosos, selvas
intrincadas, llanos inmensos y una fauna espléndida y voraz que poblaba aire, tierra y agua.
John Roberton, hombre sensible, de sólida formación científica y cultural y heredero, al fin, de una
tradición de conquistadores y aventureros proclives a la literatura, dejó un testimonio escrito:
Journal of an Expedition 1400 miles up the Orinoco and 300 up the Arauca. (Londres, 1822).
Firmado bajo el seudónimo de J. H. Robinson, el libro pasó desapercibido tanto en Inglaterra como
en Venezuela. Sin embargo, gracias a la incesante labor investigativa del doctor José Rafael
Fortique en el campo de la historia médica, fue rescatado del anonimato. El doctor Fortique no
sólo estableció la verdadera identidad de Robinson, sino que realizó una cuidadosa traducción y
publicó una versión reducida en modesta pero bella edición: John Roberton, Cirujano del Ejército
de Bolívar. (Maracaibo, 1972). Curioso destino marginal el sufrido por este texto, ya que pasaron
150 años entre ambas ediciones, igualmente restringidas.
Tomé literalmente del diario de Roberton algunos pasajes, mientras que numerosos detalles
fueron extraídos de crónicas de la época. Las cartas son de mi entera invención. En cuanto a la
idea del exilio de Dios como origen del mal, proviene de los cabalistas judíos del siglo XVI.
B.S.
El demonio es un ángel y, pese a su caída, conserva los privilegios de su naturaleza intacta, en la
que siempre se transparente la grandeza original (…) es ese ser libre que, antes que ningún otro,
eligió alejarse de la fuente de todo ser y acercarse a la nada de la que había sido sacado.
Henri Irénée Marrou
Adivino, madre, tu corazón lleno de reproches. Es verdad, fue falta de valor la causa que me
impidió ir a Escocia y despedirnos. Me faltó coraje para enfrentar tu angustia y, sobre todo, tu
amor.
Te equivocas si crees que mi decisión de partir a Venezuela fue una decisión de carácter frívolo,
que estoy aquí impulsado por el deseo de experimentar aventuras exóticas- Nada más lejos de la
verdad. Debes comprender que no solo soy médico, sino también militar y que como tal fui
educado por la ciencia y para la piedad y formado bajo el rigor y estoicismo del soldado.
Así como cientos de compañeros, veteranos de las guerras napoleónicas, he decidido yo también
sumarme a la empresa más sustancial para la evolución del hombre: la libertad. La esperanza de la
civilización futura radica ahora en estos jóvenes pueblos que luchan por su independencia. Es mi
deber como cristiano, como médico y como guerrero, ser solidario con causa tan noble.
¿Contaré con tu bendición? Escucha por favor el impulso de tu alma generosa y perdóname.
¡Hubieras visto madre la elegancia esplendida de las fragatas en el puerto, el colorido de la
multitud agitando sus pañuelos! Y luego, la magnífica ciudad, Londres, se redujo lentamente en el
horizonte, fue solo una silueta diminuta en la bruma. Un punto oscuro.
Ruega por mí y por mis compañeros. Nuestros espíritus confían en la justicia de Dios y en su
protección.
Tu hijo amantísimo,
John
Río Orinoco. Agosto
Rumbo a Trinidad, pasó a nuestro lado una flechera, lucían hermosos bajo el sol los uniformes de
la tropa. Un emblema en el pecho brillaba:
“Morir o Vencer. Venezuela”
El calor es sofocante.
El Jefe Supremo, Simón Bolívar, me ha nombrado Director General de los Hospitales de la Nueva
Granada.
Tengo firmes esperanzas de llevar a buen término mi trabajo.
atravesando la llanura
galopando por la maleza
escalando la montaña
el espectáculo es monótono:
la muerte es instantánea
Los esclavos liberados
han huido a las montañas
El Jefe Supremo me ha invitado a participar con su ejército de una expedición decisiva contra los
españoles. Me ha entregado medicinas y dinero.
Vamos Orinoco arriba, hacia Apure.
estremecían el aire
los aullidos de los animales
apresados por el fuego
1 de enero de 1819
No son 1.200 los hombres del general Monagas, sino 400 soldados desnudos y 50 ingleses bajo el
mando de Rooke.
De regreso al río, el general Urdaneta me tomó del brazo y me invitó a cenar. Caminamos juntos
hasta llegar a una roca prominente y lisa, cubierta con un mantel. La comida fue servida con gran
estilo y nosotros la compartimos sentados alrededor, sobre las piedras.
Llevo días sin dormir a causa de una nueva clase de mosquitos. Subí a la copa de un árbol, amarré
mi propio cuerpo a las ramas y dormí sentado, fuera del alcance de estos insectos insaciables.
Llega un bote expreso con una noticia extraordinaria: ¡4.500 soldados ingleses están pasando las
Bocas del Orinoco!
Emocionado hasta las lágrimas, el Jefe Supremo abraza al mensajero.
¡La victoria está asegurada!
Han pasado dos días y nos anuncian que ya sólo hay carne fresca para comer. Sin sal. Para beber:
agua amarga del río.
El tasajo se hace así:
muerto el buey
cortan los músculos
de sus inserciones
se vuelven duras
como cuerdas
terminado el proceso
de hacer el tasajo
los restos de la res
son devorados por un animal
llamado “Zamuro”
perteneciente a la raza
de los buitres
del tamaño de una corneja
de color negro
excepto las puntas
de las últimas plumas
de cada ala
que son blancas
y negro es su cuero
en la cabeza y el cuello
aquellos afortunados
que han logrado verlos
aseguran que los soberanos
son blancos
Los españoles han sido informados de nuestra débil posición y atacaron a tres millas de San Juan
de Pierre. Sus habitantes buscaron refugio entre nosotros.
quedó rápidamente
cubierta de hormigas
Si Páez tiene éxito, permaneceremos aquí durante un mes esperando a Bolívar. Se dará entonces
la batalla decisiva, ya que la despoblación del país es tan acentuada que dicha batalla producirá la
casi exterminación de uno u otro bando.
Para evitar que cayeran en manos del enemigo, durante el día de hoy estuvimos ocupados en
pasar mulas, caballos y bueyes a través del Arauca.
Creo que han cruzado 30.000 animales.
Como tempestad
que pasa por el Neguev
vienen del desierto
del país espantoso
Morillo, el temido general español, se ha unido en San Fernando a su ejército compuesto por
6.000 hombres. Comienzan a cruzar el río Apure. El coronel Figararo huye sin dar pelea.
La retirada es emprendida por los nuestros en la mayor confusión. Gracias al desorden, logro que
me entreguen una tajada de queso y un poco de ron.
no hay vegetales
pan
leche ni granos
Dada la orden general de retirada, los soldados aprovecharon la confusión —creada por ellos
mismos- para robar aguardiente y provisiones.
Un oficial inglés y yo decidimos explorar en la espesura. Nos mantendremos cerca del ejército, aun
cuando la mayoría ha seguido la retirada río abajo.
Después de mucho insistir, me entregaron dos mulas que casi no se tienen en pie.
Vamos con lentitud sobre estos macilentos animales.
Páez incendia las sabanas para dejar a los españoles sin forraje.
Sufrimos de este modo cruelmente el calor.
Como tempestad
que pasa por el Neguev
vienen del desierto
del país espantoso
No podrán continuar
esta fatigosa marcha
serán hechos prisioneros
y ejecutados por los españoles
o morirán simplemente
de hambre y hastío
sobre la hierba quemada
Observo la noche
Querida Anne:
La Providencia ha sido generosa con estas tierras. Me resulta difícil describir un paisaje de belleza
tan insólita. ¿Recuerdas nuestra colección de mariposas? ¿Aquella que con tanta paciencia
formamos durante nuestras vacaciones en Irlanda? Pues si vieras las de aquí, te sorprenderías.
¡Qué variedad y violencia en sus colores! Prometo enviarte algún ejemplar en cuanta pueda. Estoy
seguro de que será un placer también para nuestra madre. ¿Cómo está la pequeña Alice?
Dile que recuerdo con ternura sus ojos asombrados.
En cuanto a mí, debo decirte que la conquista de la Libertad resulta una ardua tarea, más confusa
y compleja de lo que esperaba.
A veces tengo la clara impresión de haber traspasado la última puerta del sueño y transitar el
incomprensible camino del dolor.
Pero ya sabemos que los designios de Dios son tan inescrutables como el destino humano.
John
Acabo de conocer el triste final de mi querido colega John Dewey.
Algo oscuro forzó su destino:
al día siguiente
reconquistada la nave
encontraron su cuerpo mutilado
por veinte y cuatro grandes
heridas de sable
la cabeza desprendida
del cuello
Dios se apiade de él
Desperté con el cuerpo completamente cubierto de garrapatas.
Mis manos están hinchadas y doloridas, duras como cascos.
He perdido dos uñas al intentar cargar el equipaje.
los jejenes
pequeñísimos y numerosos
se fijan y llagan la piel
Sí, soy yo
el Angel Libre
idéntico a la Nada
¿Vienes a buscarme?
Ya eres mío
¡No te acerques!
Estoy en ti
mi abrazo es eterno
enlazado el caballo
lo tumban
luego lo colocan
entre dos caballos frescos
y los tres se lanzan al galope
hasta que el domado
cae
exhausto
Cruzamos el río Arauca. Las escasas fuerzas que había recuperado desaparecieron.
Ya no logro encontrar la planta que comían los monos.
Nos retiramos hacia una isla en la desembocadura del Orinoco donde aguardaremos turno para
embarcar.
Páez continúa guardando nuestra retaguardia. Aún no tenemos noticias de Bolívar ni de los
refuerzos que ya casi nadie espera.
Ansío llegar a Angostura y reposar.
¿Qué fuegos arrasan mi cuerpo?
¿Qué incendio devora mi casa?
¿Quiénes sois?
No sabemos:
todo está en otra parte
fracturado e imperfecto
¡John!
¿Quién me llama?
¿Qué queréis?
Nada
carecemos de deseos:
hemos traspasado la puerta
del país en sombras
¿Venís a buscarme?
Ya sois nuestro
Nos separa algo inmensamente superior a la extensión misma del océano que media entre
nosotros: he visto el destello bestial en los ojos del hombre.
Deba reconocer que en algo tenías razón: las ideas, los conceptos, el espíritu especulativo, son
insuficientes a la hora de explicar la condición humana.
¿Veré la luz?
John
Poco antes del atardecer
navegamos cerca de inmensas masas de rocas
apiladas unas sobre otras
tan altas que se perdían en las nubes
El doctor J. H. Roberton
Puerto España, Trinidad, marzo de 1818
Río Orinoco. Agosto
Angostura. 20 de Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
Nochebuena
1 de enero de 1819
Río Arauca, 21 de Enero
Febrero
Marzo
3 de la madrugada
Venezuela, 28 de marzo de 1819
Abril
Venezuela, mayo de 1819