Relaciones archiconocidas entre los prodigios de la CDR (1423 – 1437) y la
muerte de Jesús (Matt II, 27, 4; 51 – 54). La diferencia está en que los prodigios en el evangelio, son reflejo cósmico o metáfora; en la CDR, son un aviso de la lucha fatal de Roncesvalles. Anticipación, inversión cronológica, no son excepcionales; se insertan como hábito. El poeta parece haber querido crear la atmósfera de inexorabilidad, tipo rito hierático. Gano advierte, al ser designado a la retaguardia, en su desafío a Roldán, que tramaba algo nefasto. Cuando Carlomagno tiende a Gan el guante, que cae al suelo, el miedo invade a los franceses, que Gano confirma. Al designar Gano a la retaguardia a Roldán, Carlomagno demuestra ver en sus tinieblas interiores, sentimental y luego verbalmente, con funestas previsiones. Procedimiento programático que coincide con otro hábito narrativo. Si en algunos de los protagonistas hay un cierto conocimiento del futuro, es exacto, en cambio, el del poeta e inventor respecto al tiempo y al modo de los acontecimientos. Tal conocimiento se transmite anticipadamente al lector, que se convierte en previsor y sufre los acontecimientos antes de que se realicen, por su inevitabilidad. El ataque Sarraceno está anunciado desde la estrofa XV. El regreso ansioso del ejército en ayuda de Roldán se convierte en trágico. La irreversibilidad de la historia no es suficiente explicación para los procedimientos narrativos de la CDR: los lectores o los oyentes aman refugiarse en la ignorancia de la conclusión. El poeta ha preferido insistir sobre la fatalidad en lugar de sobre el libre desarrollo de los acontecimientos, como para insertar la acción en un orden providencial. Dos órdenes, dos presentes, uno, en la consciencia de los protagonistas, que aparece por anticipación, con el cual el lector se identifica, aparece como pasado. Un brillante esquema paralelístico. Una técnica adecuada para la hagiografía, que la utiliza a menudo. Narrando la vida de un santo, no importa lo que sucede, porque se sabe la beatitud final; importa cómo sucede. El recuerdo de los acontecimientos tiene una función pedagógica y amonestadora; también una función hierática. La historia de la poesía francesa del norte se desarrolla en dos etapas fundamentales: una primera, de contenido hagiográfico; una segunda, de contenido épico (texto más antiguo conocido, la CDR). Entre ambos subsiste una continuidad lingüística, estilística, métrica, musical, perfectamente destacable. La hagiografía encontraba en la épica una continuación directa (Una lucha). Los muertos de Roncesvalles son también como santos mártires. También su empresa es celebrada. Y, del mismo modo que lo hagiográfico es un paradigma para la vida del hombre, de la humanidad, así la hazaña de Roldán es un modelo para la lucha religiosa, que arrastraba a las almas cristianas en el siglo de la CDR. La solemnidad del estilo de la CDR es también, en sentido etimológico, hierático. Las vidas de los santos buscan la imitación de Cristo. El intento de encontrar en la CDR algún rasgo del esquema arquetípico es muy atractivo. Doce pares y apóstoles, doce barones, incluido Gano, en la estrofa XII, como la reunión en torno a Jesús de la última cena. Judas y Gano se parecen en la presentación que de ellos se hace, y en la conversión en traidores, dado que no lo son desde el comienzo; ambos, en cierto modo, por la avaricia. En Gano se aferran aún los indicios de la superposición al esquema tradicional del personaje psicológicamente nuevo creado por el poeta. El Gano “inventado” es empujado por el odio y por el deseo de venganza hacia Roldán; el Gano “Convencional” surge con los rasgos de la avaricia. La muerte de Roldán, la anuncian las mismas señales que siguieron a las de Jesús. El modelo evangélico surge en la narrativa de la CDR, pero sin condicionarla. Su esporádica aparición significa su inmanencia constante y decisiva, que corrobora y justifica el aspecto ritual de la CDR. Frente a los elementos conservadores, los innovadores. El esquema evangélico no podía conservarse íntegramente, a él se adapta la eternidad. Aquí, en cambio, condicionada por una ideología religiosa, bélica, determinada por factores locales y temporales, que se amoldan a una situación político jurídico muy específica. Seguía una trayectoria histórica de la que se ignoraba aún el punto de llegada. Además, la representación de personajes espiritualmente aún próximos chocaba con la exactitud de un esquema preestablecido; el espíritu guerrero y activista imponía sus exigencias dinámicas frente al esteticismo de la narración - rito. Las dos tendencias son, a nuestra opinión, antinómicas (Equilibrio dialéctico). Hay quien prevee, quien presagia, quien permanece ciego frente al futuro. Dos actitudes: una, visión atemporal, correspondiente al plano del mito; otra, inmersión en el presente, correspondiente al plano de la acción. El conocimiento mayor lo representa Carlomagno: prevee la traición de Gano y la desventura inminente; interpreta con una aproximación exacta el simbolismo funesto de los sueños, anticipa el dolor que se abatirá sobre él. Es el que menos logra imponerse a la realidad. Las decisiones más graves sólo las ratifica casi como si se prohibiese a su previsión turbar el proceso providencial de los acontecimientos. La visión atemporal aleja a Carlomagno del plano de la acción. Los que pertenecen al plano de la acción son, principalmente, los más ajenos a cualquier forma de presentimiento. El primero entre todos, Roldán, Es el único al cual no le rozan ni siquiera los presentimientos; lo que define un aspecto fundamental de su heroísmo y de su desmesura. A las amenazas y a los presagios opone una absoluta confianza en su propia fuerza, para lo cual era necesario que no se moviera en el plano sobrenatural del rito, sino que se sumergiera en el presente y se creyera seños del futuro. La caída del guante no es para él desventura, sino vileza de Gano. Su seguridad se funde poéticamente con la inmanencia del destino. Grava sobre la negación. De forma análoga, puede tranquilizar a Carlomagno y compañeros frente a los temores y al peligro. Cierto resulta en la muerte de los Sarracenos y en el regreso de Carlomagno, pero un grave silencio rodea la suerte de Roldán y de sus compañeros: una suerte para la cual está preparado, pero que coloca sólo en el plano de la posibilidad. Heroísmo y sentido del presente que se sintetizan en las palabras finales de la primera disputa entre Roldán y Oliveros (1106 – 1109). La certeza de la próxima muerte la confesará Roldán al final de la otra batalla. Un mártir no puede ser inconsciente, pero el reconocimiento es tardío. Extremo opuesto a la previsión máxima de Carlomagno, y entre ambos, los presagios de los demás, sobre todo la convicción de la traición a Gano. Presagios generales cuando cae el guante (335), sueños de Carlomagno en la designación de Roldán por parte de Gano (746); llanto de Carlomagno; reconocimiento explícito de Carlomagno; angustia del ejército de Roldán; denuncia de la traición de Gano por parte de Oliveros. Roldán reconoce la verdad sólo cuando se desencadena el ataque Sarraceno (1146 – 1149). El retraso de Roldán en reconocer la traición de Gano es parecido a su retraso en darse cuenta de que la lucha será hasta la última gota de sangre. Es un retraso esencial para la estructura del CDR. G Dos planos: el hierático y el heroico, con respectiva necesidad y equilibrio dialéctico. El plano hierático está condicionado por el heroico. La sabiduría de Oliveros habría evitado la consumación del sacrificio; la ética de Oliveros habría aplaado la celebración de la venganza. La insensibilidad de Roldán hacia el futuro es condición necesaria para la consumación en la eternidad del rito del sacrificio y purificación, el martirio y la gloria