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INDICE

Introducción 2
El Yo ontológico 4
Modelos Interpretativos del Cogito 4
Yo y/u otro 7
PARTE I
El Yo Narrado 9
Algunos puntos de contacto 9
Partiendo del relato 10
Hacia la construcción de la identidad 13
Ricoeur, del relato a la mísmesis 13
De la mímesis a la identificación 15
La identificación en Freud 16
El estadio del espejo
19
La figura imaginaria del yo 20
PARTE II
Terapias narrativas 22
Narrativa en Teoría Cognitiva 22
Renovación conceptual del yo 22
Psicoterapia Cognitiva 23
Modelo terapéutico de Oscar Gonçalves 24
Modelo de Vittorio Guidano 25
Narrativa en Psicología Sistémica 26
Psicoterapia Sistémica 27
La terapia narrativa de Michael White 27
El uso de las anécdotas, el modelo de Milton Erickson 29
Conclusión 31
Bibliografía 32

1
Introducción

La psicología actual, como ciencia, sufre una fragmentación en varias corrientes o


modelos. Esto podría resultar enriquecedor pero ocurre lo contrario porque padece de un
discurso interrumpido. Las diferentes corrientes mantienen el diálogo —la discusión— con
otras ciencias (como el psicoanálisis y la psiquiatría, o la psicología cognitiva con la
neurología), sin embargo, dentro de la psicología no existe intercambio alguno entre el
psicoanálisis, el cognitivismo, la terapia sistémica, el conductismo, etc. Cada corriente posee su
teoría desde la cual realiza una práctica, que a su vez enriquece a la teoría, y también mantiene
un objeto de estudio circunscripto a su uso particular.
El desafío planteado en este trabajo integrador es encontrar algún punto en donde se
pueda hacer dialogar diferentes corrientes psicológicas dentro de cada teoría —y práctica—, y
no consignar la visión de cada modelo sobre un fenómeno. Dista de ser una hipótesis a validar,
propia de una tesis, el trabajo es encontrar y describir un punto de contacto ya existente, que
permitió a la psicoterapia incluir a la narrativa como herramienta terapéutica.
Por la dificultad que representa esta tarea, se va realizar una doble integración.
Tomando como premisa la relación constitucional entre la psicología y la filosofía, se utilizará a
esta última como disciplina puente, ya que, al no estar ligada a una práctica, tiene un margen de
abstracción más amplio que la psicología.
Entonces, el trabajo se puede dividir en dos partes. En la primera se integrarán los
conceptos de Paul Ricoeur planteados en la última etapa de su vida, la identidad narrativa, con
la constitución del yo desde la perspectiva psicoanalítica. Como el primer tramo del trabajo
estará centrado en el análisis del yo, se hizo inevitable introducir dicho concepto por medio del
cogito cartesiano. Simplemente porque en éste se plantea la ontología del yo, es decir, el
problema de la existencia del yo. Debido a la cantidad de interpretaciones sobre las
meditaciones cartesianas, y sus consecuencias, se tomará los cinco modelos interpretativos más
importantes.
La primera integración, entre el psicoanálisis y la identidad narrativa, se hará tomando
como punto de partida al relato, materia prima del análisis de ambos autores. Dentro de los
procesos necesarios que se ven implicados en la formación tanto del yo como de la identidad, se
encuentra el de mímesis, que Ricoeur toma de Aristóteles y que Freud lo utiliza en uno de sus
textos para nombrar un tipo de identificación. La conexión está dada por el desmenuzamiento
del proceso de identificación, capital en el psicoanálisis, que permitirá explicar la participación
del relato en la constitución de la identidad y el yo. Consignando de qué forma la narración
participa en la construcción del yo, se pasará a la segunda parte del trabajo: la segunda
integración, entre la narración y las terapias sistémicas y cognitiva.

2
Tomando las terapéuticas narrativas más influyentes, el trabajo cumplirá la función de
integrar la teoría antes esbozada con la práctica clínica. La doble integración se da por el
traspaso entre la filosofía y el psicoanálisis, a otras dos teorías psicológicas que utilizan la
narrativa como herramienta terapéutica. Entonces, por un lado se planteará la inclusión de la
narración en una teoría psicológica, y por otro, se mostrará cómo su participación en una
práctica terapéutica que no respeta la división entre los modelos preexistentes.

3
El Yo ontológico

Son muchas las precauciones que deben tomarse para hablar del yo. Claramente es un
tema que preocupa a la psicología más que a ninguna otra ciencia, por estar emparentado con
otros términos como psique, ser, alma, conciencia. Precisar cuál es el yo del que se está
hablando depende exclusivamente de la disciplina que lo enuncie. Como consecuencia sería una
tarea que excede este trabajo encontrar, en la historia del conocimiento humano, una unidad del
concepto de yo. Por consiguiente, tampoco se podría rastrear el desarrollo del concepto para
llegar a un yo universal.
Sin embargo, no puede faltar la referencia a Descartes en un trabajo sobre el yo, porque
con su cogito planteó la posición más radical respecto de su existencia. Las meditaciones
cartesianas, la duda metódica de Descartes, inauguran una posición ontológica sobre el yo, de
indubitable existencia. Vale la pena recorrer los principales modelos interpretativos del cogito1
para dejar planteado hasta que punto Descartes, en el siglo XVII, pone en el centro de la escena
la problemática del yo.

Modelos Interpretativos del Cogito

“Me he convencido de que no hay nada en el


mundo, ni cielo, ni tierra, ni mente, ni cuerpo.
¿Implica ello que yo tampoco exista? No: si hay
algo de lo que esté realmente convencido es de mi
propia existencia. Pero hay un engañador de
poder y astucia supremos que me está
confundiendo deliberada y constantemente. En ese
caso, y aunque el engañador me confunda, sin
duda, yo también debo existir... la proposición "yo
soy", "yo existo", es necesariamente cierta para
que yo la exprese o algo confunda mi mente.”
(Rene Descartes, El discurso del método)

El primer modelo interpretativo se deduce del “cogito ergo sum”, presentando el cogito
como una deducción silogística. En el caso de que se tomara el enunciado como una
formulación aceptada o como una fórmula correcta, no toma en cuenta el acto mismo de pensar.

1
En esta explicación de los modelos del cogito, se sigue la lectura de Jean-Luc Marion, Questions
cartésiennes II, PUF, Paris, 1996.

4
Considerar al pensamiento como una acción, un acto, transforma el enunciado abstracto en una
existencia ya no más lógica, sino ontológica. Descarte escribe en referencia a esto:

“¿Sabe usted que tiene menos certeza de la presencia de los objetos que ve, que de la verdad de
la proposición: yo pienso por lo tanto yo soy? Por lo tanto, este conocimiento no es un resultado
de su razonamiento, y no es tampoco una instrucción de vuestros maestros, sino que su espíritu
ve esta verdad, la siente, la tiene en la mano.” 2

El segundo modelo es llamado performativo. Un enunciado performativo no sólo tiene


la función de constatar alguna cosa sino también de realizar aquello que dice. El texto de
Descartes que se interpreta de este modo es:

“(…) así por lo tanto, después de haber reflexionado mucho, debe finalmente tenerse por seguro
que la afirmación, Yo soy, yo existo, es necesariamente verdadera toda vez que la pronuncio, o
que la mente la concibe.”3

En la teoría performativa existe un carácter necesario que el cogito parece no respetar.


Aquel que profiere tal enunciado debe ser cualificado: un juez, un decano, etc. Todo enunciado
performativo presupone que quien lo pronuncia existe y tiene cualificación ontológica, en el
ergo sum, ego existom, antes de pronunciarlo dudaba de su propia existencia.
El tercer modelo plantea la siguiente tesis interpretativa: hay una exigencia formal
fundamental según la cual yo no puedo representar un objeto en la conciencia sin representarme
antes la conciencia misma. La anterioridad del cogito y la existencia del ego son condiciones de
posibilidad del pensamiento de un objeto cualquiera. Tal modelo posee algunos inconvenientes
que se puede leer en el mismo Descartes en las respuestas a la objeción séptima del jesuita
Bourdin:

“Cuando nuestro autor (Bourdin) dice que no basta que una cosa sea una sustancia
pensante para estar por encima de la materia y ser completamente espiritual, lo cual él exige
para que algo pueda ser llamado propiamente con el nombre de espíritu; sino que además de eso
se requiere que, con un acto reflejo sobre su pensamiento, ella piense que piensa ( cogitet se
cogitare), o que tenga una conciencia interna de su pensamiento, se engaña como hace aquel
albañil cuando dice que un hombre experimentado en la arquitectura debe, por medio de un acto
reflejo, considerar que él tiene la experiencia, antes de poder ser arquitecto.” 4

2
Descartes, R.: (1637) El Discurso del Método, Barcelona, Ediciones Altaya, 1993.
3
Idem.
4
Descartes, R.: (1637) El Discurso del Método, Barcelona, Ediciones Altaya, 1993.

5
El cuarto modelo interpretativo plantea que Descartes piensa el cogito como un intuitus
de la mente que ve, que siente, que tiene en las manos esta verdad. Sentir es lo contrario a
representar. Algunos autores sostienen que la forma suprema del cogito cartesiano es
precisamente el sentir. En la segunda meditación se lee en cierto punto ego sum qui sentio:

“Yo soy aquello mismo que siente, o que percibe las cosas corpóreas, como a través de
los sentidos: en efecto, ahora ciertamente veo la luz, oigo un estruendo, siento calor. Eso es
falso, en efecto, duermo. Lo que es cierto es que me parece ver, oír, advertir el calor. Esto no
puede ser falso; y esto es lo que propiamente en mí se llama sentir, y esto (…) no es otra cosa
que pensar.”5

Pensar es sentir. También el contenido del pensamiento puede ser dudoso, pero el hecho
de pensar y sentir inmediatamente que yo pienso, no puede ser puesto en duda. Aquello que
siento no es un objeto, sino el pensamiento mismo. Esta lectura del cogito no puede ser del todo
suficiente porque Descartes no dice “yo siento que yo pienso”, no ubica al sentir en el mismo
lugar que el cogito.
Jean-Luc Marion, define el quinto modelo interpretativo como “dialógico”. La idea
parte del inicio de la segunda meditación cartesiana:

“¿Pero de dónde sé que no hay nada distinto de todas las cosas que he pasado revista
más arriba sobre lo cual no habría ni siquiera un mínimo motivo de duda? ¿No hay acaso algún
Dios, o como se lo quiera llamar, que insinúa en mí estos pensamientos?” 6

Mientras el ego y Dios no existen todavía, Descartes advierte la hipótesis de que las
ideas y los pensamientos provienen de algún Dios. Parece ser hipotéticamente una estructura
dialógica entre un Dios del cual no se ha demostrado su existencia y un yo que sin duda no
existe todavía. Las sucesivas preguntas que se realiza Descartes, permiten afirmar que el yo,
para fundarse, debe necesariamente entrar en relación consigo mismo o con otro. El
pensamiento es por lo tanto un advenimiento que existe en relación con otro. Se trata de un acto
en el cual el primer pensamiento es el pensamiento que recibo “pero entonces ciertamente no
hay duda de que yo existo si él me engaña; y que me engañe todo lo que pueda, pues no logrará
jamás sin embargo hacer que yo no sea nada en tanto piense ser algo” 7.

El yo existe porque está envuelto en un diálogo, es el diálogo el que lo hace existir. Este
no ocurre con Dios, porque el otro puede engañar. Descartes dice no conocer al otro con el que
5
Idem.
6
Idem.
7
Descartes, R.: (1637) El Discurso del Método, Barcelona, Ediciones Altaya, 1993.

6
dialoga, no tiene ningún nombre. Es un diálogo entre un yo que no existe todavía y otro del cual
no conozco su existencia, que me permite probar mi existencia, y por lo tanto, existir.

Yo y/o otro

“It's only when I lose myself in someone else


That I find myself 
I find myself”
(Depeche Mode, Only when I lose myself)

Abstraer al yo de la forma en que lo realizó Descartes permitió al ser humano poder


estudiarse a sí mismo. Queda por delante, dentro de este trabajo integrador, un estudio detallado
sobre una concepción del yo que lo descentra de la escena: así lo plantean el psicoanálisis y la
hermenéutica. Los autores que se tomarán sitúan al yo como una instancia que aliena al sujeto y
que, a su vez, es engañosa. Sin embargo, la última interpretación del cogito parecería tener
varios puntos en común con las mencionadas teorías, específicamente en lo que hace a la
relación con el otro. Lacan dice al respecto:

“(…) el sistema del yo no puede ni siquiera concebirse sin el sistema del otro. El yo es
referencial al otro. El yo se constituye en relación al otro, le es correlativo. El nivel en que es
vivido el otro sitúa el nivel exacto en el que, literalmente, el yo existe para el sujeto.” 8

Y esta existencia a partir del otro tiene efectos alienantes. En este punto, como ejemplo,
es obligada la cita al poeta Rimbaud, con su clásica sentencia:

“Los padecimientos son enormes, pero hay que ser fuerte, que haber nacido poeta, y yo
me he dado cuenta de que soy poeta, no es en modo alguno culpa mía. Nos equivocamos al
decir: yo pienso: deberíamos decir me piensan. — Perdón por el juego de palabras: YO es
otro.”9
Otro autor que se hace necesario citar, a propósito del método cartesiano y la relación
del sujeto con su propio sentir, es el escritor rumano Cioran, en su libro Ese Maldito Yo:

8
Lacan, J.:(1953-54) El Seminario, libro 1. Buenos Aires, Paidós. 2006.
9
De Arthur Rimbaud a Georges Izambard, Charleville, [13] mayo 1871. Fuente:
http://www.lamaquinadeltiempo.com/Rimbaud/cartasvid.htm

7
“Yo soy diferente de todas mis sensaciones. No logro comprender cómo. No logro ni 
siquiera comprender quién las experimenta. Y por cierto, ¿quién es ese yo del comienzo de mi
proposición?”10

Resulta interesante la reflexión del autor sobre el mismo texto, pareciera que el texto es
un medio privilegiado para develar la relación alienante de un sujeto con su propio yo. En esta
cita se logra apreciar como no interroga a quién escribe, sino al yo que está escrito.
Sobre la escritura será la mención citada antes de concluir este capítulo. Aprovechando
el idioma castellano, el escritor argentino Héctor Libertella, analiza la forma en que está
compuesta la palabra escrita yo. Esta reproduce el movimiento mismo de las posiciones
subjetivas dentro de un diálogo. Libertella no busca en la etimología de la palabra el motivo de
la posibilidad de enajenar al propio yo, va directamente a la escritura:

“Entre tantas y tantas lenguas, es curioso cómo sólo en castellano se encuentra


ese misterio del yo armado por un elemento que conjunde y une, seguido de otro que disyunde o
separa.”11.

10
Cioran, E.M.: (1987) Ese Maldito Yo. Buenos Aires, Tusquets Editores. 2008.
11
Libertella, H.: (1993) Las Sagradas Escrituras, Buenos Aires, Editorial Sudamericana. 1993.

8
PARTE I

El Yo Narrado

“Las nodrizas o las madres contaban


“fabulae” al “puer infans” para que él
pudiera hablar (fari), para que pudiera
convertirse en “fans”, o “fabulor”, o
“fabulosus”. Tal es el “fatum” (es destino,
lo dicho) del hombre. En Roma, los hombres
estaban ligados a las fábulas.”
(Pascal Quignard, Albucius.)

Algunos puntos de contacto

Continuando con la línea de pensamiento de Libertella, para comenzar la articulación


entre la hermenéutica y el psicoanálisis, no sólo se consignarán las similitudes —las
conjunciones— sino también algunas de las disyunciones que existen entre estas disciplinas.
Quizás estas disyunciones u oposiciones, permitan la producción, aún más que las conjunciones,
en donde simplemente se trata de clasificar.
Se abordará la articulación ubicando las nociones a trabajar en la extensa bibliografía de
Ricoeur. El concepto de identidad narrativa se encuentra en la última etapa del pensamiento del
autor, específicamente en el texto Tiempo y Narración, una obra publicada en tres volúmenes,
en donde el supuesto básico acentúa el carácter temporal de la experiencia humana y el hecho
de que el tiempo deviene tiempo humano en la medida en que está articulado de manera
narrativa12. No interesa particularmente la noción de tiempo en la articulación propuesta, pero
del texto se desprenden muchas vías de interrogación que él no dejó de lado, por ejemplo la
noción de identidad narrativa. Este concepto, creado por Ricoeur, tiene su primer esbozo en el
tercer volumen de Tiempo y Narración, pero fue finalmente formalizado en el último artículo
que compila Historia y Narratividad, y lleva el nombre de Identidad Narrativa.
Para adentrarse en el tercer volumen de Tiempo y Narración con la intención no sólo de
explicarlo, sino articularlo y realizar un contrapunto con la noción de yo construida por Freud,
se comenzará citando a Ricoeur sin intentar comprender desde un principio sus conceptos:

12
Presas, M.: (1998) Ficción y verdad. En: Razón y subjetividad: después del postmodernismo. Buenos
Aires , Almagesto, 1998.

9
“Esta conexión entre ipseidad e identidad narrativa confirma una de mis más antiguas
convicciones: el sí del conocimiento de sí no es el yo egoísta y narcisista cuya hipocresía e
inseguridad, cuyo carácter de superestructura ideológica así como el arcaísmo infantil y
neurótico, han denunciado las hermenéuticas de la sospecha” 13.

Esta frase imposibilitaría la articulación que el trabajo propone, si no fuera porque el


mismo Ricoeur bautizó al psicoanálisis, es decir a Freud —junto con Marx y Nietzsche—, como
una de “las hermenéuticas de la sospecha” 14, filosofías que parten de la premisa que las cosas
son dudosas. Si se utiliza el mismo concepto para sospechar de lo que dijo el propio Ricoeur, se
puede decir que en ningún momento él se detuvo sobre esta comparación, no nombra el
concepto de yo en toda la obra Tiempo y Narración, excluyendo la frase citada que aparece
sobre el final. Entonces, la comparación entre el yo y la identidad narrativa aparece solamente
negada en Ricoeur, pero aparece.
Freud analiza en uno de sus textos la forma en que se puede interpretar lo que aparece
de forma negada, dice: “…es el rechazo, por proyección, de una ocurrencia que acaba de
aflorar”15, y concluye, “Nos tomamos la libertad, para interpretar, de prescindir de la negación y
extraer el contenido puro de la ocurrencia”16.
Entonces, se puede sospechar que el yo y la identidad narrativa tienen algunos puntos en
común que por alguna razón Ricoeur quiso negar. Este capítulo hará un recorrido sobre estos
puntos de contacto que tienen estas dos nociones, y otras que servirán para una mayor
articulación.

Partiendo del relato

Retomando el texto de Ricoeur, en las conclusiones, vale la pena resaltar la siguiente


toma de posición del autor con el fin de empezar a acercarlo a las nociones de Freud:

“De modo esquemático, nuestra hipótesis de trabajo viene así a sostener que el relato es
el guardián del tiempo en la medida en que no existiría tiempo pensado si no fuera narrado.” 17.

Teniendo en cuenta el carácter temporal que le da Ricoeur a la experiencia humana y a


la constitución de un tiempo propiamente humano, el narrativo, el relato vendría a ser el
guardián de esa experiencia humana.
13
Ricoeur, P: (1983) Tiempo y narración, III, El tiempo narrado, Siglo XXI-México, México, 1996. pag 998.
14
Ricoeur, P.: (1969) Hermenéutica y Psicoanálisis, Buenos Aires, Megalópolis, 1976.
15
Freud, S.: (1925) La negación, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976.
16
Idem.
17
Ricoeur, P: (1983) Tiempo y narración, III, El tiempo narrado, Siglo XXI-México, México, 1996.
pag. 991

10
Resulta llamativo como Ricouer construye la frase, parece haber usado como modelo lo
que Freud dice acerca de la función del sueño: “El sueño es el guardián del dormir”18. Se deberá
develar qué quiso decir Freud con esta frase para compararla con la de Ricoeur. Por un lado, el
ejemplo más claro que escribió sobre este punto es lo que llamó sueños de comodidad. Estos
son los tipos de sueños que hacen de un estímulo exterior (como puede ser la sed o un ruido
exterior) parte de la trama del sueño, así el soñante aspira a quitar el estímulo para continuar
durmiendo.
Por supuesto que no es el estímulo exterior lo que más le interesa a Freud, sino la otra
tesis que plantea, solidaria con la anterior, que la presenta de la siguiente manera: “Después de
un trabajo de interpretación completo el sueño se da a conocer como un cumplimiento de
deseo”19. Hay que tener en cuenta que no es cualquier deseo, es ajeno a la conciencia
(reprimido). Se refiere al deseo inconsciente. El trabajo del sueño es disfrazar el contenido de
los elementos reprimidos para no despertar al soñante, porque revelar algo de lo reprimido
implicaría acompañar al sueño con angustia. Los pensamientos reprimidos son estos que
“sorprenden -dice Freud- que yo no había advertido en el interior de mí mismo, que no me son
sólo ajenos, sino también desagradables”20.
Lo único que da cuenta que el fenómeno perceptivo del sueño ocurrió es lo que relata el
durmiente al levantarse. De lo que sucede mientras dormimos no queda otra evidencia más que
el relato. Para el psicoanálisis el sueño es el relato del sueño.
Si el sueño es equivalente a su relato, queda en relieve, para ambas frases, que el relato
cumple la función de guardián respecto de un sujeto: el que sueña, dirá Freud, o el de la
experiencia humana del tiempo, según Ricoeur. Esta función introduce necesariamente la
dimensión dinámica.
El psicoanálisis utiliza esta dimensión para definir una de las características del aparato
psíquico: la lucha entre fuerzas consciente e inconsciente, o entre pulsión e ideal, o, dentro de la
segunda tópica, entre yo, ello y superyó. Todas ellas incluyen la noción de conflicto en Freud.
En Ricouer la dimensión dinámica explica un rasgo de su concepto de identidad. También
remite al conflicto, igual que Freud, pero entre la exigencia de concordancia y el
reconocimiento de discordancias que hasta el final de un relato pone en peligro la identidad.
Entonces, en esta especie ecuación matemática entre las frases, sustituyendo los
términos, se puede decir que el relato cumple una función defensiva (de guardián) para el sujeto
dentro de un conflicto.
Para ver hasta qué punto se puede establecer un paralelismo entre los dos autores,
tomaremos una crítica (otra disyunción) que Lacan hace a Ricoeur sobre la definición que da de
las discordancias que se expusieron anteriormente:
18
Freud, S.: (1900) La interpretación de los sueños, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976.
19
Idem. Pag. 141.
20
Idem. Pag. 654.

11
“el Sr. Ricoeur puede remitir a la pura contingencia eso (la discordancia) con lo que los
analistas tienen que ver a cada paso. Es preciso añadir que, desde fuera, la corporación de los
analistas no le da la impresión de un acuerdo tan fundamental que pueda impresionarle. Sin
embargo, ello no es razón para dejarle un terreno conquistado. Sostengo que es al nivel del
análisis -si puede darse algún paso adelante- que debe revelarse lo que pasa con ese punto nodal
por el que la pulsación del inconsciente está ligada a la realidad sexual.” 21

Para Ricouer las discordancias son las contingencias, lo que en la vida sería un mero
suceso que aparentemente no podría vincularse a necesidad alguna, ni siquiera a ninguna
probabilidad, son acontecimientos que podrían haber sido otros, o ninguno 22.
De las fuerzas dinámicas que Freud y Ricoeur ponen en pugna, Lacan termina de ubicar
esquemáticamente a la pulsión y a la discordancia de un mismo lado; del otro, la identidad,
según Ricoeur.

Hacia la construcción de la identidad

Ricoeur, del relato a la mísmesis

“De aquí, la primera gran metáfora, el primer


transporte: el animal se convirtió en el modelo a

21
Lacan, J.: (1964) El Seminario, Libro XI, Buenos Aires, Paidós, 2006. Los paréntesis me pertenecen.
22
Ricoeur, P.: (1986), Historia y Narratividad. Barcelona, Paidós, 1999.

12
seguir; los primeros protocazadores imitaron
(mímesis) al animal. El animal era el dios, el
alimento, el abrigo, el hogar, el mundo. La
predación destruyó al lógos (colecta). Y el
lenguaje, como decíamos, es fundamentalmente
predación y es la predación fundamental.”
(Pascal Quignard, Retórica Especulativa.)

Esta sección del capítulo está dedicada a la construcción de la identidad desde la visión
de Paul Ricoeur. Teniendo en cuenta la función que cumple el relato y detallando cuáles son los
procesos en juego. Esto llevará hasta la noción de mímesis, la que permitirá hacer un puente con
la constitución del yo en Freud.
Partiendo de la cuestión del tiempo, Ricoeur llega a la siguiente conclusión: “El relato
es la dimensión lingüística que proporcionamos a la dimensión temporal de la vida” 23. A partir
de esta definición introduce el concepto de historia de vida, asume que sólo se puede hablar de
ella por medio de la poética del relato, es decir que para él la historia de vida se convierte en una
historia contada. Encuentra un obstáculo vinculado al encadenamiento o la conexión de una
vida, se cuestiona cómo un ser humano puede seguir siendo sumamente parecido a lo largo del
cambio temporal. Aquí comienza su interrogación por la problemática de la identidad.
Considerando a la identidad desde la noción de sí mismo, se encuentra con un problema
en la medida en que idéntico tiene dos sentidos, idem e ipse24. Según el primer sentido, idéntico
quiere decir sumamente parecido y, por lo tanto, inmutable, que no cambia a lo largo del
tiempo. Según el segundo sentido, idéntico quiere decir propio, y su opuesto no es diferente,
sino otro, extraño. Este segundo concepto es el que guarda una relación problemática con la
permanencia, por lo cual le resulta necesario utilizar al relato como mediador, en este sentido:

“el relato configura el carácter duradero de un personaje, que podemos llamar su


identidad narrativa, al construir la identidad dinámica propia de la historia contada. La identidad
de la historia forja la del personaje”25.

Según Aristóteles, en la historia contada, debido al carácter unitario y completo que le


confiere la operación de elaborar la trama, el personaje conserva a lo largo de la historia la
identidad correlativa a la de la propia historia:

23
Ricoeur, P.: (1986), Historia y Narratividad. Barcelona, Paidós, 1999.
24
Idem. Pag. 216.
25
Ricoeur, P.: (1986), Historia y Narratividad. Barcelona, Paidós, 1999. Pag. 218.

13
“La tragedia es imitación, no de los hombre, sino de una acción, de una vida y de la
felicidad y el fin es un acción, no una cualidad (…) Además, no podría haber tragedia sin
acción, aunque podría darse sin caracteres” 26.

Ricoeur toma de Aristóteles el concepto de identidad dinámica y reserva el término


configuración para aludir al arte compositivo que media en la concordancia y la discordancia, y
que además regula la forma móvil de la elaboración de la trama. Resalta que no utiliza
estructura para subrayar el carácter dinámico de esta operación, que también nombra como
“síntesis de lo heterogéneo”, porque la trama lleva a cabo distintas mediaciones: entre los
acontecimientos y la unidad temporal de la historia contada, entre los componentes inconexos
de la acción –intenciones, causas y golpes del azar- y el encadenamiento de la historia, y entre la
pura sucesión y la unidad de la forma temporal. “La identidad narrativa del personaje sólo
puede ser correlativa de la concordancia discordante de la propia historia” 27, concluye.
La función narrativa aporta un factor específico vinculado con el carácter ficticio del
personaje en el relato literario, el personaje comparte ese carácter con el relato y con la acción.
Siguiendo con el análisis del sí mismo, Ricoeur dice que este carácter ficticio es propio de la
mímesis de la acción, en dos sentidos: por una parte de la fábula de la acción, que se desarrolla
en un espacio ficticio, y, por otra parte, del modo en que el relato, al imitar de forma creadora la
acción efectiva de los hombres, la reinterpreta, la redescribe o la refigura 28.
El término mímesis es el que Ricoeur utiliza para trazar un puente entre lo que él llama
el relato histórico y el relato de ficción, en definitiva, para concluir en que ambos están
constituidos de forma narrativa. Aristóteles, en la Poética, dice que la mímesis es una imitación
creadora, sólo se da de la mano con la acción, ella no es imitación, sino imitación de acción,
pero no imita los acontecimientos sino su estructura lógica. La mímesis no reduplica la realidad,
es una metáfora de ella, lo presenta en acción, la recompone, la rehace.

Este paso que da el autor es fundamental:

“se nos plantea un problema completamente original respecto a los que hemos
abordado hasta ahora: el de la apropiación (por medio de la mímesis) que lleva a cabo el sujeto
real de los significados vinculados al héroe ficticio de una acción en sí misma ficticia” 29.

26
Aristóteles: Poética. Buenos Aires, Losada, 2003.
27
Idem Pag. 221.
28
Idem. Pag. 227.
29
Ricoeur, P.: (1986), Historia y Narratividad. Barcelona, Paidós, 1999. Pag. 227.

14
En esta vuelta hacia el sujeto real 30, conviene continuar el trabajo tomando la postura de
Lacan, que permitirá la articulación con Freud a partir del concepto de mímesis. Dice Lacan:
“no hay captura más completa de la realidad humana que la que realiza la experiencia
freudiana”31. Entonces, se intentará tomar lo que la experiencia freudiana dice sobre la mímesis
más allá de la tragedia griega, es decir, qué utilidad aporta este término a la comprensión de la
realidad humana. El término mímesis, en Freud aparece también en referencia a la Poética de
Aristóteles, en el prólogo de un texto periférico que hizo para el libro de Theodor Reik:

“El histérico es sin duda un poeta, aunque figure sus fantasías en lo esencial por vía de
la mímesis y sin miramiento por la comprensión de sus prójimos”32.

De la mímesis a la identificación

Para comprender lo que quiso decir Freud respecto de mímesis en la histeria -porque es
la única vez que menciona este término- se pueden tomar varios caminos. Este trabajo no tiene
como fin trabajar sobre la histeria y sus fantasías sino articular la identidad narrativa con el yo,
entonces se circunscribirá a tomar como vía de comprensión y articulación un mecanismo que
comparten, según Freud, el síntoma histérico y la constitución del yo.
En La Interpretación de los Sueños, entre los tantos sueños que Freud analiza hay uno
sobre una paciente que intenta desafiar la tesis freudiana del sueño como cumplimiento de
deseo. El sueño trata sobre la renunciación de la paciente al deseo de dar una comida. No hace
falta detenerse mucho más en esto, porque lo más interesante es la conclusión de Freud sobre el
sueño, dice que alude a una amiga de la soñante, como si se hubiera puesto en el lugar de ella:
“se ha identificado con ella”33. Luego, da una exposición detallada de lo que significa el
mecanismo de identificación en los síntomas histéricos:

“(…) es como si padecieran por todo un grupo de hombres y figuraran todos los
papeles de un drama con sus solos recursos personales.” 34

El ejemplo que da al respecto es en la sala de un hospital en la que el médico de una


enferma que padece convulsiones de un tipo determinado, no se asombra de ver una mañana

30
Ricoeur juzga de ficticio el carácter del personaje aportado por la narración. Ahora, el sujeto real, no el
ficticio, se apropia de un rasgo del personaje ficticio modificando su propia identidad.
31
Lacan, J.: (1953), Lo simbólico, lo imaginario y lo real, en “De los Nombres del Padre”, Buenos Aires,
Paidós, 2006.
32
Freud, S.: (1919) Prólogo a Theodor Reik, Problem der Religionpsychologie, Buenos Aires, Amorrortu
Editores, 1976.
33
Freud, S.: (1900) La interpretación de los sueños, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976. Pag. 167.
34
Ibidem.

15
que ese mismo ataque histérico ha encontrado imitadoras. Freud dice que las enfermas saben
más unas de otras que el médico de cada una de ellas, y se afligen unas por otras cuando está
por llegar la visita médica. Siguiendo con el ejemplo, a una le sobreviene su ataque, las otras
enseguida toman conocimiento de que la causa ha sido una carta de su familia, el reavivamiento
de un desconsuelo de amor, etc. A partir de esto se despierta su compasión, y se cumple en ellas
un razonamiento que llega a conciencia: “Si por una causa así puede tener tal ataque, puede
sobrevenirme a mí también, pues tengo iguales motivos” 35.
Por tanto, esta identificación no es una simple imitación, sino la apropiación sobre la
base de la misma reivindicación etiológica, expresa un igual que y se refiere a algo común que
permanece en lo inconsciente. Análogo a la definición de mímesis, la identificación no imita los
acontecimientos sino su estructura lógica. En este sentido utilizó el término mímesis Freud, para
dar una versión del síntoma histérico sin usar los términos técnicos del psicoanálisis, sino un
término que viene de la teoría artística. Dentro de la teoría freudiana se puede decir que
sustituye a la identificación, o mejor dicho, que el mecanismo por el cual ocurre la mímesis
histérica es la identificación.

La identificación en Freud

“Una identidad nunca es dada, recibida o


alcanzada; no, sólo se sufre el proceso
interminable, indefinidamente fantásmico de la
identificación” (Derrida, 1997)

Freud utilizó el nombre de identificación para explicar varios mecanismos psíquicos. Se


intentará hacer un recorrido de la construcción del concepto para darle mayor nitidez y enlazarlo
más fácilmente con los conceptos de Ricoeur, principalmente sobre los efectos de la
identificación sobre el yo.
El concepto de identificación, en Freud, nace como una necesidad y una herramienta
para interpretar los síntomas histéricos y melancólicos. Estas son dos formas de identificación
diferentes36, una oposición que surge a partir del texto Duelo y melancolía, que se deberá
puntear para introducir la noción de yo de la forma que este trabajo requiere.
En el caso de la melancolía, Freud reconoce el proceso de identificación en los síntomas
de autorreproche. Es habitual que ante la pérdida de un ser querido el sujeto se formule

35
Idem. Pag. 168.
36
“Además de la identificación narcisista (en la melancolía) existe una identificación histérica, que nos es
conocida desde hace mucho más tiempo. Me gustaría que ya fuese posible aclarar sus diferencias entre
ambas mediante algunas consideraciones”. Freud, S.: (1916-17) Lección 26:La teoría de la libido y el
narcisismo” de Conferencias de introducción al psicoanálisis, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976.

16
reproches de diferente índole. En la melancolía, los autorreproches difieren a los del duelo
normal, porque en su contenido hay una incongruencia con los rasgos de la propia persona.
Freud postula que lo que aparentan ser autorreproches constituyen en realidad a recriminaciones
dirigidas hacia otra persona, aquella cuyos lazos libidinales se ve obligado a suspender por su
pérdida, muerte o desengaño. La pérdida se traduce en un retiro de las cargas libidinales del
objeto perdido que retornan al sujeto como libido de yo. Como consecuencia, se produce una
identificación del yo con el objeto perdido,

“La carga de objeto fue abandonada pero la libido libre no se desplazó a otro objeto sino
retraía al yo. Ahí encontró una aplicación determinada sirviendo para establecer una
identificación del yo con el objeto abandonado”37.

La identificación en la histeria es aplicada como proceso en la formación de los


síntomas, en la melancolía su efecto tiene un alcance que trasciende al síntoma, trae como
consecuencia una modificación en el yo. Se podría agregar que no sólo produce una
modificación en el yo:

“En otro lugar hemos consignado que la identificación es la etapa previa de la elección
de objeto y es el primer modo, ambivalente en su expresión, como el yo distingue a un objeto” 38.

Ese otro lugar que Freud nombra es el texto Introducción del Narcisismo, del cual
convendría citar la frase en la que el autor postula el carácter constitutivo del yo y su relación
con la identificación.

“Es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo en el individuo una
unidad comparable al yo; el yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones autoeróticas
son las iniciales, primordiales; por tanto, algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva
acción psíquica, para que el narcisismo se constituya” 39.

El yo se constituye por medio de un acto psíquico que gracias a los estudios sobre la
histeria y la melancolía, se lo puede definir como identificación. La identificación es una forma
muy importante de la ligazón con el prójimo, probablemente la más originaria. Para que se lleve
a cabo tiene que haber una ligazón previa con un objeto, es decir, que una investidura de objeto
pueda ser relevada por una identificación. Esta sustitución participa de la conformación del yo.

37
Freud, S.: (1915) Duelo y melancolía, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976. Pag. 246.
38
Idem Pag. 247.
39
Freud, S.: (1914) Introducción del Narcisismo, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976. Pag. 74.

17
En un principio, en una fase primitiva oral del individuo, es imposible distinguir entre
investidura de objeto e identificación. Más tarde, lo único que puede suponerse es que las
investiduras de objeto tienen aspiraciones eróticas.

“Si un tal objeto sexual es resignado, porque parece que debe serlo o porque no hay otro
remedio, no es raro que a cambio sobrevenga la alteración del yo que es preciso describir como
erección de objeto en el yo”40.

El carácter del yo, en este sentido, es una sedimentación de las investiduras de objeto
resignadas, por lo tanto, contiene la historia de las elecciones de objeto.
Se puede distinguir estas dos formas de ligazón, la elección de objeto y la
identificación, diciendo que la primera tiene que ver con el querer tener y la segunda con el
querer ser. La identificación supone una alteración en el yo, en la elección de objeto no es
necesario que ocurra.41
Antes de continuar ya se puede subrayar la importancia que tiene para ambos autores la
identificación o mímesis en el desarrollo de un sujeto, el papel que este mecanismo juega para la
conformación de una identidad. Ricoeur aporta algo fundamental: la narración es un medio
privilegiado para que se produzca esa operación psíquica —en términos freudianos—.
Añadiremos algunos puntos más sobre la identificación para ver hasta donde es correcto lo que
se acaba de afirmar.

El estadio del espejo

¿Cuántos espejos hacen falta para crear un


mundo nuevo?
(Leonardo Hofman, Pura Raíz, 2011, inédito)

Para Lacan la identificación no fue lo suficientemente precisada por la doctrina


psicoanalítica, él intenta solucionar la teoría de esta identificación (la que constituye al yo) a
través de un momento genético que designó como estadio del espejo. Corresponde a la
declinación del destete, período de malestar psíquico originado en el retraso del crecimiento
psíquico, “traduce lo prematuro del nacimiento que constituye la base específica del destete en
el hombre”42.
40
Freud, S.: (1923) El yo y el ello, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1976. Pag. 31.
41
Freud, S.: (1933) Nuevas conferencias de introducción al Psicoanálisis, Buenos Aires, Amorrortu
Editores, 1976.
42
Lacan, J.: (1938): La Familia, Barcelona / Buenos Aires, Argonauta 1978.

18
El reconocimiento por parte del sujeto de su imagen en el espejo es un fenómeno
doblemente significativo para el análisis de este estadio, por un lado, este momento revela en
forma demostrativa las tendencias que constituyen la realidad del sujeto. La imagen especular,
por otro lado, causa de las afinidades con esa realidad, otorga un buen símbolo de ella. Dice
Lacan:

“(…) de su valor afectivo, ilusorio como la imagen, y de su estructura, reflejo, como


ella, la forma humana”43.

Apoyándose en teorías de la etología, Lacan puede afirmar que la percepción del


semejante como unidad mental se relaciona, en el ser viviente, con un nivel correlativo de
inteligencia y sociabilidad. Por eso diferencia al animal de rebaño, que imita, del hombre y el
mono que poseen estructuras mímicas, de otra riqueza intelectual.
Partiendo de la constitución de la identidad para Ricouer, se llegó a un punto de
contacto con la teoría freudiana gracias al término de mímesis que se pudo transpolar hasta la
identificación. Interrogando este último término, apoyado en la revisión lacaniana del
psicoanálisis, se vuelve al primer concepto, mímesis, como se ve en el último párrafo.
Antes de volver a articular el psicoanálisis con la identidad narrativa, es necesario citar
el texto de Lacan sobre el estadio del espejo, en el que analiza la vinculación del yo con el otro
y la historia:

“Este desarrollo es vivido como una dialéctica temporal que proyecta decisivamente en
historia la formación del individuo: el estadio del espejo es un drama cuyo empuje interno se
precipita de la insuficiencia a la anticipación; y que para el sujeto, presa de la ilusión de la
identificación espacial, maquina las fantasías que se sucederán desde una imagen fragmentada
del cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica de su totalidad, y a la armadura por fin
asumida de una identidad enajenante, que va a marcar con su estructura rígida todo su desarrollo
mental. Así la ruptura del círculo del Innenwelt (mundo interior) al Umwelt (mundo exterior,
medio ambiente) engendra la cuadratura inagotable de las reaseveraciones del yo.”44

La figura imaginaria del yo

“Hay acontecimientos que consisten en decir yo.


Pero eso no quiere decir que el yo como tal exista

43
Idem. Pag. 52.
44
Lacan, J.: (1949) El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la
experiencia psicoanalítica. Mexico, Siglo XXI, 1978.

19
o sea alguna vez percibido como presente allí.
¿Quién encontró alguna vez un yo? No yo.”
(Jacques Derrida en la película D'ailleurs, Derrida,
1999.)

Quedan varias cosas por destacar sobre lo consignado por Lacan. El traspaso por esta
etapa posibilita la historia del individuo. Esto se puede entender en términos de Ricoeur, ya que
para él la historia de vida, convertida en una historia contada, un relato, configura la identidad
del personaje; o del yo, en términos psicoanalíticos.
Tomando la última parte del texto la Identidad Narrativa y continuando con la reflexión
que lo llevó a postular que el sujeto real se apropia de los significados vinculados con el héroe
ficticio, dice que el sí mismo no se conoce de un modo inmediato, sino indirectamente,
mediante el rodeo de toda clase de signos culturales, “la acción está simbólicamente
mediatizada”45 y la mediación narrativa confirma que una de las características del
conocimiento de uno mismo consiste en ser una interpretación de sí:

“La apropiación de la identidad del personaje ficticio que lleva a cabo el lector (el
sujeto real) es el vehículo privilegiado de esa interpretación” 46.

Según Ricoeur, el conocimiento de sí surge a partir de la apropiación de lo ajeno. Esto


es el segundo aspecto a destacar de la frase de Lacan: el sujeto asume una identidad enajenante
de la imagen que el espejo le devuelve.
Si bien Ricoeur no toma los elementos de la óptica, el término que utiliza para designar
al personaje del cual el sujeto se apropiará es justamente el “carácter figurativo del personaje
que, narrativamente interpretado, se pone en relieve como yo figurado, como un yo que se
figura que es tal o cual”47.
El proceso de identificación culmina, para Ricoeur con la apropiación de un personaje,
“que uno mismo se someta al ejercicio de las variaciones imaginativas, que se convierten de ese
modo en las propias variaciones del sí mismo” 48, así el yo figurado se convierte en un yo
refigurado.
Así es como Ricouer concluye su capítulo sobre la Identidad Narrativa, afirmando que
el yo se ve afectado por el proceso de apropiación de una identidad –o yo- ajena. Entonces, sea
la imagen del espejo (como dice Lacan), el yo ajeno (según Freud), o el personaje de ficción

45
Ricoeur, P.: (1986), Historia y Narratividad. Barcelona, Paidós, 1999. Pag. 227.
46
Ibidem.
47
Ricoeur, P.: (1986), Historia y Narratividad. Barcelona, Paidós, 1999. Pag. 227.
48
Idem. Pag 228.

20
sustentado en la narración (indicado por Ricouer); el mecanismo de identificación permite
modificar al sí mismo de un sujeto.

PARTE II

Terapias narrativas

En el capítulo anterior se realizó una articulación entre las especulaciones filosóficas


que Ricoeur señala en la Identidad Narrativa con el concepto del yo psicoanalítico que ,si bien
son dos construcciones teóricas, Freud introduce la noción de yo por una necesidad clínica. Allí
se mostró que el mecanismo por el cual se constituye y modifica el yo, la mímesis en Ricoeur y
la identificación en Freud, tienen varios puntos en común. Como consecuencia, también
comparten varios de los elementos que necesitan para constituirse, como la historia, la
figuración, el reconocimiento de lo propio en lo ajeno. Es decir, pensar en términos narrativos al

21
yo freudiano permite introducir en la psicoterapia a la narración como herramienta terapéutica
facilitadora del cambio.
El recorrido señalado ayuda a entender porqué en la década del 80 la psicología
cognitiva se apoya en una renovación conceptual del yo de la cual surge la noción de yo como
narrador de historias. Este giro permitió introducir los elementos narrativos a la psicoterapia.
Primero se consignará brevemente qué estatuto le da la psicología cognitiva a la narración,
dentro su marco conceptual, luego cómo se articula esto con la llamada renovación del yo, para
terminar mostrando los modelos narrativos más importantes.

Narrativa en Teoría Cognitiva

Renovación conceptual del yo

Jerome Bruner, fundador del primer centro de Psicología cognitiva en Harvard, postula
que dentro del funcionamiento cognitivo el pensamiento narrativo es uno de los que se
distingue:

“hay dos modalidades de funcionamiento cognitivo, dos modalidades de pensamiento,


y cada una de ellas brinda modos característicos de ordenar la experiencia, de construir la
realidad”49.

A uno lo llama pensamiento paradigmático, este intenta categorizar, conceptualizar,


organizar el conocimiento en sistemas generales de explicaciones que permitan establecer
relaciones causales. El lenguaje que utiliza está regulado por el principio de no contradicción.
La modalidad paradigmática trata de trascender lo particular, da como resultado teorías sólidas,
pruebas lógicas, rechaza todo aquello en lo que intervengan los sentimientos o las explicaciones
particulares.
La modalidad narrativa se centra en las particularidades, se ocupa de las acciones e
intenciones humanas. Sitúa los acontecimientos y las experiencias en tiempo y espacio. La
narrativa trata sobre la condición humana, de cómo las personas viven la vida. Los relatos no
tienen, como el pensamiento paradigmático, el requisito de la verificabilidad. No es tan
importante que sea cierto lo que el sujeto relata, sino que sea coherente con otros sucesos de su
historia. Es así como aparece la noción de verdad narrativa: con independencia que sea o no un
recuerdo o una ficción encubridora, es válida si se las arregla para captar en su código el
verdadero problema del paciente.

49
Bruner, J.:(1998) Realidad mental y mundos posibles, Editorial Gedisa, Barcelona.

22
Las teorías del aprendizaje plantean que el yo es un núcleo permanente, mientras que las
constructivistas dicen que el yo es distribuido en forma interpersonal. Esta última definición es
permitida si se toma en cuenta a la psicología como un hecho cultural, entonces el yo adquiere
algunas características como la capacidad de imaginar alternativas, la reflexividad, la capacidad
de volver al pasado y alterarlo en función de lo que pasa en la actualidad.
Siguiendo con estas concepciones, Bruner insiste en que a partir del replanteo de la
psicología como hecho cultural, se necesitan dos requerimientos para estudiar al yo:
1) Que los estudios se basen sobre los significados a través de los cuales se define el yo
tanto para el individuo como para la cultura a la que pertenece.
2) Poder analizar a través de qué prácticas se alcanza el significado del yo y se pone en
funcionamiento.

De este concepto sobre el yo narrado, surge, desde la psicología cognitiva, la idea de incluir
en la psicoterapia, a través de la narración y el lenguaje, el significado personal. Esto implica la
manera que tiene el ser humano de dar significado a lo que le sucede.

Psicoterapia Cognitiva

La psicoterapia narrativa constituye un esfuerzo por parte del terapeuta para ayudar al
paciente a recuperar su autoría, y a escribir dimensiones diferentes y más plenas de su vida. La
reconstrucción narrativa es un proyecto de transformación que dura toda la vida, porque las
historias que uno se cuenta a sí mismo y a otros son construcciones temporales en las que el yo
es el personaje principal.
El carácter significador de las narrativas expresadas a través del lenguaje es la resultante
del modo en que las palabras se van relacionando unas con otras para establecer una matriz
narrativa. Sobre ésta el sujeto se construye “la multiplicidad de de significados de su
experiencia”50.
El conocimiento tiene una naturaleza inminentemente interpretativa, comprender el
comportamiento humano es comprender los sistemas interpretativos -o hermenéuticos-
utilizados por los sujetos para dar significado a sus experiencias. El sujeto construye razones y
sentidos distintos a diversas situaciones vitales a través del establecimiento de una matriz
narrativa: una producción discursiva, interpersonal e inseparable del contexto cultural.
De esta concepción constructivista narrativa, la psicología cognitiva se centra en dos
implicancias clínicas:

50
Gonçalves, O. F. :(1995). Cognición, constructivismo y narrativa: En busca de un sentido para las
sílabas. Revista De Psicoterapia, 7.

23
1) Una concepción de la psicopatología donde el fenómeno de la perturbación no sea el
reflejo de una disfunción mental o neurobiológica sino una disfunción del discurso
narrativo.
2) La psicoterapia dejará de metaforizar al terapeuta como un sanador de la interioridad y
de la individualidad y buscará crear las condiciones en el contexto de la reciprocidad
conversacional que es la terapia para un desarrollo de la coherencia, de la complejidad y
de la multiplicidad del paciente.

 Modelo terapéutico de Oscar Gonçalves

Entre los modelos terapéuticos que mantienen esta perspectiva narrativa, uno de los más
divulgados es el de Oscar Gonçalves. Estructura las diversas fases del proceso terapéutico en
cinco aspectos: recuerdo, objetivación, subjetivación, metaforización y proyección.
En la fase del recuerdo se trabaja con el paciente el rescate de circunstancias específicas
del día a día para poder hacerlo posteriormente sobre el pasado y eventualmente proyectar esos
recuerdos sobre el futuro, en la búsqueda de elementos significativos y el descubrimiento de la
narrativa prototípica (la que el paciente pueda distinguir como más significativa en su historia
de vida) para ser trabajada a través de las otras fases.
La etapa de objetivación consiste en buscar que el paciente pueda trabajar la escena
elegida como prototípica mediante sus sentidos: aquello que ve, que oye, los olores, sabores que
dicha escena le genera.
La fase de subjetivación lo intentará introducir al paciente en la construcción de un
discurso narrativo que dé cuenta de la variedad de pensamientos y emociones que posee frente a
cada circunstancia de la vida. Con el fin de flexibilizar su experiencia emocional y cognitiva,
sacándolo de automatismos que bloquean los procesamientos de pensamientos y sentimientos.
La metaforización contribuye a la búsqueda de la condensación de los significados en
una imagen analógica que procure sintetizar, reunir la multiplicidad desplegadas en las otras
fases, en una metáfora “raíz”. Esta es una forma prototípica idiosincrática de la organización de
los significados de su vida, realizada clínicamente mediante el proceso de metaforización de la
narrativa prototípica.
De este modo se llega a la proyección, que es una forma de insertar al paciente en el
futuro, de intencionalizar de modo narrativo las experiencias del futuro.

 Modelo de Vittorio Guidano

Probablemente uno de los autores que hizo los aportes más significativos dentro de la
psicoterapia narrativa, fue Vittorio Guidano. Dice:

24
“el proceso terapéutico puede ser visto como un nuevo escenario de ensayos narrativos
abierto a la posibilidad de interpretación de viejos sentidos, creación de nuevas historias y
amalgama de nuevos y antiguos elementos en constante proceso de construcción y
reconstrucción creativa de elementos narrativos y emocionales que integran nuestra vida
cotidiana”51.

No se trata de rescatar una historia, se trata de que el paciente pueda rescatar la


capacidad perdida para contar su historia, pasado y futuro entrecruzándose con una disposición
presente para asumir el papel de autoría, y de esta manera desarrollar un sentido histórico
personal.
Es en la técnica de la “moviola” que Guidano recorre ese camino, en donde la
autobservación constituye un método que da lugar a la reconstrucción de los acontecimientos,
permitiendo el análisis de los niveles de procesamiento emotivo y explicativo así como también
de las relaciones entre ellos. El paciente, al observar su propia experiencia inmediata accede al
conocimiento, al estilo con que organiza su significado personal. Guiado por el terapeuta
reconstruye durante las sesiones el modo en que evaluó, experimentó y se autorrefirió a un
evento emotivo.
La técnica de la moviola, metáfora cinematográfica, monta un escenario para recrear
estos recursos, como si estuvieran en un estudio de filmación. El terapeuta genera en el paciente
la posibilidad de observarse de manera panorámica en una sucesión de escenas, como si
ocurriesen en cámara lenta a través de un zoom, que selecciona las más representativas,
acercando algunas y alejando otras, así como los detalles de una para que sea visto como un
todo.

Narrativa en Psicología Sistémica

Los autores sistémicos también asocian la narración con la identidad, pero este último
concepto no ha sido cultivado por los autores sistémicos. Aunque sean terapeutas familiares, la
reflexión sobre el individuo no se puede obviar ni sustituir por otra sobre la sociedad. La
exigencia del problema del cambio impone una conceptualización que ayude a comprender por
qué, tanto desde el individuo como desde la familia,

51
Mahoneym M., Neimeyer, R. (comp.): Constructivismo en psicoterapia, Buenos Aires, Paidós, 1997.

25
“existen diversos grados de gravedad de síntomas y en las disfuncionalidades
relacionales que envuelven a éstos, y, en consecuencia, diversas dinámicas de cambio en
respuesta a la intervención terapéutica.”52.

Desde esta perspectiva, en psicoterapia sistémica, se considera a la identidad como “el


núcleo de la mente, el producto de la decantación de la experiencia donde el ser permanece
constante”53. Como contraparte, los aportes de la teoría narrativa permitieron que los autores
sistémicos ubiquen en torno a la identidad el establecimiento de una narración, también fruto de
la experiencia relacional aunque menos fijada, con márgenes más amplios de fluctuación.
Teniendo en cuenta la búsqueda del cambio, hay que destacar la importancia que los
terapeutas que utilizan la narrativa le otorgan a la dinámica entre identidad y narración, dice
Linares el respecto:

“La identidad es el espacio donde el individuo se reconoce a sí mismo y, como tal, es


extraordinariamente resistente al cambio. Las narrativas, sin embargo, resultan ampliamente
negociables. Sujetos que, sintiendo atacada su identidad, la defienden encarnizadamente en
batallas que ponen en juego su propia supervivencia, pueden aceptar transacciones importantes
si la confrontación se traslada al plano narrativo.” 54

Habiendo consignado los fundamentos de uso de la narrativa en terapia sistémica, se


describirá la forma de utilizarla como técnica terapéutica. Tomaremos uno de los autores
fundadores de la terapia narrativa, White, y a otro que su técnica se puede llamar narrativa sin
qué él la haya bautizado así, Erickson. Este último autor tiene muchas particularidades que se
describirán, pero es necesario aclarar que a partir de su trabajo, sus seguidores encontraron un
alojo teórico dentro de la narrativa, en una terapéutica que buscaba no teorizar la técnica.

Psicoterapia Sistémica

 La terapia narrativa de Michael White

El enfoque narrativo de terapia ha ocupado en el último tiempo un lugar central en el


ámbito de la terapia familiar, debido en gran parte a la influencia de Michael White. Inspirado
en sus trabajos seminales, otros terapeutas han comenzado a escribir acerca de la terapia

52
Linares, J.L.:(1996). Identidad y Narrativa, Barcelona, Paidós, 1996
53
Idem.
54
Idem.

26
narrativa en la práctica clínica y a considerar su lugar dentro del amplio campo de la terapia
familiar y a incorporar ideas de la terapia narrativa en las prácticas habituales de salud mental.
A partir de los trabajos de Michel Foucault, White denomina como prácticas totalizantes
a los procesos de aplicar diagnósticos psiquiátricos y de interpretar a las personas
exclusivamente en términos de estas etiquetas. Dentro de un marco narrativo, los problemas
humanos aparecen y se mantienen gracias a las historias opresivas que dominan la vida de las
personas. Los problemas humanos surgen cuando las personas cuentan su vida a sí mismos o a
otras personas de un modo que no se ajusta en forma significativa con su experiencia de vida.
Desarrollar soluciones terapéuticas, dentro de un marco narrativo, implica abrir espacios para la
expresión de historias alternativas, las que probablemente fueron desplazadas por las narrativas
dominantes saturadas de problemas.
Este enfoque se basa en el supuesto de que las narrativas no representan una reflexión
acerca de la identidad, la vida y los problemas; más bien las narrativas constituyen la identidad,
la vida y los problemas. De acuerdo a esta postura, el proceso terapéutico de reescritura de las
narrativas personales es capaz de modificar la vida, los problemas y la identidad porque las
narrativas personales constituyen la identidad.
Se puntualizarán algunas de las características de la terapia narrativa que propone
White.

- Posición del terapeuta

En esta terapéutica la posición del clínico implica preocuparse por deconstruir 55 el


significado que las personas asignan a sus vidas, las prácticas lingüísticas que utilizan, y las
relaciones de poder en las cuales se encuentran. Una posición deconstruccionista implica
empoderar a los pacientes para que cuestionen estas definiciones y prácticas habituales de salud
mental. En la terapia narrativa existe un sinceramiento acerca del contexto, intenciones, valores
y prejuicios, del trabajo terapéutico. Se privilegia el lenguaje del paciente por sobre el lenguaje
del terapeuta. Hay un respeto para trabajar al ritmo del paciente que se expresa en la actitud de
resumir y comprobar cada cierto tiempo que el paciente se sienta cómodo con ese ritmo.
Hay una constante atención hacia las historias marginadas que podrían ofrecer una
oportunidad para que la persona se involucre en lo que White denomina como una "insurrección
de los conocimientos oprimidos". Es decir, una oportunidad que permitirá a la persona escoger
construir la historia de su vida en términos distintos de los dictados por la narrativa dominante
saturada del problema. Esto requiere que el terapeuta privilegie el escuchar por sobre el
interrogar, y formular preguntas en una forma que ayude a los pacientes a ver que la historia de
sus vidas son construidas activamente, más que descritas y determinadas pasivamente.
55
Basándose en las ideas del filósofo francés Jacques Derrida (1981)

27
- Externalización del problema

Externalizar el problema es la técnica terapéutica central usada por Michael White para
ayudar a los pacientes a comenzar a definir sus problemas como separados de sus identidades.
Para ello desarrolla un estilo particular de entrevista, preguntando acerca de cómo el problema
ha estado afectando la vida de la persona y sus relaciones.
Este procedimiento de hacer preguntas es una manera para que el paciente asuma su problema.
Que la persona y el problema estén separados ayuda al paciente a comenzar a externalizar y a
internalizar sus recursos personales.

- Acontecimientos Extraordinarios

Los acontecimientos extraordinarios son experiencias que no han sido previstas por la
narrativa saturada de problemas que ha gobernado la vida e identidad del paciente. Estos
incluyen excepciones a las pautas habituales que normalmente ocurren en algún aspecto del
problema. El terapeuta le pregunta al paciente acerca de instancias particulares en las cuales
evitó sentirse oprimido por el problema o impidió que el problema tuviera una influencia más
negativa en sus vidas.
Una vez que estos acontecimientos extraordinarios han sido identificados, pueden
incorporarse en la historia y engrosar la trama a través de preguntas sobre el “panorama de la
acción” y el “panorama de la conciencia” 56. Las preguntas sobre el panorama de la acción
apuntan a dibujar la secuencia de acontecimientos tal como fueron vistos por el paciente y otras
personas. Las preguntas sobre el panorama de la conciencia apuntan a develar el significado de
la historia descrita en el panorama de la acción. Nos hablan acerca de los motivos, propósitos,
intenciones, esperanzas, creencias y valores.
Una vez que se forma una nueva trama, producto del engrosamiento, se asocia la nueva
historia pasada proyectándola hacia el futuro. Para ello pueden utilizarse "preguntas de
experiencia" para conectar las historias nuevas con la experiencia pasada. Estas preguntas
invitan a los pacientes a explorar aspectos olvidados o marginados de su experiencia o imaginar
modos de ser alternativos que sean consistentes con su historia personal preferida.

- Grupos de testigos externos

Cuando los pacientes descubren que hay otras alternativas a su identidad saturada de
problemas, cuando han explorado una cierta cantidad de acontecimientos extraordinarios y han
56
La distinción entre estos dos dominios fue originalmente propuesta por Jerome Bruner (1986).

28
comenzado a unirlos en una nueva narrativa personal, la probabilidad de que la nueva trama
pueda ser engrosada y arraigada en la vida del cliente se incrementa si existen testigos para este
proceso. White se refiere a estas personas como el grupo de testigos externos. Este grupo puede
contener a los miembros de la red social del cliente que conocen su problema y que son capaces
de aconsejar o entrenar al cliente en las habilidades o conocimientos relevantes sobre cómo
manejar el problema. Los testigos externos permiten que el paciente conozca aquello en lo que
está en contra y qué esperar para superar los problemas y asumir el control de sus vidas.

- Recepción y devolución

Compartir los beneficios de la terapia con otras personas proporciona a los pacientes un
foro dentro del cual puedan compartir con otros pacientes el impacto positivo que sus nuevas
narrativas personales, conocimientos y habilidades tienen para ellos. Las prácticas de recepción
y devolución cambian tanto a los pacientes como al terapeuta, contrariamente al discurso
dominante, el cual enmarca la influencia terapeuta-cliente como positiva y a la influencia
cliente-terapeuta como negativa57.

 El uso de las anécdotas, el modelo de Milton Erickson

Milton H. Erickson (1904-1980) fue un psicoterapeuta que utilizó la hipnoterapia como


un enfoque válido y sensible a las necesidades del paciente cuando la hipnosis no era más que
un conjunto de rutinas rígidas y más bien dudosas. Mientras los hipnotizadores clásicos
intentaban implantar sugestiones en sus pacientes, Erickson trabajaba con la premisa de que el
paciente tiene una creatividad inherente que busaca poder expresar. Su trabajo va más allá de la
hipnosis, utilizaba un método experimental naturalista, riguroso y legítimo. También de
actualidad, ahora que la investigación cualitativa ha recuperado su lugar en la psicología clínica
y académica.
Uno de los signos distintivos del método de Erickson fue su uso de las anécdotas como
instrumento didáctico y terapéutico. Narrar historias no era sólo su manera de trabajar sino su
manera de vivir. Creía que las personas poseen, en su propia historia personal, los recursos para
superar el problema que las llevó a solicitar ayuda; aprender de la experiencia es más instructivo
que aprender conscientemente.
Erickson decía “primero debes ofrecer un modelo acorde al mundo del paciente. Luego
debes ofrecer como modelo un rol acorde a ese mundo”. Se refería al uso que él le daba a las
anécdotas en la terapia. La anécdota se puede definir como una breve narración relativa a un
suceso o incidente interesante o divertido. Estas pueden ser ficticias, pero también pueden ser
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White, M. (1995). Re-authoring lives. Adelaide, South Australia: Dulwich Centre Publications.

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relatos o crónicas de genuinas experiencias y aventuras vitales. La mayoría de las anécdotas que
contaba Erickson eran descripciones verídicas de sucesos de su vida y da las de sus familiares y
pacientes. La interpretación que puede hacer el sujeto, que en estado de trance, recibe esta
anécdota, va a ser exclusivamente individual.
Mientras narraba sus historias, Erickson se mantenía continuamente al tanto de las
respuestas conductuales de sus pacientes. En esta circunstancia, con la anécdota suministra
estímulos que dan lugar a una respuesta de significación diagnóstica.
Para Erickson las cosas funcionaban mejor cuando lo hacen de manera automática e
inconsciente, o sea, sin interferencia de la mente consciente. En armonía con la insinuación
indirecta, empleaba las anécdotas para establecer empatía con el paciente, que no necesitaba
advertir conscientemente que el terapeuta tuvo una respuesta empática; las anécdotas pueden
emplearse para establecer rapport empático con el inconsciente.
Dentro del proceso del tratamiento las anécdotas pueden emplearse en cualquier fase a
fin de alcanzar los objetivos de la terapia. Se pueden distinguir 8 categorías en las cuales se
puede implementar el relato:

1.- Formular o ejemplificar una opinión


2.- Sugerir soluciones
3.- Ayudar a las personas a reconocerse tal cual son
4.- Sembrar ideas e intensificar las motivaciones
5.- Controlas terapéuticamente la relación
6.- Insertar directivas
7-. Reducir la resistencia
8.- Reencuadrar y redefinir un problema
Conclusión

Tanto en la elección del tema como en el desarrollo del trabajo integrador final, la guía
que tomé siempre fue atenerme lo más estrictamente posible a la consigna, en dos sentidos.
Primero en la integración, no sólo por ser la consigna, sino porque concibo a la psicología
clínica como un ámbito disgregado en donde se hace necesario la integración de las diferentes
terapéuticas para poder tener una lectura más amplia de los pacientes y con la idea de no agotar
recursos técnicos para la cura.
El segundo sentido fue tomando en cuenta la palabra final, que alude al cierre de un
recorrido realizado dentro de la universidad y hace suponer un cierto saber sobre el objeto de
estudio. De este conocimiento que me aportó el paso por la universidad, me apoyo para confesar
un prejucio: la hegemonía del psicoanálisis dentro de la psicología, quizás por ser la teoría que
inaugura la clínica, hizo que las demás corrientes se presenten como opuestas, que en un sentido

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casi comercial, ofrecen una alternativa a las imposibilidades que tuvo el psicoanálisis en su
historia.
Por esto se me hizo necesario el paso por la filosofía, específicamente por el origen de la teoría
narrativa, para desde allí integrar las corrientes. Teniendo en cuenta que la narrativa es
considerada como una transdisciplina, una disciplina que no se sesga en sí misma, sino que
puede utilizarse en diferentes prácticas y teorías.
Es inevitable admitir que la rigurosidad teórica que me exigió fundamentalmente la
primera parte del trabajo, se basa en otro saldo que me dejó la universidad. No todos los autores
hablan de lo mismo con diferentes palabras, y cuando utilizan las mismas palabras no
necesariamente significan lo mismo. Entonces, el trabajo de intentar captar el sistema de
pensamiento de un autor, ver cómo están articulados sus conceptos, permite comprender mejor
bajo que lupa el pensador miraba el mundo.
Lo más interesante de haber llegado a esta reflexión no fue encontrar la verdad en
alguna teoría, sino darme cuenta que no importa el modo en que se presente, es una forma de
ver el mundo. Puede ser útil para realizar alguna práctica estudiar en profundidad a un autor,
pero es más ético juzgar a la verdad como una construcción subjetiva.

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