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Nietzsche
(…) Porque el hombre se tiene por libre, pero no porque sea libre,
1. Introducción
Los temas claves para el presente análisis de MA son: las nociones de lo cercano y
lo lejano; el problema de la jerarquía (Rangordnung) en lo referente a las valoraciones, que
tiene estrecha conexión con lo que significa una cultura superior y una cultura inferior; y,
además, el modo de instalación de la culpa (Schuld) tanto dentro de la psicología como
dentro de la historia en Nietzsche. Por qué estas nociones resultan claves para estudiar la
culpa es lo que se desandará en las siguientes páginas, con el propósito de desentrañar el
problema del cual parte el escrito: ¿Cómo puede entenderse la relación establecida por
Nietzsche entre el concepto de culpa y otras ideas centrales de la tradición
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El escrito tendrá como base la obra de F. Nietzsche, Humano, demasiado humano. Se utiliza la sigla MA en
referencia al título original Menschliches Allzumenschliches (Ein Buch für freie Geister).Aunque también se
utilizarán algunas otras obras que sirvan para reforzar nuestros argumentos.
filosófico/religiosa occidental, como conciencia moral (Gewissen), voluntad (Wille), verdad
(Wahrheit) o valores (Werte)? Esta búsqueda parte de una relación, de entretejidos que
fueron forjando un modo de interpretar, una perspectiva, un punto de partida para las
acciones.
A partir de este planteo central surgen algunos problemas derivados: ¿Cuáles son
las cualidades morales que instituyó el cristianismo en lo que atañe al castigo social/moral y
jurídico que desfavorecieron la vida terrenal del hombre? Dicho en otras palabras: ¿Qué es
lo que se pretendió castigar, qué se buscó efectuar y en qué medida el hombre es
responsable y libre de sus actos? Aquí se encierran varias dudas, pero que parten de
considerar a la voluntad libre como aquella que debe responder de sí y compensar los
“malos actos”. Nietzsche abre un camino para diversificar y establecer distinciones entre la
matriz de cada hombre (su condición psicológica e histórica) para establecer que la
culpabilidad no puede ser homogéneamente aplicable, como sí se pensó desde el
pensamiento cristiano.
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Imposible no remitirse en este momento de la reflexión a G. Deleuze, quien fundamenta un tipo de
moralidad distinguida que ha sido devastada por la moral de los esclavos. Pues mientras la primera nace de un
decir sí a uno mismo, a su adentro; la segunda nace de una reacción, de una negación de su afuera para
reconocerse, este es el principio señalado por el autor francés para argumentar que la transvaloración resulta
de que el resentimiento mismo pasa a ser el creador. Cfr. DELEUZE, G. Nietzsche. Trad. Isidro Herrera y
Alejandro del Río, Madrid, Arena, 2006, p. 68.
contrarias al judaísmo. Y desde esta posición se comienza a querer evitar todo lo que a lo
noble se refiera: la misericordia sublevada frente al espíritu guerrero, la espiritualización
de las pasiones frente a la afirmación de las pasiones, el amor al prójimo frente al amor y
cuidado de sí mismo, etc.
Hay una noción psicológica del tipo (Typus) que le sirve a Nietzsche para describir
un sinnúmero de caracteres encontrados en su análisis de la cultura, desde los tiempos
prehistóricos hasta su época. Básicamente, lo que interesa para la supervivencia de la
comunidad es que algún tipo prevalezca y perdure con algunos rasgos comunes, así, pueden
convivir varios tipos en una comunidad. “Las naturalezas degenerativas son de suma
importancia allí donde haya de realizarse un progreso. Todo gran progreso debe ir
precedido de un debilitamiento parcial. Las naturalezas más fuertes mantienen el tipo, las
más débiles ayudan a desarrollarlo”.v Cada tipo psicológico desarrolla sus virtudes ora en
base a las creencias establecidas de antaño por una comunidad, ora teniendo en cuenta su
propio criterio de valoración. Hay virtudes enaltecidas por Nietzsche que no interpretan la
realidad desde la culpa y que no se desprenden del deseo de venganza o del afán de una
supuesta justicia retributiva; se tiene como ejemplo a la benevolencia, un tipo de virtud
rescatada por el autor frente al hombre compasivo ya que aquélla produce actos más
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Genealogía de la moral.
pequeños pero más potentes y activos. No se fundan en una causa externa, como puede ser
una deuda con Dios, generando un peso innecesario, sino que se trata de actos inmanentes
dispuestos sólo a darse con el otro. Un darse desinteresado que no aparece en el hombre
culposo, que no daña innecesariamente ni al que otorga ni al que recibe, como sí sucede con
el hombre obediente.4 La benevolencia se propone como una virtud, porque lo que se valora
como bueno en las acciones singulares es no ir en contra de la vida, sino enaltecerla. El
benevolente respeta de igual manera al amigo que al enemigo sabiendo distinguir la estirpe
de cada uno. Se trata de una virtud noble, prehistórica, donde lo bueno no está calificado
todavía como moralmente bueno.
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“Mientras adquiere insospechada consistencia y tenaz opacidad, el error se extiende como una inmensa
mancha, coloreando la totalidad de la experiencia y la cultura humanas. Metafísica, religión y moral, sobre
todo, la moral, quedarán teñidas indeleblemente por esta irrefrenable expansión”. MARESCA, S.J. Nietzsche
y la ilustración. Bs. As./Madrid, Alianza editorial, 2004, p. 18. En el caso del presente escrito, se hará
hincapié solamente en la moral, quizá tocando algunos ámbitos religiosos, pero no perdiendo de vista la
construcción de una moral desde la culpa.
ejemplo; humano, divino equivalen a diabólico, malo”. 6 Es de notarse que la palabra
andere, traducida como distinto está en cursivas, por tratarse de distinto al que manda,
distinto al que pone los nombres, los nombres de las virtudes de lo que se considera bueno;
por ejemplo, cuándo uno debe sentir un remordimiento de conciencia por ser egoísta y no
altruista. El deber se presenta como un determinante de la culpa, mostrando que no existió
el suficiente distanciamiento de lo impuesto por los débiles. 7 La obligación a limitar el
espíritu y acatar un juicio arbitrario en contra de los nobles no sólo podía generar un
castigo, además se instauró un autocastigo en la interioridad de los individuos, que
transformó sus virtudes potentes y guerreras en una actitud servil y débil, homogeneizando
o mimetizando a los fuertes con los débiles. Cierta separación del que pone los nombres, de
la moralidad de una época que valora hacia atrás, es el sentimiento de distancia que puede
prescindir del sentimiento culposo, por ello no podrá existir un acto creador o un acto
benévolo, positivo, si no hay primeramente un sentimiento de distancia en la mirada y en el
modo de valoración. Al igual que existen estos efectos negativos de la culpa, como el
remordimiento de conciencia, la mala conciencia, la ascesis, la compasión, el altruismo,
etc., también existen virtudes señaladas como positivas y que se llevan mal con las virtudes
del servilismo, como por ejemplo la benevolencia, la perseverancia, la distinción en el
gusto, la autoobservacion, la ligereza, la inocencia en el acto y la afirmación de sí en la
tierra.
Hay que tener en cuenta que para Agustín el otorgamiento de esta facultad de
decisión se manifiesta plenamente sólo en la condición de vivir rectamente (no para pecar),
de ahí que el castigo divino esté completamente justificado desde el momento que alguien
se desvía del camino estipulado, que no es otra cosa que la obediencia a la ley natural o a la
ley divina. Si las leyes terrenales no se adaptan o no observan en su constitución a la ley
natural, se atenta contra la sociedad humana, se la lleva a su ruina. 8 Uno podría preguntar
entonces: ¿Por qué en vez de habernos otorgado el libre albedrío no nos mostró un solo
camino, de manera que nos aseguremos el vivir rectamente? Porque sin la libre voluntad,
contestaría Agustín, no es posible que se manifieste ese otro bien que es la justicia de
condenar el pecado y premiar la virtud. Pero este camino nos conduciría a un razonamiento
ad infinitum, por lo que Agustín aquí apela a la fe: “mas si es cierto que él nos la ha dado,
es preciso confesar que, sea cual sea el modo como nos la dio, no debió dejar de hacerlo, ni
debió dárnosla de otro modo; ya que en realidad nos la dio quien en modo alguno puede ser
razonablemente censurado en su modo de obrar”.xii El objeto de juicio siempre será el
hombre, ya no se puede indagar sobre el origen del mal en Dios, pues está establecido que
el mal, la justicia y toda la moralidad no nacen de otra cosa que de la voluntad humana.
Haber caído en el devenir temporal y en la multiplicidad es el precio del pecado original del
cual seríamos todos partícipes según la religión cristiana. En este sentido, desde que el
pecado aparece, el hombre deja de ser libre y pasa a ser esclavo del él, del cual sólo se
podrá librar mediante la gracia divina. 9 La libertad, para que sea tal, tiene que ajustarse al
Orden, a la Ley eterna, “que castiga a las malas acciones por la que se gobiernan los
pueblos (…), inexorablemente castigado por la divina Providencia”.xiii
El renombrado libre albedrío, ensalzado por San Agustín de Hipona, pasa a ser un
error de responsabilidad. Hay un interés especial por desentrañar la doctrina de la libertad
de la voluntad como una invención de las clases dominantes, sin embargo este
empecinamiento no es casual, pues la idea de que una voluntad está libre de coacciones al
momento de actuar y es responsable de todas las consecuencias que sus actos liberan fue
resultado de un proceso idéntico al señalado por el autor respecto de la verdad, que podría
resumirse en: tradición, convenio, olvido, coacción. “La tradición era ahora coacción, aun
cuando ya no reportaba el provecho por mor del cual se había originariamente establecido
el convenio. En todas las épocas han hallado aquí su plaza fuerte los débiles: tienden a
perpetuar el convenio de un tiempo, la condescendencia”.xvii La libertad de la voluntad es
real (más allá de que en última instancia termine siendo una ficción) en tanto estrategia de
los esclavos para juzgar a los nobles como malvados, para establecer un juicio moral que
perdure y vencer sobre ellos.
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En el escrito mencionado el autor afirma que la verdad llevó un proceso de formación que hasta su
momento ha costado innumerables errores. Pues ella fue primeramente útil, luego olvidada con el transcurso
de la historia y finalmente convertida en hábito; olvidando así los motivos que la habían causado en una
primera instancia. Cfr. NIETZSCHE, F. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Trad. Luis Valdéz y
Teresa Orduña. Tecnos, Madrid, 1998, pp. 17-38.
histórico. En el diagnóstico de Nietzsche la meta no ha sido otra que la conducción hacia un
modo de vida en contra de la naturaleza y de la vida en la tierra.
5. Conclusiones
Además, la culpa genera un efecto en el modo de valorar que no permite dar lugar
al enaltecimiento de virtudes que despojarían a la vida de algunos elementos reactivos.
Sobreponer la responsabilidad del hombre frente a la naturaleza (y además sin tener en
cuenta el sentido histórico) supone considerar y aceptar ciertos sentimientos religiosos
como verdades que llevan al hombre al desprecio de sus pasiones. Sin embargo, conviene
evitar confusiones con la idea inmediata de la palabra efecto, pues la culpa no es un motor
causante de la reproducción de valores o de la homogeneización, sino que es un mecanismo
instalado que opera subrepticiamente a fines de domesticar al hombre sin que éste cuente
con una meta propia en sus acciones, puesto que su meta pasa a ser el odio, el resentimiento
contra otros y contra sí mismo, proponiéndose, mediante un contrato social, castigar sus
pasiones, sus instintos pre-civilizatorios sin una razón genuinamente fundada.