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Para facilitar nuestro análisis hemos numerado los párrafos de nuestra traducción, para explicarlos

de manera separada. El conjuro dice:

[I] ¿tle oax nohueltiuh, in chicuetecpacihuatl, tlalocihuatl?

[II] omanaloque, omacochoque teteo ipiltzin.

[III] Ca nehuatl, ni tlamacazque, niquetzalcoatl,

niani mictlan, niani topan, niani chicnauhmictlan.

[IV] Ompa niccuiz in mictlanomitl.

Otlatlacoque in tlamacazque, in teuhtotome.

Otlaxaxamanique, otlapoztecque.

[V] Auh in axcan ticzazalozque, ticpahtizque.

[VI] ¡Tlacuel! Nomazacoamecatzin,

tla nican xontlapixto.

Mah nen tontlatlaco.

Mopan nehcoz in moztla.[4]

La siguiente traducción al español es nuestra, aunque basada en los trabajos de Alfredo López
Austin y los pertinentes comentarios de Andrews & Hassig. [5]

[I] ¿Qué hizo mi hermana mayor, mujer ocho-pedernal, mujer-vino-tierra?

[II] Han hecho preso, han sujetado al venerable hijo de los dioses.

[III] Yo soy el que ofrenda, soy Quetzalcoatl.

Yo viajo al Mictlan, hacia arriba, hacia el noveno Mictlan.

[IV] Allá tomaré los huesos del Mictlan.

Hicieron daño los ofrendantes, los pájaros señoriales.

Lo rompieron, lo quebraron.

[V] Y ahora nosotros lo pegaremos, lo curaremos.


[VI] ¡Ea! Mi venerable cuerda serpiente-venado,

dígnate ahora a cuidar.

Haz bien tu trabajo.

Mañana llegaré a ti.

ANÁLISIS DEL CONJURO:

[I] Al inicio del conjuro se invoca y cuestiona a una entidad que traducimos como “mujer ocho-
pedernal, mujer vino-tierra”, siguiendo la explicación de Ruiz de Alarcón que traduce como “mi
hermana las ocho en orden, es metáfora de los magueyes” argumentando que dichas plantas se
siembran de ocho en ocho. Nosotros la entendemos como el probable nombre ritual de la planta
de maguey y su deidad patrona Mayahuel, además como una fecha relacionada con el
tonalpohualli, que pertenece a la onceava trecena de ciclo de 260 días-tonalli encabezada por el
signo 1-ozomahtli o mono, la cual según el Códice Borgia, está presidida por la deidad Pahtecatl,
patrono de la medicina y fermentación del pulque, también es uno de los cuatrocientos dioses
relacionados con la ebriedad centzontotochtin. El segundo nombre, se relaciona con dicha deidad,
y seguimos la propuesta morfosintáctica de Andrews y Hassig de tlal-oc-cihuatl (tlal-li/tierra, oc-
tli/pulque vino, cihuatl/mujer). [6]

[II] En esta parte del conjuro se hace mención de una captura como sinónimo de haber caído
enfermo, que se relaciona con el afectado por la quebradura de hueso, que se refiere a él por
medio del epíteto: teteo ipiltzin que significa: hijo de los dioses.

[III] Aquí el conjurante-enunciador se reconoce como ofrendante (tlamacazque, que comúnmente


se traduce como sacerdote, yo prefiero el termino ofrendante que se vincula más hacia la principal
práctica de la elite especialista en el culto prehispánico, que a una jerarquía religiosa) y se
personifica, es decir, toma la imagen o ixiptla del mismo Quetzalcóatl. Para después pronunciar
parte de sus atributos míticos como son viajar al Mictlan.

Aquí es pertinente anotar que en dicho viaje se va “sobre nosotros, arriba/topan”, hacia el
“noveno mictlan/chicnauhmictlan”, esta noción de un Mictlan sobre nosotros se relaciona con la
noche y el Omeyocan o lugar de la dualidad, ambos como lugares de creación, cualidad particular
de la dinámica de los espacios cosmológicos mesoamericanos. Esta idea es producto de una atenta
crítica al modelo de 13/9 cielos e inframundos mesoamericanos, misma que debate la noción de
espacios escalonados en trece y nueve, misma que obedece más a los parámetros europeo-
occidentales y no tiene un respaldo profundo y detallado en fuentes indígenas tanto prehispánicas
como coloniales, las cuales muestran un cosmos dinámico y muy distinto del modelo de pisos
escalonados. [7]

[IV] En esta sección del conjuro se hace referencia a la tarea mítica de Quetzalcóatl, acción que el
conjurante relaciona con la quebradura del hueso. Menciona a unos pájaros no presentes sino
ausentes, referencia a las codornices míticas que aturden a Quetzalcóatl provocando la caída y
ruptura de los huesos preciosos recolectados en el Mictlan. [8]

[V] Aquí el conjurante hace explicita su acción, aunque con la enunciación anterior la dota de una
eficacia comprobada, la del mito. Esta vinculación es fundamental ya que ata el tiempo mítico con
el presente del conjurante y el enfermo, con el propósito de incidir en su futuro inmediato para
curarlo. Esta es una muestra clara de la vinculación entre las prácticas cotidianas con el mito,
característica vertebral de la tradición religiosa mesoamericana.

[VI] En esta última enunciación, nos explica Ruiz de Alarcón que se hace referencia y se conjura a
la cuerda con la que se atan las tablillas para inmovilizar el hueso. Esta es enunciada como
venerable cuerda o mecate mazacoatl que se traduce como serpiente-venado, a la cual se le pide
que cuide el hueso y haga bien su labor, ya que mañana vendrá a checarla. Una muestra más de la
atenta súplica dirigida a los objetos que se conciben como animados, esta última, otra
característica de la cosmovisión mesoamericana.

Para concluir quiero subrayar la idea de que estos conjuros indican que aun después de cien años
de evangelización todavía muchos espacios cotidianos en el mundo de la Nueva España del siglo
XVII, se conceptualizaban y ordenaban de un modo singularmente mesoamericano experimentado
por un sector significativo de la población indígena sobreviviente.

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