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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO

MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

LA JURISDICCIÓN

A. GENERALIDADES

1. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA JURISDICCIÓN

La convivencia pacífica de la comunidad se logra en la medida en que es posible la sustitución


de la violencia por la acción jurisdiccional, que en términos generales, faculta a su titular para recurrir
a un tribunal en demanda de una decisión, reemplazándose así la fuerza, como medio de solución de
conflicto, por el proceso.

El conflicto es un atributo de la naturaleza del ser humano, y es un hecho notorio que no


requiere demostración. En efecto, cada vez que conviven dos o más personas en el campo individual,
en el campo nacional, o Estados en el campo internacional, se produce un conflicto; por ejemplo, un
problema de familia, una huelga, o una guerra. La ciencia procesal ha estudiado profundamente este
fundamental problema lo cual, en lo que se refiere a la jurisdicción y a su aplicación en el campo del
derecho chileno, será objeto de estudio.

En términos generales la expresión conflicto equivale a discordia, a desavenencia de


voluntades. Procesalmente hablando, el conflicto se presenta toda vez que una persona o ley exige a
otra la ejecución acto o abstención, y ésta se resiste o quebranta la norma. Al respecto, el jurista
italiano Francesco CARNELUTTI señala que el conflicto nace cuando existe una pretensión, por una
parte, y una resistencia por otra.

La actividad jurisdiccional surge al momento de existir un conflicto de relevancia jurídica, el


cual se genera cuando un sujeto, con su acción u omisión, produce como resultado el quebrantamiento
del ordenamiento jurídico, esto es, la infracción de la norma reguladora de su conducta, ya sea ésta
imperativa, prohibitiva o permisiva; en cambio un conflicto que carece de relevancia jurídica, es aquel
que no conlleva la violación del Derecho, como, por ejemplo, los que afectan el orden social y moral.
Al conflicto de relevancia jurídica se le ha denominado litigio y se entiende por tal, un conflicto
intersubjetivo de intereses, jurídicamente relevante, caracterizado por la existencia de una pretensión
resistida.

¿Cómo se soluciona un conflicto en la sociedad? Para ello han surgido en la historia de las
instituciones procesales, y coexisten en el momento presente, tres posibles medios de solución: la
autotutela, la autocomposición y la heterocomposición.
1.1. LA AUTOTUTELA, JUSTICIA PRIVADA O AUTODEFENSA
El mecanismo más primitivo de solución de conflictos es la autotutela, en donde cualquiera
de los sujetos en conflicto está facultado para resolverlo por su propia mano (prima la “ley del más
fuerte”). Es una forma normalmente injusta, pues resulta triunfador no siempre el que tiene la razón,
sino quien cuenta con los medios coercitivos para imponer sus decisiones. La autotutela está en pugna
con los conceptos más elementales de justicia, no obstante, tiene un importante campo de aplicación
aún en nuestros días.

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Por tanto, lo que caracteriza a la autodefensa es la concurrencia de dos elementos: la ausencia


de un tercero imparcial distinto de los sujetos en conflicto; y la imposición de la decisión por una de
las partes a la otra. Ahora bien, la autotutela se puede analizar en tres tipos de relaciones, a saber:
i. Relaciones entre sujetos. En Chile, la igualdad ante la ley (art. 19 Nº 2 de la CPR) y la
igualdad justicia (art. 19 Nº 3 de la CPR) excluyen la autotutela como medio de solución
de conflicto; por tal razón, el Derecho positivo chileno, por regla general, prohíbe la
autotutela y más aún, la sanciona criminal (por ejemplo, con pena de cárcel) y civilmente
(por ejemplo, el art. 1456 del CC señala que la fuerza es un vicio del consentimiento y
sanciona con la nulidad los actos realizados bajo su imperio). No obstante, en casos
excepcionales la legislación chilena legitima el empleo de la fuerza como medio de solución
de conflicto, y el ejemplo más clásico se encuentra en materia penal, concretamente, en la
legítima defensa como causal eximente de responsabilidad (art. 10 N° 4 del CP); en materia
civil se pueden citar como ejemplo los casos de autotutela cautelar, como el derecho de
retención que tiene mandatario respecto del mandate (art. 2162 del CC)1.

Art. 1456. La fuerza no vicia el consentimiento, sino cuando es capaz de producir una impresión
fuerte en una persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición. Se mira como
una fuerza de este género todo acto que infunde a una persona un justo temor de verse expuesta ella,
su consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes a un mal irreparable y grave.
El temor reverencial, esto es, el solo temor de desagradar a las personas a quienes se debe sumisión
y respeto, no basta para viciar el consentimiento.

Art. 10. Están exentos de responsabilidad criminal:


4. El que obra en defensa de su persona o derechos, siempre que concurran las circunstancias
siguientes: Primera. Agresión ilegítima.
Segunda. Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla. Tercera. Falta de
provocación suficiente por parte del que se defiende.

Art. 2162. Podrá el mandatario retener los efectos que se le hayan entregado por cuenta del mandante
para la seguridad de las prestaciones a que éste fuere obligado por su parte.

Por lo tanto, la autotutela está prohibida por nuestra legislación y castigada en la mayor
parte de los casos; sólo excepcionalmente, y por causas establecidas en la propia ley, se
encuentra autorizada y legitimada.

ii. Relaciones entre el estado y los particulares. Estas relaciones se rigen por la CPR y sus
leyes complementarias, en donde la autotutela está absolutamente prohibida y sancionada.
No obstante, la autotutela es una medida común de solución de conflictos, como por
ejemplo, los golpes de Estado, las disoluciones de congresos, etc.

iii. Relaciones entre los países. En este ámbito la autotutela representa la forma general de
solución de conflictos (la autotutela, aquí, toma el nombre de guerra). Sólo excepcional y

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En casi todas las obras anteriores al año 2008, se mencionaba como ejemplo al art. 233 del CC (actual art.
234), que facultaba al padre para corregir y castigar moderadamente a sus hijos. Hoy, sin embargo, de acuerdo
al art. 234, los padres tienen la facultad de corregir a los hijos, cuidando que ello no menoscabe su salud ni su
desarrollo personal. Esta facultad excluye toda forma de maltrato físico y psicológico y deberá, en todo caso,
ejercerse en conformidad a la ley y a la Convención sobre los Derechos del Niño.
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lentamente, por la vía de los arbitrajes, se ha logrado imponer el proceso como medio de
solución; y, por otro lado, organismos internacionales como la ONU y la OEA han tratado
de solucionar conflictos por la vía de la autocomposición.

1.2. LA AUTOCOMPOSICIÓN
La autocomposición, según JUAN COLOMBO, es una forma de solución de conflictos que
opera cuando las partes entre las cuales se produjo le ponen fin directamente mediante un acuerdo de
voluntades. Algunos critican este concepto, pues sería incompleto toda vez que se refiere sólo a la
autocomposición bilateral, siendo que también habrían casos de autocomposición unilateral; es por
ello que también se define como la forma mediante la cual, bien ambas partes mediante el acuerdo
mutuo, bien una de ellas, deciden poner término al litigio planteado. Sin embargo, esta postura es
discutible.
Desde un punto de vista general, ésta es la forma normal y lógica de solución de conflicto, y
en el hecho ocurre que la mayoría, o al menos muchos de ellos, son resueltos por este medio 2.
Ahora bien, la autocomposición está permitida cuando el conflicto gira en torno al interés
privado de las partes en discordia (por ejemplo, el contrato de transacción; art. 2446 del CC); por
tanto, está expresamente prohibida cuando se encuentra comprometido el interés público, como
ocurre en el campo penal, con los crímenes o simples delitos de acción pública, y en el campo del
Derecho privado con los asuntos de familia, tributarios, etc. 3
Art. 2446. La transacción es un contrato en que las partes terminan extrajudicialmente un litigio pendiente, o
precaven un litigio eventual.
No es transacción el acto que sólo consiste en la renuncia de un derecho que no se disputa 4.

La autocomposición puede ser clasificada desde distintos puntos de vista, a saber:


Atendiendo al número de voluntades que se requiere para su perfeccionamiento, la
autocomposición puede ser unilateral o bilateral. Es unilateral si la solución proviene de una de las
partes (por ejemplo, el desistimiento de la demanda, la renuncia a la pretensión). En cambio, es
bilateral, si proviene del acuerdo de ambas partes del conflicto, actuando ellas en forma directa o
asistidas por un tercero (por ejemplo, la transacción, el avenimiento). Como se dijo, esta distinción
no es compartida por todos, así, por ejemplo, el profesor ALFARO no la menciona.
Desde el punto de vista de su relación con el proceso, la autocomposición se clasifica en
extraprocesal o directa, cuando una o ambas partes involucradas en el conflicto, por sí mismas le
ponen término (por ejemplo, el desistimiento, el allanamiento, la transacción); y autocomposición
intraprocesal o indirecta, cuando hay intervención o ayuda de un tercero, quien efectúa una labor

2
Como se verá más adelante, se incluyen en esta forma de solución de conflictos a los equivalentes
jurisdiccionales, que no son otra cosa que cualquier medio diverso de la jurisdicción, apto para la composición
del litigio.
3
En materia procesal penal, se han contemplado diversas salidas alternativas para poner término o suspender
los procesos penales durante su transcurso, para lo cual se requiere contar siempre con el acuerdo de las partes;
siendo los dos medios autocompositivos más trascendentes: la suspensión condicional del procedimiento y los
acuerdos reparatorios.
4
El conflicto es un requisito preliminar para que las partes puedan transigir, así lo establece el art. 2446 inc. II
del CC, al señalar que no es transacción el acto que sólo consiste en la renuncia de un derecho que no se disputa.
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conciliadora, sea por iniciativa y acuerdo de las partes (avenimiento) o a instancia del órgano
jurisdiccional (conciliación).
En definitiva, la autocomposición se caracteriza por ser una forma pacífica de solución de
conflictos (pues la concurrencia de la fuerza física o moral está prohibida), que emana de una decisión
voluntaria de las partes, ya sea que se haya llevado o no al proceso para su decisión.
Por último, hay que tener presente que sólo puede llegarse a la forma autocompositiva por quienes
tienen la capacidad o las facultades suficientes para convenir en el acuerdo.5
1.3. HETEROCOMPOSICIÓN (EL PROCESO)
En esta última fase, los habitantes se desprendieron de la facultad de hacer justicia por sí
mismos, y estas atribuciones fueron pasadas al jefe de tribu, al príncipe, al monarca, y actualmente,
al Estado. Consecuentemente, nació para el Estado la obligación de atender a esta necesidad, para lo
cual dio la organización y los medios que garantizaran suficientemente a las partes la mantención de
sus derechos. Nace así el proceso, cuya finalidad es erradicar el uso de la fuerza ilegítima en un
determinado grupo social, puesto que el uso de la fuerza legítima la ejerce el Estado (de lo contrario
no podría mantener la paz social); y nace para los particulares el derecho a la acción, es decir, el poder
jurídico de que dispone el individuo para acudir al Estado (concretamente al órgano jurisdiccional) a
fin de obtener de él la solución del conflicto.
Por lo tanto, la heterocomposición es una forma de solución de conflictos que implica la
intervención de un tercero ajeno a los sujetos entre quienes se suscita, el cual le pone fin por medio
de un proceso que finaliza con una sentencia. Aquí no hay acuerdo de las partes para autocomponer,
y se recurre al proceso judicial, lo cual significa que el pretendiente puede recurrir al órgano
jurisdiccional para que solucione el conflicto a través de un proceso que finaliza con una sentencia
que se puede ejecutar aun en contra de la voluntad del pretendido; pues las partes quedan
judicialmente obligadas ante la decisión del tercero, quien se encuentra sobre ellas. Esta intervención
de los terceros se puede realizar a título de árbitro o de juez, de ahí que la heterocomposición reviste
dos formas6.
A modo de resumen, y como se verá a lo largo de este estudio, se puede decir que la razón
por la cual el tercero imparcial a quien acuden las partes para la resolución del conflicto actúa sobre
ellas, radica en que se le ha investido de una función pública denominada jurisdicción (la que
reconoce su fuente en el art. 76 de la CPR), es decir, de un poder-deber para conocer y resolver, por
medio del proceso y con efecto de cosa juzgada, los conflictos de intereses de relevancia jurídica
que se promuevan en el orden temporal, dentro del territorio de la República. Para que se ponga en
movimiento el ejercicio de la función jurisdiccional, es necesario que se ejerza por la parte interesada,
en obtener la solución del conflicto, una acción, y de allí que la acción ha sido conceptualizada como
el derecho subjetivo público, de carácter constitucional, consistente en poner en funcionamiento la
actividad jurisdiccional del Estado. El actor ejerce la acción para los efectos de obtener la satisfacción

5
Las facultades para autocomponer dentro de un proceso, requieren de un mandato judicial con facultades
especiales, de conformidad a lo establecido en el art. 7º inc. II del CPC (sin embargo, no se entenderán
concedidas al procurador, sin expresa mención, las facultades de desistirse en primera instancia de la acción
deducida, aceptar la demanda contraria, absolver posiciones, renunciar los recursos o los términos legales,
transigir, comprometer, otorgar a los árbitros facultades de arbitradores, aprobar convenios y percibir).
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En el caso del árbitro, las partes concurren al nombramiento de esta persona que ha de solucionar el conflicto;
en cambio, el órgano jurisdiccional lo establece el Estado.
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de una pretensión, esto es, una declaración de voluntad realizada en el plano de la realidad social, en
virtud de la cual se intenta Derecho procesal, y se materializan en el acto procesal demanda que se
presenta al órgano jurisdiccional.
La oposición a la satisfacción de esa pretensión por la otra parte, es la que genera el litigio,
entendido éste como el conflicto intersubjetivo de intereses, jurídicamente trascendente, caracterizado
por la existencia de una pretensión resistida 7. No habiendo sido posible obtener la solución del litigio
a través de la autocomposición (transacción, avenimiento, etc.), es menester que el titular de la
pretensión accione para que se ejerza la función jurisdiccional, lo que debe realizarse a través del
proceso, es decir, mediante una secuencia o serie de actos que se desenvuelven progresivamente, con
el objeto de resolver, mediante un juicio de autoridad, el conflicto. El proceso finaliza con una
sentencia, esto es, una resolución judicial dictada por un juez o tribunal que pone fin a la litis (civil,
de familia, mercantil, penal, laboral, contencioso-a, etc.). Dicha decisión se torna en inmutable e
inimpugnable una vez pasada en autoridad de cosa juzgada, la cual es la cualidad que adquieren
ciertas y determinadas resoluciones una vez firmes y ejecutoriadas.
Por todo lo anterior, CALAMANDREI señala que el Derecho procesal se basa en el estudio de
tres conceptos fundamentales: jurisdicción, acción y proceso. Pero sin querer restar importancia a los
conceptos de acción y de proceso, se puede afirmar que ellos giran en torno al de jurisdicción; en
efecto, puede estimarse en términos muy generales, que la acción es el derecho a la jurisdicción; el
derecho a obtener la formación de un proceso y la posterior decisión de los tribunales sobre al asunto
que ellos controvierten8.
2. CONCEPTO DE JURISDICCIÓN
El vocablo jurisdicción tiene distintas acepciones, a saber. En primer lugar, encontramos un
sentido etimológico, conforme al cual la palabra jurisdicción viene de la voz latina iuris (derecho) y
dictio (declarar); en consecuencia, el sentido etimológico del término jurisdicción es declarar o decir
el derecho y, por tanto, sería una facultad o atribución perteneciente tanto al poder judicial como
legislativo. Pues, el poder judicial declara el derecho en los casos particulares o concretos que se le
presenten, y el poder legislativo, en términos generales, declara y crea el derecho sin relación a
determinadas personas o cosas.
En segundo lugar, encontramos un sentido natural y obvio. Conforme al Diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española, la jurisdicción se define como el poder o autoridad que tiene
uno para gobernar y poner en ejecución las leyes o para aplicarlas en juicio; el territorio en que un
juez ejerce sus facultades de tal; y como la autoridad, poder o dominio sobre otro.

7
El profesor ALDUNATE señala que la idea de conflicto no siempre está presente en la jurisdicción. Así, por
ejemplo, la jurisdicción electoral trata de fijar con certeza ciertos resultados y sus efectos (no hay conflicto), a
través del Tribunal Calificador de Elecciones.
8
Hay que tener presente que también existen medios alternativos de solución de conflictos, es decir,
procedimientos mediante los cuales las personas puedan resolver sus controversias sin necesidad de una
intervención jurisdiccional. Estos mecanismos no son independientes de la jurisdicción en el sentido de que
busquen su desaparición, sino complementarios de la misma. Los medios alternativos comparten ciertas
ventajas: mayor rapidez para la resolución del litigio; menor costo económico; menor costo emocional;
descongestionamiento de instancias gubernamentales; optimización de recursos gubernamentales.
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En tercer lugar, está el sentido científico - jurídico. La doctrina define a la jurisdicción de la


siguiente manera:

- Como una facultad. MARIO CASARINO señala que en sentido científico y restringido, la
jurisdicción es la facultad que tiene el poder judicial de administrar justicia.
- Como una función. Los juristas procesalistas GUASP, COUTURE, CHIOVENDA hablan de
“función estatal”; así, por ejemplo, GUASP dice que la jurisdicción es la función específica
estatal por la cual el poder público satisface pretensiones.
- Como un poder-deber. Se dice que la jurisdicción es un poder estatal en cuya virtud se
administra justicia; pero también es un deber, pues es la contrapartida del derecho de acción.
- Como competencia. Jurisdicción y competencia son conceptos distintos, pese a lo cual
muchas veces se hace un uso incorrecto de ellos, inclusive por la propia ley procesal, que en
ocasiones los confunde. Las diferencias se explicarán más adelante.
Por último, encontramos la jurisdicción en el Derecho Positivo. Nuestra legislación al
establecer constitucionalmente el principio de independencia de los tribunales, indirectamente se
refiere a la jurisdicción en el art. 76 inc. I de la CPR, al disponer: la facultad de conocer de las causas
civiles y criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo juzgado, pertenece exclusivamente a los
tribunales establecidos por la ley. Del mismo modo, el COT prácticamente reproduce la norma
constitucional, en su art. 1º, señalando que la facultad de conocer de las causas civiles y criminales,
de juzgarlas y de hacer ejecutar lo juzgado, pertenece exclusivamente a los Tribunales que establece
la ley. Por lo tanto, a partir de estas dos normas se puede definir a la jurisdicción, como la facultad
que pertenece a los tribunales de justicia establecidos por la ley, de conocer las causas civiles y
criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo juzgado.
Pero según algunos autores, y gran parte de la jurisprudencia, la jurisdicción más que una
facultad, es un verdadero poder- deber y, por ende, la definen como el poder-deber que tienen los
tribunales de justicia para conocer y resolver, por medio del proceso y con efecto de cosa juzgada,
los conflictos de intereses de relevancia jurídica que se promuevan dentro del territorio de la
República, y en cuya solución les corresponda intervenir (JUAN COLOMBO)9. La jurisdicción no sólo
constituye una potestad, una atribución, sino que también constituye para el Estado un deber, porque
si alguien recurre al tribunal, o a un juez, éste no se puede negar, pues rige el principio de la
inexcusabilidad consagrado en el art. 10 inc. II del COT.
Art. 10. Los tribunales no podrán ejercer su ministerio sino a petición de parte, salvo los casos en que la ley los
faculte para proceder de oficio.
Reclamada su intervención en forma legal y en negocios de su competencia, no podrán excusarse de ejercer su
autoridad ni aún por falta de ley que resuelva la contienda sometida a su decisión.

3. CARACTERÍSTICAS DE LA JURISDICCIÓN

i. La jurisdicción es una función pública, pues quien la lleva a cabo es el Estado, quien delega el
ejercicio de ésta a sus órganos, especialmente, al Poder Judicial. También existen otros órganos

9
Como se verá más adelante en las clases de jurisdicción, la jurisdicción alude en estricto sentido a un asunto
contencioso, pero de acuerdo al art. 2º del COT, también corresponde a los tribunales intervenir en todos
aquellos actos no contenciosos en que una ley expresa requiera su intervención; y de acuerdo al art. 3º del
mismo Código, los tribunales tienen, además, las facultades conservadoras, disciplinarias y económicas que a
cada uno de ellos se asignan en los respectivos títulos de este Código.
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que ejercen jurisdicción, como el Senado en el juicio constitucional, el Tribunal Constitucional,


el Director del SII, etc. Al ser una función púbica, su organización y funcionamiento se rige
por normas de Derecho público.

La jurisdicción es una expresión de la soberanía, pues el art. 5º inc. I de la CPR señala que el
ejercicio de la soberanía se realiza por el pueblo a través del plebiscito y de las elecciones
periódicas y, también, por las autoridades que esta CPR establece; y una de esas autoridades
son, precisamente, los Tribunales de Justicia.

ii. Los órganos encargados del ejercicio de la jurisdicción son los tribunales de justicia que
establece la ley (arts. 1º del COT y 76 de la CPR). Tribunal es todo órgano del Estado que
ejerce la función jurisdiccional para resolver conflictos jurídicos, aunque no pertenezca al
Poder Judicial.

Hay que dejar en claro que el ejercicio de la jurisdicción recae en los tribunales de justicia y
no en el Poder Judicial, lo cual tiene consecuencias importantes, ya que si se le entregase al
Poder Judicial, significaría que ningún órgano que estuviera fuera de él podría tener el ejercicio
de la jurisdicción. El Poder Judicial es uno de los poderes del Estado que en forma
preponderante concentra la actividad jurisdiccional (comprende los tribunales ordinarios,
especiales y arbitrales), sin embargo, no todos los tribunales pertenecen al Poder Judicial, pues
existen otros tribunales especiales (por ejemplo, el TC) y, adicionalmente, otros órganos
administrativos tanto en el Poder Legislativo como en el Ejecutivo, a los cuales la ley les ha
otorgado facultades jurisdiccionales (por ejemplo, el Director del SII). Por tanto, el órgano
público que ejerza jurisdicción es un tribunal de justicia, pertenezca o no al Poder Judicial.

iii. En relación con la característica anterior, se señala que la jurisdicción es privativa de los
tribunales de justicia. Esto se relaciona con la segunda parte del inc. I del art. 76 la CPR, que
señala que ni el Presidente de la República ni el Congreso pueden, en caso alguno, ejercer
funciones judiciales, avocarse causas pendientes, revisar los fundamentos o contenido de sus
resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos. Esto no obsta a que en el interior del Poder
Ejecutivo o Legislativo existan órganos jurisdiccionales; pero la intromisión de cualquier
autoridad o persona en materias de tipo jurisdiccional sin tener poder para ello, produce la
nulidad de los actos ejecutados por ellos (art. 7º de la CPR).
Art. 7. Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes, dentro
de su competencia y en la forma que prescriba la ley.
Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de
circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan
conferido en virtud de la Constitución o las leyes.
Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y sanciones que la
ley señale.

iv. Es indelegable. Esto significa que los tribunales no pueden delegar o traspasar su función
jurisdiccional a otros órganos. Esta característica no debe ser confundida con la delegación de
competencia, la cual sí se permite; pues en ciertos casos la ley faculta que un tribunal
encomiende la práctica de determinadas diligencias a otro tribunal que se encuentra en un
territorio jurisdiccional distinto; por ejemplo, si el proceso se está tramitando en la CA de

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Concepción, y es necesario tomar declaración a un testigo que vive en Valparaíso, para ello, el
juez de Concepción puede entregar atribuciones al juez de Valparaíso para que tome la
declaración del testigo, lo cual se hace a través un trámite denominado exhorto.

v. Es improrrogable. La prórroga es una institución procesal por medio de la cual las partes
pueden entregar el conocimiento de un asunto a un juez distinto del que determina la ley según
las reglas de la competencia territorial. La prórroga procede respecto de la competencia y sólo
respecto del factor territorio, pero no procede respecto de la jurisdicción, es decir, las partes no
pueden otorgar facultades jurisdiccionales a quien por ley no puede ejercerlas; así, por ejemplo,
las partes de común acuerdo no pueden designar al gobernador de su provincia para que
sustancie un juicio de divorcio, porque el gobernador no tiene jurisdicción y ésta no puede
prorrogarse.

El hecho de que las partes puedan designar un juez árbitro, no significa que se prorroga la
jurisdicción, puesto que los jueces árbitros son órganos jurisdiccionales, debido a que la ley así
lo dispone (art. 222 del COT). La diferencia entre ellos y los demás jueces, radica solamente
en el sistema especial de designación que tienen, y en la duración de sus funciones, que
obviamente se limita al asunto sometido a su conocimiento y decisión 10.

Art. 222. Se llaman árbitros los jueces nombrados por las partes, o por la autoridad judicial en subsidio,
para la resolución de un asunto litigioso.

En conclusión, sólo la competencia es prorrogable, puesto que la jurisdicción pertenece al


Estado y es la ley la que se encarga de distribuirla entre los distintos tribunales.

vi. La jurisdicción se ejerce o manifiesta mediante la realización de actos jurídicos procesales. El


ejercicio de la jurisdicción se manifiesta en un proceso, pues el proceso es el medio que tienen
los tribunales para ejercer la función jurisdiccional, el cual se compone de las etapas de
conocimiento, juzgamiento y ejecución de lo juzgado. Ahora bien, son los actos procesales los
que hacen posibles estas etapas así, por ejemplo, la demanda, la contestación de la demanda,
la rendición y la calificación de la prueba, son actos procesales que conforman la etapa de
conocimiento. Por tanto, el objeto de los actos jurídicos procesales, es hacer posible en un
proceso las etapas de conocer, juzgar, y hacer ejecutar lo juzgado, las cuales, a su vez, son
atributos de la jurisdicción11.

vii. El ejercicio de la jurisdicción está limitado por la competencia. Todos los tribunales, sean
ordinarios, especiales o arbitrales, tienen jurisdicción, pero no todos tienen la misma
competencia, esto es, la parte o medida de jurisdicción que la ley entrega a cada tribunal. Lo

10
Las confusiones sobre esta materia en Chile obedecían a un error de nomenclatura de nuestro legislador, ya
que el Título VII, párrafo VIII del COT, rezaba “De la prórroga de la jurisdicción”, tratando luego en sus
disposiciones la prórroga de la competencia. Sin embargo, esto fue modificado el año 1990, pasando a
denominarse ahora “De la prórroga de la competencia”; no obstante, igualmente quedan algunas normas de este
título que hablan de la prórroga de la jurisdicción.
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Por tal razón el autor DE MIGUEL define a la jurisdicción como la función pública que se desarrolla en
el proceso a través de actos procesales.

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que ocurre, es que el legislador entrega a determinados tribunales el conocimiento de ciertos


asuntos y a otros tribunales asuntos distintos, de modo tal, que no todos puedan conocer de las
mismas materias (lo que sin dudas es bueno para la administración de justicia).

De allí que entre jurisdicción y competencia haya, según algunos autores, una relación de
género a especie. Esta relación se manifiesta en el hecho de que todo tribunal tiene jurisdicción,
pero no todo tribunal tiene competencia para determinadas materias o asuntos.

viii. Es unitaria. Esto significa que es una sola, y como tal, no admite clasificaciones, ni divisiones.
Las clasificaciones, que incorrecta y normalmente se hacen de ella, corresponden más bien a
clasificaciones de su límite que es la competencia; y en este sentido se habla de jurisdicción
civil, penal, laboral, de familia, militar, etc. Por lo tanto, como se dijo, es la competencia la que
admite división y clasificación, no así la jurisdicción que es una sola.

Ahora bien, es usual ver que se hable de jurisdicción contenciosa y voluntaria pero, en estricto
rigor, dicha clasificación no existe, se trata más bien de una distinción para fines pedagógicos.
Pues la "jurisdicción" voluntaria no es tal, se trata de funciones administrativas entregadas a
los órganos judiciales; es por ello que, para referirse a estas funciones, es preferible hablar de
asuntos judiciales no contenciosos y no de "jurisdicción" voluntaria o no contenciosa.

ix. La jurisdicción produce cosa juzgada. Lo que se persigue con el ejercicio de la jurisdicción, es
que los tribunales resuelvan un conflicto jurídico a través de una sentencia, la que, una vez
firme y ejecutoriada, produzca cosa juzgada, es decir, una verdad inamovible o inmodificable.

Los efectos de la cosa juzgada son característicos de ciertos actos jurisdiccionales: las
sentencias definitivas e interlocutorias cuando se encuentran firmes o ejecutoriadas. Que se
encuentre "firme o ejecutoriada", quiere decir que no debe ser susceptible de impugnación, ya
sea porque no existen recursos en su contra, o porque los que existen ya han sido deducidos y
resueltos o no lo fueron interpuestos dentro del plazo legal establecido para ello. Ahora bien,
las sentencias definitivas e interlocutorias que se encuentran ejecutoriadas producen acción y
excepción de cosa juzgada: la acción se otorga a aquel en cuyo favor se resolvió el juicio, con
el objeto de que pueda exigir su cumplimiento o ejecutar el fallo; y la excepción se otorga a
quien haya obtenido en el juicio y para todos aquellos a quienes aproveche el fallo, para evitar
que se deduzca una nueva demanda entre las mismas personas, con la misma cosa pedida y
causa de pedir y, por lo tanto, se vuelva a discutir lo resuelto.

En definitiva, una de las características de la jurisdicción, y sin cuyo efecto perdería su eficacia,
es la inamovilidad de sus resultados, lo que se logra con los efectos de la cosa juzgada.

x. El ejercicio de la jurisdicción es eventual (o condicional), y el evento del cual depende, es la


trasgresión del ordenamiento jurídico; pues si la ley es cumplida por todos, no se requeriría de
la actividad jurisdiccional Por ello se dice que es complementaria de la función legislativa, ya
que posibilita que la ley se cumpla cuando se la desconoce; y es sucedánea o secundaria de
dicha función, puesto que sólo se ejerce en caso de trasgresión o de incertidumbre del Derecho.

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xi. Es territorial, puesto que este poder-deber sólo se ejerce dentro del territorio de la República.
Sin embargo, esta característica tiene algunas excepciones, es decir, casos de
extraterritorialidad de la jurisdicción, las cuales se dan en el ámbito penal.
xii. La jurisdicción es esencialmente temporal. Esta característica ya es parte de la historia, a lo
menos en lo que dice relación con su consagración normativa expresa. En todo caso, con ella
se quería resaltar que la función jurisdiccional no versa sobre materias espirituales o morales,
sólo se circunscribe a conflictos de intereses de relevancia jurídica 12.

4. ATRIBUTOS O MOMENTOS DE LA JURISDICCIÓN (CONTENIDO DE LA JURISDICCIÓN)

Los atributos o momentos jurisdiccionales dicen relación con las diversas fases o etapas que
se contemplan para el desarrollo de dicha función, los que en definitiva corresponden a las etapas que
se deben contemplar dentro de un debido proceso, al ser éste el único medio a través del cual la
jurisdicción puede válidamente ejercerse. En concreto, los atributos de la jurisdicción son las
manifestaciones de la jurisdicción dentro de un proceso, expresadas en etapas, cuales son: el
conocimiento, el juzgamiento y la ejecución de lo juzgado (arts. 76 de la CPR y el art. 1º del COT).

4.1. EL CONOCIMIENTO (NOTIO COGNITIO)

En la fase de conocimiento o cognición, el juez oye a las partes y recibe sus pruebas, es decir,
toma conocimiento de los elementos fácticos que componen el conflicto sometido a su decisión y de
los fundamentos de derecho en lo que las partes apoyan sus pretensiones y contestaciones. En esta
fase se pueden apreciar dos subetapas:

i. Etapa de discusión. En esta etapa, el juez debe conocer los antecedentes del proceso, esto es,
cuál es la pretensión del actor (sujeto activo) y cuál es la defensa o resistencia del demandado
(sujeto pasivo). De esta forma, por ejemplo, en el juicio ordinario de mayor cuantía el actor
deduce su pretensión (demanda), el demandado la contesta (contestación); luego el actor
responde a la contestación del demandado (réplica), y finalmente el demandado contesta a la
réplica del actor (dúplica). En el proceso penal, esta etapa está compuesta por la acusación del
Fiscal y la acusación particular del querellante si lo hubiere, y la contestación a la acusación.

ii. Etapa probatoria. Consiste en recibir y analizar la prueba de los hechos controvertidos por
las partes; pues éstas deben comprobar ante el juez que los hechos alegados en su favor son
reales, lo que se hace a través de los medios de prueba. En esta fase son los hechos los que
deben demostrarse, ya que el Derecho, conforme a nuestro sistema, se presume conocido por
todos y, por lo tanto, no admite prueba (salvo que deba probarse el Derecho extranjero y, según
algunos, también cuando debe comprobarse la costumbre) 13.

12
Es parte del pasado porque el legislador entendió que ya no era necesario que tal característica se manifestará
expresamente en la ley, pues con la dictación de la ley 19.655 del año 2000, se eliminó del art. 5º del COT la
frase “en el orden temporal”. Por lo mismo, el concepto de jurisdicción se modificó doctrinariamente en esa
frase, lo que no significa que la exigencia se haya eliminado; lo único que ocurre es que no se considera
necesaria su consagración expresa a nivel normativo.
13
La tarea del conocimiento no es fácil para el juez, puesto que las innumerables y variadísimas
configuraciones que pueden asumir las relaciones humanas, hacen dificultoso establecer cuál es la norma
que se ajusta al caso. Pues, aún cuando las disposiciones legales sean numerosas y precisas, no es posible
10
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De numerosas disposiciones constitucionales y legales se puede concluir que en todo proceso


chileno existe un período previo a la decisión, que es el del conocimiento, y que comprende dos
etapas claras: la de discusión y la de prueba. Estas disposiciones son:

- El art. 76 inc. I de la CPR, y el art. 1º del COT que expresan que la facultad de "conocer" de
las causas civiles y criminales…

- El art. 108 del COT que, definiendo a la competencia, agrega en términos amplios que es la
facultad que tiene cada juez o tribunal para "conocer" de los negocios que la ley ha colocado
dentro de la esfera de sus atribuciones.

- Los arts. 110, 111 y 112 del COT, a propósito de las reglas generales de la competencia,
también se refieren al conocimiento.

Art. 110. Una vez fijada con arreglo a la ley la competencia de un juez inferior para "conocer" en primera
instancia de un determinado asunto, queda igualmente fijada la del tribunal superior que debe "conocer"
del mismo asunto en segunda instancia.

Art. 111. El tribunal que es competente para "conocer" de un asunto lo es igualmente para "conocer" de
todas las incidencias que en él se promuevan.
Lo es también para "conocer" de las cuestiones que se susciten por vía de reconvención o de
compensación, aunque el "conocimiento" de estas cuestiones, atendida su cuantía, hubiere de
corresponder a un juez inferior si se entablaran por separado.

Art. 112. Siempre que según la ley fueren competentes para "conocer" de un mismo asunto dos o más
tribunales, ninguno de ellos podrá excusarse del "conocimiento" bajo el pretexto de haber otros
tribunales que puedan "conocer" del mismo asunto; pero el que haya prevenido en el "conocimiento"
excluye a los demás, los cuales cesan desde entonces de ser competentes.

De todo lo anterior se deduce que ningún juez en Chile puede resolver sin conocer lo que va
a juzgar, de allí la necesidad reconocida expresamente por el art. 76 de la CPR y 1º del COT, y
reglamentada por los distintos procedimientos, de que todo proceso se inicie por la etapa del
conocimiento que, en el vocablo tradicional, comprende la iniciación, la discusión, la prueba y la
discusión de la prueba.

En esta etapa corresponde a las partes y al tribunal la realización de actos y hechos procesales;
y para ello existen bases fundamentales en esta materia, como por ejemplo: nadie puede ser
condenado sin ser oído, la bilateralidad de la audiencia, las sentencias se pronunciarán conforme al
mérito del proceso, etc. Todo esto corresponde al llamado debido proceso contemplado en la CPR en
el art. 19 Nº 3.

que para cada caso que se presente en la realidad, se encuentre una norma especial que se adapte
exactamente a tales circunstancias.
11
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Por último, hay que señalar que en esta etapa juegan un rol fundamental dos principios
formativos del procedimiento, cuales son:

i. Principio de legalidad del procedimiento. Se refiere a que los jueces deben ajustarse a las
reglas procedimentales establecidas por la ley, de manera que su inobservancia puede
acarrear la nulidad de lo obrado o de la sentencia. Sin embargo, esta regla admite excepciones
tratándose de los árbitros arbitradores, pues en este caso las partes pueden señalar el
procedimiento, respetando, eso sí, normas mínimas del procedimiento (art. 636 del CPC).

Art. 636. El arbitrador no está obligado a guardar en sus procedimientos y en su fallo otras reglas que
las que las partes hayan expresado en el acto constitutivo del compromiso.
Si las partes nada han dicho a este respecto, se observarán las reglas establecidas en los artículos que
siguen.

Las normas que configuran las nulidades procesales por ilegalidad del procedimiento, son,
fundamentalmente, el art. 84 del CPC, que trata el incidente de nulidad, y el art. 768 Nº 9 del
CPC, que se refiere a las causales de casación. La petición de nulidad puede hacerla la parte
afectada o el juez de oficio.

Art. 84. Todo incidente que no tenga conexión alguna con el asunto que es materia del juicio podrá ser
rechazado de plano.
Si el incidente nace de un hecho anterior al juicio o coexistente con su principio, como defecto legal
en el modo de proponer la demanda, deberá promoverlo la parte antes de hacer cualquiera gestión
principal en el pleito.
Si lo promueve después, será rechazado de oficio por el tribunal, salvo que se trate de un vicio que
anule el proceso, en cuyo caso se estará a lo que establece el art. 83, o que se trate de una circunstancia
esencial para la ritualidad o la marcha del juicio, evento en el cual el tribunal ordenará que se practiquen
las diligencias necesarias para que el proceso siga su curso legal.
El juez podrá corregir de oficio los errores que observe en la tramitación del proceso.
Podrá asimismo tomar las medidas que tiendan a evitar la nulidad de los actos de procedimiento. No
podrá, sin embargo, subsanar las actuaciones viciadas en razón de haberse realizado éstas fuera del
plazo fatal indicado por la ley.

Art. 768 El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas
siguientes:
9. En haberse faltado a algún trámite o diligencia declarados esenciales por la ley o a cualquier otro
requisito por cuyo defecto las leyes prevengan expresamente que hay nulidad.

ii. Principio dispositivo. Este principio obedece al sistema de pasividad del tribunal, y en virtud
de él los jueces sólo actuarán a petición de parte, es decir, son éstas las que deben exponer y
probar los hechos en que se fundan sus pretensiones; los jueces no pueden actuar de propia
iniciativa (oficio), con las salvedades legales (por ejemplo, nulidad de oficio). Esto se
diferencia del sistema inquisitivo, donde el juez es quien sale a buscar la prueba y se encarga
de acreditarla (antiguo sistema procesal penal)14.

14
Hoy rige un sistema acusatorio, en donde no son los tribunales los que desarrollan la labor de investigación,
sino que la asume un ente distinto a la magistratura, que es el Ministerio Penal Público. No obstante, aquí
existen mecanismos para que la víctima pueda instar una investigación, si el Ministerio Público no lo hace.
12
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Es precisamente en este momento de la jurisdicción donde se da el principio de la pasividad,


ya que en la etapa de decisión o juzgamiento ocurre todo lo contrario, puesto que es el tribunal
quien deberá actuar.

4.2. EL JUZGAMIENTO (JUDICIUM)

El juzgamiento corresponde a la decisión, a la sentencia, al fallo propiamente tal, y es la etapa


más importante del proceso, pues a través de ella el juez resuelve el litigio, determinando si los hechos
descritos y probados por las partes, coinciden o no con el supuesto general y abstracto de alguna
norma del ordenamiento jurídico. Como se puede apreciar, el juez, aquí, tiene un rol activo (sea en
un sistema inquisitivo o dispositivo), pues debe estudiar y analizar del material de hecho y de derecho
necesario para adoptar una decisión, análisis que se manifiesta o exterioriza en el acto o declaración
de voluntad que es la sentencia.

Por lo tanto, el juzgamiento es aquella etapa del proceso en donde el tribunal declara el
Derecho aplicable al caso concreto (o lo crea conforme a la equidad), por medio de un acto procesal
denominado sentencia. Esto es lo que caracteriza a la jurisdicción, pues la decisión, el resolver las
causas, es el momento propio y esencial de toda actividad jurisdiccional.

En cuanto a las formas de fallar, la ley procesal contempla en esta etapa diversas
posibilidades; en efecto, hay casos en que los jueces deben ajustarse a Derecho en su fallo, como
ocurre en la generalidad de los casos en Chile, y en otros deben fallar de acuerdo a las normas de la
equidad y de la sana crítica, como ocurre, por ejemplo, con los árbitros arbitradores, con el Senado
conociendo del juicio político, o con la actividad de los jueces ordinarios cuando no haya ley que
resuelva el conflicto. Con todo, la sentencia se debe dictar de acuerdo al mérito del proceso, es decir,
a los hechos probados por las partes (art. 160 del CPC).

Art. 160. Las sentencias se pronunciarán conforme al mérito del proceso, y no podrán extenderse a puntos que
no hayan sido expresamente sometidos a juicio por las partes, salvo en cuanto las leyes manden o permitan a
los tribunales proceder de oficio.

Entonces, puede distinguirse la llamada jurisdicción legal o de derecho, de la jurisdicción de


equidad, siendo ambas, en todo caso, manifestaciones del momento resolutivo de la jurisdicción.

i. Jurisdicción de derecho. En el sistema de jurisdicción legal, el juez debe fallar de acuerdo a la


legislación vigente, según se extrae del art. 170 del CPC (éste último artículo está
complementado con el autoacordado de la CS del año 1920). Aquí el juez no puede discutir la
bondad o desacierto de la ley, sino que debe limitarse a aplicarla para cumplir, así, con el
objetivo que ha tenido en vista el legislador al establecerla. El sistema chileno es de jurisdicción
legal, salvo ciertas hipótesis, que a continuación serán comentadas 15.

Art. 170. Las sentencias definitivas de primera o de única instancia y las de segunda que modifiquen o
revoquen en su parte dispositiva las de otros tribunales, contendrán:

15
La tendencia actual de nuestras leyes de otorgarles a los jueces la facultad de apreciar las pruebas en
conciencia, si bien no los obliga a la ley en la etapa probatoria, no los excluye de su obligación de fallar
conforme a Derecho. Por lo tanto, estas leyes no son una excepción a la aplicación del sistema de jurisdicción
legal.
13
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5. La enunciación de las leyes, y en su defecto de los principios de equidad, con arreglo a los cuales se
pronuncia el fallo.

ii. Jurisdicción de equidad16. Cuando el juez falla en un sistema de jurisdicción de equidad,


extrae de su conciencia y experiencia de la vida, lo que debe resolver; consecuentemente, el
ámbito de la labor intelectiva del juez es mayor. Es el caso típico de los sistemas de jurados,
en que personas no expertas en la aplicación de la ley, fallan un proceso. Los casos más
importantes de jurisdicción de equidad en nuestra legislación son:

- Árbitros arbitradores. Según el art. 223 inc. III del COT, el arbitrador falla obedeciendo
a lo que su prudencia y equidad le dictaren; esta disposición se debe concordar con el
art. 640 N° 4 del CPC, que señala que la sentencia del arbitrador contendrá: las razones
de prudencia y equidad que le sirvan de fundamento. Como es lógico, la impugnación
de la sentencia por agravios o vicios, está en concordancia con la jurisdicción de equidad
de estos jueces, por lo tanto, el recurso de casación en el fondo es improcedente, y el
recurso de apelación sólo procede cuando las partes se han reservado dicho recurso y
han establecido un tribunal de segunda instancia que, necesariamente, debe estar
compuesto por arbitradores (art. 642 del CPC).

Art. 223 inc. III. El arbitrador fallará obedeciendo a lo que su prudencia y la equidad le dictaren,
y no estará obligado a guardar en sus procedimientos y en su fallo otras reglas que las que las
partes hayan expresado en el acto constitutivo del compromiso, y si éstas nada hubieren
expresado, a las que se establecen para este caso en el CPC.

Art. 642. Sólo habrá lugar a la apelación de la sentencia del arbitrador cuando las partes, en el
instrumento en que constituyen el compromiso, expresen que se reservan dicho recurso para ante
otros árbitros del mismo carácter y designen las personas que han de desempeñar este cargo.

- Los tribunales ordinarios deben aplicar la equidad cuando no haya una ley que resuelva
el conflicto. El proceso, como medio pacífico de solución de conflictos, requiere siempre
de un tribunal que pueda resolver en cualquier momento una contienda. Es así, entonces,
como nuestra legislación señala que los tribunales, por regla general, tienen una
jurisdicción de Derecho, pero supletoriamente pueden ejercer su jurisdicción de equidad.
Confirma lo expuesto el art. 170 N° 5 del CPC, que dice que la sentencia definitiva
deberá contener la enunciación de las leyes (jurisdicción de Derecho) y en su defecto de
los principios de equidad (jurisdicción de equidad) con arreglo a los cuales se pronuncia
el fallo17.

16
La equidad (del latín aequitas-atis: proporción, igualdad) es el sentimiento seguro y espontáneo de lo justo y
lo injusto que deriva de la sola naturaleza humana, con prescindencia del Derecho positivo. La equidad referida
a un caso determinado, se define brevemente como "la justicia del caso concreto", pues busca para éste la
justicia adecuada. Nuestro ordenamiento jurídico no permite usar la equidad para corregir la injusticia que en
un caso dado puede resultar de la norma general y abstracta (no permite corregir las leyes); no obstante, el
legislador recurre a ella como último elemento para interpretar la ley (art. 24 del CC), y también suple la ley
como norma jurídica, cuando la misma ley se remite a ella.
17
El carácter supletorio de las normas de equidad, se ha visto confirmado por la jurisprudencia de la CS que se
resume en la siguiente: no es aceptable aducir razones de equidad en los casos en que se formulan peticiones
fundadas en la ley, más aún cuando existe una norma legal para fallar el juicio. Hay que recordar que, en materia
penal, no hay jurisdicción de equidad, ya que no hay delito sin ley.
14
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Esto dice relación con el principio de la inexcusabilidad contenido en los arts. 76 inc. II
de la CPR y 10 inc. II del COT, los cuales disponen que reclamada su intervención en
forma legal y en negocios de su competencia, no podrán excusarse de ejercer su
autoridad ni aún por falta de ley que resuelva la contienda sometida a su decisión.

- Según el art. 53 Nº 1 inc. II de la CPR, a propósito del juicio constitucional, el Senado


resolverá como jurado y se limitará a declarar si el acusado es o no culpable del delito,
infracción o abuso de poder que se le imputa. Esta atribución significa que el Senado,
como tribunal especial, falla en uso de su jurisdicción de equidad, siendo ésta la
interpretación de la expresión "jurado" que emplea nuestra Carta Fundamental.
También hay que tener presente el art. 12 de la CPR, que consagra la acción
constitucional para reclamar la ilegalidad de la nacionalidad.

Art. 12. La persona afectada por un acto o resolución de la autoridad administrativa que la prive
de su nacionalidad chilena o se la desconozca, podrá recurrir, por sí o por cualquiera a su nombre,
dentro del plazo de treinta días, ante la Corte Suprema, la que conocerá como jurado y en tribunal
pleno. La interposición del recurso suspenderá los efectos del acto o resolución recurridos.

Por último, producto del proceso surge una decisión dotada de un carácter definitivo
particular. Este carácter definitivo es explicado por la Teoría de la Cosa Juzgada, carácter que asumen
determinadas resoluciones judiciales denominadas firmes o ejecutoriadas, las cuales tienen lugar:
cuando contra ellas no procede recurso alguno, o bien, procede y ha sido rechazado, o bien, procede
pero han transcurrido los plazos sin que se hayan interpuestos. Adicionalmente, el ordenamiento
jurídico prohíbe que se vuelva a discutir un tema que ya ha sido agotado ante los tribunales (excepción
de cosa juzgada) y permite pedir a los tribunales el cumplimiento de una resolución que se encuentra
firme (acción de cosa juzgada).

4.3. LA EJECUCIÓN O IMPERIO (EXECUTIO O IMPERIUM)

Esta etapa corresponde al cumplimiento de la sentencia, o como dice el art. 76 de la CPR y


art. 1º del COT, “a la ejecución de lo juzgado”. Para ello los tribunales disponen de imperio, es decir,
la posibilidad de ejecutar, por medios legales y coercitivos, las sentencias condenatorias que se
dicten18. De faltar este momento de la jurisdicción, debiera concluirse que ella no cumpliría con su
función esencial de mantener la vigencia de la ley y el orden público19.

A la facultad que tienen los tribunales de usar la fuerza para ejecutar lo juzgado, se la llama
coerción, la cual se encuentra reconocida en los arts. 11 del COT y 76 inc. III y IV de la CPR, al
consagrar la posibilidad de recurrir al auxilio de la fuerza pública para obtener ese cumplimiento,

18
La forma ejecución de la sentencia depende de la clase de proceso y de la norma transgredida; así, en materia
civil la ejecución se puede configurar a través del procedimiento incidental de cumplimiento de sentencia,
llamado por algunos “ejecución incidental” (arts. 231y siguientes del CPC); o por el procedimiento ejecutivo
por obligación de dar, hacer o no hacer, denominado “procedimiento ejecutivo ordinario” (arts. 434 y siguientes
del CPC). También existen casos especiales de ejecución, como el exequátur (ejecución de sentencias
extranjeras), el lanzamiento en juicios de arrendamiento, el DS en los juicios de hacienda, etc.
19
La CS ha dicho que la ejecución de la sentencia equivale a la conversión de ésta en actos concretos; el
Derecho se transforma en realidad mediante el mandato contenido en la sentencia, y este mandato no puede
dejar de llevarse a cabo porque de otro modo sería ilusorio y únicamente teórico.
15
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mediante instrucciones que se imparten a Carabineros de Chile, quienes están obligados a cumplirlas,
sin poder calificar su legalidad y oportunidad20.

Art. 11. Para hacer ejecutar sus sentencias y para practicar o hacer practicar las actuaciones que decreten, podrán
los tribunales requerir de las demás autoridades el auxilio de la fuerza pública que de ellas dependiere, o los
otros medios de acción conducentes de que dispusieren.
La autoridad legalmente requerida debe prestar el auxilio, sin que le corresponda calificar el fundamento con
que se le pide ni la justicia o legalidad de la sentencia o decreto que se trata de ejecutar.

Art. 76, inc. III Para hacer ejecutar sus resoluciones, y practicar o hacer practicar los actos de instrucción que
determine la ley (por ejemplo, aquél que compele a un testigo a concurrir a declarar a un tribunal), los tribunales
ordinarios de justicia y los especiales que integran el Poder Judicial, podrán impartir órdenes directas a la fuerza
pública o ejercer los medios de acción conducentes de que dispusieren. Los demás tribunales lo harán en la
forma que la ley determine.
La autoridad requerida deberá cumplir sin más trámite el mandato judicial y no podrá calificar su fundamento
u oportunidad, ni la justicia o legalidad de la resolución que se trata de ejecutar.

Esta una fase esencial en la actividad jurisdiccional, ya que permite la verdadera eficacia del
ordenamiento jurídico. Pese a lo anterior, existen resoluciones judiciales que no son susceptibles de
ejecución, como por ejemplo, las sentencias meramente declarativas (como la que tiene por objeto
establecer la falsedad o autenticidad de un instrumento) o constitutivas (como la que declara la
nulidad del matrimonio), las cuales se bastan a sí mismas, por tanto, la jurisdicción se agota en la
etapa de juzgamiento (con la dictación de la sentencia). Por otro lado, hay sentencias que se ejecutan
en sede administrativa, como es el caso de las sentencias condenatorias criminales, cuyo
cumplimiento está a cargo de órganos administrativos (servicio de gendarmería), o las sentencias que
condenan al Fisco (juicio de hacienda), en donde la sentencia se cumple mediante la dictación del
decreto de pago expedido por el respectivo Ministerio, y quien paga finalmente, es la Tesorería.
Como es obvio, esta fase jurisdiccional deja de existir si el obligado por el fallo se allana a
cumplirlo voluntariamente o se produce alguna forma de composición respecto de la ejecución (no
del conflicto, ya que se encuentra resuelto). Pero si el obligado continúa en su actitud pasiva, el
conflicto permanece y se necesitará convertir la sentencia en actos, llevarla a la realidad. Por lo
anterior, se señala que la ejecución es un momento contingente o eventual.
5. LA FUNCIÓN JURISDICCIONAL DEL ESTADO
Al analizar las características de la jurisdicción, se dijo que ésta era una función pública, es
decir, una función del Estado que se ejerce, fundamentalmente, por los tribunales que forman parte

20
El profesor ALFARO menciona como otros atributos de la jurisdicción, aparte del conocimiento, el
juzgamiento y la ejecución, a la vocatio, que es la facultad de convocar a las partes a los actos del proceso; y la
coertio, la cual está vinculada con la ejecución, en el sentido que implica la facultad de emplear la fuerza en las
cosas o personas para el cumplimiento de las medidas ordenadas en el proceso, para su debido desarrollo.
16
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del Poder Judicial21. La organización y atribuciones de estos tribunales es materia de ley orgánica
(art. 77 de la CPR), y dicha ley es, precisamente, el COT 22.
Art. 77. Una LOC determinará la organización y atribuciones de los tribunales que fueren necesarios para la
pronta y cumplida administración de justicia en todo el territorio de la República. La misma ley señalará las
calidades que respectivamente deban tener los jueces y el número de años que deban haber ejercido la profesión
de abogado las personas que fueren nombradas ministros de Corte o jueces letrados.
La LOC relativa a la organización y atribuciones de los tribunales, sólo podrá ser modificada oyendo
previamente a la CS de conformidad a lo establecido en la LOC respectiva.
La CS deberá pronunciarse dentro del plazo de treinta días contados desde la recepción del oficio en que se
solicita la opinión pertinente. Sin embargo, si el Presidente de la República hubiere hecho presente una urgencia
al proyecto consultado, se comunicará esta circunstancia a la Corte. En dicho caso, la Corte deberá evacuar la
consulta dentro del plazo que implique la urgencia respectiva.
Si la Corte Suprema no emitiere opinión dentro de los plazos aludidos, se tendrá por evacuado el trámite.
La LOC relativa a la organización y atribuciones de los tribunales, así como las leyes procesales que regulen
un sistema de enjuiciamiento, podrán fijar fechas diferentes para su entrada en vigencia en las diversas regiones
del territorio nacional. Sin perjuicio de lo anterior, el plazo para la entrada en vigor de dichas leyes en todo el
país no podrá ser superior a cuatros años.

El objeto de la función jurisdiccional es solucionar conflictos jurídicos mediante la aplicación


del Derecho (o de la equidad) al caso concreto; y su finalidad, es tutelar los derechos que el
ordenamiento jurídico establece, y mantener la paz social y el orden público. Pues, en un Estado de
Derecho los conflictos deben ser solucionados por el Estado de acuerdo al orden jurídico que la propia
sociedad se ha dado, lo cual es un medio para obtener la consecución de la paz social, esto es, la
armónica convivencia entre los justiciables, valor jurídico íntimamente asociado con la justicia y el
orden.
Ahora bien, para cumplir con su objeto y alcanzar su finalidad, a la función jurisdiccional se
la ha dotado de diversas facultades o atribuciones, a saber:

i. El ya mencionada poder-deber de conocer las causas civiles y criminales, de juzgarlas y hacer


ejecutar lo juzgado, o sea, el ejercicio de la jurisdicción contenciosa (art. 1º del COT).

21
En una primera aproximación, se puede decir que entre el concepto de función jurisdiccional y Poder Judicial
(o función judicial) existe una cierta sinonimia; pero hay que recordar que no toda la función propia del Poder
Judicial es función jurisdiccional, no lo es, por ejemplo, la llamada “jurisdicción” voluntaria; y tampoco toda
función jurisdiccional corresponde al Poder Judicial, puesto que existen funciones jurisdiccionales a cargo de
otros órganos que no forman parte del Poder Judicial.
22
El profesor ALDUNATE señala que en la CPR se encuentran referencias a distintos ámbitos jurisdiccionales:
en primer lugar, la jurisdicción referida al ámbito tradicional del Poder Judicial (Capítulo VI), la cual puede
denominarse jurisdicción común, con la prevención de que este sentido diverge del uso procesal del término
“jurisdicción común”, que tiende más bien a referirse a las facultades de un tribunal con competencia en el
ámbito criminal y civil (tribunal con jurisdicción común). En segundo lugar, hay un ámbito jurisdiccional
específico entregado a la Justicia Electoral (Capítulo IX). En tercer lugar, hay una jurisdicción específica en el
ámbito de la Administración del Estado, concretamente, en la CGR como Tribunal de Cuentas (Capitulo X).
En cuarto lugar, existe un ámbito jurisdiccional cuya particularidad está dada porque el juzgador debe resolver
exclusivamente sobre la base de la Constitución; ésta es la denominada jurisdicción constitucional del TC
(Capítulo VIII). Por último, también hay referencias a la jurisdicción en el Capítulo XI referido a las fuerzas
armadas (Jurisdicción Militar).
17
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Art. 1. La facultad de conocer las causas civiles y criminales, de juzgarlas y de hacer ejecutar lo juzgado
pertenece exclusivamente a los tribunales que establece la ley.

ii. La facultad de intervenir en todos aquellos asuntos no contenciosos en que una ley expresa
requiera su intervención, es decir, el ejercicio de la “jurisdicción” voluntaria (art. 2º del COT).

Art. 2. También corresponde a los tribunales intervenir en todos aquellos actos no contenciosos en que
una ley expresa requiera su intervención.

iii. Las facultades conservadoras, disciplinarias y económicas que a cada tribunal corresponda
según la ley, es decir, el ejercicio de las jurisdicciones conservadora, disciplinaria y
económica (art. 3º del COT).

Art. 3. Los tribunales tienen, además, las facultades conservadoras, disciplinarias y económicas que a
cada uno de ellos se asignan en los respectivos títulos de este Código.

iv. La facultad de conocer aquellas casusas que las leyes especiales han entregado al
conocimiento y resolución de los tribunales ordinarios de justicia, es decir, el ejercicio de la
jurisdicción especial.

6. LA RELACIÓN DE LA JURISDICCIÓN CON OTRAS FUNCIONES DEL ESTADO

De acuerdo al art. 1º inc. III de la CPR, el Estado tiene por finalidad promover el bien común,
para lo cual cuenta con diversas funciones, las que se entregan a distintos órganos para su desempeño,
por razones de orden y eficacia, y para limitar el exceso de poder (principio de separación de poderes).
En concreto, las funciones del Estado se separan en los siguientes poderes:

i. Poder ejecutivo. Le corresponde el gobierno y administración del Estado. En términos


generales, la función de gobierno dice relación con la dirección suprema del Estado, y la
administración corresponde a las actuaciones necesarias para ejecutar las políticas, planes y
programas elaborados por el gobierno, función que llevan a cabo, fundamentalmente, los
servicios públicos.
ii. Poder legislativo. Le corresponde crear las leyes que rigen al Estado.
iii. Poder judicial Le corresponde aplicar las leyes a los casos concretos, para resolver conflictos
jurídicos.

A pesar de que la doctrina de separación de poderes del Estado se empeña en demostrar que
cada poder público tiene un campo perfectamente deslindado de atribuciones, en la práctica, frente al
Derecho positivo, ello no acontece así, pues hay continuas y variadas interferencias entre dichos
poderes. Así, el Legislativo y el Ejecutivo, en ciertas y determinadas ocasiones, desempeñan
funciones jurisdiccionales; el ejecutivo, a su vez, interviene en la confección de normas, ejerciendo
funciones legislativas; y la función jurisdiccional, en ocasiones, ejerce una función administrativa
(“jurisdicción voluntaria”). En consecuencia, hoy día, antes de separación o independencia de los
poderes públicos, se prefiere hablar de preponderancia de funciones.

18
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6.1. LA FUNCIÓN JURISDICCIONAL Y LA FUNCIÓN LEGISLATIVA

Las principales diferencias entre ambas especies de funciones estatales, son las siguientes:

i. En cuanto al órgano que ejerce la función, la función legislativa es ejercida por el Congreso a
través de sus dos Cámaras, en cambio la función jurisdiccional, es ejercida por los tribunales de
justicia, fundamentalmente, por aquellos que forman parte del Poder Judicial.

ii. La función legislativa tiene por objeto producir normas jurídicas de carácter general y abstracta,
en cambio la función jurisdiccional se dedica satisfacer pretensiones aplicando una norma
concreta a un caso particular. La función legislativa regula anticipadamente la convivencia social
para prevenir conflictos y señalar la forma de resolverlos, en cambio la función jurisdiccional,
tiene por objeto resolver los conflictos que derivan de la convivencia social.

iii. En cuanto a la obligatoriedad, el producto de la función legislativa es de tipo general (la ley es
obligatoria para todos), en cambio, el producto de la función jurisdiccional (la sentencia) sólo
obliga a quien ha sido parte en el conflicto (art. 3º del CC). Se dice que la función legislativa
declara, crea e interpreta el Derecho de manera general, mientras que la función jurisdiccional
lo declarara, crea e interpreta sólo de manera concreta.

Art. 3. Sólo toca al legislador explicar o interpretar la ley de un modo generalmente obligatorio.
Las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que actualmente se
pronunciaren.

iv. La función legislativa sirve a los intereses generales de la sociedad o de un grupo determinado
dentro de la comunidad, en cambio, la función jurisdiccional sirve a los intereses de los
particulares, esto es, de las partes en conflicto y terceros interesados (sólo excepcionalmente a
terceros no interesados). Sin embargo, hay que tener en cuenta la particularidad de los conflictos
penales, en donde se considera no sólo el interés de las víctimas, sino que el de toda la sociedad,
y quien representa este interés social, es el Ministerio Público.

v. Desde el punto de vista de la iniciativa, la función legislativa se desarrolla de manera espontánea


y de oficio, en cambio, la función jurisdiccional se desarrolla, por regla general, a petición de
parte. El art. 10 inc. I del COT dispone, al respecto, que los tribunales no podrán ejercer su
ministerio sino a petición de parte, salvo los casos en que la ley los faculte para proceder de
oficio.

vi. En cuanto al producto de cada función, la función legislativa tiene por producto a la ley con todas
sus variantes, en cambio, la función jurisdiccional tiene por producto a las resoluciones
judiciales, que si bien no constituyen fuentes directas del Derecho, pueden servir de referente.

vii. El producto de la función legislativa es mutable, pues la ley puede ser objeto de modificación,
revocación y derogación; en cambio, las resoluciones judiciales, no todas, sino las que tienen el
carácter de firme o ejecutoriadas, son inamovibles e inmutables, porque gozan del efecto de cosa
juzgada.

19
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Pese a tales diferencias, la actividad legislativa y jurisdiccional mantienen importantes


relaciones, pues la legislación produce normas referentes al ejercicio de la función jurisdiccional,
como por ejemplo, el COT; y por otro lado, la jurisdicción puede examinar la regularidad material o
formal de la leyes, para determinar su constitucionalidad (función jurisdiccional que lleva a cabo el
TC).

6.2. LA FUNCIÓN JURISDICCIONAL Y LA FUNCIÓN EJECUTIVA.

Las principales diferencias entre ambas especies de funciones estatales son las siguientes:

i. En cuanto al órgano que ejerce la función, la función de gobierno y administración es ejercida


por el Poder Ejecutivo a través del Presidente de la República, quien es el jefe de Estado; en
cambio la función jurisdiccional, por los Tribunales de Justicia.

ii. En relación a los intereses, la función jurisdiccional sólo sirve a los intereses de las partes en
conflictos, en cambio, la función administrativa sirve intereses de carácter general. Pues la
función administrativa no gira en torno al problema de la satisfacción de una pretensión de
carácter procesal, sino que en la satisfacción de necesidades colectivas.

iii. En lo relativo a la iniciativa, la función administrativa se desarrolla de manera continua e


incesante, o sea, toma la iniciativa siempre que las necesidades sociales así lo exijan; en cambio
la función jurisdiccional, por regla general, sólo actúa cuando ha sido requerida por las partes
(principio de pasividad).

iv. En cuanto al producto de cada función, la función administrativa tiene por producto a un acto
administrativo, que podrá adoptar la forma de DS o resolución; en cambio, la función
jurisdiccional tiene por producto a las resoluciones judiciales, que si bien no constituyen
fuentes directas del Derecho, pueden servir de referente.

v. Las resoluciones del Ejecutivo se revocan o modifican según lo exijan las necesidades sociales;
en cambio, las resoluciones judiciales, una vez dictadas, y agotado los recursos que pueden
deducirse en su contra, adquieren el carácter de firmes y ejecutoriadas, o sea, producen cosa
juzgada.

No obstante las diferencias, la Administración y la jurisdicción se entrecruzan, puesto que la


primera proporciona los medios necesarios para el ejercicio de la función jurisdiccional; y por otro
lado, la función jurisdiccional controla a veces la actividad administrativa, por ejemplo, a través del
recurso de protección basado en un acto de la Administración del Estado, o mediante las acciones
contenciosas administrativas (acción de nulidad de Derecho público y de responsabilidad patrimonial
del Estado).

7. LA FUNCIÓN JURISDICCIONAL COMO CONTRALORA DE LA CONSTITUCIONALIDAD DE LA


NORMA JURÍDICA

Esta función de control, que ejerce la función jurisdiccional, se enmarca dentro de la


denominada jurisdicción conservadora, esto es, la facultad que tienen los tribunales de justicia de

20
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velar porque todos los poderes públicos actúen dentro de la órbita de sus atribuciones, y en especial,
de velar que las garantías individuales consagradas en la CPR sean respetadas. Esta materia se
relaciona con el tema del recíproco control que debe existir entre los distintos poderes del Estado.

El control de constitucionalidad es un procedimiento que confronta normas jurídicas, o actos


de autoridad dictados por órganos estatales, con la CPR, a objeto de verificar su conformidad a ella,
tanto en la forma (procedimiento de formación de la norma) como en lo sustantivo (contenido de la
norma). Debido a lo anterior, se discute el carácter jurisdiccional del control de constitucionalidad,
ya que éste no se refiere a conflictos, sino que a la conformidad de una norma con la CPR, sin
embargo, se rebate diciendo que hay un conflicto entre una norma y el ordenamiento jurídico; pues
la potestad jurisdiccional no sólo se limita a la resolución de conflictos sociales relevantes para el
Derecho, sino que también, asume una función de control sobre la legislación y la Administración,
resolviendo los posibles conflictos que pueden suscitarse entre el producto de estos órganos (normas
jurídicas) y la CPR.

Actualmente, dicho control lo ejerce el TC, y el principal método o herramienta que utiliza
para ello, es el recurso de inaplicabilidad por inconstitucionalidad, función que antes de la reforma
constitucional del año 2005, correspondía a la CS. Es por ello que hoy, gran parte de la doctrina,
señala que el control constitucionalidad es de carácter concentrado, es decir, es llevado a cabo por un
sólo órgano; no obstante, algunos autores señalan que en virtud del principio de eficacia directa de la
CPR (art. 6º inc. II de la CPR), cada órgano jurisdiccional debe resolver en conformidad a la CPR,
pues el carácter obligatorio e inmediato de la CPR respecto de los integrantes de los órganos
del Estado, abre la posibilidad a que cualquier juez pueda considerar la CPR en cualquier instancia o
recurso que tenga que resolver.

Por último, hay que señalar que otras instituciones procesales que también tienden a dar
aplicación práctica a la jurisdicción conservadora, son la acción de protección y de amparo 23.

8. FINES INMEDIATOS DE LA JURISDICCIÓN

Doctrinalmente se distingue entre fines mediatos e inmediatos de la jurisdicción. Los


primeros dicen relación con la mantención de la paz social y el orden público; y los fines inmediatos,
son los que persiguen las partes al acudir al órgano jurisdiccional, por ende, van a depender de la
pretensión procesal que se manifieste.

Ahora bien, los fines inmediatos de la jurisdicción se relacionan con la idea de garantía
jurisdiccional, la cual busca conseguir, prescindiendo de la voluntad del obligado, el mismo resultado
práctico al que se habría llegado sí la norma jurídica hubiera sido observada voluntariamente. Es por
ello que a este tema también se le conoce con el nombre de tipos de garantía jurisdiccional.

23
En este ámbito la acción de amparo y de protección son de gran importancia, porque a través de ellos se han
declarado en muchos casos (por parte del tribunal) ilegales actos administrativos. Por otro lado, ello deriva en
que se sostenga que la protección de los derechos fundamentales no constituiría una manifestación propia de la
jurisdicción contenciosa de los Tribunales Superiores de Justicia, sino de las denominadas facultades
conservadoras. Pues en la acción de protección (art. 20 de la CPR) no habría un verdadero proceso
contradictorio, en los términos en que se desarrollan normalmente éstos, ya que no habría una pretensión contra
una determinada persona, sino sólo un amparo judicial de un derecho fundamental, proveniente de una acción
u omisión arbitraria o ilegal.
21
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8.1. FIN DECLARATIVO O DE COGNICIÓN

La base de esta garantía jurisdiccional es la incertidumbre, la falta de certeza respecto a la


existencia de un derecho. Para salvar esta situación, hay que recurrir a un proceso declarativo, para
que así el juez declare una determinada situación o derecho. Las partes aquí pueden pretender tres
cosas, y por tanto, tres finalidades distintas, a saber:

i. Fin meramente declarativo o de certeza. Consiste en establecer cuál es el precepto aplicable a


una determinada situación jurídica, pero no para resolver un conflicto, ya que no supone
necesariamente la existencia de una transgresión jurídica, sino para despejar dudas acerca del
mandato concreto de la norma jurídica, ya sea porque el mandato no es claro o porque es difícil
encasillarlo en los supuestos fácticos que prescribe el caso concreto.

La pretensión del actor se ve satisfecha con la sola declaración que realiza el juez; así, por
ejemplo, si se solicita al juez que determine si un documento es o no auténtico, la pretensión
se verá satisfecha cuando el juez declare que es original (estos casos no se presentan con mucha
frecuencia). Aquí existe una intervención preventiva del órgano jurisdiccional para evitar que
la falta de certeza de la norma aumente el peligro de su transgresión, es decir, se busca evitar
la potencial inobservancia del derecho.

ii. Fin constitutivo. Es aquel que tiene por objeto la creación, modificación y supresión de estados
o situaciones jurídicas; por ejemplo, todos los procesos relacionados con el estado civil de las
personas, un juicio de paternidad o un juicio de nulidad de matrimonio (los cuales producen un
cambio en el estado civil); una acción que tiende a obtener la nulidad de un contrato; la
interdicción por demencia, etc.

En estos casos, el legislador le entrega al juez la garantía y control de la observancia de los


requisitos que la ley establece para que el cambio de estados o situaciones jurídicas; pues aquí
no basta la voluntad de las partes.

iii. Fin de condena. Se persigue con este fin condenar al demandado a dar, hacer o no hacer algo a
favor del demandante, cuando ha transgredido un precepto (por ejemplo, no cumple con un
contrato).

Para establecer una sanción, normalmente hay que establecer previamente cuál es el Derecho
aplicable, es decir, tiene que haber un procedimiento de tipo declarativo, para declarar, por
ejemplo, que el demandado pague tal suma. Esta es una etapa previa a la fase ejecutiva, pues
para acudir a ésta hay que tener certeza de que se tiene un derecho, y esta certeza viene dada
por la sentencia de condena o por un título ejecutivo.

8.2. FIN EJECUTIVO O COERCITIVO.

Como se dijo, para acudir a la fase ejecutiva hay que tener certeza de que se tiene un derecho,
y esta certeza viene dada generalmente por una resolución judicial, por ende, será necesario un
proceso declarativo. Sin embargo, por razones de tráfico jurídico, la ley atribuye a otros instrumentos
distintos de la sentencia, el mismo valor de ésta, es decir, les da mérito ejecutivo; estos instrumentos
son los títulos ejecutivos, por ejemplo, la escritura pública, el acta de avenimiento pasada ante tribunal
22
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competente, el cheque, el pagaré, la letra de cambio, etc. Por tanto, si se tiene un título ejecutivo, no
es necesario recurrir a un juicio declarativo.

Ahora bien, si no se cumple voluntariamente con lo declarado en una resolución judicial


(sentencia condenatoria) o en lo dispuesto en un título ejecutivo, la promesa de coercibilidad abstracta
que existe en la norma, se transforma en coerción concreta y específica, y esta fuerza, para obligar a
tal cumplimiento, la ejerce el Estado por intermedio del órgano jurisdiccional. Esta no es una fuerza
física que se ejerce sobre la persona, sino que esta fuerza se traduce en que si no se cumple
voluntariamente, por ejemplo, se embargarán bienes, se rematarán, y con el producto de la subasta se
le pagará al acreedor. Por tanto, en este caso, la garantía jurisdiccional consiste en asegurar el
cumplimiento de la norma jurídica a través de la coerción.

8.3. FIN CAUTELAR

Se vincula con los procesos que no se ejecutan instantáneamente, sino que duran en el tiempo,
por lo que se necesita dictar medidas tendientes a asegurar el resultado del juicio. Por tanto, el fin
cautelar es aquel que tiene por objeto asegurar el resultado de otro proceso, es decir, asegurar
anticipadamente las eventuales providencias que el juez dicte en el evento de acoger las pretensiones
del actor; así, por ejemplo, si yo alego que se me restituya una cosa de mi propiedad, como
medida cautelar le pido al juez que el demandado no enajene la cosa 24.

En Chile esto se concreta en los arts. 290 y siguientes del CPC, en las llamadas medidas
precautorias destinadas a asegurar el resultado de la acción.

8.4. FIN PUNITIVO

Este fin es propio del proceso penal, y tiene por objeto aplicar el castigo o penalizar las
conductas que atenten contra los bienes jurídicos que la normativa penal cautela. Ahora bien, la única
manera de establecer una responsabilidad penal, es por medio de una sentencia, de lo contrario, rige
el principio de presunción de inocencia (toda persona es inocente, en tanto no se establezca lo
contrario por medio de una sentencia judicial) 25.

B. LÍMITES DE LA JURISDICCIÓN

1. CONCEPTO Y CLASES

Los límites de la jurisdicción son todos aquellos factores temporales o espaciales que
delimitan el ejercicio de la función jurisdiccional. De acuerdo a la definición, es posible distinguir
entre límites temporales, que son aquellos que se refieren al tiempo de duración de las funciones del
juez, y por consiguiente, de la función jurisdiccional; y los límites espaciales, que se refieren al lugar

24
En algunos casos, el único fin que persigue la jurisdicción es el cautelar, es decir, hay procesos que buscan
exclusivamente asegurar una determinada situación, y en nuestra legislación se llaman interdictos posesorios.
Los interdictos posesorios se dan, por ejemplo, cuando una persona es despojada violentamente de su propiedad
(querella de restablecimiento); y con ellos, se busca volver las cosas a su estado anterior, sin discutir si tiene o
no derecho a estar allí (eso se hace en otro juicio).
25
Como se verá, este esquema de los fines de la jurisdicción se aplica a la acción y al proceso.
23
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o ámbito dentro del cual debe ejercerse la función jurisdiccional, los cuales, a su vez, pueden ser
internos o externos.

1.1. LÍMITES TEMPORALES

La regla general, es que los tribunales sean permanentes, es decir, que se encuentre integrado
por funcionarios perpetuos; en tal sentido, el art. 80 de la CPR y el art. 247 del COT consagran la
inamovilidad de los jueces durante su buen comportamiento, y hasta que cumplan 75 años de edad.
Como se puede apreciar, este límite afecta a la persona del juez y tiene una gran importancia, ya que
si éste deja de ser juez y sigue conociendo de un asunto, hay un vicio de falta de jurisdicción que
produce, en principio, la nulidad procesal.

Art. 80. Los jueces permanecerán en sus cargos durante su buen comportamiento; pero los inferiores
desempeñarán su respectiva judicatura por el tiempo que determinen las leyes.
No obstante lo anterior, los jueces cesarán en sus funciones al cumplir 75 años de edad; o por renuncia o
incapacidad legal sobreviniente o en caso de ser depuestos de sus destinos, por causa legalmente sentenciada.
La norma relativa a la edad no regirá respecto al presidente de la CS, quien continuará en su cargo hasta el
término de su período (dos años).
En todo caso, la CS por requerimiento del PDR, a solicitud de parte interesada, o de oficio, podrá declarar que
los jueces no han tenido buen comportamiento y, previo informe del inculpado y de la CA respectiva, en su
caso, acordar su remoción por la mayoría del total de sus componentes. Estos acuerdos se comunicarán al PDR
para su cumplimiento.
La CS, en pleno especialmente convocado al efecto y por la mayoría absoluta de sus miembros en ejercicio,
podrá autorizar u ordenar, fundadamente, el traslado de los jueces y demás funcionarios y empleados del Poder
Judicial a otro cargo de igual categoría.

Art. 247. La inamovilidad de que habla el art. 80 de la CPR rige no sólo respecto de los jueces propietarios,
sino también respecto de los interinos y suplentes.
La inamovilidad de los interinos durará hasta el nombramiento del respectivo propietario, y la de los suplentes
hasta que expire el tiempo por el cual hubieren sido nombrados.

Excepcionalmente existe jurisdicción temporal en el caso de los jueces árbitros, los cuales
duran lo que las partes pacten en el instrumento de nombramiento (art. 234 Nº 4 del COT) y a falta
de acuerdo, dos años desde su aceptación (art. 235 inc. III del COT). Por tanto, después del plazo
acordado o legal, lo que haga el juez árbitro carece de valor.

Art. 234. El nombramiento de árbitro deberá hacerse por escrito. En el instrumento en que se haga el
nombramiento de árbitro deberán expresarse:
4. Las facultades que se confieren al árbitro, y el lugar y tiempo en que deba desempeñar sus funciones.

Art. 235 inc. III. Si faltare la designación del tiempo, se entenderá que el árbitro debe evacuar su encargo en el
término de dos años contados desde su aceptación.

Por lo anterior, según el profesor FORTTES, el límite de tiempo es relativo, porque quienes
ejercen jurisdicción (los jueces) se mantienen como tales mientras tengan buen comportamiento, o
hasta cierto límite de edad; y en el caso de los jueces árbitros, mientras dure lo señalado en el pacto
o hasta dos años contados desde la aceptación.

24
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1.2. LÍMITES ESPACIALES


Como se dijo, los límites espaciales pueden ser de dos clases: límites externos y límites
internos:
i. Límites espaciales externos
Este límite dice relación con elementos territoriales y funcionales que demarcan la vigencia
y aplicación de la jurisdicción. Así, es posible distinguir dos tipos de límites externos:
a. Límite externo territorial o internacional. La jurisdicción es una expresión de la soberanía, por
ende, por regla general, los tribunales de justicia chilenos sólo pueden ejercer su función
jurisdiccional en el territorio nacional, ya que la soberanía reconoce como límite la soberanía
de los demás Estados; a su vez, los órganos jurisdiccionales extranjeros no tienen el poder para
juzgar lo ocurrido dentro del territorio chileno. Este límite se consagra expresamente en el art.
5º inc. I del COT, al señalar que a los tribunales mencionados en este artículo corresponderá el
conocimiento de todos los asuntos judiciales que se promuevan dentro del territorio de la
República, cualquiera que sea su naturaleza o la calidad de las personas que en ellos
intervengan, sin perjuicio de las excepciones que establezcan la Constitución y las leyes.
Las consecuencias del hecho de que fuera de su territorio no pueden los tribunales nacionales
ejercer jurisdicción, son:
- Si los tribunales tuviesen que practicar una diligencia fuera del territorio nacional,
deberán pedir autorización o permiso al tribunal extranjero del lugar donde quiera
practicarse la diligencia, esto, mediante vía diplomática a través de un exhorto 26.
- Respecto del cumplimiento en Chile de las sentencias extranjeras, se requerirá de un
trámite de homologación de resoluciones judiciales llamado "exequátur", en virtud
del cual, otorgado éste, puede ejecutarse la sentencia extranjera en nuestro país.
Por último, hay que señalar que excepcionalmente se consagra la extraterritorialidad de la
jurisdicción en materia penal, pues de acuerdo al art. 6º del COT, se atribuye a los tribunales
nacionales el poder de conocer y juzgar ciertos delitos cometidos en el extranjero.
Art. 6. Quedan sometidos a la jurisdicción chilena los crímenes y simples delitos perpetrados fuera del
territorio de la República que a continuación se indican:
1. Los cometidos por un agente diplomático o consular de la República, en el ejercicio de sus
funciones;
2. La malversación de caudales públicos, fraudes y exacciones ilegales, la infidelidad en la custodia
de documentos, la violación de secretos, el cohecho, cometidos por funcionarios públicos
chilenos o por extranjeros al servicio de la República y el cohecho a funcionarios públicos
extranjeros, cuando sea cometido por un chileno o por una persona que tenga residencia habitual
en Chile;
3. Los que van contra la soberanía o contra la seguridad exterior del Estado, perpetrados ya sea por
chilenos naturales, ya por naturalizados, y los contemplados en el Párrafo 14 del Título VI del
Libro II del Código Penal, cuando ellos pusieren en peligro la salud de habitantes de la República;

26
Como se verá más adelante, a propósito de las actuaciones judiciales, el exhorto es una petición de un tribunal
a otro, para que practique o ejecute una determinada diligencia judicial. Éste puede hacerse a nivel nacional o
internacional.
25
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4. Los cometidos, por chilenos o extranjeros, a bordo de un buque chileno en alta mar, o a bordo de
un buque chileno de guerra surto en aguas de otra potencia;
5. La falsificación del sello del Estado, de moneda nacional, de documentos de crédito del Estado,
de las Municipalidades o de establecimientos públicos, cometida por chilenos o por extranjeros
que fueren habidos en el territorio de la República;
6. Los cometidos por chilenos contra chilenos si el culpable regresa a Chile sin haber sido juzgado
por la autoridad del país en que delinquió;
7. La piratería;
8. Los comprendidos en los tratados celebrados con otras potencias;
9. Los sancionados por el Título I del Decreto N° 5.839, de 30 de septiembre de 1948, que fijó el
texto definitivo de la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, cometidos por chilenos o
por extranjeros al servicio de la República, y
10. Los sancionados en los artículos 366 quinquies, 367 y 367 bis Nº 1, del Código Penal, cuando
pusieren en peligro o lesionaren la indemnidad o la libertad sexual de algún chileno o fueren
cometidos por un chileno o por una persona que tuviere residencia habitual en Chile; y el
contemplado en el artículo 374 bis, inciso primero, del mismo cuerpo legal, cuando el material
pornográfico objeto de la conducta hubiere sido elaborado utilizando chilenos menores de
dieciocho años.

b. Límite externo funcional o constitucional. La jurisdicción se limita por las atribuciones de los
otros poderes públicos, es decir, a los tribunales de justicia les está prohibido arrogarse
funciones que pertenecen a los otros Poderes del Estado (art. 4º del COT) y, asimismo, los
otros Poderes del Estado no pueden conocer de los asuntos que se entregan a los tribunales de
justicia (art. 12 del COT y 76 inc. I de la CPR). Esto se ve reafirmado por el principio de
legalidad consagrado en los arts. 6º y 7º de la CPR.

Art. 4. Es prohibido al Poder judicial mezclarse en las atribuciones de otros poderes públicos y en general
ejercer otras funciones que las determinadas en los artículos precedentes.

Art. 12 El Poder Judicial es independiente de toda otra autoridad en el ejercicio de sus funciones.

Art. 76. La facultad de conocer de las causas civiles y criminales, de resolverlas y de hacer ejecutar lo
juzgado, pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley. Ni el Presidente de la
República ni el Congreso pueden, en caso alguno, ejercer funciones judiciales, avocarse causas
pendientes, revisar los fundamentos o contenido de sus resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos.

Art. 6. Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas
conforme a ella, y garantizar el orden institucional de la República.
Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como a
toda persona, institución o grupo.
La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que determine la ley

Art. 7. Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes, dentro
de su competencia y en la forma que prescriba la ley.
Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de
circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan
conferido en virtud de la Constitución o las leyes.
Todo acto en contravención a este art. es nulo y originará las responsabilidades y sanciones que la ley
señale.

26
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ii. Límites espaciales internos.

El límite interno de la jurisdicción dice relación con la forma como se ejercita la función
jurisdiccional por los distintos órganos jurisdiccionales; pues, como ya se dijo, todos los tribunales
tienen jurisdicción, sin embargo, no todos conocen de los mismos asuntos. De esta manera surge la
noción de competencia, la cual determina y delimita el ejercicio de la función jurisdiccional dentro
de cada tribunal, considerando diversos factores, como el territorio, la cuantía del asunto, la materia,
y el fuero o calidad de la persona involucrada en la controversia. Es por ello que se dice que la
competencia es la medida de la jurisdicción.

En consecuencia, se puede concluir que sólo una vez que se han demarcado los límites
externos de la jurisdicción, se puede distribuir el ejercicio práctico de ésta entre los distintos
tribunales, lo cual lo determina la competencia.

2. CONFLICTOS DE JURISDICCIÓN

En el ejercicio de sus funciones, los órganos públicos pueden traspasar los límites espaciales
que la CPR y la ley han fijado y, por ende, invadir funciones privativas de otros poderes, lo que puede
provocar conflictos entre ellos. Los conflictos de jurisdicción sólo se relacionan con los límites
externos, ya que los límites internos dan origen a las contiendas o cuestiones de competencia, las
cuales serán analizadas en el Capítulo III de estos apuntes.

Por lo tanto, atendiendo a los límites externos, los conflictos de jurisdicción pueden ser de
dos clases:

i. Conflictos territoriales o internacionales.

De acuerdo al límite territorial de la jurisdicción, los tribunales nacionales sólo tienen el poder
para conocer, juzgar y ejecutar los asuntos que se promuevan dentro del territorio de la República,
por tanto, el conflicto aquí se produce cuando un tribunal quiere actuar fuera del territorio de su país.
Para resolver esto, los Estados se han organizado creando sistemas de solución de conflictos a través
de tratados internacionales, como el Tratado de la Habana que creó el Código de Bustamante y, en
general, a través del Derecho internacional privado.

Estos conflictos se relacionan, fundamentalmente, con la extradición y la aplicación de la


legislación extranjera. En cuanto a la extradición, la regla general, es que Chile no entrega a
personas residentes en el territorio nacional al país requirente, sino sólo en virtud de un tratado de
extradición (otros países, en cambio, tienen la regla de que entregan a cualquier persona siempre que
no sea nacional); y respecto de la aplicación de la legislación extranjera, este conflicto, de acuerdo a
nuestro ordenamiento jurídico, se resuelve aplicando dicha legislación sólo cuando la ley chilena así
lo dispone expresamente (por ejemplo, el art. 17 del CC), y en dicho caso, el Derecho extranjero debe
ser probado por peritos.

Art. 17. La forma de los instrumentos públicos se determina por la ley del país en que hayan sido otorgados. Su
autenticidad se probará según las reglas establecidas en el Código de Enjuiciamiento.
La forma se refiere a las solemnidades externas, y la autenticidad al hecho de haber sido realmente otorgados y
autorizados por las personas y de la manera que en los tales instrumentos se exprese .

27
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ii. Conflictos funcionales o constitucionales


Estos conflictos se suscitan entre los órganos jurisdiccionales nacionales y los demás Poderes
del Estado, con ocasión de sus atribuciones. De esta forma, si un órgano legislativo o administrativo
se atribuye una potestad jurisdiccional que no tiene, entra en conflicto con los tribunales de justicia;
y por otro lado, lo mismo sucederá cuando el órgano jurisdiccional se atribuya funciones legislativas
o administrativas.
La forma de solución de este conflicto se encuentra señalada en la propia CPR: así, los
conflictos que se susciten entre las autoridades políticas o administrativas y los Tribunales Superiores
de Justicia (CS y CA), serán resueltos por el Senado (art. 53 N. ° 3 de la CPR); y por otro lado, si el
conflicto se produce entre las autoridades políticas o administrativas y un Tribunal no superior, será
resuelto por el TC (art. 93 N.º 12 de la CPR).
Art. 53. Son atribuciones exclusivas del Senado:
3. Conocer de las contiendas de competencia que se susciten entre las autoridades políticas o administrativas y
los tribunales superiores de justicia.

Art. 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:


12. Resolver las contiendas de competencia 27 que se susciten entre las autoridades políticas o administrativas y
los tribunales de justicia, que no correspondan al Senado.

3. PRIVILEGIO O INMUNIDAD DE JURISDICCIÓN


Como se dijo, uno de los límites externos de la jurisdicción era el territorio, en virtud del cual
los tribunales de justicia nacionales, por regla general, sólo pueden ejercer su función en el territorio
de la República. Sin embargo, existen determinadas controversias que se suscitan dentro del territorio
nacional que los tribunales de justicia no pueden entrar a conocer, lo cual está constituido por los
denominados privilegios e inmunidades de jurisdicción.
Las inmunidades o privilegios de jurisdiccionales son exenciones a la jurisdicción nacional,
consagradas por el Derecho internacional, en favor de agentes diplomáticos o consulares extranjeros
acreditados en Chile. En otras palabras, es un beneficio que se otorga a determinadas personas, en
virtud del cual, no pueden ser llevados ante los tribunales de justicia frente a una determinada
controversia28.
La finalidad de dichos privilegios no es beneficiar a los particulares, sino garantizar el
desempeño eficaz de las misiones diplomáticas y oficinas consulares, en cuanto representantes de los
Estados29. Estas inmunidades son renunciables y excepcionales, y están reguladas en dos
convenciones internacionales, a saber:

27
Si bien la CPR en ambos preceptos habla de “contiendas de competencia”, en realidad son conflictos
de jurisdicción.
28
El Estado chileno se relaciona con otros Estados y organismos internacionales por medio del Presidente de
la República, por el Ministro de relaciones Exteriores, y por Agentes diplomáticos y Consulares. Ahora bien,
la facultad de enviar y recibir agentes diplomáticos se llama “derecho de delegación”, y puede ser activa (se los
envía) o pasiva (se los recibe). A lo que se refiere a la inmunidad de jurisdicción, es la delegación pasiva.
29
No hay que confundir las embajadas con los consulados. Las embajadas son representaciones de los gobiernos
ante los otros Estados con funciones de carácter político (por ejemplo, tienen la función de reportar la situación
socio-política del Estado receptor, negociar acuerdos y tratados en nombre del Estado al cual se representa,
etc.); en cambio, el Consulado es una representación del gobierno en un Estado extranjero para realizar
28
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i. La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas del año 1961 (CVRD). El art. 31 de
esta Convención señala que los agentes diplomáticos (jefe de la misión o un miembro del
personal diplomático de la misión) gozan de inmunidad respecto de la jurisdicción penal 30; y
gozan también de inmunidad de jurisdicción civil y administrativa (salvo tres excepciones
contempladas en el mismo artículo). Por otro lado, el agente diplomático no está obligado a
testificar y, además, no podrá ser objeto de ninguna medida de ejecución, salvo en los casos en
que no goce de inmunidad de jurisdicción; finalmente, consagra el principio de que la
inmunidad de jurisdicción de un agente diplomático en el Estado receptor no le exime de la
jurisdicción del Estado acreditante (pues la inmunidad no es impunidad).
Art. 31. El agente diplomático gozará de inmunidad de la jurisdicción penal del Estado receptor. Gozará
también de inmunidad de su jurisdicción civil y administrativa, excepto si se trata:
a) De una acción real sobre bienes inmuebles particulares radicados en el territorio del Estado receptor,
a menos que el agente diplomático los posea por cuenta del Estado acreditante para los fines de la misión;
b) De una acción sucesoria en la que el agente diplomático figure, a título privado y no en nombre del
Estado acreditante, como ejecutor testamentario, administrador, heredero o legatario;
c) De una acción referente a cualquier actividad profesional o comercial ejercida por el agente
diplomático en el Estado receptor, fuera de sus funciones oficiales.
2. El agente diplomático no está obligado a testificar.
3. El agente diplomático no podrá ser objeto de ninguna medida de ejecución, salvo en los casos previstos
en los incisos a, b y c del párrafo 1 de este artículo y con tal de que no sufra menoscabo la inviolabilidad
de su persona o de su residencia.
4. La inmunidad de jurisdicción de un agente diplomático en el Estado receptor no le exime de la
jurisdicción del Estado acreditante.

Por último, el art. 37 Nº 1 de la CVRD señala que los miembros de la familia de un agente
diplomático que formen parte de su casa gozarán de los privilegios e inmunidades
especificados en los artículos 29 a 36, siempre que no sean nacionales del Estado.
ii. La Convención de Viena sobre Relaciones Consulares del año 1963 (CVRC). El art. 43 de esta
Convención se refiere a la inmunidad de jurisdicción de los funcionarios consulares.

Art. 43. Inmunidad de jurisdicción.


1. Los funcionarios consulares (toda persona, incluido el jefe de oficina consular, encargada con ese
carácter del ejercicio de funciones consulares) y los empleados consulares (toda persona empleada en el
servicio administrativo o técnico de una oficina consular) no estarán sometidos a la jurisdicción de las
autoridades judiciales y administrativas del Estado receptor por los actos ejecutados en el ejercicio de
las funciones consulares.
2. Las disposiciones del párrafo 1 de este artículo no se aplicarán en el caso de un procedimiento civil:
a) Que resulte de un contrato que el funcionario consular, o el empleado consular, no haya concertado,
explícita o implícitamente, como agente del Estado que envía, o
b) Que sea entablado por un tercero como consecuencia de daños causados por un accidente de vehículo,
buque o avión, ocurrido en el Estado receptor.

funciones de carácter administrativo en beneficio de sus connacionales residentes en ese país (por ejemplo,
otorgar poderes, hacer testamentos, otorgar pasaportes, servir de local de votación, etc.). En general, en caso de
haber una ruptura de relaciones diplomáticas, es retirado el embajador y el personal de la embajada, pero no el
consulado.
30
El ejercicio de la jurisdicción universal en materia penal, se encuentra generalmente reservado para los
crímenes internacionales más graves, tales como crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad, y el
genocidio.
29
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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C. CLASES DE JURISDICCIÓN

1. CONSIDERACIONES PREVIAS

En los tres primeros artículos del COT, según algunos autores, se clasifica a la jurisdicción en
contenciosa, no contenciosa, conservadora, disciplinaria y económica. Sin embargo, al analizar las
características de la jurisdicción, se dijo que ésta era unitaria, es decir, es una sola, y como tal, no
admite clasificaciones, ni divisiones. Las clasificaciones, que incorrecta y normalmente se hacen de
ella, corresponden más bien a clasificaciones de su límite que es la competencia, y en este sentido se
habla de jurisdicción civil, penal, laboral, de familia, etc.

Ahora bien, es usual ver que se hable de jurisdicción contenciosa y voluntaria pero, en estricto
rigor, dicha clasificación no existe, se trata más bien de una distinción para fines pedagógicos. Pues
la “jurisdicción voluntaria” no es tal, se trata de funciones administrativas entregadas a los órganos
judiciales; es por ello que, para referirse a estas funciones, es preferible hablar de asuntos judiciales
no contenciosos y no de “jurisdicción voluntaria”.

Por lo anterior, es que se señala que la única jurisdicción sería la contenciosa, y las restantes
son facultades anexas a la jurisdicción, puesto que en ellas no hay propiamente una función
jurisdiccional (conocer, juzgar y ejecutar lo juzgado).

2. JURISDICCIÓN CONTENCIOSA

Como se dijo, la jurisdicción es una sola, y de acuerdo a los arts. 76 inc. I de la CPR y 1º del
COT, se define como la facultad de conocer las causas civiles y criminales, de juzgarlas y de hacer
ejecutar lo juzgado pertenece exclusivamente a los tribunales que establece la ley.

Ahora bien, la doctrina habla de jurisdicción contenciosa para distinguirla de la “jurisdicción


voluntaria”, en el sentido de que, para que la jurisdicción sea tal, debe haber un litigo, es decir, un
conflicto intersubjetivo de intereses, jurídicamente trascendente, caracterizado por la existencia de
una pretensión resistida. Así, se señala que la jurisdicción contenciosa es aquella que se ejerce cuando
hay conflicto de relevancia jurídica suscitado entre dos o más partes que tienen interés en él 31.

3. ASUNTOS JUDICIALES NO CONTENCIOSOS (JURISDICCIÓN VOLUNTARIA)

a. Concepto

De acuerdo al art. 2º del COT, también corresponde a los tribunales intervenir en todos
aquellos actos no contenciosos en que una ley expresa requiera su intervención. Y de acuerdo al art.
817 del CPC son actos judiciales no contenciosos aquellos que según la ley requieren la intervención
del juez y en que no se promueve contienda alguna entre partes.

31
Sin embargo, como se verá más adelante, el conflicto no se encuentra presente en todo proceso jurisdiccional,
así, por ejemplo, no está presente cuando el demandado se allana (no hay una pretensión resistida).
30
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

Como se puede apreciar, ambas normas hablan de “actos judiciales no contenciosos”, y no


de jurisdicción voluntaria; pues esta última expresión contiene dos errores, a saber:

i. No se trata de jurisdicción, ya que no hay un conflicto jurídico que resolver, no hay partes ni
contrapartes, sólo hay un interesado que realiza una petición al tribunal. Ahora, si alguien se
opone a dicha petición, podría producirse un conflicto, lo cual daría lugar a la jurisdicción
contenciosa.

La doctrina mayoritaria, en cuanto a la naturaleza jurídica de los actos judiciales no


contenciosos, señala que corresponde a una actividad administrativa ejercida por los órganos
jurisdiccionales. Pues la función administrativa tiene por objeto satisfacer el interés púbico,
lo cual se puede lograr por diversos medios, y uno de ellos es la regulación y el control de
los actos de los particulares que pueden afectar el interés social, como la disposición de bienes
de los incapaces, pues si los particulares pudiesen libremente efectuar estos actos, los
incapaces quedarían en indefensión y se podrían cometer fraudes o irregularidades. Por tanto,
en principio, debiera ser la propia Administración la que, con funcionarios especiales, tutelara
y controlara la realización de estos actos jurídicos, pero por razones históricas, funcionales y
por la independencia y prestigio de los órganos jurisdiccionales, se les ha confiado a éstos
dicha tutela y control.

ii. No es voluntaria, pues la ley establece la obligatoriedad de un pronunciamiento judicial para


la realización de determinados actos. Por tanto, si las partes se encuentran en la hipótesis
prevista por la ley, deben hacerlo necesariamente por esta vía.

Por lo anterior es preferible hablar de asuntos judiciales no contenciosos, los cuales pueden
definirse como aquellos que conocen los tribunales en los casos en que la ley requiere expresamente
su intervención y en que no se promueve contienda alguna entre las partes32.

b. Justificación de la jurisdicción no contenciosa

¿Por qué existe la jurisdicción no contenciosa? El profesor FORTTES dice que hay varias razones,
a saber:

i. Por una razón histórica. Desde el Derecho romano el pretor, que era quien impartía justicia,
ejercía otras facultades anexas (por ejemplo, la protección de los incapaces); y ello se ha
extendido en las legislaciones que tienen su base en dicho Derecho.

ii. Por una razón de garantía. Los órganos del Poder Judicial son independientes y dotados de
conocimientos especializados, lo que garantiza que estos asuntos, que muchas veces
involucran no sólo intereses privados, sino que también públicos, van a ser tratados con la
debida seriedad; por ejemplo, el nombramiento de un tutor para un incapaz.

32
El profesor Francisco HOYOS señala que el criterio para reconocer los actos judiciales no contenciosos no
es que haya un conflicto o no; pues si se atendiese a dicho criterio, el juicio en rebeldía sería un asunto no
contencioso.
31
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

iii. Por una razón práctica. Muchos de estos casos son susceptibles de transformarse en asuntos
contenciosos cuando medie oposición de un interesado; entonces, es conveniente que conozca
de ellos el mismo órgano que, eventualmente, conocería de la controversia. Por ejemplo,
respecto de la posesión efectiva de una herencia testada, hay que acreditar ante el juez que la
persona murió, cuáles son los herederos y cuáles son los bienes hereditarios, asuntos respecto
de los cuales puede existir pugna.

c. Características

i. En cuanto a su naturaleza, se trata de actuaciones administrativas que han sido entregadas al


conocimiento de los tribunales en razón de lo antes señalado. En este sentido, CARNELUTTI
dice que los asuntos no contenciosos tienen como finalidad vigilar y controlar la actividad
jurídica de los particulares, donde el juez actúa para la satisfacción de un interés público que
tiene por objeto la buena administración de los bienes privados33

ii. En estos asuntos n o se suscita conflicto alguno entre particulares, por lo tanto, no hay partes
(el concepto de parte supone la existencia de un juicio); sólo hay una persona que solicita la
intervención del juez respecto de alguna cuestión que por expresa disposición de la ley
requiere la intervención de éste. Así, está el órgano jurisdiccional y el llamado interesado o
solicitante, que es quien acude a pedir la intervención jurisdiccional.
Ahora bien, si se produce un conflicto durante la tramitación del procedimiento, éste se
transforma en un asunto contencioso (varía su conocimiento). En este sentido, el art. 823 del
CPC señala que si a la solicitud presentada se hace oposición por legítimo contradictor, se
hará contencioso el negocio y se sujetará a los trámites del juicio que corresponda. Agrega el
inc. II que si la oposición se hace por quien no tiene derecho, el tribunal, desestimándola de
plano, dictará resolución sobre el negocio principal.

iii. No opera el principio de inexcusabilidad. El juez para poder intervenir en estos asuntos
requiere siempre de una ley expresa que así lo autorice; en cambio, en materia de jurisdicción
contenciosa el principio es el opuesto, ya que según el art. 10 inc. II del COT, el juez no
puede excusarse de fallar ni aun por falta de ley que resuelva la contienda sometida a su
decisión.
Por lo tanto, si la ley lo requiere, el juez debe intervenir; si la ley no lo requiere, el juez no
debe intervenir, y si aun así intervine, lo conocido por el juez es nulo.

iv. En cuanto a su tramitación, ésta se realiza acorde al procedimiento establecido en el Libro IV


del CPC ("De los actos judiciales no contenciosos"). Este procedimiento no es excluyente,
así, por ejemplo, el pago por consignación está regulado en el CC.
El tribunal competente es el Juez de Letras del domicilio del interesado (arts. 134 y 45 Nº 2
letra C del COT); no es procedente la prórroga de la competencia.

33
Para CASARINO son actos sui generis, ya que los actos administrativos crean una relación entre la
Administración y el administrado, en cambio los actos judiciales no contenciosos, no crean tal relación, en
cuanto al asunto sometido a su conocimiento.
32
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Art. 134. En general, es juez competente para conocer de una demanda civil o para intervenir en un
acto no contencioso, el del domicilio del demandado o interesado, sin perjuicio de las reglas
establecidas en los artículos siguientes y de las demás excepciones legales.

Art. 45. Los jueces de letras conocerán:


2. En primera instancia:
De los actos judiciales no contenciosos, cualquiera que sea su cuantía, salvo lo dispuesto en el artículo
494 del Código Civil (curadurías especiales)

v. Los asuntos judiciales no contenciosos se resuelven de plano si la ley no dice que se debe
obrar con conocimiento de causa (arts. 824 del CPC); en este último caso, los antecedentes
son proporcionados al tribunal mediante informaciones sumarias.

Art. 824. En los negocios no contenciosos que no tengan señalada una tramitación especial en el
presente Código, procederá el tribunal de plano, si la ley no le ordena obrar con conocimiento de causa.
Si la ley exige este conocimiento, y los antecedentes acompañados no lo suministran, mandará rendir
previamente información sumaria acerca de los hechos que legitimen la petición, y oirá después al
ministerio público o al respectivo defensor público, según corresponda.

vi. En cuanto a la prueba, en estos procedimientos se rinde, en general, sin formalidad alguna.
Pues de acuerdo al art. 818 del CPC, aunque los tribunales hayan de proceder en algunos de
estos actos con conocimiento de causa, no es necesario que se les suministre este
conocimiento con las solemnidades ordinarias de las pruebas judiciales. Así, pueden
acreditarse los hechos pertinentes por medio de informaciones sumarias. Se entiende por
información sumaria la prueba de cualquiera especie, rendida sin notificación ni
intervención de contradictor y sin previo señalamiento de término probatorio. Por tanto, si
se trata de una prueba de testigos, ésta se rinde sin señalar previamente día y hora para su
realización, sin presentar previamente lista de testigos e incluso, y sin que sea necesario
rendirla en el tribunal (será rendida en la oficina del receptor).
En cuanto a la apreciación de la prueba, el art. 819 del CPC dice que los tribunales en estos
negocios apreciarán prudencialmente el mérito de las justificaciones y pruebas de
cualquiera clase que se produzcan. Es decir, aquí no rige el sistema de prueba legal o tasada.

vii. De acuerdo al art. 827 del CPC, en los asuntos no contenciosos no se tomará en consideración
el fuero personal de los interesados para establecer la competencia del tribunal.

viii. La sentencia definitiva debe reunir las menciones del art. 826 del CPC, y proceden los
recursos de apelación y casación (art. 822 del CPC). La sentencia definitiva no produce el
efecto de cosa juzgada, sino el desasimiento del tribunal (el tribunal no puede modificar la
sentencia dentro del procedimiento). Dichas sentencias producen cosa juzgada sólo si son
positivas y se han cumplido, por ende, no la producen aquellas que son negativas, o positivas
y no se han cumplido.

Art. 826. Las sentencias definitivas en los negocios no contenciosos expresarán el nombre, profesión
u oficio y domicilio de los solicitantes, las peticiones deducidas y la resolución del tribunal. Cuando
éste deba proceder con conocimiento de causa, se establecerán además las razones que motiven la
resolución.

33
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Estas sentencias, como las que se expiden en las causas entre partes, se copiarán en el libro respectivo
que llevará el secretario del tribunal.

Art. 822. Contra las resoluciones dictadas podrán entablarse los recursos de apelación y de casación,
según las reglas generales. Los trámites de la apelación serán los establecidos para los incidentes.

d. Clasificación de los actos judiciales no contenciosos

Las materias que comprenden los asuntos judiciales no contenciosos, están reguladas, en
general, en el Libro IV del CPC denominado “De los actos judiciales no contenciosos” (arts. 817 y
siguientes). Como se dijo, para que el juez intervenga es necesario que una ley requiera expresamente
su intervención, y lo hace en general en las siguientes materias:

i. Medidas de protección a favor de los incapaces. La ley protege a los incapaces debido a su
edad, condición jurídica o mental; así, por ejemplo, los representantes legales no son
completamente libres para disponer de los bienes inmuebles de los incapaces (enajenarlos,
gravarlos o darlos en arrendamiento por largo tiempo), pues deben pedir autorización judicial,
la que será concedida por el juez con conocimiento de causa y sólo si lo estima conveniente
para el incapaz; también necesitan autorización judicial para obligar a éstos como fiadores;
para el nombramiento de tutores y curadores; para que el incapaz comparezca en juicio, etc.

ii. Declaraciones judiciales de ciertos actos o derechos, para que produzcan consecuencias
jurídicas. La ley reconoce ciertos derechos a las personas, pero establece la obligación de
comprobar la concurrencia de ciertos requisitos, por parte de los tribunales de justicia, para
que puedan ejercerse; por ejemplo, la concesión de la posesión efectiva de la herencia testada;
la declaración provisoria de muerte presunta; la declaración de herencia yacente.

iii. Autentificación judicial de ciertos actos, como el trámite de apertura y protocolización de un


testamento cerrado; la confección de inventarios solemnes (por ejemplo, en la posesión
efectiva en que haya incapaces se debe hacer un inventario solemne); tasaciones, etc.

iv. Actos para evitar la comisión de fraudes legales, como el trámite de insinuación de
donaciones (pues para hacer donaciones de cierto valor, se debe pedir autorización al juez);
la guarda de muebles y de papeles de una sucesión, etc.

e. Criterios para distinguir la jurisdicción contenciosa de los asuntos judiciales no contenciosos

Tanto la jurisdicción contenciosa como los asuntos judiciales no contenciosos, son llevados
a cabo por los mismos órganos jurisdiccionales. Por ello es necesario distinguir ambos tipos de
jurisdicción, para lo cual han surgido diversos criterios doctrinarios, a saber:

i. Criterio romanista. Señala que la jurisdicción contenciosa se desarrolla con conocimiento de


causa, es decir, implica que el juez debe recabar la mayor cantidad posible de antecedentes;
mientras que los actos no contenciosos se desarrollan sin conocimiento de causa.

Este criterio se critica, porque en ambos casos se puede actuar con conocimiento de causa, la
diferencia está en la falta de formalidades para rendir la prueba en los asuntos no

34
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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contenciosos, pues aquí se hace mediante información sumaria (sin contradicción y sin
término probatorio).

ii. Criterio clásico. Atiende a la presencia o ausencia de un contradictor para precisar la


naturaleza procesal de un determinado acto jurisdiccional. Así, jurisdicción contenciosa es
aquella que se desenvuelve mediante un conflicto o presencia de un contradictor; y los asuntos
judiciales no contenciosos son aquellos que se desarrollan sin la presencia de estos elementos.

Se critica a esta doctrina por ser insuficiente, puesto que no explica la naturaleza procesal de
los juicios seguidos en rebeldía del demandado, o aquellos en que éste reconoce la pretensión
contraria (allanamiento); pues, estos asuntos son contenciosos y no hay conflicto.

iii. Criterio moderno. Atiende exclusivamente a la distinta finalidad de estos actos. Así, la
jurisdicción contenciosa es aquella que tiene como finalidad una relación jurídica existente o
ya formada (por ejemplo, el juicio que persigue el pago del precio de una compraventa); en
cambio, los asuntos no contenciosos son aquellos destinados a procurar o cooperar en el
nacimiento de una relación jurídica nueva (por ejemplo, la autorización para que un incapaz
celebre una compraventa de un inmueble). Por lo tanto, los actos judiciales no contenciosos
tienen una finalidad eminentemente constitutiva, mientras que los contenciosos versan sobre
relaciones jurídicas preexistentes34.

El criterio aceptado por nuestra legislación es el clásico. La mejor demostración de esto se


encuentra en el art. 817 del CPC, que señala que son actos judiciales no contenciosos aquellos que
según la ley requieren la intervención del juez y en que no se promueve contienda alguna entre partes.

f. Diferencias entre la jurisdicción contenciosa y los asuntos judiciales no contenciosos

i. En los asuntos judiciales contenciosos el juez tiene la obligación de intervenir siempre que se
requiera su actuación por las partes en forma legal y en negocios de su competencia; mientras
que en los asuntos judiciales no contenciosos, para que el tribunal pueda intervenir válidamente,
es menester que la ley haya establecido expresamente dicha intervención, y para esos
determinados actos.

ii. En los asuntos contenciosos, el conocimiento de causa se le suministra al juez por los medios de
prueba que la ley taxativamente establece; en los actos no contenciosos, en cambio, el
conocimiento de causa se le proporciona al juez mediante informaciones sumarias, esto es,
mediante pruebas de cualquier especie, rendidas sin señalamiento de término probatorio y si
notificación e intervención de contradictor.

iii. En la jurisdicción contenciosa las resoluciones que recaen en estos asuntos producen, por regla
general, acción y excepción de cosa juzgada; en cambio, las resoluciones recaídas en los asuntos
no contenciosos para ver si gozan o no de cosa juzgada, es necesario distinguir previamente entre

34
Aquí es necesario diferenciar a los actos judiciales no contenciosos de la finalidad constitutiva de la
jurisdicción contenciosa; pues, esta última se lleva a efecto porque existe un conflicto jurídico, en cambio, en
los asuntos no contenciosos no hay un conflicto, pero se recurre al juez porque es la ley la que ordena cumplir
con determinados trámites o formalidades.
35
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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resoluciones afirmativas y negativas, puesto que estas últimas no producen nunca cosa juzgada,
mientras que las primeras, en cambio, sí la producen una vez cumplidas.

iv. En los asuntos contenciosos hay dos partes identificables (demandante y demandado), con
pretensiones contrapuestas. En los asuntos no contenciosos, en cambio, no hay partes
identificables, sino que sólo está el llamado "interesado" (uno o más).

4. FACULTADES CONSERVADORAS

De acuerdo al art. 3º del COT los tribunales tienen, además, las facultades conservadoras,
disciplinarias y económicas que a cada uno de ellos se asignan en los respectivos títulos de este
Código. Como se dijo, éstas son facultades anexas a la jurisdicción, y no actividad jurisdiccional, en
cuanto no resuelven conflictos jurídicos en forma total y directa.

Ahora bien, las facultades conservadoras son aquéllas que tienen los tribunales de justicia
para velar que todos los poderes públicos actúen dentro de la órbita de sus atribuciones y, en especial,
velar porque los derechos constitucionales sean respetados35. Las manifestaciones más importantes
de esta facultad, son:

i. La acción de amparo o habeas corpus. De acuerdo al art. 21 de la CPR, es aquella acción


constitucional que se concede a toda persona detenida, presa o arrestada, con infracción a la
CPR o a la ley, o que sufra cualquier otra privación, perturbación o amenaza en su derecho a
la libertad personal y seguridad individual.

ii. La acción de protección. De acuerdo al art. 20 de la CPR, es aquella acción constitucional


que se concede a todas las personas que como consecuencia de actos u omisiones arbitrarias
o ilegales, sufren privación, perturbación o amenaza de ciertos derechos fundamentales
señalados en el art. 20 de la CPR.

Tanto la acción de amparo como la de protección, no resuelven conflictos, sino que son
producto de las facultades conservadoras de los tribunales de justicia, por ende, los procesos
que siguen ante el tribunal (CA) no son contradictorios, no hay término probatorio y, en
general, son desfomalizados.

Recurso de inaplicabilidad por inconstitucionalidad. Es aquella acción constitucional


destinada a obtener del TC que declare inaplicable en un asunto judicial concreto y
determinado que se encuentra pendiente, cualquier precepto legal que se considere
contrario a la CPR (art. 93 Nº 6 de la CPR). Son legitimados activos de esta acción, las partes
del juicio o el juez que conoce el asunto; es decir, los particulares pasan a ser eventuales
litigantes ante el TC, lo cual, antes de la reforma constitucional del año 2005, estaba vedado.

35
Se dice que la CPR vela por los derechos de las personas de manera mediata e indirecta, mientras que los
tribunales de justicia lo hacen de manera inmediata y directa.
36
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Art. 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:


6. Resolver, por la mayoría de sus miembros en ejercicio, la inaplicabilidad de un precepto legal cuya
aplicación en cualquier gestión que se siga ante un tribunal ordinario o especial, resulte contraria a la
CPR.

iii. Recurso de amparo económico. Es aquella acción que se concede a cualquier persona para
denunciar las infracciones al art. 19 Nº 21 de la CPR, esto es, el derecho a desarrollar cualquiera
actividad económica que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguridad nacional,
respetando las normas legales que la regulen (inc. I); y la actividad empresarial del Estado (inc.
II).

iv. Recurso contra privación o desconocimiento de la nacionalidad (art. 12 de la CPR).

5. FACULTADES ECONÓMICAS

Son aquellas facultades que tienen los tribunales de justicia para regular el funcionamiento
interno de los mismos, con el objeto de lograr una más pronta y mejor administración de justicia. Su
fuente legal está en el art. 3º del COT, y en el art. 82 inc. I de la CPR, que señala que la CS tiene la
superintendencia directiva, correccional y económica de todos los tribunales de la Nación. Se
exceptúan de esta norma el Tribunal Constitucional, el Tribunal Calificador de Elecciones y los
tribunales electorales regionales.

Las manifestaciones más importantes de esta facultad, son:

i. La facultad que tiene la CS, las CA y el Tribunal Calificador de Elecciones de dictar


autoacordados. Los autoacordados s son normas jurídicas dictadas por los tribunales
superiores de justicia, en el ejercicio de sus facultades económicas o por mandato de la ley,
para regular ciertas materias que no han sido suficientemente reguladas por la ley o cuya
regulación es necesaria para obtener una mejor administración de justicia. Como se puede
apreciar, los autoacordados pueden ser dictados por iniciativa propia de la CS, en virtud de
la habilitación constitucional contemplada en el art. 82 (por ejemplo, el autoacordado que
regula la acción de protección), o en virtud de un mandato legal (por ejemplo, el autoacordado
sobre la forma de dictar sentencia).

Los autoacordados pueden ser internos o externos; los primeros son aquellos que tienen por
objeto señalar los modos de actuar de los funcionarios judiciales, y se refieren a materias de
administración, son más bien instrucciones (por ejemplo, el autoacordado que regula la
tramitación del recurso de amparo, el cual se refiere a la forma de actuar del secretario de la
CA, una vez que ingresa la causa a la Corte); en cambio, los autoacordados externos, son
aquellas disposiciones que afectan no sólo a los funcionarios judiciales, sino que a terceros
ajenos al Poder Judicial, son normas de procedimiento (por ejemplo, el autoacordado sobre
tramitación del recurso de protección). Ahora bien, si se trata de un autoacordado interno, el
funcionario judicial puede reclamar de su ilegalidad mediante un recurso de gracia ante el
mismo tribunal que lo dictó; y si se trata de autoacordado externo, se puede presentar un
requerimiento al TC por la parte que resulte afectada en sus derechos fundamentales por la
aplicación del autoacordado en una gestión pendiente (art. 93 Nº 2 de la CPR).

37
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Art. 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:


2. Resolver sobre las cuestiones de constitucionalidad de los autoacordados dictados por la Corte
Suprema, las Cortes de Apelaciones y el Tribunal Calificador de Elecciones.
En el caso del número 2º, el Tribunal podrá conocer de la materia a requerimiento del Presidente de la
República, de cualquiera de las Cámaras o de diez de sus miembros. Asimismo, podrá requerir al
Tribunal toda persona que sea parte en juicio o gestión pendiente ante un tribunal ordinario o especial,
o desde la primera actuación del procedimiento penal, cuando sea afectada en el ejercicio de sus
derechos fundamentales por lo dispuesto en el respectivo autoacordado.

ii. Las circulares, que son recomendaciones de la CS o de la CA para el funcionamiento interno


de los tribunales. Por ejemplo, las circulares que instruyen la forma de sacar las fotocopias
de un expediente; las circulares que establecen las horas del tribunal de atención de público,
etc.

iii. Las instrucciones o decretos económicos, que son aquellas directrices que emanan de
cualquier tribunal para determinar la forma de su funcionamiento interno. Por ejemplo, la
instrucción de la CA de Valparaíso sobre distribución de exhortos 36.

Por último, hay que señalar que existe un recurso de reclamación consagrado en el art. 551
inc. IV del COT, por el cual se pueden impugnar las resoluciones que adoptan los tribunales en el
ejercicio de sus facultades económicas.

Art. 551 inc. IV. De las resoluciones que en el ejercicio de sus facultades económicas pronuncien los tribunales
indicados en el inc. I de este artículo (tribunales unipersonales y colegiados), sólo podrá reclamarse para ante
el superior jerárquico. La reclamación deberá interponerse dentro del plazo de tres días, ante el tribunal que
haya dictado la resolución. Este la elevará, con todos sus antecedentes, dentro de las 48 horas siguientes a su
presentación.

6. FACULTAD DISCIPLINARIA

a. Concepto

Es aquella facultad que tienen los tribunales de justicia para tomar medidas o aplicar
sanciones, con el objeto de que los debates judiciales se desenvuelvan con la debida compostura, o
que los funcionarios judiciales cumplan con las normas legales que regulan su conducta ministerial.
Como se puede apreciar, el objeto de esta facultad es conseguir el buen comportamiento de quienes
componen o integran los tribunales de justicia (jueces), de los auxiliares de la administración de
justicia, de los empleados subalternos dependientes de ambos, de los interesados y de las partes, y de
todas las personas que, encontrándose en la sala del despacho del juez, cometieren una falta o abuso.

El buen comportamiento se traduce en ejercer adecuadamente los derechos, cumplir con los
deberes y abstenerse de incurrir en las prohibiciones que la ley establece; en otras palabras, que todos

36
El profesor FORTTES hace presente, también, que existe un organismo administrativo llamado Corporación
Administrativa del Poder Judicial, dependiente de la CS (con domicilio en Santiago) cuyo objeto es administrar
los recursos humanos, financieros, tecnológicos y los materiales destinados al funcionamiento de la CS, de las
CA y de los Juzgados de Letras, de Familia, del Trabajo y de Cobranza Laboral y Previsional. Le corresponde,
por ejemplo, la elaboración de los presupuestos y la administración de dichos tribunales, la inversión y control
de los fondos que la ley de presupuestos asigna al Poder Judicial, etc.
38
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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los funcionarios y personas que intervienen en la actividad jurisdiccional cumplan debidamente sus
funciones.

Esta facultad encuentra su fuente en los arts. 3º del COT y 82 de la CPR; y en el Título XVI
del COT denominado “De la jurisdicción disciplinaria y de la inspección y vigilancia de los servicios
judiciales”.

b. Titulares

En general, diversos tribunales pueden ejercer las facultades disciplinarias, a saber:

i. La jurisdicción disciplinaria reside, principalmente, en la CS, quien la ejerce sobre todos los
tribunales del país (ordinarios o especiales). En este sentido el art. 82 de la CPR señala que la
CS tiene la superintendencia (suprema administración) correccional sobre todos los tribunales
de la Nación.

Art. 82. La Corte Suprema tiene la superintendencia directiva, correccional y económica de todos los
tribunales de la Nación. Se exceptúan de esta norma el Tribunal Constitucional, el Tribunal Calificador
de Elecciones y los Tribunales Electorales Regionales.
Los tribunales superiores de justicia, en uso de sus facultades disciplinarias, sólo podrán invalidar
resoluciones jurisdiccionales en los casos y forma que establezca la ley orgánica constitucional respectiva.

ii. Las CA tienen la superintendencia disciplinaria sobre sus miembros, los tribunales de justicia
que funcionan dentro de su territorio jurisdiccional, y los auxiliares de la administración de
justicia (arts. 535 y 539 del COT).

Art. 535. Corresponde a las Cortes de Apelaciones mantener la disciplina judicial en todo el territorio de
su respectiva jurisdicción, velando inmediatamente la conducta ministerial de sus miembros y la de los
jueces subalternos y haciéndoles cumplir todos los deberes que las leyes les imponen.
La misma facultad corresponderá a las Cortes de Apelaciones respecto de los juzgados especiales de
menores (hoy Juzgados de Familia).
Es aplicable lo dispuesto en el art. 537 (sanciones disciplinarias) a las faltas o abusos que los ministros de
las Cortes de Apelaciones cometan en el ejercicio de sus funciones.

Art. 539. Las Cortes de Apelaciones vigilarán la conducta funcionaria de sus respectivos fiscales
judiciales, y podrán corregirlos disciplinariamente en la forma establecida en el art. 537.
La conducta ministerial de los relatores, secretarios, notarios, conservadores, archiveros, procuradores,
receptores y empleados de secretaría se halla bajo la vigilancia de las CA, quienes podrán imponer a dichos
funcionarios, procediendo de plano, las penas correccionales que se especifican en los arts. 537 y 542
(sanciones disciplinarias), y a más la de suspensión hasta por sesenta días de sus respectivos empleos u
oficios, siempre que la prudencia y la necesidad de mantener la disciplina así lo exigieren.

iii. Los Juzgados de Letras, dentro de su territorio jurisdiccional, también ejercen facultades
disciplinarias sobre todas las personas que ejerzan funciones concernientes a la administración
de justicia que están sujetas a su autoridad (art. 532 del COT). No obstante, hay dos auxiliares
de la administración de justicia que escapan a la jurisdicción disciplinaria del juez de letras,
cuales son: los notarios, ya que respecto de ellos esta labor le corresponde a las CA, pero si éstas
notaren la comisión de una falta o abuso, pueden sancionarlo disciplinariamente ellas mismas, o
bien, delegar esta función en el juez de letras respectivo cuando la notaría no se halle en el mismo
39
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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lugar de asiento de la Corte; y los Defensores Públicos, ya que esta labor le corresponde
a la CA respectiva.

Art. 532. A los jueces de letras corresponde inmediatamente mantener la disciplina judicial en toda la
extensión del territorio sujeto a su autoridad, haciendo observar las leyes relativas a la administración de
justicia, y los deberes de los empleados de secretaría y demás personas que ejercen funciones
concernientes a ella.
En consecuencia, deberán vigilar la conducta ministerial de todas las personas que ejercen funciones
concernientes a la administración de justicia y que se hallan sujetas a su autoridad.

iv. En el caso de los Juzgados de Garantía y de los Tribunales Oral en lo Penal, las facultades
disciplinarias sobre los jefes de unidades y personal de estos tribunales serán ejercidas por el
administrador del tribunal.

v. El Presidente de la República también cuenta con facultades disciplinarias, pues de acuerdo al


art. 32 Nº 13 de la CPR, son atribuciones especiales del Presidente de la República: velar por la
conducta ministerial de los jueces y demás empleados del Poder Judicial y requerir, con tal
objeto, a la Corte Suprema para que, si procede, declare su mal comportamiento, o al Ministerio
Público, para que reclame medidas disciplinarias del tribunal competente, o para que, si hubiere
mérito bastante, entable la correspondiente acusación.

vi. También tiene facultades disciplinarias el Congreso Nacional, quien conociendo de una
acusación constitucional entablada en contra de los miembros de los Tribunales Superiores de
justicia por notable abandono de sus deberes, puede declarar que no tienen el buen
comportamiento exigido por la CPR y las leyes, y acordar, por consiguiente, su remoción.

c. Mecanismos legales para el ejercicio de las facultades disciplinarias

Las facultades disciplinarias pueden proceder de oficio o petición de parte. Proceden de oficio
cuando el tribunal, de propia iniciativa, conociendo de un proceso o de otros antecedentes (por
ejemplo, en una visita a un determinado oficio judicial), observa que un funcionario, parte o
interesado, ha incurrido en alguna falta o abuso que debe ser sancionada disciplinariamente; y opera
a petición de parte, cuando el propio interesado solicita al tribunal la aplicación de una medida
disciplinaria (ya sea por la vía de la queja disciplinaria o mediante el recurso de queja), por estimar
que ha sido víctima de una falta o abuso por parte de un determinado funcionario judicial.

En concreto, los mecanismos legales para el ejercicio de las facultades disciplinarias que
pueden ejercer los tribunales de justicia, son los siguientes:

i. Queja disciplinaria o queja propiamente tal. Es aquel medio que busca corregir las faltas o
abusos de jueces o funcionarios judiciales cometidos en el ejercicio de sus funciones, siempre
que no sea la dictación de una resolución judicial. Por falta o abuso se debe entender cualquier
irregularidad en la conducta ministerial de un funcionario que no sea la dictación de una
resolución judicial; por ejemplo, cuando un juez falte de palabra, por escrito o de obra, a una
parte del litigio.

40
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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ii. Recurso de queja (art. 545 del COT). Es un medio para impugnar resoluciones judiciales
dictadas con falta o abuso grave. Se le llama "recurso" porque su objeto es invalidar o dejar
sin efecto una determinada resolución judicial (sentencias interlocutorias y definitivas); debe
fundarse en la falta o abuso (irregularidad) cometido en el pronunciamiento de dicha
resolución, a diferencia de los recursos procesales, que se basan en los errores de forma o de
fondo que aquélla puede contener.

Art. 545. El recurso de queja tiene por exclusiva finalidad corregir las faltas o abusos graves cometidos
en la dictación de resoluciones de carácter jurisdiccional. Sólo procederá cuando la falta o abuso se
cometa en una sentencia interlocutoria que ponga fin al juicio o haga imposible su continuación, o
definitiva, y que no sean susceptibles de recurso alguno, ordinario o extraordinario, sin perjuicio de la
atribución de la Corte Suprema para actuar de oficio en ejercicio de sus facultades disciplinarias. Se
exceptúan las sentencias definitivas de primera o única instancia dictadas por árbitros arbitradores, en
cuyo caso procederá el recurso de queja, además del recurso de casación en la forma.
El fallo que acoge el recurso de queja contendrá las consideraciones precisas que demuestren la falta
o abuso así como los errores u omisiones manifiestos y graves que los constituyan y que existan en la
resolución que motiva el recurso, y determinará las medidas conducentes a remediar tal falta o abuso.
En ningún caso podrá modificar, enmendar o invalidar resoluciones judiciales respecto de las cuales
la ley contempla recursos jurisdiccionales ordinarios o extraordinarios, salvo que se trate de un recurso
de queja interpuesto contra sentencia definitiva de primera o única instancia dictada por árbitros
arbitradores.
En caso que un tribunal superior de justicia, haciendo uso de sus facultades disciplinarias, invalide una
resolución jurisdiccional, deberá aplicar la o las medidas disciplinarias que estime pertinentes. En tal
caso, la sala dispondrá que se dé cuenta al tribunal pleno de los antecedentes para los efectos de aplicar
las medidas disciplinarias que procedan, atendida la naturaleza de las faltas o abusos, la que no podrá
ser inferior a amonestación privada.

La diferencia entre la queja disciplinaria y el recurso de queja, es que en la primera se insta


para que se apliquen medidas disciplinarias, en cambio, en el recurso de queja se ataca una
resolución judicial y, consecuencialmente, el tribunal superior podrá adoptar una medida
disciplinaria. Ahora bien, hay que tener claro que las medidas disciplinarias se aplican por
faltas o abusos cometidos por un funcionario judicial, no constitutivos de crimen o simple
delito; pues los delitos o simples delitos cometidos por los funcionarios judiciales en el
ejercicio de su cargo dan origen a responsabilidad penal, lo cual es objeto de jurisdicción
contenciosa37.

iii. Clasificación (arts. 270 y siguientes del COT). La calificación es una evaluación anual de
todos los funcionarios judiciales, salvo los Ministros y Fiscales Judiciales de la CS, en una
escala de uno a siete, lo cual determina su inclusión en una determinada lista (sobresaliente,
buena, satisfactoria, regular, condicional, deficiente).

Art. 273. Los funcionarios del Escalafón Primario, con la sola excepción de los ministros y fiscal
judicial de la CS, los funcionarios del Escalafón Secundario y los empleados del Poder Judicial serán
calificados anualmente atendiendo a la conducta funcionaria y desempeño observados en ese período,
en la forma en que se dispone en los artículos siguientes.

37
El recurso de queja y la queja disciplinaria se analizarán en el Capítulo XI de estos apuntes, a propósito de
los recursos procesales.
41
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El período de calificación comprenderá doce meses de desempeño funcionario y se extenderá desde el


1° de noviembre al 31 de octubre del año siguiente. El proceso de calificaciones deberá iniciarse el 1°
de noviembre y quedará terminado, a más tardar, el 31 de enero de cada año.
La evaluación se hará por quienes se indica a continuación:
a) La CS, en pleno, calificará a los ministros de CA, a los relatores y procuradores del número que
se desempeñen en dicho tribunal, a su secretario, prosecretario y empleados;
b) Las CA, en pleno, calificarán a los jueces de letras, a sus secretarios, relatores y empleados, y a
los secretarios de juzgados y funcionarios auxiliares de la Administración de Justicia que ejerzan
sus funciones en el territorio jurisdiccional de juzgados de ciudad asiento de CA. También
calificarán a los demás notarios que ejerzan funciones en el territorio de su jurisdicción, previo
informe del juez o de los jueces en cuyo territorio jurisdiccional se desempeñen;
c) El Fiscal Judicial de la CS calificará a su secretario abogado, a los empleados de su oficio y a los
fiscales de las CA;
d) Los fiscales judiciales de las CA calificarán a los empleados de su oficio;
e) Los jueces letrados calificarán a los miembros del consejo técnico y empleados y a los
funcionarios auxiliares de la Administración de Justicia no comprendidos en las letras anteriores
que se desempeñen dentro de sus respectivos territorios jurisdiccionales. En este último caso, en
los lugares en que existan dos jueces de letras, la calificación la hará el más antiguo, y en aquellos
en que existan más de dos se constituirán todos en comisión calificadora. Si fueren más de cinco,
la comisión estará constituida por los cinco jueces de mayor antigüedad, y
f) El Presidente de la CA respectiva calificará a los administradores de tribunales de la jurisdicción,
teniendo a la vista informes que deberán emitir por separado el Comité de Jueces correspondiente
y la Corporación Administrativa del Poder Judicial. Actuará como secretario de estas comisiones,
el secretario del tribunal donde se desempeñe su presidente o en su defecto, el secretario más
antiguo de cualquiera de los tribunales cuyos jueces integren la comisión, y si hubiere dos o más
secretarios, el que éste designe. Si la calificación corresponde hacerla a una sola persona, ésta
designará, en el mes de octubre de cada año, un secretario entre sus subordinados o auxiliares de
la Administración de Justicia de su territorio jurisdiccional.

Art. 276. Las calificaciones se efectuarán por los órganos calificadores indicados en el art. 273,
en un procedimiento reservado, dentro de los quince primeros días del mes de diciembre de cada
año, fuera del horario de funcionamiento ordinario de los tribunales.
Todas las personas sujetas a evaluación deberán ser calificadas en esa oportunidad, con los
antecedentes que a esa fecha existan sobre ellas.
La calificación deberá ser puesta, privadamente, en conocimiento del respectivo evaluado, tan
pronto como finalice el proceso, entregándole copia de la parte que le concierna del libro de acta
a que se refiere la letra c) del art. 274, sea personalmente o remitiéndole ésta por carta certificada
al tribunal donde preste sus servicios.
Las calificaciones que realice la CS en única instancia solo serán susceptibles del recurso de
reposición, el que deberá ser fundado. Las demás calificaciones sólo podrán ser objeto del recurso
de apelación, igualmente fundado, señalando claramente los hechos que a juicio del apelante
deben ser considerados para mejorar la calificación. Las calificaciones a que se refiere la letra f)
del art. 273 serán apelables ante el pleno de la Corte de Apelaciones respectiva.
Estos recursos deberán interponerse en el plazo fatal de cinco días hábiles contados desde la fecha
de notificación de la calificación de la que se pide reposición o se apela. Si la notificación se
hubiese hecho por carta certificada, se entenderá efectuada transcurridos que sean tres días hábiles
desde la fecha de entrega de la carta al Servicio de Correos. Los recursos, dirigidos al órgano
calificador que deba conocer de ellos, se presentarán directamente ante el que haya efectuado la
evaluación, cuyo secretario deberá remitirlos, dentro de 48 horas, al que deba conocerlos.

42
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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iv. Aplicación de sanciones disciplinarias (vía represiva más directa). Detectada una falta
cometida por un juez, un funcionario judicial, o una parte en un proceso, tendrá lugar una
sanción administrativa, las cuales van desde la amonestación verbal, al arresto (arts. 530 y
542 del COT). Por ejemplo, los jueces pueden aplicar sanciones a los abogados litigantes y
comparecientes, cuando no guarden la debida compostura en la sala, o cuando falten el
respeto de los jueces en sus escritos.

Art. 530. Los jueces de letras están autorizados para reprimir o castigar los abusos que se cometieren
dentro de la sala de su despacho y mientras ejercen sus funciones de tales, con alguno de los medios
siguientes:
1. Amonestación verbal e inmediata;
2. Multa que no exceda de cuatro unidades tributarias mensuales, y
3. Arresto que no exceda de cuatro días.
Deberán emplear estos medios en el orden expresado y sólo podrán hacer uso del último en caso de
ineficacia o insuficiencia de los primeros.

Art. 542. Para la represión y castigo de las faltas que se cometieren ante la CS y ante las CA, mientras
ejercen sus funciones, estos tribunales podrán emplear alguno de los medios siguientes:
1. Amonestación privada;
2. Censura por escrito;
3. Multa de 1 a 15 días de sueldo o multa no inferior a dos ni superior a diez unidades tributarias
mensuales,
4. Arresto que no exceda de ocho días. Este arresto será siempre conmutable en multa, en proporción
de media unidad tributaria mensual por cada día.
Estos tribunales tendrán, también, las facultades que el art. 531 otorga a los jueces de letras, para la
represión o castigo de las faltas de respeto que se cometieren en los escritos que se les presentaren.

Por último, hay que tener presente el art. 80 incs. III y IV de la CPR, que permite a la CS
remover a los jueces o decretar su traslado.

Art. 80 inc. III. En todo caso, la CS por requerimiento del PDR, a solicitud de parte interesada, o de
oficio, podrá declarar que los jueces no han tenido buen comportamiento y, previo informe del
inculpado y de la CA respectiva, en su caso, acordar su remoción por la mayoría del total de sus
componentes. Estos acuerdos se comunicarán al PDR para su cumplimiento.
La CS, en pleno especialmente convocado al efecto y por la mayoría absoluta de sus miembros en
ejercicio, podrá autorizar u ordenar, fundadamente, el traslado de los jueces y demás funcionarios y
empleados del Poder Judicial a otro cargo de igual categoría.

v. Visitas (medidas preventivas). Las visitas son inspecciones que se practican por los
funcionarios judiciales que indica la ley, a los Tribunales, a los oficios de los auxiliares de la
administración de justicia, a los empleados subalternos de ambos, y a las cárceles y demás
lugares de detención, con el objeto de velar por la disciplina judicial, y en el caso de las
cárceles, para tomar conocimiento del estado de seguridad, orden e higiene, de si los internos
cumplen sus condenas, o para oír sus reclamaciones. Estas visitas se clasifican en ordinarias
y extraordinarias, según si se practican en las fechas señaladas por la ley, o bien, en los casos
en que los visitadores estimen conveniente hacerlas 38.

38
Las CA deben realizar una v i s i t a o r d i n a r i a con el objeto de fiscalizar a sus subalternos, designando
para ello anualmente a uno o más de sus Ministros para que, durante el respectivo año calendario, actúen como
43
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vi. Remisión de estados (medida preventiva). Cada dos meses, cada tribunal debe enviar a su
superior jerárquico, un listado que contenga todas las causas que se están conociendo en ese
tribunal, indicando su estado de tramitación. Con esto se busca fiscalizar que los jueces
cumplan los plazos que la ley dispone.

7. JURISDICCIÓN ORDINARIA, ESPECIAL Y ARBITRAL

Como se ha dicho en párrafos anteriores, la jurisdicción es unitaria, es decir, es una sola, y


como tal, no admite clasificaciones, ni divisiones. Sin embargo, la doctrina distingue entre una
jurisdicción ordinaria, especial y arbitral, en base a dos posibles criterios, a saber:

Según CASARINO, atendiendo a la materia que conocen los tribunales, se distingue entre:
jurisdicción ordinaria y jurisdicción especial. La jurisdicción ordinaria, es aquella que tiene la
característica de ser general y atrayente (o residual); general por cuanto se refiere a las materias que
afectan a la generalidad o común de las personas (civiles y penales); y atrayente, ya que todo asunto
que no esté entregado al conocimiento de otra jurisdicción, debe ser conocido por los tribunales
ordinarios.

En contraposición, estaría la jurisdicción especial que es aquella facultad que está entregada
a los tribunales de justicia de intervenir en el conocimiento y fallo de todas aquellas causas que leyes
especiales han entregado expresamente a su conocimiento, es decir, esta jurisdicción aparece como
especial y excluyente; especial, en cuanto a las personas (fuero personal, por ejemplo, los militares
se someten a los tribunales militares, los trabajadores se someten al juzgado del trabajo) o a la materia
(fuero real, por ejemplo, la materia de familia se somete al juez de familia), y excluyente, porque sólo
conocen aquellas causan que la ley expresamente ha entregado su conocimiento39.

Sin embargo, aquí surge un problema con los tribunales arbitrales, pues atendiendo a este
criterio, ellos tendrían jurisdicción ordinaria (por ejemplo, en el conocimiento de materias civiles) o
especial (por ejemplo, al conocer materias comerciales).

Ministros visitadores en los Juzgados de Letras y en los oficios de los notarios, conservadores y archiveros que
se les asignen (el nombre del Ministro está anotado en un cartel en los Juzgados de Letras, en las notarías, etc.).
Si al efectuar esta visita el Ministro encargado comprueba la existencia de faltas o delitos cometidos por el
funcionario visitado, podrá adoptar las medidas urgentes que fueren necesarias, dando cuenta de ellas a la Corte
respectiva dentro de las 24 horas siguientes. Las visitas extraordinarias son aquellas que decretan los tribunales
superiores de justicia por medio de alguno de sus ministros, para inspeccionar los juzgados de su respectiva
jurisdicción, siempre que el mejor servicio judicial lo exigiere; eso sí, las Cortes deberán expresar en cada caso
en que se decreten visitas extraordinarias, el objeto de ésta y su duración. En la práctica la mayor razón de su
procedencia se explica por una situación de alarma pública, lo cual implica que tanto la CS como la CA puede
realizarlas de oficio, aunque también pueden tener lugar a petición de parte. Las visitas extraordinarias
constituyen una excepción al principio de la radicación, por cuanto implica la facultad de un ministro en visita,
ya no para vigilar una conducta ministerial, sino para avocarse en una causa radicada ante otro tribunal o para
avanzar en ella por notable retardo en el despacho de causas.
39
En este sentido, CASARINO afirma que los asuntos contenciosos administrativos, es decir, los procesos
jurisdiccionales que se siguen en contra de la Administración, quedarían comprendidos en la jurisdicción
especial, esto en razón de la materia y de las personas que intervienen (los particulares y el Estado).
44
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Por lo anterior, surge otro criterio que atiende al sujeto que ejerce la jurisdicción (criterio
subjetivo); así, la jurisdicción ordinaria es aquella que está entregada a los tribunales ordinarios de
justicia (art. 5º inc. II del COT), es decir, aquellos tribunales que están contemplados, organizados y
regulados en el COT, y están estructurados en una relación de jerarquía (pirámide judicial). Mientras
que la jurisdicción especial, es aquella que está entregada a los tribunales especiales que forman
parte del Poder Judicial (art. 5º inc. III del COT), y a los tribunales especiales que no forman parte
del Poder Judicial (art. 5º inc. IV del COT). Y por último, también está la llamada jurisdicción
arbitral, que es aquella ejercida por jueces árbitros, es decir, aquellos jueces nombrados por las
partes, por la autoridad judicial, por el testador, o por la ley, para la solución de un asunto litigioso
(art. 5º inc. final).

Art. 5. A los tribunales mencionados en este artículo corresponderá el conocimiento de todos los asuntos
judiciales que se promuevan dentro del territorio de la República, cualquiera que sea su naturaleza o la calidad
de las personas que en ellos intervengan, sin perjuicio de las excepciones que establezcan la Constitución y las
leyes.
Integran el Poder Judicial, como tribunales ordinarios de justicia, la Corte Suprema, las Cortes de Apelaciones,
los Presidentes y Ministros de Corte, los Tribunales de Juicio Oral en lo Penal, los Juzgados de Letras y los
Juzgados de Garantía.
Forman parte del Poder Judicial, como tribunales especiales, los Juzgados de Familia, los Juzgados de Letras
del Trabajo, los Juzgados de Cobranza Laboral y Previsional y los Tribunales Militares en tiempo de paz, los
cuales se regirán en su organización y atribuciones por las disposiciones orgánicas constitucionales contenidas
en la ley Nº 19.968, en el Código del Trabajo, y en el Código de Justicia Militar y sus leyes complementarias,
respectivamente, rigiendo para ellos las disposiciones de este Código sólo cuando los cuerpos legales citados
se remitan en forma expresa a él.
Los demás tribunales especiales se regirán por las leyes que los establecen y reglamentan, sin perjuicio de
quedar sujetos a las disposiciones generales de este Código.
Los jueces árbitros se regirán por el Título IX de este Código.

Por lo tanto, de acuerdo a este criterio que atiende a la naturaleza del órgano jurisdiccional (y
no la materia que conocen), los tribunales ordinarios, especiales y arbitrales ejercen la misma y única
jurisdicción, pues como se ha dicho reiteradamente, la jurisdicción es una sola y no admite
clasificaciones, y las distinciones que incorrecta y normalmente se hacen de ella, corresponden más
bien a clasificaciones de su límite que es la competencia; y en este sentido se habla de jurisdicción
civil y penal (ordinaria), laboral, de familia, militar, contenciosa administrativa, etc. (especial)40.

40
De acuerdo a este criterio, la doctrina distingue entre asuntos contenciosos administrativos generales, es decir,
aquellos que no tienen una regulación especial, y por ende, quedan comprendidos en la jurisdicción comun de
los Jueces de Letras (tribunales ordinarios), como la acción de nulidad de Derecho público y la acción de
responsabilidad patrimonial del Estado (jurisdicción ordinaria); y también existirían asuntos contenciosos
especiales, es decir, aquellos que tienen una regulación especial, y en cuya tramitación pueden intervenir
tribunales ordinarios (por ejemplo, el reclamo de ilegalidad regional o municipal lo conoce la CA) o especiales
(juicio de cuentas que conoce la CGR).
45
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D. EQUIVALENTES JURISDICCIONALES

1. CONCEPTO

La jurisdicción no es el único medio para satisfacer pretensiones procesales, pues existen otras
formas o alternativas de solución de conflictos que no son jurisdiccionales, a saber: los llamados
equivalentes jurisdiccionales.

Los equivalentes jurisdiccionales son los medios que permiten solucionar conflictos de
relevancia jurídica, sin constituir propiamente jurisdicción; también se definen como aquellos medios
diversos de la jurisdicción aptos para la legítima solución de un conflicto. Se caracterizan por permitir
a las partes resolver un litigio sin necesidad de ocurrir a la autoridad judicial o, estando dentro de un
proceso, sin requerir el pronunciamiento de un fallo; reduciendo o evitando,así, los costos propios de
un juicio y, especialmente, obteniendo una solución capaz de satisfacer a todas la partes
involucradas41.

Los equivalentes jurisdiccionales suponen habitualmente un acuerdo directo de las partes, en


ocasiones con intervención judicial, que gira en torno a un interés privado o un bien jurídico
disponible; es por ello que, generalmente, están prohibidos cuando en el asunto controvertido está
comprometido el interés público.

2. CLASIFICACIONES

Bajo la rúbrica de “equivalentes jurisdiccionales”, se comprenden instituciones de variada


índole, aunque todas ellas son coincidentes en su función y finalidad, cual es, poner término a un
conflicto. Estos medios pertenecen a un mismo género y tienen el mismo objeto, pero no una idéntica
naturaleza jurídica; es por ello que se pueden clasificar atendiendo a tres criterios:

i. Según el momento en que se realizan, pueden haber equivalentes jurisdiccionales pre-


procesales o anteriores al proceso, es decir, antes de que se inicie el litigio; y equivalentes de
carácter procesal, es decir, una vez iniciado el litigio.
ii. Atendiendo a si tienen lugar dentro del proceso o no, los equivalentes pueden ser
extraprocesales o extrajudiciales (si tienen lugar fuera de un proceso) o intraprocesales (si se
producen dentro de un proceso).
iii. Atendiendo a la obligatoriedad para llevarlos a cabo, se distingue entre equivalentes
necesarios o voluntarios.

3. EQUIVALENTES JURISDICCIONALES EN PARTICULAR

3.1. TRANSACCIÓN

De acuerdo al art. 2446 inc. I del CC, la transacción es un contrato en que las partes terminan
extrajudicialmente un litigio pendiente o precaven un litigio eventual, haciéndose concesiones

41
Los equivalentes jurisdiccionales se deben relacionar con la autocomposición, es decir, aquella forma de
solución de conflictos que proviene del acuerdo de las partes o de la declaración unilateral de voluntad de una
de ellas. Pues en ambos casos, el conflicto no va a ser resuelto por un órgano jurisdiccional.
46
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recíprocas. Esta última frase la agrega la doctrina, la cual tiene mucha importancia, ya que en la
transacción siempre debe haber concesiones mutuas, por ejemplo, una persona da una suma de dinero
a cambio de que en otro juicio se desista el actor42.

Ahora bien, la calidad de equivalente jurisdiccional de la transacción resulta del art. 2460 del
CC, que dice que la transacción produce el efecto de cosa juzgada en última instancia. Aquí hay que
tener presente que, si bien, la transacción produce siempre cosa juzgada, ella no necesariamente tiene
tiene mérito ejecutivo, pues sólo lo tendrá cuando conste en un escritura pública (por eso que en la
práctica asume dicha forma); por lo tanto, si no consta en una escritura pública y una de las partes no
cumple con su concesión recíproca, se debe iniciar un juicio declarativo.

En definitiva, la transacción es un equivalente jurisdiccional que presenta las siguientes


características: es extrajudicial ya que no tiene lugar dentro del proceso; puede ser pre-procesal,
cuando precave un eventual litigio, o procesal, cuando pone término a un litigio pendiente; y es
voluntaria, pues procede por iniciativa de los contratantes43.

3.2. AVENIMIENTO

El avenimiento es un acuerdo directo de las partes que pone término un juicio, sin la
intervención directa de un juez. También se define como un acuerdo logrado directamente por las
partes al interior de un proceso, y en virtud del cual ponen término a éste.

En Chile esta figura no está regulada orgánicamente; la única disposición al respecto, es el


art. 434 Nº 3 del CPC, la cual, a propósito de los títulos ejecutivos, esto es, aquellos documentos a
los cuales la ley reconoce el mérito de demostrar fehacientemente la existencia de una obligación y
permitir solicitar su cumplimiento coactivo, señala que el acta de avenimiento pasada ante el tribunal
competente y autorizada por un ministro de fe o dos testigos, tiene mérito ejecutivo.

Art. 434. El juicio ejecutivo tiene lugar en las obligaciones de dar cuando para reclamar su cumplimiento se
hace valer alguno de los siguientes títulos:
3. Acta de avenimiento pasada ante tribunal competente y autorizada por un ministro de fe o por dos testigos
de actuación.

A partir de este artículo, autores como Juan COLOMBO estiman que para que el acta de
avenimiento tenga el carácter de título ejecutivo, debe estar autorizada (“pasada”) por el tribunal

42
En el sistema del CC se entiende haber un litigio pendiente desde que la demanda ha sido legalmente
notificada (se traba la litis). Así lo confirman los arts. 1551 Nº 1 (el deudor está en mora: cuando no ha cumplido
la obligación dentro del término estipulado, salvo que la ley en casos especiales exija que se requiera al deudor
para constituirle en mora), 2455 (es nula asimismo la transacción, si, al tiempo de celebrarse, estuviere ya
terminado el litigio por sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada) y 2503 Nº 1 (interrupción civil es todo
recurso judicial intentado por el que se pretende verdadero dueño de la cosa, contra el poseedor. Sólo el que ha
intentado este recurso podrá alegar la interrupción; y ni aun él en los casos siguientes: si la notificación de la
demanda no ha sido hecha en forma legal).
43
La transacción solo tiene cabida tratándose de relaciones jurídicas disponibles, esto porque el art. 2450 del
CC señala que no se puede transigir sobre el estado civil de las personas, y el art. 2451 del mismo Código
agrega que la transacción sobre alimentos futuros de las personas o quienes se deban por ley, no valdrá sin
aprobación judicial; ni podrá el juez aprobarla, si en ella se contraviene a lo dispuesto en los artículos 334 y
335.
47
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competente; entonces, se dice que para que el avenimiento sea equivalente jurisdiccional, debe estar
autorizado por el tribunal. Sin embargo, el profesor ALFARO señala que el juez no es que apruebe
el avenimiento, sino que tiene que “tenerlo presente”, y una vez autorizado por un ministro de fe o
por dos testigos, tiene el carácter de título ejecutivo; es decir, el juez no tiene una injerencia directa
en su generación.

En la práctica, el avenimiento se hace por un escrito redactado y firmado por los abogados
de las partes; luego el juez lo tiene presente (no lo aprueba) y el secretario del tribunal (u otro ministro
de fe o dos testigos) autorizan las firmas y el hecho de que el juez lo tuvo presente, es decir, que se
cumplieron los requisitos del art. 434 Nº 3 del CPC. Cumplido estos requisitos, el avenimiento
produce el efecto de cosa juzgada, por tanto, aquellas obligaciones a que dio lugar podrán ser
ejecutadas (acción de cosa juzgada); pues, a diferencia de la transacción, el avenimiento siempre tiene
mérito ejecutivo. En cuanto a la excepción de cosa juzgada, no hay una norma que indique si el
avenimiento la produce o no, pero según el profesor FORTTES, para la doctrina y la jurisprudencia
sí la produce.

En definitiva, el avenimiento es un equivalente jurisdiccional de carácter procesal, pues


supone siempre la existencia de un juicio pendiente; es intraprocesal, ya que el acuerdo de las partes
(autocomposición) se produce dentro del proceso sin intervención directa del juez; y es voluntario,
pues puede ser celebrado a iniciativa de cualquiera (a petición de parte).

3.3. CONCILIACIÓN

La conciliación es un acto por el cual las partes ponen fin a un proceso total o parcialmente,
a partir de las bases de arreglo propuestas por el juez. Según CASARINO, es una manera de poner
término a los juicios civiles, salvo las excepciones legales, mediante el acuerdo directo de las partes,
producido en razón de proposiciones de base de arreglo formuladas por el tribunal44.

La conciliación, ante todo, es un trámite obligatorio en prácticamente la generalidad de los


juicios (se debe cumplir bajo sanción de nulidad del proceso) y tiene lugar una vez agotada la fase de
discusión y antes de entrar al periodo probatorio. Específicamente, consiste en una audiencia a la que
deben asistir las partes personalmente o representadas, y en la que el juez de la causa propone bases
de arreglo para solucionar ese litigio pendiente. Por tanto, se diferencia del avenimiento, ya que el
juez tiene una intervención directa45.

Por otro lado, la conciliación es un acto jurídico netamente procesal, pues se realiza dentro
de un proceso (intraprocesal) y está destinado a producir efectos en él, es decir, terminar un litigio

44
La conciliación es un medio alternativo de solución de conflicto, al igual que la mediación, por ello es
importante distinguir estas dos figuras. La medicación es un procedimiento en el cual dos partes de un conflicto
se reúnen con un tercero, ajeno e imparcial, que facilita la comunicación entre aquellas para que puedan
delimitar el conflicto y encontrar su solución; por tanto, aquí, a diferencia de la conciliación, el mediador no
hace propuestas de arreglo; y además, generalmente, no es un trámite o fase procesal, como la conciliación (así,
por ejemplo, en la Ley de Matrimonio Civil es una posibilidad).
45
Por ley el juez tiene una participación activa, sin embargo, en la práctica esto no ocurre, pues a veces el juez
ni siquiera está presente, sino que un actuario. Cabe decir que algunos confunden la conciliación con el
avenimiento (incluso la ley habla de avenimiento), sin embargo, la conciliación ante todo es un trámite procesal
esencial en el juicio ordinario, y no un acuerdo (sólo si se aceptan las bases se levanta un acta de conciliación).
48
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pendiente (procesal). En caso de ser fructífero, se levanta un acta de conciliación que consignará las
bases específicas del arreglo, la cual suscribirán las partes que lo deseen, el secretario y el juez, y se
estimará como sentencia ejecutoriada o firme para todo los efectos legales (arts. 267 y 434 Nº 1 del
CPC), es decir, tendrá mérito ejecutivo, y producirá acción y excepción de cosa juzgada. De ahí su
carácter de equivalente jurisdiccional46.

Art. 267. De la conciliación total o parcial se levantará acta, que consignará sólo las especificaciones del arreglo;
la cual subscribirán el juez, las partes que lo deseen y el secretario, y se estimará como sentencia ejecutoriada
para todos los efectos legales.

Art. 434. El juicio ejecutivo tiene lugar en las obligaciones de dar cuando para reclamar su cumplimiento se
hace valer alguno de los siguientes títulos:
1. Sentencia firme, bien sea definitiva o interlocutoria.

3.4. SENTENCIA EXTRANJERA


Como se analizó anteriormente, la jurisdicción es una manifestación de la soberanía, por lo
tanto, tiene límites territoriales. A su vez, los tribunales de otro país no tienen jurisdicción en Chile,
pero a pesar de ello, una sentencia extranjera, esto es, un fallo dictado en un proceso tramitado y
resuelto por un juez de otro Estado que haya ejercido su potestad jurisdiccional, en determinados
casos puede constituir un equivalente jurisdiccional. Esto acontece cuando son homologadas (o
“nacionalizadas”) las dichas sentencias por los tribunales chilenos, a través de un trámite llamado
exequátur.
Por lo tanto, la sentencia extranjera sería un equivalente jurisdiccional, porque no emana de
la jurisdicción nacional, siempre y cuando sea homologada en Chile a través de un procedimiento
especial llamado exequátur, el cual es un trámite que se efectúa ante la CS, que tiene por objeto
verificar si el fallo extranjero cumple con los requisitos que autorizan su cumplimiento en Chile (arts.
242, 243, 244 y 245 del CPC); si cumple con los requisitos, la CS debe dictar una sentencia que
autorice la ejecución del fallo extranjero en el territorio nacional, pudiendo exigirse su cumplimiento
al tribunal a quien habría correspondido conocer del negocio en primera o única instancia, si el juicio
se hubiera promovido en Chile (art. 251 del CPC y art. 13 del CPP).
Art. 242. Las resoluciones pronunciadas en país extranjero tendrán en Chile la fuerza que les concedan los
tratados respectivos; y para su ejecución se seguirán los procedimientos que establezca la ley chilena, en cuanto
no aparezcan modificados por dichos tratados.

Art. 243. Si no existen tratados relativos a esta materia con la nación de que procedan las resoluciones, se les
dará la misma fuerza que en ella se dé a los fallos pronunciados en Chile.

Art. 244. Si la resolución procede de un país en que no se da cumplimiento a los fallos de los tribunales chilenos,
no tendrá fuerza en Chile.
Art. 245. En los casos en que no pueda aplicarse ninguno de los tres artículos precedentes, las resoluciones de tribunales
extranjeros tendrán en Chile la misma fuerza que si se hubieran dictado por tribunales chilenos, con tal que reúnan las
circunstancias siguientes:

46
Algunos dicen que la conciliación es una forma de heterocomposición. Hay que recordar que en la
heterocomposición, interviene un tercero ajeno a las partes del conflicto, el cual intenta acercar a éstas para que
resuelvan el pleito; como en la hipótesis de conciliación ocurre lo mismo (el tercero es el juez), ésta sería una
forma de heterocomposición; pero esta opinión es discutible.
49
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1. Que no contengan nada contrario a las leyes de la República. Pero no se tomarán en consideración las leyes de
procedimiento a que haya debido sujetarse en Chile la substanciación del juicio;
2. Que tampoco se opongan a la jurisdicción nacional;
3. Que la parte en contra de la cual se invoca la sentencia haya sido debidamente notificada de la acción. Con todo, podrá
ella probar que, por otros motivos, estuvo impedida de hacer valer sus medios de defensa;
4. Que estén ejecutoriadas en conformidad a las leyes del país en que hayan sido pronunciadas.

Art. 251. Mandada cumplir una resolución pronunciada en país extranjero, se pedirá su ejecución al tribunal a quien habría
correspondido conocer del negocio en primera o en única instancia, si el juicio se hubiera promovido en Chile

Art. 13. Efecto en Chile de las sentencias penales de tribunales extranjeros. Tendrán valor en Chile las sentencias penales
extranjeras. En consecuencia, nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual hubiere sido ya condenado o
absuelto por una sentencia firme de acuerdo a la ley y al procedimiento de un país extranjero, a menos que el juzgamiento
en dicho país hubiere obedecido al propósito de sustraer al individuo de su responsabilidad penal por delitos de competencia
de los tribunales nacionales o, cuando el imputado lo solicitare expresamente, si el proceso respectivo no hubiere sido
instruido de conformidad con las garantías de un debido proceso o lo hubiere sido en términos que revelaren falta de
intención de juzgarle seriamente.
En tales casos, la pena que el sujeto hubiere cumplido en el país extranjero se le imputará a la que debiere cumplir en Chile,
si también resultare condenado.
La ejecución de las sentencias penales extranjeras se sujetará a lo que dispusieren los tratados internacionales ratificados
por Chile y que se encontraren vigentes.

Ahora bien, hay que tener presente que lo que se ejecuta en Chile es el fallo extranjero, no el
nacional que lo reconoce. En efecto, en este caso hay dos fallos, pero el nacional, que es fruto de la
CS, no tiene por objeto resolver un litigio (pues éste ya fue resuelto por el fallo extranjero), sino que
determinar si se cumplen los requisitos para homologar el fallo extranjero que lo resolvió (tiene un
fin constitutivo). Por lo tanto, el título ejecutivo se forma por dos sentencias: la sentencia nacional
que homologa el fallo extranjero, y el fallo extranjero (art. 434 Nº 7 del CPC), pero lo que se ejecuta,
es este último47.
Art. 434. El juicio ejecutivo tiene lugar en las obligaciones de dar cuanto para reclamar su cumplimiento se
hace valer alguno de los siguientes títulos:
7.Cualquiera otro título a que las leyes den fuerza ejecutiva.

3.5. DESISTIMIENTO DE LA DEMANDA


El desistimiento de la demanda es un acto jurídico unilateral por el cual el demandante (actor)
manifiesta su voluntad de no continuar con el proceso, una vez que ha sido notificada válidamente al
demandando, la resolución que provee la demanda (una vez que se ha trabado la litis). En tal sentido,
si el demandado ha sido notificado, se tramita la solicitud de desistimiento como incidente y el
tribunal resuelve si la acoge o no48; si se acoge, la sentencia que da lugar al desistimiento extinguirá
los derechos que invoca el demandante, y por tanto, no podrá volver a empezar el juicio (arts. 148 y
150 del CPC), es decir, producirá acción y excepción de cosa juzgada, y de ahí que algunos digan que
sería un equivalente jurisdiccional.
Art. 148. Antes de notificada una demanda al demandado, podrá el actor retirarla sin trámite alguno, y se
considerará como no presentada. Después de notificada, podrá en cualquier estado del juicio desistirse de ella

47
Pese a lo anterior, hay algunos autores que señalan que lo que se cumple en Chile no es la sentencia extranjera,
sino la sentencia de la CS que ordena cumplir la resolución extranjera.
48
Pueden existir motivos para que el tribunal no acoja el desistimiento, por ejemplo, si la parte contraria deduce
oposición.
50
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ante el tribunal que conozca del asunto, y esta petición se someterá a los trámites establecidos para los
incidentes.

Art. 150. La sentencia que acepte el desistimiento, haya o no habido oposición, extinguirá las acciones a que él
se refiera, con relación a las partes litigantes y a todas las personas a quienes habría afectado la sentencia del
juicio a que se pone fin.

Otros autores, sin embargo, dicen que no es un equivalente jurisdiccional, pues hay una
resolución judicial y de ahí se derivan tales efectos. Pero se contraviene este argumento diciendo que
el juez no resuelve la controversia, sino que resuelve si acepta o no el desistimiento.
Por lo tanto, el desistimiento opera dentro del proceso (intraprocesal), y tiene lugar una vez
notificada válidamente la resolución que provee la demanda (mientras no se notifique no existe un
juicio). Ahora, si el demandado no ha sido notificado, puede procederse al retiro material de la
demanda, la cual se considera como no presentada (no es equivalente jurisdiccional).
3.6. RENUNCIA DE LA PRETENSIÓN
La renuncia a la pretensión es un acto unilateral de abdicación de una pretensión extraprocesal
que se tiene o cree tener, antes de iniciarse un proceso (pre-procesal); por ejemplo, la renuncia a la
acción de saneamiento por vicios redhibitorios. Esta figura es reconocida por la doctrina, pero no
tiene un expreso reconocimiento en nuestra legislación positiva; sólo se encuentra un atisbo de esto
en el art. 148 del CPC, y en el art. 12 del CC.
Art. 12. Podrán renunciarse los derechos conferidos por las leyes, con tal que sólo miren al interés individual
del renunciante, y que no esté prohibida su renuncia.

Ahora bien, si la renuncia se produce antes de que haya un proceso (antes de que se notifique
válidamente al demandado la resolución que provee la demanda), no es un equivalente jurisdiccional,
pues no ha nacido el litigio (es un mero no ejercicio de un supuesto derecho). En cambio, si la renuncia
ocurre durante el proceso, se produce el desistimiento de la demanda.
3.7. ALLANAMIENTO DE DEMANDADO
El allanamiento es un acto jurídico unilateral por el cual el demandado acepta la (s) pretensión
(es) contenida en la demanda (art. 313 del CPC).
De acuerdo con el art. 313 del CPC, el allanamiento no es un equivalente jurisdiccional,
pues el efecto que genera, es evitar la realización del trámite de conciliación y la apertura del período
de prueba, pero de todos modos el juez debe dictar sentencia; es decir, cuando tiene lugar el
allanamiento, el juicio pasa de la etapa de discusión, a la de sentencia. Sin embargo, un sector
minoritario de la doctrina señala que el allanamiento sí es un equivalente jurisdiccional, porque la
sentencia debe ajustarse a los términos del allanamiento, lo cual es discutible49.

49
Tanto la renuncia de la pretensión y el desistimiento de la demanda son equivalentes jurisdiccionales
unilaterales, esto en relación con la clasificación de la autocomposición.
51
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4. EQUIVALENTES JURISDICCIONALES EN MATERIA PROCESAL PENAL


Este tema tiene directa relación con las salidas alternativas, es decir, con los mecanismos que
permiten la solución de un conflicto penal de un modo distinto al proceso penal y a la dictación de
una sentencia en el mismo. En el CPP sólo es posible encontrar dos salidas alternativas, a saber:
i. La suspensión condicional de procedimiento, que es una salida alternativa que opera mediante
una resolución judicial por la cual cesa el curso del proceso por un cierto tiempo y se somete al
imputado al cumplimiento de ciertas condiciones, de modo que si no se alega dentro del plazo
establecido (por el MP) el incumplimiento de dichas condiciones, la responsabilidad penal se
extingue. Como se puede apreciar, esta salida alternativa opera por una resolución judicial que
no pone fin al proceso; por ende, no puede considerarse como un equivalente jurisdiccional.
ii. Los acuerdos reparatorios, que son convenciones celebradas entre el imputado y la víctima, en
cuya virtud el primero se obliga a reparar el daño causado a la segunda, con aceptación de ésta
y aprobación del juez de garantía. Si bien, estos acuerdos requieren de la aprobación judicial, sí
pueden considerarse como equivalentes jurisdiccionales, pues lo que pone fin al proceso es el
acuerdo (la resolución del juez de garantía es para efectos de verificar si el acuerdo cumplió con
los requisitos).

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LA ORGANIZACIÓN JUDICIAL

A. BASES Y PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA ORGANIZACIÓN JUDICIAL

1. CONSIDERACIONES PREVIAS
Para poder administrar justicia es necesaria una organización, un sistema, una base sobre la
cual pueda estructurarse. En concreto, debe haber un conjunto de principios y condiciones
indispensables para la correcta y eficiente administración de justicia.
Estos principios son casi inmutables, ya que las modificaciones o excepciones introducidas
han sido mínimas, y de ahí que permanezcan siempre en su vigor primitivo. Además, no son
taxativos, y no todos tienen la misma importancia, pues algunos son más esenciales que otro, como
por ejemplo, el principio de legalidad, de independencia, y de responsabilidad.
Por último, hay que señalar que estos principios están relacionados con el debido proceso, es
decir, con aquel principio jurídico constitucional, según el cual toda persona tiene derecho a ciertas
garantías mínimas tendientes a asegurar un resultado justo y equitativo dentro del proceso, y a
permitirle tener oportunidad de ser oído y hacer valer sus pretensiones frente al juez. Estas garantías
mínimas se encuentran desarrolladas en el art. 19 N° 3 de la CPR (el cual no habla de debido proceso
sino que de “justo y racional procedimiento”), y son: el derecho de acción o tutela judicial; el derecho
a defensa jurídica; el derecho al juez natural (prohibición de comisiones especiales); legalidad del
proceso; no presunción de derecho de la responsabilidad penal; y el principio de legalidad y tipicidad
en materia penal.
2. PRINCIPIO DE LEGALIDAD
El principio de legalidad está consagrado en los arts. 6º y 7º de la CPR, y partir de estas
disposiciones, se puede decir que se traduce en que las potestades públicas deben fundarse en el
Derecho, tanto en su origen como en su actuar.
Art. 6. Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dictadas conforme a
ella, y garantizar el orden institucional de la República.
Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como a toda
persona, institución o grupo.
La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que determine la ley

Art. 7. Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes, dentro de su
competencia y en la forma que prescriba la ley.
Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de
circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente se les hayan conferido en
virtud de la Constitución o las leyes.
Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y sanciones que la ley
señale.

Como se puede apreciar, este principio es aplicable a todas las potestades públicas, pero
respecto de la función jurisdiccional, se traduce en lo siguiente: la organización y atribuciones de los
tribunales de justicia, y el procedimiento que se sigue ante ellos, debe estar determinado por ley.

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Por lo tanto, los aspectos de este principio, en el ámbito jurisdiccional, se pueden analizar de
la siguiente forma:
i. Legalidad del órgano. El órgano jurisdiccional debe ser creado por ley, pues de acuerdo
al art. 19 Nº 3 inc. IV de la CPR, nadie podrá ser juzgado por comisiones especiales, sino
por el tribunal que señalare la ley y que se hallare establecido por ésta con anterioridad a
la perpetración del hecho (derecho al juez natural)50. El art. 77 inc. I de la CPR reitera
esta idea, al señalar que una LOC determinará la organización y atribuciones de
los tribunales que fueren necesarios para la pronta y cumplida administración de justicia
en todo el territorio de la República (esta LOC es el COT).

¿Pueden crearse tribunales por leyes especiales? La exigencia es que el órgano


jurisdiccional se encuentre determinado con el mismo nivel de abstracción que los
preceptos que debe aplicar, por tanto, no se pueden crear tribunales para un caso
concreto51.

ii. Legalidad de las atribuciones. Esta exigencia se traduce en que la competencia del
órgano jurisdiccional debe estar establecida por la ley en forma previa (art. 77 inc. I de
la CPR), y su actuación debe respetar la ley, sino será nula (arts. 6º y 7º de la CPR).

iii. Legalidad del procedimiento. Esta legalidad es respecto de la forma (los pasos que se
deben seguir) y del fondo (la dictación del fallo). En cuanto a la forma, el art. 19 Nº 3
inc. V de la CPR señala expresamente que toda sentencia de un órgano que ejerza
jurisdicción debe fundarse en un proceso previo legalmente tramitado.

En cuanto a la observancia y aplicación de las leyes de fondo en la dictación del fallo, no


existe un reconocimiento legal expreso como en el caso del procedimiento 52; pero es de
la esencia de la jurisdicción aplicar el Derecho para resolver un conflicto jurídico que se
le somete a su conocimiento (art. 170 Nº 5 del CPC); pues si el juez no aplica o falla con
infracción a la ley, se puede impugnar la resolución mediante el recurso casación en la
forma (art. 768 Nº 5 del CPC) o en fondo (art. 767 del CPC) respectivamente; y si en el
ejercicio de su ministerio falla a sabiendas en contra de una ley expresa y vigente, comete
el delito de prevaricación (art. 223 Nº 1 del CP).

Art. 170. Las sentencias definitivas de primera o de única instancia y las de segunda que
modifiquen o revoquen en su parte dispositiva las de otros tribunales, contendrán:
5. La enunciación de las leyes, y en su defecto de los principios de equidad, con arreglo a los
cuales se pronuncia el fallo .

50
Las comisiones especiales son aquellas entidades formadas por un individuo o grupo de individuos que de
hecho o de facto ejercen la jurisdicción que la CPR reserva a los tribunales de justicia creados por el legislador.
Este es el único inciso del numeral 3 del art. 19 que está amparado por la acción de protección.
51
En Chile, según la doctrina, esta exigencia se vulnera con el nombramiento de Ministros en Visita, pues aquí
el juzgador se encuentra determinado por un acto singular que es posterior a los hechos que debe conocer; y
con los mecanismos para la distribución de causas en los Juzgados de Letras.
52
No obstante, respecto del TC sí existe tal reconocimiento en el art. 92 inc. V de la CPR, el cual señala que
el Tribunal adoptará sus acuerdos por simple mayoría, salvo los casos en que se exija un quórum diferente y
fallará de acuerdo a derecho.
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Art. 768. El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas
siguientes:
5. En haber sido pronunciada con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados en el art.
170.

Art. 767. El recurso de casación en el fondo tiene lugar contra sentencias definitivas inapelables
y contra sentencias interlocutorias inapelables cuando ponen término al juicio o hacen imposible
su continuación, dictadas por Cortes de Apelaciones o por un tribunal arbitral de segunda instancia
constituido por árbitros de derecho en los casos en que estos árbitros hayan conocido de negocios
de la competencia de dichas Cortes, siempre que se hayan pronunciado con infracción de ley y
esta infracción haya influido substancialmente en lo dispositivo de la sentencia.

Art. 223 Los miembros de los tribunales de justicia colegiados o unipersonales y los funcionarios
que desempeñan el ministerio público, sufrirán las penas de inhabilitación absoluta perpetua
para cargos y oficios públicos, derechos políticos y profesiones titulares y la de presidio o
reclusión menores en cualesquiera de sus grados:
1. Cuando a sabiendas fallaren contra ley expresa y vigente en causa criminal o civil.

Si bien de las normas transcritas se desprende la legalidad en materia de fondo, hay


excepciones a este principio, a saber:
- Si falta una ley que resuelva el asunto, en virtud del principio de inexcusabilidad, el juez
igualmente debe fallar conforme a los principios de equidad (art. 170 Nº 5 del CPC).
- Hay situaciones en las cuales la ley faculta al juez para fallar en conciencia, o en base a su
prudencia o equidad; por ejemplo, los árbitros arbitradores (art. 637 del CPC).
Art. 637. El arbitrador oirá a los interesados; recibirá y agregará al proceso los instrumentos que le
presenten; practicará las diligencias que estime necesarias para el conocimiento de los hechos, y dará
su fallo en el sentido que la prudencia y la equidad le dicten.

3. PRINCIPIO DE INDEPENDENCIA
La independencia se traduce en que el órgano jurisdiccional no debe estar sometido en su
actuar a ningún tipo de presión o influencia física, económica o moral, respecto de otros poderes del
Estado. Este es un principio común a todas las potestades públicas, pero reviste mayor importancia
respecto de los tribunales de justicia, dada la objetividad e imparcialidad con que deben ejercer la
función jurisdiccional; es por ello que el art. 12 del COT dispone que el Poder Judicial es
independiente de toda otra autoridad en el ejercicio de sus funciones. Esta independencia puede ser
de dos tipos, o analizada desde dos puntos de vista:
i. Independencia externa o ad extra, esto es, la independencia del órgano jurisdiccional respecto
de los demás poderes del Estado. La independencia externa presenta, a su vez, un doble
aspecto:

- Un aspecto positivo dice relación con que ninguna otra autoridad puede intervenir en la
actividad jurisdiccional, y si lo hace, su actuación es nula (arts. 7º inc. II y 76 inc. I
segunda parte de la CPR). Por otro lado, si un poder público invade la esfera de
atribuciones propias de otro, el agente responsable de dicho acto habrá cometido el delito
de usurpación de atribuciones, previsto y penado en el art. 222 del CP, sin perjuicio de
la nulidad del acto realizado.
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Art. 7 inc. II. Ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de personas pueden atribuirse, ni
aun a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que
expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las leyes.

Art. 76 inc. I segunda parte. Ni el Presidente de la República ni el Congreso pueden, en caso


alguno, ejercer funciones judiciales, avocarse causas pendientes, revisar los fundamentos o
contenido de sus resoluciones o hacer revivir procesos fenecidos.

Art. 222 El empleado del orden judicial que se arrogare atribuciones propias de las autoridades
administrativas o impidiere a éstas el ejercicio legítimo de las suyas, sufrirá la pena de suspensión
del empleo en su grado medio.
En la misma pena incurrirá todo empleado del orden administrativo que se arrogare atribuciones
judiciales o impidiere la ejecución de una providencia dictada por tribunal competente.
Las disposiciones de este artículo sólo se harán efectivas cuando entablada la competencia y
resuelta por la autoridad correspondiente, los empleados administrativos o judiciales continuaren
procediendo indebidamente.

Esta independencia se garantiza con el principio de inamovilidad y, de cierto modo, con


el nombramiento de quienes ejercen la función jurisdiccional, ya que de acuerdo al art.
78 de la CPR, son los jueces quienes deben proponer a las personas que van a ingresar
al Poder Judicial, pero el nombramiento lo hace el Presidente de la República.
Art. 78 inc. III. Los ministros y los fiscales judiciales de la CS serán nombrados por el Presidente
de la República, eligiéndolos de una nómina de cinco personas que, en cada caso, propondrá la
misma Corte, y con acuerdo del Senado.
Inc. VI. Los ministros y fiscales judiciales de las Cortes de Apelaciones serán designados por el
PDR, a propuesta en terna de la CS.
Los jueces letrados serán designados por el Presidente de la República, a propuesta en terna de la
Corte de Apelaciones de la jurisdicción respectiva

- El aspecto negativo se traduce en que a los jueces les está terminantemente prohibido
intervenir y mezclarse en las atribuciones o funciones de los demás poderes públicos.
Esto lo consagra el art. 4º del COT, al señalar que es prohibido al Poder Judicial
mezclarse en las atribuciones de otros poderes públicos y en general ejercer otras
funciones que las determinadas en los artículos precedentes (función jurisdiccional y
facultades anexas a la jurisdicción). En este sentido, aquí también se establece el delito
de usurpación de funciones (art. 222 inc. I del CP).
Esto se garantiza estableciendo en la ley (COT) las llamadas incompatibilidades de los
jueces en el ejercicio de la función jurisdiccional; así, por ejemplo, el art. 261 del COT
establece que las funciones judiciales son incompatibles con toda otra remunerada con
fondos fiscales o municipales, con excepción de los cargos docentes hasta un límite
máximo de doce horas semanales.
ii. Independencia interna o ad intra. Esto se traduce en que cada tribunal es independiente de
los demás jueces, es decir, debe obrar sin temor o coerción respecto de sus compañeros o
superiores. Esta independencia se asegura con en el principio de inavocabilidad, es decir,
radicado un juicio o asunto ante un tribunal determinado, no puede otro tribunal pretender
conocer de él.

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Asimismo, es importante que el órgano jurisdiccional sea independiente de todo tipo de


influencias que puedan provenir de las partes o de sus abogados, lo cual se asegura con las
normas relativas a las implicancias y recusaciones (por ejemplo, es causal de implicancia, ser
el juez parte en el pleito o tener en él interés procesal)53, y con normas especiales que imponen
prohibiciones a los jueces, como por ejemplo, el art. 320 inc. II del COT, que señala que los
jueces deben abstenerse de dar oído a toda alegación que las partes, o terceras personas a
nombre o por influencia de ellas, intenten hacerles fuera del tribunal.
4. PRINCIPIO DE INAMOVILIDAD
La inamovilidad es una garantía consagrada en beneficio de los jueces consistente en que no
pueden ser removidos de su cargo mientras observen el buen comportamiento exigido por la CPR y
las leyes, salvo las causales legales y constitucionales. Como se dijo, la inamovilidad es un principio
que garantiza la independencia externa de los tribunales, ya que los jueces pueden fallar tranquilos
en uno u otro sentido, puesto que no pueden ser removidos de sus cargos por otras autoridades a las
cuales les disgustó el fallo.
A pesar de su importancia manifiesta, este principio no es de carácter absoluto, ya que la
propia CPR o las leyes se encargan de establecer casos en donde los jueces pueden ser removidos:
i. Por haber cumplido de 75 años de edad; salvo el Presidente de la CS quien terminará su
cargo hasta el término de su periodo, que es de dos años (art. 80 inc. I y II de la CPR).
Art. 80. Los jueces permanecerán en sus cargos durante su buen comportamiento; pero los
inferiores desempeñarán su respectiva judicatura por el tiempo que determinen las leyes.
No obstante lo anterior, los jueces cesarán en sus funciones al cumplir 75 años de edad; o por renuncia
o incapacidad legal sobreviniente o en caso de ser depuestos de sus destinos, por causa legalmente
sentenciada. La norma relativa a la edad no regirá respecto al Presidente de la Corte Suprema, quien
continuará en su cargo hasta el término de su período.

ii. Por renuncia (por ejemplo, para evitar su remoción un juez puede abdicar a su cargo) o
incapacidad legal sobreviviente. Esto último se relaciona con las incapacidades para ser
juez, contenidas en el art. 256 del COT.
Art. 256. No pueden ser jueces:
1. Los que se hallaren en interdicción por causa de demencia o prodigalidad;
2. Los sordos;
3. Los mudos;
4. Los ciegos;
5. Los que de conformidad a la ley procesal penal, se hallaren acusados por crimen o simple delito o
estuvieren acogidos a la suspensión condicional del procedimiento.
6. Los que hubieren sido condenados por crimen o simple delito. Esta incapacidad no comprende a
los condenados por delito contra la seguridad interior del Estado;
7. Los fallidos, a menos que hayan sido rehabilitados en conformidad a la ley, y
8. Los que hayan recibido órdenes eclesiásticas mayores.

53
Las implicancias son más graves que las recusaciones, porque comprometen en mayor medida la
independencia del juez. De ello se deriva que si un juez entra a conocer una causa, y respecto de él concurre
una causal de implicancia, comete un delito (el juez se debe declarar implicado de oficio). Las recusaciones, en
cambio, son de un compromiso menor, y están establecidas en el interés de las partes contrarias, por lo que
pueden ser renunciadas por ellas y deben declararse a petición de parte.
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iii. Por remoción. De acuerdo al art. 80 inc. III de la CPR, la CS por requerimiento del
Presidente de la República, a solicitud de parte interesada, o de oficio, podrá declarar que
los jueces no han tenido buen comportamiento (por ejemplo, por tráfico de influencias) y,
previo informe del inculpado y de la CA respectiva, en su caso, acordar su remoción por la
mayoría del total de sus componentes. Estos acuerdos se comunicarán al Presidente de la
República para su cumplimiento.

iv. Por haber sido mal calificado. De acuerdo al art. 278 bis del COT, el funcionario que figure
en lista Deficiente o, por segundo año consecutivo, en lista Condicional, una vez firme la
calificación respectiva, quedará removido de su cargo por el sólo ministerio de la ley. En
tanto no quede firme la mencionada calificación, el funcionario quedará de inmediato
suspendido de sus funciones.

v. Por un juicio de amovilidad. Al respecto, el art. 332 Nº 4 del COT señala que el cargo de
juez expira: por sentencia ejecutoriada recaída en el juicio de amovilidad, en que se declare
(por parte de los tribunales superiores de justicia) que el juez no tiene el buen
comportamiento exigido por la CPR para permanecer en el cargo.
Art. 337. Se presume de derecho, para todos los efectos legales, que un juez no tiene buen
comportamiento en cualquiera de los casos siguientes:
1. Si fuere suspendido dos veces dentro de un periodo de tres años o tres veces en cualquier espacio
de tiempo;
2. Si se dictaren en su contra medidas disciplinarias más de tres veces en el período de tres años;
3. Si fuere corregido disciplinariamente más de dos veces en cualquier espacio de tiempo, por
observar una conducta viciosa, por comportamiento poco honroso o por negligencia habitual en
el desempeño de su oficio, y
4. Si fuere mal calificado por la Corte Suprema de acuerdo con las disposiciones contenidas en el
párrafo tercero de este título.

vi. Por haber sido declarado responsable criminal o civilmente por delito cometido en razón de
sus actos ministeriales.

vii. Por la declaración de culpabilidad hecha por el Senado, en un juicio constitucional, respecto
de los magistrados de los tribunales superiores de justicia, por notable abandono de sus
deberes.

5. PRINCIPIO DE INAVOCABILIDAD
Este principio está consagrado en el art. 8º del COT, y consiste en que ningún tribunal puede
avocarse el conocimiento de causas o negocios pendientes ante otro tribunal, a menos que la ley le
confiera expresamente esta facultad. Como se dijo, la inavocabilidad se relaciona con la
independencia al interior del órgano jurisdiccional y, además, con la regla de radicación o fijeza (en
materia de competencia), pues radicado un juicio o asunto ante un tribunal determinado, no puede
otro tribunal pretender conocer de él.

58
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Sin embargo, como se desprende del propio art. 8º del COT, hay casos en que un juez puede
conocer de un asunto que está siendo conocido por otro tribual, a saber:
i. Las visitas extraordinarias. De acuerdo al art. 559 del COT, los Tribunales Superiores de
Justicia decretarán visitas extraordinarias por medio de alguno de sus ministros en los
juzgados de su respectivo territorio jurisdiccional, siempre que el mejor servicio judicial lo
exigiere; pudiendo el ministro visitador despachar y sentenciar las causas pendientes, en caso
de retardo notable de los jueces visitados (art. 560 Nº 3 del COT). Esto también hace
excepción a la regla de competencia absoluta de radicación o fijeza.
Art. 560. El tribunal ordenará especialmente estas visitas en los casos siguientes:
3. Siempre que sea necesario investigar hechos que afecten a la conducta de los jueces en el ejercicio
de sus funciones y cuando hubiere retardo notable en el despacho de los asuntos sometidos al
conocimiento de dichos jueces.

ii. Acumulación de autos, esto es, la reunión de dos o más procesos que se tramitan
separadamente, con el objeto de que constituyan un solo juicio y terminen por una sola
sentencia, para mantener la continencia, o unidad de la causa.

6. PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD
Este principio se traduce en que los jueces deben responder por las actuaciones ilegales que
realizaren en el ejercicio de sus funciones (art. 13 del COT). El principio de responsabilidad es un
complemento necesario de la inamovilidad, pues garantiza que el juez inamovible se sujete a las leyes
en el ejercicio de sus funciones, so pena de incurrir en responsabilidad; en otras palabras, evita que
la inamovilidad convierta al juez en un déspota.
Art. 13. Las decisiones o decretos que los jueces expidan en los negocios de que conozcan no les impondrán
responsabilidad sino en los casos expresamente determinados por la ley.

Ahora bien, la responsabilidad de los jueces puede ser de diferentes clases, a saber:
i. Responsabilidad civil en sus actuaciones ministeriales (desempeño de sus funciones). La
responsabilidad civil, en general, es la obligación que tiene toda persona de responder por los
daños o perjuicios que causa a otra, con ocasión de un acto u omisión ilícita. En el ámbito
judicial, se establece que esta responsabilidad es aquella en que puede incurrir el juez por los
daños o perjuicios estimables en dinero que se causen en virtud de un delito o cuasidelito
cometido en el ejercicio de su cargo (arts. 325 y 326 del COT)54, es decir, no procede por
cualquier actuación u omisión ilícita, sino que por un delito o cuasidelito; sin embargo, hay
un caso de responsabilidad civil que deriva de una actuación ilícita que no es un delito o
cuasidelito, contemplado en el art. 537 Nº 3 del COT.
Art. 325. Todo juez delincuente será, además, civilmente responsable de los daños estimables en dinero
que con su delito hubiere irrogado a cualesquiera personas o corporaciones.

Art. 326. La misma responsabilidad civil afectará al juez si el daño fuere producido por un cuasidelito.

54
Esta responsabilidad civil es distinta a la indemnización de perjuicios por error judicial (art. 19 Nº 7 de la
CPR), la cual es sumamente restrictiva, pues se limita solamente al proceso penal, dejando fuera posibilidades
cometidas en sede civil; y, por otra parte, se trata de un procedimiento de responsabilidad dirigido en contra del
Estado.
59
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Art. 327. La responsabilidad civil afecta solidariamente a todos los jueces que hubieren cometido el
delito o concurrido con su voto al hecho o procedimiento de que ella nace.

Art. 537. Las faltas o abusos de que habla el artículo anterior (queja disciplinaria) podrán corregirlos
las Cortes de Apelaciones por uno o más de los medios siguientes:
3. Pago de costas (por parte del tribunal que cometió la falta o abuso).

ii. Responsabilidad penal en sus actuaciones ministeriales. Es aquella en que incurre el juez
por delitos que comete en el ejercicio de su cargo, los que reciben la denominación genérica
de “prevaricación” (arts. 324 del COT y 79 inc. II de la CPR)55.

Art. 324. El cohecho, la falta de observancia en materia sustancial de las leyes que reglan el
procedimiento, la denegación y la torcida administración de justicia y, en general, toda prevaricación
o grave infracción de cualquiera de los deberes que las leyes imponen a los jueces, los deja sujetos al
castigo que corresponda según la naturaleza o gravedad del delito, con arreglo a lo establecido en el
Código Penal.
Esta disposición no es aplicable a los miembros de la CS en lo relativo a la falta de observancia de las
leyes que reglan el procedimiento ni en cuanto a la denegación ni a la torcida administración de la
justicia56.

Los delitos tipificados legal y constitucionalmente, son: la prevaricación en sentido estricto,


la cual tiene lugar cuando el juez falla a sabiendas y voluntariamente contra ley expresa y
vigente, en causa criminal o civil; el cohecho, delito que tiene lugar cuando se corrompe con
dádivas al juez para que, contra justicia y Derecho, haga o deje de hacer lo que se le pide (se
asimila al soborno); denegación de justicia, delito que tiene lugar cuando maliciosamente se
niegue o retarde la administración de justicia y el auxilio o protección que legalmente se pida
(por ejemplo, el juez se declara implicado indicando un motivo falso); torcida administración
de justicia, esto es, todo desvío del procedimiento o ejercicio de facultades otorgadas al juez,
encaminado a producir un daño en alguno de los comparecientes, o favorecer a otro; y falta
de observancia en materia sustancial de las leyes que regulan el procedimiento.

iii. Responsabilidad disciplinaria. Dice relación con las sanciones a que puede verse expuesto
un juez, cuando sea reprochado de algún comportamiento específico en el desempeño de sus
funciones (por ejemplo, llegar tarde al despacho). Se relaciona con las facultades
disciplinarias de los tribunales de justicia.

iv. Responsabilidad política o constitucional. Es aquella que afecta a los magistrados de los
tribunales superiores de justicia por notable abandono de sus deberes (causal que también se
aplica al CGR), la cual se hace efectiva mediante un juicio constitucional que conoce el
Senado ¿Qué se entiende por notable abandono de deberes? Al respecto existen dos posturas:

55
Estos delitos son juzgados en conformidad a un juicio penal especial, o antejuicio, llamado “querella de
capítulos” (regulado en el CPP). Este simple privilegio procesal, se debe a que el juez debe estar protegido ante
la venganza eminente de las partes por hechos derivados del ejercicio de su cargo; por lo tanto, es necesario
determinar, a través de esta querella de capítulos, si hay o no mérito en su actuación ministerial, para luego
continuar la demanda.
56
La razón de esto, según el mensaje del COT, es que es legalmente imposible la existencia de tales delitos,
porque no hay tribunal alguno que pueda calificar de contrarios a la ley las sentencias de la CS.
60
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(a) La más extrema y tradicional, señala que se trata de deberes exclusivamente formales del
juez, tales como concurrir a su despacho y fallar las causas dentro de los plazos fijados
por ley. Para esta posición, el juicio constitucional no permitiría entrar en absoluto en el
análisis de los fallos judiciales o de las motivaciones tenidas al dictarlos, pues de
permitirse tal calificación, el juicio político se transformaría en una tercera instancia
jurisdiccional.
(b) El profesor ALDUNATE sostiene que el notable abandono de deberes podría recibir el
contenido de aquellos delitos que el art. 324 inc. II del COT exime a los ministros de la
CS (denegación y torcida administración de justicia, y falta de observancia de las leyes
que reglan el procedimiento); adicionalmente, se incluirían las faltas a los deberes
formales (por ejemplo, no ir al despacho), conductas impropias de un juez (por ejemplo,
viajes); actuaciones que produjesen indefensión en materia de derechos constitucionales
(por ejemplo, decisiones sin motivar, que afecten derechos de la persona). Por último,
actuaciones del todo desvinculadas de la ley, lo cual implica la posibilidad de analizar el
contenido de una sentencia.

v. Responsabilidad del juez como particular. Los jueces en sus actuaciones particulares se
someten a las reglas del Derecho común (civil o penal); pero en caso de responsabilidad
criminal, deben ser removidos de sus funciones, pues de acuerdo al art. 256 Nº 6 del COT,
no pueden ser jueces: los que hubieren sido condenados por crimen o simple delito. En este
supuesto hay reglas especiales que se refieren al procesamiento y detención (art. 81 de la
CPR)57.

Art. 81. Los magistrados de los tribunales superiores de justicia, los fiscales judiciales y los jueces
letrados que integran el Poder Judicial, no podrán ser aprehendidos sin orden del tribunal competente,
salvo el caso de crimen o simple delito flagrante y sólo para ponerlos inmediatamente a disposición
del tribunal que debe conocer del asunto en conformidad a la ley.

7. PRINCIPIO DE PASIVIDAD
Este principio se encuentra consagrado en el art. 10 inc. I del COT, y se traduce en que los
tribunales no podrán ejercer su ministerio sino a petición de parte, salvo los casos en que la ley los
faculte para proceder de oficio.
Este principio es propio del proceso civil, pues en él son las partes las que tienen un rol activo
en el proceso, ya que sobre ellas recae el derecho de iniciarlo (por medio de la acción), defenderse,
ofrecer pruebas, etc.; mientras que el juez tiene un rol pasivo, pues sólo dirige el debate y decide la
controversia. Por otro lado, promovida en forma legal la intervención del juez en el conocimiento de
asunto, éste debe ceñir sus actuaciones a las acciones y excepciones deducidas por las partes, es decir,
al mérito del proceso (art. 160 del CPC), ya que si se excede en su fallo, incurrirá en el vicio de ultra
petita que motiva el recurso de casación en la forma (art. 768 Nº 4 del CPC)58.

57
Esto se conoce como “fuero judicial”, el cual no hay que confundirlo con el fuero como elemento de la
competencia absoluta.
58
El antiguo proceso criminal se regía por el sistema inquisitivo o de oficialidad, es decir, era el juez quien
cumplía con la labor investigativa y juzgaba, y en la primera de estas labores podía actuar de propia iniciativa
si el delito era de acción pública. El nuevo sistema procesal penal, en cambio, es de carácter acusatorio, por lo
61
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Art. 160. Las sentencias se pronunciarán conforme al mérito del proceso, y no podrán extenderse a puntos que
no hayan sido expresamente sometidos a juicio por las partes, salvo en cuanto las leyes manden o permitan a
los tribunales proceder de oficio.

Art. 768. El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes:
4. En haber sido dada ultra petita, esto es, otorgando más de lo pedido por las partes, o extendiéndola a puntos
no sometidos a la decisión del tribunal, sin perjuicio de la facultad que éste tenga para fallar de oficio en los
casos determinados por la ley.

Existen excepciones a este principio, es decir, hay casos en que la ley faculta al juez para
actuar de oficio, cuales son:
i. De acuerdo al art. 1683 del CC, la nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el
juez, aun sin petición de parte, cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato; por
ejemplo, debe declararla en un contrato celebrado por un incapaz absoluto.

ii. El art. 159 inc. I del CPC señala que los tribunales, sólo dentro del plazo para dictar
sentencia, podrán dictar de oficio medidas para mejor resolver, esto es, diligencias
probatorias que tienen por objeto lograr un mejor conocimiento del asunto que se debe
fallar (por ejemplo, un informe de peritos).

iii. De acuerdo al art. 83 inc. I del CPC, la nulidad procesal podrá ser declarada, de oficio
o a petición de parte, en los casos que la ley expresamente lo disponga y en todos aquellos
en que exista un vicio que irrogue a alguna de las partes un perjuicio reparable sólo con
la declaración de nulidad. Por ejemplo, cuando los actos procesales (como la
notificación) no se realizan válidamente, el juez puede anularlos.

iv. En relación con lo anterior, el art. 84 inc. IV del CPC señala que el juez podrá corregir
de oficio los errores que observe en la tramitación del proceso. Podrá asimismo tomar las
medidas que tiendan a evitar la nulidad de los actos de procedimiento. No podrá, sin
embargo, subsanar las actuaciones viciadas en razón de haberse realizado éstas fuera del
plazo fatal indicado por la ley.

v. De acuerdo al art. 200 inc. I del COT, la implicancia de los jueces puede y debe ser
declarada de oficio o a petición de parte.

vi. A propósito del recurso de apelación, el art. 213 inc. II del CPC establece que si encuentra
mérito el tribunal para considerar inadmisible o extemporáneo el recurso, lo declarará sin
lugar desde luego (de oficio) o mandará traer los autos en relación sobre este punto. Lo
mismo acontece con el recurso de casación en la forma, pues el art 781 inc. II del CPC
dispone que si el tribunal encuentra mérito para considerarlo inadmisible, lo declarará sin
lugar desde luego (de oficio), por resolución fundada.

que vuelve a tomar fuerza el principio de pasividad, pues quien investiga es el Ministerio Público y el juez sólo
se dedica a juzgar, siendo limitados los casos de actuaciones que los tribunales pueden realizar de oficio.

62
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vii. De acuerdo al art. 64 inc. I del CPC, los plazos que señala este Código son fatales
cualquiera sea la forma en que se exprese, salvo aquéllos establecidos para la realización
de actuaciones propias del tribunal. En consecuencia, la posibilidad de ejercer un derecho
o la oportunidad para ejecutar el acto se extingue al vencimiento del plazo. En estos casos
el tribunal, de oficio o a petición de parte, proveerá lo que convenga para la prosecución
del juicio, sin necesidad de certificado previo. Es decir, una vez vencido el plazo, el juez
de oficio debe dictar una resolución que indique el vencimiento de éste.

viii. Por último, hay casos en que el juez debe decretar la casación en la forma o en el fondo
de oficio (arts. 775 y 785 inc. II del CPC).

Art. 775. No obstante lo dispuesto en los arts. 769 y 774, pueden los tribunales, conociendo por
vía de apelación, consulta o casación o en alguna incidencia, invalidar de oficio las sentencias
cuando los antecedentes del recurso manifiesten que ellas adolecen de vicios que dan lugar a la
casación en la forma, debiendo oír sobre este punto a los abogados que concurran a alegar en la
vista de la causa e indicar a los mismos los posibles vicios sobre los cuales deberán alegar.

Art. 785 inc. II. En los casos en que desechare el recurso de casación en el fondo por defectos en
su formalización, podrá invalidar de oficio la sentencia recurrida, si se hubiere dictado con
infracción de ley y esta infracción haya influido substancialmente en lo dispositivo de la sentencia.
La Corte deberá hacer constar en el fallo de casación esta circunstancia y los motivos que la
determinan, y dictará sentencia de reemplazo con arreglo a lo que dispone el inciso precedente.

La sanción civil asignada al acto ejecutado por el juez de oficio, en circunstancias de que
debió actuar a petición de parte, es la nulidad del acto acorde al art. 7º inc. III de la CPR. Y si esta
extralimitación de funciones recae en la dictación de la sentencia definitiva, el juez incurre en un vicio
procesal llamado ultra petita, que autoriza para interponer en contra de dicha sentencia el recurso de
casación en la forma, para obtener así su nulidad (art. 768 Nº 4 del CPC). También hay una sanción
penal para el magistrado que se extralimita de sus funciones, pues éste comete prevaricación en
conformidad al art. 224 Nº 2 del CP.
Art. 224. Sufrirán las penas de inhabilitación absoluta temporal para cargos y oficios públicos en cualquiera de
sus grados y la de presidio o reclusión menores en sus grados mínimos a medios:
2. Cuando a sabiendas contravinieren a las leyes que reglan la sustanciación de los juicios, en términos de
producir nulidad en todo o en parte sustancial.

8. PRINCIPIO DE INEXCUSABILIDAD
La inexcusabilidad es la contrapartida del principio de pasividad, pues se traduce en la
obligación que tienen los jueces de ejercer su ministerio cuando sean requeridos legalmente. Se
encuentra consagrado en los arts. 10 inc. II del COT y 76 inc. II de la CPR, los cuales disponen que
reclamada su intervención en forma legal y en negocios de su competencia, no podrán excusarse de
ejercer su autoridad ni aun por falta de ley que resuelva la contienda sometida a su decisión. Ahora
bien, si no hay ley, deberán aplicar los principios de equidad para fallar.
Para que esta obligación pese sobre un magistrado, se requiere la concurrencia copulativa de
dos requisitos: reclamo de la intervención del magistrado en forma legal, es decir, de la manera o
forma como los Códigos de procedimiento se encargan de señalar para cada caso particular; y reclamo
de la intervención del magistrado en negocios de su competencia, o sea, en asuntos o materias que la
ley ha entregado a su conocimiento.
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9. PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD
Consiste en el tratamiento igualitario que el juez debe conceder a las partes en un conflicto
sometido a su conocimiento; que se encuentre en una situación de neutralidad.
Este principio se concreta con la contradictoriedad, ya que escuchar a ambas partes deja al
juez en una posición neutral o imparcial. Se garantiza con los mecanismos de implicancias y
recusaciones, y con el orden de votación en los tribunales colegiados (votan primero los jueces menos
antiguos).
10. PRINCIPIO DE GRADUALIDAD O DOBLE INSTANCIA
Este principio se traduce en que lo que resuelva un juez, pueda ser revisado por un juez de
grado superior, con el objeto de corregir los posibles errores que pudo haber cometido. Es decir, con
este principio se busca que el juzgamiento sea revisado por un tribunal que es cualitativa y
cuantitativamente más idóneo y preparado.
Po lo tanto, este principio busca que el proceso sea conocido en una doble instancia, esto es,
cada uno de los grados jurisdiccionales que la ley establece, a fin de que los tribunales puedan conocer
los asuntos sometidos a su decisión, con facultad soberana para pronunciarse sobre todas las
cuestiones de hecho y de derecho que en ellos se plantea. De acuerdo a la definición, la instancia es
un grado, esto es, una etapa por la cual atraviesa un asunto judicial (es la ley la que determina el
número de grados en los que se conoce y falla una controversia); pero la particularidad de estos
grados, es que el juez conoce de los hechos y del derecho que integran el conflicto jurídico debatido,
lo cual hace que la instancia se diferencie de otras etapas en que sólo se conoce del derecho (por
ejemplo, en la casación59). Ahora bien, los asuntos judiciales, atendiendo a la instancia, pueden ser
de única, primera y segunda instancia.
i. Única instancia. Aquí la sentencia que pone término al litigio no es susceptible de recurso
de apelación; adquiere el carácter de firme y ejecutoriada, por tanto, puede ejecutarse
desde que se notifica. Así, por ejemplo, de acuerdo al art. 45 Nº 1 del COT, los jueces de
letras conocerán: en única instancia: a) de las causas civiles cuya cuantía no exceda de
10 UTM. Esto constituye una excepción al principio de gradualidad.

ii. Primera instancia. En este caso, la sentencia de término es susceptible de recurso de


apelación, o del trámite de consulta 60. En nuestro sistema procesal opera, por regla

59
El recurso de casación no es una instancia, sino que una etapa en que un tribunal superior (la CA o la CS)
conoce de un asunto para revisar solamente la aplicación del derecho, y no de los hechos; salvo que la causal
invocada sea la violación de las leyes reguladoras de la prueba, a propósito del recurso de casación en el fondo.
60
La consulta consiste en llevar el asunto al juez de grado superior, a fin de que éste apruebe, rechace o
modifique lo resuelto por el juez inferior. La consulta es un trámite obligatorio en algunas materias así, por
ejemplo, el art. 92 de la Ley de Matrimonio Civil señala que cuando la sentencia que dé lugar a la separación
judicial, a la nulidad o al divorcio no sea apelada, deberá elevarse en consulta al tribunal superior, y si él
estima dudosa la legalidad del fallo consultado, retendrá el conocimiento del asunto y procederá como si se
hubiera interpuesto apelación en su oportunidad. En caso contrario, aprobará la sentencia.
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general, la doble instancia, y a ésta segunda instancia se puede acceder a través de estas
dos vías61.

iii. Segunda instancia. Aquí se conoce el recurso de apelación que se ha deducido en contra
de la sentencia de primera instancia, o el trámite de consulta; normalmente estos
mecanismos son conocidos por la CA, pues la CS, por regla general, no es un tribunal de
instancia, sino que conoce de recursos extraordinarios. En esta instancia, a diferencia de
las anteriores, la prueba se rinde sólo excepcionalmente.
La forma normal de poner término a estas instancias es mediante la sentencia definitiva, pues
de acuerdo al art. 158 inc. II del CPC, es sentencia definitiva la que pone fin a la instancia, resolviendo
la cuestión o asunto que ha sido objeto del juicio. Sin embargo, también existen formas anormales de
terminación, pues la única o primera instancia pueden culminar con: el desistimiento de la demanda,
el abandono del procedimiento, la transacción, el sometimiento a arbitraje, mediante la aceptación de
la excepción de cosa juzgada opuesta por el demandante, etc.; mientras que la segunda instancia
termina anormalmente mediante: la deserción de la apelación, la prescripción de la apelación, por la
anulación de oficio del fallo de primera instancia por defectos formales, etc.
Por otro lado, estas instancias se pueden interrumpir mediante la interposición de excepciones
dilatorias; a través de un recurso de apelación concedido en ambos efectos; durante el feriado judicial,
etc.
11. PRINCIPIO DE GRATUIDAD
La gratuidad se traduce en que la administración de justicia debe ser esencialmente gratuita,
para que así sea accesible a las personas. Este principio puede ser analizado desde dos puntos de vista:
desde el punto de vista de quien administra justicia (jueces), y desde el punto de vista de a quien se
le administra justicia (litigantes).
i. Quienes administran justicia son remunerados por el Estado, pues los jueces son
verdaderos funcionarios públicos y, como tales, son remunerados con los fondos
generales de la nación; lo cual permite seleccionar a los jueces más idóneos. Esto
garantiza la imparcialidad e idoneidad del juzgador, y la efectiva igualdad en la ley, ya
que todos pueden acceder a la justicia, y no sólo aquel que tiene los recursos económicos
para costear a los jueces. La excepción sería la justicia arbitral, la cual es costeada por
las partes.

ii. Respecto de los litigantes esta regla no es absoluta, pues ellos deben soportar cargas
tributarias moderadas, las cuales van en beneficio de determinados auxiliares de la
administración de justicia, por las actuaciones cumplidas en razón de su ministerio (por
ejemplo, se debe pagar a los receptores, a los notarios, a los conservadores, los honorarios
de los abogados, etc.). Estas prestaciones se denominan costas, las cuales deben ser
pagadas por cada parte, sin perjuicio del reembolso a que haya lugar cuando por la ley o

61
Con la reforma procesal penal este principio no se consagró como en el antiguo sistema inquisitivo, pero dado
que para el legislador era un “tema sensible”, puesto que en los Tratados internacionales sí se consagra, se
estableció un recurso de nulidad, que no es una instancia, sino que una verdadera casación.
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por resolución de los tribunales, corresponda a otras personas hacer el pago (art. 25 del
CPC).
Art. 25. Todo litigante está obligado a pagar a los oficiales de la administración de justicia los
derechos que los aranceles judiciales señalen para los servicios prestados en el proceso.
Cada parte pagará los derechos correspondientes a las diligencias que haya solicitado, y todas por
cuotas iguales los de las diligencias comunes (por ejemplo, informes periciales), sin perjuicio del
reembolso a que haya lugar cuando por la ley o por resolución de los tribunales corresponda a
otras personas hacer el pago.

En definitiva, el que los tribunales sean gratuitos, no significa que al litigante no le va a


costar la litigación, ya que si bien es el Estado el que costea los gastos de la
administración de justicia, el litigante de igual manera debe pagar los gastos respecto de
abogados, receptores y trámites pertinentes en el juicio. Sin embargo, excepcionalmente
hay litigantes que están exentos de soportar estas cargas tributarias, pues de acuerdo al
art. 19 Nº 3 inc. III de la CPR, la ley arbitrará los medios para otorgar asesoramiento y
defensa jurídica a quienes no puedan procurárselos por sí mismos. Estas personas gozan
del privilegio de pobreza, el que puede ser solicitado al tribunal al momento de comenzar
el juicio (caso en que el privilegio tiene una fuente judicial), o bien, puede presumirse
legalmente (caso en que su fuente es legal), por ejemplo, cuando la persona está privada
de libertad (aquí actúa la Defensoría Penal Pública), o cuando está siendo patrocinada
por la Corporación de Asistencia Judicial.
12. PRINCIPIO DE PUBLICIDAD
Este principio está consagrado en el art. 9º del COT, y se traduce en lo siguiente: los actos de
los tribunales son públicos, salvo las excepciones expresamente establecidas por la ley. Esto lo
confirma el art. 380 Nº 3 del COT, el cual señala que son funciones de los secretarios: dar
conocimiento a cualquiera persona que lo solicitare de los procesos que tengan archivados en sus
oficinas, y de todos los actos emanados de la Corte o juzgado, salvo los casos en que el procedimiento
deba ser secreto en virtud de una disposición expresa de la ley.
Por tanto, cualquier persona puede conocer o imponerse del estado de un proceso. Así, en el
ámbito civil se puede ver el expediente (el que tiene acceso a los expedientes es el Secretario del
juzgado), y en materia penal se puede asistir a los juicios. La razón de esto, es garantizar una correcta
administración de justicia, pues al ser las actuaciones judiciales transparentes, se permite la
fiscalización de los tribunales de justicia; además, se permite que terceros que puedan ser afectados
por las resoluciones judiciales, se enteren de los actos del proceso.
Sin embargo, tal como lo dispone el art. 9º del COT, existen excepciones a este principio, es
decir, casos en que las actuaciones judiciales revisten el carácter de secretas, cuales son:
i. El libro privado que llevan los tribunales en ejercicio de su facultad disciplinaria. Pues
de acuerdo al art. 531 Nº 2 del COT, los jueces de letras, para la represión o castigo de
las faltas de respeto que se cometieren en los escritos que les presentaren, podrán: hacer
tarjar por el secretario esas mismas palabras o pasajes abusivos; y dejar copia de ellos en
un libro privado que al efecto habrá en el juzgado.

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ii. Los acuerdos de los tribunales colegiados. Al respecto, el art. 81 del COT señala que las
Cortes de Apelaciones celebrarán sus acuerdos privadamente; pero podrán llamar a ellos
a los relatores u otros empleados cuando lo estimen necesario.

iii. Procesos en que se ventilan cuestiones que pueden afectar el honor o la dignidad de las
personas; como por ejemplo, los expedientes en un juicio sobre nulidad matrimonial o
divorcio (art. 86 de la LMC), o el reconocimiento de paternidad (art. 197 del CC).
Art. 86. El proceso (de nulidad, separación o divorcio) será reservado, a menos que el juez,
fundadamente y a petición expresa de los cónyuges, resuelva lo contrario.

Art. 197. El proceso (de filiación) tiene el carácter de secreto hasta que se dicte sentencia de
término, teniendo acceso a él únicamente las partes y sus apoderados judiciales.

13. PRINCIPIO DE IMPERIO


Este principio está consagrado en el art. 11 del COT y en el art. 73 inc. III de la CPR, y se
traduce en que los tribunales de justicia para ejecutar sus sentencias o hacer practicar actos de
instrucción (por ejemplo, el que ordena la comparecencia de un testigo), pueden requerir el auxilio
de la fuerza pública.
Art. 11. Para hacer ejecutar sus sentencias y para practicar o hacer practicar los actos de instrucción que decreta,
podrán los tribunales requerir de las demás autoridades el auxilio de la fuerza pública que de ella dependiere, o
los otros medios de acción conducentes de que dispusiere.
La autoridad legalmente requerida debe prestar el auxilio, sin que le corresponda calificar el fundamento con
que se le pide, ni la justicia o legalidad de la sentencia o decreto que se trate de ejecutar.

Acá lo importante es señalar que los jueces árbitros no gozan de imperio, pero en caso de
necesitarlo (por ejemplo, apremiar a un testigo para que comparezca), deben recurrir al juez
permanente que sí lo tiene.
14. PRINCIPIO DE SEDENTARIEDAD
Este principio implica la idea de fijeza, lo que se traduce en que los jueces deben administrar
justicia en lugares y horas determinadas. La finalidad de la sedentariedad, es el acceso a la justicia,
el poder acudir a los tribunales en demanda de justicia con mayor facilidad.
Nuestro sistema impone a los jueces la obligación de asistencia y permanencia en el tribunal.
Pues de acuerdo al art. 312 del COT, los jueces están igualmente obligados a asistir todos los días a
la sala de su despacho, y a permanecer en ella desempeñando sus funciones durante cuatro horas
como mínimo cuando el despacho de causas estuviere al corriente, y de cinco horas, a lo menos,
cuando se hallare atrasado (generalmente de 8:00 a 14:30). Sin embargo, hay un atisbo de circuito
en el inc. II de esta artículo, puesto que lo anterior se entenderá sin perjuicio de que el juez, cuando
las necesidades del servicio lo aconsejen, se constituya una vez a la semana, a lo menos, en poblados
que estén fuera de los límites urbanos de la ciudad en que tenga su asiento el tribunal, en cuyo
caso será reemplazado por el secretario en el despacho ordinario del juzgado, pudiendo
designarse para tales efectos actuarios que como ministros de fe autoricen las diligencias que dichos
funcionarios practiquen. La asistencia al despacho cesa exclusivamente en los días feriados. Los
días feriados son los establecidos por la ley.

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15. PRINCIPIO DE TERRITORIALIDAD


Está consagrado en el art. 7º inc. I del COT, que señala que los tribunales sólo podrán ejercer
su potestad en los negocios y dentro del territorio que la ley les hubiere respectivamente asignado.
Para la correcta y ordenada marcha de la administración de justicia, la ley distribuye la jurisdicción
entre los diversos tribunales que ella misma crea, asignándole a cada uno el conocimiento de
determinados negocios, y un territorio determinado. Esta facultad recibe el nombre de “competencia”,
la cual se divide en absoluta (negocios) y relativa (territorio).
Entonces, cada tribunal debe ejercer su competencia relativa dentro del territorio
jurisdiccional asignado por la ley. En el caso de los Juzgados de Letras, normalmente es una comuna
o, en algunos casos, una agrupación de comunas; en las CA normalmente es la Región, pero también
pueden ejercer su competencia en una provincia determinada o en parte de una región (lo que ocurre
en Santiago); y la CS ejerce su competencia en todo el territorio de la República.
Por último, el inc. II del art. 7º del COT señala: lo cual no impide que en los negocios de que
conocen puedan dictar providencias que hayan de llevarse a efecto en otro territorio. Esto no significa
que el tribunal actúe directamente en otro territorio, sino que lo hace por intermedio del tribunal que
ejerce su jurisdicción en ese territorio, mediante lo que se denomina delegación de competencia (la
cual opera mediante exhortos). Sin embargo, hay casos que son verdaderas excepciones al principio
de la territorialidad, en los cuales el tribunal actúa en otro territorio jurisdiccional sin necesidad de
hacerlo por intermedio del tribunal de este otro territorio, por ejemplo, a través del medio de prueba
llamado inspección personal del tribunal, pues de acuerdo al art. 403 inc. II del CPC, podrá verificarse
aún fuera del territorio señalado a la jurisdicción del tribunal (sin previa autorización).
B. ESTRUCTURA DE LA ORGANIZACIÓN JUDICIAL CHILENA

1. CONSIDERACIONES PREVIAS
Como se dijo en párrafos anteriores, la jurisdicción es una función pública que es realizada
por el Estado a través de determinados órganos que actúan en su nombre. Estos órganos
comúnmente se denominan tribunales, y la mayoría de ellos forma parte del Poder Judicial, es decir,
aquel Poder del Estado que, de conformidad al ordenamiento jurídico, es el encargado de administrar
justicia en la sociedad, mediante la aplicación de las normas jurídicas62.
Ahora bien, los tribunales que no forman parte del Poder Judicial siguen siendo órganos
jurisdiccionales, pues, es la función la que determina el carácter del órgano y no su pertenencia a
determinado Poder del Estado. Así, por ejemplo, estos órganos jurisdiccionales pueden pertenecer al
Poder Legislativo (como la Cámara Senadores respecto del juicio constitucional), al Poder Ejecutivo
(como el Subcontralor a propósito del juicio de cuentas) o existir en forma autónoma (por ejemplo,
los Tribunales Electorales, el Tribunal Constitucional, etc.).
Por lo tanto, de acuerdo a lo anterior, es posible señalar que los tribunales de justicia son
órganos del Estado que ejercen la función jurisdiccional para resolver conflictos de relevancia
jurídica, sea que pertenezcan o no al Poder Judicial.

62
Por Poder del Estado, desde el punto de vista constitucional, se entiende a la organización, institución o
conjunto de órganos del Estado, que en el caso del Poder Judicial, son los órganos judiciales o jurisdiccionales,
que suelen gozar de imparcialidad y autonomía.
68
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2. CLASIFICACIÓN DE LOS TRIBUNALES DE JUSTICIA


Los tribunales de justicia pueden ser clasificados desde distintos puntos de vista, a saber:
i. Según la naturaleza del tribunal, éstos pueden ser ordinarios, especiales y arbitrales. Esta es
la clasificación más importante, puesto que es el propio COT quien la hace; es por ello que
posteriormente será analizada con mayor detalle63.

ii. Atendiendo a su composición, están los tribunales unipersonales, que son aquellos formados
por un sólo juez, y los pluripersonales o colegiados, que son aquellos formados por dos o más
jueces. Generalmente los tribunales colegiados actúan en segunda instancia (como la CA y la
CS), no obstante, hay que tener presente que los Tribunales de Juicio Oral en lo Penal (TJOP),
son colegiados pero de única instancia.

iii. Atendiendo a la continuidad o estabilidad de las funciones que realizan, los tribunales pueden
ser permanentes, esto es, aquellos que ejercen sus funciones en forma continua y estable, haya
o no conflictos de relevancia jurídica; o accidentales o temporales, es decir, aquellos que
ejercen sus funciones sólo para casos especiales y determinados.

iv. Según la calidad de sus miembros, los tribunales pueden ser letrados, es decir, aquellos
compuestos por abogados; o legos o no letrados, que son aquellos no compuestos por abogados
(por ejemplo, un árbitro arbitrador que sea ingeniero).

v. Atendiendo a la extensión de su competencia, están los tribunales de competencia común, que


son aquellos que pueden conocer de toda clase de asuntos o materias (por ejemplo, el Juzgado
de Letras de Colina conoce de asuntos civiles, laborales, etc.) y de competencia especial, que
son aquellos que pueden conocer sólo de determinada clase de materias (por ejemplo, el
Juzgado del Trabajo).

vi. Atendiendo a la permanencia en una sede, los tribunales pueden ser sedentarios, esto es,
aquellos que tienen una sede permanente, de la cual no se mueven; o itinerantes o de circuito,
es decir, aquellos que van cambiando de sede, según distintos sistemas. En nuestro sistema
hay un atisbo de itinerancia cuando el juez, atendiendo a las necesidades del servicio, debe
constituirse una vez a la semana, a lo menos, en poblados que estén fuera de los límites urbanos
de la ciudad en que tenga su asiento el tribunal.

vii. Atendiendo a la observancia de la ley, están los tribunales de Derecho, que son aquellos que
tramitan y fallan con observancia estricta de los preceptos legales; y los tribunales de equidad,
esto es, aquellos que fallan conforme a su convicción interna (se ha sostenido que estos
tribunales también son de Derecho, pues es la propia ley la que los faculta para fallar en
conciencia).

viii. Según sus funciones en el proceso, están los tribunales sustanciadores, que son aquellos que
sólo actúan en la etapa de tramitación o investigación (por ejemplo, el Juzgado de Garantía en

63
Esto se relaciona con una de las “clasificaciones” de la jurisdicción, que distinguía entre jurisdicción
ordinaria, especial y arbitral, atendiendo al órgano que ejercía la función jurisdiccional.
69
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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la tramitación del juicio oral); los sentenciadores, que son aquellos que se limitan
exclusivamente a pronunciar el fallo (por ejemplo, el TJOP); y los tribunales mixtos, que son
aquellos que ejecutan ambas funciones, esto es, tramitar o investigar y fallar.

ix. Según su jerarquía, están los tribunales no superiores (erróneamente denominados inferiores),
que son aquellos que actúan generalmente en el nivel de base de la administración de justicia;
y los tribunales superiores, que son aquellos tribunales (generalmente colegiados) que actúan
en un nivel superior de la organización de justicia.

x. Atendiendo a la instancia, están los tribunales de primera, segunda o única instancia. Esto está
en directa relación con la procedencia o no del recurso de apelación.

2.1. TRIBUNALES ORDINARIOS

a. Concepto
Los tribunales ordinarios de justicia son aquellos órganos jurisdiccionales que están
establecidos y regulados en el COT, y cuya principal característica es su estructuración piramidal, es
decir, están ordenados jerárquicamente de manera que el inferior se subordine a sus superiores.
Están mencionados en el art. 5º inc. II del COT y regulados en el Título III (“De los Jueces
de Letras”), IV (“De los Presidentes y Ministros de Corte como tribunales unipersonales”), V (“De
la CA”) y VI (“De la CS”) del mismo cuerpo legal; y en el CPP, respecto de los TJOP y los JG.
Art. 5. A los tribunales mencionados en este artículo corresponderá el conocimiento de todos los
asuntos judiciales que se promuevan dentro del territorio de la República, cualquiera que sea su naturaleza o la
calidad de las personas que en ellos intervengan, sin perjuicio de las excepciones que establezcan la
Constitución y las leyes.
Integran el Poder Judicial, como tribunales ordinarios de justicia, la CS, las CA, los Presidentes y Ministros de
Corte, los tribunales de juicio oral en lo penal, los juzgados de letras y los juzgados de garantía.

b. Características
Los tribunales ordinarios se caracterizan por lo siguiente:
i. Por su ubicación en un determinado cuerpo legal. Estos se encuentran establecidos en un
determinado cuerpo legal, que es el COT, el cual está llamado a fijar su organización y
atribuciones.

ii. Por la jerarquía que debe existir entre ellos, los tribunales ordinarios se organizan en base a
una relación de dependencia o subordinación, lo cual se proyecta en la distribución y
asignación de los asuntos que deben conocer, pues existen distintas fases o grados en el
ejercicio de la función jurisdiccional (la apelación y la casación); y en el ejercicio de las
facultades disciplinarias.
Los tribunales ordinarios superiores de justicia son las CA y la CS, y los no superiores son
los JL, los TJOP, los JG, y los Presidentes y Ministros de Corte (tribunales accidentales que
ejercen jurisdicción en determinadas materias y a nivel de primera instancia).

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Esto se relaciona con las reglas de competencia absoluta y relativa. Las reglas de la
competencia absoluta (fuero, cuantía, materia y grado), determinan la jerarquía de los
tribunales que deben conocer de un determinado asunto, y también sirven para precisar cuál
es su categoría dentro de esa jerarquía; así, por ejemplo, entre los JL hay una misma jerarquía
(tribunales no superiores), y dentro de esa jerarquía hay distintas categorías: JL de una
comuna o agrupación de comunas, JL de ciudad capital de provincia, y JL de ciudad asiento
de CA; por su parte, todas las CA tienen una misma jerarquía (tribunales superiores) y
categoría o clase, salvo la CA de Santiago que tiene competencia especial. Por último, la
aplicación de las reglas de competencia relativa (cuyo único factor es el territorio) sirven para
precisar específicamente qué tribunal dentro esa jerarquía y categoría debe conocer de ese
determinado asunto, o sea, la competencia relativa determina qué tribunal es competente
territorialmente.
iii. Atendiendo a su composición, los tribunales ordinarios son unipersonales (JL, JG, y los
Presidentes y Ministros de Corte) o colegiados (CA, CS y TJOP).

iv. Atendiendo a la continuidad o estabilidad de las funciones que realizan, los tribunales
ordinarios, por regla general, son permanentes, pues en virtud del principio de inamovilidad,
ellos deben ejercer sus funciones mientras mantengan su buen comportamiento, y no concurra
una causa legal o constitucional que los remueva. Sin embargo, existen tribunales ordinarios
que son accidentales, es decir, se constituyen cuando existen causas que requieren su
intervención y desaparecen cuando ha terminado el conocimiento del negocio; en concreto
son: los Ministros de la CA y el Presidente de la CA de Santiago, y los Ministros y el
Presidente de la CS64.

La competencia de estos tribunales accidentales, en general, se refiere a asuntos vinculados


con el fuero de alguna de las personas involucradas (por ejemplo, el Presidente de la CS
conoce de las causas sobre amovilidad de los ministros de la CA) o de la especialidad de la
materia de que se trata (por ejemplo, un Ministro de la CS conoce de los delitos de jurisdicción
de los tribunales chilenos, cuando puedan afectar las relaciones internacionales de la
República con otro Estado). Esto es diferente a la institución de un Ministro en visita porque,
en tal evento, el Ministro no constituye un tribunal diferente, sino que solamente reemplaza
o sustituye al juez que debía conocer de esa causa, normalmente, por razones de conmoción
o alarma pública.

v. Según la calidad de sus miembros, los tribunales ordinarios son letrados, es decir, están
compuestos por abogados.

vi. Atendiendo a la permanencia en una sede, los tribunales ordinarios, por regla general, son
sedentarios. Excepcionalmente, pueden ejercer sus funciones fuera de su oficio, por ejemplo,
cuando tiene lugar el medio probatorio denominado inspección personal del tribunal; o
cuando el juez, atendiendo a las necesidades del servicio, debe constituirse una vez a la

64
Se hace presente que la existencia de los tribunales accidentales no viola, en caso alguno, el derecho al juez
natural recogido en el art. 19 Nº 3 inc. IV de la CPR, el cual exige el establecimiento previo del tribunal por la
ley; esto, porque si bien no están activos en forma permanente, siempre existen como tales en la legislación,
constituidos, organizados y con competencia definida con anterioridad.
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semana, a lo menos, en poblados que estén fuera de los límites urbanos de la ciudad en que
tenga asiento el tribunal.

vii. Atendiendo a la observancia de la ley, los tribunales ordinarios son tribunales de Derecho,
pues tramitan y fallan con observancia estricta de los preceptos legales. Excepcionalmente
existen hipótesis en que conocen y fallan de acuerdo a la equidad, por ejemplo, el art. 12 de
la CPR, a propósito del recurso de reclamación de nacionalidad, señala que la CS conocerá
como jurado, es decir, en conciencia.

viii. Atendiendo a la instancia, los tribunales ordinarios pueden ser de primera, segunda o única
instancia.

2.2. TRIBUNALES ESPECIALES

a. Concepto
Los tribunales especiales son aquellos creados por leyes especiales para juzgar a
determinadas personas (fuero personal) o para resolver determinados asuntos o materias (fuero real),
que en razón de su especialidad, complejidad o importancia, han sido sustraídos de los tribunales
ordinarios.
b. Clases
Los tribunales especiales se clasifican atendiendo a si forman parte o no del Poder Judicial65.
Esta distinción que hace el art. 5º del COT, tiene importancia netamente interna o funcionaria, es
decir, para ver si los jueces gozan de la calidad de funcionarios públicos.
i. El art. 5º inc. III señala que forman parte del Poder Judicial, como tribunales especiales, los
Juzgados de Familia, los Juzgados de Letras del Trabajo, los Juzgados de Cobranza Laboral
y Previsional y los Tribunales Militares en tiempo de paz, los cuales se regirán en su
organización y atribuciones por las disposiciones orgánicas constitucionales contenidas en la
ley Nº 19.968, en el Código del Trabajo, y en el Código de Justicia Militar y sus leyes
complementarias, respectivamente, rigiendo para ellos las disposiciones de este Código sólo
cuando los cuerpos legales citados se remitan en forma expresa a él.

ii. Por su parte, el inc. IV del art. 5º señala que los demás tribunales especiales se regirán por las
leyes que los establecen y reglamentan, sin perjuicio de quedar sujetos a las disposiciones
generales de este Código. Ahora bien, las “disposiciones generales” del COT son las normas
contenidas en el Título I (“Del Poder Judicial y de la Administración de la justicia en
general”), y otras normas que tengan el carácter de general o reconozcan principios generales
(por ejemplo, las normas del Título VII relativo a la competencia). Algunos de estos
tribunales especiales son:
- Los Juzgados de Policía local. Estos tribunales especiales dependen
administrativamente de la Municipalidad respectiva, pero están sujetos a la
supervigilancia directiva, correccional y económica de la CA respectiva. Las

65
También, según algunos, se clasifican atendiendo al elemento de la competencia materia (por ejemplo,
materia de familia, laboral, etc.), o al elemento fuero (fuero militar de las personas).
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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materias más importantes que conocen estos Juzgados, son las siguientes: las
infracciones a las normas que regulan el transporte público; los daños y perjuicios
ocasionados en accidentes de tránsito; lo relativo a la Ley de Protección a los
Derechos de los Consumidores, y a la Ley de Alcoholes, etc.

- Tribunales Tributarios. Acá se encuentra el Director Regional del SII quien conoce
en primera o en única instancia las reclamaciones deducidas por los contribuyentes,
y las denuncias por infracción a las disposiciones tributarias, salvo que expresamente
se haya establecido una regla diversa. Además, están los funcionarios delegados,
pues el Director Regional puede autorizar a funcionarios del Servicio para conocer y
fallar reclamaciones y denuncias obrando "por orden del Director Regional". Están
también los Tribunales Especiales de Alzada, los cuales conocerán de las apelaciones
que se deduzcan en contra de las resoluciones dictadas por el Director Regional, a
propósito de los avalúos de los bienes raíces.

- Tribunales Aduaneros. Estos se rigen por la Ordenanza de Aduanas (DFL Nº 2 del


año 1997), cuyo art. 187 señala que los tribunales establecidos en esta Ordenanza
conocerán con arreglo a las disposiciones de este Título, de las infracciones
aduaneras, de las contiendas civiles en que la Aduana figure como demandante o
demandada, y, además, de los delitos cuyo conocimiento le encomienda
expresamente la ley. En cuanto a la competencia de los Tribunales Aduaneros, se
distingue la competencia de los Administradores de Aduanas, los cuales conocen en
única o primera instancia; y el Director Nacional de Aduanas, que conoce en segunda
instancia66.

- Juicios de cuentas. En este juicio en primera instancia actúa el Subcontralor, y en


segunda instancia el Tribunal de Cuentas de Segunda Instancia, el cual está integrado
por el CGR, quien lo presidirá, y por dos abogados designados por el Presidente de
la República, a propuesta de una terna elaborada por el CGR; a este Tribunal le
corresponde conocer los recursos de apelación y de revisión que se interpongan
durante la tramitación de un juicio de cuentas.

2.3. TRIBUNALES ARBITRALES

2.3.1 CONCEPTO
La referencia a estos tribunales está en el inc. final del art. 5º del COT, el cual señala que los
jueces árbitros se regirán por el Título IX (“De los jueces árbitros”) de este Código. En efecto, el
Título IX se refiere a los jueces árbitros, a las convenciones de arbitrajes y las fuentes del arbitraje en

66
Hay que tener presente que la ley 20.322 del año 2009, fortaleció y perfeccionó la jurisdicción
tributaria y aduanera. Pues se crearán 18 tribunales especializados en estas materias (cuatro en la Región
Metropolitana y uno en cada capital regional), los que comenzarán a operar de forma gradual de norte a sur a
partir del año 2009, hasta completar el cronograma el año 2013; además habrán salas especiales en las CA para
abordar estas materias; y habrá una etapa de reconsideración administrativa antes del reclamo judicial para
disminuir la “judicialización” innecesaria de los casos.
73
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general; mientras que el procedimiento arbitral se encuentra regulado en el Libro III (“De los juicios
especiales”), Título VIII (“Del juicio arbitral”) del CPC.
El art. 222 del COT, con el cual comienza el Título IX, da un concepto de árbitro que pone
énfasis en el origen de su nombramiento. En efecto, tal disposición señala que se llaman árbitros los
jueces nombrados por las partes, o por la autoridad judicial en subsidio, para la resolución de un
asunto litigioso. Hay que señalar que este concepto omite otras fuentes de designación, a saber: el
causante, el cual puede designar a un partidor por un instrumento público entre vivos o por un
testamento; y algunos también mencionan a la ley. Es por ello que la doctrina define a los tribunales
arbitrales como aquellos constituidos por jueces árbitros, o sea, por jueces nombrados por las partes,
por el causante, por la autoridad judicial en subsidio, o por la ley, para la resolución de un asunto
litigioso.
Entre las ventajas del arbitraje se encuentran la celeridad, la flexibilidad, la confidencialidad,
el hecho de que se pueden pactar los costas con anterioridad y, más aún, facilita la posibilidad de que
ciertos asuntos de complejidad jurídica puedan ser resueltos por personas de mayor especialización.
A diferencia del excesivo formulismo y lentitud de la justicia ordinaria.
2.3.2 CARACTERÍSTICAS

i. En cuanto a su naturaleza jurídica, los árbitros son jueces o tribunales de justicia distintos de
los tribunales ordinarios y especiales; se dice que son tribunales de carácter extraordinario,
por oposición a los anteriores.

ii. Los árbitros ejercen jurisdicción, pues son creados por la ley en términos generales (fuente
mediata), y en razón de esta creación legal, ellos tienen jurisdicción, es decir, la ley los
autoriza para conocer litigios y dictar resoluciones67. El propio art. 222 del COT señala los
árbitros son jueces, por tanto, se encuentran investidos de autoridad pública, que les emana
de la ley, y no de las partes; y como tales y, como todos los otros jueces, tienen jurisdicción.
La diferencia entre ellos y los demás, radica solamente en tres aspectos: en el sistema especial
de designación; por la duración de sus funciones (que obviamente se limita al asunto sometido
a su conocimiento) y sus decisiones carecen de imperio.

iii. De acuerdo a la definición del art. 222 del COT, los árbitros resuelven asuntos litigiosos,
por tanto, no tienen por función conocer asuntos judiciales no contenciosos, o ejercer
facultades económicas, disciplinarias o conservadoras (facultades anexas a la jurisdicción).

iv. En nuestro ordenamiento es indiscutido que los árbitros no pertenecen al poder judicial,
pues el art. 5º del COT establece una tajante separación entre los jueces que pertenecen al
Poder Judicial y los árbitros. Por lo tanto, los jueces árbitros no gozan de la calidad de
funcionarios públicos.

67
Si la ley no hubiera creado estos tribunales, y las partes no quisiesen resolver un conflicto por la justicia
ordinaria, tendrían que recurrir a la figura del mandato civil, con el problema de que la decisión del mandatario
se podría revocar y carecería de fuerza jurídica, por lo que si una de las partes no la acatase, no ocurriría nada.
Precisamente con el juez arbitro ocurre lo contrario, ya que sus decisiones producen los mismo efectos que la
de los tribunales ordinarios (se encuentran amparados por el efecto de cosa juzgada), ya que ejercen jurisdicción.
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v. Son tribunales temporales, puesto que están conformados por particulares que ofrecen la
confianza necesaria para que se les dote de la categoría de jueces, y una vez que resuelven el
asunto, dejan de ser jueces árbitros.
El hecho de que no estén establecidos de manera permanente, no obsta a que los árbitros
tengan el carácter de jueces, pues ellos siempre existen como tales en la legislación, por tanto,
cuando los árbitros son designados por las partes, por el causante, por la justicia en subsidio
o por la ley (como fuente inmediata), estas fuentes no dan un poder al árbitro, porque esa
facultad ya se la dio la ley (como fuente mediata).
vi. Los árbitros carecen de imperio, es decir, no tienen la posibilidad de usar la fuerza pública
directamente para ejecutar sus resoluciones, pues ellos deben recurrir a la justicia ordinaria
para hacer cumplir coactivamente una resolución; así lo dispone el art. 635 inc. III del CPC.
Esto sucede porque el legislador quiso mantener el monopolio de la fuerza en manos del
Poder Judicial, y en consecuencia, en manos del Estado68.

Art. 635. Para la ejecución de la sentencia definitiva se podrá ocurrir al árbitro que la dictó, si no está
vencido el plazo porque fue nombrado, o al tribunal ordinario correspondiente, a elección del que pida
su cumplimiento.
Tratándose de otra clase de resoluciones, corresponde al árbitro ordenar su ejecución.
Sin embargo, cuando el cumplimiento de la resolución arbitral exija procedimientos de apremio o el
empleo de otras medidas compulsivas, o cuando haya de afectar a terceros que no sean parte en el
compromiso, deberá ocurrirse a la justicia ordinaria para la ejecución de lo resuelto.

vii. La investidura del tribunal es de origen privado, pues la jurisdicción que ejercen es, por regla
general, facultativa para las partes, salvo la existencia de casos de arbitraje forzoso (por
ejemplo, la partición de bienes).

viii. En cuanto a la remuneración, los árbitros no son pagados por el Estado, sino por los
particulares; pues al no pertenecer al Poder Judicial, no son funcionarios públicos.

2.3.3 DIFERENCIAS ENTRE TRIBUNALES ORDINARIOS Y ARBITRALES

i. Los jueces ordinarios tienen imperio, es decir, tienen la posibilidad de usar la fuerza pública
directamente para ejecutar sus resoluciones; en cambio, los jueces árbitros se hallan privados
de esta facultad, pues tienen que recurrir a los tribunales ordinarios para ello

ii. Los jueces ordinarios tienen un carácter permanente, los jueces árbitros, en cambio, sólo se
constituyen en el momento que se suscita el conflicto que determina su actuación.

iii. Los jueces ordinarios tienen por ley asignado un territorio jurisdiccional; en cambio los
árbitros, no tienen territorio jurisdiccional.

68
Ahora bien, esto no significa que las resoluciones de los árbitros no se cumplan; pues la sentencia arbitral es
un título ejecutivo, tiene igual fuerza que la sentencia de un tribunal de justicia ordinaria. Lo que pasa, es que
si la parte vencida en el juicio arbitral no quiere cumplir la resolución, el árbitro debe recurrir a la justicia
ordinaria para requerir el auxilio de la fuerza pública.
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iv. Las resoluciones de los jueces ordinarios pueden afectar a terceros; en cambio, lo que resuelva
el árbitro sólo afecta a las partes que litigan en calidad de tales y no afectan a terceros.

v. La fuente de existencia de los jueces ordinarios es la ley; en los jueces arbitrales también es
la ley, pero el matiz está dado por el hecho de que la ley autoriza a las partes (arbitraje
voluntario) para establecer la jurisdicción arbitral (es una fuente mediata).

vi. Los tribunales ordinarios son tribunales de Derecho, es decir, deben fallar y conocer con
estricta sujeción a la ley; en el caso del arbitraje, esta regla se aplica sólo a los árbitros de
Derecho, puesto que los árbitros arbitradores fallan en conciencia o conforme a la equidad.

vii. Por último, en conformidad con el art 108 del COT, los jueces ordinarios tienen fijadas sus
competencias y atribuciones de antemano por la ley; en cambio, en el caso de los jueces
árbitros, son las partes las que determinan su competencia, pues ésta no está predeterminada
por la ley (salvo en el arbitraje forzoso).

2.3.4 CLASIFICACIÓN DE LOS JUECES ÁRBITROS


El art. 223 inc. I de COT reconoce dos clases de árbitros, al decir que el árbitro puede ser
nombrado, o con la calidad de árbitro de derecho, o con la de árbitro arbitrador o amigable
componedor. A ellos hay que agregar a los árbitros mixtos.
En primer lugar encontramos a los árbitros de derecho. De acuerdo al art. 223 inc. II de
COT el árbitro de derecho fallará con arreglo a la ley y se someterá, tanto en la tramitación como
en el pronunciamiento de la sentencia definitiva, a las reglas establecidas para los jueces ordinarios,
según la naturaleza de la acción deducida. Como se puede apreciar, los árbitros de derecho son como
los jueces ordinarios, pues tramitan y fallan como tales; y por ello, sólo pueden ser árbitros de Derecho
los abogados (art. 225 del COT).
Art. 225. Puede ser nombrado árbitro toda persona mayor de edad, con tal que tenga la libre disposición de sus
bienes (capacidad) y sepa leer y escribir. Los abogados habilitados para ejercer la profesión pueden ser árbitros
aunque sean menores de edad.
El nombramiento de árbitros de derecho sólo puede recaer en un abogado.

Art. 226. No pueden ser nombrados árbitros para la resolución de un asunto las personas que litigan como partes
en él, salvo lo dispuesto en los arts. 1324 y 1325 del CC (en el juicio de partición los herederos pueden ser
nombrados jueces partidores).
Asimismo, no puede ser nombrado árbitro para la resolución de un asunto el juez que actualmente estuviere
conociendo de él, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 317 (excepto cuando el juez nombrado tuviere con
alguna de las partes originariamente interesadas en el litigio, algún vínculo de parentesco que autorice su
implicancia o recusación).

Por otra parte, desde el momento en que el árbitro de Derecho tramita y falla como un tribunal
ordinario, ofrece idénticas condiciones de seguridad que éste y, por consiguiente, el legislador no
tiene para qué preocuparse de si las partes interesadas son o no plenamente capaces. Por tanto, hayan
o no incapaces (representados legal o convencionalmente) entre los interesados, el nombramiento de
árbitros de Derecho será válido; pues el art 224 del COT, a propósito de la capacidad de las partes,
no señala nada, lo que significa que se rigen por las reglas generales de los jueces ordinarios.

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En segundo lugar, encontramos al árbitro arbitrador o amigable componedor69. De


acuerdo al art. 223 inc. III de COT el arbitrador fallará obedeciendo a lo que su prudencia y la
equidad le dictaren, y no estará obligado a guardar en sus procedimientos y en su fallo otras reglas
que las que las partes hayan expresado en el acto constitutivo del compromiso, y si éstas nada
hubieren expresado, a las que se establecen para este caso en el CPC. De acuerdo a este artículo, se
puede decir que es aquel que tramita en conformidad a las reglas que han establecido las partes, y si
éstas nada han dicho, conforme al procedimiento establecido en la legislación procesal civil (Título
VIII, Libro III del CPC), y que falla de acuerdo a las reglas de la prudencia (virtud que permite
discurrir entre lo bueno y lo malo) o equidad (la justicia del caso concreto) que cree convenientes70.
Para designar este tipo de árbitros, el art. 224 inc. I del COT señala que sólo las partes mayores
de edad y libres administradoras de sus bienes podrán dar a los árbitros el carácter de arbitradores.
Por tanto, si en un conflicto hay un incapaz, el árbitro no puede tener la calidad de arbitrador.
Por último, está el árbitro mixto. El art. 223 inc. final del COT señala que sin embargo, en
los casos en que la ley lo permita, podrán concederse al árbitro de derecho facultades de arbitrador,
en cuanto al procedimiento, y limitarse al pronunciamiento de la sentencia definitiva a la aplicación
estricta de la ley. Por tanto, de acuerdo dicha disposición, se puede señalar que el árbitro mixto es
aquel que tiene facultades de arbitrador en cuanto al procedimiento y de árbitro de derecho respecto
del fallo71.
Para nombrar este tipo de árbitros también se requiere de la plena capacidad de las partes que
concurren a su nombramiento; pero por motivos de manifiesta conveniencia podrán los tribunales
autorizar la concesión al árbitro de derecho de las facultades de que trata el inc. IV del artículo anterior
(árbitro mixto), aun cuando uno o más de los interesados en el juicio sean incapaces (art. 224 inc. II
del COT).
De estas tres clases de árbitros, los árbitros de derecho constituyen la regla general en la
legislación chilena, pues si las partes no confieren expresamente al árbitro las facultades de amigable
componedor o de árbitro mixto, se entiende que lo designan en calidad de árbitro de derecho (se
presume). Sin embargo, el profesor FORTTES señala que el más frecuente en la práctica es el árbitro
arbitrador, porque uno de derecho es poco útil, ya que se debe someter a las mismas reglas que un
juez ordinario y, por tanto, el procedimiento será largo.
2.3.5 CLASES DE ARBITRAJE

i. Arbitraje forzoso, prohibido y voluntario


El arbitraje forzoso u obligatorio, dice relación con aquellos asuntos que necesariamente
se deben someter al conocimiento de árbitros. En otras palabras, es aquel que es impuesto

69
La expresión amigable componedor no debe inducir al error de creer que este árbitro actúa como conciliador
o amigo que abuena a las partes, ya que éste es un juez, y como todo juez, juzga.
70
Al fallar con sujeción a la equidad o prudencia, no procede el recurso de casación en el fondo, por lo cual, el
recurso de queja es el único medio de que disponen las partes en caso de que un árbitro arbitrador falle en forma
aberrante, sin respetar los principios de equidad. En efecto, el art. 545 del COT hace procedente el recurso de
queja (además del recurso de casación en la forma) en contra de las sentencias definitivas de primera o única
instancia dictadas por árbitros arbitradores.
71
Algunos dicen que esta clase de árbitro no existe, puesto que sigue siendo árbitro de derecho pero con
facultades distintas para tramitar. Es por ello que el COT no los nombra expresamente.
77
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imperativamente por la ley como el único procedimiento para resolver determinados litigios; pues si
las partes recurren al tribunal ordinario, éste se declarará incompetente 72.
Aquí no es necesario que las partes se pongan de acuerdo para sustraerse de la jurisdicción
ordinaria y someterse al arbitraje, pues es la propia ley la que excluye absolutamente la competencia
de los tribunales ordinarios y la concede, en forma privativa, a jueces árbitros. La razón de esto, es
por la naturaleza de las materias, ya que se trata de asuntos en los cuales se ventilan problemas de
carácter íntimo, que producen apasionamiento entre las partes y, por ello, conviene sustraerlos de la
justicia ordinaria; o bien, se ventilan problemas de carácter técnico, que hacen perder demasiado
tiempo a los tribunales ordinarios, en desmedro de otros asuntos de mayor importancia. Estos casos
están señalados en el art 227 del COT, el cual dispone que deben (imperativo) resolverse por árbitros
lo asuntos siguientes:
- La liquidación de una sociedad conyugal o de una sociedad colectiva o en comandita civil,
y la de las comunidades (art. 227 Nº 1). En cuanto a la liquidación de la sociedad conyugal,
hay que tener en cuenta el inc. final del art. 227, que señala que los interesados, de común
acuerdo, pueden también solicitar al juez que conoce el procedimiento sobre la separación
judicial, la declaración de nulidad del matrimonio o el divorcio, que liquide la sociedad
conyugal o el régimen de participación en los gananciales que hubo entre los cónyuges; es
decir, si las partes lo prefieren, pueden solicitar al Juez de Familia que está conociendo de
la separación judicial, del divorcio o de la nulidad de matrimonio, la liquidación de la
sociedad conyugal.
Por otro lado, la disposición sólo hace referencia a las sociedades civiles, pues las
sociedades comerciales, como las SA, se liquidan de común acuerdo por los socios, o bien,
mediante un liquidador. Ahora bien, entre el liquidador y el árbitro hay gran diferencia, pues
mientras el primero es un verdadero mandatario de los interesados, el segundo actúa como
juez.

- La partición de bienes (art. 227 Nº 2), es decir, aquel procedimiento regulado en el CC, que
habilita a las personas para liquidar los bienes hereditarios. Pues respecto de los bienes del
causante se forma una comunidad hereditaria, la cual se debe liquidar en algún momento
por medio de un juicio arbitral llamado partición de bienes.

- Las cuestiones a que diere lugar la presentación de la cuenta del gerente o del liquidador
de las sociedades comerciales y los demás juicios sobre cuentas (art. 227 Nº 3).

- Las diferencias que ocurrieren entre los socios de una sociedad anónima, o de una sociedad
colectiva o en comandita comercial, o entre los asociados de una participación, en el caso
del art. 415 del Código de Comercio (art. 227 Nº 4).

- Los demás que determinen las leyes (art. 227 Nº 5). Por ejemplo, las controversias que se
producen en el Comercio Marítimo, salvo las excepciones legales.

72
La mayor parte de la doctrina del Derecho comparado arbitral moderno, señala que los arbitrajes obligatorios
no constituyen un auténtico arbitraje, porque carecen del pilar que les impregna vida, fuerza y fundamento,
como es la autonomía de la voluntad. No obstante, en este tipo de arbitraje las partes igualmente cuentan con la
facultad de designar a la persona del juez árbitro.
78
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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No obstante los casos anteriores, el art. 227 inc. II del COT señala que pueden, sin embargo,
los interesados resolver por sí mismos estos negocios, si todos ellos tienen la libre disposición de sus
bienes y concurren al acto. En otras palabras, las partes podrían evitar el arbitraje forzoso haciendo
uso del equivalente jurisdiccional transacción para solucionar directamente el asunto.
¿Qué tipos de árbitros resuelven estas materias? El profesor AYLWIN, al respecto, ha señalado
que estos asuntos sólo pueden ser conocidos y resueltos por un árbitro de derecho, o a lo más un
árbitro mixto, pero jamás un arbitrador.
En segundo lugar, encontramos el arbitraje prohibido. Así como la ley estableció diversos
casos de materia de arbitraje forzoso, de la misma manera señaló situaciones en que el arbitraje se
encuentra vedado; es decir, asuntos o negocios que necesariamente deben ser conocidos por la justicia
ordinaria y jamás por jueces árbitros, ni aun con acuerdo de las partes. Este tipo de arbitraje recae
sobre materias que la ley, por razones de alta conveniencia pública, impide someter a la decisión de
jueces árbitros (son materias de orden público). En efecto, estos asuntos son:
- De acuerdo al art. 229 del COT, no podrán ser sometidas a la resolución de árbitros las
cuestiones que versen sobre alimentos o sobre derecho de pedir separación de bienes entre
marido y mujer. CASARINO dice que la ley al decir “cuestiones que versen sobre alimentos”,
se ha referido exclusivamente a los juicios sobre alimentos futuros cuando la obligación
emana de la ley, y no a los alimentos voluntarios ni a las prestaciones alimenticias ya
devengadas.

- Por otra parte, el art. 230 inc. I del COT dispone que tampoco podrán someterse a la decisión
de árbitro las causas criminales, las de policía local, las que se susciten entre un representante
legal y su representado, y aquellas en que debe ser oído el fiscal judicial (se refiere a asuntos
en que el Estado tiene interés, es decir, juicios de hacienda; o asuntos de Derecho de familia,
como juicios de divorcio y materias de estado civil, etc.).

- Fuera de los casos anteriores, también se puede mencionar a los asuntos judiciales no
contenciosos, puesto que los árbitros sólo resuelven “asuntos litigios”; y los juicios en que se
ventilen derechos regidos por el Código del Trabajo y leyes complementarias, porque estos
derechos, por expresa disposición legal, son irrenunciables.
¿Qué pasa si se establece un arbitraje en este tipo de asuntos? Desde el punto de vista civil,
lo resuelto es nulo absolutamente; y del punto de vista procedimental, puede alegarse un vicio por
incompetencia.
¿Qué ocurre si un determinado asunto en virtud de una norma jurídica es de arbitraje
prohibido, y en virtud de otro precepto es de arbitraje forzoso? Este conflicto ha sido resuelto en
forma expresa por el legislador en el art. 230 inc. II del COT, al señalar que todo lo cual (arbitraje
prohibido) se entiende sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 227 (arbitraje forzoso); en otras palabras,
en caso de conflicto éste se resuelve a favor del arbitraje forzoso. Por ejemplo, una partición de bienes
hereditarios en la cual son interesados un padre y su hijo menor de edad; según el art. 230 del COT,
este juicio no podría ser sometido a arbitraje por suscitarse entre un representante legal y su
representado; sin embargo, el art. 227 Nº 2 establece que este asunto es de arbitraje forzoso.
Por último, se encuentra el arbitraje voluntario. Este tipo de arbitraje dice relación con
aquellos asuntos respecto de los cuales la ley no menciona como de exclusiva competencia de la
79
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justicia ordinaria o arbitral; es decir, se trata de materias que no siendo de arbitraje prohibido u
obligatorio, las partes pueden voluntariamente sustraerlas del conocimiento de los tribunales que
establece la ley, para someterlos al conocimiento y resolución de un árbitro (por ejemplo, los juicios
sobre cobro de pesos).
El arbitraje facultativo es el más amplio, pues caben en él todas las materias que siendo de
competencia de los tribunales ordinarios (causas principalmente civiles), las partes pueden someterlas
al conocimiento de árbitros. Por lo tanto, el arbitraje forzoso es la excepción; en efecto, las materias
de este tipo de arbitraje son taxativas, por lo mismo, el principio que rige en materia arbitral es la
libertad de las personas para someter un asunto a arbitraje. Por lo demás, así lo señala el art. 228 del
COT al decir que fuera de los casos expresados en el artículo precedente (arbitraje forzoso), nadie
puede ser obligado a someter al juicio de árbitros una contienda judicial.
ii. Arbitraje interno e internacional
Según su extensión o ámbito de aplicación, el arbitraje se clasifica en interno e internacional.
El arbitraje interno es aquel que se desarrolla conforme al Derecho nacional (COT y CPC),
sin que exista en el objeto del proceso elementos de competencia internacional.
Por su parte, el arbitraje internacional es aquel que se desarrolla conforme a convenios
internacionales (por ejemplo, Convención de la ONU sobre Reconocimiento y Ejecución de las
Sentencias Arbitrales Extranjeras, y la Convención Interamericana sobre Arbitraje Comercial
Internacional), para solucionar, generalmente, conflictos generados en el comercio internacional, los
cuales exigen seguridad y rapidez en su solución.
El arbitraje internacional es una consecuencia de que no exista un tribunal supraestatal de
Derecho privado para resolver los litigios que pueden surgir en las relaciones internacionales. Pues
los Estados ofrecen sólo jurisdicciones nacionales, concebidas en su origen para conocer conflictos
internos73.
iii. Arbitraje Ad hoc y arbitraje institucional
Según la forma en que se administra el arbitraje o se designa al árbitro, se distingue entre:
arbitraje ad hoc y arbitraje institucional.
El arbitraje ad hoc o independiente es aquel regulado por las partes sin intervención de los
centros de arbitraje; las partes directamente designan el árbitro.

73
El año 2004 se publicó la Ley 19.971 sobre Arbitraje Comercial Internacional, que fijó los procedimientos
para la resolución en Chile de disputas comerciales a nivel internacional; dicha ley, se fundó en una ley modelo
elaborada por la Comisión de las Naciones Unidos para el Derecho Mercantil Internacional. Hasta entonces, en
Chile, el arbitraje comercial internacional no estaba específicamente normado, pues se utilizaban normas a nivel
local, lo cual no era adecuado (solamente está regulado en el CPC, a propósito de la ejecución en Chile, de las
sentencias arbitrales extranjeras mediante el exequátur). Además, dada la creciente integración de Chile a la
economía internacional, se hacía necesario una alternativa que permitiera a empresas pequeñas y medianas
resolver tales litigios comerciales en el país, pues un proceso judicial en el extranjero resulta demasiado costoso.
Por otro lado, era un objetivo deseable, tanto desde el punto de vista público como del privado, que nuestro país
ocupe un lugar destacado como centro de arbitraje en el comercio internacional, especialmente, a nivel
latinoamericano.
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En cambio, el arbitraje institucional es aquel confiado a entidades corporativas


(generalmente centros de arbitraje) que administran permanentemente el arbitraje mediante la
designación de los árbitros, la sujeción del mismo a determinadas reglas de procedimiento (en su
caso), y a la facilitación, en general, de los medios necesarios para llevar a cabo el encargo. En Chile
no tienen un reconocimiento legal expreso, pero se han establecido fuera de la ley; así, por ejemplo,
está la Comisión Chilena de Arbitraje Comercial, el Centro de Arbitraje y Mediación de la V Región,
que tiene importancia en relación con los arbitrajes marítimos; etc74.
El arbitraje institucional se caracteriza porque la institución de arbitraje designa el nombre
del árbitro y realiza las labores de administración del proceso arbitral, estableciendo pautas sobre los
honorarios que pueden cobrar los árbitros en la tramitación del juicio. Esto presenta como ventaja, la
idoneidad técnica de los árbitros.
2.3.6 CONSTITUCIÓN DEL ARBITRAJE
Respecto al origen y fuente de la justicia arbitral, hay que distinguir entre fuentes mediatas e
inmediatas. Como se dijo, la ley es la fuente mediata del arbitraje, y en cuanto a las fuentes inmediatas,
de acuerdo al art 222 del COT, el arbitraje puede tener su origen en la voluntad de las partes o en la
autoridad judicial; sin embargo, es necesario agregar la voluntad unilateral del causante o testador, y
en algunos casos la ley, como fuente inmediata.
(1) Voluntad de las partes
Las partes de común acuerdo pueden sustraer el conocimiento de un determinado asunto de
la jurisdicción ordinaria, y someterlo a la resolución de un árbitro. Ahora bien, existen dos tipos de
mecanismos para llegar a esto: el compromiso y la cláusula compromisoria.
El compromiso, siguiendo al profesor Patricio AYLWIN, es una convención por la cual las
partes sustraen determinados asuntos litigiosos presentes o futuros del conocimiento de la jurisdicción
ordinaria y lo someten al conocimiento y fallo de uno o más árbitros que en ese mismo acto designan.
Por ejemplo, se establece como cláusula que “cualquier conflicto que se suscite con motivo del
siguiente contrato, las partes acuerdan someterlo a la decisión de un juez árbitro y desde ya se designa
a don Juan Pérez, el cual tendrá la calidad de árbitro arbitrador”.
En cuanto a su naturaleza jurídica, tradicionalmente han existido tres posturas:
- Se ha dicho por la mayoría de la doctrina (CASARINO, ROMERO SEGUEL, ABELIUK, entre otros)
que el compromiso es un contrato, ya que crea la obligación de someterse a un juicio arbitral y
acatar el fallo que se dicte.

- Patricio AYLWIN, en cambio, señala que el compromiso no es propiamente un contrato, sino


que una convención, es decir, un acto jurídico bilateral por el cual las partes sustraen del ámbito

74
Ejemplo de una de estas cláusulas, es la siguiente: “cualquier controversia que se produzca entre las partes
con motivo de la aplicación, interpretación, duración, validez o ejecución de este contrato, será sometida a
arbitraje conforme a los estatutos y reglamentos de arbitraje del Centro de Arbitraje y Mediación de la V Región
(CAM). Las partes designarán de común acuerdo como árbitro mixto a uno de los integrantes del cuerpo arbitral
del CAM. Para el evento en que las partes no lleguen a acuerdo respecto de la persona del árbitro, confieren
poder irrevocable a la CAM, para que, a solicitud de cualquiera de éstas, designe al árbitro de entre los
integrantes del cuerpo arbitral del centro antes referido”.
81
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de los tribunales ordinarios un determinado asunto para que sea conocido y fallado por un juez
expresamente nombrado por las partes. Entonces, es erróneo decir que por el compromiso
contraen, quienes los suscriben, la obligación de someterse a un juicio arbitral, pues las partes
no se obligan a ello, sino que se someten desde luego a la jurisdicción del tribunal arbitral, y
por tanto, quedan al margen de la jurisdicción de los demás tribunales; por otro lado, tampoco
puede pensarse que del compromiso nace la obligación de respetar y cumplir el fallo de los
árbitros, pues la fuerza obligatoria y ejecutiva de la sentencia arbitral arranca de la jurisdicción
que la ley otorga a los tribunales arbitrales, y no de un contrato entre las partes.

- Por otro lado, hay una posición que puede ser complementaria a las dos anteriores, y es
sostenida por el procesalista italiano CHIOVENDA (y compartida por el profesor FORTTES),
quien señala que el compromiso es un pacto procesal, es decir, es un acuerdo de voluntades
extrajudicial destinado a producir consecuencias procesales. Pues mediante el compromiso se
da vida a un tribunal arbitral a cuya jurisdicción se someten las partes, se determina su
competencia, y se designan a las personas que lo integrarán, todas la cuales son consecuencias
en el ámbito procesal75.
En cuanto a los requisitos de compromiso, si señala que es una convención o u contrato, se
debe someter a los requisitos generales de los actos jurídicos. Y, por otro lado, también debe
someterse a los requisitos específicos que señala la ley. Hay que recordar que los requisitos generales
del acto jurídico, son: los requisitos de existencia (voluntad, objeto, causa, y solemnidades en los
casos que señala la ley) y los requisitos de validez (capacidad, consentimiento exento de vicios, objeto
lícito y causa lícita). Ahora bien, respecto del compromiso se puede decir lo siguiente:
- En cuanto a la voluntad, el art. 232 inc. I del COT señala que el nombramiento de árbitros
deberá hacerse con el consentimiento unánime de todas las partes interesadas en el litigio
sometido a su decisión. Este consentimiento se puede presentar antes de producido el litigio o
después de éste, y se puede manifestar personalmente o por medio de mandatario; pero en este
último caso, el mandatario necesitará de atribución especial para comprometer, como también
para otorgar al árbitro facultades de arbitrador (art 7º inc. II del CPC). Por último, le es
indiferente al legislador el número de árbitros, pues de acuerdo al art. 231 del COT, pueden las
partes, si obran de acuerdo, nombrar para la resolución de un litigio dos o más árbitros; y en el
caso de ser dos o más los árbitros nombrados, las partes podrán nombrar un tercero que dirima
las discordias que entre aquéllos puedan ocurrir. Y de acuerdo al art. 233 del COT, podrán,
también, autorizar a los mismos árbitros para que nombren, en caso necesario, el tercero en
discordia.

- Respecto a la capacidad de las partes para comprometer, se aplican las reglas generales, es
decir, toda persona que tenga capacidad de ejercicio puede nombrar un juez árbitro y celebrar
compromiso, y si dentro de las personas que nombran al juez árbitro hay incapaces, éstas
deberán actuar a través de sus representantes legales. Estas reglas se aplican con excepción del
árbitro arbitrador, pues éste sólo puede ser nombrado por personas mayores de edad que
cuenten con capacidad de ejercicio.

75
Esto no significa que el compromiso sea un acto procesal, pues ordinariamente no lo es, ya que se verifica al
margen de todo proceso (con vista a un proceso futuro). Sin embargo, puede excepcionalmente aparecer como
tal, cuando existiendo un juicio del cual está conociendo un tribunal ordinario (ya está trabada la litis), las
partes acuerdan someterse a arbitraje.
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- En relación al objeto y causa lícita, en el compromiso no deben existir cláusulas contrarias a la


ley, a la moral, a las buenas costumbres, ni al orden público. Así, por ejemplo, hay objeto ilícito
en el compromiso cuando dentro de éste se somete a arbitraje un asunto de arbitraje prohibido.

- En cuanto a las solemnidades, el compromiso es un contrato solemne, pues de acuerdo al art


234 del COT, el “nombramiento del árbitro” debe constar por escrito, de lo cual se deduce que
el compromiso también. Dicho escrito puede ser un instrumento público o privado.

Art. 234. El nombramiento de árbitro deberá hacerse por escrito. En el instrumento en que se haga el
nombramiento de árbitro deberán expresarse:
1. El nombre y apellido de las partes litigantes;
2. El nombre y apellido del árbitro nombrado;
3. El asunto sometido al juicio arbitral;
4. Las facultades que se confieren al árbitro, y el lugar y tiempo en que deba desempeñar sus funciones.
Faltando la expresión de cualquiera de los puntos indicados en los números 1, 2 y 3, no valdrá el
nombramiento.

Por otro lado, el compromiso también debe cumplir con requisitos específicos, pues el
documento escrito en el que se deja constancia de la celebración de éste, por expresa disposición del
art. 234 de COT, debe contener ciertas cláusulas; algunas de las cuales son de la esencia, otras de la
naturaleza y otras accidentales.
- Las cláusulas esenciales son aquellas sin las cuales el acto no produce efecto alguno o degenera
en uno diferente; es decir, en la eventualidad de que se omitan algunos de los requisitos
mencionados, la sanción para tal omisión es la invalidez del nombramiento. Tales cláusulas
son: el nombre y apellido de las partes litigantes; el nombre y apellido del árbitro (esto es lo
que caracteriza al compromiso)76; y la materia o asunto sometido al juicio arbitral (objeto del
proceso), el cual puede ser actual, esto es, presente al momento de comprometer, o bien,
suscitarse en el futuro, es decir, después de celebrado el compromiso77.

- Las cláusulas de la naturaleza, son aquellas que sin pertenecerle de manera esencial, se
entienden que forman parte de él, sin necesidad de mención expresa; es decir, si no son
señaladas por las partes, son suplidas por la ley. Estas cláusulas son: las facultades y calidad
del árbitro, pues si las partes no expresaren con qué calidad es nombrado el árbitro, se entiende

76
La jurisprudencia ha señalado que se debe tratar de una persona natural con nombre y apellido; pues el COT
presupone la capacidad física, según se desprende precisamente del art. 225 inc. I que dice que puede ser árbitro
toda persona mayor de edad con tal que tenga la libre disposición de sus bienes y sepa leer y escribir. Por lo
tanto, no se puede nombrar a una persona jurídica, o aludiendo a cargos o características que posee la persona;
así, por ejemplo, si se nombra árbitro al Presidente del Colegio de Abogados, tal cláusula sería nula.
77
En general, la ley desea que se señale en forma clara e inequívoca el objeto del proceso para evitar que a
futuro se planteen conflictos respecto de si el árbitro tiene o no competencia para resolver un determinado
asunto; así, por ejemplo, se puede establecer que la resolución o nulidad que puede derivar del presente contrato,
será competencia de tal árbitro.
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que lo es con la de árbitro de derecho (art. 235 inc. I del COT); ahora bien, si el árbitro no es
abogado, no valdrá el compromiso78.

El lugar en que el árbitro deba desempeñar sus funciones, pues si faltare la expresión del lugar
en que deba seguirse el juicio, se entenderá que lo es aquel en que se ha celebrado el
compromiso (art. 235 inc. II del COT). Y el tiempo en que el árbitro deba desempeñar sus
funciones, pues si faltare la designación del tiempo, se entenderá que el árbitro debe evacuar
su encargo en el término de dos años contados desde su aceptación (art. 235 inc. III del COT).

- Las cláusulas accidentales son aquellas que no pertenecen ni esencial ni naturalmente a él y,


por tanto, requieren siempre de mención expresa de las partes. Las cláusulas accidentales de
mayor uso son: aquella en virtud de la cual se renuncian a todos los recursos legales, en especial
la apelación; aquella que fija el honorario del árbitro, etc.
Por último es necesario referirse a los efectos del compromiso. Al respecto, el profesor
FORTTES señala que produce un efecto negativo y uno positivo. El efecto negativo, es que provoca la
exclusión de la justicia ordinaria para conocer de ese asunto, de manera que si alguna de las partes
pretende llevar la controversia a dicha jurisdicción, la contraparte podrá oponer la excepción de
compromiso, que en nuestro ordenamiento se denomina genéricamente excepción de incompetencia
absoluta (excepción dilatoria contemplada en el art 303 Nº 1 del CPC); con todo, podría terminar el
compromiso si las partes de común acuerdo concurren a la justicia ordinaria o a otro árbitro
solicitando la resolución del mismo negocio (art. 240 Nº 1 del COT). Y, por otro lado, el efecto
positivo provoca el sometimiento de las partes a la jurisdicción del árbitro.
Art. 303. Sólo son admisibles como excepciones dilatorias:
1. La incompetencia del tribunal ante quien se haya presentado la demanda.

Art. 240. Los árbitros, una vez aceptado su encargo, quedan obligados a desempeñarlo. Esta obligación cesa:
1. Si las partes ocurren de común acuerdo a la justicia ordinaria o a otros árbitros solicitando la resolución del
negocio.

La segunda forma de celebrar el arbitraje de forma voluntaria es a través de la cláusula


compromisoria, esto es, un contrato en virtud del cual las partes sustraen determinados asuntos
litigiosos presentes o futuros del conocimiento de la justicia ordinaria y lo someten al conocimiento
de uno o más árbitros, obligándose a nombrar a éstos en un acto posterior. Así, por ejemplo, la
cláusula puede decir que “cualquier conflicto que se suscite con motivo del siguiente contrato de
compraventa, las partes acuerdan someterlo a la decisión de un juez árbitro que se designará cuando
sea oportuno, ya sea por común acuerdo o por decisión judicial”. La cláusula compromisoria no está
establecida en nuestra ley, sin embrago, ha sido incorporada por la doctrina y la jurisprudencia,
es decir, existe en términos prácticos como otra forma de convenio arbitral 79.
El profesor AYLWIN señala que la cláusula compromisoria se diferencia del compromiso,
porque en este último las partes se someten a determinados árbitros, y si éstos, por cualquier

78
Se ha señalado también que otro elemento de la naturaleza es el tipo procedimiento que debe seguir el árbitro
arbitrador, porque si las partes nada dicen al respecto, el procedimiento aplicable son las reglas mínimas que
establece el CPC.
79
En la Ley 19.971 sobre Arbitraje Comercial Internacional del año 2004, se alude expresamente a la cláusula
compromisoria.
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motivo, no pueden cumplir con el encargo, quedará sin efecto la convención de arbitraje y recupera
su imperio la jurisdicción ordinaria; en cambio, en la cláusula compromisoria las partes se someten
“en general al arbitraje” y quedan obligadas a nombrar tantos árbitros, cuantas veces sean necesarias,
para obtener el fallo definitivo del asunto que comprometen; incluso aquí la autoridad judicial puede
nombrarlo, no así en el compromiso.
En cuanto a su naturaleza jurídica, la doctrina está conteste en que la cláusula compromisoria
reviste los caracteres de un contrato, porque de ella nace para las partes la obligación de designar al
árbitro (obligación de hacer). Por otro lado, también se dice que es un pacto procesal, pues tiende a
producir efectos procesales, cuales son: la derogación de la jurisdicción ordinaria y la sumisión de las
partes a la jurisdicción arbitral.
Un sector minoritario de la doctrina señala que la cláusula compromisoria se caracteriza por
ser una promesa de comprometer, es decir, una promesa de celebrar un compromiso. Esta es una
interpretación errónea (así también lo ha entendido la CS); en efecto, con la cláusula compromisoria
las partes no se limitan a prometer la celebración de un compromiso, lo que hacen es comprometer,
esto es, renunciar a la jurisdicción ordinaria y someterse a la extraordinaria de los árbitros. Ahora
bien, el hecho de que no determinen necesariamente el tribunal arbitral no significa que no
comprometan, ya que comprometer no es nombrar compromisarios, sino que acordar un arbitraje. Por
lo anterior, se dice que la cláusula compromisoria es un contrato con fisonomía propia e independiente
(contrato innominado).
Por último, en cuanto a sus requisitos, como esta cláusula tiene una naturaleza contractual,
para su validez debe reunir los requisitos generales aplicables al acto jurídico, los cuales, son los
mismos que se aplican al compromiso; con todo, se diferencia de este último, por cuanto la cláusula
compromisoria es consensual, pues no debe constar por escrito para su validez (su existencia se podrá
probar por testigos). Por otro lado, también debe cumplir con requisitos especiales, que son
prácticamente los mismos del compromiso, menos lo que dice relación con el nombramiento del
árbitro, pues éste se debe designar en un momento posterior de común acuerdo o por el juez en
subsidio. En cuanto a las cláusulas accidentales, es usual que se incluyan algunas relativas a las
características que deben reunir los árbitros a nombrar en el futuro, por ejemplo, señalar que haya
sido docente por un determinado número de años, o haya ejercido tal o cual cargo durante tantos años,
o que cuente con tal grado académico o profesional, etc.
(2) Nombramiento por el juez en subsidio
Se trata de la segunda fuente de la justicia arbitral y, al igual que la anterior, tiene bastante
aplicación práctica. Tiene lugar en dos supuestos: cada vez que se está en presencia de un arbitraje
forzado u obligatorio y no se logra el común acuerdo de las partes; o bien, cada vez que se está en
presencia de una cláusula compromisoria y tampoco se logra este común acuerdo de las partes en
cuanto al nombramiento de la persona del árbitro.
En este sentido, el art. 232 inc. II del COT establece que en los casos en que no hubiere
avenimiento entre las partes respecto de la persona en quien haya de recaer el encargo, el
nombramiento se hará por la justicia ordinaria, debiendo en tal caso recaer dicho nombramiento
en un sólo individuo y diverso de los dos primeros indicados por cada parte; se procederá, en lo
demás, en la forma establecida en el CPC para el nombramiento de peritos (art. 414 del CPC). Como
se puede apreciar, el árbitro designado debe ser una sola persona, por tanto, no cabe hablar de

85
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pluralidad de árbitros; y el nombramiento debe recaer en personas diversas de las dos primeras
indicadas por cada parte.
Art. 414. Para proceder al nombramiento de peritos, el tribunal citará a las partes a una audiencia, que tendrá
lugar con sólo las que asistan y en la cual se fijará primeramente por acuerdo de las partes, o en su defecto por
el tribunal, el número de peritos que deban nombrarse, la calidad, aptitudes o títulos que deban tener y el punto
o puntos materia del informe.
Si las partes no se ponen de acuerdo sobre la designación de las personas, hará el nombramiento el tribunal, no
pudiendo recaer en tal caso en ninguna de las dos primeras personas que hayan sido propuestas por cada parte.
La apelación que se deduzca en los casos del inciso 1° de este artículo no impedirá que se proceda a la
designación de los peritos de conformidad al inciso 2°. Sólo después de hecha esta designación, se llevará
adelante el recurso.

(3) Voluntad del causante o testador


El tercer origen de la justicia arbitral, es la voluntad unilateral del causante o testador. Esta
voluntad se manifiesta en el derecho que la ley le asigna al testador o causante para que, por acto
entre vivos o por testamento, proceda a designar al partidor de sus bienes, el cual es un juez árbitro
(art 1324 del CC).
Art. 1324. Valdrá el nombramiento de partidor que haya hecho el difunto por instrumento público entre vivos
o por testamento, aunque la persona nombrada sea albacea o coasignatario, o esté comprendida en alguna de
las causales de implicancia o recusación que establece el COT, siempre que cumpla con los demás requisitos
legales; pero cualquiera de los interesados podrá pedir al Juez en donde debe seguirse el juicio de partición que
declare inhabilitado al partidor por alguno de esos motivos.
Esta solicitud se tramitará de acuerdo con las reglas que, para las recusaciones, establece el CPC.

¿El nombramiento del partidor hecho por el causante, obliga a sus herederos? La
jurisprudencia ha estimado que los herederos no están obligados a respetar el nombramiento hecho
por el testador y, por tanto, pueden revocarlo; pues siendo los continuadores legales de la persona del
difunto, se encuentran investidos de las mismas facultades que tenía el causante en vida. No obstante,
el punto es discutible, y así algunos sostienen que el partidor adquiere un verdadero derecho a
desempeñar el cargo que le ha sido conferido por testamento y del cual sólo podría ser privado por
causas legales de inhabilidad.
(4) Ley
Por último, algunos autores señalan que la ley también es una fuente de la justicia arbitral.
Como se dijo, la ley es una fuente mediata por cuanto es ella la que permite el nombramiento de un
árbitro ya sea por las partes, el juez, o el testador. Ahora, es cierto que existen diversas disposiciones
en nuestro Derecho que no sólo establecen la obligación de someter determinados asuntos litigiosos
a la resolución de un tribunal arbitral (arbitraje forzoso), sino que aun más, señalan el organismo
llamado a actuar en calidad de árbitro; así, por ejemplo, la Superintendencia de Valores y Seguros
debe resolver en el carácter de árbitro arbitrador, las dificultades que se susciten entre compañía y
compañía, y entre éstas y sus intermediarios; por otro la lado, la Superintendencia de Salud, a través
del Intendente de Fondos y Seguros Previsionales de Salud, quien actuará en calidad de árbitro
arbitrador, debe resolver las controversias que surjan entre las ISAPRES o FONASA y sus
cotizantes o beneficiarios, sin perjuicio de que el afiliado pueda optar al proceso de mediación ante
la Superintendencia (por los mediadores que ésta designe) o para recurrir a la justicia ordinaria.

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No obstante lo anterior, la doctrina (AYLWIN Y CASARINO) señala que se está más bien en
presencia de tribunales especiales con carácter de permanentes, que ante tribunales arbitrales
propiamente dichos. En efecto, aquí la voluntad de las partes juega un rol secundario, pues estos
organismos tienen jurisdicción para conocer de todos los asuntos que las mismas leyes se encargan
de señalar; no presentan ninguno de los caracteres distintivos del juicio arbitral, puesto que no tienen
origen contractual, ni el árbitro es elegido por los interesados, sino que es la ley la que somete a las
partes a la jurisdicción de un determinado tribunal, que ella misma designa. Además, es rasgo esencial
de los árbitros el que sean jueces de confianza de las partes, en cambio en este caso, al ser la ley la
que les otorga atribuciones de árbitro, les falta esta característica ineludible. En definitiva, si la ley
los asimila a árbitros, es para determinar la manera de cómo deben tramitar y fallar, pero no les otorga
dicha calidad.
Por otro lado, respecto de los asuntos que la ley establece como de arbitraje forzoso, se deja
abierta la posibilidad de señalar al árbitro y, además, los interesados pueden resolver por sí mismos
los negocios, sin necesidad de recurrir a un árbitro, siempre que tengan la libre disposición de sus
bienes. Es por ello que estas hipótesis sí podrían considerarse como casos de arbitraje cuya fuente es
legal.
2.3.7 COMPETENCIA ARBITRAL
Una vez constituido el arbitraje, el juez puede empezar a desempeñar su función
jurisdiccional, para lo cual cuenta con una competencia muy limitada, y estos límites, siguiendo al
profesor ALFARO y FORTTES, son los siguientes:
i. Límites subjetivos. La competencia del árbitro sólo alcanza a las partes que constituyeron
el tribunal y, también, a sus sucesores, o bien, a los que poseen un título legal o
contractual que estén ligados a ellos (principalmente fiadores o codeudores).
ii. Límites objetivos. Estos límites se refieren a dos aspectos: en primer lugar, a la materia
sometida a arbitraje, pues en el caso del compromiso y de la cláusula compromisoria
(arbitraje voluntario), el asunto señalado por las partes establece la competencia del juez
árbitro; y en el caso del arbitraje forzoso, el asunto está contenido en la ley. Y en segundo
lugar, este límite dice relación con la falta de imperio, pues los jueces árbitros deben
recurrir a la justicia ordinaria para que ésta cumpla sus resoluciones por medio de la
fuerza pública.
iii. Límites temporales. Los árbitros son tribunales temporales, pues deben desarrollar su
cometido por el tiempo que señalen las partes, y si nada dicen, tienen un plazo de dos
para resolver el juicio, contados desde la aceptación. Estos plazos pueden suspenderse si
el árbitro ha debido enviar los antecedentes del juicio a un tribunal superior, o bien,
porque alguno de estos tribunales superiores le ha ordenado detener el procedimiento a
través de una orden de innovar (por ejemplo, la CS a propósito de un recurso de queja
interpuesto en contra de un juez árbitro, puede dictar una orden de no innovar). Una vez
que ha expirado el término, el árbitro ya no es juez y, en consecuencia, sus actos son
inexistentes.

2.3.8 PROCEDIMIENTO ARBITRAL


Como se dijo en un comienzo, esta materia se encuentra regulada en el Libro III (“De los
juicios especiales”), Título VIII (“Del juicio arbitral”) del CPC. Ahora bien, aquí hay que distinguir

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si se está frente a un árbitro de Derecho, a un árbitro arbitrador o a un árbitro mixto; los cuales se
diferencian respecto de la tramitación y de la dictación del fallo.
i. Los árbitros de derecho deben tramitar y fallar de acuerdo a las reglas establecidas para los
tribunales ordinarios, según la naturaleza de la acción deducida. Esta última frase quiere decir
que si la acción no tiene señalado un procedimiento especial en la ley, se ajustara a los
trámites del juicio ordinario; y si tiene señalado un procedimiento especial, se le debe aplicar
éste (por ejemplo, el procedimiento sumario).
Las únicas diferencias que se pueden advertir entre el procedimiento que observa un tribunal
ordinario y un árbitro de Derecho, son: el árbitro de Derecho debe proceder asesorado por un
actuario (que nombrará el mismo), el cual reemplaza al secretario del tribunal y hace las veces
de ministro de fe; las notificaciones se deben practicar personalmente, por cédula, o en la
forma que de común acuerdo determinen las partes (por ejemplo, por e-mail); los testigos
deben prestar declaración sólo si voluntariamente desean hacerlo; y las sentencias que
impongan medidas de apremio o compulsivas, deben ser ejecutadas ante la justicia ordinaria,
por carecer los árbitros de imperio.
ii. Los árbitros arbitradores son aquellos que fallan con arreglo a lo que su prudencia y equidad
le dictaren, y tramitan en conformidad a las reglas que han establecidos las partes, y si éstas
nada han dicho, conforme al procedimiento establecido en el CPC. En líneas generales, las
normas de tramitación de juicios seguidos ante estos árbitros que señala el CPC, son: oír las
partes; recibir y agregar al proceso lo instrumentos que le presenten; practicar las diligencias
que estime necesarias para el esclarecimiento de los hechos; se debe asesorar de un actuario,
si así lo cree necesario; las notificaciones se deben practicar personalmente, por cédula, o en
la forma que de común acuerdo determinan las partes; y también carece de imperio.

iii. Por último, el árbitro mixto participa de los caracteres del arbitrador en cuanto al
procedimiento y de los del árbitro de Derecho en cuanto al fallo.
2.3.9 RECURSOS EN CONTRA DE LAS SENTENCIAS ARBITRALES
Al igual que en el punto anterior, en este tema es necesario distinguir si se está en presencia
de un árbitro de Derecho o de un árbitro arbitrador.
i. Árbitro de Derecho. Como estos árbitros, y los árbitros mixtos, fallan conforme a Derecho,
sus fallos son susceptibles de los mismos recursos que se pueden deducir en contra de las
sentencias pronunciadas por los tribunales ordinarios; salvo que las partes hayan renunciado
a los recursos, caso en el cual, se entiende que fallan en única instancia. Por tanto, si las partes
nada dicen o si lo declaran expresamente, proceden los siguientes recursos: el recurso de
casación en la forma y el recurso de apelación, en contra de la sentencia definitiva de primera
instancia; los recursos de casación en la forma y en el fondo, en contra de la sentencia
definitiva de segunda instancia, siempre y cuando (en el caso del recurso de casación en el
fondo) la sentencia definitiva fuese dictada por un Tribunal Arbitral de Segunda Instancia
constituido por árbitros de Derecho; y, por último, también es procedente el recuro de queja
cuando se cometa una falta o abuso en una sentencia definitiva o interlocutoria que ponga fin
al juicio o haga imposible su continuación, y que no sean susceptibles de recurso alguno,
ordinario o extraordinario.

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ii. Árbitro arbitrador. Es necesario hacer ciertos distingos:

- El recurso de casación en la forma procede, salvo que las partes mayores de edad y libres
administradoras de sus bienes hayan renunciado a éste (art. 239 inc. I del COT)80.

Art. 239. Contra una sentencia arbitral se pueden interponer los recursos de apelación y casación
para ante el tribunal que habría conocido de ellos si se hubieran interpuesto en juicio ordinario; a
menos que las partes, siendo mayores de edad y libres administradoras de sus bienes, hayan
renunciado dichos recursos, o sometiéndolos también a arbitraje en el instrumento del
compromiso o en un acto posterior (Tribunal Arbitral de Segunda Instancia).

- El recurso de apelación sólo procede cuando las partes, en el instrumento en que


constituyen el compromiso, expresan que se reservan dicho recurso para ante otros
árbitros del mismo carácter y siempre que designen las personas que han de desempeñar
este cargo (art. 239 inc. II segunda parte). Es decir, se entiende que la regla general es
que sus sentencias sean de única instancia, sin embargo, serán de primera cuando las
partes en el compromiso declaran el derecho a reservarse el recurso de apelación ante
otros árbitros arbitradores, los cuales también se deben nombrar en el compromiso.

Art. 239 inc. II. Sin embargo, el recurso de casación en el fondo no procederá en caso alguno
contra las sentencias de los arbitradores, y el de apelación sólo procederá contra dichas sentencias
cuando las partes, en el instrumento en que constituyen el compromiso, expresaren que se
reservan dicho recurso para ante otros árbitros del mismo carácter y designaren las personas que
han de desempeñar este cargo.

- El recurso de casación en el fondo no procede en contra las sentencias de los arbitradores


(art. 239 inc. II primera parte). La razón de esto, es que este recurso supone una
“infracción de la ley”, y los arbitradores no están obligados a fallar conforme a la ley,
sino que a lo que su prudencia y equidad le dicten.

- De acuerdo al art. 545 del COT el recurso de queja sí procede en contra de las sentencias
arbitrales, para corregir las faltas o abusos graves cometidos en su dictación81; cuya
competencia recae en la CA del territorio en que se haya desarrollado el arbitraje (art 63
N° 2 letra C del COT).
Art. 545. El recurso de queja tiene por exclusiva finalidad corregir las faltas o abusos graves
cometidos en la dictación de resoluciones de carácter jurisdiccional. Sólo procederá cuando la
falta o abuso se cometa en sentencia interlocutoria que ponga fin al juicio o haga imposible su
continuación o definitiva, y que no sean susceptibles de recurso alguno, ordinario o
extraordinario, sin perjuicio de la atribución de la CS para actuar de oficio en ejercicio de sus
facultades disciplinarias. Se exceptúan las sentencias definitivas de primera o única instancia
dictadas por árbitros arbitradores, en cuyo caso procederá el recurso de queja, además del recurso
de casación en la forma.

80
La jurisprudencia por razones de equidad, ha hecho procedente el recurso de casación en la forma, no obstante
su renuncia, siempre que se base en dos causales, a saber: en la incompetencia del tribunal, o en la ultra petita.
Además, alguna jurisprudencia ha dicho que la renuncia a los recursos no comprende el recurso de queja.
81
La jurisprudencia ha señalado que para estimar que un árbitro arbitrador ha fallado con falta o abuso grave,
es necesario que la sentencia sea inmoral, dolosa, manifiestamente inicua, absurda, contradictoria o ininteligible
(CS en fallo de 1990; y CA de Santiago en fallo de 2002).
89
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Art. 63. Las Cortes de Apelaciones conocerán:


1. En única instancia:
c) De los recursos de queja que se deduzcan en contra de jueces de letras, jueces de policía local,
jueces árbitros y órganos que ejerzan jurisdicción, dentro de su territorio jurisdiccional.

- Tratándose de sentencias definitivas de árbitros arbitradores, el recurso de queja procede


siempre. Esto lo confirma el art. 545 inc. II segunda parte, que señala que en ningún caso
podrá modificar, enmendar o invalidar resoluciones judiciales respecto de las cuales la
ley contempla recursos jurisdiccionales ordinarios o extraordinarios, salvo que se trate
de un recurso de queja interpuesto contra sentencia definitiva de primera o única
instancia dictada por árbitros arbitradores. En otras palabras, el recurso de queja,
respecto de los árbitros arbitradores, es compatible con el recurso de casación en la
forma, y procede contra la resolución dictada por éste en única o en primera instancia;
en cambio, tratándose de árbitros de Derecho y árbitros mixtos, el recurso de queja sólo
procede “...cuando la falta o abuso se cometa en sentencia definitiva o interlocutoria que
ponga fin al juicio o haga imposible su continuación, y que no sean susceptibles de
recurso alguno, ordinario o extraordinario...”.

C. JUZGADOS DE LETRAS

1. CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS
Los JL son tribunales ordinarios unipersonales que ejercen jurisdicción de primera o única
instancia, dentro de una comuna o agrupación de comunas, y cuyo superior jerárquico es la CA
respectiva. De la definición anterior se desprenden las siguientes características:
i. Son tribunales ordinarios, puesto que están establecidos y regulados en el COT en base a
una relación jerárquica. Excepcionalmente, hay JL especiales que forman parte del Poder
Judicial, por ejemplo, los JL del trabajo.
ii. Son unipersonales ya que están constituidos por un sólo juez. En efecto, el art. 27 inc. II del
COT señala que los JL estarán conformados por uno o más jueces con competencia en un
mismo territorio jurisdiccional; sin embargo, actuarán y resolverán unipersonalmente los
asuntos sometidos a su conocimiento.
La regla general, es que el territorio jurisdiccional de los JL sea una comuna o agrupación
de comunas; en efecto, el art. 27 del COT señala que en cada comuna habrá a lo menos un
JL (el cual puede tener uno o más jueces). Sin embargo, las necesidades del servicio judicial
hacen indispensable que, en ciertas comunas, el número de estos juzgados sea superior; por
tanto, cada uno de éstos ejercerá su jurisdicción en un mismo territorio, y como no es posible
que la jurisdicción se ejerza de forma simultánea, el legislador reparte los asuntos entre los
JL de una misma comuna, ya sea en virtud de la regla del turno, ya sea en virtud de las
reglas sobre distribución de causas82.

82
Excepcionalmente, de acuerdo al art. 43 del COT, el PDR, previo informe favorable de la CA que
corresponda, podrá fijar como territorio jurisdiccional exclusivo de uno o más de los jueces civiles de la Región
Metropolitana, una parte de la comuna o agrupación comunal respectiva, y en tal caso autorizar el
funcionamiento de estos tribunales dentro de sus respectivos territorios jurisdiccionales.
90
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iii. Son tribunales permanentes, pues los jueces se mantienen en su cargo mientras mantengan
un buen comportamiento o hasta que cumplan 75 años de edad.

iv. Son tribunales letrados, pues se integran por abogados; y son tribunales de Derecho, ya que
tramitan y fallan de acuerdo a la ley.
2. CLASIFICACIÓN
Los JL están en la base inferior de la estructura piramidal del Poder Judicial, es decir, son
tribunales no superiores; y dentro de esta jerarquía existen diversas categorías que pueden apreciarse
desde varios criterios:
i. Atendiendo a la materia de que conocen, los JL se dividen en: especializados, que son
aquellos a los cuales se le ha asignado una competencia especial atendiendo a la materia (por
ejemplo, los JL civiles, los JL del trabajo, los Juzgados de cobranza laboral y previsional, los
Juzgados de Familia); y los juzgados de letra con competencia común o mixtos, son
aquellos que conocen de toda clase de asuntos entregados a la competencia de los JL (por
ejemplo, de las causas civiles, laborales, de familia, etc.).
La diferencia entre estos, se demuestra en el siguiente ejemplo: de acuerdo al art. 32 del COT,
en la Quinta Región de Valparaíso existen cinco JL civiles con competencia sobre las
comunas de Valparaíso y Juan Fernández, y otros tres con competencia en Viña del Mar y
Concón; asimismo, de acuerdo al art. 415 del Código del Trabajo, también existen en dicha
región tres JL del trabajo con competencia sobre las comunas de Valparaíso, Juan Fernández,
Viña del Mar y Concón. Como se puede apreciar, estos JL especiales no ejercen su
competencia en todas las comunas de la Quinta Región (por ejemplo, no la ejercen en
Quilpué), es por ello que en algunas ciudades de dicha región hay JL con competencia común,
así, por ejemplo, hay dos JL con competencia común con asiento en la comuna de Quilpué,
los cuales ejercen su competencia en dicha comuna; un JL con competencia común con
asiento en la comuna de Casablanca, con competencia sobre las comunas de Casablanca, El
Quisco, Algarrobo, y la comuna de Curacaví (de la Región Metropolitana); etc.
ii. En razón del asiento o territorio jurisdiccional, los JL se clasifican en:

(a) Juzgados de asiento de Corte, si la comuna donde ejerce su jurisdicción el tribunal, es a


su vez el asiento de una CA. Así, por ejemplo, en la Sexta Región hay dos JL civiles con
asiento en la comuna de Rancagua, ciudad en la cual se encuentra la CA, por lo tanto,
estos dos JL son Juzgados Asiento de Corte83.

(b) Juzgados de capital de provincia, si la comuna donde ejerce su jurisdicción el tribunal,


es a su vez capital de provincia. Por ejemplo, los dos JL con competencia común con
asiento en la comuna de Quilpué, ya que dicha ciudad es la capital de la Provincia de
Marga-Marga.

83
En la Quinta Región ocurre algo excepcional, ya que de acuerdo al art. 32 del COT, los tres JL en lo Civil
con asiento en la comuna de Viña del Mar, tendrán la categoría de Juzgados de Asiento de Corte para todos los
efectos legales. Es excepcional, porque la CA se encuentra en Valparaíso, por tanto, los cinco JL en lo Civil de
dicha ciudad deberían ser los Juzgados asiento de Corte.

91
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(c) Juzgados de comunas o agrupación de comunas, si el asiento de las funciones del


tribunal se encuentra en una comuna que no es capital de provincia o asiento de CA. Por
ejemplo, el JL con competencia común con asiento en la comuna de Villa Alemana
(ciudad perteneciente a la provincia de Marga- Marga); o el JL con competencia común
con asiento en la comuna Casablanca (provincia de Valparaíso).
La importancia de esta clasificación radica, principalmente, en la carrera funcionaria de los
jueces; y, además, porque la ley otorga competencias especiales a los Juzgados asiento de
Corte, de la que carecen los demás (art. 48 del COT).
Art. 48. Los jueces de letras de comunas asiento de Corte conocerán en primera instancia de las causas
de hacienda, cualquiera que sea su cuantía.
No obstante lo dispuesto en el inciso anterior, en los juicios en que el Fisco obre como demandante,
podrá éste ocurrir a los tribunales allí indicados o al del domicilio del demandado, cualquiera que sea
la naturaleza de la acción deducida.
Las mismas reglas se aplicarán a los asuntos no contenciosos en que el Fisco tenga interés.

3. ESTRUCTURA
Los Juzgados de Letras están conformados, por regla general, por un Juez Letrado.
Excepcionalmente, hay JL con competencia común integrados por dos jueces (por ejemplo, el JL con
competencia común con asiento en Villa Alemana); en este caso, debe haber un juez presidente, cuyo
cargo se radicará anualmente en cada uno de los jueces que lo integran, comenzando por el más
antiguo.
También hay en los JL un Secretario que debe ser abogado, y cuya principal función es ser
ministro de fe y subrogante legal del juez; y, por último, hay un número variable de funcionarios
administrativos denominados Oficiales.
4. FUNCIONAMIENTO
Del COT se desprende que el funcionamiento de los JL puede ser de dos tipos: ordinario o
extraordinario. El funcionamiento extraordinario se produce al existir retardo en el despacho de los
asuntos sometidos al conocimiento del tribunal, o bien, cuando el mejor servicio judicial así lo
exigiere (art. 47 del COT).
Art. 47. Tratándose de JL que cuenten en con un juez y un secretario, las CA podrán ordenar que los jueces se
aboquen de un modo exclusivo a la tramitación de una o más materias determinadas, de competencia de su
tribunal, cuando hubiere retardo en el despacho de los asuntos sometidos al conocimiento del tribunal o cuando
el mejor servicio judicial así lo exigiere.

Determinar el retardo o el mejor servicio judicial, corresponde a la CA respectiva, quien


deberá ordenar a los jueces que se aboquen de un modo exclusivo a la tramitación de una o más
materias determinadas. Ahora bien, de acuerdo al art. 47 A del COT, cuando se iniciare el
funcionamiento extraordinario, se entenderá, para todos los efectos legales, que el juez falta en su
despacho. En esa oportunidad, el Secretario del mismo tribunal asumirá las demás funciones que le
corresponden al juez titular, en calidad de suplente, y por el sólo ministerio de la ley.

92
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5. COMPETENCIAS
Esto se encuentra regulado en el art. 45 del COT, cuyo Nº 1 señala que conoce en única
instancia, de las causas civiles y de comercio cuya cuantía no exceda de 10 UTM. El Nº 2 de la misma
disposición, señala que conocen en primera instancia, de lo siguiente:
i. De las causas civiles y de comercio cuya cuantía exceda de 10 UTM.
ii. De las causas de minas, cualquiera que sea su cuantía. Se entiende por causas de minas,
aquellas en que se ventilan derechos regidos especialmente por el Código de Minería.
iii. De los actos judiciales no contenciosos, cualquiera que sea su cuantía, salvo lo dispuesto en
el art. 494 del CC (curadurías especiales).
iv. De las causas civiles y de comercio cuya cuantía sea inferior a 10 UTM, en que sean parte
o tengan interés los Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea,
el General Director de Carabineros, los Ministros de la CS o de alguna CA, los Fiscales de
estos tribunales, los jueces letrados, los párrocos y vicepárrocos, los cónsules generales,
cónsules o vicecónsules de las naciones extranjeras reconocidas por el PDR, las
corporaciones y fundaciones de derecho público o de los establecimientos públicos de
beneficencia. Estas personas gozan del denominado fuero menor84.
Los asuntos civiles y de comercio de los aforados mayores (PDR, Ministros de Estado,
Intendentes, Embajadores, etc.), los conoce un Ministro de la CA, como tribunal ordinario
de carácter accidental.
v. De las causas del trabajo y de familia cuyo conocimiento no corresponda a los Juzgados de
Letras del Trabajo, de Cobranza Laboral y Previsional o de Familia, respectivamente85.
vi. De los demás asuntos que otras leyes les encomienden. Con esto se entiende que conocen
de todos los asuntos no entregados a otros tribunales, siendo depositarios de la generalidad
de la competencia. Por ejemplo, de los asuntos contenciosos administrativos.
vii. Excepcionalmente, tendrán competencia sobre asuntos penales, en aquellas comunas que
no se hubiere creado un juzgado de garantía, pero jamás conocerán del juicio oral, ya que
este solo es competencia de los TJOP.

84
El fuero es un privilegio procesal de que gozan ciertas personas en cuya virtud no se someten a la jurisdicción
del tribunal que normalmente debiera conocer de un determinado asunto, sino a otro de jerarquía superior, en
razón del cargo o función de que están investidas. El efecto que produce en este caso, es que hace que un asunto
que normalmente sería conocido en única instancia, se conozca en primera instancia (además es una de las
pocas materias para las que tiene importancia la cuantía).
85
Como se puede apreciar, las competencias que menciona esta disposición, corresponden a aquéllas que son
desempeñadas por los JL civiles (JL especializado de carácter ordinario); pues las competencias de los JL del
trabajo y de cobranza laboral y previsional, se encuentran reguladas en el Código del Trabajo; mientras que las
competencias de los Juzgados de Familia, en la Ley 19.968 sobre Tribunales de Familia. Estos últimos
tribunales son de carácter especial (por estar regulados por leyes especiales) y forman parte del Poder Judicial.
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D. CORTES DE APELACIONES

1. CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS
Las CA son tribunales ordinarios, superiores, colegiados y permanentes, que ejercen
normalmente jurisdicción de segunda instancia, y cuyo territorio jurisdiccional es una región o parte
de una región determinada. De lo anterior se desprenden las siguientes características:
i. Son tribunales ordinarios, esto por estar establecidos y regulados en el COT en base a una
estructura jerárquica.

ii. Son tribunales superiores, lo cual tiene importancia para efectos constitucionales, ya que
pueden ser acusados constitucionalmente por notable abandono de sus deberes. Son superiores
jerárquicos de los JL, de los JG y de los TJOP; y su superior jerárquico es la Corte Suprema.

iii. Son tribunales de derecho, porque tramitan y fallan las causas con estricta sujeción a la ley;
y sus jueces son letrados, o sea, abogados.

iv. Son colegiados, ya que están compuestos por un número variable de Ministros, uno de los
cuales actúa como Presidente. Así, por ejemplo, la CA de Valparaíso tiene 16 ministros, y la
CA de Santiago tiene 31.

v. Por regla general, son tribunales de segunda instancia, pues están llamados a conocer
principalmente del recurso de apelación que se deduzcan en contra de los fallos pronunciados
en primera instancia. Excepcionalmente actúan en primera instancia (por ejemplo, respecto de
la acción de protección y amparo) o en única instancia (por ejemplo, respecto de los recursos
de casación en la forma y en los recursos de queja).

vi. Son tribunales con competencia común, ya que conocen de toda clase de asuntos, sin importar
su diversa naturaleza, sean civiles, comerciales, penales, de minas, de aguas, etc. En cuanto a
los asuntos penales, hay reglas limitadas, pues de acuerdo al art. 364 del CPP, son inapelables
las resoluciones dictadas por un TJOP; pero las del juez de garantía sí lo son, pero con
limitaciones.

vii. Se rigen por el principio de mediación, es decir, los Ministros conocen indirectamente el
proceso (el expediente), por medio de un relator; por tanto, no hay un conocimiento directo
(principio de inmediación) como en tribunales unipersonales.

viii. Su territorio jurisdiccional corresponde al de una Región o una agrupación de provincias.


En el territorio de la República existen 17 CA, no obstante, sólo hay 15 regiones en el país;
ello se debe a que en la Región Metropolitana existen dos CA (CA de Santiago y de San
Miguel), al igual que en la Octava Región (CA de Chillán y de Concepción), las cuales abarcan
provincias distintas.

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2. ESTRUCTURA
Cada una de las Cortes de Apelaciones del país, está organizada con un número variable de
funcionarios, cuales son:
Las CA son regidas por un Presidente, cargo que es desempeñado por uno de los Ministros
del tribunal, cuya función dura un año, turnándose cada Ministro por orden de antigüedad en la
categoría correspondiente del escalafón. Sus funciones más importantes son: formar el último día
hábil de cada semana, las tablas de que se deba ocupar el tribunal o sus salas en la semana siguiente;
e instalar diariamente las salas, levantando un acta con el nombre de los Ministros que la integran (lo
cual es importante para las implicancias y recusaciones).
Los demás miembros de las CA se llaman Ministros, cuyo número es variable para cada CA
en particular. Ellos tienen el tratamiento de Señoría (al igual que los Ministros de la CS y los Jueces
de Letras).
Por regla general, las CA cuentan con un Fiscal Judicial; sin embargo, hay CA que tienen
más de uno (por ejemplo, la CA de Santiago tiene seis Fiscales Judiciales, la de Valparaíso y
Concepción tienen tres, etc.). Los Fiscales Judiciales tiene como principal función, representar ante
los tribunales de justicia el interés general de la sociedad, y también pueden ser llamados a integrar
las salas si es necesario.
También cuentan con dos o más Relatores. La regla general, es que cada CA tenga dos
Relatores, sin embargo, hay excepciones, por ejemplo, la CA de Valparaíso y Concepción tienen 10
relatores, y la CA de Santiago tiene 22 relatores. Los relatores tienen como misión específica y
fundamental, hacer la relación de los negocios entregados a la competencia de las Cortes, o sea,
efectuar una exposición razonada, metódica y detallada al tribunal, de los asuntos sometidos a su
dedición.
Por regla general, cada CA cuenta con un Secretario, sin embargo, la CA de San Miguel tiene
dos secretarios y la CA de Santiago tiene tres. Deben ser abogados y tienen que desempeñar,
fundamentalmente, una doble misión: autorizar las resoluciones que dicte el tribunal, y dar cuenta
diaria (al tribunal) de las solicitudes que presenten las partes (lo cual en la práctica lo hacen los
relatores). Además, los Secretarios son los ministros de fe de los acuerdos suscritos por los Ministros.
También hay un Oficial Primero, quien auxilia al Secretario en sus funciones y practica las
notificaciones por el estado diario; Oficiales de Secretaría quienes ejercen labores puramente
administrativas y tienen como misión asesorar al secretario; y Oficiales de Sala, los cuales están
a cargo del cuidado y aseo de la sala del despacho del tribunal y cumplen todas las órdenes que el
tribunal o el Presidente les diere en el ejercicio de sus funciones, por ejemplo, se encargan de anunciar
la vista de una causa y llamar a los abogados a alegar.
Por último, pueden integrar las salas de una CA, los abogados integrantes, esto es, aquellos
abogados destacados en el ejercicio de su profesión, que por sus méritos y después de un
procedimiento de postulación, pasan a formar parte de las CA y de la CS, en reemplazo de sus

95
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miembros titulares (Ministros)86. No forman parte permanentemente de la CA, sino solo cuando es
necesario.
3. FUNCIONAMIENTO
Según la materia o naturaleza del asunto que deben conocer y resolver, las CA pueden
conocer en sala o en pleno. Ahora bien, de acuerdo al art. 67 del COT, para el funcionamiento del
tribunal pleno se requerirá, a lo menos, la concurrencia de la mayoría absoluta de los miembros de
que se componga la Corte (por ejemplo, en la CA de Valparaíso se requieren nueve Ministros). Las
salas no podrán funcionar sin la concurrencia de tres jueces como mínimum (en la CA de Valparaíso
hay cuatro salas con cuatro jueces cada una); y para su constitución, se deben sortear anualmente los
miembros del tribunal, con excepción de su Presidente, el que quedará incorporado a la Primera Sala,
siendo facultativo para él integrarla. Ahora bien, cuando la CA funciona divida en salas, de acuerdo
al art. 66 inc. II del COT, cada sala representa a la Corte en los asuntos de que conoce.
La regla general, de acuerdo al art 66 inc. I del COT, es que el conocimiento de todos los
asuntos entregados a la competencia de las CA pertenecerá a las salas en que estén divididas, a menos
que la ley disponga expresamente que deban conocer de ellos en pleno (por ejemplo, el ejercicio de
las facultades disciplinarias, administrativas y económicas; el desafuero de los Diputados y
Senadores; los juicios de amovilidad en contra de los Jueces de Letras, etc.).
Desde el punto de vista de la cantidad y retardo en el trabajo, el funcionamiento puede ser
ordinario o extraordinario. El funcionamiento ordinario es aquel que se da cuando no hay retardo;
en estas condiciones, las Cortes funcionaran, dependiendo de la materia que conocen, como tribunal
pleno o divido en salas. El funcionamiento extraordinario, en cambio, es aquel que se produce
cuando hay retardo, y hay retardo cuando dividido el total de causas en estado de tabla y las
apelaciones que deban conocerse en cuenta por el número de salas, el resultado fuere superior a cien.
Por ejemplo, hay 250 causas en estado de tabla, y la CA funciona ordinariamente en dos salas; luego
250 dividido en dos, da como resultado 125, por ende, hay retardo, y dicha Corte deberá funcionar
extraordinariamente dividida en tres salas.
Al respecto, el profesor FORTTES señala que aquí hay que distinguir entre salas ordinarias
(funcionamiento ordinario) y las salas extraordinarias, que se constituyen cuando existe retardo,
tomando uno o dos Ministros de las salas ordinarias, o con los Fiscales Judiciales o con los Abogados
Integrantes.
4. COMPETENCIA

i. Competencia por vía de instancia


Como se dijo, la CA, por regla general, es un tribunal de segunda instancia, pues conocen
materias de primera instancia por vía de apelación; no obstante, también hay materias que conocen
en única y en primera instancia. Esto se encuentra regulado en el art. 63 del COT, y los asuntos más
importantes que conocen en cada una de estas instancias, son los siguientes:

86
La ausencia de los Ministros en las CA, se debe a que desempeñan otras funciones anexas, como las Visitas,
o el desempeño como tribunales ordinarios accidentales.
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a. En única instancia, conocen de lo siguiente:

- De los recursos de casación en la forma que se interpongan en contra de las sentencias dictadas
por los JL de su territorio jurisdiccional, o por uno de sus Ministros como tribunal de excepción,
y de las sentencias definitivas de primera instancia dictadas por jueces árbitros. Aquí, el fallo que
resuelve el correspondiente recurso de casación en la forma, no es susceptible de ningún otro
recurso.

- De los recursos de nulidad interpuestos en contra de las sentencias definitivas dictadas por un
tribunal con competencia en lo criminal, cuando corresponda de acuerdo a la ley procesal penal.
El recurso de nulidad corresponde conocerlo a la CA si la causal invocada es la errónea aplicación
del Derecho, o un motivo absoluto de nulidad (formas objetivizadas de la causal genérica de
vulneración de garantías); la CS sólo conoce si hay infracción de garantías.

- De los recursos de queja que se deduzcan en contra de jueces de letras, jueces de policía local,
jueces árbitros y órganos que ejerzan jurisdicción, dentro de su territorio jurisdiccional.
- Fuera de estas materias mencionadas por el art. 63 Nº 1 del COT, también hay otras diseminadas
de las cuales conocen en única instancia, como por ejemplo, las recusaciones e implicancias que
se interpongan en contra de los jueces de letras; de las contiendas de competencia; recursos de
hecho que se interpongan con motivo de las resoluciones que se pronuncian sobre un recurso de
apelación, etc.

b. En primera instancia conocen de lo siguiente:

- De las acciones de amparo, de protección, y de amparo económico.

- De los desafueros de las personas que tienen fuero constitucional (Diputados y Senadores). El
fuero le garantiza a un representante popular, la libertad y autonomía necesarias para el
desempeño de su función, protegiéndolo de las posibles injerencias de otros poderes, o de terceros
interesados en impedir o estorbar el ejercicio de su cargo. Por ende, con el desafuero se elimina
la restricción procesal que impide que los parlamentarios sean arrestados, acusados o perseguidos
como a cualquier ciudadano.

- Juicios de amovilidad en contra de los jueces de letras. Este juicio persigue buscar la cesación de
funciones del juez en virtud de una declaración judicial de mal comportamiento.
Como estas materias las CA las conocen en primera instancia, significa que los fallos que
dicten son susceptibles de apelación, y conocerá de estos recursos la propia CS, que es el tribunal
inmediatamente superior en grado jerárquico
c. En segunda instancia conocen de:

- Las causas civiles, de familia y del trabajo y de los actos no contenciosos de que hayan conocido
en primera instancia los jueces de letras de su territorio jurisdiccional o uno de sus Ministros
como tribunal de excepción; es decir, conocen de los recursos de apelación que se hayan
interpuesto en estas causas. Esta es la competencia que normalmente ejercen las CA, y a las cuales
dedican su mayor tiempo.
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- Las apelaciones interpuestas en contra de las resoluciones dictadas por un JG.

ii. Competencia por vía consultiva


El art. 63 Nº 4 del COT señala que las CA conocerán: de las consultas de las sentencias civiles
dictadas por los jueces de letras. La ley no incluye esto como una instancia, sino que la menciona en
un número aparte87.
La consulta es un trámite procesal en virtud del cual una sentencia pronunciada por un
tribunal inferior debe ser, cuando así lo señala la ley, revisada por su superior jerárquico, en el caso
de que no haya sido apelada. Su fundamento descansa en razones de orden público, siendo un trámite
que era muy común en materia penal y, en cambio, excepcional en materia civil (el caso emblemático
dice relación con las sentencias pronunciadas en juicios de hacienda, desfavorables para el fisco, y
que no hayan sido apeladas).
iii. Competencia especial
El art. 63 Nº 5 señala (no como instancia) que las CA conocerán: de los demás asuntos que
otras leyes les encomienden. Normalmente se trata de materias relacionadas con lo contencioso
administrativo; así, por ejemplo, las CA conocen de las reclamaciones de ilegalidad municipal y
regional.
5. TRAMITACIÓN DE LOS ASUNTOS ANTE LA CORTE DE APELACIONES
Para fallar un asunto judicial, es necesario previamente tramitarlo. El primer trámite que se
cumple dentro de un asunto entregado al conocimiento de una CA, es el certificado o
constancia del ingreso del asunto que ha ingresado en la Secretaría de la Corte; pues el Secretario
debe dejar constancia de la fecha y rol del ingreso tanto en el expediente como en el Libro de Ingresos.
Luego, se dictará la primera resolución, y ello dependerá de la naturaleza del asunto de que
se trate. En efecto, si se trata de una apelación en contra de una sentencia definitiva, u otra resolución
judicial de la cual proceda este recurso, en cualquier procedimiento contencioso o no, y se hubieren
solicitado alegatos, se proveerá (la resolución dirá) “en relación”; ahora, si se trata de un recurso de
amparo, se proveerá “informe el juez recurrido o el funcionario que tiene a su cargo el detenido o
preso”; y, en fin, si se trata de cualquier otro asunto que no tenga establecida de antemano una
tramitación especial, se proveerá simplemente “dese cuenta”.
Ahora, para saber quién dicta estas resoluciones, hay que distinguir según si la CA consta de
una o de varias salas. Si consta de una sala, basta con que un sólo Ministro dicte estas resoluciones,
que son de mera tramitación y reciben el nombre específico de providencia de mera
substanciación (arts. 70 del COT, y 158 inc. V del CPC). En cambio, si la CA consta de varias salas,
la tramitación de los asuntos entregados a ella corresponde a la primera sala, la cual por este motivo

87
El profesor FORTTES enumera esta competencia dentro de las materias que conocen en única instancia;
mientras que Fernando ORELLANA, las enumera dentro de las materias de segunda instancia, y CASARINO
las trata aparte.
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recibe el nombre de “sala tramitadora”; y en ella cualquiera de los Ministros de la sala tramitadora
puede dictar los decretos, pero si está el Presidente en esa sala, será él quien los dicte88.
Art. 70. La tramitación de los asuntos entregados a las CA corresponderá, en aquellas que se compongan de
más de una sala, a la primera.
Para dictar las providencias de mera sustanciación bastará un sólo ministro. Se entienden por providencias de
mera sustanciación las que tienen por objeto dar curso progresivo a los autos (al proceso), sin decidir ni
prejuzgar ninguna cuestión debatida entre partes.
Sin embargo, deberán dictarse por la sala respectiva las resoluciones de tramitación que procedan cuando ya
estén conociendo de un asunto.

Art. 158 inc. V. Se llama decreto, providencia o proveído el que, sin fallar sobre incidentes o sobre trámites que
sirvan de base para el pronunciamiento de una sentencia, tiene sólo por objeto determinar o arreglar la
substanciación del proceso.

En cuanto a la manera de imponerse de los asuntos sometidos a su conocimiento, como materialmente


es imposible que un tribunal colegiado conozca personal y simultáneamente de un determinado asunto
sometido a su decisión, la ley ha ideado que este conocimiento se lo proporcionen a los Ministros
otros funcionarios: el Secretario o el Relator (art. 161 del CPC). Por regla general (en teoría), es al
Secretario a quien le corresponde dar cuenta de los asuntos sometidos a la decisión de la Corte, pues
de acuerdo al art. 380 Nº 1 del COT, son funciones de los Secretarios: dar cuenta diariamente a la
Corte o juzgado en que presten sus servicios de las solicitudes que presentaren las partes; pero
excepcionalmente, esta cuenta le puede corresponder al Relator, ya que de acuerdo al art. 372 Nº 1
del COT, son funciones de los Relatores: dar cuenta diaria de las solicitudes que se presenten en
calidad de urgentes, de las que no pudieren ser despachadas por la sola indicación de la suma y de los
negocios que la Corte mandare pasar a ellos. Sin embargo, en la práctica, la totalidad de la cuenta la
efectúan los relatores, por ser los funcionarios auxiliares de la administración de justicia que están en
más íntimo contacto con el tribunal; y en aquellas CA que constan de varias salas, esta labor le
corresponde al relator de la “sala tramitadora”.
Art. 161. En los tribunales unipersonales el juez examinará por sí mismo los autos para dictar resolución.
Los tribunales colegiados tomarán conocimiento del proceso por medio del relator o del secretario, sin perjuicio
del examen que los miembros del tribunal crean necesario hacer por sí mismos.

6. CONOCIMIENTO DE LAS CAUSAS ANTE LA CORTE DE APELACIONES


Una vez agotada la tramitación del asunto sometido a decisión de la CA, la Corte puede
adoptar dos actitudes: o lo resuelve con la sola cuenta que se le ha dado, u ordena previamente la
relación y vista de la causa ¿A qué debe atender la Corte para resolver el asunto en cuenta o previa
vista de la causa? La verdad es que no existe una norma expresa y única al respecto, pues el art. 68
del COT solamente señala que las CA resolverán los asuntos en cuenta o previa vista de ellos, según
corresponda.
Para resolver este problema, se ha recurrido al art 1º del CPC. Dicho precepto establece que
las disposiciones de este Código rigen el procedimiento de las contiendas civiles entre partes y de
los actos de jurisdicción no contenciosa, cuyo conocimiento corresponda a los Tribunales de Justicia.
Ahora bien, como el trámite relativo a la vista de la causa está regulado en el CPC, se llega a la

88
Dentro de nuestra legislación no son extraños los casos en que un sólo Ministro representa a toda la CA a la
cual pertenece, por ejemplo, el caso de la visitas a los juzgados; el caso de la tasación de las costas; el caso de
la intervención en la prueba confesional o en la testimonial, etc.
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conclusión de que los asuntos de jurisdicción contenciosa y “voluntaria” son los que se resuelven por
los tribunales de alzada previa vista de la causa, y que, a contrario sensu, se resuelven con la sola
cuenta los asuntos de jurisdicción disciplinaria, conservadora o económica.
Sin embargo, lo anterior no es absoluto, ya que hay determinados asuntos pertenecientes a la
jurisdicción contenciosa que, por expresa disposición de la ley, se deben resolver con la sola cuenta;
así, por ejemplo, el art 199 inc. I del CPC, señala que la apelación de toda resolución que no sea
sentencia definitiva se verá en cuenta, a menos que cualquiera de las partes, dentro del plazo para
comparecer en segunda instancia solicite alegatos; por otro lado, el art 201 inc. III del CPC, establece
que la resolución que declare la deserción (de la apelación) por la no comparecencia del apelante
producirá sus efectos respecto de éste desde que se dicte y sin necesidad de notificación. Y a la
inversa, hay asuntos pertenecientes a la jurisdicción disciplinaria que se resuelven previa vista de la
causa por haberlo así ordenado expresamente el tribunal, como por ejemplo, un recurso de queja en
el cual el recurrente ha solicitado que se resuelva previo alegato y el tribunal ha accedido a ello.
a. Conocimiento en cuenta
El conocimiento en cuenta por parte del tribunal, consiste en que éste conoce y resuelve con
la sola relación que hace el Relator (o el Secretario, en teoría) a la Corte, sin que existan alegatos por
parte de los litigantes. Ahora, para saber cómo se va a conocer la causa, basta con revisar la carpeta
electrónica.
En este caso, la Sala Tramitadora proveerá “dese cuenta”, lo cual quiere decir que el asunto
se resuelve con la sola cuenta del Relator en la Sala que corresponda, sin necesidad de colocar las
causas en la tabla89. En la práctica, se confeccionan “minutas de cuenta” que son muy similares a las
tablas, para cada día de la semana, lo cual se hace por razones de orden; siendo perfectamente posible
que pueda conocerse alguna causa que no figure en dichas minutas.
Estas causas las ve la CA fuera de las horas ordinarias de audiencia; y el esquema o síntesis
de este procedimiento, es el siguiente:
- Ingreso de la causa por vía electrónica a través del sistema de tramitación electrónica, lo
cual deberá ser certificado por el Secretario del tribunal.
- Comparecencia del apelante, en caso de que la CA deba conocer de un recurso de
apelación. Si el apelante no comparece, se declarará desierto el recurso.
- Se dicta la resolución “dese cuenta”, y se designa una sala, cuando esta designación fuere
procedente (si hay más de una sala), y se notifica la resolución.
- Cuenta (relación) del relator de la Corte, en la sala designada.
- Sentencia de la Corte. Acá, el tribunal falla inmediatamente la causa, luego de una breve
deliberación, salvo que la causa quede en acuerdo, lo cual ocurre cuando la Corte decreta
una medida para mejor resolver (diligencia de prueba que puede decretar de oficio), o
requiera de tiempo para estudiar el asunto con más detención, o para la redacción.

89
En la la actualidad, conforme a las últimas reformas en materia procesal, la regla general es que todas las
apelaciones (en materia civil) se ven previa vista de la causa; pero si la apelación se intenta contra una resolución
que no sea una sentencia definitiva, deben ser conocidas por la CA en cuenta, salvo que alguna de las partes,
dentro del plazo de cinco días que tienen para comparecer en segunda instancia, solicite alegatos (art. 199 del
CPC); si se piden dentro de dicho plazo, obligatoriamente debe reemplazarse esa resolución por la de “autos en
relación”. En la práctica, en la mayoría de los casos se piden alegatos para poder defenderse como corresponde.
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b. Conocimiento previa vista de la causa


Una vez que la sala tramitadora estima que el asunto es admisible, procede a dictar una de las
dos resoluciones posibles, a saber: “dese cuenta” o “autos en relación”. La circunstancia de que dicte
la resolución “autos en relación”, significa que el conocimiento del asunto se llevará a cabo previa
vista de la causa; esto se traduce en que previo a la sentencia que dicte la CA, se deben cumplir una
serie de condiciones o actos establecidos por el legislador.
Se puede definir a la vista de la causa, como un trámite o procedimiento complejo que
comprende un conjunto sucesivo de actos y trámites necesarios, encaminados a que la causa quede
en estado de ser resuelta válidamente por el tribunal. Estos actos o trámites son los siguientes:
dictación del decreto “autos en relación” y notificación de dicha resolución, la colocación o fijación
de la causa en tabla, la instalación del tribunal y el anuncio de la causa; estas son las llamadas
formalidades previas a la vista de la causa90, pues la vista propiamente tal está constituida por la
relación y los alegatos (los cuales puede que existan o no).
Ahora bien, de acuerdo al art. 71 del COT, la vista y conocimiento en cuenta de las causas y
asuntos incidentales en las CA se regirán por las reglas de los Códigos de Procedimiento Civil y de
Procedimiento Penal o Procesal Penal, según corresponda. La diferencia que presenta la cuenta con
la vista de la causa, es que en la primera el tribunal sólo juzga en base a la relación del relator y no
escucha los alegatos de los abogados.
i. Dictación del decreto “autos en relación” y notificación a las partes
La dictación del decreto “autos en relación” implica que, a juicio de la Sala Tramitadora, se
encuentra agotada la tramitación del asunto y, por tanto, la causa se haya en estado de ser colocada
en tabla, y en consecuencia, de verse posteriormente.
Como se dijo, el decreto es una resolución judicial que tiene por objeto hacer avanzar el
proceso, sin decidir nada de fondo; y, por otro lado, la expresión “autos” no se refiere a un tipo de
resolución judicial, sino que es sinónimo de expediente, proceso, causa, etc. Como se trata de una
resolución de mera sustanciación, es dictada por un sólo Ministro, y en las CA que constan de dos o
más salas, por un Ministro de la sala tramitadora, que generalmente es el Presidente de la Corte.
Al igual que toda resolución, para que produzca efectos, requiere que se notifique
previamente y en forma legal a las partes que hayan comparecido a la Corte (o al apelante si es uno).
Para saber cómo se debe notificar, hay que distinguir si el decreto es o no la primera resolución que
se dicta en el proceso; pues, si es la primera resolución que se dicta por el tribunal de alzada, se debe
notificar personalmente a las partes; en caso contrario, se notifica simplemente por el estado diario
(art. 221 del CPC).
Art. 221. La notificación de las resoluciones que se dicten por el tribunal de alzada se practicará en la forma
que establece el art. 50 (notificación por el estado diario), con excepción de la primera, que debe ser personal,
y de lo dispuesto en los arts. 201 (la resolución que declare la deserción de la apelación por la no comparecencia

90
Algunos agregan a esta etapa el ingreso del expediente o compulsas (causa) a la secretaría; el examen de
admisibilidad por la sala tramitadora, y comparecencia del apelante (si se ha entablado un recurso de apelación);
pero la mayoría de los autores consideran las fases ya mencionadas, como las propias de la vista de la causa.
No obstante, también muchos no consideran la dictación de la sentencia como una etapa.
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del apelante, no requiere ser notificada) y 202 (si no comparece el apelado, se seguirá el recurso en su rebeldía
y no será necesario notificarle las resoluciones que se dicten).
Podrá, sin embargo, el tribunal ordenar que se haga por otro de los medios establecidos en la ley,
cuando lo estime conveniente.

ii. La colocación o fijación de la causa en tabla


Una vez notificado legalmente el decreto “autos en relación”, el proceso queda en “estado de
tabla”, es decir, la causa ya está en condiciones de ser incluida en la tabla. Ahora bien, la colocación
o fijación de la causa en la tabla, es la inclusión material de ésta en un nomina semanal elaborada por
el Presidente de la CA, con el objeto de informar a las partes de cuándo será conocida la causa.
La confección de la tabla no queda entregada al sólo capricho del Presidente de la CA, pues
debe efectuarla en conformidad a la ley. En efecto, el art. 69 inc. I del COT dispone que los
Presidentes de las CA formarán el último día hábil de cada semana una tabla de los asuntos que verá
el tribunal en la semana siguiente (para cada uno de los días de la semana siguiente), que se encuentren
en estado de relación. Se consideran expedientes en estado de relación aquellos que hayan sido
previamente revisados y certificados al efecto por el Relator que corresponda. Esto último se
encuentra confirmado por el art. 372 Nº 3 del COT, que dispone que son funciones de los Relatores:
revisar los expedientes que se les entreguen y certificar que están en estado de relación. 91
En cuanto a la forma de ordenar la tabla, la regla general la establece el art. 162 inc. I del
CPC, que señala que las causas se fallarán en los tribunales unipersonales tan pronto como estén en
estado y por el orden de su conclusión. El mismo orden se observará para designar las causas en los
tribunales colegiados para su vista y decisión. Por lo tanto, se deben colocar en la tabla las causas que
estén en estado de relación y según el orden de conclusión de su tramitación (no según el orden de
ingreso a la CA), esto es, desde la fecha del decreto “autos en relación”. Sin embargo, este orden
cronológico puede verse alterado por dos tipos de causas, a saber:
(1) Causas preferentes. Son aquellas que por disposición de la ley o del tribunal, se deben conocer
y fallar con anterioridad a los asuntos que estén en estado de relación, no obstante ser
cronológicamente posteriores (ingresan inmediatamente a la tabla). Por ejemplo:
- El art. 162 inc. II del CPC señala que exceptúanse (del orden cronológico) las cuestiones
sobre deserción de recursos, depósito de personas, alimentos provisionales,
competencia, acumulaciones, recusaciones, desahucio, juicios sumarios y ejecutivos,
denegación de justicia o de prueba y demás negocios que por la ley, o por acuerdo del
tribunal fundado en circunstancias calificadas, deban tener preferencia, las cuales se
antepondrán a los otros asuntos desde que estén en estado.
- El art. 69 inc. III del COT, señala que en las tablas deberá designarse un día de la semana
para conocer las causas criminales y otro día distinto para conocer las causas de familia,
sin perjuicio de la preferencia que la ley o “el tribunal” les acuerden.
- El art. 484 del Código del Trabajo establece que las causas laborales gozarán de
preferencia para su vista y su conocimiento se ajustará estrictamente al orden de su
ingreso al tribunal.

91
En la práctica, las tablas son confeccionadas por los Relatores bajo la dirección y forma del Presidente de la
Corte.
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- De acuerdo al art. 241 segunda parte del CPC, tratándose de juicios de hacienda, estas
apelaciones se colocarán de inmediato en tabla y gozarán de preferencia para su vista y
fallo.
(2) Causas agregadas extraordinariamente. Son aquellas causas que son agregadas a la tabla del
día hábil siguiente (desde que están en estado de relación), o a la del mismo día en casos
urgentes, y que normalmente dicen relación con asuntos que por su gravedad, no pueden
esperar para ser resueltos; en la práctica estas causas agregadas extraordinariamente no son
pocas, por ejemplo, a veces son doce o trece. En este sentido el art. 69 inc. V del COT señala
que serán agregados extraordinariamente a la tabla del día siguiente hábil al de su ingreso al
tribunal, o el mismo día, en casos urgentes: las apelaciones relativas a la prisión preventiva de
los imputados u otras medidas cautelares personales en su contra; los recursos de amparo, y las
demás que determinen las leyes.
Una vez que se encuentre formada la tabla, corresponde determinar qué sala de la Corte
deberá conocer de ésta. Al respecto, el art. 69 inc. II del COT señala que en las CA que consten de
más de una sala se formarán tantas tablas cuantas sea el número de salas y se distribuirán entre ellas
por sorteo, en audiencia pública. La excepción a esta regla la constituyen las ca us as ra di cad as, esto
es, aquellas causas que no requieren de un sorteo previo para ser distribuidas en una sala, ya que
deben ser resueltas por la sala que conoció del negocio por primera vez; es decir, por algún motivo,
su contenido ya ha sido conocido previamente por una sala determinada, quien posteriormente será
la única competente para conocer de cualquier otro asunto relativo a ella. Por ejemplo:
- El art. 192 inc. III del CPC establece que las peticiones de orden de no innovar serán
distribuidas por el Presidente de la Corte (por la Sala Tramitadora), mediante sorteo, entre
las salas en que esté dividida y se resolverán en cuenta. Decretada una orden de no innovar,
quedará radicado el conocimiento de la apelación respectiva en la sala que la concedió (la
ONI) y el recurso gozará de preferencia para figurar en tabla.
- Por su parte, el art. 69 inc. IV del COT señala que los recursos de amparo y las apelaciones
relativas a la libertad de los imputados u otras medidas cautelares personales en su contra
serán de competencia de la sala que haya conocido por primera vez del recurso o de la
apelación, o que hubiere sido designada para tal efecto, aunque no hubiere entrado a
conocerlos.
Por último, del art. 163 del CPC, se desprenden los requisitos que debe tener la tabla. En efecto, dicha
disposición señala que en los tribunales colegiados se formará el día último hábil de cada semana una
tabla de los asuntos que verá el tribunal en la semana siguiente, con expresión de:
(1) El nombre de las partes, en la forma en que aparezca en la carátula de la carpeta electrónica.
(2) El día en que cada uno deba tratarse; esto es, la indicación del día en que se deban ver y tratar
los asuntos que la tabla contiene.
(3) El número de orden que le corresponda. Como se dijo, las causas en la tabla se fijan de
acuerdo al orden de su conclusión.
(4) Y el art. 165 inc. final del CPC, dispone que los Relatores, en cada tabla, deberán dejar
constancia de las suspensiones ejercidas de conformidad a la causal del Nº 5, y de la
circunstancia de haberse agotado o no el ejercicio de tal derecho.
Ahora bien, de acuerdo al art. 165 inc. penúltimo del CPC, los errores, cambios de letras o
alteraciones no substanciales de los nombres o apellidos de las partes no impiden la vista de la causa;

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es decir, los errores en la confección de la tabla no vician la vista de la causa, salvo que fueren
sustanciales, como aquellos que hacen perder la individualidad del proceso; en tal caso, no podrá
procederse a la vista y la causa deberá salir “mal anunciada”. Esto se relaciona con el art. 800 Nº 4
del CPC, el cual dispone que en general, son trámites o diligencias esenciales en la segunda instancia
de los juicios de mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales: la fijación de la causa en tabla
para su vista en los tribunales colegiados, en la forma establecida en el art. 163 (esto tiene
importancia respecto del recurso de casación en la forma).
iii. Instalación del tribunal
Una vez que ha sido fijada y establecida la tabla, deberá verse el asunto el día señalado, pero
antes de proceder a anunciarse la primera causa, el Presidente de la Corte debe proceder a la
instalación del tribunal, esto es, analizar si la sala respectiva o el pleno, en su caso, cuentan con el
número suficiente de jueces, debiendo levantar un acta en donde que se expresen los nombres de los
Ministros que integrarán la sala de ese día (para efectos de las implicancias o las recusaciones), así
como los nombres de los inasistentes y el motivo de sus ausencias.
Ahora, si hay menos de tres Ministros, la sala se debe instalar con la asistencia de un Fiscal
Judicial o de un Abogado Integrante (no puede funcionar con mayoría de Abogados Integrantes). En
este caso, el art. 166 del CPC señala que cuando haya de integrarse una sala con miembros que no
pertenezcan a su personal ordinario, antes de comenzar la vista, se pondrá por conducto del Relator
o Secretario en conocimiento de las partes o de sus abogados el nombre de los integrantes, y se
procederá a ver la causa inmediatamente, a menos que en el acto se reclame, de palabra o por
escrito, implicancia o recusación contra alguno de ellos.
iv. Anuncio de la causa92
Una vez que se ha efectuado la instalación del tribunal, de acuerdo al art. 163 inc. II del CPC,
la tabla se fijará en lugar visible (a fin de que puedan ser vistas por las partes y sus abogados), y antes
de que comience a tratar cada negocio, lo anunciará el tribunal, haciendo colocar al efecto en lugar
conveniente el respectivo número de orden, el cual se mantendrá fijo hasta que se pase a otro asunto;
es decir, el Oficial de la Sala respectiva, debe colocar fuera de la sala y en un lugar visible, el número
correspondiente a la causa que comenzará a verse (para ello existen vitrinas especiales frente a cada
sala). Por lo tanto, se puede decir que el anuncio de la causa es una medida de publicidad consistente
en colocar en lugar conveniente y visible, fuera de la sala, el respectivo número de orden de la causa
que comenzará a verse, el cual se debe mantener fijo hasta que la sala pase a conocer otro asunto93.

92
Antes de analizar esta etapa, es necesario referirse a un trámite nuevo que es “el anuncio del abogado que
alega, al Relator”. Conforme al autoacordado de la CS sobre vista de la causa, es necesario que todos aquellos
abogados que deseen alegar, se lo indiquen personalmente al Relator a cargo de la causa, en la primera media
hora de funcionamiento del tribunal, indicando la duración del alegato, y la parte por la que se alega (debe
“anunciarse” ante el relator). Esto es tan importante que de no ser así, el abogado pierde el derecho a alegar
(“quien no se anuncia no alega”); por el contrario, si se anuncia y luego no alega, es sancionado
disciplinariamente. Con esto se ha buscado lograr una adecuada planificación por parte de las salas.
93
Esto se hace en un cartel blanco que tiene un número grande de color negro; si se trata de una causa agregada
extraordinariamente a la tabla, junto al número se coloca la letra A, y si se trata de causa radicada, se coloca la
R. En la práctica se hace inclusive aplaudiendo por el funcionario respectivo para llamar la atención de las
partes, para hacer saber a éstas que el tribunal ha comenzado a ver la causa.
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La regla general, es que las causas se vean el día y en el orden señalado en la tabla, partiendo
por las agregadas extraordinariamente. Sin embargo, el Relator, en forma previa a dar cuenta de las
causas que le han sido asignadas, debe anunciar todas aquellas causas que, no obstante figurar en la
tabla ordinaria o entre las agregadas extraordinariamente a ella, no podrán ser vistas en esa audiencia,
por los siguientes motivos:
(1) Por la existencia de causas pendientes. En efecto, art. 164 del CPC señala que las causas se
verán en el día señalado. Pero si concluida la hora de audiencia, queda pendiente alguna y
no se acuerda prorrogar el acto (la hora de la audiencia), se continuará en los días hábiles
inmediatos hasta su terminación, sin necesidad de ponerla nuevamente en tabla.

(2) Por la institución de la suspensión de la vista de la causa. No obstante que el CPC es


terminante en decir que las causas se deben ver en el día señalado en la tabla, la vista de éstas
se pueden retardar o suspender, lo cual acontecerá siempre que concurran las causales
taxativamente enumeradas en la ley. Estas causales están principalmente en el art. 165 del
CPC, el cual señala que sólo podrá suspenderse en el día designado al efecto la vista de una
causa, o retardarse dentro del mismo día:

- Por impedirlo el examen de las causas colocadas en lugar preferente (causas


preferentes), o la continuación de la vista de otro pleito pendiente del día anterior
(causas pendientes) (art. 165 Nº 1).

- Por falta de miembros del tribunal en número suficiente para pronunciar sentencia
(art. 165 Nº 2). Estas son las causas sin tribunal, y tienen lugar cuando uno o más
Ministros o Abogados Integrantes de la sala instalada no pueden entrar a conocer de
un asunto por afectarles alguna causal de inhabilidad, hecho que deberá certificar el
Relator en el expediente94. Ahora, si el proceso se encuentra incluido en la tabla de
un Relator a quien afecte alguna inhabilidad para relatarla, la causa no podrá ser vista
en esa audiencia y se dispondrá que se agregue a la tabla de otro Relator para la
semana siguiente.

- Por muerte del abogado patrocinante, del procurador o del litigante que gestione
por sí en el pleito. En estos casos, la vista de la causa se suspenderá por quince días
contados desde la notificación al patrocinado o mandante de la muerte del abogado
o del procurador, o desde la muerte del litigante que obraba por sí mismo, en su caso
(art. 165 Nº 3).

- Por muerte del cónyuge o de alguno de los descendientes o ascendientes del abogado
defensor, ocurrida dentro de los ocho días anteriores al designado para la vista (art.
165 Nº 4).

94
Tratándose de Abogados Integrantes, las partes pueden formular recusación sin necesidad de expresar causa
alguna, la que será aceptada sin más trámite por el tribunal; en todo caso, en cada proceso sólo se podrá recusar
hasta dos Abogados Integrantes, cualquiera que sea el número de partes. En la práctica, era muy frecuente
recusar a los Abogados Integrantes para suspender la vista de una causa, motivo por el cual, entre las últimas
grandes modificaciones del CPC (el año 1988), se estableció en el art. 113 inc. III que si la recusación afectare
a un Abogado Integrante, el Presidente de la respectiva Corte procederá de inmediato a formar sala, salvo que
ello no fuera posible por causa justificada.
105
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- El art. 165 Nº 5 del CPC dispone que se suspende la vista la causa por solicitarlo
alguna de las partes o pedirlo de común acuerdo los procuradores o los abogados
de ellas. Agrega el inc. II que cada parte podrá hacer uso de este derecho por una
sola vez. En todo caso, sólo podrá ejercitarse este derecho hasta por dos veces,
cualquiera que sea el número de partes litigantes, obren o no por una sola cuerda;
es decir, si son tres las partes litigantes, sólo podrán pedir la suspensión dos de éstas.
La suspensión de común acuerdo procederá por una sola vez. Por lo tanto, la
suspensión puede proceder tres veces, en dos ocasiones por las partes en forma
separada, y una vez de común acuerdo95.
El inc. III dispone que el escrito en que se solicite la suspensión deberá ser
presentado hasta las doce horas del día hábil anterior a la audiencia
correspondiente. La solicitud presentada fuera de plazo será rechazada de plano. La
sola presentación del escrito extingue el derecho a la suspensión aun si la causa no
se ve por cualquier otro motivo. Este escrito pagará en la CS un impuesto especial
de media UTM y en las CA de un cuarto de UTM y se pagará en estampillas de
impuesto fiscal que se pegarán en el escrito respectivo. El inc. IV del art. 165 Nº 5
agrega que el derecho a suspender no procederá respecto del Amparo y tampoco
respecto del recurso de queja.
Por último, como se dijo al momento de analizar el contenido de la tabla, el art. 165
inc. final señala que los Relatores, en cada tabla, deberán dejar constancia de las
suspensiones ejercidas de conformidad a la causal del N° 5 y de la circunstancia de
haberse agotado o no el ejercicio de tal derecho.

- Por tener alguno de los abogados otra vista o comparecencia a que asistir en el
mismo día ante otro tribunal. En este caso, el Presidente respectivo podrá conceder
la suspensión por una sola vez o simplemente retardar la vista, atendidas las
circunstancias; es decir, esto es facultativo para el Presidente, atendiendo a las
circunstancias. En caso que un abogado tenga dos o más vistas en el mismo día y
ante el mismo tribunal, en salas distintas, preferirá el amparo, luego la protección y
en seguida la causa que se anuncie primero, retardándose o suspendiéndose las
demás, según las circunstancias (art. 165 Nº 6).

- Por ordenarlo así el tribunal, por resolución fundada, al disponer la práctica de


algún trámite que sea estrictamente indispensable cumplir en forma previa a la vista
de la causa (por ejemplo, se omitió la vista al Fiscal Judicial, en un caso que era
legalmente procedente). La orden de traer algún expediente o documento a la vista,
no suspenderá la vista de la causa y la resolución se cumplirá terminada ésta (art.

95
Aquí hay que tener presente al art. 64 inc. II del CPC, el cual señala que las partes, en cualquier estado del
juicio, podrán acordar la suspensión del procedimiento hasta por un plazo máximo de noventa días. Este derecho
sólo podrá ejercerse por una vez en cada instancia, sin perjuicio de hacerlo valer, además, ante la CS en caso
que, ante dicho tribunal, estuviesen pendientes recursos de casación o de queja en contra de sentencia definitiva
(se dice esto porque el conocimiento de estos recursos no constituye una instancia). Los plazos que estuvieren
corriendo se suspenderán al presentarse el escrito respectivo y continuarán corriendo vencido el plazo de
suspensión acordado.

106
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165 Nº 7). En la práctica a esta causal se la llama “hacer salir en trámite una causa”,
y tiene como antecedente la existencia de algún trámite que tenga vicios u omisiones,
que se han incurrido durante la tramitación, y de los cuales el tribunal se entera por
la cuenta que debe darle el Relator. En efecto, el art. 222 inc. I del CPC señala que
en cumplimiento de las obligaciones impuestas por el art. 373 del COT (los Relatores
deben certificar que los expedientes se encuentran en estado de relación), los
Relatores darán cuenta de los vicios y omisiones que hayan notado en las causas del
día a fin de que el tribunal resuelva si ha de llenarse previamente algún trámite.

- También hay otras causales de suspensión o retardo que no se encuentran en el art.


165 del CPC, como las causas que no se verán por falta de tiempo (art. 222 inc. II del
CPC); cuando el apelante se desiste de la apelación después de que la causa fue
incluida en la tabla (en este caso no podrá verse por no existir recurso); o cuando
después de haber ingresado la causa en la tabla, el expediente sea solicitado y
remitido a otro tribunal o se haya extraviado; o si en el proceso no se ha
individualizado correctamente la tabla, la sala deberá abstenerse de conocer del
mismo en esa audiencia, en atención a que las partes no han resultado debidamente
informadas al respecto.
Todas las causas que no se verán en la audiencia por alguno de los motivos señalados, deben
ser indicadas en un aviso que confeccionará el Relator, el cual será colocado en un lugar visible, a fin
de que las partes puedan tomar conocimiento de él. Sin perjuicio de lo anterior, si al momento de
estar relatándose un proceso, se advierte la existencia de alguno de los motivos que impiden la vista,
debe completarse el aviso aludido agregando el proceso que se encuentre en esa situación. En efecto,
el inc. II del art. 222 del CPC señala que las causas que se ordene tramitar, las suspendidas y las que
por cualquier motivo no hayan de verse, serán anunciadas en la tabla antes de comenzar la relación
de las demás. Asimismo, en esa oportunidad deberán señalarse aquellas causas que no se verán
durante la audiencia, por falta de tiempo. La audiencia se prorrogará, si fuere necesario, hasta ver
la última de las causas que resten en la tabla.
Por último, el art. 165 inc. II del CPC señala que las causas que salgan de la tabla por
cualquier motivo volverán a ella al lugar que tenían; es decir, no pierden su lugar.
v. La relación
En esta fase comienza la vista propiamente tal de la causa, lo que es confirmado por el art.
223 inc. I primera parte del CPC, que dice que la vista de la causa se iniciará con la relación. La
relación se puede definir como la exposición sistemática, razonada y metódica de las circunstancias
más relevantes de la causa (contenida en el expediente) que debe efectuar en forma oral el Relator a
la Corte, a fin de que esta última pueda interiorizarse y compenetrarse suficientemente del contenido
del asunto sometido a su decisión y que debe resolver 96.

96
El Relator al comenzar la relación, debe especialmente dar cuenta de los aspectos esenciales del proceso, esto
es: identificar el tribunal de primera instancia; el recurso que se verá; la resolución contra la cual se dedujo; el
juez que dictó la resolución; resumen del problema que ha sido fallado; enunciación de la controversia para
centrar la atención del tribunal sobre lo que debe resolver; y dar lectura completa del fallo o resolución sometido
a la CA.
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La relación es una clara manifestación del principio de mediación, ya que el conocimiento


que los jueces tendrán del asunto se limita a lo que informe el Relator, sin perjuicio de las preguntas
que puedan hacerle97.
Lo normal es que en esta fase los abogados tengan una actitud pasiva. Hasta hace muy poco
no se permitía el ingreso a los abogados durante la relación para escucharla, lo cual era negativo, pues
es importante saber qué le dijo el Relator al tribunal. Sin embargo, actualmente, mediante una reforma
legal del año 1994, sí pueden entrar, de manera que la relación se hace en presencia de los abogados
que se hayan anunciado para alegar, pero no en presencia del público en general (art. 223 inc. I del
CPC).
Art. 223. La vista de la causa se iniciará con la relación, la que se efectuará en presencia de los abogados de las
partes que hayan asistido y se hubieren anunciado para alegar. No se permitirá el ingreso a la sala de los
abogados una vez comenzada la relación. Los ministros podrán, durante la relación formular preguntas o hacer
observaciones al relator, las que en caso alguno podrán ser consideradas como causales de inhabilidad.

La importancia de que la relación sea el trámite que da inicio a la vista de la causa, se


manifiesta, entre otras cosas, para fines probatorios. En efecto, respecto de los instrumentos, éstos se
pueden presentar en cualquier estado del juicio hasta el vencimiento del término probatorio, en
primera instancia, y hasta la vista de la causa en segunda instancia; lo mismo sucede respecto de la
absolución de posiciones. También tiene importancia respecto de las excepciones mixtas, pues de
acuerdo al art. 310 inc. I del CPC, no obstante lo dispuesto en el artículo anterior (las excepciones
deben oponerse en la contestación de la demanda), las excepciones de prescripción, cosa juzgada,
transacción y pago efectivo de la deuda, cuando ésta se funde en un antecedente escrito, podrán
oponerse en cualquier estado de la causa; pero no se admitirán si no se alegan por escrito antes de la
citación para sentencia en primera instancia, o de la vista de la causa en segunda.
vi. Los alegatos de los abogados de las partes
Los alegatos corresponden a la exposición verbal que hacen los abogados en defensa de los
derechos de sus clientes, ante los tribunales colegiados. Al respecto, el art. 226 del CPC establece que
se prohíbe presentar en la vista de la causa defensas escritas. Se prohíbe igualmente leer en dicho
acto tales defensas (sin perjuicio de las minutas que puedan llevar los abogados para guiarse en el
alegato y la lectura de citas textuales); y por su parte, el art. 527 del COT señala que las defensas
orales ante cualquier tribunal de la República sólo podrán hacerse por un abogado habilitado para
el ejercicio de la profesión. No obstante, el inc. II de esta disposición señala que los postulantes que
estén realizando su práctica para obtener el título de abogado en las Corporaciones de Asistencia
Judicial, podrán hacer tales defensas ante las CA y Marciales en favor de las personas patrocinadas
por esas entidades (ante la CS sólo pueden alegar los abogados habilitados para el ejercicio de la
profesión). Para estos fines el representante de ellas deberá otorgar al postulante un certificado que
lo acredite como tal.

97
Cabe decir que en los recursos contemplados en el CPP, el legislador eliminó el trámite de la relación. En
efecto, el art. 358 del CPP, que establece las reglas generales para la vista de los recursos, señala que la audiencia
se iniciará con el anuncio, tras el cual, sin mediar relación, se otorgará la palabra a él o los recurrentes para que
expongan los fundamentos del recurso, así como las peticiones concretas que formularen. Luego se permitirá
intervenir a los recurridos y finalmente se volverá a ofrecer la palabra a todas las partes con el fin de que
formulen aclaraciones respecto de los hechos o de los argumentos vertidos en el debate.
108
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El art. 223 inc. II del CPC dispone que concluida la relación, se procederá a escuchar, en
audiencia pública, los alegatos de los abogados que se hubieren anunciado. Pues, como se dijo, el
autoacordado de la CS sobre vista de la causa, señala que los abogados que quieren hacer uso de su
derecho a alegar, deben anunciarse ante el respectivo Relator antes del inicio de la audiencia,
indicando el tiempo aproximado que durará el alegato, lo que el Relator hará constar en el expediente.
Por lo tanto, la fase de los alegatos puede que exista o no; es un derecho que se puede renunciar y que
requiere como requisito, anunciarse previamente.
Continúa el inc. II del art. 223 señalando que alegará primero el abogado del apelante y en
seguida el del apelado. Si son varios los apelantes, hablarán los abogados en el orden en que se
hayan interpuesto las apelaciones. Si son varios los apelados, los abogados intervendrán por el orden
alfabético de aquéllos. Hay que agregar, de acuerdo al art. 225 del CPC, que en la vista de la causa
sólo podrá alegar un abogado por cada parte, y no podrán hacerlo la parte y su abogado.
El inc. III dispone que los abogados tendrán derecho a rectificar los errores de hecho que
observaren en el alegato de la contraria, al término de éste, sin que les sea permitido replicar en lo
concerniente a puntos de derecho. Agrega el inc. IV que la duración de los alegatos de cada abogado
se limitará a media hora (en caso de recurso de casación en la forma es una hora). El tribunal, a
petición del interesado, podrá prorrogar el plazo por el tiempo que estime conveniente.
El inc. V señala que durante los alegatos, el Presidente de la sala podrá invitar a los
abogados a que extiendan sus consideraciones a cualquier punto de hecho o de derecho comprendido
en el proceso, pero esta invitación no obstará a la libertad del defensor para el desarrollo de su
exposición. Una vez finalizados los alegatos, y antes de levantar la audiencia, podrá también pedirles
que precisen determinados puntos de hecho o de derecho que considere importantes. Agrega el inc.
VI que al término de la audiencia, los abogados podrán dejar a disposición del tribunal una minuta
de sus alegatos.
Finalmente, el inc. VII establece que el Relator dará cuenta a la sala de los abogados que
hubiesen solicitado alegatos o se hubiesen anunciado para alegar y no concurrieren a la audiencia
respectiva para oír la relación ni hacer el alegato. El Presidente de la sala oirá al interesado, y, si
encontrare mérito para sancionarlo, le aplicará una multa no inferior a una ni superior a cinco UTM,
la que se duplicará en caso de reiteración de la falta dentro de un mismo año calendario. El
sancionado no podrá alegar ante esa misma Corte mientras no certifique el Secretario de ella, en el
correspondiente expediente, que sea pagado la multa impuesta.
vii. Término de la vista de la causa
Una vez concluida la vista, lo que puede ocurrir una vez terminados los alegatos o la relación
(si no se presentan los abogados a alegar), queda el proceso en estado de sentencia (se van los
abogados fuera de la sala). Aquí se pueden presentar dos situaciones:
(1) Que la causa se falle inmediatamente por la Corte, luego de una breve deliberación; en cuyo
caso se dicta la sentencia, la cual se firma por los Ministros y por el Secretario, y luego se
notifica a las partes (esto ocurre generalmente cuando no hubo alegatos).

(2) Excepcionalmente puede ocurrir que la causa no se falle inmediatamente, caso en el cual, se
dice que la causa quedó “en acuerdo”. Esto puede ocurrir por los siguientes motivos:

109
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- Porque se requiere de un mayor estudio y análisis para su decisión. En este caso, en


conformidad con el art. 82 del COT, cuando alguno de los miembros del tribunal
necesite estudiar con más detenimiento el asunto que va a fallarse, se suspenderá el
debate y se señalará, para volver a la discusión y al acuerdo, un plazo que no exceda
de treinta días, si varios ministros hicieren la petición, y de quince días cuando la
hiciere uno solo.
- Porque estima conveniente ordenar una medida para mejor resolver. En dicho caso, de
acuerdo al art. 227 inc. II del CPC, si, vista la causa, se decreta para mejor resolver,
alguna de las diligencias mencionadas en el art. 159, no por esto dejarán de intervenir
en la decisión del asunto los mismos miembros del tribunal que asistieron a la vista en
que se ordenó la diligencia.
- Porque la Corte ha decretado un informe en derecho en razón de haberlo solicitado
alguna de las partes (art. 228 del CPC), el que deberá ser evacuado en el término que
señale el tribunal, el cual no puede ser superior a 60 días, salvo acuerdo de las partes
al respecto (según CASARINO, en el fondo constituye una medida para mejor resolver,
pero a petición de parte)98.
Ahora bien, sea que se falle de inmediato o que la causa quede “en acuerdo”, y sea que el
asunto se haya conocido en cuenta o previa vista de la causa, se deben aplicar las normas relativas a
los acuerdos de las CA (contempladas en los arts. 72 y siguientes del COT ), normas que también se
aplican a la CS (salvo ciertas modificaciones y excepciones) a los TJOP, e incluso a los Tribunales
Arbitrales Colegiados. El acuerdo, según CASARINO, es el estudio, discusión y adopción del fallo
por parte de un Tribunal Colegiado, que se inicia una vez terminada la relación de la cuenta del
Relator, o una vez finalizada la vista de la causa, y termina una vez firmado el fallo acordado; y se
caracteriza por ser un acto de carácter privado, que se traduce en provocar y recibir la votación de
cada uno de los Ministros presentes, acerca de lo que debe comprender el fallo, en conformidad a la
ley.
Finalmente, cabe señalar que el conjunto de actos sucesivos que conforman la vista de la
causa son de gran importancia, pues de acuerdo al art. 800 del CPC, en general, son trámites o
diligencias esenciales en la segunda instancia de los juicios de mayor o de menor cuantía y en los
juicios especiales: 1) El emplazamiento de las partes, hecho antes de que el superior conozca del
recurso, lo cual tiene lugar con la notificación legal del decreto “autos en relación”; 3) la citación
para oír sentencia definitiva, que en segunda instancia está constituido por la relación y los alegatos99;
y 4) la fijación de la causa en tabla para su vista en los tribunales colegiados, en la forma establecida
en el art. 163, lo cual también comprende su anunció previo. Lo importante de estos trámites, es que
si se omiten, autoriza para interponer el recurso de casación en la forma en contra de la sentencia
respectiva, con el objeto de obtener su anulación.

98
Si la causa queda en estado de acuerdo, el Relator debe dejar constancia de esto; y si la sentencia no se dicta
dentro de los plazos legales, nace para el Presidente de la Corte una importante obligación, pues de acuerdo al
art. 90 Nº 10 del COT, debe dar cuenta al Presidente de la CS de las causas en que no se haya dictado sentencia
en el plazo de treinta días, contados desde el término de la vista, y de los motivos del retardo.
99
En primera instancia la citación para oír sentencia sólo se conforma con la dictación y notificación por el
estado diario de tal resolución. En cambio, en segunda instancia este es un trámite complejo.
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E. CORTE SUPREMA

1. CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS
La CS es un tribunal ordinario y colegiado que está a la cabeza del Poder Judicial, que ejerce
jurisdicción sobre todo el territorio de la República, y cuya función normal y específica es velar por
la correcta y uniforme aplicación de las leyes, además de corresponderle la superintendencia directiva,
correccional y económica sobre todos los tribunales de la nación (con excepción del TC, del TRICEL
y de los Tribunales Electorales Regionales). De esta definición se desprenden las siguientes
características:
i. Es un tribunal ordinario, puesto que está contemplado y regulado en el COT, en base a una
relación jerárquica.

ii. Es un tribunal superior, lo cual tiene importancia respecto de la acusación constitucional


por notable abandono de deberes de sus Ministros. Y no sólo es un tribunal superior (como
lo es también la CA), sino que también está a la cabeza del Poder Judicial, es decir, es el
más alto tribunal de la República, siendo superior jerárquico de todas las CA del país, de
los JL, de los JG, de los TJOP, y de los tribunales especiales que forman parte del Poder
Judicial.

iii. Es un tribunal colegiado, ya que está compuesto por 21 miembros denominados Ministros,
uno de los cuales es su Presidente.

iv. Es un tribunal de derecho, porque tramita y falla las causas con estricta sujeción a la ley.
Excepcionalmente falla en conciencia, por ejemplo, en el recurso de reclamación de
nacionalidad.

v. Es un tribunal letrado, puesto que los Ministros deben ser abogados; y es de carácter
permanente.

vi. En cuanto a su territorio jurisdiccional, no hay una norma expresa que señale que la CS
ejerce jurisdicción sobre todo el territorio de la República; sin embargo, esto se deduce de
numerosas disposiciones, especialmente la que le otorga la superintendencia sobre todos los
tribunales del país (art. 82 de la CPR); y porque es la expresión máxima de uno de los
Poderes del Estado (Poder Judicial).

vii. De acuerdo al art. 94 del COT, la CS tendrá su sede en la capital de la República.


Específicamente su sede está en el Palacio de los Tribunales de Justicia de Santiago, edificio
que alberga, además, a la CA de Santiago y a las Corte Marciales.

viii. La CS tiene como principal misión, en cuanto a competencia exclusiva y excluyente, velar
por la correcta y uniforme aplicación de las leyes, dándoles a ellas su verdadera y genuina
significación; para ello, conoce en forma privativa del recurso de casación en el fondo y del
de revisión. En efecto, una de las funciones más importantes de la CS, es la de actuar como
tribunal de casación, uniformando de esa manera la jurisprudencia, esto es, la forma de
aplicar la ley en un determinado caso.
111
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Si bien en Chile, a diferencia del sistema anglosajón, los fallos de los tribunales, incluidos
los de la CS, sólo tienen fuerza obligatoria para el caso en que se han pronunciado (efecto
relativo de las sentencias), cabe decir que la jurisprudencia emanada de la CS, conociendo
del recurso de casación, constituye un importante precedente para la aplicación de la ley en
casos análogos, y una importante fuente para la interpretación y aplicación del Derecho. Al
respecto, CASARINO señala que la CS traduce y debe traducir el pensamiento jurídico de la
Nación.

ix. Por otro lado, de acuerdo al art. 82 inc. I de la CPR, la CS tiene la superintendencia
directiva, correccional y económica de todos los tribunales de la Nación. Se exceptúan de
esta norma el TC, el TRICEL y los tribunales electorales regionales. Por lo tanto, todos los
demás tribunales, incluidos los que no forman parte del Poder Judicial, están sometidos a
esta superintendencia.
Ahora bien, por superintendencia se entiende, siguiendo al profesor SILVA CIMA, la
dirección, cuidado y gobierno de una cosa, suprema administración de un ramo. Esta
superintendencia es de tres clases, a saber:
- Superintendencia directiva, la cual se manifiesta, según el profesor ALDUNATE, en:
las facultades de la CS para orientar las actuaciones del Poder Judicial frente a los
demás poderes; para pronunciarse en pleno respecto de las modificaciones a la LOC
de Organización y Atribuciones de Tribunales; proponer las quinas para su propia
generación y las ternas para las CA; actuar como corte de casación; y de acuerdo al
art. 5º del CC la CS y las Cortes de Alzada, en el mes de marzo de cada año, darán
cuenta al PDR de las dudas y dificultades que les hayan ocurrido en la inteligencia y
aplicación de las leyes, y de los vacíos que noten en ellas.
- Superintendencia correccional, la cual se manifiesta en las facultades disciplinarias
de la CS, como, por ejemplo, la potestad para calificar la conducta de los jueces y, en
su caso, acordar su remoción; en el conocimiento y resolución de los recursos de
queja y quejas, etc.
- Superintendencia económica, esto es, la facultad que tiene para regular el
funcionamiento interno de los tribunales, con el objeto de lograr una más pronta y
mejor administración de justicia. A veces, esta facultad va más allá de la organización
interna de los tribunales y afecta incluso a los particulares, como es el caso del
autoacordado sobre tramitación del recurso de protección.
- Finalmente, aunque el art. 82 de la CPR no lo diga (pero sí lo señala el art. 3º del
COT respecto de todos los tribunales), la CS también tiene facultades conservadoras,
esto es, velar para que todos los Poderes Públicos actúen dentro de la órbita de sus
atribuciones y, en especial, velar porque los derechos constitucionales sean
respetados. En efecto, esta Corte conoce en segunda instancia de las apelaciones
deducidas en contra las sentencias dictadas por las CA en los recursos de amparo y
de protección.

x. Por regla general, no es un tribunal de instancia, ya que sólo tiene facultad soberana para
pronunciarse sobre las cuestiones de Derecho (recurso de casación en el fondo), no así sobre
las de hecho.

112
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xi. Por último, es un tribunal de competencia común, ya que conoce de toda clase de asuntos,
sin importar su diversa naturaleza, sean civiles, comerciales, de minas, de aguas, etc.

2. COMPOSICIÓN

i. Presidente de la corte. El art. 93 inc. I del COT señala que la CS se comprenderá de veintiún
miembros, uno de los cuales será su Presidente. Agrega el inc. II que el Presidente será
nombrado por la misma Corte, de entre sus miembros, y durará en sus funciones dos años, no
pudiendo ser reelegido. Como se puede apreciar, acá hay una diferencia con las CA, pues el
Presidente de la CS es elegido por votación de los Ministros y dura dos años, en cambio, los
Presidentes de las CA ocupan ese cargo turnándose cada Ministro por orden de antigüedad
en la categoría correspondiente del escalafón y, además, duran sólo un año.
Sus funciones más importantes son: instalar diariamente las salas para su funcionamiento,
levantando un acta de instalación, autorizada por el Secretario, indicando en ella los nombres
de los Ministros asistentes, y de los que no hubieren concurrido, para que una copia de esta
acta se fije en la tabla de la sala correspondiente; formar la tabla para cada sala, y hacer la
distribución del trabajo entre los Relatores y demás empleados del tribunal; atender al
despacho de la cuenta diaria y dictar los decretos o providencias de mera substanciación de
los asuntos de que corresponda conocer al tribunal, o a cualquiera de sus salas.
ii. Veintiún ministros. Los Ministros gozan de precedencia los unos respecto de los otros por el
orden de su antigüedad, y son designados por el Presidente de la República, con acuerdo del
Senado, quien los elige de una nómina de cinco personas que propone la CS. De los 21
miembros de la CS, 16 deben provenir de la carrera judicial, y cinco deben ser abogados
extraños a la administración de justicia.

iii. Un Fiscal Judicial. Es el jefe de servicio de la Fiscalía Judicial, y le corresponde,


especialmente: vigilar por sí a los Ministros o Fiscales Judiciales de las CA, y la conducta
funcionaria de los demás tribunales y empleados del orden judicial, exceptuados los
Miembros de la CS; y también puede integrar las salas de la CS.

iv. Ocho Relatores, cuya función principal, es hacer la relación de las causas entregadas a la
competencia de la CS.

v. Un Secretario. Es un ministro de fe pública, encargado de autorizar todas las providencias,


despachos y actos emanados de la Corte, y de custodiar los procesos y todos los documentos
y papeles que sean presentados a la Corte.

vi. Un Pro secretario u Oficial Primero. Es un funcionario que colabora con el Secretario en el
desempeño de sus funciones y lo reemplaza con iguales atribuciones; además, le corresponde
desempeñar el cargo de Relator cuando el tribunal lo estime conveniente.

vii. Cinco oficiales auxiliares. Forman parte de la secretaría de la CS, y prestan sus servicios
como escribientes, es decir, son digitadores de sala.

113
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viii. Abogados integrantes. El Presidente de la República debe designar 12 Abogados Integrantes


para la CS por un período de tres años, los cuales están llamados a integrar las salas de la CS,
por falta o inhabilidad de alguno de sus miembros. Lo importante, es que las salas de la CS
no pueden funcionar con mayoría de abogados integrantes, tanto en su funcionamiento
ordinario como en el extraordinario.

ix. Otros funcionarios. También hay un Oficial Secretario del Presidente de la CS, que cumple
las funciones que le imponga el propio Presidente o la CS; y un Bibliotecario Estadístico, que
tiene a su cargo la custodia y atención de la biblioteca que está en la CS.

3. FUNCIONAMIENTO.
Del mismo modo que las CA, la CS, en tanto tribunal colegiado, funciona dividida en salas o
en pleno, según sea la naturaleza o calidad de los asuntos que debe conocer. Y desde el punto de vista
de la cantidad de trabajo o de su acumulación y retardo, su funcionamiento puede ser ordinario o
extraordinario.
3.1. FUNCIONAMIENTO ORDINARIO Y EXTRAORDINARIO
El art. 95 inc. II del COT dice que para el conocimiento de los asuntos a que se refiere el art.
98 (conocimiento en sala), la Corte funcionará ordinariamente dividida en tres salas o
extraordinariamente en cuatro, correspondiéndole a la propia Corte determinar uno u otro modo
de funcionamiento. El inc. V de la misma disposición agrega que corresponderá a la propia Corte,
mediante autoacordado, establecer la forma de distribución de sus ministros entre las diversas salas
de su funcionamiento ordinario o extraordinario. La distribución de ministros que se efectúe
permanecerá invariable por un período de, a lo menos, dos años (en general, los Ministros integran
cada sala de acuerdo a la especialización de cada uno de ellos). Y por otro lado, el art. 99 del COT
señala que corresponderá a la CS, mediante autoacordado, establecer cada dos años las materias de
que conocerá cada una de las salas en que ésta se divida, tanto en funcionamiento ordinario como
extraordinario. Al efecto, especificará la o las salas que conocerán de materias civiles, penales,
constitucionales, contencioso administrativas, laborales, de menores, tributarias u otras que el
propio tribunal determine. En consecuencia:
i. Durante el funcionamiento ordinario, la CS se divide en las siguientes tres salas: la Primera
Sala o Sala Civil, que conoce, por ejemplo, de los recursos de casación en la forma y en el
fondo, y de revisión y de queja en materia civil y laboral; de las apelaciones en materia de
recursos de protección, y de los demás asuntos civiles que corresponda conocer a la CS y
que no estén entregados al Pleno o a otra Sala. La Segunda Sala o Sala Penal, conoce, por
ejemplo, de los recursos de casación en la forma y en el fondo, y de revisión y de queja en
materia penal; del recurso de amparo, etc. Y la Tercera Sala o Sala de Asuntos
Constitucionales y Contenciosos Administrativos, conoce, por ejemplo, de las apelaciones
en materias tributarias, apelaciones y consultas de las sentencias recaídas en los recursos
sobre amparo económico, y, en general, de todos los recursos interpuestos en contra de las
sentencias dictadas por las CA en materias o reclamaciones contenciosas administrativas
(por ejemplo, recurso de reclamación de nacionalidad)100.

100
No obstante, la CS, siempre mediante autoacordado, podrá modificar la distribución de las materias de que
conoce cada una de las salas, cuando una repartición más equitativa de las mismas así lo requiera. Y en caso
114
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ii. El funcionamiento extraordinario, de acuerdo al art. 95 inc. II del COT, tiene lugar cuando
la propia Corte lo determine y, en la práctica, siempre ha funcionado extraordinariamente
dividida en las mismas salas anteriores, más una Cuarta Sala o Sala Laboral o Previsional,
que conoce, por ejemplo, de los recursos de casación en la forma y en el fondo, y de revisión
y de queja en materia de orden laboral y previsional, o en materias regidas por los Códigos
de Minería y de Aguas, o de responsabilidad civil extracontractual (se la llama también
Sala Mixta porque conoce, en general, de los demás asuntos como los laborales y los
tributarios)101.

3.2. FUNCIONAMIENTO EN SALA Y EN PLENO

a. Competencia en sala
De conformidad con lo establecido en el art. 95 inc. IV del COT, las salas deberán funcionar
con no menos de cinco jueces cada una, tres de los cuales, a lo menos, deben ser Ministros de la CS,
pudiendo, por tanto, completarse la integración con uno o dos Abogados Integrantes, o con el Fiscal
Judicial. La integración de la sala será facultativa para el Presidente de la Corte, y si opta por hacerlo,
puede integrar cualquiera de ellas. Cada sala en que se divida la CS debe ser presidida por el Ministro
más antiguo, cuando no esté presente el Presidente de la Corte, pues en dicho caso, será él quien la
presida.
Los asuntos más importantes que conoce la CS divida en salas, están enumerados en el art,
98 del COT, y son los siguientes:
i. En única instancia, o mejor dicho en un sólo grado jurisdiccional, ya que en estas materias
sólo puede pronunciarse sobre el Derecho, conoce:
- De los recursos de casación en el fondo (art. 98 Nº 1). Este es un recurso estrictamente
jurídico para anular sentencias dictadas con infracción de ley, de manera que la CS no
conoce de los hechos del juicio, sino que sólo del Derecho. Por otro lado, este recurso
da origen a una importante fuente del Derecho, cual es, la jurisprudencia.

- De los recursos de casación en la forma interpuestos contra las sentencias dictadas por
las CA o por un Tribunal Arbitral de segunda instancia constituido por árbitros de
Derecho en los casos en que estos árbitros hayan conocido de negocios de la
competencia de dichas Cortes (art. 98 Nº 1). Por ejemplo, un JL dictó una sentencia
definitiva e incurrió en un vicio de forma, luego se interpone casación en la forma para
ante la CA respectiva, pero a su vez, la CA al fallar incurre también en un vicio de

que ante la CS se encuentren pendientes distintos recursos de carácter jurisdiccional que incidan en una misma
causa, cualesquiera sea su naturaleza, éstos deberán acumularse y verse conjunta y simultáneamente en una
misma sala. La acumulación se debe hacer de oficio, sin perjuicio del derecho de las partes a requerir el
cumplimiento de esta norma.
101
Como se puede apreciar, la aplicación del funcionamiento extraordinario opera en forma distinta que en las
CA, pues respecto de la CS hay funcionamiento extraordinario cuando los Ministros de dicha Corte así lo
establezcan, por tanto, no rigen las normas de retardo que se aplican a las CA (en la práctica siempre ha
funcionado extraordinariamente, considerándose el retardo de alguna manera). Además, en la CA no hay salas
especializadas.

115
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forma; y se interpone así un recurso de casación en la forma en contra la sentencia


dictada por la CA.

- De los recursos de nulidad interpuestos en contra de las sentencias definitivas dictadas


por los tribunales con competencia en lo criminal, cuando corresponda de acuerdo a la
ley procesal penal (art. 98 Nº 3). Esta materia se agregó con la reforma procesal penal
del año 2001, y corresponde a la CS entrar a conocer de estas materias cuando la
sentencia se dicte con vulneración de garantías.

- De los recursos de revisión (arts. 98 N° 5). Este recurso tiene por objeto dejar sin efecto
una sentencia firme dictada en un procedimiento doloso o fraudulento.

- De los recursos de queja, pero la aplicación de medidas disciplinarias, será de la


competencia del tribunal pleno (art. 98 N° 7)102.

- De los demás negocios judiciales de que corresponda conocer a la CS y que no estén


entregados expresamente al conocimiento del pleno (art. 98 N° 10). Por ejemplo, los
exhortos a tribunales extranjeros; el procedimiento de exequátur, para el cumplimiento
en Chile de resoluciones extranjeras; si procede o no la indemnización patrimonial y
extrapatrimonial que debe dar el Estado por error judicial, etc. En razón de esta
disposición, se sostiene que la regla general es que todo asunto judicial de competencia
de la CS es conocido en salas, salvo que la ley expresamente lo haya entregado al
pleno.

ii. En un segundo grado jurisdiccional conoce, fundamentalmente, de las apelaciones deducidas


contra las sentencias dictadas por las CA en los recursos de amparo y de protección (art. 98
Nº 4; de manera que conoce como tribunal de segunda instancia.

b. Conocimiento en pleno
Como se dijo, el pleno funciona con la concurrencia de 11 de sus miembros a lo menos.
Ahora, para saber si un determinado asunto debe ser conocido y resuelto por la CS en pleno o por
alguna de sus salas, hay que tener presente que es la ley la que enumera taxativamente qué asuntos
deben ser conocidos y resueltos por la CS en pleno, de manera que todos los demás asuntos entregados
a su competencia deben ser conocidos y resueltos por las salas, las cuales, por ende, tienen
competencia residual. Los asuntos que conoce la CS en pleno son:
i. En única instancia, o más bien dicho en un sólo grado jurisdiccional, debe:
- Ejercer las facultades administrativas, disciplinarias y económicas que las leyes le
asignan, sin perjuicio de las que les correspondan a las salas en los asuntos de que estén
conociendo, en conformidad a los arts. 542 y 543 (sanciones disciplinarias). En uso de
tales facultades, podrá determinar la forma de funcionamiento de los tribunales y
demás servicios judiciales, fijando los días y horas de trabajo en atención a las

102
El art. 97 del COT deja en claro que las sentencias que dicte la CS al fallar los recursos de casación en el
fondo y en la forma, de nulidad en materia penal, de queja, de protección y de amparo, así como el de revisión,
no son susceptibles de recurso alguno, salvo el de aclaración, rectificación y enmienda que establece el art. 182
del CPC.
116
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necesidades del servicio (art. 96 Nº 4). También, en virtud de estas facultades, debe
formar el Escalafón Judicial de antigüedad; confeccionar la tabla de emplazamiento,
tomando en consideración las distancias y las facilidades o dificultades que existan
para las comunicaciones; y dictar autoacordados en conformidad a la CPR, a la ley o
en virtud de sus facultades económicas.

- Conocer y resolver la concesión o revocación de la libertad condicional, en los casos


en que se hubiere impuesto el presidio perpetuo calificado (art. 96 Nº 7).

- Conocer de todos los asuntos que leyes especiales le encomiendan expresamente. Por
ejemplo, otorgar el título de abogado en audiencia pública; reclamación por pérdida de
nacionalidad; la designación de tres Ministros del Tribunal Constitucional, etc.

ii. En segunda instancia conoce, principalmente, de las apelaciones en causas por desafuero de
Diputados y Senadores; las apelaciones en juicios por amovilidad seguidos contra jueces de
letras, fallados en primera instancia por las CA103.

4. TRAMITACIÓN DE LOS ASUNTOS SOMETIDOS AL CONOCIMIENTO DE LA CORTE SUPREMA


Como se dijo, todo asunto judicial, para ser resuelto, debe ser tramitado, y esta tramitación en
las CA que no estén divididas en salas corresponde a cualquiera de sus miembros, y en aquellas CA
que consten de dos o más salas, corre a cargo de cualquiera de los Ministros pertenecientes a la sala
tramitadora, en la cual, generalmente está el Presidente, a quien le corresponde la tramitación. En la
CS, en cambio, la tramitación la tiene en forma exclusiva su Presidente, pues de acuerdo al art. 105
Nº 3 del COT, corresponde al Presidente de la CS atender al despacho de la cuenta diaria y dictar
los decretos o providencias de mera sustanciación de los asuntos de que corresponda conocer al
tribunal, o a cualquiera de sus salas. Esta cuenta debe despacharla antes de la hora fijada para la
instalación del tribunal.
Por excepción, al igual que en las CA, habrá casos en que toda la CS o alguna de sus salas
dicte decretos o providencias de mera tramitación. Ello acontecerá cuando en la vista de una causa se
adviertan defectos u omisiones que es necesario reparar o suplir antes de entrar a conocer y fallarla.
Por ejemplo, las resoluciones que ordenan acreditar la personería del abogado de alguna de las partes,
las que ordenan traer a la vista algún expediente, etc.
5. FORMA DE CONOCER Y RESOLVER LOS ASUNTOS SOMETIDOS AL CONOCIMIENTO DE LA
CORTE SUPREMA
La CS, al igual que las CA, conoce y resuelve los asuntos sometidos a su decisión en cuenta
o previa vista de la causa, correspondiendo al Presidente de la CS atender el despacho de la cuenta
diaria y la dictación de los decretos o providencias de mera substanciación. Ahora, para adoptar una
u otra decisión, al igual que en las CA, se debe atender a la naturaleza de los negocios, pues si se trata
de asuntos contenciosos o voluntarios, estos serán resueltos previa vista de la causa; y por el contrario,

103
A modo de conclusión ¿qué materias o asuntos son de competencia exclusiva y excluyente de la CS?
Fundamentalmente existen cinco materias, tres de ellas netamente procesales y dos constitucionales. Las
materias netamente procesales son: el recurso de casación en el fondo, el recurso de revisión, y el exequátur; y
las materias constitucionales son: la reclamación por pérdida de nacionalidad y acción de declaración de error
judicial.
117
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si se trata de asuntos de jurisdicción conservadora, disciplinaria o económica, serán resueltos en


cuenta, salvo aquellos asuntos contenciosos o voluntarios que, excepcionalmente, se deben resolver
en cuenta, o aquellos asuntos conservadores, disciplinarios o económicos que también,
excepcionalmente, se deben resolver previa vista de la causa104.
Ahora bien, en cuanto a las formalidades de la vista de la causa, se deben observar los mismos
trámites que se siguen ante las CA, es decir, la dictación y notificación del decreto “autos en relación”,
la fijación de la causa en tabla, la instalación del tribunal, el anuncio de la vista de la causa, la relación
y los alegatos
Finalmente, de acuerdo al art. 104 del COT, dentro de las horas ordinarias de su
funcionamiento y antes de la vista de las causas, el tribunal se ocupará con preferencia, según el
orden que fije el Presidente, en los asuntos que deban resolverse en cuenta, en el estudio de proyectos
de sentencias, y en el acuerdo de las mismas.
E. AGENTES AUXILIARES DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA
En todo órgano jurisdiccional se encuentran personas que ejercen actividades propiamente
jurisdiccionales y otras que ejercen funciones de auxilio y cooperación de tal función. Las primeras
personas se llaman jueces, mientras que aquellas que son un complemento para el ejercicio de la
función jurisdiccional, se denominan personal cooperador.
Dentro de este personal cooperador se puede distinguir a los auxiliares de la administración
de justicia, y a los empleados u oficiales de secretaria. Los auxiliares de la administración de justicia
están regulados en el Título XI del COT denominado, precisamente, “Los auxiliares de la
administración de justicia”, y se definen como aquellos funcionarios del Poder Judicial encargados
de colaborar y cooperar en la administración de justicia, en la gestión de los tribunales, y en el
cumplimiento de las resoluciones judiciales. Entre ellos se encuentran: los Fiscales Judiciales; los
Defensores Públicos; los Relatores; los Secretarios de cortes y juzgados; los Administradores de
tribunales con competencia en lo criminal; los Receptores; los Procuradores de Número; los Notarios;
los Conservadores; los Archiveros; los Consejos Técnicos y los Bibliotecarios Judiciales.
Como se verá a continuación, algunos de estos funcionarios son ministros de fe pública, a
saber: los Secretarios, los Receptores Judiciales, los Notarios, los Conservadores y los Archiveros;
algunos están afectos a la función jurisdiccional (por ejemplo, los Fiscales Judiciales, el Secretario),
mientras que otros no lo están (por ejemplo, los Notarios, los Conservadores, los Archiveros); y
algunos son pagados con fondos públicos (por ejemplo, los Relatores, los Fiscales Judiciales, los
Secretarios) y otros por las partes de acuerdo a aranceles fijados por ley (por ejemplo, los Notarios,
Receptores, Archiveros, los Defensores Públicos).

104
Como se dijo, en las CA que constan de dos o más salas, los asuntos que deben conocer se distribuyen por
sorteo. No acontece lo mismo en la CS, ya que los asuntos son distribuidos entre las diversas salas por el propio
Presidente. En efecto, el art. 105 Nº 2 señala que corresponde a éste formar la tabla para cada sala, según el
orden de preferencia asignado a las causas y hacer la distribución del trabajo entre los relatores y demás
empleados del tribunal. Previo estudio de los asuntos que deberán ocupar la atención del tribunal en cada
semana, su Presidente formará la tabla con las siguientes indicaciones: día en que la Corte funcionará en un
solo cuerpo; días en que se dividirá en dos o tres salas; días que se destinarán a los acuerdos y horas precisas
en que se dará comienzo a la vista de las causas.
118
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1. FISCALÍA JUDICIAL
La Fiscalía Judicial es una institución que tiene como misión fundamental representar ante los
tribunales de justicia el interés general de la sociedad. Este organismo, antes de la ley 19.665 que creó
la reforma procesal penal, se denominaba Ministerio Público, pero como dicha ley también creó a un
órgano con la misma denominación, pasó a llamarse Fiscalía Judicial y, además, eliminó cualquier
posibilidad de intervención de ésta en todas las materias penales105.
En cuanto a su organización, de acuerdo al art. 350 inc. I del COT, la Fiscalía Judicial será
ejercida por el Fiscal Judicial de la CS, que será el jefe del servicio, y por los Fiscales Judiciales de
las CA. Agrega el art. 352 que los Fiscales Judiciales gozan de la misma inamovilidad que los jueces,
y tienen el tratamiento de Señoría.
En relación a sus funciones, el art. 350 inc. III dispone que las funciones de la Fiscalía Judicial
se limitarán a los negocios judiciales y a los de carácter administrativo del Estado en que una ley
requiera especialmente su intervención. Por lo tanto, la Fiscalía Judicial sólo puede intervenir cuando
una ley expresa requiera su intervención, y tiene funciones relacionadas con la función jurisdiccional
(negocios judiciales) y con el Poder Ejecutivo (funciones administrativas).
i. Funciones administrativas. Un ejemplo de estas funciones, es la que establece el art. 353 Nº
3 del COT, que señala que corresponde especialmente al Fiscal Judicial de la CS: vigilar por
sí a los ministros o Fiscales Judiciales de las CA, y por sí o por medio de cualesquiera de los
Fiscales Judiciales de las CA la conducta funcionaria de los demás tribunales y empleados
del orden judicial, exceptuados los miembros de la CS, y para el solo efecto de dar cuenta a
este tribunal de las faltas o abusos o incorrecciones que notare, a fin de que la referida Corte,
si lo estima procedente, haga uso de las facultades correccionales, disciplinarias y económicas
que la CPR y las leyes le confieren.

ii. Funciones judiciales. En el ejercicio de estas funciones, los Fiscales Judiciales pueden
integrar las salas de los tribunales colegiados, a falta de los ministros titulares; y de acuerdo
al art. 354 del COT, pueden obran, según la naturaleza de los negocios, o como parte
principal, o como terceros, o como auxiliares del juez.

- Cuando actúan como parte principal, lo hacen como cualquier litigante y, por tanto, de
acuerdo al art. 355 del COT, figurarán en todos los trámites del juicio, deberán ser
notificados de todas las resoluciones que se dicten en el proceso, podrán presentar
cuantas solicitudes o escritos deseen y, en fin, pueden deducir todos los recursos
legales que procedan. Por ejemplo, en los juicios de amovilidad son partes el juez
imputado y el Fiscal Judicial.
- Cuando actúa como tercero absoluto o sin interés, de acuerdo al inc. II del art. 355,
bastará que antes de la sentencia o decreto definitivo del juez o cuando éste lo estime
conveniente, examine el proceso y exponga las conclusiones que crea procedentes.
Estas conclusiones son expuestas por los Fiscales en informes presentados a los
tribunales que reciben el nombre de “vistas”, y de allí también que, en la práctica,

105
Antes la Fiscalía Judicial representaba los intereses de la sociedad en todos los delitos de acción pública. Sin
embargo, hoy ha perdido notoriamente su importancia, pues dicha función ha sido asumida por el Ministerio
Público; es por ello que se dice que no hay razón para mantener esta institución.
119
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cuando el tribunal desea que el Fiscal intervenga como tercero, dicte una resolución en
la que ordena “vista al Fiscal”. Por ejemplo, en los reclamos de ilegalidad regional y
municipal, en su etapa contenciosa administrativa, se requiere informe del Fiscal
Judicial; también debe ser oído en el procedimiento para la ejecución de resoluciones
extranjeras, etc.
- Por último, cuando actúa como auxiliar del juez, de acuerdo al art. 359 del COT,
pueden los tribunales pedir el dictamen del respectivo Fiscal Judicial en todos los casos
en que lo estimen conveniente a excepción de la competencia en lo criminal. En la
práctica, esta solicitud también recibe el nombre de “vista”, pero se diferencia de la
anterior, por cuanto ésta es facultativa para el tribunal, en cambio la anterior es
obligatoria106.

2. DEFENSORES PÚBLICOS
Los Defensores Públicos son auxiliares de la administración de justicia que tienen como
misión fundamental velar por los intereses de determinadas personas, las cuales, en razón de su
incapacidad o situación material, no pueden hacerlo por sí mismas. Es decir, tienen una función
de protección en que se vela por personas incapaces que no tengan guardador, procurador o
representante legal, o incluso, aunque los tengan; por ejemplo, los menores de edad, los sordos o
sordomudos que no pueden darse a entender por escrito, los disipadores bajo decreto de interdicción
de administrar lo suyo, los dementes, los ausentes y las obras pías (o caritativas) o fundaciones de
beneficencia.
El art 365 inc. I del COT señala que habrá por lo menos un Defensor Público en el territorio
jurisdiccional de cada juzgado de letras. En cuanto a sus funciones, hay que distinguir:
i. La regla general, es que actúen como terceros absolutos o sin interés, manifestando su
opinión al tribunal respecto de aquellos negocios en que deban intervenir, mediante
informes o “vistas”. Al respecto, el art. 366 del COT establece que debe ser oído el
ministerio de los Defensores Públicos: 1) en los juicios que se susciten entre un
representante legal y su representado; 2) en los actos de los incapaces o de sus
representantes legales, de los curadores de bienes, de los menores habilitados de edad, para
los cuales actos exija la ley autorización o aprobación judicial; 3) y en general, en todo
negocio respecto del cual las leyes prescriban expresamente la audiencia o intervención
del ministerio de los Defensores Públicos o de los parientes de los interesados. Como
se puede apreciar, se trata de casos de intervención forzada, pues la ley los establece en
forma imperativa; por tanto, si se omite el informe o la vista (tanto del Fiscal Judicial o
del Defensor Público), se señala que se debe anular el procedimiento por vía de
casación, en razón de haberse omitido un trámite declarado esencial, o por cuya omisión la
ley prevé especialmente como sanción la nulidad.

106
En este punto es fundamental el art. 360 que establece que la Fiscalía Judicial es, en lo tocante al ejercicio
de sus funciones, independiente de los tribunales de justicia, cerca de los cuales es llamado a ejercerlas. Puede,
en consecuencia, defender los intereses que le están encomendados en la forma que sus convicciones se lo
dicten, estableciendo las conclusiones que crea arregladas a la ley. De no existir esta disposición, carecería de
sentido el hecho de que los ministros solicitaran la opinión de los Fiscales por cuanto esta opinión dependería
de los primeros; sin embrago, en la práctica, esto es muy difícil porque la Fiscalía Judicial forma parte del Poder
judicial.
120
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También actúan como terceros absolutos, cuando asisten a un comparendo manifestando


en ellos su opinión en forma verbal. En efecto, de acuerdo al art. 369 del COT, pueden los
jueces oír al ministerio de los Defensores Públicos en los negocios que interesen a los
incapaces, a los ausentes, a las herencias yacentes, a los derechos de los que están por nacer,
a las personas jurídicas o a las obras pías, siempre que lo estimen conveniente. Como se
puede apreciar, esta función, a diferencia de la anterior, es de carácter condicional, sólo
tiene lugar si el juez lo cree conveniente.

ii. También pueden tomar la representación de determinadas personas, asumiendo el rol de


demandantes o demandados. En efecto, el art. 367 del COT señala que puede el ministerio
de los Defensores Públicos representar en asuntos judiciales a los incapaces, a los ausentes
y a las fundaciones de beneficencia u obras pías, que no tengan, guardador, procurador o
representante legal. De acuerdo a la disposición, esta función es de carácter voluntaria o
facultativa, pues el Defensor Público la asumirá si así lo cree conveniente (“puede”); y
también es condicional, puesto que procederá siempre que el representado no tenga
guardador, procurador o representante legal, según sea el caso.

iii. Por último, de acuerdo al art. 368 del COT, toca al ministerio de los Defensores Públicos,
sin perjuicio de las facultades y derechos que las leyes conceden a los jueces y a otras
personas, velar por el recto desempeño de las funciones de los guardadores de incapaces,
de los curadores de bienes, de los representantes legales de las fundaciones de beneficencia
y de los encargados de la ejecución de obras pías; y puede provocar la acción de la justicia
en beneficio de estas personas y de estas obras, siempre que lo estime conveniente al exacto
desempeño de dichas funciones. Como se puede apreciar, se trata de una función
principalmente de control o de supervigilancia, pero puede llegar a convertirse en una
función judicial, en caso que el Defensor lo estime conveniente.

3. RELATORES
Los Relatores son funcionarios auxiliares de la administración de justicia que tienen como
misión fundamental imponer a los tribunales colegiados del contenido de los negocios que ante ellos
se ventilan y que deben resolver. Como se dijo en párrafos anteriores, en los tribunales colegiados
rige el principio de mediación, pues los Ministros se enteran y conocen del proceso mediante un
funcionario que los narra, cuenta, describe y relata, que es precisamente el Relator, sin perjuicio del
examen que ellos crean necesario hacer por sí mismos107.
Cada tribunal colegiado tiene el número de Relatores que la propia ley señala; así, por ejemplo,
la CA de Valparaíso tiene 10 Relatores, y la CS tiene ocho (pudiendo designar interinos en el
funcionamiento extraordinario). Las principales funciones de los Relatores se encuentran
contempladas en el art. 372 del COT, el cual señala que son funciones de los Relatores:

107
CASARINO llama a estos funcionarios “los ojos del tribunal”, pues materialmente sería imposible que
diversos jueces pudieran imponerse en un mismo momento del proceso; se recurre entonces al sentido de la
vista de un tercero, a objeto de que, a viva voz, informe a los jueces de la materia o contenido del expediente.
En los tribunales unipersonales, en cambio, el juez examina por sí mismo los autos para dictar resolución, es
decir, rige un sistema de conocimiento directo y personal (principio de inmediación).
121
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i. Dar cuenta diaria de las solicitudes que se presenten en calidad de urgentes, de las que no
pudieren ser despachadas por la sola indicación de la suma y de los negocios que la Corte
mandare pasar a ellos (art. 372 Nº 1). La urgencia de una solicitud, será una cuestión de
criterio que tendrá que resolver el propio Relator; y por otro lado, la “suma” es la leyenda
con que se encabeza todo escrito judicial y que da idea, de inmediato, de su contenido.
Por lo tanto, teóricamente, la cuenta diaria de las solicitudes que no presenten las
características anteriores, será proporcionada por el Secretario; pues según el art. 380 Nº 1
del COT, son funciones de los Secretarios: dar cuenta diariamente a la Corte o Juzgado en
que presten sus servicios de las solicitudes que presentaren las partes. Sin embargo, en la
práctica esto no se respeta, pues cualquiera que sea la naturaleza del asunto, el Relator
efectúa la cuenta diaria. Ahora bien, si la Corte consta de varias salas, la efectúa el Relator
de la Sala Tramitadora, o sea, de aquella sala en que funciona el Presidente de la Corte (al
cual le corresponde dictar las providencias de mera substanciación).
ii. Poner en conocimiento de las partes o sus abogados el nombre de las personas que integran
el tribunal, en el caso a que se refiere el art. 166 del CPC (art. 372 Nº 2), es decir, en caso
de que Abogados Integrantes o Fiscales Judiciales conformen la sala, para que así se hagan
valer las posibles implicancias y recusaciones.

iii. Revisar los expedientes que se les entreguen y certificar que están en estado de relación
(esto para que se dicte el llamado decreto “autos en relación”, y así se coloque la causa en
la tabla). En caso que sea necesario traer a la vista los documentos, cuadernos separados y
expedientes no acompañados o realizar trámites procesales previos a la vista de la causa,
informará de ello al Presidente de la Corte, el cual dictará las providencias que correspondan
(art. 372 Nº 3). El profesor FORTTES señala que cada vez que ingrese un expediente a la
Corte, la primera resolución que se dicta es “autos al relator” (o “pasen los autos al relator”),
precisamente, para ver si han traído los cuadernos que corresponden, los expedientes
necesarios, etc.

iv. Hacer relación de los procesos (art. 372 Nº 4). Evidentemente esta es la función más
importante de los Relatores; en este sentido, el art 374 del COT señala que las relaciones
deberán hacerlas de manera que la Corte quede enteramente instruida del asunto
actualmente sometido a su conocimiento, dando fielmente razón de todos los documentos
y circunstancias que puedan contribuir a aquel objeto. Con todo, antes de efectuar las
relaciones, los Relatores deben cumplir con las obligaciones previas que establece el art.
373 inc. I del COT, a saber: dar cuenta a la Corte de todo vicio u omisión substancial que
notaren en los procesos; de los abusos que pudiere dar mérito a que la Corte ejerza las
atribuciones que le confieren los arts. 539 y 540 (facultades disciplinarias) y de todas
aquellas faltas o abusos que las leyes castigan con multas determinadas.

v. Anotar el día de la vista de cada causa los nombres de los jueces que hubieren concurrido a
ella, si no fuere despachada inmediatamente (art. 372 Nº 5). Esto se relaciona con las
normas de los acuerdos, pues una vez vista la causa, podría no fallarse de inmediato, es
decir, quedar en este “estado de acuerdo”; y en dicho caso, el Relator tiene la función de
levantar dicha acta, la cual es importante porque a través de ella se puede evitar que se falle
con jueces que no acudieron a la vista o con menos jueces (actúa como ministro de fe).
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vi. Cotejar con los procesos los informes en derecho, y anotar bajo su firma la conformidad o
disconformidad que notaren entre el mérito de éstos y los hechos expuestos en aquéllos (art.
372 Nº 5). En este caso también actúa como ministro de fe.

4. LOS SECRETARIOS.
Los Secretarios no sólo son auxiliares de la administración de justicia, sino que son los
ministros de fe por excelencia (al menos dentro del tribunal). En efecto, el art. 379 del COT señala
que los Secretarios de las cortes y juzgados, son ministro de fe pública, encargados de autorizar, salvo
las excepciones legales, todas las providencias, despachos y actos emanados de aquellas autoridades,
y de custodiar los procesos y todos los documentos y papeles que sean presentados a la corte o juzgado
en que cada uno de ellos debe prestar sus servicios.
Tal como se desprende de la definición legal, existen excepciones en su función de autorizar,
pues hay actos que los autoriza otro agente auxiliar denominado Receptor, como por ejemplo, las
declaraciones testimoniales (prueba de testigos), la confesión judicial (absolución de posiciones o
prueba confesional) y las informaciones sumarias de testigos tanto en asuntos judiciales contenciosos
como no contenciosos. La razón de esto, es que se trata de actuaciones en las cuales intervienen los
Receptores y, por consiguiente, son autorizadas por ellos.
En cada JL existe un Secretario; por otro lado, cada CA también tiene un Secretario, salvo la
CA de San Miguel que tiene dos, y la CA de Santiago que tiene tres; y la CS también tiene un
Secretario y, además, un Prosecretario. En el caso de los jueces árbitros, hay que recordar que los
árbitros de Derecho sustancian todo el juicio arbitral ante un ministro de fe (por ejemplo, un
Secretario, un Notario) designado por el propio árbitro; y los árbitros arbitradores practican los actos
de sustanciación del juicio solos o con asistencia de un ministro de fe, según lo estimen conveniente.
Y por último, los tribunales especiales tienen o no Secretario, según lo dispongan las leyes especiales
de su creación108.
Las funciones más importantes que desempeñan los Secretarios se encuentran señaladas en el
art. 380 del COT, el cual dispone que son funciones de los Secretarios:
i. Dar cuenta diariamente a la Corte o juzgado en que presten sus servicios de las solicitudes
que presentaren las partes (art. 380 Nº 1). Como se dijo, en la práctica, en las Cortes toda la
cuenta es dada exclusivamente por los Relatores.

ii. Dar a conocer las providencias o resoluciones a los interesados que acudieren a la oficina
para tomar conocimiento de ellas, registrando en la capeta electrónica las modificaciones
que hicieren, y practicar las notificaciones por el estado diario (art. 380 Nº 2);

iii. Dar conocimiento a cualquiera persona que lo solicitare de los procesos que tengan
archivados en sus oficinas, y de todos los actos emanados de la Corte o juzgado, salvo los
casos en que el procedimiento deba ser secreto en virtud de una disposición expresa de la
ley (art. 380 Nº 3). Esta función es una simple aplicación de una de las bases fundamentales
de la organización de los tribunales llamado principio de publicidad.

108
Como se verá más adelante, en materia procesal penal no existen Secretarios, sino que Administradores de
Tribunales.
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iv. Guardar con el conveniente arreglo los procesos y demás papeles de su oficina, sujetándose
a las órdenes e instrucciones que la Corte o juzgado respectivo les diere sobre el particular.
Dentro de los seis meses de estar practicada la visita de que trata el art. 564 (visitas
ordinarias efectuadas por los Jueces de Letras a los Secretarios, Conservadores y
Archiveros de su territorio jurisdiccional), enviarán los procesos iniciados en su oficina
y que estuvieren en estado, al archivo correspondiente109.

v. Autorizar los poderes judiciales que puedan otorgarse ante ellos (art. 380 Nº 5). Según el
art. 6º inc. II del CPC, el poder para representar a otra persona en juicio (o mandato judicial),
se puede constituir, entre otras formas, mediante una declaración escrita del mandante,
autorizada por el Secretario del tribunal que esté conociendo de la causa; es decir, se lleva
una declaración escrita al Secretario y se firma ante él, y éste da fe de que fue firmada por
el mandante. Ésta es la forma más frecuente en la práctica para constituir un mandato
judicial.

vi. Las demás que les impongan las leyes (art. 380 Nº 6). Por ejemplo, en materia de
presentación de escritos, el art. 32 del CPC señala que entregado un escrito al Secretario,
deberá éste en el mismo día estampar en cada foja la fecha y su media firma, o un sello
autorizado por la respectiva CA y que designe la oficina y la fecha de la presentación.
Deberá, además, dar recibo de los documentos que se le entreguen, siempre que lo exija la
parte que los presenta, sin que pueda cobrar derecho alguno por los servicios a que este
artículo se refiere. Por otro lado, según el art. 174 del CPC, una resolución se entiende
firme o ejecutoriada…desde que transcurran todos los plazos que la ley concede para la
interposición de dichos recursos, sin que se hayan hecho valer por las partes. En este caso,
debe certificar el hecho el Secretario del tribunal a continuación del fallo, el cual se
considerará firme desde este momento, sin más trámites.

vii. Los Secretarios de los JL tienen funciones especiales, pues, de acuerdo al art. 381 del COT,
harán al juez la relación de los incidentes y el despacho diario de mero trámite, el que será
revisado y firmado por el juez; en materia de subrogación el art. 211 del COT señala que en
todos los casos en que el juez de letras falte (por ejemplo, si no hubiere llegado a la hora
ordinaria de despacho) o no pueda conocer de determinados negocios, será subrogado por
el Secretario del mismo tribunal siempre que sea abogado; de acuerdo al art. 33 inc. II del
CPC, los Secretarios letrados de los juzgados civiles dictarán por sí solos los decretos,
providencias o proveídos, resoluciones que serán autorizadas por el Oficial Primero (éste
actúa como ministro de fe). La reposición, en su caso será resuelta por el juez.

109
Esto se relaciona con el art. 384 del COT, que señala que los Secretarios deberán llevar los siguientes
registros: 1) un registro foliado (numerado) compuesto por copias escritas a máquina (ahora es en computador),
autorizadas por el Secretario, de las sentencias definitivas que se dicten en los asuntos civiles contenciosos o de
jurisdicción voluntaria (a este registro se le denomina Libro Copiador de Sentencias); 2) el registro de depósitos
a que se refiere el art. 507 (esto es, los depósitos que se hacen en la cuenta corriente del tribunal); y 3) los demás
que ordenen las leyes o el tribunal (por ejemplo, el Libro de Ingreso de Causas, donde aparece el nombre
completo de las partes y cuyos datos son de público conocimiento; el Libro de Receptores; el Libro de Peritos;
el Libro de Acuerdos, de Integraciones y Asistencias, en los tribunales colegiados, etc.).
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5. ADMINISTRADORES DE TRIBUNALES CON COMPETENCIA EN LO CRIMINAL


El art. 389 A del COT señala que los administradores de tribunales con competencia en lo
criminal son funcionarios auxiliares de la administración de justicia encargados de organizar y
controlar la gestión administrativa de los TJOP y de los JG.
Estos auxiliares fueron creados con ocasión de la reforma procesal penal en el año 2000, y sus
principales funciones, de acuerdo al art. 389 B, son: distribuir las causas a los jueces o a las salas del
respectivo tribunal, conforme con el procedimiento objetivo y general aprobado; y llevar la
contabilidad y administrar la cuenta corriente del tribunal, de acuerdo a las instrucciones del Juez
Presidente.
6. RECEPTORES
Los Receptores, de acuerdo al art. 390 inc. I del COT, son ministros de fe pública encargados
de hacer saber a las partes, fuera de las oficinas de los Secretarios, los decretos y resoluciones de los
tribunales de justicia, y de evacuar todas aquellas diligencias que los mismos tribunales les
cometieren110.
De acuerdo al art. 392 inc. I del COT, para cada comuna o agrupación de comunas que
constituya el territorio jurisdiccional de JL, habrá el número de Receptores que determine el PDR,
previo informe favorable de la respectiva CA. A estos Receptores se les denomina por la doctrina
“Receptores permanentes”, esto en contraposición a los “Receptores ocasionales o ad hoc”, los cuales
son empleados de secretaría designados para la realización de diligencias determinadas que no puedan
realizar los Receptores judiciales debido a su ausencia, inhabilidad u otro motivo calificado. En
efecto, según el art. 392 inc. II del COT, sin perjuicio de lo anterior (“receptores permanentes”), podrá
el tribunal de la causa designar Receptor a un empleado de la secretaría del mismo tribunal para el
sólo efecto de que practique una diligencia determinada que no pueda realizarse por ausencia,
inhabilidad u otro motivo calificado, por los Receptores judiciales a que se refiere el inciso anterior 111.
En cuanto a su competencia territorial, el art. 391 inc. II señala que los Receptores ejercerán
sus funciones en todo el territorio jurisdiccional del respectivo tribunal. Sin embargo, también podrán
practicar las actuaciones ordenadas por éste, en otra comuna comprendida dentro del territorio
jurisdiccional de la misma CA. Por ejemplo, si un tribunal de Valparaíso ordena notificar a alguien
en Villa Alemana, se le autoriza al receptor ir a esa otra comuna, porque está dentro del territorio
jurisdiccional de la misma CA; en cambio, si se le ordena notificar en Santiago, en ese caso la
notificación debería hacerse mediante un exhorto.
Las funciones de los Receptores están señaladas en la definición que da el art. 390 del COT;
en efecto:

110
En cuanto a los requisitos para ser Receptor, resalta que no requieren ser abogados, pues sólo deben tener
derecho a sufragio, aptitud necesaria para desempeñar el cargo y una edad mínima de 25 años. Las
remuneraciones son de cargo de las partes que encomiendan la diligencia, sin perjuicio del privilegio de
pobreza.
111
Hay también algunos Receptores llamados “Receptores institucionales”, que son aquellos que dependen de
un determinado organismo y que se encuentran facultados para realizar todas las notificaciones en que éstos
intervengan. Tales como: los Receptores del Consejo de Defensa del Estado; y los Receptores de las
Corporaciones de Asistencia Judicial u otras instituciones facultadas por la ley para otorgar el privilegio de
pobreza.
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i. Los receptores son ministros de fe pública encargados de hacer saber a las partes, fuera de
las oficinas de los Secretarios, los decretos y resoluciones de los tribunales de justicia. Esta
función se relaciona con el tema de las notificaciones, que es la manera en que las partes
toman conocimiento de las resoluciones que decreta un tribunal (la notificación por cédula
solamente la hacen los Receptores).

ii. Están obligados a evacuar todas aquellas diligencias que los tribunales de justicia les
cometieren, previa resolución judicial. Por ejemplo, el tribunal puede ordenar al Receptor
que trabe un embargo (que requiera la entrega material de una especie embargada) con
ayuda de la fuerza pública.

iii. De acuerdo al art. 390 inc. II del COT, deben recibir las informaciones sumarias de
testigos en actos de jurisdicción voluntaria o en juicios civiles. Como se dijo, al tratar los
asuntos judiciales no contenciosos, se entiende por información sumaria la prueba de
cualquier especie, rendida sin notificación ni intervención de contradictor y sin previo
señalamiento de término probatorio (art. 818 del inc. III del CPC).

iv. El mismo art. 390 inc. II señala que deben actuar en estos últimos (en los juicios civiles)
como ministros de fe en la recepción de la prueba testimonial y en la diligencia de
absolución de posiciones (prueba confesional). Estos son los medios probatorios más
importantes que las partes pueden emplear en los juicios, y en ellos el Receptor debe tomar
nota de todo lo que relata el testigo o abrir el sobre o pliego de absoluciones y proceder a
interrogar a las personas con las preguntas ahí expuestas. El tribunal se entera de lo allí
señalado mediante un Acta que levanta este ministro de fe.

v. De acuerdo al art. 1600 del CC, la consignación debe ser precedida de oferta, y para que la
oferta sea válida, reunirá las circunstancias que siguen: 5) que la oferta sea hecha por
Notario o por un Receptor competente, sin previa orden del tribunal.

vi. En materia de juicio ejecutivo, debe expresar al ejecutado, en el acto de requerimiento de


pago, el plazo que tiene para oponer excepciones.

7. PROCURADORES DEL NÚMERO


En general, procurador es todo aquel que representa a otra persona ante los tribunales de
justicia, por encargo de ella (es un apoderado o mandatario judicial). El encargo o mandato puede ser
para que la represente tanto en asuntos contenciosos, como en actos judiciales no contenciosos, y en
cualquiera de las instancias por las cuales pueden pasar dichos negocios.
El epígrafe que encabeza el Párrafo VI del Título XI del COT, se denomina “De los
procuradores y especialmente de los procuradores del número”. Esto indica que existen diversas
clases de procuradores o mandatarios judiciales, a saber: los procuradores del número y los
procuradores comunes u ordinarios. Ambos tienen en común la facultad de comparecer en un juicio,
esto es, el acto de presentarse ante los tribunales de justicia ejerciendo una acción o defensa, o bien,
requiriendo su intervención en un acto perteneciente a la jurisdicción no contenciosa; no obstante, el
Procurador del Número se diferencia por ser un auxiliar de la administración de justicia, o sea, que
para desempeñar sus funciones requiere de un título especial otorgado por la autoridad pública
126
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competente (requiere nombramiento estatal) y, además, son funcionarios públicos; mientras que los
procuradores ordinarios, son nombrados por las partes a su entera voluntad, sin perjuicio de que para
desempeñar el cargo de procurador común u ordinario se requieran ciertas condiciones mínimas de
idoneidad112.
En definitiva, de acuerdo al art. 394 inc. I del COT, los Procuradores del Número, son
oficiales de la administración de justicia encargados de representar en juicio a las partes (que se les
encomiende). Agrega el inc. II, que habrá para cada comuna o agrupación de comunas los
Procuradores del Número que el PDR determine, previo informe de la CA respectiva. Por lo tanto,
pueden actuar ante cualquier tribunal que tenga su asiento dentro de dicha comuna o agrupación de
comunas y cualquiera que sea su jerarquía; así, por ejemplo, un Procurador del Número de Santiago
podrá actuar válidamente tanto ante los JL de dicho territorio jurisdiccional, como ante la CS113.
Las funciones más importantes de los Procuradores del Número, son las siguientes:
i. Representar a las partes en juicio, lo cual se da bastante cuando un abogado vive lejos de la
CA o de la CS, de manera que le delega poder al Procurador del Número para que realice
ciertas actuaciones. Esta función no es exclusiva de los Procuradores del Número, pues
también pueden desempeñarla los procuradores comunes u ordinarios y, aun,
excepcionalmente, los abogados patrocinantes. En efecto, el art. 398 inc. I del COT
establece que ante la CS sólo se podrá comparecer por abogado habilitado o por Procurador
del Número y ante las CA las partes podrán comparecer personalmente o representadas por
abogado o por Procurador del Número114.

ii. También pueden representar a los litigantes rebeldes, es decir, la parte que no ha
comparecido a los actos del juicio. En efecto, el art. 398 inc. II del COT señala que el
litigante rebelde sólo podrá comparecer ante estos últimos tribunales representado por
abogado habilitado o por procurador del número.
iii. También existen Procuradores Fiscales, los cuales, según CASARINO, son un tipo de
Procurador del Número, encargado de representar los intereses de determinadas
instituciones de la Administración pública.

112
Para ser procurador común u ordinario ante cualquier tribunal ordinario o arbitral, se requiere, de acuerdo a
la Ley 18.120 sobre Comparecencia en Juicio, lo siguiente: ser abogado habilitado para ejercer la profesión; o
ser estudiante actualmente inscrito en tercer, cuarto o quinto año de las escuelas de Derecho de alguna de las
Universidades autorizadas; o ser egresado de esas mismas escuelas hasta tres años después de haber rendido los
exámenes correspondientes. Los abogados normalmente, dentro del negocio que se les ha encomendado, tienen
la dirección técnica-jurídica del mismo, pero ocasionalmente también pueden asumir la representación
de su patrocinado, con lo cual se transforman en verdaderos procuradores judiciales.
113
En cuanto al origen de la denominación “Procurador del Número”, según algunos proviene del hecho de que
el PDR determinaba el número de procuradores que debía haber en cada territorio jurisdiccional del país. Otros
dicen que la denominación diría relación con la principal obligación que pesa sobre los Procuradores en los
tribunales colegiados, consistente en tratar de obtener para las causas en que ellos intervienen la mejor
colocación, o sea, “el mejor número” en la tabla que debe confeccionarse para los efectos de su vista y fallo.
114
El profesor FORTTES critica que en la CS no puedan comparecer los procuradores ordinarios, pues la norma
los discrimina, más aún, sabiendo que los Procuradores del Número no requieren ser abogados.

127
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iv. De acuerdo al art. 397 del COT, además de la recta ejecución del mandato, son obligaciones
de los Procuradores del Número: dar los avisos convenientes sobre el estado de los asuntos
que tuvieren a su cargo, o sobre las providencias y resoluciones que en ellos se libraren, a
los abogados a quienes estuviere encomendada la defensa de los mismos asuntos; y Servir
gratuitamente a los pobres con arreglo a lo dispuesto por el art. 595 (privilegio de pobreza).

v. Servir de procurador a las partes en juicio, cuando sean varias y deduzcan idénticas acciones
u opongan idénticas excepciones, y la contraparte exija la designación de procurador común
y esto no se obtenga por la unanimidad de dichas partes, debiendo hacer el nombramiento
el propio juez (arts. 13 y 19 del CPC).

8. NOTARIOS

8.1. CONCEPTO
Históricamente las funciones de los Notarios, de los Secretarios y de los Archiveros, estaban
a cargo de un sólo funcionario denominado Escribano; pero el COT separó estas funciones, y se las
entregó a diversos auxiliares. Ahora bien, de acuerdo al art. 399 del COT, los Notarios son ministros
de fe pública encargados de autorizar y guardar en su archivo los instrumentos que ante ellos se
otorgaren, de dar a las partes interesadas los testimonios que pidieren, y de practicar las demás
diligencias que la ley les encomiende115.
El art. 400 inc. I del COT señala que en cada comuna o agrupación de comunas que constituya
territorio jurisdiccional de JL, habrá a lo menos un Notario (el número de habitantes es un elemento
que se puede considerar para los efectos de establecer el número de Notarios que puede haber en cada
comuna); agrega el inc. final de esta disposición, que ningún Notario puede ejercer sus funciones
fuera de su respectivo territorio. Así, por ejemplo, el JL de Valparaíso comprende el territorio
jurisdiccional de Valparaíso y Juan Fernández, por tanto, los 10 Notarios que existen en Valparaíso
no pueden ejercer sus funciones en Viña del Mar; ahora, si hay un bien raíz en Arica, y el vendedor
y el comprador son de Viña ¿se puede otorgar la escritura en Valparaíso? Sí, pues ahí el Notario es
competente, y en la práctica esto se hace colocando en la escritura “de paso por esta ciudad”.
8.2. LA FE PÚBLICA
Como se puede apreciar, la función genérica de los Notarios es ser un ministro de fe pública,
pero ¿qué es la fe pública? Los profesores ALFARO y FORTTES señalan que es la confianza que
la ley deposita en alguna autoridad o funcionario mediante la cual los actos que realizan estas
personas, se entienden que son verdaderos o auténticos. En general, se traduce, en la confianza que
tiene la sociedad acerca de la autenticidad, de documentos y objetos empleados en el tráfico jurídico

115
En cuanto al nombramiento de un Notario titular, la CA respectiva forma una terna, y en base a ella, lo
designa el PDR. Tratándose de un Notario suplente, para el caso de que el titular se ausentare, se nombra a un
abogado en tal carácter por el presidente de la CA respectiva o por el JL de turno en los lugares que no sean
asiento de Corte, pudiendo el titular proponer la persona del reemplazante.
128
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y, por lo tanto, gozan de respaldo jurídico del Estado, cuando se realizan antes determinados
funcionarios116.
Su fundamento radica en el deber del Estado, como resguardador de la paz social, de proteger
los derechos subjetivos, evitando que surjan contiendas que requieran la intervención de los
tribunales. Para llevar a cabo tal protección, el Estado necesita conocer con certeza los derechos sobre
los que debe ejercerse esa tutela, impidiendo que se niegue su existencia y garantizando su
efectividad; necesidad que viene a llenar la fe pública notarial (también existe la fe pública judicial,
administrativa, etc.). Es por ello que la fe pública es un bien protegido por el Derecho Penal, pues es
una base esencial de la organización política, jurídica y social, y del tráfico jurídico y económico.
¿De qué da fe el Notario o cualquier otro ministro de fe? Un ministro de fe deja constancia
de la autenticidad, esto es, de haberse realizado ciertos actos ante él, de la fecha en que se otorgaron,
de las personas que intervinieron, y de lo que tales personas dijeron (declaraciones). Por lo tanto, los
Notarios no dan fe de la veracidad de que si tales hechos declarados son efectivos en la realidad; eso
sí, rigen respecto de ellos una presunción legal de veracidad (como es presunción legal, admite prueba
en contrario), y además, lo declarado ante el Notario hace plena fe respecto de los otorgantes.
8.3. FUNCIONES DE LOS NOTARIOS
Las funciones más importantes se encuentran desarrolladas en el art. 401 del COT, el cual
señala que son funciones de los Notarios:
i. Extender los instrumentos públicos con arreglo a las instrucciones que, de palabra o por
escrito, les dieren las partes otorgantes (art. 401 Nº 1)117. De acuerdo al art. 1699 inc. I del
CC, instrumento público es el autorizado con las solemnidades legales por el competente
funcionario; es decir, debe cumplir con dos requisitos: debe otorgarse de acuerdo a las
solemnidades que la ley señale, las cuales varían dependiendo del instrumento de que se
trate; y por un funcionario competente en cuanto a la materia y al territorio.
Agrega el inc. II del art. 1699 que otorgado ante escribano e incorporado en un protocolo o
registro público, se llama escritura pública. Como se puede apreciar, el instrumento público
es el género y la escritura pública una especie, pues existen más instrumentos públicos,
como por ejemplo, los certificados de dominio vigente, de hipoteca y gravámenes y de
prohibiciones e interdicciones que otorga el Conservador de Bienes Raíces; la copia de la
demanda que el Receptor entrega al notificarla; las partidas o certificados de nacimiento,
matrimonio y defunción que otorga el Oficial de Registro Civil; las resoluciones dictadas
por los tribunales de justicia, etc. La importancia de estos instrumentos públicos, es en
cuanto a su valor probatorio, pues éstos conllevan en si una presunción de autenticidad, en
cambio, los demás documentos escritos (documentos privados) no conllevan en sí esta
presunción, pues requieren reconocimiento.

116
Algunos señalan que esta confianza en la autenticidad surge espontáneamente en los individuos, por ende,
se debe prescindir de la intervención estatal; pues la gente tiende a confiar en la veracidad mientras no se
demuestre lo contrario.
117
El art. 401 Nº 1 entrega la función de “extender” instrumentos públicos, de lo que se deduce que debe
“redactar”; pero en la práctica, quienes los redactan son los abogados, por tanto, su función se reduce a extender
instrumentos públicos en base a minutas redactadas por abogados.
129
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ii. Levantar inventarios solemnes (art. 401 Nº 2). Por ejemplo, en el trámite de posesión
efectiva hay que hacer un inventario simple de los bienes del causante, pero si participan
incapaces, la ley obliga a que se haga un inventario solemne y que intervenga un ministro
de fe (Notario o Secretario de tribunal).

iii. Efectuar protestos de letras de cambio y demás documentos mercantiles (art. 401 Nº 3). El
protesto es un acto formal y solemne cuyo objeto consiste en dejar testimonio fehaciente de
que un documento mercantil presentado a cobro no ha sido pagado.

iv. En general, dar fe de los hechos para que fueren requeridos y que no estuvieren
encomendados a otros funcionarios (art. 401 Nº 6); esto hace que los Notarios sean los
ministros de fe por excelencia. En efecto, los Notarios realizan periódicamente y a
solicitud de los abogados y clientes en general, las denominadas actas o certificaciones
notariales, esto es, diligencias efectuadas por el Notario, en general, fuera de su oficio, en
donde certifica que tal o cual acto se ha realizado, mediante descripciones de hechos y
circunstancias, y dejando constancia de ello mediante declaraciones, las que pueden ser
apoyadas y ratificadas por fotografías, grabaciones, etc. Estas actas son cada vez más
aceptadas por las diversas instancias jurisdiccionales, constituyéndose en sí como un medio
probatorio idóneo y, en algunos casos, decisivos en la resolución de conflictos de intereses.

v. Guardar y conservar en riguroso orden cronológico los instrumentos que ante ellos se
otorguen, en forma de precaver todo extravío y hacer fácil y expedito su examen (art. 401
Nº 7). Esta función se relaciona con los Registros o Libros que debe llevar el Notario, cuales
son: el Protocolo o Registro Público; el Libro Repertorio de Escrituras Públicas y de
Instrumentos Protocolizados; el Libro de Índice Privado (se anotan los testamentos
cerrados); y el Libro de Índice Público (se anotan las escrituras por orden alfabético del
apellido de los otorgantes, para que esté a disposición del público).

vi. Otorgar certificados o testimonios de los actos celebrados ante ellos o protocolizados en
sus registros (art. 401 Nº 8). Es decir, el notario tiene por función dar copia de los actos que
llegan a él.

vii. Facilitar, a cualquier persona que lo solicite, el examen de los instrumentos públicos que
ante ellos se otorguen y documentos que protocolicen (art. 401 Nº 9).

viii. Autorizar las firmas que se estampen en documentos privados, sea en su presencia o cuya
autenticidad les conste (art. 401 Nº 10). El instrumento es un documento escrito que puede
ser público (por ejemplo, una escritura pública) o privado, esto es, todos los demás que no
sean públicos, como por ejemplo, los “firmados ante notario”, los cuales se pueden firmar
en su presencia (“firma ante mi”) o con autorización, cuando la identidad le consta
(“autorizo tales firmas”). Esto le da fecha cierta a dichos instrumentos, pues de acuerdo al
art. 1703 del CC la fecha de un instrumento privado no se cuenta respecto de terceros sino
desde…que haya tomado razón de él…un funcionario competente, en el carácter de tal.

ix. Las demás que les encomienden las leyes (art. 401 Nº 11). Por ejemplo, actuar como
actuario en los juicios arbitrales, en los juicios partición, etc.
130
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8.4. LA ESCRITURA PÚBLICA.


El art. 403 del COT señala que la escritura pública es el instrumento público o auténtico
otorgado con las solemnidades que fija esta ley, por el competente Notario, e incorporado en su
protocolo o registro público. De esta definición se pueden señalar que los requisitos o características
de las escrituras públicas son:
i. Que se trate de un instrumento público o auténtico. Como se dijo, el art. 1699 inc. I del
CC señala que instrumento público o auténtico es el autorizado con las solemnidades
legales por el competente funcionario. Sin embargo, el legislador se equivoca al hacer
sinónimos lo público con lo auténtico, pues la autenticidad, de acuerdo al art. 17 inc. II
del CC, se refiere al hecho de haber sido realmente otorgados y autorizados por las
personas y de la manera que en los tales instrumentos se exprese; y lo público alude a un
instrumento que ha sido autorizado por una persona en quien reside la autoridad pública
(calza con la definición del art. 1699). Por lo tanto, lo auténtico no tiene que ver con lo
público, por ello la redacción del artículo debió haber dicho “público y auténtico”; pero
en estricto rigor, los instrumentos públicos son casi siempre auténticos, no obstante, hay
muchos instrumentos auténticos que no son públicos, así, por ejemplo, si un notario de
la comuna de Valparaíso otorga una escritura en Viña del Mar, ésta será auténtica pero
no pública (y nula por la falta de competencia, ya que el Notario no está habilitado para
ejercer en Viña).

ii. Que dicho instrumento haya sido otorgado previa observancia de las solemnidades que
establece el COT. Estas solemnidades son:

- En cuanto a su redacción, el art. 404 del COT establece que las escrituras públicas
deben escribirse en idioma castellano y estilo claro y preciso, y en ellas no podrán
emplearse abreviaturas, cifras ni otros signos que los caracteres de uso corriente,
ni contener espacios en blanco. Podrán emplearse también palabras de otro idioma
que sean generalmente usadas o como término de una determinada ciencia o arte.
El Notario deberá inutilizar, con su firma y sello, el reverso no escrito de las hojas
en que se contenga una escritura pública o de sus copias.

- En relación a la forma de extenderse y la individualización de los otorgantes y


comparecientes, el art. 405 del COT dispone que las escrituras públicas deberán
otorgarse ante notario y podrán ser extendidas manuscritas, mecanografiadas o en
otra forma que leyes especiales autoricen. Deberán indicar el lugar y fecha de su
otorgamiento, la individualización del notario autorizante y el nombre de los
comparecientes, con expresión de su nacionalidad, estado civil, profesión,
domicilio y cédula de identidad, salvo en el caso de extranjeros y chilenos
radicados en el extranjero, quienes podrán acreditar su identidad con el pasaporte
o con el documento de identificación con que se les permitió su ingreso al país.
Además, el Notario al autorizar la escritura indicará el número de anotación que
tenga en el repertorio, la que se hará el día en que sea firmada por el primero de
los otorgantes.

131
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- De acuerdo al art. 406 del COT, las escrituras serán rubricadas (firmadas) y
selladas en todas sus fojas por el notario. Ahora bien, cualquiera de las partes
podrá exigir al Notario que antes de firmarla, lea la escritura en alta voz, pero si
todos los otorgantes están de acuerdo en omitir esta formalidad, leyéndola ellos
mismos, podrá procederse así (art. 407 del COT); y si alguno de los comparecientes
o todos ellos no supieren firmar, lo hará a su ruego uno de los otorgantes que no
tenga interés contrario, según el texto de la escritura, o una tercera persona,
debiendo los que no firmen poner junto a la del que la hubiere firmado a su ruego,
la impresión del pulgar de la mano derecha o, en su defecto, el de la izquierda (art.
408 del COT); no obstante, siempre que alguno de los otorgantes o el Notario lo
exijan, los firmantes dejarán su impresión digital en la forma indicada en el
artículo anterior (art. 409 del COT).

- El art. 410 del COT establece que no será obligatorio insertar en la escritura
documentos de ninguna especie, a menos que alguno de los otorgantes lo requiera.
Si en virtud de una ley debe insertarse en la escritura determinado documento, se
entenderá cumplida esta obligación con su exhibición al Notario, quien dejará
constancia de este hecho antes o después de la firma de los otorgantes indicando
la fecha y número del documento, si los tuviere, y la autoridad que lo expidió; y el
documento será agregado al final del protocolo.

- Por último, el inc. final del art. 413 señala que el Notario autorizará las escrituras
una vez que éstas estén completas y hayan sido firmadas por todos los
comparecientes. La autorización del Notario es la fe que éste da de la escritura,
firmándola a continuación. No hay al respecto una fórmula sacramental pero
generalmente los Notarios cumplen el requisito de la autorización usando la
expresión “doy fe”.

iii. Que el instrumento haya sido incorporado en su Protocolo o Registro Público. Del art.
429 del COT, se deduce que el Proto col o es el Libro o Registro donde se insertan las
escrituras públicas en el orden numérico que les haya correspondido en el Repertorio,
agregándose a continuación de éstas los documentos protocolizados, también conforme
al orden numérico que les haya correspondido en el Repertorio. En efecto, el art. 429
señala que todo Notario deberá llevar un protocolo, el que se formará insertando las
escrituras en el orden numérico que les haya correspondido en el repertorio. A
continuación de las escrituras se agregarán los documentos a que se refiere el art.
415 (documentos protocolizados), también conforme al orden numérico asignado en el
repertorio 118.

118
De acuerdo al art. 429 inc. III del COT, los protocolos deberán empastarse, a lo menos, cada dos meses, no
pudiendo formarse cada libro con más de quinientas fojas, incluidos los documentos protocolizados, que se
agregarán al final en el mismo orden del repertorio (al año, el protocolo se envía al Archivero). Cada foja se
numerará en su parte superior con letras y números. Agrega el inc. V que cada protocolo llevará, además, un
índice de las escrituras y documentos protocolizados que contenga, y en su confección se observará lo dispuesto
en el inc. III del art. 431 (es decir, debe contener el nombre de los otorgantes y si se trata de personas jurídicas,
sucesiones u otras clases de comunidades, basta con anotar el nombre de éstas). Se iniciará con un certificado
132
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Ahora bien, del art. 430 del COT se desprende que el Repertorio es un libro o registro
público que llevan los Notarios de escrituras públicas y documentos protocolizados, en
el que se otorga y anota un número a cada uno de estos instrumentos por riguroso orden
de presentación. Este Libro se cierra diariamente indicándose el número de la última
anotación, la fecha y la firma del Notario; y existe para evitar que una escritura pública
fuese protocolizada con fecha anterior a otra, y para que no se consigne una fecha distinta
de la escritura pública o documento protocolizado.

Lo importante aquí, es que el original de la escritura pública, esto es, la escritura que
lleva la autorización notarial y es firmada por las partes y el notario (llamada escritura
matriz o sólo matriz) es lo que se incorpora en el protocolo. Lo que se entrega a las partes
interesadas son las copias de la escritura pública, es decir, los documentos en que consta
la trascripción fiel de la escritura matriz, extendidas con arreglo a las solemnidades
legales. Estas copias pueden ser otorgadas por el Notario o por el Archivero Judicial, y
corresponden a un instrumento público, distinto a la escritura pública, puesto que la
escritura pública o matriz es la que está incorporada en el protocolo, y ésta sirve de fuente
para sacar las copias, traslados y testimonios que pidan los interesados.

iv. Que en su otorgamiento haya intervenido un Notario competente, esto es, el notario que
ha sido legalmente nombrado, que actúa dentro del territorio de su jurisdicción y que se
encuentra en el ejercicio de sus funciones.
¿Qué ocurre cuando estas exigencias no se cumplen? En general, las sanciones aplicables
para el caso de incumplimiento de las normas antedichas, son diversas según sea la causa o motivo
que las origina:
i. La nulidad de la escritura pública, si los otorgantes no han acreditado su identidad en
alguna de las formas establecidas en el art. 405, o en que no aparezcan las firmas de las
partes y del Notario. (art. 412 Nº 2 del COT).
ii. La falta de publicidad o autenticidad de la escritura pública, de acuerdo a las causales
que establece el art 426 del COT119.

Art. 426. No se considerará pública o auténtica la escritura:


1. Que no fuere autorizada por persona que no sea Notario, o por Notario incompetente,
suspendido o inhabilitado en forma legal;
2. Que no esté incorporada en el protocolo o que éste no pertenezca al notario autorizante o al
de quien esté subrogando legalmente;
3. En que no conste la firma de los comparecientes o no se hubiere salvado este requisito en la
forma prescrita en el art. 408;
4. Que no esté escrita en idioma castellano;
5. Que en las firmas de las partes o del Notario o en las escrituras manuscritas, no se haya usado
tinta fija, o de pasta indeleble, y
6. Que no se firme dentro de los sesenta días siguientes de su fecha de anotación en el repertorio.

del Notario en que exprese la fecha en que lo inicie, enunciación del respectivo contrato o escritura y nombre
de los otorgantes de la escritura con que principia.
119
El profesor FORTTES recalca que en estos casos como la ley señala que no se considerará pública o auténtica,
puede tener valor probatorio como instrumento privado.
133
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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iii. Y por último, cabe como sanción la inexistencia de ciertas palabras; pues de acuerdo al
art. 411 del COT, se tendrán por no escritas las adiciones, apostillas, entre reglonaduras,
raspaduras o enmendaduras u otra alteración en las escrituras originales que no aparezcan
salvadas al final y antes de las firmas de los que las suscriban.
Por último, se puede decir que la importancia del instrumento público y, en especial, de la
escritura pública es enorme, pues, desde un punto de vista procesal, es un título ejecutivo, y es un
medio probatorio que produce plena prueba del hecho de haberse otorgado, de su fecha, de quienes
la otorgaron y de que ellos hicieron las declaraciones que ahí se indican (no produce prueba de que
esas declaraciones hechas por los interesados en ella sean verdaderas); y desde un punto de vista civil,
un acto no sometido a esta solemnidad es nulo absolutamente (por ejemplo, una compraventa de un
bien raíz).
8.5. PROTOCOLIZACIONES Y DOCUMENTOS PROTOCOLIZADOS
El art. 415 inc. I del COT señala que protocolización es el hecho de agregar un documento al
final del registro de un Notario, a pedido de quien lo solicita. Por lo tanto, no es lo mismo la escritura
pública que el documento o instrumento protocolizado, porque la escritura pública se extiende ante
el Notario y se “incorpora” en el registro (pasar a formar parte del cuerpo); en cambio, en la
protocolización se “agrega” el documento al final del registro (poner o colocar después de algo), y
después se puede sacar de éste (desglosar). Además, el documento protocolizado es un instrumento
privado sin formalidad alguna, y el hecho de protocolizar, por regla general, no le da la calidad de
instrumento público, salvo los documentos establecidos en el art. 420 del COT.
Art. 420. Una vez protocolizados, valdrán como instrumentos públicos:
1. Los testamentos cerrados y abiertos en forma legal;
2. Los testamentos solemnes abiertos que se otorguen en hojas sueltas, siempre que su protocolización se haya
efectuado a más tardar, dentro del primer día siguiente hábil al de su otorgamiento;
3. Los testamentos menos solemnes o privilegiados que no hayan sido autorizados por notario, previo decreto
del juez competente;
4. Las actas de ofertas de pago (por ejemplo, pago por consignación), y
5. Los instrumentos otorgados en el extranjero, las transcripciones y las traducciones efectuadas por el intérprete
oficial o los peritos nombrados al efecto por el juez competente y debidamente legalizadas, que sirvan para
otorgar escrituras en Chile.

El fin, utilidad o importancia de la protocolización, es triple:


i. Por un lado, permite asegurar la ubicación precisa de ciertos documentos para sacar así copias
de ellos, con las cuales se permite hacer valer los derechos y obligaciones que aquéllos
consignan.

ii. El instrumento protocolizado adquiere fecha cierta desde el momento de la protocolización.


En efecto, el art. 1703 del CC establece que la fecha de un instrumento privado no se cuenta
respecto de terceros sino desde que lo haya inventariado un funcionario competente, en el
carácter de tal. No obstante, el art. 419 del COT dispone que sin perjuicio de lo dispuesto en
el art. 1703 del CC, la fecha de un instrumento privado se contará respecto de terceros desde
su anotación en el repertorio con arreglo al presente Código (y no desde el día que se agrega
al protocolo).

134
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iii. Tiene importancia para la conservación del documento, pues una vez protocolizado, queda
bajo el cuidado y responsabilidad del Notario; y luego de un año, el Protocolo pasa al
Archivero Judicial. Como dice el profesor FORTTES, la importancia de la protocolización se
relaciona con un asunto material, pues se hace para poder multiplicarlo (copiarlo con un
respaldo legal) y para darle perpetuidad (para que no se pierda).
En cuanto a los requisitos o formalidades legales de la protocolización, el art. 415 inc. II del
COT señala que para que la protocolización surta efecto legal deberá dejarse constancia de ella en el
Libro Repertorio el día en que se presente el documento, en la forma establecida en el art. 430; a su
vez, el art. 430 dispone que todo Notario llevará un Libro Repertorio de escrituras públicas y de
documentos protocolizados en el que se dará un número a cada uno de estos instrumentos por riguroso
orden de presentación. Tratándose de documentos protocolizados, se dejará constancia de la fecha en
que se presenten, de las indicaciones necesarias para individualizarlos, del número de páginas de que
consten y de la identidad de la persona que pida su protocolización. Ahora bien, respecto de qué
documentos se pueden protocolizar, la regla general es que todo documento se puede protocolizar, la
excepción está dada por el art. 416 del COT, que señala que no pueden protocolizarse, ni su
protocolización producirá efecto alguno, los documentos en que se consignen actos o contratos con
causa u objeto ilícitos, salvo que lo pidan personas distintas de los otorgantes o beneficiarios de ellos
(la razón de esto último, es que no hay razón de justicia, para privar a esas personas de los beneficios
legales de la protocolización de documentos de esta especie).
Un documento que ha sido protocolizado no se puede sacar sin más del protocolo. Por ello,
el art. 418 del COT dice que el documento protocolizado sólo podrá ser desglosado del protocolo en
virtud del decreto judicial.
Por último, los efectos legales de la protocolización, respecto de las partes, es que el
documento protocolizado tiene fecha cierta desde su protocolización (art. 1703 del CC), y respecto
de terceros, desde su anotación en el Repertorio (art. 419 del COT). Y excepcionalmente, en algunos
casos la protocolización da al instrumento protocolizado valor de instrumento público.
8.6. COPIAS DE LAS ESCRITURAS PÚBLICAS Y DE DOCUMENTOS PROTOCOLIZADOS
El art. 421 del COT dice que sólo podrán dar copias autorizados de escrituras públicas o
documentos protocolizados el Notario autorizante (por haber sido nada menos que el ministro de fe
que intervino en su otorgamiento), el que subroga o suceda legalmente o el archivero a cuyo cargo
esté el protocolo respectivo. Ahora bien, de acuerdo al art. 422 del COT, las copias podrán ser
manuscritas, dactilografiadas, impresas, fotocopiadas, litografiadas o fotograbadas. En ellas deberá
expresarse que son testimonio fiel de su original y llevarán la fecha, la firma y sello del funcionario
autorizante. El Notario deberá otorgar tantas copias cuantas se soliciten.
Hubo una modificación legal que cambió la antigua distinción entre primeras y segundas
copias, pues hoy sólo se habla de “copias autorizadas” ante Notario o copias simples. Las copias
autorizadas incluyen la firma o rúbrica de puño y letra del Notario y se extiende en papel timbrado
(este documento es el que requiere el CBR para realizar la inscripción en el Registro de la Propiedad)

135
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120
; las copias simples, en cambio, son fotocopias de la copia autorizada que incluyen el sello del
notario (no aparece su firma).
8.7. INSTRUMENTOS PRIVADOS AUTORIZADOS ANTE NOTARIOS
¿Qué actividades tiene el Notario en relación con los documentos privados? De acuerdo al
art. 401 Nº 10 del COT, son funciones de los Notarios: autorizar las firmas que se estampen en
documentos privados, sea en su presencia o cuya autenticidad les conste. Ahora bien, la autorización
de la firma puesta en un instrumento privado no transforma al instrumento privado en público, pero
sí tiene un importante efecto: da fe que los otorgantes suscribieron el documento, que se hicieron las
declaraciones que en él se expresan, y de la fecha.
El art. 425 inc. I del COT señala que los Notarios podrán autorizar las firmas que se estampen
en documentos privados, siempre que den fe del conocimiento o de la identidad de los firmantes y
dejen constancia de la fecha en que se firman. Se aplicará también en este caso la regla del art. 409
(impresión digital). En general, el Notario hace dos cosas: autorizar las firmas, lo que implica que le
constan las identidades de las personas; y decir “firmados ante mí”. Al el respecto, el profesor
FORTTES señala que en los documentos privados el Notario es un testigo abonando de que un
documento fue firmado por tal persona, en tal fecha, etc.
9. CONSERVADORES
El art. 446 del COT dice que son Conservadores los ministros de fe encargados de los
registros conservatorios de bienes raíces, de comercio, de minas, de accionistas de sociedades
propiamente mineras, de asociaciones de canalistas, de prenda agraria, de prenda industrial, de
especial de prenda y demás que les encomienden las leyes. En general, son ministros de fe encargados
de la custodia de los registros conservatorios que establece la ley, y de dar copia a las partes de los
documentos que hay en ellos.
En cuanto a su ámbito territorial, el art. 447 del COT señala que habrá un Conservador en
cada comuna o agrupación de comunas que constituya el territorio jurisdiccional de JL. En
Valparaíso habrá un Conservador para las comunas de Valparaíso y Juan Fernández y un
conservador para la comuna de Viña del Mar. En aquellos territorios jurisdiccionales en que sólo
hubiere un Notario, el PDR podrá disponer que éste también ejerza el cargo de Conservador de los
registros indicados en el artículo precedente. En tal caso, se entenderá el cargo de Notario
Conservador como un solo oficio judicial para todos los efectos legales.
El art. 446 del COT habla de “registros conservatorios”. Un registro es un libro que se inicia
cada año, donde quedan materializadas las inscripciones, esto es, un extracto de la escritura que se
inscribe en el Registro correspondiente. Estos registros deben su creación a diversas leyes de orden
sustantivo, por ejemplo, el CC, el CCO, el Código de Minas, etc.; y son objeto de regulación especial
en reglamentos. El registro más importante, es el Registro de Bienes Raíces, el cual se compone de
cuatro libros: el Repertorio, libro en el cual se hacen las anotaciones de los títulos que se presentan al
CBR para su inscripción, bajo un número correlativo (según el orden de presentación); el Registro de
Propiedad, en el cual se inscriben las traslaciones de dominio cualquiera sea su causa o título

120
Además, de acuerdo al art.434 Nº 2 del CPC, constituye título ejecutivo la copia autorizada de escritura
pública y no la escritura original o matriz, pues ésta queda en la notaría.
136
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(también se inscriben los autos de posesión efectiva y testamentos)121; el Registro de Hipotecas y


Gravámenes (aquí también se inscribe el reglamento de copropiedad); y el Registro de Interdicciones
y Prohibiciones de Enajenar, en el cual se realizan las inscripciones de prohibiciones voluntarias e
impositivas como, por ejemplo, los embargos, medidas precautorias y promesas de venta, así como
también las interdicciones, sean convencionales, legales o judiciales.
En cuanto a las funciones de los Conservadores, de acuerdo al art. 452 del COT, se extiende
a los Conservadores, en cuanto es adaptable a ellos, todo lo dicho en este Código respecto de los
Notarios. En general, a los Conservadores les corresponde: practicar las inscripciones que se les
requiera, subinscripciones y cancelaciones; otorgar copias y certificados a los interesados de las
inscripciones que practiquen en los registros; y una función de custodia, pues tienen a su cargo los
registros que la ley les encomiende.
10. ARCHIVEROS
De acuerdo al art. 453 del COT, los Archiveros son ministros de fe pública encargados de la
custodia de los documentos expresados en el art. 455 de este Código y de dar a las partes interesadas
los testimonios que de ello pidieren. En cuanto a su organización territorial, el art. 454 del COT señala
que habrá Archivero en las comunas asiento de CA y en las demás comunas que determine el PDR,
previo informe de la CA (por ejemplo, en la Quinta Región hay un Archivero en Valparaíso, y
también uno en Viña del Mar). Ahora bien, el art. 455 del COT señala que son funciones de los
Archiveros:
i. La custodia de los documentos que en seguida se expresan: a) los procesos afinados (juicios
concluidos) que se hubieren iniciado ante los jueces de letras que existan en la comuna o
agrupación de comunas, o ante la CA o ante la CS, si el Archivero lo fuere del territorio
jurisdiccional en que estos tribunales tienen su asiento; b) los procesos afinados que se
hubieren seguido dentro del territorio jurisdiccional respectivo ante jueces árbitros; c) los
libros copiadores de sentencias de los tribunales expresados en la letra a); y d) los protocolos
de escrituras públicas otorgadas en el territorio jurisdiccional respectivo (art. 455 Nº 1).
ii. Facilitar, a cualquiera persona que lo solicite, el examen de los procesos, libros o protocolos
de su archivo (art. 455 Nº 3).
iii. Dar a las partes interesadas, con arreglo a la ley, los testimonios que pidieren de los
documentos que existieren en su archivo (art. 455 Nº 4). Al respecto, el art. 456 del COT
señala que las funciones de los Archiveros, en cuanto ministros de fe, se limitan a dar
conforme a Derecho, los testimonios y certificados que se les pidan (por ejemplo, copias de
escrituras públicas); y a poner, a petición de parte, las respectivas notas marginales en las

121
El profesor FORTTES recalca que en el Conservador sólo se inscriben instrumentos públicos. Y una vez
hecha la inscripción de la propiedad, se pueden otorgar de ésta los certificados siguientes: certificado de dominio
vigente que señala los antecedentes de respecto de quién es el actual propietario; el certificado de Hipotecas y
Gravámenes que señala las prohibiciones y gravámenes que afectan a la propiedad; y el certificado de litigio
que señala si la propiedad existe algún juicio o disputa legal pendiente ¿De qué tipo es el sistema registral
chileno? Existen en la doctrina dos tipos: una personal y uno real. En Chile el sistema es personal, porque el
registro señala que tal persona es dueño de tal propiedad y la adquirió de tal persona. Ahora, en cuanto al modo
de efectuarse el registro, también hay dos tipos teóricos: el de la transcripción, en virtud del cual se copia el
acto o contrato íntegramente (se copia el título); y el de la inscripción, donde se copia lo más importante (ciertos
datos), y que rige en Chile.
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escrituras públicas (por ejemplo, un mandato que se quiere revocar por medio de otra
escritura pública, se lleva al Archivero para que lo anote al margen).
iv. Ejercer las mismas funciones señaladas precedentemente respecto de los registros de las
actuaciones efectuadas ante los JG y lo TJOP (art. 455 Nº 6). Aquí se habla de registros, ya
que no hay expedientes por ser juicios orales.

11. CONSEJOS TÉCNICOS


Los Consejos Técnicos se incorporaron con la Ley 19.968 sobre Tribunales de Familia, y al
respecto, el art. 457 del COT señala que son organismos auxiliares de la administración de justicia,
compuestos por profesionales en el número y con los requisitos que establece la ley (por ejemplo,
sicólogos). Su función es asesorar individual o colectivamente a los jueces con competencia en
asuntos de familia, en el análisis y mayor comprensión de los asuntos sometidos a su conocimiento
en el ámbito de su especialidad 122.
12. BIBLIOTECARIOS JUDICIALES
El art. 457 bis del COT señala que los Bibliotecarios Judiciales son auxiliares de la
administración de justicia cuya función es la custodia, mantenimiento y atención de la Biblioteca de
la Corte en que desempeñen sus funciones, así como las que el tribunal o su Presidente le
encomienden en relación a las estadísticas del tribunal. Por ejemplo, el Bibliotecario de la CS tiene a
su cargo la custodia de todos los documentos originales de calificación de los funcionarios y
empleados del Poder Judicial, y está facultado para dar a las partes interesadas los testimonios que de
ellos pidieren.

122
Antes existían como auxiliares de la administración de justicia los Asistentes Sociales Judiciales, cuya
misión esencial era la de informar a los tribunales, especialmente de menores, acerca de los aspectos sociales,
económicos, educacionales, etc., con respecto a las partes o hechos del juicio.
138
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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LA COMPETENCIA

A. GENERALIDADES

1. CONCEPTO
Todos los tribunales tienen jurisdicción, sin embargo, no todos conocen de los mismos
asuntos. De esta manera surge la noción de competencia, la cual determina y delimita el ejercicio de
la función jurisdiccional dentro de cada tribunal, pues es imposible el ejercicio conjunto de la
jurisdicción por todos los órganos que la detentan. Es por ello que se dice que la competencia es la
medida de la jurisdicción, o que la jurisdicción se reparte entregando a cada tribunal una cuota o parte
de ésta.
Sólo una vez que se han demarcado los límites espaciales externos de la jurisdicción (límites
internacionales y constitucionales), debe determinarse qué tribunal específico es el que ejerce, en
concreto, la facultad jurisdiccional; es decir, se debe determinar el límite espacial interno de la
jurisdicción, esto es, la competencia. Para ello se recurre a las reglas generales de competencia, a los
factores o reglas especiales de competencia (materia, cuantía, fuero, grado y territorio), y si existen
dos o más jueces en el mismo territorio jurisdiccional, deberán aplicarse las reglas de turno o de
distribución de causas.
Ahora bien, el art. 108 del COT da un concepto legal de competencia al señalar que es la
facultad que tiene cada juez o tribunal para conocer de los negocios que la ley ha colocado dentro
de la esfera de sus atribuciones. Esta definición legal ha sido criticada por ser incompleta, en el
sentido de que no sólo la ley coloca un asunto o negocio dentro de la esfera de las atribuciones de
un tribunal, sino que también pueden hacerlo las partes interesadas, a través de la prórroga de
competencia, y también puede hacerlo otro tribunal, mediante lo que se conoce como competencia
delegada123. Quienes formulan esta crítica agregan elementos al concepto ya citado, para dar una
definición completa; así, señalan que la competencia es la facultad que tiene cada juez o tribunal para
conocer de los negocios que la ley, las partes u otro tribunal, ha colocado dentro de la esfera de sus
atribuciones.
Según otros autores la definición legal adolecería de un defecto formal, pues al decir que la
competencia “es la facultad que tiene cada juez o tribunal”, se estaría asimilando al concepto de
jurisdicción. Pues, la competencia no sería una facultad ni un poder, sino que un límite o medida de
esa facultad o poder que es la jurisdicción. En este sentido, el profesor ORELLANA define a la
competencia señalando que es la medida de jurisdicción o esfera u órbita de atribuciones establecida
por la ley, para que cada juez o tribunal ejerza la facultad de conocer, juzgar y hacer ejecutar lo
juzgado en las causas civiles.
2. JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA
Como ya se ha tenido ocasión de señalar, la jurisdicción es una función que le corresponde en
abstracto a todos los tribunales, porque ella es inherente a éstos; sin embargo, cuando se aplica a un
determinado tribunal, esa cuota, parte o porción de jurisdicción, se va a denominar competencia. Es

123
Esto ha sido contra-argumentado señalando que quien entrega esta facultad de prorrogar la competencia es,
al fin y al cabo, la ley.
139
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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por ello que suele decirse que la competencia es la medida de la jurisdicción, y que entre ambas existe
una relación de género a especie, pues mientras que la jurisdicción pertenece a todos los tribunales,
la competencia sólo a algunos124.
Establecida la relación entre jurisdicción y competencia, es necesario referirse a las diferencias
que existen entre ellas, que son las siguientes:
i. La jurisdicción es una potestad abstracta, pues la tienen todos los tribunales de justicia; en
cambio, la competencia es una singularización o concreción de la jurisdicción en un negocio
concreto; es el poder que tiene cada tribunal determinado, para conocer de los negocios que
le son propios. Por lo anterior, es que un tribunal puede no tener competencia para conocer
de un determinado asunto y no por ello deja de ser tal.

ii. Relacionado con lo anterior, se dice que la jurisdicción es el todo, en cambio, la competencia
es una parte de la jurisdicción y, por tal razón, es que también se puede definir la
competencia como la medida, cantidad, o grado de la jurisdicción que a cada tribunal
corresponde.

iii. En cuanto a la prórroga, la jurisdicción es improrrogable, en cambio la competencia, en


relación a su factor territorio, es prorrogable por las partes.

iv. En relación con lo anterior, el profesor FORTTES señala que la jurisdicción siempre es
irrenunciable, en cambio, la competencia puede ser renunciada en alguno de sus factores,
específicamente, en su factor territorio.

v. La jurisdicción es unitaria, única e indivisible, en cambio, la competencia es en esencia


divisible, por ejemplo, competencia del juez de familia, civil; juez de única y de primera
instancia; competencia relativa o absoluta, etc.

vi. La jurisdicción es indelegable, en cambio, la competencia admite delegación a través de la


figura de los exhortos (aquí es el propio juez el que traslada la competencia de un lugar a
otro).

vii. También es posible advertir una diferencia en la forma de alegar la falta de jurisdicción o
competencia. La falta competencia debe ser alegada como excepción dilatoria (de previo y
especial pronunciamiento), de lo contrario, se sanea (se entiende que hay prórroga); en
cambio, la falta de jurisdicción no puede reclamarse por la vía de una excepción dilatoria,

124
El profesor ALFARO señala que esta relación de género-especie hoy es cuestionada, ya que la competencia
es un concepto que no es exclusivo de los tribunales de justicia, así, por ejemplo, el Congreso tiene competencia
para crear leyes (esto se extrae del fundamento constitucional de la competencia, que está en el art. 7º inc. I de
la CPR, al decir que los “órganos del Estado” actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes,
dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley). Por lo anterior, él prefiere decir que la jurisdicción
es el “todo”, y la competencia una “parte o medida” de la jurisdicción. Por otro lado, el profesor LUHRS no
está de acuerdo con aquellos que señalan que la competencia es la medida o cuota de la jurisdicción, pues para
él existe una diferencia sustancial entre una y otra, en el sentido de que la actuación de alguien que carece de
jurisdicción no produce efecto alguno, en cambio, si alguien actúa sin competencia, y esa falta de competencia
no se reclama en los plazos establecidos, esos actos se validan.
140
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

ya que ellas tienen por objeto corregir vicios del procedimiento, y cuando no hay
jurisdicción no existe proceso y, en consecuencia, tampoco hay procedimiento (esto es, la
forma en que debe llevarse el debate en el proceso); es por ello que la doctrina mayoritaria
señala que debe ser alegada como defensa de fondo que busca destruir la razón de la
pretensión, es decir, mediante una excepción perentoria125.

En el ámbito del juicio ejecutivo, la doctrina señala que la falta de jurisdicción puede
reclamarse en virtud del art. 464 Nº 7 del CPC, y la incompetencia del tribunal que conoce
de la ejecución (no del que dictó la sentencia que pretende ejecutarse) se reclama mediante
la causal establecida en el art. 464 Nº 1 del CPC.

Art. 464. La oposición del ejecutado sólo será admisible cuando se funde en alguna de las
excepciones siguientes:
1. La incompetencia del tribunal ante quien se haya presentado la demanda.
7. La falta de alguno de los requisitos o condiciones establecidos por las leyes para que dicho título
tenga fuerza ejecutiva, sea absolutamente, sea con relación al demandado.

viii. En relación con lo anterior, se señala que la sanción aplicable por la falta de jurisdicción es
la inexistencia del acto, pues el fallo ejecutoriado no sanea el vicio, sino que produce cosa
juzgada aparente; en cambio, la falta de competencia podría acarrear la nulidad procesal (la
que debe ser reclamada dentro del juicio mediante una excepción dilatoria), y puede
sanearse por la autoridad de cosa juzgada de la sentencia firme o ejecutoriada.

ix. En cuanto a los recursos de casación, la ausencia de jurisdicción no legitima la interposición


del recurso de casación en la forma ni en el fondo, los cuales suponen la existencia de un
juicio que en este caso no hay. En cambio, en la competencia sí procede el recurso de
casación en la forma, pero no así el recurso de casación en el fondo, ya que la falta de
competencia origina errores en el procedimiento (en normas ordenatoria litis) y no en el
fondo del juicio (normas decisoria litis).

3. CLASES DE COMPETENCIA
Como se ha dicho en párrafos anteriores, la jurisdicción es un concepto que no admite
clasificaciones, en cambio, respecto de la competencia se han establecido una serie de distinciones
atendiendo a distintos aspectos, los cuales se tratarán a continuación.
3.1. COMPETENCIA ABSOLUTA Y RELATIVA
La clasificación más importante de la competencia es aquella que atiende al factor o elemento
que la determina; criterio que da lugar a la competencia absoluta y relativa.

125
Sin embargo, el profesor Francisco HOYOS señala que un “juez” carente de jurisdicción no puede entrar a
conocer del fondo de un asunto, porque precisamente carecería de jurisdicción. Es por ello que se señala que en
este caso se atentaría contra el art. 7º inc. II de la CPR (ninguna magistratura, ninguna persona ni grupo de
personas pueden atribuirse, ni aun a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra autoridad o derechos que
los que expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las leyes.), y por ende habría nulidad
de derecho público, responsabilidad penal por arrogación de funciones, y procedería la queja disciplinaria.
141
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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La competencia absoluta, es aquella que se relaciona con los factores o índices que permiten
establecer la jerarquía, clase o categoría del tribunal llamado a conocer de un determinado asunto
judicial. En otras palabras, es la que se determina de acuerdo a los factores de competencia absoluta,
que son la materia, la cuantía y el fuero, establecer la jerarquía, clase o categoría del tribunal, dentro
de la estructura piramidal de los tribunales, que va a conocer de un determinado asunto. Así, se podrá
determinar si para el conocimiento de un asunto civil específico es competente un juez de letras, un
tribunal unipersonal de excepción, una CA, o la CS.
La competencia relativa, es aquella que determina el tribunal preciso que, dentro de una
jerarquía, clase o categoría ya determinada por las reglas de competencia absoluta, es el llamado a
conocer de un asunto judicial. Esta competencia está determinada por único factor, cual es, el
territorio; así, por ejemplo, los jueces de letras tienen competencia absoluta para conocer de un juicio
civil declarativo, y el juez de letras del domicilio del demandado, tiene competencia relativa para
conocer del juicio antes indicado.
Existen diferencias fundamentales entre la competencia absoluta y la competencia relativa, a
saber:
i. En cuanto a la finalidad, la competencia absoluta sirve para precisar la jerarquía, clase o
categoría del tribunal que va a conocer de un determinado asunto; en cambio, la
competencia relativa sirve para precisar qué tribunal determinado, dentro de esa jerarquía,
clase o categoría de tribunales, va a conocer de ese mismo asunto.

ii. En relación con los factores que la determinan , la competencia absoluta tiene como factores
determinantes la materia, la cuantía y el fuero; en cambio, la competencia relativa tiene
como factor determinante o punto de referencia, solamente al territorio.

iii. Respecto a su carácter, la competencia absoluta ha sido establecida por razones de orden
público, en cambio, la competencia relativa ha sido establecida en el sólo interés de las
partes litigantes.

iv. En lo relativo a la renuncia, la competencia absoluta no puede ser renunciada (alterada) por
las partes litigantes, precisamente por su carácter de orden público, en cambio, la
competencia relativa puede ser renunciada por las partes (prorrogándola), desde el momento
en que ha sido establecida en el propio y personal interés de ellas.

v. Por último, en cuanto a su oportunidad o impulso, la incompetencia absoluta puede ser


declarada de oficio por el tribunal o puede ser representada por las partes litigantes en
cualquier estado del juicio; en cambio, la incompetencia relativa sólo puede ser representada
por las partes litigantes antes de hacer cualquiera gestión que implique prorrogar la
competencia y, por tanto, el juez no puede declararla y repelerla de oficio, porque se puede
sanear, por haberla prorrogado las partes.

3.2. COMPETENCIA NATURAL Y PRORROGADA


Según la fuente de la competencia, o si requiere la intervención de la voluntad de las partes
para la determinación de ésta, se distingue entre competencia natural y competencia prorrogada.

142
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La competencia natural, es aquella que la ley asigna a cada tribunal tomando en


consideración las reglas de competencia, sin que exista intervención alguna de las partes.
En cambio, la competencia prorrogada, es aquella que naturalmente no corresponde al
tribunal, pero puede llegar a tenerla por la voluntad de las partes, cuando concurran los requisitos
legales; en otras palabras, es la competencia que las partes atribuyen, expresa o tácitamente, a un
tribunal que no es el naturalmente competente. Esta institución llamada prórroga de la competencia,
está establecida en el art. 181 del COT, y puede referirse tanto a un asunto ya iniciado, como a uno
futuro, teniendo valor únicamente cuando dice relación con materias civiles contenciosas, y con el
factor territorio.
Art. 181. Un tribunal que no es naturalmente competente para conocer de un determinado asunto, puede llegar
a serlo si para ello las partes, expresa o tácitamente, convienen en prorrogarle la competencia para este negocio .

Por ejemplo, cuando se dice que en un juicio de cobro de pesos es competente el juez de letras
del domicilio del demandado, se alude a la competencia natural de ese tribunal, porque es la ley la
que le asigna esa competencia. En cambio, si las partes convienen en que dicho juicio se someta al
conocimiento del juez de letras del lugar en que se celebró el contrato, este juez tendrá una
competencia prorrogada.
3.3. COMPETENCIA PROPIA Y DELEGADA
Según el origen de la competencia (originaria o derivativa), ésta puede ser propia o
delegada. La competencia propia, es la que corresponde a un tribunal por expresa disposición de la
ley y la ejerce por sí mismo y no por medio de otro tribunal. El tribunal con competencia propia, sólo
puede ejercer su competencia en los negocios y dentro del territorio que la ley le ha asignado
(corresponde al juez natural); sin embargo, excepcionalmente la ley permite al tribunal que efectúe
personalmente algunas diligencias fuera de su territorio jurisdiccional, como sucede en el caso de la
inspección personal del tribunal (art. 403 del CPC).
Art. 403. Fuera de los casos expresamente señalados por la ley, la inspección personal del tribunal sólo se
decretará cuando éste la estime necesaria; y se designará día y hora para practicarla, con la debida anticipación,
a fin de que puedan concurrir las partes con sus abogados.
La inspección podrá verificarse aún fuera del territorio señalado a la jurisdicción del tribunal.

La competencia delegada, es aquella que un tribunal confiere o delega a otro para que éste
practique diligencias específicas dentro de su jurisdicción. En nuestro sistema procesal, esto se hace
efectiva a través del envío de comunicaciones que reciben el nombre de exhortos o cartas
rogatorias126. Esta difiere de la competencia prorrogada en los siguientes aspectos:
i. En cuanto a su origen o fuente, la competencia prorrogada tiene su origen en una norma legal,
y ella se produce por un acuerdo expreso o tácito de las partes. En cambio, la competencia

126
Como se verá más adelante, el exhorto es un acto jurídico procesal en virtud del cual el tribunal que conoce
de una causa, envía una comunicación a otro tribunal nacional o extranjero, para que practique u ordene
practicar determinadas actuaciones judiciales dentro de su territorio jurisdiccional. Ahora bien, cosa distinta a
los exhortos, es que un juez dicte una sentencia que deba cumplirse fuera de su territorio, lo que está permitido
por el art. 7º del CPC. En efecto dicha disposición señala que los tribunales sólo podrán ejercer su potestad en
los negocios y dentro del territorio que la ley les hubiere respectivamente asignado; y agrega el inc. II que lo
cual no impide que en los negocios de que conocen puedan dictar providencias que hayan de llevarse a efecto
en otro territorio.
143
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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delegada si bien también tiene su origen en la norma legal que autoriza la delegación, ella
arranca de un acto del juez, naturalmente competente, que encomienda a otro, fuera de su
territorio jurisdiccional, la práctica de determinados actos procesales.

ii. En cuanto a su extensión, la competencia prorrogada sólo se extiende a los asuntos


contenciosos en materia civil y siempre que se trate de la competencia relativa; en cambio, la
competencia delegada comprende tanto la competencia absoluta como la relativa, ya sea en
materia civil, penal, etc., y en asuntos contenciosos o no.
iii. En cuanto a las facultades que se le otorgan al tribunal, en la competencia prorrogada el
tribunal puede avocarse íntegramente al conocimiento del asunto, como si fuera el tribunal
naturalmente competente; en cambio, en la competencia delegada el tribunal exhortado sólo
queda habilitado para llevar a cabo los actos procesales específicamente señalados en dicho
exhorto, por ejemplo, para tomar prueba testimonial.

iv. Y en cuanto su duración, la prórroga es perpetua, es decir, se confiere al tribunal durante todo
el conocimiento del asunto, en cambio, la delegación es temporal, dura mientras se realice la
actuación concreta.

3.4. COMPETENCIA COMÚN Y ESPECIAL


Según la amplitud o extensión de materias que poseen los tribunales para el conocimiento de
un asunto, o atendiendo al número de negocios de que se compone la competencia, se distingue entre
competencia común y competencia especial.
La competencia común, es la que corresponde a un tribunal para conocer de la generalidad
de los asuntos, cualquiera que sea la materia sobre la cual versan (civiles, contenciosos o no
contenciosos, de familia, de comercio, de minas, del trabajo, etc.). Por ejemplo, los JL con
competencia común, que existen en aquellos territorios jurisdiccionales en donde no existen
tribunales especiales; las CA y también la CS.
La competencia especial es la que le corresponde a un tribunal para conocer de ciertos y
determinados asuntos que, según su propia naturaleza, la ley ha colocado dentro de la esfera de sus
atribuciones. Por ejemplo, los JL con competencia civil, los JL del trabajo, los juzgados de familia,
los Juzgados de Garantía, etc.
En nuestro país, la regla general es que la competencia sea común, pues para que existan más
tribunales que conozcan de ciertos y determinados asuntos, se necesitarían más recursos; por ende,
por razones económicas, se hace difícil (por no decir imposible) su instauración como regla general.
3.5. COMPETENCIA PRIVATIVA Y ACUMULATIVA
Según su exclusividad, o atendiendo al número de tribunales que pueden conocer del asunto,
se habla de competencia privativa o exclusiva y de competencia acumulativa o preventiva. La
competencia privativa o exclusiva, es la que corresponde a un tribunal, por disposición legal, para
conocer de asunto en forma exclusiva y excluyente127.

127
Cabe señalar que esta competencia no se debe confundir con la competencia especial y exclusiva de la CS
para conocer de determinados asuntos (como los recursos de casación en el fondo, de revisión); ni con la de los
144
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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La competencia acumulativa o preventiva, es aquella que corresponde por ley a dos o más
tribunales a la vez, pero si uno de ellos interviene o previene en el conocimiento del asunto, hace
desaparecer la competencia de los restantes (cesan los demás ipso facto en su competencia). Esta
especie de competencia está contemplada como una regla general de competencia, en el art. 112 del
COT (regla de prevención).
Art. 112. Siempre que según la ley fueren competentes para conocer de un mismo asunto dos o más
tribunales, ninguno de ellos podrá excusarse del conocimiento bajo el pretexto de haber otros tribunales que
puedan conocer del mismo asunto; pero el que haya prevenido en el conocimiento excluye a los demás, los
cuales cesan desde entonces de ser competentes.

Como dice CASARINO, dentro de nuestra legislación la regla general es que la competencia
sea privativa o exclusiva de cada tribunal, y la excepción es la competencia acumulativa o preventiva.
Esta última clase de competencia es más común en asuntos penales, por ejemplo, cuando un mismo
sujeto comete varios delitos en distintos lugares; en cambio en negocios civiles, los casos de
competencia acumulativa o preventiva son escasísimos (por ejemplo, los contemplados en los arts.
135, 140, y 147 inc. final del COT).
Art. 135. Si la acción entablada fuere inmueble, será competente para conocer del juicio el juez del lugar que
las partes hayan estipulado en la respectiva convención. A falta de estipulación será competente, a elección del
demandante:
1. El juez del lugar donde se contrajo la obligación; o
2. El del lugar donde se encontrare la especie reclamada.
Si el inmueble o inmuebles que son objeto de la acción estuvieren situados en distintos territorios
jurisdiccionales, será competente cualquiera de los jueces en cuya comuna o agrupación de comunas estuvieren
situados.

Art. 140. Si el demandado tuviere su domicilio en dos o más lugares, podrá el demandante entablar su acción
ante el juez de cualquiera de ellos.

Art. 147. Será juez competente para conocer de las demandas de alimentos el del domicilio del alimentante o
alimentario, a elección de este último. Asimismo, ello se aplicará a las solicitudes de aumento de pensiones
alimenticias decretadas.

3.6. COMPETENCIA CONTENCIOSA Y NO CONTENCIOSA


Según la naturaleza de los negocios, o según haya o no contienda entre las partes, se distingue
entre competencia contenciosa y no contenciosa128. La competencia contenciosa, es aquella que le
corresponde a un tribunal para conocer de juicios o procesos en que hay conflictos jurídicos.
La competencia voluntaria o no contenciosa, es aquella que le corresponde a un tribunal
para conocer de actos judiciales no contenciosos, esto es, aquellos que según la ley requieren la
intervención del juez y en que no se promueve contienda alguna entre partes (art. 817 del CPC).

jueces de garantía que conocen de un proceso penal, a propósito de la acción restitutoria, la que sólo se puede
intentar ante ellos. En contrario se encuentra la opinión del profesor ORELLANA, quien menciona como
ejemplos de competencia privativa o exclusiva precisamente los que aquí se excluyen.
128
Esta distinción también se hizo a propósito de la jurisdicción, y allí se dijo que la jurisdicción era una sola,
no obstante, la doctrina hablaba de jurisdicción contenciosa, en el sentido de que, para que la jurisdicción sea
tal, debe haber un litigo, es decir, un conflicto intersubjetivo de intereses, jurídicamente trascendente,
caracterizado por la existencia de una pretensión resistida.
145
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La importancia de esta clasificación, según el profesor ORELLANA, dice relación con la


posibilidad de modificar la sentencia; así, en los asuntos contenciosos cuando la sentencia se
encuentra firme o ejecutoriada, produce cosa juzgada, vale decir, pasa a ser irrevocable e inmutable.
En los asuntos no contenciosos, en cambio, es necesario distinguir si la sentencia es positiva o
negativa: pues si la sentencia es negativa, puede ser modificada; y si la sentencia es positiva, hay que
distinguir si está pendiente o se encuentra cumplida, ya que si se encuentra pendiente la ejecución,
ella puede modificarse, en cambio, si se encuentra cumplida, no podrá alterarse (art. 821 del CPC).
Art. 821. Pueden los tribunales, variando las circunstancias, y a solicitud del interesado, revocar o modificar las
resoluciones negativas que hayan dictado, sin sujeción a los términos y formas establecidos para los asuntos
contenciosos.
Podrán también en igual caso revocar o modificar las resoluciones afirmativas, con tal que esté aún pendiente
su ejecución.

3.7. COMPETENCIA DE ÚNICA, PRIMERA O SEGUNDA INSTANCIA


Según el grado de conocimiento, se distingue entre competencia de única, de primera y de
segunda instancia. El art. 188 del COT reconoce esta clasificación al señalar que la competencia de
que se halla revestido un tribunal puede ser o para fallar un asunto en una sola instancia, de modo que
la sentencia sea inapelable; o para fallarlo en primera instancia, de manera que la sentencia quede
sujeta al recurso de apelación. Hay que recordar que la instancia es un grado jurisdiccional en que un
tribunal conoce de un asunto, tanto en los hechos como en el Derecho.
La competencia de única instancia, es aquella de que se halla revestido un tribunal para fallar
un asunto de forma inapelable. En la competencia de única instancia el asunto va a ser conocido sólo
por un órgano jurisdiccional, tanto en los hechos como en el derecho, sin posibilidad de exámenes
posteriores por otro tribunal superior. Esto es excepcional en Chile, pues sólo hay contados casos
en que procede, debido a la naturaleza o cuantía del negocio (por ejemplo, las causas civiles y de
comercio cuya cuantía no exceda de 10 UTM)129.
La competencia de primera instancia, es aquella en donde la sentencia queda sujeta al
recurso de apelación. Según CASARINO, la primera instancia constituye la regla general en nuestro
país, aun cuando en definitiva no se ejerza el recurso de apelación por las partes130.
Por último, la competencia de segunda instancia, es aquella de que se halla revestido un
tribunal superior para conocer de un recurso de apelación que se ha deducido en contra de una
sentencia pronunciada por un tribunal inferior en primera instancia. El profesor FORTTES señala que
ésta es una competencia muy limitada, ya que sólo se revisa la parte de la sentencia que haya sido
apelada; en cambio en la primera o única instancia, hay una competencia amplia, pues abarcan todas
las acciones y excepciones deducidas durante el proceso.

129
Esto no significa que la sentencia sea inimpugnable, pues cabe la casación en la forma si existe alguno de
los vicios señalados en el art. 768 del CPC.
130
En determinados casos el legislador ha establecido que de no ejercerse el recurso de apelación, es procedente
el trámite de la consulta, mediante el cual se revisará una determinada sentencia definitiva por un tribunal
superior (por ejemplo, en materia de juicio de hacienda, o en materia de juicios de nulidad de matrimonio).
146
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B. REGLAS DE COMPETENCIA

1. CONSIDERACIONES PREVIAS
Las reglas de competencia son aquellas disposiciones legales que indican qué tribunal preciso
tiene atribución o facultad para conocer de un determinado negocio judicial. La ley establece una
serie de reglas, las cuales se pueden enunciar en el siguiente un esquema:

De competencia
absoluta
Reglas especiales
De competencia relativa

Radicación o fijeza

Reglas de
Reglas generales
competencia Grado o jerarquía

Extensión

Reglas de Prevención o
distribución de inexcusabilidad
causas

Ejecución

2. REGLAS ESPECIALES DE COMPETENCIA


Como se dijo al momento de clasificar la competencia, atendiendo al factor o elemento que
la determina, se distingue entre competencia absoluta y relativa. La competencia absoluta tiene como
factores determinantes o puntos de referencia, a la materia, la cuantía y el fuero; en cambio, la
competencia relativa tiene como factor determinante solamente al territorio.
2.1. REGLAS O FACTORES DE COMPETENCIA ABSOLUTA
Las reglas de competencia absoluta dicen relación con aquellos factores o índices que
permiten establecer la jerarquía, clase o categoría del tribunal llamado a conocer de un determinado
asunto judicial. Se trata, en concreto, de un conjunto ordenado y metódico de preceptos de Derecho
procesal orgánico, que vienen a indicar si un asunto judicial determinado debe ser de la competencia
de un JL, de una CA, de la CS, etc.
Ahora bien, los elementos que la ley considera para establecer la clase o jerarquía de un
tribunal que debe conocer de un determinado negocio, son: el fuero, la materia y la cuantía. Puede
suceder que estos factores se encuentren en conflicto, así, por ejemplo, puede ocurrir que en virtud
del factor fuero un asunto sea de competencia de un ministro de CA y, asimismo, en virtud del factor
materia sea de la competencia de un JL. Al respecto, la doctrina señala que el orden que establece la

147
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ley no es accidental, sino que se trata de un verdadero orden de prelación, en el cual el fuero prima
sobre la materia y la cuantía, y la materia sobre la cuantía. Por tanto, en caso de controversia se aplica
primero el fuero, y si no hay fuero, prima la materia por sobre la cuantía.
Como se dijo al analizar la competencia absoluta, estas reglas son de orden público y, por
tanto, irrenunciables por las partes, pues no procede la prórroga de competencia; por otra parte, la
incompetencia absoluta debe ser declarada de oficio por el tribunal, y no existe plazo para que las
partes aleguen la nulidad del procedimiento por incompetencia absoluta del tribunal. Por último, estos
factores de competencia se pueden clasificar en factores objetivos y subjetivos: los factores objetivos
apuntan al conflicto jurídico, y los subjetivos apuntan a las personas involucradas en él. El único
factor subjetivo es el fuero (es un factor de carácter personal), pues la materia es un factor objetivo
de carácter cualitativo (se vincula con la cosa pedida y la causa de pedir), y la cuantía también es un
factor objetivo de carácter cuantitativo, pero a diferencia de la materia, no es de carácter jurídico, sino
que apunta, en materia civil, a un aspecto económico, y en materia penal, a la gravedad de la pena
asignada al delito.
2.1.1. EL FUERO

a. Concepto
El fuero es un factor de competencia absoluta de carácter subjetivo, que implica una garantía
para una de las partes involucradas en el conflicto, consistente en elevar el conocimiento del asunto
a un tribunal superior, de manera de evitar que la función o cargo de la otra parte altere la
independencia del juez, en el sentido de presionarlo.
Por lo tanto, el fuero no es un beneficio para la persona que goza de una determinada función
o cargo, sino que es una garantía para la persona que no cuenta con él, al pensar el legislador que un
tribunal superior es más independiente en sus decisiones, pues existe un menor riesgo de que ese juez
se deje influenciar por la investidura de la persona. Su importancia dice relación con que mantiene la
imparcialidad del juez y la relativa igualdad ante la ley.
b. Clasificaciones del fuero
Atendiendo a las personas que intervienen en el conflicto jurídico, el fuero admite
diferentes clasificaciones, a saber:
i. El fuero menor, es aquel en virtud del cual determinadas personas, por el hecho de
desempeñar una función pública, hacen radicar el conocimiento de un asunto en primera
instancia de los jueces de letras, pero sólo respecto de las causas civiles o de comercio cuya
cuantía sea inferior a 10 UTM (art. 45 Nº 2 letra G del COT). En este caso el efecto protector
del fuero no implica trasladar el conocimiento del asunto a un tribunal superior, sino que darle
una doble instancia al proceso que, por su cuantía, habría de tramitarse en única instancia.
Art. 45. Los jueces de letras conocerán:
1. En única instancia:
a) De las causas civiles cuya cuantía no exceda de 10 Unidades Tributarias Mensuales;
b) De las causas de comercio cuya cuantía no exceda de 10 Unidades Tributarias Mensuales, y
2. En primera instancia:
g) De las causas civiles y de comercio cuya cuantía sea inferior a las señaladas en las letras a) y b) del
N° 1 de este artículo, en que sean parte o tengan interés los Comandantes en Jefe del Ejército, de

148
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la Armada y de la Fuerza Aérea, el General Director de Carabineros, los Ministros de la CS o de


alguna CA, los Fiscales de estos tribunales, los jueces letrados, los párrocos y vicepárrocos, los
cónsules generales, cónsules o vicecónsules de las naciones extranjeras reconocidas por el
Presidente de la República, las corporaciones y fundaciones de derecho público o de los
establecimientos públicos de beneficencia.

ii. El fuero mayor, es aquel en virtud del cual se eleva el conocimiento de un asunto de carácter
civil, que en un principio estaba entregado a un juez de letras, a un tribunal unipersonal de
excepción, concretamente, a un Ministro de CA (art. 50 Nº 2 del COT)131.
Art. 50. Un ministro de la Corte de Apelaciones respectiva, según el turno que ella fije, conocerá en
primera instancia de los siguientes asuntos:
2. De las causas civiles en que sean parte o tengan interés el PDR, los ex PDR, los Ministros de Estado,
Senadores, Diputados, miembros de los Tribunales Superiores de Justicia, CGR, Comandantes en Jefe
de las Fuerzas Armadas, General Director de Carabineros de Chile, Director General de la Policía de
Investigaciones de Chile, los Intendentes y Gobernadores, los Agentes Diplomáticos chilenos, los
Embajadores y los Ministros Diplomáticos acreditados con el Gobierno de la República o en tránsito
por su territorio, los Arzobispos, los Obispos, los Vicarios Generales, los Provisores y los Vicarios
Capitulares.
La circunstancia de ser accionista de SA las personas designadas en este número, no se considerará
como una causa suficiente para que un ministro de la CA conozca en primera instancia de los juicios
en que aquéllas tengan parte, debiendo éstos sujetarse en su conocimiento a las reglas generales.

iii. Por último, el fuero judicial o fuero de los jueces, según CASARINO, es aquel en virtud del
cual se produce una alteración, establecida por la ley, de la jerarquía de los tribunales que van
a conocer de los asuntos civiles o penales en el que sea parte o tenga interés un juez, ministro
o fiscal del Poder Judicial. A esta especial modalidad de fuero se refieren los siguientes
preceptos orgánicos: el art. 50 Nº 4 del COT, el cual señala que un ministro de la CA
respectiva, según el turno que ella fije, conocerá en primera instancia de los siguientes
asuntos: de las demandas civiles que se entablen contra los jueces de letras para hacer
efectiva la responsabilidad civil resultante del ejercicio de sus funciones ministeriales. En el
mismo sentido se pronuncia el art. 53 Nº 2 del COT, al decir que el Presidente de la CS
conocerá en primera instancia: de las demandas civiles que se entablen contra uno o más
miembros o fiscales judiciales de las CA para hacer efectiva su responsabilidad por actos
cometidos en el desempeño de sus funciones; y el art. 51 Nº 2 del COT, señala que el
Presidente de la CA de Santiago conocerá en primera instancia: de las demandas civiles que
se entablen contra uno o más miembros de la CS o contra su Fiscal Judicial para hacer
efectiva su responsabilidad por actos cometidos en el desempeño de sus funciones. Esta
materia, tratándose de cualquier otra autoridad, la conoce el Juez de Letras asiento de Corte,
por ser un juicio de hacienda.

c. Excepciones al fuero
La aplicación del fuero no es absoluta, pues en ciertos casos, no obstante tener interés en el
conflicto jurídico personas a las cuales se les debe aplicar esta regla de competencia, la ley establece
que su investidura no altera la determinación de la competencia. En efecto, el art. 133 del COT señala

131
Cabe decir que en el nuevo sistema procesal penal no se contempla la existencia del fuero menor ni mayor
respecto de las causas penales, debiendo su investigación ser efectuada por el Ministerio Público, y actuando el
juez de garantía y el TJOP según las reglas generales.
149
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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que no se considerará el fuero de que gocen las partes en los juicios de minas, posesorios, sobre
distribución de aguas, particiones, en los que se tramiten breve y sumariante y en los demás que
determinen la leyes; agrega el inc. II que tampoco se tomará en cuenta el que tengan los acreedores
en el juicio de quiebra ni el de los interesados en los asuntos no contenciosos. Esto último lo reitera
el art. 827 del CPC al decir que en los asuntos no contenciosos no se tomará en consideración el
fuero personal de los interesados para establecer la competencia del tribunal.
d. Extensión del fuero
Cuando en un proceso civil intervienen personas que gocen de fuero y otras que no
(litisconsorcio), la competencia la tiene el juez que debe conocer por razones del fuero, atendiendo a
que este elemento prevalece sobre los demás factores determinantes de la competencia absoluta. En
este sentido, se afirma que el fuero tiene un poder de atracción para conducir el asunto al tribunal que
debe juzgar al sujeto aforado; y si no se respeta lo anterior, se deberá declarar la nulidad de todo lo
obrado por el juez incompetente132.
Por otra parte, si la persona deja el cargo que le atribuía la competencia por razón del fuero,
no se altera la actuación del juez natural, en virtud de la regla general de competencia denominada
radicación.
2.1.2. LA MATERIA

a. Concepto
La materia, según CASARINO, corresponde a la naturaleza del asunto que debe ser sometido
al conocimiento y decisión del tribunal y, en casos excepcionales, al objeto o clase del asunto. En
efecto, los negocios entregados al conocimiento de un tribunal pueden ser de naturaleza civil, penal,
comercial, de minas, etc.; y además, dentro de cada una de estas diversas naturalezas, los negocios
pueden ser de diferentes clases o versar sobre diversos objetos, todo lo cual también sirve para
determinar la competencia del tribunal. Por ejemplo, un juicio de arrendamiento es un negocio de
carácter civil que conoce el JL, pero en razón de su objeto (si se refiere a una renta menor a $3.000)
está entregado al conocimiento de un Juez de Policía Local.
La materia es un factor que se combina con otros índices así, por ejemplo, se relaciona con el
fuero menor, a propósito de las causas civiles y comerciales en las que intervengan personas que
gozan de cierta investidura; con los aforados mayores respecto de las causas civiles en que
intervengan ciertas personas; con el fuero judicial, respecto de las demandas civiles en contra
integrantes del Poder Judicial. También se relaciona con la cuantía, pues de acuerdo con el art. 115

132
El art. 168 del COT señalaba que si siendo muchos los autores de un delito o de varios delitos conexos,
hubiere entre ellos individuos aforados y otros que no lo sean, el tribunal competente para juzgar a los que
gozan de fuero debía juzgar a los demás autores y a los cómplices y encubridores. Con la reforma procesal
penal se derogó esta disposición, por lo tanto, la investigación de las causas penales debe ser efectuada por el
Ministerio Público, y el JG y el TJOP deben actuar según las reglas generales. Por otra parte, el art. 169 del
COT se ocupa de los delitos en que intervienen militares y civiles, al señalar que siendo muchos los responsables
de un delito, hubiere entre ellos individuos sometidos a los tribunales militares y otros que no lo estén, el tribunal
competente para juzgar a los que gozan de fuero juzgará también a todos los demás. Siguiendo al profesor
FORTTES, cuando el COT habla de tribunales militares, se refiere a la materia y no al fuero, pues los militares
no gozan de fuero (acá hay aplicación del factor de competencia materia); algunos autores, en este caso, hablan
de fuero real, esto es, aquel que atiende a la naturaleza del acto y no a la persona.
150
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del COT en los asuntos civiles la cuantía de la materia se determina por el valor de la cosa disputada.
En los asuntos criminales se determina por la pena que el delito lleva consigo.
b. Forma en que opera
Como se dijo en líneas anteriores, la materia es un factor de carácter jurídico y cualitativo,
pues se relaciona con la naturaleza del conflicto, y ello se determina con el petitum, es decir, con lo
que se pide (por ejemplo, cobro de pesos), y con la causa petendi o de pedir, que de acuerdo al art.
177 inc. II del CPC, es el fundamento inmediato del derecho deducido en juicio (por ejemplo, la
naturaleza del contrato materia del conflicto, que puede ser administrativo, laboral, etc.; o un delito o
cuasidelito civil; etc.).
La importancia de la materia viene dada por el establecimiento de los tribunales especiales,
ya que éstos han sido creados precisamente en razón de este factor; por ejemplo, los tribunales
militares, el TC, el TRICEL, etc. Ahora bien, a falta de un tribunal especial, el conocimiento por
razón de la materia de todo conflicto civil, administrativo, comercial o laboral, de minas etc., le
corresponde a los jueces de letras.
2.1.3. LA CUANTÍA

a. Concepto
La cuantía es el valor pecuniario de la cosa disputada en el juicio o la pena que el delito
investigado lleva consigo. En efecto, el art. 115 del COT señala que en los asuntos civiles la cuantía
de la materia se determina por el valor de la cosa disputada. En los asuntos criminales se determina
por la pena que el delito lleva consigo.
Como se puede observar, en el ámbito civil el factor cuantía se relaciona con el aspecto
económico del negocio sometido a la decisión del tribunal; en cambio en el ámbito penal, dice
relación con la mayor o menor gravedad de la sanción impuesta por el legislador al delito objeto del
respectivo proceso penal. En consecuencia, será más fácil señalar la cuantía en un negocio penal que
en un negocio civil.
En cuanto a sus características, es un factor de carácter objetivo, pues atiende a un criterio
cuantitativo (suma de dinero o pena); no es de carácter jurídico, sino que económico; es proporcional,
pues a mayor valor económico o gravedad del ilícito, mayor será la jerarquía del tribunal que conoce;
y se determina después de los restantes índices absolutos de competencia.
b. Importancia
Como señala el profesor ROMERO, sucesivas modificaciones en la organización judicial han llevado
a que este factor no tenga la relevancia que presentaba cuando existían jueces de letras de mínima
cuantía, jueces de distrito y jueces de subdelegación. El único problema que hoy se puede presentar
en orden a la cuantía en materia civil, se da entre los jueces de letras y los jueces de policía local, en
las ciudades donde estén instalados estos últimos tribunales; así, por ejemplo, los jueces de policía
local, de acuerdo al art. 14 de la ley 15.231, conocen de las causas civiles y de los juicios relativos al
contrato de arrendamiento cuya cuantía no exceda de $3.000, en las ciudades en que no haya JL. No
obstante, la cuantía mantiene su importancia en otros aspectos:

151
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i. Determina el grado de conocimiento del asunto por el tribunal. En efecto, si se trata de


negocios civiles o comerciales, la cuantía, conforme al art. 45 del COT, permite
determinar si el juez de letras conocerá en única o en primera instancia.
Consecuentemente determina la procedencia de los recursos.
ii. Determina el procedimiento aplicable, es decir, determina si se trata de un juicio de
mínima cuantía (si el valor de la cosa es menor a 10 UTM), de menor cuantía (entre 10 y
500 UTM) o de mayor cuantía (más de 500 UTM).

c. Reglas para determinar la cuantía en materia civil


Para determinar la cuantía en materia civil, es menester distinguir entre aquellos asuntos
susceptibles de apreciación pecuniaria y aquellos que no lo son.
i. En cuanto a los asuntos susceptibles de apreciación pecuniaria, el art. 115 inc. I del COT
establece la regla general, al señalar que en los asuntos civiles la cuantía de la materia se
determina por el valor de la cosa disputada. Además de esta regla general, existen reglas
complementarias o especiales para la determinación de la cuantía en los arts. 121 y
siguientes del COT, cuales son:

- Pluralidad de acciones. Conforme al art. 121 del COT, si en una misma demanda
se entablaren a la vez varias acciones, en los casos en que puede esto hacerse
conforme a lo prevenido en el CPC (art. 17), se determinará la cuantía del juicio
por el monto a que ascendieren todas las acciones entabladas.

Art. 17. En un mismo juicio podrán entablarse dos o más acciones con tal que no sean
incompatibles. Sin embargo, podrán proponerse en una misma demanda dos o más
acciones incompatibles para que sean resueltas una como subsidiaria de otra.

- Litis consorcio pasiva. El art. 122 del COT señala que si fueren muchos los
demandados en un mismo juicio, el valor total de la cosa o cantidad debida
determinará la cuantía de la materia, aun cuando por no ser solidaria la obligación
no pueda cada uno de los demandados ser compelido al pago total de la cosa o
cantidad, sino tan sólo al de la parte que le correspondiere.

- Reconvención. De acuerdo al art. 124 del COT si el demandado al contestar la


demanda entablare reconvención contra el demandante, la cuantía de la materia
se determinará por el monto a que ascendieren la acción principal y la
reconvención reunidas; pero para estimar la competencia se considerará el monto
de los valores reclamados por vía de reconvención separadamente de los que son
materia de la demanda.

- Juicios de arrendamiento. Conforme al art. 125 del COT el valor de lo disputado


se determinará en los juicios de desahucio o de restitución de la cosa arrendada
por el monto de la renta o del salario convenido para cada período de pago; y en
los de reconvenciones, por el monto de las rentas insolutas.

152
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- Demanda de saldo. El art. 126 del COT señala que si lo que se demanda fuere el
resto insoluto de una cantidad mayor que hubiere sido antes pagada en parte, se
atenderá, para determinar la cuantía de la materia, únicamente al valor del resto
insoluto.

- Pensiones de alimentos. De acuerdo al art. 127 del COT si se trata del derecho a
pensiones futuras que no abracen un tiempo determinado, se fijará la cuantía de
la materia por la suma a que ascendieren dichas pensiones en un año. Si tienen
tiempo determinado, se atenderá al monto de todas ellas. Pero si se tratare del
cobro de una cantidad procedente de pensiones periódicas ya devengadas, la
determinación se hará por el monto a que todas ellas ascendieren.

- Aumento o disminución del valor de la cosa disputada. Sobre esta materia, el art.
128 del COT dispone que si el valor de la cosa disputada aumentare o
disminuyere durante la instancia, no sufrirá alteración alguna la determinación
que antes se hubiere hecho con arreglo a la ley.

ii. En cuanto a los asuntos que no son susceptibles de apreciación pecuniaria, , por una
ficción se reputan de mayor cuantía; por lo tanto, estarán entregados al conocimiento del
juez de letras, conociéndose siempre en primera instancia y serán susceptibles del recurso
de apelación (reglas del procedimiento de mayor cuantía). El art. 130 del COT, por vía
meramente ejemplar, señala qué asuntos no son susceptibles de apreciación pecuniaria,
los cuales se reputan de mayor cuantía para efectos de determinar su competencia.

Art. 130. Para el efecto de determinar la competencia del juez se reputarán de mayor cuantía los
negocios que versen sobre materias que no estén sujetas a una determinada apreciación pecuniaria.
Tales son, por ejemplo:
1. Las cuestiones relativas al estado civil de las personas;
2. Las relacionadas con la separación judicial o de bienes entre marido y mujer, o con la crianza
y cuidado de los hijos;
3. Las que versen sobre validez o nulidad de disposiciones testamentarias, sobre petición de
herencia, o sobre apertura y protocolización de un testamento y demás relacionadas con la apertura
de la sucesión, y
4. Las relativas al nombramiento de tutores y curadores, a la administración de estos
funcionarios, a su responsabilidad, a sus excusas y a su remoción.

d. Manera de acreditar la cuantía en materia civil


Si bien, por regla general, la cuantía en el ámbito civil se determina por el valor de la cosa
disputada, para acreditar dicho valor, el COT establece una serie de reglas, a saber:
i. El art. 116 inc. I del COT señala que si el demandante acompañare documentos que sirvan
de apoyo a su acción y en ellos apareciere determinado el valor de la cosa disputada, se
estará para determinar la competencia a lo que conste de dichos documentos.

ii. Conforme al art. 117 del COT, si el demandante no acompañare documentos o si de ellos
no apareciere esclarecido el valor de la cosa, y la acción entablada fuere personal, se

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determinará la cuantía de la materia por la apreciación que el demandante hiciere en su


demanda verbal o escrita.

iii. Ahora, de acuerdo al art. 118 del COT, si la acción entablada fuere real y el valor de la
cosa no apareciere determinado del modo que se indica en el art. 116, se estará a la
apreciación que las partes hicieren de común acuerdo. Por el simple hecho de haber
comparecido ante el juez para cualquiera diligencia o trámite del juicio todas las partes
juntas o cada una de ellas separadamente, sin que ninguna haya entablado reclamo por
incompetencia nacida del valor de la cosa disputada, se presume de derecho el acuerdo
de que habla el inciso anterior (apreciación tácita) y se establece la competencia del juez
para seguir conociendo del litigio que ante él se hubiere entablado. Y si no hay acuerdo,
el juez ante quien se hubiere entablado la demanda nombrará un perito para que avalúe
la cosa y se reputará por verdadero valor de ella, para el efecto de determinar la cuantía
del juicio, el que dicho perito le fijare (art. 118 del COT).

iv. Por último, conforme al art. 120 del COT, cualquiera de las partes puede, en los casos en
que el valor de la cosa disputada no aparezca esclarecido por los medios indicados en
este Código, hacer las gestiones convenientes para que dicho valor sea fijado antes de
que se pronuncie la sentencia (incidente previo a la dictación del fallo). Puede también
el tribunal dictar de oficio las medidas y órdenes convenientes para el mismo efecto.
¿En qué momento o instante procesal debe determinarse la cuantía del asunto? De lo señalado
en los arts. 116 y siguientes del COT, se extrae que, por regla general, quedará determinada la cuantía
al momento de interponerse la demanda; sin embargo, en algunos casos quedará determinada con
posterioridad, como ocurre con la interposición de una acción real en que la cuantía es determinada
por un perito.
e. Reglas para determinar la cuantía en asuntos penales
Como ya se ha señalado, el art. 115 inc. II del COT establece que en los asuntos criminales
la cuantía se determina por la pena que el delito lleva consigo. Luego, el art. 132 del mismo Código
señala que para determinar la gravedad o levedad de un delito se estará a lo dispuesto en el Código
Penal. Al respecto, el art. 3º del CP clasifica los delitos, atendiendo a su gravedad, en crímenes,
simples delitos y faltas, clasificación que se hace según la pena que les está asignada en la escala
general del art. 21 del mismo cuerpo legal.
Ahora bien, en el nuevo proceso penal la cuantía determina el tribunal competente y el
procedimiento aplicable, según se trate de crímenes, simples delitos o faltas. En efecto:
i. De las faltas, conocen los JG a través de los siguientes procedimientos: procedimiento
monitorio, aplicable a las faltas que debieren sancionarse sólo con pena de multa;
procedimiento simplificado, aplicable a todas las faltas con excepción de las que debiere
aplicárseles la pena de multa, y de las que debiera aplicarse la pena de multa y que el
imputado hubiere reclamado de ella en el plazo legal.

ii. En cuanto a los simples delitos, hay que subdistinguir: pues a los simples delitos de
acción penal privada, les es aplicable el procedimiento de acción penal privada del cual
conoce el JG; y a los de acción penal pública, les puede ser aplicado el procedimiento

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abreviado o simplificado, del cual conoce el JG, o el procedimiento oral penal, de cual
conoce el TJOP (la acción penal pública previa instancia particular, se rige por las reglas
de la acción penal pública).

iii. Por último, los crímenes los conoce el TJOP, salvo que se esté ante un procedimiento
abreviado en que el fiscal pida la imposición de una pena privativa de libertad no superior
a cinco años de presidio o reclusión menor en su grado máximo, pues en ese caso conoce
el JG.

2.2. REGLAS O FACTORES DE COMPETENCIA RELATIVA


Las reglas de competencia relativa son aquellas disposiciones legales que determinan el
tribunal preciso que, dentro de una jerarquía, clase o categoría ya determinada por las reglas de
competencia absoluta, es el llamado a conocer de un asunto o negocio judicial. Así, por ejemplo, que
la acción de nulidad de un contrato deba ser conocida por un JL en lo civil, es determinado por la
aplicación de las normas de competencia absoluta; ahora, cuál de los varios tribunales civiles
existentes conocerá del conflicto, es fijado a través de las normas de competencia relativa,
dependiendo de cómo lo hayan regulado las partes, y a falta de regulación o de una norma especial,
rige la regla general, que es el tribunal del domicilio del demandado.
Estas reglas se aplican con posterioridad a las reglas de competencia absoluta, ya que estas
últimas determinan la competencia de los tribunales de distinta jerarquía, y aquéllas, la competencia
entre tribunales de igual jerarquía. Ahora, el factor o elemento que determina la competencia relativa
es uno sólo: el territorio (factor es de carácter objetivo); es por ello que también se da un concepto
territorial de las reglas de competencia relativa, que señala que es la facultad de un juez para ejercer
jurisdicción en un territorio determinado.
Estas reglas son de orden privado y, por tanto, renunciables por las partes en los asuntos
contenciosos civiles. En atención a esta característica, señala el profesor ROMERO, que el tribunal
sólo puede decretar de oficio la incompetencia relativa cuando este elemento no es disponible por las
partes; y el demandado, por su parte, debe denunciar la infracción de estas normas en su primera
actuación procesal, para evitar así que se produzca la prórroga de competencia en aquellos casos que
autoriza la ley.
2.2.1. REGLAS PARA DETERMINAR LA COMPETENCIA RELATIVA EN ASUNTOS CONTENCIOSOS
CIVILES

Siguiendo al profesor ORELLANA, para poder determinar con precisión qué tribunal, en razón
del territorio, es el competente para conocer de un asunto, es necesario tomar en consideración las
siguientes reglas de descarte:
i. Determinar si existe o no prórroga de la competencia133.
ii. A falta de prórroga de competencia, será necesario especificar si existen o no
disposiciones especiales que establezcan el tribunal que debe conocer del asunto.

133
En estricto rigor, en primer lugar hay que ver si el asunto del cual se trata está sometido a arbitraje forzoso,
o si las partes lo sometieron a arbitraje en forma voluntaria; pues, en dichos casos, será competente el juez
árbitro que designen las partes. Pero este aspecto hay que verlo antes de que se analicen las reglas de
competencia, ya que se trata de un asunto de jurisdicción.
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iii. A falta de reglas especiales, se ha de estudiar la naturaleza de la acción deducida, de


acuerdo a las prescripciones del CC, que las clasifica en muebles o inmuebles.
iv. Finalmente, a falta de todas las reglas precedentes y como norma supletoria, se entiende
que será competente para conocer del asunto el tribunal del domicilio del demandado.

a. Prórroga de competencia
El art. 181 del COT señala que un tribunal que no es naturalmente competente para conocer
de un determinado asunto, puede llegar a serlo si para ello las partes, expresa o tácitamente,
convienen en prorrogarle la competencia para este negocio134. De conformidad con lo señalado, se
puede decir que la prórroga de competencia es aquella institución de carácter procesal que consiste
en un acuerdo expreso o tácito de las partes del conflicto, para otorgar competencia a un tribunal, en
asuntos contenciosos civiles de única o primera instancia, que no es el naturalmente competente
para conocer del asunto. De acuerdo a esta definición, los requisitos de procedencia de la
prórroga de competencia, son:
i. La prórroga de competencia sólo procede respecto de negocios contenciosos civiles. Se
entiende por negocio contencioso, aquel en que existe un conflicto jurídico sometido a la
decisión de un tribunal; y por negocio contencioso civil, aquel en que la controversia jurídica
versa sobre una material regulada por el Derecho civil en sentido amplio, o sea, como
contrapuesto al Derecho penal. A contrario sensu, la prórroga competencia no puede
producirse ni en los negocios de “jurisdicción voluntaria”, ni en los asuntos de orden penal,
en los cuales las normas sobre competencia relativa son de orden público.

ii. Sólo procede respecto del factor territorio, pues la materia, la cuantía y el fuero tienen un
carácter de orden público y, por ende, no pueden ser modificados por la voluntad de las partes.
Así las cosas, sólo puede prorrogarse la competencia entre tribunales de distintos territorios
jurisdiccionales, o entre distintos tribunales de un mismo territorio.

iii. Procede entre tribunales ordinarios y de igual jerarquía. Hay que recordar que los
tribunales ordinarios son aquellos que están establecidos y regulados en el COT, y cuya
principal característica es su estructura piramidal; y, por otro lado, la jerarquía quiere decir
que al tribunal al que se le prorroga la competencia debe tener establecida su competencia
absoluta. Por lo tanto, no procede entre un tribunal ordinario y uno especial, o entre tribunales
especiales; y tampoco procede entre tribunales ordinarios de distinta jerarquía, por ejemplo,
entre un JL y la CA.

iv. Sólo procede en única o primera instancia. La prórroga de competencia no procede en


segunda instancia, esto en virtud de la regla general de competencia del grado o jerarquía,
que establece que una vez fijada con arreglo a la ley la competencia de un juez inferior para
conocer en primera instancia de un determinado asunto, queda igualmente fijada la del
tribunal superior que debe conocer del mismo asunto en segunda instancia (art. 110 del COT).
Todos estos requisitos los contempla el art. 182 del COT, al señalar que la prórroga de

134
El epígrafe 7º del Título VII del COT, antes de la ley 18.969 del año 1990 se denomina “De la prórroga de
la jurisdicción”, lo cual era impropio, ya que todos los tribunales tienen jurisdicción, por ende, un acuerdo de
las partes no puede otorgarle a otro tribunal, lo que la ley le ha encomendado. Es por ello que hoy se denomina
“de la prórroga de la competencia”.
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competencia sólo procede en primera instancia, entre tribunales ordinarios de igual jerarquía
y respecto de negocios contenciosos civiles.

v. En cuanto a la capacidad para prorrogar, el art. 184 del COT señala que pueden prorrogar
competencia todas las personas que según la ley son hábiles para estar en juicio por sí mismas,
y por las que no lo son pueden prorrogarla sus representantes legales. Por lo tanto, la prórroga
es un acto jurídico procesal de parte, y cuando se verifica en forma expresa, debe realizarse
por personas que tengan la capacidad de ejercicio que contempla el CC, sino, por sus
representantes legales. Es decir, se requiere de capacidad procesal o capacidad para
comparecer, esto es, la aptitud que se requiere para poder ejercitar la acción o, en su caso,
para poder defenderse (la aptitud para obrar eficazmente en juicio).

vi. Por último, se requiere acuerdo de las partes en orden a prorrogar la competencia, el cual
puede ser expreso o tácito.

- El art. 186 del COT señala que se prorroga la competencia expresamente cuando en
el contrato mismo o en un acto posterior han convenido en ello las partes, designando
con toda precisión el juez a quien se someten. Como se puede apreciar, la prórroga
expresa puede verificarse en la misma convención, caso en el cual, las partes insertan
dentro del contrato una cláusula sometiéndose a la competencia de un determinado
tribunal para la resolución de cualquier conflicto que pudiera suscitarse con motivo
de su celebración; o bien, puede verificarse en un acto posterior, en cuyo caso deberá
contemplarse la materia respecto de la cual se efectúa y el tribunal para ante el cual
se prorroga la competencia. Es importante que las partes designen con precisión el
juez competente, no siendo válida una sumisión expresa general; así, por ejemplo, es
válida la cláusula que señala que es competente el juez de letras en lo civil de
Valparaíso, sin embargo, no puede estimarse válida aquella cláusula que
expresa que serán competentes los juzgados de letras de la Quinta región135.

- En conformidad con el art. 187 del COT, se entiende que prorrogan tácitamente la
competencia: el demandante, por el hecho de ocurrir ante el juez interponiendo su
demanda; el demandado, por hacer, después de personado en el juicio, cualquiera
gestión que no sea la de reclamar la incompetencia del juez. Por tanto, para que haya
prórroga tácita, es necesario que se verifique una actuación del demandante y del
demandado, no en forma independiente, sino en forma conjunta.
La ley exige para que se prorrogue la competencia que el demandado se haya
personado en el juicio, y cabe preguntarse a este respecto ¿qué ocurre si el juicio se
siguió en su rebeldía? La jurisprudencia en este punto es contradictoria, existiendo
algunos fallos que entienden que basta que el juicio se haya seguido en rebeldía del

135
Como se puede apreciar, la prórroga expresa es muy similar al compromiso, esto es, aquella convención por
la cual las partes sustraen determinados asuntos litigios presentes o futuros del conocimiento de la jurisdicción
ordinaria y lo someten al conocimiento y fallo de uno o más árbitros que en ese mismo acto designan. No
obstante, hay una diferencia fundamental, pues mientras en la prórroga expresa las partes someten el asunto a
un tribunal ordinario de la misma jerarquía de aquél que era naturalmente competente, en el compromiso las
partes someten el negocio judicial a la jurisdicción de un tribunal arbitral (es un asunto de jurisdicción y no de
competencia).
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demandado para que la prórroga se produzca. Al respecto, el profesor ROMERO


señala que la CS ha reconocido que en las alegaciones posteriores a la etapa donde
se pudo promover la respectiva excepción de incompetencia, opera la preclusión
procesal, ya que la incompetencia relativa debe reclamarse por la vía procesal
señalada por el legislador y en la oportunidad pertinente, de no ser así, se produce la
prórroga tácita de competencia.
Por otro lado, exige que el demandado no alegue la incompetencia en su primera
actuación en el tribunal. La forma de alegar la incompetencia es por medio de una
cuestión de competencia inhibitoria (aquella que se intenta ante el tribunal que se
cree competente, pidiéndole que se dirija al que esté conociendo del negocio para
que se inhiba y le remita los autos) o declinatoria (aquella que se propone ante el
tribunal a quien se cree incompetente, indicándole cuál es el que se estima
competente y pidiéndole que se abstenga de dicho conocimiento); o por medio de
una excepción dilatoria136. Sin embargo, esto tiene una excepción en el juicio
ejecutivo, pues en caso de haber intervenido el demandado en alguna gestión
preparatoria del demandante para preparar la acción ejecutiva, no se producirá la
prórroga tácita de la competencia, y éste podrá con posterioridad, una vez deducida
la demanda ejecutiva y requerido el pago, oponer la excepción de incompetencia
relativa del tribunal.
Producida la prórroga de la competencia, las partes no podrán alegar la incompetencia del
tribunal137. Sin embargo, si la prórroga no cumple con uno de los requisitos señalados por el legislador
(por ejemplo, cuando se trate de un negocio no contencioso o penal; o cuando se prorrogue la
competencia absoluta, o cuando se prorrogue en segunda instancia, etc.) ésta puede impedirse de
oficio por el tribunal o a petición de parte. Según CASARINO, no existe una disposición legal expresa
que así lo consagre, pero tiene una base normativa en lo dispuesto en el art. 83 inc. I del CPC, el cual
dispone que la nulidad procesal podrá ser declarada, de oficio o a petición de parte, en los casos
que la ley expresamente lo disponga y en todos aquellos en que exista un vicio que irrogue a alguna
de las partes un perjuicio reparable sólo con la declaración de nulidad.
Por último, los efectos de esta figura están consagrados en el art. 185 del COT, el cual señala
que la prórroga de competencia sólo surte efectos entre las personas que han concurrido a otorgarla,
mas no respecto de otras personas como los fiadores o codeudores; es decir, los efectos de la prórroga
son relativos, sólo afecta a las partes que han concurrido a otorgarla. No obstante, el profesor
ROMERO señala que esto debe matizarse cuando se trata de una acumulación de acciones que
involucre a una pluralidad de sujetos que tengan calidad de obligados solidarios o accesorios; pues
conforme al art. 141 del COT, si los demandados fueren dos o más (que son las hipótesis de

136
El profesor FORTTES señala que entre la excepción dilatoria de incompetencia y las cuestiones de
incompetencia existen diferencias. La diferencia que existe con la cuestión por inhibitoria es obvia, pues ésta
se intenta ante el tribunal que se cree competente (otro tribunal), mientras que la excepción se intenta ante el
mismo tribunal; y en segundo término, si bien la cuestión por declinatoria se presenta ante el tribunal que se
cree que es incompetente (al igual que la excepción), el efecto que trae ésta, si es acogida, es diferente, ya que
el tribunal tiene que remitir los antecedentes al tribunal competente, en cambio, con la excepción de
incompetencia, se pone término al juicio.
137
En cambio, tratándose de la incompetencia absoluta de un tribunal, las partes podrán formular el
correspondiente incidente de nulidad de todo lo obrado por incompetencia absoluta, en cualquier estado del
juicio.
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solidaridad o fianza) y cada uno de ellos tuviere su domicilio en diferente lugar, podrá el demandante
entablar su acción ante el juez de cualquier lugar donde esté domiciliado uno de los demandados, y
en tal caso quedarán los demás sujetos a la jurisdicción del mismo juez.
b. Reglas legales especiales
En caso de no existir prórroga de la competencia, para determinar el tribunal competente en
razón del territorio, es menester aplicar las diversas reglas especiales que el legislador establece
respecto de distintas materias. Entre los arts. 139 y 148 del COT se establecen estas reglas especiales,
siendo las más relevantes las siguientes:
i. Pluralidad de obligaciones. De acuerdo al art. 139 del COT si una misma demanda
comprendiere obligaciones que deban cumplirse en diversos territorios jurisdiccionales, será
competente para conocer del juicio el juez del lugar en que se reclame el cumplimiento de
cualquiera de ellas.

ii. Pluralidad de domicilios. En conformidad con el art. 140 del COT, si el demandado tuviere
su domicilio en dos o más lugares, podrá el demandante entablar su acción ante el juez de
cualquiera de ellos.

iii. Pluralidad de demandados. El art. 141 del COT señala que si los demandados fueren dos o
más y cada uno de ellos tuvieren su domicilio en diferente lugar, podrá el demandante
entablar su acción ante el juez de cualquier lugar donde esté domiciliado uno de los
demandados, y en tal caso quedarán los demás sujetos a la jurisdicción del mismo juez.

iv. Persona jurídica demandada. Conforme al art. 142 del COT, cuando el demandado fuere una
persona jurídica, se reputará por domicilio, para el objeto de fijar la competencia del juez,
el lugar donde tenga su asiento la respectiva corporación o fundación. Y si la persona
jurídica demandada tuviere establecimientos, comisiones u oficinas que la representen en
diversos lugares, como sucede con las sociedades comerciales, deberá ser demandada ante
el juez del lugar donde exista el establecimiento, comisión u oficina que celebró el contrato
o que intervino en el hecho que da origen al juicio138.

v. Interdictos posesorios139. El art. 143 del COT prescribe que es competente para conocer de
los interdictos posesorios el juez de letras del territorio jurisdiccional en que estuvieren
situados los bienes a que se refieren. Si ellos, por su situación, pertenecieren a varios
territorios jurisdiccionales, será competente el juez de cualquiera de éstos.

138
Es necesario recordar que tratándose de la persona jurídica Fisco, es competente para conocer de los juicios
de hacienda el JL de la comuna asiento de CA, cuando aquél aparece como demandado; pues cuando el Fisco
aparece como demandante, puede elegir entre el JL asiento de Corte o el domicilio del demandado.
139
Esto dice relación con las acciones posesorias, las que de conformidad con el art. 916 del CC, tienen por
objeto conservar o recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos. Pues estas
acciones posesorias, en el plano procesal, se conocen como querellas o interdictos posesorios, y tienen la ventaja
de que se tramitan de acuerdo a las reglas del juicio sumario.
159
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vi. Quiebra. De acuerdo al art. 144 del COT será juez competente en materia de quiebras,
cesiones de bienes y convenios entre deudor y acreedores el del lugar en que el fallido o
deudor tuviere su domicilio.

vii. Juicios de alimentos. En conformidad al art. 147 del COT, será juez competente para conocer
de las demandas de alimentos el del domicilio del alimentante o alimentario, a elección de
este último. Asimismo, ello se aplicará a las solicitudes de aumento de pensiones
alimenticias decretadas. De las solicitudes de cese o rebaja de la pensión decretada conocerá
el tribunal del domicilio del alimentario.

viii.Filiación. De acuerdo al inc. final del art. 147 del COT, será juez competente para conocer
de las acciones de reclamación de filiación…el (juez de familia) del domicilio del demandado
o demandante, a elección de este último.

ix. Sucesorio. Por último, el art. 148 del COT dispone que será juez competente para conocer
del juicio de petición de herencia, del de desheredamiento y del de validez o nulidad de
disposiciones testamentarias, el del lugar donde se hubiere abierto la sucesión del difunto
con arreglo a lo dispuesto por el art. 955 del CC (la sucesión en los bienes de una persona
se abre al momento de su muerte en su último domicilio; salvos los casos expresamente
exceptuados).

c. Reglas vinculadas con la naturaleza de la acción deducida


Si no ha habido prórroga de la competencia, y no ha operado ninguna regla especial, hay que
ver si la acción que se ejerce es mueble, inmueble o mixta. Ahora bien, conforme al art. 580 del CC,
los derechos y acciones se reputan bienes muebles o inmuebles, según lo sea la cosa en que han de
ejercerse, o que se debe. Así el derecho de usufructo sobre un inmueble, es inmueble. Así la acción
del comprador para que se le entregue la finca comprada, es inmueble; y la acción del que ha prestado
dinero, para que se le pague, es mueble.
i. Acción inmueble. De acuerdo al art. 135 inc. I del COT, si la acción entablada fuere
inmueble, será competente para conocer del juicio el juez del lugar que las partes hayan
estipulado en la respectiva convención. A falta de estipulación será competente, a
elección del demandante: el juez del lugar donde se contrajo la obligación; o el del lugar
donde se encontrare la especie reclamada. Agrega el inc. II que si el inmueble o
inmuebles que son objeto de la acción estuvieren situados en distintos territorios
jurisdiccionales, será competente cualquiera de los jueces en cuya comuna o agrupación
de comunas estuvieren situados140.

ii. Acción mueble. La acción mueble es aquella por la que se hace valer un derecho que
recae sobre un mueble o mediante la cual se pretende la entrega de una cosa mueble o de
un hecho que se debe (de acuerdo al art. 581 del CC, los hechos que se deben se reputan
muebles). Ahora bien, en conformidad con el art. 138 del COT, si la acción entablada

140
Algunos señalan que para aplicar la regla del inc. II, no es necesario dirigirse al inc. I de esta disposición, es
decir, ver si hubo convenio de las partes o aplicar la elección del demandante en subsidio; pues el inc. II
establece una regla especial de competencia. Otros, en cambio, señalan que debe recurrirse primero al art. 135
inc. I, ya que el inc. II es de carácter supletorio.
160
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fuere de las que se reputan muebles con arreglo a lo prevenido en los art. 580 y 581 del
CC, será competente el juez del lugar que las partes haya estipulado en la respectiva
convención. A falta de estipulación de las partes, lo será el del domicilio del demandado
(aquí no hay elección por parte del demandante).

iii. Acción mixta. De acuerdo al art. 137 del COT, si una misma acción tuviere por objeto
reclamar cosas muebles e inmuebles, será juez competente el del lugar en que estuvieren
situados los inmuebles. Esta regla es aplicable a los casos en que se entablen
conjuntamente dos o más acciones, con tal que una de ellas por lo menos sea inmueble.

d. Regla legal supletoria (supuestamente regla general)


A falta de todas las reglas de competencia mencionadas anteriormente, será juez competente
para conocer del asunto, el del domicilio del demandado141. En efecto, conforme al art. 134 del COT,
en general, es juez competente para conocer de una demanda civil o para intervenir en un acto no
contencioso, el del domicilio del demandado o interesado, sin perjuicio de las reglas establecidas en
los artículos siguientes y de las demás excepciones legales.
Como se puede apreciar, esta norma establece la regla general en materia de competencia
relativa, pero son tantas las excepciones, que esta regla pasa a ser la excepción, y las excepciones la
regla general.
2.2.2. REGLAS PARA DETERMINAR LA COMPETENCIA RELATIVA EN ASUNTOS NO
CONTENCIOSOS

Para poder determinar con precisión el tribunal que es competente para conocer de los asuntos
no contenciosos, en los cuales no cabe la prórroga de la competencia (pues ésta sólo cabe en los
asuntos contenciosos), es menester tomar en consideración las siguientes reglas de descarte:
i. Determinar si el legislador ha establecido una regla especial en atención al factor territorio.
En efecto, en los arts. 148 a 155 del COT, el legislador establece reglas especiales, siendo las
más relevantes las siguientes:
- De acuerdo al art. 148 inc. II del COT, el mismo juez (el juez del último domicilio del
causante) será también competente para conocer de todas las diligencias judiciales
relativas a la apertura de la sucesión, formación de inventarios, tasación y partición de
los bienes que el difunto hubiere dejado. Ahora bien, cuando una sucesión se abra en el
extranjero y comprenda bienes situados dentro del territorio chileno, la posesión
efectiva de la herencia deberá pedirse en el lugar en que tuvo el causante su último
domicilio en Chile, o en el domicilio del que la pida si aquél no lo hubiere tenido (art.
149 del COT).
- En conformidad al art. 151 del COT, en los casos de presunción de muerte por
desaparecimiento, el juez del lugar en que el desaparecido hubiere tenido su último
domicilio será competente para declarar la presunción de muerte y para conferir la

141
El domicilio, de acuerdo al art. 59 del CC, consiste en la residencia, acompañada, real o presuntivamente,
del ánimo de permanecer en ella.
161
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posesión provisoria o definitiva de los bienes del desaparecido a las personas que
justifiquen tener derecho a ellos142.
- De acuerdo al art. 153 del COT, para aprobar o autorizar la enajenación, hipotecación
o arrendamiento de inmuebles, es competente el juez del lugar donde éstos estuvieren
situados (por ejemplo, la autorización que debe dar la cónyuge a su marido, en un
régimen de sociedad conyugal).

ii. Ante la falta de una regla especial, se debe aplicar la regla supletoria que contempla el art.
134 del COT, que dispone que en general, es juez competente para conocer de una demanda
civil o para intervenir en un “acto no contencioso”, el del domicilio del demandado o
interesado, sin perjuicio de las reglas establecidas en los artículos siguientes y de las demás
excepciones legales.

2.2.3. REGLAS PARA DETERMINAR LA COMPETENCIA RELATIVA EN ASUNTOS CRIMINALES


La gran distinción que se hace en esta materia, es si se trata del conocimiento de delitos
cometidos dentro del territorio de la República, o fuera de él.
a. Delitos cometidos dentro del territorio de la república
Tratándose de delitos cometidos dentro del territorio de la República, el art. 157 inc. I del COT
establece la regla general, al señalar que será competente para conocer de un delito el tribunal en
cuyo territorio se hubiere cometido el hecho que da motivo al juicio. Y de acuerdo al inc. III del art.
157, el delito se considerará cometido en el lugar donde se hubiere dado comienzo a su
ejecución143. Ahora bien, en esta materia hay que distinguir la competencia territorial de los JG
y de los TJOP, puesto que a estos tribunales les corresponde funciones distintas.
Conforme al inc. II del art. 157 del COT, el JG del lugar de comisión del hecho investigado
conocerá de las gestiones a que diere lugar el procedimiento previo al juicio oral; por ejemplo, las
diligencias de investigación llevadas a cabo por el Ministerio Público. Como se puede apreciar, se
sigue la regla general establecida en el inc. I del art. 157, sin embargo, esta regla reconoce
excepciones, a saber:
- El art. 157 inc. IV primera parte del COT, dispone que sin perjuicio de lo dispuesto en el inc.
II (el JG del lugar de la comisión del hecho es competente), cuando las gestiones debieren
efectuarse fuera del territorio jurisdiccional del JG y se tratare de diligencias urgentes, la
autorización judicial previa podrá ser concedida por el JG del lugar donde deban realizarse
(esto se vincula con el art. 70 inc. III del CPP). Por ejemplo, el juez competente es el de
Valparaíso, pero debe realizarse la diligencia de entrada y registro del lugar cerrado en Punta
Arenas, en este caso la autorización puede pedirse al juez de garantía de Punta Arenas,
siempre que se trate de una diligencia urgente.
Art. 70 inc. III. En los demás casos, cuando debieren efectuarse actuaciones fuera del territorio
jurisdiccional del JG y se tratare de diligencias u órdenes urgentes, el Ministerio Público también podrá

142
El profesor ROMERO señala que si el desaparecido no ha tenido domicilio en Chile, los tribunales nacionales
son incompetentes para hacer esa declaración.
143
En esta materia existe una excepción en la Ley sobre Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques, pues de
acuerdo a su art. 22, el juez competente para conocer los delitos que contempla dicha ley, es el del domicilio
que el librador del cheque tenga registrado en el banco.
162
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

pedir la autorización directamente al juez de garantía del lugar. Una vez realizada la diligencia o
cumplida la orden, el Ministerio Público dará cuenta a la brevedad al JG del procedimiento.

- El art. 157 inc. IV segunda parte del COT, señala que asimismo, si se suscitare conflicto de
competencia entre jueces de varios JG, cada uno de ellos estará facultado para otorgar las
autorizaciones o realizar las actuaciones urgentes, mientras no se dirimiere la competencia.
Esto se relaciona con los arts. 72 y 73 del CPP.
Art. 72. Facultades durante conflictos de competencia. Si se suscitare un conflicto de competencia
entre jueces de varios JG en relación con el conocimiento de una misma causa criminal, mientras no
se dirimiere dicha competencia, cada uno de ellos estará facultado para realizar las actuaciones
urgentes y otorgar las autorizaciones que, con el mismo carácter, les solicitare el ministerio público.
De los jueces entre quienes se hubiere suscitado la contienda, aquél en cuyo territorio jurisdiccional se
encontraren quienes estuvieren privados de libertad en la causa resolverá sobre su libertad.

Art. 73. Efectos de la resolución que dirime la competencia. Dirimida la competencia, serán puestas
inmediatamente a disposición del juez competente las personas que se encontraren privadas de libertad,
así como los antecedentes que obraren en poder de los demás jueces que hubieren intervenido.
Todas las actuaciones practicadas ante los jueces que resultaren incompetentes serán válidas, sin
necesidad de ratificación por el juez que fuere declarado competente.

- A propósito de las audiencias de control de detención, el art. 70 inc. II del CPP señala que si
la detención se practicare en un lugar que se encontrare fuera del territorio jurisdiccional del
juez que hubiere emitido la orden, será también competente para conocer de la audiencia
judicial del detenido el JG del lugar donde se hubiere practicado la detención, cuando la orden
respectiva hubiere emanado de un juez con competencia en una ciudad asiento de CA diversa.

- Otra excepción tiene lugar con la agrupación de investigaciones que el fiscal puede ordenar.
En efecto, el art. 185 inc. I del CPP establece que el fiscal podrá investigar separadamente
cada delito de que conociere. No obstante, podrá desarrollar la investigación conjunta de dos
o más delitos, cuando ello resultare conveniente. Como consecuencia de la agrupación de
investigaciones (por ejemplo, de diversas violaciones que tienen lugar en Valparaíso, Viña
del Mar y Quilpué), habrán distintos jueces competentes, y el que continuará siendo
competente en adelante, según el art. 159 inc. I del COT, será el juez de garantía del lugar en
que se cometió el primer hecho investigado (no se trata del primer hecho que se cometió, sino
del primero que comenzó a ser investigado)144.
Art. 159. Si en ejercicio de las facultades que la ley procesal penal confiere al Ministerio Público, éste
decidiere investigar en forma conjunta hechos constitutivos de delito en los cuales, de acuerdo al art.
157 de este Código, correspondiere intervenir a más de un JG, continuará conociendo de las gestiones
relativas a dichos procedimientos el JG del lugar de comisión del primero de los hechos investigados.

En cuanto a la competencia territorial de los TJOP, también se aplica la regla general


contemplada en el inc. I del art. 157 del COT, es decir, es competente el TJOP del lugar en que se
hubiese cometido el hecho que da motivo al juicio. Las excepciones que para estos efectos se aplican

144
Esta alteración en la competencia puede volver atrás cuando el fiscal decida separar la investigación de los
hechos, caso en el cual, se vuelve a la regla general, es decir, continuará conociendo el JG del lugar en que se
hubieren cometidos los hechos. Ahora, lo que ocurrió en el tiempo intermedio sigue siendo válido, pues no es
necesario que el fiscal ratifique.
163
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

a los JG, no son procedentes en este caso, pues en general operan antes de que comience el juicio
oral, por lo tanto, la regla es una sola, y sin excepciones145.
b. Delitos cometidos fuera del territorio de la república
Por regla general, los delitos cometidos fuera del territorio de la República no están sometidos
a la jurisdicción de los tribunales chilenos, sin embargo, hay ciertos casos de extraterritorialidad,
concretamente, los delitos enumerados en el art. 6º del COT (por ejemplo, los cometidos por chilenos
contra chilenos si el culpable regresa a Chile sin haber sido juzgado por la autoridad del país en que
delinquió; la piratería, etc.), respecto de los cuales se aplican las reglas contenidas en el art. 167 del
mismo Código.
Art. 167. Las competencias propias de los JG y de los TJOP respecto de los delitos perpetrados fuera del
territorio nacional que fueren de conocimiento de los tribunales chilenos serán ejercidas, respectivamente, por
los Tribunales de Garantía y Orales en lo Penal de la jurisdicción de la Corte de Apelaciones de Santiago,
conforme al turno que dicho tribunal fije a través de un auto acordado.

3. REGLAS GENERALES DE COMPETENCIA O PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA


COMPETENCIA

Las reglas generales de la competencia, son las normas y principios básicos que establece el
legislador respecto de la competencia y que se deben aplicar sin importar la naturaleza del asunto,
clase o jerarquía del tribunal que debe conocer de él. Están tratadas en el Título VII (“La
competencia”), párrafo 1º (“Reglas generales”), en los arts. 108 a 114 del COT, y son las siguientes:
la radicación o fijeza, el grado, la extensión, la prevención, y la ejecución.
Las características de estas reglas o principios, son las siguientes:
i. Son de aplicación general, pues tienen lugar cualquiera sea la naturaleza del negocio de que
se trate, llámese contencioso o “voluntario”, civil, penal, etc.

ii. Son complementarias, en cuanto no integran las normas de competencia absoluta o relativa,
pero sirven para determinar las facultades de un tribunal una vez que aquéllas han recibido
aplicación. Como señala el profesor CASARINO, no se puede afirmar a ciencia cierta si se
trata de normas de competencia absoluta o relativa, más bien, por su carácter general, se
encuentran sobre ellas; es decir, se aplican a ambas, una vez radicado el negocio ante el
tribunal competente, en virtud de las normas de competencia absoluta y relativa.

iii. En relación con lo anterior, se dice que son consecuenciales, en cuanto reciben aplicación una
vez que se encuentre determinado el tribunal competente.

iv. Su infracción no tiene establecida una sanción única, sino que debe determinarse para cada
regla general.

145
El inc. final del art. 157 del COT, señala que la competencia a que se refiere este artículo, así como la de las
CA, no se alterará por razón de haber sido comprometidos por el hecho intereses fiscales. Es decir, aquí no hay
un símil al juicio de hacienda en materia civil.
164
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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v. El profesor FORTTES pone de manifiesto que estas reglas regulan el ejercicio de la


competencia en su parte funcional y no desde el punto de vista orgánico; pues ellas indican,
entre otras cosas, hasta dónde se extiende la competencia del juez.

3.1. REGLA DE RADICACIÓN O FIJEZA

a. Concepto
Esta regla, consagrada en el art. 109 del COT, consiste en que radicado con arreglo a la ley
el conocimiento de un negocio ante tribunal competente, no se alterará esta competencia por causa
sobreviniente. Como se puede apreciar, el efecto de la radicación es producir la inalterabilidad de la
competencia del tribunal, no obstante la concurrencia de cualquier causa posterior o sobreviniente,
salvo las excepciones legales. En otras palabras, aun cuando se alteren los factores determinantes de
la competencia que se tuvieron en vista al iniciarse el juicio, con posterioridad a su iniciación la
competencia primitiva no cambia (es irrevocable), salvo ciertas excepciones legales.
Por ejemplo, se entabla una demanda civil de cobro de pesos en contra de una persona que no goza
de fuero, ante un juzgado de letras, pero en el intertanto ella es nombrada Ministro de Estado; en
principio, el juicio debiera pasar a la competencia de un ministro de CA, pero como ya está radicado
ante el juez de letras, no puede alterarse esta competencia; o en el mismo ejemplo anterior, durante el
curso del juicio también puede cambiar el factor cuantía en razón de mayores intereses; o el factor
territorio en razón de un cambio de domicilio del demandado, etc. Todos esos cambios posteriores no
tienen ninguna influencia en la determinación de la competencia del tribunal, pues el juicio quedó
radicado en conformidad a la ley al momento de su iniciación en virtud de la regla de radicación o
fijeza. Y el fundamento de que estas alteraciones sobrevinientes no puedan producir una alteración
en el tribunal que está conociendo del asunto, es que si ello se produjera, se producirían retardos y
actos maliciosos.
b. Requisitos
Los requisitos para que opere la radicación, son los siguientes:
i. Radicación de un negocio ante un tribunal ¿cuándo queda radicado el negocio? En esta materia
hay que distinguir entre lo que acontece en materia civil, y lo que sucede en materia penal. En
materia civil no hay una opinión única, y las posturas que se pueden encontrar son las siguientes:
- Hay autores que señalan que el asunto queda radicado desde que se presenta la demanda. Esta
postura ha sido criticada, señalando que no basta con la presentación de la demanda, ya que
la ley permite al demandante retirarla (art. 148 del CPC).
Art. 148. Antes de notificada una demanda al reo, podrá el actor retirarla sin trámite alguno, y se
considerará como no presentada. Después de notificada, podrá en cualquier estado del juicio desistirse
de ella ante el tribunal que conozca del asunto, y esta petición se someterá a los trámites establecidos
para los incidentes.

- Por lo anterior, hay quienes señalan que un asunto se radica en un tribunal cuando el
demandado ha sido notificado válidamente de la resolución que provee la demanda. Se basan,
en que en este supuesto el demandante ya no puede retirar la demanda, pues se encuentra
trabada la litis.

165
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

Ahora bien, en caso de que la notificación se hubiere producido respecto de un tribunal


incompetente para conocer la demanda de acuerdo a las reglas de competencia absoluta, no
se habrá producido la radicación por la falta de concurrencia de uno de sus elementos, y en
este caso, podrá formularse el incidente de nulidad procesal en cualquier estado del juicio, de
acuerdo a lo previsto en el inc. II del art. 83 del CPC. Y en caso de que la notificación se
hubiere producido respecto de un tribunal incompetente para conocer la demanda de acuerdo
a las reglas de competencia relativa, es posible que se produzca la radicación si el demandado
contesta la demanda sin alegar la incompetencia del tribunal o se genera su rebeldía por no
contestar la demanda dentro del plazo fatal que el legislador contempla al efecto, puesto que
en tales casos, se produce la prórroga tácita de la competencia conforme a lo previsto en el
art. 187 del COT.
Art. 83 inc. II. La nulidad sólo podrá impetrarse dentro de cinco días contados desde que aparezca o
se acredite que quien deba reclamar de la nulidad tuvo conocimiento del vicio, a menos que se trate de
la incompetencia absoluta del tribunal. La parte que ha originado el vicio o concurrido a su
materialización o que ha convalidado tácita o expresamente el acto nulo, no podrá demandar la nulidad.

Art. 187. Se entiende que prorrogan tácitamente la competencia:


1. El demandante, por el hecho de ocurrir ante el juez interponiendo su demanda;
2. El demandado, por hacer, después de personado en el juicio, cualquiera gestión que no sea la de
reclamar la incompetencia del juez.

- Por último, también hay quienes señalan, entre ellos CASARINO, que en materia civil un
asunto queda radicado desde que el tribunal confiere traslado de la demanda y se notifica
válidamente al demandado de la resolución que provee la demanda. Es decir, no basta la
notificación, sino que, además, se debe haber efectuado el emplazamiento de la demanda,
esto es, el término o plazo que tiene el demandado para contestar la demanda sin que haya
alegado la incompetencia del tribunal, o, habiéndola opuesto, desde que ha sido rechazada.
Sin embargo, como dice el profesor FORTTES, el tema está en que la incompetencia absoluta
se puede alegar en cualquier estado del juicio, por lo que esta posición no sería favorable.
Tampoco hay claridad sobre el momento en que se produce la radicación en materia penal, ya
que en el nuevo sistema procesal penal no hay una regla expresa. Las posturas son las siguientes:
- Según algunos, la radicación sólo se puede producir a partir de la formalización de la
investigación, esto es, la comunicación que el fiscal efectúa al imputado, en presencia del
juez de garantía, de que desarrolla actualmente una investigación en su contra respecto de
uno o más delitos determinados (art. 229 del CPP). La investigación consta de dos etapas:
una informal, que es llevada por el Fiscal, y una formal, que se lleva ante el JG; entonces,
cuando el Fiscal va donde el JG y formaliza, se produce la radicación (“se judicializa
la investigación”)146.
- Otros postulan que la radicación sólo se puede producir, cuando el Juez de Garantía dispone
la primera de las actuaciones que le corresponda resolver en el proceso respectivo.

146
Como se puede apreciar, esta regla es propia de los tribunales, pues respecto de los fiscales del Ministerio
Público (organismo administrativo), hay una especie de radicación que se produce cuando éste dispone la
primera actuación de investigación.
166
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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ii. El segundo requisito para que opere la regla de radicación, es que el tribunal haya intervenido en
el conocimiento del asunto, sea actuando de oficio o a petición de parte. Pues jamás será posible
entender que el conocimiento de un asunto se ha radicado ante un tribunal, si éste no ha actuado
para su conocimiento.

iii. Ahora bien, no basta con la intervención de un tribunal en el conocimiento de un asunto, sino
que se requiere que esa actividad se hubiere realizado por un tribunal que sea competente,
de acuerdo con las reglas de la competencia absoluta y relativa.

iv. Finalmente, la intervención del tribunal competente debe haberse efectuado con arreglo a la ley,
puesto que si las actuaciones realizadas por el tribunal y las partes adolecen de irregularidades,
o se efectuaron ante un tribunal incompetente, éstas podrán ser declaradas nulas y, en
consecuencia, no producirán efecto alguno.
Por lo tanto, cuando el art. 109 del COT señala que radicado con arreglo a la ley el
conocimiento de un negocio ante tribunal competente, significa que este fenómeno se produce cuando
el tribunal toma conocimiento de dicho negocio, en razón de que tanto las partes o el propio tribunal,
en virtud de las reglas de competencia absoluta y relativa, estiman que ese tribunal y no otro, es el
llamado a conocer de dicho negocio.
c. Excepciones a la regla de radicación o fijeza
Como se dijo, esta regla se traduce en fijar de forma irrevocable la competencia de un tribunal
que ha de conocer un asunto, cualesquiera sean los hechos que acontezcan con posterioridad que
modifiquen los elementos que se tuvieron en cuenta para determinar la competencia absoluta y
relativa. Pues así lo señala además la frase final del art. 109 de COT al decir que “no se alterará esta
competencia por causa sobreviniente”.
Las “causas o circunstancias sobrevinientes” se refieren a cuestiones de hecho relacionados
con la competencia absoluta o relativa, que no son aptos para modificar el tribunal competente que
conoce del negocio (por ejemplo, el cambio de domicilio de una de las partes). No obstante, la ley
puede cambiar o alterar la competencia radicada, es decir, contempla excepciones a la regla de la
radicación, cuales son:
i. La acumulación de autos, esto es, la reunión de dos o más procesos que se tramitan
separadamente, con el objeto de que constituyan un sólo juicio y terminen por una sola
sentencia, para mantener la continencia, o unidad de la causa (art. 92 del CPC). Por ejemplo,
todas las personas que iban en un bus y que resultaron lesionadas en un accidente de tránsito,
demandan a la empresa de transportes en distintos tribunales; pero no obstante haberse radicado
el conocimiento de estos asuntos en dichos tribunales, se deben acumular todos estos procesos
en un sólo juicio.
Art. 92. La acumulación de autos tendrá lugar siempre que se tramiten separadamente dos o más procesos
que deban constituir un sólo juicio y terminar por una sola sentencia, para mantener la continencia, o
unidad de la causa. Habrá, por tanto, lugar a ella:
1. Cuando la acción o acciones entabladas en un juicio sean iguales a las que se hayan deducido en otro,
o cuando unas y otras emanen directa e inmediatamente de unos mismos hechos;
2. Cuando las personas y el objeto o materia de los juicios sean idénticos, aunque las acciones sean
distintas; y

167
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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3. En general, siempre que la sentencia que haya de pronunciarse en un juicio deba producir la excepción
de cosa juzgada en otro.

Ahora bien, de acuerdo al art. 96 del CPC, si los juicios están pendientes ante tribunales de
igual jerarquía, el más moderno se acumulará al más antiguo; pero en el caso contrario (si son
de distinta jerarquía), la acumulación se hará sobre aquel que esté sometido al tribunal
superior147.
ii. Las visitas extraordinarias. De acuerdo al art. 559 del COT, los Tribunales Superiores de
Justicia decretarán visitas extraordinarias por medio de alguno de sus ministros en los juzgados
de su respectivo territorio jurisdiccional, siempre que el mejor servicio judicial lo exigiere.
Ahora bien, de acuerdo art. 560 Nº 3 del COT, el tribunal ordenará especialmente estas visitas
en los casos siguientes: cuando hubiere retardo notable en el despacho de los asuntos sometidos
al conocimiento de un juez; es decir, el Ministro Visitador puede abocarse al conocimiento de
causas pendientes radicadas en el tribunal visitado, desplazando la competencia de ese juez y
asumiendo como tribunal de primera instancia, pudiendo despachar y sentenciar dichas
causas148.
Con todo, el profesor FORTTES señala que no se trataría de una verdadera excepción, ya que
no existe una sustitución de un tribunal por otro, sino solamente de un juez por otro; pues el
asunto sigue radicado en el tribunal visitado.
iii. El compromiso, esto es, la convención por la cual las partes sustraen determinados asuntos
litigiosos presentes o futuros del conocimiento de la jurisdicción ordinaria y lo someten al
conocimiento y fallo de uno o más árbitros que en ese mismo acto designan. Si bien el
compromiso se verifica normalmente al margen de todo proceso (con vista a un proceso futuro),
excepcionalmente puede verificarse existiendo un juicio del cual está conociendo un tribunal
(litigio presente), caso en el cual, constituye una excepción a la regla de la radicación.

iv. Finalmente, el profesor FORTTES se refiere a aquellas modificaciones que son producidas por
la ley, lo que se relaciona con el tema de la ley procesal en el tiempo. La regla general, es que
las leyes procesales nuevas no afectan los juicios en curso, lo que se consagra generalmente en
sus normas transitorias; sin embargo, si eventualmente la ley quisiera alterar la competencia y
aplicar de inmediato la modificación, podría hacerlo, porque dichas leyes son de orden público
y pueden entrar a regir in actum. Con todo, un negocio ya radicado se relaciona con el principio
de legalidad y el derecho al juez natural que en la CPR se consagra en el art. 19 Nº 3 inc. IV,
al decir que nadie será juzgado por comisiones especiales sino por el tribunal que señale la
ley y que se encuentre establecido con anterioridad por ésta (así, por ejemplo, cuando se

147
En materia procesal penal la acumulación de autos tiene lugar respecto de casos de: pluralidad de delitos (el
fiscal podrá desarrollar la investigación conjunta de dos o más delitos, cuando ello resultare conveniente);
pluralidad de fiscales (cuando dos o más fiscales estén investigando los mismos hechos y con motivo de esta
circunstancia se afectaren los derechos de la defensa del imputado, éste podrá pedir al superior jerárquico o al
superior jerárquico común, en su caso, que resuelva cuál tendrá a su cargo el caso); y pluralidad de JG (cuando
se acumulan las investigaciones formalizadas ante diversos JG en uno sólo de ellos y pasen a configurar una
sola investigación).
148
En el ámbito procesal penal, de acuerdo al art. 560 Nº 2 del COT, las visitas sólo proceden cuando se tratare
de la investigación de hechos o de pesquisar delitos cuyo conocimiento corresponda a la justicia militar y que
puedan afectar las relaciones internacionales, o que produzcan alarma pública y exijan pronta represión por su
gravedad y perjudiciales consecuencias. Es decir, sólo procede por causas penales militares.
168
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crearon los Tribunales de Familia, los jueces de menores seguían conociendo de las materias
que se habían radicado ante ellos).

d. Aplicación de la regla de radicación


Por último, el profesor ALFARO menciona ciertos preceptos que hacen aplicación de la regla
de la radicación, a saber:
i. Al hablar de la vista de la causa, concretamente de la fijación de la causa en la tabla, se dijo
que una vez que se encuentre formada la tabla, corresponde determinar qué sala de la Corte
deberá conocer de ésta. Al respecto, el art. 69 inc. II del COT señala que en las CA que consten
de más de una sala se formarán tantas tablas cuantas sea el número de salas y se distribuirán
entre ellas por sorteo, en audiencia pública. La excepción a esta regla la constituyen las causas
radicadas, esto es, aquellas causas que no requieren de un sorteo previo para ser distribuidas
en una sala, ya que deben ser resueltas por la sala que conoció del negocio por primera vez.
Por ejemplo, el art. 69 inc. IV del COT señala que los recursos de amparo y las apelaciones
relativas a la libertad de los imputados u otras medidas cautelares personales en su contra serán
de competencia de la sala que haya conocido por primera vez del recurso o de la apelación, o
que hubiere sido designada para tal efecto, aunque no hubiere entrado a conocerlos.

ii. Algo similar ocurre con las resoluciones de mero trámite, pues de acuerdo al art. 70 inc. I del
COT, la tramitación de los asuntos entregados a las CA corresponderá, en aquellas que se
compongan de más de una sala, a la primera. Sin embargo, agrega el inciso final, deberán
dictarse por la sala respectiva las resoluciones de tramitación que procedan cuando ya estén
conociendo de un asunto.

iii. Otra aplicación de esta regla se encuentra en el art. 128 del COT, a propósito de la cuantía. En
efecto, si el valor de la cosa disputada se aumentare o disminuyere durante la instancia, no
sufrirá alteración alguna la determinación que antes se hubiere hecho con arreglo a la ley, es
decir, no sufrirá alteración la radicación del asunto en el tribunal.

3.2. REGLA DEL GRADO O JERARQUÍA

a. Concepto
La regla del grado o jerarquía, consagrada en el art. 110 del COT, consiste en que una vez
fijada con arreglo a la ley la competencia de un juez inferior para conocer en primera instancia de un
determinado asunto, queda igualmente fijada la del tribunal superior que debe conocer del mismo
asunto en segunda instancia.
Esta regla general de la competencia se vincula con dos conceptos fundamentales del Derecho
procesal: la instancia y el recurso de apelación. En efecto, con esta regla se persigue la determinación,
desde el inicio del procedimiento, del tribunal de segunda instancia que va a conocer del asunto en
caso de impetrarse un recurso de apelación o proceda el trámite de la consulta.

169
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b. Requisitos para que opere la regla del grado o jerarquía

i. Que el asunto se encuentre legalmente radicado ante un juez de primera instancia. Esto ocurre
ya sea que la competencia del tribunal inferior sea natural o prorrogada, no obstante, la ley
sólo permite la competencia prorrogada en los tribunales de primera instancia, mas no en los
de segunda, siendo todas las reglas de competencia de estos últimos de orden público y, por
consiguiente, irrenunciables por las partes. Así, por ejemplo, si un juicio es de competencia
de uno de los juzgados civiles de Valparaíso, automáticamente se sabe que, en caso de
apelarse la sentencia que le ponga término, dicho recurso será conocido por la CA de esa
misma ciudad, aun cuando las partes desearen y convinieran expresamente en ser juzgadas
en segunda instancia por la CA de Santiago (a ello se opone, precisamente, la regla de grado).

ii. Que sea procedente el recurso de apelación en contra de la resolución pronunciada por el
tribunal de primera instancia. Algunos autores, a partir de esta norma, han señalado que la
regla general en Chile es la de la doble instancia y, por tanto, toda resolución es apelable,
aunque no se conceda expresamente el recurso149.

3.3. REGLA DE EXTENSIÓN

a. Concepto
La regla de la extensión, consagrada en el art. 111 del COT, consiste en que el tribunal que
es competente para conocer de un asunto, lo es igualmente para conocer de todas las incidencias que
en él se promuevan, y (de acuerdo al inc. II) lo es también para conocer de las cuestiones que se
susciten por vía de reconvención o de compensación, aunque el conocimiento de estas cuestiones,
atendida su cuantía, hubiere de corresponder a un juez inferior si se entablaran por separado. Por lo
tanto, esta regla se traduce en que el tribunal que es competente para conocer del asunto principal que
se promueve ante él, lo es también para conocer de todo aquello que se vincula al asunto principal y
que lo conduce a la decisión del conflicto.
El fundamento de esta regla descansa en razones de economía procesal, pues procura que se
ventilen dentro de un mismo proceso el mayor número de cuestiones, desplegando así, las partes
litigantes, el mínimo de esfuerzo.
b. Aplicación o alcance de la regla de extensión en materia civil
Esta regla permite precisar hasta dónde llega el ejercicio de la competencia por parte de un
tribunal respecto de un asunto determinado. Así, en materia civil la competencia del tribunal se
extiende a:
i. La cuestión principal. Esta regla parte de la base de que en todo asunto o negocio judicial existe
una cuestión principal y cuestiones accesorias. La primera constituye el fondo del asunto o
negocio mismo, esto es, las pretensiones que el demandante formula en el proceso a través de

149
Cabe señalar que en el nuevo sistema procesal penal la regla del grado sólo recibe aplicación respecto de las
resoluciones apelables dictadas por JG, pues no se aplica respecto de las resoluciones de los TJOP, ya que ellas
no son apelables según lo señala el art. 364 del CPP; ni tampoco procede el trámite de la consulta, por haber
sido éste suprimido.
170
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

su demanda, y las alegaciones, defensas y excepciones que el demandado formula respecto de


la pretensión hecha valer en su contra, en su contestación.

ii. Las cuestiones accesorias o incidentes. Del art. 82 del CPC, se desprende que los incidentes
son cuestiones accesorias que se promueven en un juicio y que requieren un pronunciamiento
especial del tribunal, pudiendo ser ellos ordinarios (sujetos a tramitación general) o especiales
(sujetos a tramitación especial). Por ejemplo, si se plantea un incidente de incompetencia
absoluta del tribunal, éste mismo lo debe resolver, pero separadamente de la cuestión principal
(acá se está aplicando el aforismo de quien puede lo más puede lo menos).

Art. 82. Toda cuestión accesoria de un juicio que requiera pronunciamiento especial con audiencia de
las partes, se tramitará como incidente y se sujetará a las reglas de este Título, si no tiene señalada por
la ley una tramitación especial.
iii. También se extiende la competencia a la reconvención, esto es, la demanda que puede deducir
el demandado en su escrito de contestación en contra del demandante, utilizando el mismo
proceso ya iniciado por éste. Por regla general, la reconvención sólo recibe aplicación en el
juicio ordinario de mayor cuantía, salvo que por texto expreso se aplique a otros
procedimientos, como por ejemplo, el juicio de arrendamiento, el juicio ordinario de menor
cuantía, y el juicio ordinario laboral.

iv. Igual competencia le atribuye la ley al juez para conocer de la compensación, esto es, aquel
modo de extinguir las obligaciones que implica que demandante y demandado son acreedores
y deudores recíprocos de dos obligaciones, y que éstas se extinguirán hasta concurrencia de la
de menor valor150.
Ahora bien, el art. 111 señala que el juez tiene competencia para conocer de las reconvenciones
y de las compensaciones, aunque el conocimiento de estas cuestiones, atendida su cuantía,
hubiere de corresponder a un juez inferior si se entablaran por separado. Sin embargo, como se
dijo a propósito de la cuantía, sucesivas modificaciones en la organización judicial han llevado
a que esta regla no tenga la relevancia que presentaba cuando existían jueces de letras de
mínima cuantía, jueces de distrito y jueces de subdelegación; el único problema que hoy se
puede presentar en orden a la cuantía en materia civil, se da entre los jueces de letras y jueces
de policía local, en las ciudades donde estén instalados estos últimos tribunales. Por ejemplo,
se demandan $ 90.000 ante un JL y el demandado se excepciona alegando compensación, en
razón de rentas de arrendamiento adeudadas por $2.500; esta cuestión, por su cuantía, es de
competencia de un juez de policía local, pero en virtud de la regla de extensión, ella pasa a ser
de la competencia del JL que está conociendo de la causa principal.

v. Finalmente, el profesor ORELLANA menciona también a la ejecución de la sentencia, la cual,


como se verá, puede corresponder a los tribunales que las hubieran pronunciado en primera o
única instancia, o al tribunal competente según las reglas generales.

150
Desde el punto de vista procesal, la compensación es y se formula mediante una excepción perentoria, es
decir, a través de un medio de defensa que hace valer el demandado y que ataca el fondo de la acción deducida
por el demandado. Por esto, el profesor FORTTES señala que es criticable que la compensación se califique
como una cuestión accesoria, porque el demandado, al contestar la demanda, puede entablar la excepción de
compensación, y quedaría comprendida en la cuestión de principal.
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c. Aplicación o alcance de la regla de extensión en materia penal


En materia penal la competencia se extiende a los siguientes puntos:
i. Al asunto principal, esto es, la acción penal destinada a la averiguación de todo hecho punible
y a obtener la sanción del delito que resulte probado. Aquí la discusión, prueba y fallo se
realizan ante el TJOP, quien conoce y juzga los simples delitos o crímenes que no corresponda
al JG.
ii. Los incidentes. El JG conoce de los incidentes que se promuevan durante el proceso de
investigación que lleva el Ministerio público, y el TJOP conoce de las incidencias que se
promuevan durante el juicio oral.
Ahora bien, desde el momento en que los tribunales pueden clasificarse y establecerse, en
atención a la materia, en civiles y penales, lógico es que cada uno de ellos conozca de los asuntos que
le son propios. Sin embargo, en el proceso penal se pueden deducir acciones civiles que tengan por
objeto reparar los efectos civiles derivados del hecho punible, como son las que persiguen la
restitución de la cosa o de su valor, o la indemnización de perjuicios (pretensiones civiles); y en
ciertos casos, en el curso de un juicio penal puedan suscitarse cuestiones de carácter civil que sean
uno de los elementos que la ley penal estime para definir el delito que se persigue, para agravar o
disminuir la pena, o para no estimar culpable al autor (cuestiones prejudiciales civiles). En resumen,
los tribunales con competencia en lo penal en ciertos casos ejercen competencia en asuntos de carácter
civil, existiendo dos tipos de materias:
i. Pretensiones de carácter civil. El fundamento de la responsabilidad civil derivada de un delito
penal, se encuentra en el art. 2314 del CC, el cual dispone que el que ha cometido un delito
o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la
pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito. Por su parte, el art. 24 del CP dice
que toda sentencia condenatoria en materia criminal lleva envuelta la obligación de pagar
las costas, daños y perjuicios por parte de los autores, cómplices, encubridores y demás
personas legalmente responsables. Ahora bien, de acuerdo a su finalidad, las acciones civiles
que emanan de un delito se pueden clasificar en restitutorias o indemnizatorias; pero como
se verá al momento de analizar la acción, ésta no es la que se divide, puesto que es una sola;
en concreto, es la pretensión la que se divide, división que es de gran importancia, ya que
precisa la competencia del tribunal llamado a conocer las pretensiones. En efecto:
- La pretensión civil restitutoria es aquella que persigue la devolución de la cosa objeto
del delito o de su valor. Ahora bien, conforme al art. 59 inc. I del CPP, la acción civil
que tuviere por objeto únicamente la restitución de la cosa, deberá interponerse siempre
durante el respectivo procedimiento penal, de conformidad a lo previsto en el art. 189
(en el mismo sentido está el art. 171 inc. I del COT). Como se puede apreciar, aquí
existe una competencia privativa o exclusiva del tribunal penal, puesto que sólo puede
conocer de ella aquel tribunal que conoce del proceso penal, concretamente, el Juzgado
de Garantía (art. 189 del CPP).
Art. 189. Reclamaciones o tercerías. Las reclamaciones o tercerías que los intervinientes o
terceros entablaren durante la investigación con el fin de obtener la restitución de objetos
recogidos o incautados se tramitarán ante el juez de garantía. La resolución que recayere en el
artículo así tramitado se limitará a declarar el derecho del reclamante sobre dichos objetos, pero
no se efectuará la devolución de éstos sino hasta después de concluido el procedimiento, a
menos que el tribunal considerare innecesaria su conservación.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Lo dispuesto en el inciso precedente no se extenderá a las cosas hurtadas, robadas o estafadas,


las cuales se entregarán al dueño o legítimo tenedor en cualquier estado del procedimiento, una
vez comprobado su dominio o tenencia por cualquier medio y establecido su valor.
En todo caso, se dejará constancia mediante fotografías u otros medios que resultaren
convenientes de las especies restituidas o devueltas en virtud de este artículo.

- La pretensión civil indemnizatoria es aquella que persigue el resarcimiento de los


daños y perjuicios ocasionados por el delito. Ahora, para determinar quien conoce esta
pretensión, hay que distinguir según quien ejerce la pretensión, y en contra de quien se
ejerce:
a) Si la pretensión indemnizatoria tiene por objeto reclamar por parte de la víctima la
indemnización de los perjuicios causados por el imputado, conforme al art. 59 inc. II
del CPP, durante la tramitación del procedimiento penal la víctima podrá deducir
respecto del imputado, con arreglo a las prescripciones de este Código, todas las
restantes acciones que tuvieren por objeto perseguir las responsabilidades civiles
derivadas del hecho punible. La víctima podrá también ejercer esas acciones civiles
ante el tribunal civil correspondiente. Con todo, admitida a tramitación la demanda
civil en el procedimiento penal, no se podrá deducir nuevamente ante un tribunal civil
(en el mismo sentido se encuentra el art. 171 inc. II del COT). Como se puede apreciar,
en esta pretensión existe una competencia acumulativa o preventiva, puesto que pueden
conocer de ella tanto los tribunales penales que conocen del proceso, como el juez civil
competente según las reglas generales; pero una vez admitida a tramitación la demanda
civil en el procedimiento penal, no se podrá deducir nuevamente ante un tribunal
civil151.
b) Tratándose de acciones indemnizatorias deducidas por la víctima en contra de
terceros, o por terceros en contra del imputado o personas distintas al imputado, el art.
59 inc. III del CPP dispone que con la sola excepción indicada en el inc. I (pretensiones
restitutorias), las otras acciones encaminadas a obtener la reparación de las
consecuencias civiles del hecho punible que interpusieren personas distintas de la
víctima, o se dirigieren contra personas diferentes del imputado, deberán plantearse
ante el tribunal civil que fuere competente de acuerdo a las reglas generales (en el
mismo sentido el art. 171 inc. III del COT). Por ejemplo, si el imputado manejaba
ebrio, chocó y lesionó a la víctima, y el auto era de un tercero, la víctima sólo podrá

151
Ahora bien, puede suceder que el procedimiento penal termine sin que se haya resuelto acerca de la
pretensión civil indemnizatoria, en dicho caso, de acuerdo al art. 68 del CPP, si antes de comenzar el juicio oral,
el procedimiento penal continuare de conformidad a las normas que regulan el procedimiento abreviado, o por
cualquier causa terminare o se suspendiere, sin decisión acerca de la acción civil que se hubiere deducido
oportunamente, la prescripción continuará interrumpida siempre que la víctima presentare su demanda ante el
tribunal civil competente en el término de 60 días siguientes a aquél en que, por resolución ejecutoriada, se
dispusiere la suspensión o terminación del procedimiento penal. En este caso, la demanda y la resolución que
recayere en ella se notificarán por cédula y el juicio se sujetará a las reglas del procedimiento sumario. Si la
demanda no fuere deducida ante el tribunal civil competente dentro del referido plazo, la prescripción
continuará corriendo como si no se hubiere interrumpido.
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demandar civilmente al tercero dueño del auto ante los tribunales civiles, y el tercero,
a su vez, podrá demandar civilmente al conductor ante los jueces civiles152.
Cabe recalcar que el juez civil que conoce de la pretensión indemnizatoria, es aquel
que es competente de acuerdo a las reglas generales. Así, por ejemplo, en un accidente
de un bus con dirección a Valparaíso que salió desde Santiago, se debe demandar a la
empresa dueña del bus (persona jurídica) en Santiago, pues de acuerdo al art. 142 del
COT, si la persona jurídica demandada tuviere establecimientos, comisiones u oficinas
que la representen en diversos lugares, como sucede con las sociedades comerciales,
deberá ser demandada ante el juez del lugar donde exista el establecimiento, comisión
u oficina que celebró el contrato o que intervino en el hecho que da origen al juicio.
Finalmente, el art. 171 inc. final del COT señala que será competente para conocer de la
ejecución de la decisión civil de las sentencias definitivas dictadas por los jueces con
competencia penal, el tribunal civil mencionado en el inciso anterior; es decir, el tribunal civil
competente de acuerdo a las reglas generales.
ii. Cuestiones prejudiciales civiles. En el Derecho penal, para que se entienda que se ha
cometido un delito, la conducta se debe encuadrar exactamente con la acción u omisión
descrita por la ley en abstracto. Sin embargo, en muchos casos los tipos penales se integran
con conceptos civiles, así, por ejemplo, en el parricidio se señala “el que mata a su padre o
madre”, sin que el CP señale quién es el padre o la madre. Entonces, puede que en un
momento determinado se plantee una discusión sobre la existencia de ese hecho civil, lo cual
da origen a las cuestiones prejudiciales civiles, esto es, aquellas cuestiones que se suscitan en
un juicio penal acerca de un hecho de carácter civil que sea uno de los elementos que la ley
penal estime para definir el delito que se persigue, para agravar o disminuir la pena (por
ejemplo, el hecho civil del parentesco agrava en el homicidio la pena), o para no estimar
culpable al autor (por ejemplo, en el delito de bigamia, determinar la validez del matrimonio
anterior).
La regla general es que estas cuestiones sean conocidas por los tribunales penales, pues así
se desprende del art. 173 inc. I del COT que señala que si en el juicio criminal se suscita
cuestión sobre un hecho de carácter civil que sea uno de los elementos que la ley penal estime
para definir el delito que se persigue, o para agravar o disminuir la pena, o para no estimar
culpable al autor, el tribunal con competencia en lo criminal se pronunciará sobre tal hecho;
en todo caso, de acuerdo al art. 173 inc. final del COT, la prueba y decisión de las cuestiones
civiles que es llamado a juzgar el tribunal que conoce de los juicios criminales, se sujetarán
a las disposiciones del Derecho civil. Sin embargo, existen cuestiones prejudiciales civiles
que no conocen los tribunales penales, a saber:
- De acuerdo al art. 173 inc. II del COT, las cuestiones sobre validez de matrimonio y
sobre cuentas fiscales serán juzgadas previamente por el tribunal a quien la ley tiene
encomendado el conocimiento de ellas. Es decir, se deberá plantear ante un tribunal
civil (juzgado de familia) la demanda de divorcio o de nulidad de matrimonio, y las
cuestiones sobre cuentas fiscales las conoce la Contraloría.

152
El profesor FORTTES dice que esta norma radica en un fundamento doctrinario, cual es, que se busca que
la acción civil no entorpezca el desarrollo del proceso penal y, por tanto, se debe discutir ante un tribunal civil.
174
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- Agrega el inc. III del art. 173 del COT, que la disposición del inciso precedente se
aplicará también a las cuestiones sobre estado civil cuya resolución deba servir de
antecedente necesario para el fallo de la acción penal persecutoria de los delitos de
usurpación, ocultación o supresión de estado civil (conoce el juez civil competente).

- Por último, conforme al art. 174 del COT, si contra la acción penal se pusieren
excepciones de carácter civil concernientes al dominio o a otro derecho real sobre
inmuebles, podrá suspenderse el juicio criminal, cuando dichas excepciones
aparecieren revestidas de fundamento plausible y de su aceptación, por la sentencia
que sobre ellas recaiga, hubiere de desaparecer el delito. El conocimiento de esas
excepciones corresponde al tribunal en lo civil153.

Ahora bien, cuando conoce de estas cuestiones prejudiciales civiles un tribunal distinto a uno
penal, el proceso penal se suspende (sobreseimiento temporal) a la espera del resultado del
proceso civil, de manera que una vez resuelto éste (por ejemplo, el matrimonio era nulo) el
proceso penal sigue su curso. En efecto el art. 252 letra A del CPP señala que el juez de
garantía decretará el sobreseimiento temporal en los siguientes casos: cuando para el
juzgamiento criminal se requiriere la resolución previa de una cuestión civil, de acuerdo con
lo dispuesto en el art. 171. A su vez, el art. 171 del CPP se refiere a los efectos de las
cuestiones civiles en el proceso penal, al señalar que siempre que para el juzgamiento criminal
se requiriere la resolución previa de una cuestión civil de que debiere conocer, conforme a la
ley, un tribunal que no ejerciere jurisdicción en lo penal, se suspenderá el procedimiento
criminal hasta que dicha cuestión se resolviere por sentencia firme; agrega el inc. II que esta
suspensión no impedirá que se verifiquen actuaciones urgentes y estrictamente necesarias
para conferir protección a la víctima o a testigos o para establecer circunstancias que
comprobaren los hechos o la participación del imputado y que pudieren desaparecer. Finaliza
el inc. III señalando que cuando se tratare de un delito de acción penal pública, el ministerio
público deberá promover la iniciación de la causa civil previa e intervendrá en ella hasta su
término, instando por su pronta conclusión154.

153
El profesor FORTTES llama a las cuestiones prejudiciales conocidas por los tribunales penales, cuestiones
civiles calificantes de lo penal, mientras que aquellas que son conocidas por los tribunales civiles, las denomina
cuestiones prejudiciales civiles. El profesor LHÜRS, en cambio, denomina cuestiones prejudiciales no
devolutivas a aquellas que son conocidas por el mismo tribunal, y cuestiones prejudiciales devolutivas a
aquellas que conoce un tribunal distinto. Y el profesor ALFARO, por su parte, habla simplemente de
cuestiones prejudiciales, estableciendo como regla general aquellas de que conoce el mismo tribunal, y como
excepciones aquellas que conoce un tribunal distinto.
154
Las cuestiones penales que tienen incidencia en el ámbito civil para la resolución de un asunto, se encuentran
tratadas en el art. 167 del CPC, el cual señala que cuando la existencia de un delito haya de ser fundamento
preciso de una sentencia civil o tenga en ella influencia notoria, podrán los tribunales suspender el
pronunciamiento de ésta hasta la terminación del proceso criminal, si en éste se ha deducido acusación o
formulado requerimiento, según el caso. Esta suspensión podrá decretarse en cualquier estado del juicio, una
vez que se haga constar la circunstancia mencionada en el inciso precedente.
175
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3.4. REGLA DE PREVENCIÓN O INEXCUSABILIDAD

a. Concepto
La regla de la prevención e inexcusabilidad, consagrada en el art. 112 del COT, consiste en
que siempre que según la ley fueren competentes para conocer de un mismo asunto dos o más
tribunales, ninguno de ellos podrá excusarse del conocimiento bajo el pretexto de haber otros
tribunales que puedan conocer del mismo asunto; pero el que haya prevenido en el conocimiento,
excluye a los demás, los cuales cesan desde entonces de ser competentes.
Como se puede apreciar, la primera parte de esta regla aplica el principio de inexcusabilidad,
pues en aquellos territorios jurisdiccionales en que existan dos o más tribunales competentes, ninguno
de ellos puede excusarse de conocer el asunto que se le presente. Esta regla está también contenida
en el art. 10 inc. II del COT, como base o principio de la organización judicial y, aún más, está elevada
a rango constitucional en virtud de lo preceptuado por el art. 76 inc. II de la CPR, que dispone que
reclamada su intervención en forma legal y en negocios de su competencia, no podrán excusarse de
ejercer su autoridad, ni aun por falta de ley que resuelva la contienda o asunto sometidos a su decisión.
Por lo tanto, cuando ninguno de los tribunales competentes haya conocido del asunto, opera el
principio de inexcusabilidad, es decir, uno de los tribunales debe conocer del asunto, sino, incurrirá
en el delito de denegación de justicia. Luego, cuando un tribunal de los competentes haya prevenido
en el conocimiento del asunto, excluye a los demás, caso en el cual, estos últimos tribunales, en virtud
del principio de inavocabilidad, no podrán avocarse el conocimiento de causas o negocios pendientes
ante otro tribunal, a menos que la ley le confiera expresamente esta facultad (art. 8º del COT).
b. Requisitos

i. Pluralidad de tribunales, es decir, de acuerdo a las reglas de competencia absoluta y relativa,


deben existir dos o más tribunales potencialmente competentes para conocer de un asunto,
situación que se materializa en los casos de competencia acumulativa o preventiva, esto es,
aquella que corresponde por ley a dos o más tribunales a la vez, pero si uno de ellos interviene o
previene en el conocimiento del asunto, hace desaparecer la competencia de los restantes de
manera ipso facto.

ii. Que uno de los tribunales prevenga en el conocimiento del asunto, instante a partir del cual cesa
la competencia de los otros tribunales que hubieran sido potencialmente competentes. Que un
tribunal haya prevenido, significa que ha ordenado y ejecutado alguna diligencia inicial o
preparatoria en un juicio civil o penal. Esta prevención generalmente se produce al momento de
ingresar la demanda o solicitud al tribunal respectivo, sin embargo, esta regla no es absoluta,
pues hay casos en que la demanda se declara inadmisible por no cumplir con los requisitos
legales, caso en el cual, según el profesor ORELLANA, el resto de los tribunales vuelve a
recuperar su competencia y la demanda podrá intentarse ante cualquiera de ellos155.

155
Cabe señalar que la prevención no tiene lugar en la segunda instancia, pues en virtud de la regla del grado o
jerarquía, fijada con arreglo a la ley la competencia de un juez inferior para conocer en primera instancia de un
determinado asunto, queda igualmente fijada la del tribunal superior que debe conocer del mismo asunto en
segunda instancia (art. 111 del COT).
176
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3.5. REGLA DE EJECUCIÓN


En general, la ejecución es un atributo o momento de la jurisdicción que implica la realización
o el cumplimiento de lo resuelto. Ahora bien, la ejecución de lo juzgado es distinta tratándose del
campo civil y penal, es por ello que se analizará esta regla en ambos ámbitos.
a. Ejecución en materia civil
La regla general en esta materia, está consagrada en el art. 113 inc. I del COT, el cual dispone
que la ejecución de las resoluciones corresponde a los tribunales que las hubieren pronunciado en
primera o en única instancia. Esta disposición está en plena concordancia con el art. 231 inc. I del
CPC, el cual agrega que se procederá a ella (a la ejecución) una vez que las resoluciones queden
ejecutoriadas o causen ejecutoria en conformidad a la ley.
La razón de esto, es que estos tribunales indudablemente son los que están mejor dotados
para la ejecución, ya que conocieron y tramitaron el proceso y, por lo mismo, aplicaran los medios
físicos de coacción más adecuados para ejecutar o cumplir la sentencia; la idea es que los tres
momentos de la jurisdicción se concentren en la misma persona del juez. Sin embargo, el mismo art.
113 del COT establece excepciones a esta regla general de la competencia, a saber:
i. El inc. III establece que los tribunales que conozcan de la revisión de las sentencias firmes o de
los recursos de apelación, de casación o de nulidad contra sentencias definitivas penales,
ejecutarán los fallos que dicten para su sustanciación. En el mismo sentido se pronuncia el art.
231 inc. II del CPC, al señalar que los tribunales que conozcan de los recursos de apelación,
casación o revisión, ejecutarán los fallos que dicten para la substanciación de dichos recursos;
luego, el inc. IV agrega que estos tribunales podrán también decretar el pago de las costas
adeudadas a los funcionarios que hubieren intervenido en su tramitación, reservando el de las
demás costas para que sea decretado por el tribunal de primera instancia.
Si bien, los tribunales que conozcan de estos recursos están facultados (y deben así hacerlo)
para ejecutar los fallos que dicten (autos y decretos) para la sustanciación de dichos arbitrios, no
pueden ejecutar las sentencias definitivas o interlocutorias, ya que su cumplimiento sólo se puede
solicitar al tribunal que la pronunció en primera o única instancia.
ii. Por otro lado, el art. 114 del COT, a propósito de la ejecución de una sentencia definitiva, señala
que siempre que la ejecución de una sentencia definitiva hiciere necesaria la iniciación de un
nuevo juicio, podrá éste deducirse ante el tribunal que menciona el inc. I del artículo precedente
(los tribunales que hayan pronunciado la sentencia definitiva en primera o en única instancia) o
ante el que sea competente en conformidad a los principios generales establecidos por la ley, a
elección de la parte que hubiere obtenido en el pleito. Como se puede apreciar, el precepto
permite al demandante victorioso en un juicio declarativo iniciar la ejecución, y para ello existen
dos procedimientos: la ejecución incidental, la cual se debe pedir al tribunal que dictó la
sentencia dentro de un año contado desde que la sentencia quedó firme o ejecutoriada; pero si
transcurre ese plazo, la otra opción es iniciar un juicio ejecutivo (ejecución principal), donde se
tiene, a su vez, dos opciones para iniciarlo: ante el juez de primera o única instancia, o ante el
juez competente de acuerdo a las reglas generales.
Por lo tanto, la excepción se da cuando el que obtiene la sentencia a su favor, elige demandar
ante el tribunal competente de acuerdo a los principios generales establecidos por la ley. Por

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ejemplo, se ha seguido un juicio declarativo de cobro de rentas de arrendamiento por $ 30.000


ante un juzgado de letras; luego, la sentencia definitiva sólo manda a pagar $10.000, y existe un
juzgado de policía local en dicha comuna; el actor victorioso podrá hacer cumplir esa sentencia,
ya ante el tribunal de letras que conoció del juicio declarativo, ya ante el juzgado de policía local.
b. Ejecución en materia penal
En materia penal, la regla general está en el art. 113 inc. II del COT que dice expresamente
que la ejecución de las sentencias penales y de las medidas de seguridad previstas en la ley procesal
penal será de competencia del JG que hubiere intervenido en el respectivo procedimiento penal. Esta
regla también tiene excepciones, a saber:
i. De acuerdo al art. 113 inc. III del COT, los mismos tribunales que conocen del recurso de
nulidad en materia penal, están facultados para ejecutar los fallos que dicten para la
sustanciación de dicho recurso.

ii. Y, por otro lado, el art. 171 inc. final COT señala que será competente para conocer de la
ejecución de la decisión civil de las sentencias definitivas dictadas por los jueces con
competencia penal (a propósito de las pretensiones restitutorias e indemnizatorias), el tribunal
civil mencionado en el inciso anterior (el tribunal civil que fuere competente de acuerdo a las
reglas generales). Ahora bien, de acuerdo al art. 472 del CPP, en el cumplimiento de la decisión
civil de la sentencia, regirán las disposiciones sobre ejecución de las resoluciones judiciales
que establece el CPC; esto implica que el único procedimiento aplicable para la ejecución de
esta sentencia, es el juicio ejecutivo por obligación de dar, pues no cabe aplicar el
procedimiento incidental, porque sólo es procedente cuando se solicita ante el tribunal que
dictó la sentencia.

4. REGLAS DE DISTRIBUCIÓN DE CASUSAS

a. Concepto
Una vez que se aplican las reglas de competencia absoluta y relativa, puede que existan dos
o más tribunales que ejerzan igual competencia en el mismo territorio jurisdiccional. Al respecto, el
legislador establece reglas para distribuir los asuntos entre los diversos tribunales competentes, las
cuales pueden definirse como aquellas que indican cuál es el tribunal preciso, de los competentes en
virtud de las reglas de competencia absoluta y relativa, que va a conocer del asunto.
b. Naturaleza jurídica
En cuanto a su naturaleza jurídica, no existe en este tema unanimidad en la doctrina. Al
respecto, el profesor FORTTES sigue la postura mayoritaria, al señalar que las reglas de distribución
de causas no son normas de competencia, sino meras reglas de carácter económico cuyo fin es hacer
el reparto del trabajo judicial entre los tribunales de un mismo territorio jurisdiccional. En el mismo
sentido, la jurisprudencia ha calificado a estas normas como meras expresiones del ejercicio de las
facultades económicas de los tribunales de justicia. En el terreno práctico, esta calificación ha llevado
a que la infracción de estas normas no permita fundar una excepción de incompetencia, ni promover
un incidente de nulidad de todo lo obrado.

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Por otro lado, también hay quienes señalan que estas normas son verdaderas reglas de
competencia, de lo cual deriva que, al no ser respetadas, se produce una situación de incompetencia
y, por ende, podría ser nulo todo lo obrado ante el juez incompetente. Según esta postura, son reglas
de competencia relativa, por ende, podrían ser modificadas por las partes.
Esto última lleva a la pregunta de si ¿las reglas de distribución de causas son normas de orden
público o de interés privado? Esto es importante, porque en el primer caso puede solicitarse la nulidad
de todo lo obrado, y aun el propio tribunal de oficio puede declararse absolutamente incompetente; y
en el segundo caso, no habría tal posibilidad, a lo sumo, la parte podría reclamar la incompetencia
relativa, y si nada dijere, se produciría la prórroga de la competencia. Al respecto, el profesor
CASARINO señala que se trata de normas de orden público, pues han sido establecidas con el objeto
de conseguir una mejor administración de justicia, mediante una justa y equitativa distribución del
trabajo judicial entre los distintos tribunales de igual jurisdicción y localidad; y así también han
entendido este problema los jueces en la práctica, pues siempre que se les presentan demandas
civiles que no les corresponde conocer, se abstienen de tramitarlas, ordenando que se las interponga
ante el tribunal que corresponda.
c. Sistema de distribución de causas en materia civil
Conforme a lo dispuesto en el artículo 175 del COT, en las comunas o agrupaciones de
comunas en donde hubiere más de un juez de letras, deberá presentarse ante la secretaría del Primer
juzgado de Letras toda demanda o gestión judicial que se iniciare y que deba conocer alguno de
dichos jueces, a fin de que se designe a aquel de ellos que lo hará.
Además, se aplican a los JL que estén situados en ciudades que son asiento de CA (por
ejemplo, los JL de Valparaíso) o a aquellos JL que por ficción se consideran asiento de Corte (por
ejemplo, los JL de Viña del Mar). En este sentido el art. 176 del COT señala que en los lugares de
asiento de Corte en que hubiere más de un juez de letras en lo civil, deberá presentarse a la secretaría
de la Corte toda demanda o gestión judicial que se iniciare y que deba conocer alguno de dichos
jueces, a fin de que se designe el juez a quien corresponda su conocimiento. Agrega el inc. II esta
designación se hará por el presidente del tribunal, previa cuenta dada por el secretario, asignando
a cada causa un número de orden, según su naturaleza, y dejando constancia de ella en un libro
llevado al efecto que no podrá ser examinado sin orden del tribunal156.
A su vez, se someten a estas reglas aquellos jueces que ejercen sus facultades para el
conocimiento de asuntos que tienen por objeto dar cumplimiento a resoluciones o decretos de otros
juzgados o tribunales y asuntos de jurisdicción voluntaria, en conformidad a lo dispuesto en el art.
179 del COT.
Existen ciertas excepciones a esta regla, es decir, asuntos en que se exime de la distribución de causas,
pudiendo llevarse directamente el asunto ante un tribunal por la sola disposición de la ley. Tales casos
son:
- Conforme al art. 178 del COT, no obstante lo dispuesto en el art. 176 (sistema de distribución
de causas), serán de la competencia del juez que hubiere sido designado anteriormente, las
demandas en juicios que se hayan iniciado por medidas prejudiciales, por medidas

156
Se han dictado por las CA de nuestro país diversos autoacordados que regulan la distribución de
causas, señalándose que se procederá a través de una oficina especial de distribución de causas computacionales.
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preparatorias de la vía ejecutiva o mediante la notificación previa ordenada por el art. 758 del
CPC (acción de desposeimiento contra terceros poseedores de la finca hipotecada).
- La segunda parte del art. 178 del COT señala que también están exentas del sistema de
distribución de causas todas las gestiones que se susciten con motivo de un juicio ya iniciado
y aquellas a que dé lugar el cumplimiento de una sentencia (las que conoce y ejecuta el
tribunal que las pronunció en primera o única instancia), fuera del caso previsto en la parte
final del art. 114 (la parte que ha vencido en el juicio puede optar entre ese tribunal o el que
sea competente de acuerdo a las reglas generales).

d. Sistema de distribución de causas en materia penal


En este ámbito el art. 175 inc. III del COT señala que lo dispuesto en este artículo no se
aplicará a los JG ni a los TJOP, que se regirán por las normas especiales que los regulan. Ahora
bien, estas reglas especiales son diferentes según se trate de delitos cometidos dentro del territorio de
la República o de delitos cometidos fuera del mismo.
En lo que dice relación con los delitos cometidos dentro del territorio de la República, el art.
15 del COT, a propósito de los JG, señala que la distribución de las causas entre los jueces de los JG
se realizará de acuerdo a un procedimiento objetivo y general, que deberá ser anualmente aprobado
por el comité de jueces del juzgado a propuesta del juez presidente, o sólo por este último, según
corresponda; y a propósito de los TJOP, el art. 17 inc. final del COT dice que la distribución de las
causas entre las diversas salas se hará de acuerdo a un procedimiento objetivo y general que deberá
ser anualmente aprobado por el comité de jueces del tribunal, a propuesta del juez presidente.
Tratándose de delitos cometidos fuera del territorio nacional , hay que tener presente el
art.167 del COT, que señala que las competencias propias de los JG y de los TJOP respecto de los
delitos perpetrados fuera del territorio nacional que fueren de conocimiento de los tribunales chilenos
serán ejercidas, respectivamente, por los Tribunales de Garantía y Orales en lo Penal de la jurisdicción
de la CA de Santiago, conforme al turno que dicho tribunal fije a través de un auto acordado.
C. CUESTIONES Y CONTIENDAS DE COMPETENCIA

1. CONSIDERACIONES PREVIAS
Como ya se ha señalado, las reglas de competencia son aquellas disposiciones legales que
indican qué tribunal preciso tiene atribución o facultad para conocer de un determinado negocio
judicial. Sin embargo, puede suceder que el tribunal llamado a intervenir en un asunto o las partes
interesadas en el mismo, estimen que ese tribunal carece de competencia para conocer de él. Se
plantea de este modo un problema de competencia que, cuando es promovido por las partes, recibe el
nombre de cuestión de competencia, y cuando se suscita entre dos o más tribunales, se llama
contienda de competencia.
Este es un tema que se vincula con el límite interno de la jurisdicción, es decir, con la
competencia que a cada órgano jurisdiccional le ha sido entregada.
2. LAS CUESTIONES DE COMPETENCIA – INCIDENTE ESPECIAL
La cuestión de competencia es aquel incidente o incidencia formulada por las partes acerca
de la falta de atribuciones del tribunal requerido para conocer de un determinado asunto judicial; es

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decir, las partes denuncian que el tribunal no es competente. Desde el punto de vista procesal, las
cuestiones de competencia son verdaderos incidentes especiales que se suscitan en el curso del pleito,
esto es, cuestiones accesorias al asunto principal que requieren de especial pronunciamiento del
tribunal y cuya tramitación también está sujeta a reglas especiales. En efecto, los arts. 101 a 112 del
CPC, a propósito de los incidentes especiales, regulan su tramitación, y en ellos el legislador establece
dos caminos o vías para que las partes puedan formular una cuestión de competencia; pues, de acuerdo
al art. 101 del CPC, podrán las partes promover cuestiones de competencia por inhibitoria o por
declinatoria. Las que hayan optado por uno de estos medios, no podrán después abandonarlo
para recurrir al otro. Tampoco podrán emplearse los dos simultánea ni sucesivamente.
a. Cuestión de competencia por inhibitoria
De acuerdo al art. 102 del CPC, es aquella que se intenta ante el tribunal a quien se crea
competente, pidiéndole que se dirija al que esté conociendo del negocio para que se inhiba y le remita
los autos. El profesor ALFARO señala que esta cuestión de competencia es la más compleja, pues
involucra a dos tribunales: el tribunal a quien se cree competente (tribunal requirente) y el tribunal
que está actualmente conociendo del negocio (tribunal requerido).
Ahora bien, de acuerdo al art. 104 del CPC, si el tribunal (requeriente) accede (da lugar a la solicitud
de inhibición y, por ende, señala que es competente), dirigirá al que esté conociendo del negocio
(tribunal requerido) la correspondiente comunicación, con inserción de la solicitud de la parte y de
los demás documentos que estime necesario para fundar su competencia. Luego, conforme al art.
105 del CPC, recibida la comunicación, el tribunal requerido oirá a la parte que ante él litigue, y
con lo que ella exponga y el mérito que arrojen los documentos que presente o que el tribunal mande
agregar de oficio, accederá a la inhibición o negará lugar a ella. Ahora, de acuerdo al art. 106 del
CPC, si el tribunal requerido accede a la inhibición y esta sentencia queda ejecutoriada, remitirá los
autos al requeriente. Si la deniega, se pondrá lo resuelto en conocimiento del otro tribunal, y cada
uno, con citación de la parte que gestione ante él, remitirá los autos al tribunal a quien corresponda
resolver la contienda; es decir, si la deniega se dará lugar a una contienda de competencia.
Por último, conforme al art. 107 del CPC, son apelables solamente la resolución que niega lugar a
la solicitud de inhibición a que se refiere el art. 102 y la que pronuncie el tribunal requerido
accediendo a la inhibición. Agrega el art. 108 que las apelaciones de que trata el artículo anterior
se llevarán ante el tribunal a quien correspondería conocer de la contienda de competencia; pero
cuando los tribunales dependan de diversos superiores, iguales en jerarquía, conocerá de la
apelación el superior del tribunal que haya dictado la sentencia apelada.
b. Cuestión de competencia por declinatoria
Conforme al art. 111 del CPC, es aquella que se propone ante el tribunal a quien se cree
incompetente para conocer de un negocio que le esté sometido, indicándole cuál es el que se estima
competente y pidiéndole se abstenga de dicho conocimiento. A diferencia del caso anterior, en la
tramitación de esta cuestión interviene un sólo tribunal, y de acuerdo a la segunda parte del art. 111
del CPC, su tramitación se sujetará a las reglas establecidas para los incidentes; es decir, conforme
a las reglas de los incidentes en general.
Ahora bien, de acuerdo al art. 112 del CPC, mientras se halle pendiente el incidente de
competencia (tanto por inhibitoria y declinatoria), se suspenderá el curso de la causa principal; pero
el tribunal que esté conociendo de ella podrá librar aquellas providencias que tengan el carácter de
181
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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urgentes. Agrega el inc. II que la apelación de la resolución que desecha la declinatoria de


jurisdicción (más bien dicho de competencia) se concederá sólo en el efecto devolutivo.
3. CONTIENDAS DE COMPETENCIA

a. Concepto
La contienda de competencia es aquel conflicto suscitado entre dos o más tribunales cuando
estiman que todos ellos tienen competencia para conocer de un determinado asunto judicial o que
ninguno de ellos la posee. De acuerdo a la definición, las contiendas de competencia admiten una
doble clasificación:
i. Atendiendo al contenido de la contienda, pueden clasificarse en positivas (cuando estiman
que tienen competencia) o negativas (cuando estiman que no la poseen).

ii. Según los tribunales en contienda, éstas se clasifican en contiendas de competencia entre
tribunales ordinarios; contiendas de competencia entre tribunales especiales; entre tribunales
especiales y tribunales ordinarios; y contiendas de competencia entre autoridades políticas
o administrativas y tribunales de justicia.

b. Origen de la contienda
Una contienda de competencia puede tener su origen en una declaración de oficio de
incompetencia del tribunal, o en una cuestión de competencia por inhibitoria formulada por las partes.
i. De oficio por el tribunal. Los tribunales están facultados para declarar de oficio su
incompetencia en los casos siguientes: cuando sea incompetente para conocer de un asunto
en razón del fuero, de la materia o de la cuantía, esto es, cuando sea absolutamente
incompetente; y cuando sea incompetente para conocer de un asunto judicial no contencioso
o de un asunto penal, en razón del territorio, esto es, cuando no proceda la prórroga de
competencia.

ii. Por las partes. La contienda de competencia también se puede originar cuando las partes
formulan una cuestión de competencia por vía inhibitoria, y los tribunales cuya competencia
se ha puesto en duda se estiman competentes, o bien, estiman que ninguno tiene facultad para
conocer del negocio principal.
En todo caso, sea cual fuere la forma u origen de la contienda de competencia, el hecho es
que, en definitiva, algún tribunal tendrá que conocer el asunto pendiente, y de allí que la ley haya
tenido que contemplar el establecimiento de tribunales que vengan a resolver la contienda de
competencia planteada.
c. Tribunales competentes para resolver de las contiendas
Aquí entra en juego la clasificación de las contiendas de competencia según la naturaleza de
los tribunales en conflicto. En efecto:
i. Si la contienda de competencia es entre tribunales ordinarios, es necesario distinguir:

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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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- Si los tribunales en conflicto tienen un superior común, de acuerdo al art. 190 inc. I del
COT, la contienda de competencia será resuelta por el tribunal que sea superior común
de los que estén en conflicto. Por ejemplo, si el conflicto se presenta entre un JL de
Valparaíso y un JL de Quilpué, resuelve el conflicto la CA de Valparaíso.

- Ahora, si los tribunales fueren de distinta jerarquía, será competente para resolver la
contienda el superior de aquel que tenga jerarquía más alta (art. 190 inc. II COT). Por
ejemplo, si el conflicto se produce entre un JL de Valparaíso y la CA de Valparaíso;
resuelve el conflicto la CS por ser el superior jerárquico de la CA.

- Por último, si los tribunales en conflicto dependieren de diversos superiores, iguales en


jerarquía, resolverá la contienda el que sea superior del tribunal que hubiere prevenido
en el conocimiento del asunto. Por ejemplo, si hay un conflicto entre un JL de Valparaíso
y un JL de Santiago, debe resolver el conflicto la CA de Valparaíso si el tribunal de
Valparaíso hubiere prevenido primero en el asunto.

ii. Si la contienda de competencia es entre tribunales especiales o entre éstos y tribunales


ordinarios, también hay que distinguir: pues si los tribunales en conflicto dependen de una
misma CA, la contienda de competencia será resuelta por esta Corte (art. 191 inc. I del COT);
y si dependieren de diversas CA, resolverá la contienda la que sea superior jerárquico del
tribunal que hubiere prevenido en el conocimiento del asunto (art. 191 inc. II del COT). Por
último, si no pudieren aplicarse las reglas precedentes, resolverá la contienda la Corte Suprema
(art. 191 inc. III del COT).

iii. Por último, en las contiendas de competencia entre autoridades políticas o administrativas y
tribunales de justicia, también se debe distinguir: pues si se trata de una contienda de
competencia entre autoridades políticas o administrativas y tribunales superiores de justicia,
ésta debe ser resuelta por el Senado (por ejemplo, una contienda entre el Intendente de la
Región con la CA de Valparaíso); y si la contienda de competencia se suscita entre autoridades
políticas o administrativas y tribunales inferiores de justicia, debe ser resuelta por el Tribunal
Constitucional (por ejemplo, el Director Regional del SII con el JL de Valparaíso)157.

Art. 53. Son atribuciones exclusivas del Senado:


3. Conocer de las contiendas de competencia que se susciten entre las autoridades políticas
o administrativas y los tribunales superiores de justicia.

Art. 93. Son atribuciones del Tribunal Constitucional:


12. Resolver las contiendas de competencia que se susciten entre las autoridades políticas o
administrativas y los tribunales de justicia, que no correspondan al Senado.

157
¿Quién resuelve el conflicto entre las autoridades políticas o administrativas y los tribunales especiales?
Según algunos, esto no tiene solución en la ley, pues el legislador no ha indicado concretamente el tribunal
llamado a resolver la contienda. No obstante, siguiendo al profesor CASARINO, la contienda debería resolverla
la CS o el Senado, según si el tribunal especial en conflicto es inferior o superior; esto en atención a los términos
amplios que emplean los arts. 53 Nº 3 y 93 Nº 12 de la CPR, pues al referirse a los “tribunales de justicia”, no
distinguen si se trata de tribunales ordinarios o de especiales.
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Por último, en conformidad con el art. 192 del COT, las contiendas de competencia serán
falladas en única instancia, por tanto, dicho fallo no será susceptible de recurso de apelación. Y de
acuerdo al inc. final del art. 190 del COT, los jueces árbitros de primera, de segunda o de única
instancia tendrán por superior, para los efectos de este artículo, a la respectiva CA.
D. IMPLICANCIAS Y RECUSACIONES

1. CONCEPTO
Un juez que es competente en razón de las normas estudiadas puede dejar de serlo por
afectarle una implicancia o recusación, esto es, causas legales que pueden originar la inhabilidad de
un juez para conocer de un determinado asunto, en razón de carecer de la imparcialidad necesaria
para intervenir en él. En efecto, el art. 194 del COT señala que los jueces pueden perder su
competencia para conocer determinados negocios por implicancia o por recusación declaradas, en
caso necesario, en virtud de causas legales.
Algunos llaman a estas causas legales, genéricamente, causales de inhabilidad; otros hablan
de incompetencia sobreviniente, y otros, simplemente, de implicancias y recusaciones. Ahora bien,
el fundamento de estas causales es mantener entre las partes litigantes una perfecta igualdad frente al
juez, pues si éste no mantiene esa igualdad, significa que carecería de imparcialidad, es decir, su fallo
se inclinará a favor de una parte y en desmedro de la otra por razones ajenas a las normas legales
llamadas a resolver el conflicto jurídico ante él planteado (este tema se relaciona con la independencia
del juez).
Ahora bien, en virtud del principio de inexcusabilidad, una vez declarada la incompetencia
de un juez por una implicancia o recusación legalmente comprobada, se debe producir el reemplazo
del juez por otro a quien no le afecten estas causales de inhabilidad, lo cual se efectúa conforme a las
reglas de subrogación e integración, con el objeto de no paralizar la tramitación y resolución del
proceso.
2. DIFERENCIAS ENTRE IMPLICANCIAS Y RECUSACIONES

i. En cuanto a su gravedad, las implicancias son más graves, pues el grado de compromiso del
juez es mayor (normalmente las causales dicen relación con grados de parentescos más
cercanos), e incluso su no declaración puede llegar a constituir delito de prevaricación; en
efecto, de acuerdo al art. 224 Nº 7, contemplado en el Párrafo IV (“Prevaricación”) del Título
V del CP (“De los crímenes y simples delitos cometidos por empleados públicos en el
desempeño de su cargo”), sufrirán las penas de inhabilitación absoluta temporal para cargos
y oficios públicos en cualquiera de sus grados y la de presidio o reclusión menores en sus
grados mínimos a medios: cuando con manifiesta implicancia, que les sea conocida y sin
haberla hecho saber previamente a las partes, fallaren en causa criminal o civil. Las
recusaciones, en cambio, son de menor gravedad, pues el grado de compromiso del juez es
menor, y si éste conoce y falla un pleito estando legalmente recusado, no comete un delito,
sin perjuicio de recibir sanciones disciplinarias.

ii. Según el impulso o iniciativa para su declaración, el art. 199 inc. I del COT, establece que
los jueces que se consideren comprendidos en alguna de las causas legales de implicancia o
recusación, deberán tan pronto como tengan noticia de ello, hacerlo constar en el proceso

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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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declarándose inhabilitados para continuar funcionando, o pidiendo se haga esta declaración


por el tribunal de que formen parte. Es decir, la primera obligación que surge, sea que se trate
de una recusación o implicancia, es dejar constancia en el proceso de tal situación.
Ahora, en el caso de las implicancias, el art. 200 inc. I del COT señala que la implicancia de
los jueces puede y debe ser declarada de oficio o a petición de parte (según el profesor
ALFARO sólo la parte afectada, porque la otra resulta favorecida); si va a ser declarada de
oficio por un tribunal unipersonal, conforme al art. 199 inc. I del COT, el mismo juez debe
declararse inhabilitado para continuar funcionando, y si se trata de un juez que forma parte
de un tribunal colegiado, éste debe pedir que se haga tal declaración por el tribunal de que
forme parte. Ahora, si el juez o el tribunal no hace tal declaración de oficio, sea porque no
sabe o porque no quiso, las partes pueden solicitar la declaración, caso en el cual, se produce
un incidente al respecto.
En el caso de la recusación, hay que distinguir: pues si la causal afecta a un tribunal
unipersonal, de acuerdo al art. 199 inc. I del COT, tan pronto tenga conocimiento de ella,
debe dejar constancia en el proceso y, por regla general, declararse inhabilitado de oficio;
salvo que se trate de un juez de un tribunal unipersonal que sea parte o tenga interés en el
pleito de una SA de la cual es accionista, caso en el cual, se requiere un reclamo previo de la
parte a quien presumiblemente afecta la causal de recusación. En cambio, tratándose de
tribunales colegiados, el Ministro sólo debe dejar constancia de ella en el expediente, y no
puede declarase de oficio inhabilitado, pues la ley requiere una solicitud previa de la persona
a quien afecte la causal. En efecto, de acuerdo al art. 199 inc. II del COT, se necesitará de
solicitud previa para declarar la inhabilidad de los jueces de la CS y de las CA, fundada en
cualquiera de las causales de recusación y la de los demás jueces producida por el hecho de
ser parte o tener interés en el pleito una sociedad anónima de que éstos sean accionistas, sin
perjuicio en uno y otro caso de que se haga constar en el proceso la existencia de la causal; a
su vez, el art. 200 inc. II del COT señala que la recusación sólo podrá entablarse por la parte
a quien, según la presunción de la ley, puede perjudicar la falta de imparcialidad que se
supone en el juez. Ahora, si el juez no deja constancia de la recusación (tribunal colegiado)
o no la declara de oficio (tribunal unipersonal), se puede generar un incidente especial por la
parte a quien presumiblemente perjudica la imparcialidad.

iii. En cuanto a su conocimiento y fallo, el art. 202 del COT señala que de la implicancia de
jueces que sirven en tribunales unipersonales, conocerán ellos mismos (la razón es que el
mismo juez está obligado a declararse implicado, de lo contrario, cometería el delito de
prevaricación); y de la implicancia de jueces que sirven en tribunales colegiados conocerá el
mismo tribunal con exclusión del miembro o miembros de cuya implicancia se trata (art. 203
del COT). La recusación, en cambio, es conocida y resuelta por el superior del juez que se
trata de inhabilitar (la razón de esto, es que la recusación es algo más sutil y discutible); en
efecto, el art. 204 del COT señala que de la recusación de un JL conocerá la CA. De la de
uno a más miembros de una CA conocerá la CS. De la de uno o más miembros de la CS
conocerá la CA de Santiago. De la de un juez árbitro conocerá el juez ordinario del lugar
donde se sigue el juicio.

iv. En relación a su renunciabilidad, como la implicancia puede y debe ser declarada de oficio
por el juez, o por cualquiera de las partes, es irrenunciable, pues se trata de una norma de
orden público. En cambio, la recusación está establecida sólo en el interés de la parte a quien
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podría perjudicar la falta de imparcialidad del juez, por tanto, puede ser renunciada por el
afectado (sólo aquella que dice relación con los ministros de la CS y CA), y la única
obligación que tiene el juez, es hacer constar en el proceso de la posible recusación, y la parte
tiene un plazo de cinco días para deducir formalmente la recusación, y si no lo hace, se
entiende renunciada.

v. En cuanto a su fundamentación, las implicancias siempre deben estar motivadas, es decir, es


necesario que concurra en el juez una causal de implicancia; en el caso de las recusaciones,
por regla general, también es necesario expresar la causal, sin embargo, sólo basta con oponer
la recusación, tratándose de abogados integrantes y receptores.

vi. Por último, en cuanto a sus efectos, la implicancia una vez declarada, anula todo lo obrado
por el juez implicado; la recusación en cambio, sólo produce efectos a futuro, es decir, no
tiene la virtud de anular todo lo obrado.

3. FUNCIONARIOS QUE PUEDEN SER INHABILITADOS


Los legitimados pasivos de las recusaciones e implicancias son:
i. Los jueces de tribunales unipersonales, y los ministros de tribunales colegiados.

ii. Los abogados integrantes. En efecto, conforme al art. 198 inc. I del COT, además de las
causales de implicancia o recusación de los jueces, que serán aplicables a los abogados
llamados a integrar la CS o las CA, será causal de recusación respecto de ellos la circunstancia
de patrocinar negocios en que se ventile la misma cuestión que debe resolver el tribunal (es
una causal adicional). Agrega el inc. II que los abogados o procuradores de las partes podrán
(no así las partes litigantes), por medio del relator de la causa, recusar sin expresión de causa
a uno de los abogados de la lista, no pudiendo ejercer este derecho sino respecto de dos
miembros aunque sea mayor el número de las partes litigantes. Esta recusación deberá
hacerse antes de comenzar la audiencia en que va a verse la causa, cuando se trate de abogados
que hayan figurado en el acta de instalación del respectivo tribunal, o en el momento de la
notificación a que se refiere el art. 166 del CPC en los demás casos (antes de comenzar la
vista, el Relator o Secretario pondrá en conocimiento de las partes o de sus abogados el
nombre de los integrantes). Finaliza el inc. III señalando que para recusar a un abogado
integrante de la CS deberá pagarse en estampillas un impuesto de 6.000 pesos, y para
recusar a un abogado integrante de la CA, uno de 4.500 pesos158.

iii. Los funcionarios auxiliares de la administración de justicia.

iv. Los jueces árbitros, los partidores de bienes, y los actuarios de los juicios arbitrales.

v. Los peritos, cualquiera sea la naturaleza del negocio en que ellos intervengan.

158
Este es uno de los pocos casos en que se paga impuesto, el otro caso es el derecho de suspensión de vista
de la causa sin motivo.
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4. CAUSALES DE INHABILIDAD
Las causales de implicancia se encuentran enunciadas en el art. 195 del COT, y las causales
de recusación, en el art. 196 del mismo Código.
Art. 195. Son causas de implicancia:
1. Ser el juez parte en el pleito o tener en él interés personal, salvo lo dispuesto en el número 18 del
artículo siguiente (ser accionista de una SA en pleito);
2. Ser el juez consorte o pariente consanguíneo legítimo en cualquiera de los grados de la línea recta y en
la colateral hasta el segundo grado inclusive, o ser padre o hijo natural o adoptivo de alguna de las partes o de
sus representantes legales;
3. Ser el juez tutor o curador de alguna de las partes, o ser albacea de alguna sucesión, o síndico de alguna
quiebra, o administrador de algún establecimiento, o representante de alguna persona jurídica que figure como
parte en el juicio;
4. Ser el juez ascendiente o descendiente legítimo, padre o hijo natural o adoptivo del abogado de alguna
de las partes;
5. Haber sido el juez abogado o apoderado de alguna de las partes en la causa actualmente sometida a su
conocimiento o haber intervenido en ella como mediador.
6. Tener el juez, su consorte, ascendientes o descendientes legítimos, padres o hijos naturales o adoptivos,
causa pendiente en que deba fallar como juez alguna de las partes;
7. Tener el juez, su consorte, ascendientes o descendientes legítimos, padres o hijos naturales o adoptivos,
causa pendiente en que se ventile la misma cuestión que el juez debe fallar;
8. Haber el juez manifestado su dictamen sobre la cuestión pendiente con conocimiento de los
antecedentes necesarios para pronunciar sentencia (opinión anticipada), y
9. Ser el juez, su consorte, o alguno de sus ascendientes o descendientes legítimos, padres o hijos
naturales o adoptivos, heredero instituido en testamento por alguna de las partes.
Lo dicho en este artículo es sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 1324 (valdrá el nombramiento de partidor
que haya hecho el difunto, aunque la persona nombrada esté comprendida en alguna de las causales de
implicancia o recusación que establece el COT), y en los incs. III y IV del art. 1325 del CC (los partidores
nombrados por los coasignatarios no pueden ser inhabilitados sino por causas de implicancia o recusación que
hayan sobrevenido a su nombramiento).
Respecto de los jueces con competencia criminal, son causas de implicancia, además, las siguientes:
1. Haber intervenido con anterioridad en el procedimiento como fiscal o defensor;
2. Haber formulado acusación como fiscal, o haber asumido la defensa, en otro procedimiento seguido
contra el mismo imputado, y
3. Haber actuado el miembro del TJOP como juez de garantía en el mismo procedimiento.

Art. 196. Son causas de recusación:


1. Ser el juez pariente consanguíneo simplemente ilegítimo en toda la línea recta y en la colateral hasta
el cuarto grado inclusive, o consanguíneo legítimo en la línea colateral desde el tercero hasta el cuarto grado
inclusive, o afín hasta el segundo grado también inclusive, de alguna de las partes o de sus representantes legales
(se agrega el parentesco por afinidad);
2. Ser el juez ascendiente o descendiente ilegítimo, hermano o cuñado legítimo o natural del abogado de
alguna de las partes;
3. Tener el juez superior alguno de los parentescos designados en el inciso precedente o en el número 4°
del art. 195, con el juez inferior que hubiere pronunciado la sentencia que se trata de confirmar o revocar;
4. Ser alguna de las partes sirviente, paniaguado o dependiente asalariado del juez, o viceversa;
5. Ser el juez deudor o acreedor de alguna de las partes o de su abogado; o serlo su consorte o alguno de
sus ascendientes, descendientes o parientes colaterales dentro del segundo grado. Sin embargo, no tendrá
aplicación la causal del presente número si una de las partes fuere alguna de las instituciones de previsión
fiscalizadas por la Superintendencia de Seguridad Social, la Asociación Nacional de Ahorro y Préstamo, o uno

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de los Servicios de Vivienda y Urbanización, a menos que estas instituciones u organismos ejerciten
actualmente cualquier acción judicial contra el juez o contra alguna otra de las personas señaladas o viceversa.
6. Tener alguno de los ascendientes o descendientes simplemente ilegítimos del juez o los parientes
colaterales del mismo dentro del segundo grado, causa pendiente que deba fallar como juez alguna de las partes;
7. Tener alguno de los ascendientes o descendientes simplemente ilegítimos del juez o los parientes
colaterales del mismo dentro del segundo grado, causa pendiente en que se ventile la misma cuestión que el
juez deba fallar;
8. Tener pendientes alguna de las partes pleito civil o criminal con el juez, con su consorte, o con alguno
de sus ascendientes, descendientes o parientes colaterales dentro del segundo grado. Cuando el pleito haya sido
promovido por alguna de las partes, deberá haberlo sido antes de la instancia en que se intenta la recusación;
9. Haber el juez declarado como testigo en la cuestión actualmente sometida a su conocimiento;
10. Haber el juez manifestado de cualquier modo su dictamen sobre la cuestión pendiente, siempre que lo
hubiere hecho con conocimiento de ella (en este caso simplemente con conocimiento pendiente sobre la
cuestión, en cambio, en el caso de las implicancias es con conocimiento “suficiente”, para dictar sentencia);
11. Ser alguno de los ascendientes o descendientes ilegítimos del juez o alguno de sus parientes colaterales
dentro del segundo grado, instituido heredero en testamento por alguna de las partes;
12. Ser alguna de las partes heredero instituido en testamento por el juez;
13. Ser el juez socio colectivo, comanditario o de hecho de alguna de las partes, serlo su consorte o alguno
de los ascendientes o descendientes del mismo juez, o alguno de sus parientes colaterales dentro del segundo
grado;
14. Haber el juez recibido de alguna de las partes un beneficio de importancia, que haga presumir
empeñada su gratitud;
15. Tener el juez con alguna de las partes amistad que se manifieste por actos de estrecha familiaridad;
16. Tener el juez con alguna de las partes enemistad, odio o resentimiento que haga presumir que no se
halla revestido de la debida imparcialidad;
17. Haber el juez recibido, después de comenzado el pleito, dádivas o servicios de alguna de las partes,
cualquiera que sea su valor o importancia, y
18. Ser parte o tener interés en el pleito una sociedad anónima de que el juez sea accionista.
No obstante lo dispuesto en el inciso precedente, no constituirá causal de recusación la circunstancia de que una
de las partes fuere una sociedad anónima abierta.
Lo prevenido en el inciso anterior no regirá cuando concurra la causal señalada en el N° 8 de este artículo.
Tampoco regirá cuando el juez, por si solo o en conjunto con algunas de las personas indicadas en el numerando
octavo, fuere dueño de más del diez por ciento del capital social. En estos dos casos existirá causal de
recusación.

5. TRAMITACIÓN
Desde el punto de vista procesal, las implicancias y recusaciones son verdaderos incidentes
especiales que se suscitan en el curso del pleito, esto es, cuestiones accesorias al asunto principal que
requieren de especial pronunciamiento del tribunal y cuya tramitación también está sujeta a reglas
especiales. En efecto, los arts. 113 a 128 del CPC, a propósito de los incidentes especiales, regulan
su tramitación, y en ellos el legislador tomó una serie de resguardos o garantías para evitar que los
litigantes abusen de estas causales de inhabilidad, usándolas como manera de entorpecer la marcha
normal de los juicios.
i. Momento para deducirla. Conforme al art. 114 del CPC la declaración de implicancia o de
recusación cuando haya de fundarse en causa legal, deberá pedirse antes de toda gestión
que ataña al fondo del negocio, o antes de que comience a actuar la persona contra quien se
dirige, siempre que la causal alegada exista y sea conocida por la parte. Agrega el inc. II
que si la causa es posterior o no ha llegado a conocimiento de la parte, deberá proponerla

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tan pronto como tenga noticia de ella. No justificándose esta última circunstancia, será
desechada la solicitud, a menos que se trate de una implicancia. En este caso, podrá el
tribunal imponer a la parte que maliciosamente haya retardado el reclamo de la implicancia
una multa que no exceda de un sueldo vital.
Ahora bien, de acuerdo al art. 125 del CPC, producida alguna de las situaciones previstas en
el art. 199 del COT respecto de las causales de recusación (los ministros deben Corte hacer
constar su inhabilidad), la parte a quien, según la presunción de la ley, pueda perjudicar la
falta de imparcialidad que se supone en el juez, deberá alegar la inhabilidad
correspondiente dentro del plazo de cinco días contados desde que se le notifique la
declaración respectiva. Si así no lo hiciere, se considerará renunciada la correspondiente
causal de recusación. Durante este plazo, el juez se considerará inhabilitado para conocer
de la causa y se estará a lo dispuesto en el art. 121 de este Código (si el tribunal es
unipersonal, el juez será subrogado, y si es colegiado, continuará funcionando el mismo
tribunal con exclusión del miembro que se intente inhibir, y en ambos casos el juicio sólo se
suspenderá cuando se cite a las partes para oír sentencia).
ii. Pago consignación previa. Al formular el incidente respectivo se exige que se acompañe una
boleta de consignación, o sea, un comprobante de haberse depositado en arcas fiscales cierta
suma de dinero (la suma depende de a quien se pretende inhabilitar, por ejemplo, en un JL es
un cuarto de una UTM), la cual se perderá en caso de que sea rechazada. El art. 118 inc. III
del CPC señala que la consignación se elevará al doble cuando se trate de la segunda
solicitud de inhabilitación deducida por la misma parte, al triple en la tercera y así
sucesivamente.

iii. Ante quién se interpone. De acuerdo al art. 115 del CPC, la implicancia de un juez que se
desempeñe en un tribunal unipersonal se hará valer ante él mismo, expresando la causa legal
en que se apoya y los hechos en que se funda, acompañando u ofreciendo presentar las
pruebas necesarias y pidiéndole se inhiba del conocimiento del negocio. Por su parte, el art.
116 señala que la recusación de los jueces a que se refiere el artículo anterior (de tribunales
unipersonales), y la implicancia y recusación de los miembros de tribunales colegiados se
harán valer, en los términos que indica dicho artículo, ante el tribunal que, según la ley,
deba conocer de estos incidentes. En este sentido, el art. 202 del COT señala que de la
implicancia de jueces que sirven en tribunales unipersonales, conocerán ellos mismos. De la
implicancia de jueces que sirven en tribunales colegiados conocerá el mismo tribunal con
exclusión del miembro o miembros de cuya implicancia se trata; y conforme al art. 203 del
COT, la recusación es conocida y resuelta por el superior del juez que se trata de inhabilitar.

iv. Recusación amistosa. La recusación “amistosa” es una figura procesal que permite a la parte
que quiere recusar a un juez, concurrir ante éste, exponiéndole la causal por la que pretende
recusarlo, y solicitándole que se declare inhabilitado sin más trámite; es decir, no es necesario
que recurra al superior jerárquico del juez que pretende recusar. En efecto, el art. 124 del CPC
señala que antes de pedir la recusación de un juez al tribunal que deba conocer del incidente,
podrá el recusante ocurrir al mismo recusado, si funciona sólo, o el tribunal de que forme
parte, exponiéndole la causa en que la recusación se funda y pidiéndole la declare sin más
trámite. Rechazada esta solicitud, podrá deducirse la recusación ante el tribunal
correspondiente.
189
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v. Examen previo. La solicitud en que se plantea el incidente no se admite a tramitación en todo


caso, pues previamente tiene que ser examinada por el tribunal. En efecto, conforme al art.
119 del CPC, si la causa alegada no es legal, o no la constituyen los hechos en que se funda,
o si éstos no se especifican debidamente, el tribunal desechará desde luego la solicitud.
Agrega el inc. II que en el caso contrario, declarará bastante la causal (esto es, se admite a
tramitación; no significa que se haya acogido, sino solamente que es apta para ser tramitada),
y si los hechos en que se funda constan al tribunal o resultan de los antecedentes
acompañados o que el mismo tribunal de oficio mande agregar, se declarará, sin más
trámite, la implicancia o recusación. Cuando no conste al tribunal o no aparezca de
manifiesto la causa alegada, se procederá en conformidad a las reglas generales de los
incidentes, formándose pieza separada.
Por su parte el art. 120 del CPC señala que una vez aceptada como bastante la causal de
inhabilitación, o declarada ésta con arreglo al inc. II del artículo anterior, se pondrá dicha
declaración en conocimiento del funcionario cuya implicancia o recusación se haya pedido,
para que se abstenga de intervenir en el asunto de que se trata mientras no se resuelva el
incidente.

vi. Subrogación. Debido a que una vez declarada bastante la causal, el juez se debe abstener de
intervenir en el asunto, conforme al art. 121 del CPC, si la inhabilitación se refiere a un juez
de tribunal unipersonal, el que deba subrogarlo conforme a la ley continuará conociendo en
todos los trámites anteriores a la citación para sentencia, y en este estado se suspenderá el
curso del juicio hasta que se declare si ha o no lugar a la inhabilitación; agrega el inc. II que
si ésta se pide para un juez de tribunal colegiado, continuará funcionando el mismo tribunal,
constituido legalmente, con exclusión del miembro o miembros que se intente inhibir, y se
suspenderá el juicio como en el caso anterior.

vii. Fallo. Si se rechaza el incidente, el juez objeto de la implicancia o recusación reasume sus
funciones con todas sus obligaciones legales, entre ellas, la principal que consiste en dictar
sentencia definitiva. Si se acoge el incidente, queda totalmente inhibido del conocimiento del
juicio y deberá dictar sentencia definitiva el subrogante legal. Ahora bien, de acuerdo al art.
205 inc. I del COT y 126 del CPC, las sentencias que se dicten en los incidentes sobre
implicancia o recusación serán inapelables, salvo la que pronuncie el juez de tribunal
unipersonal desechando la implicancia deducida ante él, aceptando la recusación en el caso
del art. 124 (recusación amistosa) o declarándose de oficio inhabilitado por alguna causal de
recusación (siempre y cuando no se trate de un juez que sea parte o tenga interés en el pleito
de una SA de que se accionistas, pues en dicho caso, como se dijo, se requiere solicitud
previa).
De acuerdo al art. 205 inc. II del COT, conocerá de las apelaciones a que se refiere el inciso
anterior el tribunal a quien corresponde o correspondería la segunda instancia del negocio en
que la implicancia o recusación inciden (conoce sólo la CA, pues sólo cabe apelación cuando
un tribunal unipersonal adopta una de esas actitudes). En el caso de un juez árbitro de única
o segunda instancia se entiende, para el efecto de este artículo, como tribunal de alzada la
Corte de Apelaciones respectiva.

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ACCIÓN, PRETENSIÓN Y EXCEPCIÓN

A. LA ACCIÓN

1. CONSIDERACIONES PREVIAS
El Derecho procesal se basa en tres instituciones esenciales: la jurisdicción, la acción y el
proceso. La jurisdicción es el poder-deber que tienen los tribunales de justicia para conocer y
resolver, por medio del proceso y con efecto de cosa juzgada, los conflictos de intereses de relevancia
jurídica que se promuevan en el orden temporal y dentro del territorio de la República.
Para que se ponga en movimiento el ejercicio de la función jurisdiccional, es necesario que se
ejerza por la parte interesada, en obtener la solución del conflicto, una acción; acción que el actor
ejerce para los efectos de obtener la satisfacción de una pretensión. Ahora bien, la acción y la
pretensión se materializan en el acto procesal llamado demanda, escrito que se presenta al tribunal
para que ejerza la función jurisdiccional, función que debe realizarse a través de un proceso; es decir,
el proceso es el instrumento a través del cual se ejerce la función jurisdiccional para satisfacer la
pretensión del actor.
2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y CONCEPTO
A lo largo de la historia han existido diversas teorías que se han postulado acerca de la
naturaleza jurídica de la acción; las cuales también ha incidido en las distintas definiciones que existen
de ésta. Las teorías más importantes son las siguientes:
2.1. TEORÍA MONISTA O CLÁSICA DE LA ACCIÓN (ACCIÓN COMO SINÓNIMO DE DERECHO)
Siguiendo al Derecho romano, los civilistas consideraron, tradicionalmente, que la acción y
el derecho sustantivo o material, eran una misma cosa159. Se llegó a decir que la acción era el derecho
material o sustantivo deducido en juicio; el derecho en movimiento; el derecho elevado a una segunda
potencia; o el derecho “con casco y armado para la guerra”.
Esta teoría se mantuvo en nuestro continente hasta mediados del siglo XX, pues fue
abandonada, principalmente, porque el confundir el derecho de acción con el derecho material violado
genera numerosos equívocos, como por ejemplo, hablar de diversas acciones (en circunstancia de que
la acción es una sola), hablar de falta de acción en vez de falta de derecho, y hablar de la prescripción
de la acción en circunstancias de que lo que prescribe es el derecho o la obligación.

159
En doctrina se suele contraponer el derecho sustantivo o material y el derecho procesal o adjetivo. En
efecto, el derecho sustantivo es aquel que se refiere al conjunto de normas que establecen derechos y
obligaciones para las partes (por ejemplo, el Derecho civil, el Derecho comercial, el Derecho penal etc.), y el
derecho adjetivo es aquel que permite el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de los deberes que se
establecen en el derecho sustantivo (por ejemplo, el Derecho procesal civil). Así, por ejemplo, la norma según
la cual aquél que cause un daño a otro debe repararlo, es una típica norma de derecho sustantivo, porque impone
una obligación jurídica de reparación a favor de la víctima, por parte de aquel que realizo contra ella el hecho
ilícito; ahora bien, para obtener esa indemnización, es necesario cumplir con las normas adjetivas que regulan
los requisitos y formas que se deben cumplir para demandar, el juez competente para conocer de la demanda,
el emplazamiento y citación del demandado, las defensas que puede oponer, como se realizara la actividad
probatoria, los requisitos de la sentencia y los recursos que pueden interponerse contra ella, etc.
191
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Esta concepción, de fondo civilista, fue expuesta por SAVIGNY, luego fue desarrollada por
los tratadistas españoles, y de allí pasó a nuestro Derecho 160. Sin embargo, en adelante, las teorías
elaboradas por la doctrina son de carácter dualistas, es decir, separan el derecho material de la acción;
momento a partir del cual el Derecho procesal adquirió personalidad y se desprendió del viejo tronco
del Derecho civil. Pero una vez admitida la autonomía del derecho material de la acción, la doctrina
perdió unidad y comenzó a dividirse en numerosas orientaciones de las cuales se tratará a
continuación.
2.2. TEORÍA DUALISTA CONCRETA
Esta postura, en lo sustancial, sostiene que la acción sólo compete a los que tienen razón, es
decir, a los que tienen un derecho válido que tutelar. Aquí, la acción ya no es un aspecto del derecho
material, pero no hay acción sin derecho, es decir, la acción sólo existirá en la medida en que
efectivamente hubiere sido lesionado el interés jurídicamente protegido de una persona (en ello
consiste su carácter concreto).
2.3. TEORÍA DUALISTA ABSTRACTA
Esta corriente de pensamiento surgió en contraposición a la anterior, pues para esta postura
tienen acción aquellos que promueven la demanda aun sin tener un derecho válido que tutelar; la
acción, se dice con deliberada exageración, es el derecho de los que tienen razón y aun de los que no
tienen razón. Por lo tanto, para esta concepción abstracta, la acción existe por sí sola, independiente
del derecho material que se reclama.
Esta es la tesis mayoritaria hoy presente en la doctrina, y al respecto han surgido varios
conceptos de acción en torno a ella, a saber:
i. La acción como derecho público subjetivo. CARNELUTTI define a la acción como un derecho
subjetivo procesal, autónomo, abstracto y público para el cumplimiento del proceso (es “un
derecho al juicio”). Señala que la acción tiene una función procesal, pues es el conjunto de
actividades desarrolladas por las partes ante el juez, y que lo colocan en situación de dictar
una sentencia justa, que es la extrema finalidad del proceso; es un derecho autónomo, pues
existe con o sin el derecho material respectivo (su ejercicio es independiente del mismo); es
un derecho abstracto, porque está latente en todo sujeto de derecho, pues toda persona tiene
derecho de accionar; y es un derecho público, porque corresponde a todo sujeto de derecho,
teniendo como sujeto pasivo al órgano jurisdiccional y no al demandado.
El profesor LUHRS sigue esta postura al definir la acción como el derecho natural y subjetivo
público, cuyo sujeto es la persona y cuyo término (sujeto pasivo) es el Estado, mediante el
cual pueden los primeros exigir del segundo el ejercicio de la actividad jurisdiccional. Es un
derecho natural, porque pertenece a toda persona por el hecho de ser tal; es subjetivo porque
corresponde a una facultad o poder de una persona de recurrir al Estado para poner en
movimiento la función jurisdiccional; y es público porque el solicitante se encuentra en un
plano de subordinación respecto del solicitado.

160
En el Código Civil la identificación entre acción y derecho material no puede ser más clara. En efecto, los
arts. 577 y 578 sostienen que de los derechos reales nacen las acciones reales, y de los derechos personales
nacen las acciones personales. Incluso atribuye a la acción una naturaleza mueble o inmueble, según el derecho
que se persiga (art. 580).
192
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ii. La acción como facultad. El profesor CASARINO señala que la acción es la facultad que tiene
toda persona para presentarse ante los tribunales de justicia solicitando, el reconocimiento o
la declaración del derecho que cree tener; o para requerir de un órgano jurisdiccional su
intervención para la solución de un conflicto o asunto determinado; en concreto es un derecho
adjetivo para reclamar la protección de un derecho material violado.

iii. La acción como derecho de petición. Para COUTURE la acción es el poder jurídico que tiene
todo sujeto de derecho, de acudir a los órganos jurisdiccionales para reclamarles la
satisfacción de una pretensión; o el poder jurídico de acudir a los órganos jurisdiccionales161.

3. CARACTERÍSTICAS
De acuerdo a los conceptos enunciados en los párrafos anteriores, es posible advertir las
siguientes características de la acción:
i. Dentro del sistema jurídico actual, la distinción conceptual entre el derecho material o
sustancial y la acción aparece con suficiente claridad. Pero cuando se trata de discernir el
carácter abstracto o concreto de este derecho, la doctrina se inclina hacia la concepción
abstracta del derecho de obrar. En efecto, la acción vive y actúa con prescindencia del derecho
material que el actor quiere ver protegido, así, por ejemplo, el derecho material (como un
crédito) puede no existir porque el deudor ha pagado a un mandatario del acreedor, pero éste
ignora el pago porque el mandatario lo ha ocultado; en este caso, aun si derecho, la pretensión
existe (esto es, la autoatribución de un derecho y la petición de que sea tutelado), ya que el
actor está convencido de su derecho, pero se tratará de una pretensión infundada, que se
rechazará oportunamente en la sentencia.
Por lo tanto, la acción como poder jurídico de acudir a la jurisdicción, existe siempre con
derecho material o sin él, con pretensión o sin ella; pues el poder de accionar es un poder
jurídico de todo individuo en cuanto tal (es un atributo de su personalidad), existe aun cuando
no se ejerza efectivamente, y aun cuando se ejerce sin razón (pretensión infundada)162.
ii. Mientras el individuo ve en la acción la satisfacción de un interés particular, la comunidad ve
en ella el cumplimiento de uno de sus más altos fines: la realización efectiva de las garantías
de la justicia, de la paz, de la seguridad, del orden y de la libertad. Es por ello que se dice que
la persona que promueve la acción desempeña una función pública, en cuanto procura la
vigencia efectiva del Derecho en su integridad.

161
Para COUTURE la acción es una de las formas típicas del derecho de petición consagrado en las
Constituciones Políticas, siempre que sea ejercido ante un órgano jurisdiccional y de acuerdo a las formalidades
de la ley procesal respectiva (en nuestra CPR este derecho se encuentra consagrado en el art. 19 Nº 3 inc. I al
señalar que la Constitución asegura a todas las personas: la igual protección de la ley en el ejercicio de sus
derechos). Agrega este mismo autor que, cuando el derecho de petición se ejerce ante un órgano jurisdiccional
bajo la forma de acción, ese poder jurídico resulta coactivo para el demandado, que debe defenderse si no quiere
verse perjudicado en sus intereses; y para el juez, que debe substanciar y sentenciar la causa, so pena de incurrir
en las responsabilidades legales consiguientes.
162
COUTURE señala que la acción pertenece al litigante sincero y al insincero, sólo ocurre que ese último no
se sirve de la acción dentro de sus límites legítimos, sino que fuera de ellos (en esfera ilegítima); no usa su
derecho, sino que abusa de él.
193
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iii. La acción es un derecho potestativo. Pues el ser humano y sus derechos materiales están
protegido por la ley, y si se violan, nace la potestad jurídica de pedir protección, lo cual
depende exclusivamente de la voluntad de su titular.

iv. El profesor FORTTES recalca que la característica esencial de la acción, es que da lugar a un
debate (proceso) entre tres personas: demandante, demandado y juez. Al respecto el profesor
ALFARO sostiene que la acción procesal es la única instancia que une necesariamente
a tres sujetos en una relación dinámica.

v. La acción es única y, por ende, no clasificable y divisible. Pues cuando se habla de


clasificaciones de la acción, se alude a la pretensión, al proceso, al derecho que se pretende
tutelar con la acción, etc.

vi. Por último, la acción no es prescriptible, pues lo que puede prescribir es el derecho material
que se pretende tutelar.

4. ELEMENTOS DE LA ACCIÓN
En toda acción, fácil es distinguir tres elementos constitutivos: los sujetos, el objeto y la causa.
Estos elementos son fundamentales tenerlos presente, pues después serán comparados con los
elementos de la pretensión.
i. Sujetos de la acción (quién y ante quién). Los sujetos de la acción son: el sujeto activo,
quien es el titular de la acción, o sea, la persona que la ejercita para solicitar el ejercicio de la
función jurisdiccional (es el actor); y el sujeto pasivo, que es el órgano jurisdiccional al cual
va dirigida la acción, el cual la recibe y la bilateraliza, es decir, la da a conocer al demandado;
de manera que sólo cuando el juez bilateraliza la acción, recién ahí surge el proceso.

ii. Objeto de la acción (para qué). El objeto de la acción es el efecto que se persigue con su
ejercicio, esto es, poner en actividad la función jurisdiccional, para que así se reconozca o
declare el derecho que se pretende. En otras palabras, el objeto alude a lograr la apertura de
un proceso, para que así se pueda discutir y resolver el conflicto.

iii. Causa de la acción (por qué). Los profesores FORTTES Y ALFARO, señalan que la causa de
la acción es de tipo filosófica-jurídica, pues tiene por fundamento el mantenimiento de la paz
social y la erradicación de la fuerza ilegítima (autotutela)163.

5. PRESUPUESTOS DE LA ACCIÓN
Las condiciones o presupuestos de la acción, son aquellos requisitos que se deben cumplir
necesariamente para el inicio y desarrollo del proceso, que terminará con la dictación de una sentencia
(que es el objeto del proceso). En general, la doctrina acostumbra hablar de condiciones de ejercicio
y condiciones de admisión de la acción, las cuales se analizarán a continuación.

163
Algunos autores como Casarino y Romero, señalan que la causa de la acción es el fundamento inmediato
del derecho deducido en juicio (art. 177 inc. final del CPC), pero como se verá, esto parece ser más bien la
causa de la pretensión.
194
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5.1. CONDICIONES DE EJERCICIO O PRESUPUESTOS PROCESALES


Las condiciones de ejercicio o presupuestos procesales de la acción, son aquellas
circunstancias necesarias para hacer valer la acción ante los tribunales, sin importar si la sentencia,
en definitiva, la acogerá o rechazará. Apuntan a la forma, pues se refieren a los requisitos que permiten
que la acción tenga méritos suficientes para su tramitación. Conforme a lo señalado, son presupuestos
procesales de la acción:
i. Posibilidad de accionar o accionabilidad. Es lógico que para poder accionar se tenga la
posibilidad para hacerlo, con todo, hay casos excepcionalísimos en que ello no es posible;
así, por ejemplo, los derechos económicos sociales (como el derecho a la educación), en
nuestro sistema jurídico son considerados como anhelos o aspiraciones sociales que no tienen
protección; las obligaciones naturales; de acuerdo al art. 182 inc. II del CC, no podrá
impugnarse la filiación determinada de acuerdo a la regla precedente (filiación por técnicas
de reproducción asistida), ni reclamarse una distinta; etc. En estos casos el juez debe negarse,
recibida la demanda, a constituir un proceso, y si erradamente lo hace, el demandado podrá
oponer la respectiva excepción de falta de posibilidad de accionar o ausencia de ello (nunca
habrá proceso, sólo se estará frente a un simple presupuesto o procedimiento).

ii. La acción no debe haber caducado. Existen ciertos casos excepcionales en que el legislador
limita la posibilidad de accionar a un determinado plazo, a cuyo vencimiento la acción dejará
de ser admisible, precisamente por haber caducado164. En materia de Derecho de familia
existen varios casos de caducidad, como por ejemplo, el art. 207 del CC y el art. 48 de la
LMC.
Art. 207. Si hubiere fallecido el hijo siendo incapaz, la acción (de filiación) podrá ser ejercida por sus
herederos, dentro del plazo de tres años contado desde la muerte.
Si el hijo falleciere antes de transcurrir tres años desde que alcanzare la plena capacidad, la acción
corresponderá a sus herederos por todo el tiempo que faltare para completar dicho plazo.
El plazo o su residuo empezará a correr para los herederos incapaces desde que alcancen la plena
capacidad.

Art. 48. La acción de nulidad de matrimonio no prescribe por tiempo, salvo las siguientes excepciones:
a) Tratándose de la nulidad fundada en la causal establecida en el Nº 2 del art. 5º (no podrán contraer
matrimonio los menores de 16 años), la acción prescribirá en un año, contado desde la fecha en que el
cónyuge inhábil para contraer matrimonio hubiere adquirido la mayoría de edad;
b) En los casos previstos en el art. 8º (falta de consentimiento libre y espontáneo), la acción de nulidad
prescribe en el término de tres años, contados desde que hubiere desaparecido el hecho que origina el
vicio de error o fuerza;
c) Cuando se tratare de un matrimonio celebrado en artículo de muerte, la acción de nulidad prescribirá
en un año, contado desde la fecha del fallecimiento del cónyuge enfermo;
d) Cuando la causal invocada sea la existencia de un vínculo matrimonial no disuelto, la acción podrá
intentarse dentro del año siguiente al fallecimiento de uno de los cónyuges, y
e) Cuando la acción de nulidad se fundare en la falta de testigos hábiles, prescribirá en un año, contado
desde la celebración del matrimonio.

164
La caducidad es la pérdida de un derecho por el sólo transcurso del tiempo sin haberlo ejercido, por ende,
opera de pleno derecho (transcurrido el plazo, el juez de oficio debe rechazar la acción), a diferencia de la
prescripción, que necesita ser legalmente declarada.
195
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iii. Capacidad jurídica del actor. La capacidad jurídica del actor, significa que éste debe tener
capacidad para ser parte en el proceso, y clásicamente esta capacidad ha sido asimilada a la
capacidad de goce del Derecho civil, esto es, aquella que tienen todos los individuos por el
hecho de ser tal. Por lo tanto, podrán ser partes todas las personas que sean susceptibles de
adquirir derechos y contraer obligaciones, lo cual no se da, únicamente, en las personas
físicamente muertas o en las jurídicas extinguidas.

iv. Adecuada investidura de la autoridad. La autoridad que recibe la acción debe tener la
calidad suficiente y necesaria para poder generar un proceso, es decir, debe tener jurisdicción,
pues sólo los que detentan poder jurisdiccional podrán generar un proceso (ante una autoridad
administrativa sólo se puede generar un procedimiento, pero no un proceso).

v. Por último, algunos señalan que la acción se debe ejercer cumpliendo con las
formalidades procesales que las propias leyes establecen; por ejemplo, que la demanda
conste por escrito, que se comparezca con abogado habilitado, etc.
Basta que se reúnan estas condiciones para que la acción sea admitida a tramitación. Pues la
acción es el ejercicio de un derecho (procesal) para recurrir al órgano jurisdiccional y ella será
admitida por el juez en la medida que esté bien procesada, esto es, que cumpla con los presupuestos
procesales, los cuales son elementos formales; cosa distinta es que se tramite o se someta a proceso
una acción sin fundamento, lo cual quedará establecido en la sentencia definitiva.
5.2. CONDICIONES DE ADMISIÓN DE LA ACCIÓN
Las condiciones de admisión de la acción son los presupuestos necesarios para el
pronunciamiento de una sentencia favorable al actor (apuntan al fondo). Estos presupuestos son:
i. Derecho. Consiste en invocar un hecho ante el juez y demostrar que tal hecho está realmente
protegido por la norma legal que se ha invocado, es decir, que exista una relación entre el
hecho y la norma jurídica. Se trata de que se pida algo en conformidad a la ley.

ii. Calidad en la acción o legitimación. Esto se refiere a la condición jurídica que deben tener
las partes para poder intervenir válidamente en el juicio, a la legitimación para obrar y para
contradecir la demanda; así, por ejemplo, el actor debe tener en el Derecho civil la calidad
de acreedor, y el demandado debe tener la calidad de deudor. Por lo tanto, la falta de calidad
en el actor supone no ser titular del derecho material cuya protección se pretende, caso en el
cual, el demandado se excepcionará sosteniendo esta falta de calidad, y la acción también
tendrá que ser rechazada en definitiva. Claro es que hay casos de excepción en que la acción
puede ser ejercida por otra persona distinta del titular del derecho, por ejemplo, los acreedores
en representación de su deudor.

iii. Interés en la acción. Hay interés en la acción cuando la única vía que se tiene para satisfacer
una pretensión es la vía jurisdiccional; y en caso de ser declarada fundada la pretensión, este
hecho le reporta al actor un beneficio. Por tanto, si lo que pretende el actor no puede
satisfacerse por la sentencia, o no le reporta un beneficio, entonces no tiene interés procesal.
Ahora bien, este interés deber ser actual y jurídico, pues los tribunales no están llamados a
hacer declaraciones de carácter teórico; así, por ejemplo, si un predio está gravado con dos

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hipotecas y el primer acreedor demanda al deudor solicitando la nulidad de la segunda


hipoteca, el demandante carecerá de interés y su acción será rechazada en definitiva. De allí
la máxima que dice que sin interés no hay acción o el interés es la medida de la acción.
6. CLASIFICACIÓN DE LA ACCIÓN
Como se dijo, la acción es una sola y no admite clasificaciones; lo que sí se clasifica es la
pretensión, el derecho material protegido, el proceso, etc., criterios a partir de los cuales la doctrina
clasifica a la acción.
6.1. ACCIONES DECLARATIVAS, EJECUTIVAS Y CAUTELARES
Según el objeto o finalidad de la pretensión, las acciones se clasifican en declarativas,
ejecutivas y cautelares. Esta clasificación no sólo se aplica a las acciones, sino que también al proceso
y a la sentencia; hablándose respectivamente de procesos y sentencias declarativas, ejecutivas y
cautelares.
Las acciones declarativas o de cognición, son aquellas que pretenden obtener una
declaración del tribunal, que puede ser meramente declarativa, de condena o constitutiva. Como se
puede apreciar, se pueden pretender tres cosas y, por tanto, las acciones (pretensiones) admiten una
triple clasificación:
- Acción declarativa de condena: son aquellas en virtud de las cuales el actor persigue que el
demandado sea condenado a una determinada prestación en su favor; específicamente, tiene
por objeto que se condene a dar, hacer o no hacer una cosa. Por ejemplo, la acción
reivindicatoria tiene por objeto que el demandado sea condenado a restituir al demandante la
cosa mueble o inmueble reivindicada; la acción de cobro de un saldo insoluto de precio de
compraventa tiene por objeto que el demandado sea condenado a pagar al demandante dicho
precio; etc.

- Acciones meramente declarativas: Son aquellas destinadas a obtener la simple o mera


declaración acerca de una situación jurídica que, en el hecho, aparece incierta. En otras
palabras, se persigue que el juez declare la existencia o inexistencia de un derecho,
satisfaciéndose integralmente el actor con la sola declaración del tribunal; por ejemplo, la
acción que persigue que se declare la inexistencia de una obligación o la existencia de un
derecho, o aquélla que persigue que se declare la falsedad de un documento, etc.
Existe mucha similitud entre las acciones meramente declarativas y las declarativas de
condena, pues éstas últimas también requieren de una declaración previa acerca del derecho
cuya prestación se pretende, pero en las acciones declarativas el interés del actor queda
satisfecho con la sola declaración, no siendo susceptibles de ejecución compulsiva.

- Acciones declarativas constitutivas: Son aquellas en virtud de las cuales se solicita al tribunal
la constitución, modificación o extinción de un estado jurídico o de una situación jurídica;
por ejemplo, la acción de divorcio, la acción de impugnación de paternidad, la acción de
nulidad de un acto, etc. La importancia de estas acciones radica en que la sentencia produce

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efectos erga omnes (respecto de toda persona), y estos efectos se producen sólo para el futuro
y jamás para el pasado165.
En segundo lugar, las acciones ejecutivas son aquellas que tienen por objeto obtener el
cumplimiento forzado de una prestación, que consta fehacientemente en un documento al cual la ley
le atribuye mérito ejecutivo; por ejemplo, la obligación que consta en una sentencia ejecutoriada , en
una copia autorizada de escritura pública, en un documento privado reconocido, etc.
En tercer lugar, encontramos las acciones cautelares, que son aquellas destinadas a
garantizar el cumplimiento de una prestación, cuyo reconocimiento o declaración judicial aún está
pendiente; en otras palabras, a través de ellas se procura asegurar el resultado de la acción principal.
El profesor FORTTES señala que estas acciones no siempre van unidas a otra acción principal,
pues hay casos en que la acción cautelar es autónoma y principal, y en dichos supuestos tienen por
objeto el aseguramiento anticipado no de un derecho, sino de un hecho; por ejemplo, la posesión, que
es un hecho jurídicamente protegido, el cual es asegurado por medio de las acciones posesorias, o las
medidas prejudiciales probatorias.
6.2. ACCIONES PENALES Y CIVILES
Según el derecho material que protegen, las acciones se pueden clasificar en civiles o penales.
Las acciones civiles son aquellas en que el derecho cuya protección se pretende es de naturaleza civil;
y acciones penales o punitivas, son aquellas en que el derecho cuya protección se pretende es de
naturaleza penal, las cuales se pueden se subclasificar, a su vez, en acciones penales públicas, privadas
y mixtas (acción penal pública previa instancia particular).
Esta clasificación tiene una importancia práctica enorme, pues estas acciones difieren en
cuanto: a la competencia de los tribunales llamados a conocer de ellas; al procedimiento a que se
hallan sometidas; a los diversos medios probatorios con que se acreditan; a los efectos de las
sentencias que las resuelven, etc.
6.3. ACCIONES MUEBLES E INMUEBLES
También según la naturaleza del derecho que protegen, o según los derechos invocados en la
pretensión, las acciones se clasifican en: acciones muebles, que son aquellas que se ejercen sobre
cosa mueble o versan sobre un hecho debido; y en acciones inmuebles, que son aquellas que se
ejercen sobre una cosa inmueble.
Esta clasificación tiene gran importancia para los efectos de las reglas de competencia relativa
de los diversos tribunales llamados a conocer de ellas, pues de acuerdo al art. 135 inc. I del COT, si
la acción entablada fuere inmueble, será competente para conocer del juicio el juez del lugar que las
partes hayan estipulado en la respectiva convención. A falta de estipulación será competente, a
elección del demandante: el juez del lugar donde se contrajo la obligación; o el del lugar donde se
encontrare la especie reclamada. A su vez, el art. 138 del COT establece que si la acción entablada
fuere de las que se reputan muebles con arreglo a lo prevenido en los art. 580 y 581 del CC, será
competente el juez del lugar que las partes haya estipulado en la respectiva convención. A falta de

165
Existe una fuerte corriente doctrinaria que niega existencia independiente a las acciones constitutivas,
y las considera involucradas dentro de las acciones de condena o de las declarativas.
198
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estipulación de las partes, lo será el del domicilio del demandado (aquí no hay elección por
parte del demandante).
6.4. ACCIONES REALES Y PERSONALES
Las acciones se clasifican, también según la naturaleza del derecho que protegen (o según los
derechos invocados en la pretensión), en: acciones reales, q u e son aquellas que tienen por objeto
proteger un derecho real, esto es, aquel que se ejerce sobre una cosa sin respecto a determinada
persona (por ejemplo, la acción reivindicatoria, la acción hipotecaria, etc.); y acciones personales
que son aquellas que tienen por objeto proteger un derecho personal o crédito, esto es, aquel que sólo
puede reclamarse de ciertas personas, que, por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, han
contraído la obligación correlativa (por ejemplo, la acción de cobro de precio de una compraventa
que ejerce el vendedor en contra del comprador; la acción de restitución de un mutuo que ejerce el
mutuante en contra del mutuario; etc.).
Esta clasificación también tiene importancia para los efectos de determinar la competencia
del tribunal llamado a conocer de ellas.
6.5. ACCIONES PETITORIAS Y POSESORIAS
También según la naturaleza del derecho o hecho que protegen, las acciones se clasifican en
petitorias o posesorias. Las acciones petitorias son aquellas que protegen el derecho de dominio (por
ejemplo, la acción reivindicatoria); y las acciones posesorias, son aquellas que protegen la posesión
(por ejemplo, los interdictos o querellas posesorias), es decir, en ellas sólo se discute y prueba la
posesión, sin que el dominio tenga influencia alguna.
6.6. ACCIONES PRINCIPALES Y ACCESORIAS
Según su autonomía o subsistencia, las acciones se clasifican en principales o accesorias. Las
acciones principales son aquellas que protegen un derecho independiente, que subsiste por sí solo
(por ejemplo, la acción de cobro de precio de una compraventa); y las acciones accesorias son
aquellas que protegen un derecho accesorio, vale decir, que necesita de otro derecho para subsistir
(por ejemplo, la acción hipotecaria o prendaria, que requieren de la existencia de un derecho principal
que están garantizando). La importancia de esta clasificación radica solamente en que la acción
accesoria sigue la suerte de la principal.
6.7. Acciones directas, indirectas y populares
Por último, según la calidad o titularidad del que ejercita la acción, las acciones se pueden
clasificar en directas, indirectas y populares. Las acciones directas son aquellas que las ejerce el
titular del derecho mismo (por ejemplo, la acción reivindicatoria hecha valer por el dueño de la cosa
reivindicada); las acciones indirectas son aquellas que se hacen valer por terceras personas a nombre
del titular del derecho, pero por expresa disposición de la ley (por ejemplo, la acción pauliana); y las
acciones populares son aquellas que se hacen valer por cualquier persona en el sólo interés de la
comunidad (por ejemplo, el interdicto de obra ruinosa).

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B. LA PRETENSIÓN

1. CONCEPTO
El profesor LUHRS al explicar este tema distingue entre: pretensión social, que es toda aquella que
no sea jurídica; y pretensión jurídica, la cual a su vez, según se manifieste dentro o fuera de un
proceso, puede ser extraprocesal o procesal.
i. Pretensión jurídica extraprocesal. Los profesores FORTTES y ALFARO definen a la
pretensión en este sentido, al decir que es una declaración de voluntad realizada en el plano
de la realidad social, en virtud de la cual se intenta subordinar una voluntad ajena a la propia
(por ejemplo, págame lo que me debes); también se define como aquella voluntad
manifestada de un sujeto de que otra persona cumpla o reconozca un derecho que el primero
cree tener en su contra.
Si el pretendido satisface la pretensión (lo pedido), no surge el conflicto, pues éste sólo se
produce cuando el sujeto pasivo se opone o resiste a la pretensión. Ahora bien, el conflicto
puede ser real o aparente: será real si el sujeto pasivo es requerido y no satisface la
pretensión; y será aparente si el sujeto activo presume que el sujeto pasivo no la satisfacerá,
pero no le ha requerido.
ii. Pretensión jurídica procesal. Cuando surge el conflicto real o aparente entre las partes, surge
el derecho de acción, esto es, el derecho de recurrir al órgano jurisdiccional y solicitar la
satisfacción de la pretensión jurídica extraprocesal que la parte pasiva no cumple, mediante
el desarrollo de un proceso. De acuerdo a lo anterior, se define a la pretensión jurídica
procesal como aquella manifestación de voluntad de un sujeto, efectuada por medio de una
solicitud, para que un órgano jurisdiccional recoja, examine y decida sobre una pretensión
extraprocesal resistida (real o aparente) por el sujeto contra el cual se dirige y para que, en
caso de que sea declarada fundada, la satisfaga plenamente. COUTURE, a su vez, señala
que la pretensión procesal es aquella autoatribución de un derecho y la petición de que sea
tutelado.
Por lo tanto, esta pretensión que nace fuera del ámbito jurídico, se lleva a él mediante el
ejercicio de la acción, para que así se desarrolle un proceso, en que finalmente el juez dicte
una sentencia. Específicamente esto se realiza mediante un acto procesal denominado
demanda; es por ello que en doctrina se dice que la demanda es “el recipiente que contiene
la pretensión, recipiente que se traslada al ámbito jurisdiccional mediante el ejercicio de la
acción”. Ahora, del tipo de pretensión depende: el proceso que se debe aplicar, los órganos
jurisdiccionales que deben conocer, y la sentencia que se debe dictar, la cual debe ser
congruente con la petición.
2. ELEMENTOS DE LA PRETENSIÓN PROCESAL
Al igual que la acción, la pretensión está constituida por tres elementos, los cuales, a su vez,
permiten diferenciarla de la primera. Estos son:
i. Partes o sujetos de la pretensión.
La pretensión es formulada por un sujeto activo o pretendiente (demandante), y es dirigida
en contra de un sujeto pasivo o pretendido (demandado); por tanto, el proceso es por definición
200
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bilateral. En este punto se debe tener presente la posición o calidad jurídica en que actúa el sujeto, es
decir, si la persona natural o jurídica actúa como demandante o demandando; ahora bien, puede
suceder que cambie la persona natural o jurídica (por ejemplo, mediante una cesión de derecho), pero
no puede cambiar la calidad jurídica.
Como se puede apreciar, aquí hay una diferencia con la acción, ya que en esta última el sujeto
activo es un particular y el pasivo es el órgano jurisdiccional, en cambio en la pretensión, sólo hay
particulares (demandante y demandado).
ii. Objeto de la pretensión (o bien deseado).
La pretensión tiene por objeto que se dicte una sentencia favorable al actor (que se satisfaga
su necesidad), ya sea declarativa, ejecutiva, o cautelar; en cambio, la acción procesal se deduce para
lograr la apertura y desarrollo de un proceso.
Los autores clásicos, sobre este particular, dicen que para conocer el objeto de la pretensión
es necesario preguntarse qué se pide por medio de ella. Pero no hay que confundir el objeto de la
pretensión con la cosa pedida; así, por ejemplo, en un juicio reivindicatorio de un fundo, el objeto de
la pretensión será el reconocimiento del derecho de dominio sobre dicho fundo y, en cambio, la cosa
pedida será el fundo mismo; en un juicio sobre cobro de una cantidad determinada de dinero, el objeto
de la pretensión será el reconocimiento o declaración de la existencia del crédito de que se trate a
favor del demandante, y, en cambio, la cosa pedida será el dinero.
iii. Causa o motivación de la pretensión.
La jurisprudencia ha dicho que la causa es el hecho jurídico y material que sirve de
fundamento al derecho que se reclama en un proceso; esto lo corrobora el propio art. 177 inc. final
del CPC, que señala que se entiende por causa de pedir el fundamento inmediato del derecho deducido
en juicio. Por lo tanto, siguiendo al profesor FORTTES y ALFARO, la causa está constituida por un
hecho material, concretamente, la existencia de una pretensión extraprocesal resistida o conflicto,
más la imputación jurídica que de ese hecho haga el demandante166.
Ahora bien, existe la obligación de precisar la causa de pedir, pues a propósito de las
exigencias formales de toda demanda, el art. 254 Nº 4 del CPC dispone que la demanda debe contener:
la exposición clara de los hechos y de los fundamentos de derecho en que se apoya. El juez no puede
controlar la existencia de este elemento de la pretensión en forma preventiva, aunque sea manifiesto
que el actor carece de un título justificador de su derecho (subjetivo) que reclama en su demanda;
pues el control de este elemento ha quedado reservado al pronunciamiento de la sentencia definitiva.
Sólo es posible promover una depuración formal de la causa de pedir por la vía de la excepción
dilatoria de ineptitud del libelo por razón de falta de algún requisito legal en el modo de proponer la
demanda (por ejemplo, que el demandante aclare las contradicciones o dudas que hagan inteligibles

166
Como bien señala el profesor ROMERO SEGUEL, aunque en nuestro sistema predomina la ley como fuente
del primordial del Derecho, ella no es la única que sirve de base para que el actor fundamente la causa de la
acción. Así también lo ha sostenido nuestra jurisprudencia, al hacer una distinción entre la causa de pedir y la
norma legal, al señalar (CA de La Serena en el año 1953) que la acción (la pretensión) no la constituye la
disposición legal que la reconoce como tal, sino que es una determinada situación de hecho, respecto a la cual
ha de existir la voluntad o determinación de la ley de darle protección jurídica, sin que sea necesario que tal
determinación o protección jurídica esté expresamente manifestada, pues ella puede deducirse del contexto del
sistema legal y aun de meros principios de equidad.
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la relación de hecho y de derecho contenida en la demanda), pero con el límite de no poder obtener
un pronunciamiento sobre el fondo de la acción deducida, lo cual se reserva para la sentencia
definitiva167.
En definitiva, la acción procesal tiene como causa la solución pacífica de los conflictos y
mantener la paz social, en cambio, la pretensión tiene como causa el hecho fáctico- material que
origina el conflicto en la realidad, y los fundamentos de derecho en que se apoyan esos hechos.
iv. Por último, el profesor LUHRS agrega la manifestación de voluntad del pretendiente, lo cual
se hace a través de la demanda.
El profesor FORTTES señala que a partir de la comparación de los elementos de la pretensión,
se puede concluir que dos pretensiones sean absolutamente diferentes, o que estén relacionadas o
conexas, o incluso que sean idénticas, ya que comparten todos los elementos. Esto hace que surjan
importantes instituciones del Derecho procesal, como la acumulación de autos y la pluralidad de
pretensiones (pretensiones relacionadas o conectadas), y la cosa juzgada (pretensiones idénticas). A
continuación se analizarán las dos primeras instituciones, pues la cosa juzgada se estudiará al
momento de analizar las resoluciones judiciales.
3. PLURALIDAD DE PRETENSIONES EN UN PROCESO
Por regla general, en cada juicio sólo se ejercita una pretensión, sin embargo, la ley no tiene
inconveniente para que en un mismo proceso se hagan valer por el demandante en contra del
demandado diversas pretensiones, pero ciñéndose a determinadas limitaciones. La pluralidad de
pretensiones puede ser inicial, cuando la acumulación se produce desde el planteamiento de la
demanda; o sucesiva, si una vez ya se inició el proceso, lo cual puede ocurrir si una pretensión que
no se ha hecho valer en el proceso, se añade a éste (es el caso de la litisconsorcio sucesiva), o cuando
ambas pretensiones se han hecho valer en procesos pendientes, y estos procesos se juntan en uno sólo
(acumulación de autos). Y esta pluralidad también puede ser simple, si se reclaman todas las
pretensiones conjuntamente, o eventual, si se reclama una pretensión y, para el evento en que no sea
acogida, se presenta otra pretensión en subsidio.
Ahora bien, el art. 17 del CPC regula una situación de pluralidad simple y eventual, de
carácter inicial. Este fenómeno procesal recibe la denominación de pluralidad de “acciones” (más
bien debió denominarse pluralidad de pretensiones, pues como se ha dicho reiteradamente la acción
es una sola) y está reconocido en el art. 17 inc. I del CPC al expresar que en un mismo juicio podrán
entablarse dos o más acciones con tal que no sean incompatibles.
Permitir que en un mismo juicio se puedan deducir dos o más “acciones” siempre que no sean
incompatibles, evita que entre las mismas partes tengan que seguirse dos o más juicios, en

167
Sólo en casos muy concretos el legislador establece un control previo a la decisión de fondo, acerca de la
existencia de la causa de pedir. Así, por ejemplo, en la acción de protección, de acuerdo al inc. II del Nº 2 del
AATRP, presentado el recurso, el Tribunal examinará en cuenta si ha sido interpuesto en tiempo y si se
mencionan hechos que puedan constituir la vulneración de garantías de las indicadas en el art. 20 de la CPR. Si
su presentación es extemporánea o no se señalan hechos que puedan constituir vulneración a garantías de las
mencionadas en la referida disposición constitucional, lo declarará inadmisible desde luego por resolución
fundada, la que sólo será susceptible del recurso de reposición ante el mismo tribunal, el que deberá interponerse
dentro de tercero día.

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circunstancias que bien pueden ser tramitados y fallados en un sólo proceso; y, al mismo tiempo,
entraña una mayor comodidad para las partes litigantes y una disminución de trabajo para los
tribunales; su fundamento, pues, es la economía procesal, y evitar que se llegue a decisiones
contradictorias si las pretensiones se plantean por separado, en el evento que ellas contengan
elementos de hecho o de derecho comunes (seguridad jurídica).
Ahora bien, los requisitos para que opere esta figura procesal, son los siguientes:
i. Que las pretensiones se ejerciten entre un mismo demandante y un mismo demandado. Para
el demandante es facultativo deducir o no en un mismo juicio dos o más pretensiones, pues,
si quiere, puede deducirlas por separado (en juicios independientes), pero si quiere deducirlas
en un mismo juicio, debe cumplir con los requisitos que se van a explicar a continuación.

ii. Que exista compatibilidad entre las pretensiones. Que las pretensiones sean compatibles,
significa que puedan ser cumplidas a la vez, sin dificultas alguna; así por ejemplo, no es
compatible la resolución y el cumplimiento forzado de un acto, y sí lo es, la pretensión que
se presenta como condicionada a que sea acogida la primera, por ejemplo, se entabla una
acción de cumplimiento de contrato, y, conjuntamente, una acción de indemnización de
perjuicios; o se reclama el capital, más reajuste e intereses (pluralidad simple). Hay que tener
presente que, en todo caso, las pretensiones no requieren forzosamente estar ligadas por
vínculo jurídico alguno, sino que basta que se ejerciten entre un mismo demandado y un
mismo demandante; por ejemplo, en un juicio declarativo ordinario se puede perseguir el
pago de un saldo de precio de una compraventa en contra de un comprador, e igualmente se
puede perseguir el pago de una determinada suma de dinero que se había prestado a esa misma
persona a título de mutuo.
Ahora bien, de acuerdo al inc. II del art. 17 del CPC, sin embargo, podrán proponerse en una
misma demanda dos o más “acciones” incompatibles para que sean resueltas una como
subsidiaria de otra. Por ejemplo, en una demanda se entabla la acción de cumplimiento de
contrato y, en subsidio, la acción resolutoria del mismo (pluralidad eventual).
iii. Que las pretensiones estén sujetas a un mismo procedimiento. Por lo tanto, en un juicio no se
puede deducir una acción ejecutiva y una acción declarativa ordinaria, por cuanto ambas se
hallan sujetas a distintos procedimientos168.

4. ACUMULACIÓN DE AUTOS

4.1. CONCEPTO
La acumulación de autos es la reunión de dos o más procesos que se tramitan separadamente,
con el objeto de que constituyan un sólo juicio y terminen por una sola sentencia, para mantener la
continencia, o unidad de la causa. Este concepto se extrae del art. 92 primera parte del CPC, que
señala que la acumulación de autos tendrá lugar siempre que se tramiten separadamente dos o más

168
CASARINO señala que no hay inconveniente alguno para que en una misma demanda se propongan acciones
que deban tramitarse de acuerdo con el procedimiento declarativo ordinario, y también acciones que deban
tramitarse, si se dedujeren aisladamente, conforme a algún procedimiento declarativo especial. En este caso, las
dos acciones se someterían al primer procedimiento, ya que esto implicaría la renuncia al procedimiento
especial consagrado en favor del actor, renuncia que la ley no prohíbe.
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procesos que deban constituir un sólo juicio y terminar por una sola sentencia, para mantener la
continencia, o unidad de la causa.
El fundamento de esta institución radica en la economía procesal; en evitar la repetición o
aumento de procesos y el recargo inútil en la labor de los jueces; y, principalmente, impedir que surjan
decisiones contradictorias en procesos que versan sobre materias tan íntimamente ligadas entre sí.
El profesor FORTTES recalca la diferencia que tiene esta institución con la pluralidad de
pretensiones, pues en esta última la acumulación es inicial, el proceso nació como uno sólo; en cambio
en la acumulación de autos los procesos se originan en momentos distintos, nacen separados y
posteriormente se unen (acumulación sucesiva) porque existe alguna conexión respecto de los tres
elementos que constituyen la pretensión (sujetos, objeto y causa).
4.2. REQUISITOS DE PROCEDENCIA
De la lectura de los arts. 92 y 95 del CPC, se puede afirmar que, para que proceda la
acumulación de autos, se requiere la concurrencia copulativa de los siguientes requisitos: que exista
una causal legal (art. 92); que los juicios se encuentren sometidos a una misma clase de
procedimientos, y que la sustanciación de todos los juicios se encuentre en instancias análogas (art.
95).
i. Existencia de causa legal. Este primer requisito lo establece el art. 92 del CPC, el cual,
después de tentar una definición de acumulación de autos, en su segunda parte señala que
habrá, por tanto, lugar a ella:

- Cuando la acción o acciones entabladas en un juicio sean iguales a las que se hayan
deducido en otro, o cuando unas y otras emanen directa e inmediatamente de unos
mismos hechos (art. 92 Nº 1). Para entender mejor ésta y las demás causas legales, hay
que recordar que toda pretensión se compone de tres elementos: partes, objeto y causa;
pues bien, cada vez que concurra identidad de dos de estos elementos, a lo menos, entre
las pretensiones hechas valer en diversos juicios, habrá lugar a la acumulación de autos,
pues si hay identidad en los tres elementos habría cosa juzgada. Ahora bien, esta primera
causal contempla dos casos, a saber:
a) Cuando hay una pretensión entablada en un juicio, igual a la que se haya deducido
en otro. Por ejemplo, en un juicio A demanda a B, pretendiendo dominio sobre
el fundo de X, que habría adquirido por compraventa; y en otro juicio, C demanda
a D, pretendiendo dominio sobre este mismo fundo de X, que también habría
adquirido por compraventa; ambas pretensiones tienen el mismo objeto y la
misma causa, sólo difieren en la persona de los litigantes.

b) Cuando las pretensiones hechas valer en juicios diferentes, emanen directa e


inmediatamente de los mismos hechos. Por ejemplo, se produce un accidente de
tránsito, y tres de las víctimas demandan por perjuicios al dueño del vehículo en
juicios diversos; los tres juicios tienen idénticos objetos y causas, pero se
diferencian en la persona de los demandantes. Hay que tener presente que esos
tres demandantes pudieron deducir sus tres pretensiones en una misma demanda,
de conformidad con el art. 18 del CPC (litisconsorcio activa), pero si no lo
hicieron, en el curso de sus juicios pueden pedir la acumulación de autos.

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- Cuando las personas y el objeto o materia de los juicios sean idénticos, aunque las
acciones sean distintas (art. 92 Nº 2). Es evidente que si las personas y los objetos de
ambos juicios son idénticos, lo que debe ser diverso entre ambos son las causas de pedir.
Por tanto, hay una impropiedad del legislador en este número al decir "aunque las
acciones sean distintas" pues debió decir "aunque las causas de pedir de las pretensiones
sean distintas. Por ejemplo, A demanda a B pidiendo la terminación de un contrato de
arrendamiento por no pago de la renta; y luego, en otro juicio, A también demanda a B,
pidiendo la terminación de ese mismo contrato de arrendamiento por haber
subarrendado en circunstancias que se le prohibió expresamente.

- En general, siempre que la sentencia que haya de pronunciarse en un juicio deba


producir la excepción de cosa juzgada en otro (art. 92 Nº 3). Se sabe que para que tenga
lugar la excepción de cosa juzgada se requiere que entre el nuevo juicio y el
anteriormente resuelto exista identidad legal de personas, de objeto y de causa de pedir.
A primera vista, por consiguiente, esta tercera causal de procedencia de la acumulación
de autos parece que exigiera la concurrencia de la triple identidad antes indicada, o sea,
que los dos o más juicios cuya acumulación se pretende, debieran ser idénticos, tanto
respecto de las partes litigantes como de sus objetos pedidos y causas de pedir. Sin
embargo, esto no es tan efectivo, pues si entre los juicios existiera esta triple identidad,
quiere decir que el camino a seguir sería oponer la excepción de litis pendencia
(excepción de litigio pendiente) y no solicitar la acumulación de los autos. Por ejemplo,
A demanda a B la resolución de un contrato de compraventa por no pago del precio y,
advirtiendo que el juicio está mal llevado, inicia otro proceso también en contra de B
para la resolución de este mismo contrato de compraventa; aquí B en vez de pedir la
acumulación de los procesos, simplemente opondría la excepción dilatoria de litis
pendencia en el segundo de ellos.
¿Cuándo, entonces, se podrá pedir acumulación de autos en el caso a que alude el art. 92
N° 3? CASARINO señala que ello acontecerá cada vez que en el juicio, sin ser
exactamente idéntico a otro, la sentencia que ponga término al primero de ellos deba
producir cosa juzgada en el otro. Por ejemplo, un acreedor demanda a un codeudor
solidario el cumplimiento de una obligación, y luego, en un juicio diverso, demanda el
cumplimiento de la obligación a otro de los codeudores solidarios; el segundo codeudor
solidario demandado, en vez de oponer litis pendencia (la cual sería improcedente, pues
no está litigando en el primer pleito), podrá pedir la acumulación de autos, ya que la
sentencia que va a recaer en el primer pleito tendrá que producir cosa juzgada en el
segundo, y viceversa. Lo mismo acontecería si un acreedor hereditario demanda a un
heredero para que declare que tiene la calidad de tal, y luego, otro acreedor hereditario
demanda a este mismo heredero, por igual motivo.

ii. Identidad de procedimiento. Este segundo requisito de procedencia de la acumulación de


autos lo consigna el art. 95 primera parte del CPC, al decir que para que pueda tener lugar
la acumulación, se requiere que los juicios se encuentren sometidos a una misma clase de
procedimiento…. Pues si todos los juicios no se sometieran a un mismo procedimiento, no
habría manera de tramitarlos juntos en el futuro.

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iii. Analogía de instancias. Este tercer requisito de procedencia de la acumulación de autos


también lo exige el art. 95 ya citado, al prescribir que para que pueda tener lugar la
acumulación, se requiere que… la sustanciación de todos los juicios se encuentren en
instancias análogas; lo que significa que ambos procesos se estén tramitando en el mismo
grado de conocimiento (primera, segunda, o única instancia), pues si se permitiera la
acumulación con procesos en instancias distintas, podría demorarse mucho tiempo, y los
beneficios de la acumulación podrían transformarse en perjuicios.
CASARINO señala que la ley habla de "instancias análogas" y no de "idénticas", esto para
significar que la acumulación de autos tiene lugar cuando ambos procesos estén en primera
o en segunda instancia, a pesar de que estas instancias estén radicadas en tribunales
jerárquicamente distintos. Así, por ejemplo, un juicio que se halla en primera instancia ante
un juez de letras podrá acumularse con otro juicio que se halle en primera instancia ante un
ministro de CA.

4.3. TITULAR QUE PUEDE SOLICITAR LA ACUMULACIÓN DE AUTOS


¿Quién puede solicitar la acumulación de autos? De acuerdo al art. 94 inc. I del CPC, la
acumulación de autos se decretará a petición de parte; pero si los procesos se encuentran en un mismo
tribunal, podrá éste ordenarla de oficio. A partir de esta norma se habla de dos tipos de acumulación
de autos:
i. Acumulación de autos de oficio: es aquella que tiene lugar cuando los procesos se
encuentran en un mismo tribunal (esto hace excepción al principio de pasividad que rige
en los tribunales). Es facultativo para el tribunal ordenar esta clase de acumulación, dada
la redacción del precepto que señala que “podrá” éste (el tribunal) ordenarla de oficio.

ii. Acumulación de autos a petición de parte: rige en todos los demás casos, por ende, por
regla general, se mantiene siempre el principio fundamental de la pasividad de los
tribunales ¿Qué parte puede solicitar la acumulación de autos? El art. 94 inc. II del CPC
señala que se considerará parte legítima para solicitarla todo el que haya sido admitido
como parte litigante en cualquiera de los juicios cuya acumulación se pretende.

4.4. TRIBUNAL ANTE QUIEN SE PIDE LA ACUMULACIÓN DE AUTOS


Según el art. 98 parte final del CPC, la acumulación de autos deberá solicitarse ante el tribunal
a quien corresponda continuar conociendo (de los procesos) en conformidad al art. 96; y el art. 96 del
CPC, a su vez, dice que si los juicios están pendientes ante tribunales de igual jerarquía, el (proceso)
más moderno se acumulará al más antiguo (es decir, se debe pedir la acumulación al juez que está
conociendo del proceso más antiguo); pero en el caso contrario (tribunales de distinta jerarquía), la
acumulación se hará sobre aquel que esté sometido al tribunal superior, es decir, la acumulación se
debe pedir al tribunal de jerarquía más alta de aquellos que conocen los procesos de cuya acumulación
se trata.

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4.5. OPORTUNIDAD PARA SOLICITAR LA ACUMULACIÓN DE AUTOS


Según el art. 98 primera parte del CPC, la acumulación se puede pedir en cualquier estado
del juicio antes de la sentencia de término; y si se trata de juicios ejecutivos antes del pago de la
obligación. Por lo tanto, en este punto hay que distinguir:
i. Si se trata de juicios declarativos la acumulación de autos se puede pedir desde su iniciación
(desde que se haya notificado al demandado la resolución que provee la demanda) hasta la
dictación de la sentencia de término (aquella que pone fin a la última instancia del pleito). Esto
último quiere decir que la petición se puede formular incluso estando las partes citadas para oír
sentencia, con lo cual se hace excepción al principio consignado en el art. 433 inc. I del CPC,
que establece que citadas las partes para oír sentencia, no se admitirán escritos ni pruebas de
ningún género.

ii. Si se trata de juicios ejecutivos, la acumulación se puede solicitar en cualquier estado del juicio,
pero antes del pago de la obligación. Es decir, el pago de la obligación es la circunstancia que
viene a extinguir el derecho de solicitar la correspondiente acumulación de autos, y no la
sentencia de término.

4.6. TRAMITACIÓN DE LA ACUMULACIÓN DE AUTOS – INCIDENTE ESPECIAL


Desde el punto de vista procesal, la acumulación de autos es un incidente especial que se
suscita en el curso del pleito, esto es, una cuestión accesoria al asunto principal que requiere de
especial pronunciamiento del tribunal y cuya tramitación también está sujeta a reglas especiales.
Ahora bien, el art. 99 del CPC, señala que pedida la acumulación, se concederá un plazo de tres días
a la otra parte para que exponga lo conveniente sobre ella. Pasado este término, haya o no respuesta,
el tribunal resolverá, haciendo traer previamente a la vista todos los procesos cuya acumulación se
solicite, si todos están pendientes ante él. En caso contrario, podrá pedir que se le remitan los que se
sigan ante otros tribunales.
Como se verá, al analizar los incidentes ordinarios, la tramitación de este incidente especial
no difiere mucho de la tramitación de un incidente ordinario, pues en ambos se da a la parte contraria
un plazo de tres días para que exponga lo que crea conveniente a su derecho; y en ambos, haya o no
respuesta, el tribunal resuelve lo que cree conveniente. Sin embargo, en el incidente especial de
acumulación de autos no existe período de prueba, no obstante, el legislador exige la realización de
una diligencia probatoria especial, consistente en traer a la vista previamente todos los procesos cuya
acumulación se pide (es una medida para mejor resolver), lo cual es obligatorio para el tribunal,
cuando todos los procesos están pendientes ante él, y es facultativo en caso contrario.
CASARINO señala que el incidente de acumulación de autos es de previo y especial
pronunciamiento, de suerte que deberá tramitarse en la misma pieza principal y suspenderá su curso
normal.
Por último, de acuerdo al art. 100 del CPC, de las resoluciones que nieguen la acumulación
o den lugar a ella sólo se concederá apelación en el efecto devolutivo. Esto significa que en el
supuesto de que se acoja la acumulación y se apele, la acumulación se efectuará de inmediato, sin
perjuicio de lo que resuelva el tribunal de alzada; y en caso de que se deniegue la acumulación y se

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apele, los procesos continuarán tramitándose separadamente, también sin perjuicio de lo que
resuelva el tribunal superior169.
4.7. EFECTOS DE LA ACUMULACIÓN DE AUTOS
Una vez ejecutoriada la resolución que accede a la acumulación de autos, se producen
importantes efectos en los diversos procesos de cuya acumulación se trata. Estos efectos dicen
relación con el tribunal y con el procedimiento.
En cuanto al tribunal, si los procesos se tramitaban ante el mismo tribunal, nada anormal
habrá acontecido, pues si éste era competente para conocer de los procesos separados, con mayor
razón lo será para conocer de ellos una vez acumulados. En cambio, si los procesos estaban entregados
al conocimiento de diversos tribunales, la acumulación tiene la virtud de hacer radicar la competencia
de los tribunales acumulados en uno sólo (si son de igual jerarquía, en aquel que haya conocido el
proceso más antiguo; y si son de distinta jerarquía, en aquel que tenga la jerarquía superior); esto es
una clara excepción al principio general de competencia de la radicación, en virtud del cual, radicado
con arreglo a la ley el conocimiento de un negocio ante tribunal competente, no se alterará esta
competencia por causa sobreviniente.
En cuanto al procedimiento, una vez producida la acumulación de autos, el curso de los
juicios que estén más avanzados se suspenderá hasta que todos lleguen a un mismo estado (art. 97 del
CPC), siempre que los juicios estén tramitándose en instancias análogas. Por ejemplo, un juicio se
encuentra en estado de evacuar el trámite de réplica, y en otro ya se están formulando observaciones
a las pruebas rendidas; por tanto, este último se paraliza hasta que el primero también quede en estado
de formular observaciones a las pruebas rendidas, y de allí para adelante se tramitan conjuntamente,
como si se tratara de un sólo juicio.
C. LA EXCEPCIÓN

1. CONSIDERACIONES PREVIAS
A lo largo de este capítulo han surgido diversos conceptos: por un lado se ha hablado de
derecho material o sustantivo, esto es, aquél que crea un derecho o impone una obligación; de acción,
es decir, de aquel poder jurídico que faculta a los sujetos de derecho para acudir a los órganos
jurisdiccionales; de pretensión procesal, esto es, aquella manifestación de voluntad de un sujeto,
efectuada por medio de un acto procesal llamado demanda, para que un órgano jurisdiccional decida
sobre una pretensión extraprocesal resistida. Todos estos conceptos son distinguibles entre sí, lo cual
se puede demostrar con el siguiente ejemplo: una persona tiene un crédito (derecho material) que no
existe, porque el deudor ha pagado ya a un mandatario del acreedor, pero éste ignora el pago porque
el mandatario lo ha ocultado ¿qué acontece? Aun sin derecho material, la pretensión extraprocesal
existe (aun cuando sea infundada), la cual será resistida por el deudor (pues pagó la deuda) y, por
ende, se generará un conflicto, el cual se llevará al proceso por medio de la acción, y el instrumento
procesal por el cual se materializa el ejercicio de la acción y que contiene la pretensión del actor, es
la demanda.

169
La existencia de esta norma legal sobre el efecto en que debe ser concedido el recurso de apelación, carece
en la actualidad de trascendencia, puesto que no constituye más que una reiteración de la regla contemplada en
el art. 194 N° 2 del CPC, que señala que sin perjuicio de las excepciones expresamente establecidas en la ley,
se concederá apelación sólo en el efecto devolutivo: 2) de los autos, decretos y sentencias interlocutorias.
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Los conceptos anteriores se relacionan con el demandante, y el tema que se analizará a


continuación (la excepción) dice relación con el demandado. Es por ello que se dice, en sentido
figurado, que la acción es el arma de ataque del demandante, y la excepción, el arma de defensa del
demandado.
2. DERECHO DE DEFENSA
Como es sabido, la resistencia, real o presunta, que el pretendido (como sujeto pasivo de la
pretensión extraprocesal) opone a la pretensión del actor, da origen a la pretensión procesal; pues la
resistencia origina un conflicto jurídico, y de ahí que se acuda al órgano jurisdiccional.
Ahora bien, el demandado una vez que ha sido legalmente notificado de la demanda, puede
adoptar tres diferentes actitudes: aceptarla (allanarse), no decir nada, o bien, defenderse. Como se
verá, al analizar el periodo de discusión en el juicio ordinario, cada una de estas actitudes tiene
diversos e importantes efectos dentro del proceso; pero es la tercera actitud (la de defensa) la que es
de más ordinaria ocurrencia, pues en virtud del principio de igualdad e imparcialidad, se debe
conceder al pretendido la facultad de refutar la pretensión procesal infundada.
Por tanto, siguiendo a COUTURE, así como la acción es el poder jurídico que tiene todo sujeto
de derecho de acudir a los órganos jurisdiccionales para reclamarles la satisfacción de una pretensión;
el derecho de defensa es el poder jurídico de que se halla investido el demandado para oponerse a la
pretensión promovida contra él, ante los órganos jurisdiccionales.
Ahora bien, así como en la acción se recurre a los tribunales para satisfacer una pretensión,
con la defensa se recurre a los tribunales para formular una oposición o contra pretensión a la
pretensión del actor. Por tanto, mientras que la pretensión procesal es aquella manifestación de
voluntad efectuada por medio de un acto procesal llamado demanda, para que un órgano
jurisdiccional decida sobre una pretensión extraprocesal resistida; la oposición o contra pretensión,
es la manifestación de voluntad del demandado para que el juez no satisfaga la pretensión del
demandante por ser ineficaz o inválida. Esta oposición puede asumir dos formas:
i. En primer lugar, el demandado puede asumir una actitud de simple negación, es decir, se
puede limitar a negar los hechos afirmados por el actor en su demanda (por ejemplo,
contesta la demanda diciendo que no debe tal suma demandada); lo que tiene importancia
del punto de vista probatorio, porque en dicho caso la carga probatoria recae en el
demandante.
ii. En segundo lugar, puede asumir una actitud de excepción, es decir, puede incorporar a la
controversia un nuevo hecho que tiene el efecto de extinguir, invalidar o impedir el hecho
que el actor afirma en su demanda (por ejemplo, contesta diciendo que no debe porque la
deuda prescribió), lo que es importante porque la carga probatoria en este caso recae en el
demandado, quien tiene que probar la excepción170.
En consecuencia, la excepción es uno de los medios de que dispone el demandado para
defenderse de una acción que se ha interpuesto en su contra; en otras palabras, es una especie del
género más amplio que es el derecho de defensa.

170
Esta distinción la hace el propio CPC, así por ejemplo, los arts. 19 y 170 del CPC, hablan de excepciones
“o” defensas.
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3. CONCEPTO Y ELEMENTOS DE LA EXCEPCIÓN


La excepción, siguiendo al profesor Fernando ORELLANA, es aquel acto jurídico procesal
del demandado, que tiene por objeto corregir vicios del procedimiento, o bien, atacar el fondo de la
acción deducida.
Al igual que la pretensión, la excepción también consta de tres elementos constitutivos: en
primer lugar, de un sujeto activo que es el demandado, y un su jeto pasivo que es el demandante; en
segundo lugar, consta de un objeto, esto es, lo que se pide al tribunal por su intermedio (por ejemplo,
que se declare la nulidad de la obligación que se está exigiendo); y por último, también consta de una
causa, esto es, el fundamento inmediato de aquello que se pide al tribunal por medio de la excepción
(por ejemplo, la solemnidad omitida en el nacimiento de la obligación, o el correspondiente vicio del
consentimiento producido en la voluntad del obligado, etc.)
4. CLASIFICACIÓN DE LA EXCEPCIÓN

i. Atendiendo a la finalidad y a la forma de tramitar las excepciones.


La doctrina distingue entre: excepciones dilatorias y perentorias. Las excepciones dilatorias
son aquellas que tienen por objeto corregir el procedimiento, sin afectar al fondo de la acción
(pretensión) deducida; es decir, sin afectar el derecho material alegado por el actor. Se trata de
defensas previas alegadas y resueltas in limine litis (al inicio del procedimiento), pues se deben oponer
en forma previa a la contestación de la demanda (dentro del término de emplazamiento), y el juez
debe fallarlas antes de seguir adelante con la tramitación del proceso. Tiene por objeto que el proceso
que se está desarrollando sea útil y carente de vicios o defectos que puedan afectar su validez en el
futuro; y representan la contrapartida de los presupuestos de la acción procesal y, como se verá, de
los requisitos de la demanda.
Por otro lado, las excepciones perentorias son aquellas que tienen por objeto enervar o atacar
el fondo de la acción (pretensión) deducida por el demandante. Cuando el demandado opone
excepciones de fondo, comparece al proceso combatiendo la acción del demandante, y fija hechos
que impiden el nacimiento de la misma, la modifican o extinguen. Estas excepciones se interponen
en la contestación de la demanda, y no suspenden el desarrollo normal del proceso, pues se resuelven
al decidir el asunto principal, o sea, en la sentencia definitiva; y, a diferencia de las excepciones
dilatorias, no son taxativas, pues la ley no las determina en su nombre o número, sino que pueden
oponerse por el demandado tantas excepciones perentorias cuantas sean las relaciones jurídicas de
derecho material que puedan nacer o formarse entre las personas.
Si bien las excepciones perentorias deben oponerse al momento de contestar la demanda,
excepcionalmente existen algunas excepciones perentorias (cosa juzgada y transacción) que pueden
oponerse como dilatorias, es decir, antes de contestarse la demanda, caso en el cual, reciben el nombre
de excepciones mixtas; y también hay algunas que pueden oponerse en cualquier estado del juicio,
siempre que sea antes de la citación para oír sentencia en primera instancia o de la vista de la causa
en segunda instancia, caso en el cual, reciben el nombre de excepciones anómalas (estas son: la

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prescripción, la cosa juzgada, la transacción y el pago efectivo de la deuda cuando ésta se


funda en un antecedente escrito)171.
ii. En relación a aquellas excepciones que atacan cuestión de forma.
Los profesores FORTTES y ALFARO señalan que en doctrina se elabora también otra
clasificación que dice relación con aquellas excepciones que atacan cuestiones de forma. Pues existen
excepciones que atacan específicamente a los presupuestos de la acción y persiguen la extinción de
la misma; por ejemplo, por medio de ellas se puede atacar la ausencia de posibilidad de accionar, o
que la acción ya caducó, o la ausencia de capacidad jurídica del actor, o la falta de investidura de la
autoridad. Y en segundo lugar, también hay excepciones que atacan a los presupuestos de la demanda,
las cuales pueden paralizar el proceso de manera insalvable o no (por ejemplo, la excepción de falta
de capacidad procesal del actor, de insuficiente personería del actor, ineptitud del libelo, etc.).
A su vez, se señala que las excepciones que atacan las pretensiones del demandante (aquellas
que atacan el fondo del asunto), pueden ser de dos subclases: aquellas que son causales extintivas de
las obligaciones (caben todos los modos de extinguir) y las que buscan garantizar la seguridad jurídica
(por ejemplo, la cosa juzgada, la falta de legitimación procesal).

171
Este tema se analizará con mayor profundidad al estudiar el periodo de discusión en el juicio ordinario de
mayor cuantía (capítulo VII).
211
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EL PROCESO CIVIL
A. GENERALIDADES

1. INTRODUCCIÓN
Como se dijo en un comienzo, la convivencia del ser humano da origen a colisiones entre los
hombres. Estos conflictos de interés pueden solucionarse de diversas formas, y uno de los primeros
mecanismos que surgió fue la autotutela, en donde hay un ejercicio particular de la fuerza para
proteger los derechos; sin embargo, a medida que se consolidó la organización del Estado, se
restringió el ámbito de la aplicación de este medio, cuya proliferación llevó a la vigencia de la ley del
más fuerte (excepcionalmente se permite el ejercicio personal de los derechos, como en la legítima
defensa, el arresto en delitos flagrantes, etc.). Luego hay una etapa más avanzada que es la de la
autocomposición, esto es, una forma de solución de conflictos que opera cuando las partes entre las
cuales se produjo, le ponen fin directamente mediante un acuerdo de voluntades (por ejemplo, la
transacción, la conciliación, etc.). Finalmente, surge la heterocomposición, que es una forma de
solución de conflictos que implica la intervención de un tercero ajeno a los sujetos entre quienes se
suscita, el cual le pone fin por medio de un proceso que termina con la dictación una sentencia; es
decir, el proceso actúa aquí como un instrumento de civilidad que regula y soluciona los conflictos
Por lo tanto, desde el momento en que se produce la violación de un derecho, su titular recurre
a la protección del Estado, quien se la proporciona a través de los órganos en quienes reside la función
jurisdiccional (a través de un tercero). La manera de provocar esta protección es deduciendo una
demanda (que es el modo normal de ejercitar la acción), protección que se manifiesta posteriormente
en un acto del tribunal que recibe el nombre de sentencia. Ahora bien, entre la interposición de la
demanda y la dictación de la sentencia, se desarrollan una serie de actos de carácter procesal, cuyo
conjunto recibe el nombre de proceso; es por ello que se dice que el proceso es el fruto del ejercicio
de la función jurisdiccional.
En definitiva, se puede decir que el Derecho procesal es una rama del Derecho que regula el
proceso, que es el medio legal para que una persona imponga su voluntad sobre otra.
2. CONCEPTO DE PROCESO
Desde el punto de vista etimológico, proceso proviene del griego proseko que significa venir
de atrás e ir adelante; y del vocablo latín processus, que significa transcurso de tiempo o conjunto de
fases sucesivas de un fenómeno.
Desde un punto de vista doctrinal, Eduardo COUTURE señala que el proceso es una
secuencia o serie de actos que se desenvuelven progresivamente, con el objeto de resolver, mediante
un juicio de la autoridad, el conflicto sometido a su decisión. El profesor LUHRS, siguiendo a
GUAPS, señala que el proceso es una institución del Derecho público destinada a satisfacer
pretensiones procesales, mediante actos del demandante, del juez y del demandado. Y siguiendo a los
profesores FORTTES y ALFARO (quienes toman como base el concepto del autor argentino Adolfo
ALVARADO), el proceso es una serie lógica y consecuencial de instancias bilaterales conectadas
entre sí por la autoridad judicial, que se utiliza como medio pacífico de debate entre dos partes
antagónicas, ante un tercero que reúne las características de imparcial e independiente. Los elementos
de este último concepto son:

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i. Es una serie o secuencia, esto es, un conjunto de elementos que se relacionan entre sí y se
suceden unos a otros; es decir, no se trata de un sólo acto aislado, sino de un conjunto de
actos, los cuales conforman el proceso.

ii. Es una serie lógica porque sus distintas etapas se desarrollan en un orden que no ha sido fijado
al azar, sino que están fijadas por la razón (demanda, contestación, conciliación, prueba,
alegación y sentencia). Se dice que lo que caracteriza a una serie, es que sus elementos tienen
vida propia fuera de ella, y pueden combinarse entre sí logrando diferentes resultados; ello,
sin embargo, no ocurre en una serie lógica como el proceso, pues los fragmentos que lo
componen se suceden unos a otros de cierta manera, y carecen de sentido si se aíslan.

iii. Es consecuencial porque el conjunto o serie de actos jurídicos que se suceden unos a otros,
no deben existir todos a la vez, sino que deben tener lugar uno primero y otro después (son
como peldaños de una escalera). Por lo tanto, no se puede presentar la demanda, la
contestación y las pruebas a la vez, sino que se deben presentar en un orden lógico.

iv. Instancias bilaterales. Que sea bilateral, significa que debe haber una acción del actor y una
reacción del demandado. En un proceso no puede haber una instancia unilateral, ya que se
afectaría un principio básico de éste, cual es, el principio de contradicción, en virtud del cual,
cada una de las actuaciones debe ser conocida por la parte que no la ejercitó, a fin de proceder
a afirmar o negar lo que sea necesario.

v. Conectadas entre sí por la autoridad judicial. La serie de actos jurídicos se suceden unos a
continuación de otros de manera conectada o concatenada, porque aun cuando estos actos
pudieren gozar de cierta individualidad, los mismos están unidos con otros para en su
conjunto formar el proceso (se asemejan a las argollas de una cadena, cada una de ellas puede
ser perfecta, pero para que exista la cadena es necesario que estén entrelazadas entre sí, y si
se rompe alguna de las argollas, ya no existe la cadena). Ahora bien, es el juez el que realiza
esta conexión, ya que éste actúa entre el demandante y el demandado.

vi. Se utiliza como medio pacífico de debate entre dos partes antagónicas. El proceso es un medio
de solución de conflictos que se creó con el objeto de evitar la autotutela, y para ello, la
solución del conflicto debe estar basada en lo que la ley establece, es decir, es obligación del
que administra el proceso dar siempre una respuesta jurídica acerca de si a alguien le asiste
razón en lo que pide, y de ser así, concedérselo, o en caso contrario, negárselo.

Se dice que el proceso es una institución teleológica establecida para la consecución de un


fin, cual es, la solución pacífica del conflicto por el órgano jurisdiccional; es decir, por medio
de él se satisfacen pretensiones extraprocesales resisitidas (lo cual origina el conflicto).

vii. Se realiza ante un tercero que reúne las características de imparcial e independiente. Este
tercero es el juez, y que sea imparcial quiere decir que juzga sin tomar partido, permaneciendo

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neutral, con objetividad; y que sea independiente significa que no depende para tomar su
decisión de ningún otro juez, ni menos de otro poder del Estado172.
Para finalizar, se puede decir que el CPC habla del proceso en forma material. En efecto, el
art. 29 inc. I señala que el proceso se forma con los escritos, documentos y actuaciones de toda especie
que se presenten o verifiquen en el juicio. El proceso es una idea, una abstracción, y en este caso se
está haciendo alusión a la materialidad del proceso, concretamente, al expediente o auto, esto es, el
conjunto de escritos, documentos y actuaciones de toda especie que se materializan en el proceso.
3. NATURALEZA JURÍDICA DEL PROCESO
Según plantea COUTURE, el estudio de la naturaleza jurídica del proceso civil consiste, ante
todo, en determinar si este fenómeno forma parte de alguna de las instituciones conocidas del Derecho
o, si por el contrario, constituye por sí sólo una categoría especial. Así, por ejemplo, se trata de saber
si el vínculo que une a las partes y al juez constituye un contrato, una relación jurídica procesal, o un
fenómeno particular, etc.
Tal como constata Mario CASARINO, uno de los problemas más debatidos en la ciencia
procesal es la naturaleza jurídica o esencia misma del proceso. A este respecto se han formulado
diversas teorías, siendo las más importantes las siguientes:
i. Teoría contractualista. Esta teoría señala que el proceso es un contrato, pues supone la
existencia de una convención entre las partes, en la cual ambas se hallan de acuerdo en aceptar
la decisión de un conflicto por un juez. Agrega esta postura, que el efecto entre las partes de
la cosa juzgada, no es otra cosa que la consecuencia lógica del principio de que las
convenciones sólo afectan a los contratantes.
Esta teoría se critica, pues no es posible señalar que el proceso es fruto de un acuerdo de
voluntades, puesto que en él, uno de los litigantes (el actor) conmina a su adversario, aun en
contra de sus naturales deseos, a contestar sus reclamaciones.
ii. Teoría de la relación jurídica. Esta teoría sostiene que el proceso es una relación jurídica,
esto es, un vínculo jurídico que une a los sujetos del proceso (partes y juez), generando
poderes y deberes entre ellos. Esta relación surge como fruto del ejercicio del derecho
de acción, mediante el cual el actor, por medio de la demanda, requiere el ejercicio de la
función jurisdiccional por parte de un tribunal; una vez ejercida la acción, es necesario
notificar la demanda al demandado, y dicha notificación hace nacer la relación jurídica
respecto de este último; cuando el demandado ejerce su derecho de defensa, la relación se
integra plenamente, es decir, se produce la determinación de los sujetos y del objeto del
proceso (es decir, nace con el emplazamiento del demandado). Por lo tanto, se dice que el
proceso es una relación jurídica, por cuanto varios sujetos, investidos de poderes

172
Hay quienes analizan aquí lo relativo al debido proceso, sin embargo, esto ya fue estudiado en Derecho
constitucional; sólo cabe recordar que, en general, como dice el profesor FORTTES, el debido proceso implica
concebir al proceso como un método y no como una meta y, principalmente, como una garantía del ciudadano
frente a los demás particulares y frente a quienes ejercen el poder. Concretamente implica: el libre acceso a
tribunales (derecho de acción); la bilateralidad de la audiencia; determinación previa del tribunal y del lugar del
juicio; el derecho a que el proceso se efectúe en forma eficaz y sin dilaciones, con asistencia letrada y en forma
pública, etc.

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determinados por la ley, actúan en vistas de la obtención de un fin. Estos sujetos son el actor,
el demandado y el juez, y sus poderes son las facultades que la ley les confiere para la
realización del proceso (acción, excepción, dictar sentencia, etc.); y su fin, es la solución del
conflicto de intereses.
Esta relación puede pasar por diversos grados o etapas, y durante ellas la relación sigue siendo
la misma, pues la sentencia de primera o segunda instancia cierra parcialmente el proceso, ya
que puede ser impugnada. Ahora bien, esta relación se puede extinguir por la vía normal, esto
es, la sentencia definitiva que resuelve la controversia con autoridad de cosa juzgada; o
también puede extinguirse por una vía anormal, como es el caso de la transacción, el
desistimiento de la demanda, o por el abandono del procedimiento.
Esta es la teoría que sigue la mayoría de la doctrina, no obstante, GUAPS la critica señalando
que no existen realmente derechos y obligaciones procesales; y en segundo lugar, aunque
existan, son múltiples y requieren de un concepto superior que los sintetice y sirva para
explicar el proceso como una unidad (cual es, el concepto de institución).
iii. Teoría de la institución. Esta teoría señala que en el proceso existen verdaderos deberes y
derechos jurídicos, pero hay más que una relación entre ellos, es decir, la noción de relación
es insuficiente para explicar los derechos y deberes. La idea que los aglutina es la institución,
y se entiende por tal, el conjunto de actividades relacionadas entre sí por el vínculo de una
idea común y objetiva, proveniente de los sujetos que desarrollan esas actividades. Así, el
proceso es institución porque la idea común y objetiva que en él se observa es la satisfacción
de una pretensión, y todas las voluntades de los que actúan en el proceso tienden justamente
a aquella idea común, llámense juez, actor o demandado.

Esta teoría ha sido criticada por los equívocos y malos entendidos que provoca la
multiplicidad de acepciones de la palabra institución.

iv. Teoría de la situación jurídica. La teoría de la situación jurídica es contraria a las anteriores,
ya que niega la existencia en el proceso de derechos y deberes entre las partes, pues sólo ve
en él un conjunto de situaciones jurídicas. Pues la obligación del juez de conocer y fallar la
controversia no es procesal, sino que deriva de su calidad de funcionario público; y, por otro
lado, las partes no tienen derechos ni deberes procesales, sino que deben someterse, como
ciudadanos, a los derechos y deberes públicos.

Agrega esta doctrina, que cuando el derecho material o sustantivo asume la condición
dinámica que le depara el proceso, se produce una mutación esencial en su estructura, ya que
no podría hablarse allí propiamente de derechos, sino de posibilidades de que el derecho sea
reconocido en la sentencia, de expectativas de obtener ese reconocimiento, y de cargas, o sea,
imperativos o impulsos del propio interés para cumplir los actos procesales. Siendo esto así,
no puede hablarse entonces de relación entre el juez y las partes, ni entre ellas mismas; pues
el juez no sentencia porque esto constituya un derecho para las partes, sino porque es su deber,
y las partes no están ligadas entre sí, sino que existe apenas estados de sujeción de ellas al
orden jurídico, en su conjunto de posibilidades, de expectativas y cargas; y esto no configura
una relación, sino una situación.

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Entre las críticas que se le han hecho a esta doctrina, es que no puede hablarse de una
situación, sino de un conjunto de situaciones. Y, por otro lado, se señala que las posibilidades
y las cargas no son categorías desligadas de los derechos y de los deberes, sino que elementos
de ellos, pues la posibilidad es una posición favorable del titular de un derecho respecto a su
ejercicio, y la carga es una situación desfavorable del titular respecto al no ejercicio.

v. El proceso como categoría irreductible. Para el profesor ALFARO lo importante es sostener


que el proceso es una categoría irreductible, esto es, un fenómeno único, irrepetible,
inconfundible en el mundo jurídico, que tiene una categoría propia. En el mismo sentido el
profesor FORTTES señala que el proceso es una categoría irreducible porque no hay otro
fenómeno similar en el mundo (el proceso es proceso), por tanto, sería inútil buscar su
naturaleza jurídica, lo que incluso conduce a errores. Incluso, algunos autores españoles,
dicen que el proceso carece de naturaleza jurídica173.

4. FINALIDAD DEL PROCESO


La doctrina, según sea el tratadista, destaca distintos aspectos de la finalidad del proceso, a
saber: la solución pacífica de los conflictos de relevancia jurídica, con el propósito de alcanzar la paz
social (Francisco HOYOS); satisfacción de una pretensión procesal (profesor LUHRS);
establecimiento de la cosa juzgada; actuación del derecho material u objetivo (CHIOVENDA);
mantenimiento de la paz social (CARNELUTTI). En general, todas estas respuestas emanan de dos
principios a los cuales obedece el proceso:
i. Principio de seguridad. Las pretensiones se satisfacen porque, en caso de no hacerlo, el
insatisfecho tendería a hacerlo por sí mismo, y ello llevaría al imperio de la fuerza, lo cual
pondría en peligro la paz social. La cosa juzgada es una manifestación concreta de este
principio, pues con ella se busca evitar el eterno planteamiento de una contienda judicial y la
inseguridad que ello acarrea.

ii. Principio de justicia. Las pretensiones procesales serán satisfechas en la medida que sean
justas, pues si siempre se satisficieran, se obtendría la seguridad, pero no la justicia. Una
institución concreta que obedece a este principio, es la de los recursos procesales, los cuales
permiten revisar las decisiones judiciales.

5. ELEMENTOS DEL PROCESO O PRESUPUESTOS PROCESALES


Los presupuestos procesales son aquellas exigencias que deben concurrir para que el proceso
tenga existencia y sea eficaz. Mario CASARINO distingue entre elementos constitutivos o de
existencia, y elementos o condiciones de validez. Dentro de los primeros ubica la contienda jurídica

173
CASARINO señala que este tema no es sólo una investigación teórica, pues la conclusión a que se llegue
tiene consecuencias prácticas de especial importancia, ya que determinará las normas aplicables en caso de
que las normas del CPC sean incompletas. Así, por ejemplo, si se dice que es un contrato, le son aplicables las
normas del Libro IV del CC; y si se acepta la teoría de la relación jurídica, el juez debe ser sujeto pasivo de
obligaciones respecto de las partes, y éstas pueden tener el derecho de exigir su cumplimiento.
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actual, las partes y el tribunal; y dentro de los segundos, la observancia de formalidades, la


competencia del tribunal y la capacidad de las partes174.
5.1. ELEMENTOS CONSTITUTIVOS O DE EXISTENCIA
Los elementos constitutivos o de existencia, son elementos indispensables, es decir, su falta
implica la inexistencia o desnaturalización del proceso; basta, pues, que falte alguno de estos
elementos para que el juicio deje de ser tal ante la ley. Estos elementos, como ya se ha enunciado,
son:
i. La contienda jurídica actual (elemento objetivo). Al decir contienda jurídica, se establece
que la discusión ha de versar sobre un derecho; por tanto, sí dos o más personas están en
desacuerdo sobre cualquiera otra cosa o materia y la someten a la decisión de un tercero,
en caso alguno eso será un juicio. Pero no basta que la contienda sea jurídica, debe ser,
además, actual, es decir, debe haber un derecho concretamente amenazado, cuya
declaración o protección se solicite al tribunal. No caben, por tanto, las contiendas o
discusiones de carácter teórico, aun cuando sean jurídicas.

ii. Las partes (elemento subjetivo). Las partes son aquellas personas que sostienen ante el
tribunal un conflicto jurídico y actual, acerca de sus propios derechos; reciben el
nombre genérico de litigantes. El demandante o actor es la parte que pide la declaración
o protección de su derecho, y el demandado o reo (terminología empleada con frecuencia
en los juicios penales del antiguo procedimiento) es la parte en contra de la cual se pide
esta declaración o protección.

Hay veces en que a las partes se las conoce con un nombre derivado de la naturaleza del
juicio; así, por ejemplo, en el juicio ejecutivo el demandante es llamado ejecutante, y el
demandado ejecutado; en las querellas posesorias el demandante es llamado querellante,
y el demandado querellado, etc. No hay tampoco inconveniente legal alguno para que en
un juicio existan diversos demandantes o diversos demandados, en cuyo caso se habla de
pluralidad de partes o de litisconsorcio.

Como se verá más adelante, según su interés en el proceso, las partes pueden ser
principales o directas, y secundarias o indirectas. Las primeras son el demandante y
demandado, mientras que las secundarias son los llamados terceros, los cuales pueden
tener interés en el juicio, entre los cuales se distingue a los terceros coadyuvantes que son
aquellos que tienen un interés coincidente con el de alguna de las partes; los terceros
excluyentes que son aquellos que tienen un interés incompatible con el del demandante
y del demandado; y los terceros independientes que son aquellos que tienen un interés
distinto al de las partes, pero que no es excluyente. También hay terceros sin interés en
el resultado del juicio, entre los cuales se destaca a los peritos y a los testigos.

iii. El juez (elemento subjetivo). El tribunal es el órgano jurisdiccional encargado de


resolver un conflicto, y que debe estar instalado e investido de jurisdicción. Se sabe que

174
El profesor LUHRS distingue entre elementos de existencia, dentro de los cuales ubica al demandante, al
juez, el proceso pedido, la demanda o acusación, y el conflicto jurídico; y elementos de eficacia, en los que
ubica al demandante capaz.
217
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un tribunal pueda estar compuesto de uno o más jueces, según se trate de un tribunal
unipersonal o colegiado, y que a su alrededor actúan numerosos personajes que reciben
el nombre genérico de funcionarios auxiliares de la administración de justicia175.
Todos estos elementos sirven para identificar formalmente a una causa; pues en la carátula
del expediente consta el nombre de las partes, la materia del juicio (conflicto jurídico actual), y el
nombre y calidad del tribunal que conoce del asunto (además de la fecha del inicio y el rol o número
de la causa). Por otro lado, estos elementos sirven para determinar la litispendencia (juicio pendiente),
esto es, el actual conocimiento de una causa por un juez que impide plantearla ante otro tribunal; y la
institución de la excepción de cosa juzgada.
5.2. ELEMENTOS O CONDICIONES DE VALIDEZ
Estos elementos son esenciales para que el juicio sea válido, pues en caso de no concurrir, se
podrá anular el proceso. Concretamente, son:
i. La competencia (absoluta y relativa) del tribunal llamado a resolver la contienda.

ii. La capacidad de las partes litigantes para comparecer en juicio o capacidad procesal (esto se
verá más adelante).

iii. El cumplimiento u observancia de las formalidades prescritas por la ley, para la validez de
los diversos actos que constituyen el proceso (por ejemplo, la notificación de la resolución
que provee la demanda).

6. LOS IMPERATIVOS JURÍDICOS DEL PROCESO


Cuando se analizó la naturaleza jurídica del proceso, una teoría afirmaba que era una relación
jurídica procesal, esto es, un vínculo jurídico que generaba derechos, obligaciones y cargas para las
partes litigantes entre sí, y respecto del juez. Dentro de las facultades de las partes destacan,
principalmente, el derecho de acción y de defensa que corresponde a cada una de ellas; y, según
GOLDSCHMIDT, en el proceso también se pueden plantear tres tipos de imperativos o mandatos:
i. Deberes procesales. Según el autor, son aquellos imperativos procesales en beneficio de
la comunidad y la recta administración de justicia. Por ejemplo, el deber que tienen las
partes de comportarse correctamente en razón del principio de moralidad o buena fe
procesal; el deber de los testigos de decir la verdad; el deber del juez (mayor destinatario
de este principio) de fallar oportunamente y de excusarse de cuando concurra una causal
de inhabilidad. El incumplimiento de estos deberes puede llevar aparejado sanciones que
normalmente son de carácter administrativo, disciplinario o penal (por ejemplo, en el
caso de los testigos que no dicen la verdad).

ii. Obligaciones procesales. Según el autor, son imperativos procesales en beneficio de la


contraparte, y su incumplimiento conduce a la ejecución forzada. Por ejemplo, pagar la
condena impuesta en la sentencia; el pago de las costas y multas que se pueden imponer

175
Según CASARINO, pueden agregarse como elementos humanos del juicio, fuera de los nombrados,
a los abogados. No son partes, no son jueces, ni menos son funcionarios auxiliares; sin embargo, colaboran
eficazmente en la administración de justicia y en los resultados útiles del proceso
218
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durante el proceso, como al final del mismo en la sentencia. En este caso el cumplimiento
es exigible por la fuerza.

iii. Cargas procesales. Son aquellos imperativos que tiene una parte respecto de sí
misma (en su propio interés) y cuyo incumplimiento no da lugar a la aplicación de multas
ni a la ejecución forzada, sino que sólo acarrea consecuencias desfavorables para el que
incumple la carga, es decir, sólo para esa parte. Según el profesor FORTTES, todos los
actos en conexión con el juez imponen cargas procesales; así, por ejemplo, es una carga
procesal contestar la demanda, comparecer, probar los hechos afirmados, alegar, etc176.
Como se puede apreciar, las cargas procesales se diferencias de las obligaciones, por
cuanto estas últimas permiten el cumplimiento forzado tras el incumplimiento, mientras
que las cargas procesales sólo implican una consecuencia desfavorable para el que tenía
que cumplirla (por ejemplo, si no se contesta la demanda, se seguirá el juicio en
rebeldía).

7. PROCESO, LITIGIO, JUICIO Y PROCEDIMIENTO


El término proceso se relaciona íntimamente con otros conceptos, pero como se verá, son
distinguibles unos de otros.
7.1. PROCESO Y LITIGIO
La idea de proceso normalmente presupone la idea de litigio, pleito, conflicto, discusión o
controversia; por ello, es frecuente que el vocablo litigio se utilice como sinónimo de proceso. Sin
embargo, pueden existir procesos sin litigios, como es el caso de los actos judiciales no contenciosos.
7.2. PROCESO Y JUICIO
Según CASARINO, la palabra proceso es de uso relativamente reciente, pues antes se usaba
el término juicio, sinónimo de declaración del derecho. En efecto, el acto de juzgamiento que implica
la decisión final del litigio, caracteriza de un modo saliente al proceso y a la función jurisdiccional
que en él se concreta; sin embargo, es preferible utilizar el término proceso ya que es mucho más
amplio, pues comprende a actos procesales que no implican un juzgamiento (por ejemplo, las
notificaciones, los exhortos, la ejecución y las medidas precautorias) y, por otro lado, pueden haber
procesos que terminen sin un juzgamiento (por ejemplo, con el desistimiento de la demanda).
Con razón se ha dicho, entonces, que el término proceso es el género y el término juicio la
especie; pues este último es un acto por el cual se resuelve el conflicto, esto es, la decisión, la

176
El profesor FORTTES dice que generalmente en toda carga es posible encontrar tres etapas: en primer lugar,
una orden (contestar la demanda), en segundo lugar, un plazo (dentro de 15 días); y en tercer lugar un
apercibimiento , esto es, una comunicación emitida por el juez en la cual se hace un llamado a alguna de las
partes de una orden relacionada con el proceso, con la indicación o advertencia de las consecuencias que se
pueden derivar en el caso de no cumplir con lo solicitado en la comunicación, es decir, a través del
apercibimiento se le anuncia lo que va a ocurrir (por ejemplo, si no se contesta la demanda se tendrá por no
contestada, y se darán como aceptados todos los hechos establecidos en la demanda). En general, se trata de
una fórmula utilizada principalmente en las notificaciones, citaciones y requerimientos, y el demandado no
tiene la obligación, en el sentido civil de dar, hacer o no hacer algo, pues si no lo hace, ni el juez ni el demandante
ni nadie puede constreñirlo a que lo haga.
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sentencia, que sólo constituye una parte del proceso y que incluso puede no presentarse en aquellos
casos en que hay un avenimiento, un sobreseimiento, etc.
También se ha dicho que el juicio apunta a un conflicto determinado. Es el procedimiento
concreto que se tramita entre partes determinadas, ante un juez determinado, para un conflicto
determinado; es la concreción y especificación del procedimiento en una controversia determinada
y específica. Según el profesor ALESSANDRI, causa, juicio o pleito es la controversia actual que se
produce entre dos o más personas sobre un derecho y que se somete al fallo de un tribunal.
7.3. PROCESO Y PROCEDIMIENTO
El procedimiento es la secuencia ordenada y concatenada de los actos que se desarrollan en
el proceso; es el conjunto de formalidades o ritos por los que se organiza el proceso; es el método
para la actuación ante los tribunales; es el proceso en movimiento; como señala el profesor
FORTTES, es el conjunto de actos e instancias bilaterales del proceso.
El procedimiento se subdivide en fases o etapas (por ejemplo, la fase de discusión), las cuales
se componen de trámites o unidades de procedimiento (por ejemplo, el trámite de la contestación), y
éstas, a su vez, se componen de actos (notificación de la contestación). Las fases, trámites y actos
que conforman el procedimiento son concatenados, pues se coordinan de modo de que cada uno de
ellos sea presupuesto de admisibilidad de los siguientes y condición de eficacia de los anteriores; y
cada etapa, trámite y acto, tienen una serie de normas de procedimiento a las que hay que ajustarse
para que el proceso sea válido. Esto se proyecta en materia de nulidad, pues la nulidad de un acto
puede arrastrar la de los actos que le siguen, en la medida que haya conexión entre ellos.
Existen muchas posturas que tratan de explicar la relación que existe entre el proceso y el
procedimiento; las más importantes son:
i. Para algunos la relación existente entre proceso y procedimiento es de género a
especie, siendo el género el procedimiento y la especie el proceso. Procedimientos hay
muchos, existen, por ejemplo, procedimientos legislativos, administrativos, arbitrales,
etc.; por lo tanto, no es algo exclusivo del Derecho procesal. Ahora bien, todo proceso
requiere de un procedimiento para su tramitación (en el proceso siempre hay
procedimiento), sin embargo, no todo procedimiento requiere de un proceso, pues hay
procedimiento sin procesos, como por ejemplo, el procedimiento de tramitación de la ley,
el procedimiento administrativo, etc.
Para aproximarse a esta idea, se dice que el procedimiento es una realidad formal o adjetiva
(concepto netamente jurídico), en cambio, el proceso es una realidad conceptual o sustantiva
(concepto puramente lógico), continente de garantías constitucionales que posibilitan la
tutela judicial efectiva y, por tanto, se encarga de corregir cualquier error en la aplicación
del procedimiento. De allí que todo proceso contiene un procedimiento, pero no todo
procedimiento constituye un proceso.
ii. Para otros, como el profesor FORTTES, la relación correcta entre el proceso y el
procedimiento, es del todo a parte, siendo el todo el proceso y la parte el procedimiento. En
efecto, el procedimiento es sólo la composición externa o formal del desarrollo del proceso,
pero no comprende las relaciones jurídicas que se establecen entre los sujetos del proceso,
ni la finalidad compositiva de éste. En otras palabras, el procedimiento es el modo como va

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desenvolviéndose el proceso, pero no es lo único dentro del proceso, sino que también hay
un juez, hay partes, etc.
El proceso es un todo o, si se quiere, una institución, está formado por un conjunto de actos
procesales que se inician con la presentación y admisión de la demanda, y terminan cuando
concluye por las diferentes causas que la ley admite. El procedimiento es el modo como va
desarrollándose el proceso, los trámites a que está sujeto, la manera de sustanciarlo, que
puede ser ordinaria o sumaria, breve o dilatada, escrita o verbal, con una o varias instancias,
con período de prueba o sin él, etc. En palabras del profesor LUHRS, el proceso es un
instrumento destinado a la satisfacción de pretensiones procésales, y el procedimiento son
los actos procésales estudiados en sí mismos.
iii. Por último, hay quienes sostienen que la relación existente entre proceso y procedimiento
es una relación de medio a fin. En efecto, la jurisprudencia nacional ha reconocido
expresamente que el procedimiento es tributario del proceso, lo cual significa que el
procedimiento es un mecanismo que permite el cumplimiento de la finalidad del proceso,
cual es, resolver un conflicto.

8. CLASES DE PROCEDIMIENTO

i. Según la naturaleza del derecho controvertido, los procedimientos se clasifican en civiles y


penales. El procedimiento civil, es aquel en que el derecho controvertido es de naturaleza civil,
es decir, comprende todo lo que no sea penal (civil, comercial, laboral, asuntos no contenciosos,
etc.); y el procedimiento penal, es aquel en que el derecho controvertido es de naturaleza penal.
La importancia de esta clasificación se proyecta en materia de impulso procesal, pues en el
procedimiento civil impera el principio dispositivo (iniciativa de parte), mientras que en el
sistema penal impera el principio de oficialidad (actuación de oficio del tribunal).

ii. Según su objeto o finalidad, los procedimientos se clasifican en: procedimiento de


conocimiento o cognitivo, que son aquellos que buscan obtener la condena del demandado, la
mera declaración de un derecho, o un efecto constitutivo; procedimientos de
ejecución, que son aquellos que persiguen el cumplimiento forzado o compulsivo de una
obligación que consta en un título ejecutivo; y procedimientos cautelares o
conservatorios, que son aquellos que tienen por objeto asegurar el resultado de una acción de
conocimiento o ejecutiva, que puede ser anterior o coetánea.

iii. Según su ámbito de aplicación, los procedimientos se clasifican en: procedimientos generales,
que son aquellos que se aplican comúnmente a todas las controversias que no tengan una forma
especial de tramitarse (es el procedimiento común y de aplicación supletoria); y los
procedimientos especiales, que son aquellos que se aplican para determinadas controversias
que la ley establece, puesto que la preordenación de sus trámites y actos, se crea en atención a
la naturaleza del conflicto (por ejemplo, el juicio de arrendamiento para predios urbanos).

iv. El art. 2º del CPC clasifica a los procedimientos, según su tramitación (CASARINO), en
ordinarios y extraordinarios; siendo el ordinario el que se somete a la tramitación común
ordenada por la ley, y el extraordinario, el que se rige por las disposiciones especiales que
para determinados casos ella (la ley) establece. Agrega el art. 3º del CPC, que se aplicará el
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procedimiento ordinario en todas las gestiones, trámites y actuaciones que no estén sometidos
a una regla especial diversa, cualquiera que sea su naturaleza; es decir, es un procedimiento
de carácter general.
Como se verá, el Libro II del CPC se refiere al juicio ordinario de mayor cuantía y el Libro III
a los juicios especiales; por tanto, según algunos, hay un sólo procedimiento ordinario y de
aplicación general, a saber, el juicio ordinario de mayor cuantía. No obstante, en el Libro III
(juicios especiales) se incluyen procedimientos que son de aplicación general, como el
procedimiento sumario, y el de menor y mínima cuantía, que según algunos son procedimientos
ordinarios también; pero según otros, se trata más bien de procedimientos extraordinarios de
aplicación general, pues el procedimiento ordinario, que es aquel se somete a la tramitación
común dispuesta por la ley, es sólo el que establece el Libro II, pero no es el único de aplicación
general.
v. Según su extensión, los procedimientos se clasifican en: procedimientos de lato conocimiento
o plenarios, que son aquellos en que el conocimiento de la controversia es extenso, en cuanto
al número de los trámites; y procedimientos sumarios, que son aquellos cuya tramitación
está fundamentada exclusivamente en razones de rapidez o celeridad.

vi. Según su contenido, los procedimientos se clasifican en: procedimientos singulares, que son
aquellos en que tienen interés una o más personas determinadas, respecto de un derecho
también determinado; y procedimientos universales, que son aquellos en que la materia del
procedimiento comprende una universalidad, como el patrimonio de una persona o la herencia
de un difunto (de allí que sean ejemplos típicos de juicios universales, los de quiebra y los de
partición de herencia).

vii. Según la cuantía del procedimiento, es decir, según la avaluación económica del objeto
litigado, los procedimientos se clasifican en: procedimientos de mayor cuantía, que son
aquellos cuya cuantía excede de 500 UTM, es decir, la cosa litigiosa sobrepasa dicha cantidad
(éste es el que regula el Libro II del CPC, llamado "Del Juicio ordinario"); procedimientos de
menor cuantía, que son aquellos cuya cuantía excede de 10 UTM pero no sobrepasa las 500
UTM, y no tienen señalado en la ley una regulación especial (es decir, es de carácter general),
y se rige por las reglas del procedimiento ordinario que trata el Libro II , pero con las
modificaciones que allí se señalan (por ejemplo, se omiten los escritos de réplica y dúplica);
y los procedimientos de mínima cuantía, que son aquellos cuya cuantía no excede de 10 UTM
y que por su naturaleza no tienen señalado en la ley una regulación especial, y se rigen por las
reglas de los arts. 703 y siguientes del CPC.

viii. Según su ritualidad, los procedimientos se clasifican en: procedimientos orales, que son
aquellos en cuya tramitación predominan las actuaciones verbales, de palabra o de viva voz; y
procedimientos escritos, que son aquellos en cuya tramitación predominan las actuaciones
escritas. Estos procedimientos no son absolutos o excluyentes, pues aquí el predominio de la
oralidad o escrituración, determina la clase del procedimiento.

ix. Según la manera de cómo actúan las partes, los procedimientos se clasifican en simples o
sencillos, y dobles o compuestos. Los procedimientos simples son aquellos en que demandante
y demandado sólo desempeñan el papel de tales; y los procedimientos dobles, son aquellos en
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que demandante y demandado desempeñan, a la vez, ambos roles procesales (por ejemplo, los
juicios de partición de bienes, o los juicios en que el demandado ha deducido reconvención).

B. PRINCIPIOS REGULADORES DEL PROCEDIMIENTO

1. CONSIDERACIONES PREVIAS
Según el profesor ALFARO, los llamados principios procesales que inspiran el procedimiento,
aluden a las cuestiones más diversas, algunas muy importantes y otras que no lo son tanto. Por esta
razón es que señala el siguiente criterio de distinción: principios procesales; reglas técnicas; y
sistemas procesales.
Otros autores, en cambio, aglutinan todas estas cuestiones bajo el rótulo de principios
reguladores del procedimiento. Sin embargo, como se verá, alguna de estas ideas no son, en estricto
rigor, principios, sino que más bien reglas técnicas o sistemas procesales.
2. PRINCIPIOS PROCESALES
Se entienden por principios procesales las grandes directrices que brinda el legislador para
que el método de enjuiciamiento (proceso) pueda operar eficazmente de acuerdo con la orientación
filosófica-política de quien ejerce el poder por un tiempo y en un lugar determinado.
Los principios implican un punto de origen en función de aquello que se quiere lograr, y si lo
que se quiere lograr es un proceso, esto es, un medio pacífico de debate, hay que trazar los
lineamientos fundamentales que deben presentarse de manera ineludible e imprescindible, y que
deben respetarse para lograr el mínimo de coherencia que todo proceso exige. Así, los principios son
unitarios, no hay más de una opción para que se pueda tener efectivamente un proceso.
Estos principios deben informar a todos los procedimientos, con el objeto de cautelar la
finalidad garantizadora del proceso; y la gran mayoría de ellos tiene consagración constitucional en
el art. 19 Nº 3, el cual establece las bases del racional y justo procedimiento (debido proceso), que el
constituyente ordena al legislador establecer. En concreto, estos principios son:
i. Principio de igualdad o de contradicción. Consiste en que todos los actos del procedimiento
deben efectuarse con la intervención de la parte contraria, es decir, debe dársele la oportunidad
de intervenir, aunque efectivamente no la utilice; así, las partes se van a encontrar en un plano
de igualdad o equivalencia.
Como se puede apreciar, esto es una manifestación particular de la garantía constitucional del
art. 19 Nº 3 inc. I, que protege la igual protección de la ley en el ejercicio de los derechos. Esto
se materializa en distintas etapas del procedimiento, a saber: en el emplazamiento, esto es, la
notificación de la demanda al demandado, para que éste pueda, dentro de un plazo razonable,
comparecer y defenderse; asimismo, las pruebas deben ser comunicadas al adversario para que
tenga conocimiento de su producción y así fiscalizarlas, pues de acuerdo al art. 324 del CPC,
toda diligencia probatoria debe practicarse previo decreto del tribunal que conoce en la causa,
notificado a las partes; y por último, toda petición incidental debe tramitarse con audiencia del
contrario.
Cabe decir que existen excepciones a este principio, es decir, casos en que la ley permite al
tribunal actuar sin intervención de la contraria; como, por ejemplo, las medidas precautorias
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prejudiciales concedidas sin audiencia del interesado para resolver recursos de menor
importancia como las reposiciones.
ii. Principio de imparcialidad del juzgador. Este es un principio fundamental para estar en
presencia de un proceso, e implica: que el juez no puede ser parte, que no tenga interés en el
conflicto, y que esté libre de influencias físicas y sicológicas, es decir, que no esté subordinado
jerárquicamente a una de las partes.

iii. Transitoriedad de la serie de actos. Es fundamental que llegue un momento en que el proceso
culmine para siempre, y que las partes adquieran la certeza de cuál es la solución que se da en
ese conflicto. Esto se relaciona con la cosa juzgada.

iv. La buena fe, moralidad o probidad procesal. El debate procesal se debe desarrollar de buena
fe, sin traiciones, dilataciones, ni alteraciones; así, por ejemplo, se exige que todas las
excepciones dilatorias se interpongan en un mismo escrito, para evitar la dilatación del proceso.
Lo que se pretende es que las partes no utilicen el procedimiento o las actuaciones de éste para
lograr fines fraudulentos o dolosos, o alegar hechos contrarios a la realidad, o emplear medios
que tiendan a entorpecer la buena marcha del procedimiento. Tales actuaciones entrañan la
inobservancia de un deber procesal y, por ello, hay sanciones de tipo patrimonial y de índole
penal, que se imponen tanto a las partes como a su respectivo apoderado.

Para el resguardo de la buena fe existen las implicancias y las recusaciones, las condenas en
costa al litigante temerario o doloso, y las consignaciones previas en incidentes y recursos. El
profesor FORTTES señala que la notificación tácita también tiende a proteger la buena fe de los
litigantes y a obtener la rapidez en la tramitación, evitando incidentes extemporáneos sobre la
falta de notificación o de validez de la misma; lo mismo sucede con la unificación de las
excepciones, evitando así el escalonamiento de éstas, lo cual podría hacer interminable el
litigio; es por ello, también, que los medios de prueba deben limitarse a los hechos debatidos.

3. REGLAS TÉCNICAS
Las reglas técnicas son herramientas que están a disposición del legislador para emplearlas
de acuerdo con las condiciones sociales, culturales y económicas de un determinado país. Son líneas
o directrices del procedimiento, que se presentan siempre en forma binaria y antagónica, de tal
manera, que cuando el legislador opta por una de ellas, desplaza inmediatamente a las otras; y no
necesariamente una es mejor una que la otra.
Como se verá, la elección de una de estas reglas dará lugar a uno de los dos sistemas
principales de procedimiento: el sistema dispositivo y el sistema inquisitivo; así, por ejemplo, en base
a la aplicación de uno de estos sistemas, el proceso será oral o escrito, o puede regir la inmediación o
la mediación, etc.
Las reglas técnicas procesales se pueden clasificar en reglas del debate procesal, y reglas de
la actividad de sentenciar.

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3.1. REGLAS DEL DEBATE PROCESAL

i. Oralidad o escrituración. La oralidad consiste en el uso de la palabra como medio de


comunicación en el desarrollo del procedimiento, tanto entre las partes, como entre éstas y el
tribunal; por ejemplo, en materia procesal penal los incidentes se formulan oralmente en el juicio.
En cambio, la escrituración consiste en el uso de instrumentos escritos como medio de
comunicación dentro del procedimiento; por ejemplo, en el procedimiento civil, la demanda y la
contestación de la demanda.
La oralidad, como regla técnica, se aviene más con la inmediación y la celeridad. Esto constituye
la tendencia actual, así se puede observar en materia procesal penal, en el procedimiento en los
tribunales familia, y en el procedimiento laboral.
ii. Publicidad o secreto. La publicidad consiste en dar a conocer las actuaciones realizadas en el
proceso y, en general, que el desarrollo de la serie de actos se deba hacer a la vista de quienes
son las partes involucradas y a la vista de toda la sociedad, porque con ello se contribuye a lograr
la transparencia.
La publicidad se puede considerar desde dos puntos de vista, uno interno y otro externo. La
publicidad interna se refiere a que las partes conozcan todos los actos llevados a cabo por el juez
en el proceso, y ello se cumple, generalmente, mediante la notificación de la providencia (así,
por ejemplo, el demandado no se entera de manera directa de la demanda, sino que se entera de
ella mediante la notificación del auto que la admite a tramitación); la publicidad externa, en
cambio, es la posibilidad de que personas extrañas al proceso sepan lo que está ocurriendo en él
y presencien la realización de determinadas diligencias, pues con ello hay una fiscalización
popular sobre la obra de los jueces ("el pueblo es el juez de los jueces"), por ejemplo, la audiencia
pública de juzgamiento en materia penal, y la recepción de pruebas en el área civil y laboral.
El art. 9º del COT establece como base o principio de la organización judicial a la publicidad, al
señalar que los actos de los tribunales son públicos, salvo las excepciones expresamente
establecidas por la ley; asimismo, el art. 380 del COT señala que son funciones de los
Secretarios: 3) dar conocimiento a cualquiera persona que lo solicitare de los procesos que
tengan archivados en sus oficinas, y de todos los actos emanados de la Corte o juzgado, salvo
los casos en que el procedimiento deba ser secreto en virtud de una disposición expresa de la
ley.
Por su parte, el secreto consiste en la tramitación reservada del proceso. Se pueden distinguir
dos clases de secreto: en primer lugar, el secreto absoluto , en virtud del cual el contenido del
expediente es reservado incluso para las partes que participan en el proceso (por ejemplo, los
acuerdos de las Cortes); y el secreto relativo , en virtud del cual el contenido del expediente es
reservado sólo respecto de terceros, pero las partes pueden tener acceso a él (los procesos de
menores, la nulidad de matrimonio, las causas de acoso sexual del trabajador, etc.) Como se
desprende del art. 9º del COT, la reserva y el secreto son excepcionales.

iii. La libertad (informalidad) o la legalidad de las formas. Esto apunta a determinar la mayor o
menor potestad que tienen las partes para decidir cómo quieren que se desarrolle el proceso. En
el caso de la legalidad de las formas, el desarrollo del proceso viene impuesto por la ley; en
cambio, en la libertad de forma se le da más cabida a las partes para decidir cómo se va a
desarrollar el proceso (por ejemplo, el arbitraje con árbitro arbitrador).

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iv. Preclusión o libre desenvolvimiento. El libre desenvolvimiento alude a que todas las cuestiones
se conocen o resuelven sin un orden previo establecido. En cambio, la preclusión consiste en que
las diversas etapas del proceso se deben desarrollar en forma sucesiva, mediante una clausura
definitiva de ellas, impidiéndose el regreso a etapas ya consumadas; es la imposición de un
desarrollo irreversible del proceso 177.
Cada acto procesal tiene su momento, es una serie lógica de sucesos ordenados por la ley; así,
hay actos que sólo pueden realizarse en un determinado momento, otros tienen un breve lapso y
hay otros que tienen un tiempo más prolongado o pueden durar según lo que dure el proceso,
pero si no se realizan dentro del plazo establecido, el derecho precluye (se pierde la oportunidad).
Por lo tanto, la preclusión se traduce en la pérdida, extinción o caducidad de una facultad
procesal, por la verificación de determinadas circunstancias (se relaciona con las cargas
procesales). Algunas formas en que se produce la preclusión son las siguientes: la facultad
precluye por no haberse ejercido dentro del plazo fatal establecido por la ley (por ejemplo, el
plazo de 15 días para contestar la demanda en el procedimiento ordinario); la facultad precluye
por no haberse respetado en su ejercicio el orden establecido por la ley (por ejemplo, las
excepciones dilatorias sólo pueden oponerse antes de contestar la demanda)178; la facultad
precluye por haberse realizado un acto incompatible con su ejercicio, es decir, el ejercicio de
una facultad descarta automáticamente a la otra (por ejemplo, las cuestiones de competencia por
inhibitoria o por declinatoria); y la facultad precluye por haberse ejercido válidamente o
consumido179.

v. La perentoriedad o fatalidad, y la no fatalidad. Según el profesor FORTTES, la perentoriedad dice


relación con que en el caso de que una parte tenga un plazo o término para desarrollar una
determinada actuación y no la realiza, automáticamente se extingue su posibilidad de hacerlo.
Frente a eso, se encuentra la regla de la no fatalidad, según la cual, transcurrido el plazo no se
extingue inmediatamente, sino que se requiere una actividad de la otra parte o del juez para que
declare la rebeldía. Como se puede apreciar, la fatalidad es más acotada que la preclusión, pues
sólo dice relación con los plazos, mientras que la preclusión abarca más circunstancias.
Al analizar los plazos, se verá que los plazos procesales legales son fatales, mientas que los
judiciales no lo son.

vi. Concentración o dispersión. La concentración consiste en reunir todas las cuestiones


debatidas o el mayor número de ellas, para ventilarlas y decidirlas en el mínimo de
actuaciones y providencias. Esto se aviene con la oralidad, pues se persigue lograr que la serie
procesal se desarrolle en el menor número de actos posibles, y que éstos se encuentren muy

177
La palabra preclusión, viene de la palabra “precluir”, esto es, cerrar, clausurar, impedir replantear
algo ya decidido en un proceso.
178
El profesor FORTTES señala que la preclusión debe relacionarse con la legalidad o libertad de la forma.
Pues, en general, las legislaciones establecen un orden en cual debe desarrollarse la serie de actos procesales,
lo cual implica que hay una legalidad de forma y, por ende, si un acto ya se ha realizado, éste precluye. En
cambio, la regla del libre desenvolvimiento, implica que las partes pueden instar en el momento que lo deseen.
179
Se señala que la preclusión se relaciona con la cosa juzgada, que consiste en revestir a las sentencias de una
calidad especial, en virtud de la cual no se permite que las partes frente a quienes se profiere, puedan volver a
instaurar un segundo proceso con base en los mismos pedimentos y sobre iguales hechos; por ello
CHIOVENDA afirma que la cosa juzgada es la summa preclusione. La diferencia reside en que la cosa juzgada
tiene efectos fuera del proceso, mientras que la preclusión obra dentro de éste y con respecto a una etapa o
trámite del procedimiento.
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próximos entre sí (por ejemplo, en los interdictos posesorios después de la demanda se cita a una
audiencia; lo mismo se aplica en el proceso sumario, donde la primera audiencia es sólo de
contestación). Con esto se evita que el proceso se distraiga en cuestiones accesorias que
impliquen la suspensión de la cuestión principal. Frente a esto, está la regla de la dispersión, que
se relaciona con la escrituración. Según el profesor LUHRS en el juicio ordinario no se aplica la
concentración, sino que más bien la dispersión, pues es posible apreciar diversas cuestiones
accesorias de la principal.

vii. La celeridad y la lentitud o demora procesal. La celeridad consiste en que el proceso se


desarrolle rápidamente para lograr una decisión pronta, evitando los obstáculos que pudieren
afectar la pronta y debida resolución; es decir, se deben evitar actos procesales que dificulten el
desenvolvimiento del proceso o constituyan meros formalismos, a fin de alcanzar una decisión
en tiempo razonable, sin que ello releve a las autoridades del respeto al debido proceso o vulnere
el ordenamiento. Por lo tanto, el proceso se debe concretar en las etapas esenciales y cada una
de ellas limitada al término perentorio fijado por la norma.
En aplicación de este principio el CPC establece: limitaciones a las prórrogas; otorga al juez la
facultad de señalar ciertos términos fijando el estrictamente necesario; consagra medios sencillos
para efectuar la notificación de las providencias; etc.

viii. Economía y onerosidad procesal Según el profesor FORTTES, la economía procesal se refiere a
dos cosas:

- En primer lugar, al tema del costo del proceso, concretamente, a quién debe asumir los
costos del proceso. La regla lógica es que se pretenda que el proceso sea lo más económico
posible, pues éste no puede exigir un dispendio superior a los bienes que están en el debate
(el medio debe ser adecuado al fin).
Como la justicia es un servicio que presta el Estado a la colectividad, a él le corresponde
sufragar todos los gastos que esa función entraña; así, debe proporcionar los locales, pagar
la remuneración de los funcionarios y empleados, etc. No obstante, las expensas o gastos
que implique el proceso recae sobre las partes, pues ellas deben pagar los honorarios de
los peritos, de los receptores, los exhortos, etc., sobre todo en aquellas ramas en donde
rige el sistema dispositivo, como acontece en sede el civil.

- En segundo lugar, la economía procesal se refiere a la idea de mejor utilización del proceso
para resolver todos los conflictos que puedan existir entre las partes; este es el sentido que
la el profesor LUHRS, al señalar que la economía procesal apunta a una buena
administración del proceso, esto es, sin repeticiones, que se hagan las actuaciones de una
sola vez, etc. Por tanto, si en una determinada etapa del proceso una parte puede realizar
varios actos, debe llevarlos a cabo de manera simultánea y no sucesiva, esto es, todos en
el mismo lapso y no primero uno y luego otro180.
Según CHIOVENDA, la economía procesal es la obtención del máximo resultado posible,
con el menor desgaste de la actividad jurisdiccional. Esto se da, por ejemplo: en la
acumulación de autos; en la demanda reconvencional que busca concentrar en un mismo

180
Se dice que más que una sola regla, es un conjunto de reglas, pues se encuentra muy relacionada
con la concentración, la celeridad, y la gratuidad.
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proceso todas las discusiones que puedan existir entre dos o más personas; en la pluralidad
de acciones (pretensiones) o de partes (litisconsorcio); o cuando en contra de una
resolución la parte interpone el recurso de reposición y el de apelación en subsidio (pues
lo que la ley prohíbe es que primero se interponga la reposición, para luego, si es negada,
proponer la apelación).

ix. La inmediación y la mediación (distanciamiento). El profesor LUHRS recalca que esto se


refiere a la relación que debe tener el juez con el proceso, especialmente en materia
probatoria. Así, la mediación consiste en que durante el proceso el juez no tiene contacto
directo ni con las partes, ni con el expediente, ni con las pruebas aportadas, sino que por el
contrario, existen uno o más funcionarios que realizan la labor de intermediación (por
ejemplo, en las CA y la CS, la relación de la causa y el recibimiento de la prueba testimonial,
la hace el relator).
En virtud de esta regla técnica, se permite que los testimonios, documentos y declaraciones
(las pruebas) sean percibidos y recaudados por personas diferentes al funcionario que debe
tomar la decisión; además, el juez o la ley pueden autorizar a otros funcionarios a realizar
determinados actos procesales (lo cual se vincula con el proceso escrito). Actualmente
muchos critican este principio, pues se le atribuye a él la demora y congestión en los
tribunales; no obstante, pretender que el juez esté presente en todas las diligencias,
significaría atrasar todos los asuntos, debido a la cantidad demandas.
La inmediación, en cambio, consiste en la existencia de un contacto directo entre el juez y el
proceso, de manera que éste debe estar personal y permanentemente en contacto con todos
los sujetos del proceso y con los medios probatorios (testigos, peritos, confesantes, etc.). Se
traduce en la existencia de una relación interpersonal directa, frente a frente, cara a cara entre
el juez y las partes; así, por ejemplo, el juez conoce directamente en el medio probatorio
inspección personal del tribunal. Esta regla técnica tiene su mayor manifestación con la
evacuación de pruebas; y la ratio de exigir la presencia del juez en materia probatoria, es que
él va a sentenciar el caso y, precisamente, de las pruebas obtendrá su convencimiento.
Con la inmediación se busca que el juez logre su convicción a través del contacto directo con
los sujetos; es por ello que la oralidad, la concentración y la inmediación se encuentran
relacionadas. Esto tiene lugar en el proceso penal, pues allí no es posible, en principio,
sustituir el interrogatorio de testigos por la lectura de actas; pues sólo lo que ha sido oralmente
debatido en el juicio puede ser fundamento legítimo de la sentencia, así lo exige tanto el
carácter público del proceso, como el derecho de defensa.

3.2. REGLAS DE LA ACTIVIDAD DE SENTENCIAR

i. Calidad de los juzgadores. En este punto es posible encontrar a los jueces legos, que son
aquellos que no saben Derecho, y están los jueces técnicos, que son aquellos que sí saben
Derecho. Usualmente, cuando el juez es técnico es posible que sea uno sólo, en cambio,
cuando es lego, el tribunal se conforma con varios de ellos (jurado). También es posible
encontrar tribunales en que hay jueces profesionales y ciudadanos no conocedores del
Derecho.

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ii. Cantidad de los juzgadores. Existen tribunales unipersonales y colegiados. En el proceso civil
conoce, por regla general, en primera y única instancia un tribunal unipersonal, y en segunda
instancia un tribunal colegiado.

iii. Cantidad de grados de conocimiento que deben existir en el juzgamiento. Se puede elegir
entre una o varias instancias. En nuestro sistema, la regla general, es la de la doble instancia,
la cual depende de la cuantía del proceso.

iv. Evaluación de medios de prueba. Existen tres respuestas posibles en los sistemas legislativos:
la prueba legal o tasada, que implica que la ley otorga al juez las reglas para calificar la
prueba (por ejemplo, la ley señala que harán plena prueba los instrumentos públicos); la
prueba de libre convicción , en donde la ley no dice nada al juez, y éste debe evaluar de
acuerdo a su íntima convicción, a su conciencia, y no tiene el deber de motivar su decisión
(este sistema es más compatible con el de los jueces legos, así por ejemplo, un jurado expresa
si una persona es culpable o no sin motivar esa decisión; otro caso se da respecto de los
árbitros arbitradores que fallan de acuerdo a su prudencia); y el sistema de la sana crítica, el
cual se caracteriza por ser un sistema intermedio, en virtud del cual queda entregada a la
apreciación del que juzga la mayor o menor eficacia confirmatoria, pero el juez debe motivar
su fallo conforme a las reglas de la lógica, a los conocimientos científicamente afianzados y
a las máximas de experiencia (tradicionalmente, este sistema de la sana crítica coexiste con
el de la prueba legal o tasada, así ocurre por ejemplo, con los informes de peritos).

v. Congruencia procesal. La congruencia procesal apunta a la correspondencia que debe existir


entre lo pretendido por las partes y lo fallado por el juez. Cuando no existe esta
correspondencia, hay una incongruencia procesal, la cual se puede producir de distintas
maneras: a través de la minus petita , lo cual ocurre cuando el juez en su sentencia no se
pronuncia sobre todas las pretensiones y defensas de las partes (otorga menos de lo pedido
por la parte); mediante la ultrapetita, incongruencia que tiene lugar cuando una resolución
judicial concede más de lo pedido por una de las partes181; y a través de la extrapetita , la cual
tiene lugar cuando el juez otorga algo diferente a lo solicitado por las partes (por ejemplo, el
demandante entabla demanda buscando una indemnización por responsabilidad contractual,
sin mencionar una eventual responsabilidad extracontractual, y el juez niega la primera,
dando lugar a la segunda)182.

vi. Aplicación de la norma jurídica ¿El juez debe aplicar sólo las normas jurídicas invocadas por
las partes o puede aplicar el Derecho que él sabe? Esto se relaciona con el principio iuria

181
Hay una situación en la que el juez puede incurrir en ultra petita, sin que ésta configure un vicio procesal.
Esto sucederá toda vez que lo haga haciendo uso de alguna facultad para actuar de oficio que contemple la
legislación, facultades que se otorgan con la idea de proteger un bien jurídico determinado; pues, en ése caso,
aunque la parte no pide lo otorgado, es la legislación la que “pide” por ella, en interés de la justicia (por ejemplo,
protección de un menor). Un ejemplo típico de ello es la facultad que otorgan algunos ordenamientos al juez
para declarar nulos de oficio determinados actos jurídicos, cuando dicha nulidad aparezca de manifiesto, y
ninguna parte lo haya pedido; lo que obviamente tiende a cautelar el interés social de que los actos jurídicos
que se celebren sean válidos, por sobre el interés personal de las partes.
182
El profesor ALFARO también menciona casos de incoherencia del fallo, esto es, casos en que el fallo
contiene decisiones contradictorias. También menciona la falta de mayoría en el pronunciamiento o la falsa
mayoría
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novit curia (el juez conoce el Derecho) que se traduce en que el hecho de que las partes no
hayan invocado una norma no significa que el juez no pueda aplicarla, pues él conoce el
Derecho aplicable y, por tanto, no es necesario que las partes prueben en un litigio lo que
dicen las normas.
Este principio sirve para que las partes se limiten a probar los hechos, y no los fundamentos
de derecho aplicables. Por tanto, el juez sólo se debe someter a lo probado en cuanto a los
hechos, y puede aplicar un Derecho distinto del invocado por las partes.

4. SISTEMAS PROCESALES
Este tema dice relación con el impulso procesal, esto es, aquél fenómeno que se refiere a
cuál de los sujetos le corresponde darle curso al proceso hasta ponerlo en estado de sentencia. Es
decir, en virtud del impulso procesal se busca asegurar la continuidad del proceso y su dirección
hacia el fallo definitivo.
Ahora bien, el impulso procesal se puede obtener en virtud de la actuación de las partes o del
juez. De ahí que distinga un sistema dispositivo y uno inquisitivo183.
4.1. SISTEMA DISPOSITIVO
En este sistema el impulso corresponde a las partes, pues se les entrega a ellas la
disponibilidad del proceso. Por lo tanto, el ejercicio de la acción y su desenvolvimiento a través del
proceso, así como los límites de la acción y de la actividad del juez, se encuentra condicionada a la
voluntad de las partes.
Como dice el profesor LUHRS, en este sistema sólo las partes o interesados pueden iniciar un
proceso civil y determinar su objeto, y una vez iniciado, los jueces no buscan argumentaciones ni
pruebas, ya que esto corresponde a las partes, es decir, son ellas los sujetos activos del proceso,
mientras que el juez es simplemente un sujeto pasivo, pues sólo dirige el debate y decide la
controversia. Esto se relaciona con el principio o base fundamental de la organización judicial de la
pasividad de los jueces, en virtud del cual los tribunales no podrán ejercer su ministerio sino a petición
de parte, salvo los casos en que la ley los faculte para proceder de oficio (art. 10 inc. I del COT).
Esto es propio del proceso civil, y la razón, es que el conflicto civil es esencialmente privado;
pues si las partes son dueñas de disponer de su derecho material, pueden disponer del inicio y
desarrollo del proceso y, por ende, los órganos jurisdiccionales no deben ir más allá de lo que desean
los particulares. En materia penal, según pone de manifiesto el profesor OLIVER, el sistema
dispositivo toma el nombre de acusatorio, y se caracteriza principalmente porque las funciones de
acusar y juzgar se encuentran radicadas en personas distintas; además, en este sistema se concede al
imputado un conjunto de garantías, siendo el sistema que le otorga mayor protección; y, por último,
existe una etapa central que es la etapa de juicio, que debe ser oral, pública y contradictoria.

183
Para algunos, el impulso procesal se refiere a las actuaciones posteriores en el proceso, mientras que lo que
determinan los distintos sistemas, es quién inicia el proceso. Por lo tanto, para este sector, el impulso no dice
relación con los sistemas.
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En cuanto a sus características o manifestaciones, se pueden señalar las siguientes:


i. El proceso sólo se inicia si media la correspondiente petición del interesado por conducto del
acto que en sede civil se denomina demanda y en sede penal acusación. Lo anterior responde
al aforismo de que no hay juez sin actor o el juez no puede proceder o actuar de oficio.

ii. El debate lo fijan las partes, correspondiéndole, en sede civil, al demandante determinarlo en
la demanda y al demandado en la contestación; y en sede penal, con la acusación y la defensa.
El debate así fijado constituye la materia sobre la cual el juez debe dictar sentencia, pues éste
no puede exceder del mérito del proceso.

iii. Complementario a lo anterior, los hechos en sede civil serán aquellos que invocan las partes en
la demanda y contestación; y en sede penal, los hechos serán aquellos constitutivos del ilícito
y de las eximentes de responsabilidad que se invoquen.

iv. En materia probatoria, las partes son libres para rendir o no la prueba, y para elegir los medios
probatorios de que se valdrán. Ahora bien, si desean rendir prueba, al demandante le
corresponde probar los hechos en que sustenta sus peticiones, y al demandado aquellos en que
se sustenta su defensa; el juez carece de facultad para decretar pruebas de oficio tendientes a
aclarar hechos del debate, limitándose a lo que aparezca en las solicitudes de las partes.

v. La disponibilidad del derecho material recae también sobre las partes, es así como el
demandado puede renunciar a los pedimentos de su demanda mediante lo que se conoce como
desistimiento de la demanda, o bien, en virtud de un acuerdo directo con el demandado en lo
que se llama transacción (sólo si en el proceso se halla en juego el interés de la partes);
fenómenos estos que implican la terminación del proceso.

vi. Las partes son libres para interponer los recursos que impugnen las resoluciones judiciales. No
obstante, hay casos en que opera el trámite de consulta (por ejemplo, en los juicios de nulidad
matrimonial).
El impulso de las partes se obtiene por medio del mecanismo de las cargas procesales y los
plazos. Mediante las cargas se insta a las partes a impulsar el proceso conminándolas a realizar las
actuaciones que el procedimiento contempla, bajo amenaza de que el proceso continúe adelante
prescindiendo de ellas; y mediante los plazos o términos, se fija un espacio de tiempo por la ley, por
una resolución judicial o por el convenio de las partes, para ejercer un derecho dentro del proceso,
sino, caduca dicha facultad. Por lo tanto, si la parte no asume la carga o no realiza el acto dentro de
un determinado plazo, caduca o precluye su facultad de hacerlo y se pasa al acto siguiente (opera la
preclusión).
4.2. SISTEMA INQUISITIVO O DE LA OFICIALIDAD
Es aquel en el cual el juez es libre e independiente de las partes para iniciar y desarrollar el
proceso; pues éste tiene la facultad para iniciar el procedimiento y realizar en él todas las gestiones y
actuaciones tendientes a determinar los hechos sometidos a su decisión, teniendo a las partes como
colaboradores, y negando a éstas la libre disponibilidad de sus derechos y acciones.

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Como se puede apreciar, este sistema es opuesto al dispositivo, pues en este caso el juez no
es sujeto pasivo del proceso, sino que adopta la calidad de activo, por cuanto está facultado para
iniciarlo, fijar el tema de discusión y decretar pruebas necesarias para establecer los hechos.
Como se dijo, el sistema dispositivo es propio del procedimiento civil, pero aquí no existe
una disponibilidad absoluta; por ello se dice que el procedimiento civil es predominante dispositivo.
En efecto, existen en dicho procedimiento distintos rasgos de inquisitivismo, a saber:
i. Un típico rasgo de inquisitivismo en materia de impulso procesal, lo constituyen las medidas
para mejor resolver en materia de prueba; pues de acuerdo art. 159 inc. I del CPC, los
tribunales, sólo dentro del plazo para dictar sentencia, podrán dictar de oficio medidas para
mejor resolver.
ii. De acuerdo al art. 1683 del CC, la nulidad absoluta puede y debe ser declarada por el juez,
aun sin petición de parte, cuando aparece de manifiesto en el acto o contrato.

iii. El art. 83 inc. I del CPC establece que la nulidad procesal podrá ser declarada, de oficio o a
petición de parte, en los casos que la ley expresamente lo disponga y en todos aquellos en que
exista un vicio que irrogue alguna de las partes un perjuicio reparable sólo con la declaración
de nulidad.

iv. De acuerdo al art. 201 inc. I del CPC, si la apelación se ha interpuesto fuera de plazo o respecto
de resolución inapelable o no es fundada o no contiene peticiones concretas, el tribunal
correspondiente deberá declararla inadmisible de oficio; y si el apelante no comparece dentro
de plazo, deberá declarar su deserción previa certificación que el secretario deberá efectuar
de oficio.

v. Por último, de acuerdo al art. 200 inc. I del COT, la implicancia de los jueces puede y debe ser
declarada de oficio o a petición de parte.
El profesor OLIVER señala que lo que caracteriza a este sistema en sede penal, entre otras
cosas, es que las funciones de perseguir y juzgar se encuentran concentradas en una persona; además,
en este sistema rige el principio de oficialidad, lo que significa que la investigación de los hechos
debe ser llevada de oficio; y es un procedimiento escrito y secreto. Este era el sistema que regía en el
antiguo procedimiento penal.
4.3. SISTEMA MIXTO
El profesor ALFARO señala que se conoce como tal, la conjunción de los dos sistemas
antagónicos descritos. Así, en sede penal es posible encontrar, en algunas legislaciones, un sistema
mixto o inquisitivo reformado, que se caracteriza porque sigue existiendo una investigación a cargo
de un juez instructor, pero aparece como órgano encargado de acusar un ministerio público o fiscal.
C. LAS PARTES

1. LA RELACIÓN JURÍDICA PROCESAL


Como se dijo, los elementos del proceso o presupuestos procesales son aquellas exigencias
que deben concurrir para que el proceso tenga existencia y sea eficaz. Se distinguió entre elementos

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constitutivos o de existencia, y elementos o condiciones de validez, y dentro de los primeros se ubicó


a la contienda jurídica actual, a las partes y al tribunal; ahora se analizará a las partes.
Al estudiar la naturaleza jurídica del proceso, la doctrina mayoritaria señalaba que éste era
una relación jurídica procesal, esto es, un vínculo jurídico que une a los sujetos del proceso (partes y
juez), generando poderes y deberes entre ellos; siendo el principal deber del juez, resolver el asunto,
y de las partes, la obligación de acatar lo que resuelva.
¿Desde qué momento hay una relación jurídica procesal y se generan consecuencias? ¿Desde
que se presenta la demanda, desde que se notifica la demanda, o desde que se contesta la demanda?
La relación procesal se constituye desde el momento en que se notifica legalmente la resolución que
provee la demanda, al demandado. Una vez generada la relación jurídica procesal, produce efectos
tanto dentro del proceso, como fuera del mismo; fuera del proceso: se interrumpe la prescripción
como modo de adquirir; el deudor se constituye en mora; se transforma la prescripción de corto
tiempo en prescripción de largo tiempo; se equipara al poseedor de buena fe con el de mala fe, para
efectos de las prestaciones mutuas (esta equiparación se produce con la contestación de la demanda).
Y dentro del proceso se producen los siguientes efectos:
i. Se determina quienes son las partes del proceso, y qué tipo de partes son; así, en principio,
se sabe quiénes son las partes principales o directas, salvo que se produzca una sustitución,
como ocurre, por ejemplo, con la citación de evicción.

ii. El demandante ya no tiene la posibilidad de retirar la demanda, aunque sí puede operar el


desistimiento de ésta, el cual es distinto al retiro, porque una vez que se acoge, no puede
presentarse la cuestión en un nuevo juicio; el retiro, en cambio, no produce ese efecto, ya que
puede volver a plantearse la cuestión con posterioridad.

iii. Se generan una serie de imperativos jurídicos: cargas, deberes, obligaciones, prohibiciones y
atribuciones.

iv. Las partes quedan sometidas a lo que se verifique dentro del proceso, a la sentencia y a la
eventual ejecución de la misma; esto no afecta la disponibilidad de las partes del proceso
mediante avenimiento, conciliación, o arbitraje, en la medida que el bien jurídico sea
disponible. Pues una vez constituida la relación jurídica procesal, llega un momento en que
debe ser extinguida, y ésta se extingue con la sentencia, que es la manera normal, o de manera
anormal mediante algún equivalente jurisdiccional, figura que tiene el mismo valor que una
sentencia.

2. CONCEPTO DE PARTE
Para estudiar a las partes hay que remontarse nuevamente al derecho de acción. Pues la determinación
de los sujetos específicos del proceso, dependerá de la actuación de quien provoque la actividad
jurisdiccional; pues con la demanda se determinará al pretendiente y al pretendido, y al sujeto pasivo
de la acción, es decir, al órgano jurisdiccional.
Según constata el profesor ALFARO, el concepto de parte ha variado en el tiempo, al igual que el
concepto de acción procesal. En un primer momento, parte procesal era también parte de la relación
material debatida; sin embargo, el concepto de parte se independizó de la relación material, y desde

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este punto de vista, parte es todo sujeto que de manera permanente o transitoria deduce una pretensión
en el proceso, ya sea a nombre propio o a nombre de otra persona, y respecto de quien se pretende;
en términos simples, es quien pretende y frente a quien se pretende la satisfacción de una pretensión.
El autor Manuel URRUTIA SALAS dice que son partes las personas naturales o jurídicas que concurren
al juicio como demandantes o demandados. Este concepto y el anterior, sólo abarca a las partes
directas (demandante y demandado), es por ello que el profesor FORTTES, elaborando un concepto
más amplio, señala que partes son las personas que concurren a un juicio como demandante o
demandado, o que figuran en él en virtud de asistirles un interés en los resultados del mismo. Por lo
tanto, por parte se entiende un concepto netamente procesal que alude a la intervención de los sujetos
en el proceso, lo cual es importante en cuanto al efecto relativo de las sentencias, según el cual, las
sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las causas en que actualmente se
pronunciaren (art. 3º inc. II del CC) es decir, los efectos de las sentencias judiciales sólo se extienden
a las partes que concurran al proceso.
3. PRINCIPIOS BÁSICOS REFERIDOS A LAS PARTES
Las características esenciales que deben configurarse para estar frente a la calidad de parte, son:
i. Dualidad. Las partes ocupan dos posiciones o bandos, sin importar el número de sujetos
que conforma cada bando. Siempre hay alguien que pretende y alguien en contra de quien
se pretende; esta afirmación no impide la existencia de tercerías o terceros con interés,
como tampoco impide la pluralidad de partes, ni la figura de la rebeldía184.

ii. Contradictoriedad. La posición de una parte respecto de la otra es antagónica, por lo tanto,
si una parte solicita algo al juez, un principio básico de la contradictoriedad, es que se le
notifique a la contraparte para que tenga la posibilidad de contradecir. La excepción a
esto es la unilateralidad, que tiene lugar, por ejemplo, si se pide una medida precautoria
para asegurar el resultado de una acción sin notificación y sin objeción de la contraria.

iii. Igualdad. A ambas partes se les debe dar la misma posibilidad de hacer valer y probar
sus afirmaciones. Y por otro lado, las partes tienen las mismas cargas, atribuciones,
derechos y obligaciones.

4. CLASIFICACIÓN DE LAS PARTES

i. Según la oportunidad en que las partes litigantes han adquirido tal carácter, o según la
oportunidad en que ellas concurran al proceso, se acostumbra a clasificarlas en: partes directas
o principales, y en partes indirectas o terceros.
Las partes directas o principales, son aquellas que inician y en contra quienes se inicia el proceso.
Según CASARINO, son aquellas que originariamente han iniciado el juicio, sea porque por su
propia voluntad han deseado hacerlo así, sea porque, una vez iniciado, han sido forzadamente
llamadas a él. Genéricamente a las partes directas se las denomina demandante y demandado; y

184
Si bien el profesor PÉREZ RAGONE no menciona estos principios básicos, él llama a esta dualidad
sistema bipartito, en el cual identifica dos partes y un tercero imparcial.
234
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en los procedimientos no contenciosos no se habla de partes, sino que de interesados, pues la


figura de las partes es propia del proceso contencioso.
Las partes indirectas o terceros, son aquellas que concurren al juicio en forma voluntaria, una
vez que éste ha sido iniciado. Se acostumbra a subclasificarlas, atendiendo a si tienen interés o
no en el resultado del proceso, en:
- Terceros con interés o terceros relativos: Son aquellas personas que entran al proceso
con interés en el resultado de éste. Entre ellos se distingue a los tercero coadyuvante, si
tienen un interés compatible con el de las partes directas, por lo que apoyan la pretensión
o contrapretensión de ellas; terceros excluyentes , si reclaman sobre la cosa litigiosa
derechos incompatibles con los de las partes directas; y terceros independientes, si tienen
un interés distinto al de las partes directas, que no es excluyente (esto se analizará más
adelante).

- Terceros sin interés o terceros absolutos: Son aquellos que no tienen interés en el
resultado del juicio, pero igual pueden ser importantes y participar en él con
posterioridad; por ejemplo, los testigos, los peritos, el secuestre, el martillero, etc.
Intervienen ocasionalmente en el proceso y no les interesa su resultado, pero tienen
facultades para ejercer derechos que arrancan precisamente de su intervención (por
ejemplo, reembolso de gastos de viaje del testigo, o los honorarios del perito).

ii. Atendiendo a su composición, las partes se clasifican en simples y múltiples. Las partes simples
son aquellas conformadas por un sólo sujeto; y las partes múltiples son aquellas conformadas
por varios sujetos. Esta multiplicidad puede darse tanto respecto de la parte demandante como
respecto de la parte demandada.

iii. Por último, el profesor NÚÑEZ señala que atendiendo a si los litigantes son o no titulares de los
derechos que se litigan, distingue entre: parte formal, cuando no es titular del derecho que se
litiga; y parte material cuando es titular de dicho derecho.

5. CAPACIDAD DE LAS PARTES


El CPC no da normas específicas sobre la materia, lo cual obliga al intérprete a tener que
recurrir a la legislación sustantiva o de fondo para determinar la capacidad, o sea, a las disposiciones
del CC, CCO, etc., según el caso. De acuerdo con estos Códigos de fondo, se sabe que la capacidad
es la regla general, y la incapacidad la excepción, y aplicando estos principios se puede decir que
para ser capaz, procesalmente hablando, se requiere ser persona, es decir, sujeto de derecho, y no
estar afecto a ninguna causal especial de incapacidad, por tanto, no pueden comparecer los animales,
las cosas inanimadas, las asociaciones que no tengan personalidad jurídica, etc. (personas sin
capacidad de goce), y tampoco podrán hacerlo los menores de edad, los declarados en interdicción
por demencia, por disipación, etc. (personas sin capacidad de ejercicio). Pero se entiende que así
como en los negocios civiles estas incapacidades se subsanan mediante la intervención de los
respectivos representantes legales, también en los negocios judiciales ellas se subsanan haciendo
comparecer en el juicio al correspondiente representante legal a nombre del incapaz.
De acuerdo a lo anterior, en materia procesal hay que distinguir la capacidad para ser parte,
la capacidad para obrar o comparecer en juicio, y la capacidad para pedir en juicio (ius postulandi).
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i. Capacidad para ser parte (capacidad de goce).


Es el primer requisito procesal referente las partes y consiste en la aptitud jurídica para ser
titular de derechos y obligaciones de carácter procesal. GUASP habla de personalidad procesal, y dice
que a toda persona que le corresponde la función de ser titular de derechos y obligaciones (sustantivas
o materiales), le corresponde también la función de ser titular de derechos y obligaciones procesales.
Esta capacidad corresponde, en principio, a toda persona por el hecho de ser tal, pues es un
atributo de la personalidad. Es por ello que la capacidad para ser parte tradicionalmente se asimila a
la capacidad de goce del Derecho civil, que es la aptitud legal para adquirir derechos y contraer
obligaciones, y que la tiene toda persona por el hecho de ser tal. El problema a este respecto, se da
porque cada vez más las legislaciones admiten como partes en juicio a entes que no tienen capacidad
de goce; así, por ejemplo, en materia de recurso de protección, agrupaciones sin personalidad jurídica
son admitidas como partes en juicio.
ii. Capacidad para obrar o comparecer en juicio, o capacidad procesal (capacidad de ejercicio).
La capacidad para ser parte es suficiente para figurar como sujeto de una relación jurídica
procesal, pero no basta para tener plena aptitud, ni realizar eficazmente los actos procesales que
pueden hacer las partes. Esto se logra con la capacidad procesal, esto es, la capacidad para presentarse
ante los tribunales de justicia ejerciendo una acción o defensa, en nombre propio o por cuenta de
otros.
GUASP denomina a la capacidad procesal “legitimación procesal” y señala que ésta permite
figurar y actuar eficazmente como parte en un proceso determinado; a diferencia de la capacidad para
ser parte (personalidad procesal) que es genérica, es una aptitud general para ser parte185. Esta
capacidad equivale a la capacidad de ejercicio del Derecho civil, y ésta la tienen todos aquellos sujetos
que son capaces de ejercitar derechos por sí mismos, sin el ministerio o autorización de otra.
Como se dijo, todos tienen capacidad para ser parte (capacidad de goce), sin embargo, no
todos tienen capacidad procesal (capacidad de ejercicio). Para suplir esta deficiencia, se debe contar
con la autorización o representación que la ley de fondo exige (por ejemplo, un menor adulto, debe
obrar por medio o con autorización de su padre); y si la persona es capaz procesalmente y no quiere
obrar o comparecer por sí mismo en el juicio, puede acudir a la representación convencional en virtud
de un mandato civil o comercial, según el caso.
Suponiendo que en un juicio comparece una persona incapaz para ser parte o para comparecer
en juicio ¿Qué efectos legales produce semejante comparecencia? Evidentemente que sería nula, y
para evitar esto, la ley al tratar las excepciones dilatorias establece que el demandado puede oponer,
en tal situación, la excepción dilatoria de falta de capacidad del demandante, o sea, podrá pedir que
mientras esta incapacidad del demandante no sea subsanada, no está obligado a contestar la demanda.
Sin embargo, nada dice la ley respecto de la intervención de una persona incapaz en juicio en calidad

185
Agrega el autor que la legitimación procesal (legitimatio ad processum) es la consideración especial que
tiene la ley, dentro de cada proceso, a las personas que se hallan en una determinada relación con el objeto del
litigio, y se exige que sean esas personas las que figuren en el proceso; por ejemplo, en la acción reivindicatoria,
la legitimación activa pertenece al dueño no poseedor, y la legitimación pasiva, al poseedor no dueño. Al
respecto, el profesor PÉREZ RAGONE señala que adquirir la calidad de parte en un proceso no significa que
se cumpla con el requisito de legitimación, así, es posible no tener ninguna relación con el objeto del proceso y
tener la calidad de parte
236
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de demandado; Mario CASARINO cree que, en tal caso, el propio demandado incapaz, por intermedio
de su correspondiente representante legal, podría también hacer presente esta circunstancia como
excepción dilatoria, encuadrándola dentro del art. 303 Nº 6 del CPC, esto es, aquella excepción
dilatoria tendiente a corregir el procedimiento sin afectar el fondo de la acción deducida; número cuya
redacción, dada su amplitud, permite encajar el caso en estudio. Aún más, si el propio demandante o
el tribunal mismo, durante el curso posterior del juicio, descubren esta incapacidad del demandado,
pueden también pedir o decretar, según el caso, las medidas conducentes a subsanar tal incapacidad,
pues el art. 84 inc. IV del CPC, en materia de incidentes, señala que el juez podrá corregir de oficio
los errores que observe en la tramitación del proceso. Podrá asimismo tomar las medidas que tiendan
a evitar la nulidad de los actos de procedimiento.
iii. Capacidad para pedir en juicio o ius postulandi (derecho de postulación).
Esta es la capacidad para que la actuación judicial sea correcta, y se traduce en la necesidad
de dirigirse al órgano jurisdiccional por medio de las personas que la ley establece. Si bien la
capacidad para comparecer o capacidad procesal habilita a las personas para actuar en el juicio, la
realización de los actos procesales, por regla general, recae en determinados profesionales, y esto se
justifica por razones técnicas, pues dichas personas tienen un conocimiento especializado del
Derecho, y además, con ello se evita el apasionamiento propio de la defensa de las causas personales,
evitando agresiones o violencia entre las partes.
Por lo tanto, sólo aquellas personas que sean titulares de ius postulandi podrán actuar
válidamente ante los órganos jurisdiccionales (por regla general), y quién no lo tenga, en su primera
actuación ante los tribunales deberá constituir un patrocinio y un mandato judicial. Pues, como se
verá más adelante, el poder de postulación se reparte entre dos tipos de profesionales: uno a quien se
le encomienda la pura representación (procurador) y a otro que se le atribuye la dirección o defensa
oficial de los litigantes (abogado patrocinante).
6. PLURALIDAD DE PARTES LITIGANTES

6.1. CONCEPTO Y FUNDAMENTO


En principio, en todo juicio sólo existe una persona que desempeña el papel de demandante
y otra que desempeña el rol de demandado; pero no hay inconveniente legal alguno para que también
en un juicio intervengan dos o más personas como demandantes o demandados, o para que
intervengan varios demandantes o varios demandados a la vez. Si se produce lo anteriormente
descrito, se está frente a la institución procesal llamada litisconsorcio o pluralidad de partes, a la que
aluden expresamente los arts. 18, 19 y 20 del CPC; y desde el momento en que estos preceptos se
encuentran ubicados en el Libro I del CPC, quiere decir que la pluralidad de partes puede darse en
cualquier clase de juicios, puesto que se trata de disposiciones comunes a todo procedimiento.
El fundamento de la institución en comento, es evitar diversos juicios sobre una misma
materia (economía procesal), e impedir la posibilidad de que se dicten en ellos sentencias
contradictorias (seguridad jurídica). Pues, se está ante un proceso único con pluralidad de partes,
estando legitimadas para ejercitar o para que frente a ellas se ejercite una única pretensión, originadora
de un único proceso, de tal modo que el juez ha de dictar una única sentencia, en la que se contendrá

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un sólo pronunciamiento, la cual tiene como propiedad inherente a la misma, el afectar a todas las
personas que son parte186.
6.2. CLASIFICACIONES
La figura del litisconsorcio se puede clasificar atendiendo a diversos factores:
i. Según el momento en que se origina, el litisconsorcio puede ser inicial o sucesivo.
El litis consorcio inicial es aquel que nace con la iniciación del juicio, por interponerse la
demanda por muchos demandantes en contra de muchos demandados, o por un actor frente a varios
demandados, o por varios demandantes frente a un demandado. Esta figura se encuentra consagrada
en el art. 18 del CPC al decir que en un mismo juicio podrán intervenir como demandantes o
demandados varias personas siempre que se deduzca la misma acción, o acciones que emanen directa
e inmediatamente de un mismo hecho, o que se proceda conjuntamente por muchos o contra muchos
en los casos que autoriza la ley. Como se puede apreciar, el litisconsorcio originario procede en tres
casos:
- Cuando las partes entablen la misma acción. En términos procesales esto quiere decir que se
entable la misma pretensión, y esto tiene lugar cuando existe el mismo objeto y la misma
causa de pedir, entre varios demandantes y/ o demandados. Por ejemplo, los codueños de una
cosa al ejercer la acción reivindicatoria.

- Cuando se entablen acciones (pretensiones) que deriven directa e inmediatamente de un


mismo hecho; como, por ejemplo, las derivadas de un accidente de tránsito. La conexión de
las pretensiones aquí, es la causa de pedir (fundamento inmediato del derecho deducido en
juicio).

- Cuando la ley lo autoriza. Por ejemplo, los casos de solidaridad o de deudas hereditarias; o
lo que ocurre con la ley de quiebra cuando los acreedores actúan conjuntamente, o los
deudores morosos del Fisco.
El litis consorcio sucesivo o sobrevenido, en cambio, es aquél que se forma posteriormente a
la iniciación del proceso y a la notificación de la demanda, es decir, en el curso del proceso se agregan
otras partes a las originarias del proceso. Esta es la situación que contempla el art. 21 inc. I del CPC,
que dispone que si la acción ejercida por alguna persona corresponde también a otra u otras personas
determinadas, podrán los demandados pedir que se ponga la demanda en conocimiento de las que no
hayan ocurrido a entablarla, quienes deberán expresar en el término de emplazamiento si se adhieren
a ella.
ii. Atendiendo a las partes que intervienen en el litigio
Según las partes que intervienen en el litigio, se distingue entre litis consorcio activo, si hay
varios actores frente a un demandado; litis consorcio pasivo, si hay un actor frente a varios
demandados; y litis consorcio mixto, si hay varios demandantes y demandados a la vez. Estas

186
Aquí se pone de manifiesto una diferencia con la acumulación de autos, que es una acumulación objetiva y
no subjetiva, ya que en ella hay dos objetos, dos procesos, dos pretensiones, en cambio en la litisconsorcio hay
sólo una pluralidad de partes (elemento subjetivo).
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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personas que litigan conjuntamente, ya sea como demandantes o demandados, reciben el nombre de
colitigantes o litisconsortes.
Esta clasificación tiene importancia respecto al término de emplazamiento, pues en caso de que haya
un litisconsorcio pasivo, los plazos de emplazamiento comienzan en forma individual, y terminan
en forma común (para todos iguales). En efecto, el art. 260 inc. I del CPC, señala que si los
demandados son varios, sea que obren separada o conjuntamente, el término para contestar la
demanda correrá para todos a la vez, y se contará hasta que expire el último término parcial que
corresponda a los notificados.
iii. Atendiendo a la obligatoriedad de la litis
En este caso, se distingue entre litisconsorcio facultativo y obligatorio. El litis consorcio
facultativo o voluntario, es aquel que nace de la unión de varios colitigantes por su propia voluntad;
normalmente se da cuando el actor, que puede optar por interponer frente a distintas personas
demandas separadas, decide acumularlas en una sola. Es el caso que consagra el art. 18 del CPC, que
expresa que en un mismo juicio “podrán” intervenir como demandantes o demandados varias
personas siempre que se deduzca la misma acción, o acciones que emanen directa e inmediatamente
de un mismo hecho, o que se proceda conjuntamente por muchos o contra muchos en los casos que
autoriza la ley. En general, los requisitos del litisconsorcio facultativo, según el art. 18 del CPC, son:
la pluralidad de partes y la unidad de procedimiento.
En cambio, el litis consorcio obligatorio o forzado, en cambio, se presenta en aquellos casos
en que por disposición de la ley o en virtud de la relación jurídica material que se está debatiendo, es
necesario oír a varios sujetos; y esta necesidad de escuchar a varios sujetos va a permitir que lo que
se resuelva, en definitiva, no los perjudique. Los principales casos de intervención forzada son:

- La intervención forzada como demandante. De acuerdo al art. 21 del CPC, si la acción


ejercida por alguna persona corresponde también a otra u otras personas determinadas,
podrán los demandados pedir que se ponga la demanda en conocimiento de las que no hayan
ocurrido a entablarla, quienes deberán expresar en el término de emplazamiento si se
adhieren a ella. Agrega el inc. II que si las dichas personas se adhieren a la demanda, se
aplicará lo dispuesto en los arts. 12 y 13 (tienen que actuar representados por un procurador
común); si declaran su resolución de no adherirse, caducará su derecho (no podrán
deducirlo en un juicio posterior); y si nada dicen dentro del término legal, les afectará el
resultado del proceso, sin nueva citación. En este último caso podrán comparecer en
cualquier estado del juicio, pero respetando todo lo obrado con anterioridad187.

- Otro caso de intervención forzada como demandante es la que se denomina acción de


jactancia regulada en el art. 269 del CPC, el cual señala que cuando alguna persona

187
Nada dice la ley respecto de la oportunidad en que el demandado debe pedir que la demanda sea puesta en
conocimiento de otras personas. Al respecto, CASARINO señala que esto debe hacerse al momento de contestar
la demanda, pues si fuese antes, se trataría de una excepción dilatoria y, además, el citado podría quedar en
indefensión si se le cita en cualquier estado del juicio. Por otro lado, se estima que tal petición debe tramitarse
como incidente, pues el demandante tiene derecho a hacer ver al tribunal que la petición es legalmente
improcedente o simplemente dilatoria; se trata de un incidente de previo y especial pronunciamiento, porque el
juicio no puede seguir adelante si no ha transcurrido el término de emplazamiento para que los citados expresen
su intención de adherir o no a la demanda.
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MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

manifieste corresponderle un derecho de que no esté gozando, todo aquél a quien su


jactancia pueda afectar, podrá pedir que se la obligue a deducir demanda dentro del plazo
de diez días, bajo apercibimiento, si no lo hace, de no ser oída después sobre aquel derecho.
Este plazo podrá ampliarse por el tribunal hasta treinta días, habiendo motivo fundado.

- La intervención forzada se da también en el caso de la citación de evicción, regulado


expresamente a propósito del contrato de compraventa en el art. 1843 del CC que señala que
el comprador a quien se demanda la cosa vendida, por causa anterior a la venta, deberá
citar al vendedor para que comparezca a defenderla. Esta citación se hará en el término
señalado por el Código de Enjuiciamiento.

- Por último, la intervención forzada también se da en el caso de los acreedores hipotecarios,


quienes deben ser citados para que se purgue la hipoteca; pues estos acreedores se ven
obligados a compadecer en el juicio para manifestar su voluntad en orden a mantener la
hipoteca o proceder a la subasta, y si nada dicen, en el término de emplazamiento, se
entienden optan por ser pagados sobre el precio de la subasta.

7. LA SUSTITUCIÓN Y LA SUCESIÓN PROCESAL


En virtud de la sustitución procesal, se faculta por ley a un sujeto para comparecer en un juicio
a nombre propio, haciendo valer derechos de terceros y, por lo tanto, adquiriendo el rol de parte
procesal para todos los efectos legales. Es el caso de la citación de evicción, en donde el vendedor
citado no compadece a nombre del comprador, sino que a nombre propio, y defiende al comprador,
es decir, defiende derechos de terceros y pasa a ser parte; otro caso de sustitución se da a propósito
de las acciones paulianas o revocatorias, y las acciones subrogatorias. En estos casos, la parte
sustituida puede actuar como tercero coadyuvante.
La sucesión procesal implica que durante el curso del procedimiento uno o más sujetos
reemplazan a otro que ocupa el rol de parte. Por ejemplo, el juicio entablado en contra de una persona
se sigue en contra de sus herederos cuando dicha persona fallece; así lo establece el art. 5º del CPC
que señala que si durante el juicio fallece alguna de las partes que obre por sí misma, quedará
suspenso por este hecho el procedimiento, y se pondrá su estado en noticia de los herederos para
que comparezcan a hacer uso de su derecho en un plazo igual al de emplazamiento para contestar
demandas, que conceden los arts. 258 y 259.
8. LOS TERCEROS RELATIVOS O PARTES INDIRECTAS CON INTERÉS

8.1. CONCEPTO
Como se dijo, las partes indirectas o terceros, son aquellas personas que concurren a un juicio
en forma voluntaria, una vez que éste ha sido iniciado. Ahora bien, estos terceros pueden tener o no
interés en el resultado del juicio, y los terceros con interés, siguiendo a CASARINO, son aquellas
personas que intervienen en un juicio, diversas del demandante y del demandado, sosteniendo
pretensiones concordantes, independientes o contradictorias con las de éstos.
En general, la intervención de un tercero en juicio recibe el nombre de “tercería”. Sin
embargo, hay que reconocer que la acepción “tercería” se usa con mayor frecuencia para designar
la intervención de un tercero en el juicio ejecutivo.

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8.2. FUNDAMENTO DE LA INSTITUCIÓN


El fundamento de la institución de las tercerías, es el deseo del legislador de que los fallos
judiciales se extiendan al mayor número posible de personas, siempre que ellas estén directamente
interesadas en sus resultados, con el objeto de evitar sucesivos juicios sobre una misma materia,
recargando inútilmente la labor de los tribunales (economía procesal), y colocándolos todavía en la
posibilidad de pronunciar fallos contradictorios (seguridad jurídica).
Sin embargo, no en todos los juicios el legislador admite la institución de las tercerías en
idéntica forma. Los arts. 22, 23 y 24 del CPC, establecen reglas generales aplicables a las tercerías en
toda clase de procedimiento (pues dichos artículos se encuentran en el Libro I del CPC); pero también
existen reglas especiales en el juicio ejecutivo de obligaciones de dar, en el cual sólo pueden intervenir
los terceros siempre y cuando ejerciten las acciones que la misma ley se encarga de señalar, a saber:
la tercería de dominio, de posesión, de prelación y de pago. Y hay reglas especiales también en los
juicios ejecutivos especiales, como los destinados a realizar la prenda agraria, la prenda industrial,
etc., en los cuales no se admiten tercerías de ninguna especie.
8.3. REQUISITOS PARA PERMITIR LA INTERVENCIÓN DE TERCEROS

i. Se requiere que el reclamante tenga la calidad de tercero.

ii. Que exista un juicio ya iniciado.

iii. Que exista un interés actual comprometido en el proceso. De acuerdo al art. 23 inc. II del CPC,
se entenderá que hay interés actual siempre que exista comprometido un derecho y no una mera
expectativa, salvo que la ley autorice especialmente la intervención fuera de estos casos. Ahora,
si el interés falta, la protección jurídica desaparece, es decir, sin interés no hay acción, o el interés
es la medida de la acción.
Sólo excepcionalmente, y mediando texto expreso de ley que lo autorice, es posible que una
persona cualquiera, que no tiene interés actual (un derecho comprometido), puede ejercer
válidamente ciertas y determinadas acciones. Así, por ejemplo, a propósito de la propiedad
fiduciaria, esto es, aquélla que está sujeta al gravamen de pasar a otra persona, por el hecho de
verificarse una condición, el art. 761 del CC dispone que el fideicomisario, mientras pende la
condición, no tiene derecho ninguno sobre el fideicomiso, sino la simple expectativa de
adquirirlo. Podrá, sin embargo, impetrar las providencias conservatorias que le convengan, si
la propiedad pareciere peligrar o deteriorarse en manos del fiduciario. Otro ejemplo se da en
el recurso de amparo económico establecido por la ley 18.971, que en su artículo único dispone
que cualquier persona podrá denunciar las infracciones al art. 19 N° 21 de la CPR, y agrega
explícitamente que el actor no necesitará tener interés actual en los hechos denunciados.
8.4. CLASIFICACIÓN DE LOS TERCEROS RELATIVOS
Según como intervienen los terceros en el juicio, se clasifican en coadyuvantes, excluyentes
e independientes.

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i. Terceros coadyuvantes
Son las personas que sin ser parte directa en el juicio, intervienen en él, una vez iniciado, por
tener interés actual en sus resultados, sosteniendo posiciones armónicas y concordantes con las de
una de las partes directas (sea demandante o demandado). En efecto, el art. 23 del CPC señala que
los que, sin ser partes directas en el juicio, tengan interés actual en sus resultados, podrán en
cualquier estado de él intervenir como coadyuvantes, y tendrán en tal caso los mismos derechos que
concede el art. 16 a cada una de las partes representadas por un procurador común, continuando el
juicio en el estado en que se encuentre.
Art. 16. Cualquiera de las partes representadas por el procurador común que no se conforme con el
procedimiento adoptado por él, podrá separadamente hacer las alegaciones y rendir las pruebas que estime
conducentes, pero sin entorpecer la marcha regular del juicio y usando los mismos plazos concedidos al
procurador común. Podrá, asimismo, solicitar dichos plazos o su ampliación, o interponer los recursos a que
haya lugar, tanto sobre las resoluciones que recaigan en estas solicitudes, como sobre cualquiera sentencia
interlocutoria o definitiva.

Existe tercero coadyuvante en la citación de evicción, así, por ejemplo, si “A” le vende a “B”
una cosa, y luego “C” pretende discutir el dominio que tiene “B” sobre la cosa; “B” puede citar a “A”
al juicio para que lo defienda, y se produce, entonces, la figura ya analizada de la sustitución procesal,
en que “A” comienza a ocupar el lugar de “B” en el proceso, y “B” puede hacerse parte como tercero
coadyuvante de “A”, ya que tiene un interés común. Otro ejemplo puede darse a propósito de la acción
reivindicatoria, así, por ejemplo, si “A” está reivindicando la propiedad que tiene “B”, pero “B” había
hipotecado la cosa, el acreedor hipotecario puede intervenir como tercero coadyuvante, ya que tiene
un interés concordante o afín con una de las partes.
Como todo tercero, los coadyuvantes deben tener un interés actual comprometido, sin
embargo, hay casos en que la ley autoriza la intervención de un tercero coadyuvante prescindiendo
del interés; así ocurre con ciertas disposiciones de la ley de quiebras y con el art. 529 inc. II del CPC,
a propósito de las tercerías en el juicio ejecutivo de las obligaciones de dar, que señala que podrá
también el tercerista (de pago) intervenir en la realización de los bienes, con las facultades de
coadyuvante.
En cuanto a la oportunidad para intervenir como tercero coadyuvante, de acuerdo al art. 23
inc. I del CPC, ellos pueden hacerlo en cualquier estado del juicio, o sea, en primera instancia, en
segunda instancia e incluso ante la CS si está conociendo un recurso de casación. La petición del
tercero, para que se le tenga como coadyuvante del demandante o del demandado, se tramita como
incidente (es una cuestión accesoria al juicio) y esto quiere decir que se debe oír previamente a las
partes directas, las que formularán sus observaciones u objeciones para estimar procedente o
improcedente la intervención del tercero; y con lo que ellas expongan o en su rebeldía, el tribunal
resolverá, pudiendo incluso recibir el incidente a prueba, la que recaerá especialmente sobre el interés
actual invocado por el tercerista, pues en esta tramitación incidental el tercero debe probar su interés
para intervenir en el juicio. Ahora bien, si se acoge la intervención, el juicio continúa en el estado en
que se encuentre al momento de la intervención, por tanto, los terceros deben respetar todo lo obrado
con anterioridad.
En definitiva, los terceros coadyuvantes intervienen en el juicio con posterioridad a su inicio
y se colocan en la misma posición procesal de una de las partes directas, con la cual las liga un interés
común; y su intervención estará destinada a apoyar la posición de ese demandante o demandado que
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sostiene el derecho que él también hace suyo. De ahí que la ley equiparé a este tercero coadyuvante
con la parte misma a quien coadyuva, es decir, este tipo de terceros constituye con la parte directa a
la que apoya una sola identidad y, por ende, como dice el art. 23 del CPC, tienen los mismos derechos
que concede el art. 16 del CPC a cada una de las partes representadas por un procurador común188.
ii. Terceros excluyentes
Son aquellos que hacen valer sobre la cosa litigada derechos incompatibles con los de las
partes directas; es decir, actúan en su interés propio y personal, que es distinto al del demandante y
demandado (se les llama también opositores, pues están en contra de ambas partes). Al respecto, el
art. 22 del CPC señala que si durante la secuela del juicio se presenta alguien reclamando sobre la
cosa litigada derechos incompatibles con los de las otras partes, admitirá el tribunal sus gestiones en
la forma establecida por el art. 16 y se entenderá que acepta todo lo obrado antes de su presentación,
continuando el juicio en el estado en que se encuentre. Por ejemplo, “A” interpone una acción
reivindicatoria en contra de “B” (ambos dicen ser dueños), y aparece “C” diciendo que él es el dueño,
por lo tanto, su pretensión excluye la de las partes principales.
El tercero excluyente se diferencia fundamentalmente del coadyuvante, en que mientras este
último es un verdadero accesorio de la parte demandante o demandada con quien colabora en el juicio,
el primero acciona como un verdadero demandante en contra del demandante y demandado
primitivos. Consecuencia de esta afirmación, es que el tercero excluyente, desde el momento en que
se le reconoce como tal en el juicio, pasa a adquirir la calidad de parte y, por consiguiente, tiene todos
los derechos que la ley otorga a los litigantes en juicio, así, por ejemplo, debe ser notificado de las
resoluciones, puede deducir recursos, rendir pruebas, formular alegaciones, etc.
Si bien el CPC no señala el momento en que el tercero puede intervenir en forma expresa, sí
lo indica de modo implícito al establecer el art. 22 del CPC “si durante la secuela del juicio”, lo que
significa que el tercero puede intervenir en cualquier estado del juicio, en primera o segunda instancia,
antes de que esté firme la sentencia. En lo relativo a la tramitación, la petición se va a tramitar en
forma incidental, es decir, en ella se va a tener que justificar el interés actual que se invoque y calificar
la incompatibilidad de este derecho con alguno de los derechos alegados por las partes principales.
En esta materia surge un problema a raíz del art. 22 del CPC, el cual se remite al art. 16 del
mismo Código; en efecto, si en un juicio se presenta un tercero alegando derechos incompatibles
sobre la cosa litigada con respecto a los de las otras partes, tal pretensión debiera tramitarse entre el
tercero, en calidad de demandante, y el demandante y demandado primitivos, en calidad de actuales
demandados; sin embargo, el legislador procesal no ha considerado así este problema, pues dice que
el tribunal admitirá las gestiones de este tercero en la forma establecida por el art. 16…. Por esta
remisión pareciera, a primera vista, que el tercero excluyente debe obrar conjuntamente con alguna
de las partes a través de un procurador común, lo que es un absurdo, pues si el tercero excluyente
tiene los mismos derechos de la parte representada por el procurador común, quiere decir que quedará
entregado a merced de la marcha que quieran imprimirle al juicio sus contrarios, esto es, demandante

188
En la práctica, se ha suscitado la duda sobre si deben notificarse al tercero coadyuvante toda clase
de resoluciones o únicamente las que recaigan en sus propias solicitudes. Cierta doctrina se inclina por la
negativa, en atención a que la ley ha limitado sus derechos (art. 16 del CPC), no figurando entre ellos este
último; a lo que cabe agregar que los terceros son simples accesorios de la parte principal, siendo inútiles estas
notificaciones; y, por otro lado, el legislador lo habría manifestado expresamente, si ése hubiese sido su
pensamiento.
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y demandados primitivos. En realidad, la remisión del art. 22 al art. 16 del CPC, debe entenderse
hecha a aquella parte de la disposición que señala que podrán hacer separadamente las alegaciones y
rendir las pruebas, etc. En todo caso, no hay que olvidar que la intervención del tercero excluyente
en juicio es eminentemente facultativa, y que nada le impide a éste accionar por cuerdas separadas.
Finalmente, aceptada la intervención del tercero excluyente, se presenta también otro
problema, en cuanto a cómo continua el juicio del tercero que advino. El art. 22 del CPC señala que
el tercero excluyente deberá aceptar todo lo obrado antes de su presentación, “continuando el juicio
en el estado en que se encuentre”. Hay distintas opiniones respecto a esta última frase: algunos
entienden que admitido el tercero excluyente se paraliza la causa principal mientras no se resuelva
sobre el derecho del tercero, por lo que se tramita esta intervención en cuadernos separados, pero
contenido en el mismo expediente del juicio de las partes principales. Otros autores, en cambio,
señalan que lo lógico es generalizar el procedimiento que el CPC establece para la tercería de dominio
en el juicio ejecutivo, es decir, se debe iniciar un tercer juicio en que el tercero sería el demandante y
las partes directas del otro juicio obrarían como demandados, pero ambos tendrían que fallarse en una
sola sentencia; así, en esta segunda posibilidad habrían dos expedientes, dos cuadernos diversos, uno
del juicio primitivo y otro del tercero excluyente con las partes directas del juicio primitivo.
Esta segunda interpretación cuenta con el apoyo mayoritario de la jurisprudencia, debe, por
tanto, iniciarse un nuevo juicio entre el tercero y las partes directas hasta que llegue la tercería al
mismo estado de tramitación del juicio primitivo, y lograda esa similitud en la tramitación,
continuarán desarrollándose conjuntamente para terminar con una sola sentencia. Sin embargo, esta
tesis se critica porque solamente tendría aplicación cuando la acción que ejercite el tercero se someta
al mismo procedimiento que la acción que han invocado las partes directas.
iii. Terceros independientes
Son aquellos que invocan o sostienen, como el nombre lo indica, un interés independiente,
propio o autónomo del que han hecho valer en juicio las partes directas, que no excluye ni coopera
con el del demandante o demandado (invocan una pretensión distinta). Por ejemplo, en un juicio de
reivindicación entre “A” y “B”, aparece un tercero señalando que se respete su contrato de
arrendamiento porque consta en escritura pública.
A los terceros independientes se les aplican las mismas normas procesales de los terceros
excluyentes. En efecto, el art. 23 inc. final del CPC indica que si el interés invocado por el tercero es
independiente del que corresponde en el juicio a las dos partes, se observará lo dispuesto en el artículo
anterior.
Por último, de acuerdo al art. 24 del CPC, las resoluciones que se dicten en los casos de los
dos artículos anteriores (o sea, respecto de los terceros coadyuvantes, excluyentes e independientes)
producirán respecto de las personas a quienes dichos artículos se refieren los mismos efectos que
respecto de las partes principales. Es decir, dichas resoluciones producen un efecto relativo, y la
acción y excepción de cosa juzgada.

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9. COMPARECENCIA ANTE LOS TRIBUNALES DE JUSTICIA

9.1. GENERALIDADES

a. Concepto
La palabra comparecencia, jurídicamente, tiene un doble sentido: uno amplio y otro restringido.
Comparecencia en sentido amplio, es el acto de presentarse alguna persona ante el juez, ya sea
espontáneamente, para deducir cualquier pretensión o para hacerse parte en un negocio, ya sea virtud
de un llamamiento o intimación de una autoridad que lo obligue a hacerlo, para la práctica de alguna
diligencia judicial. Así, se dice que comparen ante los tribunales no sólo las partes directas, sino que
también los terceros relativos, los terceros absolutos (los cuales son totalmente ajenos a las partes
mismas), y los interesados en los negocios pertenecientes a los asuntos judiciales no contenciosos.
Por otro lado, comparecencia en sentido restringido, es el acto de presentarse ante los tribunales de
justicia ejerciendo una acción o defensa, o bien, requiriendo su intervención en un acto perteneciente
a la jurisdicción no contenciosa. En este sentido se empleará la palabra comparecencia189.
b. Fuentes legales de la comparecencia
La comparecencia ante los tribunales se halla regulada en el Título II (“De la comparecencia
en juicio”) del Libro I del CPC (“Disposiciones comunes a todo procedimiento”), y en especial en la
Ley 18.120 sobre Comparecencia en Juicio.
El art. 4º del CPC dice que toda persona que deba comparecer en juicio a su propio nombre
o como representante legal de otra, deberá hacerlo en la forma que determine la ley; y dicha ley es,
precisamente, la Ley sobre Comparecencia en Juicio.
c. Formas de comparecencia
Hay dos formas clásicas de comparecencia ante los tribunales: por sí (personal) y por
intermedio de mandatario o apoderado.
i. Se comparece por sí cuando a nombre propio o como representante legal de otro, se actúa
ante los tribunales sin necesidad de valerse de los servicios o representación de un tercero.
Por lo tanto, la comparecencia por sí se puede subclasificar en: comparecencia por sí a nombre
propio (por ejemplo, cuando en la calidad de dueño de un inmueble se entabla una demanda
reivindicatoria), y comparecencia por sí como representante legal de otro (por ejemplo,
cuando en la calidad de padre de un hijo menor de edad y, por consiguiente, de representante
legal de ese hijo, se entabla una demanda reivindicatoria respecto de un inmueble del cual él
es dueño). Ambas clases de comparecencia por sí o personal, están totalmente asimiladas ante
la ley procesal, de tal manera que el distingo tiene sólo importancia para los efectos de la ley
de fondo o sustantiva.
¿Qué sucede si en el intertanto del juicio fallece la parte que litigaba por sí? ¿Qué suerte corre
el proceso? La solución la da el art. 5º del CPC al disponer que si durante el juicio fallece
alguna de las partes que obre por sí misma, quedará suspendido por este hecho el

189
Este tema tiene directa relación con la capacidad procesal o para comparecer, y con la capacidad para pedir
en juicio o ius postulandi.
245
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procedimiento (se trata de una excepción a la regla consignada en el art. 339 del CPC que
dice que el término probatorio no se suspenderá en caso alguno), y se pondrá su estado en
noticia de los herederos para que comparezcan a hacer uso de su derecho en un plazo igual al
de emplazamiento para contestar demandas, que conceden los arts. 258 y 259 (15 días, 18
días, o 18 días más el aumento de la tabla de emplazamiento, según el caso). Por lo tanto, se
produce la suspensión de pleno derecho de la tramitación del juicio en el día y la hora exacto
en que la persona murió, aun cuando no lo sepa ni el juez, ni la contraparte; pues esta norma
es de toda lógica y justicia, y su fundamento descansa en la aplicación del conocido aforismo
jurídico que dice que al impedido no le corre plazo.
Producida la suspensión del procedimiento, nace para la parte contraria la obligación de poner
el estado del juicio en noticia de los herederos de la parte fallecida; si no se cumple con esta
carga, se estima que, aun cuando la ley no lo diga expresamente, se debe anular todo lo obrado
con posterioridad, nulidad procesal que podrá ser pedida por los herederos en cualquier estado
del juicio190.
¿Qué sucede si en el intertanto del juicio termina la representación legal de una persona? Este
caso se regula en el art. 9º del CPC que dice que si durante el curso del juicio termina por
cualquiera causa el carácter con que una persona representa por ministerio de la ley derechos
ajenos, continuará no obstante la representación y serán válidos los actos que ejecute, hasta
la comparecencia de la parte representada, o hasta que haya testimonio en el proceso de
haberse notificado a ésta la cesación de la representación y el estado del juicio. El
representante debe gestionar para que se practique esta diligencia dentro del plazo que el
tribunal designe, bajo pena de pagar una multa de un cuarto a un sueldo vital y de abonar los
perjuicios que resulten. Ahora bien, el representante legal de otro deja de serlo tan pronto
como suceden aquellos hechos que en concepto de la ley sustantiva ponen término a la
representación, por ejemplo, el caso típico es el del padre cuando el hijo llega a la mayoría
de edad; pero en materia procesal se necesita algo más que la simple ocurrencia de aquellos
hechos para que termine la representación procesal. En efecto, por una ficción del legislador
la representación continúa hasta que se produzcan uno de estos dos eventos: la comparecencia
misma de la parte representada, o la constancia en el proceso de haberse notificado a ella la
cesación de la representación y el estado del juicio.
ii. Por otra parte, se comparece por medio de mandatario o apoderado cuando los derechos
propios o los de los representados legales, se hacen valer ante los tribunales por medio de un
tercero que recibe el nombre de mandatario, apoderado o procurador.
¿Qué sucede si fallece alguna de las partes que litigaba a través de un procurador o mandatario
judicial? Su muerte es irrelevante para todos los fines procesales, pues el mandato judicial no
se extingue por la muerte del mandante. Ahora, si quien fallece es el mandatario judicial, en
este caso no se suspende propiamente el procedimiento (a diferencia del fallecimiento de la
persona que obra por sí), sino que, siendo el fallecimiento del mandatario una causal de

190
Si bien la norma analizada se pone en el caso de que existan herederos de la parte litigante fallecida, bien
puede acontecer que nadie haya aceptado la herencia de ese causante. En tal evento, la contraparte tiene dos
derechos que ejercitar para que el juicio siga su marcha normal: pedir a los herederos que manifiesten si aceptan
o no la herencia del causante. Si los herederos aceptan la herencia, se les practica la notificación en la forma
establecida por el art. 5º del CPC; en cambio, si la repudian, se declara yacente la herencia y se le nombra
curador, y a éste se le practicará la notificación a que alude el art. 5º, siguiéndose con él la causa.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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expiración del mandato judicial, la parte que desee activar el juicio tendrá que pedir que el
otro litigante nombre nuevo mandatario, so pena de incurrir en nulidad del procedimiento, al
continuarse con un mandatario fallecido. Los herederos del mandatario judicial, por su parte,
tendrán también la obligación de poner el hecho en conocimiento del mandante, para que
adopte las medidas conducentes a la defensa de sus derechos, bajo la sanción de responder
de la correspondiente indemnización de perjuicios.
d. Sistemas teóricos de comparecencia
No siempre en todas las legislaciones, ni menos en todos los tiempos, se ha seguido un sistema
uniforme en cuanto a esta institución; pues se han distinguido los siguientes sistemas de
comparecencia:
En ciertos casos se ha prohibido expresamente la comparecencia ante los tribunales por medio
de apoderado o mandatario. La comparecencia por sí, a propio nombre o como representante legal de
otro, ha sido, pues, dentro de este sistema, la única forma de comparecencia válida.
En otros sistemas se faculta a las partes para comparecer por sí o por medio de apoderado;
pero existen ciertas condiciones o requisitos mínimos que deben poseer las personas que deseen
desempeñarse en calidad de mandatarios o apoderados judiciales.
Un tercer sistema, más riguroso que el anterior, prohíbe expresamente la comparecencia ante
los tribunales en forma personal; de suerte que esta importante actividad procesal debe ser cumplida
por intermedio de mandatarios o apoderados judiciales, quienes a su vez, para poder desempeñar estos
cargos deben reunir ciertas condiciones o requisitos de capacidad intelectual y de integridad moral.
9.2. SISTEMA CHILENO DE COMPARECENCIA
En chile, por regla general, se debe comparecer ante los tribunales con un mandatario o
procurador judicial que debe reunir ciertas calidades. Estas personas pueden ser distintas,
dependiendo de la jerarquía del tribunal; es por ello que a continuación se distinguirá la
comparecencia ante los tribunales inferiores y ante los tribunales superiores de justicia.
a. Comparecencia ante tribunales inferiores de justicia
Ante estos tribunales existe la obligación de designar un mandatario judicial y un abogado
patrocinante. En efecto, el art. 2º inc. I de la ley 18.120 señala que ninguna persona, salvo en los
casos de excepción contemplados en este artículo, o cuando la ley exija la intervención personal de
la parte, podrá comparecer en los asuntos y ante los tribunales a que se refiere el inc. I del artículo
anterior (asuntos contenciosos y no contenciosos, y ante tribunales ordinarios, especiales o
arbitrales), sino representada por un abogado habilitado para el ejercicio de la profesión, por
procurador del número, por estudiante actualmente inscrito en tercero, cuarto o quinto año de las
Escuelas de Derecho de las Facultades de Ciencias Jurídicas y Sociales de alguna de las
universidades autorizadas, o por egresado de esas mismas escuelas hasta tres años después de haber
rendido los exámenes correspondientes. La autoridad universitaria competente certificará, a petición
verbal del interesado, el hecho de estar vigente la matrícula o la fecha del egreso, en su caso. La
exhibición del certificado respectivo habilitará al interesado para su comparecencia. A su vez, el
art. 1º inc. I de dicha ley señala que la primera presentación de cada parte o interesado en asuntos
contenciosos o no contenciosos ante cualquier tribunal de la República, sea ordinario, arbitral
o especial, deberá ser patrocinada por un abogado habilitado para el ejercicio de la profesión.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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En consecuencia, está prohibida expresamente la comparecencia personal en asuntos


contenciosos y no contenciosos, que se tramiten ante tribunales ordinarios, arbitrales y especiales.
Ahora bien, de acuerdo al art. 2º inc. I de la ley 18.120, quiénes pueden representar válidamente en
aquellos asuntos y en dichos tribunales, son:
i. Los abogados habilitados para el ejercicio de la profesión. Se entiende por tal, aquél que
no está suspendido del ejercicio profesional, esto es, que no ha sido objeto de una medida
disciplinaria. Además, el abogado debe estar al día en el pago de la patente profesional
en cualquier municipalidad, la que tiene un valor de una UTM y se cancela en dos cuotas
semestrales. En los distintos tribunales el Secretario está en condiciones de requerir el
certificado de que se está al día en el pago de la patente, pues con ella normalmente se
acredita la calidad de abogado habilitado191.
Si bien el nombramiento de apoderado puede recaer sobre la misma persona del abogado
patrocinante, en la práctica quien asume el patrocinio son los estudiantes o egresados de
las escuelas de Derecho.

ii. Los procuradores del número. En general, procurador, apoderado o mandatario, es todo
aquél que representa a otra persona ante los tribunales de justicia, por encargo de ella. El
epígrafe que encabeza el Párrafo VI del Título XI del COT se denomina “De los
procuradores y especialmente de los procuradores del número”, lo cual indica que
existen diversas clases de procuradores, a saber: los procuradores del número y los
procuradores comunes u ordinarios; ambos tienen en común la facultad de comparecer,
no obstante, el procurador del número se diferencia por ser un auxiliar de la
administración de justicia, o sea, que para desempeñar sus funciones requiere de un título
especial otorgado por la autoridad pública competente (requiere nombramiento estatal
por medio de un Decreto Supremo); mientras que los procuradores ordinarios, son
nombrados por las partes a su entera voluntad. En definitiva, de acuerdo al art. 394 inc. I
del COT, los procuradores del número, son oficiales de la administración de justicia
encargados de representar en juicio a las partes que se les encomiende; por ejemplo, a
los litigantes rebeldes.

iii. Los mandatarios que designe la respectiva Corporación de Asistencia Judicial. La


Asistencia Judicial es una corporación de Derecho público encargada de prestar
representación judicial a aquellas personas que carecen de los medios necesarios para
contratar un procurador, lo cual se logra, principalmente, a través de la práctica de los
egresados de derecho. En efecto, de acuerdo al art. 2º inc. II de la ley 18.120, las
Corporaciones de Asistencia Judicial podrán designar como mandatario a los egresados
de las Escuelas de Derecho a que se refiere el inciso anterior, cualquiera sea el tiempo
que hubiere transcurrido después de haber rendido los exámenes correspondientes, para

191
Se debe pagar la patente profesional, siempre y cuando se tenga instalado un local físico especialmente
destinado a la actividad profesional, como por ejemplo, una consulta jurídica; esta patente se paga en cualquier
municipalidad y tiene vigencia en todo el país, no está circunscrita sólo a una comuna. Un acuerdo del pleno de
la CS del año 2008 ordenó a los tribunales del país no exigir a los abogados que acrediten el pago de la patente
municipal para autorizar un poder, alegar en estrados o efectuar alguna gestión ante los tribunales de justicia;
el sentido de este acuerdo no implica la eximición del pago de dicho tributo sino que, de modo diferente, sólo
tiene por objeto aclarar que ella no es necesaria para acreditar la calidad de abogado ante los tribunales de
justicia.
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el solo efecto de realizar la práctica judicial necesaria para obtener el título de abogado.
Esta calidad se acredita con el certificado que expide la misma Corporación.

iv. Los estudiantes actualmente inscritos en tercero, cuarto o quinto de las Escuelas de
Derecho de las Facultades de Ciencias Jurídicas y Sociales de alguna de las universidades
autorizadas.

v. Los egresados de esas mismas escuelas hasta tres años después de haber rendido los
exámenes correspondientes. Esta calidad, y la anterior, se acredita mediante un
certificado expedido por la autoridad universitaria, a petición verbal del interesado, en el
cual consta el hecho de la matrícula o la fecha del egreso192.
A pesar de los claros fundamentos de la regla general que prohíbe la comparecencia ante los
tribunales inferiores en forma personal, como toda regla, tiene excepciones, las cuales se justifican
por: la cuantía del negocio, la naturaleza del mismo y, en general, por la dificultad material de la parte
para obtener un mandatario o procurador. En concreto, estas excepciones en donde se puede
comparecer personalmente, son:
i. Cuando la ley exige la intervención personal de la parte. El art. 2º inc. I de la Ley 18.120
señala que ninguna persona, salvo los casos de excepción contemplados en este artículo
o cuando la “ley exija la intervención personal de la parte”. Ejemplos típicos de
comparecencia personal exigida por la ley, son el comparendo de conciliación (art. 264
inc. I del CPC) y la diligencia de absolución de posiciones o confesión judicial (art. 385
inc. I del CPC).

Art. 264. A los comparendos de conciliación deberán concurrir las partes por sí o por apoderado.
No obstante, el juez podrá exigir la comparecencia personal de las partes, sin perjuicio de la
asistencia de sus abogados.

Art. 385. Fuera de los casos expresamente previstos por la ley, todo litigante está obligado a
declarar bajo juramento, contestada que sea, la demanda, sobre hechos pertenecientes al mismo
juicio, cuando lo exija el contendor o lo decrete el tribunal en conformidad al art. 159 (medida
para mejor resolver).

ii. Cuando el juez autoriza la comparecencia personal para la iniciación y secuela de un


juicio. Esta segunda excepción se consagra en el art. 2º inc. III de la ley 18.120 al disponer
que para la iniciación y secuela del juicio podrá, sin embargo, solicitarse autorización
para comparecer y defenderse personalmente. El juez podrá concederla, atendida la
naturaleza y cuantía del litigio o las circunstancias que se hicieren valer, sin perjuicio
de exigir la intervención de abogados, siempre que la corrección del procedimiento así
lo aconsejare. Las resoluciones que se dicten en esta materia sólo serán apelables en el
efecto devolutivo.

192
Hay que recordar que en materia de capacidad se distinguió entre: capacidad para ser parte procesal,
capacidad para comparecer o capacidad procesal, y capacidad de pedir en juicio o ius postulandi. Las personas
mencionadas son, precisamente, las que tienen ius postulandi.
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iii. No es necesario el mandatario judicial en aquellas comunas en que el número de


abogados en ejercicio sea inferior a cuatro. En efecto, de acuerdo al art. 2º inc. VIII de la
ley 18.120, las obligaciones consignadas en el primer inciso del art. 1° (comparecer con
procurador) y de este artículo (comparecer con patrocinio), no regirán en aquellos
departamentos en que el número de abogados en ejercicio sea inferior a cuatro, hecho
que determinará la CA correspondiente.

iv. El mismo art. 2º en su inc. IX señala que exceptúanse,también, del cumplimiento de


dichas obligaciones, las solicitudes sobre pedimentos de minas que se formulen ante los
tribunales, sin perjuicio de cumplirse tales exigencias respecto de las tramitaciones
posteriores a que den lugar.

v. Asimismo, el inc. X del art. 2º señala que no regirán tampoco (las exigencias de mandato
y patrocinio) respecto de los asuntos de que conozcan los jueces de subdelegación y de
distrito (figura que fue derogada); los alcaldes; los Jueces de Policía Local, salvo en los
asuntos sobre regulación de daños y perjuicios de cuantía superior a dos UTM; los
juzgados de menores (figura derogada); los árbitros arbitradores; el SII, salvo que
tratándose de asuntos superiores a dos UTM, el Servicio exija por resolución fundada la
intervención de abogados; la CGR; la Cámara de Diputados y Senado en los casos de
los arts. 48 y 49 de la CPR (juicio constitucional); ni en los juicios cuya cuantía no
exceda de media UTM; en las causas electorales; en los recursos de amparo y protección
(no obstante, en los alegatos de las Cortes sólo pueden intervenir abogados); respecto del
denunciante en materia criminal; en las solicitudes en que aisladamente se pidan copias,
desarchivos y certificaciones; ni respecto de los martilleros, peritos, depositarios,
interventores, secuestres y demás personas que desempeñen funciones análogas, cuando
sus presentaciones tuvieren por único objeto llevar a efecto la misión que el tribunal les
ha confiado o dar cuenta de ella.
Por último, para evitar toda clase de dudas al respecto y de extender en lo posible la
prohibición de comparecencia personal ante los tribunales inferiores de justicia, el art. 2º inc. V de la
ley 18.120 establece que lo dispuesto en este artículo (comparecer con procurador) se aplicará
también a la delegación del mandato193 y a la autorización para diligenciar exhortos. En este último
caso, las calidades a que se refiere el inc. I de este artículo (la calidad de procurador) se acreditarán
ante el tribunal exhortado. Es decir, tanto el delegado judicial como el encargado de la tramitación de
un exhorto, requieren de ius postulandi.
Luego, la ley se coloca en el caso, de ordinaria ocurrencia, de que una persona confiera a otra
un mandato con administración de bienes y con facultad expresa de representarla en juicio. Este
mandato, en principio, la ley no lo prohíbe, pero establece que si el mandatario no fuere abogado
habilitado para el ejercicio de la profesión o procurador del número, deberá delegarlo, en persona que
posea alguna de estas calidades. En efecto, el art. 2º inc. VII señala que no obstante lo dispuesto en
el inc. I de este artículo, en los mandatos con administración de bienes podrá conferirse al mandatario
la facultad de comparecer al juicio, pero si éste no fuera abogado habilitado para el ejercicio de la
profesión o procurador del número, deberá delegarlo, en caso necesario, en persona que posea alguna

193
De acuerdo al art. 7º del CPC, la delegación es una facultad ordinaria del mandato, y rige a menos que el
mandante expresamente la prohíba.
250
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de estas calidades. Como se puede apreciar, en esta disposición se restringe el campo de actuación de
las demás personas habilitadas para comparecer como mandatarios, pues sólo pueden comparecer los
abogados habilitados o el procurador del número.
b. Comparecencia ante los tribunales superiores de justicia 194
El art. 398 del COT en su primera parte señala que ante la CS sólo se podrá comparecer por
abogado habilitado o por procurador del número…. La disposición en referencia es clara: ante la CS
no cabe hablar de comparecencia personal, sea a nombre propio, sea como representante legal de otra
persona, pues siempre se tiene que comparecer por medio de abogado habilitado o procurador del
número, no importando la naturaleza del negocio, la instancia o grado jurisdiccional en que deba ser
conocido el asunto, o la situación procesal de la parte compareciente. Por lo tanto, ante esta Corte no
se puede comparecer con estudiantes o egresados de derecho, ni con personas que realizan la práctica
judicial.
Por otra parte, la segunda parte del inc. I del art. 398 del COT señala que ante las CA las
partes podrán comparecer personalmente o representadas por abogado o por procurador del
número195. La excepción viene dada por el caso del litigante rebelde, pues de acuerdo al art. 398 inc.
II, éste sólo podrá comparecer ante estos últimos tribunales representado por abogado habilitado o
por procurador del número.
9.3. MANDATO JUDICIAL

a. Concepto y fuentes legales


De acuerdo al art. 2116 del CC, el mandato es un contrato en que una persona confía la
gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera.
Agrega el inc. II que la persona que confiere el encargo se llama comitente o mandante, y la que lo
acepta, apoderado, procurador, y en general, mandatario. Ahora bien, atendiendo a la naturaleza de
los negocios encomendados por el mandante al mandatario, el mandato se clasifica en: mandato civil,
que es aquel en que el negocio cometido es un acto civil, y cuyo estatuto jurídico aplicable está
contenido en los arts. 2116 y siguientes del CC; mandato mercantil o comisión, que es aquel en que
el negocio cometido es un acto de comercio, y se regula en los arts. 233 y siguientes del CCO; y el
mandato judicial que en términos generales, es aquel que consiste en la comparecencia en juicio a
nombre de otro, y se encuentra regulado en los arts. 6º y 7º del CPC, y en el COT.
La doctrina procesal define al mandato judicial, como un contrato solemne en virtud del cual
una persona otorga a otra, que tiene ciertas cualidades o condiciones especiales, facultades suficientes
para que la represente ante los tribunales de justicia. Por su parte, el art. 395 del COT define el
mandato judicial, desde un punto de vista procesal, expresando que el acto por el cual una parte
encomienda a un procurador la representación de sus derechos en juicio, es un mandato que se

194
CASARINO en esta materia distingue entre comparecencia de primera y de segunda instancia. Sin embargo,
al emplear este criterio no se exigiría patrocinio ni mandato judicial a una persona que comparece ante una CA
que conoce de un recurso de casación en la forma, en contra de una sentencia de un Juez de Letras, puesto que
en este caso las CA lo conocen y fallan en única instancia. Por lo tanto, este asunto no es una cuestión de
grados o instancias, sino que de jerarquía del tribunal.
195
Excepcionalmente aquí se permite comparecer con alumnos en práctica en la Corporación de asistencia
judicial.
251
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regirá por las reglas establecidas en el CC para los contratos de esta clase, salvas las modificaciones
contenidas en los artículos siguientes.
El mandato judicial es un mandato especial, pues sólo se otorga para los asuntos o negocios
judiciales; y es judicial porque lo que se encarga es que el mandatario comparezca a nombre del
mandante, de modo de producir los mismos efectos que si hubiese actuado personalmente. La razón
de esto último, es que la tramitación ante los órganos jurisdiccionales supone un grado especializado
de conocimiento, por eso la ley determina cualidades especiales en la persona del procurador y, por
otro lado, la defensa de causas propias agrega a la discusión la impetuosidad, que puede ser peligrosa.
b. Diferencias entre el mandato civil y el mandato judicial

i. En cuanto a la forma como se constituyen o perfeccionan, el mandato civil es, por regla general,
consensual, pues se perfecciona con el mero consentimiento de los contratantes; el mandato
judicial, en cambio, es siempre solemne y la solemnidad consiste en que debe constar
necesariamente por escrito.

ii. En cuanto a la libertad de las partes para elegir la persona del mandatario, mientras en el
mandato civil el encargo puede confiarse a cualquier persona; el mandato judicial debe recaer
solamente en personas habilitadas por expresa disposición de la ley (aquellas que tienen ius
postulandi).
Además, mientras el mandato civil puede recaer en una o más personas, el mandato judicial,
por su propia naturaleza, repugna la pluralidad de mandatarios. Tanto la jurisprudencia como
la doctrina han estimado que la pluralidad de mandatarios en sede procesal es improcedente, y
la razón para no aceptarlo es la discrepancia que puede presentarse en la actuación de éstos. Lo
que sí permite la jurisprudencia, es que las partes en un juicio puedan ser defendidas por más
de un abogado patrocinante, ya que eso no se opone a la economía procesal.
iii. En cuanto a la representación, mientras en el mandato civil la representación es un elemento
de la naturaleza, en el mandato judicial la representación es un elemento de la esencia. Por lo
tanto, todos los actos procesales realizados por el mandatario judicial se entienden hechos por
el mandante, pues en virtud del art. 1448 del CC, se entiende que lo que una persona ejecuta a
nombre de otra, estando facultada por ella (mediante un mandato judicial) o por la ley para
representarla (por ejemplo, el caso de los Procuradores Fiscales del Consejo de Defensa del
Estado), produce respecto del representado iguales efectos que si hubiese contratado él mismo.

iv. Por último, el mandato civil puede terminar, entre otros casos, por la muerte del mandante, en
cambio, el mandato judicial jamás termina por la muerte de éste.

c. Constitución del mandato civil


Como se ha dicho, el mandato judicial es un contrato solemne, a diferencia del mandato civil,
que, por regla general, es consensual. Ahora bien ¿cuáles son las solemnidades en el mandato judicial?
O mejor dicho ¿Cómo se constituye el mandato judicial? Sobre el particular el art. 6º inc. II del CPC
señala que para obrar como mandatario se considerará poder suficiente:
i. El constituido por escritura pública otorgada ante notario o ante oficial del registro civil a
quien la ley confiera esta facultad. Hay que recordar que, de acuerdo al art. 403 del COT,
252
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la escritura pública es el instrumento público o auténtico otorgado con las solemnidades


que fija esta ley, por el competente notario, e incorporado en su protocolo o registro
público.

ii. El que conste de un acta extendida ante un juez de letras o ante un juez árbitro y suscrita
por todos los litigantes (por ejemplo, en un comparendo). Esta segunda forma de constituir
el mandato judicial tiene aplicación ante los jueces de letras y los jueces árbitros, y en el
primer caso, el mandato servirá para representar a las partes sólo ante el juez de letras,
mientras que en el segundo supuesto, servirá para actuar ante el propio juez árbitro o ante
otro tribunal cualquiera. Esta última forma de constitución del mandato judicial se usa
mucho en los juicios de partición de bienes, cuando los interesados deseen ser representados
en conjunto ante otro tribunal y en un juicio diverso, sea como actores o como demandados.

iii. El que conste de una declaración escrita del mandante, autorizada por el secretario del
tribunal que esté conociendo de la causa. Esta es la forma más usual y económica de
conferir el mandato judicial; esta declaración escrita generalmente se contiene en la primera
solicitud que presenta la parte litigante dentro del juicio, concretamente en un otrosí (en una
petición secundaria de la principal) en el que se expresa que se designa abogado
patrocinante a tal persona y como procurador a tal persona, y el abogado patrocinante firma
la presentación junto con el mandante (no así el procurador).
Es necesario hacer notar que esta declaración escrita del mandato judicial debe ser
autorizada por el secretario del tribunal “que esté conociendo de la causa”, lo que significa
que si se desea conferir poder para la segunda instancia, estando el proceso en primera, el
secretario que lo autorizará será el del juzgado y no el de la Corte. En otras palabras, el
funcionario competente para intervenir en esta autorización es aquél en cuyo poder se
encuentra el expediente, aun cuando no sea el mismo del tribunal ante el cual se va a utilizar
el mandato.

iv. Fuera de los casos anteriores, existe la forma señalada en el art. 29 inc. II de la Ley 18.092
sobre Letras de Cambios y Pagarés, que expresa que el endosatario en comisión de
cobranza puede cobrar y percibir, incluso judicialmente, y tiene todas las atribuciones
propias del mandatario judicial comprendidas también aquellas que conforme a la ley
requieren mención expresa (facultades especiales o extraordinarias). Con todo, el
mandatario sólo puede comparecer ante los tribunales en la forma que exige la ley. Por
tanto, existe una forma especial que opera respecto de ciertos instrumentos privados
mercantiles, que es el endoso en comisión de cobranza de un cheque, letra de cambio o
pagaré, esto es, un mandato que faculta al portador (endosatario en comisión de cobranza)
para ejercitar todos los derechos derivados de la letra de cambio, salvo los de endosar en
dominio o garantía196.

v. Por último, el artículo 7 de la ley 20.886 que establece la tramitación digital, incorpora la
posibilidad de constituir el mandato judicial mediante la firma electrónica avanzada del
mandante. En este caso, basta con la declaración escrita del mandante suscrita con firma

196
De acuerdo al art. 17 de la Ley 18.092 el endoso es el escrito por el cual el tenedor legítimo transfiere el
dominio de la letra, la entrega en cobro o la constituye en prenda. La letra se endosa estampando la firma en el
dorso del documento o en una hoja de prolongación adherida a ella.
253
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electrónica avanzada, sin que se requiera su comparecencia personal para autorizar la


representación judicial.
Este poder o mandato judicial, se acredita exhibiendo el título que confiere la representación
(por ejemplo, la escritura pública). En efecto, de acuerdo al art. 6º inc. I del CPC, el que comparezca
en juicio a nombre de otro, en desempeño de un mandato o en ejercicio de un cargo que requiera
especial nombramiento, deberá exhibir el título que acredite su representación. Sin embargo, en el
caso de la Firma Electrónica Avanzada la constatación de la calidad de abogado habilitado para el
ejercicio de la profesión la realizará el mismo tribunal mediante sus registros (art. 7 inciso final ley
20.886)
El tribunal se limitará a “tener presente” el mandato judicial, si estima que reúne los requisitos
legales y, en caso contrario, ordenará su constitución legal en el término de tercero día. En efecto, el
art. 2º inc. IV de la ley 18.120 señala que si al tiempo de pronunciarse el tribunal sobre el mandato,
éste no estuviere legalmente constituido, el tribunal se limitará a ordenar la debida constitución de
aquél dentro de un plazo máximo de tres días. Extinguido este plazo y sin otro trámite, se tendrá la
solicitud por no presentada para todos los efectos legales. Las resoluciones que se dicten sobre esta
materia no serán susceptibles de recurso alguno (esto es una verdadera carga, pues si no se cumple
con el plazo perentorio que la ley establece, caduca el acto procesal)197. Esta norma, a pesar que de
su simple lectura se desprende que se aplica sólo cuando el mandatario judicial no reúna las
condiciones señaladas por la ley para ser tal, ha sido ampliada en su aplicación por los tribunales,
cuando faltan requisitos de forma, como sería, por ejemplo, la falta de autorización del Secretario del
tribunal que esté conociendo de la causa; y también se ha aplicado en aquellos casos en que no hay
mandato.
Por último, de acuerdo al art. 2º inc. VIII de la ley 18.120, el juez, de oficio o a petición de
parte, podrá exigir, si lo estima necesario, la comparecencia del abogado patrocinante o mandatario
de cualquiera de las partes a fin de que ratifique su firma ante el secretario o el jefe de la unidad
administrativa a cargo de la administración de causas (esto último a propósito de los JG y los TJOP,
pues en dichos tribunales no hay secretarios).
d. Facultades del mandatario judicial
El art. 7º del CPC señala claramente las facultades del mandatario judicial, y su lectura
permite deducir que estas facultades son de dos tipos: ordinarias y extraordinarias.
i. Facultades ordinarias
Son aquellas que se entienden comprendidas en el mandato judicial sin necesidad de mención
expresa (como por ejemplo, oponer excepciones dilatorias, contestar la demanda, deducir recursos,
etc.) y, por ende, constituyen la regla general. Se refiere a ellas el art. 7º inc. I del CPC, que dice que
el poder para litigar se entenderá conferido para todo el juicio en que se presente, y aun cuando no
exprese las facultades que se conceden, autorizará al procurador para tomar parte, del mismo modo
que podría hacerlo el poderdante, en todos los trámites e incidentes del juicio y en todas las

197
Algunos señalan que la omisión de las solemnidades en la constitución de un mandato judicial produce la
nulidad procesal; sin embargo, pareciera desprenderse del art. 2º inc. IV de la ley 18.120 que la sanción es la
inexistencia, pues si no se cumplen con las solemnidades dentro de tercero día, la solicitud se tiene por “no
presentada”. Atendiendo a esta última postura, no se requiere pedir la declaración judicial de la no constitución,
pues sólo basta que el tribunal constate que no se constituyó correctamente el poder.
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cuestiones que por vía de reconvención se promuevan, hasta la ejecución completa de la sentencia
definitiva, salvo lo dispuesto en el art. 4° (si la parte comparece por sí) o salvo que la ley exija
intervención personal de la parte misma. Las cláusulas en que se nieguen o en que se limiten las
facultades expresadas, son nulas198. Podrá, asimismo, el procurador delegar el poder obligando al
mandante, a menos que se le haya negado esta facultad.
Por lo tanto, las facultades ordinarias son aquellas que la ley confiere al procurador para
desenvolver de manera continua y normal la relación procesal, sin que sea posible al poderdante
regularlos a su voluntad. Como características de estas facultades se puede señalar que son legales,
pues es el legislador el que las confiere y no la voluntad de las partes; son esenciales, pues existen
aún en contra de la voluntad de los interesados y no se pueden transformar o menoscabar; y son
generales, en cuanto a los actos que deba hacer el representante, pues esos actos son ilimitados, siendo
sus únicas demarcaciones las normas del respectivo proceso.
Si bien la característica principal de estas facultades es que pertenecen al mandato por el solo
hecho de conferirse, por lo que no pueden ser limitadas ni eliminadas, encontramos una excepción en
el caso de la delegación, pues esta es una facultad ordinaria que puede ser limitada por el mandante,
pudiendo incluso excluirla, requiriendo de su manifestación expresa.
Atendiendo al art. 7º inc. I del CPC, se puede decir que las facultades ordinarias se extienden
a lo siguiente:

- Al asunto principal, en donde el mandatario actúa como si fuera el propio mandante; y lo


hace durante todo el juicio, cualesquiera que sean las instancias por las que aquél atraviese.

- Lo mismo ocurre en todos los incidentes, o sea, en las cuestiones accesorias que se suscitan
en el curso del pleito y que requieren especial pronunciamiento del tribunal; pues quien puede
lo más, puede lo menos.

- También puede actuar en todas las cuestiones que por vía de reconvención se promuevan,
por la estrecha relación que ella tiene con la demanda principal.

- Respecto al cumplimiento y ejecución de la sentencia definitiva se plantea un problema, pues


en el caso en que se deba seguir un nuevo juicio para ejecutar la sentencia, cabe preguntarse
si el procurador necesita un nuevo mandato para continuar el nuevo juicio, o si bastan las
facultades ordinarias ya conferidas. La jurisprudencia es vacilante, se puede decir que, por
un lado, como el mandato se entiende conferido hasta la ejecución completa de la sentencia
definitiva, debe entenderse entonces comprendido el procedimiento de apremio que sea
necesario para exigir el cumplimiento con o en contra el mandatario, en la medida que ese
cumplimiento se solicite ante el tribunal que dictó la sentencia, dentro del plazo de un año
contado desde que la ejecución se hizo exigible (ejecución incidental). Pero la situación no
es tan clara cuando el cumplimiento de la sentencia definitiva requiere que se inicie un nuevo

198
¿Puede el mandante prohibir al mandatario que conteste la demanda? Evidentemente que no, sin embargo,
esto no debe confundirse con la posible limitación de la facultad del mandatario judicial para contestar nuevas
demandas, a propósito del mandato conferido para representar al mandante en futuros juicios. Esta cláusula
limitativa de las facultades ordinarias del mandato judicial es válida en virtud de lo que dispone el art. 846 del
CPC, el que reconoce indirectamente su eficacia al regular el caso del ausente cuyo paradero se ignora, y en
que su mandatario judicial carezca de facultad para contestar nuevas demandas.
255
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juicio (ejecución principal), pues autores como ALESSANDRI y CASARINO estiman que el
mandatario tendrá las facultades suficientes para iniciar ese nuevo juicio sin necesidad de un
nuevo mandato, es decir, las facultades ordinarias del mandatario comprenderían las de
intervenir en el cumplimiento mismo de la sentencia definitiva; con todo, en la práctica, para
evitar problemas por falta de personería, se otorga un nuevo mandato judicial.

- Por último, también se comprende la posibilidad de delegar el mandato. Algunos autores


señalan que esta es una facultad ordinaria a la que la ley le da un tratamiento especial, pues
se permite que el mandante excluya esta facultad. Otros autores, en cambio, señalan que ésta
es una facultad de la naturaleza del mandato judicial, pues se entiende incorporada al
mandato, pero las partes la pueden modificar a su arbitrio 199.

iii. Facultades extraordinarias o especiales


Son aquellas que no se entienden comprendidas en el mandato judicial, a menos que las haya
mencionado expresamente el mandante. En cuanto a las características de estas facultades, se puede
decir que son convencionales y accidentales, ya que para su existencia se requiere de una cláusula
especial en que se señale que se otorgan.
Estas facultades se encuentran enumeradas en el art. 7º inc. II del CPC, el cual señala que sin
embargo, no se entenderán concedidas al procurador, sin expresa mención, las facultades de:
- Desistirse en primera instancia de la acción deducida. El desistimiento es un acto jurídico
procesal por el cual el demandante manifiesta su intención de no seguir adelante con el juicio,
una vez notificada la demanda (antes de esto se habla de retiro de la demanda); se trata de
una facultad importantísima, pues su ejercicio implica la renuncia de la acción (pretensión)
y, en el fondo, el rechazo de la misma, lo cual produce cosa juzgada. Se necesita de mención
expresa para que el desistimiento pueda ser utilizado válidamente por el mandatario, puesto
que es de suponer que el mandante desea que el juicio llegue a su término en forma normal,
es decir, por una sentencia que resuelva el litigio, y no por el desistimiento.
Con todo, el mandatario puede desistirse del o los incidentes sin necesidad de facultad
especial, pues ella se requiere solamente para el desistimiento de la acción. Tampoco hay que
confundir esta situación con el desistimiento en segunda instancia del recurso, acto que puede
ejecutar válidamente el mandatario judicial, pues no requiere facultad expresa, ya que el
asunto ya fue objeto de fallo y, por consiguiente, hay una presunción de verdad acerca de la
cuestión controvertida.

- Aceptar la demanda contraria. También es otro acto que requiere de facultad especial por la
trascendencia que tiene dentro del pleito, pues implica nada menos que reconocer en todas
sus partes las pretensiones del demandante; lo cual es inconciliable con la esencia misma del

199
En virtud de la delegación del mandato judicial, el mandatario confía el encargo de representar al mandante
a una tercera persona, que recibe el nombre de delegado; de suerte que en este caso intervienen tres personas:
mandante, mandatario y delegado. El art. 2135 del CC ha establecido esto como una facultad ordinaria, al
disponer que el mandatario puede delegar, salvo si se le ha prohibido expresamente; pero agrega que, no estando
expresamente facultado el mandatario para delegar, responderá de los hechos del delegado como de los suyos
propios. Acá es donde el CPC se aleja del CC, pues mientras en el primero los actos del delegado obligan al
mandante más no el mandatario (podrá, asimismo, el procurador delegar el poder obligando al mandante); en
el CC los actos del delegado obligan al mandatario frente al mandante como si fueran propios.
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mandato judicial. El efecto de esta aceptación, es que hace innecesaria la prueba, y el juez
procede a la dictación de sentencia.

- Absolver posiciones. La absolución de posiciones o prueba confesional, es una figura para


obtener la confesión judicial de una parte. Normalmente la contraparte puede exigir que
preste declaración el propio mandante, ya que se trata de un acto personalísimo; pero sino lo
exige, podría el mandatario concurrir, siempre y cuando cuente con facultad expresa para ello
(nótese que la facultad expresa se necesita para prestar confesión, no para exigir confesión
de la parte contraria).
Cabe decir que, de acuerdo al art. 396 del CPC, aun cuando el mandatario carezca de esta
facultad especial, podrá exigirse confesión al procurador de la parte sobre hechos personales
de él mismo en el juicio, aun cuando no tenga poder para absolver posiciones.

- Renunciar los recursos (por ejemplo, el recurso de apelación) o los términos legales (por
ejemplo, el término probatorio). No hay que confundir la renuncia del recurso con el
desistimiento del mismo; en efecto, se renuncia a un recurso cuando aún no está en situación
legal de ejercerlo y se manifiesta expresa voluntad en el sentido de comprometerse a no
interponerlo, en cambio, se desiste de un recurso la parte que ya lo ha interpuesto y que
posteriormente manifiesta expresa voluntad en el sentido de no perseverar en él. Para lo
primero se requiere facultad expresa, pero para lo segundo bastan las facultades ordinarias
del mandato judicial, puesto que ya hay una resolución judicial y, por consiguiente, una
presunción de verdad acerca de la cuestión controvertida.
También es necesario advertir que la renuncia de un recurso puede operar en forma expresa
o tácita. Es expresa cuando concretamente la parte se compromete a no interponer el recurso;
y es tácita cuando se deja transcurrir el término legal sin interponerlo. Según CASARINO, sólo
la renuncia expresa del recurso requiere facultad especial, pues la tácita equivale al no
ejercicio de un derecho dentro del pleito, y para eso bastarían las facultades ordinarias del
mandato judicial.
En cuanto a los términos, la renuncia supone que no hayan transcurrido, pues si
transcurrieron, opera la preclusión y, por ende, no puede renunciarse a algo que se extinguió
naturalmente.

- Transigir. Esta facultad especial significa celebrar el contrato de transacción, contrato en


virtud del cual las partes terminan extrajudicialmente un litigio pendiente o precaven un
litigio eventual, otorgándose concesiones recíprocas. Esto guarda estrecha relación con el art.
2448 del CC que dice que todo mandatario necesitará de poder especial para transigir. En
este poder se especificarán los bienes, derechos y acciones sobre que se quiera transigir.

- Comprometer. Esta facultad especial implica celebrar el contrato de compromiso, esto es,
una convención por la cual las partes sustraen determinados asuntos litigiosos presentes o
futuros del conocimiento de la jurisdicción ordinaria y lo someten al conocimiento y fallo de
uno o más árbitros que en ese mismo acto designan.

- Otorgar a los árbitros facultades de arbitradores. Los árbitros arbitradores son aquellos que
fallan con arreglo a lo que su prudencia y equidad le dictaren, y tramitan en conformidad a
las reglas que han establecidos las partes, y si éstas nada han dicho, conforme al
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procedimiento establecido en el CPC aplicable a esta clase de árbitros. Por tanto, si se tiene
facultad especial para comprometer o celebrar una clausula compromisoria sin especificar la
calidad del árbitro, quiere decir que sólo se puede designar a un árbitro de derecho, pues la
calidad de arbitrador en el procedimiento (árbitros mixtos) y la calidad de arbitrador en el
procedimiento y fallo (árbitros arbitradores), requieren una facultad especial de parte del
mandatario judicial, por la gravedad que ello implica para el mandante.

- Aprobar convenios. Se trata de una institución concursal contemplada en la Ley de Quiebras,


que consiste en una convención celebrada entre el fallido y sus acreedores, en cuanto a sus
créditos.

- Percibir. Se trata de la facultad de recibir el pago de obligaciones en dinero u otros valores


que se obtengan en el juicio. El deudor que paga tendrá que preocuparse de que el mandatario
judicial tenga facultad especial para percibir, pues es sabido que el que paga mal, paga dos
veces.
Hay que recordar que, excepcionalmente, no se requiere mencionar esta facultad en el caso
del art. 29 inc. II de la Ley sobre Letras de Cambio, pues se entiende que el endosatario en
comisión de cobranza tiene todas las facultades del mandatario judicial, comprendidas las
extraordinarias.
Cabe decir que, en la práctica, se ha discutido la validez de las facultades extraordinarias del
mandato judicial cuando ellas son conferidas por el mandante haciendo una simple referencia general
art. 7º inc. II del CPC; por ejemplo, cuando se expresa que se confiere poder judicial a tal persona,
con todas las facultades especiales contenidas en el art. 7º inc. II del CPC. Según Mario CASARINO,
aceptar como válida esta forma de conferir facultades especiales al mandatario judicial, contraría lo
dispuesto en la primera parte del art. 7º inc. II, el cual habla de “mención expresa”; otros autores, en
cambio, con apoyo de la jurisprudencia, dicen que se cumple este requisito si el mandante señala que
otorga todas las facultades a que se refiere el art. 7º inc. II, y por el contrario, si el mandante no quiere
conferir todas o algunas de las facultades especiales que se contemplan en la citada norma, debe
expresar que las excluye. Así, es común utilizar la siguiente frase: “se le concede al mandatario las
facultades del art 7º inc. II del CPC, las que se dan una a una por expresamente reproducidas”.
También se plantea en doctrina si la enumeración del art. 7º del CPC es o no taxativa. La
opinión mayoritaria señala que pueden existir otras facultades extraordinarias, postura que se apoya
en lo siguiente: el CC, a propósito de la novación, establece expresamente que el mandatario judicial
requiere de un poder especial para novar; y algunos señalan que la facultad de transigir estaría tomada
en sentido amplio, en el sentido de que incluiría a otros actos que también ponen término anormal
al juicio mediante la facultad de disponer (por ejemplo, el avenimiento y la conciliación).
e. Obligaciones y responsabilidades del mandatario judicial
El mandatario en juicio tiene la misma responsabilidad que todo mandatario, pero fuera de
esta responsabilidad general, tiene una responsabilidad especial de orden procesal, a saber:
i. El art. 6º inc. I del CPC dice expresamente que toda persona que comparezca en juicio a
nombre de otra en desempeño de un mandato, deberá exhibir el título que acredite su
representación. El cumplimiento de esta obligación es vigilado no sólo por la contraparte,
sino que también por el propio tribunal, que de oficio puede exigirlo.

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ii. De acuerdo al art. 28 del CPC, los procuradores judiciales responderán personalmente
del pago de las costas procesales generadas durante el ejercicio de sus funciones, que
sean de cargo de sus mandantes, sin perjuicio de la responsabilidad de éstos. Aquí la ley
presume que el mandante le ha dado al mandatario los dineros necesarios para hacer
frente a los gastos que demandan la tramitación del juicio.

f. Extinción del mandato judicial


Hay un principio general que dice que todo procurador legalmente constituido conservará
su carácter de tal mientras en el proceso no haya testimonio de la expiración de su mandato (art. 10
inc. I del CPC). Ahora bien, las causales de terminación del mandato judicial son las mismas que
señala legislación común para la extinción de mandato civil (art. 2l63 del CC) salvo la muerte del
mandante, pues de acuerdo al art. 396 del COT, no termina por la muerte del mandante el mandato
para negocios judiciales.
Art. 2163. El mandato termina:
1. Por el desempeño del negocio para que fue constituido (en el mandato judicial se entiende desempeñado el
negocio cuando se han terminado todas los grados jurisdiccionales del juicio, en lo declarativo y en lo
ejecutivo);
2. Por la expiración del término o por el evento de la condición prefijados para la terminación del mandato;
3. Por la revocación del mandante (la revocación podrá se expresa o tácita: es expresa cuando explícitamente
se señala que se revoca el mandato, y es tácita cuando se deduce de ciertos actos, por ejemplo, el mandante
otorga nuevo poder a una persona distinta);
4. Por la renuncia del mandatario;
5. Por la muerte del mandante (esto no tiene lugar) o del mandatario;
6. Por la quiebra o insolvencia del uno o del otro;
7. Por la interdicción del uno o del otro;
8. Derogado.
9. Por la cesación de las funciones del mandante, si el mandato ha sido dado en ejercicio de ellas.

Las causales de expiración del mandato judicial no operan de pleno derecho, así, el
mandatario sigue invistiendo esa calidad en el juicio, aun cuando con el mérito de la ley sustantiva
haya dejado de serlo, mientras en el proceso no haya testimonio de haber cesado o expirado el
mandato. Así, tratándose de la renuncia, el art. 10 inc. II del CPC establece que si la causa de la
expiración del mandato es la renuncia del procurador, estará éste obligado a ponerla en
conocimiento de su mandante, junto con el estado del juicio, y se entenderá vigente el poder hasta
que haya transcurrido el término de emplazamiento desde la notificación de la renuncia al mandante.
Acá, por una ficción del legislador y como medida tendiente a proteger los intereses del mandante,
que puede verse sorprendido e indefenso ante la renuncia del mandatario, se presume que el mandato
subsiste en el lapso comprendido entre la notificación de esta renuncia al mandante y la expiración
del término de emplazamiento, el cual no podrá ser otro que el necesario para contestar demanda en
el juicio ordinario de mayor cuantía.
g. Casos especiales de representación ante los tribunales

i. Representación judicial de las personas jurídicas. El art. 8º del CPC se encarga de precisar
quién o quiénes se entienden autorizados para litigar a nombre de las personas jurídicas, al señalar
que el gerente o administrador (establecidos en los estatutos) de sociedades, civiles o
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comerciales, o el presidente de las corporaciones o fundaciones con personalidad jurídica, se


entenderán autorizados para litigar a nombre de ellas con las facultades que expresa el inc. I del
artículo anterior (facultades ordinarias), no obstante cualquiera limitación establecida en los
estatutos o actos constitutivos de la sociedad o corporación (es decir, son esenciales). A
contrario sensu, los estatutos o los actos constitutivos de la persona jurídica pueden privar a los
gerentes o administradores o a los presidentes, según el caso, de cualquiera de las facultades
extraordinarias del mandato judicial, y aun, entregarlas a otras personas o entidades, como por
ejemplo, al directorio. Sin embargo, tratándose de sociedades anónimas, al gerente general
corresponderá la representación judicial de la sociedad, estando legalmente investido de las
facultades establecidas en ambos incisos del art. 7º del CPC por expresa aplicación del art. 49
de la Ley de Sociedades Anónimas.
De la simple lectura de este precepto, se puede apreciar que su esfera de aplicación sólo abarca a
las personas jurídicas de Derecho privado, tanto a aquellas que persiguen fines de lucro (las
sociedades), como a las que no los persiguen (corporaciones y fundaciones). Es por ello que hay
que señalar que las personas jurídicas de Derecho público son representadas judicialmente por la
persona a quienes la ley de su respectiva creación les haya atribuido esta facultad. Esto concuerda
con el art. 551 del CC, que establece que las corporaciones son representadas por las personas
a quienes la ley o las ordenanzas respectivas, o a falta de una y otras, un acuerdo de la
corporación ha conferido este carácter.

ii. Representación judicial de las personas ausentes. El CPC también se encarga de dictar normas
sobre la representación judicial de las personas ausentes, y se entiende por tales, aquellas que por
cualquier causa abandonan el territorio nacional. Existen diversas disposiciones legales que se
preocupan de esta importante materia, de la cuales pueden deducirse las siguientes reglas:

- Si se teme la ausencia del país de una persona en contra de la cual se va a dirigir una
acción, en conformidad con el art. 285 del CPC, podrá pedirse que aquel cuya ausencia
se teme, constituya en el lugar donde va a entablarse el juicio apoderado que le represente
y que responda por las costas y multas en que sea condenado, bajo apercibimiento de
nombrársele un curador de bienes. Esta precaución, desde el punto de vista procesal,
reviste el carácter de una medida prejudicial, es decir, una medida previa y destinada a
preparar el correcto desenvolvimiento del juicio posterior.
- Si el ausente no ha dejado constituido procurador en el país, hay que subdistinguir dos
situaciones:
a) Si se sabe de su paradero, existen dos maneras de proceder en su contra: o se le
notifica personalmente en el lugar donde se encuentra por medio de un exhorto
internacional; o puede obtenerse que asuma su representación el defensor público
respectivo, lo cual es facultativo para dicho funcionario, pues de acuerdo al art. 367
inc. I del COT, “puede” el ministerio de los defensores públicos representar en
asuntos judiciales a los incapaces, a “los ausentes” y a las fundaciones de
beneficencia u obras pías, que no tengan, guardador, procurador o representante
legal.
b) Si no se sabe su paradero, se debe proceder a nombrar un curador de bienes en
conformidad a las reglas contenidas sobre el particular en las leyes sustantivas y
procesales correspondientes. En efecto, de acuerdo al art. 473 del CC, en general,
habrá lugar al nombramiento de curador de los bienes de una persona ausente
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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cuando se reúnan las circunstancias siguientes: 1) que no se sepa de su paradero, o


que a lo menos haya dejado de estar en comunicación con los suyos, y de la falta de
comunicación se originen perjuicios graves al mismo ausente o a terceros; 2) que no
haya constituido procurador, o sólo le haya constituido para cosas o negocios
especiales.

- Por último, de acuerdo al art. 11 del CPC, cuando se ausente de la República alguna
persona dejando (1) procurador autorizado para obrar en juicio o (2) encargado con poder
general de administración, todo el que tenga interés en ello podrá exigir que tome la
representación del ausente dicho procurador, justificando que ha aceptado el mandato
expresamente o ha ejecutado una gestión cualquiera que importe aceptación. Es decir, el
segundo caso se refiere a un encargado con poder general para administrar los bienes,
también puede actuar como apoderado judicial, en el evento en que se acredite su
aceptación expresa o tácita.

9.4. EL PROCURADOR COMÚN

a. Concepto y casos en que tiene lugar


El procurador común es aquel mandatario judicial que representa a varios demandantes o
demandados. La designación de procurador común tiene lugar en los siguientes casos:
i. En la litisconsorcio activa y pasiva. De acuerdo al art. 19 del CPC, si son dos o más las partes
que entablan una demanda o gestión judicial y deducen las mismas acciones, deberán obrar
todas conjuntamente, constituyendo un sólo mandatario. Agrega el inc. II que la misma regla
se aplicará a los demandados cuando sean dos o más y opongan idénticas excepciones o
defensas. En este caso se está en presencia de una designación de mandatario judicial o
procurador común con carácter obligatorio para las partes.

ii. Si son dos o más los demandantes o demandados y no deducen las mismas acciones o no
ponen idénticas defensas respectivamente, la designación de un procurador común es
enteramente facultativa para las partes y se regirá por las reglas generales del mandato
judicial. En efecto, el art. 20 inc. I del CPC dispone que si son distintas entre sí las acciones
de los demandantes o las defensas de los demandados, cada uno de ellos “podrá” obrar
separadamente en el juicio, salvo las excepciones legales.

iii. Por último, de acuerdo al art. 21 del CPC, si la acción ejercida por alguna persona
corresponde también a otra u otras personas determinadas, podrán los demandados pedir
que se ponga la demanda en conocimiento de las que no hayan ocurrido a entablarla, quienes
deberán expresar en el término de emplazamiento si se adhieren a ella. Agrega el inc. II que
si las dichas personas se adhieren a la demanda, se aplicará lo dispuesto en los arts. 12 y
13, es decir, deberán actuar con procurador común.

b. Nombramiento
El procurador común, conforme al art. 12 del CPC, será nombrado por acuerdo de las partes
a quienes haya de representar. Agrega el inc. II que el nombramiento deberá hacerse dentro del

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término razonable que señale el tribunal. Ahora bien, conforme al art. 13 inc. I del CPC, si por
omisión de todas las partes o por falta de avenimiento entre ellas no se hace el nombramiento dentro
del término indicado en el artículo anterior, lo hará el tribunal que conozca de la causa, debiendo
en este caso, recaer el nombramiento en un procurador del número o en una de las partes que haya
concurrido; y, de acuerdo al inc. II de la misma disposición, si la omisión es de alguna o algunas de
las partes, el nombramiento hecho por la otra u otras valdrá respecto de todas.
Es comprensible que la iniciativa en la designación del procurador común nazca de la
contraparte, quien solicitará al tribunal la fijación de un plazo para que se efectúe; pues ella será la
directamente beneficiada con la concentración de la representación contraria.
c. Revocación del nombramiento
En conformidad con el art. 14 del CPC, una vez hecho por las partes o por el tribunal el
nombramiento de procurador común, podrá revocarse por acuerdo unánime de las mismas partes
(revocación convencional), o por el tribunal a petición de alguna de ellas, si en este caso hay motivos
que justifiquen la revocación (revocación judicial). Ahora bien, el inc. III de esta disposición señala
que sea que se acuerde por las partes o que se decrete por el tribunal, la revocación no comenzará
a producir sus efectos mientras no quede constituido el nuevo procurador.
En cuanto a su tramitación, el inc. II del art. 14 del CPC dispone que los procedimientos a
que dé lugar esta medida se seguirán en cuaderno separado y no suspenderán el curso del juicio; es
decir, no se trata de un incidente de previo y especial pronunciamiento.
d. Obligaciones del procurador común y derechos de las partes representadas
En conformidad con el art. 15 del CPC, el procurador común deberá ajustar, en lo posible,
su procedimiento a las instrucciones y a la voluntad de las partes que representa; y, en los casos en
que éstas no estén de acuerdo, podrá proceder por sí solo y como se lo aconseje la prudencia,
teniendo siempre en mira la más fiel y expedita ejecución del mandato.
En cuanto a los derechos de las partes representadas por un mandatario común, el art. 16 del
CPC establece que cualquiera de las partes representadas por el procurador común que no se
conforme con el procedimiento adoptado por él, podrá separadamente hacer las alegaciones y rendir
las pruebas que estime conducentes, pero sin entorpecer la marcha regular del juicio y usando los
mismos plazos concedidos al procurador común. Podrá, asimismo, solicitar dichos plazos o su
ampliación, o interponer los recursos a que haya lugar, tanto sobre las resoluciones que recaigan en
estas solicitudes, como sobre cualquiera sentencia interlocutoria o definitiva.
Estos derechos de las partes representadas se relacionan con el art. 20 inc. II del CPC, que
dispone que se concederá la facultad de gestionar por separado en los casos del artículo anterior
(litisconsorcio en que es obligatorio nombrar procurador común) desde que aparezca haber
incompatibilidad de intereses entre las partes que litigan conjuntamente.
9.5. AGENCIA OFICIOSA JUDICIAL

a. Concepto
La agencia oficiosa es una figura muy relacionada con el mandato, y el CC la regula como
una figura cuasicontractual. En efecto, el art. 2286 de dicho Código señala que la agencia oficiosa

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o gestión de negocios ajenos, llamada comúnmente gestión de negocios, es un cuasicontrato por el


cual el que administra sin mandato los negocios de alguna persona, se obliga para con ésta, y la obliga
en ciertos casos. Como se puede apreciar, esta figura tiene lugar cuando una persona asume la gestión
de un negocio ajeno, sin que el mandante le haya conferido tal calidad; asumiendo dicha gestión
generalmente por razones de urgencia.
El legislador procesal ha contemplado y aceptado esta figura, en atención a que el CC ya la
considera, y porque hay situaciones de hecho que autorizan esta forma de intervención en juicio, que
de no reconocerla, significaría dejar al litigante en la más completa indefensión; por ejemplo, casos
de enfermedad, de ausencia imprevista, de privación de medios de comunicación, etc.
Si bien el CPC acepta esta figura, establece restricciones con el objeto de que no sirva de
fuente de abusos para la contraparte. Pues, en conformidad con el art. 6º inc. III del CPC, podrá
admitirse la comparecencia al juicio de una persona que obre sin poder en beneficio de otra, con tal
que ofrezca garantía de que el interesado aprobará lo que se haya obrado en su nombre. El tribunal,
para aceptar la representación, calificará las circunstancias del caso y la garantía ofrecida, y fijará un
plazo para la ratificación del interesado. De acuerdo a esta disposición, la doctrina define a la agencia
oficiosa procesal como un acto jurídico unilateral por el cual una persona comparece en juicio a
nombre de otra, sin que se haya constituido previa o legalmente el mandato judicial, ofreciendo
garantía de que ésta ratificará lo obrado, en el plazo fijado por el tribunal.
b. Requisitos

i. Que el agente oficioso posea ius postulandi, y sino, que se haga representar por alguien que lo
posea. En efecto, de acuerdo al art. 6º inc. final del CPC, los agentes oficiosos deberán ser
personas capacitadas para comparecer ante el respectivo tribunal, en conformidad a la Ley
Orgánica del Colegio de Abogados, o, en caso contrario, deberán hacerse representar en la
forma que esa misma ley establece. La razón de esto, es que el agente oficioso realizará actos
procesales ante los órganos jurisdiccionales.

ii. Que existan motivos plausibles para que él asuma la representación. Aquí se encuentra el tema
de la urgencia, y esto, de acuerdo al art. 6º inc. III, debe calificarlo el tribunal.

iii. El agente debe ofrecer garantía de que el interesado aprobará lo que haya obrado en su nombre,
en un plazo que fijará el tribunal. Esta garantía recibe el nombre de “fianza de rato” (fianza de
ratificación), en razón de que generalmente reviste la forma de una fianza (caución personal),
y su objeto es asegurar que el interesado ratificará lo que se está obrando en su propio y
personal beneficio (caución personal de una obligación de hacer).
Con estos requisitos el agente presentará una solicitud al tribunal, quién dictará una resolución
por la cual aceptará o rechazará su comparecencia, tomando en cuenta las circunstancias del
caso y la garantía ofrecida. Si rechaza la solicitud, simplemente sigue el juicio y el interesado quedará
en rebeldía, es decir, sin representación, hasta que la constituya legalmente; y si el tribunal la acepta,
fijará un plazo dentro del cual deberá concurrir el interesado a ratificar lo actuado en su nombre, y
esta ratificación operará con efecto retroactivo, es decir, hace que la actuación del agente se entienda
realizada en calidad de representante desde el momento en que intervino en el proceso.

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Ahora, si el interesado no ratifica lo actuado en su nombre, situación que puede presentarse sea
porque ha vencido el plazo señalado por el tribunal, o porque expresamente rechazó lo actuado en su
representación, los actos del agente oficioso son nulos y de ningún valor, y tendrá que responder de
los perjuicios que le haya ocasionado a la contraparte con su intervención; responsabilidad que estará
asegurada no sólo con la garantía constituida para estos efectos, sino que también, podrá hacerse
efectiva sobre su patrimonio200.
9.6. PATROCINIO DE ABOGADO

a. Concepto
La ley no solamente impone a los litigantes la carga de conferir su representación a un
procurador judicial para que actúe en su nombre, sino que también les exige designar a un abogado
patrocinante; pues así lo establece el art. 1º inc. I de la ley 18.120, al decir que la primera presentación
de cada parte o interesado en asuntos contenciosos o no contenciosos ante cualquier tribunal de
la República, sea ordinario, arbitral o especial, deberá ser patrocinada por un abogado habilitado
para el ejercicio de la profesión201.
Como se dijo en párrafos anteriores, la intervención de un abogado patrocinante es un aspecto
del ius postulandi, es decir, es una formalidad que la ley establece para la comparecencia válida ante
los tribunales de justicia, para que la actuación judicial sea correcta. Esta institución, en el fondo,
viene a limitar el derecho de comparecencia ante los tribunales, pues las personas que tienen ius
postulandi pueden representar judicialmente a las personas en el juicio, pero sólo una de ellas, el
abogado habilitado para el ejercicio de la profesión, puede asumir el patrocinio de estas gestiones
ante cualquier tribunal de la República.
Ahora bien, por abogado habilitado debe entenderse todo aquél que además de tener el título
correspondiente, no se encuentre suspendido del ejercicio profesional (algunos agregan que haya
pagado la patente municipal). A este respecto cabe tener presente el concepto de abogado que
da el art. 520 del COT, que señala que los abogados son personas revestidas por la autoridad
competente de la facultad de defender ante los tribunales de justicia los derechos de las partes
litigantes.
Por otra parte, de acuerdo al art. 528 del COT, el patrocinio es el acto por el cual una persona
encomienda a un abogado la defensa de sus derechos en juicio. En efecto, dicha disposición establece

200
Un caso frecuente que se presenta, en la práctica, en relación con esta materia, es aquel de una persona que
comparece en juicio en beneficio de otra sin poder, pero además, sin otorgar una fianza de rato; por ejemplo, el
mandato judicial constituido mediante declaración escrita del mandante y que no aparece autorizado por el
secretario del tribunal que esté conociendo de la causa. Es evidente que en todos estos casos las actuaciones del
agente oficioso carecen de eficacia o valor legal, pero se debe reconocer que la jurisprudencia, por razones de
equidad, ha aceptado esta forma de comparecencia, siempre y cuando, el “mandante” advertido de esta
situación, ratifique lo actuado y la contraparte no haya formulado con anterioridad a esta ratificación el
correspondiente incidente de nulidad de todo lo obrado.
201
Si bien la ley exige que el patrocinio se constituya en la primera presentación que se efectúe, ello no significa
que posteriormente la parte no vaya a poder sustituirlo, ya que puede hacerlo en cualquier momento presentando
un nuevo escrito designando nuevo patrocinante. En todo caso, el patrocinio vigente servirá para todo el
proceso, salvo en los recursos de queja y casación en que se exige que nuevamente se efectúe la designación de
patrocinante de esos recursos; esto porque la ley desea que se acepte expresamente el contenido del escrito
respectivo, toda vez que si el recurso es desestimado, se establecen sanciones para el patrocinante.
264
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que el acto por el cual una persona encomienda a un abogado la defensa de sus derechos en juicio,
es un mandato, que se halla sujeto a las reglas establecidas en el CC sobre los contratos de esta
clase, salvo la modificación establecida en el artículo siguiente (el mandato no termina por la muerte
del mandante). Por lo tanto, el abogado patrocinante será aquel profesional que estudiará el asunto
que interesa a la parte y planteará las alegaciones y defensas que estime convenientes para las
pretensiones de ese mandante.
b. Forma de constituir el patrocinio
El inc. II del art. 1º de la ley 18.120, señala que esta obligación (el patrocinio del abogado)
se entenderá cumplida por el hecho de poner el abogado su firma, indicando además, su nombre,
apellidos y domicilio (se puede incluir también, como requisito, la resolución del tribunal aceptando
el patrocinio: “téngase presente la designación”). Sin estos requisitos no podrá ser proveída y se
tendrá por no presentada para todos los efectos legales (es una carga procesal). Las resoluciones que
al respecto se dicten no serán susceptibles de recurso alguno.
Además, el artículo 7° de la ley 20.886 establece que el patrocinio por abogado habilitado
podrá constituirse mediante Firma Electrónica Avanzada.
La doctrina no es uniforme a la hora de considerar a este mandato como un contrato solemne
o no. Según CASARINO, es un contrato consensual que se perfecciona por la sola aceptación del
abogado, pues el art. 1º inc. II se refiere, únicamente, cuándo se entiende cumplida la obligación de
otorgar patrocinio, pero para perfeccionarse basta la sola aceptación. ORELLANA, en cambio, señala
que se trata de un contrato solemne, pues debe constar por escrito.
c. Excepciones a la carga de designar abogado patrocinante
No obstante la carga contenida en el art. 1º de la ley 18.120 de designar abogado patrocinante,
la misma ley señala una serie de situaciones especiales en las cuales no es necesario designarlo. Se
trata de casos en que se autoriza la comparecencia personal de la parte sin abogado patrocinante ni
apoderado, es decir, son los mismos casos en que se exceptúa comparecer sin representante judicial,
contenidos en el art. 2º de la ley 18.120.
Al respecto hay que tener presente el art. 2º inc. III, que señala que para la iniciación y
secuela del juicio podrá, sin embargo, solicitarse autorización para comparecer y defenderse
personalmente. EL juez podrá concederla atendida la naturaleza y cuantía del litigio o las
circunstancias que se hicieren valer, sin perjuicio de exigir la intervención de abogados, siempre
que la corrección del procedimiento así lo aconsejare. Y por otro lado, el inciso final de dicha
disposición señala que en las ciudades donde rijan las obligaciones establecidas en este artículo
(ciudades en que hay más de cuatro abogados habilitados) y no existieren entidades públicas o
privadas que presten asistencia jurídica o judicial gratuitas, las personas notoriamente
menesterosas, a juicio del tribunal, serán representadas gratuitamente por el abogado de turno.
d. Efecto del patrocinio
Constituido legalmente el patrocinio, en conformidad al art. 1º inc. III del CPC, éste produce
los siguientes efectos:

265
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i. El abogado conservará este patrocinio y su responsabilidad, mientras en el proceso no haya


testimonio de la cesación de dicho patrocinio. Es decir, una vez constituido el patrocinio, el
abogado es responsable de la marcha y del resultado del pleito.
Esta responsabilidad puede ser de orden civil, en cuanto al cumplimiento de las obligaciones
del mandato; penal, por los delitos cometidos en el ejercicio de su profesión, como aquél que
establece el art. 231 del Código Penal, que dice que el abogado o procurador que con abuso
malicioso de su oficio, perjudicare a su cliente o descubriere sus secretos, será castigado
según la gravedad del perjuicio que causare, con la pena de suspensión en su grado mínimo
a inhabilitación especial perpetua para el cargo o profesión y multa de once a veinte sueldos
vitales; y también podrá ser responsable profesionalmente, pues de acuerdo al art. 4º del DL
3.621 que fija las normas sobre el Colegio de Abogados, toda persona que fuere afectada por
un acto desdoroso, abusivo, o contrario a la ética, cometido por un profesional en el ejercicio
de su profesión, podrá recurrir a los tribunales de justicia en demanda de la aplicación de las
sanciones que actualmente contemplen para estos actos la Ley Orgánica del Colegio
respectivo o las normas de ética vigentes. Para todos los efectos, el asunto se considerará
como de naturaleza contencioso civil y su tramitación se ajustará al procedimiento sumario.
ii. Podrá, además, tomar la representación de su patrocinado en cualquiera de las actuaciones,
gestiones o trámites de las diversas instancias del juicio o asunto. La defensa, o sea, el
patrocinio, no significa por sí misma representación, sino que implica tener la dirección y
gestión superior del negocio judicial, esbozar las presentaciones, preparar las acciones y
excepciones, en definitiva, acomodar el Derecho al caso concreto; como dice
CARNELUTTI, el abogado patrocinante es el técnico del Derecho, mientras que el
procurador o mandatario judicial es el técnico del proceso. No obstante, el abogado
patrocinante también puede tomar la representación de su patrocinado202.

iii. El patrocinio faculta al abogado patrocinante para comparecer a nombre del cliente ante la
CS y ante las CA. Pues de acuerdo al art. 398 del COT, ante la CS sólo se podrá comparecer
por abogado habilitado o por procurador del número y ante las CA las partes podrán
comparecer personalmente o representadas por abogado o por procurador del número.

e. Cesación o expiración del patrocinio


En esta materia existe una presunción de continuidad, pues el art. 1º inc. III del CPC establece que el
abogado conservará este patrocinio y su responsabilidad, mientras en el proceso no haya testimonio
de la cesación de dicho patrocinio. Ahora bien, al estar sujeto el patrocinio a las reglas establecidas
en el CC para al contrato de mandato, las causales de expiración son las mismas que regula el
CC, siendo las principales las siguientes:
i. Renuncia del abogado. En conformidad con el art. 1º inc. IV de la ley 18.120, si la causa de
la expiración fuere la renuncia del abogado, deberá éste ponerla en conocimiento de su
patrocinado, junto con el estado del negocio y conservará su responsabilidad hasta que haya

202
La jurisprudencia ha limitado el alcance de esta norma, en el sentido de que esta representación no es válida
cuando ella tiene la virtud de hacer producir efectos permanentes en el proceso (por ejemplo, cuando se pretende
interponer un recurso).
266
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

transcurrido el término de emplazamiento desde la notificación de su renuncia, salvo que


antes se haya designado otro patrocinante.

ii. Fallecimiento del abogado. De acuerdo al art. 1º inc. V de la Ley sobre Comparecencia en
Juicio, si la causa de expiración fuere el fallecimiento del abogado, el interesado deberá
designar otro en su reemplazo en la primera presentación que hiciere, en la forma y bajo la
sanción que se indica en el inc. II de este artículo (no se proveerá la demanda, y se tendrá por
no presentada). Hay que recordar que si el que fallece es el patrocinado, el abogado siempre
conserva el patrocinio, pues, de conformidad con el art. 529 del COT, no termina por la
muerte del mandante el mandato de los abogados.

iii. Revocación del patrocinio. La revocación del patrocinio es el acto por el cual el patrocinado
o cliente deja sin efecto la designación del abogado patrocinante que había efectuado. Esta
revocación puede ser expresa o tácita, y es expresa cuando el patrocinado la manifiesta en
términos claros y explícitos; y es tácita, cuando se deduce de su propia conducta, como es el
hecho de designar un nuevo abogado patrocinante.

f. Paralelo entre el mandato judicial y el patrocinio

i. En cuanto a su naturaleza jurídica, ambos son mandatos solemnes. Sin embargo, mientras en el
mandato judicial la representación es un elemento de la esencia, en el patrocinio es un elemento
accidental. Es por ello que CASARINO dice que el patrocinio del abogado es un mandato sin
representación

ii. En cuanto al objeto, mientras el patrocinio tiene por objeto la defensa de los derechos e intereses
de una parte en juicio y la posible representación del defendido (pues el abogado patrocinante
también puede representar, además de patrocinar, en un mismo proceso); el mandato judicial sólo
tiene por objeto la representación del mandante y no habilita asumir su defensa. Cuando un
abogado asume sólo el patrocinio de un proceso, en términos generales, le corresponde llevar la
defensa, y los escritos mismos son presentados bajo la sola firma del procurador o mandatario,
quien es además la persona que asiste a los comparendos y demás diligencias del proceso (salvo
los alegatos ante las Cortes).

iii. En cuanto a los titulares, mientras en el patrocinio sólo puede ser sujeto activo el abogado
habilitado para el ejercicio de la profesión, en el mandato judicial puede ser cualquiera de las
personas señaladas en el art. 2º inc. I de la ley 18.120.

iv. En cuanto a la constitución, mientras el patrocinio se constituye con el nombre, apellido,


domicilio y firma del abogado patrocinante en la primera presentación que se haga al tribunal, el
mandato judicial se constituye principalmente conforme a una de las formas indicadas en el art.
6º del CPC, y también de aquellas otras maneras que indican las disposiciones referidas al
nombramiento del procurador común, y al endosatario en comisión de cobranza. Teniendo
que tener en consideración que ambos pueden constituirse mediante Firma Electrónica Avanzada.
Ambos nombramiento son solemne, pues deben constar por escrito.

267
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

v. Y en cuanto a la sanción por la falta de constitución, si se constituye mal el patrocinio o no se


constituye, el escrito que debía contenerlo se tiene por no presentado para todos los efectos
legales; en cambio, el mandato judicial mal constituido sólo se entiende como no presentado para
todos los efectos legales, si es que dentro de un plazo de tres días no se constituye en forma legal.

268
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LOS ACTOS JURÍDICOS PROCESALES

A. GENERALIDADES

1. CONCEPTO
Como se dijo en su momento, el proceso no se compone de un acto único y aislado, pues en
él es posible apreciar una serie lógica y consecuencial de actos. Esta serie de actos que componen el
proceso se liga por el procedimiento o, en otras palabras, el procedimiento es la secuencia ordenada
y concatenada de los actos que se desarrollan en el proceso. Cada uno de estos actos de que se
compone el proceso y que los ordena el procedimiento, se conocen con el nombre de actos jurídicos
procesales; por ello se señala que el acto jurídico procesal es el común denominador de los conceptos
de proceso y procedimiento.
Ahora bien, el acto jurídico procesal es una especie de acto jurídico que se caracteriza por
referirse directamente al proceso. De ahí que le sean aplicables las reglas de la Teoría General del
Acto Jurídico, modificándose en los aspectos necesarios para cubrir las necesidades propias del
Derecho procesal. Por tanto, si la norma procesal establece un tratamiento diferente, primará aquélla
sobre la regulación general; así, por lo demás, lo establece el art. 4º del CC que señala que las
disposiciones contenidas en los CCO, de Minería, del Ejército y Armada, y demás especiales (como
el CPC), se aplicarán con preferencia a las de este Código.
Como bien se dijo al analizar la Teoría General del Acto Jurídico en Derecho civil, hecho en
general, es cualquier cosa que ocurre, sucede o acontece. Dentro de lo que son los hechos en general,
es posible distinguir dos clases: los hechos materiales, que son todos aquellos acontecimientos o
sucesos causados por la sola acción de la naturaleza o la acción humana, pero que carecen de
relevancia jurídica; y los hechos jurídicos, que son aquellos sucesos o acontecimientos causados por
la acción de la naturaleza o del hombre que producen consecuencias en el mundo jurídico, que pueden
ser de creación, modificación o extinción de derechos y obligaciones203. Ahora bien, dentro de lo que
son los hechos jurídicos, la doctrina procesal distingue entre:
i. El hecho jurídico procesal, que es aquel acontecimiento humano o natural, que produce
efectos en el proceso, sin la intención de producirlos. Por ejemplo, la muerte del mandatario
judicial o del abogado patrocinante, lo cual extingue el mandato y el patrocinio,
respectivamente; la privación de razón de un testigo, lo cual es una causal de inhabilidad para
declarar; la inactividad de las partes, lo cual puede dar lugar al abandono del procedimiento;
la enfermedad de un Ministro de Corte antes de adoptar un acuerdo, con lo cual, se esperará
hasta por treinta días su comparecencia al tribunal, y si transcurrido este término y no pudiere
comparecer, se hará nueva vista; etc.

203
En Derecho civil se sigue distinguiendo dentro de los hechos jurídicos, atendiendo a la causa generadora de
estos sucesos, entre: hechos jurídicos de la naturaleza, los cuales tienen su causa generadora en la naturaleza,
suceden sin intervención del hombre, como por ejemplo, el transcurso del tiempo, el nacimiento o la muerte;
y los hechos jurídicos del hombre, que tienen su causa generadora en una conducta humana consciente y
voluntaria. Dentro de lo que son los hechos jurídicos del hombre, se distingue entre: hechos jurídicos del hombre
en sentido estricto, el cual deriva de una conducta realizada de manera consciente y voluntaria, pero realizada
sin la intención de producir efectos jurídicos; y acto jurídico, esto es, la manifestación o declaración de
voluntad de una o más partes, que se realiza con la intención de producir efectos jurídicos, ya sea de creación,
modificación, o extinción de derechos y obligaciones.
269
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ii. El acto jurídico procesal, que es aquel acontecimiento en que interviene la voluntad humana,
con el objeto de producir un efecto directo e inmediato en el proceso. También se puede
definir como aquella declaración de voluntad de las partes (directas e indirectas con interés),
de los agentes de la justicia (jueces y agentes auxiliares de la administración de justicia) o de
un tercero ligado al proceso (terceros sin interés), que produce efectos jurídicos en el proceso
(ya sea de creación, de modificación o de extinción de efectos procesales).
Como se puede apreciar, el autor del acto busca producir efectos procesales de manera directa
e inmediata, y esta es la diferencia con el hecho jurídico procesal, el cual produce efectos en
el proceso, sin la intención de producirlos.
2. REQUISITOS DEL ACTO JURÍDICO
En principio, los requisitos de existencia y validez de los actos jurídicos procesales son los
mismos que regula el CC, salvo ciertas peculiaridades que los diferencian, y que se analizarán a
continuación.
2.1. LA VOLUNTAD
La voluntad, siguiendo a ALESSANDRI, se define como el libre querer interno de lograr un fin
determinado (efectos jurídicos en el proceso) por medio de una acción. Ahora bien, este querer interno
se regula por el Derecho sólo cuando se manifiesta y, en materia procesal, esta manifestación puede
ser expresa o tácita. Por regla general, la voluntad debe ser manifestada en forma expresa, pues así se
deduce del art. 29 del CPC que dice que se formará la carpeta electrónica con los escritos,
documentos, resoluciones, actas de audiencias y actuaciones de toda especie que se presenten o
verifiquen en el juicio, es decir, en nuestro sistema procesal civil prima el principio de la escrituración,
que hoy en día se lleva de manera electrónica; excepcionalmente hay manifestación tácita de la
voluntad, por ejemplo, con la prórroga tácita de la competencia, con la notificación tácita, etc.
En cuanto al silencio, al igual que en materia civil, éste no produce efectos jurídicos, salvo
que una norma específica lo establezca; así, por ejemplo, el art. 394 inc. I del CPC, a propósito de la
confesión judicial, establece que si el litigante no comparece al segundo llamado, o si,
compareciendo, se niega a declarar o da respuestas evasivas, se le dará por confeso, a petición de
parte, en todos aquellos hechos que estén categóricamente afirmados en el escrito en que se pidió la
declaración. Ahora, si bien el silencio, por regla general, no produce efectos jurídicos en el proceso,
en algunas ocasiones implica la preclusión de las facultades que no se han ejercido (por ejemplo, si
el demandado no contesta la demanda dentro del plazo legal, perderá la oportunidad de plantear sus
excepciones y defensas); y en otros supuestos, frente a una carga procesal, coloca a quien ella grava,
en la situación de tener que soportar las consecuencias adversas de no haberla asumido (por ejemplo,
al demandado que no contesta la demanda se le notifican por el estado diario las resoluciones que se
le deberían notificar por cedula y, esto, por no haber señalado domicilio dentro del territorio del
tribunal).
Como se sabe, para que la voluntad sea válida debe estar exenta de todo vicio (requisito de
validez). En materia procesal estos vicios pueden ser:

270
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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i. El error. La doctrina define al error como la ignorancia o el concepto equivocado que se tiene
de la ley, de una cosa, de una persona o de un hecho. El error puede aparecer en actos del
tribunal y en los de las partes, y puede ser de hecho o de derecho.
En cuanto al error de hecho se aplican las reglas generales, es decir, el error de hecho vicia el
consentimiento en los casos en que la ley lo establece. Al respecto, existe una norma procesal
que permite revocar una confesión que ha padecido de un error de hecho (art. 402 del CPC).
Art. 402. No se recibirá prueba alguna contra los hechos personales claramente confesados por los
litigantes en el juicio.
Podrá, sin embargo, admitirse prueba en este caso y aun abrirse un término especial para ella, si el
tribunal lo estima necesario y ha expirado el probatorio de la causa, cuando el confesante alegue, para
revocar su confesión, que ha padecido error de hecho y ofrezca justificar esta circunstancia.

Respecto del error de derecho, en cambio, la ley procesal aplica un tratamiento especial, pues
distingue dos tipos de errores: al error in procediendo, esto es, la infracción a las normas de
procedimiento por parte de las partes o del juez; y al error in indicando, que es aquel en que
incurre el juez al decidir una materia en contravención a la norma decisoria, o las partes al
calificar su pretensión o defensa. Respecto del juez, el error de derecho (in procediendo e
indicando) permite anular la decisión que afectó directamente a las partes e indirectamente
al ordenamiento jurídico (el error de derecho constituye el fundamento en la generalidad de
los recursos procesales); y respecto de las partes, cabe decir que si incurren en error de
derecho en sus actos procesales, no incurrirán necesariamente en un vicio que permita su
posterior anulación, pues si ellas no usan el procedimiento adecuado o no invocan el derecho
que corresponde, ello conducirá al rechazo de sus peticiones o defensas.
ii. La fuerza. Este vicio de la voluntad es incompatible con la realización de los actos procesales,
de ahí que el CPC no se refiera a ella; pues las abundantes formalidades que existen impiden
la proliferación de este vicio.

iii. El dolo. Al igual que la fuerza, el dolo no fue considerado procesalmente como un vicio de
la voluntad; de ahí que, conforme a la norma civil que exige que el dolo sea obra de una de
las partes, y siendo los actos jurídicos procesales en su mayoría unilaterales, su aplicación se
vuelve prácticamente imposible, transformándose, más que en un vicio de la voluntad, en una
fuente de responsabilidad. Así, por ejemplo, el art. 280 inc. II del CPC señala que si no se
deduce demanda oportunamente, o no se pide en ella que continúen en vigor las medidas
precautorias decretadas, o al resolver sobre esta petición el tribunal no mantiene dichas
medidas, por este solo hecho quedará responsable el que las haya solicitado de los perjuicios
causados, considerándose doloso su procedimiento 204.

204
No obstante ello, la doctrina reconoce figuras como las del proceso fraudulento o cosa juzgada fraudulenta,
en que el dolo es un atentado contra la buena fe procesal (por ejemplo, se dicta una sentencia favorable para la
parte que presentó testigos o documentos falsos). En razón de ello, nuestra legislación contempla un mecanismo
destinado a destruir estas figuras, denominado recurso de revisión.
271
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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2.2. EL OBJETO
En materia procesal, el objeto del acto procesal se encuentra vinculado a la idea del “beneficio
jurídico” que se persigue obtener con él; así, por ejemplo, el objeto del acto procesal demanda es la
satisfacción de una pretensión205.
En cuanto al objeto ilícito, existen varios casos específicamente reglamentados; a modo de
ejemplo, está la prórroga de competencia en materias penales o no contenciosas, los casos de arbitraje
prohibido, etc.
2.3. LA CAUSA
La causa de los actos procesales dice relación con el motivo jurídicamente relevante que
inspira la realización del acto; así por ejemplo, en el recurso de apelación, la causa o motivo de su
interposición es el agravio sufrido por el apelante; en el patrocinio será un debate de alto nivel
jurídico, etc. Esto se aviene con la acepción de causa ocasional en Derecho civil, entendida ésta como
el motivo que induce a las partes a celebrar un determinado acto o contrato.
2.4. LAS SOLEMNIDADES EN LOS CASOS EN QUE LA LEY LO EXIGE
Las solemnidades son requisitos externos del acto jurídico exigidos por el legislador en
atención a la naturaleza del acto que se ejecuta o celebra. Los actos jurídicos procesales son
esencialmente solemnes, lo cual no implica que vayan revestidos de una excesiva solemnidad, sino
que existe siempre la exigencia de requisitos mínimos, cuya infracción acarrea la nulidad procesal o
las sanciones prescritas por el legislador para cada caso; así, por ejemplo, si la demanda, como acto
jurídico procesal de parte, no cumple con los requisitos contenidos en el art. 254 del CPC, no se le
dará curso.
2.5. LA CAPACIDAD
La capacidad, en materia procesal, es entendida como la aptitud legal de una persona para
realizar actos procesales. Al respecto hay que distinguir entre la capacidad del tribunal y la capacidad
de las partes.
En lo que respecta a la capacidad de los jueces para realizar actos procesales, éstos deben
tener jurisdicción, competencia, capacidad funcional (carencia de inhabilidades) y legitimación (no
deben estar implicados o recusados).
En los actos de las partes, la capacidad viene dada por la capacidad para ser parte (capacidad
de goce), por la capacidad procesal o para comparecer (capacidad de ejercicio) y por la capacidad
para pedir en juicio o ius postulandi. Nuestra legislación consagra ciertas incapacidades especiales,
fundamentalmente en materia penal, respecto del sujeto activo (pues ciertas personas, en virtud de

205
Cosa distinta es el objeto como materialidad sobre la cual recae el acto; en otras palabras, la persona, cosa o
actividad que sirve de medio idóneo para perseguir la finalidad que se pretende con la realización del acto. Así,
por ejemplo, el acto procesal denominado testimonio, tiene por objeto material a una persona; la prueba
documental tiene por objeto material una cosa; y las presunciones o los alegatos, tienen por objeto material a
una actividad.
272
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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circunstancias específicas, se ven impedidas de ejercer la acción penal), y en relación con el sujeto
pasivo (causales de inimputabilidad fundadas en la minoría de edad) 206.
3. LA INEFICACIA DE LOS ACTOS PROCESALES
El acto jurídico procesal que se ajusta a todos sus requisitos contemplados por el
ordenamiento jurídico es eficaz y, por ende, producirá las consecuencias jurídicas pretendidas en su
realización. Por el contrario, el acto jurídico procesal que no cumple con los requisitos es ineficaz o
inoperante y, por tanto, no generará sus efectos propios o dejará de producirlos.
¿Qué sanción tienen estos actos procesales ejecutados con omisión de sus requisitos? Algunos
autores dicen que es posible apreciar diferentes sanciones, a saber:
i. Inexistencia. Esta sanción opera por la omisión de los requisitos de existencia del acto, por
ejemplo, cuando hay ausencia de voluntad del órgano jurisdiccional, etc. Como es
inexistencia, no debe ser declarada sino que sólo constatada; tampoco se puede sanear o
validar; y la vía normal para atacar y corregir esta ineficacia, son los recursos procesales y,
excepcionalmente, debe lograrse a través del ejercicio de una excepción.
ii. Nulidad procesal. La nulidad procesal es una sanción de ineficacia en virtud de la cual se
priva a un acto o actuación del proceso, o incluso a todo el proceso (en ciertos casos), de los
efectos normales establecidos en la ley, en los casos en que en su verificación no se han
observado los requisitos de validez del acto. La forma clásica de anular el proceso es mediante
el recurso de casación, pero también se puede interponer un incidente de nulidad.

iii. Preclusión. El profesor Forttes señala que la preclusión es la sanción legal de ineficacia que
afecta a los actos verificados fuera de los límites indicados por la ley para su realización, y
que impide su posterior verificación.

iv. Inoponibilidad procesal. Consiste en la ineficacia de una sentencia respecto de personas no


vinculadas con la relación procesal. La inoponibilidad está muy vinculada con los efectos de
las sentencias, pues éstos sólo afectan a las personas que hayan litigado en el proceso; y se
puede hacer valer como acción o excepción, aunque lo lógico y natural es como excepción,
pues el tercero que desea defenderse y rechazar los efectos de un acto que se le pretende
imponer tiene el camino de la excepción procesal.

4. CLASIFICACIÓN DE LOS ACTOS PROCESALES

4.1. ACTOS DEL TRIBUNAL, DE LAS PARTES Y DE TERCEROS ABSOLUTOS


La principal clasificación es aquella que atiende al sujeto del cual emanan, y que distingue a
los actos procesales del tribunal, los actos procesales de las partes, y los actos procesales de terceros
absolutos.
i. Los actos del tribunal, son aquellos que emanan de los agentes de la jurisdicción,
entendiéndose por tales, los jueces y los auxiliares de la administración de justicia. Estos

206
Además de estos requisitos comunes o propios a todo acto jurídico, algunas especies de actos procesales
deben cumplir con otros requisitos; por ejemplo, las actuaciones judiciales deben cumplir con requisitos de
lugar, de tiempo y, sobretodo, de forma (esto se verá en su oportunidad).
273
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

actos son la regla general en los procedimientos en los cuales rige el sistema inquisitivo
(principio de oficialidad); y se pueden subclasificar en:
- Actos de decisión, que son aquellos destinados a resolver el proceso o sus incidencias
(las resoluciones judiciales).
- Actos de comunicación, que son aquellos que buscan poner en conocimiento de las
partes u otras personas, los actos de decisión. Los que realizan estos actos son los
funcionarios auxiliares de la administración de justicia, concretamente, los
secretarios, y los receptores.
- Actos de documentación, que son aquellos destinados a dejar constancia de los actos
procesales emanados de las partes, del tribunal o de terceros. Por ejemplo, el
secretario debe agregar al expediente los documentos que las partes presentan durante
el juicio.

ii. Los actos procesales de las partes, son aquellos que emanan de las partes directas
(demandante y demandado) y de los terceros con interés. Estos actos pueden ser de dos tipos:
de obtención y de disposición.
- Los actos de obtención son aquellos destinados a lograr que el tribunal satisfaga la
pretensión hecha valer en el proceso. Entre ellos cabe distinguir a: los actos de
petición, que son aquellos destinados a determinar el contenido de la pretensión, esto
es, a formularla y explicarla (por ejemplo, la demanda, la corrección de la demanda,
la contestación de la demanda, etc.); los actos de afirmación, esto es, las
proposiciones formuladas durante el proceso para que el tribunal tenga conocimiento
del contenido y fundamentos de la pretensión (los hechos invocados en la demanda,
en la contestación, en las excepciones, la réplica y la dúplica); y los actos de prueba,
que son aquellos que incorporan al proceso medios idóneos para convencer al juez
de la verdad de los hechos afirmados (por ejemplo, acompañar un documento).
- Los actos de disposición son aquellos que tienen por objeto crear, modificar o
extinguir situaciones procesales. Por ejemplo, el desistimiento de la demanda, la
transacción; cuando en un contrato se prorroga la competencia; cuando las partes se
ponen de acuerdo para nombrar un perito.

iii. Los actos de terceros absolutos son aquellos que no emanan ni del tribunal ni de las partes,
sino que de personas que están legalmente autorizadas para realizar dichos actos durante el
proceso. Estos actos puede ser de prueba (por ejemplo, declaración de un testigo), decisión
(informe de perito), o de cooperación (actuación de un martillero). Son actos excepcionales
en el proceso, pues por esencia el juicio está destinado a la actividad de las partes y del
tribunal.

4.2. ACTOS DE INICIACIÓN, DE DESARROLLO Y DE TERMINACIÓN


El proceso, al ser una serie lógica y consecuencial de actos procesales, tiene un comienzo, un
desarrollo y un final. De allí que se distinga entre actos procesales de iniciación, de desarrollo y de
conclusión o término.
i. Los actos de iniciación son aquellos que hacen posible que el proceso comience. En el
proceso civil el acto típico de iniciación se halla constituido por la demanda; pero también

274
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

están las medidas prejudiciales, que son aquellos actos que buscan preparar el proceso antes
de presentar la demanda, con el objeto de anticipar la prueba o asegurar su resultado.

ii. Los actos de desarrollo son aquellos que, una vez producida la iniciación del proceso,
propenden a su desenvolvimiento ulterior hasta conducirlo a su etapa final. Por ejemplo, los
actos de instrucción o de prueba, los actos de impugnación (los recursos).

iii. Los actos de conclusión son aquéllos que tienen por objeto dar fin al proceso. El acto normal
de conclusión de todo proceso está representado por la sentencia definitiva; sin embargo,
también existen actos anormales de conclusión, los cuales pueden provenir de declaraciones
de voluntad formuladas por una o ambas partes (allanamiento, desistimiento, transacción y
conciliación) o ser la consecuencia de un hecho, como es el transcurso de un cierto periodo
de inactividad, al cual la ley atribuye efectos extintivos sobre el proceso (caducidad de la
instancia).

4.3. ACTOS UNILATERALES Y BILATERALES


Según el número de voluntades que concurren a su formación, se distingue entre actos
unilaterales y bilaterales.
i. Los actos unilaterales, son aquellos que para su nacimiento a la vida jurídica sólo requieren
de la voluntad de quien lo realiza. La manifestación de voluntad destinada a producir efectos
en el proceso, emana normalmente de un sólo sujeto (por ejemplo, la demanda, la
contestación, la sentencia, etc.); sólo excepcionalmente hay actos que emanan de varios
sujetos, como por ejemplo, las sentencias de los tribunales colegiados (actos pluripersonales).

ii. Los actos bilaterales (convenciones procesales) son aquellos que requieren la concurrencia
de dos o más voluntades para su perfeccionamiento (por ejemplo, el compromiso, la
transacción, la prórroga expresa de la competencia, etc.). Estos constituyen la excepción,
pues la regla general es que los actos procesales sean unilaterales.

B. LOS PLAZOS

1. CONCEPTO
La gran mayoría de los actos procesales, además de cumplir con los requisitos de existencia
y validez, deben realizarse dentro de un determinado plazo. El CPC no define a los plazos, pero del
contexto de su articulado se puede decir que plazo es aquel espacio de tiempo que fija la ley, el juez
o el convenio de las partes, para ejercer un derecho dentro del proceso; o sea, es el lapso dentro del
cual se debe realizar un acto procesal207.

207
En el contexto del Derecho civil, los plazos constituyen modalidades del acto jurídico, es decir, son
elementos introducidos por las partes o la ley, y que tienen por objeto alterar los efectos normales del mismo.
Por regla general, son elementos accidentales, pues ni esencial ni naturalmente le pertenecen al acto, pero se
agregan por medio de cláusulas especiales; sin embargo, excepcionalmente actúan como elementos de la esencia
(por ejemplo, en el contrato de promesa) o como elementos de la naturaleza del acto (por ejemplo, la condición
resolutoria tácita). Haciendo un símil con el Derecho procesal, los plazos en esta área del derecho actúan como
elementos esenciales, pues si no se cumplen con ellos, el acto no produce efecto alguno.
275
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

En la legislación procesal comúnmente se usa la palabra “término” como sinónima de plazo,


sin embargo, son conceptos diferentes, pues, mientras el plazo comprende varios momentos para
actuar (por ejemplo, para apelar se conceden cinco días, por tanto, la persona podría apelar en el
primero, segundo o tercer día, etc.); el término, en cambio, indica un instante preciso (por ejemplo,
se debe apelar al momento de notificarse).
2. CLASIFICACIÓN

2.1. PLAZOS DE HORAS, DÍAS, MESES Y AÑOS


Según la unidad de tiempo en que se expresan, o según se extensión, los plazos pueden ser:
de horas (por ejemplo, la lista de testigos en querellas posesorias debe presentarse antes de las 12:00
horas del día anterior a la fecha del comparendo); de días (por ejemplo, existe un plazo de tres días
para acompañar copias a los escritos si éstas no se han entregado); de meses (por ejemplo, en el
abandono del procedimiento el plazo es de seis meses); y de años (por ejemplo, el plazo de un año
que se otorga para el cumplimiento incidental de las resoluciones judiciales). Esta clasificación tiene
mucha importancia, pues como se verá a continuación, según si se está en presencia de un plazo de
días, meses o años establecidos por el CPC, será diferente la manera de computarlo.
2.2. PLAZOS CONTINUOS Y DISCONTINUOS
Atendiendo a la manera de computarlos, los plazos se clasifican en continuos y discontinuos.
El plazo continuo es aquel que no se suspende durante los días feriados y, por lo tanto, corre sin
interrupción alguna; y el plazo discontinuo es aquél que se suspende durante los días feriados. Ahora
bien, los días feriados o inhábiles, son los días domingos, los días festivos208 y el feriado judicial, el
cual comienza el primero de febrero y dura hasta el primer día hábil de marzo; todos los demás son
días hábiles o no feriados.
La regla general en nuestro Derecho, es que los plazos sean continuos, pues la primera parte
del art. 50 del CC así lo dispone, al señalar que en los plazos que se señalaren en las leyes, o en los
decretos del Presidente de la República, o de los tribunales o juzgados, se comprenderán aun los días
feriados. Pero esta regla general tiene excepciones, pues el mismo art. 50 en su segunda parte, señala
que los plazos son continuos a menos que el plazo señalado sea de días útiles, expresándose así, pues
en tal caso no se contarán los feriados; en otras palabras, los plazos serán discontinuos cuando la ley
o el decreto de la autoridad ejecutiva o judicial, se encargue de indicar expresamente que el plazo se
computará descontando los días feriados. Una de las leyes que establece una excepción a la regla de
que los plazos son continuos, es el CPC, el cual en su art. 66 señala que los términos de días que
establece el referido Código se entenderán suspendidos durante los feriados, salvo que el tribunal,
por motivos justificados, haya dispuesto expresamente lo contrario. Esta disposición sólo se refiere
a los plazos de “días” establecidos en el CPC, por ende, los plazos de meses y de años contenidos en
este mismo Código, se computan de acuerdo con la regla general señalada en el art. 50 del CC, es
decir, son plazos continuos.

208
Los días festivos están establecidos en leyes especiales, concretamente, en la Ley 2.977 del año 1915 que
fija como días festivos los siguientes: el correspondientes al 1 de enero, el 15 de agosto, el 1 de
noviembre, el 25 de diciembre; los viernes y sábados de la semana santa; el 18 y 19 de septiembre; el 21 de
mayo; el día que deba tener lugar la elección del Presidente de la República; y el día que se fije para la
realización de las elecciones y plebiscitos.
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En definitiva, los plazos de días que establece el CPC son discontinuos, pues se entienden
suspendidos durante los días feriados. Sin embargo, esta regla tiene una excepción, pues el art. 66
del CPC señala que el tribunal, por motivos justificados, puede disponer que el plazo de días sea
continuo.
2.3. PLAZOS INDIVIDUALES Y PLAZOS COMUNES
Según el momento en que deben comenzar a correr para los efectos de su cómputo, se
distingue entre plazos individuales, que son aquellos que corren separadamente para cada parte desde
el momento de la respectiva notificación; por ejemplo, el plazo para recurrir en contra de una
resolución judicial (art. 65 inc. I del CPC). Y los plazos comunes son aquellos que corren
conjuntamente para todas las partes (demandantes y demandados) a contar desde la última
notificación; por ejemplo, el plazo para rendir prueba es común para las partes, y según el profesor
FORTTES, el plazo para contestar la demanda cuando existe litisconsorcio pasivo, es individual es su
inicio y común en su término (art. 65 inc. II del CPC).
Art. 65. Los términos comenzarán a correr para cada parte desde el día de la notificación.
Los términos comunes se contarán desde la última notificación.

Art. 327. Todo término probatorio es común para las partes y dentro de él deberán solicitar toda diligencia
de prueba que no hubieren pedido con anterioridad a su iniciación.

La regla general en el Derecho procesal, es que los plazos sean individuales, por tanto, la excepción
es que sean comunes y, siendo excepcionales, tienen que estar contemplados expresamente en la ley.
Cabe decir que en los plazos comunes el primero en notificarse gana tiempo (el tiempo que corre
hasta la última notificación), pero acorde al art. 65 inc. II del CPC, ese lapso no le permite a la parte
realizar actuaciones válidas, sino que éstas se pueden realizar a contar de la última notificación.
2.4. PLAZOS JUDICIALES, LEGALES Y CONVENCIONALES
Según la fuente u origen de donde emanan, se distingue entre plazos judiciales, legales y
convencionales.
i. Los plazos judiciales son aquellos señalados en una resolución judicial. Estos sólo pueden
fijarse en los casos en que la ley faculte expresamente al tribunal, de suerte que su presencia
en nuestra legislación es excepcional. Por ejemplo, los plazos a que se refieren los arts. 9º y
12 del CPC209.
Art. 9. Si durante el curso del juicio termina por cualquiera causa el carácter con que una persona
representa por ministerio de la ley derechos ajenos, continuará no obstante la representación y serán
válidos los actos que ejecute, hasta la comparecencia de la parte representada, o hasta que haya
testimonio (constancia) en el proceso de haberse notificado a ésta la cesación de la representación y el
estado del juicio. El representante deberá gestionar para que se practique esta diligencia dentro del

209
El CC en el art. 1494 inc. II establece la siguiente limitación: no podrá el juez, sino en casos especiales que
las leyes designen, señalar plazo para el cumplimiento de una obligación; sólo podrá interpretar el concebido
en términos vagos u oscuros, sobre cuya inteligencia y aplicación discuerden las partes. Ejemplos de plazos
judiciales en el CC, son: en materia de acción reivindicatoria, si el poseedor es vencido, debe restituir la cosa
en el plazo que el juez señale; en el contrato de mutuo, si en éste se hubiere pactado que el mutuario pague
cuando le sea posible, el juez puede, atendidas las circunstancias, fijar un plazo. Según CASARINO, dicha
disposición no es aplicable en materia procesal, ya que es obvio que está referido únicamente a las obligaciones
civiles y no a las procesales.
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plazo que el tribunal designe, bajo pena de pagar una multa de un cuarto a un sueldo vital y de abonar
los perjuicios que resulten.

Art. 12. En los casos de que trata el art. 19, el procurador común será nombrado por acuerdo de las
partes a quienes haya de representar.
El nombramiento deberá hacerse dentro del término razonable que señale el tribunal.

ii. Los plazos legales son aquellos señalados en un precepto legal (se agrega, también, los plazos
que establezca un reglamento del Presidente de la República). Por ejemplo, el art. 189 del
CPC establece que la apelación deberá interponerse en el término fatal de cinco días,
contados desde la notificación de la parte que entabla el recurso, deberá contener los
fundamentos de hecho y de derecho en que se apoya y las peticiones concretas que se
formulan; agrega el inc. II, que este plazo se aumentará a diez días tratándose de sentencias
definitivas.

iii. Los plazos convencionales son aquellos que señalan de común acuerdo las partes litigantes.
Por ejemplo, las partes, en cualquier estado del juicio, pueden acordar la suspensión del
procedimiento hasta por un plazo máximo de 90 días, derecho que sólo se puede ejercer por
una vez en cada instancia, sin perjuicio de hacerlo valer, además, ante la CS en caso que,
ante dicho tribunal, estuviesen pendientes recursos de casación o de queja en contra de una
sentencia definitiva. Los plazos que estuvieren corriendo se suspenderán al presentarse el
escrito respectivo y continuarán corriendo vencido el plazo de suspensión acordado (art.
64 inc. II del CPC).
La mayoría de los plazos son legales, pues el proceso, desde un punto de vista formal, está
constituido por un conjunto de actos procesales que deben irse cumpliendo unos a continuación de
otros y en los plazos que la misma ley determina.
Esta clasificación de los plazos tiene importancia para los efectos de la prórroga, pues, como
se verá a continuación, los únicos plazos prorrogables son los señalados por el tribunal; y también es
relevante para establecer el carácter de fatal o no fatal de los plazos.
2.5. PLAZOS PRORROGABLES E IMPRORROGABLES
Según si son o no susceptibles de prórroga o de ser aumentados, los plazos se clasifican en:
plazos prorrogables, que son aquellos que se pueden aumentar más allá de su duración original (por
ejemplo, todos los plazos judiciales de acuerdo al art. 67 del CPC); y los plazos improrrogables, que
son aquellos que no son susceptibles de tal aumento (por ejemplo, los plazos legales de acuerdo al
art. 68 del CPC).
Art. 67. Son prorrogables los términos señalados por el tribunal. Para que pueda concederse la prórroga es
necesario:
1. Que se pida antes del vencimiento del término; y
2. Que se alegue justa causa, la cual será apreciada por el tribunal prudencialmente.

Art. 68. En ningún caso podrá la prórroga ampliar el término más allá de los días asignados por la ley.

Si bien los plazos legales, por regla general, no pueden prorrogarse, excepcionalmente pueden
ampliarse en los casos en que la ley lo permita; así, por ejemplo, el art. 259 inc. II del CPC señala que
se aumentará este término (término de 15 días para contestar la demanda) en tres días más si el
demandado se encuentra en el mismo territorio jurisdiccional pero fuera de los límites de la comuna
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que sirva de asiento al tribunal; asimismo, el art. 329 del CPC señala que cuando haya de rendirse
prueba en otro territorio jurisdiccional o fuera de la República, se aumentará el término ordinario
a que se refiere el artículo anterior (veinte días) con un número de días igual al que concede el art.
259 para aumentar el de emplazamiento.
2.6. PLAZOS FATALES Y NO FATALES
Según los efectos que produce el plazo una vez vencido, o según si la falta de ejercicio del
derecho dentro de un determinado espacio de tiempo lo hace o no extinguirse; o según la forma en
que opera la preclusión, se distingue entre plazos fatales y no fatales.
i. Los plazos fatales son aquellos que, una vez vencidos, producen la caducidad del derecho sin
necesidad de que el juez dicte una resolución judicial para que precluya el derecho (no es
necesario que se acuse o decrete la rebeldía de esa parte). En otras palabras, son aquellos en
que la rebeldía del emplazado se produce por el sólo ministerio de la ley, al vencimiento del
plazo fijado, extinguiéndose irrevocablemente, de este modo, los derechos que han debido
hacerse valer dentro de ese plazo y no lo han sido.

Todos los plazos legales que establece el CPC son fatales, pues de acuerdo al art. 64 inc. I de
dicho Código, los plazos que señala este Código son fatales cualquiera sea la forma en que
se exprese, salvo aquéllos establecidos para la realización de actuaciones propias del
tribunal. En consecuencia, la posibilidad de ejercer un derecho o la oportunidad para
ejecutar el acto se extingue al vencimiento del plazo. En estos casos el tribunal, de oficio o
a petición de parte, proveerá lo que convenga para la prosecución del juicio, sin necesidad
de certificado previo (del secretario, respecto al hecho de haber transcurrido el plazo sin
haberse ejercido el derecho por la parte). Por tanto, cualquiera sea la extensión del plazo legal
contemplado en el CPC (horas, días, meses o años) y las expresiones que utilice para
establecerlo, se está en presencia de un término fatal. Excepcionalmente, a pesar de
encontrarse establecidos en el CPC, no revisten el carácter de fatal los plazos para la
realización de actuaciones propias del tribunal (por ejemplo, el plazo para dictar sentencia
definitiva), pero no le está permitido al juez ampliar este plazo en forma indefinida,
pudiendo quedar el tribunal, por este motivo, sujeto a una medida disciplinaria210.

ii. Los plazos no fatales son aquellos en que la caducidad del derecho no se obtiene por el
transcurso del tiempo, sino que en virtud de la correspondiente declaración de rebeldía por
parte del tribunal, ya sea de oficio o a petición de parte. Conforme al art. 78 del CPC, todos
los plazos judiciales son fatales, pues vencido un plazo judicial para la realización de un
acto procesal sin que éste se haya practicado por la parte respectiva, el tribunal, de oficio o
a petición de parte, declarará evacuado dicho trámite en su rebeldía y proveerá lo que
convenga para la prosecución del juicio, sin certificado previo del secretario.

210
Sin embargo, tratándose de medidas para mejor resolver, el plazo para esta actuación judicial es fatal, por
expresa disposición legal; pues de acuerdo al art. 159 inc. I del CPC, los tribunales, sólo dentro del plazo
para dictar sentencia, podrán dictar de oficio medidas para mejor resolver. Las que se dicten fuera de este
plazo se tendrán por no decretadas.
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3. LA REBELDÍA

3.1. CONCEPTO
La rebeldía dice relación con la situación que se produce cuando una persona no ejerce su
derecho, facultad o acto, dentro del plazo que correspondía. Se vincula con el plazo fatal, el cual
extingue la posibilidad de ejercer un derecho por el sólo ministerio de la ley; y con los plazos no
fatales, que son aquellos en que el derecho no expira por el simple transcurso del tiempo, sino en
virtud de declararse la correspondiente rebeldía. Por lo anterior, se define a la rebeldía como aquella
situación que se produce por el desinterés de una parte para cumplir un trámite del juicio en un
determinado plazo, y que permite tenerlo por cumplido a fin de que el proceso avance.
Como se puede apreciar, las rebeldías permiten que el proceso avance en el evento de que
alguna de las partes litigantes manifieste desinterés por la evacuación de un trámite en un
determinado plazo.
3.2. CLASES
Según su origen o causa que la produce, se distingue entre rebeldía declarada judicialmente,
y rebeldía de pleno derecho.
i. La rebeldía declarada judicialmente es aquella que precisa de una declaración judicial para
extinguir un derecho que no se ha ejercido dentro de un plazo no fatal, concretamente, un
plazo judicial. En efecto, el art. 78 del CPC señala que vencido un plazo judicial para la
realización de un acto procesal sin que éste se haya practicado por la parte respectiva, el
tribunal, de oficio o a petición de parte, declarará evacuado dicho trámite en su rebeldía y
proveerá lo que convenga para la prosecución del juicio, sin certificado previo del
secretario.
Según la jurisprudencia mayoritaria, esta rebeldía se produce sólo cuando el juez la ha
declarado, y no cuando la parte contraria la ha solicitado; permitiéndosele al juez, en todo
caso, declararla de oficio en los casos en que la ley lo declare expresamente. Por lo tanto, los
requisitos para que opere este tipo de rebeldía, son: existencia de un plazo judicial para
realizar un acto procesal; transcurso del plazo (que esté vencido); resolución del tribunal, de
oficio o a petición de parte, declarando evacuado el trámite en rebeldía y proveyendo lo que
convenga para la prosecución del juicio.
ii. La rebeldía de pleno derecho o por el sólo ministerio de la ley, es la que opera por el sólo
transcurso de un plazo fatal. Por lo tanto, constituye la regla general, pues de acuerdo al art.
64 inc. I del CPC, los plazos que señala este Código son fatales cualquiera sea la forma en
que se exprese, salvo aquéllos establecidos para la realización de actuaciones propias del
tribunal. En consecuencia, la posibilidad de ejercer un derecho o la oportunidad para
ejecutar el acto se extingue al vencimiento del plazo. En estos casos el tribunal, de oficio o
a petición de parte, proveerá lo que convenga para la prosecución del juicio, sin necesidad
de certificado previo.
Un ejemplo lo constituye el art. 202 inc. I del CPC, que establece que si no comparece el
apelado, se seguirá el recurso en su rebeldía por el sólo ministerio de la ley y no será

280
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necesario notificarle las resoluciones que se dicten, las cuales producirán sus efectos
respecto del apelado rebelde desde que se pronuncien.
3.3. EFECTOS DE LA REBELDÍA
El único efecto que produce la rebeldía, es que extingue la posibilidad de ejecutar el acto de
que se trata. Pero aquí, es necesario distinguir entre primera o segunda instancia.
i. En primera instancia, la rebeldía es por cada acto o trámite. Así, por ejemplo, si se presenta
la demanda, hay un plazo de 15 días para contestarla, y si el demandado no la contesta, no
quedará como rebelde para todo el juicio, pues él sigue siendo parte y se le seguirán
notificando el resto de los trámites.

ii. Antes en segunda instancia, existía la carga de hacerse parte en el recurso de apelación dentro
del plazo de cinco días ante el tribunal superior a seguir el recurso interpuesto, contado este
plazo desde que se reciban los autos en la secretaría del tribunal de segunda instancia. Sin
embargo, con la entrada en vigencia de la ley de tramitación electrónica esta carga fue
eliminada, pues simplemente se remiten los antecedentes electrónicamente ante el tribunal de
alzada, debiendo ser certificada dicha recepción211.

3.4. NULIDAD PROCESAL DE LO OBRADO EN REBELDÍA


La nulidad procesal de lo obrado en rebeldía puede tener lugar en dos supuestos, a saber:
i. De conformidad con el art. 79 del CPC, podrá un litigante pedir la rescisión de lo que se haya
obrado en el juicio en rebeldía suya, ofreciendo probar que ha estado impedido por fuerza mayor.
Agrega el inc. II que este derecho sólo podrá reclamarse dentro de tres días, contados desde que
cesó el impedimento y pudo hacerse valer ante el tribunal que conoce del negocio. El fundamento
de este precepto es el conocido aforismo jurídico que dice que al impedido no le corre plazo.
Este incidente se hace valer ante el mismo tribunal que está conociendo del negocio principal por
cualquiera de los litigantes, sea demandante o demandado, pues la ley no distingue. Agrega
CASARINO que este derecho, a falta de texto legal expreso en contrario, sólo podrá hacerse valer
pendiente el juicio y mientras la sentencia definitiva no adquiera el carácter de firme o
ejecutoriada.
ii. Por otra parte, el litigante rebelde puede alegar la nulidad de lo obrado por falta de
emplazamiento, pues conforme al art. 80 del CPC, si al litigante rebelde no se le ha hecho saber
en persona ninguna de las providencias libradas en el juicio, podrá pedir la rescisión de lo
obrado, ofreciendo acreditar que, por un hecho que no le sea imputable, han dejado de llegar a

211
De esta manera, antes se establecía que respecto del apelante, la segunda parte del art. 201 inc. I del CPC
disponía que si el apelante no comparece dentro de plazo, deberá declarar (el tribunal) su deserción, previa
certificación que el secretario deberá efectuar de oficio. La parte apelada, en todo caso, podrá solicitar la
declaración pertinente, verbalmente o por escrito. Por lo tanto, el apelante nunca estará en rebeldía, ya que si
no comparece se declarará desierta la apelación. Como esto fue eliminado, también se eliminó la figura de la
deserción.
En cambio, respecto del apelado, el art. 202 del CPC señala que si no comparece el apelado, se seguirá el recurso
en su rebeldía por el sólo ministerio de la ley y no será necesario notificarle las resoluciones que se dicten, las
cuales producirán sus efectos respecto del apelado rebelde desde que se pronuncien.
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sus manos las copias a que se refieren los arts. 40 y 44 (las copias de la resolución y del escrito
en que ella recae), o que ellas no son exactas en su parte substancial (por ejemplo, el Receptor
falsea la notificación); agrega el inc. II que este derecho no podrá reclamarse sino dentro de
cinco días, contados desde que aparezca o se acredite que el litigante tuvo conocimiento personal
del juicio.
Aquí, el litigante rebelde no puede ser otro que el demandado, pues solamente a él corresponde
entregarle las copias antes dichas. Agrega CASARINO que, en atención a la gravedad de este
incidente, puesto que se funda en la falta de emplazamiento, lo que implica llegar a condenar a
un litigante sin ser oído, la ley permite que se pueda interponer en cualquier estado del juicio y
aun después de dictada la sentencia definitiva; esto se desprende del final del art. 182 del CPC.
Art. 182. Notificada una sentencia definitiva o interlocutoria a alguna de las partes, no podrá el tribunal
que la dictó alterarla o modificarla en manera alguna. Podrá, sin embargo, a solicitud de parte, aclarar los
puntos obscuros o dudosos, salvar las omisiones y rectificar los errores de copia, de referencia o de cálculos
numéricos que aparezcan de manifiesto en la misma sentencia.
Lo dispuesto en este artículo no obsta para que el rebelde haga uso del derecho que le confiere el art. 80.

En consecuencia, ambos incidentes son de la misma naturaleza, pues persiguen la nulidad de


lo obrado en rebeldía; están sometidos a la misma tramitación, y en los dos casos el litigante rebelde
debe ofrecer prueba acerca del fundamento en que los apoya, como formalidad habilitante de la
tramitación incidental. Sin embargo, entre ellos hay profundas diferencias: en cuanto a su
fundamento; a la persona del litigante rebelde que puede formularlos; al plazo dentro del cual deben
interponerse; y, en fin, en cuanto a la oportunidad procesal en que pueden ser esgrimidos.
Por último, conforme al art. 81 del CPC, los incidentes a que den lugar las disposiciones
contenidas en los dos artículos anteriores, no suspenderán el curso de la causa principal y se
substanciarán en cuaderno separado; es decir, se trata de incidentes de no previo y especial
pronunciamiento, a pesar de su excepcional importancia.
4. FORMA DE COMPUTAR LOS PLAZOS
El CPC nada dice sobre la forma de computar los plazos, de modo que se debe recurrir a la
ley común, concretamente al art. 48 inc. I del CC, el cual señala que todos los plazos de días, meses
o años de que se haga mención en las leyes o en los decretos del Presidente de la República, de los
tribunales o juzgados, se entenderá que han de ser completos; y correrán además hasta la
medianoche del último día del plazo. El profesor FORTTES señala que esto tiene dos consecuencias:
i. Siempre el plazo se empieza a contar al día siguiente de la notificación, es decir, la fracción
del día de la notificación no se cuenta, pues los plazos deben ser de días completos.

ii. El plazo expira a las 24 horas del día respectivo, lo cual trae como consecuencia la
presentación de escritos en el domicilio del secretario del tribunal. Esto es un derecho de las
partes para aprovechar, así, el día completo del plazo, al margen del horario del tribunal.

5. LA SUSPENSIÓN DEL PROCEDIMIENTO Y DE LOS PLAZOS


La suspensión del procedimiento es la cesación o paralización del procedimiento por obra de algún
impedimento, acto procesal de parte, o resolución del tribunal. Por lo tanto, las formas en que se
puede producir son:
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i. Por un impedimento. Por ejemplo, de conformidad con el art. 5º del CPC, si durante el juicio
fallece alguna de las partes que obre por sí misma quedará suspenso por este hecho el
procedimiento, y se pondrá su estado en noticia de los herederos para que comparezcan a
hacer uso de su derecho en un plazo igual al de emplazamiento para contestar demandas, que
conceden los arts. 258 y 259.

ii. De común acuerdo. El art. 64 inc. II del CPC señala que las partes, en cualquier estado del
juicio, pueden acordar la suspensión del procedimiento hasta por un plazo máximo de 90
días. Este derecho sólo se puede ejercer por una vez en cada instancia, sin perjuicio de
hacerlo valer, además, ante la CS en caso que, ante dicho tribunal, estuviesen pendientes
recursos de casación o de queja en contra de sentencia definitiva. Los plazos que estuvieren
corriendo se suspenderán al presentarse el escrito respectivo y continuarán corriendo vencido
el plazo de suspensión acordado.

iii. En algunos casos, ciertas resoluciones judiciales traen como efecto la paralización del
procedimiento. Por ejemplo, la resolución que acoge una excepción dilatoria por un vicio del
procedimiento susceptible de ser corregido en la misma causa, suspende el procedimiento
hasta que se efectúe la corrección; la resolución que admite a tramitación un incidente de
previo y especial pronunciamiento, pues de acuerdo al art. 87 inc. I del CPC, si el incidente
es de aquellos sin cuya previa resolución no se puede seguir substanciando la causa
principal, se suspenderá el curso de ésta, y el incidente se tramitará en la misma pieza de
autos. En el caso contrario, no se suspenderá el curso de la causa principal, y el incidente
se substanciará en ramo separado; y de conformidad con el art. 167 del CPC, cuando la
existencia de un delito haya de ser fundamento preciso de una sentencia civil o tenga en ella
influencia notoria, podrán los tribunales suspender el pronunciamiento de ésta hasta la
terminación del proceso criminal, si en éste se ha dado lugar al procedimiento plenario.

C. LAS ACTUACIONES JUDICIALES

1. CONCEPTO
Como se dijo, el acto procesal es aquella declaración de voluntad de las partes, de los agentes
de la justicia o de un tercero ligado al proceso, que produce efectos jurídicos en el proceso. Una
especie de acto procesal lo constituyen las actuaciones judiciales, definidas por el profesor FORTTES
como actos procesales más o menos solemnes, realizados por o ante un tribunal (existe intervención
del órgano jurisdiccional),de los cuales se deja testimonio en el expediente y deben ser autorizadas
por un ministro de fe. Ejemplos de actuaciones judiciales son las resoluciones, las notificaciones, los
exhortos, y cualesquiera diligencia que se lleve a cabo y de la que debe dejarse constancia por un
ministro de fe (por ejemplo, el testimonio de un testigo tomado por un Receptor).
Las actuaciones judiciales están sometidas a un doble grupo de normas legales: a las reglas
generales sobre actuaciones judiciales contenidas en el Título VII (“De las actuaciones judiciales”)
del Libro I (“Disposiciones comunes a todo procedimiento”) del CPC; y en segundo lugar, también
pueden tener reglas propias. Por lo tanto, es necesario averiguar si una determinada actuación judicial
tiene reglas legales propias o no, y en caso afirmativo, regirán dichas reglas por sobre las reglas
generales. Así, por ejemplo, las reglas legales aplicables a las resoluciones judiciales son, en primer

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término, las contenidas en el Título XVII (“De las resoluciones judiciales”) del Libro I del CPC, y en
su silencio, las del Título VII del mismo Libro.
2. REQUISITOS
Como se dijo, los actos procesales para ser eficaces deben cumplir con los requisitos de
existencia y validez. No obstante, un tipo de acto procesal (las actuaciones judiciales), además de
cumplir con dichos requisitos, debe cumplir con requisitos adicionales, cuales son: el lugar, el tiempo,
la forma del acto, y la autorización del ministro de fe.
Estos requisitos se encuentran contemplados en el Título VII del CPC (arts. 59 a 77), por
tanto, son aplicables a todas las actuaciones judiciales; no obstante, cuando se analicen las actuaciones
judiciales en particular, se verá que algunas de éstas pueden tener particularidades al respecto.
2.1. DEBEN REALIZARSE POR O ANTE EL TRIBUNAL QUE CONOCE DE LA CAUSA
Al momento de definir las actuaciones judiciales, se dijo que son aquellos actos procesales
más o menos solemnes que se realizan por o ante el tribunal. En efecto, de conformidad con la primera
parte del art. 70 del CPC, todas las actuaciones necesarias para la formación del proceso se
practicarán por el tribunal que conozca de la causa…. Es evidente que el precepto se refiere sólo
aquellas actuaciones que emanan del propio órgano jurisdiccional (“por orden de tribunal”), pues
también hay actuaciones provenientes de las partes litigantes, las cuales se practican por su sola
iniciativa e intervención (“ante o a través del tribunal”). Así, un ejemplo de actuación judicial que se
realiza por del tribunal, es la dictación de una resolución judicial; y un ejemplo de actuación judicial
que se realiza ante el tribunal, es la rendición de una prueba de testigos, la confesión judicial, etc.
Excepcionalmente, las actuaciones no se realizan ante el juez o por orden del juez que conoce
de la causa, pues el mismo art. 70 del CPC, se encarga de señalar dos excepciones a la regla anterior,
cuales son:
i. La segunda parte del art. 70 señala que salvo los casos en que se encomienden expresamente
por la ley a los secretarios y otros ministros de fe la realización de la actuación (por ejemplo,
las notificaciones efectuadas por el Secretario o el Receptor).

ii. La misma disposición establece que se permite al tribunal delegar sus funciones. Se trata de
situaciones previstas por el legislador, por ejemplo, la tasación de las costas procesales puede
ser encomendada por el tribunal al Secretario; los decretos de los tribunales colegiados
pueden dictarse por uno de sus miembros (las demás resoluciones requieren la concurrencia
de tres de sus miembros); los testigos pueden ser interrogados por uno de los ministros del
tribunal colegiado; y el tribunal puede delegar al Secretario u a otro ministro de fe (Receptor)
la diligencia de absolver posiciones.
Por otra parte, las actuaciones judiciales deben verificarse en el territorio jurisdiccional del
tribunal y, específicamente, en la sede que sirve de asiento al tribunal. Sin embargo, esta regla también
tiene excepciones, pues hay actos que por su naturaleza deben verificarse fuera del tribunal (por
ejemplo, la inspección personal del tribunal), o que por disposición legal deben verificarse fuera de
éste (por ejemplo, la notificación personal); y hay casos en que la actuación se verifica en un territorio
jurisdicción distinto (por ejemplo, si se trata de tomar declaración testimonial a una persona que está

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domiciliada fuera del lugar en que se sigue el juicio, se delega la competencia del tribunal a través de
una actuación judicial denominada exhorto).
2.2. DEBEN REALIZARSE EN DÍAS Y HORAS HÁBILES
De conformidad al art. 59 del CPC, las actuaciones judiciales deben practicarse en días y
horas hábiles. Son días hábiles los no feriados. Son horas hábiles las que median entre las ocho y las
veinte horas.
Una actuación judicial practicada fuera de los días u horas hábiles, es inadmisible por
extemporaneidad. Sin embargo, hay casos en que el feriado legal o judicial, no se considera día inhábil
para la realización de actuaciones judiciales, a saber:
i. El art. 66 del CPC establece que los términos de días que establece el presente Código (plazos
legales), se entenderán suspendidos durante los feriados, salvo que el tribunal, por motivos
justificados, haya dispuesto expresamente lo contrario.

ii. De acuerdo al art. 60 del CPC, pueden los tribunales, a solicitud de parte, habilitar para la
práctica de actuaciones judiciales días u horas inhábiles, cuando haya causa urgente que lo
exija; agrega el inc. II que se estimarán urgentes para este caso, las actuaciones cuya
dilación pueda causar grave perjuicio a los interesados, o a la buena administración de
justicia, o hacer ilusoria una providencia judicial; y finaliza el inc. III señalando que el
tribunal apreciará la urgencia de la causa y resolverá sin ulterior recurso. Este precepto es
la fuente legal de la institución denominada “habilitación de feriado”.
En el ámbito procesal penal, el art. 14 del CPP dispone que todos los días y horas son hábiles
para las actuaciones del procedimiento penal y no se suspenderán los plazos por la interposición de
días feriados. No obstante, cuando un plazo de días concedido a los intervinientes venciere en día
feriado, se considerará ampliado hasta las veinticuatro horas del día siguiente que no fuere feriado.
2.3. DEBE DEJARSE TESTIMONIO FIDEDIGNO EN LA CARPETA ELECTRÓNICA
Como se dijo, el acto procesal es una declaración de voluntad, y esta declaración puede
manifestarse en forma oral (por ejemplo, la interposición del recurso de protección, o la declaración
de un testigo), en forma escrita (por ejemplo, la demanda en el juicio ordinario) o puede deducirse de
una actuación (por ejemplo, la notificación tácita del demandado). Ahora bien, conforme al art. 61
del CPC, de toda actuación (oral, escrita o tácita) deberá dejarse testimonio fidedigno en la carpeta
electrónica, con expresión del lugar, día, mes y año en que se verifique, de las formalidades con que
se haya procedido, y de las demás indicaciones que la ley o el tribunal dispongan.
Como se puede apreciar, esto se refiere a la forma que toma la actuación judicial una vez
realizada, concretamente, debe constar por escrito, con el objeto de perpetuar la actuación para su
examen ulterior. Por otra parte, con el cumplimiento de este requisito externo se deja constancia de
que se verificaron los demás requisitos exigidos a la actuación judicial, específicamente: el lugar en
donde se realizó, el tiempo en que se efectuó, de las formalidades con que se haya procedido (por
ejemplo, la certificación de que la persona se encontraba en el lugar del juicio, para el caso de la
notificación personal subsidiaria), y de las demás indicaciones que la ley o el tribunal dispongan.
Estas indicaciones o formalidades adicionales o especiales que la ley o el tribunal pueden disponer,
son:

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i. El juramento. De acuerdo al art. 62 del CPC, siempre que en una actuación judicial se deba
tomar juramento a alguno de los concurrentes, se le debe interrogar por el funcionario
autorizante al tenor de la siguiente fórmula: “¿Juráis por Dios decir la verdad acerca de lo
que se os va preguntar?” o “¿Juráis por Dios desempeñar fielmente el cargo que se os
confía?”, según sea la naturaleza de la actuación. El interrogado debe responder: “Sí juro”.
Ejemplos de juramento son: el que debe prestar el intérprete, los testigos, el de la parte que
deba prestar confesión, el perito que acepta el cargo, etc.

ii. Intervención del interprete. De conformidad con el art. 63 del CPC, cuando sea necesaria la
intervención de intérprete en una actuación judicial, se recurrirá al Intérprete Oficial, si lo
hay; y, en caso contrario, al que designe el tribunal. Los intérpretes deben tener las
condiciones requeridas para ser peritos, y se les atribuirá el carácter de ministros de fe.
Antes de practicarse la diligencia, deberá el intérprete prestar juramento para el fiel
desempeño de su cargo. Ejemplo de una actuación judicial en la que debe intervenir un
intérprete, es la consagrada en el art. 347 del CPC, el cual establece que los instrumentos
extendidos en lengua extranjera se mandarán traducir por el perito que el tribunal designe,
a costa del que los presente, sin perjuicio de lo que se resuelva sobre costas en la sentencia.

2.4. AUTORIZACIÓN DEL MINISTRO DE FE


Uno de los aspectos que caracteriza a las actuaciones judiciales, es su autorización por un
ministro de fe. En efecto, el art. 61 inc. tercero del CPC señala que la autorización del funcionario a
quien corresponda dar fe o certificado del acto es esencial para la validez de la actuación en aquellos
casos en que una ley expresamente lo disponga. Así, por ejemplo, el Secretario o el Receptor, debe
certificar haber practicado una determinada notificación; el secretario debe autorizar la firma del juez
estampada en una resolución judicial; el Oficial Primero debe autorizar los decretos, providencias o
proveídos que dicten los Secretarios letrados de los juzgados civiles; el Receptor debe autorizar el
acta que deje constancia de una información sumaria de testigos, en los asuntos judiciales no
contenciosos; y también debe dejar constancia de la prueba confesional (absolución de posiciones).
Como se puede apreciar, el funcionario que debe autorizar, varía dependiendo de la actuación de que
se trate.
La falta de autorización del funcionario competente en las actuaciones judiciales antes
indicadas, son nulas y de ningún valor (nulidad procesal).
2.5. LECTURA Y FIRMA
El art. 61 inc. II del CPC establece que a continuación (de la constancia escrita) y previa
lectura, firmarán todas las personas que hayan intervenido; y si alguna no sabe o se niega a hacerlo,
se expresará esta circunstancia. El acta correspondiente se digitalizará e incorporará a la carpeta
electrónica inmediatamente.
3. FORMA EN QUE SE ORDENAN LAS ACTUACIONES JUDICIALES
Como se dijo en su momento, el principio de igualdad o contradicción implica que todos los
actos del procedimiento deben efectuarse con la intervención de la parte contraria. Como
consecuencia de este principio, las actuaciones judiciales se pueden decretar u ordenar de cuatro
maneras diferentes: con audiencia, con citación, con conocimiento y de plano.

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3.1. CON AUDIENCIA


Tramitar una actuación judicial con audiencia, significa que antes de resolver la solicitud
respectiva, el tribunal debe conferir a la contraparte un plazo de tres días para que manifieste lo que
crea conveniente respecto de dicha diligencia (trámite incidental). Por ejemplo, el art. 336 inc. I del
CPC señala que el aumento extraordinario para rendir prueba dentro de la República se otorgará
con previa citación, el que deba producir efecto fuera del país se decretará “con audiencia” de la
parte contraria.
La tramitación o procedimiento que se debe seguir en un trámite con audiencia, es la
siguiente: en primer lugar, tiene que haber una solicitud pidiendo que se ordene una determinada
actuación; al respecto, el tribunal dicta una resolución confiriendo “traslado y autos” (que es la forma
de dar audiencia a la otra parte), resolución que se debe se notificar a la contraparte; el tribunal antes
de acceder a la práctica de la actuación, confiere un plazo fatal de tres días a la contraparte (se confiere
traslado) para que dentro de él manifieste lo que crea conveniente en orden a la diligencia solicitada
(para que se oponga o haga observaciones). Sólo un vez que haya trascurrido dicho plazo, habiendo
la parte contraria dicho algo o no, el tribunal resolverá accediendo o rechazando la actuación, si, a su
juicio, no hay necesidad de prueba. Si es necesaria la prueba, se abrirá un término de ocho días para
que dentro de él se rinda y se justifiquen también las tachas de los testigos (no hay necesidad de
recibir a prueba el incidente, cuando no hay hechos controvertidos o cuando se dan las condiciones
para decidir de plano la solicitud, es decir, cuando los hechos consten en el proceso o sean de pública
notoriedad). Vencido el término de prueba, háyanla o no rendido las partes, fallará el tribunal
inmediatamente o, a más tardar, dentro de tercero día la cuestión que haya dado origen al incidente.
3.2. CON CITACIÓN
Tramitar una actuación judicial con citación, significa que, en principio, el tribunal decreta la
actuación, pero ésta no puede llevarse a efecto sino una vez que hayan pasado tres días desde la
notificación de la parte contraria, la cual puede dentro de este plazo oponerse a la realización de la
actuación, caso en el cual, el cumplimiento de la diligencia se suspende hasta que se resuelva el
incidente. En efecto, el art. 69 inc. I del CPC señala que siempre que se ordene o autorice una
diligencia con citación, se entenderá que no puede llevarse a efecto sino pasados tres días después
de la notificación de la parte contraria, la cual tendrá el derecho de oponerse o deducir
observaciones dentro de dicho plazo, suspendiéndose en tal caso la diligencia hasta que se resuelva
el incidente. Ejemplos de actuaciones judiciales que se ordenen con citación, son: el aumento
extraordinario del término para rendir prueba dentro del territorio del país; y la agregación de algunos
instrumentos presentados al juicio.
El profesor FORTTES dice que, posiblemente, ésta es una de las formas más comunes de
ordenar una actuación judicial y su tramitación o procedimiento, empieza con una solicitud pidiendo
que se ordene una determinada actuación; el tribunal dicta una resolución, acogiendo la solicitud
(“como se pide, con citación”), y se notifica dicha resolución a la contraparte. Desde la notificación
hay un plazo fatal (por la expresión “dentro de” empleada por el legislador) de tres días para que la
contraria se oponga o haga observaciones; si la parte contraria no se opone o acepta la solicitud en
forma expresa, se lleva a efecto la actuación pedida y queda terminado este procedimiento; pero si se
opone, se origina un incidente y se suspenden los efectos de la resolución que había acogido la
solicitud, y el procedimiento continúa en el incidente originado con el escrito de oposición; por tanto,
se dicta una resolución que confiere “traslado” de la oposición y se continúa con todos los trámites

287
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mencionados anteriormente (trámite incidental). La resolución que falla el incidente de oposición,


puede que rechace la oposición y, en tal caso, se cumple la actuación ordenada, cuyos efectos estaban
suspendidos; pero si se acoge la oposición, queda terminado el procedimiento incidental sin cumplir
la actuación pedida.
3.3. CON CONOCIMIENTO
Se ordena o autoriza una actuación judicial con conocimiento, cuando ella se lleva a efecto
desde que se ponga en noticia de la parte contraria lo resuelto. En efecto, el art. 69 inc. II del CPC
señala que cuando se mande proceder con conocimiento o valiéndose de otras expresiones análogas,
se podrá llevar a efecto la diligencia desde que se ponga en noticia del contendor lo resuelto; es
decir, en este caso la diligencia se puede realizar una vez que se pone en conocimiento de la parte
contraria la resolución, sin que sea necesario esperar tres días, como el caso anterior.
Esta forma de ordenar una actuación judicial tiene lugar cuando la ley lo ordena o autoriza
expresamente (por ejemplo, las medidas para mejor resolver), o cuando el tribunal considera que no
existe o no puede existir controversia sobre lo pedido (por ejemplo, una actuación pedida de común
acuerdo por las partes).
El procedimiento o tramitación de una actuación con conocimiento, empieza con una
solicitud pidiendo que se ordene una determinada actuación, y el tribunal dicta una resolución
acogiendo la solicitud (“como se pide, con conocimiento”); o también puede suceder que el tribunal
ordene de oficio una actuación con conocimiento. La resolución se notifica a la contraparte (lo más
común es que sea por el estado diario), y una vez notificada, tiene lugar el cumplimiento de la
actuación ordenada. Lo anterior debe entenderse sin perjuicio del derecho de la parte contraria para
oponerse, planteando así un incidente para que se suspenda la actuación; pero si la oposición se
formula después de practicada la diligencia, la suerte de la actuación no se verá afectada, ya que fue
cumplida.
3.4. DE PLANO
Por último, se ordena o autoriza de plano una diligencia judicial, cuando el tribunal la decreta
de inmediato, sin mayores formalidades ni espera de términos que deben transcurrir. Es decir, la
actuación se cumple sin siquiera poner en conocimiento de la parte contraria la resolución que así lo
ordena. El profesor FORTTES recalca que es una figura excepcional, puesto que el art. 38 del CPC
dispone que las resoluciones judiciales sólo producen efecto en virtud de notificación hecha con
arreglo a la ley, salvo los casos expresamente exceptuados por ella.
Ejemplos de actuaciones judiciales decretadas de plano, son las medidas precautorias
prejudiciales, pues de acuerdo a la primera parte del art. 302 inc. II del CPC, podrán sin embargo,
llevarse a efecto dichas medidas antes de notificarse a la persona contra quien se dictan, siempre
que existan razones graves para ello y el tribunal así lo ordene (por ejemplo, para cobrar un dinero,
se sabe que si se notifica una medida precautoria el deudor tendrá tiempo para ocultarlo).
El procedimiento o tramitación de las actuaciones decretadas de plano, comienza con una
solicitud para que se ordene una actuación; luego se dicta una resolución acogiendo la solicitud en la
forma pedida (“como se pide, llévese a efecto de inmediato y antes de notificarse”); y finalmente se
cumple la actuación, y se notifica a la parte afectada.

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D. LOS EXHORTOS

1. CONCEPTO
Como se dijo, las actuaciones judiciales deben verificarse en el territorio jurisdiccional del
tribunal y, específicamente, en la sede que sirve de asiento a éste. Una de las excepciones a esta regla
general lo constituyen los exhortos, esto es, aquella actuación judicial que consiste en la comunicación
que envía un tribunal denominado exhortante, a otro tribunal denominado exhortado, para la
realización de una determinada diligencia en el territorio jurisdiccional de este último. Esto se extrae
del art. 71 inc. I del CPC, el cual señala que todo tribunal es obligado a practicar o a dar orden para
que se practiquen, en su territorio, las actuaciones que en él deban ejecutarse y que otro tribunal le
encomiende.
De acuerdo al principio de territorialidad, consagrado en el art. 7º inc. I del COT, los
tribunales sólo pueden ejercer su potestad en los negocios y dentro del territorio que la ley les hubiere
respectivamente asignado. No obstante, el inc. II de dicho precepto señala, lo cual no impide que en
los negocios de que conocen puedan dictar providencias que hayan de llevarse a efecto en otro
territorio. Esto no significa que el tribunal actúe directamente en otro territorio, sino que lo hace por
intermedio del tribunal que ejerce su jurisdicción en ese territorio, mediante lo que se denomina
delegación de competencia, la cual opera mediante exhortos 212. Sin embargo, hay casos que son
verdaderas excepciones al principio de territorialidad, en los cuales el tribunal actúa en otro territorio
jurisdiccional sin necesidad de hacerlo por intermedio del tribunal de ese otro territorio (por ejemplo,
a través del medio de prueba llamado inspección personal del tribunal).
El fundamento de esta figura descansa en el principio de cooperación y colaboración que
debe existir entre todos los órganos públicos, en este caso, entre los órganos jurisdiccionales; esto,
para el más expedito y adecuado cumplimiento de sus delicadas e importantes funciones.
2. CLASES DE EXHORTOS

i. Atendiendo al tribunal que se envía la comunicación, se distingue entre: exhortos nacionales,


que son aquellos que se dirigen los tribunales chilenos entre sí; y los exhortos
internacionales, que son aquellos que se dirigen entre tribunales chilenos y extranjeros, o
viceversa (uno de los dos debe ser extranjero). Esta clasificación tiene importancia por la diversa
tramitación a que se someten unos y otros exhortos.

ii. Atendiendo al número de tribunales al que se envía la comunicación, se distingue entre: exhorto
común, que es aquél que se dirige a un tribunal para la práctica de una determinada actuación
judicial (es de un tribunal a otro); y exhorto circulante o ambulante, que es aquél que se dirige
a varios tribunales para la práctica de diversas actuaciones judiciales, de manera que practicada
la primera actuación ante uno de ellos, se envía al siguiente, y así sucesivamente.

212
Entre las clasificaciones de la competencia, se analizó aquella que distinguía entre competencia propia y
delegada. La competencia propia o natural, es aquella que la ley determina de acuerdo a los factores de
competencia absolutos y relativos; y la competencia delegada, es la que tiene un tribunal por encargo de otro
tribunal y que se refiere normalmente a ciertos y limitados aspectos. En este caso, el tribunal exhortante es el
que tiene la competencia natural y el exhortado es quien recibe la competencia delegada.
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El exhorto circulante se encuentra reconocido en el art. 74 del CPC, el cual señala que podrá una
misma comunicación dirigirse a diversos tribunales para que se practiquen actuaciones en
distintos puntos sucesivamente. Las primeras diligencias practicadas, junto con la comunicación
que las motive, se remitirán por el tribunal que haya intervenido en ellas al que deba continuarlas
en otro territorio. Este tipo de exhorto se utiliza bastante en juicios ejecutivos, en donde se
pretende retirar bienes muebles embargados que se desplazan constantemente (por ejemplo, un
camión, un automóvil).
3. TRAMITACIÓN DE LOS EXHORTOS

3.1. EXHORTOS NACIONALES


Si el exhorto es nacional, el trámite comienza a solicitud de parte (pues en estas materias los
tribunales no pueden obrar de oficio), y esta solicitud debe contener el tribunal que va a realizar la
actuación, cuál va a ser el acto o actuación que se desea se verifique, qué facultades tendrá el tribunal
exhortado, y quién será el encargado de tramitarlo. Una vez presentada la solicitud, el tribunal
debe resolver, y si la acoge (“como se pide, exhórtese”), debe dirigir una comunicación (el exhorto)
mediante la utilización del sistema de tramitación electrónica al tribunal exhortado, la cual debe
contener: los escritos, decretos y explicaciones necesarias para la adecuada práctica de la actuación o
diligencia que se encomienda. En efecto, de conformidad con el art. 71 inc. II del CPC, el tribunal
que conozca de la causa dirigirá al del lugar donde haya de practicarse la diligencia la
correspondiente comunicación, insertando los escritos, decretos y explicaciones necesarias
(gestiones concretas que se verificarán y cuáles son las facultades del tribunal exhortado)213.
Luego, de acuerdo al art. 72 del CPC, las comunicaciones serán firmadas por el juez, en todo
caso, y si el tribunal es colegiado, por su presidente. A las mismas personas se dirigirán las
comunicaciones que emanen de otros tribunales o funcionarios. Luego, agrega el art. 75 del CPC,
que toda comunicación para practicar actuaciones fuera del lugar del juicio, será dirigida, sin
intermedio alguno, al tribunal o funcionario a quien corresponda ejecutarla (al juez o presidente del
tribunal colegiado), aunque no dependa del que reclama su intervención; en otras palabras, no
importa si el tribunal exhortado depende jerárquicamente del tribunal exhortante, como tampoco, la
diversa jerarquía de uno y otro, así, por ejemplo, un Juez de Letras puede enviar un exhorto a otro
juez de igual jerarquía, aun cuando dependan de diversas CA.
Una vez recibida la comunicación, el tribunal exhortado sólo puede hacer aquello a lo que le
faculta el tribunal exhortante, pues conforme al art. 71 inc. III del CPC, el tribunal a quien se dirija
la comunicación ordenará su cumplimiento en la forma que ella indique, y no podrá decretar otras
gestiones que las necesarias a fin de darle curso y habilitar al juez de la causa para que resuelva lo
conveniente (por ejemplo, si se le pide notificar una demanda, no puede recibir una contestación de
la demanda). Toda actuación practicada sin sujeción al exhorto, implicará exceso de atribuciones o
de poder y, por consiguiente, producirá la nulidad de la correspondiente actuación.
¿Quién es la persona habilitada para gestionar el exhorto? De conformidad con el art. 73 del
CPC, en las gestiones que sea necesario hacer ante el tribunal exhortado, podrá intervenir el
encargado de la parte que solicitó el exhorto, siempre que en éste se exprese el nombre de dicho

213
En sí, la resolución que expresa el contenido del exhorto no contiene los escritos (por ejemplo, pliego de
posiciones), sino que contiene constancias de ellos (transcripciones o fotocopias). Lo que sí contiene, es la
enunciación del tribunal exhortante, la materia, la fecha y el tribunal exhortado.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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encargado o se indique que puede diligenciarlo el que lo presente o cualquiera otra persona. Hay
que tener presente que, de acuerdo al art. 2º inc. quinto de la ley 18.120, el que tramita un exhorto
debe ser una persona habilitada para comparecer en juicio como representante judicial, debiendo ser
controlada y acreditada esta calidad ante el juez exhortado. En consecuencia, el encargado de la
tramitación de un exhorto es un verdadero mandatario, pero para una determinada actuación judicial
(es un mandato judicial especial) y, por otro lado, no es necesario constituir este mandato con las
solemnidades legales, pues basta expresar su nombre en el exhorto o ser portador del mismo. Cabe
decir que el exhorto también puede ser tramitado por la persona que lo pide, siempre y cuando lo
solicite expresamente, pues de acuerdo al art. 77 del CPC, toda comunicación dirigida por un tribunal
a otro deberá ser conducida a su destino por vía del sistema de tramitación electrónica del Poder
Judicial y no siendo posible lo anterior, por el medio de comunicación idóneo más expedito. Además,
el artículo 10 de la ley de tramitación electrónica añade que, en aquellos casos en que el exhorto se
verifique desde o hacia tribunales nacionales que carezcan del sistema de tramitación electrónica,
se utilizará una casilla de correo electrónico creada para tales efectos o el medio de comunicación
idóneo más eficaz de que disponga ese tribunal.
Una vez tramitado el exhorto, el tribunal exhortado provee “cúmplase y diligenciada,
devuélvase”; es decir, lo devuelve al tribunal exhortante.
3.2. EXHORTOS INTERNACIONALES
Conforme al art. 76 inc. I del CPC, cuando hayan de practicarse actuaciones en país
extranjero (por ejemplo, se trata de notificar una demanda, de obtener la declaración de un testigo,
etc.) se dirigirá la comunicación respectiva (por el tribunal chileno exhortante) al funcionario que
deba intervenir (tribunal exhortado), por conducto de la CS, la cual la enviará al Ministerio de
Relaciones Exteriores para que éste a su vez le dé curso en la forma que esté determinada por los
tratados vigentes (por ejemplo, la Convención Interamericana de Exhortos) o por las reglas generales
adoptadas por el Gobierno. El inciso segundo agrega que, en la comunicación se expresará el nombre
de la persona o personas a quienes la parte interesada apodere para practicar las diligencias
solicitadas, o se indicará que puede hacerlo la persona que lo presente o cualquiera otra. De lo dicho
en esta disposición, se desprende que el tribunal exhortante debe confeccionar dos oficios: un primer
oficio que se envía al tribunal o funcionario exhortado pidiéndole que efectúe una determinada
actuación (este es el exhorto propiamente tal); y un segundo oficio que se envía a la CS pidiéndole
que autorice dicho exhorto (el primer oficio) y, en caso afirmativo, lo remita al Ministerio de RREE
para su tramitación.
El art. 76 inc. III del CPC señala que por este mismo conducto y forma se deben recibir las
comunicaciones de tribunales extranjeros para practicar diligencias en Chile. Así, el exhorto enviado
por un tribunal extranjero debe llegar al Ministerio de RREE de Chile, el cual, por su parte, lo envía
a la CS; ésta revisa su legalidad y lo remite, si acepta que sea tramitado en Chile, al tribunal o
funcionario que corresponda; y una vez cumplida la actuación pedida, el tribunal o funcionario
exhortado lo devuelve a la CS y ésta al Ministerio RREE para que continúe su curso internacional.
Hay que tener presente, eso sí, que como el exhorto proviene de un tribunal extranjero (es un
instrumento público otorgado fuera de Chile), se deberá presentar debidamente legalizado (art. 345
inc. I del CPC); y en caso de estar extendido en lengua extranjera, se deberá acompañar su
correspondiente traducción; asimismo, el exhorto implica prácticamente la ejecución en Chile de una
resolución judicial pronunciada por un tribunal extranjero, por ende, se deberá ajustar a las normas

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sobre cumplimiento de resoluciones pronunciadas por tribunales extranjeros (arts. 242 y siguientes
del CPC).
Art. 345. Los instrumentos públicos otorgados fuera de Chile deberán presentarse debidamente legalizados, y
se entenderá que lo están cuando en ellos conste el carácter público y la verdad de las firmas de las personas
que los han autorizado, atestiguadas ambas circunstancias por los funcionarios que, según las leyes o la práctica
de cada país, deban acreditarlas.

E. LAS NOTIFICACIONES

1. CONCEPTO Y REGULACIÓN
En un proceso existen actuaciones de parte y actuaciones del tribunal, y para que éstas sean
conocidas por todas las partes, es necesario que exista una comunicación. Esta comunicación puede
ser inmediata, si hay una presencia física entre los sujetos (ello ocurre en el proceso penal), o mediata,
cuando no concurre tal presencia física, y es necesaria una actuación judicial llamada notificación.
Según CASARINO la notificación es una actuación judicial que tiene por objeto poner en
conocimiento de las partes o de terceros una resolución judicial (o el hecho de haberse dictado una
resolución judicial, agrega el profesor FORTTES), para que así ella produzca sus efectos legales.
Las notificaciones son un tipo de actuación judicial, por tanto, las reglas legales que les son
aplicables son las siguientes: las normas contenidas en el Título VI (“De las notificaciones”) del Libro
I (“Disposiciones comunes a todo procedimiento”); y las normas contenidas en el Título VII (“De las
actuaciones judiciales”) del mismo Libro. Las normas del Título VI (arts. 38 a 58) son de carácter
especial, por tanto, son de aplicación preferente a las del Título VII, las cuales son de carácter
supletorio.
Las normas que contemplan estos títulos son de orden público e irrenunciables, es decir, las
partes no pueden renunciar en un contrato ni prescindir o alterar las formalidades con las que la ley
ha revestido a las notificaciones judiciales. Excepcionalmente, en los juicios arbitrales se faculta a las
partes para que unánimemente acuerden otra forma de notificación distinta a la personal o por cédula.
En efecto, el art. 629 del CPC señala que en los juicios arbitrales se harán las notificaciones
personalmente o por cédula, salvo que las partes unánimemente acuerden otra forma de notificación.
2. EFECTO E IMPORTANCIA DE LAS NOTIFICACIONES
Desde el punto de vista de los principios, las notificaciones judiciales permiten materializar
dentro del proceso el principio de la bilateralidad de la audiencia, puesto que al poner en conocimiento
de las partes una resolución judicial, les posibilita ejercer respecto de ésta sus derechos de defensa
e impugnación, conocer el estado del litigio, e imponerse de las decisiones de los tribunales; en
definitiva, les permite ejercer su derecho a ser oído.
Desde el punto de vista legal, las notificaciones tienen importancia en virtud de lo que dispone
el art. 38 del CPC, el cual señala que las resoluciones judiciales sólo producen efectos en virtud de
notificación hecha con arreglo a la ley, salvo los casos expresamente exceptuados por ella. Por tanto,
para que una resolución judicial produzca todos los efectos legales que le son propios214, debe cumplir

214
Como se verá en su oportunidad, el desasimiento del tribunal, junto con la cosa juzgada, son los principales
efectos que producen las resoluciones judiciales una vez notificadas a alguna de las partes.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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con dos requisitos copulativos, a saber: que la resolución judicial haya sido notificada, y que la
notificación haya sido practicada en conformidad a la ley. Ahora bien, se debe entender que una
resolución no ha sido notificada con arreglo a la ley, cuando la notificación no ha reunido todos los
requisitos necesarios para que sea válida en sí, y cuando una resolución es notificada mediante una
forma de notificación que no le es aplicable, aunque esa forma haya reunido todos sus requisitos de
validez.
En definitiva, no basta que el sujeto pasivo de la notificación haya tomado conocimiento del
hecho de la resolución para que ésta surta sus efectos (por ejemplo, que alguien le hubiese contado al
demandado de que se presentó una demanda en su contra y que fue acogida a tramitación), sino que
es necesario que dicha resolución sea notificada legalmente, en cuyo caso se presume de derecho que
el sujeto pasivo ha tomado conocimiento de la misma y, en consecuencia, a partir de ese momento la
resolución ha podido producir sus efectos propios, sin que dicho sujeto pueda alegar su
desconocimiento. Sin embargo, hay casos en que determinadas resoluciones judiciales producen sus
efectos legales no obstante la falta de notificación; a saber:

- La resolución recaída en una solicitud de medida prejudicial, pues de acuerdo al art. 289 del
CPC, las diligencias expresadas en este Título pueden decretarse sin audiencia de la persona
contra quien se piden (de plano), salvo los casos en que expresamente se exige su
intervención.

- La resolución recaída en una solicitud de medida precautoria provisional; pues de acuerdo al


art. 302 inc. II del CPC, podrán, sin embargo, llevarse a efecto dichas medidas antes de
notificarse a la persona contra quien se dictan, siempre que existan razones graves para ello
y el tribunal así lo ordene.

- La resolución que ordena despachar o denegar el mandamiento de ejecución y embargo, pues


de acuerdo al art. 441 inc. I del CPC, el tribunal examinará el título y despachará o denegará
la ejecución, sin audiencia ni notificación del demandado, aun cuando se haya éste
apersonado en el juicio. La ejecución se realiza sin previa notificación del ejecutado, debido
a que hay una sola relación: la del ejecutante y el juez; el deudor recién toma conocimiento
de la demanda ejecutiva sólo al momento de requerírsele de pago.

- Según algunos, también hacen excepción al art. 38 del CPC, las resoluciones notificadas
tácitamente. Estas resoluciones son aquellas a las que la ley le da valor jurídico en virtud de
su conocimiento de hecho y, en consecuencia, producen todos sus efectos correspondientes,
aun cuando debiendo haber sido notificadas, no lo fueron de ninguna forma o en otra forma
que la legal.

- Por último, el profesor FORTTES menciona a las actuaciones judiciales que se decretan de
plano, es decir, aquellas que el tribunal decreta de inmediato, sin mayores formalidades
(como la notificación), ni espera de términos que deban transcurrir.
Por último, el profesor FORTTES recalca que las notificaciones también tienen una
consecuencia extraprocesal, lo cual dice relación con la interrupción civil de la prescripción
adquisitiva (art. 2503 del CC) y extintiva (art. 2518 del CC), que produce la notificación de la
demanda.

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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Art. 2503. Interrupción civil es todo recurso judicial intentado por el que se pretende verdadero dueño de la
cosa, contra el poseedor.
Sólo el que ha intentado este recurso podrá alegar la interrupción; y ni aun él en los casos siguientes:
1. Si la notificación de la demanda no ha sido hecha en forma legal.

Art. 2518. La prescripción que extingue las acciones ajenas puede interrumpirse, ya natural, ya civilmente. Se
interrumpe civilmente por la demanda judicial; salvos los casos enumerados en el artículo 2503.

3. CLASIFICACIÓN DE LAS NOTIFICACIONES

3.1. NOTIFICACIÓN PROPIAMENTE TAL, CITACIÓN, EMPLAZAMIENTO Y REQUERIMIENTO


En cuanto a su objeto o finalidad inmediata, algunos autores (como CASARINO) señalan que
la notificación puede tener por objeto una citación, un emplazamiento o un requerimiento.
Habitualmente las expresiones “citación”, “emplazamiento”, y “requerimiento” suelen ser
consideradas por parte de la doctrina como especies de notificación, aunque en realidad, según
muchos tratadistas, se trata de actos de distinta naturaleza. En efecto, las diferencias entre
notificación, por una parte, y citación, emplazamiento y requerimiento, por la otra, se explican por el
hecho de que la notificación se agota con la comunicación, de allí que cuando se quiere imponer o
invitar a un particular a realizar una determinada conducta, más que acto de comunicación, se debe
hablar de acto de intimación del tribunal.
Por lo anterior, esta clasificación ha sido criticada, pues se estima que el objeto de la
notificación es única y exclusivamente el de comunicar y, por ende, no es necesario considerar qué
es lo que se comunica mediante ella, cuál es el contenido de la comunicación; y precisamente la
citación, el emplazamiento y el requerimiento se refieren a lo que se comunica, al contenido de la
comunicación. En efecto:
i. La citación es la comunicación que se hace a una persona para que comparezca al tribunal
para determinado objeto, bajo apercibimiento de incurrir en las sanciones que la ley establece
para este caso. Por ejemplo, se cita a la partes a prestar confesión judicial215.

ii. El emplazamiento es la comunicación que se hace a una parte para que, dentro de un
determinado plazo, haga valer sus derechos, en especial para contestar la demanda o para que
comparezca a proseguir un determinado recurso. De ahí que el emplazamiento conste de dos
elementos: notificación legal y transcurso del plazo.

iii. El requerimiento es la comunicación mediante la cual se apercibe a una parte para que en el
acto haga o no haga alguna cosa, o cumpla o no cumpla con alguna prestación (por ejemplo,
cuando se requiere de pago al deudor en el juicio ejecutivo)216.

215
El profesor LUHRS señala que la expresión citación tiene varias acepciones, a saber: (1) como forma de
ordenar una actuación judicial (por ejemplo, la solicitud de término probatorio extraordinario dentro del
territorio nacional); (2) como forma de llamamiento a personas para que comparezcan en juicio (por ejemplo,
la citación de evicción); (3) como forma de llamado a las partes para alguna diligencia de prueba (por ejemplo,
la citación de testigos); (4) como forma de hacer contradictoria la agregación de documentos acompañados por
la parte contraria; (5) como citación para oír sentencia.
216
El profesor LUHRS, a propósito de esto, comenta dos figuras: el apercibimiento y la intimación.
Según el profesor, el apercibimiento es la indicación de parte del tribunal, a una o ambas partes de un juicio,
de tener que realizar una determinada conducta, de suerte que si no la hacen, se les impone una sanción que la
294
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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iv. La notificación propiamente tal, es el hecho de poner en conocimiento de las partes o de un


tercero una determinada resolución judicial, con el objeto de que produzca efectos legales y
sin el propósito de que comparezca o cumpla con determinada prestación o abstención. Según
CASARINO, la regla general es que las notificaciones sean propiamente tales y,
excepcionalmente, ésta revestirá el carácter de una citación, de un emplazamiento o de un
requerimiento.

3.2. NOTIFICACIÓN PERSONAL, POR CÉDULA, TÁCITA, FICTA, POR ESTADO DIARIO ELECTRÓNICO,
NOTIFICACIÓN POR CORREO ELECTRÓNICO, Y ESPECIAL.

Atendiendo a la forma en que operan o se producen, las notificaciones se clasifican en: notificación
personal, la cual puede subclasificarse en: notificación personal propiamente tal, notificación personal
subsidiaria, y notificación personal por avisos. En segundo lugar, encontramos la notificación por
cédula, la cual también puede subclasificarse en: notificación por cédula propiamente tal, y
notificación por cédula por avisos. En tercer lugar, se encuentra la notificación tácita, la cual tiene la
virtud de reemplazar o de involucrar a todas las notificaciones anteriores. En cuarto lugar, está la
notificación ficta, que es aquella que se produce por el sólo ministerio de la ley, en caso de haberse
declarado la nulidad de la notificación de una resolución judicial. En quinto lugar, encontramos
la notificación por estado electrónico, que en virtud de la ley de tramitación digital reemplaza el
estado diario. Por último, encontramos la notificación por correo electrónico y la notificación
especial.
3.3. NOTIFICACIONES PRINCIPALES Y NOTIFICACIONES SUSTITUTAS
Atendiendo a su autonomía, el profesor FORTTES señala que el CPC contempla notificaciones
principales, que son: la notificación personal, la notificación por cédula, la notificación por el
estado diario, y las notificaciones especiales; y luego, establece algunas formas de notificaciones
sustitutas de las principales, las cuales no son autónomas, sino que vienen a reemplazar otro tipo de
notificación, y éstas son: la notificación personal subsidiaria o por cédula, la notificación por avisos
(que puede ser sustitutiva de la personal o por cédula), y la notificación tácita y ficta.
4. REQUISITOS GENERALES DE LAS NOTIFICACIONES
Las notificaciones, al ser un tipo de actuación judicial, deben cumplir con los requisitos
propios de éstas; sin embargo, al estudiar las notificaciones en particular, se verá que algunas de éstas
hacen excepción a alguno de estos requisitos. Pero, en general, las notificaciones deben cumplir con
los siguientes requisitos:
i. En primer lugar, es indispensable que la notificación sea practicada por un funcionario
competente, esto es, por el funcionario que la ley señala que debe intervenir, según la clase
de notificación de que se trata. En concreto, estos funcionarios son:

misma ley contempla (por ejemplo, el art. 31 del CPC señala que si no se entregan las copias de los escritos o
si resulta disconformidad substancial entre aquéllas y el escrito original, el tribunal debe ordenar que la parte
acompañe las copias dentro de tercero día, bajo apercibimiento de tener por no presentado el escrito). La
intimación, en cambio, no es propia del CPC, sino que del juicio penal, y consiste en la exhibición de la orden
del tribunal al sujeto pasivo, para que realice una determinada conducta que le es perjudicial (por ejemplo, la
intimación de la orden de detención).
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- El Secretario del tribunal, a condición de que haga la notificación en su oficio u oficina


(el Secretario interviene en la notificación personal y en la notificación por el estado
diario). El art. 58 inc. I del CPC señala que las funciones que en este título (Título VII
de las notificaciones) se encomiendan a los secretarios de tribunales, podrán ser
desempeñadas bajo la responsabilidad de éstos, por el oficial primero de la secretaría.
- Los Receptores Judiciales, los cuales son ministros de fe pública, encargados de hacer
saber a las partes fuera de las oficinas del Secretario del tribunal, de las resoluciones
judiciales dictadas en un determinado juicio y de evacuar todas aquellas diligencias
que los mismos tribunales les cometieren (art. 309 del COT)217.
- De conformidad a la primera parte del inc. II del art. 58 del CPC, en aquellos lugares
en que no exista receptor judicial, la notificación podrá ser hecha por el Notario
Público u Oficial del Registro Civil que exista en la localidad.
- La segunda parte del inc. II del art. 58 del CPC, señala que en todo caso, el juez siempre
podrá designar como ministro de fe ad hoc a un empleado del tribunal, para el sólo
efecto de practicar la notificación; asimismo, el art. 392 inc. II del COT señala que
podrá el tribunal de la causa designar receptor a un empleado de la secretaría del
mismo tribunal para el sólo efecto de que practique una diligencia determinada que
no pueda realizarse por ausencia, inhabilidad u otro motivo calificado, por los
receptores judiciales a que se refiere el inciso anterior. Estos ministros de fe se
denomina “receptores ad-hoc”, y se ven mucho en materia de policía local.

ii. En segundo lugar, es indispensable que las notificaciones sean practicadas e n horas, días y
lugares hábiles. En esta materia se deben aplicar las normas especiales para cada tipo de
notificación, y en caso de que no señalen nada, se debe recurrir al Título VII (“De las
actuaciones judiciales”), el cual en su art. 59 establece que las actuaciones judiciales deben
practicarse en días y horas hábiles. Son días hábiles los no feriados. Son horas hábiles las
que median entre las ocho y las veinte horas.

iii. Como toda actuación judicial, es indispensable que se deje constancia en el proceso de
la notificación practicada, específicamente en la carpeta electrónica, con todas las
solemnidades que la ley establece para cada forma de notificación en particular; eso sí,
siempre con la indicación del día, la hora y el lugar en la cual se practica, y la correspondiente
firma del ministro de fe (puede firmar el notificado, pero ello no es un requisito esencial).

iv. Desde el momento en que la notificación judicial es un acto de autoridad, de acuerdo al art.
39 del CPC, para su validez no se requiere el consentimiento del notificado. Pues si se
estableciera la tesis contraria, en la práctica se haría imposible efectuar válidamente una
notificación judicial, desde el momento que le bastaría a una persona negarse a ser
notificada de una resolución dictada en su contra, para que ella no produjese efectos218. Aún

217
El receptor actúa en todo lo que trascienda la oficina del secretario, por ende, puede notificar en el pasillo,
en el ascensor, etc., es decir dentro del palacio de tribunales pero fuera del oficio del secretario.
218
Según José Ramón CAMIRUAGA, la única excepción que contempla el legislador al art. 39 del CPC, es
la notificación personal realizada en la oficina del secretario, puesto que este tipo de notificación exige para su
validez el consentimiento del notificado. En efecto, el art. 380 Nº 2 del COT establece, entre las funciones del
secretario, dar a conocer las providencias o resoluciones a los interesados que acudieren a la oficina para
296
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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más, conforme al art. 57 del CPC, las diligencias de notificación que se estampen en los
procesos, no contendrán declaración alguna del notificado, salvo que la resolución ordene
o, por su naturaleza, requiera esa declaración. Un ejemplo de una declaración, se da cuando
se requiere de pago al deudor y éste paga en el acto, pues en dicho caso, se debe dejar
constancia del hecho del pago y de lo manifestado por el deudor sobre el particular; lo mismo
sucede con la tacha de falsedad de firma puesta por el aceptante de una letra de cambio o
suscriptor de pagaré, al tiempo de protestarse el documento por falta de pago.

5. LAS NOTIFICACIONES EN PARTICULAR

5.1. NOTIFICACIÓN PERSONAL O NOTIFICACIÓN PROPIAMENTE TAL

a. Concepto
El art. 40 inc. I del CPC señala que en toda gestión judicial, la primera notificación a las
partes o personas a quienes hayan de afectar sus resultados, deberá hacérseles personalmente,
entregándoseles copia íntegra de la resolución y de la solicitud en que haya recaído, cuando sea
escrita. De acuerdo a esta disposición, se puede definir a la notificación personal como aquella que
consiste en entregar a quien se trata de notificar, en forma personal, copia íntegra de la resolución y
de la solicitud en que haya recaído, cuando sea escrita.
No siempre una solicitud es escrita, pues un ejemplo de solicitud verbal se encuentra en la
demanda del juicio ordinario de mínima cuantía; no obstante, se deja constancia de ella en un acta, y
al notificado se le entregue copia del acta y de la resolución que en ella hubiere recaído (art. 704 inc.
II y 705 del CPC).
Art. 704 inc. II. La demanda se interpondrá verbalmente o por escrito. En el primer caso se dejará constancia,
en un acta que servirá de cabeza al proceso, del nombre, profesión u oficio y domicilio del demandante, de los
hechos que éste exponga y de sus circunstancias esenciales, de los documentos que acompañe y de las peticiones
que formule.

Esta es la forma más perfecta de notificación, ya que es la única que produce un conocimiento
real, directo y efectivo del contenido de la notificación por parte del notificado, mientras que las
restantes notificaciones importan una ficción de conocimiento, pues el notificado adquiere
conocimiento del contenido de la notificación de un modo indirecto (por ejemplo, por un aviso en la
puerta, o por una persona adulta que habita en su casa). Es por ello que puede ser supletoria de
cualquier otra forma de notificación, esto conforme el inc. final del art. 47 del CPC, que dice que
puede usarse en todo caso.
b. Requisitos

i. En cuanto al funcionario competente, la notificación personal propiamente tal puede ser


practicada solamente por el secretario del tribunal, el cual puede delegar sus funciones en el
Oficial Primero de la Secretaría; y el Receptor. En caso de ausencia, inhabilidad u otro motivo
calificado del Receptor que debe practicar la notificación, el tribunal puede designar como
receptor a un empleado de la secretaría del mismo tribunal para el sólo efecto de que practique

tomar conocimiento de ellas, registrando en la carpeta electrónica las modificaciones que hicieren, y practicas
las notificaciones por el estado diario.
297
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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esa determinada actuación (receptor ad-hoc). No obstante lo anterior, existen organismos


públicos que cuentan con funcionarios propios para la práctica de las notificaciones, por ejemplo,
el Consejo de Defensa del Estado; y en algunos procedimientos especiales (de mínima cuantía),
se posibilita que la notificación personal se efectúe por personas que no revisten el carácter de
ministros de fe, por ejemplo, el art. 705 del CPC autoriza que la notificación se efectúe por medio
de vecino de la confianza del tribunal que sea mayor de edad y sepa leer y escribir, o por un
miembro del cuerpo de Carabineros.

ii. En cuanto al lugar y tiempo en que se debe efectuar esta notificación, hay que tener presente el
art. 41 del CPC, el cual establece los siguientes lugares y horarios para notificar:

- En los lugares y recintos de libre acceso público, la notificación personal se podrá efectuar
en cualquier día y a cualquier hora, procurando causar la menor molestia posible al
notificado. En los juicios ejecutivos, no podrá efectuarse el requerimiento de pago en
público y, de haberse notificado la demanda en un lugar o recinto de libre acceso público,
se estará a lo establecido en el N° 1° del art. 443, es decir que se dejará una citación fijando
día, hora y lugar para que este concurra a su oficina a fin de realizar el requerimiento (art.
41 inc. I del CPC)

- Además, la notificación podrá hacerse en cualquier día, entre las seis y las veintidós horas
(no entre las ocho y veinte horas), en la morada o lugar donde pernocta el notificado o en
el lugar donde éste ordinariamente ejerce su industria, profesión o empleo (por ejemplo,
para el comerciante, lo será todo el establecimiento de comercio, incluso las bodegas,
fábricas, instalaciones o dependencias), o en cualquier recinto privado en que éste se
encuentre y al cual se permita el acceso del ministro de fe (art. 41 inc. II del CPC). La
“morada o habitación” es el lugar en donde vive el notificado, en donde está de asiento
con cierta frecuencia; y el “lugar donde pernocta”, es el lugar donde la persona pasa la
noche.

- Igualmente, son lugares hábiles para practicar la notificación el oficio del secretario (éste
es en el único lugar en donde puede notificar el secretario), la casa que sirva para despacho
del tribunal y la oficina o despacho del ministro de fe que practique la notificación. Los
jueces no podrán, sin embargo, ser notificados en el local en que desempeñan sus
funciones (art. 41 inc. IV del CPC). Según la doctrina, al utilizar la ley la expresión
“local”, ha querido referirse mediante ella al despacho del juez exclusivamente, y no al
resto de las oficinas que sirven de despacho al tribunal.
En este caso, como el inc. IV del art. 41 no estableció un periodo de tiempo específico
dentro del cual debe practicarse la notificación, hay que recurrir al art. 59 del CPC, que
señala que las actuaciones judiciales deben llevarse a cabo en días hábiles, entre las ocho
y veinte horas.

- Finalmente, el art. 42 del CPC señala que podrá el tribunal ordenar que se haga la notificación
en otros lugares que los expresados en el artículo anterior, cuando la persona a quien se trate
de notificar no tenga habitación conocida en el lugar en que ha de ser notificada. Esta
circunstancia se acreditará por certificado de un ministro de fe que afirme haber hecho las
indagaciones posibles, de las cuales dejará testimonio detallado en la respectiva diligencia (y
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de que las indagaciones practicadas han resultado infructuosas para determinar la habitación
de la persona). En la práctica, esta orden que expide el tribunal, a solicitud de parte, se conoce
con el nombre de habilitación de lugar219.

Si bien, la notificación se puede llevar a efecto en distintos lugares y en distintos horarios, como
toda actuación judicial, por regla general, debe llevarse a efecto en días hábiles. Sin embargo,
nada obsta a la facultad de solicitar habilitación de día y hora inhábiles, pues de acuerdo al art.
60 inc. I del CPC, pueden los tribunales, a solicitud de parte, habilitar para la práctica de
actuaciones judiciales días u horas inhábiles, cuando haya causa urgente que lo exija. En tal caso,
conforme al art. 41 inc. III del CPC, si la notificación se realizare en día inhábil, los plazos
comenzarán a correr desde las cero horas del día hábil inmediatamente siguiente, y si se hubiere
practicado fuera de la comuna donde funciona el tribunal, los plazos se aumentarán en la forma
establecida en los arts. 258 y 259 (se aumentarán de acuerdo a la tabla de emplazamiento).

iii. En cuanto a la forma en que se practica la notificación personal, ésta consta de dos partes
perfectamente determinadas:

- La primera consiste en la entrega al notificado, por parte del ministro de fe que interviene,
de dos documentos: en primer lugar, una copia íntegra de la resolución que dicta el tribunal
(por ejemplo: “en lo principal: por interpuesta demanda en juicio ordinario de mayor cuantía.
Traslado”; y si un hay otrosí, en la notificación se establece, por ejemplo: “primer otrosí: por
acompañado documentos singularizados, con citación”; “segundo otrosí: por acompañado
copia de mandato, con citación”; “tercer otrosí: téngase presente el patrocinio y poder”); y en
segundo lugar, una copia de la solicitud en la que la resolución hubiere recaído, cuando sea
escrita (por ejemplo, la copia de la demanda, o la copia de la solicitud de una medida
prejudicial). La razón de acompañar la copia del escrito, es que con la redacción sintética de
la resolución no sería comprensible la notificación y, además, porque la resolución hace
referencia a la solicitud que provee.

- Una vez cumplidas las formalidades anteriores, como la notificación personal es una
actuación judicial, se hará constar en el proceso por diligencia que suscribirán el notificado
y el ministro de fe, y si el primero no puede o no quiere firmar, se dejará testimonio de este
hecho en la misma diligencia (art. 43 inc. I del CPC). O sea, la firma del notificado no es un
requisito de validez (como sí ocurre a propósito de la firma del ministro de fe), pues la falta
de firma de éste puede ser suplida por el testimonio de que no quiso o no pudo firmar. Agrega
el art. 43 inc. II del CPC que la certificación deberá, además, señalar la fecha (día, mes y
año), hora y lugar donde se realizó la notificación220 y, de haber sido hecha en forma

219
El legislador no estableció el lugar que debe habilitarse para efectuar la notificación; no obstante, la
jurisprudencia se ha inclinado por los sitios en donde habitualmente o por pública notoriedad, la persona se
encuentra o es posible encontrarla (por ejemplo, en el cine, en la fuente de soda, etc.). Sin embargo, el profesor
FORTTES recalca que esta norma se justificaba antes del año 1995, ya que antes de la reforma legal de dicho
año, no se permitía notificar en lugares públicos, y para ello se pedía la habilitación de un lugar público.
220
Por lugar en que se ha practicado la notificación se entiende, evidentemente, alguno de aquellos que la ley
considera como lugares hábiles para la práctica de esta clase de notificaciones, y no la ciudad, villa o aldea en
que se ha efectuado la correspondiente actuación.
299
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personal, precisar la manera o el medio con que el ministro de fe comprobó la identidad del
notificado.

c. Casos en que tiene lugar


Diversos preceptos establecen los casos en que debe se debe emplear la notificación personal
propiamente tal, siendo los casos más importantes los siguientes:
i. La primera notificación que se haga al demandado. El art. 40 inc. I del CPC establece que
en toda gestión judicial, la primera notificación a las partes o personas a quienes hayan de
afectar sus resultados se debe hacérseles personalmente, entregándoseles copia íntegra de
la resolución y de la solicitud en que haya recaído, cuando sea escrita. El inc. II de la misma
disposición agrega que esta notificación se hará al actor en la forma establecida en el art.
50; es decir, al demandante se le notifica de la primera gestión judicial por el estado diario
(hoy en día se lleva de manera electrónica) mientras que al demandado personalmente. La ley
habla de “gestión judicial”, por tanto, esta forma de notificación se usará tanto en los asuntos
contenciosos como en los no contenciosos, y tanto en los juicios ordinarios como en los
especiales. Por otro lado, hay que tener presente que la ley habla de “primera notificación” y
no de la notificación de la demanda; por ende, la demanda y la resolución que sobre ella
recaiga, se notificarán personalmente al demandado sólo cuando hubiese sido la primera
presentación que dio inicio al procedimiento (lo cual es lo normal), no obstante, si el proceso
se hubiere iniciado por una medida prejudicial, ella y la resolución que recae sobre ésta,
deberá ser notificada personalmente por ser la primera notificación, y no la demanda que se
presentare con posterioridad.
Sin perjuicio de lo expuesto, se ha producido discusión acerca de algunos procedimientos que
se pueden suscitar durante o como consecuencia de una gestión judicial, como ocurre, por
ejemplo, con las tercerías en el juicio ejecutivo, las que conforme a la ley se tramitan como
incidentes. El problema es si éstas constituyen o no un proceso independiente; si se sostiene
que son un proceso independiente, la demanda de tercería necesariamente debe notificarse
personalmente; si no, se notificarían por el estado diario que es la regla general en materia de
notificación.
ii. Cuando la ley así lo disponga para la validez de ciertos actos. De conformidad con el art.
47 inc. I del CPC, la forma de notificación de que tratan los artículos precedentes
(notificación personal en persona y subsidiaria) se empleará siempre que la ley disponga que
se notifique a alguna persona para la validez de ciertos actos… Por ejemplo, el art. 10 inc.
II del CPC señala que si la causa de la expiración del mandato es la renuncia del procurador,
estará obligado a ponerla en conocimiento de su mandante, junto con el estado del juicio, y
se entenderá vigente el poder hasta que haya transcurrido el término de emplazamiento desde
la notificación (personal) de la renuncia al mandante; otro ejemplo lo constituye la
notificación de la cesión de un crédito nominativo, pues de acuerdo al art. 1902 del CC, la
cesión no produce efecto contra el deudor ni contra terceros, mientras no ha sido notificada
por el cesionario al deudor o aceptada por éste.

iii. Cuando el tribunal lo disponga expresamente. El mismo art. 47 inc. I señala que la forma
de notificación de que tratan los artículos precedentes (personal y personal subsidiaria) se
empleará… cuando los tribunales lo ordenen expresamente. Por lo tanto, el tribunal puede
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ordenar que cualquier resolución judicial que haya sido dictada por él, sea notificada
personalmente, aunque la ley establezca otra forma de notificación para la resolución de que
se trate; esta orden del tribunal debe ser expresa y su dictación tiene el carácter facultativo.
En todo caso, el tribunal para dictar esa orden debe tomar en cuenta la importancia y costo
de la notificación, y la ventaja que ella pueda tener para el notificado, en cuanto a la celeridad
del proceso.

iv. Las notificaciones hechas a terceros sin interés. De conformidad con el art. 56 del CPC,
las notificaciones que se hagan a terceros que no sean parte en el juicio o a quienes no
afecten sus resultados, se harán personalmente o por cédula; por ejemplo, la citación de los
testigos a declarar. Lo normal, en la práctica, es que dichas resoluciones se notifiquen por
cédula y no personalmente, por ser aquella una forma de notificación de mayor expedición y
fácil de practicar.

v. La primera notificación del tribunal de alzada. En efecto, el art. 221 del CPC dispone que
la notificación de las resoluciones que se dicten por el tribunal de alzada se practicará en la
forma que establece el art. 50 (por el estado diario), con excepción de la primera, que debe
ser personal, y de lo dispuesto en los arts. 201 (la resolución que declara la deserción del
recurso de apelación produce sus efectos sin necesidad de notificarse) y 202 (las resoluciones
que se dicten respecto del apelado rebelde, producirán sus efectos sin necesidad de
notificación). Agrega el inc. II que podrá, sin embargo, el tribunal ordenar que se haga por
otro de los medios establecidos en la ley, cuando lo estime conveniente.

vi. La orden de requerir de pago al deudor. De acuerdo al art. 443 del CPC, el mandamiento
de ejecución contendrá: 1) la orden de requerir de pago al deudor. Este requerimiento debe
hacérsele personalmente; pero si no es habido, se procederá en conformidad al art. 44
(notificación personal subsidiaria), expresándose en la copia a que dicho artículo se refiere, a
más del mandamiento, la designación del día, hora y lugar que fije el ministro de fe para
practicar el requerimiento. No concurriendo a esta citación el deudor, se hará inmediatamente
y sin más trámite el embargo.

vii. Por último, de acuerdo al art. 47 inc. final del CPC, podrá, además, usarse en todo caso. La
razón de esto, es porque la notificación personal es la más completa que establece la ley, y
por ello puede ser usada facultativamente por cualquiera de las partes para notificar cualquier
resolución judicial, aunque la ley establezca una forma especial respecto de la misma
resolución.

5.2. NOTIFICACIÓN PERSONAL SUBSIDIARIA O PERSONAL POR CÉDULA

a. Concepto
A esta forma de notificación se la conoce con varios nombres en doctrina: personal por
cédula, personal subsidiaria, personal sustitutiva, o personal por el art. 44 del CPC. El supuesto es
que se tiene que notificar personalmente a una persona, y ésta no se encuentra en su habitación o en
el lugar donde ejerce habitualmente su profesión o empleo, pero se encuentra en el lugar del juicio
(por tanto, no podrá ser aplicada a un individuo que está en el extranjero).

301
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El art. 44 inc. I del CPC señala que si buscada en dos días distintos en su habitación, o en el
lugar donde habitualmente ejerce su industria, profesión o empleo, no es habida la persona a quien
debe notificarse, se acreditará que ella se encuentra en el lugar del juicio y cuál es su morada o lugar
donde ejerce su industria, profesión o empleo, bastando para comprobar estas circunstancias la
debida certificación del ministro de fe. Agrega el inc. II que establecidos ambos hechos, el tribunal
ordenará que la notificación se haga entregando las copias a que se refiere el art. 40 a cualquiera
persona adulta que se encuentre en la morada o en el lugar donde la persona que se va a notificar
ejerce su industria, profesión o empleo. Si nadie hay allí, o si por cualquiera otra causa no es posible
entregar dichas copias a las personas que se encuentren en esos lugares, se fijará en la puerta un
aviso que dé noticia de la demanda, con especificación exacta de las partes, materia de la causa,
juez que conoce en ella y de las resoluciones que se notifican.
De acuerdo a lo anterior, la notificación personal subsidiaria se puede definir como aquella
que consiste en entregar copia íntegra de la resolución y de la solicitud en que haya recaído, cuando
sea escrita, a cualquier persona adulta que se encuentre en la morada o en el lugar donde la persona
que se va a notificar ejerce su industria, profesión o empleo, y en caso de que nadie se encuentre allí
o si por cualquier otra causa no es posible entregar dichas copias a las personas que se encuentren en
esos lugares, se deberá fijar en la puerta un aviso que dé noticia de la demanda, con especificación
exacta de las partes, materia de la causa, juez que conoce de ella y de las resoluciones que se notifican.
b. Requisitos de procedencia
Para que tenga lugar esta forma de notificación, se analizarán los requisitos necesarios que deben
concurrir en orden cronológico.
i. Primero que todo, es necesario que el Receptor busque a la persona en dos días distintos, en
el lugar donde tiene su habitación (lugar donde vive), o en el lugar donde ejerce su profesión,
industria o empleo. La razón de que sean dos días distintos, es que puede suceder que quien
se trata de notificar se encuentre fuera del lugar hábil precisamente los mismos días de la
semana (por ejemplo, todos los días miércoles); aún más, pese a que la ley no lo ha
establecido, la doctrina ha entendido que las dos búsquedas deben practicarse en horas
diversas.

ii. Una vez que el Receptor encargado de la diligencia ha buscado a la persona que se trata de
notificar por dos días distintos, debe certificar en autos (en la carpeta electrónica) las
siguientes circunstancias:
- La efectividad de que buscó en dos días distintos en su habitación o en el lugar donde
habitualmente ejerce su industria, profesión o empleo, a la persona a quien se debe
notificar.
- Debe acreditar que la persona se encuentra en el lugar del juicio, esto es, según el
profesor FORTTES, el lugar donde tiene competencia el tribunal que conoce de la causa.
- Debe certificar cuál es su morada o habitación, o el lugar donde ejerce su industria,
profesión o empleo, bastando para comprobar estas circunstancias, la debida
certificación del ministro de fe (por ejemplo, el Receptor debe averiguarlo
preguntando a vecinos, al cartero, etc.).

iii. Una vez que han sido certificados estos hechos, el tribunal que conoce de la causa, debe
ordenar esta forma de notificación mediante una resolución. El profesor FORTTES recalca
302
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que para que el juez dicte resolución, es necesario que alguien lo solicite (normalmente es el
demandante), ya que no es algo que opera automáticamente; y en caso de solicitarse, el juez
revisará el expediente, certificará que están las búsquedas, y que la persona está en el lugar
del juicio.

iv. Luego viene la notificación misma ¿Cómo se realiza esta notificación? Aquí hay que analizar
distintos aspectos: en cuanto a las horas y días , hay que acudir a la regla general de las
actuaciones judiciales, por ende, sólo se puede realizar en días y horas hábiles (de 08: 00 a
20:00 horas); en relación al lugar , éste es el que certificó el Receptor, ya sea la morada o el
lugar en donde la persona ejerce su empleo; y en cuanto a la forma de proceder , hay que
distinguir, pues la comunicación en que ella consiste puede realizarse de dos modos:

- De un modo principal, mediante la entrega de la copia íntegra de la resolución y de


la solicitud en que hubiere recaído, a la persona adulta que se encuentre en la
habitación o lugar en donde el notificado ejerce su empleo, profesión o industria221.

- De un modo subsidiario al principal, mediante la fijación de un aviso en la puerta que


dé noticia de la demanda, y que especifique en forma exacta a las partes, la materia
de la causa, el juez que conoce de ella, y de las resoluciones que se notifican; esto en
caso de que no haya nadie en la morada o en el lugar donde ejerce habitualmente su
profesión el notificado, o si por cualquiera otra causa (distinta a la ausencia) no es
posible entregar dichas copias a las personas que se encuentren en esos dos lugares
(por ejemplo, si la persona es impúber, o siendo adulta se niega a recibir las copias o
impide la entrada al ministro de fe encargado de practicar la notificación). En la
práctica, la fijación del aviso en la puerta, es efectuada por el ministro de fe lanzando
por debajo de la puerta las mismas copias que no pudo entregar.
- Luego, de acuerdo al inc. III del art. 44, en caso que la morada o el lugar donde
pernocta o el lugar donde habitualmente ejerce su industria, profesión o empleo, se
encuentre en un edificio o recinto al que no se permite libre acceso, el aviso y las
copias se entregarán al portero o encargado del edificio o recinto, dejándose
testimonio expreso de esta circunstancia.

Lo que esta norma establece es una verdadera ficción legal, puesto que se da por notificada
a una persona que ni siquiera se le ha encontrado. En efecto, el conocimiento de la
notificación se presume producido de alguno de los siguientes modos: por la recepción
indirecta de la copia íntegra de lo que debe ser notificado; o por el sólo hecho de la fijación
del aviso que dé noticia de lo que debe ser notificado.

221
Persona adulta significa, conforme a los arts. 26 y 55 del CC, todo individuo de la especie humana, cualquiera
que sea su estirpe o condición, que siendo varón haya cumplido 14 años, o que siendo mujer, haya cumplido
12; es decir, que no sea impúber y, por tanto, incapaz absoluto en razón de la edad (no hay que confundir
persona adulta con mayor de edad). La ley exige la calidad de adulto o de púber en la persona que recibe las
copias, con el objeto de asegurarse de que ellas lleguen a manos del notificado, pues el legislador presume que
dichas personas tienen el suficiente discernimiento para darse cuenta de la importancia del acto en que
intervienen, a pesar de ser incapaces relativos para los actos civiles.
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v. Lo anterior no basta, pues a objeto de garantizar que el notificado tuviere conocimiento de la


notificación practicada, el art. 46 del CPC establece que cuando la notificación se efectúe en
conformidad al art. 44, el ministro de fe deberá dar aviso de ella al notificado, dirigiéndole
con tal objeto carta certificada por correo, en el plazo de dos días contado desde la fecha de
la notificación o desde que se reabran las oficinas de correo, si la notificación se hubiere
efectuado en domingo o festivo. La carta podrá consistir en tarjeta abierta que llevará
impreso el nombre y domicilio del receptor y deberá indicar el tribunal, el número de ingreso
de la causa y el nombre de las partes. En el testimonio de la notificación deberá expresarse,
además, el hecho del envío, la fecha, la oficina de correo donde se hizo y el número de
comprobante emitido por tal oficina. Este comprobante deberá ser pegado al expediente a
continuación del testimonio. La omisión en el envío de la carta no invalidará la notificación,
pero hará responsable al infractor de los daños y perjuicios que se originen y el tribunal,
previa audiencia del afectado, deberá imponerle alguna de las medidas que se señalan en
los números 2, 3 y 4 del art. 532 del COT (censura por escrito, multa o suspensión de sus
funciones hasta por un mes).

vi. Una vez cumplidos estos trámites (entrega de copias o fijación de aviso, y envío de carta
certificada) el Receptor debe:

- Dejar constancia de la diligencia en el proceso. En efecto, el art. 45 del CPC dispone


que la diligencia de notificación, en el caso del artículo precedente, se extenderá en
la forma que determina el art. 43, siendo obligada a subscribirla la persona que reciba
las copias, si puede hacerlo, dejándose testimonio de su nombre, edad, profesión y
domicilio. A su vez, el art. 43 del CPC señala que la notificación se hará constar en
el proceso por diligencia que subscribirán el notificado y el ministro de fe, y si el
primero no puede o no quiere firmar, se dejará testimonio de este hecho en la misma
diligencia222; agrega el inc. II que la certificación deberá, además, señalar la fecha,
hora y lugar donde se realizó la notificación y, de haber sido hecha en forma
personal, precisar la manera o el medio con que el ministro de fe comprobó la
identidad del notificado.

- Debe dejar testimonio del hecho del envío de la carta certificada, la fecha, la oficina
de correo donde se hizo, y el número de comprobante emitido por tal oficina, y este
comprobante debe ser pegado al expediente a continuación de la certificación (art.
46 inc. I del CPC).
- Una vez que el receptor ha certificado lo por él obrado, debe proceder a estampar su
firma y a devolver el expediente a la secretaría del tribunal dentro de los dos días
hábiles siguientes a la fecha en que se practicó la diligencia (art. 393 inc. III del
COT).

Art. 393 inc. III. Los receptores sólo podrán retirar de la secretaría del tribunal las piezas del
expediente que sean estrictamente necesarias para la realización de la diligencia que deban

222
Cabe decir que son excepcionalísimas las actas en que aparece la firma de la persona que ha recibido las
copias indicadas y, en la práctica, y por razones de evidente comodidad, se suele agregar una cláusula que ha
pasado a formar parte de toda diligencia de esta clase, que señala: “... entregué las copias correspondientes a
una persona adulta que no quiso firmar”.
304
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efectuar. El expediente o el respectivo cuaderno, en su caso, deberán devolverse a la secretaría


del tribunal dentro de los dos días hábiles siguientes a la fecha en que se practicó la diligencia,
con la debida constancia de todo lo obrado. Todo incumplimiento a las normas de este inciso
constituirá falta grave a las funciones y será sancionado por el tribunal, previa audiencia del
afectado, con alguna de las medidas contempladas en los números 2, 3 y 4 del artículo 532.
En caso de reincidencia, el juez deberá aplicar la medida de suspensión de funciones por un
mes.

5.3. NOTIFICACIÓN POR CÉDULA223

a. Concepto
Es aquella que consiste en la entrega que hace el ministro de fe de una cédula en el domicilio
del notificado, la cual contiene copia íntegra de la resolución que se trata de notificar y los datos
necesarios para su acertada inteligencia. Los “datos necesarios para su acertada inteligencia” son: el
número de rol del proceso, la identificación del proceso según la clase de juicio, el nombre de las
partes, y el tribunal ante el cual se sigue el proceso. Generalmente estos datos son estampados por el
receptor en el margen superior izquierdo de la copia de la resolución que se notifica.
b. Requisitos de procedencia
Al respecto, hay que señalar que se aplican los requisitos comunes a toda notificación, sin
perjuicio de que tenga que cumplir con requisitos propios o específicos. En concreto estos requisitos
son:
i. Como las disposiciones que regulan a este tipo de notificación no se refieren a la oportunidad
en que hay que efectuarla, se aplican las reglas de las actuaciones judiciales y, por tanto, se
debe realizar en días y horas hábiles, esto es, en días que no sean feriados y entre las ocho y
veinte horas.

ii. En cuanto al funcionario competente, dado que la notificación por cédula se debe efectuar en
un lugar que no es el oficio del secretario, debe ser llevada a cabo por un Receptor.
iii. El lugar hábil para practicar la notificación es el domicilio del notificado. Hay que señalar
que el término domicilio no es el mismo que se utiliza en Derecho civil, es decir, la residencia
con ánimo de permanencia en ella; sino que se refiere al domicilio procesal que cada parte
tiene que obligadamente designar en la primera actuación judicial. La ley vela para que este
domicilio se encuentre debidamente indicado en los autos y, además, para que esté ubicado
en un lugar que facilite la diligencia; en efecto, el art. 49 inc. I del CPC señala que para los
efectos del artículo anterior (notificación por cédula), todo litigante deberá, en su primera
gestión judicial, designar un domicilio conocido dentro de los límites urbanos del lugar en
que funcione el tribunal respectivo, y esta designación se considerará subsistente mientras
no haga otra la parte interesada, aun cuando de hecho cambie su morada; la razón de esto
último, es que es la parte la directamente interesada en precaverse de que su domicilio fijado

223
El profesor LUHRS, siguiendo a CASARINO, continúa con el estudio de la notificación por avisos,
a la cual denomina notificación personal por medio de avisos en los diarios o periódicos. Pero el profesor
FORTTES las analiza después de las notificaciones por cédula, pues la notificación por avisos es sustitutiva
tanto de la notificación personal, como de la notificación por cédula.
305
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en autos coincida con su domicilio real, para los efectos de recibir oportunamente las cédulas
que allí se le entreguen.
Esta obligación pesa sobre ambas partes litigantes, pues la ley no distingue, y se debe cumplir
en la primera gestión judicial, de manera que si el juicio no comienza por una demanda, sino
que por una medida prejudicial o una gestión preparatoria de la vía ejecutiva, o por una
excepción dilatoria (tratándose del demandado) en estas gestiones deberán las partes cumplir
con la obligación anterior.
Toda carga procesal debe tener una consecuencia adversa para el caso de no ser cumplida, y
la carga de designar domicilio que pesa sobre cualquier litigante en su primera presentación,
tampoco escapa a la regla señalada, pues, en caso de no hacerse tal designación, la
consecuencia consiste en que se le notifique por el estado diario aquellas resoluciones que
deberían habérsele notificado por cedula, y al ser la notificación por el estado la notificación
más simple de todas, el grado de posibilidad de conocimiento del notificado es menor. En
efecto, el art. 53 del CPC prescribe que la forma de notificación de que trata el art. 50
(notificación por el estado) se hará extensiva a las resoluciones comprendidas en el art. 48 (a
las notificaciones por cédula), respecto de las partes que no hayan hecho la designación a que
se refiere el art. 49 y mientras ésta no se haga. Agrega el inc. II que esta notificación se hará
sin necesidad de petición de parte y sin previa orden del tribunal, es decir, opera por el sólo
ministerio de la ley; y ella se hará efectiva por el secretario al practicar la correspondiente
notificación por el estado diario.224
¿Qué ocurre con el litigante rebelde en esta situación? Se ha discutido si esta sanción se aplica
sólo al litigante que efectúa una gestión judicial y no designa domicilio o, además, al litigante
cuyos trámites se dan por evacuados en su rebeldía. El profesor José Ramón CAMIRUAGA
sostiene que si el litigante rebelde es el demandado, no se le debe aplicar la sanción del art.
53 del CPC, ya que esa aplicación vendría a agravar desconsideradamente su situación en el
proceso (indefensión), además, la no aplicación de la sanción no produce un gran retardo
en la marcha del juicio, ya que son contadas las resoluciones que deben ser notificadas por
cédula legalmente; pero si el litigante rebelde es el demandante, se le debe aplicar la sanción
del art. 53 del CPC, porque además de no existir a su respecto el riesgo de su indefensión, es
precisamente a éste a quien corresponde individualizarse en su primera gestión judicial, no
siendo carga del demandado individualizarlo. Sin embargo, según el profesor FORTTES, al
litigante rebelde sin distinciones, se le debería notificar por el estado diario (como sanción),
porque tuvo la posibilidad de defenderse y no lo hizo; asimismo, la jurisprudencia
últimamente ha tendido a uniformarse en el sentido de que al litigante rebelde (sea
demandante o demandado) también se le debe aplicar esta sanción, puesto que la rebeldía

224
Según el profesor FORTTES, a pesar de que la sanción opera de pleno derecho, se debe pedir al tribunal que
la aplique. Por otra parte, la jurisprudencia ha señalado que esta sanción no sólo es procedente cuando no se ha
designado domicilio, sino también cuando esta designación es incompleta o incorrecta (en un lugar distinto a
los señalados en el art. 49 del CPC); además, ha señalado que la designación de domicilio atribuida por el
demandante o por el demandado, a su contraparte en los escritos fundamentales, y no contradicha o desvirtuada
por ésta, produce idénticos efectos que si ella hubiere sido efectuada por la parte misma; así, por ejemplo, si el
demandante en la demanda individualiza al demandando por su nombre, apellido, profesión y domicilio, y éste,
al contestar, nada dice sobre su domicilio, para los efectos de la notificación por cédula, debe considerarse como
tal el domicilio que le asignó el demandante y que no mereció observación alguna de parte del demandado.
306
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implica dar por evacuado el trámite de que se trata para todos los efectos legales, incluso para
la falta de designación de domicilio.
iv. En cuanto a la forma de practicarse la notificación, el art. 48 inc. II del CPC señala que las
cédulas se entregarán por un ministro de fe en el domicilio del notificado, en la forma
establecida en el inc. II del art. 44, esto es, en la forma establecida para el caso de la
notificación personal subsidiaria o por cédula, por ende, se entrega la cédula (especie de
pliego) a la persona adulta que se encuentre en la morada de la persona que se debe notificar
o en el lugar donde ésta ejerce su industria, profesión o empleo (modo principal); y si ello no
fuera posible, se debe dejar en la puerta un aviso que dé noticia de la resolución que debe
notificarse y de los datos para su acertada inteligencia (modo subsidiario)225. Por lo tanto, el
conocimiento de la notificación se presume por la recepción indirecta de lo que debe ser
notificado (pues la copia no la recibe directamente quien debe ser notificado); o por el sólo
hecho de la fijación del aviso que dé noticia de lo que debe ser notificado.

v. Con posterioridad a la notificación, conforme a la primera parte del art. 48 inc. III del CPC,
el ministro de fe pondrá en los autos testimonio de la notificación (que ha realizado la
notificación por cédula) con expresión del día y lugar, del nombre, edad, profesión y
domicilio de la persona a quien se haga la entrega, esto, en caso de que la notificación se
haya hecho de modo principal, pues en caso contrario, se deberá señalar que la notificación
se verificado mediante aviso en la puerta del notificado. También se debe dejar constancia de
la firma de la persona que recibe la cédula, o en su defecto, expresión del hecho de que la
persona que recibió la cédula no pudo o no quiso firmar el documento en que consta la cédula;
y por último, es necesaria la firma del ministro de fe que practicó la notificación por cédula,
en el documento en que ella consta. Estos dos últimos requisitos si bien no están establecidos
en el art. 48 del CPC, son una aplicación de la regla general que para toda actuación judicial
establece el art. 61 del CPC, al prescribir que de toda actuación deberá dejarse testimonio
escrito en el proceso, con expresión del lugar, día, mes y año en que se verifique, de las
“formalidades con que se haya procedido”, y de las demás indicaciones que la ley o el tribunal
dispongan; agrega el inc. II que a continuación y previa lectura, firmarán todas las personas
que hayan intervenido; y si alguna no sabe o se niega a hacerlo, se expresará esta
circunstancia; finaliza el inc. III señalando que la autorización del funcionario a quien
corresponda dar fe o certificado del acto es esencial para la validez de la actuación226.

c. Casos en que procede

i. De acuerdo al art. 48 inc. I del CPC, las sentencias definitivas, las resoluciones en que se
reciba a prueba la causa, o se ordene la comparecencia personal de las partes, se notificarán
por medio de cédulas que contengan la copia íntegra de la resolución y los datos necesarios
para su acertada inteligencia. Por lo tanto, las resoluciones que se notifican son:

225
En la práctica, la entrega y/o fijación del aviso en la puerta del domicilio de quien debe ser notificado, es
efectuada por el ministro de fe lanzando por debajo de la puerta las mismas copias que no pudo entregar. Y el
domicilio, por regla general, corresponde a la oficina del mandatario judicial designado por la parte.
226
Cabe decir que en la actualidad no es procedente que el ministro de fe de aviso de la notificación por cédula
que acaba de practicar al notificado dirigiéndole con tal objeto carta certificada por la oficina respectiva de
correo, pues se derogó ese trámite mediante una modificación introducida en el año 1989.
307
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- Las sentencias definitivas, esto es, aquellas que ponen fin a la instancia, resolviendo la
cuestión o asunto que ha sido objeto del pleito. La razón de esto, está en la importancia
que tiene para las partes esta clase de resolución, ya que ellas producen o pueden producir
el efecto de cosa juzgada. No obstante la amplitud del precepto, las sentencias definitivas
de segunda instancia no se notifican por cédula, pues conforme al art. 221 inc. I del CPC,
la notificación de las resoluciones que se dicten por el tribunal de alzada se practicará en
la forma que establece el art. 50 (por el estado diario), con excepción de la primera, que
debe ser personal, y de lo dispuesto en los artículos 201 y 202.

- La resolución que recibe la causa a prueba, denominada en la práctica forense auto de


prueba, aunque jurídicamente sea una sentencia interlocutoria. Esta resolución, es aquella
que dicta el tribunal cuando estima que hay o pueda haber controversia sobre algún hecho
sustancial y pertinente en el juicio. No obstante, hay una importante excepción en relación
con la resolución que recibe el incidente a prueba, la cual se notifica por el estado diario.

- La resolución que ordena la comparecencia personal de las partes. La razón de que esta
resolución se notifique por cédula, es que, salvo raras excepciones, el procedimiento
civil es normalmente escrito, de allí que no se exija la presencia de las partes ante el
tribunal; sin embargo, hay casos excepcionales en los que se exige la comparecencia
personal, y el legislador ha querido que la resolución que así lo ordene, sea notificada por
cédula y no por el estado, ya que dicha comparecencia la exige la ley sólo en casos de
suma importancia para el interesado. Por ejemplo, la resolución que ordena comparecer
a las partes prestar confesión judicial (absolver posiciones); la resolución que ordena la
comparecencia de las partes a audiencia de conciliación; la resolución recaída en la
gestión de preparación de la vía ejecutiva mediante reconocimiento de firma o
confesión de deuda227.

ii. Conforme a la segunda parte del art. 48 inc. III, el procedimiento que establece este artículo
podrá emplearse, además, en todos los casos que el tribunal expresamente lo ordene. Por
ejemplo, de acuerdo a la parte final del art. 302 inc. III del CPC, la notificación a que se
refiere este artículo (la notificación de una medida precautoria) podrá hacerse por cédula, si
el tribunal así lo ordena.

iii. De acuerdo al art. 56 del CPC, las notificaciones que se hagan a terceros que no sean parte
en juicio, o a quienes no afecten sus resultados, se harán personalmente o por cédula.

iv. Conforme al art. 52 del CPC, cuando transcurren seis meses sin que se dicte resolución alguna
en el proceso, no serán válidas las notificaciones por el estado diario mientras no se haga una
nueva notificación personalmente o por cédula.

227
En segunda instancia, como sabe, en virtud del art. 221 inc. I del CPC, todas las resoluciones que dicten los
tribunales de alzada, por regla generalísima, deben ser notificadas por el estado. Sin embargo, se ha presentado
la cuestión de si la comparecencia personal a estos tribunales debe ser notificada por el estado o por cédula. La
jurisprudencia se ha inclinado por aplicar preferentemente el art. 48 (notificación por cédula) y no el art. 221.
308
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v. Por último, en todos aquellos casos que lo ordene la ley. Por ejemplo, la resolución que ordena
la ejecución incidental de una sentencia, se notifica por cédula al apoderado de la parte;
asimismo, en materia ejecutiva, la orden de requerir de pago que se contiene en el
mandamiento de ejecución, se debe notificar personalmente, pero si no es habido, se
notificará por cédula; y de acuerdo al art. 629 del CPC, en los juicios arbitrales se harán las
notificaciones personalmente o por cédula, salvo que las partes unánimemente acuerden otra
forma de notificación.

d. Diferencias entre la notificación personal y la notificación por cédula

i. En cuanto al funcionario competente, en la notificación personal es el Secretario del tribunal


o el Receptor; en cambio, en la notificación por cédula sólo actúa el Receptor.

ii. Respecto a la forma de operar, en la notificación personal se entrega copia íntegra de la


resolución que se trata de notificar y de la solicitud en que hubiere recaído, si fuere escrita;
en cambio, en la notificación por cédula se entrega copia íntegra de la resolución que se trata
de notificar y solamente los datos necesarios para su acertada inteligencia.

iii. En relación al sujeto a quien materialmente se efectúa la notificación, en la notificación


personal propiamente tal se efectúa a la persona misma del notificado; en cambio, la
notificación por cédula se efectúa a cualquier persona adulta que se encuentre en el domicilio
del notificado, y si ello no fuere posible, se debe dejar un aviso en la puerta con las
especificaciones legales.

iv. En cuanto al lugar, la notificación personal se puede practicar en la secretaría del tribunal, en
la casa que le sirve de asiento al tribunal, en la habitación del notificado (morada) o en el
lugar en que ordinariamente ejerce su industria, profesión o empleo; en cambio, la
notificación por cédula siempre se practica en el domicilio del notificado.

v. Por último, en la notificación personal subsidiaria o por cédula, se requiere una búsqueda
previa en dos días distintos, en cambio, la notificación por cédula simplemente se realiza en
el domicilio de la persona a notificar, sin necesidad de búsqueda, ni de certificación.

5.4. NOTIFICACIÓN POR AVISOS

a. Concepto
La notificación por avisos es aquella que se practica, previa orden del tribunal, por medio de
avisos en los periódicos, cuando es necesario notificar personalmente o por cédula una resolución a
personas cuya individualidad o residencia sea difícil de determinar, o que por su número dificultare
considerablemente la práctica de la notificación. En efecto, la primera parte del art. 54 inc. I del CPC
señala que cuando haya de notificarse personalmente o por cédula a personas cuya individualidad o
residencia sea difícil determinar, o que por su número dificulten considerablemente la práctica de la
diligencia, podrá hacerse la notificación por medio de avisos publicados en los diarios o periódicos
del lugar donde se sigue la causa, o de la cabecera de la provincia o de la capital de la región si allí
no los hay.

309
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Como se puede apreciar, esta es una forma de notificación sustitutiva tanto de la notificación
personal como de la notificación por cédula.
b. Requisitos de procedencia

i. Primero que todo, es necesario que se den los supuestos para que proceda esta clase de
notificación. De conformidad con el art. 54 inc. I del CPC, estos casos son:

- Cuando haya de notificarse personalmente o por cédula a personas cuya individualidad sea
difícil de determinar ¿En qué situación puede darse una individualización difícil de
determinar? El profesor FORTTES señala que tradicionalmente se menciona como ejemplo a
los herederos de una herencia no aceptada; pero al profesor esto no le queda del todo claro,
porque de todas maneras en la demanda hay que individualizar al demandado.

- Cuando haya de notificarse personalmente o por cédula a personas cuya residencia sea difícil
de determinar. Esta situación se da más en la práctica, por ejemplo, el caso del demandado
que se fuga (se cambia de casa). En la demanda siempre se va a tener que señalar el domicilio
del demandado, pero si no se encuentra, puede proceder esta forma de notificación228.

- Cuando haya de notificarse personalmente o por cédula a personas que por su número
dificulten considerablemente la práctica de la diligencia. Este caso también se ve en la
práctica, pues resultaría muy oneroso (pues habría que pagar por cada notificación) y lenta
la notificación de varias personas (por ejemplo, de comuneros).

ii. En segundo lugar, de conformidad con el art. 54 inc. II del CPC, para autorizar esta forma de
notificación, y para determinar los diarios o periódicos en que haya de hacerse la publicación y
el número de veces que deba repetirse, el cual no podrá bajar de tres, procederá el tribunal con
conocimiento de causa. De esta disposición se desprenden los siguientes requisitos:

- En primer lugar, es indispensable que exista una resolución judicial previa que ordene esta
forma de notificación; y el tribunal, para ordenarla, tiene que proceder con conocimiento de
causa. La frase “con conocimiento de causa” significa que el tribunal antes de decretar esta
forma de notificación, debe cerciorarse y asegurarse de la efectividad de que concurren las
circunstancias que la autorizan por todos los medios legales que tenga a su alcance, es decir,
que efectivamente se trate de personas cuya individualización o residencia sea difícil de
determinar, o que debido a su número de sea dificultosa realizarla. CASARINO señala que
esto se acredita por los antecedentes acompañados, o por medio de oficios enviados al
Registro Civil, a Carabineros, a Investigaciones, a la Superintendencia de Bancos,
Superintendencia de AFP, Registro Electoral, etc.; o por la información sumaria de testigos
si ello no basta.

228
¿Es posible notificar por aviso a una persona que se encuentra en el extranjero? El profesor FORTTES señala
que no, porque en este caso se debe pedir un exhorto internacional. Sin embargo, en un fallo de 1985 la CS
aceptó notificar por aviso a una persona que estaba en el extranjero, argumentando que el art. 54 del CPC habla
de “personas cuya residencia sea difícil de determinar”, sin distinguir si es fuera o dentro del territorio nacional;
no obstante, el profesor no cree que esto signifique un cambio de criterio.
310
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- La resolución que ordena notificar una resolución por medio de avisos, debe indicar y
determinar, a su vez: el número de veces que se deben publicar los avisos, que no puede bajar
de tres; los periódicos en que se deba hacer la publicación, los cuales deberán ser del lugar
en que se sigue la causa, o de la cabecera de la provincia, o de la capital de la región si allí
no los hay (requisito de lugar); y de acuerdo al art. 54 inc. III del CPC, cuando la notificación
hecha por este medio sea la primera de una gestión judicial, será necesario, además, para su
validez, que se inserte el aviso en los números del Diario Oficial correspondientes los días
primero o quince de cualquier mes, o al día siguiente, si no se ha publicado en las fechas
indicadas229.

iii. Los avisos publicados en los periódicos que señala el tribunal, de acuerdo al art. 54 inc. I del
CPC, contendrán los mismos datos que se exigen para la notificación personal (copia íntegra de
la resolución y de la solicitud en que recae, si es escrita), pero si la publicación en esta forma es
muy dispendiosa, atendida la cuantía del negocio, podrá disponer el tribunal que se haga en
extracto redactado por el secretario.

iv. ¿Qué pasa con los requisitos de tiempo? Se ha planteado duda al respecto, pero el profesor
Forttes se inclina porque la notificación deba ser realizada en días y horas hábiles, por ser la
regla general de las actuaciones judiciales.

v. CASARINO dice que, aun cuando la ley no lo establece expresamente, como la notificación es una
actuación judicial, se debe dejar constancia de ella en el expediente, con expresión del lugar, día,
mes y año en que se verifique, de las formalidades con que se haya procedido, y de las demás
indicaciones que la ley o el tribunal dispongan. La manera práctica de hacer esto, es que la parte
que ha solicitado esta forma de notificación, acompañe los diarios en que se han hecho las
publicaciones, y pida al tribunal que el Secretario certifique la efectividad de ellas. Luego, el
secretario deberá pegar en el proceso un recorte del diario correspondiente, certificando la fecha
en que tales avisos se publicaron.

5.5. NOTIFICACIÓN POR ESTADO DIARIO ELECTRÓNICO

a. Concepto
Se puede señalar que la notificación por el estado diario es una forma ficta de notificación
que consiste en dar aviso de la dictación de una resolución judicial, en un listado o nómina (estado)
que contiene la fecha del día en que se forma y el rol general del proceso, y que se incluyen en un
estado electrónico que está disponible diariamente en la página web del Poder Judicial.
Como señala la definición, la notificación por el estado constituye una simple ficción legal,
ya que el conocimiento de la resolución se presume conocido por el sólo hecho de la inclusión en el
estado, del número de la resolución que debe ser notificada. Aquí no se notifica la resolución misma,
sino el hecho de haberse dictado una resolución en ese proceso.

229
El profesor FORTTES señala que el mismo juez que autoriza la notificación, es quien debe determinar en qué
diario o periódico se hará la publicación. Y cuando se ha hecho la publicación en diarios de muy escasa
circulación, a veces se ha declarado nula la notificación.
311
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b. Requisitos de procedencia

i. En cuanto al lugar en que se notifica, el art. 50 inc. I del CPC dispone que los estados se incluirá
de manera electrónica en la página web del Poder Judicial, los cuales deberán manterse en dicha
página durante al menos tres días en una forma que impida hacer alteraciones en ellos. De dichas
notificaciones se deberá dejar constancia en la carpeta electrónica el mismo día en que se publique
el estado.

ii. En cuanto al funcionario competente, hay que recordar que la confección del estado diario, en las
secretarías de los tribunales, es una de las funciones que la ley asigna a los Secretarios respectivos.

iii. En relación al tiempo, lo normal es que la notificación se haga el mismo día en que se dicte la
resolución, es decir, en días y horas hábiles, pues las resoluciones también son actuaciones
judiciales ¿Es posible notificar por el estado diario resoluciones de fechas anteriores que no
hubiesen sido notificadas de ninguna otra forma legal? Actualmente se acepta esta posibilidad,
siempre que el tribunal así lo ordene, pero sólo tratándose de resoluciones que debían
originalmente ser notificadas por el estado diario230.

iv. La forma en que se practica la notificación por el estado es un tanto compleja, en el sentido de
que consta de dos partes, a saber:

- En primer lugar, se debe confeccionar el estado. Al respecto, el art. 50 inc. II del CPC señala
que se encabezará el estado con la fecha del día en que se forme, y se mencionarán por el
número de orden que les corresponda en el rol general, expresado en cifras y en letras, y
además por los apellidos del demandante y del demandado o de los primeros que figuren con
dicho carácter si son varios, todas las causas en que se haya dictado resolución en aquel
día, y el número de resoluciones dictadas en cada una de ellas. Es decir, a cada causa que se
incluye en el estado, se le debe mencionar por el número de orden que le corresponda en el
rol general y, además por los apellidos del demandante y del demandado. Consecuente con
lo anterior, el art. 51 del CPC dice que para los efectos de la notificación por el estado, a todo
proceso que se inicie se le debe asignar un número de orden en la primera resolución que se
dicte y con él figurará en el rol del tribunal, hasta su terminación.

- Posteriormente, se debe mencionar en las causas que se encuentran en el estado


individualizadas por su rol y apellido de las partes, el número de resoluciones que se hayan
dictado. En caso que se omitan estas inclusiones, por cualquiera circunstancia, y se desee
notificar la resolución omitida por el estado, será necesario que una resolución judicial previa
y posterior así lo ordene.

- Luego, es necesario dejar constancia en la carpeta electrónica correspondiente del hecho de


haberse practicado esta forma de notificación. En efecto, el art. 50 inc. Cuarto del CPC señala
que la notificación efectuada conforme a este artículo será nula en caso que no sea posible
la visualización de la resolución referida en el estado diario por problemas técnicos del

230
Esto ocurre en el proceso penal, pues los intervinientes, en el juico oral, se entienden notificados en el acto,
pero de ello igualmente debe dejarse constancia en el estado diario, por si alguno de ellos no concurre a la
audiencia.
312
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sistema de tramitación electrónica del Poder Judicial, lo que podrá declararse de oficio o a
petición de parte.

- Hoy no se requiere aviso enviado a las partes de haberse notificado una resolución por el
estado, aunque en la práctica se avise por e-mail.

c. Casos en que procede

i. De acuerdo al art. 50 inc. I del CPC, las resoluciones no comprendidas en los artículos
precedentes se entenderán notificadas a las partes desde que se incluyan en un estado que deberá
formarse electrónicamente, el que estará disponible diariamente en la página web del Poder
Judicial con las indicaciones que el inciso siguiente expresa. Es decir, si la resolución no es de
aquellas que deban notificarse personalmente o por cédula, por exclusión debe notificarse por el
estado diario. Consecuencia de lo anterior, es que la notificación por el estado es la regla general
en nuestro sistema y, por tanto, las notificaciones personales y por cédula son la excepción.

ii. Hay que recordar que, conforme al art. 53 del CPC, la forma de notificación de que trata el art.
50 (notificación por el estado diario) se hará extensiva a las resoluciones comprendidas en el art.
48 (sentencias definitivas, resoluciones que reciben la causa a prueba o que ordenen la
comparecencia personal de las partes), respecto de las partes que no hayan hecho la designación
a que se refiere el art. 49 (designación de domicilio en su primera gestión judicial) y mientras
ésta no se haga. Agrega el inc. II que esta notificación se hará sin necesidad de petición de parte
y sin previa orden del tribunal.

iii. El estado diario también se utiliza para que las partes litigantes puedan imponerse del hecho de
haberse dictado una sentencia definitiva. En efecto, el art. 162 inc. final del CPC dice que el
tribunal dejará constancia en el estado diario electrónico a que se refiere el artículo 50 y en la
carpeta electrónica, del hecho de haberse dictado sentencia definitiva, la que será notificada en
la forma correspondiente. La razón de poner en conocimiento a las partes la dictación de una
sentencia definitiva, es para que procuren su notificación legal, ya sea por cédula (sentencias
definitivas de única o primera instancia) o por el estado (sentencias definitivas de segunda
instancia).

5.6. NOTIFICACIÓN POR CORREO ELECTRÓNICO


Con la entrada en vigencia de la ley de tramitación electrónica, se incorporó formalmente la
posibilidad de establecer como forma de notificación el correo electrónico. Sin embargo, en la
práctica no se utiliza por la estructura del procedimiento, ya que se pierde control sobre la marcha del
juicio.
5.7. NOTIFICACIÓN TÁCITA

a. Concepto
Es aquella que opera en el caso de que la parte, a quien afecte una resolución, haga en el
juicio cualquier gestión que suponga conocimiento de ésta, sin haber antes reclamado la falta o
nulidad de la notificación. En efecto, el art. 55 inc. I del CPC dispone que aunque no se haya

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verificado notificación alguna o se haya efectuado en otra forma que la legal, se tendrá por notificada
una resolución desde que la parte a quien afecte haga en el juicio cualquiera gestión que suponga
conocimiento de dicha resolución, sin haber antes reclamado la falta o nulidad de la notificación.
El profesor FORTTES dice que es una forma de notificación tácita, ya que opera cuando la
parte a la cual se debe notificar una resolución judicial, realiza una actuación o gestión que supone o
presume conocimiento de ella, entendiéndose entonces notificada, aun cuando no se haya efectuado
notificación alguna, o se hubiese efectuado una distinta de la legal. Esto reviste una importancia
fundamental dentro del proceso, pues tiende a obtener la rapidez en la tramitación, evitando incidentes
extemporáneos sobre la falta de notificación o de validez de la misma. Y, por otro lado, esto es una
manifestación del principio de probidad procesal, pues si se realiza un acto que supone el
conocimiento de una resolución, no se puede alegar luego la nulidad.
b. Requisito de procedencia

i. En primer lugar, es necesario que la resolución no haya sido notificada a la parte, o bien, que se
le haya notificado en forma diversa a la dispuesta por la ley. Por ejemplo, no se notifica la
resolución que provee la demanda; o se notifica una sentencia definitiva de primera instancia por
el estado diario (siendo que debía notificarse por cédula).

ii. Que la parte haya efectuado cualquier gestión en el proceso que suponga conocimiento de la
resolución. Por ejemplo, se dicta una sentencia definitiva de primera instancia en un proceso que
acoge la demanda, y se le notifica por el estado diario al demandado, y éste, en vez de reclamar
la falta de validez de la notificación, apela la sentencia; o se notifica la resolución que recibe la
causa a prueba por el estado diario, la cual debe notificarse por cédula, y una de las partes presenta
lista de testigos. Como se puede apreciar, esta forma de notificación también actúa como
sustitutiva de las demás notificaciones.

iii. Que esa gestión no consista, precisamente, en reclamar la falta de notificación, o bien, su falta de
validez.

5.8. NOTIFICACIÓN FICTA


Es aquella que la ley tiene por notificada a la parte que solicitó la nulidad de una notificación,
desde que se le notifica la sentencia que acoge tal solicitud. En efecto, el art. 55 inc. II del CPC señala
que asimismo, la parte que solicitó la nulidad de una notificación, por el solo ministerio de la ley, se
tendrá por notificada de la resolución cuya notificación fue declarada nula, desde que se le notifique
la sentencia que declara tal nulidad. En caso que la nulidad de la notificación haya sido declarada
por un tribunal superior, esta notificación se tendrá por efectuada al notificársele el "cúmplase" de
dicha resolución.
El momento que contempla el legislador para la notificación de la resolución, difiere según
si se está ante una notificación declarada nula por un tribunal de primera o única instancia, o por un
tribunal superior. Pues si la notificación es declarada nula por un tribunal de primera o única instancia,
la parte se entiende notificada desde que se le notifique la sentencia que declara tal nulidad; y si la
notificación es declarada nula por un tribunal superior, se tiene la parte por notificada una vez que el
tribunal de primera instancia notifica el “cúmplase” del fallo del tribunal superior.

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La razón de esta notificación es lógica, pues si se pide la nulidad de la notificación, se está


renunciando a la notificación tácita; pero ello implica que el solicitante se enteró de la resolución, con
lo cual, sería ilógico tener que repetir la notificación, conforme al principio de economía procesal.
5.9. NOTIFICACIONES ESPECIALES
CASARINO señala que las notificaciones especiales o extraordinarias son aquellas que se
encuentran en disposiciones dispersas del CPC (que no sea el Libro I) o en leyes especiales, y que
establecen notificaciones para casos particulares y que se alejan, en cuanto a su forma, de las normas
generales sobre ellas. Ejemplos de estas notificaciones son:
i. La notificación por carta certificada. En general, la carta certificada se caracteriza porque la
recepción y la entrega quedan registradas en el correo y, además, porque la entrega al
destinatario se realiza en forma personal a través de un cartero 231. Para su entrega se realizan
tres intentos, y si el cartero no encuentra al destinatario, el envío permanece 30 días en la
sucursal más cercana al domicilio; y cumplido este plazo, la carta es devuelta al remitente.
En general, en las leyes especiales se señala que se entiende practicada este tipo de
notificación después de tres o cinco días desde que la carta certificada se envía (lo cual consta
por el timbre de correo), por tanto, las leyes asumen que la carta no llega el mismo día que
se manda. Un ejemplo lo constituyen las copias íntegras de las resoluciones que emanan de
los Juzgados de Policía Local.

ii. En los procedimientos ante los jueces de familia se encuentran varias formas de notificación
especial. Así, de conformidad con el art. 23 inc. III de la Ley de Tribunales de Familia, cuando
la demanda deba notificarse a persona cuya individualización o domicilio sean difíciles de
determinar, el juez dispondrá que se practique por cualquier medio idóneo que garantice la
debida información del notificado, para el adecuado ejercicio de sus derechos; agrega el inc.
IV que la notificación de la sentencia definitiva se hará por carta certificada, pero
excepcionalmente, y por resolución fundada, el juez podrá ordenar que la notificación se
practique por personal de Carabineros o de la Policía de Investigaciones. Por último, el inc.
final del art. 23 dispone que los patrocinantes de las partes, en la primera actuación que
realicen en el proceso, deberán indicar otra forma de notificación que elijan para sí, que el
juez califique como expedita y eficaz, bajo apercibimiento de serles notificadas por el estado
diario todas las resoluciones que se dicten en lo sucesivo en el proceso.

iii. En materia procesal penal, la regla es que las notificaciones de las resoluciones pronunciadas
en las audiencias judiciales se entienden notificadas a los intervinientes en el procedimiento
que hubieren asistido o debido asistir a las mismas; de estas notificaciones se debe dejar
constancia en el estado diario, pero su omisión no invalidará la notificación, sin perjurio de
que los interesados pueden pedir copias de los registros en que constaren estas resoluciones.
Pero cualquier interviniente en el procedimiento puede proponer para sí otras formas de
notificación, que el tribunal podrá aceptar si, en su opinión, resultaren suficientemente
eficaces y no causaren indefensión (por ejemplo, notificación por e-mail).

231
Se diferencia de la carta normal, pues ésta puede ser depositada en cualquier buzón, agencia o sucursal del
correo, y si bien su entrega se realiza a través de carteros, es entregada en el domicilio particular indicado o es
dejada bajo puerta
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iv. Conforme al art. 629 del CPC, en los juicios arbitrales las notificaciones se deben hacer
personalmente o por cédula, salvo que las partes unánimemente acuerden otra forma de
notificación.

F. RESOLUCIONES JUDICIALES

1. CONCEPTO Y REGULACIÓN
Las resoluciones judiciales se encuentran reguladas en el Título XVII (“De las resoluciones
judiciales”) del Libro I (“Disposiciones comunes a todo procedimiento”) del CPC (arts. 158 a 185);
y supletoriamente por el Título VII (“De las actuaciones judiciales”) del mismo Libro, por tratarse de
actuaciones judiciales.
La ley no define lo que son las resoluciones, el legislador simplemente se preocupa de regular
algunos aspectos fundamentales de estas actuaciones judiciales, estableciendo normas sobre su
formalidad, clasificaciones, las formas de notificarse, y los efectos emanados de ellas. Por tanto,
siguiendo a CASARINO se puede decir que la resolución judicial es una actuación judicial que emana
del tribunal, destinada a substanciar o a fallar la controversia materia del juicio.
Cabe decir que las resoluciones son las actuaciones judiciales más importantes dentro del
proceso, pues en ellas se manifiesta la función de juzgar, que es lo más propio de la jurisdicción.
2. CLASIFICACIÓN DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES

i. Según la nacionalidad del tribunal del cual emanan, las resoluciones se clasifican en nacionales
y extranjeras. Esta clasificación tiene importancia para los efectos de su ejecución o
cumplimiento, pues las normas destinadas a regular esta materia son diversas según si la
resolución emana de un tribunal chileno o de uno extranjero, lo que se demuestra con la sola
lectura del Título XIX (“De la ejecución de las resoluciones”) del Libro I del CPC, el cual
establece un párrafo para el cumplimiento de cada tipo de resolución.

ii. Según la composición del tribunal del cual emanan, las sentencias se clasifican en aquellas que
emanan de tribunales unipersonales, y aquellas que emanan de tribunales colegiados. En este
último tipo de resoluciones existen reglas especiales relativas a los acuerdos y quórums.

iii. Según la naturaleza del negocio en que son pronunciadas, las resoluciones judiciales se clasifican:
resoluciones contenciosas, que son aquellas que se pronuncian dentro de un juicio; y en
resoluciones no contenciosas, que son aquellas que se pronuncian dentro de un asunto judicial no
contencioso. Esta clasificación tiene importancia debido a que los requisitos de forma, los
recursos y los efectos, son diversos según se trate de una u otra clase de resolución judicial.

iv. Según la naturaleza o clase de los tribunales que las pronuncian, las resoluciones judiciales se
clasifican en resoluciones emanadas de tribunales ordinarios, arbitrales y especiales. Esta
clasificación es importante para determinar los requisitos de forma que le son aplicables, los
recursos, y por la diversa manera de ejecutarse o cumplirse.

v. Según la naturaleza del asunto sometido a la decisión del tribunal, las resoluciones judiciales se
clasifican en civiles y penales. Esta clasificación tiene importancia por el diverso régimen jurídico
316
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a que están sometidas, y por la influencia o efectos que una resolución judicial penal puede
producir en un proceso civil y viceversa.

vi. Según la instancia en que son pronunciadas, las resoluciones judiciales se clasifican en
resoluciones de única, primera y segunda instancia, y estas últimas, su vez, se pueden
subclasificar en sentencias confirmatorias, revocatorias y modificatorias. Esta clasificación es
importante en materia de recursos, y en relación con los diversos requisitos de forma que deben
reunir.

vii. Atendiendo al objeto o finalidad de la pretensión, las resoluciones judiciales se clasifican en


declarativas, ejecutivas y cautelares. Esta clasificación tiene importancia por la normativa y por
el procedimiento aplicable.

viii. Por último, atendiendo a su contenido, o a la función que cumplen en el proceso, o a su naturaleza
jurídica, las resoluciones judiciales se clasifican en decretos, autos, sentencias interlocutorias y
sentencias definitivas. Esta clasificación es la más importante, y la establece el art. 158 inc. I del
CPC, al señalar que las resoluciones judiciales se denominarán sentencias definitivas, sentencias
interlocutorias, autos y decretos (por ello también se habla de clasificación legal). Según
CASARINO, no es costumbre que el CPC efectúe clasificaciones, ni menos que formule
definiciones; lo que, desde luego, está demostrando la importancia de la clasificación, lo cual se
demuestra en:

- La forma de notificación de las distintas resoluciones, puesto que no todas se notifican de la


misma manera. Por ejemplo, la sentencia definitiva de segunda instancia se notifica por el
estado diario; mientras que la sentencia interlocutoria que recibe el auto a prueba se notifica
por cédula.

- En la forma o manera de cómo deben redactarse. Pues las sentencias definitivas de única o
primera instancia contienen más requisitos que las restantes resoluciones.

- En el número de ministros que deben pronunciarlas en los tribunales colegiados. Pues de


acuerdo al art. 70 inc. II del COT, en las CA para dictar las providencias de mera
sustanciación bastará un sólo ministro.

- En los efectos que produce cada una. Los efectos que producen las resoluciones pueden ser
dos: el desasimiento del tribunal y la cosa juzgada (acción y excepción); pero no todas las
resoluciones producen estos dos efectos, algunas producen ambos, otras uno sólo, y otras
ninguno de ellos.

- Los diversos recursos que proceden en su contra, los cuales estarán siempre limitados por el
tipo de resolución que se trata de impugnar.

Por último, a pesar de la claridad de redacción del art. 158 del CPC, ésta clasificación presenta
dificultades en su aplicación práctica (críticas), esto porque:

317
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- Existen resoluciones judiciales que no es posible encasillar en alguno de los cuatro tipos de
resoluciones que contempla esta clasificación. Por ejemplo, la resolución que falla un recurso
de casación; la que falla un recurso de inaplicabilidad; el despáchese.

- El mismo CPC en algunas ocasiones no respeta su clasificación, porque denomina a algunas


resoluciones judiciales erradamente. Por ejemplo, la resolución que recibe la causa de prueba,
toda la doctrina concuerda que es una sentencia interlocutoria, sin embargo, el CPC la
denomina auto232.

- Según el profesor FORTTES, se incluyen dentro de la clasificación a actos procesales que no


resuelven nada, sino que simplemente dan impulsos al proceso.

3. ANÁLISIS PARTICULAR DE LAS RESOLUCIONES CONTEMPLADAS EN EL ART. 158 DEL CPC

3.1. DECRETO, PROVIDENCIA O PROVEÍDO

a. Concepto
De acuerdo al art. 158 inc. final del CPC, se llama decreto, providencia o proveído el que sin
fallar sobre incidentes o sobre trámites que sirvan de base para el pronunciamiento de una sentencia,
tiene sólo por objeto determinar o arreglar la sustanciación del proceso. A su vez, el art. 70 inc. III
del COT formula otra definición al decir que se entienden por providencias de mera sustanciación las
que tienen por objeto dar curso progresivo a los autos, sin decidir ni prejuzgar ninguna cuestión
debatida entre partes.
Por lo tanto, los decretos sólo tienen por objeto dar curso progresivo o impulsar el proceso, y
jamás resolver el fondo de un asunto accesorio o principal. En efecto, de acuerdo al art. 29 inc. I del
CPC, se formará la carpeta electrónica con los escritos, documentos, resoluciones, actas de
audiencias y actuaciones de toda especie que se presenten o verifiquen en el juicio. Como se puede
ver, encontramos las resoluciones judiciales, dentro de las cuales destaca principalmente el decreto,
pues este hace avanzar el proceso.
En estas resoluciones no hay controversia, sólo hay trámite; pues el tribunal va conectando
las peticiones de las partes para que avance la solución de la controversia, sin decidir nada (muchas
de estas resoluciones las tienen ya escritas, y llegado el momento, se timbran). Ejemplos de decretos,
son los siguientes: la resolución del juez que, proveyendo la demanda en el juicio ordinario de mayor
cuantía, confiere traslado de ella al demandado; la resolución del juez que, proveyendo un escrito de
excepciones dilatorias, confiere traslado de ellas al demandante; la resolución del juez que,
proveyendo la demanda en el juicio sumario, cita a las partes a comparendo de contestación; aquella

232
Por estas razones CASARINO señala que hay que rechazar la forma externa que pueda revestir una
resolución judicial (su denominación), atendiendo exclusivamente a su naturaleza intrínseca. Por ejemplo,
puede acontecer que el juez, proveyendo una demanda, coloque en la resolución la expresión: “como se pide”;
pese a su simplicidad y falta de formalidades, dicha resolución es una sentencia definitiva. A la inversa, puede
también suceder que ese mismo juez, proveyendo la demanda, estampe diversas y largas consideraciones para
justificar que es competente, que la demanda en cuestión debe someterse a los trámites del juicio ordinario, y
termine declarando que se confiere traslado de ella al demandado; no obstante su complejidad en la forma,
dicha resolución es un simple decreto.
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resolución que fija el día y la hora para la inspección personal del tribunal; aquella que aprueba la
proposición de día y hora para la práctica del peritaje, etc.
b. Persona que puede dictarlos
En los tribunales unipersonales lo normal es que las resoluciones las dicte el juez, pero
tratándose de los decretos, en los juzgados civiles éstos se dictan por el secretario del tribunal (debido
a la poca trascendencia de la resolución), autorizados por el Oficial Primero (pues un requisito
esencial de toda actuación judicial, es la autorización de un ministro de fe). En efecto, el art. 33 inc.
II del CPC establece que los secretarios letrados de los juzgados civiles podrán dictar por sí solos
las sentencias interlocutorias, autos y decretos, providencias o proveídos, salvo cuando ello pudiere
importar poner término al juicio o hacer imposible su continuación. La reposición que sea
procedente en contra de estas resoluciones, en su caso, será resulta por el juez.
En los tribunales colegiados el art. 168 del CPC establece que los decretos podrán dictarse
por uno solo de sus miembros (normalmente es el Presidente de la Corte que integra la primera sala
o sala tramitadora). Los autos, las sentencias interlocutorias y las definitivas, exigirán la
concurrencia de tres de sus miembros a lo menos.
c. Medios de impugnación de los decretos
Los decretos son susceptibles del recurso de reposición. Así se desprende del art.181 del CPC
que señala que los autos y decretos firmes se ejecutarán y mantendrán desde que adquieran este
carácter, sin perjuicio de la facultad del tribunal que los haya pronunciado para modificarlos o
dejarlos sin efecto, si se hacen valer nuevos antecedentes que así lo exijan. Agrega el inc. II que aun
sin estos antecedentes, podrá pedirse, ante el tribunal que dictó el auto o decreto, su reposición,
dentro de cinco días fatales después de notificado. El tribunal se pronunciará de plano y la resolución
que niegue lugar a esta solicitud será inapelable; sin perjuicio de la apelación del fallo reclamado,
si es procedente el recurso 233.
Excepcionalmente procede el recurso de apelación en contra de un decreto, pues conforme al
art. 188 del CPC los autos y decretos no son apelables cuando ordenen trámites necesarios para la
substanciación regular del juicio; pero son apelables cuando alteran dicha substanciación o recaen
sobre trámites que no están expresamente ordenados por la ley. Esta apelación sólo podrá
interponerse con el carácter de subsidiaria de la solicitud de reposición y para el caso que ésta no
sea acogida. En consecuencia, jamás proceden los recursos de casación, ni menos el recurso de
revisión.
d. Notificación de los decretos
Por regla general, los decretos se notifican por el estado diario electrónico, y
excepcionalmente se pueden notificar en forma personal, si se trata de la primera notificación a las
partes a quienes haya de afectar el resultado. Así, por ejemplo, en el juicio ordinario de mayor cuantía,
si la demanda se acoge a tramitación se deberá dictar el correspondiente traslado, traslado que para

233
En materia procesal penal, el ámbito de aplicación del recurso de reposición es más amplio, pues el art. 362
inc. I del CPP señala que de las sentencias interlocutorias, de los autos y de los decretos dictados fuera de
audiencias, podrá pedirse reposición al tribunal que los hubiere pronunciado.
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gran parte de la doctrina es un decreto (para otros es una sentencia interlocutoria), el cual deberá
notificársele personalmente al demandado.
3.2. EL AUTO234
El art. 158 inc. IV del CPC, dice que se llama auto la resolución que recae en un incidente
no comprendido en el inciso anterior. Por lo tanto, relacionando esta definición con el inciso anterior
que define a la sentencia interlocutoria, se puede decir que auto es la resolución que recae en un
incidente, sin establecer derechos permanentes a favor de las partes, o sin resolver sobre algún trámite
que deba servir de base en el pronunciamiento de una sentencia definitiva o interlocutoria
(CASARINO). A su vez, el profesor ALFARO señala que los autos son aquellas resoluciones judiciales
que resuelven un incidente sin establecer derechos permanentes a favor de las partes; puesto que el
inc. IV del art. 158 del CPC sólo se remite a los incidentes, y la segunda parte del inc. III no es un
incidente, es decir, una cuestión accesoria a la principal.
Ejemplos de autos son: la resolución que se pronuncia sobre el privilegio de pobreza, ya que
no establece derechos permanentes a favor de una de las partes (según otros es una sentencia
interlocutoria); la resolución que recae sobre una medida precautoria, puesto que dichas medidas son
esencialmente provisionales (se establecen para asegurar el resultado de la acción); la resolución que
se pronuncia sobre el cambio de domicilio de una de las partes, y la resolución que se pronuncia sobre
el cambio de procurador235.
Los autos, al igual que los decretos, son susceptibles del recurso de reposición. Sin embargo,
se diferencian de los decretos, ya que siempre deben fallar incidentes, mientras que los decretos no;
y por otro lado, los autos debe dictarlos un juez (si se trata de un tribunal unipersonal) o por tres
ministros a lo menos (si se trata de un tribunal colegiado), mientras que los decretos los dicta el
secretario del tribunal o un ministro.
3.3. SENTENCIA INTERLOCUTORIA
De acuerdo al art. 158 inc. III del CPC, es sentencia interlocutoria la que falla un incidente
del juicio estableciendo derechos permanentes a favor de las partes, o resuelve sobre algún trámite
que debe servir de base en el pronunciamiento de una sentencia definitiva o interlocutoria 236. Del
concepto legal se pueden distinguir dos tipos de sentencia interlocutoria:
i. Sentencia interlocutoria de primer grado o clase: es aquella que falla un incidente del
juicio estableciendo derechos permanentes a favor de las partes (la diferencia con los autos
es su efecto, pero ambas fallan incidentes).
En esta materia se plantea la discusión acerca de determinar ¿qué es derechos permanentes a
favor de las partes? Al respecto existen dos posiciones: la posición mayoritaria de la doctrina
señala que lo permanente dice relación tanto con el transcurso del juicio, como con el

234
Hay que recordar que el proceso se conoce en la práctica con el término auto; de suerte que al hablar de
autos, bien se puede estar refiriendo a una determinada resolución judicial, como al mismo expediente
(materialidad).
235
ORELLANA señala que son las resoluciones más excepcionales en un procedimiento y cuesta encontrar
ejemplos de ellas. Agrega, que en una futura modificación del CPC debieran eliminarse, dejando sólo a las
sentencias interlocutorias como resoluciones que se pronuncien sobre incidentes.
236
La locución interlocutoria proviene del latin interloqui, que significa: lo que se dice en el intermedio. Esta
resolución, pues, el juez la pronuncia en el transcurso del pleito.
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resultado de éste, por lo tanto, si la resolución se puede modificar durante o después del juicio,
no es una sentencia interlocutoria; otros, en cambio, miran a los derechos permanentes desde
el momento en que se agota el juicio, ya que para determinar si los efectos de una resolución
son o no permanentes, hay que ver si los resultados de esa resolución se proyectan después
del juicio o no. Atendiendo a la primera postura, se puede citar como ejemplos de sentencia
interlocutoria de primer grado, las siguientes resoluciones:

- La resolución que acoge una excepción dilatoria insubsanable. La resolución que se


pronuncie acerca de una excepción dilatoria, puede ser un auto o una sentencia
interlocutoria, atendiendo a si establece o no derechos permanentes en favor de las
partes; así, si la excepción dilatoria es acogida y el vicio no admite subsanación, se
emitirá por el tribunal una sentencia interlocutoria de primer grado, puesto que
establece un derecho permanente a favor del demandado (por ejemplo, si la demanda
ha sido presentada ante tribunal un incompetente; o falta la capacidad del
demandante); en cambio, si el defecto es subsanable, la resolución será un auto, pues
estará reconociendo un derecho transitorio, cuya existencia está limitada a la
corrección que efectúe el actor (por ejemplo, la ineptitud del libelo).

- La resolución que acepta el desistimiento de la demanda, puesto que el demandado


puede oponerse al desistimiento, produciéndose un incidente que se resolverá por una
sentencia interlocutoria que producirá cosa juzgada.

- La resolución que declara abandonado el procedimiento. Algunos, sin embargo,


señalan que si bien en el abandono del procedimiento se perdió todo lo obrado, la
parte quedará en condiciones de volver a demandar.

- Según algunos, la resolución que concede el privilegio de pobreza y la resolución que


acoge una medida precautoria. El profesor LUHRS Y ALFARO creen que estos son más
bien ejemplos de autos (resuelven un incidente sin establecer derechos permanentes
para las partes); pues en el privilegio de pobreza se pide al tribunal que se compruebe
que se es pobre para quedar exento del pago de las costas, pero la resolución no
establece derechos permanentes, ya que se puede dejar de ser pobre; y por otra parte,
las medidas precautorias deben cesar siempre que desaparezca el peligro o se
otorguen cauciones suficientes (son esencialmente provisionales). Con todo, el
profesor LUHRS da dos ejemplos de sentencias interlocutorias de primera clase: la
sentencia que falla acerca de la validez de un documento extraprocesal, y la sentencia
que declara que el tribunal es competente (como en estas sentencias no se puede
volver a discutir el tema, se está frente a derechos permanentes para las partes)237.

ii. La sentencia interlocutoria de segundo grado o clase: es aquella que resuelve sobre trámites
que deben servir de base al pronunciamiento de una sentencia definitiva o interlocutoria

237
El profesor LUHRS señala que para saber si se está ante una sentencia interlocutoria de primera clase o no,
hay que analizar dos cosas: si se ha resuelto un incidente, lo cual se sabe si a la solicitud se le dio trámite
incidental (con audiencia), pero el problema está en las figuras a las que se les da tramitación incidental y que
no son incidentes; y en segundo lugar, si crean o no derechos permanentes para las partes, es decir, que entran
al patrimonio y no pueden sacarse de él.
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posterior (no falla incidentes). Por ejemplo, la resolución que recibe la causa a prueba fija los
elementos controvertidos que se deben probar, lo cual sirve de base para el pronunciamiento
de una sentencia definitiva238; la resolución que ordena despachar mandamiento de ejecución
en contra del deudor en el juicio ejecutivo; la resolución que ordena el llamado a conciliación,
etc.
La diferencia que presenta con los decretos, es que en estos no se resuelve nada, sólo dan
curso al proceso; en cambio, en la sentencia interlocutoria de segundo grado se resuelven
trámites.
Siguiendo a CASARINO, las sentencias interlocutorias también admiten otra clasificación en:
sentencias interlocutorias que ponen término al juicio o hacen imposible su prosecución (por ejemplo,
la resolución que acepta el desistimiento de la demanda; la resolución que declara el abandono del
procedimiento; la resolución que acepta la incompetencia del tribunal; etc.); y sentencias
interlocutorias que no tienen estas características. Esta clasificación tiene importancia para los efectos
de la procedencia del recurso de casación, pues este recurso (sea en el fondo o en
la forma) sólo procede en contra de las sentencias definitivas y en contra de las sentencias
interlocutorias que ponen término al juicio o hacen imposible su prosecución 239. El profesor ALFARO
agrega que esta clasificación también es importante para efectos del recurso de queja, el cual sólo
procede cuando la falta o abuso se comete en una sentencia definitiva o interlocutoria que pone
término al juicio o hace imposible su continuación.
Art. 766. El recurso de casación en la forma se concede contra las sentencias definitivas, contra las
interlocutorias cuando ponen término al juicio o hacen imposible su continuación y, excepcionalmente, contra
las sentencias interlocutorias dictadas en segunda instancia sin previo emplazamiento de la parte agraviada, o
sin señalar día para la vista de la causa.

Art. 767. El recurso de casación en el fondo tiene lugar contra sentencias definitivas inapelables y contra
sentencias interlocutorias inapelables cuando ponen término al juicio o hacen imposible su continuación,
dictadas por Cortes de Apelaciones o por un tribunal arbitral de segunda instancia constituido por árbitros de
derecho en los casos en que estos árbitros hayan conocido de negocios de la competencia de dichas Cortes,
siempre que se hayan pronunciado con infracción de ley y esta infracción haya influido substancialmente en lo
dispositivo de la sentencia.

3.4. SENTENCIA DEFINITIVA

a. Concepto y características
Según el art. 158 inc. II del CPC, es sentencia definitiva la que pone fin a la instancia,
resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto del juicio. Según el profesor ALFARO,
doctrinalmente la sentencia definitiva es el acto judicial que resuelve heterocompositivamente el
litigio ya procesado, mediante la aceptación que el juez hace de alguna de las posiciones mantenidas
por los antagonistas, luego de evaluar los medios confirmatorios de las afirmaciones efectuadas por

238
El profesor LUHRS recalca que si la resolución que recibe un incidente a prueba sirve de base
para el pronunciamiento de un auto, entonces es un mero decreto.
239
No obstante, hay ciertas y determinadas sentencias interlocutorias que, aun cuando no ponen término al
juicio o hacen imposible su continuación, son susceptibles de casación en la forma; se trata de sentencias
interlocutorias de segunda instancia que han sido pronunciadas sin previo emplazamiento de la parte agraviada
o sin señalamiento de día para la vista de la causa.
322
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el actor y de la aplicación particularizada al caso de una norma jurídica que preexiste en abstracto,
con carácter general.
Esta es la resolución judicial más importante que se dicta en el proceso, pues resuelve la
controversia objeto principal del pleito; y para que una resolución judicial tenga la naturaleza procesal
de una sentencia definitiva, requiere la concurrencia copulativa de dos requisitos o características:
i. Que ponga fin o término a la instancia. La instancia es cada uno de los grados
jurisdiccionales que la ley establece, para que los tribunales puedan conocer y fallar los
negocios sometidos a su decisión, con facultad soberana para pronunciarse sobre todas las
cuestiones de hecho y de derecho que en ellos se susciten. La regla general, es que los asuntos
judiciales sean conocidos en doble instancia, y la excepción, que lo sean en única instancia;
de ahí que las sentencias definitivas se clasifiquen en sentencias definitivas de única, primera
y segunda instancia.
Debido a este requisito, es que las sentencias de casación, tanto las que rechazan el recurso
como las que lo acogen, no son propiamente sentencias definitivas, pues, a pesar de que
participen de sus características formales, la casación no es una instancia, sino que solamente
un grado o fase jurisdiccional.
ii. Que resuelva la cuestión o asunto que ha sido objeto del pleito. Hay que tener presente
que hay resoluciones judiciales que ponen fin a la instancia, pero no lo hacen resolviendo la
controversia o asunto principal; por ejemplo, la resolución que declara el abandono del
procedimiento, la que declara desierto el recurso de apelación, la que acepta el desistimiento
de la demanda, la que declara la prescripción de la apelación. Todas estas resoluciones son
sentencias interlocutorias, pues no resuelven la cuestión o asunto que ha sido objeto del pleito,
sino que aspectos formales del juicio.

b. Clasificación de las sentencias definitivas

i. Según la instancia en que son pronunciadas.


Las sentencias definitivas pueden ser: de única instancia, que es aquella respecto de la cual
no procede recurso de apelación (pero puede proceder un recurso extraordinario para revisar); de
primera instancia, que es aquella respecto de la cual procede recurso de apelación; y de segunda
instancia, que es aquella que pronuncia el tribunal de segunda instancia, respecto de la sentencia de
primera instancia, la cual, a su vez, puede ser: confirmatoria, si confirma la sentencia de primera
instancia y la mantiene igual; revocatoria, en caso de que se acoja el recurso; o modificatoria, si
modifica en algún sentido la sentencia de primera instancia, pero mantiene la decisión fundamental
(por ejemplo, la acción de indemnización de perjuicios en que se cambia sólo el monto).
ii. Según su contenido
Se distingue entre: sentencias condenatoria o estimatoria, que es aquella en cuya virtud el
juez o tribunal acoge la pretensión del demandante, es decir, el dictamen del juez es favorable al
demandante o acusador; y la sentencia absolutoria o desestimatoria, que es aquella mediante la cual
el órgano jurisdiccional da la razón al demandado o acusado.

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iii. Según su firmeza, permanencia o posibilidad de ejecución


Se clasifican en sentencia firme o ejecutoriada, que es aquella contra la cual no cabe la
interposición de ningún recurso, ordinario o extraordinario; y sentencia no firma o recurrible, que es
aquella contra la que se pueden interponer recursos.
iv. Según si resuelven la controversia total o parcialmente
se distingue entre sentencias definitivas totales, que son aquellas que resuelven toda la
controversia de una vez; y sentencias definitivas parciales, que son aquellas que resuelven sólo una
parte de la controversia o sólo alguna de las cuestiones que la integran, en los casos en que la ley así
lo autoriza.
En efecto, conforme al art. 172 del CPC, cuando en un mismo juicio se ventilen dos o más
cuestiones que puedan ser resueltas separada o parcialmente, sin que ello ofrezca dificultad para la
marcha del proceso, y alguna o algunas de dichas cuestiones o parte de ellas, lleguen al estado de
sentencia antes de que termine el procedimiento en las restantes, podrá el tribunal fallar desde luego
las primeras; agrega el inc. II que en este caso se formará cuaderno electrónico separado con las
piezas necesarias para dictar el fallo y ejecutarlo.
Esta institución tiende, naturalmente, a obtener una mayor rapidez en la decisión de las
cuestiones controvertidas en el pleito, en relación con el tiempo en que van quedando en estado de
sentencia. En la práctica, no se ha hecho uso de este derecho con frecuencia, pero igualmente pueden
darse supuestos como el siguiente: en una misma demanda se entablan dos acciones, una de las cuales
debe recibirse a prueba por fundarse en hechos que han sido contradichos por las partes, y la otra
puede resolverse desde luego, por tratarse nada más que de una controversia de derecho; o en un
juicio el demandado deduce reconvención, pero resulta que la acción principal ha suscitado
únicamente una controversia de derecho, no así la reconvención, que necesita de prueba, por tanto,
no hay inconveniente para que el demandante solicite la dictación de sentencia definitiva respecto de
la acción principal y, en caso de accederse, tendrá que formarse el correspondiente cuaderno
electrónico separado.
v. Según su objeto o finalidad
Las sentencias se clasifican en: sentencias definitivas de condena, meramente declarativas
y constitutivas240.
Las sentencias definitivas de condena son aquellas que imponen una prestación al demandado
en favor del demandante, y que permiten, posteriormente, obtener el cumplimiento de dicha
prestación por vía ejecutiva (son las sentencias más comunes, por ser también más frecuente el
ejercicio de las acciones de condena). Desde el momento en que las sentencias de condena declaran
una prestación a favor de una de las partes, participan en cierto sentido de las sentencias declarativas;

240
Esta clasificación se relaciona con la que se hizo respecto de las resoluciones judiciales, a propósito de la
finalidad de la pretensión, en donde se distinguió entre sentencias declarativas, ejecutivas y cautelares. Ahora
bien, las sentencias definitivas sólo son declarativas, pues las resoluciones cautelares son autos, ya que
resuelven una incidencia no estableciendo derechos permanentes para las partes, y la sentencia que autoriza la
ejecución, es una sentencia interlocutoria de segunda clase, pues sirve de base para el pronunciamiento de una
sentencia definitiva o interlocutoria.
324
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pero la diferencia está, en que las sentencias de condena siempre a habilitan al demandante a obtener
el cumplimiento de la prestación por la vía ejecutiva posterior.
Las sentencias definitivas declarativas son aquellas que se pronuncian sobre una relación
jurídica que aparece incierta. Aquí el demandante se contenta con que la sentencia disipe o aclare las
dudas que existen sobre una determinada relación jurídica de orden sustancial, sin necesidad de ir
aparejadas de ejecución o cumplimiento compulsivo. En este sentido, también serían sentencias
declarativas aquellas que desestiman la demanda, o sea, que favorecen al demandado.
Las sentencias constitutivas son aquellas cuyo pronunciamiento produce la existencia de
estados jurídicos nuevos (por ejemplo, las sentencias de divorcio, de nulidad de matrimonio, de
interdicción, etc.)241.
La importancia de esta clasificación doctrinaria se traduce en los diferentes efectos que
producen unas y otras sentencias definitivas. Así, las sentencias de condena abren la vía ejecutiva
posterior, y el deudor queda constituido en mora desde el momento de la notificación de la demanda
correspondiente; en cambio, las sentencias puramente declarativas no dan origen a ejecución posterior
(su finalidad está involucrada en su propia dictación), y el derecho declarado existirá desde el
momento en que se produjo su fuente u origen; y, por otra parte, las sentencias constitutivas producen
solamente efectos hacia el futuro y de carácter erga omnes.
4. REQUISITOS DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES

4.1. REQUISITOS GENERALES DE TODA RESOLUCIÓN JUDICIAL


Como se dijo, una de las importancias de la clasificación de las resoluciones judiciales que
formula el art. 158 del CPC, es para saber los requisitos de forma a que se deben ajustar en su
redacción o pronunciamiento. No obstante, hay requisitos generales aplicables a toda resolución, y
aluden a ellos alude el art. 169 del CPC, el cual señala que toda resolución, de cualquiera clase que
sea, deberá expresar en letras la fecha y lugar en que se expida (por ejemplo, “en Valparaíso, a trece
de julio de dos mil diez…”), y llevará al pie la firma electrónica avanzada del juez o jueces que la
dicten o intervengan en el acuerdo. Agrega el inc. II que cuando después de acordada una resolución
y siendo varios los jueces se imposibilite alguno de ellos para firmarla, bastará que se exprese esta
circunstancia en el mismo fallo.
Asimismo, al ser las resoluciones un tipo de actuación judicial, deben llevar la firma
electrónica del secretario (o el oficial primero tratándose de decretos) autorizando la resolución; pues
de acuerdo al art. 61 inc. III del CPC, la autorización del funcionario a quien corresponda dar fe o
certificado del acto es esencial para la validez de la actuación en todos aquellos casos en que una
ley expresamente o disponga. Y por otro lado, debe dejarse constancia de ella en el proceso.
Por último, hay que recordar que la primera resolución judicial que se pronuncie en el
proceso, fuera de los requisitos generales antes indicados, debe contener un requisito específico, que
consiste en asignarle un número de orden, con el que figurará en el rol del tribunal hasta su

241
Mucho se ha discutido en doctrina sobre la existencia de estas sentencias, algunos dicen que no debiera
reconocérselas, por cuanto mediante ellas puede llegar a obtenerse que los tribunales formulen declaraciones
teóricas; pero lo anterior se rebate señalando que hay veces en que es indispensable la certidumbre jurídica,
siendo su obtención el verdadero interés de las partes, en especial del actor.
325
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terminación; esto con el objeto de practicar las notificaciones por el estado diario (este número es
distinto para cada instancia).
4.2. REQUISITOS DE LOS DECRETOS
En primer lugar, lo decretos deben cumplir con los requisitos de forma comunes a toda
resolución judicial, y con los requisitos propios de toda primera resolución judicial, en caso de que el
decreto fuese esta clase de resolución (por ejemplo, la resolución que provee la demanda y confiere
traslado).
En cuanto a los requisitos de fondo de los decretos, no hay una disposición legal expresa que
los señale, esto debido a que no resuelven nada, sólo tienen por objeto dar curso progresivo a los autos
y, por tanto, no requieren exponer fundamentación, simplemente dirán el trámite que hay que cumplir
(“acompáñese”, “traslado”, etc.).
4.3. REQUISITOS DE LOS AUTOS Y SENTENCIAS INTERLOCUTORIAS
Primero que todo, deben cumplir con los requisitos de forma comunes a toda resolución
judicial. Luego, el legislador se ha preocupado de señalar expresamente los requisitos de fondo
propios que deben contener en el art. 171 del CPC, el cual señala que en las sentencias interlocutorias
y en los autos se expresarán, en cuanto la naturaleza del negocio lo permita, a más de la decisión
del asunto controvertido, las circunstancias mencionadas en los números 4° y 5° del artículo
precedente, esto es, las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de fundamento a la
sentencia (art. 170 Nº 4); y la enunciación de las leyes, y en su defecto, de los principios de equidad,
con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo (art. 170 Nº 5).
Este último requisito no es esencial, pues sólo es necesario cuando la naturaleza del negocio
así lo permite (determinar esta circunstancia es una cuestión de hecho que queda entregada al criterio
del tribunal sentenciador). Lo que sí deben contener, es la decisión del asunto controvertido en el
incidente; pues ambos tipos de resoluciones se pronuncian sobre incidentes, con la diferencia de que
las sentencias interlocutorias de primer grado establecen derechos permanentes para las partes.
El profesor ORELLANA señala que las sentencias interlocutorias de segundo grado deben
cumplir con los requisitos generales de toda resolución judicial y, además, deben referirse al trámite
específico que hay que cumplir (por ejemplo, “se recibe la causa a prueba”); pero este tipo de
resoluciones no debe contener considerandos de hecho y de derecho, y tampoco la decisión del
asunto, ya que sólo tienen por objeto servir de base a una sentencia definitiva o interlocutoria
posterior.
Por último, los autos y las sentencias interlocutorias deben contener un pronunciamiento
expreso sobre la condena al pago de las costas, respecto a la parte que fuere vencida totalmente en un
incidente. Pues de acuerdo al art. 144 del CPC, la parte que sea vencida totalmente en un juicio o “en
un incidente”, será condenada al pago de las costas. Podrá con todo el tribunal eximirla de ellas
cuando aparezca que ha tenido motivos plausibles para litigar, sobre lo cual hará declaración
expresa en la resolución.
4.4. REQUISITOS DE LAS SENTENCIAS DEFINITIVAS
Las sentencias definitivas, por su importancia manifiesta, están sometidas a requisitos de
forma y de fondo más complejos que los anteriormente señalados. Para conocer estos requisitos, es

326
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necesario tener a la vista lo que disponen una serie de normas del CPC, del COT, y del Autoacordado
del año 1920 sobre la Forma de Redactar las Sentencias (pronunciado por la CS); y es necesario
distinguir si se trata de una sentencia definitiva de única, de primera o de segunda instancia, y, en este
último caso, si se trata de una sentencia confirmatoria, modificatoria o revocatoria.
a. Sentencia definitiva de única o primera instancia
El cúmulo de requisitos exigidos a esta clase de sentencias, puede ser organizados en tres
partes: una expositiva, una considerativa, y una resolutiva.
i. La parte expositiva o enunciativa es aquella que va en el inicio de la sentencia, y debe
contener los siguientes puntos:

- Debe comenzar expresando el lugar en que se expida, y en letras el día, mes y año.
Pues, de acuerdo al art. 169 del CPC, toda resolución, de cualquiera clase que sea,
deberá expresar en letras la fecha y lugar en que se expida…

- De acuerdo al art 170 N° 1 del CPC, las sentencias definitivas de primera o de única
instancia y las de segunda que modifiquen o revoquen en su parte dispositiva las de
otros tribunales, contendrán: 1) la designación precisa de las partes litigantes, su
domicilio y profesión u oficio. El objeto de esta mención, es determinar con exactitud
quiénes han sido partes en el juicio y, por consiguiente, a quiénes va a afectar la
sentencia. El precepto se refiere sólo a las partes litigantes, pero habrá que
individualizar tanto a las partes directas como a los terceros relativos, y a los
procuradores y abogados. Los datos de la individualización los toma el tribunal de los
escritos fundamentales que rolan en el mismo proceso.

- De conformidad con el Nº 2 del art. 170, deben contener la enunciación breve de las
peticiones o acciones deducidas por el demandante y de sus fundamentos; y conforme
al Nº 3 de la misma disposición, dichas resoluciones deben contener igual enunciación
(breve) de las excepciones o defensas alegadas por el demandado. Esta parte de la
sentencia da una idea del contenido del pleito 242.

- El N° 3 del Autoacordado señala que deben mencionar si ha sido o no recibida la causa


a prueba; y el Nº 4, por su parte, establece que deben indicar si las partes fueron citadas
para oír sentencia o no, en los casos previstos por la ley.
Como se puede apreciar, la parte expositiva de las sentencias definitivas de primera o única
instancia, tiene por objeto individualizar a la partes litigantes y precisar el contenido del
juicio; y su importancia radica, precisamente, en que indica la controversia a resolver (la

242
El CPC se limita a exigir una enunciación “breve” de las acciones y excepciones o defensas interpuestas por
las partes, y sus fundamentos; pero en la práctica, se había desvirtuado la finalidad de la ley copiándose
literalmente los escritos fundamentales. Es por ello que el Autoacordado prohibió expresamente que en la
sentencia se transcribieran íntegramente o en parte las solicitudes que hayan presentado los litigantes, salvo
aquellas peticiones concretas que, por su naturaleza o significación, exijan ser transcritas íntegramente para su
más fácil y exacta inteligencia.
327
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delimita), y sirve para saber a quiénes se va a extender la sentencia y, además, si se ha


producido o no la excepción de cosa juzgada.
ii. La parte considerativa es aquella que va al medio de la sentencia, y que contiene los siguientes
puntos:

- Las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de fundamento a la sentencia


(art. 170 N° 4 del CPC)243;
- La enunciación de las leyes, y, en su defecto, de los principios de equidad, con arreglo
a los cuales se pronuncia el fallo (art. 170 N° 5 del CPC).
Como se puede apreciar, la parte considerativa tiene por objeto establecer las razones de
hecho (a la luz de la prueba rendida) y de derecho que asisten al tribunal para llegar a la
conclusión que formulará en la parte resolutiva; y su importancia se demuestra por el hecho
de que esta parte sirve para evitar la arbitrariedad judicial, pues ella está destinada,
fundamentalmente, a que el juez dé las razones por las cuales desestima la demanda o los
motivos por los cuales la acoge (el profesor FORTTES señala que es la parte medular de la
sentencia)244.
Al ser la parte considerativa el fundamento de la parte resolutiva tiene que haber entre ellas
la debida correspondencia y armonía; no la hay, por ejemplo, si los considerandos tienden a
demostrar que la acción debe ser acogida, y luego la parte resolutiva declara no haber lugar a
la demanda.
iii. La parte resolutiva o decisoria es aquella que va al final de la sentencia y contiene los
siguientes puntos:

- De acuerdo al art. 170 Nº 6 del CPC, debe contener la decisión del asunto
controvertido. Esta decisión deberá comprender todas las acciones y excepciones que
se hayan hecho valer en el juicio (tanto las aceptadas como las rechazadas); pero podrá
omitirse la resolución de aquellas (acciones y excepciones) que sean incompatibles
con las aceptadas. Ahora bien, las acciones que tiene que decidir el tribunal las

243
El Nº 5 del Autoacordado dispone que se establecerán con precisión los hechos sobre los que versa la cuestión
que debe fallarse, con distinción de los que fueron aceptados o reconocidos por las partes, de aquellos respecto
de los cuales haya versado discusión.
244
La redacción de esta parte de la sentencia es en extremo delicada, y es por ello que aquí los jueces deben
poner su mayor empeño, de forma que los litigantes queden en condiciones de apreciar por sí mismos la
exactitud y corrección con que ha sido evaluada la prueba, para llevarlos al convencimiento de que lo resuelto
es la expresión fiel de la justicia y de la ley, y para que, en caso de no estimarlo así, puedan recurrir a los
tribunales superiores en demanda del mejor derecho que piensan les asiste. Hay veces en que las consideraciones
de derecho son suficientes para acoger o rechazar las peticiones de las partes; en estos casos, algunos jueces
estiman que están relevados de la obligación de establecer también los hechos del pleito, a la luz de las pruebas
rendidas; pero éste es un profundo error, pues aun cuando el pleito se pueda decidirse por razones de derecho,
siempre se deben establecer los hechos: en primer término, porque el CPC no hace ningún distingo sobre el
particular; y, en segundo lugar, porque el tribunal superior puede estar en desacuerdo con la opinión del inferior
en cuanto al derecho, y se va a encontrar con que en el fallo recurrido no hay hechos establecidos. Si la situación
anterior es delicada para un tribunal de alzada, lo es mayor para la CS, puesto que, conociendo de un recurso
de casación, no puede entrar por sí misma a dar por establecidos los hechos del pleito, sino que debe aceptarlos
en la forma como vienen en el fallo recurrido.
328
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encontrará en el escrito de demanda, y las excepciones en el de contestación; salvo las


excepciones de prescripción, cosa juzgada, transacción y pago efectivo de la deuda
cuando ésta se funde en un antecedente escrito, las que podrán oponerse en cualquier
estado de la causa (excepciones anómalas), y que, por consiguiente, se hallarán en
cualquiera solicitud posterior. También tendrá el tribunal que examinar los escritos de
réplica y dúplica, por cuanto en ellos las partes pueden ampliar, adicionar o modificar
las acciones y excepciones que hayan formulado en la demanda y contestación, pero
sin que puedan alterar las que sean objeto principal del pleito (art. 312 del CPC).
Esto se relaciona directamente con la congruencia procesal, es decir, con la
correspondencia que debe existir entre lo pretendido por las partes y lo fallado por el
juez. Cuando no existe esta correspondencia, hay una incongruencia procesal, la cual
se puede producir de distintas maneras: a través de la minuspetita, lo cual ocurre
cuando el juez en su sentencia no se pronuncia sobre todas las pretensiones y defensas
de las partes (otorga menos de lo pedido por la parte); mediante la ultrapetita,
incongurencia que tiene lugar cuando una resolución judicial concede más de lo
pedido por una de las partes; y a través de la extrapetita, la cual tiene lugar cuando el
juez otorga algo diferente a lo solicitado por las partes (por ejemplo, una persona
entabla una demanda buscando una indemnización por responsabilidad contractual, sin
mencionar una eventual responsabilidad extracontractual, y el juez niega la primera,
dando lugar a la segunda). Sin embargo, lo anterior no es del todo absoluto, pues se
exceptúan dos casos:
a) De acuerdo al art. 170 N° 6 del CPC, la sentencia definitiva puede omitir la
decisión de aquellas acciones o excepciones que sean incompatibles con las ya
aceptadas. Por ejemplo, en un juicio se deducen las acciones de cumplimiento
y de resolución de un mismo contrato; el juez en la sentencia podrá acoger la
acción de cumplimiento y abstenerse de pronunciarse sobre la acción de
resolución, por estimarla incompatible con la anterior; o el demandado el
demandado puede oponer las excepciones de prescripción y de pago. Esta
facultad es de carácter discrecional el tribunal haga uso de ella, tendrá que dar
cumplimiento a otra importante obligación, que consiste en exponer los
motivos que hubiere tenido para considerar incompatible la acción o la
excepción que deja de fallar, con aquella acción o excepción que ya aceptó
(esto según el Nº 11 del autoacordado).

b) La segunda excepción está contemplada en la parte final del art. 160 del CPC,
el cual dispone que las sentencias se pronunciarán conforme al mérito del
proceso, y no podrán extenderse a puntos que no hayan sido expresamente
sometidos a juicio por las partes, "salvo en cuanto las leyes manden o permitan
a los tribunales proceder de oficio". El caso típico, es el de la nulidad absoluta,
que puede y debe ser declarada de oficio cuando aparece de manifiesto en el
acto o contrato.

- En segundo lugar, la parte resolutiva debe referirse a la legalidad de las tachas


deducidas en contra de los testigos que hubieren declarado en el juicio, pues de acuerdo
al art. 379 inc. II del CPC, la legalidad de las tachas y su comprobación serán
329
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apreciadas y resueltas en la sentencia definitiva; y por otro lado, debe pronunciarse


sobre la condena o absolución en el pago de las costas 245.

- La orden de copiar la sentencia en el Libro Copiador de Sentencias, el cual es llevado


por el Secretario. En efecto, conforme al art. 384 del COT, los secretarios deberán
llevar los siguientes registros: 1) un registro electrónico de las sentencias definitivas
que se dicten en los asuntos civiles, contenciosos o no contenciosos, con la debida
firma electrónica avanzada del juez o jueces involucrados. También se incluirán en
dicho registro electrónico las sentencias interlocutorias que pongan término al juicio
o hagan imposible su continuación.

- Conforme al art. 173 del CPC, cuando una de las partes haya de ser condenada a la
devolución de frutos o a la indemnización de perjuicios, y se ha litigado sobre su
especie y monto, la sentencia determinará (en su parte resolutiva) la cantidad líquida
que por esta causa deba abonarse, o declarará sin lugar el pago, si no resultan
probados la especie y el monto de lo que se cobra, o, por lo menos, las bases que deban
servir para su liquidación al ejecutarse la sentencia. Agrega el inc. II que en el caso
de que no se haya litigado sobre la especie y el monto de los frutos o perjuicios (sino
que sólo sobre la existencia misma del derecho a los frutos o del derecho a la
indemnización de perjuicios), el tribunal reservará a las partes el derecho de discutir
esta cuestión en la ejecución del fallo o en otro juicio diverso.

- Por último, como toda resolución judicial, debe llevar la firma electrónica avanzada
del juez que la hubiere dictado (art. 169 del CPC); y como toda actuación judicial, debe
llevar la firma electrónica del secretario, debiendo éste expresar, antes de la suya, el
nombre y apellidos del juez y la calidad de propietario, interino, suplente o subrogante
(art. 61 inc. final del CPC y N° 16 del Autoacordado).

Como se dijo, la parte resolutiva es la consecuencia lógica de la parte considerativa; y


como el juez debe pronunciarse sobre las acciones y excepciones hechas valer por las
partes, también se relaciona con la parte expositiva, pues ahí se señalan cuáles son.

Por último, hay que señalar que es en este momento cuando el juez ejerce, en toda su
amplitud, la jurisdicción de que se halla investido, pues aquí debe declarar si la
demanda debe ser estimada o acogida, o debe ser desestimada o rechazada.

b. Sentencias definitivas de segunda instancia


Aquí hay que distinguir si se trata de una sentencia definitiva de segunda instancia
confirmatoria, revocatoria, o modificatoria.

245
Algunos dicen que, eventualmente, las sentencias definitivas contienen una especie de injerto de sentencia
interlocutoria de segundo grado, toda vez que deben pronunciarse sobre las costas y sobre la legalidad y
comprobación de las tachas de testigos, cuando éstas han sido dejadas para definitiva. O sea, pueden haber
sentencias interlocutorias que no se producen durante la sustanciación, sino que se integran a una sentencia
definitiva, como el caso de la habilidad o inhabilidad de los testigos; y algo similar con la prueba instrumental.
Por tanto, el tribunal puede decidir de inmediato o dejarlo para la sentencia definitiva.
330
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i. Las sentencias definitivas confirmatorias son aquellas pronunciadas por un tribunal de alzada
y que aceptan sin reservas la sentencia definitiva de primera instancia. El CPC no establece
ninguna exigencia de requisito de forma o de fondo especial para esta clase de sentencias, en
consecuencia, deben reunir los mismos requisitos generales de toda resolución judicial, es
decir, deberá comenzar expresando el lugar en que se expidan y en letras el día, mes y año; y
sólo debe contener la parte resolutiva confirmando el fallo, con la firma electrónica avanzada
del juez y del secretario. Un ejemplo de sentencia confirmatoria, es la siguiente: “En
Valparaíso, treinta de noviembre de dos mil once. Vistos (parte resolutiva): se confirma, con
costas la sentencia definitiva de primera instancia, de fecha de 30 de marzo de dos mil ocho,
escrita a fojas 35. Devuélvanse. Firma electrónica avanzada de los Ministros, y firma del
Secretario.
Pero puede ocurrir que el tribunal de alzada esté dispuesto a confirmar en todas sus partes la
sentencia definitiva de primera instancia, y a esta última le falten todos o algunos de los
requisitos de forma o de fondo que debe contener. En este supuesto, el art. 170 inc. II del
CPC señala que en igual forma (cumpliendo con los seis numerales del art. 170 inc. I) deberán
dictarse las sentencias definitivas de segunda instancia que confirmen sin modificación las
de primera, cuando éstas no reúnen todos o algunos de los requisitos indicados en la
enunciación precedente246.
Fuera de la facultad de completar o subsanar el o los requisitos omitidos en la sentencia de
primera instancia que se trata de confirmar, la ley permite al tribunal de alzada casar de oficio
el fallo de primera instancia. En efecto, el art. 775 del CPC señala que no obstante lo dispuesto
en los arts. 769 (haber deducido los recursos procesales oportunamente) y 774 (una vez
interpuesto el recurso no puede hacerse ninguna variación), pueden los tribunales,
conociendo por vía de apelación, consulta o casación o en alguna incidencia, invalidar de
oficio las sentencias cuando los antecedentes del recurso manifiesten que ellas adolecen de
vicios que dan lugar a la casación en la forma… y de acuerdo al art. 768 del CPC, el recurso
de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes: 5)
en haber sido pronunciada con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados en el art.
170. En este caso, deberá el mismo tribunal, acto continuo y separadamente, dictar la
sentencia que corresponde con arreglo a la ley. Pero si el defecto que se advierte es la omisión
del fallo sobre alguna acción o excepción que se haya hecho valer en el juicio, el tribunal
superior podrá limitarse a ordenar al de la causa que complete la sentencia, dictando
resolución sobre el punto omitido, y entre tanto suspenderá el fallo del recurso (art. 775 inc.
II del CPC).

246
La redacción de este precepto ha dado origen a ciertas dificultades en la práctica, pues ¿esto significa que la
sentencia de segunda instancia debe contener todos los requisitos de la primera, tanto los omitidos como los no
omitidos; o por el contrario, sólo los omitidos? La jurisprudencia se ha uniformado señalando que la sentencia
confirmatoria de segunda instancia se debe limitar a subsanar o completar los requisitos omitidos. Así, por
ejemplo, si la sentencia de primera instancia omite la designación precisa de las partes litigantes, la sentencia
de segunda instancia al confirmarla, dirá: “Completando la parte expositiva de la sentencia en alzada, en el
sentido de que las partes litigantes son XXX y XXX, se confirma la expresada sentencia”; o puede suceder que
la sentencia de primera instancia omita las consideraciones de hecho que debieron servirle de fundamento, en
este sentido la sentencia de segunda instancia, al confirmarla, dirá: “Teniendo además, presente... (y en seguida
vendrán los considerandos de hecho omitidos), se confirma la sentencia en alzada”.

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ii. Las sentencias definitivas modificatorias o revocatorias, son aquellas sentencias definitivas
pronunciadas por el Tribunal de Alzada, que modifican (revocación parcial) o revocan
(modificación total) la parte resolutoria de un fallo de primera instancia. Para ver qué
requisitos deben cumplir dichas sentencias, hay que hacer una distinción:

- Si el fallo de primera instancia reúne los requisitos exigidos por el art. 170 inc. I, la
sentencia de segunda instancia que la modifique o revoque, basta que reproduzca la
parte expositiva de la primera (incluso puede omitir la parte expositiva, remitiéndose
a la de sentencia de primera instancia), y en seguida, debe exponer los considerandos
de hecho y de derecho que demuestran la necesidad de modificar o revocar la
sentencia de primera instancia, y terminará haciendo declaración sobre las acciones
y excepciones que constituyen el asunto controvertido. Esto lo confirma el art. 170
inc. final, que señala que si la sentencia de primera instancia reúne estos requisitos,
la de segunda que modifique o revoque no necesita consignar la exposición de las
circunstancias mencionadas en los números 1, 2, 3 del presente artículo (parte
expositiva) y bastará referirse a ella247.

- Pero si la sentencia de primera instancia no reúne todos los requisitos que le son
propios, la sentencia de segunda que modifique o revoque dicha sentencia,
necesariamente deberá reunir todos los requisitos señalados en el art. 170 inc. I del
CPC, es decir, deberá constar de parte expositiva, considerativa y resolutiva. En
efecto, el encabezado del art. 170 inc. I del CPC señala que las sentencias definitivas
de primera o de única instancia y las de segunda que modifiquen o revoquen en su
parte dispositiva (resolutiva) las de otros tribunales, contendrán…248

iii. Sentencias definitivas de única instancia dictadas por un tribunal de alzada. La regla general,
es que el tribunal de alzada decida el asunto controvertido confirmando lo ya resuelto por el
juez de primera instancia, o modificando o revocando la sentencia de este último y decidiendo
por su cuenta la suerte de las acciones o excepciones hechas valer en el juicio. Pero hay casos
excepcionales en que el tribunal de alzada se pronuncia por primera vez y, por consiguiente,
en única instancia, sobre acciones o excepciones que, si bien, se hicieron valer en el juicio,
no fueron decididas por la sentencia de primera instancia; estos casos son:

- Como se dijo, la segunda parte del art. 170 N° 6 del CPC señala que podrá omitirse
la resolución de aquellas (acciones y excepciones) que sean incompatibles con las
aceptadas. En este supuesto, conforme al art. 208 del CPC, podrá el tribunal de

247
Esto se asemeja a los requisitos que debe reunir la sentencia de reemplazo que se dicta a propósito de un
recurso de casación en el fondo, pues de acuerdo al art. 785 inc. I del CPC, cuando la CS invalide una sentencia
por casación en el fondo, dictará acto continuo y sin nueva vista, pero separadamente, sobre la cuestión materia
del juicio que haya sido objeto del recurso, la sentencia que crea conforme a la ley y al mérito de los hechos
tales como se han dado por establecidos en el fallo recurrido, reproduciendo los fundamentos de derecho de la
resolución casada que no se refieran a los puntos que hayan sido materia del recurso y la parte del fallo no
afectado por éste.
248
No hay que olvidar que en las sentencias definitivas de segunda instancia modificatorias o revocatorias de
la parte dispositiva de las de primera, deben expresar la opinión de los miembros del tribunal que fuere
disconforme con la de la mayoría, y el nombre del ministro redactor de la sentencia, todo ello si se tratare de
un tribunal colegiado (N° 14 y 15 Auto Acordado).
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alzada fallar las cuestiones ventiladas en primera instancia y sobre las cuales no se
haya pronunciado la sentencia apelada por ser incompatibles con lo resuelto en ella,
sin que se requiera nuevo pronunciamiento del tribunal inferior. Se trata de un
precepto fundado en razones de economía procesal; así, por ejemplo, si en una
demanda se hace valer una acción de cumplimiento de contrato y, en subsidio, una
acción de resolución de ese mismo contrato, y el juez inferior declara que ha lugar a
la acción de cumplimiento de contrato y se abstiene de pronunciarse sobre la acción
de resolución (por ser incompatible con la de cumplimiento ya aceptada), y luego se
apela dicha sentencia, y el tribunal de alzada estima que se debe rechazar la acción
de cumplimiento y, en cambio, debe acogerse la acción de resolución. Para decidir el
asunto controvertido en esta forma, el tribunal de alzada no necesita enviar los autos
al tribunal inferior a fin de que se pronuncie sobre la acción de resolución no decidida,
ya que esto lo hace en única instancia el propio tribunal de alzada.

¿Puede el tribunal de alzada fallar de oficio las acciones o excepciones cuyo fallo fue
omitido en la sentencia de primera instancia por ser incompatibles con las aceptadas,
o necesita petición expresa de parte interesada? Según CASARINO, el art. 208 del CPC
sólo da una regla de competencia y, por consiguiente, no ha modificado el principio
fundamental de la pasividad de los tribunales; por lo tanto, la parte que tiene interés
en que se fallen las acciones o excepciones omitidas, debe hacer expresa petición en
este sentido, utilizando para ello el escrito en que deduce la apelación, y el apelado
podrá efectuarla en el escrito de adhesión a la apelación. Al no hacerse esta petición,
y el tribunal de alzada fallare de oficio las acciones o excepciones, se corre el riesgo
de que se anule la sentencia de segunda instancia por ultra petita.

- Otro caso se da en el juicio sumario, pues el art. 692 del CPC establece que en segunda
instancia, podrá el tribunal de alzada, a solicitud de parte, pronunciarse por vía de apelación
sobre todas las cuestiones que se hayan debatido en primera para ser falladas en definitiva,
aun cuando no hayan sido resueltas en el fallo apelado. Este caso es totalmente diverso del
anterior, pues mientras que el art. 208 del CPC se pone en el supuesto de que el fallo de
primera no haya decidido una acción o excepción por ser incompatibles con las aceptadas, el
art. 692 del CPC se coloca simplemente en la situación de que el fallo de primera haya
omitido la decisión de una acción o excepción por simple olvido. Si no existiera el art. 692 y
la sentencia de primera instancia pronunciada en juicio sumario omitiera fallar una acción o
excepción hechas valer en el juicio (no siendo incompatibles con las ya aceptadas) el tribunal
de alzada no habría tenido más camino que casar de oficio la sentencia apelada, o bien,
ordenar al juez inferior que complete la sentencia; pero como estas situaciones no se avienen
con la naturaleza del juicio sumario, el legislador optó por entregar el fallo de las acciones o
excepciones omitidas al tribunal de segunda instancia, el cual, en esta función, actúa como
si fuese un tribunal de única instancia.

- Conforme al art. 209 inc. I del CPC, del mismo modo podrá el tribunal de segunda instancia,
previa audiencia del ministerio público, hacer de oficio en su sentencia las declaraciones
que por la ley son obligatorias a los jueces, aun cuando el fallo apelado no las contenga. Por
ejemplo, la nulidad absoluta que aparece de manifiesto en el acto o contrato, y sobre la cual
el tribunal de primera instancia no hace declaración alguna; en este caso el tribunal de
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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segunda instancia puede efectuar tal declaración, pero debe hacerlo previa audiencia del
Fiscal Judicial.
Resumiendo, la parte expositiva, considerativa o resolutiva no están necesariamente presentes
en toda sentencia definitiva, pues sólo en las sentencias definitivas de única y de primera instancia,
siempre deben estar presente, y si no están, la sentencia está viciada (casación); en cambio, en las
sentencias definitivas de segunda instancia hay que distinguir según si es confirmatoria (por regla
general, sólo parte resolutiva) o modificatoria y revocatoria (por regla general, parte considerativa y
resolutiva).
5. SANCIÓN POR FALTA DE REQUISITOS DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES

i. Si falta algún requisito común a toda resolución judicial (lugar y fecha en letras) o común a toda
actuación judicial (firma electrónica del juez y del secretario), CASARINO señala que dicha
resolución tendrá de tal sólo el nombre, a lo sumo, constituirá un proyecto de resolución judicial,
y no siendo propiamente una resolución, no cabe aplicar las sanciones que la ley ha establecido
expresamente para ellas, pues sería algo inexistente.

ii. Si se trata de un decreto que omite su decisión, es decir, no señala el trámite que ordena evacuar,
no habrá otro camino que pedirle al tribunal que complete su resolución mediante el
correspondiente recurso de reposición o reconsideración. Pues, de acuerdo al art. 181 inc. I del
CPC, los autos y decretos firmes se ejecutarán y mantendrán desde que adquieran este carácter,
sin perjuicio de la facultad del tribunal que los haya pronunciado para modificarlos o dejarlos
sin efecto...

iii. Si se trata de un auto que omite su decisión, es decir, no falla el incidente llamado a resolver, no
habrá más camino que pedirle al tribunal que complete su resolución, interponiendo un recurso
de reposición. Pero si se omiten las consideraciones de hecho o de derecho que deben servirle
de fundamento y, en su defecto, los principios de equidad con arreglo a los cuales se pronuncia
el fallo; dicha omisión no tiene sanción, por dos razones fundamentales: porque estos requisitos
de fondo se deben estampar sólo si la naturaleza del negocio lo permite, o sea, es una cuestión
de hecho que queda entregada al criterio del tribunal llamado a pronunciar el auto (art. 171 del
CPC); y porque el recurso de casación en la forma, destinado principalmente a anular las
sentencias judiciales por omisión de sus requisitos de fondo y forma, no procede en contra de
los autos, sino que sólo en contra las sentencias definitivas e interlocutorias que ponen término
al juicio o hacen imposible su continuación.

iv. Si se trata de una sentencia interlocutoria que pone término al juicio o hace imposible su
continuación que omite las consideraciones de hecho o de derecho que le sirven de fundamento
o la ley conforme a la cual se pronunció el fallo, dicha omisión no tiene sanción y no es recurrible
por casación en la forma, por tratarse de una circunstancia de hecho que depende de la naturaleza
del negocio (art. 171 del CPC). No acontece lo mismo si el requisito omitido es la falta de
decisión del asunto controvertido, pues su exigencia es terminante para la ley y, en tal caso,
procedería anular la sentencia por vía de casación en la forma fundado en el art. 768 Nº 5, en
relación con los el art. 170 Nº 6.
Art. 768 El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes:

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5. En haber sido pronunciada con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados en el art. 170 (Nº 6.
La decisión del asunto controvertido).

v. Si se trata de una sentencia interlocutoria que no pone término al juicio o no hace imposible su
continuación que omite la decisión del asunto controvertido, dicha omisión habría que subsanarla
mediante un recurso de aclaración, agregación o rectificación (art. 182 del CPC); y si omiten las
consideraciones de hecho o de derecho o la ley conforme a la cual se pronuncia el fallo, esto no
tiene sanción, por cuanto estos requisitos se exigen en razón de la naturaleza del negocio y, en
todo caso, el recurso de casación en la forma es improcedente respecto de esta clase de
resoluciones judiciales (art. 766 inc. I del CPC).

Art. 182. Notificada una sentencia definitiva o interlocutoria a alguna de las partes, no podrá el tribunal
que la dictó alterarla o modificarla en manera alguna.
Podrá, sin embargo a solicitud de parte, aclarar los puntos obscuros o dudosos, salvar las omisiones y
rectificar los errores de copia, de referencia o de cálculos numéricos que aparezcan de manifiesto en la
misma sentencia.

Art. 766. El recurso de casación en la forma, se concede contra las sentencias definitivas, contra las
interlocutorias cuando ponen término al juicio o hacen imposible su continuación y, excepcionalmente,
contra las sentencias interlocutorias dictadas en segunda instancia sin previo emplazamiento de la parte
agraviada, o sin señalar día para la vista de la causa.

vi. Por último, si los requisitos omitidos lo han sido de una s e n t e n c i a d e f i n i t i v a , la sanción
específica y por excelencia para este evento, es la anulación de la sentencia mediante la
interposición del correspondiente recurso de casación en la forma fundado en el art. 768 N° 5 del
CPC, esto es, en haber sido pronunciada con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados
en el art. 170 (los requisitos que presentan mayor importancia y gravedad son: las consideraciones
de hecho o de derecho que sirven de fundamento al fallo, y la decisión del asunto controvertido).

En caso de que se omita en la sentencia definitiva la mención de si se recibió o no la causa a


prueba, de si las partes fueron citadas para el fallo, o el nombre del ministro redactor y la calidad
de propietarios, suplentes, interinos o subrogantes de los jueces, no hay posibilidad de deducir con
éxito un recurso de casación en la forma, pues éste procede por omisión de alguno de los requisitos
enumerados en el art. 170 del CPC, y éstos, en cambio, están contemplados y son exigidos
solamente por el Autoacordado. Por lo tanto, estas omisiones solo dan origen a sanciones de
carácter disciplinario 249.

6. RESOLUCIONES JUDICIALES FIRMES O EJECUTORIADAS, QUE CAUSAN EJECUTORIA Y


SENTENCIA DE TÉRMINO

En diversas disposiciones del CPC se habla de estos tres tipos de resoluciones, las cuales no
constituyen una clasificación diferente a la del art. 158 del CPC, pues dichos preceptos hablan de

249
La jurisprudencia de los tribunales ha sido también uniforme en el sentido de declarar que es improcedente
el recurso de casación en la forma por el hecho de haberse omitido el fallo de las tachas de los testigos (art. 329
del CPC) o la condenación en costas (art. 144 del CPC), porque la decisión del asunto controvertido comprende
únicamente el fallo de las acciones y de las excepciones que se hubieren hecho valer en el juicio, y no aquellas
materias que son ajenas a éstas; y además, porque el recurso de casación en la forma sólo se refiere expresamente
al art. 170 del CPC.
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“resoluciones”, por lo tanto, son aplicables a cualquiera de las categorías contempladas en el art. 158
del CPC.
6.1. RESOLUCIONES JUDICIALES FIRMES O EJECUTORIADAS
Según ALESSANDRI, las resoluciones firmes o ejecutoriadas son las que se pueden cumplir
por no existir recursos contra ella, sea porque la ley no contempla ninguno, sea porque los que ella
concede no se han hecho valer oportunamente, y si se han hecho valer, ya fueron fallados. Se trata de
una denominación que utiliza el legislador para precisar el estado judicial de las resoluciones, pues,
en pocas palabras, una resolución firme es aquella en contra de la cual no cabe la interposición de
ningún recurso, y sentencia no firme o recurrible, es aquélla contra la que se pueden interponer
recursos
El art. 174 del CPC indica el momento en que queda firme o ejecutoriada una sentencia, al
decir que se entenderá firme o ejecutoriada una resolución desde que se haya notificado a las partes,
si no procede recurso alguno en contra de ella; y, en caso contrario, desde que se notifique el decreto
que la mande cumplir, una vez que terminen los recursos deducidos, o desde que transcurran todos
los plazos que la ley concede para la interposición de dichos recursos, sin que se hayan hecho valer
por las partes. En este último caso tratándose de sentencias definitivas, certificará el hecho el
secretario del tribunal a continuación del fallo, el cual se considerará firme desde este momento, sin
más trámites250.Sistematizando el art. 174 del CPC, una resolución está firme o ejecutoriada:
i. Si no procede recurso alguno en contra de ella, desde que se haya notificado a las partes. La
expresión “recurso alguno” se refiere al recurso de apelación y al de casación, pues no
comprende al recurso de queja, ya de acuerdo al art. 545 inc. I del COT, el recurso de queja
tiene por exclusiva finalidad corregir las faltas o abusos graves cometidos en la dictación de
resoluciones de carácter jurisdiccional. Sólo procederá cuando la falta o abuso se cometa
en sentencia interlocutoria que ponga fin al juicio o haga imposible su continuación o
definitiva, y que no sean susceptibles de recurso alguno, ordinario o extraordinario, sin
perjuicio de la atribución de la CS para actuar de oficio en ejercicio de sus facultades
disciplinarias; y tampoco comprende al recurso de revisión, ya que de conforme al
encabezado del art. 810 del CPC, la CS de Justicia podrá rever una sentencia firme en los
casos siguientes…

ii. Si procede algún recurso en contra de ella y se interpone, queda firme desde que se notifique
el decreto que la mande a cumplir (llamado "cúmplase"). Es decir, debe esperarse que se
fallen los recursos por el tribunal superior y que el expediente baje al tribunal de menor
jerarquía y que éste provea el "cúmplase", resolución que se notifica por el estado diario.

iii. Y si procede algún recurso en contra de ella y no se interpone, queda firme desde que
transcurran todos los plazos que la ley concede para la interposición de dichos recursos, sin
que se hayan hecho valer por las partes. Con todo, tratándose de sentencias definitivas, el
secretario del tribunal debe certificar este hecho a continuación del fallo, el cual se

250
Algunos autores señalan que la expresión firme no es sinónima de ejecutoriada; pues firme se refiere a
inmutable, mientras que ejecutoriada a cumplida. No obstante, el art. 174 del CPC trata a ambas expresiones
como sinónimas.
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considerará firme sólo desde este momento, sin más trámites; pues dicha certificación no
debe notificarse ya que no es una resolución judicial.
Determinar si una resolución judicial se encuentra firme o ejecutoriada tiene gran
importancia, porque solamente esta clase de resoluciones judiciales son susceptibles de poder
ejecutarse o cumplirse. En efecto, el art. 434 del CPC señala que el juicio ejecutivo tiene lugar en las
obligaciones de dar cuanto para reclamar su cumplimiento se hace valer alguno de los siguientes
títulos: 1) sentencia firme, bien sea definitiva o interlocutoria; y, a su vez, el art. 231 inc. I del CPC
dispone que la ejecución de las resoluciones corresponde a los tribunales que las hayan pronunciado
en primera o en única instancia. Se procederá a ella una vez que las resoluciones queden
ejecutoriadas o causen ejecutoria en conformidad a la ley.
Por otro lado, de acuerdo al art. 175 del CPC, las sentencias definitivas o interlocutorias
firmes producen la acción o la excepción de cosa juzgada; vale decir, tal categoría de sentencia tiene
el carácter de una verdad jurídica inamovible, por lo cual, puede exigirse su cumplimiento mediante
la acción, o puede impedirse, concurriendo los requisitos legales, una nueva discusión de la cuestión
mediante la excepción de cosa juzgada.
6.2. RESOLUCIONES JUDICIALES QUE CAUSAN EJECUTORIA
Las resoluciones que causan ejecutoria son aquellas que pueden cumplirse, no obstante existir
recursos pendientes en su contra. El profesor FORTTES dice que son aquellas que pueden ser
cumplidas o ejecutoriadas, no obstante que aún no se encuentren firmes o ejecutoriadas.
En términos generales, la sentencia que causa ejecutoria tiene lugar siempre que la
interposición de un recurso no suspenda el cumplimiento de la resolución impugnada. Por ejemplo,
aquellas resoluciones en contra de las cuales se ha deducido recurso de apelación, y éste se ha
concedido en el sólo efecto devolutivo 251, caso en el cual, es competente el tribunal de primera
instancia para cumplir la sentencia, y el de segunda instancia para conocer y fallar la apelación. Lo
mismo ocurre con la resolución en contra de la cual se ha deducido casación y no se está ante los
casos excepcionales de suspensión del cumplimiento de la resolución recurrida; o el caso de la
sentencia que rechaza las excepciones opuestas en un juicio ejecutivo.
El hecho de que las resoluciones judiciales que causan ejecutoria se puedan cumplir, lo
demuestra no sólo los diversos efectos que la ley les atribuye a los distintos recursos que pueden
deducirse en contra de una resolución judicial, sino también, la segunda parte del art. 231 inc. I del
CPC, al disponer que se procederá a ella (a la ejecución) una vez que las resoluciones queden
ejecutoriadas o causen ejecutoria en conformidad a la ley.
6.3. SENTENCIA DE TÉRMINO
En algunas ocasiones nuestro CPC emplea la expresión “sentencia de término”, por ejemplo,
en el art. 98 del CPC, el cual señala que la acumulación de autos se puede pedir en cualquier estado
del juicio antes de la sentencia de término; y también, a propósito del recurso de revisión, el cual
procede si la sentencia firme se ha ganado injustamente en virtud de cohecho, violencia u otra
maquinación fraudulenta, cuya existencia haya sido declarada por sentencia de término (art. 810 Nº

251
El efecto devolutivo, es un efecto de la esencia del recurso de apelación, por tanto, nunca puede faltar, y
consiste en dar al tribunal superior la competencia necesaria para conocer y fallar la sentencia del juez inferior,
para así enmendarla o confirmarla.
337
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3 del CPC). Sin embargo, la sentencia de término no ha sido definida por el legislador, por tanto ¿se
refiere a la sentencia definitiva, o a la sentencia que tiene la calidad de ejecutoriada? Al respecto
existen distintas opiniones:
Algunos dicen que equivale a la sentencia definitiva, por cuanto las palabras término y fin,
tienen, según la RAE, idéntico significado; y además, existe una diferencia entre la sentencia de
término o definitiva, y la sentencia firme, pues la segunda es una categoría, calidad o estado que
puede alcanzar la primera; por tanto, el CPC al referirse a la sentencia de término, ha querido
significar con ello a la sentencia definitiva que aún no tiene la calidad de firme o ejecutoriada. Otros,
en cambio, dicen que equivale a la sentencia firme o ejecutoriada.
Según la mayoría de los autores, del contexto de las disposiciones procesales se desprende
que la sentencia de término es aquella sentencia que pone fin a la última instancia del pleito. Así,
serían sentencias de término: la sentencia definitiva de única instancia; la sentencia definitiva de
primera instancia en contra de la cual no se apeló; la sentencia definitiva de segunda instancia; y la
sentencia interlocutoria que pone fin al juicio o hace imposible su continuación cuando, siendo de
primera instancia, no se apela, o cuando es pronunciada en segunda instancia. Por lo tanto, la sentencia
de término puede ser una sentencia definitiva o interlocutoria, y para ser tal, no necesita estar siempre
firme o ejecutoriada; pues para calificar una sentencia como de una u otra clase, se atiende a puntos
de referencia diversos, por ejemplo, la sentencia definitiva de primera instancia que no es apelada es,
al mismo tiempo, sentencia de término y sentencia ejecutoriada, en cambio, la sentencia definitiva de
segunda instancia que es recurrida de casación, es sentencia de término, pero no está ejecutoriada.
Por último, algunos critican la teoría de la sentencia de término y señalan que dicha locución
se debe considerar como un defecto de terminología que no puede servir de base al establecimiento
de una nueva suerte de sentencia con caracteres propios, y que el legislador hubiese omitido en la
enumeración básica contenida en el art. 158 del CPC. Por tanto, la sentencia de término puede ser
tanto una sentencia interlocutoria o definitiva, sentencias que a su vez pueden o no tener la calidad
de firme.
7. LOS EFECTOS DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES
Se entiende por efectos de las resoluciones judiciales, las consecuencias jurídicas que se
producen con su dictación y notificación. Hay que recordar que, en conformidad al art. 38 del CPC,
las resoluciones judiciales sólo producen efecto en virtud de notificación hecha con arreglo a la ley,
salvo los casos expresamente exceptuados por ella.
En concreto, las consecuencias o efectos de las resoluciones judiciales son: el desasimiento
del tribunal, y la acción y excepción de cosa juzgada. Como se verá, estos efectos no los producen
todas las resoluciones judiciales, sino que sólo algunas.
7.1. EL DESASIMIENTO DEL TRIBUNAL

a. Concepto
El desasimiento del tribunal es el efecto que producen las sentencias definitivas o
interlocutorias, en virtud del cual una vez que han sido notificadas a alguna de las partes, no pueden
ser modificadas o alteradas de manera alguna por el tribunal que las dictó, de manera tal, que sólo
podrá ser modificada por el tribunal superior y en virtud de la interposición de los recursos procesales

338
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que correspondan. Según el profesor FORTTES, esto ocurre porque el juez ya se ha inhabilitado al
dictar la sentencia, debido a que ha manifestado su opinión respecto de un caso con conocimiento de
causa; en otras palabras, perdió su competencia para conocer de la cuestión principal o accesoria.
Este es un verdadero principio del Derecho procesal, y se ha establecido porque la seguridad
de los derechos de las partes litigantes así lo exige. La ley lo consagra en la primera parte del art. 182
inc. I del CPC, al decir que, notificada una sentencia definitiva o interlocutoria a alguna de las partes,
no podrá el tribunal que la dictó alterarla o modificarla en manera alguna. Por tanto, a partir de esta
disposición se puede decir que los elementos del desasimiento son:
i. La existencia de una sentencia definitiva o interlocutoria. El efecto del desasimiento del
tribunal no se produce en los autos y decretos, ya que respecto de ellos procede ampliamente
el recurso de reposición o reconsideración, el cual lo conoce el mismo tribunal que dictó el
auto o decreto ¿Por qué en este caso el juez no se inhabilita? El profesor FORTTES señala
que el juez no se inhabilita debido a que los autos y decretos tienen mucho menos importancia
que las sentencias definitivas e interlocutorias; y en segundo lugar, para permitirle al mismo
juez, por razones de economía procesal, enmendar este tipo de resoluciones cuando se da
cuenta de que ha incurrido en un error.

ii. La notificación legal de estas sentencias, a lo menos, a una de las partes en el juicio (este
es el momento preciso en que se produce el desasimiento). Si la resolución se dicta y no se
notifica, es lo mismo que si no se hubiere pronunciado en el proceso.

b. Excepciones al desasimiento del tribunal


Nuestro Derecho positivo reconoce varias excepciones al efecto del desasimiento del tribunal,
es decir, casos en que el tribunal que dictó la sentencia la puede modificar. Éstos son:
i. El recurso de aclaración, rectificación o enmienda. Conforme a la segunda parte del art. 182
inc. I del CPC, podrá (el tribunal), sin embargo a solicitud de parte, aclarar los puntos
obscuros o dudosos, salvar las omisiones y rectificar los errores de copia, de referencia o de
cálculos numéricos que aparezcan de manifiesto en la misma sentencia. Esto en doctrina se
conoce con el nombre de recurso de aclaración, rectificación o enmienda, y a partir de esta
disposición se define como el medio que franquea la ley a las partes para aclarar los puntos
oscuros o dudosos, salvar las omisiones y rectificar los errores de copia, de referencia o de
cálculos numéricos que aparezcan de manifiesto en una sentencia definitiva o interlocutoria.
Cualquier otro defecto de forma o de fondo, debe corregirse por medio de los demás recursos
que la ley franquea.
Por regla general, la enmienda se hace a solicitud de parte y no tiene un plazo legal
establecido, por lo tanto, se puede intentar en cualquier época, inclusive (según la
jurisprudencia) cuando la sentencia está firme o ejecutoriada; ello porque esta acción no
persigue modificar el fondo de la decisión judicial, sino que busca subsanar errores u
omisiones. Por eso es que el profesor FORTTES dice que ésta es una excepción aparente, pues
el juez no modifica realmente su decisión, sino que va a acoger estos errores, sin modificar
el fondo del asunto.
De acuerdo al art. 183 del CPC, una vez hecha la reclamación, podrá el tribunal pronunciarse
sobre ella sin más trámite (podrá resolverla de plano) o después de oír a la otra parte (darle
339
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tramitación incidental); y mientras tanto suspenderá o no los trámites del juicio o la ejecución
de la sentencia, según la naturaleza de la reclamación (esto queda entregado al criterio del
tribunal). Agrega el art. 184 del CPC, que los tribunales, en el caso del art. 182, podrán
también de oficio rectificar, dentro de los cinco días siguientes a la primera notificación de
la sentencia (defectuosa), los errores indicados en dicho artículo252. Por último, el art. 185
del CPC señala que las aclaraciones, agregaciones o rectificaciones mencionadas en los tres
artículos precedentes, podrán hacerse no obstante la interposición de recursos sobre la
sentencia a que aquéllas se refieren.
ii. Recurso de reposición en contra de sentencias interlocutorias. Esta es una excepción, puesto
que el recurso de reposición lo conoce el mismo tribunal que dictó la sentencia; y, además,
porque sólo procede en contra de autos y decretos, y excepcionalmente en contra de
sentencias interlocutorias. Por ejemplo, la sentencia interlocutoria que declara inadmisible un
recurso de apelación (ya sea porque se dedujo fuera de plazo, o en contra de una sentencia
inapelable, o porque no es fundada o no contiene peticiones concretas); la sentencia
interlocutoria que recibe la causa a prueba (con el objeto de que se modifiquen los hechos
controvertidos, que se eliminen algunos o que se agreguen otros); la sentencia interlocutoria
que declara prescrito un recurso de apelación, siempre que ésta se funde en un error de hecho;
y la sentencia interlocutoria del tribunal a quo que declara inadmisible un recurso de casación.

iii. El incidente de nulidad de todo lo obrado por falta de emplazamiento. El inc. final del art.
182 del CPC señala que lo dispuesto en este artículo no obsta para que el rebelde haga uso
del derecho que le confiere el art. 80; y, a su vez, el art. 80 del CPC prescribe que si al litigante
rebelde no se le ha hecho saber en persona ninguna de las providencias libradas en el juicio,
podrá pedir la rescisión de lo obrado, ofreciendo acreditar que, por un hecho que no le sea
imputable, han dejado de llegar a sus manos las copias a que se refieren los arts. 40 y 44, o
que ellas no son exactas en su parte substancial.

Este incidente se plantea ante el mismo tribunal que dictó la sentencia definitiva o
interlocutoria, no obstante haberse producido ya el desasimiento del tribunal, y lo puede
interponer quien no ha hecho gestión alguna en el juicio, en razón de no haber sido legalmente
emplazado. El profesor FORTTES señala que aquí, en estricto rigor, hay una apariencia de
proceso y de sentencia, puesto que faltaba algo fundamental: el emplazamiento; por lo tanto,
no sería una real excepción al desasimiento.

7.2. LA COSA JUZGADA

7.2.1. CONCEPTO
Una de las características de la función jurisdiccional, que la distingue de las demás
funciones, es que las resoluciones que dictan los tribunales son inmutables; pues es indudable que el
fin que las partes persiguen en el proceso es obtener la dictación de una sentencia que venga a zanjar
en definitiva las dificultades de orden jurídico que existen entre ellas, de modo que lo resuelto no

252
Según LIBEDINSKY, lo único que puede hacer el tribunal de oficio, es rectificar los errores de copia,
referencias o cálculos numéricos; por lo tanto, no puede aclarar de oficio los puntos oscuros o dudosos, ni
menos salvar omisiones.
340
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pueda discutirse más ni dentro del mismo proceso, ni en otro futuro. Por ello, al definir la jurisdicción
se señaló que era el poder-deber que tienen los tribunales de justicia para conocer y resolver, por
medio del proceso y “con efecto de cosa juzgada”, los conflictos de intereses de relevancia jurídica
que se promuevan dentro del territorio de la República, y en cuya solución les corresponda intervenir.
Siguiendo al autor Hugo PEREIRA ANABALÓN, se puede definir a la cosa juzgada como el
efecto que producen las sentencias definitivas o interlocutorias firmes o ejecutoriadas, para que aquél
a cuyo favor se ha declarado un derecho en el juicio pueda pedir el cumplimiento o ejecución de lo
resuelto, y para que el litigante que haya obtenido en él, o todos aquellos a quienes según la ley
aprovecha el fallo, impidan que la cuestión ya fallada en un juicio, sea nuevamente resuelta en ese o
en otro juicio.
El motivo que fundamenta la existencia de la institución de la cosa juzgada, es la certeza
jurídica. En efecto, la cosa juzgada satisface la necesidad de certeza de las relaciones, que toda
sociedad requiere, ya que con ella se permite que la sentencia que se dicte se cumpla, puesto que se
ha asegurado la estabilidad y certidumbre de los derechos que las sentencias reconocen o declaran; y,
por otro lado, una de las características del proceso es su transitoriedad, por tanto, debe llegar un
momento en que el proceso se acabe, pues lo contrario llevaría al caos.
7.2.2. CARACTERÍSTICAS DE LA COSA JUZGADA
Para COUTURE, la cosa juzgada es la autoridad y eficacia de una sentencia judicial. Es la
autoridad de una sentencia, por cuanto es fruto del ejercicio de una función del Estado (función
jurisdiccional); en otras palabras, es un mandato, una decisión que obliga, porque emana de una
autoridad pública (es por ello que la sentencia arbitral es eficaz, pero no tiene autoridad o imperio).
Y la eficacia por su parte, alude o comprende los siguientes aspectos:
i. Coercibilidad. Significa que se puede hacer cumplir la sentencia por medio de la fuerza si es
necesario; es decir, el vencido está obligado a cumplir la condena que se le ha impuesto, y en
caso de que no lo haga voluntariamente, el vencedor podrá exigírselo por medios
compulsivos. Esto es lo que se conoce como acción de cosa juzgada.

ii. Inimpugnabilidad. Se refiere a que un determinado asunto que ha sido resuelto, no es


susceptible de recurso alguno, ni ante el mismo tribunal que lo dictó, ni ante otro superior
dentro del mismo proceso (se vincula con el concepto de resolución firme o ejecutoriada). La
inimpugnabilidad va más allá que el desasimiento, ya que este último implica que el mismo
tribunal no puede modificar la sentencia, la inimpugnabilidad en cambio, no sólo el tribunal
que dictó la sentencia no puede alterar lo resuelto, sino que también, cualquier otro tribunal
dentro del mismo proceso. Como se verá, esto se relaciona con la cosa juzgada formal.

iii. Inmutabilidad o irrevocabilidad. Si de acuerdo a la inimpugnabilidad la sentencia no puede


ser modificada en el mismo proceso, queda abierta la posibilidad para que se modifique en
otro juicio o por otro poder del Estado. Por tanto, este aspecto alude a que lo resuelto no
puede ser modificado por: otro poder del Estado (pues de acuerdo al art. 76 de la CPR, ni el
Congreso, ni el Presidente de la República pueden, en caso alguno, hacer revivir procesos
fenecidos), ni en otro juicio distinto, siempre y cuando entre el juicio que terminó y el que se
pretende iniciar exista lo que se denomina la triple identidad. Como se verá, esto se relaciona
con la cosa juzgada material.

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En consecuencia, mientras la inmutabilidad conlleva a una preclusión absoluta de recursos y


acciones, la inimpugnabilidad conlleva sólo a una preclusión de recursos.

7.2.3. CLASIFICACIÓN DE LA COSA JUZGADA


La doctrina distingue distintas clases o categorías de cosa juzgada, y cada una de ellas tiene
una eficacia distinta.
i. Cosa juzgada formal. Es aquella que autoriza a cumplir lo resuelto de manera provisional, y
que impide renovar la discusión sobre la cuestión resuelta en el mismo proceso, pero sin que
obste su revisión en juicio posterior, siempre y cuando la ley expresamente lo faculte. Por
tanto, la cosa juzgada formal sólo produce la inimpugnabilidad de la resolución judicial, es
decir, se limita al proceso en que se dictó la sentencia (no puede ser objeto de recursos), pero
nada impide que se altere lo resuelto en un proceso distinto (no produce inmutabilidad). Esta
es una situación excepcional y requiere de norma expresa que lo establezca, por ejemplo:

- La sentencia pronunciada en un juicio ejecutivo, cuando hay reserva de derechos, no


impide que se inicie un nuevo juicio (ordinario) entre las mismas partes y sobre la
misma materia controvertida, con el objeto de modificar la sentencia. En efecto, de
conformidad con el art. 478 del CPC la sentencia recaída en el juicio ejecutivo produce
cosa juzgada en el juicio ordinario, tanto respecto del ejecutante como del ejecutado;
pero el inc. II señala que, con todo, si antes de dictarse sentencia en el juicio ejecutivo,
el actor o el procesado piden que se les reserven para el ordinario sus acciones o
excepciones, podrá el tribunal declararlo así, existiendo motivos calificados. Siempre
se concederá la reserva respecto de las acciones y excepciones que no se refieran a la
existencia de la obligación misma que ha sido objeto de la ejecución.

- El art. 564 del CPC dispone que la sentencia pronunciada en la querella de


restablecimiento (acción posesoria que tiene por objeto recuperar la posesión de una
cosa que ha sido arrebatada violentamente) deja a salvo a las partes, no sólo el
ejercicio de la acción ordinaria en conformidad al art. 563, sino también el de las
acciones posesorias que les correspondan.

- A su vez, el art. 581 del CPC señala que las sentencias que se dicten en los interdictos
de que trata este párrafo (interdicto de obra nueva o ruinosa) dejan a salvo su derecho
a las partes para deducir en vía ordinaria las acciones que por la ley les correspondan.

- Idéntica situación se produce en los juicios especiales del contrato de arrendamiento,


pues de acuerdo al art. 615 del CPC, las sentencias que se pronuncien en conformidad
a los dos párrafos precedentes no privarán a las partes del ejercicio de las acciones
ordinarias a que tengan derecho, sobre las mismas cuestiones resueltas por aquéllas.

ii. Cosa juzgada material o sustancial. Es aquella que autoriza a cumplir lo resuelto sin
restricción alguna, y que impide renovar la discusión sobre la cuestión resuelta, tanto en el
mismo proceso, como en un juicio futuro posterior (por ello se dice que constituye la máxima
preclusión). Por lo tanto, esta cosa juzgada produce tanto la inimpugnabilidad como la
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irrevocabilidad o inmutabilidad de un resultado procesal, pues la sentencia es inalterable


tanto en el proceso que se dicta, como en cualquier otro proceso posterior y por cualquier
otra autoridad (es eficaz dentro y fuera del respectivo proceso).

La regla general es que las resoluciones judiciales produzcan cosa juzgada material, y
excepcionalmente, cuando la ley así lo disponga, las resoluciones producen sólo cosa
juzgada formal.

iii. Cosa juzgada material provisional. Siguiendo al profesor PEREIRA ANABALÓN, la cosa
juzgada material o sustancial provisional, es aquella que dice relación con ciertas sentencias
de carácter provisional, en el sentido que la orden o mandato que contiene existe o subsiste
solamente en la medida que se mantengan los hechos que legitimaron su dictación, de
manera que al variar o desaparecer, determina la posibilidad de modificar o revocar la
sentencia firme o ejecutoriada por otro fallo posterior. Agrega el autor, que esto es la
aplicación al proceso civil de la cláusula rebus sic stantibus (estando así las cosas), en cuya
virtud lo pactado se cumple en la medida que permanezcan o subsistan las condiciones o
hechos existentes a la época de celebración del pacto, de manera que el cambio fundamental
de esas circunstancias autorizan su invocación como causal de terminación del acuerdo.
Por lo tanto, en la cosa juzgada material provisional la sentencia es inimpugnable (no es
susceptible de recurso alguno) y provisionalmente inmutable, ya que si varían las
circunstancias existentes a la época de dictación de la sentencia, puede iniciarse otro proceso.
Ejemplos de esta cosa juzgada, son:

- El privilegio de pobreza, pues el art. 136 del CPC señala que podrá dejarse sin efecto
el privilegio después de otorgado, siempre que se justifiquen circunstancias que
habrían bastado para denegarlo; agrega el inc. II que podrá también otorgarse el
privilegio después de rechazado, si se prueba un cambio de fortuna o de
circunstancias que autoricen esta concesión.

- Otro ejemplo lo contempla el art. 301 del mismo Código, el cual refiriéndose a las
medidas precautorias, señala que todas estas medidas son esencialmente
provisionales. En consecuencia, deberán hacerse cesar siempre que desaparezca el
peligro que se ha procurado evitar o se otorguen cauciones suficientes.

- Las sentencias definitivas pronunciadas en juicios de alimentos. Pues, en un juicio


de alimentos puede ocurrir que se dicte una sentencia firme o ejecutoriada que
condene al demandado a prestar alimentos (sentencia inimpugnable); pero puede
ocurrir que el demandado solicite que se altere dicha resolución y que se dicte una
nueva en un proceso distinto, ya que han cambiado sus condiciones económicas y
laborales.

iv. Cosa juzgada aparente. Es aquella que emana de un proceso en que ha faltado uno o más
requisitos de existencia o validez del mismo (por ejemplo, un proceso en que no ha habido
emplazamiento). Se contrapone a la cosa juzgada real, que es aquella que emana de un
proceso válido, es decir, aquél que ha respetado las normas del debido proceso.

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v. Cosa juzgada fraudulenta. Es aquella que se obtiene con un fraude civil o penal (por ejemplo,
mediante testigos o documentos falsos, así declarados por sentencia). La ley se encarga de
resolver estos casos por medio del recurso de revisión.

vi. Cosa juzgada general. Es aquella que produce efectos respecto de todas las personas (erga
omnes), aunque no hayan intervenido en el juicio. Se contrapone a la cosa juzgada relativa,
que es aquella que produce efectos sólo respecto de las partes del juicio (y sus sucesores
legales) y no en relación a personas ajenas al mismo.

7.2.4. ACCIÓN DE COSA JUZGADA

a. Concepto
La acción de cosa juzgada es el efecto que producen las sentencias definitivas o
interlocutorias firmes o ejecutoriadas, o que causan ejecutoria, para que aquél a cuyo favor se ha
declarado o reconocido un derecho en el juicio pueda pedir el cumplimiento o ejecución del fallo.
b. Titular de la acción de cosa juzgada
La persona que ejerce la acción de cosa juzgada, es aquel litigante en cuyo favor se ha
declarado o reconocido un derecho en el juicio. Esta idea la expresa el art. 176 inc. I del CPC al decir
que corresponde la acción de cosa juzgada a aquel a cuyo favor se ha declarado un derecho en el
juicio, para el cumplimiento de lo resuelto o para la ejecución del fallo en la forma prevenida por el
Título XIX (“De la ejecución de las resoluciones”) de este Libro.
Por lo tanto, la acción de cosa juzgada tiene lugar cuando el actor victorioso, y eventualmente
sus herederos, quieren que se cumpla o ejecute una sentencia de condena, dictada en su favor en un
juicio anterior, por vía compulsiva o forzada (si es meramente declarativa o constitutiva, no dará lugar
a su cumplimiento). En este sentido, la acción de cosa juzgada es sinónima de acción ejecutiva, si se
invoca como título una resolución judicial firme o ejecutoriada.
c. Requisitos de la procedencia de la acción de cosa juzgada

i. Resolución judicial firme o ejecutoriada, o que causa ejecutoria en conformidad a la ley. Hay
que recordar que las resoluciones firmes o ejecutoriadas son las que se pueden cumplir por no
existir recursos contra ella, sea porque la ley no da ninguno, sea porque los que ella concede no
se han hecho valer oportunamente, y si se han hecho, ya fueron fallados; y las resoluciones que
causan ejecutoria son aquellas que pueden cumplirse, no obstante existir recursos pendientes en
su contra. A esto se refiere el art. 231 inc. I del CPC, el cual señala que la ejecución de las
resoluciones corresponde a los tribunales que las hayan pronunciado en primera o en única
instancia. Se procederá a ella una vez que las resoluciones queden ejecutoriadas o causen
ejecutoria en conformidad a la ley253.

253
El art. 175 del CPC dispone que sólo las sentencias definitivas o interlocutorias firmes producen la acción o
la excepción de cosa juzgada. No obstante, CASARINO señala que los autos y decretos también producen estos
efectos, pues de acuerdo al art. 181 inc. I del CPC los autos y decretos “firmes” se ejecutarán y mantendrán
desde que adquieran este carácter, sin perjuicio de la facultad del tribunal que los haya pronunciado para
modificarlos o dejarlos sin efecto, si se hacen valer nuevos antecedentes que así lo exijan. Sin embargo, en ellos
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ii. Es indispensable que exista solicitud de parte interesada para que se decrete el cumplimiento o
ejecución de la resolución judicial, pues las resoluciones judiciales sólo se cumplen a petición
de parte, jamás de oficio. En esta materia impera siempre el principio o base fundamental de la
organización judicial de la pasividad de los órganos jurisdiccionales, pues en virtud del art. 10
inc. I del COT, los tribunales no podrán ejercer su ministerio sino a petición de parte, salvo los
casos en que la ley los faculte para proceder de oficio.

iii. Por último, es necesario que la prestación que impone la resolución que se trata de ejecutar, sea
actualmente exigible, es decir, no debe estar sujeta a ninguna modalidad. En caso contrario, el
ejecutado podrá oponerse a la ejecución, sosteniendo la falta de requisitos o condiciones para
que el título invocado (en este caso, la sentencia) tenga mérito ejecutivo en su contra.

7.2.5. EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA

a. Concepto
La excepción de cosa juzgada es el efecto que producen las sentencias definitivas o
interlocutorias firmes o ejecutoriadas, para que el litigante que haya obtenido en el juicio, o todos
aquellos a quienes según la ley aprovecha el fallo, impidan que la cuestión ya fallada en un juicio,
sea nuevamente resuelta en ese o en otro juicio posterior, siempre y cuando concurra la triple
identidad señalada por la ley. Como se puede apreciar, con la excepción de cosa juzgada se resalta la
inimpugnabilidad e inmutabilidad de la cosa juzgada.
La institución de la excepción de cosa juzgada tiene como principal fundamento la paz y
tranquilidad social, vale decir, evita la perpetuación de los juicios entre las mismas partes y sobre
idénticas materias. Al mismo tiempo persigue mantener el prestigio de la justicia, impidiendo la
posibilidad de que puedan dictarse fallos contradictorios sobre una misma controversia.
b. Titulares de la excepción de cosa juzgada
El encabezado del art. 177 del CPC señala que la excepción de cosa juzgada puede alegarse
por el litigante que haya obtenido en el juicio y por todos aquellos a quienes según la ley aprovecha
el fallo… Por tanto, el titular de la excepción de cosa juzgada es:
i. El litigante que se ha beneficiado con el resultado del juicio, que podrá ser el demandante o
el demandado. Será el demandante, cuando se acoja la demanda y se rechacen las excepciones
o defensas opuestas por el demandado, y este último, posteriormente, pretende iniciar un
nuevo juicio sobre la misma materia; y será el demandado, cuando la sentencia no acoge la
demanda y acepta sus excepciones o defensas, y el demandante pretende iniciar un nuevo
juicio sobre la misma materia objeto del anterior.

ii. Todos aquéllos a los que, según la ley, aprovecha la decisión. Aquí se está ante un caso en
que la ley expresamente prescribe que un fallo judicial afecta a todo el mundo, o bien, que
afecta a toda clase de personas dentro de un determinado círculo; pues, como dice el profesor

más que manifestarse el aspecto de impugnabilidad e inmutabilidad, se presenta el aspecto de autoridad de la


cosa juzgada.
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FORTTES, si no se ampliase por la ley la titularidad, el efecto de la excepción de cosa juzgada


sería ilusorio.
Por tanto, la cosa juzgada, en este caso, pierde su característica esencial de ser relativa, y
presenta, en cambio, la de ser absoluta; pero éste es un caso de excepción y, como tal, debe
estar expresamente contemplado en la ley. El ejemplo típico de cosa juzgada absoluta, es el
del art. 315 del CC, el cual dispone que el fallo judicial pronunciado en conformidad con lo
dispuesto en el Título VII que declara verdadera o falsa la paternidad o maternidad del hijo,
no sólo vale respecto de las personas que han intervenido en el juicio, sino respecto de todos,
relativamente a los efectos que dicha paternidad o maternidad acarrea254.
c. Características de la excepción de cosa juzgada

i. Es irrevocable o inmutable. Esto significa que las resoluciones judiciales que la producen, una
vez firmes o ejecutoriadas, no pueden ser modificadas de manera alguna; de ahí el adagio que
dice que lo fallado en una sentencia es ley para las partes. Esta irrevocabilidad de las
resoluciones firmes o ejecutoriadas, obliga por igual a todos los poderes del Estado, pues ni los
Tribunales de Justicia, ni el Presidente de la República, ni el Congreso Nacional, podrían ejercer
un acto de autoridad tendiente a restarle mérito o eficacia a una sentencia judicial ejecutoriada.
Pero a pesar de que lo resuelto en un fallo judicial ejecutoriado sea irrevocable, hay que recordar
que hay determinadas sentencias que producen sólo cosa juzgada formal, es decir, pueden ser
modificadas en un juicio posterior seguido entre las mismas partes, siempre que lo señale
expresamente una ley; y también hay sentencias que producen cosa juzgada material provisional,
es decir, pueden ser modificadas si cambian las circunstancias que se tuvieron en cuenta al
momento de dictar la sentencia.

ii. Po regla general es relativa. Esto quiere decir que la presunción de verdad que ella encierra dice
relación única y exclusivamente con aquellas personas que han sido partes en el juicio en que se
pronunció la correspondiente sentencia. Esta característica está acorde con el art. 3º inc. II del
CC, al disponer que las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto de las
causas en que actualmente se pronunciaren.

iii. Es renunciable. El juez no puede declararla de oficio, aun cuando le conste fehacientemente la
existencia del fallo anterior, mientras no proceda instancia de parte. Esto está acorde con el
principio de pasividad de los tribunales y, a mayor abundamiento, con el art. 177 del CPC que
establece que la excepción de cosa juzgada puede alegarse por el litigante... Por lo tanto, las partes
pueden renunciar a la excepción de cosa juzgada no alegándola.

iv. Es imprescriptible. Esto significa que, no obstante el transcurso del tiempo, la excepción de cosa
juzgada puede hacerse valer en cualquier momento. Difiere, pues, fundamentalmente en este
aspecto, de la acción de cosa juzgada, la cual, como las demás acciones, se extingue al no ser
ejercitada dentro de un determinado espacio de tiempo. Esta característica se justifica por sí sola,

254
Algunos señalan que el demandado que se excepciona de cosa juzgada, no se trataría de un litigante “que ha
obtenido en el pleito”, sino de una persona “a quien aprovecha” según la ley (aquí el provecho sería jurídico, y
no patrimonial o económico).
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toda vez que mediante ella se tiende a mantener una situación de hecho y de derecho, o sea, lo
resuelto por la propia sentencia.
v. El profesor FORTTES, en cuanto a su naturaleza, señala que una es excepción perentoria, ya que
ataca al fondo de la acción deducida (opinión mayoritaria).

d. Resoluciones judiciales que producen la excepción de cosa juzgada


El art. 175 del CPC resuelve derechamente este problema, al disponer que las sentencias
definitivas o interlocutorias firmes producen la acción o la excepción de cosa juzgada. En
consecuencia, por exclusión, no producen excepción de cosa juzgada las sentencias definitivas o
interlocutorias que aún no se encuentran firmes o ejecutoriadas; y los autos y decretos, desde el
momento en que pueden dejarse sin efecto o modificarse, en virtud del recurso de reposición.
Ahora bien, las sentencias definitivas o interlocutorias firmes que producen la excepción de
cosa juzgada, pueden ser condenatorias o absolutorias, es decir, pueden acoger la demanda o
rechazarla; pues la excepción de cosa juzgada se opone siempre que en el nuevo juicio se pretenda
iniciar una acción destinada a obtener una sentencia que venga a confirmar o a contrariar lo ya resuelto
en la sentencia primitiva.
¿Qué parte de la sentencia es la que realmente produce la excepción de cosa juzgada? El
principio generalmente aceptado, es que la autoridad de cosa juzgada emana tan sólo de la parte
resolutiva o dispositiva de ella, y no en sus partes expositivas y considerativas. Por tanto, no viola la
autoridad de cosa juzgada la sentencia que contenga una parte considerativa contraria a lo expuesto
en los considerados de otra anterior, si no existe en realidad contradicción además con su parte
resolutiva.
¿Qué sucede si la sentencia definitiva o interlocutoria ha sido dictada dentro de un
procedimiento vicioso, o bien, con defectos de forma contenidos en su pronunciamiento? Tal
sentencia puede ser anulada mediante el correspondiente recurso de casación en la forma, sea a
petición de parte, sea de oficio por el propio tribunal, y aun por la interposición del incidente de
nulidad de todo lo obrado. Pero, una vez firme o ejecutoriada, fatalmente producirá la excepción de
cosa juzgada, es decir, si se pretende iniciar un nuevo juicio entre las mismas partes y sobre la misma
materia, podrá hacerse valer esta sentencia viciosa como fundamento de la excepción de cosa juzgada;
pues la falta de reclamo implica formalmente el reconocimiento o aceptación de su propia validez255.
¿Qué pasa si la sentencia definitiva o interlocutoria firme ha sido pronunciada por un tribunal
extranjero? También puede servir de fundamento a la excepción de cosa juzgada, desde el momento
en que el art. 175 del CPC no distingue. Pero, como se trata de una sentencia pronunciada por un
tribunal extranjero, a la cual se pretende hacer producir efectos en Chile, es necesario, como
formalidad previa, la observancia del exequátur, esto es, la autorización de la CS para que dicha
sentencia pueda hacerse valer y producir efecto en nuestro país.

255
Sin duda que habrá casos en que la nulidad de la sentencia anterior, más que nulidad, implica su inexistencia;
como por ejemplo, cuando el tribunal que la pronunció ha carecido totalmente de jurisdicción, o cuando el
juicio se ha seguido en rebeldía del demandado sin haber sido realmente emplazado, o cuando el juicio se ha
seguido entre personas incapaces, etc. En tales eventos, la sentencia pronunciada en condiciones tan anormales
no podría servir de fundamento a la excepción de cosa juzgada; y por ser sentencias inexistentes, cabría
simplemente prescindir de ellas, acreditadas que fueran las circunstancias antes expuestas.
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e. Requisitos de procedencia de la excepción de cosa juzgada


Se ha dicho, anteriormente, que la excepción de cosa juzgada tiende a evitar que se
pronuncien dos sentencias contradictorias o coincidentes sobre una misma materia. Para saber,
entonces, cuando se está ante esta situación, el legislador en el art. 177 del CPC ha establecido los
requisitos que deben concurrir para que tenga lugar la excepción de cosa juzgada.
Art. 177. La excepción de cosa juzgada puede alegarse por el litigante que haya obtenido en el juicio y por
todos aquellos a quienes según la ley aprovecha el fallo, siempre que entre la nueva demanda y la anteriormente
resuelta haya:
1. Identidad legal de personas;
2. Identidad de la cosa pedida; y
3. Identidad de la causa de pedir.
Se entiende por causa de pedir el fundamento inmediato del derecho deducido en juicio .

La triple identidad de las personas, del objeto y de la causa, debe ser examinada a la luz de la
nueva demanda en relación con la anteriormente resuelta; y estos tres requisitos deben concurrir en
forma copulativa, por tanto, si cualquiera de ellos falta, la excepción de cosa juzgada no
prosperaría256. A continuación se analizarán estos requisitos:
i. El primer requisito señalado por el art. 177 del CPC, es la identidad legal de personas
entre la nueva demanda y la anteriormente resuelta. Se trata, por consiguiente, de identidad
legal y no física, lo cual significa que en ambos juicios deben figurar las mismas partes y en
la misma calidad. La calidad mira al derecho sustancial y no al papel o rol procesal que les
haya cabido desempeñar a las partes; así, pues, puede haberse sido demandante en el primer
juicio y demandado en el segundo, y en ambos casos habrá identidad legal de personas, si
tanto en la primera demanda como en la segunda se ha tenido la misma calidad sustancial o
derecho de fondo.
Las identidades físicas y legales de las personas que actúan en dos o más juicios pueden dar
origen a diversas situaciones:

- Puede concurrir la identidad física y la identidad legal, cuando tanto en la nueva


demanda como en la anteriormente resuelta, figuran las mismas partes y en igual calidad.
En este caso cabe la excepción de cosa juzgada.

- Puede también existir identidad física entre las personas que figuran en la nueva
demanda y en la anteriormente resuelta, pero no la identidad legal; lo que acontecerá si
en el primer juicio una persona actúa como representante legal o mandatario de otra, y
en el segundo, ese representante legal o mandatario actúa por sí. En este caso no cabe la
excepción de cosa juzgada.

- Puede existir identidad legal entre las personas que figuran en la nueva demanda y en la
anteriormente resuelta, pero no identidad física; lo que acontecerá si en el primer juicio
una persona ha actuado por medio de representante legal o mandatario, y en el segundo,

256
El profesor LUHRS señala que este artículo no es realmente bueno en lo que a los elementos de comparación
se refiere, toda vez que no se trata de comparar dos demandas (la nueva con la anteriormente fallada), sino que
en realidad se trata de analizar la sentencia anterior con la nueva demanda, por cuanto es la sentencia la que
produce o causa el efecto de cosa juzgada.
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esa misma persona actúa por sí; o si en el primer juicio actúa una persona por sí o por
medio de representante legal o mandatario, y en el segundo, en cambio, comparecen sus
herederos, los cuales representan la persona del difunto en todos sus derechos y
obligaciones. En este caso cabe la excepción de cosa juzgada.

- Entre un heredero y un legatario no hay cosa juzgada, pues lo fallado respecto de aquél
no afecta a éste.

- Lo resuelto respecto del deudor principal debe afectar a su fiador, sin perjuicio de que
este último conserve siempre el derecho de hacer valer sus excepciones personales.

- Se discute si lo que se falla respecto de un coacreedor solidario produce cosa juzgada


respecto de los demás coacreedores; y si lo que se falla respecto de un codeudor
solidario, produce cosa juzgada respecto de los demás codeudores. El fallo entre un
deudor y un coacreedor solidario produce cosa juzgada entre el deudor y los demás
coacreedores que no han intervenido en el juicio. Pero entre un acreedor y un codeudor
solidario, las opiniones se muestran un tanto divididas; para algunos autores, ese fallo
no producirá cosa juzgada respecto de los demás codeudores solidarios; según otros, ese
fallo produce cosa juzgada, porque entre los codeudores solidarios hay identidad legal
de personas; y otros adoptan una solución intermedia, y sostienen que ese fallo producirá
cosa juzgada respecto de los demás codeudores solidarios siempre que los beneficie. De
acuerdo con nuestro Derecho positivo, parece más aceptable la segunda teoría, pero
siempre que se trate de excepciones comunes opuestas por el codeudor solidario
primitivamente demandado, pues el fallo de una excepción personal, es algo exclusivo
del codeudor que la ha opuesto.

- También se discute si lo fallado con respecto a una persona afecta también a sus
sucesores a título singular. La mayoría de los autores y de la jurisprudencia distingue el
momento en que se ha producido la transferencia del derecho:
a) Si el sucesor a título singular ha adquirido el derecho después del pronunciamiento
de la sentencia, se sostiene que ésta produce cosa juzgada respecto de él.
b) Si el sucesor ha adquirido el derecho antes de iniciarse el juicio, el fallo que le
ponga término no produce cosa juzgada respecto de él.
c) El problema está en el caso de que el sucesor a título singular adquiera el derecho
en el lapso entre la notificación de la demanda a su antecesor, y la dictación de la
sentencia. Algunos sostienen que ese fallo siempre produce cosa juzgada respecto
del sucesor; y otros, por el contrario, mayoritariamente sostienen que ese fallo
jamás puede producir cosa juzgada respecto del sucesor a título singular, ya que
el demandante tiene en sus manos el poder de solicitar la correspondiente medida
precautoria a objeto de evitar que la cosa sobre la cual se litiga salga del
patrimonio del demandado, y se pueda así hacer efectiva la sentencia que,
indudablemente, va a producir cosa juzgada en su contra.

ii. El segundo requisito señalado por el art. 177 del CPC, es la identidad de la cosa pedida
entre la nueva demanda y la anteriormente resuelta. El objeto o cosa pedida en el juicio, es el
beneficio jurídico que se reclama o solicita (se relaciona con el objeto o finalidad de la
349
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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pretensión procesal), y no la materialidad u objeto material del juicio. Por tanto, la forma de
determinar el beneficio jurídico reclamado por las partes, habrá que encontrarlo en la parte
petitoria de sus escritos fundamentales. En relación a este elemento, también pueden darse
distintas situaciones, a saber:

- Puede ocurrir que dos juicios tengan de común la cosa pedida o beneficio jurídico y, no
obstante, que los objetos materiales sean distintos. Por ejemplo, se reclama la entrega de
un cuadro en calidad de heredero de Juan (quien era su dueño), y se rechaza la demanda;
y posteriormente se reclama la entrega de un auto, también en calidad de heredero de
Juan. Aquí el beneficio jurídico que se pide en ambos casos, es que se reconociera la
calidad de heredero, y en base a eso que se le dieran algunos o todos los bienes.

- Por otro lado, puede ocurrir que los objetos materiales sean idénticos, pero enteramente
diversas las cosas pedidas. Así, por ejemplo, si se demanda para que se reconozca la
calidad de dueño del fundo X y se rechaza la demanda, y luego se entabla un nuevo
juicio para que se reconozca el derecho de servidumbre sobre ese mismo fundo. Aquí el
objeto material es el mismo, pero no el beneficio jurídico, en un caso es el dominio y en
otro la servidumbre.

iii. El último requisito para que tenga lugar la excepción de cosa juzgada, es la identidad de la
causa de pedir entre la nueva demanda y la anteriormente resuelta. Al respecto, el art. 177
inc. final del CPC, señala que se entiende por causa de pedir el fundamento inmediato del
derecho deducido en juicio (se relaciona con la causa de la pretensión).

La jurisprudencia ha dicho que la causa es el hecho jurídico y material que sirve de


fundamento al derecho que se reclama en un proceso; en similares términos los profesores
FORTTES Y ALFARO señalan que la causa está constituida por un hecho material,
concretamente, la existencia de una pretensión extraprocesal resistida o conflicto, más la
imputación jurídica que de ese hecho haga el demandante257.

No hay que confundir el objeto del pleito con su causa, pues para reconocer el objeto hay que
preguntarse ¿qué se pide? y para reconocer la causa ¿por qué se pide? En dos juicios puede
pedirse el mismo objeto, aun cuando por causas diferentes; así, por ejemplo, en el primer
juicio se reclama el dominio de un fundo, porque se es dueño en razón de haberlo comprado,
y se niega lugar a mi demanda, pero en un segundo juicio se reclama el dominio del mismo
fundo, pero en razón de haberlo adquirido por herencia.

Tampoco cabe confundir la causa de pedir con los medios probatorios que sirven para
demostrar las acciones o excepciones. Así, una persona puede perder un pleito y encontrarse

257
Desde el Derecho romano, en general, se ha entendido por causa, el título en virtud del cual nos corresponde
un derecho. Estos títulos que sirven de fundamento a la demanda en que se reclama un derecho (por ejemplo,
compraventa, donación, etc.) toma la denominación técnica de causa de pedir. Pero no sólo la demanda o acción
tiene causa de pedir, sino que también la tienen las excepciones que opone el demandado, puesto que ellas
también, en el fondo, persiguen la declaración de un beneficio jurídico en su favor. De ahí que PLANIOL defina
la causa de pedir corno el hecho jurídico o material que sirve de fundamento al derecho que se reclama, o a la
excepción que se opone.
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legalmente impedida de renovarlo posteriormente, aunque sostuviera que ha encontrado


nuevos elementos de prueba, por ejemplo, un documento; pues en los dos juicios habrían
idénticas causas de pedir.

Ahora bien, si la causa de pedir es la nulidad de un acto, la excepción de cosa juzgada dirá
relación exclusivamente con el vicio que le ha servido de fundamento. Así, por ejemplo, si
se pide la nulidad por un error como vicio del consentimiento, la causa de pedir será el error;
por tanto, podrá deducirse una nueva demanda, sin que pueda oponerse excepción de cosa
juzgarla, siempre que se funde en un vicio de nulidad que no haya sido invocado en la
primera.

f. Diversas formas de hacer valer la excepción de cosa juzgada


La excepción de cosa juzgada, en cuanto a la forma y oportunidad de hacerla valer, no está
sometida a las mismas normas que las demás excepciones. En efecto, un estudio de las diversas
disposiciones legales pertinentes permite afirmar que la excepción de cosa juzgada puede ser alegada:
i. Como excepción perentoria, es decir, se puede oponer al momento de contestar la demanda;
pues de acuerdo al art. 309 del CPC, la contestación a la demanda debe contener: 3) las
excepciones que se oponen a la demanda y la exposición clara de los hechos y fundamentos
de derecho en que se apoyan.

ii. Como excepción mixta, es decir, como una excepción perentoria (que ataca al fondo de la
acción deducida) que se opone como excepción dilatoria (antes de contestar la demanda). En
efecto, el art. 304 del CPC señala que podrán también oponerse y tramitarse del mismo modo
que las dilatorias la excepción de cosa juzgada y la de transacción, pero, si son de lato
conocimiento, se mandará contestar la demanda, y se reservarán para fallarlas en la
sentencia definitiva.

iii. Como excepción anómala, pues de conformidad con el art. 310 inc. I del CPC, no obstante
lo dispuesto en el artículo anterior, las excepciones de prescripción, cosa juzgada,
transacción y pago efectivo de la deuda, cuando ésta se funde en un antecedente escrito,
podrán oponerse en cualquier estado de la causa; pero no se admitirán si no se alegan por
escrito antes de la citación para sentencia en primera instancia, o de la vista de la causa en
segunda.

iv. Como fundamento de un recurso de apelación, en el caso de que opuesta en primera instancia,
en alguna de las formas antes indicadas, al pronunciarse sobre ella el tribunal inferior
cometiere un error susceptible de ser enmendado en conformidad a derecho por el tribunal
superior (por ejemplo, estima que no existe identidad legal de personas).

v. Como causal del recurso de casación en la forma, pues de acuerdo al art. 768 del CPC, el
recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas
siguientes: 6) en haber sido dada (la sentencia) contra otra pasada en autoridad de cosa
juzgada, siempre que ésta se haya alegado oportunamente en el juicio.

351
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

vi. Como causal de un recurso de revisión, pues de acuerdo al art. 810 del CPC, la CS de Justicia
podrá rever una sentencia firme en los casos siguientes: 4) si se ha pronunciado contra otra
pasada en autoridad de cosa juzgada y que no se alegó en el juicio en que la sentencia firme
recayó.

vii. Según CASARINO, como fundamento de un recurso de casación en el fondo, siempre que la
sentencia que se ha impugnado por medio de este recurso, al pronunciarse sobre la excepción
de cosa juzgada oportunamente opuesta, cometa infracción de ley con influencia sustancial
en lo dispositivo del fallo; por ejemplo, estima que no concurre la triple identidad legal, en
circunstancia que en realidad concurre.

g. Paralelo entre la acción y la excepción de cosa juzgada.

i. En cuanto al origen, mientras la acción de cosa juzgada sólo nace de las sentencias condenatorias,
o sea, de aquellas sentencias que imponen una obligación al demandado y una prestación en favor
del demandante, y cuyo cumplimiento puede exigirse por la vía ejecutiva (por medios
compulsivos); la excepción de cosa juzgada puede apoyarse tanto en una sentencia condenatoria
como en una absolutoria.

ii. En cuanto a los titulares, la acción de cosa juzgada le corresponde a aquel litigante a cuyo favor
se ha declarado un derecho en el juicio; en tanto que la excepción de cosa juzgada puede alegarse
por el litigante que ha obtenido en el juicio y por todos aquellos a quienes según la ley aprovecha
el fallo, siempre que concurra la triple identidad legal ya conocida.

iii. En cuanto a la oportunidad, la acción de cosa juzgada se hace valer en la correspondiente demanda
ejecutiva; mientras que la excepción de cosa juzgada se puede hacer valer por distintos medios,
y en diversos momentos.

iv. En cuanto a la duración, la acción de cosa juzgada prescribe de acuerdo con las reglas generales,
es decir, en tres años (prescripción de la acción ejecutiva); en cambio, la excepción de cosa
juzgada, por su propia naturaleza, es imprescriptible.

352
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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EL PROCEDIMIENTO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA

A. GENERALIDADES

1. INTRODUCCIÓN
Cuando se analizaron las clases teóricas de procedimiento, se dijo que según su ámbito de
aplicación, éstos se clasificaban en generales y especiales. Los procedimientos generales son aquellos
que se aplican comúnmente a todas las controversias que no tengan una forma especial de tramitarse;
y los procedimientos especiales son aquellos que se aplican para determinadas controversias que la
ley establece, puesto que la preordenación de sus trámites y actos, se crean en atención a la naturaleza
del conflicto (por ejemplo, el juicio de arrendamiento para predios urbanos).
Ahora bien, el art. 2º del CPC, clasifica a los procedimientos, según su tramitación
(CASARINO) en ordinarios y extraordinarios. El procedimiento ordinario es aquél que se somete a la
tramitación común ordenada por la ley; y el procedimiento extraordinario es el que se rige por las
disposiciones especiales que para determinados casos ella (la ley) establece. Por tanto, una cosa son
los procedimientos generales y especiales y otra cosa distinta son los procedimientos ordinarios y
extraordinarios.
El Libro I (“Del juicio ordinario”) del CPC se refiere solamente al juicio ordinario de mayor
cuantía, y el Libro III (“De los juicios especiales”) trata a los juicios especiales; por tanto, según
algunos, el procedimiento ordinario es uno sólo, a saber el juicio ordinario de mayor cuantía. No
obstante, en el Libro III se incluyen procedimientos que son de aplicación general, como el
procedimiento sumario y el de menor y mínima cuantía, que según algunos son procedimientos
ordinarios también, pero según otros se trata de procedimientos extraordinarios de aplicación general,
pues el procedimiento ordinario es uno sólo, pero no es el único de aplicación general.
El profesor LUHRS, quien cree que el procedimiento ordinario es únicamente el de mayor
cuantía, lo explica de la siguiente manera: él señala que hay procedimientos como el juicio de
hacienda, los de familia, los de arrendamiento, etc., que son llamados procedimientos especiales, y
que analizándolos versus el procedimiento ordinario, corresponden a procedimientos extraordinarios,
por lo señalado en el art. 2º del CPC y especiales, ya que se aplican a determinadas controversias. El
problema es que hay algunos procedimientos que están establecidos en el Libro III y que no están
vinculados o no son relativos a una materia en especial (se pueden aplicar a cualquier materia), el más
típico de estos casos es el procedimiento del juicio sumario, el cual puede ser de aplicación general o
especial; otro ejemplo lo constituye el juicio de menor y mínima cuantía. Todos estos procedimientos
son extraordinarios, ya que se rigen por disposiciones especiales que para determinados casos la ley
establece (en el Libro III), y son generales o de aplicación común, puesto que se pueden aplicar a
todas aquellas las controversias que no tengan una forma especial de tramitarse.
En definitiva, hay un juicio ordinario y juicios extraordinarios, que pueden ser de aplicación
general o de aplicación especial. En el mismo sentido, refiriéndose a la clasificación que efectúa el
art. 2º del CPC, CASARINO señala que para el Derecho procesal civil positivo chileno, el

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procedimiento ordinario es sinónimo de juicio ordinario de mayor cuantía, y el procedimiento


extraordinario es aquél al cual se ajustan todos los demás juicios 258.
2. CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS
El juicio ordinario de mayor cuantía se encuentra regulado en el Libro II (“Del juicio
ordinario”) del CPC, en los arts. 253 al 433. El profesor ALFARO lo define como un procedimiento
de cognición o declarativo común, es decir, aplicable a toda clase de pretensión que no conste de una
regulación especial. De acuerdo a esta definición, y a varias normas del CPC, se pueden nombrar
como características de este juicio, las siguientes:
i. Es un procedimiento declarativo, de conocimiento, o cognitivo, es decir, es un procedimiento
que tiende a obtener la condena del demandado, la mera declaración de un derecho
controvertido, o un efecto constitutivo, mediante la dictación de la sentencia respectiva. Esto
a diferencia de los procedimientos de ejecución, los cuales persiguen el cumplimiento forzado
de una obligación, que consta en una sentencia previa dictada dentro de un procedimiento de
cognición, o en otro título al cual la ley le atribuye mérito ejecutivo; y a diferencia, también,
de los procedimientos conservativos o precautorios, los cuales tienen por objeto asegurar el
resultado de una acción ejercitada en un procedimiento de conocimiento o ejecutivo, anterior
o coetáneo.

ii. Se aplica a los negocios judiciales cuya cuantía sea superior a 500 UTM, por ello se dice que
es un procedimiento de mayor cuantía. Esto se extrae de interpretar a contrario sensu el art.
698 primera parte del CPC, disposición que se refiere al juicio de menor cuantía, la cual
señala que los juicios de más de diez UTM y que no pasen de quinientas UTM, y que no
tengan señalado en la ley un procedimiento especial, se someterán al procedimiento ordinario
de que trata el Libro II con las modificaciones siguientes… Por otro lado, también se aplica
a las materias no susceptibles de apreciación pecuniaria, pues por una ficción legal (art. 130
del COT), dichos asuntos se reputan de mayor cuantía para efectos de determinar la
competencia del tribunal
Art. 130. Para el efecto de determinar la competencia del juez se reputarán de mayor cuantía los
negocios que versen sobre materias que no estén sujetas a una determinada apreciación pecuniaria.
Tales son, por ejemplo:
1. Las cuestiones relativas al estado civil de las personas;
2. Las relacionadas con la separación judicial o de bienes entre marido y mujer, o con la crianza y
cuidado de los hijos;
3. Las que versen sobre validez o nulidad de disposiciones testamentarias, sobre petición de herencia,
o sobre apertura y protocolización de un testamento y demás relacionadas con la apertura de la
sucesión, y
4. Las relativas al nombramiento de tutores y curadores, a la administración de estos funcionarios, a
su responsabilidad, a sus excusas y a su remoción.

Por lo tanto, cada vez que se esté en presencia de una acción judicial cuya cuantía exceda de
500 UTM, o de una cuantía indeterminada y no tenga señalada en la ley una tramitación

258
En contrario el profesor ORELLANA sostiene que el legislador ha dispuesto tres tipos de procedimientos
ordinarios: el de mínima, menor y mayor cuantía. El profesor ALFARO señala que el procedimiento ordinario
es uno sólo: el de mayor cuantía; no obstante, hay otros procedimientos de aplicación común que no son
ordinarios (él no prefiere llamarlos extraordinarios).
354
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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especial, se debe saber de antemano que tendrá que ser ventilada en conformidad a las reglas
del juicio ordinario de mayor cuantía.
iii. Es un procedimiento de doble grado, pues los tribunales lo conocen en primera instancia y
sus fallos son susceptibles del recurso de apelación.

iv. El juicio ordinario es un procedimiento común o de aplicación general, ya que de acuerdo al


art. 3º del CPC, se aplica en todas las gestiones, trámites y actuaciones que no estén
sometidos a una regla especial diversa (en atención a la cuantía o a la existencia de un
procedimiento extraordinario), cualquiera que sea su naturaleza. Por lo tanto, el juicio
ordinario de mayor cuantía es la forma normal de tramitación de los juicios, mientras que la
excepción la constituyen los procedimientos extraordinarios, cuya tramitación, a la inversa,
es distinta de la primeramente nombrada y bastante variada.

v. Consecuencia de lo anterior, es un procedimiento supletorio o de aplicación subsidiaria en


relación a los procedimientos extraordinarios. Pues el legislador, al estructurar los
procedimientos extraordinarios, no consignó en forma exhaustiva todas las actuaciones que
los constituyen; de manera que, en presencia de cualquier vacío, se debe recurrir
indefectiblemente a las normas respectivas del juicio ordinario de mayor cuantía. Así, por
ejemplo, nada dice la ley, dentro de los juicios extraordinarios, acerca de los medios
probatorios, por tanto, en su silencio, se aplicarán las normas contenidas sobre esta materia
en el juicio ordinario de mayor cuantía; incluso en el CPP hay algunas normas expresas que
disponen la aplicación supletoria del procedimiento ordinario civil al procedimiento ordinario
penal, en ciertas materias.

vi. Se trata de un procedimiento fundamentalmente escrito 259, pues todas sus actuaciones constan
en el proceso por medio de la escritura, las cuales se ajustan a las formalidades que la ley
establece para cada una de ellas en particular, según su naturaleza. Por excepción, el juicio
ordinario de mayor cuantía está constituido por algunas actuaciones orales, a saber: en
primera instancia están las declaraciones testimoniales, la confesión judicial; la aceptación
del cargo de perito, la petición al tribunal a fin de que cite a las partes para oír sentencia, la
interposición del recurso de apelación en el acto de la notificación, etc.; y en segunda
instancia es oral la vista de la causa, comprendiéndose en ella la relación y los alegatos de los
abogados (el profesor ALFARO recalca que las excepciones son, esencialmente, en la segunda
instancia). No obstante, estas excepciones, al ser actuaciones judiciales, deben
necesariamente constar en un acta escrita e incorporarse al expediente, por el correspondiente
ministro de fe; así, por ejemplo, la prueba confesional es oral, pero se debe consignar en un
acta por el Receptor, y posteriormente es incluida en el expediente.

259
Hay que recordar que la escrituración es una regla técnica, y las reglas técnicas son herramientas, a veces
conceptualmente contradictorias, que están a disposición del legislador para emplearlas de acuerdo con las
condiciones sociales, culturales y económicas de un determinado país. Dentro de ellas se distinguen las reglas
del debate procesal y las reglas de la actividad de sentenciar; en las primeras se encuentra la escrituración que
se opone a la oralidad.
355
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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vii. Es un procedimiento dominado por la preclusión260, fundamentalmente, porque los plazos


que se establecen en el CPC (plazos legales) son fatales, es decir, la posibilidad de ejercer un
derecho o la oportunidad para ejecutar el acto se extingue al vencimiento del plazo por el sólo
ministerio de la ley, y sin necesidad de dictarse resolución alguna por parte del tribunal para
que precluya el derecho.

viii. Atendiendo a su extensión, es un procedimiento de lato conocimiento plenario, pues el


conocimiento de la controversia es extenso, en cuanto al número de los trámites.

ix. Es un procedimiento en donde predomina la mediación, pues la relación entre el juzgador y


los medios materiales y personales del procedimiento, está siempre intermediada por otro
funcionario. La mediación, como regla técnica del debate procesal, consiste en que durante
el proceso el juez no tiene contacto directo ni con las partes, ni con el expediente, ni con las
pruebas aportadas, sino que por el contrario, existen uno o más funcionarios o agentes que
realizan la labor de intermediación. Esto genera consecuencias negativas, en el sentido de
que el juez se aparta más de la realidad.

x. Se permite la interposición de incidentes durante todo su desarrollo, lo que muchas veces


produce la dilación en la conclusión del procedimiento.

xi. Existe la posibilidad de impugnar la gran mayoría de las resoluciones que se dictan durante
el procedimiento. Esto genera, muchas veces, que un mismo procedimiento esté siendo
conocido en primera instancia por el juez de letras y, al mismo tiempo, se estén conociendo
algunas apelaciones por los tribunales superiores.

xii. Por último, es un procedimiento de carácter dispositivo, lo que significa que la voluntad de
las partes tiene fundamental importancia en el desarrollo del procedimiento, reservándose al
juez un rol pasivo en la conducción de éste. Sin embargo, existen excepciones constituidas,
principalmente, por la posibilidad que se le da al juez en algunos casos, de actuar de oficio
(por ejemplo, en las medidas para mejor resolver).

3. ESTRUCTURA DEL JUICIO ORDINARIO DE MAYOR CUANTÍA


Este juicio se inicia por medio de la interposición de una demanda, demanda respecto de la
cual el tribunal va a conferir traslado al demandado, siendo el plazo variable según el lugar de la
notificación, pero teniendo como plazo base 15 días. Tanto la demanda como el traslado (que es un
decreto) se notifican por el estado diario al demandante y personalmente al demandado, si es la
primera notificación (puede que no lo sea, por ejemplo, si hubo una medida prejudicial precautoria).
Notificado el demandado, éste puede asumir distintas actitudes: (i) puede no hacer nada
(inacción), y en este caso, si no se defiende, a petición del actor, se dará por evacuado el trámite de
la contestación de la demanda en su rebeldía; (ii) puede aceptar lisa y llanamente la demanda
(allanamiento) o no contradecir en forma sustancial y pertinente los hechos que sirven de fundamento

260
La preclusión es una regla del debate procesal que consiste en que cada uno de los períodos en que se puede
dividir un proceso se debe clausurar, lo que se traduce en la imposibilidad de realizar un acto procesal fuera del
periodo o estadio en que deba llevarse a efecto según la ley que lo regule. Esta regla se opone al libre
desenvolvimiento.
356
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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a la misma; (iii) también puede defenderse, ya sea oponiendo excepciones dilatorias, destinadas a
corregir vicios de procedimientos, o bien, excepciones perentorias, destinadas a enervar la acción
deducida (las primeras se esgrimen en forma previa, y son tramitadas y resueltas como incidentes,
y las segundas, en cambio, se hacen valer dentro del escrito llamado contestación de la demanda).
(iv) Por último, el demandado puede reconvenir, es decir, que no sólo se limite a contradecir, sino
que asuma la posición activa de demandar al demandante, lo que se denomina comúnmente
contrademanda.
Contestada la demanda o en su rebeldía, se confiere traslado al actor para replicar, y de éste
escrito se confiere nuevamente traslado al demandado para duplicar, siendo el plazo de ambos
traslados de seis días.
Una vez concluidos estos trámites en el período de discusión, el tribunal debe llamar a las
partes a conciliación y proponer las bases de arreglo. Si la conciliación no se produce, o bien, ésta
sólo se produce en forma parcial, el juez realiza un examen del proceso, pudiendo concluir que existen
hechos sustanciales, pertinentes y controvertidos, en cuyo caso debe recibir la causa a prueba por un
término de 20 días. Vencido el término probatorio, las partes tienen un plazo de diez días para
formular las observaciones a la prueba, y vencido este plazo, de oficio o a petición de parte, se citará
a las partes a oír sentencia. Pero si el juez concluye que no existen hechos sustanciales pertinentes y
controvertidos, simplemente cita a las partes a oír sentencia. A contar de la notificación de esta última
resolución (citación para oír sentencia), el tribunal tiene un plazo de 60 días para dictar sentencia
definitiva, la cual una vez notificada a las partes, será susceptible de los recursos legales que procedan.
El esquema esbozado permite apreciar que el juicio ordinario de mayor cuantía, en su
tramitación, atraviesa o consta de tres períodos o fases: el de discusión, el de prueba y el de sentencia
(es tripartito). El único trámite que no calza en ninguna de estas etapas, es el llamado a conciliación.
i. El periodo de discusión está constituido por la presentación de cuatro escritos fundamentales,
a saber: la demanda, la contestación de la demanda (y eventual demanda reconvencional), la
réplica (y contestación de demanda reconvencional), la dúplica (y réplica en reconvención, y
dúplica en reconvención).

ii. El periodo de prueba es aquel que media entre la dictación de la resolución que recibe la
causa a prueba y la notificación de la resolución que cita a las partes para oír sentencia; por
tanto, comprende lo siguiente: la resolución que recibe la causa a prueba; el término de
prueba; y el período de observaciones a la prueba.

iii. El periodo de sentencia, es el que transcurre entre la resolución que cita a las partes a oír
sentencia y la dictación y notificación de la sentencia definitiva. Por tanto, este período
comprende: la citación para oír sentencia y la sentencia del tribunal.

B. PERIODO DE DISCUSIÓN

1. INTRODUCCIÓN
El periodo de discusión se conforma idealmente por cuatro escritos fundamentales, cuales
son: la demanda, la contestación de la demanda, la réplica y la dúplica. Dentro de los escritos

357
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mencionados hay uno que es esencial, que es la demanda, mientras que los otros tres son eventuales,
pues, pueden o no existir en el juicio.
El objeto fundamental de este periodo es plantear de manera ordenada cuál es la controversia,
a través de las pretensiones del demandante y las contrapretensiones del demandado. En otras
palabras, determina el objeto de la litis.
2. DEMANDA

2.1. CONCEPTO
El art. 253 del CPC dice que todo juicio ordinario comenzará por demanda del actor, sin
perjuicio de lo dispuesto en el Título IV (“De las medidas prejudiciales”) de este Libro (segundo). En
consecuencia, el juicio ordinario de mayor cuantía tiene dos maneras de ser iniciado, cuales son: la
demanda del actor, lo cual constituye la regla general; o bien, mediante medidas prejudiciales
promovidas por el futuro demandante o por el futuro demandado, siendo la más típica de las medidas
prejudiciales, la prejudicial precautoria, que puede consistir en un embargo, en la prohibición de
celebrar actos o contratos, en el nombramiento de un interventor, etc.261 Por lo tanto, en el sistema
del juicio ordinario no hay inicio de oficio del procedimiento, se requiere actividad de parte, sea por
vía de la demanda o por vía de una medida prejudicial.
La demanda se encuentra regulada en el Título I (“De la demanda”) del Libro II del CPC. La
ley no define a la demanda, pero es evidente que este término se reserva para designar el acto inicial
de la relación procesal, o sea, a la primera presentación que hace el actor y que resume sus
pretensiones. Al respecto, el profesor ALFARO señala que es un acto procesal de iniciación del
procedimiento, en virtud del cual el demandante ejerce su derecho de acción y manifiesta su
pretensión ante un juez. En un sentido muy similar el profesor FORTTES dice que la demanda es el
instrumento a través del cual se inicia la relación procesal, se manifiesta el derecho de acción, y cuyo
contenido es la pretensión. Como se puede apreciar, en ambos conceptos se engloban tres ideas, que
si bien están relacionadas entre sí, son diferentes; éstas son:
i. La pretensión, esto es, aquella declaración de voluntad realizada en el plano de la realidad
social, en virtud de la cual se intenta subordinar una voluntad ajena a la propia (por ejemplo,
págame lo que me debes). Más que un derecho es una petición, y constituye el fundamento
del objeto del proceso.

ii. La acción, esto es, el poder jurídico que tiene todo sujeto de derecho, de acudir a los órganos
jurisdiccionales para reclamarles la satisfacción de una pretensión. La acción es una
institución que existe con anterioridad al proceso.

261
Las medidas perjudiciales serán analizadas después, por ahora se puede decir que son los medios que
franquea la ley a los futuros litigantes (demandante o demandado) con el objeto preparar la entrada al juicio
(medidas prejudiciales preparatorias), asegurar la rendición de alguna prueba que pueda desaparecer (medidas
prejudiciales probatorias), o asegurar el resultado de la acción que se va a deducir (medidas prejudiciales
precautorias). Desde el punto de vista de la tramitación, las medidas prejudiciales constituyen incidentes
especiales dentro del pleito, no obstante, la iniciación del juicio, mediante una medida prejudicial, no libera en
manera alguna al actor de la obligación de presentar la demanda; pues, la novedad procesal, en este caso,
radica exclusivamente en que el juicio se ha iniciado mediante una medida prejudicial, y que ésta,
cronológicamente, precede la demanda.
358
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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iii. La demanda o libelo, que es el escrito o acto material que contiene la pretensión, y que se
traslada al ámbito jurisdiccional mediante el ejercicio de la acción. Por lo tanto, la pretensión
que nace fuera del ámbito jurídico, se lleva a él mediante el ejercicio de la acción, para que
así se desarrolle un proceso, en que finalmente el juez dicte una sentencia; y, específicamente,
esto se realiza mediante un acto procesal denominado demanda.
Estos tres conceptos se diferencias en cuanto a los sujetos, ya que en la pretensión los sujetos
son el pretendido y el pretendiente; en la acción, son el actor y el tribunal; y en la demanda, son el
demandante el demandado. También se diferencian en cuanto a su objeto, ya que el objeto o finalidad
de la pretensión, es que se dicte de una sentencia declarativa, ejecutiva o cautelar; la acción que se
inicie un proceso; y la demanda contener la pretensión y por medio de ella ejercer el derecho de
acción. Por último, también se diferencian en cuanto a la causa, ya que la pretensión tiene por causa
el hecho material (pretensión extraprocesal resistida o conflicto) y jurídico que sirve de fundamento
al derecho, y la acción existe para dejar de lado a la autotutela.
Por último, si bien la regla general en Chile es que la demanda no constituye un trámite
obligatorio, hay ciertos casos en la legislación procesal en que la demanda es obligatoria. Estos casos
son:
i. Cuando el demandado pide al tribunal que se ponga la demanda en conocimiento de otras
personas, a quienes les correspondería también el ejercicio de dicha acción (litisconsorcio
forzado u obligatorio); por ejemplo, si el demandante es uno de los comuneros o de los
herederos, y el demandado pide que se notifique a los demás. En efecto, conforme al art. 21
inc. I del CPC, si la acción ejercida por alguna persona corresponde también a otra u otras
personas determinadas, podrán los demandados pedir que se ponga la demanda en
conocimiento de las que no hayan ocurrido a entablarla, quienes deberán expresar en el
término de emplazamiento si se adhieren a ella.

ii. La jactancia, la cual, conforme al art. 269 del CPC, tiene lugar cuando alguna persona
manifieste corresponderle un derecho de que no esté gozando, en tal evento, todo aquél a
quien su jactancia pueda afectar, podrá pedir que se la obligue a deducir demanda dentro
del plazo de diez días, bajo apercibimiento, si no lo hace, de no ser oída después sobre aquel
derecho. Este plazo podrá ampliarse por el tribunal hasta treinta días, habiendo motivo
fundado. En palabras simples, la jactancia es una demanda que se interpone en contra de
quien dice o declara que le pertenece tal o cual derecho; por ejemplo, un individuo (el
jactancioso) señala que tiene un derecho personal en contra de otra persona (el jactado) para
que le repare los perjuicios que le causó por quemarle un televisor; esto con el objeto de que
el jactancioso deduzca la demanda, para buscar que ese derecho sea reconocido, pues jactarse
de que le pertenece un derecho y no ejercer la demanda respectiva, puede causar perjuicios a
la otra parte, sobre todo al honor262.

262
Para que haya jactancia en sentido legal, se requiere: que la manifestación del jactancioso conste por escrito,
o que se haya hecho de viva voz, a lo menos, delante de dos personas hábiles para dar testimonio en juicio civil;
o que el jactancioso haya gestionado como parte en un proceso criminal del que puedan emanar acciones civiles
en contra del acusado (art. 270 del CPC). Esto se tramita conforme al procedimiento sumario y la sentencia
habrá de determinar si hubo o no jactancia; y en caso de que se acredite que sí la hubo, se le impone al
jactancioso la carga de demandar en el plazo que se le señale (de 10 ó 30 días); y si trascurre dicho plazo para
demandar, sin que el jactancioso demande, se debe solicitar al tribunal que declare el apercibimiento del art.
269 del CPC, es decir, no ser oído después sobre el derecho cuya jactancia se trata (art. 271 del CPC). La acción
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iii. Si se decreta una medida prejudicial precautoria a favor del futuro demandante. En efecto,
conforme al art. 280 del CPC, aceptada la solicitud a que se refiere el artículo anterior,
deberá el solicitante presentar su demanda en el término de diez días y pedir que se
mantengan las medidas decretadas. Este plazo podrá ampliarse hasta treinta días por
motivos fundados; agrega el inc. II que si no se deduce demanda oportunamente, o no se pide
en ella que continúen en vigor las medidas precautorias decretadas, o al resolver sobre esta
petición el tribunal no mantiene dichas medidas, por este solo hecho quedará responsable el
que las haya solicitado de los perjuicios causados, considerándose doloso su procedimiento.

iv. Si en el juicio ejecutivo el actor pide reserva de sus acciones, deberá interponer la demanda
en el juicio ordinario dentro del plazo de 15 días contados desde que se notificó la sentencia
definitiva en el juicio ejecutivo. En efecto, de conformidad con el art. 473 del CPC, la
sentencia recaída en el juicio ejecutivo produce cosa juzgada en el juicio ordinario, tanto
respecto del ejecutante como del ejecutado; agrega el inc. II que, con todo, si antes de
dictarse sentencia en el juicio ejecutivo, el actor o el reo piden que se les reserven para el
ordinario sus acciones o excepciones, podrá el tribunal declararlo así, existiendo motivos
calificados. Siempre se concederá la reserva respecto de las acciones y excepciones que no
se refieran a la existencia de la obligación misma que ha sido objeto de la ejecución. Finaliza
el inc. III señalando que en los casos del inciso precedente, la demanda ordinaria deberá
interponerse dentro del plazo que señala el art. 474 (15 días), bajo pena de no ser admitida
después; y en tal caso, el juicio seguirá hasta su cumplimiento, es decir, hasta la realización
o remate de los bienes embargados.

2.2. IMPORTANCIA
La demanda es un acto de iniciación del proceso y, como tal, a partir de su interposición se
van a producir importantes efectos procesales y extraprocesales, a saber:
i. La demanda delimita en forma importante el objeto del juicio (sobre aquello que se va a
discutir), esto junto con la eventual contestación, réplica y dúplica. Esto lo confirma el art.
160 del CPC, el cual señala que las sentencias se pronunciarán conforme al mérito del
proceso, y no podrán extenderse a puntos que no hayan sido expresamente sometidos a juicio
por las partes, salvo en cuanto las leyes manden o permitan a los tribunales proceder de
oficio.
Cuando la sentencia se extiende a puntos no sometidos a juicio por las partes u otorga más de
lo pedido por ellas, la parte afectada podrá entablar un recurso de casación en la forma
fundado en la causal Nº 4 del art. 768 del CPC, a saber: en haber sido dada ultra petita, esto
es, otorgando más de lo pedido por las partes, o extendiéndola a puntos no sometidos a la
decisión del tribunal (extra petita), sin perjuicio de la facultad que éste tenga para fallar de
oficio en los casos determinados por la ley ¿Qué pasa si el tribunal otorgó menos de lo pedido
por las partes? Este vicio de la sentencia se denomina minus petita, y no está enunciado en el
Nº 4 del art. 768, por ello, hay que reconducirlo al Nº 5 de dicho artículo, es decir, a la causal
que se refiere a la omisión de los requisitos de la sentencia definitiva, específicamente el

de jactancia prescribe en seis meses contados desde que tuvieron lugar los hechos en que se funde (art. 272 del
CPC).
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numeral 6 del art. 170 del CPC, que señala que la sentencia definitiva contendrá la decisión
del asunto controvertido. Esta decisión deberá comprender todas las acciones y excepciones
que se hayan hecho valer en el juicio; pero podrá omitirse la resolución de aquellas que sean
incompatibles con las aceptadas.
ii. En segundo lugar, la demanda determina los sujetos específicos del proceso (o elementos
subjetivos), es decir, las partes litigantes y el juez; lo que sin embargo, tiene atenuaciones en
lo que dice relación con los terceros relativos.

2.3. REQUISITOS
Desde el momento en que la demanda, como acto inicial del juicio, es un verdadero escrito,
se debe ajustar a determinadas formalidades en su presentación, para que así produzca los efectos
legales deseados por el actor. Estas formalidades son dobles, a saber: las generales o comunes a todo
escrito, y las especiales o propias del escrito de demanda.
a. Requisitos generales o comunes a todo escrito
Los requisitos o formalidades generales de todo escrito y, por lo tanto, aplicables al escrito
de demanda, son:
i. La demanda se debe presentar en papel. Actualmente, y con la entrada en vigencia del DL
3.475 de 1980, quedó sin efecto la obligación de usar papel sellado en los juicios y gestiones
judiciales, toda vez que el art. 32 de ese DL derogó el DL 619 que la consagraba.

ii. Debe presentarse por conducto del Secretario respectivo. Aquí, hay que recordar que el
Secretario al cual se presenta la demanda, depende de si el tribunal es asiento de Corte o no:
si es asiento de Corte, la demanda se debe presentar en la Secretaría de la CA; y si no es
asiento de Corte, hay que presentarla ante el secretario del tribunal que esté de turno. Estas
reglas sólo tienen lugar si en la comuna o agrupación de comunas hay más de un Jugado de
Letras.
Ahora bien, si antes de presentarse la demanda se presentó una medida prejudicial, ésta es la
que se va a distribución o se le aplica el sistema de turnos, y no la demanda.
iii. Debe presentarse encabezada con una suma que indique su contenido. En efecto, el art. 30
del CPC dispone que los escritos y documentos se presentarán por vía electrónica conforme
se dispone en los artículos 5° y 6°, respectivamente, de la Ley General sobre Tramitación
Electrónica de los Procedimientos Judiciales. Este escrito contiene un suma y una presuma.
El profesor LUHRS señala que la suma se inicia con la locución “en lo principal”, donde se
coloca, por ejemplo, “demanda en juicio ordinario”, pero también se le pueden agregar otras
cosas aludiendo a la naturaleza de la demanda, por ejemplo, “por indemnización de
perjuicios”. Posteriormente vienen los otrosí 263, en los cuales se pueden presentar pruebas,
pedir al juez que tenga presente ciertas cosas, como por ejemplo, el patrocinio y el poder, en
atención a que la demanda es la primera presentación que hace el actor. Así, entonces, una
suma puede ser la siguiente: “en lo principal: demanda por indemnización de perjuicios por

263
Según la RAE, “otrosí” significa “además de esto”; y en el ámbito procesal alude a cada una de las peticiones
que se ponen después o además de lo principal.
361
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responsabilidad extracontractual; primer otrosí: acompaña documentos en la forma que


indica; segundo otrosí: patrocinio y poder.”264

iv. En atención a que la demanda es, por regla general, la primera presentación que hace el actor,
debe contener la constitución de un mandato judicial y la designación de un abogado
patrocinante habilitado, salvo las excepciones legales (por ejemplo, no esto no se requiere en
la acción de protección ni en la acción de amparo).

v. Por último, también hay quienes mencionan en estos requisitos la necesidad de que la
demanda esté firmada por quienes la presentan.

b. Requisitos especiales propios de la demanda


Estas formalidades especiales del escrito de demanda las contempla el art. 254 del CPC, al
prescribir que la demanda debe contener:
i. La designación del tribunal ante quien se entabla (art. 254 Nº 1). Este requisito se cumple,
en la práctica, a continuación de la suma, expresándose solamente la jerarquía del tribunal, y
ello mediante abreviaturas como, por ejemplo, S.J.L (Señor Juez Letrado), I.C. (Ilustrísima
Corte de Apelaciones), y Excma. Corte (Excelentísima Corte Suprema) 265. La razón de no
exigir la designación exacta del tribunal (por ejemplo, segundo juzgado de letras de
Valparaíso), es que hay ciudades que son asiento de CA, y cuando se presenta la demanda en
la Secretaría de la Corte no se sabe qué tribunal va a conocer de la causa, ya que ésta debe ir
a distribución.

ii. El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandante y de las personas que lo
representen, y la naturaleza de la representación (art. 254 Nº 2). En consecuencia, se debe
individualizar en forma precisa al actor y, si comparece por medio de representante, en igual
forma a este último, expresándose, en este caso, la naturaleza de la representación, es decir,
si es legal (por ejemplo, si comparece el padre) o convencional (si es un mandatario civil o
comercial). La individualización del actor y de su representante se entiende cumplida
mediante la indicación de tres elementos, a saber: el nombre, el domicilio y la profesión. Por
nombre se entiende tanto el propio o de pila, como los apellidos paterno y materno; el
domicilio es la residencia, acompañada, real o presuntivamente, del ánimo de permanecer en
ella; y la profesión u oficio, es la actividad preferente del actor. Si se trata de una persona

264
Las CA de Santiago, desde el año 2003, ha exigido para las demandas y gestiones judiciales que se presenten
para su distribución en los Juzgados Civiles y del Trabajo de su jurisdicción, una presuma que se antepone a la
suma, y que tendrá: el tipo de procedimiento que corresponda (ordinario de mayor cuantía, ejecutivo, etc.);
materia u objeto del pleito (indemnización de perjuicios, notificación de protesto de cheque, arrendamiento,
nulidad de matrimonio, etc.); individualización del demandante con sus nombres y apellidos, y a continuación
su cédula de identidad; nombre completo del abogado patrocinante con su RUT; nombre completo del
apoderado con RUT; y nombre completo del o los demandados con su RUT, de ser conocido, si no lo es, se
coloca “sin RUT”. Este requisito se ha ido incorporando paulatinamente en las CA, comenzando por la de
Santiago, para luego continuar en las CA de Concepción y Valparaíso.
265
Esto se relaciona con que al dirigirse a un tribunal, hay que hacerlo en los términos que su dignidad lo
requiere; así, de acuerdo al art. 306 del COT, La CS tendrá el tratamiento de Excelencia y las CA el de Señoría
Ilustrísima. Cada uno de los miembros de estos mismos tribunales y los jueces de letras tendrán tratamiento de
Señoría.
362
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jurídica, el nombre será el que señale la escritura pública de constitución, el domicilio será el
domicilio social, y la profesión el giro que realiza.
Ahora bien, hay que recordar que, de acuerdo al art. 49 inc. I del CPC, para los efectos del
artículo anterior, todo litigante deberá, en su primera gestión judicial, designar un domicilio
conocido dentro de los límites urbanos del lugar en que funcione el tribunal respectivo, y
esta designación se considerará subsistente mientras no haga otra la parte interesada, aun
cuando de hecho cambie su morada. Al respecto el art. 53 del CPC señala que la forma de
notificación de que trata el art. 50 (notificación por el estado) se hará extensiva a las
resoluciones comprendidas en el art. 48 (sentencia definitiva, sentencia interlocutoria que
recibe la causa a prueba y que ordena la comparecencia personal de las partes), respecto de
las partes que no hayan hecho la designación a que se refiere el artículo 49 y mientras ésta
no se haga; agrega el inc. II que esta notificación se hará sin necesidad de petición de parte
y sin previa orden del tribunal.
Por último, cabe decir que esta exigencia legal de la perfecta individualización del actor y de
su representante en el escrito de demanda, permite que el demandado sepa a ciencia cierta
con quién va a litigar, y las excepciones o defensas que puede oponer; permite, además, saber
a quiénes deberán notificarse las resoluciones que se expidan, y a quiénes afectará, con
autoridad de cosa juzgada, la sentencia llamada a resolver el pleito.
iii. El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandado (art. 254 Nº 3). La
individualización del demandado es indispensable, al igual que la del actor, para saber contra
quién se dirige la demanda y a quién se debe notificar, para determinar su capacidad y la
competencia del tribunal en razón del territorio y, en fin, para apreciar los efectos de la cosa
juzgada. A diferencia del número anterior, nada dice la ley en cuanto a la individualización
del representante del demandado, pero, según CASARINO, en caso de que el demandado sea
incapaz o tenga un representante convencional, la individualización del respectivo
representante se hace también indispensable.

El profesor FORTTES recalca que, por lo anterior, es que en nuestro sistema no se permiten
las demandas contra personas indeterminadas o desconocidas, lo que sí se puede dar en el
procedimiento penal ("contra quienes que resulten responsables"). Lo único que se permite
omitir es el segundo apellido266, a veces, también se permite omitir la profesión u oficio, bajo
la fórmula "cuya profesión ignoro"; pero nunca el domicilio ya que esto tiene importancia
para determinar la competencia del tribunal267, y para la práctica de las notificaciones (cosa
distinta es que al momento de llevar a cabo la notificación, no se encuentre a la persona, y se
deba recurrir a otra forma de notificación).

266
El profesor LUHRS señala que si no se sabe el nombre del demandado, se debe aplicar el art. 54 del CPC,
es decir, se tendrá que notificar por avisos en un diario a la persona cuya individualización sea difícil de
determinar y, en este caso, se debería individualizar con otros datos. El profesor ALFARO, por su parte, señala
que se puede omitir este requisito, siempre que se precisen las razones de ello, por ejemplo, que por su número
dificulten considerablemente la práctica de la notificación (si se trata de una comunidad).
267
Hay que recordar que existen reglas generales y especiales de competencia, y dentro de estas últimas
se encuentran las reglas de competencia absoluta y relativa, siendo precisamente esta última la que se determina
por el factor territorio, según el siguiente esquema: existencia de prórroga de competencia; existencia de reglas
especiales; naturaleza de la acción deducida; regla legal supletoria del domicilio del demandado.
363
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iv. La exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho en que se apoya (art. 254
Nº 4). Esto se relaciona con la causa de la pretensión, esto es, los hechos materiales y jurídicos
que le sirven de fundamento. Como la demanda es el "recipiente" que contiene la pretensión,
debe contener:

- La exposición clara de los hechos en que se apoya, lo cual permite calificar de antemano
y con facilidad la acción deducida e, igualmente, la competencia del tribunal; sirve
también para saber con posterioridad qué hechos han sido reconocidos y cuáles, en
cambio, han sido controvertidos, lo que influirá en la recepción de la causa a prueba; y,
por último, facilita también al tribunal el establecimiento de los hechos en la sentencia
definitiva, mediante el examen de las pruebas pertinentes que se hayan rendido. Por ello,
según el profesor FORTTES, es la parte más importante de la demanda, porque sobre
estos hechos necesariamente deberá haber un pronunciamiento al momento de dictar
sentencia definitiva; pues al tribunal le está vedado incorporar otros hechos distintos a
aquellos planteados por el demandante (esto por el carácter dispositivo del sistema).

- La exposición clara de los fundamentos de derecho en que se apoya la demanda, lo cual


tiene por objeto facilitar la calificación jurídica de la relación de derecho substancial o
material controvertida (por ejemplo, una compraventa). Esta exigencia se cumple
expresando únicamente el actor las razones de orden jurídico que, a su juicio, justifican
la declaración del derecho substancial reclamado; no necesita individualizar la acción
por su nombre técnico, ni indicar los preceptos legales aplicables, pues esta labor la
efectuará el tribunal al momento de pronunciar la sentencia, aunque para la regularidad
y marcha del proceso es conveniente hacerlo. El profesor FORTTES recalca que esto no
tiene la misma importancia que la exposición de los hechos, porque clásicamente se
sostiene que esta parte no es vinculante para el juez, por cuanto es éste quien determinará
las normas jurídicas aplicables al caso concreto, conforme al aforismo que señala:
el juez conoce el derecho. Por lo tanto, el juez se debe someter a lo probado en cuanto a
los hechos, pero puede ampararse en este aforismo para aplicar un derecho distinto del
invocado por las partes a la hora de argumentar la sentencia.

v. La enunciación precisa y clara, consignada en la conclusión, de las peticiones que se


sometan al fallo del tribunal (art. 254 Nº 5). Esta es la parte petitoria de la demanda
(equivale al objeto de la pretensión), y la ley dice que se debe expresar con la suficiente
claridad y precisión en la parte final de ésta 268.

Estas peticiones del actor, unidas a las que plantea el demandado en su escrito de
contestación, constituyen la cuestión controvertida del pleito; y, como se dijo, la sentencia
definitiva deberá pronunciarse únicamente sobre ellas, so pena de que en la dictación de la
sentencia se incurra en vicios de forma que autoricen para anularla mediante los recursos
procesales correspondientes. El profesor FORTTES recalca que esta parte es tremendamente

268
Por ejemplo: POR TANTO de acuerdo a lo expuesto y lo que disponen las normas citadas y arts. 254 y
siguientes del CPC, y demás normas pertinentes. RUEGO A US.: tener por interpuesta, en juicio ordinario,
demanda civil de indemnización de perjuicios por responsabilidad civil extracontractual derivado de un daño
por repercusión, en contra de don xxx, ya individualizado, en su calidad de Gerente General de la empresa xxx,
y de acogerla a tramitación para que en definitiva se condene a la demandada a pagar…
364
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importante en relación con la sentencia, pues equivaldría a la parte resolutiva de ésta; por ello
se dice que la demanda del actor sería un proyecto de la sentencia para el juez.

vi. El art. 255 del CPC dice que los documentos acompañados a la demanda deberán
impugnarse dentro del término de emplazamiento, cualquiera sea su naturaleza. Por tanto,
siguiendo a esta disposición surge la pregunta de si ¿es necesario acompañar documentos
fundantes que acrediten la demanda? Antiguamente era obligatorio, pero hoy no, pues no
existe la obligación del demandante ni del demandado de acompañar documentos fundantes
de la demanda, de la reconvención o de la excepción, y la contraparte carece del derecho de
forzarlo a ello. Pero si se acompañan con la demanda (por ejemplo, un video, un CD, etc.),
se impugnarán dentro del término de emplazamiento
En general, se dice que los requisitos exigidos a la demanda son una manifestación del
principio de buena fe en materia procesal, por cuanto buscan que el demandado pueda tener total
claridad respecto de quién lo demanda, por qué lo está demandando, y qué es lo que se solicita;
evitándose con ello que la demanda se utilice como un instrumento para sorprender al demandado269.
2.4. ACTITUDES DEL JUEZ UNA VEZ RECIBIDA LA DEMANDA
Una vez presentada la demanda por el actor al tribunal, éste debe efectuar un examen de
admisibilidad desde un punto de vista formal, o sea, a la luz de las exigencias contenidas en el art.
254 del CPC. De este examen de admisibilidad pueden derivarse las siguientes consecuencias:
i. De conformidad con el art. 256 del CPC, puede el juez de oficio no dar curso a la demanda
que no contenga las indicaciones ordenadas en los tres primeros números del art. 254
(designación del tribunal, individualización del demandante e individualización del
demandado), expresando el defecto de que adolece; es decir, si no se cumplen con esos
requisitos, el juez no debe dar curso a la demanda, y si lo hace, el demandado podrá oponer
la correspondiente excepción dilatoria (ineptitud del libelo).
Como se puede apreciar, el art. 256 del CPC no se refiere a la omisión de los requisitos
establecidos en el Nº 4 (hechos y fundamentos de derecho) y 5 del art. 254 del CPC (parte
petitoria), esto debido a que ellos no afectan los presupuestos procesales, sino a la viabilidad
de la pretensión. Por lo tanto, si faltan dichos, el juez igualmente debe darle curso a la
demanda, pero el demandado podrá oponer la excepción dilatoria de ineptitud del libelo.
ii. Si bien el art. 256 del CPC no lo señala, el juez, en uso de sus facultades correctivas, podría
otorgar un plazo (judicial) para subsanar los requisitos omitidos.

iii. El tribunal, también, puede no dar curso a la demanda, cuando falte el patrocinio, lo cual se
relaciona con la Ley Nº 18.120 sobre Comparecencia en Juicio. En efecto, dicha ley en su

269
El profesor ALFARO clasifica los requisitos de la demanda de la siguiente manera: (i) los tres primeros
constituyen la invocación, es decir, por medio de la demanda se dirige al juez y se le explica que viene a
demandar a tal individuo, por tal persona, ambas domiciliadas en tal parte, por las razones de hecho y de derecho
que seguidamente se exponen. (ii) El cuarto requisito se denomina de la afirmación, y en éste se comprende la
afirmación de los hechos y del derecho que constituyen el conflicto. (iii) Y el quinto requisito se denomina de
la petición, el cual constituye el petitorio del actor, o la pretensión en concreto. La importancia de estos
requisitos, así clasificados, es que ellos coinciden con los elementos o con la estructura de la sentencia en su
parte expositiva, considerativa, y resolutiva.
365
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art. 1º inc. I señala que la primera presentación de cada parte o interesado en asuntos
contenciosos o no contenciosos ante cualquier tribunal de la República, sea ordinario,
arbitral o especial, debe ser patrocinada por un abogado habilitado para el ejercicio de la
profesión; agrega el inc. II, que esta obligación se entiende cumplida por el hecho de poner
el abogado su firma, indicando además, su nombre, apellidos y domicilio. Sin estos
requisitos, no puede ser proveída y se tendrá por no presentada para todos los efectos
legales.

iv. Hay que recordar que, además, conforme el art. 2º de la Ley sobre Comparecencia en Juicio,
por regla general, toda persona debe comparecer en los asuntos que indica el art. 1º inc. I de
la ley 18.120, representada por un mandatario judicial, y si al tiempo de pronunciarse el
tribunal sobre el mandato, éste no estuviere legalmente constituido, el tribunal se limitará a
ordenar la debida constitución de aquél dentro de un plazo de tres días. Extinguido este plazo
y sin otro trámite, se tendrá la solicitud por no presentada para todos los efectos legales (art.
2º inc. IV).

v. También puede el tribunal determinar que existe una causal de incompetencia absoluta. En
este caso el tribunal debe declarar de oficio su incompetencia absoluta, pues de acuerdo al
art. 84 inc. IV del CPC, el juez podrá corregir de oficio los errores que observe en la
tramitación del proceso. Podrá asimismo tomar las medidas que tiendan a evitar la nulidad
de los actos de procedimiento. No podrá, sin embargo, subsanar las actuaciones viciadas en
razón de haberse realizado éstas fuera del plazo fatal indicado por la ley.

vi. Por último, lo normal, es que el juez considere admisible la demanda al verificar que se han
cumplido todos los requisitos que la ley exige. En este caso, dictará una resolución que tendrá
por objeto declarar la admisibilidad de la demanda; específicamente se trata de un decreto
(resolución que tiene por objeto dar curso progresivo a los autos) que lleva implícita la
declaración de admisibilidad (provee la demanda) y que confiere traslado al demandado para
que la conteste (“por interpuesta demanda, traslado para contestar”); es decir, la resolución
ordena que se ponga en conocimiento del demandado el escrito de la demanda, y para ello,
el demandante debe encargar la notificación de este decreto a un Receptor Judicial, el cual,
si se trata de la primera notificación hecha en el juicio, debe notificar personalmente al
demandado; y una vez notificado válidamente, comienza para él el término de
emplazamiento.

2.5. MODIFICACIÓN DE LA DEMANDA


Puede que el demandante, después de presentada la demanda al tribunal, desee introducir
algunas modificaciones a ésta. El CPC admite esta posibilidad, pero ello está limitado, debiendo
distinguir diversas situaciones:
i. Si la demanda aún no ha sido notificada, a pesar de que el Código nada dice, se estima que
no existe inconveniente alguno para modificarla; esto porque antes de notificarla el
demandante puede retirarla y, por ende, también puede modificarla e, incluso, presentar una
nueva enteramente diversa de la anterior (quien puede lo más, puede lo menos). En efecto,
de acuerdo a la primera parte del art. 148 del CPC, antes de notificada una demanda al reo,
podrá el actor retirarla sin trámite alguno, y se considerará como no presentada.
366
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ii. Después de notificada la demanda y antes de ser contestada, el demandante puede hacer en
ella las ampliaciones o rectificaciones que estime convenientes. En efecto, conforme al art.
261 del CPC, notificada la demanda a cualquiera de los demandados y antes de la
contestación, podrá el demandante hacer en ella las ampliaciones o rectificaciones que
estime convenientes (las cuales deberá presentar por escrito y pedir que se tengan como
complemento o modificación de la demanda primitiva). Agrega el inc. II que estas
modificaciones se considerarán como una demanda nueva para los efectos de su notificación,
y sólo desde la fecha en que esta diligencia se practique correrá el término para contestar
la primitiva demanda; esto significa, en el fondo, que las ampliaciones también deben
notificarse personalmente (si la notificación de la demanda fue la primera notificación que se
hizo en el juicio), y sólo desde la fecha en que esta diligencia se practique, correrá el término
para contestar tanto la modificación, como la primera demanda.

iii. Después de contestada la demanda, no es posible modificarla, pues ya se encuentra trabada


la litis, y sólo cabe el desistimiento. Ahora, la opción es que en el escrito de réplica el actor
amplíe, adicione, o modifique las pretensiones que haya formulado en la demanda, pero sin
que pueda alterar las que sean objeto principal del pleito. En efecto, de acuerdo al art. 312
del CPC, en los escritos de réplica y dúplica podrán las partes ampliar, adicionar o modificar
las acciones y excepciones que hayan formulado en la demanda y contestación, pero sin que
puedan alterar las que sean objeto principal del pleito.

iv. Por último, cabe decir que, conforme a la segunda parte del art. 148 del CPC, después de
notificada, podrá (el demandante) en cualquier estado del juicio desistirse de ella ante el
tribunal que conozca del asunto, y esta petición se someterá a los trámites establecidos para
los incidentes. Esta última actitud del demandante, de excepcional importancia, tiene el efecto
de extinguir las acciones que se hicieron valer en la demanda y, por tanto, no las va a poder
deducir nuevamente, aun cuando fueran ampliadas o rectificadas, es decir, se produce la
excepción de cosa juzgada.

2.6. EFECTOS QUE PRODUCE LA NOTIFICACIÓN DE LA DEMANDA


La interposición de la demanda produce efectos en el ámbito procesal y en el ámbito civil o
extraprocesal, pero para que se produzcan, es indispensable que la demanda haya sido admitida a
tramitación y se notifique junto con la resolución que la provee.
a. Efectos procesales

i. El principal efecto que produce la notificación de la demanda, es que da nacimiento a la relación


jurídica procesal (traba la litis), esto es, al vínculo jurídico que une a las partes entre sí, y a éstas
con el juez, generando poderes y deberes entre ellos.

ii. Al notificarse la demanda, el demandante ya no podrá retirarla, sólo le cabe desistirse de ella.

iii. Al notificarse la demanda, en el juicio ordinario de mayor cuantía se abre la primera instancia,
por lo tanto, el juez está obligado a conocer las peticiones del actor y dar inicio al procedimiento.
Si el tribunal no cumple con esta obligación de instruir el proceso, puede interponerse una queja
367
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disciplinaria ante el superior jerárquico y, además, la actuación del juez constituye denegación de
justicia.

iv. Si no hay una causal de incompetencia absoluta, el órgano jurisdiccional será plenamente
competente para conocer del asunto. Este efecto se conoce en doctrina como
perpetuación de la jurisdicción y competencia, y es un efecto procesal en virtud del cual se
produce la fijación de la jurisdicción y la competencia del tribunal que conoce de la causa, con
independencia de los cambios o alteraciones que puedan experimentar los elementos que regulan
estos temas durante el curso del juicio (por ejemplo, el domicilio del demandado). Este efecto se
relaciona con la regla general de la competencia denominada radicación, en virtud de la cual,
radicado con arreglo a la ley el conocimiento de un negocio ante tribunal competente, no se
alterará esta competencia por causa sobreviniente (art. 109 del COT).

v. Asimismo, la notificación de la demanda fija la legitimación de las partes en el proceso. Este


efecto recibe el nombre de perpetuación de la legitimación, y es un efecto procesal en virtud del
cual la calidad de las partes se mantiene durante todo el proceso, siendo irrelevante las
modificaciones posteriores. Por ejemplo, si una de las partes fallece, el proceso continuaría con
sus herederos, los que tienen la misma calidad jurídica que tenía el difunto, a menos que se esté
frente a aquellos procesos en que la muerte de la persona sea un elemento de no continuidad,
como ocurre en los procesos de divorcio o de incapacidad.

vi. La demanda fija el objeto del juicio, pues el demandado, al contestar la demanda, debe limitarse
en su defensa a aquello que es pretendido por parte del actor (la única excepción a esto, es la
reconvención). Una vez determinado el objeto del proceso con la notificación de la demanda, las
partes no pueden modificar las pretensiones, pues se produce lo que se denomina en doctrina
mutatio libelli. Sin embargo, este principio tiene ciertas excepciones, como son los casos de
ampliaciones y rectificaciones de la demanda antes de la contestación (art. 261 del CPC), o la
réplica del demandante, la cual, sin embargo, no puede en caso alguno modificar sustancialmente
el objeto principal del juicio o proceso.

vii. El demandante no puede interponer una nueva demanda en contra del demandado, que se refiera
al mismo objeto pedido y tenga la misma causa de pedir. En el evento que así lo haga, procede la
excepción dilatoria de litispendencia en el segundo proceso.

viii. Por último, una vez notificada la demanda y la resolución que la provee, comienza a correr un
término para que el demandado exponga lo que estima conveniente.

b. Efectos civiles, materiales o extraprocesales

i. La demanda y su posterior notificación, produce la interrupción civil de la prescripción, sea


adquisitiva o extintiva270.

270
Hay que recordar que respecto de la prescripción adquisitiva, la interrupción civil es todo recurso judicial
intentado por el que se pretende verdadero dueño de la cosa, contra el poseedor. La expresión “recurso judicial”
hay que entenderla referida a la interposición de cualquiera acción, mediante la cual el dueño pretende recuperar
la posesión e impedir así que un tercero, poseedor del bien, adquiera el dominio por prescripción. Respecto a la
prescripción extintiva existe una discusión, puesto que para algunos la expresión “demanda” que emplea el art.
368
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ii. Constituye en mora al deudor. Hay que recordar que la mora, como requisito de la indemnización
de perjuicios en sede contractual, se define como el retardo imputable en el cumplimiento de una
obligación, unido a la interpelación del acreedor. Por lo tanto, uno de los requisitos para que se
constituya en mora al deudor, es la interpelación del acreedor, la cual se define como el acto por
el cual el acreedor hace saber a su deudor que considera que hay retardo en el cumplimiento, que
éste le está ocasionando perjuicios, y que además le requiere para que pague; por tanto, supone
una actividad del acreedor que produce el efecto de transformar el retardo en mora. El art. 1551
del CC consagra las distintas formas o maneras que puede adoptar esta interpelación, y una de
ellas es la interpelación judicial (Nº 3), la cual tiene lugar con la notificación de la demanda.
Art. 1551. El deudor está en mora,
1. Cuando no ha cumplido la obligación dentro del término estipulado, salvo que la ley en casos especiales
exija que se requiera al deudor para constituirle en mora;
2. Cuando la cosa no ha podido ser dada o ejecutada sino dentro de cierto espacio de tiempo, y el deudor
lo ha dejado pasar sin darla o ejecutarla;
3. En los demás casos, cuando el deudor ha sido judicialmente reconvenido por el acreedor.

iii. Los derechos sobre los cuales se litiga se convierten en litigiosos para efectos de su cesión. En
efecto, conforme al art. 1911 inc. II del CC, se entiende litigioso un derecho, para los efectos de
los siguientes artículos, desde que se notifica judicialmente la demanda.

3. EL EMPLAZAMIENTO DEL DEMANDADO

a. Concepto
En su oportunidad, se manifestó que toda acción se propone mediante una demanda, la cual,
presentada ante tribunal competente, debe ser tramitada conforme a las reglas de procedimiento
preestablecidas según la naturaleza de la pretensión ejercitada, agregando además, que cualquiera que
fuere el procedimiento a seguir, la demanda y la resolución que la admite a tramitación deben ser
legalmente notificadas al demandado, quien tiene un plazo para comparecer a defenderse. Esta
notificación de la demanda hecha en forma legal al demandado y el transcurso del plazo que éste tiene
para contestada, reciben el nombre técnico de emplazamiento.
Por lo tanto, el emplazamiento del demandado se puede definir como la notificación legal de
la demanda, unida al plazo que la ley otorga al demandado para que exponga lo que estime
conveniente.

2518 del CC, se refiere únicamente a aquella que cumpla con los requisitos del art. 254 CPC, esto en
contraposición al término amplio que usa el legislador en el art. 2503 del CC (recurso judicial). Sin embargo,
la interpretación más amplia de este precepto, que por lo demás es la mayoritaria, señala que debe aceptarse
bajo el concepto de demanda, no sólo la demanda judicial en un sentido técnico, sino también otras actuaciones
del acreedor que permitan obtener o asegurar la satisfacción de su crédito, siempre y cuando se realicen
judicialmente. También hay que tener presente que la interrupción de la prescripción para alguno se produce
(en ambos casos) con la notificación de la demanda, mientras que para otros basta la presentación de la misma.
Siendo la posición mayoritaria, la primera postura.
369
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b. Elementos del emplazamiento

i. Notificación legal de la demanda. Normalmente, por ser la primera notificación que se practica
dentro del juicio, se deberá hacer personalmente, pudiendo aplicarse la notificación personal
subsidiaria o por cédula, en caso de que no haya sido posible ubicar al demandado. Al
demandante, en cambio, se le notifica la resolución que provee la demanda por el estado diario
(art. 40 del CPC).
Art. 40. En toda gestión judicial, la primera notificación a las partes o personas a quienes hayan de afectar
sus resultados, deberá hacérseles personalmente, entregándoseles copia íntegra de la resolución y de la
solicitud en que haya recaído, cuando sea escrita.
Esta notificación se hará al actor en la forma establecida en el art. 50 .

Ahora bien, si el juicio comienza con una medida prejudicial, como la primera notificación será
la de dicha medida, la resolución que admite a tramitación a la demanda deberá notificarse por el
estado diario, pues esta forma de notificación constituye la regla general conforme a lo previsto
en el art. 50 del CPC, el cual señala que las resoluciones no comprendidas en los artículos
precedentes se entenderán notificadas a las partes desde que se incluyan en un estado que deberá
electrónicamente, el que estará disponible diariamente en la página web de Poder Judicial con
las indicaciones que el inciso siguiente expresa. Sin perjuicio de ello, el tribunal puede disponer
la notificación personal de la demanda y de la resolución que la provee, aun cuando no se esté
ante una hipótesis en que proceda esta notificación, pues conforme al art. 47 inc. I del CPC, la
forma de notificación de que tratan los artículos precedentes (notificación personal) se empleará
siempre que la ley disponga que se notifique a alguna persona para la validez de ciertos actos,
o cuando los tribunales lo ordenen expresamente; incluso, aun cuando el tribunal no lo haya
ordenado, siempre puede emplearse la notificación personal conforme a lo previsto en el in. II
del art. 47, según el cual ella podrá, además, usarse en todo caso (a petición de parte).
ii. Término de emplazamiento. Esto es, el plazo que la ley fija al demandado para que exponga lo
que estima conveniente. Este plazo varía según sea el lugar en que haya sido notificado el
demandado, en efecto:

- Conforme al art. 258 inc. I del CPC, el término de emplazamiento para contestar la
demanda será de quince días si el demandado es notificado en la comuna donde funciona
el tribunal. Por ejemplo, se interpone la demanda en la Secretaría de la CA de Valparaíso
y el demandado es notificado también en la ciudad de Valparaíso.

- De acuerdo al art. 258 inc. II del CPC, se aumentará este término en tres días más (18
días) si el demandado se encuentra en el mismo territorio jurisdiccional pero fuera de
los límites de la comuna que sirva de asiento al tribunal. Por ejemplo, se interpone la
demanda en la Secretaría de la CA de Valparaíso, y se notifica en la comuna de Juan
Fernández.

- Ahora, si el demandado se encuentra en un territorio jurisdiccional diverso o fuera del


territorio de la República, el término para contestar la demanda será de dieciocho días,
más el aumento que corresponda al lugar en que se encuentre. Este aumento será
determinado en conformidad a una tabla que cada cinco años formará la CS con tal
objeto (publicada en el Diario Oficial), tomando en consideración las distancias y las
370
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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facilidades o dificultades que existan para las comunicaciones (art. 259 inc. I del CPC).
Por ejemplo, se interpone la demanda en la Secretaría de la CA de Valparaíso y se notifica
al demandado en Valdivia, o mediante exhorto, en Perú.

- Por último, el art. 260 inc. II del CPC, establece que en los casos en que proceda la
pluralidad de demandantes de acuerdo al art. 18 (litisconsorcio activa), el plazo para
contestar la demanda, determinado según lo dispuesto en los dos artículos anteriores, se
aumentará en un día por cada tres demandantes sobre diez que existan en el proceso.
Con todo, este plazo adicional no podrá exceder de treinta días.

c. Características del término de emplazamiento


Las características generales que presenta el plazo que tiene el demandado para contestar la
demanda en un juicio ordinario de mayor cuantía, son:
i. Es un plazo de días consagrado en el CPC y, por consiguiente, se entiende suspendido durante
los feriados. En efecto, conforme al art. 66 del CPC, los términos de días que establece el
presente Código, se entenderán suspendidos durante los feriados, salvo que el tribunal, por
motivos justificados, haya dispuesto expresamente lo contrario.

ii. Es un plazo legal, por lo tanto, a diferencia de los plazos judiciales, no puede ser prorrogado.
Pues de acuerdo al art. 67 inc. I del CPC, sólo son prorrogables los términos señalados por
el tribunal.

iii. Es un plazo variable, puesto que, como se ha visto, difiere en su duración según sea el lugar
en que es notificado el demandado.

iv. Al ser un plazo legal establecido en el CPC, es un plazo fatal y, por ende, el sólo hecho de su
vencimiento implica la extinción del derecho de contestar la demanda. En efecto, el art. 64
inc. I del CPC dispone que los plazos que señala este Código son fatales cualquiera sea la
forma en que se exprese, salvo aquéllos establecidos para la realización de actuaciones
propias del tribunal. En consecuencia, la posibilidad de ejercer un derecho o la oportunidad
para ejecutar el acto se extingue al vencimiento del plazo. En estos casos el tribunal, de oficio
o a petición de parte, proveerá lo que convenga para la prosecución del juicio, sin necesidad
de certificado previo.

v. Es un plazo individual, es decir, el término comenzará a correr para cada parte (para el
demandado en este caso) desde el día de la notificación (art. 65 inc. I del CPC). Ahora bien,
conforme al art. 260 inc. I del CPC, si los demandados son varios, sea que obren separada o
conjuntamente, el término para contestar la demanda correrá para todos a la vez, y se
contará hasta que expire el último término parcial que corresponda a los notificados; es
decir, es individual en su inicio, y común en su término. Por ejemplo, el juicio se ha iniciado
en Valparaíso en contra de dos demandados, y éstos han sido notificados también en
Valparaíso, pero en fechas diferentes: el segundo día del mes en curso al demandado A, y el
quinto día de igual mes al demandado B; por consiguiente, tanto para el primer demandado
como para el segundo, el plazo para contestar la demanda, sea que obren conjunta o
separadamente, vence el día 20 de dicho mes. O si respecto de una demanda que conoce el
371
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Juez de Letras de Santiago, se notifican en el mismo día una persona en la Comuna de


Vitacura, otra en la Comuna de Providencia, y otra es notificada en Isla de Pascua, los tres
demandados tendrán para contestar la demanda 18 días (pues se encuentran fuera de la
comuna del tribunal), más los 16 días contemplados en la tabla de emplazamiento (por
notificarse en Isla de Pascua)271.
d. Importancia del emplazamiento
En primer lugar, el emplazamiento es importante porque con la notificación legal de la
demanda queda constituida la relación jurídica procesal; y en segundo lugar, porque a través de él el
demandado se impone de la existencia del juicio en su contra, y se asegura así una de las principales
garantías del debido proceso, cual es, el derecho a la defensa. Por tales razones, la ley ha elevado al
emplazamiento a la categoría de trámite o diligencia esencial (art. 795 N° 1 del CPC), cuya
consecuencia, es que su omisión autoriza a interponer en contra de la sentencia definitiva pronunciada
en condiciones tan irregulares, el recurso de casación en la forma, tendiente a anularla y a reponer el
proceso al estado en que debió cumplirse con el emplazamiento del demandado (art. 768 N° 9 del
CPC).
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los juicios de
mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
1. El emplazamiento de las partes en la forma prescrita por la ley.

Art. 768. El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes:
9. En haberse faltado a algún trámite o diligencia declarados esenciales por la ley o a cualquier otro requisito
por cuyo defecto las leyes prevengan expresamente que hay nulidad.

Ahora bien, se entiende que no ha habido emplazamiento, cuando no se le ha notificado la


demanda al demandado; cuando, habiéndosela notificado, tal notificación ha sido practicada en forma
ilegal; o bien, cuando habiéndose notificado legalmente la demanda, se ha dado por evacuado el
trámite de contestación por parte del demandado, sin estar aún vencido el término que la ley le ha
concedido para cumplir con tal trámite.
Por otro lado, de acuerdo al art. 80 del CPC, si al litigante rebelde no se le ha hecho saber en
persona ninguna de las providencias libradas en el juicio, podrá pedir la rescisión de lo obrado,
ofreciendo acreditar que, por un hecho que no le sea imputable, han dejado de llegar a sus manos
las copias a que se refieren los arts. 40 y 44, o que ellas no son exactas en su parte substancial. Es
decir, aparte de proceder el recurso de casación en la forma, el demandado podría pedir la nulidad de
todo lo obrado, si no le ha hecho llegar la copia íntegra de la resolución y de la demanda (notificación
personal), o el aviso que dé noticia de la demanda, con especificación exacta de las partes, materia de
la causa, juez que conoce en ella y de las resoluciones que se notifican (notificación personal
subsidiaria).

271
Hay que tener presente que este es un supuesto distinto al del art. 65 inc. II del CPC, el cual se refiere al
plazo común, al decir que los términos comunes se contarán desde la última notificación, es decir, se señala un
mismo momento inicial (por ejemplo, el término probatorio). En cambio, el art. 260 del CPC señala que el plazo
corre hasta que expire el último término parcial, es decir, se señala un mismo momento final. La diferencia de
hablar desde la notificación, o hasta el último término parcial no es irrelevante, porque acorde al art. 260 del
CPC, el primer notificado puede contestar desde que se le notificó, en cambio, en el caso del art. 65 del CPC,
sólo puede contestar desde la última notificación, si actúa antes, contesta extemporáneamente.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

¿En segunda instancia hay emplazamiento? ¿Es un trámite esencial? El profesor ALFARO
señala que el emplazamiento también es un trámite esencial en segunda instancia, así lo señala el art.
800 Nº 1 del CPC; y consiste en la notificación por el estado diario de la resolución que admite el
recurso de apelación, más el plazo que se concede al apelado para que comparezca al tribunal. No
obstante, el transcurso del plazo aquí no se computa desde la notificación, sino desde la certificación
de la fecha de ingreso de los autos por el Secretario.
Art. 800. En general, son trámites o diligencias esenciales en la segunda instancia de los juicios de mayor o de
menor cuantía y en los juicios especiales:
1° El emplazamiento de las partes, hecho antes de que el superior conozca del recurso.

4. ACTITUDES DEL DEMANDADO UNA VEZ NOTIFICADA LA DEMANDA


Notificado que sea legalmente el demandado de la demanda y de la resolución que la admite
a tramitación, puede adoptar cuatro actitudes diferentes: aceptar lisa y llanamente la demanda; no
contradecir en forma substancial y pertinente los hechos que le sirven de fundamento; no hacer nada,
esto es, asumir una actitud de completa pasividad e indiferencia; reconvenir, es decir, entablar una
contrademanda; y por último, que será el caso de más ordinaria ocurrencia, defenderse272.
Ahora bien, cada una de estas diversas actitudes del demandado frente a la demanda que se
ha interpuesto en su contra, tiene una decisiva influencia en el curso posterior que debe seguir el
juicio. Es por ello que serán analizadas cada una con detención, salvo la reconvención, que será objeto
de estudio al final.
4.1. EL ALLANAMIENTO
El allanamiento o aceptación de la demanda, es el reconocimiento expreso que realiza el
demandado tanto de los hechos y de los fundamentos de derecho en que se apoya la demanda273. En
cuanto a su naturaleza jurídica, algunos dicen que es un equivalente jurisdiccional (figura
autocompositiva); otros, en cambio, como el profesor FORTTES, señalan que es una solución
heterocompositiva, pues el único efecto que produce en el proceso, es hacer innecesaria la etapa
probatoria, estando el juez igualmente obligado a dictar sentencia definitiva en esa causa.
Como características de esta figura, se pueden señalar las siguientes:
i. Es una declaración de voluntad expresa del demandado, y sólo puede ser realizado por éste.

272
El profesor FORTTES señala que las actitudes del imputado en el proceso penal tiene particularidades que
la distinguen de las del demandado en el proceso civil, en primer lugar, porque no es posible un proceso penal
en ausencia del imputado, pues es una garantía básica del derecho a defensa, que el imputado pueda estar
presente en el juicio y defenderse (el proceso se paraliza si no está presente, salvo algunas excepciones); en
segundo lugar, el silencio del imputado es un derecho constitucional y, por ende, no puede ser obligado a
declarar en su contra, por lo que no puede acarrear ninguna consecuencia negativa para él su silencio (hoy en
día la declaración del imputado es un verdadero derecho de defensa); y, por último, la sumisión del imputado
no es suficiente por sí sola para determinar su culpabilidad, de manera que se exige que esté acreditada por los
demás medios probatorios (la ratio es que ello podría prestarse para proteger a otros imputados).
273
El profesor ALFARO señala que el allanamiento, en estricto rigor, es una promesa de prestación, pues no
implica una sumisión, en el sentido de aceptar y cumplir de inmediato. Por ello es importante la sentencia que
se dicte al respecto, porque con ella se podrá exigir su cumplimiento.
373
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ii. Dada la excepcional gravedad que este acto procesal tiene para el demandado, la ley exige
que si la aceptación de la demanda se efectúa por medio de mandatario judicial, éste requerirá
facultades extraordinarias (art. 7 inc. II del CPC).

iii. Puede ser total o parcial. Respecto de la parte no contenida en el allanamiento, se deberán
seguir las reglas generales y, por ende, la prueba será innecesaria sólo respecto de aquello
contenido en la aceptación.

iv. Tiene límites en cuanto a su procedencia, pues hay casos en que no produce efectos,
concretamente, en los juicios en que prima el interés público como, por ejemplo, los juicios
en que se discute el estado civil de las personas, o los juicios sobre derechos irrenunciables.
En cuanto al efecto del allanamiento, conforme al art. 313 del CPC, si el demandado acepta
llanamente las peticiones del demandante…, el tribunal mandará citar a las partes para oír sentencia
definitiva, una vez evacuado el traslado (la contestación) de la réplica. Esta última frase es
importante, pues si el demandado acepta las peticiones del demandante, a este último igualmente se
le conferirá traslado para que replique (pues en dicho escrito puede hacer modificaciones, adiciones
o ampliaciones a la demanda), y una vez evacuado este trámite de la réplica, se confiere traslado al
demandado para la dúplica, y evacuado el trámite de la dúplica, el tribunal debe citar inmediatamente
a las partes para oír sentencia definitiva. En consecuencia, el allanamiento no pone término al proceso,
pues el efecto que genera es evitar la realización del trámite de conciliación (que en principio es
obligatorio) y la apertura del período de prueba, pero de todos modos se debe dictar sentencia.
4.2. NO CONTRADICCIÓN DE LOS HECHOS
Otra situación que se puede dar, es que en sus escritos el demandado no contradiga de manera
substancial y pertinente los hechos sobre los cuales que versa el juicio. Ante esta situación el art. 313
del CPC dispone que si el demandado acepta llanamente las peticiones del demandante, o si en sus
escritos no contradice en materia substancial y pertinente los hechos sobre que versa el juicio, el
tribunal mandará citar a las partes para oír sentencia definitiva, una vez evacuado el traslado de la
réplica. Es decir, se produce el mismo efecto que con el allanamiento: el juicio pasa de la etapa de
discusión, a la etapa de sentencia.
Este mismo efecto también se produciría si el demandado no contradice los hechos, pero
desconoce los fundamentos de derecho en que se apoya la demanda; pues la disposición sólo hace
referencia a los hechos, y la razón de que no mencione a los fundamentos de derecho, es porque, en
definitiva, el derecho lo aplicará el juez.
Esta actitud del demandado se diferencia del allanamiento, puesto que esto último el juez lo
constata de inmediato ya que consta de una manera expresa; en cambio, la no contradicción se
constata implícitamente, y el juez deberá fundamentarlo en la resolución en que se cite a las partes a
oír sentencia.
4.3. SILENCIO DEL DEMANDADO
En nuestro sistema, esta actitud no implica aceptación de los hechos, sino que el efecto que
se produce es el contrario, se entiende que los hechos han sido contradichos. En efecto, el silencio
del demandado produce lo que la doctrina llama contestación ficta de la demanda, la cual se
traduce en la negación, por cuanto en Derecho procesal quien calla nada reconoce ni otorga, a menos
374
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

que exista una disposición legal expresa que consagre una sanción semejante como, por ejemplo, el
art. 384 inc. I del CPC, que señala que si el litigante no comparece al segundo llamado, o si,
compareciendo, se niega a declarar o da respuestas evasivas, se le dará por confeso, a petición de
parte, en todos aquellos hechos que estén categóricamente afirmados en el escrito en que se pidió la
declaración; y el art. 684 inc. I del CPC, a propósito del juicio sumario, señala que en rebeldía del
demandado, se recibirá a prueba la causa, o, si el actor lo solicita con fundamento plausible, se
accederá provisionalmente a lo pedido en la demanda.
Por lo tanto, si el demandado no contesta la demanda en el plazo fatal que la ley le ha señalado
para estos efectos (15 ó 18 días, o 18 días más el aumento de la tabla), su posibilidad de interponer la
demanda se extingue por el sólo ministerio de la ley, sin necesidad de que el tribunal declare la
rebeldía del demandado. En efecto, de acuerdo al art. 64 inc. I del CPC, los plazos que señala este
Código son fatales cualquiera sea la forma en que se exprese, salvo aquéllos establecidos para la
realización de actuaciones propias del tribunal (plazos judiciales). En consecuencia, la posibilidad
de ejercer un derecho o la oportunidad para ejecutar el acto se extingue al vencimiento del plazo.
En estos casos el tribunal, de oficio o a petición de parte, proveerá lo que convenga para la
prosecución del juicio, sin necesidad de certificado previo (del secretario). Concretamente, en este
caso el juez, de oficio o a petición de parte, proveerá: “por extinguido el plazo para contestar la
demanda, traslado para replicar”. Evacuada la réplica, se dará traslado al demandado para duplicar, y
luego, evacuada la dúplica, el tribunal debe examinar los autos para ver si debe recibir o no la causa
a prueba, y ésta seguirá así su curso normal.
Las consecuencias de esta actitud del demandado son:
i. Trae aparejada la preclusión, es decir, el demandado pierde la oportunidad de plantear sus
excepciones y defensas en la contestación, esto por tratarse de un plazo fatal.

ii. El demandado rebelde es notificado de las resoluciones que se le deberían notificar por
cedula, por el estado diario, y se le aplica esta sanción por no haber señalado domicilio dentro
del territorio del tribunal.

iii. La rebeldía de la contestación a la demanda, al igual que todas las demás rebeldías en la
primera instancia, no tienen otro alcance que dar por evacuado ficticiamente el trámite de que
se trata, a objeto de que los autos puedan continuar su curso progresivo, pudiendo, por
consiguiente, la parte rebelde hacerse presente en cualquier momento posterior, siempre y
cuando, naturalmente, respete todo lo obrado (esto tiene una excepción, en aquellos casos en
que se está en presencia de fuerza mayor, o de falta real de notificación, lo cual da origen a
la nulidad procesal). Cabe recalcar que el efecto de la rebeldía en la segunda instancia tiene
una trascendencia mayor, pues al litigante rebelde no se le toma más en consideración (se dan
por evacuados todos los trámites) y si posteriormente desea comparecer, tendrá que hacerlo
por medio de procurador del número o de abogado habilitado.

4.4. DEFENDERSE O CONTROVERTIR LOS HECHOS


Esta última actitud del demandado es, en la práctica, la de más ordinaria ocurrencia, y si el
demandado se defiende, es necesario ver previamente en qué forma lo hace, para saber la tramitación
que seguirá el juicio. En efecto, el profesor FORTTES distingue tres formas que puede adoptar esta
actitud:
375
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i. Oponer excepciones. Dentro de las excepciones se distinguen distintos tipos: las


excepciones dilatorias, que son aquellas que buscan corregir defectos en cuanto a la forma y
no al fondo; y las excepciones perentorias, que son aquellas que atacan el fondo, no existiendo
una enumeración taxativa de ellas. Las primeras se hacen valer en forma previa a la
contestación, mientras que las segundas, por regla general, en la contestación de la demanda.

ii. Podría hacer meras alegaciones o defensas, al momento de contestar la demanda ¿Cuál es
la diferencia entre las meras alegaciones y las excepciones? En primer lugar, en las
excepciones se incorporan nuevos hechos, en cambio con las meras alegaciones no se
agregan, sino que simplemente se contradicen fundamentos del actor; en segundo lugar, en
la mera alegación la carga probatoria recae en el demandante, en cambio, en las excepciones
es el demandado quien tiene que probar el hecho nuevo agregado; y, por último, hay una
diferencia en cuanto a la parte de la sentencia que sobre ellas se pronuncia, ya que el juez se
pronuncia sobre las meras defensas en la parte considerativa de la sentencia (como argumento
para llegar a la resolución), mientras que de las excepciones se pronuncia en la parte
resolutiva.
A continuación se estudiarán en detalle la primera de las actitudes defensivas del demandado,
por su especial importancia y trascendencia en la marcha del pleito.
5. LAS EXCEPCIONES
Las excepciones, siguiendo a Fernando ORELLANA, son aquellos actos jurídicos procesales
del demandado, que tienen por objeto corregir vicios del procedimiento, o bien, atacar el fondo de la
acción deducida. Las excepciones pueden revestir dos modalidades: dilatorias y perentorias, y dentro
de las excepciones perentorias, se distinguen las excepciones mixtas y anómalas. A continuación,
serán analizadas cada una de ellas.
5.1. EXCEPCIONES DILATORIAS

5.1.1. CONCEPTO
Son una institución propia del procedimiento ordinario de mayor cuantía, y también proceden
respecto del juicio de menor cuantía, pero además de éstos, no proceden en ningún otro
procedimiento. Se definen como aquellas excepciones que tienen por objeto corregir vicios del
procedimiento sin afectar al fondo de la acción deducida. Este concepto se extrae del art. 303 N° 6
del CPC, el cual señala que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: en general las que se
refieran a la corrección del procedimiento sin afectar al fondo de la acción deducida.
Se denominan así, puesto que retardan o dilatan la entrada al proceso. Mediante ellas el
demandado pide al tribunal que declare que no está obligado a contestar la demanda, mientras no se
subsane el vicio de que adolece. Por tanto, el objeto de estas excepciones es preciso y determinado:
corregir defectos del procedimiento y procurar que la relación procesal se forme válidamente, es decir,
exenta de todo vicio que más tarde pudiera servir para anulada. Pero, en la práctica, son utilizadas
como medio para retardar el juicio, y no para el objetivo antes señalado.
En concreto, según el profesor FORTTES, lo que atacan fundamentalmente las excepciones
dilatorias o formales, son los presupuestos procesales, es decir, los requisitos exigidos por la ley para

376
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que el proceso tenga existencia y sea eficaz274. Es por ello que el demandado al formular una
excepción dilatoria se abstiene de contestar la demanda (o contesta en un otrosí) y, en consecuencia,
debe oponerla en forma previa a la cuestión principal, la que quedará en el ínter tanto suspendida.
5.1.2. ANÁLISIS PARTICULAR DE LAS EXCEPCIONES DILATORIAS

a. Incompetencia del tribunal


El art. 303 Nº 1 del CPC señala que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: la
incompetencia del tribunal ante quien se haya presentado la demanda. Hay que recordar que la
incompetencia del tribunal puede ser de dos clases: absoluta, la cual tiene lugar cuando no se han
respetado los elementos materia, cuantía o fuero; y relativa, cuando no se respeta el elemento
territorio. Dentro del Nº 1 del art. 303 del CPC, se puede intentar tanto la excepción de incompetencia
absoluta como la excepción de incompetencia relativa, con la salvedad de que dichas incompetencias,
también se puede formular de diversas formas. En efecto, la incompetencia absoluta puede alegarse:
i. En cualquier estado del juicio, como incidente de nulidad de todo lo obrado. En efecto, el art.
83 inc. II del CPC señala que la nulidad sólo podrá impetrarse dentro de cinco días, contados
desde que aparezca o se acredite que quien deba reclamar de la nulidad tuvo conocimiento
del vicio, a menos que se trate de la incompetencia absoluta del tribunal.

ii. Se puede alegar como incidente estando citadas las partes para oír sentencia; pues conforme
al art. 433 del CPC, citadas las partes para oír sentencia, no se admitirán escritos ni pruebas
de ningún género. Lo cual se entiende sin perjuicio de lo dispuesto por los arts. 83 (incidente
de nulidad de todo lo obrado por incompetencia absoluta).

iii. Puede ser declararla de oficio por el mismo tribunal en cualquier estado. En efecto, el art. 84
inc. final del CPC dispone que el juez podrá corregir de oficio los errores que observe en la
tramitación del proceso. Podrá asimismo tomar las medidas que tiendan a evitar la nulidad
de los actos de procedimiento. No podrá, sin embargo, subsanar las actuaciones viciadas en
razón de haberse realizado éstas fuera del plazo fatal indicado por la ley.

iv. Puede formularse un recurso de casación en la forma, pues de conformidad con el art. 768
del CPC, el recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las
causas siguientes: 1) en haber sido la sentencia pronunciada por un tribunal incompetente
o integrado en contravención a lo dispuesto por la ley.

v. Por último, puede ser planteada como una cuestión de competencia 275.

274
Hay que recordar que dentro de los presupuestos procesales se distinguió a los elementos constitutivos o de
existencia, dentro de los cuales está: la contienda jurídica actual, las partes y el tribunal; y a los elementos o
presupuestos de validez, dentro de los cuales se encuentra: la observancia de formalidades, la competencia del
tribunal y la capacidad procesal de las partes.
275
Hay que recordar que la cuestión de competencia es aquella incidencia formulada por las partes acerca de la
falta de atribuciones del tribunal requerido para conocer de un determinado asunto judicial. El CPC establece
dos caminos o vías para formular una cuestión de competencia: cuestión de competencia por inhibitoria, que es
aquella que se intenta ante el tribunal que se cree competente, pidiéndole que se dirija al que esté conociendo
del negocio para que se inhiba y le remita los autos; y la cuestión de competencia por declinatoria, que es aquella
377
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En cambio, el reclamo de incompetencia relativa del tribunal puede oponerse como excepción
dilatoria dentro del término de emplazamiento para contestar la demanda (art. 305 inc. I del CPC), o
como cuestión de competencia, de lo contrario, se producirá la prórroga tácita de la competencia (art.
187 del COT); y, además, sólo puede ser alegada a petición de parte.
Art. 305. Las excepciones dilatorias deben oponerse todas en un mismo escrito y dentro del término de
emplazamiento fijado por los arts. 258 a 260.

Art. 187. Se entiende que prorrogan tácitamente la competencia:


1. El demandante, por el hecho de ocurrir ante el juez interponiendo su demanda;
2. El demandado, por hacer, después de personado en el juicio, cualquiera gestión que no sea la de
reclamar la incompetencia del juez.

CASARINO señala que si la incompetencia del tribunal se promueve por vía declinatoria o
inhibitoria, en ambos casos presentará el carácter de excepción dilatoria. El profesor LUHRS, en
cambio, cree que esta es una cuestión de competencia que se tramita por vía declinatoria. El profesor
FORTTES, sin embargo, señala que entre la excepción de incompetencia y las cuestiones de
incompetencia existen diferencias. La diferencia que existe con la cuestión por inhibitoria es obvia,
pues ésta se intenta ante el tribunal que se cree competente (otro tribunal), mientras que la excepción
se intenta ante el mismo tribunal; y en segundo término, si bien la cuestión por declinatoria se
presenta ante el tribunal que se cree que es incompetente (al igual que la excepción), el efecto que
trae ésta, si es acogida, es diferente, ya que el tribunal tiene que remitir los antecedentes al tribunal
competente, en cambio, con la excepción de incompetencia, se pone término al juicio.
¿Cuál es la vía para denunciar la falta de jurisdicción? La falta de jurisdicción implica la
absoluta carencia de potestad jurisdiccional del tribunal para conocer y fallar el asunto, así, en este
caso no se está tratando de corregir vicios del procedimiento, sino que se está atacando al fondo de la
acción deducida y, por tanto, según la doctrina y jurisprudencia mayoritaria, la vía para denunciar
esta falta es a través de una excepción perentoria, la cual debe ser opuesta al momento de contestar
la demanda. La falta de jurisdicción puede tener lugar en hipótesis de inmunidad jurisdiccional (por
ejemplo, los diplomáticos y los cónsules), o cuando se quiere someter a la potestad de los tribunales
chilenos un asunto sometido a la jurisdicción extranjera.
¿Puede fundamentarse una excepción dilatoria de incompetencia del tribunal, basándose en
la regla de distribución de causas? Como se dijo en su momento, no existe unanimidad en la doctrina
respecto a la naturaleza jurídica de estas reglas; pero la postura mayoritaria señala que las reglas de
turno y distribución de causas no son normas de competencia, sino meras reglas de carácter
económico-administrativas, cuyo fin es hacer el reparto del trabajo judicial entre los tribunales de un
mismo territorio jurisdiccional. Por lo tanto, su infracción no permitiría fundar una excepción de
incompetencia, ni promover un incidente de nulidad de todo lo obrado fundado en la vulneración de
estas reglas, sino que una sanción administrativa.

que se propone ante el tribunal a quien se cree incompetente para conocer de un negocio que le esté sometido,
indicándole cuál es el que se estima competente y pidiéndole que se abstenga de dicho conocimiento (como
corresponde a un incidente, será competente el mismo tribunal que está conociendo de la cuestión principal).
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b. Incapacidad, falta de personería o de representación legal


El art. 303 Nº 2 del CPC señala que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: la falta
de capacidad del demandante, o de personería o representación legal del que comparece en su
nombre. La lectura de este precepto demuestra que se contemplan tres situaciones diversas:
i. La falta de capacidad del demandante. La incapacidad es la inhabilidad o inaptitud de la parte
para hacer valer sus derechos por sí misma. Acá se incluye:
- A la capacidad para ser parte, que consiste en la aptitud jurídica para ser titular de
derechos y obligaciones de carácter procesal (la doctrina la asemeja a la capacidad de
goce). Por ejemplo, no tienen capacidad para ser parte, las agrupaciones sin
personalidad jurídica.
- A la capacidad para comparecer o capacidad procesal, que consiste en la aptitud
jurídica para presentarse ante los tribunales de justicia ejerciendo una acción o defensa,
en nombre propio o por cuenta de otros (se asemeja a la capacidad de ejercicio). Por
ejemplo, falta esta capacidad, cuando deduce una demanda una persona menor de 18
años de edad.

ii. La falta de personería, tiene lugar cuando el que deduce la demanda es un apoderado o
mandatario que invoca un mandato civil o comercial ineficaz, o no es hábil para representar
en juicio al demandante. Por ejemplo, el gerente de una empresa demanda a una persona, y
en la escritura pública de constitución de la sociedad no consta el poder suficiente para
hacerlo.

iii. La falta de representación legal, también presupone que una persona comparezca en juicio
a nombre de otra, pero aquí la fuente no es un contrato, sino que es la ley. Por tanto, se trata
de la excepción de ausencia de debida representación legal de quien comparece a nombre de
otro; por ejemplo, un individuo que se dice padre o curador de otro sin serlo.

iv. ¿Qué sucede con el mandato judicial? La mayoría de la doctrina señala que se alega por la
causal genérica del art. 303 Nº 6, el cual señala que sólo son admisibles como excepciones
dilatorias: en general las que se refieran a la corrección del procedimiento sin afectar al
fondo de la acción deducida.
El problema de determinar si el demandante es o no capaz, o si el mandatario del actor tiene
o no facultad de actuar en su nombre, o si el representante legal del mismo es en verdad tal
representante, según CASARINO, debe ser resuelto a la luz de las disposiciones legales de fondo o
sustantivas, por cuanto el CPC no contiene normas al respecto.
¿Qué pasa con la legitimación activa? Esto implica no ser el pretendiente, o sea, que no hay
relación entre la demanda que se entabla por el demandante, y el hecho de haber sido sujeto de la
relación jurídica extraprocesal que motiva la demanda (por ejemplo, la persona que demanda no tenía
la calidad de comprador). Ésta es una de las condiciones de admisibilidad de la pretensión, y como
tal, es una cuestión que afecta el fondo de la pretensión deducida; por tanto, podría atacarse vía
excepción perentoria, o tomará la forma de una alegación o defensa, que será resuelta al término del
juicio.

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¿Qué sucede si el demandado es el incapaz, o se ha notificado la demanda a una persona que


no es su mandatario convencional o representante legal? ¿Qué actitud podría asumir el demandado?
Al respecto existen dos posturas:
i. Parte de la doctrina dice que esta situación se podría incluir en el Nº 6 del art. 303 del CPC
(causal genérica). CASARINO señala que esta excepción dilatoria la deducir el demandado a
su propio nombre o a través de su representante legal, según sea el fundamento en que se la
apoye. Agrega que tampoco habría inconveniente alguno para que el seudomandatario o el
seudorepresentante legal, se apersone al juicio y solicite, por vía incidental, la declaración de
ineficacia de la notificación de la demanda que se le ha practicado, por habérsele atribuido
una personería o representación que en realidad no tiene.

ii. Otro sector postula que no podría oponerse como excepción dilatoria, pues la ley no autoriza
ello, ya que sólo se refiere al demandante; pero sí podría defenderse pidiendo la nulidad de
todo lo obrado en su contra por ser un incapaz y, por ende, habría falta de emplazamiento. Al
respecto, el profesor LUHRS señala que en este supuesto no ha habido emplazamiento válido
y, por lo tanto, no hay necesidad de interponer la excepción dilatoria del Nº 6 del art. 303 del
CPC, puesto que el demandado perfectamente puede desentenderse de la demanda, ya que
ésta será anulable debido a que no hay una relación procesal, no está trabada la litis.

c. Litispendencia
El art. 303 Nº 3 del CPC señala que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: la
litispendencia. Ahora bien, hay litispendencia cuando entre las mismas partes existe otro juicio que
tiene el mismo objeto y la misma causa de pedir; en otras palabras, supone que se tramiten
separadamente dos o más procesos entre los que existe triple identidad.
Como se puede apreciar, esta figura se asemeja a la cosa juzgada, puesto que los mismos
presupuestos hacen prosperar una y otra. Sin embargo, se diferencian porque en la cosa juzgada el
proceso anterior está firme o ejecutoriado, mientras que en la litispendencia la causa preexistente está
en actual tramitación; de allí que litispendencia signifique “litigio pendiente”. En concreto, los
requisitos o elementos constitutivos de la litispendencia son:
i. Existencia de un juicio anterior. El juicio anterior puede estar radicado ante el mismo tribunal
que está conociendo del nuevo juicio, o bien, ante un tribunal diverso; y se entiende que
existen ambos juicios desde el momento en que el demandado ha sido notificado válidamente
de la demanda, pues desde ese instante ha nacido la relación jurídica procesal.

ii. Es necesario que el juicio anterior esté pendiente. Al respecto, la jurisprudencia ha estimado
que es necesario que el juicio esté en curso, lo que excluye toda posibilidad de una medida
prejudicial.

iii. Se debe estar siguiendo el anterior juicio entre las mismas partes, o sea, debe existir identidad
legal entre las partes del primer pleito y del segundo, no importando el papel procesal que
ellas desempeñan en uno y otro juicio (demandante o demandado), sino que la calidad que
tienen sobre el derecho sustancial.

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iv. Ambos juicios deben versar sobre la misma materia, es decir, tanto la cosa pedida como la
causa de pedir hechas valer en un pleito, deben ser idénticas a las reclamadas en el otro pleito.
El fundamento de esta excepción dilatoria, es evitar que las partes litigantes pretendan
subsanar los posibles errores cometidos en un juicio anterior, renovándolo mediante una nueva
demanda. Por tal razón, una vez acogida la excepción dilatoria de litispendencia, se paraliza el nuevo
pleito mientras tanto se falla el primero por sentencia una sentencia firme o ejecutoriada; esto con el
objeto de que la parte favorecida con la excepción de cosa juzgada, que pueda emanar de esta
sentencia, la oponga como excepción perentoria en el segundo pleito que estaba paralizado, y cuya
tramitación ha debido reiniciarse debido a la terminación del primero 276.
d. Ineptitud del libelo
El art. 303 Nº 4 del CPC dice que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: la
ineptitud del libelo por razón de falta de algún requisito legal en el modo de proponer la demanda.
Libelo es sinónimo de demanda, y desde el momento en que esta excepción dilatoria se funda en la
falta de requisitos legales de aquélla, esta norma debe relacionarse con el art. 254 del CPC, el cual
establece los requisitos de forma específicos que debe contener el escrito de demanda ¿Por qué existe
esta excepción? Porque en razón de las deficiencias de la demanda, no es posible ejercer el derecho
de defensa.
Art. 254. La demanda debe contener:
1. La designación del tribunal ante quien se entabla;
2. El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandante y de las personas que lo representen, y la naturaleza
de la representación;
3. El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandado;
4. La exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho en que se apoya; y
5. La enunciación precisa y clara, consignada en la conclusión de las peticiones que se sometan al fallo del
tribunal.

Hay que recordar que si al escrito de demanda le falta alguno de los tres primeros requisitos
señalados en el art. 254 del CPC, el juez puede de oficio no darle curso, expresando el defecto de que
adolece. Por tanto, esta excepción dilatoria entrará en juego cuando a la demanda le falten los
requisitos Nº 4 y 5 del art. 254 del CPC, o bien, cualquiera de los tres primeros señalados en tal
precepto, cuando el juez no haga uso de su facultad de oficio de no admitir a tramitación la demanda.
El profesor FORTTES señala que esta excepción también puede referirse a los requisitos comunes de
toda presentación (suma, firma, etc.).

276
ORELLANA señala que puede darse la situación de que un demandante ejerza acciones incompatibles en
contra de un mismo deudor en procesos distintos; por ejemplo, que demande el incumplimiento de un contrato
y luego en otro proceso (pendiente el primero) demande la resolución de ese mismo contrato. En este caso no
hay triple identidad (pues el objeto pedido es distinto), por lo tanto, no procede en el segundo proceso la
excepción de litispendencia, debiendo en esta situación procederse a la acumulación de autos para evitar
resoluciones contradictorias, acumulación que puede ordenarse de oficio por el juez, en el evento que se
tramiten ante el mismo tribunal.
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La jurisprudencia, precisando el concepto anterior, ha dicho que el libelo es inepto cuando la


falta de algún requisito legal lo hace vago, ininteligible o susceptible de ser aplicado a diversos casos
o situaciones. En la práctica, esta es una excepción muy utilizada con un mero fin dilatorio 277.
e. Beneficio de excusión
El art. 303 Nº 5 del CPC dice que sólo son admisibles como excepciones dilatorias: el
beneficio de excusión. Se suele definir al beneficio de excusión como aquel derecho que tiene todo
fiador para exigir que antes que se proceda en su contra, se proceda en los bienes del deudor principal
(art. 2357 del CC).
Art. 2357. El fiador reconvenido goza del beneficio de excusión, en virtud del cual podrá exigir que antes de
proceder contra él se persiga la deuda en los bienes del deudor principal, y en las hipotecas o prendas prestadas
por éste para la seguridad de la misma deuda.

Esta excepción dilatoria se hace valer por el fiador (deudor subsidiario) en un pleito que se
sigue en contra del deudor principal; y su finalidad es paralizar el juicio, mientras el acreedor no agote
los medios judiciales en contra de los bienes del deudor principal. Si con estas nuevas acciones
interpuestas, el acreedor no obtiene el pago de su crédito, no habrá más camino que reiniciar el juicio
que había seguido primitivamente en contra del fiador. Por lo tanto, la suspensión del juicio puede
ser definitiva, si el demandante (acreedor) ve satisfecho su crédito en el patrimonio del deudor; o
podrá también retomarse si esto no ocurre 278.
f. Aquellas que tengan por objeto corregir los vicios del procedimiento
Por último, el art. 303 Nº 6 del CPC señala que sólo son admisibles como excepciones
dilatorias: en general las que se refieran a la corrección del procedimiento sin afectar al fondo de la
acción deducida.
Según CASARINO, las excepciones dilatorias se pueden clasificar en dos grupos: el primer
grupo, corresponde a los cinco primeros números del art. 303 del CPC; y el segundo grupo está
conformado por aquellas excepciones que, participando de las características señaladas en el Nº 6 del
art. 303 del CPC, pueden ser encasilladas en dicho número. Es por ello que la enumeración de las
excepciones dilatorias, contenida en el art. 303 del CPC, no es taxativa, pues el Nº 6 está concebido
en términos amplios, pudiendo comprenderse en él múltiples situaciones, que tiendan a la corrección
del procedimiento sin afectar al fondo de la acción deducida (por ejemplo, la falta de mandato
judicial).
La importancia de esta clasificación, está en que las del primer grupo presentan la ventaja de
que estando contempladas expresamente en la ley con el carácter de dilatorias, no darán margen a
dificultades al esgrimirlas como tales; en cambio, las pertenecientes al segundo grupo, al ser opuesta
podrán originar una cuestión previa destinada a constatar si tienen las características señaladas en el
Nº 6 del art. 303 del CPC, es decir, el demandado tendrá la necesidad de probar su condición de
dilatoria.

277
El profesor LUHRS dice que la inconsistencia interna de la demanda no está claramente señalada como
ineptitud del libelo, pero hay quienes piensan que sí debería considerarse.
278
Según el profesor LUHRS, en estricto rigor, el beneficio de excusión es una excepción perentoria, pues el
fiador que la reclama está diciendo que carece de legitimación pasiva (ataca al fondo de la acción), debido a
que su legitimación está sujeta a la condición de que el deudor principal no pague.
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5.1.3. PROCEDIMIENTO DE LAS EXCEPCIONES DILATORIAS

a. Manera de oponer las excepciones dilatorias


La primera parte del art. 305 inc. I del CPC, establece que las excepciones dilatorias deben
oponerse todas en un mismo escrito…. La razón de esta norma es lógica y manifiesta, pues si así no
fuere, el demandado de mala fe, para alargar el juicio, formularía las excepciones dilatorias una en
pos de las otras, con la consiguiente pérdida de tiempo.
¿Qué pasa si se interponen en dos o más escritos? El profesor ALFARO señala que en este
supuesto, habrá que ver cuál escrito se interpuso primero, porque el primero precluye el derecho de
interponer otro nuevamente.
b. Oportunidad para oponer las excepciones dilatorias
De acuerdo al art. 305 inc. I del CPC, las excepciones dilatorias deben oponerse todas en un
mismo escrito y dentro del término de emplazamiento fijado por los arts. 258 a 260. Es decir, se
deben oponer dentro del término para contestar la demanda (15 ó 18 días, o 18 días más el aumento
mencionado en la tabla). El profesor ALFARO dice que, tradicionalmente, se señala que se deben
oponer dentro del término de emplazamiento y “antes de la contestación de la demanda”; y la razón
por la cual se deben tramitar antes de contestar la demanda, es porque primero se debe discutir la
forma, para ver si después se puede entrar al fondo del asunto.
El plazo para oponer las excepciones dilatorias, reviste el carácter de fatal, dada la expresión
“dentro del” que utiliza la norma y porque se trata de un plazo legal contemplado en el CPC; por lo
tanto, si no se ejercen dentro del término de emplazamiento, precluirá el derecho del demandado para
ejercerlas posteriormente. Sin embargo, esto presenta dos excepciones:
i. El art. 305 inc. II del CPC dispone que si así no se hace (si no se han opuesto todas en un
mismo escrito y dentro del término de emplazamiento ya indicado), se podrán oponer en el
progreso del juicio sólo por vía de alegación o defensa, y se estará a lo dispuesto en los arts.
85 y 86 (incidente de nulidad procesal)279.
Art. 85. Todo incidente originado de un hecho que acontezca durante el juicio, deberá promoverse tan
pronto como el hecho llegue a conocimiento de la parte respectiva.
Si en el proceso consta que el hecho ha llegado al conocimiento de la parte, y si ésta ha practicado una
gestión posterior a dicho conocimiento, el incidente promovido después será rechazado de plano, salvo
que se trate de alguno de los vicios o circunstancias a que se refiere el inc. III del artículo anterior (un
vicio que anule el proceso, o se trate de una circunstancia esencial para la ritualidad o la marcha del
juicio, evento en el cual el tribunal ordenará que se practiquen las diligencias necesarias para que el
proceso siga su curso legal).

El alcance de esta norma, es que si las excepciones dilatorias no han sido opuestas como tales
en la forma y oportunidad que la ley señala, se pueden formular con el mismo carácter de
dilatorias al contestar la demanda o en el curso posterior del juicio, incluso, estando las partes
citadas para oír sentencia. Sin embargo, se debe estar a lo que establece, fundamentalmente,
el art. 85, o sea, que, en principio, estas excepciones dilatorias informales y extemporáneas

279
El art. 305 del CPC usa la expresión “alegación o defensa”, aunque no del modo más apropiado, toda vez
que las alegaciones o defensas afectan el fondo de la acción deducida y las excepciones dilatorias nunca tienen
tal carácter.
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deben ser rechazadas, salvo que: se funden en un vicio que anule el proceso, o en una
circunstancia esencial para la ritualidad o la marcha del mismo. Por ejemplo, la demanda no
se ajusta a los requisitos de forma señalados en el art. 254 del CPC y en vez de oponer la
excepción dilatoria de ineptitud del libelo dentro del término para contestar la demanda, se
contesta ésta, y luego, al presentar el escrito de dúplica, se hace notar el defecto de forma de
que adolece la demanda; esta excepción dilatoria deberá rechazarse, porque se debió oponer
tan pronto el hecho en que se funda (ineptitud del libelo) llegó a conocimiento de la persona,
y antes de hacer cualquiera gestión principal en el pleito. En cambio, si la demanda ha sido
interpuesta por un incapaz, y en vez de oponer la excepción dilatoria pertinente en el plazo
para contestar la demanda, se ataca el fondo de la acción, y luego, estando el proceso en
estado de prueba, se formula la correspondiente incidencia sobre la falta de capacidad del
demandante; esta excepción dilatoria deberá ser acogida, pues se funda en un vicio que anula
el proceso.
ii. Por otro lado, el art. 305 inc. II del CPC señala que las excepciones primera (incompetencia
de tribunal) y tercera (litispendencia) del art. 303 podrán oponerse en segunda instancia en
forma de incidente. En este caso la incompetencia alegada solamente puede ser la absoluta,
se descarta la relativa puesto que los litigantes han efectuado toda clase de actuaciones sin
alegar la incompetencia territorial, lo que lleva, en definitiva, a la prórroga de la competencia.

c. Tramitación de las excepciones dilatorias


De acuerdo al art. 307 inc. I del CPC, las excepciones dilatorias se tramitan como
incidentes280. Las características de esta tramitación incidental, son:
i. Es un incidente ordinario, de suerte que su tramitación es la siguiente: opuesta la excepción
dilatoria, se confiere traslado por tres días al actor para que exponga lo que estime
conveniente, y haya o no respuesta de éste dentro de dicho plazo, el tribunal debe resolver el
incidente, salvo que existan puntos sustanciales, pertinentes y controvertidos, en cuyo caso
recibirá el incidente a prueba por un término de ocho días y, vencido este plazo, dictará el
correspondiente fallo. No obstante, el tribunal puede resolver de plano, es decir, sin necesidad
de tramitar, aquellas excepciones dilatorias cuyo fallo se pueda fundar en hechos que consten
del proceso, o sean de pública notoriedad (por ejemplo, la ineptitud del libelo), lo que el
tribunal consignará en su resolución (art. 89 del CPC).
Art. 89. Si se promueve un incidente, se concederán tres días para responder y vencido este plazo, haya
o no contestado la parte contraria, resolverá el tribunal la cuestión, si, a su juicio, no hay necesidad de
prueba. No obstante, el tribunal podrá resolver de plano aquellas peticiones cuyo fallo se pueda fundar
en hechos que consten del proceso, o sean de pública notoriedad, lo que el tribunal consignará en su
resolución.

ii. Se trata de un incidente de previo y especial pronunciamiento. En efecto, conforme al art. 87


inc. I del CPC, si el incidente es de aquellos sin cuya previa resolución no se puede seguir
substanciando la causa principal, se suspenderá el curso de ésta, y el incidente se tramitará
en la misma pieza de autos (en el mismo expediente).

280
Al respecto hay una discusión en orden a si son o no incidentes. La doctrina mayoritaria señala que si la ley
dice que “se tramitan como incidentes”, quiere decir que no lo son, pero se tramitan como tales.
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iii. De acuerdo al art. 306 del CPC, todas las excepciones propuestas conjuntamente se fallarán
a la vez, pero si entre ellas figura la de incompetencia y el tribunal la acepta, se abstendrá
de pronunciarse sobre las demás. Lo cual se entiende sin perjuicio de lo dispuesto por el
art. 208. La razón, es que el tribunal, si acoge la excepción de incompetencia, se reconoce
como carente de facultades para conocer sobre el resto de las excepciones. Sin embargo, este
mismo precepto contiene una salvedad, pues dice: lo cual se entiende sin perjuicio de lo
dispuesto por el art. 208; es decir, si se apela la resolución que acoge la excepción, el Tribunal
de Alzada puede revocarla, en cuyo caso tiene que pasar a pronunciarse sobre las demás
excepciones dilatorias que no hubiesen sido resueltas por el inferior al estimarlas
incompatibles con la incompetencia acogida (prácticamente las resuelve en única instancia).

d. Resolución y recursos en contra de las excepciones dilatorias


La resolución que falla un determinado incidente no es una sentencia definitiva, sino que
puede ser una sentencia interlocutoria o un auto, dependiendo de si establece o no derechos
permanentes para las partes; lo cual es importante determinar, ya que las sentencias interlocutorias
son apelables, mientras que los autos no lo son. Si la excepción dilatoria es acogida y el vicio no
admite subsanación, se emitirá por el tribunal una sentencia interlocutoria de primer grado, puesto
que establece un derecho permanente a favor del demandado (por ejemplo, si la demanda ha sido
presentada ante tribunal un incompetente, o falta la capacidad del demandante); en cambio, si el
defecto es subsanable, la resolución será un auto, pues estará reconociendo un derecho transitorio,
cuya existencia está limitada a la corrección que efectúe el actor (por ejemplo, la ineptitud del libelo).
Ahora bien, el art. 307 del CPC señala que la resolución que deseche este incidente (sentencia
interlocutoria) será apelable sólo en el efecto devolutivo 281. Es decir, el tribunal de alzada adquirirá
competencia para conocer del asunto (efecto devolutivo) y no se suspenderá la tramitación de la causa
principal (por el tribunal inferior), por tanto, si el Tribunal de Alzada acoge la excepción (por ejemplo,
diga que el tribunal es incompetente), se corre el riesgo de que todo lo obrado quede nulo 282. A
contrario sensu, la resolución que acoge la excepción, será apelable en ambos efectos, o sea,
suspenderá la tramitación de la causa principal.
¿Una vez fallada la excepción dilatoria qué sucede? El art. 308 del CPC dice que desechadas
las excepciones dilatorias o subsanadas por el demandante los defectos de que adolezca la demanda,
tendrá diez días el demandado para contestarla, cualquiera que sea el lugar en donde le haya sido
notificada. Por tanto, se pueden dar las siguientes situaciones:
i. Se rechaza la excepción dilatoria. Esto quiere decir que el procedimiento estaba correcto y
debe seguir adelante su tramitación, y comienza a correr un plazo fatal de diez días para que
el demandado conteste la demanda, cualquiera que sea el lugar donde se le haya notificado.
Este plazo comienza a correr una vez notificada (por el estado diario electrónico) la
resolución desestimatoria.

281
Según el profesor LUHRS la sentencia que falla una excepción dilatoria siempre es una sentencia
interlocutoria de primera clase, pues de acuerdo a este artículo, la resolución que desecha el incidente es
“apelable”, y sólo son apelables las sentencias definitvas e interloctorias, no así los autos.
282
Como se dijo, las excepciones dilatorias son incidentes de previo y especial pronunciamiento y, por tanto,
se tramitan en la misma pieza de autos. Entonces, es incomprensible que desechada una de estas excepciones,
se autorice al tribunal inferior para que siga conociendo pendiente el recurso.
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ii. Se acoge la excepción dilatoria. Esto quiere decir que el procedimiento era defectuoso, y aquí
pueden ocurrir dos cosas:

- Que el defecto de que adolezca la demanda sea subsanable (por ejemplo, la ineptitud de
libelo). En este caso el demandante debe proceder a repararlo, y sólo una vez que lo haya
hecho, comienza a correr el plazo de 10 días para que el demandado conteste la demanda.
Por tanto, el plazo se cuenta en este caso desde que se subsana el vicio, no obstante ello,
la doctrina señala que, con el objeto de evitar la imprecisión del mismo, se debe contar
desde que se notifica la resolución que tiene por subsanados los defectos. En la práctica,
el demandante pide al tribunal que se declare que ha subsanado el vicio o defecto de que
se trata, y a contar de la notificación de la resolución que así lo declare, comienza a
correr el ya citado plazo de 10 días.
¿Todos los defectos de que adolezca la demanda son subsanables? Según CASARINO son
subsanables siempre y cuando el mencionado defecto no llegue a afectar la validez de la
relación procesal. Así, por ejemplo, si la demanda ha sido presentada ante un tribunal
incompetente, o falta la capacidad del demandante o su personería, estas circunstancias
miran a los requisitos de validez del proceso y, por tanto, sólo cabe ordenar el archivo
de los autos; y sólo una nueva demanda interpuesta ante el tribunal competente por el
verdadero representante legal del actor o por su mandatario premunido de poder
suficiente, puede rectificar el procedimiento primitivo y viciado.

- Que el defecto de la demanda no sea subsanable (por ejemplo, la incompetencia absoluta,


o la litispendencia). En este caso el proceso habrá concluido con la resolución que acoge
la excepción dilatoria (forma anormal de terminación del proceso).

5.2. LAS EXCEPCIONES PERENTORIAS

a. Concepto
Las excepciones perentorias son aquellas que tienen por objeto enervar o atacar el fondo de la
pretensión deducida por el demandante. En concreto, estas excepciones tienen por objeto destruir el
fundamento de la pretensión (hecho material y jurídico que sirve de fundamento al derecho deducido
al juicio), e importan la introducción de un hecho de carácter impeditivo, modificativo o extintivo de
la pretensión del actor.
Normalmente se confunden o identifican con los modos de extinguir las obligaciones, porque
en general, éstos son efectivamente excepciones perentorias; pero no sólo se identifican con los
modos de extinguir, sino que pueden aludir a cualquier hecho impeditivo (por ejemplo, la falta de
objeto o de causa) o modificatorio de la situación jurídica que motivó la pretensión (por ejemplo, la
compraventa de un bien raíz celebrada por un incapaz relativo y que posteriormente convalida su
representante legal).
En general, los tratadistas sostienen que estas excepciones son tantas como los modos de
extinguir las obligaciones; por ejemplo, el pago, la dación en pago, la compensación, la confusión, la
remisión de la deuda, la novación, la pérdida de la cosa, la prescripción extintiva, la transacción, la
renuncia del derecho del reclamante, la nulidad, la simulación o inexistencia, la cosa juzgada, etc.

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b. Tramitación
Estas excepciones no se tramitan de forma incidental como las excepciones perentorias, pues
se deben hacer valer en el escrito de contestación de la demanda (art. 309 Nº 3 del CPC) y, por ende,
forman parte de la cuestión principal. Consecuencia de lo anterior, deben ser resueltas en la parte
resolutiva del fallo (art. 170 Nº 6 del CPC), a diferencia de las excepciones dilatorias que se resuelven
en el momento.
Art. 309. La contestación a la demanda debe contener:
3. Las excepciones que se oponen a la demanda y la exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho
en que se apoyan.

Art. 170. Las sentencias definitivas de primera o de única instancia y las de segunda que modifiquen o revoquen
en su parte dispositiva las de otros tribunales, contendrán:
6. La decisión del asunto controvertido. Esta decisión deberá comprender todas las acciones y excepciones
que se hayan hecho valer en el juicio; pero podrá omitirse la resolución de aquellas que sean incompatibles
con las aceptadas.

5.3. EXCEPCIONES MIXTAS


Las excepciones mixtas son aquellas que, siendo perentorias en cuanto a su naturaleza, se
pueden oponer y tramitar del mismo modo que las excepciones dilatorias; es decir, se pueden oponer
antes de contestar la demanda y tramitar como incidentes; de ahí su nombre de excepciones mixtas
(art. 304 del CPC).
Art. 304. Podrán también oponerse y tramitarse del mismo modo que las dilatorias la excepción de cosa juzgada
y la de transacción; pero, si son de lato conocimiento, se mandará contestar la demanda, y se reservarán para
fallarlas en la sentencia definitiva.

Se trata precisamente de dos excepciones de carácter perentorio (cosa juzgada y transacción),


pues miran al fondo de la acción deducida (específicamente tienden a su extinción) y no a la
corrección del procedimiento; pero se pueden oponer como dilatorias por razones de economía
procesal, ya que carece de objeto entrar al fondo del juicio cuando de antemano se sabe que la
demanda deberá ser desestimada en caso de que el demandado, al contestarla, oponga cualquiera de
estas dos excepciones perentorias (evita que se tramite completamente un proceso inútil); y además,
estas dos excepciones son fácilmente comprobables, puesto que bastará la sola copia de la sentencia
o de la transacción (el contrato de transacción produce cosa juzgada, por eso se tratan conjuntamente).
Una vez opuestas y tramitadas estas excepciones perentorias como si fueran dilatorias (en un
mismo escrito, dentro del término de emplazamiento, y confiriendo traslado por tres días al actor), el
tribunal puede adoptar dos actitudes: fallar de inmediato, o mandar a contestar la demanda,
reservándolas para ser falladas en la sentencia definitiva. El juez va adoptar una u otra actitud, según
si estas excepciones son o no de lato conocimiento, es decir, que la cuestión suscitada, por su
complejidad, requiere de las garantías de la controversia y de las pruebas propias del procedimiento
ordinario, y no del breve o sumario, como lo es el procedimiento incidental. En la práctica, cuando
se hacen valer estas excepciones, casi nunca los jueces las tramitan como incidentes, generalmente
ordenarán contestar la demanda, dejando su pronunciamiento para la sentencia definitiva.
Por último, cabe decir que si estas excepciones se oponen como dilatorias y son rechazadas
por el tribunal, no podrán interponerse posteriormente como perentorias.

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5.4. EXCEPCIONES ANÓMALAS

a. Concepto
Las excepciones anómalas son aquellas que, siendo perentorias en cuanto a su naturaleza,
pueden ser opuestas en cualquier estado del juicio, antes de la citación para oír sentencia en primera
instancia, y antes de la vista de la causa en segunda instancia.
Estas excepciones se regulan con ocasión de la contestación de la demanda, pues el art. 310
inc. I del CPC dice que no obstante lo dispuesto en el artículo anterior (referente a la contestación),
las excepciones de prescripción, cosa juzgada, transacción y pago efectivo de la deuda, cuando ésta
se funde en un antecedente escrito, podrán oponerse en cualquier estado de la causa; pero no se
admitirán si no se alegan por escrito antes de la citación para oír sentencia en primera instancia, o
de la vista de la causa en segunda.
b. Tramitación
Aquí se debe distinguir si las excepciones de prescripción, de cosa juzgada, de transacción y
de pago efectivo de la deuda (cuando la deuda se funde en un antecedente escrito), se formularon en
primera o segunda instancia:
i. Si se formulan en primera instancia, hay que distinguir si se recibió o no la causa a prueba:
- De acuerdo al art. 310 inc. II del CPC, si se formulan en primera instancia, después de
recibida la causa a prueba, se tramitarán como incidentes, que pueden recibirse a prueba,
si el tribunal lo estima necesario (es decir, como incidentes ordinarios), y se reservará su
resolución para definitiva. La razón d esto, es que con ello se busca generar posibilidad
de discusión y prueba.
- Si se formulan antes de recibir la causa a prueba, el CPC nada dice, pero en la práctica
se otorga traslado a la parte contraria (para que exponga lo que estime conveniente), y
luego se sigue tramitando conjuntamente con la causa principal; en otras palabras, se
tramitarán como incidentes y la prueba se rendirá en el término probatorio ordinario de
la causa principal. Por tanto, aquí también se debe reservar el fallo para la sentencia
definitiva.

ii. Conforme al art. 310 inc. III del CPC, si se deducen en segunda instancia, se seguirá igual
procedimiento (es decir, se deben tramitar como incidentes que se pueden recibir a prueba y
se deben fallar en la sentencia definitiva de segunda instancia), pero en tal caso el tribunal de
alzada se pronunciará sobre ellas en única instancia.

c. Discusión respecto de la excepción de prescripción


Una de las reglas civiles comunes de la prescripción (adquisitiva y extintiva) es que debe ser
alegada283, pues conforme al art. 2493 del CC, el que quiera aprovecharse de la prescripción debe

283
Hay que recordar, desde el punto de vista civil, que quienes pueden alegar la prescripción son: el poseedor
(si se trata de la prescripción adquisitiva), o el deudor (si se trata de la prescripción extintiva), y los
causahabientes a título singular o universal de ambos (cesionarios, legatarios o herederos). La doctrina se ha
preguntado si puede o no alegar la prescripción adquisitiva un acreedor del poseedor, como una especie de
388
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alegarla; el juez no puede declararla de oficio284. Por otra parte, es necesario que se hagan constar los
antecedentes o elementos que configuren la pretensión de que ha operado la prescripción (con la
alegación se exponen precisamente esos antecedentes). Luego, en cuanto a la forma procesal de
alegarla, se ha planteado la discusión:
i. La mayoría dice que la prescripción adquisitiva sólo se puede alegar como acción, puesto que
es necesario obtener una declaración positiva del tribunal, en orden a que, habiéndose
cumplido con las exigencias legales, la cosa es del dominio del prescribiente, de modo que
una pura excepción sería insuficiente. Por tanto, en la prescripción adquisitiva si el
prescribiente es el demandante, en su demanda accionará de prescripción; mientras que si es
el demandado, al contestar deberá alegarla como acción, vale decir, mediante una demanda
reconvencional.

ii. La minoría, en cambio, sostiene que si se demanda al prescribiente, es posible oponer la


prescripción adquisitiva como excepción, puesto que el art. 310 del CPC no distingue entre
prescripción adquisitiva y extintiva.
La jurisprudencia ha establecido que la única prescripción que se puede alegar como
excepción es la extintiva, por lo tanto, cuando el demandado quiere alegar prescripción adquisitiva,
lo debe hacer por vía de acción, es decir, por vía de reconvención. Pero la prudencia aconseja al
demandado que, al alegar la prescripción adquisitiva, deduzca demanda reconvencional y,
simultáneamente, incluir entre las excepciones la perentoria de prescripción, para el caso de no
acogerse la contra demanda.
6. LA CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA

a. Concepto
La contestación de la demanda se encuentra regulada en el Título VII del Libro II del CPC,
denominado “De la contestación y demás trámites hasta el estado de prueba o de sentencia” (arts. 309
a 313). Este título sugiere dos alternativas que el tribunal puede tomar luego de la contestación: puede
recibir la causa a prueba, o puede citar a las partes para oír sentencia.
Según CASARINO, la contestación de la demanda es aquel escrito en que el demandado opone
las excepciones o defensas que hace valer en contra del demandante, destinadas a enervar o destruir
las pretensiones que éste ha deducido. Por tanto, así como el escrito de demanda resume las
pretensiones del actor y es un acto procesal que inicia el juicio, el escrito de contestación de la
demanda resume las pretensiones del demandado y es, por regla general, su primer acto procesal
dentro de aquél (salvo que interponga excepciones dilatorias).

acción oblicua o subrogatoria, pero la respuesta es negativa, ya que no existe una disposición que así lo autorice
y, como se sabe, se requiere de una norma legal expresa para que opere la acción subrogatoria.
284
Hay casos excepcionales en los cuales el juez puede declarar la prescripción de oficio, como la prescripción
de la acción penal; la prescripción de la pena; y la prescripción del carácter ejecutivo de un título, pues según
el art. 442 del CPC, el tribunal denegará la ejecución si el título presentado tiene más de tres años, contados
desde que la obligación se haya hecho exigible; salvo que se compruebe la subsistencia de la acción ejecutiva
por alguno de los medios que sirven para deducir esta acción en conformidad al art. 434 (por otro título
ejecutivo).
389
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b. Objeto de la contestación de la demanda


La contestación de la demanda puede tener diversos objetivos, a saber:
i. El objetivo fundamental, es dar oportunidad al demandado para que se defienda de la demanda
oponiendo excepciones perentorias, o sea, aquellas que miran al fondo de la pretensión deducida
y sin que se refieran para nada a la corrección del procedimiento. Como se dijo, estas excepciones
no están enumeradas ni menos señaladas en el CPC, de manera que son tantas cuantas pueda
imaginar el demandado.

ii. Puede ocurrir que el demandado, al contestar la demanda, sólo quiera negar los hechos afirmados
por el demandante en su demanda, es decir, lo que en doctrina se denomina meras alegaciones o
defensas, lo cual constituye la segunda actitud que puede asumir el demandado al defenderse (la
primera es excepcionarse).

En muchos casos nuestra legislación hace sinónimas las expresiones alegaciones o defensas y
excepciones, sin embargo, desde un punto de vista jurídico no es lo mismo alegar o defenderse
que oponer excepciones. La diferencia más importante, es que la defensa o alegación es la simple
negación de los hechos y derechos de la pretensión del actor, mientras que la excepciones, van
más allá de esto, puesto que son oposiciones en virtud de las cuales se agregan nuevos y diferentes
hechos y derechos, suficientes para extinguir, modificar, o anular, los efectos jurídicos que
normalmente corresponderían a los hechos y derechos que el actor trae a juicio; en otras palabras,
las excepciones reconocen los hechos afirmados por el demandante, pero le agregan determinados
elementos que los destruyen. Eso tiene gran importancia para la prueba que deberá ser rendida,
pues cuando el demandado hace meras alegaciones o defensas (por ejemplo, señala en la
contestación que no debe suma alguna), quien debe probar es el demandante; en cambio, cuando
el demandado opone excepciones (por ejemplo, señala que sí es efectivo que debía una
determinada suma de dinero, pero ella fue pagada), el demandante no debe probar los hechos,
porque la excepción los reconoce, por tanto, le corresponde al demandado probarlos.
Por último, las meras alegaciones o defensas también se resuelven en el fallo, pero en la parte
considerativa, pues allí el tribunal evalúa la confirmación de los hechos alegados por el
demandante, mediante los medios de prueba aportados por éste. Por tanto, no son objeto de
pronunciamiento especial como las excepciones perentorias, las cuales se resuelven en la parte
resolutiva.

iii. El escrito de contestación de la demanda también puede servirle al demandado para aceptar
llanamente las peticiones del demandante. Como se dijo en su momento, el allanamiento no
implica el término del juicio, pues no es en sí una sentencia, sino que respecto de él es necesario
dictar una sentencia. Por otro lado, el allanamiento en materias de orden público (por ejemplo, en
materias de familia), no produce el efecto de aceptar la demanda contraria sin más, sino que es
necesario, además, probar la pretensión.

iv. También la contestación de la demanda puede incluir la reconvención, acto procesal en virtud del
cual el demandado ejerce una pretensión directa en contra del demandante en el juicio. Esto se
analizará más adelante.

390
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v. Por último, en la contestación de la demanda puede tener lugar la no contradicción de los hechos
en materia substancial y pertinente. El profesor LUHRS señala que, en este supuesto, en la
contestación se pueden interponer argumentos jurídicos, lo cual implica un allanamiento respecto
de los hechos, pero una refutación a nivel de Derecho. Agrega que estos fundamentos de Derecho
se pueden presentar después de la contestación de la demanda, siempre que se señale en ésta que
se aceptan los hechos, pero no los argumentos de derecho y que, posteriormente, éstos se
expondrán; los cuales se pueden interponer durante todo el juicio, eso sí, antes de la citación para
oír sentencia.
Como se puede apreciar, la única actitud que no puede asumir el demandado en la
contestación de la demanda es la oposición de excepciones dilatorias y de excepciones mixtas (las
excepciones anómalas pueden oponerse en cualquier estado del juicio).
c. Efectos de la contestación de la demanda
La contestación de la demanda es el escrito más importante del demandado, pues representa,
normalmente, la oportunidad para iniciar su actividad de defensa. En concreto, su importancia radica
principalmente en los efectos que produce en el proceso:
i. Queda fijada la cuestión controvertida, pues en los escritos fundamentales (demanda y
contestación) el demandante y el demandado hacen valer todas sus pretensiones. Sin
embargo, esta afirmación debe ser relativizada, puesto que la cuestión controvertida puede
ser ampliada a través de los escritos de réplica y dúplica.

ii. Quedan fijados los hechos controvertidos sobre los cuales deberá desplegarse la actividad
probatoria. Tanto el demandante como el demandado deben exponer con precisión los hechos
en que se fundan sus respectivas pretensiones, los cuales podrán ser controvertidos por los
litigantes. Por tanto, la fase de discusión es la que determina la necesidad de recibir o no la
causa a prueba, y en caso de recibirse, determina el alcance que tendrá la actividad probatoria.

iii. Queda limitada la actuación del tribunal, por consiguiente, sólo deberá dictar sentencia
respecto de las acciones y defensas o excepciones hechas valer por el demandante y
demandado. Esta afirmación también es relativa, ya que existe la posibilidad de que haya
réplica y dúplica, o sea, que se altere o agregue algún hecho sobre el cual no se había
pronunciado la demanda y la contestación; y también existe la posibilidad de que se presente
la denominada ampliación de la prueba, es decir, después de haber recibido la causa a prueba,
alguna de las partes invoque la existencia de hechos que no habían sido planteados, siempre
que éste haya sido desconocido por la parte que lo invoca.

iv. El profesor FORTTES señala que la trascendencia de la contestación de la demanda está,


precisamente, en la oportunidad para oponer excepciones perentorias; en lo demás, carece de
significación, tanto así que incluso en el caso en que no se conteste la demanda, el juicio
sigue su curso normal, sin alteraciones y sin consecuencias perjudiciales para el demandado
(salvo el no haber opuesto las excepciones perentorias que hubiera tenido).

v. Para algunos, es importante también a propósito de las prestaciones mutuas (arts. 907 inc. III
y 909 inc. I del CC), ya que con la contestación de la demanda se pierde la buena fe. Pero
según el profesor ALFARO, es discutible que con la contestación de la demanda se considere
391
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la mala o buena fe, ya que más que con la contestación, debiera ser con la notificación de la
demanda.
Art. 907 inc. III. El poseedor de buena fe no es obligado a la restitución de los frutos percibidos antes
de la contestación de la demanda; en cuanto a los percibidos después, estará sujeto a las reglas de los
dos incisos anteriores.

Art. 909. El poseedor de buena fe, vencido, tiene asimismo derecho a que se le abonen las mejoras
útiles, hechas antes de contestarse la demanda.

d. Clases de contestación de la demanda


Según CASARINO, la contestación de la demanda admite diversas clasificaciones, según sean
los puntos de vista desde los cuales se las formule.
i. Según si se ha evacuado o no la contestación de la demanda, la contestación puede ser:
expresa, si el demandado presenta efectivamente el escrito respectivo; o ficta, si el
demandado no presenta este escrito en el término legal y se le acusa rebeldía del trámite a fin
de obtener el progreso del juicio (de oficio o a petición de parte). Lo anterior se produce
porque la contestación de la demanda no es un trámite obligatorio, y por ello podría ocurrir
que el demando no conteste dentro del término de emplazamiento.
Esta clasificación tiene importancia para los efectos de la recepción de la causa a prueba, pues
la contestación de la demanda ficta implica negación total y absoluta de los hechos contenidos
en la demanda. Por tanto, habrá hechos controvertidos sustanciales y pertinentes, que se deben
recibir a prueba.
ii. Según si el demandado hacer valer o no una nueva pretensión en contra del demandante, la
contestación de la demanda puede ser: pura o simple, si está destinada a cumplir su objetivo
fundamental, a saber, permitir al demandado oponer excepciones perentorias a la pretensión
deducida en su contra; o con reconvención, si el demandado no sólo se limita a oponer
excepciones perentorias, sino que, además, deduce una nueva demanda en contra del actor.
Esta clasificación tiene importancia para los efectos de la tramitación posterior que sigue el
juicio, pues la reconvención se sustancia junto con la demanda principal y da origen a un
trámite más, cual es, la dúplica en la reconvención.

iii. Según el objetivo del escrito de contestación de la demanda, ésta se puede clasificar en:
contestación de la demanda destinada a aceptar llanamente las peticiones del demandante; y
en contestación de la demanda destinada a defenderse oponiendo las correspondientes
excepciones perentorias. Esta clasificación tiene importancia para los efectos de la recepción
de la causa a prueba, pues, en el primer caso, no será necesario cumplir con este trámite.

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e. Forma y contenido de la contestación de la demanda


Desde el momento que la contestación de la demanda, al igual que la demanda, es un
verdadero escrito, está sujeta a un doble grupo de formalidades legales, a saber:
i. Formalidades generales a todo escrito.

- La contestación de la demanda se debe presentar por vía electrónica. De acuerdo al art. 30


del CPC, los escritos y documentos se presentarán por vía electrónica conforme se dispone
en los artículos 5° y 6°, respectivamente, de la Ley General sobre Tramitación Electrónica
de los Procedimientos Judiciales. Los escritos se encabezarán con una suma que indique
su contenido o el trámite de que se trata.

- En atención a que la contestación de la demanda es, por regla general, la primera


presentación que hace el demandado, debe contener la constitución de un procurador o
mandatario judicial habilitado, salvo las excepciones legales. Si se contesta la demanda sin
el correspondiente patrocinio de un abogado, la demanda se tiene por no presentada; en
cambio, si se presenta la demanda sin procurador o representante judicial, se dan tres días
para que se presente el mandato en forma.

- Debe contener la firma del demandado y del abogado patrocinante.

ii. Formalidades especiales.


Se encuentran establecidas en el artículo 309 del CPC, conforme al cual la contestación de
la demanda debe contener:

- La designación del tribunal ante quien se presente (art. 309 N° 1). Al igual que la demanda,
este requisito se cumple a continuación de la suma, expresando solamente la jerarquía del
tribunal mediante abreviaturas.

- El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandado (art. 309 Nº 2); no es necesario
individualizar al demandante, porque ya lo está en la demanda. Esto tiene suma importancia
para los efectos de saber quiénes son las partes litigantes, dónde debe notificárseles (si no se
señala domicilio, las notificaciones por cédula se harán por el estado) y a quiénes va a afectar
la sentencia que, en definitiva, se dicte. Nada expresa la ley, a diferencia del escrito de
demanda, en cuanto a la individualización del representante convencional o legal del
demandado, pero también es indispensable señalarlo para mantener el debate judicial dentro
de la lealtad y seguridad debidas; así, si aparece demandada una sociedad o una corporación,
o una persona relativa o absolutamente incapaz, tendrán que comparecer debidamente
representados, y se deberá señalar y acreditar la naturaleza de la representación.

- Las excepciones que se oponen a la demanda y la exposición clara de los hechos y


fundamentos de derecho en que se apoyan (art. 309 Nº 3). Al igual que las pretensiones de1
actor, las del demandado se fundan en determinados hechos, los cuales se deben exponer con
la suficiente claridad. Ahora bien, la defensa del demandado se concreta con las excepciones
perentorias que tenga que oponer a la demanda contraria; y si bien es cierto, no se señala la
situación de las meras defensas o alegaciones, aquí se pueden presentar (aunque también se
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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pueden presentar después), pues otras disposiciones del CPC aluden específicamente a las
meras defensas, como los arts. 170 N° 3 y 19 inc. II del CPC.

Art. 170. Las sentencias definitivas de primera o de única instancia y las de segunda que modifiquen
o revoquen en su parte dispositiva las de otros tribunales, contendrán:
3. Igual enunciación de las excepciones o defensas alegadas por el reo.

Art. 19. Si son dos o más las partes que entablan una demanda o gestión judicial y deducen las mismas
acciones, deberán obrar todas conjuntamente, constituyendo un solo mandatario.
La misma regla se aplicará a los demandados cuando sean dos o más y opongan idénticas excepciones
o defensas.

- La enunciación precisa y clara, consignada en la conclusión, de las peticiones que se sometan


al fallo del tribunal (art. 309 Nº 4). Esta es la parte petitoria del escrito de contestación, la
cual se ubica al final del escrito, y debe ser precisa y clara, de forma que no pueda prestarse
a equívocos.
-
- El demandado puede o no acompañar en esta oportunidad documentos o instrumentos; si se
acompañan, serán con citación o con conocimiento (dependiendo del instrumento), sin
prejuicio de lo indicado por el art. 348 inc. I del CPC, que señala que los instrumentos pueden
presentarse en cualquier estado del juicio, hasta el vencimiento del término probatorio en
primera instancia y hasta la vista de la causa en segunda instancia.

f. Plazo para contestar la demanda


El plazo para contestar la demanda varía según la actitud que asumido el demandado en el
término de emplazamiento, en efecto:
i. Si no opone excepciones dilatorias, el plazo para contestar la demanda dependerá del lugar
en que haya sido notificado. Así, serán 15 días si es notificado en la comuna donde funciona
el tribunal; 18 días si el demandado se encuentra en el mismo territorio jurisdiccional pero
fuera de los límites de la comuna que sirve de asiento al tribunal; y 18 días más el aumento
de la tabla de emplazamiento, si se encuentra fuera del territorio jurisdiccional del tribunal o
fuera de la República (arts. 258 y 259 inc. I del CPC).

ii. Pero si dentro del término para contestar la demanda, el demandado opone excepciones
dilatorias, el plazo para contestarla será de 10 días contados desde la notificación de la
resolución que las desechada o desde notificación de la resolución que declara que han sido
subsanados por el actor los defectos de que adolecía la demanda, cualquiera que sea el lugar
en donde le haya sido notificada. En efecto, el art. 308 del CPC señala que desechadas las
excepciones dilatorias o subsanadas por el demandante los defectos de que adolezca la
demanda, tendrá diez días el demandado para contestarla, cualquiera que sea el lugar en
donde le haya sido notificada.

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7. RÉPLICA Y DÚPLICA

a. Concepto
En el juicio ordinario de mayor cuantía el período de discusión no queda agotado con la
presentación de los escritos de demanda y de contestación, pues existe, con posterioridad, una nueva
discusión de ambas partes litigantes que recibe el nombre de réplica y duplica. No se trata de trámites
esenciales (como la demanda), por tanto, su omisión no invalida el proceso, ya que las partes son
dueñas de evacuarlos o no.
La réplica es el escrito en que el demandante, junto con tratar de destruir las excepciones,
alegaciones o defensas hechas valer por el demandado, reafirma la posición de sus acciones. Y la
dúplica es el escrito en que el demandado, junto con reafirmar la oposición de sus excepciones,
alegaciones o defensas, trata de destruir las acciones deducidas por el actor.
b. Objetivo
La réplica y la dúplica tienen por función natural argumentar, es decir, pretenden reforzar las
pretensiones o contra pretensiones, y desvirtuar las de la contraria 285. Pero el art. 312 del CPC agrega
una función adicional, al decir que en los escritos de réplica y dúplica podrán las partes ampliar,
adicionar o modificar las acciones y excepciones que hayan formulado en la demanda y contestación,
pero sin que puedan alterar las que sean objeto principal del pleito.
i. Ampliar; implica extender las pretensiones o contra pretensiones, de manera de reforzar o
desarrollar de mejor manera los argumentos en que ellas se apoyan, sin alterar la esencia. Por
ejemplo, en la demanda se pide la resolución del contrato por cumplimento de la condición
resolutoria, y en la réplica se pide, además, la indemnización de perjuicios; o en la demanda
se pide indemnización por interés y en la réplica por reajustes.

ii. Adicionar, implica agregar nuevos argumentos o raciocinios a los ya planteados, o


fundamentos de hecho y de derecho. Por ejemplo, se agrega la prescripción adquisitiva como
un nuevo argumento en un juicio de reivindicación.

iii. Modificar, implica alterar la argumentación. Se pueden modificar las circunstancias jurídicas
sin alterar los hechos (por ejemplo, se dice que es arrendatario, pero en realidad es
comodatario); y se pueden alterar los hechos, en cuanto a su ubicación temporal o
circunstancias espaciales.
Por lo tanto, la réplica y la dúplica están sujetas a una doble limitación, a saber: pueden
consistir únicamente en ampliar, adicionar o modificar las acciones o las excepciones; y no pueden
afectar las acciones o excepciones que sean objeto principal del pleito. En cuanto a la frase “acciones
o excepciones que no sean objeto principal del pleito”, CASARINO señala que en los escritos de
demanda o contestación se contienen acciones o excepciones principales y otras que no revisan este
carácter, pudiendo ampliarse, adicionarse o modificarse únicamente estas últimas; es decir, se trata
de acciones o excepciones que se han formulado con el carácter de subsidiarias a una principal, por
ser incompatibles con ésta, o bien, como consecuencia de una acción o excepción principal. Así, por

285
El profesor LUHRS señala que, en general, tanto la réplica como la dúplica son inútiles, pero se les puede
sacar partido por la vía de la argumentación.
395
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ejemplo, en una demanda se hace valer la acción de cumplimiento de un contrato y, en subsidio, la


de resolución del mismo, por tanto, no habría inconveniente para que el actor en su escrito de réplica
ampliara, adicionara o modificara la acción de resolución; o, también, puede ocurrir que en una
demanda se haga valer la acción de cobro de un mutuo y, consecuencialmente, la acción de cobro de
intereses (acción consecuencial), aquí no habría inconveniente para que el actor en su escrito de
réplica ampliara, adicionara o modificara la acción de cobro de intereses 286.
Con todo, el profesor FORTTES señala que los términos de esta norma son ambiguos, por ello
se presenta mucha discusión en la práctica. Es por ello que la jurisprudencia ha dado algunos criterios
a utilizar:
i. No se pueden interponer peticiones subsidiarias que importen una modificación sustancial de
las acciones deducidas. La jurisprudencia ha aplicado esto con ocasión de un sujeto que
interpuso una demanda de nulidad de un contrato y, luego, por una petición subsidiaria quiso
interponer una demanda de cumplimiento; aquí se estaría alterando el objeto de la litis (ambas
pretensiones son incompatibles).

ii. No se pueden por estos escritos reemplazarse las acciones y excepciones por otras, aunque
sea subsidiariamente; y no se puede instaurar una acción totalmente distinta a la entablada en
la demanda.

iii. Si la pretensión se fundaba en el dominio adquirido como resultado de una compraventa, no


se puede en la réplica fundar el derecho en un título y modo distinto.
En consecuencia, según la jurisprudencia, con la réplica y la dúplica se puede contra
argumentar (es normal que se utiliza para esto); y se pueden cambiar calificaciones jurídicas respecto
de algún hecho afirmado en la demanda.
c. Formalidades y tramitación
Deben presentarse por escrito, lo cual se deduce del principio o característica dominante de
los juicios ordinarios de mayor cuantía (principio de escrituración), y de la expresión “en los escritos
de réplica y duplica” que utiliza el art. 312 del CPC. Pero, en todo caso, a diferencia de los escritos
de demanda y contestación, no necesitan contener mención especial alguna; es decir, sólo deben
cumplir con los requisitos comunes de todo escrito, ya que no se les exigen requisitos propios o
particulares.
Una vez presentado el escrito de contestación de la demanda, o en rebeldía del demandado
(contestación ficta), el tribunal debe dictar una resolución judicial (que se notifica por el estado),
confiriendo traslado por seis días al demandante para que presente su escrito de réplica; y presentando
el escrito de réplica por el actor, o en su rebeldía, el demandado presentará su escrito de duplica en
un plazo de seis días. En efecto, conforme al art. 311 del CPC, de la contestación se comunicará
traslado al actor por el término de seis días, y de la réplica al demandado por igual término. Estos

286
En otra opinión, el profesor Enrique WIEGAND señala que cuando el legislador habla de acción y
excepciones en el art. 312 del CPC, se refiere al fundamento, a la causa de pedir, a la razón de la pretensión, y
lo mismo con las excepciones; esto es lo que no se puede modificar en la réplica y en la dúplica. Lo que sí se
puede alterar, es el objeto pedido, por ejemplo, se reclama la propiedad, y luego un usufructo.
396
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plazos son fatales, es decir, el derecho para presentar el escrito de réplica o de duplica, según el caso,
se extingue por el sólo hecho del vencimiento del respectivo plazo.
Una vez evacuado el trámite de dúplica por el demandado, o vencido el término para
evacuarlo, el proceso queda en condiciones de ser estudiado por el juez, a fin de decidir y resolver si
debe recibir la causa a prueba o, por el contrario, citar a las partes para oír sentencia; pero antes de
pasar a esta nueva etapa, se debe estudiar una variante que se puede presentar en la tramitación del
juicio ordinario de mayor cuantía, y que es la reconvención.
8. LA RECONVENCIÓN

a. Concepto
Una de las actitudes que puede adoptar el demandado, una vez notificado de la demanda, es
reconvenir; y esta situación se presenta cuando el demandado tiene, a su vez, una o más pretensiones
que puede hacer valer en contra del demandante, de suerte que el demandante primitivo se transforma
en demandado, y el demandado pasa asumir también el papel de actor.
Se trata, en consecuencia, de una contra demanda del demandado, que la deduce utilizando
el procedimiento judicial que se había originado por iniciativa del demandante.
Según el profesor ALFARO, la reconvención es aquella pretensión que formula el demandado
en contra del demandante, al momento de contestar la demanda, en un juicio que ha sido iniciado por
el actor. Tiene por fundamento el principio de economía procesal, pues busca concentrar en un mismo
proceso todas las discusiones que puedan existir entre dos o más personas (evita que se dupliquen los
procedimientos).
b. Sujetos de la reconvención
La reconvención produce una alteración de las calidades de las partes en el proceso, pues al
interponerse esta contrademanda, el demandado pasa a ser, a la vez, demandante, y el actor, a su vez,
pasa a ser demandado.
i. El demandado es titular de la reconvención, y se trata de una facultad y no de un deber, pues
éste si quiere deduce reconvención, y si no lo desea, le quedan a salvo sus derechos para
hacerlos valer en un proceso separado. El mandatario judicial del demandado, puede deducir
reconvención sin necesidad de tener una facultad especial, puesto que ésta es una facultad
ordinaria del mandato (art. 7º inc. I del CPC).
Para los efectos de determinar la carga de la prueba, existiendo reconvención, al demandado
deberá estimársele como demandante respecto de la pretensión hecha valer en esta
contrademanda.
ii. La reconvención debe ser dirigida en contra de la persona que desempeña el papel de
demandante en el juicio primitivo, quien pasa a ser la parte demandada frente a la
reconvención.

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c. Requisitos o condiciones de procedencia de la reconvención

i. Competencia del tribunal. De acuerdo al art. 315 inc. I del CPC, no podrá deducirse reconvención
sino cuando el tribunal tenga competencia para conocer de ella, estimada como demanda, o
cuando sea admisible la prórroga de jurisdicción (competencia). Podrá también deducirse aun
cuando por su cuantía la reconvención deba ventilarse ante un juez inferior. Según CASARINO,
la competencia del tribunal que está conociendo de la demanda principal debe ser absoluta y
relativa, y también debe serlo respecto de la reconvención, estimada para estos efectos como una
verdadera demanda independiente. En otras palabras, la competencia del tribunal para conocer
de la reconvención se debe fundar en los factores fuero, materia, cuantía y territorio (salvo si es
prorrogada por el demandado reconvencional)287.
En lo que respecta al factor cuantía, el legislador amplía la competencia del tribunal que está
conociendo de la demanda principal, para conocer de la reconvención, no obstante que por su
cuantía (valor) debiera ventilarse ante un juez inferior. Agrega el inc. II del art. 315 del CPC que
para estimar la competencia, se considerará el monto de los valores reclamados por vía de
reconvención separadamente de los que son materia de la demanda.

ii. Que tanto la demanda como la reconvención, en razón de sus respectivas naturalezas, estén
sometidas a un mismo procedimiento. Este requisito no lo señala expresamente el legislador, pero
la doctrina y la jurisprudencia lo exigen, y la razón de su exigencia está en que ambas pretensiones
se deben tramitar y fallar conjuntamente. En efecto, el art. 316 inc. I del CPC señala que la
reconvención se substanciará y fallará conjuntamente con la demanda principal, sin perjuicio
de lo establecido en el art. 172 (si la demanda o la reconvención llegan al estado de sentencia
antes de que termine el procedimiento en la restante, podrá el tribunal fallar desde luego una u
otra).
Hay que tener en cuenta que no en todo procedimiento opera la reconvención, pues hay que
distinguir:
- Es obvio que opera en el juicio ordinario de mayor cuantía, pues la reconvención está
regulada en el Libro II "Del juicio ordinario".

- En el juicio de menor cuantía opera, puesto que así se desprende del art. 698 Nº 1 del CPC,
al decir que se omitirán los escritos de réplica y dúplica. Si se deduce reconvención, se
dará traslado de ella al demandante por seis días, y con lo que éste exponga o en su
rebeldía, se recibirá la causa a prueba.

- En el juicio de mínima cuantía, el art. 713 del CPC lo permite expresamente, al decir que
el demandado podrá también deducir reconvención en la audiencia de contestación cuando
el tribunal sea competente para conocer de ella y siempre que no esté sometida a un
procedimiento especial y tenga por objeto enervar la acción deducida o esté íntimamente
ligada con ella. En caso contrario no se admitirá a tramitación.

- En el procedimiento sumario nada dice la ley. Pero en caso de permitirse, la reconvención


procedería cuando el demandado asistiera al comparendo de contestación, y el

287
El profesor FORTTES señala que la competencia del tribunal debe ser sólo absoluta, pues sería ilógico que
pudiera entablarse la excepción de incompetencia relativa, pues ésta ya se encuentra prorrogada.
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demandante tomaría conocimiento inmediato de ella, pero no podría exigírsele que la


conteste de inmediato, ya que sobrevendría una especie de indefensión; puede contestarla
en una nueva fecha para continuar la audiencia (el mismo comparendo).

- En los demás procedimientos, una ley especial lo debe permitir expresamente, así por
ejemplo, Ley sobre Arrendamiento de Predios Urbanos; en los juicios laborales; y en los
juicios de policía local.
CASARINO señala que no habría problema para que se pueda reconvenir, aun cuando la
reconvención deba ventilarse de acuerdo a un procedimiento especial, siempre y cuando el
demandado renuncie a este procedimiento y acepte que su acción reconvencional se sustancie y
falle en conformidad a los trámites del procedimiento ordinario. En cambio, el profesor Gonzalo
CALVO señala que la reconvención sólo procede cuando la pretensión deducida vía reconvención
se sujeta a un procedimiento análogo al de la demanda, puesto que esta es la única forma de que
puedan substanciarse conjuntamente; pero también procede cuando, a pesar de estar la
reconvención sometida a procedimientos distintos, se permita la conversión (por ejemplo, el art.
681 del CPC permite la conversión del procedimiento sumario al ordinario, o viceversa).
iii. Por último, no se exige que entre la pretensión del actor y la del demandado exista una vinculación
especial. Para nuestra legislación procesal la acción principal y la acción reconvencional pueden
ser perfectamente independientes la una de la otra, emanando cada una de ellas de sus diversos y
respectivos títulos. La única vinculación que se exige, es la de los sujetos.

d. Procedimiento de la reconvención
En cuanto a la oportunidad para plantearla, de acuerdo al art. 314 inc. I del CPC, si el
demandado reconviene al actor, deberá hacerlo en el escrito de contestación sujetándose a las
disposiciones de los arts. 254 (debe cumplir con los requisitos del escrito de demanda) y 261 (puede
modificar la reconvención, antes de la contestación por parte del actor); y se considerará, para este
efecto, como demandada la parte contra quien se deduzca la reconvención. No existen fórmulas para
plantearla, de suerte que la reconvención podrá contenerse en el escrito de contestación de la demanda
como petición principal o accesoria, aunque en la práctica se plantea en un otrosí (después de la
petición principal que puede ser la oposición de excepciones o/y meras defensas).
Si la demanda ya se contestó, caduca el derecho a reconvenir. Pues aun cuando el plazo para
contestar todavía no hubiere vencido, el sólo hecho de que el demandado presente su escrito de
contestación de la demanda, extingue su derecho para poder reconvenir posteriormente.
La reconvención se notifica por el estado diario, puesto que no hay disposición especial sobre
el particular, y una vez notificada el demandado reconvencional, puede tener las mismas actitudes
que el demandado principal: guardar silencio, allanarse, no contradecir los hechos, defenderse
(oponer excepciones o meras defensas), pero no podrá reconvenir, pues de ser así, el juicio se
alargaría. Las excepciones dilatorias que puede oponer el demandado reconvenido a la demanda
reconvencional, son las mismas que puede oponer el demandado al actor, pues conforme al art. 317
inc. I del CPC, contra la reconvención hay lugar a las excepciones dilatorias enumeradas en el art.
303, las cuales se propondrán dentro del término de seis días y en la forma expresada en el art. 305
(todas en un mismo escrito). Agrega el inc. II que acogida una excepción dilatoria, el demandante
reconvencional deberá subsanar los defectos de que adolezca la reconvención dentro de los diez días
399
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siguientes a la fecha de notificación de la resolución que haya acogido la excepción. Si así no lo


hiciere, se tendrá por no presentada la reconvención, para todos los efectos legales, por el sólo
ministerio de la ley.
La razón del plazo establecido en el inc. II del art. 317 del CPC, es porque el demandado
reconvencional (actor de la demanda) al oponer las excepciones dilatorias y al ser éstas acogidas,
tendrían que ser subsanadas por el demandante reconvencional (si son subsanables), y éste podría no
hacer nada para subsanarlas, con el objeto de que no se tramite la demanda entablada por el actor.
Para evitar esto, se le da un plazo limitado de 10 días al demandante reconvencional para subsanarlas.
Como se verá, esto no ocurre respecto de las excepciones dilatorias que se oponen a la demanda
principal, en donde no hay un plazo para subsanarlas, esto debido a que la no subsanación perjudica
al demandante y, por tanto, el juicio quedará paralizado debido a su irresponsabilidad.
¿Cómo se tramita la reconvención? La regla general, es que la reconvención se substanciará
y fallará conjuntamente con la demanda principal, sin perjuicio de lo establecido en el art. 172 (art.
316 inc. I del CPC); y de la demanda reconvencional, se confiere traslado al demandante por un plazo
de seis días; la ley no dice expresamente este plazo, pero se extrae del inc. I del art. 317 del CPC, que
señala que contra la reconvención hay lugar a las excepciones dilatorias enumeradas en el art. 303,
las cuales se propondrán “dentro del término de seis días” y en la forma expresada en el art. 305. Sin
embargo, existen dos casos en que la reconvención no se sustancia y falla conjuntamente con la
demanda principal, a saber:
i. Se puede fallar antes la demanda principal o la reconvención, según el caso, si se presenta el
fenómeno procesal de la separación o división de juicios, contemplado en el art. 172 del CPC.
Dicha norma señala que cuando en un mismo juicio se ventilen dos o más cuestiones que
puedan ser resueltas separada o parcialmente, sin que ello ofrezca dificultad para la marcha
del proceso, y alguna o algunas de dichas cuestiones o parte de ellas, lleguen al estado de
sentencia antes de que termine el procedimiento en las restantes, podrá el tribunal fallar desde
luego las primeras. Por lo tanto, pueden recaer diversas sentencias definitivas en la misma
instancia, de modo que para individualizarlas se las llama “sentencias definitivas parciales”;
la dictación de estas sentencias definitivas parciales se obtiene a petición de parte), pues
conforme al inc. II que en este caso se formará cuaderno separado con compulsas de todas
las piezas necesarias para dictar fallo y ejecutarlo, a costa del que solicite la separación.

ii. El art. 316 inc. III del CPC, dice que no se concederá en la reconvención aumento
extraordinario de término para rendir prueba fuera del territorio de la República cuando no
deba concederse en la cuestión principal. La razón de esto, es que la demanda reconvencional
no entorpezca el curso de la principal, así, si no se concede este aumento para la principal,
menos para la reconvención
En resumen, si se deduce reconvención por el demandado al contestar la demanda, el juicio
experimenta la tramitación que pasa a señalarse: el tribunal confiere traslado al demandante, para que
en el plazo de seis días replique en la demanda principal y conteste la reconvención; evacuados estos
trámites o en su silencio, el tribunal confiere traslado al demandado para que también en el plazo de
seis días duplique en la demanda principal y replique en la reconvención; evacuados dichos trámites
o en su silencio, el tribunal dará traslado por seis días al demandante para que duplique en la
reconvención; y evacuado este último trámite, o en silencio del demandante, el tribunal examinará
los autos y recibirá la causa a prueba o citará a las partes para oír sentencia, según lo que en derecho
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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corresponda. Pero antes de decidir por alguna de esas dos alternativas, tiene lugar un trámite esencial
en el juicio ordinario de mayor cuantía, cual es: la conciliación.
C. CONCILIACIÓN

1. CONCEPTO
Con la dúplica de la reconvención, por parte del demandante, se termina la fase de discusión
en el juicio ordinario de mayor cuantía. Pero en una reciente modificación, del año 1994, se introdujo
a la estructura del proceso ordinario un trámite adicional y esencial: el llamado a conciliación
obligatorio de las partes. Por lo tanto, tras la dúplica, el tribunal cita a las partes a la audiencia de
conciliación.
La conciliación es un trámite del juicio que está entre el periodo de discusión y el periodo de
prueba, y en caso de que tenga lugar, constituye una forma de autocomposición y un equivalente
jurisdiccional. Se trata de otra manera anormal de poner término al juicio (civil), pues, en atención a
la conciliación producida, éste no termina por la dictación de la sentencia definitiva 288.
Por lo tanto, la conciliación se puede definir como un trámite esencial en los juicios civiles
en que es legalmente admitida la transacción (salvo las excepciones legales), en el cual las partes
mediante un acuerdo le pueden poner término al juicio, en razón de las bases de arreglo formuladas
por el tribunal. La conciliación, por regla general, es un trámite obligatorio en todo juicio civil en que
sea admisible la transacción; y la iniciativa para llevarla a cabo es de parte del tribunal, pero son las
partes litigantes las que la materializan, precisando su contenido y alcance. Es decir, es un trámite
donde el juez debe proponer a las partes las bases para un acuerdo, y éstas determinan si ponen o no
término al juicio en virtud de un acuerdo 289.
2. CLASES DE CONCILIACIÓN
La conciliación según su extensión, o según el alcance que tenga el acuerdo de las partes, se
clasifica en total y parcial. Esta clasificación tiene como base al art. 263 del CPC, el cual señala que
el juez obrará como amigable componedor. Tratará de obtener un avenimiento total o parcial en el
litigio. Las opiniones que emita no lo inhabilitan para seguir conociendo de la causa.
La conciliación total es aquella que pone fin a todas las cuestiones controvertidas del pleito;
y la conciliación parcial, en cambio, es aquella que resuelve sólo alguna o algunas de las cuestiones
controvertidas del pleito. La importancia de esta clasificación, radica en que, según la clase de
conciliación, el juicio continuará adelante o no; pues sólo con la conciliación total, se pone término
al conflicto (de forma anormal).

288
Según el profesor LUHRS, la palabra conciliación puede tener dos significados: uno es el trámite o
diligencia, y otro es el resultado eventual que puede tener este trámite o diligencia.
289
Hoy en día en materia penal, por el sistema acusatorio (no inquisitivo) se permiten salidas alternativas, como
los acuerdos reparatorios, en donde la víctima y el imputado pueden acordar que en vez de seguir un juicio, se
pague, por ejemplo, una cierta cantidad de dinero. Pero en materia procesal penal basta con que exista acuerdo
directo entre las partes, en cambio, en materia civil se produce un acuerdo total o parcial en base a lo que el
juez propone, es decir, el juez tiene un rol activo.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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El profesor ALFARO también distingue entre conciliación parcial objetiva, si hay, por
ejemplo, tres pretensiones y se llega a acuerdo en dos de las mismas; y conciliación parcial subjetiva,
si hay, por ejemplo, varios demandados y un demandante llega a acuerdo con dos de ellos.
3. ÁMBITO DE APLICACIÓN
La conciliación se encuentra regulada en el Título II (“De la conciliación”), del Libro II (“Del
juicio ordinario”) del CPC, en los arts. 262 a 268. CASARINO critica la ubicación de esta institución,
toda vez que sus disposiciones son de carácter general y, por tanto, aplicables a todo procedimiento
(no sólo el juicio ordinario), salvo las contadas excepciones legales. En efecto, la conciliación es
aplicable a todo juicio civil, en que legalmente sea admisible la transacción, así lo dispone el art. 262
inc. I del CPC que señala que en todo juicio civil, en que legalmente sea admisible la transacción,
con excepción de los juicios o procedimientos especiales de que tratan los Títulos I (juicio ejecutivo
en las obligaciones de dar), II (Juicio ejecutivo en las obligaciones de hacer y no hacer), III (“De los
efectos del derecho legal de retención”), V (“De la citación de evicción”) y XVI (“De los juicos de
hacienda) del Libro III (“De los juicios especiales”), una vez agotados los trámites de discusión y
siempre que no se trate de los casos mencionados en el art. 313 (allanamiento y no contradicción),
el juez llamará a las partes a conciliación y les propondrá personalmente bases de arreglo.
Por lo tanto, la regla general, es que conciliación proceda en todo juicio civil, pero el mismo
art. 262 del CPC se encarga de señalar cuáles son los juicios civiles en que no tiene lugar la
conciliación; a saber:
i. Juicios civiles en donde no procede la transacción. Por ejemplo, el art. 2450 del CC dispone
que no se puede transigir sobre el estado civil de las personas; asimismo el art. 2452 del
mismo Código señala que no vale la transacción sobre derechos ajenos o sobre derechos que
no existen. En general, se trata de materias que comprometen al orden público.

ii. Algunos juicios especiales que contempla el Libro III del CPC, a saber: el juicio ejecutivo en
las obligaciones de dar, en las obligaciones de hacer y de no hacer, y los juicios de hacienda
(los representantes del Fisco carecen de la facultad para transigir, de suerte que la ley excluyó
estos juicios de la posibilidad de conciliación).

iii. Los efectos del derecho legal de retención. El derecho legal de retención es la facultad que
tiene una persona de conservar en su poder una o más cosas de su acreedor, hasta que éste le
pague los gastos o perjuicios en que ha incurrido con su tenencia, pudiendo realizarlas, según
las formalidades legales, cuando el acreedor no pague. Esto no es propiamente un juicio, sino
que se trata más bien de gestiones relativas a la declaración de un derecho (en este caso el
derecho de retención) por una sentencia judicial.

iv. La citación de evicción. Esto tampoco es propiamente un juicio, incluso se ha criticado su


ubicación en el Libro III del CPC, pues más que un juicio especial, es una verdadera cuestión
accesoria que se puede presentar en cualquier clase de juicio; de manera que su lugar lógico
debió ser el Libro I, o sea, entre las normas comunes a todo procedimiento. La citación de
evicción es una figura que se relaciona con la compraventa, específicamente con una de las
obligaciones de todo vendedor, a saber, el saneamiento de la cosa vendida, obligación que
tiene por objeto amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa. Por tanto,
hay evicción de la cosa comprada, cuando el comprador es privado del todo o parte de ella,
402
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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por sentencia judicial (art. 1838 del CC); y así, el comprador a quien se demanda la cosa
vendida, por causa anterior a la venta, deberá citar al vendedor para que comparezca a
defenderlo (art. 1843 inc. I del CC).

v. Tampoco procede la conciliación, en el caso de que el demandado acepte llanamente las


peticiones del demandante, o si en sus escritos no contradice en materia substancial y
pertinente los hechos sobre que versa el juicio; pues, en estos casos, el tribunal mandará citar
a las partes para oír sentencia definitiva, una vez evacuado el traslado de la réplica. Igual
citación se dispondrá cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más trámite (art. 313
del CPC).

vi. Por último, en el procedimiento incidental tampoco hay conciliación obligatoria.


Se plantea la discusión acerca de si la enumeración que hace el art. 262 del CPC de los casos
en que no procede la conciliación, es o no taxativa. Según CASARINO no es taxativa, por cuanto existe
otra clase de juicios a los cuales no se les podría poner término mediante conciliación, cuales son,
todos aquellos juicios en que las partes litigantes no son dueñas de disponer libremente del derecho
material controvertido, en razón de estar comprometidas normas de orden público, por ejemplo,
juicios de nulidad de matrimonio, juicios de separación de bienes, etc. En el mismo sentido, el
profesor FORTTES señala que la conciliación procederá en todo juicio civil donde las partes tengan
disponibilidad de la pretensión (lo cual se relaciona directamente con la admisibilidad de la
transacción).
4. TRAMITACIÓN
Con la entrada en vigencia de ley 19.334 del año 1994, se estableció como obligatorio el
trámite de conciliación en todos aquellos juicios en que, por su naturaleza, es admitida la transacción
y, consecuencialmente, importa una obligación para el juez que conoce del asunto, una vez terminada
la etapa de discusión, proponer a las partes bases de arreglo para lograr la solución del conflicto. Es
más, nuestro legislador lo elevó a la categoría de un trámite esencial, por ende, si no se verifica,
operará el recurso de casación en la forma (art. 795 Nº 2 del CPC)290.
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los juicios de
mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
1. El llamado a las partes a conciliación, en los casos en que corresponda conforme a la ley.

La tramitación de la conciliación, se puede sintetizar en los siguientes puntos:


i. Iniciativa. La iniciativa de la conciliación emana del juez (de oficio), el cual debe llamar a
las partes a conciliación, mediante una resolución que ordene su comparecencia personal,

290
Antes de la reforma legal, el trámite de conciliación sólo era una facultad del juez y, en la práctica, eran
reacios a tramitarla, ya que por las causales de recusación e implicancias, si los jueces anticipadamente
expresan una solución, pueden ser inhabilitados y, además porque se veían obligados a estudiar los
antecedentes. El propósito que inspiró al legislador de 1994 para establecer un llamado a conciliación
obligatorio, fue el de disminuir el tiempo de tramitación de los procesos judiciales y, consecuencialmente, la
cantidad de litigios pendientes. Según el profesor LUHRS, las novedades que introdujo la ley 19.334 son: que
el juez puede dar su opinión sin ser recusado, y de oficio puede agregar los medios de prueba que estime
pertinentes.
403
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notificada por cédula291. Esto constituye una excepción al principio de la organización


judicial de la pasividad del tribunal y al principio dispositivo que rige en el procedimiento
civil, lo cual se ve confirmado con el art. 266 del CPC, que señala que el juez de oficio
ordenará agregar aquellos antecedentes y medios probatorios que estime pertinentes.

ii. Comparecencia. De conformidad con el art. 264 del CPC, a los comparendos de conciliación
deberán concurrir las partes por sí o por apoderado (es opcional). No obstante, el juez podrá
exigir la comparecencia personal de las partes, sin perjuicio de la asistencia de sus
abogados; la razón de esto, es que el juez puede presentir que los abogados sean los que no
quieren conciliar. Por tanto, para saber la forma o manera de comparecencia, hay que atenerse
a lo que exprese la resolución judicial respectiva. En todo caso, los abogados no tienen
limitación alguna para comparecer a esta audiencia; aún más, su presencia es altamente
conveniente y el tribunal no podría en caso alguno prohibirla.
Agrega el inc. II que en los procesos en que hubiere pluralidad de partes, la audiencia se
llevará a efecto aunque no asistan todas. La conciliación operará entre aquellas que la
acuerden (conciliación parcial subjetiva) y continuará el juicio con las que no hubieren
concurrido o no hubieren aceptado la conciliación.

iii. Rol del juez. Según el art. 263 del CPC, el juez obrará como amigable componedor, por
tanto, en esta audiencia asumirá un rol activo. La expresión "amigable componedor", el
legislador también la emplea a propósito de los árbitros arbitradores, quienes solucionan los
conflictos de acuerdo a lo que su equidad y prudencia le dictaren; por tanto, en la conciliación,
el juez (de Derecho) está autorizado a proponer soluciones de acuerdo a su prudencia y
equidad, y abstenerse de la solución legal, pero sólo en este caso 292.
Si bien, de acuerdo al art. 320 inc. I del COT, los jueces deben abstenerse de expresar y aun
de insinuar privadamente su juicio respecto de los negocios que por la ley son llamados a
fallar, lo cual además constituye una causal de recusación e implicancia; para evitar este
riesgo en una gestión de conciliación, se estableció en la parte final del art. 263 del CPC, que
las opiniones que emita (el juez) no lo inhabilitan para seguir conociendo de la causa.

iv. Oportunidad. De acuerdo al art. 262 inc. I del CPC, en todo juicio civil, en que legalmente
sea admisible la transacción…una vez agotados los trámites de discusión (y antes de que se
dicte la resolución que reciba la causa a prueba), el juez llamará a las partes a conciliación
y les propondrá personalmente bases de arreglo. El inc. II agrega que para tales efectos, las
citará a una audiencia para un día no anterior al quinto ni posterior al decimoquinto contado
desde la fecha de notificación de la resolución (que ordena su comparecencia). Con todo, en
los procedimientos que contemplan una audiencia para recibir la contestación de la
demanda, se efectuará también en ella la diligencia de conciliación, evacuado que sea dicho

291
El profesor ALFARO señala que la resolución que cita a las partes para la conciliación, primero se notifica
por el estado diario electrónico y después por cédula; porque si sólo se notifica por cédula, puede darse el caso
de que el tribunal fije el día de la audiencia, y la notificación por cédula se efectúa después del día fijado por el
tribunal.
292
Este trámite, por su naturaleza, no debe confundirse con un proyecto de sentencia, y es la razón por la que
se estimó que no debe ser fundada la solución propuesta por el juez; así, puede ocurrir que en el transcurso del
proceso, y siempre que este continúe, se pronuncie el juez en un sentido diverso al que propuso en la
conciliación
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trámite (por ejemplo, en el juicio sumario). No obstante, el inc. III dispone que el precedente
llamado a conciliación no obsta a que el juez pueda, en cualquier estado de la causa, efectuar
la misma convocatoria, una vez evacuado el trámite de contestación de la demanda (esto,
porque en ese momento el juez puede tener una mirada más amplia respecto de las
pretensiones hechas valer por ambas partes).

v. Efecto suspensivo. Como dice CASARINO, es natural sostener que mientras penden las
gestiones de conciliación, la causa principal se suspenderá en su tramitación; y cabe agregar
que tanto la causa principal como la conciliación se desarrollan en la misma pieza de autos
(expediente). Lo anterior se desprende, a contrario sensu, del art. 268 parte final del CPC que
dice que si se rechaza la conciliación, o no se efectúa el comparendo, el secretario certificará
este hecho de inmediato, y entregará los autos al juez para que éste, examinándolos por sí
mismo, proceda enseguida a dar cumplimiento a lo señalado en el art. 318 (recibirá la causa
a prueba, si procede).

5. EFECTOS DEL TRÁMITE DE CONCILIACIÓN


En la conciliación pueden darse las siguientes situaciones:
i. Que la audiencia de conciliación no se verifique por incomparecencia de todas las partes. De
acuerdo al art. 268 del CPC, si se rechaza la conciliación, o “no se efectúa el comparendo”, el
secretario certificará este hecho de inmediato, y entregará los autos al juez para que éste,
examinándolos por sí mismo, proceda enseguida a dar cumplimiento a lo señalado en el art. 318,
es decir, deberá examinar si hay controversia sobre algún hecho substancial y pertinente en el
juicio, y en caso afirmativo, recibirá la causa a prueba.

ii. Que la audiencia de conciliación se verifique, y debatidas suficientemente las bases de arreglo
propuestas por el juez, sean rechazadas. Aquí sucede lo mismo que en el caso anterior, es decir,
el secretario debe certificar este hecho y la causa seguirá su curso (art. 268 del CPC). En la
práctica, el trámite de conciliación no lo hace el juez, sino un funcionario que sólo pregunta a las
partes si hay posibilidad de arreglo y, generalmente, la respuesta es negativa. Por lo tanto, lo
único que se logró con la modificación, fue la dilación del proceso y un mayor gasto de dinero
(por la notificación por cédula que se tiene que hacer); pero siempre se cumple con este trámite
esencial, para evitar una nulidad procesal.

iii. Que la conciliación se produzca, sea en forma total o parcial. En este supuesto, de acuerdo al art.
267 del CPC, se levantará un acta, que consignará sólo las especificaciones del arreglo; la cual
subscribirán el juez, las partes que lo deseen y el secretario, y se estimará como sentencia
ejecutoriada para todos los efectos legales. La norma dice “las partes que lo deseen”, puesto que
pueden haber personas que acepten disconformes el arreglo y que no estén dispuestas a firmar;
pero con la firma electrónica del juez y del secretario, se da seguridad de que lo que consta en el
acta es verdadero.

6. EFECTOS DEL ACTA DE CONCILIACIÓN


La parte final del art. 267 del CPC, dice que esta acta se estimará como sentencia ejecutoriada
para todos los efectos legales. Esta disposición fundamenta la condición de equivalente jurisdiccional

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que tiene la conciliación, lo cual es importante, porque una vez finalizado este trámite esencial, habrá
terminado el juicio (de forma anormal) por un instrumento que tendrá los mismos efectos que una
sentencia firme o ejecutoriada. En otras palabras, esto significa que el acta de conciliación, una vez
firmada, produce acción de cosa juzgada para exigir el cumplimiento de las prestaciones que en ella
se reconozcan (art. 434 Nº 1 del CPC), y excepción de cosa juzgada para impedir que en un nuevo
juicio se vuelva a discutir entre las mismas partes la misma cuestión controvertida que fue resuelta
mediante el acta de conciliación en un juicio anterior. Además, el acta de conciliación es un título
ejecutivo, ya que el art. 267 del CPC asimila sus efectos al de una sentencia firme o ejecutoriada (art.
434 Nº 1).
7. PARALELO ENTRE LA CONCILIACIÓN, LA TRANSACCIÓN Y EL AVENIMIENTO
De acuerdo al art. 2446 del CC, la transacción es un contrato en que las partes terminan
extrajudicialmente un litigio pendiente o precaven un litigio eventual, haciéndose concesiones
recíprocas (por ejemplo, dar una suma de dinero inferior a cambio de que en otro juicio se desista el
actor). La conciliación y la transacción presentan muchas semejanzas, a saber: ambas ponen término
a un juicio en forma anormal (son equivalentes jurisdiccionales); no se puede conciliar ni transigir
sobre cuestiones de orden público; cuando se efectúa la conciliación o la transacción por medio de
mandatario, se requiere de poder especial; y tanto la conciliación como la transacción tienen autoridad
de la cosa juzgada. Sin embargo, en derecho son dos instituciones enteramente diversas, pues:
i. Mientras la conciliación se produce dentro del juicio, la transacción opera extrajudicialmente,
es decir, no es un acto jurídico procesal, pues es un contrato externo al juicio, aunque produce
efectos dentro de éste.

ii. En la conciliación las partes resuelven sus dificultades mediante la ayuda de un tercero (el
juez); en la transacción, en cambio, el arreglo se produce sin intervención de tercero.

iii. La conciliación, por su carácter judicial, es siempre solemne (se levanta un acta), en cambio,
la transacción es un contrato consensual.
Por su parte, el avenimiento es un acuerdo directo de las partes que tiene por objeto poner fin
a un juicio, sin la intervención directa de un juez. Si bien se asemeja a la conciliación por constituir
también un equivalente jurisdiccional y producir, por ende, cosa juzgada; se diferencian por lo
siguiente:
i. En el avenimiento, el acuerdo entre las partes se produce sin intervención relevante del juez
en su desarrollo, ni en su perfeccionamiento.

ii. El acta de avenimiento es un título ejecutivo cuando es pasada ante tribunal competente y
autorizada por un ministro de fe o por dos testigos de actuación (art. 434 Nº 3 del CPC); en
cambio el acta de conciliación, se estima como sentencia ejecutoriada para todos los efectos
legales y, como tal, configura un título ejecutivo contemplado en el art. 434 Nº 1 del CPC
(sentencia firme, bien sea definitiva o interlocutoria).

Hay que recordar que el profesor ALFARO señala que el juez no es que apruebe el
avenimiento, sino que tiene que “tenerlo presente”, y una vez autorizado por un ministro de
fe o por dos testigos, tiene el carácter de título ejecutivo. Por tanto, el juez no tiene una

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injerencia directa en su generación, pues, en la práctica, el avenimiento se hace por un escrito


redactado y firmado por los abogados de las partes; luego el juez lo tiene presente (no lo
aprueba) y el secretario del tribunal (u otro ministro de fe o dos testigos) autorizan las firmas
y el hecho de que el juez lo tuvo presente, es decir, que se cumplieron los requisitos del art.
434 Nº 3 del CPC.

D. TEORÍA GENERAL DE LA PRUEBA

1. CONSIDERACIONES PREVIAS
Antes de entrar a estudiar el periodo de prueba en el juicio ordinario de mayor cuantía, es
necesario analizar diversos aspectos que dan origen a lo que la doctrina denomina Teoría General de
la Prueba. Dichas cuestiones son: el concepto de prueba; la naturaleza de las normas que regulan la
prueba; los momentos o etapas de la prueba; los elementos de la prueba; el lugar, tiempo y forma de
la prueba; y la impertinencia, extemporaneidad, e inadmisibilidad de la prueba.
2. CONCEPTO DE PRUEBA
El profesor ALFARO define a la prueba como el conjunto de actos procesales que tienen por
objeto demostrar la existencia de los hechos alegados por las partes como fundamentos de sus
pretensiones y contrapretensiones, conforme a las reglas que la ley establece, y para crear convicción
en el tribunal293.
La prueba es una actividad complementaria de la etapa de discusión, destinada a comprobar
la existencia o inexistencia de los hechos, y el modo y circunstancia en que tuvieron lugar. El profesor
ALFARO señala que la manera de acreditar los hechos, en términos generales, se puede producir por
medio de dos caminos o dos vías:
i. Averiguación. Esto tiene lugar cuando se entrega la iniciativa probatoria al juez, es decir, es
él quien indaga los hechos en cumplimiento de su deber de averiguarlos y acreditarlos (esto
sucedía en el antiguo procedimiento penal).

ii. Comprobación. En este caso son las partes quienes tienen que comprobar los hechos, son
ellas las que tienen la carga de probar (esto ocurre en el proceso civil, en donde rige el
principio dispositivo). Algunos llegan al extremo y señalan que las partes son dueñas de la
prueba y, como tal, pueden disponer de ella y solicitarla; así, por ejemplo, el art. 313 inc. II
del CPC, a propósito de la contestación de la demanda, señala que igual citación (para oír
sentencia) se dispondrá cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más trámite.

293
El término prueba también tiene otras acepciones, pues alude a la tarea de la producción de los elementos de
convicción, es decir, a la carga o al peso de la prueba (por ejemplo, cuando se dice que el peso de la prueba
recae sobre el actor); otras veces dice relación con los medios, instrumentos o elementos de que las partes
pueden servirse o el propio juez, para producir un estado de convicción respecto los hechos (por ejemplo, la
prueba pericial, la testimonial, la instrumental, etc.). Por último, también se usa la palabra prueba para señalar
el resultado final alcanzado y, por consiguiente, no es extraño oír las expresiones “la prueba del demandante
es ineficaz” o “el demandado no rindió prueba sobre la excepción”.
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3. NATURALEZA DE LAS NORMAS LEGALES QUE REGULAN LA PRUEBA


Se discute en doctrina acerca de si las normas legales que regulan la prueba pertenecen al
campo del Derecho civil o al del Derecho procesal civil. Un examen de ellas, según CASARINO, lleva
al convencimiento de que presentan un carácter mixto, pues es evidente que las normas legales que
determinan los medios de prueba, su admisibilidad y su eficacia o valor probatorio, pertenecen al
Derecho sustantivo o material (por ejemplo, el CC dice que en ciertos casos para probar la existencia
de una obligación se debe hacer por escrito y no por medio de testigos); en cambio, las normas que
regulan la manera de rendir las pruebas, son de naturaleza esencialmente procesal (por ejemplo, aquí
se regula la forma en que debe declarar un testigo). En concreto, en nuestro Derecho positivo son dos
los cuerpos legales que se preocupan, en general, de la prueba:
i. El CC, quien regula este tema en el Título XXI (“De la prueba de las obligaciones”) del Libro
IV (“De las obligaciones en general y de los contratos”), en los arts. 1698 y siguientes.

ii. Y el CPC, que trata a la prueba especialmente en los Títulos IX (“De la prueba en general”),
X (“Del término probatorio”) y XI (“De los medios de prueba en particular), del Libro II
(“Del juicio ordinario”), arts. 318 y siguientes 294.
No existe una línea muy marcada entre ambos cuerpos legales, pues hay materias de Derecho
sustantivo o material que figuran en el CPC y viceversa. El profesor FORTTES dice que esta dualidad
tiene un origen histórico, se trata de una distinción arraigada a la época de dictación de estos Códigos,
la cual diferenciaba los aspectos sustanciales y aspectos formales de la prueba; sin embargo, esa
distinción está superada y, por lo tanto, hoy el estudio debe hacerse considerando la prueba como un
todo.
Dentro de las numerosas y variadas disposiciones legales de orden sustantivo y procesal que
regulan el instituto de la prueba, hay algunas de excepcional importancia, las cuales reciben el nombre
de leyes reguladoras de la prueba, esto es, aquellas leyes que regulan la proposición, admisión,
ejecución y valoración de los medios de prueba en el juicio. Estas reglas poseen importancia a
propósito del recurso de casación en el fondo, esto es, aquél medio de impugnación que tiene por
objeto obtener la anulación de una sentencia cuando ésta ha sido dictada con infracción de ley; por
tanto, si los hechos se han establecido por los jueces con infracción a las leyes reguladoras de la
prueba, procede dicho recurso, pues, en tal caso, habrá una infracción de ley con influencia
substancial en lo dispositivo del fallo.
Esta infracción de ley puede haberse producido al dar por establecidos los hechos del pleito
por un medio probatorio no contemplado expresamente por el legislador (por ejemplo, se da por
establecida la celebración de un contrato de compraventa sobre un inmueble, por medio de la
declaración de dos testigos); o atribuyéndoles a los medios probatorios un valor o eficacia diverso al
que señala la ley; o dándole preferencia a un medio probatorio sobre otro, en circunstancias que, de
acuerdo a ley, tiene mayor valor este último sobre el primero.
Como se verá, en el recurso de casación en el fondo, por expresa disposición legal, el tribunal
de casación debe abstenerse de entrar a considerar los hechos, sólo analiza si los preceptos legales
que se aplicaron a esos hechos fueron bien aplicados y, además, si correspondía la utilización de esos

294
Esto es sin perjuicio de las disposiciones sobre la prueba en otros códigos o en leyes especiales, como por
ejemplo, en el Código del Trabajo.
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preceptos o de otros. Sin embargo, cuando el fundamento del recurso de casación en el fondo consiste
en la infracción de las leyes reguladoras de la prueba, excepcionalmente se admite la posibilidad de
que la CS pueda alterar los hechos, sólo para establecerlos de una manera distinta, a partir de la
correcta aplicación de las leyes reguladoras de la prueba que habían sido infringidas. Esto no significa
que en la casación en el fondo pueda admitirse una nueva prueba, sino que al acogerse el recurso, por
infracción a las leyes reguladoras de la prueba, la CS tiene que dar por establecidos nuevos hechos,
haciendo una adecuada aplicación de estas leyes, con lo cual tendrá que variar forzosamente la
conclusión o parte resolutiva, que deberá contener la nueva sentencia de reemplazo.
En definitiva, lo relevante es que producto de la infracción de una norma reguladora de la
prueba, por vía consecuencial, se ven alterado los hechos de la causa, y aplicando correctamente esas
normas, la CS señalará que los hechos no concurrieron en la manera que estimaron los tribunales de
instancia, por una incorrecta interpretación de las normas reguladoras de la prueba.
4. ETAPAS, MOMENTOS O FASES DE LA PRUEBA
Este tema dice relación con el desarrollo de la prueba, es decir, con el conjunto de fases que
comprende la actividad probatoria. Estas etapas dependen de cada procedimiento en particular, sin
embargo, es posible establecer un procedimiento o esquema común, a saber:
i. Proposición. Cada vez que un litigante pretende incorporar algún medio de prueba para
demostrar sus afirmaciones, debe proponerlo al tribunal de acuerdo al sistema judicial que
exista en ese momento (incorporación de los medios de prueba). Es decir, esto alude al acto
por el cual las partes solicitan que se admita un medio probatorio determinado, y en el juicio
ordinario, el momento para proponer cada medio de prueba en particular, es diferente; así,
por ejemplo, la oportunidad para ofrecer la prueba testimonial es dentro de los cinco días
siguientes a la notificación (por cédula) de la resolución que recibe la causa a prueba, o dentro
de los cinco días siguientes a la notificación de la resolución que se pronuncie sobre la última
solicitud de reposición (en contra de la resolución que recibe la causa a prueba), esta
proposición se manifiesta presentando una lista de testigos y una minuta de los puntos de
prueba295; en cambio la oportunidad para ofrecer la prueba instrumental y la confesional, es
en cualquier estado del juicio, hasta antes del vencimiento del término probatorio en primera
instancia, y hasta antes de la vista de la causa en segunda instancia.

ii. Admisión. Esto alude a la decisión que el juez debe adoptar respecto de la proposición del
litigante. En general, en materia civil, el juez no tiene mucha opción de aceptar o no un
determinado medio probatorio, a lo más, la ley dispone que cada parte puede presentar seis
testigos, por ende, si un litigante presenta diez, el tribunal le pedirá que disminuya su lista.
Únicamente puede rechazar la petición si el litigante pretende probar hechos que el juez no
determina como controvertidos, es decir, que no estén en la resolución que recibe la causa a
prueba.
Si se dan los requisitos necesarios, el juez ordenará el desarrollo de la prueba por medio de
una resolución que debe notificarse a ambas partes, pues de acuerdo al art. 324 del CPC, toda
diligencia probatoria debe practicarse previo decreto del tribunal que conoce en la causa,

295
El escrito en donde se solicita, tiene la siguiente suma “en lo principal: lista de testigos y citación”; “primer
otrosí: minuta de prueba”, “por tanto: sírvase usía tener por acompañada la lista de testigos”.
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notificado a las partes. Así, por ejemplo, si se admite la prueba testimonial, la resolución
dirá: “téngase por presentada lista de testigo, cítese”; si se trata de un documento, la
resolución dirá: “téngase por acompañado”; si se solicitó la absolución de posiciones: “cítese
a la parte a absolver posiciones en tal día y a tal hora y téngase por acompañado el pliego y
guárdese en custodia”; etc.
iii. Ejecución. Es aquella fase en que se produce la producción o diligenciamiento de la prueba,
de manera que quede legalmente incorporada al proceso. La rendición de la prueba debe
someterse a la ritualidad que la ley establece para su tramitación, así, por ejemplo, puede
establecerse un juramento, levantar un acta, firmarla, etc.

iv. Apreciación o valoración de la prueba. Esta es la etapa más determinante de toda la actividad
probatoria, y se desarrolla en el momento en que el juez debe pronunciar su sentencia. Es en
este momento donde el juez examina la prueba para determinar si lo convence o no y, por lo
mismo, esta fase se conoce como valoración o ponderación de la prueba.
La fuerza probatoria es graduable, así, se distingue entre: la certeza (convicción plena), que
es la máxima seguridad que el juez adquiere respecto de la existencia o inexistencia de un
hecho (por ejemplo, en materia procesal civil, la confesión produce plena prueba respecto de
los hechos confesados); la convicción (semiplena), que implica un grado menor de
convencimiento, pues hay una probabilidad máxima de que el hecho ocurrió, pero con ciertas
reservas mentales (este es el grado de certeza que se exige en materia procesal penal) 296; y la
credibilidad (leve), que es la probabilidad normal de que el hecho haya ocurrido o no.
La regla general, es que el juez debe formarse una conciencia plena sobre la existencia o
inexistencia de los hechos a probar (certeza). Sin embargo, hay casos en que el derecho le
permite fallar al juez contentándose con un juicio de verosimilitud y no de certeza plena, es
decir, el derecho le permite fallar con convicción o credibilidad (son las llamadas pruebas
leviores o prima facie). Por ejemplo, en las medidas precautorias, cuando se busca asegurar
el resultado del juicio, basta con una presunción grave del derecho que se reclama, es decir,
no se exige prueba completa del derecho que se pretende, porque ello implicaría fallar
anticipadamente el pleito (art. 298 del CPC). También en el juicio sumario, pues conforme al
art. 684 inc. I del CPC, en rebeldía del demandado, se recibirá a prueba la causa, o, si el
actor lo solicita con fundamento plausible, se accederá provisionalmente a lo pedido en la
demanda.
5. ELEMENTOS DE LA PRUEBA
La Teoría General de la Prueba considera que son elementos de la prueba: el objeto sobre el
cual debe recaer (¿qué se debe probar?); los sujetos o las personas que deben proporcionarla (¿quién
prueba?); los medios de que se vale el sujeto para probar (¿cómo se prueba?); y su eficacia, esto es,
lo que la prueba vale en definitiva (¿qué valor tiene la prueba?).

296
En efecto, el art. 340 del cpp señala que nadie podrá ser condenado por delito sino cuando el tribunal que lo
juzgare adquiriere, más allá de toda duda razonable, la convicción de que realmente se hubiere cometido el
hecho punible objeto de la acusación y que en él hubiere correspondido al acusado una participación culpable
y penada por la ley. La expresión “más allá de toda duda razonable”, quiere decir que no hay certeza absoluta,
pero hay un grado de convencimiento que depone una duda remota.
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5.1. EL OBJETO DE LA PRUEBA ¿QUÉ SE DEBE PROBAR?


El objeto de la prueba equivale a la materia sobre la cual debe recaer la actividad probatoria,
materia que corresponde a los hechos que se discuten en juicio, hechos que dan origen a la contienda
y que requieren ser probados para que el juez aplique el derecho y dicte el fallo. En general, se prueban
los hechos y no el Derecho; se dice en general, porque la afirmación anterior no es absoluta, en ambos
sentidos, esto es, no todos los hechos se prueban, y hay casos en que se prueba el Derecho.
a. Hechos que requieren prueba
Los hechos que son objeto de prueba deben reunir ciertos requisitos, los cuales se extraen del
art. 318 inc. I del CPC, el cual dispone que concluidos los trámites que deben preceder a la prueba,
ya se proceda con la contestación expresa del demandado o en su rebeldía, el tribunal examinará por
sí mismo los autos y si estima que hay o puede haber controversia sobre algún hecho substancial y
pertinente en el juicio, recibirá la causa a prueba y fijará en la misma resolución los hechos
substanciales controvertidos sobre los cuales deberá recaer. En concreto, los hechos deben ser:
i. Hechos controvertidos o litigiosos. Un hecho es controvertido cuando una parte lo alega y la
otra lo impugna u objeta, es decir, lo niega o lo pone en duda. Por lo tanto, no son
controvertidos los hechos cuando se aceptan o cuando no son contradichos o, también,
cuando ellos son inverosímiles o imposibles (aunque no es tan absoluto en este último caso).
El profesor LUHRS señala que un hecho controvertido es el que no está aceptado, lo que no
necesariamente implica la existencia de una controversia o diferencia de opinión, es
simplemente no aceptar, dentro de lo cual se incluye guardar silencio, pues el simple silencio
también implica un hecho controvertido, ya que hay que recordar que quien calla se entiende
que está negando.

ii. Hechos sustanciales Esto significa que los hechos deben ser relevantes, es decir, que su
existencia o inexistencia sea determinante para aceptar o desechar las pretensiones de las
partes. Lo insustancial, entonces, es aquello que no tiene importancia para la materia
debatida, puede estar dentro del contexto, pero no es importante.

iii. Hechos pertinentes. Esto es, los hechos deben estar conectados o relacionados con el objeto
principal del pleito.
Por lo tanto, la prueba recae sobre los hechos controvertidos, sustanciales y pertinentes, que
están incluidos en la resolución que recibe la causa a prueba. Al respecto, los profesores FORTTES y
NÚÑEZ señalan que más que los hechos, lo que se prueba son las afirmaciones de las partes relativas
a los hechos, si ocurrieron o no, o la forma en que ocurrieron. Por eso ahora se ha comenzado a hablar
de “confirmación”, en vez de “período de prueba”, porque lo que se hace es confirmar las
afirmaciones fácticas de las partes.
b. Hechos que no requieren prueba

i. Hechos admitidos o consentidos. Son aquéllos respecto de los cuales no existe una controversia,
ya que han sido admitidos por las partes. El carácter de hecho consentido se deduce de lo expuesto
en el art. 313 del CPC, es decir, cuando el demandado acepta llanamente las peticiones del
demandante, o si en sus escritos no contradice en materia substancial y pertinente los hechos
sobre que versa el juicio…
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ii. Hechos evidentes. Según el profesor FORTTES, son aquellos hechos que surgen de la experiencia,
del conocimiento científico y que forman parte del conocimiento del juez. Son conceptos que
varían según el tiempo, el espacio, la técnica y la cultura; así, por ejemplo, según el desarrollo
científico, hoy es evidente que alguien pueda estar, en un mismo día, en Santiago y en Iquique.
Además, son hechos conocidos por una comunidad amplia de individuos, precisamente por su
carácter de evidente.

iii. Hechos públicos o notorios. Según CARNELUTTI los hechos notorios son aquellos cuya existencia
es conocida por la generalidad de los ciudadanos en el tiempo y en el lugar en que se produce la
decisión. Por ejemplo, que la alcaldesa de Viña del Mar es Virginia Reginato, es un hecho notorio
para los viñamarinos; por lo tanto, es un ámbito de conocimiento más restringido que el de los
hechos evidentes. Se lo caracteriza como un hecho relativo, por estar circunscrito a un grupo de
personas; y por economía procesal, se exime el tener que probarlo ya que se le da valor al
conocimiento común de la gente del lugar y tiempo en que se desarrolla el pleito.
En el CPC el relevo de la prueba en esta clase de hechos sólo aparece consagrado respecto de las
cuestiones accesorias o incidentales que pueden suscitarse en los pleitos (art. 89 del CPC); de lo
que cabe colegir, que en la cuestión principal la prueba de los hechos notorios debería ajustarse
a las reglas generales. Sin embargo, en opinión del profesor ORELLANA, el vocablo hecho notorio
tiene y recibe aplicación en cualquier tipo de procedimiento, incluyendo el juicio principal; en
primer lugar, porque el art. 89 se encuentra ubicado en el Libro I del CPC, en la parte relativa a
las disposiciones comunes a todo procedimiento; en segundo lugar, se da una razón de economía
procesal, porque si el hecho es notorio, no tiene sentido el desgaste judicial probando ese hecho;
y en tercer lugar, por el aforismo jurídico que señala que donde existe la misma razón, debe existir
la misma disposición. No obstante lo anterior, hay casos en que los hechos notorios requieren de
prueba, como por ejemplo, la posesión notoria del estado civil.
Art. 89. Si se promueve un incidente, se concederán tres días para responder y vencido este plazo, haya o
no contestado la parte contraria, resolverá el tribunal la cuestión, si, a su juicio, no hay necesidad de prueba.
No obstante, el tribunal podrá resolver de plano aquellas peticiones cuyo fallo se pueda fundar en hechos
que consten del proceso, o sean de pública notoriedad, lo que el tribunal consignará en su resolución.

iv. Hechos presumidos. De acuerdo al art. 47 del CC, se dice presumirse el hecho que se deduce de
ciertos antecedentes o circunstancias conocidas, es decir, el hecho presumido es aquél que se
deduce de ciertos antecedentes o circunstancias conocidas. En efecto, toda presunción debe
contener los siguientes elementos: un hecho conocido que constituye la base o premisa de la
presunción (hecho base); el elemento lógico o racional, el cual se aplica al hecho conocido, para
unirlo con un hecho desconocido; y por último, está el hecho presumido, que es en un principio
desconocido, pero como consecuencia de la unión de los dos elementos anteriores, pasa a ser un
hecho determinado. Lo que no requiere prueba es el hecho presumido, pero lo que sí se debe
probar, es el hecho base.

Ahora bien, las presunciones pueden ser legales o judiciales. En las presunciones judiciales es el
juez quien determina el hecho base, aplica el raciocinio, y obtiene el hecho presumido; en cambio,
en las presunciones legales es la ley la que establece el hecho base, pues de acuerdo al art. 47 inc.
II del CC, si estos antecedentes o circunstancias que dan motivo a la presunción son
determinados por la ley, la presunción se llama legal.
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v. Hechos negativos. Según ORELLANA, los hechos negativos son aquellos en que existe una
negación de lo afirmado por la otra parte y, por lo tanto, si el demandado en el juicio realiza una
negación de los hechos, no está obligado a probar su negación, es decir, la carga procesal es del
demandante (se invierte la carga de la prueba).

Si bien, en principio, una proposición de carácter negativo no necesita de prueba por la


imposibilidad material que existe para suministrar una prueba semejante, no obstante, según
CASARINO, hay que estar a la naturaleza del hecho negativo que se invoca. Así, si es posible
transformar esa afirmación en una proposición positiva, la parte que invoca el hecho negativo
deberá probar la existencia del hecho positivo (por ejemplo, el demandado sostiene que no tiene
domicilio en Valparaíso, en este caso, nada le impide que rinda prueba acreditando domicilio en
otra ciudad de la República). Por tanto, la prueba del hecho negativo es posible, recurriendo a la
prueba de una afirmación contraria.

vi. Hechos normales. Los hechos normales son los corrientes, habituales o usuales, por ejemplo, no
hay visibilidad perfecta de noche, o que los comerciantes actúan con fines de lucro. Ellos no
son objeto de prueba, ya que deben suponerse según lo que es normal (aquí, nuevamente está
presente el saber privado del juez y sus máximas de experiencia). El profesor FORTTES, señala
que con estos hechos se establece la regla del onus probandi, puesto que quien alega lo normal
no necesita probar, sino que quien deberá probar es el que alegue la anormalidad.

El profesor ALFARO recalca que el criterio para distinguir entre hechos normales y hechos
evidentes, está en que los hechos evidentes no admiten prueba en contrario, mientras que los
hechos normales, en principio, sí la admiten.

c. Prueba del derecho


Por regla general, la controversia sobre una regla jurídica (derecho) no necesita prueba, pues
sobre la base de la presunción que establece el art. 8º del CC (nadie podrá alegar ignorancia de la
ley después que ésta haya entrado en vigencia), no cabe exigir que se acredite la existencia del
Derecho, ya que la ley se presume conocida por todos y, con mayor razón, por el juez ante quien se
la hace valer. Rige, así, en materia judicial el principio de que el juez conoce el derecho (iura novit
curia) y es por eso que no se exige una demostración material, sino que intelectual.
Según GUASP, la regla general de que el Derecho no se prueba, se aplica al Derecho interno,
escrito y general, caso en el que frecuente y naturalmente se encuentra a ley. Por tanto, cuando no se
dan esos supuestos, el Derecho requiere ser probado, lo cual se da en los siguientes casos:
i. Derecho extranjero. La presunción de conocimiento del art. 8º del CC, sólo es aplicable al
Derecho interno, por tanto, cuando alguna de las partes invoca como fundamento de su
pretensión alguna norma extranjera, debe acreditar su existencia y validez en el derecho
interno. Sin perjuicio de que nuestra legislación admite que el Derecho extranjero puede ser
acreditado por cualquier medio, el CPC contempla una forma ideal, cual es, el informe
pericial (los peritos serán abogados de Derecho internacional privado), correspondiéndole al
juez establecer o determinar su sentido o alcance.

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En doctrina se ha planteado el problema de que una cosa es que se compruebe la existencia y


vigencia de una norma de derecho extranjero, y otra es la libertad que tenga el juez para
interpretar esa disposición legal, para establecer el correcto sentido y alcance de esa norma
extranjera. Ese conocimiento sobre interpretación de esa norma no lo tendrá el juez, pero lo
más probable es que el informe pericial contenga dicha información.

ii. La costumbre (no es escrito). La costumbre debe ser probada en los casos en la que ella
constituye Derecho, que en materia civil ocurre cuando la ley se refiere a ella (art. 2º del CC),
y en materia comercial, de manera subsidiaria (en silencio de la norma). La prueba de la
costumbre se suministra acreditando los hechos constitutivos de la misma, y si ésta es
comercial, al tenor de lo que prescribe el art. 5º del CCO.

Art. 2. La costumbre no constituye derecho sino en los casos en que la ley se remite a ella.

Art. 4. Las costumbres mercantiles suplen el silencio de la ley, cuando los hechos que las constituyen
son uniformes, públicos, generalmente ejecutados en la República o en una determinada localidad, y
reiterados por un largo espacio de tiempo, que se apreciará prudencialmente por los juzgados de
comercio.

Art. 5. No constando a los juzgados de comercio que conocen de una cuestión entre partes la
autenticidad de la costumbre que se invoque, sólo podrá ser probada por alguno de estos medios:
1. Por un testimonio fehaciente de dos sentencias que, aseverando la existencia de la costumbre,
hayan sido pronunciadas conforme a ella;
2. Por tres escrituras públicas anteriores a los hechos que motivan el juicio en que debe obrar la
prueba.

iii. Normas especiales o excepcionales (no es general). Esto no se aplica en nuestro país, ya que
la presunción del art. 8º del CC no distingue.

5.2. LOS SUJETOS DE LA PRUEBA ¿QUIÉN DEBE PROBAR?


El segundo elemento de la prueba dice relación con los sujetos, es decir, con las personas a
quienes incumbe proporcionar la prueba. En materia procesal civil, la responsabilidad de acreditar y
convencer al juez sobre la existencia de los hechos invocados en el proceso, recae en las partes
litigantes; pues son ellas las que introducen los hechos al proceso a través de sus escritos, y es por
ello que deberán probarlos a través de los medios de prueba que contempla el ordenamiento
jurídico297.
GUASP, en este punto, distingue tres sujetos (que son los propios de todo acto procesal): el
sujeto activo, esto es, el que ejecuta las actividades probatorias; el sujeto pasivo, es decir, la parte
contraria a la que toma la iniciativa de la prueba; y el destinatario, esto es, a quien van funcionalmente
dirigidas las pruebas.
i. Sujeto activo. En el proceso civil rige el principio dispositivo, por lo que es un derecho o
facultad de las partes acreditar la veracidad de los hechos en que fundan sus pretensiones o
contrapretensiones. Ahora bien, antes de proponer la prueba al tribunal, es necesario

297
En materia penal, la investigación de los hechos constitutivos de delito se encarga al Ministerio Público, que
es un órgano autónomo y jerarquizado, encargado de buscar, presentar, aportar e incorporar las pruebas.
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determinar a quién de las partes litigantes le corresponde el onus probandi o carga de la


prueba, es decir, la carga procesal de probar un determinado hecho ante los tribunales. La
importancia de determinar el sujeto sobre quien recae la carga de la prueba, radica en que
si él sujeto no es capaz de provocar en el juez la convicción sobre la existencia de los hechos
que invoca, entonces verá fracasar su pretensión. El profesor FORTTES recalca que esto
cobra especial importancia en el momento en que el juez dicta la sentencia, porque si al
analizar el caso observa que hay hechos que debieron ser probados y que no lo fueron,
deberá saber quién tenía la obligación de probarlos, para poder aplicarle a ese sujeto las
consecuencias perjudiciales de esa omisión.
El profesor FORTTES señala que nuestro sistema tiene reglas poco claras en relación a la
carga de la prueba, pues la única disposición que se refiere al tema es el art. 1698 del CC,
que señala que incumbe probar las obligaciones o su extinción, al que alega aquéllas o
ésta298. Pero el problema de este artículo, es que se refiere exclusivamente a la obligación,
y no todo hecho a probar en el proceso es una obligación; sin embargo, se ha establecido
que dicha regla se extiende también a los hechos. Por lo tanto, la regla general en materia
procesal, es que corresponde probar la existencia de un hecho o su extinción al que alegue
aquél o ésta y, por consiguiente, la carga de la prueba no depende de la calidad de
demandante o demandado, sino que depende de lo que se alegue (existencia o extinción de
un hecho)299.
Excepcionalmente el juez puede asumir el rol de sujeto activo y tener iniciativa probatoria.
Este es el caso de las medidas para mejor resolver, pues de acuerdo al art. 159 del CPC, los
tribunales, sólo dentro del plazo para dictar sentencia, podrán dictar de oficio medidas para
mejor resolver; también, el juez tiene iniciativa probatoria respecto de la conciliación, pues
de acuerdo al art. 266 del CPC, el juez de oficio ordenará agregar aquellos antecedentes y
medios probatorios que estime pertinentes 300.

ii. Sujeto pasivo. El sujeto pasivo de la prueba es la parte contraria a la que toma la iniciativa
de la prueba. En Chile no hay "prueba sorda", es decir, de acuerdo al art. 324 del CPC, toda
diligencia probatoria debe practicarse previo decreto del tribunal que conoce en la causa,
"notificado a las partes".

iii. Destinatario de la prueba. El destinatario de la prueba siempre es el juez, aunque la iniciativa


le haya correspondido a él mismo. Es por ello que GUASP sostiene que la prueba se hace
para convencer al juez, más que para satisfacer al adversario.

298
En materia procesal penal, el onus probandi se traduce en que toda persona se presume inocente, hasta que
se demuestre su culpabilidad.
299
Aquí hay que recordar la situación del hecho normal, en cuanto a que la carga de la prueba la tiene quien
alegue que las cosas sucedieron de manera distinta a como normalmente suceden, pues lo normal se presume y
lo anormal se prueba. Así, se parte de la premisa de que lo normal o corriente es que las personas se encuentren
exentas de vínculos obligacionales, y lo excepcional o anormal, es que las personas estén sujetas a obligaciones.
300
Algunos señalan que quienes tienen que desarrollar la actividad probatoria son las partes y si no asumen
dicha carga, el juez no tiene porque suplir aquello; de hecho, se ha llegado a sostener que las medidas para
mejor resolver serían inconstitucionales, ya que el juez dicta estas medidas porque tiene dudas, y si tiene dudas,
no tendría que dar lugar a lo pedido y debiera absolver al demandado. Otros, en cambio, dicen que el juez no
debe tener un papel pasivo, sino que debiera buscar la verdad, y si las partes no colaboran, él debe suplir la
omisión de las partes.
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5.3. LOS MEDIOS DE PRUEBA ¿CÓMO SE PRUEBA?

a. Concepto
Los medios de prueba son aquellos elementos a través de los cuales se busca obtener la
convicción del juez acerca de un hecho que se alega. Desde el punto de vista de su contenido, los
medios probatorios pueden consistir en:
i. Personas. Las personas son medios probatorios cuando emiten declaraciones sobre la
existencia o inexistencia de algún hecho, o sobre aspectos técnicos que requieren
conocimientos especiales. Estos medios son: la confesión, los testigos y el peritaje.

ii. Objeto o cosas. Se trata de elementos que ocupan un lugar en el tiempo y en el espacio y que
son idóneos para acreditar la existencia un hecho. Estos medios de prueba están presentes en:
los documentos y en la inspección personal del tribunal301.

iii. Actividades intelectuales. También se le denomina prueba actual, y se refiere a las


presunciones, indicios o conjeturas.
El profesor FORTTES, en cuanto a la pregunta de cómo se prueba, señala que se prueba con
fuentes y medios probatorios. La fuente de prueba corresponde a un concepto extrajurídico, es decir,
pertenece a una realidad anterior al proceso y, por lo tanto, existen con independencia de éste; así,
todo lo que existe en el mundo (personas, cosas, etc.) pueden llegar a ser fuentes de prueba. En
cambio, los medios de prueba corresponden a un concepto propiamente procesal (supone la existencia
de un proceso), y consisten en la incorporación al proceso de las fuentes de prueba, cumpliendo con
todas las formalidades que el legislador establece; en otras palabras, el medio de prueba es una fuente
de prueba incorporada al proceso, por la vía de las reglas y las formalidades establecidas por el
legislador. Lo que regula la ley son los medios de prueba, y no las fuentes; es por ello que los medios
de prueba se deben establecer de un modo genérico, de tal manera que permitan comprender dentro
de ellos a la mayor parte de las fuentes de prueba posibles.
b. Enumeración de los medios de prueba
Nuestra legislación reconoce como medios de prueba a los enumerados en los arts. 1698 inc.
II del CC y en el 341 del CPC.
Art. 1698. Incumbe probar las obligaciones o su extinción al que alega aquéllas o ésta.
Las pruebas consisten en instrumentos públicos o privados, testigos, presunciones, confesión de parte,
juramento deferido, e inspección personal del juez.

Art. 341. Los medios de prueba de que puede hacerse uso en juicio son: instrumentos; testigos; confesión de
parte; inspección personal del tribunal; informes de peritos; y presunciones.

301
Como se verá al analizar los medios de prueba en particular, si se trata de bienes muebles, estos pueden
llevarse ante el juez (documentos), en cambio si se trata de inmuebles, se requiere que el juez se desplace al
lugar en donde se sitúa éste (monumentos), es decir, se requiere una inspección por parte de éste. No obstante,
también existe prueba monumental en muebles, por ejemplo una nave.
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Como se puede apreciar, el CPC innovó respecto del CC en dos sentidos: no consideró el
juramento deferido e incorporó el informe de peritos 302; y alteró un tanto el orden en que figuran los
medios de prueba en el CC, pero sin que ello tenga importancia alguna en cuanto a su admisibilidad
y fuerza probatoria, pues se trata de simples enumeraciones que no establecen un orden de preferencia
(no existe un medio probatorio que tenga más valor que el resto).
En nuestro ordenamiento jurídico sólo existen estas dos disposiciones respecto a cuáles son
los medios de prueba que deben admitirse en los procesos jurisdiccionales y, por los términos en que
se encuentran concebidas, dan una idea de taxatividad, pero ¿son o no taxativas estas normas? ¿De
qué manera se puede incorporar al proceso una fuente de prueba que no quede comprendida en alguno
de los seis medios de prueba que establece el CC y el CPC? Al respecto, existen dos posturas:
i. Una tesis, que ha sido acogida en tribunales, señala que esta enumeración es taxativa, por
tanto, las otras fuentes de prueba pueden ser incorporadas al proceso asimilándolas al medio
de prueba con el que tenga características más comunes. Así por ejemplo, si se quiere
presentar una maqueta, se la presentará a través un testigo o un perito; o un video, como un
instrumento; etc.

ii. Otros, en cambio, sostienen que la numeración no es taxativa, por lo siguiente:


- Si fuese taxativa, sería una norma prácticamente inconstitucional, puesto que la CPR
asegura a todas las personas el derecho al debido proceso, que implica, entre otras
cosas, probar de cualquier forma.
- Existen disposiciones contenidas en otros cuerpos legales, o en el mismo CPC, que no
contemplan un sistema taxativo, o establecen medios de prueba especiales. Así, por
ejemplo, el art. 295 del CPP dispone que todos los hechos y circunstancias pertinentes
para la adecuada solución del caso sometido a enjuiciamiento, podrán ser probados por
cualquier medio producido e incorporado en conformidad a la ley; el art. 16 de la Ley
sobre Procedimiento ante los Juzgados de Policía Local, señala que el Juez podrá
decretar en todos los asuntos de que conozca, durante el transcurso del proceso, las
diligencias probatorias que estime pertinentes; y el art. 266 del CPC, respecto de la
conciliación, no se circunscribe a los medios de prueba legales, pues el juez de oficio
ordenará agregar aquellos antecedentes y medios probatorios que estime pertinentes.
Por otra parte, el art. 427 inc. I del CPC, incorporó como medio de prueba a los
certificados expedidos en el proceso por un ministro de fe, en virtud de la orden de un
tribunal competente; y el inc. II de dicha disposición establece como medio de prueba
a la sentencia judicial, respecto de los hechos declarados como verdaderos en otro
juicio entre las mismas partes303.

302
El juramento deferido implicaba que una de las partes presentará una solicitud, con el objeto de que se
ordenará a la contraria a prestar juramento respecto de un hecho, y si se negaba a jurar, era una prueba en contra.
Sin embargo, la parte solicitante quedaba sujeta al riesgo de que se estableciera como cierto todo lo que la parte
contraria formulare en su declaración (tanto hechos favorables, como perjudiciales); es por esta razón que este
medio probatorio cayó en desuso. Esto se diferencia del juramento referido, en que el juez obligaba a declarar
bajo juramento
303
Algunos señalan que el art. 427 del CPC no establece un nuevo medio de prueba, sino que el legislador se
limitó a establecer una exención de prueba, puesto que determinados hechos (incs. I y II) se reputan verdaderos
para estimarlos como base de presunción. Por tanto, se puede probar que no existió el hecho base de la
presunción, o que la conclusión a la que arriba el juez (hecho presumido) no es consecuencia necesaria del
hecho base.
417
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Art. 427. Sin perjuicio de las demás circunstancias que, en concepto del tribunal o por
disposición de la ley, deban estimarse como base de una presunción, se reputarán verdaderos
los hechos certificados en el proceso por un ministro de fe, a virtud de orden de tribunal
competente, salvo prueba en contrario.
Igual presunción existirá a favor de los hechos declarados verdaderos en otro juicio entre las
mismas partes.

- Por último, también se señala como argumento a la realidad práctica, que ha ido
poniendo a disposición del hombre tecnología no prevista a la época de dictación del
Código, por ejemplo, las reproducciones sonoras o audiovisuales. No obstante, la
normativa legal también ha ido incorporando algunos de estos modernos medios, así,
por ejemplo, lo ha hecho el art. 54 inc. I de la ley 19.968 que creó los tribunales de
familia, el cual señala que podrán admitirse como pruebas: películas
cinematográficas, fotografías, fonografías, video grabaciones y otros sistemas de
reproducción de la imagen o del sonido, versiones taquigráficas y, en general,
cualquier medio apto para producir fe.

c. Clasificación de los medios probatorio

i. Atendiendo al momento en que tiene lugar, se distingue entre medios probatorios preconstituidos
y circunstanciales. Los medios probatorios preconstituidos, son aquellos que las partes crean al
momento de la celebración de un acto jurídico con el objeto de proporcionarse, de antemano, un
elemento de convicción para el eventual caso de una contienda judicial posterior; por ejemplo,
las partes pueden celebrar un contrato por escrito, a pesar de no ser necesario (como la
compraventa de un mueble que valga menos de dos UTM). Medios probatorios circunstanciales
(o prueba constituyente), son aquellos en virtud de los cuales el hecho se reconstruye en base a
medios coetáneos a la discusión jurídica, por ejemplo, la prueba testimonial, la confesión de la
parte, el informe de peritos, etc.

ii. En cuanto a la relación del juez y el hecho a probar, el profesor FORTTES distingue entre medios
probatorios directos o de percepción, indirectos o de representación, y de inducción. Los medios
probatorios directos son aquellos en que el juez percibe la prueba en forma inmediata (por
ejemplo, la inspección personal del tribunal) 304. Los medios probatorios indirectos, son aquellos
que permiten formar la convicción del juez, sobre el hecho cuestionado, a través de la percepción
o conocimiento de terceros; o sea, permiten que el juez acceda a la cosa o persona que es objeto
de la actividad probatoria, por medio de la declaración o informe de terceras personas (por
ejemplo, la prueba testimonial, la prueba pericial, etc.). Y los medios de prueba de inducción,
que son aquellos que permiten al juez, a partir de ciertos hechos conocidos, inferir o deducir
algunos hechos desconocidos (por ejemplo, la prueba de presunción).

iii. Atendiendo a si son suficientes por sí solos para acreditar el hecho controvertido, los medios
probatorios se clasifican en: medios probatorios que hacen plena prueba, que son aquellos que
por sí solos acreditan la efectividad del hecho cuestionado, sin necesidad de ir unidos o

304
El profesor ALFARO también considera a aquellos medios en los cuales la relación entre el juez y el hecho
es de primera fuente, como un testigo presencial o un documento donde consta el acto (el juez llega al hecho a
través de un primer eslabón).
418
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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condicionados a otras circunstancias (por ejemplo, la escritura pública por sí sola da constancia
de la existencia de un contrato de venta de un bien raíz; la confesión que recae sobre hechos
personales del confesante); y los medios probatorios que hacen semi plena prueba, que son
aquellos que por sí solos no son suficientes para dar por establecido y probado un hecho y que,
por tanto, requieren de la concurrencia de otro medio probatorio para que así la prueba sea
completada (por ejemplo, el informe pericial debe ir unido a la declaración del perito en el juicio;
la declaración de testigos de oídas, de acuerdo al art. 383 del CPC)305.

Art. 383. Los testimonios de oídas, esto es, de testigos que relatan hechos que no han percibido por sus
propios sentidos y que sólo conocen por el dicho de otras personas, únicamente podrán estimarse como
base de una presunción judicial.
Sin embargo, es válido el testimonio de oídas cuando el testigo se refiere a lo que oyó decir a alguna de
las partes, en cuanto de este modo se explica o esclarece el hecho de que se trata.

iv. Atendiendo al elemento que proporciona la prueba, se distingue entre: prueba personal,
que es aquella que consiste en declaraciones de personas (si el sujeto es una parte, se estará en
presencia de una confesión; si es un tercero absoluto, se estará ante un testigo; y si es un tercero
absoluto con conocimiento de ciencia o arte, se estará ante un perito); y prueba real, que es
aquella que está constituida por cosas u objetos (por ejemplo, la prueba documental, la
inspección personal del tribunal). Se excluyen de una y otra clasificación, la actividad de
raciocinio que desarrolla el juez, que está constituida por las presunciones judiciales.

v. Atendiendo a la cuestión que se prueba, se distingue entre: prueba principal, que es aquella que
sirve para fundamentar los hechos en que se basa la pretensión, la médula del pleito; y prueba
accesoria, que es aquella que tiene por objeto acreditar circunstancias accidentales a los hechos
fundamentales (es propia de los incidentes).

vi. Atendiendo a cómo el juez capta los hechos que se acreditan por los medios de prueba, se
distingue entre prueba histórica y prueba crítica. La prueba histórica es aquella en que la
captación del hecho a probar se produce por medio de una percepción sensorial directa o
indirecta del juez; el juez aquí es un verdadero historiador, reconstruye los hechos para efectos
del proceso, y ello lo efectúa de manera directa (inspección personal del tribunal), u oyendo a
las personas y examinando documentos (indirecta). En la prueba crítica, en cambio, el hecho a
probar se obtiene por deducciones o inducciones, por medio de procesos de raciocinio (este es
el caso de las presunciones judiciales).

vii. En materia procesal penal, se distingue entre prueba de cargo y de descargo. La prueba de cargo
tiene por finalidad acreditar la existencia de los elementos que configuran la responsabilidad
penal; mientras que la prueba de descargo, tiene por objeto acreditar la no existencia de un delito,
o de una eximente o circunstancia modificatoria de la responsabilidad penal.

305
Esta clasificación responde a un régimen probatorio de carácter legal o tasado, pues en un sistema de libre
convicción estas distinciones no se van a producir, ya que el tribunal podrá apreciar los medios de prueba en la
forma que le parezca y, por tanto, eventualmente podrá darse el caso que su decisión descanse en una
declaración de un testigo de oídas, sin que exista otro medio de prueba en que se apoye.
419
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5.4. EFICACIA DE LOS MEDIOS DE PRUEBA ¿QUÉ VALOR TIENE LA PRUEBA?


Valorar la prueba significa determinar el grado de convicción que suministra el medio
probatorio, en cuanto a la existencia o inexistencia del hecho alegado (valoración individual), y la
fuerza probatoria de los medios entre sí (valoración comparativa de los medios prueba).
El resultado de esta actividad es el establecimiento de la verdad de los hechos introducidos al
proceso por parte de los litigantes ¿De qué verdad se habla? La doctrina distingue, fundamentalmente,
dos tipos de verdades: la verdad material y la verdad jurídica. La verdad material o real corresponde
a la reconstrucción de los hechos tal como han ocurrido en la realidad; por tanto, este tipo de verdad
se da en los sistemas en que el juez tiene atribuciones de iniciar y sustentar facultativamente la
investigación de los hechos y decidir cuáles de ellos deben ser investigados y de qué elementos
probatorios dispondrá para establecer la verdad. Mientras que en la verdad jurídica o formal, la
existencia o inexistencia de los hechos se obtiene mediante la combinación de los medios probatorios
aportados por las partes o terceros, y de la aplicación de las normas legales que el juez hace a esos
elementos; es decir, es una verdad que emana del proceso. Se supone que la verdad material será más
auténtica que la verdad formal, porque el juez desde su posición imparcial estatal, responsable de
dictar justicia, se preocupará de que su decisión acerca de la cuestión sometida a su conocimiento, se
base en una verdad más cercana a lo que realmente ocurrió; a diferencia de un sistema en donde no
tiene las facultades para realizar la investigación en la forma en que a él le parece.
Ahora bien, el resultado de la valorización de cada medio y de su análisis comparativo,
dependerá del sistema probatorio de que se trate. Los sistemas de valoración de la prueba
corresponden al conjunto de normas y principios que regulan la valoración de los medios probatorios
presentados en el proceso. En doctrina se distinguen diversos sistemas para apreciar la eficacia
probatoria de los medios de prueba, y la principal clasificación distingue entre: prueba legal o tasada,
prueba libre o moral, y sistemas intermedios (combina ambos regímenes), siendo el más importante,
el sistema de la sana crítica.
a. Sistema de prueba legal o tasada
Es un sistema de valoración de la prueba que se caracteriza porque el legislador enumera
taxativamente los medios probatorios que las partes pueden utilizar en juicio y señala, al mismo
tiempo, la eficacia probatoria que cada medio posee en particular. En este sistema toda la actividad
probatoria está regulada por el ordenamiento jurídico, es decir, la ley determina el modo de proponer
los medios de prueba (proposición), la decisión que el juez debe adoptar respecto de la proposición
del litigante (admisión), la producción de la prueba (ejecución), y señala el valor o fuerza de cada uno
de ellos en forma anticipada, y la apreciación comparativa con los demás medios (valoración).
Este sistema surgió con las corrientes que desconfiaban del juez y que intentaban, por ende,
eliminar la actividad discrecional de éste; así, el legislador sustituyó al juez en la apreciación del
mérito del proceso, y le impuso una valoración anticipada y abstracta. Por lo tanto, lo que caracteriza
a este sistema, es que la ley valora en forma anticipada o a priori la prueba que se va a rendir en el
proceso, de manera que el juez es mero aplicador de esas normas; por ello se dice que es un sistema
apriorístico basado en la ley.

420
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Las ventajas que presenta este sistema son:


i. Otorga certeza a las partes de cuál será el criterio que el juez empleará para valorar cada medio.
Por lo tanto, les permite a éstas predecir o anticipar el resultado del proceso, de acuerdo a la
actividad desplegada en el mismo y, además, elimina la incertidumbre que genera el sistema de
la libre o íntima convicción.

ii. Produce uniformidad, ya que todos los medios se valorarán de la misma forma y producirán la
misma fuerza probatoria; en otras palabras, no habrá una variación en la manera de valorar entre
una u otra controversia.

iii. Este sistema permanece en el tiempo, pues dura mientras rija la ley.
No obstante, también presenta desventajas, cuales son:
i. Es imposible que la ley pueda ponerse en todas las situaciones que puedan llegar a plantearse en
un proceso determinado.

ii. Reduce la actividad del juez a mero aplicador de las normas, no reconociendo la percepción que
pueda haber tenido del material probatorio producido en el proceso. Se dice que el juez queda
como un “prisionero de la norma”, ya que se le priva la posibilidad de asumir y valorar la prueba.

b. Sistema de libre valoración o convicción


Es un sistema de valoración de la prueba que se caracteriza porque el legislador entrega
libertad al juez para efectuar la valoración de la prueba rendida, y porque no determina los medios
probatorios que las partes pueden utilizar. Por lo tanto, en este sistema no se concibe la posibilidad
de que el tribunal rechace un medio de prueba, ya que se da por supuesto que las pruebas que
presenten las partes deben ser pertinentes; sin embargo, puede rechazarse un medio probatorio por
considerarse ilícito (por ejemplo, la confesión obtenida con tortura, un documento encontrado como
consecuencia de un allanamiento ilegal).
El legislador le da un “permiso en blanco” al juez, de manera que teóricamente puede llegar
a una conclusión conforme al mérito de la prueba rendida, o sin considerar la prueba rendida y
apoyarse en su saber privado, o lo que es más grave, contraviniendo las conclusiones que arroja la
prueba rendida. Por lo tanto, lo único que interesa, es que el juez manifieste que ha adquirido la
convicción sobre la existencia o no de los hechos, sin siquiera estar obligado a fundar dicha
convicción al momento de dictar sentencia; basta que en su sentencia de por establecido o no los
hechos, pero no está obligado por la ley a señalar el porqué de ello (un razonamiento). No obstante
esa posibilidad teórica, hace bastante tiempo se ha establecido el principio de que los jueces deben
fundamentar sus sentencias, es decir, debe hacer un análisis respecto de las pruebas.
El más evidente peligro de este sistema, es que la discrecionalidad derive en arbitrariedad,
esto porque el juez puede fallar contra la prueba rendida en el expediente, conforme a un saber
privado, etc. Además, no otorga criterios objetivos ni elementos mínimos de certeza sobre la fuerza
probatoria de cada medio (provoca incertidumbre en las partes respecto del resultado del juicio); y,

421
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por último, se critica el hecho de que el juez supla con su conducta la omisión de la actividad
probatoria de las partes.306
c. Sistema intermedio: sana crítica
Los sistemas intermedios tienen por finalidad salvar las críticas que presentan los dos
sistemas anteriores, y el más importante o más conocido es el sistema de la sana crítica 307. Este sistema
se caracteriza porque el legislador faculta al juez para que valore los medios probatorios con libertad,
pero sin contradecir los principios de la lógica, las máximas de experiencia y los conocimientos
científicamente afianzados.
Es un sistema intermedio, ya que la ley entrega a libertad al juez para que aprecie el valor de
los medios probatorios, pero, a su vez, le impone como límites a reglas con base lógica y objetiva, y
flexibles, pues se adaptan a las circunstancias concretas. Este sistema se asemeja a la libre convicción
y a la prueba en conciencia, sin embargo, presenta diferencias muy marcadas:
i. Como se dijo, la libre convicción es aquel sistema en donde el juez adquiere el
convencimiento de la verdad con la prueba de autos, fuera de la prueba de autos y aun contra
la prueba de autos; o en circunstancias que le consten por su saber privado. Por otro lado, no
es necesario que la construcción lógica sea perfecta y susceptible de ser controlada a
posteriori, basta con que el magistrado afirme que tiene la convicción moral de que los hechos
han ocurrido de tal manera, sin que se vea en la necesidad de desarrollar lógicamente las
razones que le conducen a la conclusión establecida. En cambio, cuando se exige al juez que
valore según la sana crítica, el razonamiento que exponga en su sentencia tiene que contener
el sustento lógico y su experiencia, lo que atenúa la excesiva libertad del sistema de la libre
convicción; y al mismo tiempo, no tiene la rigidez de la prueba legal o tasada.
Cabe decir que el sistema de la sana crítica sólo se refiere a la valoración de la prueba, por
ende, es claro que esta fórmula legal mantiene subsistentes las reglas reguladoras de la prueba,
como las que señalan cuáles son los medios de prueba, las que establecen la forma de
proponerla, su admisibilidad, y la forma de rendir la prueba. Por lo tanto, el juez debe respetar
estas otras normas reguladoras que nada tienen que ver con su apreciación.
ii. Por otro lado, la prueba en conciencia no es un sistema probatorio, sino que un elemento o
criterio de convicción. Según el profesor LUHRS, apreciar la prueba en conciencia es aplicar
los principios de la prudencia y equidad a la valoración la prueba; es decir, estos son los
criterios o elementos que el legislador le entrega al juez para valorar la prueba rendida. Hoy
está en retirada esta idea como criterio de convicción, pues lo que impera es la sana crítica,
ya que la idea es darle más libertades al juez, pero a su vez, restringirlo con reglas objetivas308.

306
El profesor FORTTES señala que este sistema era recogido por el sistema penal antiguo. Hoy, generalmente,
cuando se aplica, se atenúa.
307
COUTURE señala que la sana crítica son las reglas del correcto entendimiento humano, contingentes y
variables en relación a la experiencia del tiempo y del lugar, pero estables y permanentes en cuanto a los
principios lógicos en que se debe apoyar la sentencia.
308
Cosa distinta es el fallo en conciencia, ya que si bien el criterio es el mismo (prudencia y equidad), éste se
utiliza para aceptar o rechazar las pretensiones y contrapretensiones, es decir, resuelve la controversia al margen
de la ley (de acuerdo a la prudencia y equidad, como los árbitros arbitradores); en cambio, la prueba en
conciencia, se refiere a la determinación de la fuerza probatoria de los medios utilizados, no a la solución de la
controversia.
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Los elementos o criterios de convicción que emplea el sistema de la sana crítica, son los
siguientes:
i. Principios de la lógica. La lógica es la ciencia del pensamiento correcto y verdadero. El
pensamiento está correcto cuando hay una coherencia formal entre las proposiciones
formuladas (lógica formal); y es verdadero, cuando el raciocinio corresponda o coincida con
la realidad (lógica material).

ii. Las máximas de la experiencia. Equivalen al saber privado del juez, el cual adquiere en base
a su experiencia práctica de la vida, en base a su contacto con el mundo exterior (traen el
sentido común a la valoración de la prueba).

iii. Los conocimientos científicamente afianzados. En el último tiempo se agrega como un tercer
elemento que influye en la sana crítica, a los conocimientos científicamente afianzados, esto
es, el entendimiento, inteligencia o razón adquirida mediante métodos y técnicas para la
adquisición y organización de dichos conocimientos. El profesor LUHRS señala que dichos
conocimientos pueden provenir tanto de la cultura propia del juez, como de las
investigaciones que haga; por ejemplo, una persona común y corriente no tiene porqué saber
de mecánica automotriz, pero puede suceder que el juez tenga dicho conocimiento, o que se
lo suministren peritos309.
La virtud de este sistema, es que se ata al juez a los elementos antes mencionados, que si bien,
son reglas con base lógica y objetiva, son flexibles y se adaptan a las circunstancias concretas. Así,
al vincular al juez a la lógica, se supera la crítica del sistema de libre convicción judicial; y al
vincularlo a la experiencia, se superan las críticas al sistema legal o tasado (el juez tiene mayor
flexibilidad). No obstante, el juez debe justificar la lógica o coherencia de su raciocinio, y las
conductas uniformes que se repitieron y que consideró como máximas de experiencia, es decir, tiene
la obligación de fundamentar la sentencia. Pues, si no fundamenta su resolución atendiendo
correctamente a los elementos de la sana crítica, se abre paso a la arbitrariedad judicial y a la
incertidumbre de las partes (lo cual constituye una de las principales objeciones a este sistema).
En nuestro sistema procesal, hay menciones expresas e implícitas a la sana crítica en distintas
disposiciones, a saber:
i. En el CPC hay algunos casos específicos en que existe una valoración conforme a la sana
crítica, por ejemplo, el art. 425 señala que los tribunales apreciarán la fuerza probatoria del
dictamen de peritos en conformidad a las reglas de la sana crítica; y el art. 429 inc. II, a
propósito de la impugnación de escrituras públicas por testigos, señala que esta prueba, sin
embargo, queda sujeta a la calificación del tribunal, quien la apreciará según las reglas de
la sana crítica.

ii. El CPP en su art. 297, a propósito de la valoración de la prueba, señala que los tribunales
apreciarán la prueba con libertad, pero no podrán contradecir los principios de la lógica,
las máximas de la experiencia y los conocimientos científicamente afianzado (elementos que

309
Según el profesor NÚÑEZ, los conocimientos científicamente afianzados no son sino un conjunto de
máximas de experiencia aplicadas a un concreto sector de la actividad humana, de modo que sería posible
reducir estos límites a sólo dos: las reglas de la lógica y las máximas de experiencia.
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sin discusión caracterizan por definición el sistema de la sana crítica). Agrega el inc. II que
el tribunal deberá hacerse cargo en su fundamentación de toda la prueba producida, incluso
de aquélla que hubiere desestimado, indicando en tal caso las razones que hubiere tenido en
cuenta para hacerlo310.

iii. La ley 19.968, que creó a Tribunales de familia, en su art. 32 expresa que los jueces
apreciarán la prueba de acuerdo a las reglas de la sana crítica. En consecuencia, no podrán
contradecir los principios de la lógica, las máximas de la experiencia y los conocimientos
científicamente afianzados.
iv. Lo mismo sucede en los procedimientos laborales, pues de acuerdo al art. 456 del Código del
Trabajo, el tribunal apreciará la prueba conforme a las reglas de la sana crítica. Al hacerlo,
el tribunal deberá expresar las razones jurídicas y las simplemente lógicas, científicas,
técnicas o de experiencia, en cuya virtud les asigne valor o las desestime.
En definitiva, la sana crítica en nuestro ordenamiento jurídico ha pasado de ser un sistema
secundario de valoración de la prueba, a uno que se ha abierto paso en muchas e importantes materias,
y seguramente pasará a ser la regla general cuando se apruebe el nuevo CPC.
d. Sistema que rige en Chile
En Chile rige un sistema mixto (no intermedio) o semi-reglado (como dice el profesor
LUHRS), ya que se encuentra reglado en parte y libre en otras. En efecto:
i. En cuanto a la determinación de los medios de prueba, si bien se ha dicho que, en general,
rige un sistema taxativo, los tribunales han admitido medios nuevos por la vía de asimilación
a los ya existentes. Sin perjuicio de esto, el profesor LUHRS señala que existen ciertas y
acotadas materias en las que procede la prueba absolutamente reglada, como por ejemplo, el
caso de los hechos que se deben probar por escritura pública, puesto que no pueden ser
probados por otra forma.

ii. En cuanto al procedimiento, hay una regulación legal que ha establecido las ritualidades en
cuanto a la proposición, admisión y ejecución de los medios de prueba.

iii. Y en lo que dice relación con la valoración, a veces la ley establece el valor de los medios de
prueba en particular y otras veces se le da libertad al juez (por ejemplo, respecto de la
valoración del dictamen pericial). Y en materia de apreciación comparativa, en general, el
juez tiene libertad para valorar.

310
Según el profesor ALFARO, todo medio de prueba tiene por objeto obtener el convencimiento del juez, y
ese convencimiento tiene ciertos límites, y esos límites son, por un lado, lo que ha sido planteado por el
demandante y por el demandado (el juez debe fallar conforme al mérito del proceso), y por otro lado, el
razonamiento del juez debe estar presente en la sentencia, por tanto, debe señalar por qué acepta o no acepta la
prueba. Esto que no está dicho expresamente en materia procesal civil, sí lo está en materia procesal penal,
puesto que el juez tiene que señalar por qué no consideró las pruebas que serán desechadas.
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6. LUGAR, TIEMPO Y FORMA DE LA PRUEBA


La actividad probatoria, como cualquier actuación judicial dentro del proceso, se descompone
en tres grandes dimensiones: lugar tiempo y forma.
6.1. LUGAR
La regla general, es que la prueba, al igual que toda actividad del proceso, se verifique en la
sede del tribunal. Sin embargo, existen excepciones a esta regla, las cuales se explican en situaciones
en que la ley exime a las personas de la carga de concurrir al tribunal; o cuando por la naturaleza del
acto que se va a ejecutar, éste no pueda verificarse en la sede del tribunal. En estos casos, el juez
puede actuar de tres maneras para poder desarrollar las actividades probatorias:
i. Constituyéndose él mismo en el lugar que está fuera del territorio jurisdiccional (trasladarse).
Así, por ejemplo, el art. 403 inc. II del CPC, a propósito de la inspección personal del tribunal,
señala que la inspección podrá verificarse aún fuera del territorio señalado a la jurisdicción
del tribunal.

ii. El juez también puede exhortar al tribunal competente. así, por ejemplo, El art. 371 del CPC,
a propósito de la prueba testimonial, señala que si han de declarar testigos que residan fuera
del territorio jurisdiccional en que se sigue el juicio, se practicará su examen por el tribunal
que corresponda, a quien se remitirá copia de los puntos de prueba fijados (a través de un
exhorto). Lo mismo acontece en la prueba confesional, si la persona reside fuera del territorio
jurisdiccional.

iii. Por último, el juez puede comisionar al secretario u otro ministro de fe (receptor judicial),
para que evacue la diligencia. Así, por ejemplo, el art. 349 inc. IV del CPC, a propósito de
la prueba instrumental, señala que cuando la exhibición (del instrumento) haya de hacerse
por un tercero, podrá éste exigir que en su propia casa u oficina se saque testimonio de los
instrumentos por un ministro de fe; y el art. 389 inc. II del CPC, a propósito de las personas
que se encuentran exentas comparecer en el tribunal a prestar declaración (por ejemplo, el
presidente de la República, los senadores, los diputados, las personas enfermas, etc.), señala
que en los tribunales colegiados se comisionará para esta diligencia a alguno de los
ministros del mismo o al secretario.

6.2. TIEMPO
¿Cuál es el momento propio para desarrollar la prueba? El momento propio es el denominado
término probatorio, el cual, respecto del juicio ordinario, tiene variantes, ya que puede ser: ordinario
(20 días), extraordinario (aumento del término ordinario para rendir prueba fuera del territorio
jurisdiccional o fuera del territorio de la República), y especial (se concede en caso de existir
entorpecimientos para rendir la prueba).
Aunque el momento propio para desarrollar la actividad probatoria es el término probatorio,
es posible encontrar otros momentos en que ella puede efectuarse. Así, se distingue entre: actividades
probatorias con anticipación, las cuales tienen directa relación con las medidas prejudiciales
probatorias, que se justifican en una falta o ausencia previsible del medio probatorio; y actividades
probatorias con posterioridad (después del término probatorio), las cuales dicen relación con las
medidas para mejor resolver.
425
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6.3. FORMA
En cuanto a la forma en que se manifiesta la rendición de la prueba, ésta puede rendirse en
forma oral o escrita, pero como en todo acto procesal, debe dejarse constancia de ella en el proceso.
Así, se habla de escrituración originaria, es decir, actividades que por su propia naturaleza son
escrituradas (por ejemplo, la prueba documental); o de escrituración derivativa, es decir, actividades
verbales de las cuales se deja constancia en un acta que se incorpora al proceso (por ejemplo, la
declaración de testigos, la confesión).
En cuanto al idioma, las actividades se realizan en castellano, lo cual se deduce del art. 382
inc. I del CPC, que establece la posibilidad de hacer uso de un intérprete en la prueba testimonial.
7. IMPERTINENCIA, EXTEMPORANEIDAD, E INADMISIBILIDAD DE LA PRUEBA
Estos son aspectos que dicen relación con la ineficacia de la prueba, es decir, cuando ésta no
es apta para acreditar los hechos.
i. La prueba es impertinente cuando recae sobre hechos que no están relacionados con el objeto
principal del pleito. En estos casos, el juez acoge el medio probatorio y deja su procedencia
o improcedencia para ser calificada al momento del fallo. La razón de lo anterior, es que es
menos dañino acoger una prueba inútil, que correr el riesgo de prejuzgar y privar a una parte
de un medio probatorio; y por otra parte, porque no puede limitarse el derecho de las partes
a probar sus planteamientos, ya que eso puede configurar una causa de casación (art. 795 N°
4 del CPC).
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los
juicios de mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
4. La práctica de diligencias probatorias cuya omisión podría producir indefensión.

ii. La prueba es extemporánea cuando se solicita fuera de los plazos legales; ya sea que se pida
antes de la oportunidad procesal correspondiente (por ejemplo, se solicita prueba testimonial
al contestar la demanda) o después (por ejemplo, se solicita confesión una vez que se cita a
las partes a oír sentencia). Aquí el juez debe resolver de inmediato no admitiendo la práctica
de la prueba, pues la negativa es por razones formales, no de fondo; en estos casos el juez
debe decir: “preséntese o pídase en su oportunidad”, o “no ha lugar por extemporáneo”.

iii. La inadmisibilidad no se refiere al objeto sobre el cual recae la prueba (pertenencia) ni a la


forma u oportunidad (temporalidad), sino que a la procedencia del medio probatorio. Así,
puede que un medio sea pertinente y oportuno, pero inadmisible o improcedente; por ejemplo,
de acuerdo al art. 1701 del CC, la falta de instrumento público no puede suplirse por otra
prueba en los actos y contratos en que la ley requiere esa solemnidad, por tanto, por más que
se acompañe seis testigos y todos ellos estén contestes en que se celebró una compraventa de
un bien raíz, es inadmisible la prueba testimonial, porque la única forma de acreditar ello es
por escritura pública. Otro ejemplo lo contempla el art. 1708 del CC, el cual señala que no se
admitirá prueba de testigos respecto de una obligación que haya debido consignarse por
escrito.

Ante la pretensión de una parte de rendir una prueba inadmisible, hay dudas respecto de la
posición del tribunal: según algunos, el juez en este caso puede resolver de inmediato (in

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limine litis) y rechazar la prueba inadmisible; esto porque se está actuando en base a un texto
legal expreso, y porque se evita rendir una prueba que después será inútil (propende a la
economía procesal). Otros señalan que es mejor resolverlo después (en la sentencia
definitiva), ya que así no se corre el riesgo del prejuzgamiento, y se le hace creer a la parte
que está ejerciendo completamente su derecho a probar.

E. PERIODO DE PRUEBA EN EL JUICIO ORDINARIO

1. CONCEPTO
Agotado el periodo de discusión, es decir, una vez que el demandado ha duplicado o se ha
evacuado este trámite en su rebeldía y, a su vez, evacuado el trámite de la conciliación (la cual no fue
total), el juez tiene que examinar los autos (expediente) para determinar si recibe o no la causa a
prueba. Se entra, por lo tanto, en el periodo de prueba del juicio ordinario, el cual se puede definir,
siguiendo al profesor FORTTES, como aquella fase destinada a que el juez compruebe los fundamentos
de hecho afirmados por las partes en el periodo de discusión.
Con todo, es una fase eventual, o sea, hay ocasiones en que no es necesario recibir la causa a
prueba, puesto que la discusión puede ser netamente jurídica y no sobre los hechos. Además, no es la
única fase en que hay actividad probatoria, así, por ejemplo, los instrumentos se pueden acompañar
desde que se presenta la demanda.
2. LA RECEPCIÓN DE LA CAUSA A PRUEBA

2.1. PRESUPUESTOS
La recepción de la causa a prueba, se encuentra regulada en los arts. 313 y 318 del CPC.
Art. 313. Si el demandado acepta llanamente las peticiones del demandante, o si en sus escritos no contradice
en materia substancial y pertinente los hechos sobre que versa el juicio, el tribunal mandará citar a las partes
para oír sentencia definitiva, una vez evacuado el traslado de la réplica.
Igual citación se dispondrá cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más trámite.

Art. 318. Concluidos los trámites que deben preceder a la prueba, ya se proceda con la contestación expresa del
demandado o en su rebeldía, el tribunal examinará por sí mismo los autos y si estima que hay o puede haber
controversia sobre algún hecho substancial y pertinente en el juicio, recibirá la causa a prueba y fijará en la
misma resolución los hechos substanciales controvertidos sobre los cuales deberá recaer.
Sólo podrán fijarse como puntos de pruebas los hechos substanciales controvertidos en los escritos anteriores a
la resolución que ordena recibirla.

De estas disposiciones se desprende que la recepción de la causa a prueba presupone lo


siguiente:
i. Que se haya agotado el periodo de discusión, es decir, que se haya duplicado o evacuado el
trámite de la dúplica en rebeldía del demandado, y en caso de que se haya reconvenido, que
esté evacuada la dúplica de la reconvención. Y a su vez, tiene que haber sido evacuado el
trámite de la conciliación.

ii. Que existan hechos pertinentes y substanciales, de carácter controvertido. Es un deber para
el juez hacer un examen personal de los autos y determinar si existen esta clase de hechos.

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La jurisprudencia ha reconocido y reiterado este deber, por lo tanto, no puede pedirse


abandono por inactividad de las partes, luego de evacuado el trámite de la dúplica.

iii. Que no se haya renunciado al periodo de prueba, lo cual se puede hacer implícitamente,
cuando el demandado se allana o no contradice los hechos de la contraparte; o expresamente,
cuando las partes piden que el pleito se falle sin más trámite.

2.2. ACTITUDES QUE PUEDE ADOPTAR EL TRIBUNAL


Concluidos los trámites que deben preceder a la prueba, el tribunal debe abandonar su
actividad pasiva y proceder a examinar los autos, para determinar si recibe o no la causa a prueba. En
la duda del juez de recibir o no la causa a prueba, es preferible recibirla, porque se busca ante todo el
derecho de las partes a probar.
De este examen podrá tomar distintas posturas, a saber: puede no recibir la causa a prueba;
puede recibirla y ésta no procede; o puede recibir la causa a prueba.
a. No recibe la causa a prueba
El juez está obligado a recibir la causa a prueba, cuando proceda de acuerdo a la ley, y en
caso de que no lo haga, procede el recurso de casación en la forma, por ser éste un trámite esencial
en el juicio ordinario (arts. 795 Nº 3 y 768 Nº 9 del CPC).
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los juicios de
mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
3. El recibimiento de la causa a prueba cuando proceda con arreglo a la ley.

Art. 768. El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes:
9. En haberse faltado a algún trámite o diligencia declarados esenciales por la ley o a cualquier otro
requisito por cuyo defecto las leyes prevengan expresamente que hay nulidad.

Sin embargo, el juez puede no recibir la causa a prueba en alguna de las siguientes hipótesis:
i. Cuando el demandado acepta llanamente las peticiones del demandante (art. 313 inc. I del
CPC). Esto se justifica porque el demandado está reconociendo en forma expresa los
fundamentos de hecho y de Derecho afirmados por el actor.

ii. Cuando el demandado en sus escritos no contradice en materia sustancial y pertinentes los
hechos sobre los que versa el juicio (art. 313 inc. I del CPC). Como se dijo en su momento,
esta hipótesis no implica que el demandado se allane a las pretensiones del demandante, ya
que puede discutir los fundamentos de derecho de las mismas; sólo significa que acepta los
hechos que el actor expone, discuta o no su calificación jurídica.
En cualquiera de estas hipótesis, no se recibe la causa a prueba, porque el Derecho no se
prueba (iura novit curia).

iii. Cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más trámite (art. 313 inc. II del CPC).
Algunos señalan que las partes son dueñas del proceso y de la prueba, y es por ello que el
legislador les permite renunciar a la actividad probatoria. En este supuesto el juez está
obligado a aceptar la petición, aún en el caso en que creyere que es necesaria la prueba (lo
único que podría hacer, sería decretar una medida para mejor resolver).
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En estas tres situaciones, no hay controversia sobre algún hecho substancial y pertinente en
el juicio, por lo tanto, el juez debe citar a las partes para oír sentencia, una vez evacuado el traslado
de la réplica, es decir, contestada la dúplica o evacuada en rebeldía del demandado (se salta y se omite
el periodo de prueba)311.
Ahora bien, de acuerdo a la primera parte del art. 326 inc. I del CPC, es apelable la resolución
en que explícita o implícitamente se niegue el trámite de recepción de la causa a prueba, salvo el
caso del inc. II del art. 313 (cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más trámite). Se niega
explícitamente, si el tribunal señala de modo directo que no recibirá la causa a prueba, por ejemplo,
cuando una parte pide que se reciba la causa a prueba y el juez provee el “no ha lugar”; y se niega
implícitamente, si el tribunal cita a las partes para oír sentencia. Hay que tener presente, como se dijo
al comienzo, que también cabe el recurso de casación en la forma.
Por otro lado, el precepto señala que no procede la apelación cuando las mismas partes han
renunciado a la prueba y pedido que se falle el pleito sin más trámite. La razón de esto, es que no
puede contravenirse una actuación de las mismas partes, por tanto, si ya renunciaron a la prueba, el
juez no comete agravio al no dar lugar a este trámite (doctrina de los actos propios). En lo que dice
relación con el allanamiento o la no contradicción, sí procede la apelación, porque puede suceder, por
ejemplo, que el allanamiento haya sido parcial.
b. Recepción de la causa a prueba, siendo esta legalmente improcedente
Esto tiene lugar cuando el juez recibe la causa a prueba siendo que no había hechos
sustanciales y pertinentes controvertidos, o cuando la prueba era improcedente por otra causal legal
(por ejemplo, se había renunciado a ella).
En este caso no cabe el recurso de reposición, ya que éste procede en contra de autos y
decretos, y la resolución que recibe la causa a prueba es una sentencia interlocutoria de segunda clase
¿Es susceptible de apelación? El profesor ALFARO señala que aquí hay una discusión: algunos dicen
sí procede, porque por regla general, las resoluciones apelables son las sentencias interlocutorias y
definitivas de primera instancia, y ésta es una sentencia interlocutoria de primera instancia; otros,
en cambio, señalan que no procede por lo dispuesto en el art. 326 inc. II del CPC, el cual, a propósito
de la ampliación de la prueba, establece que son inapelables la resolución que dispone la práctica de
alguna diligencia probatoria y la que da lugar a la ampliación de la prueba sobre hechos nuevos
alegados durante el término probatorio. La razón de esta norma, es que ante la duda de no recibir la
causa a prueba, es mejor dar la posibilidad que no hacerlo, pues se estima que así se resguarda el
derecho de toda parte a probar.
c. Se recibe la causa a prueba
Puede ocurrir que el juez, una vez agotado el periodo de discusión, producto del análisis de
los autos, advierta que hay controversia sobre algún hecho substancial y pertinente en el juicio. En
esta situación, el juez tiene el deber de dictar una resolución (interlocutoria de segunda clase) con la
cual abrirá el período de prueba; y dicha resolución debe contener:

311
El profesor LUHRS señala que en materia de orden público (por ejemplo, la declaración de nulidad del
matrimonio), no basta con dictar la resolución para oír sentencia, ya que hay intereses superiores que están en
juego: por ende, aun cuando no haya hechos sustanciales y pertinentes controvertidos, e interviene el orden
público, el tribunal igualmente debe recibir la causa a prueba.
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i. La orden del tribunal de recibir la causa a prueba, que se materializa en la mención “vistos,
se recibe la causa a prueba”, es decir, analizados los antecedentes del expediente, se recibe la
causa a prueba.

ii. La fijación de los hechos controvertidos pertinentes y sustanciales sobre los que la prueba
recaerá. Estos hechos no son expuestos de una manera técnica, específica o detallada, basta
una exposición general de los mismos; así, por ejemplo, la resolución puede decir: efectividad
de que al momento de producirse la muerte de xxx, éste se encontraba sujeto a vínculo de
dependencia laboral con la empresa demandada; si a raíz del fallecimiento de xxx, la
demandante sufrió perjuicios, y la naturaleza, especie y monto de los mismos, etc.312 ¿Dónde
están los hechos? Los hechos sustanciales y pertinentes contenidos en la resolución, son los
hechos controvertidos en los escritos del periodo de discusión (demanda, contestación,
réplica, dúplica); y si un hecho que reviste estos caracteres tiene lugar con posterioridad a
esta resolución (por ejemplo, se opone una excepción anómala), se procederá la ampliación
de la prueba.

iii. Las dos menciones anteriores son esenciales, por lo tanto, la resolución también puede tener
un contenido accidental. En la práctica, se agregan las siguientes menciones accidentales: la
expresión de que “se recibe la causa a prueba por el término legal”; y el señalamiento de las
audiencias destinadas a recibir la prueba testimonial que pudieren rendir las partes 313.
Cabe decir que, aun cuando la resolución que recibe la causa a prueba comúnmente se la
conoce con el nombre de “auto de prueba”, está muy lejos de tener esta calificación jurídica. En
efecto, según la jurisprudencia reiterada de nuestros tribunales, la resolución que recibe la causa a
prueba es una sentencia interlocutoria de segundo grado o clase, pues es de aquellas que recae sobre
un trámite que debe servir de base al pronunciamiento de una sentencia definitiva o interlocutoria
posterior.
Ahora bien, no hay que olvidar que esta resolución, para que produzca los efectos legales que
le son propios, debe ser notificada a ambas partes por cédula. En efecto, conforme al art. 48 inc. I del
CPC, las sentencias definitivas, las resoluciones en que se reciba a prueba la causa, o se ordene la
comparecencia personal de las partes, se notificarán por medio de cédulas que contengan la copia
íntegra de la resolución y los datos necesarios para su acertada inteligencia. La notificación de esta
resolución marca la apertura del término probatorio, y de acuerdo al art. 327 inc. I del CPC, todo
término probatorio es común para las partes y dentro de él deberán solicitar toda diligencia de
prueba que no hubieren pedido con anterioridad a su iniciación. Por tanto, al ser un término común,

312
El profesor LUHRS señala que a veces se distingue entre: los hechos sustanciales y pertinentes
controvertidos, que son lo que se requiere probar y que en general señala el tribunal (por ejemplo, la existencia
de un contrato entre las partes); y los puntos de prueba, que son las circunstancias específicas que conforman
los hechos, que llevan al tribunal a concluir que tales hechos hayan existido (por ejemplo, en la celebración de
un contrato, que el absolvente estaba en Valparaíso, que fue a la oficina del abogado, y que modificó el
contrato).
313
Ejemplo de redacción de una resolución que reciba la causa a prueba, es la siguiente: “Valparaíso, siete de
diciembre de dos mil diez. Vistos: se recibe la causa a prueba por el término legal de veinte días y se fijan como
hechos substanciales y pertinentes sobre los cuales deberá recaer los siguientes: 1. Circunstancias y fecha en
que ocurrió el accidente de tránsito a que se alude en la demanda, 2. etc. Ríndase la testimonial que procediere
en las cuatro últimas audiencias (días) del probatorio a las 9:00 horas. Notifíquese por cedula. Proveyó don xxx,
juez titular del 8º juzgado civil de Santiago. Firman el Juez y el Secretario”.
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los efectos de esta resolución corren desde la última notificación efectuada a las partes (art. 65 inc.
II: los términos comunes se contarán desde la última notificación).
El juez es soberano para decidir los hechos substanciales y pertinentes sobre los cuales debe
recaer la prueba. Sin embargo, en el cumplimiento de esta delicada labor, puede cometer errores que
perjudiquen a las partes litigantes; por ejemplo, puede que la resolución no contenga todos los hechos
sustanciales y pertinentes controvertidos, o los contenga mal expresados, o los contenga en exceso.
Por consiguiente, la ley ha debido poner a disposición de ellas los recursos procesales necesarios para
obtener su enmienda, cuales son:
i. El recurso de reposición. De acuerdo al art. 319 inc. I del CPC, las partes podrán pedir
reposición, dentro de tercero día, de la resolución a que se refiere el artículo anterior. En
consecuencia, podrán solicitar que se modifiquen los hechos controvertidos fijados, que se
eliminen algunos o que se agreguen otros. Ésta es una reposición especial o excepcional, por
lo siguiente:

- Porque procede en contra de una sentencia interlocutoria, en circunstancias que sólo


los autos y decretos son susceptibles de esta clase de recursos. Como se dijo en su
momento, ésta era una de las excepciones al efecto del desasimiento del tribunal, esto
es, el efecto que producen las sentencias definitivas o interlocutorias, en virtud del cual
una vez que han sido notificadas a alguna de las partes, no pueden ser modificadas o
alteradas de manera alguna por el tribunal que las dictó.

- El plazo para interponerlo es dentro de tercero día, en circunstancias que la reposición


sin nuevos antecedentes tiene un plazo de cinco días para poder ser deducida, y la con
nuevos antecedentes no tiene plazo.

- En cuanto a su tramitación, el inc. II del art. 319 señala que el tribunal se pronunciará
de plano sobre la reposición o la tramitará como incidente, en circunstancias que la
reposición debe ser siempre resuelta de plano, por lo menos, cuando no se invocan
nuevos antecedentes.

- El profesor LUHRS señala que también es especial, porque no se puede pedir que el
tribunal deje sin efecto la resolución que recibe la causa a prueba, sólo puede pedirse
que se modifiquen, eliminen o agreguen hechos.
La interposición del recurso de reposición produce la suspensión del inicio del término
probatorio, el que sólo comenzará a correr una vez que se falle el recurso.
ii. La apelación. De acuerdo al art. 319 inc. III, la apelación en contra de la resolución del art.
318 sólo podrá interponerse en el carácter de subsidiaria de la reposición pedida y para el
caso de que ésta no sea acogida. La apelación se concederá sólo en el efecto devolutivo. Que
sea subsidiaria, significa que se debe interponer conjuntamente con el recurso de reposición
(en el mismo escrito), pero para el evento de que la reposición sea rechazada (el escrito dirá:
“En lo principal: recurso de reposición. Otrosí: Apelo”.). Y si la reposición contiene los
fundamentos de hecho y de derecho en que se apoya y las peticiones concretas, no es
necesario que la apelación los contenga, pues de acuerdo al art. 189 inc. III del CPC, en
aquellos casos en que la apelación se interponga con el carácter de subsidiaria de la solicitud
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de reposición, no será necesario fundamentarla ni formular peticiones concretas, siempre que


el recurso de reposición cumpla con ambas exigencias314.
Debe ser interpuesta dentro de tercero día (al igual que la reposición), en circunstancias que
el plazo general para apelar es de cinco días. Se concede sólo en el efecto devolutivo, lo cual
es una reiteración de lo que establece el art. 194 del CPC, que señala que sin perjuicio de las
excepciones expresamente establecidas en la ley, se concederá apelación sólo en el efecto
devolutivo: 2) de los autos, decretos y sentencias interlocutorias. La virtud de que se conceda
en el efecto devolutivo, es que no se suspende el juicio por el hecho de apelarse la resolución
que recibe la causa a prueba.
El objeto de la apelación, al igual que el recurso de reposición, es que se modifiquen,
agreguen o eliminen hechos fijados por el juez en la resolución. Hay que tener claro que lo
que se apela es la resolución que recibe la causa a prueba, y no la resolución que niega lugar
a la reposición. También hay que tener presente, que el recurso de reposición lo falla el mismo
juez, en cambio, el recurso de apelación lo falla el Tribunal Superior315.
Ahora bien, en virtud de la interposición de estos recursos pueden ocurrir dos situaciones
diversas:
i. El tribunal puede acoger la reposición solicitada, es decir, acepta modificar los hechos
controvertidos fijados, eliminar alguno de ellos, o bien, agregar otros (lógicamente no
necesita pronunciarse sobre la apelación subsidiaria). Pero la otra parte litigante, que estaba
conforme con la primitiva resolución que recibió la causa a prueba, puede apelar la resolución
que acogió la reposición contraria, pues de acuerdo a la segunda parte del art. 326 inc. I, es
apelable sólo en el efecto devolutivo la (resolución) que acoge la reposición a que se refiere
el art. 319. Hay que tener presente que aquí se apela la resolución que acogió la reposición
de la resolución que recibió la causa a prueba, y no esta última (pues el apelante está conforme
con ella); y la razón de la apelación, es que no cabe reposición de reposición.

ii. Si el juez niega lugar a la reposición, debe efectuar un examen de admisibilidad respecto de
la apelación subsidiaria, y en caso de que sea admisible, deberá enviar los autos al tribunal
de alzada (ad quem). Esta apelación se concede sólo con el efecto devolutivo, de manera que
en primera instancia se sigue tramitando el asunto y, por tanto, se rendirá prueba sobre los
hechos.
Ahora bien, la Corte puede confirmar o revocar (total o parcialmente) la resolución recurrida,
sea que se apele (en forma subsidiaria) la resolución que reciba la causa a prueba (con el
objeto de que se modifiquen, agreguen o eliminen hechos), o sea que se apele la resolución
que acogió la reposición deducida en contra del "auto de prueba".

314
Hay que recordar que otro supuesto distinto, es la apelación de la resolución que recibe la causa a prueba
por considerar que es improcedente. Como se dijo, el CPC nada dice, pero a partir del art. 326 inc. II (son
inapelables la resolución que dispone la práctica de alguna diligencia probatoria…), un importante sector de
la doctrina y algunos fallos señalan que no es apelable. Según CASARINO sí cabe apelación, y a falta de regla
especial, debe ser concedida en ambos efectos.
315
Es importante señalar que no precluye la facultad de deducir recursos porque la otra parte lo haya deducido,
incluso si hay pluralidad de demandantes y/o demandados, y uno de ellos deduce un recurso, no precluye la
facultad de los otros de hacerlo por este motivo. Siempre podrán hacerlo dentro del plazo de tres días, salvo que
obren por procurador común.
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- Si se confirma la resolución que recibe la causa a prueba (o sea, no se acogió la


apelación subsidiaria), o se revocó la resolución que acogió la reposición del "auto de
prueba" (o sea, se acogió la apelación de la parte que estaba conforme con el "auto de
prueba"), no hay inconveniente alguno, ya que una vez devuelta las compulsas del
expediente, se agregarán a los autos, y éstos seguirán su marcha normal.

- En cambio, si se acoge la apelación subsidiaria y, por tanto, se modifican, eliminan o


agregan hechos al auto a prueba, se produce un problema respecto a la modificación o
agregación de nuevos hechos, porque en tal caso, los más probable es que el probatorio
esté vencido (ya que la apelación sólo opera con efecto devolutivo), de manera que la
ley otorga un término probatorio especial, por el número de días que fije
prudencialmente el tribunal a quo, y que no podrá exceder de ocho días (art. 339 inc.
IV del CPC)316.

Art. 339 inc. IV. Deberá concederse un término especial de prueba por el número de días que
fije prudencialmente el tribunal, y que no podrá exceder de ocho, cuando tenga que rendirse
nueva prueba, de acuerdo con la resolución que dicte el tribunal de alzada, acogiendo la
apelación subsidiaria a que se refiere el art. 319. Para hacer uso de este derecho no se necesita
la reclamación ordenada en el inciso anterior. La prueba ya producida y que no esté afectada
por la resolución del tribunal de alzada tendrá pleno valor.

2.3. LA AMPLIACIÓN DE LA PRUEBA


La ampliación de la prueba tiene lugar cuando se quiere aumentar el objeto de la prueba, es
decir, los hechos controvertidos substanciales y pertinentes señalados en la resolución que recibe la
causa a prueba. No dice relación con el aumento del término probatorio o del plazo para efectuar la
actividad probatoria.
Esta institución tiene lugar en dos casos determinados, a saber:
i. El inc. I del art. 321 del CPC, señala que no obstante lo dispuesto en el artículo anterior (la
presentación de la lista de testigos y de la minuta de preguntas), es admisible la ampliación
de la prueba cuando dentro del término probatorio ocurre algún hecho substancialmente
relacionado con el asunto que se ventile; es decir, ocurre un hecho nuevo, que tiene relación
sustancial con la controversia del juicio. Por ejemplo, se entabla una acción reivindicatoria
en contra de un bien inmueble, y se quema parte de la casa.

ii. El inc. II del mismo precepto, señala que será también admisible la ampliación a hechos
verificados y no alegados antes de recibirse a prueba la causa, con tal que jure el que los
aduce que sólo entonces han llegado a su conocimiento. Por ejemplo, se entabla una acción
reivindicatoria en contra de un bien inmueble, y el reivindicante no sabía que se había
quemado parte de la casa.
La petición de ampliación de la prueba se tramita en conformidad a las reglas generales de
los incidentes. En efecto, conforme al art. 322 del CPC, al responder la otra parte el traslado de la
solicitud de ampliación, podrá también alegar hechos nuevos que reúnan las condiciones
mencionadas en el artículo anterior, o que tengan relación con los que en dicha solicitud se

316
No hay problema si se elimina un hecho, pues lo probado con respecto a él, se deja sin efecto.
433
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mencionan. Agrega el inc. II que el incidente de ampliación se tramitará en conformidad a las reglas
generales, en ramo separado, y no suspenderá el término probatorio. Finaliza el inc. III diciendo que
lo dispuesto en este artículo se entiende sin perjuicio de lo que el art, 86 establece, es decir, todos
los incidentes (de ampliación de la prueba) cuyas causas existan simultáneamente, se deberán
promover a la vez. En caso contrario, se observará, respecto de los que se promuevan después, lo
dispuesto en el inc. III del art. 84, es decir, serán rechazados de oficio por el tribunal, salvo que se
trate de hechos esenciales para la ritualidad o marcha del juicio.
De acuerdo al art. 326 inc. II del CPC, son inapelables la resolución que dispone la práctica
de alguna diligencia probatoria y la que da lugar a la ampliación de la prueba sobre hechos nuevos
alegados durante el término probatorio. Esta es una resolución interlocutoria que establece derechos
permanentes para las partes, por lo tanto, tampoco es susceptible de reposición.
Si se da lugar a la solicitud de ampliación de la prueba, eventualmente puede suceder que
también en el intertanto haya transcurrido el probatorio, por ende, será necesario otorgar un término
probatorio especial, que se regirá por las normas de la prueba de los incidentes. En efecto, conforme
al art. 327 inc. II del CPC, en los casos contemplados en los arts. 310 (excepciones anómalas), 321 y
322 (ampliación de la prueba) el tribunal, de estimar necesaria la prueba, concederá un término
especial de prueba que se regirá por las normas del art. 90 (prueba incidental), limitándose a quince
días el plazo total que establece en su inc. III (plazo de 30 para que se practiquen diligencias
probatorias fuera del lugar en que se sigue el juicio) y sin perjuicio de lo establecido en el art. 431
(prueba pendiente una vez citada a las partes para oír sentencia).
3. EL TÉRMINO PROBATORIO

3.1. CONCEPTO
Una vez notificada por cédula la resolución que recibe la causa a prueba, el juicio pasa a la
segunda etapa o fase, llamada período de prueba y, dentro de ella, sobresale el llamado término
probatorio.
Se entiende por término probatorio aquel espacio de tiempo, establecido en el juicio ordinario
de mayor cuantía, destinado a que las partes desarrollen la actividad probatoria al tenor de los hechos
controvertidos pertinentes y substanciales, fijados en la resolución que recibe la causa a prueba.
Si bien el término probatorio se utiliza para que dentro de él las partes rindan todas las pruebas
que crean necesario realizar, ello no es absoluto, ya que pueden solicitarse y diligenciarse pruebas
fuera de dicho término (por ejemplo, la prueba documental puede producirse con la presentación de
la demanda). Por lo tanto, el término probatorio no tiene un carácter marcadamente preclusivo, es
únicamente fatal para la recepción de la prueba testimonial, los demás medios probatorios pueden
rendirse en las oportunidades en que para cada uno de ellos se señalarán.
3.2. CARACTERÍSTICAS

i. En cuanto a su fuente, por regla general, es un término legal, ya que la propia ley se encarga de
señalar su duración. Pero también puede ser judicial, puesto que el juez está facultado para señalar
términos especiales de prueba (términos probatorios especiales) e, incluso, puede ser
convencional, ya que por acuerdo unánime de las partes se puede reducir su duración (art. 328
del CPC).
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Art. 328. Para rendir prueba dentro del territorio jurisdiccional del tribunal en que se sigue el juicio tendrán
las partes el término de veinte días.
Podrá, sin embargo, reducirse este término por acuerdo unánime de las partes.

ii. Es un término común, así lo señala el art. 327 inc. I del CPC, al decir que todo término probatorio
es común para las partes y dentro de él deberán solicitar toda diligencia de prueba que no
hubieren pedido con anterioridad a su iniciación. Al decir “todo”, se está refiriendo tanto al
término probatorio ordinario, extraordinario y especial.
De acuerdo al art. 65 inc. II del CPC, los términos comunes se contarán desde la última
notificación ¿cuál es esta última notificación? No puede ser otra que la notificación de la
resolución que recibe la causa a prueba, en caso de que no haya sido objeto de recursos; o bien,
en caso de que lo hubiere sido, la notificación (por el estado) de la resolución que se pronuncia
sobre la última solicitud de reposición. Por lo tanto, la regla general es que se inicia al momento
de notificarse por cédula la resolución que recibe la causa a la última de las partes; con todo, se
puede alterar este inicio por la interposición de un recurso de reposición en contra de la resolución
que recibe la causa a prueba, caso en el cual, se suspenderá el inicio del término probatorio hasta
que se haya notificado la resolución que se pronuncia sobre la última solicitud de reposición.
Ahora, el recurso de apelación subsidiario es en el sólo efecto devolutivo, por lo tanto, no
suspende el inicio del término probatorio 317.
iii. Es un término fatal, ya que es un plazo legal establecido en el CPC y no está establecido para una
actuación propia del tribunal. Pero esto no es tan absoluto, ya que si el tribunal, una vez vencido
el término probatorio, estima que una diligencia probatoria pendiente es estrictamente necesaria
para la acertada resolución de la causa, y lo expresa en una resolución fundada, la reiterará como
medida para mejor resolver (art. 431 del CPC). En consecuencia, es fatal en cuanto no pueden
solicitarse diligencias probatorias o proponerse medios probatorios una vez que transcurrió el
término; pero no es fatal en el sentido de hacer caducar o extinguir las diligencias pendientes,
porque en ese caso se aplica el art. 431 del CPC (es fatal para pedir, pero no para cumplir).

Art. 431. No será motivo para suspender el curso del juicio ni será obstáculo para la dictación del fallo el
hecho de no haberse devuelto la prueba rendida fuera del tribunal, o el de no haberse practicado alguna otra
diligencia de prueba pendiente, a menos que el tribunal, por resolución fundada, la estime estrictamente
necesaria para la acertada resolución de la causa. En este caso, la reiterará como medida para mejor resolver
y se estará a lo establecido en el art. 159.
En todo caso, si dicha prueba se recibiera por el tribunal una vez dictada la sentencia, ella se agregará al
expediente para que sea considerada en segunda instancia, si hubiere lugar a ésta.

iv. De conformidad con el art 339 inc. I del CPC, el término de prueba no se suspenderá en caso
alguno, salvo que las partes lo pidan. Esto habla del derecho que tienen las partes sobre el término
probatorio.

317
Esto se diferencia del emplazamiento del demando, ya que si son varios los demandados, es individual en su
iniciación, pero común para su extinción o vencimiento, es decir, se termina el último día del plazo, que el
último demandado notificado tiene para contestar la demanda.
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3.3. CLASES DE TÉRMINOS PROBATORIOS


Nuestra ley procesal civil reconoce tres clases de términos probatorios: el término probatorio
ordinario, el término probatorio extraordinario, y el término probatorio especial.
a. Término probatorio ordinario
Constituye la regla general, y su duración, por expresa disposición de la ley, es de 20 días,
salvo que por acuerdo unánime de las partes se reduzca este plazo. En efecto, de acuerdo al art. 328
del CPC, para rendir prueba dentro del territorio jurisdiccional del tribunal en que se sigue el juicio
tendrán las partes el término de veinte días; agrega el inc. II que podrá, sin embargo, reducirse este
término por acuerdo unánime de las partes (nunca lo pueden ampliar).
Este término habilita para rendir cualquier prueba, en cualquier lugar. Ello es así, a pesar que
de la redacción del art. 328 del CPC pareciera desprenderse que sólo se puede rendir prueba dentro
del territorio jurisdiccional del tribunal, no obstante, de acuerdo al art. 334 del CPC, se puede, durante
el término ordinario, rendir prueba en cualquier parte de la República y fuera de ella. Pero en la
práctica, este término ordinario es insuficiente para rendir prueba en otro territorio jurisdiccional o
fuera de la República, y de allí la existencia de los términos extraordinarios y especiales.
Por ser un plazo de días y estar señalado en el CPC, es un plazo discontinuo (de días hábiles),
por lo tanto, se suspende durante los días feriados; y también se suspende cuando las partes
unánimemente así lo disponen.
b. Término probatorio extraordinario
Se define como aquel plazo que se concede para rendir prueba en un territorio jurisdiccional
diverso al que se sigue el juicio o fuera del territorio de la República. Esta definición permite apreciar
que el término probatorio extraordinario es de dos clases: puede estar destinado a rendir prueba en
otro territorio jurisdiccional pero dentro de la República, o a rendir prueba fuera de la República. Esta
clasificación tiene importancia, ya que, como se verá, estos términos extraordinarios difieren en
cuanto a los requisitos de procedencia, a la caución que debe otorgarse, y a la tramitación de su
solicitud.
El término extraordinario de prueba, no es sino, el aumento del término ordinario (el cual es
de 20 días), aumento que se hace de acuerdo al lugar en donde debe rendirse la prueba y según la
tabla de emplazamiento del art. 259 del CPC. En efecto, conforme al art. 329 del CPC, cuando haya
de rendirse prueba en otro territorio jurisdiccional o fuera de la República, se aumentará el término
ordinario a que se refiere el artículo anterior con un número de días igual al que concede el art. 259
para aumentar el de emplazamiento.
Este aumento extraordinario comienza a correr una vez que se ha extinguido el término
ordinario, pues así lo dispone el art. 333 CPC, el cual señala que todo aumento del término ordinario
continuará corriendo después de éste sin interrupción y sólo durará para cada localidad el número
de días fijado en la tabla respectiva. Es obvio que, una vez vencido el término probatorio ordinario,
sólo podrá rendirse prueba en aquellos lugares para los cuales se haya otorgado aumento
extraordinario del término (art. 335 del CPC).
De acuerdo al art. 332 del CPC, el aumento extraordinario para rendir prueba deberá
solicitarse antes de vencido el término ordinario, determinando el lugar en que dicha prueba debe

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rendirse. Es preciso, además, que concurran ciertos y determinados requisitos, los cuales difieren
según si el término extraordinario sea para rendir prueba en otro territorio jurisdiccional o fuera del
territorio de la República. En efecto:
i. El aumento extraordinario para rendir prueba dentro de la República se concederá siempre que
se solicite, salvo que haya justo motivo para creer que se pide maliciosamente con el sólo
propósito de demorar el curso del juicio (art. 330 del CPC).

ii. En cambio, no se decretará el aumento extraordinario para rendir prueba fuera de la República
sino cuando concurran las circunstancias siguientes (art. 331 del CPC):

- Hechos o medios probatorios en el extranjero. Que, del tenor de la demanda, de la


contestación o de otra pieza del expediente (réplica, dúplica o reconvención), aparezca que
los hechos a que se refieren las diligencias probatorias solicitadas, han acaecido en el país en
que deben practicarse dichas diligencias o que allí existen los medios probatorios que se
pretenden obtener (art. 331 Nº 1).

- Instrumentos de los que se valdrá. Que se determine la clase y condición de los instrumentos
de que el solicitante piensa valerse y el lugar en que se encuentran (art. 331 Nº 2).

- Si la prueba es testimonial. Tratándose de prueba de testigos, se exprese su nombre y


residencia o se justifique algún antecedente que haga presumible la conveniencia de obtener
sus declaraciones (art. 331 Nº 3).

- Por último, para dar curso a la solicitud, el tribunal exige que se deposite en su cuenta
corriente una consignación, pues, de acuerdo al art. 338 inc. I del CPC, siempre que se solicite
aumento extraordinario para rendir prueba fuera de la República, exigirá el tribunal, para dar
curso a la solicitud, que se deposite en la cuenta corriente del tribunal una cantidad cuyo
monto no podrá fijarse en menos de medio sueldo vital ni en más de dos sueldos vitales.
En cuanto a su tramitación, el tribunal, en presencia de una petición de aumento
extraordinario, tendrá que distinguir según si el aumento es para rendir prueba en otro territorio
jurisdiccional, o fuera de la República. En efecto:
i. Conforme a la primera parte del art. 336 inc. I del CPC, el aumento extraordinario para
rendir prueba dentro de la República se otorgará con previa citación. Hay que recordar que
tramitar una actuación judicial con citación, significa que, en principio, el tribunal decreta la
actuación, pero ésta no puede llevarse a efecto sino una vez que hayan pasado tres días desde
la notificación de la parte contraria, la cual puede dentro de este plazo oponerse a la
realización de la actuación, caso en el cual, el cumplimiento de la diligencia se suspende hasta
que se resuelva el incidente. De acuerdo al art. 336 inc. II del CPC, los incidentes a que dé
lugar la concesión de aumento extraordinario se tramitarán en pieza separada (fuera de los
autos principales) y no suspenderán el término probatorio; agrega el inc. III que, con todo,
no se contarán en el aumento extraordinario los días transcurridos mientras dure el incidente
sobre concesión del mismo318.

318
El profesor ALFARO señala que esto último se contrapone con el art. 333 del CPC, el cual dispone que todo
aumento del término ordinario continuará corriendo después de éste “sin interrupción”.
437
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ii. Conforme a la segunda parte del art. 336 inc. I del CPC, si el aumento extraordinario es para
producir efecto fuera del país, se decretará con audiencia de la parte contraria. Tramitar
una actuación judicial con audiencia, significa que el tribunal antes de resolver la solicitud
respectiva (si la decreta o no), debe conferir a la contraparte un plazo de tres días para que
manifieste lo que crea conveniente respecto de dicha diligencia (trámite incidental), y con lo
que ella exponga o en su rebeldía, el tribunal resolverá el incidente respectivo. Este incidente
se tramita del mismo modo que el caso anterior, es decir, en cuaderno separado y los días que
dure el incidente no se descontarán al aumento extraordinario.
¿Qué pasa si el tribunal decreta el aumento extraordinario y éste no se utiliza? Conforme al
art. 337 del CPC, la parte que haya obtenido aumento extraordinario del término para rendir prueba
en otro territorio jurisdiccional dentro de la República y no la rinda o solo rinda una prueba
impertinente, será obligada a pagar a la otra parte, los gastos que ésta haya hecho para presenciar
las diligencias pedidas, sea personalmente, sea por medio de mandatario. Esta condenación se
impondrá en la sentencia definitiva y podrá el tribunal exonerar de ella a la parte que acredite no
haberla rendido por motivos justificados. En cambio, la parte que haya obtenido aumento
extraordinario del término para rendir prueba fuera de la República y no la rinda o sólo rinda una
impertinente, fuera de incurrir en la misma sanción anterior, y en las condiciones ya señaladas,
perderá además la consignación que hizo en arcas fiscales para que pudiere dársele curso a su
solicitud, si resulta establecida en el proceso alguna de las circunstancias establecidas en el art. 338
inc. inc. II del CPC.
Art. 338 inc. II. Sin perjuicio de lo que dispone el artículo anterior, se mandará aplicar al Fisco la cantidad
consignada si resulta establecida en el proceso alguna de las circunstancias siguientes:
1. Que no se ha hecho diligencia alguna para rendir la prueba pedida;
2. Que los testigos señalados, en el caso del art. 331 no tenían conocimiento de los hechos, ni se han hallado en
situación de conocerlos; y
3. Que los testigos o documentos no han existido nunca en el país en que se ha pedido que se practiquen las
diligencias probatorias.

c. Término probatorio especial


Es aquel término probatorio que concede el juez cuando por causas o hechos ajenos a las
partes, se impide rendir la prueba en el término probatorio ordinario o extraordinario. Como se puede
apreciar, esta clase de término probatorio tiene como fuente una resolución judicial y es, además,
supletorio de los dos términos anteriores.
Su fundamento está en el hecho de que el término probatorio no se suspende en caso alguno
(salvo que todas las partes lo pidan), ni siquiera con motivo del incidente de ampliación de la prueba,
ni con el incidente de aumento extraordinario del término; esto lo corrobora la segunda parte del art.
339 inc. I, al señalar que los incidentes que se formulen durante dicho término o que se relacionen
con la prueba, se tramitarán en cuaderno separado. Por lo tanto, como el término probatorio no se
suspende en caso alguno, no sería justo dejar a las partes sin la oportunidad legal de rendir la prueba,
si tiene lugar un hecho que impide la rendición de la prueba. Las causas que habilitan la concesión de
un término especial de prueba, son:
i. Conforme al art. 339 inc. II del CPC, si durante él (término de prueba) ocurren
entorpecimientos que imposibiliten la recepción de la prueba, sea absolutamente (por
438
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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ejemplo, una recusación del juez), sea respecto de algún lugar determinado (por ejemplo, un
terremoto o un temporal que impida las comunicaciones con un lugar determinado), podrá
otorgarse por el tribunal un nuevo término especial por el número de días que haya durado
el entorpecimiento y para rendir prueba sólo en el lugar a que dicho entorpecimiento
se refiera 319. El entorpecimiento corresponde a un caso fortuito o fuerza mayor, es decir,
puede tener su origen en un hecho de la naturaleza o del hombre, pero debe ser ajeno a quien
lo reclama (las partes no pueden fabricarse entorpecimientos).
Para que proceda este término especial, es necesario que la parte reclame del obstáculo que
impide la prueba en el momento de presentarse o dentro de los tres días siguientes al momento
de presentarse el entorpecimiento (art. 339 inc. III); por ejemplo, si no concurre el testigo, se
alega el entorpecimiento en el acto.
ii. Cuando el tribunal de alzada acoge la apelación subsidiaria de la resolución que recibe la
causa a prueba, pues hay que recordar que esta apelación se concede en el sólo efecto
devolutivo, por ende, el tribunal inferior sigue conociendo del asunto principal y puede
suceder que el tribunal de alzada acoja la apelación y haya terminado el periodo de prueba.
En efecto, conforme al art. 339 inc. final del CPC, deberá concederse un término especial de
prueba por el número de días que fije prudencialmente el tribunal, y que no podrá exceder
de ocho, cuando tenga que rendirse nueva prueba, de acuerdo con la resolución que dicte el
tribunal de alzada, acogiendo la apelación subsidiaria a que se refiere el art. 319. Para
hacer uso de este derecho no se necesita la reclamación ordenada en el inciso anterior (es
decir, no se necesita reclamar del obstáculo en el acto, o tres días después). La prueba ya
producida y que no esté afectada por la resolución del tribunal de alzada tendrá pleno valor.
El profesor ALFARO señala que no basta con que se acoja la apelación, sino que además la
resolución que acoge el recurso tiene que modificar o agregar hechos nuevos, pues en dicho
caso, sería necesaria nueva prueba.
A diferencia del caso anterior, el término especial dura el número de días que fija el tribunal,
el cual no puede exceder de ocho; y no se requiere reclamación del obstáculo, ya que es una
situación evidente; y la prueba ya producida que no esté afectada por la resolución del tribunal
de alzada, tendrá pleno valor.
iii. Si la prueba testimonial se ha comenzado a rendir dentro del término probatorio y no se
concluye en él por un impedimento. En efecto, de conformidad con el art. 340 del CPC, las
diligencias de prueba de testigos sólo podrán practicarse dentro del término probatorio;
agrega el inc. II que, sin embargo, las diligencias iniciadas en tiempo hábil y no concluidas
en él por impedimento cuya remoción no haya dependido de la parte interesada, podrán
practicarse dentro de un breve término que el tribunal señalará, por una sola vez, para este
objeto. Este derecho no podrá reclamarse sino dentro del término probatorio o de los tres
días siguientes a su vencimiento. Por ejemplo, se rinde prueba testimonial el último día del
probatorio y sólo alcanzan a declarar cuatro testigos de los seis presentados, por vencimiento
de la hora de audiencia.

319
El profesor ALFARO señala que el término especial se diferencia del término extraordinario, porque este
último procede respecto de un medio en particular, en cambio, el término especial procede respecto de todas la
pruebas entorpecidas.
439
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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iv. Si la prueba testimonial se entorpece por la inasistencia del juez. De acuerdo al art. 340 inc.
III del CPC, siempre que el entorpecimiento que imposibilite la recepción de la prueba
(testimonial) sea la inasistencia del juez de la causa, deberá el secretario, a petición verbal
de cualquiera de las partes, certificar el hecho en el proceso y con el mérito de este
certificado fijará el tribunal nuevo día para la recepción de la prueba. En este caso, a
diferencia del anterior, no es necesario reclamo previo y no hay limitación en cuanto a las
veces que pueda concederse este nuevo término, procediendo, incluso, el tribunal de oficio.

v. Siempre que el legislador así lo establezca. Por ejemplo, el art. 159 inc. penúltimo, a propósito
de las medidas para mejor resolver, señala que si en la práctica de alguna de estas medidas
aparece de manifiesto la necesidad de esclarecer nuevos hechos indispensables para dictar
sentencia, podrá el tribunal abrir un término especial de prueba, no superior a ocho días,
que será improrrogable y limitado a los puntos que el mismo tribunal designe. También
establece un término especial el art. 327 inc. II, al decir que en los casos contemplados en los
arts. 310 (excepciones anómalas), 321 y 322 (ampliación de la prueba) el tribunal, de estimar
necesaria la prueba, concederá un término especial de prueba que se regirá por las normas
del art. 90 (prueba incidental), limitándose a quince días el plazo total que establece en su
inciso tercero y sin perjuicio de lo establecido en el art. 431 (prueba pendiente).

4. LOS MEDIOS DE PRUEBA EN PARTICULAR

4.1. LA PRUEBA INSTRUMENTAL

a. Concepto
Lo primero que hay que señalar, es que nuestra legislación utiliza indistintamente la noción
de documento e instrumento, pero en estricto rigor, entre ellas hay una relación de género a especie.
En efecto, la doctrina entiende que el documento es un concepto genérico que comprende todo medio
externo que exprese un pensamiento o una idea; esta representación, corrientemente se lleva a efecto
por medio de una escritura, pero también puede hacerse por otros signos (por ejemplo, grabados en
madera, taquigrafía) o por otros medios (por ejemplo, fotografías, videos, etc.). Es por ello que el
profesor FORTTES señala que d o c u m e n t o es todo objeto escrito o no, que da cuenta de un hecho
o de una manifestación de voluntad.
El instrumento es una especie de documento que se caracteriza por ser escrito, o en otras
palabras, es un documento escrito cuyo soporte físico más habitual es el papel. El documento más
usual es el instrumento (por ejemplo, una letra de cambio, un pagaré, una escritura pública, un
pasaporte, un acta, etc.), y es por eso que el legislador utiliza indistintamente los términos320.
Si bien nuestra legislación no reconoce la diferencia entre ambos conceptos, hay casos en que
se emplea el término instrumento en forma estricta, por ejemplo, el art. 1702 del CC señala que el
instrumento privado, reconocido por la parte a quien se opone, o que se ha mandado tener por
reconocido en los casos y con los requisitos prevenidos por ley, tiene el valor de “escritura pública”
respecto de los que aparecen o se reputan haberlo subscrito, y de las personas a quienes se han

320
Hay autores que señalan que sólo son instrumentos los documentos cuyo fin natural es servir de prueba, así,
por ejemplo, una escritura pública en una compraventa es un instrumento, y no un diario, el cual no está
destinado a servir de prueba.
440
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

transferido las obligaciones y derechos de éstos. Sin embargo, en la mayoría de las disposiciones los
términos se utilizan de forma indistinta.
Por último, cabe decir que la prueba documental es un medio de prueba preconstituido, esto
es, aquél que las partes crean al momento de celebrar un acto jurídico, con el objeto de proporcionarse
de antemano un elemento de convicción para el evento de una contienda judicial posterior.
b. Clasificación de los instrumentos

i. Según la función que desempeñan, los instrumentos se clasifican en instrumentos creados por vía
prueba y por vía de solemnidad. Los instrumentos por vía de prueba, son aquellos que sirven para
acreditar o probar un hecho (por ejemplo, deben constar por escritos los actos que contienen la
entrega de una cosa que valga más de dos UTM, sino, no será admisible la prueba de testigos).
No son elementos determinantes en la formalización ni en el nacimiento de un acto a la vida
jurídica, por tanto, la falta del instrumento no genera la nulidad del acto (ya que éste podrá
acreditarse por otros medios de prueba), sino que se establece como sanción, generalmente, la
inadmisibilidad de un determinado medio de prueba.
Los instrumentos por vía de solemnidad, son aquellos exigidos por la ley en atención a la
naturaleza del acto o contrato, y cuya omisión hace que el acto sea inexistente o absolutamente
nulo, y que no sea susceptible de ser acreditado (por ejemplo, la promesa de celebrar un contrato,
la que no vale si no consta por escrito). Por tanto, la falta del instrumento no sólo afecta al acto
mismo, sino que, además, éste no podrá ser acreditado por ningún medio, ya que aquél no existirá.
ii. Atendiendo al lugar en donde han sido expedidos, se distingue entre instrumentos nacionales, que
son aquellos que han sido otorgados en el territorio de la República; e instrumentos extranjeros,
que son aquellos que han sido otorgados fuera del territorio de la República, por tanto, su forma
o exteriorización, se rige por la ley del país en el cual se otorgaron, pero su autenticidad se debe
probar según las reglas establecidas en el CPC. La importancia de esta clasificación, está en que
para otorgar valor al instrumento extranjero en Chile, se exige su legalización.

iii. De acuerdo a su proposición o a quien tiene la iniciativa para presentarlos al juicio, los
instrumentos se dividen en aquellos que se rinden por vía de agregación y los que se rinden por
vía de exhibición

iv. En cuanto a su de origen, es decir, de quien emanan, los instrumentos pueden emanar de las partes
o de terceros.

v. También puede ser un criterio, el idioma en el cual están extendidos.

vi. El profesor FORTTES hace una distinción, que no es propiamente una clasificación, entre:
instrumento auténtico, que es el contrario al falsificado, esto es, aquel otorgado por las personas
que se señala, que no ha sido alterado; documento indubitado, que es aquél cuya autenticidad no
se pone en duda y que tiene importancia para una diligencia denominada "cotejo de
instrumentos"; y documento legalizado, que es aquel al que se le agrega una garantía respecto de
su autenticidad (se relaciona con los documentos extranjeros).

441
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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vii. En atención a su valor probatorio, los instrumentos se clasifican en públicos y privados. El


instrumento público o auténtico, conforme al art. 1699 inc. I del CC, es el autorizado con las
solemnidades legales por el competente funcionario; y el instrumento privado, según CASARINO,
es aquel que deja constancia de un hecho sin solemnidad legal alguna; en otras palabras, es aquel
que no reúne los requisitos del instrumento público (por ejemplo, una carta, un mail impreso, un
certificado médico)321. Esta clasificación tiene importancia en atención al diverso mérito o valor
probatorio que presenta una y otra clase de instrumentos, y en relación a su impugnación. En
efecto, a diferencia de los instrumentos privados que deben ser reconocidos previamente para
tener eficacia probatoria en un juicio, los instrumentos públicos están revestidos de una
"presunción de autenticidad" por el hecho de intervenir en su otorgamiento un funcionario
público; razón por la cual, el instrumento público hace plena prueba respecto de aquellos hechos
de los cuales puede dar fe el funcionario público que interviene en su otorgamiento, a saber: de
la fecha, del hecho de haberse otorgado, de las partes que lo otorgaron y de que las declaraciones
en él contenidas son las que efectivamente hicieron las partes (no de la verdad de la
declaraciones).
Esta es la clasificación más importante, es por ello que, a continuación, serán analizados en forma
detallada estos instrumentos.

4.1.1. LOS INSTRUMENTOS PÚBLICOS

a. Concepto y requisitos
Como se dijo, el art. 1699 inc. I del CC señala que instrumento público o auténtico es el
autorizado con las solemnidades legales por el competente funcionario. Sin embargo, el legislador
se equivoca al hacer sinónimos lo público con lo auténtico, pues la autenticidad, de acuerdo al art. 17
inc. II del CC, se refiere al hecho de haber sido realmente otorgados y autorizados por las personas
y de la manera que en los tales instrumentos se exprese; y lo público alude a un instrumento que ha
sido autorizado por una persona en quien reside la autoridad pública otorgada por la ley (calza con la
definición del art. 1699). Por lo tanto, lo auténtico no tiene que ver con lo público, por ello la redacción
del artículo debió haber dicho “público y auténtico”; pero en estricto rigor, los instrumentos públicos
son casi siempre auténticos. No obstante, hay muchos instrumentos auténticos que no son públicos,
así, por ejemplo, si un notario de la comuna de Valparaíso otorga una escritura en Viña del Mar, ésta
será auténtica (si fue realmente otorgada y autorizada por las personas y de la manera que el
instrumento se expresa) pero no pública, ya que el notario de Valparaíso no tiene la autoridad para
actuar fuera de su territorio jurisdiccional.
De la definición legal, se desprenden los elementos o requisitos que deben concurrir para que
un instrumento público revista este carácter:
i. Que sea autorizado por el competente funcionario. El funcionario que interviene en la
autorización de un instrumento público, es diverso según sea la naturaleza de éste, así: en las
sentencias será el juez, cuya firma es también autorizada por el secretario; en las escrituras
públicas interviene un notario; en las partidas de estado civil, o en la cédula de identidad,
actúa el Oficial de Registro Civil; en los certificados de dominio, hipoteca y gravámenes,

321
Según algunos, el instrumento privado es el otorgado por particularidades sin la intervención de un
funcionario público en calidad de tal, lo que no implica que carezca de solemnidades, por ejemplo, la lera de
cambio.
442
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prohibiciones e interdicciones, etc., actúa el Conservador de Bienes raíces; el Secretario del


tribunal actúa respecto de las certificaciones y copias que otorgue (por ejemplo, la copia de
la demanda notificada por el Receptor o por el secretario); etc.
El funcionario debe ser “competente”, es decir, debe cumplir cuatro condiciones: ser un
funcionario público; que esté autorizado por la ley para el otorgamiento del documento; debe
actuar en el marco de sus atribuciones (competente en cuanto a la materia); y dentro de su
territorio jurisdiccional (competente en cuanto al territorio). Por ejemplo, un notario es
incompetente en cuanto a la materia, para otorgar una partida de estado civil; y un Oficial de
Registro Civil de Valparaíso es incompetente (en cuanto al territorio) para intervenir en la
celebración de un matrimonio en Santiago.
ii. Que sea otorgado con las solemnidades legales. Las solemnidades legales varían según la
naturaleza del instrumento público, así por ejemplo, no se otorga de igual manera una
escritura pública que una partida de estado civil. El profesor ALFARO señala que si faltan las
solemnidades legales, se trataría de un documento oficial que, en palabras simples, es aquél
que emana de una autoridad sin cumplir solemnidades legales, por ejemplo, los oficios o
circulares que emanan de los servicios públicos, los boletines de discusión parlamentaria,
etc.322

b. Los instrumentos públicos en juicio


El art. 342 del CPC, se encarga de precisar qué instrumentos se consideran públicos ante los
tribunales. En efecto, dicha disposición señala que serán considerados como instrumentos públicos
en juicio, siempre que en su otorgamiento se hayan cumplido las disposiciones legales que dan este
carácter:
i. Los documentos originales (art. 342 Nº 1). Por regla general, los instrumentos públicos, por
su excepcional importancia, se otorgan en una matriz o instrumento original (por ejemplo,
una escritura pública) la cual queda incorporada en un registro especial (por ejemplo, el
protocolo), y como no pueden sacarse de este registro, se dan copias autorizadas de ella, y
estas copias las partes las acompañan materialmente al juicio. Sin embargo, hay casos en que
el instrumento mismo que se acompaña al juicio es el documento original (por ejemplo, un
certificado del Registro civil), sin necesidad de sacar copias, ya que no hay matriz. La
diferencia práctica que presentan los documentos con o sin matriz, es el problema que se
genera cuando el instrumento público sin matriz se extravía.

ii. Las copias autorizadas. El art. 342 Nº 2 del CPC, dispone que son instrumentos públicos en
juicio, las copias dadas con los requisitos que las leyes prescriban para que hagan fe
respecto de toda persona, o, a lo menos, respecto de aquella contra quien se hacen valer;
por ejemplo, las copias de escrituras públicas (pues la matriz o escritura pública original
queda en el protocolo). Estas copias reciben el nombre de testimonios, autos, o traslados, y
se reconocen por frases como “copia fiel de su original”; pues la autorización consiste en dar

322
Estos documentos no tienen valor probatorio, pero la jurisprudencia tiende a darle algún grado o tipo de
valor, ya que podrían ser base de una presunción judicial.
443
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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razón de su congruencia con el documento original, y esto se hace con la firma del
correspondiente funcionario (por ejemplo, el Notario, el Conservador, el Archivero) 323.

iii. Copia simple no objetada. Éstas, de acuerdo al art. 342 Nº 3 del CPC, son las copias que,
obtenidas sin estos requisitos legales (los del art. 343 Nº 2), no son objetadas como inexactas
por la parte contraria dentro de los tres días de citación siguientes a aquel en que se le dio
conocimiento de ellas. Por tanto, las copias simples son aquellas que han sido otorgadas sin
autorización de funcionario competente y/o sin sujeción a las formalidades legales de rigor;
y si se presenta una copia en estas condiciones (por ejemplo, una fotocopia de escritura
pública), la parte contraria tiene un plazo fatal de tres días para objetarla como inexacta, y si
nada dice, la copia se considerará como instrumento público dentro del juicio.

iv. Copia simple objetada y cotejada. El art. 342 Nº 4 señala que se considerarán instrumento
público en juicio, las copias que, objetadas en el caso del número anterior, sean cotejadas y
halladas conformes con sus originales o con otras copias que hagan fe respecto de la parte
contraria. Este es el caso de una copia simple que es objetada como inexacta por la contraria,
y la parte que la acompaña pide que se decrete la diligencia judicial llamada “cotejo de
instrumentos”, la cual está destinada a comparar o confrontar la copia simple, con el
documento original o con una copia autorizada, a fin de establecer la identidad o no entre
ambas; por ejemplo, la fotocopia de una escritura pública, que hubiere sido objetada, y luego
cotejada con una copia autorizada.

De acuerdo al art. 344 del CPC, el cotejo de instrumentos se hará por el funcionario que haya
autorizado la copia presentada en el juicio, por el secretario del tribunal o por otro ministro
de fe que dicho tribunal designe. La razón de que esta diligencia se lleve a cabo por un
ministro de fe, es que se busca la autenticidad de la copia, es decir, el hecho de haberse
otorgado y autorizado por las personas y de la manera que en el instrumento aparece324.

v. Testimonios o copias agregadas. De acuerdo al art. 342 Nº 5, son instrumentos públicos en


juicio, los testimonios que el tribunal mande agregar durante el juicio, autorizados por su
secretario u otro funcionario competente, y sacados de los originales o de copias que reúnan
las condiciones indicadas en el número anterior. En el fondo se trata de una medida para

323
Hay que tener presente que la fotocopia de una escritura pública certificada por un notario, no es un
instrumento público, ni una copia autorizada de la escritura pública, por tanto, no tiene cabida en el N° 2 del
art. 342, sino en el N° 3 ó 4 de dicha disposición (copia simple). Sin embargo, hay fotocopias de instrumentos
públicos que, cuando son firmadas de puño y letra por el funcionario competente, tienen el carácter de copia
autorizada del instrumento público original; por ejemplo, las comunicaciones o documentos que están
certificadas por el secretario y se envían a otro tribunal por medio de la carpeta electrónica (art. 37 inc. III del
CPC).
324
El profesor FORTTES agrega que esta diligencia se relaciona con los instrumentos públicos, y más
concretamente con los instrumentos públicos que constan de una matriz. Señala también, que el cotejo de
instrumentos corresponde a una diligencia probatoria que ha establecido el legislador con el objeto de demostrar
la concurrencia o no de una causal de impugnación; esto al igual que el cotejo de letras (arts. 350 y siguientes
del CPC), que es propia de los instrumentos públicos o privados que carecen de una matriz y que están
extendidos en forma manuscrita. Esto último se relaciona con la prueba pericial o caligráfica, a través de la cual
se determinará si la letra puesta en un instrumento coincide con aquella que consta en un instrumento
indubitado.
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mejor resolver, decretada, por lo tanto, de oficio por el propio tribunal; pues de acuerdo al Nº
1 del art. 159 del CPC, es una medida para mejor resolver: la agregación de cualquier
documento que estimen necesario para esclarecer el derecho de los litigantes.

vi. El año 2007 mediante la ley 20.217 se incorporó en el listado de instrumentos públicos el
numeral 6º, que reconoce la calidad de instrumentos públicos a los documentos electrónicos
suscritos mediante firma electrónica avanzada, es decir, mediante una firma que se verifica a
distancia ¿Cómo se verifica la autenticidad de la firma? Hay una entidad que certifica que
esas firmas son las que efectivamente están allí, y esto se hacer por medio de claves o códigos.
Si se acompaña este tipo de documentos, el juez tiene que citar a una audiencia de percepción
documental, y la prueba que se podrá pedir, será la prueba pericial, es decir, si hay objeción
por su autenticidad la verificará un perito informático.

vii. Instrumentos públicos otorgados en el extranjero. Los instrumentos anteriores son todos los
otorgados en el país, pero tratándose de los otorgados el extranjero, hay que cumplir con una
serie de atestiguaciones. En efecto, de acuerdo al art. 17 del inc. I del CC, la forma de los
instrumentos públicos se determina por la ley del país en que hayan sido otorgados, pero su
autenticidad se probará según las reglas establecidas en el Código de Enjuiciamiento (CPC),
y este procedimiento se denomina legalización. Al respecto, el CPC, en su art. 345 inc. I,
señala que los instrumentos públicos otorgados fuera de Chile deberán presentarse
debidamente legalizados, y se entenderá que lo están cuando en ellos conste el carácter
público y la verdad de las firmas de las personas que los han autorizado, atestiguadas ambas
circunstancias por los funcionarios que, según las leyes o la práctica de cada país, deban
acreditarlas. Luego, el carácter público de estos funcionarios y la autenticidad de sus firmas
debe comprobarse en Chile por uno de los medios que menciona el art. 345 inc. II del CPC
(un agente diplomático o consular chileno). Por ejemplo, si se quiere acompañar una partida
de estado civil española como medio de prueba en un juicio que se sigue en Chile, dicho
instrumento aparecerá firmado, en primer término, por el respectivo Oficial de Registro Civil
español; de acuerdo a las leyes españolas, la firma del Oficial de Registro Civil debe ser
legalizada con la firma del juez de la localidad respectiva (hasta aquí se habría cumplido con
la primera etapa dentro del procedimiento de legalización, destinado a acreditar la verdad de
la firma y el carácter público de la persona que aparece autorizando dicha partida); y en
seguida, la firma del Juez tiene que ser legalizada por la del Agente diplomático o consular
chileno acreditado en España325.

viii. ¿Qué sucede con los instrumentos privados otorgados en el extranjero? El profesor FORTTES
señala que estos instrumentos, por su propia naturaleza, no deben someterse a la legalización
de los instrumentos públicos; pues la legalización es un procedimiento que permite autorizar
la firma del funcionario público que otorgó un instrumento público, de manera que no se
puede aplicar a los instrumentos privados, porque en ellos no interviene funcionario público
alguno. A los instrumentos privados extendidos en lengua extranjera se les aplican las reglas
de los instrumentos privados, esto es, deben ser reconocidos por los otorgantes, para tener
valor probatorio.

325
Cabe señalar que los instrumentos públicos extendidos u otorgados en el extranjero ante cónsul chileno que
actúa como ministro de fe no necesitan de los trámites de legalización para ser acompañados válidamente en
juicio.
445
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c. Forma de acompañar los instrumentos públicos en juicio


Los instrumentos públicos se acompañan en juicio con citación de la parte en contra de la
cual se hacen valer, sea que se trate de instrumentos públicos otorgados en Chile o en el extranjero,
sea que se hayan otorgados en idioma castellano o en uno diverso. Como se dijo, que se acompañe
con citación significa que, en principio, el tribunal decreta la actuación, pero ésta no puede llevarse a
efecto sino una vez que hayan pasado tres días desde la notificación de la parte contraria, la cual
puede dentro de este plazo exponer lo que estime conveniente sobre el instrumento, principalmente
para poder objetarlo cuando considere que concurre alguna causal para ello, caso en el cual, el
cumplimiento de la diligencia se suspende hasta que se resuelva el incidente (art. 69 del CPC). Esto
es una concreción del principio de contradictoriedad de la prueba, pues, de acuerdo al art. 324 del
CPC, toda diligencia probatoria debe practicarse previo decreto del tribunal que conoce en la causa,
notificado a las partes.
Art. 69. Siempre que se ordene o autorice una diligencia con citación, se entenderá que no puede llevarse a
efecto sino pasados tres días después de la notificación de la parte contraria, la cual tendrá el derecho de
oponerse o deducir observaciones dentro de dicho plazo, suspendiéndose en tal caso la diligencia hasta que se
resuelva el incidente.

¿Por qué el instrumento público se acompaña con citación? Esto por el hecho de haberse
otorgado por un funcionario público, con lo cual, goza de un sello de autenticidad que no se encuentra
en el instrumento privado, cuyo valor depende de la actitud que asuma la parte contra la cual se
presenta, y para ello se acompaña bajo apercibimiento. Si bien no hay una norma legal expresa que
consagre esta forma de proceder, esto se deduce de los arts. 795 N° 5 y 800 N° 2 del CPC.
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los juicios de
mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
5. La agregación de los instrumentos presentados oportunamente por las partes, “con citación” o bajo el
apercibimiento legal que corresponda respecto de aquélla contra la cual se presentan.

Art. 800. En general, son trámites o diligencias esenciales en la segunda instancia de los juicios de mayor o de
menor cuantía y en los juicios especiales:
2. La agregación de los instrumentos presentados oportunamente por las partes, “con citación” o bajo el
apercibimiento legal que corresponda respecto de aquélla contra la cual se presentan.

Como la ley dice que la agregación del instrumento presentado oportunamente por la parte
“con citación” es un trámite o diligencia esencial, su omisión permite deducir un recurso de casación
en la forma. Ahora bien, si el instrumento se acompaña sin citación, no podrá ser considerado como
medio de prueba en la sentencia definitiva, y si se valora, dicha sentencia será anulable por haber
incurrido en una causal de casación en la forma; a la inversa, si el documento ha sido acompañado
con citación de la parte en contra de la cual se presenta, y la sentencia no analiza el mérito probatorio
de dicho instrumento, quiere decir que ella también será nula, por no contener la exposición de los
hechos en que se funda, es decir, el análisis de todos los medios probatorios suministrados por las
partes.
d. Valor probatorio del instrumento público
Esto se refiere al grado o medida de verdad que se desprende de un instrumento público
cuando ha sido acompañado en parte de prueba en juicio. De acuerdo al art. 1700 inc. I del CC, el
instrumento público hace plena fe en cuanto al hecho de haberse otorgado y su fecha, pero no en
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cuanto a la verdad de las declaraciones que en él hayan hecho los interesados. En esta parte no hace
plena fe sino contra los declarantes.
De esta norma se puede ver que el problema del valor probatorio de los instrumentos públicos
se debe analizar a la luz de los siguientes hechos o circunstancias que median en su otorgamiento: el
hecho de haberse realmente otorgado; la fecha del instrumento; el hecho de haber efectuado los
interesados las declaraciones que en él se consignan; y la eficacia de dichas declaraciones 326.
i. Hecho de haberse otorgado el instrumento público. El instrumento público, respecto a su
otorgamiento, hace plena fe (plena prueba) respecto de las partes y los terceros; por tanto, es
evidente que esto no puede ser discutido ni por los otorgantes o interesados, ni por los
terceros. La razón de esto, es que en el otorgamiento del instrumento público interviene un
funcionario al cual el Estado le ha otorgado la misión de dar autenticidad al hecho de su
otorgamiento.

ii. Fecha del instrumento público. Al igual que lo anterior, el instrumento público respecto a su
fecha hace plena fe (plena prueba), por tanto, esto tampoco puede ser discutido ni por los
otorgantes, ni por los terceros. La razón de esto, es la misma que la anterior, es decir, el
funcionario que interviene en el otorgamiento del instrumento debe constatar y autenticar su
fecha.

iii. Hecho de que las partes hicieron las declaraciones que en el instrumento público mismo se
consignan. En este punto, el instrumento público hace plena fe (plena prueba) respecto al
hecho de haberse efectuado las declaraciones por las partes en él contenidas, y este mérito
también reza respecto de los terceros. Por ejemplo, el notario da fe que Juan manifestó que
vendía y que Pedro expresó que compraba, y que el primero declaró haber recibido del
segundo la suma de cinco millones de pesos a título de precio de esta compraventa; por tanto,
se hace plena fe de la efectividad de la declaración, y no de que el precio se haya pagado
efectivamente, es decir, hace plena fe respecto de los hechos objetivos, de que ellos sean
realmente efectivos, es otra cosa.

iv. Eficacia o veracidad de las declaraciones consignadas en un instrumento público. Según los
principios generales del derecho, los actos o contratos sólo obligan a las personas que han
intervenido en su otorgamiento o celebración (efecto relativo); a contrario sensu, no obligan
de manera alguna a los terceros ajenos a ellos. Pero este problema, según la doctrina, dice
relación más bien con los efectos de los actos jurídicos que con el de su valor probatorio;
pues el art. 1700 del CC, al decir que, en cuanto a la verdad de las declaraciones contenidas
en un instrumento público, éstos sólo hacen fe respecto de los declarantes, está regulando el
efecto del acto o contrato contenido en dicho instrumento y no su mérito probatorio.

Por lo tanto, para analizar este tema, desde un punto de vista probatorio, la doctrina señala
que en lo que respecta a la veracidad de las declaraciones, el instrumento público no hace
plena fe, pero su veracidad se presume. En cuanto a las razones por las cuales se presume, la
doctrina señala que se debe distinguir entre las declaraciones dispositivas y enunciativas:

326
El profesor Forttes señala que en este punto se manifiesta en su máxima expresión el sistema de prueba legal
o tasada.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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- Las declaraciones dispositivas son aquellas en que se deja constancia de los elementos
esenciales del acto jurídico, los cuales le dan nacimiento; por ejemplo, el precio y la cosa
en la compraventa.
a) Respecto de las partes otorgantes, el instrumento público hace plena fe de la verdad
de las declaraciones dispositivas que contiene. Por tanto, su valor probatorio entre
las partes es de plena prueba, aunque más bien se dice que llevan una presunción
de veracidad (profesor ALFARO y FORTTES), pues ella puede ser desvirtuada
mediante una contraescritura. La razón de esto, es que el legislador parte de la base
de lo normal, y lo normal es que el contenido de las declaraciones sea verdadero.

b) Respecto de terceros, si bien no hay una norma al respecto, la doctrina dice que las
declaraciones dispositivas se presumen verdaderas frente a terceros por aplicación
de las reglas del peso de la prueba, puesto que lo normal es que las declaraciones
contenidas en un instrumento público sean verdaderas (teoría del hecho normal) y,
por tanto, no necesitan probarse; y quien alegue que sean falsas (lo anormal) debe
probarlo. Por tanto, su valor probatorio respecto de terceros es el de una presunción
de veracidad, de manera que los terceros pueden objetar y acabar con la presunción
probando, por ejemplo, una simulación327.

- Las declaraciones enunciativas son aquellas que dicen relación con hechos,
antecedentes, datos o elementos accidentales del acto jurídico que constan en el
instrumento, que no crean, modifican o extinguen derechos y obligaciones (por ejemplo,
el origen del dinero con que se paga el precio de la compraventa; o que la propiedad
vendida fue adquirida por herencia).
a) Respecto de las partes, hay que ver si las declaraciones enunciativas tienen o no
relación con lo dispositivo del contrato; si así es, el art. 1706 del CC señala que
hace plena prueba (por ejemplo, el estado civil, ya que si un hombre está casado
bajo sociedad conyugal y quiere vender un bien raíz social, necesita la
autorización de la mujer). Si no tiene relación con lo dispositivo del acto (por
ejemplo, la profesión no tiene relación en una compraventa), la ley nada señala,
así, algunos señalan que no se presumen verdaderas, ya que no se hacen con el
cuidado necesario para que constituyan una presunción; pero pueden tener el
mérito de una confesión extrajudicial; otros señalan que no tienen ningún valor.
Art. 1706. El instrumento público o privado hace fe entre las partes aun en lo meramente
enunciativo, con tal que tenga relación directa con lo dispositivo del acto o contrato.

b) Respecto de terceros, si bien no hay norma al respecto, la doctrina dice que las
declaraciones enunciativas no tienen valor alguno frente a ellos, ni siquiera se
presumen como verdaderas, esto porque las partes no han tenido el cuidado que
se requiere para presumir su sinceridad. Pero acorde al art. 398 del CPC, el tercero

327
Si bien del art. 1700 del CC pareciere desprenderse otra cosa (en cuanto a la veracidad no hace plena fe sino
en contra de los declarantes), la doctrina señala que aquí hay un equívoco, pues el legislador confunde dos
cosas: el valor probatorio con el efecto obligatorio del acto jurídico. Lo que quiso decir el legislador, es que lo
expresado en el instrumento no obliga ni alcanza a los terceros, y esto es lógico, porque los terceros no han
concurrido con su voluntad a obligarse por el acto o contrato de que da cuenta el instrumento.
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puede invocarla, contra el que las hace, como confesión extrajudicial, lo cual sirve
de base a una presunción judicial para acreditar los hechos confesados.

v. Declaraciones del funcionario autorizante. Estas declaraciones también hacen plena fe


respecto de las partes y de los terceros, esto por la fe pública que concede la intervención del
funcionario. Estas declaraciones pueden ser: relativas a hechos propios del funcionario (por
ejemplo, que presenció y leyó el instrumento; que su nombre y domicilio son tales); relativas
a hechos que percibió por sus sentidos (por ejemplo, que las partes firmaron en su presencia,
que se pagó el precio, que se entregaron las llaves, etc.); relativas a hechos que ha
comprobado por medios legales (por ejemplo, que las partes acreditaron su identidad por
medio de cédulas de identidad).
En resumen, el instrumento público hace plena prueba (plena fe), tanto respecto de los
declarantes como de los terceros, en lo que respecta al hecho de haberse realmente otorgado, a su
fecha, al hecho de haberse efectuado por los interesados las declaraciones que en ellos se consignan,
y respecto de las declaraciones del funcionario autorizante. En cambio, en cuanto a la veracidad de
las declaraciones que en estos instrumentos se consignan (eficacia), hay que distinguir si se trata de
declaraciones dispositivas (presunción de veracidad) o enunciativas.
e. Impugnación de los instrumentos públicos
La impugnación consiste en el empleo de los medios que la ley señala para privar a un
instrumento público de la fuerza probatoria que ella misma le ha asignado. La doctrina distingue tres
causales por las cuales se puede impugnar un instrumento público: la nulidad, la falsedad o falta de
autenticidad, y la insinceridad o falta de verdad en las declaraciones.
i. La nulidad (falta de validez) es una sanción en que se incurre cuando le falta al instrumento
público alguna de las solemnidades que las leyes prescriben para su validez. Por lo tanto, la
nulidad se traduce en la infracción u omisión de los requisitos de validez de un instrumento y,
por tanto, pueden decir relación con: el mal nombramiento del funcionario público; la
incompetencia del funcionario, en relación a la materia o territorio; o con la omisión de
solemnidades (por ejemplo, se omite la firma de las partes en una escritura pública).
La nulidad puede ser alegada por las partes que intervinieron en su otorgamiento o por terceros,
pudiendo valerse de cualquier medio probatorio, pues aquí se trata de probar un hecho de
carácter material, sin que intervengan las limitaciones legales en orden a la prueba de los actos
jurídicos. Con todo, hay que tener presente que la nulidad del instrumento público no siempre
significa la nulidad del acto o contrato que en él se contiene, a menos que el instrumento
público, cuya nulidad se ha pedido y declarado, sea solemnidad del acto o contrato de que da
fe, ya que la única manera de expresar el consentimiento es por medio del instrumento.
ii. La falsedad del instrumento público es sinónima de falta de autenticidad del mismo, y un
instrumento público no es auténtico, cuando no ha sido realmente otorgado y autorizado por
las personas y de la manera que en él se expresan. En concreto, un instrumento público no
auténtico o falso es el que: (i) no ha sido otorgado simplemente; (ii) no ha sido autorizado por
el funcionario; (iii) no ha sido otorgado por las personas que aparecen suscribiéndolo; (iv) no
ha sido otorgado en la fecha en que él se expresa. Pueden impugnar la falta de autenticidad
tanto las partes como los terceros; y para acreditar su fundamento se pueden valer de todos
los medios probatorios, sin limitación alguna, pues se trata de acreditar hechos materiales y no
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la existencia o modificación de actos jurídicos (no rigen las limitaciones para probar por
testigos de los arts. 1708 a 1711 del CC); y en este caso, cada medio probatorio destinado
a demostrar la falta de autenticidad del instrumento público, tiene el valor que la ley asigna
a cada uno de ellos en particular (art. 355 del CPC).
Art. 355. En el incidente sobre autenticidad de un instrumento o sobre suplantaciones hechas en él, se
admitirán como medios probatorios, tanto el cotejo de que tratan los cinco artículos precedentes, como
los que las leyes autoricen para la prueba del fraude.
En la apreciación de los diversos medios de prueba opuestos al mérito de un instrumento, el tribunal se
sujetará a las reglas generales establecidas en el presente Título, y con especialidad a las consignadas en
el Párrafo 8°.

Pero si la impugnación recae sobre una escritura pública, y su falta de autenticidad (no la
nulidad) se desea probar por medio de una prueba testimonial, se requiere, de acuerdo al art.
429 del CPC, la concurrencia de cinco testigos, que reúnan las condiciones expresadas en la
regla segunda del art. 384 (que estén contestes en el hecho, sin tachas, legalmente examinados,
que den razón de sus dichos y que sus declaraciones no hayan sido desvirtuadas por otra prueba
en contrario), que acrediten que la parte que se dice haber asistido personalmente al
otorgamiento, o el escribano, o alguno de los testigos instrumentales, ha fallecido con
anterioridad o ha permanecido fuera del lugar en el día del otorgamiento y en los setenta días
subsiguientes.; agrega el inc. II que esta prueba, sin embargo, queda sujeta a la calificación
del tribunal, quien la apreciará según las reglas de la sana crítica.
iii. También opera como causal de impugnación, la falsedad o falta de sinceridad o falta de
veracidad de las declaraciones que en el instrumento se contienen. En este caso el instrumento
es válido, o sea, ha sido otorgado ante funcionario competente y con observancia de las
formalidades legales; es, además, auténtico, es decir, ha sido realmente otorgado y autorizado
por las personas y de la manera que en él se expresan; sin embargo, las declaraciones que
contiene no son veraces, ya sea por error, fuerza, dolo o simulación (por ejemplo, en una
escritura pública se declara haber recibido una suma de dinero a título de mutuo, y ese hecho,
en verdad, no es efectivo). En cuanto a quién puede impugnar el instrumento por esta causal,
hay que distinguir:

- Los terceros, en cuanto a las declaraciones enunciativas, no necesitan impugnarlas, ya que


éstas no les afectan. Pero respecto de las declaraciones dispositivas, pueden impugnarlas
y probar lo contrario por todos los medios probatorios que la ley franquea (incluso la
prueba testimonial), esto, porque dichas declaraciones sólo se presumen verdaderas
respecto de ellos.

- Las partes, respecto de las declaraciones dispositivas o enunciativas relacionas con lo


dispositivo, sólo pueden impugnarlas mediante otra prueba plena, ya que respecto de ellos,
estas declaraciones hacen plena fe (por ejemplo, puede impugnarse por testigos la nulidad
matrimonial)328. Y respecto de las declaraciones enunciativas que no se relacionen con la

328
La doctrina y jurisprudencia nacionales están divididas sobre el particular. En efecto, la minoría dice que el
instrumento público hace plena fe en cuanto a la verdad de las declaraciones que en él hayan hecho los
interesados (art. 1700 del CC), y por tanto, los declarantes no pueden posteriormente pretender impugnar el
instrumento en cuanto a la verdad de esas declaraciones. Pero la mayoría, que cuentan con el respaldo de
algunos fallos de la CS, dice que tal prueba es admisible, pues la ley no prohíbe que una prueba plena, como es
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parte dispositiva, pueden impugnarlas y probar lo contrario, ya que éstas sólo tienen el
mérito de una confesión extrajudicial (basta una prueba no plena) 329.

iv. Por último, el profesor ALFARO agrega, a las causales de impugnación, a la falta de integridad,
ya que uno de los requisitos de los instrumentos públicos, es que tienen que ser acompañados
de manera íntegra.
Ahora bien, las formas de impugnar los instrumentos públicos, es decir, las vías
procesales por las cuales se pueden objetar, son:
i. Impugnación por vía principal. En este caso la impugnación del instrumento público se realiza
a través de un juicio, cuyo objeto principal es decidir precisamente sobre la validez o
autenticidad del instrumento, o sobre la verdad de las declaraciones que en él se contienen. El
juicio puede ser de naturaleza civil (juicio ordinario meramente declarativo) o penal, y estas
peticiones se formularán como acción o excepción.

ii. Impugnación por vía incidental (forma más típica). Se impugna un instrumento público por vía
incidental, toda vez que, acompañado en parte de prueba dentro del juicio, la contraparte en
contra de la cual se hace valer, en el término de citación, lo impugna y le resta mérito probatorio
fundado en alguna de las causales de impugnación.

4.1.2. LOS INSTRUMENTOS PRIVADOS

a. Concepto
Instrumento privado es todo escrito que deja constancia de un hecho y que ha sido otorgado
sin formalidad o solemnidad alguna, y sin participación de un funcionario público que actúe en
calidad de tal (por ejemplo, una carta, un recibo de dinero, un recorte de diario, una impresión, un
contrato privado de arrendamiento, etc.). Sin embargo, parte de la doctrina y de la jurisprudencia
exige que el instrumento sea firmado para que valga como privado, esto porque el art. 1701 inc. II del
CC señala que el instrumento defectuoso por incompetencia del funcionario o por otra falta en la
forma, valdrá como instrumento privado si estuviere firmado por las partes; pero también hay
doctrina (CASARINO) y jurisprudencia en contrario. No obstante, hay algunos instrumentos privados
que requieren estar firmados por expresa disposición de la ley, por ejemplo, las letras de cambio, los
pagarés, etc.
Hay que recordar que la protocolización, es decir, el hecho de agregar un documento al final
del registro público (protocolo) de un notario a pedido de quien lo solicita, no desnaturaliza el
instrumento privado en público; pues el efecto de la protocolización, es darle fecha cierta al
instrumento. Sin embargo, existen ciertos instrumentos privados que, por el hecho de ser
protocolizados, pasan a ser instrumentos públicos (art. 420 del COT).
Art. 420. Una vez protocolizados, valdrán como instrumentos públicos:
1. Los testamentos cerrados y abiertos en forma legal;

la emanada de un instrumento público, pueda ser destruida por otra plena prueba, como sería la que fluye de
una confesión judicial.
329

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2. Los testamentos solemnes abiertos que se otorguen en hojas sueltas, siempre que su protocolización se haya
efectuado a más tardar, dentro del primer día siguiente hábil al de su otorgamiento;
3. Los testamentos menos solemnes o privilegiados que no hayan sido autorizados por notario, previo decreto
del juez competente;
4. Las actas de ofertas de pago, y
5. Los instrumentos otorgados en el extranjero, las transcripciones y las traducciones efectuadas por el intérprete
oficial o los peritos nombrados al efecto por el juez competente y debidamente legalizadas, que sirvan para
otorgar escrituras en Chile.

También, hay que tener presente, que el instrumento privado que contenga una firma
autorizada por un notario, sigue siendo privado. No obstante, algunos instrumentos, por este hecho,
pasan a tener mérito ejecutivo, como el cheque, la letra de cambio y el pagaré. En efecto, el art. 434
Nº 4 inc. II del CPC, señala que el juicio ejecutivo tiene lugar en las obligaciones de dar cuanto para
reclamar su cumplimiento se hace valer alguno de los siguientes títulos: 4) Tendrá mérito ejecutivo,
sin necesidad de reconocimiento previo, la letra de cambio, pagaré o cheque, respecto del obligado
cuya firma aparezca autorizada por un notario o por el Oficial del Registro Civil en las comunas
donde no tenga su asiento un notario.
Según algunos, acorde a los arts. 1703 del CC y 401 Nº 10 del COT, la autorización de la
firma hace que el instrumento pase a tener fecha cierta respecto de terceros, porque ella implica que
se toma razón de él por un funcionario competente en carácter de tal.
Art. 1703. La fecha de un instrumento privado no se cuenta respecto de terceros sino desde el fallecimiento de
alguno de los que le han firmado, o desde el día en que ha sido copiado en un registro público, o en que conste
haberse presentado en juicio, o en que “haya tomado razón de él o le haya inventariado un funcionario
competente”, en el carácter de tal.

Art. 401. Son funciones de los notarios:


9. Autorizar las firmas que se estampen en documentos privados, sea en su presencia o cuya autenticidad les
conste.

b. Reconocimiento de los instrumentos privados


A diferencia de los instrumentos públicos, los instrumentos privados no llevan en sí ningún
sello de autenticidad, esto, porque en su intervención no actúa ninguna autoridad pública. Por lo tanto,
para que tengan valor probatorio, se debe acreditar que son auténticos (otorgados por las personas y
de la manera que en ellos consta), para lo cual deben ser reconocidos o mandados a tener por
reconocido por la parte contra quien se hace valer. Este reconocimiento puede ser de diversas formas,
y de esto se encargar el art. 346 del CPC, el cual señala que los instrumentos privados se tendrán por
reconocidos:
i. Cuando así lo ha declarado en el juicio la persona a cuyo nombre aparece otorgado el
instrumento o la parte contra quien se hace valer (art. 346 Nº 1). A este supuesto la doctrina
lo denomina reconocimiento judicial expreso, y se puede producir en cualquier estado del
juicio y en cualquier trámite, diligencia o actuación. Luego, la persona a cuyo nombre
aparece otorgado el instrumento, puede ser la parte contraria a la que la presentó o un tercero;
y la parte en contra de la cual se hace valer, es necesariamente la parte contraria, y no
necesariamente tiene que haber otorgado el instrumento.

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ii. Cuando igual declaración se ha hecho en un instrumento público o en otro juicio diverso (art.
346 Nº 2). En este caso, hay un reconocimiento extrajudicial expreso, y éste puede emanar
de la persona a cuyo nombre aparece otorgado el instrumento privado, o de la parte contra
quien se hace valer.

iii. Cuando, puestos (los instrumentos) en conocimiento de la parte contraria, no se alega su


falsedad o falta de integridad dentro de los seis días siguientes a su presentación, debiendo el
tribunal, para este efecto, apercibir a aquella parte con el reconocimiento tácito del
instrumento si nada expone dentro de dicho plazo (art. 346 Nº 3). Este es un reconocimiento
judicial tácito, y se relaciona con la forma de acompañar los instrumentos privados, los cuales
se acompañan bajo apercibimiento, esto con el objeto de concederle a la contraria la
oportunidad y plazo para objetarlo, y en caso de que no lo objeten, cobrarán autenticidad330.
La jurisprudencia ha señalado que como la norma dice “puestos en conocimiento de la parte
contraria”, sólo opera respecto de los instrumentos privados emanados de la contraparte, es
decir, de la parte en contra de la cual se hace valer, no importando si está firmado o no, pues
basta que lo haya escrito. Por tanto, no puede reconocerse por esta vía los instrumentos
privados emanados de terceras personas ajenas al juicio, pues para este supuesto, sólo opera
el reconocimiento judicial expreso y, en dicho caso, el tercero debe concurrir al juicio y
comparecer como testigo.
Ahora, en caso de objeción de la contraparte, se producirá un incidente, y esta objeción puede
ser por falta autenticidad, ya sea por falsificación de la firma o de su contenido mismo; o por
falta de integridad, lo cual implica que el documento no se ha presentado completo, es decir,
en la forma como materialmente se otorgó 331.
iv. Cuando se declare la autenticidad del instrumento par resolución judicial (art. 346 Nº 4). Esto
tiene lugar cuando se ha objetado el instrumento por falta de autenticidad o integridad; en
dicho supuesto, el tribunal debe conferir traslado a la parte que presentó el instrumento
impugnado, y con lo que ésta exponga o en su rebeldía, lo recibirá a prueba, se rendirán las
pruebas de rigor y, con el mérito de éstas, se fallará el incidente declarándose si el documento
privado es o no auténtico. Si el fallo declara falso el instrumento, éste no tendrá valor
probatorio; en cambio, si se falla que es auténtico (resolución interlocutoria de primera clase)
operará el reconocimiento por resolución judicial. La carga de probar la autenticidad del
instrumento privado objetado es de quien lo acompaña, y no de quien lo objeta por falsedad.

c. Forma de acompañar los instrumentos privados en el juicio


Aquí hay que distinguir si el instrumento emana de las partes o de terceros:
i. Si emana de la parte en contra de la cual se presenta (es decir, si emana de la contraparte) sea
porque lo haya escrito o firmado, debe acompañarse bajo el apercibimiento señalado por el art.

330
CASARINO señala que si la parte contraria no ha objetado el instrumento, a petición de la parte que lo
presentó, el tribunal debe declarar que aquélla ha incurrido en el apercibimiento ordenado y que, por
consiguiente, el documento es auténtico. El escrito expresa lo siguiente: “Acompañado instrumento bajo el
apercibimiento del art 346 Nº 3”; y la resolución del tribunal: “téngase por acompañado”.
331
En materia penal los instrumentos privados deben ser reconocidos durante el juicio oral por el acusado, los
terceros como testigos, o por un perito.
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346 Nº 3 del CPC, es decir, bajo el apercibimiento de tenerse por reconocido tácitamente si no
se alega su falsedad o falta de integridad dentro de los seis días siguientes a su presentación.
Este trámite (“bajo apercibimiento”), al igual que en el caso de los instrumentos públicos (“con
citación”), es de carácter esencial (arts. 795 N° 5 y 800 N° 2 del CPC), pues con ello se le da
posibilidad a la parte contraria para que objete el instrumento 332.
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los
juicios de mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
5. La agregación de los instrumentos presentados oportunamente por las partes, con citación o bajo el
apercibimiento legal que corresponda respecto de aquélla contra la cual se presentan.

Art. 800. En general, son trámites o diligencias esenciales en la segunda instancia de los juicios de mayor
o de menor cuantía y en los juicios especiales:
2. La agregación de los instrumentos presentados oportunamente por las partes, con citación o bajo el
apercibimiento legal que corresponda respecto de aquélla contra la cual se presentan.

ii. Si emana de una tercera persona, el instrumento debe acompañarse con citación, esto para
conferirle a la contraria derecho de impugnación, cuyo plazo para impugnarlo es el general de
toda citación, o sea, tres días fatales. En este caso, no es posible acompañar el instrumento bajo
apercibimiento de tenerlo por reconocido si no se objeta dentro de seis días, ya que el
documento no emana de la contraparte (si no que de un tercero); por lo tanto, para que tenga
valor probatorio, debe ser ratificado por su autor (por el tercero) mediante una prueba
testimonial333.

d. Valor probatorio del instrumento privado


Esto dice relación con el grado o medida de verdad que se desprende de un instrumento
privado cuando ha sido acompañado en juicio en parte de prueba. En este punto, hay que distinguir
si el instrumento emanó de las partes o de un tercero, y en ambos casos, si se tiene por reconocido o
no.
i. Instrumentos emanados y reconocidos por las partes litigantes. De acuerdo al art. 1702 del
CC, el instrumento privado, reconocido por la parte a quien se opone, o que se ha mandado
tener por reconocido en los casos y con los requisitos prevenidos por ley, tiene el valor de
escritura pública respecto de los que aparecen o se reputan haberlo subscrito, y de las
personas a quienes se han transferido las obligaciones y derechos de éstos. Es decir, hará
plena fe respecto de las partes y sus sucesores, en cuanto: al hecho de haberse realmente
otorgado; la fecha del instrumento; el hecho de haber efectuado los interesados las
declaraciones que en él se consignan; y la eficacia (veracidad) de dichas declaraciones.

332
El profesor LUHRS señala que se acompañan con citación, es decir, en principio, el tribunal decreta la
actuación, pero ésta no puede llevarse a efecto sino una vez que hayan pasado seis días desde la notificación
de la parte contraria, la cual puede dentro de este plazo objetar el instrumento, caso en el cual, el cumplimiento
de la diligencia se suspende hasta que se resuelva el incidente. El profesor FORTTES, en cambio, dice que se
acompaña bajo el apercibimiento del art. 346 Nº 3, pues los propios arts. 795 Nº 5 y 800 Nº2 hacen referencia
al apercibimiento; aunque entiende que es una especie de citación.
333
En materia penal no se regula la forma acompañar los instrumentos privados, pero deben ser exhibidos o
leídos en la audiencia del juicio oral y reconocidos por el acusado, los testigos o peritos, según el caso (art. 333
del CPP).
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Como se puede apreciar, la fuerza probatoria de estos instrumentos no emana de su


naturaleza, sino que del reconocimiento que se hace del mismo; y si el instrumento privado
no ha sido reconocido, carecerá de valor probatorio, y el tribunal, al ponderarlo en la sentencia
definitiva, tendrá que restarle todo mérito (será lo mismo que si no se hubiere presentado)
¿Desde cuándo se cuenta la fecha de un instrumento privado respecto de las partes? Como en
el instrumento privado no interviene funcionario público alguno, ni existen solemnidades
legales, hay incertidumbre en cuanto a la fecha de su otorgamiento, ya que las partes lo
pueden antedatar o postdatar de común acuerdo. Así, respecto de las partes, tiene fecha cierta
desde que el instrumento ha sido reconocido o mandado a tener por reconocido.
Respecto de terceros, reconocido o mandado tener por reconocido un instrumento emanado
de las partes, según algunos (CLARO SOLAR Y VODANOVIC), su valor es el mismo que respecto
de las partes, sin perjuicio que los terceros pueden rendir prueba en contrario. Otros señalan
que carece valor probatorio, ya que 1702 del CC se refiere sólo a su valor respecto de las
partes ¿Desde cuándo se cuenta la fecha de un instrumento privado respecto de terceros? De
acuerdo a la segunda postura, respecto de ellos no consta ni puede constar la autenticidad del
instrumento privado, ni aun cuando haya sido reconocido por las partes o se haya mandado a
tener por reconocido; por eso es que el legislador, protegiendo los intereses de estas personas
ajenas al instrumento, acepta como fecha cierta a aquellas situaciones a partir de las cuales
no es posible modificar el instrumento privado (art. 1703 del CC).
Art. 1703. La fecha de un instrumento privado no se cuenta respecto de terceros sino desde el
fallecimiento de alguno de los que le han firmado, o desde el día en que ha sido copiado en un registro
público, o en que conste haberse presentado en juicio, o en que haya tomado razón de él o le haya
inventariado un funcionario competente, en el carácter de tal.

ii. En cuanto a los instrumentos privados emanados de terceros, si éstos comparecen en el juicio
como testigos y los reconocen, el documento pasa a formar parte de la declaración
testimonial, y tendrá el valor probatorio que la ley le atribuye a tal prueba. Por ejemplo, si
una persona demanda a otra por daño a un vehículo y el afectado acompaña un presupuesto
del servicio técnico (instrumento privado emanado de un tercero), en este caso, se cita a ese
tercero como testigo, se le exhibe el instrumento privado acompañado, y se le pregunta si
emanó de él o no, y si dice que sí, tendrá el valor probatorio de una prueba testimonial. En
cambio, si el tercero no comparece en el juicio, carecerá de valor probatorio334.

e. Impugnación de los instrumentos privados


Cuando los instrumentos privados son puestos en conocimiento de la parte contraria en juicio,
ésta puede alegar su falta de autenticidad, su falsedad, o falta de integridad, y en tal caso, se plantea
un incidente que el tribunal debe resolver a la luz de las pruebas que sobre este particular se rinda. En
efecto, conforme al art. 355 del CPC, en el incidente sobre autenticidad de un instrumento o sobre
suplantaciones hechas en él, se admitirán como medios probatorios, tanto el cotejo de que tratan los
cinco artículos precedentes, como los que las leyes autoricen para la prueba del fraude.

334
El profesor FORTTES dice que algunos señalan que el único instrumento privado que tiene valor probatorio
como tal, es el instrumento emanado de la contraparte y reconocido por ésta (ya que respecto de terceros tiene
el valor de una testimonial); e incluso, también se dice, que los no reconocidos pueden tener valor probatorio
indirecto, para formar el convencimiento del juez.
455
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El cotejo de letras (diferente al cotejo de instrumentos públicos del art. 344 del CPC) es
aquella diligencia judicial que hace un perito nombrado por el tribunal, destinada a comprobar si la
letra del documento privado que se pone en duda es la misma que la estampada en un documento
indubitado (documento cuya autenticidad no se discute). En efecto, de acuerdo al art. 350 del CPC,
podrá pedirse el cotejo de letras siempre que se niegue por la parte a quien perjudique o se ponga en
duda la autenticidad de un documento privado o la de cualquier documento público que carezca de
matriz335.
La parte que pide el cotejo de letras, debe designar un instrumento indubitado, respecto del
cual se hace el cotejo; y de acuerdo al art. 352 del CPC, Se considerarán indubitados para el cotejo:
1) los instrumentos que las partes acepten como tales de común acuerdo; 2) los instrumentos públicos
no tachados de apócrifos (simulados) o suplantados; 3) los instrumentos privados cuya letra o firma
haya sido reconocida acorde al art. 346 Nº 1 y 2 (es decir, que hayan sido reconocidos expresamente
en juicio, o en instrumento público o en juicio adverso)336.
Desde el momento en que esta operación es de carácter técnico, o sea, que para apreciarla se
necesitan conocimientos especiales de la ciencia o arte caligráfico, ella se lleva a cabo por peritos
caligráficos, que el tribunal tendrá que nombrar. Sin embargo, el tribunal hará por sí mismo la
comprobación después de oír a los peritos revisores, y no tendrá que sujetarse al dictamen de éstos
(art. 353 del CPC). En cuanto a los efectos y mérito probatorio del cotejo de letras, éste no constituye
por sí solo prueba suficiente; pero puede servir de base para una presunción judicial (art. 354 del
CPC).
4.1.3. LAS CONTRAESCRITURAS
La contraescritura, es todo instrumento público o privado, otorgado por las partes para alterar,
modificar o dejar sin efecto todo o parte de lo expresado por ellas en otro instrumento (art. 1707 del
CC). Acá las partes modifican o alteran en todo o parte, en sus elementos esenciales o accidentales,
los contratos celebrados, sea para dejarlos totalmente sin efecto, sea simplemente para introducir
modificaciones substanciales o de detalle. Pero en la práctica, las contraescrituras se otorgan con fines
de simulación, por ejemplo, para alterar el precio de una compraventa, con el objeto de pagar menos
impuesto.
Art. 1707. Las escrituras privadas hechas por los contratantes para alterar lo pactado en escritura pública, no
producirán efecto contra terceros.
Tampoco lo producirán las contraescrituras públicas, cuando no se ha tomado razón de su contenido al margen
de la escritura matriz cuyas disposiciones se alteran en la contraescritura, y del traslado en cuya virtud ha obrado
el tercero.

Se desprende del art. 1707 del CC, que las contraescrituras pueden ser instrumentos públicos
o privados. En cuanto a su valor probatorio, se aplican las reglas generales de los instrumentos, es

335
Si es objetado un documento privado, la prueba sobre su autenticidad corresponde a quien lo acompaña; en
cambio, si es objetado un instrumento público que carece de matriz, la prueba corresponde al que lo objeta.
336
La fotocopia de un instrumento privado, según algunos, tiene valor si emana de la parte en contra de la cual
se hace valer si, siendo objetado, se coteja con el original. Otros dicen que el cotejo de letras debe efectuarse
respecto de un documento original y no de una fotocopia, por tanto, en caso de que se impugne la fotocopia de
instrumento privado, ésta carecerá de valor probatorio, pues no podrá ser cotejado. Respecto de la fotocopia de
un documento emanado de un tercero, carece de valor probatorio si no es reconocida por el tercero.
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decir, si son instrumentos públicos, hacen fe como tales; y si son privados, tienen valor después de su
reconocimiento conforme a la ley.
Una escritura pública puede ser modificada por otra del mismo género o por un instrumento
privado; y, a su vez, la escritura privada puede alterarse por otra privada o por una escritura pública.
Pero los efectos que produce estas contraescrituras respecto de las partes y terceros, son distintos:
i. Entre las partes, las contraescrituras (públicas o privadas) hechas para alterar lo pactado en
un instrumento público o privado, tienen pleno valor probatorio; es decir, prevalece la
contraescritura, aunque el valor probatorio sea mayor en la escritura alterada, esto, porque
atendiendo al art. 428 del CPC, entre dos o más pruebas contradictorias, y a falta de ley que
resuelva el conflicto, los tribunales preferirán la que crean más conforme con la verdad, y
se entiende que está más conforme con la verdad la contraescritura, dado que si las partes
alteran con ella la primera escritura, es por considerar que ésta no guarda congruencia con la
realidad337.

ii. Respecto de terceros338, si se trata de contraescrituras privadas, éstas no producen efectos


respecto de ellos; pero sí se trata de contraescrituras públicas, éstas sí producen efectos
respecto de terceros, cumpliendo dos requisitos: se debe tomar razón (nota) del contenido de
la contraescritura al margen de la escritura matriz que se altera; y se debe tomar razón del
contenido de la contraescritura al margen del traslado (o sea, al margen de la copia autorizada
de la matriz), en cuya virtud ha actuado el tercero. Hoy este requisito se cumple
automáticamente, pues el notario siempre otorga copia autorizada de la matriz, con la debida
nota marginal.
Finalmente, los terceros pueden aprovecharse de las contraescrituras. En efecto, considerando
que el art. 1707 del CC establece que las contraescrituras no producen efectos contra terceros,
a contrario sensu, pueden tener efecto a favor de ellos, invocando las estipulaciones de la
contraescritura que los beneficien. Y si existe conflicto entre los terceros, es decir, si algunos
quieren hacer prevalecer la escritura y otros la contraescritura, de acuerdo al art. 1707 del CC,
debería preferirse a quienes hacen valer la escritura, ya que la contraescritura no afecta a los
terceros.
4.1.4. INICIATIVA Y OPORTUNIDAD PARA RENDIR LA PRUEBA INSTRUMENTAL
La iniciativa puede ser de parte o de oficio por el tribunal; también se habla de prueba
instrumental voluntaria o forzada, en el caso de que una parte se encuentre ante la carga de acompañar

337
Nuestra jurisprudencia ha recalcado que la regla de no poder alterar por escrituras privadas lo pactado por
escritura pública sólo rige en favor de los terceros. Nada impide a que puedan surtir efecto contra los mismos
contratantes, siempre y cuando la alteración no sea de tal naturaleza, que deba exigir escritura pública de
acuerdo a la ley.
338
La doctrina señala que la expresión “terceros” no alude a los terceros absolutos, puesto que respecto de ellos
la
disposición es innecesaria, dado que se encuentran protegidos por el principio del efecto relativo de los contratos
(les es inoponible). Por el contrario, se concluye que la norma alude a los terceros relativos, vale decir, todos
aquellos que, aun cuando no han participado en el otorgamiento de la contraescritura e ignoran dicho
otorgamiento, tienen interés en invocar las estipulaciones del acto ostensible (por ejemplo, aquél tercero que
contrata con el mandatario, cuyo mandato había sido previamente revocado).
457
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ciertos documentos dentro del proceso, ya sea a petición de la parte contraria o por requerimiento del
tribunal.
a. A petición de parte
La regla general, es que la iniciativa para presentar un instrumento sea de las partes, y al
respecto, existen dos maneras de presentarlos:
i. Por agregación. Esta iniciativa es voluntaria, y se caracteriza porque los documentos son
presentados por medio de una solicitud escrita y son agregados materialmente al proceso; en
otras palabras, se acompaña el documento y se solicita que sea agregado al expediente (por
ejemplo, cuando se interpone la demanda y en el otrosí se señala “téngase por acompañada
la escritura pública de arrendamiento, con citación”).
En cuanto a la oportunidad para presentar por agregación los instrumentos, de acuerdo al art.
348 del CPC, podrán presentarse en cualquier estado del juicio hasta el vencimiento del
término probatorio en primera instancia (por ejemplo, pueden presentarse en el escrito de
solicitud de medidas prejudiciales, en la demanda, en la contestación, en la reconvención,
etc.), y hasta la vista de la causa en segunda instancia (por ejemplo, pueden presentase con
el recurso de apelación).
ii. Por exhibición. Hay veces que los instrumentos no están en poder de la parte que desea
usarlos como medios de prueba, sino que en manos de la contraparte o de un tercero;
entonces, para hacerlos presentarlos al juicio, la ley establece un procedimiento especial, que
recibe el nombre de solicitud de exhibición de instrumentos, regulado en el art. 349 del CPC.
En efecto, el inc. I de dicha disposición señala que podrá decretarse, a solicitud de parte, la
exhibición de instrumentos que existan en poder de la otra parte o de un tercero, con tal que
tengan relación directa con la cuestión debatida y que no revistan el carácter de secretos o
confidenciales. Por lo tanto, los requisitos para que opere la exhibición, son:
- Que los documentos tengan relación directa con la cuestión debatida. El profesor
FORTTES recalca que esto se debe relacionar con la recepción de la causa a prueba, ya
que la resolución que recibe la causa a prueba fija los hechos sustanciales, pertinentes
y controvertidos, y lo mismo se exige (pertinencia) para la solicitud de la exhibición.

- Que los documentos no revistan el carácter de secretos o confidenciales. Este requisito


y el anterior son cuestiones de hecho, que aprecia prudencialmente el tribunal.

- Que señale la persona en cuyo poder se encuentre el documento. Naturalmente que si


se niega por la contraparte o por el tercero la existencia de estos documentos en su
poder, se habrá suscitado un incidente previo, que será necesario resolver a la luz de
las pruebas que sobre el particular se suministren.
Si la exhibición la tiene que hacer una parte, hay que llevar el documento a la audiencia que
se señale, exhibirlo, y agregar copia autorizada de él al expediente. Y cuando la exhibición
haya de hacerse por un tercero, podrá éste exigir que en su propia casa u oficina se saque
testimonio (copia) de los instrumentos por un ministro de fe (art. 349 inc. final). Como se ve,
en ambos casos el documento cuya exhibición se pretende no es agregado materialmente al
proceso sino que una copia autorizada del mismo.

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Si se rehúsa la exhibición sin justa causa, las sanciones serán diversas según se trate de la
contraparte o de un tercero. Si la contraparte es la desobediente, incurre en una doble sanción:
se le pueden imponer multas que no excedan de dos sueldos vitales o arrestos hasta de dos
meses determinados prudencialmente por el tribunal, sin perjuicio de repetir la orden y el
apercibimiento; y se pierde el derecho de hacer valer los documentos cuya exhibición se le
ha ordenado, sin perjuicio de decretarse allanamiento del local donde se halle el documento
cuya exhibición se pida. Y si el desobediente es un tercero, sólo se le puede apremiar con
multas o arrestos en la forma ya señalada 339.
b. Por iniciativa del juez
Finalmente, la iniciativa de la prueba instrumental puede corresponderle al propio juez, esto,
cuando el proceso esté en estado de sentencia (en primera instancia después de la citación oír
sentencia, y en segunda después de la vista causa), y ordene de oficio como medida para mejor
resolver, la agregación de cualquier documento que estime necesario para esclarecer el derecho de
los litigantes (art. 159 N° 1 del CPC). Esta agregación puede ser de documentos públicos o privados;
además se puede ordenar la presentación de cualquier expediente que tenga relación con el pleito, lo
que se hará remitiendo fotocopia autorizada, o el original en casos urgentes340.
Art. 159. Los tribunales, sólo dentro del plazo para dictar sentencia, podrán dictar de oficio medidas para mejor
resolver. Las que se dicten fuera de este plazo se tendrán por no decretadas. Sin perjuicio de lo establecido en
el inciso primero del art. 431, podrán dictar alguna o algunas de las siguientes medidas:
1. La agregación de cualquier documento que estimen necesario para esclarecer el derecho de los litigantes.

4.2. PRUEBA TESTIMONIAL

4.2.1. CONCEPTO
El profesor ALFARO señala que es un medio de prueba indirecto, en virtud del cual el juez se
impone de los hechos por medio de la declaración que hacen personas extrañas al juicio y sin interés,
que los han percibido. Estas personas extrañas al juicio y sin interés o terceros absolutos, son,
precisamente, los testigos, los cuales declaran en éste, dado el conocimiento que poseen sobre ciertos
hechos relevantes para su resolución. Por lo tanto, el elemento fundamental de esta prueba es el
testigo, y es por ello que gran parte de la reglamentación del CPC se orienta a su regulación.

339
El profesor ALFARO señala que esto es una concreción del poder coercitivo del juez (coercio), lo cual en
Derecho comparado se denomina astreintes, que implica utilizar la coerción para cumplir los fines del proceso,
que en este caso concreto, es para que se exhiba el instrumento.
340
En materia penal hay otras reglas. En primer lugar, está la fase investigación, donde el Fiscal recopila
diversos antecedentes, dentro de los cuales se incluyen los instrumentos; pero en ciertos casos es necesaria la
autorización juez de garantía (por ejemplo, respecto de la incautación); el juez de garantía no tiene facultades
para decretar que se agreguen documentos, pero sí puede autorizar peticiones. Luego, en la audiencia de
preparación del juicio oral, se determinan los documentos a acompañar al juicio oral, según el ofrecimiento que
hubieren efectuado los intervinientes (fiscal en su acusación, querellante en su acusación o adhesión, actor civil
en su demanda, acusado, hasta antes del inicio audiencia por escrito, o al inicio audiencia en forma verbal).
Finalmente, la prueba instrumental se debe rendir en el juicio oral
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4.2.2. CARACTERÍSTICAS

i. Por regla general, es un medio de prueba circunstancial o accidental, ya que se produce durante
el juicio. En efecto, el testigo se impone del hecho de una manera accidental, sin saber que
posteriormente declarará sobre el mismo. La excepción la constituyen los testigos
instrumentales (prueba preconstituida), es decir, aquellos que se encuentran presentes al
momento del otorgamiento de un acto o contrato.

ii. Es un medio de prueba indirecto, ya que el juez tiene conocimiento de los hechos por medio
de un tercero y no personalmente.

iii. En materia civil es una prueba mediata, pues se rinde ante un receptor (no hay inmediación por
parte del juez); en materia penal en cambio, es inmediata, pues la prueba se debe rendir ante y
a través del juez.

iv. Es una prueba personal, ya que el medio está constituido por las declaraciones de personas.

v. Es una prueba reglada en su tramitación, ya que hay una serie de formalidades que se deben
cumplir (lista testigos, causales de inhabilidad, etc.). El legislador la ha rodeado de una serie
de garantías, ya que es una prueba muy subjetiva, pues depende de la memoria y de la
percepción del hecho que haya tenido el testigo y, además, es muy insegura, pues se puede
preparar a los testigos y llevarlos al juicio. Es por ello que el CC establece cuando procede este
medio de prueba, y el CPC toma resguardos en orden a señalar cómo tienen que declarar y qué
condiciones deben reunir los testigos para ser hábiles.

vi. Esta prueba, en materia civil, puede tener valor de plena prueba o de prueba semiplena; en
materia penal en cambio, se valora conforme a la sana crítica.

4.2.3. PROCEDENCIA O ADMISIBILIDAD DE LA PRUEBA TESTIMONIAL


Derivado de las críticas mencionadas anteriormente, es que el legislador ha establecido limitaciones
a la admisibilidad de la prueba testimonial. El profesor FORTTES dice que estas limitaciones se dan
en dos sentidos: procedimentales y sustantivas.
a. Limitaciones procedimentales
En virtud de estas limitaciones, la parte que desea rendir prueba testimonial debe acompañar
dentro del plazo que señala la ley una nómina o lista de los testigos que piensa valerse en el juicio y,
además, una minuta de interrogatorio para los testigos que se presentan (esta minuta es una
especificación de los puntos o hechos de prueba fijados por el tribunal). Esta es una limitación por
dos razones: ya que sólo pueden ser admitidos a declarar aquellos testigos incluidos en la lista; y si
no se presenta la minuta de los puntos de prueba, según la mayoría de los autores, el testigo será
interrogado al tenor de los hechos fijados por el juez en la resolución que recibe la causa a prueba; la
minoría señala que se debe aplicar la misma sanción prevista para la no presentación de lista de
testigos, por tanto, se debe rechazar la declaración de los testigos.
Finalmente, agrega el profesor, que el tema de la habilidad de los testigos también es una
limitación procedimental.
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b. Limitaciones sustantivas
Estas limitaciones dicen relación con la eficacia de los testigos como medio de prueba, es
decir, si este medio de prueba es eficaz para acreditar todo tipo de hechos y de obligaciones, o no. Y
se denominan así, porque es la ley sustantiva (CC) la que se encarga de determinar los casos en que
es admisible la prueba testimonial; en cambio, la ley procesal es la llamada a determinar la forma o
manera como debe rendirse esta prueba 341.
La regla general, es que la prueba testimonial es admisible para probar cualquier hecho, sea
de orden físico, moral, jurídico o no jurídico. En efecto, en doctrina se señala que este medio
probatorio es ampliamente admisible para probar todo tipo de hechos, ya sean de la naturaleza o del
hombre, y ya sea que, indirectamente, produzcan o no consecuencias de índole jurídica (por ejemplo,
la entrega de una cosa puede probarse por medio de testigos porque es un hecho, al igual que la
posesión y el dominio). No obstante, respecto de los actos o contratos, sí hay límites, pero éstos dicen
relación sólo con los contratos, pues las demás fuentes de las obligaciones (delito, cuasidelito, ley y
cuasicontrato), pueden probarse por este medio sin ninguna limitación.
Ahora bien, los actos o contratos respecto de los cuales se encuentra excluida la prueba
testimonial, son:
i. De acuerdo al art. 1708 del CC, no se admitirá prueba de testigos respecto de una obligación
que haya debido consignarse por escrito. Ahora, conforme al art. 1709 inc. I del CC, deberán
constar por escrito los actos o contratos que contienen la entrega o promesa de una cosa
que valga más de dos unidades tributarias; es decir, deben constar por escrito la gran mayoría
de los actos de contenido patrimonial.
¿En qué momento se establece el valor de la cosa que debe entregarse? Al momento de la
celebración del acto o contrato, porque es en ese momento en que debe cumplirse con la
obligación de consignarlo por escrito. Por tanto, no se incluirán en esta suma los frutos,
intereses u otros accesorios de la especie o cantidad debida (art. 1709 inc. III del CC)342.
ii. Conforme al art. 1709 inc. II del CC, no será admisible la prueba de testigos en cuanto
adicione o altere de modo alguno lo que se exprese en el acto o contrato, ni sobre lo que se
alegue haberse dicho antes, o al tiempo o después de su otorgamiento, aun cuando en
algunas de estas adiciones o modificaciones se trate de una cosa cuyo valor no alcance a la
referida suma (dos UT). Por tanto, el CC se encarga de repudiar la prueba de testigos tanto
para el contrato en su conjunto, como para cualquiera de sus partes; por ejemplo, si en un
contrato de mutuo de un valor superior a dos UTM se pactó una determinada tasa de interés,

341
Hay que recordar que las limitaciones de la prueba testimonial se relacionan con la p r u e b a i n a d m i s i
b l e , la c u a l se refiere a la procedencia del medio probatorio. Ahora bien, ante la pretensión de una parte de
rendir una prueba inadmisible, hay duda respecto de cómo resuelve el tribunal: según algunos, el juez en este
caso puede resolver de inmediato (in limine litis) y rechazar la prueba, esto porque se está actuando en base a
un texto legal expreso; otros señalan que es mejor resolverlo después (en la sentencia definitiva), ya que así no
se corre el riesgo del prejuzgamiento, y se le hace creer a la parte que está ejerciendo completamente su derecho
a probar.
342
Cuando estas reglas legales dicen que esos actos no pueden ser probados por testigos, la inadmisibilidad
cubre tanto la mera existencia del acto o contrato como su contenido; es decir, no es posible probar por testigos
que ese contrato existe o existió; o que un contrato tiene tal o cual contenido (todo o una parte).
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y una de las partes pretende probar que hubo después una rebaja del porcentaje de los
intereses, no podrá hacerlo mediante testigos.
Aquí, ninguna de las partes (demandante o demandado) puede acudir a la prueba testimonial
(y la instrumental, pues la falta de ésta es supuesto para aplicar la norma), pero esto no
significa que quede eliminada toda posibilidad de prueba, pues podrá acudirse a otras como
la prueba confesional.
iii. Otra limitación, dice relación con los actos en que se exige un instrumento público como
solemnidad, pues de acuerdo a la primera parte del art. 1701 inc. I del CC, la falta de
instrumento público no puede suplirse por otra prueba (incluida la testimonial) en los actos y
contratos en que la ley requiere esa solemnidad.

iv. Por último, el profesor ALFARO menciona como otro caso de improcedencia de la prueba
testimonial, al que está contenido en el art. 378 inc. I del CPC, el cual señala que no se
admitirá prueba de testigos para inhabilitar a los que hayan declarado sobre las tachas
deducidas. Una tacha da lugar a un incidente y en ese incidente se pueden utilizar todos los
medios de prueba incluso la prueba testimonial, y lo que señala el legislador, es que no se
puede utilizar esta prueba para inhabilitar a un testigo de tacha.
Sin embargo, existen contraexcepciones a los casos de inadmisibilidad de la prueba de
testigos en los actos y contratos que debían constar por escrito, cuales son:
i. De acuerdo al art. 1711 del CC, exceptúanse de lo dispuesto en los tres artículos precedentes
los casos en que haya un principio de prueba por escrito, es decir, un acto escrito del
demandado o de su representante, que haga verosímil el hecho litigioso (por ejemplo, un
recibo). Entonces, para que el documento constituya un principio de prueba por escrito,
debe reunir los siguientes requisitos: debe ser un documento escrito, firmado o no; puede ser
público o privado (reconocido o mandado a tener por reconocido); debe hacer verosímil el
hecho litigioso, es decir, entre el documento y la obligación que se trata de probar, debe haber
manifiesta conexión y coherencia; y debe emanar de la parte contra la cual se invoca, sea el
demandado o el demandante (el CC usa la expresión "demandado", porque normalmente él
lo habrá dado).

ii. Conforme al art. 1711 inc. III del CC, exceptúanse también los casos en que haya sido
imposible obtener una prueba escrita, y los demás expresamente exceptuados en este Código
y en los Códigos especiales. La imposibilidad puede ser física o moral: hay imposibilidad
física cuando las circunstancias materiales no permiten otorgar un instrumento; y hay
imposibilidad moral, cuando razones de afecto, delicadeza, etiqueta o costumbre no hacen
procedente exigir la extensión de un documento escrito.

iii. Por último, el art. 1711 inc. III del CC también señala que hacen excepción a la
inadmisibilidad de la prueba testimonial, los demás casos expresamente exceptuados en el
CC y en Códigos especiales. Es decir, se trata de casos especiales en que se admite prueba
testimonial, no obstante no haberse escriturado el acto, por ejemplo, en el comodato y en el
depósito necesario, se permite la prueba de testigos cualquiera que sea el valor de la cosa
prestada o depositada (arts. 2175 y 2237 del CC), y la razón de esto, está en que como son

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contratos intuito personae, se le prestará o depositará la cosa a quien se le tiene confianza,


razón por la cual, no se exige escrituración 343.
Art. 2175. El contrato de comodato podrá probarse por testigos, cualquiera que sea el valor de la cosa
prestada.

Art. 2237. Acerca del depósito necesario es admisible toda especie de prueba.

4.2.4. LOS TESTIGOS

a. Concepto
Nuestro CPC no define a los testigos, sino que es la doctrina la que hace esta labor, señalando
que son terceros ajenos al juicio y sin interés, que declaran bajo juramento acerca de la verdad o
falsedad de los hechos controvertidos en él. De la definición, se pueden extraer las características o
requisitos generales para ser testigo:
i. Debe tratarse de un tercero sin interés en el asunto sometido al proceso. Como se puede
apreciar, la persona que desempeña el papel de testigo es un tercero absoluto, pues si la
declaración emana de las partes o de un tercero relativo, se cae en el campo o esfera de la
prueba confesional.

ii. Deben declarar sobre hechos, actos o contratos. En efecto, el objeto de la declaración del
testigo son los hechos, los cuales deben ser ciertos, precisos y determinados; y también
pueden declarar sobre actos o contratos, siempre que se cumplan con los requisitos de
admisibilidad antes señalados. Se entiende que no pueden emitir en sus declaraciones
opiniones o apreciaciones, pues éstas corresponden efectuarlas a los peritos.

iii. Deben conocer los hechos, ya sea por haberlos percibido por sus propios sentidos (testigos
presenciales), o del dicho de otro (testigos de oídas).

iv. Los testigos deben dar razón de sus dichos, es decir, señalar con precisión la causa,
antecedente o motivo que sustenta su declaración.

v. El profesor FORTTES agrega que sólo pueden ser testigos las personas naturales y no las
jurídicas; y en principio, deben concurrir personalmente al tribunal para prestar la
declaración.

b. Clasificación de los testigos

i. Según cómo conocen o se imponen de los hechos, los testigos se clasifican en presenciales,
de oídas e instrumentales.

343
Un ejemplo también lo constituyen los negocios mercantiles, ya que de acuerdo al art. 128 del CCO, la
prueba de testigos es admisible en negocios mercantiles, cualquiera que sea la cantidad que importe la
obligación que se trate de probar, salvo los casos en que la ley exija escritura pública. La razón de esto, es por
la rapidez de los actos de comercio.
463
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

El testigo presencial, es aquel que ha percibido por sus propios sentidos los hechos acerca de
los cuales declara; se habla también de testigo de vista, pues depone sobre hechos que ha visto y
presenciado.
Por su parte, el testigo de oídas es aquel que relata los hechos sin haberlos percibido y sólo
por el dicho de otras personas; es decir, no perciben directamente los hechos, sino que los conocen
a través del dicho de una de las partes o de terceros.
Por último, el testigo instrumental, es aquel que ha concurrido en calidad de testigo al
otorgamiento de un instrumento en que se deja constancia del hecho que se trata (por ejemplo, si se
quiere otorgar un testamento cerrado, lo normal será otorgarlo ante notario y tres testigos). Esta
clasificación reviste importancia para los efectos de su diverso valor probatorio.
ii. Atendiendo a las circunstancias que giran en torno al hecho respecto del cual declaran se
clasifican en conteste y singulares.
Los testigos contestes son aquellos que están de acuerdo en el hecho y en sus circunstancias
esenciales; mientras que los testigos singulares, son aquellos que concuerdan con el hecho, pero
difieren en cuanto a sus circunstancias esenciales 344. Esta clasificación también tiene importancia para
los efectos de su diverso valor probatorio.
iii. Según su habilidad o idoneidad para declarar en juicio, los testigos se clasifican en hábiles e
inhábiles.
El testigo hábil es aquel en el cual no concurren determinadas circunstancias que en concepto
de la ley hacen sospechosa o ineficaz su declaración (no se encuentra afecto a inhabilidades).
En cambio, el testigo inhábil, es aquel en quien concurren determinadas circunstancias,
llamadas tachas, y que hacen que su declaración carezca de valor legal. Esta última clasificación, al
igual que las anteriores, tiene importancia por el diverso mérito probatorio que arrojan las
declaraciones de uno u otro testigo345.
c. Habilidad para ser testigo
Como una manifestación de los temores que el legislador tiene frente a la prueba testimonial,
estableció ciertos requisitos o condiciones que deben reunir los testigos. En efecto, no basta conocer
los hechos que se debaten en el juicio para declarar como testigo, sino que, además, es necesario tener
la habilidad necesaria para desempeñar este papel procesal.
En concepto del legislador, la habilidad es sinónimo de capacidad; y al igual que la capacidad,
desde el punto de vista del derecho material, la regla general es la habilidad para ser testigo, y la
excepción, la inhabilidad. En efecto, de acuerdo al art. 356 del CPC, es hábil para testificar en juicio
toda persona a quien la ley no declare inhábil. Ahora bien, el legislador contempla dos tipos de
inhabilidades, cuales son:

344
Algunos señalan dentro de éstos últimos, a los testigos diversificativos (declaran sobre hechos diversos, no
excluyentes entre sí), a los testigos acumulativos (declaran sobre hechos sucesivos que se complementan) y a
los testigos obstativos (declaran en contraposición a lo señalado por otro).
345
Cabe decir que en materia penal no existen testigos inhábiles, pues su valor probatorio se aprecia conforme
a las normas de la sana crítica.
464
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

i. Inhabilidades absolutas. Son aquellas que impiden a una persona que se encuentra en
determinadas circunstancias o condiciones, pueda declarar en cualquier juicio. Esta
inhabilidad se funda en dos órdenes de ideas: en la falta de capacidad del testigo para percibir
los hechos sobre los que declara, o en su falta de probidad o moralidad. Estas incapacidades
las enumera taxativamente el art. 357 del CPC, el cual dispone que no son hábiles para
declarar como testigos:

- Los menores de catorce años. Podrán, sin embargo, aceptarse las declaraciones sin
previo juramento y estimarse como base para una presunción judicial, cuando tengan
discernimiento suficiente (art. 357 Nº 1). La edad hay que juzgarla al momento de
declarar, y no a la época en que percibió los hechos sobre los que declara. El
discernimiento suficiente lo califica el tribunal sin mayores trámites, y en caso
afirmativo, ordenará que se tome declaración al testigo, pero eximiéndolo de la
formalidad previa del juramento.

- Los que se hallen en interdicción por causa de demencia (art. 357 Nº 2). La demencia
se prueba por la resolución que declare la interdicción definitiva o provisoria.

- Los que al tiempo de declarar, o al de verificarse los hechos sobre que declaran, están
privados de la razón, por ebriedad u otra causa (art. 357 Nº 3). Ejemplos de "otra causa",
sería el caso del testigo que estuviere bajo los efectos de un narcótico; o bien, en estado
de locura o demencia, pero sin que hubiere sido declarado interdicto.

- Los que carezcan de sentido necesario para percibir los hechos declarados al tiempo de
verificarse éstos (art. 357 Nº 4). Sería el caso de un ciego que pretendiera que vio cuando
una persona atropelló en su auto a otra; o un sordo que pretendiera declarar que oyó
cuando una persona manifestó a otra tal o cual cosa.

- Los sordos o sordomudos que no puedan darse a entender claramente (Nº 5).

- Los que en el mismo juicio hayan sido cohechados, o hayan cohechado o intentado
cohechar a otros, aun cuando no se les haya procesado criminalmente (art. 357 Nº 6).
El profesor FORTTES señala que estas personas tienen una carencia total de probidad,
respecto de las cuales se refleja una cierta presunción legal de que no van a ser sinceras.
Se puede decir, entonces, que las inhabilidades anteriores son físicas, y éstas y las que
van a nombrar a continuación, son morales.

- Los vagos sin ocupación u oficio conocido (art. 357 Nº 7). Estas personas se hallan
expuestas a toda clase de influencias o presiones destinadas a que tergiversen la verdad
de los hechos.

- Los que en concepto del tribunal sean indignos de fe por haber sido condenados por
delito (art. 357 Nº 8). Esta causal es esencialmente prudencial, y queda entregada al sano
criterio del juez; así, por ejemplo, un condenado por estafa será indigno de fe, y uno por
lesiones, en cambio, puede ser digno de crédito.

465
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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- Los que hagan profesión de testificar en juicio (art. 357 Nº 9). No importa para
considerarlos inhábiles, que ejerzan esta actividad por una remuneración o no.

ii. Inhabilidades relativas. Son aquellas que afectan a determinadas personas, y sólo respecto
de un juicio en particular; esto, porque se presume que carecen de imparcialidad. Estas
inhabilidades las enumera taxativamente el art. 358 del CPC, el cual dispone que son también
inhábiles para declarar:

- El cónyuge y los parientes legítimos hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo


de afinidad de la parte que los presenta como testigos (art. 358 Nº 1). Se trata de vínculos
familiares tan estrechos que, evidentemente, hacen perder al testigo la imparcialidad
necesaria para declarar; y de allí que el legislador presuma que faltarán a la verdad, con
tal de no perjudicar a la parte que los presenta.

- Los ascendientes, descendientes y hermanos ilegítimos, cuando haya reconocimiento del


parentesco que produzca efectos civiles respecto de la parte que solicite su declaración
(art. 358 Nº 2).

- Los pupilos por sus guardadores y viceversa (art. 358 Nº 3).

- Los criados domésticos o dependientes de la parte que los presente. Se entenderá por
dependiente, para los efectos de este artículo, el que preste habitualmente servicios
retribuidos al que lo haya presentado por testigo, aunque no viva en su casa (art. 358
Nº 4). La legislación del trabajo llama ahora a los criados domésticos trabajadores de
casa particular, y a los dependientes trabajadores.

- Los trabajadores y labradores dependientes de la persona que exige su testimonio (art.


358 Nº 5). Los labradores son los trabajadores u obreros agrícolas.

- Los que a juicio del tribunal carezcan de la imparcialidad necesaria para declarar por
tener en el pleito interés directo o indirecto (art. 358 Nº 6). Esta causal de inhabilidad
queda entregada al criterio del tribunal. Al respecto, la jurisprudencia ha dicho que el
interés que puede servir de fundamento a la tacha a que se refiere esta disposición, es el
pecuniario o material del juicio (CS 23/05/90).

- Los que tengan íntima amistad con la persona que los presenta o enemistad respecto de
la persona contra quien declaren. La amistad o enemistad deberán ser manifestadas por
hechos graves que el tribunal calificará según las circunstancias (art. 358 Nº 7).
Cabe decir que las inhabilidades relativas antes mencionadas, no podrán hacerse valer
cuando la parte a cuyo favor se hallan establecidas, presente como testigos a las mismas
personas a quienes podrán aplicarse dichas tachas (art. 358 inc. final del CPC). A esto se le
denomina purga de las inhabilidades y tiene lugar cuando, por ejemplo, el demandante
presenta como testigo a un íntimo amigo, en circunstancia que esta persona también es íntima
amiga del demandado, por tanto, no podría este último tachar al testigo presentado por el
primero.

466
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Por último, se puede decir que las diferencias entre una u otra inhabilidad son: las
inhabilidades absolutas pueden hacerse valer ya sea a iniciativa parte antes de la declaración (por
medio de la tacha del testigo que declara), o se pueden decretar de oficio, antes o durante la
declaración, cuando "notoriamente aparezca" el testigo comprendido en alguna de sus causales; en
cambio, las inhabilidades relativas sólo pueden hacerse valer por iniciativa de parte antes de la
declaración. Las causales de inhabilidad absoluta no se purgan, en cambio, las causales de inhabilidad
relativa se pueden purgar cuando ambas partes presentan testigos afectos a las mismas inhabilidades.
Por último, las inhabilidades absolutas no son renunciables por las partes, ya que el tribunal puede
siempre repeler de oficio la declaración de los testigos que se encuentren "notoriamente afectos" a
una causal de inhabilidad absoluta; en cambio, las inhabilidades relativas son renunciables, ya sea en
forma expresa o tácita (en caso de no hacerse a valer por la parte en la oportunidad legal o en el evento
de la purga de ellas).
d. Obligaciones de los testigos
De acuerdo al art. 359 inc. I del CPC, toda persona, cualquiera que sea su estado o profesión,
está obligada a declarar y a concurrir a la audiencia que el tribunal señale con este objeto. A su vez,
el art. 209 del Código Penal, el falso testimonio en causa civil, será castigado con presidio menor en
su grado medio y multa de once a veinte sueldos vitales. Como se puede apreciar, sobre los testigos
pesa una triple obligación, a saber: una obligación de concurrir a declarar a los tribunales; una
obligación de declarar; y una obligación de decir la verdad. A continuación se examinarán cada una
de estas obligaciones.
i. Obligación de concurrir.
Esta obligación implica para el testigo el deber de asistir en persona a la audiencia que el
tribunal señale con este objeto, ya sea que haya tenido conocimiento extraoficial de ella, o haya sido
citado legalmente al efecto (conocimiento oficial). La obligación de concurrir rige ante el tribunal
que conoce de la causa, o ante el tribunal exhortado para tomar la prueba testimonial.
Sin embargo, hay personas que no están obligadas a concurrir a la audiencia que el tribunal
señale para que presten declaración, no obstante, sobre ellas siempre pesan las obligaciones de
declarar y de decir la verdad. En efecto, el art. 361 del CPC señala que “podrán” declarar en el
domicilio que fijen dentro del territorio jurisdiccional del tribunal:
- El Presidente de la República, los Ministros de Estado, los Senadores y Diputados, los
Subsecretarios; los Intendentes Regionales, los Gobernadores y los Alcaldes, dentro del
territorio de su jurisdicción; los jefes superiores de Servicios, los miembros de la CS o de
alguna CA, los Fiscales (judiciales) de estos Tribunales, los Jueces Letrados, el Fiscal
Nacional y los fiscales regionales, los Oficiales Generales en servicio activo o en retiro, los
Oficiales Superiores y los Oficiales Jefes; el Arzobispo y los Obispos. Los Vicarios
Generales, los Provisores, los Vicarios y Pro vicarios Capitulares; y los Párrocos dentro del
territorio de la Parroquia a su cargo (art. 361 Nº 1). Estas personas desempeñan altos cargos
públicos, y por su función, tienen dificultades para concurrir a la audiencia.

- Los religiosos, incluso los novicios, es decir, los iniciados (art. 361 Nº 3).

- Las mujeres, siempre que por su estado o posición no puedan concurrir sin grave molestia
(art. 361 Nº 4). Por ejemplo, una mujer con ocho meses de embarazo.
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- Los que por enfermedad u otro impedimento, calificado por el tribunal, se hallen en la
imposibilidad de hacerlo (art. 361 Nº 5).
Conforme al art. 361 inc. II, para este efecto (para que declaren en su domicilio) dentro del
tercer día hábil siguiente a su notificación, las personas mencionadas propondrán al tribunal el lugar
y la fecha, comprendida dentro del término probatorio, de realización de la audiencia respectiva. El
juez los fijará sin más trámite si el interesado así no lo hiciere ni comunicare su renuncia al derecho
que le confiere este artículo.
El profesor ALFARO señala que es conveniente no sólo presentar la lista de testigos, sino que
también pedir la citación, ya que si no se cita, puede alegarse entorpecimiento de la prueba por
incomparecencia del testigo; pero ¿cómo se acredita el hecho de que fue citado el testigo? Esto se
acredita con la notificación personal o por cedula. En efecto, de acuerdo al art. 380 inc. I del CPC,
siempre que lo pida alguna de las partes, mandará el tribunal que se cite a las personas designadas
como testigos en la forma establecida por el art. 56 (las notificaciones que se hagan a terceros que no
sean parte en juicio, o a quienes no afecten sus resultados, se harán personalmente o por cédula),
indicándose en la citación el juicio en que debe prestarse la declaración y el día y hora de la
comparecencia ¿Qué sucede si la persona no concurre a declarar? De acuerdo al inc. II del art. 380,
el testigo que legalmente citado no comparezca podrá ser compelido por medio de la fuerza a
presentarse ante el tribunal que haya expedido la citación, a menos que compruebe que ha estado en
imposibilidad de concurrir346.
ii. Obligación de declarar.
Esta obligación implica el deber que pesa sobre todo testigo de responder a las preguntas que
se le hagan en la audiencia de prueba respectiva, previa observancia de las formalidades legales. Si
el testigo ignora el hecho acerca del cual se le interroga, basta con que exprese esta circunstancia, y
se entiende que ha cumplido con la obligación antes señalada.
Aquí también hay excepciones, ya que hay personas que no están obligadas a declarar, no
obstante, sobre ellas pesa la obligación de concurrir a la audiencia de prueba respectiva, para que
puedan eximirse de declarar por alguna de estas causales. En efecto, conforme al art. 360 del CPC,
no serán obligados a declarar:

- Los eclesiásticos, abogados, escribanos, procuradores, médicos y matronas, sobre hechos que
se les hayan comunicado confidencialmente con ocasión de su empleo, profesión u oficio
(art. 360 Nº 1). Esta norma contempla el llamado secreto profesional, y su infracción, fuera
de las sanciones de orden religioso, ético o gremial que pueden recaer, también lo hace
incurrir en responsabilidad penal; pues de acuerdo al art. 247 del Código Penal, el empleado

346
En materia penal la forma de hacer efectiva la obligación de comparecer ante el tribunal, es mediante la
citación judicial del testigo; y en caso de incomparecencia, el testigo será arrestado hasta la realización de la
actuación (por un máximo de 24 horas), y se le impondrá una multa de hasta 15 UTM, y deberá pagar las costas
provocadas por su inasistencia. Sin embargo, aquí también hay excepciones, respecto de los testigos que se
encuentren en el extranjero (aquí podría proceder una prueba anticipada); los testigos residentes fuera del
territorio jurisdiccional del tribunal; y las personas que ejerzan un cargo de autoridad. Además, el Fiscal
(durante la investigación) puede citar a su presencia a declarar, a todas las personas que no estén exentas de la
obligación de comparecer, y en el evento de no asistir, pueden solicitar al juez de garantía que lo autorice a
conducir a tal persona compulsivamente ante él...
468
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público que, sabiendo por razón de su cargo los secretos de un particular, los descubriere con
perjuicio de éste, incurrirá en las penas de reclusión menor en sus grados mínimo a medio y
multa de seis a diez sueldos vitales. Agrega el inc. II que las mismas penas se aplicarán a los
que, ejerciendo alguna de las profesiones que requieren título, revelen los secretos que por
razón de ella se les hubieren confiado.

- Las personas expresadas en los números 1, 2 y 3 del art. 358 (art. 360 Nº 2), es decir, el
cónyuge y los parientes hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad; los
ascendientes, descendientes y hermanos; y los pupilos por sus guardadores y viceversa. Acá
se consagra la regla de que nadie puede ser obligado a declarar en su contra, ni en contra de
sus parientes; y la razón de esto, es evitar a dichas personas la incómoda situación moral en
que pueden hallarse al declarar bajo juramento y verse, por tanto, en la necesidad de decir la
verdad, perjudicando los intereses de sus propios familiares.

- Los que son interrogados acerca de hechos que afecten al honor del testigo o de las personas
mencionadas en el número anterior, o que importen un delito de que pueda ser criminalmente
responsable el declarante o cualquiera de las personas referidas (art. 360 N° 3).

- Por último, de acuerdo al art. 362 del CPC, no están obligados a declarar ni a concurrir a la
audiencia judicial, los chilenos o extranjeros que gocen en el país de inmunidad diplomática,
en conformidad a los tratados vigentes sobre la materia. Estas personas declararán por
informe, si consintieran a ello voluntariamente. Al efecto, se les dirigirá un oficio respetuoso,
por medio del Ministerio respectivo.
¿Qué pasa si la persona comparece, pero se niega sin justa causa a declarar? Conforme al art.
380 inc. III del CPC, si compareciendo se niega sin justa causa a declarar, podrá ser mantenido en
arresto hasta que preste su declaración (sanción civil). Todo lo cual se entiende sin perjuicio de la
responsabilidad penal que pueda afectar al testigo rebelde (incurre en una falta sancionada con pena
de multa)347.
iii. Obligación de decir la verdad.
Esta obligación no está establecida expresamente, pero se desprende de varias disposiciones,
y consiste en que el testigo debe ser sincero en sus declaraciones. En concreto, esta obligación se
deduce: del principio de buena fe que debe imperar en toda actuación judicial; del juramento de decir
la verdad que debe prestar cada testigo antes de ser examinado; y del delito de falso testimonio.
e. Derechos de los testigos
Como una compensación de las obligaciones antes señaladas, la ley les reconoce derechos a
los testigos. En efecto, conforme al art. 381 del CPC, tiene el testigo derecho para reclamar de la
persona que lo presenta (a declarar), el abono de los gastos que le imponga la comparecencia. Agrega
el inc. II que se entenderá renunciado este derecho si no se ejerce en el plazo de veinte días, contados
desde la fecha en que se presta la declaración. Y finaliza el inc. III señalando que en caso de
desacuerdo, estos gastos serán regulados por el tribunal sin forma de juicio y sin ulterior recurso.

347
En materia penal la negativa a declarar se sanciona con las penas del art. 240 inc. II del CPC (reclusión
menor en su grado medio a máximo).
469
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4.2.5. DESARROLLO DE LA PRUEBA TESTIMONIAL

a. Iniciativa
La regla general, en cuanto a la iniciativa, es que las partes litigantes sean las que produzcan
esta prueba dentro del pleito, en la oportunidad y forma que la ley procesal establece. Sin embargo,
excepcionalmente la podrá decretar de oficio el tribunal, como una medida para mejor resolver.

b. Oportunidad para solicitarla


La proposición de la prueba testimonial se rige por el art. 320 inc. I del CPC, y de acuerdo a
esta norma, debe pedirse dentro de los cinco días siguientes a la notificación (por cédula) de la
resolución (interlocutoria) que recibe la causa a prueba, esto, cuando no se haya deducido reposición
en su contra, pues, en caso contrario, deberá proponerse dentro de los cinco días siguientes a la
notificación (por el estado) de la resolución que se pronuncie sobre la última solicitud de reposición348.
Art. 320. Desde la primera notificación de la resolución a que se refiere el art. 318, y hasta el quinto día de la
última, cuando no se haya pedido reposición en conformidad al artículo anterior y en el caso contrario, dentro
de los cinco días siguientes a la notificación por el estado de la resolución que se pronuncie sobre la última
solicitud de reposición, cada parte deberá presentar una minuta de los puntos sobre que piense rendir prueba de
testigos, enumerados y especificados con claridad y precisión.
Deberá acompañar una nómina de los testigos de que piensa valerse, con expresión del nombre y apellido,
domicilio, profesión u oficio. La indicación del domicilio deberá contener los datos necesarios a juicio del
juzgado, para establecer la identificación del testigo.
Si habiéndose pedido reposición ya se hubiere presentado lista de testigos y minuta de puntos por alguna de las
partes, no será necesario presentar nuevas lista ni minuta, salvo que, como consecuencia de haberse acogido el
recurso, la parte que las presenta estime pertinente modificarlas.

Como se puede apreciar, junto a la proposición se debe acompañar una lista de testigos y una
minuta de los puntos de prueba.
i. La nómina de testigos: corresponde a una lista que indica el nombre, apellido, domicilio,
profesión u oficio de los testigos. La ley no limita el número de testigos que puede contener
esta nómina, siendo conveniente hacer figurar en ella el mayor número posible, por las
inhabilidades o tachas que pueden afectar a los testigos, o por cualquiera otra razón de fuerza
mayor, que impida su declaración posterior. Sin embargo, de acuerdo al art. 372 inc. I del
CPC, serán admitidos a declarar solamente hasta seis testigos, por cada parte, sobre cada uno
de los hechos que deban acreditarse; por tanto, si son tres los hechos que deben acreditarse,
por cada parte podrán declarar 18 testigos, y en la nómina podrán figurar 20, 25, etc.
¿Qué pasa si no se presenta la nómina de testigos? La sanción no puede ser otra que la de
verse privado del derecho a rendir prueba testimonial, pues atendiendo al art. 372 inc. II del
CPC, sólo se examinarán los testigos que figuren en la nómina a que se refiere el inciso final
del art. 320. No obstante, el inc. III establece una excepción a la regla anterior, ya que podrá,

348
Existen reglas especiales en cuanto al plazo para presentar la prueba testimonial, tanto en los incidentes
como en el juicio sumario. En efecto, en los incidentes el plazo es sólo de dos días, y en el juicio sumario se
presenta en la audiencia de contestación o dentro de tres días siguientes a la notificación de la resolución que
reciba la causa prueba.
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con todo, el tribunal admitir otros testigos en casos muy calificados, y jurando la parte que
no tuvo conocimiento de ellos al tiempo de formar la nómina de que trata el inciso anterior 349.
ii. Minuta de puntos de prueba: consiste en un conjunto de preguntas, debidamente
enumeradas y especificadas, que se deben redactar en forma tal, que constituyan un desarrollo
de los hechos controvertidos substanciales y pertinentes señalados por el tribunal en su
resolución; en otras palabras, en la minuta se especifican los hechos de la resolución que
recibe la causa a prueba, en puntos y preguntas concretas ¿Qué pasa si no se presenta la
minuta? La jurisprudencia mayoritaria ha señalado que la omisión de la minuta se entiende
como una renuncia de la parte a presentarla y, por tanto, los testigos deberán ser interrogados
al tenor de la resolución que recibe la causa a prueba.
El cumplimiento de esas dos obligaciones (presentar la nómina y la minuta) está destinada a
preparar la prueba testimonial, permitiendo al contendor constatar si concurren o no las inhabilidades
que pudiera hacer valer, y en caso afirmativo, formular las tachas que sean aplicables 350.
c. Oportunidad para rendir la prueba testimonial
Aquí se debe distinguir según si se trata de rendir la prueba testimonial en primera o en
segunda instancia, o como una medida prejudicial probatoria.
En primera instancia, el art. 340 inc. I del CPC establece que las diligencias de prueba de
testigos sólo podrán practicarse dentro del término probatorio; como esta norma no distingue, se
entiende que se refiere a toda clase de término probatorio (ordinario, extraordinario y especial). Estos
términos son fatales para los efectos de rendir la prueba testimonial, por ende, si se rinde fuera de
ellos (es extemporánea), será nula y de ningún valor.
En cuanto a la segunda instancia, conforme al art. 207 inc. I del CPC, salvo lo dispuesto en
el inciso final del art. 310 (excepciones anómalas opuestas hasta antes de la vista de la causa) y en
los arts. 348 (instrumentos presentados hasta antes de la vista de la causa) y 385 (confesión prestada
hasta antes de la vista de la causa), no se admitirá prueba alguna351. Pero esta regla general reconoce
excepciones, pues de acuerdo a la primera parte del inc. II, no obstante y sin perjuicio de las demás
facultades concedidas por el art. 159, el tribunal podrá, como medida para mejor resolver, disponer
la recepción de prueba testimonial sobre hechos que no figuren en la prueba rendida en autos,
siempre que la testimonial no se haya podido rendir en primera instancia y que tales hechos sean
considerados por el tribunal como estrictamente necesarios para la acertada resolución del juicio.

349
La jurisprudencia ha dicho que en caso de una incorrecta individualización, se impedirá la declaración,
siempre que el error sea relevante; por tanto, en caso de una omisión u error no significativo, igual se tomará la
declaración.
350
En materia penal la presentación de la minuta y de la lista testigos es requisito un esencial que tiene que
cumplir el Fiscal, el querellante, el actor civil, o el acusado. Por otro lado, aquí no existe un límite respecto de
los testigos que declaran, pero si el tribunal estimare que la prueba testimonial producirá efectos puramente
dilatorios en el juicio oral, dispondrá que el respectivo interviniente reduzca el número de testigos, cuando
mediante ellos deseare acreditar unos mismos hechos o circunstancias que no guardaren pertinencia sustancial
con la materia que se someterá a conocimiento del TJOP.
351
En segunda instancia, por regla general, no hay prueba, porque ella ya se rindió en primera instancia. Y si
bien la apelación implica un control del Derecho y de los hechos, estos últimos se dan por establecidos respecto
de los hechos de la primera instancia.
471
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Por lo tanto, el tribunal de segunda instancia puede disponer la recepción de la prueba testimonial,
siempre y cuando, cumpla con cuatro requisitos copulativos:

- Debe ser decretada como medida para mejor resolver.


- Que no haya sido posible rendir prueba testimonial en primera instancia.
- Que la prueba testimonial recaiga sobre hechos que no figuren en las pruebas rendidas en
primera instancia, es decir, debe recaer sobre hechos nuevos.
- Que tales hechos sean estimados por el tribunal como “estrictamente necesarios” para la
acertada resolución del juicio.
Como en segunda instancia no existe un término probatorio, reuniéndose los requisitos antes
indicados, la segunda parte del inc. II del art. 207 del CPC dispone que el tribunal deberá señalar
determinadamente los hechos sobre que deba recaer y abrir un término especial de prueba por el
número de días que fije prudencialmente y que no podrá exceder de ocho días. La lista de testigos
deberá presentarse dentro de segundo día de notificada por el estado la resolución respectiva.
Por último, la facultad que concede el art. 207 del CPC, es sin perjuicio de las concedidas en
el art. 159 N º 5 del mimo Código. En efecto, dentro plazo para dictar sentencia, el tribunal puede
ordenar de oficio como medida para mejor resolver, aquélla consistente en la comparecencia de
testigos que hayan declarado en el juicio, para que aclaren o expliquen sus dichos obscuros o
contradictorios. Esta medida se encuentra limitada, ya que el tribunal no puede ordenar la
comparecencia de nuevos testigos, ni tampoco que los testigos presentados por las partes depongan
sobre hechos nuevos; lo único que puede hacer, es ordenar que concurran los testigos que ya
declararon a iniciativa de las partes, para que aclaren o expliquen sus dichos obscuros o
contradictorios.
Por último, la prueba confesional también se puede solicitar como medida prejudicial
probatoria (antes del juicio), fundado en el temor de no poder recibir oportunamente las declaraciones
del testigo.
En síntesis, las partes pueden rendir la prueba testimonial como medida prejudicial
probatoria; también la pueden ejecutar en primera instancia, al igual que el tribunal (como medida
para mejor resolver); y en segunda instancia, sólo la puede rendir el tribunal, ya sea señalando un
término especial, o como medida para mejor resolver.
d. Tribunal ante el cual se rinde
La regla general, es que la prueba testimonial se rinda ante el mismo tribunal que conoce del
juicio. Pero si han de declarar testigos que residan fuera del territorio jurisdiccional en que se sigue
el juicio, se practicará su examen por el tribunal que corresponda, a quien se remitirá copia, en la
forma que establece el artículo 77, de los puntos de prueba fijados (art. 371 del CPC); en este caso,
el exhorto se tramita a través del sistema de tramitación electrónica del poder judicial, el cual debe
contener la resolución que recibe la causa a prueba y la lista de testigos y la minuta de los puntos de
prueba.
e. Fijación de audiencia de prueba
Como el término probatorio (ordinario) tiene una duración de 20 días, será necesario que el
tribunal designe dentro de este plazo qué días estarán destinados a la recepción de la prueba
testimonial ofrecida. El tribunal debe señalar tantas audiencias como sean necesarias, atendiendo a
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dos criterios: número de testigos, y número de los puntos de prueba fijados por el tribunal (art. 369
inc. I del CPC). Estas audiencias se señalan fijando el día y la hora correspondiente, y dicha labor el
tribunal la cumple en la misma resolución que recibe la causa a prueba (mención accidental), o
en una resolución posterior, a solicitud de parte interesada. Así, por ejemplo, la resolución puede
señalar: “se fija la prueba testimonial para el día decimoquinto del probatorio (no hay un orden
establecido), a las 10:00 horas”.
Art. 369. El tribunal, atendido el número de testigos y el de los puntos de prueba, señalará una o más audiencias
para el examen de los que se encuentren en el departamento.

En cuanto al tribunal exhortado, o sea, en caso de residir los testigos en un territorio


jurisdiccional diferente a aquellos en que se sigue el juicio, debe señalar estas audiencias de prueba
al ordenar el cumplimiento de dicho exhorto, o bien, a solicitud posterior del encargado respectivo.
Por último, el inc. II del art. 369 señala que el tribunal procurará también, en cuanto sea
posible, que todos los testigos de cada parte sean examinados en la misma audiencia. De ahí que, en
la práctica, generalmente se fija una o más audiencias para el demandante, y una o más para el
demandado.
f. Citación de los testigos
Una vez fijadas las correspondientes audiencias de prueba, es necesario ponerlas en
conocimiento de los testigos para que cumplan con sus obligaciones, en especial, con la de concurrir
a declarar. La manera de poner en conocimiento de un testigo el señalamiento de la respectiva
audiencia de prueba, es mediante una citación, la cual la lleva a cabo el Receptor, previa solicitud de
parte interesada y resolución del tribunal que así lo ordene, indicándose en ella el juicio en que debe
declarar, y el día y hora de la comparecencia (art. 380 inc. I del CPC). Esta citación reviste la forma
de una notificación personal o por cédula (art. 56 del CPC), y se puede solicitar tanto al presentarse
la lista de testigos, como con posterioridad, siempre y cuando sea antes de la audiencia.
Art. 380. Siempre que lo pida alguna de las partes, mandará el tribunal que se cite a las personas designadas
como testigos en la forma establecida por el art. 56, indicándose en la citación el juicio en que debe prestarse
la declaración y el día y hora de la comparecencia.

Art. 56. Las notificaciones que se hagan a terceros que no sean parte en juicio, o a quienes no afecten sus
resultados, se harán personalmente o por cédula.

g. Examen y declaración de los testigos


Las reglas relativas al examen de los testigos, se aplican tanto a los que declaran ante el
mismo tribunal que está conociendo del juicio, como a los que deponen ante el tribunal de su
residencia (exhorto), o a los que declaran en su morada por hallarse considerados en alguno de los
numerales del art. 361 del CPC (personas que no están obligadas a concurrir). Estas reglas se pueden
sintetizar de la siguiente forma:
i. Juramento. Conforme al art. 363 del CPC, antes de examinar a cada testigo, se le hará
prestar juramento al tenor de la fórmula siguiente: "¿Juráis por Dios decir verdad acerca
de lo que se os va a preguntar?". El interrogado responderá: "Sí juro", conforme a lo
dispuesto en el art. 62 (el juramento se lo tomará el funcionario autorizante). El juramento es
una formalidad esencial de la prueba testimonial, por tanto, su omisión está sancionada con
la nulidad de la diligencia misma (así lo ha dicho la jurisprudencia); y si el testigo falta a la
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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verdad en sus declaraciones, cometerá el delito de falso testimonio en causa civil. En la


práctica, los jueces toman el juramento a los testigos en conjunto, antes que empiece la
declaración de cada uno 352.

ii. Examen. De acuerdo con el art. 364 del CPC, los testigos de cada parte serán examinados
(interrogados) separada y sucesivamente, principiando por los del demandante, sin que
puedan unos presenciar las declaraciones de los otros. El tribunal adoptará las medidas
conducentes para evitar que los testigos que vayan declarando puedan comunicarse con los
que no hayan prestado declaración. En la práctica, la manera de evitar esta comunicación es
dejando a los testigos que ya han declarado dentro de la sala respectiva en que se está
prestando declaración.

iii. Interrogatorio. De acuerdo al art. 365 inc. I del CPC, los testigos deben ser interrogados
personalmente por el juez, y si el tribunal es colegiado, por uno de sus ministros en presencia
de las partes y de sus abogados, si concurren al acto. En la práctica esto no tiene lugar, pues
en la audiencia sólo está presente el Receptor, quien llama de viva voz a los testigos, quienes
deben acreditar su identidad con la cedula de identidad, y lo primero que se hace, es tomarles
juramento; el juez sólo al final pone su firma. Agrega el inc. II, que las preguntas versarán
sobre los datos necesarios para establecer si existen causas que inhabiliten al testigo para
declarar (preguntas de tachas) y sobre los puntos de prueba que se hayan fijado (interrogatorio
propiamente tal). Podrá también el tribunal exigir que los testigos rectifiquen, esclarezcan o
precisen las aseveraciones hechas.
¿Conforme al art. 367 del CPC, los testigos deben responder de una manera clara y precisa a
las preguntas que se les hagan, expresando la causa por qué afirman los hechos aseverados.
No se les permitirá llevar escrita su declaración. Agrega el art. 368 del CPC, que la
declaración constituye un solo acto que no puede interrumpirse sino por causas graves y
urgentes. Si el testigo no tiene nada más que agregar, cada parte (en la práctica el abogado de
la parte) tendrá derecho para dirigir, por conducto del juez, las interrogaciones que estime
conducentes a fin de establecer las causales de inhabilidad legal que puedan oponerse a los
testigos, y a fin de que éstos rectifiquen, esclarezcan o precisen los hechos sobre los cuales
se invoca su testimonio (art. 366 del CPC)353. Cuando estas interrogaciones son formuladas
por la misma parte que presentó el testigo, se denominan repreguntas; y cuando las realiza la
parte contraria, se llaman contrainterrogaciones (se realizan primero las preguntas
aclaratorias y luego las contrainterrogaciones), la cuales tiene por finalidad objetar lo que el
testigo ha declarado. Ahora, se puede plantear un conflicto entre las partes sobre la
pertinencia o no de alguna de estas interrogantes, es por ello que el art. 366 inc. II del CPC,
dice que en caso de desacuerdo entre las partes sobre la conducencia de las preguntas
(contrainterrogaciones) resolverá el tribunal y su fallo será apelable solo en lo devolutivo.

352
En materia penal todo testigo, antes de comenzar su declaración, debe prestar juramento o “promesa” de
decir la verdad sobre lo que se le preguntare. Y si el testigo falta a la verdad en sus declaraciones, cometerá el
delito de falso testimonio en proceso penal.
353
La razón de que las partes se dirijan a los testigos por conducto del juez, es para que el testigo no se involucre
con las partes y, así, no induzcan su repuesta. El profesor ALFARO señala que a veces las preguntas pueden
ser capciosas o inconducentes, por ello es que la otra parte puede objetarlas; ante ello, se da traslado a la parte
interrogante para que insista en la pregunta o se trabe un incidente, y el juez decidirá si se hace o no la pregunta.
474
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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iv. Acta de prueba testimonial. De conformidad con el art. 370 del CPC, las declaraciones se
consignarán por escrito (como toda actuación judicial), conservándose en cuanto sea posible
las expresiones de que se hayan valido el testigo, reducidas al menor número de palabras.
Después de leídas por el receptor en alta voz y ratificadas por el testigo, serán firmadas por
el juez, el declarante, si sabe, y las partes, si también saben y se hallan presentes,
autorizándolas un receptor, que servirá también como actuario en las incidencias que ocurran
durante la audiencia de prueba. Por lo tanto, cuando el tribunal valora la prueba, no la evalúa
en base a lo que escucho, sino que en base al acta; pero, según el profesor ALFARO, el
problema del acta es doble: no es una transcripción, ya que el receptor no es dactilógrafo,
sino que hace un resumen; y, en segundo lugar, en el acta no se advierte cual fue la actitud
del testigo (si estaba nervioso, por ejemplo)354.

4.2.6. LAS TACHAS DE TESTIGOS

a. Concepto
Como se dijo, la regla general es que los testigos sean hábiles, sin embargo, si una parte
estima que un testigo está afecto a una cusa de inhabilidad absoluta o relativa, el procedimiento para
inhabilitarlo se denomina “tacha”. El profesor FORTTES dice que las tachas son los mecanismos que
establece la ley, para hacer efectivas las inhabilidades de los testigos, y que conducen, al ser
aceptadas, a desestimar la declaración del testigo en juicio.
El titular para formular las preguntas de tachas es la parte que no presenta al testigo, quien
puede, en forma previa a la declaración y por conducto del receptor, formularle preguntas relativas a
su habilidad.
b. Oportunidad para oponer las tachas
Conforme al art. 373 inc. I del CPC, solamente podrán oponerse tachas a los testigos antes de
que presten su declaración. En el caso del inciso final del artículo anterior (testigos que están fuera
de la lista, y que son presentados a declarar igualmente, porque la parte no tuvo conocimiento de ellos
al tiempo de formar la nómina), podrán también oponerse dentro de los tres días subsiguientes al
examen de los testigos. Por lo tanto, hay dos momentos para oponer las tachas:
i. Respecto de los testigos que figuran en la nómina, las tachas se formulan antes que presten
declaración, o sea, en el lapso comprendido entre la presentación de la lista de testigos y el
juramento. En la práctica, la tacha se formula verbalmente en la correspondiente audiencia
de prueba, después de prestado el juramento de rigor y antes de iniciarse el examen o
interrogatorio del testigo.

ii. En cuanto a los testigos admitidos después de presentada la nómina, por el apuro con que son
presentados por la parte respectiva, se pueden tachar al igual que los anteriores, o sea, antes

354
CASARINO distingue entre formalidades anteriores a la declaración testimonial, cuales son: la presentación
de la minuta de los puntos de prueba y de la nómina de testigos; la fijación de las audiencias de prueba; la
citación o medidas de apremio en contra de los testigos; y la prestación del juramento. Luego vienen las
formalidades coetáneas a la declaración, lo cual corresponde al interrogatorio. Por último, están las
formalidades posteriores a la declaración, que consisten en consignar por escrito (en un acta) las deposiciones.
475
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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que presten su declaración; pero además, la ley señala un plazo de gracia o extraordinario,
que es dentro de los tres días subsiguientes al examen de estos testigos.
Ahora bien, si la parte en cuyo favor se han establecido las tachas no las opone en las
oportunidades legales antes señaladas, se entiende que se ha extinguido su derecho y, en
consecuencia, las declaraciones de los testigos afectos a inhabilidad deben valorizarse.
c. Forma o manera de hacer valer las tachas
De acuerdo al art. 373 inc. II del CPC, sólo se admitirán las tachas que se funden en alguna
de las inhabilidades mencionadas en los arts. 357 y 358 (inhabilidades absolutas y relativas), y con
tal que se expresen con la claridad y especificación necesarias para que puedan ser fácilmente
comprendidas. Esto último se justifica, para que no exista la menor duda acerca de los fundamentos
de hecho en que la tacha se basa y, así, colocar a la parte contraria en condiciones adecuadas para
rebatirla, y al tribunal para fallarla.
Si al formularse la tacha el oponente no cumple con los requisitos legales, el tribunal se puede
negar a admitirla a tramitación y desecharla de plano.
d. Tramitación, prueba y fallo de las tachas
Desde el momento en que las tachas son cuestiones accesorias del juicio que requieren
especial pronunciamiento del tribunal, son verdaderos incidentes; y como no tienen una tramitación
especial (salvo determinados preceptos que más adelante se indicarán), se tramitan como incidentes
ordinarios. En consecuencia, opuesta la tacha, el tribunal le confiere el correspondiente traslado
(verbal e inmediato) a la parte que ha presentado el testigo tachado, para que exponga lo conveniente
a su derecho; y aquí puede adoptar dos actitudes:
i. De acuerdo al art. 374 del CPC, opuesta la tacha y antes de declarar el testigo, podrá la parte
que lo presenta pedir que se omita su declaración y que se reemplace por la de otro testigo
hábil de los que figuran en la nómina respectiva. De allí que en la confección de la lista se
establece el mayor número posible de testigos, para precaverse de las eventuales tachas.

ii. Puede dejar que el testigo declare, pues las tachas opuestas por las partes no obstan al
examen de los testigos tachados; pero podrán los tribunales repeler de oficio a los que
notoriamente aparezcan comprendidos en alguna de las que señala el art. 357 (art. 375 inc.
I del CPC). En general, la parte que presenta al testigo que ha sido tachado dejará que siempre
preste declaración, cuando tenga la certeza de que la tacha es imaginaria o que ella no podrá
probarse en la oportunidad legal debida. Sin embargo, los tribunales pueden repeler a los
testigos que notoriamente aparezcan comprendidos en alguna causal de inhabilidad absoluta;
la apelación que se interponga en este caso se concederá sólo en el efecto devolutivo (art.
375 inc. II del CPC). Luego se debe oír al mismo testigo, sobre el fundamento de la tacha
opuesta, lo que deberá hacer el tribunal de oficio o a petición de parte 355.
Luego, conforme al art. 376 del CPC, cuando el tribunal lo estime necesario para resolver el
juicio, recibirá las tachas a prueba, la cual se rendirá dentro del término concedido para la cuestión
principal (término probatorio ordinario). Pero si éste está vencido o lo que de él reste no sea suficiente,

355
Una vez evacuado el traslado, lo que ocurre normalmente, es que el tribunal dicta otra resolución, que dice
“dejase la resolución de la tacha para la sentencia definitiva, mientras, tómese declaración al testigo”.
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se ampliará para el solo efecto de rendir la prueba de tachas hasta completar diez días (término
probatorio especial), pudiendo además solicitarse el aumento extraordinario que concede el art. 329
en los casos a que él se refiere (término probatorio extraordinario). En lo demás, son aplicables a la
prueba de tachas las disposiciones que regulan la prueba de la cuestión principal (art. 377 del CPC),
por ejemplo, los diversos medios probatorios para acreditarlas, su apreciación comparativa en caso
de ser contradictorias, etc. Sin embargo, puede pasar que los testigos presentados para probar la
existencia de la tacha sean, a su vez, inhábiles para declarar, y se formule en contra de ellos la tacha
respectiva, en este caso, no se admitirá prueba de testigos para inhabilitar a los que hayan declarado
sobre las tachas deducidas. Lo cual no obsta para que el tribunal acepte otros medios probatorios, sin
abrir término especial, y tome en cuenta las incapacidades que contra los mismos testigos aparezcan
en el proceso (art. 378 del CPC).
Por tanto, la recepción de la tacha a prueba, a diferencia de lo que acontece en un incidente
ordinario, es algo que queda entregado por completo a la discreción del tribunal; de ahí también que
la resolución que ordena recibir la tacha a prueba, sea inapelable (art. 379 inc. I).
Por último, la legalidad de las tachas y su comprobación deben ser apreciadas y resueltas en
la sentencia definitiva (art. 379 inc. II del CPC). Si ella omite el fallo de las tachas, no habrá decidido
el asunto controvertido, puesto que él está constituido no solamente por las acciones y excepciones
deducidas por las partes, sino que, además, por todas aquellas cuestiones accesorias que se dejaron
para ser resueltas en definitiva y, en consecuencia, será nula (algunos dicen que este fallo es una
sentencia interlocutoria comprendida en una sentencia definitiva).
4.2.7. VALOR PROBATORIO DE LA PRUEBA TESTIMONIAL
El valor probatorio de la prueba testimonial, se refiere al mérito o convencimiento que su
desarrollo o producción produce en el juez. Para ello es necesario distinguir si se está frente a testigos
de oídas o presenciales y, en este último caso, si las declaraciones son o no contradictorias; aún más,
se debe analizar si la declaración testimonial emana de un menor de 14 años, y si tiene o no
discernimiento suficiente.
a. Testimonio de oídas
Conforme al art. 383 del CPC, los testimonios de oídas, esto es, de testigos que relatan hechos
que no han percibido por sus propios sentidos y que sólo conocen por el dicho de otras personas,
únicamente podrán estimarse como base de una presunción judicial; es decir, su valor probatorio
será el de una presunción judicial, esto es, un hecho conocido a partir del cual el juez puede efectuar
una deducción. Sin embargo, agrega el inc. II, es válido el testimonio de oídas (tiene pleno valor
probatorio) cuando el testigo se refiere a lo que oyó decir a alguna de las partes, en cuanto de este
modo se explica o esclarece el hecho de que se trata.
b. Testimonios presenciales
Los testimonios presenciales, son aquellos que emanan de testigos que relatan los hechos por
haberlos percibido por sus propios sentidos. Sobre el particular, existen dos reglas fundamentales que
son manifestación del sistema de la prueba legal o tasada; en efecto, el art. 384 del CPC dispone que
los tribunales apreciarán la fuerza probatoria de las declaraciones de los testigos conforme a las reglas
siguientes:

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i. La declaración de un testigo imparcial y verídico constituye una presunción judicial cuyo


mérito probatorio será apreciado en conformidad al art. 426 (art. 384 Nº 1). De conformidad
al inc. II de este último precepto, una sola presunción puede constituir plena prueba cuando,
a juicio del tribunal, tenga caracteres de gravedad y precisión suficientes para formar su
convencimiento; o sea, que esa sola declaración testimonial puede llegar a constituir plena
prueba. Que sea grave, quiere decir que tiene peso o sustento, y que sea precisa, significa que
conduce inequívocamente a una sola conclusión.

ii. La declaración de dos o más testigos contestes en el hecho y en sus circunstancias esenciales,
sin tacha, legalmente examinados y que den razón de sus dichos, puede constituir prueba
plena cuando no haya sido desvirtuada por otra prueba en contrario (art. 384 N° 2 CPC).
Los testigos contestes, son aquellos que están de acuerdo con el hecho y en sus circunstancias
esenciales; los testigos sin tacha, son aquellos a los cuales no les afectan las causales de
inhabilidad absolutas o relativas; los testigos legalmente examinados, son aquellos que han
observado tanto las formalidades anteriores, coetáneas y posteriores a la declaración
testimonial; y que den razón de sus dichos, significa que hayan expresado la causa o el por
qué afirman los hechos aseverados. Reuniéndose todos estos requisitos en las declaraciones
testimoniales, “podrá” constituir plena prueba, por tanto, queda entregado siempre al criterio
del tribunal; salvo que esta prueba aparezca desvirtuada por otra en contrario. Esta “otra
prueba” dice relación con los demás medios probatorios, pues, si fuere testimonial, se estaría
dentro del problema de las declaraciones testimoniales contradictorias, a lo cual se hará
referencia a continuación.

c. Testimonios contradictorios
Los testimonios contradictorios son aquellos en que las declaraciones de los testigos de una
parte aparecen contradichas por las declaraciones testimoniales de la otra parte ¿Qué se debe hacer
en este caso? ¿A cuál de ellas se le debe asignar mejor mérito probatorio? El legislador formula
también, al respecto, diversas reglas:
i. Regla sobre la calidad. De acuerdo al art. 384 N° 3 del CPC, cuando las declaraciones de los
testigos de una parte sean contradictorias con las de los testigos de las otra, tendrán por
cierto (pleno valor probatorio) lo que declaren aquellos que, aun siendo en menor número,
parezca que dicen la verdad por estar mejor instruidos de los hechos o por ser de mejor
fama, más imparciales y verídicos, o por hallarse más conformes en sus declaraciones con
otras pruebas del proceso. Esta regla hace aplicación del conocido principio o aforismo que
dice que los testigos se pesan y no se cuentan, ya que se atiende a la calidad, más que al
número. Aquí el tribunal tiene que ponderar tres factores que determinan la calidad del
testigo, a saber: el grado de instrucción que tengan sobre los hechos; la fama, imparcialidad
y veracidad; la conformidad de sus declaraciones con las demás pruebas del proceso (la
apreciación de estos factores queda entregada al criterio del tribunal).

ii. Regla del número. Conforme art. 384 N° 4 del CPC, cuando los testigos de una y otra parte
reúnan iguales condiciones de ciencia, de imparcialidad y de veracidad, tendrán por cierto
lo que declare el mayor número. Aquí el tribunal, una vez constatado que todos los testigos
presentan iguales condiciones de calidad, hace primar la cantidad.

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iii. Regla de la neutralización o anulación de testigos. De conformidad con el art. 384 N° 5 del
CPC, cuando los testigos de una y otra parte sean iguales en circunstancias y en número, de
tal modo que la sana razón no pueda inclinarse a dar más crédito a los unos que a los otros,
tendrán igualmente por no probado el hecho. Por lo tanto, los testigos de igual calidad y
cantidad se anulan, y se tienen por no probados los hechos.

iv. Regla de declaración contradictoria de un testigo. De acuerdo al art. 384 N° 6 del CPC,
cuando sean contradictorias las declaraciones de los testigos de una misma parte, las que
favorezcan a la parte contraria se considerarán presentadas por ésta, apreciándose el mérito
probatorio de todas ellas en conformidad a las reglas precedentes. Es decir, el estimarse
como si fueren testigos de la contraparte, se deben aplicar las reglas de la calidad, del número
y de la neutralización antes señaladas.

d. Testimonio de menores de 14 años.


Hay que recordar que no son hábiles para declarar como testigos, conforme al art. 357 Nº 1
del CPC, los menores de 14 años. Podrán, sin embargo, aceptarse las declaraciones sin previo
juramento y estimarse como base para una presunción judicial, cuando tengan discernimiento
suficiente. En consecuencia, el mérito probatorio de esta declaración testimonial queda entregado al
criterio del tribunal desde un doble punto de vista: en cuanto al grado de discernimiento que se supone
en el testigo; y en cuanto a si dicha declaración cabe o no considerarla como base para una presunción
judicial.
4.3. LA PRUEBA CONFESIONAL

a. Concepto
Es la declaración, expresa o tácita, que hace una de las partes del juicio, mediante la cual
reconoce un hecho propio o ajeno que le perjudica. Como se puede apreciar, la declaración tiene que
prestarla alguna de las partes del juicio, pues si la realiza un tercero absoluto, se trataría de un
testimonio; y, por otro lado, los hechos declarados tienen que ser contrarios a los intereses del
confesante, pues no es confesión la declaración que favorece a la parte, ya que nadie puede constituir
en prueba a su favor, sus propias declaraciones.
Se dice que este es el medio probatorio más importante de todos, ya que se considera
suficiente para tener por acreditados los hechos reconocidos por las partes. Se funda en que no es
lógico creer que el que confiesa en juicio mienta para perjudicar sus intereses.
b. Características

i. Es un medio de prueba circunstancial , ya que se produce durante el juicio o una vez que éste se
ha originado. Sin embargo, también puede tener lugar antes del juicio, como una medida
prejudicial probatoria, pues de acuerdo al art. 284 inc. I del CPC, si hay motivo fundado para
temer que una persona se ausente en breve tiempo del país, podrá exigírsele como medida
prejudicial que absuelva posiciones sobre hechos calificados previamente de conducentes por el
tribunal, el que, sin ulterior recurso, señalará día y hora para la práctica de la diligencia; o como
una medida prejudicial preparatoria de la vía ejecutiva, pues de acuerdo al art. 434 Nº 5 del CPC,

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la confesión judicial es un título ejecutivo. Por lo tanto, es un medio de prueba circunstancial que
puede ser judicial o extrajudicial.

ii. Es un medio de prueba directo, ya que el tribunal forma su convicción a través de la apreciación
directa del hecho.

iii. Por regla general, es un medio probatorio de que se valen las partes de propia iniciativa, tanto
demandante como demandado; pero también puede provocarlo de oficio el juez, como medida
para mejor resolver.

iv. Constituye una declaración unilateral de voluntad y, por tanto, no requiere aceptación de la parte
contraria. Y en cuanto a su forma, puede ser expresa o tácita, según las condiciones en que se ha
efectuado

v. Es indivisible ya que, por regla general, no se puede dividir en perjuicio del confesante; y es
irrevocable, porque la confesión, por regla general, una vez prestada es inamovible.

c. Requisitos de validez de la confesión


La doctrina señala que los requisitos de validez de la confesión, o sea, las condiciones
necesarias para que este medio probatorio sea eficaz, son los siguientes:
i. Voluntad del confesante exenta de todo vicio.
La confesión debe ser prestada de manera libre, consciente, con pleno conocimiento de los
hechos, y sin maquinaciones de la contraria para arrancar una confesión fraudulenta.
En cuanto a los vicios de la voluntad, el error está contemplado expresamente en la ley
procesal civil, al permitirle al confesante revocar su confesión, alegando que padeció un error de
hecho y justifique tal circunstancia (art. 402 inc. II del CPC). La fuerza y el dolo no están
expresamente regulados en el CPC, pero se admiten, ya que la confesión es un acto jurídico procesal
y, por ende, se le aplican las normas de la Teoría General del Acto Jurídico.
Art. 402. No se recibirá prueba alguna contra los hechos personales claramente confesados por los litigantes en
el juicio.
Podrá, sin embargo, admitirse prueba en este caso y aun abrirse un término especial para ella, si el tribunal lo
estima necesario y ha expirado el probatorio de la causa, cuando el confesante alegue, para revocar su confesión,
que ha padecido error de hecho y ofrezca justificar esta circunstancia.

ii. Capacidad del confesante para obligarse.


Si la parte a quien se le exige confesión es plenamente capaz, no hay problema en que ella
preste confesión; la dificultad se presenta cuando la confesión la debe prestar un incapaz o una
persona jurídica, pues en dicho caso deberá declarar su representante legal o convencional, pero
¿puede excusarse el representante basado en que carece de facultades para ello? La doctrina ha
señalado que toda persona que comparezca en juicio, a su propio nombre o como representante de
otra, está obligada a prestar confesión; pero este medio de prueba surtirá efecto, siempre y cuando el
hecho confesado no se traduzca en la prueba de una obligación que no ha podido ser válidamente
contraída por el respectivo representante legal o mandatario, sea porque exceden de la órbita de la

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representación, o porque requieren del cumplimiento previo de determinadas formalidades legales,


como una autorización judicial. Así, por ejemplo, en un juicio que se sigue en contra de una
Municipalidad se exige confesión judicial del respectivo Tesorero Comunal para que reconozca cómo
es efectivo que dicha corporación adeuda determinada suma de dinero; el Tesorero Comunal no se
podría excusar de la obligación de prestar confesión, porque es el representante de la entidad
demandada, pero esa confesión, aun cuando fuere asertiva, carecería de valor legal, puesto que las
Municipalidades solamente se obligan en la forma que su LOC determina, y entre ellas no figura, por
cierto, la confesión de dicho funcionario.
Cosa distinta es que el mandatario judicial quiera confesar por el mandante, pues éste, de
acuerdo al art. 7º inc. II del CPC, requiere de facultades especiales para absolver posiciones por la
parte; y en dicho caso, podrá prestar confesión, siempre y cuando no se trate sobre hechos personales
de la parte.
iii. Que verse sobre hechos pertinentes al juicio mismo (objeto del juicio)
El art. art. 385 inc. I CPC señala que fuera de los casos expresamente previstos por la ley,
todo litigante está obligado a declarar bajo juramento, contestada que sea la demanda, sobre hechos
pertenecientes al mismo juicio, cuando lo exija el contendor o lo decrete el tribunal en conformidad
al art. 159 (medida para mejor resolver). Desde el momento en que la confesión es un medio
probatorio, debe versar, naturalmente, sobre hechos, pues el Derecho, por regla general, no requiere
de prueba. Ahora bien, esos hechos deben pertenecer al juicio mismo, lo cual quiere decir que la
confesión debe recaer sobre los hechos controvertidos sustanciales y pertinentes contenidos en la
resolución que recibe la causa a prueba; y además, los hechos que reconoce el confesante pueden ser
personales o no, lo cual es importante por su diferente valor probatorio. En todo caso, estos hechos
deben serle perjudiciales al confesante, pues éste no puede crear su propia prueba.
iv. Que no exista una disposición legal que prohíba este medio probatorio o le asigne un efecto
diverso al deseado (admisible).
La regla general es que la confesión sea admisible para probar toda clase de hechos, salvo los
legalmente exceptuados; así se desprende del art. 1713 del CC que señala que la confesión que alguno
hiciere en juicio por sí, o por medio de apoderado especial, o de su representante legal, y relativa a
un hecho personal de la misma parte, producirá plena fe contra ella, aunque no haya un principio de
prueba por escrito; salvo los casos comprendidos en el art. 1701 inc. I y los demás que las leyes
exceptúen. Por tanto las excepciones son:
- Conforme al art. 1701 inc. I del CC, la falta de instrumento público no puede suplirse por
otra prueba (incluida la confesión) en los actos y contratos en que la ley requiere esa
solemnidad; y se mirarán como no ejecutados o celebrados aun cuando en ellos se prometa
reducirlos a instrumento público dentro de cierto plazo, bajo una cláusula penal: esta cláusula
no tendrá efecto alguno.

- De acuerdo al art. 157 del CC, en el juicio de separación de bienes por el mal estado de los
negocios del marido, la confesión de este no hace prueba.

- En materia de sociedad conyugal, conforme al art. 1739 del CC, existe una presunción de que
toda cantidad de dinero y de cosas fungibles, todas las especies, créditos, derechos y acciones
que existieren en poder de cualquiera de los cónyuges durante la sociedad o al tiempo de su
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disolución, se presumirán pertenecer a ella, a menos que aparezca o se pruebe lo contrario; y


agrega el inc. II que ni la declaración de uno de los cónyuges que afirme ser suya o debérsele
una cosa, ni la confesión del otro, ni ambas juntas, se estimarán suficiente prueba, aunque se
hagan bajo juramento. Pero, de acuerdo al inc. III, la confesión, no obstante, se mirará como
una donación revocable, que, confirmada por la muerte del donante, se ejecutará en su parte
de gananciales o en sus bienes propios, en lo que hubiere lugar.

- De acuerdo al art. 398 del CPC, la confesión extrajudicial es sólo base de presunción judicial
(se le asigna otro efecto a la confesión), y no se tomará en cuenta, si es puramente verbal,
sino en los casos en que sería admisible la prueba de testigos; o sea, la confesión extrajudicial
verbal sólo se debe considerar en los casos en que es admisible la prueba de testigos.

d. Clasificación de la confesión

i. Según su origen, la confesión se clasifica en: espontánea o voluntaria, que es aquella que se presta
voluntariamente, sin requerimiento del juez o de la parte contraria; y confesión provocada, que
es aquella que se presta previo requerimiento del juez o a petición de parte interesada, a través
del procedimiento llamado absolución de posiciones.

ii. Según el modo de manifestarse, la confesión se clasifica en: expresa, que es aquella que presta el
confesante en términos categóricos, explícitos y formales, de manera que no haya duda en orden
a su voluntad e intención; y tácita o ficta, que es aquella que tiene lugar cuando el litigante ha
sido citado a absolver posiciones dos veces distintas, y no ha comparecido, o compareció y dio
respuestas evasivas.

iii. Según la forma de prestarse, la confesión se clasifica en: verbal, que es aquella que se hace de
viva voz y en presencia de testigos; y escrita, que es aquella que consta en un documento, sea
público o privado (por ejemplo, en la contestación de la demanda).

iv. Según su contenido, la confesión se clasifica en simple, calificada y compleja. La confesión


simple es aquella en que se reconoce el hecho discutido sin agregarle ni modificarle ninguna cosa;
la confesión calificada es aquella en que el confesante, fuera de confesar el hecho discutido, le
agrega algo que viene a modificar o destruir su naturaleza jurídica (por ejemplo ¿diga si es
efectivo si recibió dinero? Sí lo recibí, pero no fue préstamo, sino donación); y la confesión
compleja es aquella en que el confesante, junto con reconocer el hecho discutido, le agrega otros
hechos que vienen a destruir en todo o en parte los efectos del primero. (por ejemplo ¿diga si es
efectivo si le prestó dinero? Sí, me lo prestó, pero ya se lo pagué).

v. Según los efectos o mérito probatorio, la confesión se clasifica en: divisible, que es aquella en
que se pueden separar los hechos confesados, tomando los que perjudican al confesante y
desechando aquellos que lo favorecen; e indivisible, que es aquella que debe aceptarse en su
totalidad, tanto en los aspectos favorables cuanto en los desfavorables para el confesante.

vi. Según la iniciativa para obtener su producción, la confesión se clasifica en: confesión a iniciativa
de parte, que es aquella que se produce por actuación de cualquiera de las partes; y en confesión

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de oficio o como medida para mejor resolver, que es aquella que se decreta por el tribunal una
vez puesto el proceso en estado de sentencia.

vii. Según su finalidad, la confesión se clasifica en: confesión como medida prejudicial, que es
aquella destinada a preparar la entrada al juicio (preparatoria), o a anticipar un medio de prueba
que puede desaparecer (preparatoria); confesión como medio probatorio, que es aquella que se
suministra en el juicio para acreditar algún hecho controvertido perteneciente al mismo; y
confesión como gestión preparatoria de la vía ejecutiva, que es aquella que tiene por objeto la
obtención de un título ejecutivo.
viii. Según el lugar en que se presta la confesión, se distingue entre: confesión judicial, que es aquella
que se presta dentro del juicio, ya sea ante el tribunal de la causa o ante el tribunal exhortado; y
confesión extrajudicial, que es aquella que se presta fuera del juicio, ya sea en un juicio diverso
o fuera del proceso. Esta es la clasificación más importante, y es por ello que, a continuación, se
analizará con detención.

4.3.1. LA CONFESIÓN JUDICIAL

a. Concepto
La confesión judicial es aquella que se verifica ante el tribunal que actualmente conoce de la
causa (o ante el tribunal exhortado), en la cual se invoca como medio probatorio. Ésta se puede haber
prestado en el juicio voluntaria o espontáneamente, o bien, de manera provocada.
i. La confesión judicial voluntaria o espontánea, es aquella que se presenta toda vez que la
parte, en cualquiera de sus escritos o comparecencias verbales, reconoce un hecho de los
controvertidos en el juicio que produce consecuencias jurídicas en su contra. Esta confesión
no está regulada especialmente en la ley, pero su existencia se deduce de lo prescrito en el
art. 313 inc. I del CPC, que dispone que si el demandado acepta llanamente las peticiones
del demandante, o si en sus escritos no contradice en materia substancial y pertinente los
hechos sobre que versa el juicio, el tribunal mandará citar a las partes para oír sentencia
definitiva, una vez evacuado el traslado de la réplica.

ii. La confesión judicial provocada, es aquella que se obtiene mediante el mecanismo o


procedimiento llamado absolución de posiciones; y, según sea la actitud que adopte la parte
que debe prestar la confesión, puede ser expresa o tácita. Esta confesión siempre es escrita, y
tiene lugar:
- A iniciativa de parte. Cualquiera de las partes puede solicitar al tribunal que exija a la
contraria absolver posiciones (sea demandante o demandado), lo cual puede tener
lugar: antes del juicio, como medida prejudicial probatoria; durante el juicio, la cual se
desarrolla a través del procedimiento de absolución posiciones (art. 385 del CPC); y
como gestión preparativa del juicio ejecutivo, caso en el cual, la parte puede procurarse
mediante la confesión judicial un título ejecutivo.
- De oficio por el tribunal. De acuerdo al art. 159 del CPC, los tribunales, sólo dentro
del plazo para dictar sentencia, podrán dictar de oficio medidas para mejor resolver.
Las que se dicten fuera de este plazo se tendrán por no decretadas. Sin perjuicio de lo
establecido en el inc. I del art. 431, podrán dictar alguna o algunas de las siguientes

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medidas: 2) la confesión judicial de cualquiera de las partes sobre hechos que


consideren de influencia en la cuestión y que no resulten probados (durante el proceso).

b. Tribunal competente
Para determinar qué tribunal es el indicado para intervenir válidamente en la absolución de
posiciones, se debe distinguir según si la parte citada a prestar confesión reside o no en el lugar en
que se sigue el juicio; y todavía, en este último caso, si la residencia la tiene en la Republica o en el
extranjero.
i. Si la parte citada que debe prestar confesión (absolvente) reside en el lugar en que se sigue el
juicio, el tribunal competente para intervenir en la diligencia respectiva, es el mismo tribunal
que conoce del juicio (tribunal de la causa).

ii. Si el absolvente reside fuera del lugar en que se sigue el juicio, pero dentro del territorio de
la República, el tribunal competente para intervenir en la diligencia respectiva es el tribunal
de la residencia del confesante (vía exhorto). En efecto, de acuerdo al art. 397 inc. II del CPC,
la comparecencia se verificará ante el tribunal de la causa si la parte se encuentra en el lugar
del juicio; en el caso contrario, ante el juez competente del territorio jurisdiccional en que
resida, o ante el respectivo agente diplomático o consular chileno, si ha salido del territorio
de la República.

iii. Si el absolvente reside fuera del territorio de la República o ha salido del país, la
comparecencia a declarar se debe verificar ante el respectivo agente diplomático o consular
chileno.
Cabe recalcar que, en estos últimos casos, la confesión conserva siempre su carácter de
judicial, a pesar de que no se preste ante el juez que conoce del juicio; pues el juez de la residencia
del confesante, lo mismo que el respectivo agente diplomático o consular chileno, actúan por vía de
competencia delegada del primero.
c. Funcionario competente
Una vez precisado el tribunal competente, se debe determinar qué funcionario actúa
válidamente en la absolución de posiciones respectiva. Aquí también hay que hacer varios distingos.
i. Si la comparecencia se debe verificar ante el tribunal que conoce del juicio, o bien, ante el
tribunal de la residencia del confesante, en principio, se practicará ante el mismo juez, quien
mandará citar para día y hora determinados al litigante que debe prestar la declaración; salvo
que la cometa expresamente al secretario o a otro ministro de fe, y sin perjuicio del derecho
de cualquiera de las partes para pedir que la confesión sea tomada por el mismo juez (art. 388
CPC).
Art. 388. Si el tribunal no comete al secretario o a otro ministro de fe la diligencia, mandará citar para
día y hora determinados al litigante que ha de prestar la declaración.
Siempre que alguna de las partes lo pida, debe el tribunal recibir por sí mismo la declaración del
litigante. Si el litigante se encuentra fuera del territorio del tribunal que conoce de la causa, será tomada
su declaración por el tribunal competente, quien procederá en conformidad a los dos incisos anteriores.

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ii. Si la comparecencia se debe verificar ante el tribunal que conoce del juicio, o bien, ante el
tribunal de la residencia del confesante, pero se trata de personas que están exentas de la
obligación de comparecer, la diligencia se practica en la casa de estas últimas personas en
presencia del juez, a menos que la cometa expresamente en el secretario; sin embargo, no
podrá cometerla en él cuando la parte que ha solicitado la confesión requiera que ésta sea
tomada por el mismo juez (art. 389 inc. IV del CPC).
Art. 389 inc. IV. Si la persona que haya de prestar declaración en la forma prevenida en este artículo,
se encuentra fuera del territorio del tribunal que conoce de la causa, encargará éste la diligencia al juez
competente de la residencia actual del litigante. El juez exhortado practicará por sí mismo la diligencia
o la cometerá a su secretario.
No se podrá comisionar al secretario para tomar la confesión cuando la parte haya solicitado que se
preste ante el tribunal.

iii. Si la comparecencia se debe verificar ante un Tribunal Colegiado, en este caso la diligencia
de confesión se puede practicar ante uno sólo de sus ministros, comisionado al efecto (art.
325 del CPC); o bien, ante el secretario o ante otro ministro de fe también comisionado al
efecto (art. 389 CPC); salvo que cualquiera de las partes pida que la confesión sea recibida
por el mismo tribunal (art. 388). Y si se trata de personas exentas de la obligación de
comparecer; en este caso se comisiona para la diligencia a alguno de los ministros del mismo
tribunal o al secretario; salvo que la parte que ha solicitado la confesión pida que se preste
ante el tribunal (art. 389).
Art. 325. En los tribunales colegiados podrán practicarse las diligencias probatorias ante uno solo de
sus miembros comisionado al efecto por el tribunal.

iv. Si la diligencia se debe practicar fuera del territorio de la República, será competente el agente
diplomático o consular.
En la práctica, si la confesión se debe prestar ante un tribunal unipersonal o colegiado,
interviene en la diligencia, fuera de la persona del juez, del ministro o del Secretario, un Receptor
Judicial, por ser función de éste actuar en las diligencias de absolución de posiciones (art. 390 inc. I
COT), y en ellas actúan por sí solos, pues es absurdo y redundante que se les exija que lo hagan
asesorados por otro ministro de fe.
Art. 390. Los receptores son ministros de fe pública encargados de hacer saber a las partes, fuera de las oficinas
de los secretarios, los decretos y resoluciones de los Tribunales de Justicia, y de evacuar todas aquellas
diligencias que los mismos tribunales les cometieren.
Deben recibir, además, las informaciones sumarias de testigos en actos de jurisdicción voluntaria o en juicios
civiles y actuar en estos últimos como ministros de fe en la recepción de la prueba testimonial y en la diligencia
de absolución de posiciones.

d. Oportunidad y veces en que se puede exigir confesión en juicio


Aquí hay que tener presente el art. 385 del CPC, el cual señala que fuera de los casos
expresamente previstos por la ley, todo litigante está obligado a declarar bajo juramento,
“contestada que sea la demanda”, sobre hechos pertenecientes al mismo juicio, cuando lo exija el
contendor o lo decrete el tribunal en conformidad al art. 159; agrega el inc. II que esta diligencia se
podrá solicitar en cualquier estado del juicio y sin suspender por ella el procedimiento, hasta el
vencimiento del término probatorio en primera instancia, y hasta antes de la vista de la causa en

485
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segunda. Por lo tanto, hay que distinguir si la confesión judicial se presta en primera o en segunda
instancia:
i. En primera instancia, la confesión se puede solicitar desde que sea contestada la demanda,
hasta el vencimiento del término probatorio. Por lo tanto, no puede solicitarse la confesión ni
al demandar ni al contestar, pero sí al replicar y al duplicar.

ii. En segunda instancia. Como se dijo, en segunda instancia, por regla general, no se admite
prueba, pero de acuerdo al art. 207 inc. I del CPC, en segunda instancia, salvo lo dispuesto
en el inciso final del art. 310 (excepciones anómalas) y en los arts. 348 (prueba instrumental)
y 385 (confesión judicial), no se admitirá prueba alguna. Esta prueba, eso sí, se debe solicitar
antes de la vista de la causa.
En ambos casos la diligencia no suspende el procedimiento, lo cual quiere decir que no
obstante hallarse pendiente, el tribunal deberá citar a las partes para oír sentencia, prescindiendo de
ese medio probatorio aun no producido. Y en cuanto al número de ocasiones que puede solicitarse,
conforme a la segunda parte del art. 385 inc. II, este derecho sólo lo podrán ejercer las partes hasta
por dos veces en primera instancia y una vez en segunda; pero, si se alegan hechos nuevos durante el
juicio, podrá exigirse una vez más.
e. Personas que deben prestar confesión
Conforme al art. 1713 del CC, la confesión que alguno hiciere en juicio por sí, o por medio
de apoderado especial, o de su representante legal, y relativa a un hecho personal de la misma parte,
producirá plena fe contra ella, aunque no haya un principio de prueba por escrito; salvo los casos
comprendidos en el art. 1701 inc. I y los demás que las leyes exceptúen. De esta disposición se deduce
que están obligadas a prestar confesión en juicio: la parte litigante misma, su representante legal, o
su apoderado especial.
i. Parte litigante que tiene capacidad para comparecer en juicio (capacidad de ejercicio). Aquí
no importa que el litigante haya comparecido al juicio por medio de apoderado judicial, sea
común o especial, pues siempre tiene que comparecer a confesar si la otra parte litigante se
lo exige, pues conforme al art. 397 inc. I del CPC, el procurador es obligado a hacer
comparecer a su mandante para absolver posiciones en el término razonable que el tribunal
designe y bajo el apercibimiento indicado en el art. 394; es decir, si la parte no comparece al
segundo llamado, o si compareciendo se niega a declarar o da respuestas evasivas, se le
dará por confeso, a petición de parte, en todos aquellos hechos que estén categóricamente
afirmados en el escrito en que se pidió la declaración (en el pliego de posiciones) 356.

ii. Parte litigante que no tiene capacidad para comparecer en juicio. En este caso, los incapaces
absuelven posiciones a través de su representante legal. Ahora, si este representante legal ha
comparecido por medio de mandatario judicial o procurador, también pesará sobre éste la

356
Existe discusión en cuanto a si es posible que el abogado del absolvente asista a la audiencia. En este punto
la jurisprudencia es contradictoria, pues según algunos fallos, la confesión es un acto enteramente personal del
litigante y, por ende, al abogado le está vedado asistir a la audiencia de confesión; y según otros, la presencia
del abogado del absolvente está justificada por ser un acto de defensa de sus derechos y por tratarse, además,
de una actuación de mucha trascendencia en cuanto a su valor probatorio; a lo que cabe añadir que la ley no lo
ha prohibido.
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obligación de hacerlo comparecer a absolver posiciones en el término razonable que el


tribunal designe y bajo el apercibimiento legal indicado.

iii. Mandatario judicial especialmente facultado. No hay inconveniente para que la confesión se
preste por medio de apoderado especial, entendiéndose por tal, aquél a quien se le ha
conferido expresamente la facultad de absolver posiciones (art. 7 inc. II del CPC); y en dicho
caso, la confesión producirá los mismos efectos que si hubiere sido prestada por el propio
mandante. Pero esto es sin perjuicio del derecho de la contraparte para exigir que la confesión
sea prestada por el mismo litigante personalmente, pues así se desprende del art. 385 del CPC
que señala que "…todo litigante está obligado a declarar bajo juramento, contestada que sea,
la demanda, sobre hechos pertenecientes al mismo juicio, cuando lo exija el contendor o lo
decrete el tribunal en conformidad al art. 159". Por lo tanto, la confesión no puede ser eludida
por el mandante, so pretexto de que su mandatario tiene facultad especial para absolver
posiciones; y si no comparece, se le aplicará la confesión tácita (es una carga procesal).

iv. Por último, conforme al art. 396 del CPC, podrá exigirse confesión al procurador de la parte
sobre hechos personales de él mismo en el juicio aun cuando no tenga poder para absolver
posiciones.

f. Personas que están exentas de la carga de comparecer ante el tribunal a confesar


Sobre toda parte litigante pesa la carga de prestar confesión judicial, si así se lo exige su
contraparte, pero no sobre todo litigante pesa la carga de comparecer ante el tribunal a prestar dicha
confesión. En efecto, existe un grupo de personas, que por razones de dignidad del cargo que
desempeñan o de orden físico, el legislador las libera de la carga de comparecer ante el tribunal, pero
no las libera de la carga de prestar confesión. En efecto, conforme al art. 389 del CPC, están exentos
de comparecer ante el tribunal a prestar la declaración de que tratan los artículos precedentes:
i. El Presidente de la República, los Ministros de Estado, los Senadores y Diputados, los
Intendentes dentro de la región en que ejercen sus funciones; los miembros de la CS o de
alguna CA, los Fiscales Judiciales de estos tribunales, el Fiscal Nacional y los fiscales
regionales, el Arzobispo, los Obispos, los Vicarios Generales, los Provisores y los Vicarios
y Provicarios Capitulares (art. 389 Nº 1).

ii. Los que por enfermedad o por cualquier otro impedimento calificado por el tribunal se hallen
en imposibilidad de comparecer a la audiencia en que hayan de prestar la declaración (art.
389 Nº 2).

iii. Las mujeres, en caso que el tribunal estime prudente eximirlas de esta asistencia (art. 389 Nº
3).
De acuerdo al inc. II del art. 389 del CPC, cuando haya de prestar esta declaración alguna
de las personas exceptuadas en los números precedentes, el juez se trasladará a casa de ella con el
objeto de recibir la declaración o comisionará para este fin al secretario; agrega el inc. III que en
los tribunales colegiados se comisionará para esta diligencia a alguno de los ministros del mismo o
al secretario; a su vez, el inc. IV señala que si la persona que haya de prestar declaración en la
forma prevenida en este artículo, se encuentra fuera del territorio del tribunal que conoce de la

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causa, encargará éste la diligencia al juez competente de la residencia actual del litigante. El juez
exhortado practicará por sí mismo la diligencia o la cometerá a su secretario; y finaliza el inc. V
señalando que no se podrá comisionar al secretario para tomar la confesión cuando la parte haya
solicitado que se preste ante el tribunal.
g. Desarrollo de la absolución de posiciones

i. Proposición.
La parte litigante que desea que su contraparte preste confesión judicial, debe presentar una
solicitud escrita pidiendo al tribunal que decrete este medio probatorio. En el escrito la parte solicitará
al tribunal que se cite al litigante contrario a la audiencia que el tribunal designe, con el objeto que
concurra a absolver posiciones, debiendo el solicitante acompañar en ese momento, en un sobre
cerrado, el pliego de posiciones, es decir, un listado de los hechos acerca de los cuales pretende que
se interrogue al confesante, y mientras la confesión no sea prestada, se mantendrán en reserva las
interrogaciones sobre que debe recaer (art. 387 CPC), concretamente, se mantienen en la secretaría
del tribunal hasta el día y hora de la audiencia (al iniciarse la audiencia se muestra el sobre sellado a
las partes)357.
De acuerdo al art. 386 del CPC, los hechos acerca de los cuales se exija la confesión podrán
expresarse en forma asertiva o en forma interrogativa, pero siempre en términos claros y precisos,
de manera que puedan ser entendidos sin dificultad. Las preguntas o posiciones asertivas, se
caracterizan por contener la afirmación de lo que se quiere que el sujeto responda, o sea, en el fondo
la pregunta contiene la respuesta; por ejemplo, “diga cómo es efectivo que recibió de parte del
demandante la suma de 200 mil pesos, a título de mutuo” (se parte de la base que recibió esa suma);
“diga cómo es efectivo que el día 18 se septiembre de 2010 estuvo en el centro de Viña del Mar” (se
parte de la base que estuvo en el centro de Viña del Mar); etc. En cambio, las posiciones formuladas
en forma interrogativa, son aquellas en las que se plantea la interrogación sin tener afirmación alguna
en ella; por ejemplo “exprese si pagó o no la deuda que le cobra el demandante”; “diga dónde estuvo
el día 18 se septiembre de 2010”, etc. En el interrogatorio se pueden incluir preguntas asertivas e
interrogativas respecto de un mismo hecho; por ejemplo “diga cómo es efectivo que el 18 se
septiembre de 2010 estuvo en el centro de Viña”, y en el evento que lo negare, “diga el absolvente en
qué lugar se encontraba ese día”358. Esto es de gran importancia para la confesión ficta, pues ésta sólo
se produce respecto de las preguntas asertivas.
ii. Admisión.
De acuerdo al art. 324 del CPC, toda diligencia probatoria debe practicarse previo decreto del
tribunal que conoce en la causa, notificado a las partes. Es por ello que el tribunal accederá a la
práctica de la respectiva diligencia con citación, expresando en la resolución que decrete la solicitud
si comete al secretario o a otro ministro de fe la práctica de dicha diligencia, y en caso contrario,
deberá fijar día y hora para la audiencia (art. 388 inc. I del CPC); así, la resolución dirá, por ejemplo:
“como se pide, se fija al efecto la audiencia para el quinto día posterior a la notificación, a las 10:00
horas”. Como la resolución ordena la comparecencia personal de las partes, se debe notificar por

357
En materia penal las preguntas son orales, por lo que no existe pliego de posiciones.
358
En materia procesal penal, se debe distinguir respecto del método o formas de interrogatorio, ya que mientras
en el interrogatorio directo no caben las preguntas afirmativas sugestivas, en el contrainterrogatorio si caben
dichas preguntas.
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cédula al mandatario judicial del absolvente (independientemente que tenga o no facultades), pues de
acuerdo al art. 397 del CPC, el procurador es obligado a hacer comparecer a su mandante para
absolver posiciones en el término razonable que el tribunal designe y bajo el apercibimiento indicado
en el art. 394 (confesión tácita).
Art. 388. Si el tribunal no comete al secretario o a otro ministro de fe la diligencia, mandará citar para día y
hora determinados al litigante que ha de prestar la declaración.

iii. Ejecución o diligenciamiento.


Lo normal es que el litigante citado comparezca a la audiencia y absuelva posiciones y, en
dicho caso, se deben efectuar una serie de trámites, a saber:

- Juramento. Lo primero que debe hacer el tribunal o el ministro de fe, es tomarle juramento al
absolvente de decir verdad. En la práctica quien interviene siempre, es un receptor contratado
por la parte que solicitó la diligencia.

- Apertura del sobre. Luego, se abre el sobre cerrado que contiene el pliego de posiciones, y se
procederá a la formulación de preguntas en el orden en que en dicho pliego se contienen y al
tenor de las mismas.

- Declaración del absolvente. De acuerdo al art. 391 del CPC, la declaración (del absolvente)
deberá prestarse inmediatamente, de palabra y en términos claros y precisos. Si el confesante
es sordo o sordomudo, podrá escribir su confesión delante del tribunal o ministro de fe
encargado de recibirla o, en su caso, se aplicará lo dispuesto en el art. 382 (será interrogado
por medio de un intérprete); agrega el inc. II que si se trata de hechos personales, (la
declaración) deberá prestarse afirmándolos o negándolos. Podrá, sin embargo, el tribunal
admitir la excusa de olvido de los hechos, en casos calificados, cuando ella se funde en
circunstancias verosímiles y notoriamente aceptables. Finaliza el inc. III señalando que en
todo caso, podrá el confesante añadir las circunstancias necesarias para la recta y cabal
inteligencia de lo declarado, es decir, tiene derecho a explicar lo que haya declarado.

- Plazo para consultar documentos. Puede suceder que el absolvente no esté en condiciones de
afirmar o negar categóricamente un hecho sin consultar previamente sus documentos. Es por
ello que el art 394 inc. final establece que cuando el interrogado solicite un plazo razonable
para consultar sus documentos antes de responder, podrá otorgársele, siempre que haya
fundamento plausible para pedirlo y el tribunal lo estime indispensable, o consienta en ello
el contendor. La resolución del tribunal que conceda plazo será inapelable.

- Derechos de la contraparte. Conforme al art. 392 del CPC, puede todo litigante presenciar la
declaración del contendor y hacer al tribunal las observaciones que estime conducentes para
aclarar, explicar o ampliar las preguntas que han de dirigírsele. Agrega el inc. II que puede
también, antes que termine la diligencia y después de prestada la declaración, pedir que se
repita si hay en las respuestas dadas algún punto obscuro o dudoso que aclarar.

- Acta y firmas. El art. 395 del CPC señala que lo dicho en el art. 370 es aplicable a la
declaración de los litigantes, y dicho artículo dispone que las declaraciones se consignarán
por escrito, conservándose en cuanto sea posible las expresiones de que se hayan valido el
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testigo (absolvente), reducidas al menor número de palabras. Después de leídas por el


receptor en alta voz ratificadas por el testigo (absolvente), serán firmadas por el juez (o
ministro de fe a quien se encargó la diligencia), el declarante, si sabe, y las partes, si también
saben y se halla presentes, autorizándolas un receptor, que servirá también como actuario en
las incidencias que ocurran durante la audiencia de prueba.

h. Rebeldía del litigante citado


De acuerdo al art. 393 del CPC, si el litigante citado ante el tribunal para prestar declaración
no comparece, se le volverá a citar bajo los apercibimientos que expresan los artículos siguientes.
Esta no comparecencia se debe acreditar por el ministro de fe, y luego el tribunal debe dictar una
segunda resolución en que ordene la citación del absolvente.
Si el absolvente comparece a este segundo llamado y declara, se deben practicar todas las
diligencias mencionadas anteriormente; pero, conforme al art. 394 inc. I del CPC, si el litigante no
comparece al segundo llamado, o si, compareciendo, se niega a declarar o da respuestas evasivas, se
le dará por confeso, a petición de parte, en todos aquellos hechos que estén categóricamente afirmados
en el escrito en que se pidió la declaración. Como se puede apreciar, la confesión tácita no opera de
pleno derecho, pues se requiere que la otra parte solicite que se dé por confeso al absolvente, debiendo
recaer sobre dicha solicitud, una resolución del tribunal que así lo establezca; y una vez que el tribunal
dicte la resolución, la confesión tácita o presunta que establece el artículo 394, producirá los mismos
efectos que la confesión expresa (art. 400 del CPC).
Por lo tanto, la confesión tácita es aquella que se produce en virtud de una resolución del
tribunal, respecto de las preguntas formuladas en forma asertiva, cuando el absolvente se niegue a
prestar declaración o dé respuestas evasivas (tanto en la primera como en la segunda citación), o no
comparezca a la segunda citación a absolver posiciones 359.
¿Qué pasa si las preguntas se hicieron en forma interrogativa? De conformidad con el inc. II
del art. 394, si no están categóricamente afirmados los hechos, podrán los tribunales imponer al
litigante rebelde una multa que no baje de medio sueldo vital ni exceda de un sueldo vital, o arrestos
hasta por 30 días sin perjuicio de exigirle la declaración. Si la otra parte lo solicita, podrá también
suspenderse el pronunciamiento de la sentencia hasta que la confesión se preste.
4.3.2. LA CONFESIÓN EXTRAJUDICIAL
La confesión extrajudicial es aquella que se presta fuera de juicio, o dentro de juicio, pero
ante un tribunal diverso de aquél que conoce del pleito y en el cual se la invoca como medio
probatorio. De acuerdo a esta definición, la doctrina se distingue entre:
i. Confesión extrajudicial absoluta: es aquella que se presta fuera de juicio. Como señala el
profesor LUHRS, este tipo de confesión extrajudicial puede tener lugar en cualquier parte
y a cualquier hora, y no tiene que estar revestida de solemnidad; así, por ejemplo, se
puede reconocer un hecho en una reunión social.

359
En materia penal, no procede la confesión tácita; y además, no se puede condenar a una persona con el sólo
mérito de su propia declaración.
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ii. Confesión extrajudicial relativa: es aquella que se presta en un juicio, pero diverso de
aquél en que se la invoca. Aquí la parte debe solicitar que se tenga a la vista el expediente
en el cual realizo la confesión ¿Qué sucede si la confesión se realiza en el mismo juicio
en que se invoca? ¿Cómo se acredita? En este caso, bastará con solicitar que se tenga a
la vista la parte del expediente en el cual consta, o bien, pedir copia autorizada de lo
pertinente y agregarla en parte de prueba dentro del juicio en el que se la invoca.
La doctrina también distingue entre confesión extrajudicial verbal y escrita. La confesión
extrajudicial verbal es aquella que se presta de viva voz y en presencia de testigos, por lo tanto, se
acredita mediante testigos de oídas; y la confesión extrajudicial escrita es aquella que se presta por
medio de un documento, ya sea público o privado y, por lo tanto, se acredita mediante prueba
instrumental. Sobre este punto cabe mencionar que hay autores que dicen que la única prueba de
confesión propiamente tal, es la judicial, pues la confesión extrajudicial se valora a través de otros
medios de prueba (la confesión verbal se lleva por medio de testigos, y la confesión escrita se llevará
por medio de instrumentos).
4.3.3. VALOR PROBATORIO DE LA CONFESIÓN
Para determinar el valor probatorio de la confesión, es necesario distinguir previamente si se
está en presencia de una confesión judicial o extrajudicial, pues este valor probatorio es diverso según
se trate de una u otra clase de confesión.
a. Valor probatorio de la confesión judicial
Esta materia se encuentra regulada en el art. 399 del CPC, y en el art. 1713 del CC, y de
dichas disposiciones se extrae la siguiente distinción:
i. Confesión sobre hechos personales. De acuerdo al art. 1713 del CC, la confesión que alguno
hiciere en juicio por sí o por medio de apoderado especial, o de su representante legal, y
relativa a un hecho personal de la misma parte, producirá plena fe contra ella, aunque no haya
un principio de prueba por escrito; salvo los casos comprendidos en el art. 1701 inc. I (cuando
se exige instrumento público como solemnidad) y los demás que las leyes exceptúen
(obligaciones que superen a 2 UTM).
Los hechos personales son aquellos en los que ha intervenido la persona que confiesa o que
le afecten directamente, y si la confesión recae sobre dichos hechos, servirá por sí sola para
acreditarlos. Por ello se dice que la confesión es la prueba máxima, y de ahí el aforismo que
dice que a confesión de parte relevo de prueba.
Aquí también hay que tener presente el art. 402 del CPC, el cual señala que no se recibirá
prueba alguna contra los hechos personales claramente confesados por los litigantes en el
juicio; agrega el inc. II que podrá, sin embargo, admitirse prueba en este caso y aun abrirse
un término especial para ella, si el tribunal lo estima necesario y ha expirado el probatorio de
la causa, cuando el confesante alegue, para revocar su confesión, que ha padecido error de
hecho y ofrezca justificar esta circunstancia360. Aquí será necesaria una doble prueba: una de

360
El art. 402 inc. I del CPC, se relaciona con el art. 428 del CPC, el cual dispone que entre dos o más pruebas
contradictorias, “y a falta de ley que resuelva el conflicto”, los tribunales preferirán la que crean conforme con
la verdad. Por ejemplo, si se acompaña un instrumento público otorgado por el confesante que contraría lo
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carácter subjetivo, relativa al error de hecho que ha padecido el confesante; y la otra de


carácter objetivo, tendiente a demostrar la falsedad del hecho erróneamente confesado.
ii. Confesión sobre hechos no personales. De acuerdo al art. 399 inc. II del CPC, si los hechos
confesados no son personales del confesante o de la persona a quien representa, producirá
también prueba la confesión. Pero, a diferencia de lo que acontece con la confesión que recae
sobre hechos personales del confesante, que no admite prueba alguna tendiente a destruir
tales hechos, la confesión que versa sobre hechos no personales del confesante (esto es, de
hechos ajenos al confesante) puede ser destruida por otros medios probatorios. Esta
conclusión se desprende, a contrario sensu, de lo prescrito en el art. 402 inc. I del CPC (no se
recibirá prueba alguna contra los “hechos personales” claramente confesados por los
litigantes en el juicio).
Con todo, según el art. 402 inc. III CPC, lo dispuesto en el inciso precedente se aplicará
también al caso en que los hechos confesados no sean personales del confesante; es decir, se
podrá revocar la confesión sobre hechos no personales, si se ha padecido error de hecho; pero
también se puede revocar si no se ha padecido error de hecho (interpretando a contrario sensu
el art. 402 inc. I del CPC).
b. Valor probatorio de la confesión extrajudicial
Esta materia se regula en el art. 398 CPC, disposición que establece una verdadera graduación
del valor probatorio de la confesión extrajudicial.
Art. 398. La confesión extrajudicial es sólo base de presunción judicial, y no se tomará en cuenta, si es
puramente verbal, sino en los casos en que sería admisible la prueba de testigos.

La confesión extrajudicial que se haya prestado a presencia de la parte que la invoca, o ante el juez
incompetente, pero que ejerza jurisdicción, se estimará siempre como presunción grave para acreditar los
hechos confesados. La misma regla se aplicará a la confesión prestada en otro juicio diverso; pero si éste se ha
seguido entre las mismas partes que actualmente litigan, podrá dársele el mérito de prueba completa, habiendo
motivos poderosos para estimarlo así.

El esquema de graduación que contempla esta norma, es el siguiente:


i. Confesión extrajudicial puramente verbal. La ley dice que la confesión extrajudicial
puramente verbal, no se tomará en cuenta sino en los casos en que es admisible la prueba de
testigos. Por lo tanto, para saber si procede o no la confesión verbal como medio de prueba,
debe analizarse si la prueba testimonial es admisible; así, por ejemplo, si la obligación no
consta por escrito y su valor supera las dos UTM, la confesión verbal que haga el deudor de
su obligación, no será admisible, ya en dicho caso no tampoco es procedente la prueba de
testigos. Luego, se debe distinguir ante quién se prestó la confesión extrajudicial verbal:

- Si la confesión extrajudicial verbal no se prestó en presencia de la parte que la invoca,


ni ante juez incompetente, ni en otro juicio diverso, es decir, si se prestó ante terceros,
es sólo base de una presunción judicial; en otras palabras, carecerá de mérito probatorio.

aseverado por éste vía confesión, el tribunal tiene que asignarle mayor mérito a la confesión, porque una ley
expresa (art. 402) resolvió el conflicto de pruebas contradictorias en favor de la confesión.
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- Si la confesión extrajudicial se prestó en presencia de la parte que la invoca, o ante juez


incompetente pero que ejerce jurisdicción, o en otro juicio diverso, se estimará como
una presunción grave para acreditar los hechos confesados; y si además es precisa, podrá
constituir plena prueba, pues de acuerdo al art. 426 inc. II del CPC, una sola presunción
puede constituir plena prueba cuando, a juicio del tribunal, tenga caracteres de gravedad
y precisión suficientes para formar su convencimiento. El profesor FORTTES recalca
que nuevamente la confesión extrajudicial nos lleva a otro medio de prueba, cual es, las
presunciones.

- Si la confesión se ha prestado en juicio diverso, pero seguido entre las mismas partes
que actualmente litigan, el tribunal le puede dar el mérito de prueba completa, habiendo
motivos poderosos para estimarlo así.

ii. Confesión extrajudicial escrita. En términos generales, tendrá el valor propio de la prueba
instrumental, pero en los casos en que se haya prestado en otro juicio, seguido entre las
mismas partes, podrá dársele el mérito de prueba completa habiendo motivos poderosos para
estimarlo así.

4.3.4. LA INDIVISIBILIDAD DE LA CONFESIÓN


Una vez prestada la confesión judicial o extrajudicialmente, tiene el mérito probatorio que se
ha señalado. Pero además, la ley le asigna dos efectos de capital importancia, a saber: su
indivisibilidad y su irrevocabilidad.
La indivisibilidad de la confesión consiste en que ésta debe ser aceptada en su integridad, o
sea, tanto en aquella parte que perjudica al confesante como en aquella parte que lo beneficia. En
cambio, la confesión divisible es aquella en la que se contienen diversos hechos, pudiendo
considerarse los que perjudican al confesante, y desechándose aquellos que le favorecen.
La regla general es la indivisibilidad, pues de acuerdo al art. 401 inc. I del CPC, en general
el mérito de la confesión no puede dividirse en perjuicio del confesante. Pero esta regla tiene
excepciones, pues conforme al inc. II del art. 402, podrá, sin embargo, dividirse: 1) siempre que
comprenda hechos diversos enteramente desligados entre sí; y 2) cuando, comprendiendo varios
hechos ligados entre sí o que se modifiquen los unos a los otros, el contendor justifique con algún
medio legal de prueba la falsedad de las circunstancias que, según el confesante, modifican o alteran
el hecho confesado. Para facilitar la aplicación práctica de los principios anteriores, los autores han
elaborado una clasificación de este medio probatorio, distinguido la confesión pura y simple, la
calificada y la completa.
i. La confesión pura y simple es aquella en que el confesante afirma o niega categóricamente
el hecho controvertido, sin hacerle agregaciones o modificaciones de ninguna especie. Por
ejemplo, “diga cómo es efectivo que recibió $20.000 de manos del demandante” y el
absolvente contesta “sí, es efectivo”.

ii. La confesión calificada es aquella en que el confesante reconoce categóricamente el hecho


controvertido, pero le agrega alguna circunstancia o modalidad que alteran la esencia o
naturaleza jurídica del hecho confesado. Por ejemplo: “diga cómo es efectivo que recibió de

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manos del demandante $20.000 a título de mutuo”, y el absolvente contesta: “es efectivo,
pero los recibí a título de donación”.

iii. La confesión compleja es aquella en que el confesante reconoce el hecho controvertido, pero
le agrega otro hecho enteramente desligado del primero, o bien, ligado y modificatorio del
mismo, que destruyen en todo o parte las consecuencias jurídicas del hecho primitivo
confesado. Como se puede apreciar, esta confesión presenta dos aspectos, y es por esto
también que se la subclasifica en:
- Confesión compleja de primer grado o inconexa: es aquella en que el confesante
reconoce el hecho acerca del cual se le interroga, pero le agrega otro hecho enteramente
diverso, desligado e independiente del primero, destinado a destruir o modificar sus
efectos. Por ejemplo: “diga cómo es efectivo que recibió de manos del demandante
$20.000 a título de mutuo”, y el absolvente contesta “sí, es efectivo, pero nada le debo,
por cuanto él, a su vez, recibió de mí igual suma y por idéntico título, de manera que
ambas obligaciones se han compensado”; aquí, el hecho de la existencia de la segunda
obligación entre confesante y contendor, es un hecho enteramente desligado de la
primera obligación.

- Confesión compleja de segundo grado o conexa: es aquella en que el confesante


reconoce el hecho acerca del cual se le interroga (hecho controvertido), pero le agrega
otro hecho ligado, relacionado, dependiente y modificatorio del primero, destinado a
destruir o modificar sus efectos. Por ejemplo: “diga cómo es efectivo que recibió de
manos del demandante $20.000 a título de mutuo”, y el absolvente contesta “sí, es
efectivo, pero nada debo porque los pagué”; aquí el pago está ligado con la existencia de
la obligación de que se trata.
Ahora bien, aplicando el principio de la divisibilidad de la confesión a la luz de esta
clasificación, se puede decir que: (1) la confesión pura y simple es indivisible por su propia
naturaleza; (2) la confesión calificada también es indivisible por su propia naturaleza; (3) la confesión
compleja de primer grado o inconexa es divisible sin necesidad de prueba alguna (puede dividirse:
siempre que comprenda hechos diversos enteramente desligados entre sí); (4) y la confesión compleja
de segundo grado o conexa, en principio, es indivisible, salvo que el contendor del confesante pruebe
por los medios legales la falsedad del hecho que viene a modificar o alterar el hecho principal
confesado.
4.4. LA INSPECCIÓN PERSONAL DEL TRIBUNAL

a. Concepto y características
Es un medio probatorio destinado a acreditar hechos o circunstancias materiales del juicio,
mediante la observación y constatación de ellos efectuadas por el mismo tribunal. En otras palabras,
es el reconocimiento de la cosa litigiosa o del lugar del suceso, realizado por el tribunal, con el fin de
aclarar la verdad de los hechos controvertidos. Las principales características de este medio de prueba
son:
i. Es un medio de prueba directo, ya que permite formar al tribunal su convicción a través de la
apreciación directa, personal e inmediata del hecho (inmediación), y no a través de terceras

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personas, como pueden ser los testigos o los peritos. El profesor FORTTES recalca que es la
única prueba por percepción directa del juez y, por ello, es una prueba muy segura.

ii. Es una prueba circunstancial, pues se produce durante el juicio.

iii. En cuanto a su valor probatorio, constituye plena prueba, en cuanto a las circunstancias o
hechos materiales resultan de la propia observación del tribunal. De ahí su importancia, al
extremo que es un medio de prueba, a diferencia de los anteriores, obligatorio en ciertos y
determinados juicios361.
b. Requisitos de procedencia

i. Que se trate de probar hechos o circunstancias materiales controvertidos en el pleito. En efecto,


el art. 408 CPC señala que la inspección personal constituye prueba plena en cuanto a las
circunstancias o hechos materiales que el tribunal establezca en el acta como resultado de su
propia observación. Por tanto, la clase de objeto material del reconocimiento o inspección
judicial no tiene importancia alguna, es decir, puede ser un inmueble (por ejemplo, se discute
acerca de la altura o calidad de una muralla; sobre el rumbo o anchura de un camino; si una
máquina o una fábrica produce o no malos olores, etc.), mueble (por ejemplo, se discute si una
auto emite ruidos molestos), e incluso, una persona (por ejemplo, en los juicios de interdicción
por demencia, en que el tribunal se cerciora de las condiciones mentales del demandado por su
propia y personal observación).

ii. Que el tribunal estime necesaria la inspección personal; pues así lo dispone la primera parte del
art. 403 inc. I CPC, al señalar que fuera de los casos expresamente señalados por la ley, la
inspección personal del tribunal sólo se decretará cuando éste la estime necesaria. Por lo tanto,
queda a la prudencia del juez determinar si este medio probatorio es o no conveniente para el
mejor éxito del juicio.

iii. Que el tribunal así lo decrete. La petición de parte, en orden a que se decrete la práctica de este
medio probatorio, pasará previamente por el trámite o control del juez, quien, si estima necesaria
la diligencia, expresará su voluntad en sentido afirmativo en una resolución judicial.

iv. Y, de conformidad con el art. 406 del CPC, la parte que haya solicitado la inspección depositará
antes de proceder a ella, en manos del secretario del tribunal, la suma que éste estime necesaria
para costear los gastos que se causen. Cuando la inspección sea decretada de oficio u ordenada
por la ley, el depósito se hará por mitad entre demandantes y demandados. Deben costearse, por
ejemplo, los gastos de movilización, de alimentación, etc.

361
Cabe mencionar que se discute, en doctrina, si la inspección personal del tribunal constituye o no realmente
un medio de prueba. Según algunos, nada nuevo agrega al proceso, ya que sólo sirve para apreciar mejor otros
medios de prueba ya producidos; sin embargo, también hay quienes argumentan, y con razón, que es un medio
probatorio procesal por excelencia, destinado a formar la convicción del juez sobre los hechos controvertidos,
sin más diferencia con los demás medios de prueba que, mientras éstos convencen al juez, con la inspección
personal es el mismo juez el que se convence.
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c. Desarrollo de la inspección personal del tribunal

i. Proposición o iniciativa. La inspección personal del tribunal puede ser legal o judicial. La
inspección legal procede cuando la ley lo ordena y, por ende, es imperativa para el tribunal, de
manera que si la omite, la sentencia será anuble por medio de un recurso de casación en la forma,
por haberse faltado a algún trámite o diligencia declarados esenciales por la ley… (art. 768 Nº 9),
y es una diligencia esencial, la práctica de diligencias probatorias cuya omisión podría producir
indefensión (art. 796 Nº 4 de CPC). Por ejemplo, si se pide la demolición o enmienda de una obra
ruinosa o peligrosa, el tribunal debe practicar, asociado de un perito nombrado por él mismo y
con notificación de las partes y asistencia de la que concurra, una inspección personal de la
construcción.
En cambio, la inspección judicial, es aquella que procede cuando el tribunal la estime necesaria,
ya sea que la decrete de oficio o a petición de parte. La parte que tiene interés en valerse de este
medio probatorio debe presentar una solicitud escrita pidiendo que se decrete la diligencia,
indicando los hechos sobre los cuales se requiere la inspección y los motivos que la justifican; y,
además, debe depositar en manos del secretario la suma que estime necesaria para costear los
gastos que se causen. Por otra parte, conforme al art. 404 del CPC, pueden las partes pedir que
en el acto del reconocimiento se oigan informes de peritos, y lo decretará el tribunal si, a su juicio,
esta medida es necesaria para el éxito de la inspección y ha sido solicitada con la anticipación
conveniente. La designación de los peritos se hará en conformidad a las reglas del párrafo
siguiente.
ii. Oportunidad para solicitarla. Las partes pueden pedirla como medida prejudicial probatoria, si
existe peligro inminente de daños o perjuicios, o cuando se trate de hechos que puedan fácilmente
desaparecer (art. 281 inc. I del CPC); también pueden pedirla durante el juicio, caso en el cual, el
CPC nada dice respecto a la oportunidad para solicitarla, pero por aplicación del art. 327 CPC, la
oportunidad para pedirla sería en cualquier estado del juicio (desde la notificación de la demanda,
hasta la notificación de la resolución que cita a las partes para oír sentencia). Por último, el juez
puede decretarla como medida para mejor resolver, en el plazo para dictar sentencia.
Art. 281. Puede pedirse prejudicialmente la inspección personal del tribunal, informe de peritos nombrados
por el mismo tribunal, o certificado del ministro de fe, cuando exista peligro inminente de un daño o
perjuicio, o se trate de hechos que puedan fácilmente desaparecer.

Art. 327. Todo término probatorio es común para las partes y dentro de él deberán solicitar toda diligencia
de prueba que no hubieren pedido con anterioridad a su iniciación.

iii. Admisión. Si el tribunal estima que es necesaria la inspección personal, conforme a la segunda
parte del art. 403 inc. I del CPC, designará día y hora para practicarla, con la debida
anticipación, a fin de que puedan concurrir las partes con sus abogados. CASARINO señala que
la notificación de las partes debe ser por el estado diario, ya que la norma señala: para que
“puedan” concurrir…; en cambio otros autores sostienen que debe notificarse por cédula, pues
se ordena la comparecencia personal de las partes, aunque no sea de la esencia su comparecencia.

iv. Tribunal que la ordena. Como se dijo, la inspección personal puede ser legal o judicial, y en
ambos casos es el tribunal que la ordena, pero ¿qué tribunal la ordena? En principio, la inspección
personal del tribunal la ordena el juez que está conociendo en única o primera instancia del juicio
en que se pretende hacerla valer; sin embargo, no hay inconveniente legal alguno para que este
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medio probatorio sea también decretado en la segunda instancia, pues así se desprende del art.
159 del CPC (medidas para mejor resolver) y del art. 207 inc. II del CPC, el cual dispone que si
el tribunal es colegiado, podrá comisionar para que practique la inspección a uno o más de sus
miembros.

v. Tribunal que la practica. Es necesario determinar previamente el lugar en donde se encuentra el


objeto que va a ser materia de la inspección, pues si el objeto se encuentra dentro del territorio
jurisdiccional del tribunal en que se sigue el juicio, es evidente que el juez o ministro de este
tribunal será el llamado a practicar la diligencia; pero si el objeto se halla fuera del territorio
jurisdiccional del tribunal en que se sigue el juicio, la inspección podrá practicarse por el juez o
ministro de dicho tribunal, o se podrá enviar un exhorto al tribunal en cuyo territorio se encuentre
el objeto para que practique la inspección.
La primera alternativa se desprende del art. 403 inc. II del CPC, al señalar que la inspección
podrá verificarse aún fuera del territorio señalado a la jurisdicción del tribunal; lo cual
constituye el único caso que hace excepción al principio de la territorialidad contemplado en el
art. 7º inc. I del COT (los tribunales sólo podrán ejercer su potestad en los negocios y dentro del
territorio que la ley les hubiere respectivamente asignado).
vi. Ejecución o diligenciamiento. Llegados el día y hora señalados, se llevará a efecto la inspección
con la concurrencia de las partes y peritos que asistan, o sólo por el tribunal en ausencia de
aquéllas (art. 405 inc. I del CPC).

vii. Levantamiento del acta. Conforme al art. 407 del CPC, de la diligencia de inspección se levantará
acta, en la cual se expresarán las circunstancias o hechos materiales que el tribunal observe, sin
que puedan dichas observaciones reputarse como una opinión anticipada sobre los puntos que
se debaten; agrega el inc. II que podrán también las partes pedir, durante la diligencia, que se
consignen en el acta las circunstancias o hechos materiales que consideren pertinentes.
Finalmente, el juez y las partes que hubieren asistido firman el acta, y la autoriza el secretario.

d. Valor probatorio
Conforme al art. 408 del CPC, la inspección personal constituye prueba plena en cuanto a
las circunstancias o hechos materiales que el tribunal establezca en el acta como resultado de su
propia observación. Es necesario dejar en claro que la circunstancia o hecho material observado por
el tribunal, ha podido serlo por su propia iniciativa o por sugerencia de la parte o del perito 362.

362
En materia penal, el Juez de Garantía no puede realizar inspecciones personales para acreditar hechos. En el
juicio oral, en cambio, se aplica el art. 337 del CPP, el cual dispone que cuando lo considerare necesario para
la adecuada apreciación de determinadas circunstancias relevantes del caso, el tribunal podrá constituirse en un
lugar distinto de la sala de audiencias, manteniendo todas las formalidades propias del juicio.
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4.5. LA PRUEBA PERICIAL

a. Concepto
Es un medio probatorio consistente en la presentación de un dictamen por parte de personas
que tienen conocimiento sobre las materias o hechos a que dicho dictamen se refiere, y que han sido
controvertidos en el juicio mismo. El aspecto central de este medio de prueba, son:
i. El informe de peritos es el dictamen u opinión sobre algún hecho controvertido en el juicio,
que emite un técnico de una ciencia o arte. La persona que evacua este dictamen recibe el
nombre de perito. El informe pericial se justifica porque el juez no siempre está en
condiciones de apreciar un hecho, por muy vasta que sea su cultura general.

ii. El perito es un tercero extraño al juicio que posee conocimientos especiales de alguna ciencia,
técnica o arte, y a quien se le requiere su opinión acerca de un hecho sustancial, pertinente y
controvertido en el proceso, o de algún punto de Derecho extranjero. Si bien, tanto el perito
como los testigos son terceros absolutos o sin interés, tienen diferencias:
- En primer lugar, puede ser testigo cualquier persona, salvo aquellas que la ley declara
inhábiles; en cambio, solamente puede ser perito aquella persona que posea
conocimientos especiales en alguna ciencia, arte o técnica. Pero, además, el perito debe
ser hábil para declarar como testigo, debe tener un título profesional (si la ciencia, arte
o técnica está regulada por la ley), y no debe estar sujeto a una causal de recusación o
implicancia. No obstante, sobre estos requisitos prima la voluntad de las partes, ya que
pueden convenir expresamente en que, para ser perito, no se necesita cumplir con los
requisitos anteriores o, por el contrario, ser aún más exigentes.

- El testigo toma conocimiento de los hechos con anterioridad a la iniciación del juicio
mismo; en cambio, el perito, aprecia estos hechos y emite su opinión autorizada o
técnica, una vez que el pleito ya se ha iniciado.

- El testigo nunca declara acerca del Derecho, en cambio, el perito puede efectuar
informes acerca del Derecho extranjero.

b. Procedencia o admisibilidad del informe pericial


La ley, en ciertos casos, obliga al juez a decretar un informe pericial; y en otros, se lo aconseja.
En el primer supuesto se habla de informe pericial obligatorio; y en el segundo, de informe pericial
facultativo.
i. Informe de peritos obligatorios. El art. 409 CPC señala que se oirá informe de peritos en
todos aquellos casos en que la ley así lo disponga, ya sea que se valga de estas expresiones
o de otras (por ejemplo, juicio práctico) que indiquen la necesidad de consultar opiniones
periciales. Por ejemplo, en lo juicios de interdicción para declarar demencia, se requiere
informe pericial de siquiatra; en los juicios de partición de bienes el valor de la base sobre la
cual se procederá a la adjudicación de las especies, lo fija un perito; también se requiere para
la determinación del precio en los contratos de obra material, etc. La importancia está, en que
la omisión del informe pericial obligatorio trae la nulidad de la sentenciaría mediante el
recurso de casación en la forma, por haberse faltado a algún trámite o diligencia declarados
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esenciales por la ley… (art. 768 Nº 9), y es una diligencia esencial, la práctica de diligencias
probatorias cuya omisión podría producir indefensión (art. 796 Nº 4 de CPC).

ii. Informe de peritos facultativo. De acuerdo al art. 411 del CPC, “podrá” también oírse el
informe de peritos: 1) sobre puntos de hecho para cuya apreciación se necesiten
conocimientos especiales de alguna ciencia o arte (por ejemplo, en un juicio de
indemnización por accidente de tránsito, en un escrito se solicita un informe pericial acerca
de los daños sufridos por un vehículo, pidiendo que se nombre a un perito mecánico); y 2)
sobre puntos de Derecho referentes a alguna legislación extranjera. Esto último hace
excepción al principio de que el Derecho no se prueba; sin embargo, su interpretación no es
materia probatoria, ni de la competencia del perito, sino que corresponde privativamente al
tribunal.
En estos dos casos, queda entregado al criterio del juez decretar o no la práctica de un informe
pericial. Por ello, si se omite, la sentencia es válida, salvo que la omisión produzca la
indefensión de una parte.
c. Desarrollo de la prueba pericial

i. Proposición y oportunidad.
El informe pericial facultativo puede ser decretado a petición de parte y de oficio por el
tribunal. Las partes lo pueden solicitar como medida prejudicial probatoria, cuando exista peligro
inminente de un daño o perjuicio, o se trate de hechos que puedan fácilmente desaparecer (arts. 281
del CPC), o durante el juicio, caso en el cual, debe solicitarse dentro del término probatorio (art. 412
del CPC). Y el tribunal lo puede decretar de oficio en cualquier estado del juicio (desde la notificación
de la demanda hasta antes del vencimiento del término probatorio), y como medida para mejor
resolver, una vez que el proceso esté en estado de sentencia. En segunda instancia sólo se puede
decretar como medida para mejor resolver.
Art. 412. El reconocimiento de peritos podrá decretarse de oficio en cualquier estado del juicio, pero las partes
sólo podrán solicitarlo dentro del término probatorio.
Decretado el informe de peritos, no se suspenderá por ello el procedimiento.

ii. Admisión y nombramiento.


Cualquiera que sea la clase del informe pericial de que se trate, esto es, forzoso o facultativo,
el hecho es que, junto con decretarlo el tribunal, debe citar a las partes a una audiencia. Esta resolución
se debe notificar por cédula, por ser de aquellas que ordenan la comparecencia personal de las partes,
y contendrá, naturalmente, el día y la hora en que dicha audiencia ha de llevarse a efecto.
El objetivo de esta audiencia es obtener un acuerdo de las partes acerca de: el número de
peritos a nombrar (individualizándolos completamente); la calidad, aptitud o títulos de ellos; y el o
los puntos materia del informe. Ahora si las partes no están de acuerdo total o parcialmente, o no
concurren a la audiencia, el nombramiento lo hará el tribunal (arts. 414, 415 y 416 del CPC)363.
Art. 414. Para proceder al nombramiento de peritos, el tribunal citará a las partes a una audiencia, que tendrá
lugar con sólo las que asistan y en la cual se fijará primeramente por acuerdo de las partes, o en su defecto por

363
Este procedimiento es aplicable también para designación de árbitros y partidores de bienes.
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el tribunal, el número de peritos que deban nombrarse, la calidad, aptitudes o títulos que deban tener y el punto
o puntos materia del informe.
Si las partes no se ponen de acuerdo sobre la designación de las personas, hará el nombramiento el tribunal, no
pudiendo recaer en tal caso en ninguna de las dos primeras personas que hayan sido propuestas por cada parte.
La apelación que se deduzca en los casos del inciso 1° de este artículo no impedirá que se proceda a la
designación de los peritos de conformidad al inciso 2°.
Sólo después de hecha esta designación, se llevará adelante el recurso.

Art. 415. Se presume que no están de acuerdo las partes cuando no concurren todas a la audiencia de que trata
el artículo anterior; y en tal caso habrá lugar a lo dispuesto en el inc. II del mismo artículo (designación por el
juez).

Art. 416. Cuando el nombramiento se haga por el tribunal, lo hará de entre los peritos de la especialidad
requerida que figuren en las listas a que se refiere el artículo siguiente (elaboradas por la CS a propuesta de la
CA respectiva) y la designación se pondrá en conocimiento de las partes para que dentro de tercero día deduzcan
oposición, si tienen alguna incapacidad legal que reclamar contra el nombrado (son incapaces, lo que sean
inhábiles para declarar como testigos, los que no tengan título profesional, o resulten recusados o implicados).
Vencido este plazo sin que se formule oposición, se entenderá aceptado el nombramiento.

iii. Notificación al perito y aceptación del encargo.


En seguida, sea que haya sido nombrado de común acuerdo por las partes o por la judicatura,
es necesario notificar al perito de la designación, para ver si acepta el cargo (se notifica por cédula,
por tratarse de un tercero ajeno al juicio). Al respecto, el perito puede adoptar dos actitudes: rechazar
el cargo, puesto que su desempeño no es obligatorio; o aceptarlo, caso en el cual, conforme al art. 417
del CPC, el perito que acepte el cargo deberá declararlo así (de manera expresa), jurando
desempeñarlo con fidelidad; agrega el inc. II que de esta declaración, que habrá de hacerse
verbalmente o por escrito en el acto de la notificación, o dentro de los tres días inmediatos, se dejará
testimonio en los autos. Esto último, constituye una excepción al art. 57 del CPC, el cual dispone que
las diligencias de notificación que se estampen en los procesos, no contendrán declaración alguna
del notificado, salvo que la resolución ordene o, por su naturaleza, requiera esa declaración.
Una vez que el perito acepta el cargo y presta el juramento de rigor, queda legalmente
investido para desempeñar la misión que se le ha confiado.
iv. Reconocimiento.
El reconocimiento es el examen previo que hace el perito acerca del objeto sobre el cual habrá
de opinar. Por ejemplo, se nombra a un perito para que dictamine sobre la calidad o condiciones de
un edificio; para opinar, será previo visitar y examinar tal edificio. El reconocimiento es una actuación
que está sujeta al control de las partes, es por ello que el art. 417 inc. III del CPC señala que el perito
encargado de practicar un reconocimiento deberá citar previamente a las partes para que concurran
si quieren; en la práctica, el perito presenta un escrito señalando día, hora y lugar en que se efectuará
el reconocimiento, el cual se notifica a la las partes por el estado, por cuanto la comparecencia de
ellas partes es esencialmente facultativa (según el profesor FORTTES, en la práctica se hace por
cédula).
Las partes que concurran a la operación de reconocimiento tienen un doble derecho y una
doble prohibición. Pues, de acuerdo al art. 419. inc. I del CPC, las partes podrán hacer en el acto del
reconocimiento las observaciones que estimen oportunas. Podrán también pedir que se hagan
constar los hechos y circunstancias que juzguen pertinentes; pero no tomarán parte en las
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deliberaciones de los peritos, ni estarán en ellas presentes. Agrega el inc. II que de todo lo obrado
se levantará acta, en la cual se consignarán los acuerdos celebrados por los peritos.
v. Presentación del informe pericial.
Una vez cumplida la operación de reconocimiento, los peritos están en condiciones de poder
emitir su informe o parecer técnico, es decir, el escrito en el que el perito informa al tribunal la labor
realizada y la conclusión técnica o científica respecto del punto o materia sobre la cual se le ha
requerido su opinión. El CPC no da un plazo para entrega del informe, debiendo ser el tribunal quien
lo señale; en efecto, el art. 420 del CPC señala que los tribunales señalarán en cada caso el término
dentro del cual deben los peritos evacuar su encargo; y podrán, en caso de desobediencia,
apremiarlos con multas, prescindir del informe o decretar el nombramiento de nuevos peritos, según
los casos.
La ley tampoco señala la forma o manera en que debe agregarse este informe a los autos.
Pero, en la práctica, el profesor FORTTES señala que el informe se presenta por escrito acompañando
el acta de reconocimiento, y el tribunal los agrega a los autos sin mayores formalidades, y dispone
que se ponga en conocimiento de las partes, y éstas podrán hacer las observaciones que estimen
convenientes (pueden impugnarlo, plantear un incidente, etc.). Por lo tanto, la forma acompañarlo al
juicio será con citación, pues las partes dentro tercero día pueden objetar el informe por defectos
formales.
vi. Opiniones periciales discordantes.
De acuerdo al art. 21 del CPC, cuando los peritos discorden en sus dictámenes, podrá el
tribunal disponer que se nombre un nuevo perito, si lo estima necesario para la mejor ilustración de
las cuestiones que deban resolver. El nuevo perito será nombrado y desempeñará su cargo en
conformidad a las reglas precedentes. Agrega el art. 22 del CPC que si no resulta acuerdo del nuevo
perito con los anteriores, el tribunal apreciará libremente las opiniones de todos ellos, tomando en
cuenta los demás antecedentes del juicio.
vii. Financiamiento del peritaje.
De acuerdo al art. 411 inc. I del CPC, los gastos y honorarios que en estos casos se originen
por la diligencia misma (por ejemplo, confección de planos, análisis químicos, etc.) o por la
comparecencia de la otra parte al lugar donde debe practicarse (por ejemplo, gastos de locomoción,
de alojamiento, etc.), serán de cargo del que la haya solicitado (el peritaje); salvo que el tribunal
estime necesaria la medida para el esclarecimiento de la cuestión, y sin perjuicio de lo que en
definitiva se resuelva sobre pago de costas. El tribunal, de oficio o a petición de parte, podrá ordenar
que previamente se consigne una cantidad prudencial para responder a los gastos y honorarios
referidos; agrega el inc. II que la resolución por la cual se fije el monto de la consignación será
notificada por cédula al que solicitó el informe de peritos. Si dicha parte deja transcurrir diez días,
contados desde la fecha de la notificación, sin efectuar la consignación, se la tendrá por desistida de
la diligencia pericial solicitada, sin más trámite.
d. Valor probatorio del informe pericial
Según el art. 425 CPC, los tribunales apreciarán la fuerza probatoria del dictamen de peritos
en conformidad a las reglas de la sana crítica. Como se sabe, la sana crítica es un sistema de
valoración de la prueba que se caracteriza porque el legislador faculta al juez para que valore los
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medios probatorios con libertad, pero sin contradecir los principios de la lógica, las máximas de
experiencia y los conocimientos científicamente afianzados 364.
4.6. LA PRUEBA POR PRESUNCIONES

a. Concepto
Siguiendo a CASARINO, la prueba por presunciones es aquella que emplea ciertos
antecedentes o circunstancias conocidos para inferir de ellos, sea por obra del legislador o del juez,
un hecho desconocido y controvertido en el juicio. Como se puede apreciar, es un medio de prueba
que requiere una actividad lógica del juez; es circunstancial (se produce durante el juicio) e indirecto.
Para entender mejor a este medio de prueba, hay que explicar cuáles son los elementos de la
presunción:
i. Hecho base. El hecho base es el antecedente o circunstancia conocida, a partir del cual
se construye la presunción. El hecho base debe ser “conocido”, lo que implica que debe
ser probado por la parte que quiere valerse la presunción, y esa prueba puede ser
impugnada por la contraria.

ii. Razonamiento. Es la actividad racional que realiza el legislador o el juez que, a partir
del hecho base conocido, llega al establecimiento del hecho desconocido

iii. Hecho presumido. Es el hecho desconocido y controvertido, el cual, una vez que opera
la actividad racional sobre el hecho conocido, deja de ser tal para convertirse en objeto
conocido365.
Ahora bien, de acuerdo al art. 1712 inc. I del CC, las presunciones son legales o judiciales.
En las presunciones judiciales es el juez quien determina el hecho base, aplica el raciocinio, y obtiene
el hecho presumido; en cambio, en las presunciones legales es la ley la que establece el hecho base,
aplica el raciocinio y obtiene el hecho presumido. A continuación, serán analizadas estas dos clases
de presunciones.
b. Las presunciones legales
Las presunciones legales son aquellas en que los antecedentes o circunstancias que dan
motivo al hecho que se deduce, son determinados por la ley. En efecto, el art. 47 del CC dispone que
se dice presumirse el hecho que se deduce de ciertos antecedentes o circunstancias conocidas;
agregando el inc. II que si estos antecedentes o circunstancias que dan motivo a la presunción (hecho
base) son determinados por la ley, la presunción se llama legal. Por tanto, los elementos constitutivos
de esta clase de presunción corren de cargo exclusivo del legislador, quien se encarga de precisar los

364
En materia procesal penal, los peritos son designados directamente por el fiscal y los intervinientes, sin
intervención del juez de garantía o tribunal de juicio oral; y aquí, aparte de entregar el informe pericial, deben
declarar en juicio oral.
365
Según CASARINO las presunciones constituyen un verdadero silogismo, desde el punto de vista lógico,
pues en ellas hay una premisa menor (representada por los antecedentes o circunstancias conocidas); una
premisa mayor (constituida por la operación de raciocinio efectuada, ya por el legislador, ya por el juez); y una
conclusión que es, sencillamente, el establecimiento o demostración de los hechos desconocidos que se tratan
de probar.
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antecedentes o circunstancias conocidas que servirán de base a la presunción; como igualmente, de


señalar la conclusión o hecho presumido.
El legislador civil distingue dos clases de presunciones legales, a saber:
i. Presunción simplemente legal o propiamente dicha. Es aquella establecida por la ley, y
que admite la rendición de prueba en contrario para destruirla. En efecto, conforme al art. 47
inc. III del CC, se permitirá probar la no existencia del hecho que legalmente se presume,
aunque sean ciertos los antecedentes o circunstancias de que lo infiere la ley (aunque sean
probados el hecho base).
Como se puede apreciar, este tipo de presunción altera la regla del onus probandi, es decir,
invierte el peso de la prueba de los hechos. Por ejemplo, de acuerdo al art. 700 inc. II del CC,
el poseedor es reputado dueño, mientras otra persona no justifica serlo. En este caso es
necesario probar el hecho base (es decir, la posesión), y una vez acreditada, opera la
presunción (dominio); y la prueba en contrario puede recaer tanto sobre el hecho base (sobre
la posesión) como respecto del hecho presumido (es poseedor, pero no es dueño),
correspondiéndole a aquélla que quiera destruir la presunción366.
ii. Presunción de derecho. Es aquella, conforme a la cual, acreditado el hecho base, no se
admite prueba para destruir el hecho presumido. En efecto, conforme al art. 47 inc. IV del
CPC, si una cosa, según la expresión de la ley, se presume de derecho, se entiende que es
inadmisible la prueba contraria, supuestos los antecedentes o circunstancias (probado el
hecho base). Por ejemplo, de acuerdo al art. 76 inc. II del CC, se presume de derecho que la
concepción ha precedido al nacimiento no menos que ciento ochenta días cabales (seis
meses), y no más que trescientos (diez meses), contados hacia atrás, desde la medianoche
en que principie el día del nacimiento; o conforme al art. 706 inc. IV del CC, el error en
materia de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario;
y el profesor LUHRS da el ejemplo de que se entiende que no hay acuerdo entre las partes
para nombrar perito, cuando no concurren todas a la audiencia respectiva367.
Aquí también se debe probar el hecho base (por ejemplo, el nacimiento, el error de derecho),
y una vez acreditado este hecho conocido, se debe tener por acreditado el hecho presumido
(la concepción, la mala fe), sin que se pueda rendir prueba en contrario respecto al hecho
presumido; lo cual no obsta a que se pueda atacar el hecho base.
Por lo tanto, las presunciones simplemente legales y las de derecho, como su mismo nombre
lo indica, ambas deben su creación a la ley; pero difieren, fundamentalmente, en que mientras las
primeras permiten ser destruidas mediante prueba en contrario, las segundas no lo admiten.; además,
son excepcionales y, por ello, su interpretación debe ser restrictiva, de ahí que no puedan aplicarse
por extensión ni analogía más allá de los casos expresamente previstos por el legislador.

366
El CPC contempla dos presunciones simplemente legales en el art. 427, al señalar que sin perjuicio de las
demás circunstancias que, en concepto del tribunal o por disposición de la ley, deban estimarse como base de
una presunción, se reputarán verdaderos los hechos certificados en el proceso por un ministro de fe, a virtud de
orden de tribunal competente, salvo prueba en contrario; y el inc. II agrega que igual presunción existirá a favor
de los hechos declarados verdaderos en otro juicio entre las mismas partes.
367
En materia penal no caben presunciones de derecho, pues de acuerdo al art 19 Nº 3 inc. VI de la CPR, la ley
no podrá presumir de derecho la responsabilidad penal.
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La mayoría de los autores señalan que las presunciones legales no son medios de prueba, sino
que más bien, alteraciones del onus probandi. En efecto, las presunciones de derecho más que medios
probatorios, son normas tendientes a liberar a las partes del peso de la prueba de hechos que, por su
propia naturaleza, escapan al sentido humano y son difíciles de acreditar (por ejemplo, la concepción);
y las presunciones simplemente legales, por su parte, también más que medios probatorios, son
normas legales destinadas a alterar las reglas del peso de la prueba u onus probandi , pues la parte
que alega la existencia de un hecho no debe probarlo, desde el momento en que se infiere un hecho
conocido.
c. Presunciones judiciales
Las presunciones judiciales son aquellas en que el juez, a partir de ciertos antecedentes o
circunstancias conocidas, infiere o deduce un hecho desconocido en el proceso; es decir, el juez
determina el hecho base, aplica el raciocinio, y obtiene la presunción.
Ahora bien, los antecedentes o circunstancias conocidas deben ser probados en el juicio por
las partes litigantes, valiéndose de los medios probatorios legalmente conducentes, salvo, la prueba
de presunciones, pues es inaceptable la prueba de “presunciones por presunciones”, es decir, no se
puede presumir el hecho base. Sin embargo, en ocasiones es la propia ley la que determina el hecho
base, dispensando a las partes de la carga de probarlo; así, por ejemplo, el art. 354 del CPC establece
que el cotejo de letras no constituye por sí solo prueba suficiente; pero podrá servir de base para
una presunción judicial; por su parte el art. 357 Nº 1, a propósito de la inhabilidad de los testigos,
señala que podrán (los menos de 14 años), sin embargo, aceptarse las declaraciones sin previo
juramento y estimarse como base para una presunción judicial, cuando tengan discernimiento
suficiente; a su vez, el art. 383 señala que los testimonios de oídas, esto es, de testigos que relatan
hechos que no han percibido por sus propios sentidos y que sólo conocen por el dicho de otras
personas, únicamente podrán estimarse como base de una presunción judicial; y el art. 398 dispone
que la confesión extrajudicial es sólo base de presunción judicial, y no se tomará en cuenta, si es
puramente verbal, sino en los casos en que sería admisible la prueba de testigos.
Por lo tanto, los hechos bases, por regla general, se deben acreditar en la oportunidad procesal
establecida para el medio de prueba que se utilice al efecto, y el juez realizará la operación lógica al
momento de fallar, concretamente, en la parte considerativa; y, a su vez, la parte contraria podrá
objetar la prueba que acredita el hecho base, o que el hecho presumido no es consecuencia necesaria
del hecho base.
¿Qué clase de hechos pueden probarse mediante las presunciones judiciales? La regla general
es que las presunciones judiciales sirven para probar toda clase de hechos, sean jurídicos o materiales;
salvo el caso de los actos o contratos en los cuales se exija como solemnidad el otorgamiento de un
instrumento público, pues de acuerdo al art. 1701 del CC, la falta de instrumento público no puede
suplirse por otra prueba (incluida las presunciones) en los actos y contratos en que la ley requiere
esa solemnidad ¿Qué sucede con las obligaciones que han debido constar por escrito, y no lo están
(arts. 1708 y 1709 del CC)? La jurisprudencia ha estimado que las presunciones judiciales son medios
de prueba legales y adecuados para acreditar tales actos o contratos, ya que el legislador prohíbe en
este caso solamente la prueba testimonial. Sin embargo, si las presunciones judiciales han sido
construidas sobre circunstancias que aparecen acreditadas, exclusivamente, mediante prueba
testimonial (por ejemplo, el testimonio de oídas y la declaración de un menor de 14 años, y la
confesión extrajudicial verbal, son base de presunción judicial), esta misma jurisprudencia les ha

504
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restado mérito probatorio, esto con el objeto de evitar la burla del principio sobre limitación de la
prueba testimonial.
Por otra parte, el art. 426 inc. I del CPC dice que las presunciones (judiciales) como medios
probatorios se regirán por las disposiciones del art. 1712 CC. Luego, el art. 1712 inc. III del CC dice
que las (presunciones) que deduce el juez deberán ser graves, precisas y concordantes. De estas
disposiciones se deducen los requisitos que deben reunir las presunciones judiciales, los cuales
quedan entregados a la apreciación del juez 368; estos son:
i. Graves. Que sea grave significa que el hecho conocido del cual se infiere el hecho
desconocido, haga llegar hasta este último sin esfuerzo, en forma casi obligada; en otras
palabras, quiere decir que la deducción que debe hacer el juez del hecho base, sea casi sin
esfuerzo.

ii. Precisas. Significa que las presunciones no sean vagas, difusas, susceptibles de aplicarse a
diversas circunstancias, que no conduzcan a conclusiones diversas.
iii. Concordantes. Significa que haya coincidencia, armonía y afinidad entre ellas, no
contradictorias, que no sean capaces de destruirse unas a otras.
Mientras el 1712 del CC exige que las presunciones judiciales deben ser graves, precisas y
concordantes, de cuyo último requisito se infiere además que deben ser varias, el art. 426 inc. II del
CPC establece que "una sola presunción" puede constituir plena prueba cuando, a juicio del tribunal,
tenga caracteres de gravedad y precisión suficientes para formar su convencimiento. Por ejemplo, la
jurisprudencia ha dicho que una carta de un tercero (instrumento privado que se acompaña con
citación), reconocida en rebeldía de la parte, y que se exhibe en el juicio, no con el propósito de
hacerla valer contra la persona que la suscribió, sino como un testimonio de la efectividad de los
hechos que sirven de fundamento a la demanda, es suficiente para constituir una presunción judicial.
Por último, el profesor FORTTES señala que, al igual que las presunciones legales, se discute
el carácter de medio probatorio que tiene la presunción judicial, por cuanto no hay aquí actividad
alguna, sino que simplemente existe un razonamiento del tribunal. Sin embargo, el CPC igualmente
las regula como medio de prueba (a diferencia de las legales, que se regulan en el CC), y establece
los requisitos y exigencias que deben reunir para poder tener valor probatorio; y el valor probatorio
que tienen, es el de plena prueba, sea que se trate de una sola presunción, o sean varias (siempre que
sean graves, precisas y concordantes).
5. LA APRECIACIÓN COMPARATIVA DE LOS MEDIOS DE PRUEBA
El legislador se limita a enumerar los medios de prueba de que las partes pueden valerse en
juicio, sin señalar orden de preferencia entre ellos; y luego, atribuye a cada medio probatorio en
particular la eficacia o valor que en su entender merecen. Pero puede suceder que, el juez, al tener
que valorar en la sentencia el mérito probatorio o eficacia de las diversas pruebas rendidas por las
partes, se encuentre con dos o más pruebas sobre un mismo hecho de carácter contradictorio entre sí

368
La jurisprudencia ha dicho que es función propia de los jueces del fondo la construcción de las presunciones
judiciales sobre la base de los hechos probados en la causa que estimen pertinentes y, por ende, no se comprende
tal iniciativa en la potestad de la Corte de casación, la cual solamente está llamada a conocer de infracciones
legales y no de los hechos del juicio. Por lo tanto, como es facultativo para al juez declarar o no las presunciones,
no se podrá fundar una causal de casación en la forma, en el hecho de que no las haya deducido.
505
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¿Cómo resuelve el conflicto? ¿A cuál de ellas le atribuye mayor eficacia probatoria? La solución, en
el juicio ordinario, se encuentra en las reglas sobre apreciación comparativa de los medios
probatorios.
El profesor FORTTES dice que la valoración o apreciación comparativa, es aquella labor que
le corresponde al juez al momento de dictar sentencia, en caso de que se presenten en el juicio dos o
más pruebas contradictorias. Esta actividad el juez la realiza en la parte considerativa de la sentencia,
determinando a qué prueba le da más valor, y debiendo explicar el porqué. Siguiendo a CASARINO,
las reglas sobre apreciación comparativa de los medios de prueba, pueden formularse de la siguiente
manera:
i. En primer lugar, se debe estar a lo que establezcan sobre el particular las disposiciones legales
especiales. Esta regla no se consagra expresamente, pero se deduce del art. 428 del CPC (…a
falta de ley que resuelva el conflicto…). Por ejemplo, de acuerdo al art. 402 inc. I del CPC,
no se recibirá prueba alguna contra los hechos personales claramente confesados por los
litigantes en el juicio. (salvo error de hecho).

ii. En segundo lugar, las presunciones de derecho priman sobre cualquier otro medio probatorio.
Esta regla no se consagra expresamente, pero se deduce ya que las presunciones de derecho
no admiten prueba en contrario, a diferencia de las presunciones legales y judiciales, que
permiten ser destruidas, probando lo contrario del hecho presumido.

iii. En tercer lugar, conforme al art. 428 del CPC, entre dos o más pruebas contradictorias, y a
falta de ley que resuelva el conflicto, los tribunales preferirán la que crean conforme con la
verdad. Con esta norma se deja un amplio margen al criterio racional del juez, en la elección
de la prueba que estime ser de mayor eficacia.

iv. Finalmente, si la contradicción existe entre una escritura pública y la declaración testimonial,
en orden a la falta de validez de la primera, entra en juego la regla del art. 429 del CPC, que
señala que para que pueda invalidarse con prueba testimonial una escritura pública, se
requiere:

- La concurrencia de cinco testigos…,

- Que reúnan las condiciones expresadas en la regla segunda del art. 384…; es decir se
debe tratar de testigos contestes en el hecho y en sus circunstancias esenciales, sin
tacha, legalmente examinados y que den razón de sus dichos.

- Que acrediten que la parte que se dice haber asistido personalmente al otorgamiento,
o el escribano, o alguno de los testigos instrumentales, ha fallecido con anterioridad
o ha permanecido fuera del lugar en el día del otorgamiento y en los setenta días
subsiguientes.

- Agrega el inc. II que esta prueba, sin embargo, queda sujeta a la calificación del
tribunal, quien la apreciará según las reglas de la sana crítica. Y finaliza el inc. III
diciendo que la disposición de este artículo sólo se aplicará cuando se trate de
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impugnar la autenticidad de la escritura misma, pero no las declaraciones


consignadas en una escritura pública auténtica.

6. OBSERVACIONES A LA PRUEBA
El art. 430 del CPC dice que vencido el término de prueba (sea ordinario, extraordinario o
especial), y dentro de los 10 días siguientes (término común para ambas partes), las partes podrán
hacer por escrito las observaciones que el examen de la prueba les sugiera 369. Este trámite se denomina
observación a la prueba, y corresponde a un escrito donde cada parte analiza el material probatorio
(todas las pruebas rendidas en el auto), para tratar de influir en la decisión del juez. Es un trámite que
no es esencial, por tanto, las partes pueden renunciar a ella y pedir que se cite para oír sentencia.
En tales escritos, el actor sostendrá que mediante las pruebas ha suministrado al tribunal, ha
logrado demostrar los fundamentos de hecho de su demanda, haciendo la correspondiente
ponderación de cada medio probatorio en particular; el demandado, por su parte, sostendrá y tratará
de demostrar que la prueba anterior es insuficiente y que, en cambio, la que él ha proporcionado tiene
la virtud de acreditar los fundamentos de hecho de las excepciones, alegaciones o defensas que
hubiere formulado y que, en consecuencia, el tribunal debe rechazar la demanda interpuesta en su
contra. Estos escritos no son contradictorios, puesto que se presentan en una misma oportunidad y
no uno en pos de otro370.
F. PERIODO DE SENTENCIA

1. LA CITACIÓN PARA OÍR SENTENCIA

a. Concepto e importancia
El profesor FORTTES señala que la citación para oír sentencia es aquella resolución que marca
el fin del periodo de prueba (si concurre) y con la cual se inicia el periodo de sentencia; su objeto es
trasladar el protagonismo de las partes al juez, y su efecto es cerrar el debate de la prueba.
Esta resolución es tan importante, que el legislador la ha elevado a la categoría de trámite o diligencia
esencial, por ende, su omisión será sancionada con la nulidad de la sentencia que posteriormente
pueda dictarse, mediante la interposición del correspondiente recurso de casación en la forma (arts.
795 N° 7 y 800 N° 3 del CPC).
Art. 795. En general, son trámites o diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los juicios de
mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:
7. La citación para oír sentencia definitiva, salvo que la ley no establezca este trámite.

369
El profesor FORTTES recalca que si bien el plazo es fatal, esto no tiene gran relevancia, porque normalmente
transcurrido el plazo, igual se presentan estos escritos diciendo “téngase presente observación a la prueba”, y
la resolución de juez será “téngase presente”. Por ello que en la práctica, se pide al secretario que haga una
certificación del vencimiento del plazo, lo que no es una exigencia legal.
370
El profesor FORTTES recalca que este es un trámite que tiene escasa relevancia desde el punto de vista del
procedimiento, pero una tremenda importancia respecto de la influencia que las partes pueden ejercer sobre la
decisión del juez. El profesor señala que corresponde a la “etapa de evaluación de la prueba”, ya que en el
proceso se rinden una infinidad de pruebas, y llega el momento de reunir el material y presentarlo
ordenadamente en el proceso al juez.
507
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Art. 800. En general, son trámites o diligencias esenciales en la segunda instancia de los juicios de mayor o de
menor cuantía y en los juicios especiales:
3.La citación para oír sentencia definitiva.

b. Oportunidad
La dictación de esta resolución procede en dos ocasiones. En primer lugar, encontramos el
art. 432 del CPC, el cual señala que vencido el plazo a que se refiere el art. 430 (10 días siguientes al
vencimiento del término probatorio para formular observaciones), se hayan o no presentado escritos,
y existan o no “diligencias pendientes”, el tribunal citará para oír sentencia. Por lo tanto, de acuerdo
a la primera parte del art. 431 inc. I del CPC, no será motivo para suspender el curso del juicio ni
será obstáculo para la dictación del fallo, el hecho de no haberse devuelto la prueba rendida fuera
del tribunal (por ejemplo, un testigo que declaró por exhorto en otro lugar), o el de no haberse
practicado alguna otra diligencia de prueba pendiente (por ejemplo, informe de peritos)371; a menos
que el tribunal, por resolución fundada, la estime (la prueba pendiente) estrictamente necesaria para
la acertada resolución de la causa (caso en cual, se suspenderá la dictación del fallo). En este caso,
la reiterará como medida para mejor resolver y se estará a lo establecido en el art. 159. Agrega el
inc. II que, en todo caso, si dicha prueba se recibiera por el tribunal una vez dictada la sentencia,
ella se agregará al expediente para que sea considerada en segunda instancia, si hubiere lugar a
ésta.
De acuerdo al inc. II del art. 432 del CPC, en contra de esta resolución (la que cita a las partes
a oír sentencia) sólo podrá interponerse recurso de reposición, el que deberá fundarse en error de
hecho y deducirse dentro de tercero día. La resolución que resuelva la reposición será inapelable.
Por otro lado, excepcionalmente, la citación para oír sentencia puede pronunciarse en otra
oportunidad, concretamente, cuando el demandado se allana o no contradice en materia sustancial y
pertinente lo hechos, o cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más. Pero aquí, la resolución
que cita a las partes a oír sentencia, a diferencia de la anterior, es apelable; salvo el caso en que las
partes pidan que se falle el pleito sin más (art. 326 inc. I del CPC).
Art. 326. Es apelable la resolución en que explícita o implícitamente (citación para oír sentencia) se niegue el
trámite de recepción de la causa a prueba, salvo el caso del inc. II del art. 313.

c. Notificación de la resolución
La citación para oír sentencia se decreta de oficio por el tribunal, lo cual constituye una
excepción al principio de pasividad; o bien, a petición verbal o escrita de cualquiera de las partes, lo
cual es una excepción a la principal característica del procedimiento ordinario, que es su carácter
escrito.
Desde el momento en que la citación para oír sentencia se contiene en una resolución judicial,
para que produzca efecto debe ser válidamente notificada y, como no hay norma especial al respecto,
se notifica válidamente por el estado diario electrónico.
El profesor FORTTES señala que se discute en la práctica si la resolución que cita a las partes a oír
sentencia es un decreto o una sentencia interlocutoria de segundo grado. Él cree que es un decreto,

371
Aquí se está en presencia de una verdadera sanción para el litigante que no tomó las precauciones necesarias
a fin de que la prueba hubiere sido agregada oportunamente a los autos.
508
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porque el juez acá no resuelve, no decide nada, sólo constata que se cumplió un trámite y da curso
progresivo a la causa.
d. Efectos de esta resolución
El art. 433 inc. I del CPC dispone que citadas las partes para oír sentencia no se admitiría
escritos ni pruebas de ningún género. Por lo tanto, la notificación de la resolución produce un efecto
preclusivo, cierra completamente el debate judicial. Con todo, el inc. II del art. 433 contempla
excepciones al efecto preclusivo, al señalar que lo cual se entiende sin perjuicio de lo dispuesto por
los arts. 83, 84 (se refieren al incidente de nulidad de todo lo obrado), 159 (medidas para mejor
resolver, que son diligencias de prueba decretadas de oficio por el tribunal en el periodo de citación
para oír sentencia) y 290 (las medidas precautorias que es posible solicitarlas durante el periodo de
sentencia). Los plazos establecidos en los arts. 342 N° 3 (tres días para objetar copias no oficiales de
instrumentos públicos), 346 N° 3 (seis días para impugnar los documentos privados) y 347 (seis días
para impugnar la traducción de instrumentos extendidos en lengua extranjera) que hubieren
comenzado a correr al tiempo de la citación para oír sentencia, continuarán corriendo sin
interrupción y la parte podrá dentro de ellos, ejercer su derecho de impugnación. De producirse ésta,
se tramitará en cuaderno separado y se fallará en la sentencia definitiva, sin perjuicio de lo dispuesto
en el art. 431 (medida para mejor resolver).
Con todo, CASARINO señala que la enumeración de las excepciones al efecto preclusivo que
contempla el art. 433 del CPC no es taxativa, pues, una vez citadas las partes para oír sentencia,
pueden todavía promover legalmente las siguientes cuestiones: de acuerdo al art. 98 inc. I del CPC,
la acumulación (de autos) se podrá pedir en cualquier estado del juicio antes de la sentencia de
término (aquella que pone fin a la última instancia); y si se trata de juicios ejecutivos, antes del pago
de la obligación; a su vez, el art. 130 inc. I del CPC señala que el privilegio de pobreza podrá
solicitarse en “cualquier estado del juicio” y aún antes de su iniciación, y deberá siempre pedirse al
tribunal a quien corresponda conocer en única o primera instancia del asunto en que haya de tener
efecto. Otro ejemplo, es el incidente especial de desistimiento de la demanda, pues, de acuerdo al art.
148 del CPC, antes de notificada una demanda al reo, podrá el actor retirarla sin trámite alguno, y
se considerará como no presentada. Después de notificada, podrá en “cualquier estado del juicio”
desistirse de ella ante el tribunal que conozca del asunto, y esta petición se someterá a los trámites
establecidos para los incidentes. Asimismo, el art. 262 inc. III del CPC señala que el precedente
llamado a conciliación no obsta a que el juez pueda, en “cualquier estado de la causa”, efectuar la
misma convocatoria, una vez evacuado el trámite de contestación de la demanda. Y por último, el
profesor ALFARO agrega la intervención de un tercero coadyuvante, pues, de conformidad al art 23
inc. I del CPC, los que, sin ser partes directas en el juicio, tengan interés actual en sus resultados,
podrán en “cualquier estado de él” intervenir como coadyuvantes, y tendrán en tal caso los mismos
derechos que concede el art. 16 a cada una de las partes representadas por un procurador común,
continuando el juicio en el estado en que se encuentre.
Por último, esta resolución también produce otro efecto, pues una vez notificada a las partes,
comienza a correr el plazo que tiene el juez para dictar sentencia definitiva (plazo de 60 días).

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2. MEDIDAS PARA MEJOR RESOLVER

a. Concepto
Son diligencias probatorias decretadas de oficio por el tribunal, una vez puesto el proceso en
estado de sentencia, a fin de quedar en condiciones adecuadas para dicta un mejor fallo. Estas medidas
constituyen una de las más importantes excepciones al principio o base fundamental de organización
de los tribunales, llamado de la pasividad; y en cuanto a su aspecto funcional, integran la teoría
general de la prueba.
Los aspectos más importantes de las medidas para mejor resolver, son los siguientes:
i. Oportunidad en que se decretan. Sólo se pueden decretar dentro del plazo para dictar
sentencia que tienen los tribunales. Al respecto, el art. 162 inc. III del CPC, señala que la
sentencia definitiva en el juicio ordinario deberá pronunciarse dentro del término de sesenta
días, contados desde que la causa quede en estado de sentencia. Las medidas decretadas
fuera de este plazo, se tendrán por no decretadas.

ii. Iniciativa. Corren exclusivamente a cargo del tribunal, debiendo, por tanto, ser decretadas de
oficio y sin sugerencia alguna de parte interesada.

iii. Finalidad. Tienen por objeto dejar al tribunal en condiciones adecuadas frente al problema
fáctico suscitado en el proceso. El profesor FORTTES recalca que en ningún caso su objeto es
suplir la inactividad probatoria de las partes, simplemente tiene por finalidad aclarar la prueba
oscura, la prueba dudosa.

iv. Se decretan con conocimiento, y de acuerdo al art. 69 inc. II del CPC, cuando se mande
proceder con conocimiento o valiéndose de otras expresiones análogas, se podrá llevar a
efecto la diligencia desde que se ponga en noticia del contendor lo resuelto.

v. Las medidas decretadas deberán cumplirse en un plazo máximo de 20 días; y vencido este
plazo, las no cumplidas se tendrán por no decretadas. Si con la práctica de una medida para
mejor resolver se necesita un término mayor, se podrá decretar un término probatorio
especial372.

b. Enunciación de las medidas para mejor resolver


El art. 159 del CPC, se encarga de señalar que las medidas que puede adoptar el tribunal (en
general son todos los medios de prueba), al señalar que los tribunales, sólo dentro del plazo para dictar
sentencia (60 días), podrán dictar de oficio medidas para mejor resolver. Las que se dicten fuera de
este plazo se tendrán por no decretadas. Sin perjuicio de lo establecido en el inciso primero del art.
431 (diligencia pendiente que se reitera como medida para mejor resolver), podrán dictar alguna o
algunas de las siguientes medidas:

372
El profesor FORTTES recalca que con la modificación que introdujo la ley 18.705 del año 1988, se
establecieron limitaciones a la procedencia de las medidas para mejor resolver, y con ello se buscó evitar que
los tribunales las utilizaran con el sólo objeto de retardar la dictación del fallo (en la práctica se conocían como
“medidas para no resolver”).
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i. Agregación de cualquier documento que estimen necesario para esclarecer el derecho de los
litigantes (art. 159 N° 1). Puesto que la ley no distingue, podrá ser un instrumento público o
privado, ya sea que se encuentre en manos de las partes o de terceros.

ii. Confesión judicial de cualquiera de las partes sobre hechos que consideren de influencia en
la cuestión y que no resulten probados (art. 159 N° 2). Estos hechos, por consiguiente, deben
reunir dos requisitos: ser de influencia en la cuestión debatida; y no haber resultado
probados. Se trata de una confesión judicial provocada, de manera que la incomparecencia
de la parte, o su negativa a prestarla, deberá sancionarse en la forma prescrita en el art. 394
del CPC (confesión tácita).

iii. Inspección personal del objeto de la cuestión (art. 159 Nº 3).

iv. Informe de peritos (art. 159 Nº 4).

v. Comparecencia de testigos que hayan declarado en el juicio, para que aclaren o expliquen
sus dichos oscuros o contradictorios (art. 159 Nº 5). Por tanto, el tribunal no puede ordenar
la comparecencia de nuevos testigos; ni menos que los testigos que ya declararon depongan
sobre hechos nuevos.

vi. La presentación de cualesquiera otros autos que tengan relación con el pleito. Esta medida
se cumplirá de conformidad a lo establecido en el inc. III del art. 37 (enviando la
correspondiente comunicación de la carpeta electrónica a la que debe acceder a través del
sistema de tramitación electrónica del Poder Judicial). En este último caso y siempre que se
hubiese remitido el expediente original, éste quedará en poder del tribunal que decrete esta
medida sólo por el tiempo estrictamente necesario para su examen, no pudiendo exceder de
ocho días este término si se trata de autos pendientes (art. 159 Nº 6). Se trata de una clase
especial de prueba instrumental, pues los autos deben ser encasillados dentro de los
instrumentos públicos.

c. Tramitación
De acuerdo al art. 159 inc. II del CPC, la resolución que se dicte (decretando la o las medidas
para mejor resolver) deberá ser notificada por el estado diario a las partes y se aplicará el art. 433
(efecto preclusivo de la citación para oír sentencia), salvo en lo estrictamente relacionado con dichas
medidas. Las medidas decretadas deberán cumplirse dentro del plazo de veinte días, contados desde
la fecha de la notificación de la resolución que las decrete. Vencido este plazo, las medidas no
cumplidas se tendrán por no decretadas y el tribunal procederá a dictar sentencia, sin más trámite.
Agrega el art. 159 inc. III, que si en la práctica de alguna de estas medidas aparece de
manifiesto la necesidad de esclarecer nuevos hechos indispensables para dictar sentencia, podrá el
tribunal abrir un término especial de prueba, no superior a ocho días, que será improrrogable y
limitado a los puntos que el mismo tribunal designe. En este evento, se aplicará lo establecido en el
inc. II del art. 90 (es decir, dentro de los dos primeros días, cada parte debe acompañar una nómina
de los testigos de que piensa valerse). Vencido el término de prueba, el tribunal dictará sentencia sin
más trámite.

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Por último, el inciso final del art. 159 señala que las providencias que se decreten en conformidad al
presente artículo serán inapelables, salvo las que dicte un tribunal de primera instancia disponiendo
informe de peritos o abriendo el término especial de prueba que establece el inciso precedente. En
estos casos procederá la apelación en el solo efecto devolutivo.
3. LA SENTENCIA DEFINITIVA

a. Concepto
De acuerdo al art. 158 inc. II del CPC, la sentencia definitiva es la que pone fin a la instancia,
resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto del juicio. Y como el juicio ordinario de mayor
cuantía es conocido siempre en primera instancia, esta sentencia también es de primera instancia, o
sea, susceptible del recurso de apelación.
b. Requisitos de forma y fondo
Como se dijo en su momento, en cuanto a sus requisitos de forma, se debe ajustar a los
requisitos de todo escrito, a los propios que prescribe el art. 170 del CPC, y al Autoacordado sobre la
Forma de Redactar las Sentencias del año 1920.
Los requisitos de fondo de la sentencia, dicen relación con el mérito del proceso (las acciones
y excepciones); es decir, debe haber congruencia entre lo solicitado y lo que se falló (art. 160 del
CPC). En consecuencia, un fallo será incongruente cuando otorgue más, menos o una cosa diferente
de la pedida. A la situación de otorgar más de lo pedido se le denomina ultra petita, y aquel supuesto
en que se otorga una cosa distinta de la pedida se le llama extra petita; ambos supuestos son anulables
vía recurso de casación en la forma por la causal Nº 4 del art. 768. En cambio, aquella hipótesis en
que se otorga menos de lo pedido, se le denomina minus petita, situación que también es anulable
mediante casación en la forma, pero en virtud del Nº 5 del art. 768 del CPC. Que sean “anulables”,
implica que pueden convalidarse por la inactividad de las partes, o por el no ejercicio de las facultades
de oficio del tribunal373.
Art. 160. Las sentencias se pronunciarán conforme al mérito del proceso, y no podrán extenderse a puntos que
no hayan sido expresamente sometidos a juicio por las partes, salvo en cuanto las leyes manden o permitan a
los tribunales proceder de oficio.

Art. 768. El recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas siguientes:
4. En haber sido dada ultra petita, esto es, otorgando más de lo pedido por las partes, o extendiéndola a puntos
no sometidos a la decisión del tribunal (extra petita), sin perjuicio de la facultad que éste tenga para fallar de
oficio en los casos determinados por la ley.
5. En haber sido pronunciada con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados en el art. 170 (decisión
del asunto controvertido, comprendiendo todas las acciones y excepciones que se hayan hecho valer en el
juicio).

373
Cuando en la parte petitoria de la demanda se pida 100 “o lo que usía estime de derecho”, esta última frase
sólo torga competencia hasta los 100 pedidos. Por otro lado, si se pide 100 y el tribunal da 50, no hay minus
petita.
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c. Relación de la sentencia con la demanda (congruencia procesal)


Esto dice relación con la congruencia procesal, que según GUAPS, es la conformidad que debe
existir entre la sentencia y la pretensión que constituye el objeto del proceso y la oposición que lo
delimita.
Son los arts. 254 (que establece los requisitos de la demanda) y 170 del CPC, los que procuran
el perfeccionamiento de esta relación. Así, la parte invocativa de la demanda (designación del tribunal
e individualización del demandante y demandado) corresponde a la parte expositiva del fallo; los
fundamentos de hecho y de derecho en que se apoya, corresponden a la parte considerativa; y las
peticiones a la parte resolutiva374.
El juez debe limitarse a examinar los hechos que las partes han puesto en su conocimiento a
la luz de las pruebas rendidas; y posteriormente debe reducir estos hechos a un tipo jurídico
determinado, y establecer el Derecho aplicable; es decir, realizar una subsunción, que en términos
generales, es un enlace lógico de una situación particular y concreta con una prescripción general y
abstracta contenida en la ley. El Derecho lo conoce el juez, él es libre para interpretarlo y aplicarlo, y
si bien las partes en la demanda exponen fundamentos de derecho estos sólo tienen por objeto
facilitar la calificación jurídica de los hechos sometidos al conocimiento del juez; al juez sólo lo
limitan los hechos y las peticiones de las partes.
d. Plazo para dictarla
De acuerdo al art.162 inc. III del CPC, la sentencia definitiva en el juicio ordinario deberá
pronunciarse dentro del término de sesenta días, contados desde que la causa quede en estado de
sentencia, es decir, contados desde la notificación de la resolución que cita a las partes para oír
sentencia. El profesor ALFARO recalca que dicho plazo no es fatal, ya que en virtud del art. 64 del
CPC, los plazos que señala este Código son fatales cualquiera sea la forma en que se exprese, “salvo
aquéllos establecidos para la realización de actuaciones propias del tribunal”.
El art. 162 inc. IV dispone que si el juez no dicta sentencia dentro de este plazo, será
amonestado por la CA respectiva, y si a pesar de esta amonestación no expide el fallo dentro del
nuevo plazo que ella le designe, incurrirá en la pena de suspensión de su empleo por el término de
treinta días, que será decretada por la misma Corte.
e. Notificación
La sentencia definitiva de primera y única instancia se notifica por cédula (art. 48 inc. I del
CPC), la de segunda instancia, en cambio, se notifica por el estado diario. El art. 162 inc. final del
CPC, señala que el tribunal dejará constancia en el estado diario electrónico a que se refiere el
artículo 50 y en la carpeta electrónica, del hecho de haberse dictado sentencia definitiva, la que será
notificada en la forma correspondiente.
f. Impugnación
Una vez notificada la sentencia definitiva de primera instancia, las partes agraviadas son
dueñas de deducir o no los recursos procesales que estimen convenientes (recurso de apelación y de

374
Hay que recordar que el demandado se puede defender oponiendo excepciones, o mediante meras defensa o
alegaciones. Esto último no da lugar a un pronunciamiento específico del tribunal, sólo son analizadas en la
parte considerativa del fallo como fundamento de la aceptación o rechazo de la acción
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casación en la forma; no pudiendo serlo por recurso de casación en el fondo, ya que éste procede en
contra sentencias definitivas inapelables). Si no los deducen, la sentencia queda firme o ejecutoriada
desde que transcurren todos los plazos que la ley concede para la interposición de dichos recursos y
el secretario certifique este hecho a continuación del fallo. Si se deducen, la sentencia queda firme o
ejecutoriada desde que se notifique el decreto que la manda cumplir, una vez que terminen los
recursos deducidos. Sólo una vez que estén firmes o ejecutoriadas, se produce el efecto de cosa
juzgada.
4. FORMAS ANORMALES DE TERMINACIÓN DE LA PRIMERA INSTANCIA EN EL JUICIO
ORDINARIO

La forma normal en que termina la primera instancia del juicio ordinario de mayor cuantía,
es mediante la dictación de la correspondiente sentencia definitiva. Pero puede suceder que el juicio
termine en primera instancia, sin necesidad de llegar al pronunciamiento de dicha sentencia. Estas
son formas anormales de terminación, y tienen lugar cuando:
i. Se celebra un contrato de transacción
ii. Cuando se celebra un contrato de compromiso (arbitraje).
iii. Cuando se produce el desistimiento de la demanda.
iv. El abandono del procedimiento.
v. El acta de conciliación.
vi. El acta de avenimiento.
vii. La resolución que acoge una excepción dilatoria cuando los vicios no son subsanables (por
ejemplo, la incompetencia del tribunal).
viii. La resolución que acepta las excepciones mixtas (transacción y cosa juzgada).
Estas formas anormales de terminación de la primera instancia del juicio ordinario de mayor
cuantía, son también propias de la única instancia y de cualquier clase de juicio.

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LOS INCIDENTES
A. LOS INCIDENTES EN GENERAL

1. CONCEPTO
En todo proceso hay una cuestión principal: la controversia; la cual se forma con la pretensión
del demandante y la defensa, que es lo que el juez debe resolver. No obstante, durante el desarrollo
del juicio pueden plantearse otras cuestiones relacionadas con la principal, que requieren de un
pronunciamiento del tribunal, distinto al que hará el juez en la sentencia definitiva. A estas cuestiones
se las denomina incidentes, y a ellos se refiere el art. 82 del CPC al señalar que toda cuestión accesoria
de un juicio que requiera pronunciamiento especial con audiencia de las partes, se tramitará como
incidente y se estará a las reglas de este Título (Título IX del Libro I denominado “de los incidentes”),
si no tiene señalada por la ley una tramitación especial.
De lo dicho, se puede decir que incidente o artículo, es toda cuestión accesoria al juicio y que
requiere un pronunciamiento especial del tribunal. De este concepto, el profesor FORTTES extrae las
siguientes características o elementos de los incidentes:
i. Es una cuestión accesoria que supone una cuestión principal (el término “cuestión” es
sinónimo de controversia jurídica). Para poder hablar de un incidente, es preciso que exista
una cuestión principal, de lo cual se concluye que: el incidente sólo puede nacer una vez que
se ha trabado la litis, esto es, una vez que se ha notificado la demanda al demandado; el
incidente carece de vida propia, por lo tanto, no es concebible en forma separada del juicio a
que acceda; y no es incidente el que versa sobre la cuestión principal debatida en el juicio.

ii. Estas cuestiones accesorias, llamadas incidentes, se pueden suscitar en cualquier clase de
juicio, sea ordinario, ejecutivo, especial; civil o penal, etc. De ahí, también, que los incidentes
están reglamentados en el Libro I del CPC, es decir, entre las disposiciones comunes a todo
procedimiento.

iii. Entre la cuestión accesoria (incidente) y la principal (juicio) debe existir cierta conexión o
relación. Esto es tan importante, que el CPC dice que el juez puede rechazar de plano aquellos
incidentes inconexos. Por tanto, las cuestiones ajenas al juicio se deben plantear en un juicio
separado y distinto, y la razón de esto, es que de otra manera se alteraría la relación procesal
y se introduciría la confusión en el procedimiento.

iv. La cuestión accesoria exige un pronunciamiento especial del tribunal. La regla general, es
que los incidentes sean resueltos antes de la dictación de la sentencia definitiva, sin embargo,
en ciertos casos el juez puede reservar su resolución hasta la dictación de la sentencia
definitiva (por ejemplo, las tachas de testigos). Luego, el pronunciamiento especial del
tribunal recaído en un incidente tendrá que ser una sentencia interlocutoria de primer grado
(si establece derechos permanentes para las partes) o un auto (si no establece derechos
permanentes); y en caso de que el fallo de los incidentes se deje para la sentencia definitiva,
la parte de esa sentencia en que se resuelva el incidente, revestirá el carácter de interlocutoria
o de auto.

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v. Por último, el art. 82 CPC dice que toda cuestión accesoria de un juicio que requiera
pronunciamiento especial "con audiencia de las partes", se tramitará como incidente…. Esto
ha hecho pensar a algunos que todo incidente, para ser tal, requiere de audiencia previa de las
partes para que todas ellas sean oídas. Sin embargo, esto no es exacto, pues el legislador
autoriza al juez a resolver sin previa audiencia (de plano) cuando, a su juicio, pueda fundar
su fallo en hechos de pública notoriedad, o sea innecesario escuchar previamente a la otra
parte.

2. CLASIFICACIÓN DE LOS INCIDENTES


Los incidentes admiten diversas clasificaciones, las cuales no tienen carácter doctrinario, sino
que fluyen de los preceptos contenidos en el Título IX del Libro I del CPC. Estas clasificaciones son:
i. Según la relación o vinculación con la causa principal, se distingue entre: incidentes conexos
que son aquellos que tienen relación directa con el asunto que es materia del juicio; e
incidentes inconexos, que son aquellos que no tienen relación alguna con el asunto que es
materia del juicio. Esta clasificación se desprende del art. 84 inc. I del CPC, el cual señala
que todo incidente que no tenga conexión alguna con el asunto que es materia del juicio podrá
ser rechazado de plano.

ii. Según las normas que se aplican a cada uno, se distingue entre: incidentes ordinarios, que
son aquellos que se rigen por las normas contenidas en el Título IX del Libro I del CPC; e
incidentes especiales, que son aquellos que se rigen por reglas especiales diversas, y en
silencio de éstas, se recurre a las normas aplicables a los incidentes ordinarios. Ejemplos de
incidentes especiales son: la acumulación de autos; las cuestiones de competencia; las
implicancias y recusaciones; las costas; el abandono de procedimiento y el desistimiento de
la demanda375.

iii. Según si el incidente suspende o no la causa principal, se distingue entre incidente de previo
y especial pronunciamiento e incidente de no previo y especial pronunciamiento. El previo
y especial pronunciamiento, es aquél que suspende la causa principal y, por tanto, se tramita
en el cuaderno principal; en otras palabras, es aquél sin cuya previa resolución no se puede
seguir substanciando la causa principal. Y el incidente de no previo y especial
pronunciamiento, es aquél que no suspende la causa principal y, por tanto, se tramitan en
cuaderno electrónico separado; o en otras palabras, es aquél sin cuya previa resolución puede,
no obstante, seguirse substanciando la causa principal (art. 87 del CPC).
Art. 87. Si el incidente es de aquellos sin cuya previa resolución no se puede seguir substanciando la
causa principal, se suspenderá el curso de ésta, y el incidente se tramitará en la misma pieza de autos.
En el caso contrario, no se suspenderá el curso de la causa principal, y el incidente se substanciará en
ramo separado.

¿Cómo se sabe si el incidente es de previo y especial pronunciamiento o no? El profesor


FORTTES señala que, en primer lugar, hay que atender a la ley, pues el legislador a veces

375
En algunos textos el criterio de esta clasificación es según si para su tramitación se rigen por normas
generales o por normas especiales. El profesor FORTTES cree que eso no es correcto, pues la distinción está
en la normativa y no en la tramitación. De hecho hay casos en que un incidente especial se tramita por las reglas
generales.
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señala expresamente cómo se debe tramitar un incidente y, así, se puede saber de qué clase
es; así, por ejemplo, revisten el carácter de previo y especial pronunciamiento, los incidentes
relativos a las cuestiones de competencia, las excepciones dilatorias; y por otro lado, no
reviste tal carácter, el incidente de ampliación de prueba, el incidente de nulidad de lo obrado
por fuerza mayor y falta de emplazamiento. Ahora bien, si el legislador no estableció a través
de una regla especial qué carácter reviste el incidente promovido, la determinación de si un
incidente es o no de previo y especial pronunciamiento deberá ser resuelta por el tribunal en
cada caso particular. De allí que cada vez que se promueva un incidente respeto del cual el
legislador no ha determinado el carácter que reviste, será menester que la parte en un otrosí
del escrito le solicite al tribunal que determine si éste es o no de previo y especial
pronunciamiento; y la resolución del tribunal que se pronuncia acerca de esta solicitud (por
ejemplo, “fórmese cuaderno separado”) tiene el carácter de un decreto (según la
jurisprudencia) ¿Qué pasa si el tribunal nada dice? Se entiende que es de previo y especial
pronunciamiento.
iv. Según la forma de tramitar y resolver los incidentes, se distingue entre: incidentes que deben
tramitarse con audiencia, que son aquellos que se deben resolver por el tribunal luego de
haberse conferido traslado a la otra parte; e incidentes que se pueden resolver de plano,
que son aquellos que el tribunal puede resolver con el sólo mérito de la solicitud en que se
promueve. La regla general la constituyen los incidentes que se tramitan con audiencia, pues,
de acuerdo al art. 89 del CPC, si se promueve un incidente, se concederán tres días para
responder y vencido este plazo, haya o no contestado la parte contraria, resolverá el tribunal
la cuestión, si, a su juicio, no hay necesidad de prueba. No obstante, el tribunal podrá
resolver de plano aquellas peticiones cuyo fallo se pueda fundar en hechos que consten del
proceso, o sean de pública notoriedad, lo que el tribunal consignará en su resolución;
también se resuelven de plano aquellos incidentes que no tienen conexión alguna con el
asunto principal; etc.

v. Según su origen, se distingue entre: incidentes previos o coexistentes con el inicio del
juicio, que son aquellos que nacen de un hecho anterior al juicio o coexisten con su principio,
y que se deben promover por la parte antes de hacer cualquier gestión principal en el pleito
(por ejemplo, las excepciones dilatorias); e incidentes originados durante el desarrollo del
juicio, que son aquellos originados de un hecho acontecido durante el juicio, los cuales se
deben promover tan pronto como el hecho llegue a conocimiento de la parte respectiva. La
importancia de esta clasificación, radica en la oportunidad en que el incidente puede ser
deducido.

3. OPORTUNIDAD PARA FORMULAR INCIDENTES


El CPC señala dos oportunidades, teniendo como base la época o fecha en que ocurrieron los
hechos que lo originan.
i. Si el hecho en que se funda el incidente es previo o coexistente con el inicio del juicio, la
parte debe promoverlo antes de hacer cualquier gestión en el pleito. En efecto, conforme al
art. 84 inc. II del CPC, si el incidente nace de un hecho anterior al juicio o coexistente con
su principio, como defecto legal en el modo de proponer la demanda, deberá promoverlo la

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parte antes de hacer cualquier gestión principal en el pleito ¿Qué pasa si se promueve
después? Será rechazado de oficio por el tribunal.

ii. Si el hecho en que se funda el incidente nace durante el juicio, la parte debe promoverlo tan
pronto llegue a su conocimiento. En efecto, el art. 85 inc. I del CPC señala que todo incidente
originado de un hecho que acontezca durante el juicio, deberá promoverse tan pronto como
el hecho llegue a conocimiento de la parte respectiva. ¿Qué ocurre si no se promueve en ese
momento? Debe ser rechazado de plano.
Sin embargo, las reglas generales antes indicadas tienen excepciones, cuales son:
i. Si el incidente tiende a corregir un vicio que anula el proceso. El incidente de nulidad, de
acuerdo al art. 83 inc. II del CPC, sólo podrá impetrarse dentro de cinco días, contados desde
que aparezca o se acredite que quien deba reclamar de la nulidad tuvo conocimiento del
vicio, a menos que se trate de la incompetencia absoluta del tribunal.

ii. Si el incidente se funda en la omisión de una circunstancia esencial para la ritualidad o la


marcha del juicio (por ejemplo, el incidente de incompetencia absoluta, el incidente de la
falta de emplazamiento del demandado, etc.), se puede oponer en cualquier momento (arts.
84 inc. III y 85 inc. II CPC). En este caso, el tribunal ordenará que se practiquen las
diligencias necesarias para que el proceso siga su curso legal.
Art. 84 inc. II. Si el incidente nace de un hecho anterior al juicio o coexistente con su principio, como
defecto legal en el modo de proponer la demanda, deberá promoverlo la parte antes de hacer cualquiera
gestión principal en el pleito.
Si lo promueve después, será rechazado de oficio por el tribunal salvo que se trate de un vicio que
anule el proceso, en cuyo caso se estará a lo que establece el art. 83, o que se trate de una circunstancia
esencial para la ritualidad o la marcha del juicio, evento en el cual el tribunal ordenará que se practiquen
las diligencias necesarias para que el proceso siga su curso legal.

Art. 85. Todo incidente originado de un hecho que acontezca durante el juicio, deberá promoverse tan
pronto como el hecho llegue a conocimiento de la parte respectiva.
Si en el proceso consta que el hecho ha llegado al conocimiento de la parte, y si ésta ha practicado una
gestión posterior a dicho conocimiento, el incidente promovido después será rechazado de plano, salvo
que se trate de alguno de los vicios o circunstancias a que se refiere el inc. III del artículo anterior.

4. ETAPA DEL PROCEDIMIENTO EN QUE SE DEBEN PROMOVER LOS INCIDENTES


En primera instancia, los incidentes se pueden promover desde la notificación de la demanda
y hasta que se notifique a las partes la resolución que las cita oír sentencia. En efecto, el art. 433 inc.
I del CPC dice que citadas las partes para oír sentencia, no se admitirán escritos ni pruebas de
ningún género (efecto preclusivo). No obstante, el inc. II de esta disposición señala que lo cual se
entiende sin perjuicio de lo dispuesto por los arts. 83, 84…, es decir, excepcionalmente el incidente
de nulidad de todo lo obrado se puede hacer valer dentro del procedimiento con posterioridad a la
citación para oír sentencia.
Por su parte, en segunda instancia, los incidentes se pueden promover hasta la vista de la
causa. El art. 220 del CPC regula los incidentes en segunda instancia al señalar que las cuestiones
accesorias que se susciten en el curso de la apelación, se fallarán de plano por el tribunal, o se
tramitarán como incidentes. En este último caso, podrá también el tribunal fallarlas en cuenta u
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ordenar que se traigan en relación los autos para resolver. Excepcionalmente existe un incidente de
nulidad de todo lo obrado que puede hacerse valer durante todo el curso del procedimiento e, incluso,
en el procedimiento incidental de cumplimiento de una sentencia, cual es, el incidente de nulidad de
todo lo obrado por falta de emplazamiento válido, contemplado en el art. 80 (arts. 182 y 234 inciso
final del CPC).
Art. 182. Notificada una sentencia definitiva o interlocutoria o alguna de las partes, no podrá el tribunal que la
dictó alterarla o modificarla en manera alguna. Podrá, sin embargo, a solicitud de parte, aclarar los puntos
obscuros o dudosos, salvar las omisiones y rectificar los errores de copia, de referencia o de cálculos numéricos
que aparezcan de manifiesto en la misma sentencia.
Lo dispuesto en este artículo no obsta para que el rebelde haga uso del derecho que le confiere el art. 80.

Art. 234 inc. final. Lo dispuesto en este artículo (la oposición a la ejecución incidental, sólo puede oponerse
durante la citación de la persona en contra de quien se pide) es sin perjuicio de lo prevenido en el art. 80.

5. MEDIDAS TENDIENTES A EVITAR LA INTERPOSICIÓN DE INCIDENTES DILATORIOS


Los incidentes por su naturaleza perturban la marcha regular del juicio, y es por eso que el
legislador ha establecido ciertas restricciones en su interposición. A saber:
i. De acuerdo al art. 84 inc. I del CPC, todo incidente que no tenga conexión alguna con el
asunto que es materia del juicio podrá ser rechazado de plano.

ii. En cuanto a la oportunidad para interponerlos, si el incidente es extemporáneo se rechazará


de oficio o de plano.

iii. El legislador establece algunos incidentes que no suspenden la marcha de la causa principal,
ordenando que se tramiten por un cuaderno separado del expediente principal.

iv. El art. 88 inc. I del CPC señala que la parte que haya promovido y perdido dos o más
incidentes en un mismo juicio, no podrá promover ningún otro sin que previamente deposite
en la cuenta corriente del tribunal la cantidad que éste fije, la que fluctuará entre una y diez
UTM, y se aplicará a beneficio fiscal como multa; y si el tribunal observare mala fe en la
interposición de los nuevos incidentes, podrá aumentar su cuantía hasta por el duplo. Agrega
el inc. III que el incidente que se formule sin haberse efectuado previamente el depósito
fijado, se tendrá por no interpuesto y se extinguirá el derecho a promoverlo nuevamente.
Este incidente se debe tramitar necesariamente en cuaderno separado sin afectar el curso de
la cuestión principal; y si el incidente se pierde, el dinero se retiene a beneficio fiscal376.

v. Por último, el art. 147 del CPC señala que cuando la parte que promueve un incidente
dilatorio no obtenga resolución favorable, será precisamente condenada en las costas.

376
Esta restricción no rige respecto de la parte que goza de privilegio de pobreza en el juicio; pero si el tribunal
estima que en su interposición ha existido mala fe o el claro propósito de dilatar el proceso, de oficio o a petición
de parte, puede imponerle personalmente al abogado o al mandatario judicial que lo hubiere promovido, por
vía de pena, una multa a beneficio fiscal de una a diez UTM (art. 88 inc. V del CPC).
519
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6. TRAMITACIÓN DE LOS INCIDENTES ORDINARIOS


El profesor FORTTES, señala que en la tramitación de un incidente se pueden distinguir tres
fases: discusión, prueba y resolución. Pero antes, es necesario analizar cuál es el tribunal competente
para conocer de la incidencia, y las partes que intervienen en su tramitación.
a. Tribunal competente
Aquí hay que tener presente la regla general de la competencia de la extensión, consagrada
en el art. 111 inc. I del COT, el cual señala que el tribunal que es competente para conocer de un
asunto lo es igualmente para conocer de todas las incidencias que en él se promuevan ¿Cómo toma
conocimiento el tribunal del incidente propuesto? El art. 381 primera parte del COT, dice que los
Secretarios de los Juzgados de Letras harán al juez la relación de los incidentes... (en segunda
instancia lo hará el relator).
b. Las partes
En todo juicio hay partes directas (demandante y demandado), y puede haber terceros
interesados, ya sean coadyuvantes, independientes o contradictorios. Se discute si todas las partes del
juicio deben ser emplazadas a los incidentes, o sólo los que tengan interés en sus resultados. Se ha
resuelto que, promovido un incidente por un tercero o por una de las partes principales del pleito,
debe tramitarse con audiencia de todas las partes y de los terceros a quienes interese, salvo los casos
de excepción en que el tribunal puede admitir o rechazar de plano la incidencia.
¿Cuál es la forma de promover un incidente ordinario? Primero, puede ser en forma directa a
través de la presentación de una solicitud o demanda; también puede ser en forma directa mediante
la solicitud de una actuación judicial que debe ser decretada con audiencia (trámite incidental) o
conforme a las normas de los incidentes; o mediante la oposición que se efectúa por una parte a la
solicitud de una actuación judicial (modo indirecto).
c. Fase o periodo de discusión en el incidente
Esta fase se inicia con la promoción del incidente (no se plantean de oficio, deben promoverse
por alguna parte). Al respecto, debe cumplir con los requisitos comunes a todo escrito judicial (se
debe presentar en papel, por conducto del secretario respectivo, encabezado por una suma que indique
su contenido, y deben acompañarse tantas copias cuantas sean las partes a quienes debe notificarse la
providencia que en él recaiga); y deberá contener una descripción clara, precisa y fundada de los
hechos en que se funda.
Tan pronto se promueve un incidente, y una vez recibido por el tribunal, éste debe examinar
si el incidente es conexo (sino, será rechazado de plano); si se ha formulado en tiempo oportuno (sino,
será rechazado de oficio o de plano); si es o no de previo y especial pronunciamiento (y en caso de
que sea, se debe suspender el curso de la causa principal, y el juez deberá tramitarlo en la misma pieza
de autos); si ha sido promovido por alguna de las partes litigantes que está obligada a consignar (y en
caso de que no se consigne, se tendrá por no promovido); y si existe la posibilidad de fallar de plano
el incidente (sin tramitación), si éste se funda en hechos que constan del proceso o que sean de pública
notoriedad.
En caso de que el incidente es conexo, ha sido promovido en tiempo oportuno y no hay
problema de consignación, el juez debe proveer la solicitud respectiva, concediendo un plazo de tres

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días a la parte contraria para que exponga lo que estime conveniente (plazo legal de días, por tanto,
discontinuo y fatal). La resolución que provee la solicitud y confiere traslado a la contraria, es un
decreto, y se notifica por el estado diario 377. Luego, las posibles actitudes que puede adoptar la parte
contraria, son:
i. No decir nada. En este caso, pasados los tres días, el tribunal debe decidir si recibe o no el
incidente a prueba; y a la parte contraria (demandado incidental) se le tiene como rebelde por
el sólo ministerio de la ley. Al igual que en la contestación de la demanda, el silencio no
afirma ni niega nada.

ii. Allanarse a la petición. Sea que el allanamiento sea total o limitado a los hechos del incidente,
se omite la fase de prueba y, en dicho caso, el juez deberá fallar.

iii. Contravenir u oponerse a la petición. En este caso el demandado incidental se defiende, es


decir, contesta oponiéndose a la petición incidental (su escrito llevará como suma
“responde”).
Luego, vencido este plazo, haya o no contestado la parte contraria, el tribunal puede adoptar
dos actitudes: resolver la cuestión, si, a su juicio, no hay necesidad de prueba; recibir el incidente a
prueba, procediendo de acuerdo con lo establecido en el art. 90 del CPC ¿Cuándo se recibirá por el
tribunal a prueba el incidente? Nada dice el Título IX sobre el particular, por tanto, hay que recurrir
a las reglas del juicio ordinario, en atención a lo que prescribe el art. 3º del CPC, esto es, se aplicará
el procedimiento ordinario en todas las gestiones, trámites y actuaciones que no estén sometidos a
una regla especial diversa, cualquiera que sea su naturaleza; y en el juicio ordinario el juez debe
recibir la causa a prueba cuando existan hechos sustanciales y pertinentes controvertidos. En
consecuencia, el juez recibirá a prueba el incidente, en caso que, a su juicio, haya hechos sustanciales
pertinentes y controvertidos. Sin embargo, el juez puede omitir este periodo de prueba, cuando estos
hechos consten del proceso o sean de pública notoriedad, lo cual debe consignar en su resolución (art.
89 CPC).
Art. 89. Si se promueve un incidente, se concederán tres días para responder y vencido este plazo, haya o no
contestado la parte contraria, resolverá el tribunal la cuestión, si, a su juicio, no hay necesidad de prueba. No
obstante, el tribunal podrá resolver de plano aquellas peticiones cuyo fallo se pueda fundar en hechos que
consten del proceso, o sean de pública notoriedad, lo que el tribunal consignará en su resolución.

El profesor FORTTES recalca que, en estricto rigor, la segunda parte de esta norma no pretende
evitar la audiencia de la parte contraria (es decir, resolver de plano), sino que permite al juez omitir
el período de prueba en el incidente. Por ejemplo, el demandado interpone un incidente de abandono
de procedimiento, pues han transcurridos seis meses sin gestión (sin resolución); y el demandante
alega que no hay abandono, pues han habido gestiones; en este caso el juez resolverá sin que sea
necesaria la prueba, porque los hechos constan en el proceso 378.

377
En la práctica, esta resolución se redacta en la forma siguiente: “traslado y autos”; y si, además, el incidente
no es de previo y especial pronunciamiento, o bien, es promovido por un litigante que tiene la obligación de
consignar, debe ordenar que se forme cuaderno separado de la forma siguiente: “traslado y autos, debiendo
formarse cuaderno separado.”
378
Hay que recordar que los hechos notorios son aquellos cuya existencia es conocida por la generalidad de los
ciudadanos en el tiempo y en el lugar en que se produce la decisión. En nuestra legislación el “hecho notorio”
521
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d. Fase de prueba en los incidentes (eventual)


En esta fase es posible apreciar diversos trámites, los cuales se analizarán por separado para
su mayor comprensión.
i. Resolución que recibe el incidente a prueba
Si el juez requiere prueba, debe dictar una resolución que la ordene, y fije los puntos sobre
los que la prueba deberá recaer (con esta resolución se abre la segunda fase). En efecto, el art. 323
inc. I del CPC, señala que cuando haya de rendirse prueba en un incidente, la resolución que lo
ordene determinará los puntos sobre que debe recaer, y su recepción (ejecución) se hará en
conformidad a las reglas establecidas para la prueba principal. Por lo tanto, las menciones que debe
contener la resolución que recibe el incidente a prueba, son: la orden de que se reciba a prueba el
incidente; los puntos sobre los cuales debe rendirse la prueba y no los hechos sustanciales, pertinentes
y controvertidos como ocurre en el juicio ordinario; y además el tribunal, al igual que en el juicio
ordinario, puede indicar las audiencias en que se recibirá la prueba testimonial. Un ejemplo de
resolución sería el siguiente: “Se recibe la causa a prueba y se fijan como puntos sustanciales y
controvertidos, tales xxx. Se fija para tal día, y tal hora, la audiencia de prueba testimonial”.
En doctrina se ha señalado que la naturaleza de la resolución que recibe el incidente a prueba
depende de la resolución que fallará el incidente, pues si el incidente va a ser fallado por sentencia
interlocutoria de primer grado, la resolución que lo recibe a prueba será una sentencia interlocutoria
de segundo grado; en cambio, si se fallará con un auto, la resolución que lo recibe a prueba será un
auto.
La resolución que recibe a prueba el incidente no es apelable, pues así lo dispone
expresamente el art. 90 inc. final al decir que las resoluciones que se pronuncien en los casos de este
artículo son inapelables (esto a diferencia de la resolución que recibe la “causa” a prueba, la cual es
apelable en subsidio). Con todo, CASARINO señala que, aplicando las reglas generales, y ante el
silencio del legislador en este punto, la resolución en referencia es susceptible del recurso de
reposición (si es un auto).
ii. Notificación.
Ahora bien, de acuerdo al art. 323 inc. II del CPC, la referida resolución se notificará por el
estado. Esto es muy importante, porque con esta norma se puso término, por expresa disposición del
legislador, a la antigua discusión de si esta resolución debía notificarse por cédula, al igual que la que
recibe la causa principal a prueba, o por el estado diario, siguiendo la regla general de la notificación
de las resoluciones judiciales. La razón de que esta resolución se notifique por el estado diario, es
porque recibe el “incidente” a prueba, y no la “causa” a prueba, la cual se notifica por cedula.
iii. Término probatorio.
De acuerdo al art. 90 inc. I del CPC, si es necesaria la prueba (y notificada la resolución que
recibe la causa a prueba), se abrirá un término de ocho días para que dentro de él se rinda (la prueba)
y se justifiquen también las tachas de los testigos, si hay lugar a ellas. Aquí, al igual que en el asunto
principal, es posible distinguir tres términos probatorios, a saber:

sólo tiene fundamento legal en la segunda parte del art. 89 del CPC, y a partir de dicha norma, se aplica al
procedimiento ordinario, es decir, allí también se dispensa de la carga de tener que probar estos hechos.
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- Término probatorio ordinario. Su plazo es de ocho días (a diferencia del juicio ordinario cuyo
plazo es de 20 días). En este periodo las partes pueden rendir todas las pruebas que deseen,
sometiéndose a las reglas para la prueba de la causa principal (art. 323 inc. I del CPC). Sin
embargo, existe una modificación en lo que dice relación con el plazo para presentar la lista
de testigos, pues conforme al art. 90 inc. II del CPC, dentro de los dos primeros días deberá
acompañar cada parte una nómina de los testigos de que piensa valerse, con expresión del
nombre y apellido, domicilio y profesión u oficio (siendo que en el juicio ordinario es dentro
de los cinco primeros días). Sólo se examinarán testigos que figuren en dicha nómina.
Aquí, el examen de los testigos se realiza al tenor de los puntos señalados por el juez, y no al
tenor de las minutas presentadas por las partes; pues ellas sólo tienen la obligación de
presentar la lista de testigos, y no una minuta con los puntos de prueba.

- Término probatorio extraordinario. Tiene lugar cuando se quiera rendir prueba fuera del lugar
en que se sigue el juicio. En efecto, el art. 90 inc. III del CPC dice que cuando hayan de
practicarse diligencias probatorias fuera del lugar en que se sigue el juicio, “podrá” el
Tribunal, por motivos fundados, ampliar una sola vez el término por el número de días que
estime necesarios, no excediendo en ningún caso del plazo total de 30 días, contados desde
que se recibió el incidente a prueba379.

Es decir, el tribunal debe abrir un plazo extraordinario que no puede exceder de 30 días,
incluidos los ocho días del término ordinario; por tanto, el término extraordinario no será más
de 22 días. La resolución que concede el término probatorio extraordinario también es
inapelable, en virtud de lo prescrito en el art. 90 inciso final.

- Término probatorio especial. Es aquel término que concede el juez cuando por causas o
hechos, ajenos a las partes, se impide rendir la prueba en el término probatorio ordinario o
extraordinario. El art. 90 del CPC no dice nada al respecto sobre la posibilidad de que
concurra este término, sin embargo, la mayoría de los autores (CASARINO, FORTTES,
ALFARO) señalan que en presencia de lo dispuesto en el art. 3º del CPC y ante el silencio del
legislador sobre este particular, se deben aplicar todas las normas de los términos especiales
de la causa principal.

e. Fase de resolución o sentencia


La fase de prueba termina una vez que se acaba el término probatorio, y ahí comienza la fase
de sentencia. De conformidad con el art. 91 del CPC, vencido el término de prueba, háyanla o no
rendido las partes, y aún cuando éstas no lo pidan, fallará el tribunal inmediatamente o, a más tardar,
dentro de tercero día, la cuestión que haya dado origen al incidente. En consecuencia, después del
vencimiento del término probatorio, no hay ningún otro trámite que observar; y el tribunal, por propia
iniciativa, inmediatamente, o a más tardar dentro de tercero día, debe fallar el incidente pendiente. En
la práctica, hay veces en que la parte interesada en la decisión del incidente debe recordárselo al

379
Hay que recordar que, en la causa principal, el término probatorio extraordinario para rendir prueba dentro
del territorio de la República, pero fuera del territorio jurisdiccional del tribunal, se concede siempre que se
solicite, salvo que haya justo motivo para creer que se pide maliciosamente con el sólo propósito de demorar el
curso del juicio. En cambio, en los incidentes, para practicar diligencias probatorias fuera del lugar en que se
sigue el juicio, es facultativo para el tribunal concederlo.
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tribunal, solicitándole que dicte el fallo respectivo. También, en ocasiones los jueces no fallan
derechamente el incidente y dejan su resolución para la sentencia definitiva.
Esta resolución puede ser un auto o una sentencia interlocutoria de primer grado, según si
establece o no derechos permanentes puede las partes; y, en caso de que sea interlocutoria, puede ser
de aquéllas que pongan término al juicio o hagan imposible su prosecución. La naturaleza procesal
de esta resolución tiene suma importancia para los efectos de los recursos, pues si se trata de un auto,
sólo será susceptible de reposición y en subsidio procederá la apelación; en cambio, si es una
sentencia interlocutoria no procederá el recurso de reposición, sólo se podrá interponer el recurso de
apelación en forma directa, y si es una sentencia interlocutoria que pone término al juicio o hace
imposible su continuación, será susceptible de casación.
Por último, esta resolución debe cumplir con los requisitos comunes a toda resolución
judicial, es decir, debe expresar en letras la fecha y lugar en que se expida; debe llevar al pie la firma
del juez o jueces que la dicten o intervengan en el acuerdo; debe llevar la firma del Secretario
autorizando la resolución; y debe dejarse constancia de ella en el proceso. Y por otro lado, debe
cumplir con requisitos propios, pues, de acuerdo al art. 171 del CPC, en las sentencias interlocutorias
y en los autos se expresarán, en cuanto la naturaleza del negocio lo permita, a más de la decisión del
asunto controvertido, las circunstancias mencionadas en los números 4° (las consideraciones de
hecho o de derecho que sirven de fundamento a la sentencia) y 5° (la enunciación de las leyes,
y en su defecto, de los principios de equidad, con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo) del artículo
precedente.
B. INCIDENTES ESPECIALES

1. CONSIDERACIONES PREVIAS
Como se dijo al momento de clasificar a los incidentes, según las normas que se aplican a
cada uno, se distingue entre: incidentes ordinarios, que son aquellos que se rigen por las normas
contenidas en el Título IX del Libro I del CPC; e incidentes especiales, que son aquellos que se rigen
por reglas especiales diversas, y en silencio de éstas, se recurre a las normas aplicables a los incidentes
ordinarios. Estos incidentes especiales también se encuentran regulados en el Libro I del CPC, pero
en diversos títulos, a saber: en el Título X denominado “de la acumulación de autos”; en el Titulo XI
“de las cuestiones de competencia”; en el Título XII “de las implicancias y recusaciones”; en el Título
XIII “del privilegio de pobreza”; en el Título XIV “de las costas”; en el Título XV “del desistimiento
de la demanda”; y en el Título XVI “del abandono del procedimiento”. Los tres primeros incidentes
especiales ya fueron analizados en su oportunidad, por lo cual, sólo serán analizados los restantes.
2. PRIVILEGIO DE POBREZA

a. Concepto
En nuestro sistema procesal, el Estado sólo asume el pago de los sueldos a los magistrados
judiciales, pero no, necesariamente, solventa los demás costos que el juicio implica, por ejemplo, los
honorarios de los abogados, de los peritos, de los auxiliares de la administración de justicia (receptor),
las fotocopias, etc. Se genera, entonces, un problema para las personas de escasos recursos y surge

524
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así el tema de la Asistencia Judicial, dentro del cual se encuentra el tema referido al privilegio de
pobreza380.
El privilegio de pobreza es un beneficio concedido por la ley, o la autoridad judicial en
subsidio, a las personas menesterosas o de escasos recursos (ya sea demandante o demandado, o
interesado en un asunto judicial no contencioso) para que en sus asuntos judiciales sean atendidas
gratuitamente por los abogados, procuradores y receptores de turno y gocen de las demás franquicias
señaladas en la ley. De acuerdo a la definición, el privilegio de pobreza puede ser legal o judicial,
atendiendo a su fuente u origen (esta clasificación no tiene importancia en cuanto a los beneficios que
se confieren).
i. Privilegio de pobreza legal: es aquel que existe por el sólo ministerio de la ley, siempre que
concurran los requisitos señalados por ella misma. Lo casos más típicos son: de acuerdo al
art. 593 del COT, se estimará como presunción legal de pobreza la circunstancia de
encontrarse preso el que solicita el privilegio, sea por sentencia condenatoria, sea durante
la sustanciación del juicio criminal; y el art. 600 inc. I del COT dispone que las personas
patrocinadas por las Corporaciones de Asistencia Judicial por o alguna de las entidades
públicas o privadas (por ejemplo, consultorios jurídicos de universidades) destinadas a
prestar asistencia jurídica y judicial gratuita gozarán por el solo ministerio de la ley de los
beneficios establecidos en los incs. II y III del art. 591 (beneficios del privilegio de pobreza).

ii. Privilegio de pobreza judicial: es aquel que existe o se obtiene previa sentencia del juez y
después de observada la tramitación judicial que la ley señala para este caso, destinado a
verificar la concurrencia o no de los requisitos necesarios para decretarlo. En general, tiene
derecho a solicitarlo toda persona que carece de bienes suficientes para solventar los gastos
de la gestión que va a iniciar ante los tribunales, por tanto, no se trata únicamente de las
personas pobres. Desde el punto de vista procedimental, constituye un incidente especial,
dentro del juicio que se va a utilizar y, por ello, a continuación, será objeto de análisis 381.

b. Tramitación del privilegio de pobreza judicial

i. Tribunal competente
El art. 591 inc. I del COT señala que el privilegio de pobreza, salvo los casos en que se
concede por el sólo ministerio de la ley, será declarado por sentencia judicial y deberá pedirse al
tribunal a quien corresponda conocer en única o primera instancia del asunto en que haya de tener
efecto. Es decir, es competente para conocer el incidente especial de privilegio de pobreza, el tribunal
que está conociendo la causa principal.

380
Esta materia se suele estudiar al tratar de la Asistencia Judicial (Título XVIII del COT se denominado
precisamente “de la asistencia judicial y del privilegio de pobreza”), esto es, el conjunto de normas legales
destinadas a facilitar a las personas pobres o de escasos recursos el ejercicio de sus derechos ante los tribunales
de justicia.
381
El profesor FORTTES señala que el privilegio de pobreza concedido judicialmente, es de muy escasa
aplicación práctica, pues las personas de escasos recursos, generalmente, acceden a la Corporación de
Asistencia Judicial, la que está facultada para otorgar el privilegio de pobreza legal.
525
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ii. Oportunidad
De acuerdo a la primera parte del art. 130 inc. I del CPC, el privilegio de pobreza podrá
solicitarse en cualquier estado del juicio y aún antes de su iniciación… (antes de entablarse la
demanda).
iii. Solicitud
La solicitud se debe presentar en papel simple, y debe cumplir con los siguientes requisitos:
debe señalar los motivos en que se funda (por ejemplo, su profesión, sus rentas, sus deudas, las cargas
personales o de familia que le graven, sus aptitudes intelectuales y físicas para ganar la subsistencia,
etc.); y debe contener la información necesaria para acreditar los motivos que justifican su
otorgamiento (por ejemplo, agregando las liquidaciones de sueldo, el acuerdo reparatorio en que se
fija la pensión de alimentos, etc.). En efecto el art. 131 del CPC señala que el privilegio de pobreza
se tramitará en cuaderno separado y se expresarán al solicitarlo los “motivos en que se funde”. El
tribunal ordenará que se rinda información para acreditarlos, con solo la citación de la parte contra
quien litigue o haya de litigar el que solicita el privilegio. Esta información será sumaria, o sea, una
prueba de cualquiera especie, rendida sin notificación ni intervención de contradictor y sin previo
señalamiento de término probatorio (art. 818 inc. III del CPC).
La solicitud respectiva es muy particular, pues no suspende la causa principal, es decir es un
incidente de no previo y especial pronunciamiento y, por ende, se tramita en cuadernos separados.
iv. Traslado a la parte contraria.
La resolución que recaiga sobre la solicitud dirá: “ríndase la información ofrecida, con
citación. Fórmese cuaderno separado”. Por lo tanto, una vez presentada la solicitud, se da traslado a
la parte contraria para que en el término de tres días, ya sea para que se oponga a la solicitud. De
acuerdo al art. 132 del CPC, si la parte citada no se opone dentro de tercero día a la concesión del
privilegio, se rendirá la información (sumaria) y se resolverá con el mérito de ella y de los demás
antecedentes acompañados o que el tribunal mande agregar; agrega el inc. II que si hay oposición, se
tramitará el incidente en conformidad a las reglas generales, es decir, la oposición implica que el
tribunal decrete traslado a la parte que solicitó el privilegio por el término de tres días, que se reciba
el incidente a prueba, y que se resuelva382.
v. Sentencia
La sentencia que falla el incidente es un auto, pues no establece derechos permanentes para
las partes. En efecto, el art. 136 del CPC señala que podrá dejarse sin efecto el privilegio después de
otorgado, siempre que se justifiquen circunstancias que habrían bastado para denegarlo; agrega el inc.
II que podrá también otorgarse el privilegio después de rechazarlo, si se prueba un cambio de fortuna
o de circunstancias que autoricen esta concesión. Por lo tanto, esta sentencia produce cosa juzgada
material provisional, pues la orden o mandato que contiene subsiste solamente en la medida que se

382
Puede acontecer que en la gestión del privilegio de pobreza se presenten, oponiéndose, los funcionarios
judiciales a quienes pueda afectar su concesión, por ejemplo, un Receptor. Es por ello que el art. 133 del CPC
señala que en la gestión de privilegio de pobreza serán oídos los funcionarios judiciales a quienes pueda afectar
su concesión, si se presentan oponiéndose antes de que el incidente se resuelva. Cuando sean varios los que
deduzcan la oposición, litigarán por una cuerda en los trámites posteriores a la presentación.
526
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mantengan los hechos que legitimaron su dictación, de manera que al variar o desaparecer, determina
la posibilidad de modificar o revocar la sentencia por otro fallo posterior.
vi. Apelación
El art. 132 inc. III del CPC señala que la apelación de la sentencia que acepte el privilegio de
pobreza se concederá sólo en el efecto devolutivo, esto es, mientras penda la apelación, el solicitante
entrará a gozar del privilegio solicitado, sin perjuicio de lo que en definitiva se resuelva en dicho
recurso. Este es un argumento para sostener que la naturaleza jurídica de la sentencia que falla este
incidente es una sentencia interlocutoria de primer grado.
c. Beneficios del privilegio de pobreza

i. Servicio gratuito. De acuerdo al art. 591 inc. II del COT, los que lo obtuvieren usarán papel
simple en sus solicitudes y actuaciones (esto es un resabio histórico, pues hoy no se usa papel
sellado) y tendrán derecho para ser gratuitamente servidos por los funcionarios del orden
judicial (por ejemplo, quedan exentos de los pagos de aranceles de los notarios, conservadores,
receptores, etc.), y por los abogados, procuradores y oficiales subalternos designados para
prestar servicios a los litigantes pobres383. Sin embargo, si el litigante pobre obtuviere en el
juicio, será obligado a destinar una décima parte del valor líquido que resultare a su favor para
el pago de los honorarios y derechos causados, distribuyéndose esta suma a prorrata entre todos
los interesados, si no alcanzaren a ser íntegramente cubiertos de lo que se les adeudare (art. 594
del COT).

ii. Exento de pago de multas. De conformidad con el art. 591 inc. III del COT, salvo que la ley
expresamente ordene otra cosa, quedarán también exentos del pago de las multas establecidas
para los litigantes, pero si procedieren con notoria malicia, podrá el tribunal imponer la multa
correspondiente, conmutable en arresto de un día por cada un vigésimo de sueldo vital.

iii. No condena en costas. De acuerdo al art. 600 inc. III del COT, las personas que gocen de
privilegio de pobreza no serán condenadas al pago de costas, a menos que el tribunal respectivo,
en resolución fundada, declare que han obrado como litigantes temerarios o maliciosos.

3. LAS COSTAS

a. Concepto
Toda gestión judicial, durante su tramitación, origina a las partes un conjunto de gastos que
se traducen en el pago de derechos (por ejemplo, a los Receptores), de honorarios (a los abogados,
depositarios, etc.), de indemnizaciones (por ejemplo, a los testigos), de papel, etc. Todos estos gastos
son de cargo de las partes interesadas, como manera de impedir una multiplicidad de juicios carentes
de seriedad; y reciben el nombre de costas.
Atendiendo a la anterior, se puede definir a las costas como los gastos inmediatos y directos
que origina una gestión judicial y que deben ser soportados por las partes en conformidad a la ley. Al

383
En el proceso penal no actúan las Corporaciones de Asistencia Judicial y los abogados de turno para asumir
la defensa de los imputados, por ser una función que corresponde exclusivamente a la Defensoría Penal Pública.
527
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decir que son gastos inmediatos y directos, se excluyen aquellos que no son exigidos de forma
inmediata por la tramitación judicial, y las indemnizaciones que tuvieran que afrontarse más tarde,
por los posibles perjuicios ocasionados por un ataque o defensa judicial dolosa o culposa.
b. Oportunidad en que se pagan las costas
De acuerdo al art. 26 del CPC, los derechos de cada diligencia se pagarán tan pronto como
ésta se evacue; pero la falta de pago no podrá entorpecer en ningún caso la marcha del juicio. Por
ejemplo, si el demandante encarga al Receptor la notificación de la demanda, y luego no le paga, esto
no significa que el plazo que tiene el demandado para contestar haya quedado suspendido.
c. Situación de las costas una vez termino el juicio
Una vez terminado el juicio, el tribunal en su sentencia debe hacer un pronunciamiento sobre
la suerte del pago de las costas. La obligación de reembolsar las costas se establece en la ley, pero
tiene que ser declarada por una resolución judicial; aún más, el juez tiene la obligación de hacer un
pronunciamiento sobre las costas del juicio, a pesar de que las partes no se lo hayan solicitado
expresamente; y si el juez condena o absuelve en materia de costas, sin que haya petición expresa de
las partes, no dicta sentencia con ultra petita, pues es la ley la que le ordena hacer esta declaración de
oficio; y a la inversa, si las partes le han pedido que se pronuncie sobre las costas, y nada dice en su
sentencia, no significa que la sentencia haya omitido la decisión del asunto controvertido (minus
petita), pues el asunto controvertido sólo está compuesto de las acciones y excepciones hechas valer
en el juicio, y la petición sobre condenación o absolución de costas no es, desde el punto de vista
procesal, acción ni excepción.
¿Cuál es el criterio legal del juez para condenar en costas? ¿A qué litigante va a condenar o
absolver en las costas del juicio? Según el art. 144 del CPC, la parte que sea vencida totalmente en
un juicio o en un incidente384, será condenada al pago de las costas. Con todo, el tribunal puede
eximirla de ellas, cuando aparezca que ha tenido motivos plausibles para litigar, sobre lo cual hará
declaración expresa en la resolución. Por lo tanto, la regla general es que se debe condenar en costas
a la parte litigante “que sea vencida totalmente en el juicio”, pero ¿cuándo una parte litigante ha sido
totalmente vencida en el juicio? El profesor FORTTES dice que esta situación queda entregada a la
discrecionalidad del juez; pero generalmente tiene lugar, según CASARINO, cuando la acción es
acogida (caso en el cual se condena en costas al demandado), o cuando la excepción opuesta enerva
la acción (caso en el cual se condena al demandante) 385.
Cabe decir, que esta regla general reconoce las siguientes excepciones, a saber:
i. Motivos plausibles para litigar. Esto es una cuestión de hecho que el tribunal debe juzgar en
cada caso; pero según CASARINO, es sinónimo de circunstancias calificadas que han movido
a las partes a litigar, por estimar, fundadamente, que sus acciones o excepciones tenían base

384
En general, a los incidentes se les aplican las mismas reglas en materia de costas que las que informan el
juicio o causa principal. Sin embargo, hay una regla especial, pues de acuerdo al art. 147 del CPC, cuando la
parte que promueve un incidente dilatorio no obtenga resolución favorable, será precisamente condenada en las
costas.
385
Hay que tener presente que el art. 28 del CPC establece que los procuradores judiciales responderán
personalmente del pago de las costas procesales generadas durante el ejercicio de sus funciones, que sean de
cargo de sus mandantes, sin perjuicio de la responsabilidad de éstos. Es decir, son responsables solidariamente
con sus mandantes.
528
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legal. El profesor FORTTES señala que, en la práctica, los jueces utilizan indiscriminadamente
esta excepción para eximir a los totalmente vencidos, eso sí, deben hacer una declaración
expresa en la resolución, sobre el particular. Lo anterior, en similares términos, también tiene
lugar en segunda instancia, pero aquí se habla de “motivos especiales” para recurrir de
apelación.

ii. Uno o más votos favorables en un tribunal colegiado. Conforme al art. 146 del CPC no podrá
condenarse al pago de costas cuando se hayan emitido, por los jueces que concurran al fallo
en un tribunal colegiado, uno o más votos favorables a la parte que pierde la cuestión
resuelta. A diferencia de los casos anteriores, esta es una disposición imperativa.

iii. Por último, el art. 144 inc. II señala que lo dispuesto en esta norma (se debe condenar en
costas al que ha sido totalmente vencido) se entiende sin perjuicio de lo establecido en otras
disposiciones de este Código. Así, a propósito del juicio ejecutivo, el art. 471 del CPC
dispone que si en la sentencia definitiva se manda seguir adelante en la ejecución (si se da
lugar a la ejecución), se impondrán las costas al ejecutado. Y, por el contrario, si se absuelve
al ejecutado (si se acoge su oposición), se condenará en las costas al ejecutante; agrega el
inc. II que si se admiten sólo en parte una o más excepciones, se distribuirán las costas
proporcionalmente; pero podrán imponerse todas ellas al ejecutado cuando en concepto del
tribunal haya motivo fundado.

d. Tasación o valoración de las costas


Una vez que el tribunal ha condenado a una parte litigante a pagar las costas del juicio o de
una incidencia, la parte favorecida con esa declaración aún no está en condiciones legales de poder
exigir compulsivamente su pago, pues es necesario cumplir con un trámite posterior y previo llamado
tasación de las costas386.
La tasación de las costas es un trámite destinado a materializar en dinero la suma que debe la
parte condenada al pago de las costas; en otras palabras, con la tasación se determina a cuánto
ascienden las costas. Para que se haga dicha tasación, el profesor FORTTES señala que se requiere
solicitud de parte (no puede hacerse de oficio), y frente a esta solicitud, el tribunal hace la evaluación
según las normas que establece el CPC387. Luego, de acuerdo al art. 141 del CPC, hecha la tasación
de costas, en la forma prevenida por los artículos anteriores, y puesta en conocimiento de las partes
(notificación por el estado diario), se tendrá por aprobada si ellas nada exponen dentro de tercero
día; y agrega el art. 142 que si alguna de las partes formula objeciones, podrá el tribunal resolver de
plano sobre ellas, o darles la tramitación de un incidente.

386
Se señala que la resolución que falla y resuelve las costas, es siempre una sentencia interlocutoria,
independiente de que esté dentro de la sentencia definitiva.
387
Aquí hay que distinguir entre costas procesales y personales. Las costas procesales son aquellas necesarias
para la formación del proceso (por ejemplo, las fotocopias, los honorarios del receptor, etc.), y para evaluarlas,
basta con examinar las diligencias de que se trata y ver en cuánto están estimadas en los Aranceles Judiciales
respectivos (normalmente el funcionario se limita a revisar el expediente, y a revisar que las diligencias constan
en el proceso). Y las costas personales, son aquellas que provienen de los honorarios de los abogados y demás
personas que hayan intervenido en el negocio (procuradores), las cuales se tasan según el arancel fijado por el
respectivo Colegio de Abogados. Cabe decir que el tribunal puede delegar la avaluación de las costas procesales
en su secretario, sea de tribunal unipersonal o colegiado.
529
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4. EL DESISTIMIENTO DE LA DEMANDA

a. Concepto
El desistimiento de la demanda es una declaración unilateral de voluntad realizada por el
demandante en virtud de la cual manifiesta su propósito de no continuar adelante con la demanda
interpuesta, una vez que ya ha sido notificado el demandado.
El fundamento de esta institución está en que así como el actor es libre para ejercer o no su
acción, también lo es para que en el curso de la instancia manifieste su voluntad en el sentido de no
perseverar en ella. No hay limitaciones al respecto; y las causas que pueden motivar esta actitud, son
también variadas, sin que sea necesario expresarlas 388.
Cabe decir que el desistimiento puede ser total o parcial, y desde doble perspectiva: respecto
de todos o parte de los demandados (subjetivo), o respecto de todas o parte de las pretensiones
(objetivo).
b. Capacidad para desistirse de la demanda
Desde el momento en que el desistimiento de la demanda implica también extinción del
derecho material a que ella se refiere, es indudable que, para que sea válido, se requiere capacidad
suficiente de parte del que lo formula. Esta capacidad, es la capacidad de ejercicio regulada en el
Derecho civil, por tanto, si el desistimiento se hace por medio de representante legal, tendrá éste que
sujetarse a todas las trabas sobre disposición de bienes de su representado.
En cambio, si el desistimiento de la demanda se hace por medio de un mandatario judicial,
éste tiene que estar premunido de la facultad especial, siempre y cuando el desistimiento se produzca
en la primera instancia; pues el art. 7º inc. II del CPC dice que no se entiende conferida sin mención
expresa al mandatario judicial, la facultad de “desistirse en primera instancia de la acción deducida”.
Cosa distinta es que el mandatario se desista de cualquier acto del procedimiento que no sea la
demanda (por ejemplo, del recurso de apelación), pues ello no está sometido a traba alguna y, por
tanto, puede hacerlo aun cuando tenga sólo las facultades ordinarias del mandato judicial.
Por último, hay que tener presente que la manifestación de voluntad que se realiza es
irrevocable, es decir, no se puede retractar, no obstante, los efectos del desistimiento sólo se
producirán a partir de la resolución que así lo declare (porque eventualmente, el tribunal puede
rechazar el desistimiento, o aceptarlo condicionalmente).
c. Oportunidad para desistirse de la demanda
La oportunidad en que es posible plantear el desistimiento, es después de que se notifica la
demanda al demandado, pues en ese momento nace la relación jurídica procesal, y si se desea poner
término a esta relación, habrá que someter este deseo a tramitación previa (incidental), y luego
declararlo en forma solemne en una resolución judicial que acepte tal desistimiento. En efecto, el art.
148 del CPC señala que antes de notificada una demanda al reo, podrá el actor retirarla sin trámite
alguno, y se considerará como no presentada. Después de notificada, podrá en cualquier estado del

388
El profesor FORTTES señala que no hay que confundir el término “desistimiento” con el de “renuncia”. En
efecto, en la renuncia se manifiesta la voluntad de no ejercer un derecho; en cambio, en el desistimiento se
manifiesta la intención de cesar en un acto o gestión que ya se ha comenzado a realizar.
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juicio desistirse de ella ante el tribunal que conozca del asunto, y esta petición se someterá a los
trámites establecidos para los incidentes.
Como se puede apreciar, antes de la notificación opera el retiro de la demanda, lo cual no
produce efecto procesal alguno, al disponer la ley que se tiene como no presentada. Esto es lógico,
desde el momento en que mientras ella no ha sido notificada, no se ha producido entre las partes
relación procesal alguna389.
Ahora bien, de acuerdo al art. 148 del CPC, el desistimiento de la demanda se puede plantear
“en cualquier estado del juicio (en única, en primera o en segunda instancia)”, luego que se haya
notificado la demanda), lo cual significa que incluso se puede presentar una vez que las partes han
sido citadas para oír sentencia, lo cual es una excepción al efecto preclusivo que establece el art. 433
del CPC (citadas las partes para oír sentencia, no se admitirán escritos ni pruebas de ningún género).
d. Tramitación del desistimiento de la demanda
Según el art. 148 del CPC, el desistimiento de la demanda se someterá a los trámites
establecidos para los incidentes, es decir, se someterá a la tramitación de los incidentes ordinarios,
de manera que una vez presentada la solicitud de desistimiento, el tribunal conferirá traslado por tres
días al demandado, y haya o no respuesta en el término indicado, el tribunal recibirá a prueba el
incidente o dictará sentencia desde luego. Las actitudes que puede asumir el demandado frente al
desistimiento de la demanda son tres:
i. Aceptar el desistimiento, caso en el cual, el tribunal no tendrá más camino que dictar
sentencia.

ii. Oponerse al desistimiento. Eventualmente, el demandado podría tener algún interés especial
en continuar con el juicio, caso en el cual, deberá oponerse al desistimiento planteando sus
fundamentos, y el juez resolverá si continúa o no el juicio. El profesor FORTTES señala que,
normalmente, las oposiciones se fundan en cuestiones formales (por ejemplo, que el
mandatario carece de facultad para desistirse); o bien, se refieren a la exigencia de condenar
en costas al demandante (en ese caso, normalmente, el juez acoge el desistimiento con
costas).

iii. Aceptarlo condicionalmente. De acuerdo al art. 149 del CPC, si se hace oposición al
desistimiento o sólo se “acepta condicionalmente”, resolverá el tribunal si continúa o no el
juicio, o la forma en que debe tenerse por desistido al actor.
Por último, el CPC también se pone en el supuesto del desistimiento de la demanda
reconvencional, cuya tramitación difiere del desistimiento de la demanda. En efecto, conforme al
art. 151 del CPC, el desistimiento de las peticiones que se formulen por vía de reconvención se
entenderá aceptado, sin declaración expresa, por el hecho de proponerse; salvo que la parte contraria

389
El profesor FORTTES señala que, a veces, se permite retirar sin más trámite alguno la demanda, dejando
constancia de esto en la carátula del expediente; pero en otras ocasiones, por aplicación del art. 29 inc. II del
CPC (ninguna pieza del proceso podrá retirarse sin que previamente lo decrete el tribunal que conoce de la
causa) se exige que, previamente al retiro, se presente una solicitud escrita y el tribunal la provea autorizando
el acto. Con todo, el art. 29 se pone en el caso en que ya hay un proceso (una relación jurídica procesal), y antes,
al momento del retiro, sólo hay un procedimiento
531
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deduzca oposición dentro del tercero día después de notificada. En este caso se tramitará la oposición
como incidente y podrá su resolución reservarse para la sentencia definitiva. Como se puede apreciar,
el desistimiento de la reconvención se tramita con citación, lo cual significa que, en principio, el
tribunal decreta la actuación, pero ésta no puede llevarse a efecto sino una vez que hayan pasado tres
días desde la notificación de la parte contraria, la cual puede dentro de este plazo oponerse a la
realización de la actuación, caso en el cual, se da lugar a un incidente. Por otra parte, el incidente a
que da origen el desistimiento de la demanda tiene que ser resuelto una vez tramitado; en cambio, el
fallo del incidente sobre desistimiento de la reconvención, puede reservarse para definitiva.
e. Recursos
Para determinar los recursos que procedan en contra de la resolución que resuelve el incidente
de desistimiento de la demanda, es necesario previamente precisar la naturaleza procesal de la misma.
Desde el momento en que falla un incidente estableciendo derechos permanentes en favor de las
partes, es una sentencia interlocutoria de primer grado, pero no basta esto pues es necesario todavía
distinguir si esta sentencia interlocutoria acepta o rechaza el desistimiento de la demanda.
i. Si la resolución acepta el desistimiento, es susceptible de recurso de apelación, y de
casación, pues se trata de una sentencia interlocutoria que pone término al juicio.

ii. Si la resolución rechaza el desistimiento de la demanda, sólo es susceptible de recurso de


apelación, pues no pone término al juicio, ni hace imposible su prosecución.
f. Efectos de la sentencia que falla el incidente de desistimiento de la demanda
Si la resolución niega lugar al desistimiento, el juicio continuará adelante en su marcha
normal, hasta su terminación.
Si la resolución acepta el desistimiento en forma condicional, deberá indicar la manera en
que se debe tener por desistido al actor; y si éste cumple la condición, se producirán los mismos
efectos de la sentencia que acoge el desistimiento.
La resolución que acepta el desistimiento, tiene la virtud de poner término al juicio, como si
se tratara, en realidad, de una sentencia interlocutoria (es una forma anormal de terminación del
procedimiento). Esta resolución equivale a una sentencia absolutoria respecto del demandado, o
desestimatoria desde el punto de vista del demandante y, como tal, produce cosa juzgada; de modo
que si el demandante quisiera renovar la acción en juicio diverso, el demandado se defendería
oponiendo la excepción de cosa juzgada. En efecto, conforme al art. 150 del CPC, la sentencia que
acepte el desistimiento, haya o no habido oposición, extinguirá las acciones (pretensiones) a que él
se refiera, con relación a las partes litigantes y a todas las personas a quienes habría afectado la
sentencia del juicio a que se pone fin.
5. ABANDONO DEL PROCEDIMIENTO

a. Concepto
Según CASARINO, el abandono del procedimiento es la extinción o pérdida total del
procedimiento, que se produce en el caso de que todas las partes que figuran en el juicio han cesado
en su prosecución durante un determinado espacio de tiempo. El profesor FORTTES señala que es una
sanción procesal establecida respecto del demandante que ha cesado en la actividad del juicio por el

532
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lapso que la ley establece; agrega, que la sanción consiste en hacer perder al demandante todo lo
realizado en el proceso.
Se trata de un nuevo caso de terminación anormal del proceso, al igual que el desistimiento,
la renuncia, la transacción; pero difiere de éstos, porque mientras en el desistimiento, la renuncia o la
transacción, la voluntad de las partes desempeña un papel preponderante, en el abandono del
procedimiento su causa generadora es un simple hecho, cual es, la paralización del proceso por un
determinado tiempo. El fundamento de esta institución es la certeza jurídica y el orden público, pues
la pendencia indefinida en los procesos, atenta en contra de estos valores.
b. Requisitos de procedencia
De acuerdo art. 152 del CPC, el cual prescribe que el procedimiento se entiende abandonado
cuando todas las partes que figuran en el juicio han cesado en su prosecución durante seis meses,
contados desde la fecha de la última resolución recaída en alguna gestión útil para dar curso
progresivo a los autos. De esta disposición se extraen los requisitos que deben concurrir para que
tenga lugar el abandono del procedimiento; estos son:
i. Que el juicio haya quedado paralizado durante seis meses. Desde el momento en que se trata
de un plazo de meses establecido en el CPC, se trata de un plazo continuo.

ii. El plazo de seis meses se cuenta desde la última resolución recaída en alguna gestión útil para
dar curso progresivo a los autos. De acuerdo al art. 38 del CPC, las resoluciones judiciales
sólo producen efecto en virtud de notificación hecha con arreglo a la ley, salvo los casos
expresamente exceptuados por ella; y éste es, precisamente, un caso de excepción, pues el
plazo se comienza a contar desde la fecha de la dictación de la resolución y no desde su
notificación.

iii. Todas las partes que figuran en el juicio deben haber cesado en su prosecución. Desde el
momento en que la ley no distingue, hay que entender que tanto las partes directas como las
partes indirectas o terceros deben haber adoptado esta actitud de abandono o inercia procesal.
La cesación en la prosecución del juicio implica la idea de no haber realizado una “gestión
útil que de curso al proceso”; al respecto, la jurisprudencia ha señalado que estas frase alude
a aquellas actuaciones y resoluciones que tienden a que el proceso avance hacía la dictación
de la sentencia definitiva. Así, se ha resuelto que la petición de desarchivo no tiene la virtud
de interrumpir el plazo del abandono; y que las gestiones efectuadas dentro de un incidente
del cuaderno principal o dentro de un cuaderno separado son gestiones destinadas a continuar
la tramitación del juicio, de manera que interrumpen el plazo del abandono.
Distinta es la hipótesis de la cesación en la tramitación del pleito por una incapacidad absoluta
el demandante, pues dicha situación no supone abandonar el procedimiento, puesto que al
impedido no le corre plazo.
iv. Por último, el profesor FORTTES recalca como requisito la petición de parte, pues el tribunal
no puede de oficio declarar el abandono del procedimiento (en virtud del principio de
pasividad). Ahora bien, de acuerdo a la primera parte del art. 153 del CPC, el abandono podrá

533
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hacerse valer sólo por el demandado… de allí que se diga que el abandono del procedimiento
es una sanción de carácter procesal que la ley impone al demandante negligente390.

c. Oportunidad para alegar el abandono del procedimiento


Conforme al art. 153 inc. I del CPC, el abandono podrá hacerse valer sólo por el demandado,
durante todo el juicio (cualesquiera que sean las instancias en que se encuentre) y hasta que se haya
dictado sentencia ejecutoriada en la causa. Como se puede apreciar, para poder solicitar el abandono
del procedimiento debe haber un proceso vigente y pendiente; entendiéndose que está pendiente,
desde el momento en que ha sido legalmente notificada la demanda, y que está vigente, siempre que
no se haya pronunciado sentencia ejecutoriada. Por eso, según CASARINO, si el proceso se encuentra
en estado de casación, es procedente pedir abandono del procedimiento, porque dicho recurso produce
la pendencia respecto del proceso e impide que la sentencia se encuentre ejecutoriada.
¿Es procedente declarar el abandono una vez que se haya citado a las partes a oír sentencia?
¿Qué pasa si se cita a oír sentencia, y pasan seis meses sin que el juez dicte sentencia? Algunos,
atendiendo al tenor del art. 153 del CPC (“durante todo el juicio”), señalan que si es posible pedir el
abandono; argumentando, además, que el demandante podría haber recurrido a los superiores del juez
denunciando su falta (tiene un plazo de 60 días para dictar sentencia definitiva). Otros, en cambio,
señalan que no es posible pedir el abandono, ya que no se puede hacer responsable a la parte por el
incumplimiento de una obligación del juez y, además, las partes una vez citadas para oír sentencia,
no pueden hacer presentaciones de ningún tipo (esta postura es acogida por la jurisprudencia).
Por último, el art. 155 del CPC impone una sanción al demandado al decir que si, renovado
el procedimiento (ya sea por el demandante o por el demandado), hace el demandado cualquiera
gestión que no tenga por objeto alegar el abandono del procedimiento, se considerará renunciado este
derecho. Ahora bien, si reactivado el proceso abandonado por el demandante, el demandado no realiza
gestión alguna (ni pide abandono, ni realiza gestión), según el profesor Forttes, el juez deberá rechazar
de plano la solicitud de abandono, por ser presentada en forma extemporánea.
d. Tramitación
De acuerdo al art. 154 del CPC, podrá alegarse el abandono por vía de acción o de excepción,
y se tramitará como incidente. El abandono se alega por vía de a c c i ó n , cuando el demandado,
habiendo constatado que concurren los requisitos legales para alegarlo, toma la iniciativa en el
proceso y promueve el incidente de abandono del procedimiento. Y el abandono se alega por vía de
excepción cuando, concurriendo los requisitos legales para que se produzca, el demandante pretende
reiniciar la tramitación del pleito, y, en esa circunstancia, el demandado promueve el incidente de
abandono.
Ahora bien, sea que el demandado haya obrado vía acción o excepción, debe ajustarse a las
normas de los incidentes ordinarios. No obstante, se señala que el abandono del procedimiento es un
incidente especial, por los requisitos legales especiales que deben concurrir para que pueda prosperar
y, principalmente, por sus efectos dentro y fuera del proceso.

390
Según CASARINO, si el demandado ha deducido reconvención en contra del demandante, este último puede
alegar el abandono del procedimiento, toda vez que, existiendo reconvención, la parte contra quien se deduce
se considera como demandada.
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¿Cuál es la naturaleza jurídica de la resolución que falla el incidente de abandono? Si la


resolución acoge el incidente, sin duda se trata de una sentencia interlocutoria de primer grado, que
pone término al juicio; y si la resolución rechaza el incidente, algunos dicen que es un simple auto
pues no produciría derechos permanentes, porque no trascienden el juicio; otros en cambio, dicen que
es una sentencia interlocutoria de primer grado pues produce derechos permanentes, porque no
pueden ser modificados en el mismo juicio (si después se declara el abandono, será basado en hechos
distintos), esta última es la postura mayoritaria.
e. Recursos que proceden en contra de la resolución que resuelve un incidente de abandono del
procedimiento
Para saber los recursos que proceden en contra de la resolución que resuelve un incidente de
abandono del procedimiento, se debe previamente determinar si el fallo se ha pronunciado en primera
o en segunda instancia; y, en ambos casos, si la resolución niega o acoge el incidente respectivo.
i. Si la resolución se dicta en primera instancia y niega lugar al abandono, es susceptible de
apelación, desde el momento en que se esté en presencia de una sentencia interlocutoria (los
que dicen que es un auto niegan la apelación).

ii. Si la resolución se dicta en segunda instancia y niega también lugar al abandono, no es


susceptible de recurso alguno, puesto que las resoluciones que recaigan en los incidentes que
se promuevan en segunda instancia, se dictarán sólo por el tribunal de alzada y no serán
apelables (art. 210 del CPC) y es improcedente el recurso de casación, por ser una sentencia
interlocutoria que no pone término al juicio ni hace imposible su continuación.

iii. Si la resolución se dicta en primera instancia y acoge el incidente de abandono, es susceptible


de apelación y casación en la forma, desde el momento en que se está en presencia de una
sentencia interlocutoria que pone término al juicio o hace imposible su prosecución; y si el
tribunal de alzada confirma esta resolución, este nuevo fallo será susceptible de recurso de
casación, de forma y de fondo, por cuanto es una sentencia interlocutoria inapelable, de
aquellas que ponen término al juicio o hacen imposible su continuación (no apelación, pues
las resoluciones que recaen en los incidentes promovidos en la segunda instancia son
inapelables).

f. Efectos de la sentencia que declara el abandono del procedimiento


Una vez ejecutoriada o firme la sentencia que acepta el abandono del procedimiento, se
producen dos efectos:
i. Las partes pierden el derecho de continuar el procedimiento abandonado, desde el momento
en que éste ha terminado de este modo anormal. En otras palabras, se extingue el
procedimiento.

ii. Las partes, también, pierden el derecho de hacer valer este procedimiento abandonado (todo
lo que se avanzó) en un nuevo juicio, pues mal puede hacerse revivir algo que está muerto o
extinguido ¿Puede el demandante iniciar nuevamente el juicio? Aquí no se produce cosa
juzgada, por lo tanto, sí se puede iniciar de nuevo el mismo juicio. Esto lo confirma el art.

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156 inc. I CPC, pues en virtud de la sentencia ejecutoriada que declara el abandono del
procedimiento no se entenderán extinguidas las acciones o excepciones de las partes.
Por lo tanto, no obstante la declaración de abandono del procedimiento, el demandante puede
renovar la acción que fue objeto de la primitiva demanda en un nuevo juicio, y el demandado, a su
vez, en este nuevo juicio, puede deducir las mismas excepciones que opuso en el primero, sin que
pueda sostenerse por las partes que tales acciones o excepciones se hallan extinguidas. El único
problema que se podría presentar sería la prescripción de la acción, puesto que la demanda interrumpe
civilmente la prescripción, salvo que una vez interpuesta, se haya declarado el abandono de
procedimiento, caso en el cual, no se interrumpe la prescripción (art. 2503 Nº 2 del CC); por tanto,
en el nuevo juicio puede suceder que el demandado oponga una nueva excepción, que no pudo hacer
valer en el primero (excepción de prescripción).
Art. 2503. Interrupción civil es todo recurso judicial intentado por el que se pretende verdadero dueño de la
cosa, contra el poseedor.
Sólo el que ha intentado este recurso podrá alegar la interrupción; y ni aun él en los casos siguientes:
2. Si el recurrente desistió expresamente de la demanda o se declaró abandonada la instancia.

Por otra parte, el art. 156 inc. II del CPC señala que una vez declarado el abandono del
procedimiento subsistirán con todo su valor los actos y contratos de que resulten derechos
definitivamente constituidos ¿A qué clase de actos y contratos se refiere la ley? Según CASARINO,
dentro de la expresión “actos” se deben considerar todas aquellas resoluciones pronunciadas en el
proceso abandonado que imponen derechos permanentes en favor de las partes (por ejemplo, las que
declaran la autenticidad de un documento, las que condenan en costas, etc.); y dentro de la expresión
“contratos”, todo acuerdo de voluntad tendiente a producir efectos en el proceso (por ejemplo, la
renuncia de recursos, el desistimiento parcial, la transacción parcial, una condonación parcial de la
deuda). El profesor FORTTES recalca que esto ocurre a propósito del juicio ejecutivo, concretamente,
con en el remate, pues el remate es un acto del cual surgen derechos permanentes para las partes.
g. El abandono del procedimiento en el juicio ejecutivo
El juicio ejecutivo se desarrolla en base a dos expedientes o cuadernos: uno es el cuaderno
principal, que es aquel en donde se puede desarrollar, mínimamente, alguna discusión entre ejecutante
y ejecutado; y el otro es el cuaderno de apremio, en el cual se realizan todas las gestiones tendientes
a embargar bienes y pagar con su producto al acreedor (en obligación de dar). Por lo tanto, para hablar
del abandono del procedimiento en el juicio ejecutivo, hay que distinguir el cuaderno de que se trata.
El abandono en el cuaderno principal, tiene lugar si se cumplen los requisitos ya estudiados,
es decir, inactividad de las partes durante seis meses contados desde la última resolución recaída sobre
una gestión útil que dio curso progresivo a los autos.
El abandono en el cuaderno de apremio tiene una regulación especial, pues el plazo para
declarar el abandono, es de tres años contados desde la última resolución recaída en una gestión útil
realizada en este cuaderno. La diferencia se explica, porque el procedimiento de apremio busca ubicar
bienes, embargarlos y venderlos, y esto puede extenderse en el tiempo (deudores a veces ocultan sus
bienes). Estos requisitos están contemplados en el art. 153 inc. II del CPC, el cual señala que en los
procedimientos ejecutivos el ejecutado podrá, además, solicitar el abandono del procedimiento,
después de ejecutoriada la sentencia definitiva (del cuaderno principal) o en el caso del art. 472 (si el
ejecutado no opone excepciones, se omitirá la sentencia y bastará el mandamiento de ejecución para

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que el acreedor pueda perseguir la realización de los bienes). En estos casos, el plazo para declarar el
abandono del procedimiento será de tres años contados desde la fecha de la última gestión útil, hecha
en el procedimiento de apremio, destinado a obtener el cumplimiento forzado de la obligación, luego
de ejecutoriada la sentencia definitiva o vencido el plazo para oponer excepciones, en su caso. En el
evento que la última diligencia útil sea de fecha anterior, el plazo se contará desde la fecha en que
quedó ejecutoriada la sentencia definitiva o venció el plazo para oponer excepciones. En estos casos,
si se declara el abandono del procedimiento sin que medie oposición del ejecutante, éste no será
condenado en costas. Entonces, para los efectos de establecer los requisitos que deben concurrir para
solicitar el abandono del procedimiento en el juicio ejecutivo, es necesario distinguir:

- Si el ejecutado opuso excepciones dentro del término de emplazamiento (en el cuaderno


principal) y no se ha dictado sentencia ejecutoriada en la causa pronunciándose respecto de
ellas; éste podrá solicitar el abandono siempre que concurran los requisitos generales que los
hacen procedente, esto es, que exista la paralización del juicio ejecutivo (cuaderno principal)
durante seis meses, etc.

- Si el ejecutado opuso excepciones dentro del término de emplazamiento y se ha dictado


sentencia condenatoria firme (en el cuaderno principal), o si no opuso excepciones dentro del
término de emplazamiento, en cuyo caso se omite la dictación de sentencia y basta el
mandamiento para que el acreedor pueda perseguir la realización de los bienes embargados;
en estos casos, el ejecutado podrá solicitar el abandono del procedimiento después de tres
años contados desde la última gestión útil hecha en el cuaderno de apremio, luego de
ejecutoriada la sentencia condenatoria o vencido el plazo para oponer excepciones, en su
caso.

- En el evento de que la última diligencia realizada en el cuaderno de apremio sea de fecha


anterior a aquella en que quedó ejecutoriada la sentencia definitiva condenatoria o en que
venció el plazo para oponer excepciones, el plazo de los tres años se contará desde que
acaeció alguna de estas situaciones.

h. Paralelo entre el desistimiento de la demanda y el abandono del procedimiento

i. En cuanto al hecho que lo produce, el desistimiento de la demanda es un acto voluntario del


demandante; en cambio, el abandono del procedimiento se produce por la ocurrencia de un
simple hecho, cual es, la paralización del procedimiento por un determinado espacio de
tiempo.

ii. En cuanto a su iniciativa, el desistimiento de la demanda lo plantea el demandante; en cambio,


el abandono del procedimiento sólo el demandado, porque es una sanción al demandante.

iii. En cuanto a los efectos que producen, el desistimiento de la demanda extingue la pretensión
que se ha hecho valer; en cambio, el abandono del procedimiento extingue el procedimiento,
pero pueden volver a plantearse las mismas pretensiones y excepciones en juicio diverso;
sólo se pierde o extingue el procedimiento iniciado, es decir, la materialidad de lo actuado,
pero no de las pretensiones y excepciones que se hubieren hecho valer.

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iv. El desistimiento de la demanda requiere de poder especial cuando se efectúa por medio de
un mandatario judicial; en cambio, el abandono del procedimiento no requiere de tal poder,
ni para solicitarlo ni producirlo.

v. En cuanto a su oportunidad, el desistimiento de la demanda se puede efectuar en cualquier


estado del juicio; en cambio, el abandono del procedimiento si bien, puede alegarse en
cualquier estado del mismo, siempre que concurran los requisitos legales pertinentes, se
pierde este derecho en caso de que el demandado haga cualquier gestión que no signifique
alegar tal abandono.

vi. La resolución que acoge el desistimiento de la demanda produce cosa juzgada material, es
decir, impide renovar la discusión sobre la cuestión resuelta, tanto en el mismo proceso, como
en un juicio futuro posterior; en cambio, la que acoge el abandono del procedimiento produce
cosa juzgada formal, es decir, impide renovar la discusión sobre la cuestión resuelta en el
mismo proceso, pero sin que obste su revisión en juicio posterior, siempre y cuando la ley
expresamente lo faculte.
A pesar de estas grandes diferencias, el desistimiento de la demanda y el abandono del
procedimiento presentan semejanzas:
i. Ambas instituciones tienen la virtud de poner término en forma anormal al proceso.

ii. Ambas dan origen a un incidente de carácter especial, y se tramitan según las reglas generales
de los incidentes. El profesor FORTTES agrega que ambos son incidentes de previo y especial
pronunciamiento, esto porque no hay norma expresa en el Código.

iii. Ambas requieren del pronunciamiento de una resolución judicial que las acepte.

iv. El juicio en que se han declarado no produce el efecto de interrumpir civilmente la acción
que ha sido objeto de la demanda.

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LAS MEDIDAS PREJUDICIALES Y PRECAUTORIAS


A. LAS MEDIDAS PREJUDICIALES

1. CONCEPTO
Cada vez que es necesario intervenir en un juicio, sea en calidad de demandante o demandado,
es indispensable tener a mano ciertos datos, documentos o algunas pruebas, con el objeto de organizar
la defensa; cuya falta, por tanto, puede inducir a error, o dejar en la imposibilidad de probar el derecho.
Si bien es cierto, estos datos, documentos o pruebas podrían ser procurados en el curso del mismo del
juicio (y no en su inicio), esto, en la mayoría de los casos puede significar la nulidad de la relación
procesal que se ha formado o, simplemente, la imposibilidad de rendir determinadas pruebas. Es por
eso que el legislador ha creído conveniente, para asegurar el derecho de defensa de ambas partes
litigantes, establecer la institución de las medidas prejudiciales.
El profesor FORTTES señala que las medidas prejudiciales son los medios que franquea la ley
a los futuros litigantes, para preparar la entrada al juicio (preparatorias), para asegurar el resultado de
éste (precautorias), o bien, anticipar alguna diligencia probatoria del mismo (probatorias).
2. CARACTERÍSTICAS

i. Las medidas prejudiciales corresponden a actuaciones judiciales que se solicitan y se decretan


antes de la existencia del juicio. No son un juicio propiamente tal, ya que éste, normalmente, se
va a producir cuando exista una relación jurídica procesal, la cual nace con la notificación de la
demanda al demandado.

ii. En relación con lo anterior, no constituyen incidentes, pues no hay juicio actual al cual accedan.

iii. Si bien están reglamentadas en el Título IV (“De las medidas prejudiciales”) del Libro II (“Del
juicio ordinario”), en presencia de lo que dispone el art. 3º del CPC, esto es, que se aplicará el
procedimiento ordinario en todas las gestiones, trámites y actuaciones que no estén sometidos a
una regla especial diversa, cualquiera que sea su naturaleza (carácter supletorio del procedimiento
ordinario), se puede concluir que las medidas prejudiciales son disposiciones comunes a todo
procedimiento 391. En todo caso, de aceptarse esto, habría que criticar la ubicación dada por el
legislador al Título IV (“De las medidas prejudiciales”), puesto que su lugar lógico habría sido
en el Libro I, que contiene disposiciones comunes a todo procedimiento, y no en el Libro II, que
versa exclusivamente sobre el juicio ordinario.

iv. En cuanto al tribunal competente, se entiende que lo será el que corresponda conforme a las reglas
generales de competencia absoluta y relativa, y a las reglas de turno y distribución de causas.
Luego, la demanda se radica en ese mismo Tribunal, por tanto, constituye una excepción a la
distribución.

v. Son taxativas, se encuentran regulas en los arts. 273 y siguientes del CPC.

391
Respecto de los juicios ejecutivos, según ORELLANA, nada obsta a que pueda pedirse una medida
prejudicial precautoria.
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vi. Es facultativo para el tribunal conceder o no la medida, salvo la medida prejudicial del art. 273
N° 5 (el reconocimiento jurado de firma, puesta en instrumento privado), la cual se decretará en
todo caso.

vii. Por regla general se tramitan de plano, salvo que la ley disponga lo contrario, y la comparecencia
de las partes sea necesaria para la tramitación de la medida.

viii. CASARINO señala que se debe dejar en claro que las medidas prejudiciales no constituyen una
verdadera demanda, sino que se tratan simplemente de gestiones preparatorias del juicio mismo;
por tanto, su promoción no tiene la virtud de producir ninguno de los efectos propios de la
interposición de la demanda, como interrumpir la prescripción, constituir en mora al deudor, etc.

3. CLASIFICACIÓN
La clasificación más importante es aquella que atiende a su finalidad, y aquí se distingue a
las medidas prejudiciales preparatorias, probatorias y precautorias.
i. Medidas prejudiciales preparatorias o propiamente tales, son aquellas que tienen por
objeto preparar la demanda o entrada al juicio. Por ejemplo, la exhibición de la cosa que
haya de ser objeto de la acción que se trata de entablar.

ii. Medidas prejudiciales probatorias: son aquellas que tienen por objeto adelantar la
práctica de alguna diligencia probatoria, que por alguna razón no podrá ser realizada en
el desarrollo del juicio. Por ejemplo, la inspección personal del tribunal respecto de un
inmueble que está a punto de ser destruido.

iii. Medidas prejudiciales precautorias: son aquellas destinadas a asegurar el resultado de la


pretensión que se va a deducir en el juicio. Por ejemplo, el secuestro de la cosa que es
objeto de la demanda.
Por otra parte, se pueden clasificar según la parte que puede solicitar las medidas
prejudiciales, en medidas prejudiciales que puede solicitar el futuro demandante, cuales son, todas
las medidas consagradas en el CPC (preparatorias, probatorias y precautorias); y en medidas
prejudiciales que puede solicitar el futuro demandado, que son sólo: la medida prejudicial
preparatoria de reconocimiento jurado de firma puesta en instrumento privado, y las medidas
prejudiciales probatorias.
4. REQUISITOS PARA DECRETARLAS
Aquí hay que distinguir entre requisitos generales aplicables a toda medida prejudicial; y
requisitos especiales o específicos, que sólo dicen relación con la medida prejudicial de que se trate
(preparatoria, probatoria o precautoria).
i. Requisitos generales
De acuerdo al art. 287 del CPC, para decretar las medidas de que trata este Título, deberá el
que las solicite expresar la acción que se propone deducir y someramente sus fundamentos; entonces:

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- Respecto del futuro demandante se exige que invoque la pretensión que pretende deducir (por
ejemplo, indemnización de perjuicios), y que mencione someramente sus fundamentos (por
ejemplo, incumplimiento de contrato).

- Respecto del futuro demandado, en los casos en que excepcionalmente se acepta que pueda
presentar una medida prejudicial, se exige que exponga las razones por las cuales
fundadamente él teme ser demandado; en efecto, conforme al art. 288 del CPC, toda persona
que fundadamente tema ser demandada podrá solicitar las medidas que mencionan el Nº 5°
del art. 273 (reconocimiento jurado de firma puesta en instrumento privado) y los arts. 281,
284 y 286 (medidas prejudiciales probatorias) para preparar su defensa.

ii. Requisitos especiales


Estos deben concurrir para decretar una medida prejudicial en particular, por tanto, se
estudiarán al examinar cada una de ellas.
5. TRAMITACIÓN
Según el art. 289 del CPC, las diligencias expresadas en este Título “pueden” decretarse sin
audiencia de la persona contra quien se piden (de plano), salvo los casos en que expresamente se
exige su intervención; como por ejemplo, las medidas prejudiciales probatorias, las cuales el juez las
va a decretar con conocimiento previo de la persona en contra de quien se solicita. El propósito del
legislador fue dejar al juez esta determinación, pues éste puede decidir en si es necesario o no, previo
a decretarla, escuchar a la otra parte. El profesor ALFARO señala que, en la práctica, se decretan con
conocimiento, es decir, se llevan a efecto desde que se ponga en noticia de la parte contraria lo
resuelto.
Cuando una causa se ha iniciado por una medida prejudicial, queda radicado el asunto en el
tribunal, es decir, la demanda que se presente posteriormente no va a distribución, sino que se presenta
directamente ante el tribunal que ha conocido de la medida prejudicial. Esto confirma que es una
alternativa a la demanda para iniciar el juicio, por tanto, tiene que someterse a los requisitos de
presentación de esta última392; pero obviamente no puede reemplazar a la demanda, porque en ésta se
contiene la pretensión.
6. ANÁLISIS PARTICULAR DE LAS MEDIDAS PREJUDICIALES

a. Medidas prejudiciales preparatorias


El titular de estas medidas es el futuro demandante, pues el futuro demandado no las puede
solicitar, con excepción del caso contemplado en el art. 273 Nº 5 del CPC (reconocimiento jurado de
firma, puesta en instrumento privado). Por otro lado, se deben decretar cuando, a juicio del tribunal,

392
Hay que recordar que los requisitos comunes a todo escrito judicial y, por tanto, aplicables a la demanda y a
las medidas prejudiciales, son: deben presentarse en papel; por conducto del secretario respectivo, y encabezada
con una suma que indique su contenido; se deben acompañar en papel simple, tantas copias cuantas sean las
partes a quienes haya de ser notificado el escrito. En atención a que la demanda o la medida prejudicial es la
primera presentación que hace el actor, debe contener la constitución de un procurador o mandatario judicial
habilitado y la designación de abogado patrocinante habilitado; por último, hay quienes mencionan la necesidad
de que el escrito esté firmado por quienes lo presentan.
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sean necesarias para que el demandante pueda entrar en el juicio, con excepción de la medida
contemplada en el Nº 5 del art. 273, la cual se decretará siempre, por el sólo hecho de pedirse.
Los requisitos que hacen procedente estas medidas, son los generales de toda medida
prejudicial; pero también deben cumplir con requisitos especiales contemplados por el legislador para
cada una de ellas; así por ejemplo, si se solicita la medida prejudicial preparatoria de exhibición de
un testamento, se tendrá que expresar en la solicitud respectiva que se piensa deducir tal o cual acción
y exponer someramente sus fundamentos (requisito general); luego se agregará que este testamento,
por su naturaleza, interesa a varias personas, entre otras, al propio solicitante (requisito específico).
Estas medidas se encuentran contempladas en el art. 273 del CPC, el cual dispone que el
juicio ordinario podrá prepararse, exigiendo el que pretende demandar de aquél contra quien se
propone dirigir la demanda:
i. Declaración jurada393 acerca de algún hecho relativo a su capacidad para parecer en juicio,
o a su personería o al nombre y domicilio de sus representantes (art. 273 Nº 1).
Esto se relaciona con la capacidad para comparecer en juicio o capacidad procesal (capacidad
de ejercicio), esto es, la capacidad para presentarse ante los tribunales de justicia ejerciendo una
acción o defensa, en nombre propio o por cuenta de otros. Si bien la regla general es la capacidad,
pueden existir dificultades, por ejemplo, para saber la edad del demandado (capacidad pare parecer
en juicio), y en caso de que no tenga la edad suficiente, quién es su representante legal (nombre y
domicilio de sus representantes), o para determinar quién es el apoderado o mandatario de una
determinada sociedad (personería) 394.
¿Para qué se utiliza esta medida prejudicial preparatoria? Porque si el demandado es incapaz,
o se ha notificado la demanda a una persona que no es su mandatario convencional (personero) o
representante legal, el demandado a su propio nombre o a través de su representante legal, podría
oponer la excepción dilatoria del art. 303 Nº 6 del CPC (causal genérica); o podría defenderse
pidiendo la nulidad de todo lo obrado en su contra por ser un incapaz y, por ende, por falta de
emplazamiento.
Esta medida prejudicial preparatoria, como todas las demás, se decretará sólo cuando, a juicio
del tribunal, sea necesaria para que el demandante pueda entrar en el juicio (art. 273 inc. final del
CPC). Por consiguiente, su procedencia queda entregada al buen criterio del tribunal. Así, si el
tribunal acepta la procedencia de esta medida prejudicial, será necesario que señale una audiencia
(fecha y hora) para que concurra a ella el futuro demandado a prestar la declaración jurada de que se
trate, notificándosele personalmente, por ser la primera gestión; y se niega la procedencia, el profesor
ALFARO señala que habrá que ver de qué resolución se trata para interponer el correspondiente recurso
(hay que ver si se tramita con audiencia o no); pero en la mayoría de los casos, procede reposición
con apelación en subsidio.
Aunque el legislador no lo diga expresamente, para dar inicio a esta medida deberá
presentarse un escrito al tribunal competente (con antecedentes que justifiquen la medida),
solicitándole que cite a la persona que señale en el escrito a prestar declaración jurada, bajo el

393
Una declaración jurada es un documento por el cual una persona declara ante un Notario, cualquier hecho o
información, asumiendo la responsabilidad legal de lo declarado; a diferencia de la declaración simple, en la
cual no interviene funcionario alguno. En este caso, la declaración jurada se hace ante el tribunal.
394

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apercibimiento del art. 274 del CPC. En efecto, dicha disposición señala que si, decretada la diligencia
a que se refiere el Nº 1 del artículo anterior, se rehúsa prestar la declaración ordenada o ésta no es
categórica, en conformidad a lo mandado, podrán imponerse al desobediente multas que no excedan
de dos sueldos vitales, o arrestos hasta de dos meses, determinados prudencialmente por el tribunal;
sin perjuicio de repetir la orden y el apercibimiento.
ii. La exhibición de la cosa que haya de ser objeto de la acción que se trata de entablar (art.
273 N° 2).
Aquí, la acción que pretende instaurar el futuro demandante, ha de tener por objeto una cosa,
la cual desea examinar previamente para el mejor éxito de aquélla. Aun cuando la ley no distingue,
esta cosa debe ser corporal, por la propia finalidad de esta medida prejudicial. De acuerdo al art. 275
del CPC, la exhibición, en el caso del Nº 2 del art. 273, se hará mostrando el objeto que deba exhibirse,
o autorizando al interesado para que lo reconozca y dándole facilidades para ello, siempre que el
objeto se encuentre en poder de la persona a quien se ordene la exhibición; agrega el inc. II que si el
objeto se halla en poder de terceros, cumplirá la persona a quien se ordene la exhibición, expresando
el nombre y residencia de dichos terceros, o el lugar donde el objeto se encuentre. Si la cosa es
exhibida, conforme al art. 273 del CPC, siempre que el actor lo exija, se dejará en el proceso copia
de las piezas que se presenten, o de su parte conducente, y una razón de la clase y estado actual de
los objetos exhibidos.
Al igual que en el caso anterior, el futuro demandante debe presentar una solicitud, junto con
los antecedentes que justifiquen la exhibición, bajo el apercibimiento legal del art. 276 del CPC, el
cual dispone que si se rehúsa hacer la exhibición en los términos que indica el artículo precedente,
podrá apremiarse al desobediente con multa o arresto en la forma establecida por el art. 274, y aun
decretarse allanamiento del local donde se halle el objeto cuya exhibición se pide. Iguales apremios
podrán decretarse contra los terceros que, siendo meros tenedores del objeto, se nieguen a exhibirlo.
iii. La exhibición de sentencias, testamentos, inventarios, tasaciones, títulos de propiedad u
otros instrumentos públicos o privados que por su naturaleza puedan interesar a diversas
personas (art. 273 N° 3).
En el fondo, se trata de la exhibición de instrumentos públicos o privados, que por su
naturaleza puedan interesar a diversas personas; esto último, es una cuestión de hecho que habrá que
examinar a la luz de cada caso en particular 395.
A pesar de que la ley no lo dice expresamente, la exhibición de los documentos en cuestión
se hará ante el mismo tribunal, de suerte que éste, al decretarla, tendrá que señalar una audiencia.
Aquí hay que distinguir si el instrumento se encuentra en poder de un tercero o del futuro demandado:
si los documentos cuya exhibición se pretende se encuentran en poder de terceros, la medida
prejudicial no produciría los efectos pretendidos por el solicitante, y no tendría más camino que pedir
esa exhibición durante el curso del juicio, ateniéndose a lo prescrito en el art. 349 del CPC (prueba
instrumental por exhibición); y si los documentos se encuentran en poder del futuro demandado, éste
está obligado a exhibirlos, y si desobedece la medida decretada, incurre en la sanción de perder el
derecho de hacerlos valer después (salvo que el demandante los haga también valer en apoyo de su
defensa; que se justifique o aparezca de manifiesto que no los pudo exhibir antes; que se refieran a

395
El profesor ALFARO señala que no puede decretarse la exhibición de una ficha médica, o del testamento
cerrado de una persona viva.
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hechos distintos de aquellos que motivaron la solicitud de exhibición). Esto se entiende sin perjuicio
de poder apremiar al desobediente con multa o arresto, y aun, decretarse el allanamiento del local
donde se halle el instrumento cuya exhibición se pide.
iv. Exhibición de los libros de contabilidad relativos a negocios en que tenga parte el
solicitante, sin perjuicio de lo dispuesto en los arts. 42 y 43 del CCO (art. 273 N° 4).
Se trata aquí de la exhibición de instrumentos, pero relativa a un caso particular, pues la
exhibición ha de tener por objeto libros de contabilidad, y todavía, debe tratarse de libros de
contabilidad relativos a negocios en que tenga parte el solicitante. Si la persona a quien incumbe dar
cumplimiento a esta medida la desobedece, perderá el derecho de hacerlos valer después, sin perjuicio
de poder ser apremiada con multas que no excedan o arresto no superior a dos meses, y el allanamiento
del local en donde se encuentren los libros.
v. El reconocimiento jurado de firma, puesta en instrumento privado (art. 273 N° 5).
Esta medida, a diferencia de las anteriores: puede ser solicitada tanto por el futuro
demandante como por el futuro demandado; está destinada a preparar tanto la demanda como la
contestación; y de acuerdo al art. 273 inc. final, la diligencia expresada en el Nº 5° se decretará en
todo caso (basta que se pida para que el tribunal la ordene); las de los otros cuatro sólo cuando, a
juicio del tribunal, sean necesarias para que el demandante pueda entrar en el juicio.
Si el tribunal decreta la medida, debe fijar una audiencia para que tenga lugar el
reconocimiento. Para efectos de su tramitación, hay que pedir que se reconozca la firma bajo
juramento, y bajo el apercibimiento del art. 278 del CPC, es decir, si se rehúsa el reconocimiento de
firma (no de la deuda) decretado en el caso del Nº 5° del art. 273, se procederá en conformidad a las
reglas establecidas para el reconocimiento judicial de documentos en el juicio ejecutivo (esta es una
gestión preparatoria para la vía ejecutiva). Por tanto, si el citado no comparece o sólo da respuestas
evasivas, se dará por reconocida la firma (art. 435 inc. II del CPC).
Art. 435. Si, en caso de no tener el acreedor título ejecutivo, quiere preparar la ejecución por el reconocimiento
de firma o por la confesión de la deuda, podrá pedir que se cite al deudor a la presencia judicial, a fin de que
practique la que corresponda de estas diligencias.
Y, si el citado no comparece, o sólo da respuestas evasivas, se dará por reconocida la firma o por confesada la
deuda.

vi. El art. 285 del CPC, señala que en el caso del inc. I del artículo anterior (si hay motivos
fundados para temer que una persona se ausente en breve tiempo del país) podrá también
pedirse que aquel cuya ausencia se teme, constituya en el lugar donde va a entablarse el
juicio, apoderado que le represente y que responda por las costas y multas en que sea
condenado, bajo apercibimiento de nombrársele un curador de bienes396.

396
El profesor LUHRS, resumiendo el tema de las personas ausentes en el proceso, dice que se debe distinguir:
(i) si la persona no se ha ido, pero hay motivos fundados para temer que se ausente en breve tiempo del país, se
pide que se nombre un apoderado judicial (medida prejudicial), o de lo contrario, se nombrará un curador de
bienes. En cambio, si ya se fue, hay que subdistinguir si dejo o no representante en Chile; (ii) si no dejó
representante en Chile y se sabe dónde está, se puede pedir un exhorto para que se notifique allá, o bien, intentar
que el Defensor Público asuma su defensa; (iii) en cambio, si no se sabe dónde está, se solicita que se nombre
un curador de bienes. Por otro lado, si dejó procurador en Chile, hay que ver qué clase de procurador es: (iv) si
es un procurador con facultad de actuar en juicio, hay que esperar que acepte o haga algún acto que implique
aceptar, y de hacerlo, se notifica a él; (v) s i es un procurador con facultad de “administración de todos los
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vii. De conformidad con el art. 282 del CPC, si aquel a quien se intenta demandar expone ser
simple tenedor de la cosa de que procede la acción o que es objeto de ella, podrá también
ser obligado: 1) a declarar bajo juramento el nombre y residencia de la persona en cuyo
nombre la tiene; y 2) a exhibir el título de su tenencia; y si expresa no tener título escrito,
a declarar bajo juramento que carece de él.; agrega el inc. II que en caso de negativa para
practicar cualquiera de las diligencias mencionadas en este artículo, se le podrá apremiar
con multa o arresto en la forma dispuesta por el art. 274; sin perjuicio de repetir la orden
y el apercibimiento.

b. Medidas prejudiciales probatorias


Siguiendo a ORELLANA, son actos procesales realizados con anterioridad al juicio,
consistentes en obtener la producción de pruebas que puedan fácilmente desaparecer o exista peligro
inminente de u daño o perjuicio. Las medidas prejudiciales probatorias son:
i. De acuerdo al art. 281 inc. I del CPC, puede pedirse prejudicialmente la inspección personal
del tribunal, informe de peritos nombrados por el mismo tribunal, o certificado del ministro
de fe, cuando exista peligro inminente de un daño o perjuicio, o se trate de hechos que puedan
fácilmente desaparecer.

Por lo tanto, los medios probatorios que pueden tener lugar con anterioridad al juicio, son:
- La inspección personal del tribunal, esto es, un medio probatorio destinado a acreditar
hechos o circunstancias materiales del juicio, mediante la observación y constatación de
ellos efectuados por el mismo tribunal.
- El informe pericial, esto es, un medio probatorio consistente en la presentación de un
dictamen por parte de personas que tienen conocimiento sobre las materias o hechos a
que dicho dictamen se refiere, y que han sido controvertidos en el juicio mismo; hay que
tener presente que en este caso, de acuerdo al art. 281 del CPC los peritos son
“nombrados por el mismo tribunal” sin intervención alguna de las partes, con lo cual se
modifican las reglas generales, ya que, según éstas, la voluntad de las partes es la primera
fuente de designación de los peritos.
- Certificado del ministro de fe, el cual, es un instrumento público.
Agrega el inc. II que para la ejecución de estas medidas se dará previamente conocimiento397
a la persona a quien se trata de demandar (futuro demandante o demandado), si se encuentra
en el lugar del asiento del tribunal que las decreta, o donde deban ejecutarse. En los demás
casos se procederá con intervención del defensor de ausentes.

bienes” (no tiene poder) y que haya aceptado, y se sabe el paradero, se puede notificar por exhorto; pero si el
paradero se ignora, en este caso se pide que actúe el defensor público, mientras el procurador adquiere poder.
397
Según CASARINO el término “conocimiento” que emplea el art. 281 del CPC, está usado como equivalente
a “noticia o advertencia” y no en el sentido legal a que se refiere el art. 69 inc. II del CPC (cuando se mande
proceder con conocimiento o valiéndose de otras “expresiones análogas”, se podrá llevar a efecto la diligencia
desde que se ponga en noticia del contendor lo resuelto). En otras palabras, el conocimiento servirá para
concurrir a la diligencia de inspección personal del tribunal o a la operación de reconocimiento en el caso del
informe pericial, y no para oponerse a la práctica de la medida en el término fijado por la ley.
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ii. La confesión judicial o absolución de posiciones. De acuerdo al art. 284 del CPC, si hay
motivo fundado para temer que una persona se ausente en breve tiempo del país, podrá
exigírsele como medida prejudicial que absuelva posiciones sobre hechos calificados
previamente de conducentes (pertinentes) por el tribunal, el que, sin ulterior recurso, señalará
día y hora para la práctica de la diligencia.; agrega el inc. II que si se ausenta dicha persona
dentro de los treinta días subsiguientes al de la notificación sin absolver las posiciones, o sin
dejar apoderado con autorización e instrucciones bastantes para hacerlo durante la secuela
del juicio, se le dará por confesa en el curso de éste, salvo que aparezca suficientemente
justificada la ausencia sin haber cumplido lo orden del tribunal.

Como se puede apreciar, el tribunal debe previamente calificar de conducentes los hechos
sobre los cuales se va a absolver posiciones, es decir, debe hacer un examen previo del pliego
de posiciones; lo cual no será impedimento para que se mantenga siempre en reserva hasta
que la confesión sea prestada398. Luego, son tres las actitudes que puede adoptar la persona a
quien se le exige esta confesión, a saber:
- Que preste la confesión solicitada, caso en el cual, termina la gestión de medida
prejudicial y la confesión se hará valer dentro del juicio posterior.

- Que se ausente dentro de los 30 días subsiguientes al de la notificación, sin absolver


posiciones, pero dejando apoderado con autorización e instrucciones bastantes para
hacerlo durante la secuela del juicio.

- Que se ausente dentro de los 30 días subsiguientes al de la notificación, sin absolver las
posiciones y sin dejar apoderado con autorización e instrucciones bastantes para hacerlo
durante la secuela del juicio; en este caso, se le dará por confeso, pero en el curso del
juicio. Esta sanción de darlo por confeso, tendrá que ajustarse a lo prescrito en el art. 394
del CPC, o sea, será necesario examinar previamente si las preguntas objeto de la
confesión son asertivas.
No obstante, esta sanción tiene lugar, siempre y cuando, que aparezca suficientemente
justificada la ausencia sin haber cumplido la orden del tribunal, lo cual generará un
incidente en el juicio, para acreditar esta situación.

iii. Declaración testimonial. De acuerdo al art. 286 del CPC, se podrá, asimismo, solicitar antes
de la demanda el examen de aquellos testigos cuyas declaraciones, por razón de
impedimentos graves, haya fundado temor de que no puedan recibirse oportunamente (por
ejemplo, una enfermedad que haga temer por la vida del testigo; ausencia del mismo a lugares
desconocidos, etc.). Las declaraciones versarán sobre los puntos que indique el actor,
calificados de conducentes por el tribunal; agrega el inc. II que para practicar esta
diligencia, se dará previamente conocimiento a la persona a quien se trata de demandar,
sólo cuando se halle en el lugar donde se expidió la orden o donde deba tomarse la

398
El profesor ALFARO señala que esto es bastante fuerte, ya que el futuro demandante o demandado,
sobretodo este último, no sabe cuál es la demanda que se tiene en su contra, no obstante, tendrá que responder
las absoluciones. Es por ello que esta medida no se regula como la absolución de posiciones, en donde se entrega
un sobre cerrado y se abre al momento de la audiencia, aquí el tribunal debe previamente calificar los hechos,
sin que haya posibilidad de impugnar la resolución que dicte al respecto (podría caber el recurso de queja, cuyo
supuesto es que no proceda otro recurso ordinario y extraordinario).
546
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declaración; y en los demás casos se procederá con intervención del defensor de ausentes.
Cabe decir que contra esta resolución podrán interponerse recursos, ya que la ley no los
prohibió como en el caso de la absolución de posiciones.

Hay que recordar que si el testigo es citado y no comparece el día señalado, podrá ser
compelido por medio de la fuerza a presentarse ante el tribunal que haya expedido la citación.
Y si se niega a declarar sin justa causa, podrá ser mantenido en arresto hasta que preste la
declaración.
Como se puede apreciar, se pueden presentar como medidas prejudiciales casi todos los
medios probatorios, excepto la prueba instrumental, la cual se presenta mayormente en las medidas
prejudiciales preparatorias. Y tanto demandante como demandado pueden solicitar estas medidas,
pues, conforme al art. 288 del CPC, toda persona que fundadamente tema ser demandada podrá
solicitar las medidas que mencionan el Nº 5° del art. 273 y los arts. 281, 284 y 286, para preparar su
defensa.
c. Las medidas prejudiciales precautorias
Se pueden definir como aquellos actos jurídicos anteriores al proceso judicial, que tienen por
objeto asegurar el resultado de la pretensión que se pretende instaurar. Éstas medidas sólo las puede
solicitar el futuro demandante, pues tienen por objeto asegurar el resultado de la “pretensión”; y de
acuerdo al art. 279 inc. I del CPC, podrán solicitarse como medidas prejudiciales las precautorias
de que trata el Título V (“De las medidas precautorias”) de este Libro…, es decir, puede solicitarse el
secuestro de la cosa que va a ser objeto de la demanda; el nombramiento de uno o más interventores;
la retención de bienes determinados; y la prohibición de celebrar actos o contratos sobre bienes
determinados (estas medidas se analizarán al estudiar las medidas precautorias).
En estas medidas se presentan los requisitos más exigentes para que se puedan decretar, pues
deben cumplir con:
i. Los requisitos propios de las medidas prejudiciales. Por tanto, conforme al art. 287 del CPC
para decretar las medidas de que trata este Título, deberá el que las solicite (futuro
demandante) expresar la acción que se propone deducir y someramente sus fundamentos.

ii. Tiene que cumplir con los requisitos propios de las medidas prejudiciales precautorias,
contemplados en el art. 279 del CPC. Dicha disposición señala que podrán solicitarse como
medidas prejudiciales las precautorias de que trata el Título V de este Libro, existiendo
para ello “motivos graves y calificados”, y concurriendo las circunstancias siguientes: 1) que
se determine el monto de los bienes sobre que deben recaer las medidas precautorias; y 2)
que se rinda fianza u otra garantía suficiente (personal o real), a juicio del tribunal, para
responder por los perjuicios que se originen y multas que se impongan (el mismo abogado
puede constituirse como fiador).

iii. Por último, deben cumplir con los requisitos generales establecidos para las medidas
precautorias contemplados en el art. 298 del CPC; y con los requisitos especiales de cada una
de estas medidas en particular.
Art. 298. Las medidas de que trata este Título se limitarán a los bienes necesarios para responder a los
resultados del juicio; y para decretarlas deberá el demandante acompañar comprobantes que
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constituyan a lo menos presunción grave del derecho que se reclama. Podrá también el tribunal,
cuando lo estime necesario y no tratándose de medidas expresamente autorizadas por la ley, exigir
caución al actor para responder de los perjuicios que se originen.

Una vez que el tribunal ha aceptado la solicitud de la medida prejudicial precautoria, se lleva
a afecto sin previa notificación del demandado (se decretan de plano), y pesan sobre el futuro
demandante dos importantes obligaciones:
i. Debe presentar su demanda en el término de 10 días. Este plazo es de carácter fatal, porque
la ley usa la expresión “en el término”, y también, por ser un plazo establecido legal en el
CPC. Para computarlo se descuentan los días feriados, por tratarse de un plazo discontinuó;
además, es prorrogable (siendo una excepción, ya que solamente son prorrogables los plazos
judiciales), ya que se puede ampliar hasta por 30 días por motivos fundados (art. 280 inc. I
del CPC). El profesor ALFARO recalca que en este caso, a diferencia de las medidas
prejudiciales preparatorias y probatorias, hay un plazo para presentar la demanda; así, puede
suceder, en estas últimas, que se solicite una medida prejudicial, que el tribunal la decrete, y
después de mucho tiempo se interponga la demanda. El profesor agrega que el hecho de estar
pendiente indefinidamente una medida prejudicial, atenta contra el principio de la moralidad
del debate y la probidad procesal.
Art. 280. Aceptada la solicitud a que se refiere el artículo anterior, deberá el solicitante presentar su
demanda en el término de diez días y pedir que se mantengan las medidas decretadas. Este plazo podrá
ampliarse hasta treinta días por motivos fundados.

ii. El futuro demandante, al presentar su demanda, debe solicitar que se mantengan las medidas
decretadas. Esta petición se debe formular en el cuaderno de la medida prejudicial, junto con
la presentación de la demanda, pero no en este mismo escrito, lo cual sería un contrasentido,
puesto que las medidas prejudiciales se tramitan en cuaderno separado. Dicha petición de
mantener las medidas prejudiciales precautorias, debe ser resuelta directamente por el
tribunal, ya sea manteniendo, o bien, ordenando alzarla; sin perjuicio, en el primer caso, del
derecho del demandado para oponerse, con lo cual se trabaría un incidente. En la práctica,
los tribunales proveen el escrito de mantención de las medidas prejudiciales precautorias con
“traslado y autos”, o sea, dándole de inmediato tramitación incidental.
¿Qué pasa si no se deduce la demanda en el término de 10 días o no se pide que continúen
las medidas prejudiciales precautorias? De acuerdo al art. 280 inc. II del CPC, si no se deduce
demanda oportunamente, o no se pide en ella que continúen en vigor las medidas precautorias
decretadas, o al resolver sobre esta petición el tribunal no mantiene dichas medidas, por este sólo
hecho quedará responsable el que las haya solicitado de los perjuicios causados, considerándose
doloso su procedimiento. Se trata de una presunción legal establecida en beneficio de la persona en
contra de quien se solicitaron estas medidas (futuro demandado), para así evitarle tener que probar el
dolo en el juicio sobre indemnización de perjuicios, que podrá iniciar en contra del que pidió las
medidas precautorias; no obstante, tendrá que probar la existencia del perjuicio y el monto de la
indemnización399.

399
Hay que recordar que los delitos y cuasidelitos son fuente de las obligaciones, y el art. 1698 del CC señala
que quien alega la existencia de una obligación, debe probarla. Por tanto, en principio, la víctima de un delito
o cuasidelito civil debe probar la existencia de todos los elementos necesarios para la configuración del ilícito:
acción u omisión dolosa o culposa que causa daño, y la relación de causalidad. No obstante, el art. 280 inc. II
548
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B. MEDIDAS PRECAUTORIAS

1. LA TUTELA O JUSTICIA CAUTELAR


La tutela o justicia cautelar, o tutela provisional, dice relación con la adopción de medidas
para evitar que una posible resolución judicial final quede frustrada debido a diversos factores,
especialmente, la lentitud de la justicia.
Si bien el proceso tiene como finalidad la resolución del conflicto a través de la dictación de
una sentencia, presenta un inconveniente, cual es, su duración, y por ello aparecen los mecanismos
que atenúan esta situación, es decir, las medidas o providencias cautelares, dentro de las cuales se
engloban una serie de medidas que presentan similares características y presupuestos.
Como señala el profesor ALFARO, generalmente el análisis del tema de las medidas cautelares
se limita a las medidas precautorias, en especial, porque éstas están reguladas a propósito del juicio
ordinario de mayor cuantía. Sin embargo, desde un punto de vista doctrinal, se distinguen diversos
tipos de medidas cautelares, a saber:
i. Medidas cautelares en sentido estricto. Estas medidas tienen por objeto asegurar el resultado
de la pretensión. Ellas admiten una subclasificación en:

- Medidas de no innovar o puramente asegurativas o conservativas. Son aquellas que


buscan mantener una situación de hecho, existente al tiempo del juicio, asegurando de
esa forma el resultado de la pretensión; procuran el mantenimiento de un statu quo.
Estas medidas, en el fondo, implican una prohibición; y pueden ser personales o reales,
según limiten la libertad de la persona (por ejemplo, la prisión preventiva) o aseguran
el juicio desde un punto de vista patrimonial (por ejemplo, las medidas precautorias.
Las medidas cautelares reales son propias de la pretensión civil, no obstante, también
se puede insertar dentro del proceso criminal 400.

- Medidas innovativas. Son aquellas que implican un hacer, como por ejemplo, el remate
anticipado de los bienes perecederos. En Chile, recientemente se ha incorporado esta
clase de medidas cautelares mediante la ley 19.968 que creó los Tribunales de Familia
dice, la cual faculta al juez para decretar de oficio toda clase de medidas cautelares
conservativas e innovativas. Si las medidas anteriores implicaban una prohibición,
éstas se traducen en un mandato.

ii. Medidas provisionales. A veces el tiempo influye tan perjudicialmente, que no basta con las
medidas cautelares en sentido estricto, sino que se necesita que se adelante la resolución sobre

del CPC establece una presunción de dolo, lo cual constituye una excepción a la regla de que el dolo no se
presume.
400
En los procesos declarativos tienen una importante aplicación las medidas cautelares, sin embargo, es
necesario recordar que las partes aquí pueden pretender tres cosas, y por tanto, tres finalidades distinta, a saber:
un fin meramente declarativo, constitutivo, y de condena; las medidas precautorias no tienen la misma
importancia en todas ellas, así: si se trata de una sentencia declarativa de condena, tienen mucho sentido dichas
medidas, puesto que lo que se pretende es asegurar el resultado de la acción; en cambio, tratándose de sentencias
meramente declarativas las medidas no tienen sentido pues basta con la sentencia; como tampoco tienen sentido
en las sentencias constitutivas en las cuales existirá un acto administrativo.
549
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el objeto principal, y a esto apuntan las medidas provisionales. Se produce entonces una
identidad entre lo que la medida resuelve y lo que la sentencia definitiva va a resolver. La
eficacia de estas medidas es provisoria, condicionada a que la decisión final mantenga esa
resolución provisoria o la deje sin efecto (por ejemplo, los alimentos provisorios).

iii. Medidas anticipadas. La tutela anticipada busca proteger el derecho en juego antes de la
sentencia, cumpliendo un acto procesal en un momento anterior al normalmente previsto,
esto, debido a la lentitud del proceso; por ejemplo, la toma de posesión del bien expropiado
antes que termine el proceso expropiatorio. En este caso, la decisión de mérito se produce al
comienzo del proceso y no al final.

iv. Medidas autosatisfactivas. En ellas hay una actuación de urgencia que logra satisfacer la
pretensión, a través de una resolución de carácter definitiva, no vinculado a ningún proceso
principal. Por lo tanto, no se corresponden estrictamente con la idea cautelar, principalmente
porque carecen de un rasgo importante de la tutela cautelar, cual es, la instrumentalidad, ya
que en este caso no hay ningún proceso principal al cual sirva de instrumento, sino que se
trata de procedimientos de urgencia pura. Un ejemplo sería el recurso de protección, que es
un proceso de urgencia que resuelve el conflicto, sin perjuicio de poder usar acciones
ordinarias con posterioridad.
En Chile no existe una regulación orgánica de la cautela, pues nuestra legislación se centró
básicamente en la posibilidad de decretar medidas cautelares meramente conservativas.
2. CONCEPTO DE LAS MEDIDAS PRECAUTORIAS
En el período comprendido entre la interposición de la demanda y el pronunciamiento de la
sentencia definitiva, puede variar material o jurídicamente la cosa objeto del pleito, o bien, la
solvencia misma del demandado. Con el objeto de evitar estos cambios, y que a la postre el
demandante no se vea burlado en sus derechos que pueden ser reconocidos por la sentencia, el
legislador ha puesto a su disposición una serie de resguardos, los cuales se conocen con el nombre de
medidas precautorias401.
Se encuentran reguladas en el Título V (“De las medidas precautorias”), del Libro II (“Del
juicio ordinario”); y el profesor ALFARO las define como los medios que franquea a la ley al
demandante, para asegurar el resultado de su pretensión. El profesor agrega que hay que atender al
tipo de pretensión que se formula para ver si se puede asegurar con la medida precautoria; así, si hay
una pretensión declarativa de condena, no hay problema; pero si se trata de una pretensión declarativa
de mera declaración, como por ejemplo, la nulidad de un contrato, esto no puede ser asegurado, salvo
si se pide, junto con la nulidad, la indemnización de perjuicios.
En general, se trata de actos procesales que tienen por objeto asegurar los resultados de la
pretensión deducida, o que se va a deducir, en caso de que la medida precautoria se solicite como

401
En doctrina pura, las medidas precautorias pertenecen al grupo de las acciones cautelares; y su ejercicio da
origen a un proceso de naturaleza cautelar, el cual podrá pasar tanto por la fase de cognición o declarativa, como
por la de ejecución o cumplimiento.
550
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prejudicial; y su finalidad es evitar el daño que se puede producir si el demandado enajena o destruye
sus bienes antes de la sentencia definitiva402.
3. CARACTERÍSTICAS

i. En cuanto a su ámbito de aplicación, a pesar de estar reguladas en el Libro II del CPC, la mayoría
de los autores, en presencia de lo que dispone el art. 3º del CPC (carácter supletorio de
procedimiento ordinario), afirman que, a falta de reglas especiales, las medidas precautorias son
aplicables a todo procedimiento; por ello su ubicación hubiera sido más lógica dentro del Libro I
(“Disposiciones comunes a todo procedimiento”).
El profesor ALFARO señala que no se aplican al juicio ejecutivo, pues no hay que confundirlas
con el embargo ejecutivo403.
ii. Deben ser razonables y proporcionadas en relación a la petición de fondo, pues de acuerdo al art.
298 del CPC, se limitarán a los bienes necesarios para responder a los resultados del juicio….

iii. Son instrumentales, pues nunca constituyen un fin en sí mismas, sino que sirven a la finalidad de
la sentencia definitiva. El carácter instrumental de las medidas precautorias lleva necesariamente
a que se extingan cuando se pronuncia la providencia principal y ésta desarrolle su eficacia
ejecutiva; así, si la sentencia ha reconocido el derecho reclamado por el demandante, la medida
cautelar habrá cumplido su propósito y entrará a producir pleno efecto el carácter ejecutivo de la
resolución; por el contrario, si la demanda es desestimada, la medida perderá toda su eficacia y
desaparecerá del orden procesal.

iv. En relación con lo anterior, se dice que son accesorias a un juicio actual o eventual. Eso sí, son
distintas del juicio principal, pues en el procedimiento cautelar se desarrolla una fase de
declaración, y esta última se llevará cabo por la vía administrativa o por la fuerza.

v. De acuerdo al art. 301 del CPC, todas estas medidas son esencialmente provisionales. En
consecuencia, deberán hacerse cesar siempre que desaparezca el peligro que se ha procurado
evitar o se otorguen cauciones suficientes; o como máximo, hasta que se dicte la sentencia que
pone término al proceso. El profesor FORTTES señala que esto se relaciona con un requisito
general de las medidas precautorias, denominado por la doctrina “peligro del retardo”; pues las
medidas precautorias son procedentes cuando existe algún riesgo, de manera que si no hay
peligro, se deben hacer cesar.

vi. Son acumulables, pues de acuerdo al art. 290 del CPC, el demandante podrá pedir una o más de
las siguientes medidas…; y, a su vez, el art. 300 del CPC, establece que estas providencias no
excluyen las demás que autorizan las leyes.

402
El CPP las llama medidas cautelares, y éstas tienen por objeto evitar la huida del imputado o acusado.
403
Según CASARINO, en cierto aspecto el embargo participa también de las características de las medidas
precautorias, puesto que tiende a asegurar el resultado de la acción ejecutiva interpuesta por el acreedor; lo que
ha hecho pensar a más de alguno que el embargo no excluye la concesión de las demás medidas precautorias
en el juicio ejecutivo, en virtud del art. 3º del CPC.
551
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vii. No son taxativas. Las principales medidas están enumeradas en el art. 290 del CPC, pero no son
las únicas, ya que la ley permite al actor solicitar todo acto que tenga por objeto asegurar o
proteger la pretensión deducida. Esta amplitud cautelar tiene como fuente legal el art. 298 parte
final del CPC, al señalar que podrá también el tribunal, cuando lo estime necesario y "no
tratándose de medidas expresamente autorizadas por la ley", exigir caución al actor para
responder de los perjuicios que se originen.

viii. Son sustituibles por una garantía o caución suficiente, o por otra medida precautoria, a petición
del demandado o demandante. Por ejemplo, un automóvil está sujeto a la medida precautoria de
prohibición de enajenar, y debido a una buena oferta, el demandado le pide al tribunal que alce
la medida y que se constituya una fianza para asegurar la pretensión. La caución puede ser de
cualquier naturaleza (fianza, hipoteca, cheque etc.), pero debe ser suficiente para alzar la medida
decretada.

ix. El profesor ALFARO señala que constituyen una protección efectiva del derecho eventual que se
reclama; pues protegen al actor, para evitar que el demandado extraiga de su patrimonio los bienes
reclamados (y así evitar tener que ejercer la acción pauliana). Esta es la postura clásica, la cual
tiene un carácter estrictamente patrimonial, pues hay una postura moderna que involucra otros
aspectos.

4. DIFERENCIAS ENTRE LAS MEDIDAS PREJUDICIALES Y LAS MEDIDAS PRECAUTORIAS


No se debe confundir las medidas prejudiciales con las medidas precautorias, pues sus
principales diferencias dicen relación con los siguientes puntos:
i. En cuanto a la oportunidad, las medidas precautorias por su propia finalidad se pueden
solicitar en cualquier estado del juicio (después de iniciado), en cambio, las medidas
prejudiciales se deben solicitar antes de la iniciación del juicio. Específicamente, las medidas
precautorias sólo se pueden solicitar después de que se haya trabado la litis, esto es, después
del emplazamiento del demandado; en cambio, las llamadas medidas prejudiciales
precautorias se pueden solicitar antes, pues no es necesario que se haya trabado la litis.

ii. En cuanto a sus titulares, Las medidas precautorias sólo pueden ser solicitadas por el
demandante, en cambio, las medidas prejudiciales preparatorias y probatorias pueden
solicitarlas tanto por el demandante como el demandado; no así las medidas prejudiciales
precautorias, las cuales sólo se pueden solicitar por el futuro demandante.

iii. En cuanto al objeto, las medidas precautorias tienen por objeto asegurar el resultado de la
pretensión deducida, en cambio, las medidas prejudiciales tienen por objeto: preparar la
entrada al juicio, decretar la práctica de una diligencia probatoria que por alguna razón no
podrá ser desarrolla en el juicio, y asegurar el resultado de la pretensión que se va entablar
en el juicio.

iv. En cuanto a la naturaleza jurídica, el profesor ALFARO dice que las medidas precautorias son
incidentes, y dan origen a un procedimiento de tipo cautelar. Mientras que, tratándose de las
medidas prejudiciales, no hay un procedimiento al cual puedan acceder, por ende, no son
incidentes.
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5. CLASIFICACIÓN DE LAS MEDIDAS PRECAUTORIAS


Atendiendo a su regulación, las medidas precautorias se clasifican en: ordinarias especiales
y extraordinarias. La importancia de esta triple clasificación, según se verá, dice relación con los
diversos requisitos que deben concurrir para concederlas 404.
i. Las medidas precautorias ordinarias son las que enumera el art. 290 del CPC, y se encuentran
reguladas en el Título V (“De las medidas precautorias”) del Libro II.
Art. 290. Para asegurar el resultado de la acción, puede el demandante en cualquier estado del juicio, aun cuando
no esté contestada la demanda, pedir una o más de las siguientes medidas:
1. El secuestro de la cosa que es objeto de la demanda;
2. El nombramiento de uno o más interventores;
3. La retención de bienes determinados; y
4. La prohibición de celebrar actos o contratos sobre bienes determinados.

ii. Las medidas precautorias especiales son aquellas que autorizan expresamente las leyes, y a
ellas se refiere el art. 300 CPC, al señalar: estas providencias no excluyen las demás que
autorizan las leyes. Están contempladas en normas de fondo y procesales (que muchas veces
regulan juicios especiales); y se pueden citar como ejemplo, a las siguientes:

- La concesión de alimentos provisorios, dentro del juicio de alimentos. En efecto,


conforme al art. 327 del CC, mientras se ventila la obligación de prestar alimentos,
deberá el juez ordenar que se den provisoriamente, con el solo mérito de los
documentos y antecedentes presentados; sin perjuicio de la restitución, si la persona a
quien se demandan obtiene sentencia absolutoria.

- El derecho legal de retención. Para que tenga lugar, se requiere de un texto legal
expreso que lo consagre y, además, una declaración judicial, pues no opera de facto.
Por ejemplo, el art. 2162 del CC dispone que podrá el mandatario retener los efectos
que se le hayan entregado por cuenta del mandante para la seguridad de las prestaciones
a que éste fuere obligado por su parte.

- La Ley 19.968, que creó a los Tribunales de Familia, en su art. 22 consagró una
potestad general cautelar del juez de familia. En efecto, dicha disposición señala que
sin perjuicio de lo dispuesto en leyes especiales, en cualquier etapa del procedimiento,
o antes de su inicio, el juez, de oficio o a petición de parte, teniendo en cuenta la
verosimilitud del derecho invocado y el peligro en la demora que implica la
tramitación, podrá decretar las medidas cautelares conservativas o innovativas que

404
Las medidas precautorias también se pueden clasificar en reales (las que regula el CPC y el art.157 del CPP)
o en personales (las que regula el CPP). Fernando ORELLANA también las clasifica en: prejudiciales (aquellas
que se solicitan con anterioridad al proceso) y judiciales (aquellas que se solicitan durante el proceso); medidas
precautorias que se acompañan con comprobantes (son la regla general, y se decretan cuando el demandante
acompaña comprobantes que constituyan a lo menos presunción grave del derecho que se reclama) y medidas
precautorias que se acompañan sin comprobante (son excepcionales, y tienen lugar en casos graves y urgentes,
pero en todo caso, se tienen que acompañar los comprobantes en un plazo máximo de diez días); y por último,
las medidas precautorias otorgadas sin caución (que es la regla general) y medidas precautorias otorgadas con
caución (son excepcionales, por ejemplo, las medidas prejudiciales precautorias, las medidas precautorias
otorgadas sin comprobante).
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estime procedentes. Estas últimas sólo podrán disponerse en situaciones urgentes y


cuando lo exija el interés superior del niño, niña o adolescente, o cuando lo aconseje
la inminencia del daño que se trata de evitar; agrega el inc. III que en todo lo demás
resultarán aplicables las normas contenidas en los Títulos IV (medidas prejudiciales) y
V (medidas precautorias) del Libro II del CPC.

- La declaración provisoria de bien familiar. De acuerdo al art. 141 inc. III del CC, la
sola interposición de la demanda transformará provisoriamente en familiar el bien de
que se trate. En su primera resolución el juez dispondrá que se anote al margen de la
inscripción respectiva la precedente circunstancia. El Conservador practicará la
subscripción con el solo mérito del decreto que, de oficio, le notificará el tribunal.

- El profesor ALFARO menciona a la suspensión del procedimiento de apremio, cuando


se opone una tercería de dominio. Pues de acuerdo al art. 522 del CPC, la interposición
de una tercería no suspenderá en caso alguno el procedimiento ejecutivo. El
procedimiento de apremio se suspende únicamente en el caso contemplado en el inc. I
del art. 523 (tercería de dominio) y, tratándose de una tercería de posesión, sólo si se
acompañan a ella antecedentes que constituyan a lo menos presunción grave de la
posesión que se invoca.

- Cabe decir que algunos nombran al recurso de protección, pues se enmarcaría dentro
del tema amplio de la tutela o justicia cautelar (es una acción cautelar).

iii. Las medidas precautorias extraordinarias o atípicas son, en general, cualquier medida que
tenga por objeto asegurar el resultado del juicio, y que no se encuentren expresamente
reguladas por la ley, y que el juez considera necesario otorgar. A éstas se refiere el art. 298
parte final del CPC, al decir que podrá también el tribunal, cuando lo estime necesario y no
tratándose de medidas expresamente autorizadas por la ley, exigir caución al actor para
responder de los perjuicios que se originen. Acá se encuentra consagrada la potestad cautelar
general del juez, ya que puede dictar cualquier medida precautoria, a petición de parte.

Estas medidas son tantas cuanto se crea oportuno pedir para asegurar adecuadamente el
resultado de la pretensión; por ejemplo, el secuestro de bienes raíces (pues el CPC sólo
menciona el secuestro sobre bienes muebles); o si en la celebración de un contrato de
compraventa de un bien raíz queda un saldo pendiente, y el comprador no inscribió el bien
raíz, es decir, no hizo la tradición, se puede pedir como medida la prohibición de inscribir el
contrato405.

405
El profesor LUHRS dice que en esta categoría entran todas las medidas que nazcan de la imaginación del
acreedor, mientras sean lícitas y cumplan con los requisitos generales de las medidas precautorias; él da como
ejemplo la orden de no innovar, que es una institución procesal relacionada con el recurso de reposición, el
recurso de hecho, y con la apelación (también con el recurso de protección), y se traduce en una resolución
judicial dictada por un tribunal superior, en virtud de la cual se ordena a un tribunal inferior, que está conociendo
de un asunto, paralizar el procedimiento y no llevar a efecto gestión alguna que tienda a proseguir la tramitación
de la causa o a cumplir la resolución objetada (detiene la ejecución de las acción, mientras no se vea el fondo
de un recurso). En la apelación, esta petición de no innovar debe formularla el apelante y la ley no señala la
oportunidad para hacer uso de esta facultad, de allí que se pueda ejercer desde el momento que ingresan los
autos en secretaría y hasta antes de la vista de la causa.
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6. REQUISITOS PARA LA CONCESIÓN DE LAS MEDIDAS PRECAUTORIAS


Como se dijo, la clasificación de las medidas precautorias en ordinarias, especiales y
extraordinarias, tiene suma importancia para los efectos de los diversos requisitos que se exigen para
la concesión de una u otra clase de medidas.
a. Requisitos de las medidas precautorias ordinarias
Las medidas precautorias señaladas en el art. 290 del CPC, para que puedan ser concedidas,
exigen la concurrencia de un doble grupo de requisitos legales, a saber: los requisitos generales para
concesión de las medidas precautorias; y los requisitos especiales señalados por la ley para cada clase
de medida precautoria en particular.
En cuanto a los requisitos generales, hay ciertos presupuestos que deben concurrir para que
un tribunal pueda otorgar una providencia de esta naturaleza; estos son:
i. Debe ser proporcionales en relación a la petición de fondo. En efecto, la primera parte del
art. 298 del CPC señala que las medidas de que trata este Título (medidas precautorias
ordinarias) se limitarán a los bienes necesarios para responder a los resultados del juicio…;
es decir, debe existir una equivalencia entre los bienes objeto de la medida precautoria y el
monto del juicio, pues el legislador resguarda los derechos del demandante, pero sin
imponerle gravámenes innecesarios al demandado. Por ejemplo, se entabla una demanda por
cobro de $ 500.000 y se solicita una medida precautoria de retención sobre bienes muebles
que valen 10 millones; el tribunal no puede decretarla en la forma pedida, pues la medida
precautoria debe limitarse a los bienes necesarios para responder a los resultados del juicio.

ii. Apariencia de buen derecho o humo de buen derecho (fumus boni iuris). La primera parte del
art. 298 del CPC señala que las medidas de que trata este Título se limitarán a los bienes
necesarios para responder a los resultados del juicio; y “para decretarlas deberá el
demandante acompañar comprobantes que constituyan a lo menos presunción grave del
derecho que se reclama”. Por lo tanto, para solicitar esta medida se debe invocar la existencia
de un derecho material pretendido y comprobantes que justifiquen la verosimilitud de dicho
derecho (no se exige certeza)406.
Este es un requisito que tiende a darle seriedad a la medida precautoria, pero no implica que
se deban acompañar elementos de prueba que constituyan demostración completa de su
derecho (basta una semiplena prueba); el legislador se contenta con comprobantes que
constituyan a lo menos una presunción grave del derecho reclamado, por consiguiente, el
tribunal, en presencia de estos comprobantes, tendrá que examinar someramente si la acción
tiene probabilidades de ser acogida y, en caso afirmativo, concederá la medida solicitada,
siempre que concurran además los requisitos específicos de la medida de que se trate 407.

406
Los profesores FORTTES y ALFARO señalan que, actualmente, existe una excesiva liberalidad en la
apreciación del requisito del humo de buen derecho (fumus boni iuris).
407
En realidad, el tribunal al pronunciarse sobre una solicitud de medida precautoria, en cierto sentido prejuzga,
es decir, se pronuncia sobre el fondo del juicio; pero no lo hace con pleno conocimiento de todos sus
antecedentes, pues éstos se irán produciendo en el curso de su tramitación, y será en la sentencia en donde
resolverá en definitiva el pleito. Por eso, la concesión de la medida precautoria no siempre significa que el actor,
555
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Comprobante no es sinónimo de documento, por tanto, no comprende sólo la prueba


instrumental, sino que se refiere a cualquier medio de prueba (a diferencia de la tercería de
posesión, en la cual se usa la expresión “antecedente”); la única limitación sería que los
comprobantes no emanen del propio demandante, porque no es lícito preconstituir prueba a
favor propio. Este comprobante, además, debe constituir una “presunción grave” del derecho
que se reclama, es decir, debe tener la fuerza de una presunción judicial con fuertes
probabilidades de que sea verdadera.
Sin perjuicio de ser éste un requisito fundamental, no es esencial, pues el legislador en el art.
299 del CPC ha dispuesto que en casos graves y urgentes podrán los tribunales conceder las
medidas precautorias de que trata este Título, aun cuando falten los comprobantes
requeridos, por un término que no exceda de diez días, mientras se presentan dichos
comprobantes, exigiendo caución para responder por los perjuicios que resulten. Las
medidas así decretadas quedarán de hecho canceladas si no se renuevan en conformidad al
art. 280. Estos casos presentan características especiales, pues: la medida tiene carácter
transitorio (10 días); existe una medida cautelar de contracautela, ya que debe rendirse
caución; e igualmente se deben acompañar los comprobantes dentro de 10 días408.
iii. Peligro en la demora (periculum in mora). Esto dice relación con el posible daño jurídico y
económico que se puede derivar del retardo o demora del juicio. Este requisito se desprende
del art. 301 del CPC, el cual señala que todas estas medidas son esencialmente provisionales.
En consecuencia, deberán hacerse cesar siempre que desaparezca el peligro que se ha
procurado evitar o se otorguen cauciones suficientes.
El profesor ALFARO señala que desde un punto de vista clásico, para determinar cuándo hay
peligro en la demora, se mira a las facultades económicas del demandado, es decir, que éstas
sean suficiente garantía para asegurar el resultado de la acción; y desde un punto de vista
moderno, se analizan las facultades del demandante, en el sentido de evitarle un
empeoramiento (lo cual excede al ámbito patrimonial) 409.
En general, el periculum in mora se manifiesta de distintas formas, dependiendo de la medida
precautoria de que se trate; así, por ejemplo, en el secuestro judicial es el temor de que una

en definitiva, tenga que ver triunfar sus pretensiones y, a la inversa, el rechazo de la medida precautoria no
impide que en definitiva pueda acogerse la acción.
408
En el proceso penal el presupuesto del fumus boni iuris se formula desde una óptica completamente distinta;
pues se configura no por la probabilidad de obtener una resolución favorable sobre el fondo del asunto, sino por
la probabilidad de que el sujeto en contra de quién se dirige la investigación, haya tenido una participación
como autor, cómplice o encubridor en un hecho que reviste caracteres de delito. De allí que parte de la doctrina
comparada denomine a este presupuesto fumus comisi delicti porque en la adopción de una medida cautelar no
se aventura un juicio sobre la existencia de ningún buen derecho, sino sobre la posible participación de una
persona en un hecho delictivo.
409
410Algunos, como ORELLANA, se refieren a este requisito en el sentido de que las facultades económicas
del demandado no sean suficientes para asegurar el resultado del juicio. En efecto, en el Derecho civil la regla
general es el derecho de prenda general del art. 2465 del CC, por tanto, para que proceda una medida distinta y
en consecuencia excepcional, debe existir un fundamento poderoso que así lo permita. Según CASARINO, en
este caso el peso de la prueba recae en el demandante, pues está sosteniendo un hecho destinado a desvirtuar la
situación normal de las cosas, cual es, la solvencia de los individuos; sin que pueda argumentarse que se trata
de una prueba negativa, desde el momento en que el hecho de la falta de solvencia del demandado se puede
acreditar mediante una serie de hechos positivos, por ejemplo, que al demandado se le han protestado
documentos de comercio, que se le siguen diversos juicios ejecutivos, etc.
556
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cosa mueble determinada se pierda o deteriore en manos de la persona que la tenga sin ser
poseedora; en la retención, cuando las facultades del demandado no ofrezcan suficiente
garantía o haya motivo racional para creer que ocultará sus bienes, etc 410.
iv. A los elementos recién vistos, se suele agregar por la doctrina la caución o contra cautela que
debe otorgar quien solicita la medida cautelar, para efectos de responder por los eventuales
perjuicios que se causen a la persona del demandado. En Chile, a diferencia del Derecho
comparado dónde siempre debe haber caución, este requisito sólo existe en determinados
casos, a saber: en las medidas prejudiciales precautorias; en las medidas que la ley no autoriza
expresamente y el juez considera necesario otorgar, es decir, en las medidas extraordinarias;
y cuando no se acompañan los comprobantes por causa graves y urgentes.
Por último, a los requisitos generales debe sumarse los requisitos especiales para la concesión
de las medidas precautorias ordinarias en particular, de modo que se analizarán en detalle al estudiar
cada una de dichas medidas.
b. Requisitos de las medidas precautorias especiales
Estas medidas precautorias son aquellas que consagran leyes especiales, y para decretarlas,
según CASARINO, solamente deben concurrir los requisitos particulares que exija el texto legal que
las contempla. Por ejemplo, en un juicio de partición de bienes se solicita el nombramiento de un
administrador proindiviso; y para decretar esta medida, el tribunal tendrá que ajustarse solamente a
los requisitos señalados en el art. 654 del CPC, es decir, se deberá citar a todos los interesados a
comparendo, el cual se celebrará con sólo los que concurran, etc.
c. Requisitos de las medidas precautorias extraordinarias o atípicas
Estas medidas precautorias son aquellas no reguladas expresamente por las leyes, y que, no
obstante, pueden ser solicitadas por el actor para asegurar el resultado de su pretensión. Como dice
CASARINO, para decretarlas deben concurrir: los requisitos generales de toda medida precautoria, y
un requisito especial, que consiste en el otorgamiento de una caución para responder el actor de los
perjuicios que se originen, si el tribunal así lo estima necesario (es un requisito eventual). Por ejemplo,
se litiga sobre un crédito y el demandante pide que mientras penda el juicio, el título que da constancia
de dicho crédito permanezca en la secretaría del tribunal o en cualquier otro lugar de seguridad.
7. ANÁLISIS PARTICULAR DE LAS MEDIAS PRECAUTORIAS ORDINARIAS

a. El secuestro de la cosa que es objeto de la demanda


En general, de acuerdo al art. 2249 del CC el secuestro es el depósito de una cosa que se
disputan dos o más individuos, en manos de otro que debe restituirla al que obtenga una decisión a
su favor. El depositario se llama secuestre. De acuerdo a ese mismo Código, el secuestro puede ser
de dos clases:

410
El periculum in mora también existe en materia penal, el alude a la amenaza de que durante el proceso penal
el imputado pueda frustrar los fines del procedimiento (esclarecimiento de los hechos, y asegurar la actuación
de la ley penal).
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- El secuestro convencional, que es el que se constituye por el sólo consentimiento de las


personas que se disputan el objeto litigioso, y en virtud de él se pueden depositar cosas
muebles o inmuebles, y puede ser gratuito o remunerado.
- El secuestro judicial, que es aquel que se constituye por decreto de juez.
A este último se refiere el art. 290 Nº 1 del CPC, y así se define como aquella medida
precautoria que consiste en la sustracción por resolución judicial de un bien determinado del
patrimonio del demandado, que es disputado entre las partes del proceso, para entregárselo a un
tercero (secuestre judicial) a fin de evitar su pérdida o deterioro, quien deberá custodiarlo y restituirlo
en especie. El secuestro judicial, a diferencia del convencional, sólo recae sobre bienes muebles, así
se desprende del art. 291 del CPC, el cual señala que habrá lugar al secuestro judicial en el caso del
art. 901 del CC (cuando se entabla una acción reivindicatoria cuyo objeto es una cosa corporal mueble
y hubiere motivo de temer que se pierda o deteriore en manos del poseedor), o cuando se entablen
otras acciones con relación a cosa mueble determinada y haya motivo de temer que se pierda o
deteriore en manos de la persona que, sin ser poseedora de dicha cosa (o sea, un mero tenedor), la
tenga en su poder (por ejemplo, la acción derivada del término del comodato; o la que deriva del
arrendamiento de una cosa corporal mueble) 411.
Como se puede apreciar, el secuestro sólo persigue el efecto civil de conservación material
de la cosa mueble; vela por su integridad, impidiendo que sea destruida por el mal uso del demandado
o pérdida. Cosa distinta ocurre si se pretende la conservación jurídica, pues en dicho caso habría que
pedir la prohibición de celebrar actos y contratos.
b. Nombramiento de uno o más interventores
El interventor judicial es la persona designada por el juez con el objeto de que controle la
administración de los bienes materia del juicio, y que aún se hallan en poder del demandado. La
persona que designe el tribunal para esta delicada misión, a título de medida precautoria, es un tercero
extraño al juicio, y puede ser una o más, lo cual dependerá, naturalmente, de la calidad e importancia
de los bienes intervenidos. Su objeto es evitar la disminución de la fortuna o bienes del sujeto.
Para efectos pedagógicos, se ha dicho en doctrina, que el interventor es un “mirón y acusete”,
lo cual fluye de la definición y de sus facultades. Es un “mirón” porque no administra el bien
intervenido, sino que es sólo un observador de las gestiones que permanecen a cargo del propietario
del bien, llevando una cuenta particular de entradas y gastos; y es un “acusete” porque puede suceder
que al observar, detecte que el intervenido realice actos de malversación y abuso del bien, de los
cuales debe informar al tribunal.
El nombramiento corresponde exclusivamente al tribunal y no a las partes, quienes sólo
pueden solicitarlo; y la persona a la cual se le aplica esta medida precautoria, no se le quita ninguna
de sus facultades como propietario, a diferencia del secuestro, en donde la administración del bien
pasa al secuestre. Los casos en que tiene lugar esta medida, están contemplados en el art. 293 del
CPC.

411
¿Cabe el secuestro judicial respecto de bienes inmuebles? Se dice que se podría solicitar como una medida
precautoria extraordinaria.
558
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Art. 293. Hay lugar al nombramiento de interventor:


1.En el caso del inc. II del art. 902 del CC (caso en que se demanda el dominio u otro derecho real constituido
sobre un inmueble, y hubiere justo motivo de temer que la cosa y los muebles a ella, se deterioren en manos del
poseedor demandado, o las facultades pecuniarias de este último no ofrecieren suficiente garantía).
2.En el del que reclama una herencia ocupada por otro (acción de petición de herencia), si hay el justo motivo
de temor que el citado inciso expresa (si las cosas que componen la herencia puedan deteriorarse).
3.En el del comunero o socio que demanda la cosa común, o que pide cuentas al comunero o socio que
administra.
4.Siempre que haya justo motivo de temer que se destruya o deteriore la cosa sobre que versa el juicio, o que
los derechos del demandante puedan quedar burlados; y
5.En los demás casos expresamente señalados por las leyes.

c. La retención de los bienes determinados


Es aquella medida precautoria que recae exclusivamente sobre dinero o cosas muebles, y que
tiene por objeto impedir que el demandado disponga de ese dinero o de esas cosas muebles durante
el curso del juicio, para que, en definitiva, responda al cumplimiento de la sentencia que se dicte.
Se diferencia del secuestro, porque en éste las cosas secuestradas son objeto de la demanda,
en la retención en cambio, las cosas que se retienen no son necesariamente objeto del litigio, sino que
puede tratarse de otros bienes del demandado, siempre y cuando las facultades económicas de este no
ofrezcan suficiente garantía o haya un motivo racional para creer que procurará ocultar sus bienes.
Otra diferencia se da porque el secuestro se otorga a un tercero, en cambio, en la retención puede
recaer en el demandante, en el demandado o en un tercero; y, por último, se señala que la retención,
al igual que el embargo en el proceso ejecutivo, produce la indisponibilidad de los bienes (especie de
embargo preventivo), lo que no se produce en el secuestro.
Esta clase de medida precautoria generalmente se utiliza para asegurar el resultado de
acciones personales o créditos, pues permite, al momento de ejecutar el fallo, entregar el dinero o
realizar las cosas muebles retenidas y hacer así pago al demandante de su crédito. Sin embargo,
también se puede retener dinero o cosas muebles que sean materia del juicio, por lo que procede
también tratándose de acciones reales, caso en el cual, no se exige para que tenga lugar, que el
demandado sea insolvente o haya motivo para creer que ocultará sus bienes (art. 295 del CPC).
Art. 295. La retención de dineros o cosas muebles podrá hacerse en poder del mismo demandante, del
demandado o de un tercero, con relación a los bienes que son materia del juicio, y también respecto de otros
bienes determinados del demandado, cuando sus facultades no ofrezcan suficiente garantía, o haya motivo
racional para creer que procurará ocultar sus bienes, y en los demás casos determinados por la ley .

Según la jurisprudencia, una vez decretada la medida precautoria de retención de bienes


determinados, sea sobre dinero o cosas muebles, esos bienes se encuentran en la misma situación
jurídica que los bienes embargados, por lo tanto, hay objeto ilícito en su enajenación, a menos que el
juez la autorice o el acreedor consienta en ella (art. 1464 N° 3 del CC). Por otra parte, la retención se
puede haber decretado sobre el crédito que haya podido tener el demandado en contra de un tercero;
y si ese tercero insiste en pagar a su acreedor, esto es, al demandado en el juicio en que se decretó la
retención, el pago es nulo (art. 1578 N° 2 del CC).
Art. 1464. Hay un objeto ilícito en la enajenación:
3. De las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta en ello;
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Art. 1578. El pago hecho al acreedor es nulo en los casos siguientes:


2. Si por el juez se ha embargado la deuda o mandado retener su pago;

d. La prohibición de celebrar actos o contratos sobre bienes determinados


Es aquella medida precautoria en virtud del cual se impide al demandado que celebre
cualquier clase de acto o contrato sobre los bienes objeto de la misma (es decir, limita las facultades
jurídicas que el demandado tenga respecto de su bien). El profesor FORTTES pone de manifiesto que
esta medida precautoria es la de mayor aplicación práctica.
El profesor ALFARO señala que pueden prohibirse toda clase de actos, sobre todo los que
suponen gravamen o enajenación; y de acuerdo al art. 296 inc. I del CPC, la prohibición de celebrar
actos o contratos podrá decretarse con relación a los bienes que son materia del juicio, y también
respecto de otros bienes determinados del demandado, cuando sus facultades no ofrezcan suficiente
garantía para asegurar el resultado del juicio. Como se puede apreciar, si la prohibición recae sobre
los bienes materia del juicio, basta que el demandante invoque esta circunstancia para que el tribunal
pueda decretarla (por ejemplo, se entabla una demanda reivindicatoria de un inmueble y, para
asegurar el resultado de la acción, se solicita la medida precautoria de prohibición de gravar y enajenar
dicho inmueble); y si la prohibición recae sobre otros bienes determinados del demandado, es decir,
sobre bienes que nada tienen que ver con la acción instaurada, es necesario cumplir con un requisito
adicional, cual es, que las facultades del demandado no ofrezcan suficiente garantía para asegurar el
resultado del juicio (por ejemplo, se entabla una demanda de cobro de dinero y, para asegurar el
resultado de la acción, se solicita la medida precautoria de prohibición de gravar y enajenar un
inmueble del dominio del demandado).
De acuerdo al art. 296 inc. II del CPC, para que los “objetos que son materia del juicio” se
consideren comprendidos en el Nº 4 del art. 1464 del CC, será necesario que el tribunal decrete
prohibición respecto de ellos. El art. 1464 Nº 4 CC dice que hay objeto ilícito en la enajenación: de
especies cuya propiedad se litiga, sin permiso del juez que conoce del litigio; por tanto, de acuerdo a
esta norma, el objeto ilícito de las especies litigiosas existiría por el sólo hecho de que ellas revistan
este último carácter; pero el art. 296 inc. II del CPC modificó esta situación y dispuso, por su parte,
que para que los objetos que son materia del juicio se consideren comprendidos en el N° 4 del art.
1464 CC, será necesario que el tribunal decrete prohibición respecto de ellos.
La prohibición se concreta, respecto de las partes, por el sólo hecho de decretarse la medida
y tan pronto la resolución judicial respectiva les sea notificada. En cambio, frente a terceros los efectos
de la medida difieren según se trate de una prohibición que afecte a bienes raíces o bienes muebles.
En efecto, de acuerdo al art. 297 del CPC, cuando la prohibición recaiga sobre bienes raíces se
inscribirá en el registro del Conservador respectivo, y sin este requisito no producirá efecto respecto
de terceros; agrega el inc. II que cuando verse sobre cosas muebles, sólo producirá efecto respecto de
los terceros que tengan conocimiento de ella (de la prohibición) al tiempo del contrato; pero el
demandado será en todo caso responsable de fraude, si ha procedido a sabiendas.
8. PROCEDIMIENTO PARA LA CONCESIÓN DE UNA MEDIDA PRECAUTORIA

i. Solicitud de parte activa.


En atención a que se está en presencia de un procedimiento de carácter civil, rige el principio
dispositivo, por lo tanto, el procedimiento se mueve a instancia de parte y no de oficio por el tribunal.

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Al hablar de parte activa, no sólo se está haciendo referencia al demandante (sujeto activo por
excelencia), sino que además, y como lo ha establecido la jurisprudencia, puede solicitar una de estas
medidas el demandante reconvencional, es decir, el demandado en el juicio principal. El sujeto pasivo
de la medida precautoria es el futuro demandado, por lo cual, ésta debe recaer sobre sus bienes y no
sobre bienes de terceros.
ii. Oportunidad para solicitarla.
De acuerdo al encabezado del art. 290 del CPC, para asegurar el resultado de la acción,
puede el demandante en cualquier estado del juicio, aun cuando no esté contestada la demanda,
pedir una o más de las siguientes medidas…. Por lo tanto, el demandante puede solicitar una medida
precautoria en cualquier estado del juicio (en primera o segunda instancia, o inclusive, estando el
proceso en estad de casación), eso sí, desde que se encuentra notificada la demanda (pues ahí nace la
relación jurídica procesal) y hasta antes de que se dicte una sentencia firme o ejecutoriada 412.
Hay que agregar, que estas medidas se pueden solicitar una vez citadas las partes a oír
sentencia, pues de acuerdo al art. 433 del CPC, citadas las partes para oír sentencia, no se admitirán
escritos ni pruebas de ningún género. Lo cual se entiende sin perjuicio de lo dispuesto por los
artículos 83, 84 (incidentes de nulidad), 159 (medidas para mejor resolver) y 290 (medidas
precautorias ordinarias). Ahora, si la medida se solicita antes de que se inicie el juicio, se debe solicitar
como medida prejudicial.
Se entiende que la petición se debe formular ante el tribunal de primera instancia; y si no
dispone de los autos principales por encontrarse estos en otro tribunal, deberá ordenar tenerlos a la
vista, para pronunciarse sobre la medida solicitada.
iii. Tramitación
Respecto a este punto existe un problema, pues en el Título V (“De las medidas precautorias”)
sólo hay una norma al respecto que señala que el incidente a que den lugar las medidas de que trata
este Título se tramitará en conformidad a las reglas generales y por cuerda separada (art. 302 inc. I
del CPC). El profesor FORTTES señala que el problema que plantea esta norma, dice relación con la
oportunidad o momento en que se promueve el incidente; en otras palabras, el tema está en que si la
sola petición de la medida precautoria es o no un incidente. Al respecto la doctrina está dividida:

- Algunos señalan que el incidente se traba desde el mismo momento en que se plantea la
solicitud y, en consecuencia, la resolución deberá ser “traslado”, para que el demandado
dentro de tres días se oponga; el tribunal deberá resolver si recibe el incidente a prueba o no,
y con el mérito de lo que exponga la contraria o en su silencio, deberá dictar la resolución
por la cual decrete o no la medida. La resolución que falla este incidente es un auto, puesto
que las medidas precautorias son esencialmente provisionales (no crean derechos
permanentes).

412
Si está presentada la demanda y aún no se notifica, surge el problema de si acaso se tiene que solicitar una
medida prejudicial o precautoria, o una medida precautoria. Algunos señalan que sólo cabe pedir una medida
precautoria y no una medida prejudicial precautoria, toda vez que una de las cargas procesales derivadas de
éstas, es presentar la demanda en el término de diez días y pedir que se mantengan las medidas decretadas, lo
cual se haría imposible cumplir si éstas se pudieran presentar después de entablar la demanda y antes de su
notificación.
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- Otros en cambio, como CASARINO, dicen que planteada la solicitud, el juez debe conceder la
medida de inmediato (de plano), y sólo existirá un incidente en la medida que el demandado
se oponga a tal medida, y ahí entonces se le dará tramitación incidental, y terminará con
resolución que acepte o rechace la oposición a la medida.
¿Qué sucede en la práctica? El profesor ALFARO señala que el tribunal, en la práctica, no
resuelve de plano, sino que da "traslado" a la contraparte; lo cual es riesgoso, porque en el intermedio
el demandado podría, por ejemplo, liquidar su patrimonio; y además, la redacción del art. 302 no da
pie a un eventual traslado. Lo más lógico según el profesor, es que el juez decrete la medida (de plano)
y luego, se trabará o no el incidente.
iv. Tramitación en casos urgentes.
Dos son las situaciones en que las medidas precautorias se tramitan de forma urgente, a saber:

- De acuerdo al art. 299 del CPC, en casos graves y urgentes podrán los tribunales conceder
las medidas precautorias de que trata este Título, aun cuando falten los comprobantes
requeridos, por un término que no exceda de diez días, mientras se presentan dichos
comprobantes, exigiendo caución para responder por los perjuicios que resulten. Las
medidas así decretadas quedarán de hecho canceladas si no se renuevan en conformidad al
art 280 (en el plazo de diez días desde que han sido presentadas). En este caso, CASARINO
señala que los tribunales, en la práctica, conceden la medida precautoria desde luego y se
lleva a efecto; pero una vez que el demandante, en el término legal, acompañe los
comprobantes y pida que se mantenga la medida precautoria, de dicha solicitud, los tribunales
confieren de inmediato traslado al demandado, y una vez tramitado el incidente, resuelven si
ha lugar o no a la medida precautoria, o sea, si se mantiene o no la medida que ya habían
decretado previa caución.

- Conforme al art. 302 inc. II del CPC, podrán, sin embargo, llevarse a efecto dichas medidas
antes de notificarse a la persona contra quien se dictan, siempre que existan razones graves
para ello y el tribunal así lo ordene. Transcurridos cinco días sin que la notificación se efectúe,
quedarán sin valor las diligencias practicadas. El tribunal podrá ampliar este plazo por
motivos fundados. Es decir, aquí la medida cumple con los requisitos legales, pero el
demandante solicita que se lleve a efecto antes de notificarse al demandado, por las "graves
razones" que hará valer. Casarino señala que en la práctica, los tribunales conceden la medida
desde luego, es decir, sin su previa notificación, siempre que haya graves razones para ello;
sin perjuicio de conferir al demandado, en esa misma resolución, el correspondiente traslado
por tres días. Tramitado el incidente de acuerdo con las reglas generales, el tribunal resuelve
si ha o no lugar a la medida precautoria de que se trata, o sea, si se mantiene o no la que había
decretado, sin previa notificación. A esta última medida la llaman provisional, y a la que se
decreta en la resolución que falla el incidente, definitiva.
En resumen, señala CASARINO, si bien la ley y la práctica de nuestros tribunales coinciden
en que la petición de medidas precautorias da origen a un incidente, que debe tramitarse de acuerdo
con las reglas generales y por cuerda separada, difieren, fundamentalmente, en que mientras para la
ley las medidas precautorias pueden dar origen a un incidente (lo cual acontecerá cuando el
demandado se oponga a ella una vez decretada), para los tribunales, en cambio, el incidente se
plantea tan pronto el demandante solicita una o más de las medidas precautorias señaladas en la ley.
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v. Efectos de la resolución.
De conformidad con el art. 301 del CPC, todas estas medidas son esencialmente
provisionales. En consecuencia, deberán hacerse cesar siempre que desaparezca el peligro que se ha
procurado evitar (lo cual es una cuestión de hecho que tendrá que resolverla el tribunal en cada caso
en particular) o se otorguen cauciones suficientes (el tribunal debe determinar, en cada caso en
particular, la naturaleza y monto de las cauciones). Por lo tanto, la resolución que decrete una medida
precautoria produce cosa juzgada material provisional.

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PROCEDIMIENTO SUMARIO
A. GENERALIDADES

1. CONCEPTO
El juicio sumario está regulado en el título XI (“Del procedimiento sumario”) del Libro III
(“De los juicios especiales”) del CPC, en los arts. 680 al 692. Se puede definir como un procedimiento
breve y concentrado, de aplicación general o especial, por el cual una parte ejerce una pretensión
declarativa en contra de otra.
Este juicio tiene una gran importancia, puesto que hace más oportuna, expedita y económica
la acción de la justicia, permitiendo obtener la declaración de un derecho sin tener que someterse su
titular a los formalismos y a la lentitud del juicio ordinario.
2. CARACTERÍSTICAS

i. Es un juicio declarativo, es decir, está destinado a obtener el reconocimiento de un derecho


o de una situación jurídica determinada; no como el juicio ejecutivo, que tiene por objeto
obtener el cumplimiento de una prestación preestablecida, por medios compulsivos o de
apremio.

ii. En cuanto a su ámbito de aplicación, es un juicio común o de aplicación general, puesto que
de acuerdo al art. 680 inc. I del CPC, (…) se aplicará en defecto de otra regla especial a los
casos en que la acción deducida requiera, por su naturaleza, tramitación rápida para que
sea eficaz. Pero también es especial o de aplicación particular, a los casos que ha establecido
expresamente el legislador ¿Cómo se sabe si una acción se debe ejercer en un juicio ordinario
de mayor cuantía o en un juicio sumario? Esto dependerá de si la acción requiere de una
tramitación rápida para que sea eficaz; por tanto, es indispensable fundar esto en la demanda,
señalando que el procedimiento es el más apto para la acción.
En definitiva, en cuanto a su ámbito de aplicación, tiene un carácter doble, pues hay casos en
donde puede aplicarse, y hay casos en que debe aplicarse.
iii. Es un juicio extraordinario en los términos del art. 2º del CPC, puesto que difiere en este
aspecto notablemente del juicio ordinario de mayor cuantía.
Art. 2. El procedimiento es ordinario o extraordinario. Es ordinario el que se somete a la tramitación
común ordenada por la ley, y extraordinario el que se rige por las disposiciones especiales que para
determinados casos ella establece.

iv. Es un juicio que admite substitución de procedimiento, esto es, que iniciado como juicio
sumario, se puede decretar su continuación conforme a las reglas del juicio ordinario, y
viceversa.

v. De acuerdo al art. 682 del CPC, el procedimiento sumario será verbal; pero las partes
podrán, si quieren, presentar minutas escritas en que se establezcan los hechos invocados y
las peticiones que se formulen. En la práctica pasa a ser escrito, porque la demanda debe ir a
distribución y puede contestarse en el comparendo con un escrito que forme parte de la
audiencia; todo lo cual se materializa en un expediente.
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vi. En este procedimiento existe la posibilidad que se acceda de manera provisional a lo


solicitado por el actor. En efecto, el art. 684 del CPC dispone que en rebeldía del demandado,
se recibirá a prueba la causa, o, si el actor lo solicita con fundamento plausible, se accederá
provisionalmente a lo pedido en la demanda.; agrega el inc. II que en este segundo caso,
podrá el demandado formular oposición dentro del término de cinco días, contados desde su
notificación, y una vez formulada, se citará a nueva audiencia, procediéndose como se
dispone en el artículo anterior, pero sin que se suspenda el cumplimiento provisional de lo
decretado con esta calidad, ni se altere la condición jurídica de las partes.

vii. Es un juicio breve y sumario, es decir, rápido y abreviado, lo que se demuestra por las
circunstancias que se pasan a expresar:

- Por su estructura, ya que el juicio sumario se reduce a: la demanda, el comparendo de


contestación, el llamado a conciliación, el término probatorio (ocho días) y la dictación
de la sentencia. Se omiten los trámites de réplica, dúplica y reconvención.

- Por la oportunidad en que se deben pronunciar sus resoluciones, o sea, tan pronto como
se encuentre en estado el proceso, o a más tardar dentro de segundo día.

- Por el hecho de que el tribunal de segunda instancia tiene una competencia más amplia
para conocer del juicio sumario, que la que tiene respecto del ordinario. En efecto, el
art. 692 del CPC señala que en segunda instancia, podrá el tribunal de alzada, a
solicitud de parte, pronunciarse por vía de apelación sobre todas las cuestiones que se
hayan debatido en primera para ser falladas en definitiva, aun cuando no hayan sido
resueltas, en el fallo apelado; esto en vez de casar de oficio dicho fallo, u ordenar al
juez de primera que lo complete

- Por la preferencia que gozan sobre el resto de los negocios judiciales, para el fallo en
los tribunales unipersonales, y para la vista y decisión en los tribunales colegiados.

viii. Es un juicio concentrado, ya que tanto la gestión principal como los incidentes se tramitan en
una misma audiencia, cual es, la audiencia de contestación y conciliación. En efecto, el art.
690 del CPC establece que los incidentes deberán promoverse y tramitarse en la misma
audiencia, conjuntamente con la cuestión principal, sin paralizar el curso de ésta. La
sentencia definitiva se pronunciará sobre la acción deducida y sobre los incidentes, o sólo
sobre éstos cuando sean previos o incompatibles con aquélla. El profesor ALFARO señala
que esto ha generado problemas, porque pueden existir muchos casos en los que puede
producirse un incidente con posterioridad a esa audiencia.

3. ÁMBITO DE APLICACIÓN DEL JUICIO SUMARIO


Existen dos campos de aplicación de este procedimiento, según se desprende del art. 680 del
CPC: uno general y otro especial. Esta distinción tiene importancia, en primer lugar, para los efectos
de determinar su aplicación, pues si se trata de un caso de aplicación general, ello lo debe determinar
el tribunal de primera instancia; en cambio, tratándose de un supuesto de aplicación especial, ello lo

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determina el legislador, siendo, por tanto, su aplicación es obligatoria para el tribunal y las partes. En
segundo lugar, resulta trascendente la distinción, puesto que sólo respecto de los casos en que el
procedimiento sumario tiene una aplicación general, se puede solicitar y obtener que el tribunal
acceda al cambio o sustitución del procedimiento de sumario a ordinario y viceversa; en cambio, en
los casos en que procede la aplicación especial del juicio sumario, nunca puede tener lugar su
sustitución a un juicio ordinario.
a. Aplicación general
El ámbito de aplicación general, se desprende del art. 680 inc. I del CPC, el cual dispone que
el procedimiento de que trata este Título se aplicará en defecto de otra regla especial a los casos en
que la acción deducida requiera, por su naturaleza, tramitación rápida para que sea eficaz. Las
situaciones que determinan este ámbito de aplicación, son:
i. Que la acción por su naturaleza requiera de una tramitación rápida para que sea eficaz. Esto
se evalúa de manera soberana por el juez; por ejemplo, cuando el deudor en una gestión
preparatoria para la vía ejecutiva niega la deuda, el solicitante (acreedor) podrá ejercer la
acción de cobro de pesos por la vía sumaria.

ii. Que el legislador no haya previsto un procedimiento especial para esa acción, así como lo
hace, por ejemplo, con el juicio de hacienda, el interdicto posesorio, etc.

b. Aplicación especial
A su vez, el juicio sumario tiene un campo de aplicación especial, el cual tiene lugar cuando
hay un texto legal expreso que determina la aplicación de este procedimiento. Acá la labor del tribunal
y del intérprete se reduce a examinar la ley y a constatar si contempla o no, para la acción de que se
trata, esta tramitación sumaria. Los casos en que el legislador exige expresamente la aplicación de
este procedimiento sumario, están contemplados en el inc. II del art. 680, el cual dispone que deberá
aplicarse, además, a los siguientes casos:
i. A los casos en que la ley ordene proceder sumariamente, o breve y sumariamente, o en otra
forma análoga (art. 680 Nº 1). Por ejemplo, los arts. 2185 y 1792-26 del CC. El profesor
ALFARO señala que dentro del campo de aplicación especial, hay una hipótesis de aplicación
genérica, que es ésta, y casos de aplicación específica, que corresponden al resto de los
numerales del art. 680.
Art. 2185. Cesa la obligación de restituir desde que el comodatario descubre que él es el verdadero
dueño de la cosa prestada.
Con todo, si el comodante le disputa el dominio, deberá restituir; a no ser que se halle en estado de
probar breve y sumariamente que la cosa prestada le pertenece.

Art. 1792-26. La acción para pedir la liquidación de los gananciales se tramitará breve y sumariamente,
prescribirá en el plazo de cinco años contados desde la terminación del régimen y no se suspenderá
entre los cónyuges. Con todo, se suspenderá a favor de sus herederos menores.

ii. A las cuestiones que se susciten sobre constitución, ejercicio, modificación o extinción de
servidumbres naturales o legales y sobre las prestaciones a que ellas den lugar (art. 680 Nº
2).

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iii. A los juicios sobre cobro de honorarios, excepto el caso del art. 697 (art. 680 N° 3). Por
honorarios se entiende el estipendio o remuneración que se debe a una persona por su trabajo
en algún arte o profesión liberal, y que, a diferencia de los sueldos y salarios, carece de los
caracteres de fijeza y periodicidad413.
Art. 697. Cuando el honorario proceda de servicios profesionales prestados en juicio (por ejemplo, el
abogado, el perito, etc.), el acreedor podrá, a su arbitrio, perseguir su estimación y pago con arreglo al
procedimiento sumario, o bien interponiendo su reclamación ante el tribunal que haya conocido en la
primera instancia del juicio (la que será substanciada y resuelta en la forma prescrita para los
incidentes).
En este último caso la petición será substanciada y resuelta en la forma prescrita para los incidentes.

iv. A los juicios sobre remoción de guardadores (tutores o curadores) y los que se susciten entre
los representantes legales y sus representados (art. 680 N° 4).

v. A los juicios sobre depósito necesario y comodato precario (art. 680 N° 6)414. Estas figuras
se encuentran reguladas en los arts. 2236 y 2195 inc. I del CC 415.
Art. 2236. El depósito propiamente dicho se llama necesario, cuando la elección de depositario no
depende de la libre voluntad del depositante, como en el caso de un incendio, ruina, saqueo, u otra
calamidad semejante.

Art. 2195. Se entiende precario cuando no se presta la cosa para un servicio particular ni se fija tiempo
para su restitución.
Constituye también precario la tenencia de una cosa ajena, sin previo contrato y por ignorancia o mera
tolerancia del dueño.

vi. A los juicios en que se deduzcan acciones ordinarias a que se hayan convertido las ejecutivas
a virtud de lo dispuesto en el art. 2515 del CC (la acción ejecutiva se convierte en ordinaria
por el lapso de tres años, y convertida en ordinaria durará solamente otros dos) (art. 680 N°
7). Por ejemplo, el acreedor de un contrato de mutuo ha dejado transcurrir cuatro años desde
la fecha en que podía exigir la restitución de la suma prestada; a pesar de constar dicho
contrato en un documento que trae aparejada ejecución, no puede ejercer la acción por vía
ejecutiva, pues ésta está prescrita; en consecuencia, tendrá que hacer valer la acción ordinaria
declarativa, pero sin someterse al juicio ordinario, largo y engorroso, sino que se valdré del
juicio sumario, que es breve y concentrado.

413
Cabe recordar que la acción para exigir los honorarios de los que ejercen una profesión liberal prescribe en
dos años, así lo señala el art. 2521 del cc, al disponer que prescriben en dos años los honorarios de jueces,
abogados, procuradores; los de médicos y cirujanos; los de directores o profesores de colegios y escuelas; los
de ingenieros y agrimensores, y en general, de los que ejercen cualquiera profesión liberal.
414
A partir de la entrada en vigencia de la ley que creó a los Tribunales de Familia, se derogó el numeral 5 del
art. 680, que contemplaba a los juicios sobre separación de bienes, los cuales hoy están sometidos a un
procedimiento especial que se contempla en dicha ley. Lo mismo ocurre con la declaración de bien familiar,
que a pesar de que el art. 141 del CC hable de juicio sumario, hoy con la ley 19.968 se rigen por un
procedimiento especial.
415
Figura distinta del comodato precario, es el precario (art. 2195 inc. II del CC), el cual tiene origen en una
situación de hecho, a diferencia del comodato precario que tiene un origen contractual. Sus elementos son: la
tenencia de una cosa ajena; sin previo contrato; y por ignorancia o mera tolerancia del dueño de la cosa.
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vii. A los juicios en que se persiga únicamente la declaración impuesta por la ley o el contrato,
de rendir una cuenta, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 696 (art. 680 N° 8). En general,
deben rendir cuentas todas las personas que administran bienes ajenos; obligación que debe
constar en el contrato o en la ley (por ejemplo, los tutores y curadores del pupilo; el curador
de los bienes de una persona ausente, de una herencia yacente o de los derechos eventuales
del que está por nacer; el mandatario; el albacea; el secuestre; el depositario de los bienes
embargados, etc.). Ahora bien, si la persona obligada a rendir una cuenta desconoce su
obligación, la llamada a exigírsela demandará a aquélla en juicio sumario, con el objeto de
que se declare la existencia de esa obligación (toda cuestión relacionada con la cuenta misma
escapa a este juicio, pues ella será materia de otro juicio especial diverso, llamado juicio sobre
cuentas).
Finalmente, hay que decir que habrá veces en que el acreedor de una cuenta no necesite
someterse a los trámites de un juicio declarativo, como es el sumario, porque la obligación
(de hacer) de rendir dicha cuenta consta de antemano de un título ejecutivo (art. 696 del CPC),
y por tanto, su cumplimiento se debe exigir por la vía ejecutiva correspondiente.

viii. A los juicios en que se ejercite el derecho que concede el art. 945 del CC para hacer cegar un
pozo (art. 680 N° 9). El art. 945 del CC fue suprimido por la Ley N° 9.909 del año 1951, que
aprobó el texto definitivo del Código de Aguas, de suerte que la anterior referencia se debe
entender hecha al art. 56 de este Código.

Art. 56. Cualquiera puede cavar en suelo propio pozos para las bebidas y usos domésticos, aunque ello
resulte menoscabarse el agua de que se alimente algún otro pozo; pero si de ello no reportare utilidad
alguna, o no tanta que pueda compararse con el perjuicio ajeno, será obligado a cegarlo.
Corresponde a los dueños de pertenencias mineras, dentro de ellas, el derecho de aprovechamiento de
las aguas halladas en sus labores, mientras conserven el dominio de sus pertenencias y en la medida
necesaria para la respectiva explotación.

ix. A los juicios en que se deduzcan las acciones civiles derivadas de un delito o cuasidelito, de
conformidad con lo dispuesto en el art. 59 del CPP y siempre que exista sentencia penal
condenatoria ejecutoriada (art. 680 N° 10), y no se hayan hecho valer en el proceso penal.
Hay que destacar que al ser una sentencia penal condenatoria ejecutoriada, produce cosa
juzgada en materia civil, por tanto, no se discute su existencia, sino que el monto.

Art. 59. Principio general. La acción civil que tuviere por objeto únicamente la restitución de la cosa,
deberá interponerse siempre durante el respectivo procedimiento penal, de conformidad a lo previsto
en el art. 189.
Asimismo, durante la tramitación del procedimiento penal la víctima podrá deducir respecto del
imputado, con arreglo a las prescripciones de este Código, todas las restantes acciones que tuvieren
por objeto perseguir las responsabilidades civiles derivadas del hecho punible. La víctima podrá
también ejercer esas acciones civiles ante el tribunal civil correspondiente (en un juicio sumario). Con
todo, admitida a tramitación la demanda civil en el procedimiento penal, no se podrá deducir
nuevamente ante un tribunal civil.
Con la sola excepción indicada en el inciso primero, las otras acciones encaminadas a obtener la
reparación de las consecuencias civiles del hecho punible que interpusieren personas distintas de la
víctima, o se dirigieren contra personas diferentes del imputado, deberán plantearse ante el tribunal
civil que fuere competente de acuerdo a las reglas generales (en un juicio sumario).

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B. TRAMITACIÓN DEL JUICIO SUMARIO

1. LA DEMANDA
El juicio sumario puede comenzar a través de una medida prejudicial o por la interposición
de una demanda ante los tribunales competentes de acuerdo a las reglas generales. Si comienza
mediante una medida prejudicial, la demanda se debe presentar ante el mismo tribunal que conoció
de la medida, es decir, no es necesario aplicar respecto de la demanda las reglas de distribución de
causa.
La interposición de la demanda puede ser verbal o escrita. En efecto, desde el momento en
que el procedimiento sumario es verbal, la demanda también deberá revestir esta forma; pero como
las partes tienen la posibilidad de presentar minutas escritas en donde establezcan los hechos
invocados y las peticiones que formulan (art. 682 del CPC) no hay inconveniente legal alguno para
que el actor presente una demanda escrita. En la práctica, por razones de comodidad y de seguridad,
los demandantes normalmente interponen sus demandas por escrito, y a falta de una norma especial
en contrario, la demanda se debe ajustar a los requisitos de forma señalados en el art. 254 del CPC y
se deberá presentar de acuerdo a lo establecido en el art. 30 del mismo Código.
Art. 682. El procedimiento sumario será verbal; pero las partes podrán, si quieren, presentar minutas escritas en
que se establezcan los hechos invocados y las peticiones que se formulen.

Art. 30. Los escritos y documentos se presentarán por vía electrónica conforme se dispone en los artículos 5°
y 6°, respectivamente, de la Ley General sobre Tramitación Electrónica de los Procedimientos Judiciales.

Hay que tener presente que, de acuerdo al art. 1º inc. I de la 18.120, la primera presentación
de cada parte o interesado en asuntos contenciosos o no contenciosos ante cualquier tribunal de la
República, sea ordinario, arbitral o especial, deberá ser patrocinada por un abogado habilitado para el
ejercicio de la profesión; y también se debe comparecer en dichos asuntos y ante dichos tribunales,
con un mandatario judicial. No siendo el juicio sumario una excepción a estas reglas.
De acuerdo al art. 683 inc. I del CPC, deducida la demanda, citará el tribunal a la audiencia
del quinto día hábil después de la última notificación, ampliándose este plazo, si el demandado no
está en el lugar del juicio, con el aumento que corresponda en conformidad a lo previsto en el art.
259416. Por tanto, el tribunal no está facultado para señalar un día fijo para que se lleve a efecto la
audiencia respectiva; y la resolución que debe recaer en la demanda del juicio sumario, señalará lo
siguiente: “por interpuesta demanda en juicio sumario, vengan las partes a comparendo para el quinto
día hábil después de la última notificación, a las xxx horas”.
Aquí, como tampoco existe regla legal especial sobre la manera de notificar al demandado,
por ser la primera de una gestión judicial, se deberá efectuar personalmente. El demandante se notifica
por el estado diario, de acuerdo a las reglas generales.

416
El art. 683 del CPC sólo se remitió al art. 259, el cual contempla la hipótesis del demandado que se encuentra
en un territorio jurisdiccional diverso o fuera del territorio de la República; dejando de lado el art. 258, es decir,
al caso en que el demandado se encuentre en el mismo territorio jurisdiccional, pero fuera de los límites de la
comuna que sirve de asiento del tribunal. En consecuencia el aumento, conforme a la tabla de emplazamiento,
no opera si, por ejemplo, se demanda en los Tribunales Civiles de Valparaíso, y el demandado tiene su domicilio
en Viña del Mar.
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2. AUDIENCIA O COMPARENDO DE CONTESTACIÓN


Esta audiencia está destinada, fundamentalmente, a oír a las partes y a las demás personas
que a ella deban concurrir y, en especial, a escuchar y a dejar constancia de la contestación que el
demandado formule a la demanda. Tanto es así, que la no celebración de la audiencia respectiva
equivale a la falta de emplazamiento del demandado417 y, por consiguiente, la sentencia que se pudiere
dictar en semejantes condiciones, sería susceptible de ser anulada por vía de casación en la forma.
Según CASARINO, llegado el día y la hora señalada para que se lleve a efecto la audiencia o
comparendo a que ha citado el tribunal, se pueden presentar diversas situaciones, que es muy
importante distinguir, porque, según sean ellas, será distinto el curso que siga el juicio:
i. Que comparezcan ambas partes litigantes (con sus respectivos mandatarios judiciales) y,
además, el respectivo Defensor Público y los parientes, en el caso que estos últimos deban
hacerlo. Por regla general, las personas que tienen derecho a asistir a la audiencia a que cita
el tribunal, al dar curso a la demanda, son el demandante y el demandado; pero,
excepcionalmente, hay casos en que también tienen derecho a asistir a esta audiencia otras
personas, como el respectivo Defensor Público, cuando deba intervenir conforme a la ley o
cuando el tribunal lo juzgue necesario (art. 683 inc. II), el cual también debe ser oportuna y
legalmente emplazado, a fin de que pueda concurrir a la correspondiente audiencia,
notificándosele personalmente o por cédula, por ser un tercero ajena al juicio; y además,
puede ocurrir que, por expresa disposición legal, también sea necesario oír a los parientes de
alguna de las partes en un determinado juicio sumario (art. 689 del CPC). Ejemplo de un
juicio sumario en que se debe oír al defensor público y a los parientes, es el caso de remoción
de guardador.
Art. 683 inc. II. A esta audiencia concurrirá el Defensor Público, cuando deba intervenir conforme a
la ley, o cuando el tribunal lo juzgue necesario. Con el mérito de lo que en ella se exponga, se recibirá
la causa a prueba o se citará a las partes para oír sentencia.

Art. 689. Cuando haya de oírse a los parientes, se citará en términos generales a los que designa el art.
42 del CC, para que asistan a la primera audiencia o a otra posterior, notificándose personalmente a
los que puedan ser habidos. Los demás podrán concurrir aun cuando sólo tengan conocimiento privado
del acto.
Compareciendo los parientes el tribunal les pedirá informe verbal sobre los hechos que considere
conducentes.
Si el tribunal nota que no han concurrido algunos parientes cuyo dictamen estime de influencia y que
residan en el lugar del juicio, podrá suspender la audiencia y ordenar que se les cite determinadamente.

Art. 42. En los casos en que la ley dispone que se oiga a los parientes de una persona, se entenderán
comprendidos en esa denominación el cónyuge de ésta y sus consanguíneos de uno y otro sexo,
mayores de edad. A falta de consanguíneos en suficiente número serán oídos los afines.
Serán preferidos los descendientes y ascendientes a los colaterales, y entre éstos los de más cercano
parentesco.
Los parientes serán citados, y comparecerán a ser oídos, verbalmente, en la forma prescrita por el
Código de Enjuiciamiento.

417
Hay que recordar que el emplazamiento consiste en la notificación legal de la demanda, unida al plazo que
la ley otorga al demandado para que se defienda. Por tanto, si no tiene lugar la audiencia de contestación, el
demandado no podrá defenderse, y no habría emplazamiento por faltar uno de sus elementos.
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En consecuencia, en esta audiencia se contesta la demanda, la cual si se desea contestar por


escrito, se debe pedir que este escrito se considere como parte integrante del comparendo; y
además, se pueden plantear todas las excepciones dilatorias y perentorias, y todas las
incidencias, las cuales se promueven y se tramitan en esta audiencia sin paralizar el curso de
la cuestión principal (art. 690 del CPC). Por ejemplo, se puede interponer una excepción
dilatoria en contra de la demanda interpuesta en juicio sumario; esto se debe hacer en la
audiencia de rigor, en forma previa a la contestación de la demanda, y en ella misma, el
tribunal conferirá traslado al demandante, y con lo que éste exponga, recibirá o no el incidente
a prueba (en el mismo término probatorio de la cuestión principal), y lo reservará para
definitiva418.
Art. 690. Los incidentes deberán promoverse y tramitarse en la misma audiencia, conjuntamente con
la cuestión principal, sin paralizar el curso de ésta. La sentencia definitiva se pronunciará sobre la
acción deducida y sobre los incidentes, o sólo sobre éstos cuando sean previos o incompatibles con
aquélla.

Ahora bien, el tribunal recibirá o no la causa a prueba, si en el juicio existe controversia sobre
hechos substanciales y pertinentes. En caso afirmativo, dictará la resolución que corresponda,
de la cual se impondrán personalmente las partes si es pronunciada en la audiencia misma; y
si lo ha sido posteriormente, deberá notificárseles por cédula (art. 48 inc. I del CPC).
Posteriormente, en esta misma audiencia, se debe hacer el llamado a conciliación obligatoria.
Art. 48. Las sentencias definitivas, las resoluciones en que se reciba a prueba la causa, o se ordene la
comparecencia personal de las partes, se notificarán por medio de cédulas que contengan la copia
íntegra de la resolución y los datos necesarios para su acertada inteligencia.

ii. Si comparece sólo el demandante, el comparendo se llevará a efecto en rebeldía del


demandado; luego, el tribunal debe llamar a conciliación obligatoria, y acto seguido, puede
asumir dos actitudes: recibir la causa a prueba si hay hechos sustanciales, pertinentes y
controvertidos; o bien, acceder provisionalmente a lo pedido en la demanda, si el actor así lo
solicita con fundamento plausible (art. 684 inc. I del CPC).
Art. 684. En rebeldía del demandado, se recibirá a prueba la causa, o, si el actor lo solicita con
fundamento plausible, se accederá provisionalmente a lo pedido en la demanda.

En consecuencia, la actitud del tribunal está condicionada, en cierto modo, a la conducta que
observe el demandante, pues si nada dice, recibirá la causa a prueba, puesto que la rebeldía
del demandado implica negación de las pretensiones del actor; y si, por el contrario, pide que
se acceda provisionalmente a lo solicitado en su demanda, accederá a ello, siempre que la
petición aparezca revestida de fundamento plausible. Si el tribunal accede provisionalmente
a lo pedido en la demanda, el demandado puede adoptar dos actitudes:

- De acuerdo al inc. II del art. 684, en este segundo caso (cuando se acceda
provisionalmente a lo pedido en la demanda), podrá el demandado formular

418
¿Qué pasa si el incidente se funda en un hecho originado con posterioridad a la audiencia? ¿En qué
oportunidad se opone? Según CASARINO, a falta de regla especial, hay que recurrir a las reglas generales de
los incidentes y, por tanto, se deberá formular tan pronto como el hecho llegue a conocimiento de la parte que
lo promueva, sin perjuicio de dejar su resolución para definitiva.
571
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oposición dentro del término de cinco días, contados desde su notificación, y una vez
formulada, se citará a nueva audiencia, procediéndose como se dispone en el
artículo anterior (al quinto día hábil contado desde la notificación), pero sin que se
suspenda el cumplimiento provisional de lo decretado con esta calidad, ni se altere
la condición jurídica de las partes; sólo tiene por objeto oponerse a la resolución que
accedió provisionalmente a lo solicitado en la demanda, por tanto, no reemplaza la
audiencia de contestación en que no estuvo presente el demandado (normalmente se
solicita que se declare rebelde al demandado para que no pueda contestar la
demanda); ésta es una audiencia de discusión restringida.

- En cambio, si el demandado opta por no deducir oposición (a lo concedido


provisionalmente), el tribunal recibirá la causa a prueba, o citará a las partes para oír
sentencia, según lo estime de derecho (art. 685 del CPC).
Ahora, cualquiera de las dos actitudes anteriores que puede asumir el demandado, no es
impedimento para que pueda también apelar esta resolución, la que se le concederá en el sólo
efecto devolutivo. En efecto, de acuerdo al art. 691 inc. II del CPC, las demás resoluciones,
incluso la que acceda provisionalmente a la demanda, sólo serán apelables en el efecto
devolutivo.
Si, en definitiva, se accede a lo pedido en la demanda, el cumplimiento provisional de lo
resuelto se transformará en permanente; y, a la inversa, si se rechaza, habrá que deshacer el
cumplimiento provisional con todos los inconvenientes prácticos que es de imaginar.
iii. Si comparece sólo el demandado, nada preceptúa el Título XI (“Del juicio sumario”) en este
caso. CASARINO señala que en el silencio, es del caso recurrir a las disposiciones comunes
aplicables a todo procedimiento, por tanto, el comparendo se celebrará en rebeldía del
demandante y el tribunal deberá llamar a las partes a conciliación, para luego recibir la causa
a prueba o citar a las partes a oír sentencia.

iv. ¿Qué pasa si no comparece el Defensor Público, debiendo hacerlo? Si bien la intervención
del Defensor es exigida por la ley o por el tribunal, su inasistencia no frustra el comparendo,
el cual siempre se lleva a efecto, pues el legislador no ha facultado al juez para suspender la
audiencia por este evento. En consecuencia, la solución no es otra que pasar, en seguida, los
autos en vista a ese funcionario para que dictamine sobre la controversia pendiente, en razón
de que se trata de un caso en que la audiencia del Defensor Público es obligatoria.

v. ¿Qué pasa si no comparecen los parientes, debiendo hacerlo? Acá es necesario distinguir la
calidad de los parientes inasistentes; ya que, de acuerdo al art. 689 inc. III, si el tribunal nota
que no han concurrido algunos parientes cuyo dictamen estime de influencia y que residan
en el lugar del juicio, podrá suspender la audiencia y ordenar que se les cite
determinadamente.

vi. Por último, si no comparecen ni demandante ni demandado, ninguna trascendencia ni


gravedad tiene este evento, ya que sólo se habrá perdido la notificación, y la parte que desee
activar el procedimiento, pedirá la fijación de nuevo día y hora para que se lleve a efecto la

572
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audiencia de rigor, debiendo notificarse por cédula la resolución que así lo determine (pues
ordena la comparecencia personal de las partes).

3. LLAMADO A COMPARENDO DE CONCILIACIÓN


En todo juicio civil en que legalmente sea admisible la transacción, una vez agotados los
trámites de discusión (en el juicio sumario, luego de terminado el comparendo de contestación), el
juez está obligado a llamar a las partes a conciliación (art. 262 del CPC); eventualmente, si se dispuso
la comparecencia del defensor, deberá éste indicar su parecer. La conciliación tiene lugar en la misma
audiencia de contestación, una vez que ésta haya terminado. Hay que recordar que éste es un trámite
es esencial y, por tanto, su omisión habilita a la interposición de un recurso de casación en la forma.
Art. 262. En todo juicio civil, en que legalmente sea admisible la transacción, con excepción de los juicios o
procedimientos especiales de que tratan los Títulos I, II, III, V y XVI del Libro III, una vez agotados los trámites
de discusión y siempre que no se trate de los casos mencionados en el art. 313, el juez llamará a las partes a
conciliación y les propondrá personalmente bases de arreglo.
Para tales efectos, las citará a una audiencia para un día no anterior al quinto ni posterior al decimoquinto
contado desde la fecha de notificación de la resolución. Con todo, “en los procedimientos que contemplan una
audiencia para recibir la contestación de la demanda, se efectuará también en ella la diligencia de conciliación,
evacuado que sea dicho trámite”.
El precedente llamado a conciliación no obsta a que el juez pueda, en cualquier estado de la causa, efectuar la
misma convocatoria, una vez evacuado el trámite de contestación de la demanda.

4. LA PRUEBA EN EL JUICIO SUMARIO


La prueba del juicio sumario se rendirá en el plazo y en la forma establecida para los
incidentes (art. 686 del CPC). Por tanto, recibido a prueba el juicio sumario y notificadas (por
cédula419) a las partes la resolución que así lo disponga, comenzará a correr un término (fatal)
probatorio ordinario de ocho días, para rendir toda clase de pruebas; y aquella parte que desee rendir
prueba testimonial, deberá presentar una lista de testigos dentro de dos día, contados de la última
notificación de la resolución que recibe la causa a prueba; no es necesario presentar, junto con la lista
de testigos, la minuta de puntos de prueba (arts. 90 y 323 del CPC). Este es el término probatorio
ordinario, puesto que también hay un término probatorio extraordinario en los incidentes, que procede
cada vez que se deban practicar diligencias probatorias fuera del lugar en que se sigue el juicio, el
que no podrá exceder de 30 días; e incluso, hay términos especiales, de conformidad a las reglas
generales.
Art. 686. La prueba, cuando haya lugar a ella, se rendirá en el plazo y en la forma establecida para los incidentes.

Art. 90. Si es necesaria la prueba, se abrirá un término de ocho días para que dentro de él se rinda y se justifiquen
también las tachas de los testigos, si hay lugar a ellas.
Dentro de los dos primeros días deberá acompañar cada parte una nómina de los testigos de que piensa valerse,
con expresión del nombre y apellido, domicilio y profesión u oficio. Sólo se examinarán testigos que figuren
en dicha nómina.

419
Si bien en los incidentes, en virtud de lo dispuesto en el art. 323 del CPC, la resolución que recibe el
“incidente” a prueba se notifica por el estado diario, la jurisprudencia ha dicho que la resolución que recibe la
“causa” a prueba en el juicio sumario se notifica por cédula, en virtud de lo que dispone el art. 48 del CPC, que
señala que las sentencias definitivas, las resoluciones en que se reciba a prueba “la causa” (y no el incidente),
o se ordene la comparecencia personal de las partes, se notificarán por medio de cédulas que contengan la copia
íntegra de la resolución y los datos necesarios para su acertada inteligencia.
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Cuando hayan de practicarse diligencias probatorias fuera del lugar en que se sigue el juicio, podrá el tribunal,
por motivos fundados, ampliar una sola vez el término por el número de días que estime necesarios, no
excediendo en ningún caso del plazo total de treinta días, contados desde que se recibió el incidente a prueba.
Las resoluciones que se pronuncien en los casos de este artículo son inapelables.

Art. 323. Cuando haya de rendirse prueba en un incidente, la resolución que lo ordene determinará los puntos
sobre que debe recaer, y su recepción se hará en conformidad a las reglas establecidas para la prueba principal.
La referida resolución (la que ordena recibir el incidente a prueba) se notificará por el estado .

5. PERIODO DE SENTENCIA
De acuerdo al art. 687 del CPC, una vez vencido el término probatorio, el tribunal, de
inmediato, citará a las partes para oír sentencia420. Aquí no hay un periodo para formular
observaciones a la prueba.
La sentencia definitiva se deberá dictar dentro de los 10 días siguientes a la fecha de la
resolución que citó a las partes a oír sentencia; y proceden las medidas para mejor resolver (art. 688
del CPC). Lo importante, de acuerdo a la segunda parte del art. 690, es que la sentencia definitiva se
debe pronunciar sobre la acción deducida (petición central de las partes) y sobre los incidentes, o sólo
sobre éstos, cuando sean previos (por ejemplo, la nulidad de la notificación de la demanda) o
incompatibles con la acción deducida (por ejemplo, la incompetencia absoluta del tribunal).
Art. 688. Las resoluciones en el procedimiento sumario deberán dictarse, a más tardar, dentro de segundo día.
La sentencia definitiva deberá dictarse en el plazo de los diez días siguientes a la fecha de la resolución que citó
a las partes para oír sentencia.

6. RECURSOS QUE PROCEDEN


Una vez pronunciada la sentencia definitiva de primera instancia en el juicio sumario, las
partes agraviadas tienen a su disposición el recurso de casación en la forma y el recurso de apelación;
a su vez, la sentencia definitiva de segunda instancia es susceptible de casación en la forma y en el
fondo. Sin embargo, el recurso de apelación en el juicio sumario, está sometido a un régimen especial,
esto en cuanto a sus efectos, a su tramitación y a las facultades del tribunal de alzada.
i. La regla general, es que todas las resoluciones que se dicten en el juicio sumario sean
apelables en el sólo efecto devolutivo, salvo dos resoluciones que son apelables en ambos
efectos, a saber: la sentencia definitiva y la resolución que da lugar al procedimiento sumario
cuando éste se hubiere iniciado como ordinario. Pero hay una contra excepción, ya que estas
resoluciones serán apelables en el sólo efecto devolutivo, en caso de que, concedido el recurso
libremente, se hayan de eludir sus resultados. Hay que recordar que la resolución que recibe
la causa a prueba, se puede impugnar por reposición con apelación subsidiaria 421.

Art. 691. La sentencia definitiva y la resolución que dé lugar al procedimiento sumario en el caso del
inc. II del art. 681, serán apelables en ambos efectos, salvo que, concedida la apelación en esta forma,
hayan de eludirse sus resultados.

420
La ley 18.705 de 1988, incorporó al juicio sumario la citación para oír sentencia y por lo tanto, este trámite
pasó a ser esencial en el procedimiento.
421
Si bien el art. 194 Nº 1 del CPC señala que se concederán en lo devolutivo las apelaciones deducidas respecto
de las resoluciones dictadas contra el demandado en los juicios ejecutivos y sumarios; por tratarse de una norma
general, en su aplicación debe ser preferida la regla especial contenida en el art. 691 del CPC.
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Las demás resoluciones, inclusa la que acceda provisionalmente a la demanda, sólo serán apelables en
el efecto devolutivo (esto hace excepción a la regla general de que la apelación se concede en ambos
efectos).

ii. El art. 691 inc. III señala que la tramitación del recurso se ajustará en todo caso a las reglas
establecidas para los incidentes. Este inciso hoy no tiene aplicación, pues ya no existe la
tramitación incidental del recurso de apelación. Por lo tanto, la apelación de la sentencia que
se dicta en un procedimiento sumario, debe tramitarse conforme las reglas generales.

iii. Según el art. 692 del CPC, en segunda instancia, podrá el tribunal de alzada, a solicitud de
parte, pronunciarse por vía de apelación sobre todas las cuestiones que se hayan debatido
en primera para ser falladas en definitiva, aun cuando no hayan sido resueltas, en el fallo
apelado. En consecuencia, para que tenga aplicación esta norma, se requiere: que se trate de
una cuestión debatida en primera instancia para ser resuelta en definitiva (la pretensión, los
incidentes, las excepciones); que la sentencia definitiva no resuelva dicha cuestión y haya
sido apelada; y que exista petición expresa de parte interesada en orden a que esta omisión
sea subsanada por el tribunal de alzada 422.

De no existir esta disposición excepcional en el juicio sumario, al tribunal de segunda


instancia, en presencia de una omisión semejante y en conformidad a las reglas generales, no
le habría quedado otro camino que invalidar de oficio la sentencia apelada por falta de
decisión del asunto controvertido; o bien, limitarse a ordenar al de primera que complete la
sentencia, dictando resolución sobre el punto omitido, y suspendiendo entre tanto el fallo del
recurso. Es por ello que el art. 692 del CPC permite evitar este largo rodeo, en aras de la
brevedad y rapidez que informan la estructura del juicio sumario.

Por último, hay que recordar que el tribunal de primera instancia está autorizado para omitir
en la resolución aquellas acciones y excepciones que sean incompatibles con las aceptadas.
En dicho caso, el tribunal de alzada resolverla sin nuevo pronunciamiento del inferior (art.
208 del CPC); esto, tratándose de un juicio ordinario como de uno sumario, por ser reglas de
aplicación general.

Art. 208. Podrá el tribunal de alzada fallar las cuestiones ventiladas en primera instancia y sobre las
cuales no se haya pronunciado la sentencia apelada por ser incompatibles con lo resuelto en ella, sin
que se requiera nuevo pronunciamiento del tribunal inferior .

422
Es importante resaltar que sin medir solicitud de parte, no puede entenderse que el tribunal de segunda
instancia posee este mayor grado de competencia; por lo que de no existir dicha petición y ejercerse por el
tribunal de alzada este mayor grado de competencia, la sentencia de segunda instancia que dicte incurrirá en el
vicio de ultra petita. Es por ello que es conveniente presentar un escrito solicitando expresamente al tribunal de
alzada que se resuelvan tales acciones o excepciones sobre las cuales recayó debate, pero que no fueron
resueltas por el tribunal de primera instancia, y no formular una simple petición oral en el alegato de la cual
podría no quedar registro alguno (aquí se concreta el principio formativo de la concentración de este
procedimiento).
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7. LA SUSTITUCIÓN DEL PROCEDIMIENTO

a. Concepto y ámbito de aplicación


Es una institución procesal en virtud de la cual es posible que en el curso mismo del juicio
sumario, por razones de manifiesta conveniencia, se ordene su continuación como ordinario, o se
ordene su continuación como sumario si se inició como ordinario ¿Cuándo puede acontecer esta
situación dentro del proceso? En dos casos:
i. Cuando iniciado el juicio de conformidad a las reglas del procedimiento sumario en razón de
lo dispuesto en el art. 680 inc. I del CPC, se pide que continúe conforme a las reglas del
procedimiento ordinario, y existen motivos fundados para ello (art. 681 inc. I del CPC).
Art. 680. El procedimiento de que trata este Título se aplicará en defecto de otra regla especial a los
casos en que la acción deducida requiera, por su naturaleza, tramitación rápida para que sea eficaz.

Art. 681. En los casos del inc. I del artículo anterior, iniciado el procedimiento sumario podrá
decretarse su continuación conforme a las reglas del juicio ordinario, si existen motivos fundados para
ello.
Por la inversa, iniciado un juicio como ordinario, podrá continuar con arreglo al procedimiento
sumario, si aparece la necesidad de aplicarlo.
La solicitud en que se pida la substitución de un procedimiento a otro se tramitará como incidente.

Por lo tanto, en este primer caso, el procedimiento sumario ha debido ser aplicado en atención
a que la acción deducida, por su naturaleza, requería de un procedimiento rápido para que
fuera eficaz, sin existir una regla o procedimiento especial al respecto; pero, en el curso de la
causa, se demuestra que la necesidad de una tramitación rápida era sólo aparente y, en tal
caso, se podrá solicitar la sustitución del procedimiento por el ordinario. En consecuencia, no
cabe la sustitución del juicio sumario cuando se esté aplicando en virtud de alguno de los
numerales del art. 680 inc. II, pues el procedimiento a seguir está específicamente señalado
por el legislador de antemano (si se pretendiera sustituir el procedimiento sumario por el
ordinario, la incidencia sería rechazada de plano).
ii. Cuando iniciado el juicio de conformidad a las reglas del procedimiento ordinario, se pide
que continúe conforme a las reglas del procedimiento sumario y aparece la necesidad de
aplicarlo. En este segundo caso, la sustitución del procedimiento ordinario por el sumario no
tiene limitación alguna, pues el CPC sólo exige que aparezca la necesidad de aplicar este
último. Por ejemplo, se inicia un juicio sobre un contrato de compraventa de conformidad al
procedimiento ordinario, y en el curso de éste, se advierte que la acción, por su naturaleza,
requiere de un procedimiento rápido para que sea eficaz, y se pide la substitución de ese
procedimiento por el sumario.

b. Oportunidad para pedir la sustitución


Esta es una materia discutida en la jurisprudencia, existiendo dos tendencias al respecto, a
saber:
i. Unos postulan una interpretación restrictiva, en el sentido de que, ante el silencio de la ley,
la sustitución del procedimiento se debe plantear de conformidad a las reglas generales, es
decir, si se quiere sustituir un juicio ordinario por uno sumario, la sustitución se debe plantear
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como excepción dilatoria, o sea, en el plazo para contestar la demanda y en forma previa a
esta última; y si se quiere sustituir un juicio sumario por uno ordinario, la sustitución del
procedimiento se debe plantear como incidente promovido y tramitado en la misma audiencia
de contestación.

ii. Otros autores, (entre ellos CASARINO) dicen que la interpretación restrictiva anterior no se
aviene ni con el objetivo ni con los términos empleados en el art. 681 del CPC. En efecto, no
existe silencio del legislador que obligue recurrir a los principios generales, ya que el instante
para promover el incidente de sustitución de procedimiento está claramente señalado: pues si
se trata de un juicio sumario para ser convertido en ordinario, la sustitución se debe plantear
desde que "existen motivos fundados para ello"; y si se trata de un juicio ordinario para ser
convertido en sumario, la sustitución se debe plantear desde que "aparezca la necesidad de
aplicarlo". Ahora, estos "motivos" y "necesidad" se pueden presentar en cualquier momento
de las respectivas instancias del pleito, durante el curso del juicio. Esta es la tesis con mayor
asidero y aplicación.

c. Tramitación de la solicitud de sustitución


La solicitud en que se pida la sustitución de un procedimiento por otro, se debe tramitar como
incidente (art. 681 inc. III del CPC) ¿Qué incidente? ¿Los incidentes generales señalados en el Título
IX del libro II del CPC, o como el incidente especial contemplado en el art. 690 del CPC (los
incidentes deberán promoverse y tramitarse en la misma audiencia, conjuntamente con la cuestión
principal, sin paralizar el curso de ésta)? Según CASARINO y la mayoría de los autores, el incidente
de sustitución de procedimiento, por su naturaleza, y consecuente, además, con la oportunidad en que
puede ser planteado, debe ser tramitado como un incidente ordinario.
Por tanto, la sustitución deberá pedirse tan pronto existan motivos fundados para ello o
aparezca la necesidad de aplicar un nuevo procedimiento; luego, se conferirá traslado a la contraria
por tres días y con lo que ésta exponga o no, se recibirá a prueba el incidente o se fallará de inmediato.
En todo caso, este incidente será de previo y especial pronunciamiento, o sea, se tramitará en la misma
pieza de autos, suspendiéndose entre tanto, la tramitación de la causa principal.
d. Recursos
La resolución que se pronuncia sobre la sustitución del procedimiento se ha considerado que
es una sentencia interlocutoria de primera clase, vale decir, aquella que resuelve un incidente
estableciendo derechos permanentes a favor de las partes; y como se trata de una sentencia
interlocutoria, será susceptible del recurso de apelación; pero sus efectos están condicionados a la
naturaleza del procedimiento que se pretende sustituir. Así:
i. Si se pretende sustituir el procedimiento ordinario por el sumario, hay que distinguir: si se
accede a dicha sustitución, la apelación que se deduzca debe ser concedida en ambos efectos,
salvo, que concedida en esta forma se considere que se puedan eludir sus resultados (art. 691
inc. I del CPC); y si se deniega dicha sustitución, la apelación debe ser concedida en ambos
efectos de conformidad a las reglas generales (art. 195 del CPC).

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Art. 691. La sentencia definitiva y la resolución que dé lugar al procedimiento sumario en el caso del
inciso II del art. 681 (sustitución), serán apelables en ambos efectos, salvo que, concedida la apelación
en esta forma, hayan de eludirse sus resultados.

Art. 195. Fuera de los casos determinados en el artículo precedente, la apelación deberá otorgarse en
ambos efectos.

ii. Si se pretende sustituir el procedimiento sumario por el ordinario, en este caso, tanto si se
accede o se deniega a la sustitución, la apelación, deberá concederse en el solo efecto
devolutivo (arts. 691 inc. II y 194 Nº 1 del CPC).

Art. 691 inc. II. Las demás resoluciones, inclusa la que acceda provisionalmente a la demanda, sólo
serán apelables en el efecto devolutivo.

Art. 194. Sin perjuicio de las excepciones expresamente establecidas en la ley, se concederá apelación
sólo en el efecto devolutivo:
De las resoluciones dictadas contra el demandado en los juicios ejecutivos y sumarios.

En cuanto al recurso de casación en la forma, el problema de su procedencia reside en si la


resolución que resuelve la incidencia de sustitución del procedimiento, es de las que ponen término
al juicio o hacen imposible su prosecución, o no. La jurisprudencia se ha uniformado en el sentido de
que si la resolución no acoge la sustitución y, por tanto, mantiene el procedimiento primitivo iniciado,
no es susceptible de casación; y, a la inversa, si acepta la sustitución y, por tanto, sustituye el
procedimiento, procede dicho recurso (impide continuar con él).

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RECURSOS PROCESALES
A. GENERALIDADES

1. LOS MEDIOS DE IMPUGNACIÓN


COUTURE señala que el proceso es una secuencia o serie de actos que se desenvuelven
progresivamente con el objeto de resolver, mediante un juicio de autoridad, el conflicto sometido a
su decisión; a su vez, la CPR señala que corresponde al legislador establecer siempre las garantías
del procedimiento, el cual debe ser racional y justo, de manera que si la serie de actos que se
desarrollan en el proceso son de carácter irregular o injusto, se habrá incurrido en una vulneración del
debido proceso legal. En el evento que exista una defectuosidad en el proceso, las partes deben
proceder a corregirla, es decir, a subsanar los defectos de los actos procesales mediante el ejercicio
de los medios de impugnación que concede el legislador. De ahí la importancia de la impugnación,
la que se debe entender como la acción y efecto de atacar, combatir, contradecir, o bien, refutar un
acto judicial un documento, un informe de peritos, una resolución judicial, etc., con la finalidad de
obtener su enmienda, revocación o invalidación.
Por lo anterior, la doctrina señala que la impugnación es toda acción destinada a obtener el
saneamiento de la incorrección o defecto de un acto procesal, ya sea ante el mismo tribunal que lo
dictó, o frente a su superior jerárquico. Dentro del género de los medios de impugnación, se
encuentran los recursos, los cuales no son los únicos medios de impugnación, sino que es posible
encontrar otros, como por ejemplo, los incidentes, las acciones constitucionales autónomas (como el
recurso de protección), las excepciones dilatorias para corregir irregularidades, etc.
2. RECURSOS PROCESALES

a. Concepto
Los recursos procesales son medios de impugnación que tienen por objeto invalidar o
enmendar una resolución injusta (defecto de fondo) o viciada (defecto de forma), que causa un agravio
a la parte que lo interpone423. De esta definición se desprenden los elementos de los recursos
procesales, los cuales son:
i. Resolución judicial. En todo recurso procesal se encuentra una resolución judicial, que será
el objeto del recurso mismo; y dicha resolución recibe el nombre de “resolución recurrida”.

ii. Acto de impugnación. Debe haber un acto de impugnación de una resolución judicial dentro
del mismo proceso en que se dictó. Existe una relación del todo a la parte entre la acción y el
recurso, siendo éste el medio para que la persona continúe con su actividad dentro del proceso
a través de una nueva etapa, para los efectos de obtener una resolución que resuelva el
conflicto. Por tanto, el recurso no es más que un medio para pasar a otra etapa del proceso.

iii. Tribunal. En todo recurso procesal, por regla general, hay un tribunal a quo, que es aquél que
dictó la resolución que se pretende impugnar y ante el cual se presenta el recurso; y un

423
El término “recurso” deriva etimológicamente de recorrer, y lo que se recorre es el iter procesal, para corregir
y enmendar las actuaciones irregulares, en el fondo o en la forma.
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tribunal ad quem, que es aquel que falla el recurso interpuesto en contra de la resolución
pronunciada por otro órgano jurisdiccional de mayor jerarquía.

iv. Parte. Debe haber un recurrente, esto es, la parte litigante que se siente agraviada con la
resolución judicial y que, por lo tanto, la impugna por medio del recurso. Hay que tener
presente que también un tercero relativo o con interés puede estar facultado para recurrir. Por
lo tanto, no pueden calificarse como recursos aquellas actuaciones que se llevan a cabo de
oficio por algunos órganos jurisdiccionales, como por ejemplo, las casaciones de oficio.

v. Nueva resolución judicial. Con la interposición de un recurso debe surgir una nueva
resolución judicial, la cual tendrá por objeto eliminar el agravio producido en la sentencia
recurrida.

vi. Modificación o nulidad. La eliminación del agravio se logra mediante la reforma o enmienda
total o parcial de la resolución judicial, dependiendo de que si la o las partes que impugnan
no ha obtenido la totalidad o parte de lo pedido (recurso de reposición, recurso de apelación
y recurso de aclaración); o mediante la nulidad de la resolución judicial, cuando ella ha sido
dictada sin darse cumplimiento a los requisitos previstos por la ley (recurso de casación y
recurso de nulidad en el nuevo proceso penal).

vii. Agravio. Hay quienes también incluyen como un elemento del recurso, al agravio, el cual
existe cuando hay una diferencia entre lo pedido por una parte al juez, y lo que éste concede
al peticionario, perjudicando a éste dicha diferencia. El agravio debe existir en la parte
dispositiva de la resolución, por lo que no es posible hablar de agravio por la diferencia entre
los argumentos de las partes, ni en la parte considerativa de la resolución. Además, puede el
agravio existir no sólo respecto de una parte, sino que de todas las partes en el proceso, todas
las cuales tendrán facultadas para recurrir.

b. Fundamento de los recursos


Siguiendo la doctrina, el profesor ALFARO dice que el fundamento de los recursos está dado
por la “tensión” entre la inmutabilidad (vinculada a la certeza) y la impugnabilidad (vinculada a la
justicia). En otras palabras, el recurso se mueve entre dos objetivos: la recta aplicación del derecho
(justicia) y la necesidad de certeza que impone un límite a la revisión de los actos, en orden a lograr
su firmeza.
i. Inmutabilidad de las sentencias (certeza). La inmutabilidad es un principio fundamental en el
Derecho procesal, en virtud del cual una situación jurídica declarada por una resolución
judicial, no debe ser modificada o alterada. La necesidad de firmeza o certeza exige que se
declare de una vez por todas cuál es el derecho aplicable al caso concreto; esto por razones
de interés social y de paz o tranquilidad pública.

ii. Impugnabilidad de las sentencias (justicia). En el supuesto de que exista una sentencia injusta,
la ley debe arbitrar los medios necesarios para el restablecimiento de la justicia; tales medios
son los recursos procesales y, su fundamento es, según CARNELUTTI, la necesidad de
“fiscalizar la justicia de lo resuelto”. En el fondo se debe verificar si la resolución judicial

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impugnada es en verdad el mejor resultado posible de obtener. Por tanto, un recurso no


implica realizar un nuevo juicio, sino revisar, fiscalizar.

Por lo tanto, el fundamento de los recursos reside en la aspiración de justicia, pues el principio
de inmutabilidad de la sentencia, que constituye a su vez el fundamento de la cosa juzgada, derivado
de la necesidad de certeza para la estabilidad de las relaciones jurídicas, cede ante la posibilidad de
una sentencia injusta. Por ello, por una necesidad de justicia, será necesario dejar el proceso siempre
abierto a una posibilidad de renovación mediante los recursos.
c. El error judicial en los recursos
En cuanto a los motivos por los cuales procede un recurso, o tipos de error en que puede
incurrir el juez, se distingue entre:
i. Errores o vicios en el procedimiento (error in procedendo), que son aquellos que implican
una desviación o apartamiento de los medios señalados por el Derecho procesal, para la
dirección del juicio (hay una desviación del iter procesal). La sentencia que se pronuncie
cometiendo este error, adolece de nulidad. El error in procedendo acarrea el efecto secundario
de que el proceso debe retroceder hasta el acto inválido y reiniciarse o repetirse en adelante.

ii. Errores o vicios en el juzgamiento (error in judicando), son aquellos errores que se cometen
al decidir el conflicto jurídico, en la decisión o juzgamiento. Aquí ya no se trata ya de la
forma, sino del fondo, del derecho sustancial que está en juego en él. Este error consiste,
normalmente, en aplicar una ley de fondo inaplicable, o en aplicarla mal, o en no aplicarla 424.

d. El agravio en los recursos


El agravio es el concepto central que fundamenta la interposición de la generalidad de los
recursos procesales, en términos tales, que constituye la causal genérica que habilita para su
procedencia. El agravio o perjuicio procesal, no es otra cosa que la no concordancia entre lo pedido
y lo resuelto por el tribunal; en otras palabras, cuando lo resuelto no alcanza a todo lo pretendido.
Este concepto se aplica fundamentalmente a las sentencias definitivas, pero está presente en
todo el régimen de recursos, cualquiera sea la resolución contra la cual se interponga, ya sea en
materia civil o en materia penal. Del mismo modo, hay que tener presente que una misma resolución
puede resultar agraviante para ambas partes del pleito, en términos tales que ninguna de ellas vea
satisfecha a plenitud sus pretensiones (hay agravio para el demandante cuando éste no encuentra su
demanda acogida en su totalidad por el tribunal; y hay agravio para el demandado cuando no se
acogen en su totalidad las excepciones hechas valer).
e. Características de los recursos
CASARINO haciendo un somero análisis de los recursos procesales que nuestra legislación
consagra, señala que ellos presentan las siguientes características generales:

424
Algunos señalan que esta distinción no existe, toda vez que el error es siempre en el procedimiento, pues el
error en el juzgamiento no es por falsa aplicación de la ley sustancial, sino por no aplicar la ley procesal que
obliga a juzgar según el derecho vigente.
581
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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i. Interposición. Por regla general, se interponen ante el mismo tribunal que dictó la resolución
recurrida y, excepcionalmente, se entablan directamente ante el tribunal que va a conocer de
ellos (por ejemplo, el recurso de hecho, el recurso de queja).

ii. Conocimiento. Por regla general, quien conoce los recursos es el tribunal inmediatamente
superior en grado jerárquico de aquel que dictó la resolución recurrida; por excepción, el
conocimiento y fallo de los recursos corresponde al mismo tribunal que dictó la resolución
recurrida (por ejemplo, el recurso de reposición, el recurso de aclaración, rectificación o
enmienda).

iii. Resoluciones recurribles. Por regla general, se interponen en contra de resoluciones que no
tienen el carácter de firmes o ejecutoriadas; por excepción, el recurso de revisión se entabla
para invalidar una sentencia firme o ejecutoriada.

iv. Plazo. Por regla general, se interponen dentro de un término fatal, cuyo vencimiento extingue
el derecho a deducirlo, por el solo ministerio de la ley; por excepción, hay recursos que, por
su propia naturaleza, no tienen plazo, como los recursos de inconstitucionalidad y de amparo.

v. Mandato judicial. De acuerdo al art. 7º inc. I del CPC, el mandato judicial se entiende
conferido para todo el juicio y hasta la completa ejecución de la sentencia definitiva, por
ende, el mandatario judicial se encuentra facultado para interponer todos los recursos. Pero
hay que tener en cuenta que el art. 7 inc. II del CPC señala que el mandatario requiere facultad
especial para renunciar a los recursos 425.

vi. Regla de jerarquía. Como los tribunales tienen una estructura jerárquica y piramidal, respecto
de los recursos, por regla general, juega el principio de la jerarquía, conforme al cual, el
superior jerárquico es el competente para conocer los recursos. Este principio está consagrado
en el art. 110 COT el cual señala que una vez fijada con arreglo a la ley la competencia de un
juez inferior para conocer en primera instancia de un determinado asunto, queda igualmente
fijada la del tribunal superior que debe conocer del mismo asunto en segunda instancia.

f. Clasificación de los recursos

i. La clasificación más importante y comúnmente admitida, es la que divide a los recursos en


ordinarios y extraordinarios. El problema radica en que no hay unanimidad en la doctrina en
cuanto al criterio de clasificación:

- Para algunos el criterio de clasificación es según su procedencia en contra de una


mayor o menor cantidad de resoluciones judiciales, y según la mayor amplitud o
taxatividad de la causal por la que proceden. Los recursos ordinarios son aquellos que
proceden en contra de la mayoría de las resoluciones judiciales y respecto de los cuales
el legislador no ha establecido alguna causal específica, proceden por el hecho de

425
La renuncia puede ser expresa, que es aquella que se da cuando en forma anticipada y expresa se señala que
no se interpondrán recursos; o tácita, que es aquella que se da cuando se dejan transcurrir los plazos para
interponerlo, sin que él sea deducido. Según la jurisprudencia, la renuncia expresa requiere de facultad especial
y la renuncia tácita está cubierta por las facultades del art. 7 inc. I del CPC
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existir el agravio (por ejemplo, el recurso de apelación y el recuro de reposición). Y


los recursos extraordinarios son aquellos que proceden contra ciertas y determinadas
resoluciones judiciales y respecto de los cuales el legislador ha establecido causales
específicas (por ejemplo, el recurso de casación, tanto en la forma y en el fondo; el
recurso de revisión, el recurso de queja).
- CASARINO recalca que los recursos ordinarios también se diferencian de los
extraordinarios, en las atribuciones del tribunal ad quem o superior. En efecto, en los
recursos ordinarios el juez llamado a conocer del respectivo recurso tiene las mismas
amplias atribuciones que tenía el que conoció de la resolución recurrida, pudiendo
enmendarla, en la mejor forma que le parezca, siempre que sea en conformidad a
Derecho; en cambio, en los recursos extraordinarios la competencia del juez llamado
a conocer del respectivo recurso está limitada al conocimiento de la causal que la ley
señala en forma taxativa y que ha servido de fundamento al recurso, limitándose, en la
mayoría de los casos, a invalidar o anular la resolución recurrida.

ii. En cuanto al momento de su interposición, el profesor ALFARO distingue entre: recursos


principales, que son aquellos que se interponen directamente en contra de la resolución; y
recursos subsidiarios, que son aquellos que se interponen en caso de no ser acogido el recurso
principal.

iii. En cuanto a sus efectos, el profesor ALFARO distingue entre: recursos de efectos meramente
devolutivos, que son aquellos, que son aquellos que no suspenden la tramitación del asunto
principal; y recursos de efectos suspensivos, que son aquellos que sí la suspenden.

iv. En cuanto a su objeto o finalidad, se distingue entre: recursos de nulidad o de invalidación


(casación, recurso de revisión, y recurso de nulidad en materia penal); recursos de enmienda
o reforma (reposición y apelación); recursos disciplinarios (recurso de queja); recursos de
protección de las garantías constitucionales (protección y amparo), y recurso de declaración
(inaplicabilidad por inconstitucionalidad).

v. En cuanto a la causal que lo hace procedente, el profesor ALFARO distingue entre: recursos
por razón o vicio de fondo; y recursos por razón o vicio de forma.

vi. De acuerdo a la resolución objeto de la impugnación, se distingue entre: recurso principal,


que es aquél que se interpone en contra de una resolución que resuelve el conflicto sometido
a la resolución del tribunal (por ejemplo, la apelación en contra de la sentencia definitiva de
la primera instancia); y recurso incidental, que es aquél que se interpone en contra de las
resoluciones que no resuelven el conflicto sino que recaen sobre incidentes o trámites del
juicio (por ejemplo, la reposición con apelación subsidiaria de la sentencia interlocutoria que
recibe la causa a prueba).

vii. En cuanto a su fuente, se distingue entre recursos constitucionales y recursos legales.

viii. Atendiendo al tribunal llamado a conocer y resolver el respectivo recurso, se distingue entre:
recursos por vía de retractación, que son aquellos que los conoce el mismo tribunal que dictó
la resolución (recurso de reposición y recurso de aclaración, rectificación o enmienda); y
583
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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recursos por vía de reforma, que son aquellos en que otra autoridad judicial conoce el recurso
(apelación y casación).
Para finalizar, se puede decir que en nuestro derecho positivo los recursos procesales son
numerosos, están reglados en diversos cuerpos legales y su denominación depende del objetivo que
mediante ellos se persigue. En los siguientes párrafos serán analizados los siguientes recursos
procesales: el recurso de aclaración, rectificación o enmienda; el recurso de reposición; el recurso de
apelación; el recurso de casación en la forma y en el fondo; y el recurso de queja.
B. RECURSO DE ACLARACIÓN, RECTIFICACIÓN O ENMIENDA

1. CONCEPTO
Este recurso se encuentra regulado en los arts. 182 a 185 y 190 del Libro I del CPC y, de
acuerdo al art. 182 inc. I, se puede definir como aquél medio que franquea la ley a las partes o al
propio tribunal, para aclarar los puntos obscuros o dudosos, salvar las omisiones y rectificar los
errores de copia, de referencia o de cálculo numéricos que aparezcan de manifiesto en una sentencia
definitiva o interlocutoria426.
El art. 182 inc. I del CPC establece en su primera parte el principio del desasimiento del
tribunal al señalar que notificada una sentencia definitiva o interlocutoria a alguna de las partes, no
podrá el tribunal que la dictó alterarla o modificarla en manera alguna. El instante en que se produce
el desasimiento es a partir del momento en que la sentencia definitiva o interlocutoria es notificada a
cualquiera de las partes en el proceso, y desde ese momento precluye la facultad del tribunal de
alterarla de manera alguna. Sin embargo, hay situaciones en que es de una necesidad evidente atenuar
un poco el rigor de este principio, ya que no sería justo imponer a las partes la obligación de recurrir
al tribunal superior jerárquico para salvar simples errores de detalle, que perfectamente pueden ser
solucionados por el juez que dictó la resolución; errores que, por otro lado, no justifican la pérdida de
tiempo y dinero que significaría interponer un recurso ante el tribunal de alzada, más si no implica
ventajas para ninguna de las partes.
Es por ello que se hace excepción a dicho principio en la segunda parte del art. 182 inc. I, que
señala que podrá (el tribunal), sin embargo a solicitud de parte, aclarar los puntos obscuros o
dudosos, salvar las omisiones y rectificar los errores de copia, de referencia o de cálculos numéricos
que aparezcan de manifiesto en la misma sentencia.
2. NATURALEZA JURÍDICA
Existen dos posiciones doctrinarias que dicen relación con la naturaleza jurídica de la
aclaración, rectificación y enmienda.
Una primera posición señala que se trata de un recurso procesal, es decir, un medio de
impugnación que tienen por objeto dejar modificar una resolución injusta o inválida, que causa
agravio a la parte que lo interpone. Esta es la posición de la doctrina argentina, la cual se basa en sus
propios Códigos, que lo reglamentan dentro de los recursos.

426
En el nuevo sistema procesal penal, no se regula este recurso, sin embargo tiene aplicación de conformidad
a lo provisto en el art. 52 del CPP, el cual hace aplicables las normas del Libro I del CPC (normas comunes a
todo procedimiento) al procedimiento penal.
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Una segunda corriente doctrinaria indica que se trata de una acción procesal. Esta postura es
la seguida por la doctrina nacional, la cual señala no se está en presencia de un verdadero recurso,
porque no cumple sus fines, cuales son, enmendar o dejar sin efecto una resolución; se trata más bien,
de un incidente suscitado dentro del proceso de formación de la sentencia, sin constituir un medio de
impugnación. Esta doctrina también señala que aquí no existe agravio o gravamen que legitime al
recurrente para interponer el recurso; ni tampoco un plazo para su ejercicio como en la mayoría de
los recursos; y, por otro lado, los recursos son esencialmente un acto jurídico procesal de parte,
mientras que la aclaración, rectificación y enmienda puede ser de oficio.
Para el legislador procesal no es un recurso, prueba de ello son los arts. 182 y 190 que se
refieren a él como “solicitud”, mientras que el art. 183 lo llama la “reclamación”; también éste ha
sido el sentido de la jurisprudencia. Pese a lo anterior, en la práctica y en doctrina, se le sigue
denominando recurso.
3. OBJETO
El objeto de la aclaración, rectificación o enmienda, es muy limitado, pues se reduce nada
más que a:
i. Aclarar puntos obscuros o dudosos, explicando el real sentido y alcance de la decisión. Se
trata de explicar el real contenido del fallo, haciendo coincidir lo querido con lo expresado;
sólo se trata de corregir expresiones.

ii. Salvar omisiones, esto es, llenar los vacíos de la sentencia. Ello debe ser un error involuntario
del tribunal, no debe ser, por tanto, un medio para que se emita una decisión expresamente
omitida por el tribunal en la sentencia.

iii. Rectificar errores de copia, de referencia o de cálculos numéricos, esto es, corregir errores
materiales que pueden haberse cometido en el documento.
Como recalca el profesor ALFARO, con este recurso no se puede perseguir una alteración
substancial del juzgamiento, pues su objeto se limita sólo a los puntos indicados. Cualquier otro
defecto de forma o de fondo contenido en la sentencia, deberá ser corregido por medio de los demás
recursos ordinarios y extraordinarios que la ley pone a disposición de las partes agraviadas.
4. CARACTERÍSTICAS

i. Interposición. Requiere solicitud de parte, pero también puede el tribunal decretarlo de oficio.
En efecto, conforme al art. 184 del CPC, los tribunales, en el caso del art. 182, podrán también
de oficio rectificar, dentro de los cinco días siguientes a la primera notificación de la
sentencia, los errores indicados en dicho artículo.

ii. Resoluciones respecto de las cuales procede. De acuerdo al art. 182 del CPC, procede en
contra de sentencias definitivas o interlocutorias. No obstante, podría interpretarse que
también procede en contra de autos y decretos en virtud de lo que dispone el art. 84 inc. IV
del CPC, esto es, el juez podrá corregir de oficio los errores que observe en la tramitación del
proceso; pero en este caso, únicamente procedería de oficio y no a petición de parte.

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iii. No tiene plazo de interposición. El profesor ORELLANA señala que si bien el legislador no ha
señalado un plazo para interponerlo, se puede hablar de una oportunidad procesal. Así, este
recurso se puede interponer en cualquier momento, aun cuando se trate de fallos
ejecutoriados, o sentencias en contra de las cuales se hayan interpuesto otros recursos
pendientes.

iv. Tramitación. Este recurso se interpone ante el mismo tribunal que dictó la resolución, quien
lo resolverá de plano, o bien, dándole tramitación incidental. En efecto, conforme al art. 183
del CPC, hecha la reclamación, podrá el tribunal pronunciarse sobre ella sin más trámite o
después de oír a la otra parte; y mientras tanto suspenderá o no los trámites del juicio o la
ejecución de la sentencia, según la naturaleza de la reclamación.

v. Compatibilidad con otros recursos. De acuerdo al art. 185 del CPC, las aclaraciones,
agregaciones o rectificaciones mencionadas en los tres artículos precedentes, podrán hacerse
no obstante la interposición de recursos sobre la sentencia a que aquellas se refieren.

vi. Efectos que produce su interposición. En primer lugar, el tribunal es el que decide, mientras
resuelve el recurso, si suspende o no los trámites del juicio o la ejecución de la sentencia,
según la naturaleza de la reclamación; no obstante ello, es conveniente solicitar mediante un
escrito la suspensión. Y, en segundo lugar, de acuerdo a la primera parte del art. 190 inc. I
del CPC, no se suspende el plazo para apelar por la solicitud de aclaración, agregación o
rectificación de la sentencia definitiva o interlocutoria; por lo tanto, si se desea apelar la
resolución que se pide corregir, es necesario hacerlo en forma independiente de la aclaración,
rectificación y enmienda.

vii. Recursos. Conforme a la segunda parte del art. 190 inc. I del CPC, el fallo que resuelva acerca
de dicha solicitud o en que de oficio se hagan rectificaciones conforme al art. 184, será
apelable en todos los casos en que lo sería la sentencia a que se refiera, con tal que la cuantía
de la cosa declarada, agregada o rectificada admita el recurso. No procede el recurso de
reposición, pues la resolución enmendada o rectificada es una sentencia interlocutoria o
definitiva (no un auto o decreto).

C. RECURSO DE REPOSICIÓN

1. CONCEPTO
La reposición o reconsideración se encuentra regulada en el art. 181 del CPC (Libro I), y
siguiendo a CASARINO se puede definir como aquél medio que franquea la ley a las partes litigantes
para obtener la modificación o revocación de un auto o decreto por parte del tribunal que lo dictó, sea
que se hagan valer o no, nuevos antecedentes que así lo justifiquen.
Este recurso permite obtener la modificación de ciertas resoluciones judiciales ante el mismo
tribunal que las dictó, evitando de esta manera la pérdida de tiempo y los desembolsos pecuniarios
que implica interponer un recurso ante el tribunal superior jerárquico. Por lo tanto, el fundamento de
este recurso se encuentra en el principio de economía procesal y de celeridad.

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2. CLASIFICACIÓN
Tradicionalmente la doctrina señala que existen dos tipos o clases de recursos de reposición
o reconsideración, a saber:
i. El recurso de reposición sin nuevos antecedentes (reposición ordinaria): es aquél que
procede contra autos y decretos dentro del plazo de cinco días contados desde la notificación
de la resolución a la parte que lo entabla, sin exigirse nuevos antecedentes.

ii. Recurso de reposición con nuevos antecedentes: es aquél que procede contra autos y
decretos, pero para poder deducirse, deben hacerse valer nuevos antecedentes. El legislador
no ha señalado plazo para su interposición, no obstante lo cual, se habla de una oportunidad
procesal para su interponerlo, cual es, mientras el auto o decreto no esté firme o ejecutoriado.

Respecto a la expresión nuevos antecedentes, la CS ha señalado que son todos aquellos


antecedentes que producen consecuencias jurídicas, existentes al momento de la dictación de
la resolución judicial, pero que eran desconocidos por el tribunal. Por lo tanto, no se trata de
una reposición fundada en nuevos argumentos, sino en antecedentes que eran desconocidos
por el tribunal.

Art. 181. Los autos y decretos firmes se ejecutarán y mantendrán desde que adquieran este carácter sin
perjuicio de la facultad del tribunal que los haya pronunciado para modificarlos o dejarlos sin efecto,
si se hacen valer nuevos antecedentes que así lo exijan.
Aún sin estos antecedentes, podrá pedirse, ante el tribunal que dictó el auto o decreto su reposición,
dentro de cinco días fatales después de notificado. El tribunal se pronunciará de plano y la resolución
que niegue lugar a esta solicitud será inapelable; sin perjuicio de la apelación del fallo reclamado, si
es procedente el recurso.

iii. Reposición especial. Si bien en un comienzo se dijo que tradicionalmente se distinguían dos
clases de reposición, es menester señalar también esta tercera clase que es tratada por algunos
autores. La reposición especial es aquella que procede en contra de las sentencias
interlocutorias que expresamente señala la ley y dentro de tercero día. Como se puede
apreciar, esta reposición es doblemente excepcional, pues procede en contra de sentencias
interlocutorias, y el plazo para interponer el recurso es de tres días, en circunstancias que el
plazo para interponerlo sin nuevos antecedentes es de cinco días.

3. CARACTERÍSTICAS

i. Procedencia. Por regla general, procede en contra de autos y decretos, y sólo en forma
excepcional, se puede pedir reposición respecto de ciertas sentencias interlocutorias, a saber:
la resolución que recibe la causa a prueba (con apelación subsidiaria, dentro de tercero día);
la resolución que cita a las partes para oír sentencia (fundado en un error de hecho y dentro
de tercero día); la sentencia interlocutoria que declara desierta o inadmisible una apelación
(dentro de tercero día y fundado en un error de hecho); la sentencia interlocutoria que declara
prescrita una apelación (dentro de tercero día fundado en un error de hecho); la resolución
que declara inadmisible el recurso de casación (dentro de tercero día fundado en un error de
hecho); la resolución que rechaza el recurso de casación en el fondo por adolecer de
manifiesta falta de fundamento (fundado y dentro de tercero); la resolución que no da lugar
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a la solicitud para que el recurso de casación en el fondo sea conocido, visto y resuelto por el
pleno de la CS (fundado y dentro de tercero día); la resolución que declara inadmisible el
recurso de queja (fundado en un error de hecho y dentro de tercero día)427.
ii. Objeto. Su objeto es doble, a saber: la modificación del auto o decreto, o bien, que se le deje
sin efecto.

iii. Sujeto. Requiere solicitud de parte (no existe reposición de oficio) y puede interponerlo
cualquiera (demandante, demandado o un tercero interesado), siempre que tenga un agravio.
El sistema procesal chileno se estructura sobre la base del principio de la escrituración por lo
que este recurso no hace excepción a este principio y debe interponerse por escrito.

iv. Tribunal competente. Se interpone ante el mismo tribunal que dictó el auto o decreto, y para
ante ese mismo tribunal. Por tratarse la reposición de un recurso de retractación, se interpone
ante el mismo tribunal que dictó la resolución, quien conoce de él y lo resuelve, toda vez que
los autos y decretos no producen el desasimiento del tribunal.

v. Tramitación. El art. 181 inc. II del CPC, a propósito de la reposición sin nuevos antecedentes,
señala que se debe resolver de plano, es decir, sin más trámite.

Respecto a la reposición con nuevos antecedentes, el legislador no se señaló una tramitación


especial, es por tal motivo que la doctrina señala que se debe resolver en forma incidental,
conclusión a la que se llega por aplicación de las reglas generales relativas a las cuestiones
accesorias.

Respecto de la reposición especial, hay que distinguir entre la resolución que recibe la causa
a prueba y el resto de las sentencias interlocutorias susceptibles del recurso de reposición. En
efecto, si se hace valer la reposición contra de la resolución que recibe la causa a prueba, se
resuelve de plano o como incidente, según lo estime el tribunal (art. 319 inc. II); y en cuanto
al resto de las sentencias interlocutorias, el legislador, al no indicar nada al respecto, permite
concluir que se debe resolver por vía incidental.

Art. 319. Las partes podrán pedir reposición, dentro de tercero día, de la resolución a que se refiere el
artículo anterior. En consecuencia, podrán solicitar que se modifiquen los hechos controvertidos
fijados, que se eliminen algunos o que se agreguen otros.
El tribunal se pronunciará de plano sobre la reposición o la tramitará como incidente.

vi. Efectos. Nada dice la ley en cuanto a los efectos del recurso de reposición frente a la
resolución recurrida. Según Casarino, el auto o decreto reclamado tiene que quedar

427
En el CPP el recurso de reposición procede en contra de decretos, autos y sentencias interlocutorias. En
efecto, de acuerdo al art. 362 del CPP, de las sentencias interlocutorias, de los autos y de los decretos dictados
fuera deaudiencias (orales), podrá pedirse reposición al tribunal que los hubiere pronunciado. El recurso deberá
interponerse dentro de tercero día y deberá ser fundado. El tribunal se pronunciará de plano, pero podrá oír a
los demás intervinientes (darle trámite incidental) si se hubiere deducido en un asunto cuya complejidad así lo
aconsejare. Y conforme al art. 363 del CPP, la reposición de las resoluciones pronunciadas durante audiencias
orales (sea ante un JG o ante un TJOP) deberá promoverse tan pronto se dictaren y sólo serán admisibles cuando
no hubieren sido precedidas de debate. La tramitación se efectuará verbalmente, de inmediato, y de la misma
manera se pronunciará el fallo.
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suspendido en su ejecución, hasta que el tribunal resuelva en definitiva la reposición


interpuesta.

vii. ApelaciónLa resolución que niegue lugar a una reposición es inapelable (art. 181 inc. II), sin
perjuicio de la apelación subsidiaria del fallo reclamado, si es apelable de acuerdo a las reglas
generales. Luego la resolución que acoge la reposición es apelable de conformidad a las
reglas generales (esto, a contrario sensu de lo que dispone el art. 181 inc. II).

Art. 181 inc. II. Aún sin estos antecedentes, podrá pedirse, ante el tribunal que dictó el auto o decreto
su reposición, dentro de cinco días fatales después de notificado. El tribunal se pronunciará de plano
y “la resolución que niegue lugar a esta solicitud será inapelable”; sin perjuicio de la apelación del
fallo reclamado, si es procedente el recurso.

Cabe destacar que si el fallo reclamado es susceptible de reposición y de apelación, es


necesario deducir el segundo recurso con el carácter de subsidiario del primero, pues ambos
tienen el mismo plazo fatal de cinco días para interponerlos. Por otro lado, si el recurso de
reposición se fundamenta y contiene peticiones concretas no es necesario hacerlo respecto
del recurso de apelación.

D. RECURSO DE APELACIÓN

1. CONCEPTO
Las fuentes legales de este recurso se encuentran en el Título XVIII (“De la apelación”) del
Libro I del CPC (arts. 186 al 230). El legislador no da un concepto de apelación, sino que únicamente
señala el objeto o finalidad de este recurso; el profesor ALFARO lo define diciendo es el medio que
franquea la ley a la parte agraviada por una resolución judicial, para que el juez superior del que la
dictó, la prive total o parcialmente de eficacia jurídica y la sustituya por otra. Del concepto, el profesor
extrae los siguientes elementos:
i. Elemento objetivo u objeto del recurso, que corresponde al agravio y a la necesidad de
reparación del mismo por parte del superior jerárquico del juez que dictó la sentencia.

ii. Elemento subjetivo, que dice relación con las personas que intervienen en la apelación, cuales
son: el tribunal inferior o a quo, que es el que falló y ante el cual se interpone el recurso; el
tribunal superior o ad quem, que es el tribunal que conocerá la apelación y para ante el cual
se interpone el recurso; el legitimado activo o apelante, quien es la parte agraviada, que puede
ser el demandante, el demandado, o ambos; y por último, están los terceros con interés,
quienes también pueden concurrir a la apelación, pero deben aceptar todo lo obrado hasta ese
momento.
El litigante que interpone el recurso de apelación recibe el nombre de “apelante”, y aquel
frente al cual se apela se le llama “apelado”, cualquiera que sea el papel que ellos desempeñen
dentro del proceso, por lo que no se deben confundir los términos demandante y demandado
con apelante y apelado. En efecto, los primeros dicen relación con el ejercicio de la acción
en primera instancia; los segundos, en cambio, con el ejercicio de la acción en segunda
instancia, puesto que toda apelación, en el fondo, implica ejercicio de una acción.

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iii. Efectos que produce la apelación, cuales son, el efecto devolutivo y el suspensivo, siendo
esencial el devolutivo, y accidental el suspensivo.

2. OBJETO DEL RECURSO


De acuerdo al art. 186 del CPC, el recurso de apelación tiene por objeto obtener del tribunal
superior respectivo que enmiende, con arreglo a Derecho, la resolución del inferior.
En la historia fidedigna de la ley, se dejó constancia que la expresión “enmienda” alude tanto
a una modificación parcial como total del fallo apelado, para así eliminar el agravio producido con su
dictación.
3. La apelación como segunda instancia del proceso
El profesor ALFARO señala que el recurso de apelación se relaciona con la doble instancia, es
decir, con un sistema en virtud del cual para evitar errores, un proceso debe ser visto dos veces y por
distintos jueces. Mientras ello no ocurra, el proceso no está terminado 428.429.
Hay que recordar que en doctrina la instancia se define como cada uno de los grados
jurisdiccionales que la ley establece a fin de que los tribunales puedan conocer y fallar los negocios
sometidos a su decisión, con facultad soberana para pronunciarse sobre todas las cuestiones de hecho
y de derecho que en ellos se plantea.
Recalca este profesor que la cuestión es determinar si la apelación es una repetición sustancial
del proceso primitivo anterior, o bien, una revisión del proceso anterior mediante actos procesales
destinados a depurar o rectificar un resultado. Se dice que la apelación se vincula con la instancia en
la medida que se conocen tanto los hechos como el Derecho, salvo que el recurrente, de propia
iniciativa, restrinja las atribuciones del tribunal superior, al fundar su recurso; y se desliga de la
instancia, en cuanto no hay una repetición del procedimiento, sino sólo una revisión de la primera
instancia. No es que se vuelva a rendir toda la prueba nuevamente, sino que consiste en una etapa de
control, cuyo objeto es depurar, corregir el resultado de la actividad de juzgar429.
En definitiva, el recurso de apelación constituye una instancia y, por ende, el Tribunal
Superior, por la vía de la apelación, podría dar por establecidos los hechos de una manera totalmente
diferente a como los dio por establecidos el tribunal de primera instancia; e igualmente, podría aplicar
principios legales y de derecho diferentes a los que se aplicaron en primera instancia. Lo anterior, a
diferencia de lo que ocurre con la casación, en la cual el tribunal únicamente puede conocer del
Derecho; pues allí no hay una instancia, sino que un grado jurisdiccional430.

428
Para el profesor LUHRS apelación, segunda instancia y efecto devolutivo son términos que no se entienden
separadamente. Pues, si hay apelación, hay efecto devolutivo y un tribunal de segunda instancia que adquiere
competencia.
429
La doctrina también se plantea si la apelación importa un nuevo examen o constituye u nuevo juicio. Al
respecto Hugo Alsina señala que el distingo que deriva de dicha interrogante tiene mucha importancia, porque
en el primer caso (nuevo examen) el material sobre el cual debe trabar el tribunal de alzada es nada más que el
acumulado en la primera instancia, mientras que se si constituye un nuevo juicio, se podrá deducir nuevas
defensas u ofrecer nuevas pruebas. Para el autor, el recurso de apelación solamente es un nuevo examen
430
La única posibilidad que tiene el Tribunal de Casación de alterar los hechos establecidos por los tribunales
de fondo, del grado o de la instancia, se da en aquellos casos en que el recurso de casación en la forma se acoge
por infracción a las leyes reguladoras de la prueba.
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La regla general en Chile, es el sistema de la doble instancia, no obstante, hay asuntos que se
ven en única instancia y, por tanto, la resolución que se dicte no está sujeta a revisión por un Tribunal
Superior. Ahora bien, los asuntos judiciales de primera instancia son aquellos en que la sentencia de
término es susceptible de recurso de apelación, y en ellos se debe oír ampliamente a las partes sobre
todas las cuestiones de hecho y derecho; recibir las pruebas que se rindan; fallar todas las acciones y
excepciones propuestas so pena de nulidad; por último, el asunto comienza por demanda y termina
por medio de la sentencia. En cambio, los asuntos judiciales de segunda instancia son aquellos que
tienen por objeto conocer del recurso de apelación que se ha deducido en contra de una sentencia de
primera instancia, y en ellos se revisa el fallo de primera instancia para ver si está o no ajustado a
derecho, y se inicia precisamente por la interposición del recurso de apelación.
4. CARACTERÍSTICAS DEL RECURSO DE APELACIÓN

i. Es un recurso ordinario, pues procede en contra de toda clase de resoluciones judiciales, y la


causa por la cual procede es amplia, a saber: el agravio.

ii. Es un recurso por vía de reforma, ya que es conocido por el tribunal inmediatamente superior
en grado jerárquico de aquel que pronunció la resolución recurrida.

iii. En cuanto a la forma de interposición, es un recurso que se interpone ante el mismo tribunal
que dictó la resolución recurrida y para ante el inmediatamente superior en grado jerárquico.

iv. Puede ser un recurso subsidiario cuando va unido a otros recursos, como por ejemplo, el
recurso de reposición.

v. Procede tanto en asuntos contenciosos como no contenciosos. En efecto, el art. 822 del CPC,
a propósito de los asuntos judiciales no contenciosos, señala que contra las resoluciones
dictadas podrán entablarse los recursos de apelación y de casación, según las reglas generales.
Los trámites de la apelación serán los establecidos para los incidentes.

vi. Puede ser renunciado tanto expresa como tácitamente. Hay que recordar que para renunciar
expresamente al recurso de apelación, el mandatario judicial requiere de las facultades
extraordinarias del art. 7º inc. II del CPC; por su parte, la renuncia tácita se refiere
simplemente a dejar correr los plazos para interponer le recuso.

vii. Constituye la segunda instancia en nuestro ordenamiento jurídico, es decir, que el mismo
asunto sea visto en dos oportunidades y por tribunales distintos.

5. CLASES DE APELACIÓN
El profesor ALFARO distingue dos clasificaciones de la apelación, a saber:
i. Atendiendo al momento en que se interpone el recurso de apelación, se distingue entre:
apelación principal, que es aquella que se da cuando uno sólo de los litigantes deduce un
recurso de apelación; y apelación secundaria, que es aquella que se da cuando un litigante se
adhiere a un recurso de apelación ya deducido.

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ii. Atendiendo a la competencia de juez, se distingue entre apelación en juicio ordinario, en la


cual el tribunal sólo puede pronunciarse respecto de lo discutido y fallado (por regla general);
y apelación en juicio sumario, en la cual el tribunal tiene una facultad más amplia, pues puede
pronunciarse sobre materias que no fueron falladas en primera instancia. En efecto, el art.
692 dice que en segunda instancia, podrá el tribunal de alzada, a solicitud de parte,
pronunciarse por vía de apelación sobre todas las cuestiones que se hayan debatido en
primera para ser falladas en definitiva, aun cuando no hayan sido resueltas en el fallo
apelado.

6. REQUISITOS DE PROCEDENCIA DE LA APELACIÓN


Según señala el profesor ALFARO, los supuestos básicos de procedencia son el agravio y que
la resolución sea apelable.
a. El agravio
En materia civil la causal genérica que fundamenta el recurso de apelación es el agravio
(COUTURE dice que el agravio es la medida de la apelación). El legislador no ha señalado que se debe
entender por agravio, pero pese ello, la doctrina ha dicho que el agravio es sinónimo de perjuicio, y
se concibe como la diferencia entre lo pedido y lo realmente otorgado por el juez. Esto lo extraen del
art. 751 inc. II del CPC, a propósito del juicio de hacienda, el cual señala que se entenderá que la
sentencia es desfavorable al interés fiscal, tanto la que no acoja totalmente la demanda del Fisco o
su reconvención, como la que no deseche en todas sus partes la demanda deducida contra el Fisco o
la reconvención promovida por el demandado. Por lo tanto, de acuerdo a dicha disposición, hay
agravio para el demandante cuando: no se acoja totalmente la demanda por él deducida, o cuando no
se deseche totalmente la reconvención deducida en su contra; y hay agravio para el demandado
cuando: no se deseche totalmente la demanda deducida en su contra, o cuando no se acoja totalmente
la reconvención por él deducida.
Conforme a lo anterior, cabe señalar que el agravio se encuentra en la parte resolutiva del
fallo, y no en la considerativa, a menos que sean indispensables los considerandos para la
interpretación de la decisión final.
b. Resolución apelable

i. De acuerdo al art. 187 del CPC, son apelables todas las sentencias definitivas y las
interlocutorias de primera instancia, salvo en los casos en que la ley deniegue expresamente
este recurso. Se sabe que la sentencia definitiva es la que pone fin a la instancia, resolviendo
la cuestión o asunto que ha sido objeto del juicio (art. 158 inc. II del CPC); y que la sentencia
interlocutoria es la que falla un incidente del juicio, estableciendo derechos permanentes a
favor de las partes, o resuelve sobre algún trámite que debe servir de base al
pronunciamiento de una sentencia definitiva o interlocutoria (art. 158 inc. III del CPC).
Ambas sentencias deben ser de primera instancia, es decir, susceptibles de recurso de
apelación431.

431
El profesor ALFARO recalca que no procede reposición respecto de sentencias definitivas o interlocutorias
de primera instancia, pero en la práctica se deduce reposición y en subsidio apelación porque a veces no es fácil
determinar si se trata de autos o sentencias interlocutorias.
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ii. De conformidad con el art. 188 del CPC, los autos y decretos no son apelables cuando
ordenan trámites necesarios para la substanciación regular del juicio; pero son apelables
cuando alteran dicha substanciación o recaen sobre trámites que no están expresamente
ordenados por la ley. Esta apelación sólo podrá interponerse con el carácter de subsidiaria
de la solicitud de reposición y para el caso que ésta no sea acogida. Por lo tanto,
excepcionalmente, los autos y decretos "de primera instancia", son apelables cuando alteran
la sustanciación regular del juicio (por ejemplo, en el juicio ordinario, y el tribunal en vez de
proveer traslado para la réplica, cita a las partes a conciliación) o recaigan sobre trámites que
no están expresamente ordenados por la ley (por ejemplo, en un juicio ejecutivo se cita a
conciliación; o se establece la consulta respecto de una sentencia definitiva contra la cual no
está contemplada); pero la apelación no procede directamente, sino que en forma subsidiaria
de una reposición y para el evento de que ella no sea acogida, pues el legislador desea que si
el tribunal se ha equivocado dictando un auto o decreto que reúna dichas características, sea
él mismo quien subsane el error, reponiendo la resolución respectiva y evitando así la
concesión y tramitación de una apelación inoficiosa.

iii. Hay que recordar que auto es la resolución que recae en un incidente no estableciendo
derechos permanentes a favor de las partes (art. 158 inc. IV); y que es decreto el que, sin
fallar sobre incidentes o trámites que sirvan de base para el pronunciamiento de una
sentencia, tiene sólo por objeto determinar o arreglar la sustanciación del proceso (art. 158
inc. V).
A contrario sensu de lo expuesto anteriormente, no son susceptibles de apelación las
siguientes resoluciones judiciales:
i. Las sentencias definitivas e interlocutorias y los autos o decretos, aun cuando alteren la
sustanciación regular del juicio u ordenen trámites no establecidos expresamente en la ley,
todas ellas de única instancia, en razón de que la única instancia priva a la sentencia que dicte
el tribunal de ser objeto de recurso de apelación.
iv. Las sentencias definitivas e interlocutorias y los autos o decretos, dictados segunda instancia;
esto porque no existe "apelación de apelación". En efecto, conforme al art. 210 del CPC, las
resoluciones que recaigan en los incidentes que se promuevan en segunda instancia, se
dictarán sólo por el tribunal de alzada y no serán apelables.

v. Las resoluciones judiciales que, por expresa disposición de la ley, no son apelables. Aquí el
legislador no entra a analizar la naturaleza procesal de la resolución y, por razones de simple
celeridad, priva a las partes del derecho a alzarse en contra de la resolución respectiva. Por
ejemplo:

- Conforme al art. 60 del CPC, pueden los tribunales, a solicitud de parte, habilitar para
la práctica de actuaciones judiciales días u horas inhábiles, cuando haya causa urgente
que lo exija; y agrega el inc. III que el tribunal apreciará la urgencia de la causa y
resolverá "sin ulterior recurso".

- De acuerdo al art. 90 inc. III del CPC, cuando hayan de practicarse diligencias
probatorias fuera del lugar en que se sigue el juicio, podrá el tribunal, por motivos
fundados, ampliar una sola vez el término (del probatorio incidental) por el número de
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días que estime necesarios, no excediendo en ningún caso del plazo total de treinta
días, contados desde que se recibió el incidente a prueba; y agrega el inc. IV que las
resoluciones que se pronuncien en los casos de este artículo "son inapelables".

- El art. 107 del CPC, a propósito de las cuestiones de competencia, señala que son
apelables solamente la resolución que niega lugar a la solicitud de inhibición a que se
refiere el art. 102 y la que pronuncie el tribunal requerido accediendo a la inhibición.

- De acuerdo al art. 126 del CPC, las sentencias que se dicten en los incidentes sobre
implicancia o recusación serán inapelables, salvo la que pronuncie el juez de tribunal
unipersonal desechando la implicancia deducida ante él, aceptando la recusación en el
caso del art. 124 (recusación amistosa) o declarándose de oficio inhabilitado por alguna
causal de recusación.

- Por último, al art. 159 inciso final del CPC, a propósito de las medidas para mejor
resolver señala que las providencias que se decreten en conformidad al presente
artículo serán inapelables, salvo las que dicte un tribunal de primera instancia
disponiendo informe de peritos o abriendo el término especial de prueba que establece
el inciso precedente.

7. TITULAR DEL RECURSO DE APELACIÓN


La ley ha sido minuciosa al determinar el objeto del recurso, las resoluciones susceptibles de
apelación, los efectos del mismo, etc., pero nada ha expresado en orden a quién puede apelar. Ante
este silencio, sólo cabe recurrir a la opinión de los autores y, según éstos, para apelar se requieren dos
condiciones fundamentales: ser parte y, además, ser parte agraviada.
i. Ser parte. Es sabido que las partes en juicio pueden ser directas (demandante y el
demandado) e indirecta con interés (terceros coadyuvantes, excluyentes e
independientes), por tanto, la calidad de demandante o de demandado da derecho a apelar,
como igualmente la de tercero; pues hay que recordar que los terceros tienen los mismos
derechos que las partes representadas por un procurador común, y de acuerdo al art. 16 del
CPC, cualquiera de las partes representadas por el procurador común que no se conforme
con el procedimiento adoptado por él, podrá…interponer los recursos a que haya lugar,
tanto sobre las resoluciones que recaigan en estas solicitudes (solicitud de ampliación de
plazos), como sobre cualquiera sentencia interlocutoria o definitiva. Todavía más, si son
varios los demandantes o varios los demandados, pueden apelar todos ellos, e incluso pueden
hacerlo el o los demandantes y el o los demandados, a la vez. De manera que es exacto afirmar
que pueden interponerse tantas apelaciones como partes haya o figuren en el proceso.

ii. Ser parte agraviada. Esto significa que la resolución contra la cual pretenden alzarse las
partes, los ha perjudicado, en razón de haber negado, en todo o en parte, lo que se había
solicitado. Así por ejemplo, la sentencia que da lugar a la demanda, agravia al demandado;
la sentencia que niega lugar a la demanda, agravia al demandante; y la que acoge la demanda
en parte, perjudica a demandante y demandado, a la vez.

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8. TRIBUNALES QUE INTERVIENEN


Un segundo punto relativo a la interposición del recurso es ante quién y para ante quién se
apela. Al respecto, hay que señalar que la apelación es un recurso esencialmente de inferior a superior
en grado jerárquico, por tanto, se debe interponer ante el mismo tribunal que dictó la resolución contra
de la cual se recurre, y para ante el tribunal inmediatamente superior en grado jerárquico. El tribunal
que dictó la resolución recurrida recibe el nombre de tribunal aquo, y el que va a conocer del
respectivo recurso de apelación recibe el nombre de tribunal adquem.
La interposición del recurso de apelación ante el mismo tribunal que dictó la resolución
recurrida (tribunal a quo) se funda en una evidente necesidad de orden procesal, pues si se entablara
ante el tribunal que va a conocer del recurso (tribunal ad quem), el tribunal a quo podría llevar adelante
la ejecución del fallo apelado, por no tener noticias de su interposición. Podría pensarse que este
sistema infiere perjuicio a la parte recurrente, en el sentido de poder resistirse el tribunal a quo a que
su resolución sea revisada por el tribunal superior, negando lugar la concesión del recurso de
apelación; en dicho caso, el legislador ha puesto otro recurso en manos de la parte que se siente
perjudicada por semejante resolución, cual es, el recurso de hecho, el cual se interpone directamente
ante el tribunal superior.
Por último, el conocimiento del recurso de apelación por parte del tribunal inmediatamente superior
en grado jerárquico, es una consecuencia legítima y natural de la organización judicial en base a una
estructura jerárquica, la cual entrega la primera instancia de determinados negocios judiciales al
tribunal inferior, y la segunda, al tribunal inmediato y superior en grado jerárquico.
9. PLAZO PARA APELAR

a. Regla general y excepciones


Lo relativo al plazo para apelar u oportunidad de la apelación, se encuentra regulado en el art.
189 inc. I del CPC, el cual señala que la apelación deberá interponerse en el término fatal de cinco
días, contados desde la notificación de la parte que entabla el recurso, deberá contener los
fundamentos de hecho y de derecho en que se apoya y las peticiones concretas que se formulan. Este
plazo se aumentará a diez días tratándose de sentencias definitivas432.
Como se puede apreciar, la regla general es que el plazo para apelar es de cinco días fatales
contados desde la notificación de la parte que entabla el recurso para toda resolución que no sea
sentencia definitiva, ya que el plazo para apelar las sentencias definitivas es de 10 días.
Sin perjuicio de esta regla general, hay plazos especiales para interponer el recurso de
apelación, a saber:
i. Cuando la apelación se interpone el carácter de subsidiaria, se conceden tres días para apelar.
Por ejemplo, el art. 319 inciso final del CPC señala que la apelación en contra de la
resolución del art. 318 (resolución que recibe la causa a prueba) sólo podrá interponerse en
el carácter de subsidiaria de la reposición pedida y para el caso de que ésta no sea acogida

432
En doctrina se señala que el término para apelar no debe ser ni muy largo ni muy corto. No debe ser muy
largo porque deja inciertos los derechos reconocidos por la sentencia por mucho tiempo; y no debe ser muy
corto, porque un plazo breve impide a las partes analizar la sentencia y estudiar si conviene recurrir de apelación
o no. Según CASARINO, el legislador nacional usó una formula acertada.
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(por tanto, debe interponerse conjuntamente con la reposición dentro de tres días). La
apelación se concederá sólo en el efecto devolutivo.

ii. En el juicio de partición de bienes los interesados pueden deducir los recursos a que haya
lugar, en contra del laudo dictado por el juez partidor, dentro del plazo de 15 días contados
desde la notificación de la resolución (art. 664 del CPC).

iii. En el ámbito procesal penal existe un plazo especial de 24 horas para apelar en contra de la
resolución que se pronuncia sobre el recurso de amparo; o de la resolución que deniegue la
libertad provisional.

b. Características

i. Es un plazo fatal, por tanto, si no se deduce el recurso de apelación, el derecho a ejercitarlo


se extingue al vencimiento del mismo.

ii. Es un plazo individual, por tanto, corre para cada parte desde la notificación de la resolución
que se pretende apelar.

iii. Es un plazo de días establecido en el CPC, por ende, se entiende suspendido durante los días
feriados; salvo que el tribunal, por motivos justificados, haya dispuesto expresamente lo
contrario.

iv. Es un plazo legal, por tanto, no admite prórroga, porque solamente los plazos judiciales gozan
de esta franquicia y siempre que concurran determinados requisitos legales (que se pida antes
del vencimiento del término, y que se alegue justa causa, la cual será apreciada por el tribunal
prudencialmente).

v. Como se dijo en su momento, el plazo para apelar no se suspende por la interposición del
recurso de reposición o de la aclaración, rectificación o enmienda. En efecto, de acuerdo al
art. 190 del CPC, el término para apelar no se suspende por la solicitud de reposición a que
se refiere el art. 181 (recurso de reposición); y agrega el inc. II que tampoco se suspende por
la solicitud de aclaración, agregación o rectificación de la sentencia definitiva o
interlocutoria.

10. FORMA DE DEDUCIR LA APELACIÓN


El recurso de apelación se interpone por escrito, por ser ésta la forma general de los
procedimientos civiles, y por las exigencias establecidas en el art. 189 inc. I, que consisten en que la
apelación debe contener los fundamentos de hecho y de derecho en que se apoya y las peticiones
concretas que se formulan433. Sin embargo, la apelación verbal tampoco está excluida de nuestro
derecho, pues conforme a la segunda parte del art. 189 inc. III del CPC, en los procedimientos o

433
Al ser un escrito, debe cumplir con los requisitos comunes a todo escrito judicial, a saber: se debe presentar
en papel simple, por conducto del secretario respectivo, encabezado por una suma que indique su contenido, y
deben acompañarse tantas copias cuantas sean las partes a quienes debe notificarse la providencia que en él
recaiga.
596
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MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

actuaciones para las cuales la ley establezca la oralidad, se podrá apelar en forma verbal siempre que
someramente se señalen los fundamentos de hecho y de derecho del recurso y se formulen peticiones
concretas, de todo lo cual deberá dejarse constancia en el acta respectiva. Así, por ejemplo, en el
procedimiento sumario la apelación se puede interponer verbalmente, pues de acuerdo al art. 682 del
CPC, el procedimiento sumario será verbal; pero las partes podrán, si quieren, presentar minutas
escritas en que se establezcan los hechos invocados y las peticiones que se formulen.
Como se puede apreciar, el escrito de apelación debe contener los fundamentos de hecho y
de derecho en que se apoya, y las peticiones concretas que se formulan. No obstante, en aquellos
casos en que la apelación se interponga con el carácter de subsidiaria de la solicitud de reposición, no
será necesario fundamentarla ni formular peticiones concretas, siempre que el recurso de reposición
cumpla con ambas exigencias (art. 189 inc. III del CPC).
i. El profesor ALFARO recalca que el fundamento de hecho dice relación con el agravio o
perjuicio, y el fundamento de derecho con la norma aplicable al recurso. Aquí el recurrente
debe introducir en el escrito de apelación todos los razonamientos que pongan de relieve la
injusticia de la resolución impugnada, ya sea por no respetar las normas jurídicas o la
jurisprudencia aplicable al caso, o por no atenerse a las leyes reguladoras de la prueba, etc.
(la idea es que no exista una fundamentación retórica.

ii. Las peticiones concretas se relacionan con el objeto del recurso de apelación, es decir, según
lo plantea el profesor ALFARO, con cómo quiere la parte que la sentencia sea modificada o
revocada; lo cual es importante, porque va a determinar la competencia del tribunal adquem.

11. EFECTOS DEL RECURSO DE APELACIÓN


El profesor ALFARO señala que cuando se habla de los efectos de la apelación, se está
aludiendo a cuál será el destino de la resolución apelada, cuál será la tramitación del juicio en primera
instancia, y cuáles serán las facultades del Tribunal de Alzada. En el fondo, se trata de determinar
cuáles son las consecuencias que produce la interposición del recurso de apelación, en el
cumplimiento o ejecución de la resolución recurrida.
En concreto, los efectos que produce la apelación son dos: el efecto suspensivo y el efecto
devolutivo. Estos efectos la apelación no los produce por sí sola, sino que en virtud de la resolución
emanada del tribunal inferior que admite a tramitación el recurso de apelación, ya sea en el sólo efecto
devolutivo, o bien, en ambos efectos, que es la regla general en nuestro sistema.
La diferencia entre ambos efectos, es que el efecto devolutivo es consecuencia forzada y
lógica de toda apelación, pues mediante él se somete a un juez superior el conocimiento y fallo de la
cuestión que ha sido objeto del recurso, por lo tanto, es un elemento de la esencia del recurso de
apelación; mientras que el efecto suspensivo no es consecuencial y forzoso en dicho recurso, siendo,
de esta suerte, un elemento de la naturaleza del referido recurso.
Como se dijo, la regla general, es que el recurso de apelación se conceda en ambos efectos, y
la excepción, que se conceda sólo en el efecto devolutivo. Pues de acuerdo al art. 193 del CPC, cuando
se otorga simplemente apelación, sin limitar sus efectos, se entenderá que comprende el devolutivo
y el suspensivo; aún más, el art. 195 del mismo Código señala que fuera de los casos determinados

597
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en el artículo precedente (apelación en el sólo efecto devolutivo), la apelación deberá otorgarse en


ambos efectos434.
11.1. EFECTO DEVOLUTIVO

a. Concepto
El art. 191 inc. I del CPC señala que cuando la apelación comprenda los efectos suspensivo
y devolutivo a la vez, se suspenderá la jurisdicción del tribunal inferior para seguir conociendo de
la causa; por su parte el art. 192 inc. I del CPC señala que cuando la apelación proceda sólo en el
efecto devolutivo, seguirá el tribunal inferior conociendo de la causa hasta su terminación, inclusa
la ejecución de la sentencia definitiva. Teniendo presente ambas normas, se puede decir que el efecto
devolutivo es aquel efecto esencial de la apelación, en virtud del cual se le otorga competencia al
tribunal superior para que conozca y falle el recurso.
Este es un efecto que no puede faltar (elemento de la esencia), puesto que sin él el tribunal
superior no podría enmendar el fallo de primera instancia. Al respecto, algunos autores han señalado
que es inútil nombrar este efecto, ya que con el sólo hecho de hablar de apelación, está la idea de que
el tribunal superior es competente para conocer del asunto, por consiguiente, es más apropiado hablar
de apelación suspensiva y no suspensiva.
El efecto devolutivo implica un “envío” y no una devolución de competencia. La expresión
“devolución” surgió en una realidad diferente a la actual; pues antiguamente la facultad de administrar
justicia le correspondía al soberano, el cual delegaba sus facultades en los jueces inferiores; si la
resolución de estos jueces causaba algún agravio, y era objeto de una alegación, la competencia se
devolvía a la autoridad que la había delegado, para conocer nuevamente del asunto, y reparar el
agravio causado.
b. Manifestaciones del efecto devolutivo
El efecto devolutivo de la apelación se encuentra constituido por una serie de manifestaciones
particulares, que son necesarias enumerar:
i. El tribunal adquem asume la facultad plena de enmendar la sentencia recurrida, dentro de los
límites del recurso. Sus poderes consisten en la posibilidad de confirmar íntegramente el fallo,
de confirmarlo en una parte y revocarlo en otra, y de revocarlo íntegramente.

ii. El tribunal adquem puede declarar improcedente un recurso que el tribunal a quo admitió a
tramitación. En efecto, el art. 213 inc. I del CPC dice que elevado un proceso en apelación,
el tribunal superior examinará en cuenta si el recurso es admisible y si ha sido interpuesto
dentro del término legal; agrega el inc. II que si encuentra mérito el tribunal para considerar
inadmisible o extemporáneo el recurso, lo declarará sin lugar desde luego o mandará traer
los autos en relación sobre este punto.

434
Cabe tener presente que en el proceso penal, la regla es que la apelación se conceda en el sólo efecto
devolutivo. Pues de acuerdo al art. 368 del CPP, la apelación se concederá en el solo efecto devolutivo, a menos
que la ley señalare expresamente lo contrario.
598
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iii. De acuerdo al art. 192 inc. I del CPC, cuando la apelación proceda sólo en el efecto
devolutivo, seguirá el tribunal inferior conociendo de la causa hasta su terminación, inclusa
la ejecución de la sentencia definitiva. En otras palabras, concedida apelación sólo en el
efecto devolutivo, en forma automática pasan a tener competencia sobre un mismo negocio
judicial dos tribunales: el tribunal aquo, que continuará conociendo de la causa hasta su
terminación, incluso, la ejecución de la sentencia definitiva; y el tribunal adquem, que entrará
a conocer del respectivo recurso de apelación. El riesgo de la existencia de dos procesos
simultáneos, es la eventual contradictoriedad entre el tribunal aquo y el tribunal adquem.

Ahora bien, esta facultad concedida por la ley al tribunal inferior para continuar conociendo
de la causa, incluso para dictar sentencia definitiva y decretar su ejecución, es facultativa y
condicional. Es facultativa, en el sentido que queda entregado a la voluntad de la parte
apelada instar o no por la prosecución del juicio, puesto que se sabe que los tribunales sólo
actúan a requerimiento de parte interesada; y es condicional, en el sentido que todo lo obrado
ante el juez inferior queda entregado a lo que, en definitiva, resuelva el superior; así, si la
resolución es confirmada, lo obrado con posterioridad adquirirá el carácter de definitivo y, a
la inversa, si dicha resolución es revocada, lo obrado con posterioridad quedará sin efecto ni
valor alguno. Por consiguiente, y en resumen, la parte apelada instará para que se continúe
el juicio adelante, sólo y cuando tenga la certeza de que su derecho, en función a la resolución
apelada en lo devolutivo, es claro y no exista posibilidad de sentencia revocatoria, pues lo
contrario sería incurrir en esfuerzos y gastos inútiles.

c. Limitaciones del efecto devolutivo


¿La competencia del tribunal superior es amplia y absoluta o, por el contrario, sus
limitaciones? Esta interrogante plantea el problema de la extensión del efecto devolutivo en función
del recurso de apelación, el cual debe ser analizado desde cuatro puntos de vista, a saber: respecto de
las cuestiones controvertidas y falladas en la primera instancia; de los puntos comprendidos en la
apelación; de las partes litigantes a quienes aprovecha el recurso; y respecto de la reforma en
perjuicio.
i. Cuestiones controvertidas y falladas en primera instancia (congruencia procesal). En virtud
del efecto devolutivo, el tribunal superior sólo tiene competencia para conocer de las mismas
cuestiones controvertidas, conocidas, juzgadas y falladas en primera instancia; en otras
palabras, sólo lo que ha sido discutido y fallado en primera instancia, puede ser objeto del
fallo en segunda instancia. La ratio es que la cuestión controvertida queda fijada en la primera
instancia, no pudiendo las partes en la segunda instancia alterar aquélla, deduciendo nuevas
acciones u oponiendo nuevas excepciones. Sin embargo, existen excepciones, a saber:

- Cuestiones incompatibles. De acuerdo al art. 208 del CPC, podrá el tribunal de alzada
fallar las cuestiones ventiladas en primera instancia y sobre las cuales no se haya
pronunciado la sentencia apelada por ser incompatibles con lo resuelto en ella, sin
que se requiera nuevo pronunciamiento del tribunal inferior. Aquí rige el principio
de pasividad, por tanto, se requiere solicitud de parte para que el tribunal de alzada
se pronuncie sobre la pretensión incompatible. Como señala el profesor ALFARO,

599
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MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

esto se relaciona con la pluralidad de pretensiones, siendo un típico ejemplo el caso


en que se pide el cumplimiento forzado y, en subsidio, la resolución de un contrato 435.

- Casos de actuaciones de oficio. De acuerdo al art. 209 del CPC, podrá el tribunal de
segunda instancia, previa audiencia del fiscal judicial, hacer de oficio en su sentencia
las declaraciones que por la ley son obligatorias a los jueces, aun cuando el fallo
apelado no las contenga (por ejemplo, la declaración de nulidad absoluta que aparece
de manifiesto en un contrato; o la declaración de incompetencia absoluta del tribunal
de primera instancia).

- Casos de excepciones anómalas. De conformidad con el art. 310 del CPC, las
excepciones de prescripción, cosa juzgada, transacción y pago efectivo de la deuda,
cuando ésta se funde en un antecedente escrito, podrán oponerse en cualquier estado
de la causa; pero no se admitirán si no se alegan por escrito antes de la citación para
sentencia en primera instancia, o de la vista de la causa en segunda.

ii. Puntos comprendidos en la apelación. En virtud del efecto devolutivo el tribunal superior
queda investido de amplias atribuciones para enmendar todo el fallo apelado; pero siendo el
recurso de apelación un derecho que mira al solo interés del apelante, no hay inconveniente
legal para que éste pueda restringir sus pretensiones. Por lo tanto, el tribunal de alzada sólo
puede conocer y fallar los puntos comprendidos en la apelación, pero no los consentidos o no
apelados. Ahora bien, la parte no apelada de una resolución judicial se la llama "parte
consentida", y para saber cuál es la extensión que el recurrente le ha dado a su apelación,
habrá que remitirse al escrito de apelación mismo, o a un escrito de téngase presente que
puede haberse presentado posteriormente, o, en último término, a lo que manifieste el
abogado defensor en su alegato.

Aquí rige el principio de tantum apellatum quantum devolutum, en virtud del cual el tribunal
ad quem al resolver la apelación sólo puede conocer y decidir aquellas cuestiones que el
recurrente ha limitado en la apelación y, por ende, no puede entrar en el examen de las
cuestiones consentidas por las partes o que no han sido objeto del recurso. De acuerdo a lo
anterior, en doctrina se han establecido tres clases de incongruencia: la incongruencia ultra
petita, la cual surge cuando el juez concede a la parte más de lo pedido; la incongruencia
extra petita, que se da cuando el juez concede una cuestión diferente a la pedida por la parte;
y la incongruencia minus petita, la cual se produce cuando el juez deja de pronunciarse sobre
alguna o algunas de las cuestiones de la parte.

iii. Personalidad de la apelación. Esto se traduce en que la apelación interpuesta por una de las
partes, no aprovecha a la otras que están en su misma situación y que no interpusieron el

435
Hay que recordar que las facultades que tiene el tribunal de alzada tratándose de un juicio sumario son más
amplias; así, como ya se ha señalado, si se trata de un juicio ordinario el tribunal sólo puede pronunciarse acerca
de las cuestiones debatidas y falladas en primera instancia, por lo que si se discutió una cuestión, pero no se
falló, el tribunal carece de competencia para pronunciarse, pudiendo únicamente, devolver el asunto al juez de
primera instancia o casar de oficio. En cambio, si se trata de un juicio sumario, el tribunal de alzada tiene
competencia para pronunciarse sobre cuestiones debatidas pero no falladas (compatibles o incompatibles), esto
en razón del carácter breve y concentrado del procedimiento.
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recurso (se da en hipótesis de litis consorcio). Lo contrario a este efecto de la apelación, es el


efecto expansivo o comunicante436.

En este sentido, la jurisprudencia ha declarado que el recurso de apelación es esencialmente


personal. No obstante, hay situaciones en que este principio cede, concretamente, en los casos
en que exista pluralidad de partes, debido a la existencia de un vínculo de solidaridad o
indivisibilidad (y que no obren por procurador común).

iv. No cabe la reforma en perjuicio. La prohibición de la reformatio in peius consiste en que el


tribunal de alzada no puede empeorar la situación del apelante, en los casos en que no ha
mediado recurso de su contraparte. Por lo tanto, la prohibición de la reformatio in peius decae
en los casos en que no se esté frente a un apelante único, sino que concurre la contraparte o
se adhiere a la apelación437.

La reformatio in peius es un principio de orden público, ligado con la garantía constitucional


del derecho a la defensa y, por ende, con el debido proceso; por lo cual quien ejerce ese
derecho no puede ver deteriorada su situación procesal, por el sólo hecho de haberlo ejercido.
En caso de que no existiera este principio, la parte agraviada probablemente no apelaría,
porque existiría la posibilidad de que se dictará una sentencia peor y, por ende, se vulneraría
su derecho de defensa.

d. Casos en que se concede la apelación en el solo efecto devolutivo


Como se dijo, la regla general es que la apelación se conceda con ambos efectos, no obstante,
existen casos en que la apelación se concede en el sólo efecto devolutivo. En efecto, el art. 194 del
CPC señala que sin perjuicio de las excepciones expresamente establecidas en la ley, se concederá
apelación sólo en el efecto devolutivo:
i. De las resoluciones dictadas contra el demandado en los juicios ejecutivos y sumarios (art.
194 Nº 1). Para que tenga aplicación este numeral se necesita la concurrencia copulativa de
dos requisitos: que la resolución sea apelada por el demandado; y que se trate de juicios
ejecutivos o sumarios.

ii. De los autos, decretos y sentencias interlocutorias (art. 194 Nº 2)

iii. De las resoluciones pronunciadas en el incidente sobre ejecución de una sentencia firme,
definitiva o interlocutoria (art. 194 Nº 3). Este numeral tiende a evitar la prolongación de los
juicios y, a diferencia del Nº 1, con el cual presenta gran analogía, no hace distingo en cuanto
a la parte apelante, o sea, si es el ejecutante o el ejecutado.

436
En el proceso penal no tiene lugar el principio de personalidad en la apelación, pues de acuerdo al art. 360
inc. II del CPP, si sólo uno de varios imputados por el mismo delito entablare el recurso contra la resolución, la
decisión favorable que se dictare aprovechará a los demás, a menos que los fundamentos fueren exclusivamente
personales del recurrente, debiendo el tribunal declararlo así expresamente.
437
En proceso penal este principio se consagra en el art. 360 inc. III del CPP, el cual dispone que si la resolución
judicial hubiere sido objeto de recurso por un solo interviniente, la Corte no podrá reformarla en perjuicio del
recurrente.
601
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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iv. De las resoluciones que ordenen alzar medidas precautorias (art. 194 Nº 4) Mediante este
numeral se persigue evitar situaciones de injusticias con aquellos demandados en contra de
los cuales se decretan medidas precautorias.

v. De todas las demás resoluciones que por disposición de la ley sólo admitan apelación en el
efecto devolutivo (art. 194 Nº 5). Por ejemplo, de acuerdo al art. 100 del CPC, de las
resoluciones que nieguen la acumulación (de autos) o den lugar a ella sólo se concederá
apelación en el efecto devolutivo; a su vez, el art. 307 inc. II señala que la resolución que las
deseche (las excepciones dilatorias) será apelable sólo en el efecto devolutivo; la apelación
en subsidio de la resolución que recibe la causa a prueba, según el art. 319 inc. final, se
concederá sólo en el efecto devolutivo; etc.
Finalmente, siguiendo la regla general, el art. 195 del CPC señala que fuera de los casos
determinados en el artículo precedente, la apelación deberá otorgarse en ambos efectos.
11.2. EFECTO SUSPENSIVO

a. Concepto
Es aquel efecto que tiene la virtud de paralizar la competencia del tribunal inferior para seguir
conociendo de la causa y, en especial, la ejecución o cumplimiento de la resolución recurrida,
mientras el recurso de apelación no termine por alguno de los medios que señala la ley. La razón de
este efecto, es que si el recurso de apelación se funda en los errores o injusticias cometidos en la
resolución impugnada, todo aconseja suspender su ejecución, mientras el tribunal superior la revise.
El art. 191 inc. I del CPC reconoce expresamente la virtud del efecto suspensivo en la
apelación al disponer que cuando la apelación comprenda los efectos suspensivo y devolutivo a la
vez, se suspenderá la jurisdicción del tribunal inferior para seguir conociendo de la causa. En
consecuencia, todo lo actuado ante un juez inferior, después de concedida apelación en ambos efectos,
será nulo por carecer dicho juez de competencia necesaria, ya que la ley expresamente, como se ha
visto, lo ha privado de ella.
Sin embargo, esta pérdida de competencia de parte del juez inferior no es absoluta, pues el
art. 191 inc. II consagra una excepción, al disponer que el tribunal inferior podrá, sin embargo,
entender (conocer) en todos los asuntos en que por disposición expresa de la ley conserve
jurisdicción, especialmente en las gestiones a que dé origen la interposición del recurso hasta que se
eleven los autos al superior, y en las que se hagan para declarar desierta o prescrita la apelación
antes de la remisión del expedient 438e. Por tanto, dos son las excepciones al efecto suspensivo, a
saber:
i. El tribunal inferior puede conocer aquellos asuntos que por disposición expresa de la ley
conserva su competencia. Por ejemplo, el tribunal inferior debe resolver el número de peritos
para un asunto.

438
Si bien este artículo alude a la deserción y prescripción de la apelación, es necesario tener en cuenta que con
la ley de tramitación electrónica ambas figuras desaparecieron.
602
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ii. Puede conocer de todas las cuestiones a que dé origen la interposición del recurso hasta que
se eleven los autos al superior jerárquico, antes de la remisión del expediente.
A este precepto legal, por ser excepcional, hay que darle una interpretación restringida y, por
consiguiente, cualquiera otra gestión que no esté contemplada expresamente en su texto, habrá que
considerarla como entre aquellas que escapan a la competencia del juez inferior 439.
11.3. ORDEN DE NO INNOVAR

a. Concepto
Un tema relacionado con los efectos de la apelación, es el de la orden de no innovar (ONI).
En efecto, concedida la apelación en el solo efecto devolutivo, el tribunal de alzada a petición del
apelante y mediante resolución fundada, puede dictar una ONI, la cual tiene la virtud de suspender
los efectos de la resolución recurrida o paralizar su cumplimiento, según sea el caso.
La ONI se define como una resolución judicial fundada, dictada por un tribunal superior en
virtud de la cual se ordena a un tribunal inferior que está conociendo de un asunto, suspender los
efectos de la resolución recurrida o paralizar su cumplimiento. La ONI implica no hacer nada nuevo;
es dejar las cosas en el estado en que se encontraban en un determinado momento (art. 192 del CPC).
Art. 192. Cuando la apelación proceda sólo en el efecto devolutivo, seguirá el tribunal inferior conociendo de
la causa hasta su terminación, incluso la ejecución de la sentencia definitiva.
No obstante, el tribunal de alzada a petición del apelante y mediante resolución fundada, podrá dictar orden de
no innovar. La orden de no innovar suspende los efectos de la resolución recurrida o paraliza su cumplimiento,
según sea el caso. El tribunal podrá restringir estos efectos por resolución fundada. Los fundamentos de las
resoluciones que se dicten de conformidad a este inciso no constituyen causal de inhabilidad.
Las peticiones de orden de no innovar serán distribuidas por el Presidente de la Corte, mediante sorteo, entre
las salas en que esté dividida y se resolverán en cuenta. Decretada una orden de no innovar, quedará radicado
el conocimiento de la apelación respectiva en la sala que la concedió y el recurso gozará de preferencia para
figurar en tabla y en su vista y fallo.

Por tanto, la ley contempla la posibilidad de que si bien la apelación ha sido concedida en el
sólo efecto devolutivo, se solicite a la CA respectiva una ONI, lo que en el fondo viene a transformar
una apelación concedida en el sólo efecto devolutivo, e una de ambos efectos.
b. Ámbito de aplicación
Esta institución tiene aplicación el recurso de hecho, en la apelación (en el sólo efecto
devolutivo), en el recurso de queja, en el recurso de protección, de inaplicabilidad y amparo. No cabe
en el recurso de reposición, pues éste suspende el cumplimiento del auto o decreto; ni tampoco en la
casación (aunque aquí se puede pedir fianza de resultas para suspender).
En sistema procesal penal se contempla una regla general con respecto a todos los recursos
en el art. 355 del CPP, el cual señala que la interposición de un recurso no suspenderá la ejecución

439
Si el expediente está compuesto de diversos cuadernos, la apelación, concedida en ambos efectos en uno de
ellos, según CASARINO, no suspende la competencia del juez inferior en los otros, por la sencilla razón de que
si se aceptara la tesis opuesta, significaría eliminar de una plumada la institución de los cuadernos separados,
cuya finalidad específica es precisamente procurar la sustanciación regular de los procesos, sin que los recursos
deducidos en un cuaderno puedan entorpecer la marcha de los otros.
603
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de la decisión, salvo que impugnare una sentencia definitiva condenatoria o que la ley dispusiere
expresamente lo contrario. Por lo tanto, no se regula el otorgamiento de la orden de no innovar, pero
se entiende que es aplicable de acuerdo a la norma de remisión del art. 52 del CPP. No obstante, existe
un caso en que expresamente tiene lugar, pues de acuerdo al art. 149 inciso final del CPP, estando
pendiente el recurso contra la resolución que dispone la libertad (condicional), para impedir la
posible fuga del imputado la CA respectiva tendrá la facultad de decretar una ONI, desde luego y sin
esperar la vista del recurso de apelación del fiscal o del querellante.
c. Requisitos de procedencia

i. En primer lugar, es necesario que se hubiere concedido la apelación en el sólo efecto


devolutivo.

ii. Que la parte interesada presente una solicitud de ONI ante el tribunal de alzada. Esto es
aplicación del principio dispositivo, por cuanto la ONI sólo puede ser otorgada a petición de
parte y no en forma oficiosa por el tribunal.

iii. Que el tribunal de alzada dicte una resolución fundada para los efectos de conceder la ONI.
Es decir, la resolución del tribunal superior debe señalar los motivos o razones por las cuales
justifica la concesión u otorgamiento de la ONI y alcance en que ella es concedida.

d. Oportunidad procesal para deducir la orden de no innovar


La ley no señala en qué momento puede solicitarse la ONI, y al respecto existen dos posturas
doctrinales que analizan el momento en que se puede solicitar.
i. Una postura sostiene que la ONI solo puede solicitarse una vez que han ingresado las
compulsas al tribunal de alzada, es decir, desde que se admita a tramitación el recurso de
apelación, ya que sólo desde ese momento el tribunal contará con los antecedentes necesarios
para resolver; y hasta la vista de la causa.
ii. Una segunda postura, formulada por el Mario MOSQUERA señala que se puede solicitar la
ONI desde que se concede el recurso de apelación en el sólo efecto devolutivo, sin esperar
que la apelación ingrese al tribunal de alzada, y hasta la vista de la causa; y si bien la CA no
dispone del expediente, puede ordenar traer a la vista de inmediato los antecedentes
necesarios para resolver adecuadamente la petición de no innovar, si lo estima conveniente.
Esta postura se refuerza con lo que ocurre en el recurso de hecho, en donde el tribunal de
alzada tampoco dispone los antecedentes de la causa, no obstante lo cual, puede decretar una
ONI, según se ha interpretado en forma reiterada por la jurisprudencia.

e. Tramitación de la solicitud de una orden de no innovar


De acuerdo a la primera parte del art. 192 inc. III del CPC, las peticiones de orden de no
innovar serán distribuidas por el Presidente de la Corte, mediante sorteo, entre las salas en que esté
dividida y se resolverán en cuenta. Al no tratarse de una tramitación incidental, no se debe dar
traslado de la petición a la parte contraria.

604
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f. Efectos de la orden de no innovar


Si la solicitud de orden no innovar es acogida por la Corte de Apelaciones respectiva, se
producen los siguientes efectos:
i. Se suspenden los efectos de la resolución apelada, si ella no se encuentra en estado de ser
cumplida.

ii. Se para paralizar el cumplimiento o ejecución de la resolución recurrida, si está en estado


de ser cumplida. Cabe decir, que el tribunal de alzada se encuentra facultado para restringir
este efecto y anterior, mediante una resolución fundada.

iii. El conocimiento del recurso de apelación queda radicado en la sala que concedió la ONI.

iv. El recurso de apelación gozará de preferencia para figurar en tabla y en su vista y fallo.
Ahora bien, en el evento de que se deniegue la solicitud de ONI, el tribunal de primera
instancia seguirá conociendo del asunto; el recurso de apelación no se radicará en la sala que
conoció la ONI; y no gozará de preferencia440.
12. TRAMITACIÓN DEL RECURSO DE APELACIÓN
En este punto hay que distinguir la tramitación que se le da al recurso de apelación tanto en
la primera como en la segunda instancia; pues no hay que olvidar que el recurso se interpone ante el
tribunal a quo, y para ante el tribunal ad quem.
12.1. TRAMITACIÓN EN PRIMERA INSTANCIA
La tramitación del recurso de apelación en primera instancia, consta de una serie de etapas,
las cuales se analizarán a continuación.
a. Interposición del recurso
El recurso se debe interpone ante el tribunal a quo, es decir, el tribunal que dictó la resolución
que se está impugnando, dentro de los plazos legales. Por lo tanto, en el escrito habría que invocar,
por ejemplo, al SJL (señor juez de letras).
b. Examen de admisibilidad
Una vez interpuesto el recurso de apelación, el tribunal a quo tendrá que realizar un examen
meramente formal, sin entrar a analizar el fondo de lo planteado, y procederá a dictar una resolución,
ya sea concediendo el recurso, o bien, declarándolo inadmisible. En concreto, lo que debe examinar
el tribunal es lo siguiente:
i. Si la resolución contra la cual se recurre es o no susceptible de apelación.

ii. Si la apelación se interpuso dentro del plazo legal.

440
¿Produce cosa juzgada el pronunciamiento del tribunal de segunda instancia sobre la ONI? Según
ORELLANA, la respuesta es negativa, ya que si la solicitud se rechaza, nada obsta a que se vuelva a intentar
cuantas veces se estime necesario.
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iii. Si el escrito tiene o no los fundamentos de hecho y de derecho que exige el legislador.

iv. Si el escrito tiene o no las peticiones concretas


Conforme al art. 201 inc. I del CPC, si la apelación no cumple con estos requisitos, el tribunal
correspondiente441 deberá declararla de oficio inadmisible (excepción al principio de pasividad). La
excepción al cumplimiento de estos requisitos, se encuentra en el art. 189 inc. final señala que las
normas de los incisos anteriores (requisitos de plazo y forma) no se aplicarán en aquellos
procedimientos en que las partes, sin tener la calidad de letrados, litiguen personalmente y la ley
faculte la interposición verbal del recurso de apelación. En estos casos el plazo para apelar es de 5
días fatales, salvo disposición especial en contrario.
Art. 201. Si la apelación se ha interpuesto fuera de plazo o respecto de resolución inapelable o no es fundada o
no contiene peticiones concretas, el tribunal correspondiente deberá declararla inadmisible de oficio; y si el
apelante no comparece dentro de plazo, deberá declarar su deserción previa certificación que el secretario
deberá efectuar de oficio. La parte apelada, en todo caso, podrá solicitar la declaración pertinente, verbalmente
o por escrito.

La resolución que admita o no a tramitación el recurso, deberá dictarla de plano el tribunal,


es decir, con el solo mérito del escrito de apelación, sin necesidad de oír a la parte contraria. Esta
resolución que deniega o concede el recurso, en ningún caso debe ir fundada, pero si lo admite a
tramitación, debe indicar si se concede en el sólo efecto devolutivo; y si nada dice al respecto, se
entiende concedido en ambos efectos.
Si el tribunal a quo, al conceder o denegar la apelación, comete un error o injusticia (por
ejemplo, admitió a tramitación un recurso interpuesto en forma extemporánea), la parte agraviada
tiene en sus manos el recurso de hecho para obtener que se subsane aquel error o injusticia, tal como
se verá en su momento.
c. Notificación
Como toda resolución judicial, la resolución que concede o deniega el recurso para que
produzca efectos debe ser notificada en la forma dispuesta por la ley, en este caso concreto, por el
estado diario electrónico (regla general). La importancia de esa notificación se puede sintetizar en los
siguientes puntos:
i. La notificación de la resolución que concede la apelación, constituye el primer elemento del
emplazamiento en la segunda instancia. El emplazamiento en segunda instancia está
constituido por la notificación de la resolución que concede el recurso de apelación.

ii. Si la resolución deniega el recurso, a partir de su notificación comienza a correr el plazo para
interponer el recurso de hecho.

iii. Una vez notificada la resolución que concede la apelación, el tribunal debe remitir
electrónicamente al tribunal de alzada copia fiel de la resolución apelada, del recurso y de
todos los antecedentes que fueren pertinentes para un acabado pronunciamiento.

441
La norma habla de “tribunal correspondiente”, porque el tribunal ad quem también debe efectuar un examen
de admisibilidad del recurso.
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d. Remisión de los antecedentes al tribunal de alzada


Luego, concedida la apelación, debe elevarse el proceso al tribunal superior, a objeto de que
conozca de él, remitiéndole electrónicamente todos los antecedentes que fueren pertinentes para un
acabado pronunciamiento.
Una vez recibidos estos antecedentes, la Corte de Apelaciones procederá a la asignación de
un número de ingreso y formará un cuaderno electrónico separado para el conocimiento y fallo del
recurso cuando haya sido concedido solo en el efecto devolutivo (art. 197 inciso II del CPC).
En caso de que la apelación haya sido concedida con ambos efectos, el tribunal de alzada
continuará la tramitación en la carpeta electrónica, la que estará disponible en el sistema de
tramitación electrónica del tribunal de alzada correspondiente (art. 197 inciso III del CPC).
12.2. TRAMITACIÓN EN SEGUNDA INSTANCIA
Nuevamente en la segunda instancia, hay que distinguir una serie de etapas que se san en la
tramitación, las cuales se analizarán a continuación.
a. Recepción de los autos por el tribunal superior
Una vez llegados los autos al tribunal superior, el tribunal debe asignarle un número de
ingreso, debiendo certificar el ingreso de la carpeta electrónica (art. 200 del CPC) y, en caso de que
se conceda con el solo efecto devolutivo, deberá formar un cuaderno electrónico separado para el
conocimiento y resolución del mismo.
La certificación del secretario del ingreso de la causa es relevante, pues a partir de este
momento comienza a correr el plazo para que las partes interesadas ejerzan su derecho a pedir que la
apelación sea conocida previa vista de la causa y para la adhesión a la apelación (plazo de 5 días
desde la certificación de la carpeta electrónica).
b. Examen de admisibilidad
Una vez certificada la fecha de ingreso de la carpeta electrónica, de acuerdo al art. 213 inc. I
del CPC, elevado un proceso en apelación, el tribunal superior examinará en cuenta si el recurso es
admisible y si ha sido interpuesto dentro del término legal. Quien realiza este examen es la sala
tramitadora, la cual controla con la sola cuenta del Relator, los mismos aspectos formales controlados
por el tribunal a quo. La ratio de este examen previo de parte del tribunal superior, es evitar
actuaciones inútiles y pérdida de tiempo, pues en caso de que el recurso sea inadmisible, es preferible
hacer esta declaración desde luego y no al momento de la vista de la causa.
Ahora bien, este examen previo por parte de la sala tramitadora de tribunal superior, le
permite llegar a diversas conclusiones:
i. De acuerdo al inc. II del art. 213, si encuentra mérito el tribunal para considerar inadmisible
o extemporáneo el recurso, lo declarará sin lugar desde luego o mandará traer los autos en
relación sobre este punto. Es decir, si no cumple los requisitos para que sea admitido a
tramitación (la resolución recurrida no es susceptible de apelación; el recurso no es fundado;
no contiene peticiones concretas; o ha sido interpuesto fuera de plazo), el tribunal ad quem
puede adoptar dos actitudes (a diferencia del tribunal a quo que sólo la debe declarar
inadmisible de oficio):
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- Puede declarar inadmisible la apelación “desde luego” (al igual que el tribunal ad quo),
y si esto ocurre, el apelante puede oponer un recurso de reposición. En efecto, el 201
inc. II de CPC señala que del fallo que, en estas materias (examen de admisibilidad),
dicte el tribunal de alzada podrá pedirse reposición dentro de tercero día (es un recurso
de reposición especial porque procede en contra de una sentencia interlocutoria de
primer grado en el plazo de tres días). En este caso, el art. 214 del CPC dispone que si
el tribunal superior declara no haber lugar al recurso, devolverá el proceso al inferior
para el cumplimiento del fallo. En caso contrario mandará que se traigan los autos en
relación.

- Si el tribunal tiene dudas en torno a la admisibilidad (por ejemplo, cuando sea difícil
determinar la naturaleza procesal de la resolución recurrida), ordenará traer los “autos
en relación” sobre ese punto (la admisibilidad), y producto de la relación de los
abogados, puede que lo declare o no admisible. La resolución dirá, por ejemplo: “vista
de la causa sólo en lo que respecta a la declaración de admisibilidad; probar que
concurren los requisitos”. En contra de esta resolución, de acuerdo al art. 201 inc. II
del CPC, también cabe recurso de reposición.

ii. Si el tribunal encuentra mérito para considerar admisible el recurso, deberá entrar a tramitarlo
y, por tanto, la primera resolución que dicte será “autos en relación”; pues de acuerdo a la
segunda parte del art. 214 del CPC, en caso contrario (si el tribunal declara ha lugar la
apelación) mandará que se traigan los autos en relación. Con todo, como recalca el profesor
ALFARO, la resolución puede ser “autos en relación” o “dese cuenta”, pues hay que tener
presente que el art. 199 inc. I del CPC dice que la apelación de toda resolución que no sea
sentencia definitiva se verá en cuenta, a menos que cualquiera de las partes, dentro del plazo
de cinco días contados desde la certificación a que se refiere el artículo 200, solicite
alegatos.
Por tanto, cabe hacer notar que cuando el tribunal superior coincide con el inferior, en el
sentido de que la apelación es admisible, no dicta una resolución haciendo declaración expresa sobre
el particular, sino que ella va implícita en el pronunciamiento del decreto que ordena traer los autos
en relación, u ordena que la causa se vea en cuenta. Esta resolución se notifica personalmente a las
partes, pues conforme al art. 221 del CPC, la notificación de las resoluciones que se dicten por el
tribunal de alzada se practicará en la forma que establece el art. 50, con excepción de la primera,
que debe ser personal, y como la resolución que ordena traer los “autos en relación o “dese cuenta”,
es la primera que se dicta en segunda instancia, debe notificarse personalmente a las partes; lo cual
es absurdo según el profesor ALFARO, ya que es el mismo apelante quien comparece al tribunal, por
lo tanto, en ese mismo momento se entiende que se le notifica.
Sin embargo, el inciso segundo del artículo 221 del CPC establece la posibilidad de que el
tribunal ordene que se realice por otros medios establecidos en la ley, cuando lo estime conveniente.
c. El emplazamiento en segunda instancia
El emplazamiento en segunda instancia está compuesto por la notificación de la resolución
que concede el recurso de apelación.

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La importancia del emplazamiento viene dada por el art. 800 del CPC, el cual señala que en
general, son trámites o diligencias esenciales en la segunda instancia de los juicios de mayor o de
menor cuantía y en los juicios especiales: 1) el emplazamiento de las partes, hecho antes de que el
superior conozca del recurso 442.
Por último, para efectos de comparecencia ante la CA, las partes pueden comparecer de tres
formas: personalmente, por medio de un abogado habilitado, o por medio de un Procurador del
Número (por lo tanto, no podría comparecerse por medio un egresado de derecho); no obstante, el
apelado rebelde sólo puede hacerlo por medio de abogado habilitado o de procurador del número
(arts. 398 del COT).
Art. 398. Ante la CS sólo se podrá comparecer por abogado habilitado o por procurador del número y ante las
CA las partes Podrán comparecer personalmente o representadas por abogado o por procurador del número.
El litigante rebelde sólo podrá comparecer ante estos últimos tribunales representado por abogado habilitado o
por procurador del número .

d. Curso de la apelación hasta su fallo


Como se ha dicho, si el tribunal de alzada considera admisible el recurso, mandará que se
traigan los “autos en relación” o “dese cuenta”. El decreto “autos en relación” se debe notificar
personalmente a las partes, y desde ese momento se considera que la causa se encuentra en estado de
figurar en la Tabla; y una vez colocada en tabla, se procede a la vista de la causa 443. Como se dijo en
su momento, la vista de la causa es un trámite o procedimiento complejo que comprende un conjunto
sucesivo de actos y trámites necesarios, encaminados a que la causa quede en estado de ser resuelta
válidamente por el tribunal. Estos actos o trámites son los siguientes: dictación del decreto “autos en
relación” y notificación de dicha resolución, la colocación o fijación de la causa en tabla, la instalación
del tribunal y el anuncio de la causa; estas son las llamadas formalidades previas a la vista de la causa,
pues la vista propiamente tal está constituida por la relación y los alegatos (los cuales puede que
existan o no).
Terminados los alegatos, la causa queda en estado de fallo; y puede el tribunal pronunciarse
de inmediato, o bien, quedar en acuerdo, y quedará en este último estado, sea porque la causa requiere
de mayor estudio, sea porque el tribunal puede haber ordenado una medida para mejor resolver, o sea
porque el tribunal a petición de parte puede haber decretado algún informe en derecho. El fallo de
segunda instancia puede ser confirmatorio, revocatorio o modificatorio del de primera instancia; y
sus requisitos formales están señalados en el art. 170 CPC. El tribunal deberá pronunciarse dentro de
30 días, contados desde que termine la vista de la causa (art. 82 del COT).

442
En el proceso penal, los elementos del emplazamiento son los siguientes: la notificación de la resolución que
concede el recurso de apelación; la notificación de la resolución del tribunal que fija el día y hora de la
audiencia en que será visto el recurso de apelación; y la vista de la causa en el día y hora que se hubiere fijado
para el conocimiento y resolución del recurso por el tribunal de alzada.
443
Hay que recordar que el Presidente de la Corte es el que elabora la tabla; y en cuanto al orden que se sigue,
es de acuerdo al orden de conclusión de su tramitación (no según el orden de ingreso a la CA), esto es, desde la
fecha del decreto “autos en relación”. La excepción a esto, son las causas que gozan de preferencia (por ejemplo,
alimentos provisionales, acumulación de autos, juicios sumarios y ejecutivos), y la causas que se agregan
extraordinariamente a la tabla del día siguiente hábil al de su ingreso al tribunal, o el mismo día, en casos
urgentes (por ejemplo, el recurso de amparo, el recurso de protección); y las causas suspendidas.
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Art. 82. Cuando alguno de los miembros del tribunal necesite estudiar con más detenimiento el asunto que va
a fallarse, se suspenderá el debate y se señalará, para volver a la discusión y al acuerdo, un plazo que no exceda
de treinta días, si varios ministros hicieren la petición, y de quince días cuando la hiciere uno solo.

13. ADHESIÓN A LA APELACIÓN

a. Concepto
De acuerdo al art. 216 inc. I del CPC, señala que puede el apelado adherirse a la apelación
en la forma y oportunidad que se expresa en el artículo siguiente; y el inc. II agrega que adherirse a
la apelación es pedir la reforma de la sentencia apelada en la parte en que la estima gravosa el
apelado. Por lo tanto, de acuerdo a esta disposición, la adhesión a la apelación se puede definir como
aquella facultad que tiene el apelado para solicitar la reforma de la sentencia impugnada en aquella
parte que la estima gravosa.
Por tanto, se trata de una nueva y verdadera apelación interpuesta por el apelado, que no
dedujo apelación en tiempo y forma, y utilizando el recurso deducido por su contrario. La adhesión a
la apelación supone, pues, que el fallo de primera instancia agravia en parte al apelado, y que éste, en
un primer momento, se contentó con él; pero, posteriormente, al ver que su contrario ha apelado,
desea también que dicho fallo sea enmendado en conformidad a derecho en aquella parte o partes en
que lo perjudica. Sus fines o propósitos, por tanto, son los mismos que los de todo recurso de
apelación, o sea, obtener del tribunal superior la enmienda, en conformidad a derecho, del fallo
pronunciado por un tribunal inferior.
Las razones justifican la institución de la adhesión a la apelación, es la pronta marcha de los
juicios (principio de celeridad). En efecto, dictada una sentencia que puede ser desfavorable para
ambas partes litigantes, si no existiere la adhesión a la apelación, ambas partes apelarían de inmediato;
en cambio, mediante la adhesión a la apelación cada parte espera la actitud del otro litigante.
b. Naturaleza jurídica de la adhesión a la apelación
Se discute si la adhesión a la apelación es una apelación accesoria o, por el contrario, tiene
vida propia (es principal), por lo tanto surge la siguiente interrogante ¿qué suerte corre la adhesión a
la apelación, una vez interpuesta en tiempo y forma, en caso que esta última termine por desistimiento,
deserción o prescripción? Al respecto existen dos posturas:
i. Una postura minoritaria dice que la adhesión a la apelación es una apelación accesoria a la
apelación principal de la contraria, pues la adhesión va condicionada a la actitud del apelante
principal, por tanto, si la apelación principal no existe, ya no existiría el fundamento de la
adhesión.

ii. La postura mayoritaria afirma que la adhesión a la apelación es una apelación principal, y no
accesoria. La única diferencia entre una apelación autónoma, es su condición inicial, pues
necesita de una apelación principal a la cual adherirse, sin embargo subsiste por sí sola. Los
argumentos de esta postura son: la adhesión debe cumplir con los mismos requisitos que la
apelación; y no tendría sentido consignar la hora y el día en que se presenta la adhesión, si
no se pensara que la adhesión es independiente.

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c. Requisitos de procedencia
Los requisitos que deben concurrir para que pueda configurarse esta institución procesal, son:
i. Que la sentencia de primera instancia cause agravios o perjuicios al apelado (esta es la causal
por la que procede la adhesión). Dicha sentencia, en consecuencia, constará de diversas
partes, favorables unas al demandante y otras al demandado ¿Cómo se sabe que en hay una
apelación pendiente? Esto se determina por medio de la certificación que debe hacer el
secretario del tribunal a quo, en la cual se indica el día y hora en que se presenta el escrito.

ii. Que una de las partes haya interpuesto una apelación, y que ésta se encuentre pendiente. Que
exista una apelación contraria pendiente, se deduce de lo preceptuado en el art. 217 inc. II del
CPC, al decir que no será, sin embargo, admisible (la adhesión a la apelación) desde el
momento en que el apelante haya presentado escrito para desistirse de la apelación (sin
necesidad siquiera de que dicho escrito haya sido proveído). Para evitar toda duda al respecto,
el inc. III señala que la hora de presentación de las solicitudes de adhesión y de desistimiento
se registrarán por el sistema de tramitación electrónica del Poder Judicial, o por el tribunal
a través del timbre disponible ante el buzón dispuesto al efecto o mediante la anotación del
correspondiente ministro de fe en los casos excepcionales en que se permite la presentación
de los escritos en soporte papel.

iii. Que exista una voluntad clara de adherirse. El profesor ALFARO señala que la intención de
adherirse a la apelación debe manifestarse de manera expresa, pues de lo contrario, se
entendería que es un recurso autónomo (por el art. 216).

d. Oportunidad para adherirse a la apelación


Conforme a lo dispuesto en el artículo 217 inciso I del CPC, la adhesión a la apelación solo
se puede efectuar en segunda instancia, dentro del plazo de cinco días desde la fecha de la certificación
a la que se refiere el artículo 200, es decir desde la certificación que realiza el tribunal de la recepción
de la carpeta electrónica.
En este caso, el escrito de adhesión a la apelación deberá cumplir con los requisitos que
establece el art. 189 (tiempo y forma)444. Se aplicará a la adhesión a la apelación lo dispuesto en el
artículo 201.
Art. 201. Si la apelación se ha interpuesto fuera de plazo o respecto de resolución inapelable o no es fundada o
no contiene peticiones concretas, el tribunal correspondiente deberá declararla inadmisible de oficio. La parte
apelada, en todo caso, podrá solicitar la declaración pertinente, verbalmente o por escrito.
Del fallo que, en estas materias, dicte el tribunal de alzada podrá pedirse reposición dentro de tercero día.

Si en segunda instancia el tribunal declara inadmisible la adhesión a la apelación, según


ORELLANA, procedería de igual forma el recurso de hecho, pero ante la CS.
Conforme a lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 217, no será admisible la adhesión
a la apelación, desde el momento en que el apelante haya presentado el escrito para desistirse de la
apelación.

444
De esta manera se descarta la posibilidad de interponer la adhesión a la apelación verbalmente.
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Por último, el inc. III del artículo 217 señala que la hora de presentación de las solicitudes
de adhesión y de desistimiento se registrarán por el sistema de tramitación electrónica del Poder
Judicial, o por el tribunal a través del timbre disponible ante el buzón dispuesto al efecto o mediante
la anotación del correspondiente ministro de fe en los casos excepcionales en que se permite la
presentación de los escritos en soporte papel.
e. Tramitación de la adhesión a la apelación
En primer lugar, el escrito de adhesión a la apelación debe cumplir con las mismas
formalidades que el recurso de apelación, a saber: debe entablarse en contra de una resolución
recurrible; debe ser fundado en cuanto a los hechos y el derecho; debe indicar las peticiones concretas;
y debe interponerse dentro del plazo legal.
Producida la adhesión a la apelación, el escrito respectivo será proveído (“téngasele por
adherido”) y en cuanto a su tramitación, ya sea que se produzca la adhesión en primera o en segunda
instancia, se tramitará conjuntamente con la apelación ordinaria. En consecuencia, deberán hacerse
parte en la oportunidad legal debida, tanto el apelante primitivo, cuánto el adherente a esta apelación,
so pena de declarar desiertos los respectivos recursos.
14. PRUEBAS, INCIDENTES Y NOTIFICACIONES EN SEGUNDA INSTANCIA

14.1. PRUEBA EN SEGUNDA INSTANCIA


La regla general es que no se admitan pruebas en segunda instancia, pero existen una serie de
excepciones a esta regla. En efecto, el art. 207 inc. I del CPC señala que en segunda instancia, salvo
lo dispuesto en el inciso final del art. 310 y en los arts. 348 y 385, no se admitirá prueba alguna. En
concreto, estas excepciones son las siguientes:
i. Prueba documental. Este es el caso contemplado en el art. 348 del CPC, el cual señala que
los instrumentos podrán presentarse en cualquier estado del juicio hasta el vencimiento del
término probatorio en primera instancia, y hasta la vista de la causa en segunda instancia;
agrega el inc. II que la agregación de los que se presenten en segunda instancia, no suspenderá
en ningún caso la vista de la causa; pero el tribunal no podrá fallarla, sino después de vencido
el término de la citación, cuando haya lugar a ella. Hay que recordar que si se trata de
instrumentos públicos, deben acompañarse con citación, y la parte contraria tiene tres días
para objetarlos; y si se trata de instrumentos privados, deben acompañarse bajo
apercibimiento de tenerse por reconocidos si no se objetan dentro de seis días.

ii. Prueba confesional. Este es el caso contemplado en el art. 385 del CPC, cuyo inc. II dispone
que esta diligencia (la absolución de posiciones) se podrá solicitar en cualquier estado del
juicio y sin suspender por ella el procedimiento, hasta el vencimiento del término probatorio
en primera instancia, y hasta antes de la vista de la causa en segunda. Este derecho sólo lo
podrán ejercer las partes hasta por dos veces en primera instancia y una vez en segunda; pero,
si se alegan hechos nuevos durante el juicio, podrá exigirse una vez más. Cabe decir que las
únicas pruebas a iniciativa de parte admitidas en segunda instancia, son la instrumental y la
confesional.

iii. Medidas para mejor resolver. La primera parte del inc. II del art. 207 señala que no obstante
y sin perjuicio de las demás facultades concedidas por el art. 159, el tribunal podrá, como
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medida para mejor resolver, disponer la recepción de la prueba testimonial sobre hechos que
no figuren en la prueba rendida en autos (…); y, a su vez, el art. 159 señala que los tribunales,
sólo dentro del plazo para dictar sentencia (en primera o en segunda instancia), podrán dictar
de oficio medidas para mejor resolver.

iv. Recepción de la prueba testimonial como medida para mejor resolver. El art. 207 inc. II señala
que no obstante y sin perjuicio de las demás facultades concedidas por el art. 159, el tribunal
podrá, como medida para mejor resolver, disponer la recepción de prueba testimonial sobre
hechos que no figuren en la prueba rendida en autos, siempre que la testimonial no se haya
podido rendir en primera instancia y que tales hechos sean considerados por el tribunal
como estrictamente necesarios para la acertada resolución del juicio. En este caso el
tribunal deberá señalar determinadamente los hechos sobre que deba recaer y abrir un
término especial de prueba por el número de días que fije prudencialmente y que no podrá
exceder de ocho días. La lista de testigos deberá presentarse dentro del segundo día de
notificada por el estado la resolución respectiva. Por lo tanto, para que tenga lugar la prueba
testimonial es necesario que concurran los siguientes requisitos: que la prueba testimonial no
se haya podido rendir en la primera instancia; que recaiga sobre hechos nuevos alegados en
el proceso; y que esta prueba testimonial sea "estrictamente necesaria en concepto del tribunal
para la acertada resolución del juicio".

Esto se diferencia del caso contemplado en el art. 159 Nº 5 del CPC, pues en dicho caso el
tribunal podrá decretar como medida para mejor resolver la comparecencia de testigos que
hayan declarado en el juicio, para que aclaren o expliquen sus dichos obscuros o
contradictorios. Por tanto, aquí no se rinde una prueba nueva y no se agregan hechos nuevos
al proceso, pues con esta medida el tribunal sólo puede ordenar la comparecencia de los
testigos que ya hubieren declarado (y no de testigos nuevos).

v. Excepciones anómalas. De acuerdo al art. 310 del CPC, no obstante lo dispuesto en el artículo
anterior (excepciones dilatorias), las excepciones de prescripción, cosa juzgada, transacción
y pago efectivo de la deuda, cuando ésta se funde en un antecedente escrito, podrán oponerse
en cualquier estado de la causa; pero no se admitirán si no se alegan por escrito antes de la
citación para sentencia en primera instancia, o de la vista de la causa en segunda; agrega el
inc. III que si se deducen en segunda, se seguirá igual procedimiento (se tramitarán como
incidentes que pueden recibirse a prueba, si el tribunal lo estima necesario, y se reservará
su resolución para definitiva), pero en tal caso el tribunal de alzada se pronunciará sobre
ellas en única instancia.

vi. Excepciones dilatorias. El art. 305 inc. III del CPC, a propósito de las excepciones dilatorias,
señala que las excepciones primera (la incompetencia del tribunal ante quien se haya
presentado la demanda) y tercera (litispendencia) del art. 303 podrán oponerse en segunda
instancia en forma de incidente.

14.2. INCIDENTES EN SEGUNDA INSTANCIA


Así como en primera instancia se suscitan cuestiones accesorias que requieren especial
pronunciamiento del tribunal, las cuales se conocen con el nombre de incidentes, también se pueden
promover esas cuestiones estando el proceso en segunda instancia; por ejemplo, cuando se pide la
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nulidad de una notificación; cuando se impugna la autenticidad de un documento, cuando se solicita


el abandono de la instancia, etc.
En cuanto a la forma o manera de resolver estas cuestiones accesorias, el art. 220 del CPC
señala que las cuestiones accesorias que se susciten en el curso de apelación, se fallarán de plano
por el tribunal, o se tramitarán como incidentes. En este último caso, podrá también el tribunal
fallarlas en cuenta u ordenar que se traigan en relación los autos para resolver. Ahora bien, el
tribunal va a resolver en cuenta el incidente, cuando lo hace con el sólo mérito de las informaciones
proporcionadas por el Secretario o el Relator, según el caso; y, en cambio, lo resolverá previa de la
vista de la causa, cuando ordena traer los autos en relación.
De acuerdo al art. 210 del CPC, las resoluciones que recaigan en los incidentes que se
promuevan en segunda instancia, se dictarán sólo por el tribunal de alzada y no serán apelables445.
14.3. NOTIFICACIONES EN SEGUNDA INSTANCIA
De acuerdo al art. 221 del CPC, la notificación de las resoluciones que se dicten por el
tribunal de alzada se practicará en la forma que establece el art. 50, con excepción de la primera (la
resolución que ordena traer los “autos en relación” o el “dese cuenta”), que debe ser personal.
Agrega el inciso segundo que, podrá, sin embargo, el tribunal ordenar que se haga por otro de los
medios establecidos en la ley, cuando lo estime conveniente (por ejemplo, se dicta una resolución que
debe ser notificada por el estado diario, pero el tribunal de alzada ordena que se notifique por cédula).
El profesor ALFARO señala que es ilógico que la primera notificación que dicte el tribunal de
alzada se deba notifica personalmente, puesto que las partes tienen la carga de comparecer desde la
certificación del secretario del ingreso de los autos al tribunal.
Por último, no hay que olvidar que la sentencia definitiva de segunda instancia se notifica por
el estado diario, a diferencia de las sentencias definitivas de primera o única instancia, que se notifican
por cédula.
15. TERMINACIÓN O EXTINCIÓN DEL RECURSO DE APELACIÓN
La segunda instancia puede terminar normalmente, lo cual tiene lugar cuando se dicta la
sentencia definitiva que resuelve el recurso de apelación; o anormalmente, lo cual ocurre con la el
desistimiento del recurso de apelación. Esto es sin perjuicio de los modos generales de terminación
anormales, como: el desistimiento de la demanda (incidente especial que se puede plantear en
cualquier estado del juicio, después de que haya sido notificada la demanda); el abandono del
procedimiento (incidente especial que se puede hacer valer en cualquier estado del juicio, hasta que
se haya dictado sentencia firme o ejecutoriada); la conciliación (el juez puede efectuar el llamado a
conciliación en cualquier estado de la causa, una vez evacuado el trámite de contestación de la
demanda); el avenimiento; y la transacción.

445
El profesor ALFARO señala que el art. 209 inc. II hace excepción a la regla de que la resolución que se
pronuncia sobre un incidente en segunda instancia es inapelable. En efecto, dicho artículo señala que si en virtud
de estas declaraciones (declaraciones de oficio que por ley son obligatorias, y que el fallo apelado no las
contenga) se establece la incompetencia del tribunal para entender en la cuestión sometida a su conocimiento,
podrá apelarse de la resolución para ante el tribunal superior que corresponda, salvo que la declaración sea
hecha por la CS.
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15.1. SENTENCIA DEFINITIVA DE SEGUNDA INSTANCIA (TERMINACIÓN NORMAL)


La manera normal y corriente de poner término al recurso de apelación, es mediante la
dictación del fallo de segunda instancia. Este fallo puede ser confirmatorio, revocatorio o
modificatorio, y cada uno de ellos debe cumplir con los requisitos de forma que establece el art. 170
del CPC, pero el número de requisitos dependerá de si la sentencia es confirmatoria o revocatoria y
modificatoria.
i. La sentencia confirmatoria es aquella pronunciada por el tribunal de alzada y mediante la
cual se mantiene en todas sus partes lo resuelto por el tribunal de primera instancia. El CPC
no establece ninguna exigencia de requisito de forma especial para esta clase de sentencias,
en consecuencia, deben reunir los mismos requisitos generales de toda resolución judicial, es
decir, deberá comenzar expresando el lugar en que se expidan y en letras el día, mes y año; y
sólo debe contener la parte resolutiva confirmando el fallo, con la firma del juez y del
secretario. Un ejemplo de sentencia confirmatoria, es la siguiente: "En Valparaíso, treinta de
noviembre de dos mil once. Vistos (parte resolutiva): se confirma, con costas la sentencia
definitiva de primera instancia, de fecha de 30 de marzo de dos mil ocho, escrita a fojas 35.
Devuélvanse. Firma de los Ministros, y firma del Secretario.

ii. La sentencia modificatoria es aquella que acoge en parte el recurso de apelación,


introduciendo adiciones o efectuando supresiones a lo resuelto por el tribunal de primera
instancia. por lo tanto, el tribunal de alzada deberá fundamentar en el fallo el motivo por cual
acoge en parte el recurso deducido.

iii. La sentencia revocatoria es aquella que íntegramente el recurso de apelación, dejando sin
efecto la totalidad de la parte resolutiva y los considerandos que le sirven de fundamento al
fallo de primera instancia. Para ver qué requisitos debe cumplir esta sentencia y la anterior,
hay que hacer una distinción.
Tanto esta sentencia como la anterior, basta que reproduzcan la parte expositiva de la
sentencia de primera instancia (incluso puede omitir la parte expositiva, remitiéndose a la de
sentencia de primera instancia), y en seguida, deben exponer los considerandos de hecho y
de derecho que demuestran la necesidad de modificar o revocar la sentencia de primera
instancia, y terminarán haciendo declaración sobre las acciones y excepciones que
constituyen el asunto controvertido.
El profesor ALFARO recalca que en cuanto a los requisitos de fondo, la sentencia definitiva
de segunda instancia debe hacerse cargo de los siguientes elementos: del agravio (fundado en aspectos
de hecho y de derecho) y de las peticiones concretas; de las excepciones dilatorias de incompetencia
y litispendencia; de las excepciones anómalas; de la eventual prueba que se rinda en segunda
instancia; de las medidas para mejor resolver; de la eventual adhesión a la apelación; fallar aquellas
cuestiones que no se ventilaron en primera instancia por ser incompatibles; hacer de oficio en su
sentencia las declaraciones que por la ley son obligatorias a los jueces, aun cuando el fallo apelado
no las contenga; y, eventualmente, en este etapa podría el tribunal casar en la forma de oficio.
Por último, hay que señalar que una vez notificada la sentencia definitiva por el estado diario,
se debe remitir el expediente al tribunal de primera instancia para que decrete el "cúmplase", es decir,
para la ejecución o cumplimiento de lo resuelto, con lo cual habrá terminado el aspecto declarativo
de la controversia, y se pasará a la etapa ejecutiva. No obstante, si el fallo de segunda instancia es
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impugnado por vía de casación plazo de 15 días) el expediente no debe remitirse al tribunal de origen,
y los resultados finales del juicio sólo se vendrán a conocer una vez resuelto este recurso.
15.2. EL DESISTIMIENTO DE LA APELACIÓN
El desistimiento de la apelación es una declaración unilateral de voluntad realizada por el
apelante en virtud de la cual manifiesta su propósito de no continuar adelante con la tramitación del
recurso de apelación ya interpuesto.
CASARINO recalca que no cabe confundir el desistimiento de la apelación, con la renuncia de
la misma. Pues, mientras que en el desistimiento el litigante manifiesta su voluntad en orden a no
continuar con el recurso que ya interpuso y que le fue concedido; en la renuncia, el recurso aún no se
ha interpuesto y, sin embargo, el litigante expresa voluntad en el sentido que no lo interpondrá. Es
importante distinguir claramente una y otra institución, por cuanto el procurador, para desistirse del
recurso de apelación basta que esté premunido de las facultades ordinarias del mandato judicial y, en
cambio, para renunciar a dicho recurso, necesita una facultad especial.
La única norma que hace mención al desistimiento de la apelación, es el art. 217 del CPC, a
propósito de la adhesión a la apelación, cuyo inc. III señala que no será, sin embargo, admisible (la
adhesión a la apelación) desde el momento en que el apelante haya presentado escrito para desistirse
de la apelación; agrega el inc. III que en las solicitudes de adhesión y desistimiento se anotará por el
secretario del tribunal la hora en que se entreguen. Por lo tanto, como no hay regulación, la doctrina
ha señalado lo siguiente:
i. Tribunal ante quien se plantea. El desistimiento se puede formular tanto en la primera como
en la segunda instancia, lo cual dependerá de dónde se encuentre el expediente; en otras
palabras, procede ante el tribunal en el cual se encuentra el expediente.

ii. Oportunidad. En cuanto a la oportunidad para desistirse, será siempre que exista un recurso
de apelación legalmente vigente. Así, si el recurso terminó por la dictación del fallo, o bien,
por la declaración de deserción o prescripción del mismo, no cabe hablar de desistimiento.

iii. Tramitación. El tribunal debe pronunciarse sobre él de plano, esto es, sin darle tramitación
incidental, por cuanto mira exclusivamente al sólo interés del apelante y no afecta al
apelado. Esto, a diferencia del desistimiento de la demanda, que se tramita con audiencia.
Por último, en cuanto a los efectos del desistimiento, éste produce el término del recurso de
apelación y, por tanto, la sentencia impugnada por el recurso va a quedar ejecutoriada, sin perjuicio
de otros recursos o su consulta. Naturalmente que si hay varios apelantes y uno sólo se desiste, o si
el apelado se ha adherido a la apelación, los autos deben continuar en su tramitación respecto de los
recursos no afectos por el desistimiento.
15.3. OTROS SUPUESTOS DE TERMINACIÓN DEL RECURSO DE APELACIÓN.
El CPC también ha contemplado otros modos anormales o indirectos de poner término a un
recurso de apelación, los cuales ya se habían visto con anterioridad, pero es menester nombrarlos
nuevamente. Estos son:
i. Se pone término al recurso cuando el tribunal a quo o el tribunal ad quem, lo declaran
inadmisible (arts. 201 inc. I y 213 del CPC).
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Art. 201. Si la apelación se ha interpuesto fuera de plazo o respecto de resolución inapelable


o no es fundada o no contiene peticiones concretas, el tribunal correspondiente (el a quo o
el ad quem) deberá declararla inadmisible de oficio.
Art. 213. Elevado un proceso en apelación, el tribunal superior examinará en cuenta si el
recurso es admisible y si ha sido interpuesto dentro del término legal. Si encuentra mérito el
tribunal para considerar inadmisible o extemporáneo el recurso, lo declarará sin lugar desde
luego o mandará traer los autos en relación sobre este punto.
ii. Cuando el tribunal superior declara improcedente un recurso de apelación conociendo un
falso recurso de hecho, por haberse concedido una apelación que no era legalmente
procedente (esta causal será analizada con mayor detalle después).

16. LA CONSULTA

a. Concepto
El art. 63 del COT dispone que las Cortes de Apelaciones conocerán: 4) de las consultas de
las sentencias civiles dictadas por los jueces de letras. La consulta es un trámite procesal en virtud
del cual una sentencia pronunciada por un tribunal inferior debe ser, cuando así lo señala la ley,
revisada por su superior jerárquico, en el caso de que no haya sido apelada. En dicho caso, se sube el
expediente, y la CA lo aprobará o rechazará.
Su fundamento descansa en razones de orden público; pues el criterio para elevar una causa
a consulta, es que estén comprometidos intereses sociales.
El profesor FORTTES señala que esta es la otra vía para acceder a la segunda instancia; eso sí,
hay que tener presente que la consulta no es un recurso, pues un recurso es un medio que la ley
establece a favor de las partes y, por ende, no son tales aquellas actuaciones que se llevan a cabo de
oficio por algunos órganos jurisdiccionales, como por ejemplo, la consulta, o las casaciones de oficio.
b. Ámbito de aplicación
La ley es la que determinada qué materias van en consulta a la CA; y no las partes. El caso
emblemático en que opera esta institución, es la sentencia dictada y no apelada en un juicio de
hacienda. Los juicios de hacienda son aquellos en que tiene interés el Fisco y cuyo conocimiento
corresponde a los tribunales ordinarios, específicamente, al Juez de Letras asiento de Corte; ahora
bien, de acuerdo al art. 751 del CPC, toda sentencia definitiva pronunciada en primera instancia en
juicios de hacienda y de que no se apele, se elevará en consulta a la CA respectiva, previa notificación
de las partes, siempre que sea desfavorable al interés fiscal. Se entenderá que lo es, tanto la que no
acoja totalmente la demanda del Fisco o su reconvención, como la que no deseche en todas sus partes
la demanda deducida contra el Fisco o la reconvención promovida por el demandado; agrega el inc.
II que recibidos los autos, el tribunal revisará la sentencia en cuenta para el solo efecto de ponderar
si ésta se encuentra ajustada a derecho. Si no mereciere reparos de esta índole, la aprobará sin más
trámites. De lo contrario, retendrá el conocimiento del negocio y, en su resolución, deberá señalar
los puntos que le merecen duda, ordenando traer los autos en relación. La vista de la causa se hará
en la misma sala y se limitará estrictamente a los puntos de derecho indicados en la resolución.

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También procede en la sentencia no apelada que recaiga sobre una acción de amparo
económico. Antes este trámite procedía respecto de las sentencias dictadas y no apeladas en juicios
de nulidad de matrimonio, separación judicial y de divorcio; pero fue eliminado en virtud de la ley
20.286 del año 2008. Antes de la reforma procesal penal también iban en consulta, entre otras, todas
las sentencias criminales que aplicaban penas superiores a un año; no obstante, al modificarse el
sistema procesal penal, los legisladores señalaron que el trámite de la consulta era un resabio de
épocas pasadas que se sustenta en un sistema un tanto temeroso de los operadores, por ello en última
instancia eran los superiores quienes siempre iban a decir la última palabra, aunque no por ello la
mejor; sin embargo, en el actual sistema acusatorio chileno desapareció este trámite.
E. RECURSO DE HECHO

1. CONCEPTO
Es aquel recurso que tiene por objeto obtener del tribunal superior que enmiende, con arreglo
a derecho, los agravios que causa el inferior a una parte, al pronunciarse sobre un recurso de apelación;
específicamente sobre la concesión del recurso. En consecuencia, el recurso de hecho está
estrechamente unido al recurso de apelación, siendo este último un presupuesto del primero, puesto
que no se concibe la interposición de un recurso de hecho si no se ha deducido previamente uno de
apelación.
Como se sabe, es el tribunal inferior el que decide si admite a tramitación o no la apelación.
Pues bien, en el ejercicio de tal facultad el tribunal inferior comete algún error que perjudique a las
partes, o bien, niega arbitrariamente la apelación con el objeto de que sus resoluciones no sean
revisadas por un tribunal superior. Para evitar estos inconvenientes, el legislador ha permitido a las
partes recurrir directamente al tribunal superior para que enmiende los errores o injusticias cometidas
al respecto.
2. CONCEPTO

i. Es un recurso que se encuentra íntimamente ligado a la concesión o denegación de un recurso


de apelación.
ii. En cuanto a su interposición, es un recurso que se interpone directamente ante el tribunal
superior del que dictó la resolución, y para ser conocido y resuelto por este mismo tribunal.

iii. La mayoría de la doctrina señala que se trata de un recurso extraordinario, ya que sólo procede
en virtud de causales específicas. Otros en cambio, sostienen que se trata de un recurso
ordinario, ya que es un apéndice o complemento de la apelación.

3. CLASES DE RECURSO DE HECHO


Pese a que el legislador no lo ha señalado en forma expresa, la doctrina distingue entre
verdadero y falso recurso de hecho, según sea la causal en que se funda.

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3.1. VERDADERO RECURSO DE HECHO

a. Concepto
El verdadero recurso de hecho, o recurso de hecho propiamente tal, es aquel que tiene lugar
cuando el tribunal inferior deniega un recurso de apelación, que era legalmente procedente. Este es el
caso más grave de procedencia del recurso de hecho; y de ahí también que el legislador se haya
preocupado de señalarle un plazo para su interposición y de regular adecuadamente su tramitación.
En este caso, la parte agraviada con la actitud del juez inferior es el apelante 446.
b. Plazo para interponerlo
De acuerdo al art. 203 del CPC, si el tribunal inferior deniega un recurso de apelación que
ha debido concederse, la parte agraviada podrá ocurrir al superior respectivo, dentro del plazo de
cinco días contados desde la notificación de la negativa, para que declare admisible dicho recurso.
c. Tramitación

i. Interposición. El recurso de hecho se presenta por escrito directamente ante el tribunal


superior de aquél que dictó la resolución denegando la apelación.

ii. Informe del tribunal inferior. Una vez presentado el escrito, de acuerdo al art. 204 inc. I del
CPC, el tribunal superior pedirá al inferior informe sobre el asunto en que haya recaído la
negativa, y con el mérito de lo informado resolverá si es o no admisible el recurso. En
consecuencia, la primera resolución que se dicta dentro del recurso de hecho es ésta: "informe
el juez recurrido"; y la forma de poner en conocimiento del juez inferior dicha resolución, es
enviándole el correspondiente oficio. La ley no ha señalado plazo al juez inferior para evacuar
este informe; generalmente lo hace en el menor tiempo posible, pero si es reacio, no hay más
camino que el recurrente de hecho pida al tribunal superior que le señale un plazo al inferior
para cumplir con su obligación; y si tampoco cumple el juez inferior, al recurrente de hecho
no le queda más camino que interponer un recurso de queja en su contra.

iii. Actitudes del tribunal superior. Una vez llegado el informe del juez inferior al tribunal
superior, con el mérito de lo informado y lo afirmado por el recurrente, resolverá si es o no
admisible el recurso de hecho y, por tanto, si es procedente o no el recurso de apelación. La
ley no dice cómo se debe resolver el asunto, pero la doctrina y en la práctica se resuelve
previa vista de la causa y se homologa al recurrente de hecho con el apelante; de manera que
una vez evacuado el informe del juez inferior, el tribunal de alzada debe proveer "autos en
relación", para luego colocarse la causa en tabla para verse el día señalado447.

446
Hay que recordar que si es el tribunal ad quem quien no admite a tramitación un recurso de apelación, contra
dicha resolución procede un recurso de reposición, y no un recurso de hecho.
447
Esta tramitación es discutible en la actualidad, debido a que el art. 199 inc. I del CPC dispone que la apelación
de toda resolución que no sea sentencia definitiva se verá en cuenta, a menos que cualquiera de las partes, dentro
del plazo de 5 días desde la certificación a que se refiere el artículo 200, solicite alegatos. Sin embargo, esta
disposición sólo hace referencia a la “apelación”, y no al recurso de hecho.
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La tramitación anterior es la que se observa corrientemente dentro de un recurso de hecho,


pero puede sufrir dos variantes motivadas, ya sea por expresa petición del recurrente de
hecho, ya sea por ordenarlo de oficio el mismo tribunal. Ellas son:
- Remisión del proceso. El inc. II del art. 204 dispone que podrá el tribunal superior
ordenar al inferior poner a disposición a la carpeta electrónica correspondiente,
siempre que, a su juicio, sea necesario examinarlo para dictar una resolución
acertada.
- Orden de no innovar de oficio. El inc. III del art. 204 señala que podrá, asimismo,
ordenar (al tribunal inferior) que no se innove cuando haya antecedentes que
justifiquen esta medida. Esta orden de no innovar tiene por objeto impedir que se
cumpla una resolución cuya firmeza o ejecutoriedad está en tela de juicio, puesto que
mediante el recurso de hecho se pretende, nada menos, que se conceda el recurso de
apelación que se ha interpuesto en su contra.

iv. Fallo del tribunal superior. El art. 205 inc. I del CPC, dispone que si el tribunal superior,
declara inadmisible el recurso, lo comunicará al inferior; por su parte, el inc. II de la misma
disposición señala que si el recurso es declarado admisible, el tribunal superior le dará al
proceso la tramitación que corresponda y lo comunicará al inferior según procesa. Ahora, si
el juez inferior ha continuado en la tramitación de la causa, por no haberse decretado una
orden de no innovar, y el recurso de hecho es acogido, quedarán sin efecto las gestiones
posteriores a la negativa del recurso y que sean una consecuencia inmediata y directa del fallo
apelado (art. 206 del CPC).

3.2. FALSO RECURSO DE HECHO

a. Concepto
El falso de recurso de hecho es aquel que tiene lugar cuando el tribunal inferior concedió un
recurso de apelación improcedente; o lo concedió sólo en el efecto devolutivo, debiendo haberlo
concedido en ambos efectos; o lo concedió en ambos efectos, en circunstancias de que sólo procedía
en lo devolutivo. Para determinar quién es la parte agraviada, es necesario precisar previamente cuál
es la causal que sirve de fundamento al respectivo recurso de hecho. Así, en el primer caso, lo será el
apelado; en el segundo, lo será el apelante; y en el tercero, volverá a ser agraviado el apelado.
Las alternativas para impugnar la resolución del juez inferior son: interponer un recurso de
reposición ante el tribunal que concedió el recurso (art. 196 inc. I); interponer un falso recurso de
hecho ante el tribunal superior (art. 196 inc. I); y cuando la apelación concedida sea improcedente,
existe la posibilidad de que el tribunal ad quem de oficio declare la improcedencia del recurso (art.
196 inc. II).
Art. 196. Si el tribunal inferior otorga apelación en el efecto devolutivo, debiendo concederla también en el
suspensivo, la parte agraviada, dentro del plazo de cinco días contado desde la fecha de la certificación a que
se refiere el artículo 200, podrá pedir al superior que desde luego declare admitida la apelación en ambos
efectos; sin perjuicio de que pueda solicitarse igual declaración, por vía de reposición, del tribunal que concedió
el recurso.
Lo mismo se observará cuando se conceda apelación en ambos efectos, debiendo otorgarse únicamente en el
devolutivo, y cuando la apelación concedida sea improcedente. En este último caso podrá también de oficio el
tribunal superior declarar sin lugar el recurso.
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Las declaraciones que haga el superior en conformidad a los dos incisos anteriores, se comunicarán al inferior
para que se abstenga, o siga conociendo del negocio, según los casos.

b. Tramitación del falso recurso de hecho

i. Interposición. La parte agraviada con la resolución judicial debe presentar un escrito ante el
tribunal superior de aquél que hubiere dictado la resolución que se recurre de hecho. Hay que
tener presente que el falso recurso de hecho es sin perjuicio del recurso de reposición ante el
tribunal que concedió el recurso (art. 196 inc. I); no sucede lo mismo con el verdadero recurso
de hecho.

ii. El plazo para deducir el recurso es de cinco días desde la fecha de la certificación a la que se
refiere el artículo 200, es decir, desde la certificación de la recepción de los documentos por
el tribunal de alzada. No se solicita un informe al tribunal inferior, pues en este caso como se
concedió el recurso, los documentos se encuentran a disposición del tribunal superior.

iii. En cuenta. La doctrina señala que este tipo de recurso de hecho se concede en cuenta, es
decir, sin necesidad de colocar la causa en tabla, pues el art. 196 del CPC señala que… la
parte agraviada, dentro del plazo que establece el art. 200, podrá pedir al superior que
“desde luego” declare…

iv. Fallo del tribunal superior. Si el tribunal acoge el falso recurso de hecho y señala que es
improcedente la apelación, o bien, que se concede en el sólo efecto devolutivo y no en ambos,
debe informar al tribunal inferior para que siga conociendo del asunto; y si el tribunal lo
acoge, y señala que la apelación procedía en ambos efectos, deberá comunicarlo al tribunal
inferior para que éste se abstenga de seguir conociendo el asunto. Y si el tribunal rechaza el
falso recurso de hecho, la apelación deberá seguir conociéndose en conformidad a como fue
concedida por el tribunal de primera instancia.

Respecto de la suerte que corren las gestiones efectuadas ante el tribunal inferior cuando
concedió la apelación sólo en el efecto devolutivo y el tribunal superior acogiendo el
correspondiente recurso de hecho, declara que ha debido concederse dicha apelación en
ambos efectos, cabe decir que la jurisprudencia ha estimado que a falta de una disposición
semejante a la contemplada en el art. 206 del CPC para el verdadero recurso de hecho, en el
caso antes planteado, la abstención del tribunal inferior sólo nace con la comunicación del
fallo que acoge el recurso de hecho y que, en consecuencia, todo lo actuado con anterioridad
es válido.

F. RECURSO DE CASACIÓN

1. CONCEPTO
Se encuentra regulado en el Título XIX (“Del recurso de casación”) del Libro III (“De los
juicios especiales”), en los arts. 764 a 809 del CPC. En este título se regulan conjuntamente el recurso
de casación en la forma y el recurso de casación en el fondo.

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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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La palabra casación proviene del verbo casar y casar significa anular, invalidar, dejar sin
efecto, etc. Es por ello que profesor ALFARO señala que la casación constituye una manifestación de
la nulidad procesal; y hay nulidad, porque existe un vicio.
El recurso de casación se puede definir como un recurso extraordinario que la ley concede a
la parte agraviada, y que tiene por objeto anular una sentencia judicial que ha sido dictada con omisión
de formalidades legales o dentro un procedimiento vicioso o (casación en la forma) o anular una
sentencia judicial que contiene una infracción de la ley que influye sustancialmente en lo dispositivo
del fallo (casación en el fondo).
2. OBJETO DE LA CASACIÓN
Al igual que en el recurso de apelación, el legislador en el recurso de casación delimita su
objeto. En efecto, el art. 764 del CPC (la primera disposición del Título XIX) señala que el recurso
de casación se concede para invalidar una sentencia en los casos expresamente señalados por la ley.
En otras palabras, el recurso de casación se concede para anular una sentencia; a diferencia del recurso
de apelación, que tiene por objeto enmendar una sentencia.
3. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA CASACIÓN
Para hablar de la evolución histórica del recurso de casación, hay que distinguir entre el
recurso de casación en el fondo, y el recurso de casación en la forma.
i. Los antecedentes más directos de la casación en el fondo, se encuentran en el Derecho
francés. En efecto, en Francia, en el siglo XIV, existía una pugna entre el rey y los Tribunales
Superiores Regionales o Parlamentos, que administraban justicia de forma independiente del
rey; y cuando el rey estimaba que los Parlamentos se apartaban de las ordenanzas que él había
dictado, declaraba nulas (de oficio) las decisiones del Parlamento. Posteriormente se admitió
que esta declaración del rey fuera a petición de parte, y el rey delegó esta función a un órgano
que resolvía esta demanda de nulidad, que fue denominado Consejo de las Partes. Una vez
llegada la Revolución Francesa, con el fin de aplicar el principio de la separación de poderes
y el postulado de que el Poder Legislativo es el que crea el derecho y el Poder Judicial el que
se limita a aplicarlo, como órgano sucesor del Consejo de las Partes, en 1790 se creó al
Tribunal de Casación, el cual no se concebía como un órgano judicial, sino como una
prolongación del Poder Legislativo (pero no sujeto a él), que velaba por el respeto de la leyes
por parte del Poder Judicial. Su primera labor fue la de impedir la contravención expresa del
texto de la ley; después se amplió esta labor a los casos en que el juicio concreto era contrario
a la ley, en razón de que no se interpretaba correctamente, o porque había una falsa aplicación
de la ley; con lo cual se logró la uniformidad del derecho.

ii. Por su parte, la casación en la forma tuvo su origen en el Derecho español. En Chile, con la
llegada de la independencia no se produjo un cambio inmediato en la legislación, puesto que
se siguió aplicando el Derecho español, con las adecuaciones correspondientes; y este
Derecho reconocía ciertos tipos de recurso que fueron adoptados por la legislación chilena,
específicamente el recurso de nulidad, que se refería a la infracción de leyes procesales.
Entonces, esta distinción en orden a que la nulidad podía producirse tanto respecto de leyes
que regulan el procedimiento como leyes que regulan el juzgamiento, hizo nacer la distinción
entre las dos formas de casación. Y la primera ley que reconoció formalmente al recurso de
casación en nuestro país, es el CPC.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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4. CARACTERÍSTICAS DEL RECURSO DE CASACIÓN

i. Es un recurso extraordinario, por las causales específicas por las cuales procede, y por el tipo
de resolución judicial que es casable.

ii. Es un recurso de nulidad, pues se cuestiona la validez del fallo o del proceso y, por ende, la
resolución desaparece porque es nula. En cambio, por medio de la apelación se solicita que
se enmiende con arreglo a Derecho una resolución judicial, por causa de un agravio, la cual
no desaparece.

iii. La casación constituye un grado o etapa jurisdiccional dentro del proceso, pero no una
instancia, pues las facultades del Tribunal de Casación se limitan a velar por la correcta
aplicación de la norma jurídica y así lograr una unidad en su interpretación. Esta finalidad lo
circunscribe a analizar la validez del fallo sobre la base de los hechos que los tribunales de
instancia han dado por establecidos (los hechos son intangibles), por tanto, no puede revisar
todo el proceso, sino que se tiene que limitar a establecer si a los hechos se les aplicó o no
correctamente el derecho, y a verificar si hay o no vicios de procedimiento.

iv. Tiene un carácter público. El profesor ALFARO señala que esto, en principio, es redundante,
porque el interés público sirve a todos los tribunales y a todo el proceso; sin embargo,
tratándose de la casación, el interés público no es el mismo que el de los demás tribunales,
pues por medio del recurso de casación en el fondo se vela por la correcta aplicación de la
ley y por su interpretación uniforme, lo cual sienta jurisprudencia; y eso interesa a toda la
sociedad.

5. PRESUPUESTOS GENERALES DE LA CASACIÓN

i. En primer lugar, debe existir una resolución judicial que sea susceptible de ser atacada por
esta vía. En general, se trata de sentencias definitivas y de ciertas sentencias interlocutorias.

ii. El recurrente es cualquiera de las partes que le afecte el vicio que motiva la casación, sin
perjuicio de lo cual, también procede la casación de oficio.

iii. La causa que hace procedente este recurso es amplia en la casación en el fondo, y taxativa en
la casación de forma. La casación en el fondo procede cuando existe una infracción de ley
que influya sustancialmente en lo dispositivo del fallo, en cambio, la casación en la forma
tiene lugar cuando se incurre en alguna de las causales del art. 768 del CPC. Por tanto, cuando
un vicio no esté comprendido en una causal del art. 768, perfectamente puede ser invocada
como causal de casación en el fondo.
Los momentos en que se puede ocasionar la infracción de la ley son diferentes en la casación
en el fondo y en la casación en la forma. En efecto, la infracción en la casación en la forma
se produce durante la substanciación del proceso (se infringe una ley procesal), por tanto,
debe anularse todo el proceso hasta el momento anterior a aquel en que se produjo el error
(por ejemplo, si hubo error en el emplazamiento, debe retrotraerse hasta el estado en que
debió ser emplazado el demandado); en cambio, la infracción y en la casación en el fondo se
produce durante el juzgamiento o decisión (error en la sentencia), la consecuencia de esto, es
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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que solamente la sentencia queda sin efecto (su parte dispositiva) y, eventualmente, habrá
que dictar una sentencia de reemplazo.
La ley procesal se aplica durante el desarrollo del proceso (ley ordenatoria litis); en cambio,
la ley sustantiva o de fondo se aplica una vez agotada la tramitación, al momento de la
resolución (ley decisoria litis); y el destinatario preferente de la ley procesal es el juez, en
cambio, el destinatario de la ley sustantiva son las partes del juicio. En ambos casos con el
recurso de casación se pretende la uniformidad de la aplicación del Derecho, pero los motivos
son distintos, y la normativa cautelada es diferente.
El profesor ALFARO señala que el criterio que distingue entre ley procesal y ley sustantiva,
para saber si se está en presencia de una casación en la forma o en el fondo, no es absoluto,
ya que el mismo art. 768 del CPC, que contempla las causales de la casación en la forma,
habla de cosa juzgada, lo cual es propio de la ley sustancial. Por ello, es preferente distinguir
una y otra casación de acuerdo a los vicios que la hacen procedente (amplios en una y
taxativos en otra).
iv. El plazo para deducir el recurso de casación es, por regla general, de 15 días, el cual se
computa a partir de la fecha de la notificación de la sentencia contra la cual se recurre.

v. Y el recurso de casación se debe interponer por escrito ante el tribunal que haya pronunciado
la sentencia que se trata de invalidar, y para ante aquel a quien corresponde conocer de él.

6. DIFERENCIAS ENTRE LA APELACIÓN Y LA CASACIÓN

i. Mientras la apelación constituye una instancia, es decir, el juez tiene la facultad para
pronunciarse tanto sobre los hechos como el derecho y los hechos; la casación no constituye
una instancia, sino que una fase o grado jurisdiccional del proceso, por ende, no se pueden
revisar los hechos, ni mucho menos abrirse o agregarse pruebas.

ii. La casación es un recurso judicial extraordinario, en cambio, la apelación es ordinaria.

iii. La casación tiende a proceder en el sólo interés de la ley, pudiendo incluso declararse de
oficio (interés público); no así la apelación, que se reduce a los intereses de las partes.

iv. La casación es fuente de jurisprudencia; en cambio los fallos de la apelación no suelen


formarla.

7. CLASES DE CASACIÓN
En nuestro sistema se regulan conjuntamente dos especies de casación, completamente
distintas, y que tienen una regulación común, sólo por razones de índole histórica. Al respecto, el art.
765 del CPC señala que el recurso de casación es de dos especies: de casación en el fondo y de
casación de la forma. Es de casación en el fondo en el caso del art. 767; es de casación en la forma
en los casos del art. 768. La casación en el fondo es la más genuina, puesto que cuando se habla en
el derecho comparado de casación, se refiere fundamentalmente a la casación en el fondo.

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7.1. RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA

7.1.1. CONCEPTO

La ley no define al recurso de casación en la forma, sino que sólo se limita a señalar su objeto.
Pero del contexto y la aplicación práctica de sus disposiciones por los tribunales, se puede decir que
la casación en la forma es un recurso extraordinario que la ley concede a la parte agraviada, y que
tiene por objeto anular una sentencia judicial que ha sido dictada con omisión de formalidades legales
o dentro un procedimiento viciado. De esta definición se desprende lo siguiente:
i. la causal o motivo que hace procedente el recurso de casación, es el agravio que sufre una
parte, producto de un vicio del procedimiento que puede tener lugar en la constitución,
desarrollo y conclusión del proceso.

ii. El fundamento de este recurso, es la protección del derecho objetivo, concretamente, de la


ley procesal, tanto en lo que dice relación con la tramitación de asunto, como en el
pronunciamiento del fallo. Estas normas están dirigidas principalmente al juez, y cuando
éste comete una infracción, se produce una anomalía en el procedimiento, lo cual trae
aparejado la vulneración del debido proceso; pues las leyes procesales garantizan el debido
proceso, y lo que se busca con el debido proceso, es una igualdad entre los litigantes.

iii. Su objeto o finalidad, es obtener la anulación o invalidación del fallo recurrido, motivado
por la omisión o infracción de las leyes que determinan la sustanciación o ritualidad esencial
del proceso mismo (vicios del procedimiento), o los requisitos legales formales a que debe
ajustarse el tribunal al dictar sus sentencias (vicios de la sentencia). De ahí que en la
definición del recurso de casación de forma se contemple su procedencia por un doble
motivo: por vicios cometidos en la sustanciación del juicio mismo, y por vicios cometidos
en la dictación de la sentencia que lo resuelve.

7.1.2. CARACTERÍSTICAS

i. Es un recurso extraordinario, pues sólo procede en contra de determinadas resoluciones judiciales


y por causales taxativamente señaladas en la ley. No basta con el simple interés de recurrir, sino
que hay que acreditar los vicios y encuadrarlos en una causal específica; por ello el tribunal está
limitado en su conocimiento a las circunstancias concretas que constituyen la causal de casación.

ii. Es un recurso que se interpone ante el tribunal que dictó la resolución que se trata de invalidar o
casar, y para ante el tribunal inmediatamente superior en grado jerárquico, que deberá conocer
(el cual puede ser una CA o la CS).

iii. Es un recurso de nulidad, pues tiene por objeto invalidar una sentencia judicial.

iv. Es un recurso de derecho estricto, porque es necesario observar en su interposición y tramitación


determinadas formalidades legales, so pena de ser declarado inadmisible (por ejemplo, se debe
señalar de manera expresa el vicio en que funda, y requiere la designación de un abogado
patrocinante que puede ser el mismo de la causa principal u otro distinto). Esta característica se

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MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

atenúa por el hecho de que el tribunal puede casar de oficio una sentencia, cuando éste aparezca
de manifiesto.

v. Sólo puede ser deducido por la parte que ha sufrido un agravio; esto se extrae del art. 771 (el
recurso debe interponerse por la parte agraviada…), del art. 768 inc. penúltimo (…el tribunal
podrá desestimar el recurso de casación en la forma, si de los antecedentes aparece de manifiesto
que el recurrente no ha sufrido un perjuicio reparable…); pero no basta con la existencia del
agravio, ya que además se requiere la existencia de una causal. No obstante, también vela por un
interés público, ya que a pesar de la inactividad de las partes, los tribunales pueden de oficio
anular en la forma determinadas sentencias, por las mismas causales que habrían autorizado la
interposición del correspondiente recurso de casación.

vi. Por regla general, la interposición de este recurso no suspende el cumplimiento de la sentencia
recurrida.

vii. En cuanto a su interposición, puede proceder en forma conjunta con el recurso de apelación,
tratándose de sentencias de primera instancia.

viii. Es un recurso que no constituye una instancia judicial, porque el tribunal llamado a conocer de él
no revisa todas las cuestiones de hecho y de derecho suscitadas en el juicio, sino que, como dice
el profesor ALFARO, sólo se pueden analizar las causas de casación, las cuales aluden a los
trámites procesales esenciales y a los requisitos de la sentencia.

ix. Por regla general, por ser un recurso de carácter público, no cabe la renuncia anticipada. Sin
embargo, en el caso de los árbitros arbitradores, es posible su renuncia en el acto constitutivo del
compromiso, salvo cuando se trata de las causales de ultra petita e incompetencia del tribunal
(art. 239 del COT).

Art. 239. Contra una sentencia arbitral se pueden interponer los recursos de apelación y casación para ante
el tribunal que habría conocido de ellos si se hubieran interpuesto en juicio ordinario; a menos que las
partes, siendo mayores de edad y libres administradoras de sus bienes, hayan renunciado dichos recursos,
o sometidos también a arbitraje en el instrumento del compromiso o en un acto posterior.

7.1.3. RESOLUCIONES CONTRA LAS CUALES PROCEDE


La norma legal que establece la naturaleza procesal de las resoluciones judiciales susceptibles
de recurso de casación en la forma, es el art. 766 inc. I del CPC, el cual dispone que en general, sólo
se concede el recurso de casación contra las sentencias definitivas, contra las interlocutorias cuando
ponen término al juicio o hacen imposible su continuación y, excepcionalmente, contra las sentencias
interlocutorias dictadas en segunda instancia sin previo emplazamiento de la parte agraviada, o sin
señalar día para la vista de la causa. Por lo tanto, de acuerdo a esta disposición, son tres los casos de
procedencia del recurso de casación en la forma, en relación con la naturaleza de la resolución
recurrida; a lo que se suma un cuarto caso.
i. La primera categoría de resolución recurrible son las sentencias definitivas, esto es, aquellas
que ponen fin a la instancia, resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto del juicio. El
art. 766 del CPC habla de sentencias definitivas sin agregar nada más, por lo tanto, debe

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entenderse que se trata de sentencias definitivas de única, primera o segunda instancia, sean
pronunciadas en juicios ordinarios, especiales o ejecutivos 448.

ii. El recurso de casación en la forma también procede en contra de las sentencias interlocutorias
que ponen término al juicio o hacen imposible su continuación. Hay que recordar que la
sentencia interlocutoria es aquella que falla un incidente del juicio estableciendo derechos
permanentes a favor de las partes (de primera clase), o resuelve sobre algún trámite que debe
servir de base al pronunciamiento de una sentencia definitiva o interlocutoria (de segunda
clase). Las sentencias interlocutorias, a su vez, pueden ser de única, primera o segunda
instancia, y como el legislador no hizo distingo alguno, también hay que concluir que se ha
referido indistintamente a cualquiera de esas tres clases de sentencias interlocutorias.
Ahora bien, dicha sentencia debe poner término al juicio o hacer imposible su continuación;
por ejemplo, la resolución que declara abandonado el procedimiento; la que acepta el
desistimiento de la demanda; la que declara la incompetencia del tribunal, etc. No tienen este
carácter, por ejemplo, las que fallan una medida precautoria, la resolución que ordena el
llamado a conciliación; la que recibe la causa a prueba.
iii. También procede en contra de sentencias interlocutorias de segunda instancia, cuando se
dictan sin previo emplazamiento de la parte agraviada o sin señalar día para la vista de la
causa. Por tanto, los requisitos que debe cumplir esta sentencia, son:
- Se debe tratar de una sentencia interlocutoria no importando que ponga término al
juicio o haga imposible su continuación.

- Debe tratarse de una sentencia interlocutoria pronunciada en segunda instancia, lo


que acontecerá cuando la referida resolución confirme, modifique o revoque una
sentencia de igual naturaleza pronunciada en primera instancia (por ejemplo, se
opone una excepción dilatoria en la primera instancia, y el juez la rechaza, y se apela
dicha resolución, y la Corte la confirma); o bien cuando se limita a fallar un incidente
suscitado en la segunda instancia (por ejemplo, se promueve en la Corte el incidente
de nulidad de un documento presentado al juicio, el tribunal resuelve que es nulo).

- Que en el pronunciamiento de dicha sentencia se hayan omitido trámites o diligencias


esenciales, cuales son: el emplazamiento de la parte agraviada o la señalización de
día para la vista de la causa. Hay que recordar que el emplazamiento de la parte
agraviada es un trámite que consta de dos elementos: la notificación de la resolución
que concedió, en primera instancia, el correspondiente recurso de apelación; y el
transcurso del plazo en la segunda instancia para comparecer a proseguir dicho
recurso. Y la fijación del día para la vista de la causa, como su nombre lo indica, es
la colocación de la causa en tabla y su vista en el mismo día señalado.

448
Hay que recordar que la sentencia que falla un recurso de casación en la forma, sea acogiéndolo o
desechándolo, no obstante su parecido formal con las sentencias definitivas (solamente su parecido, pues no es
encasillable en ninguna de las resoluciones que establece el art. 158 del CPC), no es susceptible de casación;
de ahí el conocido aforismo de que no hay casación de casación.
627
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iv. Por último, el art. 766 inc. II del CPC dispone que procederá, asimismo, respecto de las
sentencias que se dicten en los juicios o reclamaciones regidos por leyes especiales, con
excepción de aquéllos que se refieran a la constitución de las juntas electorales y a las
reclamaciones de los avalúos que se practiquen en conformidad a la Ley N° 17.235, sobre
Impuesto Territorial y de los demás que prescriban las leyes (por ejemplo, las sentencias
definitivas de los jueces de policía local). Por tanto, para saber si procede o no el recurso de
casación en la forma en contra de una sentencia pronunciada en juicio o reclamación regido
por ley especial, será necesario establecer previamente si esa ley especial permite o no
deducir dicho recurso.

Pero el legislador no solamente limita la procedencia del recurso de casación en la forma en


esta clase de juicios o reclamaciones, sino que también, restringe las causales que lo hacen
procedente. Estas limitaciones de las causales del correspondiente recurso hay que buscarlas,
en primer término, en las leyes especiales, y si éstas nada dispusieron sobre el particular, se
debe aplicar el art. 768 inc. II del CPC que señala que en los negocios a que se refiere el
inciso segundo del art. 766 (juicios regidos por leyes especiales) sólo podrá fundarse el
recurso de casación en la forma en alguna de las causales indicadas en los números 1°, 2°,
3°, 4°, 6°, 7° y 8° de este artículo y también en el número 5° cuando se haya omitido en la
sentencia la decisión del asunto controvertido. Por tanto, de acuerdo a la disposición
transcrita, por exclusión, no podrá fundarse el recurso de casación en la forma en los juicios
o reclamaciones regidos por leyes especiales, en haber sido pronunciada la sentencia con
omisión de sus requisitos formales (art. 768 Nº 5), a menos que se trate de la falta de decisión
del asunto controvertido; y tampoco podrá fundarse en haberse faltado a algún trámite o
diligencia declarados esenciales por la ley o por cualquier otro requisito por cuyo defecto las
leyes prevengan expresamente que hay nulidad (art. 768 Nº 9).

7.1.4. PLAZO PARA SU INTERPOSICIÓN


Esta materia se encuentra regulada por el art. 770 del CPC, del cual se desprenden dos reglas,
a saber:
i. Sentencias de primera instancia, en el plazo de la apelación. De acuerdo al art. 770 inc. II del
CPC, el recurso de casación en la forma contra sentencia de primera instancia deberá
interponerse dentro del plazo concedido para deducir el recurso de apelación, y si también
se deduce este último recurso, conjuntamente con él (en un mismo escrito). Por lo tanto, el
plazo para deducir el recurso de casación en la forma en contra sentencias de primera
instancia es de 10 días tratándose de sentencias definitivas dictadas en primera instancia, y
de cinco días tratándose de sentencias interlocutorias que pongan término al juicio o hagan
imposible su continuación dictadas en primera instancia; contados desde que se notifica la
sentencia en contra de la cual se recurre.

ii. Sentencias de única o de segunda instancia, en el plazo de 15 días. Conforme al art. 770 inc.
I del CPC el recurso de casación deberá interponerse dentro de los quince días siguientes a la
fecha de notificación de la sentencia contra la cual se recurre, sin perjuicio de lo establecido
en el art. 791 (en contra de sentencias dictadas en juicios de mínima cuantía el recurso se
debe interponer en el plazo de 5 días). En caso de que se deduzca recurso de casación de

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forma y de fondo en contra de una misma resolución, ambos recursos deberán interponerse
simultáneamente y en un mismo escrito.
Luego, el plazo para interponer el recurso de casación en la forma presenta las siguientes
características: es un plazo fatal; es un plazo individual, en razón de que comienza a correr para cada
parte desde la notificación de la resolución en contra de la cual se recurre; es un plazo de días
establecido en el CPC y, por tanto, para computarlo se suspenden los días feriados; es un plazo legal
y, por tanto, improrrogable.
7.1.5. CAUSALES DEL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA

a. Concepto
Según CASARINO, la causal legal del recurso de casación en la forma es el hecho, evento o
circunstancia producido en el proceso que, en concepto del legislador, justifica la procedencia de
dicho recurso. Ahora bien, estas causales legales que justifican la procedencia del recurso de casación
en la forma, deben estar expresamente establecidas por el legislador; de manera que si el recurso se
funda en una causal no contemplada en la ley, por mucha analogía que presente con aquella señalada,
deberá ser forzosamente declarado improcedente. De ahí que se diga que el recurso de casación en la
forma es un recurso extraordinario, pues sólo procede por las causales taxativamente enumeradas en
la ley.
No todas las causas son aplicables a todas las resoluciones; desde luego sí son aplicables a
las sentencias definitivas, pero cabe la duda respecto de las sentencias interlocutorias.
b. Clasificación de las causales

i. Atendiendo al momento en que se comete la infracción o vicio, se distingue entre: vicios que
se comenten en la dictación de la sentencia, y aluden a este primer grupo, los ocho primeros
números del art. 768 del CPC; y vicios que se cometen durante el procedimiento, y se refiere
a este segundo grupo, el Nº 9 del art. 768 del CPC, en relación con los arts. 766, 788, 789,
795, 796 y 800 del CPC.

ii. Una segunda clasificación distingue entre causales que afectan al tribunal, donde se
encuentran los números 1,2 y 3 del art. 768; casuales que afectan a la sentencia impugnada,
en donde se encuentran los numerales 4,5,6,7, y 8 del art. 768; y casuales que afectan al
procedimiento, en donde sólo está el Nº 9 del art. 768.

c. Análisis de las causales


Como se dijo, estas causales se encuentran enumeradas en el art. 768 del CPC, el cual dispone
que el recurso de casación en la forma ha de fundarse precisamente en alguna de las causas
siguientes:
i. En haber sido la sentencia pronunciada por un tribunal incompetente o integrado en
contravención a lo dispuesto por la ley (art. 768 N° 1). La redacción del texto permite apreciar
que contempla dos situaciones diversas:

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- Que la sentencia haya sido pronunciada por un tribunal incompetente. Hay que
recordar que de conformidad a los preceptos del COT, la competencia de que puede
hallarse investido un tribunal es de dos clases: absoluta y relativa; y que las normas
que las consagran toman en consideración diversos factores, a saber: el fuero, la
materia, la cuantía (absoluta) y el territorio (relativa). Como la norma no distingue, se
incluye tanto a la incompetencia absoluta como a la relativa.
Hay que recordar también, que de acuerdo a las normas del CPC, la forma de reclamar
la violación de las normas de competencia absoluta es por vía inhibitoria o declinatoria;
o se puede formular como excepción dilatoria; o en cualquier estado del juicio, como
incidente de nulidad de todo lo obrado; incluso puede ser declararla de oficio por el
mismo tribunal en cualquier estado. En cambio, el reclamo de incompetencia relativa
del tribunal, se puede hacer por vía inhibitoria o declinatoria; como excepción dilatoria
dentro del término de emplazamiento para contestar la demanda; de lo contrario, se
produce la prórroga tácita de la competencia; además, sólo puede ser alegada a petición
de parte. Fuera de estas reclamaciones, la otra forma de reclamar la incompetencia, es
interponiendo el correspondiente recurso de casación en la forma. Así, por ejemplo, si
el demandado en su primera gestión opone una excepción dilatoria de incompetencia
relativa, y el tribunal la desecha; podrá después formular un recurso de casación en la
forma fundado en esta causal449.

- Integración viciosa del tribunal. Como la integración es una institución propia de los
tribunales colegiados, esta causal sólo tiene aplicación tratándose de sentencias
dictadas por esta clase de jueces. Hay que recordar que es el COT el llamado a señalar
las normas de integración de los tribunales colegiados, y son las partes la que controlan
el cumplimiento de estas normas, tomando conocimiento de la integración por medio
de las correspondientes actas de instalación, a cargo de los Presidentes de los
respectivos tribunales, y excepcionalmente, por el conocimiento que proporciona
verbalmente a las partes el Relator o el Secretario, cuando la integración se hace con
miembros que no pertenezcan a su personal ordinario.

Específicamente hay un vicio en la integración, cuando haya mayoría de abogados


integrantes, o que no hayan sido llamados por orden de integración; o cuando haya
miembros de otro tribunal. La oportunidad para reclamar la integración ilegal del
tribunal colegiado es, precisamente, antes de verse la causa; pues, en caso contrario, se
considera que el recurso de casación en la forma, que posteriormente se podría deducir
en contra de la sentencia pronunciada en tan anormales condiciones, no ha sido
legalmente preparado y que debe, por tanto, ser declarado improcedente (art. 769 inc.
final del CPC).

Art. 769. Para que pueda ser admitido el recurso de casación en la forma es indispensable que
el que lo entabla haya reclamado de la falta, ejerciendo oportunamente y en todos sus grados
los recursos establecidos por la ley.
Inc. final. La reclamación a que se refiere el inc. I de este artículo deberá hacerse por la parte o
su abogado antes de verse la causa, en el caso del Nº 1 del art. 768.

449
El profesor ALFARO señala que esta norma alude a una incompetencia amplia, por lo tanto, incluye a las
reglas complementarias de la competencia, es decir, a las normas de turno y distribución de causas.
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ii. En haber sido pronunciada por un juez, o con la concurrencia de un juez legalmente
implicado, o cuya recusación esté pendiente o haya sido declarada por tribunal competente
(art. 768 N° 2). Esta causal se refiere a la institución procesal de las implicancias y
recusaciones, las cuales son inhabilidades personales que tienen los jueces para conocer y
fallar en forma imparcial un determinado asunto450. La lectura de la causal en estudio permite
apreciar que ella contempla tres situaciones:

- Que la sentencia haya sido pronunciada por un juez o con la concurrencia de un juez
legalmente implicado. Las implicancias son verdaderas prohibiciones impuestas por el
legislador a los jueces para intervenir en determinados juicios, por razones de orden
público; son, por consiguiente, irrenunciables. Están enumeradas en el art. 195 del
COT y se aplican tanto a los jueces de los tribunales unipersonales como a los de los
tribunales colegiados, y es por eso que la disposición en estudio se pone en la situación
de la sentencia pronunciada "por un juez" o "con la concurrencia de un juez". Aquí no
es necesario distinguir si la implicancia está pendiente o ha sido declarada, pues para
la existencia de la causal de casación en la forma, basta que el magistrado que dicta la
sentencia o que concurre a su dictación, se halle afecto a un motivo legal de
implicancia.

- Que la sentencia haya sido pronunciada por un juez o con la concurrencia de un juez
cuya recusación esté pendiente. Las recusaciones son normas de orden privado que se
establecen a favor de las partes cuando éstas presumen que el juez carece de la debida
imparcialidad para conocer del asunto; por ende, pueden ser renunciadas por ellas;
comprenden tanto a los tribunales unipersonales como a los colegiados. Están
enumeradas en el art. 196 del COT y, desde el momento en que son susceptibles de
renuncia, su sola concurrencia no basta para que la sentencia que dicte un juez en estas
condiciones sea nula; sino que además, es necesario que esa recusación se encuentre
pendiente, es decir, que se la haya formulado por vía incidental, estando pendiente su
resolución. Mientras está pendiente la recusación, actúa un juez subrogante, el cual no
puede dictar sentencia mientras no haya sido resuelto el incidente, sino, su sentencia
será anulable por casación.

- Que la sentencia haya sido pronunciada por un juez o con la concurrencia de un juez
cuya recusación haya sido declarada por tribunal competente. Si es nula la sentencia
dictada por un juez o con la concurrencia de un juez, cuya recusación está pendiente,
con mayor razón lo será cuando ésta haya sido legalmente declarada (a favor del juez).

iii. En haber sido acordada en los Tribunales Colegiados por menor número de votos o
pronunciada por menor número de jueces que el requerido por la ley o con la concurrencia
de jueces que no asistieron a la vista de la causa, y viceversa (art. 768 N° 3). Esta causal se

450
Hay que recordar que si la implicancia procede en contra de un tribunal unipersonal, conocerá el mismo juez
de ella; y si procede en contra de un tribunal colegiado, conocerá el mismo tribunal, pero con exclusión del
ministro implicado. Por otra parte, si la recusación procede en contra de un Juez de Letras, conocerá de ella la
CA respectiva; y si la recusación procede en contra de un ministro de la CA, conocerá de ella la CS; y si la
recusación procede en contra de uno de los ministros de la CS, conocerá de ella CA de Santiago.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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refiere a la infracción de las normas de acuerdo que deben cumplir los tribunales colegiados,
y de su lectura se puede apreciar que contempla cuatro situaciones diversas:

- Que la sentencia haya sido acordada por menor número de votos que el requerido por
la ley. Esta causal alude al quórum del acuerdo, y hay que recordar que el número de
votos necesarios para acordar la sentencia en los Tribunales Colegiados, es la mayoría
legal, la cual, generalmente, es la mayoría absoluta de votos conformes, salvo
excepciones legales.

- Que la sentencia haya sido pronunciada por menor número de jueces que el requerido
por la ley. Esta causal alude al quórum de funcionamiento, y hay que recordar que los
Tribunales Colegiados deben funcionar, para conocer y decidir los asuntos que les
estén encomendados, con un número de miembros que no sea inferior al mínimo
determinado en cada caso por la ley; y que este número es de tres miembros en la CA
y de cinco en la CS, tratándose de autos, sentencias interlocutorias y sentencias
definitivas, y de uno sólo (en ambos tribunales) si se refiere a los decretos.

- Que la sentencia haya sido pronunciada con la concurrencia de jueces que no asistieron
a la vista de la causa. Hay que recordar que no pueden tomar parte en ningún acuerdo
los magistrados que no hubieren concurrido como jueces a la vista del negocio.

- Que la sentencia haya sido pronunciada sin la concurrencia de todos los jueces que
asistieron a la vista de la causa. La expresión "y viceversa", dice relación con que
ningún acuerdo se puede efectuar sin que tomen parte todos los que como jueces
hubieren concurrido a la vista, salvo las excepciones legales. Para comprobar la
existencia de esta causal de casación en la forma, y la causal antes indicada, hay que
recurrir a las actas de instalación del respectivo tribunal y, muy particularmente, a la
constancia que estampa el relator en los autos cuando el proceso ha quedado en
acuerdo.

iv. En haber sido dada ultra petita, esto es, otorgando más de lo pedido por las partes, o
extendiéndolo a puntos no sometidos a la decisión del tribunal, sin perjuicio de la facultad
que éste tenga para fallar de oficio en los casos determinados por la ley (art. 768 N° 4). Este
vicio se produce al momento de dictar la sentencia, tanto por un tribunal unipersonal como
colegiado; y es una causal que vela por la congruencia externa del fallo 451.

De acuerdo a la definición del art. 768 Nº 4, hay ultra petita cuando la sentencia otorga más
de lo pedido por las partes, por ejemplo, se demanda 200 a título de saldo insoluto del precio
de una compraventa, y el tribunal condena al demandado a pagar la suma de 500 por igual
título. También hay ultra petita, o extra petita según algunos, cuando la sentencia se extiende
a puntos no sometidos a la decisión del tribunal, por ejemplo, se demanda el cumplimiento

451
El profesor ALFARO recalca que el vicio de ultra petita no atañe al fondo del asunto, porque no se ataca el
juzgamiento, sino que un exceso en el juzgamiento. Y dentro de la sentencia, la parte donde se comete ultra
petita es en la parte resolutiva, y también en la parte considerativa, cuando se trate de considerandos resolutivos.
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de un contrato y el tribunal cree del caso rechazar esta acción y acoger, en cambio, la de
resolución del mismo, que no se ha deducido 452.

No obstante, el tribunal podría tener facultades de oficio por expresa disposición de la ley,
para fallar en determinados casos, por ejemplo, se discute sobre el cumplimiento de un
determinado contrato y el tribunal advierte que es nulo, y dicha nulidad aparece de manifiesto,
por tanto, la declarará sin que litigante alguno se lo haya pedido.

Ahora bien, la manera de constatar si existe o no ultra petita en el fallo que se trata de casar,
es analizando la cuestión controvertida en el juicio con la parte resolutiva de la sentencia
misma. La cuestión controvertida se halla en los escritos fundamentales de demanda y de
contestación, si se trata de la única o primera instancia; y en el escrito de apelación, cuando
el pleito se halla en alzada. Esto se relaciona con el principio de congruencia procesal, que es
un principio rector de la actividad procesal por el cual en toda resolución judicial debe existir
conformidad, adecuación, concordancia o correlación entre la pretensión formulada por
cualquiera de las partes y la decisión que el juez tome sobre ella 453.

¿Qué pasa si se falla sobre menos de lo pedido? A esto se le denomina minus petita, y tiene
lugar, por ejemplo, cuando se pide la resolución del contrato más la indemnización de
perjuicios, y el tribunal “no se pronuncia” respecto de los perjuicios; o si se demanda capital
e intereses, y el tribunal “no se pronuncia” respecto de los intereses; ahora, si se demanda
100 y el tribunal concede 50, no constituye minus petita, ya que el tribunal puede señalar que
el resto no estaba lo suficientemente acreditado. Este vicio de la minus petita no está
enunciado en el Nº 4 del art. 768, por ello, hay que reconducirlo al Nº 5 de dicho artículo, es
decir, a los requisitos de la sentencia definitiva, específicamente el Nº 6 del art. 170 del CPC,
el cual señala que la sentencia definitiva contendrá la decisión del asunto controvertido. Esta
decisión deberá comprender todas las acciones y excepciones que se hayan hecho valer en
el juicio; pero podrá omitirse la resolución de aquellas que sean incompatibles con las
aceptadas454.

452
455 La jurisprudencia ha dicho que el fallo incurre en un vicio de ultra petita si se acoge una excepción
subsidiaria sin pronunciarse sobre la solicitud principal. En cuanto a los reajustes, si la parte no los solicita y
el tribunal los concede, según algunos habría ultra petita, y según otros, el tribunal siempre tiene que conceder
la suma reajustada. Por ello, lo más conveniente es solicitar una suma expresada en una unidad reajustable,
como la UF.
453
El principio de congruencia y el derecho de defensa están íntimamente vinculados, por cuanto en todo
proceso el juez no debe apartarse del verdadero debate contradictorio propuesto por las partes, pues en caso
contrario, se mermaría el derecho de defensa de las mismas, ya que no tendrían posibilidades de defenderse
respecto de aquello que agregó el tribunal ¿Qué pasa si el fallo altera la causa de pedir (fundamento inmediato
del derecho deducido en juicio)? Existen fallos que, a pesar de pronunciarse sobre las acciones y excepciones
hechas valer por las partes, alteran la causa de pedir de las mismas. En tales casos la jurisprudencia reiterada y
uniforme de nuestros tribunales, ha declarado que dichos fallos son nulos, porque han sido pronunciados con el
vicio o defecto de forma de la ultra petita; por ejemplo, se demanda la suma de 100 a título de mutuo, y el
tribunal accede a la demanda pero a título de renta de arrendamiento. Sin embargo, no habrá ultra petita si las
razones de orden legal contenidas en la parte considerativa de la sentencia difieren de aquellas hechas valer por
las partes como fundamento de su acción o excepción, pues este vicio o defecto de forma sólo debe constatarse
en la parte resolutiva; a menos que tales considerándolos tuvieren, a su vez, el carácter de resolutivos.
454
La ultra petita como tal no aparece mencionada en el CPP, pero ella se deduce del art. 374 letra F, que señala:
el juicio y la sentencia serán siempre anulados: cuando la sentencia se hubiere dictado con infracción de lo
633
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v. En haber sido pronunciada con omisión de cualquiera de los requisitos enumerados en el


art. 170 (art. 768 N° 5).
Art. 170. Las sentencias definitivas de primera o de única instancia y las de segunda que modifiquen
o revoquen en su parte dispositiva las de otros tribunales, contendrán:
1. La designación precisa de las partes litigantes, su domicilio y profesión u oficio;
2. La enunciación breve de las peticiones o acciones deducidas por el demandante y de sus
fundamentos;
3. Igual enunciación de las excepciones o defensas alegadas por el reo;
4. Las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de fundamento a la sentencia;
5. La enunciación de las leyes, y en su defecto de los principios de equidad, con arreglo a los cuales
se pronuncia el fallo; y
6. La decisión del asunto controvertido. Esta decisión deberá comprender todas las acciones y
excepciones que se hayan hecho valer en el juicio; pero podrá omitirse la resolución de aquellas
que sean incompatibles con las aceptadas.
En igual forma deberán dictarse las sentencias definitivas de segunda instancia que confirmen sin
modificación las de primera cuando éstas no reúnen todos o algunos de los requisitos indicados en la
enunciación precedente.
Si la sentencia de primera instancia reúne estos requisitos, la de segunda que modifique o revoque no
necesita consignar la exposición de las circunstancias mencionadas en los números 1°, 2° y 3° del
presente artículo y bastará referirse a ella.

Esta causal ha dado origen a diversas cuestiones en su aplicación práctica, a saber:


- ¿Si se omiten los requisitos que están contemplados en el autoacordado de 1920, sobre
la Forma de Redactar las Sentencias, hay casación? Se ha estimado que esto no
constituye una causal de casación, salvo, obviamente, que el requisito omitido esté
contemplado tanto en el art. 170 como en el autoacordado.

- ¿Si los requisitos omitidos son de una sentencia interlocutoria de aquellas que ponen
término al juicio o hacen imposible su continuación, hay casación? La ley sólo se
refiere a los requisitos del art.170 del CPC (sentencias definitivas), y nada dice de las
sentencias interlocutorias (art. 171 del CPC). CASARINO dice que se ha estimado, en
principio, que no hay casación, salvo que el requisito omitido fuera la decisión misma
del asunto controvertido. Esta situación se debe a que la casación es un recurso de
derecho estricto.

- ¿Qué pasa si los requisitos omitidos dicen relación con sentencias definitivas dictadas
por jueces árbitros arbitradores o en negocios de jurisdicción voluntaria? ¿Hay
casación? No obstante que el art. 768 N° 5 se refiere expresamente al art. 170, y nada
dice respecto de los jueces árbitros arbitradores o de los asuntos judiciales no
contenciosos, la jurisprudencia estima que los arts. 640 y 826 (que establecen los
requisitos de dichas sentencias), para los efectos de este recurso, se deben considerar

prescrito en el art. 341; y el art. 341 inc. I prescribe que la sentencia condenatoria no podrá exceder el contenido
de la acusación. En consecuencia, no se podrá condenar por hechos o circunstancias no contenidos en ella. Por
tanto, el fallo es incongruente cuando hay un desajuste entre la acusación y la sentencia (a su vez la acusación
debe ser congruente con la formalización), y este fallo es anulable a través del recurso de nulidad previsto en el
CPP.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

corno equivalentes del 170 y, por tanto hay casación en el supuesto de que se omitieran
algunos de los requisitos de forma que dichos preceptos contemplan.

Art. 640. La sentencia del arbitrador contendrá:


La designación de las partes litigantes;
La enunciación breve de las peticiones deducidas por el demandante;
La misma enunciación de la defensa alegada por el demandado;
Las razones de prudencia o de equidad que sirven de fundamento a la sentencia; y
La decisión del asunto controvertido.
La sentencia expresará, además, la fecha y el lugar en que se expide; llevará al pie la firma del
arbitrador, y será autorizada por un ministro de fe o por dos testigos en su defecto.

Art. 826. Las sentencias definitivas en los negocios no contenciosos expresarán el nombre,
profesión u oficio y domicilio de los solicitantes, las peticiones deducidas y la resolución del
tribunal. Cuando éste deba proceder con conocimiento de causa, se establecerán además las
razones que motiven la resolución.
Estas sentencias, como las que se expidan en las causas entre partes, se copiarán en el libro
respectivo que llevará el secretario del tribunal.

- El profesor ALFARO señala que hay que tener en cuenta que si el vicio es la falta de
pronunciamiento sobre una acción o excepción hecha valer oportunamente en el juicio
(minus petita), aparte de casar, de acuerdo al art.768 inc. final, el tribunal podrá
limitarse, asimismo, a ordenar al de la causa que complete la sentencia cuando el vicio
en que se funda el recurso sea la falta de pronunciamiento sobre alguna acción o
excepción que se haya hecho valer oportunamente en el juicio.

- ¿Cualquier omisión de los requisitos del art. 170 faculta para interponer un recurso de
casación en la forma? El profesor ALFARO recalca que se debe tratar de una omisión
relevante, que irrogue un perjuicio. En efecto, la casación al ser un recurso de nulidad,
para que tenga lugar, debe haber un perjuicio sólo reparable con la nulidad; así, por lo
demás, lo establece el art. 768 inc. III del CPC, que señala que no obstante lo dispuesto
en este artículo (causales que habilitan la casación en la forma), el tribunal podrá
desestimar el recurso de casación en la forma, si de los antecedentes aparece de
manifiesto que el recurrente no ha sufrido un perjuicio reparable sólo con la
invalidación del fallo o cuando el vicio no ha influido en lo dispositivo del mismo. Por
lo tanto, el profesor ALFARO señala que si hay una omisión en la sentencia, hay que
distinguir qué parte es la que se omite, pues si la omisión se produce en la parte
considerativa, en principio, no influye (a menos que se trate de considerandos
resolutivos); sí influye cuando se produce en la parte resolutiva del fallo.

vi. En haber sido dada contra otra pasada en autoridad de cosa juzgada, siempre que ésta se
haya alegado oportunamente en el juicio (art. 768 N° 6). Para que tenga lugar esta causal, es
necesaria la concurrencia copulativa de dos requisitos:

- Que la sentencia recurrida haya sido dictada contra otra pasada en autoridad de cosa
juzgada. Esta otra sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, puede ser una
sentencia definitiva o interlocutoria, pero en ambos casos deberán estar firmes o

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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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ejecutoriadas; además, debe ser una sentencia en que concurra la triple identidad, ya
sea que se haya dictado en el mismo juicio o en otro distinto. Por lo tanto, no basta
que haya una superposición de pretensiones, tiene que haber una sentencia.

- Que la cosa juzgada se haya alegado oportunamente en el juicio de que se trata. La


alegación oportuna tiene lugar en la demanda, si se la invoca como acción, o si se la
hace valer como excepción, ya sea como excepción mixta, perentoria o anómala. Un
ejemplo, en que tiene lugar esta causal de casación en la forma, es el siguiente: A
demanda a B cobrándole la suma de cien mil pesos a título de mutuo; se niega lugar
a la demanda, y la sentencia queda ejecutoriada; transcurre cierto lapso de tiempo y
nuevamente A demanda a B cobrándole igual suma de dinero y por idéntico título; B
al contestar la demanda se excepciona, invocando la primitiva sentencia; sin
embargo, el juez acoge la nueva demanda y rechaza la excepción de cosa juzgada;
por tanto, B puede recurrir de casación en la forma, ya que esta causal fue
oportunamente alegada dentro del juicio.

vii. En contener decisiones contradictorias (art. 768 N° 7). Esta causal vela por la congruencia
de interna de la sentencia; y de la norma se desprende que es necesario que concurran dos
requisitos para que tenga lugar esta causal:

- Que la sentencia contenga varias decisiones. Para que una sentencia contenga varias
decisiones es indispensable que las partes, a su vez, hayan hecho valer dos o más
pretensiones o dos o más excepciones o defensas. Por lo tanto, si la cuestión
controvertida es una sola, mal puede hablarse de pluralidad de decisiones y de
contradicción entre ellas.

- Que esas decisiones sean contradictorias. Según CASARINO, las decisiones de una
sentencia son contradictorias cuando hay oposición entre ellas, de manera tal, que no
se pueden cumplir simultáneamente; por ejemplo, la sentencia declara resuelto el
contrato y, al mismo tiempo, señala que debe cumplirse. La contradicción debe
existir en la parte dispositiva o resolutiva de la sentencia que se trata de casar, o en
los considerandos resolutivos, que son aquellos que sirven de base para la resolución,
y sin los cuales, la sentencia carecería de sentido. Toda contradicción en los
considerandos, o entre éstos y la parte resolutiva, escapa a la causal de casación de
forma en estudio.
El profesor ALFARO señala que, si bien, esta decisión contradictoria constituye un
vicio de forma, en lo mediato es un vicio de fondo, porque otorga beneficios
contradictorios, vulnerando así la ley de fondo.

viii. En haber sido dada en apelación legalmente declarada desistida (art. 768 N° 8). Esta es la
forma anormal en que puede terminar un recurso de apelación, y en este caso, a pesar de
haberse declarado legalmente desistido el recurso, el tribunal de alzada insiste en conocerlo,
y lo resuelve confirmando, modificando o revocando el fallo de primera instancia.
Es evidente que el fallo de segunda instancia pronunciado en estas condiciones anormales es
nulo, puesto que el tribunal que lo dictó carecía de competencia para conocer de un recurso

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de apelación que ya estaba legalmente terminado (había operado el desasimiento del


tribunal).

ix. En haberse faltado a algún trámite o diligencia declarados esenciales por la ley o a cualquier
otro requisito por cuyo defecto las leyes prevengan expresamente que hay nulidad (art. 768
N° 9). Mientras las ocho causales antes analizadas dicen relación con vicios que se pueden
cometer en la dictación de la sentencia que se trata de anular, la presente causal contempla la
situación de vicios o defectos de forma cometidos durante el procedimiento. En otras
palabras, la resolución atacada será anulable por haber provenido de un procedimiento
irregular, por tanto, es necesario efectuar una permanente revisión de los trámites
considerados esenciales por la ley o de los requisitos que por cuyo defecto la ley establece la
sanción de nulidad.
Del tenor literal de la norma, se desprenden dos situaciones enteramente diversas:

- En haberse faltado a algún trámite o diligencia declarados esenciales por la ley. Por
regla general, es la ley procesal la llamada a indicar los trámites o diligencias
esenciales de los diversos juicios, pero esta labor también puede ser cumplida por
una ley especial. Ahora bien, por muy importante que sea el trámite o diligencia
omitido, si la ley no lo ha elevado a la categoría de esencial, su falta no autoriza
interponer un recurso de casación en la forma (por ejemplo, el trámite de audiencia
de la Fiscal Judicial o de los Defensores Públicos en determinados juicios; o el
trámite de tasación en el juicio ejecutivo, etc.).

- En haberse faltado a cualquier otro requisito por cuyo defecto las leyes prevengan
expresamente que hay nulidad. En el fondo, este requisito omitido para el legislador
también es esencial, pero en vez de usar esta expresión, prefiere indicar,
concretamente y de inmediato, que esa falta u omisión está sancionada con la
nulidad455. El profesor ALFARO dice que es difícil hallar casos de normas que digan
expresamente que hay nulidad por defecto de algún requisito, por eso este segundo
supuesto es de poca ocurrencia. ORELLANA da como ejemplo al art. 61 inc. III del
CPC, el cual dispone que la autorización del funcionario a quien corresponda dar fe
o certificado del acto es esencial para la validez de la actuación.

Por lo tanto, la causal del art. 768 N° 9 es de carácter general (en sus dos aspectos) y se debe
complementar con otras normas. Es por ello que a continuación se examinarán los diversos
trámites o diligencias declarados esenciales por el legislador, según sus instancias.

d. Trámites o diligencias declarados esenciales por el legislador


Los trámites o diligencias esenciales a los que se refiere la causal del art. 768 Nº 9 del CPC,
se dan en única, primera y segunda instancia.

455
CASARINO dice que en el primer caso la sanción de nulidad es indirecta, y en el segundo directa, pero en
ambos se desemboca en la institución de la nulidad procesal, cuya forma de hacerla valer es por medio del
correspondiente recurso de casación.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

i. En única y primera instancia. El art. 795 del CPC señala que en general, son trámites o
diligencias esenciales en la primera o en la única instancia en los juicios de mayor o de
menor cuantía y en los juicios especiales 456:

- El emplazamiento de las partes en la forma prescrita por la ley (art. 795 N° 1). Hay
que recordar que el emplazamiento consta de dos elementos: la notificación de la
demanda hecha en forma legal al demandado, y el transcurso del plazo que éste tiene
para contestarla. En consecuencia, la causal de casación en la forma en estudio, tiene
lugar cuando: la demanda no ha sido notificada al demandado; cuando le ha sido
notificada en forma ilegal; y cuando no ha transcurrido el plazo para contestarla y dicho
trámite se da por evacuado en su rebeldía. En todos estos casos el juicio puede haber
seguido adelante y terminar mediante sentencia, la cual puede ser anulada por falta de
emplazamiento del demandado.
Pero esta causal es aún más amplia, pues la ley dispone que el trámite o diligencia
esencial omitido, que autoriza la casación, es el emplazamiento “de las partes”; por
tanto, puede haber faltado tanto el emplazamiento del demandado, como cualquier acto
de intimación procesal para que cualquier parte comparezca en el juicio en defensa de
sus derechos (no sólo se refiere al demandado, sino al demandante o a los terceros)457.

- El llamado a las partes a conciliación en los casos en que corresponda conforme a la


ley (art. 795 Nº 2). Hay que recordar que el llamado a conciliación es obligatorio en
los juicios civiles en que legalmente sea admitida la transacción (con excepción del
juicio ejecutivo), una vez agotados los trámites de discusión.

- El recibimiento de la causa a prueba cuando proceda con arreglo a la ley (art. 795 N°
3). Hay que recordar que, terminado el período de discusión en el juicio ordinario de
mayor cuantía, el tribunal debe resolver si procede o no recibir la causa a prueba. No
se recibirá la causa a prueba: si el demandado acepta llanamente las peticiones del
demandante, o en sus escritos no contradice en materia sustancial y pertinente los
hechos sobre que versa el juicio, y si las partes piden que se falle el pleito sin más
trámite (art. 313 del CPC); en cambio, si se recibirá la causa a prueba, cuando el
tribunal estime que hay o pueda haber controversia sobre algún hecho sustancial y
pertinente en el juicio (art. 318 inc. I del CPC).

456
El juicio de menor cuantía tiene lugar cuando el valor de la cosa disputada sea de más de 10 UTM y no
exceda de 500 UTM, y que no tengan señalado en la ley un procedimiento especial; el de mayor cuantía cuando
el valor de la cosa disputada exceda de 500 UTM, o sea, de cuantía indeterminada; y finalmente, el juicio es
especial cuando está sometido a una regla extraordinaria y diversa. En los juicios de mínima cuantía, esto es,
aquellos que se aplican a los procedimientos cuya cuantía no exceda de 10 de UTM, y que por su naturaleza no
tengan señalado en la ley un procedimiento especial, también hay trámites o diligencias esenciales, los cuales
son bastantes limitados; a saber: el emplazamiento del demandado en la forma prescrita por la ley para que
conteste la demanda; el acta en que deben consignarse las peticiones de las partes; y el llamado a conciliación.
Aquí, el recurso se puede se puede interponer verbalmente o por escrito sin previo anuncio y sólo se debe hacer
mención expresa de la causa en que se funde.
457
La importancia de este trámite o diligencia esencial es obvia, pues tiene como fundamento el principio que
dice que nadie puede ser condenado sin ser oído, es decir, no es posible que se dicte una sentencia judicial en
contra de una persona a la cual no se ha puesto en su conocimiento el juicio en que ella incide o no se le ha
dado la oportunidad de defenderse.
638
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

Privar a las partes del derecho a rendir prueba, implica colocarlas en la indefensión y,
por tal razón, el legislador ha elevado este trámite a la categoría de esencial. El profesor
ALFARO señala que no procede la casación en la forma cuando el juez indebidamente
recibe la causa a prueba, ya que en dicho caso no se falta a un trámite esencial, y además
no se trata de una sentencia definitiva o interlocutoria que ponga término el juicio o
haga imposible su continuación, por el contrario, permite que la prueba se desarrolle.

- La práctica de diligencias probatorias cuya omisión podría producir indefensión (art.


795 Nº 4). En general, las partes litigantes son las llamadas a suministrar dentro del
pleito las pruebas necesarias para acreditar los hechos que sirven de fundamento a su
pretensión; y el tribunal, es el encargado de resolver si tales medios probatorios son o
no admisibles. De la lectura de la disposición, se puede apreciar que los requisitos para
que proceda son:
a) Que se haya omitido la práctica de una determinada diligencia probatoria. El
profesor Alfaro señala que primero se debe solicitar una diligencia probatoria (por
tanto, no caben las medidas para mejor resolver), y luego se haya omitido su desarrollo,
lo cual se demuestra con el sólo examen de los autos, en el cual constará el ofrecimiento
de la prueba y su rechazo de parte del tribunal. Un ejemplo claro sería que el tribunal
se niegue a practicar una inspección personal, dando cabida con su actitud a una posible
indefensión.
b) Se requiere, además, que esa omisión pueda haber producido la indefensión de la
parte que propuso tal medio probatorio. Este requisito queda entregado al criterio del
tribunal llamado a conocer el correspondiente recurso de casación en la forma; así, por
ejemplo, si he ofrecido prueba testimonial y el tribunal la rechaza, y a pesar de tal
prueba siempre la demanda debía ser denegada, no concurre la causal o vicio de forma
analizado.
c) El profesor Alfaro agrega que el medio de prueba debe ser legalmente procedente,
por tanto, no cabe en los medios que son discrecionales para el juez, como la prueba
pericial y la inspección personal del tribunal.

- La agregación de los instrumentos presentados oportunamente por las partes, con


citación o bajo el apercibimiento legal que corresponde respecto de aquella contra la
cual se presentan (art. 795 N° 5). Esta causal dice relación con la prueba instrumental
por agregación (no por exhibición) presentada oportunamente, es decir, desde la
presentación de la demanda hasta el término probatorio. Hay que recordar que si se
invoca un instrumento como medio probatorio dentro del juicio, es necesario que se
acompañen con citación de la parte en contra de la cual se hace valer, esto para que lo
objeto dentro del plazo de tres días; salvo tratándose de instrumentos privados
emanados de la parte en contra de la cual se hacen valer, los cuales se acompañan bajo
el apercibimiento legal de que si no se objetan dentro del plazo de seis días, se tendrán
por reconocidos (los instrumentos privados emanados de terceros se acompañan con
citación). Luego, si en la sentencia se pondera este instrumento en circunstancias que
no se acompañó oportunamente, o bien, no obstante haberse acompañado, no se
confirió citación de él a la parte en contra de la cual se invoca o el apercibimiento legal
indicado, dicha sentencia será nula.
639
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

- La citación para alguna diligencia de prueba (art. 795 N° 6). Esta causal se relaciona
con el art. 324 del CPC, el cual señala que toda diligencia probatoria se debe practicar
previo decreto del tribunal que conoce de la causa, notificado a las partes. Por tanto,
según CASARINO, esta causal tiene lugar: cuando se practique una diligencia probatoria
sin orden previa del tribunal; cuando se haya dictado tal orden, pero no se hubiere
notificado legalmente a las partes; y cuando se haya decretado la diligencia sin citación
o, decretándola de esta manera, se hubiere llevado a efecto antes del vencimiento de
los tres días.
Hay que recordar que cuando el tribunal decreta el cumplimiento de una actuación con
citación, significa que accede a lo pedido, pero esa resolución no puede cumplirse en
tanto no transcurran tres días desde que la parte contraria haya sido notificada (la
resolución del tribunal será "como se pide, con citación") 458.
- La citación para oír sentencia definitiva, salvo que la ley no establezca este trámite
(art. 795 N° 7). Hay que recordar que una vez vencido el plazo destinado a formular
observaciones a la prueba (10 días contados desde el vencimiento del término
probatorio), se hayan o no presentado estos escritos, el tribunal, a petición verbal o
escrita de cualquiera de las partes o de oficio, debe citar a las partes a oír sentencia. La
citación para oír sentencia tiene por objeto cerrar el debate y está destinado a poner en
conocimiento de las partes que el período de discusión y el de prueba se encuentran
superados, y que el juicio pasa a la etapa de sentencia y que, por lo tanto, no se admiten
ya escritos ni pruebas de ningún género, salvas las excepciones legales (medidas para
mejor resolver, medidas precautorias, incidente de nulidad de todo lo obrado).
Este trámite procede en el juicio ordinario de mayor cuantía, en el juicio ejecutivo, en
el juicio sumario, en el juicio de menor cuantía, y en la generalidad de los juicios
especiales. No tiene lugar, en los juicios de mínima cuantía.

ii. Segunda instancia. El art. 800 del CPC señala estos trámites o diligencias esenciales al decir
que en general, son trámites o diligencias esenciales en la segunda instancia de los juicios
de mayor o de menor cuantía y en los juicios especiales:

- El emplazamiento de las partes hecho antes de que el superior conozca del recurso
(art. 800 Nº 1). Hay que recordar que el emplazamiento en la segunda instancia, consta
de dos elementos: la notificación (por el estado) en forma legal de la resolución que
concede el respectivo recurso de apelación; y el transcurso del plazo fijado por la ley
para comparecer ante el tribunal superior, que en principio es de cinco días, y se cuenta
desde la certificación que da el secretario de la fecha en que ingresaron los autos a la
secretaría del tribunal. Desde el momento en que el legislador usa la expresión "de las
partes" es indudable que se refiere tanto a las partes directas (apelante y apelado) como
a las indirectas (terceros relativos).
Este emplazamiento, al igual que el de primera instancia, tiende a impedir que se pueda
fallar un recurso de apelación sin haberles dado a las partes la oportunidad de hacer

458
Hay que recordar que las medidas para mejor resolver se decretan con conocimiento, y de acuerdo al art. 69
inc. II del CPC, cuando se mande proceder con conocimiento o valiéndose de otras expresiones análogas, se
podrá llevar a efecto la diligencia desde que se ponga en noticia del contendor lo resuelto.
640
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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valer sus derechos reconocidos o denegados en la sentencia pronunciada por el tribunal


inferior; en general, posibilita la contradictoriedad y actuar en segunda instancia. Las
causas que pueden dar lugar a un recurso de casación en la forma, serían, por ejemplo,
que no se respete el plazo de cinco días para comparecer; que no se notifique la
resolución que concede el recurso, etc.

- La agregación de los instrumentos presentados oportunamente por las partes, con


citación o bajo el apercibimiento legal que corresponda respecto de aquélla contra la
cual se presentan (art. 800 Nº 2). Este trámite es igual al que se da en primera instancia,
sólo cambia la oportunidad en que se agregan los instrumentos, pues en segunda
instancia los instrumento se pueden agregar hasta antes de la de la vista de la causa.

- La citación para oír sentencia definitiva (art. 800 Nº 3). Si bien, tanto en la primera
como en la segunda instancia la citación para oír sentencia es un trámite o diligencia
esencial, son trámites distintos; pues en la primera instancia la citación para oír
sentencia es un simple decreto, en cambio, en la segunda instancia es un trámite
bastante complejo. En efecto, consta de los siguientes elementos o partes: se dicta el
decreto autos en relación y se notifica a las partes; se fija la causa en la tabla; se anuncia
la vista de la causa; y luego viene la vista de la causa misma, es decir, la relación y los
alegatos. Cualquiera de estos elementos que se suprima equivale a la omisión de la
citación para oír sentencia definitiva en segunda instancia y, por consiguiente, autoriza
para anular la sentencia que se dicte en tan anormales condiciones.

- La fijación de la causa en la tabla para su vista en los tribunales colegiados en la


forma establecida en el art. 163 (art. 800 Nº 4). Este trámite o diligencia esencial, en
cierto sentido, estaba considerado en la causal anterior, pero en atención a su
importancia el legislador creyó prudente darle tratamiento especial. Este trámite
comprende tres partes: la confección, la fijación y el anuncio (art. 163 del CPC), y la
infracción a cualquiera de estas formalidades, implica la omisión del trámite o
diligencia esencial de la fijación de la causa en tabla para su vista (por ejemplo, que el
Presidente de la sala confeccione la tabla sin seguir el orden establecido por la ley).

Art. 163. En los tribunales colegiados se formará el día último hábil de cada semana una tabla
de los asuntos que verá el tribunal en la semana siguiente, con expresión del nombre de las
partes, en la forma en que aparezca en la carátula del respectivo expediente, del día en que cada
uno deba tratarse y del número de orden que le corresponda.
Esta tabla se fijará en lugar visible, y antes de que comience a tratar cada negocio, lo anunciará
el tribunal, haciendo colocar al efecto en lugar conveniente el respectivo número de orden, el
cual se mantendrá fijo hasta que se pase a otro asunto.

- Los indicados en los números 3 (el recibimiento de la causa a prueba), 4 (la práctica
de diligencias probatorias cuya omisión pudiera producir indefensión) y 6 (la citación
para alguna diligencia de prueba) del art. 795, en caso de haberse aplicado lo dispuesto
en el art. 207 (art 800 Nº 5). El art. 207 señala que en segunda instancia no se admite
prueba alguna, salvo, la prueba confesional, la prueba instrumental, y las medidas para
mejor resolver. Por tanto, cuando haya prueba en segunda instancia, son trámites
esenciales, las contempladas en los Nº 3, 4 y 6 del art. 795 del CPC.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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7.1.6. LIMITACIONES DEL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA


El legislador ha sido acucioso al establecer el objeto del recurso de casación en la forma, las
resoluciones judiciales susceptibles de dicho recurso y las causales legales que deben servirle de
fundamento; de suerte que, constatada la existencia de la causal y siendo la resolución recurrida
susceptible de dicho recurso, no habría más camino que acogerlo y anular la sentencia impugnada.
Sin embargo, el rigorismo de los principios anteriores sufre sus limitaciones, también por expresa
disposición del legislador, en atención a ciertas circunstancias (propiamente omisiones) cuya
concurrencia obsta a que el recurso pueda ser acogido, no obstante la efectiva existencia del vicio que
se denuncia.
Estas limitaciones son: la preparación del recurso; la falta de perjuicio; y la posibilidad de
ordenar que se complete el fallo. A continuación se analizarán cada una de ellas 459.
a. La preparación del recurso de casación en la forma
De acuerdo al art. 769 inc. I del CPC, para que pueda ser admitido el recurso de casación en
la forma es indispensable que el que lo entabla haya reclamado de la falta, ejerciendo oportunamente
y en todos sus grados los recursos establecidos por la ley. Por lo tanto, preparar el recurso de casación
en la forma consiste en reclamar de la falta o vicio que le sirve de fundamento, mediante el ejercicio
oportuno y en todos sus grados, de los recursos establecidos por la ley460.
Este es un requisito previo para interponer el recurso de casación en la forma con éxito; y los
presupuestos necesarios a fin de que se entienda legalmente preparado el recurso de casación, son los
siguientes:
i. La reclamación oportuna del vicio debe realizarse por la parte que interpone el recurso de
casación en la forma.

ii. Que se haya reclamado previamente del vicio que configura la causal del recurso de casación
en la forma.

iii. Que el reclamo se haya formulado ejerciendo oportunamente y en todos sus grados, los
recursos establecidos por la ley ¿Cuáles son los recursos que sirven para preparar la casación
en la forma? La norma en referencia prescribe que son aquellos “establecidos por la ley”, por
tanto, pueden ser ordinarios (recurso de apelación y reposición) o extraordinarios (recurso de
hecho). Así, por ejemplo, si evacuado el trámite de la dúplica, el tribunal cita a las partes para
oír sentencia, en vez de recibir la causa a prueba, la parte agraviada con esta resolución podrá
apelar directamente; si se niega lugar a la apelación y la Corte confirma la negativa de recibir
la causa a prueba, quiere decir que habrá preparado el recurso y que podrá posteriormente
recurrir de casación en la forma en contra de la sentencia definitiva.

459
El profesor ALFARO habla de requisitos de admisibilidad del recurso, cuales son: que el perjuicio sólo sea
reparable con la declaración de nulidad; que haya influido sustancialmente en lo dispositivo del fallo; y la
preparación del recurso.
460
Esta preparación sólo tiene lugar en el recurso de casación en la forma, no así en el recurso de casación en
el fondo.
642
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Hay un caso especial de preparación del recurso de casación en la forma cuando se funda en
el art. 768 Nº 1, o sea, cuando la sentencia ha sido pronunciada por un tribunal integrado en
contravención a lo dispuesto por la ley; pues en tal caso, el reclamo se debe hacer por la parte
o su abogado antes de verse la causa (art. 769 inc. final CPC).
¿Por qué el legislador ha limitado el campo de actuación del recurso de casación en la forma
mediante la exigencia de su preparación previa? CASARINO dice que el fundamento de la preparación
son razones de conveniencia y moralidad. Conveniencia, porque es preferible que sea el mismo
tribunal que incurrió en la falta o vicio formal el llamado a subsanarlo o corregirlo y no otro diferente;
y moralidad o buena fe procesal, pues si no se exigiera la preparación o reclamo previo, las partes
inescrupulosas, que advierten una falta o vicio, muchas veces provocado por ellas mismas, no tratarán
de subsanarlo, dejando una posible puerta de escape mediante la nulidad posterior del procedimiento,
utilizando para ello el recurso de casación en la forma.
No obstante lo anterior, hay situaciones de orden práctico que no permiten que una parte
pueda preparar previamente el recurso de casación en la forma, pues si se le exigiera esta preparación
previa, ello equivaldría a negarle la oportunidad de deducir dicho recurso. Por ello el legislador se
vio en la necesidad de establecer casos de excepción, en que no es necesario preparar previamente el
recurso de casación en la forma para que pueda ser admitido a tramitación. Estos casos son están
contemplados en el art. 769 inc. II del CPC, el cual señala:
i. No es necesaria esta reclamación cuando la ley no admite recurso alguno contra la
resolución en que se haya cometido la falta….

ii. No es necesaria esta reclamación cuando…ésta (la falta) haya tenido lugar en el
pronunciamiento mismo de la sentencia que se trata de casar…. En este caso el vicio se
produce en la misma resolución, por ejemplo, la sentencia no fue extendida en la forma
dispuesta por la ley.

iii. No es necesaria esta reclamación…cuando dicha falta haya llegado al conocimiento de la


parte después de pronunciada la sentencia. En este caso el vicio tiene lugar durante el
procedimiento, y llega al conocimiento de la parte con posterioridad al pronunciamiento de
la sentencia; por ejemplo, el tribunal omite citar a las partes para oír sentencia y dicta
sentencia definitiva.

iv. De acuerdo al art. 769 inc. III del CPC, es igualmente innecesario para interponer este
recurso contra la sentencia de segunda instancia por las causales cuarta (ultra petita), sexta
(cosa juzgada) y séptima (decisiones contradictorias) del art. 768, que se haya reclamado
contra la sentencia de primera instancia, aun cuando hayan afectado también a ésta los
vicios que lo motivan. Este caso de excepción se justifica por la gravedad de los vicios
contenidos en la sentencia de segunda instancia, que hacen inaceptable mantener un fallo en
semejantes condiciones, aun cuando no se hubiere reclamado en contra de la sentencia de
primera, que contenía iguales vicios, mediante los recursos de apelación y de casación en la
forma (interpuestos en forma conjunta).
Por último, es preciso señalar que la falta de preparación del recurso de casación en la forma
trae aparejado una sanción, consistente en que el recurso de casación no será admitido a tramitación.

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b. Falta de perjuicio o principio de trascendencia


El perjuicio es la condición básica de procedencia de la nulidad, por cuanto, como se sabe,
no hay nulidad sin perjuicio. Es por ello que el art. 768 inc. III del CPC dice que no obstante lo
dispuesto en este artículo (que concurra una causal de casación en la forma), el tribunal podrá
desestimar el recurso de casación en la forma, si (1) de los antecedentes aparece de manifiesto que
el recurrente no ha sufrido un perjuicio reparable sólo con la invalidación del fallo (por ejemplo, se
dicta una sentencia de primera instancia con el vicio de ultra petita, la parte agraviada recurre de
casación en la forma y apela; el tribunal, no obstante haber comprobado la efectividad de la causal
alegada como fundamento de la casación, puede desestimar este recurso y subsanar el vicio de forma
por vía de la apelación) o (2) cuando el vicio no ha influido en lo dispositivo del mismo (por ejemplo,
se dicta una sentencia de primera instancia sin contener la enunciación de las leyes con arreglo a las
cuales se pronunció; la parte recurre de casación en la forma en contra de dicha resolución y la Corte
desestima el recurso, porque no obstante ser efectiva la falta, estima que a no influye en absoluto en
la parte resolutiva).
Esta limitación del recurso de casación en la forma es una facultad esencialmente privativa
del tribunal llamado a conocer de él; y si ve que existe otro medio para reparar el perjuicio o que el
perjuicio no influye en la parte resolutiva del fallo, deberá desestimar o rechazar el recurso de
casación en la forma, aunque se confirme la existencia del vicio.
c. Orden de completar el fallo
A esta tercera limitación de la casación en la forma alude el art. 768 inc. final del CPC, el
cual dispone que el tribunal “podrá” limitarse, asimismo, a ordenar al de la causa que complete la
sentencia cuando el vicio en que se funda el recurso sea la falta de pronunciamiento sobre alguna
acción o excepción que se haya hecho valer oportunamente en el juicio.
En este caso, hay un recurso de casación en la forma deducido en contra de una sentencia por
haber sido pronunciada con omisión de la decisión del asunto controvertido, y en que, no obstante ser
efectivo el vicio, el tribunal ad quem puede optar por dos caminos, a su entera y completa voluntad:
i. Acoger el recurso y anular, por consiguiente, la sentencia recurrida; debiendo dictar al efecto
una sentencia de reemplazo.

ii. Limitarse a ordenar al tribunal a quo que complete su sentencia, es decir, que se pronuncie
sobre la acción o excepción hecha valer oportunamente en el pleito y que fue omitida (esto
por razones de economía procesal). Si opta por este último camino, naturalmente que no habrá
un pronunciamiento respecto del recurso de casación en la forma interpuesto, o sea, no se
podrá sostener que ha sido acogido o rechazado; sin embargo, el recurrente habrá obtenido
por una vía indirecta la subsanación del vicio de forma que contenía la sentencia recurrida.
Hay que tener presente que esta orden de completar el fallo no opera cuando lo omitido son
las consideraciones de hecho o de derecho que han debido servir de fundamento a dichas
acciones o excepciones, pues ese es otro vicio de forma de la sentencia recurrida, que no
admite la limitación indicada.

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7.1.7. INTERPOSICIÓN DEL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA

i. Titular del recurso.


El recurso debe interponerse por la parte agraviada. La ley no ha definido lo que entiende por
parte agraviada, pero se entiende que lo es: aquél que ha sido parte en el juicio en que se ha
pronunciado la sentencia recurrida (ya sea como parte directa o indirecta); y, además, esa parte debe
haber sufrido un perjuicio.
Según CASARINO, en principio, parte “agraviada” es aquella cuyas pretensiones han sido
rechazadas por la sentencia. Sin embargo, en materia de casación en la forma el agravio debe ser
doble, pues debe ser causado por la sentencia recurrida; y por el vicio que sirve de fundamento al
respectivo recurso. Por ejemplo, una sentencia acoge una demanda, y el demandado recurre de
casación en la forma fundado en la omisión del trámite esencial de recepción de la causa a prueba;
aquí el demandado es parte agraviada en un doble aspecto: en cuanto a la sentencia, puesto que acoge
la demanda rechazando sus excepciones o defensas; y, además, en cuanto al vicio, puesto que la falta
de recepción de la causa a prueba le impidió probar los fundamentos de hecho de sus excepciones o
defensas. Otro ejemplo sería el siguiente: la sentencia niega lugar a la demanda, y el demandante
recurre de casación en la forma fundado en la omisión del trámite esencial del emplazamiento del
demandado; aquí el demandante no es parte agraviada en el doble concepto señalado, pues: es efectivo
que la sentencia recurrida lo agravia, desde el momento en que se ha rechazado su demanda; pero no
es agraviado por el vicio en que funda su recurso, puesto que la falta de emplazamiento del
demandado sólo ha podido perjudicar a este último y no al demandante.
ii. Tribunales que intervienen.
De acuerdo al art. 771 del CPC, el recurso debe interponerse por la parte agraviada ante el
tribunal que haya pronunciado la sentencia que se trata de invalidar (tribunal a quo) y para ante aquel
a quien corresponde conocer de él conforme a la ley (tribunal ad quem).
Ahora bien, el conocimiento del recurso de casación en la forma se entrega al tribunal
inmediatamente superior en grado jerárquico del que pronunció la sentencia recurrida.
En efecto, de acuerdo al COT, las CA conocen de los recursos de casación en la forma
deducidos en contra de los fallos pronunciados por los jueces de letras de su territorio jurisdiccional
o por un Ministro de CA como tribunal de excepción, y de las sentencias definitivas de primera
instancia dictadas por jueces árbitros; en cambio, la CS conoce de los recursos de casación
interpuestos contra las sentencias dictadas por las CA o por un Tribunal Arbitral de Segunda Instancia
constituido por árbitros de derecho, en los casos en que estos árbitros hayan conocido de negocios de
la competencia de dichas Cortes.
iii. Forma de interponer el recurso.
El escrito de casación en la forma debe cumplir con los siguientes requisitos:

- Debe cumplir con los requisitos comunes a todo escrito, por tanto, se debe presentar por vía
electrónica, encabezado por una suma que indique su contenido o el trámite de que se trate

- De acuerdo al art. 772 inc. II del CPC, si el recurso es en la forma, el escrito mencionará
expresamente el vicio o defecto en que se funda, y la ley que concede el recurso por la
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causal que se invoca. Por ejemplo, se mencionará en el escrito que la sentencia recurrida
adolece del vicio o defecto de haber sido pronunciada ultra petita, y que concede el recurso
el art. 768 N° 4 del CPC.

La importancia de la fundamentación del escrito por el que se interpone el recurso, viene


dada porque determina y limita la competencia de tribunal ad quem; pues éste, al dictar la
sentencia de casación, no puede extenderla a vicios de forma que no se estén contemplados
expresamente en dicho escrito, aun cuando en el progreso del recurso se descubra alguna
nueva causa en que haya podido fundarse (salvo que proceda la casación en la forma de
oficio), y la parte agraviada, una vez interpuesto el recurso, no puede hacer en él variación
de ningún género. El profesor ALFARO habla de la "inmutabilidad" en el recurso de
casación en la forma, que consiste en que interpuesto el recurso, no puede hacerse en él
variación de ningún género.

- Agrega el inc. III del art. 772 que en uno y otro caso (casación en la forma y en el fondo),
el recurso deberá ser patrocinado por abogado habilitado, que no sea procurador del número.

- Si se ha deducido conjuntamente con la casación en el fondo o apelación, los recursos deben


presentarse en un mismo escrito.

- ORELLANA señala que se debe señalar la forma en como se ha preparado el recurso, o las
razones por las cuales su preparación no es necesaria.

7.1.8. EFECTOS DEL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA EN EL JUICIO


Esto alude a si la ejecución del fallo recurrido se suspende o no, con la interposición del
recurso de casación. Al respecto, la regla general es que el recurso de casación (en la forma y en el
fondo) no suspende la ejecución de la sentencia recurrida; por lo tanto, el tribunal a quo no pierde
competencia para ejecutar lo resuelto. Sin embargo, esta regla general presenta dos excepciones, es
decir, dos casos en que el recurso de casación en la forma si suspende el cumplimiento de la sentencia
recurrida, cuales son:
i. El art. 773 inc. I del CPC señala que el recurso de casación no suspende la ejecución de la
sentencia, salvo cuando su cumplimiento (de la resolución recurrida) haga imposible llevar
a efecto la (sentencia) que se dicte si se acoge el recurso, como sería si se tratare de una
sentencia que declare la nulidad de un matrimonio o permita el (matrimonio) de un menor.

ii. El inc. II del art. 773 dispone que la parte vencida podrá exigir que no se lleve a efecto la
sentencia mientras la parte vencedora no rinda fianza de resultas a satisfacción del tribunal
que haya dictado la sentencia recurrida, salvo que el recurso se interponga por el
demandado contra la sentencia definitiva (no así interlocutoria) pronunciada en el juicio
ejecutivo (porque se basa en un título que no admite dudas), en los juicios posesorios (porque
es un procedimiento concentrado que parte de la base de la existencia de una acción arbitraria
que perjudica a otro), en los de desahucio (en razón de que el arrendatario es un mero
tenedor) y en los de alimentos.

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CASARINO señala que esta segunda excepción es condicional y transitoria; es condicional


porque tiene lugar siempre y cuando la parte vencida haga uso del derecho que la ley le
confiere sobre el particular; y es transitoria, porque la suspensión de la ejecución de la
sentencia recurrida dura solamente mientras la fianza de resultas del juicio no se rinda, pues
una vez que se otorgue por la parte vencedora, la sentencia recurrida se puede cumplir sin
mayores inconvenientes. El profesor ALFARO señala que lo que garantiza la “fianza de
resultas”, es la indemnización de perjuicios que acarrea el cumplimiento o ejecución de la
sentencia recurrida.
¿Ante qué tribunal, en qué oportunidad y de acuerdo a qué procedimiento la parte vencida
puede exigir que la vencedora otorgue fianza de resultas para poder cumplir la sentencia
recurrida? Al respecto, el art. 773 inc. III señala que el recurrente deberá ejercer este
derecho conjuntamente con interponer el recurso de casación y en solicitud separada que
se agregaráa la carpeta electrónica que se refiere el artículo 29. El tribunal a quo se
pronunciará de plano y en única instancia a su respecto y fijará el monto de la caución antes
de remitir el cuaderno respectivo a dicho tribunal; agrega el inc. IV en este caso, se formará
cuaderno electrónico separado con las piezas necesarias, y por último, el inciso V señala
que el tribunal a quo conocerá también en única instancia en todo lo relativo al
otorgamiento y subsistencia de la caución. Hay que tener presente que el tribunal no tiene
la opción de acoger o rechazar la fianza de resultas, pues es un derecho absoluto; lo único
que puede hacer es fijar el monto de la caución.
7.1.9. TRAMITACIÓN DEL RECURSO
Al igual que en el recurso de apelación, en la casación en la forma hay que distinguir la
tramitación que se lleva a cabo el tribunal a quo y en el tribunal ad quem.
a. Tramitación ante el tribunal aquo
El art. 776 inc. I en su primera parte, señala que presentado el recurso, el tribunal examinará
si ha sido interpuesto en tiempo y si ha sido patrocinado por abogado habilitado. Es decir, el tribunal
a quo debe efectuar un examen de admisibilidad analizando dos cosas: si se ha interpuesto
oportunamente (sentencia de primera instancia diez o cinco días; y sentencia de única y segunda
instancia 15 días) y si ha sido interpuesto por un abogado habilitado.
Ahora bien, el tribunal que efectúe este examen dependerá de la resolución recurrida, pues si
se trata de una sentencia de única o primera instancia, el examen lo efectuará el Juez de Letras; en
cambio, si la sentencia es de segunda instancia, el examen lo efectuará la CA, y en el caso que el
recurso se interpusiere ante un tribunal colegiado, el referido examen se efectuará en cuenta (art.
776 inc. I segunda parte). De este examen pueden ocurrir dos situaciones: que el recurso sea declarado
admisible o inadmisible.
i. De conformidad con el art. 778 del CPC, si el recurso no cumple con los requisitos
establecidos en el inc. I del art. 776, el tribunal a quo lo declarará inadmisible, sin más
trámite; pero, agrega el inc. II que en contra del fallo que se dicte, sólo podrá interponerse
el recurso de reposición, el que deberá fundarse en error de hecho y deducirse en el plazo
de tercero día. La resolución que resuelva la reposición será inapelable. El profesor ALFARO
recalca que ya no existe aquí la posibilidad de interponer un verdadero recurso de hecho.

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ii. Si se cumple con los dos requisitos, se declara admisible el recurso, y como consecuencia de
ésta declaración, el tribunal a quo, en la misma resolución que conceda el recurso, deberá
remitir electrónicamente al tribunal de alzada copia fiel de la resolución recurrida y todos los
antecedentes que fueren pertinentes (art. 776 inc. II).

Art. 776 inc. II. Si el recurso reúne estos requisitos, dará cumplimiento a lo establecido en el inciso
primero del art. 197.

b. Tramitación ante el tribunal ad quem


Como se ha dicho, el tribunal ad quem es el tribunal que conoce del recurso, y éste puede ser
la CA o la CS, dependiendo de la resolución impugnada. La tramitación que se sigue ante este tribunal
comprende una serie de etapas, a saber:
i. Ingreso de los autos. Como se dijo, una vez concedido el recurso de casación en la forma, el
tribunal a quo debe remitir electrónicamente al tribunal de alzada los antecedentes que fueren
pertinentes. Luego, una vez llegados los autos al tribunal ad quem, el tribunal deberá asignarle
un número de ingreso y certificar la recepción y su fecha.

ii. Examen de admisibilidad. Conforme al art. 781 inc. I del CPC, elevado un proceso en
casación de forma, el tribunal examinará en cuenta si la sentencia objeto del recurso es de
aquéllas contra las cuales lo concede la ley y si éste reúne los requisitos que establecen los
arts. 772 inc. II (si el escrito mencionó expresamente el vicio o defecto en que se funda y la
ley que concede el recurso), y 776 inc. I (si se interpuso dentro de plazo y si ha sido
patrocinado por abogado habilitado). El profesor ALFARO recalca que esto es distinto que en
la apelación, pues en ésta, los dos tribunales examinan lo mismo, y aquí no (el tribunal a quo
sólo examina si el recurso se ha interpuesto en tiempo y si ha sido patrocinado por abogado).
De este examen previo, pueden surgir dos conclusiones:

- De acuerdo al art. 781 inc. II, si el tribunal encuentra mérito para considerarlo
inadmisible, lo declarará sin lugar desde luego (de plano), por resolución fundada.
Excepcionalmente el tribunal ad quem puede decretar autos en relación, no obstante
haber declarado la inadmisibilidad del recurso, cuando estime posible una casación de
Oficio. Agrega el inc. IV que la resolución por la que el tribunal de oficio declare la
inadmisibilidad del recurso, sólo podrá ser objeto del recurso de reposición, el que
deberá ser fundado e interponerse dentro de tercero día de notificada la resolución

- De conformidad al art. 781 inc. III, en caso de no declarar inadmisible desde luego el
recurso, ordenará traer los autos en relación, sin más trámite. Asimismo, podrá
decretar autos en relación, no obstante haber declarado la inadmisibilidad del
recurso, cuando estime posible una casación de oficio. Estas resoluciones, como es
natural, se dictan sin esperar la comparecencia previa de las partes.

iii. Posibilidad de designar un abogado para el recurso. El art. 803 del CPC dispone que el
recurrente, hasta antes de la vista del recurso, podrá designar un abogado para que lo
defienda ante el tribunal ad quem, que podrá ser o no el mismo que patrocinó el recurso. Se
trata de una nueva designación de abogado patrocinante; pues no hay que olvidar que el
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escrito de interposición del recurso de casación en la forma debe también llevar la firma de
abogado patrocinante que no sea procurador del número.

iv. Posibilidad de presentar escrito de observaciones. De acuerdo al art. 783 inc. final del CPC
las partes podrán, hasta el momento de verse el recurso, consignar en escrito firmado por
un abogado, que no sea procurador del número, las observaciones que estimen convenientes
para el fallo del recurso. La utilidad de este escrito es manifiesta, y en la práctica puede,
incluso, llegar a sustituir a las alegaciones orales. El profesor ALFARO señala que es una
buena posibilidad de defensa para el recurrido.

v. Vista del recurso. El art. 783 inc. I señala que en la vista de la causa se observarán las reglas
establecidas para las apelaciones; por lo tanto, una vez notificadas las partes legalmente del
decreto “autos en relación”, la causa queda en estado de Tabla, y se verá el día señalado en
ella, previa anunció, relación, y alegatos de los abogados de las partes, si lo creyeren
conteniente. Eso sí, a diferencia de la apelación, en donde los alegatos duran media hora, la
duración de las alegaciones de cada abogado se limitará, a una hora en los recursos de
casación en la forma y a dos horas en las de casación en el fondo. El tribunal podrá, sin
embargo, por unanimidad, prorrogar por igual tiempo la duración de las alegaciones. Con
todo, si se tratare de una materia distinta de la casación, el tribunal podrá prorrogar el plazo
por simple mayoría (art. 783 incs. II y III).

vi. Prueba en el recurso de casación en la forma. Hay veces que la causal que sirve de
fundamento al recurso consta en los mismos autos, de manera que no necesita de prueba.
Pero, en otras ocasiones, los hechos que constituyen el vicio no constan en el proceso o son
controvertidos y, por lo tanto, se hace necesaria su prueba si se desea que el recurso pueda
prosperar y ser acogido en definitiva. De ahí que el art. 799 del CPC disponga que cuando la
causa alegada necesite de prueba, el tribunal abrirá para rendirla un término prudencial
que no exceda de treinta días (en materia de casación en el fondo nunca procede prueba)

CASARINO señala que, a falta de normas especiales, la prueba se regirá por las normas de la
prueba incidental. Agrega, que el tribunal ad quem decretará la prueba a solicitud de parte
interesada y fijará la duración de este término probatorio, el cual, en realidad, es especial, no
pudiendo exceder de 30 días.

vii. Fallo del recurso. El art. 806 del CPC señala que cuando el recurso sea de casación en la
forma, dispondrá el tribunal que se traigan los autos en relación, y fallará la causa en el
término de veinte días contados desde aquél en que terminó la vista. Esto a diferencia de la
apelación, pues una vez terminada la vista de la causa, se debe fallar de inmediato, a no ser
que la causa quede en acuerdo. Eso sí, el plazo de 20 días sólo se aplica cuando el recurso
proceda en contra de una sentencia dictada en segunda instancia, pues el art. 806 del CPC
está ubicado en el párrafo 4ª sobre "Disposiciones especiales de los recursos de casación
contra sentencias pronunciadas en segunda instancia en juicios de mayor o de menor cuantía
y en juicios especiales".

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7.1.10. TERMINACIÓN DEL RECURSO


Al igual que en la apelación, la terminación del recurso de casación puede ser normal o
anormal. La terminación normal está constituida por el fallo del recurso de casación; y la terminación
anormal está constituida por la inadmisibilidad y el desistimiento.
a. Sentencia de casación
La manera normal y corriente de poner término al recurso de casación en la forma, es
mediante la dictación de un fallo y a este fallo la doctrina lo denomina “sentencia de casación”, por
cuanto, no es posible encasillarlo dentro de ninguna de las clasificaciones que contempla el art. 158
del CPC.
La sentencia de casación es aquella que acoge o rechaza el recurso y, por tanto, invalida o no
la resolución recurrida. Como dice el profesor ALFARO, en este caso, la sentencia del tribunal
determina si los vicios existen, y si, existiendo, configuran la causal. El tribunal ad quem, para
pronunciar sentencia en uno u otro sentido, tiene que analizar si concurren o no las siguientes
circunstancias:
i. Si los vicios en que se funda la causal constan en los autos o, por el contrario, si han sido
acreditados por medio de prueba que se haya rendido sobre el particular; y si constan en los
autos o han sido aprobados, debe determinar si constituyen la causal alegada.

ii. Si la causal en que se funda el recurso es de aquellas contempladas expresamente por la ley.

iii. Debe tener presente las normas legales que limitan la procedencia del recurso de casación en
la forma, o sea, debe analizar si se preparó debidamente el recurso (cuando proceda), o si de
los antecedentes aparece de manifiesto que el recurrente ha sufrido un perjuicio reparable
sólo con la invalidación del fallo, o si el vicio ha influido en lo dispositivo de la sentencia
recurrida; o limitarse a ordenar al tribunal a quo que complete su sentencia.
No hay normas especiales sobre los requisitos de forma a los que deben ajustarse estos fallos;
sin embargo, en la práctica, se observa que constan, como las sentencias definitivas, de tres partes
fundamentales: una parte expositiva, una considerativa (de hecho y derecho) y una resolutiva donde
se acoge o no el recurso. Si el fallo es desestimatorio (no acoge el recurso), se confirma la legalidad
y validez del fallo en forma implícita; en cambio, si el fallo es estimatorio (se acoge el recurso), el
tribunal ad quem anulará la sentencia recurrida y, además, deberá dictar o adoptar una de estas dos
actitudes:
i. Reenviar el proceso al tribunal inferior que no esté inhabilitado. Si el vicio que anula la
sentencia es de aquellos que dicen relación con el tribunal que dictó la sentencia (art. 768 Nº
1, 2 y 3), o con la sentencia dictada a pesar de haberse declarado legalmente desierta, prescrita
o desistida la apelación (art. 768 Nº 8), o con un vicio cometido durante el procedimiento
(art. 768 Nº 9), la sentencia de casación determinará el estado en que queda el proceso (debe
determinar qué actos quedan anulados por el vicio), y el expediente será remitido para su
conocimiento al tribunal que corresponda, para que siga tramitando el proceso desde el
momento inmediatamente anterior a aquel en que se cometió el vicio, y dicte una nueva
sentencia que resuelva el juicio. En efecto, el art. 786 del CPC dispone que en los casos de
casación en la forma, la misma sentencia que declara la casación determinará el estado en
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que queda el proceso, el cual se remitirá para su conocimiento al tribunal correspondiente;


agrega el inc. II que este tribunal es aquel a quien tocaría conocer del negocio en caso de
recusación del juez o jueces que pronunciaron la sentencia casada; esto significa que el juez
que dictó la sentencia que ha sido casada, queda inhabilitado para seguir conociendo del
asunto por el sólo hecho de acogerse la casación, sin que sea necesario declaración expresa
al respecto; así, conforme al art. 121 del CPC, si la inhabilitación se refiere a un juez de
tribunal unipersonal, el que deba subrogarlo conforme a la ley continuará conociendo en
todos los trámites anteriores a la citación para sentencia, y en este estado se suspenderá el
curso del juicio hasta que se declare si ha o no lugar a la inhabilitación; agrega el inc. II que
si ésta se pide para un juez de tribunal colegiado, continuará funcionando el mismo tribunal,
constituido legalmente, con exclusión del miembro o miembros que se intente inhibir, y se
suspenderá el juicio como en el caso anterior.

ii. Dictar sentencia de reemplazo. Conforme al art. 786 inc. III, si el vicio que diere lugar a la
invalidación de la sentencia fuere alguno de los contemplados en las causales 4 (ultra petita),
5 (omisión de los requisitos del art. 170), 6 (cosa juzgada) y 7 (decisiones contradictorias)
del art. 768, deberá el mismo tribunal, acto continuo y sin nueva vista, pero separadamente,
dictar la sentencia que corresponda con arreglo a la ley; agrega el inc. IV que lo dispuesto en
el inciso precedente regirá, también, en los casos del inc. I del art. 776 (requisito de interponer
el recurso en tiempo, y contar con patrocinio de abogado), si el tribunal respectivo invalida
de oficio la sentencia por alguna de las causales antes señaladas .Es decir, en este caso se
dictan dos sentencias: una sentencia de casación, y una sentencia de reemplazo 461.
Ahora, sea que se acoja o se rechace el recurso de casación en la forma, lo cierto es que, una
vez notificado el fallo de casación (y la eventual sentencia de reemplazo) y registrado debidamente,
se devuelven los autos al tribunal a quo para su debido cumplimiento, el cual le colocará el
correspondiente “cúmplase”.
b. El desistimiento
Desistirse de un recurso de casación en la forma es manifestar expresamente voluntad en
orden a no desear continuar en su tramitación una vez interpuesto. Es una manera anormal de poner
término a dicho recurso, de manera análoga a la apelación.
El desistimiento es distinto a la renuncia del recurso, pues en este último caso el recurso aún
no se ha interpuesto y, sin embargo, el litigante expresa su voluntad en el sentido de que no lo
interpondrá. Interesa distinguir si se está en presencia de un desistimiento de una renuncia, para el
caso que se efectúe por medio de procurador, pues se sabe que éste necesita de poder especial para
renunciar a los recursos y no así para desistirse.
Luego, el desistimiento se podrá plantear ante el tribunal a quo o ante el tribunal ad quem,
según sea la ubicación material del proceso; y, en uno y otro caso, según CASARINO, el tribunal se
pronunciará sobre el desistimiento de plano, pues la ley no ha previsto tramitación especial alguna al
respecto.

461
El profesor ALFARO dice que el tribunal aquí actúa con exceso de poder. Por otro lado señala que la
naturaleza jurídica de la sentencia de reemplazo, es la misma que la de la sentencia casada.
651
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c. Otras formas de terminación


También hay que agregar la conciliación, el avenimiento y la transacción. Y también hay que
tener presente la inadmisibilidad, la cual se relaciona con el doble control formal que deben efectuar
los tribunales a quo y ad quem.
7.1.11. LA CASACIÓN EN LA FORMA Y LA APELACIÓN
Se ha dicho que la casación en la forma es un recurso extraordinario y que su objeto es
invalidar determinadas sentencias en los casos expresamente señalados por la ley; y que la apelación,
en cambio, es un recurso ordinario y que su objeto es obtener del tribunal superior respectivo que
enmiende, con arreglo a derecho, la resolución del inferior.
Pues bien, a pesar de la diversidad de caracteres y de objetivos entre ambos recursos, lo cierto
es que los dos están entregados al conocimiento del tribunal inmediatamente superior en grado
jerárquico de aquel que pronuncia la resolución recurrida, y que hay veces en que proceden
conjuntamente en contra de una misma resolución. Estas resoluciones, susceptibles de casación en la
forma y de apelación al mismo tiempo, son las sentencias de primera instancia. Eso sí, esta posibilidad
de interposición conjunta de los recursos en contra de las sentencias de primera instancia, está sujeta
a las siguientes reglas:
i. De acuerdo al art. 770 inc. II del CPC, el recurso de casación en la forma contra sentencia
de primera instancia deberá interponerse dentro del plazo concedido para deducir el recurso
de apelación, y si también se deduce este último recurso, conjuntamente con él. Por lo tanto,
si se interponen conjuntamente estos recursos, hay que hacerlo en un mismo acto (el plazo
será de 10 ó 5 días dependiendo de la resolución).

ii. La vista de la causa es conjunta y se debe dictar una sola sentencia para fallar la apelación y
rechazar la casación en la forma. En efecto, el art. 798 del CPC señala que el recurso de
casación en la forma contra la sentencia de primera instancia se verá conjuntamente con la
apelación. Deberá dictarse una sola sentencia para fallar la apelación y desechar la
casación en la forma. Aquí se demuestra el carácter subsidiario que presenta la apelación
frente al recurso de casación en la forma, que reviste el papel de principal; pues la apelación
es subsidiaria porque si se acoge la casación en la forma, el efecto es que hay que fallar la
causa nuevamente; en cambio, si cae la forma, decae consecuencialmente el fondo. Hay que
tener presente que si el tribunal ad quem estima del caso rechazar la casación en la forma, en
una sola sentencia hará tal declaración y fallará, al mismo tiempo, la apelación.

iii. El inc. II del art. 798 dispone que cuando se dé lugar a este último recurso (la casación en la
forma), se tendrá como no interpuesto el recurso de apelación. Es decir, si el tribunal ad
quem acuerda acoger la casación, también habrá una sola sentencia; pero, en este evento, el
recurso de apelación se tendrá por no interpuesto.

iv. Finalmente, el art. 798 inc. III señala que si sólo se ha interpuesto recurso de casación en la
forma se mandarán traer los autos en relación.

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7.1.12. CASACIÓN EN LA FORMA DE OFICIO

a. Concepto
Del tenor literal del art. 775 del CPC, se puede deducir que la casación en la forma de oficio
es la facultad que la ley confiere a los tribunales superiores de justicia para que, en ciertos y
determinados casos puedan, de propia iniciativa, invalidar las sentencias cuando sus antecedentes
demuestran la existencia de vicios que habrían autorizado interponer en su contra el correspondiente
recurso de casación en la forma.
Art. 775. No obstante lo dispuesto en los arts. 769 (preparación del recurso) y 774 (interpuesto el recurso, no
puede hacerse en él variación de ningún género), pueden los tribunales, conociendo por vía de apelación,
consulta o casación o en alguna incidencia, invalidar de oficio las sentencias cuando los antecedentes del recurso
manifiesten que ellas adolecen de vicios que dan lugar a la casación en la forma, debiendo oír sobre este punto
a los abogados que concurran a alegar en la vista de la causa e indicar a los mismos los posibles vicios sobre
los cuales deberán alegar.
Si el defecto que se advierte es la omisión del fallo sobre alguna acción o excepción que se haya hecho valer en
el juicio, el tribunal superior podrá limitarse a ordenar al de la causa que complete la sentencia, dictando
resolución sobre el punto omitido, y entre tanto, suspenderá el fallo del recurso.

El fundamento de esta norma es la protección de la garantía del debido proceso y el


aseguramiento de las normas procesales, pues la observancia de las leyes procesales no sólo interesa
a las partes litigantes, sino además, a la sociedad en general. Por otra parte, su objeto es invalidar
sentencias de propia iniciativa, e incluso el procedimiento, cuando se vulneran normas procesales
que, perjudicando o no a las partes, atentan contra la ley procesal. Por lo tanto, su finalidad es velar
por los intereses supremos de la sociedad y de la ley.
b. Características

i. El vicio debe aparecer de manifiesto en el proceso, por lo tanto, no cabría actividad


probatoria.

ii. Constituye una excepción al principio de la pasividad de los tribunales, pero esta intervención
de oficio es facultativa del tribunal, pues la expresión “pueden” empleada por el legislador
así lo confirma.

iii. Constituye una excepción al requisito de preparación del recurso y, también, a la


invariabilidad del recurso. En otras palabras, no importa que la parte agraviada con el vicio
de forma no haya reclamado de la falta ejerciendo, oportunamente y en todos sus grados, los
recursos establecidos por la ley; como igualmente, carece de toda trascendencia que la parte
agraviada haya deducido recurso de casación en la forma fundado en determinadas causales,
y que el tribunal anule la sentencia por una causal diversa de aquella hecha valer en el recurso.

iv. No procede casación contra una casación de oficio.

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c. Requisitos de procedencia
Para que le tribunal superior pueda casar de oficio, es necesaria la concurrencia de ciertos
requisitos, a saber:
i. El tribunal debe estar conociendo del asunto por vía de apelación; por vía de consulta; por
vía de casación (sea en la forma o en el fondo); o por vía de alguna incidencia (por ejemplo,
conociendo de un recurso de queja). Es evidente que, en estos casos, los recursos de apelación
o de casación o el trámite de la consulta se hacen innecesarios, y que el tribunal hará
declaración sobre el particular.

ii. La existencia de un vicio para que proceda la casación en la forma. Ahora, si el defecto que
se advierte es la omisión de fallo sobre alguna acción o excepción que se haya hecho valer
en el juicio, el tribunal superior podrá limitarse a ordenar al de la causa, que complete la
sentencia, dictando resolución sobre el punto omitido y, entre tanto, suspenderá el fallo del
recurso; o casar de oficio.

iii. Que los antecedentes del recurso manifiesten la existencia de un vicio, ya que el tribunal no
puede inventar la existencia de éste. Naturalmente estos vicios deben aparecer en los autos
(por ejemplo, la incompetencia del tribunal, la omisión de los requisitos formales de la
sentencia, la ultra petita, las decisiones contradictorias, etc.).

d. Tramitación y fallo
CASARINO señala que desde el momento en que la casación en la forma de oficio es una
facultad privativa del tribunal, no cabe siquiera hablar de tramitación. Pero, en todo caso, el legislador
en el art. 775 inc. I parte final, ha impuesto el cumplimiento de una traba previa, la cual, en cierto
sentido, viene a resguardar los intereses de las partes litigantes y a brindarles la oportunidad de oírlas
sobre el vicio de forma que se supone existente; ésta consiste en la obligación que pesa sobre el
tribunal de oír sobre este punto a los abogados que concurran a alegar en la vista de la causa e indicar
a los mismos los posibles vicios sobre los cuales deberán alegar.
Cumplida esta obligación previa, y constatado por el tribunal la existencia del vicio de forma
que sirva de fundamento al recurso de casación en la forma, de oficio puede anular la sentencia de
que se trate, indicando, al mismo tiempo, el estado en que quede el proceso, el cual se remitirá para
su conocimiento al tribunal correspondiente; o dictará el mismo una sentencia de reemplazo (esto
dependiendo de la causal por la cual se anula la sentencia).
7.2. CASACIÓN EN EL FONDO

7.2.1. CONCEPTO
Al igual que el recurso de casación en la forma, la ley no define al recurso de casación en el
fondo, sino que sólo se limita a señalar su objeto. Pero del contexto y la aplicación práctica de sus
disposiciones por los tribunales, se puede decir que es un recurso extraordinario que la ley concede a
la parte que se siente agraviada, y que tiene por objeto anular una sentencia judicial que ha sido

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dictada con infracción de ley, siempre que esta infracción haya influido sustancialmente en lo
dispositivo del fallo462. De esta definición se pueden advertir los siguientes aspectos:
i. La causal o motivo que hace procedente el recurso de casación, es el agravio que sufre una
parte, producto de la infracción de una ley, y siempre que esta infracción haya influido
sustancialmente en lo dispositivo del fallo.

ii. En cuanto a su objeto , de acuerdo al art. 764 del CPC, el recurso de casación (en la forma
y en el fondo) se concede para invalidar una sentencia en los casos expresamente señalados
por la ley.

iii. El fundamento de este recurso es múltiple, a saber:

- Este recurso existe para hacer efectiva la garantía constitucional de igualdad ante la
ley, igualdad que se hace efectiva en la uniforme aplicación de la ley, por tanto,
aquellas resoluciones que se aparten de la legislación, pueden ser anuladas y deberá
dictarse una nueva sentencia que aplique correctamente la norma legal infringida. Para
poder lograr ello, se estableció la distribución de los asuntos en salas de la Corte
especializada y, además, se posibilitó a las partes del proceso para que soliciten que
este recurso sea resuelto por el pleno de la CS, cuando en fallos diversos la Corte ha
sostenido distintas interpretaciones sobre la materia objeto del recurso.
La manera de cómo esta igualdad ante la ley se obtiene en la práctica, es procurando
que los organismos llamados a aplicarla le den a las leyes el mismo sentido y alcance,
por diversas que sean las personas y las materias llamadas a juzgar.

- Por otro lado, el recurso de casación en el fondo tiene por finalidad la uniformidad de
la jurisprudencia. Si bien en Chile, a diferencia del sistema anglosajón, los fallos de los
tribunales, incluidos los de la CS, sólo tienen fuerza obligatoria para las partes (efecto
relativo de las sentencias); la jurisprudencia emanada de la CS, conociendo del recurso
de casación, constituye un importante precedente para la aplicación de la ley en casos
análogos, constituyendo una relevante fuente para la interpretación y aplicación del
derecho. Los fallos de casación en el fondo influyen sobre los tribunales inferiores con
gran fuerza moral, lográndose así la aplicación constante, uniforme y metódica de los
numerosos y variados preceptos legales que reglan la vida jurídica del país.

- El profesor ALFARO también menciona como objetivo del recurso, el proteger el texto
de la ley; esta es la labor de nomofilaxis. La casación, especialmente la casación en el

462
Como se dijo, este recurso nació en Francia, con el nombre de Tribunal de Casación, el cual era un organismo
autónomo (para asegurar el principio de separación de los poderes), cuyo principal objetivo era anular las
sentencias pronunciadas con infracción de las leyes y a fin de obtener la igual y uniforme aplicación de ellas.
Este recurso se definió con el Código de Napoleón, pues en su art. 4º se consagró el principio de inexcusabilidad
(“todo el derecho está en el código”), por lo que desaparece el riesgo y repudio a la interpretación judicial;
posteriormente, hubo una extensión de los motivos por los cuales procedía el recurso, ya no sólo procedía en
una contravención formal de la ley, sino que también cuando se transgredía el espíritu de la ley, cuando se
producía una errónea interpretación de la ley, o cuando había una falsa aplicación de la ley (en todas éstas
hipótesis hay un error de derecho). Esta casación que luego fue regulada en el CPC francés, sirvió de
antecedente al CPC chileno.
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fondo, alude dos hechos que representan dos órdenes de ideas: la existencia de un
órgano jurisdiccional máximo o supremo; y el proceso expresado en su etapa final o
culmine
¿Cuál es la razón de ser de estas dos ideas? Sin estas dos ideas, se atentaría
eventualmente contra la seguridad jurídica y la igualdad ante la ley, por lo tanto, se
justifica la existencia de un tribunal que tenga la última palabra, para que a través de
una interpretación uniforme logre, a su vez, la uniforme aplicación del Derecho y, en
consecuencia, la protección del derecho objetivo. Esto se relaciona con la nomofilaxis,
que es una labor de exacta interpretación de la ley que se realiza por un órgano único
y superior, que es la Corte de Casación.
En conclusión, la casación produce la unidad de los tribunales, ya que habrá una aplicación
correcta de la ley por parte de los diversos tribunales y, producto de ello, se garantiza la
igualdad en la aplicación de la ley, y se uniforma la jurisprudencia. Con esto, se evita la
inseguridad y la desigualdad que puede surgir de los diversos criterios interpretativos.
7.2.2. CARACTERÍSTICAS

i. Es un recurso extraordinario, pues sólo procede en contra de determinadas resoluciones


judiciales y en virtud de una causal específica que señala expresamente la ley.

ii. Es un recurso de nulidad, por cuanto su objetivo es anular o invalidar una resolución judicial;
sin embargo, también tiene por objeto reemplazar el fallo en que se cometió la infracción de
la ley, por otro en que éste se aplica correctamente.

iii. Se interpone ante el tribunal que dictó la resolución que se trata de invalidar o casar y para
ante el tribunal inmediatamente superior en grado jerárquico.

iv. Es un recurso de competencia exclusiva de la CS, la que conoce en sala. Sin embargo,
cualquiera de las partes, fundándose en el hecho de que la CS en fallos diversos ha sostenido
distintas interpretaciones sobre la materia objeto del recurso, puede solicitar, dentro del plazo
para hacerse parte ante el tribunal ad quem, que el recurso sea conocido en pleno.

v. Es un recurso de derecho estricto, porque es necesario observar en su interposición y


tramitación el cumplimiento de una serie de formalidades, so pena de ser declarado
inadmisible.

vi. Es un recurso establecido en interés particular del litigante agraviado, puesto que solamente
éste puede interponerlo. El profesor ALFARO señala que esta característica se ha atenuado
desde el año 1977, por el establecimiento de la casación en el fondo de oficio.

vii. Es un recurso que no constituye una instancia judicial, puesto que en una instancia un tribunal
revisa cuestiones de hecho y de derecho, en cambio, mediante el recurso de casación en el
fondo sólo se analizan cuestiones de derecho (es un recurso esencialmente de derecho),
concretamente, si el tribunal inferior aplicó o no correctamente la ley; de manera que si la
sentencia impugnada contiene infracciones legales, se la anulará y dictará una nueva

656
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sentencia, respetando, en todo caso, los hechos en la misma forma como vienen establecidos
en el fallo recurrido.

viii. El profesor ALFARO señala que aquí no hay reenvío, porque el vicio se produce siempre en
la dictación de la sentencia, por tanto, la única alternativa que hay, es dictar una sentencia de
reemplazo.

ix. Por último, el profesor ALFARO señala que tiene un carácter residual, ya que cualquier vicio
que no esté catalogado como causal de casación en la forma, será aceptado como causal de
casación en el fondo.

7.2.3. RESOLUCIONES EN CONTRA DE LAS CUALES PROCEDE


La disposición legal que establece la naturaleza procesal de las resoluciones judiciales
susceptibles de recurso de casación en el fondo, es el art. 767 del CPC, el cual dispone que el recurso
de casación en el fondo tiene lugar contra sentencias definitivas inapelables y contra sentencias
interlocutorias inapelables cuando ponen término al juicio o hacen imposible su continuación,
dictadas por Cortes de Apelaciones o por un Tribunal Arbitral de Segunda Instancia constituido por
árbitros de derecho en los casos en que estos árbitros hayan conocido de negocios de la competencia
de dichas Cortes, siempre que se hayan pronunciado con infracción de ley y esta infracción haya
influido substancialmente en lo dispositivo de la sentencia. Por tanto, los requisitos o condiciones
que determinan la procedencia del recurso de casación en el fondo, en relación con la naturaleza de
la resolución recurrida, son los siguientes:
i. Que se trate de una sentencia definitiva o de una interlocutoria que ponga término al juicio o
haga imposible su continuación.

ii. Que dichas sentencias sean inapelables. Hay que recordar que las sentencias definitivas y las
interlocutorias, en razón de las diversas instancias en que pueden ser dictadas, se
subclasifican en de única, primera y segunda instancia; pues bien, no todas ellas son
susceptibles de casación en el fondo, únicamente son las sentencias de única o segunda
instancia.

iii. Que dichas sentencias sean pronunciadas por alguna CA o por un Tribunal Arbitral de
Segunda Instancia, constituido por árbitros de derecho, en los casos en que estos árbitros
hayan conocido de negocios de la competencia de dichas Cortes.

iv. Por último, es necesario que se hayan pronunciado con infracción de ley, y esta infracción
haya influido substancialmente en lo dispositivo de la sentencia. Ésta es la causal que justifica
el recurso de casación en el fondo.

7.2.4. PLAZO PARA SU INTERPOSICIÓN


De conformidad con el art. 770 inc. I del CPC, el recurso de casación deberá interponerse dentro de
los quince días siguientes a la fecha de notificación (por el estado) de la sentencia contra la cual se
recurre, sin perjuicio de lo establecido en el art. 791 (en contra de sentencias dictadas en juicios de
mínima cuantía el recurso se debe interponer en el plazo de 5 días). En caso que se deduzca recurso

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de casación de forma y de fondo en contra de una misma resolución, ambos recursos deberán
interponerse simultáneamente y en un mismo escrito. Hay que tener presente que en los juicios
arbitrales, el plazo será el que se convenga en el tribunal arbitral.
Este plazo tiene las siguientes características: es un plazo fatal; es un plazo individual; es un
plazo le días, por tanto, para computarlo se descuentan los días feriados; y es un plazo legal y, por
ende, improrrogable.
7.2.5. CAUSAL QUE JUSTIFICA EL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO

a. Consideraciones previas
A diferencia de lo que acontece en el recurso de casación en la forma, en donde las causales
que lo justifican son variadas y están expresa y taxativamente contempladas en la ley, en el recurso
de casación en el fondo la causal que lo justifica es una sola y de carácter genérica, a saber, la
infracción de la ley con influencia sustancial en lo dispositivo del fallo. Por tanto, dos son los
requisitos o condiciones que constituyen la causal de casación en el fondo: que la sentencia recurrida
haya sido pronunciada con infracción de ley; y que dicha infracción de ley haya influido
sustancialmente en lo dispositivo de la sentencia.
Por lo tanto, es importante determinar el significado de la expresión ley utilizada en el art.
767 del CPC; y cuando la infracción de una ley influye sustancialmente en lo dispositivo del fallo.
b. Significado o alcance de la palabra “ley”
Al determinar el sentido y alcance de la palabra ley, se está delimitando el ámbito de
aplicación del recurso de casación en el fondo. Esta labor, en consecuencia, es de gran importancia
práctica.
Según la historia fidedigna del establecimiento de este precepto legal, la expresión ley tiene
un sentido amplio, es decir, comprende todas las fuentes normativas encuadradas dentro del concepto
ley; no solamente las leyes formales, sino que además, otros actos o hechos que se hallan
estrechamente vinculados a tal concepto, como: la CPR (en cuanto se infrinja uno de sus preceptos);
los tratados internacionales; la costumbre; ley extranjera; DFL; DL; ley del contrato; y las cláusulas
testamentarias. A continuación serán analizados cada uno de estas fuentes.
i. Ley formal. Es aquella que emana de los órganos constitucionales llamados a producirla
(Poder Legislativo), conforme al procedimiento que establece la CPR 463. Por tanto, en este
sentido, se excluye a la doctrina, las máximas del derecho y a otras normas que no tienen
rango legal (por ejemplo, un dictamen del SNA, un dictamen del BC), aunque en el fondo
tengan las características de una ley (normas generales, abstractas y obligatorias).
¿Qué pasa con una ley inconstitucional? El profesor ALFARO dice que si a una ley le falta un
requisito formal no es ley, por tanto, no procedería la casación; ahora, respecto de una
inconstitucionalidad de fondo, mientras no ha sido declarada como tal, sí procede como ley.

463
La ley formal se contrapone a la ley material, que es aquella norma que proviene de cualquier órgano público.
Así, desde un punto de vista material o sustancial, ley es toda regla social obligatoria, emanada de autoridad
competente, por ejemplo, la CPR, los decretos, las ordenanzas municipales, etc.
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ii. La constitución. La CPR es la norma fundamental de un Estado soberano, que regula el


régimen básico de derechos y libertades de las personas y organiza a los poderes e
instituciones políticas y define las relaciones entre los poderes del Estado, y de éstos con sus
ciudadanos. También procede casación en el fondo cuando la norma vulnerada es la CPR, ya
que es evidente que dentro de la ley formal se incluya a la CPR, puesto que constituye la ley
suprema.

iii. Los tratados internacionales. Corresponde a un acuerdo de voluntades de dos o más Estados
con el fin de regular determinadas relaciones de carácter jurídico. Desde el punto de vista
formal, constituye una verdadera ley para los Estados que lo celebran, por tanto, el tratado
internacional desde el momento en que constituye una ley, puede ser infringido al ser aplicado
en un fallo judicial y, en consecuencia, dicha infracción puede servir de fundamento a un
recurso de casación en el fondo.

iv. La costumbre. En general, es la repetición constante y uniforme de una norma de conducta,


con el convencimiento de que ello obedece a una necesidad jurídica (opinio iuris). Para
analizar la costumbre como causal de casación, es necesario hacer referencia a las dos clases
de costumbres que contempla nuestro Derecho: la civil y la comercial. La costumbre civil
tiene como fundamento legal el art. 2º del CC el cual señala que la costumbre no constituye
derecho sino en los casos en que la ley se remite a ella. La comercial, por su parte, está
reconocida en el art. 4º del CCO que dice que las costumbres mercantiles suplen el silencio
de la ley, cuando los hechos que las constituyen son uniformes, públicos, generalmente
ejecutados en la República o en una determinada localidad, y reiterados por un largo espacio
de tiempo, que se apreciará prudencialmente por los juzgados de comercio.

Como se puede apreciar, la costumbre civil tiene lugar cuando el legislador se remite a ella
(secundum legem), de manera que deja de ser una fuente subsidiaria para transformarse en
fuente principal. Y en materia mercantil en cambio, la costumbre suple el silencio de la ley
(praeter legem), es decir, se aplica cuando no hay ley aplicable al caso. En cuanto a la prueba,
en materia civil la costumbre requiere prueba, porque es una cuestión de hecho (puede
acreditarse por cualquier medio de prueba); en materia comercial en cambio, el juez puede
aplicar de oficio la costumbre en razón de su conocimiento particular, y si no tiene
conocimiento particular, se requerirá de prueba.
En conclusión, la costumbre civil y comercial son fuente del derecho, siempre y cuando el
legislador autorice la aplicación de ella al caso controvertido o se aplique en silencio de la
ley, y se halle acreditada legalmente en el proceso; de modo que su infracción hace
procedente el recurso de casación en el fondo. El profesor ALFARO señala que el
establecimiento de la costumbre es una cuestión de hecho que queda excluida del examen de
la casación; pero una vez establecida, la violación de ella sería una causal de casación en el
fondo.

v. Ley extranjera. Si bien, en principio, el recurso de casación en el fondo tiende a obtener la


genuina y correcta aplicación de la ley nacional, no se puede prescindir del hecho de que
nuestra ley nacional, en repetidas ocasiones, manda aplicar una ley extranjera. Por tanto, el
tribunal chileno que aplica una ley extranjera por mandato expreso de una ley nacional, no
puede infringir aquélla, es decir, debe aplicar la ley extranjera en conformidad a su propio
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texto, interpretándola correctamente y utilizándola para el caso que fue dictada. Sin embargo,
el profesor ALFARO señala que la aplicación de la ley extranjera es una cuestión de hecho que
se prueba por peritos y, por tanto, queda excluida del recurso de casación en el fondo 464.

vi. La jurisprudencia. La jurisprudencia es la reiterada interpretación de las normas jurídicas que


hacen los tribunales de justicia en sus resoluciones. En Chile la jurisprudencia no se equipara
con la ley, de manera que si ésta es violada, por muy uniforme y constante que ella sea, no es
procedente el recurso de casación en el fondo.

vii. Los derechos con fuerza de ley. El DFL es una norma jurídica con rango de ley que emana
del Poder Ejecutivo en virtud de una delegación expresa efectuada por el Poder Legislativo;
generalmente se refiere a legislación de índole técnica o económica, o para fijar textos
refundidos, coordinados y sistematizados de las leyes, cuando sea conveniente para su mejor
ejecución. La infracción de un DFL hace procedente el recurso de casación en el fondo, por
cuanto tienen pleno reconocimiento constitucional, y si bien no revisten el carácter formal de
leyes, en el hecho se equiparan a éstas. El profesor ALFARO señala que el DFL debe estar
enmarcado dentro de la ley delegatoria, pues si se aleja de ésta, sería inconstitucional y, por
tanto, no sería una ley; aun así, si el tribunal igualmente la aplica, habría casación en el fondo
por falsa aplicación de ley (siempre que exista otra ley que deba aplicarse).

viii. Decreto ley. El DL es la norma jurídica con rango de ley emanada del Poder Ejecutivo, sin
que medie intervención o autorización previa del Congreso. El profesor ALFARO dice que
teóricamente podría aceptarse como causa de casación, ya que prácticamente la
jurisprudencia de la CS les ha dado el valor de ley por diversas razones: por una situación
fáctica (ante la necesidad del funcionamiento del Estado); por su aplicación prolongada; por
su aceptación tácita de la ciudadanía; por los trastornos que acarrearía su derogación; y por
la aceptación de los DL por los gobiernos posteriores. Un ejemplo de DL, es DL 825 sobre
Impuesto a las Ventas y Servicios, y el DL 824 sobre impuesto a la renta.
ix. Potestad reglamentaria. La potestad reglamentaria es la facultad que tiene la administración,
en virtud de la cual puede crear normas de carácter general y abstracto. Estas normas se
denominan reglamentos, y éstos escapan del campo de actuación del recurso de casación en
el fondo.

x. Los actos administrativos. De acuerdo al art. 3º inc. II de la LBPA para efectos de esta ley se
entenderá por acto administrativo las decisiones formales que emitan los órganos de la
Administración del Estado en las cuales se contienen declaraciones de voluntad, realizadas
en el ejercicio de una potestad pública. Su vulneración tampoco constituye una causal para
que proceda el recurso de casación en el fondo.

xi. Los autoacordados. Son normas y directrices de los Tribunales Superiores de justicia, en el
ejercicio de sus facultades económicas, para regular ciertas materias que no han sido

464
Según CASARINO, la aplicación de la ley extranjera puede dar origen a una doble infracción legal de parte
del tribunal sentenciador: en primer lugar, prescindiendo lisa y llanamente de su aplicación, con lo cual, fuera
de infringir esta ley extranjera, se viola, además, la ley nacional que ordena aplicar aquélla; y, en segundo
lugar, cuando desea aplicar la ley extranjera, y esta labor se cumple en forma defectuosa, interpretándola
erradamente o haciendo una falsa aplicación de ella.
660
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suficientemente reguladas por la ley o cuya regulación es necesaria para velar por el
cumplimiento y el buen funcionamiento del servicio judicial. Las infracciones de los
autoacordados no dan lugar al recurso de casación en el fondo, por cuanto no revisten el
carácter jurídico de leyes.

xii. Ley del contrato. La ley del contrato es aquella establecida en el art. 1545 del CC en los
siguientes términos: todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y
no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales. La doctrina
está dividida en el sentido de si su violación constituye una causal de recurso de casación en
el fondo:

- La mayoría de los autores y la jurisprudencia de la CS, han creído que el contrato se


iguala a la ley, siendo el contrato la ley principal, y la ley formal la ley supletoria. De
manera que tanto la infracción de una ley formal como la de una ley convencional,
autorizan la interposición de un recurso de casación en el fondo.

- Otros, en cambio, rechazan la infracción de la ley de un contrato como causal de


casación en el fondo, señalando que el legislador al decir que los contratos legalmente
celebrados constituyen una ley para los contratantes, está utilizando una metáfora
jurídica, es decir, una manera gráfica de expresar el carácter vinculante del contrato.
Otro argumento que se da, en este sentido, es que el objeto del recurso de casación en
el fondo, es la uniformidad en la interpretación de la ley, y la ley del contrato no tiene
nada que ver con esa finalidad. Sin embargo, se replica diciendo que hay tanto un
interés público en la observancia de las leyes como en la observancia de los contratos,
más aún en Derecho privado, donde la mayoría de las normas son supletorias; de no
ser así, se podría llegar al absurdo de que en presencia de un par de contratantes
diligentes y otro par de contratantes no diligentes, a los primeros no se les admitiría
recurrir de casación.
Por ende, tanto al respetar la ley, como el contrato, se mantiene la armonía y la paz
social.
El profesor ALFARO señala que hoy la jurisprudencia no es uniforme, ya que algunas veces
rechaza la casación en el fondo fundada en la infracción de una ley convencional, y otras
veces lo acepta. Además, agrega que el problema de la existencia del contrato y del contenido
de sus cláusulas, es una cuestión de hecho que resuelven en forma soberana los tribunales de
fondo; pues el tribunal de casación sólo debe determinar la aplicación del contrato en su
correcto y verdadero sentido, incluso interpretando el alcance de sus cláusulas a la luz de la
intención o espíritu de los contratantes.
xiii. Cláusula testamentaria. En Chile no existe libertad absoluta de testar, pues hay limitaciones;
pero respetando el testador estas limitaciones legales, tanto los herederos como los tribunales
tienen la obligación de respetar su voluntad: Por lo tanto, la vulneración de la voluntad del
testador, hace procedente la casación en el fondo.

661
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c. Que la sentencia recurrida haya sido pronunciada con infracción de ley


Al hablar de infracción de ley, se alude a un error de derecho en el juzgamiento, por ello se
excluyen los aspectos de hecho. Los hechos son los acontecimientos materiales que se registraron en
el proceso, y la labor de esta casación, es establecer la relación que hay entre esos hechos y la norma.
Es decir, una vez comprobados los hechos, éstos se tienen que subsumir en una norma jurídica, y esa
labor de subsunción es la que puede ser incorrecta. Lo esencial para que proceda la casación en el
fondo, es que la infracción de ley recaiga sobre una ley decisoria litis, es decir, que se trate de una ley
que resuelva el juico, una ley material.
Hay consenso entre los autores y la jurisprudencia en que la manera de infringir una ley es:
contraviniéndola formalmente; interpretándola erróneamente; o haciendo una falsa aplicación de ella.
i. Infracción por una contravención formal. Se entiende que hay contravención formal de
una ley, toda vez que el tribunal a quo no aplica la ley vigente o válida. En otras palabras,
cuando incurre en un error acerca de la existencia temporal (por ejemplo, la ley está derogada
expresa o tácitamente) o espacial (por ejemplo, leyes que disponen estatutos especiales para
cierto grupo de personas, como las que viven en Isla de Pascua). Este es el caso más típico y
evidente de contravención de la ley y, además, es el que dio origen a la casación.

ii. Infracción de ley por errónea interpretación de la misma. Si interpretar la ley es fijar su
verdadero sentido y alcance, se interpretará erróneamente, toda vez que un tribunal, al
aplicarla a un caso determinado, le dé un alcance distinto de aquel que previó el legislador, o
sea, ampliando o restringiendo el sentido de sus disposiciones. Por ejemplo, en un juicio
tributario se dice que renta es el mayor valor que se obtiene de la venta de una cosa,
interpretación que es errónea, ya que el concepto de renta va unido a un elemento esencial
que es la periodicidad. La consecuencia de esto, es que se vulneran las normas sobre
interpretación de las leyes (arts. 19 al 24 del CC); y además, el profesor ALFARO señala que
esto incluye a las normas de interpretación relativas al testamento y al contrato (arts. 1560 y
siguientes del CC)465.

iii. Infracción de ley por falsa o errónea aplicación de la misma. Se entiende que hay falsa o
errónea aplicación de la ley, toda vez que ésta se aplica a casos para los cuales ella es extraña,
o bien, cuando se prescinde de ella en aquellos casos para los cuales fue dictada; por tanto,
esta situación de trasgresión legal vulnera dos normas: la norma que se debía aplicar y la
norma que indebidamente se aplicó. En efecto, si se aplica la ley a un caso en que ella es
extraña, quiere decir que se dejó de aplicar la verdadera ley, la cual también habrá sido
violada; y, a la inversa, si se prescinde de la ley en un caso para el cual ella fue dictada, quiere

465
En efecto, no hay que olvidar que el tribunal, dentro de nuestro Derecho positivo, no es soberano en la labor
de interpretación de los textos legales, pues los arts. 19 al 24 del CC le señalan normas rígidas sobre el particular.
Por ello, CASARINO dice que la interpretación errónea de una ley, a veces, trae consigo una doble infracción
legal, es decir, un doble motivo de casación en el fondo: la infracción de la ley aplicada al caso concreto por
errónea interpretación; y la infracción de las leyes que fijan las normas sobre interpretación de las mismas,
mediante su contravención formal.
662
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decir que el caso habrá sido resuelto mediante una ley extraña, la cual, por tanto, también
habrá sido violada466.
En resumen, contravención formal de una ley, interpretación errónea de la misma y falsa o
errónea aplicación de ella, son sinónimos de infracción de ley y, por tanto, son uno de los elementos
constitutivos de la causal que justifica el recurso de casación en el fondo.
7.2.6. LIMITACIONES AL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO

a. Causales del recurso de casación en la forma


Tanto la casación en el fondo como la casación en la forma persiguen la invalidación del fallo
fundado en infracciones legales; pero si estas infracciones legales son de aquellas que constituyen
causales de casación en la forma, no pueden, a su vez, servir de fundamento a un recurso de casación
en el fondo. Es por eso que se dice que la primera limitación del recurso de casación en el fondo está
constituida por las propias causales del recurso de casación en la forma.
En doctrina se ha sostenido que el recurso de casación en el fondo procede por infracción de
las leyes sustantivas o materiales y que el recurso de casación en la forma, a la inversa, se funda en
la infracción de las leyes adjetivas o procesales. Sin embargo, la afirmación anterior no es exacta,
puesto que el art. 767 del CPC al establecer como causal del recurso de casación en el fondo la
infracción de una ley que haya influido sustancialmente en lo dispositivo de la sentencia, no distingue
acerca de la naturaleza de la ley violada. En consecuencia, para nuestro legislador la infracción de
cualquier ley, sea sustantiva o procesal, autoriza la interposición de un recurso de casación en el
fondo, pero siempre y cuando dicha infracción “haya influido sustancialmente en lo dispositivo de la
sentencia recurrida”.
CASARINO señala que si alguna clasificación pudiera hacerse de las leyes infringidas, en
relación con el recurso de casación en el fondo, sería aquella que distingue (y así lo ha hecho la
jurisprudencia también) entre leyes decisoria litis y leyes ordenatoria litis; las primeras influyen
sustancialmente en lo decisivo o resuelto en la sentencia, las segundas en cambio, sólo tienen como
misión determinar la tramitación del proceso. En otras palabras, esta clasificación atiende a la
influencia sustancial o determinante que ejerce la ley en el fallo, y no a la naturaleza misma de la ley
infringida (si es sustantiva o adjetiva); así, si la infracción es a una ley sustancial, esa ley es decisoria
litis; y si es a una ley no sustancial, es una ley ordenatoria litis. Ahora bien, el recurso de casación en
el fondo procede cuando se ha infringido una ley decisoria litis, pero hay veces que, no obstante haber
una ley decisoria litis infringida, se está impedido de recurrir de casación en el fondo, por la sencilla
razón de que dicha infracción, a juicio del legislador, configura una causal o motivo de casación en
la forma. Por ejemplo, una ley decisoria litis es aquella que señala que el tribunal debe fallar conforme
al mérito del proceso (art. 160 del CPC), por tanto, si el juez se aparta de esta regla al momento de
fallar y otorga más de lo pedidio a a alguna de las partes, deberá interponerse un recurso de casación
en el fondo; no obstante, el art. 768 Nº 4 del CPC, contempla como causal de recurso de casación en
la forma, a la ultra petita.

466
El profesor ALFARO recalca que si está frente a una laguna legal y se aplica la equidad, no procede la
casación en el fondo; pero si en la laguna se aplica una ley por analogía, sí procede casación en el fondo, pero,
por contravención formal.
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En resumen, si se ha infringido la ley decisoria litis, y esta infracción es causal constitutiva


de recurso de casación en la forma, no se podría invocar esta misma infracción como causal de recurso
de casación en el fondo; pues la casación de forma es de carácter previo y excepcional frente a la
casación de fondo y constituye, como se comprende, su primera y principal limitación en la esfera o
campo de acción de este último recurso.
b. Hechos en la casación en el fondo
La casación en el fondo tiene lugar en contra una sentencia pronunciada con infracción de
ley, siempre que esta infracción haya influido substancialmente en lo dispositivo del fallo. Por tanto,
la interposición de este recurso plantea ante el tribunal de casación una cuestión de Derecho, excluidas
las cuestiones de hecho, ya que han sido establecidos por los tribunales de instancia, los cuales deben
ser aceptados y reproducidos por tribunal de casación en el fondo como vienen en el fallo recurrido.
Corrobora esta clara distinción entre cuestiones de hecho y de derecho, lo dispuesto en los arts. 785
inc. I y 807 inc. I del CPC.
Art. 785. Cuando la CS invalide una sentencia por casación en el fondo, dictará acto continuo y sin nueva vista,
pero separadamente, sobre la cuestión materia del juicio que haya sido objeto del recurso, la sentencia que
crea conforme a la ley y al mérito de “los hechos tales como se han dado por establecidos en el fallo recurrido”,
reproduciendo los fundamentos de derecho de la resolución casada que no se refieran a los puntos que hayan
sido materia del recurso y la parte del fallo no afectado por éste.

Art. 807. En el recurso de casación en el fondo, no se podrán admitir ni decretar de oficio para mejor proveer
pruebas de ninguna clase que tiendan a establecer o esclarecer los hechos controvertidos en el juicio en que
haya recaído la sentencia recurrida.

La casación en el fondo, de acuerdo con estos preceptos legales, está muy lejos de constituir
una tercera instancia, por el contrario, su misión queda circunscrita, exclusivamente, a las cuestiones
de derecho planteadas en el juicio, debiendo aceptar las cuestiones de hecho en la forma como vienen
resueltas en el fallo recurrido. Pero, la labor de distinguir dentro del juicio cuáles de las cuestiones
planteadas son de derecho y cuáles son de hecho, en la mayoría de los casos, es de difícil realización.
Hay consenso, en todo caso, para estimar que los hechos del juicio son aquellos acontecimientos de
orden material que lo constituyen, es decir, sin cuya existencia aquél no puede concebirse; en
consecuencia, todo otro acontecimiento discutido en el juicio constituiría una cuestión o punto de
derecho.
Ahora bien, una vez que han sido establecidos los hechos por el tribunal de instancia, se debe
entrar a calificarlos jurídicamente, lo cual es un aspecto de derecho y, por lo tanto, de competencia
del tribunal de casación en el fondo. Por ejemplo, A demanda a B para que sea condenado a restituirle
la suma de cien mil pesos que dice haberle entregado a título de mutuo, el juez de instancia debe
establecer, por los medios de prueba que le hayan proporcionado las partes, si es efectivo o no que se
celebró un contrato (determinar los hechos); en seguida, debe determinar la naturaleza jurídica de este
contrato frente a las normas legales que los regulan (calificarlo jurídicamente); y, por último, si lo
considera un contrato de mutuo, si en verdad el demandado como mutuario está en la obligación de
restituir (establecer sus consecuencias jurídicas); si en la calificación jurídica y en las consecuencias
jurídicas el juez instancia infringe una ley, su sentencia podrá ser invalidada mediante el
correspondiente recurso de casación en el fondo.
No obstante lo anterior, a veces los jueces en su labor de establecer los hechos del juicio
infringen leyes reguladoras de la prueba, lo cual no es posible ni conveniente para el orden jurídico
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dejar en la impunidad. Las leyes reguladoras de la prueba son aquellas que tienen como misión
fundamental: enumerar los medios probatorios; establecer el onus probandi; determinan la
admisibilidad de los medios de prueba; y establecer cuál es el valor probatorio, tanto individual como
comparativamente, de los medios de prueba. Existiendo una infracción de una ley reguladora de la
prueba (por ejemplo, el juez invierte erróneamente la carga de la prueba, o valoriza erróneamente un
medio probatorio), procede el recurso de casación en el fondo, y al acogerse tal recurso, los hechos
deben ser establecidos en forma diferente a como lo estaban en la instancia; siendo por tanto, la
infracción de una ley reguladora de la prueba, una forma indirecta de atacar los hechos en la casación
en el fondo.
Por tanto, esto constituye una excepción al principio de que los hechos del juicio escapan al
control del tribunal de casación. Sin embargo, esto tiene un límite, ya que la regla vulnerada debe ser
causal de casación en el fondo (infracción de ley con influencia sustancial en lo dispositivo del fallo),
y que dicha violación no sea considerada, a su vez, como causal de casación en la forma.
7.2.7. INTERPOSICIÓN DEL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO

i. Tribunales que intervienen.


De acuerdo al art. 771 del CPC, el recurso debe interponerse por la parte agraviada ante el
tribunal que haya pronunciado la sentencia que se trata de invalidar (tribunal a quo) y para ante aquel
a quien corresponde conocer de él conforme a la ley (tribunal ad quem). La misión de señalar el
tribunal ad quem no le corresponde a la ley procesal civil, sino al COT, el cual, tratándose del recurso
de casación en el fondo, lo entrega en forma exclusiva al conocimiento y fallo de la CS (art. 98 N° 1
del COT). La CS conoce en salas especializadas, pero es posible que se solicite que el recurso sea
conocido por el pleno, si en fallos diversos la CS ha sostenido distintas interpretaciones sobre la
materia de derecho objeto del recurso.
ii. Partes.
El mismo art. 771 del CPC dice que el recurso debe interponerlo “la parte agraviada”
(legitimado activo). La ley no ha definido el concepto de parte agraviada, pero de acuerdo a su tenor
literal, se puede sostener que consta de dos requisitos: ser parte en el juicio en que se ha pronunciado
la sentencia recurrida; y ser parte agraviada. Al igual que en la casación en la forma, en materia de
casación en el fondo el agravio debe ser doble: causado por la sentencia que se trata de invalidar; y
causado por la infracción legal que ha venido a influir sustancialmente en lo que ella ha resuelto.
iii. Escrito de interposición.
El escrito por el que se interponga el recurso de casación en el fondo, debe ser fundado y debe
cumplir con ciertos requisitos expresamente señalados por el legislador. En efecto, el art. 772 del
CPC señala que el escrito en que se deduzca el recurso de casación en el fondo deberá:
- Expresar en qué consiste el o los errores de derecho de que adolece la sentencia recurrida
(art. 772 Nº 1). El profesor ALFARO recalca que antes se debían mencionar las leyes
infringidas, pero ahora se pueden o no citar, pues el juez conoce el derecho; en cuanto a los
hechos, el escrito debe reproducirlos.

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- Señalar de qué modo ese o esos errores de derecho influyen sustancialmente en lo dispositivo
del fallo (art. 772 Nº 2).

- El art. 772 inc. III señala que en uno y otro caso (casación en la forma y en el fondo), el
recurso deberá ser patrocinado por abogado habilitado, que no sea procurador del número.
Es decir, debe contener la firma de abogado que no sea procurador del número.

- Si además de la casación en el fondo se deduce casación en la forma contra la misma


sentencia, ambos recursos deberán interponerse simultáneamente en un mismo escrito.
Es importante tener presente que, en virtud del art. 774 del CPC, interpuesto el recurso, no
puede hacerse en él variación de ningún género. Por consiguiente, aun cuando en el progreso del
recurso se descubra alguna nueva causa en que haya podido fundarse, la sentencia recaerá
únicamente sobre las alegadas en tiempo y forma. Esto es lo que en doctrina se denomina
inmutabilidad del recurso; lo cual es sin perjuicio de la casación de oficio.
7.2.8. EFECTOS DEL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO EN EL JUICIO
Al igual que la casación en la forma, la regla general es que el recurso de casación en el fondo
una vez que es admitido a tramitación, no suspende la ejecución de la sentencia recurrida. Pues así lo
afirma el art. 773 inc. I, al decir que el recurso de casación no suspende la ejecución de la sentencia,
salvo:
i. Cuando su cumplimiento haga imposible llevar a efecto la (sentencia) que se dicte si se
acoge el recurso, como sería si se tratare de una sentencia que declare la nulidad de un
matrimonio o permita el (matrimonio) de un menor (art. 773 inc. I).

ii. Cuando la parte vencida (recurrente) exija que no se lleve a efecto la sentencia mientras la
parte vencedora no rinda fianza de resultas a satisfacción del tribunal que la haya dictado
la sentencia recurrida y mientras esa fianza no se rinda (art. 773 inc. II). Sin embargo, este
último derecho no puede ser impetrado por la parte vencida, cuando el recurso de casación
en el fondo se interponga por el demandado contra una sentencia definitiva pronunciada en
el juicio ejecutivo, en los juicios posesorios, en los de desahucio y en el de los alimentos
(art. 773 inc. II parte final del CPC). Su tramitación, es la misma que se aplica al recurso
de casación, pues esta norma hace referencia a los dos recursos.
Art. 773 inc. III. El recurrente deberá ejercer este derecho conjuntamente con interponer el recurso
de casación y en solicitud separada que se agregará a la carpeta electrónica a que se refiere el artículo
29. El tribunal a quo se pronunciará de plano y en única instancia a su respecto y fijará el monto de
la caución antes de enviar la comunicación correspondiente al tribunal superior.

7.2.9. TRAMITACIÓN DEL RECURSO


Al igual que en la casación en la forma, en la tramitación del recurso de casación en el fondo
intervienen dos tribunales: el tribunal a quo y el tribunal ad quem.
a. Tramitación ante el tribunal a quo
La tramitación aquí, es la misma que realiza el tribunal a quo en el recurso de casación en la
forma, a saber:
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i. Examen de admisibilidad. De acuerdo al art. 778 inc. I del CPC presentado el recurso, el
tribunal examinará si ha sido interpuesto en tiempo y si ha sido patrocinado por abogado
habilitado. En el caso que el recurso se interpusiere ante un tribunal colegiado, el referido
examen se efectuará en cuenta. Agrega el art. 778 que si el recurso no cumple con los
requisitos establecidos en el inc. I del art. 776, el tribunal lo declarará inadmisible, sin más
trámite. Esta resolución es inapelable; con todo, de acuerdo al art. 778 inc. II del CPC, en
contra del fallo que se dicte, sólo podrá interponerse el recurso de reposición (por el
recurrente), el que deberá fundarse en error de hecho y deducirse en el plazo de tercero día.
La resolución que resuelva la reposición será inapelable.
Si cumple con los requisitos, se declara admisible el recurso (se concede), y como
consecuencia de ésta declaración, el tribunal a quo debe comunicar de ello al tribunal de
alzada y remitir los antecedentes en los términos señalados en el artículo 197 del CPC.
ii. Remisión de los antecedentes. De acuerdo al art. 776 inc. II del CPC, si el recurso reúne estos
requisitos, (el tribunal a quo) dará cumplimiento a lo establecido en el inciso primero del art.
197.

b. Tramitación ante el tribunal ad quem

i. Ingreso de los autos.


Como se dijo, concedido el recurso de casación en el fondo, el tribunal a quo debe remitir
electrónicamente copia del recurso y los antecedentes pertinentes al tribunal de alzada, en
conformidad a lo dispuesto en el artículo 776 inciso segundo en relación al artículo 197 del CPC.
Posteriormente, el tribunal deberá certificar la recepción de dichos antecedentes en la carpeta
electrónica y señalar la fecha de la misma (art. 200 del CPC).

ii. Examen de admisibilidad.


Conforme al art. 782 inc. I del CPC, elevado un proceso en casación de fondo, el tribunal
examinará en cuenta (sin esperar la comparecencia de las partes) si la sentencia objeto del recurso
es de aquéllas contra las cuales lo concede la ley y si éste reúne los requisitos que se establecen en
los incisos primeros de los arts. 772 (expresar en qué consiste el error de derecho de que adolece la
sentencia y señalar de qué modo ese error influye sustancialmente en lo dispositivo del fallo) y 776
(si el recurso se interpuso en tiempo y si ha sido patrocinado por abogado habilitado). Luego de este
examen previo, el tribunal ad quem puede llegar a dos conclusiones:
- Que encuentre mérito para considerar inadmisible el recurso de casación en la forma. En este
caso debe declarar el recurso sin lugar (de plano) por resolución fundada y ordenar que el
expediente sea devuelto al tribunal a quo. Pero excepcionalmente puede decretar autos en
relación, no obstante haber declarado la inadmisibilidad del recurso, cuando estime posible
una casación de oficio. La resolución por la que el tribunal de oficio declare la inadmisibilidad
del recurso, sólo puede ser objeto del recurso de reposición, el que debe ser fundado e
interponerse dentro de tercero día de notificada la resolución (art. 782 inc. final del CPC). El
profesor ALFARO recalca que en este caso la reposición no necesariamente debe estar fundada
en razones de hecho.
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Art. 782 inc. final. Es aplicable al recurso de casación en el fondo lo dispuesto en los incs. II, III y IV
del art. 781.Si el tribunal encuentra mérito para considerarlo inadmisible, lo declarará sin lugar desde
luego, por resolución fundada.

- Que encuentre mérito para considerado admisible, caso en el cual, el tribunal ad quem debe
declarar admisible el recurso, y se limitará a tramitar el correspondiente recurso de casación
en el fondo, ordenando traer los autos en relación. Esta resolución, como es natural, se dicta
sin necesidad de esperar la comparecencia de las partes.
Por último, de acuerdo al art. 782 inc. IV, en el mismo acto (en el examen en cuenta de
admisibilidad) el tribunal deberá pronunciarse sobre la petición que haya formulado el recurrente,
en cuanto a que el recurso sea visto por el pleno de la CS, de conformidad a lo establecido en el art.
780. La resolución que deniegue esta petición será susceptible del recurso de reposición que se
establece en el inciso final del art. 781; es decir, debe ser fundado (no necesariamente en error de
hecho) e interponerse dentro de tercero día de notificada la resolución. El fundamento de tal petición,
ha de ser el hecho de que la CS en fallos diversos ha sostenido distintas interpretaciones sobre la
materia de derecho objeto del recurso; logrando así, la uniformidad de los fallos de casación.
Art. 780. Interpuesto el recurso de casación en el fondo, cualquiera de las partes podrá solicitar, dentro del plazo
para hacerse parte en el tribunal ad quem, que el recurso sea conocido y resuelto por el pleno del tribunal. La
petición sólo podrá fundarse en el hecho que la Corte Suprema, en fallos diversos, ha sostenido distintas
interpretaciones sobre la materia de derecho objeto del recurso.

iii. Control de fundabilidad.


Una vez realizado el control de admisibilidad (control formal), una de las salas de la CS puede
rechazarlo de inmediato si, en opinión unánime de sus integrantes, adolece de manifiesta falta de
fundamento. Este es un control de fondo que realiza el tribunal, una vez que ha sido declarado
admisible el recurso. La resolución que rechace el recurso debe ser a lo menos “someramente
fundada” y es susceptible de recurso de reposición dentro de tercero día de notificada la resolución
(art. 782 inc. II y III del CPC). Por tanto, son dos los requisitos de esta resolución que rechaza el
recurso: debe ser a lo menos someramente fundada; y debe ser acordada de manera unánime
Art. 782 inc. II. La misma sala, aun cuando se reúnan los requisitos establecidos en el inciso precedente, podrá
rechazarlo de inmediato si, en opinión unánime de sus integrantes, adolece de manifiesta falta de fundamento.
Esta resolución deberá ser, a lo menos, someramente fundada y será susceptible del recurso de reposición que
establece el inciso final del artículo 781.

iv. Posibilidad de designar a un abogado para el recurso.


De acuerdo al art. 803 inc. I del CPC, el recurrente, hasta antes de la vista del recurso, podrá
designar un abogado para que lo defienda ante el tribunal ad quem, que podrá ser o no el mismo que
patrocinó el recurso. Como el tribunal ad quem es la CS, se debe comparecer por intermedio de
abogado habilitado o de procurador del número.
v. Posibilidad de presentar escritos.
De todo lo anterior, se desprende que la tramitación del recurso ante el tribunal ad quem es
muy simple, pues se reduce a la dictación del decreto “autos en relación”, previo el examen acerca de

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su admisibilidad. No es necesaria la presentación de ningún escrito, salvo el de carácter esencialmente


facultativo contemplado en el art. 783 inc. final CPC que dice que las partes podrán, hasta el momento
de verse el recurso, consignar en escrito firmado por un abogado, que no sea procurador del número,
las observaciones que estimen convenientes para el fallo del recurso. La utilidad de este escrito es
manifiesta, y en la práctica, puede llegar a sustituir a las alegaciones orales 467. Asimismo, de acuerdo
al art. 805 inc. II y III del CPC, cada parte puede presentar por escrito, y aun impreso, un informe en
derecho hasta el momento de la vista de la causa. No se podrán sacar los autos de secretaría para estos
informes468.
vi. Vista del recurso.
El conocimiento del recurso puede ser en sala especializada o en pleno (si se solicitó); y en
la vista de la causa se deben aplicar las reglas establecidas para las apelaciones, en consecuencia, una
vez notificadas las partes del decreto de autos en relación, la causa queda en estado de tabla y se verá
el recurso el día señalado en ella, previa la relación y los alegatos de los abogados de las partes si lo
creyeren conteniente. En todo caso, la duración de las alegaciones de cada abogado se limita a dos
horas en los recursos de casación en el fondo (en los demás asuntos que conozca la CS, las alegaciones
sólo pueden durar media hora) pudiendo el tribunal, sin embargo, por unanimidad, prorrogar por igual
tiempo de duración estas alegaciones (art. 783 del CPC).
De acuerdo al art. 805 inc. III del CPC, en la vista de la causa no se podrá hacer alegación
alguna extraña a las cuestiones que sean objeto del recurso, ni se permitirá la lectura de escritos o
piezas de los autos, salvo que el presidente lo autorice para esclarecer la cuestión debatida.
vii. Prueba.
El art. 807 inc. I del CPC señala que en el recurso de casación en el fondo no se pueden
admitir ni decretar de oficio para mejor proveer pruebas de ninguna clase que tiendan a establecer
o esclarecer los hechos controvertidos en el juicio en que haya recaído la sentencia recurrida.
Hay que recordar que esta disposición, unida al art. 785 del CPC (cuando la CS invalida una
resolución por casación en el fondo, dictará sentencia conforme al mérito de los hechos establecidos
en el fallo recurrido), constituye el fundamento de la limitación del recurso de casación en el fondo,
en lo que se refiere a los hechos del juicio. En consecuencia, si al tribunal de casación en el fondo le
está vedado conocer de los hechos del juicio, es lógico que no pueda admitir ni decretar de oficio
medidas probatorias tendientes a establecer o esclarecer estos hechos.

467
No hay obligación de preparar el recurso, porque el vicio se produce al momento mismo de la dictación de
la sentencia impugnada.
468
Los informes en derecho son opiniones vertidas por escrito por algún jurisconsulto sobre determinados
puntos legales que tienden, naturalmente, a una mejor ilustración del tribunal. Su valor probatorio es
esencialmente relativo y difieren de los informes en derecho presentados en el recurso de apelación, pues estos
últimos se decretan por el mismo tribunal y, en cambio, los que se presentan en la casación en el fondo son de
exclusiva iniciativa de las partes. El Relator es el funcionario encargado de cotejar con los procesos los informes
en derecho y anotar bajo su firma la conformidad o disconformidad que notaren entre el mérito de esto y los
hechos expuestos en aquéllos.
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viii. Fallo.
Una vez terminada la vista de la causa, conforme al art. 805 inc. final, el tribunal dictará
sentencia dentro de los cuarenta días siguientes a aquel en que haya terminado la vista.
7.2.10. TERMINACIÓN DEL RECURSO
Al igual que en la casación en la forma, hay una forma normal de terminación del recurso, y
formas anormales.
a. Terminación mediante sentencia de casación
La manera normal y corriente de poner término a un recurso de casación en el fondo, es
mediante la dictación del fallo denominado “sentencia de casación”, por cuanto no es posible
encasillarlo dentro de ninguna de las clasificaciones que hace el art. 158 del CPC de las resoluciones
judiciales. Lo dicta el tribunal ad quem dentro de 40 días contados desde el término de la vista de la
causa; y en su dictación es necesario respetar las reglas sobre los acuerdos de los tribunales
colegiados.
Ahora bien, el fallo de casación en el fondo puede acoger o rechazar el correspondiente
recurso que se ha interpuesto, es decir, puede ser estimatorio o desestimatorio. El tribunal ad quem,
para dictar sentencia en uno u otro sentido, tiene que analizar el contenido del escrito de interposición
del recurso en relación con los autos, y ver si concurren o no las siguientes tres circunstancias: si en
la sentencia recurrida se han cometido las infracciones legales que se le suponen; la manera en que
tales infracciones legales se han producido; y si dichas infracciones legales influyen sustancialmente
en lo dispositivo de la sentencia recurrida. Por lo tanto, la competencia del tribunal ad quem, está
limitada por el correspondiente escrito de interposición del recurso de casación en el fondo, pues
solamente puede considerar las infracciones legales que en dicho escrito se hayan hecho valer, aun
cuando en la tramitación del recurso aparecieren nuevas infracciones legales o se pretendiere hacer
valer nuevas causales o motivos para fundamentarlo; esto, sin perjuicio de la casación en el fondo de
oficio.
En definitiva, la sentencia de casación en el fondo puede ser de dos clases:
i. Sentencia de casación en el fondo que rechaza el recurso o fallo desestimatorio. En este caso
hay una sola sentencia, que es la que rechaza el recurso, la que implícitamente da validez al
fallo cuestionado (lo reconoce). Luego, se devuelven los autos al tribunal de origen (que
generalmente será la CA), quien le pondrá el correspondiente cúmplase; y éste, a su vez,
remitirá los autos al tribunal de primera instancia, a fin de que también le coloque el
cúmplase, y se hagan ante él las gestiones necesarias para la ejecución del fallo ya
ejecutoriado.
En la sentencia de casación se expondrán los motivos por las cuales se desestimó el recurso;
además, se debe condenar en costas al recurrente, respondiendo solidariamente los abogados
que firmaron el escrito y aceptaron el patrocinio, el procurador del número, si lo hubiere, y la
parte.
ii. Sentencia de casación en el fondo que acoge el recurso o fallo estimatorio. Si la sentencia de
casación anula la sentencia recurrida, es necesario dictar, además, una nueva sentencia que

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falle en definitiva el juicio, a la que se le da el nombre de “sentencia de reemplazo”. Por tanto,


en este caso la CS, en el mismo acto, debe dictar dos sentencias:

- La sentencia de casación. Esta sentencia invalida la sentencia recurrida, y al igual que en


la casación en la forma, no hay normas especiales sobre los requisitos de forma a los
cuales debe ajustarse; sin embargo, en la práctica se observa que constan de tres partes
fundamentales: una parte expositiva, considerativa y resolutiva. En la parte expositiva se
deja constancia de los antecedentes del recurso; en la considerativa se contienen los
razonamientos tendientes a demostrar si ha habido o no infracciones legales, la manera
como esas infracciones se han producido y en qué forma han influido en lo dispositivo
de la sentencia recurrida; y, por último, en la parte dispositiva se declara si el recurso es
o no acogido y, en consecuencia, si la sentencia recurrida es o no nula.

- La sentencia de reemplazo. Es aquella que resuelve el asunto controvertido aplicando


correctamente la ley, pero manteniendo las consideraciones de hecho que se contienen en
la sentencia recurrida, y cuya misión es ocupar el mismo lugar y función de la sentencia
recurrida que se acaba de anular. Al respecto, el art. 785 inc. I del CPC prescribe que
cuando la CS invalide una sentencia por casación en el fondo, dictará acto continuo y sin
nueva vista, pero separadamente, sobre la cuestión materia del juicio que haya sido objeto
del recurso, la sentencia que crea conforme a la ley y al mérito de los hechos tales como
se han dado por establecidos en el fallo recurrido, reproduciendo los fundamentos de
derecho de la resolución casada que no se refieran a los puntos que hayan sido materia
del recurso y la parte del fallo no afectado por éste469.

La naturaleza jurídica de esta resolución, es la misma que la de la sentencia anulada. En


efecto, si la misión de la sentencia de reemplazo es sustituir, quiere decir que participa
de la misma naturaleza procesal de la sentencia recurrida, o sea, puede ser una sentencia
definitiva inapelable o una sentencia interlocutoria inapelable que ponga término al juicio
o haga imposible su continuación. Asimismo, tendrá que ajustarse a los mismos requisitos
de forma de aquéllas.

En seguida, se deben devolver los autos al tribunal de alzada, quien pondrá el cúmplase
a la sentencia de reemplazo y, a su vez, los remitirá al tribunal de primera instancia para
su ejecución, también previa dictación y notificación del correspondiente cúmplase, si
ella es necesaria (el cúmplase es un decreto, y es la fórmula que se pone al pie de las esas
resoluciones).

b. Terminación anormal
El recurso de casación en el fondo puede terminar de manera anormal por el desistimiento.
Todo lo dicho sobre el desistimiento en el recurso de casación en la forma, se hace aplicable al de
fondo.

469
Como se puede apreciar, en la casación en el fondo no opera el reenvío del proceso, como sí ocurre en la
casación en la forma respecto de ciertas causales.
671
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El profesor FORTTES agrega a la terminación anormal, los casos de inadmisibilidad del


recurso, tanto por el tribunal a quo como el tribunal ad quem; y también el caso de rechazo del recurso
por manifiesta falta de fundamento (lo cual no opera en la casación en la forma).
7.2.11. INTERPOSICIÓN CONJUNTA DEL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA Y EN EL FONDO
Conforme al art. 808 del CPC, si contra una misma sentencia se interponen recursos de
casación en la forma y en el fondo, éstos se tramitarán y verán conjuntamente y se resolverán en un
mismo fallo; agrega el inc. II que si se acoge el recurso de forma, se tendrá como no interpuesto el
de fondo
Hay que tener presente que la casación en el fondo no puede interponerse en forma conjunta
con una apelación, pues éste se interpone en contra de sentencias “inapelables”.
7.2.12. CASACIÓN EN FONDO DE OFICIO
Del tenor literal del art. 785 inc. II del CPC, se puede decir que la casación en el fondo de
oficio es la facultad que la ley confiere a la CS para que de propia iniciativa invalide la sentencia
objeto del recurso, cuando haya rechazado el recurso de casación en el fondo por defectos en su
formalización o deducción, siempre que concurran las circunstancias que constituyen la causal del
recurso, es decir, si la sentencia se ha pronunciado con infracción de ley y esta infracción ha influido
sustancialmente en lo dispositivo del fallo.
La casación en el fondo de oficio demuestra que la observancia de las leyes no sólo interesa
a las partes litigantes, sino que además, a la sociedad en general.
Art. 785 inc. II. En los casos en que desechare el recurso de casación en el fondo por defectos en su
formalización, podrá invalidar de oficio la sentencia recurrida, si se hubiere dictado con infracción de ley y esta
infracción haya influido substancialmente en lo dispositivo de la sentencia. La Corte deberá hacer constar en el
fallo de casación esta circunstancia los motivos que la determinan, y dictará sentencia de reemplazo con arreglo
a lo que dispone el inciso precedente.

Desde el momento que la CS puede actuar de propia iniciativa, quiere decir que se está en
presencia de una manifiesta excepción al principio de la pasividad de los tribunales. Pero esta
intervención de oficio es, al mismo tiempo, esencialmente facultativa, pues la expresión “podrá”
usada por el legislador así lo confirma. Ahora, si el tribunal hace uso de la facultad señalada, deberá
dejar constancia de esto en la sentencia de casación y, posteriormente, deberá dictar la
correspondiente sentencia de reemplazo.
7.3. PARALELO ENTRE LA CASACIÓN EN LA FORMA Y LA CASACIÓN EN EL FONDO

7.3.1. DIFERENCIAS

i. En cuanto a su fundamento, la casación en la forma vela por la observancia de los trámites


esenciales del procedimiento y, en particular, de las leyes que regulan los requisitos formales
de las sentencias. La casación en el fondo, en cambio, vela por la correcta y uniforme
aplicación de las leyes, como forma de obtener una perfecta igualdad entre las personas.

ii. En cuanto al bien jurídico protegido, según el profesor ALFARO, en la casación en la forma
el bien jurídico protegido es el debido proceso legal, y por ello para la mayoría de los autores

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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

la casación en la forma es una manifestación directa de la nulidad procesal (es un medio


directo de impetrar la nulidad procesal). En cambio, en la casación en el fondo el bien jurídico
protegido es la nomofilaxia, es decir, que el derecho sea aplicado de la misma forma a casos
similares.

iii. En cuanto al tribunal que conoce del recurso, la casación en la forma es de competencia del
tribunal inmediatamente superior en grado jerárquico de aquel que dictó la sentencia
recurrida, el cual puede ser una CA, la CS o un Tribunal Arbitral de segunda instancia. La
casación en el fondo, en cambio, es de competencia exclusiva de la CS, quien, por regla
general, conoce en salas especializadas, salvo que el recurrente pida que el recurso lo conozca
y falle el pleno.

iv. En cuanto al plazo de interposición. En la casación en la forma la regla general es un plazo


de 15 días, y en ciertos casos puede ser el plazo de la apelación (cuando se deduzca en contra
de una sentencia de primera instancia). En la casación en el fondo, en cambio, el plazo es
siempre 15 días desde la notificación de la sentencia contra la cual que se recurre. Hay que
tener presente que en los juicios arbitrales el plazo será el que se convenga en el tribunal
arbitral

v. En cuanto a las sentencias susceptibles de tales recursos, la casación en la forma procede en


contra de las sentencias definitivas de única, primera o segunda instancia; en contra de las
sentencias interlocutorias de única, primera o segunda instancia, que ponen término al juicio
o hacen imposible su prosecución; y en contra de las sentencias interlocutorias pronunciadas
en la segunda instancia, cuando se dicten sin previo emplazamiento de la parte agraviada o
sin señalar día para la vista de la causa. La casación en el fondo, en cambio, procede en
contra de las sentencias definitivas o interlocutorias que ponen término al juicio o hacen
imposible su prosecución, inapelables, pronunciadas por CA o por Tribunales Arbitrales de
Derecho de segunda instancia, conociendo de negocios propios de la competencia de las CA.

vi. En cuanto a las causales de procedencia, la casación en la forma tiene lugar cuando se ha
incurrido en un vicio o defecto de procedimiento de aquellos señalados en el art. 768 del CPC
(causales taxativas). En cambio, la casación en el fondo procede contra sentencias
pronunciadas con infracción de ley siempre que esa infracción haya influido sustancialmente
en lo dispositivo del fallo (causal genérica).

vii. En cuanto a la preparación del recurso, la casación en la forma para que pueda ser admitida
necesita de preparación previa, es decir, es indispensable que el que lo entabla haya
reclamado de la falta (vicio), ejerciendo oportunamente y en todos sus grados los recursos
establecidos por la ley. La casación en el fondo, en cambio, no necesita de preparación.

viii. En relación al examen de admisibilidad, en la casación en el fondo la misma sala de la CS,


aun cuando el recurso reúna los requisitos de admisibilidad, puede rechazarlo de inmediato
si en opinión unánime de sus miembros, adolece de manifiesta falta de fundamento; esta
resolución debe ser someramente fundada y es susceptible de reposición fundada dentro de
tercero día. Este examen de fundamento no tiene lugar en la casación en la forma.

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ix. En cuanto a la prueba, en la casación en la forma se pueden probar los hechos que sirven de
fundamento a la causal invocada, para lo cual el tribunal abrirá un término probatorio que no
excederá de 30 días. En el recurso de casación en el fondo, en cambio, no se puede admitir
ni decretar de oficio para mejor resolver, pruebas de ninguna clase que tiendan a establecer o
esclarecer los hechos controvertidos en el juicio en que haya recaído la sentencia recurrida.

x. En cuanto a la duración de los alegatos, en la casación en la forma éstos se limitan a una hora
(en la CA o en la CS), en cambio, en la casación en el fondo el alegato se encuentra limitado
a los puntos de derecho que se hicieron valer en el recurso y la duración de él es de dos
horas. En ambos casos el tribunal, por unanimidad, puede prorrogar por igual tiempo la
duración de las alegaciones, pero si se tratare de una materia distinta de la casación.

xi. En relación al plazo para dictar el fallo, la sentencia de casación en la forma se debe dictar
por el tribunal dentro del plazo de 20 días contados desde aquel día en que terminó la vista.
La sentencia de casación en el fondo, en cambio, se debe dictar por la CS dentro del plazo de
40 días contados desde aquel día en que terminó la vista.

xii. En cuanto a la competencia para dictar la sentencia de reemplazo, en el recurso de casación


en la forma el tribunal ad quem sólo debe dictar sentencia de reemplazo si el vicio que
diere lugar a la invalidación de la sentencia fuere alguno de los contemplados en las causales
4 (ultra petita), 5 (omisión de los requisitos del art. 170), 6 (cosa juzgada) y 7 (decisiones
contradictorias) del art. 768; en los demás casos la sentencia de casación debe determinar el
estado en que queda el proceso, y el expediente será remitido para su conocimiento al tribunal
que no esté inhabilitado, para que siga tramitando el proceso desde el momento
inmediatamente anterior a aquel en que se cometió el vicio, y dicte una nueva sentencia que
resuelva el juicio. En la casación en el fondo, en cambio, nunca hay reenvío en caso de que
se acoja el recurso; pues la CS siempre debe dictar dos resoluciones: la que acoge el recurso
(fallo de casación) y la sentencia de reemplazo.

xiii. En cuanto a la extensión de sus efectos, si el recurso de casación en la forma es acogido, por
regla general, se invalida la sentencia recurrida y, además, excepcionalmente, todas aquellas
actuaciones posteriores al vicio en que se fundamentó dicho recurso. En cambio, si el recurso
de casación en el fondo es aceptado, solamente se invalida la sentencia recurrida.

7.3.2. SEMEJANZAS

i. Ambos recursos tienen por objeto invalidar sentencias. Uno está más enfocado a la nulidad
procesal (casación en la forma) y otro a la nulidad del juzgamiento.

ii. Ninguno de las dos constituye instancia.

iii. Ambos son de derecho estricto.

iv. Ambos se interponen ante el tribunal que dictó la resolución para ante el superior jerárquico.

v. En ambos procede reposición cuando se declara inadmisible el recurso.


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vi. En ambos procede la casación de oficio.

vii. A veces, en ambos casos, hay sentencia de reemplazo 470.

G. RECURSO DE QUEJA Y QUEJA DISCIPLINARIA

1. JURISDICCIÓN DISCIPLINARIA
Este tema se enmarca dentro de las facultades disciplinarias de los tribunales de justicia, esto
es, aquella facultad que tienen los tribunales de justicia para tomar medidas o aplicar sanciones, con
el objeto de que los debates judiciales se desenvuelvan con la debida compostura, o que los
funcionarios judiciales cumplan con las normas legales que regulan su conducta ministerial. Como se
puede apreciar, el objeto de esta facultad es conseguir el buen comportamiento de quienes componen
o integran los tribunales de justicia (jueces), de los auxiliares de la administración de justicia, de los
empleados subalternos dependientes de ambos, de los interesados y de las partes, y de todas las
personas que, encontrándose en la sala del despacho del juez, cometieren una falta o abuso.
La fuente normativa de esta facultad está en el art. 3º del COT, el cual dispone que los
tribunales tienen, además, las facultades conservadoras, “disciplinarias” y económicas que a cada uno
de ellos se asignan en los respectivos títulos de este Código; y en el art. 82 del CPR, el cual confiere
a la CS, la superintendencia directiva, correccional y económica de todos los tribunales de la Nación.
Se exceptúan de esta norma el Tribunal Constitucional, el Tribunal Calificador de Elecciones y los
Tribunales Electorales Regionales.
Ahora bien, las facultades disciplinarias pueden proceder de oficio o petición de parte.
Proceden de oficio cuando el tribunal, de propia iniciativa, conociendo de un proceso o de otros
antecedentes, observa que un funcionario, parte o interesado, ha incurrido en alguna falta o abuso que
debe ser sancionada disciplinariamente; esto se traduce en visitas inspectivas, y en el sistema de
calificación. Y opera a petición de parte, cuando el propio interesado solicita al tribunal la aplicación
de una medida disciplinaria por estimar que ha sido víctima de una falta o abuso por parte de un
determinado funcionario judicial; esto se traduce en la interposición de un recurso de queja o en una
queja disciplinaria, los cuales se analizarán a continuación.
2. RECURSO DE QUEJA

2.1. EVOLUCIÓN HISTÓRICA


El recurso de queja es una creación de la jurisprudencia chilena, que nació calladamente y se
expandió en cuanto a su aplicación, y en algún momento fue tan utilizado que el legislador lo redefinió
y como contrapartida simplificó el recurso de casación. En la práctica, si bien se concebía a este
recurso como un medio para hacer efectiva la responsabilidad disciplinaria de los jueces, esto mutó
en razón de que la falta o abuso se cometía en el juzgamiento, por lo que se comenzó a impugnar el
juzgamiento mismo (el fallo). Este fue el camino preferido por los abogados, ya que con ello el

470
El anteproyecto de CPC contempla un nuevo recurso en el proceso civil: el recurso de nulidad, como
superación de la actual casación en la forma y fondo. Se quiere producir una igualdad de términos jurídicos con
el actual proceso penal; es más, en el anteproyecto se eleva a la categoría de causa de procedencia de nulidad,
la infracción de garantías constitucionales.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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tribunal poseía amplias facultades para enmendar la resolución y se evitaba la formalidad del recurso
de casación. Así, este recurso se constituyó prácticamente en una tercera instancia (porque se entraba
al conocimiento del fondo del asunto, sin restricción), desvirtuando el carácter disciplinario del
mismo, y terminando por reemplazar a los medios tradicionales de impugnación de resoluciones
(virtualmente había sustituido al recurso de casación en el fondo).
Sin embargo, este proceder de la CS fue objeto de críticas, pues muchas veces cuando acogía
un recurso de queja e invalidaba la resolución, no sancionaba disciplinariamente al juez (porque su
sentido original cambió). Además, se criticaba la falta de audiencia de la parte contraria (la no
agraviada) garantía asegurada por el art. 19 N° 3 de la CPR (principio de bilateralidad de la audiencia);
asimismo, se criticaba la forma de conocimiento del recurso, donde al juez se le trataba como un
verdadero litigante, lo que atentaba contra la imparcialidad; también se recargó el trabajo de las
Cortes, ya que por esta vía la CS podía llegar a conocer de cualquier causa que se tramitara en primera
instancia.
Por todo lo anterior, se dictó la ley 19.374 del año 1995 que modificó el recurso y lo reguló
en tres artículos del COT, concretamente en los arts. 545, 548 y 549. Además de estas normas, se rige
por el Autoacordado dictado por la CS, sobre la Tramitación del Recurso de Queja; y por el art. 82
de la CPR471.
2.2. CONCEPTO
El art. 545 inc. I en su primera parte, establece que el recurso de queja tiene por exclusiva
finalidad corregir las faltas o abusos graves cometidos en la dictación de resoluciones de carácter
jurisdiccional. Atendiendo a esta disposición, se define al recurso de queja como aquel recurso
extraordinario que la ley concede a la parte agraviada con una falta o abuso grave cometido en la
dictación de una resolución judicial, con la exclusiva finalidad de corregirla.
Con la reforma del año 1995 se quiso acotar el campo de aplicación de este recurso, pero en
la práctica, esto trajo su virtual eliminación. Pues, hoy en día, no tiene por finalidad impugnar una
resolución judicial, sino que es un recurso netamente disciplinario, pues persigue la responsabilidad
disciplinaria de los jueces; sin perjuicio de que cuando se acoja el recurso, se invalide el fallo (es una
vía de impugnación de ciertas resoluciones judiciales de modo secundario o reflejo).
2.3. OBJETO
El recurso de queja tiene por exclusiva finalidad corregir las faltas o abusos graves cometidos
en la dictación de una resolución judicial. Se le llamó recurso, porque su objeto precisamente fue
invalidar o enmendar una determinada resolución judicial, además, de la aplicación de las medidas
disciplinarias que se puedan derivar. Pero hoy tiene por objeto primordial, corregir las faltas o abusos
graves cometidos en la dictación de una resolución.
Por tal razón, el que recurre de queja, generalmente, pide que se deje sin efecto la resolución
que estima abusiva y se la reemplace por otra o, en subsidio, que se la modifique. Al litigante
agraviado por una resolución abusiva le basta con que por medio del recurso de queja obtenga la

471
Atendida la consagración constitucional y legal orgánica del recurso de queja (COT), se encuentra
plenamente vigente respecto del nuevo proceso penal. Así lo ha señalado la CS y el Fiscal Nacional, el cual ha
señalado que no es impedimento para la procedencia del recurso de queja, la circunstancia de que el art. 387
inc. I del CPP disponga que la sentencia del recurso de nulidad no admite recurso alguno.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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revocación o modificación de ella, siendo las medidas disciplinarias de importancia secundaria para
él.
Hubo una época en que se discutió arduamente si este derecho ejercido por el litigante
agraviado por una resolución abusiva, era o no recurso; hoy esta discusión está totalmente superada,
porque el propio legislador en numerosos preceptos le da semejante denominación. Con todo,
actualmente no es propiamente un recurso de carácter jurisdiccional, sino un recurso disciplinario, un
recurso extraordinario que emana de la facultad disciplinaria de los Tribunales Superiores de Justicia
y que tiene por objeto solicitar la aplicación de una medida disciplinaria en contra de un determinado
juez y obtener la adopción de las medidas necesarias para reparar la falta o el abuso cometido.
2.4. CARACTERÍSTICAS

i. Es un recurso extraordinario, pues procede respecto de ciertas resoluciones judiciales, y por


casuales específicas.

ii. Se interpone directamente ante el tribunal superior jerárquico de aquél que hubiere dictado la
resolución, para que sea conocido y resuelto por sí mismo. Se interpone no en contra de una
resolución, sino en contra del juez o jueces que dictaron la resolución con grave falta o abuso,
con el objeto de que sea modificada, enmendada o dejada sin efecto, a fin de poner pronto término
al mal producido; sin perjuicio de la aplicación de las sanciones disciplinarias que fueren
procedentes respecto del juez o jueces recurridos.

iii. No constituye instancia, pues solamente se faculta al tribunal superior para examinar si se cometió
grave falta o abuso.

2.5. REQUISITOS DE PROCEDENCIA

i. Falta o abuso. El recurso de queja se debe fundar en una falta o abuso grave cometido en el
pronunciamiento de una resolución; a diferencia de los recursos procesales, que se basan en
los errores de forma o de fondo que aquélla puede contener. La jurisprudencia, basada en el
Diccionario de la RAE, ha dicho que la f a l t a es un acto u omisión que transgrede un deber
o prohibición ministerial; implica un no obrar, un no actuar estando obligado a hacerlo. Y el
a b u s o es el ejercicio ilegítimo de una facultad, es el mal uso de una facultad de una
autoridad por malicia o ignorancia. En consecuencia, toda decisión que no sea producto de
un comportamiento irreprochable, tendrá que ser impugnada mediante los recursos procesales
ordinarios que pueda franquear la legislación.
Como se puede apreciar, estos conceptos son genéricos; al respecto, la reforma del año 1995
solamente agregó el calificativo de “grave”, lo cual no fue un gran aporte. Por ende, su
determinación sigue siendo una labor jurisprudencial.
ii. Resolución recurrible. El art. 545 del COT en su inc. I señala que el recurso de queja tiene
por exclusiva finalidad corregir las faltas o abusos graves cometidos en la dictación de
resoluciones de carácter jurisdiccional. Sólo procederá cuando la falta o abuso se cometa
en sentencia interlocutoria que ponga fin al juicio o haga imposible su continuación o
definitiva, y que no sean susceptibles de recurso alguno, ordinario o extraordinario, sin
perjuicio de la atribución de la CS para actuar de oficio en ejercicio de sus facultades
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disciplinarias. Se exceptúan las sentencias definitivas de primera o única instancia dictadas


por árbitros arbitradores, en cuyo caso procederá el recurso de queja, además del recurso
de casación en la forma. De esta disposición, se puede decir que el recurso de queja procede
en contra de las resoluciones que cumplan los siguientes requisitos:

- La grave falta o abuso se tiene que haber cometido en la dictación de una sentencia
definitiva o interlocutoria que ponga fin al procedimiento o haga imposible su
continuación.

- Dichas sentencias no deben ser susceptibles de recurso alguno, ordinario o


extraordinario; sin perjuicio de la atribución de la CS para actuar de oficio en ejercicio
de sus facultades disciplinarias. Este fue el camino que optó el legislador para restringir
notablemente la interposición de este recurso.

- El requisito de que las resoluciones no deben ser susceptibles de recurso alguno, no se


aplica a las sentencias definitivas de primera o de única instancia dictadas por árbitros
arbitradores, pues en este caso procede el recurso de queja, además del recurso de
casación en la forma. Entonces, por excepción, el recurso de queja es compatible con el
recurso de casación en la forma, respecto de sentencias definitivas de árbitros
arbitradores, lo que no ocurre respecto de los árbitros de derecho ni árbitros mixtos, toda
vez que, respecto de estos últimos, el recurso de queja sólo procede cuando la falta o
abuso se cometa en una sentencia definitiva o interlocutoria que ponga fin al juicio o
haga imposible su continuación, y que no sean susceptibles de recurso alguno, ordinario
o extraordinario, lo cual constituye la regla general 472.
Ahora bien, si se plantean conjuntamente el recurso de queja y el recurso de casación en
la forma, el art. 66 inc. III del COT señala que en caso que, además de haberse
interpuesto recursos jurisdiccionales, se haya deducido recurso de queja, éste se
acumulará a los recursos jurisdiccionales, y deberá resolverse conjuntamente con ellos.

iii. Plazo para su interposición. De conformidad con el art. 548 inc. I del COT, el agraviado
deberá interponer el recurso en el plazo fatal de cinco días hábiles, contado desde la fecha
en que se le notifique la resolución que motiva el recurso. Este plazo se aumentará según la
tabla de emplazamiento a que se refiere el art. 259 del CPC cuando el tribunal que haya
pronunciado la resolución tenga su asiento en una comuna o agrupación de comunas diversa
de aquélla en que lo tenga el tribunal de deba conocer el recurso. Con todo, el plazo total
para interponer el recurso no podrá exceder de quince días hábiles, contado desde igual
fecha.

472
Se estableció como fundamento de esta excepción, la circunstancia de que contra las sentencias dictadas por
árbitros arbitradores, si bien es cierto que procede el recurso de casación en la forma, no cabe el recurso de
casación en el fondo, por lo que parece indispensable que proceda el recurso de queja, toda vez que es el único
medio de que dispondrán las partes en caso de que el árbitro arbitrador falle en forma aberrante, sin respetar
principios básicos de equidad. Es más, el recurso de queja constituye la principal vía de impugnabilidad de las
sentencias dictadas por árbitros arbitradores, atendido que normalmente las partes no designan tribunales
arbitrales de segunda instancia con competencia para conocer de un recurso de apelación. Pero es importante
tener en cuenta que el recurso de queja únicamente prosperará en el evento de que el arbitrador hubiere incurrido
en falta o abuso grave al dictar una resolución, y no procederá por una simple divergencia o discrepancia en la
interpretación de la ley, como ocurría con anterioridad a la reforma legal.
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2.6. INTERPOSICIÓN DEL RECURSO

i. Partes del recurso. El legitimado activo es la parte agraviada con la resolución dictada con
falta o abuso grave; y el legitimado pasivo es el juez que dictó la resolución con falta o abuso
grave. Ahora bien, de acuerdo al art. 548 inc. II del COT, el recurso lo podrá interponer la
parte personalmente, o su mandatario judicial, o su abogado patrocinante, o un procurador
del número, y deberá ser expresamente patrocinado por abogado habilitado para el ejercicio
de la profesión.

ii. Tribunal competente. El recurso de queja debe interponerse por escrito directamente ante el
tribunal superior jerárquico del juez que dictó la resolución con falta o abuso. Por tanto, se
interpone ante y para ante un mismo tribunal. Ahora, para determinar cuál es el tribunal
llamado a conocer del recurso de queja, es necesario establecer previamente qué juez o
tribunal dictó la resolución abusiva, así:

- Conforme al art. 63 Nº 2 letra B del COT, las CA conocerán: 2) en única instancia: b) De


los recursos de queja que se deduzcan en contra de jueces de letras, jueces de policía
local, jueces árbitros y órganos que ejerzan jurisdicción (aquí se incluye a los
funcionarios administrativos que ejercen funciones jurisdiccionales, tales como el
Director del SII y del servicio Nacional de Aduanas) dentro de su territorio jurisdiccional.
La razón de que conozca en única instancia, de acuerdo con la historia de la ley, es no
recargar el trabajo de la CS y de reafirmar su carácter básico de tribunal de casación.

- Las salas de la CS conoce en única instancia de los recursos de queja, pero la aplicación
de medidas disciplinarias es de competencia del Tribunal Pleno. CASARINO dice que, en
general, aquí se sigue el mismo orden jerárquico con que se encuentran establecidos los
tribunales, es decir, el CS conoce de las quejas interpuestas en contra de la CA, y de las
quejas interpuestas en contra de los tribunales especiales; pero no hay inconveniente para
que se deduzca un recurso de queja ante la CS en contra de cualquier tribunal, pues de
acuerdo el art. 545 inc. I del COT faculta la CS para actuar de oficio en ejercicio de sus
facultades disciplinarias, y por ella tiene la jurisdicción correccional, disciplinaria y
económica sobre todos los tribunales de la nación

iii. Requisitos del escrito de interposición. De acuerdo al art. 548 inc. III del COT, en el escrito
se indicarán nominativamente los jueces o funcionarios recurridos, se individualizará el
proceso en el cual se dictó la resolución que motiva el recurso; se transcribirá ésta o se
acompañará copia de ella, si se trata de sentencia definitiva o interlocutoria; se consignarán
el día de su dictación, la foja en que rola en el expediente y la fecha de su notificación al
recurrente; y "se señalarán clara y específicamente las faltas o abusos que se imputan a los
jueces" o funcionarios recurridos; agrega el inc. IV que asimismo, se deberá acompañar un
certificado, emitido por el secretario del tribunal, en el que conste el número de rol del
expediente y su carátula; el nombre de los jueces que dictaron la resolución que motiva el
recurso; la fecha de su dictación y la de su notificación al recurrente, y el nombre del
mandatario judicial y del abogado patrocinante de cada parte. El secretario del tribunal
deberá extender este certificado sin necesidad de decreto judicial y a sola petición, verbal o

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escrita, del interesado. A todo esto, hay que sumar que el escrito debe ser expresamente
patrocinado por abogado habilitado para el ejercicio de la profesión.

2.7. EFECTOS DEL RECURSO DE QUEJA EN EL JUICIO


Esto dice relación con la suerte que corre la resolución que motiva el recurso de queja en
cuanto a su ejecución o cumplimiento, mientras dicho recurso está pendiente. Al respecto, cabe decir
que la sola interposición del recurso no suspende el cumplimiento de la resolución que se haya
pronunciado con falta o abuso; no obstante, el recurrente podrá solicitar orden de no innovar en
cualquier estado del recurso. Formulada esta petición, el Presidente del Tribunal designará la Sala
que deba decidir sobre este punto y a esta misma le corresponderá dictar el fallo sobre el fondo del
recurso (art. 548 inciso final del COT). Por lo tanto, si se acoge la orden de no innovar, el tribunal
que dictó la resolución objetada debe abstenerse de inmediato de continuar tramitando la causa y, en
especial, de hacerla cumplir.
Las características que presenta esta orden de no innovar, son:
i. Sólo puede ser impartida a petición de parte y no de oficio por el tribunal.

ii. Esta petición de orden de no innovar se formula generalmente en un “otro sí” del escrito en
que se interpone el recurso de queja.

iii. Se puede solicitar por el recurrente al momento de interponer el recurso o durante la


tramitación del mismo.

iv. El presidente del tribunal colegiado debe designar la sala que debe pronunciarse acerca de la
orden de no innovar, la cual verá el asunto en cuenta. Para pronunciarse sobre ella, el tribunal
tendrá que hacer un estudio, aunque somero, de los antecedentes del negocio judicial de que
se trate, para apreciar si la mencionada orden de no innovar se justifica o no.

v. La solicitud de orden de no innovar produce la radicación del recurso de queja para su vista
y fallo ante la sala que se hubiera pronunciado de ella.

vi. Puede ser concedida en términos generales o específicos. Si nada se dice, deberá entenderse
que la orden de no innovar es concedida en términos generales, es decir, sin limitación alguna,
produciendo la paralización del procedimiento.

vii. Concedida la orden de no innovar ella es comunicada al tribunal inferior que hubiere dictado
la resolución para que se abstenga de ejecutar el fallo; esto, en la práctica, se hace
telefónicamente, sin perjuicio de remitirle después un oficio.

viii. La parte que solicita la orden de no innovar, debe soportar la carga de hacer avanzar el
procedimiento para la resolución del recurso, puesto que su inactividad por más de 15 días
hábiles importa el desistimiento de éste. La Corte, en este caso, declarará desistido de oficio
o petición de parte el recurso, y se dejará sin efecto la mencionada orden (Nº 8 del
autoacordado).

680
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2.8. TRAMITACIÓN
La tramitación del recurso de queja se encuentra regulada en forma detallada por el art. 549 del COT,
el cual dispone que el recurso de queja se tramitará de acuerdo a las siguientes normas:
i. Examen de admisibilidad.
Interpuesto el recurso, la sala de cuenta del respectivo tribunal colegiado deberá comprobar
que éste cumple con los requisitos que establece el artículo precedente y, en especial, si la resolución
que motiva su interposición es o no susceptible de otro recurso. De no cumplir con los requisitos
señalados o ser la resolución susceptible de otro recurso, lo declarará inadmisible, sin más trámite.
Contra esta resolución sólo procederá el recurso de reposición fundado en error de hecho. No
obstante, si no se ha acompañado el certificado (del secretario) a que se refiere el inc. IV del artículo
anterior, por causa justificada, el tribunal dará un nuevo plazo fatal e improrrogable para ello, el cual
no podrá exceder de seis días hábiles (art. 549 letra A).
ii. Informe del juez recurrido.
Admitido a tramitación el recurso, se pedirá de inmediato informe al juez o jueces recurridos,
el cual sólo podrá recaer sobre los hechos que, según el recurrente constituyen las faltas o abusos que
se les imputan.
El tribunal recurrido deberá dejar constancia en el proceso del hecho de haber recibido la
aludida solicitud de informe y disponer la notificación de aquélla a las partes, por el estado diario.
El informe deberá ser evacuado dentro de los ocho días hábiles siguientes a la fecha de
recepción del oficio respectivo (art. 549 letra B). Así, la primera resolución que debe dictarse en
cuenta por el Presidente del tribunal colegiado, será la solicitud de “informe al juez recurrido”.
iii. Vista del recurso.
Vencido el plazo anterior, se haya o no recibido el informe, se procederá a la vista del recurso,
para lo cual se agregará preferentemente a la tabla. No procederá la suspensión de su vista y el tribunal
sólo podrá decretar medidas para mejor resolver una vez terminada ésta (art. 549 inc. letra C). Por lo
tanto, el recurso de queja siempre debe conocerse previa vista de la causa. En la CA debe realizarse
el sorteo de la sala que lo conocerá y fallará, salvo el caso en que se hubiera producido la radicación
en virtud de la orden de no innovar; en la CS, en cambio, el conocimiento y fallo del recurso
corresponde a la sala especializada de conformidad a la materia que incida en el recurso.
iv. Fallo del recurso de queja.
La sentencia que se pronuncia resolviendo el recurso de queja, puede acogerlo o bien
rechazarlo. Otra forma de terminación del recurso, tiene lugar con el desistimiento de la parte
recurrente.

- Acoge. De acuerdo al art. 545 inc. II del COT, el fallo que acoge el recurso de queja contendrá
las consideraciones precisas que demuestren la falta o abuso así como los errores u omisiones
manifiestos y graves que los constituyan y que existan en la resolución que motiva el
recurso, y determinará las medidas conducentes a remediar tal falta o abuso (estas medidas
se traducen en la invalidación o anulación de la resolución que motivó el recurso de queja, y
la dictación de una nueva en su reemplazo; o, simplemente, en su modificación). En ningún
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caso podrá modificar, enmendar o invalidar resoluciones judiciales respecto de las cuales la
ley contempla recursos jurisdiccionales ordinarios o extraordinarios, salvo que se trate de un
recurso de queja interpuesto contra sentencia definitiva de primera o única instancia dictada
por árbitros arbitradores. Y finaliza el inc. III diciendo que en caso que un tribunal superior
de justicia, haciendo uso de sus facultades disciplinarias, invalide una resolución
jurisdiccional, “deberá” aplicar la o las medidas disciplinarias que estime pertinentes (antes
no era un deber aplicarlas). En tal caso, la sala dispondrá que se dé cuenta al tribunal pleno
de los antecedentes para los efectos de aplicar las medidas disciplinarias que procedan,
atendida la naturaleza de las faltas o abusos, la que no podrá ser inferior a amonestación
privada.
En conclusión, la invalidación de la sentencia objeto del recurso acogido y el castigo de la
falta o abuso grave cometidos al dictarse la resolución anulada, no corresponden a potestades
diversas, sino a una misma y única atribución. Porque la sanción disciplinaria, en los términos
de la ley, es consecuencia inmediata y necesaria del pronunciamiento recaído en el recurso
de queja, lo que es congruente con la naturaleza restringida y finalidad exclusiva de este
recurso, cuyo único objeto es precisamente corregir faltas o abusos cometidos en la dictación
de resoluciones judiciales.

- rechaza. En caso de no existir falta o abuso, el tribunal se limitará a rechazar el recurso de


queja y, a contrario sensu del art. 548 inc. II, no necesita contener consideración alguna en
especial, limitándose a expresar que no existe la falta o abuso que se le imputa al magistrado
que pronunció la resolución objeto del recurso.

v. Recurso en contra del fallo del recurso de queja.


El art. 551 inc. del COT señala que las resoluciones que pronuncien los tribunales
unipersonales y colegiados en el ejercicio de sus facultades disciplinarias, sólo serán susceptibles de
recurso de apelación (conforme a las reglas generales). Por consiguiente, aquellas que resuelvan
recursos de queja, sea en primera o en segunda instancia, no son susceptibles del recurso de reposición
o de reconsideración, cualquiera sea la jerarquía del tribunal que las dicte. Esta disposición que
autoriza la apelación, incluida por la ley 18.882 del año 1989, debe entenderse tácitamente derogada
por la ley 19.374 del año 1995, que modificó el art. 63 del COT, el cual dispone que las CA conocen
en "única instancia" de los recursos de queja; más aún, el art. 97 del COT dispone que las sentencias
que dicte la CS al fallar recursos de casación de fondo, de forma, "de queja", de protección, de amparo
y de revisión "no son susceptibles de recurso alguno", salvo el de aclaración, rectificación o enmienda
que establece el art. 182 CPC.
3. QUEJA DISCIPLINARIA O QUEJA PROPIAMENTE TAL

3.1. CONCEPTO
Otra vertiente de la jurisdicción disciplinaria se constituye por la queja disciplinaria,
reglamentada por el autoacordado del Recurso de Queja de 1972, y por el COT. Según el Nº 14 del
autoacordado, la queja propiamente tal es aquella que se refiere a la conducta ministerial o a las
actuaciones de los jueces y demás funcionarios que están sujetos a la jurisdicción disciplinaria de las
Cortes y que no se fundan en faltas o abusos graves que se hayan cometido en el pronunciamiento de
una resolución o en otra actuación determinada. Tiene lugar, por ejemplo, cuando el juez se niega

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reiteradamente a dar audiencia a un abogado; cuando el juez no concurre nunca; cuando se suspende
un comparendo por retraso del juez; cuando el juez trata mal al abogado delante de su cliente, etc.
A su vez, el art. 547 del COT señala que las CA tendrán diariamente una audiencia pública
para oír las quejas verbales que alguien quiera interponer contra los subalternos dependientes de ellas.
Si bien la ley señala que se trata de una queja verbal, en la práctica requiere presentarse por escrito.
Así, las quejas disciplinarias son reclamaciones verbales o escritas que se formulan en contra de
funcionarios judiciales (jueces o funcionarios auxiliares de la administración de justicia), en razón de
las faltas o abusos que éstos cometen en el ejercicio de sus funciones, siempre y cuando esa falta o
abuso no se manifieste en la dictación de una resolución judicial.
3.2. OBJETO
Lo que se persigue es única y exclusivamente la aplicación de una medida disciplinaria; pues
la queja disciplinaria no es un recurso, no tiene por objeto que se enmiende o invalide una resolución
judicial.
La queja disciplinaria se entiende que se aplica respecto de faltas o abusos que no sean delitos,
pues en dicho caso, hay que denunciar el hecho o querellarse.
3.3. CAUSALES
El art. 544 del COT contiene una enumeración ejemplar de situaciones que hacen procedente
la queja. Esta norma se complementa con el art. 536 del mismo Código.
Art. 544. Las facultades disciplinarias que corresponden a la CS o a las CA, deberán especialmente ejercitarse
respecto de los funcionarios del orden judicial que se encuentren en los casos que siguen:
1. Cuando faltaren de palabra, por escrito o de obra a sus superiores en el orden jerárquico;
2. Cuando faltaren gravemente a las consideraciones debidas a otros funcionarios o empleados o a cualquiera
persona que solicite el ejercicio de su autoridad o asista por cualquier otro motivo a los estrados;
3. Cuando se ausentaren sin licencia del lugar de sus funciones, o no concurrieren a ellas en las horas señaladas,
o cuando en cualquier forma fueren negligentes en el cumplimiento de sus deberes;
4. Cuando por irregularidad de su conducta moral o por vicios que les hicieren desmerecer en el concepto
público comprometieren el decoro de su ministerio;
5. Cuando por gastos superiores a su fortuna, contrajeren deudas que dieren lugar a que se entablen contra ellos
demandas ejecutivas;
6. Cuando recomendaren a jueces o tribunales negocios pendientes en juicios contradictorios o causas
criminales;
7. Cuando los nombramientos que dependieren de los jueces de letras para cargos de síndicos, depositarios,
peritos u otros análogos, recayeren generalmente sobre las mismas personas o pareciere manifiestamente que
no se consulta en ellos el interés de las partes y la recta administración de justicia, y
8. Cuando infringieren las prohibiciones que les impongan las leyes.

Art. 536. En virtud de la atribución de que habla el artículo anterior, las CA oirán y despacharán sumariamente
y sin forma de juicio las quejas que las partes agraviadas interpusieren contra los jueces de letras por
cualesquiera falta y abusos que cometieren en el ejercicio de sus funciones; y dictarán, con previa audiencia del
juez respectivo, las medidas convenientes para poner pronto remedio al mal que motiva la queja.

3.4. FUNCIONARIOS SUSCEPTIBLES DE QUEJA

i. Jueces de letras. El art. 536 del COT dispone que en virtud de la atribución de que habla el
artículo anterior (las CA deben ejercer la jurisdicción disciplinaria y mantener la disciplina
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judicial en todo el territorio de su respectiva jurisdicción, velando inmediatamente por la


conducta ministerial de sus miembros y la de los jueces subalternos), las CA oirán y
despacharán sumariamente y sin forma de juicio las quejas que las partes agraviadas
interpusieren contra los jueces de letras por cualesquiera falta y abusos que cometieren en el
ejercicio de sus funciones (siempre que no se cometa en la dictación de una sentencia); y
dictarán, con previa audiencia del juez respectivo, las medidas convenientes para poner
pronto remedio al mal que motiva la queja.

ii. Ministros de CA. De acuerdo al art. 535 inc. final del COT, es aplicable lo dispuesto en el
art. 537 (medidas disciplinarias) a las faltas o abusos que los ministros de las CA cometan en
el ejercicio de sus funciones. Ahora, quien conoce de estas faltas o abusos es la CS, pues de
acuerdo al art. 540 COT, corresponde a la CS, en virtud del art. 82 de la CPR, ejercer la
jurisdicción correccional, disciplinaria y económica sobre todos los tribunales de la Nación.
Agrega el inc. II que puede amonestar a las CA o censurar su conducta, cuando alguno de
estos tribunales ejerciere de un modo abusivo las facultades discrecionales que la ley les
confiere, o cuando faltare a cualquiera de los deberes anexos a su ministerio; sin perjuicio
de formar el correspondiente proceso al tribunal o ministros delincuentes, si la naturaleza del
caso así lo exigiere.

iii. Ministros de la CS. Según el art. 541 inc. I del COT, la CS tiene respecto de sus miembros
(ministros) y de su fiscal judicial las facultades que corresponden a las CA por los arts. 535
(mantener la disciplina judicial en todo el territorio de su respectiva jurisdicción, velando
inmediatamente la conducta ministerial de sus miembros y la de los jueces subalternos) y
539, inc. I (vigilar la conducta funcionaria de los Fiscales judiciales y corregirlos
disciplinariamente).

iv. Auxiliares de la administración de justicia. La conducta ministerial de los relatores,


secretarios, notarios, conservadores, archiveros, procuradores, receptores y empleados de
secretaría está bajo la vigilancia de las CA, quienes pueden imponer a dichos funcionarios,
procediendo de plano, las penas correccionales que se verán a continuación.

v. Abogados litigantes. Las faltas en que incurran los abogados, serán castigas por el tribunal
ante quien litigan. Además, los jueces pueden reprimir y castigar las faltas de respeto que se
cometan en los escritos que ante ella se presenten.

3.5. MEDIDAS DISCIPLINARIAS


Estas medidas están contempladas en los arts. 530 y 542 del COT.
Art. 530. Los jueces de letras están autorizados para reprimir o castigar los abusos que se cometieren dentro de
la sala de su despacho y mientras ejercen sus funciones de tales, con alguno de los medios siguientes:
1. Amonestación verbal e inmediata;
2. Multa que no exceda de cuatro unidades tributarias mensuales, y
3. Arresto que no exceda de cuatro días.
Deberán emplear estos medios en el orden expresado y sólo podrán hacer uso del último en caso de ineficacia
o insuficiencia de los primeros.

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Art. 542. Para la represión y castigo de las faltas que se cometieren ante la CS y ante las CA, mientras ejercen
sus funciones, estos tribunales podrán emplear alguno de los medios siguientes:
1. Amonestación privada;
2. Censura por escrito;
3. Multa de 1 a 15 días de sueldo o multa no inferior a dos ni superior a diez unidades tributarias mensuales, y
4. Arresto que no exceda de ocho días.
Este arresto será siempre conmutable en multa, en proporción de media unidad tributaria mensual por cada día.
Estos tribunales tendrán, también, las facultades que el artículo 531 otorga a los jueces de letras, para la
represión o castigo de las faltas de respeto que se cometieren en los escritos que se les presentaren.

3.6. TRAMITACIÓN
Esta queja, además de las normas que consagra el COT, se rige por el autoacordado de la CS
para la Tramitación de los Recursos de Queja del año 1972.
i. Interposición. Hay que recordar que la queja puede ser verbal o escrita. Cuando la
interposición sea verbal, de acuerdo al art. 547 del COT, las CA tendrán diariamente una
audiencia pública para oír las quejas verbales que alguien quiera interponer contra los
subalternos dependientes de ellas; y cuando la queja sea escrita, el N° 15 del autoacordado
regula el contenido de ésta, cual es: indicar el o los miembros del tribunal o funcionarios
recurridos; expresar con la mayor precisión los hechos a que se refieren la conducta
ministerial de aquéllos o actuación funcionaria de éstos. Una vez ingresada la queja al
tribunal respectivo (si es escrita), el secretario debe dejar constancia de esto y debe
ingresarla al registro electrónico respectivo.

ii. Plazo de interposición. El plazo de interposición es de 60 días contados desde que


ocurrieron los hechos que la motivaron, transcurrido el cual, no se le dará curso; sin
perjuicio de la facultad del tribunal de proceder de oficio (Nº 15 del autoacordado).

iii. Control de fondo previo. El N° 19 del autoacordado atribuye al Presidente de la Corte la


posibilidad de declarar inadmisible de plano la queja que no aparece revestida de
fundamento plausible, en resolución fundada, sin necesidad de pedir informe. Si esto ocurre,
se debe dar cuenta a la sala tramitadora de esta circunstancia, y la sala tramitadora puede
desestimarla de plano, o solicitar un informe al funcionario recurrido. El funcionario tiene
un plazo de ocho días para informar, y con o sin el informe, el Tribunal Pleno deberá decidir.

iv. Fallo. Si el pleno estima que ha lugar a la queja, el N° 16 del autoacordado establece el
contenido del fallo, según el cual, los fallos que acojan las referidas quejas deben contener:
los fundamentos demostrativos de las faltas, abusos, incorrecciones o actuaciones
indebidas; la sanción disciplinaria, si se estima procedente; y las medidas necesarias para
remediar el mal causado.

v. Recursos. De acuerdo a la primera parte del art. 551 inc. I del COT, las resoluciones que
pronuncien los tribunales unipersonales y colegiados en el ejercicio de sus facultades
disciplinarias, sólo serán susceptibles de recurso de apelación (salvo el recurso de queja).
Agrega el inc. II que conocerá de la apelación el tribunal a quien corresponda el
conocimiento del recurso de casación contra las sentencias del tribunal que haya
pronunciado la resolución recurrida; y el inc. III dispone que el tribunal superior resolverá

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la apelación de plano, sin otra formalidad que esperar la comparecencia del recurrente y si
se trata de un tribunal colegiado, en cuenta, salvo que estime conveniente traer los autos en
relación.

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NULIDAD PROCESAL
A. NULIDAD PROCESAL COMO SANCIÓN DE LOS ACTOS PROCESALES IRREGULARES
Se ha dicho que el juicio consta de diversos actos procesales desarrollados en un orden
armónico y preestablecido en la ley, y que acto procesal es aquella declaración de voluntad de las
partes, de los agentes de la justicia o de un tercero ligado al proceso, que produce efectos jurídicos en
el proceso.
Pues bien, el elemento más simple del juicio es el acto procesal aislado (por ejemplo, la
notificación de la demanda, la declaración de un testigo, la sentencia, etc.), pero estos actos procesales
no se llevan a efecto de conformidad al mero capricho de las partes o del juez, por el contrario, su
ejecución se ajusta a claros requisitos o condiciones de orden legal, los que a veces son generales para
toda clase de actos procesales (requisitos de existencia y validez), y otras veces especiales para una
determinada clase de ellos (los requisitos de las actuaciones judiciales).
El acto jurídico procesal que se ajusta a todos sus requisitos contemplados por el
ordenamiento jurídico es eficaz y, por ende, producirá las consecuencias jurídicas pretendidas en su
realización. Por el contrario, el acto jurídico procesal que no cumple con los requisitos es ineficaz o
inoperante y, por tanto, no generará sus efectos propios o dejará de producirlos ¿Qué sanción tienen
estos actos procesales ejecutados con omisión de sus requisitos? Algunos autores dicen que es posible
apreciar diferentes sanciones de ineficacia procesal, a saber:
i. Inexistencia procesal. Esta sanción opera por la omisión de los requisitos de existencia del
acto, por ejemplo, la falta de jurisdicción del órgano. Como es inexistencia, no debe ser
declarada sino que sólo constatada; tampoco se puede sanear o validar; y la vía normal para
atacar y corregir esta ineficacia, son los recursos procesales y, excepcionalmente, debe
lograrse a través del ejercicio de una excepción.

ii. Nulidad procesal. La nulidad procesal es una sanción de ineficacia en virtud de la cual se
priva a un acto o actuación del proceso, o incluso a todo el proceso (en ciertos casos), de los
efectos normales establecidos en la ley, en los casos en que en su verificación no se han
observado los requisitos de validez del acto. O dicho de otro modo, la nulidad procesal
constituye una sanción de ineficacia respecto de actos procesales que se han ejecutado con
omisión de las formalidades que establece la ley.

iii. Preclusión. El profesor FORTTES señala que la preclusión es la sanción legal de ineficacia
que consiste en la pérdida o extinción del derecho en los casos en que no se ha ejercido éste
oportunamente.

iv. Inoponibilidad procesal. Consiste en la ineficacia de una sentencia respecto de personas no


vinculadas con la relación procesal. La inoponibilidad está muy vinculada con los efectos de
las sentencias, pues éstos sólo afectan a las personas que hayan litigado en el proceso; y se
puede hacer valer como acción o excepción, aunque lo lógico y natural es como excepción,
pues el tercero que desea defenderse y rechazar los efectos de un acto que se le pretende
imponer tiene el camino de la excepción procesal.

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B. FUNDAMENTOS DE LA NULIDAD PROCESAL


El fundamento de la nulidad procesal, es proteger el ordenamiento jurídico, la regularidad de
los actos y, por ende, la seguridad jurídica. Desde el punto de vista constitucional protegería a la
garantía del debido proceso.
En cuanto a sus fundamentos legales, en nuestro CPC el tema de la nulidad procesal no está
regulado de manera orgánica (como sí ocurre en materia civil y procesal penal), pero no se puede
desconocer que esta sanción fluye, de manera natural, de diversos preceptos contenidos en el CPC, a
saber:
i. El art. 61 inc. final del CPC, a propósito de las actuaciones judiciales, señala que la
autorización del funcionario a quien corresponda dar fe o certificado del acto es esencial para
la validez de la actuación.

ii. El art. 55 inc. II del CPC, a propósito de la notificación ficta, dispone que la parte que solicitó
la nulidad de una notificación, por el solo ministerio de la ley, se tendrá por notificada de la
resolución cuya notificación fue declarada nula, desde que se le notifique la sentencia que
declara tal nulidad.

iii. El art. 768 N° 9 del CPC, a propósito del recurso de casación en la forma por haberse faltado
a algún trámite o diligencia declarados esenciales por la ley o a cualquier otro requisito por
cuyo defecto las leyes prevengan expresamente que hay nulidad.

iv. El art. 79 inc. I del CPC, el cual dispone que podrá un litigante pedir la rescisión (nulidad) de
lo que se haya obrado en el juicio en rebeldía suya, ofreciendo probar que ha estado impedido
por fuerza mayor.

v. El art. 80 del CPC, el cual alude a la nulidad de todo el juicio, por falta de emplazamiento

vi. El art. 84 del CPC, a propósito de los vicios que anulan el proceso.

vii. El art. 83 del CPC, el cual, como se verá, recoge los principios o características de la nulidad
procesal.

viii. Y algunos señalan que el art. 10 del CC (los actos que prohíbe la ley son nulos y de ningún
valor; salvo en cuanto designe expresamente otro efecto que el de nulidad para el caso de
contravención) y 1681 inc. I del CC (es nulo todo acto o contrato a que falta alguno de los
requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o contrato, según su especie y la
calidad o estado de las partes), son extensivos a la nulidad procesal.

C. CARACTERÍSTICAS Y PRINCIPIOS QUE RIGEN LA NULIDAD PROCESAL

i. Debe ser alegada dentro del proceso o in limine litis. La nulidad debe ser reclamada dentro
del juicio en que se verifica el acto viciado, hasta antes de que éste termine por sentencia
firme o ejecutoriada. Por lo tanto, no se podría iniciar un nuevo juicio con el objeto de declarar
la nulidad de un proceso que ya terminó, lo cual si se permite en derecho civil.

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Algunos dicen que las excepciones a este principio, lo constituyen el recurso de revisión (el
cual procede en contra de sentencias firmes o ejecutoriadas); y el art. 80 del CPC, porque
señala que el demandado puede pedir la nulidad de todo lo obrado dentro de los cinco días
siguientes a que tuvo conocimiento del juicio.

ii. Solo puede alegarla la parte inocente (directa o indirecta) y en ciertos casos la puede
declarar el juez de oficio. Aquí rige el principio nemo auditur según el cual, no será oído
quien pretenda alegar su propia torpeza. Al respecto el art. 83 inc. II en su segunda parte
señala que la parte que ha originado el vicio o concurrido a su materialización o que ha
convalidado tácita o expresamente el acto nulo, no podrá demandar la nulidad.

iii. Debe ser declarada. Como toda nulidad, la nulidad procesal debe ser declarada por el
tribunal, y mientras no lo sea, el acto viciado producirá todos sus efectos 8se habla de
anulabilidad). Al respecto el art. 83 inc. I en su primera parte dice que la nulidad procesal
podrá ser declarada, de oficio o a petición de parte, en los casos….

iv. Puede tener efectos extensivos o reflejos. Como se sabe, el procedimiento constituye un
conjunto de actos ligados entre sí, por ende, si se afecta la eficacia un acto antecedente, se
afectará la eficacia de los actos que siguen, a pesar de que éstos sean válidos. Pero no siempre
la nulidad produce este efecto extensivo, pues solamente lo produce respecto de aquello actos
que estén íntimamente ligados con los actos nulos; es por ello el legislador establece una
advertencia en el art. 83 inc. final al decir que la declaración de nulidad de un acto no importa
la nulidad de todo lo obrado. El tribunal, al declarar la nulidad, deberá establecer
precisamente cuáles actos quedan nulos en razón de su conexión con el acto anulado. Esto se
relaciona con el recurso de casación en la forma, pues cuando se acoge esta casación y hay
reenvío, el tribunal debe determinar en qué estado queda el proceso.

v. Principio de especificidad o tipicidad. El postulado de este principio es que solamente


procede la nulidad procesal en los casos en que la ley la establece como tal; no existe nulidad
sin texto expreso. En efecto, e art. 83 inc. I del CPC dice que la nulidad procesal podrá ser
declarada, de oficio o a petición de parte, en los casos que “la ley expresamente lo disponga”
y en todos aquellos en que exista un vicio que irrogue a alguna de las partes un perjuicio
reparable sólo con la declaración de nulidad. Manifestación de este principio, son las causales
por las cuales procede la casación en la forma y las causales específicas de la nulidad procesal
por falta de emplazamiento.

Sin embargo, hay casos en que la nulidad procede cuando no hay texto expreso, y ello tiene
lugar en todos aquellos casos en que exista un vicio que ocasione a la parte un perjuicio que
sólo la declaración de nulidad pueda remediar. Es por ello que el profesor ALFARO señala
que el principio de la especificidad es relativo, no rige a ultranza.

vi. Principio de trascendencia. Este principio se traduce en el aforismo de que no hay nulidad
sin perjuicio; de tal manera que si el daño puede ser subsanado por otro medio, o no es tal la
gravedad, la nulidad debe ser rechazada. Un ejemplo de este principio se da en la casación
en la forma, pues de acuerdo al art. 768 inc. III, el tribunal podrá desestimar el recurso de
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casación en la forma, si de los antecedentes aparece de manifiesto que el recurrente no ha


sufrido un perjuicio reparable sólo con la invalidación del fallo o cuando el vicio no ha
influido en lo dispositivo del mismo.

vii. No cabe renuncia anticipada. Los medios para alegar la nulidad, no pueden ser renunciados
anticipadamente. Esto no tiene una consagración legal expresa, pero su fundamento está en
la protección del debido proceso.

viii. Principio de convalidación. Este principio se traduce en que la nulidad procesal puede ser
saneada, subsanada, revalidada. En teoría existen tres formas de saneamiento, a saber:

- La convalidación473. La convalidación dice relación con la no actuación del interesado


para impetrar la nulidad. Esto tiene reconocimiento expreso en el art. 83 inc. II, el cual
señala que la parte que ha convalidado tácita o expresamente el acto nulo, no podrá
demandar la nulidad. La convalidación expresa se presenta toda vez que el que puede
alegar nulidad, a sabiendas del vicio, manifiesta que prescinde de declarar la nulidad (por
ejemplo, no se notificó debidamente la demanda, y el "notificado" señala que, a pesar del
vicio, contestará la demanda). La convalidación tácita, en cambio, se presenta toda vez
que la parte interesada no reclama oportunamente la nulidad, es decir, deja transcurrir el
plazo para reclamarla, lo que debe interpretarse como una aquiescencia tácita.

- Rectificación. Tiene lugar cuando el sujeto que ha ocasionado el vicio o concurrido a su


realización, repite el acto de forma correcta o enmienda lo que corresponde. Por ejemplo,
se presenta una demanda sin cumplir con los requisitos legales, pero después se rectifica.

- Ratificación. Tiene lugar cuando se subsana el acto viciado mediante la aprobación del
representado, respecto a lo que un tercero actuó a su nombre sin un poder suficiente. Por
ejemplo, en la agencia oficiosa judicial, el agente debe ofrecer garantía de que el
interesado aprobará lo que haya obrado en su nombre, en un plazo que fijará el tribunal;
esta garantía recibe el nombre de "fianza de rato" (fianza de ratificación), en razón de que
generalmente reviste la forma de una fianza (caución personal), y su objeto es asegurar
que el interesado ratificará lo que se está obrando en su propio y personal beneficio.

D. EFECTOS DE LA NULIDAD PROCESAL


Esto se relaciona con el principio de que la nulidad procesal puede tener efectos extensivos o
reflejos. En efecto, la nulidad de un acto no importa la nulidad de todo lo obrado, por ello, al declarar
la nulidad se debe determinar qué actos quedan consecuencialmente nulos, en base a la conexión con
el acto anulado. En relación a esto, el profesor ALFARO dice que se puede hablar de distintos tipos de
vicios y de nulidad, a saber:
i. Hay vicios que anulan todo el proceso, que son aquellos que inciden en la relación procesal
(por ejemplo, la falta de emplazamiento), o con los presupuestos procesales (por ejemplo, la
incompetencia absoluta, la incapacidad del demandante).

473
El profesor ALFARO habla de convalidación definitiva, la cual está constituida por la cosa juzgada; y de
convalidación anticipada, la cual se da durante el juicio, y puede ser expresa o tácita.
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ii. Hay vicios que anulan el acto concreto, y todos los demás actos que están íntimamente
relacionados con él. Por ejemplo, se anula la notificación de la resolución que recibió la causa
a prueba y, por tanto, tampoco es válida la prueba que ha podido rendirse con posterioridad.

iii. Hay vicios que sólo anulan la actuación judicial concreta. Por ejemplo, se anulará la prueba
testimonial o la prueba confesional, si el testigo o absolvente no juró.

E. MEDIOS O RECURSOS PARA LA DECLARACIÓN DE NULIDAD PROCESAL


La ley se encarga de establecer los medios por los cuales se pueden invalidar los actos
procesales. Hay que tener presente que estos medios sólo se pueden hacer valer dentro del proceso
(in limine litis), es decir, antes de que se dicte una sentencia firme o ejecutoriada; y dentro de las
oportunidades que establece la ley.
¿Cuáles son estos medios legales? La doctrina los clasifica en medios directos e indirectos.
i. Medios directos: son aquellos que atacan derechamente el acto procesal que se pretende
invalidar; ellos son: la declaración de nulidad de oficio, el incidente ordinario de nulidad, los
incidentes especiales de nulidad, y el recurso de casación en la forma; algunos también
agregan las excepciones dilatorias (ya que tienen por objeto corregir un vicio del
procedimiento), y a la excepción contemplada en el art. 464 Nº 7, a propósito del juicio
ejecutivo, la cual dice relación con la falta de alguno de los requisitos o condiciones
establecidos por las leyes para que el título tenga fuerza ejecutiva, sea absolutamente, sea con
relación al demandado.

ii. Medios indirectos: son aquellos en que la nulidad del acto procesal se produce como
consecuencia de otra declaración; ellos son: la reposición, la apelación, la casación en el
fondo (la cual tiene por objeto que se enmiende una infracción de ley, y consecuencialmente
se produce la invalidación de la sentencia), el recurso de revisión, el recurso de queja.
Por lo tanto, jamás procede como medio para reclamar la nulidad procesal, la acción de
ordinaria de nulidad de Derecho civil, por la sencilla razón de que la nulidad procesal debe ser
reclamada in limine litis.
A continuación se analizarán los medios directos para reclamar la nulidad procesal,
concretamente, el incidente ordinario y especial de nulidad, la declaración de nulidad de oficio y se
hará una breve referencia al recurso de casación en la forma.
1. INCIDENTE ORDINARIO DE NULIDAD
El incidente ordinario de nulidad es aquella cuestión accesoria en virtud del cual la parte
afectada con un acto viciado que le produce un perjuicio o agravio, solicita al tribunal que declare
nulo el acto en razón de la omisión de un requisito de validez, y según sea el caso, declare la nulidad
de los actos relacionados con él. Este incidente de nulidad se encuentra regulado en el art. 83 del
CPC, el cual establece cada uno de los pasos que hay que seguir para que tenga este incidente de
nulidad:

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i. Casos en los que procede. Conforme al art. 83 inc. I del CPC, la nulidad procesal podrá ser
declarada, de oficio o a petición de parte, en los casos que la ley expresamente lo disponga
(principio de especificidad) y en todos aquellos en que exista un vicio que irrogue a alguna
de las partes un perjuicio reparable sólo con la declaración de nulidad (principio de
trascendencia).

ii. Oportunidad para solicitarla. Hay que recordar que la nulidad sólo puede reclamarse dentro
del proceso (hasta que se dicte una sentencia firme o ejecutoriada), pero una vez que el vicio
llegue a conocimiento de la parte inocente, ésta deberá impetrar la nulidad en un plazo de
cinco. En efecto, el art. 83 inc. II en su primera parte señala que la nulidad sólo podrá
impetrarse dentro de cinco días, contados desde que aparezca o se acredite que quien deba
reclamar de la nulidad tuvo conocimiento del vicio, a menos que se trate de la incompetencia
absoluta del tribunal (la cual puede ser promovida en cualquier estado del juicio)474.

iii. Legitimado activo. Quien puede promover el incidente de nulidad es la parte agraviada, pero
no cualquiera, pues de acuerdo a la segunda parte del art. 83 inc. II, la parte que ha originado
el vicio o concurrido a su materialización (es decir, ha cooperado ha sido cómplice en su
materialización) o que ha convalidado tácita o expresamente el acto nulo, no podrá demandar
la nulidad.

iv. Tribunal competente. El tribunal competente para conocer del incidente de nulidad, es aquél
que está conociendo de la cuestión principal; pues así se desprende de la regla general de la
competencia de la extensión.

v. Tramitación. Como el art. 83 está ubicado en el Título IX “De los incidentes”, al incidente
de nulidad se le dará la tramitación incidental ordinaria, es decir, se le da traslado a la
contraria, después se recibe el incidente a prueba y se falla.

vi. Efectos del fallo. La sentencia que se pronuncia sobre un incidente ordinario de nulidad
procesal, es una sentencia interlocutora de primera clase, pues, se pronuncia sobre un
incidentes estableciendo derechos permanente para las partes. Ahora bien, para analizar los
efectos que produce esta sentencia hay que distinguir:

- Si acoge el incidente de nulidad, el tribunal deberá anular el acto y determinar si esa


nulidad produce efectos extensivos o no. En efecto, el art. 83 inc. III del CPC dispone
que la declaración de nulidad de un acto no importa la nulidad de todo lo obrado. El
tribunal, al declarar la nulidad, deberá establecer precisamente cuáles actos quedan
nulos en razón de su conexión con el acto anulado.

474
Algunos también señalan como excepción, la declaración de una implicancia. En efecto, el art. 114 del CPC,
señala que la declaración de implicancia o de recusación cuando haya de fundarse en causa legal, deberá pedirse
antes de toda gestión que ataña al fondo del negocio, o antes de que comience a actuar la persona contra quien
se dirige, siempre que la causa alegada exista ya y sea conocida de la parte; agrega el inc. II que si la causa es
posterior o no ha llegado a conocimiento de la parte, deberá proponerla tan pronto como tenga noticia de ella.
No justificándose esta última circunstancia, será desechada la solicitud, “a menos que se trate de una
implicancia”. En este caso, podrá el tribunal imponer a la parte que maliciosamente haya retardado el reclamo
de la implicancia una multa que no exceda de un sueldo vital.
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- Si rechaza el incidente de nulidad, el tribunal está confirmando la validez del acto. En


todo caso, la parte podría posteriormente deducir un recurso de casación en la forma,
puesto que este incidente de nulidad constituye una de las formas para preparar el
recurso.

2. INCIDENTES ESPECIALES DE NULIDAD


Los incidentes especiales de nulidad dicen relación con cuestiones accesorias particulares que
producen la nulidad procesal, cuales son:
i. El incidente que se origina al solicitar la nulidad de una notificación. En efecto, el art. 55
inc. II del CPC señala que la parte que solicitó la nulidad de una notificación, por el solo
ministerio de la ley, se tendrá por notificada de la resolución cuya notificación fue declarada
nula, desde que se le notifique la sentencia que declara tal nulidad. En caso que la nulidad
de la notificación haya sido declarada por un tribunal superior, esta notificación se tendrá
por efectuada al notificársele el "cúmplase" de dicha resolución (por parte del tribunal
inferior que dictó la resolución); esto último supone que se presentó un recurso de apelación
o de casación.

ii. Incidente de nulidad de todo lo obrado, por imposibilidad de actuar por fuerza mayor.
De acuerdo al art. 79 del CPC, podrá un litigante pedir la rescisión de lo que se haya obrado
en el juicio en rebeldía suya, ofreciendo probar que ha estado impedido por fuerza mayor
(imprevisto al cual es imposible resistir); agrega el inc. II que este derecho sólo podrá
reclamarse dentro de tres días, contados desde que cesó el impedimento y pudo hacerse valer
(la nulidad) ante el tribunal que conoce del negocio. Este incidente descansa en el aforismo
de que al impedido no le corre plazo. Por ejemplo, se notifica la demanda al demandado,
quien se halla gravemente enfermo y no puede, naturalmente, contestarla en el término legal,
y a pesar de ello se le acusa la correspondiente rebeldía; por ende, podría, posteriormente,
solicitar la nulidad de lo obrado en su rebeldía acreditando el hecho de la enfermedad.

iii. Incidente de nulidad de lo obrado por falta de emplazamiento. De acuerdo al art. 80 del
CPC, si al litigante rebelde no se le ha hecho saber en persona ninguna de las providencias
libradas en el juicio, podrá pedir la rescisión de lo obrado, ofreciendo acreditar que, por un
hecho que no le sea imputable, han dejado de llegar a sus manos las copias a que se refieren
los arts. 40 y 44, o que ellas no son exactas en su parte substancial. Aquí no hay un debido
emplazamiento legal y, por tanto, no se constituyó la relación jurídica procesal; es por ello
que algunos hablan aquí de “proceso aparente”. Ahora bien, para que este incidente pueda
tener lugar se requiere:

- El litigante, ya sea el demandante o el demandado, tiene que estar en rebeldía.

- No se le tiene que haber notificado ninguna de las resoluciones dictas en el juicio.

- Que pruebe que por un hecho que no le sea imputable, han dejado de llegar a sus manos
las copias que dicen relación con la notificación personal (la copia de la resolución y
del escrito en que ella recae) y con la notificación personal subsidiaria (la copia de la
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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resolución y del escrito en que ella recae entregada a una persona adulta; o la cédula
dejada en la puerta), o que ellas no son exactas en su parte sustancial (por ejemplo, el
Receptor falsea la notificación).

- El art. 80 inc. II establece que este derecho no podrá reclamarse sino dentro de cinco
días, contados desde que aparezca o se acredite que el litigante tuvo conocimiento
personal del juicio

Este incidente tiene una especial particularidad, ya que constituye una de las excepciones al
efecto del desasimiento del tribunal; pues de acuerdo al art. 182 del CPC, notificada una
sentencia definitiva o interlocutoria o alguna de las partes, no podrá el tribunal que la dictó
alterarla o modificarla en manera alguna (…).; y agrega el inc. II que lo dispuesto en este
artículo no obsta para que el rebelde haga uso del derecho que le confiere el art. 80. Y por
otro lado, hace excepción a la regla general de que los incidentes se pueden promover en
primera instancia hasta la citación para oír sentencia, y en segunda instancia hasta la vista de
la causa; pues el incidente de nulidad por falta de emplazamiento se puede hacer valer durante
todo el curso del procedimiento e, incluso, en el procedimiento incidental de cumplimiento
de una sentencia, conforme al art. 234 inc. final CPC, el cual dispone que lo dispuesto en este
artículo (la oposición a la ejecución incidental, sólo puede oponerse durante la citación de la
persona en contra de quien se pide) es sin perjuicio de lo prevenido en el art. 80.

Por último, de acuerdo al art. 81 del CPC, los incidentes a que den lugar las disposiciones
contenidas en los dos artículos anteriores, no suspenderán el curso de la causa principal y
se substanciarán en cuaderno separado.

3. DECLARACIÓN DE NULIDAD DE OFICIO


La declaración de nulidad de oficio, es aquella declaración de nulidad que hace el juez de
propia iniciativa, cuando estima que la relación procesal está viciada. Su fundamento legal está en el
inc. I del art. 83, el cual dispone que la nulidad procesal podrá ser declarada, “de oficio” o a petición
de parte. Esta declaración de nulidad la puede hacer el tribunal durante todo el curso del juicio, pero
constreñido por cuatro grandes limitaciones, a saber:
i. En primer lugar, el profesor ALFARO señala que el juez sólo puede anular aquellos actos
procesales esenciales, es decir, aquellos que dicen relación con los presupuestos procesales
(por ejemplo, la incompetencia absoluta; la falta de emplazamiento; la incapacidad procesal
de las partes litigantes); no así, los actos procesales establecidos a favor particular de las
partes, esto es, aquellos cuya ejecución viciada no altera el desarrollo del proceso.
Por lo tanto, no por el hecho de que un acto esté viciado, el juez automáticamente lo anulará,
pues hay que tener presente las facultades correctivas del juez. En efecto, de acuerdo al art.
84 inc. final del CPC, el juez podrá corregir de oficio los errores que observe en la
tramitación del proceso. Podrá asimismo tomar las medidas que tiendan a evitar la nulidad
de los actos de procedimiento.
ii. Siempre que no se haya notificado la sentencia a alguna de las partes. Esta limitación es una
consecuencia del principio del desasimiento, o sea, que pronunciada una sentencia definitiva

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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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o interlocutoria y notificada a alguna de las partes, no podrá el tribunal que la dictó alterarla
o modificarla (de oficio) en manera alguna.

iii. Siempre que no hubiere vencido la oportunidad que las mismas partes litigantes tenían para
reclamar de dicha nulidad procesal. Si las partes afectadas no han reclamado del vicio, se
produce una verdadera convalidación tácita de la nulidad y, por consiguiente, el acto irregular
queda saneado.

iv. El vicio debe constar en el proceso, pues el juez debe fallar conforme al mérito de los autos.
Por lo tanto, no puede anular un acto por un vicio que él conoce en forma personal.

4. EL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA


El recurso de casación en la forma es un medio directo para impetrar la nulidad, pues las
causales o motivos que lo justifican están específicamente enumerados en el art. 768 del CPC
(principio de especificidad); los efectos de la casación en la forma, en caso de ser acogido el recurso,
son los generales de toda nulidad procesal, pues desaparece la sentencia recurrida y todas las
actuaciones judiciales anteriores a ella cumplidas irregularmente, según sea el vicio o defecto en que
se funde (principio de extensión); y, además, la casación en la forma también puede ser decretada de
oficio por el tribunal.
De lo expuesto, se desprende que la casación en la forma es una especie de nulidad procesal
(relación género - especie); ya que la casación sólo persigue invalidar sentencias y actos de
procedimiento, en cambio, la nulidad procesal ataca a cualquier acto procesal.
F. LA ACCIÓN ORDINARIA DE NULIDAD EN EL PROCESO CIVIL
Hay ocasiones en que, durante la tramitación de un proceso, se verifican actos jurídicos de
naturaleza civil o sustantivos, por ejemplo, una transacción, una compraventa celebrada por el
ministerio de la justicia (venta en pública subasta). Estos actos deben cumplir con los requisitos de
validez y de existencia que le son propios, y con los requisitos procedimentales, para ser eficaces,
pero ¿qué sucede si no cumplen con los requisitos sustantivos? Por ejemplo, una venta en pública
subasta celebrada sin escritura pública.
La jurisprudencia ha dicho que en esos casos no se puede impetrar la nulidad procesal, porque
el acto cumple con los requisitos procesales, no obstante, tiene un vicio de fondo y ese vicio de fondo
se puede atacar por medio de una acción ordinaria de nulidad, a pesar de haberse verificado en un
proceso judicial. Y si por el contrario, el acto es perfecto desde el punto de vista sustantivo y, sin
embargo, no cumplió con las formalidades procesales (por ejemplo, no hubo publicación o tasación);
en dicho caso, se debe alegar la nulidad procesal, la cual se sabe que se hace valer por los medios o
recursos que la ley procesal franquea y siempre que el juicio se halle pendiente.
G. PARALELO ENTRE LA NULIDAD CIVIL Y LA NULIDAD PROCESAL

1. SEMEJANZAS

i. Ambas son sanciones de ineficacia, y requieren ser declaradas por el juez.

ii. Ambas operan a solicitud de parte, y ambas pueden ser decretadas de oficio.
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iii. Tanto en la nulidad civil como en la nulidad procesal rige el principio de nemo auditor.
2. DIFERENCIAS

i. En cuanto a su regulación, la nulidad civil se encuentra regulada orgánicamente en el Título


XX (“De la nulidad y la rescisión”) del Libro IV (“De las obligaciones en general y de los
contratos”) del CC; la nulidad procesal en cambio, no tiene regulación orgánica, pues se
ajusta a las disposiciones dispersas contenidas en el CPC (a diferencia de la nulidad en
materia procesal penal).

ii. En cuanto a la forma de alegarla, la nulidad civil se hace valer mediante la acción ordinaria
de nulidad, la cual da origen a un juicio declarativo; la nulidad procesal, en cambio, debe
impetrarse por los medios y recursos que la misma ley procesal señala, y dentro del proceso.

iii. En cuanto a su clasificación, la nulidad civil admite ser clasificada en absoluta y relativa; la
nulidad procesal, en cambio, no permite clasificación ni gradación alguna.

iv. En cuanto al saneamiento, la nulidad civil puede sanearse por el transcurso del tiempo, y la
nulidad relativa además por la ratificación: en cambio, la nulidad procesal se puede sanear
por la convalidación expresa o táctica, por la rectificación, y por la ratificación.

v. En cuanto a las causales que las hacen procedente, la nulidad absoluta procede por vicios que
digan relación con la naturaleza de acto o contrato, y la nulidad relativa procede por vicios
que dicen relación con el estado o calidad de las partes; en cambio la nulidad procesal procede
cuando la ley expresamente lo señale, o cuando el perjuicio sólo puede ser reparado con la
declaración de nulidad.

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JUICIO EJECUTIVO

A. GENERALIDADES

1. INTRODUCCIÓN
La ejecución constituye uno de los atributos o momento de la jurisdicción. Esta etapa
corresponde al cumplimiento de la sentencia, y para ello los tribunales disponen de imperio, es decir,
la posibilidad de ejecutar, por medios legales y coercitivos, las sentencias que se dicten
¿Qué tipo de resoluciones judiciales dictadas en qué tipo de procedimientos ameritan
ejecución? Las sentencias declarativas de condena, y eventualmente las sentencias dictas en
procedimientos cautelares, cuando la ejecución sea necesaria (por ejemplo, si al interventor no lo
dejan ingresar).
Ahora bien, una especie de ejecución es el juicio ejecutivo y otra especie de ejecución es la
ejecución incidental (no es un incidente, sino que un procedimiento que se adosa); y la diferencia
entre una y otra es el tribunal competente, los plazos en que se puede pedir la ejecución y los títulos
ejecutivos. En efecto, en la ejecución incidental el único título apto es la sentencia definitiva, en el
juicio ejecutivo, en cambio, además de la sentencia existen otros títulos ejecutivos. Por otra parte, la
ejecución incidental Se debe pedir al tribunal que dictó la sentencia dentro del plazo de un año contado
desde que la sentencia quedó firme o ejecutoriada, y si transcurre ese plazo, la otra opción es iniciar
un juicio ejecutivo (ejecución principal), donde se tiene, a su vez, dos opciones para iniciarlo: ante el
juez de primera o única instancia, o ante el juez competente de acuerdo a las reglas generales.
2. CONCEPTO DE JUICIO EJECUTIVO
Siguiendo a CASARINO, se puede definir al juicio ejecutivo como un procedimiento
contencioso de aplicación general o especial, según el caso, en virtud del cual se persigue el
cumplimiento forzado de una obligación que consta en un título fehaciente e indubitado, que el deudor
no cumplió oportunamente.
3. Características del juicio ejecutivo
La definición anterior permite apreciar las características generales de este importante
procedimiento contencioso, cuales son:
i. Es un procedimiento de aplicación general o especial, por cuanto en ciertas ocasiones se
aplica al cumplimiento de cualquiera obligación, con prescindencia de su clase o naturaleza
y, en otras, con sujeción a la clase o naturaleza de la obligación de cuya ejecución se trata.

ii. En cuanto a su tramitación, es un procedimiento extraordinario, pues se rige por las


disposiciones especiales que para determinados casos la ley establece. Así, en cuanto a su
estructura se señala que existen instituciones propias de este juicio, que difieren del juicio
ordinario, a saber:

- La existencia material de dos cuadernos o expedientes esenciales, cuales son: el


cuaderno ejecutivo y el cuaderno de apremio.

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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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- La existencia de dos resoluciones judiciales al inicio del procedimiento (el


despáchese y el mandamiento) que son de distinta naturaleza jurídica.

- La existencia de una doble notificación: la notificación de la demanda y la


notificación del mandamiento (requerimiento).

- La inexistencia de una contestación de la demanda sea real o ficta; sólo existen las
excepciones como medio de defensa.

- No existe el trámite de conciliación.

- La conversión procesal establecida en el art. 472 del CPC, que se produce en el


momento en que se extingue el plazo fatal para oponer excepciones. Este punto es de
vital importancia, pues se puede dar el caso, y así es en la práctica, de no existir
contradictor en un juicio ejecutivo.
Art. 472. Si no se oponen excepciones, se omitirá la sentencia y bastará el mandamiento de
ejecución para que el acreedor pueda perseguir la realización de los bienes embargados y el
pago, de conformidad a las disposiciones del procedimiento de apremio .

iii. Es un procedimiento que tiene por objeto perseguir el cumplimiento de obligaciones de


carácter indubitado, es decir, aquellas respecto de las cuales no hay duda de que existen y de
su exigibilidad. Si no se está frente a una obligación indubitada, será necesario previamente
una gestión preparatoria de la vía ejecutiva de confesión de deuda, o un procedimiento
declarativo ordinario o sumario, que permita obtener una sentencia condenatoria. Estas
obligaciones indubitadas pueden haber nacido a la vida jurídica por expresa convención de
las partes, por decisión judicial, o por la ley.

iv. Es un procedimiento compulsivo o de apremio, en razón de que se inicia, precisamente, por


la inercia del deudor a cumplir voluntariamente la obligación que lo vincula frente a su
acreedor. Como se trata de obtener el cumplimiento de obligaciones establecidas
fehacientemente, es lógico que para obtener ese fin se autorice el empleo de medios
compulsivos, como el embargo y remate de bienes del deudor. Sin embargo, es necesario
señalar, siguiendo al profesor Raúl TAVOLARI, que no siempre existirá embargo en un juicio
ejecutivo, por ejemplo, si hay una tercería de pago.

v. En este procedimiento existe una institución propia, a propósito de la intervención de los


terceros, llamada “tercerías”, la cual puede ser de dominio, de posesión, de pago o de
prelación.

4. FUNDAMENTO DEL JUICIO EJECUTIVO


La finalidad primordial del juicio ejecutivo es obtener por el acreedor el cumplimiento
forzado de una obligación que, total o parcialmente, ha sido incumplida por el deudor. De allí que se
ventile entre acreedor y deudor, quienes desempeñarán el rol procesal de demandante y de
demandado, respectivamente; y de ahí que el juicio ejecutivo sea lo contrapuesto al juicio declarativo,

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pues, mientras éste tiende a la declaración de un derecho cuya existencia aparece controvertida, el
juicio ejecutivo sólo persigue la ejecución de este derecho preestablecido.
Ahora bien, para iniciar el juicio ejecutivo se requiere de la existencia previa de un título, al
cual la ley le atribuya mérito ejecutivo, esto es, un documento o antecedente que deje constancia
fehaciente de la existencia de la obligación misma (ejemplo típico de esta clase de título, es la
sentencia definitiva pronunciada en el juicio declarativo anterior). Por el sólo hecho de que el acreedor
presente un título ejecutivo, el tribunal queda facultado para ordenar que se despache el mandamiento
de ejecución y embargo; sin embargo, el deudor, una vez requerido de pago, se le autoriza para
oponerse a la ejecución, o sea, para que deduzca excepciones, manifestando las razones de hecho o
de derecho que ha tenido para no cumplir la obligación.
Esto se manifiesta en el juicio ejecutivo por la existencia de dos procedimientos: el
procedimiento ejecutivo mismo, y el llamado procedimiento de apremio, los cuales están
materializados en dos cuadernos, cada uno de contenido propio y especial. En efecto, en el cuaderno
ejecutivo se ventila todo el aspecto contencioso del juicio, es decir, la existencia de la obligación; y
en el cuaderno de apremio se ventilan los trámites del embargo y de la realización de los bienes del
deudor para que, con su producido, se haga pago al acreedor.
5. CLASIFICACIÓN DEL JUICIO EJECUTIVO

i. Según la naturaleza de la obligación cuyo cumplimiento se persigue, existen juicios


ejecutivos de obligaciones de dar, juicios ejecutivos de obligaciones de hacer y juicios
ejecutivos de obligaciones de no hacer. Cada una de estas tres clases de juicios, tiene una
tramitación diversa y adecuada a la naturaleza de la obligación respectiva.

ii. Según el campo de aplicación, se dice que hay juicios ejecutivos de aplicación general y
juicios ejecutivos de aplicación especial. Los juicios ejecutivos de aplicación general son
aquellos que se utilizan con prescindencia de la fuente u origen de la obligación; en cambio,
los juicios ejecutivos de aplicación especial, son aquellos que se emplean según la fuente u
origen de la obligación (por ejemplo, los juicios que persiguen la realización de las prendas
especiales, los juicios sobre cobro de contribuciones morosas, etc.). Son juicios ejecutivos de
aplicación general, los juicios ejecutivos de obligaciones de dar, hacer y no hacer, regulados
en los Títulos I ("Del juicio ejecutivo en las obligaciones de dar") y II ("Del procedimiento
ejecutivo en las obligaciones de hacer y no hacer") del Libro III ("De los juicios especiales")
del CPC; en cambio, los juicios ejecutivos de aplicación especial están regulados en leyes, y
en el silencio de estas leyes, se recurre a las normas legales ejecutivas de aplicación general.

iii. Según la cuantía, los juicios ejecutivos se dividen en: juicios ejecutivos de mínima cuantía,
que son aquellos cuya cuantía (monto de la obligación cuyo cumplimiento se persigue) no
exceda de 10 UTM y que por su naturaleza no tengan señalado en la ley un procedimiento
especial; y los juicios ejecutivos de mayor cuantía, son aquellos cuya cuantía excede de 10
UTM.

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B. LA ACCIÓN EJECUTIVA

1. REQUISITOS DE PROCEDENCIA DE LA ACCIÓN EJECUTIVA


Las acciones ejecutivas son aquellas que tienen por objeto obtener el cumplimiento forzado
de una obligación, que consta fehacientemente en un documento al cual la ley le atribuye mérito
ejecutivo. Ahora, para intentar una acción ejecutiva, es indispensable la concurrencia de los siguientes
requisitos copulativos: que la obligación conste en un título al cual la ley le atribuye mérito ejecutivo;
que la obligación sea actualmente exigible; que la obligación sea líquida, tratándose de obligaciones
de dar, o determinada en el caso de obligaciones de hacer, o susceptible de ser destruida, si se está en
presencia de una obligación de no hacer; y que la acción ejecutiva no esté prescrita. A continuación,
se analizarán cada uno de estos requisitos en particular.
1.1. TÍTULO EJECUTIVO

a. Concepto
Toda obligación cuyo cumplimiento se pretende obtener por medio de un juicio ejecutivo
requiere, como elemento básico, la existencia de un título, en el cual conste, de manera fehaciente e
indubitada, la referida obligación. Este antecedente o elemento básico de la acción ejecutiva recibe el
nombre técnico de título ejecutivo, el cual es definido por el profesor ALFARO, como aquél documento
escrito en el que consta la existencia de una obligación que no admite dudas (indubitada) y que
habilita a iniciar la ejecución.
El profesor señala que la ley pone énfasis en la materialidad del título y no en su calidad; así,
por ejemplo, se puede tener la calidad de acreedor, pero no tener título alguno, porque se extravió y,
por tanto, se deberá iniciar un juicio declarativo; o se puede tener la materialidad como un cheque,
más no la calidad de acreedor, porque el cheque ya se pagó.
b. Características o requisitos

i. Legalidad del título. Sólo la ley puede señalar qué documentos tienen el carácter de títulos
ejecutivos, por lo tanto, se prohíbe que la voluntad de las partes le dé a un documento el
carácter de tal. Esta declaración o documento a veces tiene su origen o fuente en una
manifestación de voluntad del órgano judicial, como una sentencia; otras veces, en una
manifestación de voluntad de los particulares, como un contrato (por ejemplo por escritura
pública); y otras veces, en una manifestación de voluntad del órgano administrativo, como
una lista de deudores morosos de contribuciones, etc.; pero en definitiva sólo la ley (el CPC
u otra normativa) puede atribuir mérito ejecutivo a determinados títulos, pues aquí está en
juego un interés público.

ii. Debe contener una obligación de dar hacer o no hacer. Hay que recordar que una obligación
es un vínculo jurídico entre personas determinadas, en virtud del cual una de ellas llamada
deudora se coloca en la necesidad jurídica de satisfacer a otra llamada acreedora, el
cumplimiento de una prestación que puede consistir en dar, hacer o no hacer algo, y que el
acreedor puede exigirla constriñendo al deudor a satisfacerla. En el CC la obligación de dar
es la que tiene por objeto transferir el dominio, constituir un derecho real limitativo o la
simple entrega; la obligación de hacer es aquella que tiene por objeto la realización de un

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hecho cualquiera que no sea la entrega de la cosa; y la obligación de no hacer es aquella en


virtud de la cual una persona se compromete a no realizar algo que de no existir la obligación
podría realizar.

iii. Es de carácter solemne. Si se examinan los títulos ejecutivos, se puede apreciar que todos
deben constar por escrito, no teniendo cabida en el sistema actual el documento electrónico.
Ahora, dependiendo del título de que se trate, el documento escrito debe cumplir con
requisitos especiales, por ejemplo, se debe acreditar el pago del impuesto de timbre y
estampillas.

c. Clasificación

i. Según si tienen o no fuerza ejecutiva por sí mismos, o si requieren de una gestión previa para
tener el carácter de tal, se distingue entre títulos ejecutivos perfectos e imperfectos. Los
títulos ejecutivos perfectos o completos son aquellos que se caracterizan porque, desde el
instante mismo en que son otorgados, permiten iniciar un proceso ejecutivo para exigir el
cumplimiento de la obligación que en ellos se contiene; sin que sea necesario realizar una
gestión previa. Pertenecen a esta categoría: la sentencia firme, la copia autorizada de escritura
pública, el acta de avenimiento, determinados títulos de créditos, y los contratos especiales.
Los títulos ejecutivos imperfectos o incompletos, en cambio, son aquellos que se
caracterizan porque, para poder iniciar la ejecución por medio de ellos, es necesario cumplir
con ciertas gestiones previas, llamadas gestiones preparatorias de la vía ejecutiva. Forman
parte de esta segunda categoría los instrumentos privados, la confesión judicial, los títulos al
portador o nominativos y sus cupones, etc.

ii. Según quien intervenga en su otorgamiento, se distingue entre: título ejecutivo auténtico,
que es aquel que se otorga por un funcionario público con las formalidades prescritas por la
ley, y en el ejercicio de sus atribuciones; y título ejecutivo privado, que es aquel que se
extiende por los particulares sin las formalidades legales, y que adquiere carácter ejecutivo
por el reconocimiento efectuado por la justicia.

iii. Atendiendo al ejercicio de la jurisdicción, se distingue entre: títulos ejecutivos reales, que
son aquellos que son producto del ejercicio de la función jurisdiccional (pertenece a esta clase
de títulos la sentencia firme, bien sea definitiva o interlocutoria); y títulos fictos, que son
aquellos que no son producto del ejercicio de la función jurisdiccional, pero que la ley les
otorga el mismo valor que si lo fueran.

d. Enumeración de los títulos ejecutivos


Los títulos ejecutivos se encuentran enumerados en el art. 434 del CPC, el cual dispone que
el juicio ejecutivo tiene lugar en las obligaciones de dar cuanto para reclamar su cumplimiento se
hace valer alguno de los siguientes títulos:
i. Sentencia firme, bien sea definitiva o interlocutoria (art. 434 Nº 1).
Siempre se ha dicho, y con razón, que la sentencia firme es el título ejecutivo por excelencia.
Pero para que sea un título ejecutivo, debe cumplir con los siguientes requisitos:

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- Debe tratarse de una sentencia definitiva o interlocutoria (de primer o segundo grado). El
profesor ALFARO señala que lo importante de este título es que sólo respecto de él,
concretamente de las sentencias definitivas, la ley otorga al que tiene el título una opción,
que consiste en que puede pedir la ejecución ante el mismo tribunal que conoció el asunto (la
llamada ejecución incidental) o al tribunal que se sea competente de acuerdo a las reglas (art.
232 del CPC).
Art. 232. Siempre que la ejecución de una sentencia definitiva haga necesaria la iniciación de un nuevo
juicio, podrá éste deducirse ante el tribunal que menciona el inc. I del art. 231 (al tribunal que haya
pronunciado la sentencia en primera o única instancia), o ante el que sea competente en conformidad
a los principios generales establecidos por la ley, a elección de la parte que haya obtenido en el pleito .

- Debe estar firme, y de acuerdo al art. 174 del CPC se entenderá firme o ejecutoriada una
resolución desde que se haya notificado a las partes, si no procede recurso alguno en contra
de ella; y, en caso contrario, desde que se notifique el decreto que la mande cumplir, una vez
que terminen los recursos deducidos, o desde que transcurran todos los plazos que la ley
concede para la interposición de dichos recursos, sin que se hayan hecho valer por las partes.
En este último caso, tratándose de sentencias definitivas, certificará el hecho el secretario del
tribunal a continuación del fallo, el cual se considerará firme desde este momento, sin más
trámites. Todavía más, las sentencias definitivas o interlocutorias firmes producen la acción
o la excepción de cosa juzgada (art. 175 del CPC), y es la acción de cosa juzgada la que
faculta a exigir su cumplimiento por la vía ejecutiva.

Refiriéndose a este requisito, el profesor ALFARO señala que las sentencias que causan
ejecutoria no quedan comprendidas en este numeral, pues éstas no están firmes, ya que
proceden recursos en su contra. Eso sí, eventualmente pueden incluirse en el Nº 7 del art.
434.

- Desde un punto de vista material, las sentencias firmes se pueden dividir en dos categorías:
las sentencias originales y las copias autorizadas de las sentencias que otorgue el secretario
respectivo; ambas tienen mérito ejecutivo. Ahora bien, es necesario tener presente que
también quedan comprendidas dentro de este numeral, el acta donde conste una conciliación
total o parcial, pues de acuerdo al art. 267 parte final del CPC de la conciliación total o parcial
se levantará acta, que consignará sólo las especificaciones del arreglo; la cual subscribirán el
juez, las partes que lo deseen y el secretario, y "se estimará como sentencia ejecutoriada para
todos los efectos legales".

¿Qué sucede con las sentencias de un juez árbitro? Quedan comprendidas en este numeral,
pues ellos ejercen jurisdicción; siempre y cuando se trate de una sentencia definitiva o
interlocutoria firme.

- Por último, como todo título ejecutivo, la sentencia definitiva o interlocutoria firme debe
contener una obligación de dar, hacer o no hacer

ii. Copia autorizada de escritura pública (art. 434 Nº 2).


De acuerdo al art. 403 del COT, escritura pública es el instrumento público o auténtico
otorgado con las solemnidades que fija esta ley, por el competente notario, e incorporado en su
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protocolo o registro público. Ahora bien, lo que constituye título ejecutivo es la copia autorizada de
la escritura pública original o matriz y, conforme al art. 421 del COT, sólo podrán dar copias
autorizados de escrituras públicas o documentos protocolizados el Notario autorizante, el que subroga
o suceda legalmente o el archivero a cuyo cargo esté el protocolo respectivo (después de un año, el
Notario debe enviar el protocolo respectivo al Archivero).
Hubo una modificación legal que cambió la antigua distinción entre primeras y segundas
copias, pues hoy sólo se habla de "copias autorizadas" ante Notario o copias simples. Las copias
autorizadas incluyen la firma o rúbrica de puño y letra del Notario y se extiende en papel timbrado;
las copias simples, en cambio, son fotocopias de la copia autorizada que incluyen el sello del notario
(no aparece su firma). En efecto, de acuerdo al art. 422 del COT, las copias podrán ser manuscritas,
dactilografiadas, impresas, fotocopiadas, litografiadas o fotograbadas. En ellas deberá expresarse que
son testimonio fiel de su original y llevarán la fecha, la firma y sello del funcionario autorizante. El
Notario deberá otorgar tantas copias cuantas se soliciten.
iii. Acta de avenimiento pasada ante tribunal competente y autorizada por un ministro de fe o
por dos testigos de actuación (art. 434 Nº 3).
El legislador no ha definido expresamente lo que se entiende por avenimiento, pero se
entiende que es un acuerdo directo de las partes que tiene por objeto poner fin a un juicio, sin la
intervención directa de un juez. Ahora bien, del avenimiento se debe dejar constancia en un acta, la
que, para poder constituir título ejecutivo, debe cumplir con dos solemnidades legales:

- Debe haber sido pasada ante tribunal competente. El tribunal competente es el que está
conociendo del juicio al cual se le pone término; y según el profesor ALFARO, la expresión
“pasada” ante tribunal competente, no significa que el juez apruebe el avenimiento, sino que
tiene que “tenerlo presente”, que lo “tenga por aprobado”; pues quien autoriza el avenimiento
es el secretario.

- El acta debe estar autorizada por un ministro de fe o por dos testigos de actuación. En la
práctica, el ministro de fe que lo autoriza es el secretario del tribunal 475.

iv. Instrumento privado, reconocido judicialmente o mandado tener por reconocido (art. 434 Nº
3 inc. I primera parte).
Hay que recordar que instrumento privado es todo escrito que deja constancia de un hecho y
que ha sido otorgado sin formalidad o solemnidad alguna, y sin participación de un funcionario
público que actúe en calidad de tal (por ejemplo, un recibo de dinero, un contrato privado de
arrendamiento, etc.). En principio, el instrumento privado carece de mérito ejecutivo, toda vez que en
su otorgamiento no ha intervenido funcionario alguno que le confiera presunción de autenticidad; de
manera que la ley hizo bien en restarle mérito ejecutivo. Sin embargo, por excepción, el instrumento
privado adquiere mérito ejecutivo en dos casos: cuando ha sido reconocido por su otorgante; o cuando
ha sido mandado tener por reconocido. Ahora, para obtener estos reconocimientos, es necesario

475
El profesor ALFARO señala que cuando el avenimiento es extrajudicial, se denomina transacción. Eso sí,
hay que tener presente que la transacción puede referirse a derechos litigiosos y también a derechos litigios
eventuales; en cambio, el avenimiento siempre versará sobre derechos controvertidos ante la justicia.
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cumplir con una gestión preparatoria de la vía ejecutiva denominada "reconocimiento judicial de
instrumento privado" (lo que se reconoce en particular es la firma) 476.
Sin embargo, hay ciertos instrumentos privados a los que, por su especial naturaleza, el
legislador les confiere mérito ejecutivo sin necesidad de ser reconocidos, estos son: las letras de
cambio, los pagarés y los cheques. En efecto, el art. 434 Nº 4 inc. I en su segunda parte señala que
sin embargo, no será necesario este reconocimiento respecto del aceptante de una letra de cambio o
subscriptor de un pagaré que no hayan puesto tacha de falsedad a su firma al tiempo de protestarse el
documento por falta de pago, siempre que el protesto haya sido personal, ni respecto de cualquiera
de los obligados al pago de una letra de cambio, pagaré o cheque, cuando, puesto el protesto en su
conocimiento por notificación judicial, no alegue tampoco en ese mismo acto o dentro de tercero día
tacha de falsedad 477; agrega el inc. II que tendrá mérito ejecutivo, sin necesidad de reconocimiento
previo, la letra de cambio, pagaré o cheque, respecto del obligado cuya firma aparezca autorizada por
un notario o por el Oficial del Registro Civil en las comunas donde no tenga su asiento un notario.
Aquí se dan tres hipótesis:

- No es necesario el reconocimiento cuando el protesto, es decir, la constancia de no pago de


una obligación, sea personal. Ahora bien, para protestarse personalmente un instrumento
mercantil, es necesario contar con la presencia de un Notario; por ello que esta hipótesis no
se da mucho en la práctica, porque si el deudor no está dispuesto a pagar, menos irá a la
notaría.

- Tampoco es necesario el reconocimiento, cuando el protesto sea notificado judicialmente y,


en el acto de la notificación o dentro de tercero día, el obligado al pago no oponga tacha de
falsa de su firma. Esta es una gestión preparatoria de la vía ejecutiva, y se denomina
"notificación judicial del protesto".

- Tampoco es necesario el reconocimiento, cuando la firma puesta en el instrumento mercantil


aparece autorizada por un Notario. Acá la intervención del Notario le atribuye una presunción
de autenticidad; y todavía más, según jurisprudencia, el instrumento ni siquiera requiere de
protesto previo para poder cobrar ejecutivamente su valor al obligado. Esto sucede mucho en
las casas comerciales, y en los pagarés que emiten las universidades.

v. Confesión judicial (art. 434 N° 5)


La confesión judicial es la declaración, expresa o tácita que hace una de las partes en el juicio,
mediante la cual reconoce un hecho propio o ajeno que le perjudica. Aquí hay que tener presente que
no se está hablando de la confesión judicial como medio de prueba, sino que de una gestión
preparatoria para la vía ejecutiva, que tiene como objeto reconocer una obligación y crear un título
ejecutivo.

476
Como aclara el profesor ALFARO, no hay que confundir las gestiones preparatorias de la vía ejecutiva, con
las gestiones preparatorias para ingresar al juicio declarativo. Si se desea que se reconozca una firma, es posible
elegir una medida prejudicial preparatoria o una gestión preparatoria de la vía ejecutiva, pero la elección
dependerá del objetivo final (prueba o ejecución).
477
El protesto es la constancia de no pago de una obligación, y dicha constancia se puede hacer en un banco,
en el caso de un cheque; o ante un notario, en el caso de las letras de cambio y pagarés.
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vi. Cualesquiera títulos al portador, o nominativos, legítimamente emitidos, que representen


obligaciones vencidas, y los cupones también vencidos de dichos títulos, siempre que los
cupones confronten con los títulos, y éstos, en todo caso, con los libros talonarios (art. 434
N° 6).
El inc. II del mismo artículo agrega que resultando conforme la confrontación, no será
obstáculo a que se despache la ejecución la protesta de falsedad del título que en el acto haga el
director o la persona que tenga la representación del deudor, quien podrá alegar en forma la falsedad
como una de las excepciones del juicio. Los títulos y cupones constituyen dos títulos ejecutivos
diversos, pero íntimamente ligados entre sí. Los títulos son documentos de financiamiento emitidos
por los bancos para recaudar dinero (por ejemplo, los bonos); y los cupones son los instrumentos que
habilitan para cobrar el pago de intereses (se encuentran adheridos al título respectivo). Ambos tienen
un número de serie, y para que tengan mérito ejecutivo se requiere gestión preparatoria que la ley
denomina confrontación; además, deben ser nominativos o al portador, aparecer legítimamente
emitidos y representar obligaciones vencidas.
Si algunos de estos títulos no son pagados por las instituciones emisoras, concurriendo los
requisitos antes señalados, procede en contra de éstas su cobro por la vía ejecutiva, previa
confrontación con los Libros talonarios (en el caso de los títulos) o con los títulos (en el caso de los
cupones).
vii. Cualquiera otro título a que las leyes den fuerza ejecutiva (art. 434 N° 7).
En virtud de este numeral se afirma que la enumeración que hace el art. 434 de los títulos ejecutivos,
no es una enumeración taxativa. En efecto, las leyes especiales pueden atribuirles mérito ejecutivo a
otros documentos como, por ejemplo: el Código Tributario, en materia de cobro de obligaciones
tributarias de dinero, señala que constituye título ejecutivo, por el solo ministerio de la ley, la lista de
deudores morosos; la Ley 19.537 sobre Copropiedad Inmobiliaria señala que la copia del acta de
asamblea válidamente celebrada, autorizada por el Comité de Administración, en que se acuerdan
gastos comunes, tendrá mérito ejecutivo para el cobro de los mismos; el certificado que emita una
AFP señalando que no se han pagado las cotizaciones de un afiliado; las sentencias que causan
ejecutoria, esto es, aquellas que pueden cumplirse no obstante la existencia de recursos en su contra.
(por ejemplo, las sentencias definitivas o interlocutorias apeladas en el sólo efecto devolutivo y las
sentencias definitivas o interlocutorias que se encuentren pendientes por la interposición de algún
recurso de casación).
1.2. OBLIGACIÓN ACTUALMENTE EXIGIBLE
Este segundo requisito de procedencia de la acción ejecutiva lo señala el art. 437 del CPC al
decir que para que proceda la ejecución, se requiere además que la obligación sea actualmente
exigible. Por su ubicación, dicho precepto legal dice sólo relación con las obligaciones de dar; pero,
en atención a lo que señalan los arts. 530 y 544 del CPC, este requisito también concurre en las
ejecuciones que tienen por objeto obligaciones de hacer o de no hacer.
Art. 530. Hay acción ejecutiva en las obligaciones de hacer, cuando, siendo determinadas y “actualmente
exigibles”, se hace valer para acreditarlas algún título que traiga aparejada ejecución de conformidad al art. 434.

Art. 544. Las disposiciones que preceden se aplicarán también a la obligación de no hacer cuando se convierta
en la de destruir la obra hecha, con tal que el título en que se apoye consigne de un modo expreso todas las
circunstancias requeridas por el inc. II del art. 1555 del CC (si la cosa puede destruirse y la destrucción es
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necesaria), y no pueda tener aplicación el inc. III del mismo artículo (el cumplimiento de la obligación puede
obtenerse por otros medios). En el caso en que tenga aplicación este último inciso, se procederá en forma de
incidente.

Se entiende por obligación actualmente exigible, aquella obligación que, en su nacimiento o


ejercicio, no está sujeta a ninguna modalidad (condición, plazo o modo), y en caso de que lo esté, ésta
debe estar vencida. Esto se debe acreditar, así, por ejemplo, si la obligación es condicional, se debe
acompañar a la demanda ejecutiva la constancia fehaciente de haberse cumplido la condición; y si la
obligación es a plazo, debe acreditarse el vencimiento del plazo; etc.
Es del caso recordar que en los contratos bilaterales ninguno de los contratantes está en mora
dejando de cumplir lo pactado, mientras el otro no lo cumple por su parte, o no se allana a cumplirlo
en la forma y tiempo debidos (art. 1552 del CC). Por lo tanto, si la ejecución versa sobre una
obligación que emana de un contrato bilateral, el ejecutante debe tener cuidado de acreditar que ha
cumplido por su parte con sus obligaciones o, por lo menos, que está llano a cumplirlas en la forma
y tiempo debidos; pues, en caso contrario, corre el riesgo de que se sostenga que la obligación cuyo
cumplimiento pretende no es actualmente exigible, oponiendo el deudor la excepción consiguiente,
en este caso, la excepción N 7° del art. 464 CPC que consiste en la falta de alguno de los requisitos o
condiciones establecidos por las leyes para que dicho título tenga fuerza ejecutiva, sea absolutamente,
sea con relación al demandado.
1.3. OBLIGACIÓN LÍQUIDA, DETERMINADA O CONVERTIBLE
Este tercer requisito de procedencia de la acción ejecutiva, está condicionado a la clase de
obligación sobre la cual versa el juicio. En efecto:
i. Si el juicio tiene por objeto una obligación de dar, en este caso la obligación tiene que ser.
Una obligación es líquida cuando se halla perfectamente determinada, sea en su especie, sea
en su género y cantidad. Es por ello que el art. 438 del CPC dispone que la ejecución puede
recaer:

- Sobre la especie o cuerpo cierto que se deba y que exista en poder del deudor (art. 438
Nº 1).

- Sobre el valor de la especie debida y que no exista en poder del deudor, haciéndose su
avaluación por un perito que nombrará el tribunal (art. 438 Nº 2). Aquí no puede
obtenerse la ejecución en naturaleza, pues la cosa no está en poder del deudor, por ello
es necesario que la evalúe un perito y sobre dicho monto (líquido) recaerá ejecución.

- Sobre cantidad líquida de dinero o de un género determinado cuya avaluación pueda


hacerse en la forma que establece el número anterior (art. 438 Nº 3). Una obligación que
recae sobre un género determinado es, por ejemplo, aquella que consiste en la entrega
de 100 caballos; así, para que se cumpla con el requisito de la liquidez, es necesario que
un perito haga una avaluación, y el ejecutado deberá pagar lo que vale ese género.
Por lo tanto, tratándose de obligaciones de dar, lo único que requiere avaluación, es la especie
o cuerpo cierto que no se encuentran en poder del deudor, y los géneros que no consisten en
dinero; esto con el objeto de que la obligación se traduzca en dinero y, así, sea líquida. Es por
ello que el inc. III del art. 438 señala que el acreedor expresará en la demanda ejecutiva “la
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especie” o “la cantidad líquida” por la cual pide el mandamiento de ejecución; y el inc. IV
agrega que sin embargo, tratándose de moneda extranjera, no será necesario proceder a su
avaluación, sin perjuicio de las reglas que para su liquidación y pago se expresan en otras
disposiciones de este Código; es decir, tratándose de monedas extranjeras no hay que evaluar,
pues de acuerdo a la Ley 18.010 sobre Operaciones de Crédito de Dinero, basta que se pida
un certificado a un banco de la plaza, que señale a cuánto asciende su equivalencia en moneda
extranjera.
Por otro lado, el inc. II del art. 438 señala que se entenderá cantidad líquida, no sólo la que
actualmente tenga esta calidad, sino también la que pueda liquidarse mediante simples
operaciones aritméticas con sólo los datos que el mismo título ejecutivo suministre. Por
ejemplo, una persona se obliga a pagar doce mensualidades de diez mil pesos cada una; por
tanto, la obligación asciende a ciento veinte mil pesos y es líquida porque, para determinarla,
basta efectuar una operación aritmética con los datos que suministra el título.
Por último, puede acontecer que del título aparezca una obligación en parte líquida e ilíquida
en otra. En este caso, el art. 439 del CPC señala que si del título aparece una obligación en
parte líquida e ilíquida en otra, podrá procederse ejecutivamente por la primera, reservándose
al acreedor su derecho para reclamar el resto en vía ordinaria.
ii. Si se trata de una obligación de hacer, la obligación tiene que ser determinada. Una obligación
de hacer es determinada cuando su objeto, es decir, la prestación, es perfectamente conocida
y no da margen a equívocos. Por ejemplo, la obligación de hacer una obra material (pintar un
cuadro abstracto, construir una casa de dos pisos), o suscribir un documento, o constituir una
obligación (por ejemplo, un contrato de promesa que consta en una escritura pública, pues
así, tiene mérito ejecutivo).

iii. Si se trata de una obligación de no hacer, la obligación tiene que ser susceptible de convertirse
en la obligación de destruir la obra hecha. En otras palabras, las obligaciones de no hacer son
exigibles ejecutivamente, cuando se puede destruir la obra hecha.

1.4. ACCIÓN NO PRESCRITA


Este es el último de los requisitos de procedencia de la acción ejecutiva. Se sabe que la falta
de ejercicio de una acción judicial, por el sólo transcurso del tiempo, contado desde que la obligación
se hizo exigible, extingue dicha acción por medio de la prescripción. De acuerdo al art. 2515 del CC,
este tiempo es en general de tres años para las acciones ejecutiva 478 y de cinco para las ordinarias; y
agrega el inc. II que la acción ejecutiva se convierte en ordinaria por el lapso de tres años, y convertida
en ordinaria durará solamente otros dos479.

478
Por regla general, el plazo es de tres años para que prescriba la acción ejecutiva, esto porque hay acciones
ejecutivas especiales, como las derivadas de instrumentos mercantiles (cheques, letras de cambio o pagares),
que prescriben en un año (respecto de los cheques se cuenta desde el protesto; y respecto de las letras de cambio
y pagarés desde el vencimiento de la letra de cambio o pagaré).
479
Hay que recordar que si la acción ejecutiva se ha convertido en ordinaria, el juicio en que dicha acción
ordinaria se deduzca, para obtener el correspondiente título con mérito ejecutivo, vale decir, la sentencia firme;
se ventilará en conformidad al procedimiento sumario.
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Como se sabe, la prescripción debe ser alegada, no pudiendo el juez declararla de oficio; pero
tratándose de las acciones ejecutivas, el art. 442 en su primera parte dispone que el tribunal denegará
la ejecución si el título presentado tiene más de tres años, contados desde que la obligación se haya
hecho exigible; con lo cual su declaración de oficio queda de manifiesto, sin perjuicio del derecho del
ejecutado para hacerla también valer por medio de la correspondiente excepción. Por esta razón
algunos más que hablar de prescripción, prefieren hablar de caducidad, pues la prescripción tiene que
ser alegada, y acá procede de oficio. El profesor ALFARO señala que ésta es una norma excepcional,
y como tal, debe interpretarse restrictivamente, por ende, no se puede aplicar a las acciones ejecutivas
especiales, pues en dichos casos, sólo el deudor sería el llamado a enervar la acción, oponiendo la
correspondiente excepción480.
El mismo art. 442 del CPC, establece una excepción en su segunda parte, al decir que la
declaración de oficio procede, salvo que se compruebe la subsistencia de la acción ejecutiva por
alguno de los medios que sirven para deducir esta acción en conformidad al art. 434 ¿Qué ha querido
con esto significar el legislador? Según CASARINO esta frase significa que si el acreedor obtiene un
nuevo título en que conste la obligación, podrá exigir su cumplimiento por esta vía, no obstante que
la acción ejecutiva esté ya prescrita, de conformidad al título primitivo. Por ejemplo, se es acreedor
de la suma de cien mil pesos prestadas a título de mutuo, el cual consta de escritura pública; el deudor
tenía que haber restituido esta suma hace cuatro años, y no lo hizo, por ende, no se podría exigir el
pago por la vía ejecutiva, ya que la acción ejecutiva está prescrita, pero no hay ningún inconveniente
para demandar al deudor y obtener una sentencia firme, que servirá de título ejecutivo, a fin de cobrar
posteriormente la deuda481.
2. GESTIONES PREPARATORIAS DE LA VÍA EJECUTIVA
Las gestiones preparatorias de la vía ejecutiva son gestiones judiciales realizadas antes del
juicio, que realiza el acreedor en contra del deudor, con el objeto de perfeccionar o procurarse un
título ejecutivo, para iniciar una ejecución posterior. De este concepto se extraen las siguientes
características:
i. Son previas al juicio y sumarísimas; y solamente pueden ser iniciadas por el futuro ejecutante
en contra del futuro ejecutado. No hay que confundir estas gestiones con las medidas
prejudiciales; pues si bien ambas son previas al juicio, estas últimas puede iniciarlas tanto el
futuro demandante cuanto el futuro demandado, y su finalidad es triple: preparar la demanda,
asegurar ciertos medios de prueba que pueden desaparecer, o bien, asegurar los resultados de
la pretensión a instaurarse. Menos pueden confundirse las gestiones preparatorias de la vía
ejecutiva con las medidas precautorias, porque el ejercicio de estas últimas le corresponde al
actor en contra del demandado, las que hará valer “durante el curso del juicio” con el objeto
de asegurar los resultados de la pretensión.

ii. Su finalidad es perfeccionar o completar el título que servirá de fundamento al juicio


ejecutivo posterior. Como se dijo, según si los títulos ejecutivos requieren de preparación
previa o no, se distingue entre: títulos ejecutivos perfectos o completos (sentencia definitiva

480
El profesor ALFARO señala que la prescripción de la acción ejecutiva no se suspende, porque la suspensión
es algo exclusivo del Derecho civil. Sí opera la interrupción de la prescripción, la cual puede ser civil o natural.
481
Acá se plantea una discusión en orden a si se puede por la vía preparatoria hacer revivir acciones prescritas;
por ejemplo, mediante el reconocimiento de la deuda. El profesor ALFARO señala que si esto se permite, nunca
prescribiría la acción ejecutiva; no tendría sentido la prescripción.
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o interlocutora firme, copia de escritura pública y acta de avenimiento) y títulos imperfectos


o incompletos; precisamente los títulos ejecutivos imperfectos o incompletos se caracterizan
porque, para poder iniciar ejecución por medio de ellos, es preciso cumplir con ciertas
gestiones previas, llamadas preparatorias de la vía ejecutiva. Sin embargo, el profesor
ALFARO señala que ésta no es su única finalidad, pues hay una gestión preparatoria,
concretamente la avaluación de un perito, que tiene por objeto que se cumpla uno los
requisitos de la acción ejecutiva, cual es, su liquidez, tratándose de obligaciones de dar.

iii. Una vez que las entra a conocer el tribunal competente, la causa queda radica en él; por ende,
la demanda se presenta en el mismo tribunal que conoció de la gestión preparatoria, y se da
inicio al juicio ejecutivo.

iv. Como son previas al juicio, no pueden hacerse alegaciones de fondo, pues éstas deben hacerse
en el juicio mismo (sin perjuicio de alegar, por ejemplo, la incompetencia absoluta o relativa).
Ahora bien, las gestiones preparatorias de la vía ejecutiva que regula nuestro Derecho
positivo, son: el reconocimiento de firma puesta en instrumento privado; la notificación judicial del
protesto de una letra de cambio, pagaré o cheque, a cualquiera de los obligados; la confesión de deuda;
la confrontación de títulos y cupones; la avaluación; la validación de sentencias extranjeras; y la
notificación del título ejecutivo a los herederos del deudor. A continuación, se analizarán cada una de
estas gestiones.
a. Reconocimiento de firma puesta en instrumento privado
Se sabe que, en principio, el instrumento privado carece de mérito ejecutivo, porque en su
otorgamiento no ha intervenido funcionario público alguno que le confiera presunción de
autenticidad. Sin embargo, por excepción, el instrumento privado puede llegar a constituir título
ejecutivo, en dos casos: cuando ha sido reconocido por el otorgante, o cuando ha sido mandado tener
por reconocido. Ahora, para llegar a obtener este reconocimiento del instrumento privado y que, en
consecuencia, constituya un título ejecutivo perfecto, es previa la observancia de una gestión
preparatoria de la vía ejecutiva.
El profesor ALFARO señala que para que tenga lugar esta gestión preparatoria, es necesario
que se solicite al tribunal competente que ordene citar al deudor, individualizándolo completamente
(nombre, apellidos, domicilio y profesión) y acompañando el instrumento cuya firma se espera
reconozca el deudor; además habrá que solicitar la custodia del documento por parte del Secretario,
pues en caso contrario, podría desaparecer dentro del expediente. Al respecto, el art. 435 del CPC
señala que si, en caso de no tener el acreedor título ejecutivo, quiere preparar la ejecución por el
reconocimiento de firma o por la confesión de la deuda, podrá pedir que se cite al deudor a la presencia
judicial, a fin de que practique la que corresponda de estas diligencias. El tribunal competente
accederá a la diligencia fijando una audiencia para que se lleve a efecto, debiendo notificarse esta
primera resolución por el estado diario a la parte que promovió las gestiones, y personalmente a
aquella en contra de la cual se dirige (por tratarse de la primera notificación de la gestión judicial).
Luego, una vez notificado el deudor puede asumir cuatro actitudes:
i. Comparecer y reconocer su firma. De acuerdo al art. 436 del CPC, reconocida la firma,
quedará preparada la ejecución, aunque se niegue la deuda; es decir, el acreedor posee ya un
título ejecutivo en contra de su deudor por el sólo reconocimiento de la firma, sin necesidad

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de una resolución judicial posterior que así lo confirme, y aun cuando este último hubiere
negado la deuda ¿Puede el heredero del deudor reconocer su firma? La jurisprudencia ha
dicho que el reconocimiento de firma es un acto personal del deudor, por ende, no cabe citar
sus herederos.

ii. Comparecer y negar su firma. En este segundo caso fracasa la gestión preparatoria y el
acreedor no tendrá otro camino que la vía declarativa u ordinaria. Hay que tener presente que
en la gestión preparatoria no se puede recibir pruebas sobre la autenticidad de la firma del
deudor.

iii. Comparecer y dar respuestas evasivas. En este caso, la sanción impuesta por la ley al
deudor es grave, pues de acuerdo al art. 435 inc. II del CPC, si el citado no comparece, o sólo
da respuestas evasivas, se dará por reconocida la firma o por confesada la deuda; por ejemplo,
señala que no recuerda haber firmado el documento, o que le pareció haberlo firmado pero
no está seguro, etc. A diferencia de los casos anteriores, aquí será necesaria la dictación de
una resolución judicial, a solicitud del acreedor, que declare reconocida la firma del deudor.
Por tanto, en este caso el título ejecutivo será el instrumento privado y la resolución judicial
que declara la no comparecencia.

iv. No comparecer. En este último caso, también se dará por reconocida la firma. En
consecuencia, será también necesaria la dictación de una resolución judicial a petición del
acreedor, en que se declare que, en rebeldía del deudor, se tiene por reconocida la firma; y el
título ejecutivo estará compuesto por el instrumento privado y la resolución judicial.
La resolución que da por reconocida la firma del deudor, sea por falta de comparecencia, sea
por haber dado respuestas evasivas, constituye una sentencia interlocutoria de segundo grado, en
atención a que resuelve sobre un trámite que sirve de base al pronunciamiento de una sentencia
definitiva, cual es, la que recae en el juicio ejecutivo posterior. Esta resolución se notifica por el
estado (regla general), y es susceptible de los recursos procesales correspondientes (apelación en el
sólo efecto devolutivo)482.
b. Notificación judicial de protestos de letra de cambio, pagaré o cheques
Como se dijo, el cheque, la letra de cambio y el pagaré constituyen título ejecutivo cuando la
firma es autorizada por un Notario, o cuando reúnan las siguientes circunstancias: que hayan sido
protestados; que el protesto se haya efectuado personalmente al deudor; y que en el acto mismo del
protesto, éste no haya opuesto tacha de falsedad a su firma. Por consiguiente, el título ejecutivo estará
constituido por el instrumento mercantil y, además, por la respectiva acta de protesto.
Como se puede apreciar, en los casos anteriores no se requiere de gestión preparatoria alguna,
pues los documentos, no obstante ser privados, son títulos ejecutivos en razón de la autorización del

482
La jurisprudencia ha dicho que el reconocimiento que da mérito ejecutivo a un instrumento privado es
exclusivamente el que se obtiene dentro de las gestiones que reglamentan los arts. 435 y 436 del CPC, sin que
valga el obtenido dentro de una medida prejudicial o dentro de un juicio como medio probatorio. También ha
señalado que el deudor citado puede oponer previamente incidentes dilatorios como, por ejemplo, la nulidad de
la notificación, la incompetencia del tribunal, etc.; estándole vedado, en cambio, oponer cualquiera excepción
o defensa que mire al fondo de la obligación; además, el deudor podrá pedir la rescisión de lo que se hubiere
obrado en su rebeldía, ofreciendo probar que estuvo impedido por razones de fuerza mayor de comparecer.
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ministro de fe o del protesto personal al deudor. Ahora, en caso de que no se haya hecho un protesto
en forma personal (lo cual es poco frecuente) o la firma no haya estado autorizada ante notario, es
necesario realizar una gestión preparatoria de la vía ejecutiva, consistente en solicitar al juez
competente que se notifique el protesto del respectivo documento al deudor, y éste en ese acto o
dentro de tercero día, no debe tachar de falsa su firma. En dicho caso, el instrumento mercantil pasará
a ser un título ejecutivo perfecto; y además, según algunos penalistas, se configuraría el delito de giro
doloso de cheques.
¿Qué sucede si el deudor tacha de falsa su firma? La Ley 18.092 sobre Letras de Cambio y
Pagaré, contiene una serie de normas procesales al respecto, las que se pueden resumir de la siguiente
forma:
i. La tacha de falsedad de la firma se tramita como incidente, y corresponde al demandante
acreditar que la firma es auténtica. Si se acredita la autenticidad de la firma, el tribunal lo
declarará así y el documento constituirá título ejecutivo. Esta es la primera vez que el
legislador permite que exista discusión y prueba en una gestión preparatoria de la vía
ejecutiva.

ii. Cualquier persona que en la gestión preparatoria de la vía ejecutiva tachare de falsa su firma
y resultare en definitiva que la firma es auténtica, será sancionada con las penas indicadas
en el art. 467 del CP, salvo que acredite justa causa de error o que el título en el cual se
estampó la firma es falso.

c. La confesión de deuda
El art. 435 inc. I del CPC dispone que si, en caso de no tener el acreedor título ejecutivo,
quiere preparar la ejecución por el reconocimiento de firma o “por la confesión de la deuda”, podrá
pedir que se cite al deudor a la presencia judicial, a fin de que practique la que corresponda de estas
diligencias. Esta gestión preparatoria de la vía ejecutiva se la conoce con el nombre de “confesión de
deuda” y de llegar a prosperar, habilita al acreedor para hacer valer como título ejecutivo, el
contemplado art. 434 Nº 5, o sea, la confesión judicial.
Su tramitación es idéntica a la gestión preparatoria de reconocimiento de firma puesta en
instrumento privado; es decir, se debe solicitar una audiencia al juez, a la cual deberá concurrir el
deudor, y en ella podrá asumir cuatro actitudes: comparecer y reconocer la deuda, caso en el cual, la
confesión judicial es el título ejecutivo; puede comparecer y no reconocer la deuda, con lo cual habrá
fracasado la gestión preparatoria; y puede no comparecer, o comparecer y dar respuestas evasivas,
caso en el cual, se tendrá por confesada la deuda, y el título ejecutivo consistirá en la resolución
judicial que dicte el tribunal estableciendo el hecho de la confesión en rebeldía o por dar respuestas
evasivas.
¿Qué ocurre si la confesión se efectúo en forma expresa en otro procedimiento? ¿Se puede
demandar ejecutivamente en forma inmediata o se requiere de una gestión preparatoria? La confesión
se debe verificar en la audiencia de gestión preparatoria, independiente que en otro procedimiento se
haya dado en forma expresa, por lo tanto, no se puede demandar ejecutivamente en forma directa,
sino que necesariamente se debe efectuar la gestión preparatoria. En efecto, respecto de la posibilidad
de acompañar la fotocopia autorizada del expediente que da cuenta de la confesión expresa, la CS ha

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señalado que el expediente no constituye escritura pública, ni tampoco un instrumento público, salvo
en determinados escritos del mismo, por lo tanto, no podría servir como título ejecutivo perfecto.
Es importante señalar que no se debe confundir la confesión judicial como medio de prueba
en juicio, y la confesión judicial como gestión preparatoria de la vía ejecutiva. En efecto:
i. En cuanto a su objeto o finalidad, la confesión judicial como medio de prueba está destinada
a acreditar hechos controvertidos en el juicio mismo; en cambio, la confesión judicial como
gestión preparatoria de la vía ejecutiva está destinada a perfeccionar o completar un título
ejecutivo, para iniciar una ejecución posterior.

ii. Atendiendo a la forma de la confesión, la confesión judicial como medio de prueba en juicio
se puede prestar en forma espontánea o provocada; en cambio, la confesión judicial como
gestión preparatoria de la vía ejecutiva solamente de manera provocada.

iii. En cuanto a la prueba, la confesión judicial como medio de prueba sirve para probar cualquier
hecho sustancial, pertinente y controvertido; en cambio, la confesión judicial como gestión
preparatoria de la vía ejecutiva sólo se utiliza para acreditar la existencia de una obligación o
deuda.

iv. En cuanto a la confesión en rebeldía del absolvente, la confesión judicial como medio de
prueba exige la citación por dos veces del litigante para que se le pueda tener por confeso en
rebeldía; en cambio, la confesión judicial como gestión preparatoria de la vía ejecutiva sólo
requiere de una citación para que, en caso de incomparecencia o rebeldía del deudor, se tenga
por reconocida la obligación.

v. Atendiendo a las formalidades, la confesión judicial como medio de prueba se debe prestar
bajo juramento; en cambio, la confesión judicial como gestión preparatoria de la vía ejecutiva
no requiere de esta formalidad previa de parte del confesante.

vi. En cuanto al funcionario competente, la confesión judicial como medio de prueba puede ser
delegada en el secretario u otro ministro de fe; en cambio, la confesión judicial como gestión
preparatoria de la vía ejecutiva sólo puede ser prestar ante el juez, so pena de nulidad de la
respectiva diligencia o actuación.

vii. Por último, en la confesión judicial como medio de prueba se debe acompañar un pliego
cerrado de posiciones o preguntas; en cambio, en la confesión judicial como gestión
preparatoria de la vía ejecutiva la pregunta es una sola y abierta: "confiese la existencia de tal
obligación".

d. La confrontación de títulos y cupones


Como se dijo al analizar los títulos ejecutivos, para que un título al portador o nominativo
tenga mérito ejecutivo requiere: haber sido legalmente emitido; representar obligaciones vencidas; y
haber sido confrontados con sus Libros talonarios. Este último requisito se obtiene mediante la gestión
preparatoria de la vía ejecutiva llamada de confrontación, la cual tiene lugar cuando el acreedor
solicita al juez respectivo la designación de un ministro de fe para que efectúe una confrontación, esto

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es, una comparación del Título cuyo valor se pretende cobrar por la vía ejecutiva y el Libro Talonario,
del cual dicho Título había sido oportunamente desprendido. Si resulta conforme la confrontación
(para lo cual hay que mirar los números de series), la vía ejecutiva habrá quedado preparada.
Ahora, si lo que se pretende cobrar por la vía ejecutiva es un Cupón que emana de un Título,
es indispensable la concurrencia de dos requisitos: que el Cupón esté vencido y que haya sido
confrontado con el Título, y éste, a su vez, con el Libro Talonario respectivo. Por tanto, en este caso
hay una doble confrontación.
e. La avaluación
Esta gestión preparatoria de la vía ejecutiva tiene lugar en las obligaciones de dar,
concretamente, una especie o cuerpo cierto que se deba y que no exista en poder del deudor; o un
género determinado que no sea dinero. En estos casos, un perito determinará el valor de la especie
debida o el valor del género determinado que se debe, y, por consiguiente, la ejecución recaerá en
estos valores y no en la especie o en el género adeudados.
La designación del perito la hará el tribunal por sí mismo, vale decir, sin intervención de las
partes (esto hace excepción a las reglas generales sobre de nombramiento de perito); y éste hará la
avaluación de que se trata con los datos que el título ejecutivo suministre y conforme al valor de
mercado. Pero la avaluación del perito no es definitiva, pues de acuerdo al art. 440 del CPC, la
avaluación que, en conformidad al art. 438, se haga para determinar el monto de la ejecución, se
entenderá sin perjuicio del derecho de las partes para pedir que se aumente o disminuya; el profesor
ALFARO señala que sólo el requirente puede entablar el recurso correspondiente (apelación) para pedir
la rebaja de la avaluación; pues el futuro ejecutado puede oponerse durante el juicio mediante la
excepción contemplada en el art. 464 N° 8 del CPC llamada, precisamente, “exceso de avalúo”.
f. Validación de sentencias extranjeras o exequátur
Para que una sentencia dictada en el extranjero tenga fuerza ejecutiva, es necesario que la CS
la constate mediante una gestión preparatoria de la vía ejecutiva llamada validación de sentencias
extranjeras o exequátur. Así, el exequátur se define como el conjunto de reglas conforme a las cuales,
el ordenamiento jurídico de un Estado verifica si una sentencia judicial emanada de un país extranjero
reúne o no los requisitos que permiten su homologación, esto con el objeto de acceder a su
cumplimiento en el Estado que no la pronunció.
g. Notificación judicial del título ejecutivo a los herederos del deudor
Es un principio fundamental en Derecho civil, que los herederos del causante lo representan
y suceden en todos sus derechos y obligaciones transmisibles. Así, si el causante era deudor de un
crédito que consta en un título ejecutivo, podrá exigirse su cumplimiento, y por la vía ejecutiva, a sus
herederos.
Sin embargo, en atención a que los herederos del deudor pueden ignorar la existencia del
crédito, el legislador estableció en el art. 1377 del CC que los títulos ejecutivos contra el difunto lo
serán igualmente contra los herederos; pero los acreedores no podrán entablar o llevar adelante la
ejecución, sino pasados ocho días después de la notificación judicial de sus títulos. Eso sí, para
notificar a los herederos del deudor, es indispensable que se realice la posesión efectiva de los bienes,
requiriendo la resolución judicial o administrativa que señale quienes son los herederos del difunto.

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3. FORMAS DE EJECUCIÓN
En caso de que el deudor incumpla su obligación, es necesario obtener su cumplimiento por
vías compulsiva. Al respecto, el profesor ALFARO señala que la ejecución teóricamente puede ser de
dos formas:
i. Mediante el embargo genérico de acciones y derechos de contenido patrimonial. En ausencia
de bienes por parte del deudor, hay legislaciones que permiten que se embarguen
genéricamente derechos y acciones de contenido patrimonial, lo cual no significa la
posibilidad de venta ni remate de esas acciones, sino que ese embargo genérico supone una
suspensión del proceso de ejecución, hasta que aparezcan bienes.

ii. El sistema que existe en nuestro país, es el del embargo y realización de bienes determinados.
En efecto, cuando no existe la especie o cuerpo cierto debido en poder del deudor, o cuando
éste no tiene dinero para pagar su obligación, lo que se hace es embargar bienes de su
propiedad para venderlos, y con el producto de la venta se satisface la deuda.

Las etapas importantes de este sistema, son: primero se ordena el embargo, que consiste en
una providencia tendiente a evitar que el deudor disponga de sus bienes; este es un acto de
carácter preventivo, pero no es una medida precautoria, aunque produzca sus mismos efectos.
Una vez decretado el embargo, teóricamente pueden existir dos alternativas: el acreedor tiene
un título con fuerza ejecutoria, es decir, una sentencia definitiva o interlocutoria firme o
ejecutoriada, lo cual lleva a una ejecución incidental, con lo cual se eliminan trámites, se
acoten términos y el proceso de ejecución básicamente tiene por finalidad la tasación y venta
de los bienes; ahora, si el acreedor cuenta con un título que tiene fuerza o mérito ejecutivo
(los demás títulos ejecutivos), ello acarrea la circunstancia de que dentro del procedimiento
ejecutivo se verificará un nuevo proceso de conocimiento (el deudor puede interponer
excepciones, interponer recursos, puede haber resolución que recibe la causa a prueba, etc.);
y una vez firme el título, se procederá a la venta de los bienes.
En los párrafos siguientes se analizarán los juicios ejecutivos en las obligaciones de dar, hacer
y no hacer, en los cuales se verifican los trámites que se expresaron en el apartado anterior.
C. JUICIO EJECUTIVO DE MAYOR CUANTÍA EN LAS OBLIGACIONES DE DAR

1. REGULACIÓN Y ÁMBITO DE APLICACIÓN


Este juicio ejecutivo se encuentra regulado en el Título I (“Del juicio ejecutivo en las
obligaciones de dar”) del Libro III (“De los juicios especiales”), en los arts. 434 al 529 del CPC. En
el silencio de estas disposiciones se debe recurrir al Libro I del CPC (“Disposiciones comunes a todo
procedimiento”); y, todavía más, al Libro II (“Del juicio ordinario”), por ser el juicio ordinario un
procedimiento supletorio.
En cuanto a su campo de aplicación, son dos elementos o requisitos que lo determinan:
i. La cuantía del mismo del juicio, pues es necesario que el monto de lo disputado sea superior
a 10 UTM. Si dicho monto es inferior, tendría lugar el juicio ejecutivo de obligaciones de dar
pero de mínima cuantía.

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ii. Debe tratarse de una obligación de dar. Como se sabe, en el CC la obligación de dar es la que
tiene por objeto transferir el dominio, constituir un derecho real limitativo o la simple entrega.
Por ejemplo, la obligación que pesa sobre el vendedor de entregar la cosa vendida; la
obligación que pesa sobre el arrendatario de restituir la cosa arrendada; etc.

2. ESTRUCTURA
Este juicio ejecutivo consta, fundamentalmente, de dos cuadernos o ramos: el cuaderno
principal y el cuaderno de apremio. Eventualmente puede existir un cuaderno de tercerías.
i. Cuaderno principal o ejecutivo. El cuaderno principal constituye el juicio mismo, es decir,
la contienda o controversia jurídica y actual que las partes someten a la decisión del juez. En
consecuencia, en él se encuentran cronológicamente: la demanda ejecutiva aparejada de su
correspondiente título; la contestación del demandado, que en el juicio ejecutivo recibe el
nombre de "posición a la ejecución"; las pruebas, en caso de que ellas sean procedentes; y,
por último, la sentencia definitiva y sus correspondientes recursos.

ii. Cuaderno de apremio. El cuaderno de apremio, por el contrario, representa más bien el
aspecto compulsivo o de fuerza que va envuelto en todo juicio ejecutivo. En él se encuentran:
el mandamiento de ejecución; el embargo (con su eventual ampliación); las actuaciones
relativas a la administración y realización de los bienes embargados; y por último, la
liquidación del crédito y de las costas y el pago al acreedor o ejecutante. En el hecho, el
cuaderno de apremio se paraliza mientras en el cuaderno principal no se dicte la sentencia
definitiva. Sin embargo, ambos cuadernos se tramitan separada e independientemente, de
suerte que los recursos deducidos en uno de ellos no retardan la marcha del otro.

iii. Cuaderno de tercería. Por excepción, también puede existir en el juicio ejecutivo otro
cuaderno, cual es, el cuaderno de tercería; y ello acontecerá cuando advenga y se presente en
el juicio ejecutivo un tercero invocando derecho de dominio o posesión sobre los bienes
embargados; o el derecho a ser pagado preferentemente, o el derecho a concurrir al pago; o
bien alguno de los otros derechos que la ley señala expresamente.

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Cuaderno Cuaderno de
principal apremio

Demanda

Mandamiento
Despáchese de ejecución y
embargo

Notificación Requerimiento ➔ Emplazamiento


de pago + plazo

Excepciones Embargo

Remate o
Prueba realización de
bienes

Sentencia Liquidación

Pago

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3. ANÁLISIS DEL CUADERNO PRINCIPAL

3.1. LA DEMANDA EJECUTIVA

a. Concepto y requisitos
El juicio ejecutivo puede comenzar por la demanda ejecutiva interpuesta por el acreedor en
contra del deudor, o bien, por gestiones preparatorias de la vía ejecutiva. Comienza por demanda
cuando el título ejecutivo es perfecto, es decir, cuando por sí solo permite iniciar un proceso ejecutivo,
sin que sea necesario realizar una gestión previa; a la inversa, se inicia por medio de gestiones
preparatorias de la vía ejecutiva cuando el título que tenga el acreedor requiera de esas gestiones
previas para perfeccionarse.
Ahora bien, se entiende por demanda ejecutiva el acto jurídico procesal en virtud del cual el
ejecutante deduce su acción ejecutiva aparejada del título en que se funda. Esta demanda se interpone
ante el tribunal competente, el cual será, por regla general, el del domicilio del ejecutado; y si se ha
iniciado el juicio mediante una gestión preparatoria de la vía ejecutiva, será ante el mismo tribunal
que conoció de la gestión. Y para comparecer ante el tribunal, se deberán cumplir con las normas
sobre comparecencia en juicio (mandatario judicial y patrocinio de abogado).
La demanda ejecutiva, como todo escrito, debe ajustarse a los requisitos generales de los
escritos judiciales (se debe presentar en papel, por conducto del secretario respectivo, encabezado por
una suma que indique su contenido, y se deben acompañar tantas copias cuantas sean las partes a
quienes debe notificarse la providencia que en él recaiga); y, además, debe cumplir con requisitos los
específicos de las demandas (art. 254 del CPC). Dentro de estos requisitos específicos, cobra especial
relieve en la demanda ejecutiva la parte petitoria, la que, según CASARINO, debe consistir en solicitar
que, desde luego, se despache mandamiento de ejecución y embargo en contra del deudor por la
obligación de que se trate, y que, en definitiva, se acoja la demanda y se rechacen las excepciones, en
caso de oposición, disponiéndose, al mismo tiempo, seguir adelante la ejecución hasta hacer entero
pago al acreedor de su crédito”.
Art. 254. La demanda debe contener:
1. La designación del tribunal ante quien se entabla;
2. El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandante y de las personas que lo representen, y la naturaleza
de la representación;
3. El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandado;
4. La exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho en que se apoya; y
5. La enunciación precisa y clara, consignada en la conclusión, de las peticiones que se sometan al fallo del
tribunal.

Por último, la demanda puede contener las siguientes menciones accidentales: se pueden
señalar los bienes para trabar el embargo (si es un bien raíz se debe mencionar su inscripción, si es
un vehículo motorizado su placa patente; el número de cuenta corriente; acciones o derechos de una
sociedad, etc.); también se puede mencionar en la demanda ejecutiva quien tendrá el carácter de
depositario de los bienes embargados, sea en carácter de provisional o definitivo; eventualmente, si
es que existe un justo temor de que el embargo no pueda ser cumplido, puede solicitar que el embargo
sea realizado con el auxilio de la fuerza pública; y se puede solicitar la custodia del título para que no
vaya al expediente (por ejemplo, tratándose de un cheque).

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b. Examen de admisibilidad
Una vez presentada la demanda ejecutiva, aparejada de su correspondiente título, el juez debe
analizar si concurren o no los requisitos necesarios para que la acción ejecutiva pueda ser admitida a
tramitación; es decir, debe verificar: si el título invocado es ejecutivo, si la obligación es actualmente
exigible, si la obligación es líquida, y si la acción no está prescrita.
De acuerdo al art. 441 del CPC, el tribunal examinará el título y despachará o denegará la
ejecución, sin audiencia ni notificación del demandado, aun cuando se haya éste apersonado en el
juicio; agrega el inc. II que las gestiones que en tal caso haga el demandado (por ejemplo, diga que
la acción está prescrita) no embarazarán en manera alguna el procedimiento ejecutivo, y sólo podrán
ser estimadas por el tribunal como datos ilustrativos para apreciar la procedencia o improcedencia
de la acción.
Ahora bien, el tribunal puede adoptar dos actitudes respecto de la demanda ejecutiva:
i. Si no concurren los requisitos de la acción ejecutiva, debe denegar la ejecución, y en tal caso
el ejecutado puede apelar. En efecto, de acuerdo al art. 441 inc. III si denegado el
mandamiento de ejecución, se interpone apelación de este fallo y ha lugar a ella, el tribunal
elevará el proceso al superior, también sin notificación del demandado.
La jurisprudencia se ha uniformado en el sentido de que la resolución que deniega la
ejecución es una sentencia interlocutoria, ya que falla un incidente estableciendo derechos
permanentes en favor de las partes; y todavía más, de aquellas que hacen imposible la
continuación del juicio. En consecuencia, esta resolución aparte de ser apelada por el
ejecutante, podría ser recurrida de casación en la forma, de conformidad a las reglas
generales.
ii. Si concurren los requisitos de la acción ejecutiva, ordenará “despachar” la ejecución, lo cual
significa, en el fondo, admitir a tramitación la demanda ejecutiva. El “despáchese” es una
resolución judicial, y en cuanto a su naturaleza jurídica, existe discusión. Por un lado, el
profesor Enrique WIEGAND sostuvo que tiene la naturaleza jurídica de una sentencia
definitiva, porque en el evento que no se opongan excepciones, basta el “despáchese”; todavía
más, en el evento de que se opongan excepciones, aun así sigue siendo una sentencia
definitiva, pues las excepciones son verdaderos recursos. Otros piensan que es una sentencia
interlocutoria, y en caso de que se opongan excepciones, sería una sentencia interlocutoria de
aquellas que sirven de base para el pronunciamiento de una sentencia definitiva posterior; y
si no se oponen, no puede ser encasillada en ninguna de las resoluciones contempladas en el
art. 158 del CPC (no podría ser catalogado como auto, decreto o proveído, porque en ellos
no hay un juzgamiento).

La jurisprudencia se ha uniformado en el sentido de que se trata de una sentencia


interlocutoria de segundo grado, porque resuelve sobre un trámite que ha de servir de base
para el pronunciamiento de una sentencia definitiva posterior, pero no es de aquellas que
ponen término al juicio o hacen imposible su continuación. Por lo anterior, CASARINO señala
que esta última resolución será únicamente susceptible de apelación por parte del ejecutado;
recurso que deberá ser concedido en el solo efecto devolutivo, de conformidad con lo
preceptuado en el art.194 N° 1 del CPC. Sin embargo, el profesor ALFARO estima que al

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ejecutado le estaría vedado apelar de la resolución que despacha la ejecución, en razón de


que la manera de defenderse es oponiendo la correspondiente excepción.

3.2. MANDAMIENTO DE EJECUCIÓN


Como se ha dicho, si el tribunal constata la concurrencia de todos los requisitos legales para
que la acción ejecutiva pueda prosperar, despachará la ejecución; y despechar la ejecución significa
(aparte de declarar admisible la demanda) que se debe extender un mandamiento de ejecución y
embargo. El mandamiento de ejecución y embargo es una orden escrita emanada del tribunal en virtud
de la cual se requiere de pago al deudor bajo el apercibimiento de que se le embargarán sus bienes en
caso de no pago. ¿En base a qué antecedentes se extiende esta orden? En base a la resolución que
dicta el tribunal y que recae en la demanda ejecutiva admitiendo su tramitación, vale decir, en base al
“despáchese”.
Hay que tener presente que el mandamiento de ejecución y embargo es una actuación judicial,
y no una resolución judicial; y este acto constituye la pieza que da origen al cuaderno de apremio.
Ambas actuaciones deben ser firmadas por el juez y el secretario.
El mandamiento de ejecución y embargo se encuentra regulado en el art. 431 del CPC, y de
dicha disposición la doctrina señala que el mandamiento tiene un contenido esencial y uno accidental.
El contenido esencial está compuesto por:
i. La orden de requerir de pago al deudor (art. 443 N° 1 primera parte).

ii. La orden de embargar bienes del deudor en cantidad suficiente para cubrir la deuda con sus
intereses y reajustes, si no paga en el acto (art. 443 N° 2).

iii. La firma del juez y del secretario. Ellos son los que deben elaborar el mandamiento, pero en
la práctica lo hace sólo el secretario.
Por otra parte, las menciones esenciales, esto es, aquellas que se pueden indicar o no, son:
i. La designación de un depositario provisional (art. 443 N° 3).

ii. La designación de la especie o cuerpo cierto sobre la cual recae la ejecución o de los bienes
que sea necesario embargar si éstos han sido designados por el acreedor en su demanda
ejecutiva (art. 443 N° 3).

iii. La orden de solicitar el auxilio de la fuerza pública para proceder a la ejecución, si lo ha


solicitado el acreedor y en concepto del tribunal hay fundado temor de que el mandamiento
sea desobedecido (art. 443 N° 3).

3.3. EL REQUERIMIENTO DE PAGO

a. Concepto
Hasta el momento, la demanda ejecutiva ha sido admitida a tramitación, se ha despachado la
ejecución y se ha extendido el correspondiente mandamiento de ejecución y embargo. Procede ahora

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que un ministro de fe ponga la demanda ejecutiva en conocimiento del deudor, o sea, se la notifique;
y, en seguida, lo requiera de pago o le embargue sus bienes si no paga en el acto.
Por lo tanto, requerimiento de pago consiste en la notificación que hace el receptor de la
demanda ejecutiva al deudor, y en la intimación que se le hace para que pague la deuda, bajo el
apercibimiento de que si no lo hace, se iniciara en su contra un procedimiento coactivo para lograr
por esa vía el pago. En consecuencia, el requerimiento de pago persigue dos finalidades
fundamentales:
i. Notificar al deudor la demanda ejecutiva y requerirlo o intimarlo para que pague la obligación
cuyo cumplimiento ejecutivo se pretende. La jurisprudencia ha sostenido que el
emplazamiento en el juicio ejecutivo se compone de estos dos elementos; así, si se le notificó
de la demanda ejecutiva pero no fue requerido de pago o no consta que fue requerido de pago
en el cuaderno principal y en el de apremio, se entiende que no hubo emplazamiento.

ii. Luego hay una finalidad consecuencial, para el caso de no pago, cual es, la de embargarle
bienes suficientes para cubrir capital, intereses y costas adeudadas.

b. Notificación
¿Cómo se practica el requerimiento de pago? La respuesta la da el art. 443 Nº 1 CPC al decir
que el mandamiento de ejecución contendrá: 1) la orden de requerir de pago al deudor. Este
requerimiento debe hacérsele personalmente; pero si no es habido, se procederá en conformidad al
art. 44 (notificación personal subsidiaria), expresándose en la copia a que dicho artículo se refiere,
a más del mandamiento, la designación del día, hora y lugar que fije el ministro de fe para practicar
el requerimiento. No concurriendo a esta citación el deudor, se hará inmediatamente y sin más
trámite el embargo; agrega el inc. II que cuando el deudor haya sido notificado personalmente o con
arreglo al art. 44 para otra gestión anterior al requerimiento, se procederá a éste y a los demás
trámites del juicio, en conformidad a lo establecido en los arts. 48 a 53. La designación del domicilio,
exigida por el art. 49, deberá hacerse en tal caso por el deudor dentro de los dos días subsiguientes
a la notificación, o en su primera gestión si alguna hace antes de vencido este plazo. Como se puede
apreciar, existen tres formas de practicar el requerimiento de pago al deudor:
i. Mediante la notificación personal propiamente tal, esto es, aquella que consiste en
entregar a quien se trata de notificar, en forma personal, copia íntegra de la resolución y de
la solicitud en que haya recaído, cuando sea escrita. Cabe decir que el art. 41 inc. I del CPC
dice que…en los juicios ejecutivos, no podrá efectuarse el requerimiento de pago en público
y, de haberse notificado la demanda en un lugar o recinto de libre acceso público, se estará
a lo establecido en el N° 1° del art. 443; es decir, si el deudor se encuentra en un lugar público,
sólo se le notificará la demanda ejecutiva, y se le dejará una “cédula de espera”, la cual
contiene el día, hora y lugar para requerirle de pago (usualmente el lugar es la oficina del
Receptor).
ii. Mediante la notificación personal subsidiaria, es decir, aquella que se practica cuando no
es habida la persona, pero está en el lugar del juicio y se sabe donde ejerce su profesión y
oficio. En tal caso se le notificará la demanda ejecutiva a cualquier persona adulta que se
encuentre en la morada o en el lugar donde la persona que se va a notificar ejerce su empleo,
y en caso de que nadie se encuentre allí o si por cualquier otra causa no es posible notificar a
las personas que se encuentren en esos lugares, se deberá fijar en la puerta una cédula que de
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noticia de la demanda, de las partes, de la materia de la causa y del juez que conoce de ella.
Ahora bien, la notificación de la demanda se efectúa en cualquiera de las dos situaciones,
pero el requerimiento de pago tiene una particularidad, porque se debe dejar una “cedula de
espera” en la cual se designa el día, hora y lugar para realizar el requerimiento de pago y así
darle al ejecutado efectivamente una oportunidad procesal para que pague, de modo de evitar
que se siga con la ejecución. Si al día y hora señalada no concurre el ejecutado, se le tiene
por requerido y desde ese momento se puede practicar el embargo.

iii. Mediante notificación por cédula o por el estado diario, cuando el deudor haya sido
notificado personalmente para otras gestiones anteriores, es decir, cuando ha sido notificado
para la gestión destinada a preparar la ejecución. Luego, se practicará el requerimiento de
pago al deudor por cédula, cuando haya designado domicilio en las gestiones anteriores a
dicho requerimiento; en caso contrario, se practicará el requerimiento de pago al deudor por
el estado diario.

c. Importancia
La importancia del requerimiento de pago, la señala el art. 462 inc. I del CPC, el cual dispone
que el término para deducir la oposición comienza a correr desde el día del requerimiento de pago (y
no desde la notificación de la demanda ejecutiva); por ello se dijo que si no se efectúa el
requerimiento, no hay emplazamiento. Y como se sabe, el requerimiento puede tener lugar al
momento de notificarse la demanda ejecutiva, o en un momento posterior.
Ahora bien, hay que dejar constancia de la notificación y del requerimiento de pago en el
cuaderno principal, pues a partir del requerimiento comienza a correr el plazo para oponer
excepciones.
3.4. OPOSICIÓN DEL EJECUTADO

a. Concepto
Como se dijo, el requerimiento de pago persigue dos finalidades esenciales: poner en
conocimiento del deudor la demanda ejecutiva que se ha iniciado en su contra; y constreñirlo para
que pague la obligación cuyo cumplimiento compulsivo pretende el acreedor. En consecuencia,
requerir de pago al deudor significa también emplazarlo al juicio (se traba la litis), poner en su
conocimiento la demanda ejecutiva que se ha iniciado en su contra para que haga su correspondiente
defensa; y el plazo para defenderse comienza desde el requerimiento.
Así, la oposición del ejecutado es la defensa que él hace en el juicio ejecutivo y que se
manifiesta en la posibilidad de oponer las correspondientes excepciones. Dado el carácter especial y
sumario que reviste el juicio ejecutivo, la oposición o defensa del deudor está bien limitada pues: se
debe hacer valer en un plazo más breve que en el juicio ordinario; debe fundarse, exclusivamente, en
aquellas excepciones que el mismo legislador se encarga de señalar de manera taxativa; y no se
distingue la naturaleza dilatoria o perentoria de dichas excepciones, para los efectos de su oposición
y tramitación, pues todas, como se verá, se oponen conjuntamente y en un mismo escrito.

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b. Excepciones que puede hacer valer el ejecutado


El art. 464 del CPC señala que la oposición del ejecutado sólo será admisible cuando se funde
en alguna de las excepciones siguientes:
i. La incompetencia del tribunal ante quien se haya presentado la demanda (art. 464 Nº 1).
Esta es la misma excepción dilatoria contemplada por la ley dentro del juicio ordinario de
mayor cuantía; y, desde el momento en que aquélla no distingue, se refiere tanto a la
incompetencia absoluta del tribunal como a la relativa. De acuerdo al art. 465 inc. II del CPC,
no obstará para que se deduzca la excepción de incompetencia, el hecho de haber intervenido
el demandado en las gestiones del demandante para preparar la acción ejecutiva; en
consecuencia, la prórroga de competencia que se ha podido producir en las gestiones
preparatorias de la vía ejecutiva no se hace extensiva al juicio ejecutivo posterior; agrega el
inc. III que deducida esta excepción, podrá el tribunal pronunciarse sobre ella desde luego, o
reservarla para la sentencia definitiva.

ii. La falta de capacidad del demandante o de personería o representación legal del que
comparezca en su nombre (art. 464 Nº 2). Esta excepción también opera en el juicio ordinario
de mayor cuantía, y allí se dijo que comprendía tres situaciones diversas: la falta de capacidad
del demandante, lo cual se refiere a la incapacidad para ser parte, y a la incapacidad para
comparecer en juicio (por ejemplo, un ejecutante menor de edad que ha comparecido a su
propio nombre); la falta de personería del que comparece en su nombre, es decir, una persona
que actúa como mandatario civil del ejecutante sin serlo; y la falta de representación legal del
que comparece en su nombre, es decir, un representante legal que acciona en nombre del
ejecutante incapaz, sin serlo en realidad.

Acá se plantea el problema de si puede o no oponer esta excepción el ejecutado que carece
de capacidad para actuar válidamente en el juicio. Según CASARINO el ejecutado incapaz (o
su representante) no puede oponer esta excepción, pues ella se refiere exclusivamente a la
"falta de capacidad del ejecutante"; sin embargo, frente a esta situación, la oposición del
ejecutado incapaz debiera fundamentarse en la excepción del art. 464 Nº 7, o sea, en faltarle
al título los requisitos o condiciones legales necesarios para tener fuerza ejecutiva en su
contra. Lo mismo sucede con la falta de ius postulandi del ejecutante, pues esta excepción
también se encasillaría en el Nº 7 del art. 464.

El profesor ALFARO señala que si se acoge esta excepción, no cabe la convalidación o


ratificación de lo obrado, pues la litis se encuentra mal planteada. Lo único que cabe es la
figura de la renovación de la acción ejecutiva, de acuerdo al art. 477 del CPC, que establece
que la acción ejecutiva rechazada por incompetencia del tribunal, "incapacidad", ineptitud
del libelo o falta de oportunidad en la ejecución, podrá renovarse con arreglo a los preceptos
de este Título.

iii. La litispendencia ante tribunal competente, siempre que el juicio que le da origen haya sido
promovido por el acreedor, sea por vía de demanda o de reconvención (art. 464 Nº 3). Hay
que recordar que hay litispendencia toda vez que entre las mismas partes existe otro juicio
diverso que tiene el mismo objeto y la misma causa de pedir (hay una triple identidad); el
juicio puede estar en el mismo tribunal o en otro distinto. Esta excepción dilatoria también
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cabe en el juicio ordinario, sin embargo, hay una notable diferencia entre ambas excepciones,
pues en el juicio ordinario el nuevo juicio puede haber sido iniciado tanto por el demandante
como por el demandado, en cambio, en el juicio ejecutivo sólo debe haber sido iniciado por
el ejecutante, sea por vía de demanda o de reconvención.

Esta diferencia tiene como fundamento el que si se aceptara en el juicio ejecutivo la


litispendencia en los mismos términos que en el juicio ordinario, sería muy fácil para el
deudor entrabar la acción ejecutiva de su acreedor anticipándose e iniciando en su contra un
juicio ordinario sobre la misma obligación. Es decir, el ejecutado podría fabricarse la
excepción.
iv. La ineptitud del libelo por falta de algún requisito legal en el modo de formular la demanda,
en conformidad a lo dispuesto en el art. 254 (art. 464 Nº 4). Esta excepción también está
presente en el juicio ordinario de mayor cuantía, pero hay una diferencia, pues en el juicio
ordinario si la excepción se acoge, existe la posibilidad de modificar la demanda, en cambio,
en el juicio ejecutivo si la demanda contiene errores y se acoge la excepción, lo único que
cabe es la figura de la renovación de la acción ejecutiva, de acuerdo al art. 477 del CPC, que
establece que la acción ejecutiva rechazada por incompetencia del tribunal, incapacidad,
"ineptitud del libelo" o falta de oportunidad en la ejecución, podrá renovarse con arreglo a
los preceptos de este Título.

¿Qué pasa si en las gestiones preparatorias de la vía ejecutiva se ha hecho debida y completa
individualización de las partes? ¿Será necesario que la demanda ejecutiva la contenga
nuevamente? La jurisprudencia es contradictoria: unos fallos dicen que debe hacerlo, por
cuanto no existe regla especial al respecto; otros, en cambio, dicen que esta formalidad es
innecesaria, por cuanto las gestiones preparatorias forman parte integrante del juicio
ejecutivo posterior.

v. El beneficio de excusión o la caducidad de la fianza (art. 464 Nº 5). Se trata de dos


excepciones diferentes. En efecto, el beneficio de excusión es el derecho de que goza el fiador
que ha sido demandado para exigir que, antes de proceder contra él, se persiga la deuda en
los bienes del deudor principal, y en las hipotecas o prendas prestadas por éste para la
seguridad de la deuda misma; en cambio, la caducidad de la fianza es la extinción de la misma
por los medios que la ley civil al respecto establece. En este sentido el art. 2381 del CC dice
que la fianza se extingue, en todo o parte, por los mismos medios que las otras obligaciones
según las reglas generales, y además: 1) por el relevo de la fianza en todo o parte, concedido
por el acreedor al fiador; 2) en cuanto el acreedor por hecho o culpa suya ha perdido las
acciones en que el fiador tenía el derecho de subrogarse; 3) por la extinción de la obligación
principal en todo o parte.

vi. La falsedad del título (art. 464 Nº 6). Se dice que un título es falso toda vez que no es
auténtico, o sea, cuando no ha sido realmente otorgado y autorizado por las personas y de la
manera que en él se expresa; por consiguiente, debe haber suplantación de personas, o bien,
alteraciones fundamentales introducidas en el título mismo 483.

483
No cabe confundir la falsedad del título con la nulidad del mismo o con la nulidad de la obligación que en
él se contiene. La falsedad, como se ha dicho, supone suplantaciones, adulteraciones, etc.; la nulidad, en cambio,
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vii. La falta de alguno de los requisitos o condiciones establecidos por las leyes para que dicho
título tenga fuerza ejecutiva, sea absolutamente, sea con relación al demandado (art. 464 Nº
7). Según el profesor ALFARO, está excepción es la que le da el carácter de genérica a la
enumeración del art. 464 del CPC. Ahora bien ¿esta excepción sólo dice relación con el título
ejecutivo, o también con los demás requisitos para que la acción ejecutiva sea procedente?
La jurisprudencia reiterada ha dicho que esta excepción tiende a controlar la concurrencia de
los requisitos establecidos por las leyes para que la acción ejecutiva pueda prosperar; en otras
palabras, el ejecutado, al oponer esta excepción, sostendrá que el título que sirve de
fundamento a la ejecución no es ejecutivo; que la obligación no es actualmente exigible; que
la obligación no es líquida; o que la acción está prescrita. La jurisprudencia sobre el particular
es muy abundante, así, por vía de ejemplo, ha reconocido que esta excepción procede si la
sentencia que se invoca como título ejecutivo no está ejecutoriada; si la obligación cuyo
cumplimiento se pretende es condicional y la condición aún está pendiente; si la obligación
cuyo cumplimiento se pretende no es líquida; si el título en que consta la obligación no
aparece extendido en conformidad a lo preceptuado en la Ley de Timbres y Estampillas; etc.

Ahora bien, la falta de requisitos para que el título tenga mérito ejecutivo puede ser absoluta
o con relación al demandado. Es absoluta por ejemplo, cuando el título que se invoca como
ejecutivo es un instrumento privado no reconocido judicialmente, ni mandado tener por
reconocido; y la falta de requisitos es relativa o en relación con el demandado, por ejemplo,
cuando el título que se invoca como fundamento de la ejecución es una copia autorizada de
escritura pública, que deja constancia de una obligación que no ha sido contraída por el
ejecutado, sino por otra persona.

viii. El exceso de avalúo en los casos del art. 438 incs. II y III (art. 464 Nº 8). Esta excepción tiene
lugar cuando la ejecución recae sobre una especie o cuerpo cierto que no existe en poder del
deudor o sobre un género determinado (es decir, cuando la obligación de dar no es líquida),
pues en estos casos es necesario preparar la vía ejecutiva mediante la avaluación de esos
bienes que hace un perito nombrado por el tribunal; ahora, como se trata de una gestión previa
a la ejecución, sólo el requirente puede deducir un recurso de apelación por estimar baja la
avaluación, no así el futuro ejecutado que no concurre. Es por ello que ahora se le da la
posibilidad de oponer una excepción por estimar excesiva la avaluación, a fin de que en
definitiva sea rebajada.

ix. El pago de la deuda (art. 464 Nº 9). El pago es el modo normal de extinguir una obligación,
y se le define como la prestación de lo que se debe (el instrumento más idóneo para acreditar
el pago, es la carta de pago o recibo). El art. 464 inc. final establece que estas excepciones
pueden referirse a toda la deuda o a una parte de ella solamente, lo cual tiene directa relación
con el pago parcial.

supone la simple omisión de formalidades legales que, por expresa disposición del legislador, invalidan el acto
de que se trate (es una sanción legal civil).
724
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x. La remisión de la misma (art. 464 Nº 10). Esta excepción se refiere a la remisión de la deuda
u obligación, lo cual equivale a la condonación de la deuda por parte del acreedor hábil para
disponer de la cosa que es objeto de ella 484.

xi. La concesión de esperas o la prórroga del plazo (art. 464 Nº 11). Si el acreedor ha concedido
una espera al deudor o, de común acuerdo, han convenido en prorrogar el plazo, es evidente
que la obligación no presenta la característica de ser actualmente exigible (en cierto sentido,
esta excepción está comprendida en el art. 464 Nº 7).

xii. La novación (art. 464 N° 12). Este es un modo de extinguir las obligaciones, y por otra parte,
es una forma de hacer nacer derechos y obligaciones. Es definida por el art. 1628 del CC
como la substitución de una nueva obligación a otra anterior, la cual queda por tanto
extinguida.

xiii. La compensación (art. 464 N° 13). La compensación también es un modo de extinguir las
obligaciones que opera entre dos personas que son deudoras y acreedoras recíprocas, siempre
que dichas deudas sean de dinero, o de cosas fungibles o indeterminadas de igual género y
calidad, líquidas y actualmente exigibles Se ha declarado por la jurisprudencia que la deuda
que se opone en compensación de la que se pretende ejecutar no requiere constar de un título
ejecutivo, basta que el ejecutado pueda probarla y que concurran los demás requisitos
exigidos por la ley civil.

xiv. La nulidad de la obligación (art. 464 Nº 14). La nulidad es otro modo de extinguir las
obligaciones, y puede ser de dos clases: absoluta o relativa. La ley procesal civil no distingue
al respecto; luego, ambas clases de nulidad pueden oponerse, indistintamente, como
excepciones en el juicio ejecutivo. Normalmente, la nulidad de una obligación se discute en
un juicio declarativo, pero acá la ley da la posibilidad de que se discuta la existencia misma
de una obligación en el momento de la ejecución485.

xv. La pérdida de la cosa debida, en conformidad a lo dispuesto en el Título XIX ("De la pérdida
de la cosa que se debe"), Libro IV ("De las obligaciones en general y de los contratos") del
CC (art. 464 Nº 15). Este es otro modo de extinguir las obligaciones y se produce cuando el
cuerpo cierto que se debe perece, ya sea porque se destruye, porque deja de estar en el
comercio, o porque desaparece y se ignora si existe. La pérdida de la cosa debida debe ser
fortuita, pues si obedece a culpa del deudor o se produce estando en mora, la obligación
subsiste, pero varía de objeto: el deudor es obligado al precio de la cosa y a indemnizar al
acreedor. En este último caso, la ejecución también cambia de objeto, pues deberá recaer

484
El profesor ALFARO señala que en esta hipótesis se podría crear un título ejecutivo para evitar trámites
como la insinuación de donaciones o el pago de impuestos. Así, por ejemplo, se podría crear un pagare, iniciar
la ejecución, y luego remitir la deuda.
485
El profesor ALFARO señala que se plantea la discusión de que si el título ejecutivo es una sentencia
definitiva o interlocutoria firme, se podría o no alegar su nulidad. Algunos señalan que no, porque ésta debió
alegarse en el correspondiente juicio declarativo (es más, la ejecución incidental señala que la excepción se
debe basar en hechos acaecidos con posterioridad a la sentencia); otros en cambio, señalan que la ley no dice
nada al respecto, por ende, se podría alegar.
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sobre el valor de la especie debida, haciéndose su avaluación por un perito que nombrará el
tribunal.

xvi. La transacción (art. 464 Nº 16). La transacción es un contrato en que las partes terminan
extra judicialmente un litigio pendiente, o precaven un litigio eventual, haciéndose
concesiones recíprocas.

xvii. La prescripción de la deuda o sólo de la acción ejecutiva (art. 464 Nº 17). Se trata de dos
excepciones diferentes. En efecto, prescripción de la deuda ataca directamente a la obligación
(cinco años contados desde que la obligación se hizo exigible) y, en caso de ser aceptada,
impide que ésta pueda ser nuevamente cobrada; en cambio, la prescripción de la acción
ejecutiva, deja a salvo la acción ordinaria para hacerla valer en el procedimiento sumario.

xviii. La cosa juzgada (art. 464 Nº 18). Tiene lugar, siempre que entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta haya: identidad legal de personas; identidad de la cosa pedida; e
identidad de la causa de pedir. El profesor ALFARO señala que el juicio anterior no puede
ser un juicio declarativo, pues en dicho caso, habría un objeto distinto; por ende, sólo puede
tratarse de un juicio ejecutivo.

c. Características de las excepciones


Del examen detenido que se ha hecho, se pueden señalar las siguientes características de las
excepciones:
i. Taxatividad. La oposición del ejecutado sólo puede fundarse en las excepciones que enumera
de forma taxativa el art. 464 del CPC, por cuanto el texto de esta disposición así lo ordena,
al decir que la oposición del ejecutado sólo será admisible cuando se funde en alguna de las
excepciones siguientes… Sin embargo, a pesar de este carácter taxativo, hay una causal
genérica, cual es, la del art. 464 Nº 7, que consagra la excepción de falta de requisitos o
condiciones legales para que el título invocado tenga fuerza ejecutiva, sea absolutamente,
sea en contra del demandado.

ii. Totales o parciales. De acuerdo al art. 464 inc. final estas excepciones pueden referirse a
toda la deuda o a una parte de ella solamente. De aquí se desprende que estas excepciones
pueden ser totales o parciales; lo que reviste importancia para los efectos de saber si la
ejecución debe o no seguir adelante cuando ellas son acogidas.

iii. Dilatorias y perentorias. Las excepciones que enumera el art. 464 del CPC son algunas
dilatorias (numerales 1 al 5), y la mayoría perentorias (numerales 6 al 18). Si se interpone
una excepción dilatoria y una perentoria, el juez debe analizar primero la dilatoria (los vicios
de forma), para después entrar analizar los vicios de fondo.

d. Plazo para deducir la oposición


Acá es necesario distinguir cuatro situaciones, según sea el lugar en donde el deudor ha sido
requerido de pago:

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i. De acuerdo al art. 459. inc. I del CPC, si el deudor es requerido de pago en el lugar de asiento
del tribunal, tendrá el término de cuatro días útiles para oponerse a la ejecución, contados
desde el requerimiento de pago. Por “lugar de asiento del tribunal” se entienden los límites
urbanos de la ciudad en que éste funciona; y por “días útiles” los días hábiles, o sea, que para
computarlos se descuentan los feriados.

ii. Si el deudor es requerido dentro del territorio jurisdiccional en que se ha promovido el juicio,
pero fuera de la comuna asiento del tribunal, este término será de ocho días hábiles. En efecto
el art. 459 inc. II del CPC, señala que este término se ampliará con cuatro días, si el
requerimiento se hace dentro del territorio jurisdiccional en que se ha promovido el juicio,
pero fuera de la comuna del asiento del tribunal.

iii. Si el deudor es requerido de pago en el territorio jurisdiccional de otro tribunal de la


República, hay que distinguir según sea el tribunal ante el cual deducirá su oposición el
ejecutado: pues si presenta su oposición ante el tribunal exhortado, es decir, el tribunal que
ordenó cumplir el exhorto que le envió el tribunal que conoce del juicio, en este caso el plazo
para formular la excepción es de cuatro días si el requerimiento se realizó en el lugar del
asiento del tribunal exhortado, u ocho días si se efectuó dentro del territorio jurisdiccional del
tribunal, pero fuera de la comuna de asiento; y si la oposición se presenta ante el tribunal
exhortante, es decir, el tribunal que está conociendo del juicio, en este caso el plazo para
formular la oposición será de ocho días, más el aumento del término de emplazamiento en
conformidad a la tabla de que trata el art. 259 (art. 460 del CPC). Esta opción no se da en el
juicio ordinario, pues si el demandado es notificado fuera del territorio jurisdiccional del
tribunal que conoce el juicio, tiene un plazo de 18 para oponer las excepciones sólo en dicho
tribunal; y no en el tribunal exhortado, el cual sólo puede notificar la demanda, pero no puede
recibir la contestación y proveerla.
Art. 460. Si el requerimiento se hace en territorio jurisdiccional de otro tribunal de la República, la
oposición podrá presentarse ante el tribunal que haya ordenado cumplir el exhorto del que conoce en
el juicio o ante este último tribunal. En el primer caso, los plazos serán los mismos que establece el
artículo anterior. En el segundo, el ejecutado deberá formular su oposición en el plazo fatal de ocho
días, más el aumento del término de emplazamiento en conformidad a la tabla de que trata el art. 259.
El tribunal exhortado se limitará a remitir la solicitud de oposición al exhortante para que éste provea
sobre ella lo que sea de derecho .

iv. Por último, si se verifica el requerimiento fuera del territorio de la República, el término
para deducir oposición será el que corresponda según la tabla a que se refiere el art. 259,
como aumento extraordinario del plazo para contestar una demanda (art. 461 del CPC).
Ahora bien, conforme al art. 462 inc. I del CPC, el término para deducir la oposición
comienza a correr desde el día del requerimiento de pago; agrega el inc. II que si el requerimiento se
verifica dentro de la República, el ministro de fe hará saber al deudor, en el mismo acto, el término
que la ley concede para deducir la oposición y dejará testimonio de este aviso en la diligencia. La
omisión del ministro de fe le hará responsable de los perjuicios que puedan resultar, pero no invalidará
el requerimiento.
Por último, el art. 463 señala que los términos que se expresan en los cuatro artículos
anteriores son fatales; lo cual quiere decir, que en el juicio ejecutivo no tendrá lugar lo dispuesto

727
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en el art. 310 del CPC (excepciones anómalas), o sea, que las excepciones de prescripción, cosa
juzgada, transacción y pago efectivo de la deuda cuando ésta se funde en un antecedente escrito,
tendrán que oponerse dentro de aquel plazo, y no después, en cualquier estado de la causa, como
acontece en el juicio ordinario de mayor cuantía.
e. Forma o manera de formular la oposición

i. El art. 465 inc. I en su primera parte dispone que todas las excepciones deben oponerse en
un mismo escrito. El precepto en cuestión tiende a ordenar el debate y a simplificar el
planteamiento de la cuestión controvertida. Ahora, si en el hecho se presentan dos o más
escritos por parte del ejecutado deduciendo excepciones, la sanción, según CASARINO, es que
sólo habría que considerar el primer escrito, rechazando los restantes a pesar de que
estuvieren dentro de término.

ii. Agrega el art. 465 inc. I en su segunda parte: expresándose con claridad y precisión los
hechos…de que el deudor intente valerse para acreditarlas (las excepciones). Desde el
momento en que el escrito de excepciones del juicio ejecutivo equivale al escrito de
contestación de la demanda del juicio ordinario de mayor cuantía, y este último debe ajustarse
a los requisitos de forma contenidos en el art. 309 del CPC, entre los cuales figura la
exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho en que se apoyan las excepciones,
parece evidente exigir al escrito de excepciones del juicio ejecutivo una clara y precisa
exposición de los hechos que sirven de fundamento a las excepciones (por ejemplo, el deudor
puede decir que el ejecutante le perdonó la deuda tal día y a tal hora).

iii. Y el art. 465 inc. I en su segunda parte también señala que se deben expresar con claridad y
precisión los hechos “y los medios de prueba” de que el deudor intente valerse para
acreditarlas (las excepciones). Según el profesor ALFARO, la jurisprudencia ha dicho que
aquí basta una declaración genérica de los medios de prueba de que hará uso el ejecutado, lo
cual se hace en un otrosí, por ejemplo, diciendo que se valdrá de todos los medios de prueba
que franquea la ley.

d. Paralelo entre las excepciones del juicio ejecutivo y excepciones del ordinario

i. En cuanto al momento para deducir las excepciones, en el juicio ordinario las excepciones
dilatorias y mixtas se pueden oponer en plazo para contestar la demanda, las perentorias al
contestar la demanda, y las anómalas durante todo el proceso, hasta la citación para oír
sentencia en primera instancia, y hasta la vista de la causa en segunda instancia. En cambio,
en el juicio ejecutivo existe un solo momento para deducirlas.

ii. En el juicio ejecutivo las excepciones, sean dilatorias o perentorias, se deben oponer todas en
un mismo escrito; en cambio, en el juicio ordinario las dilatorias se oponen en forma previa
a la contestación de la demanda, y las perentorias al momento de contestar la demanda.

iii. Consecuencia de lo anterior, las excepciones opuestas en el juicio ejecutivo se tramitan y


fallan de manera conjunta (salvo la excepción de incompetencia, que puede ser resuelta
fallada antes de la sentencia definitiva); en cambio, en el juicio ordinario se tramitan y fallan
de forma separada. En efecto, las excepciones dilatorias se tramitan como incidentes y son
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fallas en el acto (salvo las excepciones mixtas, que se tramitan como dilatorias pero pueden
ser falladas para definitiva), y las excepciones perentorias se tramitan durante el curso del
juicio y son falladas en la sentencia definitiva.

iv. El ejecutado, al oponer excepciones, debe expresar con claridad y precisión los medios de
prueba con que intenta acreditarlas; en cambio, en el juicio ordinario los medios de prueba
no requieren de anuncio previo pues, por regla general, se van suministrando en el curso de
la causa.

3.5. LA RESPUESTA A LA OPOSICIÓN


De conformidad con el art. 466 inc. I del CPC, del escrito de oposición se comunicará
traslado al ejecutante, dándosele copia de él, para que dentro de cuatro días exponga lo que juzgue
oportuno. Entonces, la resolución que debe recaer en el escrito de excepciones será “traslado”
(decreto), y el ejecutante, una vez notificado de dicha resolución, dispondrá de cuatro días para
presentar su escrito de respuesta a las excepciones, en el cual consignará las razones de hecho y de
derecho que, a su juicio, las hacen improcedentes. También, como se verá más adelante, dentro de
este plazo el ejecutante puede pedir reserva de sus acciones.
Desde esta perspectiva ¿Quién es el demandante en el cuaderno principal? El profesor
ALFARO señala que es el ejecutado, porque la discusión se promueve solo en el evento en que se
oponga, pues si no se opone, en el cuaderno principal bastará el solo mandamiento de ejecución y
embargo, y se seguirá el juicio en el cuaderno de apremio con la ejecución.
3.6. CONTROL DE ADMISIBILIDAD DEL TRIBUNAL
El inc. II del art. 466 señala que vencido este plazo (plazo del ejecutante para responder a las
excepciones), haya o no hecho observaciones el demandante, se pronunciará el tribunal sobre la
admisibilidad o inadmisibilidad de las excepciones alegadas. Se trata de un trámite especial del juicio
ejecutivo, el cual, por cierto, no se halla en el juicio ordinario de mayor cuantía; y consiste en analizar
si las excepciones opuestas son de las que enumera el art. 464 del CPC, si han sido opuestas en el
término legal, si se han nombrado los medios de prueba, y los hechos que sirven de fundamento a la
excepción. Al respecto, el tribunal puede adoptar dos actitudes:
i. Si las excepciones no son las contempladas en el art. 464 del CPC, o no cumplen con los
requisitos de forma y tiempo, el tribunal las declarará inadmisibles, debiendo dictar desde
luego sentencia definitiva. En este caso, la sentencia definitiva será la encargada de declarar
la inadmisibilidad de las excepciones y, por consiguiente, la aceptación de la demanda
ejecutiva y la continuación del juicio hasta el completo pago al acreedor de su crédito.

ii. Ahora, si las excepciones son las contempladas en el art. 464 del CPC, y cumplen con los
requisitos de forma y tiempo, el tribunal las declarará admisibles. Esta declaración en materia
alguna significa que el juez las haya acogido; por el contrario, declarar admisible una
excepción consiste en aceptarla a tramitación, y nada más.
En seguida, el tribunal debe analizar si debe o no recibir el juicio ejecutivo a prueba.
Conforme a las reglas generales, deberá hacerlo cuando existan hechos sustanciales,
pertinentes y controvertidos; en dicho caso, dictará una sola resolución que declare admisibles
las excepciones y que reciba la causa a prueba. Se trata de una sentencia interlocutoria de
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segundo grado, ya que sirve de base para el pronunciamiento de una sentencia definitiva
posterior486.
Sin embargo, puede acontecer que el juez estime admisibles las excepciones, pero que no
crea necesaria la prueba (por ejemplo, porque las excepciones se basan en cuestiones de
derecho); en este caso dictará desde luego sentencia definitiva. En efecto, el art. 466 inc. final
del CPC señala que si las estima inadmisibles (las excepciones), o si no considera necesario
que se rinda prueba para resolver, dictará desde luego sentencia definitiva. En caso contrario,
recibirá a prueba la causa. En este caso la sentencia definitiva contendrá el pronunciamiento
sobre admisibilidad de las excepciones y, al mismo tiempo, sobre el fondo de las mismas, o
sea, sobre si deben o no ser aceptadas487.
3.7. LA PRUEBA EN EL JUICIO EJECUTIVO

a. El término probatorio
De acuerdo al art. 468 inc. I del CPC, cuando haya de recibirse a prueba la causa, el término
para rendirla será de diez días. Hay que recordar que la resolución que recibe la causa a prueba se
notifica por cédula, y como el legislador nada dice respecto del cómputo, se entiende que es un
término probatorio común (como todo término probatorio).
Aunque la ley no lo diga, se entiende que en contra de la resolución que recibe la causa a
prueba procede el recurso de reposición (que es especial), y en subsidio procede la apelación. Por otro
lado, en contra de la resolución que niega explícita o implícitamente la recepción de la causa a prueba,
procede recurso de apelación.
Al igual que en el juicio ordinario, es posible distinguir tres tipos de términos probatorios, a
saber:
i. Un término probatorio ordinario, que es de 10 días, y de acuerdo al art. 468 inc. II, podrá
ampliarse este término hasta diez días más, a petición del acreedor. La prórroga deberá
solicitarse antes de vencido el término legal, y correrá sin interrupción después de éste.

ii. Un término probatorio extraordinario, que tiene lugar a petición de ambas partes y que dura
lo que ellas determinen. En efecto, el art. 468 inc. III dispone que por acuerdo de ambas
partes, podrán concederse los términos extraordinarios que ellas designen. ¿Caben los
términos probatorios extraordinarios del juicio ordinario (es decir, aquel plazo que se concede
para rendir prueba en un territorio jurisdiccional diverso al que se sigue el juicio o fuera del
territorio de la República)? Algunos dicen que sólo cabe un término probatorio extraordinario
de común acuerdo; otros, en cambio, dicen que el art. 468 inc. III es complementario y no

486
En la práctica, la resolución dice más o menos lo siguiente: “Valparaíso, nueve de junio de dos mil once.
Vistos: se declaran admisibles las excepciones opuestas, y se recibe la causa a prueba por el término legal,
fijándose como puntos controvertidos sobre los cuales aquélla deberá recaer, los siguientes... Firma del juez y
de secretario”.
487
El profesor ALFARO señala que la resolución tendría una doble naturaleza: sería interlocutoria de primer
grado al pronunciarse sobre la admisibilidad de las excepciones, y definitiva al resolver el asunto controvertido.
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derogatorio de las normas generales y, por otro lado, para evitar indefensión, puede tener
lugar488.
¿Cabe un término probatorio especial? Hay que recordar que término probatorio especial es
aquel que concede el juez cuando por entorpecimientos ajenos a las partes (por ejemplo, un terremoto,
una recusación de un juez), se impide rendir prueba en el término probatorio ordinario o
extraordinario. La doctrina ha dicho que este término probatorio si cabe, por aplicación del art. 3º del
CPC.
Art. 3. Se aplicará el procedimiento ordinario en todas las gestiones, trámites y actuaciones que no estén
sometidos a una regla especial diversa, cualquiera que sea su naturaleza.

b. Manera de rendir la prueba


De acuerdo al art. 469 del CPC, la prueba se rendirá del mismo modo que en el juicio
ordinario, y el fallo que dé lugar a ella expresará los puntos sobre que deba recaer. Vencido el
término probatorio (ordinario, extraordinario o especial), tendrán las partes seis días para hacer
por escrito las observaciones que el examen de la prueba sugiera (en el juicio ordinario el plazo es
de diez días para hacer observaciones), y una vez vencido, háyanse o no presentado escritos, y sin
nuevo trámite, el tribunal citará a las partes para oír sentencia.
Como se puede apreciar, la resolución que recibe la causa a prueba debe expresar los puntos sobre
que deba recaer. Lo cual significa que, mientras en el juicio ordinario de mayor cuantía la resolución
que recibe la causa prueba debe determinar los hechos substanciales, pertinentes y controvertidos, en
el juicio ejecutivo y en los incidentes, las resoluciones respectivas se limitan a señalar los puntos de
prueba, con lo cual se excluye la posibilidad de presentar las minutas de puntos de prueba. En cuanto
a la presentación de la lista de testigos, como la prueba se rinde del mismo modo que el juicio
ordinario, ésta se debe presentar en el plazo que señala el art. 320 del CPC, es decir, desde la primera
notificación de la resolución que recibe la causa a prueba, y hasta cinco días después desde la última
notificación.
3.8. LA SENTENCIA DEFINITIVA
Una vez que haya vencido el plazo de seis días para hacer observaciones a la prueba, el
tribunal citará a las partes a oír sentencia, y de acuerdo al art. 470 del CPC, la sentencia definitiva
deberá pronunciarse dentro del término de diez días, contados desde que el pleito quede concluso
(esto a diferencia del juicio ordinario, donde el plazo es de 60 días). El pleito queda concluso desde
que queda ejecutoriada la resolución que cita a las partes para oír sentencia, o bien, desde la práctica
de alguna de las medidas para mejor resolver, en caso de haberse decretado489.492

488
Hay que recordar que el término probatorio extraordinario para rendir prueba dentro de la República se
concede siempre que se solicite (salvo que haya justo motivo para creer que se pide maliciosamente con el sólo
propósito de demorar el curso del juicio) y se tramita con citación; en cambio, el termino probatorio
extraordinario para rendir prueba fuera de la República se concede si se cumplen ciertos requisitos, y se decreta
con audiencia.
489
Hay que recordar que sólo si ha habido oposición habrá una sentencia definitiva en el cuaderno principal,
pues en caso contrario, sólo bastará el mandamiento de ejecución. En efecto, el art. 472 del CPC señala que si
no se oponen excepciones, se omitirá la sentencia y bastará el mandamiento de ejecución para que el acreedor
pueda perseguir la realización de los bienes embargados y el pago, de conformidad a las disposiciones del
procedimiento de apremio. El silencio del deudor frente a la ejecución que se ha iniciado en su contra, hace
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Ahora bien, esta sentencia definitiva puede ser de dos clases, a saber:
i. Sentencia definitiva absolutoria, que es la que acoge una o más excepciones opuestas por el
ejecutado, desechando totalmente (o parcialmente) la demanda ejecutiva, ordenando alzar el
embargo. En este caso, conforme al art. 471 inc. II del CPC, si se absuelve al ejecutado, se
condenará en las costas al ejecutante; agrega el inc. III que si se admiten sólo en parte una o
más excepciones (por ejemplo, el pago parcial), se distribuirán las costas proporcionalmente;
pero podrán imponerse todas ellas al ejecutado cuando en concepto del tribunal haya motivo
fundado.

ii. Sentencia definitiva condenatoria, que es la que rechaza todas las excepciones, acoge la
demanda ejecutiva y ordena continuar la ejecución adelante. Con todo, también se dictará
sentencia definitiva condenatoria en otros dos casos: cuando se declaren inadmisibles las
excepciones opuestas (art. 466 inc. III del CPC); y cuando el ejecutado, deduciendo oposición
legal, pida reserva de sus derechos para el juicio ordinario y exija fianza de resultas de este
juicio al ejecutante (art. 473 del CPC). En este caso, de acuerdo al inc. I del art. 471, si en la
sentencia definitiva se manda seguir adelante en la ejecución, se impondrán las costas al
ejecutado.
Art. 466 inc. III. Si las estima inadmisibles (las excepciones), o si no considera necesario que se rinda
prueba para resolver, dictará desde luego sentencia definitiva. En caso contrario, recibirá a prueba la
causa.

Art. 473. Si, deduciendo el ejecutado oposición legal, expone en el mismo acto que no tiene medios
de justificarla en el término de prueba, y pide que se le reserve su derecho para el juicio ordinario y
que no se haga pago al acreedor sin que caucione previamente las resultas de este juicio, el tribunal
dictará sentencia de pago o remate y accederá a la reserva y caución pedidas.

La sentencia definitiva condenatoria se puede subclasificar en sentencia de pago y de remate.


La sentencia de pago es la que se dicta cuando el embargo ha recaído sobre dinero o sobre la
especie o cuerpo cierto debido; y la sentencia de remate es la que se dicta cuando el embargo
recae sobre bienes que es preciso realizar para hacer pago al acreedor. La importancia de esta
subclasificación, radica en que tratándose de sentencia de pago, ella se cumple mediante la
simple entrega material al acreedor del dinero o de la especie o cuerpo cierto debido; en
cambio, tratándose de sentencia de remate, hay que llevar a cabo una serie de trámites,
fundamentalmente, la realización y venta en pública subasta de los bienes embargados (previa
tasación), a fin de que, con el producido, se pueda pagar al acreedor su crédito. Por lo tanto,
habrá lugar a una u otra sentencia según la naturaleza de los bienes embargados y no según
lo que se deba; pues si debe una especie o cuerpo cierto y no se encuentra en poder del
ejecutado, deberán embargarse otros bienes dictándose una sentencia de remate.
Por último, tanto la sentencia definitiva absolutoria como condenatoria, se deben ajustar a lo
dispuesto en el art. 170 del CPC, y al Autoacordado sobre la Forma de Redactar las Sentencias; esto,
por tratarse de disposiciones generales aplicables a todo procedimiento. Por ende, si son varias las

presumir la efectividad y vigencia de la deuda, sin que sea necesario dictar sentencia definitiva, en su rebeldía,
pudiendo continuarse con el procedimiento de apremio. Acá el “despachase” del mandamiento de ejecución (es
decir, la resolución que declara admisible la demanda ejecutiva), por una ficción del legislador, equivale a la
sentencia definitiva condenatoria de pago o de remate, según sea lo embargado.
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

excepciones opuestas, tendrá que haber decisión sobre todas y cada una de ellas (en la parte
resolutiva).
Art. 170. Las sentencias definitivas de primera o de única instancia y las de segunda que modifiquen o revoquen
en su parte dispositiva las de otros tribunales, contendrán:
1. La designación precisa de las partes litigantes, su domicilio y profesión u oficio;
2. La enunciación breve de las peticiones o acciones deducidas por el demandante y de sus fundamentos;
3. Igual enunciación de las excepciones o defensas alegadas por el reo;
4. Las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de fundamento a la sentencia;
5. La enunciación de las leyes, y en su defecto de los principios de equidad, con arreglo a los cuales se pronuncia
el fallo; y
6. La decisión del asunto controvertido. Esta decisión deberá comprender todas las acciones y excepciones que
se hayan hecho valer en el juicio; pero podrá omitirse la resolución de aquellas que sean incompatibles con las
aceptadas.
En igual forma deberán dictarse las sentencias definitivas de segunda instancia que confirmen sin modificación
las de primera cuando éstas no reúnen todos o algunos de los requisitos indicados en la enunciación precedente.
Si la sentencia de primera instancia reúne estos requisitos, la de segunda que modifique o revoque no necesita
consignar la exposición de las circunstancias mencionadas en los números 1°, 2° y 3° del presente artículo y
bastará referirse a ella.

3.9. RECURSOS EN CONTRA DE LA SENTENCIA DEFINITIVA


Los recursos procesales que se pueden esgrimir en contra de la sentencia definitiva
pronunciada en el juicio ejecutivo, son: el recurso de aclaración, agregación o rectificación; el recurso
de apelación; y el recurso de casación en la forma.
i. Recurso de aclaración, rectificación o enmienda. Al no existir norma alguna que regule esta
materia en el juicio ejecutivo, se debe aplicar el art. 182 del Libro I del CPC y, por ende, este
recurso se podrá intentar en contra de la sentencia definitiva condenatoria o absolutoria que
contenga puntos obscuros, omisiones, o errores de copia, de referencia o de cálculos
numéricos que aparezcan de manifiesto.

ii. Recurso de apelación. Como la ley no distingue, la sentencia puede ser apelada tanto por el
ejecutante como por el ejecutado. Sin embargo, sus efectos son diversos, según si la sentencia
es condenatoria o absolutoria:

- Si la sentencia es absolutoria, el recurso se concederá en ambos efectos, puesto que no


hay una regla especial en contrario. En consecuencia, en este caso se suspende el
remate o el pago, hasta que se resuelva la apelación.

- Si la sentencia es condenatoria, en cambio, se concederá en el sólo efecto devolutivo,


puesto que así lo dispone el art. 194 N° 1 del CPC, al decir que sin perjuicio de las
excepciones expresamente establecidas en la ley, se concederá apelación sólo en el
efecto devolutivo: de las resoluciones dictadas contra el demandado en los juicios
ejecutivos y sumarios. En consecuencia, se realizarán los bienes embargados (sentencia
de remate) o se procederá al pago o entrega del cuerpo cierto (sentencia de pago), no
obstante estar pendiente el recurso.

733
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
MAXIMILIANO ASTORGA - PAULINA NAVARRETE

¿Qué opciones hay para suspender el pago o el remate? De acuerdo art. 475 del CPC,
si se interpone apelación de la sentencia de pago, no podrá procederse a la ejecución
de esta sentencia, pendiente el recurso, sino en caso que el ejecutante caucione las
resultas del mismo; tratándose de una sentencia de remate, no existe una disposición
similar, pero el profesor ALFARO cree que no existe inconveniente para interponer una
orden de no innovar suspendiendo la realización de los bienes; ahora, si estos ya se
realizaron, no se podrá proceder a pagar al ejecutante con los fondos producidos por el
remate, mientras no otorgue una fianza de resultas (art. 509 inc. II del CPC).

Art. 509. Los fondos que resulten de la realización de los bienes embargados se consignarán
directamente por los compradores, o por los arrendatarios en el caso del artículo anterior, a la
orden del tribunal que conozca de la ejecución, en la forma dispuesta en el artículo 507 del
Código Orgánico de Tribunales.
Si se ha interpuesto apelación de la sentencia, no podrá procederse al pago al ejecutante,
pendiente el recurso, sino en caso de que caucione las resultas del mismo.

iii. Recuso de casación. Hay que recordar que el recurso de casación en la forma procede en
contra de sentencias definitivas e interlocutorias cuando ponen término al juicio o hacen
imposible su continuación (y excepcionalmente, en contra de sentencias interlocutorias
dictadas en segunda instancia sin previo emplazamiento de la parte agraviada, o sin señalar
día para la vista de la causa)493. También hay que recordar que el recurso de casación, por
regla general, no suspende la ejecución de la sentencia, salvo: si el cumplimiento de la
resolución recurrida haga imposible llevar a efecto la sentencia que acoja el recurso; y, de
acuerdo al art. 773 inc. II del CPC, la parte vencida podrá exigir que no se lleve a efecto la
sentencia mientras la parte vencedora no rinda fianza de resultas a satisfacción del tribunal
que haya dictado la sentencia recurrida, salvo que el recurso se interponga por el
demandado contra la sentencia definitiva pronunciada en el "juicio ejecutivo", en los juicios
posesorios, en los de desahucio y en los de alimentos.

Como se puede apreciar, si la casación la ha deducido el ejecutado, por haberse acogido la


demanda ejecutiva y ordenado continuar la ejecución, dicha sentencia podrá cumplirse sin
inconveniente alguno, puesto que al ejecutado le está prohibido exigir fianza de resultas de
parte del vencedor, para que éste pueda hacer ejecutar el fallo. Esto porque la ejecución se
basa en un título indubitado.

3.10. LA COSA JUZGADA EN EL JUICIO EJECUTIVO


La sentencia definitiva recaída en el juicio ejecutivo una vez firme o ejecutoriada, produce
la acción y la excepción de cosa juzgada, es decir, podrá cumplirse y, al mismo tiempo, impedirá que
en un nuevo juicio ordinario o ejecutivo vuelva a discutirse, entre las mismas partes, lo que fue
controvertido en el juicio ejecutivo anterior; pues así lo señala el art. 478 del CPC, al decir que la
sentencia recaída en el juicio ejecutivo produce cosa juzgada en el juicio ordinario, tanto respecto del
ejecutante como del ejecutado.
Por lo tanto, la excepción de cosa juzgada presenta un doble aspecto: produce cosa juzgada
en relación a otro juicio ejecutivo, y produce cosa juzgada en relación a un juicio ordinario. No
obstante, lo anterior reconoce dos excepciones: la acción ejecutiva rechazada por las causales que la

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ley taxativamente enumera puede renovarse (esto se denomina renovación de la acción ejecutiva); y
la sentencia pronunciada en el juicio ejecutivo no produce excepción de cosa juzgada en el juicio
ordinario, cuando se ha concedido reserva de derechos. A continuación, se analizarán ambas
situaciones excepcionales.
a. La renovación de la acción ejecutiva
En el juicio ejecutivo, a diferencia del juicio ordinario, todas las excepciones se interponen
un mismo escrito y son resueltas conjuntamente en la sentencia definitiva (excepto la excepción de
incompetencia que puede ser resuelta desde luego). Por ende, si se acoge una excepción dilatoria, no
existe, como en el juicio ordinario, la posibilidad de subsanarla; y es por ello que el legislador permite
que la acción ejecutiva rechazada en una sentencia definitiva (de carácter absolutoria), pueda volver
a intentarse, siempre y cuando su rechazo se funde en haberse acogido excepciones de carácter formal
o dilatorias, como son: la incompetencia del tribunal, la incapacidad, la ineptitud del libelo y la falta
de oportunidad en la ejecución (art. 477 del CPC)490.
Art. 477. La acción ejecutiva rechazada por incompetencia del tribunal, incapacidad, ineptitud del libelo o falta
de oportunidad en la ejecución, podrá renovarse con arreglo a los preceptos de este Título (“Del juicio ejecutivo
en las obligaciones de dar”).

Ahora bien, las tres primeras excepciones que enumera el art. 477, se encuentran
contempladas en el art. 464 del CPC, no así la última de éstas, esto es, la falta de oportunidad en la
ejecución, la cual ha suscitado discusión al respecto. Para algunos la falta de oportunidad en la
ejecución se refiere sólo al factor tiempo y, en consecuencia, la ejecución sería inoportuna únicamente
cuando la obligación no es actualmente exigible por existir un plazo o condición pendiente. Sin
embargo, para otros la falta de oportunidad de que puede adolecer una ejecución se refiere no sólo al
tiempo, ya que tomando el sentido natural y obvio de la palabra oportunidad, ésta significa
conveniencia de razón, tiempo y lugar; en consecuencia, la ejecución no será oportuna: cuando exista
litispendencia promovida por el acreedor; cuando intervenga el beneficio de excusión; cuando le falte
al título alguno de los requisitos o condiciones legales para que tenga fuerza ejecutiva (susceptibles
de ser saneados, por ejemplo, una condición pendiente); y cuando se hayan concedido esperas o
prorrogado el plazo.
Por lo tanto, una vez subsanados los defectos formales, parece lógico y justo que la ejecución
pueda renovarse, sin que obste a ello la excepción de cosa juzgada. No obstante, el profesor ALFARO
señala que la renovación de la acción ejecutiva no constituye una excepción a la cosa juzgada, pues
se refiere más que nada a aspectos formales y, por tanto, al rechazarse la acción, el tribunal no hace
un pronunciamiento sobre el fondo del asunto; y por ello se le permite al ejecutante volver a intentar
su demanda por la vía ejecutiva.
b. La reserva de derechos
Esta institución tiene lugar cuando una de las partes solicita al tribunal que está conociendo
del juicio ejecutivo, que se le reserven sus derechos, para deducirlos en un juicio ordinario posterior,

490
El profesor ALFARO señala que esto se relaciona con el art. 2503 Nº 3 del CC, el cual dispone que la
interrupción civil es todo recurso judicial intentado por el que se pretende verdadero dueño de la cosa, contra
el poseedor. Sólo el que ha intentado este recurso podrá alegar la interrupción; y ni aun él en los casos siguientes:
3) si el demandado obtuvo sentencia de absolución. Es decir, no se interrumpe la prescripción en los casos en
que haya sentencia de absolución.
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sin que les afecte la cosa juzgada de la sentencia pronunciada en el juicio ejecutivo. El fundamento
para solicitar esta reserva, es porque la posibilidad de discusión en el juicio ejecutivo es demasiado
acotada, y por ello se solicita que se reserven determinadas acciones o excepciones para discutirlas
en un juicio ordinario, de lato conocimiento.
Entonces, para que tenga lugar esta reserva, tiene que haber una solicitud del ejecutante
(acciones) o del ejecutado (excepciones), y una sentencia judicial que la conceda. De ahí que la
reserva de derechos se clasifique, según sea la parte que la solicite en: reserva de acciones y reserva
de derechos.
i. Reserva de acciones
La reserva de acciones es aquella que puede solicitar el ejecutante en dos oportunidades
distintas:

- Dentro del plazo que tiene para responder al escrito de excepciones, es decir, dentro de cuatro
días contados desde la notificación del “traslado” de la oposición. Sin embargo, no basta que
el ejecutante pida la reserva de acciones, pues además, debe desistirse de la demanda ejecutiva,
desistimiento que difiere del regulado en el Libro I del CPC, en cuanto debe ser aceptado por
el tribunal de inmediato (no se somete a tramitación incidental) y la sentencia que dicte al
respecto no produce cosa juzgada.
Este desistimiento produce efectos especiales, pues: hace perder al ejecutante el derecho para
deducir una nueva acción ejecutiva (no así una acción ordinaria); queda sin valor ipso facto el
embargo y las demás resoluciones dictadas en el curso del juicio; y responderá el ejecutante de
los perjuicios que se hayan causado con la demanda ejecutiva, salvo lo que se resuelva en el
juicio ordinario.
La reserva de acciones en este caso, no requiere ser fundada y debe ser aceptada por el tribunal
(es un derecho absoluto). Una vez que opera, produce el importantísimo efecto de permitirle al
ejecutante interponer una acción ordinaria sobre los mismos puntos que fueron materia de la
demanda ejecutiva, sin que obste a ello la cosa juzgada. La oportunidad para deducir esta nueva
demanda ordinaria queda entregada por completo al criterio del acreedor, pues la ley nada
preceptúa sobre el particular; eso sí, debe tener presente los plazos de prescripción de la acción
ordinaria, el cual, según la doctrina, no se interrumpe con el juicio ejecutivo, ya que en él hubo
un desistimiento de la demanda (art. 467 del CPC).
Art. 467. El ejecutante podrá sólo dentro del plazo de cuatro días que concede el inc. I del artículo
anterior, desistirse de la demanda ejecutiva, con reserva de su derecho para entablar acción ordinaria
sobre los mismos puntos que han sido materia de aquélla.
Por el desistimiento perderá el derecho para deducir nueva acción ejecutiva, y quedarán ipso facto sin
valor el embargo y demás resoluciones dictadas.
Responderá el ejecutante de los perjuicios que se hayan causado con la demanda ejecutiva, salvo lo que
se resuelva en el juicio ordinario .

- La segunda oportunidad para solicitar la reserva de acciones, es desde la interposición de la


demanda ejecutiva hasta antes de la dictación de la sentencia definitiva ¿A qué clase de
sentencia se refiere el legislador? ¿A la sentencia de primera o de segunda instancia? Como la
ley no distingue, según CASARINO, esta sentencia no puede ser otra que la sentencia de primera
instancia, ya que de solicitarse y concederse o denegarse la reserva en segunda instancia, dicha
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sentencia no sería susceptible de apelación, lo que pugna con las características generales del
juicio ejecutivo de mayor cuantía.
En cuanto a los requisitos para que proceda esta reserva, el CPC se coloca en dos situaciones
diversas: si la acción cuya reserva se solicita se refiere a la existencia de la obligación, el
tribunal podrá acceder a la reserva sólo cuando se invoquen motivos calificados; y si, en
cambio, la acción cuya reserva se solicita no se refiere a la existencia de una obligación, el juez
tendrá siempre que acceder a la reserva, sin que sea necesario invocar motivos calificados.
En este caso, el plazo para entablar la demanda ordinaria es de 15 días contados desde la
notificación de la sentencia que acogió la reserva de las acciones (sentencia definitiva), bajo
pena de no ser admitido después ¿Qué pasa si hay recursos pendientes en contra de la sentencia
definitiva? ¿Desde cuándo se comienza a contar este plazo de quince días? Unos dicen que el
plazo siempre se cuenta desde la notificación de la sentencia definitiva al acreedor; otros en
cambio (entre ellos CASARINO), dicen que el plazo se cuenta desde la notificación del
correspondiente “cúmplase”; pues, en caso contrario, se estaría iniciando una acción ordinaria
en circunstancias que aún no se conoce la suerte del juicio ejecutivo anterior491. 495
Art. 478. La sentencia recaída en el juicio ejecutivo produce cosa juzgada en el juicio ordinario, tanto
respecto del ejecutante como del ejecutado.
Con todo, si antes de dictarse sentencia en el juicio ejecutivo, el actor o el reo piden que se les reserven
para el ordinario sus acciones o excepciones, podrá el tribunal declararlo así, existiendo motivos
calificados. Siempre se concederá la reserva respecto de las acciones y excepciones que no se refieran a
la existencia de la obligación misma que ha sido objeto de la ejecución.
En los casos del inciso precedente, la demanda ordinaria deberá interponerse dentro del plazo que señala
el art. 474 (15 días contados desde la notificación de la sentencia definitiva), bajo pena de no ser admitida
después.

En resumen, la principal diferencia entre la reserva de acción contemplada en el art. 467 y la


contenida en el art. 478, está en que en la primera el actor, junto con formularla, se desiste de la acción
ejecutiva; y en la segunda, en cambio, mantiene siempre su acción y la reserva se pide para el evento
de que ella, en definitiva, sea rechazada.
ii. Reserva de excepciones
La reserva de excepciones es aquella que puede solicitar el ejecutado en dos oportunidades
distintas:
i. La primera oportunidad que tiene el deudor para solicitar reserva de su derecho para el juicio
ordinario, es en el escrito en que opone excepciones a la demanda ejecutiva. El fundamento
de esta reserva deberá consistir en la falta de medios probatorios para acreditar sus
excepciones en el término legal; de suerte que es obvio que el escrito de excepciones no debe
contener mención alguna acerca de la prueba con la cual se pretenda justificar la oposición,
pues semejante actitud sería contradictoria con la petición de reserva de derecho para el
juicio ordinario.

491
CASARINO señala que la declaración de reserva de la acción, deberá ser hecha en la sentencia definitiva y
para el caso en que la demanda ejecutiva sea rechazada; pues si esta última es acogida y se accede también a la
reserva, la sentencia será nula por contener decisiones contradictorias.
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El juez, en presencia de un escrito de oposición a la ejecución, que contenga, al mismo


tiempo, la petición de reserva de derechos para el juicio ordinario, se abstendrá de tramitarlo
(de conferir traslado al ejecutante), por el contrario, acto continuo, y sin nuevo trámite, dictará
sentencia de pago o remate, accediendo a la mencionada reserva. Si el deudor pidió también,
junto con la reserva, que no se haga pago al acreedor sin que caucione previamente las resultas
del juicio ordinario, en la sentencia definitiva, el juez, además de acceder a la reserva, lo hará
respecto de la caución pedida.
Una vez dictada sentencia de pago o de remate, y accedidas la reserva y caución
correspondiente, el deudor tendrá la obligación de entablar su demanda ordinaria en el
término de 15 días contados desde que se le notifique la sentencia definitiva, so pena de
procederse al cumplimiento de la sentencia pronunciada en el juicio ejecutivo sin previa
caución, o quedando ésta ipso facto cancelada, si se ha otorgado. En el juicio ordinario el
ejecutado desempeñará el rol de demandante, ejercitando como acción los mismos derechos
que había hecho valer como excepciones en el juicio ejecutivo anterior.
Art. 473. Si, deduciendo el ejecutado oposición legal, expone en el mismo acto que no tiene medios
de justificarla en el término de prueba, y pide que se le reserve su derecho para el juicio ordinario y
que no se haga pago al acreedor sin que caucione previamente las resultas de este juicio, el tribunal
dictará sentencia de pago o remate y accederá a la reserva y caución pedidas.

Art. 474. Si, en el caso del artículo precedente, no entabla el deudor su demanda ordinaria en el término
de quince días, contado desde que se le notifique la sentencia definitiva, se procederá a ejecutar dicha
sentencia sin previa caución, o quedará ésta ipso facto cancelada, si se ha otorgado .

- La segunda oportunidad que tiene el deudor para pedir reserva de sus excepciones, la regula
el ya mencionado art. 478 del CPC, o sea, antes de dictarse sentencia en el juicio ejecutivo.

4. ANÁLISIS DEL CUADERNO DE APREMIO

4.1. EL MANDAMIENTO DE EJECUCIÓN Y EMBARGO


Como se dijo al momento de analizar la demanda ejecutiva, si concurren los requisitos de la
acción ejecutiva, el tribunal ordenará “despachar” la ejecución, lo cual significa dos cosas: que se
admite a tramitación la demanda ejecutiva, y que se debe elaborar el mandamiento de ejecución y
embargo.
Como se dijo, el mandamiento de ejecución y embargo es una orden escrita emanada del
tribunal, en virtud de la cual se requiere de pago al deudor o se le embargan sus bienes en caso de no
pago. Hay que tener presente que el mandamiento de ejecución y embargo es un acto procesal, y no
una resolución judicial; y este acto constituye la pieza que da origen al cuaderno de apremio (el
cuaderno principal se inicia con la demanda ejecutiva).
4.2. EL REQUERIMIENTO DE PAGO
Una vez elaborado el mandamiento de ejecución y embargo por parte del secretario, es
necesario que un ministro de fe cumpla esa orden, es decir, que requiera de pago al deudor o embargue
sus bienes. Como se dijo, el requerimiento de pago consiste en la notificación que hace el receptor de
la demanda ejecutiva al deudor, y en la intimación que se le hace para que pague la deuda, bajo el
apercibimiento de que si no lo hace, se iniciara en su contra un procedimiento coactivo para lograr
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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por esa vía el pago. Ahora bien, el requerimiento se puede efectuar mediante una notificación
personal, pero si el notificado está en lugar público, se le debe conceder una “cédula de espera”;
también puede efectuarse mediante una notificación personal subsidiaria, en cuyo caso se notifica
solamente la demanda ejecutiva, pues aquí también se debe conceder una “cédula de espera”; por
último, en caso de que el juicio se haya iniciado por una gestión preparatoria de la vía ejecutiva, el
requerimiento de pago se efectúa mediante un notificación por cédula o por el estado diario.
Efectuado el requerimiento de pago, en cualquiera de las tres formas analizadas, el deudor
puede oponer excepciones, las cuales se tramitarán en el cuaderno principal. Pero en el momento
mismo del requerimiento efectuado por el receptor, el deudor puede adoptar las siguientes actitudes:
pagar la deuda en el acto mismo del requerimiento; o no pagar, caso en el cual, el receptor queda
autorizado para proceder a trabar el embargo sobre bienes de su propiedad y en cantidad suficiente
para cubrir la deuda con sus intereses y las costas.
4.3. EL EMBARGO

a. Concepto y características
Desde el punto de vista procesal, el embargo es la primera actuación que se cumple dentro
del cuaderno de apremio; y se estampa materialmente a continuación del mandamiento de ejecución
que encabeza dicho cuaderno, y de la certificación del ministro de fe sobre el requerimiento de pago
al deudor y su negativa ha efectuado.
El embargo se define como una actuación judicial que practica un ministro de fe (Receptor)
que consiste en la aprehensión real o simbólica de uno o más bienes del deudor, previa orden del
tribunal competente, poniendo dichos bienes en poder de un depositario, con el objeto de pagar con
esos bienes al acreedor, o con el producto de la venta de los mismos. Sus características más
sobresalientes son:
i. Es un acto de autoridad, puesto que lo decreta el juez y lo practica el receptor, acompañado
en caso necesario, por la fuerza pública.

ii. Es un acto material, ya que se entiende perfeccionado por la entrega de los bienes
embargados, al depositario que se designe. Esta entrega será simbólica, cuando el depositario
sea el deudor, y será real, cuando se entreguen las cosas a un tercero.

iii. Este es un acto que produce consecuencias jurídicas, desde el momento en que excluye del
comercio humano los bienes embargados, y habilita al acreedor para realizados y pagarse con
su producido.

iv. El embargo no supone ningún grado de preferencia para los efectos del pago. Por tanto, no
será pagado preferentemente el ejecutado respecto de otros acreedores.

v. El deudor no se ve privado ni del dominio, ni de la posesión y en ciertos casos ni de la mera


tenencia de la cosa.

vi. No constituye medida precautoria. Atendido que el embargo permite asegurar el resultado de
la acción ejecutiva, muchos autores lo han calificado con una verdadera medida precautoria.

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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Sin embargo, el autor PEREIRA ANABALÓN señala que lo anterior no significa que entre el
embargo y las medidas precautorias exista identidad de naturaleza, por el contrario, la
finalidad de la función jurisdiccional cautelar es diversa de la función jurisdiccional
ejecutiva; pues el fin cautelar tiene por objeto asegurar el resultado de otro proceso, mientras
que el fin ejecutivo tiene por objeto obtener el cumplimiento forzado de una prestación, que
consta fehacientemente en un documento al cual la ley le atribuye mérito ejecutivo. Ahora
bien, es preciso señalar que las medidas conservativas del embargo muchas veces son
insuficientes para asegurar al ejecutante que los bienes embargados se mantengan intactos
hasta la ejecución; por ejemplo, puede embargarse un predio agrícola cuyo gran valor está
sujeto a la existencia de plantaciones y sembrados que en él se encuentran; la anotación
marginal del embargo podrá impedir que el terreno se transfiera, pero en ningún caso podrá
garantizar que lo que en él se encuentra exista al momento de la realización. Es por ello que
agrega el autor que no existe inconveniente alguno para que en el juicio ejecutivo puedan
adoptarse todas las medidas precautorias que, de acuerdo a las reglas generales, son
reconocidas en nuestro ordenamiento, cuestión que se vería refrendada por lo dispuesto por
el art. 444 inc. I del CPC al disponer que embargada la industria o sus utilidades, el
depositario (medida ejecutiva) estará revestido de las calidades de interventor (medida
cautelar).

b. Requisitos de un bien para que sea objeto de embargo

i. En primer lugar, el bien debe encontrarse en posesión del deudor. Por lo tanto, no
necesariamente debe ser de su dominio.

ii. Debe ser un bien comerciable, es decir, debe ser susceptible de dominio y posesión privada.

iii. Debe ser un bien embargable. Por regla general, todos los bienes comerciables y que estén
en posesión del deudor son embargables. Esta regla general arranca de lo preceptuado en el
art. 2465 del CC, es decir, del derecho de prenda general, que dice que toda obligación
personal da al acreedor el derecho de perseguir su ejecución sobre todos los bienes raíces o
muebles del deudor, sean presentes o futuros, exceptuándose solamente los no embargables,
designados en el art. 1618. Luego, la fuente legal inmediata de la inembargabilidad de los
bienes del deudor se encuentra en el art. 445 del CPC (el art. 1618 del CC hace una
enumeración más corta) y en diversas leyes especiales (por ejemplo, la LOCM señala que los
bienes municipales son inembargables).
Art. 445. No son embargables:
1° Los sueldos, las gratificaciones y las pensiones de gracia, jubilación, retiro y montepío que pagan
el Estado y las Municipalidades.
Sin embargo, tratándose de deudas que provengan de pensiones alimenticias decretadas judicialmente,
podrá embargarse hasta el 50% de las prestaciones que reciba el alimentante en conformidad al inciso
anterior;
2° Las remuneraciones de los empleados y obreros en la forma que determinan los artículos 40 y 153
del Código del Trabajo;
3° Las pensiones alimenticias forzosas;
4° Las rentas periódicas que el deudor cobre de una fundación o que deba a la liberalidad de un tercero,
en la parte que estas rentas sean absolutamente necesarias para sustentar la vida del deudor, de su
cónyuge o conviviente civil y de los hijos que viven con él y a sus expensas;

740
DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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5° Los fondos que gocen de este beneficio, en conformidad a la Ley Orgánica del Banco del Estado
de Chile y en las condiciones que ella determine;
6° Las pólizas de seguro sobre la vida y las sumas que, en cumplimiento de lo convenido en ellas,
pague el asegurador. Pero, en este último caso, será embargable el valor de las primas pagadas por el
que tomó la póliza;
7° Las sumas que se paguen a los empresarios d obras públicas durante la ejecución de los trabajos.
Esta disposición no tendrá efecto respecto de lo que se adeude a los artífices u obreros por sus salarios
insoluto de los créditos de los proveedores en razón de los materiales u otros artículos suministrados
para la construcción de dichas obras;
8° El bien raíz que el deudor ocupa con su familia, siempre que no tenga un avalúo fiscal superior a
cincuenta UTM o se trate de una vivienda de emergencia, y sus ampliaciones, a que se refiere el artículo
5° del decreto ley N°2552, de 1979; los muebles de dormitorio, de comedor y de cocina de uso familiar
y la ropa necesaria para el abrigo del deudor, su cónyuge y los hijos que viven a sus expensas.
La inembargabilidad establecida en el inciso precedente no regirá para los bienes raíces respecto de
los juicios en que sean parte el Fisco, Las Cajas de Previsión y demás organismos regidos por la ley
del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo;
9° Los libros relativos a la profesión del deudor hasta el valor de cincuenta unidades tributarias
mensuales y a elección del mismo deudor;
10° Las máquinas e instrumentos de que se sirve el deudor para la enseñanza de alguna ciencia o arte,
hasta dicho valor y sujetos a la misma elección;
11° Los uniformes y equipos de los militares, según su arma y grado;
12° Los objetos indispensables al ejercicio personal del arte u oficio de los artistas, artesanos y obreros
de fábrica; y los aperos, animales de labor y material de cultivo necesarios al labrador o trabajador de
campo para la explotación agrícola, hasta la suma de cincuenta unidades tributarias mensuales y a
elección del mismo deudor;
13° Los utensilios caseros y de cocina, y los artículos de alimento y combustible que existan en poder
del deudor, hasta concurrencia de lo necesario para el consumo de la familia durante un mes;
14° La propiedad de los objetos que el deudor posee fiduciariamente;
15° Los derechos cuyo ejercicio es enteramente personal, como los de uso y habitación;
16° Los bienes raíces donados o legados con la expresión de no embargables, siempre que se haya
hecho constar su valor al tiempo de la entrega por tasación aprobada judicialmente; pero podrán
embargarse por el valor adicional que después adquieran;
17° Los bienes destinados a un servicio que no pueda paralizarse sin perjuicio del tránsito o de la
higiene pública, como los ferrocarriles, empresas de agua potable o desagüe de las ciudades, etc.; pero
podrá embargarse la renta líquida que produzcan, observándose en este caso lo dispuesto en el artículo
anterior; y
18° Los demás bienes que leyes especiales prohíban embargar.
Son nulos y de ningún valor los contratos que tengan por objeto la cesión, donación o transferencia en
cualquier forma, ya sea a título gratuito u oneroso, de las rentas expresadas en el número 1° de este
artículo o de alguna parte de ellas.
La inembargabilidad es un privilegio, esto es, una institución de excepción; y tiene por objeto
evitar que el deudor se vea privado de sus más elementales medios de subsistencia
¿Qué sucede si se embarga un bien inembargable? Se puede solicitar el alzamiento del
embargo sobre dicho bien. En efecto, el art. 519 inc. II señala que se tramitará como incidente
la reclamación del ejecutado para que se excluya del embargo alguno de los bienes a que se
refiere el art. 445 ¿Podría el deudor decir que se embargue de todas formas un bien que la ley
señala que es inembargable? Tomando en consideración el artículo anterior a contrario sensu,
el deudor podría renunciar al privilegio de la inembargabilidad; es más, esto tiene como
fundamento el art. 12 del CC que dice que podrán renunciarse los derechos conferidos por

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las leyes, con tal que sólo miren al interés individual del renunciante, y que no esté prohibida
su renuncia.

c. Designación de los bienes embargables


¿Quiénes pueden señalar los bienes para el embargo? Son tres personas las que pueden señalar
los bienes para el embargo, a saber:
i. Designación por el acreedor. En primer lugar, corresponde este derecho al acreedor, quien
para ejercerlo tiene dos oportunidades: en la demanda ejecutiva (en un otrosí), caso en el cual,
el mandamiento de ejecución también contendrá la designación de dichos bienes (es un
elemento accidental); y, por otro lado, puede hacerlo en el acto mismo del embargo, pues de
acuerdo al art. 447 del CPC, puede el acreedor concurrir al embargo y designar, si el
mandamiento no lo hace, los bienes del deudor que hayan de embargarse, con tal que no
excedan de los necesarios para responder a la demanda, haciéndose esta apreciación por el
ministro de fe encargado de la diligencia, sin perjuicio de lo que resuelva el tribunal a
solicitud de parte interesada.

ii. Designación por el deudor. Conforme al art. 448 del CPC, no designando el acreedor bienes
para el embargo, se verificará éste en los que el deudor presente, si, en concepto del ministro
de fe encargado de la diligencia, son suficientes o si, no siéndolo, tampoco hay otros
conocidos.

iii. Designación por el ministro de fe. Por último, según el art. 449 del CPC, si no designan bienes
el acreedor ni el deudor, el ministro de fe guardará en el embargo el orden siguiente: 1) dinero;
2) otros bienes muebles; 3) bienes raíces; y 4) salarios y pensiones (siempre que no las pague
el Estado).

d. Forma o manera de efectuar el embargo


Al respecto, el art. 450 inc. I en su primera parte dice que el embargo se entenderá hecho por
la entrega real o simbólica de los bienes al depositario que se designe, aunque éste deje la especie
en poder del mismo deudor. La entrega real, es la que en el hecho se produce; y la entrega simbólica,
es la que ficticiamente se da por efectuada (por ejemplo, cuando el depositario de los bienes es el
deudor).
Ahora bien, la entrega se hace un depositario provisional. El depositario provisional lo pueden
nombrar tres personas, a saber:
i. Designación por el acreedor. El acreedor al momento de interponer la demanda ejecutiva. En
tal caso, el art. 443 prescribe que el mandamiento de ejecución contendrá: 3) la designación
de un depositario provisional que deberá recaer en la persona que, bajo su responsabilidad,
designe el acreedor o en persona de reconocida honorabilidad y solvencia, si el acreedor no
la ha indicado. El acreedor podrá designar como depositario al mismo deudor o pedir que no
se designe depositario.

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ii. Designación por el juez. Si el acreedor no designa depositario provisional, el nombramiento


lo puede hacer el tribunal en persona de reconocida honorabilidad y solvencia; labor que,
como se comprende, la cumplirá en el mandamiento de ejecución mismo.

iii. Designación por la ley. El art. 450 inc. I en su segunda parte señala que a falta de depositario
designado por el juez, hará las veces de tal el propio deudor hasta tanto se designe un
depositario distinto.
Ahora bien, la designación del depositario definitivo se hará de común acuerdo por las partes,
o por el tribunal. En efecto, el art. 551 inc. I del CPC señala que los bienes embargados se pondrán
a disposición del depositario provisional y éste, a su vez, los entregará al depositario definitivo que
nombrarán las partes en audiencia verbal o el tribunal en caso de desacuerdo.
Conforme al art. 452 del CPC, si el deudor no concurre a la diligencia de embargo o si se
niega a hacer la entrega al depositario, procederá a efectuarla (la entrega) el ministro de fe, para lo
cual puede requerir el auxilio de la fuerza pública.
Por lo tanto, la manera de efectuar el embargo es mediante la entrega real o simbólica de los
bienes a un depositario provisional y éste, a su vez, los entregará al depositario definitivo nombrado
por las partes o por el tribunal (que en la práctica es el mismo depositario provisional). Con todo, hay
casos en que dicha entrega no se produce y en que, a pesar de ello, el embargo se entiende válidamente
trabado. Estos casos son:
i. El art. 551 en su inciso final señala que si el embargo recae sobre dinero, alhajas, especies
preciosas, o efectos públicos, el depósito deberá hacerse en un Banco o Caja Nacional de
Ahorros a la orden del juez de la causa y el certificado del depósito se agregará a los autos.
En este caso ni hay entrega, porque no hay un depositario designado, pues lo bienes se
depositan en un Banco a la orden del juez de la causa y el certificado del depósito se agregará
a los autos.

ii. Conforme al art. 444 inc. III del CPC, si la ejecución recae sobre el simple menaje de la casa
habitación del deudor, el embargo se entenderá hecho permaneciendo las especies en poder
del mismo deudor, con el carácter de depositario, previa facción de un inventario en que se
expresen en forma individual y detallada el estado y la tasación aproximada de las referidas
especies que practicará el ministro de fe ejecutor. La diligencia que deberá extenderse será
firmada por el ministro de fe que la practique, por el acreedor, si concurre, y por el deudor,
quien, en caso de substracción, incurrirá en la sanción prevista en el Nº 1° del art. 471 del
Código Penal.

iii. De acuerdo al art. 444 del CPC, si la ejecución recae sobre una empresa o establecimiento
mercantil o industrial, o sobre cosa o conjunto de cosas que sean complemento indispensable
para su explotación, podrá el juez, atendidas las circunstancias y la cuantía del crédito,
ordenar que el embargo se haga efectivo, o en los bienes designados por el acreedor, o en
otros bienes del deudor, o en la totalidad de la industria misma, o en las utilidades que ésta
produzca, o en parte de cualquiera de ellas; agrega el inc. II que embargada la industria o
las utilidades, el depositario que se nombre tendrá las facultades y deberes de interventor
judicial; y para ejercer las que correspondan al cargo de depositario, procederá en todo
caso con autorización del juez de la causa.
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iv. Por último, el art. 454 del CPC dispone que cuando la cosa embargada se halle en poder de
un tercero que se oponga a la entrega alegando el derecho de gozarla a otro título que el de
dueño, no se hará alteración en este goce hasta el momento de la enajenación, ejerciendo
mientras tanto el depositario sobre la cosa los mismos derechos que ejercía el deudor (por
ejemplo, en el caso de un arrendamiento, el depositario deberá percibir la renta); agrega el
inc. II que lo cual se entiende sin perjuicio del derecho que corresponda al tenedor de la
cosa embargada para seguir gozándola aún después de su enajenación.

e. Formalidades posteriores al embargo

i. Acta de la diligencia. El art. 450 inc. II del CPC dice el ministro de fe que practique el
embargo deberá levantar un acta de la diligencia, la que señalará el lugar y hora en que éste
se trabó, contendrá la expresión individual y detallada de los bienes embargados e indicará
si fue necesario o no el auxilio de la fuerza pública para efectuarlo y de haberlo sido, la
identificación del o de los funcionarios que intervinieron en la diligencia. Asimismo, dejará
constancia de toda alegación que haga un tercero invocando la calidad de dueño o poseedor
del bien embargado; agrega el inc. III que tratándose del embargo de bienes muebles, el acta
deberá indicar su especie, calidad y estado de conservación y todo otro antecedente o
especificación necesarios para su debida singularización, tales como, marca, número de
fábrica y de serie, colores y dimensiones aproximadas, según ello sea posible. En el embargo
de bienes inmuebles, éstos se individualizarán por su ubicación y los datos de la respectiva
inscripción de dominio; finaliza el inc. IV señalando que el acta deberá ser suscrita por el
ministro de fe que practicó la diligencia y por el depositario, acreedor o deudor que concurra
al acto y que desee firmar.

ii. Embargo sobre un bien raíz. Aquí debe distinguirse los efectos que produce el embargo entre
las partes o entre terceros. Entre las partes, el embargo de un bien raíz o de un derecho real
constituido sobre un bien raíz, produce efectos desde que se embarga, es decir, desde
momento en que el receptor anota el bien en el acta; respecto de terceros, hay que tener
presente el art. 453 del CPC, el cual dispone que si el embargo recae sobre bienes raíces o
derechos reales constituidos en ellos, no producirá efecto alguno legal respecto de terceros,
sino desde la fecha en que se inscriba en el respectivo registro conservatorio en donde estén
situados los situados los inmuebles (Registro de Interdicciones y de Prohibiciones de
Enajenar); agrega el inc. II que el ministro de fe que practique el embargo, requerirá
inmediatamente su inscripción y firmará con el conservador respectivo y retirará la diligencia
en el plazo de veinticuatro horas. Si no se hace esta inscripción, el embargo será inoponible
para los terceros.

iii. Testimonio del embargo en el cuaderno de apremio y principal. De acuerdo al art. 458 del
CPC, se formará ramo separado (cuaderno de apremio) con las diligencias relativas al
embargo, a su ampliación y al procedimiento de apremio, que tiene por objeto realizar los
bienes embargados y hacer pago al acreedor; agrega el inc. II que se pondrá testimonio en el
ramo principal, de la fecha en que se practique el embargo y la ampliación.

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iv. Envío de carta certificada al ejecutado. El art. 450 inc. VI señala que sin que ello afecte la
validez del embargo, el ministro de fe deberá enviar carta certificada al ejecutado
comunicándole el hecho del embargo, dentro de los dos días siguientes de la fecha de la
diligencia o del día en que se reabran las oficinas de correo, si ésta se hubiere efectuado en
domingo o festivo. El ministro de fe deberá dejar constancia en el proceso del cumplimiento
de esta obligación, en los términos del art. 46; agrega el inc. VII que toda infracción a las
normas de este artículo hará responsable al ministro de fe de los daños y perjuicios que se
originen y el tribunal, previa audiencia del afectado, deberá imponerle alguna de las medidas
que se señalan en los números 2, 3 y 4 del art. 532 del COT (sanciones de carácter
disciplinario o patrimoniales).

v. Entrega del acta en la secretaría del tribunal. Según el art. 455 del CPC, verificado el
embargo, el ministro de fe ejecutor entregará inmediatamente la diligencia en la secretaría, y
el secretario pondrá testimonio del día en que la recibe; señala el inc. II que en el caso del art.
453 (inscripción del embargo en el Registro de prohibiciones), esta entrega se verificará
inmediatamente después de practicada la inscripción de que dicho artículo trata.

f. Efectos del embargo


Una vez legalmente trabado el embargo, produce dos importantes efectos:
i. El deudor pierde la libre disposición de los bienes embargados. En efecto, el art. 1464 del CC
dispone que hay un objeto ilícito en la enajenación: 3) de las cosas embargadas por decreto
judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta en ello. El juez puede otorgar
autorización para enajenar, cuando hay dos embargos sobre un mismo bien; pues si se quiere
sacar a remate el bien, se debe solicitar al tribunal que va a rematar que envíe un oficio al
tribunal que trabó el segundo embargo para que lo autorice. Otra hipótesis es la llamada
“venta directa”, donde se permite que se venda el bien directamente, para cancelar el crédito.

ii. El deudor pierde la administración de los bienes embargados, la que correrá a cargo de un
depositario. En consecuencia, el depositario es la persona encargada de la administración de
los bienes embargados en una ejecución. Como administra, tiene facultades para realizar los
actos que tienden a la conservación de la cosa, perseguir los frutos naturales y civiles, pagar
las deudas, cobrar los créditos, perseguir en juicio a los deudores, intentar acciones
posesorias, interrumpir las prescripciones, contratar reparaciones; comprar materiales, etc.
Las facultades de disposición están vedadas al depositario; excepcionalmente podrá hacer
uso de ellas en las condiciones señaladas en el art. 483 CPC que dispone venderá el
depositario en la forma más conveniente, sin previa tasación, pero con autorización judicial,
los bienes muebles sujetos a corrupción, o susceptibles de próximo deterioro, o cuya
conservación sea difícil o muy dispendiosa. Por último, a la expiración del depósito, el
depositario deberá rendir cuenta de su administración.

g. Ampliación, reducción, sustitución y alzamiento del embargo


Durante el curso del embargo, puede suscitarse discusión sobre si el embargo es excesivo o
insuficiente; o si se puede embargar un bien distinto, o si se puede alzar el embargo. Todo esto da
lugar a los incidentes que se analizarán a continuación.

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i. La ampliación del embargo. Este incidente tiene lugar cuando el ejecutante quiere extender
el embargo a otros bienes diversos de aquellos que fueron objeto de la diligencia primitiva.
Al respecto, el art. 456 dispone que puede el acreedor pedir ampliación del embargo en
cualquier estado del juicio, siempre que haya justo motivo para temer que los bienes
embargados no basten para cubrir la deuda y las costas; agrega el inc. II que el haber recaído
el embargo sobre bienes difíciles de realizar, será siempre justo motivo para la ampliación.
Lo será también la introducción de cualquier tercería sobre los bienes embargados. Finaliza
el inc. III señalando que pedida la ampliación después de la sentencia definitiva, no será
necesario el pronunciamiento de nueva sentencia para comprender en la realización los bienes
agregados al embargo; en otras palabras, la sentencia de remate comprende todos los bienes
embargados, cualquiera que haya sido la oportunidad en que el embargo fue practicado.

ii. La reducción del embargo. Este incidente tiene lugar cuando el deudor solicita que se
eliminen del embargo determinados bienes. El fundamento de esto, es que debe existir una
justa equivalencia entre el monto del crédito y el valor de los bienes sobre los cuales recaerá
el embargo; y esta importante y delicada misión deberá cumplirla el ministro de fe al practicar
la correspondiente diligencia, sea que los bienes los señale el acreedor o él mismo. En efecto,
el art. 447 del CPC dispone que puede el acreedor concurrir al embargo y designar, si el
mandamiento no lo hace, los bienes del deudor que hayan de embargarse, con tal que no
excedan de los necesarios para responder a la demanda, haciéndose esta apreciación por el
ministro de fe encargado de la diligencia, sin perjuicio de lo que resuelva el tribunal a
solicitud de parte interesada.

iii. La sustitución del embargo. Esta incidencia tiene lugar cuando el deudor quiere reemplazar
los bienes embargados por dinero. En efecto, el art. 457 del CPC señala que puede el deudor
en cualquier estado del juicio substituir el embargo, consignando una cantidad suficiente para
el pago de la deuda y las costas, siempre que éste no recaiga en la especie o cuerpo cierto a
que se refiere la ejecución. Esto sin perjuicio de que el deudor mantenga la oposición a la
ejecución, que pudo haber deducido oportunamente en los autos.

iv. El alzamiento del embargo. Por último, el deudor puede pedir el alzamiento o cesación del
embargo, pagando la deuda y las costas. Al respecto, el art. 490 del CPC dice que antes de
verificarse el remate, puede el deudor libertar sus bienes pagando la deuda y las costas.

h. El reembargo
El reembargo consiste en trabar dos o más embargos sobre un mismo bien de propiedad del
deudor, en virtud de diversas ejecuciones iniciadas en su contra. Esta institución ha dado ori gen a
fallos contradictorios de nuestros tribunales pues un grupo de estos fallos acepta el reembargo, y otros
derechamente lo rechazan.
i. La doctrina que acepta el reembargo dice que no existe ley alguna que prohíba a un acreedor
perseguir el pago de su crédito en bienes del deudor, a pesar de que ellos hubieren sido ya
objeto de embargo en una ejecución anterior. Aceptar un criterio adverso sería desconocer el
derecho absoluto de prenda general sobre los bienes del deudor que la ley confiere al
acreedor sin limitación alguna (salvo sobre los bienes inembargables); y también significaría
aceptar una especie de preferencia en favor del acreedor que hubiere embargado primero.
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ii. La doctrina que rechaza el reembargo estima que esta institución presenta serios
inconvenientes y ninguna ventaja práctica. Los inconvenientes consistirían en la necesidad
de tener que solicitar autorización a todos los jueces que hubieren decretado embargos sobre
el bien que se trata de realizar, como manera de evitar que hubiere objeto ilícito en dicha
enajenación, con la consiguiente pérdida de tiempo, dilación impropia de un juicio ejecutivo;
a lo que cabe agregar que diversos y sucesivos embargos impedirían que la cosa embargada
pudiera ser administrada por los distintos depositarios que han debido designarse en dichas
ejecuciones. Por otro lado, la falta de ventaja práctica del reembargo, se demostraría con que
los otros acreedores, sin necesidad de trabar nuevo embargo, pueden interponer una tercería
de prelación o de pago en la primera ejecución.
Pero hoy, esta diversa jurisprudencia carece de interés desde que se dictó la Ley 7.760 del
año 1944 que introdujo al art. 528 inc. II del CPC, que dice si existe depositario en la primera
ejecución, no valdrá el nombramiento en las “otras ejecuciones”. El ejecutante que a sabiendas de
existir depositario, o no pudiendo menos de saberlo, hace retirar las especies embargadas en la
segunda ejecución por el nuevo depositario, será sancionado con las penas asignadas al delito de
estafa.
El artículo anterior reconoce la posibilidad legal del reembargo, y tiende a evitar los
inconvenientes de la pluralidad de depositarios sobre un mismo bien embargado, reconociéndole una
especie de preferencia al primero que hubiere entrado en funciones, y sancionando a los restantes con
la pena del delito de estafa si pretenden hacer retirar las especies embargadas en las nuevas y sucesivas
ejecuciones.
4.4. EL CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DEFINITIVA CONDENATORIA
Una vez que se dicta sentencia definitiva condenatoria, rechazando las excepciones opuestas
por el deudor, los trámites de cumplimiento de la sentencia definitiva serán diferentes según si la
sentencia es de pago o de remate; distinción que atiende a la naturaleza de lo embargado y no a la
debido. Así, si lo embargado es un cuerpo cierto o dinero, la sentencia es de pago, y los trámites del
apremio son muy simples, puesto que se reducen a: la liquidación del crédito, la tasación de las costas,
y a la entrega del dinero o de la especie o cuerpo cierto embargados al acreedor; y si lo embargado es
un cuerpo cierto distinto de lo debido o no es dinero, la sentencia es de remate, y en este caso los
trámites del apremio son más complejos.
4.4.1. EL CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE PAGO
El cumplimiento de la sentencia de pago es casi automático, pues se cumple entregando al
acreedor, por parte del tribunal, el dinero embargado; o por parte del depositario, la especie o cuerpo
cierto debido, según si el crédito tiene por objeto dinero o un bien de esta clase. Ahora, los pasos o
requisitos necesarios para cumplir esta sentencia, son:
i. Por regla general, la sentencia de pago debe estar firme o ejecutoriada. En efecto, el art. 512
del CPC señala que si el embargo se ha trabado sobre la especie misma que se demanda, una
vez ejecutoriada la sentencia de pago, se ordenará su entrega al ejecutante. No obstante,
excepcionalmente se puede exigir el cumplimiento de la sentencia de pago, a pesar de no
estar ejecutoriada, en dos casos:

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- Cuando la sentencia de pago ha sido apelada por el ejecutado, pues la apelación de la


sentencia condenatoria se concede en el sólo efecto devolutivo; eso sí, el ejecutante
debe rendir caución para responder de los resultados del referido recurso. En efecto, el
art. 475 del CPC dispone que si se interpone apelación de la sentencia de pago, no
podrá procederse a la ejecución de esta sentencia, pendiente el recurso, sino en caso
que el ejecutante caucione las resultas del mismo.

- Cuando la sentencia de pago ha sido recurrida de casación en la forma, pues como se


sabe, el recurso de casación en la forma no suspende el cumplimiento de la resolución
recurrida; salvo que el cumplimiento de la sentencia de pago, haga imposible llevar a
efecto la sentencia que se dicte y que acoge el recurso.

ii. La liquidación del crédito. Liquidar el crédito significa determinar a cuánto asciende el
crédito por concepto de capital y de intereses. Ello, debe solicitarlo el ejecutante al tribunal,
el Tribunal dará traslado al ejecutado, y éste puede oponerse, dando lugar a un incidente.

iii. Se deben tasar las costas. De acuerdo al art. 471 inc. I del CPC, si en la sentencia definitiva
se manda seguir adelante en la ejecución, se impondrán las costas al ejecutado; agrega el inc.
III que si se admiten sólo en parte una o más excepciones, se distribuirán las costas
proporcionalmente (lo cual es una excepción a la regla general de que las costa se imponen
siempre a una de las partes); pero podrán imponerse todas ellas al ejecutado cuando en
concepto del tribunal haya motivo fundado.

iv. La entrega del dinero o del cuerpo cierto. El art. 511 señala que practicada la liquidación a
que se refiere el artículo precedente (liquidación de la sentencia de remate), se ordenará hacer
pago al acreedor con el dinero embargado o con el que resulte de la realización de los bienes
de otra clase comprendidos en la ejecución; agrega el inc. II que si la ejecución fuere en
moneda extranjera, el tribunal pondrá a disposición del depositario los fondos embargados
en moneda diferente a la adeudada sobre los cuales hubiere recaído el embargo y los
provenientes de la realización de bienes del ejecutado en cantidad suficiente, a fin de que,
por intermedio de un Banco de la plaza, se conviertan en la moneda extranjera que
corresponda. Esta diligencia podrá también ser cometida al secretario.

4.4.2. CUMPLIMIENTO DE LA SENTENCIA DE REMATE


La sentencia de remate, junto con aceptar la demanda ejecutiva y rechazar la oposición
deducida por el deudor, ordena realizar los bienes embargados y, en seguida, con su producido, hacer
pago al acreedor de su crédito. Como se puede apreciar, acá lo que se embarga no es lo debido y, por
ello, se debe vender lo que se embarga para obtener dinero con el fin de que con ese dinero se pague.
¿Desde qué momento se pueden realizar o vender los bienes? El art. 481 del CPC señala que
notificada que sea la sentencia de remate, se procederá a la venta de los bienes embargados, de
conformidad a los artículos siguientes. Por lo tanto, no es necesario que la sentencia esté firme o
ejecutoriada, sino que basta que esté notificada; por lo demás, a igual conclusión se habría llegado en
caso de que la sentencia fuere objeto de recursos de apelación y de casación por parte del ejecutado,
ya que esos recursos se conceden en el sólo efecto devolutivo.

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¿Desde qué momento se puede pagar el producto de la venta de los bienes? Por regla general,
para proceder al pago, la sentencia de remate debe estar ejecutoriada, pues el pago es previo a la
liquidación del crédito y a la tasación de las costas y, para efectuar estas operaciones, la sentencia
definitiva debe tener este carácter de acuerdo al art. 510 del CPC. Sin embargo, excepcionalmente se
puede efectuar el pago al acreedor aun cuando la sentencia no esté firme, lo cual tiene lugar: cuando
la sentencia de remate sea apelada por ejecutante (pues la apelación se concede en el sólo efecto
devolutivo), eso sí, siempre que el acreedor otorgue caución de resultas (art. 509 inc. II del CPC); e
igual pago se podrá hacer pendiente el recurso de casación, sin necesidad de caución alguna.
Art. 510. Ejecutoriada la sentencia definitiva y realizados los bienes embargados, se hará la liquidación del
crédito y se determinarán, de conformidad al art. 471, las costas que deben ser de cargo al deudor, incluyéndose
las causadas después de la sentencia.
Lo dispuesto en este artículo tendrá también aplicación en el caso previsto en el inciso segundo del art. 509.

Art. 509. Los fondos que resulten de la realización de los bienes embargados se consignarán directamente por
los compradores, o por los arrendatarios en el caso del artículo anterior, a la orden del tribunal que conozca de
la ejecución, en la forma dispuesta en el art. 507 del Código Orgánico de Tribunales.
Si se ha interpuesto apelación de la sentencia, no podrá procederse al pago al ejecutante, pendiente el recurso,
sino en caso de que caucione las resultas del mismo .

a. La realización de los bienes embargados


Realizar los bienes embargados es sinónimo de venderlos, de reducirlos a dinero, para poder
pagar al acreedor; y dicha realización difiere fundamentalmente según si los bienes embargados
requieren o no de tasación previa. Los bienes que no requieren de tasación previa para ser realizados,
son:
i. Bienes muebles susceptibles de ser vendidos en martillo. El art. 482 CPC señala que los
bienes muebles embargados se venderán en martillo, siempre que sea posible, sin necesidad
de tasación. La venta se hará por el martillero designado por el tribunal que corresponda.
Vender “en martillo”, significa que los bienes serán vendidos al mejor postor (al mejor
oferente, al quien da más), por lo tanto, no se requiere de tasación previa; y el día y la hora
de la venta, serán fijados por el propio martillero492.

ii. Bienes muebles sujetos a corrupción, o susceptibles de próximo deterioro, o cuya


conservación sea difícil o dispendiosa. El art. 483 del CPC dispone que venderá el depositario
en la forma más conveniente, sin previa tasación, pero con autorización judicial, los bienes
muebles sujetos a corrupción, o susceptibles de próximo deterioro (por ejemplo, una

492
Acá tiene aplicación la Ley 18.118, que legisla sobre la actividad del martillero público. El art. 1º dice que
son martilleros las personas naturales o jurídicas inscritas en un registro, en conformidad a esta ley, para vender
públicamente al mejor postor toda clase de “bienes corporales muebles” (el remate de los bienes inmuebles los
hace el juez de la causa directamente). El art. 19 inc. I dispone que los remates judiciales de especies muebles
serán realizados por el martillero que designe el juez de la causa (para estos efectos, las CA mantendrán un
registro especial en el cual deberán inscribirse los martilleros). Luego se hace el retiro de los bienes embargados
para que sean llevados donde el martillero, y al respecto, el art. 25 de la ley dice que el martillero recibirá las
especies que se le entreguen para la subasta, en calidad de depositario, y deberá otorgar al comitente recibo
detallado de las mismas. El martillero debe proceder a realizar publicaciones avisando del remate (por medio
de avisos publicados en uno de los dos periódicos de mayor circulación de la región en que éste se realice) y
procederá a rematar los bienes al mejor postor en el día señalado en el aviso. Lo que se obtenga en el remate,
descontado los gastos, se depositará en la cuenta corriente del Tribunal para pagar a los acreedores.
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cosecha), o cuya conservación sea difícil o muy dispendiosa (por ejemplo, un caballo). En
principio, por tratarse de bienes muebles, debieran ser vendidos en martillo, pero, dadas las
excepcionales condiciones en que están, la ley faculta al depositario para que los venda en la
forma más conveniente (por tanto, pueden ser vendidos por martilleo), sin previa tasación, y
con autorización judicial (incluso pueden ser vendidos antes de la sentencia de remate).

iii. Los efectos de comercio. El art. 484 del CPC señala que los efectos de comercio realizables
en el acto (por ejemplo, cheques, pagarés, acciones de sociedades, bonos, debentures, etc.),
se venderán sin previa tasación, por un corredor nombrado en la forma que establece el art.
414 (o sea, en la forma como se nombran los peritos).
En los tres casos antes señalados, el producto de la realización debe ser consignado por el
martillero, por el depositario o por el corredor de comercio, según el caso, a la orden del tribunal, en
su cuenta corriente, previa deducción, como se comprende, de los gastos y honorarios.
Ahora bien, los bienes que requieren de tasación previa para su realización o venta, son todos
los demás bienes no comprendidos en los tres casos anteriores, y entre ellos sobresalen los bienes
raíces, los bienes incorporales muebles (derechos personales o reales), etc. Aquí hay que tener
presente el art. 485 del CPC, el cual dispone que los demás bienes no comprendidos en los tres
artículos anteriores, se tasarán y venderán en remate público ante el tribunal que conoce de la
ejecución, o ante el tribunal dentro de cuya jurisdicción estén situados los bienes, cuando así lo
resuelva a solicitud de partes y por motivos fundados.
La venta en remate público o venta en pública subasta, presenta las siguientes características:
i. Es una venta judicial, porque se efectúa ante y por intermedio del ministerio de la justicia.

ii. Es forzosa, porque se efectúa aun en contra de la voluntad del deudor.

iii. Es pública, porque pueden concurrir a ella los interesados que deseen, sin discriminación
alguna.

iv. Es al mejor postor, porque se entenderá celebrada con el interesado que ofrezca la mayor
suma.
Ahora bien, la venta en remate público requiere de la observancia de una serie de trámites o
formalidades previas, y si éstas no se cumplen, podría alegarse la nulidad procesal del remate 493. Estas
formalidades previas son:
i. La tasación. La tasación es la determinación, fijación o avaluación del valor de un bien
determinado. Al respecto, el art. 486 inc. I del CPC, señala que la tasación será la que figure
en el rol de avalúos que esté vigente para los efectos de la contribución de haberes, a menos
que el ejecutado solicite que se haga nueva tasación. A esta forma de tasación se le denomina
"tasación fiscal", y la manera de acreditarla, es acompañando un certificado de avalúo
expedido por la oficina de SII respectiva; por tanto, se solicita al tribunal que se tenga por

493
CASARINO señala que nuestro legislador tiene un respeto reverencial por los bienes raíces y es por ello que
el procedimiento establecido por el CPC, para la realización de éstos, es solemne y complejo, con el
cumplimiento de una serie de trámites.
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valor de tasación el valor que figura en dicho certificado, y éste provee: "como se pide, con
citación del ejecutado".

Con todo, según el mismo art. 486 inc. I del CPC, el ejecutado, en uso de la citación, tiene
derecho a solicitar que se haga una nueva tasación, por ejemplo, porque encontró muy bajo
el precio. En este caso, conforme al inc. II del art. 486, la tasación se practicará por peritos
nombrados en la forma que dispone el art. 414 (por las partes, o en subsidio por el juez),
haciéndose el nombramiento en la audiencia del segundo día hábil después de notificada la
sentencia sin necesidad de nueva notificación; agrega el inc. IV que puesta en conocimiento
de las partes la tasación, tendrán el término de tres días para impugnarla. De la impugnación
de cada parte se dará traslado a la otra por igual término. Luego, conforme al art. 487 del
CPC, transcurridos los plazos que expresa el artículo anterior, y aun cuando no hayan
evacuado las partes el traslado de las impugnaciones, resolverá sobre ellas el tribunal, sea
aprobando la tasación, sea mandando que se rectifique por el mismo o por otro perito, sea
fijando el tribunal por sí mismo el justiprecio de los bienes. Estas resoluciones son
inapelables. Si el tribunal manda rectificar la tasación, expresará los puntos sobre que deba
recaer la rectificación; y practicada ésta, se tendrá por aprobada, sin aceptarse nuevos
reclamos494.

ii. Bases para el remate público. Una vez aprobada la tasación del bien a realizarse, se debe
proceder a fijar las bases del remate público, es decir, las condiciones en conformidad a las
cuales se llevará a efecto la venta del bien embargado. En especial, las bases del remate se
refieren a: al mínimo para las posturas; a las cauciones que deben otorgar los interesados; a
si la venta se efectúa ad corpus o en relación a la cabida; si el bien está libre de gravámenes
o hipotecas, la fecha en que se hará la entrega material del inmueble vendido; a quién le
corresponde el pago de los impuestos; y cualquier otra circunstancia que tienda a una mejor
y más expedita realización de la subasta.

Hay algunas condiciones que las impone el legislador, así, en cuanto a la forma de pago, el
art. 491 inc. I del CPC dispone que el precio de los bienes que se rematen deberá pagarse de
contado, salvo que las partes acuerden o que el tribunal, por motivos fundados, resuelva otra
cosa; en cuanto a las posturas, el art. 493 dispone que salvo en el caso de convenio expreso
de las partes, no se admitirá postura que baje de los dos tercios de la tasación; y en cuanto a
la caución, el art. 494 establece que todo postor, para tomar parte en el remate, deberá rendir
caución suficiente, calificada por el tribunal, sin ulterior recurso, para responder de que se
llevará a efecto la compra de los bienes rematados (esta caución después se consignará al
precio del remate).

En todas las demás condiciones, la voluntad de las partes es la suprema ley. Así lo pone de
manifiesto el art. 491 inc. II al decir que las demás condiciones para la subasta se propondrán
por el ejecutante, con citación de la contraria. La oposición que se formule será resuelta de

494
Las disposiciones anteriores sobre tasación de los bienes embargados, son propias de los inmuebles; pero no
solamente esta última clase de bienes requieren de tasación previa para los efectos de su venta en pública
subasta, también la necesitan los bienes incorporales muebles como, por ejemplo, un crédito personal. En tal
caso, la tasación se efectuará por medio de peritos, de acuerdo con lo preceptuado en los arts. 486 y 487 de este
Código, en cuanto le sean aplicables.
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plano por el tribunal, consultando la mayor facilidad y el mejor resultado de la enajenación.


En la práctica, el ejecutante presenta un escrito proponiendo bases para el remate; luego, el
tribunal lo provee ordenando que se tengan como tales las propuestas por el ejecutante, con
citación del ejecutado; si éste nada dice en el término legal (tres días), se tienen por
aprobadas; si las objeta, se habrá suscitado un incidente, que el tribunal resuelve de plano
consultando la mayor facilidad y el mejor resultado de la enajenación.

iii. Fijación de día y hora para el remate público. El art. 488 del CPC señala que aprobada la
tasación, se señalará día y hora para la subasta. El remate deberá, pues, efectuarse en el día y
hora señalados por el juez que conoce de la ejecución, so pena de nulidad. Se subentiende
que no solamente debe estar aprobada la tasación, sino que también deberán estarlo las bases
de acuerdo a las cuales se efectuará la subasta.

iv. Publicidad del remate público. Una vez efectuado el señalamiento del día y hora en que debe
tener lugar el remate, se debe anunciar por medio de avisos publicados, a lo menos cuatro
veces, en un diario de la comuna en que tenga su asiento el tribunal. Los avisos deben ser
redactados por el secretario y contendrán los datos necesarios para identificar los bienes que
deben rematarse (art. 489 del CPC); y la manera de dejar constancia fehaciente en autos del
cumplimiento de estas formalidades de publicidad, es acompañando los recortes del diario
respectivo.

Art. 489. El remate, con el señalamiento del día y hora en que debe tener lugar, se anunciará por medio
de avisos publicados, a lo menos por cuatro veces en un diario de la comuna en que tenga su asiento
el tribunal, o de la capital de la provincia o de la capital de la región, si en aquélla no lo hubiere. Los
avisos podrán publicarse también en días inhábiles. El primero de los avisos deberá ser publicado con
quince días de anticipación, como mínimo, sin descontar los inhábiles, a la fecha de la subasta
(constituye excepción al principio de que las actuaciones judiciales se deben practicar en días y horas
hábiles; y al principio de que los términos de días que establece el presente CPC, se entenderán
suspendidos durante los feriados).
Si los bienes están en otra comuna, el remate se anunciará también en ella o en la capital de la
respectiva región, si fuere el caso, por el mismo tiempo y en la misma forma.
Los avisos serán redactados por el secretario y contendrán los datos necesarios para identificar los
bienes que van a rematarse.

v. Citación de los acreedores hipotecarios. Esta formalidad se cumplirá solamente cuando el


bien embargado sea inmueble, y se encuentre gravado con una o más hipotecas; en dicho caso
se debe citar a los acreedores hipotecarios. Esta eventual formalidad la exige el art. 2428 del
CC, norma que consagra el denominado derecho de persecución que le corresponde a los
acreedores hipotecarios sobre la finca hipotecada en manos de quien quiera que se encuentre.
La idea es que la propiedad se venda sin hipotecas, y para ello el ejecutante debe citar a los
acreedores hipotecarios de grado preferente.

Art. 2428. La hipoteca da al acreedor el derecho de perseguir la finca hipotecada, sea quien fuere el
que la posea, y a cualquier título que la haya adquirido.
Sin embargo, esta disposición no tendrá lugar contra el tercero que haya adquirido la finca hipotecada
en pública subasta, ordenada por el juez.

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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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Mas para que esta excepción surta efecto a favor del tercero deberá hacerse la subasta con citación
personal, en el término de emplazamiento, de los acreedores que tengan constituidas hipotecas sobre
la misma finca; los cuales serán cubiertos sobre el precio del remate en el orden que corresponda.
El juez entre tanto hará consignar el dinero .

Por tanto, si existen hipotecas pendientes sobre el bien que se va a subastar, es necesario
cumplir con ciertos requisitos, para que el inmueble quede libre de gravámenes después de la
subasta, y así se extinga el derecho de persecución que otorga el derecho real de hipoteca (se
purga de la hipoteca). Estos requisitos son:

- Que el inmueble se venda en pública subasta ordenada por el juez, o sea, se debe tratar
de una enajenación forzosa efectuada por el ministerio de la justicia dentro del marco
de un juicio ejecutivo o de una ejecución incidental (se excluye por ejemplo, la venta
que se realiza a propósito de la partición de un bien, pues se trata de una venta
voluntaria).

- Que los acreedores hipotecarios hayan sido citados (notificados) personalmente


(porque se trata de terceros que no han sido emplazados en el juicio), esto con el objeto
de darles noticia del remate y, por consiguiente, oportunidad para que actúen en
resguardo de sus derechos (por ejemplo, interviniendo en la fijación de las bases, en el
remate mismo haciendo posturas, etc.). Si por cualquiera circunstancia el remate no se
efectúa, para proceder a una nueva subasta ya no es necesario citar personalmente a los
acreedores hipotecarios, bastará con la notificación por el estado diario, para que ella
sea válida.

¿Qué pasa si no se cita a los acreedores hipotecarios? Hay que descartar la nulidad del
remate, pues esta sanción no está contemplada por el legislador. El efecto aquí, no es
otro que dichos acreedores hipotecarios conservan intactos sus derechos hipotecarios;
y si por cualquiera circunstancia estas hipotecas hubieren sido canceladas, sus titulares
conservan también el derecho para obtener su restablecimiento. Sin embargo, la falta
de citación de un acreedor hipotecario a la subasta, si bien lo hace conservar su derecho,
no puede mejorarlo, pues la persona que compra el inmueble se subroga en los derechos
de los acreedores hipotecarios que sí fueron citados, con sus preferencias
correspondientes (art. 1610 Nº 2 del CC).

Art. 1610. Se efectúa la subrogación por el ministerio de la ley y aun contra la voluntad del
acreedor, en todos los casos señalados por las leyes, y especialmente a beneficio:
2. Del que habiendo comprado un inmueble, es obligado a pagar a los acreedores a quienes el
inmueble está hipotecado.

- Que haya transcurrido el término de emplazamiento entre la citación y el remate


público ¿Cuál es el término de emplazamiento? Este plazo tiene por objeto dar tiempo
suficiente a los acreedores para que tomen las medidas necesarias en resguardo de sus
intereses, no sólo para ejercer la opción entre mantener la hipoteca o pagarse con las
resultas de la enajenación, sino que también puede ejercer otros derechos, como la
nulidad del remate o del embargo, etc. Ahora bien, algunos estiman que este plazo es
uno cualquiera, o sea, el indispensable para poder comparecer antes del remate; otros,
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por el contrario, consideran que, a falta de disposición especial se debe aplicar el art.
3º del CPC, por tanto, el plazo para concurrir debe ser el mismo que tiene el demandado
para contestar la demanda en el juicio ordinario de mayor cuantía.

En definitiva, de acuerdo con el art. 2428 del CC, la subasta realizada con notificación
personal de los acreedores hipotecarios producirá la extinción de todas las hipotecas. Pero el
art. 492 del CPC ha complementado la norma del CC, en el sentido de que si el ejecutante es
un acreedor hipotecario de grado posterior, el o los acreedores hipotecarios de grado
preferente citados legalmente a la subasta, tienen el derecho optativo de extinguir el pago de
sus créditos con el precio de la subasta, o conservar sus hipotecas; esto, siempre que sus
créditos no estén devengados. No diciendo nada en el término de emplazamiento, se
entenderá que optan por ser pagados sobre el precio de la subasta 495.499

Art. 492. Si por un acreedor hipotecario de grado posterior se persigue una finca hipotecada contra el
deudor personal que la posea, el acreedor o los acreedores de grado preferente, citados conforme al
art. 2428 del CC, podrán, o exigir el pago de sus créditos sobre el precio del remate según sus grados,
o conservar sus hipotecas sobre la finca subastada, siempre que sus créditos no estén devengados.
No diciendo nada, en el término del emplazamiento, se entenderá que optan por ser pagados sobre el
precio de la subasta.
Si se ha abierto concurso a los bienes del poseedor de la finca perseguida, o se le ha declarado en
quiebra, se estará a lo prescrito en el artículo 2477 de dicho Código.
Los procedimientos a que den lugar las disposiciones anteriores, se verificarán en audiencias verbales
con el interesado o los interesados que concurran.

vi. Autorización para rematar un bien reembargado. El certificado de gravámenes del inmueble
a subastarse, que se solicita al Conservador de Bienes Raíces, no solamente permite apreciar
si hay una hipoteca, sino, además, si existen otros embargos que pueden impedir su libre
enajenación. En consecuencia, si la finca embargada reconoce otros embargos (caso del
reembargo), podrá ser subastada previa autorización del juez que decretó el embargo, o previa
autorización del acreedor de la otra ejecución, so pena de nulidad absoluta por ilicitud de
objeto. En efecto, el art. 1464 del CC señala que hay objeto ilícito en la enajenación: 3) de
las cosas embargadas por decreto judicial, a menos que el juez lo autorice o el acreedor
consienta en ello.

Al tribunal que decretó el embargo se le debe enviar un oficio para que conceda la
autorización, previa citación del otro ejecutante, y esta autorización será enviada también
mediante un oficio al juez que va a sacar a remate el bien; y si la autorización es concedida
por el correspondiente acreedor embargante, deberá constar de manera oportuna, fehaciente,
y sin sujetarse a especiales formalidades, porque la ley no lo exige. Ahora, esto no significa
que la venta de ese bien se destine sólo al pago de ese acreedor, ya que la autorización sólo
se da para vender en pública subasta y no para pagar con preferencia; en otras palabras, la
autorización no constituye una preferencia.

495
Hay consenso en la doctrina y en la jurisprudencia para estimar que los arts. 2428 del CC y 492 del CPC se
aplican también cuando la ejecución es promovida por el primer acreedor hipotecario y dentro de ella se
adjudica la finca hipotecada en pago de su crédito; o sea, que se extinguen las hipotecas posteriores, siempre y
cuando los acreedores hayan sido oportunamente citados en la forma ya señalada. Si alguna diferencia hubiera,
el ejecutante tendría que consignar el saldo, el cual serviría para pagar a los acreedores hipotecarios restantes.
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vii. Autorización para rematar un bien sujeto a una medida precautoria. También se requerirá
autorización del juez o del acreedor, para salvar el inconveniente de la ilicitud de objeto, en
caso que se pretenda rematar públicamente un inmueble respecto del cual se había decretado,
en proceso diverso, alguna medida precautoria limitativa del dominio, como la retención, o
la prohibición de celebrar actos o contratos; siempre y cuando estas medidas precautorias
aparezcan inscritas en los registros conservatorios respectivos.
Una vez cumplidas las formalidades previas al remate, llega el momento de efectuar el remate
público del bien embargado. Para ello hay un procedimiento que consta de las siguientes etapas:
i. Lugar en donde se realiza el remate. El remate público se efectúa ante el tribunal que conoce
de la ejecución con asistencia de su secretario, o ante el tribunal dentro de cuya jurisdicción
estén situados los bienes, cuando así se resuelva a solicitud de parte y por motivos fundados.
Es normal que el remate se efectúe en el despacho del juez o en la sala de audiencias, y estarán
presentes en él los abogados o mandatarios de las partes del juicio.

ii. Rendición de cauciones. De acuerdo al art. 494 del CPC, todo postor, para tomar parte en el
remate, deberá rendir caución suficiente, calificada por el tribunal (la aceptará o rechazará,
según lo que estime conveniente), sin ulterior recurso, para responder de que se llevará a
efecto la compra de los bienes rematados; agrega el inc. II que la caución será equivalente al
diez por ciento de la valoración de dichos bienes y subsistirá hasta que se otorgue la escritura
definitiva de compraventa, o se deposite a la orden del tribunal el precio o parte de él que
deba pagarse de contado. La caución normalmente será una boleta bancaria a nombre del
tribunal, pero nada obsta a que en las bases del remate se hayan aceptado cheques u otro
documentos; y el valor de ésta se abonará en un cincuenta por ciento al crédito y el cincuenta
por ciento restante quedará a beneficio de la Junta de Servicios Judiciales.

iii. Lectura de bases y admisión de posturas. Una vez calificadas las cauciones, comienza el
remate dirigido por el juez de la causa, con la lectura de las bases y, acto seguido, se procede
a la admisión de las posturas, por el mínimo señalado en las bases y, en el silencio de éstas,
por una suma que no baje de los dos tercios de la tasación. Se adjudicará el bien rematado a
aquel postor que ofrezca la suma más alta, después de conminar el juez a los presentes, por
tres veces, que adjudicará el bien subastado a dicho postor.
Está de más decir que el ejecutante también tiene derecho a concurrir a la subasta (la ley nada
dice si debe rendir caución o no), y que en caso de que se adjudique los bienes rematados, no
está obligado a consignar el precio, pues éste se compensará con su propio crédito; a menos
que éste sea inferior a aquél, en cuyo caso deberá consignar la diferencia, o bien la totalidad,
si hubiere acreedores preferentes. El ejecutado está impedido para participar en el remate, lo
única posibilidad es la contemplada en el art. 490 del CPC, esto es, antes de verificarse el
remate, puede el deudor libertar sus bienes pagando la deuda y las costas (alzamiento del
embargo). Si se lo adjudica un tercero, desde el momento de la adjudicación, el tercero ya es
parte en el juicio, y en consecuencia, puede intervenir en tal carácter en el procedimiento.
iv. Compraventa forzada. Efectuado el remate público, desde un punto de vista jurídico, se ha
celebrado un verdadero contrato de compraventa forzada entre el ejecutado (representado
legalmente por el juez en calidad de vendedor) y el subastador (que viene siendo el
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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comprador), cuyo objeto es el bien embargado y el precio será la suma más alta ofrecida por
este último. Sin embargo, para que dicha compraventa se perfeccione, es necesario cumplir
con dos formalidades posteriores y esenciales, que son: el levantamiento y la subscripción
del acta de remate; y el otorgamiento de la correspondiente escritura pública de compraventa.

v. Acta de remate público. Aquí hay que distinguir según la clase de bienes sobre los cuales
recae el remate. Así, si la venta en pública subasta recae sobre bienes raíces, servidumbres o
censos, o sobre una sucesión hereditaria, ésta no queda perfecta mientras no se extienda un
acta del remate, que va al registro del secretario que intervino en la subasta, la cual será
firmada por el juez, el rematante y el secretario 496. Esta acta es importantísima, pues valdrá
como escritura pública, para que quede perfecta la compraventa sobre esos bienes, sin
perjuicio de que después deba otorgarse dentro de tres días la escritura pública definitiva (art.
495 del CPC).

Art. 495. El acta de remate de la clase de bienes a que se refiere el in. II del art. 1801 del CC, se
extenderá en el registro del secretario que intervenga en la subasta, y será firmada por el juez, el
rematante y el secretario.
Esta acta valdrá como escritura pública, para el efecto del citado artículo del CC; pero se extenderá sin
perjuicio de otorgarse dentro de tercero día la escritura definitiva con inserción de los antecedentes
necesarios y con los demás requisitos legales.
Los secretarios que no sean también notarios llevarán un registro de remates, en el cual asentarán las
actas de que este artículo trata.

Art. 1801. La venta se reputa perfecta desde que las partes han convenido en la cosa y en el precio;
salvas las excepciones siguientes.
La venta de los bienes raíces, servidumbre y censos, y la de una sucesión hereditaria, no se reputan
perfectas ante la ley, mientras no se ha otorgado escritura pública.

A contrario sensu, según CASARINO, si dicha venta versó sobre otra clase de bienes (por
ejemplo, sobre un crédito personal), el acta será extendida en los mismos autos; es decir, se
deja constancia del acta en el mismo proceso.

vi. La escritura pública de remate. A pesar de que el acta de remate de la clase de bienes a que
se refiere el art. 1801 inc. II del CC, vale como escritura pública para que así se entienda
perfecta la compraventa, se debe extender dentro de tercero día la escritura pública definitiva
con inserción (copia) de los antecedentes necesarios497 y con los demás requisitos legales. En

496
La firma en el acta de remate por el juez, el rematante y el secretario, no será difícil cumplir, puesto que
dicha acta deberá ser levantada inmediatamente después de efectuada la subasta. Si por cualquiera circunstancia
el rematante se negare a subscribirla, se dejará constancia de este hecho en el acta respectiva, de conformidad
con lo preceptuado en el art. 61 del CPC, que se halla entre las disposiciones comunes aplicables a todo
procedimiento.
497
Según CASARINO los antecedentes necesarios son los siguientes: la demanda ejecutiva, el “despáchese”,
la notificación y el mandamiento de ejecución (pues constituyen las piezas fundamentales del proceso); el
requerimiento de pago y la traba del embargo (pues permiten apreciar si el ejecutado fue legalmente emplazado
y la clase del bien embargado); la sentencia de remate y su notificación (pues el hecho de su dictación y
correspondiente notificación permiten realizar los bienes embargados); la constancia del cumplimiento de las
formalidades de publicidad, aun cuando su omisión sólo dará origen a nulidad de carácter procesal; el acta de
remate (pues es el documento que permite conocer fehacientemente a la persona del subastador); y la constancia
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consecuencia, el acta de remate tiene el valor de una formalidad ad solemnitatem, pero para
los efectos de la inscripción (de la tradición), solamente se admitirá la escritura definitiva de
compraventa (arts. 495 inc. II y 497 del CPC). Cabe decir que este plazo de tres días, se puede
haber ampliado en las bases respectivas del remate498.

Art. 497. Para los efectos de la inscripción, no admitirá el conservador sino la escritura definitiva de
compraventa. Dicha escritura será subscrita por el rematante y por el juez, como representante legal
del vendedor, y se entenderá autorizado el primero para requerir y firmar por sí solo la inscripción en
el Conservador, aun sin mención expresa de esta facultad .

Para que se pueda extender en el juicio ejecutivo la escritura definitiva de remate, es necesario
que el tribunal así lo decrete, a petición de parte. Ordinariamente será la persona que se
adjudicó el bien quien haga esa petición, para lo cual, previamente, depositará a la orden del
tribunal el precio de la subasta, si éste, de conformidad a las bases, ha debido pagarse al
contado. Pedirá también que se ordene alzar los embargos y cancelar las hipotecas que afecten
al bien, si es que las hubiere (el tribunal accederá a ello con citación de los demás interesados).
Una vez ejecutoriada la resolución que ordena extender la escritura pública, ésta podrá
otorgarse.

La escritura pública de remate será suscrita por el rematante y por el juez, como representante
legal del vendedor, y el rematante se entenderá autorizado para requerir y firmar por sí sólo
la inscripción en el Conservador, aun sin mención expresa de esta facultad 499.

¿Qué pasa si el subastador no consigna el precio del remate en la oportunidad fijada en las
bases, o si no suscribe la escritura definitiva de compraventa? El profesor ALFARO señala que
el hecho de no consignar el precio, y de no extender y firmar la escritura pública dentro del
plazo de tres días, no acarrea la nulidad del remate, pues el vencimiento de este plazo sólo
produce como efecto dar a las partes del derecho para pedir que se deje sin efecto el remate,
y se haga efectiva la caución (art. 494 inc. III del CPC). ORELLANA señala que este plazo de
tres días no es fatal, esto por lo dispuesto en el inc. I del art. 64 del CPC, al disponer que los
plazos que señala este Código son fatales cualquiera sea la forma en que se exprese, salvo
aquéllos establecidos para la “realización de actuaciones propias del tribunal”; por tanto,
como dicha escritura debe ser suscrita por el rematante y por el juez (como representante
legal del vendedor), se trata de una actuación judicial.

Art. 494 inc. III. Si no se consigna el precio del remate en la oportunidad fijada en las bases,
las que el secretario hará saber en el momento de la licitación, o el subastador no suscribe la
escritura definitiva de compraventa, el remate quedará sin efecto y se hará efectiva la caución.

del pago total o parcial del precio del remate. El profesor ALFARO señala que como éste es un trabajo muy
engorroso, se acepta para evitar esta labor, que se saque copia de las piezas principales del proceso y ellas se
protocolizan (se agregan al registro del Notario), bajo el mismo número de repertorio de la escritura de
compraventa, cumpliendo con ello el requisito. Si posteriormente se suscitara algún problema relacionado con
la validez del remate realizado, no habría más camino que recurrir a los autos ejecutivos originales.
498
¿El acta de remate tiene mérito ejecutivo? Algunos señalan que no, porque no está dentro del art. 434 del
CPC. Otros señalan que sí, porque habilita para suscribir forzadamente la inscripción de la escritura pública.
499
En el resto de las compraventas, siempre debe agregarse una cláusula que faculte al portador de la escritura
que requiera su inscripción, ya que de no hacerlo, el Conservador requerirá la presencia de ambas partes
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El valor de ésta, deducido el monto de los gastos del remate, se abonará en un cincuenta por
ciento al crédito y el 50% restante quedará a beneficio de la Junta de Servicios Judiciales.

b. Adjudicación de los bienes embargados o nuevos remates públicos


Todo lo visto anteriormente es el procedimiento ideal, pero ¿qué sucede si no hay postores?
De acuerdo al art. 499 del CPC, si no se presentan postores en el día señalado, podrá el acreedor
solicitar cualesquiera de estas dos cosas, a su elección:
i. Que se le adjudiquen por los dos tercios de la tasación los bienes embargados (art. 499 Nº 1).
Si el acreedor opta por esto, se está ante una verdadera compraventa en remate público, en la
que el acreedor es el comprador y el precio se pagará compensándolo con el crédito que él, a
su vez, tiene en contra del ejecutado. Ahora, el acreedor deberá presentar un escrito
exponiendo que no se presentaron postores al remate y que desea adjudicarse el bien
embargado por los dos tercios de la tasación; y el tribunal accederá con citación del ejecutado,
y demás interesados, si los hubiere (por ejemplo, los acreedores hipotecarios).

ii. Que se reduzca prudencialmente por el tribunal el avalúo aprobado. La reducción no podrá
exceder de una tercera parte de este avalúo (art. 499 Nº 2). Si el acreedor opta por esto, los
bienes se pondrán otra vez en remate y será necesario cumplir con las formalidades de
publicidad del remate, reduciéndose a la mitad los plazos fijados para los avisos. Luego, de
acuerdo al art. 500 del CPC, si puestos a remate los bienes embargados por los dos tercios
del nuevo avalúo, hecho de conformidad al Nº 2 del artículo anterior, tampoco se presentan
postores, podrá el acreedor pedir cualquiera de estas tres cosas, a su elección:

- Que se le adjudiquen los bienes por los dichos dos tercios (art. 500 Nº 1).

- Que se pongan por tercera vez a remate, por el precio que el tribunal designe (art.
500 Nº 2). Tanto en este caso, como en el anterior, hay que cumplir con las
formalidades previas al remate. ORELLANA señala que si a este remate no concurre
ningún postor, y aun cuando el legislador no ha señalado nada, puede el ejecutante
solicitar que se ponga por cuarta vez en remate, y en este caso no debiera haber
número para la subasta; esto por una aplicación analógica del art. 501 del CPC, que
a continuación se verá).

- Que se le entreguen en prenda pretoria (art. 500 Nº 3). No obstante, de acuerdo al art.
501 del CPC, cuando el acreedor pida, conforme a lo dispuesto en el artículo anterior,
que se le entreguen en prenda pretoria los bienes embargados, podrá el deudor
solicitar que se pongan por última vez a remate. En este caso no habrá mínimum para
las posturas. En caso de tercer remate, también habrá que cumplirconlas formalidades
de publicidad.
Ahora bien, la prenda pretoria está regulada en los arts. 503 al 507 del CPC, y en lo
no regulado por el CPC, se deben observar las normas del CC sobre esta materia, es
decir, el Título XXXIX relativo a la anticresis, que es un contrato por el que se entrega
al acreedor una cosa raíz para que se pague con sus frutos (art. 2335 del CC). Por lo
tanto, se está en presencia de una anticresis judicial, es decir, un contrato celebrado

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por intermedio de la justicia en virtud del cual se entrega al acreedor una cosa mueble
o inmueble, embargada en una ejecución, para que se pague con sus frutos. Una vez
aceptada por el tribunal la petición del acreedor para que se le entreguen en prenda
pretoria los bienes embargados, debe hacerse la entrega de dichos bienes bajo un
inventario solemne (art. 503 del CPC).
En cuanto a los efectos que produce la prenda pretoria respecto del acreedor, éste
tiene derecho a pagarse con los frutos que produzca los bienes, a medida que se
perciban; también puede poner fin a la prenda pretoria en cualquier tiempo; solicitar
su enajenación o el embargo de otros bienes del deudor; y tener sobre los bienes
constituidos en prenda pretoria, cuando sean muebles, los derechos y privilegios de
un acreedor prendario. En relación a sus obligaciones, el acreedor debe llevar una
cuenta exacta, y en lo posible documentada, de los productos de los bienes muebles
o inmuebles que se entreguen en prenda pretoria; y rendir cuenta de su
administración, cada año si son bienes inmuebles y cada seis meses si se trata de
muebles, bajo la pena de, si no lo hace, perder la remuneración que le habría
correspondido por los servicios prestados durante el año.
En cuanto a los derechos del deudor, el art. 505 inc. I del CPC dispone que salvo
estipulación en contrario, podrá el deudor, en cualquier tiempo, pedir los bienes
dados en prenda pretoria pagando la deuda y las costas, incluso todo lo que el
acreedor tenga derecho a percibir por concepto de gastos, intereses y remuneración.
c. Nulidad del remate público
La venta en remate público de los bienes embargados que se realiza dentro de un juicio
ejecutivo, desde el punto de vista del Derecho material o sustantivo, constituye un verdadero contrato
de compraventa, que genera derechos y obligaciones para los contratantes con independencia del
juicio en que se celebró; y desde el punto de vista del Derecho procesal o adjetivo, constituye un
conjunto de trámites o actuaciones integrantes del juicio ejecutivo mismo (es un acto jurídico de doble
carácter). Por lo tanto, la nulidad puede tener su origen en dos clases de vicios o defectos, a saber:
i. Nulidad de la compraventa en remate público por omisión de los requisitos de validez
señalados por la ley civil, por ejemplo, por vicios del consentimiento. Esta nulidad se
reclamará de acuerdo a las normas del Derecho civil, o sea, entablando ante tribunal
competente, en un juicio ordinario, la correspondiente acción ordinaria de nulidad, con
prescindencia del juicio ejecutivo en que se efectuó el remate, y en cualquier oportunidad;
salvo que aquélla hubiese sido saneada por el transcurso del tiempo.

ii. Nulidad de la compraventa en remate público por omisión de los requisitos de validez
señalados por la ley procesal civil, por ejemplo, la falta de emplazamiento del deudor, de la
notificación de la sentencia de remate, de la publicidad del mismo, etc. Esta nulidad, a
diferencia de la anterior, se reclamará dentro del juicio ejecutivo mismo en que se produ- jo,
mediante la interposición del correspondiente incidente de nulidad procesal; siempre y
cuando la resolución que ordenó extender la escritura pública de remate, no se encuentre
firme o ejecutoriada, pues esta última circunstancia purga al proceso de todo posible vicio o
defecto de carácter formal. Sin embargo, si el incidente de nulidad de la compraventa en
remate público se funda en la falta de emplazamiento del deudor (art. 80 del CPC), dicho

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incidente podrá impetrarse a pesar de que esté ejecutoriada la sentencia definitiva de remate,
o la sentencia que ordenó extender la escritura pública de la subasta; dentro cinco días,
contados desde que aparezca o se acredite que el litigante tuvo conocimiento personal del
juicio.

d. Procedimientos posteriores al remate


Una vez efectuado el remate público de los bienes embargados, el procedimiento de apremio
llega a su fase final, pero antes, es necesario cumplir con los siguientes trámites o actuaciones:
i. La consignación de los fondos. De acuerdo al art. 509 inc. I del CPC, los fondos que resulten
de la realización de los bienes embargados se consignarán directamente por los compradores,
o por los arrendatarios en el caso del artículo anterior, a la orden del tribunal que conozca de
la ejecución, en la forma dispuesta en el art. 507 del COT, o sea, en la cuenta corriente del
juzgado. Además, conforme al art. 515 del CPC, el depositario deberá consignar a la orden
del tribunal, en la forma expresada en el art. 509, los fondos líquidos que obtenga
correspondientes al depósito (como es administrador, puede percibir dineros), tan pronto
como lleguen a su poder; y abonará intereses corrientes por los que no haya consignado
oportunamente.

ii. La liquidación del crédito. Consignado el dinero en la forma indicada, se debe proceder a la
liquidación del crédito, es decir, se debe determinar a cuánto asciende el crédito por concepto
de capital y de intereses; se debe ajustar al tiempo actual. En la práctica, el juez delega esta
función en el secretario, sin embargo, ninguna ley autoriza dicha delegación, por lo cual la
liquidación del crédito debiera ser una actuación emanada del mismo tribunal, vale decir, del
juez y del secretario.

iii. La tasación de las costas. Luego, se hace necesario, de acuerdo a lo resuelto en la sentencia
definitiva de remate, determinar las costas que deban ser de cargo del deudor, incluyéndose
las costas causadas después de la dictación de dicha sentencia, o sea, las causadas dentro del
procedimiento de apremio posterior.

iv. Luego, el depositario debe rendir cuenta de su administración, y al pronunciarse sobre la


aprobación de la cuenta, fijará el tribunal la remuneración del depositario, si hay lugar a ella,
teniendo en consideración la responsabilidad y trabajo que el cargo le haya impuesto (art.
517 inc. I del CPC).

v. Pago del acreedor. Finalmente, de acuerdo al art. 511 del CPC, practicada la liquidación a
que se refiere el artículo precedente, se ordenará hacer pago al acreedor con el dinero
embargado o con el que resulte de la realización de los bienes de otra clase comprendidos en
la ejecución. El orden de pago deberá ser el siguiente: los créditos declarados preferentes por
sentencia ejecutoriada; las costas y la remuneración del depositario; los intereses del capital,
y el capital.
Como se sabe, para proceder al pago la sentencia de remate debe estar ejecutoriada. No
obstante, si la sentencia definitiva se encuentra apelada, este trámite se puede llevar a cabo

760
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siempre que el ejecutante caucione las resultas del recurso; y si ha sido recurrida de casación,
este recurso en caso alguno suspende el cumplimiento de la sentencia.
Una vez cumplidos estos trámites finaliza el apremio, y que quede o no satisfecho el crédito
del acreedor, va a depender de si el producto de la venta constituye una cantidad suficiente para
satisfacer la acreencia. Si no es satisfecha la deuda, ¿qué puede hacer en el futuro? El acreedor puede
embargar a futuro los bienes que adquiera el deudor, por medio de una ampliación del embargo, o
trabar embargo sobre otros bienes ¿Cuál es el límite temporal? El límite temporal está dado por el
abandono del procedimiento.
5. ABANDONO DEL PROCEDIMIENTO EN EL JUICIO EJECUTIVO
En esta materia hay que distinguir entre el cuaderno principal y el cuaderno de apremio.
Respecto del cuaderno principal, rigen las reglas generales establecidas en el art. 152 del
CPC, es decir, se podrá alegar el abandono del procedimiento, vía acción o excepción, por parte del
ejecutado, una vez que las partes que figuran en el juicio hayan cesado en su prosecución durante seis
meses contados desde la fecha de la última resolución recaída en una gestión útil para dar curso
progresivo a los autos.
Art. 152. El procedimiento se entiende abandonado cuando todas las partes que figuran en el juicio han cesado
en su prosecución durante seis meses, contados desde la fecha de la última resolución recaída en alguna gestión
útil para dar curso progresivo a los autos.

La oportunidad procesal para alegar el abandono del procedimiento, corre desde la


notificación del requerimiento al ejecutado, y hasta antes de que esté ejecutoriada la sentencia
definitiva, es decir, hasta el día en que vence el plazo para oponer excepciones, o bien, hasta el día en
que quede ejecutoriada la sentencia que se pronuncia sobre las excepciones opuestas.
En cambio, el abandono en el cuaderno de apremio tiene lugar si ha habido inactividad de
las partes por tres años contados desde la última gestión útil recaída en el cuaderno de apremio (no
desde la última “resolución” recaída en una gestión útil), esto, si la gestión útil es posterior a la
sentencia definitiva ejecutoriada o al vencimiento del plazo para oponer excepciones (art. 472), ya
que si es anterior a ello, el plazo se contará desde que se dicta la sentencia definitiva o desde que
termina el plazo para oponer excepciones 500.
Art. 153. El abandono podrá hacerse valer sólo por el demandado, durante todo el juicio y hasta que se haya
dictado sentencia ejecutoriada en la causa.
En los procedimientos ejecutivos el ejecutado podrá, además, solicitar el abandono del procedimiento, después
de ejecutoriada la sentencia definitiva o en el caso del art. 472 (si no se oponen excepciones, se omitirá la
sentencia y bastará el mandamiento de ejecución para que el acreedor pueda perseguir la realización de los
bienes embargados y el pago). En estos casos, el plazo para declarar el abandono del procedimiento será de tres
años contados desde la fecha de la última gestión útil, hecha en el procedimiento de apremio, destinado a obtener
el cumplimiento forzado de la obligación, luego de ejecutoriada la sentencia definitiva o vencido el plazo para
oponer excepciones, en su caso. En el evento que la última diligencia útil sea de fecha anterior, el plazo se
contará desde la fecha en que quedó ejecutoriada la sentencia definitiva o venció el plazo para oponer

500
Gestiones útiles en el cuaderno de apremio son aquellas destinadas a lograr el remate de los bienes
embargados, como por ejemplo, la solicitud del ejecutante pidiendo la ampliación del embargo. Por tanto, no
sería una gestión útil, la interposición de cualquier tercería.
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excepciones. En estos casos, si se declara el abandono del procedimiento sin que medie oposición del ejecutante,
éste no será condenado en costas.

6. LAS TERCERÍAS EN EL JUICIO EJECUTIVO

6.1. CONSIDERACIONES PREVIAS

a. Concepto
En sentido amplio, tercería es toda intervención de un tercero en un juicio, cualquiera que sea
la naturaleza del pleito. Para que la intervención de este tercero extraño sea admitida, se requiere que
invoque un interés incompatible con el de las partes (tercería excluyente), independiente con el de las
mismas (tercería independiente), o bien, armónico o compatible al del demandante o del demandado
(tercería coadyuvante), según el caso.
En sentido restringido, la tercería corresponde a la intervención de un tercero extraño en el
juicio ejecutivo, invocando algún derecho que impide el pago total o parcial del ejecutante, con los
bienes que ha embargado. Estos derechos son: de dominio de los bienes embargados (tercería de
dominio); de posesión de los bienes embargados (tercería de posesión); de ser pagado
preferentemente (tercería de prelación); y de concurrir en el pago a falta de otros bienes (tercería de
pago).
Art. 518. En el juicio ejecutivo sólo son admisibles las tercerías cuando el reclamante pretende:
1. Dominio de los bienes embargados;
2. Posesión de los bienes embargados;
3. Derecho para ser pagado preferentemente; o
4. Derecho para concurrir en el pago a falta de otros bienes.
En el primer caso la tercería se llama de dominio, en el segundo de posesión, en el tercero de prelación y en el
cuarto de pago.

b. Naturaleza jurídica de las tercerías


Las tercerías en el juicio ejecutivo están reguladas en el párrafo III (“De las tercerías”) del
Título I (“Del juicio ejecutivo en las obligaciones de dar) del Libro III (“De los juicios especiales”),
arts. 518 al 529 del CPC. Los preceptos legales antes citados no han establecido la naturaleza jurídica
que revisten las tercerías en el juicio ejecutivo, en el sentido de si constituyen un juicio independiente
del ejecutivo o, por el contrario, si son solamente meros incidentes del mismo. Esta cuestión reviste
consecuencias de orden práctico importantísimas, ya que la naturaleza de las tercerías está ligada a
su forma de notificación, a las facultades de los mandatarios del juicio ejecutivo, a la manera de cómo
debe ser dictada la sentencia, a los recursos, etc.
La jurisprudencia y la doctrina se encuentran divididas. Así, para algunos las tercerías son
juicios independientes pero injertados dentro del juicio ejecutivo mismo; y para otros (como el
profesor ALFARO) las tercerías constituyen meros incidentes, es decir, cuestiones accesorias del juicio
ejecutivo, sometidas en su tramitación a reglas especiales 501.

501
RODRÍGUEZ GARCÉS señala que para determinar la naturaleza jurídica de las tercerías, hay que distinguir
si se está frente a una tercería de dominio, o bien, frente a una tercería de posesión, pago o prelación. En relación
a la tercería de dominio, si bien ésta nace como consecuencia de un juicio ejecutivo, no es menos cierto que el
propio CPC le ha señalado los trámites del juicio ordinario (sin réplica ni dúplica) para su tramitación, por tanto,
762
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c. Características de las tercerías

i. En cuanto a si son de carácter taxativo o no, existe discusión. Algunos señalan que como el
art. 518 del CPC dice que en el juicio ejecutivo “sólo” son admisibles las tercerías… no puede
permitirse la intervención de otro tercero (general) y, por ende, no son taxativas. Otros, en
cambio, señalan que si bien la ley señala ello, es perfectamente posible que ingrese un tercero
general, si se dan los supuestos para su participación.

ii. El profesor ALFARO señala que, desde un punto de vista formal, las tercerías son incidentes,
pues se trata cuestiones accesorias al juicio ejecutivo; pero desde un punto de vista fondo o
sustantivo, constituyen verdaderas pretensiones. En efecto, no tienen nada que ver con la
discusión en el juicio ejecutivo, pues implican una acumulación de pretensiones
sobrevinientes por inserción (lo mismo que sucede con la reconvención); debe cumplirse, por
tanto, con los requisitos del ius postulandi, ser notificada personalmente a ambas partes, etc.

iii. Los terceros pueden ser o no ser acreedores. No son acreedores los que alegan una tercería
de dominio y posesión, y sí lo son los que alegan la tercería de prelación y de pago.

iv. Las tercerías se tramitan en un cuaderno separado, distinto del ejecutivo y del apremio. Dan
origen al llamado cuaderno de tercería, el cual, por regla general, no suspende la tramitación
del procedimiento ejecutivo.

6.2. LA TERCERÍA DE DOMINIO

a. Concepto
La tercería de dominio es aquella que tiene lugar toda vez que concurre al juicio ejecutivo un
tercero pretendiendo derecho de dominio sobre los bienes embargados, con la finalidad de que éstos
se excluyan del embargo, y se le devuelvan.
Su fundamento reside en el hecho de que el ejecutado puede ser simple tenedor o poseedor
de los bienes embargados, hallándose radicado el derecho de dominio en el patrimonio de un tercero,
el cual no tiene por qué soportar deudas ajenas en sus propios bienes. Y por otro lado, con esto se
evita que el dueño inicie un juicio reivindicatorio por separado, aprovechando la oportunidad que se
genera en la ejecución.
b. Oportunidad para interponerla
La tercería de dominio se puede interponer desde el momento en que se ha trabado el
embargo, lo cual se desprende de la sola lectura del art. 518 Nº 1 del CPC, que habla de “bienes
embargados”; y hasta que el bien salga del aparente dominio del ejecutado, es decir, hasta que se haya
efectuado la tradición de los bienes embargados (entrega material si se trata de bienes muebles, e
inscripción en los registros conservatorios si se trata de bienes inmuebles). Si esta tradición se ha

la sentencia que se dicte en este tercería será una sentencia definitiva. En cambio, tratándose de las tercerías de
posesión, pago y prelación, no hay duda de que se trata de cuestiones accesorias, pues expresamente el
legislador ha señalado que en su tramitación se seguirán las reglas de los incidentes, por tanto, la sentencia que
se dicte en esta materia será interlocutoria.
763
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efectuado, al tercero no le quedará más camino que ejercer en contra del subastador o adquirente, la
correspondiente acción reivindicatoria o de dominio, en un procedimiento declarativo.
c. Tramitación
La demanda de tercería de dominio se debe interponer ante el mismo tribunal que conoce del
juicio ejecutivo y en el cual se trabó embargo sobre los bienes del tercero (rige la regla general de la
competencia de la extensión); y, como toda demanda, debe ceñirse a las formalidades contenidas en
el art. 254 del CPC, so pena de no dársele curso (art. 523 inc. I del CPC)502; deberá cumplir las normas
del patrocinio y poder; y al ser la primea gestión, debe notificarse personalmente.
Art. 523. No se dará curso a la tercería de dominio si no contiene las enunciaciones que indica el art. 254; ni se
suspenderá por su interposición el procedimiento de apremio, salvo que se apoye en instrumento público
otorgado con anterioridad a la fecha de la presentación de la demanda ejecutiva .

Luego, de acuerdo al art. 521 inc. I primera parte, la tercería de dominio se seguirá en ramo
separado con el ejecutante y el ejecutado, por los trámites del juicio ordinario, pero sin escrito de
réplica y dúplica. Por tanto, interpuesta la tercería, existirán tres cuadernos electrónicos: el cuaderno
ejecutivo, el cuaderno de apremio y el cuaderno de tercería; en este último, el tercerista va a ser el
demandante, y los demandados serán el ejecutante y el ejecutado, a la vez; y como se tramita de
acuerdo a las reglas del juicio ordinario, si a la demanda le falta algún requisito, por ejemplo, podría
oponerse la excepción dilatoria de ineptitud del libelo 503.
d. Efectos de la tercería de dominio
Estos difieren, según digan relación con el cuaderno principal o con el cuaderno de apremio.
En cuanto al cuaderno principal o ejecutivo, la interposición de la tercería de dominio no
suspende la discusión que tramita en este procedimiento (art. 522 del CPC); esto porque al tercerista
no le importa la suerte del juicio ejecutivo, no le preocupa si la acción ejecutiva va a ser aceptada o
rechazada; lo que a él sí le interesa, es que se le reconozca su derecho de dominio y se excluyan sus
bienes del embargo.
Art. 522. La interposición de una tercería no suspenderá en caso alguno el procedimiento ejecutivo. El
procedimiento de apremio se suspende únicamente en el caso contemplado en el inc. I del art. 523 y, tratándose
de una tercería de posesión, sólo si se acompañan a ella antecedentes que constituyan a lo menos presunción
grave de la posesión que se invoca.

En cuanto al cuaderno de apremio, por regla general, la tercería de dominio tampoco suspende
dicho procedimiento, salvo: si se apoya en un instrumento público (por ejemplo, una escritura pública,
un certificado de dominio emanado del Conservador de bienes Raíces, etc.), y que dicho instrumento
se haya otorgado con anterioridad a la presentación de la demanda ejecutiva. Estas dos circunstancias

502
Esto constituye una excepción al art. 256 del CPC, que autoriza al juez a no dar curso a la demanda en el
juicio ordinario cuando le falte alguno de los tres primeros requisitos señalados en el art. 254, y no cualquiera
de ellos, como acontece en esta tercería.
503
ORELLANA señala que en esta tercería tampoco procede la conciliación ni la reconvención. No
procede la conciliación porque, a pesar de que esta tercería se tramita de acuerdo a las reglas del juicio ordinario,
está inmersa dentro de un proceso de ejecución, en donde no es procedente la conciliación. Y no procede a
reconvención, porque el modo normal de defensa de los demandados (ejecutante y/o ejecutado) será el de atacar
la nulidad del título invocado por el tercerista, y esta defensa se hará mediante excepción y no a través de la
reconvención.
764
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le atribuyen seriedad a la tercería de dominio, y hacen presumir que no es fruto de una mera colusión
entre el tercerista y el deudor.
Si la tercería de dominio no ha tenido la virtud de suspender el procedimiento de apremio, el
remate se llevará a cabo, entendiéndose que la subasta recaerá sobre los derechos que el deudor tenga
o pretenda tener sobre la cosa embargada. Sin perjuicio de lo anterior, el art. 521 inc. final dice que
el tercerista tendrá el mismo derecho que el art. 457 concede al deudor principal, es decir, tiene
derecho para substituir el embargo, consignando una cantidad suficiente para el pago de la deuda y
las costas, siempre que éste no recaiga en la especie o cuerpo cierto a que se refiere la ejecución.
Art. 523. No se dará curso a la tercería de dominio si no contiene las enunciaciones que indica el art. 254; ni se
suspenderá por su interposición el procedimiento de apremio, salvo que se apoye en instrumento público
otorgado con anterioridad a la fecha de la presentación de la demanda ejecutiva.
En los demás casos el remate se llevará a cabo, entendiéndose que la subasta recaerá sobre los derechos que el
deudor tenga o pretenda tener sobre la cosa embargada.
Las resoluciones que se dicten son apelables y la apelación se concederá en el efecto devolutivo .

Ahora bien, puede suceder que la tercería de dominio no comprenda todos los bienes
embargados (tercería parcial), en tal caso, el procedimiento de apremio se seguirá sin restricción
alguna respecto de los bienes no afectados por dicha tercería (art. 526 del CPC)
Art. 526. Si se han embargado o se embargan bienes no comprendidos en la tercería, seguirá sin restricción
alguna respecto de ellos el procedimiento de apremio .

e. Fallo de la tercería de dominio


La tercería de dominio puede ser acogida o rechazada.
i. Si es acogida, se excluirán del embargo los bienes reclamados y se restituirán a su legítimo
dueño (al tercerista); pero si dichos bienes hubieren sido subastados, por no haberse logrado
paralizar el procedimiento de apremio, en razón de no ser público el instrumento en que se
apoyó o tener una fecha posterior a la presentación de la demanda ejecutiva, le quedarán a
salvo sus derechos al tercerista para hacerlos valer en contra del actual poseedor, y por la vía
ordinaria (acción reivindicatoria).

ii. Si la tercería de dominio es rechazada, se reiniciará el procedimiento de apremio, en caso de


haberse paralizado por su interposición; o bien, quedará firme la subasta pública que se
hubiere realizado sobre los derechos del deudor.
De acuerdo al art.523 inc. III del CPC, estas resoluciones son apelables, y la apelación se
concederá en el sólo efecto devolutivo.
6.3. LA TERCERÍA DE POSESIÓN

a. Concepto
La tercería de posesión es aquella que tiene lugar toda vez que un tercero, por vía incidental,
concurre al juicio ejecutivo reclamando que se respete su posesión sobre un determinado bien que ha
sido embargado, con el objeto de obtener el alzamiento del embargo. ORELLANA señala que en este

765
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caso el tercero podría reclamar tanto la posesión regular como irregular, pues el legislador no ha
hecho un distingo en esta materia504.
La finalidad de esta clase de tercería, es el reconocimiento de la posesión que el tercero tiene
sobre los bienes embargados y, por ende, la presunción de dominio sobre dichos bienes, para que así
sean excluidos del embargo.
En cuanto a su fundamento, esta tercería surge de una necesidad práctica, por cuanto en Chile,
por regla general, no es obligación que la compraventa de los bienes muebles conste por algún tipo
de instrumento público, por lo que la prueba del dominio de ellos resulta extremadamente difícil; y
por otra parte, el dominio finalmente se acredita mediante la posesión más el plazo de prescripción.
Por ello es que, primeramente la jurisprudencia y, posteriormente nuestro legislador, contempló la
tercería de posesión, fundándose en el art.700 del CC, el cual dispone que la posesión es la tenencia
de una cosa determinada con ánimo de señor o dueño, sea que el dueño o el que se da por tal tenga
la cosa por sí mismo, o por otra persona que la tenga en lugar y a nombre de él; agrega el inc. II que
el poseedor es reputado dueño, mientras otra persona no justifica serlo. Por lo tanto, el tercerista
tendrá que acreditar la tenencia de la cosa embargada y el ánimo de señor o dueño, y así se reputará
como dueño. Para destruir esta presunción simplemente legal de dominio, el interesado deberá
acreditar que no se reúnen los requisitos señalados precedentemente.
b. Oportunidad para interponerla
Al igual que la tercería de dominio, se puede interponer desde el momento en que se ha
trabado el embargo, y hasta que no se haya efectuado la tradición de los bienes embargados (entrega
material si se trata de bienes muebles, e inscripción en los registros conservatorios si se trata de bienes
inmuebles).
c. Tramitación
Este tipo de tercería se tramita como incidente (art. 521 inc. I del CPC), por lo que una vez
interpuesta, el tribunal proveerá “traslado y autos”, y se abrirá un cuaderno de tercerías. El legislador
no señaló en forma expresa cómo se notifica esta resolución a las partes, por lo que aplicando las
reglas generales de los incidentes, se tendría que concluir que la notificación debiera ser por el estado
diario. Sin embargo, los tribunales han estimado que la notificación se debe hacer por cédula, esto
para que las partes del juicio tengan la posibilidad efectiva de hacer valer sus derechos frente a la
tercería interpuesta505.
Art. 521. La tercería de dominio se seguirá en ramo separado con el ejecutante y el ejecutado, por los trámites
del juicio ordinario, pero sin escrito de réplica y dúplica. Las tercerías de posesión, de prelación y de pago se
tramitarán como incidente.

La prueba que las partes y el tercero deseen rendir, se deberá hacer dentro del plazo de ocho
días, ello por cuanto la tramitación de esta tercería se realiza en la forma establecida para los

504
Hay que recordar que la posesión regular es la que procede de justo título y ha sido adquirida de buena fe,
aunque ésta no subsista después de adquirida la posesión; además, si el título es traslaticio de dominio, es
necesaria la tradición. Y la posesión irregular, es la que carece de uno o más de los requisitos de la posesión
regular, por lo tanto, se está frente a una posesión irregular cuando: ésta no procede de justo título; cuando no
ha sido adquirida de buena fe; si se trata de un título traslaticio y no haya mediado la tradición.
505
El profesor ALFARO señala que si bien se tramita como incidente, desde un punto de vista sustantivo, es
una pretensión que se inserta en el juicio.
766
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incidentes. Por eso, es que si se desea rendir prueba de testigos, deberá presentarse la lista de testigos
dentro de los primeros dos días del probatorio (no así la minuta).
d. Efectos de la tercería de posesión
Aquí también hay que distinguir entre el cuaderno principal y el cuaderno de apremio. La
interposición de la tercería de posesión no suspende la tramitación del procedimiento ejecutivo, ya
que al tercerista no le interesa si el ejecutado debe o no pagar al ejecutante, sólo le importa que el
pago no se haga con bienes de su posesión.
Por regla general, tampoco suspende el procedimiento de apremio; pero si se acompañan a la
tercería antecedentes que constituyan a lo menos presunción grave de la posesión que se invoca, el
procedimiento de apremio se suspenderá (art. 522 del CPC). Por ejemplo, respecto de los bienes
raíces, la posesión se puede acreditar con la inscripción del inmueble; y respecto de los bienes
muebles, mostrando una factura extendida a nombre del tercerista.
Art. 522. La interposición de una tercería no suspenderá en caso alguno el procedimiento ejecutivo. El
procedimiento de apremio se suspende únicamente en el caso contemplado en el inc. I del art. 523 y, tratándose
de una tercería de posesión, sólo si se acompañan a ella antecedentes que constituyan a lo menos presunción
grave de la posesión que se invoca.

e. Fallo de la tercería de posesión


Si es acogida, se excluirán del embargo los bienes reclamados y se restituirán a su legítimo
poseedor (al tercerista); pero si dichos bienes hubieren sido subastados, por no haberse logrado
paralizar el procedimiento de apremio, en razón de no acompañar antecedentes que constituyan a lo
menos presunción grave de la posesión que se invoca, podrá ejercer sus acciones posesorias, pero hay
que recordar que éstas sólo tienen aplicación respecto de los bienes raíces506.
En el evento que la tercería de posesión sea rechazada, al tercerista le asiste el mismo derecho
que la ley le reconoce en el art. 457 del CPC al deudor principal (art. 521 del inc. II del CPC), es
decir, puede en cualquier estado del juicio substituir el embargo, consignando una cantidad suficiente
para el pago de la deuda y las costas, siempre que éste no recaiga en la especie o cuerpo cierto a que
se refiere la ejecución.
6.4. LA TERCERÍA DE PRELACIÓN

a. Concepto
La tercería de prelación es aquella que tiene lugar toda vez que concurre al juicio ejecutivo
un tercero que pretende un derecho para ser pagado preferentemente con el producto del remate.
La finalidad de esta clase de tercería, es obtener un pago preferente, por sobre el ejecutante,
con el producto de los bienes embargados ya realizados. Su fundamento es conseguir, en la práctica,

506
De acuerdo al art. 916 del CC, las acciones posesorias (o querellas o interdictos posesorios) tienen por objeto
conservar o recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos. Una clase de acción
posesoria es la querella de restitución, la cual de acuerdo al art. 926 del CC, tiene lugar cuando (el poseedor)
injustamente ha sido privado de la posesión, tendrá derecho para pedir que se le restituya, con indemnización
de perjuicios. Respecto de los bienes muebles, el poseedor podría alegar que los ha adquirido por prescripción
(dos años).
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que se respeten las causas de preferencia de los créditos establecidas en las leyes substantivas o de
fondo (privilegios e hipotecas).
b. Oportunidad para interponerla
La oportunidad para interponer esta tercería, por razón de su naturaleza y de las finalidades
antes señaladas, será desde la interposición de la demanda ejecutiva y hasta que se haga pago del
crédito al acreedor. Después de efectuado este pago, nada habrá que hacer, pues nada habrá que
preferir.
c. Tramitación
La tercería de prelación se debe interponer ante el tribunal que conoce de la ejecución, y
tendrá que ir acompañada de un título ejecutivo, en el cual conste el crédito y la preferencia que
invoca el tercero; así se deduce del art. 527 en su parte final al decir “…los créditos ejecutivos que
hagan valer”. De acuerdo al art. 521 del CPC, la tercería de prelación también se tramita como
incidente.
d. Efectos de la tercería de prelación
Aquí nuevamente hay que distinguir entre el cuaderno principal o ejecutivo, y el cuaderno de
apremio. La tercería de prelación en ningún caso suspende los trámites del procedimiento ejecutivo
(art. 522 del CPC).
En cuanto al procedimiento de apremio, éste no se suspende en cuanto a la realización de los
bienes (si es que hay bienes que hay que realizar), pero sí suspende el pago, pues hay que determinar
si tiene lugar o no a la tercería. (art. 525 del CPC).
Art. 525. Si la tercería es de prelación, seguirá el procedimiento de apremio hasta que quede terminada la
realización de los bienes embargados.
Verificado el remate, el tribunal mandará consignar su producto hasta que recaiga sentencia firme en la tercería.

El tercerista no tiene ningún interés en que el juicio ejecutivo se suspenda, tanto en el aspecto
contencioso como en el aspecto de apremio. Por el contrario, su interés consiste en que se llegue a la
realización de los bienes embargados; eso sí, una vez verificado el remate, los derechos del tercerista
de prelación quedan resguardados, depositando el producto de la realización en manos del tribunal, a
la espera del fallo de la tercería.
e. Fallo de la tercería de prelación
Si la tercería de prelación es acogida por sentencia firme, se pagará al tercero con preferencia
del ejecutante, y si algo sobra, se aplicará al crédito de este último. En cambio, si la tercería de
prelación es rechazada por sentencia firme, el tercerista pasaría a ser un acreedor valista (un acreedor
común), debiendo, por tanto, pagarse conjuntamente con el ejecutante; pero si el producto del remate
no alcanza para pagarle a ambos, se les pagará a prorrata del monto de los créditos ejecutivos que
hagan valer (art. 527 del CPC).
Art. 527. Si no teniendo el deudor otros bienes que los embargados, no alcanzan a cubrirse con ellos los créditos
del ejecutante y del tercerista, ni se justifica derecho preferente para el pago, se distribuirá el producto de los
bienes entre ambos acreedores, proporcionalmente al monto de los créditos ejecutivos que hagan valer.

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6.5. LA TERCERÍA DE PAGO

a. Concepto
La tercería de pago es aquella que tiene lugar cuando concurre al juicio ejecutivo un tercero
que pretende un derecho para concurrir con el ejecutante en el pago de lo adeudado, a falta de otros
bienes del deudor.
La finalidad del tercerista de pago, es concurrir en el producto de la realización de los bienes
embargados por el ejecutante, porque el deudor carece de otros bienes. Y el fundamento de esta
tercería, es que el embargo, por sí solo, no confiere ninguna preferencia o privilegio, de modo que si
ninguno de los acreedores puede invocar alguna causa legal de preferencia, ni el deudor tiene otros
bienes que los embargados, el producto de dichos bienes se distribuirá a prorrata entre los diversos
acreedores. Por ello, para que el tercerista interponga su tercería de pago, debe acompañar el título
ejecutivo y probar que el deudor no posee otros bienes que los embargados.
b. Oportunidad para interponerla
La oportunidad para interponer esta tercería, será desde la interposición de la demanda
ejecutiva y hasta que se haga pago del crédito al acreedor, ya que después de efectuado este pago,
nada habrá que hacer, pues nada habrá que cobrar.
c. Tramitación
El tercero que desee concurrir en el pago con el producto de la realización de los bienes
embargados, tiene dos caminos:
i. Interponer la tercería de pago en el juicio ejecutivo promovido por el primer acreedor. Para
ello se necesitan dos requisitos o condiciones: que el crédito del tercerista conste en un título
ejecutivo; y que el deudor no tenga otros bienes que los embargados para hacer pago a los
créditos, tanto del ejecutante como del tercerista (art. 527 del CPC). Esta tercería se tramitará
como incidente con el ejecutante y el ejecutado (art. 521 parte final del CPC), y en dicho
incidente se tendrá que probar que el deudor carece de otros bienes, y que el primer acreedor
no tiene preferencia alguna en favor de su crédito.
Art. 527. Si no teniendo el deudor otros bienes que los embargados, no alcanzan a cubrirse con ellos
los créditos del ejecutante y del tercerista, ni se justifica derecho preferente para el pago, se distribuirá
el producto de los bienes entre ambos acreedores, proporcionalmente al monto de los créditos
ejecutivos que hagan valer.

En esta hipótesis, el art. 529 del CPC señala que el tercerista de pago podrá solicitar la
remoción del depositario alegando motivo fundado; y, decretada la remoción, se designará
otro de común acuerdo por ambos acreedores, o por el tribunal si no se avienen; agrega el
inc. II que podrá también el tercerista intervenir en la realización de los bienes, con las
facultades de coadyuvante. Con las mismas facultades podrá obrar el primer acreedor en la
ejecución que ante otro tribunal deduzca el segundo 507.

507
La jurisprudencia, por analogía, ha estimado que los anteriores derechos del tercerista de pago también le
competen al tercerista de dominio y de prelación, fundándose en que estos terceros, al igual que el de pago,
tienen un interés evidente en la correcta administración y realización, en su caso, de los bienes embargados.
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ii. Interponer por su cuenta un nuevo juicio ejecutivo en contra del deudor, ante el tribunal que
sea competente de acuerdo a las reglas generales. En este caso, el tercerista pedirá que se
dirija un oficio al tribunal que esté conociendo de la primera ejecución, para que retenga, de
los bienes realizados, la cuota que proporcionalmente le corresponda (art. 528 del CPC).
ahora, en esta segunda ejecución se podrán embargar los mismos bienes que ya estaban
embargados en la primera (reembargo), sin que valga el nombramiento de nuevo depositario,
si ya lo había en la primera.
Art. 528. Cuando la acción del segundo acreedor se deduzca ante diverso tribunal, podrá pedir se dirija
oficio al que esté conociendo de la primera ejecución para que retenga de los bienes realizados la cuota
que proporcionalmente corresponda a dicho acreedor.
Si existe depositario en la primera ejecución, no valdrá el nombramiento en las otras ejecuciones. El
ejecutante que a sabiendas de existir depositario, o no pudiendo menos de saberlo, hace retirar las
especies embargadas en la segunda ejecución por el nuevo depositario, será sancionado con las penas
asignadas al delito de estafa.

d. Efectos de la tercería de pago


La tercería de pago no tiene ninguna influencia en la tramitación del juicio ejecutivo
promovido por el primer acreedor, por tanto, en ningún caso suspenderá los trámites del cuaderno
principal (art. 522 del CPC). En cuanto al procedimiento de apremio, por regla general, tampoco lo
suspende, pero verificado el remate, el tribunal consignará su producto hasta que recaiga sentencia
firme en la tercería.
e. Fallo de la tercería de pago
Si la tercería de pago es acogida, el producto de los bienes embargados se repartirá
proporcionalmente entre el primer acreedor y el tercerista, según el monto de sus respectivos créditos
ejecutivos (art. 527 parte final del CPC). En cambio, si la tercería es rechazada, sólo logrará ser
pagado el primer acreedor.
6.6. LAS TERCERÍAS SOBRE OTROS DERECHOS
Además de las tercerías ya analizadas, existen otros derechos que un tercero, o bien, el mismo
ejecutado, puede hacer valer conforme al procedimiento de las tercerías. Estos derechos son: el
derecho del comunero sobre la cosa embargada, y el derecho del ejecutado invocando una calidad
diversa de aquella en que se le ejecuta.
a. Derecho del comunero sobre la cosa embargada
El derecho del comunero sobre la cosa embargada se reclama en forma de tercería de
dominio; y tiene lugar cuando la cosa embargada no pertenece en su totalidad al deudor, por estar
éste en comunidad con otras personas. Por ello, si el embargo recae sobre la totalidad de los bienes
que se poseen en comunidad, los demás comuneros tendrán derecho a oponerse a este embargo.
Art. 519. Se substanciará en la forma establecida para las tercerías de dominio la oposición que se funde en el
derecho del comunero sobre la cosa embargada.

El acreedor, por su parte, frente a un deudor que es solamente dueño de bienes en comunidad,
tiene dos opciones: podrá el acreedor dirigir su acción sobre la parte o cuota que en la comunidad
corresponda al deudor para que se enajene sin previa liquidación; o exigir que con intervención suya

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se liquide la comunidad (para que se produzca la singularización de la cuota en un bien determinado


y así pueda ser embargado y enajenado). En este segundo caso, podrán los demás comuneros oponerse
a la liquidación, si existe algún motivo legal que la impida, o si, de procederse a ella, ha de resultar
grave perjuicio (art. 524 del CPC).
b. Ejecutado que invoca una calidad diversa de aquella en que se le ejecuta
Esto se encuentra regulado en el art. 520 del CPC, el cual menciona casos ejemplares en donde el
ejecutado puede invocar una calidad diversa de aquella en que se le ejecuta.
Art. 520. Podrán también ventilarse conforme al procedimiento de las tercerías los derechos que haga valer el
ejecutado invocando una calidad diversa de aquella en que se le ejecuta. Tales serían, por ejemplo, los casos
siguientes:
1. El del heredero a quien se ejecute en este carácter para el pago de las deudas hereditarias o testamentarias de
otra persona cuya herencia no haya aceptado;
2. El de aquél que, sucediendo por derecho de representación, ha repudiado la herencia de la persona a quien
representa y es perseguido por el acreedor de ésta;
3. El del heredero que reclame del embargo de sus bienes propios efectuado por acción de acreedores
hereditarios o testamentarios que hayan hecho valer el beneficio de separación de que trata el Título XII del
Libro III del Código Civil, y no traten de pagarse del saldo a que se refiere el artículo 1383 del mismo Código.
Al mismo procedimiento se sujetará la oposición cuando se deduzca por los acreedores personales del heredero;
4. El del heredero beneficiario cuyos bienes personales sean embargados por deudas de la herencia, cuando esté
ejerciendo judicialmente alguno de los derechos que conceden los artículos 1261 a 1263 inclusive del Código
Civil.
El ejecutado podrá, sin embargo, hacer valer su derecho en estos casos por medio de la excepción que
corresponda contra la acción ejecutiva, si a ello ha lugar.

De acuerdo al art. 520 del CPC, el ejecutado que invoca una calidad diversa de aquella en
que se le ejecuta, tiene dos medios o vías para hacerlo valer:
i. Mediante el procedimiento de las tercerías ¿A qué clase de tercerías se refiere? Según
CASARINO, por la naturaleza del reclamo (pues tiende a impedir que se realicen los bienes
embargados), se debe ventilar de acuerdo al procedimiento de la tercería de dominio.

ii. Por medio de la excepción que corresponda contra la acción ejecutiva, si a ello ha lugar; esto,
por faltar los requisitos o condiciones legales para que el título invocado tenga mérito
ejecutivo en contra del presunto deudor.

D. JUICIO EJECUTIVO DE MAYOR CUANTÍA EN LAS OBLIGACIONES DE HACER

1. REGULACIÓN Y ÁMBITO DE APLICACIÓN


El juicio ejecutivo de mayor cuantía en las obligaciones de hacer se rige por un doble grupo
de disposiciones: por las normas contenidas en el Título II (“Del procedimiento ejecutivo en las
obligaciones de hacer y no hacer”) del Libro III del CPC; y por las normas aplicables al juicio
ejecutivo en las obligaciones de dar, siempre y cuando dichos preceptos sean susceptibles de ser
aplicados y no aparezcan modificados por las normas del Título II, ya que estos por ser especiales,
son de aplicación preferente. Por tanto, no se aplica al juicio ejecutivo de obligaciones de hacer, lo
relativo a la administración de los bienes embargados ni las tercerías; esto, porque en esta clase de
juicio no hay bienes.
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Ahora, en cuanto a su campo de aplicación, dos son los elementos que lo determinan, a saber:
i. La cuantía del juicio, pues es necesario que el monto de lo disputado sea superior a 10 UTM.
Si dicho monto es inferior, tendría lugar el juicio ejecutivo de obligaciones de hacer pero de
mínima cuantía.

ii. La naturaleza de la obligación cuyo cumplimiento se reclama. Para que tenga lugar este juicio
ejecutivo, es necesario que la obligación sea de hacer, y el CC entiende por obligación de
hacer, aquella que tiene por objeto la realización de un hecho cualquiera, que no consista en
la entrega de una cosa (pues esta última se entiende que es una obligación de dar); por
ejemplo: construir una casa, celebrar un contrato, etc.
Art. 1548. La obligación de dar contiene la de entregar la cosa; y si ésta es una especie o cuerpo cierto,
contiene además la de conservarlo hasta la entrega, so pena de pagar los perjuicios al acreedor que no
se ha constituido en mora de recibir.

2. DERECHOS DEL ACREEDOR ANTE EL INCUMPLIMIENTO DE UNA OBLIGACIÓN DE HACER


El art. 1553 del CC determina con entera claridad los derechos del acreedor ante el
incumplimiento de una obligación de hacer.
Art. 1553. Si la obligación es de hacer y el deudor se constituye en mora, podrá pedir el acreedor, junto con la
indemnización de la mora, cualquiera de estas tres cosas, a elección suya:
1. Que se apremie al deudor para la ejecución del hecho convenido;
2. Que se le autorice a él mismo para hacerlo ejecutar por un tercero a expensas del deudor;
3. Que el deudor le indemnice de los perjuicios resultantes de la infracción del contrato .

Como se comprende, la indemnización de perjuicios por la mora y la indemnización


compensatoria (que es la resultante de la infracción del contrato), por su propia naturaleza y
contenido, no serán susceptibles de ser accionadas por la vía ejecutiva, ya que se trata de obligaciones
de dar ilíquidas, por tanto, será necesario previamente un juicio ordinario (ventilado entre el acreedor
y el deudor) para determinar la especie y monto de los perjuicios. En tal caso, si la sentencia es
favorable al acreedor, recién dará origen a una ejecución, pero relativa a una obligación de dar, y no
de hacer.
En consecuencia, y por exclusión, el derecho a apremiar al deudor para la ejecución del hecho
convenido, y el derecho a pedir que se le autorice al acreedor para hacerlo ejecutar por un tercero a
expensas del deudor, sí pueden ser reclamados por la vía ejecutiva.
3. REQUISITOS DE PROCEDENCIA
Hay que recordar que los requisitos de procedencia de la acción ejecutiva se analizaron desde
un punto de vista general, y estos son: que la obligación conste en un título ejecutivo; que la obligación
sea actualmente exigible; que la obligación sea determinada (no líquida); que la acción ejecutiva no
esté prescrita. Esto lo confirma el art. 530 del CPC, al señalar que hay acción ejecutiva en las
obligaciones de hacer, cuando, siendo determinadas y actualmente exigibles, se hace valer para
acreditarlas algún título que traiga aparejada ejecución de conformidad al art. 434.
Hay que recordar que una obligación de hacer es determinada cuando su objeto, es decir, la
prestación, es perfectamente conocida y no da margen a equívocos.

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4. CLASIFICACIÓN DEL JUICIO EJECUTIVO EN LAS OBLIGACIONES DE HACER


Según el objeto de la obligación, esta clase de juicio se puede subclasificar en: juicio ejecutivo
sobre subscripción de un instrumento o constitución de una obligación; y juicio ejecutivo sobre
realización de una obra material. Esta clasificación tiene importancia, porque el procedimiento que
se debe seguir en uno y otro caso es diferente.
En ambos juicios se distinguen dos procedimientos, a saber: el procedimiento ejecutivo, en
que se discute únicamente acerca de la existencia de la obligación; y el procedimiento de apremio, en
que se pretende el cumplimiento de la obligación, sea interviniendo el juez a nombre del deudor, sea
ejecutando la obra por un tercero a costa de este último, sea aplicándole multas o arrestos. Esos dos
procedimientos se materializan en los autos por medio de dos cuadernos, cuales son, el cuaderno
principal o ejecutivo y el cuaderno de apremio.
4.1. EL JUICIO EJECUTIVO SOBRE SUSCRIPCIÓN DE UN INSTRUMENTO O CONSTITUCIÓN DE
UNA OBLIGACIÓN

a. Procedimiento ejecutivo
El juicio se inicia por medio de la demanda ejecutiva que presenta el acreedor en contra del
deudor de una obligación que tiene por objeto la suscripción de un instrumento o la constitución de
una obligación. Luego, la demanda ejecutiva debe ir acompañada de su correspondiente título, y en
ella se pedirá que se despache mandamiento de ejecución (aquí no hay embargo) en contra del deudor,
para que así suscriba el documento o constituya la obligación dentro del plazo que el tribunal le señale,
que se cuenta desde el requerimiento, y bajo apercibimiento de que si así no lo hiciere, procederá en
su nombre el juez que conoce del litigio (art. 532 del CPC).
Art. 532. Si el hecho debido consiste en la suscripción de un instrumento o en la constitución de una obligación
por parte del deudor, podrá proceder a su nombre el juez que conozca del litigio, si, requerido aquél, no lo hace
dentro del plazo que le señale el tribunal.

El tribunal, una vez presentada la demanda, examinará el título y despachará o denegará la


ejecución, en conformidad a las reglas ya estudiadas. Si la admite a tramitación, despachará la
ejecución, y el secretario del tribunal deberá elaborar el mandamiento de ejecución, el cual contendrá
el requerimiento para que suscriba el documento o constituye la obligación. Una vez requerido por el
receptor, el deudor puede asumir tres actitudes diversas:
i. Suscribir el documento o constituir la obligación dentro del plazo que el tribunal le señaló.
En este caso, habrá terminado el juicio ejecutivo, sin perjuicio de que el deudor tenga que
pagar las costas hasta esos momentos causadas (art. 490 del CPC, por aplicación del art. 531
del mismo Código). Hay que tener presente que aquí se está frente a un plazo judicial, con
todas las características que ello implica (es prorrogable y no es fatal).
Art. 490. Antes de verificarse el remate, puede el deudor libertar sus bienes pagando la deuda y las
costas.

Art. 531. Las reglas del párrafo 1° (“Del procedimiento ejecutivo”) del Título anterior (“Del juicio
ejecutivo en las obligaciones de dar”) tendrán cabida en el procedimiento de que trata el presente
Título, en cuanto sean aplicables y no aparezcan modificadas por los artículos siguientes .

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ii. Oponerse a la ejecución. En este caso, las excepciones se tramitarán de acuerdo al


procedimiento ejecutivo de las obligaciones de dar; luego, el procedimiento ejecutivo
terminará por sentencia absolutoria o condenatoria.

iii. No decir nada (no se oponen excepciones) en el plazo judicial. En este caso, se omitirá la
sentencia y bastará el mandamiento de ejecución para que el acreedor pueda perseguir la
suscripción o constitución, de acuerdo con el procedimiento de apremio (art. 472 del CPC).
Art. 472. Si no se oponen excepciones, se omitirá la sentencia y bastará el mandamiento de ejecución
para que el acreedor pueda perseguir la realización de los bienes embargados y el pago, de conformidad
a las disposiciones del procedimiento de apremio .

b. Procedimiento de apremio
Se dijo que la manera de apremiar al deudor, es requerirlo para que dentro del plazo que el
tribunal fije, proceda a subscribir el instrumento o a constituir la obligación, bajo apercibimiento de
proceder en su nombre el juez que conoce del litigio.
Ahora, si el plazo señalado por el tribunal se encuentra vencido y el deudor nada ha hecho
para cumplir con su obligación ¿en qué momento el juez puede suscribir el documento o constituir la
obligación a nombre del deudor? Desde que vence el plazo para oponer excepciones, o desde que se
encuentre firme o ejecutoriada la sentencia que rechace las excepciones. Sin embargo, en este último
caso hay que recordar que la sentencia condenatoria se puede cumplir no obstante que haya sido
apelada por el deudor, siempre que el acreedor caucione las resultas de dicho recurso; y también se
podrá cumplir, a pesar de haber sido recurrida de casación por el deudor, sin que este último pueda
exigir fianza de resultas.
4.2. EL JUICIO EJECUTIVO SOBRE REALIZACIÓN DE UNA OBRA MATERIAL

a. Procedimiento ejecutivo
Este juicio, como el anterior, se inicia por medio de la demanda ejecutiva presentada por el
acreedor en contra del deudor de una obligación que tiene por objeto la ejecución de una obra material.
Luego, tal demanda deberá ir acompañada de su correspondiente título, y en ella se pedirá que se
despache mandamiento de ejecución en contra del deudor para que cumpla con su obligación, dando
principio a los trabajos en el plazo prudente que el juez señale (art. 533 del CPC). El tribunal
examinará el título y despachará o denegará la ejecución, de conformidad a las reglas ya estudiadas.
Art. 533. Cuando la obligación consista en la ejecución de una obra material, el mandamiento ejecutivo
contendrá:
1. La orden de requerir al deudor para que cumpla la obligación; y
2. El señalamiento de un plazo prudente para que dé principio al trabajo.

Una vez requerido, el deudor puede asumir tres actitudes:


i. Dar comienzo a los trabajos en el plazo prudente señalado por el juez. En este caso, una vez
terminados los trabajos, el acreedor habrá obtenido el fin que perseguía mediante el juicio
ejecutivo, o sea, el cumplimiento de la obligación, sin perjuicio de que el deudor tenga
también que pagar las costas hasta esos momentos causadas.

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ii. Oponerse a la ejecución. En este segundo caso, además de las excepciones expresadas en el
art. 464 del CPC, el deudor podrá oponer la excepción de imposibilidad absoluta para la
ejecución actual de la obra debida (art. 534 del CPC); por ejemplo, un pintor que se obliga a
hacer un cuadro, y después queda paralítico o privado de sus manos (esto dice relación con
las obligaciones intuito personae). En este caso, el procedimiento ejecutivo terminará
mediante una sentencia, que podrá ser absolutoria o condenatoria; y, si es condenatoria, será
de pago.
Art. 534. A más de las excepciones expresadas en el art. 464, que sean aplicables al procedimiento de
que trata este Título, podrá oponer el deudor la de imposibilidad absoluta para la ejecución actual de
la obra debida.

iii. No decir nada. En este caso, como no se han opuesto excepciones, se omitirá la sentencia de
pago, y bastará el mandamiento ejecutivo para que el acreedor haga uso de su derecho, en
conformidad al procedimiento de apremio (art. 535 del CPC).
Art. 535. Si no se oponen excepciones, se omitirá la sentencia de pago, y bastará el mandamiento
ejecutivo para que el acreedor haga uso de su derecho de conformidad a las disposiciones de los
artículos siguientes.

b. Procedimiento de apremio
Para los efectos del apremio, al acreedor de una obligación de hacer, que está en mora de ser
cumplida por el deudor, se le otorga un doble derecho, a su elección: que se le autorice a él mismo
para hacerla ejecutar por un tercero a expensas del deudor; o que se apremie al deudor para la
ejecución del hecho convenido (art. 1553 del CC).
Ahora bien, normalmente estos derechos se harán valer por el acreedor una vez que la
sentencia de pago se encuentra ejecutoriada, sin perjuicio de poder también hacerlos valer cuando
dicha sentencia esté apelada por el deudor y el acreedor otorgue fianzas de resultas, o bien, recurrida
de casación. Sin embargo, el legislador procesal civil ha anticipado, en cierto modo, el ejercicio de
estos derechos y los ha condicionado también a la concurrencia de determinados requisitos, como se
verá en seguida.
Por un lado, en cuanto a la ejecución de la obra material por un tercero a expensas del deudor,
el art. 536 del CPC señala que el acreedor podrá solicitar que se le autorice para llevar a cabo por
medio de un tercero, y a expensas del deudor, el hecho debido, si a juicio de aquél es esto posible,
siempre que no oponiendo excepciones el deudor se niegue a cumplir el mandamiento ejecutivo; y
cuando desobedezca la sentencia que deseche las excepciones opuestas o deje transcurrir el plazo a
que se refiere el Nº 2° del art. 533, sin dar principio a los trabajos; agrega el inc. II que igual solicitud
podrá hacerse cuando, comenzada la obra, se abandone por el deudor sin causa justificada. Por tanto,
de acuerdo a la disposición trascrita, este derecho el acreedor lo ejercerá si, a su juicio, ello es posible,
en los siguientes casos:

- Cuando el deudor deja transcurrir el plazo señalado por el juez, en el mandamiento de


ejecución, para dar principio a los trabajos.

- Cuando el deudor no opone excepciones y tampoco da cumplimiento al mandamiento de


ejecución.

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- Cuando el deudor opone excepciones, y éstas son desechadas, y no da cumplimiento a la


referida sentencia.

- Y cuando, comenzada la obra, se abandone por el deudor sin causa justificada.


Luego, el acreedor presentará junto con su solicitud, un presupuesto (cálculo) de lo que
importe la ejecución de las obligaciones que reclama. Puesto en noticia del deudor el presupuesto,
tendrá el plazo de tres días para examinarlo pudiendo adoptar dos actitudes: si nada observa dentro
de dicho plazo, se considerará aceptado; si se deducen objeciones, se hará el presupuesto por medio
de peritos (art. 537 del CPC).
Art. 537. Siempre que haya de procederse de conformidad al artículo anterior, presentará el demandante, junto
con su solicitud, un presupuesto de lo que importe la ejecución de las obligaciones que reclama.
Puesto en noticia del demandado el presupuesto, tendrá el plazo de tres días para examinarlo, y si nada observa
dentro de dicho plazo, se considerará aceptado.
Si se deducen objeciones, se hará el presupuesto por medio de peritos, procediéndose en la forma que establecen
los arts. 486 y 487 para la estimación de los bienes en el caso de remate .

Una vez determinado el valor del presupuesto en la forma ya señalada, será obligado el deudor
a consignarlo dentro de tercero día a la orden del tribunal, para que se entreguen al ejecutante los
fondos necesarios, a medida que el trabajo lo requiera (art. 538 del CPC). Agotados los fondos
consignados, el acreedor podrá solicitar el aumento de ellos, justificando que ha habido error en el
presupuesto o que han sobrevenido circunstancias imprevistas que aumentan el costo de la obra (art.
539 del CPC). Y de acuerdo al art. 540 del CPC, una vez concluida la obra, deberá el acreedor rendir
cuenta de la inversión de los fondos suministrados por el deudor.
Por último, cabe decir que si el deudor no consigna a la orden del tribunal los fondos
decretados, se procederá a embargarle y enajenar bienes suficientes para hacer la consignación, con
arreglo a lo establecido en el Título precedente, pero sin admitir excepciones para oponerse a la
ejecución (art. 541 del CPC).
Por otro lado, el derecho que tiene el acreedor de una obligación de hacer para pedir apremio
contra el deudor (lo que también se denomina “astreintes”), lo ejercerá si no puede o no se quiere
hacer cargo de la ejecución de la obra convenida por un tercero a expensas de aquél. Este apremio
podrá consistir en arrestos impuestos por el tribunal hasta por 15 días o multa proporcional, repetidos
hasta obtener el cumplimiento de la obligación. No obstante, cesará el apremio si el deudor paga las
multas impuestas y rinde además caución suficiente, a juicio del tribunal, para asegurar la
indemnización completa de todo perjuicio al acreedor (art. 543 del CPC). como se puede apreciar, en
este punto la obligación de hacer, se transforma en una obligación de dar, pues debe pagar una
indemnización.
Art. 543. Cuando se pida apremio contra el deudor, podrá el tribunal imponerle arresto hasta por quince días o
multa proporcional, y repetir estas medidas para obtener el cumplimiento de la obligación.
Cesará el apremio si el deudor paga las multas impuestas y rinde además caución suficiente, a juicio del tribunal,
para asegurar la indemnización completa de todo perjuicio al acreedor.

Excepcionalmente, el acreedor no podrá hacer valer el apremio en los siguientes casos:


cuando el deudor haya consignado los fondos exigidos para la ejecución de la obra, o cuando se le
hayan rematado bienes al deudor, en caso de negarse de efectuar voluntariamente la consignación
(art. 542 del CPC).
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Art. 542. Si el acreedor no puede o no quiere hacerse cargo de la ejecución de la obra debida, de conformidad a
las disposiciones que preceden, podrá usar de los demás recursos que la ley concede para el cumplimiento de
las obligaciones de hacer, con tal que no haya el deudor consignado los fondos exigidos para la ejecución de la
obra, ni se hayan rematado bienes para hacer la consignación en el caso del art. 541.

E. JUICIO EJECUTIVO DE MAYOR CUANTÍA EN LAS OBLIGACIONES DE NO HACER

1. REGULACIÓN Y ÁMBITO DE APLICACIÓN


En la regulación de este tipo de obligaciones hay una sola disposición, que es el art. 544 del
CPC, la cual se remite a las normas que regulan al juicio ejecutivo en las obligaciones de hacer, y al
procedimiento ejecutivo del juicio ejecutivo en las obligaciones de dar.
Art. 544. Las disposiciones que preceden se aplicarán también a la obligación de no hacer cuando se convierta
en la de destruir la obra hecha, con tal que el título en que se apoye consigne de un modo expreso todas las
circunstancias requeridas por el inc. II del art. 1555 del Código Civil, y no pueda tener aplicación el inc. III del
mismo artículo.
En el caso en que tenga aplicación este último inciso, se procederá en forma de incidente.

Los elementos que determinan el campo de aplicación de este juicio ejecutivo son: (1) La
cuantía del mismo, pues ésta debe exceder de 10 UTM y, (2) La naturaleza de la obligación cuyo
cumplimiento se reclama, la cual debe ser una obligación de no hacer, es decir, aquella en virtud de
la cual una persona se compromete a no realizar algo, que de no existir la obligación, podría realizar;
por ejemplo, no levantar una muralla, no plantar o sembrar, etc.
2. DERECHOS DEL ACREEDOR ANTE EL INCUMPLIMIENTO DE UNA OBLIGACIÓN DE NO HACER
Esto se encuentra regulado por el art. 1555 del CC, el cual establece que toda obligación de
no hacer una cosa se resuelve en la de indemnizar los perjuicios, si el deudor contraviene y no puede
deshacerse lo hecho. Pudiendo destruirse la cosa hecha, y siendo su destrucción necesaria para el
objeto que se tuvo en mira al tiempo de celebrar el contrato, será el deudor obligado a ella, o
autorizado el acreedor para que la lleve a efecto a expensas del deudor. Si dicho objeto puede
obtenerse cumplidamente por otros medios, en este caso será oído el deudor que se allane a prestarlo.
El acreedor quedará de todos modos indemne.
De esta norma se desprende, que si el deudor infringe una obligación de no hacer, es necesario
determinar si se puede o no destruir la obra hecha en contravención a dicha obligación.
i. Si no se puede destruir la obra hecha, la obligación se convierte en la de indemnizar los
perjuicios al acreedor.

ii. Si se puede destruir la obra hecha, habrá que subdistinguir si dicha destrucción es necesaria
para el objeto o finalidad que se tuvo en mira al tiempo de contratar.

- En caso de que la destrucción sea necesaria para cumplir con la finalidad que se tuvo
en vista al momento de celebrar el contrato, el deudor será obligado a destruir la obra,
o el acreedor estará autorizado para que la lleve a efecto a expensas del deudor. Sin
embargo, aun cuando la destrucción sea necesaria para la finalidad que se tuvo en vista,
si dicha finalidad se puede obtener cumplidamente por otros medios, será oído el
deudor que se allane a prestarlos.

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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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- Si la destrucción no es necesaria, la obligación también se resolverá en la de


indemnización de perjuicios.
En conclusión, la acción indemnizatoria del acreedor, por su naturaleza ilíquida, sólo podrá
ventilarse en un juicio declarativo u ordinario. Por el contrario, la acción que tiene por objeto obtener
la destrucción de la obra hecha en contravención a la obligación de no hacer, por ser esta destrucción
necesaria para el objeto que se tuvo en vista al contratar, podrá hacerse valer por la vía ejecutiva y,
dentro de este mismo juicio ejecutivo, el deudor podrá sostener que aquel objeto se puede obtener
cumplidamente por otros medios, siempre que se allane, al mismo tiempo, a prestarlos.
3. REQUISITOS DE PROCEDENCIA
Los requisitos para que proceda esta acción ejecutiva, son: que la obligación cuyo
cumplimiento se pretende conste de un título ejecutivo; que sea actualmente exigible; que no se
encuentre prescrita la acción ejecutiva; y que la obra hecha pueda destruirse, que la destrucción de la
obra sea necesaria para el objeto que se tuvo en mira al tiempo de celebrar el contrato, y que dicho
objeto no pueda obtenerse cumplidamente por otros medios.
4. PROCEDIMIENTO
Aquí se deben observar las mismas reglas del procedimiento ejecutivo en las obligaciones de
hacer, o sea, se presentará la demanda ejecutiva, el tribunal la examinará y despachará la ejecución;
luego se requiera al deudor para que destruya lo hecho en el término que señale el tribunal, bajo
apercibimiento de efectuar la destrucción por un tercero a costa del deudor, o bien, apremiándolo con
multas o arresto. El deudor, una vez notificado y requerido, podrá oponer o no excepciones, o sostener
que existen otros medios adecuados para satisfacer al acreedor y que está llano a cumplirlos (en tal
caso, deberá ser oído y se procederá en forma de incidente).
Una vez transcurrido el plazo para oponer las excepciones, sin que el deudor las haya opuesto
o éstas hayan sido desechadas por sentencia ejecutoriada, el acreedor tiene una opción (procedimiento
de apremio): que se le autorice a él para destruir lo hecho a expensas del deudor, o que se apremie al
deudor para que destruya lo hecho. Como se puede apreciar, la obligación de no hacer se convierte
en una obligación de hacer, cual es la de destruir la obra hecha.

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LA EJECUCIÓN DE LAS RESOLUCIONES JUDICIALES


A. RESOLUCIONES PRONUNCIADAS POR TRIBUNALES CHILENOS

1. CONSIDERACIONES PREVIAS
Este tema se regula en el Párrafo 1° (“De las resoluciones pronunciadas por tribunales
chilenos”), del Título XIX (“De la ejecución de las resoluciones”) del Libro I (“Disposiciones
comunes a todo procedimiento”) del CPC.
Este tema es más amplio que el juicio ejecutivo, pues en el juicio ejecutivo las sentencias que
ameritan ejecución son las definitivas e interlocutorias firmes. Aquí, en cambio, se habla de
resoluciones en general, pudiendo ser un auto, un decreto, una sentencia definitiva o interlocutoria.
Pero, a la vez, es más restringido, pues en este caso sólo se ejecutan resoluciones judiciales.
El profesor ALFARO señala que la ejecución se vincula con uno de los momentos de la
jurisdicción: el hacer ejecutar lo juzgado. Pero esto no es del todo congruente con el cumplimiento
de una resolución; sí los es, cuando se ejecutan resoluciones declarativas de condena; no lo es, en
cambio, respecto de aquellas resoluciones que no ameritan ejecución, como las resoluciones
constitutivas (por ejemplo, una sentencia de divorcio, la cual se debe inscribir en el Registro Civil),
pues respecto de ellas se requiere una especie de cumplimiento y no una ejecución. La diferencia
radica que en materia de ejecución, se pueden utilizar medidas de coacción, mientras que el
cumplimiento no necesariamente requiere la imposición de medidas coercitivas, ya que la mayoría
de las veces son trámites administrativos.
Por último, hay que tener presente que este tema dice relación con la ejecución civil, y no con
la ejecución penal, pues en este último caso la ejecución compete a la Administración,
específicamente a Gendarmería de Chile.
2. TRIBUNAL COMPETENTE
¿Cuál o cuáles son los tribunales competentes para intervenir en las gestiones sobre ejecución
de dichas resoluciones? Responde a esta interrogante los arts. 113 y 114 del COT y 231 y 232 del
CPC los cuales, en conjunto, establecen la conocida regla general de competencia de la ejecución.
Art. 231. La ejecución de las resoluciones corresponde a los tribunales que las hayan pronunciado en primera
o en única instancia. Se procederá a ella una vez que las resoluciones queden ejecutoriadas o causen ejecutoria
en conformidad a la ley.
No obstante, los tribunales que conozcan de los recursos de apelación, casación o revisión (y recurso de nulidad
penal), ejecutarán los fallos que dicten para la substanciación de dichos recursos. Podrán también decretar el
pago de las costas adeudadas a los funcionarios que hayan intervenido en ellos, reservando el de las demás
costas para que sea decretado por el tribunal de primera instancia.

Art. 113 inc. II. No obstante, la ejecución de las sentencias penales y de las medidas de seguridad previstas en
la ley procesal penal será de competencia del juzgado de garantía que hubiere intervenido en el respectivo
procedimiento penal.

Art. 232. Siempre que la ejecución de una sentencia definitiva haga necesaria la iniciación de un nuevo juicio,
podrá éste deducirse ante el tribunal que menciona el inc. I del art. 231, o ante el que sea competente en
conformidad a los principios generales establecidos por la ley, a elección de la parte que haya obtenido en el
pleito.

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En síntesis, estas normas legales dicen que se procederá a la ejecución de las resoluciones
una vez que ellas queden ejecutoriadas o causen ejecutoria en conformidad a la ley. Luego, distinguen
según si la ejecución de una determinada sentencia requiere o no de la iniciación de un nuevo juicio:
i. Si la ejecución no requiere de la iniciación de un nuevo juicio, en este caso la sentencia se
podrá hacer cumplir ante el mismo tribunal que la dictó, en primera o única instancia.

ii. Si la ejecución de la sentencia requiere de un nuevo juicio, en este caso existen dos tribunales
igualmente competentes para conocer de su cumplimiento, a elección del ejecutante: el
mismo tribunal que dictó la sentencia en primera o única instancia; o iniciar un juicio
ejecutivo ante el tribunal que fuere competente en conformidad a las reglas generales.

En todo caso, los fallos que se pronuncien por los tribunales conociendo de recursos de
apelación, casación, revisión, y nulidad en materia penal, tendientes a substanciar dichos recursos,
se ejecutarán por estos mismos tribunales; y que también pueden decretar el pago de las costas
adeudada de los funcionarios que hayan intervenido en ellos, reservando el de las demás costas
para que sea decretado por el tribunal de primera instancia.

3. REQUISITOS GENERALES PARA PODER CUMPLIR UNA SENTENCIA JUDICIAL

i. Solicitud de parte interesada. Esto lo exige el art. 233 inc. I al decir cuando “se solicite” la
ejecución de una sentencia…, y el art. 237 del CPC, al aplicar el procedimiento ejecutivo a
las gestiones sobre cumplimiento de sentencias, el cual, como se sabe, se inicia mediante
una demanda ejecutiva del actor. Además, esto es coherente con el principio de la pasividad
de los tribunales.

ii. El profesor ALFARO señala que debe tratarse de una sentencia que impone una prestación,
consiste en dar, hacer o no hacer una cosa. Por su parte, CASARINO dice que se debe tratar
de una sentencia definitiva o interlocutoria, puesto que sólo esta clase de resoluciones
judiciales producen la acción de cosa juzgada, esto es, la acción destinada a obtener el
cumplimiento de la resolución por vía compulsiva o de apremio.

iii. Que la sentencia se encuentre firme o ejecutoriada, o bien, que cause ejecutoria. Esto,
porque el art. 231 inc. I del CPC es explícito en decir que se procederá a la ejecución de las
resoluciones judiciales una vez que adquieran los caracteres de ejecutoriadas o de causar
ejecutoria (aquellas que se puede exigir su cumplimiento a pesar de estar pendientes los
recursos interpuestos en su contra).

iv. Que la ejecución de la resolución sea actualmente exigible. Este requisito está expresamente
contemplado en el art. 233 del CPC al decir que cuando se solicite la ejecución de una
sentencia ante el tribunal que la dictó, dentro del plazo de un año contado desde que la
ejecución se hizo exigible…; y de una manera indirecta, en el art. 237 del CPC, al hacer
aplicable a esta materia el juicio ejecutivo general. Ahora, la ejecución de una resolución es
actualmente exigible, cuando la prestación declarada en la sentencia no está afectada a
modalidad alguna, sea condición, plazo o modo; o, de estarlo, la condición ha fallado, el
plazo se ha extinguido o el modo ha desaparecido.

4. PROCEDIMIENTOS SOBRE CUMPLIMIENTO DE SENTENCIAS JUDICIALES


En materia de procedimiento, la ley positiva chilena ha ideado un sistema, hasta cierto punto
original, el cual toma en cuenta diversos factores o puntos de referencia. Ellos son: presencia o
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DERECHO PROCESAL CIVIL ACTUALIZADO
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ausencia de una disposición especial sobre cumplimiento de la sentencia; tribunal ante el cual se
pretende obtener el cumplimiento de la sentencia; y plazo dentro del cual se pide el cumplimiento
de la sentencia. Combinando estos diversos factores, resultan diversas formas de ejecución, siendo
las más importantes:

i. La más importante, es aquella en donde se trata de cumplir una sentencia judicial ante el
mismo tribunal que la dictó dentro del plazo de un año contado desde que la ejecución se
hizo exigible. Esta es la llamada ejecución incidental.

ii. Luego está el cumplimiento de la sentencia judicial ante el mismo tribunal que la dictó,
después de vencido el plazo de un año contado desde que la ejecución se hizo exigible

iii. ¿Cómo se procede aquí? De acuerdo a los trámites del juicio ejecutivo, pues así lo dice
expresamente el art. 237 del CPC, y además se trata de un título ejecutivo; pero con una
diferencia marcadísima, cual es, que en el nuevo juicio no se admitirá ninguna excepción
que haya podido oponerse en el juicio declarativo anterior.
Art. 237. Las sentencias que ordenen prestaciones de dar, hacer o no hacer, y cuyo cumplimiento se
solicite después de vencido el plazo de un año, concedido en el art. 233, se sujetarán a los trámites
del juicio ejecutivo.
Se aplicará también este procedimiento cuando se solicite el cumplimiento del fallo ante otro tribunal
distinto del indicado en el art. 233.
En los juicios a que dé lugar la ejecución de las resoluciones a que se refiere este artículo, no se
admitirá ninguna excepción que haya podido oponerse en el juicio anterior.

iv. En tercer lugar, está el cumplimiento de las sentencias judiciales ante un Tribunal distinto
del que las dictó, sin atenerse a plazo alguno. En este tercer caso se procede de la misma
manera que en el anterior, esto es, la sentencia se debe cumplir mediante los trámites del
juicio ejecutivo y no se aceptará excepción alguna que haya podido oponerse en el juicio
declarativo anterior (art. 237 inc. II del CPC). La finalidad perseguida por el legislador en
ambos casos, al prohibir fundar la oposición en excepciones que se pudieron formular en el
juicio anterior, es que con ello se tiende a impedir que el deudor reserve sus excepciones
para hacerlas valer en el período de ejecución, con la consiguiente dilación.
v. Por último, está el cumplimiento de sentencias judiciales sometidas a reglas especiales. Aquí
no importa el plazo dentro del cual se pretende hacer cumplir la sentencia, ni el tribunal ante
el cual se lleva la ejecución, pues lo que interesa, es solamente la presencia de disposiciones
especiales sobre ejecución de sentencias judiciales; y si tales normas especiales existen, se
aplican con preferencia a las ejecuciones anteriores. El ejemplo típico, es la sentencia
recaída en un juicio de hacienda, pues aquí si se condena al Fisco, el tribunal debe enviar
un oficio al Ministerio respectivo, éste a su vez debe enviarlo a la Tesorería General para
que decrete el pago; también se menciona como ejemplo el desahucio y el lanzamiento, en
los juicios de arrendamiento.

5. EJECUCIÓN INCIDENTAL DE LA SENTENCIA


a. Naturaleza procesal
Los factores que ha tomado el legislador para que este procedimiento tenga lugar, son: que
se trate de hacer cumplir la sentencia ante el mismo tribunal que la dictó; y que el cumplimiento se
solicite dentro de un año contado desde que la ejecución se hizo exigible y, como se sabe, la
ejecución de una resolución es actualmente exigible, cuando la prestación declarada en la sentencia

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no está afectada a modalidad alguna, o, de estarlo, la condición ha fallado, el plazo se ha extinguido


o el modo ha desaparecido. El art. 233 inc. final del CPC, dispone que el plazo de un año se contará,
en las sentencias que ordenen prestaciones periódicas, desde que se haga exigible cada prestación
o la última de las que se cobren.

¿Este procedimiento es un incidente o se trata de un juicio ejecutivo de tramitación especial?


Es frecuente oír, en la práctica “ejecución incidental”, lo cual es errado, puesto que no es un
incidente, no es una cuestión accesoria al juicio principal; por el contrario, se trata de un juicio
ejecutivo, pero sometido a reglas especiales (en su estructura se aleja sensiblemente del juicio
ejecutivo general).

b. Tramitación
De conformidad con el art. 233 inc. I del CPC, cuando se solicite la ejecución de una
sentencia ante el tribunal que la dictó, dentro del plazo de un año contado desde que la ejecución
se hizo exigible, si la ley no ha dispuesto otra forma especial de cumplirla, se ordenará su
cumplimiento “con citación” de la persona en contra de quien se pide. Ahora, tramitar una
actuación judicial con citación, significa que, en principio, el tribunal decreta la actuación, pero ésta
no puede llevarse a efecto sino una vez que hayan pasado tres días desde la notificación de la parte
contraria, la cual puede dentro de este plazo oponerse a la realización de la actuación, caso en el
cual, el cumplimiento de la diligencia se suspende hasta que se resuelva el incidente.

Para ello, la parte que desee ejecutar la resolución deberá presentar una solicitud al tribunal
que la dictó, pidiéndole que ordene el cumplimiento de la sentencia, debidamente individualizada.
Luego, el tribunal requerido examinará la solicitud y, en caso que concurran los requisitos de
procedencia antes señalados (que contenga una prestación; sea actualmente exigible; y esté firme o
cause ejecutoria), la proveerá “como se pide, con citación”; en caso contrario, aun cuando la ley no
lo dice expresamente, denegará tal cumplimiento508.

Agrega el inc. II del art. 233 que esta resolución (la que ordena la citación) se notificará
por cédula al apoderado de la parte. El ministro de fe que practique la notificación deberá enviar
la carta certificada que establece el art. 46 tanto al apoderado como a la parte. A esta última, la
carta deberá remitírsele al domicilio en que se le haya notificado la demanda. En caso que el
cumplimiento del fallo se pida contra un tercero, éste deberá ser notificado personalmente.

c. La oposición del ejecutado


Desde el momento en que la sentencia se ordena cumplir “con citación”, quiere decir que la
parte vencida, a contar desde la notificación de la resolución que así lo resuelve, tiene el plazo fatal
de tres días para oponerse a ella. Las excepciones que puede oponer la parte vencida, están
contempladas en el art. 234 inc. I del CPC.
Art. 234. En el caso del artículo anterior la parte vencida sólo podrá oponerse alegando algunas de las
siguientes excepciones: pago de la deuda, remisión de la misma, concesión de esperas o prórrogas del plazo,
novación, compensación, transacción, la de haber perdido su carácter de ejecutoria, sea absolutamente o con
relación a lo dispuesto en el artículo anterior, la sentencia que se trate de cumplir, la del art. 464 Nº 15 (la
pérdida de la cosa debida) y la del art. 534 (la imposibilidad absoluta para la ejecución actual de la obra),
siempre que ellas, salvo las dos últimas, se funden en antecedentes escritos, pero todas en hechos acaecidos
con posterioridad a la sentencia de cuyo cumplimiento se trata. También podrá alegarse la falta de oportunidad

508
El profesor ALFARO señala que esta tramitación tiene características especiales, pues no hay que presentar
una demanda, sino que un escrito; y no hay que presentar patrocinio.
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en la ejecución. Esta excepción y las del art. 464 N° 15 y del art. 534 necesitarán, además, para ser admitidas
a tramitación, que aparezcan revestidas de fundamento plausible. La oposición sólo podrá deducirse dentro de
la citación a que se refiere el artículo precedente.

Para que las excepciones sean procedentes, se deben fundar en hechos acaecidos con
posterioridad a la sentencia de cuyo cumplimiento se trata (la idea es evitar que este procedimiento
se dilate), salvo la excepción de falta de oportunidad en la ejecución, la cual, por su propia
naturaleza, es coetánea con la ejecución. Además, todas estas excepciones se deben fundar en
antecedentes escritos, salvo: la excepción de pérdida de la cosa debida; la imposibilidad absoluta
para la ejecución de la obra; y la falta de oportunidad en la ejecución. Sin embargo, como
contrapartida, se exige que estas excepciones aparezcan revestidas de fundamento plausible.

Como se puede aprecia, las excepciones que puede oponer la parte vencida son muy
restringidas en cuanto a su número; al tiempo en que deben oponerse (tres días); y la forma en que
deben haber acaecido los hechos que le sirven de necesario fundamento (después de la sentencia que
se trata de ejecutar).
d. Control y actitudes del tribunal

Una vez que el juez está en presencia del escrito de excepciones, puede asumir dos actitudes:
i. Rechazarlas de plano. Esto acontecerá cuando las excepciones opuestas no sean de las
taxativamente enumeradas en la ley; o cuando, siéndolo, no se interpongan dentro de
tiempo, se refieran a hechos acaecidos con posterioridad a la dictación de la sentencia, o no
consten por escrito, o no aparecen revestidas de fundamento plausible.

ii. Tramitarlas en forma incidental. Esto acontecerá cuando las excepciones sean de aquellas
enumeradas en la ley y reúnan los requisitos exigidos por ella misma. En efecto, el art. 234
inc. III del CPC señala que la oposición se tramitará en forma incidental, pero si las
excepciones no reúnen los requisitos exigidos por el inc. I se rechazará de plano.

Luego, tramitado el incidente en forma legal, el tribunal resolverá sobre las excepciones
opuestas, sea acogiéndolas, sea denegándolas:

i. Si acoge las excepciones, la parte vencedora en la sentencia que se trata de cumplir, podrá
deducir los recursos de apelación en el sólo efecto devolutivo y de casación que crea
convenirle a sus derechos.

ii. Si se rechazan las excepciones, la persona vencida con la sentencia que se trata de cumplir,
podrá también deducir los recursos de apelación en el sólo efecto devolutivo y de casación
que sean procedentes, la cual tampoco suspende la ejecución.
Art. 241. Las apelaciones que se deduzcan contra las resoluciones que se dicten en conformidad a lo
dispuesto en los artículos precedentes de este Título, se concederán sólo en el efecto devolutivo.
Tratándose de juicios de hacienda, estas apelaciones se colocarán de inmediato en tabla y gozarán de
preferencia para su vista y fallo .

Cabe decir que el art. 234 inc. final dice que lo dispuesto en este artículo (234) es sin
perjuicio de lo prevenido en el art. 80; esto es, el incidente de nulidad de todo lo obrado por falta de
emplazamiento.

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e. Procedimiento de apremio
Hasta aquí se ha estudiado el aspecto contencioso a que puede dar origen el proceso sobre
cumplimiento o ejecución de una sentencia por vía incidental; ahora se deben analizar las medidas
compulsivas o de apremio propiamente tales.

Este procedimiento tiene lugar y se tramita conforme a lo que señala el art. 235 del CPC.
En efecto, dicha disposición dispone que si no ha habido oposición al cumplimiento de la sentencia
solicitado conforme al art. 233 o ella ha sido desestimada por sentencia de primera o segunda
instancia, se procederá a cumplirla, siempre que la ley no haya dispuesto otra forma especial, de
acuerdo con las reglas siguientes:

i. Si la sentencia ordena entregar una especie o cuerpo cierto, sea mueble o inmueble, se
llevará a afecto la entrega, haciéndose uso de la fuerza pública si es necesario (art. 235 Nº
1). Aquí se parte del supuesto de que el cuerpo cierto está en poder del deudor; y en la
práctica, para ejecutar, no se pasa directamente a la fuerza pública, sino que previamente se
le conmina a cumplir voluntariamente bajo la condición de que si no lo realiza, se usará el
auxilio de la fuerza pública.
ii. Si la especie o cuerpo cierto mueble no es habido, se procederá a tasarlo con arreglo al
Título XII (“De las tasaciones”) del Libro IV (“De los actos judiciales no contenciosos”) y
se observarán en seguida las reglas del número siguiente (art. 235 Nº 2). La referencia
corresponde a las tasaciones que pueden decretar los tribunales en asuntos contenciosos o
no contenciosos, las cuales se practican por peritos nombrados de acuerdo a las reglas
generales. Una vez firme la tasación, la obligación se traduce en el pago de una suma de
dinero, y se procede de acuerdo a la regla siguiente.

iii. Si la sentencia manda pagar una suma de dinero se ordenará, sin más trámite, hacer pago al
acreedor con los fondos retenidos, hecha la liquidación del crédito y de las costas causadas
o se dispondrá previamente la realización de los bienes que estén garantizando el resultado
de la acción de conformidad al Título V del Libro II (art. 235 Nº 3); agrega el inc. II que si
no hay bienes que aseguren el resultado de la acción se procederá a embargar y a enajenar
bienes suficientes de la parte vencida de acuerdo con las reglas del procedimiento de
apremio, sin necesidad de requerimiento y deberá notificarse por cédula el embargo mismo
y la resolución que lo ordena. Acá hay tres situaciones distintas:

- La primera situación, es aquella en que hay una medida precautoria (retención) que
recae sobre dineros, caso en el cual, una vez liquidado el crédito y tasadas las costas,
sencillamente se hace entrega de esos dineros al vencedor en pago de su crédito.

- Ahora, si la medida precautoria recae sobre bienes que es previo realizar (por
ejemplo como ocurre con bienes muebles retenidos) en este caso los bienes se
enajenan de acuerdo con las reglas ya estudiadas del apremio contenidas en el juicio
ejecutivo. En éste y en el caso anterior, las medidas precautorias desempeñan el
mismo papel que el del embargo dentro del juicio ejecutivo pues, una vez
decretadas, esos bienes salen del comercio y pueden, sin más trámite, ser realizados
por medio del apremio.

- Si no se han decretado medidas precautorias para asegurar el resultado de la


pretensión acogida en la sentencia que se trata de cumplir, no habrá más camino
que proceder a embargar bienes del vencido y, en seguida, realizarlos en

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conformidad a las reglas del procedimiento de apremio; no obstante, este embargo


no necesita de requerimiento previo. Aquí surge un gran problema práctico ¿en qué
momento se debe solicitar, ordenar y practicar el embargo cuando no hay medidas
precautorias destinadas a asegurar el resultado de la acción? CASARINO señala
que el embargo sólo se podría pedir, decretar y trabar cuando no se hayan opuesto
excepciones o ellas hayan sido rechazadas por sentencia de primera o segunda
instancia, ya que el legislador dice que, una vez producidos estos eventos, se
procederá a cumplir la sentencia, de acuerdo con las reglas del apremio (el riesgo
de esta posición es que el deudor, en el ínter tanto, puede difuminar sus bienes).
Otros, en cambio, sostienen que se podría solicitar el embargo en el escrito mismo
en que se pide el cumplimiento de la sentencia y, una vez decretado, llevarlo a efecto
a pesar de que estuviere pendiente el plazo para oponer excepciones o el fallo
mismo de las excepciones; aquí habrían dos resoluciones que se notifican por
cédula, la que provee la solicitud del cumplimiento ("como se pide, con citación")
y la que aprueba el embargo, aun cuando no haya comenzado a correr el plazo para
oponer excepciones (esta parece ser la postura más sensata).
iv. Si la sentencia obliga a pagar una cantidad de un género determinado, se procederá de
conformidad a las reglas del número anterior; pero si es necesario, se practicará previamente
su avaluación por un perito con arreglo al Título XII del Libro IV (art. 235 Nº 4). En otras
palabras, una vez más se hace necesario distinguir si existen o no medidas precautorias
destinadas a asegurar el resultado de la acción; si las hay, se entrega lo retenido o se realiza
lo prohibido, según el caso; si no las hay, se embarga y se realiza, de acuerdo con el
procedimiento de apremio. En todo caso, si es indispensable practicar previamente la
evaluación de la cantidad de un género determinado, la tasación se hará oyendo a peritos
nombrados de acuerdo a las reglas generales.

v. Si la sentencia ordena la ejecución o destrucción de una obra material, la subscripción de


un instrumento o la constitución de un derecho real o de una obligación, se procederá de
acuerdo con el procedimiento de apremio en las obligaciones de hacer; pero se aplicará lo
prescrito en el número 3° de este artículo cuando sea necesario embargar y realizar bienes
(art. 235 Nº 5).

vi. Si la sentencia ha condenado a la devolución de frutos o a la indemnización de perjuicios y,


de conformidad a lo establecido en el inc. II del art. 173, se ha reservado al demandante el
derecho de discutir esta cuestión en la ejecución del fallo, el actor deberá formular la
demanda respectiva en el mismo escrito en que pida el cumplimiento del fallo. Esta demanda
se tramitará como incidente y, de existir oposición al cumplimiento del fallo, ambos
incidentes se substanciarán conjuntamente y se resolverán en una misma y única sentencia
(art. 235 Nº 6). Se trata de un verdadero juicio que versará sobre la especie y el monto de
los frutos o perjuicios, pero que se tramitará como incidente y en única instancia. En efecto,
el art. 173 inc. II del CPC, señala que en el caso de que no se haya litigado sobre la especie
y el monto de los frutos o perjuicios, el tribunal reservará a las partes el derecho de discutir
esta cuestión en la ejecución del fallo o en otro juicio diverso (sólo en la responsabilidad
contractual se permite diferir el monto de la indemnización de los perjuicios) 509.

509
El profesor ALFARO señala que, desde un punto de vista procesal, si se ha verificado esta reserva de derecho
a discutir, debe solicitarse en un otrosí de la solicitud de cumplimiento. Agrega que el problema de esta reserva,
es que de un procedimiento declarativo que se anexa a uno ejecutivo, lo que desnaturaliza a este último
procedimiento, pues al deber calcularse el valor de lo debido, la obligación no es líquida.
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vii. En todo lo que no esté previsto en este artículo se aplicarán las reglas que se establecen en
el juicio ejecutivo para el embargo y el procedimiento de apremio; pero la sentencia se
cumplirá hasta hacer entero pago a la parte vencedora sin necesidad de fianza de resultas,
salvo lo dispuesto en el art. 774 y en otras disposiciones especiales (art. 235inciso final).

f. Reglas especiales sobre cumplimiento de la sentencia por terceros

Esto dice relación con personas que, no habiendo sido partes en el juicio declarativo anterior,
sean comprendidas en la autoridad de la cosa juzgada proveniente de dicho fallo, por ser esta última
de carácter absoluto. aquí se debe observar las siguientes reglas:

i. De acuerdo al art. 233 inc. II del CPC, en caso que el cumplimiento del fallo se pida contra
un tercero, éste deberá ser notificado personalmente.; es decir, no se notifica su apoderado,
y la notificación es personal y no por cédula.

ii. Las excepciones que podrá oponer el tercero serán las mismas que pueda oponer la parte
vencida, pero surge otra nueva. En efecto, el art. 234 inc. II del CPC señala que el tercero
en contra de quien se pida el cumplimiento del fallo podrá deducir, además, la excepción de
no empecerle la sentencia y deberá formular su oposición dentro del plazo de diez días.

iii. El plazo para oponer excepciones ya no es de tres días, sino que de 10.
g. Paralelo entre este juicio ejecutivo especial y el juicio ejecutivo general

i. Mientras el juicio ejecutivo general requiere para poder iniciarse de la interposición de una
demanda, en el juicio ejecutivo especial basta la interposición de una solicitud exenta de
toda formalidad, salvo las propias de todo escrito.

ii. Mientras en el juicio ejecutivo general la notificación de la demanda y el requerimiento de


pago deben hacerse en forma personal al ejecutado, o en forma personal subsidiaria si no se
encuentra; o por cédula o por el estado si el juicio ya ha comenzado con una gestión
preparatoria; en el juicio ejecutivo especial esta notificación se hace por cédula, y sin
necesidad de requerimiento (en caso de que se embarguen bienes).

iii. El plazo para oponerse en el juicio ejecutivo general es, por regla general, de cuatro días;
mientras que en el juicio ejecutivo especial el plazo es de tres días.

iv. Mientras en el juicio ejecutivo general es necesario indicar en el escrito de excepciones la


prueba la cual se valdrá, y el plazo probatorio es de 10 días, en el juicio ejecutivo especial
no es necesario cumplir con tal anuncio y el plazo de prueba ordinario es de ocho días.

v. Por último, el procedimiento de apremio es diverso según se trate de uno u otro juicio; a lo
que cabe añadir que, por esta misma diferencia o circunstancia, las actuaciones constitutivas
del apremio en el juicio ejecutivo especial no requieren ser iniciadas mediante un
mandamiento de ejecución, ni menos ser tramitadas en cuaderno separado.

6. DISPOSICIONES COMUNES APLICABLES A TODO PROCEDIMIENTO


Por último, existen normas aplicables a todos los procedimientos de ejecución de sentencias
judiciales, las cuales dicen relación con medidas de seguridad respecto de sentencias que ordenan el
pago de prestaciones periódicas como, por ejemplo, las sentencias recaídas en juicio de alimentos
(art. 236 del CPC); con reconvenciones (art. 239 del CPC); y sanciones penales en caso de incumplir
la ejecución (art. 240 del CPC).
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Art. 236. Si la sentencia ordena el pago de prestaciones periódicas y el deudor retarda el pago de dos o más,
podrá el juez compelerlo a prestar seguridades para el pago, tal como la de convertir las prestaciones en los
intereses de un capital que se consigna al efecto, en un banco, Caja de Ahorros y otros establecimientos
análogos. Este capital se restituirá al deudor tan pronto como cese la obligación. Esta petición se tramitará en
forma incidental

Art. 239. Las reclamaciones que el obligado a restituir una cosa raíz o mueble tenga derecho a deducir en
razón de prestaciones a que esté obligado el vencedor y que no haya hecho valer en el juicio en que se dictó
la sentencia que se trata de cumplir, se tramitarán en forma incidental con audiencia de las partes, sin
entorpecer el cumplimiento de la sentencia, salvo las excepciones legales.

Art. 240. Cumplida una resolución, el tribunal tendrá facultad para decretar las medidas tendientes a dejar sin
efecto todo lo que se haga en contravención a lo ejecutado.
El que quebrante lo ordenado cumplir será sancionado con reclusión menor en su grado medio a máximo.

B. RESOLUCIONES PRONUNCIADAS POR TRIBUNALES EXTRANJEROS

1. CONSIDERACIONES PREVIAS

Este tema se regula en el Párrafo 2° (“De las resoluciones pronunciadas por tribunales
extranjeros”) del Título XIX (“De la ejecución de las resoluciones”) del Libro I (“Disposiciones
comunes a todo procedimiento”) del CPC.

La jurisdicción, como manifestación de la soberanía, implica que las resoluciones judiciales


obligan solo en el país en el que fueron dictadas. Sin embargo, en ciertos casos se posibilita que
resoluciones dictadas por un tribunal extranjero sean ejecutadas en otro país; esto por razones de
utilidad o conveniencia de los Estados, o por razones de justicia internacional. Pero para ello, se
debe visar, autorizar y homologar esa resolución; y esa autorización se denomina exequátur.

2. EL EXEQUÁTUR

El exequátur consiste en la autorización que otorga la CS (competencia exclusiva) para el


cumplimento en el país de sentencias dictadas en el extranjero ¿qué resoluciones pronunciadas por
tribunales extranjeros requieren en Chile de la observancia de la formalidad del exequátur? Toda
resolución judicial pronunciada por tribunales extranjeros requiere en Chile de la observancia de la
formalidad del exequátur; cualquiera que sea la clase del tribunal de donde emana; y cualquiera que
sea la naturaleza del negocio en que hubiere recaída.

¿Qué significa que una sentencia extranjera produzca efectos en Chile? Que una sentencia
extranjera produzca efectos en Chile significa que se pueda invocar como título o fundamento de
una ejecución posterior, o como fundamento de la excepción de cosa juzgada, destinada a impedir
que en Chile se pueda renovar el mismo juicio y entre las mismas partes, el cual ya había sido
resuelto por el fallo extranjero.

Ahora bien, la CS al conceder o denegar el exequátur solicitado para poder cumplir en Chile
una sentencia extranjera, deberá tener en consideración los siguientes factores: existencia o no de
tratados Internacionales; a falta de tratados relativos a esta materia con el Estado de que proceda la
sentencia, se aplicará la reciprocidad; y a falta de tratados respectivos y de precedentes sobre
reciprocidad, se examinará la sentencia extranjera a la luz de ciertos requisitos legales mínimos
tendientes a salvaguardar su regularidad internacional.

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i. Los tratados internacionales. Esta primera regla legal está consagrada en el art. 242 del CPC
al decir que las resoluciones pronunciadas en país extranjero tendrán en Chile la fuerza que
les concedan los tratados respectivos; y para su ejecución se seguirán los procedimientos
que establezca la ley chilena, en cuanto no aparezcan modificados por dichos tratados. Un
ejemplo, de tratado internacional, es la Convención de Derecho Internacional Privado, que
contiene el Código de Derecho Internacional Privado, que en la práctica, no es aplicado.

ii. Principio de la reciprocidad. Esta segunda regla legal está en el art. 243 del CPC, decir que
si no existen tratados relativos a esta materia con la nación de que procedan las resoluciones,
se les dará la misma fuerza que en ella se dé a los fallos pronunciados en Chile; por su parte
el art. 244 del CPC agrega que si la resolución procede de un país en que no se da
cumplimiento a los fallos de los tribunales chilenos, no tendrá fuerza en Chile. Le
corresponderá la prueba de la reciprocidad al propio ejecutante que la alega en su favor (por
ejemplo, con sentencias judiciales) y, a su respecto, le corresponderá probar la falta de
reciprocidad al ejecutado que se opone a la concesión del exequátur.

iii. La regularidad internacional. Esta regla se traduce en examinar el fallo extranjero a la luz
de ciertos principios legales fundamentales, pero sin descender al estudio de la legalidad de
fondo o justicia contenida en la sentencia extranjera que se pretende ejecutar en territorio
nacional. De acuerdo al 245 del CPC, en los casos en que no pueda aplicarse ninguno de los
tres artículos precedentes, las resoluciones de tribunales extranjeros tendrán en Chile la
misma fuerza que si se hubieran dictado por tribunales chilenos, con tal que reúnan las
circunstancias siguientes:

- Que no contengan nada contrario a las leyes de la República. Pero no se tomarán en


consideración las leyes de procedimiento a que haya debido sujetarse en Chile la
substanciación del juicio (art. 245 Nº 1). Esta primera condición hace una distinción
entre las leyes sustantivas y las leyes adjetivas, y excluye a las segundas por la sencilla
razón de que el proceso se debe regir por las leyes del país en que se ha tramitado; se
aplica el aforismo de que la ley del lugar rige el acto. CASARINO dice que en las leyes
sustantivas o de fondo quedarán incluidas las leyes que constituyen el Derecho
público chileno y, además, las leyes de Derecho privado; por tanto, no se podrá
cumplir en Chile una sentencia extranjera que atente en contra de las garantías
constitucionales; que declare un derecho emanado de un contrato que, según nuestras
leyes, adolece de objeto o de causa ilícitos; etc.

- Que tampoco se opongan a la jurisdicción nacional (art. 245 Nº 2). Según CASARINO
un fallo extranjero se opondrá a la jurisdicción nacional cuando verse sobre un asunto
que, en conformidad a nuestras leyes, ha debido ser conocido por los tribunales
chilenos. Sería el caso de sentencias extranjeras que se pronuncian sobre bienes
situados en Chile, ya sea que ordenen medidas precautorias, prohibiciones, embargos,
etc.; por cuanto dichos bienes están sujetos a la jurisdicción nacional.

- Que la parte en contra de la cual se invoca la sentencia haya sido debidamente


notificada de la acción. Con todo podrá ella probar que, por otros motivos, estuvo
impedida de hacer valer sus medios de defensa (art. 245 Nº 3). Es decir, es necesario
que la parte haya sido emplazada.

- Que estén ejecutoriadas en conformidad a las leyes del país en que hayan sido
pronunciadas (art. 245 Nº 4); esto para que se pueda cumplir en Chile.

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3. PROCEDIMIENTO
Cumplida cualquiera de las tres reglas anteriores, la CS puede otorgar la autorización para
el exequátur. En efecto, el art. 247 CPC dice que en todos los casos a que se refieren los artículos
precedentes, la resolución que se trate de ejecutar se presentará a la Corte Suprema en copia
legalizada. La CS conoce en sala.

Ahora bien, la ley distingue, para el procedimiento del exequátur, entre: asuntos de
jurisdicción contenciosa, asuntos no contenciosos y resoluciones dictadas por tribunal arbitrales.

i. Procedimiento del exequátur en negocios contenciosos. Al respecto, el art. 248 del CPC
señala que en los casos de jurisdicción contenciosa, se dará conocimiento de la solicitud a
la parte contra quien se pide la ejecución, la cual tendrá para exponer lo que estime
conveniente un término igual al de emplazamiento para contestar demandas; agrega el inc.
II que con la contestación de la parte o en su rebeldía, y con previa audiencia del fiscal
judicial, el tribunal declarará si debe o no darse cumplimiento a la resolución.
La parte interesada debe presentar su correspondiente solicitud acompañada de la sentencia
debidamente legalizada, y si está extendida en lengua extranjera, habrá que acompañarla
con su correspondiente traducción. La primera providencia que expedirá la CS será
“traslado”; y como se trata de la primera resolución dictada una gestión judicial, habrá que
notificarla personalmente. Luego, con la contestación de la parte, o en su rebeldía, el tribunal
declarará si se debe o no dar cumplimiento a la resolución, esto es, si concede o no el
exequátur solicitado. Con todo, si el tribunal lo estima necesario, podrá abrir un término de
prueba antes de resolver, en la forma y por el tiempo que el CPC establece para los incidentes
(art. 250 CPC). La ley no establece ningún recurso contra la resolución denegatoria del
exequátur, así como tampoco lo establece para los casos en que se accede.

ii. Procedimiento del exequátur en asuntos judiciales no contenciosos. Desde el momento en


que en que en estos asuntos no hay parte contra quien se pida la ejecución de la sentencia,
según el art. 249 del CPC, el tribunal resolverá con sólo la audiencia del fiscal judicial.

iii. Procedimiento del exequátur en negocios arbitrales. Según el art. 246 del CPC, las reglas de
los artículos precedentes son aplicables a las resoluciones expedidas por jueces árbitros (la
regla de los tratados, el principio de reciprocidad, y la regularidad internacional). En este
caso se hará constar su autenticidad y eficacia por el visto-bueno u otro signo de aprobación
emanado de un tribunal superior ordinario del país donde se haya dictado el fallo. Como los
jueces árbitros, por regla general, tienen su fuente u origen en la voluntad de las partes, no
constituyendo verdaderos agentes de la soberanía del país en que han pronunciado su
sentencia, la ley chilena exige, como requisito indispensable para poder concederles el
exequátur a sus sentencias, uno especial, cual es, el visto-bueno u otro signo de aprobación
de un tribunal superior ordinario de ese país, que demuestre dos cosas: que el laudo arbitral
es auténtico; y que él también tiene eficacia, o sea, fuerza ejecutiva, en la nación de donde
proviene.

4. EJECUCIÓN DEL FALLO EXTRANJERO


Una vez que se tiene el exequátur o autorización, el art. 251 del CPC señala que se pedirá
su ejecución al tribunal a quien habría correspondido conocer del negocio en primera o en única
instancia, si el juicio se hubiera promovido en Chile.

¿Qué reglas de procedimiento que se deberán observar en dicha ejecución? Según


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CASARINO, basándose en el art. 242 parte final (para su ejecución se seguirán los procedimientos
que establezca la ley chilena, en cuanto no aparezcan modificados por dichos tratados), se debe
hacer una distinción previa:

i. Si existen tratados internacionales con la nación de donde proviene el fallo extranjero, hay
que seguir los procedimientos que en esos tratados se contemplan.

ii. Si no existen tratados, o ellos nada dicen, entrará con todo su vigor la ley procesal chilena
respectiva.

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