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1. El recurso a la enunciación
1.1. La paradoja del mentiroso
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“Supongamos que Epiménides está mintiendo; entonces lo que dice no puede ser verdad, y como dice que está min-
tiendo, entonces lo que dice debe ser verdad y, como dice que está mintiendo, por fuerza miente” (J. Fresán, 2010: 49).
2
Ibid.
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“La diferenciación entre sujeto de enunciación y sujeto de enunciado ofrece una salida airosa a la paradoja de Epi-
ménides o ‘paradoja del mentiroso’. Una persona dice: ‘Estoy mintiendo’. Si realmente está mintiendo, es un mentiroso,
y, si no miente de hecho, también será mentiroso (por decir que miente cuando no estaba mintiendo). Formulaciones mo-
dernas de esta paradoja pueden hallarse en Frege, Quine, Russell, Ajdukiewicz, Tarski, etc. En el Quijote aparece refleja-
do en uno de los problemas que se presentan a Sancho en la ínsula Barataria. Desde el punto de vista lingüístico, existen
dos papeles o roles (el hecho de que puedan coincidir en un mismo individuo es puro accidente). De forma gráfica:
Yo de la enunciación Epiménides
1.3. Limitaciones
La explicación ofrecida para la paradoja de Epiménides, así como para las causales de
la enunciación, nos conducía a un nuevo problema, este de orden lógico y gramatical.
Podemos asignar las cualidades de “mentiroso” o “veraz” al sujeto del enunciado por-
que entre siempre miento y el sujeto (yo, Epiménides…) existe una predicación de la
que podemos decir que se ajusta o no a la verdad. Pero, ¿cuál es el predicado que nos
autoriza a afirmar que el yo de la enunciación es veraz o mentiroso?
A esta limitación se une un segundo hecho. El concepto de enunciación describe un
proceso discursivo que va desde la gestación hasta la emisión de los mensajes. Es una
noción pragmática, pero en sintaxis constituye un concepto extravagante, en su senti-
do más literal. Para que algo pueda ser un sujeto, tiene que existir un predicado, y es
claro que enunciación no posee un valor sintáctico ni lógico de predicación.
2. El verbo performativo
Desde otra latitud de la pragmática se ofrecía un nuevo cauce explicativo a la eviden-
cia de que el hablante es responsable de su mensaje. Si quien profiere la secuencia
Hace frío puede ser calificado de veraz o de mentiroso, ello se debe a que bajo esta
afirmación subyace un compromiso del emisor. Pero, ¿cómo se articula lingüística-
mente tal compromiso?
Sobre el verbo enunciativo 371
En las últimas conferencias de ¿Cómo hacer cosas con palabras? J. L. Austin ex-
tiende su teoría de los enunciados performativos a la explicación del problema que nos
ocupa5. Subyacente a cada mensaje, existe un enunciado performativo implícito que
caracteriza al acto de habla actualizado por cada mensaje. Si Vete a la tienda es una
“orden”, se debe a que depende de un enunciado subyacente Yo te ordeno. Siguiendo
la misma lógica, ¿Me dejas los apuntes? es una “petición” porque depende de un acto
performativo como Yo te pido. Y, en el mismo tenor, ¿Quieres un café? es una “invita-
ción” por depender de Yo te invito.
Esta hipótesis explicativa, sugerida por el mismo J. L. Austin y desarrollada a fina-
les de los años sesenta del siglo pasado, encontraba alguna dificultad teórica: el resca-
te del verbo implícito se hallaba condicionado a una decisión o una opción subjetiva
del lingüista. Pronto fue abandonada.
3. La modalidad enunciativa
Fue también a finales de los años sesenta cuando se incorpora la noción de modalidad
como uno de los componentes básicos de la oración. La inclusión de esta categoría
enunciativa permitía una incardinación teórica de la antigua clasificación de las oracio-
nes según la actitud del hablante.
Aparte del problema que presentaba la explicación de las llamadas causales lógicas
(Bello) o causales de la enunciación, nos encontramos con la dificultad de ofrecer una
explicación aceptable al funcionamiento sintáctico de segmentos como los que se des-
tacan en los siguientes ejemplos:
4. Verbo enunciativo
Una cuarta propuesta intenta salvar lo abstracto del concepto de enunciación (no es una
noción sintáctica), evitar la variabilidad difícilmente controlable de los verbos perfor-
mativos, así como las limitaciones explicativas del concepto de modalidad. Según esta
hipótesis, bajo cualquier mensaje subyace la presencia de un verbo enunciativo implí-
5
Especialmente, en la conferencia undécima. Cf. J. L. Austin (1962): 139 ss.
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cito sobre el que pueden incidir una serie de complementos (modales, temporales, cau-
sales, condicionales, concesivos) que, de no ser así, no hallarían articulación sintácti-
ca. Este verbo se concretaría en el verbo locutivo más genérico, decir:
(24) Está enfermo, porque tiene fiebre. –¿Por qué dices que está enfermo?
(25) Llegó, porque veo su bici. –Si digo que llegó es porque veo su bici.
(27) (A1 le dijo a B2 que) él1 le2 decía francamente que estaba equivocado.
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Véase «Estructuras ecuandicionales», incluido en S. Gutiérrez (1997: 549-576).
Sobre el verbo enunciativo 373
Puede darse la situación sorprendente de que en un mismo mensaje existan dos ver-
bos enunciativos implícitos, uno en primera persona (digo) y otro enfocado hacia el
oyente (di). Esta circunstancia se hace visible cuando conviven complementos tempo-
rales y modales ante un enunciado interrogativo. En el mensaje Una vez más, sincera-
mente, ¿dónde vives?, la interpretación adecuada necesita de dos verbos: Una vez más
(te digo), (dime) sinceramente: ¿dónde vives? La explicación parece compleja, pero es
la única que sirve para explicar por qué en el estilo indirecto de estas construcciones
emergen dos verbos enunciativos: uno como soporte del complemento temporal (una
vez más) y otro como predicado del complemento modal (sinceramente):
(30) a. Una vez más (te digo), (dime) sinceramente, ¿dónde vives?
b. (A le dijo a B que) una vez más le decía que le dijera sinceramente dónde vivía.
Los complementos de verbo enunciativo presentan rasgos que los separan del resto de
los complementos oracionales:
1. Terminan en cadencia, hecho que los diferencia de los tópicos y de los atributos
oracionales, que finalizan en semianticadencia:
Junto con estos adverbios aparecen expresiones prepositivas equivalentes: con sin-
ceridad, con franqueza, con toda claridad, con toda humildad, en serio, en pocas pa-
labras, etcétera:
(41) Una vez más (te digo), repítelo una vez más.
(42) Sinceramente (dime), ¿me has hablado sinceramente?
Las llamadas oraciones causales lógicas se denominaron así porque aducían un hecho
que se convertía en la causa que permitía deducir lo afirmado en la oración principal:
Sobre el verbo enunciativo 375
En realidad, la subordinada expresa la causa de que el hablante diga lo que dice. Es-
tas oraciones se construyen con porque, normalmente pospuestas y separadas de la
principal por una pausa. No deberán ser confundidas con las causales explicativas, tam-
bién pospuestas y tras pausa, pero cuya misión es justificar o explicar por qué se ha
emitido el acto de habla que precede: Cállate, (por)que molestas.
Junto a las causales de verbo enunciativo, hallamos también condicionales y conce-
sivas que afectan a este verbo implícito. Suelen aparecer antepuestas al verbo:
Referencias bibliográficas
AUSTIN, J. L. (1962), Quand dire c’est faire, París, Seuil.
FRESÁN, J. (2010), El sueño de la razón. La lógica matemática y sus paradojas, Bar-
celona, RBA.
GUTIÉRREZ, S. (1981), Lingüística y Semántica. Aproximación funcional, Oviedo, Uni-
versidad de Oviedo.
— (1997), La oración y sus funciones, Madrid, Arco.
— (2000), «Causales», Boletín de la Real Academia Española LXXX, 279, pp. 49-
159; incluido en S. Gutiérrez (2002).
— (2002), Forma y sentido en sintaxis, Madrid, Arco.
LAPESA, R. (1978), «Sobre dos tipos de subordinación causal», Estudios ofrecidos a
Emilio Alarcos Llorach, III, Oviedo, pp. 229-237.
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Se incluye en Curso de Gramática Española, 1980, Madrid, Cincel, pp. 389-393.
R.A.E. y ASOCIACIÓN DE ACADEMIAS DE LA LENGUA ESPAÑOLA (2009), Nueva gramáti-
ca de la lengua española, Madrid, Espasa.
R.A.E. y ASOCIACIÓN DE ACADEMIAS DE LA LENGUA ESPAÑOLA (2010), Nueva gramáti-
ca de la lengua española. Manual, Madrid, Espasa.