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RAMÓN DE LA CRUZ
Desierto de Las Batuecas
INTRODUCCIÓN
LLENO Y VACÍO
4
Lao Tse, Tao Te King, aforismo XI, Versión de John C.H. WU, Ed. Edaf,
Madrid 1993.
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DOS POEMAS
5
D. T. SUZUKI, ERICH FROMM, Budismo zen y psicoanálisis, Fondo de cultura
económica, México 1992, p. 9. El poema en japonés es el siguiente:
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Yoku mireba
Nazuna hana saku
Kakine kana.
6
D. T. SUZUKI, ERICH FROMM, Budismo zen y psicoanálisis, Fondo de cultura
económica, México 1992, p. 11. El poema en inglés es el siguiente:
Flower in the crannied wall,
I pluck you out of the crannies;
—Hold you here, root and all, in my hand,
Little flower— but if I could understand
What you are, root and all, and all in all,
I should know what God and man is.
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7
Hay una amplia literatura sobre el tema del cuerpo, imposible citar aquí.
Me remito al trabajo realizado por el P. Santiago Guerra: S. GUERRA, La me-
ditación y la nueva era. Temas para un diálogo, en Revista de Espiritualidad,
nº 179-180, pp. 295-335. Gran parte de este estudio se basa en las reflexiones
de K. G. Dürckheim, autor muy interesante que ha sabido conjugar con sabi-
duría el mundo del budismo zen, la filosofía y sicología occidentales, con
técnicas terapéuticas destinadas a despertar en la persona su Ser esencial repri-
mido. También tiene bibliografía en el sentido indicado.
8
C. G. JUNG, The Estructure and Dynamics of the Psyche, 2.ª ed., traducido
al inglés por R. F. C. Hull, Bollingen Series XX, vol. 8, (Princenton, N. J.:
Princenton University Press: 1969), p 215. Citado por JOHN P. CONGER, El
cuerpo como sombra, en Encuentro con la sombra, Kairós, Barcelona 1998,
p. 153.
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9
En esta línea se sitúan los psicólogos transpersonales (Maslow, Ken
Wilber, etc.).
10
Esto es lo que parece sugerir D. T. SUZUKI en algunas de sus conferencias
recogidas en: D. T. SUZUKI, ERICH FROMM, Budismo zen y psicoanálisis, Fondo
de cultura económica, México 1992, pp. 19-42. En esta misma obra, el psicó-
logo Erich Fromm se refiere también a esa instancia espiritual cuando dice:
Para entender al paciente individual [...] hay que saber cuál es su respuesta
a la cuestión de la existencia o, para decirlo de otra manera, cuál es su
religión secreta, individual, a la que se dedican todos los esfuerzos y pasiones.
La mayoría de lo que uno considera «problemas psicológicos» son sólo con-
secuencias secundarias de esta «respuesta» básica, y de ahí que resulte bas-
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EL DIAGNÓSTICO DE LA ENFERMEDAD
La división existencial
tante inútil tratar de «curarlos» antes de haber entendido esta respuesta bá-
sica, es decir, su religión secreta, privada. (Ídem., pp. 99-100).
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tados en esta dirección, y que ya vimos más arriba, existe una ten-
dencia vital a transitar por un camino opuesto al que nuestra propia
naturaleza nos marca. Llamamos libertad a esta capacidad de optar
por lo que más nos agrada, sin percibir, ni por asomo, que la libertad
sólo se encuentra en la fidelidad a la naturaleza profunda, que im-
plica siempre unidad.
El resultado de este desequilibrio no siempre trae consigo una
enfermedad en sentido clásico. A veces lo que genera es un estado
de ánimo bloqueado, o una falta de vitalidad que hace a la persona
infeliz. Cuando esto es así, la enfermedad es un mal que no se
soluciona con una terapia común. Erich Fromm la diagnostica de la
siguiente manera:
... los numerosos «pacientes» nuevos que funcionan socialmen-
te, que no están enfermos en el sentido convencional, pero que
sufren de la ‘maladie du siècle’, ese malestar, esa muerte interior
[...]. Estos nuevos «pacientes» vienen al psicoanalista sin saber de
qué sufren realmente. Se quejan de estar deprimidos, de insomnio,
de ser infelices en su matrimonio, de no disfrutar de su trabajo y
otros trastornos semejantes. [...]. Estas quejas diversas son sólo la
forma consciente en que nuestra cultura les permite expresar algo
que está mucho más profundo [...]. El sufrimiento común es la ena-
jenación de uno mismo, de nuestros semejantes y de la naturaleza;
la conciencia de que la vida se nos escapa de las manos como arena
y que moriremos sin haber vivido; que se vive en medio de la abun-
dancia y, sin embargo, no se siente alegría 11.
Hay un rompimiento, pues, de los equilibrios, no ya sólo en nues-
tro fuero íntimo, sino también en lo que se refiere al mundo que nos
rodea. Nuestra capacidad de relación se bloquea, por lo que nos es
imposible situarnos en diálogo con la realidad. En un estado de cosas
como este, lo único que queda es constatar que vivimos como exilia-
dos, lejos de nuestro hogar, y esto produce una gran insatisfacción.
Ahora bien, este estado de división, aunque acontece en el inte-
rior de la persona, tiene también que ver con una forma de concebir
11
D. T. SUZUKI, ERICH FROMM, Idem, pp. 93-94. En este mismo sentido se
puede ver también: J.P. Y R. CARTIER, El sabio de la selva negra, Luciérnaga,
Barcelona 1999, p.81s.
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12
K.G. DÜRCKHEIM, Experimentar la trascendencia, Ed. Luciérnaga, Bar-
celona 1991, p. 110.
13
Ibídem, p. 116. También hay un estudio interesante de este tema y por
el mismo autor en su libro: El maestro interior, Ediciones Mensajero, 6.ª ed.,
Bilbao 2000, p. 177ss. A. Maslow expresa la misma idea: En resumen, la
insatisfacción de las necesidades básicas de seguridad, protección, pertenen-
cia, amor—respeto, autoestima, identidad y auto-realización genera males y
enfermedades carenciales. En conjunto, constituyen lo que calificaríamos de
neurosis y psicosis (Abraham MASLOW, La personalidad creadora, Kairós, 6.ª
ed., Barcelona 1999, p. 43).
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La salud, pues hay que situarla como una posibilidad que surge
dentro de nosotros mismos, y que desde nuestro interior nos llama
constantemente a la plena maduración. Esta tendencia espontánea
hacia el equilibrio, entendida en su sentido más profundo, está co-
rroborada por la misma observación clínica, que ve en el ser huma-
no una «voluntad activa hacia la salud»: Todas las pruebas de que
disponemos [...] nos indican que es razonable suponer, en práctica-
mente la totalidad de los seres humanos, y con certeza en casi todos
los recién nacidos, la existencia de una voluntad activa hacia la
salud, un impulso hacia el crecimiento o la actualización de las
potencialidades humanas 16.
Este impulso expresa una necesidad de ver desarrolladas las
potencialidades propias y de llegar a la autorrealización, pero no
sólo eso. Al estar arraigados en el Ser divino, lo que busca de todas
las maneras expresarse es el Misterio escondido en el fondo del
alma. Él es como una semilla que contiene ya en sí, aunque de
forma potencial, el árbol y el fruto. Esta potencialidad tiene siempre
una dinámica oculta —por imperceptible—, que se realizará plena-
mente en cuanto la actitud personal y el ambiente que la rodea tenga
las condiciones adecuadas.
Pero, no obstante esta tendencia, algo ocurre en nosotros que
aparece como un auténtico freno al impulso inicial. Sigue diciendo
A. Maslow: Sin embargo, nos enfrentamos inmediatamente con la
triple realidad de que muy pocos lo logran. Sólo una pequeña parte
de la población alcanza la identidad o individualidad, la plena
16
Abraham MASLOW, La personalidad creadora, Kairós, 6.ª ed., Barcelona
1999, p. 47.
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17
Ibídem.
18
La escena de Marta y María (Lc 10,38-42) sigue siendo un pasaje de
inagotables sugerencias. Si además lo unimos a la intensidad expresada en Dt
6,4-5, donde se exige amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con
todas las fuerzas, conseguimos descubrir, tras esta invitación a mirar intensa-
mente a la única realidad divina, el espacio donde la persona queda salvada y,
por lo tanto, sanada.
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20
Joseph RATZINGER, Dios y el mundo, Galaxia Gutengerg / Círculo de
Lectores, Barcelona 2002, p. 87.
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21
Ya señalaba esto E. Fomm cuando decía: «... estaban enfermos en el
sentido en que la palabra «enfermedad» se emplea en medicina; algo les im-
pedía funcionar socialmente según funciona la persona llamada normal...
Querían estar bien como la persona media... en nuestra sociedad. (D. T. SU-
ZUKI, E. FROMM, Budismo zen y psicoanálisis, Fondo de cultura económica,
México 1992, p. 93).
22
J. P., y R. CARTIER, El sabio de la selva negra, Luciérnaga, Barcelona
1999, p. 93.
23
Thomas MERTON, Humanismo cristiano. Cuestiones disputadas, Kairós,
Barcelona 2001, pp. 117-124. En estas páginas, que pertenecen al capítulo que
trata sobre notas para una filosofía de la soledad, Merton llama la atención
sobre la tentación del entretenimiento en nuestro mundo, como un atentado
para una vocación a la soledad. Aunque él no lo sitúa en el tema de la salud,
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queja de esa escisión entre los intereses del «yo», que busca sus
seguridades en los placeres y en la eficacia, y la tendencia hacia
dentro, que busca su fundamento espiritual, terminará imponiéndo-
se. Las consecuencias finales son dos: o escuchar la voz de los
propios miedos y dar un viraje hacia el centro, o desoírlos a costa
de la felicidad y el sosiego existencial. Esta última es la que suele
imponerse, aunque con algunos atenuantes, y esto con el fin de
evitar la desintegración psicológica; así lo constata Erich Fromm:
La mayoría de la gente evita este resultado mediante mecanismos
compensatorios como la rutina dominante de la vida, la conformi-
dad con el rebaño, la búsqueda del poder, el prestigio y el dinero,
la dependencia de los ídolos 24.
También la terapia convencional procura acallar los síntomas,
sobre todo con el fin de que la persona pueda seguir actuando en el
mundo con el mayor rendimiento y eficacia. El objetivo de este tipo
de terapia no es la búsqueda de un cambio radical en el individuo,
sino sólo de un arreglo superficial para que pueda seguir funcionando
sin que se vea necesitado de un cambio de vida. Esta terapia no ha
descubierto en la enfermedad, que se expresa en el nivel psicológico
o somático, el síntoma de una dispersión que nace de la falta de uni-
dad íntima. Menos aún la relación entre enfermedad y alejamiento del
Ser divino. Por eso no buscará la salud más allá de lo que se supone
que es un funcionamiento «normal» de la persona en la sociedad.
Nuestra cultura actual está enfocada sobre todo a crear una vida
cómoda y segura. Este es el ambiente que considera propicio para
una existencia saludable. Pero el hecho es que aparecen constante-
mente situaciones que ponen en entredicho esta «seguridad» que, en
el fondo es aparente. La sociedad, incluso a través de sus terapeutas,
ofrece maneras para que la persona recupere su «autoestima», per-
dida a causa de las situaciones contradictorias que ha tenido que
soportar: El hombre pre-iniciático 25 busca espontáneamente el crear
consideramos que su reflexión nos sirve muy bien para entender uno de los
modos más comunes de ocultamiento de los síntomas.
24
D. T. SUZUKI, E. FROMM, Budismo zen y psicoanálisis, Fondo de cultura
económica, México 1992, p. 133.
25
Lo iniciático es el camino por el que la persona entra en la esfera de lo
numinoso, es una puerta abierta al Misterio inmanente a uno mismo. Lo pre-
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LA SALUD DE LA CONTEMPLACIÓN
La simplicidad contemplativa
La aceptación de lo que es
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Para venir a gustarlo todo, no quieras tener gusto en nada. Para venir
a poseerlo todo, no quieras poseer algo en nada. Para venir a serlo todo, no
quieras ser algo en nada. Pare venir a saberlo todo, no quieres saber algo en
nada. Para venir a lo que no gustas, has de ir por donde no gustas. Para venir
a lo que no sabes, has de ir por donde no sabes. Para venir a lo que no posees,
has de ir por donde no posees. Para venir a lo que no eres, has de ir por donde
no eres (1S 13,11).
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30
Después que el alma ha dado a entender la manera de disponerse para
comenzar este camino, para no se andar ya a deleites y gustos, y fortaleza para
vencer las tentaciones y dificultades, en lo cual consiste el ejercicio del cono-
cimiento de sí, que es lo primero que tiene de hacer el alma para ir al cono-
cimiento de Dios (CB 4,1).
31
No podemos caer en esa ingenuidad de la que ya se ha hablado, de
pretender conquistar la salud del cuerpo a través de ejercicios contemplativos.
No hay que olvidar el caso de Santa Teresa, que siendo una gran contemplativa
padeció siempre todo tipo de achaques.
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35
Idem, El camino de la trascendencia, Mensajero, 4.ª ed., Bilbao 1996, p.
109.
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LA SALUD EN LA ENFERMEDAD
40
Ibídem, p. 117.
41
Es interesante observar desde esta perspectiva algunos pasajes evangéli-
cos: El hijo pródigo (Lc 15,11-32), la oveja perdida (Mt 18,12-14), la mujer
adúltera (Jn 8,2-11), Zaqueo (Lc 19,1-10) y, en general, la actitud con los
pecadores. Todos ellos contrastan con la actitud farisaica, que considera la
salud como la amputación del miembro enfermo. En Jesús, en cambio, es la
aceptación del miembro enfermo, que es asumido con amor, lo que permite que
dicho miembro sea sanado.
Por otra parte, esta experiencia religiosa de tipo inclusivo, no sólo no se
aleja de una visión científica, sino que, hoy por hoy, la confirma, ya que ésta
parte de una visión holística, en la que todos los elementos de las existencia
dicen relación entre sí. Los trabajos de C.G. Jung, así como los estudios de
diversos psicólogos transpersonales como Maslow, y teólogos como P. Tillich,
consideran base de una sanación, o en el caso de la teología de una salvación,
la integración de la dimensión profunda del Yo existencial.
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LA PRÁCTICA CONTEMPLATIVA
47
En el budismo zen, la práctica simple de «sentarse en concentración
indivisa», o «simplemente sentarse» se denomina shikan taza.
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