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Amor y erotismo en la Edad Media

Libros: Arte de amar de Ovidio; Libro del amor cortés (Capellanus); El


amor y el erotismo en la literatura medieval (Juan Victorio). Poesía erótica,
Alzieu, Robert Jammes.
Trabajo: Tratados de amor a finales de la Edad Media (Amor y
pedagogía en la Edad Media; Tratados de Amor en el entorno de la
Celestina; Pedro Cátedra).
Leer: Castillejo, traductor de Ovidio (Álvaro Alonso)
1. El Cantar de los Cantares
Por la lengua, se debió de escribir en torno al año 300 o 400 antes de
Cristo. Se creía que era de Salomón, pero este gobernó entre 965 y 928.

2. Platón
Dualismo de la materia y el espíritu. El amor nos permite
remontarnos de la belleza sensible a la belleza inteligible. No es
posible alcanzarlo en esta vida.
3. Ovidio
Tiene sus fuentes, pero no se suele ir más allá. El ars amandi se
divide en tres libros: cómo conseguir el amor de una mujer, cómo
mantenerlo, cómo una mujer puede conseguir el amor de un hombre. En
Amores vemos experiencias en primera persona. Ovidio equipara el amor a
ciertos trabajos prácticos. Es de los últimos años antes de Cristo. Habla de
los lugares donde el varón puede encontrar a la mujer y cuáles son los
lugares más propicios para el amor. Implica una visión activa del hombre,
como tomada de la guerra. Otra originalidad es que concede una enorme
importancia a la mujer. Hay un problema en el ars amandi: ¿Qué sinceridad
hay? Se ve cierto tono paródico y satírico. También tiene aspectos teatrales.
Reivindica el amor como pasión que se puede conocer y domincar.
Los Remedios de Amor sirven más para consolar, con cierto carácter
estoico. Sus soluciones son ver la realidad desde otro punto de vista. Ver
edición de Gredos. Dice cómo evitar los suicidios por amor. Es este libro su
versión detractora del amor; pierde el carácter optimista.
Los daños del amor pueden ser de varios tipos: aquí, sobre todo, se
refiere a los remedios para quien deja de estar enamorado. Soluciones para
evitar idealizar a las mujeres. Adopta una concepción mucho más realista de
la mujer. Ya se ven aquí las raíces del amor como enfermedad. Ver
Discórides.

Leer artículo “Literatura ovidiana”. Canet

2. Arte de amar
Es similar a Ovidio en algunos puntos, pero en otros se aleja. Se dirige
a un tal Gualterio: Ovidio es mucho más pragmático y habla de cómo
seducir a la mujer, mientras que para Capellán la mujer es dominante.
Este no es libro fruto de una única idea. La reprobación del amor es
posterior al otro libro.

Los Goliardos
Ver: la poesía rítmica de los goliardos medievales. En Castilla hay
textos que denuncia la previa presencia de una poesía goliardesca previa,
como en razón de amor. Ver “Los goliardos en la literatura del siglo de oro”.
No se sabe el por qué de su nombre: quizá gouliard, clérigo de vida
irregular; Goliae, agente de golia; relación con la gula.
Hay tres grandes cancioneros: Carmina Burana, Carmina
Canntraabigensia, Carmina Rivipullensia. Ver obra de García Villoslada.
Coinciden con los autores que escriben comedias elegiacas. Nosotros
conservamos unas veinte.

El libro de buen amor


Empecemos comentando algo de los milagros de Berceo: estos tiene
algunos elementos sensuales:
2: El sacristán impúdico
7: El monje y San Pedro
8: El romero de Santiago
21: La abadera preñada
En la vida de Santa María Egipciaca aparece una mujer seductora, presa de
lujuria. Es presentada, en la primera parte del poema, como una mujer
viciosa.

En el libro de buen amor se oponen dos tipos de amores: ordenado y loco


Castillejo traductor de Ovidio: acerca de un artificio de la
poesía erótica
Álvaro Alonso
 Localización: eHumanista: Journal of Iberian Studies, ISSN-e 1540-
5877, Vol. 15, 2010, págs. 38-47
La tesis del artículo es la siguiente: Castillejo, al traducir y practicar la
amplificatio sobre uno de los amores de Ovidio en la composición de su
sermón de amores, introduce ciertos componentes que permiten una
lectura erótica.
El texto traducido no es otro que uno de los célebres fragmentos en
los que Ovidio expone el tópico de la militia amoris, la milicia de amor, la
analogía entre el guerrero y el enamorado:
Mars dubius, nec certa Venus; uicitque resurgunt,
Quosque neges unquam posse iacere, cadunt. (Ovidio 29, vv. 29-30)

Dudosa es la guerra e incierto el amor. Los vencidos resurgen


y caen los que dices que sucumbir no pueden.

Así resulta la traducción de Castillejo:


Los que oy tienen estrechura
mañana gozan y cantan,
los vencidos se levantan
, como de la sepultura
a vencer;
y aquellos que al parecer
invencibles parecían
suelen, cuando más se fían,
ser vencidos y caer.
Lo primero que llama la atención del exégeta son los dos versos iniciales,
inéditos en el poema de Castillejo y fácilmente vinculables a contenidos
eróticos: por ejemplo, tener estrechuras o andar en estrechuras no significa
solo pasarlo mal a secas, sino también a la abstinencia sexual, como lo
muestran algunos veros de PESO:
Den limosna a mis gustos,
porque de veras
que lo pasan agora con estrecheza
En lo que respecta a los versos “gozar y cantar”, destaca Alonso que
el segundo, cantar, aparece en numerosos poemas con connotaciones
inequívocamente sexuales. “Los que oy están en estrechura/ mañana gozan
y cantan”, se prestan a una segunda lectura: “Los que han entrado en la
vulva, no tardan en gozar ni en llegar al orgasmo”.
El autor también propone entender el poema en la tradición de los
falos personificados: los que gozan, cantan y pasan estrecheces pueden ser
los amantes, pero también los falos. En esta tradición, tenemos que
enumerar las máscaras que adquiere el órgano viril: Matihuelo, una especie
de reencarnación hispánica de Príapo, a veces un tal Pedro, el Barberillo,
encargado de picar a sus pacientes con la connotación sexual del verbo, o
Frailes como Fray Antón o Fray Puntel.

En otro pasaje también se ve la amplificatio erotizante. Ovidio habla


de cómo los amantes velan y se tienden en el suelo; Castillejo añade a eso
una información no baladí: estos se tumban boca abajo:
Ambos belan, a mi ver,
entrambos suelen tener
la tierra por cabeçal
de barriga
Según Álvaro Alonso, el término tierra se relaciona con vulva y
barriga aparece en contextos eróticos. Lo mismo ocurre con otra estrofa, en
la que vuelve a ser coherente la idea de personificación del falo.

Literatura ovidiana (Ars Amanndi y Reprobatio amoris) en la


educación medieval
José Luis Canet Vallés
Localización: Lemir: Revista de Literatura Española Medieval y
del Renacimiento. Nº 8, 2004
Muy pocas obras grecolatinas han sido tan influyentes y de pocas
podemos decir que hayan conocido tantas traducciones como el Ars
Amandi y la Reprobatio Amoris, aunque es cierto que sus obras fueron
despreciadas por algunos padres (p. 1)
En el siglo XII, además, se produce un renacimiento de Ovidio
conocido como la Aetas Ovidiana, periodo en el que las obras del romano
ocuparon un lugar central en el canon. Entre los autores que reivindican a
Ovidio tenemos: Conrad de Hirsau, Alexandre Neckam. Al autor también se
le atribuyen comedias elegiacas, como Lidia y Miles gloriosus. (p. 2)
Cualquier poeta de esta época, pensemos en Chrétien de Troyes con
su Philomena, tienen a Ovidio como maestro del amor. En general, cualquier
obra que tenga como elemento central el amor se le atribuirá (Phampilus,
De nuncio sagaci, etc. a los que se designaba como Ovidius puellarum) (p.
3)
Pero no solo va a ser imitado por los poetas que escriben en estilo
bajo, sino que también los eclesiásticos se van a servir de la Reprobatio
Amoris ovidiano (De contemptu mundi de Inocencio III, Corbaccio de
Bocaccio o el Arcipreste de Talavera de Alfonso Martínes de Toledo, así
como los tratados de educación de príncipes).
Las Metamorfosis, a su vez, servirán para tomar contraejemplos de
los peligros de la pasión amorosa (p. 3)

En cualquier caso, aquí interesa la importancia de las artes amatorias


y sus reprobaciones en la docencia escolar. ¿Pero es qué acaso eran tan
libertinos nuestros antepasados como para enseñar a ligar en las clases?
Quizá esto no sea del todo cierto (p. 3). En primer lugar, debemos señalar
que todas esas ficciones amorosas escritas en latín (pues incluimos aquí a
los pseudovidios) estaban ligadas a los manuales de retórica como
ejemplificaciones del estilo bajo, por lo que no aparecen damas de alta
calidad (p. 4), sino que ellas son el centro de los estilos elevados, al
mostrarnos pasiones que no pueden sino conducir a la desgracia (el amor
visto como enfermedad) (p. 5)
Parece, pues, darse la paradoja de que, en el periodo en el que se
consolidan las monarquías nacionales, el poder de la Iglesia, el esplendor
del románico y el nacimiento del gótico, el fervor a la Virgen, etc., ese
periodo coincide con una literatura carnal, que transgrede la moral estoico-
cristiana (p. 5).
Tenemos que examinar los orígenes de la elegía romana: aquí se
tratan relaciones con prostitutas, esclavas y libertas; pero no con mujeres
de alta condición (p. 6). La Comedia Nueva influida por este modelo va a
seguir la misma línea, incluso en el De Amore de Capellanus. Podía así
ocurrir que los lectores de textos ovidianos se vieran reflejados, parodiados
e ironizados a través de unos personajes que hablaban con un lenguaje
estereotipado de la pasión amor, pero que al final practicaban el mismo
amor que los plebeyos. (p. 7)
Una interesante paradoja es la cuestión de la mitia amoris “puesto
que continuamente dice que la “molicie”, el  otium es la madre del acto
venéreo, y plantea la conquista amorosa como una batalla, teniendo que
realizar mil y una hazañas el galán, ese muchacho que le es imposible
entrar en la vida civil y militar por sus flaquezas y molicie”. (p. 7). Pasa lo
mismo con el servicio de amor: el joven se vuelve esclavo de alguien
socialmente inferior a él.

En general, es interesante señalar cómo el deseo sexual y el arte de


cómo conseguirlo será utilizado en la escuela para ver cómo el hombre, a
través de estas prácticas, deviene un puro animal; es el mal amor, el amor
bestial. (p. 10). En la Reprobatio amoris se verá una moral más asimilable,
un recetario para escapar de los lazos del loco amor. Varios autore, además,
llevarán acabo amplificaciones de sus consejos, por ejemplo, Alfonso
Martínez de Toledo en el Arcipreste de Talavera (p. 11). Todo amor debe ir
encaminado a convertirse en buen amor, esto es, amor hacia Dios. La
diferencia entre la reprobación del amor ovidiana y la cristiana está en su
base: ora la filosofía naturalista y el derecho romano, ora la filosofía estoico-
cristiana.

Otro asunto interesante es cómo en el siglo XII, con el Renacimiento


Cultural que se produce, se estudia a fondo la Etica d Nicómaco de
Aristóteles, donde aparece un concepto de virtud diferente al de las virtudes
teologales cristianas y caracterizado por valorar el justo medio. Así, llevado
al plano amoroso, entre el amor bestial y el divino se valora el amor
humano: un deseo de unión con el otro sexo pero refrenado por la razón. Lo
expone Andrés el Capellán (p. 14-15). Así, el manual de ligue “se ve
modificado hacia unas reglas de comportamiento amoroso en el que la
sexualidad, si se da, es como resultado de un proceso reglado y lento. La
sexualidad en este amor pasa a un segundo plano, a ese amor mixtus, que
nombraba Andrés el Capellán, muy inferior al amor purus, porque ahora lo
más importante es amar a un ser virtuoso, a un ser superior que te
ennoblezca y que te dote de todas sus virtudes.” (p. 15).
Las personas retratadas son nobles, por lo que hay que alterar los
preceptos ovidianos (su definición del amor viene de la tradición médica de
Salerno). Con este nuevo amor, se puede dar el salto a la coutoise. Junto a
esto, Capellán incluye una reprobación del amor, para aquellos que quieran
ser verdaderos sabios. El tratado de Capellanus coincide con el auge del
aristotelismo y es escolástico en su estructura (p. 17)

La Sensualidad del Libro de Buen Amor


Hugo N. Santander
American University Central Asia

«Un sociólogo podría trazar en el 'Poema del Mío Cid' y en el 'Libro


Buen Amor' los rasgos esenciales del medioevo en España. Los versos
solemnes del Cid darían cuenta del respeto a las jerarquías, la
supravaloración del honor y el ensoberbecimiento; las estrofas burlonas de
Buen Amor de la perspicacia y la sensualidad.»
Se señala que Juan Ruiz canta a los placeres carnales con una
finalidad humorística; a diferencia de la soledad, la risa es un acto
comunitario. Del mismo modo, el protagonista busca constantemente esta
compañía ––la soledad es la antagonista del poema.
Aunque en el prólogo se señala la función didáctica, es lógico suponer
que esta es contraproducente, y que su catálogo de malos ejemplos
despierta la curiosidad del lector u oyente.
Por otro lado, la presencia del pecado es importante porque este
siempre establece una dialéctica con lo sagrado, concretamente, con la
salvación.
Artículo, en suma, poco claro y sin una tesis definida.

BURKE, J. F. (1977), «El juego de amor en el Libro de buen


amor»
Parte de la constatación de la influencia que ha tenido la tesis de
Huzinga sobre el Homo Ludens: el juego, lejos de ser algo accesorio, es
esencial en la civilización, aunque algo olvidado por el hombre moderno.
En el Libro del buen amor, desde temprano, encontramos la
comparación del libro con un instrumento, y la melodía obtenida, el
resultado, depende del lector/intérprete. En la polémica entre griegos y
romanos también se el juego; concretamente, la incomprensión de sus
reglas.
También se habla del juego del amor, siendo el Amor su maestro. El
amor es un juego con una serie de reglas. En la historia de Don Melón y
Doña Endrina se mezclan la cuestiones del amor y del juego.
A lo largo del libro, Juan Ruiz se dedica, casi íntegramente al juego del
amor. Después, basándose en las interpretaciones que el teólogo Miller
hace del juego y relacionándolo con paradojas bíblicas (si te humillas, serás
ensalzado), cree posible entender la obra a través de esta idea de juego

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