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LA DIVERSIDAD EN CUESTIÓN.

Introducción

Son muchas las definiciones y atribuciones que se la han asignado a la palabra


diversidad. En algunas ocasiones se habla de biodiversidad, diversidad sexual,
diversidad cultural, diversidad en el aprendizaje, entre otros; lo que sugiere de acuerdo
con Lumby y Coleman (2007) que estas definiciones se dan de acuerdo con el
contexto y el tiempo. No obstante, hay un común denominador en dichas definiciones
como son la variedad y pluralidad; así como también que es contraria a todo lo
considerado como homogéneo y uniforme.

Magendzo (2011) habla de diversidad como una señal de transformación y


debilitamiento de ese pensamiento hegemónico y totalitarista que por tanto tiempo
imperó, producto del eurocentrismo como única forma de conocimiento. De igual
forma, el autor refiere que la diversidad cuestiona las injusticias, el inconformismo y las
asimetrías sociales.

De esta manera, la diversidad rompe y entra en tensión con todas las posturas
homogéneas en donde se concibe a los seres humanos como personas que deberían
pensar y actuar de la misma forma, negando esa posibilidad de sentir y expresar desde
sus propios sentidos las distintas maneras de ver el mundo. Esta diversidad invita al
goce por lo incierto, lo diferente, lo enigmático; posibilita cambios en la manera de ver
la realidad y, por qué no, de arriesgarse por otras formas de pensamiento y
comportamiento. Esta diversidad, como lo propone Soussa (2009), en su concepto de
transición paradigmática, logra transformaciones en el orden social, político y cultural
como respuesta al reclamo de la posibilidad de otros conocimientos diferentes al
impuesto por el modelo homogéneo eurocéntrico.

En Colombia la concepción de diversidad se ha venido configurando con fuerza desde


tres focos centrales: a) ámbito del paisaje natural, b) cultural y c) las poblaciones con
singularidades físicas, sociales, cognitivas o económicas; esto configura a Colombia
como un país rico en diversidad. Desafortunadamente, esta diversidad aparece ligada
al reconocimiento de grupos sociales que reclaman el respeto por su identidad y, por
ende, sus derechos. De esta manera el concepto de diversidad se construye a partir del
rescate o visibilización de grupos socialmente excluidos, lo que en algunas ocasiones
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puede llevar a que se le asocie solo bajo esta connotación, y esto se convierta en un
estigma.

La diversidad en el campo educativo también ha estado asociada con el


reconocimiento de la población estudiantil que ha sido excluida del sistema educativo.
Estas poblaciones han sido rechazadas debido a la educación homogeneizadora y
dominante, que se ha instalado en las aulas de clase. Al respecto, Artavia y Fallas
(2012) la expresan como una escuela con enfoques educativos erróneos e injustos,
basados en la homogenización y uniformidad, donde se propone un mismo currículo y
evaluación, unas mismas prácticas pedagógicas y didácticas a todos los estudiantes y
donde las singularidades son vistas como resultado de dificultades o limitaciones
individuales.

Si bien es cierto, estas poblaciones que comúnmente se les ha llamado población


educativa vulnerable, han logrado ser visibilizadas y ocupar un lugar en la agenda de la
política educativa nacional. Es necesario precisar, que también existe una población
educativa que NO está atravesada por la vulnerabilidad, y aun así, requiere atención y
precisa ser visibilizada como población educativa diversa. De ahí, la importancia de
conocer y comprender las concepciones de los educadores en relación a la diversidad.

DESARROLLO

La política de la primera infancia, en el marco de la Educación Inicial, promulga que las


practicas pedagógicas de los agentes educativos, reconocen esa diversidad étnica, de
contexto, de condiciones, de dimensiones particulares o de afectaciones transitorias y
afirman que cada estudiante (niño y niña) debe recibir un acompañamiento y una
atención pertinente. Si bien es cierto que la legislación contempla y reconoce la
diversidad en la educación inicial, se hace necesario comprender las concepciones que
los educadores infantiles tienen en relación con ella, pues de acuerdo con Rodríguez
(2005), la actitud y comportamiento del maestro, sus concepciones y expectativas
acerca de la capacidad y logro del estudiante, influyen de manera determinante en la
creación de un concepto académico positivo o negativo del alumno. De esta manera, si
el educador infantil solo reconoce como diversa a una población infantil específica,
también estará desconociendo a otros niños que también requieren atención y, por lo
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tanto, su aprendizaje escolar se verá comprometido. De acuerdo con Warming (2011),


las concepciones que tengan los educadores infantiles en relación con la diversidad
favorecen o entorpecen el aprendizaje y la interacción social de esta población
educativa. Es así, como los educadores infantiles al relacionarse y conocer a sus
estudiantes, podrán entender sus realidades, aceptar sus singularidades, sus ritmos de
aprendizaje y sus formas de pensamiento; todo esto desde una perspectiva de la
diversidad para todos.
La mirada a la diversidad lleva el respeto y valoración por cada una de las
características del estudiante. Esta diversidad vista como el cumulo de diferencias, no
desde un plano de desigualdad, sino de variedad, da la oportunidad de cada niño se
exprese según sus habilidades y se desarrolle según sus particularidades. En este
sentido, lo que el educador piense o conciba de su estudiante, lo llevara a plantear
acciones que lo beneficien, o en el peor de los casos, lo limiten; negando la
oportunidad a una experiencia educativa enriquecedora en esta etapa de su vida.

Las concepciones que los educadores de educación inicial tengan sobre diversidad
posibilitarán comprender que diferentes caminos pueden llegar a un mismo resultado y
que un error no es una dificultad, sino una posibilidad. Asumir prejuicios o conceptos
erróneos sobre los niños y su diversidad puede afectar el aprendizaje escolar, dado
que el niño o niña requiere de experiencias significativas y gratas, para lo construcción
de su conocimiento y al verse limitado o excluido, lamentablemente su aprendizaje
escolar resultará comprometido.

El poder debatir el concepto de diversidad, cuestionar esas concepciones existentes,


va a permitir que esos educadores infantiles tengan una perspectiva más amplia y
logren reflexionar sobre sus concepciones, dado que el aprendizaje escolar de esta
población educativa está en juego y, consecuentemente, el logro escolar. Si bien es
cierto que los referentes sociales y culturales ayudan a contextualizar la realidad
educativa del niño, este no es el único indicador; de ahí que el educador infantil
considere importante entablar una relación que vaya más allá de lo académico,
permitiéndole conocer los rasgos característicos de su estudiante.

Es preciso que la formación de los educadores infantiles aborde los cambios que se
están dando al interior de la escuela, debido a la gran presencia de población diversa.
Esto implica que el maestro logre identificar niños con diferentes ritmos de aprendizaje,
diferentes maneras para aprender, rutas especiales para darse a entender, elección de
temas de acuerdo con su significado o contexto, en fin, todo esto con el propósito de
cumplir su función como educadores inclusivos, respetando y aceptando las
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particularidades de cada uno de ellos, llevándolos a replantear sus prácticas educativas


en función de una educación para todos y terminar con la noción de una escuela
homogeneizadora y segregadora. Esto favorecerá efectuar adaptaciones y
adecuaciones curriculares, implementar un currículo comprensivo, único y diverso,
donde se respetan los tiempos y las diferencias individuales de los estudiantes. La
formación de los educadores debe llevar a que sus creencias y prácticas desarrollen al
máximo el potencial individual de cada niño, fomentando la equidad y la justicia social.
CONCLUSIÓN

Conocer y comprender otras miradas de diversidad, promoverá el debate y se podrán


cuestionar esas concepciones existentes, llevando a que los educadores infantiles
tengan una perspectiva más amplia y reflexionen sobre sus concepciones para no
seguir invisibilizando a los niños; así mismo poner en sospecha formas y prácticas
educativas institucionales que se centran únicamente en diversidades específicas o
que no las consideran para nada.

Significa entonces romper la visión eurocéntrica de la escuela y sus prácticas, para dar
la posibilidad de reconocer otras formas de comprender y configurar ese estudiante
diverso en la educación, dando vía a otros pensamientos e identidades emergentes en
contraposición a esos saberes hegemónicamente instalados. De igual forma, como lo
refiere Castro Gómez (2000), implica desentramar esas relaciones de poder que dieron
origen a valores, concepciones o formas de conocimiento rígidas, que impiden la
apertura a otras formas de ver la realidad, en especial, la propia, la local. Por lo tanto,
el educador infantil, desde una postura crítica, podrá entender y atender la
particularidad de cada niño. Estos estudiantes no solo serán diversos por estar
marcados por una condición de vulnerabilidad, sino por el simple hecho de ser seres
humanos, personas que habitan un contexto y tienen una historia con saberes y
conocimientos propios, con formas de aprender ligadas a sus experiencias de vida y
formas de actuar de acuerdo con su realidad. Es por eso que concebir la diversidad en
la educación requiere de un nuevo concepto de maestro, estudiante y escuela; en
donde el diálogo, el intercambio de saberes, la tolerancia, la reflexión, la diferencia, lo
mágico, hagan parte del plan de estudios y ya no sean las competencias las que se
evalúen en los estudiantes, sino otras formas de apropiación.
Para eso es importante escuchar la voz de los maestros, para comprender si hay una
pedagogía colombiana, valluna o caleña, orientada a reconocer esas diversidades
desde el conocimiento y experiencia, expresada en sus propuestas educativas. Es
poder construir, a partir de la narrativa de los educadores infantiles, esos significados
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que le dan a la diversidad y, que desde lo local, se logre el beneficio de todos los niños
en su etapa escolar.

REFERENCIAS

Artavia, C., & Fallas, M. A. (2012). Orientación y diversidad: por una educación valiosa
para todos y todas. Educare(16), 47-52.

Castro-Gómez, S. (2011). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales.


Fundación Centro de Integración, Communicación, Cultura y Sociedad (CICCUS);
Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLASCO).

Lumby, J. with Coleman, M. (2007) Leadership and Diversity. Challenging Theory and
Practice in Education. London: Sage

Magendzo, A. (2011). Educación en derechos humanos, un desafío impostergable.


COMISIÓN NACIONAL CHILENA DE COOPERACIÓN—UNESCO. Políticas públicas
para la infancia. Santiago de Chile: Unesco, 101-119.

Rodríguez, R. (2005). Éxito y fracaso escolar en contextos socioculturales


interculturales: el reto de educar a estudiantes de diverso origen lingüístico y cultural. In
II Congreso Anual Sobre Fracaso Escolar. Palma de Mallorca, Spain. Retrieved from
http://www. fracasoescolar. com/conclusions2005/rosarodriguez. pdf.

De Soussa Santos, B. (2009). Una epistemolgía del Sur. México: Siglo XXI.

Warning, H. (2011). Inclusive discourses in early childhood education? International


Journal of Inclusive Education, 15(2), 233-247.

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